You are on page 1of 150

guía literaria de

bogotá
guía literaria de

bogotá
con un recorrido personal de
antonio caballero
tabla de contenido

Instrucciones de uso 11. El paseo del atrio


Clímaco Soto Borda / p. 22
Atmósferas
Mapa zona 1: 12. El auriga
Centro histórico oriental Luís Tejada / p. 22

1. En tierras de tejedores y 13. Toros en la calle


apanadadores de sal. Rafael Pombo / p. 22
William Ospina / p. 22
14. La décima ambulante
2. La historia de Bogotá: una Luis Fayad / p. 22
carrera de ratas y cucarachas
Arturo Alape p. / 22 15. La Central de Mercados
José Joaquín Jiménez / p. 22
3. El adelantado
Juan Rodríguez Friele / p. 22 16. Recuerdos de Florián
Ricardo Silva / p. 22
4. Los campanarios bajo la lluvia
José Asunción Silva / p. 22 17. El cortejo de Silva
Fernando Vallejo / p. 22
5. El barbero Lechuga
José Manuel Groot / p. 22 18. Silva
Luis Cardoza y Aragón / p. 22
6. Fumar, callar y caminar
Mario Rivero /p. 22 19. Un estudiante recuerda el 9
de abril
7. El chicharronero Gabriel García Márquez / p.
Francisco de Paula 22
Carrasquilla / p. 22
20. El crimen del siglo
8. Rompegalas Miguel Torres / p. 22
José María Cordovez Moure
/ p. 22 21. Sol de mediodía en el Parque
Santander
9. 3130 pasos Alba Lucía Ángel / p. 22
Alberto Urdaneta / p. 22
22. La Pachiphyllum schultessi:
7UHVVHPDQDVGHÀHVWD un hallazgo en los
David Guarín / p. 22 alrededores de Las Cruces
Wade Davis / p. 22
23. Donde las paralelas se juntan 7. En bus con Amarilla por el
R. H. Moreno Durán / p. 22 Santafé
Rafael Chaparro Maiedo / p.
24. La Pola 22
José Hilario López / p. 22
8. La ruta de Bogislaus
25. Acontecimiento cotidiano en León de Greiff / p. 22
El Veinte de Julio
Nahum Montt / p. 22 9. Ciudad de sueño
Aurelio Arturo / p. 22
26. El libertador
Auguste Le Moyne / p. 22 10. Delirio nocturno de los cerros
Laura Restrepo / p. 22
Andares - B
Mapa zona 2: 11. La calle de las Escalinatas
Centro histórico occidental Jorge Zalamea / p. 22

1. Travesía de los sentidos por 12. La recoleta de San Diego: el


San Victorino antiguo extremo de la ciudad
Mario Mendoza / p. 22 Germán Arciniegas / p. 22

2. Burroughs entre liberales 13. Instantáneas del Panóptico


y conservadores José Antonio Osorio Lizarazu
William Burroughs / p. 22 / p. 22

3. El chino de Bogotá 14. La maldita primavera en el


Januario Salgar / p. 22 Parque Nacional
Alfonso Sánchez Baute / p.
 (OFLHQWtÀFR 22
Guillermo Bustamante / p. 22
15. Instrucciones para lanzarse al
5. Camilo Torres Salto
Plinio Apuleyo Mendoza / p. 22 Daniel Samper / p. 22

Episodios - C Personajes - D
Mapa zona 3: Mapa zona 4:
Centro Internacional Chapinero

1. Desentable en el Faenza 1. El Che


Andrés Samper Gnecco / p. 22 Alberto Granado / p. 22

2. Una iglesia especial para un 2. Chapinero sin remedio


crimen pasional Antonio Caballero / p. 22
Juan Manuel Rocca / p. 22
3. Peregrinación en el tranvía
3. Las damiselas de Avignon Lucas Caballero Calderón / p.
Alberto Lleras / p. 22 22

4. Visioncillas en la Carrera 4. El cerco de Bogotá


Séptima Santiago Gamboa / p. 22
Luís Vidales / p. 22
5. Los últimos bogotanos
 8QDFRQVSLUDFLyQHQODRÀFLQD Ricaro Silva Romero / p. 22
de telégrafos
Alfredo Iriarte / p. 22 Recorrido personal de Antonio
Caballero
6. Según la costumbre
Gonzalo Mallarino / p. 22 Índice de Lugares
© 2007, De todos los autores que aparecen en este libro.
© 2007, Distribuidora y Editora Aguilar, Altea,
Taurus, Alfaguara, S. A.
Calle 80 n°10-23
(571) 639 6000
Bogotá, Colombia

• Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A.


Av. Leandro N. Alem 720 (1001), Buenos Aires
• Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A. de C. V.
Avda. Universidad, 767, Col. del Valle,
México, D.F. C.P. 03100
• Santillana Ediciones Generales, S. L.
Torrelaguna, 60. 28043, Madrid

Proyecto editorial
El Áncora Editores
Fundación Erigaie
Alberto Escovar
Daniel García
Carlos del Cairo H.
Catalina García
Jose Roberto Bermúdez

Diseño interior y de carátula


Tangrama
Margarita García

Selección de textos
Daniel García

Investigación y textos
Alberto Escovar
Daniel García
Luis Daniel Vega

Recopilación de imágenes
Jose Roberto Bermúdez

Planos
Jose Roberto Bermúdez

Fotografías (salvo indicación)


Gabriel Sánchez: 19, 37, 52, 53, 54, 55, 57, 58, 59, 61, 63, 76, 77, 79, 81, 85,
86, 88, 90, 91, 92, 93, 99, 101, 102, 103, 107, 108, 109, 111, 112, 113, 119,
123, 126, 127
Daniel García: 34, 40, 41, 48, 70, 72, 94, 100, 122, 126
Federico Uribe: 109

Agradecemos los textos a todos los autores que aparecen en este libro.

Primera edición: marzo de 2007


isbn: 978-958-704-508-6

Impreso en Colombia
Printed in Colombia

Queda prohibida, salvo excepción prevista en


la ley, cualquier forma de reproducción,
distribución, comunicación pública y
transformación de esta obra sin contar con la
autorización de los titulares de la propiedad
intelectual. La infracción de los derechos
mencionados puede ser constitutiva de delito
contra la propiedad intelectual.
ATMÓSFERAS ANDARES EPISODIOS PERSONAJES

INSTRUCCIONES DE USO

LA GUÍA LITERARIA DE BOGOTÁ


SUGIERE CUATRO RUTAS
TEMÁTICAS QUE EL LECTOR
PUEDE RECORRER MIENTRAS
LEE LOS TEXTOS. AL PRINCIPIO
DE LOS MAPAS ZONALES,
DIVIDIDOS EN CUATRO SECTORES
DE LA PARTE CENTRO Y NORTE
DE LA CIUDAD, SE DA UNA BREVE
DESCRIPCIÓN DE CADA UNA DE
ELLAS. ATMÓSFERAS, ANDARES,
EPISODIOS Y PERSONAJES
DETERMINAN DISTINTAS
TRAVESÍAS POR BOGOTÁ QUE
EL LECTOR PUEDE ENSAYAR
GUIÁNDOSE POR LA VIÑETA DE
COLOR QUE ACOMPAÑA CADA
FRAGMENTO. SIN EMBARGO,
ESTO ES TAN SOLO UNA
INVITACIÓN, YA QUE TANTO PARA
CONOCER UNA CIUDAD COMO
PARA ENTRAR EN EL MUNDO
DE LA LITERATURA, NO EXISTE
UN SOLO HILO CONDUCTOR O
UN ÚNICO CAMINO QUE ESTÉ
MARCADO DE ANTEMANO.
ANTE EL LECTOR, ASÍ COMO
LE OCURRE AL CAMINANTE,
LAS PRÓXIMAS PÁGINAS SE
PRESENTAN COMO UNA CIUDAD:
UNA SERIE DE POSIBILIDADES Y
RUTAS LO INVITARÁN A ELEGIR.
1.
Las atmósferas de una ciudad
atmósferas

son las que marcan su carácter.


Sobreviven al paso del tiempo y a
los innumerables cambios que la
historia va inventando en el espacio.
Las atmósferas de Bogotá son
inconfundibles: se pueden descubrir
en el viento frío de la sabana y en la
visión siempre cambiante de los ce-
rros; en el sonido de las campanas,
en la lluvia y los atardeceres. Con el
rumor de las charlas cotidianas y el
bullicio de las ventas ambulantes.
Tras cada esquina, en cada calle,
con los fuertes contrastes de su
arquitectura, siempre dispuesta
a convertir cárceles en museos y
plantas de tratamiento de basura
en bibliotecas.
Bogotá es una ciudad de con- Bogotá, por supuesto, es famosa
versaciones. Al caminar hay que por su cultura. Hay un decir,
bordear constantemente parejas mencionado, creo, por John
o pequeños grupos, concen- Gunther, según el cual hasta los
trados en animadas charlas. pequeños limpiabotas citan a
Algunos, incluso, se paran en Proust. Es agradable imaginar
mitad de la calle, deteniendo el a uno, que con el cepillo en
tráfico. Suponemos que discuten la mano, hace una pausa para
sobre todo de política. Los cafés anotar: “…hay en el amor una
viven también repletos; y todo el tensión permanente de sufri-
mundo tiene un periódico, para miento que la felicidad neutrali-
citarlo o simplemente blandirlo za, hace únicamente condicional,
en el aire. posterga, pero que en cualquier
En ninguna otra parte he visto momento puede retornar a lo
más librerías. Fuera de docenas que habría sido desde hace mu-
de autores latinoamericanos de cho si no hubiéramos obtenido
los que nunca he oído hablar, lo que buscábamos, una pura
tienen un surtido de innume- agonía”.
rables traducciones —cualquier
cosa, desde Platón hasta Louis Christopher Isherwood, El cóndor y las vacas
Bromfield. Colcultura, Bogotá, 1994
atmósferas

1. En tierras
de tejedores y
apanadores de sal

Época: siglo XVI (1550-1560)

Sabana de Bogotá modo acentuado, terminan en ella,


El sitio de Bogotá está conformado yendo a recostarse el remate de
por la sabana que se extiende de esos senos contra lejanos montes,
sur a norte ante la cadena de cerros el último de los cuales es el más
que al oriente la delimitan. Para crecido y el que avanza más, como
tener una idea de su ambiente, se que forma el brazo que llega a Zipa-
recomienda tomar el tren turístico quirá, solo aparentemente cerrado
que parte de la Estación de la Saba- a la derecha por los cerritos de
na los domingos con destino a las Tibitó, puesto que en torno de ellos
salinas de Zipaquirá y a Nemocón. se une a las dos cintas que forman
Un pasaje escrito por el cartógrafo las planicies de Sopó y Suesca,
y geógrafo Francisco Javier Vergara una en realidad, y la segunda es la
y Velasco en 1901 nos da una que en cierto modo se enlaza con
descripción apropiada del lugar: las menos anchas de Guatavita y
“Para el viajero que tras remontar Chocontá, que forman un tercer
el Magdalena llega a la altiplanicie surco al pie del muro oriental de la
por el occidente y la columbra cuenca. Y como el primer seno o de
desde los cerros de Facatativa, La Subachoque penetra hasta La Pra-
Sabana propiamente dicha, con sus dera, el segundo, o de Tabio, avanza
90.000 Hectáreas, se desarrolla hasta el respaldo de Zipaquirá por
como unido tapiz que se dilata por el Ríofrío, y al sur mismo de la ca-
40 kilómetros del Majui a los cerros pital se encuentran las ensenadas
de Guadalupe y Monserrate, que de Tunjuelo y de Sibate....tendremos
señorean a Bogotá; es enmarcada [dentro de estos límites] esa fértil
al sur por un bajo relieve que casi planicie a la cual debe su existencia
desaparece, mirando desde los Bogotá. ”
1

páramos, y en apariencia forma una


serie continua de alturas con acen-
tuados puertos, en tanto que hacia
el norte penetra a modo de senos 1 Vergara y Velasco, Francisco Javier en
MEJÍA PAVONY, Germán. Los años del
por entre cordones de eminencias cambio. Historia urbana de Bogotá 1920-
que ora suavemente, ora de un 1910. CEJA, Bogotá 1999. p. 38
12
Grabado del camino a Honda. Historia de Bogotá, Conquista y Colonia.

La Sabana podrá ser enorme y negros y desolados donde ni si-


rica, pero es la región más re- quiera cantan los pájaros, y nada
mota del mundo. Pueden haber podía causarle más congoja que
vivido en sus vegas por miles de la posibilidad de quedar aislado
años los zipas y los zaques con del río, de su contacto con los
su pueblo de tejedores y de apa- litorales lejanos.
nadores de sal, pero no hay río
que lleve hasta ella; sus peñascos William Ospina, Ursúa
se yerguen como nubes entre Alfaguara, Bogotá, 2004
las estrellas, allí solo llegan con
facilidad los búhos y las águilas,
y bandadas de patos de cuello
verde que se reflejan en las frías
lagunas. El ascenso desde las
tierras amplias y los bosques
ardientes es penoso como un
martirio. Armendáriz se sentía
desterrado del mundo en esa
sabana hermosísima pero fría y
misteriosa, rodeada de páramos

Retrato de Sugamuxi. Historia de Bogotá, Conquista y Colonia.

William Ospina (Padua, Tolima, 1954) Estudió derecho y ciencias políticas en Cali,
pero abandonó la carrera para dedicarse a la literatura y al periodismo. Vivió en
Europa entre 1979 y 1981, y desde su regreso habita en Bogotá. William Ospina es
un intelectual comprometido. En 1996, su ensayo ¿Dónde está la franja amarilla?
movilizó a los intelectuales y los movimientos civiles colombianos para protestar con-
tra la corrupción y la violencia. Su extensa obra se debate entre la poesía y el ensayo.
Recientemente Alfaguara editó Ursúa (2006), su primera novela.
13
atmósferas

2. Tres semanas de
fiesta
Época: siglo XIX (1870-1890)

Plaza de Bolívar el nombre de Plaza de Bolívar.


La Plaza Mayor fue el corazón A partir de 1861 el mercado fue
simbólico de la ciudad colonial. prohibido en ella. Desde ese año
Lugar de mercado y celebraciones ha sufrido varias transformaciones
S~EOLFDVFRPRÀHVWDVWDXULQDV\ importantes como la siembra de
proclamaciones de nuevos gober- árboles en 1881 y la instalación
nantes, la plaza y sus alrededores de fuentes en 1926. Finalmente
fueron y han sido escenario de obtuvo su aspecto actual en 1959
los principales acontecimientos con la intervención realizada por el
políticos de la historia del país. A arquitecto Fernando Martínez Sa-
SDUWLUGHODLQGHSHQGHQFLDGHÀQLWLYD nabria. Esta última obra, gracias al
de España pasó a denominarse respeto con el entorno y la sencillez
como plaza de la Constitución hasta es considerada como una de las
el 20 de julio de 1846 cuando se más importantes en la historia del
instaló en su centro la escultura del urbanismo nacional.
Libertador realizada por el escultor
italiano Pietro Tenerani (1789- Plaza de Bolívar, Ca. 1940. Postales del
1869). Fue entonces cuando recibió recuerdo de Bogotá.

14
La plaza en un día de mercado, óleo de Castillo Escallón. Historia de Bogotá, siglo XIX.

A esa hora la plaza estaba col-


mada de luces que brillaban en
los últimos balcones de las altas
galerías, en las cornisas de las
torres, en los tres órdenes de
palcos, en la reja de la esta-
tua, en las mesas de juego,
y en las innumerables
cantinas que rodean la
plaza.

Codeándose y apiña-
da, cuasi compacta,
se movía la multi-
tud en donde podía
disfrutar de distintos
placeres. Las cantinas
servían sus cenas de
humeante y oloroso
ajiaco, las calientes
empanadas, los pollos,
gallinas, pavos y car-
nes frías, el pescado
sin segundo de nues-
tra altiplanicie en
diversas formas, los
encurtidos y salsas,
las viandas europeas
preparadas en latas,
acompañando todo
esto de cerveza de
cualquiera de nues-
tras fábricas, de los
Monumento a Bolívar. vinos y demás lico- 15
Plaza de Bolívar, Ca. 1890. Historia de Bogotá, siglo XIX.

res extranjeros; pero, sobre todo, En algunas partes, tras de una


de esa chicha embriagadora, que cortina, se formaba el baile, y
nunca para la gente del pueblo entonces el lucir de la campesina
pierde su mérito. Los rubicones sabanera de cuerpo gallardo,
paseaban de mano en mano carnes apretadas, colores vivos
rebosando del indígena néctar y frescos, trenzas como cables,
y a los lados, la bandola bien ojos negros que parecen dudar
punteada, el tiple acompañante entre si hieren o no hieren,
obligado y el canto con sus co- hoyuelos en la barba, carrillos y
plas, ya picantes como el ají, que brazos al escoger y en traje tan
comen, salerosas como las salsas, sencillo, compuesto de camisa
tiernas como la rabadilla de la bordada, enaguas de bayeta,
engordada gallina, provocadoras pañuelo de seda atado al cuello,
como la costilla asada y enloque- y sombrero de paja puesto con
cedoras como chicha en plena airecillo picaresco, pero en que
fermentación. realmente no ha entrado la
picardía para nada.

Plaza de Bolívar, acuarela de Edward Mark, 1846. Edwark Mark, acuarelas.

16
Baile de campesinos, grabado de Ramón Torres Méndez. Historia de Bogotá, siglo XIX.

El torbellino hacía zapatear al


galán en tanto que la bailarina
daba vueltas arregazándose el
traje y bailando lo más menudito
posible. El entusiasmo de los
músicos subía entonces de pun-
to, los cantores se esforzaban en
modular la voz y en escoger sus
cantas, con lo cual procuraban,
bailarines y músicos, dar motivo
para volver a pasar, no una vez
como Cesar, sino muchas, el
repleto rubicón.

David Guarín, Las tres semanas


Editorial M. Rivas, Bogotá, 1884

Campesino con totuma de chicha, acuarela de Edward


Mark. Edwark Mark, acuarelas.

José David Guarín (Quetame, Cundinamarca, 1830-Chiquinquirá, Boyacá, 1890)


Estudió en Bogotá en el Colegio de San Bartolomé y en el Colegio del Rosario, y en
,EDJXpHQHO&ROHJLRGH6DQ6LPyQÀORVRItD\MXULVSUXGHQFLD&RODERUyHQEl Mosai-
co al lado Eugenio Díaz, Ricardo Carrasquilla, José Manuel Marroquín y Ricardo Silva.
Fue cónsul de Colombia en San Francisco de California y desempeñó varios cargos
políticos y administrativos en Colombia. Aparte de Tres semanas, editada primero en
1884 y luego en 1942, fue autor de varios famosos cuadros de costumbres como El
maestro Julián, La camisa calentana, Entre usted que se moja y Mi cometa.
17
atmósferas

3. La Central de
Mercados

Época: siglo XX (1930-1940) La central de mercados es un


arrecife donde encallan muchas
naves aventureras que arri-
Antigua Central de mercados ban en viaje de ilusiones, con
Cuando se prohibió la celebración sobordo victorioso de esperan-
del mercado en la Plaza Mayor, en zas y manifiesto de inocencias
1861, la Central de mercados se empujadas por brisas locas o
convirtió en el principal centro de desencantos de amor. Vienen los
acopio de productos agropecuarios. tripulantes piratas, los marinos
(ODQWLJXRHGLÀFLRFX\DFRQVWUXF-
de agua dulce, los capitanes
ción se había iniciado en 1864,
contrabandistas, desembarcan en
fue reemplazado en la década
1920 por una moderna estructura
su puerto, que cubre el cuadri-
que fue demolida para permitir el
látero de cuatrocientos metros,
paso de la actual carrera 10. Esta vociferantes, cada uno de ellos
situación obligó a desplazar el con una distinta manifestación
uso del mercado del centro de la de vida, con una diferencia de
ciudad. Actualmente la central de latitud, y se empotran en sus
acopio más importante de Bogotá cuatro callejones hasta un límite
es Corabastos, uno de los lugares ya demarcado y preciso. A veces
más interesantes para visitar en la la tripulación, que llegara en
madrugada, ya que entre las tres y
trance de furrusca y de parranda,
las seis de la mañana se concen-
pierde la ruta. No oye el sonido
tran sus horas de mayor actividad.
Las plazas de mercado están entre
de la sirena hogareña que los lla-
los lugares más apreciables de
ma, que los reclama en un grito
Bogotá. Se recomienda visitar las de absolución. Se pierden allí, en
GH3DORTXHPDR PHUFDGRGHÁRUHV  las tabernas y en los comercios,
Las Nieves, La Perseverancia, La sin pasaportes ni carnet de mari-
Concordia, Las Cruces, Villa Javier y neros. No les queda otro recurso
El Restrepo. que enrolarse en el barco de los
muertos sin literas, sin ración
y sin reglamento. Los unos se
hacen cargueros, los otros lim-
18 piabotas, algunos logran adquirir
Demolición de la Central de mercados, 1954. Revista Cromos.

mercancías en comisión y se dan los potentes canastos, donde


a revenderlas. Los más toman habitará por pocos momentos
los caminitos del hampa, y en una población de legumbres y de
poco tiempo frustrada la antigua comestibles. Comienza la faena
bondad, se desparraman por los a eso de las 9 de la mañana. Lle-
barrios bajos y van a engrosar gan los campesinos vivanderos
las cuadrillas de Matasiete y de de los cuatro puntos cardinales,
Resbaloso. atalayando la sagacidad de las
vendedoras. Un saludable olor
Los días viernes, mercado gran- de huerto remoza el aire. Las
de, hay una avalancha de señoras naranjas y los limones distri-
y amas de casa. Desde que apun- buyen su aroma intacto en los
ta el alba, se ven las parejas de puestos de frutas. Los aguacates,
la dama y la sirvienta, que porta las chirimoyas, los cocos y las

Acuarela de Edward Mark, 1846. Edwark Mark, acuarelas.

19
Demolición de la Central de mercados, 1954. Revista Cromos.

mazorcas, bailan bambucos se hace un himno de gratitud a


en los proscenios ávidos de las la cosecha. El dinero, en fuentes
cestas. Gama multicolor de sonoras recorre los bolsillos y las
abundancia y de florescencia, carteras. Marejadas de vida, de
triunfa del tono opaco de los locuaz esparcimiento, paséanse
días comunes. Vociferan las mu- por los pasillos y andenes. El
jeres. Alegan los comerciantes. vendedor ambulante lanza la
El bochinche de la compraventa retahíla propagandista con tono

Entrada principal de la Central de mercados, 1927. Revista El Gráfico.

20
de competencia. Los cargue- los frutos y las gentes, saturán-
ros estrenan lazo. Las zorras y dolo todo de saborcillo ajeno a
carretillas acarician el pavimento resquemores, fácil de perdonar y
en carrera triunfal, y el sol del pleno de complacencias.
mediodía alumbra la hirvien-
te promiscuidad de la plaza, José Joaquín Jiménez, Las famosas crónicas
regalando calor y regocijo a de Ximénez,
todos, dando mejor apariencia a Planeta, Bogotá 1996

Fachada del proyecto de la Central de mercados, 1925. Revista El Gráfico.

José Joaquín Jiménez (Bogotá, 1915-1946) Después de trabajar como operario de


un taller de carpintería en Puerto Liévano, a orillas del Magdalena, José Joaquín Ji-
ménez se empleó como celador de las rentas departamentales en Ponedera. Regre-
só a Bogotá y entró a formar parte del periódico El Tiempo, donde escribió la colum-
na «Babel del día». Más conocido como Ximénez, este periodista murió a causa de
una infección pulmonar contraída luego de descender al abismo del Tequendama en
su afán por cubrir la noticia de un taxi que se había precipitado al fondo del salto.
21
atmósferas

4. Los campanarios
bajo la lluvia
Época: siglo XIX (1880-1896)

Casa de Poesía Silva Silva y fue en ella, el 24 de mayo


La casa donde José Asunción Silva de 1896, donde el poeta se quitó
habitó los últimos años de su vida la vida. Actualmente funciona allí
es una sencilla construcción que La Casa de Poesía Silva, un centro
fue realizada entre 1715 y 1720. cultural que realiza publicaciones y
La decoración y las innovaciones lanzamientos de libros entre otras
en su interior se llevaron a cabo actividades. Quién esté interesa-
a lo largo del siglo XIX, cuando la do en conocer o investigar sobre
HOLWHERJRWDQDPRGLÀFyVXYLYLHQGD poesía colombiana, debe visitar
FRQHOÀQGHGLVWLQJXLUODGHODFDVD su biblioteca, abierta al público en
colonial, aunque respetando su los días hábiles en las horas de la
estructura original. Desde 1886 mañana y la tarde.
estuvo habitada por la familia

Interior de la Casa de Poesía Silva.


22
Día de Difuntos

La luz vaga…opaco el día


La llovizna cae y moja
Con sus hilos penetrantes la ciudad desierta y fría.
Por el aire tenebroso ignorada mano arroja
Un oscuro velo opaco de letal melancolía,
Y aun no hay nadie que, en lo íntimo, no se aquiete y se recoja
Al mirar las nieblas grises de la atmósfera sombría,
Y al oír en las alturas
Melancólicas y oscuras
Los acentos dejativos
Y tristísimos e inciertos
Con que suenan las campanas
Las campanas plañideras que les hablan a los vivos
De los muertos!
Y hay algo angustioso e incierto
Que mezcla a ese sonido su sonido,
E inarmónico vibra en el concierto
Que alzan los bronces al tocar a muerto,
Por todos los que han sido!
Es la voz de una campana,
Que va marcando la hora,
Hoy lo mismo que mañana,
Rítmica, igual y sonora,
Una campana se queja,
Y la otra campana llora,
Esta tiene voz de vieja,
Esta de niña que ora.

José Asunción Silva, Poesía completa, De sobremesa,


Casa de Poesía Silva, Grupo Editorial Norma, Bogotá, 1996.

