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Luis Echeverria Álvarez y su gestión

Luis Echeverría Álvarez (1922 )


Goberno de 1970 a 1976

Luis Echeverría Álvarez nació en la ciudad de México el 17 de


enero de 1922; inició sus estudios en su ciudad natal y continuó la
secundaria y la preparatoria para ingresar a la Facultad de Derecho
hasta agosto de 1945.
Fue secretario de Prensa y Oficial Mayor del Partido Revolucionario
Institucional, Director de Administración de la Secretaría de Marina,
Oficial Mayor de la Secretaría de Educación Pública y de la
Secretaria de Gobierno en el gabinete del presidente Gustavo Díaz
Ordaz. En 1969 fue nombrado por el Partido a ser electo como
presidente, ganando en esas elecciones, e inicio su mandato como
Presidente el 1º. de diciembre de 1970 hasta el 30 de noviembre de
1976.
Desde el principio de su mandato, el Lic. Luis Echeverría intentó
desarrollar una política progresista, planteó las bases de una apertura
democrática y alentó la crítica informativa y de prensa. Aumentó el
ritmo de la investigación Pública, creó la producción de petróleo,
energía y la electricidad. Fue construida la red de carreteras,
aeropuertos y crearon los puertos de navegación de altura: Puerto
Madera en Chiapas y Lázaro Cárdenas en Michoacán.
Luis Echeverría afrontó diversas crisis, como la secuela que dejó el
conflicto estudiantil de 1968, por lo que al querer congraciarse con
los estudiantes, tomó medidas populistas que llevaron a la
manifestación de la Educación Superior en México.
Para solucionar de algún modo la situación económica del país, creó
la Comisión Nacional Tripartita, la cual estaba formada por
empresarios, líderes sindicales y funcionarios públicos. De esta
comisión nació INFONAVIT.
Durante su gestión, la economía terminó con 20 años de “desarrollo
estabilizador”, limitándose a hacer algunas modificaciones que sólo
empeoraron la situación económica; disminuyó la inversión privada:
Se duplicó en su periodo la producción de petróleo, electricidad y
acero, carreteras y la deuda externa. Devaluó el peso a menos de la
mitad del tipo de cambio que se había mantenido desde 1954. Creció
el Instituto Mexicano de Comercio Exterior. Creó las Secretaría de
Turismo, de Reforma Agraria y la Comisión de Estudios del
Territorio Nacional. Repartió 16 millones de tierras a los
campesinos.
En 1976, al entregar la Presidencia a López Portillo se produjo una
nueva devaluación de la moneda, lo cual se afirma como causa, más
tarde, de la crisis nacional.
Era de carácter fuerte y su personalidad era de un hombre
intachable. Aportó a la cultura acciones novedosas, relatos
especiales; su convicción revolucionaria y su pasión por México
garantizaron al país un gobierno lleno de conquistas, paz y progreso.

Educación

La administración de Luis Echeverría (1970-1976) mostró desde un


principio su interés de mejorar el sistema educativo y puso en
marcha una Comisión Coordinadora de la Reforma Educativa para
diversificar los servicios educativos, aumentar el número de escuelas
y reformar los planes de estudio. La reforma de este periodo se
reflejó en la publicación de una nueva Ley Federal de Educación en
1973 que sustituyó a la Ley Orgánica de Educación Pública de 1941.
Esta nueva ley adoptó la definición de educación como institución
del bien común y organizó al sistema educativo nacional para
establecer nuevas bases que impulsaran los derechos que todos los
habitantes del país para recibir educación con las mismas
oportunidades.
De la misma forma, se promulgó la Ley Nacional de Educación para
Adultos de 1976, que reguló la educación para los mayores de 15
años que no habían cursado o concluido la primaria o la secundaria.
Esta educación fue concebida como educación extraescolar, basada
en la enseñanza autodidacta y la solidaridad social. Durante este
periodo también se crearon diversas instituciones educativas, tales
como el Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE), el
Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), el Colegio de
Bachilleres y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
(CONACYT). Asimismo, la SEP modificó su estructura orgánica e
instituyó la Subsecretaría de Planeación y Coordinación Educativa.,
dependencia que inició la desconcentración técnico-administrativa
con la creación de 39 unidades de servicios descentralizados en las
nueve regiones en las que fue dividido el país
Obra educativa.
El Secretario de Educación Pública fue el Ing. Víctor Bravo Ahuja.
El secretario de Educación pública el Ing. Víctor Bravo Ahuja reestructuró la
SEP estableciendo cuatro subsecretarías en lugar de cuatro: Subsecretarías de
Educación Primaria y Normal, de Educación Media, Técnica y Superior, la de
Cultura Popular y Educación Extraescolar y la de planeación y Coordinación
Educativa.
El 27 de noviembre de 1973 se promulgó la Ley Federal de Educación, en
donde se reafirma los principios de unidad nacional y define a la educación
como “un proceso permanente que contribuye al desarrollo del individuo y a
la transformación de la sociedad” (art. 2).
En 1972 se expidió la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas,
Artísticas e Históricas, para preservar el acervo cultural de México.
En diciembre de 1973 se realizó la Reforma a la Ley de Profesiones.
En diciembre de 1974 se transformó la Escuela Nacional de Agricultura en la
Universidad Autónoma de Chapingo.
En diciembre de 1975 se publicó la Ley nacional de Educación para Adultos,
para regular la educación informal, extraescolar o del sistema abierto.
Durante el mandato del Lic. Luis Echeverría se crearon: la Universidad
Autónoma Metropolitana (UAM), el Colegio de Bachilleres, Consejo
Nacional de fomento Educativo (CONAFE), el Centro de Investigaciones
Superiores del Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Consejo
nacional de Ciencias y de Tecnología (CONACYT) y el Consejo del Sistema
Nacional de Educación Técnica.
La Reforma Educativa que se puso en práctica comprendió entre otras cosas el
adoptar una metodología para lecto-escritura y el método onomatopéyico y
natural fue sustituidos por el global de análisis.
Bibliografía:
- LARROYO, Francisco. (1981). Historia Comparada de la Educación en
México. Ed. Porrúa. 15 Edición. México.
- CASTILLO Bernal, Roberto. (2004) Prolegómenos a la Historia de la
Educación en México. Edición independiente. México.

