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FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO

3 Nueva ruralidad
y desarrollo humano
La nueva ruralidad en República
Dominicana: ¿sigue siendo la
parte atrás de lo urbano o es una
oportunidad para el desarrollo
humano?

Abril 2007
Coordinación general: Rosa Cañete Alonso y José Horacio López.

Revisión técnica: Miguel Ceara-Hatton y Adriana Velasco.

Revisión editorial: Luis Rubio.

Organización del III Foro sobre Desarrollo Humano: Miosotis Rivas (INTEC) y Oficina de
Desarrollo Humano/PNUD.

Apoyo logístico y técnico: Fidel Geraldino, Sarah Llibre, Roira Sánchez y Pamela Suero.

Transcripción de la participación del público


y respuestas de los expositores: Mayelin Pichardo Guzmán.

Los textos de las ponencias presentadas durante el Tercer Foro sobre Desarrollo Humano así como las
opiniones expresadas por el público participante que se reproducen en este libro son responsabilidad
exclusiva de sus autores, y pueden no reflejar las opiniones de la Oficina de Desarrollo Humano ni del
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Copyright © 2007
Oficina de Desarrollo Humano
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
Todos los derechos reservados
Santo Domingo, República Dominicana

ISBN 9945-8595-3-6

Diseño y diagramación: Orlando Abreu y Gabriela Tierno. Equis, Diseño & Publicidad.
Imprenta: Editora Corripio, C. por A.

2 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Índice de contenidos

PRÓLOGO .............................................................................. 9

INTRODUCCIÓN................................................................... 13

Entendiendo la ruralidad dominicana ............................ 25


Pedro Juan del Rosario, director e investigador
del Centro Norte del Instituto Dominicano
de Investigaciones Agropecuarias y Forestales (IDIAF)

Las condiciones de vida en la zona rural ....................... 45


Isidoro Santana, economista e investigador de
Informe Nacional de Desarrollo Humano 2007

Estructura sociodemográfica de los sectores


rurales dominicanos ......................................................... 69
Fátima Portorreal, antropóloga del Instituto
Tecnológico de Santo Domingo (INTEC)

La mujer rural en República Dominicana ....................... 83


Luz Adelma Guillén, directora de la Oficina de Equidad
de Género de la Secretaría de Estado de Agricultura (SEA)

Estructura productiva del sector rural


y agropecuario................................................................ 103
Juan José Espinal, director ejecutivo del Centro
para el Desarrollo Agropecuario y Forestal (CEDAF)
e investigador del Informe Nacional de Desarrollo
Humano 2007

Marco de intervención pública en lo rural ................... 123


José Horacio López, consultor en temas agrícolas y rurales

Nueva ruralidad y desarrollo humano 3


PARTICIPACIÓN DEL PÚBLICO Y RESPUESTAS DE LOS
EXPOSITORES ..................................................................... 141

CONCLUSIÓN .................................................................... 153

NOTAS ............................................................................... 171

BIBLIOGRAFÍA ..................................................................... 183

ANEXOS ............................................................................ 193

4 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Índice de cuadros, gráficos y mapas

CUADROS

Cuadro 1. Población en ciudades mayores de


20,000 habitantes en el país, 2002.................................. 48

Cuadro 2. Población dominicana por zona de


residencia y género, 2002. .............................................. 89

Cuadro 3. Necesidades Básicas Insatisfechas en


zona urbana y rural (%), 2002 ......................................... 91

Cuadro 4. Región Nordeste. Población por


género y zona de residencia, 2002 .................................. 92

Cuadro 5. Distribución de la población


de la región Nordeste, 2002............................................ 93

Cuadro 6. Regiones Enriquillo y El Valle.


Población por género y zona de residencia, 2002 ............. 93

Cuadro 7. Distribución de la población


de las regiones Enriquillo y El Valle
por género y zona de residencia, 2002 ............................ 93

Cuadro 8. Estado conyugal en la zona rural


según sexo, 2002 ........................................................... 94

Cuadro 9. Tasa de analfabetismo de personas


de 15 años o más según sexo y zona, 2002...................... 95

Cuadro 10. Tasa bruta de asistencia escolar,


niveles primario y secundario, 2002 ................................. 95

Cuadro 11. Principales ramas de actividad económica


no agrícola en la zona rural según género, 2002 ............... 98

Cuadro 12. Préstamos otorgados, montos financiados


y productores beneficiados por el Banco Agrícola,
2000-2005 .................................................................... 99

Nueva ruralidad y desarrollo humano 5


Cuadro 13. Composición sectorial del PIB
y el empleo, 1996-2005 ................................................ 106

Cuadro 14. Tasas de crecimiento del PIB agrícola


y no agrícola, promedios anuales, 1970-1999 ................ 107

Cuadro 15. República Dominicana:


contribución real de la agricultura, 2005 ......................... 108

Cuadro 16. República Dominicana:


producción agropecuaria y productividad, 2003 .............. 111

Cuadro 17. Valor agregado por trabajador


agrícola en países seleccionados, 1999-2001 ................. 111

Cuadro 18. Distribución regional de la


pequeña propiedad agrícola, 2003 ................................ 114

Cuadro 19. Relación de incidencia de la pobreza


y promedio de habitantes por municipio, 2005. ............... 136

GRÁFICOS

Gráfico 1. Pirámide de edad rural y urbano, 2002 ............. 49

Gráfico 2. Porcentaje de hogares que caen


en cada decil de ingreso, en función del
área de residencia, 2004 ................................................ 50

Gráfico 3. Ratio entre el ingreso medio per


cápita urbano y rural, 2000-2004 .................................... 51

Gráfico 4. Niveles medios de ingreso familiar


por regiones, 2004 ......................................................... 52

Gráfico 5. Incidencia de la pobreza, 2004 ....................... 52

Gráfico 6. Evolución de la incidencia de la pobreza,


entre abril 1997 y abril 2004 .......................................... 53

Gráfico 7. Estructura del gasto per cápita


por zonas, 2004 ............................................................ 57

6 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Gráfico 8. Estructura de ocupación de la población
según zona de residencia, 2005 ...................................... 58

Gráfico 9. Tasas de participación en actividades


económicas remuneradas de la población
mayor de 10 años, 2005 ................................................ 58

Gráfico 10. Tasas de desempleo, 2005 ............................. 59

Gráfico 11. Ingreso por hora ocupada, 2005 .................... 59

Gráfico 12. Población en edad escolar y atribución


del gasto en educación preuniversitaria, 2004 ................... 60

Gráfico 13. Porcentaje de la población de 5 años


y más que asiste a establecimientos educativos,
por grupos de edad y zona, 2004 .................................... 60

Gráfico 14. Analfabetismo e indicadores de calidad


de la educación por zonas, 2004 ..................................... 61

Gráfico 15. Porcentaje de niñas y niños de 1 año


de edad vacunados contra el sarampión, 2005 ................. 62

Gráfico 16. Porcentaje de viviendas desocupadas


por zonas, 2002 ............................................................ 62

Gráfico 17. Calidad de la vivienda, 2004......................... 63

Gráfico 18. Porcentaje de hogares con acceso


a electricidad, 2004 ....................................................... 63

Gráfico 19. Porcentaje de hogares que poseen


bienes durables según zona, 2004 ................................... 63

Gráfico 20. Porcentaje de hogares por fuente de


abastecimiento de agua según zona, 2004 ....................... 64

Gráfico 21. Porcentaje de personas residentes


en hogares que utilizan combustibles sólidos
(carbón o leña) para cocinar, 2005 .................................. 65

Nueva ruralidad y desarrollo humano 7


Gráfico 22. Porcentaje de personas de 12 años
y más de edad que han sido víctimas de atraco
en los últimos 5 años, 2005 ............................................. 65

Gráfico 23. Acceso a caminos pavimentados


por áreas, 2004 ............................................................. 65

Gráfico 24. Porcentaje de población de 12 años


o más que ha usado Internet, 2005................................... 65

Gráfico 25. Porcentaje de población de 12 años


o más que ha usado computadoras, 2005 ......................... 66

Gráfico 26. Evolución de la población dominicana


según zona de residencia, 2000-2003 .............................. 73

Gráfico 27. Total nacional. Promedio de


miembros por hogar, 1981-2002 ..................................... 73

Gráfico 28. Participación porcentual por subsector


del sector agropecuario sobre el PIB, 1980-2005 ............. 109

Gráfico 29. Distribución porcentual de los ocupados


que declararon una actividad económica, según
rama de actividad, 2002 ............................................... 110

Gráfico 30. Participación de la producción total de


ciertos productos provenientes de asentamientos
de la reforma agraria, 2004-2005 ................................. 115

Gráfico 31. Comportamiento porcentual de la


movilización de ahorros en la Banca Múltiple
en el área Metropolitana (Distrito Nacional y
la provincia de Santo Domingo), 1993-2003 ................... 134

Gráfico 32. Impuestos cobrados por la Dirección


General de Impuestos Internos (DGII), 2005 ..................... 135

MAPAS

Mapa 1. Incidencia y severidad de la pobreza


de ingresos, según provincia, 2004 .................................. 55

8 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Prólogo

P ara apoyar a la preparación del Informe Nacional de Desarrollo


Humano 2007 y vincular el enfoque de desarrollo humano con
diferentes temáticas, la Oficina de Desarrollo Humano del Programa
de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha iniciado la
celebración de una serie de foros de discusión sobre temas colaterales
a la preparación de dicho informe. Los temas seleccionados para
estos foros que se desarrollaron durante 2006 e inicios de 2007 son:
áreas protegidas, descentralización y gobernabilidad local, nueva
ruralidad y la descentralización de los servicios públicos.

La presente publicación sistematiza el tercer foro al recoger las


ponencias presentadas, así como las preguntas del público asistente
y las respuestas de los expertos. Este tercer foro, que se celebró el 1
de noviembre de 2006 en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo
(INTEC), estuvo co-auspiciado por el Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Organización de Naciones
Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la Secretaría de
Estado de Agricultura (SEA) e INTEC.

¿Por qué se seleccionó el tema de la ruralidad o la “nueva ruralidad”


en el desarrollo humano? El Informe Nacional de Desarrollo
Humano 2007 intenta analizar la realidad dominicana aplicando
un enfoque territorial; es decir, explorando las diferencias,
convergencias y divergencias entre las diferentes regiones del país
con respecto a las capacidades y oportunidades de las personas
que viven en ellas. Las categorías de lo rural y lo urbano han
sido muy utilizadas en el análisis económico y sociológico durante
el último siglo, pero, en la realidad actual, esas categorías se
empiezan a desdibujar y los límites entre una y otra ya no son tan
claros.

Pese a esto, es evidente que aún existen claras diferencias entre una
y otra y que, como ha ocurrido anteriormente, las políticas nacionales
suelen priorizar estrategias de desarrollo enfocadas hacia lo que
tradicionalmente se ha llamado urbano, desconsiderando y olvidando

Nueva ruralidad y desarrollo humano 9


una gran parte de la población que vive en los espacios rurales y
que tiene una gran potencialidad además de ser un fuerte motor
del desarrollo nacional. El subtítulo elegido para la convocatoria del
foro ofrece una idea intuitiva del enfoque que se buscó debatir: La
nueva ruralidad, ¿sigue siendo la parte atrás de lo urbano o es una
oportunidad para el desarrollo humano?

La Oficina de Desarrollo Humano, con ánimo de generar un debate,


convocó este tercer foro de desarrollo humano, para lo cual se
estructuró un programa con una serie de preguntas y acotaciones a
manera de provocación para que sirvieran de guía a los expositores
de cada uno de los siguientes temas.

El primer tema que se abordó fue el concepto de ruralidad y su


aplicación en la sociedad dominicana de hoy. Esta exposición se
tituló “Entendiendo la ruralidad dominicana” e incluyó los siguientes
puntos:
• Mitos sobre la ruralidad.
• Estructuración del espacio rural dominicano.
• Resultados del proceso de estructuración.
• Visión dominante de la ruralidad.
• Crisis de la sociedad rural.
• Nueva ruralidad.
• La necesidad de una nueva visión.
• Desarrollo territorial rural.

El segundo tema tratado fue sobre las condiciones de vida en los


sectores rurales dominicanos en comparación con los urbanos:
• Diferencias de condiciones de vida entre la población
urbana y rural: niveles educativos, de salud, de nutrición,
empleo, ingresos.
• Dotación de servicios públicos (cantidad y calidad)
en las áreas rurales: educación (primaria, secundaria,
universitaria), salud, infraestructura, agua, electricidad.
• Caracterización de la pobreza rural y la pobreza
urbana.
• Análisis de equidad desde el paradigma de desarrollo
humano en la distribución de capacidades entre lo rural y
lo urbano.

Otro tema estudiado fue la estructura socio-demográfica de los


sectores rurales dominicanos, con las siguientes especificaciones:
• Perfil poblacional (población, composición de hogar).
• Etnografía de las comunidades rurales.
• Migración campo/ciudad – ciudad/campo.

10 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


• Impactos de áreas protegidas en las comunidades rurales.
• Implicaciones del desarrollo humano en el mundo rural
dominicano.

Pese a que la equidad de género es un eje transversal, siempre


tomado en cuenta en cualquier estudio del PNUD, en este foro se
decidió dedicar una ponencia que resaltara las características de la
población femenina en las zonas rurales, dados los cambios que se
perciben en sus condiciones y funciones tradicionales. Para esto se
plantearon los siguientes puntos a abordar:
• Acceso y tenencia de la tierra.
• Estatus familiar y social (nupcialidad, fecundidad,
escolaridad, salud, jefatura de hogar, migración).
• Actividades productivas agrícolas y no agrícolas
generadoras de ingreso.
• Acceso al crédito y a la tecnología.
• Participación comunitaria.
• Mujer rural y políticas públicas.

También se revisaron la estructura y dinámica productiva de las zonas


rurales dominicanas, en base a las siguientes preguntas:
• ¿Cuáles son las fuentes de empleo en los sectores rurales?
Tendencias.
• ¿Cuál ha sido el impacto de la reforma agraria en
República Dominicana?
• ¿Cuáles son las nuevas fuentes de empleo? Revisión del
impacto del turismo o el ecoturismo.
• Comparación de los niveles de empleo y desempleo entre
las zonas rurales y las urbanas.
• Impacto de la liberalización comercial.
• La eficiencia desde el paradigma de desarrollo humano
en las zonas rurales.

Finalmente, se cuestionó el tratamiento y el abordaje de lo rural


desde las políticas públicas, es decir, cuál es el marco de intervención
público en lo rural, en base a estos puntos de interés:
• Lo rural como interregno del Estado.
• El Estado frente al espacio rural dominicano: exacción e
inacción pública.
• Caracterización de las estrategias e instancias públicas
que dan servicios en las zonas rurales y su forma de
coordinación.
• Rol de los ayuntamientos, ¿ha mejorado la
descentralización la dotación de servicios en las áreas
rurales?

Nueva ruralidad y desarrollo humano 11


• ¿Cómo se podrían mejorar las condiciones de vida en
el ámbito rural a través de lo institucional? ¿Es posible
promover el desarrollo humano a través de las reformas
institucionales?

Para hacer estas presentaciones se invitó a Pedro Juan del Rosario,


director del Centro Norte del Instituto Dominicano de Investigaciones
Agropecuarias y Forestales (IDIAF), para abordar el primer tema;
a Isidoro Santana, economista e investigador de Informe Nacional
de Desarrollo Humano 2007, para que presentara una descripción
de las condiciones de vida de la población rural dominicana; a
Fátima Portorreal, antropóloga de INTEC, para analizar la estructura
sociodemográfica del sector rural del país; a Luz Adelma Guillén,
directora de la Oficina de Equidad de Género de la SEA, para
estudiar las características de la población femenina en las zonas
rurales; a Juan José Espinal, director ejecutivo del Centro para el
Desarrollo Agropecuario y Forestal (CEDAF) y también investigador
de Informe Nacional de Desarrollo Humano 2007, para analizar la
estructura y dinámica productiva de las zonas rurales dominicanas.
Y finalmente, a José Horacio López, consultor en temas agrícolas y
rurales para que, además de la edición general de la publicación,
abordara también la última de las temáticas de estudio: el marco de
intervención público en lo rural.

Por parte de la Oficina de Desarrollo Humano, Rosa Cañete fue


responsable de la coordinación y seguimiento del foro, así como de la
presente publicación, con el apoyo en la parte conceptual de Miguel
Ceara-Hatton y Adriana Velasco, coordinador y subcoordinadora de
la Oficina; y Sarah Llibre, que elaboró el Anexo I sobre las diferentes
definiciones de ruralidad. José Horacio López fue responsable de la
edición de las conferencias y los debates, preparando también los
borradores de la introducción y la conclusión, así como colaborando
en la coordinación del foro.

12 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Introducción

L a historia del concepto de desarrollo económico es reciente1.


Después de la Segunda Guerra Mundial surgió la preocupación
en los países hegemónicos de Europa y Norteamérica en torno
a la situación de pobreza de los pueblos del mundo. En gran
medida, el interés estuvo promovido por las convulsiones sociales
que se expresaban en las colonias europeas en África, así como
las luchas de liberación nacional como vía al socialismo que se
daban en el sudeste asiático y América Latina.

La realidad que se quiere transformar en las iniciativas del


desarrollo siempre ha estado bien delimitada. Se busca mejorar las
condiciones de vida de los grupos excluidos, de las poblaciones
expuestas a la marginalidad y en situaciones vulnerables. El
objetivo ha sido revertir unas dinámicas sociales que no estimulan,
y con frecuencia bloquean, la posibilidad de los pobladores de
una nación a tener una existencia digna.

El marcado sesgo economicista del capitalismo industrial


hegemónico durante la mayor parte del siglo XX impuso su sello
en las concepciones originarias del desarrollo2. Los indicadores
primarios estuvieron dirigidos a medir el Producto Interno Bruto
(PIB) per cápita como señal irrefutable del avance de un país
hacia la superación de la pobreza.

La debilidad de dicha asunción generó tempranas críticas


aduciendo que esta medición no consideraba aspectos tan
elementales como la distribución de las riquezas generadas,
el desempleo o la desigualdad3. A partir de ese momento, se
popularizaron algunas mediciones que buscaban mejorar el
concepto incluyendo aspectos relacionados con la distribución
del ingreso4.

Otras escuelas de pensamiento centraron su cuestionamiento en las


limitaciones que ofrece la medición del PIB y de la distribución del
ingreso para sociedades con diferentes niveles de monetarización

Nueva ruralidad y desarrollo humano 13


o con una presencia alta de las llamadas actividades de economía
sumergida5. En algunos, la crítica se centró en las diferencias
del poder de compra entre países, mientras otros señalan que la
metodología para calcular el Producto Interno Bruto externaliza
procesos económicos con gran impacto positivo en la calidad de
vida, mientras que valoriza algunas actividades cuyo impacto es
negativo6.

En el avance hacia nuevas concepciones del desarrollo surgieron otras


corrientes cuyas críticas se centraban en superar el reduccionismo
economicista con que se venía enfocando. De ahí devienen nuevas
acepciones de desarrollo integral o desarrollo socioeconómico. En
ambos casos, se buscaba integrar aspectos más allá de la generación
de ingresos como determinantes del bienestar de las personas7.
Más aún, estos análisis introducían la idea de ver el aumento de
las variables económicas (incremento de la productividad laboral,
aumento de los ahorros, generación de excedentes, entre otros
indicadores macroeconómicos) como el resultado del desarrollo más
que su causa. En ese sentido, se enfatizaba que la precondición
del uso óptimo de los recursos para la riqueza colectiva estaba
asociada al acceso de los ciudadanos a servicios sociales como
salud, educación, seguridad social, entre otros.

Asociada a esta corriente, se crearon los estándares que definían


las Necesidades Básicas Satisfechas (NBS) como los indicadores
más generalizados que permitían crear la diferencia entre pobres y
no pobres en una sociedad determinada8. El supuesto detrás de esta
corriente es que el desarrollo puede ser medido por una adecuada
provisión de bienes durables y servicios sociales. Se centra
la atención en determinados indicadores fáciles de medir en el
entendido de que los mismos son satisfactores universales (vivienda
adecuada, posesión de electrodomésticos, entre otros) y servicios
sociales con amplio reconocimiento asociados a la modernidad
como servicios de agua potable, electricidad y educación.

De nuevo, el foco del desarrollo se ubica en aspectos que refieren


a las condiciones materiales en las cuales se desenvuelven
las personas. El desarrollo, bajo estos paradigmas, sigue
entendiéndose como un ejercicio de consumo, si bien no se
restringe al acceso de bienes o servicios privados, pues integra
también el acceso a servicios públicos, continúa determinándose
como un resultado de una dotación de activos.

A finales de la década de los ochenta en el Siglo XX, el Programa


de la Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) introdujo uno

14 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


de los elementos de mayor alcance en la conceptualización
del desarrollo. Se trata del paradigma de desarrollo humano
cuya base teórica se centra en el trabajo del Premio Nobel de
Economía, Amartya Sen.

Como fruto del novedoso enfoque de desarrollo humano, se genera


a partir de 1990 un reporte mundial conocido como el Informe de
Desarrollo Humano. El Informe contiene, además de un análisis
teórico sobre temas asociados al enfoque de desarrollo humano,
una medición por país, utilizando un índice (Índice de Desarrollo
Humano o IDH, construido a partir de una serie de indicadores
sociales).

El Informe de Desarrollo Humano, tanto los reportes mundiales


como los que se producen en cada país o regiones, ha ganado
una extensa reputación por la versatilidad del instrumento, dado
que permite comparaciones entre naciones, pero también entre
regiones, o entre cualquier tipo de estrato poblacional para el
cual se logren las estadísticas segregadas.

Como se afirma en el párrafo anterior, el reconocimiento logrado


por la entrega anual que hace el PNUD radica en la utilidad
del ranking por país del IDH y de otros índices complementarios,
con los que se puede monitorear la evolución de las diversas
sociedades. Pero este no es ni el único ni quizás el principal
aporte de la iniciativa del PNUD. Lo más trascendente ha sido la
utilización del enfoque de desarrollo humano9 como un nuevo
marco teórico para entender el tema del desarrollo.

Superando la visión predominante hasta el momento de este


nuevo enfoque presenta el desarrollo como expresión, ejercicio y
práctica de libertad. Se define como el resultado de un proceso
en el cual la gente ve multiplicadas sus opciones a través del
incremento de sus capacidades y las funciones humanas.

El tema de la libertad en la teoría económica ha sido muy


manoseado desde la escuela neoclásica en referencia a la
soberanía de los consumidores, así como a la libertad de
mercado. En el desarrollo humano, la referencia directa del
concepto libertad se asocia a la capacidad de las personas de ser
agentes. Mientras en los postulados de libre mercado se destaca
el consumo como la versión más acabada de la democracia
económica y de la autonomía personal, Amartya Sen propone el
desarrollo como libertad o como el ejercicio individual para una
vida que se considere valiosa10.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 15


Al asumir el desarrollo humano como expansión de las libertades, se
considera no sólo la realización de elecciones con independencia;
tiene que ver, también, la cantidad y calidad de las opciones para
elegir. La libertad debe ser evaluada tomando en consideración
tanto lo que una persona hace, como las alternativas que se le
ofrecen.

Ahora bien, el fin último de la reflexión teórica es producir un


conjunto de criterios para delimitar una estrategia de desarrollo
humano. Busca generar una propuesta con aspectos normativos
para las sociedades contemporáneas. Se enfoca hacia la vida
real y concreta de las personas, y a las realidades de los países.

Los elementos de una estrategia acorde con los fundamentos


teóricos del paradigma de desarrollo humano son la eficiencia, la
equidad, el empoderamiento y la libertad. Los cuatro criterios se
asumen de forma simultánea y complementaria. Se trata de generar
riquezas maximizando la expansión de las libertades, promoviendo
situaciones donde nadie esté en condiciones de desventaja,
construyendo capacidades para ganar mejor entendimiento y control
sobre las fuerzas sociales, económicas y políticas y, finalmente, como
producto de las tres anteriores y, al mismo tiempo, como condición
de las mismas, logrando que las personas se desenvuelvan en un
proceso creciente de disminución de las privaciones, en un pleno
ejercicio de agencia individual y colectiva.

El paradigma de desarrollo humano no pretende producir fórmulas


replicables para todos los contextos. Se define pluralista en cuanto
reconoce muchos fines perseguidos por los seres humanos. Al
mismo tiempo, tiene una vocación universalista al reconocer la
existencia de valores compartidos por todas las culturas.

En reconocimiento al universalismo del concepto del desarrollo


humano, este paradigma puede ser utilizado para abordar
realidades tan diversas como las encontradas en los 177 países
analizados en el Informe Mundial de Desarrollo Humano. Sirve
para monitorear sociedades tan disímiles como las encontradas
en los países escandinavos, el Caribe, África Subsahariana o
Asia Central.

Haciendo uso de dicha característica es posible considerar


las oportunidades que presenta el espacio rural para impulsar
una estrategia de desarrollo humano. Tomando en cuenta las
especificidades en el campo de hoy, es útil plantear los alcances
e implicaciones de los cuatro metavalores del paradigma.

16 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Eficiencia

A partir del último cuarto del siglo XX, la revolución de las


tecnologías de información y en el proceso de globalización,
han redimensionado el concepto de eficiencia y productividad.
“Si el crecimiento económico y la competitividad dependen de
la productividad y ésta depende de la capacidad inventiva del
ser humano, de las habilidades humanas, de la inteligencia y
de la capacidad para desarrollar y difundir nuevas tecnologías;
entonces las condiciones de vida del ser humano son un factor
esencial para determinar el crecimiento económico, al ser las
personas las portadores de las habilidades, conocimientos y
las creadoras de los nuevos procesos. Para crecer hay que
desarrollar al ser humano. Crecimiento y desarrollo humano son
dos aspectos de un mismo proceso, en donde crecer exige mejorar
las habilidades y condiciones del portador de conocimientos, que
es el ser humano11.

Los cambios tecnológicos que se han experimentado en las


últimas décadas han impactado de forma directa la producción
de la zona rural. Se han observado cambios en las diversas
actividades productivas en el ámbito del transporte, la
comunicación, el comercio y todos los servicios en general y, por
tanto, también en la industria establecida en las zonas rurales.
De igual manera, se han experimentado los efectos de la nueva
revolución tecnológica en la agricultura, tanto en los cultivos
como en las crianzas.

A pesar del marcado reconocimiento existente en torno a


la diversidad de actividades económicas presentes en el
campo, la agricultura sigue siendo el sector de más extensa
influencia, tanto en la conformación del paisaje, como en la
dinámica de los asentamientos humanos y la vida rural en
su conjunto. Por tal motivo, tiene sentido que el análisis de
la eficiencia en la agricultura concentre mayor atención que
los otros sectores.

Una de las preocupaciones que los neomalthusianos


exponen para justificar la necesidad de incrementar la
capacidad productiva de la agricultura es el imperativo
de garantizar una oferta de alimentos suficientes para la
creciente población mundial 12. Este fue el principal soporte
ideológico para el impulso de la revolución verde y es el
argumento que esgrimen los defensores del uso de los cultivos
transgénicos.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 17


La biotecnología, principalmente en lo referido a la alteración de
los códigos genéticos de plantas y animales, es la expresión más
temeraria de los avances científicos aplicados al campo. Lejos de
tener un impacto generalizado en el mejor uso de los recursos
naturales para la producción agrícola, esta tecnología amenaza
con aumentar la concentración en pocas transnacionales del
circuito agroalimentario mundial13.

Muchos de los países que evidencian mayores rendimientos y


mejores éxitos en sus explotaciones agrícolas, como podrían ser
los casos de los Países Bajos, Taiwán, Nueva Zelanda o Israel,
no son necesariamente aquellos que utilizan tecnología de punta.
Se trata de países en los cuales se han desarrollado procesos
muy intensivos en conocimientos básicos entre sus agricultores y
agricultoras. Más allá de tener algunas explotaciones agropecuarias
completamente mecanizadas, la clave de esos países ha radicado
en la ausencia de desniveles tecnológicos extremos, altos índices
de escolaridad promedio entre sus productores/as y exitosos
programas de transferencia de tecnología.

Aquellos que se oponen a la manipulación genética no sólo lo


hacen atendiendo a razonables precauciones éticas o ambientales.
Existen estimaciones muy responsables que dan cuenta de la
capacidad de abastecer de alimentos al mundo entero con un
uso adecuado de la tecnología disponible. El reto consiste en
generar procesos de movilización de conocimientos que permitan
masificar el uso de los avances científicos conseguidos hasta hoy,
sin necesidad de traspasar la peligrosa línea de la alteración del
ADN de seres vivos.

De continuar la tendencia del uso de organismos genéticamente


modificados, el resultado será la exposición de mayores
extensiones de terreno con vocación agrícola al monocultivo
y la pérdida de biodiversidad. La extensión del latifundio en
las mejores áreas de producción agrícola implicaría llevar
millones de pequeños agricultores a tierras marginales y a
la imposibilidad de convertir dichos predios en unidades
productivas que garanticen los ingresos suficientes para la
sostenibilidad de las familias rurales. Se debe tener en cuenta
que la eficiencia en el paradigma de desarrollo humano debe
tener como fin la ampliación de capacidades de las personas.

Por otro lado, la humanidad debe reconocer los límites de


reproducción del capital asociados a los recursos naturales. Querer
someter los fenómenos bióticos al dinamismo en la generación

18 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


de excedentes que permiten las inversiones en la tecnología
digital, en las comunicaciones o en el capital especulativo es una
amenaza permanente para el medio ambiente.

La medición de la eficiencia en el espacio rural debe tomar en


cuenta la internalización de los costos y riesgos ecológicos. La
capacidad inventiva del ser humano creando nuevos procesos
no puede dejar de lado la repercusión tanto en el presente como
en el futuro de los cambios introducidos. Desde un punto de vista
monetario, la sociedad siempre deberá pagar un costo extra por
unos niveles de “ineficiencia” relativos de las inversiones que
suponen un uso sostenible de los recursos naturales.

El paradigma de desarrollo humano, tal y como explicábamos,


contempla la necesidad de que los cuatro criterios básicos de
éste se den simultánea y complementariamente. Por esta razón,
no podemos llamar eficientes a técnicas que pongan en peligro
las oportunidades de desarrollo de las próximas generaciones, ya
que la equidad intergeneracional, criterio básico del paradigma
del desarrollo humano, se vería afectada.

Equidad

La población rural se encuentra expuesta, casi de forma


generalizada en los países subdesarrollados, a peores condiciones
de vida que la población urbana. Según diversos indicadores,
incluyendo al Índice de Desarrollo Humano (IDH), se destaca la
situación de desventaja que atraviesan quienes residen en las
zonas rurales.

Dicha situación supone una ausencia de acciones que conduzcan


a superar los obstáculos para lograr el equilibrio de las
oportunidades sin importar los lugares de residencia.

Más aún, en los casos donde se han dirigido acciones positivas


interesadas en contrarrestar la mencionada inequidad, éstas
se comprueban como tímidas, de poco alcance y que no han
logrado revertir la brecha de exclusión que sufren las comunidades
campesinas14.

Por lo menos, en el contexto de los países subdesarrollados es una


realidad ostensible que las circunstancias que rodean el nacimiento
en las zonas rurales determinan, o por lo menos condicionan,
muy desfavorablemente la capacidad de elección de los habitantes
del campo. Esta situación adversa se expresa tanto en el ámbito

Nueva ruralidad y desarrollo humano 19


de las oportunidades como en los resultados. En el primer caso,
las pocas opciones educativas, laborales y de ascenso social,
características del espacio rural predominante en Latinoamérica,
operan como una desventaja para las capacidades de la gente del
campo, al tiempo que disminuyen sus posibilidades para convertir
los recursos con que cuentan en realizaciones. En el segundo caso,
la desigualdad de resultados se expresa en dinámicas de privación
y de enajenación al acceso de bienes o servicios.

Como una de las notas características de la articulación rural-


urbana, merece la pena destacar el pronunciado sesgo que
suponen los prejuicios en contra de la cultura campesina. Todo
el aparato ideológico de las sociedades modernas ha estado
orquestado para crear el estereotipo de que los valores culturales
urbanos representan lo civilizatorio, avanzado y desarrollado.
En oposición, lo rural es la expresión de lo salvaje, tradicional
y atrasado. Frente a tal dicotomía, sin dudas, los productos
culturales campesinos no tienen las mismas oportunidades para
recrearse y reproducirse como parte de la cultura nacional. A
dichas manifestaciones apenas les queda el espacio nostálgico
del folclor donde se fosilizan, convirtiéndose en movimientos
circundantes a la fuerza cultural hegemónica15.

Un fenómeno de reciente preocupación de los estudiosos de la


realidad agraria consiste en la creciente diferenciación interrural.
En tal sentido, se habla de las Áreas Rurales Marginales (ARM) y
Áreas Rurales Favorecidas (ARF)16 . Entre unas y otras se observan
marcadas diferencias que pautan desigualdades e inequidades.

Una estrategia que busque promover el desarrollo humano en


las áreas rurales requiere una atención especial para revertir
las inequidades generadas por desequilibrios espaciales. Si las
políticas públicas no impulsan políticas afirmativas hacia las
zonas rurales, los centros urbanos seguirán atrayendo población
en busca de oportunidades y servicios públicos y, por tanto, las
políticas públicas tenderán a seguir priorizando la inversión en
éstos, provocando un círculo vicioso de concentración.

Empoderamiento

Las críticas a los proyectos y programas verticalistas en los cuales


se asume a la población beneficiaria como objeto y no como sujeto
han proliferado en diversas esferas. La incapacidad de recoger el
parecer de los pueblos ha significado serias limitaciones para la
implementación de las políticas sociales y económicas17.

20 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Desde el punto de vista del desarrollo humano, el concepto de
empoderamiento va más allá de las consultas y de escuchar
opiniones. Apunta más bien a la cogestión, a la participación
activa de todos los sectores involucrados. Se refiere a una
connotación trascendente de tal modo que la gente pueda ser
protagonista en la toma de decisiones que afecten sus vidas. La
gente no debe ser beneficiaria pasiva de procesos determinados
por otros. Debe constituirse en sujetos activos en la construcción
de su propio desarrollo.

Las diversas organizaciones de base locales (comunales, vecinales


o relacionadas a cualquier unidad de territorio), al igual que las
sectoriales (sindicatos, cooperativas, asociaciones de agricultores,
federaciones campesinas) se han definido como el “instrumento de
lucha” de los sectores representados. Esa característica no es exclusiva
de las organizaciones locales, sino que también se mantiene como
estandarte de los gremios regionales o nacionales.

En el espacio rural dicha definición se concretiza en acciones


reinvidicativas alrededor de la demanda del derecho a la tierra,
de mejores precios para sus cosechas, de la construcción de
infraestructuras, del acceso a créditos, entre otras. Se concibe
tradicionalmente a los espacios colectivos como instancias para
canalizar demandas frente a terceros. Dicho empeño se ha
convertido en un esfuerzo con poco eco en las instancias de poder
que han terminado por desoír de forma persistente los reclamos
de las comunidades.

El reto de las distintas iniciativas de organización rural es de


traspasar la frontera de lo reivindicativo para convertirse en
espacios de poder locales 18. Junto con la demanda de atención
de las autoridades se requieren acciones que impulsen procesos
de toma de decisiones desde abajo, que garanticen un control
local del territorio y el impulso de políticas pro-rurales. De forma
simultánea, se demandan expresiones organizacionales que
ayuden a superar el aislamiento, la dispersión y el localismo de
la agenda campesina. Sin redes nacionales de organizaciones
de la sociedad civil del campo, los temas pro-rurales seguirán
siendo excluidos de la agenda y las políticas públicas.

Libertad

El desarrollo humano en el ámbito rural está mediatizado por


la capacidad de la población rural de ser agentes de su propia
realización. Hasta ahora los habitantes en las áreas rurales han

Nueva ruralidad y desarrollo humano 21


sido considerados como elementos pasivos, cuyas dinámicas
sociales reproducen el modelo excluyente más que lo que lo
transforman. La población rural se considera como un elemento
reflejo de lo urbano. Se conciben más como estructuras que como
agentes.

Al igual que los demás valores del desarrollo humano, la libertad


no sólo deviene en un medio para la consecución de la eficiencia,
la equidad y el empoderamiento, sino también es un fin en sí
misma. La ampliación de las libertades es el punto de partida por
definición del desarrollo humano, pero describiendo un círculo
virtuoso es también su máximo resultado.

Un individuo, una familia o un grupo es libre según lo significativas


que le sean sus opciones de vida y el número de opciones que
tenga para escoger. La libertad tiene sentido si existen los medios
para plantearse propósitos propios y actuar en consecuencia.
Si los individuos de una comunidad rural pueden evitar la
desnutrición o ser infectados por epidemias prevenibles y si son
capaces de mantener una vitalidad biológica que les permita
ejercer sus facultades físicas e intelectuales, tienen base para ser
libres. Sin embargo, la libertad también involucra la existencia de
oportunidades para que las personas puedan reflexionar sobre su
condición, plantearse planes de vida y llevarlos a cabo. Asimismo,
involucra las posibilidades que tienen las personas para definir
sus convicciones, transmitir sus valores, cooperar con otros,
integrarse a la vida de su comunidad, participar políticamente y
contribuir a definir las instituciones y, en definitiva, la sociedad
en la que han de vivir.

En resumen

En este libro se intentará dar respuesta a la pregunta planteada


de si la nueva ruralidad dominicana está siendo tomada en
cuenta en los procesos de toma de decisiones y en la definición
de políticas públicas en base a sus particularidades, limitaciones
y potencialidades; o si por el contrario, es vista como un espacio
secundario que tan solo es tomado en cuenta como suplidor de las
zonas urbanas considerando a sus pobladores como ciudadanos
de segunda categoría.

En la primera, se estaría desarrollando el espacio rural de acuerdo


a los principios del enfoque de desarrollo humano. De esta forma,
se aplicarían políticas que tomen En el segundo caso, estaríamos
mirando a los espacios rurales con una visión limitada y limitante

22 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


que no busca ni aprovecha las potencialidades del espacio rural
para crear desarrollo humano en sus pobladores, fortaleciendo
las causas de la migración campo-ciudad y potenciando las
disparidades de oportunidades entre las zonas rurales y las
urbanas.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 23


24 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO
Pedro Juan del Rosario
Director e investigador del Centro Norte
del Instituto Dominicano de Investigaciones
Agropecuarias y Forestales (IDIAF)

Entendiendo la
ruralidad dominicana

Nueva ruralidad y desarrollo humano 25


26 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO
E n la ruralidad dominicana, como en otros países latinoamericanos, persisten
o se agudizan situaciones de pobreza crítica, niveles extremos de inequidad y
persistente exclusión de su población de los mecanismos del poder; todas ellas
inaceptables, tanto desde el punto de vista social y político, como ético. Los
procesos históricos que configuraron el espacio rural dominicano: las visiones
erradas, las políticas inadecuadas, junto a problemas de carácter extraterritorial,
han reducido las capacidades de la población rural para participar activamente
en el proceso de desarrollo y sus beneficios. En consecuencia, hay expresiones
claras del deterioro de esos territorios y de sus sistemas productores, junto a
transformaciones importantes en las relaciones familiares y comunitarias en lo
rural. Las familias campesinas han reaccionado con nuevas estrategias en la
búsqueda de opciones que les permitan mantener su reducida capacidad de
producción y reproducción cultural.

Aún cuando persisten los elementos estructurales que la configuran, no hay


duda de que la ruralidad dominicana ha experimentado grandes transformaciones
en los últimos 50 años, con fuertes impactos en la forma de vida de sus pobladores
y también en la manera como perciben el mundo y a sí mismos.

Estas transformaciones dan lugar a nuevas expresiones y significados en el


mundo rural actual que requieren de nuevos mecanismos de interpretación para
reorientar las acciones de desarrollo, “bajo un concepto que capte tanto la
territorialidad, multisectorialidad y heterogeneidad del espacio rural, así como
la complejidad cultural, la subjetividad social y el dinamismo de los procesos
que allí devienen, con el propósito de revalorizar lo rural tanto en el plano
económico, como cultural y sociopolítico”19. “Esto desafía profundamente
las perspectivas y los conceptos que usamos habitualmente para definir y
comprender lo rural”20.

En el marco de la discusión de los conceptos de “nueva ruralidad”, “desarrollo


territorial rural” y “desarrollo humano”, este texto es una propuesta orientada a
construir nuevos esquemas que “puedan ayudar a comprender unas sociedades
y unos mundos muy cambiados y, en buena parte, invisibilizados… Quizá el
término preciso es desoídos. Por esta razón, las reflexiones que siguen son un
intento por escuchar una palabra –un discurso- que no está siendo escuchada
por el sentido común urbano ni por el sector dirigente”21.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 27


Conceptuación dominante

Cuando se toca el tema de lo rural, desconociendo los procesos históricos que dieron
lugar al espacio rural y la conformación del campesinado dominicano, su cultura
y procesos de cambio, en general; se asume un discurso de carácter ahistórico,
simplista, parcial, sectorialista y vacío de contenidos para intervenir en esos espacios
de manera eficaz. Este discurso no es exclusivo de República Dominicana.

La manera en que generalmente se enfoca lo rural está directamente ligada


a la concepción del progreso que aparece en el siglo XVIII, la cual asumía que
la humanidad se encaminaba hacia la modernización dando un salto de lo
atrasado a lo moderno o, lo que es lo mismo, de lo rural a lo urbano, de una
agricultura de subsistencia a una economía moderna industrial. La Revolución
Industrial serviría de base para sustentar esta transformación.

