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Ensayo (a partir de los tres primeros capítulos del libro de Robert A.

Pastor)

América del Norte: relaciones entre los Estados que la conforman.

1. Introducción

Al hablar de América del Norte nos referimos a Canadá, Estados Unidos de América y a
México como conjunto. Para fines de este ensayo hay que tener en cuenta que aún no se ha
concientizado la idea de la unión de estos tres Estados, pues aunque con el Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLCAN) se intentó demostrar que la unión iba a ser más
estrecha, los gobiernos de estos tres suelen reaccionar a cada crisis por su cuenta,
empeorando muchas veces los problemas.

Los lideres de estas tres naciones solían reunirse con mayor frecuencia entre ellos que con
otros lideres del mundo, soliendo fingir que sus relaciones eran mejor de lo que en realidad
eran. El problema que aún no han notado es que son coo-dependientes uno del otro, ya sea
en temas de seguridad, economía, política, sociedad, etcétera y que cada crisis está
conectada por lo que la solución a cada problema solo seria posible con un mayor grado de
cooperación.

Hay tres fechas importantes que marcan un antes y un después en la relación de estas tres
naciones: la primera, es la firma del TLCAN en 1992 ( y que entró en vigor hasta 1994); la
segunda, es el 11 de septiembre del 2001: y, la tercera, la crisis del 2008. Ahora con el
contexto actual, de 2017, agregaría un acontecimiento importante a estas tres: la llegada a la
presidencia de Donald Trump.

Es importante mencionar el papel que desempeña la opinión de la sociedad, siendo esta un


elemento primordial en cada nación, pues a través de ella se refleja el sentir de la sociedad en
cuestión y de esto depende en muchas ocasiones la imagen que se crea en el exterior de
cada país respecto a otro.

Siguiendo la teoría de Karl Deutsch, que nos dice que “al desarrollar una relación y
comunicación más cercanas, los Estados desarrollan un sentido de comunidad que se define
como la seguridad de que resolverán sus diferencias sin necesidad de recurrir a la guerra y
cuyos factores clave son la confianza y la convergencia en valores”, se tratará de reflejar este
ensayo si, como lo menciona el autor, Robert A. Pastor, “los tres países de América del Norte
han cruzado, de manera discreta, el punto donde ya confían el uno en el otro y comparten
valores”.

2. Desarrollo

Los orígenes de los Estados que conforman América del Norte surgieron de diferentes
patrones y circunstancias. Las tres potencias del siglo XIV (España, Francia e Inglaterra) se
repartieron el continente y le inyectaron un “código genético “ distinto a cada una de las
partes. Por un lado, estaba los Incas en los Andes y los Aztecas en México, donde los
españoles utilizaron la mano de obra nativa para extraer la riqueza de la tierra, en contraste
con los ingleses quienes le sacaron provecho a las tierras.

Por otra parte estaban los ingleses quienes viajaron a Virginia en 1607 y Massachusetts en
1620 quienes no se identificaron como conquistadores sino como colonos, pues su intención
era quedarse y construir un nuevo futuro en el nuevo mundo. Y por último los franceses
quienes construyeron su primer asentamiento permanente en el Río San Croix en 1604 y
fundaron Québec en 1608, ellos al igual que los españoles, gobernaron a los nativos y
también los utilizaron, y al igual que los ingleses llegaron a asentarse, cosechar y criar ganado
y a sus hijos.

En el momento de la independencia de las ahora Naciones, podemos notar que la


independencia fue larga, sangrienta e inevitable en Estados Unidos y en México. Mientras que
Canadá se independizo de forma pacífica, gradual y deliberante.

Según Robert Pastor, nos dice que el código genético de cada nación esta constituido por
muchas fibras que evolucionaron a través del tiempo, la primera fibra sería la geológica, la
segunda la migración humana, la tercera seria el encuentro entre los europeos y los nativo y
la cuarta el surgimiento de la nación, entender la última nos dice es la clave para entender la
cooperación continental y, añadiría yo, la integración como un bloque regional.

