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Resulta frecuente incurrir en una confusión al estar frente a los conceptos de Costo y Gasto,
tomándolos como sinónimos (sobre todo en los operadores no contables). Lo primero que
debemos advertir es que si bien son conceptos que se encuentran muy cercanos porque
ambos representan “desembolsos” con la finalidad de obtener un beneficio como fruto de la
actividad económica de una empresa, la diferencia entre ellos es que en el Costo nos
encontramos frente a un egreso orientado a financiar un bien o servicio que generará
beneficios económicos futuros, mientras que en el Gasto, estamos frente a un egreso que
financia una actividad específica en beneficio de la empresa pero que queda consumido en ese
instante.
Para tal efecto desarrollaremos los conceptos de costos y gastos desarrollados por la
contabilidad general, contabilidad de costos, Resoluciones del Tribunal Fiscal y en la propia
normatividad del Impuesto a la Renta a fin de poder realizar algunas reflexiones que
consideramos importantes.
Gasto:
Se define como un costo que ha producido un beneficio y que ha expirado. Los costos no
expirados que pueden dar beneficios futuros se clasifican como activos. Bajo el concepto de
costo, cuando se utilizan los beneficios de un costo se convierten en gasto.
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Contadora Publica Colegiada por la Universidad de Lima, con Maestría en Política Fiscal y Administración Tributaria
en dicha universidad. Catedrática de la carrera de Contabilidad de la Facultad de Economía, así como de la Unidad de
Post Grado de la Universidad de Lima, ex Vocal del Tribunal Fiscal, Miembro del Instituto Peruano de Investigación y
Desarrollo Tributario (IPIDET), y de la Asociación Fiscal Internacional (IFA) – Grupo Peruano. Representante por Perú
en la Comisión de Tributación y Fiscalidad de la Asociación Interamericana de Contabilidad AIC.
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Párrafo 4.25 apartado b) del Marco Conceptual para la Información Financiera 2010.
En el Marco Conceptual para la Información Financiera 2010 se establece que la definición de
Gastos incluye tanto las pérdidas como los gastos que surgen en las actividades ordinarias de
la empresa. Entre los gastos de las actividades ordinarias se encuentran, por ejemplo el costo
de ventas, los salarios y la amortización.
Es así que, los gastos se reconocen en el estado de resultados sobre la base de una
asociación directa entre los costos incurridos y la obtención de partidas específicas de
ingresos. Este proceso, al que se denomina comúnmente correlación de gastos con ingresos
como lo establece el párrafo 4.50 del Marco Conceptual para la Información Financiera 2010,
implica el reconocimiento simultáneo o combinado de unos y otros, si surgen directa y
conjuntamente de las mismas transacciones u otros sucesos. Por ejemplo, los diversos
componentes de gasto que constituyen el costo de las mercancías vendidas se reconocen al
mismo tiempo que el ingreso ordinario derivado de la venta de los bienes.
Asimismo debe existir una distribución sistemática y racional entre los periodos que involucra,
como bien señala el párrafo 4.51 de la norma acotada, al establecer que los gastos se
reconocen cuando se espera que los beneficios económicos surjan a lo largo de varios
períodos contables, y la asociación con los ingresos puede determinarse únicamente de forma
genérica o indirecta, los gastos se reconocen en el estado de resultados utilizando
procedimientos sistemáticos y racionales de distribución. Esto es, a menudo, necesario para el
reconocimiento de los gastos relacionados con el uso de activos tales como los que componen
las propiedades, planta y equipo, así como con la plusvalía comprada, las patentes y las
marcas, denominándose en estos casos al gasto correspondiente depreciación o amortización.
Los procedimientos de distribución están diseñados a fin de que se reconozca el gasto en los
períodos contables en que se consumen o expiran los beneficios económicos relacionados con
estas partidas.
Del mismo modo, según el párrafo 4.52 del Marco Conceptual para la Información Financiera
2010, los gastos se reconocen dentro del estado de resultados cuando el desembolso
correspondiente no produce beneficios económicos futuros, o cuando, y en la medida que, tales
beneficios futuros no cumplen o dejan de cumplir las condiciones para su reconocimiento como
activos en el balance. En este supuesto, los gastos se imputan en forma inmediata cuando
surgen.
Costo:
Se define como el valor sacrificado para adquirir bienes o servicios, que se mide en valores
monetarios, mediante la reducción de activos o al incurrir en pasivos en el momento en el que
se obtienen los beneficios.
