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FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES

ARAGÓN

SISTEMA UNIVERSIDAD ABIERTA

LICENCIATURA EN ECONOMIA

MATERIAL DIDÁCTICO

MÉTODOS Y TÉCNICAS DE INVESTIGACIÓN ECONÓMICA

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PRESENTACIÓN

El Sistema Universidad Abierta desde su fundación ha contribuido a la innovación de los procesos de aprendizaje en la Universidad Nacional
Autónoma de México y en todo el país. En 1972, a iniciativa del Dr. Pablo González Casanova se creó el Sistema Universidad Abierta enfocado
al aprendizaje y en las necesidades a satisfacer del estudiante, permitiéndole a éste integrar su educación a las exigencias prácticas de la vida
tanto cotidiana como profesional.
La educación abierta y a distancia es una forma de organización y políticas que tienden a la flexibilización en cuanto a tiempos, plazos y formas
de interacción entre estudiante y asesor.
La participación de estudiante y asesor en la construcción del conocimiento es en base a la corresponsabilidad de ambos protagonistas,
especialmente del primero.
En este sentido, la División del Sistema Universidad Abierta y Educación Continua tiene la responsabilidad de poner al alcance de la mano
todos los elementos necesarios para la consecución de los objetivos de aprendizaje. Un elemento básico de este proceso lo constituye el
material didáctico en torno al cual giran las fortalezas del sistema abierto.
Los materiales didácticos más que una antología de lecturas, es una estrategia de trabajo diferente para garantizar su uso adecuado. En este
caso, los materiales didácticos son autoadministrables, es decir, cuentan con los elementos suficientes para que el estudiante por sí mismo
pueda comprender los objetivos de aprendizaje, desarrollar las actividades que le permitan alcanzarlos y contar con los elementos de evaluación
y autoevaluación en el momento en que deben realizar sus exámenes.
Complementando lo anterior, la labor del asesor es potenciar la utilidad de estos materiales didácticos para hacer que los elementos básicos
que se encuentran en ellos sean ampliados y profundizados a través de la discusión no sólo con un estudiante en particular sino con el total de
participantes en cada asignatura.
El material didáctico y las sesiones de asesorías personalizadas o grupales, a distancia o presenciales son espacios de análisis donde el
estudiante es activo promotor de su aprendizaje y no un pasivo oyente.
En este orden de ideas se cuenta con material didáctico de cuidadosa selección de lecturas que abarca los variados temas del programa de
estudio e incluye de manera clara los objetivos y actividades para conseguirlos, asimismo, se encuentra en este material didáctico los elementos
para medir el avance del aprendizaje.
Por otro lado el continuo avance tecnológico permite ofrecerte el material didáctico en Internet, accediendo a la plataforma ―SUAragón en línea‖,
lo que permite consultarlo desde cualquier lugar y momento, así como interactuar con tus asesores y compañeros por medio del foro de
discusión y recibir información propia de tus asignaturas.
Como toda actividad universitaria es un material que está sujeto a la crítica bajo la premisa de que todo es perfectible. Dado el vertiginoso
avance de la ciencia en esta era del conocimiento, se considera también que es una obra temporal constantemente sujeta a revisión y
modificación para mantenerla a tono con los cambios que el estudio de la Economía imponen.
Finalmente, la División del SUA Aragón destaca el esfuerzo que significó hacer llegar a sus manos este material didáctico. Para lograrlo se
conjugaron muchos esfuerzos tanto académicos como prácticos por parte de los autores en un trabajo pionero en la más joven de las
Facultades de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Material didáctico adaptado con fines educativos, no lucrativos.

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INDICE
Introducción
Datos de identificación de la asignatura
Objetivo general
Criterios de evaluación
Tema I EL CONOCIMIENTO CIENTIFICO.
1.1. El conocimiento científico.
1.1.1 El proceso de conocimiento.
1.1.2 Definición de ciencia.
1.1.2.1 Enfoque positivista.
1.1.2.2 Enfoque constructivismo (marxista)
1.1.3 Problemas en la construcción de la ciencia.
1.1.3.1 Ideología.
1.1.3.2 Objetividad.
1.1.3.3 Metodología (método científico).
1.2. Clasificación de las ciencias.
1.2.1 Ciencias naturales y exactas.
1.2.2 Ciencias sociales y humanas.
1.3. Economía como ciencia social y su relación con la teología y otras ciencias.
1.3.1 Economía y sociología.
1.3.2 Economía y política.
1.3.3 Economía y psicología.
1.3.4 Economía y tecnología.
Tema II. NOCIONES ELEMENTALES DE LOS METODOS Y TECNICAS DE INVESTIGACIÓN ECONOMICA
2.1. Definición del método científico.
2.1.1 Definición.
2.1.2 Metodología.
2.2 Criterios metodológicos de aplicación general.
2.2.1 El método del materialismo dialéctico.
2.2.2 El método inductivo- deductivo.
2.2.3 El método analítico- sintético.
2.2.4 El método analógico.
2.2.5 El método del constructivismo.
2.2.6 El método hermenéutico.
2.3 Técnicas documentales y de campo.
2.3.1 Definición de técnicas.
2.3.2 Principales técnicas documentales.
2.3.3 Técnicas de campo.

Tema III. EL PLAN DE INVESTIGACION


3.1. La importancia de la planeación en la investigación económica.
3.2 Los elementos del plan de investigación.
3.2.1 La justificación del problema.
3.2.2 El planteamiento del problema.
3.2.3 Marco teórico.
3.2.4 Definición del problema.
3.2.5 La hipótesis.
3.2.6 Los objetivos de la investigación.
3.2.7 El guión preliminar.
3.2.8 Métodos y técnicas.
3.2.9 El cronograma de actividades.

Tema IV. TECNICAS PARA EL MANEJO DE MATERIAL DE REFERENCIA (DOCUMENTAL)


4.1. La búsqueda del material de referencia.
4.2. El registro y la organización del material de referencia.
4.2.1 Fichas bibliograficas y hemerograficas.
4.2.2 Organización del fichero correspondiente.
4.3. Recepción de conocimientos.
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4.3.1 La lectura inicial.
4.3.2 El estudio de libros científicos.
4.3.3 Fichas de trabajo.
4.3.4 Organización del fichero correspondiente.

Tema V. TECNICAS PARA REALIZAR LA INVESTIGACIÓN DE CAMPO.


5.1 El problema y la hipótesis y las técnicas de investigación.
5.2 La observación.
5.2.1 Definición
5.2.2 Clases de observación.
5.3 La entrevista.
5.3.1 Definición
5.3.2 Clases de entrevistas.
5.4 El cuestionario.
5.4.1 Definición.
5.4.2 Clase de cuestionario

Tema VI. REGISTRO, SELECCIÓN Y ORDENAMIENTO DEL MATERIAL RECOPILADO


6.1 El manejo del fichero en carpetas.
6.2 El ordenamiento de las fichas.
6.3 El equilibrio del temario.
6.4 Redacción de un borrador.
6.5 Redactar el guión definitivo.
6.6 Las notas del pie de página y sus diversos tipos.
6.7 Revisión de los objetivos iniciales.
6.8 Análisis de las hipótesis planteadas.
6.9 Evaluación de las conclusiones y recomendaciones.

Tema VII. REDACCIÓN Y PRESENTACIÓN FINAL DEL INFORME DE INVESTIGACIÓN


7.1 Las partes complementarias de la obra.
7.1.1 Redacción de la introducción, prologo, etc.
7.1.2 Ordenar bibliografía general.
7.1.3 Incluir anexos, apéndices, cuadros, etc.
7.1.4 La elaboración del índice o contenido.
7.2 Redacción final y presentación
7.2.1 Letra, papel, títulos, etc.
7.2.2 La portada.

INTRODUCCIÓN
En nuestra vida cotidiana, encontramos con frecuencia problemas que, una vez que los conocemos en profundidad, nos percatamos de
que no es fácil aportar una solución, sin antes haber averiguado cuáles son las causas de ese problema que sea que nos ocupa. En el caso de
la Economía, sabemos que el principal problema que requiere atención, es la escasez, y que no ha sido fácil proponer medidas que la
solucionen de forma que satisfagan a todos los componentes de la sociedad.
Para lograr resolver esta y otras cuestiones, es necesario seguir un proceso metodológico que permita obtener como resultado, un
procedimiento organizado y claro, que facilite efectuar una investigación, refiriéndonos a la investigación científica en particular, sea cual sea el
enfoque que deseemos emplear.
Como parte de la formación del economista, resulta de gran importancia conocer las principales herramientas que se requieren para llevar
a cabo el proceso de investigación.
Sin embargo, esto no sería posible si antes no se conocen los fundamentos de la ciencia, ya sea desde una perspectiva histórica, donde se
den a conocer los orígenes de lo que conocemos como ciencia, de la sistematización de la metodología de la investigación y las doctrinas que
han sustentado la ciencia económica que, cabe destacar, es nuestro objeto de estudio.
El presente material didáctico se compone de una parte teórica, consistente en lecturas, organizadas en bloques correspondientes a cada
unidad; una parte práctica, que se conforma con actividades de aprendizaje, que se pueden autoadministrar; cada una de las unidades concluye
con una guía de autoevaluación, con la cual el alumno puede constatar sus avances.
En esta guía se abordan las teorías que han contribuido a forjar la ciencia; se presentan los principales planteamientos que han
conformado la noción de ciencia, destacando el progreso que han logrado las ciencias sociales en general, y la economía en particular,
manteniendo siempre un enfoque objetivo y de actualidad, presentando asimismo perspectivas hacia el futuro del quehacer de esta área del
conocimiento. Todo esto se encuentra en las dos primeras unidades de la guía.
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En la tercera unidad, se inicia el estudio de la metodología de la investigación propiamente dicha, mostrando, como primer paso, la
elaboración del diseño de investigación.
En la cuarta unidad, se encuentran los pasos que se llevan a cabo para la obtención de datos procedentes de fuentes documentales.
Mientras que en la quinta unidad se presentan las principales herramientas que se requieren para la realización de la investigación de campo, y
poder recabar de una manera objetiva los datos que proceden de fuentes directas.
Las unidades VI y VII de la guía contienen elementos que resultan necesarios para la redacción y la presentación del informe de
investigación. En ellas se encuentran recomendaciones para elaboración de notas y citas de pie de página, así como de redacción y estilo, que
permitirán que el informe de investigación dé a conocer los resultados obtenidos de una manera clara y comprensible para todo público.
El alumno tiene en las lecturas acceso a toda la información necesaria. Igualmente podrá consultar la bibliografía complementaria que se le
proporcione, para que pueda profundizar en aquellos aspectos que sean de su interés, así como para enriquecer sus conocimientos en un área
que resulta de suma importancia en la práctica profesional del economista.

Métodos y Técnicas de Investigación Económica.


NOMBRE DE LA ASIGNATURA:

LICENCIATURA: Economía

SEMESTRE: Primero.

ÁREA A LA QUE PERTENECE: Formación Métodos e Investigación

SERIACIÓN: Indicativa

CARÁCTER: Obligatoria

NÚMERO DE CRÉDITOS: 3 Créditos

Objetivo general del curso


_____________________________________________________________________________

Problematizar la polémica acerca del conocimiento, sus procesos, los métodos y técnicas de investigación económica.

Criterios para la evaluación


________________________________________________________________________

El alumno de la asignatura de Métodos y Técnicas de Investigación Económica, debe leer los materiales didácticos correspondientes a
cada uno de los temas del programa de la asignatura (antología), para que al final resuelva un cuestionario por unidad temática el cual le
permitirá apreciar desde su perspectiva el conocimiento y comprensión de los mismos.
Este cuestionario es una modalidad dentro del proceso de evaluación del aprendizaje del alumno, que el maestro puede tomar como parte
de su proceso de evaluación además de los requerimientos individuales que bajo el principio de la libertad de cátedra le otorga la Universidad
Nacional Autónoma de México, como lo son exámenes parciales por unidad, examen final, trabajos de investigación, controles de lectura,
ensayos, etc.

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UNIDAD I
____________________________________________________________________________________________
EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO.

INTRODUCCIÓN
Esta unidad proporciona una introducción al proceso del conocimiento en general y del relacionado con la economía en particular, así como
la relación que tiene esta ciencia con otras áreas del conocimiento.

ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE
1.1 Realiza las lecturas que se presentan en la unidad.
1.2 Elabora un cuadro de los conceptos que se presentan en esta unidad y su relación aplicativa en el campo de la economía.
1.3 Con un mapa conceptual explica la ciencia formal y la ciencia Fáctica.
1.4 Elabora un cuadro sinóptico sobre la relación de la economía con otras ciencias.
1.5 Con base en los elementos anteriores, elabora tu propia definición de ciencia.

Objetivo particular
El alumno comprenderá que la investigación científica es un proceso sistemático y que fundamenta la construcción de la ciencia.

CONTENIDOS
1.1 El conocimiento científico.
1.1.1 El proceso de conocimiento.
1.1.2 Definición de ciencia.
1.1.2.1 Enfoque positivista.
1.1.2.2 Enfoque constructivismo (marxista)
1.1.3 Problemas en la construcción de la ciencia.
1.1.3.1 Ideología.
1.1.3.2 Objetividad.
1.1.3.3 Metodología (método científico).
1.2. Clasificación de las ciencias.
1.2.1 Ciencias naturales y exactas.
1.2.2 Ciencias sociales y humanas.
1.3. Economía como ciencia social y su relación con la teología y otras ciencias.
1.3.1 Economía y sociología.
1.3.2 Economía y política.
1.3.3 Economía y psicología.
1.3.4 Economía y tecnología.

Para cubrir la información de los subtemas, consultar las siguientes fuentes:


Fichas bibliográficas de los documentos
Documento Ficha
1. A GÓMEZ López, R.
Evolución científica y metodológica de la Economía.
[En Línea] Capítulo 2 de libro electrónico.
Versión completa en
http://www.eumed.net/cursecon/libreria/rgl-evol/rgl-metod.pdf
Disponible en red
Fecha de revisión 1 Diciembre 2010.
1.B BUNGUE, Mario.
La ciencia, su método y su filosofía.
Nueva Imagen, México 1989.
http://www.docencia.udea.edu.co/.../19/Documentos_curso_I/Modul
o_2/La_ciencia_su_metodo_y_su_filosofia.doc
1.C Gómez López, R.
Evolución científica y metodológica de la Economía.
Texto completo en http://www.eumed.net/cursecon/libreria/ (2004)
Págs. 59 a 75.