José Asunción Silva (Bogotá, 1865-1896) ,QÁXHQFLDGRGLUHFWDPHQWHSRUHOURPDQ-


ticismo, José Asunción Silva escribió a los diez años Primera comunión. Desde allí
se dejó ver como un personaje bendecido por el genio, motivando a sus compañe-
ros de colegio a llamarlo “José Presunción”. Dejó los estudios y a los veinte años
viajó a París, donde conoció a Mallarmé. Un año antes de su muerte, perdió parte
de su obra cuando naufragó el vapor que lo traía de Caracas. Se suicidó de un
certero disparo en el corazón. De él dijo Miguel de Unamuno: “Silva canta como un
pájaro, pero un pájaro triste, que siente el advenimiento de la muerte a la hora en
que se acuesta el sol.”
23
atmósferas

5. Recuerdos de
Florián

Época: siglo XIX (1880-1890) ¿Y no recuerda las casuchas del


lado de la casa de Don Raimun-
do Santamaría, en las cuales
Florián
enfardelaban; las tiendas de
Durante la Colonia y los primeros aplanchadoras que colgaban la
años de la República, se situaron ropa en la calle; las de las ven-
numerosas chicherías en las dedoras de carbón, sucias hasta
inmediaciones de la calle Florián, lo increíble, con el característico
actual carrera 8ª. Esta bebida de loro grosero, fijo en una estaca en
origen indígena que fue sistemáti- la puerta y ocupado en insultar
FDPHQWHHVWLJPDWL]DGD\ÀQDOPHQWH a los transeúntes; las inmundas
prohibida en la segunda década del
chicherías que empezaban en
siglo XX. La calle Florián también se
la mitad de la segunda calle de
caracterizó por ser la calle co-
Florián, frente a Santo
mercial de la ciudad y para
ÀQDOHVGHOVLJOR;,;HUDHO
Domingo, y entre las
sector en donde esta- cuales descollaba la
ban situados varios hirviente y mo-
almacenes de lujo que numental “Fonda
vendían productos Chiquita”, situada
importados. en lo que es
Actualmente este hoy el extenso
sector conserva un almacén de Antonio
comercio tradicional
Samper y C? Estoy
que pareciera congelado
viendo las tiendas
en la Bogotá de los años
húmedas y oscuras de
cincuentas. Recorrer el
Pasaje Hernández, por
debajo de Santo Do-
ejemplo, es para el cami- mingo, que servían
nante una especie de viaje de taller y habitación
al pasado. Se recomienda á obreros infelices; las
visitar el segundo piso del pasaje, innumerables jaulas con
y conocer los locales de los sastres toches, y las tazas con mejora-
tradicionales. na y claveles que adornaban las
24 torcidas y desiguales rejas del
Calle Florián, 1884. Papel Periódico Ilustrado.

convento. En el zaguán inme- los muertos pobres no gastaban


diato a lo que es hoy el almacén esos lujos.
de Don Narciso González, había
un inglés alto, colorado como un Ricardo Silva, Artículos de costumbres
rábano, un “inglés nitrado”, como Imprenta de Silvestre, Bogotá 1883.
ha dicho algún gracioso, el cual
construía allí estribos de zuela
que colocaba al sol, en la calle,
haciéndola intransitable por el
olor que despedía el tinte negro
con que los pintaba. También
daba en alquiler el único carro
de los muertos que había, y
que se llamaba El Féretro. El
maestro Trinidad, cerero, situado
en la otra extremidad de dicha
calle, cerca de lo que hoy es la
entrada de las oficinas de correos
y telégrafos, proporcionaba los
cirios y un paño de pana negra
con galones amarillos, con el
cual se cubría la mesa en que era
colocado el muerto rico, porque Calle Florián, Historia de Bogotá, siglo XIX.

Ricardo Silva (Bogotá, 1836-1887) Comerciante desde muy joven, Ricardo Silva
descendía de José Asunción Silva Fortoul, hombre acaudalado de ascendencia san-
tandereana. Por vocación y por el medio social en el que vivía, cultivó la literatura y
perteneció a la tertulia El Mural. Entre los costumbristas es considerado como uno
de los que escribía con mayor gracia y soltura. Concibió, junto a Vicenta Gómez,
al poeta José Asunción Silva. Fue descrito por el biógrafo Héctor Orjuela como un
“hombre soñador, idealista y de un carácter apacible”. Entre sus cuadros de costum-
bres destacables tenemos el Retrato del niño Agapito y El portón de casa.
25
atmósferas

6. Sol de mediodía en
el Parque Santander

Época: siglo XX (1970-1980) Es Francisco de Paula Santan-


der, le explica: allá el Museo del
Oro y ésta es Avianca, el edificio
Parque Santander
más alto de Colombia, una
Uno de los primeros inmuebles cons- vez se quemó y no te figuras el
truidos alrededor de la plaza de las bololó tan grande, todo el país
Hierbas, actual parque Santander, alborotado, tuvieron que rescatar
fue la del fundador Jiménez de Que- la gente en helicópteros y en
VDGD(QWUH\VHHGLÀFy la Plaza de Bolívar organiza-
aquí la capilla del humilladero, y aun- ron equipos de socorro, casi
que inicialmente hubo presencia de hasta Fontibón llegó el humero,
los dominicos, fueron los francisca-
¡quietas!, ahora sale el pajarito,
nos quienes adquirieron el terreno,
y manipula una tapita negra que
razón por que se le conoció también
como plazuela de San Francisco. En
quita y pone en dos segundos,
este lugar fueron fusilados en 1816
¡ya…! y van a salir tostadas de la
Francisco José de Caldas y Policarpa risa pues lo del pajarito un siglo
Salavarrieta. En el costado norte que no lo oyen. Se concentran
vivió Francisco de Paula Santander en las operaciones del viejito,
desde la independencia y hasta su que introduce una mano en una
muerte en 1840. Una estatua en su especie de manga negra que
nombre, elaborada por el escultor pende de la caja, para empezar a
italiano Pietro Costa (1849-1901), revolver.
fue inaugurada en 1878. En la
misma época fue demolida la Capilla
Es muy bonito ¿no? Sí, es muy
del Humilladero. Actualmente sigue
siendo un lugar tradicional de los
bonito. Además hace sol.
emboladores y un escenario de
manifestaciones artísticas callejeras, Vista del costado oriental del parque, Ca. 1940. Revista
PROA.
arengas de pregoneros y ferias de
libreros que se celebran en distintas
épocas del año.

26
Incendio del edificio de Avianca, 1973. Archivo Santillana.

Las indiecitas vendiendo ruanas megáfono en la mano, peinado


de colores, los pájaros cantando, el con gomina, encorbatado, vestido
tropelín de gente saliendo de San verde de cuadritos, zapatos café
Francisco, ¡Cundinamarca, juega en leche. ¿Ya está la foto?, pero él
hoy...!, el cielo despejado. [...] batiendo con ahínco como si lo
de adentro fuera un ponche. Un
Las fuentes en su apogeo, chorro segundito, les pide con voz dulce.
arriba, y los emboladores atarea- Tendrá casi noventa, calcula
dos con sus cajones de lustrar que mentalmente, ¿cuánto hace que
tienen decorados con monedas se dedica a tomar fotos? ¿Aquí
de a veinte, y hay uno en forma en el parque Santander? Desde el
de camión, con rodachines: cincuenta y siete. ¿Todos los días?
embole que te embole. Otros ¡Todos! ¿Y si llueve? Si llueve,
leyendo los periódicos. Otros pues… y entonces hace el gesto
haciendo nada, panza al sol, el de que así ya ni modo, que en ese
corro de curiosos haciendo rueda caso mala pata.
a los videntes que siguen con que
de qué color es el chaleco que Alba Lucía Ángel ¡Oh gloria inmarcesible!
lleva el caballero, y el otro, rojo, Colcultura, Bogotá, 1979

Alba Lucía Ángel (Pereira, Risaralda, 1939) Investigadora, periodista, crítica de cine
y escritora, Alba Lucía Ángel estudió arte y literatura en la Universidad de los Andes,
GRQGHIXHDOXPQDGH0DUWD7UDEDTXLHQLQÁXHQFLySURIXQGDPHQWHVXYLGDDUWtVWLFD
Se estrenó como novelista con la obra Los girasoles en invierno (1970), bellamente
ilustrada por Luis Caballero. Incansable investigadora de los sucesos del 9 de Abril,
publicó en 1975 el documento Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón.
27
atmósferas

7. Según la costumbre

Época: siglo XX (1900-1910) He confirmado en Medicina


Legal que en el último año han
muerto en Bogotá veintitrés
La Alameda Vieja
personas a causa de la enferme-
Fue el primer paseo público que dad. Decidí conocer los lugares
tuvo Bogotá en el siglo XVIII y se donde la gente se infecta. Visité
extendía por la actual carrera 13 ocho lugares de esos. Son sucios
desde la calle 14 hasta la 26. Su hasta el extremo. Según mis
origen se inscribe dentro de las re- cálculos trabajan en ellos más
formas borbónicas que introdujeron de cuarenta mujeres. Los locales
el pensamiento Ilustrado en España están concentrados alrededor
y sus colonias y que tuvo también
de la Plaza del Voto Nacional.
repercusiones en la arquitectura
Hay otro en la plazuela de
y el urbanismo de sus ciudades.
San Victorino. Dos cerca del
Las alamedas fueron una de éstas
manifestaciones y se construyeron
Puente de San Francisco. Uno
desde el siglo XVIII en diversas ciu-
dades iberoamericanas. A lo largo
de la Alameda Vieja los ciudadanos
atravesaban gran parte de Bogotá
protegidos por las sombras de
sauces y alisos. A mediados del
siglo XIX la alameda fue objeto de
reformas urbanas para su mejora-
miento, sin embargo en las décadas
siguientes su apariencia decayó
notablemente. Actualmente parte
del sector franqueado por ella está
ocupado por la zona de tolerancia
del centro de la ciudad.

Caricatura de Pepe Gómez sobre la chicha,


1919. Historia de Bogotá, siglo XX.
28
Alameda Vieja a la altura de la Calle 22, Ca. 1930. Sociedad de Mejoras y Ornato.

en el Camellón de las Nieves. sordos. Como dormidos. Pasan


El movimiento de visitantes es y se vacían y se retiran. En una
intenso y el expendio de chicha noche en estos antros dos o tres
y aguardiente no para. Unos be- mujeres pueden atender hasta
ben hasta caerse mientras en los cincuenta personas. Al amanecer
socavones otros se sirven de las ellas están como desangradas.
mujeres. Una misma los acepta Hasta el punto de que no pue-
a todos. Uno tras otro duran- den moverse.
te horas. Están todos como
Gonzalo Mallarino, Según la costumbre
Alfaguara, Bogotá 2003

Alameda Vieja, 1938. Sociedad de Mejoras y Ornato.

Gonzalo Mallarino (Bogotá, 1958) Sus primeros poemas aparecen en el periódico


El Tiempo en 1984, y su primera colección de poemas en la antología Se nos volvie-
ron aves las palabras (1986). También es autor de los libros Carmina (1986), Los
llantos (1988), La ventana profunda (1995), La tarde, las tardes (2000), con los
que ha obtenido reconocimientos importantes. Según la costumbre es la primera
de una trilogía de novelas de Bogotá que recorren el siglo XX recreando tres épocas
distintas de su historia.
29
atmósferas

8. Una iglesia
especial para un
crimen pasional

Época: siglo XX (1980-1990)

Iglesia de Las Nieves


La primera iglesia que se erigió en
Las Nieves fue una ermita pajiza
levantada en 1581. Trece años
PiVWDUGHIXHPRGLÀFDGD\GHVGH
HVHPRPHQWR\KDVWDÀQDOHVGHO
siglo XIX mantuvo su aspecto. En Plaza de Las Nieves, 1918. Guía de Bogotá.
1893 su fachada fue reconstruida
y en 1922 adquirió el aspecto que
tiene actualmente. La composición
asimétrica en su exterior
con franjas horizonta-
les de colores alterna-
dos entre rojo y amarillo
y los campanarios que
parecen torreones son un
ejemplo de una curiosa
LQÁXHQFLDJyWLFREL]DQ-
tina. En su interior son
destacables los vitrales
y las columnas en espiral
del altar mayor.

Iglesia de Las Nieves,


1948. Guía de
Bogotá.
30
Detalles de la Iglesia de Las Nieves.

Capital de ausencias

El aire resuena en las calles como resoplido


de bestia tumultuosa y los abanicos musicales
despliegan su madeja de manos.
Una iglesia especial para un crimen pasional
donde los amantes se citan entre cirios y agua bendita.
Es a esta hora tendida y al galope cuando las velas
se encienden y la mendiga de la iglesia de las Nieves
guarda bajo su falda un botellón de avispas.
Entre sus corsés de cetáceo las mujeres reparten
boletines de la aurora
y los circos de carpa de espejo
regresan con las lluvias.
Un viento de arrabal vaga por la sabana haciendo música de nieblas.
Vendedores de la lotería del verano
bajan al mercado negro entre las moscas
más ruidosas del continente.
Algunos hombres huyen de prisión
cuando la cordillera de los Andes se despereza
y ríen las mujeres sobre sus zancos
del color de la champaña.
Los teatros de cascada de piel de estaño
huelen a frituras y a cortesía cuando la noche
viaja en vagón de segunda hacia hoteles de madera
adormecidos por el surtidor de las rocolas.
Los poetas callejeros traficando con nubes de mala clase
cantan en el argot del fuego.
Soles: puf: los que quieran. Canciones de ayer
entonadas por los vecinos entre el hervor casero
que ponen en la terraza un olor de alcachofa.
¡Prendan las luces!

Juan Manuel Roca, Cantar de lejanía, Antología personal.


Fondo de Cultura Económica, Bogotá, 2005

Juan Manuel Roca (Medellín, 1946) Poeta, periodista, ensayista. Coordina desde
hace 17 años uno de los talleres de poesía que ofrece la Casa Silva. En 1997 la
Universidad del Valle le otorgó el título honoris causa en literatura. Ha obtenido varios
premios nacionales de poesía (Premio Eduardo Cote Lamus y Universidad de Antio-
quia); de periodismo (Premio Simón Bolívar) y de cuento (Universidad de Antioquia).
Dentro de su producción se destacan los volúmenes de poesía Memoria del agua
(1973), Luna de ciegos (1975), Ciudadano de la noche (1989), Pavana con el diablo
(1990), Los cinco entierros de Pessoa (2001) y Arenga del que sueña (2002). En el
2004 recibió el Premio Nacional de Poesía otorgado por el Ministerio de Cultura.
31
atmósferas

9. Ciudad de sueño

Época: siglo XX

Biblioteca Nacional que el espacio para albergar todo el


La Real Biblioteca Pública de PDWHULDOVHKDEtDKHFKRLQVXÀFLHQ-
Bogotá comienza su funcionamiento te. Allí permaneció por varios años
en 1777 con sede en el palacio mas, hasta su instalación en la sede
San Carlos y usando como principal actual proyectada por el arquitecto
DFHUYRELEOLRJUiÀFRORVOLEURVLQFDX- Alberto Wills Ferro. En la Biblioteca
tados a la Compañía de Jesús luego Nacional se encuentra donada la
de su expulsión en 1767. Allí funcio- colección de libros de Aurelio Arturo.
na hasta 1822, cuando el vicepre- Para quienes estén interesados en
sidente Santander decreta su tras- investigar sobre poesía, literatura o
lado a las piezas que servían como prensa colombiana, este lugar re-
aulas del colegio San Bartolomé. En sulta valioso. La entrada no es libre,
1868 la Biblioteca se adscribe a la pero obtener un carnet de acceso
Universidad Nacional, pero continúa es bastante sencillo.
funcionando en el primer piso del
HGLÀFLRGHODV$XODVKDVWD
cuando el director, Enrique Álvarez
Bonilla, sugiere su traslado a la
Fachada principal, 1933. Archivo del Ministerio
sede del Museo Nacional, debido a de Obras Públicas y Transporte.

32
Incendio de las Galerías Arrubla, en el costado occidental de la Plaza de Bolívar, 1900. Historia de Bogotá, siglo XIX.

Ciudad de sueño

Yo os contaré que un día vi arder entre la noche


una loca ciudad soberbia y populosa,
yo, sin mover los párpados, la miré desplomarse,
caer, cual bajo un casco un pétalo de rosa.

Muros que yo formé con mi sangre hecha esfuerzo,


puertas al sol doradas que elevé a mis espaldas,
ciudad de mil mujeres de ojos dorados, brazos
lentos y bocas rojas que en su silencio cantan.

Así como en la sombra desciende una cabeza


al fondo de una idea, rápida como piedra,
aquella ciudad loca, oh rúas de mi júbilo,
se hundía en silencios duros y en soledades negras.

Ardía como un muslo entre selvas de incendio,


y caían las cúpulas y caían los muros
sobre las voces queridas tal como sobre espejos
amplios...¡diez mil chillidos de resplandores puros!

Y eran como mis mismos cabellos esas llamas,


rojas panteras sueltas en la joven ciudad,
y ardían desplomándose los muros de mi sueño...
¡Tal como se desploma gritando una ciudad!

Aurelio Arturo, Obra poética completa.


Signatarios del Acuerdo Archivos; ALLCA XX,
Université Paris X, Universidad de Antioquia, Medellín 2003.

Aurelio Arturo (La Unión, Nariño, 1906-Bogotá, 1974) Doctor en Derecho por el
Externado de Colombia, publicó en 1928 sus primeros poemas en la revista Universi-
dad, dirigida por Germán Arciniegas. Se dedicó por completo al ejercicio profesional
y desempeñó algunos cargos públicos como Secretario General del Ministerio de
Trabajo y funcionario del Ministerio de Defensa. En 1963 se editó su único libro,
Morada al sur, por el que obtuvo el Premio Nacional de Poesía Guillermo Valencia.
33
atmósferas

10. Delirio nocturno


de los cerros

Época: siglo XX (1990-2000)

Monserrate y Guadalupe panorama de un atardecer que se


Los cerros de Monserrate y Guada- divisa desde ese lugar, le da una
lupe son las insignias más represen- idea clara de su poder al visitante:
tativas de la ciudad. Se recomienda “Yo no olvidaré jamás el resplandor
subir hasta sus cumbres en los de una puesta de sol a la que asistí
ÀQHVGHVHPDQDRHQGtDVGHÀHVWDV desde la capilla de Nuestra Señora
religiosas. El primero de ellos fue de Guadalupe: el aire era de una
conocido inicialmente como el cerro limpieza absoluta y el cielo azul os-
de las Nieves, donde se encontraba curo; cuando el astro desapareció,
una pequeña capilla dedicada a la lentamente, detrás de los inmensos
Santa Cruz de Monserrate. El tem- campos de nieves, ¡fue como un
plo fue ampliado en 1650 dando eclipse! La luz del día, después
paso a la fundación de la ermita. de debilitarse gradualmente, nos
En 1656 Pedro Lugo de Albarracín dejó súbitamente en la oscuridad
dona a la iglesia la talla del señor porque no hay crepúsculo en el
caído de Monserrate. Debido a los ecuador. Pero lo que me causó
temblores de 1743 y 1917 el templo gran sorpresa fue un bello tinte rojo
es reconstruido y posteriormente pálido, que apareció y se mantuvo
reemplazado en 1925 por uno de durante un tiempo por encima de
inspiración neogótica. Éste último, la zona que acababa de dejar el
OXHJRWDPELpQIXHPRGLÀFDGRSDUD sol. Este tinte, o más bien, este
darle la apariencia. vapor, se extendió al principio en la
El cerro de Guadalupe toma su altura, luego dejó de ser visible, no
nombre a partir de la fundación de porque disminuyera en intensidad
la ermita construida en 1666 en un sino porque al desplazarse hacia
antiguo sitio de adoración indígena. abajo, el astro radiante parecía
En 1946 se inauguró la escultura lo hubiese arrastrado; el glaciar
Nuestra Señora de Guadalupe, obra conservó durante algunos minutos
de Gustavo Arcila Uribe (1895- una espléndida coloración ”.1

1963). La descripción que aparece


en las Memorias de Jean Baptiste
1 BOUSSINGNAULT, Jean Baptiste. Memo-
Boussingnault ante el impactante rias. Colcultura, Bogotá, 1985
34
Cerro y Virgen de Guadalupe.

….y luego subieron hasta las To- guarecido un Cristo barroco que
rres de Salmona atravesando las ha caído bajo el peso de su cruz,
sombras apenas dispersas por el más aporreado, quebrantado y
los focos amarillos del Parque doliente de los dioses, cubierto
de la Independencia; enfrente su cuerpo de moretones y de
tenían al cerro de Monserrate y lamparones y de estragos de
como su mole era invisible en la sangre, pobre Cristo maltrata-
oscuridad, la iglesia iluminada do hasta las lágrimas, pensaba
que se asienta en su cumbre Aguilar, cómo se nota que te
flotaba en la noche como un duele todo aquello y cuánto se
ovni; en esa iglesia se mantiene parece a ti esta ciudad tuya que

Virgen de Guadalupe. 35
Cerro de Monserrate, Ca. 1940. Postales del recuerdo de Bogotá.

desde abajo te venera y que a luz verde, me dijo Mira Aguilar,


veces te echa en cara que nos hoy la Virgen de Guadalupe
marcaste con tu sino, Señor de parece una avioneta. Mientras
las mil caídas, y que nos aplastó atravesábamos el parque yo
tu cruz de manera irremediable. iba pendiente de acechanzas
En la punta de Guadalupe, el y ella iba pisando las caperu-
cerro vecino a Monserrate, se citas blancas que caen de los
erige una Virgen tamaño King eucaliptos para que soltaran el
Kong que intenta abarcarnos aroma, hasta que el sueño, que
con su abrazo y Agustina, que la fue amodorrando, le aniñó las
observaba cómo la enorme facciones, le aletargó los reflejos,
estatua parecía ascender con los la colgó de mi brazo y la llevó a
36 brazos extendidos e irradiando apoyar la cabeza en mi hombro.
Vista de los cerros orientales de Bogotá.

Monserrate se iba acercando


y Aguilar pensaba, a quién
tutelaras tú, viejo cerro tutelar,
si acá abajo, que se sepa, cada
quien anda librado a su suerte y
cuidando su propio pellejo.

Laura Restrepo, Delirio


Alfaguara, Bogotá, 2004

Iglesia de Monserrate.

Laura Restrepo (Bogotá, 1950) (QVD\LVWD \ QRYHOLVWD /DXUD5HVWUHSRHVWXGLyÀ-


losofía y letras en la Universidad de los Andes. Ha sido profesora de la Universidad
Nacional de Colombia y entre sus múltiples actividades se destaca su predilección
por la política y el periodismo. Ha editado, entre otros, los libros Historia de una
traición (1986), La isla de la pasión (1989) y Dulce compañía (1995).
37
atmósferas

11. La Calle
de las Escalinatas
Época: siglo XX (1965-1975)

Las torres del Parque Se recomienda recorrer el parque


Las escaleras que atraviesan el par- de la Independencia desde su
que de La Independencia desde La extremo sur, entrando por el puente
Carrera Séptima hasta Las Torres peatonal que cruza la Calle 26 a
del Parque tienen como nombre La la altura de la carrera 6, desde la
Calle de las Escalinatas, en home- Biblioteca Nacional y el Museo de
naje al escritor Jorge Zalamea y a su Arte Moderno. Una vez en el parque,
poema El sueño de las escalinatas. vale la pena visitar el Quiosco de
Las Torres del Parque se reconocen la luz, construido por Cementos
como una de las obras arquitectóni- Samper, única construcción que se
cas más importantes a nivel latino- mantiene en pie desde 1910, fecha
americano. Concebido y diseñado en la que se realizó La Exposición
por el arquitecto Rogelio Salmona Agrícola e Industrial con la que se
entre 1964 y 1965, este proyecto conmemoró el Primer Centenario de
está compuesto por tres grandes la Independencia de Colombia.
torres y un espacio peatonal que
forma una unidad urbanística
Torres del Parque, dibujo de Rogelio Salmona,
destacada con la Plaza de Toros y el
Ca. 1965. Revista Credencial Historia.
Parque de la Independencia. Entre
las principales características de
esta obra se destaca la ma-
nera en que se integra
al entorno urbano. Al cos-
tado occidental, las torres
envuelven la Plaza de
Toros replicando su for-
ma circular y al oriente
abren un espacio
entre cada una,
que permite la
participación de los
cerros en el paisaje de la obra.
38
Las Torres del Parque desde la plaza de toros, dibujo de Rogelio Salmona, 1965. Revista Credencial Historia.