os sectores de la inversión pública


Son varios los movimientos que destacan en el
comportamiento de la inversión pública por
sectores de actividad. La parte de la inversión
pública destinada al fomento industrial aumentó
su participación dentro del total y absorbió casi la
mitad del incremento del gasto de inversión en el
periodo 1971 a 1976. Sin embargo, su estructura
cambio en forma importante: los energéticos
disminuyeron su participación relativa
aumentando la de las otras actividades
industriales, especialmente la siderurgia y los
fertilizantes. La capacidad instalada de
producción de Altos Hornos de México, S. A.
aumenta de menos de dos millones de toneladas
anuales a 3.7 millones en el sexenio y se
establece un polo industrial de desarrollo basado
en el complejo siderúrgico en Lázaro Cárdenas,
las Truchas, con una capacidad inicial de más de
un millón de toneladas. Con ello aumenta la
participación del sector público en la producción
de acero del país. En esos seis años la producción
de fertilizantes aumenta en forma sustancial y
esta actividad se consolida como monopolio de
Estado. Los energéticos continuaron absorbiendo
el grueso de la inversión pública en el renglón de
fomento industrial. Ello permitió que el país
recuperara su autosuficiencia en materia petrolera
hacia finales del periodo 1971-1976 y que la
producción petroquímica se multiplicara. Con las
inversiones en fomento industrial, el sector
público eliminó, en buena medida,
estrangulamientos en la oferta que limitaban la
continuidad de la industrialización del país y
sentó bases para un crecimiento posterior más
sólido.
La inversión pública en fomento agropecuario
aumentó su participación relativa entre 1971 y
1975. En 1976, a causa de la política restrictiva
que prevaleció particularmente en ese año (cerca
de 5 mil millones de pesos autorizados para
inversiones en fomento agropecuario no fueron
ejecutados; es decir, alrededor del 25 por ciento
del programa autorizado en esta actividad para
1976), bajó su participación dentro del total. Ello
no obstante, durante el sexenio pudieron
incorporarse al cultivo bajo riego más de un
millón de hectáreas y muchas y muy variadas
obras para el desarrollo rural se llevaron a la
práctica (caminos de “obra de mano”, aulas
rurales, sistemas de agua potable rural, etc.), el
crédito agropecuario otorgado a través de los
bienes oficiales se quintuplicó y se pudo fertilizar
más del 50 por ciento de la superficie cultivada.
A pesar del esfuerzo público, la producción
agropecuaria creció por debajo del crecimiento de
la población debido, entre otros factores, a
condiciones climatológicas adversas, a la falta de
inversión privada y a los problemas agrarios.
Fue quizá en las actividades de fomento
agropecuario donde el esfuerzo que en materia de
gasto público hizo la administración del
Presidente Echevarría, no se vio cabalmente
correspondido por resultados proporcionales. Sin
embargo, la crisis de producción y producción de
las actividades agropecuarias durante 1970-1976,
tienen su origen en las políticas gubernamentales
puestas en práctica durante las décadas pasadas y
que obedecian al modelo específico de desarrollo
del sector agrícola aplicado en los años del
desarrollo estabilizador.(13) Tanto desde el punto
dé vista económico como del social, a pesar de
las diversas normas jurídicas introducidas durante
1970-1976 y del crecido gasto público en las
actividades agrícolas, la crisis del campo y la
pobreza extrema que ahí prevalece no pudieron
ser resueltas y los logros de esa política en todo
caso se sentirán en el largo plazo. Por lo demás,
al no verse registrado un cambio radical en la
política agraria y agrícola del país durante esos
años, dificilmente era de esperar que se superara
la crisis. Las medidas reformistas, en todo caso,
sólo evitarían su agudización.
En conjunto, las prioridades en la asignación de
recursos públicos enunciadas al iniciarse la
administración fueron respetadas: los energéticos,
la siderurgia, la petroquímica, los fertilizantes y la
agricultura recibieron atención prioritaria, lo que
por lo demás era necesario para que el desarrollo
mismo del país y de su economía mixta
continuara siendo posible. Lo hecho por la vía del
gasto-público durante la administración del
Presidente Echevarría no constituyó, ni mucho
menos, una solución definitiva a los muchos y
muy variados problemas de la economía nacional.
Sin embargo, si se toma en cuenta el ritmo del
gasto ejecutado en administraciones anteriores y
los logros materiales alcanzados, no puede dejar
de considerarse como un esfuerzo
verdaderamente notable en el que no sólo
aumento la participación del sector público en la
economía sino que, además, los logros materiales
que en pasadas administraciones se multiplicaban
por fracciones, en la del Presidente Echevarría se
multiplicaron por enteros.
Para realizar esa obra material fue necesario
tomar decisiones sumamente difíciles, tan
difíciles dentro de la orientación y la mentalidad
que había adquirido el país en el pasado, que en el
no haberlas tomado antes se puede encontrar una
de las causas principales del enorme retraso que
llegó a acumular el gasto público, orígen de la
mayor parte de las situaciones críticas que se
