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DEDICATORIA

A nuestros padres Por su apoyo


incondicional que nos brindan a diario y
durante toda nuestra formación académica.
Por el apoyo y motivación durante la
realización del trabajo
EPIGRAFE:
INTRODUCCION:
CAPITULO I
CONSIDERACIONES GENERALES
El tema de drogas es uno de los puntos más controvertidos en la sociedad actual,
es por ello que se afirma que constituye un verdadero problema social. En el Perú,
el consumo de drogas viene de antaño vinculado al desarrollo social y cultural del
país. (Bramont, 2013, p.526)

Peña Cabrera (2016) afirma:

Cuando ingresamos al análisis del tráfico ilícito de drogas, no podemos


ensayar el desarrollo desde un plano estrictamente penal, político-
criminal, sino que debemos encauzar la discusión desde diversos planos,
desde la política social, de la política internacional y desde una
perspectiva económica financiera. (p.46)

Dicho lo anterior, la respuesta jurídico-estatal ante tal fenómeno social no puede


traducirse solo en el aspecto penal, pues esta problemática tiene también un
trasfondo económico. En tal virtud, sostenemos que este tema requiere de una
adecuada política-social, por eso el estado debe esforzarse por encontrar productos
alternativos que pueda resultar atractivos para dicha población ya que de este modo
se promueve el alejamiento de dichas prácticas.

Ahora bien, cuando hablamos de salud pública, hacemos alusión a una cualidad
determinada de vida, en cuanto al mantenimiento de una salud optima de la
población, para que puedan llevar una vida sana en sociedad, Dicha salud ha de
verse resquebrajada afectada, perjudicada cuando el organismo recibe sustancias
nocivas, en el caso concreto: “las drogas”.

Sin embargo existe en nuestro país un tráfico ilícito de drogas. En efecto existe un
mercado emergente de drogas licitas, en primera línea, hacemos alusión al alcohol
y al tabaco, cuya producción es de índices cuantitativos notables.

Como dicen en la doctrina, sabido es que el derecho no prohíbe el tráfico de todas


las drogas como el tabaco y el alcohol es legal y no constituye delito, a pesar de los
estragos que están ocasionando en la salud de las personas, lo ha sido objeto de
críticas pues supone un trato más favorable para estas sustancias solo por haber
entrado a formar parte de los usos de nuestra sociedad de consumo, a pesar de ser
tan nocivas como algunas ilegales.

No es que el estado es hipócrita cuando prohíbe la venta y/ o comercialización del


clorhidrato de cocaína, a lo cual debemos sumar a las denominadas drogas
sintéticas, aquellos productos elaborados químicamente con el fin inmediato de
provocar perturbaciones estados psicomotrices del individuo como el éxtasis, que es
consumido por los niveles más altos de la sociedad peruana.

Cabe mencionar que la “coca” en su entidad natural posee efectos medicinales,


terapéuticos innegables en la cura de ciertas enfermedades.

1.1. DELITO DE TRÁFICO ILÍCITO DE DROGAS - TIPO BÁSICO


El Código Penal, en la sección segunda del capítulo tercero del título decimo
dela parte especial, trae previsto y sancionado el delito de tráfico ilícito de
drogas, incluido dentro de los delitos contra la salud pública; es decir, lo que
se protege sustancialmente son los interese sociales como la vida, la libertad,
el patrimonio y la seguridad dentro de la colectividad.
Si bien se puede considerar el problema del TID a nivel internacional, requiere
un análisis totalmente diferenciado de sus soluciones; en primer lugar, en
referencia a países desarrollados (los consumidores por excelencia de droga
ilegal, donde se encuentra la demanda) y países en desarrollo (por tradición,
los productores por excelencia de droga ilegal), y aun dentro de ambos
ámbitos, hay que considerar las situaciones específicas de cada país.

TIPO BÁSICO.
Art.296: PROMOCIÓN O FAVORECIMIENTO AL TRÁFICO ILÍCITO DE
DROGAS.
El que promueve, favorece o facilita el consumo ilegal de drogas
tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas, mediante actos
de fabricación o tráfico será reprimido con pena privativa de libertad
no menor de ocho ni mayor de quince años y con ciento ochenta a
trescientos sesenta y cinco días-multa, e inhabilitación conforme al
artículo 36°, incisos 1), 2) y 4).
El que posea drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias
psicotrópicas para su tráfico ilícito será reprimido con pena privativa
de libertad no menor de seis ni mayor de doce años y con ciento
veinte a ciento ochenta días-multa.
El que introduce al país, produce, acopie, provee, comercialice o
transporte materias primas o sustancias químicas controladas o no
controladas, para ser destinadas a la elaboración ilegal de drogas
tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas, en la
maceración o en cualquiera de sus etapas de procesamiento, y/o
promueva, facilite o financie dichos actos, será reprimido con pena
privativa de libertad no menor de cinco ni mayor de diez años y con
sesenta a ciento veinte días-multa.
El que toma parte en una conspiración de dos o más personas para
promover, favorecer o facilitar el tráfico ilícito de drogas, será
reprimido con pena privativa de libertad no menor de cinco ni mayor
de diez años y con sesenta a ciento veinte días-multa.

1.2. POLÍTICAS DE CRIMINALIZACIÓN Y DESCRIMINALIZACIÓN


1.2.1. Políticas de criminalización
La política criminal en materia de tráfico ilícito de drogas en países como el
Perú, es patente de una dinámica muy constante, producto de que hacer
criminológico que se va renovando con el tiempo.
Los controles estatales se hacen más estrictos, se pretende detectar e
identificar todo el eslabón del circuito delictivo y así generar efectos
disuasivos y preventivos, en el combate contra toda manifestación del
comercio clandestino de las drogas prohibidas, empero los resultados no son
tan óptimos como se quiere, al estar de por medio el poder económico así
como la corrupción funcional.
a) Política de criminalización nacional
- Ley de Represión del Tráfico Ilícito de Drogas DECRETO LEY Nº
22095:
Son objetivos de la presente Ley la represión del tráfico ilícito de drogas
que producen dependencia; la prevención de su uso indebido; la
rehabilitación biosicosocial del drogadicto y la reducción de los cultivos
de la planta de coca
- DEVIDA :
Es un Organismo Público Ejecutor, adscrito al sector de la Presidencia
del Consejo de Ministros, encargado de diseñar y conducir la
Estrategia Nacional de Lucha contra las Drogas y constituirse en la
contraparte nacional para todos los fondos de cooperación
internacional destinados a la lucha contra las drogas
Función: Diseñar la Política Nacional de carácter Multisectorial de
Lucha contra el Tráfico Ilícito de Drogas y el Consumo de Drogas,
promoviendo el desarrollo integral y sostenible de las zonas cocaleras
del país, en coordinación con los Sectores competentes
la incorporación masiva de las poblaciones cocaleras hacia la
economía legal: “La presencia del Estado peruano en zonas donde ha
habido erradicación es muy importante; con el aporte técnico,
asistencia social, capacitación del agricultor, etc.; estaría propiciando
en cierta manera que el agricultor cocalero que siempre se dedicó a la
siembra de coca, no vuelva a sembrar o por lo menos la siembra de
coca disminuya significativamente propiciando periódicamente el
cambio por cultivos alternativos productivos y de mejor precio de
compra que pueda competir con el principio de la hoja de
coca.”(DEVIDA 69-70)

b) Política de criminalización internacional


- Comunidad Andina
El Perú y los demás países que integran la comunidad andina plantean
una acción coordinada en la lucha contra las drogas ilícitas, En tal
sentido esta decisión es aprobada el 22 de Junio del 2001.

ERRADICACION DE CULTIVOS ILICITOS (artículo 14 de la


Convención de Viena de 1988, numerales 2º y 3º)
Los cultivos ilícitos han afectado principalmente a Bolivia, Colombia y
Perú, mientras que Ecuador y Venezuela presentan casos aislados
aún de poca significación. Los cinco Países Andinos se han
comprometido a reducir progresivamente los cultivos ilícitos de sus
territorios y para ello han diseñado Programas y Planes Estratégicos
Nacionales específicos en esta área.

1.2.2. Políticas de descriminalización


A contraste de una sociedad conservadora, que quiere reprimir cualquier tipo
de comportamiento “socialmente negativo”, surge una posición más liberal,
que tiende a la “liberalización del comercio de drogas”, basada tal vez en un
pleno reconocimiento de la “voluntad humana”, en un régimen jurídico- estatal
que ha de respetar la conducción del ser humano, en lo que desea hace con
su vida. Dicha postura de política criminal ha sido asumida por algunos
Estados de Europa Occidental, como Holanda.

Algunos autores propone la despenalización del trafico controlado


de droga, puesto que, por un lado, se podría controlar los daños que
ocasiona el uso de drogas en el mercado negro, es decir, existirá un
mayor control sobre la calidad de la sustancia y la forma de
administrarse; y, de otro, se acabaría con un negocio ilegal que
tantos beneficios produce, de esta manera, cualquier persona podría
adquirir drogas, disminuyendo su precio. (Bramont, 2013, p.526)

Sin embargo en la actualidad se aprobó ley que autoriza la importación,


comercialización y uso con fines medicinales de los productos provenientes
del cannabis (marihuana) por unanimidad en la Comisión de Defensa
Nacional, Orden Interno, Desarrollo Alternativo y Lucha contra las Drogas del
Congreso de la República.

a) legalización del uso medicinal de la marihuana


El Congreso de la República aprobó, la noche del jueves 19 de octubre
del presente año 2017, el uso medicinal del cannabis (marihuana) y sus
derivados.
Se trata del dictamen recaído en el Proyecto de Ley 982/2016-PE “que
autoriza la producción, importación, comercialización y uso seguro e
informado exclusivamente con fines medicinales de productos
provenientes del Cannabis”.
La iniciativa, presentada por el Gobierno de Pedro Pablo Kuczynski en
febrero pasado, surgió luego de que la policía allanara un laboratorio de
San Miguel donde se elaboraba aceite de marihuana para pacientes con
graves enfermedades, dejando a varios niños sin tratamiento.(fuente: El
Comercio)
No obstante, el proyecto inicial no consideraba la producción local ni el
cultivo de marihuana con fines medicinales como una opción. Esto fue
criticado por organizaciones como 'Buscando Esperanza', promotora del
cannabis medicinal, al considerar que se restringía sus alternativas a
medicamentos importados que, por su elevado precio, no podrían ser
adquiridos por todas las familias necesitadas.
Ante ello, la semana pasada, en la mencionada comisión se incluyó que
se autoricen los cultivos vigilados por el Estado por parte de laboratorios
químicos farmacéuticos y personas jurídicas.
“Se trataría de un cultivo asociativo. Personas jurídicas que se formarían
para la exclusiva realización de esta actividad con todo el control y
vigilancia del estado”, explicó el congresista Alberto De Belaunde durante
el debate en la comisión.
Así mismo se dará la modificación del artículo 299 del código Penal, el
cual quedara redactado de acuerdo al siguiente texto:

ARTÍCULO 299°.- POSESIÓN NO PUNIBLE


No es punible la posesión de droga para el propio e inmediato
consumo, en cantidad que no exceda de cinco gramos de pasta
básica de cocaína, dos gramos de clorhidrato de cocaína, ocho
gramos de marihuana o dos gramos de sus derivados, un gramo de
látex de opio o doscientos miligramos de sus derivados o doscientos
cincuenta miligramos de éxtasis, conteniendo
Metilendioxianfetamina - MDA, Metilendioximetanfetamina - MDMA,
Metanfetamina o sustancias análogas.
Se excluye de los alcances de lo establecido en el párrafo
precedente la posesión de dos o más tipos de drogas.
Tampoco será punible la posesión de derivados de la
marihuana con fines medicinales, siempre que la cantidad se
necesaria para el tratamiento de quien la posea o de un tercero
que se encuentre bajo su cuidado o tutela, según las normas de
la materia.
CAPITULO II

ANÁLISIS DEL TIPO BÁSICO DEL TRÁFICO ILÍCITO DE DROGAS:

2.1 BIEN JURÍDICO PROTEGIDO:

Según Dr. LUIS ALBERTO BRAMONT ARIAS TORRES y Dra. MARÍA DEL
CARMEN GARCIA CANTIZANO. Derecho Penal Parte especial. Editorial San
Marcos, sexta edición 2013. Pag.527 nos dicen. “El Bien jurídico protegido en el
tráfico ilícito de drogas es la salud pública, en el cual está, a su vez enmarcado
en el Código Penal en los delitos contra la seguridad pública. Por tanto nos
encontramos ante un bien jurídico macrosocial: la salud pública. Es necesario
indicar que no todos los delitos establecidos en la Sección II- Tráfico ilícito de
drogas- protegen la salud pública, sino que hay disposiciones en las que el bien
jurídico protegido es la libertad personal- Arts.296-C y 301 CP-, por lo que dichas
disposiciones, para mantener una mejor sistemática, deberían estar contenidas
en los delitos contra la libertad personal; en todo caso; se podría sostener que se
protege la salud pública pero de una manera indirecta”.

Según Dr. LUIS ALBERTO BRAMONT ARIAS TORRES. Temas de derecho


penal.T.V Op Cit Pag. 86-87

Afirma. “El bien jurídico protegido es la seguridad pública, considera en su aspecto


particular, concerniente a la salud pública, que se debe garantizar contra hechos
clandestinos o fraudulentos, de peligro común, consistentes en producir o
comercializar, suministrar o facilitar a otras sustancias estupefacientes. Con la
expresión (seguridad pública) se designa al conjunto de condiciones,
garantizadas por el orden jurídico, necesarias para conservar la integridad de todo
bien (vida, integridad, corporal, salud, patrimonio, etc.) considerando como sus
titulares a todos y cada uno de los individuos”.
Según BUSTOS RAMÍREZ. Manual de Derecho penal. Parte Especial. Pag. 233-
234 indica “Que la prohibición de la droga está presente la preocupación por la
salud pública, pero que el problema no radica esencialmente en su fabricación,
distribución o tráfico sino en el hecho de existir una red organizada destinada a
imponer, por cualquier medio, su consumo, especialmente entre los menores. Por
lo que afirma que deben legislarse en relación a comportamientos violatorios de
la libertad personal de los ciudadanos y en especial de los jóvenes, por ello estos
delitos no deberían incluirse entre los delitos contra la salud pública, sino en los
delitos contra la libertad personal; en la legislación sobre la droga y especial la
coca-cocaína en los países andinos, no hay un bien jurídico protegido y por tanto
no hay legitimidad para la intervención punitiva”.

En la misma línea, Diez Ripollés los delitos relativos a drogas toxicas,


estupefaciente y sustancias psicotrópicas quien afirma que la opinión más
extendida, que alude a la salud pública, debe ser reconsiderada: la protección
penal de la salud pública está basada, con la significativa excepción del tráfico de
drogas, sobre la idea de no causar menoscabo o impedir mejoras en la salud de
una pluralidad de personas que no quieren sufrirlos o dejar de obtenerlas.
Progresivamente se va afianzando la idea de que lo decisivo no es el daño directo
a la salud, sino la pérdida de autonomía personal del consumidor.

Según Alonso Raúl Peña Cabrera. Derecho Penal Especial tomo es tercera
edición enero 2016, editorial moreno s.a. lima Perú. Pag.54-58 nos dice: “La
legislación peruana al tipificar los delitos de tráfico ilícito de drogas regula una
serie de conductas de disvalor antijurídico como la producción, elaboración,
tráfico, comercialización y micro comercialización, todas ellas se caracterizan por
recaer sobre unas sustancias, productos u objetos peligrosos para la salud, o
incluso la vida de las personas. En efecto la relación jurídico penal de todos los
hechos responde a la necesidad de proteger estos bienes también frente ante
estos riesgos derivados del uso o consumo de estos productos.”

La concreción del bien jurídico de los delitos relativos al tráfico ilícito de drogas ha
estado sometida a polémicas, habiéndose señalado como protegido el interés del
Estado, el controlar el tráfico de aquellas sustancias los intereses culturales o
morales. Sim embargo aun reconociendo que los intereses citados pueden
resultar protegidos, en la salud pública, para cuya tutela ha sido diseñado el
conjunto de preceptos con la normatividad penal señala. Empero con ello
podemos decir muy poco al invertirse otros intereses jurídicos tutelados, que de
forma encubierta el Estado proyecta con la penalización de estos
comportamientos prohibidos.

La salud pública como el bien jurídico de protección puede catalogarse entre


aquellos bienes necesarios para el funcionamiento del sistema. Por salud pública
ha de entenderse “Aquel nivel de bienestar físico y psíquico que afecta a la
colectividad, la generalidad de los ciudadanos o al conjunto condiciones que
positivan o negativamente garantizan y fomentan la salud de los ciudadanos”.

Según la OMS, “la salud es un estado de completo bienestar físico, mental, y


social, no ha de entenderse solamente como la ausencia de afecciones o
enfermedades”. Así también, conforme se desprende de la Convención única de
1961 y Conferencia de Naciones Unidas para la aprobación de una Convención
única sobre Estupefacientes, Naciones Unidas, al estimarse la tutela de la Salud
de la población en su aspecto físico y moral.

Los diversos enfoques analizados concluyen en un concepto de la salud pública


que puede entregarse desde dos ópticas: una positiva y otra negativa. La primera
se explica con sensación de bienestar la segunda la existencia de causas o
situaciones perturbadores del equilibro orgánico de lo colectivo.

Es para ello que para algunos autores, la salud como bien jurídico protegido se
independiza en definitiva de tutela propia que la salud individual tiene reconocida,
configurándose como un ente a la tendencia de abstracción que proyectar su
protección sobre el conjunto de condiciones positivas y negativas que garantizan
y fomenten la salud.

Es importante que al penalizar las conductas delictivas del Tráfico ilícito de drogas
se busca a través de la legislación proteger al colectivo social de un mal potencial.
Es por ello que se afirma que se trata de u delito de peligro abstracto debido a
que no tutelan un bien o derecho completo sino de la posibilidad de que la salud
se ve por cualquiera de las conductas típicas.
Diez Repolles es de opinión que en los delitos de tráfico ilícito de drogas se
protege como bien jurídico la salud pública, pero no entendida como un daño
directo a la Salud sino la perdida de la autonomía personal del consumidor. Lo
cual se concreta en una pérdida de la libertad. De igual forma existen posturas
que critican un exagerado paternalismo del Estado, del proteger la salud pública
en el tráfico ilícito de drogas, en razón de la autonomía de la salud cuyo calificativo
de pública no atañe en sentido estricto más que la plural afección que representa
dichos delitos de peligro para la colectividad pero en que sustancia contrae a la
tutela de salud individual.

Reforzando ante lo indicado RAMON GARCIA ALBERO apunta que no podríamos


hablar de salud individual toda vez que el delito de tráfico ilícito de drogas, la salud
pública no es una forma de señalar de peligro común o general que sobre la salud
individual proyectan determinadas conductas, sino un ben jurídico
suficientemente de contacto habitualmente por mucho que complemente la salud
individual asume perfiles propios.

Vale decir que en consecuencia que en forma mayoritaria es entendida la Salud


Pública el bien jurídico que intenta sancionarse conductas vinculadas al tráfico
ilícito de drogas que representan una peligrosidad para la difusión y propagación
de los estupefacientes en el resto de la población en general caracterizándose
por la exigencia de un peligro común y no individual y la posible afectación de un
sujeto pasivo indeterminado.

En la jurisprudencia Nacional ejecutoriada recalda en el Exp N°211398-Lima se


sostiene que: “Si bien es cierto que genéricamente este delito amarado a la salud
pública como bien jurídico no debe olvidarse que los efectos de esta agresión
inciden directamente en la salud física y mental de la persona humana, con efecto
muchas veces irreversible, causando inclusive la degeneración genética con
imprevisibles consecuencias futuras para la humanidad y por el mismo motivo la
incidencia de estos delitos también la estructura social, política, cultural y
económica de os estados.

Como expone Valencia M. en la doctrina colombiana no es el riego a la salud


individualmente considerada y si evidentemente la salud abstracta o general d la
comunidad o la salud pública universal, como ente social la preocupación como
embarga al legislador al mantener la vigencia de conductas que incriminan el
tráfico de drogas. Esta tutela se ve gravemente comprometida por agudización de
peligros indeterminados que encierran para el desarrollo normal de la vida
comunitaria, expansión y tráfico de sustancias nocivas.

El tráfico Ilícito de drogas sería un delito pluriofensivo en tanto protegerla


inmediatamente la salud pública y mediatamente la salud individual de cada uno
de los ciudadanos.

El bien jurídico protegido es generalmente admitido por la doctrina mayoritaria que


el bien jurídico tutelado en el delito de tráfico de drogas lo constituye la salud
pública entendiéndose esta de muy diverso modo. En palabras de RODRÍGUEZ
RAMOS” podemos comprenderla como el «conjunto de condiciones que positiva
o negativamente garantizan y fomentan la salud de los ciudadanos, o, siguiendo
indicaciones de BOIX REIG, como el «nivel de bienestar físico y psíquico que
afecta a la colectividad», nivel que se encontraría avalado por el fomento y
garantía que de dichas condiciones han de efectuar los poderes públicos.