Como los lectores de libros sa- y repasando su rosario de soles


cros, los pregoneros de milagre- y lunas como un fakir enceniza-
rías y los loteadores de paraísos do; censando sus caudillos; sus
y nirvanas, también yo he de khanes, emires, emperadores y
sentarme de espaldas al Río, gobernadores; empadronando
frente a las escalinatas plagadas sus hechiceros, sus brahmines,
de creyentes y obsedidas por sus lamas, sus imanes; haciendo
dioses vivos y muertos; frente a balance de invasiones y conta-
los Templos de ladrillo y cobre bilidad de lenguas; recitando
sobre cuyas escamas la luz hierve crónicas, anales y memorias de
y crepita; bajo los empinados pestes, incendios, deslizamien-
Palacios en cuyas azoteas cunde tos, inundaciones, terremotos,
la algarabía de los monos. tifones, sequías, guerras y ham-
brunas; suputando sus muertos
Detrás está la ciudad: henchi- que descienden hacia el Río e
da clueca erizada de cúpulas, inventariando sus recién nacidos
minaretes y terrazas, empollando que suben hacia el hambre.
sus muchos siglos; rumiando su
pasado, tal una vaca bajo el bor- Jorge Zalamea, El sueño de las escalinatas
doneo de los tábanos; pasando Ediciones Tercer Mundo. Bogotá, 1964

Jorge Zalamea (Bogotá, 1905-1969) Escritor, ensayista, poeta y diplomático. For-


mó parte del grupo Los Nuevos, que buscaba renovar la literatura y la política colom-
bianas. Ganó en Cuba el premio Casa de las Américas (1965) con su obra La poesía
ignorada y olvidada, y en 1968 recibió el Premio Lenin de la Paz. En su producción
literaria se pueden distinguir obras poéticas como El gran Burudún-Burundá ha
muerto (1952) y El sueño de las escalinatas (1957), poema concebido inicialmente
DRULOODVGHO*DQJHVHQOD,QGLDHQSHURTXHYLRODOX]GHÀQLWLYDHQ
39
atmósferas

12. La recoleta de
San Diego: el antiguo
extremo de la ciudad

Época: 1910-1920 Cuando Bogotá terminaba en


la calle 26, caía allí bajando de
los cerros, un abundante chorro
San Diego
de agua que, hacia la carrera
Desde 1606 se instalaron en el segunda o tercera, aprovechaba
lugar de San Diego los franciscanos la Tuerta Chepa para alimentar
descalzos. En 1610 ya existía allí la célebre alberca de su baño
una iglesia. Dos décadas más tarde público, tan popular en la época.
se construyó una capilla anexa que
fue dedicada a Nuestra Señora del Los sábados y domingos iban
Campo. Actualmente ubicadas en los bogotanos a la alberca de la
medio del Centro Internacional, la
Tuerta Chepa a zambullirse y ja-
recoleta y la iglesia de San Diego se
bonarse en sus heladas aguas, y a
destacan por el contraste que gene-
hacer el nadadito de perro, único
ran con la ciudad que las rodea. En
el interior del templo
ejercicio náutico, cuando no
se puede apreciar existían ni Apulo, Cali, Cartage-
una imagen tallada na o Santa Marta. El desagüe de
en madera de la alberca, como el resto de las
Nuestra Señora aguas, llegaba a la carrera sépti-
del Campo ma y pasaba, en caño destapado,
a la que los frente a la iglesia de San Diego,
campesinos e a la cual se entraba pasando un
indígenas del
puente formando una sola laja,
lugar rindie-
que los vecinos decían alum-
ron un fuerte
braba por las noches con un
culto.
halo misterioso. Hasta que
llegó el momento de cubrir el
caño y levantar el puente, cosa
que reunió a los curiosos para
ver la operación, por cierto
Padre Almanza,
Ca. 1910.
misterioso empeño en le-
La Gruta Simbólica. vantar ese bloque de piedra
40 sin romperlo. La operación era
Recoleta de San Diego, s. XIX. Edward Mark, acuarelas.

espectacular porque la piedra era locos y por la otra al cementerio.


grande, y entonces los recursos Hoy la cárcel está convertida
para mover semejante bloque en el Museo Nacional. Lo que
eran escasos. Fue parándose la fue patio, en donde estuvo el
piedra y apareciendo el prodigio. hombre fiera y otros criminales,
Lo que estaba enterrado era son los jardines de una escuela.
una imagen de la Virgen que, El asilo de locos, que luego fue
a medida que fue limpiándose, la escuela militar, es hoy el Hotel
conservaba sus colores. Nuestra Tequendama y un alegre centro
Señora del Campo. No recuerdo comercial. Y el cementerio sigue
con exactitud si era ya capellán siendo la colección de muertos
de la iglesia el padre Almanza. católicos, suicidas y protestantes.
En todo caso o él recibió la ima- En torno, barrios residenciales.
gen o la imagen, recién colocada El padre Almanza tenía en
en el camarín que se construyó torno el crimen, la locura y la
para alojarla dignamente, lo muerte, y lo único que veía era la
recibió a él. [...] piedra convertida en una Virgen
de colores.
La iglesia de San Diego era un
farol en la puerta de Bogotá, Germán Arciniegas, América nació entre libros
que alumbraba por una cara al Imprenta Nacional de Colombia,
Panóptico, por la otra al asilo de Bogotá 1996

Germán Arciniegas (Bogotá, 1900-1998) Historiador, sociólogo, ensayista y perio-


dista, Germán Arciniegas fue uno de los grandes pensadores de Colombia en el
mundo contemporáneo, labor que inició cuando perteneció a Los Nuevos. En 1928
se vinculó al diario El Tiempo, donde escribió como columnista durante muchos
años. Allí también fue director de la sección editorial, jefe de redacción y director del
Suplemento Literario. Su carrera periodística, que ejerció durante toda su vida, lo lle-
vó a crear y dirigir innumerables revistas culturales, la última de las cuales fue El Co-
rreo de los Andes. Antes de la publicación de Cien años de soledad (1967), su obra
Biografía del Caribe (1945) fue el libro colombiano más difundido en el mundo.
41
atmósferas

13. Instantáneas
del Panóptico

Época: siglo XX (1920-1930) …Lo primero, después de la


amplia escalera que da sobre la
carrera 7ª, es la estrecha puerta
El Panóptico
vigilada perennemente. Desde
Se erigió sobre parte de los predios aquella abertura se ve, dentro,
del convento de San Diego, cedidos otra puerta igual, al través de
en 1873. A partir de unos planos del la que se puede observar otra, y
ingeniero y arquitecto danés Thomas otra más allá. Gruesos candados
Reed (1817-1878), dibujados de y pesados cerrojos las cierran.
nuevo por el ingeniero Ramón Gue- Los guardianes, que permanecen
rra Azuola (1826-1903), se inició su inmóviles en sus puestos, termi-
construcción en 1874. Reed adoptó
nan en la punta de las bayonetas.
un esquema en forma de cruz,
Algunos, los que no están de
semejante a la prisión inglesa de
servicio, comentan los últimos
Ipswich (1785-1790) diseñada por
William Blanckburn, quien conocía
sucesos políticos, a su modo. Los
el modelo de los hermanos Samuel demás observan con una mirada
y Jeremy Bentham (1748-1832), hosca al audaz que se atreve a
responsables del modelo de cárcel llegar hasta los barrotes, teme-
denominado Panopticón (1791) que rosos de que vaya a hurtarles su
se caracteriza por ser un esquema presa. Y en el fondo, como una
que se basa en celdas situadas en decoración teatral, una cortina
la periferia de un círculo y un puesto inmóvil, también de sombras,
de observación en el centro. Si bien
donde parecen adivinarse los
el ejemplo bogotano no posee una
ojos luminosos y terribles de los
planta arquitectónica semejante,
criminales. [...]
es claro que cuando se ordenó su
construcción si se tuvieron las ideas
de Bentham en mente, lo que llevó —Todos los presos gustan
a que ya desde 1876 fuera conocido extraordinariamente de cultivar
como el “Panóptico”. En 1948 el flores —me explican—. Las
Panóptico dejó de funcionar como tal siembran, las riegan, las cuidan
y fue readecuado en el marco de la con un cariño paternal. Cada uno
IX Conferencia Panamericana como de estos hombres quisiera infun-
sede del Museo Nacional. dir su alma en una planta. [...]
42
Vista posterior del Panóptico, 1895. Historia de Bogotá, siglo XIX.

Dominando el jardín hay una por bayonetas; los patios llenos a


estatua de la Virgen de las aquella hora de presos, tendidos
Mercedes. Está situada sobre un unos con la cara al sol, en un
sencillo pedestal, y a su alrede- abandono infinito, trabajando
dor se han puesto pedruzcos, activamente los otros, todo
caprichosamente tallados. adquiere caracteres más trágicos,
Desde allí se contempla, en visto a distancia, desde ese plano
un panorama siniestro, toda la superior.
prisión. Las ventanas pequeñí-
simas, protegidas por barrotes; José Antonio Osorio Lizarazo. La cara de la
las puertas pesadas, custodiadas miseria, Editorial Colombia, Bogotá, 1926

Dibujo de Ramón Guerra Azuola, Ca. 1855. Museo Nacional de Colombia.

José Antonio Osorio Lizarazo (Bogotá, 1900- 1964) Escritor y asesor político. Gran
parte de su producción narrativa y periodística recrea la ciudad marginal y a sus
habitantes. Entre sus obras literarias sobre Bogotá se destacan La casa de vecindad
(1930), Hombres sin presente (1938) y El día del odio (1952). Vivió en Argentina
y en República Dominicana, donde colaboró como asesor de los dictadores Juan
Domingo Perón y Rafael Leonidas Trujillo. Luego de once años de ausencia regresó
a Bogotá en 1961, y se dedicó por entero a escribir hasta su muerte, ocurrida en la
misma ciudad en 1964.
43
atmósferas

14. Instrucciones
para lanzarse al Salto

Época: Siglo XX (1971) Con esos caprichos de la moda,


parece que el Salto de Tequen-
dama vuelve a ponerse de estilo
El Salto de Tequendama
entre los suicidas. Luego de un
Es uno de los atractivos naturales período en que no caían ni agua
más importantes de las afueras de ni personas por esas peñas, el
la ciudad, formado por el río Bogotá Salto empieza a recuperar su
en su salida de la sabana al río prestigio. Existiendo remedios
Magdalena. Sin embargo la conta- tan fáciles como el veneno para
minación del agua ha hecho que ratones, los totes, o inclusive el
no resulte atractivo visitarlo por los lazo, todos de aplicación casera,
olores que despide. Reseñado por
el Salto vuelve a atraer a ciuda-
los viajeros del siglo XIX, el Salto
danos aburridos que se toman
fue reconocido por ser el trágico es-
el trabajo de echar el viajecito a
cenario de numerosos suicidios. Su
cercanía se anuncia por los rugidos
esas lejuras.
del agua en su caída ininterrumpi-
da y por el paisaje de niebla. Fue Se me ocurre que lo que se
uno de los principales atractivos quiere es aprovechar la época de
turísticos con los que contó Bogotá cabañuelas y lluvias temporales
y sus inmediaciones, lo que llevó para coger el Salto con agua.
a la construcción a principios del Porque la verdad es que esta
siglo XX de un hotel situado frente catarata se había convertido en
a él, al que se accedía a través de
un infeliz chorro donde no pro-
una línea férrea que hacía parte del
vocaba ni matarse. Y no se crea
Ferrocarril del Sur. Lamentablemen-
que esto es muy fácil en el Salto.
te el hotel fue abandonado, al igual
que el ferrocarril.
Por el contrario, se requieren
condiciones hidráulicas muy
especiales.

Recomiéndase a los que quieran


lanzarse por el Tequendama que
lo hagan en horas de la mañana,
44 Hotel del Salto. 1927. Revista Cromos. y preferentemente de 9 a 12.
Vista del Salto, 1936. Revista Cromos.

A partir de este momento, la utiliza 20. Sobran, pues, 50, que


demanda de energía en Bogo- garantizan un trabajo rápido y
tá aumenta, y la planta de El efectivo para el necesitado. Con
Charquito se en la necesidad de todo, en horas de la noche el
restarle caudal al río Bogotá y, caudal desciende considerable-
por consiguiente, al Salto. mente, toda vez que la demanda
de fuerza hidráulica se duplica.
Aconséjase también que se escoja De ahí que resulte aconsejable
un día de noviembre o diciem- no cometer barbaridades durante
bre. En realidad, los primeros estas horas. Y mucho menos en
tres meses del año son por lo sequía, cuando el río es una que-
general de verano y la caída de bradita miserable, con lo cual el
agua se ve disminuida a unos 5 suicida se expone a que le ocurra
u 8 metros cúbicos por segundo, cualquier cosa grave.
nivel este que se encuentra por
debajo del límite de seguridad. En todo caso lo más práctico
En otras palabras, quien cometa sería que la Empresa de Energía
el error de lanzarse al Salto en organizara un servicio de infor-
época de verano corre el riesgo mación para virtuales usuarios
de que le pase algo, porque no del Salto, porque con la falta de
hay casi agua... agua este asunto ha perdido todo
romanticismo. Suicidarse en el
En temporada invernal el asunto Salto es ya hasta de mal gusto.
mejora. El río lleva 70 metros
cúbicos por segundo, de los Daniel Samper Pizano, A mí que me esculquen
cuales la Empresa de Energía Editorial Pluma, Bogotá, 1980

Daniel Samper Pizano (Bogotá, 1945) Abogado, cuentista, columnista y novelista,


Daniel Samper ingresó al periódico El Tiempo a los 19 años como reportero. Estudió
derecho en la Universidad Javeriana y a partir de entonces se ha destacado por su
ÀQRKXPRU\VXYLVLyQFUtWLFDGHOPHGLRORFDO+DHVFULWRPiVGHOLEURV\JXLRQHV
SDUDWHOHYLVLyQRÀFLRHQHOTXHVHGHVWDFyVXFpOHEUHFRPHGLDDejémonos de vai-
nas. Por su labor periodística le han otorgado tres veces el Premio Simón Bolívar.
45
2.
El andar es la experiencia personal
andares

de la ciudad. Frente a los discursos


RÀFLDOHV\DODVJUDQGHVSDQRUiPL-
FDVTXHODGHÀQHQFRPRXQVRORHV-
pacio, cada ciudadano va inventan-
do una Bogotá propia en sus pasos.
Los andares que la literatura recrea
son tesoros del tiempo. Leerlos y
recorrerlos implica viajar a otras
épocas, meterse en otros cuerpos,
transitar los caminos de otros.
El transeúnte

Todas las calles que conozco


son un largo monólogo mío,
llenas de gentes como árboles
batidos por oscura batahola.
O si el sol florece en los balcones
y siembra su calor en el polvo movedizo,
las gentes que hallo son simples piedras
que no sé por qué viven rodando.
Bajo sus ojos —que me miran hostiles
como si yo fuera enemigo de todos—
no puedo descubrir una conciencia libre,
de criminal o de artista,
pero sé que todos luchan solos
por lo que buscan todos juntos.
Son un largo gemido
todas las calles que conozco.

Rogelio Echavarría, El transeúnte


Ministerio de Educación, Bogotá, 1964
andares

1. Peregrinación en el
tranvía

Época: siglo XX (1930-1940) Embutirse cuatro veces diarias


en un tranvía, después de haber
caminado unas veinte cuadras
La Avenida de Chile
a pie, es un hecho que tal vez
Recibió su nombre en 1920 en se justificaría si usted no tratara
homenaje a las relaciones amigas de ir a su oficina sino al cielo.
de los países; situada al norte de Evidentemente, como compen-
Chapinero, demarcaba el camino sación por cobrarle el pasaje mu-
de la carrera séptima y el recorrido cho más de una vez, el conduc-
de la línea del ferrocarril del Norte tor procura acomodarle varias
que iba de Bogotá a Chiquinquirá, señoras encima. Pero, ¿por qué,
pasando por Zipaquirá y Tunja. Los
Dios Santo, por qué las señoras
tranvías llegaban hasta ella desde
que montan en los tranvías serán
el sur por la carrera 13 y realizaban
tan feas? Es un arcano. El viaje
un corto recorrido de occidente
a oriente. A partir de su trazado
de la Avenida de Chile a Bogotá
se inició en los alrededores un es sencillamente interminable,
desarrollo urbanístico de viviendas eterno, pero realmente por sólo
de clase alta; las quintas al estilo cinco centavos resulta bastante
inglés y la estructura urbanística aceptable permanecer metido
ÁRUHFLHURQKDVWDSULQFLSLRVGHORV por espacio de tres horas en
años 70, cuando comenzaron a
DSDUHFHUHGLÀFLRVGHPiVGH
Avenida Chile e Iglesia de la Porciúncula, Ca. 1920.
pisos. Actualmente se concentra allí Bogotá, ayer, hoy y mañana.
ODPD\RUSDUWHGHOVHFWRUÀQDQFLHUR
de la ciudad.

48
Escena cotidiana del tranvía, Ca. 1930. Historia de Bogotá, siglo XX.

cualquier parte. Tenemos la cer- desconcierto inicial en tal forma


teza de que la conformidad será que de lo único que da razón es
con usted si se pone a pensar en de que trabaja en Bogotá, duer-
que, aunque le falta poco, aún no me en el tranvía y se alimenta
está en el caso del señor que se precariamente de chocolatines.
pasó a vivir cerca del Nogal hace
algún tiempo. Pues bien: a ese Lucas Caballero Calderón, 45 años de humor
señor todavía hoy le persevera el El Áncora Editores, Bogotá, 1983

Tranvía, Ca.1945. Sociedad de


Mejoras y Ornato.

Lucas Caballero Calderón (Bogotá, 1914-1981) Escritor y periodista bogotano que


se destacó por más de 45 años con sus columnas escritas para El Tiempo y El
Espectador. A Lucas Caballero —apodado “Klim”—, pocas veces se le vio en la ca-
OOH'HVGHVXDSDUWDPHQWRHQEDWDSLMDPD\SDQWXÁDVUHFUHyWLSRV\FRVWXPEUHV
ORFDOHVFRPRHOSROLFtDHOHPERODGRU\HOYLDMHHQWUDQYtDFRQKXPRUÀQR\FiXVWLFR
También se ensañó con las personalidades de la vida política. Entre su obra recogida
se destacan las antologías 45 años de humor y Epistolario de un joven pobre.
49
andares

2. Chapinero sin
remedio

Época: siglo XX (1970-1980)

Chapinero En la segunda mitad del siglo XX,


Fue inicialmente un caserío a las las viejas casonas empezaron a
afueras de la ciudad habitado por ser reemplazadas por locales y
un gaditano dedicado a la fabri- HGLÀFLRVGHYLYLHQGD)XHHOVHFWRU
cación de chapines —zapatos con comercial más importante de la
altas suelas de madera y correas ciudad desde 1950 hasta 1970. La
de cuero para protegerse de los aparición de los centros comerciales
lodazales en tiempos de invierno—. y la toma del espacio público por
En 1875 se inició la construcción parte de vendedores ambulantes a
de un monumental templo de todo lo largo de la carrera 13 opacó
inspiración neogótica dedicado a lentamente su esplendor inicial.
Nuestra Señora de Lourdes, obra Almacenes tradicionales y teatros
que estuvo a cargo del constructor de cine desaparecieron lentamente
bogotano Julián Lombana Herrera en medio de una febril actividad de
y que colaboró en el desarrollo comercio callejero y popular. Hace
urbanístico de éste sector de la ciu- pocos años las vías peatonales
dad. Sus primeras construcciones fueron readecuadas, sin embargo el
fueron quintas rodeadas de amplios sector ha ido guardando las huellas
jardines, ocupadas por habitantes de todos sus cambios. Los innume-
adinerados. Fue el primer barrio rables contrastes de Chapinero lo
alejado del norte que estuvo comu- convierten en uno de los sitios más
nicado con el centro de la ciudad representativos de Bogotá. Se reco-
desde 1884 a través de un tranvía, mienda recorrer todas las carreras
cuya línea impulsó el desarrollo de paralelas a la 13 tanto al oriente
la ciudad en esa dirección Su ruta como al occidente. Desde carrera
se iniciaba en la plaza de la iglesia y la 3ª hasta la Caracas y entre las
ÀQDOL]DEDHQ/DV&UXFHV(VWRH[SOL- calles 67 y 53 se agita Bogotá con
ca el trazado de la carrera Trece que todo tipo de actividades.
conecta el barrio en línea recta con
el centro de la ciudad.

50
Carrera 13 con Calle 41.

Al asfalto mojado de la Carrera aullidos de tristeza, sin que nadie


Séptima se pegaban las hojas acudiera. Caminó rumbo al Sur,
blandas de un periódico, robadas con la llovizna entre los ojos. Y
por el viento a unos gamines que lentamente sentía morir en él la
se acomodaban para dormir en esperanza de que pasara un taxi.
el portal enrejado de una tienda
de motos. Y un niño corría tras Al cabo de cinco cuadras seguía
ellas con las piernas desnudas lloviznando igual. Pero al cabo
en la lluvia y los carros frenaban de cinco cuadras volver es ya
para no atropellarlo, lo cual era imposible. Torció rumbo al oes-
increíble, mientras en el portal te, hacia Chapinero, pensando
dormían dos más, indiferentes, —pero tarde— que al salir de su
con aire serio de cadáveres. Nin- casa hubiera debido encaminarse
gún semáforo parecía funcionar. al Norte. Al parecer llovía en
En otra tienda, una alarma todo Bogotá, con una lluvia fina
electrónica soltaba acompasados que iba royendo el asfalto, que

51
Carrera 13 con Calle 54.

borraba en el cielo el resplandor un encajonamiento de luces


de los anuncios luminosos, que de neón surcado por los buses
dejaba una baba resbalosa en que pasaban iluminados como
el cemento gris de las aceras. altares en la semana santa, con
Montones de basuras fermen- las puertas abiertas, despidiendo
tadas se disolvían bajo la un hedor ácido de cuerpos hu-
lluvia, soltando bocana- manos fermentados, de ropas
das de vaho tibio. La empapadas, desgranando
Carrera Trece es un en las esquinas racimos de
corredor de agonía, pasajeros que quedaban

Iglesia de Lourdes.

52
Vista aérea sobre la Carrera 13, Ca. 1950. Colombia, país de ciudades.

hundidos hasta las corvas en los


charcos mientras se protegían el
pelo con hojas de periódico. A
través de los vidrios, sucios de
grasa y lluvia, se veían quietas
caras borrosas, verdosas, torvas,
de ojos muertos.

Antonio Caballero, Sin Remedio


Alfagaura, Bogotá, 2004.

Antonio Caballero (Bogotá, 1945) Al igual que su tío Lucas, Antonio Caballero es
periodista y escritor. Ha desarrollado su carrera desde los años setentas cuando fue
jefe de redacción y corresponsal internacional de la revista Alternativa. Actualmente
escribe una columna de opinión en Semana, revista que también publica sus carica-
turas. En 1984 se publicó su novela Sin remedio.
53
andares

3. La maldita
primavera en el
Parque Nacional

Época: siglo XXI (2002)

El Parque Nacional Quiñones Neira y el parque por un


Fue creado en un terreno que adqui- equipo de la Dirección de Inmuebles
rió el Ministerio de Obras Públicas Nacionales del Ministerio de Obras
que estaba comprendido entre las Públicas encabezado por Pablo
calles 36 y 39 y poseía un área total de la Cruz quien tuvo en mente
de 72 fanegadas, aproximadamente un parque “inglés compuesto por
49 hectáreas. Posteriormente se SUDGRVÁRUHVIXHQWHVMDUURQHV
adquirió el predio denominado (¡bustos no, por la Virgen¡), así como
“La Cascajera“, que poseía 8.200 un rosedal y una pérgola que servirá
metros cuadrados y que poseía para que se paseen los amantes de
frentes sobre la carrera 7ª, la calle la música en las audiciones que se
40 y la carrera 13. Como lo recor- darán en el kiosko proyectado para
daba el ingeniero y arquitecto Pablo HVWHÀQ\TXHQRDOFDQ]yDKDFHUVH
de la Cruz, sobre este predio “se por falta de tiempo y de dinero”. Es
proyectó primero por los ingenieros importante resaltar que para De la
del Ministerio un parquecito inglés Cruz el propósito del Parque Nacio-
con unos espacios libres abiertos QDOFRPRORDÀUPySRVWHULRUPHQWH
para estacionamiento de autos“. no consistía solamente en “darle
Sin embargo y a raíz de la llegada a pulmones a la ciudad y demás
la ciudad del arquitecto y urbanista palabrerías, sino que debe tener un
austriaco Karl Heinrich Brunner se ÀQHGXFDWLYR´\SRUHVRVHHPSHxy
decidió, en asocio con De la Cruz, a en evitar que este fuera cercado
proyectar una avenida para conec- como se llegó a pensar en algún
tar las carreras 13 y 7ª y que sería PRPHQWR3RUHVWRDÀUPDEDTXH´HO
la continuación de la “carretera parque es para el pueblo y el pueblo
Nacional que entra por la calle 36, debe enseñarse a cuidarlo como
recorre el Parque en casi toda su cuida su propiedad“ y pensaba
extensión y vuelve a salir mas o que si de él dependiera el Parque
menos, por la 39, precisamente al Nacional estaría “abierto de día y de
frente de la vía proyectada“. noche, con unos cuantos vigilantes
La vía al interior del parque fue y bastante luz (…)“.
diseñada por el ingeniero Jorge
54
Parque Nacional, Ca. 1940. Postales del recuerdo de Bogotá.

Esa mañana seguí por la que ya no tienen nada que hacer


Séptima, subí por la 39, pasé en la vida y deciden de repen-
la carrera Quinta y, luego de te probar la homosexualidad
cruzar el viejo árbol caído que como la última aventura antes
hace las veces de puente, miré de morir. Así, pues, caminé
el panorama durante un largo cerro arriba, casi hasta la cabaña
tiempo: me creía en la fortaleza de policía, donde hay un claro
de Daniel Boone oteando desde del bosque, y me senté sobre
las torres de vigilancia la llegada el pasto a descansar un rato,
del enemigo. El enemigo, por decepcionado por no encontrar
supuesto, era la policía, pero no nada interesante, al tiempo
la vi aparecer por ninguna parte. que veía una larga fila india de
De manera que me interné en hormiguitas que se metían en
el parque, tratando de encontrar un hueco en la tierra, y jugué un
algún alma pecadora en busca rato esparciendo la arena sobre
del infierno, y me imaginé el la entrada al nido, viendo salir
riachuelo Arzobispo como si aterradas a las hormigas. Pensé
fuese el río Estigia, y el árbol entonces, medio divertido, que
caído como la barca de Caronte definitivamente los gays somos
esperando a los peca- como las hormigas: si
dores para llevarlos al nos tapan el huequito
averno. Pero peca- nos enloquecemos.
dores había pocos
esa mañana, salvo Alonso Sánchez Baute,
quizás uno que otro Al diablo la maldita
viejo verde, silenos primavera
modernos, de esos Alfaguara, Bogotá,
pensionados salaces 2002

Alfonso Sánchez Baute (Valledupar, Cesar) Graduado en derecho de la Universidad


Externado de Colombia, Alfonso Sánchez Baute se dedicó a la escritura. Ha redac-
tado tres novelas y una compilación de cuentos cortos. Su ópera prima, Al diablo la
maldita primavera, resultó ganadora en 2002 del Premio Nacional de Novela Ciudad
de Bogotá. Fue reeditada por Alfaguara en 2004 y el director Jorge Alí Triana la llevó
a las tablas en 2006.
55
andares

4. En bus con
Amarilla por el
Santafé

Época: siglo XX (1990-1995) Entonces fuimos a una cigarre-


ría, servicio 24 horas y com-
pramos una botella pequeña de
Teusaquillo y Santafé
brandy, galletas y cigarrillos. En
La calle 34 es el eje principal de la 35 cogimos un bus, la ruta 34ª
Teusaquillo, uno de los barrios más Meissen. El bus iba casi vacío.
VLJQLÀFDWLYRVGH%RJRWiDSDUWLUGH Apenas unos cuantos pasajeros
su expansión hacia el norte en las tenían las nalgas aplastadas
primeras décadas del siglo XX. En contra los asientos. Nos hicimos
sus inicios fue foco de residencia de en el último asiento. Delante de
las clases altas, que buscaban un nosotros, un borracho se sacaba
ambiente más sano sobre los lími-
los mocos y hacía pequeñas bo-
tes de la ciudad. Pronto se convirtió
litas que después pegaba debajo
en el sector residencial más elegan-
del asiento. El 34ª Meissen bajó
te de la época y consolidó valiosas
propuestas arquitectónicas de estilo
cerca del cementerio y después
ingles. Actualmente muchas de sus cogió la Avenida Republica del
construcciones hacen parte del
patrimonio histórico, arquitectónico
Edificio del Barrio
y urbanístico de Bogotá.
Santafé.
Para el caminante que quiera ir
desde este lugar hasta el barrio
Santafé se recomienda tomar la
calle 34 de oriente a occidente has-
ta la Avenida República del Uruguay.
Una vez allí, seguir su curso rumbo
al sur hasta la calle 26. Acceder al
Cementerio Central por su entrada
principal y salir del mismo por el
extremo sur. Tomar la carrera más
cercana de esta salida hacia el
sur y llegar a la calle 22, donde se
ubica el corazón del barrio de las
esquinas redondas.

56
Calle 22 en el Barrio Santafé.

Uruguay y nos pusimos con


Amarilla a contar los urapanes, —Tal vez el que construyó este
uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, barrio pensó que las esquinas
siete, las estrellas, las canecas de eran parte de la circunferencia
basura, las puertas y las ventanas de la vida donde el amor es un
de aquellos edificios grises donde punto central equidistante de la
a veces se veía un rostro asomado curva infinita del dolor— dijo
por la ventana mirando hacia Amarilla mientras limpiaba con
afuera. Amarilla me dijo que los la manga de su camisa el vidrio
árboles le recordaban la niñez. para ver mejor las calles de aquel
Que cuando era niña siempre barrio.
contaba todos los árboles y que
los que tenían aves en sus ramas Rafael Chaparro, Opio en las nubes
contaban por dos y me dijo mu- Colcultura, Bogotá, 1993
ñeco vamos a contar urapanes,
claro muñeca contemos, uno,
dos, tres, cuatro, cinco urapanes.

El 34ª Meissen llegó al Santafé,


ese barrio que no tenía ningún
ángulo recto. Eso me lo hizo
notar Amarilla. Todas las esqui-
nas no terminaban en ángulos
rectos, sino en curvas. Avenida Caracas con Calle 22.

