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La
Bellísima Floriana
LA QUINTAÑONA. DON EGO
POESÍAS
VISIONARIOS Y MÁRTIRES
REPRESALIA DE HÉROE
(LITERATURA BOLIVIANA)
1911
Es propiedad de la familia del Autor.
THE UBRART
THE UNIVERSITT
ADVERTENCIA
LOS EDITORES
897813
ss^f
*)"-?*-..
LA BELLISIMA FLORIANA
teca del Real Palacio, publicados por Z*... Madrid, 187C. Imprenta
a cargo de Víctor Saliz, calle de la Colegiata, número 6.
OBRAS DE NATANIEL AGUIRRE H
II
Donde el lector oirá de los labios de una doncella del
siglo xvi un conocido verso de un famoso poeta de
estos tiempos.
897813
14 LA BELLISIMA FLORIANA
III
La mansa corDERA se torna leona.
una tienda que al lado del portal había : la abrió con una
llave que llevaba en el bolsillo, y penetró en ella, cerrando
tras sí la puerta y dejándola solamente entornada. — Al
20 LA BELLISIMA FLORIANA
casa ó de la calle :
OBRAS DE NATANIEL AGUIRRE 2i
IV
— ¡ No hay esperanza !
apuntar ligeramente el
terror que infundía su
nombre.
Resonaban ya fuertes
golpes en las puertas
mal cerradas de la casa,
Floriana resolvieron ha
cer un supremo esfuerzo
para salvarla, cada uno
por su parte y según se
lo inspiraba el conflicto
del momento. El anciano
don Alvaro se ciñó una
larga tizona de Toledo y
embrazó un antiguo es
cudo, que pendían de la pared al lado del retrato de un su
abuelo conquistador de Granada, proponiéndose defender
hasta la muerte el único asilo posible de su hija ; y la infeliz
madre, puesto el corazón en Dios, intentó aún por última
vez sacar á la doncella del letargo fatal que imposibilitaba
su fuga. Postróse en consecuencia de rodillas ante el estrado
en que dejó á Floriana extendida ; estrechó fuertemente una
mano de ésta contra su corazón que parecía saltársele del
pecho, y la llamó por varias veces con ese acento de madre
desesperada que el hijo no puede, no, dejar de oir ni en
26 LA BELLISIMA FLORIANA
compuso el autor.
El formidable don Juan Díaz de Lupidana había logrado
por fin penetrar al palio de la casa, precedido de cuatro
hombres que le alumbraban el paso, y seguido de una mul
titud de alguaciles armados hasta los dientes y de gente
curiosa ó comedida, como siempre sucede en casos seme
jantes. Demudado por la cólera, con la vara en lo alto, —
aquella vara símbolo de la autoridad y la justicia, que él
sabía empuñar mejor que Minos su cetro, — el Oidor daba
miedo á cuantos le veían, y aterró al infeliz don Alvaro que
rindió á sus pies tizona y escudo, prefiriendo detenerlo con
ruegos y lamentos, lo que hizo también doña Ana, cayendo
de hinojos y estrechando sus rodillas.
Pero aunque los padres de Floriana no pudieron más que
ganar el tiempo que fué preciso para que los rudos algua
ciles los separasen á viva fuerza del paso del corregidor, á
una orden terminante que éste les dió en seguida, ese
nando la espada.
— Cabalmente pensaba en lo mismo, y os lo dijera en
idénticas palabras á las vuestras, si antes no fuera preciso
auxiliar á esta señora, — contestó el capitán, poniéndose
en guardia.
Y tuvo entonces lugar una espantosa lucha entre las
sombras de la noche, en ese estrecho callejón que apenas
ofrecía espacio á entrambos caballeros para moverse ó
parar los golpes del adversario; lucha que Floriana no
VI
vanecida.]
Al volver en sí, se encontró acostada sobre una piel de
llama, en una choza miserable de toscas piedras y ramaje.
A su lado velaba una india anciana, cubierta de andrajos y
ese ejercicio.
Guarecida en la choza y fielmente servida por sus humil
des huéspedes, tuvo la satisfacción de comunicarse con sus
padres, y de saber por ellos que ni don Pedro ni el capitán
don Rodrigo habían muerto de sus heridas, aunque ambos
yacían en el lecho, siendo en extremo grave el estado del
40 LA BELLISIMA FLORIANA
VII
« Caer en las brasas. »
palabras parecidas :
profunda emoción.
Un hombre embozado salió al momento del portal
fronterizo donde sin duda esperaba; vin,o á colocarse al
VIII
¡
El buen caballero acababa de darle, sin embargo, toda el
alma en ese primero y último beso del más constante y
desdeñado amor!
IX
jada.
— ¡La traidora le mató! — dijo en seguida, volviendo
á reir como un insensato.
Esa risa, ese grito estaban preñados de mil horrores
ocultos en aquella alma, convertida ella misma en un genio
OBRAS DE NATANIEL AGUIRRE
grano de mostaza.
— Espera, — le dijo, — no has ganado la partida; — y
reanimando á la beata con un soplo, continuó, dirigiendo á
tu faldero que, dicho sea de paso, era ese mismo que ahora
las piernas.
pavor y notó que había perdido igualmente
Todo él no era más que un tronco arraigado en el suelo,
con una cabeza humana, la única parte de su antiguo
su cuello. Gritó
cuerpo que podía moverse todavía sobre
con todas sus fuerzas pidiendo favor y auxilio
á los que
II
III
A CUBA'
A NAPOLEÓN III
Señor, los bravos que benditos fueron
Por el mundo gozoso de su gloria,
Cuando el viva al lanzar de la victoria
Surgir á Italia del sepulcro hicieron :
[1864]
A BOLIVIA
EL 6 DE AGOSTO
Insignia lisonjera
De la anhelada paz devuelta al suelo ;
II
De bosques seculares
Dó se abisman los pies de las montañas -
¿Quién te pudo arrojar de tanta altura,
Vencedora del León de las Españas?
III
Sacude, ¡oh madre!, tu letargo,... evoca
Los recuerdos gloriosos del pasado.
k ¡Basta de humillación! Estuve loca »,
Dirás con voz de trueno;
Y puedes sepultar con el pie airado
Las inmundas serpientes en el cieno.
OBRAS DE NATANIEL AGUIRRE
EL SOL Y EL TRUENO
'
Pasó un siglo orgulloso que decía :
¡
Gloria á Washíngton que á la tierra asombre !
[1883]
LA CONCIENCIA
(Imitación de V. Hugo.)
«
¿ El ojo que te asusta, aquí no brilla ? »
Y Caín le responde : «
¡ siempre, Tsilla ! »
LA GLORIA
[Fragmento de un poema dramático]
¡
Y verás con asombro ya vencida
La invencible muralla
Por el árbol gigante, que al fin halla
OBRAS DE NATAMEL AGUIRRE 87
¡
El que naciendo en una grieta oscura
Del soberbio palacio,
Humilde yerbecilla en su comienzo,
Luchó sin tregua con la piedra dura
Por respirar siquiera en el espacio !
A MI ESPOSA
EN UN ÁLBUM
LA POBRE FLOR
[Imitación de V. Hugo.]
«
¿ Porqué, si yo contigo me encuentro tan dichosa,
« Te vas y quedo yo ?
«
¡
Te vas, te vas, ingrata! ;
— mil flores por doquiera
«
Que te amen hallarás...