Esto se puede corroborar en obras como la de ROMERAL MORALEDA en la que


afirma que: «el bien jurídico protegido es la salud pública colectiva, indicado en la
rúbrica de la sección». Sin embargo, pese a estas primeras observaciones, no
podemos declarar que sea una cuestión pacífica dada la multitud de atribuciones
que presenta el vocablo salud y la reciente preocupación que ha supuesto para el
Estado la «salud pública» propiamente dicha. Un seguimiento de los diversos
pronunciamientos al respeto muestra que, con el curso del tiempo, el bien jurídico
salud individual, ha avanzado a salud colectiva tras concebirse el delito de tráfico
de drogas como un delito de afectación plural o indeterminada, ya que implica la
lesión o puesta en peligro de la salud de una cifra de ciudadanos indeterminada,
pero amplia. El inconveniente surge a la hora de determinar el contenido de este
bien jurídico, pues parte de dicha doctrina, considera que tratamos con un bien
de titularidad colectiva, autónoma e independiente de la salud individual. Desde
esta posición se añade que su afectación no requiere la lesión concreta de la
salud de un determinado individuo pues, la barrera punitiva, calificada de
desmedida por ciertos autores, se adelanta a dicha lesión, bastando la puesta en
peligro de las condiciones que inciden tanto en el bienestar físico como psíquico
y social de la comunidad.

Otros autores, como PÉREZ ÁLVAREZ o JOSHI JUBERT, defienden también la


existencia de un único bien tutelado de carácter colectivo, siendo este el indicado,
pero sin atribuirle autonomía, pues les resulta imposible imaginar una salud
pública que no aluda a la individual. Concretamente, PÉREZ ÁLVAREZ afirma
que no se puede negar que las infracciones contra la salud colectiva incidan
necesariamente sobre la salud individual. Por su parte, JOSHI JUBERT deduce
que la salud pública «solo puede afirmarse en el caso de que la gran mayoría de
sus individuos (de la sociedad) gocen de salud individual para llevar a cabo el plan
de vida libremente elegido en igualdad de condiciones y con capacidad para
cumplir con los deberes derivados de la convivencia democrática». Asimismo,
MAQUEA ABREU comprende que la salud pública es un valor instrumental al
servicio de la salud individual; y en un sentido próximo, REY HUIDOBRO: no cabe
concebir una norma que proteja la salud colectiva y olvide la individual, pues
«llevaría a pensar que la comunidad social posee una salud distinta de aquella
que poseen los ciudadanos que la componen», o ANDRÉS DOMÍNGUEZ que
defiende que la relación entre un bien y otro es de complementariedad, siendo la
salud pública la que complementa a la individual.

Por lo que a las posiciones doctrinales minoritarias respecta, estas entienden de


la existencia de una serie de intereses o valores socialmente relevantes que
encuentran, a su parecer, cobertura en el precepto mencionado. Así, autores
como DEL RÍO FERNÁNDEZ o BERISTAIN IPIÑA consideran que se trata de un
delito pluriofensivo que preserva junto a la salud pública otros intereses como: la
libertad del consumidor, el interés del Estado por la producción y comercio de
estupefacientes, la seguridad ciudadana, intereses fiscales, económicos o
políticos.

Dra. Haridian Fariña Gómez. Derecho Penal Especial Universidad de La Laguna


Curso 2015-2016. Nos dice: “Entre la multitud de pareceres entorno a las
cuestiones que conciernen al delito de tráfico de drogas, tanto doctrinales como
jurisprudenciales, se pueden apreciar algunos elementos de coincidencia. Entre
estos, se encuentra el bien jurídico, «salud pública», sin prejuicio de las
discrepancias en su concreción. Por lo que respecta a la doctrina, la opinión
mayoritaria coincide en la existencia de un único bien jurídico, siendo la
mencionada «salud pública», pero concibiéndose, de un lado, como ente
supraindividual, y de otro, como mera suma de la salud de los individuos que
conforman la sociedad. En otro sentido, la opinión minoritaria se aventura al
considerar la existencia de un delito pluriofensivo en el cual, junto a la salud,
subsisten otros intereses, considerados socialmente relevantes, tan diversos
como lo es la seguridad ciudadana o el interés económico del Estado por
comercializar dichas sustancias”.

En conclusión, para los alumnos de este trabajo es: “El bien jurídico protegido en
el tráfico ilícito de drogas es la salud pública, lo cual esta, a su vez, enmarcado
en el código penal en los delitos contra la seguridad pública. Por tanto nos
encontramos ante un bien jurídico macrosocial, la salud pública”.

2.2 TIPICIDAD OBJETIVA:

Según Dr. LUIS ALBERTO BRAMONT ARIAS TORRES y Dra. MARÍA DEL
CARMEN GARCIA CANTIZANO. Derecho Penal Parte especial. Editorial San
Marcos, sexta edición 2013. Pag.528-531 nos dicen. “La cuestión central estriba
en determinar que se entiende por droga, en cuanto objeto material de este delito.
A este respecto, se considera droga, cualquier sustancia que,
independientemente, de su utilidad terapéutica, actúa sobre el sistema nervioso
central modificando la conducta del individuo, pudiendo crear, tras su uso
continuo, una farmacodependencia”.

En este tipo penal se alude a drogas toxicas, estupefacientes o sustancias


psicotrópicas. Todos estos términos encajan dentro del concepto de drogas
tóxicas, esto es, aquellas que causan un daño a la salud, si debido a cualquier
circunstancia, perdieran dicha propiedad y se tomaran inocuas, no se configuraría
el delito de tráfico ilícito de drogas, dada la ausencia de peligro motivada por
impropiedad absoluta del objeto material, lo que nos permitía hablar de un delito
imposible.

La diferencia entre estupefacciones y psicotrópicos se encuentran en la forma en


la que actúan. Los primeros provocan adormecimiento y obnubilación y la pérdida
de la sensibilidad; entre otros pueden citarse el cannabis, la heroína, la cocaína o
el opio; los segundos pueden producir un estado de dependencia y estimulación
o depresión del sistema nervioso central, teniendo como resultado alucinaciones
o trastornos de la función motora, del juicio, del comportamiento o del estado de
ánimo, como sucede con los sedantes, tranquilizantes, anfetaminas, etc.

El comportamiento consiste en promover, favorecer o facilitar el consumo ilegal


de drogas mediante actos de fabricación o tráfico, o en poseer tales sustancias,
como este último fin.

Con los términos promover, favorecer o facilitar se comprueba como nuestro


legislador sigue la tendencia omnicomprensiva de lo que se ha dado a llamar “ciclo
de la droga”, es decir la penalización de todo comportamiento que suponga
contribución, por mínima que sea, a su consumo.

Pero hay que precisar que el código penal nos castiga toda promoción,
favorecimiento o facilitación del consumo ilegal de drogas, sino solo aquellos
comportamientos que se realizan mediante actos de fabricación o tráfico o que
consistan en su posesión con dicho fin.

Por actos de fabricación se entiende proceso de elaboración, mecánico o químico,


sin excluir la simple adicción de una sustancia a otra u otras (composición), dado
que no solo se fabrica cuando se obtiene droga de una o más materias, que antes
no tenían ese carácter, sino también con la producción, transformación, o
perfeccionamiento de materias ya de por sí estupefacientes.

El termino tráfico se refiere a todo acto de comercio, negociación, o actividad que


busca la obtención de ganancia o lucro. Comprende tanto la importación,
exportación, venta, almacenamiento, distribución, transporte, etc.

La posesión se castiga solo si tiene por finalidad el tráfico, de tal forma que no es
la tenencia en sí de la droga la conducta incriminada, sino su preordenación al
tráfico. Por tanto, se excluye del tipo penal la posesión de drogas para el propio
consumo. Sin embargo, en algunos casos será difícil determinar cuándo la
posesión de droga es para el consumo y cuando para el tráfico, no obstante,
existirá el primer supuesto si es que se cumplen los requisitos del artículo 299 CP.
Por tanto, en el Código penal se castiga la promoción, favorecimiento o facilitación
del consumo ilegal de drogas, siempre que estos comportamientos se realicen
mediante actos de fabricación, tráfico o posesión para el tráfico.

En el segundo párrafo del art. 296 CP se establece otro tipo de comportamiento,


consiste en comercializar, a sabiendas, materias primas o insumos destinados a
la elaboración de drogas tóxicas. Es por ello que en este párrafo no se reprime el
comercio de drogas toxicas, sino el comercio de insumos o materias primas
destinados a su producción, siempre que el sujeto activo sepa que está
comercializando bienes destinados a tal fin.

No obstante habrá que tener en cuenta que la aplicación de tal disposición


dependerá de dos requisitos: por un lado que el sujeto actué dolosamente en
conocimiento y voluntad y por otro lado el sujeto ha de reincidir en tales
infracciones lo que viene aplicar la necesidad de que realice varias ocasiones
estas conductas.

Según Alonso Raúl Peña Cabrera. Derecho Penal Especial tomo es tercera
edición enero 2016, editorial moreno s.a. lima Perú. Pag.52 nos dice: “El tráfico
ilícito de drogas es un delito de grandes repercusiones que se reflejan en las
estadísticas nacionales asociadas a la criminalidad. Sobre todo en los actos de
producción y comercialización de drogas ilegales. Además del comercio ilegal de
los insumos para la elaboración de drogas así como la legislación de dinero o
bienes provenientes de Tráfico ilícito de drogas.”

En el Código penal en la sección segunda del capítulo tercero del título decimo
de la parte especial trae previsto y sancionado el delito de tráfico ilícito de drogas
incluyendo dentro de los delitos contra la salud pública es decir lo que se protege
sustancialmente son los intereses sociales como la vida, la libertad, el patrimonio
y la seguridad dentro de la colectividad.

Sin embargo las normas penales solo pueden conseguir un mínimo de eficacia
preventivo, si la prevención general intimatoria no va acompañada de otras
medidas jurídicas y sociales de finalidad primordialmente preventiva especial,
racionalizadora y terapeuta.
Internamente en el Art. 296° del Código Penal, podemos reconocer cuatro
conductas delictivas, cada una con características propias. El primer párrafo de
dicho dispositivo criminaliza la promoción, favorecimiento y facilitación del
consumo ilegal de drogas mediante actos de fabricación o tráfico de drogas
tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas. El comportamiento descrito
consiste en promover, favorecer o facilitar el consumo ilegal de drogas.