hicieron evidentes a fines de la década de los años
sesenta.
Inflación, recesión y desarrollo
Una de esas decisiones y, sin duda, la más
importante, fue la de no combatir la invasión con
la recesión. El carácter ortodoxo y tradicional de
la estrategia que quiere combatir la inflación con
la recesión, así como el apoyo del que disfruta en
los medios de poder financiero en todo el mundo,
inclusive en organismos internacionales,
constituían serias presiones para adoptar una
política de promoción. La política recesiva,
discutible y cada vez menos aceptada en los
países desarrollados, además de haber resultado
catastrófica en numerosos países del Tercer
Mundo, no era aceptable frente al desempleo y las
carencias acumuladas en México. Si hubiese sido
adoptada, incluso la inflación y la posición
internacional del país se habrían agravado, ya que
las causas internas que determinan esos
problemas se referian principalmente a
deficiencias de la oferta, la inversión y el
mercado interno.
Sin embargo, poner en acto una política que
acelerara y multiplicara la atención de los graves
rezagos que padecen las mayorías, es decir. una
política de vastas realizaciones materiales, que
combatiera la inflación con la promoción
productiva y no con la recesión, optimizando al
mismo tiempo la eficacia de las amplísimas tareas
que el régimen del Presidente Echevarría decidió
echarse a cuestas, habría supuesto una muy
amplia reorganización institucional del sector
público. Parece obvio, sin embargo, que habría
sido una decisión errónea y posiblemente de
graves consecuencias sociales y políticas
posponer, quizá durante dos o tres años, la
promoción y continuidad del desarrollo,
encarando primero la organización institucional.
Evaluada o no la alternativa, el Gobierno de la
República decidió, con la estructura organizativa
con que contaba, acelerar con rapidez el ritmo de
las realizaciones materiales, asumiendo el costo,
no completamente previsible, en que habría de
incurrirse en términos de desorganización e
ineficacia.
En otras palabras, el Estado no estaba preparado
para enfrentar, eficazmente. la obra material que
de todas manera produjo. La ejecución de varios
proyectos o programas de gasto fueron llevados a
la práctica sin la debida programación previa,
muchas veces con apresuramiento y
frecuentemente sin los estudios básicos que
mínimamente garantizaran su eficaz realización.
Por otra parte, obstáculos administrativos y
financieros entorpecieron aún más el ejercicio del
gasto público. El desorden administrativo se
agudizó y ello dio pábulo a que diversos
funcionarios medraran con el manejo de los
dineros del pueblo. Con todo, el costo social y
político de no haber hecho lo que se hizo, habría
sido de consecuencias incontrastables con el
costo administrativo e institucional en que se
incurrió.
Financiamiento y deuda pública
El creciente gasto público federal, no estuvo
acompañado de las medidas necesarias de
financiamiento que le dieran una base firme y
sólida.
En el terreno de los ingresos propios del sector
público, la política de precios y tarifas de los
bienes y servicios que el Estado proporciona a la
economía se mantuvo, durante los primeros años,
sin modificaciones y dentro de los estrechos
márgenes que le impartió a la política económica
del país la época del desarrollo estabilizador.
Cuando, eventualmente, se incrementaron los
precios y 1as tarifas de esos bienes y servicios,
los aumentos, además de tardíos, resultaron
insuficientes y no respondían a las necesidades de
acumulación y expansión de la producción de las
empresas especificas que los llevaron a la
práctica. Más que estudiar una medida particular
de incremento de precios o tarifas de una empresa
pública en función de la necesidad financiera y de
expansión productiva de la propia empresa, los
aumentos se resolvieron principalmente a la luz
del monto de recursos adicionales que dicho
incremento reportaria. Todo ello con el propósito
de reducir el déficit consolidado del sector
público que, por lo demás, en forma simplista se
definía como la diferencia entre ingreso y gasto
haciendo caso omiso de la naturaleza del gasto y
de la actividad especifica que se quería promover.
Todo esto provoco que el Gobierno Federal
aumentara las transferencias corrientes y de
capital a los organismos y empresas del sector
público para parcialmente financiar sus
programas de gasto (los créditos externos e
internos crecientes venían a completar el esquema
de financiamiento). Los apoyos que la federación
otorgó al resto del sector público (excluyendo
aquellos que por razones estatutarias tiene que
hacer como son, por ejemplo, los que le entrega a
las instituciones de seguridad social) fueron
creciendo de tal forma que los resultados del
Gobierno Federal como tal se vieron afectados.
De hecho, para los seis años de la administración
estos apoyos explicaron más del 60 % del déficit
del Gobierno Federal; inclusive en 1971, el
Gobierno Federal tuvo un superávit si no se
incluyen estos apoyos”.(14)
A esta política de precios y tarifas se sumó la
tributaria que no fue lo suficientemente
modificada para permitir sanear las finanzas
públicas, ni mucho menos convertirse en un
instrumento de redistribución del ingreso. En