Esta manera de concebir el desarrollo de las sociedades también fue asumida


en las expresiones teóricas neoclásicas de la segunda mitad del siglo XX, sobre
todo por la situación calamitosa de los países subdesarrollados después de
la Segunda Guerra Mundial. Los modelos de Rostow y Lewis constituyen las
mejores expresiones de esta concepción del desarrollo22. El primero plantea un
modelo lineal del crecimiento en una serie de etapas o pasos, desde la sociedad
tradicional hasta una sociedad de alto consumo de masas, bajo el supuesto de
condiciones similares en los países subdesarrollados y desarrollados. Por su
parte, Lewis traza un modelo basado en la relación entre un sector tradicional,
superpoblado, de agricultura de subsistencia y productividad marginal del
trabajo igual a cero; y otro sector, moderno, industrial y de alta productividad.
El sector moderno es el generador del crecimiento y demanda la mano de obra
excedente del sector tradicional. El empleo y el aporte de la agricultura al
producto nacional se reducirán. El salario y el empleo en el sector moderno
crecerán y la economía se habrá transformado en urbana, moderna, dinámica
e industrial.

El éxito relativo de la Revolución Verde23 afianzó ideas importantes de esa


concepción en los países de América Latina y el Caribe, en la medida que la
agricultura moderna capitalista, con tecnologías intensivas en el uso de recursos
(tierra, maquinarias, insumos químicos, agua) y sistemas de monocultivo se
impuso en los países desarrollados. La eliminación de la agricultura campesina
tradicional en los países subdesarrollados, en el marco de las nuevas tecnologías
asociadas a la Revolución Verde, se presentó como un paso necesario para
dar el salto hacia la modernidad. Este mismo enfoque expresa una concepción
de la sociedad en la cual el campesinado aparece como un obstáculo, cuya
desaparición es conveniente para alcanzar la “modernidad” y, como resultado,
el desarrollo de la sociedad. “La empresarización del campo”, “la modernización
de la agricultura”, “eliminar el conuco”, son expresiones típicas relacionadas
con estos esquemas.

28 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Esta visión domina la discusión sobre el espacio rural campesino
dominicano. Se desarrolla un discurso que se asemeja a esa concepción de la
historia considerada “como la enconada lucha entre barbarie y civilización...
Los bárbaros siempre eran los otros, por supuesto. Desprovistos de esquemas
racionales de interpretación y comportamiento, producen atraso, violencia y
destrucción. La civilización, ligada a la racionalidad del saber científico y al
comportamiento educado, representa la paz y el progreso de los pueblos”24.

Este tipo de maniqueísmo moderno aparece también en la visión dicotómica


de lo urbano y lo rural. Una visión de una sociedad dual, cuya racionalización de
lo moderno y lo tradicional les asocia características que impiden la comprensión
del fenómeno y la acción adecuada en la realidad rural. Lo rural se asocia a lo
tradicional, la agricultura, el atraso, la ignorancia, el autoritarismo, la pobreza,
el anacronismo; lo urbano es lo opuesto.

En esta visión se concibe lo rural como resultado, como estructura derivada o


refleja. O se asume lo rural y lo campesino como lo ya constituido, una realidad
cosificada, que de algún modo está expuesta a ser contagiada, adulterada, por
los efectos de la relación con lo urbano o las tecnologías modernas.

Bajo esas condiciones, “si se concibe lo rural como lo local, autárquico,


cerrado, con unas pautas socioeconómicas y valores propios, una estructura social
a partir de la propiedad de la tierra entendida como la territorialización de lo
agrícola, se tendría como implicaciones que el progreso es la absorción de lo rural,
los ajustes son exógenos y pasivos, lo agrícola tiene un comportamiento residual,
y las políticas de desarrollo rural significan la absorción del rezago”25.

La construcción del espacio rural

La base social de la ruralidad dominicana se origina con la constitución del


“campesinado criollo” a fines del siglo XVI y es fortalecida en el XVII, en situación
de ausencia de control por parte de la corona española y en un proceso de
despoblamiento de la isla26. Este campesinado era un grupo social de “gente
común”, blancos pobres, mestizos, mulatos y negros, dedicado a la agricultura en
pequeña escala de alimentos para el consumo familiar y ligado directamente al
mercado, sobre todo los cultivadores de tabaco. El tabaco se convirtió en el cultivo
más importante para la venta, a la sombra del control comercial español. En una
economía donde el circulante era escaso, el tabaco permitía a los campesinos
satisfacer sus necesidades monetarias para su “sustento y conservación”.

Desde sus orígenes, el campesinado dominicano ha asociado la agricultura


de subsistencia con la de mercado (cash crops). Esta última dependía, sobre
todo, de la primera. La agricultura de subsistencia permitía una independencia
relativa del sector comercial y la venta de excedentes, aún en los momentos
en que los términos de intercambio eran desfavorables. La zona del Cibao

Nueva ruralidad y desarrollo humano 29


Central concentró la mayoría de este campesinado, convirtiéndose en el centro
de la economía de pequeños productores. Hacia el año 1680, la producción de
alimentos (yuca, plátano, batata, y otros) del corredor Santiago-La Vega “era
suficiente para satisfacer las necesidades de la isla”27. En 1785 el tabaco era
aún el principal producto para la venta, cultivado por familias independientes,
e integrado a la economía de subsistencia.

Estos sistemas de producción campesinos han persistido en el tiempo,


incorporando nuevos cultivos para el mercado, como el café y el cacao, entre
otros; en la medida que éstos fueron ocupando otras tierras como resultado de la
construcción del espacio rural. Los hombres y mujeres del campo se incorporaron,
desde temprano, a distintos circuitos de comercialización que los conectaban con
centros más poblados y con el exterior, no sólo a través de la venta de productos
agrícolas primarios, sino también con una canasta de bienes procesados importantes,
como casabe, andullo, cigarros, embutidos, quesos, extractos y dulces, sólo por
nombrar algunos.

Pero la manera como se estructuró el espacio rural en República Dominicana


generó una situación sostenida de inequidad extrema en la distribución de la tierra.
Aunque esta tendencia se inició en el siglo XVIII, con el predominio de la economía
hatera y el resurgimiento de las plantaciones esclavistas28, el patrón de uso de suelo
dual (latifundio-minifundio) en el país adquirió relevancia en los inicios del siglo
pasado, con las plantaciones de caña de azúcar bajo el esquema de relaciones
capitalistas de producción. El proceso de concentración de la tierra alcanzó su
mayor expresión durante el régimen de Trujillo, aunque continuó su curso durante
las primeras décadas de transición democrática.

“Las estadísticas y la cartografía disponibles confirman una dicotomía


fundamental y una continua competencia por la tierra, dentro de un patrón que
puede ser considerado como crecientemente fijo desde los últimos 30 años”29.
Es obvio, por tanto, que la manera en que está estructurado el espacio rural
dominicano refleja una de las mayores limitaciones para el acceso al capital físico
de los sistemas campesinos y, en consecuencia, para su desarrollo.

Ese proceso de estructuración social del espacio definió el paisaje rural de


manera clara. Los grandes latifundios y plantaciones comerciales de tipo capitalista
predominan en las zonas llanas30; mientras la mayor parte de los sistemas agrarios
campesinos ocupan zonas de montaña31. Son zonas frágiles que han sido escenario
de procesos de intensa degradación a través de actividades madereras, ganadería
extensiva y procesos de “tumba y quema” para la agricultura.

Decisiones extraterritoriales, políticas gubernamentales nacionales, problemas


de los mercados, junto a la limitada capacidad de gestión técnica y política del
campesinado para controlar su base material, han provocado procesos de fuerte
deterioro en la base de sustentación de sus sistemas productores, han transformado

30 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


el tramado de relaciones familiares y comunitarias, y en muchos casos, han
desarticulado las sociedades locales rurales.

Es importante señalar que la limitación al acceso de tierras de calidad sigue


siendo una de las fuerzas estructurales que más inciden en la indigencia rural.
Estudios hechos a nivel regional muestran que los pequeños campesinos con
acceso a tierras marginales en secano, sobre todo en zonas de montaña, se
sitúan entre los grupos sociales más impactados por la indigencia y la pobreza
crítica32.

Esta situación ha dado lugar a procesos complejos; respuestas de la familia


rural que se expresan en migraciones, diversificación de las fuentes de ingresos,
intensificación del uso del suelo; nuevas articulaciones con la ciudad. Pero a su vez,
pérdida de la capacidad productiva de los suelos, deterioro de las organizaciones
campesinas y transformación de la relación familia-tierra, con los cambios culturales
profundos que ello supone. Los problemas sociales de nuestras ciudades no pueden
verse al margen de esta situación. Pero, además, estos procesos tienen implicaciones
políticas importantes con relación a la gestión del poder local.

Una sociedad en crisis

En el año 1973, el presidente Balaguer, para justificar la exoneración de más


de 60 millones de pesos a la industria privada dominicana, y en el marco del
modelo sustitutivo de importaciones predominante en los años sesenta y setenta,
señaló: “Este sacrificio constituye el precio que debemos pagar para que el país
se desarrolle y cuente, al cabo de algunos años, con un potencial industrial que
le permita, no sólo sustituir muchas de sus importaciones que hoy se hacen, con
merma de nuestras divisas, sino absorber gran parte de nuestra mano de obra
desocupada. No podemos pretender que nuestra agricultura, por más grande
que sea el desarrollo que adquiera y por mayor extensión que tenga el área
cultivable mediante sistemas de regadío, baste por sí sola para ofrecer ocupación
en número suficiente a nuestra clase trabajadora. La gran proveedora de empleos
es, obviamente, la industria”33.

Conceptos similares se adoptaron en muchos países de América Latina


y el Caribe resultando en un empeoramiento de las condiciones de vida de los
pobladores rurales, y particularmente del campesinado: “Se reconoce también en
varios países que el manejo de la vieja concepción de lo rural como lo atrasado y
el énfasis puesto en los procesos de industrialización han generado en estos países
crisis de magnitudes impredecibles, con el aumento de la pobreza, el desempleo, la
generación o agudización de conflictos por la tierra, y procesos de luchas internas
con características de guerra como es el caso actual en Colombia”34.

El discurso citado del presidente Balaguer marcó el momento inicial del proceso
de abandono de la ruralidad dominicana dentro del marco de las políticas de

Nueva ruralidad y desarrollo humano 31


desarrollo del país. Las zonas francas industriales y el turismo ocuparon la atención
máxima de los tomadores de decisiones.

La crisis de lo rural agrícola tradicional, que surgió en los años sesenta del siglo
XX, dio paso a la emergencia de un nuevo tipo de liderazgo y de organizaciones
rurales ligadas, directa o indirectamente, a diversos proyectos políticos y eclesiales
enfrentados con la oligarquía trujillista reinante. El fracaso de estos proyectos,
tanto cooperativistas como el de los movimientos sociales del agro, a principios
de la década de 1980, se traducirá en una “crisis de esperanza” de los proyectos
asociativos y en el debilitamiento de los proyectos campesinos y de pequeñas(os)
agricultoras(es). Prácticamente todo el campo dominicano fue escenario de estos
procesos.

Pero más allá de lo anterior, la sociedad rural muestra signos de crisis en aspectos
fundamentales que chocan con sus prácticas y esquemas de valoración35:
• En la producción: el agricultor se debate entre la necesidad de garantizar
la seguridad de su familia, la competitividad en los mercados y la
diversidad de orientaciones que recibe, lo que aumenta las dificultades
para la toma de decisiones tanto de tipo productivo como de articulación
al mercado.
• En la población: se nota desmotivación y en gran medida
“envejecimiento”36. El predominio de lo urbano frente a lo rural ha
propiciado un desprestigio social de la agricultura, de lo campesino,
que ocasiona su abandono y dificulta la incorporación y retención de los
jóvenes en el campo.
• En las formas de gestión tradicionales: habituado a tomar por sí mismo
las decisiones sobre qué, cómo y cuánto producir con el simple recurso
de la intuición moldeada por la lógica del mercado y de la sobrevivencia
de la familia, el agricultor depende ahora más que nunca de las políticas
nacionales e internacionales, de las señales del mercado y de la
competitividad empresarial.
• En el manejo de los recursos ambientales: los procesos de deforestación,
la contaminación del suelo, la erosión, el despilfarro y sobreexplotación
del agua, la penetración urbana (población e industrias), son problemas
cuyo tratamiento y solución sólo se pueden abordar teniendo en cuenta
la presencia del agricultor en el medio rural.
• En las formas tradicionales de articulación social: el papel jugado por
muchas instituciones del mundo rural ha entrado en crisis o ha cambiado
en forma significativa, y la búsqueda de las nuevas funciones genera
conflictos de competencia y vacíos de poder.
• Las fuertes transformaciones que suceden en la sociedad rural la
convierten en un espacio de tensiones que se mueven dentro de
múltiples memorias de lo que fue antes de cada cambio, y desde las
incertidumbres sobre el futuro por lo que sucede ahora y sucederá
después de los nuevos cambios. “Entre unas y otras, el presente subjetivo

32 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


de la ruralidad es también el de un sujeto en proceso, el de una historia
en marcha. No es de extrañar, entonces, que la identidad rural sea hoy
un concepto brumoso y hasta perdido para las propias personas del
campo.”37

La mayor crisis de la sociedad rural dominicana está relacionada con la


pobreza. Además de los exiguos ingresos, la pobreza rural es una situación y
condición ligada también a otros factores, como el acceso a los activos productivos,
la ausencia de oportunidades económicas (incluyendo aquellas no agrícolas),
ausencia de servicios básicos, problemas de vivienda, ausencia de oportunidades
para la mujer rural.

La pobreza también está asociada a la estructura del poder local y regional.


Tiene que ver con los intercambios desventajosos con la ciudad. Además, guarda
relación con las políticas sociales y económicas que desfavorecen el desarrollo rural.
Finalmente, la pobreza deriva también de la ausencia de mecanismos efectivos de
participación de la población rural en las estructuras de decisión, tanto en el nivel
municipal como nacional.

Como afirman Vinod et al, “más allá de la medición del ingreso de un individuo
u hogar, el bienestar incluye oportunidad, cómo se expresa en el mercado y en las
inversiones, en el mejoramiento de la salud y la educación. Incluye la seguridad, que
es reflejada en la reducción de la vulnerabilidad a los shocks físicos y económicos.
Implica el empoderamiento evaluado por la inclusión social y la voz del individuo. Y
encierra la sostenibilidad, representada por la protección del ambiente, los recursos
naturales y la biodiversidad”38.

¿Una “nueva ruralidad”?

El término de “nueva ruralidad”, tal como aparece en la literatura reciente, tiene


un carácter ambiguo. En ocasiones se maneja el término como si se tratase de
la necesidad de una base estructural totalmente distinta a lo que existía décadas
atrás, para definir lo rural actual. En el caso dominicano, muchos de los elementos
estructurales que han conformado la ruralidad siguen presentes: una cultura
campesina arraigada en la relación familia-tierra, una economía basada en
estrategias productivas y de generación de ingresos diversificadas (bienes para
el autoconsumo y el mercado, actividades agrícolas y no agrícolas, servicios
ambientales, alquiler de la mano de obra familiar), articulaciones culturales y
comerciales con el medio urbano, formas organizativas basadas en relaciones
familiares y de vecindad; además, la distribución desigual de la tierra, la
ocupación de tierras marginales, la ausencia de mecanismos de participación en
las instancias de poder local, regional y nacional, y la expresión de la pobreza
crítica, como muestra de las condiciones de oprobio, explotación y exclusión a
las que siguen sometidas las poblaciones rurales. Ésta es la ruralidad de siglos
de existencia. Reconocer que esos elementos han cambiado en sus formas de

Nueva ruralidad y desarrollo humano 33


expresión y significación en el tiempo es aceptar que las sociedades rurales son
dinámicas. Pero esto es una “verdad de Perogrullo”, aunque no así reconocida
por todos.

La discontinuidad del tratamiento de lo rural39, tanto en el trabajo académico


como en las políticas de desarrollo, prejuiciado muchas veces por visiones
sectorialistas, simplistas, estáticas y hasta denigrantes de lo rural, han impedido
aprehender la sociedad rural como una sociedad en marcha continua.

La “nueva ruralidad” hay que asumirla entonces como una manera distinta de
enfocar lo rural, “una nueva lectura de la ruralidad”40, reconociendo el carácter
dinámico, multidimensional y complejo, de estructuras que presentan hoy nuevas
formas y significados.

Se reconoce como un hecho contundente que el espacio rural en América Latina y


el Caribe “ha venido evolucionando, enfrentándonos hoy a un nuevo escenario rural,
basado en un carácter territorial, que permite visualizar los asentamientos humanos
y sus relaciones en un continuo rural-urbano expresado, entre otros aspectos, en el
desarrollo progresivo de actividades agrícolas no tradicionales y actividades no
agrícolas en el medio rural. Profundas innovaciones han ocurrido en este campo,
observándose nuevas orientaciones productivas como el cultivo de bioenergéticos,
plantas medicinales, artesanías, turismo rural, forestación, agricultura orgánica,
agricultura sostenible, granjas de especies menores, empresas de servicios rurales
y una mayor integración de la cadena agroproductiva y comercial con expresiones
organizativas en el campo, la ciudad y en el extranjero”41.

Estos procesos muestran que las sociedades rurales presentan nuevos rasgos y
condicionantes42 que pueden sintetizarse de la manera siguiente:
• Las economías rurales se encuentran cada vez más insertas en el proceso
de globalización, el cual afecta el grado de autonomía sobre las
decisiones locales.
• Los mercados locales, regionales, nacionales y globales se están
articulando de tal modo que se diluyen las fronteras y diferencias entre
los mismos. Las cadenas agroalimentarias y agroindustriales en general,
y particularmente las cadenas de supermercados, dominan cada vez más
los mercados de alimentos. Esto requiere de una mayor capacidad para
competir.
• Hay un cambio de las ventajas relativas entre productos exportables
y productos para el mercado interno y entre commodities y productos
“nicho” o diferenciados, que ha permitido un crecimiento significativo de
las exportaciones de rubros no tradicionales. No obstante, esta situación
“ha sido aprovechada en particular por empresas con mayores recursos
y potencial para la producción de productos exportables, con capacidad
de acceder al financiamiento, a la tecnología y a la información sobre las
condiciones de los mercados interno y externo”43.

34 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


• Cambian los pesos relativos de los sectores rurales agrícolas y los no
agrícolas. Un porcentaje creciente del empleo rural depende de las
actividades no agrícolas. Ambos sectores se complementan cada vez en
mayor grado.
• La globalización y los procesos de privatización desnudan las
imperfecciones de los mercados financieros, de tecnología, información,
trabajo y tierra. Bajo esas condiciones las sociedades rurales tienen
que ajustarse a las nuevas reglas de juego para sacar ventajas de los
mismos.
• Las instituciones para dar soporte a la dinámica de las sociedades
rurales en estas nuevas condiciones no están presentes o no han logrado
hacer los ajustes correspondientes en cuanto a propuestas institucionales
novedosas ni en nuevas formas de intervención.
• Hay un aumento de los procesos democráticos, aun con grandes fallas en
los gobiernos y en la gobernabilidad.
• Surgen nuevas demandas sobre el espacio rural: objetivos ambientales,
necesidad de facilidades de recreación y presión de las áreas urbanas
densamente pobladas, entre otras. Una de las tendencias más importantes
es la que tiene que ver con el aprovechamiento de las ventajas paisajísticas
de los territorios. La conservación del paisaje rural se justifica por razones
económicas (turismo verde, etiquetaje de productos, denominación de
origen), ecológicas (biodiversidad) y sociales o culturales (identidad,
solidaridad social).

En efecto, el espacio rural presenta nuevos escenarios que conciernen a su


función y a problemas de mayor predominancia, más allá de su inserción en
la actividad agropecuaria. Los procesos más recientes están relacionados con
la creciente fusión entre las áreas rurales y urbanas, en algunas regiones, y el
problema de la despoblación, en otras. La cuestión pública tiene entonces que
enfocar los problemas ambientales que resultan de ambas situaciones, tanto por
el uso intensivo de los recursos rurales como por el abandono de la actividad
agrícola dentro del paisaje. En todo caso, hay que buscar soluciones tomando en
consideración el problema de las presiones sobre el uso del suelo, que surge a
partir de los distintos intereses que se manifiestan en el espacio rural.

Lamentablemente en los países latinoamericanos se ha mantenido una


definición de ruralidad sobre la base de conceptos sectoriales y demográficos.
Lo rural se suele definir como aquellas zonas donde residen poblaciones de baja
densidad, con escaso desarrollo de infraestructura y dedicadas fundamentalmente
a actividades primarias de la agricultura44. Aquí se excluye cualquier referencia a
la actividad económica, pero sobre todo a las dinámicas e interrelaciones que los
centros urbanos puedan tener con el medio rural circundante.

En consecuencia, definir lo rural en función de la densidad poblacional o la


existencia de servicios públicos básicos, es una simplificación. Sería por analogía,

Nueva ruralidad y desarrollo humano 35


tratar de definir un elefante por el tamaño de su pelo. Aunque reconocemos que por
orden práctico, para fines del registro estadístico y censal por ejemplo, se asumen
definiciones como la anterior. No obstante, estas son inútiles para la comprensión
de la dinámica rural y la intervención en procura del desarrollo rural.

Otras definiciones tratan de capturar la multisectorialidad de los espacios


rurales al asumirlos como “el conjunto de regiones o zonas con actividades diversas
(agricultura, ganadería, pesca, minería, extracción de recursos naturales y turismo,
industrias pequeñas y medianas, comercio, servicios) y en las que se asientan
pueblos, aldeas, pequeñas ciudades y centros regionales, espacios naturales y
cultivados...”45.

Aunque se trata de un avance importante, los contenidos del concepto de


“terrritorialidad” se pierden en la definición anterior. Aquí también el espacio rural
es cerrado, limitado, por la ausencia de las interdependencias con otros espacios,
lo que impide una conceptuación adecuada del desarrollo rural. Un enfoque
diferente debe enfatizar, además de la multisectorialidad, la heterogeneidad y
la territorialidad, en tanto procesos que devienen de la construcción social del
espacio rural, y de la cual emergen dinámicas entre grupos sociales diferenciados
en un tramado de actividades productivas y de reproducción cultural que no atañen
solamente a la agricultura, ni sólo se ubican físicamente en las demarcaciones
llamadas rurales. En la definición de Schejtman y Berdegué, “el territorio no es
un espacio físico ‘objetivamente existente’, sino una construcción social; es decir,
como un conjunto de relaciones sociales que dan origen y a la vez expresan una
identidad y un sentido de propósitos compartidos por múltiples agentes públicos y
privados”46.

¿Por qué una nueva visión de lo rural? Es evidente que las acciones encaminadas
a corregir la situación de inequidad en la ruralidad no han tenido efectos
satisfactorios en las últimas tres décadas. “Cada vez somos más quienes pensamos
que si queremos que los resultados sean diferentes en el futuro, debemos evitar
seguir haciendo más de lo mismo.”47

Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), “el concepto de “lo rural”


vigente en América Latina y el Caribe es anticuado y afecta severamente la calidad
del diseño y de la ejecución de las estrategias y políticas de desarrollo, subestima
el peso de lo rural, confunde lo rural con lo agropecuario y oscurece los vínculos
urbano-rurales. Estos vínculos son esenciales para el desarrollo de las actividades
agrícolas y no agrícolas, por cuanto es a través de ellos que opera la relación con
la demanda externa al territorio, pero además porque determinan la viabilidad
de ciertos emprendimientos debido a sus condiciones de acceso a insumos,
conocimientos, redes y relaciones, que son externos al mundo rural”48.

Además se señalan otros argumentos para asumir una nueva visión de lo


rural49:

36 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


• Es necesario enfrentar la situación de la pobreza y la generación de
ingresos en el medio rural. La pobreza, la ausencia de oportunidades
económicas, es una situación políticamente insostenible y moralmente
inaceptable. Más aún, hay suficientes argumentos que indican que la
incorporación a la economía de la población rural de manera activa
debe redundar necesariamente en el desarrollo nacional.
• Es impostergable reducir los desequilibrios en el medio rural. Se requiere
de un “reposicionamiento” de la ruralidad en la agenda nacional que
permita eliminar las inequidades crónicas que han afectado a la población
rural. Esto implica un aumento sustancial del gasto social (sobre todo en
educación y salud) e inversiones en infraestructura productiva en esos
territorios. Es necesario reducir la vulnerabilidad social, económica y
ambiental de la población rural y alcanzar un aumento de la eficiencia
productiva agrícola y no agrícola.
• Hay que reconocer que existe un potencial en el medio rural para el
desarrollo. En el medio rural hay un importante acervo de capital físico,
cultural, natural, humano y social que, acompañado de iniciativas
novedosas, tanto tecnológicas como organizativas, puede generar
procesos de empoderamiento de los actores sociales y económicos
orientado al mejoramiento en la distribución del ingreso nacional, la
superación de la pobreza y la participación ciudadana. Se hace necesario
potenciar una cultura agrícola y rural que permita la conservación de la
biodiversidad y los recursos naturales.
• La creciente importancia del desarrollo focalizado en unidades
territoriales. El territorio o dimensión espacial está adquiriendo mayor
importancia en la formulación y ejecución eficaces de las políticas
de desarrollo, acompañadas de procesos de descentralización,
democratización, autonomía municipal y desarrollo local con un enfoque
participativo. Esto supone el desarrollo de acciones afirmativas para
visibilizar y apoyar la participación de las mujeres y jóvenes y otros
grupos vulnerables, en el desarrollo nacional desde lo rural.

Valorización de las empresas campesinas

La diversidad y complejidad de la realidad campesina indican la necesidad de


abordar el desarrollo rural a partir de una conceptuación que pueda expresar el
carácter multidimensional de esa realidad. Un primer paso es reconsiderar el concepto
del desarrollo rural a la luz de la revalorización de las empresas campesinas. La
visión neoclásica y tecnocrática del desarrollo ha impedido ver el campo como un
espacio donde las empresas campesinas definen el marco económico en el cual se
desenvuelven la mayoría de las familias rurales.

No se trata, según lo que muchos plantean desacertadamente, de


“empresarizar el campo”50, puesto que la empresa campesina existe y tiene
un carácter histórico, sino de entender la dinámica propia de este tipo de

Nueva ruralidad y desarrollo humano 37


empresa, mejorar su organización, para focalizar el proceso del desarrollo
rural. Para dar sentido a lo anterior, hay que preguntarse primero qué es una
empresa, para luego definir lo que es una empresa campesina. En esa dirección
es oportuno presentar los argumentos de Geilfus51. Él plantea tres características
relacionadas con el concepto de empresa, comunes para cualquier unidad
calificada como tal:
• Es una unidad económica donde trabajan personas de manera coordinada
para la producción y transformación de bienes o servicios.
• Tiene como objetivo la obtención de beneficios que son reinvertidos o
apropiados por sus miembros.
• Es un centro de decisión económico donde se asignan recursos, se
deciden actividades y se establecen relaciones con el mercado.

Bajo estos criterios, las empresas campesinas son verdaderas empresas, aunque no
tienen las características de las empresas comerciales capitalistas. En este sentido, las
particularidades propias de la empresa campesina pueden sintetizarse como sigue:
• Están ligadas a la tierra y, en general, se ubican en áreas rurales.
• Una parte de sus actividades requiere de acceso a la tierra y otros recursos
naturales.
• Son empresas donde los socios / trabajadores son miembros de la familia.
• Al menos una parte de los integrantes reside en el campo, otros residen
fuera, ya sea periódica o permanentemente.
• Son unidades de producción y al mismo tiempo de consumo. Combinan
la producción para la subsistencia y para el mercado.
• Están conectadas a redes sociales de apoyo mutuo y también participan
en relaciones de dependencia con agentes sociales de más fuerza.
• Su objetivo no es sólo el beneficio en términos monetarios, sino también,
y sobre todo, la seguridad de la familia.

La relación de la empresa campesina con la tierra varía en función de la


diversidad de las fuentes de ingreso. De ahí que exista una gama muy diversa de
empresas campesinas que oscilan entre aquellas que son totalmente agrícolas (todos
los recursos están invertidos en la producción agropecuaria y todos los ingresos
provienen de ésta) y la empresa campesina “deslocalizada”, donde los miembros
tienen fuentes de ingresos no agrícolas, pero mantienen una base productiva por
razones de autoconsumo, renta u otro motivo para la seguridad de la familia, y una
reducida inversión en mano de obra a tiempo parcial o de un solo miembro.

En la empresa campesina el uso de la mano de obra familiar es flexible,


dependiendo de las necesidades y oportunidades de ingresos y no de las condiciones
del mercado. Al mismo tiempo, la mano de obra familiar se ajusta a los objetivos
compartidos de la empresa sin que medie ninguna relación de tipo contractual. “Esta
capacidad de ‘autoexplotarse’ es la que permite a una empresa familiar campesina
sobrevivir a las condiciones económicas más adversas. En las mismas condiciones,
una empresa comercial puede quebrar por los costos de mano de obra.”52

38 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Desde el punto de vista del destino de la producción para el mercado o para
el autoconsumo, hay también dos situaciones extremas: aquellas empresas que
dependen en gran medida de la producción de subsistencia para satisfacer sus
necesidades básicas y aquellas para las que la producción de autoconsumo es sólo
marginal, pero se mantiene y cobra mayor importancia en caso de necesidad. La
empresa que deja las actividades de autoconsumo de manera definitiva, pierde su
carácter campesino.

En cuanto a las redes sociales se plantean dos situaciones extremas. Por un


lado, las empresas autónomas con una amplia red social que implica relaciones
de apoyo mutuo, intercambios y solidaridad para enfrentar necesidades; las cuales
pueden tener otras empresas dependientes y constituirse en unidades dominantes; y
en el otro extremo, las empresas dependientes con escasas relaciones sociales, tanto
por falta de recursos como por el aislamiento social. “Las familias más pobres no
son necesariamente dependientes; pero, si son muy pobres y a la vez desprovistas
de redes sociales, es muy probable que se encuentren más allá de la pobreza, en
la indigencia.”53

Los objetivos de la empresa campesina se orientan en tres direcciones


fundamentales:
• Satisfacción de las necesidades básicas (alimentación, educación, salud,
vivienda).
• Reducción de la precariedad debida a limitaciones surgidas por cambios
repentinos o progresivos en su base de recursos (humanos, financieros,
físicos y sociales), y debido a las condiciones sociales y económicas del
entorno.
• Incremento de la base de recursos.

Las estrategias de ingresos están configuradas por el conjunto de decisiones


de los miembros de la familia acorde con las realizaciones de sus objetivos, cuyos
pesos relativos serán variables según las características de cada empresa. Esta
dinámica compleja de decisiones económicas en las empresas campesinas define
diferentes marcos de actuaciones en las estrategias de desarrollo rural.

La literatura reciente sobre el empleo rural no agrícola en América Latina y el


Caribe presenta argumentos interesantes para entender la dinámica de las micro y
pequeñas empresas rurales no agrícolas (MPERNA) y su relación con la agricultura
en República Dominicana.54

Las informaciones existentes ratifican el fenómeno del crecimiento de la


actividad no agropecuaria en el medio rural dominicano. En general, el sesgo
agropecuario en el diseño de las políticas ha limitado las potencialidades existentes
para el desarrollo de la zona rural. El espacio rural no es un espacio solamente
de agricultura, aunque hay que reconocer que la agricultura sigue siendo el sector
empleador más importante del medio rural. Pero las actividades no agropecuarias,

Nueva ruralidad y desarrollo humano 39


tomadas en conjunto, tienen un mayor peso relativo respecto al empleo rural, lo
cual crea la necesidad de considerar esas actividades en toda política, programa
o proyecto orientado al desarrollo rural.

En efecto, es claro que las familias rurales han asumido una estrategia de
diversificación de las fuentes de ingresos y del uso de la mano de obra familiar a
partir de la dotación de activos (tierra, capital humano, capital financiero, capital
social, etc.) que cada hogar posee. Mientras más pobres son estos hogares mayor es
la dependencia de fuentes de ingresos no agropecuarios. Entonces, desde el punto
de vista del desarrollo es necesario valorar el espacio rural en esa doble dimensión
agropecuaria - no agropecuaria, de componentes incluyentes, complementarios
y mutuamente potenciadores de sus efectos multiplicadores sobre el empleo y el
ingreso de los hogares rurales. Las estrategias para el desarrollo de las actividades
no agropecuarias no pueden ser orientadas como estrategias de sustitución de la
agropecuaria.

En ese sentido, hay que tomar en consideración que las empresas de


subsistencia son distintas a las empresas de acumulación55. Las primeras cumplen
una importante función de garantía de la seguridad de la familia, complementando
los ingresos provenientes de la fuente principal, así como reduciendo los riesgos
de las fluctuaciones estacionales de los ingresos. Parafraseando a Cela, son muy
buenas para desenvolverse en la pobreza, pero no sirven para salir de ella56.

Constituyen probablemente la diferencia entre la indigencia y la pobreza de


muchas familias rurales. En efecto, estas empresas se orientan a garantizar la
subsistencia de la familia rural, pero de ningún modo son la mejor opción para
promover el empleo y sobre todo el empleo asalariado. En cambio, las empresas
de acumulación, con capacidad para generar excedentes, se pueden enrolar en un
proceso de crecimiento sostenido con efectos multiplicadores sobre el empleo y el
nivel de los ingresos. De ahí que las estrategias de desarrollo de las microempresas
de subsistencia haya que enmarcarlas dentro de un contexto de transición, lo que
significa crear oportunidades para que evolucionen hacia empresas de acumulación
o hacia oportunidades de empleo remunerado.

Existe una relación compleja entre las MPERNA y la agricultura. Cuanto más
deprimida es la agricultura ocurre una mayor dependencia de ingresos fuera de la
finca (incluyendo las actividades de las MPERNA). Asimismo, las mejores opciones
de negocios no agrícolas están más relacionadas con la agricultura dinámica. Eso
explica la mayor presencia de empresas de carácter acumulativo en zonas donde
se desarrolla ese tipo de agricultura. El efecto de potenciación mutua entre las
actividades agrícolas y no agrícolas explica este fenómeno.

Efectivamente, en zonas rurales con agricultura tradicional deprimida, sin


conexión a economías dinámicas y ausencia de infraestructura, las microempresas
existentes se desenvuelven en un contexto desventajoso, ya que estos negocios

40 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


suelen asumirse como componentes complementarios a la reducida productividad
de la agricultura. Con escasa capacidad de ahorro y, por tanto, con limitadas
posibilidades para el crecimiento sostenido, estos negocios tienden a ser muy
frágiles.

Bajo estas circunstancias las posibilidades de desarrollo de microempresas


rurales con altos niveles de retornos económicos son muy escasas. Los negocios
no agrícolas en zonas de agricultura deprimida y dependientes de la demanda
local comunitaria propenden a mantenerse como negocios de subsistencia y a la
desaparición en tiempo relativamente corto. Este último es el caso de la mayoría
de las MPERNA dominicanas. Son negocios que generalmente se desenvuelven
en comunidades rurales pobres, las cuales son precisamente aquellas carentes de
motores de desarrollo que dinamicen el consumo y las actividades no agrícolas.

Se reconoce que el desarrollo de la agricultura no es condición suficiente para el


desarrollo rural, mas para el caso de la mayoría de la población rural dominicana,
son escasas las oportunidades de desarrollo, y particularmente las relacionadas
con las MPERNA, sin una agricultura dinámica o la carencia de otros motores de
desarrollo. Para esta población, el desarrollo de las MPERNA “al menos en sus
primeras fases, no puede visualizarse de forma aislada al desarrollo de la agricultura
y del manejo de los recursos naturales”57. En ese caso, el desarrollo de las MPERNA
debe necesariamente vincularse al aumento de la productividad de la agricultura,
particularmente de la agricultura tradicional. Diversos estudios reafirman estos
argumentos, proponiendo que sólo después que el sector agropecuario alcance
niveles de productividad mayores, es de esperar que el subsector de las actividades
rurales no agrícolas adquiera un crecimiento más acentuado58.

Lo anterior obliga a adoptar necesariamente una perspectiva territorial en las


estrategias de desarrollo rural, particularmente en el caso de las MPERNA. En ausencia
de una agricultura que genera demandas sostenidas de bienes y servicios no agrícolas,
las opciones más dinámicas de desarrollo de las MPERNA tienen un carácter regional,
en tanto existe la posibilidad de vincularse con mercados más amplios que la propia
comunidad. Esta vinculación puede ser debido a los requerimientos de bienes y
servicios no agrícolas de actividades productivas también no agrícolas, a la demanda
de poblaciones urbanas relativamente cercanas, al comercio interregional o las nuevas
demandas creadas por obras de infraestructura. Los motores de desarrollo exógenos
con mayor frecuencia son los responsables de la dinamización de las actividades no
agrícolas de altos rendimientos económicos y sociales, y capacidad de crecimiento.
En general, se trata de actividades productivas con efectos multiplicadores amplios a
nivel regional (minería, turismo, etc.) o la presencia de centros urbanos que impulsan,
a través de los flujos de ingresos o demandas de bienes y servicios no agrícolas,
múltiples actividades económicas rurales.

De acuerdo con lo anterior, en el territorio dominicano se observan varias


configuraciones espaciales relacionadas con el desenvolvimiento de las MPERNA y

Nueva ruralidad y desarrollo humano 41


su relación con la agricultura59. De ahí que podemos considerar distintas categorías
que suponen tratamientos diferenciados:
• De agricultura dinámica.
• De agricultura tradicional con acceso a infraestructuras o actividades
turísticas.
• De agricultura tradicional con actividades mineras.
• De agricultura tradicional deprimida sin acceso a infraestructuras.
• De influencia de centros urbanos.
• De comercio interregional.

La creciente interdependencia de las actividades agrícolas y no agrícolas


rurales, y de éstas con los centros urbanos, requiere de enfoques diferentes respecto
al desarrollo rural. Se requiere un planteamiento de base territorial más que de
carácter sectorial.

Desarrollo territorial rural

El desarrollo territorial rural se define “como un proceso de transformación productiva


e institucional en un espacio rural determinado, cuyo fin es reducir la pobreza
rural. La transformación productiva tiene el propósito de articular competitiva y
sustentablemente a la economía del territorio a mercados dinámicos. El desarrollo
institucional tiene los propósitos de estimular y facilitar la interacción y la concertación
de los actores locales entre sí, y entre ellos y los agentes externos relevantes, y de
incrementar las oportunidades para que la población pobre participe del proceso
y de sus beneficios”60.

En vista de las situaciones críticas de la ruralidad, el fenómeno de la pobreza


rural y su superación debe ser el tema central de las estrategias de desarrollo
rural en República Dominicana. En este contexto, la agricultura sigue siendo
relevante: Primero, porque si no es la fuente principal, es una fuente importante
de ingreso y empleo de una gran parte de las familias rurales61. Segundo,
de la agricultura derivan opciones probadas para enfrentar el problema del
deterioro ambiental y la conservación de los bosques en las zonas rurales,
particularmente en aquellas comunidades y regiones asociadas directamente
a territorios ecológicamente frágiles. Tercero, la agricultura es importante por
su indiscutible rol en la seguridad alimentaria nacional, sobre todo para los
sectores urbanos y rurales más pobres.

Más aún, como se afirma, “es en la unidad campesina donde podemos


encontrar los elementos de un nuevo paradigma de la agricultura: la cultura que han
desarrollado en torno a la relación seres humanos - naturaleza, su conocimiento del
medio, sus estrategias económicas diversificadas, la combinación de producción
para autoconsumo y para el mercado, el manejo integrado y múltiple de los recursos
tierra, ganado, agua, bosque. Los campesinos pueden ser los principales actores
de la construcción de una agricultura sustentable”62.

42 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Pero el problema del desarrollo rural va más allá del problema de la agricultura.
Probablemente, el peso que tiene la agricultura en la generación de ingresos y
empleos, en el problema ambiental y en la seguridad alimentaria de las familias
rurales, no facilita la comprensión de las funciones que se atribuyen al espacio
rural. Lo rural es un ambiente mucho más cambiante e impredecible que lo urbano.
Por lo tanto, el tratamiento del desarrollo rural no es simplemente atribución de las
discusiones y propuestas que se desarrollan tradicionalmente en el ámbito de la
agricultura.

El espacio rural debe ser un ambiente de oportunidades diversas y de nuevas


potencialidades. Y éstas hay que visualizarlas también en otros temas relacionados
con las actividades productivas no agrícolas, con los usos agrarios no alimentarios,
con la recreación y la producción de bienes y servicios ambientales, con la
protección de la biodiversidad, con el equilibrio territorial, así como otros aspectos
relacionados con la calidad de vida.

La literatura relacionada aporta elementos importantes que facilitan la


formulación de un enfoque de desarrollo territorial rural63:
• Competitividad, determinada por la difusión masiva del desarrollo
tecnológico y el conocimiento como condición necesaria para la
permanencia de las unidades productivas en el mercado. Es importante
considerar que en un contexto de poblaciones afectadas por condiciones
de pobreza y marginalidad como la rural, la competitividad debe
traer como resultado un mejoramiento de “la capacidad de generar
mejores empleos (incluido el autoempleo), que conduzcan a incrementos
sostenibles de los ingresos como condición para el mejoramiento de las
condiciones de vida de las familias rurales o, si se quiere, de incidir
positivamente en su vida cotidiana”64.
• Innovación tecnológica en procesos, productos o gestión que mejoren la
colocación en los mercados, la productividad y la eficiencia.
• La competitividad es sistémica, no depende de características de las
empresas de forma aislada, sino del entorno en que se mueven; en
consecuencia, de las condiciones del sistema educativo, la investigación,
información y servicios disponibles, entre otros.
• El principal motor de las transformaciones productivas es la demanda
externa al territorio. En su defecto, habrá una tendencia a la reproducción
ciclo a ciclo de las condiciones de sobrevivencia de las unidades
productivas. “Se trata de cambiar la estrategia orientada por la oferta,
característica de muchos proyectos, por otra orientada por la demanda
externa al territorio. O, en otras palabras, por una lógica que busca
hacer lo necesario para satisfacer los requerimientos del exterior por los
bienes y servicios que el territorio puede generar.”65

En conclusión, la reflexión anterior indica la necesidad de revalorar hacia el


futuro la estrategia de desarrollo dentro de una visión más comprehensiva de la

Nueva ruralidad y desarrollo humano 43


realidad rural. Es necesario un mayor entendimiento de las interacciones de lo
urbano-rural-natural. “El concepto de lo rural, cuando el objetivo es la superación
de la pobreza, debe necesariamente incluir el o los núcleos urbanos con los que
las áreas pobres tienen o podrían tener vínculos funcionales en aspectos tanto
productivos como sociales.”66 Esta territorialidad debe trascender el espacio rural
para potenciar las vinculaciones con los centros urbanos, pequeños y grandes. De
ahí que, “más que una estrategia de desarrollo rural debería ser una estrategia de
desarrollo urbano-rural”67. Esto implica considerar las interdependencias del mundo
rural con el resto de la economía y con el medio urbano en particular.

