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Conocimiento científico

Es un saber fundado, crítico, conjetural, sistematizado y metódico sobre aspectos

del universo. (Laura.Argentina.)

El conocimiento científico es un pensamiento dinámico en la conciencia de los

sujetos capaz de utilizar la reflexión crítica sobre un problema. Es cierto que se

requieren de ciertos pasos para llegar a él sin embargo es necesario un

pensamiento categorial para acceder a ellos por lo cual exige la categoría de

'totalidad' entendida como la apertura a la realidad que vivimos para concretar en

un tópico específico. (carlos rodriguez)

El conocimiento científico es aquella verdad descubierta a través del proceso de

investigación, basado en todas aquellas evidencias que nos llevan a indagar en la

realidad para obtener una verdad con certeza. (Rosa María y Ruth María)

Es un sistema de conceptos acerca de los fenómenos y leyes del mundo externos

los cuales pueden ser comprobados mediante la racionalidad, y la sistematización.

(Carlos Alberto López Mtz. (Veracruz, Mex.)

El conocimiento científico es un método basado en el conocimiento empírico ya que

el conocimiento empírico se adquiere de la experiencia, en pocas palabras el

conocimiento científico nace de el empírico (eso creo). El conocimiento científico en

aquella curiosidad que nos lleva a razonar el porqué de las cosas, claro de todos

esas cosos las cuales nos atraen y llaman la atención.. (Jorge Moroni Jarquin

Tinagero).

psicopedagogia.com

“El conocimiento científico es un saber crítico (fundamentado), metódico, verificable,

sistemático, unificado, ordenado, universal, objetivo, comunicable (por medio del lenguaje

científico), racional, provisorio y que explica y predice hechos por medio de leyes”. (Mario