De acuerdo a Polimeni3, “el costo se define como el “valor” sacrificado para adquirir bienes o
servicios que se mide en dólares mediante la reducción de activos o al incurrir en pasivos en el
momento en que se obtienen beneficios. En el momento de la adquisición, el costo en que se
incurre es para lograr beneficios presentes o futuros. Cuando se utilizan estos beneficios, los
costos se convierten en gastos. Un gasto se define como un costo que ha producido un
beneficio y que ha expirado. Los costos no expirados que pueden dar beneficios futuros se
clasifican como activos.”
Por otra parte, es importante aclarar que, los costos de un producto se componen de los costos
directos más una parte proporcional de los costos indirectos en los que se incurre en la
producción. De esta forma en la Contabilidad de Costos afrontamos un serio problema, la
validez que se le confiera al reparto de los costos indirectos.
Los modelos de costos son los distintos procedimientos utilizados para asignar y acumular
costos de un producto, para controlar la actuación de los responsables y para dar información
relevante que pueda ser utilizada en la toma de decisiones a corto y a largo plazo.
Los costos directos, es decir aquellos costos que mantienen una relación funcional expresable
matemáticamente, no presentan duda razonable sobre su asignación o reparto sobre el costo
de los productos, pero los costos indirectos, no encuentran una explicación y justificación
objetiva en su imputación.
Los sistemas de costos que tienen que afrontar este problema han sido divididos en dos
grandes tipos, los sistemas tradicionales y los contemporáneos. La diferencia entre ambos es la
manera en que cada uno afronta el problema de la asignación de los costos indirectos de
fabricación. Los sistemas tradicionales asignan los costos indirectos con respecto a una base
de volumen o de actividad (horas hombre, horas máquina, etc.), mientras que el sistema de
costos contemporáneo representado por el Sistema de Costos por Actividad ABC reparte los
costos indirectos en función a las actividades relevantes de la empresa.
El problema del sistema de costos tradicional radica en la distorsión que generan al “castigar”
con un mayor costo fijo los productos que tienen una menor complejidad de elaboración y de
hacer exactamente lo contrario con los productos especiales de bajo volumen de producción y
cuya complejidad en las actividades que se realiza para obtenerlos no son reflejadas por los
sistemas tradicionales de costos.
2.- Costo Computable y Gasto bajo la perspectiva de la Ley del Impuesto a la Renta:
Una vez comprendido el concepto contable del costo, del gasto y de la asignación de los costos
indirectos de fabricación por la empresa, el fiscalizador, recién puede estar en condiciones de
contrastar el tratamiento contable con lo establecido en la Ley del Impuesto a la Renta; para tal
efecto es necesario a su vez que recuerde que la norma legal hace referencia a lo siguiente:
El concepto tributario de costo computable está referido al costo que debe tener un bien
aunque la norma tributaria también utiliza este concepto para diferentes fines, por ejemplo
cuando quiere determinar la renta bruta, en dicho caso la norma utiliza al costo computable de
manera similar a los costos expirados (Costo de Ventas) o cuando quiere determinar la
valuación de las existencias, el concepto se asemeja al de los costos no expirados
(Inventarios).
Por otra parte, se alude al concepto de Gasto en la Ley del Impuesto a la Renta para efectos
de determinar la Renta Neta, es decir, corresponde a aquellos supuestos comprendidos en el
Artículo 37º de la Ley y que se deben imputar a un período determinado en función al criterio
del devengo dispuesto en el Artículo 57º de la LIR y como quiera que no existe una definición
de gasto en la citada norma legal, la remisión a la norma contable es inminente.
Como quiera que la renta gravada generada por la empresa permite en ciertos casos la
deducción de costos y gastos que pueden ser limitados o condicionados con la finalidad de
determinar la Renta Neta sobre la cual, las empresas tendrán la obligación de pagar el
Impuesto a la Renta, el responsable de su determinación debe partir de los resultados
arrojados por la contabilidad, la misma que proviene de los hechos económicos registrados
bajo Normas Internacionales de Información Financiera reflejados en los Estados Financieros,
uno que muestra la situación Financiera de la empresa (Balance General) y otro que muestra la
situación económica (Estado de Resultados).
Sin embargo, el inciso g) del Artículo 11º del Reglamento de la Ley del Impuesto a la Renta,
establece que: “para la determinación del costo computable de los bienes y servicios, se
tendrán en cuenta supletoriamente las normas que regulan el ajuste por inflación con incidencia
tributaria, las Normas Internacionales de Contabilidad y los Principios de Contabilidad
Generalmente Aceptados, en tanto no se opongan a los dispuesto en la Ley y en este
Reglamento”.