« Mientras que yo marchita sobre mi tallo muera
« Gozando volarás ! »
[1877]
UN TIPO
Refiere la tradición
Que, por rara fantasía,
Renunció la monarquía
Su Majestad el león.
Y señalando á la garra
Convertida á la razón,
Libre entonces la asamblea
Grita con sólo una idea :
¿ Y tanta felicidad
Nos concederán, por suerte,
De elegir en libertad
Al más... fuerte ?
LAS ANTIPARRAS
Famosos politicones
Conozco de buena fé
Que ven lo que nadie vé
Y tienen sus convicciones.
OBRAS DE NATANIEL AGUIRRE 97
HERCULES
Alcides, el valiente
Hijo amado de Júpiter y Alcmena
Detenido se vé con Deyanira
Y sonríe á la furia del torrente.
Pero después, con inquietud y pena.
El rostro amado mira
Pálido de temor, como si ahora
La vista de la muerte le robara
98 POESÍAS
II
« ¡Deyanira! ¡traidor!, » — con ronco acento
Exclama en la ribera.
Pero nadie responde; se halla solo
Y Alcides impotente,
Con los robustos brazos extendidos,
Supera con sus gritos, del torrente
Y del trueno que estalla, los bramidos.
III
Como las ondas del Eveno, corre
Fugaz el tiempo. Con su clava en mano
OBRAS DE NATANIEL AGUIRRE 101
IV
¡ Supera todavía ,
Alcides se imagina
Que Lichas lo traiciona, y lo suspende
De entre ambos pies, como honda;
Lo arroja luego hasta la mar vecina,
Dó, convertido en piedra por el miedo,
Suele mostrarse en la onda,
Como un escollo y prueba a todo el mundo
106 POESÍAS
De la fuerza de Alcides, —
De Hércules el doliente, el iracundo.
VI
Al cuerpo adolorido,
Con el negro sudor que él mismo vierte,
Que parece una piel con que ha nacido.
Y su furor aumenta,
Y aumenta su martirio,
Y corre con la túnica sangrienta,
Destruyendo una selva en su delirio.
Ardía ya la hoguera
Con un fuego que el héroe despreciaba,
Como un dulce martirio, comparado
Con el que ya sintiera.
Tendió en lo alto la piel del León Ñemeo;
Y en ella recostado,
La cabeza al posar sobre su clava,
Fué el Hércules tranquilo del pasado !
[1885]
VISIONARIOS Y MÁRTIRES
ó
LOS PROTONIÁRTIRES
DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ
Á SU ESPOSA
(Los inspirados.)
ESCENA PRIMERA
yo mi llanto silencioso ;
el pesar ó la alegría...
¡y eso fué un solo momento!
Julián. (Sale por el foro) .
ella, adelantándose)
(^4
insomnio...
María. No...
Julián. Están rojos
con el llanto que vertiste.
Qué tienes?
¿
[mano!
¡
120 VISIONARIOS Y MÁRTIRES
María. En vano
quieres engañarme, hermano.
Julián. ¿No tienes confianza en mí?
Yo que he vivido contigo
desde mi edad más temprana ;
cuando tú lo prometiste,
María. Mi madre...
Julián. Eres cruel,., no puedo ya!
Desde el cielo donde está,
vió que te amé como un padre.
María. ¡ Oh, sí ! Tu perdón imploro.
El exceso del dolor
de un velo se despojaba
y que á mi vista mostraba
un cielo que oculto encierra :
¿Su nombre?
Julián. Se llama Rosa.
María. Es bello tambien su nombre.
Mucho la amas?...
Julián. Cuanto un hombre
puede amar.
María. Y estoy celosa
(Sonriéndole cariñosamente.)
Tú la amarás más que á mí...
Julián. ¡
Oh ! María, yo no sé,
ni decir nunca podré,
que amo á nadie más que á tí.
Tú tienes una mitad
de este corazón que siente
por Rosa un amor ardiente,
126 VISIONARIOS Y MARTIRES
y si carece de brillo
dice bien que ella es hermosa,
Yo amo también el tesoro
de su corazón amante,
que para darme es bastante
la felicidad que adoro.
Maiiía. ¿Pero si tu amor te ciega,
disipándose el encanto
indigna á mostrarse llega...
Julián. ¡ Oh! no! Al verla solamente
á tu presencia un momento,
dirás con remordimiento :
la juzgué ligeramente.
María. (Preocupada.) Al menos saber quisiera
la relación de su vida...
Julián. Toda ella me es conocida;
sí, tú la sabrás entera.
Dios mandó un ángel del cielo
deseando que en él se vea
lo que Dios quiere que sea
la mujer en nuestro suelo.
Ese ángel es ella... siento
no decirte por hoy más.
Todo, todo, lo sabrás....
María. ¿ Me dejas ?
No le falte mi cariño.
ESCENA II
UBALDE, solo.
¡
la horrible realidad no viera yo !
¡
de rabia está mi corazón poseído ;
9
130 VISIONARIOS Y MÁRTIRES
ESCENA III
DICHO y MARÍA
¿Acaso no es él mi esposo?
OBRAS DE NATANIEL AGUIRRE 131
de su amado en el semblante,
eso es la felicidad.
María. Yo sé que mi amor no basta
Ubalde. Es elde un ángel, María,
y á quién dichoso no haría....
María. Tú me ocultas la verdad.
Óyeme — Cuando felices
ante el altar nos unimos,
tener los dos prometimos
un placer ó una aflicción.
Si tú reías, reía;
si tú llorabas, lloraba ;
al parecer animaba
á los dos un corazón.
Y complacido mirando
tanto amor, Dios lo bendijo,
concediéndonos al hijo
que amábamos, á cual más.
Entonces, por un instante,
pensamos que en este suelo,
también existía un cielo....
pero ¡ ay ! la dicha es fugaz !
yo no sé ya lo que siente,
pues tu confianza perdí.
Esa mudanza que te hace
OBRAS DE NATANIEL AGUIRRE 133
Ubalde. ¡Aguilar!
María. Es que mi leal corazón
entonces me predecía,
¿Callas?...
Ubalde. Para esa sospecha
no encuentro, María, nada
que pueda
134 VISIONARIOS Y MARTIRES
¡ Oh ! ni siquiera notaste
que yo estaba también triste,
é ignorante me creíste
de tu secreta aflicción.
Desde entonces nuestra vida
en el martirio ha pasado :
la pena en el corazón.
Solo un instante engañada
que eso acabase pensé,
cuando de Lima se fué
yo no sé adónde Aguilar.
Tú ya- no pensabas tanto,
hasta alegre sonreías
y á mi lado parecías
volver tu- dicha á buscar :
te ocultara su pesar ?
Cálmate y el llanto enjuga...
en vano, mi bien, te afanas,
y por aprensiones vanas
te quieres atormentar.
Recobra, pues, mi María,
recobra tu dulce calma.
Yo te adoro con el alma ;
ESCENA IV
UBALDE y AGUILAR
¡
Cuánto mi corazón ha padecido!
mas, yo lo destrocé : yo lo he vencido!
Aguilar. Perdona, amigo, la sospecha mía.
Confuso estoy... mas la apariencia. Escucha :
Ubalde. ¡No!
Aguilar. ¿ Desecharás su aviso ?
« la ví compadecido :
(Conduciéndole á la veptana.)
y su sonrisa estoica
al tirano feroz privó del gozo
de escuchar de sus labios un sollozo.