El maestro Peña Cabrera citando a PRADO SALDARIAGA. Pág.59, enfatizaba


que la fabricación determinada el uso de medios más tecnificados y permite la
producción de sustancia ilícita de mayor calidad y pureza. Fabricar corresponde
todo acto de preparar, elaborar, manufacturar, componer, convertir o procesar
cualquier sustancia fiscalizada ya sea extracción de sustancias de origen natural
o mediante síntesis química.

Luego el segundo párrafo describe la posesión de drogas toxicas, estupefacientes


o sustancias psicotrópicas con fines de tráfico ilícito

El párrafo tercero contempla como conducta punible la comercialización de


materias primas, o insumos destinados a la elaboración ilegal de drogas tóxicas,
estupefaciente y sustancias psicotrópicas.

Finalmente se castiga el hecho de tomar parte de una conspiración de dos o más


personas para promover, favorecer o facilitar, el tráfico ilícito de drogas.

Dr. Víctor Roberto Prado Saldarriaga. Catedrático de Derecho Penal. Pag2 nos
dice” Las conductas tipificadas tienen estructura y características diferentes. Es
así que el supuesto regulado en el párrafo primero es una hipótesis de peligro
concreto. En cambio, los actos tipificados en el párrafo segundo están
configurados como una conducta de peligro abstracto. Y las consideradas en los
párrafos tercero y cuarto constituyen la criminalización autónoma de formas
específicas de participación y de actos preparatorios”.

El artículo 296º considera como objeto de acción de los delitos previstos en él a


las “drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas” y a las “materias
primas o insumos” que son requeridos para su elaboración.

En relación a las primeras, se recurre a una identificación farmacológica basada


en los diferentes efectos clínicos que su consumo puede provocar en una
persona. Sin embargo, para efectos legales será suficiente que las distintas
sustancias calificables como drogas posean la capacidad de producir, alternativa
o conjuntamente, los efectos conocidos como dependencia psíquica,
dependencia física, tolerancia o síndrome de abstinencia.

Las materias primas o insumos constituyen un segundo objeto de acción del


delito al cual se alude en el párrafo tercero del artículo 296º. Como materia prima
se considera a toda aquella que resulta indispensable para elaborar drogas. Por
consiguiente, la hoja de coca, el fruto de la adormidera, el látex de opio o la planta
del cannabis son calificadas como materia prima. Y son insumos aquellos
compuestos químicos que en combinación con las materias primas permiten
activar la industria o fabricación de drogas fiscalizadas.

A. En el primer párrafo del artículo 296º se reprimen aquellas conductas que


posibilitan el consumo indebido de drogas por terceros o coadyuvan a su
difusión. Se requiere, pues, que el sujeto activo ejecute actos de fabricación
o tráfico de drogas, que sean idóneos para promover, favorecer o facilitar el
consumo ilegal de tales sustancias entre usuarios iníciales, habituales o
potenciales. La expresa alusión que hace la norma al consumo ilegal destaca
que la conducta que ejecute el agente siempre debe estar orientada al
consumo ajeno o de terceros, lo cual permite sostener que los actos de
fabricación o adquisición de drogas realizados por una persona para proveer
o facilitar su propio consumo son atípicos y carecen de trascendencia penal.
Se trata de un tipo penal alternativo que describe como opciones para la
materialización de la conducta punible modalidades genéricas de fabricación
o tráfico, las cuales incluyen un conjunto de acciones específicas las cuales
pueden ser ejecutadas de modo aislado o concatenado por un mismo agente
o por autores diferentes. Conforme al inciso 15 del artículo 89º del Decreto
Ley Nº 22095 el fabricar drogas comprende “preparar, elaborar, manufacturar,
componer, convertir o procesar” tales sustancias fiscalizadas por su
extracción desde especies de origen natural, o mediante la aplicación de
procedimientos de síntesis química. Y según el inciso 7 del citado artículo
traficar o comercializar drogas abarca los actos de “depositar, retener, ofrecer,
expender, vender, distribuir, despachar, transportar, importar, exportar o
expedir en tránsito” las sustancias adictivas. Sin embargo, para la tipicidad
será suficiente con que el sujeto activo realice, cuando menos, uno de
aquellos comportamientos.
B. Este delito se encuentra descrito en el segundo párrafo del artículo 296º. Esta
hipótesis típica criminaliza únicamente los actos de posesión de drogas
destinadas para el tráfico o comercio ilegal. Por tanto, carecen de tipicidad y
relevancia penal, la droga fiscalizada que se posee con afán de colección, de
instrucción o para ser donada; o la que se tiene en custodia. Además, la
fórmula utilizada por la legislación nacional hace también atípicas la posesión
de drogas en cantidades equivalentes a una dosis personal, así como su
tenencia en cantidades superiores (dosis de aprovisionamiento), siempre,
claro está, que no estén reservadas para su tráfico ilícito.
El supuesto delictivo que comentamos ha sido diseñado como una estructura
de peligro abstracto. Es decir, para su consumación sólo se requiere que el
agente materialice, de cualquier modo, la tenencia o posesión de la droga
fiscalizada. La clase o la cantidad de la droga poseída no afectan la tipicidad
del acto. Sin embargo, si esta última es “escasa” o “pequeña” se configura
una circunstancia atenuante, en la medida en que se cumplan los demás
requisitos cuantitativos y cualitativos que precisa el artículo 298º del Código
Penal.
C. El tercer párrafo del artículo 296º regula una compleja estructura delictiva. En
dicha disposición se consideran punibles diferentes conductas que tiene
como elemento común, el estar vinculadas al suministro y expendio de
materias primas o insumos que se emplean en la elaboración de drogas
fiscalizadas.
El legislador ha tipificado de modo autónomo conductas que tienen lugar con
anterioridad a la fabricación o al tráfico de drogas. También se alude a
conductas conexas de inducción o colaboración para la realización de tales
actividades. Se trata, por tanto, de actos preparatorios y modalidades de
participación que por razones de prevención general han sido criminalizados
de manera independiente.
Si bien coexisten distintas acciones típicas en el párrafo tercero del artículo
296º, el legislador les ha otorgado a todas ellas igual equivalencia para
efectos de la tipicidad. Por tanto, bastará con que el agente ejecute cualquiera
de ellas para que sea reprimible penalmente. En concreto se trata de los
siguientes actos:
D. El Decreto Legislativo 982 modificó la estructura interna del artículo 296º al
incluir un cuarto párrafo para reprimir un nuevo delito de conspiración para
delinquir.

2.2.1 OBJETO MATERIAL DEL DELITO

El objeto material en relación al cual se realiza la acción típica es la droga tóxica,


estupefaciente o sustancia psicotrópica, catalogadas por las normas nacionales e
internacionales.

2.2.2 SUJETOS

SUJETO ACTIVO

cualquier persona que posea, elabore, fabrica, comercializa y otra actividad


vinculada con la droga toxica, estupefaciente o sustancia psicotrópica.

SUJETO PASIVO

Es la sociedad, ya que es la agraviada directamente porque atenta contra la salud


de los integrantes especialmente los niños y jóvenes, a nivel del proceso esta
sociedad es representada por el Estado respectivo, tal es así que los organismos y
convenios internacionales, así como las constituciones consideran como objetivo
primordial luchar contra el tráfico ilícito de drogas, por ser un delito que atenta contra
la humanidad.

Según Lamas Puccio, Luis. El tráfico ilícito de drogas en el nuevo Código Penal.
Cultural Cuzco, Lima, p. 54.

El Sujeto activo del delito puede serlo cualquier persona, por lo que nos encontramos
ante un delito común. Sujeto pasivo lo es la colectividad, asumiendo su
representación el Estado.

Según Dr. LUIS ALBERTO BRAMONT ARIAS TORRES y Dra. MARÍA DEL
CARMEN GARCIA CANTIZANO. Derecho Penal Parte especial. Editorial San
Marcos, sexta edición 2013. Pág. 528 nos dice que el sujeto activo puede ser
cualquier persona y el sujeto pasivo es la colectividad

Sujeto activo puede ser cualquier persona. Sujeto pasivo es la colectividad. La


colectividad, es decir la propiedad sociedad porque es la titular de los bienes
jurídicos protegidos (la salud pública). Es por eso que la sociedad es la afectada al
cometerse este delito.

2.2.3. CONDUCTA TIPICA


Las conductas típicas en el artículo 296 son 4 y cada una de ellas posee estructura
y características diferentes.
- El primer párrafo criminaliza la Promoción, Favorecimiento o Facilitación del
consumo ilegal de drogas mediante actos de fabricación o tráfico de drogas
tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas.

- El segundo párrafo describe la posesión de drogas tóxicas, estupefacientes o


sustancias psicotrópicas para su tráfico ilícito.

- El párrafo tercero contempla como conducta punible el suministro, la


producción o comercialización de materias primas o insumos destinados a la
elaboración de drogas y actos afines de promoción, facilitación o financiación.

- En el cuarto y último párrafo se tipifica la conspiración para promover,


favorecer o facilitar el tráfico ilícito de drogas.

En tal sentido, el supuesto sobre actos de “promoción, favorecimiento o


facilitación del consumo ilegal de drogas” es una hipótesis de peligro concreto,
al crear un riesgo jurídicamente desaprobado, con aptitud de lesión e intereses
jurídicos concretos.

Por su parte los actos de posesión de drogas con fines de tráfico ilícito
configuran una hipótesis de peligro abstracto, la comercialización de
materias primas o insumos destinados a la elaboración de drogas toxicas,
estupefacientes o sustancias psicotrópicas aparece como la
criminalización autónoma de actos preparatorios. Los actos de tenencia
se sitúan en un estado anterior a la consumación, sistemática seguida por
las convenciones internacionales. (Cabrera, 2016).
El comportamiento en los verbos rectores consiste en promover, favorecer o facilitar,
el consumo ilegal de drogas mediante actos de fabricación o tráfico, o en poseer
tales sustancias con este último fin.
Por actos de fabricación se entiende cualquier proceso de elaboración mecánico o
químico sin excluir la simple adición de una sustancia a otra u otras. Dado que solo
se fabrica cuando se obtiene drogas de una o más materias.

a. Promoción, favorecimiento o facilitación del consumo ilegal de drogas

En el primer párrafo del artículo 296º se reprimen aquellas conductas que


posibilitan el consumo indebido de drogas por terceros o coadyuvan a su
difusión. Se requiere, pues, que el sujeto activo ejecute actos de fabricación o
tráfico de drogas, que sean idóneos para promover, favorecer o facilitar el
consumo ilegal de tales sustancias entre usuarios iníciales, habituales o
potenciales.
El termino tráfico se refiere a que todo acto de comercio, negociación o
actividad que busca la obtención de ganancia o lucro. La posesión castiga
solo si se tiene solo por finalidad el tráfico de tal forma que no es la
tenencia en sí de la droga la conducta incriminada sino su preordenancion
al tráfico (bramont, 2013).