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1.D BUCHANAN, James.
La Economía y sus Vecinos Científicos.
KRUPP, Roy (compilador). La Estructura de la Ciencia Económica.
Ediciones Aguilar, Madrid 1968. . [En línea] Disponible en:
www.cepchile.cl/dms/archivo_1383_583/rev02_buchanan.pdf

1. A GÓMEZ López, R.
Evolución científica y metodológica de la Economía.
[En Línea] Capítulo 2 de libro electrónico.
Versión completa en
http://www.eumed.net/cursecon/libreria/rgl-evol/rgl-metod.pdf
Disponible en red
Fecha de revisión 1 Diciembre 2010.
[…]
2.1. CONCEPTO DE CIENCIA Y CLASIFICACIÓN DE LAS CIENCIAS
Atendiendo al significado etimológico del término ciencia como ―saber‖ en general, encontramos dos acepciones: una como saber científico
y otra como saber vulgar. Cuando mencionemos este vocablo a lo largo del trabajo estaremos haciendo referencia a la primera. Tomando como
válida esta idea inicial, podemos aceptar la siguiente definición de ciencia: ―Un modo de conocimiento que aspira a formular, mediante lenguajes
rigurosos y apropiados, en lo posible con el auxilio del lenguaje matemático, leyes por medio de las cuales se rigen los fenómenos. Estas leyes
son de diversos órdenes. Todas tienen varios elementos en común: ser capaces de describir series de fenómenos, ser comprobables por medio
de la observación de los hechos y ser capaces de predecir acontecimientos futuros‖ (Ferrater, 1965, pág. 284). A partir de esta definición
podemos extraer tres características básicas que identifican a toda ciencia: la formulación de leyes con capacidad de descripción, posibilidad de
contrastación y oportunidad para la predicción.
Bunge (1975, pág. 9) nos proporciona varias definiciones y descripciones que nos aproximan al concepto de ciencia. Así, entiende que la
ciencia puede caracterizarse como ―conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable y, por consiguiente, falible‖. Considera que ciencia es
―un bien por sí mismo, esto es, como un sistema de ideas establecidas provisionalmente –conocimiento científico-―. Más recientemente, Bunge
(1985, pág. 10) la define como ― el estudio de la realidad por medio del método científico y con el fin de descubrir las leyes de las cosas‖.
Otros autores más próximos a la disciplina que nos ocupa, prefieren entender la ciencia como ―Cualquier tipo de conocimiento que haya
sido objeto de esfuerzos para perfeccionarlo‖ (Schumpeter, 1982, pág.41), en el mismo sentido es posible aportar otra definición de ciencia
debida al Profesor Castañeda (1968, pág. 11): ―Una ciencia es, pues, un conjunto sistemático de cuestiones y proposiciones referentes a un
objeto y elaboradas con criterios de verdad y certeza‖.
La búsqueda de respuestas a todos los acontecimientos que inciden en la vida real del ser humano ha originado, desde siempre, la
continua preocupación de éste por el saber y la verdad, esto es, por los términos caracterizadores de la ciencia. El hombre ha sentido, desde
sus orígenes, la necesidad de comprender, cuando el conocimiento sobre algún hecho alcanza un grado de interés generalizado; ―...a la
confianza con lo habitual, en las cosas en que no se repara, sucede la desconfianza, la desorientación...‖ (Ortega y Gasset, 1966a).
Tradicionalmente, y hasta el siglo pasado, era mantenida por gran parte de los filósofos la convicción casi generalizada de la validez
incontestable de las teorías, de ahí que la mera aceptación de un conocimiento como válido podía hacer pensar en el método que lo había
permitido alcanzar.
Tal idea es posible que se derive de la interpretación etimológica del término, como el camino que ha de recorrer la mente en la búsqueda
de la verdad, "como si se tratara de una vía ineludible que necesariamente hay que recorrer en la elaboración de un cuerpo de conocimientos
para que su estructura merezca la calificación de científica" (Carreras Artau, 1955).
Pero de la validez absoluta del conocimiento se pasa, posteriormente, a un nuevo planteamiento basado en una relativa aceptación de la
teoría en función de su refutación al contrastarla con la realidad.
En la actualidad, prevalece la proposición de hipótesis y teorías que posteriormente serán contrastadas o refutadas. Al respecto apunta
Wartofsky (1973), la ciencia ―experimenta; descubre; mide y observa; inventa técnicas y herramientas; propone y dispone, hace hipótesis y
ensaya; hace preguntas a la naturaleza y obtiene respuestas; hace conjeturas, refuta, confirma o no confirma; separa lo verdadero de lo falso, lo
que tiene sentido de lo que no lo tiene; nos dice como llegar donde queremos llegar, como hacer lo que queremos hacer‖.
Posiblemente, como afirma Lákatos (1975), durante siglos, el conocimiento fue entendido como conocimiento demostrado, ya fuese por la
evidencia o por el poder del intelecto, aunque la integridad de éste exigía abandonar las afirmaciones no demostradas.
Ahora bien, es oportuno distinguir en la ciencia entre el trabajo o investigación, y su resultado final: el conocimiento. De alguna manera, así
lo expresa Wartofsky (1973) cuando afirma que ―la ciencia es un modo de conocer el mundo y también un cuerpo de conocimiento. Cabe
caracterizarla en función de un proceso de investigación, de una búsqueda de la verdad, y es posible caracterizarla también como la estructura
o cuerpo formado por la acumulación de las verdades fundadas, o presuntas verdades, que tal búsqueda haya originado‖.
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De lo anterior se puede deducir, por tanto, que la ciencia implica conocimiento. No obstante, hay que tener presente que no todo
conocimiento puede recibir el calificativo de científico, por lo que habrá que señalar que atributos deben reunir aquel para ser tipificado como tal.
En este sentido, Bunge (1980) distingue entre dos formas de presentarse el conocimiento: común y científico, señalando, al respecto, que ―parte
del conocimiento previo de que arranca toda investigación es conocimiento ordinario, esto es conocimiento no especializado, y parte de él es
conocimiento científico, o sea, se ha obtenido mediante el método de la ciencia y puede volver a someterse a prueba, enriquecerse y, llegado el
caso, superarse mediante el mismo método. A medida que progresa, la investigación corrige o hasta rechaza porciones del acervo del
conocimiento ordinario. Así se enriquece este último con los resultados de la ciencia: parte del sentido común de hoy día es resultado de la
investigación científica de ayer‖.
En lo que se refiere a su clasificación, muchos han sido los intentos de ofrecer una tipología de las mismas. Una primera clasificación
general discierne entre ciencia humanas y ciencias de la naturaleza. Particularmente nos sentimos atraídos por la clasificación del Profesor
Bunge, distinguiendo entre ciencias formales y ciencias factuales o empíricas: ―La diferencia primera y más notable entre las varias ciencias es
la que se presenta entre ciencias formales y ciencias fácticas, o sea, entre las que estudian ideas y las que estudian hechos. La lógica y la
matemática son ciencias formales, no se refieren a nada que se encuentre en la realidad, y por tanto, no pueden utilizar nuestros contactos con
la realidad para convalidar sus fórmulas. La física y la economía se encuentran en cambio entre las ciencias fácticas, se refieren a hechos que
se supone ocurren en el mundo, y, consiguientemente, tienen que apelar a la experiencia para contratar sus fórmulas‖ (Bunge, 1985, Pág.38).
La ciencia formal, por tanto, estudia las ideas y utiliza como principios de razonamiento las reglas de la lógica y las matemáticas. La lógica
sirve a las demás ciencias para aclarar y analizar las verdades propias de su objeto, proporciona un método para analizar las estructuras de las
ciencias, sus conocimientos principales, así como para ver la manera de relacionarlos y resumirlos hasta llegar a sus conclusiones. Las
Matemáticas proporcionan el instrumento de formalización decisivo, con el que las ciencias resultan más comprensivas y universales. La ciencia
factual o empírica es aquella que analiza los hechos, la relación entre los fenómenos que se observan, trata de explicar la realidad y predecir los
acontecimientos. Bunge (1975, pág. 15) establece un amplio abanico de características de las ciencias factuales y de los elementos que
identifican al conocimiento científico*:
1. El conocimiento científico es fáctico: ―parte de los hechos, los respeta hasta cierto punto, y siempre vuelve a ellos‖. Toda ciencia
empírica comienza con una observación de los hechos y fenómenos que le interesan y los estudia sin modificarlos, si ello no es posible, los
cambios serán objetivos, nunca arbitrarios.
2. El conocimiento científico transciende los hechos: ―descartar los hechos, produce nuevos hechos y los explica‖. Una vez descritos los
fenómenos procedemos a su clasificación. Pero no sólo seleccionan y controlan los hechos los científicos, sino que siempre que se pueda se
reproducen e incluso se obtienen hechos nuevos. Además, el conocimiento científico racionaliza la experiencia en lugar de limitarse a
describirla. Es decir, la ciencia no se limita a la mera clasificación de los fenómenos, sino que los explica formulando hipótesis y teorías.
3. La ciencia es analítica. La investigación científica, al estudiar los objetos los descompone para ver claramente sus elementos integrantes
y sus interdependencias. Pero esta división debe hacerse de tal manera que no se pierda la visión de totalidad del objeto estudiado (―Lejos de
disolver la integración, el análisis es la única forma conocida de describir cómo emergen, subsisten y se desintegran los todos. La ciencia no
ignora la síntesis, pero rechaza la pretensión irracionalista de que la síntesis pueden ser aprendidas por una intuición especial, sin previo
análisis‖).
4. La investigación científica es especializada. La ciencia está dividida en sectores, en cierta medida independientes. Pero a pesar de esta
especialización, existe unidad metodológica. Además, superando esta especialización, hay áreas de la ciencia que son interdisciplinarias, como
por ejemplo la Bioquímica, la Investigación Operativa, la Psicología Social, por poner solo algunos.
5. El conocimiento científico es claro y preciso. Evita, en la medida de lo posible, la vaguedad, la inexactitud y la superficialidad. En aras de
la precisión y de la exactitud, la ciencia realiza una formulación clara de los problemas, define claramente los conceptos, respeta esas
definiciones. La ciencia utiliza lenguajes artificiales y simbólicos. La ciencia busca la medición de los hechos.
6. Un requisito esencial del conocimiento científico es su verificabilidad. Con el fin de explicar un fenómeno, el científico aventura conjeturas
que deben ser puestas a prueba de forma empírica para probar su veracidad.
7. La investigación científica es metódica (―no es errática, sino planeada. Los investigadores no tantean en la oscuridad sino que saben lo
que buscan y cómo encontrarlo‖).
8. El conocimiento científico es sistemático (―Una ciencia no es un agregado de informaciones inconexas, sino un sistema de ideas
conectadas entre sí de un modo lógico‖).
9. El conocimiento científico es general (―Ubica los hechos singulares en pautas generales y los enunciados particulares en esquemas
amplios‖). Al científico no le interesan los hechos aislados si no es para generalizarlos, para hallar características comunes, las cualidades
esenciales y las relaciones con marchamo de uniformidad.
10. El conocimiento científico es legal, se esfuerza en descubrir y aplicar leyes. La ciencia (―encuentra la esencia en las variables
relevantes y en las relaciones invariantes entre ellas‖).
11. La ciencia es explicativa (―Intenta explicar los hechos en términos de leyes y las leyes en términos de principios‖). Los científicos,
además de saber como son los fenómenos buscan sus causas.

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12. El conocimiento científico es predictivo (―Transciende la masa de los hechos de experiencia, imaginando como ha sido el pasado y
como puede ser el futuro. La predicción se fundamenta sobre leyes y sobre informaciones específicas fidedignas relativas al estado de cosas
actuales o pasado‖).
13. La ciencia es abierta. El acervo de los conocimientos científicos no es irrefutable, cerrado y concluido, por el contrario, el conocimiento
científico puede ser siempre refutado y así, hasta el principio más sólido puede ser sustituido. El progreso científico se debe, entre otros
factores, a que en la ciencia no hay dogmatismo y todo está abierto a la controversia.
14. La ciencia es útil (―Busca la verdad y por ello la ciencia es eficaz para proveer herramientas para el bien o para el mal‖).
1.B BUNGUE, Mario.
La ciencia, su método y su filosofía.
Nueva Imagen, México 1989.
http://www.docencia.udea.edu.co/.../19/Documentos_curso_I/Modul
o_2/La_ciencia_su_metodo_y_su_filosofia.doc
1. Introducción
Mientras los animales inferiores sólo están en el mundo, el hombre trata de entenderlo; y sobre la base de su inteligencia imperfecta pero
perfectible, del mundo, el hombre intenta enseñorearse de él para hacerlo más confortable. En este proceso, construye un mundo artificial: ese
creciente cuerpo de ideas llamado "ciencia", que puede caracterizarse como conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable y por
consiguiente falible. Por medio de la investigación científica, el hombre ha alcanzado una reconstrucción conceptual del mundo que es cada vez
más amplia, profunda y exacta.
Un mundo le es dado al hombre; su gloria no es soportar o despreciar este mundo, sino enriquecerlo construyendo otros universos. Amasa
y remoldea la naturaleza sometiéndola a sus propias necesidades animales y espirituales, así como a sus sueños: crea así el mundo de los
artefactos y el mundo de la cultura. La ciencia como actividad -como investigación- pertenece a la vida social; en cuanto se la aplica al
mejoramiento de nuestro medio natural y artificial, a la invención y manufactura de bienes materiales y culturales, la ciencia se convierte en
tecnología. Sin embargo, la ciencia se nos aparece como la más deslumbrante y asombrosa de las estrellas de la cultura cuando la
consideramos como un bien en sí mismo, esto es como una actividad productora de nuevas ideas (investigación científica). Tratemos de
caracterizar el conocimiento y la investigación científicos tal como se los conoce en la actualidad.
2. Ciencia formal y ciencia fáctica
No toda la investigación científica procura el conocimiento objetivo. Así, la lógica y la matemática -esto es, los diversos sistemas de lógica
formal y los diferentes capítulos de la matemática pura- son racionales, sistemáticos y verificables, pero no son objetivos; no nos dan
informaciones acerca de la realidad: simplemente, no se ocupan de los hechos. La lógica y la matemática tratan de entes ideales; estos entes,
tanto los abstractos como los interpretados, sólo existen en la mente humana. A los lógicos y matemáticos no se les da objetos de estudio: ellos
construyen sus propios objetos. Es verdad que a menudo lo hacen por abstracción de objetos reales (naturales y sociales); más aún, el trabajo
del lógico o del matemático satisface a menudo las necesidades del naturalista, del sociólogo o del tecnólogo, y es por esto que la sociedad los
tolera y, ahora, hasta los estimula. Pero la materia prima que emplean los lógicos y los matemáticos no es fáctica sino ideal.
Por ejemplo, el concepto de número abstracto nació, sin duda, de la coordinación (correspondencia biunívoca) de conjuntos de objetos
materiales, tales como dedos, por una parte, y guijarros, por la otra; pero no por esto aquel concepto se reduce a esta operación manual, ni a
los signos que se emplean para representarlo. Los números no existen fuera de nuestros cerebros, y aún allí dentro existen al nivel conceptual,
y no al nivel fisiológico. Los objetos materiales son numerables siempre que sean discontinuos; pero no son números; tampoco son números
puros (abstractos) sus cualidades o relaciones. En el mundo real encontramos 3 libros, en el mundo de la ficción construimos 3 platos voladores.
¿Pero quién vio jamás un 3, un simple 3?
La lógica y la matemática, por ocuparse de inventar entes formales y de establecer relaciones entre ellos, se llaman a menudo ciencias
formales, precisamente porque sus objetos no son cosas ni procesos, sino, para emplear el lenguaje pictórico, formas en las que se puede
verter un surtido ilimitado de contenidos, tanto fácticos como empíricos. Esto es, podemos establecer correspondencias entre esas formas (u
objetos formales), por una parte, y cosas y procesos pertenecientes a cualquier nivel de la realidad por la otra. Así es como la física, la química,
la fisiología, la psicología, la economía, y las demás ciencias recurren a la matemática, empleándola como herramienta para realizar la más
precisa reconstrucción de las complejas relaciones que se encuentran entre los hechos y entre los diversos aspectos de los hechos; dichas
ciencias no identifican las formas ideales con los objetos concretos, sino que interpretan las primeras en términos de hechos y de experiencias
(o, lo que es equivalente, formalizan enunciados fácticos).
Lo mismo vale para la lógica formal: algunas de sus partes -en particular, pero no exclusivamente, la lógica proposicional bivalente- pueden
hacerse corresponder a aquellas entidades psíquicas que llamamos pensamientos. Semejante aplicación de las ciencias de la forma pura a la
inteligencia del mundo de los hechos, se efectúa asignando diferentes interpretaciones a los objetos formales. Estas interpretaciones son,
dentro de ciertos límites, arbitrarias; vale decir, se justifican por el éxito, la conveniencia o la ignorancia. En otras palabras el significado fáctico o
empírico que se les asigna a los objetos formales no es una propiedad intrínseca de los mismos. De esta manera, las ciencias formales jamás
entran en conflicto con la realidad. Esto explica la paradoja de que, siendo formales, se "aplican" a la realidad: en rigor no se aplican, sino que
se emplean en la vida cotidiana y en las ciencias fácticas a condición de que se les superpongan reglas de correspondencia adecuada. En
suma, la lógica y la matemática establecen contacto con la realidad a través del puente del lenguaje, tanto el ordinario como el científico.