El desarrollo territorial rural es, en definitiva, una manera de pensar y accionar


para el logro de una transformación productiva agrícola y no agrícola orientada a
crear las bases competitivas que permitan articular sustentablemente las unidades
territoriales rurales a los mercados dinámicos. Tiene que ver con el desarrollo
institucional que estimule y propicie la interacción de los actores locales entre sí y con
los agentes externos. Se fundamenta en el desarrollo de las capacidades humanas,
sobre todo de los más pobres, para una participación activa y equitativa, como
productores y ciudadanos, en el proceso de desarrollo (local, regional y nacional)
y de sus beneficios. En definitiva, el desarrollo tiene que ver con el mejoramiento
de la calidad de vida de las personas, expandiendo su capacidad para diseñar su
propio futuro68.

44 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Isidoro Santana
Economista e investigador del Informe Nacional
de Desarrollo Humano 2007

Las condiciones de vida


en la zona rural

Nueva ruralidad y desarrollo humano 45


46 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO
E l análisis que se presenta en este reporte se hace a partir de la definición usada
en República Dominicana de lo que es población rural. Según la misma, toda
población ubicada en cabeceras de municipios y distritos municipales se considera
urbana y, por diferencia, la parte restante es rural. De acuerdo con este criterio, y
tomando los datos del más reciente censo demográfico (2002), el 36.4%69 de los
dominicanos vive en zonas rurales.

Esta definición tiene múltiples inconvenientes, principalmente porque no


distingue entre los tamaños de las aglomeraciones humanas ni responde a otros
criterios como disponibilidad de infraestructuras o servicios, ni mucho menos a la
estructura económica ni a las relaciones económicas y sociales que se establecen.
Pero la más importante limitación que tiene es que, en virtud de la frecuencia
con que se cambia en República Dominicana la denominación de demarcaciones
geográficas, las cuales pasan sucesivamente de parajes a secciones y de éstas a
distritos municipales, para después ascender a municipios e incluso a capitales de
provincia, es habitual que los habitantes de un lugar cambien de ser considerados
rurales a urbanos por una simple disposición administrativa, sin que haya cambiado
ninguno de los atributos que suelen definir tal condición.

Distintos países de América Latina utilizan otros criterios70 (cantidad de


viviendas, cantidad de habitantes, servicios disponibles, ocupación mayoritaria de
la población) que, de ser aplicados aquí, terminarían determinando porcentajes
diferentes de población rural. Sin embargo, algunas otras zonas del mundo aplican
puntos de vista distintos y organismos internacionales sugieren otras definiciones.
Por ejemplo, en un estudio reciente del Banco Mundial71 se utiliza la definición
aplicada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, que
agrupa a los más grandes economías, según la cual, una población se considera
rural con una densidad demográfica inferior a 150 habitantes por km2 y una
distancia de más de una hora a una ciudad mayor a los 100 mil habitantes.

Este estudio encontró que, en base a este criterio, la importancia de la población


rural en América Latina es muy superior a la que le suelen atribuir las estadísticas.
Muestra también que el aporte de las actividades agropecuarias a la economía
es mayor que lo que indican las estadísticas de cuentas nacionales, que valoran
los productos al valor de venta del agricultor en la finca y atribuyen los procesos

Nueva ruralidad y desarrollo humano 47


posteriores de transporte, secado o molido, empaque y comercialización a otros
sectores. Otro hallazgo de dicho estudio es que generalmente, en virtud de esa
errada percepción, las políticas públicas aplicadas tienen un sesgo antirural cuando
debería ser todo lo contrario, por ser más pobre la población rural y ameritar un
mayor apoyo del Estado.

Sin embargo, curiosamente, para los países de pequeñas dimensiones


geográficas y alta densidad de población, como suelen ser las islas del Caribe,
si se aplica dicho criterio de medición, termina siendo más urbana que lo que se
creía. Por ejemplo, en la República Dominicana sólo un 27% caería en la condición
de población rural, en vez del 36.4% indicado por el censo.

Al revés, un criterio recomendado y utilizado por la Organización de las


Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) para
países de América Latina conduce a conclusiones opuestas72. Según el mismo, toda
población que vive en aglomeraciones humanas de menos de 20 mil habitantes es
rural. Siendo así, la mayoría de las cabeceras de municipios y distritos municipales
dominicanos seguirían siendo rurales, y sólo las siguientes ciudades tendrían la
categoría de zona urbana. De acuerdo este criterio, en 2002 la población urbana
del país sería de sólo 4.5 millones de habitantes y el 47.8% seguiría siendo rural.

Cuadro 1
Población en ciudades mayores de 20,000 habitantes en el
país, 2002 (en miles)
Santo Domingo 2,102 Mao 48
Santiago 507 Boca Chica 46
San Pedro de Macorís 194 Cotuí 42
La Romana 191 Esperanza 41
San Cristóbal 137 Villa Altagracia 35
San Francisco de Macorís 122 Hato Mayor 34
Puerto Plata 112 Nagua 32
Higüey 104 Villa Bisonó 30
La Vega 98 Constanza 27
Barahona 75 Jarabacoa 27
Bonao 73 Consuelo 25
San Juan de la Maguana 71 El Seibo 22
Baní 62 Tamboril 22
Haina 61 San José de Ocoa 21
Moca 59 Las Matas de Farfán 21
Azua 56

TOTAL 4,497
Fuente: Preparado con datos de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) 2002

Ahora bien, en virtud de que todos los datos dominicanos están preparados a
partir de la definición administrativa definida por el censo, se seguirá trabajando
con el 36.4% en esta presentación.

48 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Diferencias de estructura demográfica

Como muestra el Gráfico 1, al igual que en otras partes del mundo, en la estructura
demográfica de la zona rural predomina la población masculina, pues las mujeres
encuentran más poderosas razones para emigrar a las ciudades. El índice de
masculinidad registrado a partir de los datos censales es de 1.079 frente a 0.946
en las ciudades.

También se puede apreciar una mayor concentración de población joven,


muy particularmente la de las primeras edades. La pirámide se ve muy ancha en
la base, mientras que en la zona urbana se mantiene ancha hasta los grupos de
edad de adultos- jóvenes. El 41.8% es menor de 18 años en el campo, frente a
un 38.8% en la zona urbana, lo que puede estar reflejando tanto las anteriores
tasas más altas de natalidad (cosa que ha venido desapareciendo) como la
apreciación de que el campo tiende a convertirse en depositario de niños que
permanecen con otros familiares mientras sus padres se van a trabajar a las
ciudades.

Gráfico 1
Pirámide de edad rural y urbano, 2002

Zona urbana Zona rural

Fuente: Preparado con datos de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) 2002

Otro aspecto que se destaca es que los hogares son habitualmente más
completos. El fenómeno de los hogares encabezados por mujeres es particularmente
urbano, con un 31.2%, frente a una porción mucho menor, de 21.7%, en los
campos. Esto también se manifiesta en la proporción de niños que viven con
ambos progenitores, que es 60.1% en el campo mientras que sólo alcanza el
52.9% en la ciudad.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 49


Disparidades en los niveles de ingreso familiar y la pobreza

Históricamente, las encuestas de hogares muestran diferencias muy significativas


entre las condiciones de vida de la población en función del lugar donde vive.
Esto se aprecia tanto al examinar los niveles medios de ingreso familiar como otros
indicadores de bienestar. Por lo general, los ingresos medios son más elevados en
las zonas urbanas que en las rurales. Eso se manifiesta al observar el Gráfico 2, en
que se presenta el porcentaje de hogares que caen en los deciles altos y bajos, en
función del área de residencia.

Como se aprecia, los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI)


2004 indican que las familias de la zona rural se ubican en los grupos bajos en
una proporción mucho mayor que las de la zona urbana. Mientras la mitad de
los hogares correspondientes al decil más pobre están en el campo, se encontró
que sólo un 21.6% de los residentes en dicha área cae en el decil superior.
Independientemente de que se trate de los grupos altos o bajos, en prácticamente
todos los deciles los ingresos son más elevados para los que viven en la zona
urbana que en los habitantes de las áreas rurales.73

Gráfico 2
Porcentaje de hogares que caen en cada decil de ingreso, en
función del área de residencia, 2004

Fuente: CESDEM, Informe de la Encuesta sobre Condiciones de Vida, ENCOVI 2004

Sin embargo, es bueno advertir que sí se encontró una situación bastante


novedosa, al menos para las encuestas especializadas, y es que en el primer
quintil (el 20% más pobre), el ingreso rural es ligeramente superior al urbano. Esto
presumiblemente se explica por la notoria importancia que adquiere el autoconsumo
alimenticio para los pobres del campo, así como por la coyuntura en que se hizo

50 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


la encuesta, tras registrarse una fuerte devaluación de la moneda nacional, que
normalmente favorece bastante a los pobres del campo, debido a que se encarecen
mucho los bienes comerciales, dentro de los cuales, uno de los primeros son los
alimentos, que a su vez representan la fuente por excelencia de generación de
ingresos para los campesinos pobres.

De hecho, eso se confirma si se elabora una serie histórica, lo cual se hizo


con datos de la única encuesta de hogares que se hace sistemáticamente en el
país con metodología comparable, que es la Encuesta sobre Fuerza de Trabajo
que lleva a cabo semestralmente el Banco Central, y que indica un diferencial de
ingresos permanentemente muy pronunciado, por lo general de más del doble,
entre las zonas urbana y rural (Gráfico 3). La diferencia se atenuó algo con
la devaluación, a principios de 2004, pero es razonable suponer que ha de
haberse vuelto a elevar posteriormente con la revaluación que tuvo lugar del
peso.

Gráfico 3
Ratio entre el ingreso medio per cápita urbano y rural,
2000-2004

Fuente: Elaborado con cálculos tomados del Informe sobre Pobreza en República
Dominicana, Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo 2006

Igualmente, y congruente con el grado de urbanización, los promedios de


ingresos son mayores en la región Metropolitana (Distrito Nacional y provincia
Santo Domingo) que en el resto del país. El Gráfico 4 presenta los niveles medios
registrados de ingreso familiar en función de las regiones geográficas, resultantes
de la ENCOVI 2004. Como se aprecia, hay por lo menos dos regiones en el
sur de la República, El Valle y Enriquillo, donde los ingresos familiares medios ni
siquiera alcanzan la mitad del valor promedio en Santo Domingo. Otra región
caracterizada por bajos ingresos familiares es la de Valdesia, que incluye el sur
cercano a Santo Domingo.

Los ingresos promedio más elevados, por encima de la media nacional, se


encuentran particularmente en la región Metropolitana, en el Este y en las partes
del Cibao llamadas Norcentral y Noroeste.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 51


Gráfico 4
Niveles medios de ingreso familiar por regiones, 2004
(RD$ mensuales)

Fuente: CESDEM, Informe de la Encuesta sobre Condiciones de Vida, ENCOVI 2004

La tasa de pobreza registrada en 2004, de acuerdo con el estudio del Banco


Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), era de 55.7% de la
población rural frente a 34.7% en la urbana, como se indica en el Gráfico 5. Las
tasas de indigencia o pobreza extrema eran de 24.3% y 11.2%, respectivamente.

Gráfico 5
Incidencia de la pobreza, 2004 (% de la población)

Fuente: Elaborado con cálculos tomados del Informe sobre Pobreza en República
Dominicana, Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo 2006

El Gráfico 6 confirma que la pobreza, primero, no había cedido durante el periodo


de crecimiento con estabilidad que tuvo lugar entre finales del decenio de 1990 y
principios del actual, y que se elevó abruptamente con la crisis, aunque los pobres del

52 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


campo experimentaron un alivio con el aumento inicial de los precios de los alimentos.
Sin embargo, terminaron perdiendo lo ganado en la medida en que la inflación se
generalizó mientras que la moneda volvió a apreciarse, lo cual provocó que la relación
de precios relativos entre alimentos y otros bienes se deteriorara de nuevo.

Gráfico 6
Evolución de la incidencia de la pobreza, entre abril 1997
y abril 2004

Fuente: Elaborado con cálculos tomados del Informe sobre Pobreza en República
Dominicana, Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo 2006

Por otro lado, las tasas de pobreza son más elevadas en algunas provincias
marginadas en las que hasta las dos terceras partes de su población caen en la
condición de pobres. Como se aprecia en el mapa, las diez provincias con los
niveles de pobreza más difundida se localizan en el oeste del país y en todas ellas
la pobreza abarca a más de la mitad de sus habitantes, mientras en el Distrito
Nacional inalcanza al 21.6%.

En esas diez provincias, no sólo existen proporcionalmente más pobres, sino


que la pobreza es más pronunciada. El siguiente mapa presenta la severidad
de la pobreza, medida como la brecha porcentual que separa el ingreso de los
pobres del mínimo necesario para dejar de ser pobres. Destaca el caso de algunas
provincias, como Elías Piña, en que un pobre promedio tendría que aumentar su
ingreso en 41.4% para alcanzar la línea de pobreza. Aunque la pobreza medida
por ingreso dista mucho del concepto de pobreza que sustenta el paradigma de
desarrollo humano, en términos de falta de capacidades, en este caso, al no contar
con información suficiente, utilizaremos este dato.

En términos cuantitativos hay más pobres concentrados en las ciudades grandes,


pues las provincias de mayor incidencia de pobreza suelen ser de menor densidad

Nueva ruralidad y desarrollo humano 53


demográfica, debido a que la población tiende a concentrarse en los polos de
mayor ingreso relativo. Aunque en estos lugares tienen mayores oportunidades, no
quiere decir que de inmediato dejen de ser pobres, por lo que es habitual encontrar
que la pobreza se traslada de lugar.

Por esta razón, el hecho que algunas provincias o zonas geográficas tengan
una tasa de pobreza más elevada, no quiere decir que cuantitativamente haya
más pobres. La cantidad de pobres en una demarcación es el resultado de
una combinación de la tasa de pobreza con la población total de la provincia
o municipio. Las grandes concentraciones de población pobre suelen estar en
las mayores concentraciones demográficas, que normalmente son las de menor
incidencia de pobreza.

Esto es curioso y puede conducir a efectos contradictorios en el diseño y


aplicación de las políticas de lucha contra la pobreza. Normalmente, los gobiernos
concentran mucho la inversión pública, tanto en infraestructura como en servicios,
en los lugares geográficos donde se concentra mucha población, incluidos pobres.
Pero en virtud de que coincide con ciudades en que la pobreza es menos difundida
y menos severa, esa misma política atrae más población de las zonas geográficas
verdaderamente más pobres. Esto indica que la ciudad de Santo Domingo, incluido
el Distrito Nacional y la provincia, seguirá siendo por mucho tiempo el lugar donde
se reúne la mayor cantidad de pobres, y la tendencia es seguir atrayendo pobres
de sus zonas de origen. También se encuentran muchos pobres concentrados en
otros grandes conglomerados humanos, como es la provincia de Santiago.

Un ejemplo crítico de errores de este tipo se encuentra en la disposición


gubernamental de construir un ferrocarril metropolitano para la ciudad de Santo
Domingo, lo que con mucha probabilidad obligará a concentrar el esfuerzo de
inversión pública durante muchos años, quizás decenios, en dicha ciudad. Estas
políticas conducen a un círculo vicioso: la concentración de recursos fiscales provoca
el doble fenómeno de concentración de riqueza y atracción de más pobreza al
mismo lugar. Por eso lo correcto parecería ser que el esfuerzo fiscal se canalice a
enfrentar los problemas de los pobres en su hábitat natural, en su lugar de origen,
y no en atraerlos para concentrarlos en la gran ciudad, con la expectativa de que
allí el Estado les ofrece las mayores oportunidades.

Por otro lado, en el siguiente mapa se presentan las principales diferencias entre
la estructura de gastos de los hogares en las zonas urbana y rural. Tal como ocurre
en el análisis por niveles de ingresos, en que los pobres destinan una mayor porción
de su presupuesto a la alimentación, en la zona rural el componente alimentos
pesa mucho más en la canasta familiar. Claro está que en esta zona es mucho más
común que una parte de dichos alimentos sean de producción propia del hogar.

54 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Mapa 1: Incidencia y severidad de la pobreza de ingresos, según provincia, 2004

Nueva ruralidad y desarrollo humano


Fuente: Cálculos tomados del Informe sobre Pobreza, Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo 2006

55
Formas de medir la pobreza

• Incidencia de pobreza: Es el porcentaje de personas


en una provincia cuyo ingreso per cápita está por debajo
de la línea de pobreza.

• Severidad de la pobreza: Indica la distancia de


la pobreza promedio con respecto a la línea de la. La
brecha de pobreza de una persona pobre es igual a
la diferencia entre su ingreso per cápita y la línea de
pobreza; la cual se expresa como porcentaje de la línea
de pobreza. Cuando las brechas de pobreza de todas
las personas pobres de una provincia se suman y esta
suma se divide por el total de personas en una provincia,
se obtiene la severidad de la pobreza.

• Porcentaje del total de pobres: Es el número de


pobres en una provincia expresado como porcentaje del
total de pobres en el país.

56 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Gráfico 7
Estructura del gasto per cápita por zonas, 2004
Urbana Rural

Fuente: CESDEM, Informe de la Encuesta sobre Condiciones de Vida, ENCOVI 2004

En el campo también es marcadamente mayor el gasto en transporte en la


estructura de gastos de los hogares, probablemente por las distancias habituales
de recorrido y por la falta de sistemas de transporte colectivo. Recuérdese que
el motoconcho, que constituye el medio de transporte más costoso, tiene una
importancia fundamental en el campo. Por el contrario, en las ciudades pesa más
el componente vivienda (incluyendo servicios como electricidad y teléfono) y el de
educación, posiblemente por la mayor preponderancia de la educación privada,
así como porque se priorice más.

El mercado de trabajo por zona urbana y rural

Aunque históricamente se vincula la ruralidad con la agricultura, según los datos


actuales, menos de la mitad (41.5%) de la población rural trabaja en la rama
agropecuaria. Además, una parte apreciable de la población llamada urbana
también trabaja en la agropecuaria, alcanzando un 8.2% fuera del Distrito
Nacional. Otro factor que probablemente influye en que este porcentaje sea tan
elevado es la definición de zona urbana que se está usando, porque se debe
seguramente a la inclusión de poblados pequeños. Naturalmente, eso no niega que
en las grandes ciudades también existe cierta población en trabajos agrícolas, pero
proporcionalmente no es grande.

El Gráfico 8 presenta que de los trabajadores residentes en zonas rurales una


buena parte trabaja en la industria y la construcción, así como en el comercio, el
turismo y los servicios. Es de destacar que, además de las actividades industriales,
comerciales y de servicios que tienen lugar en las propias zonas rurales, una parte
de la población sigue residiendo en los campos pero, por su cercanía, pueden
trasladarse a trabajar en las ciudades, particularmente en las zonas francas, hoteles
u otros tipos de negocios.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 57


Gráfico 8
Estructura de ocupación de la población según zona
de residencia, 2005

Fuente: Elaborado con datos del Banco Central, Mercado de Trabajo 2005

En el mercado de trabajo se destaca también una menor participación de la


mujer campesina en actividades económicas remuneradas. La reclusión a las labores
del hogar y a trabajos no remunerados en el campo ha de ser una de las razones
principales de que las mujeres emigren del campo más que los hombres. Como se
aprecia en el Gráfico 9, mientras en el Distrito Nacional más de la mitad de las
mujeres mayores de 10 años están integradas al mercado de trabajo, eso se reduce
a un tercio en la zona rural.

Gráfico 9
Tasas de participación en actividades económicas
remuneradas de la población mayor de 10 años, 2005

Fuente: Elaborado con datos del Banco Central, Mercado de Trabajo 2005

La condición de habitante rural no determina mayor probabilidad de


desempleo (Gráfico 10). Al contrario, hay ligeramente menos desempleo
en el campo. Hay más vínculos del desempleo con otros factores, como la
edad, el sexo o la condición de jefe de hogar o no. Este hecho sugiere la

58 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


idea de que el móvil principal de la migración del campo no sería tanto el
acceso a empleo, sino la aspiración a mejorar los ingresos y el acceso a
servicios e infraestructura pública. Pero el hecho de que se mantengan tan
altas las tasas de desempleo también desmiente las referencias frecuentes
de que en el campo dominicano hay una demanda laboral desabastecida.
Por esta razón, las políticas que buscan retener la población no deberían
concentrarse mucho en promover empleos, sino en mejorar la calidad del
empleo rural y los servicios.

Gráfico 10 Gráfico 11
Tasa de desempleo, 2005 Ingreso por hora ocupada, 2005

Fuente: Elaborado con datos del Banco Central, Fuente: Elaborado con datos del Banco Central,
Mercado de Trabajo 2005 Mercado de Trabajo 2005

Ni siquiera la educación determina mayor posibilidad de empleo, aunque sí de


los ingresos que reporta el empleo, como se ve en el Gráfico11, el cual muestra el
perfil de ingresos del empleado. Los ingresos del trabajo están muy diferenciados
por edad, por educación y por rama de actividad, desfavoreciendo grandemente a
la agricultura. Sin embargo, las diferencias no son tan marcadas por sector formal
o informal ni por sexo.

Acceso a infraestructura y a servicios públicos

En la mayoría de los servicios públicos, si bien las diferencias entre el campo y la


ciudad se han venido atenuando frente a la situación de decenios atrás, todavía
persisten diferencias grandes, tanto en cobertura como en calidad. En el caso de
la educación básica, incluso, hay un ligero sesgo prorural (Gráfico 12). Podríamos
decir que probablemente la infraestructura escolar de nivel básico es el único aspecto
de la política pública en que las grandes zonas urbanas está en desventaja.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 59


Gráfico 12
Población en edad escolar y atribución del
gasto en educación preuniversitaria, 2004

Fuente: Elaborado en base a datos del Banco Mundial,


República Dominicana: Informe sobre el Gasto Público 2004

Esto no obedece a una política deliberada del Estado de favorecer a la población


del campo, sino a los movimientos migratorios. En virtud de que no se han dispuesto
los recursos públicos necesarios para dotar al país de la nueva infraestructura
educativa que demanda el crecimiento de la población, y dado que los campos
se han venido quedando relativamente menos poblados, la infraestructura que ya
estaba se ha hecho más suficiente para los que permanecen; contrario a lo que ocurre
en la ciudad, pues en los grandes conglomerados que se fueron desarrollando no se
hizo la inversión requerida y el fenómeno de la insuficiencia de recursos educativos
de nivel básico se fue convirtiendo en un problema eminentemente urbano.

Naturalmente, al generarse una demanda, o al menos una gran necesidad insatisfecha


en las grandes ciudades, el sector privado fue supliendo la diferencia, originando así el
fenómeno de la escuela privada marginal urbana, de muy cuestionable calidad.

Gráfico 13
Porcentaje de la población de 5 años y más que asiste a
establecimientos educativos, por grupos de edad y zona, 2004

Fuente: CESDEM, Informe de la Encuesta sobre Condiciones de Vida, ENCOVI 2004

60 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Por esta última razón, pese a la menor inversión pública, la cobertura educativa
es más alta en la zona urbana. Aún así el campo no está en una gran desventaja,
particularmente en la niñez (Gráfico 13). Pero su capacidad para ascender en el nivel
educativo se agota rápidamente, pues gran parte de las escuelas rurales apenas alcanza
el cuarto grado de primaria, lo que obliga a abandonar el esfuerzo o emigrar.

Hay que considerar que, por las características demográficas de República


Dominicana, mucha gente puede seguir viviendo en la zona rural y trasladarse
diariamente a poblaciones cercanas a continuar cursos superiores.

Tampoco hay mayores diferencias de acceso por género, pues, tanto en el


campo como en la ciudad, la cobertura del sistema educativo es mayor en el sexo
femenino que en el masculino. Por ejemplo, entre la población alfabetizada de 15
a 19 años, la relación de mujeres a hombres fue de 1.024 a nivel nacional, pero
en las zonas rurales fue más elevada, de 1.035, según la ENHOGAR 2005.

Aunque la cobertura en la primera edad no implica gran diferencia entre zona


rural y urbana, sí es grande en términos de calidad, con tasas de repitencia y
deserción mucho mayores. Además, persisten niveles de analfabetismo mucho más
elevados en el campo (Gráfico 14).

Gráfico 14
Analfabetismo e indicadores de calidad de la educación por
zonas, 2004

Fuente: CESDEM, Informe de la Encuesta sobre Condiciones de Vida, ENCOVI 2004

Algo parecido a lo que se aprecia en la educación tiene lugar en el aspecto


de los servicios de salud: en lo relacionado al acceso a la asistencia primaria, la
desventaja de la población rural no es grande. Por ejemplo, el Gráfico 15 indica
que en servicios como vacunación, la cobertura es significativamente elevada en el
campo dominicano, casi igual que en la ciudad.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 61


El problema se presenta cuando se requiere continuar a niveles más complejos,
en que el traslado a la ciudad es necesario, con todos los costos que esto implica.
De modo que, tanto en educación como en salud, el problema de desventaja lo
tiene el habitante rural cuando su requerimiento supera el nivel primario, sobre
todo por el encarecimiento de los costos y la separación de los miembros del hogar
o, sencillamente, por adaptarse a no procurar el servicio, con la consiguiente
diferenciación en términos de equidad y creación de capacidades.

En lo referente a la vivienda ocurre un fenómeno que tiene algo en común con lo de


la escuela primaria, aunque no atribuible a la política de inversión pública. En términos
cuantitativos, el problema de vivienda es menor en el campo debido a que la migración
deja una población relativa menor para la oferta habitacional disponible. Como se
aprecia, hay más viviendas desocupadas en la zona rural que en la ciudad, incluyendo
a veces unidades que no necesariamente son las de peor calidad (Gráfico 16).

Gráfico 15 Gráfico 16
Porcentaje de niñas y niños de 1 año Porcentaje de viviendas desocupadas
de edad vacunados contra por zonas, 2002
el sarampión, 2005

Fuente: Preparado con datos de ONE, Censo


Fuente: ENHOGAR 2005 Nacional de Población y Vivienda 2002

Congruente con los más bajos niveles de ingresos de la población rural, el


problema de la vivienda campesina es fundamentalmente de carácter cualitativo.
Una cuarta parte de las viviendas está construida de materiales precarios, según la
ENCOVI 2004, y más de la mitad ofrecen la apariencia de pobreza (Gráfico 17).

Respecto al servicio de electricidad, si bien la cobertura nacional es


considerablemente elevada al compararse con algunas décadas atrás, la diferencia
campo-ciudad permanece siendo considerable (Gráfico 18). Y no es mucho mayor
por la propia naturaleza de la zona rural dominicana: una parte muy grande de
la población se ubica alrededor de las ciudades o pueblos, y otra porción en las
cercanías de las carreteras por donde necesariamente deben pasar las líneas de
transmisión. Es decir que, en muchos casos, la dotación del servicio eléctrico no
responde a una intención expresa de llevarles a ellos el servicio. De todas formas,
en la zona rural hay por lo menos un 22% de los hogares que desearían alcanzar
el privilegio de sufrir apagones, es decir, que no disponen de servicio eléctrico.

62 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Gráfico 17 Gráfico 18
Calidad de la vivienda, 2004 Porcentaje de hogares con acceso a
(% de hogares) electricidad, 2004

Fuente: Elaborado con cálculos tomados del Informe Fuente: Elaborado con cálculos tomados del Informe
sobre Pobreza en República Dominicana, sobre Pobreza en República Dominicana,
Banco Mundial y Banco Interamericano de Banco Mundial y Banco Interamericano de
Desarrollo 2006 Desarrollo 2006

Así como ha venido llegando la electrificación a una parte grande de hogares


campesinos, eso mismo ha permitido que haya llegado a la zona rural la posibilidad
de disponer de artefactos que se relacionan con la vida moderna. Claro está, dado
que permanecen diferencias en cuanto a acceso de electricidad, y mucho más en
términos de generación de ingresos, todavía hay una brecha cuantitativa tremenda
que separa al campo de la ciudad en muchos de ellos, como muestra el Gráfico 19.

Gráfico 19
Porcentaje de hogares que poseen bienes durables según
zona, 2004

Fuente: CESDEM, Informe de la Encuesta sobre Condiciones de Vida, ENCOVI 2004

El acceso a agua corriente ha mejorado sistemáticamente en la zona rural, pero


aún está muy lejos de la zona urbana. En este caso, la brecha de acceso es mucho
más marcada que en otros servicios (Gráfico 20). Como se desprende de los datos
de ENCOVI 2004, sólo el 21% de los hogares rurales está conectado a redes de
agua corriente, frente a un 53% de la zona urbana, aunque eso, ni en un caso ni
en el otro, garantiza la disponibilidad permanente del servicio ni mucho menos la
potabilidad del agua.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 63


En el campo es más habitual que las familias se abastezcan de agua mediante
una llave disponible cercana a la vivienda, o bien recurriendo a pozos o trayéndola
de ríos o arroyos cercanos.

Similar se presenta el caso de la eliminación de desechos sólidos. En las


ciudades, aún con todas sus precariedades, el 79% de la población responde,
según datos de ENCOVI 2004, que el ayuntamiento les presta el servicio, en
tanto que en el campo el caso más habitual es quemarla (54%) o depositarla en
el patio de la casa (12%). Sólo el 22% de las familias del campo respondió que
el ayuntamiento la recoge, reflejando la tradicional cultura política dominicana
que concentra los recursos y esfuerzos de los municipios en su parte urbana de
población.

Por otra parte, ENHOGAR 2005 encontró que el uso de gas propano en la
cocina también se ha generalizado, pero sigue con bastantes diferencias por
zonas. El uso de combustibles sólidos, como leña o carbón, se ha reducido a menos
de un uno por ciento de los hogares de Santo Domingo y a porcentajes también
pequeños en las demás ciudades, que se van elevado conforme disminuye su grado
de urbanización, para terminar con un 30 por ciento en los hogares campesinos.

Gráfico 20
Porcentaje de hogares por fuente de abastecimiento de agua según
zona, 2004

Fuente: CESDEM, Informe de la Encuesta sobre Condiciones de Vida, ENCOVI 2004

Otro hallazgo importante de ENHOGAR 2005 es que el problema de la


delincuencia, que tanto preocupa actualmente a la sociedad dominicana, es
mucho menos grave en la vida rural. Mientras el 14.2% de los habitantes de
Santo Domingo y el 10% de los residentes en otras ciudades mayores de 100 mil
habitantes respondió haber sido víctima de algún robo en su vivienda durante los 5
años anteriores a la entrevista, el porcentaje se reduce al 6.8% en la zona rural. La
diferencia es más marcada en términos de porcentajes de personas que han sufrido
atracos (Gráfico 22).

64 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Gráfico 21 Gráfico 22
Porcentaje de personas residentes en Porcentaje de personas de 12 años y
hogares que utilizan combustibles más de edad que han sido víctimas de
sólidos (carbón o leña) para cocinar, atraco en los últimos 5 años, 2005
2005

Fuente: ENHOGAR 2005 Fuente: ENHOGAR 2005

En términos de acceso a bienes públicos, el más notorio problema que enfrenta


la población rural es el de la infraestructura. Y si no es mayor, es justamente por el
ya expuesto fenómeno de que una parte muy grande de la población catalogada
como rural en el país está localizada cerca de las ciudades o a orillas de las
carreteras.

Muy vinculado a la educación, al ingreso y a la electricidad, existe una


gran brecha de acceso a la tecnología. El 17.3% de los hogares de Santo
Domingo tiene computadoras y el 8.5% puede disponer de conexión a Internet,
porcentajes que se reducen a 3.5% y 0.9% en la zona rural. Respecto a la
población mayor de 12 años que alguna vez ha usado estos instrumentos, tan
fundamentales hoy para el desarrollo, los resultados se revelan en los Gráficos
24 y 25.

Gráfico 23 Gráfico 24
Acceso a caminos pavimentados Porcentaje de población de 12 años
por áreas, 2004 o más que ha usado Internet, 2005

Fuente: Cálculos en base al Informe sobre Pobreza


en la República Dominicana, Banco
Mundial y Banco Interamericano de Fuente: ENHOGAR 2005
Desarrollo 2006

Nueva ruralidad y desarrollo humano 65


Gráfico 25
Porcentaje de población de 12 años o más que ha usado
computadoras, 2005

Fuente: ENHOGAR 2005

¿Contribuyen las políticas públicas a agravar o atenuar las


diferencias?

Por estar en desventaja relativa, la población del campo debería ser objeto de una
atención especial por parte del Estado. Sin embargo, casi siempre las políticas
macroeconómicas han privilegiado sectores económicos y sociales urbanos. El
instrumento más eficaz que suele tener el Estado para crear capacidades y atenuar
desequilibrios es el gasto público, aunque no hay dudas de que otros medios, como
impuestos, tasas de interés y tipo de cambio real pueden contribuir.

La incidencia geográfica o por zonas del gasto público es un tipo de análisis poco
común en la literatura económica dominicana, probablemente por la disposición de
las estadísticas sobre las finanzas públicas, que normalmente privilegian los datos
sobre montos agregados de gasto público o sobre su clasificación económica,
institucional y funcional. La mayor parte de los análisis que suelen realizarse sobre
el efecto de la política presupuestaria se orientan, o a determinar su impacto sobre
la estabilidad macroeconómica, o al estudio de su eficacia en materia de provisión
de servicios públicos y promoción del crecimiento o al análisis de su impacto
distributivo a nivel nacional a partir de su orientación por grandes funciones, como
educación, salud, agricultura, etc.

La falta de un sistema de estadísticas que publique informaciones sobre


la distribución del gasto fiscal, por regiones o por zonas, hace que se perciba
poca motivación en los medios académicos e intelectuales del país por este
tipo de discusión, lo que implica que llame poco la atención de los dirigentes
gubernamentales y políticos sobre la concentración de la acción fiscal. Es decir, no
se convierte el tema en un problema de la política económica.

Sin embargo, esto tiene una crucial relevancia, puesto que, en igualdad de
condiciones sociales (nivel de pobreza, por ejemplo) todos los ciudadanos merecen
el mismo trato del Estado, independientemente del lugar del país en que viven. En

66 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


adición, el desarrollo de la sociedad tiene que ser inclusivo e integral, lo que indica
que las políticas tienen que procurar un mayor equilibrio espacial, de modo que
ninguna zona quede excluida del curso regular de la sociedad.

Si no hubiera un propósito de equidad en la gestión fiscal, entonces cabría esperar


una estructura de gastos en que el presupuesto se distribuyera de manera más o
menos uniforme por zonas y provincias, en función de la cantidad de habitantes de
cada una. Pero si la política presupuestaria ha de proponerse lograr progresividad
en la atribución de los beneficios del gasto público; es decir, lograr que el esfuerzo
gubernamental beneficie más que proporcionalmente a los grupos más pobres,
necesariamente debe privilegiar los programas y acciones que impliquen destinar
más recursos hacia aquellas zonas del país donde los niveles de ingresos son más
reducidos y existe mayor prevalencia y profundidad de la pobreza.

La mayor parte de las investigaciones sobre incidencia del gasto público se


centran en el enfoque de quiénes perciben el beneficio, no en el lugar que se ejecuta
el gasto, medido a partir de los flujos monetarios. No obstante, es importante indicar
que este último criterio de análisis no es del todo desdeñable, pues el lugar en que
tiene lugar el gasto público influye poderosamente sobre la dinámica económica.
Pero en realidad, cualquier interpretación sobre el impacto de una acción estatal ha
de considerar que la incidencia es mucho más amplia y difusa que lo que se deriva
de atribuirla exclusivamente al lugar en que se realiza.

A esto se añade que, por las características geográficas, sociales y demográficas


de República Dominicana, existe la posibilidad de que un gasto determinado vaya
encaminado a beneficiar una población que no es necesariamente la misma que reside
en la localidad en que el mismo se ejecuta. Algunos ejemplos son los siguientes:
• Si se construye y se opera un hospital, la obra física y el gasto de operación
tienen lugar en una demarcación, pero su orientación es también servir a
otras, aunque ha de reconocerse que el residente en esa ciudad tiene la
mayor ventaja para convertirse en beneficiario.
• Hace unos años el fisco estaba realizando una muy voluminosa inversión
en la provincia de Peravia para la construcción del acueducto Nizao-
Valdesia, pero el destinatario final era la población de la ciudad de
Santo Domingo.
• Habitualmente se invierte una suma cuantiosa en la construcción de una
autopista o carretera; la mayor parte de la obra física está en la zona
rural, pero sería muy superficial atribuir los mayores beneficios a los
habitantes de la misma.
• Del gasto público en la educación superior, la mayor parte se destina a
la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) que pretende ser
de carácter nacional. Si bien su estudiantado e instalaciones se ubican
preponderantemente en Santo Domingo, (aunque tiene extensiones en el
interior), sus beneficiarios directos proceden de todas las provincias y
zonas del país.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 67


Intentando salvar esas cuestiones metodológicas, se han llevado a cabo algunos
estudios sobre el tema74. Generalmente, han llegado a la conclusión de que el gasto
público favorece preponderantemente a las provincias más urbanas y a las grandes
ciudades. Parece que el Estado dominicano establece una distinción entre sus
ciudadanos, privilegiando con la provisión de servicios públicos y las inversiones
en infraestructura a los que residen en determinadas zonas, particularmente a los
del Distrito Nacional, y postergando a un plano secundario a los que residen en
zonas rurales, los cuales reciben el trato de una especie de ciudadanos de segunda
categoría.

Contrario a lo que parecería lógico si las políticas fueran prorurales o tuvieran


fines distributivos, los resultados muestran que la relación gasto público/habitantes
no privilegia a las provincias con mayores índices de pobreza ni a las zonas rurales.
Por lo general, el indicador más alto de gasto público recae en el Distrito Nacional,
justamente donde la pobreza es menor. Esto refleja que, visto estrictamente desde
el punto de vista presupuestario, el Estado está jugando un papel que tiende a
profundizar los desequilibrios entre las zonas y provincias.

Siendo así, una de las premisas que suele argüirse para justificar el financiamiento
y la gestión centralizada de las funciones estatales, que es la posibilidad que
ofrece para extraer recursos de las zonas más prósperas y localizarlos en las más
necesitadas, no se está cumpliendo, sino todo lo contrario.

Resumen de las condiciones de vida de la población rural

Las evidencias estadísticas muestran que las grandes diferencias entre ambas
zonas se han venido reduciendo con el tiempo. Hoy muchos de los servicios que
antiguamente estaban reservados a una porción no siempre grande de habitantes
urbanos, también están disponibles para habitantes rurales. Es cierto que al interior
de las zonas rurales hay notables diferencias, pues algunas provincias con una
fuerte presencia de población rural disfrutan también de proporciones moderadas de
pobreza. Pero también es cierto que la gente en el campo es en general más pobre,
y que el acceso a los requerimientos de salud y educación le resulta más costoso,
particularmente cuando se trata de acceder a los niveles superiores. Además, se ha
demostrado que la vida rural está menos afectada por la delincuencia.

En gran medida las menores diferencias en infraestructura y servicios se deben


a que una porción muy grande de la población rural vive cerca de las ciudades
o cerca de las carreteras que las comunican. Es decir, no es que los servicios se
han acercado a la población, sino la población a los servicios. Las zonas más
apartadas son las que tienden a quedarse deshabitadas.

Normalmente, los gobiernos invierten muy poco en infraestructura rural, y cuando


lo hacen priorizan la satisfacción de las necesidades urbanas. En la concepción del
Estado dominicano, el campesino siempre ha sido un ciudadano de segunda.

68 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Fátima Portorreal
Antropóloga del Instituto Tecnológico
de Santo Domingo (INTEC)

Estructura
sociodemográca de
los sectores rurales
dominicanos

Nueva ruralidad y desarrollo humano 69


70 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO
L a definición de lo rural pasa por fuertes problemas teóricos, tendiendo a
trazarse una frontera altamente arbitraria entre lo urbano y lo rural75. En términos
teóricos, esta frontera es definida a partir de características como tamaño de las
poblaciones, densidad poblacional y dotación de servicios. En el caso específico
de República Dominicana, la delimitación de lo rural y lo urbano se concretiza
desde un punto de vista legal, según el cual todas las poblaciones ubicadas en las
cabeceras municipales y distritos municipales son urbanas, mientras las localizadas
en secciones y parajes son rurales.

Dado el carácter legal de esta clasificación se presentan diversas dificultades.


Muchas comunidades definidas como distritos municipales, e incluso municipios,
parecen estar más cerca de las zonas rurales que de las urbanas. Este es el caso,
por ejemplo, de distritos municipales como Esperalvillo, en la provincia Monte Plata;
Peñón y Fondo Negro en Barahona; Pizarrete, en Peravia, o Peralta, en Azua.
Estas comunidades poseen una cantidad de habitantes e infraestructura urbana
relativamente reducidas y la actividad agrícola o agropecuaria es predominante
en todas ellas.

Por otra parte, grandes comunidades integradas a importantes ciudades del país
permanecieron bajo definición rural hasta muy recientemente. Esta es la situación de Los
Alcarrizos y Mendoza, en la provincia Santo Domingo, y de Gurabo, en Santiago.

Aún reconociendo estas dificultades, se hace obligatorio utilizar ese concepto


administrativo de lo rural y lo urbano, puesto que todas las estadísticas nacionales
se basan en él y una redefinición implicaría la pérdida de información importante
que no permitiría desagregar las comunidades de clasificación dudosa.

Las consideraciones expuestas hasta este punto llevan a sugerir la necesidad


de una discusión nacional sobre los criterios utilizados para considerar urbanas o
rurales las diversas demarcaciones del país.