La expresa alusión que hace la norma al consumo ilegal destaca que la


conducta que ejecute el agente siempre debe estar orientada al consumo ajeno
o de terceros, lo cual permite sostener que los actos de fabricación o
adquisición de drogas realizados por una persona para proveer o facilitar su
propio consumo son atípicos y carecen de trascendencia penal.
Se trata de un tipo penal alternativo que describe como opciones para la
materialización de la conducta punible modalidades genéricas de fabricación o
tráfico, las cuales incluyen un conjunto de acciones específicas las cuales
pueden ser ejecutadas de modo aislado o concatenado por un mismo agente
o por autores diferentes.

Con los términos promover, favorecer o facilitar se comprueba como el


legislador sigue la tendencia omnicomprensiva de lo que se ha dado en
llamar “ciclo de la droga “es decir, la penalización de todo comportamiento
que se realiza mediante actos de fabricación o tráfico o que consistan en
su posición con dicho fin. (bramont, 2013, pág. 529).
El dr. Sergio politoff nos dice: “promover como "iniciar o adelantar una cosa,
procurando su logro", y también como "tomar la iniciativa para la iniciación o el
logro de algo"; y facilitar como "hacer fácil o posible la ejecución de una cosa o
la consecución de un fin", desde la perspectiva del bien jurídico protegido en el
tráfico ilícito de estupefacientes, esto es, el peligro de la difusión incontrolada
de las mismas, los términos inducción, promoción y facilitación no pueden
referirse al "uso o consumo de tales sustancias" por una única persona
determinada, sino "al uso o consumo masivo de tales sustancias". (pag. 578).

b. Posesión de drogas con fines de tráfico ilícito

Este delito se encuentra descrito en el segundo párrafo del artículo 296º. Esta
hipótesis típica criminaliza únicamente los actos de posesión de drogas
destinadas para el tráfico o comercio ilegal.
Por tanto, carecen de tipicidad y relevancia penal, la droga fiscalizada que se
posee con afán de colección, de instrucción o para ser donada; o la que se tiene
en custodia. Además, la fórmula utilizada por la legislación nacional hace
también atípicas la posesión de drogas en cantidades equivalentes a una dosis
personal, así como su tenencia en cantidades superiores (dosis de
aprovisionamiento), siempre, claro está, que no estén reservadas para su tráfico
ilícito.
En el delito previsto no solo se requiere tener la mercadería, sino que
debe hacerlo con el fin específico que señala la ley, el de su
comercialización, Cuando la tenencia responde a cualquier otro fin y el
objeto de ella fueran estupefacientes, la acción resulta punible. (Nuñez,
2008, pag. 348).

La clase o la cantidad de la droga poseída no afectan la tipicidad del acto. Sin


embargo, si esta última es “escasa” o “pequeña” se configura una circunstancia
atenuante, en la medida en que se cumplan los demás requisitos cuantitativos y
cualitativos que precisa el artículo 298º del Código Penal.

c. Suministro, Producción o Comercialización de Materias Primas o


Insumos Destinados a la Elaboración de Drogas y Actos Afines de
Promoción, Facilitación o Financiación

El tercer párrafo del artículo 296º regula una compleja estructura delictiva. En
dicha disposición se consideran punibles diferentes conductas que tiene como
elemento común, el estar vinculadas al suministro y expendio de materias
primas o insumos que se emplean en la elaboración de drogas fiscalizadas.

Se establece otro tipo de comportamiento, consiste en comercializar, a


sabiendas materias primas o insumos destinados a la elaboración de
drogas toxicas (…), el comercio de insumos o materias primas destinada
a su producción siempre que el sujeto activo sepa que está
comercializando bienes destinados a tal fin. (bramont, 2013, pág. 530)

El legislador ha tipificado de modo autónomo conductas que tienen lugar con


anterioridad a la fabricación o al tráfico de drogas. También se alude a
conductas conexas de inducción o colaboración para la realización de tales
actividades. Se trata, por tanto, de actos preparatorios y modalidades de
participación que por razones de prevención general han sido criminalizados
de manera independiente.
Si bien coexisten distintas acciones típicas en el párrafo tercero del artículo
296º, el legislador les ha otorgado a todas ellas igual equivalencia para efectos
de la tipicidad. Por tanto, bastará con que el agente ejecute cualquiera de ellas
para que sea reprimible penalmente. En concreto se trata de los siguientes
actos:

Provisión: La acción típica en este supuesto equivale al suministro o cesión


de materias primas o insumos a terceros para su almacenamiento o acopio, así
como para la aplicación de los mismos en los procesos y etapas de producción
de drogas.

Acopio: La conducta del agente equivale a la recolección y/o concentración


física de las materias primas o insumos en un lugar o ante una persona
determinada para su posterior desplazamiento hacia las zonas de elaboración
de drogas o de comercialización con terceros.

Producción: Comprende toda actividad o procedimiento idóneo, sea técnico o


empírico; sea artesanal o industrial, capaz de generar, fabricar o elaborar las
materias primas o los insumos que se requieren para la elaboración de drogas.
Se trata, pues, de actos anteriores a la provisión o acopio, pero que pueden ser
ejecutados secuencialmente por un mismo agente.

Comercialización: Se trata de cualquier forma de enajenación que haga el


agente de las materias primas o insumos. Sin embargo, es importante destacar
que en estos casos la cesión de tales especies, que compromete o hace el
sujeto activo, deberá pactarse, necesariamente, en términos lucrativos que le
reporten siempre una ganancia o un beneficio económico.
Por tanto, la comercialización de materias primas o insumos puede
manifestarse en cualquiera de las distintas formas que enuncia el antes citado
inciso 7º, del artículo 89º, del Decreto Ley Nº 22095. En consecuencia, pues,
la mera donación o el comodato de los mismos sólo serían punibles, según las
circunstancias, como formas de provisión, pues permitirían al receptor iniciar o
mantener un proceso productivo o de fabricación de drogas.

Ahora bien, la sola posesión de materias primas o insumos con fines de


comercialización puede ser considerada, según los casos, como una tentativa
del tipo de delito que estamos analizando.

d. Conspiración para delinquir

El hecho punible consiste en participar de una concertación para realizar actos


delictivos futuros. El mínimo de conspiradores intervinientes debe ser de dos
personas y su espacio de integración debe tener lugar con anterioridad a
cualquier acto de ejecución de tráfico ilícito de drogas.
Los conspiradores, pues, se deben limitan a idear y bosquejar acciones o
estructuras criminales que se materializarán en un futuro próximo o mediato.
Ellos realizan únicamente actos preparatorios donde lo esencial es el
intercambio o el acuerdo de voluntades en relación a un proyecto delictivo
común: la promoción, favorecimiento o facilitación futura del tráfico ilícito de
drogas.

2.3. TIPICIDAD SUBJETIVA:

2.3.1. DOLO:

para que el delito se realice es necesario que el sujeto activo actué con presencia
de dolo, con la voluntad y el conocimiento de realizar el tipo penal.
En el comportamiento del primer párrafo del artículo 296º se requiere
necesariamente el dolo, pero en el caso de posesión se exige, además, un
elemento subjetivo del tipo consistente en la intención de destinar la posesión de
droga al tráfico.

En el comportamiento recogido en el segundo párrafo del artículo 296º del código


penal se requiere, también a parte del dolo, un elemento subjetivo consistente en
la intención de destinar el comercio a la elaboración de drogas toxicas.

Según Bramont Arias, manual de derecho penal parte especial, lima. P. 531

CAPITULO III
MODALIDADES DEL TRAFICO ILICITO DE DROGAS

3. MODALIDADES

a. Artículo 296°-A.- Comercialización y cultivo de amapola y marihuana y


su siembra compulsiva
El que promueve, favorece, financia, facilita o ejecuta actos de siembra o
cultivo de plantas de amapola o adormidera de la especie papaver
somníferum o marihuana de la especie cannabis sativa será reprimido con
pena privativa de libertad no menor de ocho años ni mayor de quince años
y con ciento ochenta a trescientos sesenta y cinco díasmulta e inhabilitación
conforme al artículo 36°, incisos 1, 2 y 4. El que comercializa o transfiere
semillas de las especies a que alude el párrafo anterior será reprimido con
pena privativa de libertad no menor de cinco ni mayor de diez años y con
ciento veinte a ciento ochenta días-multa.
La pena será privativa de libertad no menor de dos ni mayor de seis años y
de noventa a ciento veinte días-multa cuando:
1. La cantidad de plantas sembradas o cultivadas no exceda de cien.
2. La cantidad de semillas no exceda de la requerida para sembrar el número
de plantas que señala el inciso precedente.
Será reprimido con pena privativa de libertad no menor de veinticinco ni
mayor de treinta y cinco años el que, mediante amenaza o violencia, obliga
a otro a la siembra o cultivo o al procesamiento ilícito de plantas de coca,
amapola o adormidera de la especie papaver somníferum, o marihuana de
la especie cannabis sativa.
b. Artículo 296°-B.- Tráfico Ilícito de Insumos Químicos y Productos
Fiscalizados

El que importa, exporta, fabrica, produce, prepara, elabora, transforma,


almacena, posee, transporta, adquiere, vende o de cualquier modo
transfiere insumos químicos o productos fiscalizados, contando con las
autorizaciones o certificaciones respectivas, hace uso indebido de las
mismas, para ser destinadas a la elaboración ilegal de drogas tóxicas,
estupefacientes o sustancias psicotrópicas, en cualquier etapa de su
procesamiento, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de
siete ni mayor de doce años y con ciento veinte a ciento ochenta días multa
e inhabilitación conforme al artículo 36°, incisos 1, 2 y 4.