Rafael Chaparro Madiedo (Bogotá, 1963- 1995) *UDGXDGR HQ ÀORVRItD \ OHWUDV
de la Universidad de los Andes, Rafael Chaparro Madiedo trabajó silenciosamente
como redactor del diario La Prensa, como libretista de Zoociedad y como director
de La Brújula Mágica. Se dio a conocer en 1992 gracias a que su libro Opio en las
nubes recibió el Premio Nacional de Novela. Murió el 18 de abril de 1995, víctima
de lupus.
57
andares

5. La ruta de
Bogislaus

Época: siglo XX (1947) Salió del habitáculo Bogislaus


y penetró en la rúa, carrera o
estrada, penetró y con rumbo
Barrio Santafé
al provisional devengatorio
El barrio Santafé, situado al costado —como final objetivo de esta
sur del Cementerio Central, fue uno primera salida cotidiana.
de los primeros sectores residen-
FLDOHVTXHVHSREOyFRQHGLÀFLRV Bogislaus exclamó, tan pronto
de apartamentos cuando aún los como penetró en la rúa: Moder-
bogotanos estaban acostumbrados cai! (Su voto favorito; por esos
a vivir en casas. Su construcción se días, y tomado en prestamo a
remonta a la década de los años
Ebenézer, colega suyo).
treintas del siglo XX, y entre sus
primeros habitantes se destaca la
Bogislao penentró en la rúa con
colonia judía que vivía en Bogotá.
Décadas más tarde el Santafé fue
el pie izquierdo, con rumbo al
hogar de poetas y bohemios, entre provisional —porque parecía
ellos, León de Greiff. Desafortuna- que iba a durar poco más en él—
damente, pocos años después de devengatorio, como terminal
su muerte su casa fue derribada objetivo que no inmediato. Es
para ser convertida en el parquea- decir, con escalas a la vuelta de
dero de un burdel. Actualmente el cada meandro. Ante cada vitrina
barrio conforma la zona de toleran- (Si de libros, si de revistas, si
cia del centro de la ciudad y cuenta
con una vida nocturna
bastante agitada.
Quienes quieran
hacer un homenaje
a de Greiff, pueden
visitar su tumba en
el sector del Trapecio
del Cementerio
Central.

Barrio Santafé, Ca. 1970.


58
Tertulia en el Café Automático, Ca. 1940. Historia de Bogotá, siglo XX.

de ultramarinos, si de prendas Dado que aquesto se empezó y


íntimas femeninas, si de joyas se dejó de escribir en el año 52
o de abalorios, si de músicas gra- de la llamada era leogreffiana,
badas). Ante cada vitrina. Frente dedúdece que el Cafetín aludido
a cada puesto de periódicos. es el apodado por entonces “La
Dentro de algunas ventas de fortaleza”, que pasó a extinto
frutas, cítricas o no. La última y pocos hebdémeros después, por
más luenga de las escalas, en el Abril.
Cafetín de costumbre. El Cafe-
tín sito soto el devengatorio. León de Greiff, Bogotá, 1975

León de Greiff (Medellín, 1895-Bogotá, 1976) Descendiente de alemanes y sue-


cos, León de Greiff es uno de los poetas colombianos más ampliamente comenta-
dos por la crítica dada la difícil naturaleza de su obra. A los veinte años conformó en
0HGHOOtQHOJUXSROLWHUDULR/RV3DQLGDV\PiVWDUGHVHHQÀOyGHQWURGH/RV1XHYRV
grupo que atacó el romanticismo y el provincialismo. De su poesía dijo Jorge Za-
lamea: «La auténtica poesía, la gran poesía, fue siempre el teatro de una acción:
cómica o dramática, épica o erótica, real o mítica».
59
andares

6. Visioncillas en la
Carrera Séptima

Época: siglo XX (1926)

Las Nieves aceras. Luis Vidales vivió allí varios


El sector de Las Nieves es uno de años e incluso llegó a ser conocido
los más tradicionales de la ciudad y jocosamente por las beatas del
GHÀQLySRUPXFKRWLHPSRHOH[WUHPR barrio como el abominable hombre
norte de la ciudad. En él habitaron de las nieves.
la mayoría de los artesanos hasta
la segunda mitad del siglo XIX. Su
calle principal, llamada Calle Larga
y Camino Real a Tunja, era lugar de
HQFXHQWURV\GHVHQFXHQWURVÀHVWDV
populares y grescas entre artesanos
y cachacos tuvieron lugar en sus

Carrera Séptima, 1938. Sociedad de Mejoras y Ornato.

60
Fotografías de Jaime Iregui de la serie La exhibición ideal.

1
Yo estaba ante una vitrina
— preocupado —
sacando manos y manos
del escaparate de mi imaginación
y midiéndoselas a una Venus de Milo.

2
Pasaron dos señoritas
y por primera vez
desde tanto tiempo que venía preocupándome
vi cómo sus piesecillos
iban desenvolviendo
el hilo de su andar
que habían dejado amarrado en casa.

3
Supe lo que decora el automóvil fugaz
a la mujer que va por la acera
elegantemente ataviada
y lo que realza una iglesia
a la mujer que pasa por junto.

Caricatura de Luis Vidales realizada por Ricardo Rendón.


61
Carrera Séptima, Ca. 1910. Foto de Luis A. Acuña, Museo de Bogotá.

4
Mucho antes
—fue en una visita de amor —
aquella mujer extraordinaria
—que ya no se puede olvidar —
al salir
pasó por todos los espejos
llenando la sala de mujeres.

Pero en este día


con mucha más claridad
vi cómo todas las mujeres que tiene cada mujer
se iban quedando en las vitrinas.

5
Y tuve unos deseos locos
de llevarme a todas esas mujeres irreales
para formar mi compañía de títeres.

Avisos publicitarios. La ciudad de la luz, Bogotá y la


Exposición Agrícola e Industrial de 1910.
62
6
Cuando un hombre
pasó envuelto en un abrigo
con cuello de piel.
Y yo me dije
y aun me lo digo.
El Buen Pastor
fue quien introdujo en el mundo la moda del cuello de piel.

Luis Vidales, Suenan Timbres,


Instituto Colombiano de Cultura,
Bogotá, 1976

Luis Vidales (Calarcá, Quindío, 1900- Bogotá, 1990) Ensayista, profesor y activista
político del Partido Comunista, Luis Vidales dejó una amplia y variada obra como
legado. Entre sus libros se destacan su Teoría estética, La historia de la estadística
en Colombia y una serie de volúmenes de poesía publicados en distintas épocas.
Desde que tenía 26 años se dio a conocer como poeta con su libro Suenan timbres
(1926), que ganó el reconocimiento y la admiración de Los Nuevos. Entre ellos Luis
Tejada habló de estos poemas como unos de los más innovadores y vanguardis-
tas de su tiempo. Fue el único colombiano incluido en el Índice de la nueva poesía
americana, antología editada en 1926 por Jorge Luis Borges, Vicente Huidobro y
Alberto Hidalgo.
63
andares

7. Donde las
paralelas se juntan

Época: siglo XX (1990-2000) Por razones higiénicas, el


transeúnte esquiva el edificio
de la Academia de la Lengua y
Avenida Jiménez
entonces vacila sobre qué rumbo
Construida sobre parte del antiguo
cauce del río San Francisco, La
tomar. La estación de Fenicia
Avenida Jiménez se extiende desde se encuentra muy lejos, y decide
la Quinta de Bolívar hasta la plazo- caminar hacia las Torres de
leta de San Victorino. Adquirió su Pekín, que es el apeadero más
nombre a partir de 1917. Las obras próximo, Desciende las gradas
que le dieron forma consistieron en del puente e ingresa en los pasi-
una primera canalización en 1917 llos del Metro subterráneo, Bus-
—cuando crecía la preocupación por ca en los módulos de orientación
los problemas de higiene causados
la Línea Verde, que lo conducirá
por la contaminación de los ríos
de sur a norte, y toma asiento
que rodeaban la ciudad— y luego en
en el tercer vagón del convoy.
1921, momento en el que se inició
una ampliación de la canalización
Observa a sus compañeros de
y se prohibió el funcionamiento ruta, empleados medios, secreta-
de chicherías y otros locales
comerciales en sus costados. Una
década después el sector estaba
completamente pavimentado y por
él pasaban las rutas del tranvía.
Posteriormente se adecuó como un
paseo de gran atractivo que incluía
calzadas, sótanos y zonas de par-
queo. Desde 1942 el río se canalizó
por completo. Su última adecuación
se completó en 2001 y estuvo a
cargo de los arquitectos Luis Kopec
y Rogelio Salmona. Este recorrido
llamado El Eje Ambiental está
bordeado por una línea de palmeras
y una corriente de agua que recrea
la memoria del antiguo río. Eje ambiental, Avenida Jiménez.
64
Avenida Jiménez, Ca. 1940. Postales del recuerdo de Bogotá.

rias y algunos estudiantes de las tiran claveles sobre las trans-


universidades de la zona. Extrae parentes aguas. A lado y lado,
entonces el libro que lleva en el sobre las orillas, abundan los
portafolios y se sumerge en la puestos de flores y las terrazas de
lectura. Cuando el Metro inicia los cafés al aire libre. Más abajo,
su travesía ya se ha borrado de la a la derecha, observa el casco
memoria del viajero la realidad del Titanic, y en la margen
exterior, el mundo que bulle contraria la orquestina de
en la superficie, la vida de la La Romana anima
Allá Afuera, como se la tertulia de sus
dice en la jerga de los clientes. Y allá al
metronautas. Al lle- fondo, en medio
gar a la página 148 del agua, se im-
lee que el personaje pone la alta torre
remonta el parque Bucholz, llena de
de los Periodistas y libros y utopías.
atraviesa el puente
sobre el canalizado río R.H. Moreno Duran,
San Francisco, donde La ciudad donde las
los enamorados, paralelas se juntan en
acodados sobre las Revista Número
balaustradas, se Bogotá, 1999
besan, se prometen
Monumento al Libertador,
lo de siempre y Parque de los Periodistas.

Rafael Humberto Moreno- Durán (Tunja, Boyacá, 1946- Bogotá, 2005) Se graduó
de abogado de la Universidad Nacional de Colombia y nunca ejerció su profesión. En-
tre sus obras literarias la de mayor impacto fue la trilogía Fémina Suite, compuesta
por las novelas Juego de damas (1977), Toque de Diana (1981) y Finale capriccioso
con madonna (1983). Otras de sus novelas destacables son Los felinos del canciller
(1987) y El caballero de la invicta (1996). Parte de su extensa obra fue traducida al
inglés, francés, alemán, árabe y búlgaro.
65
andares

8. Un hallazgo
en los alrededores
de Las Cruces

Época: siglo XX (1941)

Del Parque Santander al Barrio Para reemplazar el viaje de Shultes


Las Cruces en tranvía por un recorrido intere-
El andar de Shultes por el centro se sante por los primeros barrios del
puede realizar en un día domin- sur de la ciudad, se sugiere tomar
go. Salir del parque Santander y la carrera 7ª hasta la calle 6ª, subir
recorrer el Eje Ambiental hasta su por ella al oriente y tomar la carrera
extremo oriente; regresar por el 5ª de nuevo hacia el sur. Visitar el
mismo camino y tomar la carrera 7ª Archivo de Bogotá en la calle 5ª y
hasta la plaza que está al sur del luego la Plaza de Mercado de Las
Palacio de Nariño donde se puede Cruces en la calle 2ª. Luego tomar
asistir al relevo de guardia y a la la carrera 5ª A y continuar hasta
presentación de la banda de guerra encontrar la antigua entrada de la
del batallón. Luego visitar las frute- fábrica de Tubos Moore en la calle
rías de la 7ª o los puestos callejeros 0. Una vez allí, continuar por la
de jugos y frutas. carrera 6ª hasta encontrar el barrio
Entre pocas de las cosas que brillan Villa Javier y su tradicional plaza de
por su ausencia en el recorrido de mercado en la calle 8ª sur. Al atra-
Shultes se encuentra la referencia vesar este barrio se encuentra el
al Hotel Granada, diseñado por parque 1º de Mayo, que va a lo largo
Alberto Manrique Martín y demolido de la ronda de la quebrada de San
en 1953 para darle espacio a la ac- Cristóbal. Luego de visitarlo, puede
tual sede del Banco de la República, emprender el regreso por la carrera
y el paseo en tranvía. Célebre como 7ª hasta llegar a la Plaza central de
el hotel, era su gerente y mayor Las Cruces.
accionista Francisco Echeverri Du- Por otra parte, para ver una
que, conocido como “Pachito” y que valiosa colección de orquídeas, se
inspiró la conocida canción “Pachito recomienda especialmente visitar El
Eché” compuesta por Alejandro Jardín Botánico de Bogotá, uno de
“Alex” Tobar (1907-1975). los sitios más bellos de la ciudad.

66
Richard Evans Schultes (derecha) en un café en Bogotá. El río.

[Richard Evans Schultes] se hasta las faldas de Monserrate,


registró en el Hotel Andino, en con su iglesia en la cumbre,
la Avenida Jiménez, y trató de que entonces como ahora era el
ponerse en contacto con el Insti- símbolo de la ciudad. Escuchó
tuto de Ciencias Naturales, don- el concierto de una banda, vio
de lo esperaban. Naturalmente, un desfile de cadetes militares,
estaba cerrado, así que salió del y en los puestos callejeros probó
hotel para explorar la ciudad que jugos frescos de multicolores
sería su hogar durante los doce chirimoyas, guayabas, zapo-
años siguientes. Caminó sin tes, lulos y maracuyás. Tuvo la
rumbo por las anchas avenidas, impresión de que Bogotá era
pasó por las fuentes que adorna- una ciudad de curas y organi-
ban en ese entonces la Plaza de lleros, vendedores de pájaros,
Bolívar, bajo la austera fachada gitanos y locos inofensivos que
del Hotel Granada sobre el vivían y medraban felices, y en
Parque Santander y los balcones
y puertas ornamentadas de la
Calle Real, y recorrió las
callejuelas desiertas
que llegaban

Hotel Granada, 1948. Guía de Bogotá. 67


Plaza de mercado de las Cruces. Atlas histórico de Bogotá.

donde todo el mundo se vestía dos por una monja, subieron por
de negro. una escalera de piedra que daba
a un hermoso bosque. Cami-
En la tarde de su primer día en- nando entre los árboles vio una
tre los bogotanos se subió a un pequeña orquídea parcialmente
tranvía abierto, pagó un centavo escondida bajo unos helechos.
de dólar y se sentó a ver adónde No tenía más de dos centímetros
lo llevaba. Iba hacia el sur, ser- y medio de longitud y no se
penteando a través de las afueras parecía a ninguna que hubiera
hasta una fábrica de municiones visto. La recogió con cuidado y
donde terminaba la línea, al pie la puso entre las páginas de su
de una colina cubierta de fron- pasaporte. Después se la envió
dosa vegetación. Se bajó y siguió por correo a Oakes Ames, quien
a un grupo de niños que, guia- la describió como una nueva
68
Hotel Granada, Ca. 1940. Postales del recuerdo de Bogotá.

Cruce de la Avenida Jiménez con la Carrera Décima. Museo de Bogotá.

especie, la Pachiphyllum schultessi. recolección en Colombia, la


Fue así como su primer día en primera entre más de veinticinco
Colombia, en las estribaciones mil que haría allí con el tiempo.
de la capital, descubrió una
orquídea desconocida para la Wade Davis, El río
ciencia. Fue también su primera El Áncora Editores, Bogotá, 2001

Calle de la Candelaria.

Wade Davis (Smithers, British Columbia, Canadá, 1953) Fue discípulo del emi-
nente profesor Richard Evans Schultes, que desde el Museo Botánico de Harvard lo
auspició en su trabajo de campo por el Amazonas y los Andes. Davis obtuvo su grado
en la Universidad de Harvard con una tesis doctoral sobre etnobotánica, y exploró
durante tres años la selva amazónica, viviendo entre 15 grupos indígenas repartidos
en un total de 8 países sudamericanos. Ha escrito para numerosas publicaciones,
como National Geographic, Newsweek, New York Times y Wall Street Journal, sobre
temáticas como las mitologías de la cuenca del Amazonas, la biodiversidad del pla-
neta y el empleo tradicional de plantas psicoactivas.
69
andares

9. La décima
ambulante

Época: siglo XX (1960-1970) [...] los transeúntes las fueron


guiando por esas cuadras de
viejos edificios de oficinas, de
locales de comercio, de restau-
Carrera Décima
rantes y puestos de fritanga, por
Cuando se planteaba su ampliación
las que entre los empleados y
en la década de 1930, la Carrera
los clientes transitaban carte-
Décima era una calle angosta y
modesta que iba desde el norte,
ristas y raponeros, camorristas
hasta la calle 22, y hacia el sur malhablados, cachifos sin oficio,
hasta los predios del Hospital San mercachifles de la calle doce,
Juan de Dios. Aunque para 1944 esmeralderos de la catorce,
solo llegaba hasta el parque de San piperos de la calle trece, putas
Diego, es en esta década cuando se de poca monta, jugadores de
SODQHRVXUHFWLÀFDFLyQSURORQJD- dado, tahúres de billar, gamines
ción y ensanche como la vía arteria patoteros, serenateros trasno-
que permitiría la circulación local
chados, chulos de copera, cafres
y facilitaría las comunicaciones
intermunicipales. Actualmente es
una de las vías del centro con mayor
contaminación visual y auditiva.
Quien quiere recorrerla tal como lo
hacen los personajes de Fayad en
su novela, debe tomarla desde la
calle 6ª en dirección norte hasta la
Avenida Jiménez; de seguro se cru-
zará con una multitud muy similar a
la que aparece en el libro.

70
Carrera Décima con Calle 26, Ca. 1950. Moderna Bogotá arquitectónica, 1960.

patilludos, camajanes descami- puesto, traficantes de chucherías,


sados, vendedores ambulantes, cascareros atarvanes, cantantes
revendedores de joyas, detectives de la calle, pregoneros de felici-
sospechosos, anunciadores de dad, compradores de botellas y
ungüentos, culebreros alhara- cuchilleros camuflados.
quientos, timadores de bolita,
calanchines de timadores, echa- Luis Fayad, Los parientes de Ester. Alfaguara,
dores de suerte, politiqueros sin Bogotá, 1978

Puestos ambulantes de comida en San Victorino. Bogotá Imaginada.

Luis Fayad (Bogotá, 1945) Hace más de un cuarto de siglo que vive fuera de Colom-
bia, primero en Barcelona y luego en Berlín. Los parientes de Ester (1978), su pri-
mera novela, es un referente necesario de la narrativa colombiana contemporánea
TXHVHUHÀHUHDODFLXGDG2WUDVGHVXVREUDVVRQOlor de Lluvia (1974), Una lección
de Vida (1984), La carta del futuro y Un espejo después y Otros Relatos (1995). Ha
traducido también una antología de poemas de Heinrich Heine.
71
andares

10. Travesía
de los sentidos por
San Victorino

Época: siglo XX (1990-2000)

San Victorino siglo XX, se conformó allí uno de los


Debe su denominación al descono- mercados callejeros populares más
cido santo cuyo nombre fue elegido fuertes de la ciudad; San Victorino
por un juego de azar para que tuvo gran fama de ser un sitio don-
quedara como patrono del lugar. Era de se conseguía “de todo” lo legal
el sitio donde se tomaba el camino y lo ilegal. Con la administración
TXHOOHYDEDDOSXHUWRÁXYLDOGH de Enrique Peñalosa (1998-2000)
Honda, sobre el río Magdalena. Su este mercado fue desplazado del
puente, que atravesaba el río San lugar que había ocupado durante
Francisco, aseguraba la comunica- DxRV\HOHVSDFLRVHUHGHÀQLyFRPR
ción con el resto de la ciudad forta- una plaza pública. Actualmente se
leciendo el carácter comercial y de recomienda visitarla y tomar por la
transporte del lugar, que aumentó a primera calle peatonal del costado
lo largo del siglo XIX con la estación sur hacia el oriente hasta encontrar
de ferrocarril de La Sabana. Todo a mano izquierda el Pasaje Gómez.
ello explica esa condición de acti- Atravesarlo y luego cruzar hacia el
vidad febril y de mercado abierto y occidente por la calle 11. Las carre-
prohibido que el sector tuvo duran- ras perpendiculares a esta calle son
te décadas, tal como si se tratara el corazón de San Victorino.
de un puerto incontrolable. En el

Avenida Jiménez desde la Plaza de San Victorino.


72
Mercancías y avisos en San Victorino.

Al llegar a San Victorino se organismos vivos provenientes


internó por el corredor de los de un más allá desconocido.
zapatos. Los vendedores de Era un viaje visual, táctil y au-
calzado repetían precios, mate- ditivo, pues el viento, atrapado
riales y ventajas de los pro- en el laberinto que formaban
ductos, como si fueran letanías las casetas de los comercian-
interminables en homenaje a tes, silbaba y producía voces,
un dios omnipotente. Dobló a lamentos inteligibles, sonidos
la izquierda y tomó el callejón acuosos y marítimos. Volvía
de las telas. Era uno de sus a doblar a la izquierda. Era
preferidos. Las vendedoras el callejón de las hierbas, los
sacaban las manos por entre granos y las frutas. El olor
las telas expuestas e intentaban vegetal podía casi palparse en
detener a los clientes con sua- el aire. Cerró los ojos y se dejó
vidad. El inspector disfrutaba invadir por esa atmósfera de
el roce de los paños, los linos y plantación en un día de vera-
el algodón en el rostro y en los no, de cosecha, de granja en la
brazos. Por otro lado su piel plenitud del medio día.
gozaba con los pequeños apre-
tones de esas delicadas manos Mario Mendoza, Scorpio city
femeninas que emergían como Seix Barral, Bogotá, 1998

Mario Mendoza (Bogotá, 1964) Graduado en literatura en la Universidad Javeriana,


Mario Mendoza es un autor que ha privilegiado la ciudad como escenario y persona-
je de sus novelas, dentro de las que se destacan La ciudad de los umbrales (1992),
Relato de un asesino (2001) y Scorpio city (2004). En 1995 ganó el Premio Nacional
de Literatura del Instituto Distrital de Cultura y Turismo con el libro de cuentos La
travesía del vidente. En el 2002, con la novela Satanás, ganó el premio Biblioteca
Breve Six Barral.
73
andares

11. El paseo del atrio

Época: siglo XIX (1890-1900) La Catedral hidrópica, un


monstruo de piedra, con sus
grandes relojes como inmensos
El Altozano de la Catedral
ojos de venado, sus grandes
El “Altozano” que fue la denomina-
bocas cerradas y sus formidables
ción que los bogotanos le dieron a campanas que hace gemir el
la expansión de la acera que se ex- viento, agujerea el espacio con
tendía desde el atrio de la Catedral sus torres amarillosas semejantes
hacia el costado sur oriental de la a dos brazos colosales que fueran
actual Plaza de Bolívar se construyó a colgarse de las nubes.
por iniciativa del Gobernador de la
Provincia de Bogotá Alfonso Ramón A sus pies, como una colonia de
Acevedo Tejada (1809-1851). Poste-
hormigas, bullen las gentes que
riormente fue reparado en 1883 por
hacen el paseo tradicional del
el Secretario de Fomento Manuel
Laza Grau, durante la administra-
atrio. Caminan con lentitud y a
ción del Presidente José Eusebio
compás, desplegadas en grupos
Otálora. Miguel Cané cuando visitó abiertos, con la admirable
la ciudad en 1882 escribió sobre él disciplina que les da el hábito,
que “Pero, me direis ¿los bogotanos sin tropezar, sin confundirse,
no pasean, no tienen un punto de sin romper el grupo, llevando el
reunión, un club, una calle Florida, paso: parecen pequeñas bate-
el Ring de Viena, el Unter den rías de soldados de plomo. De
Linden de Berlín, el Corso de Roma, un extremo a otro marchan y
el Briadway de Nueva Cork o el Park
Corner de Londres? Sí, pero todo
en uno: tienen el Altozano. Altozano
es una palabra bogotana para
designar simplemente el atrio de la
Catedral”.

Costado oriental de la Plaza de Bolívar, 1918.


Guía de Bogotá.
74
Nave principal de la Catedral, 1920. Revista Cromos.

contramarchan ante los pórti- nitas pláticas que se cruzan, se


cos de la Catedral y la Capilla chocan, se enlazan, se atropellan,
del Sagrario, ante las ventanas se confunden y levantan una
embebidas de la Curia y los algaraza indescifrable, una feria
balcones iluminados del Círculo de sonidos, de voces, de locu-
de Comercio. ciones, de modismos, como si
de pronto empezara a hablar el
Suenan las pisadas con ruido Diccionario.
de hojarasca y se desprende
un rumor sordo, de catarata Clímaco Soto Borda, Diana Cazadora
lejana, producido por las infi- Villegas Editores, Bogotá, 1988

Catedral, Ca. 1940. Postales del recuerdo de Bogotá.

Clímaco Soto Borda (Bogotá, 1870-1919) Ensayista, narrador y dramaturgo, Clíma-


FR6RWR%RUGDVHGLRDFRQRFHUSRUHOÀQRLQJHQLRFRQHOTXHUHWUDWyDFRQJUHVLVWDV
\ PLQLVWURV HQ VXV SiJLQDV ÀUPDGDV FRQ HO VHXGyQLPR &DVLPLUR GH OD %DUUD. Per-
teneció a la Gruta Simbólica y a escasos cuatro años de su muerte escribió Diana
Cazadora (1915), una novela donde relató la vida cotidiana de la Bogota de princi-
pios de siglo.
75
andares

12. Fumar, callar y


caminar

Época: siglo XX (1960-1970)

La Candelaria histórico de Bogotá, fue declarada


El nombre de La Candelaria se usó monumento nacional mediante un
como referencia a los alrededores decreto en 1963. En este sector de
de la iglesia de los padres agustinos la ciudad, además de las principales
recoletos. Sus casas y calles fueron sedes políticas y religiosas del
escenario de la historia colonial y re- país, se encuentra el complejo
publicana del país que reúne cinco cultural del Banco de la República,
barrios: La Catedral, Centro Admi- conformado por La Biblioteca Luis
nistrativo, Egipto, La Concordia y Angel Arango, El Museo de Arte, La
Las Aguas, todos ellos provenientes Donación Botero y la Casa de la
de la antigua división parroquial de Moneda. Luego recorrer las calles
la ciudad. Conocido como el centro de Ribero, se recomienda una larga
visita a estos lugares.

Calle Décima en La Candelaria.

76
La Candelaria.

Calle lodosa, vapuleada por el viento…


Calles de Bogotá, con eterno invierno, con frío y con esmog…
¡Calles que se rindieron hace tiempo!
El progreso borró los nombres: Calle del Embudo,
Calle de los Chorritos, Calle del Molino del Cubo,
de La Cajita de Agua, Calle de Venera,
Calles que se extienden… se extienden…
Con casitas de paredes de adobe o de tierra cruda…
Calles recorridas paso a paso,
contadas y medidas en la rigurosidad de la experiencia,
deambulando solitario, contento de estar solo,
sin nada más que fumar y callar,
y caminar…

Mario Rivero, Mis asuntos / Antología Poética.