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Tenemos así una primera gran división de las ciencias, en formales (o ideales) y fácticas (o materiales). Esta ramificación preliminar tiene
en cuenta el objeto o tema de las respectivas disciplinas; también da cuenta de la diferencia de especie entre los enunciados que se proponen
establecer las ciencias formales y las fácticas: mientras los enunciados formales consisten en relaciones entre signos, los enunciados de las
ciencias fácticas se refieren, en su mayoría, a entes extracientíficos: a sucesos y procesos. Nuestra división también tiene en cuenta el método
por el cual se ponen a prueba los enunciados verificables: mientras las ciencias formales se contentan con la lógica para demostrar
rigurosamente sus teoremas (los que, sin embargo, pudieron haber sido adivinados por inducción común o de otras maneras), las ciencias
fácticas necesitan más que la lógica formal: para confirmar sus conjeturas necesitan de la observación y/o experimento. En otras palabras, las
ciencias fácticas tienen que mirar las cosas, y, siempre que les sea posible, deben procurar cambiarlas deliberadamente para intentar descubrir
en qué medida sus hipótesis se adecuan a los hechos.
Cuando se demuestra un teorema lógico o matemático no se recurre a la experiencia: el conjunto de postulados, definiciones, reglas de
formación de las expresiones dotadas de significado, y reglas de inferencia deductiva -en suma, la base de la teoría dada-, es necesaria y
suficiente para ese propósito. La demostración de los teoremas no es sino una deducción: es una operación confinada a la esfera teórica, aun
cuando a veces los teoremas mismos (no sus demostraciones) sean sugeridos en alguna esfera extramatemática y aun cuando su prueba (pero
no su primer descubrimiento) pueda realizarse con ayuda de calculadoras electrónicas. Por ejemplo, cualquier demostración rigurosa del
teorema de Pitágoras prescinde de las mediciones, y emplea figuras sólo como ayuda psicológica al proceso deductivo: que el teorema de
Pitágoras haya sido el resultado de un largo proceso de inducción conectado a operaciones prácticas de mediciones de tierras, es objeto de la
historia, la sociología y la psicología del conocimiento.
La matemática y la lógica son, en suma, ciencias deductivas. El proceso constructivo, en que la experiencia desempeña un gran papel de
sugerencias, se limita a la formación de los puntos de partida (axiomas). En matemática la verdad consiste, por esto, en la coherencia del
enunciado dado con un sistema de ideas admitido previamente: por esto, la verdad matemática no es absoluta sino relativa a ese sistema, en el
sentido de que una proposición que es válida en una teoría puede dejar de ser lógicamente verdadera en otra teoría. (Por ejemplo, en el sistema
de aritmética que empleamos para contar las horas del día, vale la proposición de 24 + 1 = 1.) Más aún las teorías matemáticas abstractas, esto
es, que contienen términos no interpretados (signos a los que no se atribuye un significado fijo, y que por lo tanto pueden adquirir distintos
significados) pueden desarrollarse sin poner atención al problema de la verdad.
Considérese el siguiente axioma de cierta teoría abstracta (no interpretada): "Existe por lo menos un x tal que es P". Se puede dar un
número ilimitado de interpretaciones (modelos) de este axioma, dándose a x y F otros tantos significados. Si decimos que S designa punto,
obtenemos un modelo geométrico dado: si adoptamos la convención de que L designa número, obtenemos un cierto modelo aritmético, y así
sucesivamente. En cuanto "llenamos" la forma vacía con un contenido específico (pero todavía matemático), obtenemos un sistema de entes
lógicos que tienen el privilegio de ser verdaderos o falsos dentro del sistema dado de proposiciones: a partir de ahí tenemos que habérnoslas
con el problema de la verdad matemática. Aún así tan sólo las conclusiones (teoremas) tendrán que ser verdaderas: los axiomas mismos
pueden elegirse a voluntad. La batalla se habrá ganado si se respeta la coherencia lógica esto es, si no se violan las leyes del sistema de lógica
que se ha convenido en usar.
En las ciencias fácticas, la situación es enteramente diferente. En primer lugar, ellas no emplean símbolos vacíos (variables lógicas) sino
tan sólo símbolos interpretados; por ejemplo no involucran expresiones tales como 'x es F', que no son verdaderas ni falsas. En segundo lugar,
la racionalidad -esto es, la coherencia con un sistema de ideas aceptado previamente- es necesaria pero no suficiente para los enunciados
fácticos; en particular la sumisión a algún sistema de lógica es necesaria pero no es una garantía de que se obtenga la verdad. Además de la
racionalidad, exigimos de los enunciados de las ciencias fácticas que sean verificables en la experiencia, sea indirectamente (en el caso de las
hipótesis generales), sea directamente (en el caso de las consecuencias singulares de las hipótesis). Únicamente después que haya pasado las
pruebas de la verificación empírica podrá considerarse que un enunciado es adecuado a su objeto, o sea que es verdadero, y aún así hasta
nueva orden. Por eso es que el conocimiento fáctico verificable se llama a menudo ciencia empírica.
En resumidas cuentas, la coherencia es necesaria pero no suficiente en el campo de las ciencias de hechos: para anunciar que un
enunciado es (probablemente) verdadero se requieren datos empíricos (proposiciones acerca de observaciones o experimentos). En última
instancia, sólo la experiencia puede decirnos si una hipótesis relativa a cierto grupo de hechos materiales es adecuada o no. El mejor
fundamento de esta regla metodológica que acabamos de enunciar es que la experiencia le ha enseñado a la humanidad que el conocimiento
de hecho no es convencional, que si se busca la comprensión y el control de los hechos debe partirse de la experiencia. Pero la experiencia no
garantizará que la hipótesis en cuestión sea la única verdadera: sólo nos dirá que es probablemente adecuada, sin excluir por ello la posibilidad
de que un estudio ulterior pueda dar mejores aproximaciones en la reconstrucción conceptual del trozo de realidad escogido. El conocimiento
fáctico, aunque racional, es esencialmente probable: dicho de otro modo: la inferencia científica es una red de inferencias deductivas
(demostrativas) y probables (inconcluyentes).
Las ciencias formales demuestran o prueban: las ciencias fácticas verifican (confirman o disconfirman) hipótesis que en su mayoría son
provisionales. La demostración es completa y final; la verificación es incompleta y por eso temporaria. La naturaleza misma del método científico
impide la confirmación final de las hipótesis fácticas. En efecto los científicos no sólo procuran acumular elementos de prueba de sus
suposiciones multiplicando el número de casos en que ellas se cumplen; también tratan de obtener casos desfavorables a sus hipótesis,
fundándose en el principio lógico de que una sola conclusión que no concuerde con los hechos tiene más peso que mil confirmaciones. Por ello,
mientras las teorías formales pueden ser llevadas a un estado de perfección (o estancamiento), los sistemas relativos a los hechos son
esencialmente defectuosos: cumplen, pues, la condición necesaria para ser perfectibles. En consecuencia si el estudio de las ciencias formales
vigoriza el hábito del rigor, el estudio de las ciencias fáctiles puede inducirnos a considerar el mundo como inagotable, y al hombre como una
empresa inconclusa e interminable.
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Las diferencias de método, tipo de enunciados, y referentes que separan las ciencias fácticas de las formales, impiden que se las examine
conjuntamente más allá de cierto punto. Por ser una ficción seria, rigurosa y a menudo útil, pero ficción al cabo, la ciencia formal requiere un
tratamiento especial.
1.C Gómez López, R.
Evolución científica y metodológica de la Economía.
Texto completo en http://www.eumed.net/cursecon/libreria/ (2004)
Págs. 59 a 75.
II.- LA CIENCIA DE LA ECONOMÍA I
NTRODUCCIÓN En este apartado del presente manual docente, pretendo recoger algunas consideraciones generales sobre la Economía,
la primera una clara referencia a la determinación del objeto de la ciencia económica, para después pasar a temas que traten del significado,
carácter y método. Cuestiones todas ellas de permanente motivo de discusión entre los estudiosos de esta disciplina, de quienes se recogerán
algunas de las opiniones más cualificadas.
Resulta obligada la referencia al propio concepto de Economía, a lo que se entiende por tal, mostrando algunos de los numerosos
empeños que a lo largo de la historia se han realizado par definir este término.
Profundizando en la caracterización de la Economía, se establecen algunas de las opiniones surgidas en torno a su consideración científica
y la presencia o no de valoraciones ideológicas en las recomendaciones económicas. Así mismo se tratará, a su vez, de encuadrar dentro de
este marco general los conceptos de Economía (Economía Aplicada) Este apartado finaliza con un breve recorrido por la historia del
pensamiento y el método económico, que nos permitirá una mejor comprensión del contenido de la Economía y de las coordenadas en que se
desenvuelve en la actualidad.
1.- EL OBJETO DE LA ECONOMÍA Antes de perfilar una definición formal de nuestra disciplina, nos parece oportuno buscar la
caracterización esencial del objeto de la ciencia económica.
Delimitar cuál es el objeto de estudio nos parece fundamental, pues puede ocurrir, como decía Robbins, que todos hablemos de los mismo
sin habernos puesto de acuerdo todavía sobre el objeto de la conversación.
Empezaremos con las aportaciones de los ―Economistas Clásicos‖, quienes centran su interés en la riqueza y resaltan la importancia del
consumo como fina de toda producción. En este sentido, para A. Smith, el principal objeto de la economía de cualquier país, consiste en
aumentar la riqueza y el poderío de sus dominios. Por tanto, para este economista clásico, el ámbito de estudio de nuestra ciencia sería
determinar las causas explicativas de la riqueza/pobreza de las naciones, clases sociales, grupos o personas (Smith, 1958).
Por su parte, J. Stuart Mill, centra su atención en la distribución, viniendo a definir la economía como la ciencia que estudia la riqueza y las
leyes de su producción y de su distribución (Mill, 1951).
Sin embargo, como comenta el Profesor Castañeda (1968), respecto a la delimitación del objeto por parte de los Economistas Clásicos,
descripciones de este tipo no pueden satisfacernos, pues esto no significa otra cosa que trasladar la cuestión a la determinación de lo que bajo
la palabra ―riqueza‖ deba entenderse. Debemos buscar la caracterización esencial del objeto de la ciencia económica a través de lo que
denominamos ―actividad económica‖, que es como actualmente se entiende y que analizamos en los siguientes párrafos.
Para concretar el objeto de la economía, vamos a delimitar los rasgos propios del aspecto económico de la actividad humana. En este
sentido, la primera característica sería la escasez de los medios empleados para la satisfacción de unas necesidades humanas que son
ilimitadas. Generalmente, el fin que se persigue es que el individuo satisfaga, al menos, algunas de sus necesidades. A este respecto, los
bienes y servicios obtenidos mediante la actividad que llamamos producción se consideran medios a través de los cuales se conseguirá el
objetivo de la satisfacción de las necesidades de los consumidores.
Una segunda nota sería la necesidad de elección, dado que los recursos o medios disponibles para producir los bienes utilizados son
escasos y las necesidades ilimitadas.
Sin escasez de recursos los problemas económicos no existirían, pero, aún con escasez de recursos, si sólo existiera una opción con
respecto a su utilización, los problemas económicos no serían tales.
La existencia de escasez, al ser ilimitadas las necesidades y limitados los recursos, obliga a elegir. Para cualquier sociedad existe un límite,
una ―frontera de posibilidades‖ económicas, por lo que habrá que decidir cómo asignar los recursos para producir unos bienes u otros. El
término que utilizamos para expresas los costes desde el punto de vista de las alternativas perdidas es el de ―coste de oportunidad‖.
Escasez de medios, necesidades ilimitadas, elección de fines y coste de oportunidad constituyen las ideas básicas que permiten
comprender la actividad económica. Resumiremos utilizando las siguientes palabras del profesor Castañeda (1968, pág. 9): ―Podemos sentar la
conclusión de que la actividad económica es la que se dirige a la satisfacción e las necesidades humanas empleando medios escasos con
arreglo al principio de máximo aprovechamiento‖. En definitiva, será esta actividad económica el objeto de la economía y, más concretamente,
los problemas que plantea la actividad económica. A este respecto, los profesores Dornbusch, Ficher, y Schmalensee (1989, pág. 3), exponen
lo siguiente: ―El problema económico esencial de todas las sociedades es el conflicto entre los deseos casi ilimitados de los individuos de bienes
y servicios y los recursos limitados que puedan utilizarse para satisfacerlos‖.