Bunge)
Msanejo de la enfermedad

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año mueren cerca de 35


millones de personas a causa de las enfermedades crónicas, como el cáncer, la
diabetes, los problemas cardiovasculares o respiratorios. Más allá de conocer de
qué manera evitar estas dolencias, es bueno también aprender a afrontarlas
cuando el diagnóstico ya está dado. Entérate de más en el siguiente artículo.
¿Qué es una enfermedad crónica?
En primer lugar, es preciso definir de lo que estamos hablando. Existen dos tipos
de enfermedades, las agudas (catarros, gripes, etc, que duran poco) y las
crónicas. Este último grupo está compuesto por aquellas patologías que son de
larga duración y pueden causar la muerte, por ejemplo. La palabra “crónico”
proviene del griego “Chronos” que quiere decir, justamente, tiempo.
Padecer una enfermedad crónica no quiere decir que sea grave ni que vamos a
sufrir toda la vida. Tampoco que esté en riesgo nuestra integridad o que nos
veremos privados de hacer ciertas actividades. Sí es verdad que existen
enfermedades crónicas, como el SIDA o el cáncer que, si no se tratan en tiempo y
forma, ocasionan el fallecimiento del paciente.
Sin embargo, hay otras enfermedades crónicas que nos pueden acompañar toda
la vida: diabetes, artritis, asma, escoliosis, hipotiroidismo, herpes, etc. Los
síntomas de cada una de ellas son diferentes y los tratamientos o cuidados
también. Puede haber etapas en los que el sufrimiento o las molestias no cesen
(como puede ser el invierno en la artritis) y otros en los que ni sepamos que
estamos enfermos (cuando el virus del herpes está “durmiendo”, por ejemplo).
Las enfermedades crónicas son duraderas, pero no tienen otras características en
común entre sí. Todo dependerá del paciente, del tratamiento, de los
medicamentos usados y hasta del humor y cómo la persona se tome la
enfermedad.
Cómo afrontar las enfermedades crónicas
Los que han recibido un diagnóstico que afirme que padecen una enfermedad
crónica seguro se han visto no solo en un dolor físico, sino también emocional,
psicológico y hasta social o económico. Tener una enfermedad crónica es una
mala noticia y también suele estar acompañada de una reflexión en relación a la
vida que llevamos, qué hacer para salir airosos, cómo disfrutar de nuestro paso por
la tierra, quiénes nos aportan su apoyo incondicional, etc.
No a todos les afecta de igual manera una enfermedad crónica. Ante la noticia
de, por ejemplo, diabetes, algunos pueden decidir en ese preciso instante hacerle
frente a la patología y cuidarse en las comidas, o bien, ponerse a llorar y pensar
que, a partir de ese momento, su vida será un calvario.
Aceptar y hacerse a la idea de que se padece una enfermedad crónica puede
llevar tiempo, quizás horas de terapia con un psicólogo, o bien, el apoyo de
algunas personas muy cercanas. El ser humano es muy especial y único, por lo
que no hay dos pacientes que sientan lo mismo tras el diagnóstico de una
enfermedad de este tipo.
Sin embargo, está comprobado que aquellas personas optimistas a pesar de la
situación, suelen recuperarse más rápido o bien gozar de una mejor calidad de
vida que aquellos que sienten pena de sí mismos, están seguros de que no se van
a curar y se sientan a esperar que la muerte llegue lenta y dolorosamente.
El proceso de afrontar una enfermedad crónica
Son diversas las fases por las que pasa un paciente crónico. Puede sentir
diferentes emociones y tener vaivenes en sus sentimientos. Es preciso que tanto
el médico como los familiares acepten estas fluctuaciones entre sentirse
vulnerable, preocupado, deprimido, decepcionado, enojado, confundido, etc.
La segunda etapa por la que pasan los enfermos crónicos tiene que ver con
el aprendizaje. Quizás el sentimiento original se deba a la falta de datos e
información al respecto de la patología. La buena noticia es que cada vez hay más
estudios sobre cada dolencia y, por lo tanto, las personas pueden atravesar una
enfermedad con menosdolor que hace un tiempo atrás. El conocimiento es poder,
nunca lo olvides. En el caso particular de una patología, nos da las herramientas
necesarias para no dejar que esta nos gane la batalla. Y, sobre todo, para seguir
luchando.
En tercer lugar entre las fases para afrontar una enfermedad crónica, tenemos la
actitud al tomar las riendas de la situación. Esto se logra una vez que la
persona está emocional y psicológicamente equilibrada. Los tratamientos a
disposición son diversos y las técnicas usadas han de formar parte de la vida
cotidiana (como, por ejemplo, una inyección de insulina en los diabéticos).
Tal vez se crea que no es posible pincharse uno mismo ni tomar medicamentos de
por vida y, sin embargo, al experimentar mejoras en la condición, el paciente
empieza a darse cuenta de que eso es lo que tiene que hacer y deja de tener
miedo o ideas preconcebidas sobre ciertas técnicas. Los pasos que hay
que seguir indicados por el médico pueden tardar un tiempo en instalarse en
la vida cotidiana. Solo se necesita un poco de compromiso, dedicación y
esfuerzo.
Es normal sentirse triste, diferente o sin fuerzas en cierto momento del tratamiento.
Pero, bajo ningún concepto, el paciente puede perder el control de la situación. Es
decir, no hay que permitir que la enfermedad (por más crónica que sea) nos gane
la guerra. Reconocer cuáles son nuestros sentimientos y hablarlo con alguien que
nos escuche y comprenda puede ayudarnos sobremanera. No siempre es el
terapeuta, también puede ser la pareja, el mejor amigo o los padres. Se puede
ser feliz aun teniendo una enfermedad crónica.

mejorconsalud.com/

Cómo afrontar una enfermedad grave

Hay enfermedades leves; otras, más graves. Unas son pasajeras; otras, permanecen y no se
irán nunca. Las primeras las podemos sobrellevar con algunas molestias e impertinencias; las
segundas, serán más difíciles de sobrellevar, hasta el punto de hipotecar toda nuestra vida por
causa de ella. En realidad, una enfermedad grave llega para quedarse. Esta certeza es la que
nos hace sufrir, posiblemente más allá de los dolores de la propia enfermedad.