efecto, no se llevó a la práctica una reforma
tributaria y los ajustes a los diversos impuestos
buscaron un efecto recaudatorio, que nunca fue
suficiente ni proporcional al esfuerzo de gasto
que año con año realizaba el sector público. Si
bien es cierto que los ingresos tributarios como
proporción del PIB aumentaron como nunca lo
habían hecho en la historia reciente del país al
pasar de 11.2 por ciento en 1971 a 14.2 en 1976
(a precios de 1970), al descansar primordialmente
en los impuestos indirectos afectaron el índice
general de precios de la economía y la carga
fiscal recayo en forma desproporcionada sobre las
clases media y popular. Los impuestos que
gravan el ingreso derivado de la posesión de
capital no fueron modificados de manera
significativa y el anonimato de las acciones y
valores no fue eliminado.
El gobierno, durante 1970-1976, promovió un
conjunto de reformas tributarias que le
permitieron aumentar la carga fiscal. La suma de
estas reformas, sin embargo, no constituyó una
reforma fiscal de fondo. En materia de impuesto
sobre la renta a las empresas, se tomaron medidas
tendientes perfeccionar la integración de la base
del impuesto y evitar abusos en el renglón de
deducciones, a fin de que no se produjese un
exceso en gastos que no fuesen los estrictamente
necesarios y que en alguna forma favorecieran el
consumo suntuario de la empresa o encubriesen
sustracción de utilidades o gastos o beneficio
personales de sus accionistas. Paralelamente, se
adoptaron medidas de estímulo fiscal, ampliando
las posibilidades de utilización de depreciación
acelerada, liberando del gravamen a ganancias de
capital que se reinvirtieran en zonas de desarrollo
y se reglamentó el funcionamiento de las
unidades económicas que fomentan el desarrollo
industrial y turístico del país.
Las reformas más importantes en materia de
impuesto sobre la renta se llevaron a cabo en el
sector de los ingresos de las personas físicas se
elevó la tarifa afectando a las personas con
intereses de más de 150 mil pesos anuales, para
llegar a un mínimo de gravamen de 50 % cuando
los ingresos anuales excedieran de un millón y
medio de pesos. Las tasas aplicables a ingresos
personales de menos de 150 mil pesos no fueron
modificadas.
El tratamiento excesivamente favorable que
contenía la Ley del Impuesto sobre la Renta para
las ganancias derivadas de la enajenación de
bienes inmuebles fue modificado para las
empresas y las personas físicas, se adoptaron
medidas para mejorar la acumulación de ingresos
personales constituidos por productos o
rendimientos de capital y el tratamiento a los
rendimientos de valores de renta fija y variable
fue objeto de constantes revisiones, a efecto de
incrementar el gravamen sobre estos ingresos.
En el impuesto federal sobre ingresos
mercantiles, se elevó la tasa general de 3 a 4 por
ciento y se establecieron tasas especiales con las
que se afecto el consumo de sectores de la
población con mayor capacidad económica. En el
impuesto del timbre, especialmente tratándose de
operaciones por las que se transmite el dominio
de bienes inmuebles, se empleó la escala
progresiva que llega a 8 por ciento. La tasa que
afecta a los ingresos de PEMEX fue aumentada y
se creó un nuevo impuesto para el consumo de
gasolina. Los llamados impuestos especiales
(cerveza, tabaco, aguas, envases y refrescos,
teléfonos, etc.) fueron, asimismo aumentados.
La política de precios y tarifas junto con la
tributaria, al combinarse con la de gasto, ocasionó
que el defícit del sector público controlado
presupuestalmente aumentara, como proporción
del PIB, de 2.5 por ciento en 1971 a 9.3 en 1975 y
7.4 en 1976. Este creciente déficit se financio con
recursos crediticios internos y externos de la
siguiente manera:
Financiamiento del defícit del sector público
federal(%)
En estas condiciones, la política de gasto sector
público entró en franca contradicción la de
financiamiento. Por un lado, la necesidad de
promover el crecimiento económico del país y
atender parcialmente las carencias sociales en que
se desenvolvían las clases sociales menos
favorecidas por el desarrollo nacional, implicaban
un gasto público creciente. Por el otro, la
resistencia de grupos de empresarios a una
reforma fiscal y a los incrementos en los precios y
las tarifas de los bienes y servicios que el sector
público proporciona a la economía, a pesar de que
los recursos propios que se podrían obtener por
estas vías serian vueltos a la sociedad en la forma
de mayores servicios públicos, orillaron al sector
publico a financiarse crecientemente con créditos.
El haber reducido el gasto hubiera significado
detener el crecimiento y multiplicar las carencias
sociales. El camino que se siguió fue menos grave
que el que implicaba detener la marcha del país.
El problema fue en todo caso el no haber hecho
oportunamente las reformas necesarias en materia
fiscal y de precios y tarifas. Por lo demás, los
fuertes incrementos en la deuda pública externa
fueron motivados en muy buena medida. por la
fuga de capitales, el servicio de la deuda
contratada en el pasado y los pagos remitidos al
exterior por los inversionistas extranjeros. La
política de defensa de un tipo de cambio fijo a
cualquier precio agudizó el problema.
El sector privado