Arango Editores, Bogotá, 1995

Mario Rivero (Envigado, Antioquia, 1935). Dentro de las múltiples experiencias que
vivió antes de que su obra lo consagrara como uno de los poetas más sobresalientes
de su generación, Mario Rivero fue voluntario en la guerra de Corea, cantante de
tangos, actor de teatro y vendedor de libros. Fue fundador y director de la revista
Golpe de dados en 1972 y al lado de los Cuadernícolas impuso la naciente corriente
de la “poesía urbana”.
77
andares

13. 3.130 pasos

Época: siglo XIX (1884)

Cementerio Central en funcionamiento y uno de los


La localización y diseño del primer primeros muertos célebres que lo
cementerio extramuros de Santafé ocupó es prueba de ello.
fue una tarea asignada en 1789 Actualmente el Cementerio Central
al Teniente Coronel de Artillería, es quizás el Museo más represen-
Domingo Esquiaqui, por orden del tativo de la difícil historia política y
Virrey José de Ezpeleta. Estuvo social del país. Gran parte de las
situado inicialmente en las inmedia- personalidades de Colombia están
ciones de la estación de La Sabana enterradas en su elipse central:
y fue conocido como La Pepita. Este desde el caricaturista Rendón y el
FHPHQWHULRVHFHUUyGHÀQLWLYDPHQWH político liberal Rafael Uribe Uribe
DÀQDOHVGHOVLJOR;,; de comienzos del siglo XX, hasta
El actual Cementerio Central fue personajes de la política de las
construido por orden del General últimas décadas como el candidato
Francisco de Paula Santander con el a la presidencia Luís Carlos Galán o
mismo diseño elíptico propuesto por el líder revolucionario Carlos Pizarro.
Esquiaqui en el anterior camposan- En la zona exterior a la elipse cen-
to. Pío Domínguez del Castillo fue tral, que conforma la mayor parte del
quien realizó esta obra, ahora ubica- cementerio, se encuentran los mau-
da sobre el antiguo camino a Engati- VROHRVGHORVVLQGLFDWRVGHRÀFLRV
vá. Si bien el cementerio abrió sus tradicionales de la ciudad y un sin
puertas en 1832, su uso por parte número de tumbas llenas de cartas
de los habitantes acaudalados de y peticiones secretas a las almas del
Santafé tardó unos cuantos años purgatorio. Se recomienda visitar
más, ya que las familias tradiciona- la tumba de Leo S. Kopp, ya que en
les no querían renunciar a enterrar HOODGHDOJXQDPDQHUDORRÀFLDOVH
sus muertos en las iglesias. El inicio entrelaza con lo popular. Al monu-
del uso del cementerio coincidió mento fúnebre de este empresario
con un fortalecimiento de la imagen alemán, que fue fundador de una de
del estado sobre la iglesia; el hecho las primeras cerveceras del país y
de que Santander fuera uno de los reconocido por su buen trato con los
dirigentes que más apoyó su puesta empleados, se le rinde un culto.
78
Mausoleos en la Elipse Central, 1918. Guía de Bogotá.

De ordinario los entierros en sus deberes para con el muerto,


Bogotá se hacen en San Carlos, y con la diaria faena de la vida,
y ya alguna vez hemos teni- habrá de tener en cuenta que
do ocasión de indicar que la dará 780 pasos desde el centro
función es demasiado larga, y del atrio de la Catedral hasta
toca al Gobierno eclesiástico el la esquina Noroeste de la Plaza
estudio del medio de acortarla. de Santander, y habrá gastado
Concluida ésta, de ordinario de 10 a 12 minutos; que de
al medio día, quien allí al frente de la torre
quiera cumplir con de la iglesia de

Ángel del silencio. Guía del Cementerio Central,


Elipse Central. 79
Grabado, 1881. Papel Periódico Ilustrado.

las Nieves se gastan de 5 á 8


minutos y hay 550 pasos; que a
la esquina Sudoeste del Parque
del Centenario se dan 700
pasos más y se invierten de 8 a
10 minutos; de este punto á la
ramificación del camino Norte,
esquina Noroeste del Parque,
400 pasos y algo como 6 minu-
tos; á la puerta del Cementerio
protestante 500 pasos más, y de
ésta á la del antiguo Cemente-

Mausoleo en el Cementerio Central.


Guía del Cementerio Central, Elipse
80 Central.
Elipse Central. La ciudad y los muertos.

rio católico, 200; en todo 3130


pasos y algo como tres cuartos
de hora, al andar no muy apura-
do del acompañamiento.

Alberto Urdaneta, Papel Periódico Ilustrado


Carvajal S.A., Bogotá, 197

Grabado de la puerta de acceso, 1881.


Papel Periódico Ilustrado.

Alberto Urdaneta (Bogotá, 1845-1887) Pintor, dibujante, caricaturista, muralista.


Alumno en la Academia Mutis del pintor José Celestino Figueroa —hijo del célebre
pintor santafereño Pedro Figueroa. Durante la guerra civil de 1876 peleó del lado
conservador. Dibujó algunas caricaturas para el efímero periódico El Mochuelo, fun-
dado por él con el mismo nombre de una curiosa guerrilla conservadora integrada
por jovencitos de la clase alta bogotana. Luego de siete meses en prisión y una tem-
porada en París, regresó a Colombia y creó el Papel Periódico Ilustrado, publicación
que marcó toda una época en el periodismo local.
81
3.
Aunque los episodios son fugaces
episodios

e inasibles, sus huellas quedan


marcadas para siempre en la ciu-
dad. Hay lugares en Bogotá donde
pareciera que las llamas del Nueve
de Abril acabaran de ser extinguidas
y calles coloniales en las que aún
VHVLHQWHQORVIDQWDVPDVGHÀHVWDV
luchas y peregrinaciones.
Lo demás son los acontecimientos
que a fuerza de costumbre se han
ido adhiriendo a la vida cotidiana
de Bogotá, marcando su ritmo. La
subida a Monserrate y a Guadalupe,
la visita al Divino Niño del 20 de
Julio, Rock al Parque, el festival de
teatro o sencillamente la Ciclovía de
los domingos, son algunos de ellos.
— ¿De donde viene, hermano usa palabras bárbaras —dijo
Pedro? —preguntó uno. Pedro—. ¿Habéis oído eso…Bo-
—De más allá de las rocas. gotá? Su mente apenas está for-
—Vengo del otro lado de las mada. Sólo posee los rudimentos
montañas —dijo Nuñez—, del del lenguaje.
país que está más allá… en el Un niño le pellizcó la mano.
que los hombres ven. De cerca —¡Bogotá! — dijo en son de
de Bogotá, donde hay centenares burla.
de miles de personas, y donde la —¡Ay! Una ciudad distinta
ciudad no puede abarcarse con de vuestra aldea. Vengo de un
la vista. mundo más grande…donde los
— ¿Vista?- murmuró el segundo hombres tienen ojos y ven.
ciego-de más allá de las rocas. —Se llama Bogotá-decían.
[…] —Tropezó — dijo Correa—
Tropezó dos veces mientras
—Un hombre salvaje llegado de veníamos hacia aquí.
más allá de las rocas. —Llevémosle hasta los ancia-
—De Bogotá – dijo él-. De nos.
Bogotá. Está más allá de las
cumbres de las montañas. H.G. Wells, El país de los ciegos y otros relatos
—Un hombre bárbaro…que Ediciones Península, Bogotá, 1997
episodios

1. El cerco de Bogotá

Época: siglo XXI Atravesar la ciudad hasta el nor-


te les llevó casi dos horas. Las
orugas del carro armado tuvie-
El parque del Chicó
ron que trepar sobre los cascotes
Está rodeado por un curioso muro de cemento, restos de automóvi-
de piedra que se puede divisar les chamuscados y, en varias oca-
desde la carrera 7ª entre las calles siones, detenerse detrás de algún
92 y 93. Su interior guarda como muro para buscar protección. En
testimonio de otro tiempo una la Avenida de Chile los franco-
clásica casa de hacienda sabanera tiradores les frenaron el paso. El
conocida inicialmente como la cabo Estupiñán debió comuni-
estancia del Chicó y cuya existencia
carse por radio con una garita
se remonta al siglo XVII. En 1911
situada en la carrera Quinta para
fue adquirida por el célebre comer-
que respondiera al fuego.
ciante y millonario antioqueño José
María Sierra (1847-1921) conocido
popularmente como “Don Pepe”. La zona norte, donde antes
Esta propiedad, fue una de las estaban los barrios ricos de la
tantas que poseyó “Don Pepe” y
en su mejor momento se extendía
desde la calle 109 al norte que
era el límite con Santa Ana hasta
aproximadamente la actual calle 85
al sur, límite con la hacienda La Ca-
brera. A su muerte fue heredada por
su hija Mercedes Sierra de Pérez,
quien le legó a la ciudad la antigua
casa. Desde 1964 se erigió allí
un museo en el que se encuentra
guardada y expuesta al público una
gran diversidad objetos cotidianos
y obras de arte traídos de múltiples
viajes a Europa.

Museo del Chicó.


84
Parque del Chicó.

ciudad, era la más despoblada. antiguo parque del Chicó, donde


Sus habitantes habían escapado se había instalado un puesto de
antes de la toma del aeropuerto comando, había perdido el cés-
por los paramilitares y de que las ped y se había convertido en una
vías de salida, al norte, fueran base de helicópteros artillados
taponadas por barricadas de que transportaban munición y
la guerrilla. Bryndis tropa a la capital desde las zonas
y Olaf miraron en gubernamentales.
silencio los edificios Un poco más adelante, expo-
derruidos, los muros niéndose a los disparos de
repletos de perforacio- las piezas de artillería ene-
nes, ennegrecidos por los migas, el carro alcanzó la
incendios; los restos, casi carrera Séptima, atravesó
arqueológicos, de lo que el esqueleto del antiguo
antes fueron apacibles puente de la Calle Cien
zonas residenciales. El y penetró en la base mi-
litar del Cantón Norte.
Eran pasadas las dos de
la tarde.

Santiago Gamboa, El cerco de


Bogotá
Ediciones B, Barcelona, 2003

Fuente en el Museo del Chicó.

Santiago Gamboa (Bogotá, 1965) Después de graduarse de literatura en la Univer-


VLGDG-DYHULDQD6DQWLDJR*DPERDVHLQVWDOyHQ(VSDxDGRQGHVHOLFHQFLyHQÀOR-
logía hispánica en la Universidad Complutense de Madrid. Cursó estudios de litera-
tura cubana en la Universidad de La Sorbona en París y actualmente vive en Roma.
Debutó en 1995 con su novela Páginas de vuelta. Su novela Perder es cuestión de
método (1997) fue llevada al cine en 2005.
85
episodios

2. Desentable en el
Faenza

Época: siglo XX (1920-1940) Una típica función de “matinee”


(escrito así, con dos ees) los días
domingo y en el Teatro Faenza,
Teatro Faenza
se iniciaba, con cupo completo
Construido en las instalaciones de y también con supernumerarios
la fábrica de loza Faenza de prin- de pie que compraban boletas
cipios de siglo XIX, este teatro fue revendidas o falsificadas por el
diseñado en 1922 por los arquitec- entonces conspicuo gremio de
tos Jorge Antonio Muñoz, José María los esquilmadores, contra los
Montoya Valenzuela y Carlos Arturo cuales luchó por años enteros la
Tapia Sánchez quienes contaron autoridad, solamente cuando el
con la colaboración del ingeniero
público, ya impaciente pateaba
Ernesto González Concha. Fue
al unísono y gritaba el estribillos
inaugurado en 1924 con la película
de “No ha empezado, son las
colombiana La Tragedia del Silen-
cio. En él existió la primera de una
tres: que comience la función”.
serie de salas de cine construidas
en Bogotá en este periodo. Por ese Si al respetable público no le
entonces se convirtió en el escena- gustaba desde el principio algún
rio cultural más importante de la filme, silbaba, chiflaba, gritaba
capital. Luego vino su decadencia ¡ladrones rateros! y lo hacía
y abandono en la segunda mitad cambiar por un segundo, tercero
del siglo XX. Hacia los años setenta o hasta cuarto más, celebrando
el Faenza fue un lugar clandestino
su victoria. Muy raras veces se
para el encuentro de homosexuales,
imponían las mayorías silencio-
circunstancia que aprovechó el
sas, que siempre han existido,
artista Miguel Angel Rojas para pro-
ducir una de sus series de fotografía
susurrando desde los palcos de
más impactantes y sugestivas. Hace segunda fila, chis, chis.
pocos años el teatro fue adquirido
por la Universidad Central que lo Cuando los empresarios, bien
restauró. por fatiga o ya por física sus-
tracción de materia no lograban
dar en la vena de los alborota-
86 dores de la platea, comenzaban
Teatro Faenza, 1924. Revista El Gráfico.

a encenderse florestas, bosques,


selvas de fósforos: todo el mun-
do fumaba “Pielroja” y “Pierrot”
en cadena y en pleno recinto.
Era el momento de hacer
claridad y presagiar el desen-
table, que comenzaba a rugir
momentos después. Las largas
bancas hechas con tablones
de madera, o las primitivas
silletas de igual material,
se arrancaban de los listo-
nes machihembrados del

Teatro Faenza, 1951.


Sociedad de Mejoras y
Ornato.

87
Caricatura de Ricardo Rendón, 1918. Historia de Bogotá, siglo XX.

piso. Partidas en pedazos servían mediascalabazas que todos los


de garrotes para enfatizar los hombres llevaban. En la puerta
proes y contras de cada vecino. de entrada, entre tanto, se
Cumplida esta tarea de dialé- formaban nudos pujantes entre
ctica, se hacían montones con las mujeres y niños que busca-
ellos y en medio de abajos (no ban en la estampida la calle y la
se oía ningún carajazo, porque policía que llegaba, en carrera,
la gente era salvaje pero muy de la Estación más cercana, con
educada) se les prendía candela, baldes para poner coto al fuego
formando grandes hogueras que y bolillos para imponerse a leña-
se atizaban con los inmancables zos. El vestíbulo quedaba como
88 sombreros de fieltro y cocos o un mar después de un naufragio,
con su superficie cubierta por sí y hasta nenes que berreaban
jirones de vestidos de paño o “se perdió mi amá”. Los papis y
de seda, plumas y pedazos de las mamis no habían llegado aún
“boas”, bastones vueltos palillos al país.
de dientes, prendas de ropa inte-
rior femenina, botones, carteras Andrés Samper Gnecco, Cuando Bogotá tuvo
vacías, anteojos partidos, cuellos tranvía y otras crónicas
de los que en aquellas épocas Colcultura, Bogotá, 1973
venían separados de la camisa en

Aviso en la fachada del teatro.

Andrés Samper Gnecco (Bogotá, 1918 – 1988) Cadete, piloto, abogado y eco-
nomista, relacionista público y profesor universitario, Andrés Samper mantuvo una
constante actividad que no le impidió continuar durante décadas una tarea periodís-
tica dedicada recordar las costumbres de la vida bogotana. Cachaco ejemplar, con-
vencido de la importancia de la tradición familiar, parroquiano de la iglesia de Las
Aguas y enamorado de la zarzuela, el autor dejó una serie de crónicas que después
de su muerte fueron reunidas bajo el título Cuando Bogotá tuvo tranvía.
89
episodios

3. Una conspiración
en la oficina de
telégrafos

Época: siglo XX (1928) Hacia 1928 se celebró una


insólita competencia de ajedrez.
Se trataba de un torneo entre
bogotanos y antioqueños, pero
la condición era que ninguno
La central de telégrafos de los dos equipos viajaría. Las
El telégrafo llegó primero a Perú, partidas se jugarían por telégra-
Argentina y México y más de una fo. Fue así como los ajedrecistas
década después a Colombia. Hacia
se trasladaron a las respectivas
ÀQDOHVGHVLJOR;,;HOSDtVFRQWDED
oficinas telegráficas de Medellín
con más de 500 estaciones y se
y Bogotá. No tardó, pues, en
habían inaugurado escuelas de
WHOHJUDItDSDUDMyYHQHV/DRÀFLQD
empezar el febril tac tac entre
del Ministerio de Correos y Telégra- las dos ciudades y así continuó
fos, que funcionó inicialmente en durante varios días hasta cuando,
la plaza de Bolívar fue trasladada a en momentos en que los paisas
los predios del Convento de Santo llevaban una ligera ventaja, la
Domingo expropiados durante el comunicación se suspendió de
gobierno de Tomas Cipriano de repente y no fue posible reanu-
Mosquera. La destrucción de este darla. Con aire de superioridad y
claustro y su iglesia adyacente
desdén, los antioqueños comen-
se inició en 1939 y se constituyó
taron la cobardía de los capita-
en una de las mayores pérdidas
linos que, al verse en desventaja,
arquitectónicas de la ciudad en el
siglo XX, en su reemplazo se erigió
no habían tenido el coraje de
el Palacio de las Comunicaciones. seguir luchando sino que, por el
contrario, habían optado por una
Oficina telegráfica central en el Palacio de
Telégrafos, 1921. Revista El Gráfico. vergonzosa desbandada. Pero esa
no era la realidad. [...]

Pues la verdad es que los


sabuesos del ministro Rengifo
se dieron a rastrear los ajedre-
cistas y en un momento dado
90 creyeron haber hecho el hallazgo
Palacio de Telégrafos, Ca. 1920. Sociedad de Mejoras y Ornato.

de su vida. No había duda. Los organismos de seguridad de que


supuestos jugadores de ajedrez el siniestro complot no era cosa
eran unos tenebrosos conspira- distinta de una inocente com-
dores que a través de un lenguaje petencia de ajedrez entre paisas
cifrado tramaban los hilos de y cachacos y sus protagonistas
una conjura para derrocar unos honrados ciudadanos
el gobierno. Pero ellos que por ningún motivo
no eran bobos. No debían ir a la cárcel por
se iban a tragar el sediciosos.
cuento del alfil cuatro
caballo dama, ni del Alfredo Iriarte, Episodios
enroque, ni de la torre bogotanos. Oveja Negra,
cinco rey. [...] Bogotá, 1987

Como es de supo-
ner, no fue poco
el esfuerzo que
costó convencer a
Rengifo y a sus

Aparato de telégrafo, 1850. ETB,120 años de orgullo.

Alfredo Iriarte (Bogotá, 1932- 2002) Escritor, historiador y cronista colombiano.


Conocedor profundo de la historia de Bogotá, Iriarte dejó una serie valiosa de libros,
artículos y antologías de textos sobre la ciudad. Ingresó a la Universidad del Rosario,
donde cursó algunos semestres de derecho. Luego trabajó en la Flota Mercante
Grancolombiana y en Seguros Bolívar hasta llegar al cargo de vicepresidente. Para-
lelamente, se dedicó a escribir e investigar, convirtiéndose en un notable estudioso
del lenguaje y la historia. Colaboró en periódicos como El Espectador, El Diario del
Caribe y El Mundo, y en revistas como Consigna y Cambio, en donde se publicó por
entregas su investigación Grandes verdades ocultas en la historia de Colombia.
91
episodios

4. Burroughs
entre liberales y
conservadores

Época: siglo XX (1950-1955) Todas las noches voy a un café y


pido una botella de Pepsi-cola y
la lleno de alcohol del labora-
Cafes de Bogotá torio. La población de Bogotá
Los cafés comenzaron a surgir vive en los cafés. Hay cualquier
en Bogotá alrededor de los años cantidad de ellos y todos están
veintes. El primero y más prestigioso llenos. La vestimenta general de
de ellos fue el Windsor. En estos la clientela de Café de Bogotá
locales se festejaba el cierre de es un trech–coat de gabardina y
negocios en torno a un tinto, se naturalmente traje y corbata. A
YHULÀFDEDQOD]RVGHXQLyQTXHOXHJR
un sudamericano le puede estar
se sellaban con el famoso brandy
asomando el culo por los panta-
Hennessy tres estrellas, y se anima-
lones pero seguirá con la corbata
ban intensas tertulias de poetas y
políticos. Entre los que aún sobrevi-
puesta. Bogotá es en esencia un
ven se destaca el Café Pasaje en la pueblo chico, todo el mundo
Plaza del Rosario y el Salón Clásico preocupado por lo que lleva
San Moritz en la calle peatonal puesto y tratando de aparentar
que va hacia el occidente desde la como si ocupara un puesto de
carrera 7ª a la altura de la Plaza responsabilidad.
Santander. Este último fue fundado
por Guillermo Wills, cuya familia era Detalle de aviso publicitario, 1927. Revista
Propaganda Nacional.
dueña de la casa donde se instaló
el local. En un viaje por Europa el
señor Wills compró una máquina
de café expresso Faema que trajo
luego a Bogotá. Una vez de
vuelta aquí adquirió un radio
RC Victor y una registradora
marca National, y con esta
dotación abrió el café en
1937. Actualmente el San
Moritz es uno de los pocos
lugares que conserva la
atmósfera de aquella época.
92
William Burroughs, Ca. 1930.

Una noche estaba instalado en dientes cariados. Los dos tenían


un café de liberales cuando tres un poco aire de perro perdido,
matones conservadores vestidos algo avergonzados de sí mismos,
de civil entraron a los gritos de como el tipo de los versitos que
«Vivan los conservadores» con la decía: “tengo que confesar que
esperanza de provocar a alguien soy un pedacito de mierda”.
para poder matarlo. Uno de ellos
era un hombre maduro con una Todo el mundo pagó y se mar-
cara de vociferante; los otros se chó dejando que el tipo siguiera
quedaron atrás y lo dejaron que gritando «Viva el partido con-
gritara. Los otros dos jóvenes se- servador!» en el local vacío.
cuaces, muchachones de esquina,
fronterizos de maleantes casi. William Burroughs, Cartas del Yahe en El
Hombros estrechos, caras de periódico de Babel,
hurón, piel lisa, tirante, rojiza y Bogotá, 2002

William Burroughs (St. Louis, Missouri, 1914- Lawrence, Kansas, 1997) Nacido
en el seno de una familia prestigiosa y adinerada, William Burroughs se graduó en
literatura inglesa en la Universidad de Harvard en 1936. En los años cuarentas ini-
ció un recorrido interior a través del sexo y las drogas, temáticas fundamentales de
su obra. Junto a Jack Kerouak y Allen Ginsberg, formó el núcleo de la “Generación
%HDWµSULQFLSDOLQÁXHQFLDGHODOLWHUDWXUDGHFRQWUDFXOWXUD
93
episodios

5. Un estudiante
recuerda el 9 de abril

Época: siglo XX (1948)

El Palacio de San Francisco, GHODHGLÀFDFLyQODVHVFXOWXUDVGH


antigua Gobernación de la paz y el trabajo que rematan el
Cundinamarca volumen de acceso, obra de los
Se construyó sobre una parte del escultores José M. Rodríguez y Felix
terreno que ocupó el claustro de María Otálora (1896-1961).
San Francisco entre 1918 y 1933. En los alrededores del palacio,
La obra, que originalmente contem- donde presumiblemente era la pen-
plaba también la demolición de la sión en la que Gabo vivió cuando
LJOHVLDIXHÀQDOL]DGDHQ(OGL- estaba de estudiante en Bogotá, se
seño inicial del palacio fue realizado encuentran hoy las mejores librerías
por el arquitecto e ingeniero francés de libros viejos y valiosos. Se
Gastón Lelarge (1861-1934) y recomienda tomar el paso peatonal
durante su construcción, comple- DOFRVWDGRRFFLGHQWDOGHOHGLÀFLR
mentado con aportes realizados por y visitar librerías como Merlín y
los colombianos Arturo Jaramillo también los diferentes puestos del
Concha y Alberto Manrique Martín. Centro Cultural del Libro.
La decoración interior estuvo a
cargo de varios destacados artistas
nacionales; Ricardo Gómez Cam- Palacio de la Gobernación, 1938.
puzano pintó el tríptico Nariño en Sociedad de Mejoras y Ornato.

la Campaña del Sur (1927) que


adorna la escalera principal de
acceso, Gustavo Arcila Uribe
elaboró la escultura
del expresidente
José Vicente
Concha situa-
da en el patio.
Finalmente
se deben
destacar en
la fachada
principal
94
Casas destruidas luego del 9 de Abril, 1948.

Seguimos aturdidos por aquella tal, contigua a la pensión, que


confusión demente hasta que un había sido incendiada por los
hijo de la dueña [de la pensión] manifestantes, pero el muro pa-
gritó de pronto que la casa recía bastante fuerte para resistir.
estaba quemándose. En efecto, Así que bajamos la escalera a
se había abierto una grieta en zancadas y nos encontramos en
el muro de calicanto del fondo, una ciudad en guerra. Los asal-
y un humo negro y espeso em- tantes desaforados tiraban por
pezaba a enrarecer el aire de los las ventanas de la Gobernación
dormitorios. Provenía sin duda cuanto encontraban en las ofici-
de la Gobernación Departamen- nas. El humo de los incendios

Tranvías en llamas, 9 de Abril, 1948. Revista Semana.

95
Marcha del silencio, 1948. Historia de Bogotá, siglo XX.

había nublado el aire, y el cielo calles adyacentes con ayuda de


encapotado era un manto sinies- policías amotinados. Una visión
tro. Hordas enloquecidas, ar- instantánea nos bastó para dar-
madas de machetes y toda clase nos cuenta de que la situación
de herramientas robadas en las era incontrolable. Mi hermano
ferreterías, asaltaban y prendían se anticipó a mi pensamiento
fuego al comercio de la con un grito:
Carrera Séptima y las

Esculturas de la paz y
el trabajo en la facha-
da del Palacio de la
Gobernación.

96
Palacio de la gobernación.

—¡Mierda, la máquina de pensando que en los días si-


escribir! guientes podríamos recuperarla,
sin darnos cuenta todavía de que
Corrimos hacia la casa de aquel desastre colosal no tendría
empeño que todavía estaba días siguientes.
intacta, con las rejas de hierro
bien cerradas, pero la máquina Gabriel García Márquez, Vivir para contarla
no estaba donde había estado Editorial Norma, Bogotá, 2002.
siempre. No nos preocupamos,

Vista del edificio en llamas. 1948.

Gabriel García Márquez (Aracataca, Magdalena, 1927) Vivió su infancia entre su


pueblo natal, Riohacha y Barranquilla. A los 20 años se trasladó a Bogotá para estu-
diar derecho, carrera que dejó para dedicarse a escribir. Trabajó como reportero de
los periódicos El Universal, El Heraldo y El Espectador. Parte de su obra, enmarcada
dentro del «realismo mágico», lo ha encumbrado como uno de los autores más reco-
nocidos del planeta. Obtuvo el premio Nóbel de Literatura en 1982.
97
episodios

6. El crimen del siglo

Época: siglo XX (1948)

(GLÀFLR)DX[ 7ª, para ese entonces el corazón


Jorge Eliécer Gaitán fue asesinado ÀQDQFLHURGHODFLXGDG&RQGLH]
IUHQWHDOHGLÀFLR+HQU\)DX[$OOt pisos y una zona de sótanos, esta
se puede ver una placa con la FRQVWUXFFLyQÀJXUDEDSRUHVWDU
conmemoración de su muerte. Esta entre las de mayor altura en la
obra, que comenzó a ser construida época y por ser una de las primeras
en junio de 1945, tuvo un curioso GHVWLQDGDVSDUDRÀFLQDV\ORFDOHV
proceso de ocupación; a medida comerciales en las dos primeras
que se concluía cada piso, iba plantas. En su construcción se
siendo entregado sus propietarios. utilizó concreto reforzado como
Diseñado por Santiago E. de la Mora XQDDÀDQ]DGDWpFQLFDFRQVWUXF-
\FRQVWUXLGRSRUODÀUPD,QJHFRQHO tiva moderna que hizo posible su
HGLÀFLR+)DX[HVWiXELFDGRHQOD imponente tamaño y la aceptación
Avenida Jiménez con carrera de un nuevo lenguaje arquitectó-
nico desprovisto de excesos en la
decoración.