La integración hace referencia al proceso mediante el cual los países abren sus fronteras
sociales, políticas, culturales y económicas, con el propósito de construir instancias o
entidades que den respuestas a sus necesidades, con base a sus valores e intereses. 1

1 Robert Pastor, Toward a North American Community: Lesson from the Old World for the New, 2001, p.97.
Con el concepto anterior se entiende el por qué el 17 de diciembre de 1992 se firma el texto
final del TLCAN, y en el caso de México con el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari
se dio un giro sin precedentes en la política comercial mexicana. Tras las reformas para
insertar a México en una economía global realizadas en el sexenio de Miguel de la Madrid
(1982-1998), el gobierno de Salinas concretó su primer tratado tratado de libre comercio.

México, al igual que Canadá, tomaron una decisión que sería fundamental en las próximas
décadas, pues al firmar el TLCAN, tenían que tomar en cuenta que estarían en una
subordinación con respecto a Estados Unidos.

La política exterior de México había luchado, durante casi todo el siglo pasado,
constantemente por mantener su independencia frente a Estados Unidos. Esta
independencia, lo menciona Mario Ojeda en su libro “Alcances y límites de la política exterior
de México”, no podía ser sino “relativa”, en tanto que era un hecho que México estaba
inexorablemente ligado en todos los ámbitos al destino de su vecino del norte. De acuerdo
con Ojeda, el dilema perenne en la formulación de la política exterior fue la necesidad de
conciliar entre el mantenimiento de una posición independiente, así fuera doctrinaria, en su
política exterior, y no enfrentarse con Estados Unidos en temas sensibles. 2

En atención a estas consideraciones, México buscó mantener ciertas diferencias—pocas veces esenciales—frente
al comportamiento estadounidense. Las relaciones comerciales no fueron la excepción. Después de las trágicas
lecciones históricas del siglo XIX, las élites mexicanas estaban convencidas del potencial peligro que
representaba Estados Unidos para la integridad y soberanía nacionales. Este miedo fue el que, en su momento,
llevó a Porfirio Díaz a buscar atraer capitales europeos para contrarrestar el poderío que los industriales
norteamericanos habían adquirido en México durante en las últimas décadas del siglo XIX. Fue este miedo
también el que convenció al régimen posrevolucionario que el camino ideal para la modernización del país era el
modelo de sustitución de importaciones; una economía casi cerrada, muy proteccionista y concentrada en el
mercado interno.

Al principio, el modelo de sustitución de importaciones probó ser el adecuado para México al conseguir tasasde
crecimiento que promediaban entre 6% y 7% anual durante las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta. 3 Por
su parte, la economía estadounidense de las primeras épocas de la posguerra también vivió un período de
bonanza sin precedentes. Y mientras ambos países prosperaron, como lo hicieron hasta la década de 1970, el

2 Mario Ojeda, Alcances y límites de la política exterior de México, 2ª ed., México, El Colegio de Mexico, 1984, p. 3.
conflicto fue acotado4 y se limitó a algunas fricciones en temas políticos (como la situación de Cuba) más que
económicos.

Sin embargo, desde principios de la década de los setenta, la situación cambió para ambos países. En 1971, el
entonces presidente estadounidense Richard Nixon se vio orillado a cancelar, de manera unilateral, la
convertibilidad directa dólar-oro, pilar fundamental del orden financiero internacional emanado de la
conferencia de Bretton Woods5 en 1944. Con respecto a la relación con México, fue ese mismo año que marcó el
fin la “relación especial” que ambos países habían mantenido desde el fin de la Segunda Guerra

Mundial; específicamente, ello se debió a la sobretasa de 10% que el gobierno de Washington impuso a todas

las importaciones que entraran a territorio estadounidense. Con un comercio internacional mexicano casi

exclusivamente concentrado en Estados Unidos, semejante medida golpearía severamente al país. Por ello,

tanto México cuanto Canadá intentaron con ahínco conseguir una exención de dicho arancel para sus

exportaciones. El gobierno estadounidense no cedió.