Allí, donde sañudo en las entrañas
de mil héroes, sus garras ha cebado ;
10
146 VISIONARIOS Y MARTIRES
¡Y dudas!
Ubalde. ¡No!
Aguilar. -
¡ Bendice á Dios, creyente'!
ESCENA V
DICHOS y JULIÁN
¡
Ah! se subleva la razón mezquina...
¡
el gusano del polvo juzga al cielo !
Hablad!
Ubalde. Anoche cuando
el
dulce sueño
un momento de paz mi alma daba,
á
¡ Se salvará el Perú !
Ubalde. , Lo salvaremos!
La voluntad de Dios es esa os digo...
Aguilar. ¡A la obra, pues! Con fé y valor luchemos.
Julián. Y yo, también, con fé y valor os sigo.
Luchar para ser libres ! una suerte
más bella, más gloriosa no imagino ;
Cae el telón.
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ACTO SEGUNDO
conspirador.)
y
(Amante
y
y
ESCENA PRIMERA
TEODORO t ROSA
junto la mesa.)
á
y asegurarme la vida.
¿
si mi suerte está suspensa
de una sentencia de muerte...
Rosa. ¡Basta! Voy á obedecerte; (Levantándose)
mas quiero una recompensa.
Teodoro. ¿Lo harás?
Rosa. Sí, para salvarte
no puede arredrarme nada.
Rosa. Un momento :
de tí exijo un juramento,
y vas á hacérmelo ahora.
Teodoro. Habla.
Rosa. Una duda que impía
siento de tu amor...
Teodoro. ¡Locura!
Rosa. Pues, bien; me juras
que tú no amas á Lucía?
Teodoro. ¡Ah!
Rosa. Te demudas...
Teodoro. No, no...
Rosa. ¡Júralo!
Teodoro. Por Dios.
Rosa. (Sacando del seno un pomo y presentándoselo.)
Por este.
Teodoro. Es un veneno...
Rosa. Dispuesto
para tí lo llevo yo.
Porque antes de que otra amante
ver, tu cadáver prefiero...
y si de dolor me muero,
seré vengada...; es bastante!
158 VISIONARIOS Y MARTIRES
¿Vacilas?
Teodoro. No. Te lo juro;
y si me ves que traidor
falto á la fé de tu amor,
dale á mi labio perjuro.
Mas te declaro en verdad
que me afano y no concibo
de tus celos el motivo.
Ella es tu amiga...
Rosa. Amistad
que hartas lágrimas me cuesta.
Tú no puedes comprender
con qué fuerza á esa mujer
mi corazón la detesta.
Cuando te ve, sus mejillas
coloran vivos sonrojos;
tiembla si encuentra tus ojos,
y aun cayera de rodillas.
Al oír tu voz se estremece;
en la zozobra se agita,
y su corazón palpita;
y escapársele parece.
Yo noto su turbación,
y mi rabiosa mirada,
como la hoja de una espada,
y si mi labio tocaba
con tierno beso su frente,
sus arrugas velozmente
un santo gozo borraba.
¡ Ay ! yo llena de candor
gozaba de su ternura,
sin comprender mi alma pura
la existencia de otro amor!
Mas tú viniste á turbar
tanta dicha y dulce calma.
Te vi... subyugada mi alma
ya solo te pudo amar.
Solo á ti en el mundo veía,
y tu imagen ni un momento
160 VISIONARIOS Y MÁRTIRES
dejaba mi pensamiento
que en ella se complacía.
Y cuando un día miré
llena de sangre tu mano...
Teodoro. ¡Calla! ¡aquel no era ente humano,
fué un avaro el que maté ! *
El no me oyó... y en mi pecho
todo el infierno mugió...
La misma noche quedó
asesinado en su lecho!
Y mis manos empapadas
en su sangre pronto
hallaron2
lo que las suyas negaron
por mis lágrimas regadas!
Rosa. Cuando el estigma miré
del ase'sino en tu frente,
todo lo sabrás.
Teodoro. Querida,
tú me haces feliz !
Rosa. Y sabe
¡
me ama tanto el desgraciado !
Teodoro. Basta...
Rosa. ¡ Oh. sí !
perdona...
Teodoro. Bien ; yo confío
OBRAS DE NATANIEL AGUIRRE 163
Rosa. La sé.
al instante conociera
ESCENA II
TEODORO, RUIZ DE CASTILLA y BERRIOZABAL
(Inclinándose profundamente .)
Ruiz. Excusad los cumplimientos.
¿ Y tú estás pronto ?
OBRAS DE NATANIEL AGUIRRE 165
Teodoro. Excelencia,
tendréis la prueba al intante.
Ruiz. Pero antes de ir adelante.
Piensa que es de tu existencia
que á decidir vas tú mismo.
Teodoro. Y también de mi fortuna ;
te comprendo, y se acabó.
Mas, entretanto que espero
vuelve á contarme esa historia.
Vos, Oidor, en la memoria
retenedla por entero.
Berriozabal. ¡
Oh! Excelencia, descuidad,
que yo os lo juro por Dios,
me interesa más que á vos...
Ruiz. Sí : tenéis necesidad
VISIONARIOS Y MÁRTIRES
de hacer al Rey.
Berriozaiíal (Quitándose el sombrero; Ruiz y Teodoro
se inclinan profundamente.)
Que Dios guarde.
Ruiz. Comprender que es muy sencillo
que haga un fuerte tabardillo
un Oidor grato.
Berriozabal. Hago alarde
de ese nombre que...
Ruiz. No intento
de ningún modo enrostraros...
sólo quiero recordaros
por si olvidasteis el cuento.
El Rey
Berriozabal. (Lo mismo Dios guarde.
_
que antes.) Que
Ruiz. un día
se halló en la calle en momentos
que los santos sacramentos
un buen cura conducía;
y al impulso obedeciendo
de un piadoso corazón,
quiso honrar la procesión,
y la fué detrás siguiendo.
Mas, no contento por esa
muestra de ser buen cristiano,
quiso también ser humano,
é hizo luego una promesa :
« y le salva el sacramento. »
yo vi que se detuvieron
junto á una imagen de Cristo,
y allí, sin haberme visto,
su conversación siguieron.
Gomo hablaban con calor,
de curiosidad movido,
por el pilar protegido. —
Rwz. Prestad atención, Oidor.
Teodoro. — Me acerqué yo suavemente,
y deteniendo mi aliento,
inmóvil, el oído atento,
pude escuchar lo siguiente :
Y la imagen señaló,
callando los dos un rato.
Luego el otro, que en edad
era menor que el primero,
con un suspiro ligero,
« es verdad, dijo, es verdad ».
Y á un tiempo los dos cayeron
ante la imagen de hinojos,
y en ella fijos los ojos
OBRAS DE NATANIEL AGUIRRE 169
en oración se pusieron.
No fué larga suoración ;
y redoblé mi atención.
Los dos se alzaron después,
y oí al viejo murmurar :
y maldije mi torpeza;
muy torpe entonces me creía.
Pero al cabo, la fortuna,
que por mil veces hallé
negra y adversa, me fué
de virtudes un modelo :
y es el primo de la esposa
de Ubalde... Por mi orden, Rosa,
le hace comprender que le ama.
Y yo espero de este modo
descubrir aquel secreto ..
esta noche, os lo prometo,
podremos saberlo todo.
Ruiz. ¿ Y estás seguro ?
Teodobo. Excelencia,
por lo que ya he sorprendido
'
me encontraba convencido
cuando os ví...
