Professional Documents
Culture Documents
El combate terrorífico
1
dos y se salvarán únicamente los buenos? ¿Para cuándo debemos
esperarlo? ¿Dónde tendrá lugar?
El día de Dios
2
la literatura antigua, está formado por dos palabras: har, que
en hebreo significa “montaña”, y maggedon -nombre de la famosa
ciudad de Meguido-. Así queda claro el lugar donde será la
gran batalla: en la montaña de Meguido.
La perla codiciada
3
harán la guerra al Cordero. Pero como el Cordero es Señor de
los Señores y Rey de Reyes, los vencerá en compañía de los su-
yos: los llamados, los elegidos y los fieles” (Ap 17,14).
Aquí el autor añade un nuevo dato sobre el tema. Y es que,
en la tan ansiada batalla del fin del mundo, no intervendrá
personalmente Dios Padre como se creía hasta ese momento, sino
que lo haría a través de su Hijo Jesucristo, al que el Apoca-
lipsis llama el Cordero. Él será el encargado de cumplir la
esperada profecía.
Pero agrega también un detalle esencial, para ir compren-
diendo mejor este acontecimiento. Y es que el Cordero no
vendrá a luchar ayudado por ejércitos divinos ni por legiones
de ángeles ni por milicias bajadas del cielo, como pensaba la
gente; sino que lo hará ayudado por los suyos. Y, según Ap
14,1, los suyos -los que acompañan al Cordero y forman su
ejército- son todos los cristianos que perseveran en la fe y
se mantienen fieles a su Palabra. Por lo tanto, el autor afir-
ma que el éxito que obtendrá el Cordero será posible gracias a
que los cristianos le ayudarán y combatirán con Él.
En un lago de fuego
4
ca que lo que está por ver es una revelación total y definiti-
va, que ya no podrá ser modificada.
Contempla entonces un jinete que baja del cielo a caballo,
preparado para la guerra. No nos dice quién es. Pero por la
descripción que hace de él (viene a juzgar, su nombre es Pala-
bra de Dios, lleva muchas coronas, monta un caballo blanco que
simboliza la salvación, tiene el título de Fiel y Veraz), no
hay duda de que se trata de Jesucristo.
El jinete aparece envuelto en un manto empapado en sangre.
¿De quién es esa sangre? No puede ser de sus enemigos, pues
todavía no empezó la lucha.Por consiguiente, si el jinete baja
del cielo con su vestido ya empapado en sangre, ésta no puede
ser más que su propia sangre.
Pero fijémonos en que Juan no dice que su ropa esté man-
chada de sangre (o sea, no es sangre seca), sino empapada en
sangre, es decir: es sangre fresca, recién vertida. Por lo
tanto, el Jesús que aparece aquí en su caballo blanco es el
que acaba de morir desangrado en la cruz, el que ha dado su
vida por los hombres y ha salvado así a la humanidad. Ese
Jesús es el que va a enfrentarse ahora con todos sus enemi-
gos.
El triunfo de un muerto
5
bajo el dominio de Dios, para siempre.
Por lo tanto, con la muerte y resurrección de Cristo, es
decir, con la batalla final (que el Apocalipsis llama simbóli-
camente Har-maggedon, para significar que se trata de un com-
bate decisivo y que transformará definitivamente la historia),
los seres humanos hemos entrado a vivir ya en los últimos
tiempos.
6
algún momento Dios intervenga de nuevo en este mundo, con su
ejército celestial o mediante cataclismos, para castigar a la
humanidad corrupta y solucionar los males de este mundo.
El Apocalipsis nos enseña que el mal que vemos rebasar en
todas partes ya ha sido vencido, aunque no lo parezca, en la
batalla de Har-maggedon. Y que los cristianos podemos y debe-
mos creer que el bien ya ha triunfado. Aunque no lo veamos. Y
aunque el dolor y la muerte nos asalten, como le sucedía a la
comunidad de Juan. Pensar que Dios debe intervenir otra vez en
el mundo para poner orden es pensar que la salvación de Cristo
no ha servido para nada.
Pero también nos enseña que, si bien Cristo ha vencido ya,
los cristianos debemos continuar esa batalla. Y que el arma de
la que disponemos es la Palabra de Dios. Ella es como una es-
pada de doble filo, capaz de vencer cualquier mal. Por eso los
cristianos debemos conocerla, creer en ella y vivirla en los
distintos momentos de cada día.
Pocos son los cristianos que, realmente, enfrentan sus
problemas cumpliendo la Palabra de Dios. Pero el mundo entero
los está esperando. Porque disponen del arma vencedora:
ellos tienen la misión de hacer real la victoria de Har-
maggedon.