La lección que extrajo México de esta experiencia fue un recordatorio de la necesidad de diversificación

económica que muchos gobiernos mexicanos previos habían planteado retóricamente, pero poco habían

hecho para articularla en la práctica. No obstante, durante el gobierno de Luis Echeverría (1970-1976), se

consiguió que la concentración de las exportaciones mexicanas en Estados Unidos pasara de 68.4% a 59.9%

aunque, como señala Ojeda, dicha evolución no responde necesariamente a una política de diversificación

exitosa, sino a la dramática contracción de la demanda estadounidense durante la primera mitad de la década

de los setenta.6

Al mismo tiempo, la economía estadounidense se veía cada vez más en desventaja relativa en

materia de competitividad, lo que significó la transformación de su economía en deficitaria, a partir de 1971.7

En cuanto a México, además de que el modelo económico de sustitución de importaciones dejó de satisfacer

las necesidades nacionales y se perdió el dinamismo de las décadas anteriores, el sector exportador resentía

fuertemente la poca integración de México al mercado global. En disputas comerciales, por ejemplo, México
no contaba con el beneficio de la prueba de daño,8

en su calidad de Estado no miembro del Acuerdo General

de Aranceles y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés), situación que provocó sensibles pérdidas para los

exportadores mexicanos.

Establecido a finales de la década de los cuarenta, el GATT fue el instrumento que marcó las pautas de

conducta en el sistema comercial multilateral. Los Estados miembros, si bien recibían beneficios por su

pertenencia en cuanto a la certidumbre jurídica para su comercio internacional (e.g. la prueba de daño),

también renunciaban al manejo discrecional de algunos instrumentos de su política comercial en tanto fueran

violatorios de disposiciones explícitas del GATT. México, por ejemplo, recurrió constantemente a los

permisos o licencias de importación como instrumento para promover del desarrollo por sustitución de

importaciones. Estas licencias, sin embargo, estaban rotundamente prohibidas por el artículo XI del GATT.9

A pesar de no formar parte de los miembros del Acuerdo General, México comenzó a mostrar mayor interés

por incrementar sus exportaciones desde la década de los setenta, e incluso participó activamente en la Ronda

de Tokio del GATT (1973-1979), a raíz de la cual se negoció un favorable protocolo de acceso al mecanismo

mediante el cual progresivamente México iría sustituyendo las licencias a la importación por aranceles—que,

de hecho, históricamente nunca han sido particularmente elevados.10 En última instancia, el protocolo fue

dejado de lado (en 1981, México anuncia oficialmente su deseo de posponer su ingreso al GATT) en vista de

que, por un lado, la economía internacional mostró síntomas de una estabilidad inédita en la Posguerra; y por

otro, se dio en México el boom petrolero a raíz de los importantes descubrimientos de yacimientos en las costas

de Campeche y Tabasco.
1.2 EL PROCESO DE INTEGRACIÓN DE AMÉRICA DEL NORTE

La región de América del Norte, integrada por Canadá, Estados Unidos y México

constituye un claro espacio económico natural, dada sus características geográficas16 . De

acuerdo con los conceptos de Krugman, un espacio económico natural es una zona dentro

de la cual los intercambios hacia dentro de la región son más intensos que los realizados

hacia el exterior de la misma.17 Aplicando las ideas de Perroux, ésta es también una

región polarizada o nodal, dada su clara heterogeneidad (dos países industrializados y uno

en desarrollo). Las relaciones comerciales, económicas, sociales y políticas entre los tres

países se han incrementado significativamente en la última década, consolidando un

espacio de intereses comunes.

La integración económica de América del Norte ha sido un proceso largo, que ha

formalizado objetivos específicos con la entrada en vigor del TLCAN. Cabe señalar, que

esto ha permitido consolidar “un extenso mercado regional”.18 Sin embargo esta visión de

un mercado de América del Norte se inicio mucho antes a las negociaciones del TLCAN.
Axiomas:

1. Futuro del TLCAN:


2. Relación México- Estados Unidos:
3. Relación México- Canadá:
4. Relación Canadá- Estados Unidos:
5. Relación México-Resto del mundo:

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