Ruiz. Bien.
TEODORO. Mi existencia
á no tener mis razones,
de ese modo no expusiera...
Ruiz. (Levantándose. Berriozabal le imita.
Ni yo tampoco viniera
sin tomar mis precauciones.
Esperando una señal
hay cerca de aquí emboscados...
decid, Oidor.
172 VISIONARIOS Y MÁRTIRES
Berriozabal. Mi desventura
una ocasión no me ofrece...
Ruiz. Os engañáis, la ocasión
os dará el medio sencillo,
de mostrar que un tabardillo
os hizo Oidor con razón.
[Entran por la puerta lateral.)
ESCENA III
TEODORO y ROSA
ESCENA IV
ROSA, sola.
¡
su mano en sangre contempló bañada ;
ESCENA V
ROSA y JULIÁN
y yo le estoy cometiendo,
ciegamente obedeciendo
á un amor fatal, impío.
Julián. (Devolviéndole la carta.)
Sí, parte.
Rosa. Ese pobre anciano
que soló cuenta conmigo,
en su lecho de mendigo
se halla á la muerte cercano.
Julián. Bien, Rosa, yo iré contigo.
Así el infeliz que hoy día
se halla solo, abandonado,
tendrá volando á su lado
á dos hijos.
Rosa. No... yo habría
de un loco amor abusado.
¡ Ay ! la pobre costurera
nada puede darte, nada,
más que una alma enamorada
que está á tu amor toda entera
¡
Oh ! Rosa ! habrá que baste
á estinguir el que inspiraste,
amor, inmenso, profundo;
y tú ser mía juraste.
Sí, lo serás... Partiremos
al socorro del anciano ;
no renuncio á mi ventura.
Rosa. (Aparte.) ¡Oh! valor! Es demasiado!...
(A él mirándole fijamente.)
Yo te amo... escucha, ¡yo te amo!
Julián. En el nombre
de Dios...
Rosa. Olvida el pasado
OBRAS DE NATAMEL AGU1RRE 179
¡ Vete !
y siente la tiranía
de una clase extraña, impía,
de su país dominadora;
entonces un sentimiento
se despertó nuevo en mí...
Joven, hermosa me vi
y halagó mi pensamiento
la idea que concebí.
Me dije yo : « la mujer
es soberana del mundo
por el amor su poder,
y yo bien puedo encender
un amor el más profundo.
¿
No habrá un hombre que comprenda
lo que una mujer sintió?
OBRAS DE NATANIEL AGUIRRE 181
Yo le buscaba, y te amé
ciegamente obedeciendo
á mi corazón creyendo
su fin á la tiranía.
Hay tres hombres que conciben
la idea de libertad,
que sólo por ella viven,
y piensan que la reciben
del mismo Dios de bondad;
de ese Dios que vé con ira
un pueblo esclavo y desea
que libre y feliz se vea,
cuando á sus almas inspira
aquella sublime idea.
No es delirio de la mente
ese pensamiento... ¡ah! no;
porque Dios solo es la fuente
de cuanto bueno se siente,
Rosa, confía,...- yo sé
que esta convicción profunda
no es sueño que acaricié.
(Aproximándose á ella y con acento solemne.)
¿No sabes? Cuando flaquea
nuestro corazón y duda,
Dios acude á nuestra ayuda,
y su voz que mundos crea,
de todo temor lo escuda.
La oyó Aguilar, y su planta
ella dirigió á este suelo ;
(A él haciendo un esfuerzo.)
Basta, Julián, sé mi esposo...
mirando á tu esclava estás !
partiremos juntos.
Julián. ¡Sí!
(Dirigiéndose á la puerta del foro acom
pañado de Rosa.)
OBRAS »E NATANIEL AGUfRRE Í87
ESCENA VI
ROSA, RUIZ DE CASTILLA, BERRIOZABAL y TEODORO
¿
Y repetís que del éxito
estáis seguro?
Berriozabal. Sí, á fé.
Ruiz. ¿Pondréis la prueba en mi mano?.
Cae el telón.
ESCENA I
y en su mortal ansiedad
OBRAS DE NATANIEL AGUIRRE 191
se queja de la tardanza,
ESCENA II
TEODORO, UBALDE y AGUILAR
ESCENA III
LOS MISMOS t ROSA
Decidme :
¿se siente malo?
La verdad no me ocultéis :
Tengo valor.
Aguilar. Ha llamado :
(A Teodoro presentándoselo.)
200 VISIONARIOS Y MARTIRES
ESCENA IV
TEODORO, ROSA, RUIZ DE CASTILLA, BERRIOZABAL,
un escribano y cuatro hombres del pueblo.
ESCENA V
Esperad aún.
(Se detienen á la puerta alineándose ordenadamente.)
Ubalde. ¿Es esa,
Ruiz de Castilla, la nobleza hispana?
Es el león que acomete al que su presa
Berriozabal. Sea.
jamás ha concebido,
ni la idea, señor, del mal ajeno.
Escuchadme ; os diré cuanto he sabido :
arrostrara la muerte .
pero ¡
ah ! más alto á su deber escucha !
María. ¡ Ah !
¡ Miserables !
Berriozabal. Excelencia...
Roiz. ¡Callad!
Ubalde. ¿
No ves, serpiente !
¡
Oh ! tigres ! ¿ no despierta
un sentimiento de piedad siquiera
en vuestras almas? ¿Dejaréis que muera
abandonada la infeliz, en tanto,
(A Ruiz.)
Y ahora decirte una palabra quiero :
y luego contemplando
de dos hombres el cruento sacrificio,
curioso se pregunta :
[dado
¿porqué mueren, qué han hecho? Esos no han
la muerte á un desgraciado,
ni arrebataron ningún bien ajenó.
Vosotros le diréis en ese instante :
María. ¡
Sí! nuestro hijo !
\
Dios mío ! hacia tí yo me dirijo !
La fuerza me abandona
necesita de mí...
(Animada repentinamente y con firmeza.)
¡
Gracias ! ya siento
latir mi corazón con más aliento...
¡oh! tú me diste el maternal cariño...
¡nada resiste á ese poder tan grande!
(Levantándose con resolución, A
Ruiz.)
¡Ah! tú puedes mandar hasta la muerte
del pobre padre, obedecido verte ;
fundamente.)
ESCENA VI
RUIZ DE CASTILLA, BERRIOZABAL,
ROSA y TEODORO.
¡
Ya soy rico, soy libre... ! estoy contento !
lejos de la ribera,
en que yo triste abandonada muera?
¿La pobre Rosa desdeñada amante,
cómplice vil que te ayudó en el crimen,
tendrá por premio de su amor constante
OBRAS DE NATANIEL AGL.IRRE 215
Rosa. ¿Y tú perjuro,
no me ibas á dejar en un infierno
sin que en te pecho duro
se despertara un sentimiento tierno?...
Teodoro. ¡Oh! Rosa! ¡no seas cruel! yo te he amado...
yo no quiero morir... ¡maldita seas!
Rosa. Vuelve á tu España, pues, como deseas.
Teodoro. (Haciendo un último esfuerzo.)
¡Oh! furia!... ¡ hasta el infierno {Expira)
! ,
Cae el telón
Gochabamba (1869).
PREFACIO
ESC?] NA I
DON MIGUEL y varios oficiales envueltos
en sus « mangas », conduciendo á dos soldados ebrios.