Por su parte, si analizamos el párrafo 19 de la NIC Nº 2 Inventarios, ésta señala que: “En el
caso de que un prestador de servicios tenga inventarios, los medirá por los costos que suponga
su producción. Estos costos se componen fundamentalmente de mano de obra y otros costos
del personal directamente involucrado en la prestación del servicio, incluyendo personal de
supervisión y otros costos indirectos atribuibles”.
En este escenario y siendo consecuente con el tratamiento contable, los costos del servicio
deberían ser “gastos tributarios” en el momento en que el ingreso relacionado se reconozca en
virtud de la Norma Internacional de Contabilidad Nº 18 Ingresos; sin embargo como la Ley del
Impuesto a la Renta actualmente no contempla tal posibilidad, estos “gastos tributarios” se
podrían reconocer inmediatamente se devenguen dado que no tienen que esperar el ingreso
relacionado en vista que no calificarían para efectos tributarios como costo computable sino
como gastos.
En ese sentido, somos de la opinión que la Ley del Impuesto a la Renta debe modificarse é
incluir el costo computable de los servicios ya que no debería hacerse ninguna distinción entre
el costo computable de bienes y servicios, máxime si de la aplicación de las normas contables
fluye la existencia de dicho concepto y el Reglamento también lo contempla.
El numeral 2) del artículo 20º de la Ley del Impuesto a la Renta indica que se debe entender
por Costo de Producción o construcción a: “El costo incurrido en la producción o construcción
del bien, el cual comprende: los materiales directos utilizados, la mano de obra directa y los
costos indirectos de fabricación o construcción”.
Asimismo, la primera Disposición Final del D.S Nro.134-2004-EF estableció que: “entiéndase
que la mención a "costos indirectos de fabricación o construcción" a que se refiere el numeral
2) del Artículo 20º de la Ley, corresponde al concepto de "gastos de producción indirectos"
señalado en la Norma Internacional de Contabilidad relacionada con las Existencias”.
Al respecto hemos elegido el desarrollo de los siguientes conceptos que corresponden a los
costos indirectos de fabricación fijos que son los que originan más contingencias tributarias:
3.1 Integración de los Costos Indirectos de Fabricación al costo del producto bajo el
procedimiento de “Costeo Normal”.
El párrafo 13 de la NIC 2 establece que el proceso de distribución de los costos indirectos fijos
a los costos de transformación se basará en la capacidad normal de trabajo de los medios de
producción. Capacidad normal es la producción que se espera conseguir en circunstancias
normales, considerando el promedio de varios periodos o temporadas, y teniendo en cuenta la
pérdida de capacidad que resulta de las operaciones previstas de mantenimiento. Puede
usarse el nivel real de producción siempre que se aproxime a la capacidad normal.
Por este motivo resulta importante analizar cómo la norma contable integra al costo del
producto, los costos indirectos de fabricación. Al respecto podemos verificar que lo hace bajo
un procedimiento denominado “Costeo Normal”, es decir lo que integra el costo del producto no
es el costo real (histórico), sino un costo aplicado que se obtiene de multiplicar una tasa de
aplicación por un dato real (como puede ser horas máquinas o costo del MOD).
Esto nos lleva a interpretar que cuando la norma tributaria nos señala que los costos indirectos
de fabricación deben ser los que establece la norma contable nos está diciendo que tomemos
el costeo normal para costear.
Si se aplica el costeo normal siempre se van a generar diferencias con el costeo histórico; por
ejemplo en el caso de producción baja se habría incurrido en un Costo Indirecto de Fabricación
mucho menor que el histórico y en el caso de producción alta el Costo Indirecto de Fabricación
sería mucho mayor que el histórico. La pregunta sería cómo tratar dichas diferencias: se envían
a resultados o se ajusta el inventario?.
La doctrina contable de costos permite que las diferencias se prorrateen entre el inventario y el
resultado dejando la base de dicho prorrateo a elección del operador contable, pero también
permite que se envíen a resultados cuando éstas no son significativas.
Otro tema en discusión actualmente y que está siendo observado por la SUNAT en las
fiscalizaciones tributarias es el constituido por la Depreciación de Inmuebles, Maquinaria y
Equipo.