Dejando de lado los problemas conceptuales, en República Dominicana se


observan marcadas desigualdades económicas, sociales y culturales entre la zona
urbana y la zona rural. Estas diferencias se ponen de manifiesto en los diversos
indicadores sociodemográficos, tanto censales como muestrales.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 71


En el presente trabajo vamos a analizar los datos sociodemográficos que nos
ofrecen los censos, encuestas de población y otros registros sobre la población rural
en general, haciendo un esfuerzo por enriquecerlos con nuestras observaciones
cualitativas en las zonas rurales del país. Con dicha perspectiva antropológica, nos
proponemos trascender el nivel descriptivo de las características sociodemográficas
y analizar aspectos relacionados con las estructuras de parentesco, la familia y la
migración, entre otros.

Perfil general de la población

El espacio rural dominicano se ha caracterizado por ser un medio geográfico


tendente a reducir en términos relativos su población dada la creciente
urbanización que ha experimentado el país en los últimos veinte años;
además de sus importantes transformaciones sociodemográficas en proceso,
tales como el descenso de la tasa de mortalidad general, de la fecundidad y
el incremento de la escolaridad, entre otros. Igualmente, es notorio el impacto
ocasionado por la pobreza y las desigualdades sociales imperantes en la
población, lo cual ha limitado el crecimiento y desarrollo de la ruralidad
dominicana.

El Censo Nacional de Población y Vivienda del año 2002 indica que de un


total de 8,5 millones de habitantes, de los que 3,1 millones (36.4%) habitan en la
zona rural. A diferencia de la zona urbana, en la rural predominan los hombres
sobre las mujeres (52% y 49% respectivamente), registrando una razón de sexo de
107.9 hombres por cada 100 mujeres, valor significativamente mayor al índice
urbano de 94.5 hombres por cada 100 mujeres.

Esta diferencia porcentual entre la población femenina con la masculina en


las zonas rurales ha sido ampliamente estudiada en toda la región del Caribe y
Latinoamérica76 y es típica de poblaciones que están sufriendo transformaciones
aceleradas en su base socioeconómica y cultural, debido a diversos factores
asociados con estrategias de subsistencia: falta de acceso a la tierra u otros recursos
naturales, insuficiencia alimentaria, la declinación del trabajo rural femenino o la
aparición de las áreas protegidas, entre otras77.

De acuerdo a ENDESA 2002, estas diferencias se basan sobre todo en una


mayor incidencia de mano de obra masculina haitiana y mayores niveles de
emigración femenina interna y externa en las zonas rurales.

Como vimos en el Gráfico 1, en la presentación de Isidoro Santana, la población


rural dominicana se caracteriza por ser predominantemente joven, con una media
de edad de 26.6 años, ambos valores más reducidos que la población urbana, cuya
tendencia al envejecimiento ha sido mayor. No obstante, debido a la emigración
de población joven a la zona urbana, la tendencia de la zona rural78 es a un mayor
envejecimiento de la población.

72 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


De acuerdo con los indicadores estadísticos presentados, República Dominicana
se encuentra en una fase intermedia de la transición demográfica, en el sentido de
que está pasando de tener una población joven y de rápido crecimiento, a otra de
bajo crecimiento y relativamente envejecida, ya que combina una tasa moderada
de natalidad con una baja tasa de mortalidad79.

Por ejemplo, la tasa de fecundidad global es 3 hijos por mujer: en la zona urbana
es de 2.8 hijos y en la rural es significativamente más alta, de 3.3 hijos por mujer. En
lo que respecta a la tasa bruta de mortalidad del país, la misma es de 5.4 por mil80.

Todo lo anterior permite estimar que la población rural del país continuará
descendiendo en su participación relativa, aunque no así en términos absolutos.
Por el contrario, la población urbana tenderá tanto a un aumento relativo como
absoluto. Ambas poblaciones han mostrado una reducción sostenida de sus tasas
de crecimiento intercensales.

Gráfico 26 Gráfico 27
Evolución de la población dominicana Total nacional. Promedio de miembros
según zona de residencia, 2000-2003 por hogar, 1981-2002

Fuente: Elaboración propia a partir de Censos 1981,


Fuente: Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo 1993 y 2002. Encuesta Nacional de Ingresos
2001, 2002, 2003, 2004 y Gastos de los Hogares 1984 y 1998

Composición de los hogares

De acuerdo al Censo Nacional de Población y Vivienda de 2002, la zona rural


concentra alrededor de un 36% de los hogares dominicanos. La diferencia entre el
porcentaje de población y de hogares no difiere significativamente, lo cual apunta
a tamaños similares de los hogares en ambas zonas.

La composición de los hogares, tal y como se observa en el Gráfico 27,


ha tendido a variar y, en cuanto al número de miembros, se ha observado una
tendencia sostenida a la reducción del tamaño de los hogares, pasando de 5.9
miembros promedio en 1981 a 3.9 en 2002.

En términos de los tipos de hogares según la estructura del parentesco, la zona


rural muestra un mayor porcentaje de hogares nucleares que el resto. Tanto el
Censo de 2002 como la Encuesta de Ingresos y Gastos de 1998, muestran una

Nueva ruralidad y desarrollo humano 73


mayor presencia de hogares nucleares, principalmente de tipo biparentales, en
la zona rural. Esto se explica porque en las zonas urbanas es mucho mayor la
frecuencia de divorcios y separaciones, y al producirse la ruptura matrimonial
suelen incorporarse otros miembros a la familia, con lo cual dejan de ser familias
de tipo biparentales para pasar a ser familias expandidas o simplemente nucleares
monoparentales81. Otra razón de este fenómeno es ˝…la insuficiencia de viviendas
a costos accesibles y a la migración interna hacia las ciudades, principalmente de
jóvenes y adolescentes, en búsqueda de mejores condiciones de vida y de acceso
a la educación secundaria y universitaria˝82.

Las observaciones etnográficas revelan que los hogares rurales, pese a que hay
un predominio relativo de familias nucleares biparentales integradas por la prole y
los progenitores, también se observa la presencia en aumento de las monoparentales.
Igualmente, se aprecia que las nucleares monoparentales rurales no se comportan
igual que las nucleares monoparentales urbanas, ya que los entramados culturales
que vinculan a este tipo de familia en el campo, específicamente las relaciones que
se dan con los parientes que residen cerca o alrededor de la casa, forman parte de
estructuras culturales ampliadas que dinamizan las relaciones socioproductivas y
familiares, estableciendo redes de apoyo mutuo para minimizar los impactos críticos
de la pobreza, tales como: cuidado de los niños de madres que han migrado a la
ciudad, la adopción de jóvenes en edades adolescentes cuyos padres se enfrentan
a fuertes carencias económicas y la distribución de alimentos, entre otros83.

De esta manera, las estructuras nucleares monoparentales no se comportan con


un carácter cerrado como se observa en las ciudades, sino más bien responden
perfectamente a estructuras expandidas al favorecer la integración de otros
miembros de la familia o vecinos, sin tener que cambiar las plataformas en que se
apoya este tipo de familia nuclear.

Con respecto al género del jefe de hogar, la Encuesta Demográfica y de Salud


2002 revela que un 28% de los hogares del país está encabezado por mujeres, de
los cuales, en la zona urbana, encontramos un 31 % y en la rural un 22%. A nivel
nacional, diversos estudios84 coinciden que son mujeres tendencialmente adultas,
separadas, divorciadas o viudas con bajos niveles socioeconómicos y educativos.

La observación etnográfica sugiere que las mujeres jefas de hogares rurales suelen
ser mujeres muy jóvenes que oscilan entre los 18 y 25 años, con niveles de pobreza
que caen en la categoría de extrema o indigente. Muchas de ellas viven con familiares
ancianos o están residiendo solas, en áreas altamente vulnerables, a orillas de ríos,
arroyos, lomas de altas pendientes, y su subsistencia es crítica; por eso, la mano de
obra infantil es importante para la obtención de alimentos básicos para la casa85.

Ahora bien, como explicamos en párrafos anteriores, la diferencia fundamental


que se presenta entre lo urbano y rural, en cuanto al número de hogares encabezados
por mujeres está relacionado con: la prevalencia en las áreas rurales de unidades

74 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


económicas que se sostienen en ciertas prácticas culturales relacionadas con el
sistema de parentesco y la división sexual de trabajo. En las zonas rurales todavía
predominan prácticas de apoyo mutuo y cooperación, las que se sustentan en marcos
culturales de reciprocidad y en patrones de residencia neolocales o virilocales86,
que favorecen el apoyo familiar a mujeres sin consorte y, en cierta forma, alivian la
situación crítica de empobrecimiento87.

En los sistemas de familias nucleares rurales en los que predominan los


patrones de residencia de tipo virilocal o neolocal, los arreglos vinculados con el
matrimonio, las separaciones, la propiedad, el cuidado, la protección de la familia,
el reconocimiento del otro/a están sostenidos por reglas precisas que organizan las
relaciones entre parientes. Observamos que no se produce un aislamiento social de
las mujeres que se separan o divorcian, comenzando a establecerse como jefas de
hogar; como tampoco las expulsan de la residencia. Lo que observamos es que se
mantienen los lazos de interacción entre los /as miembros del grupo de parientes
cercanos o en cohabitación, y esos contactos traen consejos, sostén psicológico,
ayuda financiera, ayuda para educar a los hijos /as, cumplir tareas domésticas
entre las mujeres emparentadas e incluso ofrecimiento de trabajo para aliviar la
carga de las mujeres, entre otros.

Migración interna

A lo largo de cinco décadas y media (1950-2006), la población dominicana ha


mantenido un nivel de movilidad geográfica relativamente elevado. En efecto,
la población urbana creció aceleradamente en detrimento de la rural debido a
una serie de factores, tales como: falta de empleo en las zonas rurales, limitado
acceso a la tierra, acelerado proceso de urbanización, insuficiencia alimentaria y
fragmentación de la economía agropecuaria, entre otras causas88.

La mayor parte de la población que está involucrada en este proceso de


transferencia de población son adultos jóvenes con predominio del sexo femenino89.
Estos desplazamientos internos, en particular, están asociados a los niveles de
pobreza que caracterizan al campo dominicano. Por ejemplo, para el 2004, en las
zonas rurales, la población indigente era de 24.3% y la pobre, 55.7%; mientras
que en las zonas urbanas, el 11.2% era indigente y el 39.7% era pobre90.

La diferencia es particularmente notoria y puede ser uno de los móviles


fundamentales por lo que las familias campesinas migran a las ciudades. Es
palpable, en el caso de la emigración femenina, que los recursos que se obtienen
con los ingresos que perciben son utilizados para solventar bienes de consumo
familiar como: comida, calzado, utensilios domésticos, útiles escolares, aparatos
eléctricos, entre otros.

Ahora bien, más allá de las connotaciones sociales y económicas de la


migración, nos interesa apuntar que los/as emigrantes establecen lazos y relaciones

Nueva ruralidad y desarrollo humano 75


de naturaleza distinta a la usual y de cómo el individuo vive y convive dentro de
su comunidad permanente. Los contactos familiares con la comunidad se tornan
singulares en el mediano plazo y también discriminan en correspondencia con el
carácter o el tipo de migración, la cual puede ser temporal o definitiva.

En este sentido, hemos observado etnográficamente que tanto la migración


temporal como la definitiva pueden considerase estrategias de subsistencia que
afectan directamente a las unidades domésticas, en el entendido de que los/as
emigrantes definitivos ya no forman unidades productivas que actúan o forman
parte del sistema económico rural91.

En cambio, los emigrantes temporales usualmente conservan lazos familiares


afectivos /culturales con la comunidad de origen a la vez que establecen redes
que impulsan y a veces facilitan tanto la migración temporal como la definitiva
de otros miembros de la comunidad, convirtiéndola en conductas planificadas y
organizadas socialmente desde los espacios en que residen.

Estas redes funcionan a través del reforzamiento de lazos parentales, ya no


como un simple comportamiento individual, sino como una pauta más compleja
de estrategias colectivas, tales como facilitar el cuidado de los hijos, acceder a
préstamos, y sistemas de ahorro (crianza de animales), dar empleos por períodos
cortos, distribuir la herencia antes de la muerte de los padres, alojar o recibir a
miembros de la comunidad que están en proceso de tránsito temporal, etc.

Particularmente, en la Cordillera Central de República Dominicana, encontramos


que la migración hacia distintos mercados de trabajo de las ciudades vecinas o
zonas urbanas como Santo Domingo, Santiago o Puerto Plata, responden a ciertas
estrategias previamente trazadas y organizadas al interior del núcleo familiar en lo
que se refiere a factores que involucran ventajas y desventajas relativas al proceso
migratorio. Esto incluye antecedentes y experiencias anteriores, además del grado
de conocimiento del lugar, actividades, redes familiares, y contactos en el mercado
laboral al cual se dirigen, así como las destrezas de las personas que pretenden
esos empleos. Esto se observa en mujeres y jóvenes que buscan trabajo en la
zona franca de Santiago o en los hoteles de Puerto Plata, entre otros92. Algunas
trabajadoras jóvenes dejan a sus hijos e hijas con sus familiares, específicamente
con la madre. Se han observado hogares con varios niños de diferentes madres
que laboran fuera de sus espacios comunales, por lo que se aprecian núcleos
familiares de mujeres mayores con pequeños de diferentes edades y de grupos
generacionales distintos. Los grupos matrifocales son frecuentes entre las familias
pobres de la Cordillera Central de República Dominicana93.

Como se puede apreciar, la migración temporal en su modalidad campo-campo o


campo-ciudad responde a ciertas estrategias que están bien diseñadas y que obedecen
a modelos de comportamientos socioculturales y económicos que facilitan la obtención
de recursos y bienes para compensar la insuficiencia en sus lugares de origen.

76 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


De ahí que el proceso migratorio como estrategia de subsistencia, producción
y obtención de ingreso constituye un sistema interactuante, donde se establecen
relaciones que, a través de las redes parentales y de afinidad, refrendan las
estrategias productivas. En realidad, pensar hoy día en la posibilidad de una
sociedad rural estática y cerrada, sin desplazamientos continuos de su población
joven o adulta, es situarse en una imagen idílica y atemporal.

Las comunidades rurales dominicanas son heterogéneas y están en un contacto


permanente con el mundo urbano y sus mercados, además de estar sometidas al
cambio social y cultural continuo. En algunos casos se han convertido en lugares
de tránsito de emigrantes haitianos, dominicanos o de otros países, como se puede
apreciar con las comunidades rurales que están en la zona costera del país.

Según diversos estudios94, un flujo importante de haitianos se traslada desde


hace aproximadamente 90 años hacia República Dominicana debido a diversos
factores críticos que padecen en su país, entre los que se destacan el empobrecimiento
progresivo de su población, el analfabetismo, la insalubridad, la falta de infraestructura,
las convulsiones políticas y el deterioro de los recursos naturales, entre otros. Esa
diversidad de factores ha impulsado a un alto contingente de población a cruzar la
frontera para integrase a diversos trabajos como mano de obra barata en actividades
vinculadas a la agropecuaria, la construcción y al comercio en general.

Un estudio de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales95 de 2002


estima que unos 180,000 haitianos residían en el país, de los cuales el 28% se
encuentran residiendo en la zona metropolitana; el 18% está viviendo en la zona
de Santiago; el 22.3 % reside en la zona norte; el 19.4 % en el este, y el 11.3% en
el sur. En cambio, para otras investigadores/as el estimado oscila entre 200,000 a
1,000,000 de personas96.

Esta diferencia en los porcentajes presentados está relacionada con las


posiciones ideológicas que tienen los/as expertos/as en la temática. Para los más
conservadores, la migración haitiana asciende aproximadamente a un millón de
personas y para la oficina de migración no pasan de 100,000 individuos. Tengan
razón unos u otros, en cuanto a las cifras que proponen, lo relevante es que los/
as haitianos/as constituyen un importante flujo de emigrantes en condiciones de
pobreza que ha ido aumentando significativamente en las zonas rurales y urbanas
de República Dominicana.

En lo que respecta a las zonas rurales, su presencia afecta el ingreso femenino,


ya que sustituye97 la mano de obra femenina en labores vinculadas con la recogida
de café, de habichuela u otros rubros agrícolas. Esto se observó en la Cordillera
Central y en otras zonas del área rural dominicana.

Ahora bien, es fundamental señalar que los trabajadores haitianos son


maltratados y discriminados por ser una mano de obra pobre y negra con poca

Nueva ruralidad y desarrollo humano 77


posibilidad de insertarse en la sociedad dominicana, dado los prejuicios históricos
y culturales que han primado en la mayoría de sus dirigentes e intelectuales
conservadores. La población haitiana o domínico-haitiana que reside en República
Dominicana está segregada y explotada en el medio socioeconómico en que se
desenvuelve por razones raciales, étnicas, de clase, religiosas y de género; aunque
la explotación y discriminación de clase se observa también con los dominicanos
pobres rurales o urbanos, a causa de las desigualdades sociales y económicas que
todavía imperan en la sociedad dominicana.

Por otra parte, es importante señalar que existe otro flujo migratorio de carácter
temporal o definitivo de hombres y mujeres del área rural que se han visto obligados
a abandonar sus espacios comunales por la aparición de áreas protegidas, como
se audita en la siguiente sección.

Impacto de las áreas protegidas en las áreas rurales

Las áreas rurales dominicanas, especialmente aquellas que por su especial biodiversidad
están protegidas o conservadas por la ley, han sido impactadas por la emigración de
su población circundante. Esta emigración se produce por desalojos forzosos o por las
presiones de carácter socioeconómico a las que se ven sometidos los campesinos/as
que residen o se relacionan de manera directa o indirecta con las áreas protegidas.
Dicha situación se explicita bajo los discursos legitimados por la mayoría de los/as
ambientalistas locales, ecólogos/as e instituciones públicas o privadas que consideran
los recursos naturales amenazados por los habitantes del área rural.

Este proceso ha sido llamado por algunos especialistas con el épico nombre
de ˝desterritorialización˝ o, en términos menos confusos, de expropiación de los
lugares o localidades en donde se mantiene algún tipo de enraizamiento o conexión
del área protegida con la vida diaria de la población circundante98.

Sin embargo, este modelo de intervención conocido como bioregional ha sido


muy criticado y rechazado por ecólogos/as y científicos sociales99 porque excluye
a los pobladores rurales de la posibilidad de participar activamente en el manejo de
la propiedad y de los recursos naturales. En República Dominicana, la propuesta de
co-manejo y de empoderamiento de dichos pobladores se propone en la mayoría
de los discursos actuales, pero, a pesar de que la ley lo contempla, no se toma
en cuenta ni se vincula a los/as campesinos/as con la conducción de las áreas
protegidas, salvo dos casos conocidos, como son: la Reserva Guaconejo y la Loma
Quita Espuela. En esas áreas los/as campesinos/as jugaron un papel diferente, ya
que tomaron parte de las decisiones y lograron detener los desalojos, fruto de las
experiencias vividas en otras zonas (muchos de ellos habían sido desalojados por la
construcción de presas hidroeléctricas o por la aparición de las áreas protegidas).

La desprotección de los derechos tradicionales sobre las posesiones y


territorios es impulsada desde el Estado y con mayor profundidad en el actual

78 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


modelo neoliberal, el cual se sustenta en la reconvención de territorios que
tienen importancia para la biodiversidad; pero sin incluir las poblaciones locales
o interesadas, puesto que los supone depredadores o una “amenaza para el
ambiente”. Por ello, el Estado dominicano desvincula cualquier tipo de régimen
de propiedad y de concesión a particulares. El resto de los recursos naturales se
regulan por la Ley General sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales (64-00)
o indistintamente mediante diferentes códigos, tales como el Código de Agua,
Código de Minería, Ley de Pesca, entre otros100.

La desprotección de los derechos sobre los recursos y territorios es una situación


gravísima en términos de derechos humanos, y desde una perspectiva de desarrollo
que implemente principios democráticos y de equidad es imposible sostener
y apoyar dicha situación; pero con el argumento irrefutable de que las áreas
protegidas están siendo salvadas y conservadas para las futuras generaciones
por la importancia ecológica que revisten, se acusa a los opuestos al modelo de
sostenibilidad neoliberal de seguir un pensamiento precapitalista, puesto que se
oponen al desarrollo y a un nuevo manejo de las áreas protegidas101.

El paradigma ecológico que ha dominado en República Dominicana ha


expulsado a millares de campesinos de sus comunidades y territorios, aunque
nunca se ha cuantificado. Desde que comenzó a extenderse el modelo neoliberal
de sustentabilidad o sostenibilidad, una gran parte de las poblaciones que residían
en áreas críticas o de interés para particulares (extranjeros, empresarios, Estado y
otros científicos/as urbanos) han sido desalojadas y expropiadas, conformando un
nuevo contingente de refugiados ambientales en las ciudades y zonas aledañas a
las reservas102.

Igualmente, el modelo vigente de ecología política103 propicia el ˝turismo


sustentable˝, basado en un desarrollo en el que los pobladores rurales poco tienen
que ofrecer y están desvinculados de sus prácticas tradicionales y de los dividendos
que genera este tipo de actividad económica. Los pobladores de Los Haitises llaman a
esto “la profesión de los que tienen uñas largas”104. Los parques nacionales y reservas
científicas constituyen para muchos/as campesinos/as los espacios que perdieron
y sobre los cuales no tienen ningún tipo de poder o autoridad para su manejo y
control105.

La problemática ambiental implica siempre una postura política sea esta


explícita o no, por ello es importante destacar que no existe neutralidad política
en torno a la conservación y a cómo se ha tratado a las comunidades rurales
implicadas en este proceso de expropiación, como tampoco la burocracia se
puede refugiar en la gestión técnica, pues también desde allí se esconde una
posición política.

En el contexto de nuevos discursos, los pobladores rurales y los nuevos


refugiados ambientales tienen derechos y la libertad de exponer sus necesidades

Nueva ruralidad y desarrollo humano 79


apelando a sus propias experiencias de lucha para reivindicar aquellas prácticas
y patrones culturales que significativamente les permitan relacionarse, construir y
experimentar lo biológico y lo natural, a la vez que demandan sus derechos a la
libre determinación y al libre ejercicio de la plena autoridad y control sobre el
territorio y los recursos naturales. Esto contribuye, en términos del paradigma de
desarrollo humano, a potenciar su libertad y a la condición de ser agente de su
propio bienestar106.

¿Representa la nueva ruralidad107 una oportunidad para el desarrollo


humano?

A mi entender, dentro el parámetro de pensamiento de la nueva ruralidad, hay


una sincronía de conceptos que los liberales manejan desde la postura Kantiana.
Es importante comenzar con la siguiente “la libertad sólo se alcanza mediante
el respeto de la legalidad˝108. Mi pregunta la enfoco desde ese principio
comprometedor: ¿puede la nueva ruralidad dar una oportunidad para el desarrollo
humano al considerar sólo aquellos aspectos que tienen que ver con lo multisectorial,
la reestructuración geoeconómica, dejando de lado la cuestión de las relaciones
de producción? Ya en este enfoque, ¿no se preguntan si han cambiado dichas
relaciones o si aún existen, o quiénes comandan esos cambios espaciales o a
quiénes afectan, o que relación tienen esos cambios con las políticas que promueve
la globalización y que favorecen la superioridad económica de las transnacionales
de los alimentos y de la producción de organismos genéticamente modificados
como son los transgénicos?

La respuesta del modelo de desarrollo de la nueva ruralidad ha sido, en


términos generales, identificar los cambios, no los que los originan. Por tanto, no
se cuestiona la desagrarización ni la pluriactividad presente en el mundo rural
hoy día, porque eso implica ir de lleno a cuestionar el sistema de producción que
lo ha generado. Tampoco se pregunta cómo habrán de enfrentar los productores
agrícolas la superioridad económica de las transnacionales agrícolas. Igualmente
es importante saber cómo ha de afectar a los productores del campo ese mundo
rural más articulado y conectado con lo urbano, a sabiendas que se producen
modificaciones de valores y de saberes. Es importante preguntarse, además, qué
ha pasado en los países europeos que acogieron el modelo ˝Leader˝, conocido
en América Latina como nueva ruralidad, pues se han reducido las explotaciones
agrícolas, tanto en España como en Francia, dejando a un sinnúmero de productores
fuera del circuito productivo. También me pregunto si el vínculo agricultura/industria
ha desaparecido en la fase neoliberal, a sabiendas que es precisamente el dominio
de la industria sobre la agricultura lo que ha traído los cambios esenciales en el
medio rural, y esto tampoco se lo cuestiona el referido modelo.

En consecuencia, tal vínculo no ha desaparecido, sino que impulsa una forma


de subordinación que genera la exclusión de los/as productores/as, relación que
se encuentra en el desarrollo desigual entre ambos sectores. También me pregunto

80 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


si esa unidad diversificada de producción y consumo no responde a la lógica de
extracción de excedentes en la venta de los productos o si la desagrarización es
una consecuencia del actual modo de producción en el que la urbanización se
impone por la naturaleza propia del capitalismo.

En este sentido, ver el modelo como una oportunidad para el desarrollo


humano resulta difícil porque presupone un orden que desde mi punto de vista no
constituye una alternativa razonable, ya que el hilo común, en lo que concierne a
la orientación política, es desconocer los procesos de dominio, la subordinación y
la explotación; lo que en términos kantianos significa el respeto a la legalidad. Es
decir, obedecer el orden establecido institucionalmente, aunque sean injustas las
leyes que lo originan. Por eso, los pensadores de la nueva ruralidad consideran que
el orden civil es un recurso para regular las relaciones sociales. Y en un orden civil,
basado en una supuesta democracia, la legalidad es el medio que hace posible
actuar libremente, aún sea en detrimento de las poblaciones campesinas.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 81


82 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO
Luz Adelma Guillén
Directora de la Oficina de Equidad de Género
de la Secretaría de Estado de Agricultura (SEA)

La mujer rural en
República Dominicana

Nueva ruralidad y desarrollo humano 83


84 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO
D esde que en 1995 fue celebrada en Beijing la V Conferencia Mundial
de la Mujer, las mujeres rurales vienen ocupando espacios importantes en las
agendas públicas de los países, dado que fue en ese marco cuando se consagró
el 15 de octubre como Día Internacional de la Mujer Rural. La celebración de
esta fecha especial tiene sus motivaciones en la necesidad de romper con la
invisibilidad de la mujer rural. Pero, tras esa ruptura, subyace el hecho de la
exclusión social que sufren los territorios rurales de América Latina y el Caribe, y
en especial las mujeres que los pueblan, dada la pobreza y la tradición basada
en valores androcéntricos109 que predominan en tales territorios. Conforme a los
planteamientos de Janvry, A. et al110, la pobreza en los países latinoamericanos
y del Caribe es un fenómeno rural.

La exclusión social de los territorios rurales111 afecta de manera preponderante


a las mujeres.

Dado el impacto de la pobreza en la población y sus demandas crecientes,


la mayor parte de los discursos de los gobernantes de la región giran en torno
a su superación, sin que se diseñen y apliquen políticas públicas que garanticen
una distribución equitativa de los beneficios que se derivan del crecimiento
económico. Aunque el fenómeno de la emigración ha empujado a elevar la
pobreza en las zonas urbanas, la misma tiene una alta incidencia en la zona
rural, dadas las inequidades estructurales entre lo urbano y lo rural en lo referente
a servicios básicos y al desarrollo del capital humano, así como el bajo acceso
a activos productivos para generar ingresos.

En esta línea de pensamiento, cabe suponer que la pobreza rural afecta


mayormente a la mujer en virtud del predominio androcéntrico en todos los escenarios
de la vida en sociedad y del bajo acceso de la mujer a los activos productivos.

El presente trabajo enfoca algunas de las determinantes que configuran


la situación actual de la mujer rural dominicana, en un esfuerzo de llamar la
atención hacia la necesidad de diseñar políticas públicas diferenciadas por zona
de residencia, por territorio y por género, como mecanismos de distribución de la
equidad social que contribuyan a elevar significativamente el índice de desarrollo
humano de mujeres y hombres en el país.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 85


Contexto histórico

Las preocupaciones por la situación de la mujer dominicana se presentan de


manera formal a raíz de la Primera Conferencia de la Mujer, celebrada en México,
en 1975, dando lugar al surgimiento de organizaciones no gubernamentales
que colocan el tema en la agenda pública. Sin embargo, sobre la mujer rural
se viene hablando en el país desde la década del 60, cuando se establecen
las instituciones creadas en virtud del Plan de la Alianza para el Progreso, el
cual surge como respuesta de Estados Unidos de Norteamérica a los aires
revolucionarios que soplaban en el continente y, particularmente, en el Caribe.

El paquete de la Alianza para el Progreso incluía el Programa de Desarrollo


de la Comunidad, mejor conocido como Oficina de Desarrollo de la Comunidad
(ODC) el establecimiento del Servicio Nacional de Extensión en la Secretaría de
Estado de Agricultura (SEA) y del programa de reforma agraria en la versión
actual, ya que previamente existía en el país un programa de colonización,
mediante el cual se asentaron inmigrantes extranjeros, especialmente españoles
y japoneses para desarrollar actividades agrícolas.

Desde la ODC y el Servicio Nacional de Extensión se iniciaron programas


dirigidos a las “amas de casa” de la zona rural, integrando a la mujer a los
denominados “Clubes de Madres” y “Clubes de Amas de Casa”. En el caso
particular del Servicio Nacional de Extensión, el cual data de 1962, su objetivo
fundamental se orientó al desarrollo de la familia rural: padre, madre e hijos,
quienes organizaban en tres tipos de clubes: Clubes de Agricultores (padre),
Clubes de Amas de Casa (madre) y Clubes 5-D (hijos). El modelo era similar al
Servicio Nacional de Extensión de los Estados Unidos, donde aún existen los
Clubes 4-H como un mecanismo de organización fuerte de los jóvenes de las
áreas agrícolas.

La filosofía que orientaba el modelo de extensión de ese entonces se


centraba en la influencia que el modelo podía ejercer en la población rural para
lograr cambios de conducta, de manera que la extensión, actuando como un
mecanismo de motivación, persuasión y como factor de interacción para integrar
el conocimiento empírico del trabajo del hombre rural con el generado por la
sistematización científica, contribuyera a mejorar los niveles vida de la familia
rural y al desarrollo del país.

Con el establecimiento en el país del Servicio Nacional de Extensión, la SEA


incorpora a su accionar institucional el trabajo con la mujer campesina, bajo el
enfoque de la filosofía extensionista, el cual enfatiza el trabajo con “el triángulo
familiar”: padre, madre e hijos. El aprendizaje para las mujeres se iniciaba con el
establecimiento de clubes de amas de casa, dando apoyo para que aprendieran
a bordar, tejer, coser, cocinar, el reconocimiento y uso de plantas alimenticias no
tradicionales y aprendizaje sobre algunas labores para el mejoramiento de la

86 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


comunidad. Si bien por primera vez desde una política de Estado se piensa en
la “visibilización” de la mujer rural, esta “visibilidad” se lleva a cabo sin darle
participación en lo público, sino reforzando los lazos que la atan al mundo de
lo privado: el hogar.

Posteriormente, la metodología del Servicio Nacional de Extensión fue objeto


de múltiples cambios en función de los paradigmas de desarrollo predominantes
en agencias internacionales. Uno de estos cambios, en la década de los 70,
fue el impulsado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a través de
un macro proyecto denominado Plan Integrado de Desarrollo Agropecuario
(PIDAGRO), conformado por varios componentes que se orientaban hacia la
vinculación de la producción agropecuaria con el mercado. Este plan excluyó a
las mujeres de todos los componentes, bajo la concepción de que las mismas no
eran productoras agropecuarias.

El PIDAGRO generó importantes logros, particularmente en agricultura y


reforma agraria, y a pesar de que las mujeres se beneficiaron de las viviendas
construidas en los asentamientos seleccionados, muchas de ellas fueron
perjudicadas por las ventas de las viviendas realizadas sin que pudiesen alegar
derechos ante las autoridades por el despojo realizado por sus parejas.

Para la misma época, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo


Internacional (USAID), a través de los recursos generados por la ley PL-480, otorgó
fondos para dos programas con mujeres y jóvenes dentro del Departamento
de Extensión. Se introdujeron nuevos elementos cualitativos y se emplearon
trabajadoras sociales egresadas de universidades locales y extranjeras, así como
agrónomos, educadores, sociólogos y otros profesionales, para el trabajo con
mujeres y jóvenes campesinos. Este proyecto logró impulsar las organizaciones
de mujeres, haciéndolas más visibles dentro del rol comunitario, pero al agotarse
los fondos, terminó también el proyecto.

A finales de la época de los ‘70, el modelo del PIDAGRO había comenzado


a mostrar síntomas de agotamiento, por lo que a principios de los ‘80 se
negoció una segunda fase que incluyó un nuevo modelo de extensión que incluía
capacitación y visitas, de origen israelí. Éste también excluyó a las mujeres como
segmento a atender de manera especial.

La exclusión de las mujeres rurales en estos proyectos podría estar vinculada


al no reconocimiento del rol de la mujer como productora y a su débil acceso a
activos productivos, especialmente la tierra.

En 1980, con los auspicios del Instituto Interamericano de Cooperación para la


Agricultura, se inicia un programa que pretende vincular a la mujer del medio rural
al mercado, al tiempo que garantiza la alimentación y la nutrición de su familia. El
proyecto se denominó “Proyecto de Capacitación de la Mujer para la Producción

Nueva ruralidad y desarrollo humano 87


y el Mercado” (CAMPROMER). A través de este proyecto, se ejecutaron proyectos
productivos en forma asociada en ocho áreas pilotos, privilegiando las zonas de
mayor pobreza, como la suroeste.

Entre los logros de este proyecto se citan los materiales educativos que se
generaron durante su duración, basados en la experiencia de los técnicos que
laboraron en la transferencia de tecnología con las mujeres beneficiarias. La
mayor parte de los proyectos fueron de cerdos, cabras, conejos y hortalizas que
se cuidaban y cultivaban en forma asociativa. Esta experiencia, aunque valiosa,
resultó costosa, quedando en la historia de extensión como una experiencia más
que no volvió a replicarse.

Finalizado el CAMPROMER, la Secretaría de Estado de Agricultura recibe un


apoyo del Servicio Técnico Alemán (1982), el cual también financió un proyecto
similar que procuraba que las mujeres generaran ingresos a partir de proyectos
productivos, principalmente de crianza.

Un aspecto que cabe destacar fue el énfasis que pusieron todos estos proyectos
en sus diferentes etapas por organizar a las mujeres, en el entendido de que la
organización facilita la labor de acompañamiento de los técnicos y contribuye a
lograr un mayor impacto de las acciones emprendidas.

Sin embargo, cabe señalar que estos proyectos se ejecutaron como estructuras
institucionales paralelas, por lo que no contribuyeron a fortalecer a la División
de Organización Rural a la cual estaba adscrito el Programa Mujer Rural dentro
del Servicio Nacional de Extensión. Con la separación de Organización Rural
del Servicio Nacional de Extensión y su elevación a Departamento dentro de
la SEA (1978), se crea la División Mujer Rural, lo que constituyó un paso de
avance hacia la diferenciación en el accionar institucional y la definición de
mecanismos para el diseño y especialización de recursos para el trabajo con
las mujeres.

En 1984, el Departamento de Organización Rural vuelve a transformarse


en una División del Departamento de Extensión Agropecuaria y la División
Mujer Rural se reduce de nuevo a un programa, manteniéndose así hasta
1996, cuando mediante la Resolución No.114-96 del Secretario de Estado
de Agricultura, se crea el Departamento de Organización Rural con tres
Divisiones: Productores, Jóvenes y Mujer Rural. Este hecho, aunque mantiene
la percepción de la mujer como reproductora más que productora, coincide
con el impulso del movimiento de mujeres del país, estimulado por la Cumbre
de la Mujer de Beijing (1995), en procura de una mayor participación de las
mujeres en todos los ámbitos de la vida en sociedad y el proyecto de creación
de la Secretaría de Estado de la Mujer, cuya materialización en 1997 dio
como resultado que en las demás secretarías de Estado se establecieran
Oficinas de la Mujer.

88 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


En el año 2000, mediante la Resolución No.528-2000, se ejecuta un proyecto
que había sido diseñado por la División Mujer Rural de la Secretaría de Estado de
Agricultura para elevar su rango, convirtiéndola en Oficina Sectorial Agropecuaria
de la Mujer, acción que es apoyada por el decreto del Poder Ejecutivo No. 974-
01, mediante el cual se crea en cada una de las secretarías de Estado la Oficina
de Equidad de Género.

Características que definen la condición general de la mujer rural en


República Dominicana

Población rural, mujeres y migración

Las cifras demográficas del Censo Nacional de Población y Vivienda de 2002


muestran que, siendo la cantidad de mujeres un poco más elevada que la de los
hombres (50.2%) en el total de la población, esta relación se mantiene para la zona
urbana; pero en la zona rural la cantidad de mujeres es inferior a la de los hombres,
lo que sugiere que la fuerte migración campo-ciudad es responsable de tal hecho.

Cuadro 2
Población dominicana por zona de residencia y género, 2002

Fuente: VIII Censo Nacional de Población y Vivienda, ONE 2002

Un estudio realizado en España112 sobre la migración de mujeres procedentes


de República Dominicana y Marruecos plantea, en torno al origen de las emigrantes
dominicanas residentes en Madrid, que “el contexto de origen seleccionado de
la migración dominicana ha sido la región suroeste del país. Dicha región se ha
constituido, desde finales de los años ochenta, en un verdadero epicentro expulsor
de población de inmigrantes a España, en concreto a la Comunidad de Madrid,
siendo su mayoría mujeres. La región se caracteriza con respecto a otras regiones de
República Dominicana por su ruralidad y por ser una de las más pobres. Las actividades
económicas predominantes en la región son las agropecuarias –en muchos casos de
subsistencia- y las actividades comerciales son, sobre todo, de carácter informal”.

La cita precedente confirma las apreciaciones que existen en los mecanismos


institucionales gubernamentales y no gubernamentales que trabajan en acciones
afirmativas a favor de la mujer rural de existencia de una gran migración de mujeres
de la zona rural de las regiones Sur y Suroeste del país113.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 89


La migración de las mujeres del sur profundo y el suroeste es un hecho bien
percibido por las familias de esas regiones. Un estudio realizado en 1999 por
el Consejo Nacional de Población y Familia (CONAPOFA)114 reveló diferencias
sustanciales entre las opiniones de las familias de la zona Suroeste y las del Cibao,
ya que en tanto la migración de mujeres en provincias como San Juan, Barahona,
Neyba y Elías Piña fue altamente valorada por los jefes y jefas de familia, en las
provincias del Cibao, de mayor nivel económico, se consideró como un desarraigo
a la familia, recibiendo una valoración inferior. Estas percepciones diferentes
reflejan la influencia que ejerce la pobreza en la valoración de un hecho que tiene
fuertes implicaciones económicas y sociales para las familias, cuya reproducción
depende de las remesas que reciben del exterior.

Mujer rural y pobreza

Uno de los mayores desafíos que enfrenta República Dominicana es la pobreza


generalizada de amplios segmentos poblacionales y, de manera particular, la
pobreza rural, que aunque afecta a hombres y mujeres, se estima que la proporción
de esta última es más elevada. Aunque no existen estudios puntuales actualizados de
República Dominicana que documenten la pobreza rural en todas sus dimensiones
y por género, un estudio regional del BID estima que más del 70% de las personas
que viven en pobreza absoluta son mujeres115. En estas condiciones sobresalen
las mujeres de la subregión centroamericana y del Caribe, las cuales son las
responsables de incorporar estrategias de sobrevivencia familiar y de articular
momentos y espacios del proceso productivo de la unidad campesina.

Conforme se plantea en el Informe sobre la Pobreza en República Dominicana116,


a pesar de que se estima que la pobreza experimentó una disminución tangible
a partir de 1990, la pobreza en las áreas rurales permaneció sin cambios
significativos, ampliándose la inequidad social entre ambas zonas de residencia si
se compara el 42% de la población rural en situación de pobreza con el 21% de
la población urbana que vive en esa misma condición.

Se estima que en el país existen alrededor de 5.6 millones de personas en situación


de pobreza y que de este total el 58.7% corresponde a la zona rural117. Estimar el
número de mujeres rurales en situación de pobreza es una tarea difícil, dada la no
desagregación de datos por sexo que aún prevalece en la mayoría de las instituciones
que generan informaciones primarias. Existe la percepción de que éstas constituyen
mayoría en el conglomerado de población pobre, tanto urbana como rural, dado que
los indicadores sociales más desfavorables son los correspondientes a mujeres.

La pobreza de las mujeres rurales está asociada a la carencia de medios de


producción, a la falta de oportunidades y ausencia y deficiencia de los servicios
básicos. Tal y como enfatiza la teoría del desarrollo humano, “la desigualdad afecta la
posibilidad de ampliar la base material de la sociedad, en la medida que ésta distorsiona
los mercados y reproduce la mala distribución de las oportunidades…”.118

90 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


De ahí que las mayores demandas de las mujeres giran en torno a la falta
de infraestructura social, de mejoramiento de viviendas, de construcción de
acueductos, escuelas, clínicas rurales, caminos vecinales, retretes, centros comunales
multiusos, especialmente como centros de enseñanza laboral, de programas de
nutrición materno-infantil y producción artesanal, así como la existencia de una alta
preocupación por el deterioro ambiental.119

La zona rural constituye un monumento a la desigualdad y a la falta de


oportunidades, inequidad que impacta con mayor fuerza en las mujeres, quienes
tienen que desenvolverse en una sociedad construida con arreglo a lo androcéntrico;
aunque en el espacio rural tanto hombres y mujeres no son libres, debido a la falta
de acceso a las oportunidades que les confieran la capacidad de alcanzar una
calidad de vida adecuada.

Cuadro 3
Necesidades Básicas Insatisfechas en zona urbana y rural (%), 2002

Fuente: VIII Censo Nacional de Población y Vivienda, ONE 2002

Determinantes sociodemográficas

Los datos del VIII Censo Nacional de Población y Vivienda dan cuenta de la
transformación que ha venido operándose en República Dominicana desde hace
alrededor de cuatro décadas, al pasar de una sociedad predominantemente rural a una
urbana. Actualmente, la población rural dominicana representa el 36.4% del total.