Al último, DON ENRIQUE Y JUAN
en la abundosa campaña ;
y en homérico banquete
se jura, se ríe y pasa
el ancho jarro de pulque
que la ardiente sed no aplaca.
Mas, como así se descuida
una consigna sagrada,
es forzoso resignarse
al arresto y la mordaza.
Sold. Io. i Mi General !...
Miguel. Está dicho.
Conducidles.
Sold. Io. Pues, en marcha.
Sold. 2o. Apoyo.
Sold. Io. Más bien entreambos
, nos lo demos camarada.
(Se toman del brazo y se van seguidos por un oficial.
Miguel. Los valientes merecían
no el arresto y la mordaza,
mas la admiración del mundo
esperando la mañana...
ESCENA II
Dona LEONOR y MARTA, en traje de iglesia; después
Dh. NICOLÁS, envuelto en una « manga » lujosamente bor
dada de oro y plata.
Nicolás. Señora,
perdonadme, yo os lo ruego...
no huyáis de mí cuando llego
lleno de esperanza ahora.
Leonor. Porqué seguirme?...
Nicolás. Os seguía
porque velaba por vos.
A un ángel le basta Dios...
pero él acaso me envía.
Leonor. (Reconociéndole con alegría.)
¡ Ah ¿sois vos?...
Nicolás. Que siempre anhelo
serviros como un esclavo.
¿ Lo permitiréis ?
Leonor. Acabo
de rogar por vos al cielo.
Nicolás. ¡Oh... no es posible ¡Mi nombre
ha subido en vuestras preces...
Me hacéis feliz... ¡sí, mil veces
más de lo que puede un hombre...
¡Gracias, Señora!...
Leonor. Ayer mismo
os debí más que la vida...
un bien que nunca se olvida.
Nicolás. Cumplí un deber.
Leonor. Con heroísmo.
.
Nicolás. Apartad de vuestra mente
un doloroso recuerdo.
Leonor. ¡Imposible! No lo pierdo
un instante solamente.
232 REPRESALIA DE HÉROE
Escuchaba yo al orar
gritos salvajes de guerra;
aquel estruendo que aterra
y hace al más bravo temblar.
Y yo temblaba... en mi pecho
el corazón azorado ;
ESCENA III
Dn. ENRIQUE y JUAN, en traje de las gentes del pueblo.
Salen por la puerta de la derecha, después que el segundo
observa la calle.
ESCENA IV
Dn. ENRIQUE y MARTA. El primero vuelve con precaución
y llama á la puerta de la izquierda, á cuyo postigo asoma
Marta.)
(Entra en la casa).
Enrique. La bondadosa nodriza
. que presidía á mis juegos...
yo no sé cómo en sus brazos,
sollozando de contento,
no me arrojé... mas ya vienen.
¡ Dios mío, no sea un sueño !
ESCENA V
metal.)
Ved lo que resta.
Enrique. A su lado
se hallaba en la lucha un niño.
Leonor. Le amaba con el cariño.
de un padre.
Enrique. Y el desgraciado
era un huérfano inocente
que él adoptó.
Leonor. Su sobrino.
Enrique. Sabéis de él ?
¡ Leonor 1.
Leoxor. ¡Enrique!.
Marta ¡ Hijo mío !.
Ya es un gallardo mancebo.
Enrique. Y ahora, decid á quién debo
el verme por fin dichoso ?
¿Quién os salvó ?.
Leonor. Pedro.
Enrique. ¡ Honrado
y leal servidor ! La tierra
nada me ofrece, ni encierra
digno de él...
Marta. (Tristemente y después señalando á Leonor.)
¡ Ya está premiado !
OBRAS DE NATANIEL AGUIRRE 243
«
¡
les salvaré !, ya lo dije. »
y al abrirlos, ya de hinojos;
con Marta al lado le hallé.
Los dos con tiernos halagos
me llamaban á la vida...
¿para qué, cuando afligida
debía ver sangre, estragos ?
ocultaba mi existencia ;
maldiciendo su presencia
lo escalé con fuerza extraña ;
ni debía en un convento
sepultarse descuidada
antes de mirar vengada
su sangre con noble aliento.
Salimos de Guanajuato
en oscura noche huyendo
de tanto crimen horrendo
de un pueblo fiero, insensato;
y en esta lejana villa
hemos vivido hasta ahora :
Enrique. El favor
de Dios me oculta un misterio.
Cuando ante mí comtemplé
tendido á tu padre, inerte,
oí á lo lejos clamores,
rugidos, tropel de gente;
y en la estancia, que un momento
me pareció solitaria,
el rumor de una plegaria
alzada con triste acento.
Busqué entonces con los ojos
por aquel acento guiado.
y ví ante el Dios humanado
un hombre puesto de hinojos.
Era un venerable anciano
el que oraba así contrito,
abierto el libro bendito
OBRAS DE NATANIEL AGUIRRF. 249
en su temblorosa mano ;
el disgusto de mirarle ;
Enrique. En el combate
del Puente de Calderón.
Marta. Un contrario.
Enrique. En su techo hospitalario
252 REPRESALIA DE HÉROE
me asilaron, no te asombre.
Ayer por la vez. primera
llegué á Chilapa. Vencido,
sólo esa puerta me ha sido
abierta con fé sincera.
Leonor. Enrique, basta. Olvidemos
tantos pesares.
Enrique. ¡Oh, sí!
Marta. (Señalando á Dn Nicolás que sigue inmóvil y medio
por la sombra.)
oculto
Ven! Nos acechan de allí...
Enrique. ¿Qué terror?...
Leonor. Enrique, entremos!
(Le conduce de la mano y entran en la casa seguidos de Marta
que cierra la puerta.)
ESCENA VI
Don NICOLÁS y después Don MIGUEL que llega como si le
hubiese estado siguiendo con precaución.
todo se pierde... ¡
la esperanza misma!
ESCENA VII
Dichos y, poco después, GABRIEL. Es un hombre alto y
robusto, lleva una chaqueta redonda y ancha; calzones de
pana, botines de cuero de gamo, zapatos gruesos con grandes
espuelas y un sombrero de anchas alas con la efigie de la
Virgen de Guadalupe, colocada delante de un marco de plata
con vidrio.
contra su hermano.
Miguel. ¡Esa voz...
Gabriel. La Virgen de Guadalupe
me niega su prolección,
si valer pudo un salvaje
como pareces y aun dos,
¡es Gabriel!
Nicolás. Lo misino yo.
(Los dos hermanos se precipitan á la calle de la
derecha y vuelven poco después con Gabriel. Este
sedirige con deferencia á ün. Nicolás).
Gabriel. Os hallo al fin!
Miguel. ¿Qué desgracia?...
Nicolás. ¡Mi padre?... Gabriel...
Gabbiel. Valor.
No perdamos un momento
del tiempo que huye veloz,
¡
Prisionero de Calleja
es Dn. Leonardo, señor!
Nicolás. ¡De Calleja!.
Miguel. Es imposible...
¡de una fiera... no por Dios !...
Nicolás. Y los soldados que siempre
acostumbraba al honor,
cómo han podido dejarle
buscando su salvación
en la ignominia ?
Gabriel. Ninguno
libre ó con vida salió
de la alevosa emboscada
(
Vansc precipitadamente por la izquierda ,
ESCENA I
de un ejemplar sacerdote
la amistad noble y sincera.
