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Acuerdos de paz tienen logros parciales

tras 15 años
El balance en el cumplimiento de los acuerdos de paz, 15 años después de haberse firmado, no
presenta mayores avances en uno de los componentes más importantes: la pobreza, causa
fundamental del conflicto.

POR BILL BARRETO


27 de Diciembre de 2011 a las 00:00h

Tras cuatro administraciones gubernamentales, la falta de oportunidades aún es


una tarea pendiente, recordaron los protagonistas de la firma en este nuevo
aniversario, el próximo jueves.

las negociaciones involucraron a Otto Pérez —atrás, a la izquierda— y Rodrigo


Asturias —sentado, a la derecha—.
Según la más reciente Encuesta de Condiciones de Vida, el 53.71 por ciento de
la población se encuentra en pobreza, y el 13.33 por ciento, en pobreza extrema.

El futuro presidente, Otto Pérez Molina, coincidió con otros protagonistas de


aquel acontecimiento en que el Acuerdo sobre Aspectos Socioeconómicos y
Situación Agraria es uno de los que menos avances presenta.
Estudios de la Secretaría de Asuntos Agrarios confirman ese rezago y
establecen que la conflictividad agraria abarca a más de un millón de personas.

Además del cese de hostilidades, el alcance de esos convenios comprende


cambios profundos en la sociedad.

El sociólogo Edelberto Torres-Rivas, en su estudio Guatemala: desarrollo,


democracia y los acuerdos de paz, plantea que estos constituyeron un pacto
propuesto a la sociedad para democratizarla y, en consecuencia, modernizarla.

Torres-Rivas señala que se negoció en esos convenios “el futuro desarrollo


económico, social y político del país”.

Una agenda de nación

Para un grupo tan heterogéneo de actores de la política nacional como Pérez


Molina, un general retirado; el excomandante guerrillero Pablo Monsanto —
Jorge Ismael Soto—; el ex vicepresidente Eduardo Stein y la primera secretaria
de la Paz, Raquel Zelaya, esos convenios aún constituyen el marco para el
desarrollo del país.

Para Stein, quien fue canciller en la administración de Álvaro Arzú, en cuyo


primer año de gestión se firmó la paz, el eje transversal de los convenios
pretendía atender los orígenes del conflicto, que se prolongó por 36 años.

Zelaya señaló que los acuerdos no buscaban nada semejante a una “reforma
agraria”, sino crear condiciones que propiciaran cambios como la
democratización del crédito en el área rural; por ejemplo, con la transformación
de Bandesa en Banrural.

El secretario de la Paz, Eddy Armas, admitió que el Fondo de Tierras


(Fontierras) no ha dado respuesta a ese problema, ya que solo responde a una
economía de mercado que encarece el precio de la tierra.

La creación del Registro de Información Catastral, para reducir los conflictos


por linderos y límites, así como Fontierras, buscaban paliar esas carencias,
aspecto enturbiado por los señalamientos de corrupción contra el segundo ente,
comentó Zelaya.

En materia de gasto social, los compromisos implícitos en los acuerdos apuntan


a un incremento en la recaudación fiscal, con meta del 12 por ciento del
producto interno bruto, que aún no se cumple.
Stein apuntó que la creación de la Superintendencia de Administración
Tributaria (SAT) y la negociación del Pacto Fiscal al final de la administración
de Óscar Berger pretendían cumplir ese propósito.

Sin embargo, la perspectiva de una nueva fiscalización, más transparente y con


atención a la calidad del gasto, se ha visto postergada por cada gobierno.

Según Stein, los avances han sido parciales, “pero no suficientes. Esperamos
que el nuevo gobierno retome el Pacto Fiscal y asuma la responsabilidad de
promover los cambios que eso conlleva”.

Oportunidad truncada

La victoria del “no” en la consulta popular de 1999 fue, según protagonistas de


la Firma, uno de los lastres para la consecución de diversos aspectos de los
compromisos de paz.

Se truncaron reformas como el reconocimiento constitucional de Guatemala


como país multiétnico y pluricultural, así como cambios al régimen electoral y
la función del Ejército en la sociedad, lo que a criterio de Stein, fue porque el
sistema político se autoprotegió para preservar algunos de sus vicios.

“La mayoría de las personas conscientes ven ahora, 15 años después de la firma
de la paz y a 12 de la consulta popular, que Guatemala necesita una
modernización y una reforma profunda de su sistema político”, agregó Stein.

Avances y retos

Un punto destacado por los analistas es la irreversibilidad de diversos aspectos


de los acuerdos en la sociedad. En el discurso político, temas como la equidad
de género y los derechos de los pueblos indígenas, el incremento en el gasto
social y el respeto a los derechos humanos, son irrenunciables.

“En el contexto de los acuerdos, nadie puede decir que esta es una sociedad
igual; hay avances en términos de participación de mujeres, indígenas, y en que
ya no sea política de Estado la violación de los derechos humanos”, afirmó
Zelaya.

La participación ciudadana, por medio de los consejos de Desarrollo y del


poder local es mayor, según Armas.
Sin embargo, estos logros se ven superados por el alcance de nuevos desafíos.
“El principal enemigo para no prosperar es la cortina de impunidad que cubre
la acción de los ciudadanos”, indicó Zelaya.

Los nuevos factores son, según Stein, la globalización acelerada, que hace crecer
la interdependencia, y el crimen organizado, el cual permea distintos sectores
de la sociedad.

La creación de la Policía Nacional Civil, en 1997, es vista como un avance que


no ha sido capitalizado, por los problemas de corrupción, mientras en el sector
justicia la impunidad figura como un reto importante.

Los procesos penales derivados de la guerra son, para Armas, una oportunidad
para saldar las heridas del conflicto, según las recomendaciones de la Comisión
de Esclarecimiento Histórico, mientras que Stein señaló que en ellos existe un
riesgo que puede propiciar la polarización social.

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