Edificio Faux, 1948. Guía de Bogotá.

98
Linchamiento de Juan Roa Sierra, 1948. El 9 de abril en fotos.

En la calle no se oía ni una la cabeza y apoyar las manos


palabra, ni un susurro, ni un en el piso en un intento por
grito, mas, de repente, como la levantarse condenado al fracaso
súbita descarga de un aguacero, que lo mantuvo unos segundos
pasos precipitados despedaza- así, inmóvil, con la mirada ya
ron el silencio acercándose o hundida en el remolino de vér-
alejándose o atravesando tigos, hasta que su cabeza volvió
la séptima en ambas a desgonzarse sobre la acera.
direcciones, y, entre Más allá, hacia el norte, dos
esos pasos, otros policías acababan de sujetar a
que se alejaban ha- un hombre por los brazos
cia la Jiménez por cuando un grito desgarrado
la acera del crimen retumbó en la calle. ¡Mata-
se detuvieron, y en ron a Gaitán!
ese instante reventó
en la calle el estampido Miguel Torres, El crimen
de un cuarto disparo. del siglo
Mientras esto ocurría a Editorial Planeta,
su alrededor, en los ojos 2006
vidriosos de Gaitán el cielo
daba vueltas, pero todavía
Jorge Eliecer Gaitán,
consiguió arrebatarle a la 1948. Caja Social de
muerte el esfuerzo de alzar Ahorros, 80 años.

Miguel Torres (Bogotá) Ha dedicado la mayor parte de su vida al teatro. Estudió


arte dramático en la ENAD de Bogotá y luego en la Universidad de Las Naciones
en París. En 1970 fundó el grupo El Local, que desde entonces dirige. Entre los
montajes que ha realizado se destaca La siempreviva, obra que recrea en forma
magistral los días de la toma del Palacio de Justicia por parte del M-19 en 1985.
En 1988 se publicó su libro de cuentos /RVRÀFLRVGHOKDPEUHy en el 2006 su
novela El crimen del sigloTXHVHGHVWDFDVREUHWRGRSRUODÀGHOLGDGGHOUHWUDWR
que realiza de Bogotá en los años cuarentas.
99
episodios

7. El cortejo de Silva

Época: siglo XIX (1896) No sé qué ruta tomó el cortejo.


Bajarían por la Calle 14 hasta
la Calle Real para doblar a la
Río san Francisico
derecha y llegar al río, al San
Durante la colonia el río San Fran- Francisco, ese riachuelo nau-
cisco era el límite de las parroquias seabundo que corría entonces
en que inicialmente se dividió la al descubierto y se cruzaba por
ciudad. El puente que lo cruzaba un puente estrecho y viejo de
fue el primero que se construyó en mampostería con tenduchos a la
Bogotá, en tiempos del oidor Mon- entrada y a la salida. El tranvía
taño, quien gobernó en la colonia de mulas que venía del norte, de
entre 1551 y 1558. Este puente
Chapinero, no podía pasar por
inicial fue destruido por el río y en
él y allí terminaba su recorrido,
su lugar se construyó otro de piedra
antes de tiempo. ¿Y para qué
y ladrillo con el nombre de San Fran-
cisco en el siglo XVII. Sobre el río
querría pasar? ¿Para llegar a la
también se hicieron los puentes de plaza mayor, la de Bolívar? ¡Si
San Victorino, San Agustín y Puente las calles principales, las Reales
Aranda. Todos ellos fueron cubiertos y de Florián que llevaban a ella
durante los años en que la Avenida estaban interrumpidas en las
Jiménez fue pavimentada y amplia- bocacalles por caños! Por los
da para convertirse en una de las caños de agua sucia que bajaban
vías centrales de la ciudad. Durante
las últimas obras de adecuación a La cloaca de río, Ca. 1910. Sociedad de Mejoras y
la altura de la carre- Ornato.

ra tercera uno de
ellos, el puente Bo-
yacá o de las Aguas
(1902) fue redes-
cubierto durante
la construcción
del Eje Ambiental
y declarado como
Patrimonio Cultural
de la ciudad.
100
Puente sobre el Río San Francisco, 1985. Papel Periódico Ilustrado.

por en medio de las calles late-


rales desde los cerros recogiendo
de casa en casa al aire libre, sin
pudor, los desaguaderos, y que en
la temporada de lluvias, que allá
llaman invierno, se desbordaban,
se desquiciaban, se endemonia-
ban, y convertidos en verdaderos
torrentes de Satanás se daban a
invadir la propiedad ajena que
en ese país es intocable, sagrada,
¡Para qué iba querer cruzar el
tranvía! O un oscuro carruaje
fúnebre contratado para la oca-
sión…Imposible. Imposible con Río San Francisco sin canalizar, Ca. 1890. Historia de
Bogotá, siglo XIX.
semejantes calles y semejantes
caños y semejante muladar de
ciudad anticonstitucional. ¡A pie!
¡A pie los vivos con los muertos!

Fernando Vallejo, Chapolas negras


Alfaguara, Bogotá, 2002

Fernando Vallejo (Medellín, 1942) Aunque es biólogo de profesión, su vocación es


más la de un humanista. Es escritor, músico, director de cine y especialista en cien-
cias y en gramática. Desde hace más de 30 años vive en México, donde ha dirigido
varias películas. De carácter polémico y controvertido, Fernando Vallejo explora en
sus novelas la homosexualidad, la violencia, la muerte y la visión desesperanzada
de Colombia. Se destacan en su producción Los caminos a Roma (1988), El desba-
rrancadero (2001), La virgen de los sicarios (1994) y los volúmenes de biografías
El mensajero (1991) y Chapolas negras  GHGLFDGRVD3RUÀULR%DUED-DFREHO
primero y a José Asunción Silva el segundo.
101
episodios

8. Una carrera de
ratas y cucarachas

Al salir de la vieja casona, junto


Época: siglos XVI al XX
al juez y los tres agentes del
orden, vimos que la calle 10,
Teatro Colón la calle fundadora de la ciu-
Fue FDOLÀFDGRFRPRODHGLÀFDFLyQ dad, se había inundado no por
PiVVLJQLÀFDWLYDGHODFLXGDGD los aguaceros y granizadas de
ÀQDOHVGHOVLJOR;,;&RQVWUXLGR tormentas que acostumbran caer
sobre los terrenos que pertenecie- sobre el sector, sino por ratas
ron al antiguo Teatro Coliseo, cuya
persiguiendo a cientos de miles
demolición comenzó en 1886, esta
de cucarachas o, por el contrario,
HGLÀFDFLyQIXHXQDGHODVREUDVTXH
cientos de miles de cucarachas
conmemoraron el cuarto centenario
del descubrimiento de América.
persiguiendo a las ratas, y detrás
Para la construcción de este los dos gatos deleitándose en
escenario cultural se contrató al aquel fastuoso festín, en estam-
italiano Pietro Cantini (1847-1929), pida que pasaría por la antigua
quien vino al país con un grupo de calle de la Toma de Agua, calle
colaboradores entre los cuales se 10 entre carreras 2ª y 3ª y luego
distinguen Luigi Ramelli, Antonio seguiría bajando por la calle de
Faccini y Cesare Sighinolphi. En el
diseño del teatro, Cantini adoptó el
modelo conocido como de herradu-
ra , que continuaba con la tradición
del teatro de los Santos Juan y
Pablo (1654) en Venecia, obra de
Carlo Fontana (1634-1714). Es
necesario mencionar también que
el telón de boca, en el que se repre-
sentan los principales personajes
de las óperas, fue labor del pintor
Annibale Gatti.

Fachada del Teatro Colón, 1912. Censo general


de la República de Colombia.
102
Teatro Colón.

la Fatiga, entre carreras 3ª y 4ª, Libertadora doña Manuelita


para desbordarse por la misma Saenz, calle escenario de multi-
calle 10, denominada la calle de tud de memorables sucesos en
la Esperanza, entre carreras 4ª y la historia de Colombia pues,
5ª y cruzar la puerta falsa de la en la plazuela de su mismo
Casa de la Moneda y avanzar el nombre, situada en la mitad de
tramo conocido de antaño como la cuadra, se reunieron en sigilo
la Calle del Coliseo y pasar los conspiradores que asalta-
frente a la casa donde habitó ron el palacio San Carlos en la
el insigne literato y hombre noche del 25 de septiembre de
público don José María Samper, 1828; pero cucarachas, gatos y
calle en la que fue construido el ratas no estaban involucrados en
primer teatro en Santafé, deno- ninguna conspiración contra el
minado El Coliseo y edificado Gobierno y siguieron de largo
en el mismo sitio donde hoy se hasta llegar a la mitad de la
levanta el Teatro Colón y que Plaza de Bolívar, conocida como
por estas noches silenciosas y Plaza Mayor hasta el año 1821,
friolentas presenta Fuenteo- en que comienza a de-
vejuna de Lope de Vega,
aplaudido montaje teatral
por un conocido grupo
español, y continuar la
carrera alocada por la
calle San Carlos,
entre carreras 6ª
y 7ª y detener
el impulso,
ratas, cucarachas
y gatos, exactamente en
el andén de entrada a
la puerta de la casa
en la cual habitó en Detalle de la fachada del Teatro Colón.
su época la celebre 103
Balcones de la sala del Teatro Colón, 1918. Guía de Bogotá.

nominarse de La Constitución, Antonio Galán, Alcantuz y


para luego tomar el nombre Otiz; y cucarachas, ratas y gatos
de Plaza de Bolívar al erigirse se detuvieron de pronto como si
en ella la estatua del Liberta- hubieran escuchado una orden
dor, bronce incomparable del de Hamelin o el designio de la
escultor italiano Pietro Tenerani; naturaleza, porque en aparien-
plaza en que durante tres siglos cia se apaciguaron en mutuo
ocurrieron ceremonias religio- secreto, hasta que los dos gatos
sas, pregones públicos, azotes ansiosos irrumpieron contra la
y cadalsos, desfiles fúnebres, multitud de alimañas y cuca-
suntuosas fiestas reales, toros y rachas y ratas que se despren-
comedias, mercados y lances: en dieron por decreto en tres filas:
1782 son ajusticiados los jefes la primera se dirigió hacia los
revolucionarios comuneros José amplios espacios del Edificio
104
Hall de acceso del Teatro Colón, 1918. Guía de Bogotá.

Lievano, arquitectura republi- Salle y perder en la mirada y la


cana de la Alcaldía, antiguo memoria aquella horrible visión.
edificio en que funcionaban las
famosas galerías, destruidas por Arturo Alape, El cadáver insepulto
el pavoroso incendio de 1900; Editorial Planeta, Bogotá, 2005
la segunda avanzó hacia los
espacios abiertos del Capitolio
Nacional, que se encontraba en
proceso de construcción desde
1847 y se concluyó en 1928,
tras ochenta años de trabajos y
muchos chanchullos, fraudes y
vicisitudes a raíz de las diversas
contiendas civiles y militares que
caracterizaron el siglo pasado; y
la tercera hacia el amplio espacio
espiritual de 5.300 metros cua-
drados de la Catedral Primada.
Con el juez y los tres agentes del
orden decidimos dar la vuelta Detalle de la fachada del Teatro Colón.
a la manzana por la carrera 2ª,
pasar de lado por el colegio de la

Arturo Alape (Cali, 1938-Bogotá, 2006) Carlos Ruiz, más conocido como Arturo
Alape, fue investigador, dramaturgo, periodista y pintor. En los años sesentas, como
miembro de la Juventud Comunista Colombiana, conoció a Pedro Antonio Marín, “Ti-
URÀMRµSHUVRQDMHGHOFXDOHVFULELyLas vidas de Pedro Antonio Marín, Manuel Ma-
UXODQGD 9pOH]7LURÀMR (1983) y 7LURÀMR ORV VXHxRV \ ODV PRQWDxDV (1994). La obra
de Alape desnudó los tópicos más escalofriantes de la violencia en Colombia como
9 de abril, suceso que fue el eje central de varios de sus libros, incluido El cadáver
insepulto (2005), su último testimonio literario.
105
episodios

9. Toros en la calle

Época: siglo XIX (1860-1880) Iba por aquí el diálogo cuando


el grito universal de ¡el toro!, ¡el
toro!, y el tropel de gente que
Toros en Bogotá
huía, de caballos de escape y
El “juego de los toros” se remonta jinetes que hacían que enlaza-
a los primeros años de presencia ban, o que no hacían más que
española en nuestro territorio y correr y atropellar; cuando todo
ofrecía varias modalidades, quizá eso, digo, nos tocó como un
la más popular de todas fue la de golpe eléctrico poniéndonos
“correr toros por las calles”. Esta en movimiento hasta las raíces
se y en el siglo XIX la temporada se de los dientes. Cada cual tomó
iniciaba en el barrio de las Nieves,
por su lado; amistad, coqueteos,
continuaba en Santa Bárbara y
filosofía... todo, todo desapareció
terminaban en San Victorino. La
ante el miedo, la gimnástica, la
primera plaza de toros como tal se
construyó en 1890 en las inmedia-
necesidad de la conservación.
ciones del lugar conocido como La Yo, que desde antes, gracias a
Bomba, esquina suroccidental de la experiencia, estaba contem-
la calle 10ª con carrera 15, vecina plando con afecto, con tierní-
de la antigua Facultad de Medicina simo detenimiento un ancho
y su diseño estuvo a cargo del ita- zaguán sin barrera, que cerca de
liano Pietro Cantini. Posteriormente nosotros se brindaba como un
VHHGLÀFDURQRWUDVHQHOVHFWRUGH puerto de refugio, me zampé
San Diego de manera provisional
en él con la agilidad del terror,
hasta la construcción de la actual
sin saber cómo ni cuando; la
de Santamaría (1931) obra
gente casi me lleva a conocer
del español Santiago
de la Mora.
a la cocinera y a medir la
capacidad del horno. Don
Santiago, arrebatado por
el tumulto, fue a prensar
sus disecadas carnes
contra la barrera de
la bocacalle, se-
106
Caricatura. Historia de Bogotá, siglo XIX”.

gún me dijo después, porque están los picadores, los chulos,


aseguro que no supe más de él, los banderilleros, el matador?
ni reflexioné sobre las ofrecidas
garantías, ni él reflexionó sobre —Aquí no hay excepciones, le
si exigía su cumplimiento. El contesté; está usted en un país
miedo no conoce leyes. […] republicano, en que todos somos
iguales ante la ley y ante el toro;
—¡Todos ustedes son unos todos toreamos; todos corre-
bárbaros!, me repetía furioso. mos; el toro por su parte acata
Ustedes son los toros que matan, profundamente los dogmas de la
y esos bichos no saben más que libertad, la igualdad, la fraterni-
correr, agregaba. dad y la seguridad.

Esto no es juego de toros sino —¡Esto es!, y ustedes por su


corrida de toros, con apachurra- parte no acatan más dogma
miento y atropellamiento que el de la anarquía. Estamos
de gente, añadía. […] corrientes.

¿Donde está la plaza, Rafael Pombo, Toros en calle i


los palcos, las esca- en plaza, en Museo de cuadros de
leras, las cuerdas, costumbres,
el toril? ¿Donde Foción Mantilla, Bogotá, 1886.

Rafael Pombo (Bogotá, 1833- 1912) Estudió ingeniería, luego se hizo diplomático
y llegó a ser miembro del Parlamento. Por su prosa, cuyos temas se inclinan hacia el
amor, la naturaleza, la soledad y la desesperación, se lo consideró como uno de los
grandes poetas y narradores del romanticismo hispanoamericano. Alcanzó gran po-
pularidad gracias a su libro Cuentos pintados y Cuentos morales para niños formales
(1854), una de las obras cumbres de la literatura infantil colombiana.
107
episodios

10. Acontecimiento
cotidiano en
El Veinte de Julio

Época: siglo XX (1980-2000) A la ciudad-libro hay que leerla


en el tiempo y no en el espacio”,
le dijo en alguna ocasión. “Mu-
cha gente memoriza las calles
Iglesia del 20 de julio
En julio de 1935 se bendijo la
y construye mapas mentales
primera piedra de la Iglesia del fragmentados e inconclusos. Yo
20 de Julio y seis años después no memorizo las formas, los es-
se realizó el traslado de la imagen pacios, sino los acontecimientos.
del Niño Jesús al templo que para Otros ven una ciudad personifi-
ese entonces ya estaba terminado. cada con múltiples rostros, pieles
En 1985 se celebró el año jubilar y olores. Yo la veo como un
de la devoción al Niño Jesús y la libro vivo que se transforma en
construcción del nuevo templo se
mi memoria. La ciudad no está
inició cuatro años después. A partir
hecha de ladrillo y asfalto,
GHHVHPRPHQWRODLJOHVLDFRQÀyD
sino de
la comunidad
salesiana la
palabras y
parroquia, centro deseos. Si
de fervor religioso que la ciudad es
se cuenta dentro de los un libro escrito
mayores de Suramérica y a diario por sus
del que se asegura obra milagros. habitantes, yo soy su
Su barrio vecino termina casi mejor lector, pues el libro
donde termina el templo, pero su crece y se reescribe en mi
LQÁXHQFLDVHVLHQWHHQWRGRHOWH-
memoria. [...]
rritorio nacional. Para visitar el
20 de julio puede tomar El
Transmilenio en la estación
de Las Aguas y dirigirse a la
Avenida Jiménez. Una vez
allí realizar el cambio de bus
y elegir la ruta que se dirija a
la calle 27 sur. Al llegar debe
dirigirse al oriente hasta en-
contrar el barrio 20 de Julio.
108
Plaza del 20 de Julio, Ca. 1940. Álbum parroquial.

De lunes a sábado el Veinte sus apodos al salir para sus tra-


de Julio era un barrio como bajos y en las noches se embor-
cualquier otro. En las mañanas, rachaban jugando a la ranita o
las mujeres barrían el frente viendo los partidos de prepara-
de sus casas, intercambiaban ción de la Selección Colombia
chismes y los perros hacían sus para el mundial del Fútbol.
gracias sobre los andenes de Pero el domingo todo cam-
los graneros y las tiendas. En biaba. Las calles que daban
las tardes, a su regreso de la acceso al barrio se cerraban y
escuela, los niños jugaban a la una lluvia de casetas con toldos
pelota en arcos improvisados multicolores recorría las cinco
con ladrillos, con el uniforme de cuadras de la avenida principal
colegio y las maletas pegadas a que conducía a la plazoleta de
sus espaldas, mientras el olor de la iglesia consagrada al Divino
las panaderías y los asaderos se Niño Jesús.
esparcía en el aire picante por la
gasolina quemada de los buses. Nahum Montt, El Eskimal y la mariposa
Los hombres se saludaban por Alfaguara, Bogotá, 2005

Interior de la Iglesia del 20 de Julio, 1970. Álbum parroquial.

Nahum Montt (Barrancabermeja, Santander, 1967) Egresado de literatura en la


Universidad Nacional de Colombia, Nahum Montt fue ganador del Premio Nacio-
nal de Novela Ciudad de Bogotá 2004 con El esquimal y la mariposa, su segunda
producción narrativa. Reeditada por Alfaguara en 2005, esta obra constituye una
radiografía visceral y poética de la violencia colombiana de los años ochentas y
noventas del siglo XX.
109
4.
Cada ciudad, como si se tratara
personajes

de una novela, inventa a sus


personajes. Bogotá, además de sus
héroes, mártires, santos, locos y
poetas, extrañamente ha producido
chinos. Algunos de los personajes
que aparecen en esta guía pueden
ser hallados aún en la ciudad en su
versión contemporánea; otros han
desaparecido por completo o han
sido convertidos en estatuas de
bronce o de piedra.
Vejez

El hombrecito se hunde en los años.


La vida ha sido separar y alejarse.
Los más próximos entre los semejantes
son barreras que dificultan su respiración.

El hombrecito no cabe en el tranvía


se revuelve incómodo en el escritorio.
Los días son sus ideas fijas,
sus juegos perdidos, su enfriamiento…

El hombrecito decide vivir. Su pecho


se inflama de carencia, de necesidad.
Despliega sus pobres recursos
y arriesga en la próxima jugada

El hombrecito vence.
El hombrecito es vencido.

Se pasea ahora reflexivo


por los corredores del manicomio
o yace definitivo en la bandeja de la morgue.

Javier González Luna, Vigilias


Común Presencia Editores, Bogotá, 2005
personajes

1. El chicharronero

Época: siglo XIX (1880-1900) El chicharronero ve la primera


luz desde las cumbres del barrio
egipcio, que es el más eleva-
Egipto
do de la ciudad; y puede por
El sector de Egipto se desarrolló
tanto asegurarse que pertenece
su alrededor de la antigua ermita
a la alta sociedad bogotana, a
construida en 1633, en la falda
del cerro de Guadalupe. La actual
la creme de cuero y carne, a la
LJOHVLDIXHPRGLÀFDGDSRU5LFDUGR cerdocracia, que también ostenta
Acevedo Bernal y en su interior solar, cuchilla y ejecutoria. El
se puede apreciar el cielorraso histórico barrio egipcio, que ha
decorado por el artista Mauricio sustentado nuestras crónicas
Ramelli entre 1922 y 1923. La con el ruido de sus fiestas, con la
iglesia se eleva sobre un atrio desde fama de sus chicharrones y con
el cual se divisa el panorama de la el bélico carácter de sus morado-
sabana, actualmente urbanizada
res, es el criadero de los cerdos y
casi por completo. Catalogado como
el afrentoso patíbulo en que son
un barrio artesano de tradición,
ajusticiados; porque los marra-
Egipto aún mantiene parte de su
antiguo carácter. Entre el siglo XIX
nos pagan sus gorduras como
y comienzos del XX, fue reconocido los hombres sus flaquezas: con la
por la producción de los mejores pena de muerte; a los unos se les
chicharrones y morcillas, y por la mata porque reportan provecho,
distribución ilegal de aguardiente, a los otros, porque causan daño.
cuyo consumo aumentaba durante He aquí planteada la justicia
ODÀHVWDGHODDGRUDFLyQGHORVUH- humana. [...]
yes, que aún hoy se celebra cada 6
de enero frente a la iglesia. En una
Sabido es que el chicharrone-
de sus casas nació el líder liberal
ro es esencialmente egipcio:
Jorge Eliécer Gaitán en 1903.
amante fervoroso de su rincón,
raras veces abandona las alturas
para descender a los barrios
bajos, y a fe que en ello tiene
razón; su vista se recrea en los
112 verdes y animados panoramas de
Iglesia del Barrio Egipto, Ca. 1940. Atlas Histórico de Bogotá.

sus pintorescas colinas, rodeadas to primor. Desde las dos de la


de arboledas, y se extasía en la tarde empiezan a movilizarse en
esplendida perspectiva de la el centro de la ciudad diversos
ciudad, con sus mil torres, sus grupos de gentes de todas clases
edificios elevados, sus blancas y condiciones, para dirigirse
casas y la sabana de esmeralda hacia la cuesta que conduce a la
que por todas partes la circunda. mansión chicharronera, donde
[...] se les esperan gratas horas de
divertimiento y expansión.
El miércoles es el día
designado para las Francisco de Paula
excursiones a Egipto, Carrasquilla, Tipos de
por ser el en que salen a Bogotá
la luz los chicharrones Imprenta de Fer-
(alias pollos), fabrica- nando Pontón,
dos con exquisi- Bogotá, 1886

Matador de marranos,
ilustración de Ramón Torres
Méndez, Historia de Bogotá,
siglo XIX.

Francisco de Paula Carrasquilla (Bogotá, 1855-1897) Periodista con una fuerte


actitud crítica frente a su sociedad, fue redactor del semanario El museo social y del
periódico El Látigo. Reunió en el volumen Tipos de Bogotá una selección de cuadros
costumbristas célebres en su momento, entre los que destacan “El chicharronero”,
“La aguadora” y “El tinterillo”. Publicó también dos libros de poemas: Epigramas y
Retratos instantáneos de notabilidades colombianas.
113
personajes

2. Rompegalas

Época: siglo XIX (1860-1865) Rompegalas fue


un famoso
estudiante de
Palacio San Carlos
Derecho y era
Situado en la antigua calle del Coli- una esperanza
seo, fue propiedad de la Compañía para la patria
de Jesús desde 1605 hasta su ex- y su familia;
pulsión en 1767. Diez años después desgracia-
fue adaptado como primera sede de damente, se
la Real Biblioteca Pública de Santa- dio a beber
fé. En 1822 fue adquirido por Juan chicha, hasta
Manuel Arrubla, que a su vez lo
que cayó en tris-
vendió a la nación en 1825,
tísima situación.
para que fuera destinado
Sabía de memoria
como residencia del Presiden-
te de la República. El palacio
los autores clásicos
fue la casa presidencial latinos, especial-
hasta 1908, cuando se mente la Eneida,
FRQVWUX\ySDUDHVHÀQHO de Virgilio, que se
palacio de La Carrera. Uno de sus complacía en recitar
más célebres ocupantes durante en las tabernas ante un auditorio
este período fue el Libertador Si- embrutecido. Fervoroso parti-
món Bolívar, quien huyó a través dario de los dioses del Olimpo,
de una de sus ventanas el 25 de
puso en práctica las abominacio-
septiembre de 1828 para evitar ser
nes que a estos se atribuyen; su
DVHVLQDGR(VWDHGLÀFDFLyQVHYLR
presencia era infalible en la es-
seriamente afectada durante los
disturbios del 9 de abril de 1948;
quina del palacio de San Carlos,
sin embargo posteriormente fue en compañía de las bacantes de
restaurada y sirvió nuevamente sentina que frecuentaban aquel
como residencia presidencial sitio en las noches de retreta.
hasta 1979, año en que empieza a
funcionar como sede del Ministerio En una ocasión le pagaron para
de Relaciones Exteriores. que gritara «¡Muera Masca-
114 chochas!», apodo que se daba al
Palacio de San Carlos, Ca. 1920.

general Mosquera, quien ejercía


entonces la Presidencia de la
República.

Aún no había terminado el grito


cuando ya estaba acogotado, y
era conducido al retén a dormir
la chispa.

En la retreta siguiente volvieron


a pagarle para que repitiera el
grito; pero Rompegalas se zafó
del compromiso reformando la
frase del modo siguiente:
Palacio de San Carlos, Ca. 1920.
Postal de Bogotá.
—¡Muera Masca!... y no digo
chochas, porque me llevan a la
cárcel.