Las relaciones entre el Estado y la iniciativa
privada local y extranjera fueron, sin duda,
determinantes en el proceso de desarrollo
económico y social de México durante la
administración del Presidente Echevarría. Para
muchos, desde luego incluidos el capital
financiero e industrial, las organizaciones
empresariales y la clase media del país, la forma
y el lenguaje utilizado junto con una serie de
políticas económicas instrumentadas a lo largo
del sexenio, constituyeron una agresión y
sirvieron de base para una intensa presión de esos
grupos sociales en contra del gobierno y su
política económica. El estancamiento de la
inversión privada, la especulación, las fugas de
capital y lo que se dio en llamar la “perdida de la
confianza” se pretende explicar en función de
esas tirantes relaciones entre el Estado y la
iniciativa privada y se llega inclusive a
argumentar que la crisis de 1976 obedeció en
buena medida al tono y la naturaleza de esas
relaciones.
En estos términos la explicación de los problemas
económicos del país, incluyendo la crisis de 1976,
no deja de ser mecánica y simplista. Presupone,
por lo menos, tres aspectos fundamentales que
nunca se argumentan ni razonan: a) que se
instrumentaron durante el sexenio 1970-1976
políticas económicas que atentaron contra los
verdaderos intereses de la iniciativa privada; b)
que los problemas económicos del país no tienen
raíces estructurales añejas, muchas de ellas que
arrancan de la época del desarrollo estabilizador
y, c) que se puso en acto una política económica
esencialmente distinta a la prevaleciente durante
la época del desarrollo estabilizador.(15)
Durante la administración del Presidente
Echevarría buena parte de los instrumentos de
política económica se utilizaron para promover la
acumulación de capital privado. Así, la política
económica estuvo orientada a crear un gran
número de mecanismos cuyo propósito fue
contribuir a la formación de empresas, proteger
su desarrollo y estimular su crecimiento. Como
en el pasado, la intervención directa del Estado en
la producción de bienes y servicios durante 1970-
1976 no fue “de ningún modo una intervención
competitiva, sino sobre todo funcional con el
desarrollo capitalista”(16) del país. Durante ese
periodo el Estado continuo desempeñando un
papel doblemente clave para la reproducción del
sistema: por una parte, creando las condiciones
favorables para la acumulación privada; por la
otra, interviniendo directamente en el proceso de
formación de capital cuando ello era necesario
para fortalecer el desarrollo racional y, en esa
medida, apoyar al que llevaba a la práctica la
iniciativa privada. Roberto Guajardo Suárez,
durante muchos años Presidente de la
COPARMEX señalaba: “puede afirmarse que
pocos rejimenes, como el presente (el de Luis
Echevarría) se han preocupado más de la
promoción y el estimulo a la iniciativa privada.
En sólo tres años se han dictado más decretos,
leyes y disposiciones diversas, promotores del
sector empresarial, que durante todo el sexenio
anterior.”(17) En efecto, la política fiscal
continuó benefiando los ingresos derivados de la
posesión de capital en contra de los derivados del
trabajo, no obstante las crecientes dificultades
financieras del sector público; la política de
precios y tarifas de las empresas públicas
continuó siendo una forma adicional de subsidio a
la empresa privada; en las relaciones económicas
con el exterior, la política de aranceles continuo
protegiendo a la industria nacional, muchas veces
en perjuicio de los consumidores, y se dieron toda
clase de estímulos a la exportación nacional; en
materia de gasto público se hicieron esfuerzos
desusados para multiplicar la infraestructura,
superar cuellos de botella en abastecimientos
básicos y atender en una mayor medida las
necesidades sociales; la política monetaria y
crediticia persiguió crear condiciones de
estabilidad, defendió el tipo de cambio hasta el
límite que la especulación contra el peso lo
permitió no introdujo ninguna restricción a la
libre convertibilidad de la moneda y subsidio
tasas de interés; la política de salarios logró evitar
que se deteriorara el poder adquisitivo real de los
trabajadores, fortaleciendo así el mercado interno.
Inclusive, la política en torno al capital
extranjero, que fue vista al principio con recelo
por parte de los inversionistas extranjeros y que
los nacionales tenían que con ello se apuntalaba
el intervencionismo del Estado, sólo recogía, en
una sola norma, diversas disposiciones de política
en la materia y, por lo que hace a la transferencia
de tecnología, se procuraba adoptarla a la que
conviniese más al país.
Sin duda, en la instrumentación de estas políticas
hubo cambios, pero dificilmente se puede
argumentar que la suma de ellos constituyo una
agresión a los intereses fundamentales de la
iniciativa privada. Más bien, su propósito fue el
de ampliar la vía del desarrollo del país que se
venia estrechando a causa, principalmente, de las
políticas del desarrollo estabilizador.
La crisis estructural
De la misma manera, se puede afirmar que los
problemas por los que atravesó la economía del
país durante 1970-1976, fueron en muy buena
medida una “manifestación aguda pero
esencialmente inevitable- de la crisis global de la