Sin embargo, se observan interesantes contrastes entre regiones. Por ejemplo,


la población de la región Nordeste, cuya actividad económica es fundamentalmente
agropecuaria, muestra la siguiente distribución:

Del total de la población de la región Nordeste, el 54.13% reside en la zona


rural. La proporción nacional de residentes urbanos y rurales es de 63.6% frente
a 36.4%, respectivamente. Estos datos podrían evidenciar que un porcentaje

Nueva ruralidad y desarrollo humano 91


apreciable de la población rural de esta región tiene acceso a activos productivos
y que la fuerte actividad agropecuaria y otras actividades asociadas generan
recursos y empleo en cantidades suficientes como para mantener a la población
rural en este espacio.120

En cuanto al género, la proporción de mujeres es ligeramente menor que la


de los hombres a nivel de la población total regional, en tanto que a nivel urbano
sobrepasan la cantidad de hombres, y en la zona rural representan el 47.5%.

Cuadro 4
Región Nordeste. Población por género y zona de residencia,
2002

Fuente: VIII Censo Nacional de Población y Vivienda, ONE 2002

La proporción menor de mujeres que de hombres en la zona rural de la región


Nordeste implicaría que, a pesar del carácter rural de la región y su dinámica económica
ligada de manera directa a las actividades agropecuarias, las mujeres emigran debido
a las restricciones para el acceso a los activos productivos que le impone su propia
condición de mujer, que se desenvuelve en una sociedad cuyo desempeño responde a
un esquema androcéntrico.121

A diferencia de la región Nordeste, para el caso de la región Enriquillo, el 67%


de la población reside en la zona urbana. En relación a la población, los hombres
representan el 51% en tanto que las mujeres rurales son el 49% del total de la población
y el 46% la población rural. La región Enriquillo presenta fuertes restricciones de suelo
y agua para el desarrollo de la agricultura diversificada.

En cuanto a la región El Valle, con dos provincias con una fuerte actividad
agropecuaria como son Azua y San Juan, una proporción ligeramente mayor de su
población reside en la zona rural. Sin embargo, cuando se analiza la distribución
espacial por género, el porcentaje de mujeres (46.3%) en la zona rural de la región es
menor que la de los hombres (53.7%).

92 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Cuadro 5 Cuadro 6
Distribución de la población de la Regiones Enriquillo y El Valle.
región Nordeste por género y zona Población por género y zona de
de residencia, 2002 residencia, 2002

Fuente: VIII Censo Nacional de Población y Vivienda, Fuente: VIII Censo Nacional de Población y Vivienda,
ONE 2002 ONE 2002

Un caso interesante es el de la provincia Elías Piña, donde a nivel urbano las mujeres
sobrepasan a la población de hombres. Este hecho podría explicarse debido a que una
de las actividades económicas más significativas de esa demarcación geográfica es el
amplio mercado que semanalmente tiene lugar en el municipio cabecera (Comendador).
Este mercado mantiene un intenso intercambio con Haití y también acuden personas de
todo el país. La mayor proporción de vendedoras corresponden a mujeres.

Cuadro 7
Distribución de la población de las regiones Enriquillo y El Valle
por género y zona de residencia, 2002

Fuente: VIII Censo Nacional de Población y Vivienda, ONE 2002

Nueva ruralidad y desarrollo humano 93


En lo que respecta al Índice de Desarrollo Relativo al Género (IDG)122 regional, el
Informe Nacional de Desarrollo Humano de 2005 coloca a las regiones Enriquillo y
El Valle en las dos últimas posiciones. Estas regiones también ocupan las dos peores
posiciones con respecto al Índice de Desarrollo Humano (IDH) general de la población
por lo que, la dimensión de género es también una de las peores con respecto a las
otras regiones y por tanto no consigue mejorar su posición al incluirla.

Nupcialidad

Una de las características de las mujeres rurales es la formación de familia a edad


temprana. La unión de parejas predominante en el país es la consensual, siendo
mayor este tipo de unión en la zona rural. El VIII Censo Nacional de Población y
Vivienda de 2002 arrojó los siguientes datos:

Cuadro 8
Estado conyugal en la zona rural según sexo, 2002

Fuente: VIII Censo Nacional de Población y Vivienda, ONE 2002

El cuadro anterior pone de manifiesto una cultura androcéntrica muy arraigada


en el país y particularmente en la zona rural, que es la del hombre declararse
soltero aún viva en unión consensual o negar la relación de pareja. Todas las cifras
son más altas en las mujeres, con excepción de la soltería y, particularmente, la
viudez, donde las mujeres presentan cifras altamente significativas con relación al
hombre123.

Fecundidad

Los datos de la ENDESA 2002 indican que a pesar de que la fecundidad ha


venido descendiendo de manera gradual aún presenta tasas relativamente altas.
El promedio se sitúa en 3.3 hijos por mujer, en tanto que para la zona rural el
indicador se ha estimado en 3.3 hijos por mujer, la cual inicia la reproducción a
edad temprana.

94 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Niveles de instrucción

Uno de los sectores en que el país presenta un mayor retraso es el educativo, lo que
gravita de manera profunda en la zona rural, donde se carece de infraestructura
escolar adecuada, maestros y maestras con suficiente formación y acceso a
tecnologías educativas que apoyen el proceso de aprendizaje. No obstante, el
país ha experimentado una reducción en los índices de analfabetismo.

Se estima que en los últimos años las mujeres han venido cerrando la brecha
educativa con respecto a los hombres, conforme a los datos del VIII Censo Nacional
de Población y Vivienda de 2002.

Cuadro 9
Tasa de analfabetismo de personas de 15 años o más según sexo y zona, 2002

Fuente: ODH/PNUD en base a ONE, 2002

Del total de la población que durante el censo, la población adulta analfabeta del
país es de aproximadamente de un 13%. Del total de iletrados, las mujeres superan
a los hombres en la zona urbana pero no en la rural. Este dato se corresponde
con los resultados de la ENDESA 2002124, los cuales indican que la proporción
masculina sin educación en la zona rural es más alta que la de las mujeres, lo que
podría estar indicando dos cuestiones: un cambio producido por la alta migración
femenina y un resultado de la creciente incorporación de la mujer a la educación.

Un ejemplo del aumento de la incorporación de la mujer rural a la formación


educativa está representado por la Tasa Bruta de Asistencia (TBA) a los niveles primario
y secundario, aunque persiste la brecha urbano-rural, presentados por la Secretaría
de Estado de la Mujer a partir de la ENDESA 2002. Los datos indican que la TBA
mejora sustancialmente a favor de la mujer en el nivel secundario, tanto a nivel urbano
como rural, lo que podría estar indicando que la falta de empleo y de incentivo en la
zona rural está gravitando en el abandono de los estudios por parte de los hombres.

Cuadro 10
Tasa Bruta de Asistencia escolar, niveles primario y secundario, 2002

Fuente: VIII Censo Nacional de Población y Vivienda, ONE 2002

Nueva ruralidad y desarrollo humano 95


Jefatura del hogar

Los datos del Censo de 2002 indican que del total de jefes de hogares censados
en la zona rural, el 29.8% son mujeres. La publicación reciente de la Secretaría
de Estado de la Mujer (SEM) sobre Mujer Rural en República Dominicana da
cuenta de que, según estimaciones de la Oficina Nacional de Planificación
(ONAPLAN) que datan de 2003, el 41.5% de los hogares con jefatura femenina
son pobres.

Existe una percepción generalizada de que los hogares encabezados por


mujeres, son los más pobres entre los pobres, aunque en el país no se han
realizado estudios comparativos de profundidad que avalen tal aseveración.
Esta percepción se basa en el hecho de que las mujeres acceden en menor
proporción que el hombre al mercado laboral y reciben menos ingresos. Si
bien la jefatura femenina constituye un gran problema en la zona urbana,
debido a la carencia o muy baja cobertura de servicios de guardería, cuando
la mujer trabaja en la zona rural los hijos e hijas quedan al cuidado de las y
los mayores.

Acceso a activos productivos

Acceso a la tierra

Después de la celebración de la Primera Conferencia de la Mujer (México, 1975),


en diferentes foros se planteó la necesidad de que las mujeres fueran favorecidas
por los planes de la reforma agraria, dado el hecho de que éstas solo podían
acceder a la tierra por vía de la herencia o compra de parcela.

Veinte años después, de acuerdo con datos del Informe Nacional preparado
para la V Conferencia Mundial de la Mujer (Beijing, 1995), para 1994, de un
total de 87,743 parceleros, 7.5% eran mujeres. Para el año 2000 la proporción
de mujeres parceleras representaba aproximadamente un 10% del total asentado,
no obstante la existencia de la Ley No. 55-97 que instruye al Instituto Agrario
Dominicano (IAD) para que distribuya de manera equitativa la tierra entre hombres
y mujeres. La poca efectividad de esta ley está asociada a la pérdida de importancia
del proceso de reforma agraria, cuya manifestación más importante es la reducción
de las inversiones y la distribución de tierras carentes de condiciones para la
agricultura125.

La situación real de las mujeres productoras es difícil de evaluar, debido


a que se carece de un Censo Agropecuario, el cual, afortunadamente, está
en fase de preparación con el monitoreo de la Secretaría de Estado de la
Mujer. No obstante, en 1999, la Secretaría de Estado de Agricultura realizó
una encuesta nacional denominada “Registro Nacional de Productores
Agropecuarios”, cuyos resultados indican que para ese año existían en el país

96 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


243,939 productores agropecuarios, de los cuales, 218,332 eran hombres y
24,762 mujeres. Los resultados dan cuenta de la existencia de 845 empresas
agropecuarias126.

Del total de superficie bajo explotación, sólo el 5.50% corresponde a mujeres.


La mayor proporción de tierras la concentran mujeres entre las edades de 55 a 64
años. La menor proporción la poseen los segmentos de mujeres comprendidos entre
25 y 34 años.

En relación a la forma de tenencia de la tierra, los resultados de este estudio


indicaron que del total de mujeres con acceso a la tierra, el 77.4% no pertenece
al sector reformado. Sólo los terrenos del 22.6% de mujeres pertenecen al sector
reformado.

Del total de tierras bajo explotación fuera del sector reformado en manos de
mujeres, el 34,7% es propia con título, en tanto que el 30.5% es propia sin título. Los
porcentajes restantes corresponden a arrendamiento, préstamo, aparcería, sucesión,
del Estado y otras. En el sector reformado, del total de mujeres con parcelas, el
17.7% posee título definitivo, en tanto que el 67% posee título provisional.

La titulación constituye un elemento clave para el ascenso social de los pobres,


ya que este documento representa una garantía para acceder a otros activos
productivos. La falta de titulación, tanto dentro como fuera del sector reformado,
afecta por igual a hombres y mujeres y ésta deberá ser una de las tareas importantes
que deberá acometer la reforma y modernización del sector agropecuario que se
está gestando desde hace aproximadamente un año.

Actividades productivas agrícolas y no agrícolas generadoras de ingresos

Las mujeres rurales desempeñan diversos roles productivos como estrategia de


sobrevivencia para la reproducción de la familia. En la producción agropecuaria
laboran como productoras por cuenta propia, como trabajadoras en predios
familiares sin percibir ningún tipo de salario y como asalariadas en fincas
agropecuarias, empresas de servicios y agroempresas. La mano de obra femenina es
muy preciada, no sólo porque la misma recibe menor paga que el hombre por igual
trabajo, sino también por su destreza motriz para manejar frutas y vegetales. De igual
manera, desempeñan un papel preponderante en la comercialización de productos
agropecuarios y derivados en los mercados, plazas públicas y en el hogar.

También, las mujeres rurales, apoyadas por el trabajo creciente tanto de la Secretaría
de Estado de Agricultura como de ONGs, están desarrollando el área de servicios,
dedicándose a actividades productivas no agrícolas: comedores, tiendas de insumos,
tiendas de consumo, salones de belleza, costura y otras. Un análisis de los resultados de
algunas de las ramas de actividades no agrícolas más importantes en las zonas rurales,
según el Censo Nacional de Población y Viviendas de 2002 arroja el siguiente dato:

Nueva ruralidad y desarrollo humano 97


Cuadro 11
Principales ramas de actividad económica no agrícola en la
zona rural según género, 2002

Fuente: VIII Censo Nacional de Población y Vivienda, ONE 2002

Como puede observarse, en lo referente a las actividades no agrícolas, los


mayores desempeños de las mujeres en la zona rural se concentran en actividades
tales como trabajadoras domésticas, labores de enseñanza, confección de
prendas de vestir, comercio al por menor y otros servicios, principalmente venta
de comidas y belleza.

El cuadro precedente muestra también la permanencia de la baja


participación de mujeres en actividades tradicionalmente masculinas, como es
la construcción, el transporte y el ingreso a los cuerpos castrenses, a pesar del
esfuerzo que realizan, principalmente ONGs, para romper la tradición a través
de la capacitación.

La Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo 2005, realizada por el Banco


Central, indica que en la zona rural existen 921,063 mujeres en edad de
trabajar, en comparación con 1,056,093 hombres. Del total de mujeres, el
34.9% constituye la Población Económicamente Activa (PEA) femenina, en tanto
que el 65.1% está inactivo. La PEA masculina se estimó en un 66.5%. Del total
de la PEA, el 50.3% estaba inactivo. De la PEA femenina, el 7.2% se dedica
a la agricultura y la ganadería, en tanto que un 12.4% labora en industrias
manufactureras y el 16.4% en el comercio mayorista y minorista. El mayor número
de la PEA femenina, el 29.9% se reporta como trabajando en otros servicios.

Un hallazgo interesante es el que señala la ENDESA 2002, en relación al


uso dado por la mujer a sus ingresos. Según el dato, “aproximadamente dos
de cada tres mujeres cubren la mitad, más de la mitad o todos los gastos del
hogar”. La mayor proporción de mujeres asalariadas que destinan sus salarios a
los gastos del hogar reside en provincias muy pobres del país, como son Sánchez
Ramírez, Pedernales y El Seibo, en tanto que las mujeres asalariadas de las
provincias Duarte y Peravia, con menor proporción de población pobre, son las

98 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


que menos contribuyen a los gastos del hogar. Este dato constituye un elemento
de gran valor para el diseño de políticas públicas diferenciadas conducentes al
desmantelamiento de las privaciones que frenan el desarrollo humano.

Acceso al crédito y a la tecnología

A pesar del aporte significativo de la mujer a la reproducción de la familia y al


sostenimiento del hogar, la mujer rural continúa rezagada en cuanto al acceso
al crédito y, por ende, a la tecnología agrícola y no agrícola.

Las cifras que muestran la dinámica del movimiento de la cartera de préstamos


del Banco Agrícola de República, aunque disponibles, no están discriminadas
por sexo, hecho que revela el débil peso de la mujer en este movimiento.

Cuadro 12
Préstamos otorgados, montos financiados y productores
beneficiados por el Banco Agrícola, 2000-2005

Fuente: Elaborado por la Secretaría de Estado de la Mujer, a partir de documentos


del Departamento de Planificación del Banco Agrícola de la República,
octubre 2006

A pesar de la falta de discriminación por género de los datos, los mismos


revelan que las mujeres beneficiarias de los créditos de la banca estatal destinada
al fomento agropecuario y actividades productivas en las zonas rurales, no superan
el 3%, lo que se corresponde también con los montos otorgados. Entre 2000 y 2002
el monto desembolsado a las mujeres fue de 138.5 millones, aproximadamente.

Participación comunitaria

Para el período 1981-1982, existían 272 asociaciones conformadas por mujeres,


que recibían cierto nivel de asistencia de los extensionistas de la SEA. Entre
1997 y 1998 la Secretaría de Estado de Agricultura realizó un inventario de las
organizaciones de productores, mujeres y jóvenes existentes en la zona rural, el
cual arrojó 4,249 organizaciones rurales y comunitarias que agrupaban 141,134
personas. De este total, el 69% eran hombres y el 31% mujeres.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 99


El crecimiento de la organización comunitaria a nivel rural se vincula al
apoyo otorgado por los extensionistas, dado que los diferentes enfoques del
servicio priorizan la organización como punto focal para la entrega de bienes
y servicios. También las amplias acciones que ejecutó el PIDAGRO, tanto a
nivel de la SEA como del IAD, dieron especial importancia a la organización
campesina, destinando fuertes inversiones para este propósito, impulsando el
trabajo de las ONG y de los diferentes gremios de campesinos y campesinas
organizadas, dando como resultado el empuje desplegado por las federaciones,
confederaciones y juntas.

Las organizaciones de mujeres rurales constituyen escenarios de actuación de


éstas en la vida pública, a través de los cuales han podido lograr importantes
conquistas en la búsqueda de la equidad en sus espacios territoriales.

Por lo general, la preocupación de los hombres de la zona rural gira en torno


a los insumos para la agricultura (semillas, fertilizantes, etc.), la comercialización,
los precios y otras variables asociadas. A las mujeres les preocupa la situación de
los servicios comunitarios: agua, luz, instalaciones escolares, de salud, carreteras,
iglesias y centros comunales; así como los aspectos relacionados con la alimentación,
tales como precios y disponibilidad de los alimentos.

En el país existe la Confederación Nacional de Mujeres del Campo


(CONAMUCA), la cual agrupa alrededor de 8 mil mujeres a nivel nacional,
aunque no cuenta con una cobertura en toda la geografía. CONAMUCA tiene
reconocimiento nacional e internacional. Sin embargo, la efectividad de su
intervención a favor de la consecución de políticas públicas para las mujeres se
diluye dada su baja participación en las corrientes actuales que rigen los esquemas
económicos de países como República Dominicana. Su accionar demanda, además
del mejoramiento y ampliación de su representatividad, de un remozamiento y
adecuación de sus objetivos y estrategias, de manera que sus planteamientos
incidan en la toma de decisiones en materia de política de desarrollo rural.

Mujer rural y políticas públicas

A pesar de la gran pobreza que afecta a la población rural, en el país no existen


políticas públicas que apunten al desarrollo rural integral. Las políticas públicas son
globales y su instrumental no diferencia entre zona urbana y zona rural, y mucho
menos tienen como eje transversal el género y el ambiente.

La temática del presente foro en torno a la nueva ruralidad en República


Dominicana y el desarrollo humano abre la posibilidad de que el país se sensibilice
sobre las desigualdades territoriales y sus gentes, sobre la falta de libertad que
afecta a más de la mitad de la población rural, dada las privaciones materiales y
espirituales que la agobian y que no permiten la creación de capacidades para la
gestión de su liberación.

100 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


La nueva ruralidad, como noción construida a partir de la necesidad de aplicar
un enfoque integral que permita la sobrevivencia del territorio rural y su gente, puede
constituir un instrumento conceptual que oriente el logro del desarrollo humano en
los territorios rurales, visto esto como una continuación –y no como una ruptura- de
lo urbano.

La nueva ruralidad percibe a la mujer como un ser altamente vulnerable, que


al ser prisionera de las privaciones, no goza de libertad ni de la capacidad de
gestionar su desarrollo como persona. Pero al mismo tiempo plantea el instrumental,
a partir del enfoque territorial, para lograr la equidad de género, como crear
capacidades en los grupos vulnerables para el aprovechamiento y valoración de
sus oportunidades.

En este contexto, en el marco de una nueva ruralidad que apunta al logro


del desarrollo humano de la población rural, las políticas públicas orientadas al
desarrollo rural deben diseñarse bajo el enfoque territorial y de manera diferenciada
y bajo el reconocimiento de que la mujer rural, al tiempo que participa en el proceso
productivo, constituye un eje fundamental en la redistribución de los beneficios
que se derivan de ese proceso por ser base del núcleo familiar y del desarrollo
comunitario.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 101


102 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO
Juan José Espinal
Director Ejecutivo del Centro para el Desarrollo
Agropecuario y Forestal (CEDAF) e investigador
del Informe Nacional de Desarrollo Humano 2007

Estructura productiva
del sector rural
y agropecuario

Nueva ruralidad y desarrollo humano 103


104 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO
L a agricultura y el medio rural históricamente han desempeñado un rol fundamental
en el desarrollo de los pueblos. La oferta de alimentos para la población ha sido
la primera y más reconocida contribución de la agricultura. Unida a esta función,
también se le ha reconocido a la agricultura sus aportes como abastecedora
de materias primas para los procesos de industrialización. Sin embargo, en los
debates de las últimas décadas se incorporan otras dimensiones de la contribución
de la agricultura al desarrollo, en particular, lo relativo al rol que la agricultura
ha desempeñado de manera fundamental en la sostenibilidad ecológica y
ambiental. Las últimas tendencias han introducido al debate mundial la idea de la
multifuncionalidad de la agricultura.

En la actualidad, el debate sobre las contribuciones del sector agropecuario


al desarrollo ha incorporado el tema del desarrollo territorial rural y su vínculo con
el desarrollo agrario, estableciendo que sin desarrollo agrario no puede haber
desarrollo rural; pero que el sector agropecuario actual no puede ser, ni es, la
única actividad económica del territorio rural. Es decir, la ruralidad es más que la
agricultura, y la agricultura no es sólo rural; de hecho ya se habla de la importancia
que tiene la agricultura urbana en muchos países.

Adicionalmente, el impacto de la agricultura y la vida rural a la economía


incluye el hecho de que la mayor parte de las provincias del país dependen
principalmente de las actividades productivas asociadas a la agricultura y la
ruralidad, por lo que las posibilidades de mejorar la eficiencia y la equidad en
la sociedad dominicana están asociadas a los cambios que ocurran en el mundo
rural.

Hay que destacar que la agricultura y lo rural tradicionalmente han sido


asociados a sectores “poco desarrollados”. La modernidad se vincula a actividades
no agrícolas, lo cual ha servido de base para profundizar un proceso de
incomprensión de la vida rural y mantener un esquema de inversión en los sectores
no agrícolas. Sin embargo, las posibilidades de desarrollo del país requieren
cambios sustanciales en la calidad de vida rural, no sólo porque representan una
parte importante de la población dominicana, sino también porque los problemas
de la pobreza rural, si no se solucionan en su propio espacio, se trasladan hacia el
resto de los territorios urbanos nacionales.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 105


La vida rural tiene en su estructura económica varios ejes productivos
importantes como son: el sector agropecuario, la industria y la manufactura, el
turismo, el ecoturismo y otros servicios. La vinculación a un sector u otro es un factor
importante que influye en la calidad de vida de la población rural.

El sector agropecuario

Aunque la vida productiva rural no está determinada exclusivamente por la


agricultura, es innegable que la agropecuaria es la principal actividad económica
de las zonas rurales dominicanas. En adición, muchas actividades productivas de
la industria y los servicios se desarrollan en función de la dinámica que genera la
actividad agropecuaria. El sector agropecuario no sólo es determinante para la
vida rural, sino que también constituye individualmente uno de los sectores más
importantes en la economía dominicana.

Como podemos apreciar en el Cuadro 13, el sector agropecuario aportó el


11.5% del PIB y alrededor del 14.6% del empleo nacional en el año 2005. Como
también podemos observar, estos aportes han ido decreciendo de forma progresiva
en la última década. Esta tendencia no significa que en términos reales sus aportes
hayan disminuido, ya que éstos se han mantenido creciendo, sino que lo han hecho
a una tasa inferior que otros sectores de la economía que han tenido una notable
expansión.

Cuadro 13
Composición sectorial del PIB y el empleo, 1996-2005

Fuente: Elaboración propia en base a datos del Banco Central de República Dominicana, Encuesta Nacional de
Fuerza de Trabajo.

En efecto, si bien la economía dominicana ha tenido un desempeño muy


exitoso en las últimas tres décadas y media, al crecer a una tasa promedio
anual del 5%, la agricultura sólo alcanzó una tasa promedio de 2.9%, cercana
a las tres quintas partes de la tasa general de la economía. Este crecimiento fue
cercano a la tasa de crecimiento de la población entre 1970 y 2005, que fue
de 2.4%127.

106 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


La estructura productiva del sector rural dominicano está dominada por la
actividad agropecuaria. Ésta se compone de cuatro subsectores que son: el agrícola,
el pecuario, la silvicultura y la pesca.

Históricamente, la agricultura ha sido el subsector más importante, aunque en


los últimos años la actividad pecuaria ha tenido un mejor desempeño. En 2005, los
cultivos representaron 38% del total, la producción pecuaria el 51%, y la silvicultura
y la pesca el 11% del valor de la producción a nivel de finca.

Los principales cultivos, en términos de valor, son el arroz en cáscara 14% ,


el café 9%, la caña de azúcar 6% , el plátano 6% , el tomate 3%, el cacao 2%, el
banano 2% , la yuca 2% y las frutas 38%.

Los principales productos pecuarios son la carne bovina que representa el


39% de la producción pecuaria, la leche con un 24% y la carne de pollo con un
18%128.

No sólo en República Dominicana

Si comparamos República Dominicana con otros países de la región, observamos


que el crecimiento sectorial agropecuario, al igual que el crecimiento general de la
economía dominicana, fue superior al de la mayoría de los países de la región y
superior al promedio, como se observa en el Cuadro 14.

Cuadro 14
Tasas de crecimiento promedio anual del PIB agrícola y no agrícola, 1970-1999

Fuente: Banco Mundial, 2005

Nueva ruralidad y desarrollo humano 107


El desnivel en el desempeño del sector agropecuario con respecto al del resto
de la economía es un hecho que ocurre en casi todos los países. Esta tendencia
sólo tuvo algunas excepciones en países donde la agricultura creció de forma
ligeramente superior al resto de las actividades económicas, como es el caso de
Argentina, Venezuela, Nicaragua, Jamaica y Guyana.

La razón principal es que el proceso de diversificación de las economías


de los países de la región se ha orientado hacia actividades no agropecuarias;
también se debe al hecho de que el proceso de transformación de la agricultura
hacia actividades de mayor valor, y que implican una transformación del producto,
como la agroindustria, hace que estos aportes se contabilicen en otras ramas de
la economía. En el caso dominicano esto es importante, ya que si se analizan los
rubros más dinámicos del sector industrial, fuera de las zonas francas, la mayoría
son rubros agroindustriales.

Contribución ampliada

Es importante destacar que en la actualidad el análisis de la importancia de la


agricultura agrega otros elementos con el fin de reflejar adecuadamente estos
aportes, incorporando los encadenamientos con la industria de la transformación y
el consumo, por una parte, y con las empresas proveedoras de insumos y servicios,
por otra. Un estudio reciente del IICA129, estima que los encadenamientos de la
agricultura primaria con la producción de alimentos y manufacturas derivadas de
la misma, eleva su contribución como PIB agrícola ampliado a un 27,5%.

Cuadro 15
República Dominicana: Contribución real de la
agricultura, 2005

Fuente: IICA en base a datos del Banco Central de la República


Dominicana, 2005

Participación por subsector

El comportamiento de la agropecuaria estuvo sustentado básicamente en el


crecimiento de los subsectores agricultura y ganadería. Como se puede observar
en el Gráfico 28, entre 1980 y 2000 las actividades del subsector agricultura en

108 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


promedio fueron las que más aportaron al PIB. Entre 2000 y 2005, el subsector
ganadería se colocó ligeramente por encima del subsector agricultura.

Gráfico 28
Participación porcentual por subsector del sector agropecuario
sobre el PIB total, 1980-2005

Fuente: Elaborado a partir de datos del Banco Central.

La producción agrícola ha mostrado una tendencia decreciente, aún cuando la


producción agrícola orientada al comercio internacional ha aumentado. La pecuaria,
la silvicultura y la pesca han tenido tasas de crecimiento positivas. Los datos más
recientes indican que para el año 2005 el crecimiento de la actividad agropecuaria
(7.2%) se basó en el crecimiento del subsector ganadero, el cual registró un
incremento de 17%, en tanto que la agricultura se contrajo en -2.2%130.

Importancia de la manufactura y los servicios en la generación de


empleos en la vida rural

Individualmente, la agricultura es uno de los sectores que más empleo genera. El


total de los ocupados en 2006 fue de 3.4 millones de personas, de los cuales un
26.9% pertenecía a zonas rurales131. La participación en el empleo de los distintos
subsectores refleja la composición de la estructura productiva del sector rural, con
la predominancia de las actividades agropecuarias, seguida por las actividades de
comercio, industria, servicios y construcción.

La actividad agrícola y ganadera concentraba el 42.8% del total de ocupados


rurales. Le siguen en importancia los servicios relacionados al comercio (14.4%),
la industria manufacturera (10.4%), los servicios relacionados al transporte y
comunicaciones (5.9%), y la construcción (5.9%).

El sector agrícola-ganadero genera empleos entre la población más pobre


del país, particularmente rural, lo que le brinda una particular importancia en la
vida socio-económica y en las políticas que puedan establecerse para combatir la
pobreza en la sociedad dominicana.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 109


En la economía rural dominicana, la producción de bienes es más importante en la
generación de empleos que la producción de servicios. Para 2004, la mayor parte de
los ocupados rurales se dedicaba a la producción de bienes (59.7%), principalmente
en agropecuaria y manufactura de productos agropecuarios. El resto de los ocupados
rurales se dedicaba a la provisión de servicios (40.3%). En consecuencia, la
participación de la manufactura y los servicios constituyen un importante eje de la
estructura productiva del sector rural, como se refleja en el Gráfico 29, donde se
reporta la participación de las diferentes fuentes de empleo por provincias del país.

Gráfico 29
Distribución porcentual de los ocupados que declararon una actividad
económica, según rama de actividad, 2002

Fuente: Censo Nacional de Población y Familia, 2002

Productividad del trabajo agrícola

La productividad de los factores ha estado aumentando en la agricultura dominicana.


Esto es un hecho importante ya que, contribuye a mejorar la eficiencia de la
economía dominicana y a que ésta sea más competitiva. El Cuadro 16 reporta la
productividad agrícola, así como la productividad del trabajador agrícola y, en
ambos casos, se nota el incremento que se ha producido en las últimas décadas.

110 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Cuadro 16
República Dominicana: Producción agropecuaria y
productividad, 2003

Fuente: Banco Mundial 2003, World Development Indicators, Pag. 128.

En el caso específico de la productividad del trabajador agrícola, la


productividad media del país es superior a la de los países centroamericanos,
excepto la costarricense. Queremos indicar que en esto ha contribuido de manera
importante la mano de obra de inmigrantes en la agricultura, como reveló un estudio
reciente del Banco Mundial132.

Cuadro 17
Valor agregado por trabajador agrícola en
países seleccionados, 1999-2001

Fuente: Banco Mundial 2003, World Development


Indicators, Pag. 128.

Turismo y agricultura

Uno de los ejes potenciales más importantes de la estructura productiva


del sector rural es el turismo y el ecoturismo. El turismo, en primer lugar, tiene
una relación de creciente importancia con la producción agropecuaria como
demandante de productos. Un estudio del IICA133 revela un volumen significativo
de demanda de productos agropecuarios que tiene el sector turístico dominicano,
donde se ve claramente el potencial de este sector y los productos que se proyectan
como grandes oportunidades de inversión y producción.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 111


Adicionalmente, el turismo ha estado creciendo como actividad propia de
la vida rural. El turismo agrícola y el ecoturismo son actividades cada vez más
importantes en el país. Esto permite diversificar las fuentes de empleo e ingresos de
los habitantes rurales y constituyen un instrumento económico clave en los esfuerzos
por superar la pobreza rural y por vincular la vida rural a las actividades más
dinámicas de la economía dominicana.

Políticas agrícolas y reducción de la pobreza rural

El pensamiento sobre los determinantes de la pobreza rural y sus implicaciones


para el desarrollo rural han evolucionado notablemente en los últimos
años. Hasta hace poco, las corrientes de pensamiento sobre la ruralidad no
tomaban en consideración el alto grado de heterogeneidad que caracteriza a
las sociedades rurales y el carácter multidimensional de la pobreza. De igual
forma, se centraban en la actividad agrícola y no incorporaban al análisis el
trabajo en la pequeña empresa rural no agrícola, el trabajo rural no agrícola
y tampoco la participación de las mujeres al mercado laboral remunerado. La
búsqueda de nuevos enfoques para el problema rural en América Latina llevó a
que los organismos internacionales de cooperación diseñaran estrategias que
incorporaran el enfoque territorial.

De ahí surgió el enfoque de la “nueva ruralidad”, mediante el cual se


vinculan los temas de pobreza rural con aspectos claves del desarrollo económico
local, la competitividad, la descentralización y el medio ambiente. En esta
visión, lo rural se entiende como un conjunto más allá de lo agropecuario,
reflejando un modo de vida. Otras corrientes han desarrollado el enfoque de la
multifuncionalidad de la agricultura, intentando hacer énfasis en otras nuevas
fuentes de empleo, así como en las tareas, valores y visiones que se dan hoy
en el ámbito rural.

El sector agropecuario ha estado marcado por una visión desde la oferta, donde
el enfoque central ha sido producir sin vincular la producción con las posibilidades
del mercado. Actualmente, se comienza a comprender la relevancia de una visión
orientada al mercado en las actividades agropecuarias. Sin embargo, todavía para
los productores agropecuarios tradicionales, hay dificultades para asumir el hecho
de que crecientemente son el mercado y sus agentes quienes tienen el peso decisivo
en la determinación de las tendencias, oportunidades y restricciones que enfrentan
los pobres rurales.

Esta limitada visión ha conllevado la desvinculación de las acciones orientadas


a la trasformación productiva de aquellas que apuntan a las reformas de las
instituciones rurales y a la necesidad de políticas diferenciadas para la pequeña
agricultura. En particular, se han tenido dificultades en adecuar las políticas y
estrategias centrales a las potencialidades y restricciones específicas que presenta
cada localidad.

112 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Las zonas rurales en República Dominicana han sido las menos favorecidas
por la prosperidad económica. Los cambios ocurridos en la economía dominicana
han implicado una nueva forma de inserción en la economía mundial donde nuevos
renglones han sustituido a la agricultura como la fuente más dinámica de la actividad
económica, como es el caso de las zonas francas o el turismo.

Todavía la pobreza tiene mayor impacto relativo en la vida rural que en la urbana.
Según las estimaciones del Banco Mundial, “la incidencia de la pobreza rural en 2004
era 21 puntos porcentuales más alta que en las zonas urbanas, mientras que la tasa
de pobreza extrema era 13 puntos mayor”.134 Sin embargo, en las ciudades vive una
mayor cantidad de pobres como consecuencia del crecimiento poblacional urbano.
En la ponencia presentada por Isidoro Santana en este mismo Foro, se perciben
claramente las diferencias existentes entre los ámbitos urbanos y rurales, la incidencia
de la pobreza y la insatisfacción de necesidades en el sector rural.

Adicionalmente, las transferencias del sector agrícola hacia las actividades


urbanas no agrícolas (vía control de precios, impuestos a las exportaciones, etc.)
reducen la capacidad de inversión a largo plazo del sector agrícola y, por ende,
su habilidad para crear oportunidades de trabajo. A esto se agrega la existencia
de actividades más rentables y menos riesgosas en otras esferas de la economía,
lo cual no permite estimular las inversiones hacia el sector rural. En realidad, si no
se logran compensar los riesgos de la actividad agropecuaria y las diferencias de
rentabilidades con otros sectores, las posibilidades de captar recursos financieros
por el sector agropecuario serán limitadas.

Hay que considerar que pese a que la economía rural actual está inserta en
el proceso de globalización, es el sector con mayores limitaciones para articularse
a las disciplinas comerciales y es la fuente de enfrentamiento más fuerte entre
las corrientes de apertura y las de protección. Sin embargo, el proceso de
apertura mundial crece, el comercio y los mercados de capitales están articulados
globalmente, operando siempre y a cualquier distancia, se diluyen las fronteras y
las distinciones entre los mercados locales, regionales, nacionales y globales. La
influencia de esta apertura marca el rumbo de la dinámica agrícola, y la capacidad
de los gobiernos nacionales para orientar su propia economía, se ven limitadas.

Por otro lado, esta situación incrementa la necesidad de mejorar la gestión de


los gobiernos locales de cara a impulsar políticas que fortalezcan la capacidad
de las economías rurales para competir globalmente.

Tipología de productores y familia rural

La agricultura es una actividad relevante en la economía nacional aún cuando haya


perdido participación en el Producto Interno Bruto (PIB), ya que los productores
y las familias de agricultores constituyen parte importante de la población
dominicana y del uso del espacio rural.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 113


La agricultura dominicana opera en un esquema dual, donde existen una
agricultura empresarial comercial y otra agricultura campesina de subsistencia.
La agricultura campesina de subsistencia, aunque sus aportes al ingreso total del
productor son muy limitados, está también orientada al mercado, ya que la mayor
parte de su producción se destina a éste, pero tiene una capacidad muy limitada
de capitalización a causa del pequeño tamaño de sus unidades productivas y de
sus bajos niveles de desarrollo tecnológico.

En República Dominicana, la “pequeña agricultura” representa la de mayor


cobertura en cuanto a número de productores involucrados y en cuanto al tipo
de rubros producidos. Del total de productores agropecuarios, el 64% tiene una
propiedad inferior a 50 tareas (3.1 hectáreas). Estos productores poseen apenas
un 12% del total de las tierras135.

La pequeña propiedad se distribuye en todo el territorio nacional, ya que en


todas las regiones, los productores con menos de 50 tareas representan más del
50% del total de productores. Pese a esto, se observa una mayor concentración
de la pequeña propiedad en las regiones Norte, Norcentral, Noroeste, Nordeste
y Suroeste.

Cuadro 18
Distribución regional de la pequeña propiedad agrícola, 1998

Fuente: Secretaría de Estado de Agricultura (SEA). Registro Nacional de Productores


Agropecuarios, 1998. 1 hectárea = 15.9 tareas

La agricultura familiar se desarrolla en condiciones donde es difícil separar las


actividades del hogar de las de carácter productivo, siendo ésta al mismo tiempo,
una unidad de consumo (la familia) y una unidad de producción (la finca o parcela).
Esta agricultura utiliza fuertemente el trabajo familiar, aunque puede incorporar
trabajo asalariado en diferentes momentos en la medida que va moviéndose hacia
una actividad comercial o empresarial. Obviamente, es una producción que se
destina al mercado aunque tiene diversos niveles de autoconsumo.

114 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


La familia es la unidad social y productiva principal. Sus valores centrales de
convivencia son la independencia (no asalariarse), la reciprocidad y la solidaridad.
El trabajo familiar no remunerado se convierte en la base de su subsistencia.

Agricultura y reforma agraria136

República Dominicana llevó a cabo un proceso de reforma agraria que procuró,


entre otras cosas, consolidar a la pequeña propiedad agraria como parte importante
del sector rural, justo en el tiempo en que se impulsaban políticas nacionales que
favorecían el desarrollo industrial y el proceso de urbanización. No obstante, este
proceso de reforma agraria contribuyó a consolidar una importante franja de
pequeños productores en los “asentamientos de la reforma agraria”, los cuales son
parte importante del proceso de consolidación de la familia rural y de la agricultura
familiar. Un dato relevante que refleja la importancia de la reforma agraria en el
proceso de consolidación de la familia rural, es el hecho de que el 20% del total
de productores agropecuarios identificados en el Registro Nacional de Productores
Agropecuarios son parceleros de la reforma agraria137.

Gráfico 30
Participación de la producción total de ciertos productos
provenientes de asentamientos de la reforma agraria, 2004-2005

Fuente: Secretaría de Estado de Agricultura (SEA), Diagnóstico del Sector Agropecuario,


2005, Instituto Agrario Dominicano (IAD), Cuadro de las principales Variables
Estadísticas Ejecutadas por el IAD en 2004-2005

El sector de reforma agraria fue fundamental en el proceso de producción agrícola


orientada a suplir los bienes-salarios que reclamaba la política de desarrollo industrial
con bajos salarios, para lo cual los alimentos tenían que estar disponibles al menor
precio posible. La producción agropecuaria basada en la unidad familiar era esencial

Nueva ruralidad y desarrollo humano 115


en este proceso. Los datos de participación de los asentamientos de reforma agraria
en la oferta nacional indican claramente la alta concentración de la reforma agraria
en la producción de arroz, donde aporta más del 40% de la producción nacional.

Impacto del DR-CAFTA en el sector rural

La incorporación de República Dominicana al DR-CAFTA constituye la decisión


nacional de política comercial más importante de los últimos tiempos, ya que
Estados Unidos constituye el principal socio comercial del país y un gran productor
agropecuario. El proceso de apertura que implica el DR-CAFTA (Tratado de Libre
Comercio con Centroamérica, Estados Unidos y República Dominicana, por sus
siglas en inglés) tendrá importantes implicaciones para el país y su agricultura, no
sólo en términos comerciales, sino también en términos institucionales.

La entrada en vigencia del DR-CAFTA constituye uno de los grandes retos que
tiene la agricultura dominicana en el futuro. Al mismo tiempo, es una oportunidad
para poder continuar los esfuerzos orientados a promover la diversificación de
la oferta agropecuaria. En cuanto a las implicaciones institucionales, la entrada
en vigencia del mismo, conllevará mayores niveles de disciplina en las relaciones
comerciales, en las normas productivas e incluso en la gestión económica del
país.

Bajada de precios de bienes y servicios

Otra de las implicaciones que se espera es que los precios de los bienes y servicios
disminuyan. El acuerdo eliminaría las barreras a las importaciones de todo tipo y,
por tanto, la competencia entre los productores nacionales y extranjeros abarataría
los precios. La entrada en vigencia del acuerdo tendrá diversos efectos sobre la
economía rural, comenzando con cambios en los precios de bienes e insumos, y,
eventualmente, en los precios del trabajo y la tierra agrícola.

Para muchos productos agrícolas que compiten con importaciones se anticipan


caídas de precios que reducirían la rentabilidad del productor agrícola y reducirán
la demanda de trabajo, llevando finalmente al cambio hacia otros productos, en la
medida que sea posible. Los menores precios a su vez reducirían el costo de vida
del consumidor en general y, por esa vía, moderarían el impacto negativo en el
productor y en los obreros rurales.

Aunque el bienestar de los habitantes rurales como consumidores se elevaría


por las bajas de precios de alimentos, los ingresos netos podrían reducirse en
tal magnitud que no alcance para adquirir mayores niveles de consumo. Este
escenario es concebible tanto para productores de bienes importables como para
sus obreros. Los productos importables representan más de la mitad del valor actual
de la producción agropecuaria y en ellos se anticipan presiones hacia la baja de
sus precios138.

