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“Los contextos de alta subjetividad […] han sido siempre difíciles de eludir en la
ciencia que estudia los antepasados lejanos de la humanidad moderna. Prueba de
ello es el célebre y androcéntrico modelo del hombre cazador y el protagonismo
sin igual que ha alcanzado, tanto entre los expertos en el tema como a nivel
popular. De hecho, pese a que para muchos tal modelo está ya científicamente
desfasado, para otros aun es válido y mantiene tal arraigo que, en demasiadas
ocasiones, sigue lastrando con distorsiones borrosas el pensamiento colectivo”.
(p. 32) Estudio de antepasados de humanidad han estado plagados de
androcentrismo. Ejemplo claro: el modelo del hombre cazador,
científicamente desfasado
“Mucho antes de que Charles Darwin publicara en 1871 su segunda gran obra, El
origen del hombre, ya la sociedad occidental había asumido que los primeros
grupos humanos eran cazadores, y que esa tensión entre hombres (porque en su
versión no existían las cazadoras) y animales sería la responsable del crecimiento
de la inteligencia y del devenir de la humanidad. Siguiendo este razonamiento, la
persecución y captura de presas con el fin de conseguir carne, considerada
fundamental para la alimentación humana, otorgó a los homínidos machos la
capacidad de potenciar el desarrollo de todas las innovaciones morfológicas,
tecnológicas y sociales características de la humanidad moderna. Unas
correlaciones que por su simpleza hoy serían tachadas de osadas y ‘heroicas’”. (p.
32) Hace mucho se asumió modelo de hombre cazador como verdad y se
explicó sin fundamentos que hombres cazadores propiciaron la formación de
inteligencia humana
“diversos autores vienen indicando -desde hace ya décadas- que muchas de las
herramientas que parecen haber sido diseñadas para cazar es posible que se
hubieran usado para excavar bulbos o raíces, cortar partes fibrosas de plantas,
machacar frutos secos o actividades semejantes. [/] ¿Por qué esa fijación en
atribuirle poderío exterminador, de primacía gladiadora?” (pp. 34-35) Muchos
consideran que armas herramientas que se interpretaron inicialmente como
armas de caza, serían en verdad utensilios para trabajo con vegetales
A través del estudio de los restos fósiles de los dientes se pueden examinar
“algunas pistas acerca de la dieta que acompañó al desarrollo de nuestro linaje
evolutivo”. Por ejemplo, en el Ardipithecus ramidus, primer antepasado humano
conocido, se ha detectado alimentación rica en alimentos blancos como frutos y
no hay rastros de consumo de carne. (p. 48)
o En el caso del Australopithecus afarensis (restos de “Lucy”) se encontró
rastros de alimentación vegetal, sobre todo. “Estas especies por lo tanto no
eran cazadoras, sino vegetarianas”. (p. 49)
o En el Homo habilis, también se ve que no hay evidencia de consumo alto
de carnes. Investigación de restos fósiles, sobre todo de dientes,
muestran que consumo de carne no era parte importante de la dieta
alimenticia
“El modelo cazador asume que los machos eran notablemente más corpulentos
que las hembras, y por lo tanto dominaban sobre ellas con un sistema de
apareamiento poligínico [muchas parejas]. En otras palabras, el alto nivel de
dimorfismo sexual [diferencias en morfologías de los sexos] supuestamente
presente en los autralopitecus -que fueron los homínidos más antiguos conocidos
hasta la década de 1990- ha servido durante muchos años de base para argumentar
que tenían una estructura social en la que un único macho se apareaba con varias
hembras (el típico harén)”. (p. 59) Modelo del cazador asume que macho era
mucho más corpulento que hembras y que se apareaba con varias de ellas;
con esto se justifica creencia en estructura patriarcal. Pero tal modelo se ha
cuestionado
o Pero más tarde se comenzó a cuestionar la catalogación de restos oseas de
hombres y mujeres que se realizaba. Lucy, por ejemplo, fue considerada
hembra, pero se ha cuestionado tal clasificación. Se han dado
descubrimientos e investigaciones que muestran diferencia corporal
pequeña entre hembras y machos.
Darwin “no tuvo dudas al afirmar que en el reino animal las hembras son
monógamas, además de sexualmente pasivas y recatadas; con tales aseveraciones
dio fuerza y prestigio a esa vieja y equivocada presunción de fidelidad y
sometimiento femenino que ha sido fervientemente sostenida por la inmensa
mayoría de sus sucesores”. (p. 88) Las investigaciones, sin embargo, revelan todo
lo contrario: un alto grado de actividad sexual y promiscuidad en las hembras de
gran parte de las especies. Prejuicio validado por Darwin, pero totalmente
opuesto a lo que ocurre en la realidad: hembras son sexualmente monógamas
y pasivas
“Solo en lo que respecta a los restos de Homo sapiens más recientes, insistimos,
se han encontrado señales inequívocas de la presencia de pensamiento simbólico.
Y, aunque tal contingencia es considerada por muchos como requisito para la
división del trabajo en función del sexo, no hay pruebas que indiquen que la
separación sexual de las tareas se produjera en esas fechas. Los datos
arqueológicos que nos sugieren con claridad que el género podría estar presente,
se remontan a unos 35.000 años, cuando aparecen claras descripciones de
mujeres”. (p. 150) Solo en homo sapiens recientes se encontró muestra de
pensamiento simbólico, lo que es condición de división sexual de trabajo. Es
solo hace 35.000 años que se podría hablar de géneros diferenciados
claramente