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Para el profesor Lipsey, el objeto de la economía será la resolución de los problemas económicos que ocasionan el hecho de que los
recursos de los países no sean suficientes para la producción de bienes y servicios que necesitan sus ciudadanos para la satisfacción de
necesidades humanas. Estos problemas económicos se concretan en las siguientes preguntas (Lipsey, 1985, pp. 69-72):
1. ¿Qué bienes hay que producir y en qué cantidades?
2. ¿Con qué métodos de producción se obtiene estos bienes?
3. ¿Cómo se distribuye la oferta de bienes producidos entre los individuos que componen la sociedad?
4. ¿Se utiliza la totalidad de los recursos de un país, o algunos se desaprovechan?
5. ¿Permanece constante el poder adquisitivo del dinero y del ahorro o está siendo erosionado por la inflación?
6. Crece cada año la capacidad de la economía de producir bienes y servicios o permanece estacionaria? ‖
2- UNA APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE ECONOMÍA Previamente al estudio de los problemas metodológicos que presenta nuestra
disciplina, estamos obligados a dar una definición de ciencia económica y posteriormente analizar y delimitar el concepto. En este sentido, hay
que aclarar que no resulta fácil dar una definición única, puesto que han sido muchas las que se han propuesto a lo largo de la historia, la
mayoría de ellas están más o menos influidas por las condiciones del momento o bien por las distintas escuelas o doctrinas de pensamiento
económico de la época. No quiere decir esto que exista un relativismo en su concepción, sólo ponemos de relieve la dificultad que entraña el
aceptar una única definición. Dado que hemos indicado anteriormente que la actividad económica tiene por fin la satisfacción de las
necesidades humanas, de la misma forma podría decirse que el fin de la actividad económica es el bienestar humano. En este mismo sentido se
muestra Marshall al expresar la siguiente definición de economía en 1930: ―La economía es un estudio de la humanidad en las ocupaciones
ordinarias de la vida y examina aquella parte de la acción individual y social que pueda tener más estrecha conexión con la obtención y el uso
de los artículos materiales para el bienestar‖ (Marshall, 1957, pág. 1).
Sin embargo, esta propuesta de Marshall sobre el contenido de la economía, en opinión del profesor Castañeda (1968), no considera el
principio de escasez ni la posibilidad de elección de medios limitados sucsceptibles de usos diferentes, es decir, una elección para determinar
entre varias posibilidades la más conveniente.
Por su parte Robbins, se va acercando más a los principios que conforman la actividad económica, su definición, ya clásica, es la siguiente:
―La economía comprende la conducta humana como relación entre fines y medios escasos con usos alternativos‖ (Robbins, 1951)‖.
La definición de Robbins no se centra en cualquier tipo de comportamiento, sino que se ocupa fundamentalmente de un aspecto particular,
la forma que éste adopta bajo la influencia de la escasez. Un inconveniente que encontramos en esta definición es que no se pone de
manifiesto que la economía es una ciencia social que estudia la actividad de los hombres que viven en colectividad. A esta crítica podemos
añadir la del profesor Malinvaud (1981, pág. 13): ―La definición de Robbins corre el riesgo de no distinguir suficientemente la economía de la
ciencia política, puesto que las expresiones ―fines y medios‖ pueden entenderse en un sentido muy general‖.
Por su parte O. Lange en una obra adherida al pensamiento marxista, define la economía como: ―La ciencia de las leyes sociales que rigen
la producción y distribución de los medios materiales que sirven para satisfacer las necesidades humanas‖ (Lange, 1966, pág.11) Malinvaud
también critica esta definición en cuanto a la mala interpretación que se le pueda dar a los contenidos de ―leyes sociales‖, que deberían incluir la
categoría de fenómenos que la economía analiza, más que las relaciones entre ellos, y ―medios materiales‖, en cuanto que no dice nada de los
servicios, que se suponen implícitos dentro de estos medios materiales. En su lugar, propone una definición que de alguna forma completa las
dos anteriores: ―La economía es la ciencia que estudia cómo los recursos escasos se emplean para la satisfacción de las necesidades de los
hombres que viven en sociedad; se interesa, por un lado, en las operaciones esenciales tales como la producción, la distribución y el consumo
de los bienes y, por otro, en las instituciones y las actividades que tienen por objeto facilitar dichas operaciones‖ (Malinvaud, 1981, pág. 13).
Recientemente se ha preferido aclarar el contenido y significado de la economía, más que expresar breves definiciones. De esta forma el
profesor Samuelson (1990, pág.5) delimita el concepto de la siguiente forma: ―La economía es el estudio de las actividades relacionadas con la
producción y con el intercambio de bienes‖.
 ―La economía analiza la evolución de la economía global: las tendencias de los precios, de la producción y del desempleo. Una vez
que se comprenden esos fenómenos, ayuda a elaborar las medidas con las que los gobiernos pueden mejorar los resultados económicos‖.
 ―La economía es la ciencia de la elección. Estudia la forma en que los individuos deciden utilizar los recursos productivos escasos o
limitados para producir diversas mercancías y distribuir estos bienes entre los distintos miembros de la sociedad para su consumo‖.
 ―La economía estudia las relaciones comerciales entre las naciones. Ayuda a explicar por qué éstas exportan algunos bienes e
importan otros y analiza los efectos que produce la instalación de barreras económicas en las fronteras nacionales‖.
 ―La economía es el estudio del dinero, la banca, el capital y la riqueza‖.
Si analizamos las explicaciones propuestas por Samuelson, vemos que contienen las definiciones elaboradas por Robbins, en cuanto a la
utilización de recursos escasos susceptibles de usos alternativos, y la formulada por Lange, que hace hincapié en la distribución―.
Por su parte el profesor Lipsey (1985, pág. 74), prefiere perfilar el alcance de la economía de la siguiente forma: ―La economía definida en
términos generales, se ocupa en la actualidad de:

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 La asignación de los recursos de una sociedad entre sus usos alternativos y la distribución de su producción entre los individuos y los
grupos
 El modo como la producción y la distribución cambian a lo largo del tiempo
 La eficacia e ineficacia de los sistemas económicos‖.
Desde una visión más de evolución, la caracterización conceptual de la economía ha sido objeto de controversia a lo largo de la historia del
pensamiento económico, aunque las diferentes perspectivas que sobre esta disciplina conviven han dado lugar a distintas conceptualizaciones.
Ciertamente, cualquier definición, en la medida que limita o pone fronteras al concepto sobre cuyo significado responde, es susceptible de
ampliación o restricción, lo que se acentúa en el caso de una ciencia humanista y social, con vinculaciones ideológicas e históricas, con un
amplio abanico de escuelas, y que incorpora la certeza de que sus conclusiones no están exentas de un posterior impacto en la realidad.
No es sólo una cuestión de diferencias conceptuales e ideológicas entre autores, sino también el hecho de que las diferentes definiciones
se vinculan, en mayor o menor grado, al estado en que se hallaba la disciplina en el momento de definirla. Así vemos cómo el objeto de la
economía es ―la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones ― (A. Smith), ―las leyes que rigen la distribución de los productos de la
tierra‖ (D. Ricardo); ―poner al desnudo la ley económica del movimiento de la sociedad moderna‖ (C. Marx); ―las acciones del hombre en los
asuntos ordinarios de la vida‖ (A Marshall): ―los precios y sus causas y sus corolarios‖ (Davenport); ―la conducta humana como relación entre
fines y medios limitados que tienen vías alternativas‖ (L. Robbiens).
Mientras que en el siglo XIX la corriente principal en economía se dedicaba al estudio de problemas como la relación entre el crecimiento
de los recursos y el aumento de las necesidades, las leyes de distribución de los productos de la tierra, la naturaleza y causas de la riqueza, o
las leyes de la evolución del capitalismo, en el siglo XX pasó a convertirse en un estudio de los principios que gobiernan la asignación eficiente
de los recursos cuando tanto estos como las necesidades están dados.
Las visiones de A. Smith o Ricardo inciden sobre un objeto amplio de la economía, de naturaleza social, que como señalaba J. S. Mill 29,
está encaminado, a “enseñar o investigar la naturaleza de la riqueza, las leyes de su producción y su distribución, incluyendo directamente o en
forma remota, la actuación de todas las causas por las que la situación de la humanidad, o de cualquier sociedad de seres humanos, prospera o
decae respecto a ese objetivo universal de los deseos humanos”.
Como puede comprobarse, el análisis de las relaciones de producción y distribución, en cuanto condicionantes básicos del crecimiento y
del bienestar social, ocupan ya una parcela importante del esfuerzo científico de la escuela clásica 30.
Del intento de acotar el campo de la economía dado por L. Robbiens, para quien la economía es: ―la ciencia que estudia la conducta
humana como una relación entre fines y medios limitados que tienen diversa aplicación”, se desprende el giro experimentado por las
investigaciones económicas. Este giro tiene sus antecedentes en el último tercio del siglo XIX con Jevons y como síntesis de la corriente
subjetiva. La definición de Robbins sitúa el objeto de la economía en la relación entre fines y medios escasos, aunque sin cuestionarse acerca
de éstos y aquéllos. La economía pasa a ser una ciencia general del comportamiento en un aspecto de la acción humana, la lógica de la
elección en condiciones de escasez31.
La economía así concebida deja de ser una ciencia social para convertirse en una lógica de la actividad racional aplicable por igual en la
medicina, la física o el arte.
El estudio de la optimización de la conducta de los individuos lleva a considerar a éstos como decisores racionales, en lugar de cómo seres
sociales. Desprovistas de su carácter social y haciendo abstracción del marco histórico e institucional, las leyes económicas pasan a adquirir así
el carácter de universales.
Este enfoque expresa el profundo cambio y la ruptura en la concepción del objeto de la economía desde sus primeras formulaciones
científicas. Culmina de esta forma la preocupación por reducir lo más posible el objeto de la economía.
Reduccionismo que se va a manifestar en la transición de la Economía Política clásica a la Economía sin más, por otra parte, ya sugerida
en el título de los Principios de Economía de Marshall en 1890.
Por tanto y después de dos siglos de ocuparse del crecimiento de los recursos, y del aumento de las necesidades, la economía se
convierte, como señala Blaug, en “un estudio de los principios que gobiernan la asignación eficiente de los recursos, cuando tanto los recursos
como las necesidades están dados32”.
Siguiendo a Sweezy, con los recursos, gustos, y técnicas de producción como datos exógenos, con los determinantes políticos-sociales
eliminados y los aspectos institucionales relegados, el sistema económico deja de ser considerado primordialmente en términos de relaciones
entre individuos (relaciones sociales) para contemplarse en términos de relaciones entre individuos y cosas 33.

29 Oser Blanchfield (1980) pág. 150


30 Como se verá en el apartado dedicado al enfoque estructural, la identificación de relaciones estructurales y la preocupación por la realidad, aparecen ya en los primeros
desarrollos de la ciencia económica. La idea de globalidad e interdependencia ya está presentes en la visión de proceso económico de los clásicos.
31 Sin duda, esta concepción genérica de la economía corresponde a una etapa de predominio de las investigaciones macroeconómicas, al observar olvidos importantes como el de

los problemas relativos al crecimiento de los recursos o la falta de referencia a los aspectos sociales.
32 9 Blaug, M (1985) pág. 28
33 10 Sweezy, P. (1975) pág.15

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De esta forma se desarrolla una concepción del objeto de la economía que ni delimita adecuadamente su campo de actuación, que no
logra integrar gran parte del quehacer teórico en economía, ni permite hacer frente a nuevas realidades económicas, de los que los problemas
derivados de la concentración de capital, la expansión de las actividades estatales y el desarrollo institucional, o el desigual desarrollo de las
economías nacionales, pueden ser buenos ejemplos.
No resulta extraño pues, que esta concepción suscitara un intenso debate, encontrando defensores y, sobre todo, detractores
generalizados en torno a lo que en palabras de Hutchison sería “exceso de reduccionismo racionalista”.
Entroncado con los planteamientos de la escuela clásica del estudio de las relaciones de producción y distribución, se dan paso las
definiciones ―materiales‖ que otorgan a la economía la necesaria autonomía dentro de las ciencias sociales.
Desde esta concepción, O. Lange considera que la definición formalista de Robbins difumina los contornos del objeto de la economía y la
empuja a cubrir campos de la actividad humana que le son ajenos y a marginar problemas genuinamente económicos. Lange señala como
objeto de la economía ―el estudio sistemático... de las leyes sociales que rigen la producción y la distribución de los medios materiales que
sirven para satisfacer las necesidades humanas34 ‖.
Las concepciones materialistas, permiten avanzar en la delimitación del ámbito específico de la Economía, centrándola en la descripción y
explicación de los procesos de producción, distribución y consumo de los bienes materiales. Desde una óptica social del proceso económico,
estas concepciones permiten integrar las tradiciones propias de la economía como ciencia favoreciendo un enfoque multidisciplinar y la
incorporación de variables no estrictamente económicas35.
A medio camino entre concepciones como la de Robbinds, y la de Lange, surgen otras definiciones inconcretas y tan amplias que pueden
abarcar las más diversas materias. En esta línea Samuelson, quien junto a Schumpeter no otorga gran interés ni utilidad a la búsqueda de una
definición del objeto de la economía, se limita a ofrecer una descripción de las cuestiones de las que se ocupa la Economía, acaba señalando
que, “la Economía es el estudio de la manera en que las personas terminan por elegir, usando o no el dinero, el empleo de los recursos
productivos escasos que podrían tener usos alternativos para producir diversos bienes y distribuirlos para su consumo, presente y futuro, entre
las diferentes personas o grupos de la sociedad. La Economía analiza los costos y los beneficios derivados de la mejora de los patrones de
utilización de los recursos36”.
La definición de Samuelson mantiene el núcleo de la de Robbins, elección y escasez, introduciendo conceptos como sociedad, grupos o
distribución que la hacen menos coherente y no elude ninguna de las críticas primitivas.
En resumen, la dificultad para encontrar una acotación específica y generalmente aceptada al concepto de economía permite recordar la
afirmación de Pascal, no puede soñarse en definirlo todo, a la vez que pensar con J. Viner en la ausencia de fronteras: economía es lo que
hacen los economistas.
Con las definiciones precedentes se deja notar que la economía es una ciencia social y empírica que se ocupa de estudiar cómo se
administran los recursos escasos susceptibles de usos alternativos para la satisfacción de unas necesidades humanas que son ilimitadas, utiliza
para ello unos instrumentos de análisis con la intención de explicar y predecir los fenómenos observados que acontecen en la actividad
económica.
4.- LA ECONOMÍA COMO CIENCIA Quienes se plantean esta cuestión se ven obligados previamente a interrogarse sobre qué se
entiende por economía y qué se entiende por ciencia.
La solución de ambos interrogantes ha suscitado opiniones encontradas. En el campo concreto de la economía se mantienen en cuestión
aspectos tan elementales como el objeto o el método, por no citar un sinfín de cuestiones, lo que ha impedido hasta el momento alcanzar una
opinión unánime sobre su carácter científico.
La discrepancia no tendría mayor importancia si no fuera porque de las distintas concepciones sobre la ciencia y la economía han surgido
diversas percepciones y diagnósticos sobre la ciencia económica.
En síntesis, el modo de concebir el objeto y el método de la economía se ha polarizado entre la corriente denominada, por un lado, de
tradición marxista, y por otro, la de tradición capitalista, dentro de la cual a su vez se yuxtaponen o se suceden distintas escuelas de
pensamiento. Este marco de discusión se suscita, en todo caso, en el ámbito propio de los economistas y entre economistas.
No sucede lo mismo con la polémica entre lo que es o no es ciencia, que se presenta desde un comienzo como problema marcadamente
filosófico, del que no han rehuido polemizar intelectuales como Kant, para quien el problema está en determinar la demarcación entre ciencia y
metafísica, que sólo es posible establecer a través de criterios lógicos, puesto que para él al conocimiento científico se llega a través de un
ejercicio de lógica.
Abundando en esta interpretación la profesora J. Robinson niega el pretendido carácter científico de la Economía ya que, argumenta, como
ciencia social que, carece de criterios generalmente aceptados sobre las hipótesis, lo que le confiere, en su opinión, un sentido más tecnológico

34 Lange, O. (1961) pág.11


35 Mientras, el enfoque racionalista expresado por Robbins, explicaría la multiplicidad y diversidad de campos en que encontramos trabajando a economistas: la Economía del
Trabajo, la Educación, o el Medio Ambiente, y por tanto, y a la vez, la práctica imposibilidad de definir un objeto común sus preocupaciones.
36 Samuelson, P. (1983) pág. 2