De allí á Zacatlán corrimos,
en donde Osorno se encuentra,
y... permitidme que os diga
con mi natural franqueza,
hallé un desorden que infunde
tan sólo disgusto y pena.
Morelos. Lo comprendo, Bustamante;
mi mayor fatiga es esa :
organizar lo disperso,
buscar en la unión la fuerza,
mostrar un fin á las masas
que sólo el instinto lleva;
alentarlas en la lucha
y en el triunfo contenerlas,
atajando la venganza,
con que sus glorias afean...
¡
Oh, si realizo mi intento
nada me espanta, ni arredra !
Morelos. ¡
Si apenas
un puñado de valientes
el joven consigo lleva...
Noble hijo, como su hermano
tan sólo en su padre piensa.
Bustamante. De Guadalupe Victoria...
yo no conozco quien lleva
tal nombre desconocido.
Morei.os. No tal : un nombre de guerra,
que en la historia de la patria
brillará con gloria eterna.
El valeroso Fernández
concibió la extraña idea
de trocar el nombre propio
por otro que contuviera
el deseo y la esperanza
OBRAS DE NATANIEL AGLIRRE 26"
no deshonrando la especie
como enfurecidas hienas !
¡ ni respetar la desgracia
la vejez 6 la inocencia,
270 REPRESALIA DE HÉROE
¡ La república !.
modestia.)
Dejadme
besar la mano que espera
conquistar para mi pueblo
lo que su mente aun no sueña !.
Morelos. _ Se emancipa
de aborrecida tutela...
dejadle libre; si sufre,
el dolor da la experiencia.
(Se oye una salva de cañón y un repique de campanas.)
Pero, escuchad; nos anuncian
que ya el vencedor se acerca...
corramos con ese pueblo
que de entusiasmo se llena.
18
REPRESALIA DE HÉROE
ESCENA II
MORELOS y al última DOMINGO, negro africano de más de
treinta años, y VALENTÍN, indio de raza azteca, de la
misma edad. Ambos llevan vestidos semejantes y más toscos
que el de GABRIEL,
ESCENA III
DOMINGO YVALENTÍN. Ambos quedan mirando un intante
la puerta por la que ha salido MORELOS.
¿Y escuchaste en la mañana
la voz airada que grita :
« haraganes, a la mita 1,
(Ligera pausa.)
Esa suerte que ha cabido
por tres siglos á una raza,
Y yo lo he gozado un día
siempre tranquilo y contento :
sepultando mi puñal
hasta la cruz, en su seno;
le he despojado gozoso
de la piel que era mi empeño...
¡ sobre ella con dulce sueño,
me he entregado al reposo !
tristemente.)
¡ Oh Valentín ! ¿ quién creyera
que en un instante perdido
llorase el bien tan querido
y el desierto en que naciera?
OBRAS DE NAT ANIEL AGUIRRE 281
Domingo.
¿Verdad
que mi dolor, ese abismo,
es aún más grande? ¡En tí mismo
despierta la honda piedad !
oí hablar de un sacerdote,
á quien se negaba el cielo;
porque empuñando la espada
traidor al rey y maldito,
dió de libertad el grito
con voz potente y airada,
A la mañana siguiente
el amo feroz é impío
halló su galpón vacío...
ni un esclavo solamente.
Yo los conduje á los pies
del cura que maldecían,
Domingo. Y
¡ qué aurora !
Y contemplando ante mí
lo que fueron mis tiranos,
sin odio, con ambas manos
á levantarlos, corrí.
A qué la inútil venganza,
ni un amargo sentimiento?
¡ Nada que turbe el contento
con que tanto bien se alcanza!
(
Váse corriendo por la puerta lateral y Domingo
le sigue moviendo la cabeza con pesar y dis
gusto.)
ESCENA IV
en ordenada fila
pagar podría...
MoreLOS. No, ni las cadenas
destrozadas en lucha por mi mano,
pagarán á los hijos, ni al anciano
la deuda de la patria que os confieso.
ESCENA V
extinguirse debería.
Yo cumplo un deber muy grato
que honrará toda mi vida,
expresándole en el nombre
de la Junta Excelentísima,
y en las manos de Su Alteza
pongo el pliego que le envía...
Morelos. (Lo toma y lo
lee.)
La mente más ambiciosa
una honra así no imagina.
Me dice que ella, en el nombre
de la patria agradecida,
reconoce los servicios
que he prestado hasta este día;
292 REPRESALIA DE HÉROE
me da el título de Alteza ;
se despoja, convencida
de que el bien común lo exige,
entusiasmo.)
Soy « Siervo de la Nación »,
y así llamarme permita ;
¡ la república, nacida
entre los rayos y truenos
de otro Sinaí, este día!
Todos. ¡Oh!
Moreios. Sí; yo quiero que el mundo
salude, con pura dicha,
ese nuevo sol que alumbra
nuevo horizonte a su vista.
Bustamante, hace un momento
que otro premio os ofrecía...
redactad la orden al punto
para que ese pueblo elija
el congreso independiente,
que muestre por fin cumplida
294 REPRESALIA DE HÉROE
ESCENA I
fumando tranquilamente.
ESCENA II
DICHOS y DN. CÉSAR, cincuenta años, alto y huesoso,
cabello ya cano, fisonomía altiva y desdeñosa. Lleva el mismo
uniforme, y sale por la puerta de la derecha, muy preocu
pado, y se dirige después con impaciencia d FÉLIX, mientras
que ENRIQUE se abisma en sus pensamientos, indiferente á
(o que pasa á su alrededor, hasta el momento que se indica.
Félix. ¡ Comandante !
César. Y no me ofrecen,
en canje del viejo, solo.
Se añaden trescientos bravos
del Vera-Cruz tan famoso,
hijos también de la España,
exceptuando algún criollo.. .
Félix. ¡Comandante!
César. ¡Ah!... ya lo dije.
Perdonadme, pobre mozo,
que no aspirasteis el aire
de la península
Félix. Poco
me duelo de esa desgracia
OBRAS DE NATANIEL AGUIRRE 301
1. También histórico.
302 REPRESALIA. DE HÉROE
ESCENA III
DICHOS, menos ün. CÉSAR. FÉLIX queda por un momento
en dolorosa postración y prosigue oprimiendo su pecho con
ambas manos.
Félix. Yo jamás.
Rudo y altivo tirano
tan solo pude mirar
en el hombre á quien mi madre,
con labios de nieve ya,
besando mi frente, dijo :
y origen peninsular.
Me envolvía en el desprecio
que sintió por los demás,
pues aunque su sangre misma
entre mis venas está,
yo nací bajo otro cielo
pesado yugo á llevar;
y desde niño, buscando
mis faltas con ansiedad,
le he mirado que reía
304 REPRESALIA DE HÉROE
de la humana dignidad,
que se podía en el aljna
del criollo despertar ».
Revelación que bendije
y que me ha sido fatal ;
'
j Su propia madre !
Enrique. ¡Imposible.
Félix. ¡
Inverosímil verdad ! . . .
¿Ignoras que el fanatismo
puede en el alma triunfar,
con el temor del infierno
1. Igualmente histórico.
OBRAS DE NATANIEL AGUIRRE 307
destrozado de fatiga,
dominando mi ansiedad,
me fué preciso extenderme
sobre el suelo á descansar
no sé si el sueño benigno
cerró mis ojos allá,
para volverme la fuerza
perdida con tanto afán,
ni cómo trascurrió el tiempo
me explico hoy mismo en verdad.
