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Se ha hecho un lugar común levantarse cualquier día y ver que se prorroga hasta el infinito la
situación de estado de emergencia en determinado territorio, y eso nos parece normal. El día de
hoy se prorroga el estado de emergencia de llamado corredor minero que afecta a los
departamentos de Apurímac, Cusco y Arequipa.
Son dos tipos de emergencia, la primera, como señalan las sucesivas normas, trata de mantener el
orden en esos territorios ante eventuales protestas o conflictos sociales producto de demandas de
desarrollo no resueltas o concluidas en las grandes operaciones mineras que operan en esos
departamentos. Se trata de un reconocimiento explícito por parte del Estado que el diálogo no ha
logra resultados, pero también de una ausencia de análisis social y político de que los pueblos que
conviven con las empresas extractivas empiezan un tiempo de festividades de carnavales, las
autoridades locales se encuentran de salida y aparecen candidatos locales municipales por lo que
estas semanas la protesta social eminente todavía no es la prioridad en estos pueblos.
Pero, la norma dada prorrogando el estado de emergencia parece decir, mejor nos aseguramos.
Como los propios funcionarios y expertos en inversión pública señalan la concreción de estas obras
que se han priorizado y reformulado en un plan de proyectos tomarán cuatro o cinco años por lo
menos, es decir, lo principal no será concluido en este gobierno. Y, esperemos que no ocurra lo
mismo de la reconstrucción de Ica que más de 10 años después todavía hay pendientes.
Sin embargo, hay otro elemento que incrementa la emergencia en el funcionamiento del Estado, la
situación del presidente de la República, la absoluta desconfianza ciudadana sobre su relación con
Odebrecht y la instalación en la percepción popular que debe irse, sea por renuncia o vacancia.
Usando los términos médicos PPK y el gobierno se encuentran en situación de emergencia, lo que
hay que precisar si dentro de esta emergencia está en servicio de cuidados intensivos generales;
servicio de cuidados intermedios o en la unidad de vigilancia intensiva. Creo que su fase es la
última, sólo falta el detonador que gatille una resolución final.
Mientras tanto las acciones principales de gobierno no se mueven porque pareciera que al interior
del gobierno, también se esperara un desenlace.