Por su parte, el Artículo 38º de la Ley del Impuesto a la Renta establece que el desgaste o
agotamiento que sufran los bienes del activo fijo que los contribuyentes utilicen en negocios,
industria, profesión u otras actividades productoras de rentas gravadas de tercera categoría, se
compensará mediante la deducción por las depreciaciones admitidas en esta ley.
Cuando los bienes del activo fijo sólo se afecten parcialmente a la producción de rentas, las
depreciaciones se efectuarán en la proporción correspondiente.
Por otra parte, también mencionamos que el párrafo 19 de la NIC Nº 2 Inventarios, señala que:
“En el caso de que un prestador de servicios tenga inventarios, los medirá por los costos que
suponga su producción. Estos costos se componen fundamentalmente de mano de obra y otros
costos del personal directamente involucrado en la prestación del servicio, incluyendo personal
de supervisión y otros costos indirectos atribuibles”.
Sin embargo, se sabe que la Administración Tributaria está considerando esta regla como
general sin analizar que no en todos los casos de depreciación podría aplicar este criterio por
existir normas especiales que priman sobre las generales, tales como los siguientes casos:
Al respecto el Artículo 18º del Decreto Legislativo Nº 299 4, indica que para efectos tributarios,
los bienes objeto de arrendamiento financiero se consideran activo fijo del arrendatario y se
registrarán contablemente de acuerdo a las Normas Internacionales de Contabilidad. La
depreciación se efectuará conforme a lo establecido en la Ley del Impuesto a la Renta.
De otro lado, la mencionada norma dispone que excepcionalmente se podrá aplicar como tasa
de depreciación máxima anual aquella que se determine de manera lineal en función a la
cantidad de años que comprende el contrato, siempre que éste reúna las siguientes
características:
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Modificado mediante la Ley Nº 27394 (en vigencia desde el 1º de enero de 2001), siendo a su vez fue precisado por
el Decreto Legislativo Nº 915.
1. Su objeto exclusivo debe consistir en la cesión en uso de bienes muebles o
inmuebles, que cumplan con el requisito de ser considerados costo o gasto para
efectos de la Ley del Impuesto a la Renta.
2. El arrendatario debe utilizar los bienes arrendados exclusivamente en el desarrollo
de su actividad empresarial.
3. Su duración mínima ha de ser de dos (2) o de cinco (5) años, según tengan por
objeto bienes muebles o inmuebles, respectivamente. Este plazo podrá ser variado por
decreto supremo.
4. La opción de compra sólo podrá ser ejercitada al término del contrato.
Posición SUNAT:
La Administración Tributaria considera que conforme al artículo 20º de la Ley del Impuesto a la
Renta y la Norma Internacional de Contabilidad Nº 2, la depreciación tributaria de un bien en
leasing que excede la depreciación financiera, también debe ser incorporado al costo de
producción de los bienes.
Posición Nuestra:
La depreciación en función al plazo del contrato es un beneficio tributario, y por ende, debe
afectar resultados conforme a su devengo, sin que por ello se incumpla el Artículo 20º de la Ley
del Impuesto a la Renta, sin interesar si una parte fue costo.
A partir del ejercicio gravable 2010, los edificios y las construcciones se podrán depreciar, para
efecto del Impuesto a la Renta, aplicando un porcentaje anual de depreciación del veinte por
ciento (20%) hasta su total depreciación, siempre que cumplan las siguientes condiciones:
Lo dispuesto en el párrafo anterior también puede ser aplicado por los contribuyentes que
durante los años 2009 y 2010 adquieran en propiedad los bienes que cumplan las condiciones
previstas en los literales a) y b). No se aplica lo previsto en el presente párrafo cuando dichos
bienes hayan sido construidos total o parcialmente antes del 1 de enero de 2009.
Debe seguirse el mismo tratamiento que en el caso de los bienes en arrendamiento financiero.
Posición SUNAT:
La Administración Tributaria podría considerar que la mayor depreciación debe ser incorporada
al costo de las existencias.
Posición Nuestra:
Tratándose de un beneficio tributario, la mayor depreciación debe ser tomada como gasto.
El Artículo 14º del Reglamento de la Ley del Impuesto a la Renta, establece lo siguiente:
3. Para efectos tributarios la base para realizar el ajuste por inflación no deberá
considerar en ningún caso el mayor valor resultante de revaluaciones
voluntarias, salvo las realizadas al amparo del numeral 1 del artículo 104° de la
Ley.
En la práctica, los contribuyentes vienen adicionando el monto total sin utilizar el criterio antes
esgrimido.