La enfermedad es consustancial con el ser humano; como la vida y la salud. Y pese a que uno
de los grandes objetivos de la medicina y la ciencia sea combatir cualquier enfermedad y sus
consecuencias, la realidad es que un día u otro nos deberemos enfrentar a ella. No la
podremos eludir. Con total seguridad, alguna vez llegará una enfermedad, momentánea o
permanente, que nos llevará a la muerte. Es por ello, que una correcta mirada a la vida
conlleva también la aceptación de la salud y la enfermedad como parte de nuestra existencia,
aceptando que es parte de nuestra realidad humana y animal.

Cuando una enfermedad es grave, lo primero que sentimos es que el mundo se derrumba a
nuestros pies. La primera reacción es ¿por qué a mí? Esta es una actitud de inconformismo,
propia de la inercia de una vida saludable. Nunca antes había llegado la enfermedad en toda su
dimensión y, cuando aparece, la sorpresa es monumental, hasta el punto de que no podemos
aceptarla. No afligimos por el impacto de la noticia, de la realidad, del miedo al futuro, del
miedo a lo desconocido, del miedo al sufrimiento, miedo al dolor, miedo a la muerte. En estos
momentos nuestra vida parece desmoronarse como un castillo de naipes. El miedo al
sufrimiento y, por ende, a la muerte, aparece como un insólito fantasma que es capaz de
perturbarnos definitivamente.

La enfermedad es sólo un episodio de la vida, por muy grave y definitivo que sea. Es una parte
más de nuestro paso por este mundo, pero podría no ser el definitivo. Nada es definitivo; nada
acaba o empieza en una enfermedad; todo puede comenzar, aunque lo veamos tan negro que
no divisemos una salida. Una enfermedad puede ser el principio de una nueva vida, pese que a
la muerte esté cerca, porque la vida puede estar detrás de una enfermedad grave, ya sea por
la sanación física, ya sea por la fe que tengamos en la otra vida. A pesar de una enfermedad
grave, hay futuro.

Actitudes sabias y saludables

* Tener información de primera mano y construir el futuro sobre o a partir de la realidad. La