El que, contando con las autorizaciones o certificaciones respectivas para


realizar actividades con Insumos Químicos y Productos Fiscalizados en
zona de producción cocalera, emite reportes, declaraciones, informes de
obligatorio cumplimiento u otros similares, conteniendo datos de identidad
falsos o simulados del destinatario, será reprimido con pena privativa de
libertad no menor de cuatro ni mayor de ocho años y con ciento veinte a
ciento ochenta días-multa e inhabilitación conforme al artículo 36°, incisos 1,
2y4

c. Artículo 296°-C.- Penalización de la resiembra de la hoja de coca

El propietario, posesionario o tercero, que haciendo uso de cualquier


técnica de cultivo, resiembre parcial o totalmente con arbusto de coca,
semillas y/o almácigos, aquellos predios de coca erradicados por el Estado,
será reprimidos con pena privativa de libertad no menor de 3 ni mayor de 8
años. Serán decomisados a favor del Estado, los predios que total o
parcialmente estuvieran cultivados ilegalmente con plantas de coca,
semillas y/o almácigos en áreas del territorio nacional, cualquiera sea la
técnica utilizada para su cultivo, y no procedieran sus propietarios o
posesionarios a sustituirlos o erradicarlos.

d. Artículo 298°.- Microcomercialización o microproducción


La pena será privativa de libertad no menor de tres ni mayor de siete años y
de ciento ochenta a trescientos sesenta días-multa cuando:
1. La cantidad de droga fabricada, extractada, preparada, comercializada o
poseída por el agente no sobrepase los cincuenta gramos de pasta básica
de cocaína y derivados ilícitos, veinticinco gramos de clorhidrato de cocaína,
cinco gramos de látex de opio o un gramo de sus derivados, cien gramos de
marihuana o diez gramos de sus derivados o dos gramos de
éxtasis,conteniendoMetilendioxianfetamina-MDA,
Metilendioximetanfetamina - MDMA, Metanfetamina o sustancias análogas.
2. Las materias primas o los insumos comercializados por el agente que no
excedan de lo requerido para la elaboración de las cantidades de drogas
señaladas en el inciso anterior.
3. Se comercialice o distribuya pegamentos sintéticos que expelen gases
con propiedades psicoactivas, acondicionados para ser destinados al
consumo humano por inhalación.
La pena será privativa de libertad no menor de seis años ni mayor de diez
años y de trescientos sesenta a setecientos días-multa cuando el agente
ejecute el delito en las circunstancias previstas en los incisos 2, 3, 4, 5 o 6
del artículo 297° del Código Penal

e. Artículo 300°.- Suministro indebido de droga


El médico, farmacéutico, químico, odontólogo u otro profesional sanitario
que indebidamente receta, prescribe, administra o expende medicamento
que contenga droga tóxica, estupefaciente o psicotrópica, será reprimido con
pena privativa de libertad no menor de dos ni mayor de cinco años e
inhabilitación conforme al artículo 36°, incisos 1, 2 y 4.

f. Artículo 301°.- Coacción al consumo de droga


El que, subrepticiamente, o con violencia o intimidación, hace consumir a
otro una droga, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de
cinco ni mayor de ocho años y con noventa a ciento ochenta días-multa.
Si el agente actúa con el propósito de estimular o difundir el uso de la droga,
o si la víctima es una persona manifiestamente inimputable, la pena será no
menor de ocho ni mayor de doce años y de ciento ochenta a trescientos
sesenticinco días-multa.

g. Artículo 302°.- Inducción o instigación al consumo de droga

El que instiga o induce a persona determinada para el consumo indebido de


drogas, será reprimido con pena privativa de libertad, no menor de dos ni
mayor de cinco años y noventa a ciento ochenta días-multa.
Si el agente actúa con propósito de lucro o si la víctima es persona
manifiestamente inimputable, la pena será no menor de cinco ni mayor de
ocho años y de ciento ochenta a trescientos sesenticinco días-multa.
CAPITULO IV

4.1. AUTORIA Y PATICIPACION


La distinción entre formas de autoría y de participación, y entre formas de
intervención en el hecho y actos de encubrimiento, plantea en este delito de tráfico
de drogas problemas específicos derivados de la propia redacción del tipo.
Concretamente, por la amplitud en que aparecen configuradas las conductas
típicas. En efecto, si autor es -según una teoría restrictiva de autor- el que realiza
alguna de las conductas descritas en algún tipo de la Parte Especial del Código
penal, ya sea directamente (autoría directa), por medio de un instrumento (autoría
mediata) o conjuntamente con otros (coautoría), de la simple lectura del precepto
parece necesario concluir que cualquier persona que ejecute dolosamente un acto
de favorecimiento, promoción o facilitación del tráfico de drogas podrá ser
considerado autor, puesto que ejecuta un acto expresamente previsto en la Parte
Especial. Si esto es así, es difícil imaginar algún supuesto de intervención en el
tráfico de drogas que pueda ser calificado de inducción, cooperación necesaria o
complicidad sin a la vez constituir facilitación, favorecimiento o promoción del
tráfico, y por lo tanto autoría. Frente a esta interpretación literal del precepto cabe
adoptar distintas posiciones, que se examinan a continuación. (Sans Acuña, 2012,
p.549)
La doctrina contemporánea define a la autoría como dominio exclusivo o
compartido del hecho. Así entendida, la autoría engloba a los sujetos que “realizan
el hecho por sí solos” (autores exclusivos directos o inmediatos), a los que
reparten entre sí componentes de la acción típica (co-autores, o sea, los que
realizan el hecho conjuntamente) y a los que utilizan a otra persona como
instrumento para realizar el hecho (autores mediatos)

Cuello Contreras (2006) señala:

un injusto propio realizado a través del comportamiento típico (injusto)


del autor, estribando la razón de su punición en el hecho de que la autoría se
ve reforzada por la contribución del partícipe, por lo que debe prevenirse, y en
el hecho de que muchas veces no se sabe hasta el final si el papel asumido a
lo largo del proceso del delito resulta mejor caracterizado como una u otra de
las formas de la participación. (p.46)

Ello confirma la caracterización de la autoría como pertenencia del delito -según


la cual “es autor todo aquél que contribuye al delito en condiciones tales que
puede imputársele como suyo”, conforme a MIR PUIG – y de la participación como
forma de contribución accesoria en el comportamiento típico propio del autor. Así
pues, el delito pertenece al autor y el partícipe, a su turno, realiza su injusto a
través de una inducción o cooperación en la acción típica principal. A su vez, la
co-autoría existe en una situación de pertenencia compartida del delito por dos o
más personas que

conjuntamente tienen el dominio de la acción típica y de la causalidad. Por último,


la autoría mediata tiene lugar en el supuesto en que el sujeto utiliza a otro como
instrumento, de modo que también aquí persiste la relación de pertenencia del
delito a quien lo domina.

En este sentido JESCHECK sostiene, con buen criterio y con arreglo al Derecho
alemán, que mientras “el autor comete por sí mismo o a través de otro la acción
típica o colabora en ella como coautor, el inductor

4.1.1. Concepto unitario de autor.

Una, que es la mantenida por la jurisprudencia mayoritaria, consiste en entender


que el legislador en este delito ha preferido acoger un concepto unitario de autor,
y considerar como tal cualquier aportación al tráfico, sea cual sea su entidad:
desde el mero consejo, a la propia venta, pasando por ejemplo por la actividad de
acompañar a un comprador al lugar de la venta. Desde este punto de vista
quedarían derogados aquellos preceptos de la parte general del Código penal que
hacen referencia a las formas de intervención distinta a la autoría.

Mantener esta posición conlleva por lo menos las consecuencias prácticas


siguientes:

 Cualquier intervención en el hecho -con independencia de su entidad y


relación con el ataque al bien jurídico protegido- es calificada de autoría y, por
lo tanto, castigada del mismo modo.
 No rige el principio de accesoriedad limitada y, por lo tanto, un hecho puede
ser impune para uno de los partícipes y punible para otros. Este sería el caso
de, por ejemplo, la participación en una conducta de autoconsumo de
sustancias estupefacientes.
 A lo sumo la pena a imponer a cada uno de los partícipes podría matizarse
dentro del marco legal previsto, en el momento de la individualización de la
pena, teniendo en cuenta la gravedad del hecho y las circunstancias del autor.

4.1.2 Concepto restrictivo de autor.

Otra posición, sería defender que la Parte Especial del Código Penal no puede
derogar por lo menos tácitamente los principios establecidos en la Parte General
y, por lo tanto, entender que es necesario mantener la distinción entre autoría y
participación también en este tipo (concepto restrictivo). En el marco de esta
concepción algunos autores proponen una interpretación de este precepto
conforme a la doctrina del domino del hecho, concluyendo que tan sólo sería autor
quien finalísimamente dominase la ejecución de los actos típicos descritos. De
acuerdo con ello el dominio se manifestaría en lo subjetivo, porque el sujeto
orienta el acto hacía la puesta en peligro de la salud pública -bien jurídico
protegido-, y en lo objetivo, porque goza del poder de interrumpir el desarrollo del
acto.

En nuestra opinión, es ciertamente necesario mantener la distinción entre autoría


y participación, también en este precepto. Esto sería posible llevando a cabo una
reducción del sentido literal posible de los términos promover, facilitar y favorecer,
de tal forma que sólo algunas modalidades de estas conductas serían de autoría,
mientras que las otras darían lugar a participación. La distinción entre las
conductas de autoría y las de participación deberá entonces realizarse con los
criterios generales.

Acoger un concepto restrictivo de autor tiene importantes consecuencias


prácticas:

 En un sistema jurídico que reconozca el principio de accesoriedad limitada


de la participación, para castigar al partícipe deberá previamente concurrir
una conducta típica y antijurídica del autor (en sentido estricto). En
consecuencia, la inducción, la cooperación necesaria, la complicidad y
también el encubrimiento (excepto en aquellos casos en que el Código penal
sólo exige la concurrencia de una conducta típica del autor) no podrán
castigarse, por lo menos en los siguientes grupos de casos:
a) Participación en una conducta de autoconsumo, como por ejemplo
entregar una dosis de droga a un sujeto ya drogadicto, y a petición
de este último, pues se trataría de una intervención en un hecho
lícito.
b) También debería quedar impune la participación en una conducta
autorizada, como, por ejemplo, aconsejar a facultativo competente
a que recete un medicamento que tenga la consideración de
psicotrópico, siempre que la receta se halle justificada.
c) Igualmente deberá ser impune la participación en una conducta
que, a pesar de no estar autorizada, ni dirigirse al propio consumo,
no tenga por finalidad la promoción, facilitación o favorecimiento del
tráfico de drogas. Este sería por ejemplo el caso del que aconseja
a un coleccionista de drogas sobre un concreto intercambio para
aumentar el valor de la colección.
d) Toda conducta de participación en un hecho justificado, como por
ejemplo la participación en un hecho realizado en estado de
necesidad justificante.
 Otra de las consecuencias que se deriva de defender un concepto restrictivo
de autor es la necesidad de delimitar los actos de autor de los del partícipe,
y respecto de estos últimos, distinguir entre la participación cualificada por
estar castigada con la pena correspondiente al autor -inducción y
cooperación necesaria- de la participación simple -complicidad-, y de la
intervención con posterioridad a la consumación -encubrimiento- por tener
estas dos situaciones una pena menor.
 Finalmente, esta interpretación permite una valoración más equitativa de las
distintas aportaciones, en el sentido de poder ajustarse mejor al principio de
igualdad y proporcionalidad, pues no todas las contribuciones será medidas
con el mismo parámetro.