forma de desarrollo capitalista seguida por
México a partir de la postguerra, crisis que tiene
su núcleo principal en el patrón de acumulación
dependiente y oligopólico que se afirmo en la
década pasada” y que se inscribió, además, “en el
contexto más amplio de la crisis general por la
que desde principios de la década que vivimos
atraviesa el conjunto del sistema
capitalista…durante todo el periodo las
decisiones empresariales tuvieron como contexto
básico el de los problemas centrales de la crisis
económica forjada en los últimos del desarrollo
estabilizador (concentración aguda del ingreso,
crecimiento lento del mercado, insuficiencia en la
producción de insumos básicos, etc.), a los que se
unieron los efectos de una política financiera cada
vez más contracciónista que incidía
negativamente sobre las decisiones de inversión
de los empresarios, propiciaban la quiebra de
muchas pequeñas y medianas empresas y
estimulaba, queriendolo o no, la utilización
especulativa del excedente económico.”(18)
Difícilmente se puede hacer caso omiso del
contexto estructural y el ritmo temporal al
analizar los problemas económicos del periodo
1970-1976. En todo caso lo que habría que
precisar es si la forma en que se encararon los
problemas fue la adecuada y si de hecho “se puso
en práctica un proyecto de política económica
alternativo al que debiera adjudicarse la crisis
económica misma.”(19)
Todo parece indicar que, a pesar de la voluntad
presidencial de imprimirle al desarrollo nacional
una nueva política económica. La ortodoxia
monetaria del desarrollo estabilizador predominó.
“A lo largo de todo el periodo. so pretexto de
defender el tipo de cambio y combatir la
inflación, las autoridades financieras aplicaron,
con éxito relativo en cada momento. una política
monetaria y crediticia ascendentemente
restrictiva: encareciendo el crédito, congelando
recursos financieros en el Banco de México y, al
final, abriendo la puerta para la “dolarización” del
sistema bancario. En los hechos, estas medidas ni
detuvieron la inflación ni impidieron la
devaluación del peso, pero sí lograron
contrarrestar los efectos expansionistas que el
gobierno hace a través del gasto público, al
desalentar, a través de la restricción del crédito. a
la inversión privada productiva, desalentada de
por sí por el avance de la propia crisis. La
consecuente reducción en la oferta que tuvo
lugar. permitía la reproducción ampliada de las
tendencias especulativas de la burguesía, y el
círculo de la inflación, el estancamiento y la
especulación se cerró con la medidas
devaluatorias…(20)
En suma, a la crisis estructural que venia
limitando las posibilidades de desarrollo
económico del país se añadio, en el periodo 1970-
1976 una política económica contradictoria. de
freno y aceleración en la que predomino una
política monetaria restrictiva. A ello se vino a
sumar una crisis profunda del capitalismo a escala
mundial. La llamada “crisis de confianza” que se
observó principalmente durante 1976 tiene su
origen principal en estos fenómenos y sólo fue
reforzada, y en menor medida, por de lenguaje
populista utilizado. Enfatizar el llamado “estilo
personal de gobernar” como el elemento
determinante de los problemas económicos del
país, no deja de ser un análisis simplista que deja
por completo de lado el complejo proceso político
y social en que se desenvuelve la nación y que
tiene un rezago en la política económica como tal.
La estrategia de desarrollo económico que rigió al
país desde la Segunda Guerra Mundial había
venido agotándose paulatinamente desde la
década de los años sesenta y sus deficiencias
crecientes se buscaron cubrir con medidas de
emergencia cuya congruencia global era cada vez
menor.
El resultado de esta falta de adecuación entre los
problemas de la economía nacional y una política
económica que ayudara a su solución, se tradujo
en los años de la administración del Presidente
Echevarría, en menores tasas de crecimiento, y en
la acentuación de las presiones inflacionarias y de
un mayor endeudamiento externo. Este deterioro
de la situación económica del país fue un proceso
lento en el que, en cada momento, se buscaba
mantener una política cuya ineficacia se hacia
cada vez más patente, mediante el refozamiento
de medidas colaterales orientadas en la misma
dirección.
Así, el derrumbamiento de una política
determinada, como el mantener la estabilidad de
precios, fue encarado con el reforzamiento de las
políticas tendientes a mantener la paridad
cambiaría, con la esperanza de que una reviviría a
la otra. Los síntomas evidentes de debilidad de
una y otra sólo sirvieron, aparentemente, para
redoblar las medidas que, de hecho, hablan
originado este debilitamiento a un costo
económico y social cada vez más grande.
La persistencia del alza inflacionaria el
desequilibrio en la balanza de pasos tuvo como
único “remedio” el frenar la economía, sin
advertir que ambos se originaban en deficiencias
en la oferta y en los mecanismos fiscales y
monetarios que regulaban su funcionamiento.
Consecuentemente, el freno sólo contribuyó a
acentuar las causas reales de desequilibrio,
elevando tanto las deficiencias de oferta como el
endeudamiento externo.
El colapso fina del tipo de cambio mostró la