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que científico. Admite la posibilidad de que con el tiempo pueda adquirir carácter científico, si bien, dice, por ahora lo que hay en ella no es más
que una caja de herramientas.
Para otros autores como Schumpeter, que mantienen una concepción más amplia – más sociológica si se quiere- sobre la ciencia, la
Economía lo es. En su interpretación “es ciencia cualquier campo de conocimiento que haya desarrollado técnicas especiales para el hallazgo
de hechos y para la interpretación o la inferencia (análisis)”37. Bajo este criterio la cuestión se hace meridiana, pues resulta evidente que la
economía se vale de técnicas que no son de uso común para el público, siendo, por otra parte, muchos los economistas que las cultivan.
Una forma generalmente aceptada de determinar el carácter científico de una teoría es a través de la refutación de las hipótesis. En el caso
de la economía el problema estriba en la falta de unos criterios mayoritariamente asumidos sobre la forma de realizar esta refutación. Como
señala Mark Blaug “la gran dificultad para verificar las teorías económicas, -antiguas o modernas, no es tanto la imposibilidad de la realización
de experimentos controlados para refutar así las teorías en forma definitiva, sino más bien el hecho de que, por carece de condiciones de
laboratorio adecuadas, los economistas (y por supuesto todos los científicos sociales) no pueden ponerse de acuerdo sobre los criterios
empíricos precisos que deben emplearse para refutar una hipótesis”38 En última instancia, la dificultad para calificar de científica una
determinada teoría económica es que rara vez ésta conduce a conclusiones inequívocas de política económica, más bien al contrario, los
economistas encuentran en ella respaldo a recomendaciones de política económica diametralmente opuestas.
Incapaces de llegar a un acuerdo, e indagando en la vertiente científica de la economía, la cuestión se ha intentado resolver profundizando
en el propio contenido de la misma. Surge así la polémica sobre ciencia positiva y normativa, con la consiguiente implicación sobre juicios de
valor o la presencia de ideología en la economía.
El tema de los juicios de valor no es exclusivo de la economía ni de las ciencias sociales. Pero no se debe minimizar el papel que juegan
en este disciplina.
En las ciencias naturales, por ejemplo, el objeto de estudio, la materia, no tiene juicios de valor y el científico carece en muchas ocasiones
de un sentido finalista porque no tiene un interés especial en conducir la investigación hacia un objetivo socialmente determinado.
El pensamiento económico tradicional ha mantenido la preocupación por lograr una ciencia económica desprovista de juicios de valor y
principios ideológicos.
Bajo el pensamiento económico clásico, ortodoxo y neoclásicos se mantuvo, con mayor o menor unanimidad, el principio de diferenciación
entre proposiciones positivas y normativas39. Desde el punto de vista conceptual esta distinción parece clara. En palabras de M. Friedman: “ la
primera se ocupa de cómo se resuelve el problema económico mientras que la teoría normativa de cómo se debe resolver” 40.
La dificultad surge en el campo de la Política Económica, dado que la Economía es una disciplina en la que, a diferencia con otras como la
física, el objeto de estudio son las interrelaciones entre los seres humanos – entre los que se incluye obviamente el propio investigador-
cualquier valoración sobre una determinada acción parte de las consecuencias previstas en los principios positivistas bajo los que se analiza
aquélla, las cuales podrán suscitar, dependiendo de la persona de que se trate, su aceptación o rechazo.
Schumpeter propone separar la Economía Científica (que para él si es ciencia) de la Economía Política (que no lo es). Esta pretensión es
muy criticada por los economistas heterodoxos, que mantienen que la ideología está en la misma raíz del análisis económico. Por lo general, los
defensores de la conexión entre economía e ideología añaden el calificativo de política al término economía. Así hablan de Economía Política y
no de Ciencia Económica; término que usan quienes ven a la economía libre de condicionamientos ideológicos. Robbins es particularmente
explícito en este sentido cuando separa los medios de los fines en el ámbito científico, con el objeto de lograr una neutralidad científica41.
Entre los críticos a la concepción admitida tradicionalmente de una economía libre de juicios de valor, se argumenta que la ideología está
en la base misma del trabajo analítico ya que la selección de los datos se hace según la particular visión que cada cual tiene de las cosas, y esa
visión es fruto de la ideología, cuya presencia –se admite- puede afectar a la validez de los resultados.
Schumpeter considera que tan ciertas como estas ideas es la existencia de unas reglas de procedimiento analítico, desarrolladas a través
del tiempo y al margen de la ideología, que tienden a contrarrestar ese ―error‖ ideológico del que partimos. Con esta alegación intenta combatir
las críticas a la validez objetiva de los métodos y resultados del análisis económico42.
Muy distinta opinión mantiene la señora Robinson que considera que la economía ha sido siempre en parte un vehículo de la ideología
dominante en cada momento y en parte un método de investigación científica, siendo tarea del economista lograr la separación entre ambos43.
Separación que, evidentemente, presenta no pocas dificultades, ya que todo sistema económico se apoya en la existencia de un conjunto de
reglas, fruto de una concepción ideológica determinada que el individuo asume y que el economista se encuentra arrastrado a justificar.

37 Schumpeter, J.A. (1982) pág. 41.


38 Blaug, M. (1985). pág. 31.
39 En opinión de Hutchison, esta distinción pudo arraigar ya en 1836, de la mano de J. S. Mill y Nassau Seniro.T.H. Hutchison (1971).
40 Friedman, M. (1976) pág. 15.
41 Para una crítica al profesor Robbins sobre la netutralidad de los medios ver Sánchez Ayuso (1975) pp. 13 y sgtes..
42 Puede verse Meek, R.L. (1972) pp. 295 yss., para una crítica a Schumpeter y pp. 315 y ss para Robinson.
43 Robinson, J. (1966) pág. 8.

15
M. Blaug no cuestiona la presencia permanente de la propaganda y la ideología, si bien, en similitud con Schumpeter, proclama frente a
ellas las reglas del procedimiento científico incorporado a lo largo del tiempo a la Ciencia Económica, que actúan corrigiendo los “sesgos” del
pasado.
Es innegable que, al igual que la generalidad de las ciencias sociales, la economía no se encuentra libre de juicios de valor 44. Es más, ni
tan siquiera cabe alegar una actitud moralmente neutral frente a un problema económico, puesto que la misma indiferencia comporta en si una
determinada postura moral. Esta circunstancia no cierra la posibilidad de teorías económicas intrínsecamente objetivas, si bien tal cualidad
habrá de probarla mediante el sometimiento a la crítica y la comprobación de que sus predicciones no se compatibilizan con todos los resultados
posibles.
Al subrayar Oskar Lange la importancia del cambio sobrevenido en el pensamiento económico tras la muerte de Ricardo escribe: “...la
burguesía dejó de interesarse por el ulterior desarrollo de la economía política. A medida que la economía política, ahora utilizada por el
movimiento obrero, fue resultando inconveniente y hasta peligrosa para la burguesía, se desarrolló la tendencia a liquidarla en cuanto ciencia
que estudia las relaciones económicas entre los hombres, y a sustituirla por una apología, esto es, por la justificación del modo de producción
capitalista”45. Prescindiendo del carácter (genético) agresivo y teologal con que se expresan ciertos herederos de Marx, es claro que la
economía (o economía política) es usada a menudo con justificación de actuaciones poco neutrales.
Entre los economistas se ha legado en cierta medida a sumir que la teoría económica puede estar en gran parte libre de juicios de valor,
situación que no se puede dar en la política económica, lo que de hecho supondría su principal caracterización por entender que lleva implícitos
juicios morales. Esta distinción lleva unida una gran contradicción: la de admitir que las verdades objetivas que el economista puede descubrir
en su tarea investigadora se convertirán en juicios morales al utilizarlas para asesorar a los políticos.
Tal contradicción puede que no exista, y que de hecho todos (o casi todos) los enunciados económicos, tanto de política como de teoría
económica, sean de una u otra forma prescriptivos (normativos) y no descriptivos (positivos). No obstante, si bien es evidente que las
prescripciones políticas pueden encubrir juicios morales, es igualmente lícito pensar que ello no ha de producirse inevitablemente.
La discusión sobre hasta qué punto es posible el conocimiento objetivo, libre de subjetividad o apreciaciones ideológicas, ha dificultado la
aplicación práctica del saber económico, haciendo de las recomendaciones de política económica un motivo permanente de discrepancia entre
los economistas.
Estas discusiones tienen por regla general un trasfondo más político que económico23. Mientras esto ocurra hemos de ser forzosamente
pesimistas sobre un próximo desenlace de la polémica y no será descabellado concluir que en tanto haya ideologías económicas opuestas
existirán necesariamente discrepancias sobre el resultado práctico de las aplicaciones de los principios económicos.

1.D BUCHANAN, James.


La Economía y sus Vecinos Científicos.
KRUPP, Roy (compilador). La Estructura de la Ciencia Económica.
Ediciones Aguilar, Madrid 1968. . [En línea] Disponible en:
www.cepchile.cl/dms/archivo_1383_583/rev02_buchanan.pdf
La economía y sus vecinos científicos
Existe algo que se llama "economía". La mayoría de las universidades ofrecen cursos sobre la materia y tienen incluso facultades
autónomas; ciertos cargos para profesionales especializados son ocupados por "economistas", tanto en el sector privado como en el público; se
escriben, editan y, probablemente, se leen revistas especializadas y muchos libros que las bibliotecas y librerías catalogan como "economía".
Todo esto hace presumir que hay un lenguaje común, ampliamente compartido, una red especial de comunicación entre quienes obtienen su
título profesional, que contribuye a la eficiencia del diálogo. Un lenguaje con estas características es una condición necesaria de toda ciencia,
pero no es suficiente por sí solo. La eficiencia en el diálogo debe ser medida también según los estándares de la ciencia, que son la
comprensión, no la utilidad, la capacidad predictiva, no las perogrulladas, la interpretación objetiva, no la justificación razonada.
*De acuerdo con estos criterios, "la economía" puede ser admitida como ciencia, por lo menos en cierta medida. Propongo que
comencemos con esta "economía" como un hecho empírico y que examinemos con algún detalle las relaciones de esta ciencia con sus vecinos.
Antes de entrar a esta pregunta central, es útil hacer algunas observaciones sobre el desarrollo de la propia "economía".

44
La mejor prueba nos la proporciona la teoría del bienestar, bajo la cual se pretende lograr una asignación de recursos socialmente eficiente, lo que obliga a escoger entre un
conjunto de opciones la mejor o más eficiente (elección que está cargada de subjetividada).
45 Lange, O.L (1963) pág.261.

En un reciente trabajo, que a propósito llamé un "ensayo sobre la persuasión", hice un llamado a un cambio de énfasis en la atención de los economistas y, como consecuencia,
en una concepción de alguna manera modificada de la economía como disciplina científica. Mi crítica estaba dirigida principalmente a la concentración post-Robbins en el problema
de la asignación de recursos independientemente del marco institucional y orgánico. Mi petición consistía, esencialmente, en que pusiera énfasis nuevamente en el rol central del
comportamiento humano en las relaciones de intercambio o en la teoría del mercado, en su sentido más amplio.
No repetiré aquí los argumentos allí expuestos y evitaré hasta donde sea posible los juicios normativos acerca de los límites apropiados de la disciplina que llamamos
indiscriminadamente "economía". Consúltese mi trabajo "What Should Economists Do?", Southern EconomicJournal, 30 (enero, 1964), 213-222.
16
A mi juicio, y hasta donde alguien que está involucrado en la disciplina puede alcanzar a ver lo que ocurre en el conjunto, la economía
presenta actualmente dos tendencias aparentemente contradictorias. La independencia de la "economía", en el sentido amplio de una disciplina,
se está perdiendo rápidamente, al mismo tiempo que aumenta aceleradamente la especialización entre las subdisciplinas de la economía.
¿Fue la economía alguna vez tan independiente de sus vecinos científicos como parece indicarlo la burocracia de la especialización
profesional? Su contenido emergió, hace apenas un siglo, de la "economía política", que, a su vez, había brotado, clásica y completamente llena
de una más temprana "filosofía moral". Los orígenes científicos de la economía permanecen ocultos desde sus primeros expositores, y la
economía política clásica manifestó una predisposición abierta hacia los cambios. Se puso énfasis en mejorar Jas instituciones que son objeto
de su estudio. Entender aquellas instituciones fue siempre un objetivo secundario, aunque necesario. Como se sabe, el mejoramiento se
materializó; las transformaciones sociales dictadas por los preceptos clásicos, hasta cierto punto, se realizaron.
El éxito obtenido por la economía clásica, en la práctica, es responsable, en parte, de la ruina de la economía como ciencia.
Desde un comienzo se confundió las diferencias entre postulados científicos y proposiciones de reformas sociales. Esto llevó a los críticos
—quienes acertadamente objetaban los prejuicios clásicos hacia la estructura social— a atacar, y a dar la impresión de que atacaban, las
proposiciones centrales del análisis científico. Esta confusión ha fastidiado a la economía y sigue haciéndolo incluso en la actualidad. Las
ciencias físicas han escapado por completo de esta confusión y en esto reside su prestigio. Solamente en las recientes discusiones sobre la
bomba de hidrógeno y la radiación, ha aparecido algo que semeja la confusión elemental que se ha introducido en la economía entre predicción
propiamente tal e ingeniería normativa.
Desde los comienzos de la disciplina, los economistas han estado en la posición asumida por J. Robert Oppenheimer. Y,
desgraciadamente para la ciencia, han escogido tanto como parece haber hecho éste. Como resultado de esto, el interés de los economistas ha
sido rara vez científico, si alguna vez lo fue del todo, y en ocasiones ha sido abiertamente acientífico. Ha quedado demostrado que, para la
mayoría, la inclinación personal por el compromiso social es demasiado fuerte, incluso para aquellos que no se dejan encandilar y que
permanecen, físicamente, en las torres de marfil. En esta perspectiva, Pareto se alza dominante sobre un grupo confinado de figuras menores.
¿Qué es la economía? Sin embargo, la ciencia avanza a pesar del ruido generado por argumentos ilógicos, y ha existido y sigue existiendo
contenido en las palabras "economía" y "economista". Antes de entrar a discutir las relaciones de esta ciencia con sus vecinos, parece
conveniente decir algo acerca de su contenido: ¿Cuál es el lenguaje común?, ¿Cuáles son los principios simples?, ¿Cómo identifica uno a un
economista? A modo de ilustración, propongo que diseñemos un sencillo experimento conceptual. Se ha atribuido a uno de los antiguos
filósofos griegos la afirmación: Cualquier cosa que merezca que se haga, merece que se haga bien. Como nuestro experimento conceptual,
supongamos que seleccionamos una muestra escogida al azar de entre la población general. Le entregamos a cada individuo de la muestra el
adagio que citamos más arriba y le pedimos que lo comente. Luego, observamos sus comentarios e intentamos una suerte de clasificación.
Desde luego, una única prueba no puede ser absolutamente concluyente, pero es posible que el sencillo experimento propuesto pueda, de
hecho, proporcionarnos una manera fácil de clasificar a los economistas y distinguirlos del gran público del cual forman parte. En otras palabras,
habría una respuesta característica de los economistas para el adagio, que no sería compartida por un gran número de personas. Podrían
diseñarse, desde luego, pruebas adicionales con mayor capacidad de discriminación para delimitar a los economistas del resto de la comunidad
de científicos.
Pero no es necesario hacerlo aquí, ya que el sencillo experimento propuesto es suficiente para ilustrar los principios elementales de la
ciencia.
Las herramientas de los economistas son su capacidad y tendencia a pensar todos los problemas en términos de alternativas.
El juicio del moralista acerca de la verdad, que dice que algo está absolutamente bien o absolutamente mal le es ajeno. La discusión
política en términos de ganar-perder, sí-no, no cae dentro de su campo visual. El no reconoce como propia la situación esto – o aquello, o todo -
o- nada. Su mundo no es el de los mutuamente excluyentes. En lugar de eso, su mundo es de ajuste, conflicto coordinado, ganancias mutuas.
Para el economista, desde luego, hay muchas cosas que merecen hacerse que no merecen hacerse bien, desde el momento en que está
entrenado profesionalmente para pensar en términos de una escala continua de variaciones, tanto en las cosas que hay que hacer como en los
criterios para juzgarlas bien hechas.
Los teoremas pertinentes para el economista están construidos sobre esta sencilla base. Esto puede ser aplicable a las elecciones, las
decisiones de los individuos, las organizaciones de personas o los grupos sociales. Sin embargo, hay que tener cuidado de no exigir mucho a
los economistas. Sus dominios se limitan al comportamiento de las personas al escoger entre las alternativas que se les ofrecen. Este
comportamiento proporciona al economista la materia prima; su teoría de los agregados económicos estaría construida sobre la arena, si pasara
por alto las unidades elementales: los comportamientos individuales.
Las personas escogen entre las alternativas que enfrentan; sus elecciones no se excluyen mutuamente; no escogen sobre una base de
esto -o- aquello. Por el contrario, las personas escogen lo "bueno" y rechazan lo "malo", eligiendo entre "más o menos".
Hay pocos "bienes" claramente universales, si es que los hay, que son deseados independientemente de la variación en la cantidad; y, de
igual manera, hay pocos, si es que los hay, "males" universales demostrables. Es por esta razón que el economista no habla, de hecho no
puede hacerlo, de "bienes" y "males" separados de las elecciones que hacen las personas.
Sin embargo, examinando estas elecciones, el economista puede poner algunas restricciones en los patrones de conducta humana. Puede
desarrollar hipótesis sujetas a comprobaciones acerca del comportamiento, que la observación puede refutar.