4.1.3 Concepto extensivo limitado de autor.

Finalmente, cabe sostener una posición intermedia, como hace a veces la


jurisprudencia. Según ella, la regla general sería calificar cualquier intervención
realizada en el marco de este precepto como de autoría, englobando en esta
categoría no sólo al autor en sentido estricto (esto es, al autor directo, al coautor
y al autor mediato), sino también al inductor y al cooperador necesario. No
obstante, algunas veces, por la poca relevancia de la intervención -que
seguramente en otros delitos sería impune- podría aceptarse la figura de
complicidad (concepto extensivo limitado).

La defensa del concepto extensivo limitado de autor, o que también podríamos


llamar extensivo impropio conlleva por lo menos las consecuencias prácticas
siguientes:

 Casi cualquier intervención en el hecho -con independencia de su entidad y


relación con el ataque al bien jurídico protegido- es calificada de autoría y, por
lo tanto, castigada del mismo modo. La complicidad es una categoría residual
que sirve para calificar conductas muy alejadas del núcleo del bien jurídico
protegido.
 No rige con carácter general el principio de accesoriedad limitada, que sólo
podrá aplicarse en aportaciones muy poco relevantes -las calificadas
excepcionalmente de complicidad- y, por lo tanto, un hecho puede ser impune
para uno de los partícipes y punible para otros.
5. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN

La configuración por parte de la doctrina y jurisprudencia mayoritaria de este delito


como de peligro abstracto, de mera actividad y de consumación anticipada ha sido
determinante para no admitir, o hacerlo de forma excepcional, las formas previas
a la consumación: actos preparatorios punibles y actos de imperfecta ejecución.
Debido a dicha naturaleza la jurisprudencia de forma unánime considera que para
su consumación -al tratarse de un delito de peligro abstracto- no hace falta la
efectiva lesión del bien jurídico. En realidad, lo que sucede es que el mismo tipo
contempla como conductas típicas el cultivo, la elaboración y la mera posesión -
que no necesita, como ya ha sido puesto de relieve, ser material- con alguno de
los fines descritos, esto es, actos que materialmente no son sino actos previos (ni
tan sólo de comienzo de ejecución, del posterior tráfico).

De acuerdo con la doctrina jurisprudencial, la concurrencia de alguno de los


siguientes datos consuma el delito:

a) acuerdo de voluntades con el poseedor material de la droga;


b) posesión funcional de la sustancia; y
c) realización de cualquiera de las conductas expresadas en el tipo, aunque
no se consiga la lesión del bien jurídico, teniendo en cuenta que la
redacción del tipo, mediante una cláusula abierta, literalmente permite la
inclusión de toda suerte de conductas.

Aunque de forma excepcional, se ha apreciado tentativa por entender que sólo


concurre comienzo de ejecución en aquellos supuestos en que el sujeto no ha
alcanzado la posesión material de la droga, y siempre que no existiera cualquier
otra forma de disponibilidad sobre ella.

Generalmente se han exigido los siguientes requisitos:

a) no poder atribuir al sujeto ningún tipo de de posesión ni disponibilidad sobre


la sustancia. Debe señalarse que alguna sentencia reciente no se contenta
con una disponibilidad hipotética, sino que exige disponibilidad real.
b) No existir mutuo acuerdo con los sujetos a los que sí puede imputárseles
la posesión material. Pues en este caso se estima coautoría y se imputa la
posesión a todos ellos.
c) En supuestos de compra-venta, se ha estimado que el comprador ha
realizado el delito en grado de tentativa cuando atendiendo a criterios
jurídico-civiles sobre la perfección y la consumación de la compraventa la
primera se ha cumplido y la segunda no se ha ejecutado, pues se entiende
que, aun siendo el contrato consensual, no puede, desde una perspectiva
jurídico-penal, estimarse consumado si el cambio de la cosa por el precio
no se ha realizado de modo efectivo. No obstante, alguna sentencia ha
afirmado que en estos supuestos basta para la consumación con que la
operación de venta o traspaso de la droga haya llegado al último momento
en el que el comprador se encuentra con el vendedor llevando en su poder
lo que han acordado entregar.
d) En algunos casos, también la intervención de la policía se ha estimado que
frustra la posibilidad de que el sujeto activo entre en posesión de la
mercancía.

Tentativa acabada

Hay tentativa acabada cuando el sujeto ha practicado todos los actos ejecutivos
y no se lesiona el bien jurídico por causas independientes a la voluntad del sujeto.
Son requisitos jurisprudenciales de esta figura: a) que el sujeto no haya alcanzado
la posesión de la droga ni haya tenido de cualquier otra forma la disponibilidad de
la misma y b) que no haya mutuo acuerdo con los que sí poseen la droga.

Consumación y agotamiento del delito

En definitiva, se ha estimado delito consumado cuando han concurrido los


siguientes elementos:

a) Disponibilidad de la droga o el hecho de quedar ésta sujeta a la voluntad del


destinatario a través del artículo 438 del Código Civil, cuando reconoce el
dominio funcional, y aunque no haya existido tráfico, ni haya posesión
material si la preordenación al tráfico es patente.
b) La disponibilidad puede adoptar las más diversas formas: desde la posesión
material, hasta la espiritual, que puede ser detentación, coposesión, directa
o a distancia. Por ello, la existencia de acuerdo o concierto para la
adquisición de la droga con disposición de la misma por parte del vendedor
o cedente a través de intermediario o por conducto de los servicios de
correos o agencias consuma el delito para vendedor y comprador. Debe
señalarse que el concepto de disponibilidad parece haber sufrido algunos
cambios en sectores de la jurisprudencia más reciente, exigiendo ésta, de
acuerdo con un sector de la doctrina, que sea real.
c) Realización de cualquier actividad tendente a promover, favorecer o facilitar
el tráfico, plasmada de una manera concreta.
d) Existe una razón de política criminal para adoptar este concepto amplio de
posesión. En efecto, se argumenta que un concepto restrictivo dejaría fuera
del ámbito penal a los traficantes que manejan el criminal e ilícito negocio de
la droga mediante, por ejemplo, simples llamadas telefónicas o por telex. La
consecuencia es que ambos, remitente y destinatario, de existir acuerdo
mutuo, deben ser considerados poseedores de la droga.
e) Esta teoría es además congruente con la civil, pues la jurisprudencia
entiende que carecería de sentido que la compraventa civil se estime
perfeccionada por el simple acuerdo consensuado, artículo 1540 del CC,
respecto de la cosa y el precio, aunque ni la una ni el otro hubieren sido
entregados, y en cambio se rechace la consumación de este delito contra la
salud pública porque la droga no se hubiere traspasado real y efectivamente.
6. AGRAVANTES

6.1 Antecedentes

El texto original del Decreto Legislativo 22095 del 21 de febrero de 1978 no


incluía circunstancias agravantes. El artículo 55° A, que introdujo el Decreto
Legislativo 122, del 12 de junio de 1981, incorporó circunstancias agravantes
específicas por integración en una organización criminal; tener la condición de
funcionario público vinculado a la persecución o sanción del delito; por ser
educador o profesional dedicado a la actividad sanitaria; por cometer el delito al
interior o en los alrededores de establecimientos educativos, de salud,
deportivos o de detención y reclusión.

6.2 Fuentes

Inciso 3 del artículo 1° del Primer Protocolo Adicional del Acuerdo Sudamericano
de Estupefacientes y Psicotrópicos del 27 de abril de 1973, aprobado mediante
Decreto Ley 22609 del 25 de junio de 1979; y los literales e y f del artículo 8° de
la Ley Argentina 20771 que modificó el Código penal.

6.3 Sistemática

Este artículo regula un amplio catálogo de circunstancias agravantes


específicas. Las que han sido integradas en dos niveles o grados. Las
circunstancias del segundo nivel o grado determinan una mayor penalidad que
aquellas que componen el primer nivel o grado. Esta separación sistemática fue
introducida por la Ley 26223 en 1993, y se ha sido mantenido con la Ley 28002
y el Decreto Legislativo 982.

6.4 Circunstancias agravantes de primer nivel o grado

Las circunstancias integrantes de este nivel o grado toman en cuenta los


siguientes factores:

1. La condición personal del agente

Se trata de circunstancias donde la vinculación del agente con una facultad o un


deber especial, derivado de su función o profesión, justifican el mayor desvalor
y punibilidad del comportamiento delictivo del agente. De allí que en el supuesto
de agravación que contempla el inciso 1 del artículo 297º se demande
expresamente que el agente abuse de la función pública que ejerce. Por tanto,
no es suficiente constatar que aquél es un funcionario público, sino que es
necesario comprobar que en la comisión del delito se valió indebidamente de su
condición funcional. Sin embargo, en los incisos 2 y 3 se abandona ese criterio
de agravación y sólo se toma en cuenta la profesión del infractor y la confianza
social que ella inspira acerca de su ejercicio y desempeño éticos. Para la
configuración de tales supuestos bastará con

acreditar que el autor o participe del delito tenía la calidad de educador o que
ejercía una profesión sanitaria al tiempo de comisión del ilícito.

2. El lugar de comisión del delito

Son circunstancias agravantes objetivas donde el incremento de la sanción


penal va asociado a determinados ambientes de afluencia o permanencia de
personas, así como a la presunción de que en tales lugares la expansión y
difusión de la facilitación o favorecimiento del consumo ilegal de drogas son
mayores. El inciso 4 de señala de modo taxativo la comisión del delito debe tener
lugar en ambientes y locales que están conectados a actividades educativas,
sanitarias, deportivas o de detención y reclusión. Será suficiente que el agente
realice su conducta delictiva en aquellos lugares (colegios, hospitales, centros
penitenciarios, etc.), careciendo de significado legal otros aspectos conexos
como la función específica del lugar donde se ejecutó el delito o la oportunidad
en que el infractor frecuentó el mismo.

3.El modo de ejecución

En estas circunstancias el agente emplea un intermediario material para la


realización de los actos de tráfico ilícito de drogas. Concretamente el inciso 5º
incluye un supuesto de autoría mediata donde el hombre de atrás utiliza a un
menor de edad o a un inimputable para la venta ilegal de drogas. El agravante
exige que el agente utilice a una persona que no posea la facultad de
comprender el carácter delictuoso de su acto o pueda determinarse según esta
comprensión ; o, también, a un menor de 18 años . La condición de inimputable
o la minoría de edad del intermediario material deben ser conocidas por el autor
mediato, pues si este las ignora no podrá darse el agravante.