enfermedad ha llegado, pero a veces no se sabe exactamente cuál es su alcance; sabemos los
síntomas y dolencias, pero no sabemos la verdad médica. La información clínica nos puede dar
un punto de partida real y cierto para saber cómo luchar y superar la dificultad.
* Aceptación. No negar la enfermedad y no huir de su realidad; no ocultar la evidencia. Existen
dos actitudes antagónicas y extremas ante la llegada de la enfermedad: negarla o hundirnos,
huyendo de ella. Ninguna de las dos es la más aconsejable, porque en la dos nos engañaremos
y postergaremos la solución que podamos aportar a la enfermedad. Aceptar la enfermedad es
actuar psicológicamente y positivamente para vivirla con victoria, a pesar del halo de derrota
que tenga.
* Luchar con todas nuestras fuerzas, no sólo contra la enfermedad, sino contra nuestra
manera de ver la enfermedad.Habitualmente vemos la enfermedad como el problema; no
obstante, el verdadero problema es cómo vemos la enfermedad y nuestra actitud ante ella. Si
logramos cambiar nuestra perspectiva, podemos llegar a cambiar hasta la propia enfermedad.
* Toda enfermedad impulsa un cambio de valores de vida. Es una buena actitud aceptar la
enfermedad como una parte de la construcción de nuestra vida integral. La enfermedad, pese
a que sea muy grave, puede ser una sorprendente experiencia para la edificación de una vida
más madura y plena. Hay cosas que no se pueden ver sino es con lágrimas en los ojos.
* Que la familia sea parte de la medicina y no parte de la enfermedad. El papel que juega la
familia es vital para la superación o para la despedida. La familia puede ser parte de la
medicina o parte de la enfermedad. Es muy preferible que tome actitudes de ser parte de la
medicina, ayudando, animando, dando esperanza tanto en el posible desenlace como en
sobrellevar la enfermedad.
* Perder el miedo a la muerte, aceptando el regalo de vida que nos ha sido dado. Rememorar
el pasado vivido como un gran regalo disfrutado, nos puede ayudar a perder el miedo a la
muerte. Antes de la grave enfermedad, ha existido una vida sana y plena de sentido. Ha sido
un regalo que hemos disfrutado y que no se tiene que descontar del período de la
enfermedad, sino que se debiera añadir como acicate y cómputo de vida.
* Nadie muere por una estadística, ni mucho menos por un diagnóstico médico. Un informe
médico no anuncia una muerte; anuncia una realidad que puede ser cambiada. Es sabio
transformar lo negativo en positivo, en cada aspecto de la vida, en cada detalle, en cada
pensamiento. Cualquier detalle de nuestra vida diaria puede ser cambiado o transformado
para bien, incluso un diagnóstico médico.
* Muchas veces, detrás de una enfermedad, hay un trauma emocional. Sanar el dolor
acumulado es empezar a sanar la mente y el cuerpo. Las emociones, los sentimientos y los
sucesos del alma afectan a nuestro organismo hasta el punto de enfermarnos o sanarnos.
* No vivir pasivamente sino, en la medida de las posibilidades de la enfermedad, ser y estar
activos. Lo que creemos es lo que creamos. Vivir la enfermedad activamente nos capacitará
para asumirla y afrontarla con mayor esperanza. Pequeñas actividades lúdicas, sociales o
creativas pueden ayudar mucho a una recuperación psicológica o física.
* No caer en el pensamiento exclusivamente positivo, creyendo que si pensamos muy
positivamente saldremos definitivamente de la enfermedad. Creer que saldremos de una
enfermedad grave pensando positivamente es una hipótesis, tan incierta como que nos puede
tocar la lotería solamente pensando en que nos va a tocar. Es evidente que una actitud
positiva es vital para una recuperación o para la asunción de la enfermedad, pero no es la
única y suficiente para superar su realidad. Hay otras, como ser positivos asumiendo el
proceso, aceptar la enfermedad como una etapa nueva de autoconocimiento o, incluso, poder
ayudar a otros que están en parecidas circunstancias. Una actitud positivista por el positivismo
nos llevaría a engañarnos sobre la realidad del proceso que estamos viviendo. Por ende, una
actitud positiva, partiendo de la realidad y actuando en consonancia con los sucesos, nos
permitirá construir un carácter íntegro y maduro.
* En una enfermedad muy grave en la que la muerte pudiera estar cerca, aceptar la realidad,
pero decirnos cada día: hoy no. Ante una situación límite, y si el dolor y la gravedad lo
permiten, y si hay lucidez suficiente, lo mejor es postergar día a día el desenlace con la vida,
como una manera de despedirse de cada cosa, aprovechando el contacto con la familia y los
amigos, con una despedida digna y consciente que faculte un buen futuro para los que
quedan.
* Gracias a la enfermedad muchas personas ha podido ver y entender cosas que sin ella no
hubieran podido ver ni entender.Pese a que parezca un contrasentido, la presencia de una
enfermedad es una gran oportunidad para centrarnos en los valores importantes de la vida y
su peso real. Absortos y embaucados por un ritmo de vida trepidante, a menudo, superficial, la
enfermedad nos puede hacer ver lo importante de la vida.
* Si fuere necesario, solicitar ayuda psicológica de un profesional especializado en procesos de
despedida y muerte. Hay personas, que por mucho que lo intenten no son capaces de afrontar
la enfermedad grave y sus consecuencias. La participación de un profesional o pastor de almas
podrá ayudarlos en el proceso de dolor y despedida.
* La fe en Dios o la fe que el enfermo haya puesto en el más allá será muy importante para el
proceso de enfermedad y/o despedida. La fe sincera y personal, si la hubiera, ayudará mucho a
saber a dónde va y cómo superar el trance en el que está sumido.

©2010 Josep Marc Laporta

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