17
Una vez que ha logrado identificar lo que el individuo promedio considera como "bienes", el economista puede predecir que, a menor precio
de algún "bien" en relación con otros "bienes", se escogerá más de aquél. Esta es la proposición predictiva central de la economía, que puede
incluir cualquier cosa, a condición solamente de que los términos "bienes" y "precios" se definan de manera suficientemente amplia. Este
principio central significa que cuando se vean enfrentados a una elección, los individuos escogerán más antes que menos.
Así presentada, la proposición parece muy elemental y, para el economista, se explica por sí misma. La tarea del economista, no obstante,
consiste en extender su campo de aplicación y su utilidad.
Las personas escogen entre todas las oportunidades que enfrentan, pero, al hacerlo, no pueden tratar a los demás como lo hacen con el
mundo físico. Una manera de escoger más antes que menos es optar por el intercambio; de hecho, éste ha sido el medio difusivo a través del
cual el hombre ha expandido su dominio de "bienes". Las instituciones del intercambio, del mercado, se derivan, en consecuencia, de la
interacción mutua de individuos que están continuamente ocupados en escoger más antes que menos.
Como cientista "social", la función principal del economista es explicar el funcionamiento de estas instituciones y predecir los efectos de los
cambios en sus estructuras. A medida que el proceso de interacción, que está examinando, se hace más complejo, es natural que la tarea del
cientista económico se haga más intrincada.
Sin embargo, su principio central permanece el mismo; y él puede, a través de su uso, desenredar el conjunto más enmarañado de
relaciones estructurales entre los seres humanos.
El economista puede hacer esto porque tiene este principio central: una teoría implícita del comportamiento humano. Y porque lo hace, se
lo califica como científico y su disciplina como ciencia. Lo que una ciencia hace o debería hacer, es permitir al hombre promedio, a través de la
especialización profesional, alcanzar las cumbres del espíritu. Las herramientas básicas son los principios sencillos, encadenando éstos para
siempre al profesional bien disciplinado. Sin ellos, éste es como un idiota taimado, que sólo mete ruido bajo la ilusión de estar hablando. El
progreso de una ciencia se mide por la continua generalización de sus principios, por su extensión a nuevas explicaciones. En este sentido, la
economía no es diferente de ninguna otra ciencia. Como mejor se mide su progreso es por la medida en que sus proposiciones centrales
avanzan hacia afuera, se estiran, por así decirlo, para explicar la conducta humana que aún no se ha podido explicar; para proporcionar mayor
comprensión y poder predecir las instituciones que surgen de la conducta humana. Visto de esta manera, el aporte de John von Neumann
consiste en haber hecho aplicables los principios a un conjunto enteramente nuevo de situaciones a las que se enfrenta el individuo. La teoría
del juego tiene un lugar entre el creciente atado de herramientas que el economista lleva consigo.
Contrasta esto con la preocupación keynesiana y postkeynesiana por la macroeconomía y los modelos macroeconómicos.
¿Proporciona esta "teoría" un conjunto adicional de herramientas al economista? ¿Extiende las aplicaciones de los principios
fundamentales de la disciplina? Desgraciadamente, la respuesta es negativa. La moderna teoría macroeconómica no es en absoluto una teoría,
precisamente porque se separó de la proposición central relativa al comportamiento humano. Ha evolucionado, y en la actualidad es un conjunto
de modelos para trabajos de agregados económicos que tienen escaso valor predictivo. Lord Keynes, desde luego, reconoció esto y fue por
esta razón que trató de atar su estructura teórica a propensiones psicológicas básicas. Estas inclinaciones, que fueron diseñadas para
reemplazar los principios neoclásicos más simples del comportamiento humano, nunca han cumplido el papel que Keynes debe haber esperado
de ellas; y, al parecer, los modernos constructores de modelos en buena medida no parecen siquiera tenerlos en cuenta.
Desde luego, la macroeconomía puede alcanzar el status de ciencia siempre y cuando sus proposiciones tengan implicancias predictivas.
Sin embargo, si esto ocurriera, sería una ciencia completamente nueva, no economía, y sus seguidores no serían clasificados por las
respuestas características de los economistas al experimento conceptual realizado en páginas anteriores. Es la desviación de la
macroeconomía de los principios centrales la que tiende a crear, hoy en día, serios problemas de comunicación dentro de los confines de la
misma disciplina que está clasificada profesionalmente como "economía". Cada vez se hace más difícil para los que se han especializado en
macroeconomía entenderse con aquellos que parten de la base tradicional.
Aportes desde y hacia las ciencias vecinas Una presentación esquemática
Hasta aquí nos hemos preocupado de lo que la "economía" es. Esto ha sido necesario antes de entrar en las preguntas centrales de este
ensayo, que se refieren a las relaciones de esta ciencia con sus disciplinas vecinas. Podrían escribirse extensos y útiles ensayos metodológicos
acerca de las relaciones entre la economía y cada una de las ciencias vecinas, pero, obviamente, aquí es esencial la selección y la síntesis. Con
todo, probablemente sea útil presentar, breve y esquemáticamente, la totalidad o casi totalidad de las relaciones. Parece razonable dividirlas en
dos tipos.
Primero, se puede presentar el aporte que la economía puede hacer a las demás ciencias. Usando el término acuñado por Burton
Weisbrod, llamaremos a estos efectos externos "spillouts".* En segundo lugar, pueden ordenarse las contribuciones esenciales que las
disciplinas vecinas pueden hacer a la economía. De la misma forma, las llamamos "spillins".  En esta sección, sólo presentaré un cuadro de los
"spillouts" y los "spillins", con una explicación muy breve de cada uno de ellos. Con el fin de simplificar, he organizado el material de manera que
un solo término represente el aporte de la economía a las demás ciencias y viceversa. Se han marcado con un asterisco las relaciones que se
analizarán con mayor detalle en la sección siguiente:
¿Qué puede la economía aportar a sus vecinos?


Los términos no tienen traducción precisa al castellano. Como se explica su significado en el texto, hemos optado por dejarlos en inglés. La palabra spill significa derramar, verter,
caída. Por tanto spillin sería verter hacia la economía, y spillout lo que vierte la economía a otras ciencias.N. del T.
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A la Ingeniería Una actitud*
A la Historia Restricciones
A las Letras Pinceladas de Realidad*
Al Derecho Limitaciones*
A las Matemáticas Aplicaciones
A las Ciencias Físicas Una Posición
A la Ciencia Política Una Teoría*
A la Psicología Un Desafío
A la Estadística Problemas
Lo anterior es, desde luego, taquigrafía. Y, como sucede con mucha taquigrafía, el esquema puede dar lugar a mayores problemas de los
que resuelve. Para aquellos puntos que no pueden ser tratados con mayor detalle, se intentará una breve aclaración, luego.
La economía puede imponer al estudio de la historia una influencia esencialmente restrictiva. La reconstrucción de los acontecimientos
pasados está circunscrita por las predicciones que pueden hacerse en relación con las respuestas del hombre a las condiciones económicas de
su medio ambiente, y, en cierto sentido, puede probarse la viabilidad de las medidas institucionales.
De hecho, uno de los desarrollos interesantes de la economía, que resulta de la aplicación de sus principios fundamentales, tiene que ver
con el trabajo que historiadores de la economía han realizado aplicando información del pasado para probar la hipótesis central.
La economía, por lo menos en principio, ofrece poco al matemático puro. Para las matemáticas aplicadas, no obstante, los problemas
planteados por los economistas pueden ofrecer a su ingenio un desafío fascinante y fructífero. Y en la medida que la manipulación de la teoría
pura por las matemáticas aplicadas provoque una reacción secundaria en el purista, puede haber en definitiva una influencia en el desarrollo de
la matemática pura misma.
Creo que el científico físico puede aprender mucho de la economía. Esencialmente, puede aprender humildad al conocer las limitaciones
que tiene la aplicación de la ciencia y del método científico a los excesivamente complejos problemas de las relaciones humanas. Hasta el punto
que, por comparación, se dará cuenta que sus problemas son, en realidad, elementales; a pesar de sus grandes logros, deviene en un mejor
científico, a la vez que mejor ciudadano.
Al psicólogo los economistas le ofrecen un desafío permanente.
¡Proporciónennos una hipótesis que explique mejor el comportamiento! Los economistas saben, desde luego, que la maximización de
utilidades no "explica" todas las conductas, ni siquiera una parte importante de ellas. Sin embargo, su éxito se mide por la pertinencia de esta
hipótesis. Los psicólogos objetan los supuestos conductuales de los economistas, pero ellos no han proporcionado suficientes hipótesis
explicativas alternativas para el desarrollo de una teoría general de la conducta humana en la estructura social. Quizá lo logren; el desafío está
ahí hasta que lo hagan.
La estadística está en una posición muy parecida a la de las matemáticas aplicadas, si es que es necesario diferenciar ambas disciplinas.
Las pruebas que buscan los economistas y la ayuda que necesitan de ellos para idear estas pruebas, pueden abrir áreas de investigación que
de otra manera permanecen cerradas.
¿Qué puede la economía aprender de sus vecinos?
De la Ingeniería Una advertencia*
De la Historia Esperanza
De las Letras Inspiración
Del Derecho Una estructura*
De las Matemáticas Un lenguaje
De las Ciencias Físicas Una moral*
De las Ciencias Políticas Información
De la Psicología Una compuerta
De la Estadística Diseño*
Ahora podemos examinar, muy brevemente, aquellos "spillins" a la economía y los economistas —no marcados con asterisco— por parte
de aquellas disciplinas vecinas y que, en consecuencia, no serán analizados más detalladamente.

19
La idea de progreso que se introdujo en el pensamiento académico liberal de los últimos dos siglos, en cierta medida, ha desaparecido. Sin
embargo, la historia enseña a los economistas y a todo aquel cuyo tema es el orden civil humano, que hay una última esperanza. En muchas
ocasiones, el hombre puede, y lo hace, comportarse mal de acuerdo con casi todos los patrones.
Pero aprender más acerca de cómo actúa efectivamente, sólo puede significar que, finalmente, podría decidir reformar sus instituciones, de
manera de guiar sus impulsos adecuadamente. La historia debería enseñar al economista que no hay que volver a repetir en el futuro los
lamentables errores del pasado. La historia debería proporcionar esperanza.
Los economistas han descuidado las artes y las letras demasiado tiempo, nada más que por error y confusión. Los "bienes" a los cuales los
hombres aspiran, no deberían concebirse, de ninguna manera, como vulgarmente materialistas, en la terminología común. El economista toma
al hombre esencialmente como es y lo observa escogiendo sus propios "bienes", al mismo tiempo que evitando sus propios "males". Pero a
medida que la abundancia permite al hombre elevarse por sobre la subsistencia mínima, sus "bienes" aumentan hasta incluir aquellas cosas que
constituyen la preocupación exclusiva de las artes y las letras. El hombre aspira a desear mejores cosas; quiere cambiar sus gustos y
deliberadamente decide modificar el listado de "bienes" que le interesan a él. Está bien que investigadores competentes estén ahora dedicando
atención a la economía de las bellas artes.
El lenguaje que la matemática proporciona a los economistas, complementario al suyo propio, ha sido ampliamente reconocido y
comprendido. Su contribución a la productividad de los economistas, en el margen, puede ser cuestionada, pero la integral de la función de
producto debe ser sin duda grande.
¿Qué puede aportar al economista la ciencia política, en su organización tradicional? Básicamente, le proporciona un registro, información
de estructuras sociopolíticas que éste puede, si lo desea, utilizar en sus experimentos conceptuales y prácticos. Los gobiernos tienden a hacer
muchas cosas, y muchas de ellas en forma tonta. El cientista político lleva el archivo institucional.
La psicología amenaza siempre con minar por completo los sencillos principios del economista o convertir su modelo en un castillo de
naipes. La conducta humana es errática, irracional y, a menudo, absolutamente impredecible. Con frecuencia, la explicación ilógica reemplaza a
la explicación lógica. Enfatizando lo ilógico, las motivaciones "más profundas" y los impulsos que guían la psiquis humana, el psicólogo
desmenuza continuamente los modelos predictivos del economista. Hasta cierto punto, estos modelos permanecen en un estado análogo al de
la física newtoniana, mientras el psicólogo espera alcanzar el salvoconducto relativista. Hasta la fecha, no ha tenido éxito, pero el economista
inteligente está siempre alerta.
Ninguno de los dos listados anteriores está completo. Y la brevedad con que se ha tratado los "spillouts" y los "spillins", seguramente ha
servido tanto para confundir como para iluminar.
Para los que no son economistas, especialmente, la necesaria esquematización puede haber dado lugar a que se hayan levantado más
banderas rojas de las que teníamos intenciones de levantar.
Los "spillouts" importantes de la economía a disciplinas vecinas
Me propongo analizar, ahora más detalladamente, los cuatro importantes "spillouts" de la economía, marcados con asterisco en el listado
anteriormente presentado.
Ingeniería En el sencillo esquema expuesto en páginas anteriores, sugerí que la economía aporta una actitud al ingeniero y a las ciencias
de la ingeniería. Entiendo por ciencias de las ingenierías todos aquellos estudios orientados instrumentalmente hacia el logro de objetivos
específicos. En otras palabras, el fin de la ciencia no es la comprensión, sino más bien el mejoramiento; hacer que las cosas caminen. En
consecuencia, no pongo bajo este título solamente a la ingeniería física, tal como se concibe comúnmente, sino también a la ingeniería
comercial, más conocida como administración de empresas e, igualmente, a la ingeniería social.
Como ya he sugerido, a menudo los economistas se han visto, a sí mismos, principalmente como ingenieros sociales, y su interés se ha
orientado a mejorar las estructuras sociales antes que a hacer predicciones de carácter científico. Esto ha provocado mucha confusión y sigue
provocándola. No hay, por supuesto, ninguna razón para no tomar a la ingeniería social como una actividad legítima, dentro de ciertos límites.
Pero la actividad del ingeniero social no es la del economista científico.
Lo mismo ocurre con el ingeniero comercial. Una de las tantas tragedias de la educación americana ha sido que se asocie a la economía
con la ingeniería comercial. Igual que en el caso anterior, el ingeniero comercial hace un trabajo adecuado, pero éste es completamente distinto
del que realiza el economista. Sin embargo, y en esto hay que poner énfasis, el ingeniero comercial está exactamente en la misma relación con
el economista que el ingeniero social. La supuesta arrogancia de quienes se llaman, a sí mismos, economistas y actúan como ingenieros
sociales, despreciando a los ingenieros comerciales, debe ser reprobada.
Habiendo definido lo que entiendo por "ingeniería" e "ingeniero", puedo ahora desarrollar lo que quiero decir con esto de que el economista
puede contribuir con una "actitud" que es sumamente útil, como ha quedado ampliamente demostrado. El economista está entrenado para
pensar en términos de alternativas; su actitud es de búsqueda de alguna solución óptima entre las alternativas disponibles y, paralelamente, el
estudio de la conducta de las personas. Los ingenieros, con demasiada frecuencia, fracasan en considerar suficientemente las alternativas
como un patrón espontáneo de pensamiento. Por el contrario, tienden a pensar en términos de objetivos definidos y medios específicos.
Los mejores ejemplos del aporte del economista a la ingeniería, a este respecto, los proporciona todo el campo de la investigación de
operaciones. La idea central aquí es, esencialmente, descubrir las alternativas disponibles y examinar la posibilidad de lograr los mismos