4. El destinatario del tráfico ilícito

Este supuesto de agravación fue incorporado por la Ley 28002. Según el párrafo
ab initio del inciso 5, ella se configura con la venta de drogas a menores de edad.
Debe tratarse de un menor de 18 años de edad. La condición de vulnerabilidad
del destinatario, así como los mayores efectos degenerativos y costos sociales,
que produce la fármaco dependencia precoz en niños, adolescentes y jóvenes,
justifican plenamente su inclusión como agravante. La ley requiere que el agente
conozca o le sea, cuando menos, notoria la minoridad etárea de la persona a
quien vende las sustancias adictivas La operatividad del agravante no se excluye
ni anula por la solicitud de venta de drogas que haya formulado el menor al autor
del delito.

5. La pluralidad de agentes
El párrafo ab initio del inciso 6 regula como agravante la intervención conjunta
de una pluralidad de agentes en la ejecución del delito. La norma exige un
mínimo “tres o más personas”, con lo que se abandona la opción de dos
personas que se aplica en otras infracciones como el hurto, el robo o la
usurpación (Cfr. Arts. 186º, Inc.6; 189º, Inc.4; 204º, Inc.2). Esta circunstancia
alude exclusivamente a una coautoría o autoría funcional donde los
intervinientes actúan mancomunadamente y con un con dominio del hecho. Por
tanto, no hay agravante sólo en función al número plural de partícipes sean estos
instigadores o cómplices. Es importante destacar que la comisión del hecho
delictivo debe ejecutarse en la modalidad del concierto criminal y no de la banda.
Se trata de una coautoría e integración ocasional de

los implicados y no de una estructura criminal que actúa con fines de


permanencia y continuidad operativa.

6. Integración en una organización criminal

En el inciso 6 del artículo 297º se incluye también como circunstancia agravante


que el delito sea cometido por el agente en calidad de integrante de una
organización criminal dedicada al tráfico ilícito de drogas o a la comercialización
ilegal de insumos para su elaboración.

El agravante toma en cuenta la adhesión permanente y dependiente del agente


a una estructura criminal. El, además, debe ejecutar el delito ostentando tal
condición aún en el caso de que actúe y sea procesado individualmente. Claro
está, siempre que su conducta haya significado el cumplimiento de los designios
y operatividad de la organización criminal a la cual se encuentra vinculado. De
allí que la actividad desplegada por los correos que transportan

drogas, aun cuando lo hagan individualmente, si forman parte de una estructura


criminal, quedaran comprendidos por esta agravante. Ahora bien, no basta con
la mera integración o intervención en la formación de una organización criminal
destinada a la comisión futura de delitos de tráfico ilícito de drogas. El agravante
exige que la organización y sus integrantes

ejecuten acciones delictivas concretas. De ocurrir lo primero sólo se incurriría en


el delito de “integración en una organización criminal” que contempla el artículo
317°. Si el delincuente realiza su acción delictiva fuera de una estructura criminal
no se producirá el efecto agravante. La pluralidad de agentes en mero concierto
es cubierta por otra agravante ya analizada. Tampoco se aplicará esta agravante
para los casos donde el infractor ejerce en la organización criminal funciones de
dirección estratégica u operativa (jefe, cabecilla o dirigente), pues para ellos se
ha regulado una agravante de segundo grado o nivel.

7. Volumen excesivo de las drogas objeto de acción del delito

La circunstancia regulada en el inciso 7º fue propuesta introducida con la Ley


28002.Se trata de una agravante de configuración estrictamente cuantitativa. El
mayor desvalor del injusto se vincula al volumen excesivo de las drogas que son
objeto de la acción delictiva que práctica el agente. Bastará con superar, aun
mínimamente, las cantidades que expresamente fija el texto legal para que
opere la calificación punitiva. Las cantidades excesivas que refiere la norma son
las siguientes:

 Veinte Kilogramos de Pasta Básica de Cocaína


 Diez Kilogramos de Clorhidrato de Cocaína
 Cinco Kilogramos de Látex de Opio
 Quinientos Gramos de Derivados de Látex de Opio
 Cien Kilogramos de Marihuana
 Dos Kilogramos de Derivados de Marihuana
 Quince gramos de éxtasis con contenido de metanfetaminas

6.5 Circunstancias agravantes del segundo nivel o grado

Se han regulado dos circunstancias agravantes de segundo nivel o grado. La


primera toma en cuenta la posición dirigente del autor del delito en una
organización criminal dedicada al tráfico ilícito de drogas o insumos para su
elaboración. Y, la segunda la utilización del tráfico ilícito de drogas para financiar
actividades terroristas.

1. La posición dirigente en una organización criminal

El agravante equipara y considera para sus efectos a tres categorías u órganos


de dirección de una organización criminal. Primero alude al “Jefe”. En segundo
lugar menciona al “Dirigente”. Y, finalmente, se refiere al “Cabecilla”. Las
categorías directivas mencionadas por la ley aluden a niveles y roles distintos,
pero son compatibles con la estructura clásica de las organizaciones criminales
que operan en el tráfico ilícito de drogas o de insumos para su elaboración. Esto
es, de aquellas que poseen una estructura piramidal o de Jerarquía Estándar y
que se caracterizan por tener un sólo líder, así como niveles y mandos subalternos
organizados en una jerarquía muy definida a la vez que centralizada. Para el
agravante lo importante es verificar si el agente desempeña un rol de dirección
central, esto es, tiene competencia directa en la toma de las

decisiones estratégicas y en planeamiento de las acciones concretas de la


organización. Debe tratarse, pues, de alguien con capacidad y jerarquía
suficientes para definir e imponer “el que” y “el cómo” de las actividades delictivas
a realizar. Si su función en la organización criminal responde a tal perfil el agente
ostentará la posición de jefe o dirigente a la que la ley le

conmina una penalidad más severa que la prevista para el mero integrante o
asociado. En cambio, cuando el delincuente sólo se vincule con la planificación
operativa y el control de las acciones ejecutivas de otros integrantes de menor
nivel en el grupo criminal su rol será el del cabecilla.

2. Financiamiento de actividades terroristas

Esta circunstancia agravante que contiene el artículo 297° in fine fue incorporada
en 1993 con la Ley 26223. En lo esencial ella exige que el agente se valga del
tráfico de drogas con la finalidad de financiar actividades terroristas. Esto es, que
utilice la comisión del delito de tráfico ilícito de drogas con el objetivo de proveer
recursos económicos para la ejecución de actos u operaciones integrantes de un
proyecto terrorista. Basta, pues, que la finalidad que anime al delincuente a
realizar los actos descritos en el artículo 296° sea esa, para que el agravante se
perfeccione. Por tanto, no es necesario que el financiamiento se llegué a concretar
o que las acciones terroristas financiadas por el autor del delito se ejecuten. En
cuanto a los alcances de la expresión “actividades terroristas”, con ella se
identifican las conductas descritas por el artículo 2° del Decreto Ley 25475
7. PENALIDAD

El que promueve, favorece o facilita el consumo ilegal de drogas tóxicas,


estupefacientes o sustancias psicotrópicas, mediante actos de fabricación o
tráfico será reprimido con pena privativa de libertad no menor de ocho ni mayor
de quince años y con ciento ochenta a trescientos sesenta y cinco días-multa, e
inhabilitación conforme al artículo 36, incisos 1),2)y 4).

El que posea drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas para su


tráfico ilícito será reprimido con pena privativa de libertad no menor de seis ni
mayor de doce años y con ciento veinte a ciento ochenta días-multa.

El que provee, produce, acopie o comercialice materias primas o insumos para


ser destinados a la elaboración ilegal de drogas en cualquiera de sus etapas de
maceración, procesamiento o elaboración y/o promueva, facilite o financie dichos
actos, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de cinco ni mayor
de diez años y con sesenta a ciento veinte días-multa.

El que toma parte en una conspiración de dos o más personas para promover,
favorecer o facilitar el tráfico ilícito de drogas, será reprimido con pena privativa
de libertad no menor de cinco ni mayor de diez años y con sesenta a ciento veinte
días-multa.

Los diferentes delitos que contempla el artículo 296° del Código Penal poseen
una penalidad común. El legislador, pues, demostrando una vez más su escaso
respeto por el principio de proporcionalidad, reprime de igual manera la venta de
drogas y la comercialización de materias primas para la elaboración de tales
sustancias adictivas. En ambos casos, como en el de posesión con fines de
comercialización, la pena aplicable es homogénea en lo cualitativo como en lo
cuantitativo. Y tampoco se toma en cuenta la mayor o menor nocividad de las
sustancias objeto del delito. Para los ilícitos mencionados, la ley establece penas
conjuntas de privación de libertad (no menor de ocho ni mayor de quince años),
de multa (no menor de 180 ni mayor de 365 días-multa), y de in habilitación
(conforme a los incisos 1°, 2° y 4" del artículo 36" del Código Penal).
CONCLUSIONES:

Después de haber realizado la presente monografía, surgen ciertos argumentos


que nos permiten visualizar algunos aspectos que explican quizás por qué cada
día se incrementa el tráfico de droga en nuestro país. Es de conocimiento general
la crítica situación económica que padece nuestra nación actualmente, muchas
personas se encuentran desempleadas, motivo este que a muchos les parece
suficiente razón para recurrir a esta clase de actividades ilícitas como lo es tráfico
de drogas.

EL bien jurídico protegido del delito de drogas es la salud pública. Por tal se
entiende mayoritariamente la salud colectiva, que no es nada más que la suma
de bienestar físico y psíquico de cada uno de los ciudadanos.

El sujeto activo puede ser cualquier persona y el sujeto pasivo es la colectividad


ya que es la agraviada directamente porque atenta contra la salud de los
integrantes especialmente los niños y jóvenes, a nivel del proceso esta sociedad
es representada por el Estado respectivo.

Cabe destacar que este tipo de males sociales se deben combatir con el
incremento de valores dentro de la sociedad, una mejor educación, oportunidades
de progresar económicamente y una mejor calidad de vida, ya que una de las
grandes ventajas que tiene a su favor los carteles de la droga es que brindan a
todo aquel que realice el tráfico de estas sustancias, cuantiosas cantidades de
dinero, viajes al exterior y una vida llena de bienes materiales antes no poseídos.

Ante esta clase de circunstancias se comprende el papel fundamental que juega


la familia en la formación de individuos con altos valores morales o viceversa.

El tráfico de drogas es un problema social cuya solución necesita de la más amplia


participación de la ciudadanía de los organismos públicos y privados: en acciones
orientadas a buscar el desarrollo integral que enfatice el crecimiento emocional,
intelectual y social de la población y educando a las personas a rechazar participar
en esta clase de hechos delictivos.
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