116 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Mercado de la tierra

Otro impacto del DR-CAFTA es que podría conducir a un aumento en el valor de la


tierra en la medida en que se desarrolle un mercado de este bien. Esto permitiría
una mayor movilización de recursos financieros hacia el sector rural, al mismo
tiempo que contribuiría a una mayor eficiencia de la actividad agropecuaria, ya
que los productores más eficientes serían los que podrían invertir en tierras que
requieran cada vez mayor inversión.

Importaciones dominicanas de productos agropecuarios

Los productos del sector agropecuario fueron clasificados en diferentes canastas, las
cuales están sometidas a diversos procesos progresivos de desgravación arancelaria, que
pueden comenzar desde la entrada en vigencia del acuerdo hasta 20 años después.

Además de las canastas, República Dominicana ha establecido cuotas de


importación para proteger, por un tiempo máximo de 20 años, los productos de
consumo y producción local que presentan mayor sensibilidad a la competencia
internacional. Las cuotas fueron establecidas tomando en consideración la rectificación
técnica que se negoció con la Organización Mundial de Comercio (OMC). Los
productos como el arroz, los muslos de pollo y la leche en polvo tienen cuotas por 20
años. El ajo, la habichuela y la carne de res y cerdo, tienen cuotas que van desde
los 12 hasta los 15 años. Otros productos afectados por el régimen de cuotas de
importación son el azúcar, la mantequilla, algunos quesos, los helados y el yogurt.

Exportaciones dominicanas de productos agropecuarios

Por otro lado, el impacto favorable del DR-CAFTA en los bienes exportables se limita a
aquellos productos que tendrán mayores oportunidades de comercio; la mayoría de los
bienes exportables no tendrán cambios en su acceso al mercado de Estados Unidos.

El DR-CAFTA beneficiaría, de manera inmediata, a seis grupos de productos


exportables de República Dominicana, sujetos a cuotas OMC en Estados Unidos,
cuyo acceso sería aumentado a través de nuevas cuotas DR-CAFTA libres de arancel
o mediante la disminución progresiva del arancel sobre-cuota OMC. Las nuevas
cuotas DR-CAFTA son para carne bovina, azúcar, quesos, leche evaporada o
condensada, helado y otros lácteos. Estados Unidos no abrirá cuotas DR-CAFTA
para maní, mantequilla de maní, algodón ni para tabaco, pero el arancel sobre-
cuota OMC disminuiría progresivamente hasta desaparecer hacia el año 15.
Tampoco habrá cuotas para leche en polvo, mantequilla, leche fluida y crema, pero
su arancel sobre-cuota se elimina en los años 11 a 20.

Estados Unidos aplicará medidas de salvaguardia139 a algunos productos


como la leche, los productos lácteos y el algodón, pero no aplicará esta medida a
las importaciones de tabaco.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 117


Quince años después del inicio del acuerdo habrá libre acceso al mercado
estadounidense para carne bovina, maní, mantequilla de maní, algodón y tabaco.
Las exportaciones de estos cuatro productos han sufrido por falta de acceso al
mercado de Estados Unidos y su producción, muy probablemente, crecerá cuando el
acuerdo entre en vigencia. El maní y el algodón fueron importantes en la producción
nacional, pero casi desaparecieron por causa de los subsidios internacionales que
deprimieron los precios de venta. En veinte años habrá libre acceso para productos
lácteos y, en adelante, sólo quedarán el azúcar y el etanol sujetos a restricciones
cuantitativas de acceso al mercado de Estados Unidos.

La excepción del azúcar es significativa, considerando que Estados Unidos


no concede libre mercado para edulcorantes, mientras que República Dominicana
y Centroamérica sí lo hacen. Además, cuando reintrodujo la cuota azucarera en
1982, Estados Unidos redujo significativamente el acceso del azúcar exportada
por República Dominicana y Centroamérica. En contraste, el jarabe o sirope
de maíz, rico en fructosa, un sustituto del azúcar, estará sujeto a salvaguardias
con un pequeño volumen de activación, pero en quince años estará libre de
arancel.

Los productos importables recibirán cada vez menos protección a través


de reducciones de los aranceles ordinarios y de los aranceles adicionales
de salvaguardias, así como del aumento de las cuotas de importación libre de
arancel.

Oportunidades

Otro impacto esperado de la puesta en vigencia del tratado es que podría conducir
a un mayor dinamismo de las exportaciones no tradicionales, fortaleciendo
una tendencia que se inició antes del tratado, pero que con el mismo debería
profundizarse. Para aprovechar estas oportunidades será necesario modernizar
los sectores, ya que éstas requieren de inversión privada, tecnologías modernas e
integración estratégica.

En base a los estudios que se han realizado sobre el impacto del DR-CAFTA, se
espera que algunos productos aprovechen estas oportunidades, como las frutas y
los vegetales; otros tendrían que desarrollar acciones importantes para aprovechar
las oportunidades y algunos se verían fuertemente amenazados.
Según las posibilidades que tienen los productos nacionales frente al DR-
CAFTA, se los puede clasificar en:
• Dinámicos: frutas y vegetales (hortalizas).
• Rezagados (perdedores netos): granos básicos como arroz, habichuelas,
y maíz.
• Con ventajas competitivas: café, cacao, y tabaco en mercados especiales
(orgánico, comercio justo).
• Con fuertes limitaciones: productos pecuarios.

118 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Otra de las implicaciones de la entrada en vigencia del DR-CAFTA es la expansión
de las actividades rurales no agrícolas, debido a los siguientes factores:
• Modernización de las cadenas agroempresariales.
• Mayor integración (transporte, distribución).
• Aumento del comercio (agroquímicos, semillas, frigoríficos,
supermercados).
• Aumento del uso de los servicios financieros (tarjetas de crédito, banca
virtual).
• Aumento de las aplicaciones biotecnológicas.
• Aumento de la participación de las empresas locales (posicionamiento
en nichos específicos tales como turismo rural, artesanías, servicios
especiales de transporte), para lo cual se necesita crear un clima de
negocios y mecanismos innovadores como las alianzas estratégicas con
empresas grandes nacionales y/o extranjeras.

De igual forma, otra de las implicaciones importantes sería la posibilidad de


cambio/sustitución de los modelos de cultura/consumo nacionales, como sería la
sustitución de alimentos simples (granos básicos, ganadería intensiva) hacia alimentos
con mayor proceso industrial. Esto se debe al crecimiento de las comidas rápidas,
al proceso de urbanización, a la transnacionalización del sector agroindustrial, así
como a la difusión de estos patrones y modas vía televisión, cine, e Internet.

Sobre importaciones agropecuarias

República Dominicana es el octavo importador de maíz y el quinto de soya y sus


derivados provenientes de Estados Unidos. Este crecimiento de las importaciones y
el cambio en los productos importados son indicadores de los cambios que han ido
ocurriendo en los patrones de consumo a través del tiempo. Esto crea importantes
interrogantes sobre la seguridad alimentaria en el marco de un proceso de apertura,
lo cual debe ser considerado en la definición de las políticas públicas.

Sobre las exportaciones agropecuarias

Otro aspecto del sector agropecuario dominicano es que ha perdido dinamismo


e importancia en las últimas décadas; actualmente, es tan sólo el quinto sector del
país en volumen de generación de divisas representando un 2% del volumen total.
Con la puesta en vigencia del DR-CAFTA se abre una amenaza, pero también una
oportunidad, con respecto las exportaciones del sector agropecuario.

En el volumen de aporte de divisas, los principales productos exportados son el


azúcar con un 37% del valor de las divisas generadas por el sector agropecuario,
el guineo con un 16.4% y el cacao con el 15.3%. Es de resaltar la importancia
creciente en las exportaciones agropecuarias de productos no tradicionales como
el mismo guineo o el aguacate, los frutos y vegetales o el coco seco.140 De todos
éstos, el azúcar es el único producto protegido a través de la rectificación técnica.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 119


¿Cuáles son los desafíos?

Varios factores han contribuido141, en distinta medida, al subdesarrollo de la


agricultura en la mayoría de los países en desarrollo. Se destacan principalmente
dos:
• El sesgo de las políticas internas contrario a la agricultura.
• El alto grado de distorsión producido en los mercados mundiales de
productos agropecuarios por la protección y las subvenciones a ese
sector en muchos países desarrollados.

Aunque se han realizado progresos en ambas esferas en los últimos años,


todavía queda mucho por hacer. Los países en desarrollo tienen una oportunidad
crucial en las actuales negociaciones de la OMC sobre la agricultura, dado que
en ella se determinará principalmente si se han realizado reformas significativas en
relación con esas cuestiones.

El segundo factor clave que limita el potencial agrícola de los países en desarrollo
es el grave problema que representan los altos niveles de subvenciones y de protección
proporcionados a la agricultura en el mundo desarrollado. Esta realidad perjudica
a los países en desarrollo de diversas maneras. La ayuda interna a la agricultura
fomenta la superproducción que, a su vez, aumenta los suministros de los mercados
mundiales (reduciendo la demanda de importación o aumentando los suministros
de exportación) y hace bajar los precios mundiales. La baja de los precios hace
más difícil que los productores de los países en desarrollo puedan competir en sus
mercados internos, así como en los mercados internacionales, con lo que disminuyen
los incentivos para la producción y se retarda el desarrollo del sector agropecuario.

Estudios realizados142 sobre el comportamiento del sector agropecuario


dominicano coinciden al señalar que su deficiencia obedece a causas internas y
externas. Entre los factores internos, cabe mencionar:
• La desarticulación de la política sectorial.
• La ineficiencia institucional en la ejecución de proyectos de desarrollo
agropecuario y forestal.
• La baja productividad de algunos rubros debido a la falta de innovación
tecnológica, al alza de los precios de los insumos y a la vigencia de precios
pocos remunerativos.
• El deterioro de los recursos naturales y del patrimonio, la reducción de la
cobertura forestal y la salinización de los suelos irrigados.
• Los impactos negativos de las políticas macroeconómicas143 implementadas
en el país durante los últimos tres decenios.

En cuanto a los factores de orden externo, podemos citar:


• Las caídas de los precios internacionales de los productos tradicionales
de exportación (café, cacao, azúcar y tabaco) y de los no tradicionales
(cítricos).

120 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


• El incremento de los precios de los insumos importados.
• La competencia desleal por la importación o donación de productos
subvencionados en sus países de origen.
• El proteccionismo de los países desarrollados.

Según Linares, (1998)144, la causa principal de la pérdida de dinamismo del


sector agropecuario parece residir en la profunda crisis de la agricultura campesina,
inducida por la internacionalización de los mercados agrícolas, la creciente
inestabilidad de los precios y la falta de capital y de capacitación. Estos factores
son, en mayor grado, los elementos constitutivos de la escasa interrelación que
existe entre las agroindustrias y el sector agropecuario. Dicha crisis es un circuito
perverso, generando mayores contingentes de la población rural hacia las ciudades
y, consecuentemente, el aumento de las poblaciones urbanas.

República Dominicana tiene una geografía diversa en tipos de suelos y


microclimas. En general, se puede afirmar que el país dispone de una rica
biodiversidad que abre el abanico de posibilidades de producción tropical dentro
de un territorio relativamente pequeño.

El entorno internacional presenta grandes desafíos para los productos


agroalimentarios. En la actualidad, y como parte de una tendencia mundial, los
mercados de productos agroalimentarios se caracterizan por niveles crecientes de
competencia, debido a un bajo crecimiento del comercio agrícola en su conjunto y
a la alta protección vigente en los países desarrollados.

El cambio en la estructura del comercio agrícola muestra un escenario que


combina oportunidades atractivas con amenazas y riesgos importantes. Lo que se
vislumbra, es un mayor dinamismo asociado a productos de alto valor, así como la
declinación sostenida en productos agrícolas tradicionales y una revalorización de
los productos energéticos.

La política agropecuaria del país deberá orientarse a resolver dos problemas


seculares de la agricultura dominicana y que adquieren mayor relevancia en el
marco del actual proceso de apertura, que son: aumentar la competitividad de la
actividad agropecuaria y promover el desarrollo con equidad en el sector rural.

Sobre la estrategia de desarrollo rural

Las discusiones sobre la conveniencia o no de la liberalización de los mercados


han relegado a un segundo plano la discusión de una agenda nacional para
el desarrollo del sector agropecuario y del sector rural. Esto, obviamente, es lo
fundamental para la agricultura dominicana y la vida rural en el largo plazo, a
fin de crear una agricultura que mejore el desarrollo del sector rural y que sea
eficiente, competitiva, sostenible y promotora de la equidad. Entre los aspectos que
esta estrategia debe incluir están:

Nueva ruralidad y desarrollo humano 121


• Sistema nacional de sanidad e inocuidad para poder exportar carnes de
pollo y res, y vegetales, entre otros.
• Programas de transformación y modernización de la producción
agroalimentaria.
• Reforma y modernización institucional.
• Programas de buenas prácticas agrícolas y de búsqueda de nichos.
• Programas de alianzas para promover la inversión en el campo.
• La creación de servicios para generar empleos no agrícolas rurales, como
por ejemplo, agroturismo, ecoturismo o turismo de aventura.

122 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


José Horacio López
Consultor en temas agrícolas y rurales

Marco de intervención
pública en lo rural

Nueva ruralidad y desarrollo humano 123


124 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO
L a definición de “lo rural” se tropieza con muchos obstáculos de naturaleza
conceptual. Buscando su significado se suele armar una madeja sin cuenda de
términos relacionados como campo, agricultura, agrarismo, naturaleza145. En fin,
un sinnúmero de aproximaciones que pocas veces permiten una descripción. Otras
tantas veces, lo rural se define por características más bien accidentales como
serían la pobreza, la escasez de servicios públicos, el aislamiento…; atributos
todos que son perfectamente circunstanciales, a lo sumo, expresiones particulares
de la zona rural en contextos del mundo subdesarrollado.

Pero si lo rural es conceptualmente difuso, políticamente ha sido un territorio muy


poco maleable, cuyas instituciones tradicionales han resultado difíciles de vulnerar
a pesar de ser uno de los espacios privilegiados por el clientelismo de los políticos.
Las sociedades locales con frecuencia han resultado un nudo de resistencia frente
a los proyectos promovidos por el Estado moderno, de modo tal que las políticas
públicas suelen encontrar en el campo un terreno muy poco fértil para las iniciativas
nacionales. Se trata de un territorio que con frecuencia se observa como la frontera
interna donde se desvanece la eficacia del accionar público.

Lo rural como interregno del Estado

La torpeza del Estado moderno para lidiar con el campo, no significa que las
zonas rurales hayan podido neutralizar la intervención pública. Tampoco sugiere
unos terrenos con dinámicas autónomas al margen del resto de la sociedad. Lo que
expresa es una relación compleja, que ha exigido una intensidad de las políticas a
implementar con resultados a veces pírricos, evidenciando altos niveles de ineficiencia.
Siguiendo a Gramsci146, con su figura del minotauro, se puede entender que ha sido
una realidad que ha exigido más el uso de la fuerza que del consentimiento.

Las razones para la ineficiencia estatal en el campo responden a muchos


vectores. Entre ellos hay algunas limitaciones de naturaleza estructural que
caracterizan las dinámicas campesinas, que no encajan a plenitud en el engranaje
social de las sociedades modernas147.

Para iniciar la revisión de algunas de las referidas limitaciones veamos la


precariedad del funcionamiento del mercado en las zonas campesinas. Como se

Nueva ruralidad y desarrollo humano 125


sabe, el mercado es la institución social por excelencia utilizada por el Estado
capitalista para asignar recursos, pautar la producción, normar la circulación de
bienes, entre muchos otros roles que trascienden la esfera económica.

Al margen de las explicaciones de la economía clásica, del neoinstitucionalismo,


de los estructuralistas o de los neoliberales, existe un consenso en que los mercados
rurales operan como mercados imperfectos148. Los altos costos de transacción, la
asimetría de la información, la presencia de oligopsonios149, el intercambio desigual
o la concentración de la tierra, son algunos de los múltiples razonamientos que,
desde las diversas escuelas, han querido explicar el inadecuado funcionamiento
del mercado en el campo.

Otra de las atipicidades del campo está referida con la agricultura. El cultivo
de la tierra sigue teniendo un peso determinante en la dinámica de las sociedades
rurales, aún sin menospreciar la diversidad de actividades industriales y de servicios
existentes.

La agricultura, a pesar de los avances para domesticar la naturaleza, sigue


siendo una actividad económica con dependencia del ciclo biológico, por lo que
permanece expuesta a un ritmo, a una estacionalidad y a fenómenos atmosféricos
y bióticos no controlados por el ser humano. Esto provoca dos efectos: por un
lado, suele existir un desfase entre la respuesta del mercado y los estímulos de
los incrementos de precios150; por otro lado, la imposibilidad de ajustarse a
patrones industriales precisos plantea retos difíciles de superar a la hora de realizar
programaciones y proyecciones de la oferta. Esto provoca un desequilibrio típico
en el mercado de bienes agrícolas. El resultado es que mientras la oferta de bienes
agropecuarios sufre cambios bruscos de una campaña a otra, la demanda de los
consumidores tiene tendencia a ser inelástica.

Otra limitación de la agricultura para someterse por completo a la lógica de


producción del mercado lo constituye que el recurso principal (la tierra) es el capital
no transable151 por excelencia. El capital financiero no tiene fronteras, la tecnología
se difunde, la mano de obra migra, el conocimiento se universaliza; pero el suelo
seguirá siendo un activo fijo de forma inalterable.

De igual manera, se puede destacar la dispersión de la población campesina


como otra de las causas del torpe desempeño de las políticas públicas, tal y como
se conciben en los Estados modernos. Se da por descontado que resulta más
costoso y difícil garantizar una buena cobertura de salud, educación, energía,
agua potable o transporte, a comunidades con baja densidad poblacional, ante
la pérdida de economías de escala que se logran en los centros urbanos con alta
concentración poblacional.

Cuando se busca el uso más eficiente de los recursos invertidos en la


administración del presupuesto público se suele operar con una racionalidad que

126 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


busca ampliar la intensidad de la cobertura, en contra de la expansión de la
misma. Se persigue llegar a la mayor cantidad de personas por peso invertido,
propiciando exclusiones y marginaciones hacia las zonas con menos densidad
poblacional. La centralización en el Estado como garante de atenciones que,
en otras formaciones sociales eran responsabilidad comunitaria, ha propiciado
inequidades y desequilibrios espaciales en el acceso a servicios básicos.

Por otro lado, el uso tan extendido de mano de obra familiar diluye el impacto
de las regulaciones del mercado laboral en el campo. Así los aspectos referidos a los
derechos de los obreros, la organización sindical, la fijación de salarios mínimos,
entre otros instrumentos válidos para garantizar condiciones de trabajo dignas,
resultan con frecuencia ineficaces. Incluso en otras modalidades de explotación
como de aparcería o con jornaleros temporales, siempre ha representado dolores
de cabeza la plena cobertura de la protección social de los trabajadores del
campo.

Situación similar se presenta con las políticas monetarias que tan versátiles
resultan en las economías dinámicas. La estrategia campesina del ahorro en especie
resulta inmutable frente a decisiones macroeconómicas de subir la tasa de interés
o depreciar la moneda. Aún la ecuación que iguala ahorro a inversión a través de
la intermediación de la banca pierde sentido en este contexto. Aún más, el ahorro
en especie viene a sustituir la ausencia de un sistema de seguridad social frente a
situaciones imprevistas.

Lo propio se observa con la racionalidad de los sistemas de producción.


Mientras las empresas campesinas tienden a disminuir la exposición a las
vulnerabilidades y los cambios bruscos del entorno152, las empresas capitalistas
buscan la maximización de las utilidades. Mientras unos disminuyen el riesgo
diversificando sus actividades, otros son tomadores de riesgos para maximizar
sus beneficios153. Estas lógicas productivas, en ocasiones opuestas y casi siempre
divergentes, han hecho fracasar innumerables iniciativas impulsadas con el interés
de dinamizar las sociedades rurales.

En los países desarrollados, así como en los países pobres, el espacio rural
se ha convertido en un terreno de desaciertos. En los primeros se manifiesta en
un envejecimiento de la población y en un despilfarro de subsidios con el interés
de sostener de forma artificial una realidad ajena, mientras que en los segundos
se expresa en unos niveles de pobreza lacerantes unidos a traumáticos procesos
migratorios. En ambos casos, es la evidencia de contradicciones de una sociedad
donde lo sintético, intenso y efímero se ha convertido en el santo y la seña del
futuro.

La idílica propuesta de Machu Pichu, ciudadela utópica donde se integran en


armonía la zona agrícola con la residencial, en un mismo asentamiento humano
queda como legado de una realidad inaccesible en la situación actual.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 127


Políticas del Estado dominicano para el mundo
rural dominicano: entre la exacción y la inacción

República Dominicana es uno de tantos ejemplos de la jornada épica lanzada


desde el Estado para transformar la realidad del campo. Se trató, sin duda, de
un esfuerzo de los grupos dominantes locales y extranjeros con el interés de hacer
florecer el “progreso” en los agrestes lugares de la campiña154.

La élite imperante, con el influjo y, muchas veces, dominio de poderes


extranacionales, inscribió su accionar en el de la corriente hegemónica en occidente
bajo la impronta de la ilustración y el positivismo. Así se creó un consenso alrededor
de la necesidad de superar el atraso en base a una estrategia de urbanizar a
nuestras sociedades. Este precepto suponía no sólo transformar los asentamientos
humanos en pueblos y ciudades, sino transformar la cultura, la producción, la
racionalidad y la vida cotidiana de nuestros países.

De ahí que la primera odisea republicana consistió en revertir la realidad


del campo, partiendo de una dramática lectura que pervive en la actualidad. No
es casual que al día de hoy, una de las acepciones del término rural que nos
ofrece la Real Academia de la Lengua es “inculto y tosco”. Como tampoco resulta
accidental el éxito que significó la publicación del “Manual de Urbanidad”, de
Manuel Carreño, marcando desde mediados del siglo XIX las pautas de una nueva
civilización alejada de los modales y valores incivilizados imperantes en la mayoría
de la población155.

En ese contexto de prejuicios, donde el fin último ha sido superar, o por lo


menos negar lo rural, se moldea el Estado dominicano y sus instituciones. Se diseñan
un conjunto de políticas en correspondencia con la necesidad de intensificar los
procesos productivos para la generación de excedentes alimentarios, liberalizar
mano de obra para las industrias urbanas y convertir una población mayoritariamente
campesina en consumidores, para garantizar el florecimiento del mercado interno.

La medida de mayor impacto en la construcción del nuevo paisaje rural lo


constituye la imposición del Sistema Torrens156 de ordenamiento agrario. De un régimen
de propiedad inmobiliaria, basado mayormente en la posesión, el usufructo y en la
legitimidad comunitaria, se pasa a un orden jurídico donde la tierra es en principio
del Estado y es frente a las instancias oficiales donde se reclama su propiedad.

El nuevo régimen agrario basado en este sistema, que inició su instauración


con la Orden Ejecutiva 511 durante la ocupación norteamericana y fue asumido
definitivamente en la Ley 1542, de 1947, sirvió para legitimar una secuencia de
despojos, mediante el fraude, la falsificación y el engaño a familias de agricultores,
que desconocían por completo las intríngulis del nuevo sistema imperante. El registro
de títulos y el catastro establecido dio pie a que oficialistas, burócratas, políticos y
oligarcas tomaran control de las mejores tierras del país o legitimaran su posesión

128 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


irregular. A esto se le añaden acciones de expropiación utilizando los mecanismos
represivos del Estado que llegaron a hacerse extensivas durante la dictadura de
Trujillo.

Habiendo desatado una transformación radical en la estructura de la


tenencia de tierra, alterando de forma significativa la base de sustentación de
las comunidades campesinas157, se sucedieron otras políticas desventajosas para
los/as agricultores/as. Entre ellas se destacan, desde mediados del siglo pasado,
las que estuvieron vinculadas a la industrialización sustitutiva de importaciones.
Este modelo se ha reconocido como un prototipo de intervención pública con un
reconocido sesgo antirural. Asociado a su impulso en América Latina, se observó
el mayor flujo migratorio del campo a la ciudad y la emergencia de las fabelas y
cordones de miseria en las principales urbes de la región158.

La crisis generada por políticas de control de precios, sobrevaluación de


la moneda, depresión de los precios de los bienes básicos (commodities) en el
mercado mundial, unidas con un creciente intercambio desigual entre los bienes de
consumo urbanos y rurales, provocó una nueva propuesta formula hacia el campo
dominicano. Se trata de la agroexportación no tradicional impulsada en el país en
el inicio de la década de los ochenta del siglo pasado.

La propuesta vino impulsada por la Iniciativa de la Cuenca del Caribe (ICC), que
marcó una nueva inserción de República Dominicana en la economía mundial159.
De la misma forma que se crearon las condiciones para la promoción de las zonas
francas y el turismo como ejes dinámicos de la economía, asimismo el modelo
supuso un nuevo impulso a la penetración de las transnacionales en el país.

En respuesta a esta nueva estrategia se vieron llegar inversiones de renombradas


empresas multinacionales, así como importantes capitales locales se dispusieron
a desarrollar proyectos de agroexportación de productos no tradicionales como
camarones, melones, piñas, flores, algodón, entre otros.

Esta ambiciosa iniciativa constituyó el último proyecto con pretensiones de


transformación del espacio rural dominicano. Ya a mediados de los noventa casi todos
los proyectos se habían retirado, iniciándose un extraño proceso de “nacionalización”
del campo dominicano. A partir de ese momento, nos enfrentamos a una pérdida
de importancia relativa en la cual la clase dirigente del país perdió la perspectiva y
la fe en el espacio rural. Lo propio ha ocurrido con el sector público, lo cual se ha
expresado en una pérdida de liderazgo en el sector productivo del campo.

Estrategias e instituciones con mayor incidencia


en el campo dominicano

La revolución verde fue el paradigma seguido por el Estado en su proyecto


modernizador de las relaciones sociales y de producción en el campo. Para

Nueva ruralidad y desarrollo humano 129


dar respuestas a las demandas de la renovación productiva, se creó un soporte
institucional especializado en proveer los requerimientos tecnológicos. Para
garantizar el suministro del riego, tal como lo demandan las variedades mejoradas,
se constituyó el Instituto Dominicano de Recursos Hidráulicos (INDRHI). De igual
manera, la Secretaría de Estado de Agricultura (SEA) creó el Programa de Servicios
y Maquinarias (PROSEMA), para facilitar los tractores y las maquinarias requeridos.
También el Centro de Venta de Materiales Agropecuarios (CEVEMA), para la
distribución de los insumos (fertilizantes, herbicidas, fungicidas, entre otros)160.

La modificación que significaba el cambio de un modo de producción casi


natural por uno intensivo en agroquímicos, junto con el desplazamiento de la
tracción animal por el uso de maquinarias, significó una modificación importante
en la función de producción. Supuso una pérdida relativa del peso de la
mano de obra sustituida por una mayor necesidad de capital. Para suplir los
requerimientos de capital demandado por el nuevo paradigma productivo, se
funda el Banco Agrícola cuya misión es garantizar el financiamiento requerido
por los productores.

De la misma manera, los nuevos paquetes tecnológicos demandaban capacitar


a los agricultores en densidades de siembra, las dosificaciones, formulaciones y
el conjunto de prácticas culturales de la revolución verde. Para ello, se fortaleció
el programa de Extensión y Capacitación que durante años consumió una de las
principales partidas del ministerio.

Lo propio ocurrió con la investigación, la cual contó con el Departamento


de Investigación de la SEA. Esta instancia focalizó su accionar en las nuevas
tecnologías, dejando a un lado las simientes mejoradas por años por la sabiduría
campesina y el conocimiento tradicional de los/as agricultores/as.

Otra de las instituciones que sirvieron para ejecutar la política del Estado en
el campo fue el Instituto Agrario Dominicano (IAD). A dicha institución le tocó el
rol más sofisticado en el tinglado de ejecutorias públicas que caracterizaron la
intervención pública en la zona rural: la administración de la reforma agraria,
garantizando la distribución de la tierra a miles de parceleros. Sin embargo, su
impacto nunca fue de tal magnitud que revertiera el inequitativo acceso a la tierra
predominante en el país.

Al mismo tiempo, esta institución garantizaba la subordinación de la


agricultura a las dinámicas no campesinas, ya sea mediante el dominio de la
tecnología de capital intensiva o mediante la especialización de la producción
para el mercado. Mientras, por un lado, el IAD permitía una disminución de las
contradicciones sociales en el campo, por el otro, fomentaba la pérdida del control
de la base productiva de los agricultores. Suponía una intervención que fomentaba
la dependencia y el paternalismo estatal, y la articulación desventajosa de estos
sujetos al mercado.

130 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Un balance de la estrategia de intervención pública, ya sea vía el accionar
institucional o a través de la implementación de políticas, permite llegar a las
siguientes conclusiones:
1. El Estado ha utilizado su plataforma institucional y burocrática como
mecanismos de cooptación del campesinado161. La debilidad de las
organizaciones partidarias en el campo y la casi inexistente sociedad
civil dejaron un vacío que fue utilizado por las instituciones públicas
como brazo político al servicio de las autoridades de turno.

La situación puede resultar más evidente si se analiza que dos


exsecretarios de Agricultura han sido presidentes de la República,
y que personas que han sido titulares de la cartera con frecuencia
son utilizados como acompañantes de boleta del candidato a la
presidencia. Esta recurrente situación evidencia, por un lado, las
dificultades de los partidos para proyectar sus liderazgos citadinos
hacia el interior del país y, por otro lado, el intenso proselitismo que
acompaña el desempeño del jefe del gabinete agropecuario en la
tradición política dominicana, lo cual le permite proyectarlo como
una figura de arrastre fuera de los centros urbanos.

2. El objetivo inmediato para el diseño de la intervención pública


ha sido suplir alimentos baratos a la población, principalmente a
aquella de los centros urbanos, la cual vende su mano de obra, con
frecuencia, en condiciones de sobreexplotación que ni siquiera le
garantizan la reproducción de la fuerza de trabajo. La importancia
asignada a la generación de divisas se ha debilitado, en tanto otras
actividades como las remesas, el turismo y las exportaciones de las
maquiladoras, asumen con relativo éxito ese rol.

En correspondencia con ese rol, hoy en día los precios de la canasta


alimenticia son el indicador por excelencia del éxito de un buen
secretario de Agricultura. Quizás la expresión más dolorosa de
esa realidad se observa los días posteriores al paso de un huracán
por el país. Mucho antes de ayudar a socorrer a las comunidades
afectadas o antes de ir en auxilio de las familias damnificadas, salen
las brigadas de la SEA distribuyendo semillas y material de siembra
de ciclo corto para garantizar que haya alimentos en abundancia
para los habitantes.

La gravedad de la situación es tal que meses después las familias


campesinas viven una segunda devastación cuando los precios de los
productos tienden a deprimirse por efectos de la masiva intervención
pública para inducir la producción. Por suerte, en más de un sentido,
esos fenómenos no ocurren sino de forma esporádica y su mención
en este ensayo busca ejemplificar de forma, acaso un tanto macabra,

Nueva ruralidad y desarrollo humano 131


que aún en situaciones extremas prevalece la visión de lo rural como
abastecedor de comida.

3. A partir de la última década del siglo XX se evidencia la pérdida


de fe de los grupos de poder de República Dominicana en las
potencialidades del campo como generador de riquezas. El
turismo, las comunicaciones, las zonas francas, la construcción
o el comercio son los sectores que atraen inversiones y hacia los
cuales se movilizan los proyectos, los ahorros y las expectativas.

Se puede ver que la ruralía es un punto agotado en la discusión


nacional. Ya no despierta ilusiones en las esferas del poder y, más
bien, se limita a reproducir su actitud de pasividad. La inercia
se ha constituido en la fuerza de movilización, cuyo resultado
político más cierto es la pérdida de liderazgo de las instituciones
públicas destinadas a atender el campo.

Los sectores de mayor dinamismo en la agropecuaria en las últimas


dos décadas (avicultura, producción orgánica, frutales y vegetales
orientales 162) son los que menos prioridad reciben en el gasto
público y son los tomados menos en cuenta por las instituciones
oficiales. El andamiaje burocrático evidencia anacronismo,
agotamiento, trillando caminos recurrentes.

4. La pérdida de perspectiva nacional frente al tema no ha impedido


algunos proyectos novedosos con financiamiento internacional.
Se trata de iniciativas pertinentes cuya gran debilidad es su
dependencia de recursos externos, que cuando se agotan, terminan
dejando a la deriva los procesos iniciados.

Entre éstos, vale la pena destacar la transferencia del riego a los


usuarios, emprendida con financiamiento del Banco Interamericano
de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial 163. Una acción que ha
contado con el apoyo de tres gobiernos sucesivos y que se enmarca
dentro de una acertada estrategia de empoderar a los regantes en
la administración, control y gestión del riego.

Otra iniciativa bien concebida es la del Proyecto de Apoyo a la


Transformación Competitiva Agroalimentaria (PATCA), ejecutada
mediante un préstamo del BID. Las acciones previstas en el área
de sanidad vegetal, transferencia tecnológica y mejoramiento
de las políticas comerciales se corresponden con una definición
adecuada del rol que debería desempeñar el sector público
en el interés de mejorar la eficiencia del aparato productivo
nacional.

132 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


El famoso proyecto de los invernaderos, doblemente empañado tanto
por el diseño sobredimensionado de las unidades como por la poca
transparencia de su gestión, plantea un esquema de soporte apropiado
para los retos del país. La realización del mismo se gestionó mediante
un préstamo con el Deutsche Bank de España.

Todas estas acciones tienen en común la falta de voluntad de canalizar


recursos internos para el campo. Evidencian la poca disposición
de los gobiernos de invertir en el campo, de imponerse sacrificios
fiscales para introducir innovaciones en sus ejecutorias agrarias.

5. Un caso digno de análisis lo representa el Instituto Dominicano


de Investigaciones Agropecuarias y Forestales (IDIAF), el cual se
puede ver como el germen de lo que podría significar una nueva
institucionalidad rural. Sin obviar las limitaciones que supone el
trabajar en un medio político tan inhóspito como el descrito con
anterioridad, a las cuales no se ha podido escapar por completo,
el IDIAF representa un paso acertado, tanto desde el punto de vista
tecnológico como de la metodología de trabajo, la profesionalidad en
el manejo de los recursos humanos y la creación de una masa crítica
de investigadores/as con un creciente respeto en sus respectivas
especialidades.

La incidencia de los gobiernos locales (los ayuntamientos)

En las últimas dos décadas, el tema de la descentralización y el fortalecimiento de


la vida municipal ha tomado un importante auge en el país. Uno de los principales
impulsos para colocar el tema en la agenda nacional lo constituyó el Proyecto de
Apoyo a Iniciativas Democráticas (PID), ejecutado por la Pontificia Universidad
Católica Madre y Maestra (PUCMM) con fondos de la Agencia Internacional
para el Desarrollo de Estados Unidos (USAID, por sus siglas en inglés)164.

Junto al PID se abrieron otros foros en los cuales se generó una corriente
de problematización en torno a la alta centralización política y económica de
República Dominicana. Este movimiento encontró eco en los partidos políticos,
lo cual resultó determinante para aprobar una nueva ley de financiamiento a los
municipios.

Se han incrementado de manera sustancial los fondos destinados a los


ayuntamientos, con lo cual se ha mejorado la capacidad de los cabildos de cumplir
con sus responsabilidades. La asignación del gobierno central ha pasado de un
2% a un 8% del presupuesto nacional en un lapso de 6 años. Pero el aumento de
los montos transferidos en términos absolutos ha sido mucho mayor, porque en
ese período los ingresos públicos han aumentado en términos reales en un 167%
(STP).

Nueva ruralidad y desarrollo humano 133


Este considerable incremento en los fondos públicos podría dar la impresión de
que en República Dominicana se ha vivido un proceso de descentralización, al menos
a nivel de inversión pública. Esa presunción contrasta con las cifras de algunos de los
principales indicadores económicos165. El Gráfico 32 muestra el comportamiento durante
los últimos años de las captaciones de ahorros y colocaciones de préstamos de la banca
formal. Las curvas se corresponden con el porcentaje de los totales nacionales.

Gráfico 31
Comportamiento porcentual de la movilización de ahorros en la
Banca Múltiple en el área Metropolitana (Distrito Nacional y la
provincia de Santo Domingo), 1993-2003

Fuente: Banco Central de la República Dominicana 2003

El porcentaje de los ahorros captados en el área metropolitana ha tenido


una estabilización en alrededor de 70%, indicando que siete de cada diez
pesos ahorrados en el país se captan en el área metropolitana (Distrito
Nacional y Santo Domingo). Si bien esta cifra es preocupante, de mucha mayor
significación resulta que de los préstamos concedidos en 2003, el 88% se haya
realizado en el área metropolitana, exhibiendo un incremento de 13.5 puntos
porcentuales desde 1993, año en que empieza a cobrar importancia el tema
de la municipalidad en el país, hasta 2003.

Otro indicador utilizado para observar la distribución geográfica de la


actividad económica son los impuestos captados. El Gráfico 33 presenta la
distribución porcentual de los impuestos internos pagados por los agentes
económicos durante 2005.

134 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Gráfico 32
Impuestos cobrados por la Dirección General de Impuestos
Internos, 2005

Fuente: Dirección General de Impuestos Internos 2005

Si se analizara esta información por medio de la fuente impositiva arancelaria,


la alta participación de la zona metropolitana se podría explicar por el hecho
de que los principales puertos del país se ubican en las proximidades de Santo
Domingo. Pero en el caso de los impuestos internos, éstos, sin duda, muestran de
una forma directa la concentración de la dinámica económica.

Sin embargo, en torno al comportamiento de los préstamos como de los impuestos,


puede alegarse que los datos expresan un sesgo porque las corporaciones y grandes
empresas tienen su sede principal en el área metropolitana, realizando sus trámites
y pagando sus impuestos en las oficinas que corresponden a esa demarcación, pero
que sostienen actividades en todo el país. Si bien esto es cierto en muchos casos,
también esa presencia dominante de las principales empresas en el país con su sede
en dicha localidad evidencia el fenómeno que se pretende denunciar.

La realidad que se busca alertar con las estadísticas presentadas es la


inconsistencia del contexto de descentralización en el país. Mientras el modelo
económico reproduzca un patrón de concentración económica en una zona del
país, el incremento en los fondos municipales tendrá muy poco impacto en la
mejoría de la población no capitaleña y en el equilibrio territorial.

Otro fenómeno al cual hemos asistido en el país en los últimos años ha sido
un inusitado auge en la creación de nuevos municipios y distritos municipales166.
Las iniciativas tomadas en ese sentido deberían corresponderse con el interés de
mejorar la administración de los asentamientos humanos. Se supondría que debería

Nueva ruralidad y desarrollo humano 135


haber una relación estrecha entre la cantidad de nuevas demarcaciones creadas y
la concentración poblacional.

El análisis de la cantidad de pobladores promedio por ayuntamiento evidencia


que las provincias con los ayuntamientos más pequeños (con el promedio menor de
habitantes) son aquellas donde existe un mayor índice de pobreza (Cuadro 19).

Cuadro 19
Relación de incidencia de la pobreza y promedio de habitantes
por municipio, 2005

Fuente: Focalización de la pobreza en la República Dominicana, Secretariado Técnico


de la Presidencia y Oficina Nacional de Planificación, 2005

Se observa que de las diez provincias con mayor porcentaje de hogares


pobres, ocho están entre las que tienen un promedio más bajo de habitantes por
municipio. El punto aquí radica en que la atomización territorial propiciada por
el Congreso Nacional ha sido propiciada con el interés de auspiciar mecanismos
de asistencia social para las zonas más pobres. De forma implícita ha sido una
modalidad, poco responsable tal vez, para canalizar recursos que lleguen hasta
regiones remotas que de otra forma no se beneficiarían de los subsidios mínimos
que se le asignan a cada cabildo.

Otra debilidad de la manera como se ha venido impulsando el municipalismo


en el país, afectando de forma particular las poblaciones no urbanas, es que a pesar
de haberse mejorado el flujo de recursos no se han aumentado las exigencias ni
los roles que deben desempeñar los gobiernos locales. La población sigue viendo
a los síndicos/as como responsables de la recogida de basura, encargados/as de
la iluminación pública y alguna obra de menor cuantía.

En lo referido a los servicios municipales para las áreas rurales, no se notan


cambios significativos. El alcalde pedáneo, con todo su espíritu macondiano, sigue
siendo la institución por excelencia que vincula las secciones y los parajes a la

136 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


alcaldía municipal. Continúa siendo una figura premoderna que desempeña roles
judiciales, paralegales, policiales, edilicios; en fin, todo un compendio que sugiere
el rezago del pasado de un soberano cuyo reino es la comarca.

En algunas de las ciudades mejores dotadas, los ayuntamientos han incorporado


la recogida de basura en las áreas periurbanas. El servicio ha comenzado a operar,
sobre todo, en zonas donde la red de carreteras y la construcción de residencias
diluyen los límites de la ciudad.

En otras localidades se ha iniciado la elaboración de presupuestos municipales


participativos. Esta nueva práctica democrática ha propiciado la construcción de algunas
obras de infraestructuras a partir de las prioridades de las comunidades, con lo cual se
abre una posibilidad para favorecer a aquellos residentes que viven fuera del poblado.

En resumidas cuentas, la sociedad dominicana sigue esperando el efecto de


reales procesos de descentralización económica y empoderamiento local. De igual
forma, el nuevo municipalismo dominicano, si existe, todavía tiene pendiente el
tema de los servicios para la población rural. La mayoría de los ayuntamientos del
país tienen más del 50% de sus ciudadanos residiendo fuera del entorno urbano,
resultando imprescindible que se elaboren planes edilicios para atender a las
comunidades campesinas.