20
objetivos con estas alternativas, dispuestas según algún criterio aceptable. Una parte predominante del desarrollo en esta área de estudio se
debe a aquellos entrenados profesionalmente como economistas.
La actitud que es pertinente aquí es la que emerge en forma natural de una concentración en la asignación de medios escasos entre fines
alternativos, que constituye la definición tradicional de un problema económico. Para muchos de mis colegas profesionales, el talento
característico del economista reside en esta actitud, quien actúa siempre esencialmente como un ingeniero. No niego, por supuesto, su valor
para el ingeniero, sea éste técnico, organizacional o social, pero prefiero separar este "spillout" de los principios centrales de la economía. Esto
no significa negar que el aporte hecho por los economistas, en este caso, no sea altamente productivo. Es indispensable que haya profesionales
especializados concretamente en medir y analizar el costo relativo de las alternativas. Y, dado el estado actual del mundo científico, los
economistas están prácticamente mejor equipados para hacerlo que cualquier otra persona. Sin embargo, yo sólo debo enfatizar que al hacerlo,
trabajan como ingenieros, no como economistas.
Letras Los hombres de letras deberían conocer por lo menos de vista a la economía y a los economistas. El aporte de la economía, en este
caso, consiste en imponer la realidad sobre la tendencia natural del hombre a soñar. El economista es prácticamente el único que toma al
hombre tal como es y no gasta esfuerzos soñando con la perfección humana. Para el humanista, entonces, la perspectiva del economista es,
indudablemente, funesta, y despreciable su preocupación por los móviles más bajos del hombre.
No podría ser de otra manera; no se puede esperar del humanista que "ame" al economista como compañero académico. En efecto, su
verdadera intención es estirar el modelo del hombre común del economista más allá de sus límites naturales, y su éxito se mide por su
capacidad para hacerlo. El economista proporciona la base desde donde parte el humanista. Esencialmente, el economista representa un
realismo hobbesiano siempre presente, que se alza frente al inocente romanticismo de todos los rousseaunianos.
El utopismo ha dejado de ser la enfermedad que una vez fue y, en la medida que ha desaparecido, las restricciones del economista tienen
hoy día menor valor para el humanista. Incluso los últimos vestigios del utopismo, representados por la concepción romántica de la siempre
benevolente burocracia y el despotismo del Estado que todo lo abarca, han sufrido un duro golpe por el curso de los acontecimientos a través
de la historia. Tal vez haya necesidad actualmente de un nuevo utopismo, más que por lo opuesto, lo que parece reflejarse en las olas de
desilusión y desesperación del mundo moderno. ¿Qué futuro tienen los estudios humanistas en un mundo absurdo? Puede que el rol del
economista haya vuelto a su punto de partida: ¿Es exagerado afirmar que el sobrio realismo puede, de hecho, atraer renovada atención sobre
un orden humano alcanzable? Cuando finalmente se reconozca que el hombre no es ni un noble salvaje ni está perseguido por el pecado
original, la racionalidad elemental que está en el centro del modelo del economista puede también llegar a ser objeto de sueños.
Derecho El derecho proporciona el medio a través del cual los seres humanos imponen restricciones a su propia interacción. Los sencillos
principios de la economía imponen limitaciones en la operación de estas restricciones, al igual que los principios de la física imponen
limitaciones a las máquinas diseñadas por los ingenieros.
El derecho puede modificar las condiciones bajo las cuales los seres humanos escogen entre alternativas; no puede actuar directamente
sobre la elección. La economía parece generar afirmaciones absurdas por parte de sus críticos; pero ninguna supera la discusión acerca de la
"derogación de la ley de la oferta y la demanda". Hombres inteligentes y sofisticados, que permanecen como analfabetos en economía, hablan
como si las elecciones humanas pudieran ser modificadas por restricciones legales, en oposición a las modificaciones de las condiciones para la
elección.
Y sobre esta base se promulgan, y se hacen cumplir, leyes que tienen el efecto de impedir que se alcancen los objetivos para los cuales
fueron diseñadas.
Las leyes sobre salario mínimo constituyen el mejor ejemplo.
Hombres razonables apoyan esta legislación, basados en que ella ayudará a los más pobres. El efecto es, desde luego, el contrario, como
debe afirmar el más sencillo de los principios económicos.
Si se exige a los empleadores el pago de un salario mínimo, éstos emplearán menos trabajadores que reciban el salario mínimo, en lugar
de más. Los trabajadores de baja productividad quedan desempleados o deben cambiarse a empleos que no están sujetos a un salario mínimo.
La ley perjudica a los trabajadores más pobres y de más baja productividad.
Los ejemplos como éste se multiplican. Las leyes que desconocen los sencillos principios económicos pueden causar mucho daño y, a
pesar de ello, vemos que el reconocimiento de las limitaciones que la economía debiera imponer a la legislación no aumenta. Esto desespera a
los economistas, que quieren ver su ciencia aplicada en la práctica.
Ciencia Política Para los cientistas políticos, puede parecer el colmo de la arrogancia decir que la economía puede proporcionar "una
teoría" para explicar o predecir las decisiones políticas. Sin embargo, se hace cada vez más evidente que los avances teóricos importantes en la
explicación de los fenómenos políticos han sido obtenidos principalmente por quienes enfocan la materia como economistas.
No es difícil encontrar la razón. El cientista político no ha incorporado, tradicionalmente, una teoría del comportamiento humano a su
estructura del proceso político. Para él, la "teoría" nunca ha implicado predicción. Por el contrario, la teoría política ha sugerido tratados
filosóficos normativos sobre los objetivos y aspiraciones del orden político. En esta tradición se encuentra poco, si es que algo, de la ciencia
positiva.
El economista, desviando su atención hacia la conducta del hombre para alcanzar, de acuerdo con sus compañeros, decisiones colectivas
en algún sistema político, trae consigo preparado, por así decirlo, un postulado básico de conducta. Mediante su uso es capaz de hacer
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predicciones, adelantar hipótesis conceptualmente refutables. Esto lo hace con pleno conocimiento de que el valor predictivo de sus
proposiciones es mucho menor que el que tienen las correspondientes proposiciones relativas a la conducta humana en la relación de mercado
estrictamente definida. Está preparado para aceptar el hecho de que su "explicación" de la política está lejos de ser completa. Pero puede
sostener que tiene una "teoría de la política", de la forma en que los hombres se conducen en la toma de decisiones colectivas.
Es, esencialmente, este enfoque "económico" de la política el que, desde la década de 1940, ha atraído la atención como una importante
área académica interdisciplinaria. El trabajo aún está en pañales, pero los estudios académicos, con toda seguridad, avanzarán rápidamente en
las próximas décadas.
"Spillins" importantes de otras disciplinas a la economía Terminado el análisis de los cuatro "spillouts" más importantes, las contribuciones
que la economía y los economistas pueden hacer a sus vecinos científicos, examinaré enseguida los "spillins".
El "intercambio" entre las disciplinas es claramente multilateral, y el economista puede aprender mucho del mundo más amplio de la
actividad académica. Como economista, me resulta más difícil abordar en este ensayo los "spillins" que los "spillouts", porque a los primeros les
permitimos influir en nuestro pensamiento de manera más o menos inconsciente.
Ingeniería En el esquema presentado anteriormente, he sugerido que el aporte de la ingeniería a la economía consiste en una
"advertencia". Invirtiendo la afirmación, podemos decir que las ciencias de la ingeniería ofrecen al economista una constante "tentación", y éste
tiene que estar siempre en guardia para no olvidar su posición especial en el mundo científico. El argumento aquí es prácticamente el mismo
que se dio más arriba con respecto al aporte del economista al ingeniero, a la inversa. La tarea del economista no es propiamente la de mejorar
o hacer que las cosas funcionen, sean éstas máquinas, organizaciones comerciales o el sistema social. Estas son tareas de la ingeniería, y el
economista debe tener cuidado de no precipitarse en el papel de ingeniero. Hay aportes específicos que el economista puede hacer a la
ingeniería, según hemos visto. Pero la ingeniería es ingeniería, no economía.
Y el ingeniero, sea éste comercial, social o técnico, como mejor puede contribuir al desarrollo de la ciencia económica es impidiendo
celosamente que los economistas invadan su campo. Profesionalmente, el ingeniero debiera negarse a que lo asocien con el economista y
oponerse a todos los intentos de éste por entrar en los límites de su disciplina. La "ciencia de la administración" debería ser aislada y
mantenerse separada de la ciencia económica.
Pero lo mismo debería hacer la "ingeniería social" o "la ciencia de la administración social", de la cual demasiados economistas reclaman
que cae dentro su competencia.
Derecho ¿Qué puede aportar a la economía el estudio del derecho? La respuesta es clara, pero sus implicancias son pasadas por alto con
demasiada frecuencia. La economía busca explicar las interacciones humanas en un medio en que crecen y se desarrollan instituciones; y la
mejor descripción de ese ambiente se logra describiéndolo en términos del conjunto de normas legales que condicionan las elecciones de las
personas. La preocupación esencial para el economista es la conducta humana en las instituciones sociales, no la conducta humana en
abstracto. La tendencia de los teóricos de la economía a pasar por alto este sencillo hecho, provocó la reacción de los institucionalistas
americanos, una reacción cuyo énfasis, sin duda, fue mal dirigido, pero que, no obstante, dejó al descubierto una seria deficiencia en la
evolución de la ciencia económica. Queda mucho trabajo imaginativo y crítico por hacer en economía, para extender la aplicación de los
principios al conjunto de disposiciones legales que pueden observarse en una sociedad específica.
¿Hasta qué punto se supone que las reglas, las leyes, las instituciones sociales varían en el contexto implícito de la teoría económica del
bienestar? El economista que haya examinado esta literatura sabrá que no se sugiere ninguna respuesta. Y, sin embargo, es evidente que todo
el ejercicio tiene poco significado, mientras no se respondan estas preguntas. Si, de hecho, no se van a cambiar las leyes, cada individuo
alcanza automáticamente la optimalidad de Pareto actuando dentro de las limitaciones impuestas sobre él. Toda la discusión sobre la
optimalidad de Pareto debe, en consecuencia, implicar algún cambio en las leyes que rigen el comportamiento humano. ¿Pero, exactamente,
qué leyes deben ser sometidas a cambio? ¿Deben ser las disposiciones dominantes de la constitución las que regulen los cambios que están
permitidos? No responderemos a estas preguntas aquí, pero el sólo mencionarlas sugeriría la necesidad de una mayor conexión entre la
estructura de la teoría económica, por una parte, y el marco legal e institucional, por la otra.
¿Cómo debería empezar un trabajo de ese tipo? Lo lógico parece ser partir con la estructura institucional que se observa actualmente. El
análisis teórico puede ser aplicado a esta base real. Esta teorización institucional debería arrojar resultados fructíferos.
Es en este contexto que economistas como Armen Alchian y Ronald Coase han hecho, y siguen realizando, provechosos estudios sobre la
economía de los derechos de propiedad.
Ciencias Físicas Frank Knight ha dicho que los economistas deberían aprender la moral y no el método de las ciencias físicas. Hay algo
importante en lo que dice Knight y vale la pena analizarlo. Los físicos son científicos en un sentido más completo de este emocionante término
que la mayoría de los economistas. Con raras excepciones, han sido capaces de sacar adelante una argumentación razonable en forma crítica
y desapasionada, sin los visos ideológicos que han infectado la comunicación efectiva entre los economistas.
Tienen más respeto por la "verdad", por lo menos así le parece al que está fuera de sus dominios. Tal vez esto se deba a que sus criterios
son más precisos; esto, en sí mismo, engendra una moral científica, de la cual los cientistas sociales parecen carecer. Se ha celebrado mucho
una afirmación de Hobbes de que nunca se habría llegado al acuerdo de que dos más dos son cuatro, si alguien se hubiera beneficiado
argumentando otra cosa.

