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LUIS RIVAS RIVAS (Chiclayo, PERU), es profesor de Literatura, abogado y crítico literario.

Está dedicado a la docencia en la Universidad Católica ‘Santo Toribio de Mogrovejo”,


Chiclayo. Ha publicado trabajos sobre poesía, ensayo y narrativa del Perú norteño, así como un
tratado de Literatura Universal e Hispanoamericana. Ha sido premiado por diversas
instituciones y es participante de diversos certámenes literarios.

Niño de Guzmán y la epopeya del mar

existencial que cada cual expresa o encarna.


FASCINANTE e insondable, hipnótico y La mayor parte de sus artículos de crítica
devastador, el mar ondula siempre en los literaria fueron publicados en revistas
relatos de Guillermo Niño de Guzmán. culturales como “Cielo abierto” (Lima) y
Asoma, intermitente, en su obra primigenia; “Lundero” (Chiclayo-Trujillo).
pero inunda, impetuoso, casi todas las
historias de “Una mujer no hace el verano”, El misterio y la fuerza del mar
en las que llega a perfilar un rol protagónico. El libro más alucinante y sugestivo de Niño
de Guzmán, el que con mayor intensidad nos
En la estela de Hemingway trurba y convoca a la reflexión, es “Una
Nacido en Lima en 1955, Niño de Guzmán mujer no hace un verano: (Jaime
es el más notable de los narradores que Campodónico/Editor, 1995-1996). Sus diez
insurgieron en la década del ’80. Desde su relatos se alternan con igual número de
primer libro de cuentos, “Caballos de viñetas. Estas registran, en pinceladas breves
medianoche” (Seix Barral, 1984), mereció y estremecedoras, escenas que se hicieron
un prólogo de Mario Vargas Llosa, quien lo cotidianas cuando la violencia desangró al
califica como un aprovechado y magnífico Perú. Los cuentos, por su parte, despliegan
discípulo de Hemingway y elogia su “prosa una rica variedad temática, que especialistas
espartana”, su seguridad sin falla “en el como Carlos Eduardo Zavaleta, han
manejo de los diálogos, la gradación de los comentado en detalle.
efectos, la pintura de ambientes”.
Pero aquí nos detendremos sólo en el
El umbral de la maravilla análisis de un elemento que consideramos
Niño de Guzmán asume la crítica literaria nuclear en el libro porque ―aunque
―que le entusiasma tanto como la ficción― inadvertido o minimizado por la crítica―
como el placer de compartir con el lector esa opera como un hilo conductor que enlaza los
“forma de la felicidad”, ese “trasponer el relatos, les inyecta sinergesia y les confiere,
umbral de la maravilla”, que se materializa en conjunto, fisonomía unitaria. En ese
al abrir un libro. elemento eje ―el mar― reside la clave
Hace tres años publicó “La búsqueda del central para acceder al sentido más hondo y
placer” (J. Campodónico/editor), la simbología trascendente que están
recopilación de una parte de sus notas cifrados en “Una mujer no hace un verano”.
periodísticas sobre literatura, escritas entre Pero, claro, en estas líneas solo intentaremos
1976 y 1990. En ellas se evidencia una los primeros pasos en esa dirección.
capacidad de transmutación (de “empatía”,
diría él) muy honda, que le permite calar en Una aclaración previa. A nadie escapa la
textos y autores, a la luz de la aventura presencia del mar en estos cuentos. Todos