Vi de pronto unos fantasmas
en varios grupos pasar,
como nubes que barriese
308 REPRESALIA DE HÉROE
un misterio de la noche
Enrique. ¡Ah!
Félix. La hecatombe que dejaba
¡
impasible degollar,
sin perdonar la inocencia,
el sexo, la ancianidad,
á un pueblo, con cuya sangre
llenó la fuente, que allá,
en la misma Guanajuato,
puede el mundo contemplar,
dudando si esos horrores
alumbró el sol en verdad.
Le he visto reir satisfecho
con risa de Satanás,
« No os dictó la humanidad
hacer uso de las balas,
ya que quisisteis matar? »....
«
]
Las balas ! Tenía pocas
para esa chusma desleal ».
Y le he visto como el tigre
¡
En esa nube de sangre
¿ Quién sabe?....
(.Se entreabre la puerta de la izquierda dejando paso
á una mujer embozada en un largo manto.)
Mira.
Félix. Te digo.
Nadie por mí llegará.
(Vase por la puerta de la derecha.)
ESCENA IV
Enrique. ¡
Ah, Leonor! Rayo divino
OBRAS DE NATAMEL AGUIRRE 313
¡Detenerme la distancia
ó ningún poder humano,
sufriendo solo mi hermano,
mi compañero de infancia!...
¡
el solo ser que en la tierra
devuelve el cielo á mi amor,
mostrando que no es dolor
todo lo que el alma encierra !
No, Enrique.
Enrique. ¡Dios mío! es cierto?...
¡ enviar un ángel así !
Leonor. Partamos.
Enrique. (Reflexionando, y después, señalando la puerta
de la derecha.)
314 REPRESALIA DE HÉROE
Pero¿ de aquí
no saldrá el honor cubierto ?. . .
¡ Nada! ¡Maldigo
la muerte que llega tarde!...
Leonor. Hermano,; ves?...
Enrique. ¡ Siempre hermano!...
Leonor. Desdeñar el bien que ofrece
el mismo Dios...
Enrique. ¿Te parece
que puedo vivir ufano?
Para qué? Si, para verte
palpitante en otros brazos,
316 REPRESALIA DE HÉROE
I La gratitud !. . .
Leonor. Le he debido
más que la vida; el honor.
Enrique. Le pagas hoy con tu amor....
le buscas... ¡tú le has seguido!
Leonor. ¡ Basta ! No hieras ingrato,
ni cobarde el débil pecho
que provoca satisfecho
la muerte misma....
Enrique. ¡ Insensato !...
Sí, Leonor, ¿porqué te acuso?
Acaso tú fuiste dueño
de un corazón que en mi sueño
me destinaba yo iluso?...
Lo guardas para aquel hombre,
pero me queda el cariño
con que viste al pobre niño
dándole de hermano el nombre ;
doloroso.)
Gracias, hermana querida....
perdón y olvido.
Leonor. Es bastante.
Partamos al punto.
Enrique. No.
La muerte, Leonor, es buena.
Leonor. (Con espanto, venciendo turbación.)su
ESCENA V
¿Oyes, Leonor?
Leonor. ¡Qué sonrisa!
OBRAS DE NATANIEL AGUIRRE 319
«
i General, ahora descansa
en el traidor que se vende ! »
I
es la mía su existencia!
¡su muerte me mataría!...
(Valentín que la deja pasar con Juan, cierra la
puerta con una carcajada espantosa.)
ESCENA VI
ENRIQUE y después Dn. CÉSAR. El primero queda arrodi
llado por un momento y se alza repentinamente adelantándose
en la escena.
Enrique. \
Y ahora morir! ¡
Oh, la muerte,
cuando comienza la vida,
cuando á esa luz bendecida
todo lo bello se advierte
con que la tierra convida!...
21
ACTO IV
(¿Venganza ó gloria?)
ESCENA I
Valentín. No es gachupín.
Nada su vida me importa.
Nicolás. Qué buscas, entonces?...
Valentín. Quiero
que no se vuelen gozosos
Nicolás. ¡Quiero venganza!...
Valentín. ¡ No sabes
como en las tinieblas ronda
el ocelotl, á los vientos
abriendo la humeante fosa?.,..
Nicolás. ¡Miserable! tú eres...,
Valentín. (Tranquilamente.) Criado
muy adicto á la persona
del cura de Nucupétaro,
generalísimo ahora,
José María Morelos
y Pavón.
Nicolás. (Renociéndole .) Ya no me asombra,...
1 Valentín !
Valentín. - Ya te lo dije,
no pierdas de la memoria :
ESCENA II
El oficial y después Dña. LEOXOR envuelta en su manto
recogerá de su boca....
¡
La Virgen de Guadalupe
quiera inspirarla piadosa ! . . .
Leonor. (Que lia entrado de modo que oye las últimas
palabras.)
Ella os guarde, caballero.
(Saludándola con respeto y ofreciéndole asiento.)
¡ Ah,
Señora!...
Leonor. ¿El General?...
Oficial. Imposible.
No vé á ninguna persona.
Leonor. ¿No querrías?...
Oficial. ¿ Complaceros ?
Leonor. ¡Gracias!
Oficial. Volveré al punto, señora.
(Entra por la puerta lateral, con el papel en la mano.)
Leonor. Con esa palabra puedo
conocer si en su memoria
tengo un lugar todavía,
y si en su alma generosa
pude ejercer un imperio
Nicolás. (Saliendo con la vista fija en el papel y después al
oficial.)
¡ Chilapa ! Dejadme á solas.
ESCENA III
Dn. NICOLÁS y Dña. LEONOR. (Ésta descubre su rostro,
después que se retira el oficial.
(Procura levantarla.)
Leonor. Antes perdonad.
Nicolás. Perdonar.., á quién?
Leonor. ¡Mi hermano!
Nicolás. ¡Vuestro hermano! Esa palabra....
¡ oh, repetid !. . Que ella me abra
el cielo que miré ufano,
arojando en un suspiro,
con el aliento que aspiro,
dulce inquietud en el alma;
y ya perdida la calma
con sueños de amor deliro.
Yo os amé, pronto en mi pecho
para sentir una garra
que sin piedad lo desgarra;
porque temía deshecho
un mundo, que satisfecho
me destinaba, Señora
¡
todo porque un hombre llora
ademán suplicante.)
Sí... ¡perdón!...
Nicolás. Cómo queréis ya que os llame?...
Leonor. Desgraciada, más no infame
escuchad, por compasión!...
Nicolás. Desgarrar un corazón
que antes mintiendo, se inflama
Leonor. Mi lengua
os engañó para mengua?...
os dije : « mi pecho os ama? »
y á un traidor Se me figura
conmovido.)
¡ Dios mío ! ¡ Dios mío !. . .
Leonor. Luego
me ví yo sobre la tierra
como una sombra que yerra
sin encontrar el sosiego
y cuando el cielo á mi ruego,
de tantos seres que llamo
devuelve uno solo y le amo....
33rt REPRESALIA DE HÉROE
i
ESCENA IV
ESCENA V
(Corre á la ventana.)
Pero solo... ¡solo!
¡Gabriel!
(Quiere salir « su encuentro y se detiene como á pesar suyo.)
No puedo... ¡qué ansiedad y angustia!...
ESCENA VI
DICHO t GABRIEL que se detiene en el umbral con los brazos
cruzados y la cabeza inclinada en ademán de profunda,
tristeza.