Nuevas instituciones para el desarrollo humano

La revisión de la misión se plantea como una de las prioridades de las instituciones


públicas con incidencia en el campo. Su accionar se ha orientado en diversos
momentos a promover la autonomía alimentaria, la exportación agrícola y, más
recientemente, hacia el paradigma de la competitividad. Sin ser estos objetivos
excluyentes, el énfasis dado a cada uno de ellos ha variado con el tiempo.

Al día de hoy, la demanda más perentoria es convertir el orden institucional del


Estado que atiende las zonas rurales en un instrumental al servicio del desarrollo
humano en dichas áreas, colocando como objetivo central de sus ejecutorias la
promoción de los valores de equidad, empoderamiento y participación, eficiencia
y, en definitiva, la expansión de las libertades. Es decir, poner en el centro del
accionar público (como el resultado directo de las ejecutorias, no simplemente
como el impacto esperado) el desarrollo humano de las zonas campesinas. La
cantidad de quintales de arroz producidos, los millares de plátanos cosechados y
los precios de venta de los rubros no significan mucho si se sitúan al margen de las
condiciones de vida de los pobladores rurales.

Esto supone, claro está, cambios trascendentes que permitan una real
concertación entre políticas macroeconómicas, políticas sectoriales y políticas
locales. De igual manera, plantea un desafío mayor en el cambio de paradigma y
de la cultura institucional en su conjunto.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 137


El cambio exigido demanda algo más que una reforma en el sector público167.
Se requiere de un nuevo contrato social en el campo. Una redefinición de roles de los
actores sociales que intervienen donde desaparezcan los espacios al paternalismo y
la práctica rentista de grupos que, durante años, se han convertido en instrumentos de
presión para obtener beneficios de sus conexiones oficialistas168. Por muy profunda
y sincera que sea la reforma en el sector público, su alcance se verá limitado si
los demás actores no se plantean cambios en sus demandas, responsabilidades y
compromisos.

A nivel de los gobiernos locales es necesario superar el papel de conserjería de la


ciudad y las construcciones de infraestructura para el ocio, para convertirse en gestores
del territorio169. Las experiencias novedosas de municipios productivos que se desarrollan
en Bolivia y Centroamérica dan cuenta de la incorporación de los cabildos como aliados
válidos en la búsqueda de alternativas económicas en sus respectivos municipios.

En el plano de las negociaciones comerciales es necesario reivindicar las


razones económicas, políticas y éticas para un modelo de proteccionismo basado en
criterios sociales y ambientales170, sin desconocer las implicaciones perniciosas del
proteccionismo como política generalizada.

La necesidad de políticas de apoyo a sectores muy focalizados es clara, si se


tiene en cuenta que muchas veces los actores con más capacidad de crear corrientes
de opinión a su favor son grupos económicos que han logrado su sobrevivencia
mediante la promoción de prácticas lesivas en contra de los pequeños productores, en
contra de sus obreros o bien en contra del medio ambiente. Frente a ese panorama,
es válida la pregunta sobre la pertinencia de cerrar las fronteras para beneficiar “al
empresariado nacional”. Sin embargo, la protección de pequeños/as productores/
as con sistemas de producción garantes de la preservación del medio ambiente en
zonas vulnerables y que sirven de soporte a numerosas comunidades rurales resulta
ética, social y económicamente imprescindible.

En el plano de políticas domésticas se hace necesario revisar a profundidad


la eficacia de los subsidios a través de la venta de bienes o servicios baratos para
disminuir los costos operativos. La acción del Estado debe moverse hacia el apoyo a
la transformación tecnológica, estableciendo alianzas de inversión para la eficiencia.
Mientras la oferta de semillas o fertilizantes a bajo precio, al igual que abaratar la
preparación de terrenos fomenta ineficiencia a largo plazo y reproduce un paternalismo
no deseado, la inversión conjunta del Estado en la reconversión de las unidades de
producción, tiene un efecto multiplicador con gran impacto económico.

De igual manera, cualquier estrategia de gestión territorial con énfasis en el campo


deberá incluir la diversificación de las actividades económicas. La dependencia rural
de la agricultura disminuye las alternativas laborales, crea una mayor presión sobre los
recursos naturales y desestima las enormes ventajas asociadas al eslabonamiento con
otros sectores productivos.

138 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


El gran desafío es colocar al campo dominicano en la agenda nacional.
Redescubrir sus potencialidades para generar procesos dinámicos de generación
de excedentes con efectos directos en las poblaciones locales y de manera particular
en las unidades domésticas en extrema pobreza, las cuales han evidenciado
mayores dificultades para aprovechar las escasas oportunidades de movilización
vertical que ofrece la sociedad dominicana.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 139


140 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO
Participación del público y
respuestas de los expositores

Nueva ruralidad y desarrollo humano 141


142 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO
Participación del público

Domingo Marte
Experto en temas ambientales

Q uiero hacer un breve comentario acerca de lo que dijo Fátima Portorreal. Ella
mencionó el tema del pensamiento libertario, que fija la atención en el tema de los
derechos. Eso es deontología, que implica que el deber, los derechos y las leyes
son importantes y hay que respetar, independientemente de las consecuencias. En
respuesta a eso, planteamos que en el otro extremo está la visión teleológica, que
dice que lo importante es la consecuencia y hay que ajustar los procesos a las
consecuencias.

En el desarrollo humano, y en el pensamiento decente, se da una mezcla entre


un enfoque teleológico y otro deontológico; es decir, lo importante es el resultado
de cómo vive la gente, si la ley o las leyes no contribuyen a mejorar las condiciones
de vida de la gente entonces hay que cambiarlas. Creo que ese es el enfoque
que está en toda la literatura de Sen y toda la literatura del desarrollo humano. Es
una visión que tiene como eje el consecuencialismo, la visión teleológica, pero sin
apartarse del tema de los derechos como una forma de ampliar las libertades. Los
derechos son importantes sólo si contribuyen a mejorar las condiciones de vida de
la gente.

Tesy Woope
Directora del Proyecto Comunidad hacia el progreso, Monte Plata

L o que me gustaría saber de ustedes es cuáles son las soluciones para este
problema. Estamos hablando mucho de los problemas, pero quiero saber realmente
qué vamos hacer, porque yo trabajo en un proyecto que intenta solucionar los
problemas. Trabajamos con las mujeres, capacitándolas en cursos técnicos y
tenemos el problema de los caminos malos, la discriminación en la capital contra las
campesinas, contra la gente pobre, contra los negros... Y a todos estos problemas

Nueva ruralidad y desarrollo humano 143


quiero buscarle una solución, porque les dije a las mujeres con quien trabajo: “Voy
a un foro y espero que con este vayamos a solucionar algo.” Estamos hablando
mucho, pero quiero saber, para cuando vuelva al campo, cuáles son los nombres
de las personas o de las instituciones que nos van a ayudar.

Ustedes están hablando mucho, como hace el gobierno. Quiero los nombres
y teléfonos de los que están solucionando problemas, que los voy a llamar hoy
mismo, ya que quiero trabajar en eso y mi organización tiene muy pocos recursos.
Ya saben, por si alguien me puede ayudar. Todos queremos una solución para
echar para adelante. Gracias.

Daly Perdomo
Ingeniera agrónoma y trabaja en Codo Café

P ienso que estos temas de ruralidad buscan la equidad en el bienestar tanto de la


población rural como de todas las personas. Aunque tengo muchas preguntas, sólo
haré una. No es que sea feminista, pero voy con mi género.

Creo que aunque hay muchos países que no exhiben una macroeconomía tan
alta ni un PIB tan alto, sí tienen un índice de desarrollo humano muy bueno. Pero
cuando hablaban de que hay muchas mujeres que estudian mucho, que ahora
estudian más que antes y vemos los altos niveles de desempleo que hay, que la
mujer se gradúa y no encuentra trabajo, me cuestiono si vale la pena el costo de
oportunidad, ya que la mujer deja muchas veces de casarse joven, de tener una
familia y las que tienen su familia dejan sus hijos al cuidado de otras personas. El
costo de oportunidad se ve cuando al terminar de estudiar la mujer se queda sin
trabajo.

Quiero preguntar a las personas que participan en la toma de decisiones:


¿Qué se está haciendo para resolver esta situación?

144 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Jorge Luis Maldonado
Oficina nacional de Fe y Alegría

Q uiero dar lectura a algunos elementos que me parecen importantes. De


entrada, en la Secretaría de Estado de Educación no existe una unidad que atienda
de manera específica el contexto rural; las universidades del país adolecen de
planes y programas que aborden ese contexto y son escasos los organismos del
sector oficial que lo enfocan.

En la ponencia anterior, el Licenciado Isidoro Santana plantea que, tal y


como actúa el Estado dominicano, el campesino y la campesina dominicanos son
ciudadanos de segunda. Considero que en términos del diseño de política pública,
es un ciudadano en un contexto invisible y olvidado, a pesar de sus aportes al
desarrollo nacional, como bosques, producción agropecuaria, alimentos, agua,
etc.

Quien de verdad conoce y ha vivido en el contexto rural sabe que ese sujeto
rural tiene ansias de que se le tome en cuenta en la elaboración y ejecución de los
pocos proyectos de desarrollo sostenible que apuntan a mejorar su calidad de vida,
con todas sus limitaciones y olvidos. El mundo rural existe con sus particularidades
y demandas distintas al marco urbano. Por eso, la nueva ruralidad en República
Dominicana y el desarrollo humano exigen un Estado que focalice ese contexto
rural como un espacio importante que demanda programas y políticas en el sector
educativo, vivienda, salud, estructura productiva, saneamiento ambiental y de
agua, que involucren y den participación a todos los sectores que interactuaron en
ese contexto. Ellos y ellas también tienen derecho a la palabra y a la acción.

Reina Celeste García


Subsecretaría de Producción

H e escuchado las diferentes ponencias. Quizás hoy me voy más triste de lo que
estuve durante todo este tiempo porque escuchar las palabras de Luz Adelma da
pena. Quiero decirles que he venido a este foro por estar cursando una maestría
en economía agrícola, por ser mujer y pertenecer al gobierno. A ustedes, a los que
están elaborando estos foros, ¿cuáles son las respuestas que nos van a dar a las
mujeres? Daly Perdomo hacía una pregunta sobre la educación, ya que muchas de
las que vivimos en los pueblos tenemos que dejar nuestras fincas, nuestro puesto y

Nueva ruralidad y desarrollo humano 145


todo para venir a estudiar aquí en la capital. La mujer debe tener la oportunidad o
el derecho que le corresponde al representar alrededor del 50% de la población y
aportar tanto a la economía dominicana.

Participante desconocido

P or una coyuntura especial estoy colaborando con el proceso de reforma y


modernización del sector agropecuario.

Ciertamente, como ése no era el tema del Foro no lo abordé, pero se podría
decir que existe una gran preocupación entre las autoridades del sector agropecuario
desde hace más de un año, cuando se anunció el DR-CAFTA. Ustedes escucharon lo
que planteó Juan José que, aunque fue rápido, quedó claro que lo que nos espera
no es una caja de rosas.

La reforma contempla un conjunto de leyes que el país tiene que modificar y/o
crear; porque las leyes del sector agropecuario desgraciadamente datan de los
años ‘50. La más joven, creo, es la ley de lo que se conoce hoy como IDIAF, que se
basó en una ley que data del ‘85. También la ley de semillas, que es del ‘71, y la
de plaguicidas, del ‘68.

Además, en todo el andamiaje legal de la Secretaría de Agricultura de hoy


día no aparece la palabra competitividad ni una recopilación de buenas prácticas
agrícolas.

En el marco de la política, sí se ha considerado, no solamente la parte de


competitividad, sino también esa parte que tiene que ver con el desarrollo rural
porque, como decía Juan José al principio, todo el mundo ve a la Secretaría
de Agricultura como responsable del desarrollo rural. Entonces ésta asumió esa
percepción de la gente de que somos responsables del desarrollo rural. Ahí sí se
han contemplado determinadas políticas para ver cómo atacamos el asunto de la
pobreza rural. Hasta ahora ese proceso no se ha sometido a socialización, pero
se va a dar a conocer y serán convocados todos los actores a nivel nacional para
que conozcan estos documentos. Se han considerado políticas muy diferenciadas
para la zona rural bajo el enfoque territorial y algunas figuras bastante interesantes,
donde no solamente interviene el sector público, sino que también participa el
sector privado y organizaciones locales. Ahí también está contemplado lo que se
dice que son ejes transversales como el género y la dimensión ambiental.

146 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Respuestas de los expositores

Pedro Juan del Rosario


Director del Centro Norte del Instituto Dominicano de Investigaciones
Agropecuarias y Forestales (IDIAF)

M i comentario está relacionado con lo que decía Domingo Marte. El problema no


es participar en muchos foros a los que hemos invitado a participar a campesinos. El
problema es ser ciudadano como grupo social y eso significa que en las definiciones
del poder tiene que estar presente la voz y la voluntad del campesinado. Aunque
hayamos invitado a campesinos a participar a este foro, lo importante es lo que
tiene que haber son estructuras específicas que faciliten la capacidad de decisión,
de valorar esa población para beneficio de lo que ellos creen que es lo mejor para
sus vidas.

Definitivamente, lo que he podido apreciar con el análisis de los datos que les
mostré es que la vida del campo y la ciudad se han venido acercando y esto se refleja
en los patrones culturales. Creo que ha habido un proceso de transculturización:
el campesino emigra a la ciudad, donde conserva muchos de sus patrones de
comportamiento en la ciudad de hoy. Por esta razón, vemos personas con conductas
no muy “urbanas” en el medio de la ciudad.

Por una especie de inclinación profesional, siempre le di mucho seguimiento a


estas variables. Tenía unos años que no lo hacía y cuando examiné los datos más
recientes, me di cuenta que ha habido un cambio muy importante con respecto a
este tema. Pero lo que siempre es cierto es la brecha existente en las condiciones
materiales.

Alguien me preguntaba para qué sirven los datos, y le contesté con el ejemplo del
acceso a la educación para la mujer. En realidad el sistema educativo dominicano
no discrimina; al contrario, en todos los niveles de educación, y especialmente
en los más altos, la participación de las mujeres es mucho mayor. El mercado de
trabajo sí discrimina y, aún en niveles altos de educación, la tasa de desempleo
femenina es más elevada que la del hombre. Además, el ingreso de las mujeres que
trabajan es más bajo que el de los hombres.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 147


Llama poderosamente la atención el tema del desempleo, ya que hay una
diferencia abismal entre el desempleo del hombre y la mujer; y esto aplica tanto
al campo como a la ciudad. Aquí la diferencia no es cuestión geográfica ni de
ruralidad. Este es otro tipo de problema social.

Fátima Portorreal
Antropóloga, Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC)

C omparto con Domingo algunos de los temas que planteó sobre la conservación,
la preservación y el modelo de desarrollo neoliberal de sostenibilidad, como yo lo
he llamado. En principio, el modelo que plantea el desarrollo humano no se ha visto
en la realidad, no sólo en República Dominicana sino en el Caribe, Latinoamérica
y el mundo. Ha habido una expropiación total de las tierras y del manejo. El
modelo es muy bueno; implica proteger, conservar y actuar en el aquí y el ahora.
Pero también implica mejorar las condiciones del futuro. El problema es cómo ha
sido aplicado y desde qué instancia en términos de las estructuras productivas y
económicas del mundo.

Realmente el modelo contempla lo humano y la integración de lo humano,


pero no ha sido la experiencia que se aplique o se lleve a cabo. Por ejemplo, lo
relacionado con el manejo de la biodiversidad, los movimientos indígenas o de
pueblos originarios es una lucha continua. Ahora mismo, parte de la Patagonia está
siendo comprada por un ambientalista para protegerla o conservarla. Muy pocas
tierras han sido pagadas, ni la de muchos grandes propietarios, ni mucho menos
las de los pequeños productores campesinos y campesinas.

Comparto lo implica, pero el problema de que lo implica, o se diga teóricamente


y que se aplique, es otra realidad. De manera que si me pongo a ver en términos
de los productores o de los campesinos, la mayoría han sido expropiados no sólo
de la tierra, sino de los recursos, del manejo total del territorio y, con ello, se
han eliminado una serie de prácticas culturales que eran importantísimas para el
manejo de esos recursos y que en muchas sociedades, no sólo en Dominicana, se
han perdido.

Con relación a la libertad, opino que no sólo se alcanza mediante el respeto


de la legalidad. En sí mismo, Kant tiene un manejo teológico doble, aunque no
comparto el asunto del elemento de la legalidad, porque la legalidad no sólo
implica la aceptación de la ley como tal, sino que se supone que ésta implica una
obediencia.

148 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


En el asunto de la aplicabilidad de esa legalidad y de la libertad en términos del
individuo o del actor social, implica que la disensión en términos de un pensamiento
social y político distinto no puede ser posible. La libertad no puede ser posible
basada en estructuras productivas neoliberales o un sistema capitalista y estadista.
Entonces, si las leyes son formuladas y esa legalidad es formulada dentro de esas
estructuras, ¿qué posibilidad tiene de producir libertad?

A Kant no le interesaban esos cambios sociales, sino que esos cambios


sociales se dieran en el preciso momento. Pero, ¿pueden ser logrados esos
cambios sociales a partir de ser un sujeto o un individuo excluido, expropiado,
explotado?, es la gran pregunta. Por eso, mi posición es que si la libertad sólo se
alcanza mediante el respeto de la legalidad; en la ruralidad actual no es posible
el desarrollo humano.

Juan José Espinal


Director ejecutivo del Centro para el Desarrollo Agropecuario y Forestal
(CEDAF)

E l problema más grande que hay siempre es ofrecer soluciones. Los documentos de
planificación, generalmente, tienen un 90% de diagnóstico y un 10% de propuesta,
y casi siempre la parte propositiva es bastante genérica, porque lo difícil es ofrecer
una solución general para todos, porque cada caso es particular y cuando trata
de ofrecer una respuesta general entonces, o no se ofrece ninguna respuesta, o se
hace un lineamiento de tipo genérico.

Por eso, en foros o eventos como éste es imposible darle un número de teléfono
y un nombre para que la joven llegue a su proyecto con una respuesta. Lo más que
se puede aportar en este foro es tener una comprensión que pueda transmitirle la
necesidad de que en la sociedad dominicana se revalorice la agricultura, que la
actividad agrícola es una actividad digna, que vivir de la agricultura no es malo,
que hacer riqueza como agricultor es bueno, que es posible y el que el Estado
debe trabajar para que el agricultor haga negocios tan legítimos como el que hace
negocios y riqueza en un banco; que el que logra hacer una finca y tener una casa
en un campo, no por eso es un narcotraficante, sino que de la vida rural se puede
hacer riqueza y vivir en las mejores de las condiciones.

Debemos crear un concepto de valorización propia de la actividad rural,


agropecuaria y de la vida en ese entorno; que esos tres y pico de millones de
dominicanos que hay hoy en día en el campo sigan siendo parte de la sociedad

Nueva ruralidad y desarrollo humano 149


dominicana y que, como parte de ésta, tienen que ir adquiriendo una comprensión
de que tienen un poder y que el poder lo tiene cada uno en sus manos y lo ejerce
en su espacio, en su territorio.

Crear una fuerza que le ayude a transformar la visión política con la que ha
sido conducida la sociedad dominicana, comenzar a construir fuerzas y ejes de
poder popular en las poblaciones, comunidades, organizaciones que sirvan de base
para impulsar una visión diferente de la sociedad dominicana, del mundo o de la
forma de ver la vida humana. Plantear paradigmas, como plantea el paradigma de
desarrollo humano, con una visión con la humanidad como centro, que contemplen
otra forma de organizarse, de ser, donde haya un propósito claro de bienestar. Esto
es lo único que de un foro puede salir, un mensaje, un sentido positivo de abordar
el día a día, porque desde un foro no se puede responder en específico.

Sí se puede construir ese mensaje de positividad; porque de esa misma manera


fue que se destruyó la voluntad agraria, haciendo todos los días lo contrario y
hundiendo todos los días a los que debieron haber actuado y no actuaron.

Pensar que puede haber una respuesta aquí no es correcto, porque no la va


haber. Pensar que pueden sacar de aquí un mensaje positivo de que la agricultura vale
la pena, eso sí; que tres y pico de millones de personas necesitan vivir de una mejor
manera, eso sí; y que la vida mejor posible depende de esos mismos tres millones
y pico más del resto de la sociedad, también. Pero parte de los que determinan la
dinámica rural son los mismos pobladores que están en las comunidades, los que
trabajan en esas comunidades, los que hacen que la agricultura también tenga otra
visión; que, en lugar de explotación del trabajo rural, conciban una explotación de
la riqueza rural, que vean al trabajador como ese eje que necesita una vida digna
que tiene que desarrollar él mismo para que su entorno productivo sea eficiente.

El productor agrícola tiene que ser un trabajador que recibe ingresos con
los cuales pueda vivir mejor, porque eso es condición para que esa actividad
agropecuaria también sea mejor.

Este mensaje es el que les puedo dar como respuesta de línea de pensamiento
sobre qué hacer. Llevarlo al día a día es una cuestión de la esfera en que cada
quien se mueve y estar conscientes de que a nadie le va a llegar la respuesta. La
respuesta hay que buscarla y crearla a partir de construir poderes locales.

150 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


José Horacio López
Consultor en temas agrícolas y rurales

Q uiero señalar algo sobre el marco de intervención de las organizaciones no


gubernamentales. Dentro de todo ese proceso de creación y de nuevas fórmulas y
nuevas propuestas, creo que son iniciativas muy valiosas y que hay que auspiciar;
pero entiendo que las ONG dominicanas y las agencias internacionales con
proyectos en el campo dominicano y en todas las esferas donde operen deben de
someterse a la contabilidad pública.

Nos encontramos permanentemente con ONG que cuestionan, que enrostran


la ineficacia del Estado. Si nosotros sumamos el presupuesto que gastan las ONG
en la región sur, de seguro que supera con creces el presupuesto per cápita que el
Estado dispone para invertir allá y que el impacto en el combate a la pobreza, en la
inequidad y en la superación de los problemas ambientales de esa zona sigue siendo
calamitoso. Creo que el trabajo de la sociedad civil, que es válido e importante y
como parte de la institucionalidad que interviene en el espacio rural, también está
hoy día puesto en discusión. Debe entender que los paradigmas con que aborda,
las relaciones asistencialistas que promueve, la forma tradicional con que enfocan
los problemas, también deben ser puestos seriamente en consideración.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 151


152 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO
Conclusión

Nueva ruralidad y desarrollo humano 153


154 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO
Conclusión

E l desarrollo humano como paradigma y el índice de desarrollo


humano (IDH) como instrumento de medición se han convertido en
referentes obligatorios de gobiernos, organismos internacionales,
académicos y de los diversos actores preocupados por la ausencia de
oportunidades que padecen millones de personas. Para enriquecer
los aportes conceptuales sobre el desarrollo humano y promoverlo
en el país se ha propiciado este foro sobre las áreas rurales en el
contexto actual de República Dominicana, el cual es el cuarto de su
serie.

¿Qué es lo rural?

Para la mayoría de los/as académicos/as que han participado en


esta reflexión, el punto de partida fue la discusión sobre el concepto
de la ruralidad, el espacio rural y el campo. Todos/as coincidieron
en la necesidad de una definición más positiva del término, en tanto
las concepciones utilizadas con mayor recurrencia refieren a la
negación de algo: baja densidad de población, falta de servicios,
dificultades de acceso, poca diversidad en el empleo, entre otras.
Se hace evidente, pues, la necesidad de una definición libre de
prejuicios y que no mutile las potencialidades de lo rural.

Pedro Juan del Rosario destaca la manera prevaleciente hasta hoy en


que suele enfocarse lo rural, en base a la concepción del progreso
nacida en los albores de la revolución industrial. En aquella época
se asumía que la humanidad se encaminaba hacia la modernización
dando un salto de lo atrasado a lo moderno, o lo que consideraban
lo mismo, de lo rural a lo urbano.

Similar preocupación expresa José Horacio López cuando cuestiona


el lugar común de definir lo rural por características más bien
accidentales, como serían la pobreza, la escasez de servicios
públicos, el aislamiento…, atributos todos que son perfectamente
circunstanciales o, a lo sumo, expresiones particulares de la zona
rural en contextos del mundo subdesarrollado. De igual manera,

Nueva ruralidad y desarrollo humano 155


resalta el sesgo ideológico estereotipado con que se aborda el
término, de tal suerte, que todavía una de las acepciones que nos
ofrece la Real Academia de la Lengua de la palabra rural es “inculto
y tosco”.

Para Fátima Portorreal, la definición de lo rural pasa por fuertes


problemas teóricos. Ante esta indefinición, se acostumbra trazar
una frontera altamente arbitraria para distinguirlo de lo urbano.
Esta diferencia se establece a partir de características como tamaño
de las poblaciones, densidad poblacional y dotación de servicios.
Parámetros que, para la investigadora, no recogen la complejidad
de factores que determinan lo rural.

Sin desconocer lo complejo del tema, en el caso dominicano, para


poder investigar de forma sistemática, se requiere hacer uso de
la división legal según se establece en el país. De otra forma, no
podría hacerse uso de las estadísticas como están organizadas en
las diversas fuentes oficiales.

Tal consideración la refuerza Isidoro Santana, quien observa


múltiples inconvenientes en la definición oficial de población rural.
Principalmente, esta definición no distingue entre los tamaños de
las aglomeraciones humanas ni criterios como disponibilidad de
infraestructura o servicios ni mucho menos la estructura económica
ni las relaciones económicas y sociales que se establecen en este
ámbito. Pero la más importante limitación que tiene es que, en
virtud de la frecuencia con que se cambia en República Dominicana
la denominación de demarcaciones geográficas, es habitual que
los habitantes de un lugar cambien de ser considerados rurales a
urbanos por una simple disposición administrativa, sin que haya
cambiado ninguno de los atributos que suelen acompañar tal
condición.

Se generó un consenso entre los ponentes en cuanto a la necesidad


de enriquecer la forma de aproximarnos al concepto de ruralidad.
Se hizo énfasis en cuanto al desafío de construir nuevas definiciones
que apunten al carácter de lo rural como espacio abierto, con fuertes
vínculos interpersonales, en el cual hay estrechas relaciones con los
recursos naturales, principalmente entre la tierra y las actividades
productivas.

Resulta imprescindible una aproximación a la realidad rural a partir


de premisas consistentes. De lo contrario, se continuarán diseñando
políticas erróneas y el interés de promover el desarrollo humano entre
los pobladores de las diversas localidades se mantendrá como una

156 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


tarea pospuesta. Un abordaje teórico adecuado debe favorecer el
logro de comunidades campesinas eficientes en la esfera productiva,
con una estructura equitativa, donde la expresión del poder local
garantice el ejercicio de la libertad de los/as comunitarios/as.

Bajo este entendido, Pedro Juan del Rosario aborda con gran
profundidad conceptual el tema de la ruralidad dominicana. En dicho
apartado se subraya el papel protagónico del campesinado y los
sistemas campesinos en la construcción del espacio rural dominicano
a partir de mediados del siglo XVIII.

Señala que los campesinos, al seguir una estrategia de combinación


de productos para la subsistencia con productos para el mercado,
lograron una flexibilidad de adaptación a los ciclos económicos que
les permitió ser la clase hegemónica en el campo durante más de un
siglo. No obstante, las propuestas modernizantes impulsadas con
la revolución verde y las diversas iniciativas de “empresarizar el
campo” destruyeron la base social y de sustentación comunitaria del
campesinado. Pero mucho antes, a finales del siglo XIX, con el auge
de los hatos ganaderos y las plantaciones azucareras se empezó
a generar una estructura agraria inequitativa que auspiciaba la
preeminencia de otras formaciones sociales.

Los cambios experimentados por el desplazamiento sufrido por la


pequeña producción explican muchos de los problemas por los que
hoy atraviesa la sociedad dominicana, que se manifiestan de forma
muy aguda en la población rural. Dicha crisis se expresa a nivel
de la producción, de la población, en la gestión de los recursos
naturales y en la articulación social.

Los cambios ocurridos en la estructura agraria han provocado una


sobreexplotación de los recursos naturales y una degradación de los
suelos. Han generado también un déficit en el suministro alimentario
doméstico. De igual manera, han provocado un dramático cambio
en la relación familia-tierra, han generado en la vida de las
comunidades un significativo movimiento migratorio y, sobre todo,
profundos cambios culturales.

La extensiva pobreza, que se ha convertido en la nota más


característica de dicho medio, ha despertado un nuevo interés
en volver la vista hacia los fenómenos del campo. Esta renovada
aproximación ha producido un cuerpo teórico conocido como
nueva ruralidad, la cual es un intento de ver de una forma diferente
las mismas realidades del pasado, al tiempo que se destacan y
contextualizan nuevas situaciones presentes en el campo de hoy.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 157


Estos nuevos rasgos distintivos se refieren a la inserción creciente de
las economías rurales en los procesos de globalización, dándose una
mayor articulación entre mercados locales, regionales y mundiales.
Se han dado también cambios en el peso relativo de los sectores
agrícolas y no agrícolas, al tiempo que los procesos de privatización
evidencian la imperfección de los mercados, agravada por el retiro
de las instituciones públicas llamadas a dar soporte al campo.

Estas nuevas condicionantes ofrecen oportunidades para el impulso


del desarrollo humano en las comunidades rurales. Para el logro
de dicho propósito, es importante impulsar una estrategia a partir
de una revalorización de las empresas campesinas, desde aquellas
totalmente agrícolas hasta las más deslocalizadas con una diversidad
de ingresos, donde el cultivo de la tierra sólo se hace con fines de
producción alimentaria para el autoconsumo.

En el interés de aprovechar la multiplicidad de recursos existentes y


ampliar las opciones para los/as pobladores/as, resultan de singular
importancia las micro y pequeñas empresas rurales no agrícolas
(MPRNA). Tales unidades productivas mantienen una compleja
relación con la agricultura y en ausencia de articulaciones con polos
urbanos o turísticos, requieren de una agricultura dinámica para que
su crecimiento trascienda la esfera de la supervivencia.

Una nueva reconceptualización del espacio rural para el desarrollo


humano implica una visión territorial en la cual se trascienda lo local
para potenciar las vinculaciones con los centros urbanos y con el
resto de la economía. Requiere una red institucional que estimule
y propicie la interacción de los actores locales entre sí y con los
agentes externos, fundamentada en el desarrollo de las capacidades
humanas, sobre todo de los más pobres, para una participación
activa y equitativa, como productores/as y ciudadanos/as.

La equidad en el espacio rural dominicano

El paradigma del desarrollo humano ha hecho de la equidad uno


de los aspectos consustanciales. Se trata de entender la igualdad de
oportunidades para la realización plena del ser humano como un
derecho consustancial de las personas. Las expresiones de inequidad
en las zonas rurales son por lo regular resultado de desequilibrios
territoriales a favor de los asentamientos humanos. Así se puede notar
la inequidad de los campos en lo relativo a las condiciones de vida,
tanto de los ingresos como de los servicios públicos, en los patrones
demográficos, incluyendo las migraciones y en las condiciones de
las mujeres.

158 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


En la presentación de Isidoro Santana se hace un análisis exhaustivo
de las condiciones de vida en las áreas rurales en República
Dominicana, el cual presenta algunas mejorías en las últimas
décadas. No obstante, la situación de la población rural sigue
siendo, en todos los casos, inferior al promedio nacional y muy por
debajo de la situación en los asentamientos urbanos.

Como lo señala Isidoro Santana, los niveles de ingresos muestran


una marcada disparidad. La mitad de los hogares del 10% de la
población con ingresos más bajos residen en el área rural y apenas
un cuarto del 10% más rico de la población reside en este espacio.
En los últimos años, los ingresos promedio en las ciudades [zona
urbana] han sido entre 60% y 140% superiores a los ingresos
promedio del campo [zona rural].

La severidad de la pobreza, medida como la brecha porcentual que


separa el ingreso de los pobres del mínimo necesario para dejar
de ser pobres, ha sido más fuerte en las provincias con menor
densidad de población, viéndose el caso de Elías Piña, en que un
pobre promedio tendría que aumentar su ingreso en 41.4% para
alcanzar la línea de pobreza. También la incidencia de la pobreza
es más alta en las provincias más rurales. No obstante, por efecto de
concentración poblacional, aunque en algunas provincias existe una
mayor proporción de pobres con respecto a su población total, en
los centros de grandes concentraciones de habitantes se encuentra
una mayor cantidad de pobres en términos absolutos.

En lo concerniente al mercado laboral se destaca que, contra lo que


sugiere el sentido común, menos de la mitad (41.5%) de los empleos
en el campo se concentran en la agricultura. Apenas el 33.8%
de las mujeres campesinas participan en actividades económicas
remuneradas, contra un 51% en la zona metropolitana y un 42% en
otros centros urbanos del país.

Con respecto al acceso a la infraestructura y servicios públicos,


sólo la educación básica exhibe una leve desventaja para las
ciudades. No obstante, el porcentaje de la población que asiste a
los centros educativos es, aunque con poca diferencia, ligeramente
mayor entre las personas residentes en los centros urbanos.
Lo propio sucede con los servicios básicos de salud, los cuales
están extendidos de forma uniforme en todo el territorio. Tanto en
educación como en atención médica, la divergencia se expresa
en los servicios especializados, pues a nivel básico se observan
comportamientos bastantes similares en la cobertura de unos y
otros pobladores.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 159


Agudas asimetrías territoriales se observan en las condiciones de la
vivienda, servicios de agua potable y electricidad. Algo similar ocurre
con el uso de combustibles sólidos (leña y carbón), pues mientras en
Santo Domingo son utilizados por menos del 1% de los hogares, en
las regiones del interior son la fuente de energía para cocinar en el
30% de las familias.

Las inequidades que se expresan no han sido debidamente enfrentadas


por las políticas públicas. A pesar de que el gasto público es una de las
principales armas para fomentar capacidades y atenuar desequilibrios,
no se han diseñado los instrumentos de focalización necesarios.
Al contrario, si se analiza la ejecución presupuestaria, el Estado
dominicano ha jugado un rol que acentúa las disparidades espaciales.
Una de las premisas que suele argüirse para justificar el financiamiento
y la gestión centralizada de las funciones estatales y, que no se está
cumpliendo, es la posibilidad que ofrece para extraer recursos de las
zonas más prósperas y localizarlos en las más necesitadas.

El trabajo de Fátima Portorreal analiza aspectos relevantes de la


sociodemografía de la zona rural. Señala que se ha caracterizado
por ser un medio geográfico con propensión a reducir en términos
relativos su población, dada la creciente urbanización que ha
experimentado el país en los últimos veinte años. Así, el Censo
Nacional de Población y Vivienda del año 2002 indica que sólo
el 37.8% de la población habita en la zona rural. Este conteo de
la población ratifica la tendencia generalizada de la disminución
porcentual de los/as pobladores/as rurales, aunque en términos
absolutos la población sigue aumentando.

A diferencia de la zona urbana, en la rural predominan los hombres sobre


las mujeres (52% y 49% respectivamente), registrando una razón de sexo
de 107.9 hombres por cada 100 mujeres, valor significativamente mayor
al índice urbano de 94.5 hombres por cada 100 mujeres. A su vez, la
tasa de fecundidad rural es de 3.3 hijos/as por mujer, significativamente
más alta que la urbana, la cual es de 2.8 hijos/as.

El análisis de la composición de los hogares expresa cambios


importantes en el campo. Estudios realizados muestran mayor
porcentaje de hogares nucleares en el campo que en el resto del país.
Por otro lado, observaciones etnográficas destacan, sin embargo, una
diferencia cualitativa importante, puesto que las estructuras nucleares
monoparentales no se comportan con un carácter cerrado como se
observa en las ciudades, sino más bien responden perfectamente a
estructuras expandidas al favorecer la integración de otros miembros
de la familia o vecinos.

160 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Los estudios a profundidad sugieren que más que diferencias
cuantitativas entre las estructuras familiares, sobresalen diferencias
cualitativas entroncadas en la cultura de las comunidades. En las
zonas rurales todavía predominan prácticas de apoyo mutuo y
cooperación, las que se sustentan en experiencias de reciprocidad y
en patrones de residencia neolocales o virilocales que favorecen el
apoyo familiar a mujeres sin consorte y, en cierta forma, alivian la
situación crítica de empobrecimiento.

El fenómeno migratorio, en general, constituye uno de los procesos


que más ha marcado la sociedad dominicana. La movilidad
poblacional interna, sin ser exclusiva del desplazamiento campo
ciudad, ha repercutido de forma evidente en la constitución del
espacio rural en el país. Se observa que la incidencia de la
pobreza, y más específicamente de la indigencia, está asociada
a la expulsión de la población, pues en la zona rural afecta al
21.1% de los hogares mientras que en la zona urbana sólo al
7.8%.

Entre las connotaciones sociales y económicas de la migración interesa


apuntar las diferencias de vínculos del emigrante con la comunidad y
la familia de origen. Tanto la emigración temporal como la definitiva
pueden considerarse estrategias de subsistencia. Pero, mientras la
primera conserva los lazos familiares, afectivos y culturales con la
comunidad, convirtiéndose en estrategias planificadas y organizadas
desde los espacios de residencia, los emigrantes definitivos dejan
de constituir unidades productivas que actúan o forman parte del
sistema económico rural.

Las redes comunitarias de apoyo a la migración a través del


reforzamiento de lazos parentales funcionan como una red compleja
de estrategias colectivas. Ese tejido de cooperación se expresa en
iniciativas como facilitar el cuidado de los hijos, los préstamos, los
sistemas de ahorros (crianza de animales), dar empleos por períodos
cortos, distribuir la herencia antes de la muerte de los padres, alojar
o recibir a miembros de la comunidad que están en proceso de
tránsito temporal, entre otras.

Junto con la expulsión de familias por razones de ingresos, se


dan dos movimientos poblacionales de alta significación en las
comunidades. El primero es la presencia de los/as inmigrantes
haitianos/as, quienes en el campo se dedican, casi de forma
exclusiva, a labores agrícolas. El segundo es el referido a los
desplazamientos generados por la designación oficial de áreas
protegidas.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 161


Con relación al primero, existe una enorme disparidad en cuanto
a las estimaciones sobre el tamaño de la comunidad haitiana en
el país. La cifra presentada con frecuencia refleja la posición
ideológica de quien la ofrezca, pero, independiente del número
preciso, lo innegable es que su presencia no puede desestimarse,
mucho menos al analizar la realidad del mercado laboral agrario.
Se trata de una oferta de mano de obra vulnerable, con un estatus
migratorio que la hace presa de abusos y que opera en un medio
de prejuicios y hostilidades que crean condiciones idóneas para la
sobreexplotación.

La otra modalidad de migración es aquella de naturaleza forzosa


provocada por medio de mecanismos represivos. Tal vez en términos
numéricos no permita calificarla de un fenómeno masivo, pero el
dramatismo con que ha impactado cientos de comunidades exige
una mirada especial.

El desplazamiento de la población circundante de las áreas


protegidas, motivado por fines proteccionistas, se puede entender
como una práctica de expropiación de territorios, en los cuales se han
mantenido diversos tipos de vida comunitaria. A pesar de un discurso
oficial de co-manejo y participación, la práctica más utilizada en el
tiempo ha sido la exclusión y el desarraigo de los pobladores y las
pobladoras.

La disparidades y carencias asociadas a la situación de la mujer


campesina es tratada por Luz Adelma Guillén, quien analiza la
situación de la mujer rural, así como del tratamiento al tema de
género y, de forma particular, del trabajo con mujeres rurales hecho
por las instituciones públicas. Esta mirada resulta obligatoria para
comprender en su plenitud la realidad del campo en lo concerniente a
la equidad como uno de los aspectos relevantes del desarrollo humano.
El enfoque pretende la implementación de políticas diferenciadas
como mecanismos de distribución y de promoción de la equidad.

El trabajo describe los primeros esfuerzos en visualizar la mujer


como un sujeto diferenciado a partir de los años sesenta del siglo
pasado. Diversas iniciativas, impulsadas por la Secretaría de Estado
de Agricultura (SEA), la Oficina de Desarrollo de la Comunidad
y el Instituto Agrario Dominicano (IAD), introdujeron programas
para trabajar con la población femenina adulta en los campos
dominicanos. No obstante, en sus inicios, las actividades se centraban
en capacitación sobre temas que, lejos de promover su participación
en espacios públicos, reforzaban sus lazos con la esfera privada y
el hogar.

162 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Durante varias décadas se reprodujo esa visión hasta que, entrados
los ‘80 del siglo pasado, se dieron las primeras experiencias de
incorporar a la mujer en la producción agrícola, de la mano de
proyectos para promover la alimentación y nutrición, fomentando,
además, el acceso a los mercados. En los años subsiguientes se
estuvieron ejecutando proyectos, tanto de crianza como de cultivos
o empresas de transformación y de comercialización, pero siempre
como estructuras institucionales paralelas con escasa coordinación
con el resto de los trabajos de la secretaría. Por tal motivo, no se
logró generar una transformación significativa en el accionar de la
Secretaría de Estado de Agricultura.

La creación de la División de Mujer Rural, con su posterior evolución


a Oficina Sectorial Agropecuaria de la Mujer, ha significado tímidos
avances en la promoción de la equidad en el ámbito rural. Lo propio
puede decirse de la creación de la Secretaría de la Mujer, por lo que
todavía hoy las políticas públicas son globales y su instrumental no
diferencia entre zona urbana y zona rural, y mucho menos tienen
como eje transversal el género.

Como resultado, se observan serias limitaciones de las mujeres para


acceder a activos productivos. Las cifras oficiales dan cuenta de un
reducido número de mujeres como propietarias de predios, siendo
éstas sistemáticamente marginadas de los procesos de reforma
agraria. El problema se hace más complejo dada la inexistencia
de estadísticas diferenciadas por género y el sesgo patriarcal de
quienes diseñan los instrumentos para recoger la información.

En lo referido al crédito, en los años en que se reportan los datos


clasificados por género, los préstamos canalizados a mujeres
representan menos del 3% de la cartera del Banco Agrícola.

En las labores no agrícolas continúa la exclusión de las actividades


consideradas “para hombres”. Es el caso de construcción, transporte,
administración pública o cuerpos castrenses, la presencia femenina
no llega al 10%.