J. M. Cordovez Moure, Reminiscencias de


Santafe y Bogotá
Biblioteca Virtual, Banco de la República,
Bogotá 2003

José María Cordovez Moure (Popayán, Cauca, 1837- Bogotá, 1918) Hijo de un
respetable caballero chileno y de una dama de origen catalán, José María Cordovez
Moure se trasladó con sus padres a Bogotá cuando apenas tenía tres años. Allí
estudió, se casó y vivió una vida burguesa sin más sobresaltos que sus pinceladas
literarias reunidas en los cientos y cientos de páginas que componen las Reminis-
cencias de Santafé y Bogotá. El gran humanista Baldomero Sanín Cano dijo de su
REUD´'HVXHVWLORSXHGHDÀUPDUVHTXHQRWLHQHWURSLH]RV&RUUHFRPRXQDYHQD
líquida y transparente, sin remansos.”
115
personajes

3. El auriga

Época: siglo XX (1914-1924) Pero el verdadero genio de las


grandes vías, el piloto supremo
Casa museo del 20 de Julio en esos mares amenazadores,
El lugar actual para encontrar una es el auriga. Entre los múltiples
versión turística de los antiguos espectáculos de la calle, no hay
aurigas con sus carruajes es el ninguno tan conmovedor como
frente de La Casa Museo del 20 de el de ese hombre grave y recto
Julio, proclamada como tal y abierta sobre el pescante. Yo lo admiro
al público desde 1969. Según Gui-
con toda mi alma; admiro su
llermo Hernández de Alba este lugar
certero golpe de vista, su firme-
—también conocido como la Casa del
za de mano, su tacto exquisito
Florero— es un ejemplo característico
de la arquitectura residencial de la
para esquivar los choques, los
ciudad de los siglos XVI y XVII. Entre atropellos, los leves roces, y esa
\IXHSURSLHGDGGHOÀVFDO mesurada ligereza con que pe-
de la Real Audiencia, Francisco Mo- netra por los claros abiertos en
reno y Escandón. Para 1810 era la la muchedumbre sacando avante
tienda más importante de la primera la negra nave del estruendoso
Calle Real, en alquiler del español torbellino; pero, sobre todo,
José González Llorente, quien el 20 admiro su imperturbabilidad
de julio de ese año protagonizó los
inimitable, estupenda, infinita.
hechos que desencadenaron el grito
¿Podrá concebirse, por ejemplo,
de la independencia. Esta construc-
algo más solemne, y en cierto
ción se desarrolla en torno a un patio
empedrado central, sobre el que
modo más trascendental, que las
despunta un balcón de madera. actitudes de esos ensimismados
aurigas de las grandes casas de
sombrero de copa con florón
y polainas charoladas? No sé
qué dios propicio o qué espíritu
olímpico desciende sobre aque-
llos cuerpos plebeyos, transfor-

Coche diplomático, 1940. Revista Habla Bogotá.


116
Coches estacionados, Ca. 1910. Historia de Bogotá, siglo XX.

mándolos; la cara vulgar, tras- La fusta es un mástil sutil sobre


nochada, truhanesca, asume una el océano de cabezas.
dignidad idealizada de cariátide;
la mano torpe recibe el don del Luis Tejada, Gotas de tinta
movimiento matemático, del Instituto Colombiano de Cultura,
movimiento delicado y preciso; Bogotá, 1977
la fusta misma hay momentos
maravillosos en que adquiere
no sé qué proyecciones hacia
el infinito, no sé qué carácter
metafísico, místico, ideal, como
el de las puntas de los
mástiles y las flechas
de las legaciones.

Cochero en su coche con


pasajero, 1900. Historia de
Bogotá, siglo XX.

Luis Tejada (Barbosa, Antioquia, 1898 - Girardot, Cundinamarca, 1924) Procla-


mado a sus 22 años como «el príncipe de los cronistas colombianos», este joven fue
ante todo un gran provocador. Nació en el seno de una familia liberal antioqueña de
notables educadores y periodistas entre los que se encontraba Fidel Cano, quien
fundó El Espectador en 1887. Tejada abandonó pronto la casa paterna para vivir en
Bogotá; una vez allí escribió para este y otros periódicos las notas de prensa más
agudas sobre la incipiente e insegura modernización colombiana. A pesar de su
temprana muerte, fue uno de los principales motores de las ideas de vanguardia que
compartió con el grupo Los Nuevos. Su obra ha sido recogida en los volúmenes Libro
de crónicas (1926), Gotas de tinta (1971) y Mesa de Redacción (1990).
117
personajes

4. El barbero
Lechuga

Época: siglo XIX (1810-1820) Era el maestro Lechuga


peluquero de los virreyes, con
quienes departía familiarmente,
La calle de los Herreros o de los
sin que por esto dejara de ser
Chorritos de la Enseñanza muy patriota desde el 20 de
Recibió su denominación por la julio y luego acérrimo partidario
fuente pública que existió cerca del presidente Nariño; es decir,
al Convento de ese nombre. El pateador, anticarraco, y enemigo
surtidor empezó a servir pública- de los socorreños. […]
mente en el siglo XVIII, cuando
María Clemencia Caicedo obtuvo la Tenía tienda en la calle del Cho-
licencia para llevar el agua hasta
rro de la Enseñanza (aunque
el Colegio de la Enseñanza. Actual-
entonces no había chorro, sino
mente en esta zona se encuentra
enseñanza, que ya no hay), bien
el Centro Cultural (2007) promovido
por la editorial mexicana Fondo de
limpia y esterada; con canapé y
Cultura Económica, diseñado por el sillas de guadamacil; mesa con
arquitecto Rogelio Salmona sobre escritorio de carey, para guardar
los predios que ocupara primero el los instrumentos del oficio; las
antiguo claustro de la Enseñanza y paredes estaban adornadas con
luego el primer Palacio de Justicia. grandes estampas de la historia
Es necesario mencionar también del hijo pródigo, cuadro de la
que en las inmediaciones de esta Virgen con marco dorado y es-
zona, desde la Colonia, se situaron
pejo de luna verdosa con marco
los plateros y en la actualidad está
ocupada por joyeros tradicionales
que tienen sus talleres y puntos de
venta a todo lo largo de la cuadra.

Reyerta entre Morales y Llorente, 20 de Julio


de 1810, óleo de Pedro A. Quijano. Historia de
Bogotá, siglo XIX.
118
Convento La Enseñanza, 1913. Bogotá 1538-1938.

de talla. Una cabeza de palo para con la revolución del 20 de julio,


amoldar pelucas y el telar para y yo por mi parte, quiero reme-
hacerlas…. […] diar la omisión, bendiciendo la
tijera libertadora del maestro
Nunca olvidaré que a pocos Lechuga.
días del 20 de julio, al maestro
Lechuga debí la independencia José Manuel Groot, Cuadros de costumbres

de la coleta, que tiranizaba mi Editorial Minerva, Bogotá, 1934

cabeza. Era el peluquero de casa,


y como desde aquella gloriosa
fecha se proscribió el peinado
español y se adoptó el de pelo
corto, introducido por Bonaparte
en Francia, mi padre se hizo
cortar la coleta y mandó ejecutar
la misma sentencia sobre la mía.
Era la coleta un moño largo de
menos de una cuarta y tan grueso
como una longaniza, el cual se
hacía de un mechón largo de pelo
que se dejaba en la nuca. […]

La libertad de la coleta, que


trajo consigo la del coleto, no se Detalle de la espadaña de la Iglesia de La
ha apuntado entre las conquistas Enseñanza, Ca. 1920. Atlas Histórico de Bogotá.

José Manuel Groot (Bogotá, 1800- 1878) Historiador, político, crítico de arte y en-
sayista, José Manuel Francisco Antonio del Pilar Groot se destacó también por su
PDJQtÀFDKDELOLGDGSDUDODSLQWXUDHVSHFLDOPHQWHGHPLQLDWXUDV\FDULFDWXUDV6X
producción literaria debe tanto a la detallada observación de los paisajes y escenas
cotidianas de Bogotá, como a la lectura de las obras de Montesquieu, Voltaire, el
Conde de Volney y Rousseau, entre otros.
119
personajes

5. El adelantado

Época: siglo XVI (1538-1580) El General Jiménez de Que-


sada, como llevaba mucho oro,
quiso primero ver a Granada,
Chorro de Quevedo
su patria, y holgarse con sus
Como parte de los chorros que parientes y amigos. Al cabo de
surtían de agua a la ciudad y que algún tiempo fue a la Corte a
permitían la distribución del líquido sus negocios, en tiempo que
antes de la construcción de un estaba enlutada por muerte de
acueducto adecuado para este la Emperatriz. Dijeron en este
efecto, el Chorro de Quevedo, se Reino que el Adelantado
encontraba situado en la calle 13 había entrado con un
con carrera 2ª. Fue destruido por
vestido de grana que
el desplome de uno de los muros
se usaba en aquellos
del puente del mismo nombre
tiempos, con mucho
que se vino abajo en una
las crecientes de la que-
franjón de oro, y que
brada San Bruno en 1896. yendo por la plaza
La actual plazoleta del lo vido el Secreta-
chorro del Padre Que- rio Cobos desde
vedo es considerada las ventanas de
erróneamente por palacio, y que dijo
algunos historiadores a voces: “¿Qué
como el lugar donde se loco es ese?;
llevó a cabo la ceremo-
echen ese loco de
nia de la fundación de
esa plaza;” y con
la ciudad. Actualmente
esto se salió de ella.
este lugar está rodeado
de cafés y restaurantes
universitarios y poblado Si él lo hizo y fue
por artesanos, cuenteros y verdad, como en esta ciudad
estudiantes. Se recomienda se dijo, no es mucho que lo
tomar la callejuela peatonal escriba yo. Tenía descui-
o calle del “embudo” que dos el Adelantado, que
sale de la parte norocciden-
Retrato Jiménez de Quesada. Historia de
tal de la plaza hacia el norte. Bogotá, Conquista y Colonia.
120
Recreación de la escena fundacional de la ciudad, s.XVI. Historia de Bogotá, Conquista y Colonia.

le conocí muy bien, porque fue Los soldados que se fueron con
padrino de una hermana mía de los generales, como iban ricos,
pila, y compadre de mis padres, echaron fama en Castilla y en las
y más valiera que no, por lo que demás partes a donde arribaron,
nos costó en el segundo viaje diciendo que las casas del Nuevo
que hizo a Castilla, cuando vol- Reino de Granada estaban col-
vió perdido de buscar el Dorado, gadas y entapizadas con racimos
que a este viaje fue mi padre con de oro; con lo cual levantaron el
él, con muy buen dinero que acá ánimo a muchos para que deja-
no volvió más, aunque volvieron sen las suyas colgadas de paños
entrambos. de Corte, por venir a Indias,
viéndolos ir cargados de oro; los
En fin, del primer viaje trajo el unos dijeron verdad, los otros no
Adelantado el título de Áde- entendieron el frasit.
lantado del Dorado, con tres mil
ducados de renta en lo que con- El caso fue como los soldados
quistase, con que se le pagaron de los tres generales alojaron
los servicios hasta allí hechos. en aquellos bohíos que estaban
Murió, como queda dicho, en alrededor del cercado de Bogotá,
la ciudad de Marequita; trasla- y en aquel tiempo no tenían
dóse su cuerpo a esta catedral, cofres, ni cajas, ni petacas en qué
dónde tiene su capellanía. Dije echar el oro que tenían, echá-
que tenía descuidos, y no fue banlo en unas mochilas de algo-
el menor, siendo letrado, no escri- dón que usaban estos naturales,
bir o poner quien escribiese las y colgábanlas por los palos y
cosas de su tiempo; a los demás barraganetes de las casas donde
sus compañeros y capitanes no vivían; y así dijeron que estaban
culpo, porque había hombres colgadas de racimos de oro.
entre ellos, que los cabildos que
hacían los firmaban con el hierro Juan Rodiguez Freile, El Carnero
que herraban las vacas. Y de esto Biblioteca Virtual, Banco de la República,
no más. Bogotá, 2005

Juan Rodríguez Freyle (Bogotá, 1566- 1642) Aunque provenía de una familia aco-
modada, no tuvo acceso a una educación completa. Permaneció en España duran-
WHVHLVDxRVOXHJRYLYLyHQ&DUWDJHQD\ÀQDOPHQWHVHLQVWDOyHQ%RJRWiGRQGHVH
dedicó a la agricultura. Ya en su vejez escribió El carnero, libro insólito en su época
dada la naturaleza realista y picaresca con la que narró cuadros de costumbres.
121
personajes

6. El libertador

Y mientras estoy hablando


de Bolívar mis recuerdos se
retrotraen al día en que le vi
La Quinta de Bolívar
por primera vez en una de
Construida a comienzos del siglo esas situaciones que despojan
XIX, fue adquirida en 1820 por el ridículamente a los hombres, por
vicepresidente Francisco de Paula grandes que sean, del pres-
Santander y donada al Libertador, tigio con que la imaginación
quien la ocupó durante períodos se complace en rodearlos. Fue
breves a partir del siguiente año y aproximadamente tres meses
hasta poco antes de su muerte en después de la conspiración que
1830. En 1919 fue adquirida por
estuvo a punto de costarle la
la Sociedad de Mejoras y Ornato
vida.; se había retirado desde
y posteriormente convertida en
hacía algunas semanas a una
museo. Los trabajos de restauración
de la casa terminaron en 1998 y
quinta de los alrededores de
pretendieron en lo posible devolverle Bogotá para poder atender a su
el aspecto y la decoración que
pudo haber tenido en tiempos del
Libertador. Se rescató el espacio del
comedor, de clara inspiración neoclá-
sica francesa, así como el mirador
y su baño de inmersión, una de las
novedades higiénicas que poseyó la
vivienda en su momento. Posee un
bello jardín circundado por hilos de
agua cercados por hortensias, rosas
y camelias, así como otras especies
vegetales que visitan innumerables
pájaros provenientes de los vecinos
cerros orientales. Es quizá uno de los
espacios verdes mejor conservados
de la ciudad y tomar un café a la
sombra de sus centenarios árboles
Retrato de Bolivar realizado por José María Espinosa,
bien merece la pena. 1830. Iconografía del libertador.
122
Quinta de Bolívar, 1918. Revista El Gráfico.

salud que empezaba a desmoro- un gorro de dormir, envuelto en


narse, con más libertad; a pesar una bata, en zapatillas y cuyas
de esto el Consul General de piernas le flaqueaban dentro de
Francia, señor Buchet-Martigny unos pantalones de franela muy
me propuso, dos días después de anchos; en una palabra, con el
mi llegada a Bogotá, hacerle una verdadero traje del pobre Argan
visita y presentarme. como lo describe Moliére en El
enfermo imaginario y que parecía
Llegados a la quinta nos recibió más indicado para ir al ropero
en el salón una señora llamada que al encuentro de una visita.
Manuela Saenz, la misma que Era Bolívar, el héroe colombiano
en el noche del 25 de septiem- a quien teníamos delante; como
bre de 1828 había expuesto con estimaba mucho a Buchet-Mar-
tanto valor su vida para salvar tigny no había querido que se
la del Libertador; nos dijo que marchase sin recibirle. Una vez
aunque éste estaba mal y se ha- que me presentaron nos hizo
bía purgado por la mañana, iba sentar y se puso a hablar en
a informarle de nuestra visita y a francés con nosotros.
enterarse si podría recibirnos. A
los pocos momentos apareció un Augusto Le Moyne, Viaje y estancia en La
individuo de cara larga y amari- Nueva Granada
llenta, enclenque de aspecto, con Ediciones Guadalupe, Bogotá 1969.

Auguste Le Moyne (1800-1880) Diplomático francés que residió en Bogotá desde


1828 hasta 1839. En la Quinta de Bolívar conoció al Libertador días antes de que
este emprendiera su último viaje a Santa Marta. En la Nueva Granda, Le Moyne
limitó sus desplazamientos a las zonas cercanas a la capital y a los indispensables
recorridos por el río Magdalena. Posteriormente fue designado para el servicio diplo-
mático en Perú, Egipto y Brasil. Después de su jubilación se dedicó a dar forma lite-
raria a sus recuerdos y notas, y los publicó con el título Viajes y estancias en América
GHO6XUOD1XHYD*UDQGD6DQWLDJRGH&XED-DPDLFD\HOLVWPRGH3DQDPi.
123
personajes

7. Silva

Época: siglos XIX y XX

Periódico El Tiempo también expresidente Alfonso López


/DXQLyQGH©ODSOXPDÀQD\DJUH- Michelsen «fue, desde los años
siva» de Alfonso Villegas Restrepo veinte hasta su muerte, el hombre
(1884-1945) y los artículos «sesu- más poderoso de Colombia y la más
dos y amenos» de Eduardo Santos SHUVLVWHQWHLQÁXHQFLDVREUHHOPRGR
Montejo (1888-1974) enmarcaron de ser (…) nacional». En 1958, tras
el origen del diario El Tiempo, cuyo HOÀQDOGHODGLFWDGXUDPLOLWDUGH
propósito, según escribió Enrique Gustavo Rojas Pinilla, el periódico
Santos Molano, era «defender las decidió contratar al arquitecto
ideas republicanas y sostener el italiano Bruno Violi (1909-1971)
gobierno del presidente Carlos E. para el diseño y construcción de la
Restrepo (1910-1914)» . Sin em-
1
sede que actualmente se levanta en
bargo, el talento de Villegas como el cruce de la carrera 7ª y la Avenida
escritor era equiparable con su poca Jiménez.
habilidad como administrador, como
lo mostraban sus desatenciones
ÀQDQFLHUDVODVTXHVXPDGDVDIDF-
tores como fatigas y continuas
luchas electorales perdidas,
lo llevaron a venderle el diario
en 1913 a Eduardo Santos
y quien lo llevó a convertirlo
en el principal diario del país.
Santos fue elegido como
Presidente de Colombia en
1938 y mantuvo una posición
neutral durante la II Guerra
Mundial. Como lo señaló el

1 Santos Molano, Enrique. “Treinta


y seis mil quinientos dias de prensa
escrita”. En:Revista Credencial Historia,

124 N° 178, octubre de 2004


En la esquina de El tiempo, en la esquina del tiempo,
un esqueleto – con piltrafas
de amojamada carne ardiente recubierto-,
te escupe el rostro, Bogotá, y te tiende,
lento cuervo de sombra,
el ala mendicante:
“Una limosna para el más grande
poeta de Colombia.”

Sus ojos son dos ascuas


con el verde reflejo de las ascuas
de quien es desposado de la muerte.
Y su sueño de pólvora y dulzura,
esbelto es y violento,
igual a la magnolia de la furia.

Un cielo de murciélagos y sotanas vendidas,


cual prolijo paraguas
sin un solo agujero que soñara una estrella.

Cuentas de los rosarios desgránanse en la noche


con pertinacia de gotera.
Si fuera cierto, ¡ah! si fuera cierto,
que se libran los crucifijos
para echarse a la calle como lirios con rabia.

“¿Cómo vivir aquí?” se preguntó la Alondra.


Y el Cuervo contestó,
negra paloma insomne de la muerte:
“¿Cómo vivir en parte alguna?”

Luis Cardoza y Aragón, Poesías completas: y algunas prosas


Fondo de Cultura Económica, México D.F., 1977

José Asunción Silva, Minuatura de Moscoso.


Historia de Bogotá, siglo XIX.

Luis Cardoza y Aragón (Antigua, Guatemala 1901- México, 1992) Escritor, ensa-
yista y poeta guatemalteco, sin duda uno de los intelectuales más importantes del
siglo XX en su país. Vivió su juventud en París, donde asimiló las actitudes de ruptura
estética y política del movimiento surrealista, que luego conciliaría con una sensi-
bilidad barroca de tipo americano y tropical. Posteriormente, por razones políticas,
se exilió en México, país en el que desarrolló gran parte de su obra. Demostró una
admiración militante hacia la revolución mexicana y su arte característico, la pintura
de los muralistas. En 1947 fue nombrado embajador en Colombia, donde conoció a
Lya Kostakowsky, su esposa. Tradujo con entusiasmo el Rabinal Achi.
125
personajes

8. El bobo del tranvía

Época: siglo XX (1920-1950) Los filipos, en su mayoría


estudiantes, siendo como son los
estudiantes de pícaros, alista-
El Tranvía
ron ropas viejas de policías y
El 25 de diciembre de 1884 se soldados de épocas pretéritas,
inauguró el primer tranvía de mulas, por allá de fines de siglo, cuando
que cubría el trayecto entre la Plaza existían los zapadores, conven-
de Bolívar y el barrio Chapinero. ciendo al bobo del tranvía de
En 1892 fue abierta la línea que él había sido nombrado
que unía la Plaza Mayor con por el gobierno como Jefe
la Estación de la Sabana. Supremo de la Circulación
Inicialmente los vehículos
y Transito de Bogotá,
se movilizaban sobre rieles
lo vistieron de pies
de madera, pero como se
a cabeza con un
descarrilaban fácilmente,
se instalaron rieles de
ropaje que hacía
acero importados de reventar de
Inglaterra. En 1894 risa: Guerrera
la línea Bogotá-Chapi- morada con
nero era recorrida por bocamangas rojia-
un carro cada veinte zules. Pantalón de lanilla
minutos. El tranvía fue galoneado de oro, todo
uno de los servicios remendado. Grandes
más afectados durante
zapatos de charol con
los disturbios del 9 de
hebillas de dado. Quepis
abril de 1948 y por esta
verde de visera negra, y
y otras razones dejo de
funcionar de manera
correa con un grandísimo
GHÀQLWLYDHQ escudo nacional. Y como
si fuera poco encima de
la guerrera toda suerte de
condecoraciones parecidas
a las que usan los jefes
El bobo del tranvía,
Ca. 1920. Historia de supremos que en el mundo
126
Bogotá, siglo XX. han sido. Fuera de lo ante-
Tranvía en la Carrera Séptima. Ca. 1940. Postales del recuerdo de Bogotá.

rior, cruzada sobre el flaco pecho furiosamente. Obligándolos a


la equis de galón blanco, distin- no desmedirse. A no abusar de
tivos de los chupas del transito la velocidad. A llevar pasajeros
y guantes de cuero blancos en de conducta irreprochable. A no
cada uno de los cuales le podrían permitir que los chinos colincha-
caber ambas manos. ran ni que los pasajeros dejaran
de cubrirle el pasaje al conductor
Quince, veinte, tal vez treinta del vehículo.
años duró el bobo del tranvía
compitiendo con los tranvías, Ernesto Vidales, Sombras a cincel
atravesándoseles temeraria, Editorial Tipo-Prensa, Bogotá, 1966

Ernesto Vidales (1915) Escritor de corte costumbrista, reunió en el volumen Som-


bras a cincel una serie de retratos de personajes típicos bogotanos. Publicó también
una colección de cuentos, Doptor, Regáleme cinco, y un volumen titulado Nos dejó
el trenTXHFRPELQDODÀFFLyQHOHQVD\R\HOSHULRGLVPR
127
personajes

9. Las damiselas de
Avignon

Época: siglo XX (1920-1930)

Calle Real, actual Carrera Séptima chas obreras y estudiantiles, que


Iniciaba su recorrido hacia el aún hoy se realizan. Actualmente la
norte desde la Catedral Primada. Carrera 7ª sigue siendo una de las
El nombre le fue dado por ser la más importantes de Bogotá. A todo
calle principal de la ciudad y en lo largo de ella se pueden observar
homenaje al rey de España. Durante los más variados contrastes y la
los primeros años de la República transformación que sufre la ciudad
IXHOODPDGDRÀFLDOPHQWH&DOOHGHO desde el centro hasta el norte. Una
Comercio; sin embargo en la memo- serie de parques, teatros, universi-
ria de los habitantes se mantuvo su GDGHVFpOHEUHVHGLÀFLRV\OXJDUHV
denominación inicial. En la primera de comercio y entretenimiento,
mitad del siglo XIX las casas de la tienen lugar en sus costados. Se re-
Calle Real adaptaron el segundo comienda hacer el septimazo a pie
piso como vivienda y el inferior desde la Plaza de Bolívar hasta la
para almacenes, tiendas y talleres. calle 27 y luego visitar el Planetario
Escenario de grandes acontecimien- y el Museo de Bogotá. Los domingos
tos históricos, en ella tuvieron lugar la 7ª es peatonal, ya que forma
los sucesos de la independencia, el parte de La Ciclovía.
asesinato de Gaitán, y diversas mar-

128 Calle Real. Historia de Bogotá, siglo XX.


Dama de Bogotá a comienzos de siglo XX. Historia de Bogotá, siglo XX.

Entre la balumba de mis re- de aquél, ellas eran los únicos


cuerdos de esta época ansiosa y seres femeninos con quienes
activísima, debo dedicar alguno un joven de mi edad y de mis
a ciertas mujeres de mi prime- condiciones podía establecer
ra juventud, que pertenecían, comunicación rápida, sencilla,
como nosotros, a un sub-grupo sin muchos recovecos, con
muy bien definido, pero el suyo escasos riesgos y con amables
entre el de quienes se califica- compensaciones.
ban como «mujeres alegres»,
por la ligereza y desorden de La condición fundamental para
sus vidas efímeras y mercena- lograr esa comunicación era
rias. En una sociedad de clases que ellas tuvieran inequívoca
herméticas y jerarquizadas en mala reputación, es decir, que
las capas superiores, temerosas hubieran prodigado su amor
de Dios y de la opinión de sus sin muchas reservas, desintere-
prójimos, más de estos que sadamente o por otras causas, 129
La lectora, óleo de Andrés de Santamaría, 1919.

entre las cuales figuraban el Tenían que vivir alejadas de ese


desastre de una familia de clase mundo que admiraban y ambi-
media; el ascenso de la servil a la cionaban sin esperanza, desde la
libre; los hijos mal habidos, por ubicación misma de sus casas,
infortunio o ignorancia, y una que eran, como ellas, remotas y
especie de bovarismo sutilísimo subrepticias, en barrios aparta-
que guardaba insospechados dos, y no muy lejos de los sitios
tesoros de ternura para quien en donde se desataba la tormen-
les diera trato amable y aten- tosa algarabía de los burdeles
ción amorosa. Muchas de ellas de media noche. Pero había
habían logrado cierta organiza- cosas que ellas podían hacer, y
ción en sus relaciones con algún hacían, sin reparo. A su nombre
miembro decadente de la clase de pila le agregaban uno sonoro,
aristocrática, envejecido, rico y el más sonoro entre los de casta
cansado, pero a todas les seducía privilegiada con la cual habían
el adulterio, que se imaginaban tenido contactos perecederos,
como fugaz ocupación clandes- o sin ninguna otra razón sino
tina de las más hermosa mujeres la eufonía y el prestigio. A tal
de la sociedad de su época. nombre lo adornaban con una
Todas eran, a su manera pueril, sarta prodigiosa de mentiras
snobs, en sus gustos, sus trajes, sobre su origen, que atribuían
sus amantes, sus aficiones a una siempre a un pecado oculto de
vida más elevada que la misera- la rama más encumbrada en la
ble que les había correspondido. familia escogida.
130
Calle Real, actual Carrera Séptima, 1918. Guía de Bogotá.