¡
Oh Venegas .... asesino !. . .
me preguntaba risueño. —
Gabriel. Me es imposible
.
deciros lo que hice loco.
Salté del balcón, y á poco
me hallé en el banquillo horrible.
Recuerdo que yo estrechaba
las rodillas del anciano;
y el hombre desconocido
me dijo : « así se responde ».
Puso en mi mano un papel,
agregando : « al insurgente
ESCENA VII
Nicolás. ¡Hermano!
Miguel. Nicolas!, lo sé....
Nicolás. ¡Le han muerto!...
Gabriel. (Aparte.) Lloro, es verdad : un corazón de fiera
las lágrimas que vierto
¡ Hoy... ¡ oh dolor!...
Miguel. ¡Venganza!...
Nicolás. (Mostrando la orden.) Mira.
346 REPRESALIA DE HÉROE
[Vase lentamente.)
ESCENA VIII
Dn NICOLÁS solo. Queda pensativo, con los brazos cruzados
sobre el pecho, de pie en media escena.
al presente, al venidero
á la historia severa ó indignada
ESCENA I
¡vamos ! es triste....
Juan. [Desde el banco.) ¡Bien, chico!
Y agrego que esas palabras
te compran un buen amigo.
Sold. Io. Gracias, sargento.
Sold. 2o. (Aparte y llevando un dedo á la frente.)
El buen hombre
y te precias de adivino.
23
3o4 REPRESALIA DE HÉROE
nos acercamos.
Sold. 2o. ¡ Qué has dicho !...
Conoces la línea recta?...
Sold. Io. Ese puesto es muy preciso
para (Rascándose una oreja.)
¡ Diablo !, no recuerdo
lo que el comandante dijo.
Sold. 2o. Já, já, já linda manera
de adivinar has tenido!...
Sold. Io. La verdad es que, escuchando
eso que dijo y no digo,
te quedaras en el acto
me alegraré si partimos
armando su cigarrillo!...
SOLD. Io. Un milagro de la Virgen.
SOld. 2o. Eso es ya caigo. Consigo
lleva siempre una medalla.
SOLD. Io. De Guadalupe?
SOLD. 2o. No he visto....
SOLD. Io. Debe ser. Todo se explica;
me parece muy sencillo.
Soi.n. 3o. Ya puedes pedir sus fuerzas
por un rato á Sansón mismo
para moverlo....
SOLD. 1o. (Esforzándose por mover el poste).
A la prueba.
(Entran en el cuartel).
3.16 REPRESALIA DE HÉROE
ESCENA II
VALENTÍN, DOMINGO y JUAN. Los primeros llegan por la
izquierda ; VALENTÍN, impaciente y gozoso, y su compañero,
triste y preocupado. JUAN sigue en su banco, sumido en sus
pensamientos.
y suplicando cobardes,
á los que un tiempo, orgullosos
me agobiaron con ultrajes.
Domingo. No, Valentín, yo presumo,
y quiera Dios no me engañe,
que Bravo quiere diezmarlos
Valentín. ¡Oh, calla!... Venga á su padre.
ESCENA III ,
(Ligera pausa.)
Vecina Marta, sin duda
recordáis á mi hijo.
Marta. Nadie
en nuestra' villa ha podido
de su memoria apartarle.
Tan guapo, tan generoso;
siempre con todos afable
¡ pobre Anselmo ! parecía
que iba de un siglo á burlarse.
Juan. Por eso mismo, vecina,
le hizo matar un infame !
de soldados miserables
de una emboscada española,
ESCENA IV
y no conmoví siquiera,
ese corazón impío....
ó no lo tiene, Dios mío?
ó es un corazón de fiera ?
Otro. No pensaba
se llorase á un gachupín.
Leonor. Qué le hice yo? Sí, qué le hice?
¿ ni el hombre que impío mata ?
'
me lo ha dicho el que lo entiende .
Por compasión,
decid, vosotras, ¿acaso
debemos echar al paso
del primero, el corazón ?
multitud.)
Doña Furia,
vete al infierno.
Una mujer. (A la misma.) La injuria
muestra un corazón de roca.
Juan. (Enjugándose los ojos y procurando detener á Leonor,
que recorre la plaza sin darse cuenta de lo que hace.)
Señora, por Dios!...
Marta. (Lo mismo.) Leonor!...
Leonor. Sí, pueblo... mira, es notoria
la infamia... ¡quiere una gloria
usurpar el matador!
¡ Quiere matarle ! La envidia
mata Enrique... ¡yole amo!
á mi
Otro. Y la mía.
Una mujer. La de todos.
¡
Pobre niña parte el alma !
de todo el día.
El joven. ¡Mirad!
ESCENA V
es morir.
Enrique. ¡Pobre Leonor!
CÉSAR. (Rechazando la venda que le presenta un soldado,
acción que imitan los otros dos.)
Para qué? Por él contrario
como militar que soy,
veré si puede un criollo
hacer la maniobra, ó no.
Félix. Quita eso.
Enrique. Gracias, amigo.
Un religioso. (A Dn. César.) Hermano, pensad en Dios.
César. Os lo dije, Padre; basta....
y á la Santa Inquisición,
una existencia muy larga
he llevado mi tizón
ahora, dejadme, que muera
como soldado español.
FÉLIX. (Al sacerdote que durante este tiempo le lia estado
exhortando en voz baja, como los otros á los demás.)
¡
Oh Padre!... no es tan difícil
'
dejar este mundo, no ;
Enrique. . Es inútil,
ó has visto que tiemblo yo?...'
ESCENA VI
DICHOS, ük. NICOLÁS, pálido pero sereno, r GABRIEL que
le sigue conmovido; después LEONOR, MARTA, JUAN y
Qué esperáis?
(Movimiento de sensación general. Algunos de
los sentenciados se levantan )
¡
Partid !
Un prisionero. Amigos,
¡viva el noble vencedor!...
Todos. [Menos César, Félir y Enrique.)
¡Viva!...
(Se arrojan á los pies de Dn. Nicolás y procuran
besar sus manos.)
Los religiosos. ¡El cielo le bendice!
Un uomriie. Y los hombres como. Dios.
¡
viva el héroe !...
Pueblo. ¡Viva! ¡viva!
Valentín. (Desde el campanario, desapareciendo después.)
1. Palabras históricas.
37? REPRESALIA DE HÉROE
(Fa.se tristemente.)
Nicolás. (Volviendo á sentir un beso que Leonor imprime
en su mano.)
¡ Esto más !
ESCENA VII
baja.)
No... ; la muerte !.
INDICE
Advertencia v
LA BELLÍSIMA FLORIANA 7
LA QUINTAÑONA 55
DON EGO 61
POESÍAS 71
A Napoleón III 74
A Bolivia 76
El sol y el trueno 80
Bolívar ante la gloria 81
La Conciencia 81
La Gloria 85
A mi esposa 88
'
En un Álbum . - 88
La pobre flor 89
A... no sé quién 90
Un tipo . . 91
La renuncia del león 93
Las antiparras 95
Hércules 97
Advertencia .. 111
Acto I. Los inspirados 117
— II. Amante y conspirador 155
— III. La Justicia española y la Justicia de Dios . . . 190
Prefacio 221
Acto I. Un ángel que padece 225
— II. El cura generalísimo 261
— III. La Nube de Sangre 295
— IV. ¿Venganza ó Gloria? 322
— V. La Represalia 350