Según el Artículo 22º del Reglamento de la Ley del Impuesto a la Renta, se establecen tasas
máximas para efectos del cálculo de la depreciación asimismo indica que la depreciación
aceptada tributariamente será aquélla que se encuentre contabilizada dentro del ejercicio
gravable en los libros y registros contables, siempre que no exceda el porcentaje máximo
establecido en la presente tabla para cada unidad del activo fijo, sin tener en cuenta el método
de depreciación aplicado por el contribuyente.
La depreciación que exceda la tasa máxima aceptada, se debe reparar en función de la venta
de los bienes.
En la práctica los contribuyentes vienen adicionando el importe total sin hacer la distinción del
costo del producto (Inventario) y el gasto (costo de ventas con ocasión de la venta).
Según el Artículo 23º del Reglamento de la Ley del Impuesto a la Renta, la inversión en bienes
de uso cuyo costo por unidad no sobrepase de un cuarto (1/4) de la Unidad Impositiva
Tributaria, a opción del contribuyente, podrá considerarse como gasto del ejercicio en que se
efectúe.
Lo señalado en el párrafo anterior no será de aplicación cuando los referidos bienes de uso
formen parte de un conjunto o equipo necesario para su funcionamiento.
El Artículo 61º Ley del Impuesto a la Renta establece que las diferencias de cambio originadas
por operaciones que fuesen objeto habitual de la actividad gravada y las que se produzcan por
razones de los créditos obtenidos para financiarlas, constituyen resultados computables a
efectos de la determinación de la renta neta.
Para los efectos de la determinación del Impuesto a la Renta, el inciso f), establece lo
siguiente:
f) Las diferencias de cambio originadas por pasivos en moneda extranjera relacionadas con
activos fijos existentes o en tránsito u otros activos permanentes a la fecha del balance
general, deberán afectar el costo del activo. Esta norma es igualmente de aplicación en los
casos en que la diferencia de cambio esté relacionada con los pagos efectuados en el
ejercicio. La depreciación de los activos así reajustados por diferencias de cambio, se hará
en cuotas proporcionales al número de años que falten para depreciarlos totalmente.
Desde el punto de vista contable5, la diferencia de cambio en estos casos constituye gasto o
ingreso; por lo que la diferencia de cambio desde el punto de vista tributario debe adicionarse o
deducirse vía declaración jurada.
Dicha adición o deducción debe realizarse en el momento en el que se transfieran los bienes.
Conclusiones y Recomendaciones:
El tratamiento contable que se le haya otorgado a una operación como Costo o Gasto
determinará para efectos tributarios que nos encontremos frente a la aplicación del Artículo 20º
de la Ley del Impuesto a la Renta (costo computable) o al Artículo 37º de la misma norma
(gasto) lo que podría traducirse en una contingencia tributaria si se encontrara cargado al gasto
una operación que debió aún considerarse como Costo (por encontrarse en el Inventario) y por
lo tanto recién convertirse en un gasto deducible en la fecha de reconocimiento del ingreso por
la venta de la mercadería o la prestación del servicio.
Dado que la NIC Nº 2 permite que las diferencias obtenidas tomando el procedimiento del
Costeo Normal en la asignación de los Costos Indirectos de Fabricación se prorrateen entre el
inventario y el resultado dejando la base de dicho prorrateo a elección del operador contable
(siendo que también permite que se envíen a resultados cuando éstas no son significativas), es
recomendable sustentar dicho cálculo con los documentos y pruebas que permitan demostrar
la fehaciencia del mismo en una fiscalización.
Siguiendo el criterio de SUNAT, se deduce que todo reparo (adición o deducción) vinculado con
el costo de producción de bienes debe afectar los resultados del período o períodos en que se
realiza la producción (depreciación, amortización, vacaciones pagadas de obreros, etc.); sin
embargo debe tenerse en cuenta que dicha regla no se aplica en el caso de normas especiales
que contemplan un beneficio tributario, tales como Bienes adquiridos en Arrendamiento
Financiero o al amparo de la Ley Nº 29342.
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Párrafo 28 NIC 21 Efectos de las variaciones en los tipos de cambio: Las diferencias de cambio que surjan al liquidar
las partidas monetarias, o al convertir las partidas monetarias a tipos diferentes de los que se utilizaron para su
reconocimiento inicial, ya se hayan producido durante el periodo o en estados financieros previos, se reconocerán en
los resultados del periodo en el que aparezcan.