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Hasta cierto punto, esto es verdad. Las ciencias físicas han avanzado tan rápidamente, porque los avances no han tenido implicancias
sociales directas. La economía y los economistas han tenido esta gran desventaja, porque no pueden, incluso si tratan, separar su teoría de
implicaciones sociales.
¿Debieran tratar los economistas de ser científicos puros? ¿Deberían buscar la verdad independientemente de los valores? Esta materia
sigue siendo debatida y el hecho de que sea discutible, o se crea que lo es, sugiere el estado de la ciencia. Gunnar Myrdal y otros sostienen que
no hay proposiciones independientes; que en economía la "verdad" emerge de los postulados básicos de valor que sería mejor dejar en claro
desde el comienzo de la discusión. Si se la toma en serio, esta posición deja fuera de la disciplina todo contenido científico y reduce el debate a
una bulliciosa torre de Babel. Para mantener el respeto consigo mismo, el economista debe creer firmemente que su disciplina contiene un
cuerpo independiente de verdades, verdades que pueden ser extraídas independientemente de los juicios de valor.
Estadística Teórica Rutledge Vining me ha inculcado el aporte que la estadística teórica puede hacer al estudio de la economía. Los
profesionales de nuestra disciplina han sido demasiado proclives a mirar directamente los resultados del proceso económico observables en el
momento y a inferir de ellos implicancias de contenido teórico y político. La teoría estadística obliga a reconocer las secuencias temporales de
los resultados que se pueden observar y las variaciones en la distribución a lo largo del tiempo. La misma presencia del azar en el universo
económico parece haber sido muy descuidada en el desarrollo formal de la teoría que utilizamos.
Una vez que empezamos a reconocer que todos y cada uno de los sucesos en el tiempo y el espacio no están predeterminados, sino que
contienen algo de casualidad en su generación, resultan mucho más difíciles las inferencias directas de los resultados observados en un
instante.
¿Hasta qué punto la distribución del ingreso entre las personas puede ser explicada por variaciones casuales? ¿En qué medida la
distribución de las personas en el espacio puede ser explicada por selección casual? Hechas estas preguntas, queda claro que mientras no
tengamos una idea aproximada de las respuestas, no podemos en realidad evaluar las implicaciones de ninguna distribución observable. Al
diseñar sus experimentos conceptuales, el economista no puede dejar de lado la relevancia del azar o la suerte al determinar los resultados.
Esto, desde luego, hace que sea más difícil refutar sus hipótesis, pero es preferible que proceda sin falsas esperanzas sobre un rigor que no
existe.
La verdad no es fácil de conseguir en un mundo de incertidumbre, pero una vez aceptado esto, somos mejores científicos.
La estadística teórica puede contribuir en el diseño de experimentos y variar incluso el pensamiento del economista respecto del diseño. El
estadístico reconoce que no escoge directamente entre resultados, asignaciones o distribuciones. Su elección es entre reglas que van a
restringir o confinar el rango de posibles resultados y de los criterios con los cuales se va a juzgar la operación de las reglas. Esta actitud es de
la mayor importancia para el economista y le puede enseñar una gran lección. El énfasis exagerado en los problemas de asignación ha hecho
que demasiados economistas piensen en términos de escoger directamente asignación de recursos, distribuciones de ingreso, etc. Si se piensa
en esto, se ve de inmediato que las variables no están dentro de los límites de la elección social, aun en el caso de que ésta se acepte como
información apropiada para el economista. La sociedad escoge entre varias posibles reglas que restringen o condicionan la conducta humana.
Estas reglas generarán resultados que pueden ser examinados en términos de asignación o distribución. Sin embargo, una vez que se traslade
el énfasis a las opciones entre reglas, toda la estructura de la discusión de los criterios de bienestar se traslada y con ventajas obvias.
Interdependencia especializada. Un ejemplo específico En la introducción sugerí que podían observarse dos tendencias en el desarrollo
de la economía moderna. Primero, la independencia de la ciencia con respecto a sus vecinos parece estar desapareciendo rápidamente,
mientras que, al mismo tiempo, la especialización profesional dentro de la disciplina va muy de prisa. A simple vista, éstas son tendencias
contradictorias, pero en un examen más detenido, la contradicción desaparece. Lo que parece estar sucediendo, en la mayoría de los casos, es
la aparición de una nueva orientación de la especialización profesional que no ha encontrado aún su lugar en la estructura de la organización
profesional y los programas de estudio. Aparece cada vez más claro que los canales de la comunicación efectiva no se extienden a través de la
disciplina que llamamos indiscriminadamente "economía", y que algunos "economistas" son capaces de comunicar se mucho más
efectivamente con profesionales de las disciplinas no económicas que con aquellos que presumiblemente están en su misma categoría
profesional.
Ilustraré este desarrollo, que creo puede generalizarse para varias áreas, haciendo referencia a un solo campo interdisciplinario, con el que
he estado personalmente relacionado: me refiero al trabajo que han hecho economistas que han extendido los simples principios de su
disciplina a las decisiones políticas, a la toma de decisiones en un contexto distinto al del mercado.
Como ya he sugerido, gran parte de los primeros trabajos fueron hechos por economistas, pero recientemente unos pocos cientistas
políticos se han comprometido directamente en este campo académico. Al mismo tiempo, en otras áreas se han realizado trabajos
independientes, pero estrechamente relacionados.
Los economistas que han trabajado en la "teoría de los equipos", en la "economía de la información", en la "teoría de la organización", han
utilizado construcciones similares. Los psicólogos que se han ocupado de la técnica de los grupos pequeños, todos los académicos que han
trabajado en la teoría del juego y, especialmente, de los juegos cooperativos de suma no cero, también caen dentro del campo interdisciplinario
que está emergiendo. Incluso hay unos pocos filósofos que, en su preocupación por lo que se llama "utilitarismo normativo", caen dentro de la
red de comunicación interdisciplinaria.
A través de este desarrollo se hace mucho más fácil y más interesante, como también más productivo, para el economista que trabaja con
decisiones no de mercado, comunicarse con el cientista político positivo, el teórico de los juegos o el psicólogo de la técnica de la organización,

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que comunicarse con el macroeconomista de modelos de crecimiento, con el que escasamente encuentra algún terreno común. Si esta
interdependencia especializada es, de hecho, general a varias especializaciones que están emergiendo, puede esperarse que resulte, en
definitiva, en algunos movimientos hacia la institucionalización profesional. Hasta cierto punto, esto ya ha sucedido en áreas como la ciencia
regional.
Estos movimientos no debieran ser desalentados por el inherente conservadurismo de la ortodoxia disciplinaria establecida.
En cuanto la especialización interdisciplinaria emerge genuinamente de los canales en transformación de la comunicación académica
efectiva, los pasos que se dan para extraer esta comunicación, junto con romper los límites tradicionalmente establecidos entre las disciplinas,
representan eficiencias agregadas.
Conclusiones
El punto de partida de este ensayo ha sido la organización o corporeidad empírica de la "economía" como una disciplina científica.
Deliberadamente, he interpretado la economía en forma estrecha, como una ciencia y un conjunto positivo de proposiciones conceptuales
refutables sobre la conducta humana en una organización social. El contenido normativo, que a menudo se dice está presente en la disciplina,
ha sido definido aquí simplemente como fuera de los límites de la discusión. Creo que es así como debería ser, aunque reconozco que muchos
metodólogos altamente competentes discreparán agudamente con mi posición acerca del tema. Admito que hay un contenido positivo en la
ciencia de la economía, y es este contenido positivo el que actualmente necesita ser acentuado y enfatizado, tanto por los profesionales como
por sus vecinos. Básicamente, el rol del economista debe ser el de intentar entender un cierto tipo de conducta humana y la predicción de las
estructuras sociales que emergen de esa conducta. Finalmente, el economista debe tener la esperanza que sus simples verdades extendidas
pueden llevar a "mejoramientos" en la estructura de estas instituciones, a través de la capacidad de las instituciones para modificar las
condiciones de la elección humana. Pero el mejoramiento debe permanecer como su objetivo secundario y subsidiario; se aproxima
peligrosamente a la acción irresponsable cuando deja que su celo por el progreso social, como él lo concibe, predomine sobre su búsqueda y
respeto por la verdad científica, como está determinada por el consenso de sus iguales.
Esto no significa que el economista científico deba permanecer en el reino de la teoría pura y evitar todas las discusiones sobre política
económica. Puede haber, y debería haber, una teoría sobre la política económica. Y el economista, analizando los resultados de líneas
alternativas de acción, puede ser de gran ayuda al que toma las decisiones sociales. Pero el economista, como tal, no tiene nada que hacer
como ingeniero social. Puede tener la esperanza de que su luz, finalmente, va a ser utilizada para producir algún calor, pero debería vivir con la
esperanza y negarse a convertirse en un activista. Puede indicar a los hombres las oportunidades para reorganizar sus instituciones sociales, de
manera de lograr los fines que aspiran a obtener. Pero las decisiones finales en una sociedad libre corresponden a los individuos que participan
en esa sociedad. Los hombres pueden escoger vivir en forma primitiva y negarse a reconocer los sencillos principios que los economistas
repiten continuamente. Si ellos así lo desean, están en su derecho, y no es labor del economista, ni de ningún otro, decir que "deberían" escoger
necesariamente de otra manera. La tarea del economista y de la ciencia económica termina cuando las sencillas proposiciones han sido
presentadas.
Si el economista puede aprender de sus colegas de las ciencias físicas, y aprender en un tiempo adecuado, de modo que el respeto por la
verdad predomine por sobre todo lo demás y que sea el juicio de valor final que impregne toda ciencia, puede aún rescatar la disciplina de la
amenazante precipitación actual en el absurdo, el olvido y el desprestigio. En gran escala, no parece estar aprendiendo y si algo está
sucediendo es que el científico físico parece estar más en peligro de aceptar la pervertida confusión que ha infectado a los economistas durante
generaciones.
Pero hay unos pocos síntomas alentadores y éstos se encuentran en las áreas genuinamente excitantes de la interdependencia
indisciplinaría especializada que están floreciendo. Un segundo rayo de esperanza reside en la actitud de los académicos jóvenes, tanto en
economía como en las disciplinas vecinas. Su actitud es de justa crítica a todas las ideologías. Al emocionalmente comprometido socialista o
libertario, que también hace alarde de ser economista, estos académicos jóvenes pueden parecerles como desinteresados, faltos de pasión,
como "peces helados". Pero en la medida que lo son, la economía está ganando estatura como ciencia y sacudiéndose el pesado y excesivo
crecimiento del compromiso social. La economía que puede erigirse por completo como ciencia, no interesará a los reformadores que han
ocupado demasiado sus asientos en pasadas décadas; pero para aquellos que buscan la verdad, la disciplina se hará valiosa por sus esfuerzos.
El desafío permanece con aquellos que son y llegarán a ser economistas. El pesimista observa la prostitución y se preocupa de la
moralidad científica. El optimista coge los rayos de esperanza y proyecta la prosperidad. La respuesta final dependerá, a lo mejor, tanto de la
evolución impredecible de las instituciones sociales, guiadas sólo en parte por elecciones racionales, como de las decisiones deliberadas de los
profesionales.

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GUÍA DE AUTOEVALUACIÓN
Preguntas abiertas
Contesta brevemente las siguientes preguntas.
1. ¿La economía puede ser considerada una ciencia, porque?
2. ¿Cuál es la diferencia entre ciencia fáctica y ciencia formal?
3. ¿Cuál es la importancia y las principales interacciones que la economía puede tener con otras ciencias?
4. ¿Cuáles son las características que debe reunir el conocimiento para que pueda considerarse que es científico?
5. ¿Cuáles son los ―spillouts‖ y los ―spillins‖ de la economía que más pueden contribuir al desarrollo de esta ciencia?

PREGUNTAS DE OPCIÓN MULTIPLE


Anota en el paréntesis la letra que corresponda a la repuesta correcta.
1.1 Son característicos de las ciencias factuales y del conocimiento científico……………………………( )
a) Actitud, restricción, realidad, limitaciones, posición, teoría, problemáticas. etc.
b) Experimenta, descubre, mide, observa, inventa técnicas, herramientas, propone, dispone.
c) Dotado de significado, eficacia, asignación, información, diseño, estructura.
d) Es legal, general, sistematizo, predictivo, sistemático, mecánico, claro.

1.2 Ciencia cuyos enunciados se refieren a entes extracientíficos, sucesos y procesos, utilizan como método no solo la lógica, también la
observación y/o experimento……………( )
a) Ciencia matemática
b) Ciencias sociales
c) Ciencia formal
d) Ciencia fáctica

1.3. Autor que menciona que ―La economía es un estudio de la humanidad en las ocupaciones ordinarias de la vida y examina aquella parte de
la acción individual y social que pueda tener más estrecha conexión con la obtención y el uso de los artículos materiales para el
bienestar‖……………………. ( )
a) Marshall
b) Bunge
c) Gómez
d) Marx

2.4. Autor que considera a la ciencia como...‖ cualquier campo de conocimiento que haya desarrollado técnicas especiales para el hallazgo de
hechos y para la interpretación o la inferencia (análisis)‖………………………….…. ( )
a) J. Robinson
b) Schumpeter.
c) Kant
d) O. Lange

2.5. Ciencia que ayuda a la economía a explicar las interacciones humanas dentro del marco de las instituciones y se puede lograr describiendo
en términos del conjunto de normas legales que condicionan las elecciones de las personas……. ( )
a) Ciencias sociales
b) Derecho.
c) Matemáticas.
d) Ingeniería

FALSO O VERDADERO
Escribe en el paréntesis una ―V‖ si la oración es verdadera y una ―F‖ si es falsa.
1.1. Mientras los enunciados formales consisten en relaciones entre signos, los enunciados de las ciencias fácticas se refieren, en su mayoría, a
entes extracientíficos: a sucesos y procesos…………… ( )
1.2. En la ciencia fáctica los enunciados se tratan de relaciones entre signos, usan como método la lógica para demostración de sus
teoremas……. ( )

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1.3. Concepto de economía de Malinvaud es la ciencia que estudia cómo los recursos escasos se emplean para la satisfacción de las
necesidades de los hombres que viven en sociedad; se interesa, por un lado, en las operaciones esenciales tales como la producción, la
distribución y el consumo de los bienes y, por otro, en las instituciones y las actividades que tienen por objeto facilitar dichas
operaciones…………………………. ( )
1.4. La discusión sobre hasta qué punto es posible el conocimiento objetivo, libre de subjetividad o apreciaciones ideológicas, ha facilitado la
aplicación práctica del saber económico………….………. ( )

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

 BOSCH García, Carlos. La técnica en la investigación documental. Edit. Trillas, México 1985. 74 p.
 HERNÁNDEZ Sampieri, Roberto, Fernández Collado, Carlos y Baptista Lucio, Pilar. Metodología de la investigación. 4ª. Ed., Mc
Graw,-Hill, México 2006. 850 p.
 ORTIZ Uribe, Frida Gisela y García Nieto, María del Pilar. Metodología de la investigación, el proceso y sus técnicas. México,
Limusa/Noriega, 2000. 173 p.
 ECO, Humberto. Cómo se hace una tesis: técnicas y procedimientos de estudio, investigación y escritura. Gedisa, Barcelona
2001. 233 p.
 SCHUSTER, Félix Gustavo. ―Las ciencias sociales: aspectos críticos‖, en Explicación y predicción. La validez del conocimiento en
ciencias sociales. CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina, 2005.
Acceso al texto: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/secret/schuster/CapituloI.rtf
 SCHUSTER, Félix Gustavo. ―Un problema específico: la explicación‖, en Explicación y predicción. La validez del conocimiento en
ciencias sociales. CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina, 2005.
Acceso al texto: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/secret/schuster/CapituloII.rtf

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