inutilidad de esos esfuerzos. La forma en que se
instrumento la devaluación misma, aunada al
acuerdo postrero y redundante del stand-by con el
FMI, mostraron, sin embargo, la obstinación en
revivir cadáveres.
Los esfuerzos por reconstruir el pasado, enmedio
de condiciones económicas nacionales e
internacionales totalmente distintas, no fueron
presentados de golpe sino en partes: se
disfrazaron de “esquemas estabilizadores”,
advertencias sobre las “consecuencias
inflacionarias” de un gasto publico agresivo; de
recomendaciones respecto al manejo “sobrio” que
debe caracterizar a la política monetaria y
crediticia; de advertencia sobre los
“desequilibrios” que crear cualquier ajuste
tributario; de programas para reducir
“drásticamente” el desequilibrio externo mediante
un menor crecimiento: de llamados al “equilibrio
presupuestal” y, en general, de todo el recetario
en que se ha envuelto, nacional e
internacionalmente, la ideología que busca
preservar los mezquinos privilegios de clase
mediante el desempleo, en miserias y la
marginación de millones de mexicanos es en
misma ideología que y en “sudamericanización”
de nuestra economía y en la represión abierta, el
ultimo recurso para defender su reducido mundo.
Es sabido que todo es valido para lograr estos
efectos desestabilizadores en sociedades que se
rigen por normas constitucionales desde el rumor
y la calumnia hasta el mantenimiento de grupos
terroristas, supuestamente de izquierda, que
coinciden sin falta en la tarea de justificar la
mano dura. Estos amagos desestabilizadores
prosperan en situaciones de estancamiento,
inflación y confusión. La única alternativa en este
tipo de estratagemas es la conformación de una
nueva estrategia para el desarrollo nacional que
ponga en acto de inmediato las medidas
necesarias para reorientar la economía hacia los
objetivos de mayor producción y empleo, de
satisfacción de las necesidades básicas de la
mayoría de la población, de redistribución del
ingreso entre grupos y regiones del país, de
mantenimiento de nuestra soberanía como nación,
del fortalecimiento de nuestra independencia
económica y de nuestras libertades democráticas.
Carlos Tello Macías. Exconomista mexicano. El
presente ensayo es parte de los materiales que
integran su libro sobre la economía mexicana de
este decenio, que será publicado por Siglo XXI
Editores a principios de 1979.
Notas
1. En su Informe Anual para 1977, el Banco de
México, S.A., sostiene que “el año de 1977 fue de
ajustes importantes para la economía mexicana.
Su evolución estuvo determinada, principalmente,
por la secuela de las dificultades económicas y de
otra índole que tuvieron lugar en 1975… Al
inicio de 1977 la economía estaba fuertemente
influida por las consecuencias del abandono del
régimen de tipo de cambio fijo, por la baja que
sufrió el valor internacional del peso a partir de
septiembre de 1976, y por la reducción en el
ritmo de colocación de pasivos bancarios que
tuvo lugar durante ese año”.
2. Secretaría de Programación y Presupuesto,
Boletín Mensual vol. 2, no. 3, p. 61. Incluye:
IMSS, ISSSTE, PEMEX, los Ferrocarriles y las
Secretarías de la Defensa y de Marina.
3. En 1970 CONASUPO operaba 1,200 centros
de compra, 1,200 tiendas de venta al menudeo y
tres fábricas; en 1975, operaba 2,800 centros de
compra, 6,000 tiendas al menudeo y 28 fábricas.
Ver CONASUPO, Gaceta, 1o. de enero de 1976,
pp. 2 a 5.
4. “Mensaje a la Nación, pronunciado por el
Presidente Luis Echeverría”, El Gobierno
Mexicano, 1970, p. 12.
5. En varios países capitalistas la participación
del sector paraestatal mayoritario en el PIB es
significativo y mayor a la que prevalece en
México. En este caso están, por ejemplo, Austria,
Reino Unido, Suecia, Francia y Estados Unidos.
Ver, Shepherd W.G., Public Enterprise,
Economic Analysis, Theory and Practice, 1976.
6. BIRF. Special Study of the Mexican Economy
p. 46. Esta estimación no incluye las otras formas
mediante las cuales el sector público subsidia la
actividad privada (v. gr., tasas preferenciales de
interés, estímulos fiscales al comercio exterior,
tratamientos fiscales especiales a varias
actividades – agricultura, transporte,
construcción – y otros estímulos fiscales).
7. No deja de ser interesante que en los muy
distintos y variados foros en los que se discute el
tema de la participación relativa de los sectores
público y privado en la economía, la atención se
concentra en la defensa y la justificación de la
participación del Estado en la economía, dando
por hecho el pleno derecho del sector privado en
el proceso social de formación de capital. Más
bien el caso contrario debería ser el tema de
discusión; es decir, debería justificarse y
defender la participación del sector privado en la
economía, aceptando como natural, como lógico,
la participación del Estado.
8. Es particularmente difícil medir la
productividad de los servicios y actividades
productivas, especialmente de los primeros. Su
impacto sobre la economía en su conjunto no se
aprecia cabalmente en un año determinado, ni
puede medirse con los mismos patrones de
rentabilidad que generalmente utiliza la empresa
privada. Se ha optado por utilizar indicadores
físicos de productividad por considerar que son
más relevantes.