El servicio de extensión de la SEA ha privilegiado durante años la


constitución de asociaciones de mujeres. De igual forma, como
complemento del accionar oficial y, a veces, como contrapeso del Estado,
se han estado promoviendo organizaciones de mujeres desde otras
instancias. Son grupos que en algunos casos han logrado movimientos
nacionales, es con demandas de mejoramiento y ampliación de su
representatividad de manera que sus planteamientos incidan en la
toma de decisiones en materia de política de desarrollo rural.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 163


Sin embargo, las diversas iniciativas no han alterado de forma
significativa el patrón de desigualdad que afecta a las mujeres en las
zonas rurales. Siguen siendo sometidas a un sistema patriarcal que
en el campo ha adquirido agudos niveles de exclusión.

En definitiva, se hace evidente la inequidad entre las zonas rurales


y las urbanas, provocando fuertes desigualdades de oportunidades
entre los pobladores de una zona y otra, y, por tanto, se producen
movimientos migratorios. También es clara la inequidad de género
dentro de las mismas áreas rurales. Es, por tanto, absolutamente
necesario que las políticas públicas se hagan conscientes de la
necesidad de adoptar estrategias de lucha contra la pobreza y de
equidad de género que tomen en cuenta la variable territorial.

La eficiencia productiva en el campo

Así como a la equidad se le confiere una alta importancia dentro


del concepto de desarrollo humano, a la eficiencia también. Incluso
quienes tienen posiciones más críticas contra el productivismo y el
economicismo reconocen la importancia de mejorar el uso de los
recursos para la generación de riquezas y mejorar la oferta de bienes
y servicios a la sociedad.

Desde ese punto de vista, la incorporación del conocimiento y de


las nuevas tecnologías se reconocen como aliados insustituibles para
satisfacer las necesidades humanas. En el campo se hace evidente
cómo las precariedades educativas limitan la creación de nuevas y
más eficientes formas de generar ingresos y ahora con énfasis en un
contexto de economía globalizada.

Juan José Espinal describe la situación de la agricultura dominicana


como suplidora de alimentos, productora de divisas o generadora de
ingresos para los pobladores rurales. Resalta en los demás países de
la región la creciente diversificación de las actividades económicas
en las zonas rurales, aunque sin dejar de reconocer que la agricultura
es la actividad de mayor incidencia.

En cuanto al aporte general a la economía se reconoce la pérdida


relativa de la agricultura en el Producto Interno Bruto (PIB), llegando a
significar en 2005 el 13.8%. El análisis de lo que se reconoce como
la contribución ampliada arroja una realidad diferente, al estimarse
el aporte superior al 27.8%.

El crecimiento de los bienes y servicios agropecuarios en las últimas


tres décadas muestra un promedio anual de 2.5%, mientras el

164 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


crecimiento total de la agricultura fue de 5.5%. Más allá de los
valores numéricos, el cambio más significativo de los últimos dos años
lo representa el desplazamiento de la agricultura por la pecuaria
como la actividad de mayor peso en el sector. Esta tendencia resultó
más aguda en 2005, cuando el subsector ganado creció un 17%,
mientras la producción agrícola decreció un 2%.

En cuanto al desempeño del obrero agrícola se nota un balance


favorable comparado con la región. En toda Centroamérica y el
Caribe, apenas Costa Rica tiene un mayor valor agregado por
trabajador que República Dominicana.

Se reconoce que en la actualidad, las economías rurales, a pesar de


ser el sector de mayores limitaciones para articularse a las disciplinas
comerciales, tanto a nivel nacional como en la mayoría de los
países del mundo, están insertas en el proceso de globalización.
La agricultura sigue siendo la fuente de enfrentamiento más fuerte
entre las corrientes de apertura y la de protección. Sin embargo,
el proceso de apertura crece al interior del sector agropecuario y
las influencias de esta apertura marcan el rumbo de la dinámica
agrícola y de la economía global. Cada vez con mayor claridad se
evidencia la reducida capacidad de los gobiernos nacionales para
orientar su propia economía.

Entre las nuevas vinculaciones auspiciosas para la zona rural en


el país se encuentra el turismo. Además de posibilidades como
ecoturismo, turismo rural, entre otras, tiene una relación de creciente
importancia con la producción agropecuaria como demandante
de productos de origen agropecuario. Un estudio reciente del IICA
revela el volumen de la demanda de productos agropecuarios
que tiene el sector turístico dominicano, donde se ve claramente
el impacto de este sector en la producción de importantes rubros
agropecuarios.

Desde el punto de vista de tratados comerciales, la entrada en


vigencia del DR-CAFTA constituye uno de los grandes retos que tiene
la agricultura dominicana en el futuro. Se hace más necesario que
nunca impulsar esfuerzos orientados a promover la diversificación de
la oferta agropecuaria. El acuerdo tendrá implicaciones de manera
primordial en términos de cambios en los esquemas institucionales.
Tendrá diversos efectos sobre la economía rural, iniciando con
cambios en los precios de bienes e insumos, y eventualmente en
los precios del trabajo y la tierra agrícola. Lo que es evidente es la
necesidad de políticas públicas bien enfocadas de cara a impulsar la
competitividad sistémica del área rural y un acompañamiento de la

Nueva ruralidad y desarrollo humano 165


necesaria reestructuración que va a vivir el campo dominicano como
resultado de la entrada en vigencia del acuerdo.

Los estudios de impacto que se han realizado apuntan a resultados


diferenciados por grupos de productos. Así se observan aquellos
como las frutas y vegetales los cuales se califican como dinámicos. Los
granos básicos como arroz, habichuela y maíz se reconocen como
perdedores netos. Hay un sector representado por los que tienen
ventajas comparativas entre los cuales se encuentran el café, cacao,
tabaco y cultivos con mercados especiales (orgánico, comercio
justo). Por último, se encuentran aquellos con “fuertes limitaciones”
constituidos por los rubros pecuarios.

Además de las limitaciones del comercio agrícola internacional


generadas por las políticas proteccionistas de los países
desarrollados, hay factores internos con un marcado efecto negativo
en el comportamiento del sector agropecuario dominicano. Dentro
de estos factores, cabe mencionar: a) la desarticulación de la política
sectorial; b) la ineficiencia institucional en la ejecución de proyectos
de desarrollo agropecuario y forestal; c) la baja productividad de
algunos rubros, debido a la falta de innovación tecnológica; d) el
deterioro de los recursos naturales y del patrimonio, la reducción de
la cobertura forestal y la salinización de los suelos irrigados; e) los
impactos negativos de las políticas macroeconómicas implementadas
en el país durante los últimos tres decenios, entre otras.

La eficiencia de la producción en el campo cuenta con fuertes carencias


y limitaciones producto de la falta de visión sistémica en las políticas
públicas desarrolladas hasta el momento. La falta de visión del poblador
rural como centro de las políticas públicas y la falta de previsión de
las nuevas circunstancias en que nos encontramos en la actualidad
(globalización, entrada en vigencia del DR-CAFTA, la incidencia de
las exportaciones chinas en los mercados internacionales); han hecho
que el campo dominicano se encuentre ante una situación de cambios
bruscos que debería ser acompañada por el Estado. Creemos que
impulsar la diversificación de las fuentes de ingresos y la búsqueda
de nuevas oportunidades competitivas, así como la mejora de las
condiciones de vida en las áreas rurales, son parte de las soluciones
que pueden mejorar la eficiencia productiva rural.

El empoderamiento de las comunidades


y habitantes rurales

Para la concepción del desarrollo humano el empoderamiento y la


participación protagónica de las comunidades se convierte en uno

166 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


de los aspectos centrales de cualquier estrategia. El empoderamiento
es la capacidad de las personas y las colectividades de motorizar
procesos a partir de sus propios intereses. Se reconoce también
como la situación en la cual la gente puede, por medio de iniciativas
autogestionarias, promover acciones en su beneficio.

José Horacio López hace un balance sobre el rol de las instituciones


públicas en la gestión del territorio rural. Sobre ese particular,
ofrece una lectura crítica en torno al papel de la intervención del
Estado, en cuanto la misma no ha promovido el protagonismo de los
actores del campo ni ha hecho prevalecer sus intereses. Las políticas
públicas han favorecido procesos de extracción de excedentes
y de subordinación de las comunidades campesinas, generando
situaciones de desapoderamiento de las mismas.

El cuestionamiento se inicia con una presentación de las


particularidades que han hecho de la zona rural un territorio de
enormes desafíos para el Estado moderno. Desde el punto de vista
estructural se destacan las imperfecciones típicas de los mercados
agrícolas, así como los constreñimientos que le impone la naturaleza
a la producción agropecuaria.

Se destaca por igual la irregularidad del mercado laboral afectado


por la importante presencia de la mano de obra familiar, la cual
no está sometida al cumplimiento de las leyes que regulan las
condiciones de los trabajadores. Lo mismo ocurre con los sistemas de
ahorro desmonetizados que representan una economía subterránea
insensible a las políticas monetarias.

Fuera de la esfera económica, se refiere como limitante la dispersión


de las familias cuyo patrón de asentamiento encarece la provisión
de servicios públicos. También se observa la racionalidad de los
sistemas campesinos, cuya lógica no coincide con los procesos de
maximización de beneficios del sistema capitalista.

Este rosario de atipicidades, junto a otras no reseñadas, han


mediatizado las innumerables iniciativas promovidas en las zonas
rurales. A la par de las limitaciones descritas, las políticas públicas
han sido fallidas porque las mismas no se han correspondido con
un proceso de desarrollo nacional auténtico ni centrado en la
gente.

En la intervención pública hacia lo rural ha prevalecido el interés de


favorecer procesos extranacionales y elitistas. En ese tenor, sobresale
el impulso de la legislación agraria basada en el Sistema Torrens,

Nueva ruralidad y desarrollo humano 167


la ejecución de políticas con sesgo antiagrícola de industrialización
sustitutiva, la promoción de los paquetes tecnológicos de la revolución
verde, entre otras. Estas políticas se caracterizan por quebrar
dinámicas propias de las comunidades campesinas.

La política pública ha contado con las llamadas “instituciones del


sector agropecuario”, encabezadas por la Secretaría de Estado de
Agricultura (SEA), el Instituto Dominicano de Recursos Hidráulicos
(INDRHI), el Banco Agrícola, el Instituto Agrario Dominicano (IAD),
entre otras de menor relevancia. Entre ellas ha operado una suerte
de división técnica del trabajo cuyo producto final ha sido el fomento
entusiasta de la revolución verde en el campo dominicano.

El resultado del accionar de dichas instituciones, más allá del objetivo


inmediato de introducir una tecnología intensiva en capital e insumos
químicos con un incremento de la productividad de dudosa eficiencia
social y ambiental, revela una agenda con prioridades diferentes a
la de los pobladores del campo. Distante del propósito de favorecer
el desarrollo de las comunidades, el Estado ha utilizado su estructura
burocrática para generar procesos de cooptación del campesinado
mediante prácticas clientelistas de diversas índoles. Desde el punto
de vista productivo, su interés inmediato ha sido proveer alimentos
baratos para los sectores populares de los centros urbanos.

La preeminencia mediática del tema de la descentralización no se


corresponde con agudos procesos de concentración territorial de la
actividad económica en el país. Lejos de alterar la centralización
económica de la capital, los procesos vividos en las últimas décadas
siguen acentuando esa distorsión.

En lo concerniente a los gobiernos municipales, no se observan


todavía cambios significativos. Aún los ayuntamientos se reducen a
ofrecer precarios servicios a los cascos urbanos. A pesar de haber
incrementado sus ingresos todavía no se advierten cambios que
apunten hacia la incorporación responsable de servicios municipales
para la población rural. Con entusiasmo se podría observar la
proliferación de los presupuestos participativos, a menos que los
mismos reproduzcan la generalizada visión de que la sindicatura es
el conserje de los citadinos.

A nivel de los gobiernos locales hay que convertir los espacios


edilicios en gestores del territorio. Algunas experiencias novedosas
de “municipios productivos” dan cuenta de la incorporación de
los cabildos como aliados válidos en la búsqueda de alternativas
económicas.

168 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


El gran desafío es convertir las instituciones públicas con incidencia en
el campo en promotoras de la autogestión comunitaria y transformar
sus orientaciones tecnocráticas en procesos incluyentes al servicio del
desarrollo humano. Es necesario colocar como objetivo central de su
trabajo la promoción de los valores de equidad, empoderamiento y
participación, eficiencia y, en definitiva, de libertad. Es decir, poner
en el centro del accionar público el desarrollo humano de las zonas
campesinas como el resultado directo de su trabajo, no como un
impacto esperado que pocas veces se concretiza.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 169


170 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO
Notas

1
Ver Martinussen 1997 y Corbridge 1995
2
El economista con más influencia lo fue sin dudas el inglés Walter
Whiltman Rostow, quien con su publicación “Las etapas del
crecimiento económico: Un manifiesto no comunista” (un título
muy sugestivo, por demás) promovió la idea de la existencia de
un sendero universal para el desarrollo.
3
Dudley Seers fue uno de los pioneros en la crítica a la teoría
económica convencional. En un seminario sobre la Enseñanza
de Economía del Desarrollo, celebrado en Manchester en abril
de 1964, presentó una ponencia titulada “Las limitaciones de los
casos especiales”, donde introduce una seria discusión sobre la
debilidad del uso de los indicadores macroeconómicos utilizados
como señal de desarrollo. Ver Seers 1968
4
El estadígrafo italiano Cordino Gini había creado a principios
del siglo XX un coeficiente que permitía medir las concentraciones
del ingreso. El “coeficiente Gini”, como se conoció, fue muy
bien recibido al momento de su publicación en 1921, pero
luego durante las próximas décadas estuvo en desuso hasta muy
avanzado el siglo pasado.
5
Ver Derek et al 1974
6
Un ejemplo típico que se utiliza es el referido a los gastos invertidos
en remediación o mitigación ambiental. Un país A con una febril
actividad de degradación tendría más gastos en mejorar el medio
ambiente que un país B con una economía con pocos efectos
perversos hacia la ecología que no tenga que invertir mucho en
revertir los daños causados. El país A tendría, ceteris paribus, un
mayor PIB que el país B, sin que esto suponga mejor nivel de vida
en el primero que en el segundo.
7
La obra “Lo pequeño es hermoso”, aunque no es una publicación
que represente una escuela de pensamiento económico en el
sentido académico, significó una importante contribución a las
críticas contra las propuestas de corte economicista aplicadas a
los países pobres. Ver Schumacher 1973
8
El primer esfuerzo en el uso del concepto Necesidades Básicas
Satisfechas se dio con la publicación del Mapa de la Pobreza
Crítica en Chile, en 1975. Con posterioridad la CEPAL trabajó

Nueva ruralidad y desarrollo humano 171


dicha metodología para dar una mayor versatilidad en su
aplicación. Ver Feres y Mancero 2001
9
El concepto es el producto de un trabajo de equipo lidereado por
Mahbub ul Haq cuando sirvió como consejero especial del PNUD
desde 1989 hasta 1995. Junto a él trabajaron su esposa Khadya
Haq, Paul Streeten, Frances Stewart, Amartya Sen, Richard
Jolly y Meghnad Desai, quienes elaboraron el marco teórico y
metodológico de los primeros reportes de desarrollo humano.
10
Amartya Sen publicó una colección de artículos sobre la relación
entre ética, libertad y economía donde desarrolla con amplitud el
concepto de desarrollo como ejercicio de la libertad humana. Ver
Sen 2000
11
ODH/PNUD 2007
12
Ver Ross 1998
13
Sobre las implicaciones de los transgénicos se ha producido
un amplio debate en el cual coinciden activistas ambientales y
académicos de casi todo el mundo. Ver Altieri 2004; Anderson y
Nielsen 2004; Baily y Lappé 2002
14
Ver FIDA 2001
15
Ver García Canclini 1990
16
Ver de Janvry, Alain y Sadoulet, Elizabeth 2004
17
Stiglitz 2003. En este documento, el autor no sólo dirige sus
críticas al tipo de medidas impulsadas por las instituciones
financieras internacionales, sino que por igual cuestiona la poca
participación de las comunidades y poderes locales, quienes con
frecuencia son ignorados por los tomadores de decisiones.
18
Ver Contreras, Rodrigo 2000
19
Chaparro y Rivera 2000, p. 20
20
Canales 2005, p. 1
21
Ídem
22
Higgings 1968, p. 174, 305
23
En círculos internacionales se bautizó con el nombre de Revolución
Verde al importante incremento de la producción agrícola que se
dio en el siglo XX, como consecuencia del empleo de técnicas de
producción modernas, concretadas en la selección genética y la
explotación intensiva permitida por el regadío y basada en la
utilización masiva de fertilizantes, pesticidas y herbicidas.
La importancia de esta revolución radicó en que mostraba
perspectivas muy optimistas con respecto a la erradicación del
hambre y la desnutrición en los países subdesarrollados.
Los resultados en cuanto a aumento de la productividad fueron
espectaculares. Pero los aspectos negativos no tardaron en
aparecer: problemas de almacenaje desconocidos y perjudiciales,
excesivo costo de semillas y tecnología complementaria, la
dependencia tecnológica, la mejor adaptación de los cultivos

172 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


tradicionales eliminados o la aparición de nuevas plagas. Por
lo que fue muy criticada desde diversos puntos de vista que van
desde el ecológico al económico, pasando por el cultural e incluso
nutricional. (http://es.wikipedia.org/)
24
Cela 1984, p. 30
25
Pérez 2002, p. 18
26
Baud 1991; Machín 1975; LLuberes 1975; García Tamayo
1979; San Miguel 1987
27
Baud 1991, p. 23
28
Geilfus 1994, p. 85; Cassá 1979, p. 140-150
29
Ídem, p. 96
30
Excepto en el Cibao Central, debido a su ocupación temprana
por el campesinado y su fortaleza económica asociada a las
exportaciones.
31
Geilfus 1994; Del Rosario et al. 1996a
32
Geilfus 1991 y 1994; Del Rosario et al. 1996; Del Rosario y
López 1998; Del Rosario 1999
33
Ceara Hatton 1984, p. 57
34
Pérez 2002, p. 19
35
Ídem, p. 21
36
Es cada vez es más notable la presencia de adultos mayores y
niños conviviendo en los hogares rurales. Los miembros jóvenes
de la familia salen a trabajar fuera de la comunidad, dejando sus
hijos al cuidado de los abuelos.
37
Canales 2005, p. 2
38
Vinod et al. (2000), p. XXIV. Traducción del autor.
39
En República Dominicana, el análisis sobre la realidad rural, sus
dinámicas productivas y culturales en general, prácticamente
desaparece a partir de la segunda mitad de los años ochenta del
siglo XX.
40
IICA 2000, p. 8
41
Ídem
42
Schejtman y Berdegué 2003, p. 2
43
BID 2003, p. 4
44
Ídem, p. 6
45
Ceña 1993, citado por Pérez 2002, p. 23
46
Schejtman y Berdegué 2003, p. ii
47
Ídem, p. i
48
BID 2003, p. 8
49
IICA 2000, p. 9
50
Más que “empresarizar el campo” habría que hablar de organizar
(“profesionalizar”, en los términos franceses) la empresa rural.
51
Geilfus 2000, p. 25
52
Ídem, p. 29
53
Ídem, p. 33

Nueva ruralidad y desarrollo humano 173


54
Del Rosario y López 2000
55
Dávalos 1998
56
Cela 1984, p. 35
57
BID, FAO, CEPAL 1999. p. 56
58
Escobar 1999, p. 10
59
Del Rosario y López 2000, p.50
60
Schejtman y Berdegué 2003, p. 1-2
61
La mayoría de los municipios dominicanos son rurales. Es decir,
se trata de demarcaciones territoriales cuya cotidianidad está
condicionada más por los procesos económicos y culturales
de su entorno rural, que por dinámicas internas propiamente
urbanas.
62
Citado en Aguilar 1993, p. 14
63
Schejtman y Berdegué 2003, p. 26
64
Ídem
65
Ídem
66
Ídem, p. 3
67
FAO 2000, p.12
68
Vinod et al., p. XXIII
69
ONE 2002
70
Ver Anexo I
71
Banco Mundial 2006
72
Ariza M., Duarte I., Gómez C. y Lozano W. 1990
73
CESDEM 2004
74
Ver Santana, Isidoro, El gasto fiscal en algunos servicios públicos
por provincias, (GTZ, Santo Domingo, 2000). Del mismo autor
ver también Participación de la población rural en la tributación
y los beneficios del gasto público, Revista Tributación, (INCAT,
Santo Domingo, No. 47/48, 1986). Un excelente ensayo
que también se refiere al tema fue preparado por Rolando M.
Guzmán, Magdalena Lizardo y Edmundo Rivera, de ONAPLAN,
titulado Estructura económica, funcional y regional del gasto
público social en la República Dominicana 1978-1997 (Santo
Domingo, 1998)
75
Newby y Sevilla Guzmán 1983, p. 19-21
76
FLACSO y UNICEF 1993
77
Rodríguez 2004
78
CESDEM, STP y ONAPLAN 2003 y BC 1998
79
OPS 2002
80
ONE 2006. Calculada para el quinquenio 2005 - 2010. Es
importante destacar que no está desagrada por zona, lo que
dificulta saber la diferencia entre las áreas rurales y las urbanas.
81
Gómez y Zúñiga 2006
82
Ídem, p. 24
83
Observaciones realizadas por la autora en la Zona de Tireo

174 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


(Constanza), Blanco (Bonao), Puerto Escondido (Duvergé) y
comunidades relacionadas con el Parque Nacional Juan B. Pérez
Rancier.
84
CESDEM, STP y ONAPLAN 2003, PUCMM 2003
85
Observaciones de campo realizadas en comunidades rurales del
Parque Nacional Los Haitises, J. Armando Bermúdez y Parque
Nacional J. B. Pérez Rancier.
86
Costumbre de residir con los parientes del marido tras el
matrimonio o vivir cerca a estos, con o sin el cónyuge.
87
Schwartz, Timothy T., McPherson, Matthew y Portorreal, Fátima.
2001
88
Romero 2005
89
Ortiz 1997
90
Banco Mundial/ BID, 2006
91
TNC , USAID y Fundación Progressio, 1999
92
Schwartz, Timothy T., McPherson, Matthew y Portorreal, Fátima.
2001
93
TNC , USAID y Fundación Progressio, 1999
94
FLACSO 2002, CID y SJR 2002
95
FLACSO 2002
96
Núñez 2001
97
Sustituye la mano de obra femenina, pues las mujeres no son
contratadas para la recogida de café en la zona que se observó
la situación. Esto no significa que en otros lugares, las mujeres no
sean contratadas junto a los haitianos.
98
Gupta y Ferguson 1992
99
Escobar, 2000, Casey 1993, Dirlik, 1997
100
Ley General de Medio Ambiente y Recursos Naturales 64-00
101
O’Connor, 2000. De acuerdo con O’Connor la evidencia empírica
favorece que el capitalismo no es sostenible ni puede amparar la
sostenibilidad ecológica, dado que ˝la sostenibilidad capitalista
depende de la acumulación y las ganancias, también señala que
si los costos del trabajo, los recursos naturales, la infraestructura
y el espacio se incrementan de manera significativa, el capital
enfrenta la posibilidad de una segunda contradicción, una crisis
que surge del lado de los costos…˝.
102
Portorreal 1998
103
La conceptualización parte de un modelo de desarrollo turístico
que, si bien se plantea lo sustentable, no toma en cuenta la
autonomía, la diversidad y la economía alternativa, dado que
implicaría que los activistas (ecologistas) y las comunidades
reclamen su derecho sobre los recursos y como productores de
conocimiento, entre otros.
104
TNC 1992
105
Ídem, 1992

Nueva ruralidad y desarrollo humano 175


106
Rey 2002
107
Se trata de una propuesta de desarrollo iniciada en Europa con el
nombre del Proyecto Leader que surgió en el sector agrícola a raíz
de las reformas de la Política Agraria Común (PAC). Pasó a las
Américas con el nombre de nueva ruralidad. De ahí que la Unión
Europea trató de introducir algunas medidas y programas de tipo
multisectorial e integrado en donde se trataba de promover sistemas
locales que pusieran en marcha programas capaces de generar
procesos endógenos de desarrollo. Los puntos fundamentales son
los siguientes: interés en la dimensión territorial en contraste con
la sectorial agraria, ˝interés en las distintas funciones y servicios
prestados por la agricultura más allá del aspecto productivo;
i) reconocimiento de los múltiples vínculos entre las pequeñas
ciudades y el campo circundante y de la relación entre desarrollo
urbano y rural; iii) reconocimiento de la complementariedad entre
agricultura y otras ocupaciones en la generación de ingresos
rurales, de la generalización de la agricultura a tiempo parcial y
del origen multisectorial del ingreso de muchas familias rurales;
iv) conciencia de la función residencial de las zonas rurales, en
oposición a una percepción puramente productiva o recreativa
de las mismas, que lleva a prestar atención a la provisión de
servicios sociales y residenciales a las poblaciones rurales; v)
reconocimiento de la creciente integración de las zonas rurales
en los mercados (de productos, insumos, tecnología y mano de
obra) y su incorporación al proceso de globalización, así como
conciencia de la importancia de la competitividad territorial frente
a la sectorial; vi) atención al potencial económico que ofrecen los
activos ligados al territorio, de tipo geográfico, histórico, cultural,
paisajístico y ecológico; y vii) acento en la participación de los
diversos agentes involucrados en el diseño y la aplicación de las
políticas y programas de desarrollo rural˝ (FAO, Banco Mundial,
2003).
108
Kant 1989, pp 319
109
En tanto los valores son criterios o pautas culturales básicas que
norman el comportamiento de los seres humanos, cuya definición
histórica se refleja en la mentalidad colectiva, las leyes y
costumbres, la religión y la cultura. Los valores influyen de manera
decisiva en el comportamiento de hombres y mujeres; por tanto,
son claves en la construcción social del género, el androcentrismo
es el enfoque que centraliza la experiencia humana únicamente
desde la perspectiva masculina. De ahí que en toda sociedad
con predominio de los valores masculinos se exhibe una cultura
androcéntrica que se manifiesta en la posición social superior del
varón.
110
Estos autores plantean que la proporción del sector rural en la

176 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


pobreza total es mayor al 50% en todos los países latinoamericanos
y del Caribe, con excepción de México, cuya proporción es de
un 33% (p. 9).
111
En relación a la “exclusión social”, Marcela Ballara (2001), de
FAO, plantea que “un enfoque reciente es el que se refiere a la
exclusión social, inicialmente desarrollado en Francia, donde se
considera que ciertos grupos son excluidos de las redes sociales,
de instituciones y normas”. De igual manera, en un informe del
Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA),
relativo al Proyecto Género en el Desarrollo Rural Sostenible
financiado por la Agencia Sueca de Cooperación Internacional
(ASDI), plantea que el análisis de los indicadores sociopolíticos y
económicos de la región latinoamericana y del Caribe evidencian
la profundidad de la crisis que afecta a los residentes en los
espacios rurales, aunque, al mismo tiempo, muestran escenarios
de agudos contrastes. Por un lado, es una región cuyos recursos
naturales constituyen un pulmón de inapreciable valor para
el planeta, aunados a la gran riqueza cultural e histórica. Por
otro, coexiste la exclusión social y económica de origen étnico
y de género, la discriminación en el gasto social para satisfacer
las demandas de los territorios rurales e ingresos inferiores al
mínimo requerido para cubrir los gastos de bienes y servicios que
percibe más del 50% de la población de los territorios rurales.
Estas determinantes de la pobreza rural asumen manifestaciones
particulares en cada país en función de su interrelación y el peso
específico de cada una.
112
Gregorio y Ramírez 2000
113
Durante un diagnóstico realizado en 1990 por un grupo de
consultoras para formular el proyecto FIDA I, durante una visita al
asentamiento agrario de Vicente Noble, se pudo comprobar que
en un plazo de 1 mes habían emigrado 500 mujeres residentes
en el área, incluyendo el propio asentamiento, pudiéndose notar
una gran cantidad de hogares monoparentales, con la presencia
de hombres, niños y ancianos y ancianas.
114
Este estudio, auspiciado por el Consejo Nacional de Población y
Familia (CONAPOFA), en 1999, fue realizado en 10 provincias:
Santiago, Valverde, San Francisco de Macorís, Cotuí, El Seibo,
Hato Mayor, Elías Piña, San Juan y Barahona, para evaluar
mediante la técnica de grupos focales, la percepción sobre el
impacto de las políticas públicas en familias pobres de la zona
rural. Los grupos focales estuvieron conformados mayormente
por mujeres de todas las edades, a los cuales se les formularon
alrededor de 10 preguntas relativas a políticas públicas en el
área de la salud, la educación, la emigración, el cuidado de
ancianos y otros tópicos de interés.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 177


115
Campillo y Kleysen, IICA/BID 1996
116
Auffret, P. 2002
117
SEA 2005
118
PNUD 2005
119
Los reportes disponibles en la Oficina Sectorial Agropecuaria de
la Mujer de la SEA, el Departamento de Desarrollo Social del
IAD, el Programa de Apoyo a la Mujer Rural del Despacho de
la Primera Dama, estudios puntuales de la Secretaría de Estado
de la Mujer realizados para la elaboración del Plan Nacional
de Equidad de Género (PLANEG), Oficina de Desarrollo de la
Comunidad (ODC), Mujeres en Desarrollo, Inc. (MUDE) y en las
Organizaciones de Tercer Nivel como CONAMUCA, dan cuenta
de que las mujeres son las que expresan mayor preocupación por
las carencias comunitarias, lo cual es entendible por el impacto
que tales carencias tienen sobre la reproducción familiar.
120
Alarcón, Diana, 2002. Los activos productivos se clasifican
en cuatro grandes renglones: capital natural (tierra, agua,
subsuelo y medio ambiente); capital humano (educación, salud,
capacitación para el trabajo y capacidad de emprendimiento);
capital financiero (ahorros y activos líquidos), y capital social
(asociado a los niveles de confianza que existe entre la gente
y su capacidad de organización). Ver Köbrich and Divern
(2001), citado por Marcela Ballara, de FAO. Se considera
que la falta de acceso a activos y la disparidad en el control
de éstos, es un factor crítico que se asocia a la pobreza en
América Latina y el Caribe, disparidades que tienen como base
los estudios que revelan que la pobreza impacta especialmente
a las mujeres y jóvenes, envejecientes y comunidades
étnicas, dado su acceso limitado a activos productivos.
121
Esta afirmación está basada en las definiciones de Diana Alarcón
sobre la clasificación de los activos productivos, estimándose
que el espacio geográfico receptor de la mujer migrante, por lo
general, le ofrece mejores perspectivas que su lugar de origen.
122
Este índice confiere un rango en función las variables del IDH
(valor de la esperanza de vida al nacer, tasa de alfabetización
de adultos a partir de los 15 años, tasa bruta combinada de
matriculación primaria, secundaria y terciaria, y estimación de
los ingresos percibidos).y de las diferencias entre hombres y
mujeres dentro de ellas.
123
No es un caso raro que las mujeres rurales sean despojadas
por sus parejas o sus familiares de algún bien, particularmente
tierras y muebles, al predominar la creencia de que las uniones
consensuales no les confieren derechos, aunque la Suprema Corte
de Justicia reconoce este tipo de unión.
124
En la publicación Mujer Rural en República Dominicana se plantea

178 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


que “la población de mujeres sin educación en el área rural es de
13%, casi el doble de la zona urbana, la cual registra un 8.1%.
En el caso de la población de hombres sin educación es más alta
que las de las mujeres en ambas zonas”. Ver SEM, 2006, en
base a datos de ENDESA 2002.
125
Informaciones del IAD dan cuenta de que a partir de 1990
se continuó distribuyendo tierra, pero de inferior calidad.
Por ejemplo, se cita el hecho de que entre 1996 y 2000 se
entregaron alrededor de 3 millones de tareas cuyo uso era
exclusivamente forestal. En el primer informe del Diagnóstico del
Sector Agropecuario de 2005, se plantea que en los años 2001-
2003 se observó una marcada reducción en la distribución de
tierra y aunque en 2004, al amparo de la contienda política,
se activó la distribución de tierras, la mayor parte de éstas se
clasifican en terrenos inadecuados para la agricultura.
126
SEA 2000
127
ODH/PNUD en base a BCRD y ONE
128
Banco Central de República Dominicana 2005
129
IICA 2005
130
Banco Central de República Dominicana 2006
131
Banco Central de República Dominicana 2006
132
Banco Mundial 2006
133
IICA 2005
134
BM 2006, p. 16
135
SEA 1998
136
Banco Interamericano de Desarrollo 2006
137
SEA 1998
138
BID 2006
139
Salvaguardia: medida que permite aumentar los aranceles
durante un año después de que las importaciones de un producto
hayan aumentado por encima de niveles ya negociados.
140
Banco Central de República Dominicana 2005
141
FAO 1999
142
IICA 1992; CEPAL 1994; SEA 1996 y 1998; JAD 1997
143
Entre 1986-1990 estas políticas enfatizaron el aumento de la
inversión pública en el sector construcción y en el incentivo de
la inversión extranjera en el sector servicios, especialmente en el
turismo y las zonas francas.
144
Linares 1988
145
Ver Anexo 1
146
Se trata del análisis del Estado comparado con el ser mitológico
que combina la cabeza de un hombre (racional, inteligente) con
el cuerpo de un toro (una bestia con fortaleza y posibilidades
de embestidas feroces). Sobre esa concepción gramsciana del
Estado ver Christine Buci-Glucksmann 1978.

Nueva ruralidad y desarrollo humano 179


147
Aunque en el documento hacemos la oposición entre la “sociedad rural
premoderna” contra la “urbanización moderna” promovida por el Estado
capitalista, la dicotomía también se ha planteado entre el “campesinado arcaico”
y el “proletariado rural modernizante”. El debate planteado en esos términos fue
representado desde inicios del siglo XX por Chayanov como defensor del sistema
campesino en su libro “La organización de la unidad económica campesina”
y por Kaustky como abanderado de la proletarización del campo, defendido
ampliamente en su libro “La Cuestión Agraria”.
148
Ver Ellis 1992
149
Oligopsonio se define como los mercados donde existen pocos compradores, lo
cual se asume como una restricción a la competencia entre actores, creando las
condiciones para que las condiciones de venta sean manipuladas con facilidad
en perjuicio de los vendedores o de los consumidores finales.
150
El Cobweb Theorem fue desarrollado por Mordecai en 1938 para explicar los
ciclos de precios de los bienes agrícolas y sus efectos tardíos en el incremento
de la producción.
151
El capital no transable se refiere a aquellos recursos que no pueden ser
exportados.
152
Ver Warman 2001 y Ellis 1998
153
Ver Geilfus 2000
154
Los principales ideólogos de la sociedad de principios del Siglo XX, Américo
Lugo, José Ramón López, Federico García Godoy expresan en gran medida
esa preocupación por el “atraso de nuestra sociedad”, entendido éste como la
distancia de los patrones de vida occidentales.
155
Ver Bauer 2002
156
El Sistema Torrens debe su nombre a su creador, el abogado Rober Torrens,
de origen australiano. Se implantó en el país mediante la Orden Ejecutiva
No.511, dictada durante la ocupación norteamericana, la cual promulgó la Ley
de Registro de Tierras. El principio cardinal en el cual se sustenta este orden
jurídico de la propiedad inmobiliaria es considerar al Estado como propietario
originario de todos los terrenos.
157
Ver Del Rosario et al 1996
158
Ver Gwynne and Kay 1999
159
República Dominicana es el país de la región que más ventajas en términos de
acceso a mercado ha obtenido con esta iniciativa, ver al respecto el Capítulo 3
de BID, 2002.
160
Ver el trabajo de Colón, donde se recoge el marco legal que rige las instituciones
del sector.
161
Dicha estrategia se remonta a los albores del Estado dominicano. Ver Baud,
1996
162
Los fondos especializados para cultivos específicos son canalizados para
CODOCAFÉ, Fomento Arrocero, Departamento de Cacao, INTABACO,
INAZUCAR, entre otros. Los demás rubros suelen recibir los servicios de la
Secretaría de Estado de Agricultura (SEA), cuyas acciones suelen tener un
reducido impacto.

180 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


163
A pesar de que la iniciativa de transferencia de riego a los usuarios ha venido
postulándose en el país desde finales de los ochenta no fue si no a partir del
Proyecto de Manejo de Cuencas Regadas y Cuenca (PROMATREC) y el Programa
de Administración de los Sistemas de Riegos por los Usuarios (PROMASIR)
cuando se le dio impulso definitivo a la idea.
164
El Proyecto de Apoyo a Iniciativas Democráticas (PID) fue un proyecto ejecutado
por la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Inició en
1992. El objetivo era promover los valores de la democracia en la sociedad
dominicana. Entre los temas a los que se le dieron mayor atención están la
descentralización y la municipalidad.
165
La relación entre el dinero ahorrado y los préstamos concedidos fue analizada
por Yunén (1985). En la obra el autor propone que en el país operan mecanismos
de movilización de ahorros y extracción de excedentes hacia la capital.
166
Domingo Matías en el II Foro sobre descentralización y poder local en el
desarrollo humano propone algunas razones para el aumento desproporcionado
del número de municipios y distritos municipales: incremento de los fondos
recibidos, ausencia de una agenda legislativa vinculada de la ciudadanía, la
concentración del gasto público municipal en el casco urbano en detrimento del
ámbito rural, el deseo de una falsa autonomía territorial y la revalorización del
municipio como unidad gestora de políticas públicas. De todas estas razones la
que resulta menos obvia es la última por las escasas capacidades de gestión de
políticas públicas asociadas a los nuevos ayuntamientos.
167
Con frecuencia se oyen demandas muy pronunciadas de parte de Organizaciones
No Gubernamentales hacia el gobierno donde refieren la desatención e
ineficiencia oficial en el combate a la pobreza. En ese sentido, es necesario
que estas ONG también se sientan cuestionadas ante la incapacidad exhibida
por muchos de los proyectos que realizan en lograr un impacto significativo en
revertir la pobreza en las zonas donde trabajan.
168
Ver CEPAL 1999
169
El concepto de desarrollo territorial asociado a desarrollo rural ha venido ganando
reconocimiento en la comunidad académica. El RIMISP- Centro Latinoamericano
para el Desarrollo Rural con sede en Chile ha estado generando discusiones
de muy alto nivel sobre el particular. Para un análisis de sus potencialidades y
alcances, ver De Janvry y Sadoulet, 2004.
170
Ver Sneesens 2003

Nueva ruralidad y desarrollo humano 181


182 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO
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Nueva ruralidad y desarrollo humano 191


192 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO
Anexos

Nueva ruralidad y desarrollo humano 193


194 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO
Anexo I: Diferentes definiciones de ruralidad

C ada país utiliza sus propios criterios para delimitar las áreas rurales. Así pues
existen un sinnúmero de características que ayudan a establecer la línea divisoria
entre las zonas urbanas y rurales dependiendo de cada país, como son: cantidad
de habitantes, tamaño del asentamiento y disponibilidad de servicios básicos. Por
esta falta de estándares y criterios homogéneos en lo que se refiere a la definición
de ruralidad, se dificulta en gran medida el estudio y la comparación entre países. A
continuación se presentan algunas definiciones de ruralidad:
• “En la República Dominicana se considera como urbana a toda la población
residente en la cabecera de los municipios y distritos municipales del país.
La población rural es entonces la que habita en el resto del territorio, es decir
en las secciones y parajes.” En este concepto, el incremento en la cantidad
de municipios ha influido de manera directa en la cantidad de habitantes
que residen en zonas urbanas, porque automáticamente son creados, la
cabecera de los municipios pasan a formar parte de las zonas urbanas.
• David De Ferranti, et al (2005) relaciona al espacio rural con las áreas
de baja densidad demográfica y distantes de los centros urbanos. Esta
metodología, aunque tiene que ser todavía mejorada, representa un
ejemplo empírico de cómo puede ser medida la ruralidad, permitiendo la
comparabilidad entre países. Los países miembros de la OCDE también
utilizan la densidad y distancia como características para definir la condición
rural, llegando a establecer una definición estándar como “las densidades
demográficas inferiores a 150 habitantes por kilómetro cuadrado y una
distancia importante de las zonas urbanas superior a una hora de viaje.”
• Los participantes del IICA (Instituto Interamericano de Cooperación para la
Agricultura) proponen que “un territorio es rural cuando el proceso histórico
de construcción social que lo define se sustenta principalmente por los
recursos naturales y mantiene esta dependencia estructural de articulación.
Un territorio es rural cuando su especificidad es su dependencia de los
recursos naturales y su base económica se estructura alrededor de la oferta
ambiental en que se sustenta.”
• Por ultimo, existen definiciones basadas en la estructura y forma del territorio,
como aquella propuesta por Wiggins, Steve y Sharon Proctor (2001) en donde
se define área rural como aquel “espacio donde asentamientos humanos
e infraestructura ocupan pequeños parches en un territorio dominado por
campos y pasturas, bosques, agua, montañas y desiertos.”

Nueva ruralidad y desarrollo humano 195


196
Anexo I
Diferentes definiciones de ruralidad

Fuente: Resumen de Conferencia Electrónica: “Discusión preparatoria para el proceso de actualización y reclasificación de la Base de Datos
de Gasto Público Rural (GPRural)” 13 de febrero al 03 de marzo 2006. Adaptado de Sabalain, 2005

FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Anexo II: Datos sobre la Reforma Agraria
Anexo II.1
República Dominicana: Evolución de los asentamientos de la reforma agraria 1961-2005

Nueva ruralidad y desarrollo humano


197
198
Anexo II.1
República Dominicana: Evolución de los asentamientos de la reforma agraria 1961-2005 (continuación)

Fuente: Secretaría de Estado de Agricultura. Diagnóstico del Sector Agropecuario, 1995, 1998 y 2005

FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO


Anexo II.2
Número de productores por tenencia de tierra según provincias

Nueva ruralidad y desarrollo humano


199
200 FORO SOBRE DESARROLLO HUMANO

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