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Hobsbawm, Eric, y George Rudé, “El pobre rural” en Revolución industrial y revuelta

agraria. El capitán Swing, traducción de Ofelia Castillo, Madrid, Siglo XXI, 1978, pp.
41-60.

El pobre rural es el segundo capítulo de una obra en la que Eric Hobsbawm y George Rudé
abordan la historia social de los levantamientos armados de los jornaleros agrícolas ingleses
en 1830. El capítulo en cuestión examina los cambios habidos en las relaciones de trabajo
existentes entre empleadores y trabajadores, analiza los factores que conllevaron a la
pauperización de los habitantes del campo y que impulsarían el desarrollo de futuras
revueltas en diversos condados de Inglaterra.

Los autores hacen uso de un amplio acervo de fuentes primarias que incluyen las
legislaciones puestas en vigor por las autoridades del Estado, los reportes emitidos por
comisionados públicos en su calidad de inspectores de condados, los cuestionarios
aplicados a los agricultores y relatos de cronistas de la época. El trabajo se soporta también
de fuentes secundarias a las que los autores someten a un análisis crítico respaldando
algunas de las tesis propuestas y refutando las menos verosímiles. El estudio hecho es una
buena muestra del trabajo desarrollado por dos de los principales exponentes de la escuela
marxista británica, por lo que resultará de sumo interés para los interesados en esa corriente
historiográfica.

El texto comienza con una descripción de los aspectos sociales y económicos que
caracterizaban al trabajo asalariado en las zonas agrícolas. Durante la mayor parte del siglo
XVIII las diferenciación entre arrendatarios y sirvientes en términos de fortunas no era aún
tan abismal como lo sería a principios del siguiente siglo. Los autores, apoyándose en
estudios estadísticos evalúan el impacto que tuvo el incremento poblacional y, al mismo
tiempo, la progresiva inflación producto de las guerras contra Francia, en la reconfiguración
de las relaciones de trabajo. El antiguo sistema de contratación anual, que otorgaba cierta
seguridad, comenzó a remplazarse por contratos semanales e incluso diarios, con un
desempleo frecuente.

Hobsbawm y Rudé distinguen tres tipos de factores que contribuyeron a la creciente


proletarización de los jornaleros. En orden de importancia, ubican primero a los de índole
económica, siendo el incremento en el precio de los cereales aunado al constante aumento
en la reserva de mano de obra los motivos que habrían impulsado a los agricultores a dar
preferencia al trabajo por destajo y evitar así la manutención de sus sirvientes por largos
periodos de tiempo. En segundo lugar se encontrarían los factores sociales pues la constante
ampliación de la brecha de riquezas que separaba a los empleadores y a la mano de obra
asalariada terminó provocando cambios en las costumbres de estos dos grupos sociales. Los
autores aseguran que los jóvenes trabajadores estaban cada vez menos dispuestos a acceder
a un empleo como sirviente familiar por los bajos salarios que se les asignaban, al mismo
tiempo el agricultor optaría por prescindir de sus trabajadores ante los altos costes que
significaba mantenerlos debido a la elevación de los precios durante las guerras
napoleónicas. Finalmente, los factores institucionales incluirían la negación de los
agricultores a tener trabajadores inscritos en las listas parroquiales, lo que por ley tenían
que realizar cuando mantenían jornaleros a su servicio por un año completo.

El sistema Speenhamland habría tenido el efecto añadido de empeorar la situación de los


pobres. Hobsbawm y Rudé arguyen que la decisión de subsidiar los salarios bajos a partir
de los impuestos locales con el objetivo de facilitar un mínimo nivel de subsistencia de las
familias más necesitadas tuvo dos consecuencias, agudizar aún más las carencias de los
trabajadores y facilitar el enriquecimiento de sus patrones. Los empleadores podrían
permitirse ajustar salarios de acuerdo a las circunstancias económicas reinantes a sabiendas
de que la diferencia quedaría cubierta por el subsidio obtenido de los contribuyentes. En
última instancia, dicho sistema habría conducido a que, de manera legal, los trabajadores
asumieran una condición de pobreza.

Los autores concluyen que la transformación de los modos de producción agrícola y la


inserción del campo dentro de una economía de mercado, en la que los salarios se regían
por las leyes de la oferta y la demanda, acentuaron el empobrecimiento de los jornaleros,
mientras que las leyes impuestas por las autoridades inglesas sólo habrían acrecentado el
paulatino deterioro en las condiciones de vida de las clases pobres. Este contexto
condicionaría el estallido en 1830 de múltiples revueltas rurales.
El trabajo realizado por Hobsbawm y Rudé evidencia la conjugación de un ideal político,
que se expresa en la reivindicación de aquellas luchas sociales que buscan una mejora en
las condiciones de vida de las clases trabajadoras, y por otro lado, de un íntegro sustento
científico y metodológico que respalde dicho proyecto. Incendiario en ocasiones mas no
por ello alejado de una realidad social evidente, el discurso hecho por los autores tiene
como mérito la reconstrucción de la historia desde abajo, es decir, a partir de las
características, patrones de conducta y motivaciones sociales de las clases sin voz.

Hugo Zacapantzi Quintero


Estudiante de 5to. Semestre de la Licenciatura en Historia
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Tlaxcala

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