De día, y saltuariamente, salían tre los secretos ajenos. Eran por


a los sitios más concurridos, la ese aspecto, pero sólo por él, ca-
Calle Real, por ejemplo, y se di- balleros a carta cabal, y en las mil
vertían viendo cómo algunos de circunstancias en que se probaba
sus amigos nocturnos se oculta- en una vida azarosa el carácter, la
ban de sus miradas y entablaban buena fe, la delicadeza, el honor,
diálogos de fingido interés con sabían como proceder, a diferen-
los vecinos más cercanos. Parti- cia de las mujeres del trato, que
cularmente les resultaba picante eran de baja condición, guerre-
y gracioso tropezarse con alguno ras, extorsionistas e insolentes.
de sus furtivos amigos de la no-
che, acompañado por su esposa Alberto Lleras, Memorias
o sus hijos. Pero jamás hicieron El Áncora Editores, Bogotá, 1997
un solo gesto que traicionara la
pecaminosa intimidad, o que
pudiera tomarse como infidencia
o desafío. Como se educación se
había pulido entre las gentes de
gran mundo, tenían en mucha
cuenta el misterioso código de
la caballerosidad, que exigía esa
dignidad y el pasivo silencio en-

Alberto Lleras (Bogotá, 1903-1990) Fuera de su trayectoria política, que lo llevó a


ser presidente de la república entre 1945 y 1946 y de 1958 a 1962, Alberto Lleras
brilló con luz propia en la vida intelectual colombiana por su prosa, sus ensayos
políticos y su oratoria, disciplina esta última en la que se destacó, según palabras
de Álvaro Cepeda Samudio, por “ser el único colombiano capaz de sacar al país
de los vericuetos gratuitos e inútiles en los que lo meten con tanta frecuencia”. Fue
fundador, director y colaborador de publicaciones como El Liberal, La Tarde, El In-
dependiente, El Tiempo y El Espectador. También colaboró en El Mundo y La Nación
de Buenos Aires y en las revistas Semana y Visión en Bogotá.
131
personajes

10. El chino
de Bogotá

Época: siglo XIX (1850-1900) El chino es regularmente un


muchacho huérfano o abando-
nado que pernocta en el portal
La Plaza de los Mártires
más inmediato al lugar donde le
Fue punto de partida de carruajes
coge la noche, que se alimenta
de carga que se dirigían al occiden- de los despojos de otras comidas
te y escenario típico de los chinos o de algún pan estafado con
bogotanos. Su nombre recuerda ardides ingeniosos. Se le ve
los fusilamientos que ejecutó allí el por la mañana en la plazuela
español Pablo Morillo, después de de San Victorino, lamiendo la
su entrada sangrienta a la ciudad estaca con que se destapan las
en 1816. En 1880 se inauguró botijas de miel, y por la tarde en
RÀFLDOPHQWHHO0RQXPHQWRGHOD
los cerezos de Egipto o en las
Plaza de los Mártires, diseñado por
huertas de Las Nieves acari-
Thomas Reed en memoria de las
víctimas de la independencia.
Plaza San Victorino, s. XIX. Sociedad de Mejoras y Ornato.

132
Niños mendigos, 1935. Revista Credencial Historia.

ciando y sobornando al mastín partiendo el botón que cierra la


que las custodia; sabe la casa pretina, da vuelta por encima
de todos los habitantes de la del hombro y vuelve al mismo
ciudad; juega con los criados en punto y al mismo botón. Lleva
el zaguán y engaña a los niñitos; una camisa desgarrada, llena de
sigue a los sordo-mudos y los nudos, en que encierra un medio
impacienta; persigue a los locos real pillado, regalado o encon-
y los enfurece; hace gestos a los trado, un dedal, un devanador,
viejos, se mofa de los paquetes etc., que arrastró
de provincia; roba el caño en
frutas en los mercados; la última
saluda los triunfos de la
libertad con sus gritos,
acompaña a todos los
presos hasta la puerta
de la cárcel y hace
número para toda
pública rechifla.
Viste, o más bien
lleva como puede,
un largo pantalón
arremangado hasta
la pantorrilla y sujeto
debajo de los brazos por
un suplente de calzo-
naria de orillo, que

Chinos Bogotanos que venden periodicos,


1932. Revista El Gráfico.

133
Niños mendigos. Ca. 1920. Sociedad de Mejoras y Ornato.

creciente; si tiene chaqueta, es ocultan el resto de las facciones.


como los calzones, grandísima, Todos sus movimientos son el
arremangada y con manoplas de efecto de su natural inquietud,
dulce y mugre; con ella también sus palabras son atrevidas y sus
suple la carencia de un pañuelo; dichos célebres, sabe todas las
nunca tiene sombrero, anda ensaladillas, retiene todos los
entre casa, es morador de la versos, silba toda la música que
calle, inquilino de la municipa- una vez oye, y no pierde un
lidad. Su fisonomía es graciosa, epigrama ni un cuento popular.
despierta, inteligente; sus ojos de Es comedido, servicial y dañino,
víbora brillan por entre el cabe- según el humor del momen-
llo largo que anda siempre por to. Este conjunto de fealdad
la cara; el descuido y la mugre y de belleza, de maldad y de

Plaza de San Victorino, acuarela del siglo XIX. Colección Banco de la República.

134
Pila publica frente a la Cervecería Bavaria. Historia de Bogotá, siglo XX.

gracia, de inteligencia, malicia,


perversidad… qué se yo, ese es
el chino de Bogotá, el ángel de
la picardía.

Januario Salgar, El chino de


Bogotá en Museo de cuadros de
costumbres.
Biblioteca Virtual, Banco de la
República, Bogotá, 2005

Dibujo de un chino bogotano vendedor de periódicos, Ca.


1930. Revista Credencial Historia.

Januario Salgar (Bogotá, 1827) Abogado del Colegio del Rosario, publicó diversos
textos de carácter técnico relacionados con el derecho, pero fue más conocido por
sus artículos humorísticos y de costumbres aparecidos en el popular periódico El
Duende, que circuló entre 1846 y 1849. Colaboró también en el semanario Biblio-
teca de Señoritas con el seudónimo Javierito Serna.
135
personajes

11. La Pola

Época: siglo XIX (1817) La Pola marchó con paso firme


hasta el suplicio, y en vez de
repetir lo que decían sus minis-
Monumento a La Pola
tros, no hacía sino maldecir a los
Visite el monumento a La Pola en el
españoles y encarecer su ven-
costado oriental del Eje Ambiente, ganza. Al salir a la plaza y ver al
a la altura de la calle 18. Elaborada pueblo agolpado para presenciar
en bronce y sobre un pedestal su sacrificio, exclamó: “¡Pueblo
de piedra de 2 metros y medio de indolente! ¡Cuan diversa sería
altura, esta estatua, obra del artista hoy vuestra suerte si conociéseis
colombiano Dionisio Cortés, conme- el precio de la libertad! Pero no
mora a la heroína de la indepen- es tarde, Ved, que, aunque mujer
dencia fusilada el 14 de noviembre
y joven, me sobra valor para su-
de 1817. Una de sus placas tiene
frir la muerte y mil muertes
las declaraciones que José
Hilario López cita en sus
más, y no olvidéis este
memorias. Desde ese lu-
ejemplo...” Mayor era el
gar, se sugiere recorrer esfuerzo de los sacerdo-
el sector aledaño a la tes en no dejar que estas
Universidad de los exhortaciones patrióticas
Andes, situada al de La Pola fuesen oídas por
oriente, donde la multitud, y a la verdad
termina la que no podían ser dis-
calle que tinguidas y recogidas
inicia el mo-
sino por los que iban
numento.
tan inmediatos a ella
como yo. Llegada
al pie del banquillo,
volvió otra vez los
ojos hacia el pueblo

Litografía, s.XIX, “Tras la imagen y la


presencia de Policarpa”.
136
y dijo: “¡Miserable pueblo! Yo os
compadezco: algún día tendréis
más dignidad”. Entonces se le
ordenó que se montase sobre
la tableta del banquillo porque
debía ser fusilada por la espalda
como traidora; ella contestó:
“Ni es propio ni decente en una
mujer semejante posición, pero
sin montarme yo daré la espalda
si esto es lo que se quiere”.
Medio arrodillándose luego
sobre el banquillo y presentando
la mayor parte de la espalda se
la vendó y aseguró con cuerdas,
en cuya actitud recibieron, ella
y sus compañeros, una muerte
que ha eternizado sus nombres
y hecho multiplicar los frutos de
la libertad.
Arcos pronunció al pie del ban-
quillo la siguiente cuarteta:

“No temo la muerte;


desprecio la vida;
lamento la suerte
de la patria mía”.

José Hilario López, Memorias


Editorial Bedout, Bogotá, 1960.

Monumento a Policarpa Salavarrieta.

José Hilario López (Popayán, Cauca, 1798-Campoalegre, Huila, 1869) Político y


militar que se distinguió en la guerra de independencia gracias a su participación
en las batallas de Boyacá y en las campañas de Cúcuta, Apure y Pasto. En 1828
se alzó contra Bolívar en defensa de la Constitución de 1821 y de los principios
liberales. Ocupó diferentes cargos de responsabilidad hasta llegar a la presidencia
de la república en 1849. Su gobierno puso en marcha numerosas medidas liberales
y reformistas, como la supresión de la pena de muerte por delitos políticos, la abo-
lición de la esclavitud y el establecimiento del sufragio universal y de la enseñanza
obligatoria y gratuita.
137
personajes

12. El científico

Época: siglo XX (1980-1998)

El Cartucho do ilegal de droga más importante


Surgió en el centro histórico, en el de la ciudad. El Cartucho se convir-
barrio Santa Inés. En sus primeros tió en la morada de los marginados
tiempos este sector contiguo a San de todas las clases sociales y fue
Victorino funcionó como sitio de lle- quizás el lugar que generó el mayor
gada y congregación de viajeros; se número de leyendas populares
trataba de la central de transportes, entre los bogotanos. Incluso hoy,
un lugar de cantinas y hospedajes. después de su demolición y
En la segunda mitad del siglo XX, transformación en el Parque Tercer
luego del desplazamiento de las Milenio, los relatos orales que lo
clases acomodadas al norte de la recuerdan siguen vivos.
ciudad a causa del 9 de abril, fue
convirtiéndose lentamente en terri-
torio de muchos y de nadie. Años
El Cartucho, Ca. 1990. La calle del cartucho.
más tarde, después de
que la capital cambió
su estructura urbana
y ubicó los centros de
acopio y llegada de
viajeros a las afueras
de la misma, El
Cartucho se consolidó
como el principal cen-
tro de reciclaje. Fue
así como los nuevos
habitantes — recicla-
dores, desplazados
del campo, mendigos,
chinos, etc. — se
apropiaron del sector.
Durante las últimas
décadas del siglo XX
funcionó allí el merca-
138
El Cartucho, Ca. 1990. Habitantes de la calle: un estudio sobre la calle de El Cartucho.

A comienzos de 1998, en un convocar con gesto agónico la


andén indeterminado de la zona deferencia de sus interlocutores.
del Cartucho, terminó la vida [...]
de “El Científico”, el hombre
que contribuyó con sus escritos Sus apóstoles nunca fueron de
a crear el mito de que allí, en la la estirpe de los creadores pero
cloaca más tenebrosa y sórdida supieron hacer algo que se es-
de la capital del país, existía capó a su dominio: convertir su
una verdadera legión de artistas infierno escrito en mercancía, en
y poetas consumados, algo artículo para vender en las calles
parecido al Greenwich Village y en los buses, luego de una pre-
neoyorkino o el París de ambas sentación patética que linda con
posguerras. la llaga; un discurso ruinoso para
sacarle dinero a los incautos.
El hombre cayó victima de una
trombosis que, al principio lo A su muerte, un cortejo de voces
mantuvo deambulando lasti- falsas, superficiales y descolori-
meramente por todas partes das se cerró a su lado para so-
apoyado en un madero, en el bredimensionar sus excelencias,
que se sostenía para enfrentar la mientras las miasmas del bazuco
parálisis del lado izquierdo de su clamaban al cielo una esquirla de
cuerpo. [...] piedad para él, y un compensa-
torio castigo para los habitantes
Entonces se le veía babear y del desprecio.
hablar entre dientes, al punto
de que para hacerse entender Guillermo Bustamante, El último cartucho
debía hacer grandes esfuerzos y Editorial Cartas a Theo, Bogotá, 1998.

Guillermo Bustamante (Puerto Berrío, Antioquia 1947) Autor de los poemarios


Crónicas de una dictadura sonriente y Poesía nómada. Como resultado de una in-
vestigación de un lustro sobre la marginalidad en Bogotá, publicó el libro El último
cartucho%XVWDPDQWHKDHMHUFLGRGLYHUVRVRÀFLRVFRPLVDULRGHSROLFtDHPSOHDGR
bancario, técnico agrícola, carnicero y vendedor de chance.
139
personajes

13. Camilo Torres

Época: siglo XX (1950-1960)

La Estación de la Sabana Ferrocarriles, que desarrollan su


Forma parte del conjunto de cons- propio barrio de vivienda, conocido
trucciones republicanas que marca- como La Favorita. El posterior
ron a Bogotá durante las primeras DEDQGRQRGHOHGLÀFLR\GHOVHFWRU
GpFDGDVGHOVLJOR;;6XHGLÀFDFLyQ se debió al traslado del mercado
se inició en 1913 y concluyó en mayorista de la Plaza España hacia
1917 con un diseño elaborado por Paloquemao y al estancamiento de
el ingeniero ingkés William Lidstone. los trenes frente a otros medios de
Con la construcción de la calle 13 o transporte que se desarrollaron con
Alameda Nueva los alrededores de mayor facilidad.
la Estación, que se concibió como Actualmente la Estación de la
el centro del sistema ferroviario del Sabana está abierta al público los
país, se convirtieron en el sector de domingos para realizar el recorrido
desarrollo del occidente de la ciu- turístico hasta Zipaquirá y Nemo-
dad. En este sector se reunían va- cón. Se recomienda realizar este
rios servicios metropolitanos como paseo para conocer el interior de la
la Plaza de Mercado y el Hospital estación y el antiguo tren de vapor
San José. En 1945 se vendió una que atraviesa la ciudad y la sabana
porción de los terrenos aledaños lentamente.
a los empleados de la Empresa de
Fachada de la Estación de la Sabana, 1930.
Revista El Gráfico

140
Estación de La Sabana, Ca. 1970.

El viernes pasado me había


puesto una cita en un café del
Pasaje Santa Fe, en El Happy.
Ni siquiera cuando lo vi apa-
recer allí con una maleta de
viaje tuve la menor sospecha.
Estaba muy enigmático. Me
pidió que lo acompañara
a la estación de la
Sabana. Y bajando
por la calle quince
me dijo que iba
a tomar el tren
para Chiquin-
quirá, que había
resuelto entrar
al convento de
los Dominicos.
Como quien dice:
me voy a pasar una
semana en la costa.
«¿Ya se lo dijiste a tu
mamá?» , le pregunté.
«Le dejé una carta», me
dijo. Entonces traté de
explicarle que era una
vaina muy precipitada, que
debía pensarlo dos veces y
sobre todo hablar tran-
quilamente con su familia.
¡Que va! Estaba en un grado
de exaltación mística absolu-
tamente asombroso. Me salió
con citas del Nuevo Testamen-
to. Que Cristo había abando- Camilo Torres, Ca. 1950.
nado familia y bienes y también Camilo Torres: a biography of the
priest-guerrillero.
sus apóstoles. Yo con la Biblia
no me meto. Así que le dejé
141
Camilo Torres, Ca. 1965.

echar todas sus citas, mientras le salía el tren, cuando apareció


cargaba la maleta, calle quince Isabel Restrepo, la mamá. Aca-
abajo: pesadísima por cierto. baba de encontrar la carta y se
vino en un taxi. ¡Qué pelotera la
Bueno, estábamos tomándonos que armó! Parecía loca. Agarró
un tinto en la estación mientras a Camilo por un brazo y se lo

Fachada principal, 1938. Sociedad de Mejoras y Ornato.


142
Camilo Torres, Ca. 1940, Camilo Torres: a biography of the priest-guerrillero.

llevó a la fuerza, arrastrándolo. mis calzones! El caso es que ella


Insultaba a los curas, decía que metió a Camilo en un taxi y yo
le iban a robar a su hijo. El me quedé hecho un pendejo en
pobre Camilo, rojo de vergüen- la puerta de la estación.
za, lloraba. Todo resultó entre
trágico y cómico porque la gente Plinio Mendoza, Años de fuga
se agolpó alrededor nuestro, y Plaza y Janés, Bogotá, 1980
algunos decían: es un muchacho
que se quiere casar a escondidas.
A todas éstas yo no sabía qué
hacer. Isabel debía pensar que
yo era cómplice en todo este
asunto. ¡Yo, que no creo ni en

Vista de la estación desde la Avenida Colón, Ca. 1920. El Banco de Bogotá, 114 años en la historia de Colombia.

Plinio Apuleyo Mendoza (Tunja, 1932) Periodista y escritor. Estudió ciencias po-
líticas en la Universidad de La Sorbona de París. Desempeñó el cargo de primer
secretario de la embajada de Colombia en Francia y escribió artículos periodísticos
para varias publicaciones internacionales. En 1979 ganó el Premio de Novela Plaza
y Janés con la obra Años de fuga (1979). Fue fundador y coordinador de la Revista
Libre, que agrupó a los escritores del boom latinoamericano.
143
personajes

14. El Che

Época: siglo XX (1952-1955)

Universidad Nacional arquitectos como Leopoldo Rother,


En el libro Arquitectura y Estado Fernando Martínez Sanabria y
del profesor Carlos Niño se da una Rogelio Salmona, entre otros.
excelente descripción la Ciudad
Universitaria de Bogotá y una intere- Se sugiere acceder por la entrada
sante reseña de la historia de la Uni- GHODFDOOHYLVLWDUHO(GLÀFLRGH
versidad Nacional. Creada en 1867 Postgrados de Ciencias Humanas
con el auspicio del gobierno liberal y luego el Museo de Arquitectura.
que fomentó un sistema educativo Desde ahí continuar hasta la Plaza
uniforme, la universidad funcionó Central, mejor conocida como La
durante las primeras décadas en Plaza Che, y encontrar la gran
XQDVHULHGHHGLÀFDFLRQHVGLVSHUVDV imagen del rostro del revolucionario
en Bogotá y sólo hasta 1935 se en la fachada principal del Auditorio
creó una ley en la que se ordenaba León de Greiff.
la construcción de la Ciudad
Universitaria. El primer esquema
de diseño de la misma se debe al
pedagogo Fritz Karsen, quien realizó
un estudio de las facultades y los
servicios que ofrecía la institu-
ción. El esquema básico de este
proyecto consistió en un anillo vial,
alrededor del cual se debían ubicar
SHUSHQGLFXODUPHQWHORVHGLÀFLRVGH
las diferentes facultades, que a su
vez estarían interconectadas por
caminos peatonales, en medio de
amplias zonas verdes. Sin embargo
su plan fue tan solo seguido parcial-
mente. La universidad actualmente
cuenta con importantes obras de

144
Residencias estudiantiles, hoy facultad de diseño gráfico de la Universidad Nacional, Ca. 1940. Sociedad de Mejoras y
Ornato.

Salimos del bien iluminado al sereno para que nos dejara


comedor estudiantil a la calle, a pasar, nos entrevistamos con el
buscar algún alojamiento. Caía médico de guardia.
una fría llovizna, que unida al
trajín del día hacía más propicia Estaba borracho como una
la noche para dormir. Pronto cuba. Al comienzo nos trató con
los acontecimientos nos iban a mucha desconfianza y puso en
demostrar que no basta que la duda nuestra calidad de colegas,
noche sea propicia para conse- pero más tarde, con esa volu-
guir donde hacerlo. [...] bilidad propia del beodo, nos
proporcionó toda la comodidad
Tras un fallido intento de dor- que tenía: dos sillas, nos pidió
mir en una estación de servicio, perdón por no poder ofrecernos
fuimos a parar al Hospital San algo más acorde con nuestros
Juan de Dios. Eran ya las 12 de merecimientos, y por fin se fue a
la noche. Después de convencer dormir la mona.

Ernesto Guevara aprendiendo a manejar un aeroplano,


Ca. 1940. Che. Sueño Rebelde. 145
Ernesto “Che” Guevara.

Nosotros dormitamos en las tidad de policías que había en el


sillas hasta las 6 de la mañana y recinto. Nos dijeron, hablando
después salimos a desayunar. [...] con mucho rodeo, que había
tenido lugar una huelga estudi-
Al salir de ahí fuimos a la sede antil, la cual fue violentamente
del Club Millonarios para reprimida por el gobierno, y
saludar a algunos jugadores que la policía se había portado
argentinos. Nos encontramos salvajemente.
con Banegas y le insinuamos
la posibilidad de obtener dos Salimos después del almuerzo
entradas para el partido el do- rumbo al centro. Pasamos por
mingo entre los Millonarios y el un sitio baldío, cubierto de
Real Madrid. Escurrió el bulto césped; nos tentó y nos acosta-
en gran forma. mos, pues la mala noche y la
buena comida se aunaron para
Fuimos a la Ciudad Universita- darnos mucho sueño. Nos
ria a almorzar. Conversando con dormimos. Al poco rato, una
nuestros compañeros de mesa importuna llovizna nos obligó a
hicimos referencia a la gran can- dejar el «dormitorio». Espera-
146
Plaza central de la Universidad Nacional, mejor conocida como Plaza Che.

mos en un quicio a que escam-


para. Llegamos a un parquecito
donde hay varios bancos, me
tendí en uno de ellos y me
quedé dormido, mientras Er-
nesto escribía su diario.

Ernesto Che Guevara, Alberto Granado


Viaje por Sudamérica
Txalaparta, México D.F., 1992

Alberto Granado (Buenos Aires, Argentina, 1922) Estudió bioquímica y en 1952


GHFLGLyGHMDUVXWLHUUDSDUDKDFHUXQYLDMHVLQUXPERÀMRSRUWRGD/DWLQRDPpULFDMXQWR
a su amigo Ernesto “Che” Guevara. Lo que en un principio fue un periplo turístico
para los dos, se convirtió luego en el derrotero de la revolución que tiempo después
comandaría Guevara. De esta travesía quedó un libro titulado Viaje por Sudamérica
que fue llevado al celuloide en 2003 por el director Walter Salles bajo el nombre de
Diarios de motocicleta.

Ernesto “Che” Guevara (Rosario, Argentina, 1928-La Higuera, Bolivia, 1967)


Nacido en el seno de una familia acomodada dedicada al cultivo de yerba mate
y heredera de grandes fortunas, Ernesto Guevara estudió medicina y fue jugador
GHUXJE\*UDQDÀFLRQDGRDODMHGUH]\DODOHFWXUDGHOLEURVGH-XOLR9HUQH\(PLOLR
Salgari, El Che encontró en el viaje el sustento vital de sus ideas emancipadoras.
En su primera gran travesía por el continente al lado de su amigo Alberto Granado,
visitó la capital colombiana.
147
personajes

15. Los últimos


bogotanos

Época: siglo XXI (2000-2006) Parece que va a llover, pero


no llueve. Son las siete de la
mañana del lunes 11 de febrero
Carrera 15
y Juana Villegas no se atreve a
Se extiende desde la calle 127 cruzar la calle. Se ve borrosa,
hasta la calle 72 donde se une como si no fuera ella sino su
con la Avenida Caracas, es una fantasma. Se muere de frío.
de las avenidas comerciales más Su aliento helado lanza tristes
tradicionales del norte de Bogotá. señales de humo, y las cabezas
Su actividad es constante tanto en del mundo, que han aceptado ya
el día como en la noche. Centros que es hora de poner en escena
comerciales, tiendas de ropa,
sus propias historias, son para
almacenes de artesanías y todo tipo
ella extras que juzgan de reojo
de restaurantes, bares, discotecas
y tabernas la recorren de extremo a
su tragedia, espectadores que la
extremo. Se recomienda realizar un
miran como si supieran toda la
recorrido desde la calle 100 hasta verdad. En unos minutos estará
la calle 72, realizando escalas en a punto de abortar: eso es lo que
el parque de la calle 93 con carrera pasa. Se ha levantado con esa
14, el Parque del Virrey en la calle idea en todo el cuerpo.
86 y la Zona Rosa, entre las calles
85 y 81. Los domingos la Carrera Es la esquina de la 92 con 15.
15 forma parte de La Ciclovía. Un anciano que parece dibuja-
do al carboncillo se le acerca y
le dice “ala, ¿tú no tendrás por
Vista del norte de Bogotá. ahí una monedita que puedas
facilitarme?”, como si fuera un
vestigio, el último bogotano de
los de antes, y ella le sonríe y
busca su billetera entre la apara-
tosa cartera de siempre, que más
bien parece un morral de cuero
negro, y cuando la encuentra
saca una de sus monedas de 500
148 y la deja caer sobre la palma de
Cicloruta de la Calle 92 con Carrera 15.

la mano del mendigo, que es una Juana piensa, mientras guarda


palma lisa, de tierra, sin ninguna la billetera en la cartera, que ser
línea del destino. mendigo no es un mal negocio:
500 pesos cada diez minutos son
El viejo levanta un sombrero 3.000 en una hora, 24.000 en
invisible de su cabeza, pica un un día, 120.000 en una sema-
ojo y se va detrás de una pareja na, 480.000 en un mes. “Nada
de yuppies en sudadera que mal”, se dice: “deberían abrir la
cuando lo ven aceleran el paso, carrera”.
alistan los teléfonos celulares y
comienzan a pedirle ayuda al Ricardo Silva Romero, Parece que va a llover
Dios que recuerdan del colegio. Alfaguara, Bogotá, 2005.

Ricardo Silva Romero (Bogotá, 1975) 'HVGHTXHQDFLyKDYLYLGRHQHOHGLÀFLR/D


Gran Vía. Estudió en el Gimnasio Moderno, donde conoció al poeta Angel Marcel, su
profesor de literatura en los últimos años de bachillerato, y con quien entabló una
valiosa amistad. Estudió literatura en la Universidad Javeriana y realizó su tesis de
grado sobre Paul Auster, uno de sus autores preferidos. Es amante y conocedor del
FLQHDVSHFWRTXHKDLQÁXLGRIXHUWHPHQWHHQVXSURGXFFLyQOLWHUDULD(QRFWXEUHGH
2000 recibió el master en cine y televisión de la Universidad Autónoma de Barcelo-
na. Ha escrito libros de poemas, cuentos, guiones para cine y novelas. Actualmente
trabaja como columnista en la revista Soho y escribe la página sobre cine en la
revista Semana. Entre sus obras más destacables se encuentran Tic (2003), Parece
que va a llover (2005) y El hombre de las mil caras (2006).
149
Este libro se terminó de imprimir en los
talleres gráficos de D’Vinni Ltda. en el
mes de marzo de 2007,
Bogotá, Colombia

You might also like