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percibimos su “estar ahí”. Lo que no se ha palabra griega que significa “mar”. (Luego,
sopesado en su cabal dimensión es el rol nuestra recurrencia a esa lengua helénica no
gravitante que asume , la jerarquía es arbitraria).
metafísica, alegórica y totalizadora que
alcanza. (Desde luego, no es novedoso, en 2. Si adjudicamos el rol protagónico de estos
un escritor de la costa peruana, que el mar cuentos a tal o cual personaje, sólo
oficie como telón de fondo: aledaño a la estaremos rozando el epitelio de su historia.
parda y sedienta monotonía del litoral,, el Bastará una indagación menos precipitada
acéano, con sus ingredients plásticos y para descubrir a quien ejerce real
cromáticos, adquiera, por contraste, relieve protagonismo; es decir, aquel que, como el
estético. Pero en el libro que comentamos, hada de la tragedia griega, gravita
su presencia no se reduce a esa modesta inconmovible en sus destinos: el mar.
función ornamental). El mar que, paradójicamente, es brisa
vitalizadora y tentación al suicidio, en la
En los cuentos de Guillermo Niño de historia delirante de Braulio y su bella
Guzmán, el mar no es meramente elemento durmiente. El mar que, con sus delfines,
telúrico o decorativo. No es sólo paisaje. Es modula el contrapunto a la peripecia de
fuerza hipnótica. Es péndulo de cristal que, Marta y Edgardo, así en la hora del arrebato
en su vaivén inexorable, marca, aunque sean amoroso como en el instante de la violencia
contiguous, la hora del amor y el minuto de homicida. El mar, sarcófago y meta del viaje
la muerte. Es el umbral de lo que Cortázar inexorable que Lucas quiere emprender,
llamaba la “otredad”. Visible o subyacente, mientras intenta seducir a Vicky con una
lo impregna todo. Los personajes que quimérica “vuelta al mundo”. El mar, que a
pueblan el “cosmos” de este libro están los gemidos eróticos de Roberto y Marilú,
como cautivos en la órbita magnética del responde ―eco siniestro― con los aullidos
mar. Por doquiera lo sienten o lo presienten. agónicos de la víctima de un horrendo
A cientos de kilómetros de distancia, aspiran crimen. El mar, que logra arrebatarle a
su aroma o contemplan su oleaje. Creen Andrés su esposa Caterina, a quien
descubrirlo hasta en las pinceladas obsesiona con un poder hipnótico que obra a
insospechables de la pintura abstracta. Y la distancia (como el Bela Lugosi que
cuando no es perceptible en la realidad aterrorizó a los niños de mi generación).
objetiva, emerge desde sus nebulosidades de ¿No es evidente, entonces, en estos relatos,
la alucinación y de lo onírico. En su canto de el protagonismo del mar? Por no haberlo
sirena se confunden arpegios de “lecho entendido así, un comentarista ―narrador de
nupcial” (thalamos) y estertores de “muerte” talento― ha creído prescindibles los
(thanatos). Los que ceden a su llamado epílogos de “Noche para solitarios” y
hechizo terminan devorados por el “¡Thalassa, Thalassa!”. Desde luego, si en
insaciable “mar” (Thálassa). estos cuentos sólo vemos, respectivamente,
“necrofilia” en Braulio y “demencia” en
¿Qué sustentos textuales avalan la Caterina, nos habremos perdido lo más
observaciones que anteceden? Veamos impactante del libro: la irrupción de lo
algunos: insólito, de la “otredad”, en el ámbito de la
realidad ficticia. Esta presencia turbadora
1. Uno de los cuentos, aquel en que el mar opera a través del mar, dotado de una
despliega con más vigor su poder hipnótico simbología polisémica. Develar ésta nos
y ubicuo, se titular “¡Thalassa, Thalassa!”, abriría acceso al meollo del libro.

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no proceden sólo de ese eje triangular.
3. En la mayoría de los relatos lo erótico Concurren también otros elementos
oficia como heraldo de Thanatos (la tamáticos que no podemos abordar en estas
muerte). El frenesí del Thalamos (lecho líneas. Y, en gran medida, el manejo diestro
nupcial; tumba) precede a la violencia de diversos recursos de técnica narrativa
homicida o suicida. De ahí fluye la trilogía (alternancia de planos temporoespaciales
clave: mar, amor, muerte. (Y, con leve articulados con charnelas léxicas; el relato
modificación, su casi equivalente en griego: dentro del relato, el dato escondido, etc).
Thalassa, Thalamos, Thanatos). Sobre este
eje triangular giran personajes, situaciones, En suma: “Una mujer no hace un verano”
símbolos. (Adviértase, de paso, la muestra una prosa impecable y elíptica, en la
paranomasia ―¿casual?― que se da entre que hasta los silencios son elocuentes. En
los vocablos de una y otra trilogía). Niño de Guzmán, basta una sola palabra en
una página para que ésta desborde plenitud
Empero, el aura de misterio que envuelve de sentido. Y no nos sorprendería que ahí
estas historias y su gran eficacia sugestiva también el mar haya impreso su huella.

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