Aspectos Económicos:
El modelo económico que tenia México a mediados de los
70´s, el crecimiento económico y el proceso de
modernización entro en crisis o agotamiento; Aviso al
pueblo, que en cuestión de economía, el gobierno
intervendría en todas las esferas para darle dar el paso a un
nuevo modelo de crecimiento económico; Echeverría pedía
al banco de México emitir moneda para los gastos del país,
sin embargo al no tener respaldo esta moneda, perdió valor,
así, disminuyo el poder adquisitivo de la gente, se tuvo que
pagar más dinero por las mismas cosas.

Aunado a la crisis internacional provocada por la escasez de


petróleo, aumentó de forma considerable el gasto público,
emitiendo papel moneda sin valor y contratando deuda.
Durante su mandato se dio la primera crisis económica desde
el inicio del llamado "Milagro Mexicano". Además, se lanzó
a la compra de empresas al borde de la quiebra para sostener
los empleos, pero a costa de ineficiencias y corrupción.
Durante su gobierno se abandonó el tipo de cambio fijo que
existía desde 1954, de $ 12.50 por dólar, al final de su
sexenio llegó a los 20 por dólar. La deuda externa aumentó
de los manejables 6,000 millones de dólares que había
heredado Díaz Ordaz a más de 20,000 millones.

Aspectos Políticos:
Creo una nueva Reforma Política-Electoral en 1973, con la
que se estableció una credencial de elector y dio apertura y
dio apertura a la formación de diversos partidos políticos de
tinte socialista; Utilizo políticas para captación de ingresos,
pero abuso de ellas y crearon como consecuencia, inflación,
devaluación y crisis;

Realizó viajes a países de Europa, África y América Latina.


Su gobierno fue muy cercano a los regímenes socialistas de
Chile y Cuba. Dio asilo a Hortensia Bussi, esposa del
presidente chileno Salvador Allende, cuando éste murió en
1973 después de ser derrocado por el golpe de
Estado de Augusto Pinochet. También dioasilo político a
gran número deexiliadosprovenientes de las dictaduras de
América del Sur. Pero tuvo mano dura con los movimientos
de izquierda nacional. Realizó la llamada Guerra Sucia,
durante la cual una gran cantidad de personas fueron
torturadas y desaparecidas. Durante su gobierno murieron los
guerrilleros Genaro Vázquez y Lucio Cabañas.

Aspectos Sociales:
Creo el INFONAVIT (Instituto del Fondo Nacional para la
Vivienda de los Trabajadores). Creo la procuraduría del
consumidor, fundó la universidad Autónoma Metropolitana
y el colegio de Bachilleres.

Aspectos Culturales:
Disminuyo la inversión privada, la extensión de la red camionera,
repartió 16 millones de hectáreas, duplico en su periodo la producción de
petróleo, electricidad y acero.

Durante su gestión, la economía terminó con 20 años de


"desarrollo estabilizador", disminuyó la inversión privada.
Se duplicó en su periodo la producción de petróleo,
electricidad y acero; la extensión de la red camionera y de la
deuda externa. Devaluó el peso a menos de la mitad, del tipo
de cambio que había mantenido desde 1954. Creó el Instituto
Mexicano de Comercio Exterior. Convirtió los
departamentos de Turismo y Asuntos Agrarios y
Colegialización en Secretarías de Turismo y Reforma
Agraria. Repartió 16 millones de hectáreas. Dentro del
ámbito social, creó el Infonavit, el Instituto y la Procuraduría
del Consumidor, se fundó la Universidad Autónoma
Metropolitana y el Colegio de Bachilleres.

Aportaciones Positivas:
Desde el inicio de su gobierno, busco conciliación y buena
comunicación con los sectores sociales y resentidos por lo
ocurrido en el 68; su visión al empezar la presidencia fue que
no tomaría vías ni de izquierda ni de derecha, sino hacia
Arriba y Adelante; Propuso una política populista con el fin
de favorecer su imagen con las masas, México estuvo en una
bonanza financiera envidiable.

La realización de dichas reformas exigía la integración


vertical de procesos sustitutivos de importaciones
estimulando la producción de bienes de capital e intentando
resolver el déficit crónico de la balanza de pagos que era una
de las características inherente al modelo. Este modelo se
denominó "Desarrollo Compartido" y la pretensión era que
mediante un gasto público enorme y creciente se alcanzara
una mayor justicia social.

Aportaciones Negativas:
La Guerra de guerrillas en México, en este periodo,
sobresalen dos grupos en el estado de Guerrero, el dirigido
por Genaro Vázquez y el de Lucio Cabañas, Estas Guerrillas
se dedicaban al secuestro y robo, donde el empresario
Eugenio Garza tuvo un encuentro de secuestro que le costó
la vida; Crédito externo, prestamos que pidió Luis al exterior
para poder pagar sus gastos de gobierno. De 4,219 dólares
que debíamos, la deuda al final del sexenio era de 11,612
dólares, hubo un aumento del 275%.

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