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Los roles de la mujer en Lisístrata

El castigo, la sombra
o la esclava del hombre:
la mujer.

Mujer es una palabra fuerte, un sustantivo tan alarmante que, a muchos, causa temor. Incluso se
dice que, por mucho tiempo, a los seres a los que ahora llaman mujeres se les consideró la
perdición del hombre. Se cuenta que Pandora fue la primera y que fue moldeada semejante a una
diosa. Otros dicen que fue Eva, a quien también responsabilizan del exilio de Adán, Tal vez no
fue ninguna, y tal vez ninguna fue el castigo del hombre, sino su salvación.

En la mayoría de los textos grecolatinos se les muestra sumisas, vengativas, domesticas, etcétera.
Pueden verse como personajes secundarios, y si llegasen a ser el principal o el protagonista, se
les ata a un destino funesto. Pocas veces tienen un desenlace exitoso e inesperado.Rara vez
terminan como heroínas y con final feliz, tal es el caso de Lisístrata.

Aristófanes, fue uno de los autores que, aunque como burla, creó la historia de un grupo de
mujeres dispuestas a terminar con la guerra. La comedia, representada por vez primera en el año
411 a.C,. es contextualizada durante la guerra del Peloponeso entre Grecia, especialmente Atenas
y Esparta. Harta del escaso tiempo de su marido, Lisístrata decide juntar a toda la población
femenina de Atenas, Boecia y el Peloponeso, así, juran abstenerse a las relaciones sexuales hasta
haber convencido a sus maridos en poner fin a la guerra.

Las comedias de Aristófanes generalmente satirizan las problemáticas sociales de su tiempo, así
como a los autores de su época. Sin embargo, “entre broma y broma: la verdad se asoma” y entre
risa y risa: la verdad avisa. Aristófanes pretendía, además de hacer reír, instruir de cierta forma a
sus espectadores:

La comedía era según él, el mayor móvil del gobierno republicano, el baluarte de la libertad y
el órgano del patriotismo. […] No se proponía por único fin, el hacer reír a los espectadores
con chistes o llorar con sucesos lastimosos, sino el enseñarles sus deberes y derechos más
sagrados, fortificarlos contra todos los enemigos domésticos o extraños e instruirlos en los
verdaderos principios con deleite.

° La mujer y sus tareas en Atenas


Si bien Aristófanes proponía a través de sus obras, esto no quiere decir que realmente sugiriera a
las mujeres privar del placer sexual a sus cónyuges, sino demostrar la futilidad de la guerra y la
pérdida de tiempo que ésta puede llevar.

Amén, la figura femenina tenía bien definidos sus roles en la sociedad. Sólo los hombres podían
hablar sobre política, las mujeres, por el contrario, se reservaban a quehaceres domésticos. En
Lisístrata, al comienzo de la obra, las mujeres siguen con el modelo ateniense de la época, es a
través de la trama donde cambian algunos aspectos sociales. Las atenienses, y las aliadas a éstas
demoran su presencia en la plaza debido a sus tareas en el hogar.

CALONICA. Ya vendrán, querida. Difícil resulta

para las mujeres salir de casa: una anduvo

ocupada con el marido; otra tenía que

despertar al criado; otra tenía que acostar al

niño; otra lavarlo; otra darle de comer.

Respetando las funciones propias de la mujer en la Grecia clásica, se resaltan las obligaciones de
ésta. Por otro lado, el hombre no queda exento de la realidad en Atenas ni de su participación en
la guerra.

LISÍSTRATA. ¿No echáis de menos a los padres

de vuestros hijitos, que están lejos, de

servicio? Pues bien sé que todas vosotras

tenéis al marido lejos de casa.

CALONICA. Mi marido, por lo menos, cinco

meses lleva fuera, pobre de mí, vigilando a

Éucrates en Tracia.

Si bien, Aristófanes intercambió comportamientos de hombres a mujeres, conservó los más


importantes: los que caracterizan a cada uno según su sexo. En ningún momento un guerrero
cambia sus armas por escobas, o su casco por rubores.
El valor masculino reflejado nos muestra a éstos [los hombres] totalmente orientados y abiertos
hacia el exterior, hacia la guerra, actividad típica de hombres. Tal y como se manifiestan en el
propio aspecto físico de los héroes, mientras que la mujer encuentra su lugar en el interior de su
hogar y en las actividades que dentro de éste se desarrollan. Del mismo modo, el conjunto de
valores femeninos más destacados se basa en la belleza, el pudor y la fidelidad.

El comportamiento de la mujer ateniense dentro y fuera de Lisístrata

“Las niñas buenas no contestan”, seguro esta frase fue igual o más escuchada en Atenas.
Obedecer, seguir normas, comportarse como la sociedad diga, etc., es algo que no sólo las
mujeres estamos condenadas a seguir; el ser humano en su totalidad está obligado a obedecer
ciertas reglas, sin embargo, ser mujer en Atenas, implicaba además someterse a las que el
hombre quiera ponerle.

“La mujer ateniense ciertamente es una eterna menor, y esta minoría se refuerza con la necesidad
que tiene de un tutor, un kyrios, durante toda su vida: primero su padre, después su esposo, y si
éste muere antes que ella, su hijo, o su pariente más cercano en caso de la ausencia de su hijo”.
La esposa, madre o hija debe seguir las normas que su tutor ordene, entre éstas entran las labores
sexuales, al igual el respeto a sus superiores, o sea los hombres.

Lísistrata y sus aliadas, sobre todo el corifeo, rompen con estos paradigmas, primero; contra su
voluntad y la de su cónyuge se privan del acto sexual, decidiendo por sí mismas la abstinencia,
segundo; discuten en público con el corifeo, y tercero; los obligan por medio de un chantaje a
terminar con la guerra, amén de adoptar un carácter inapropiado, como beber en la plaza pública
y dejar de temerle a los hombres.

CALONICA. ¿No crees que los hombres van a


venir en masa contra nosotras en seguida?
LISÍSTRATA. Poco me importan, que no
vendrán trayendo tantas amenazas ni tanto
fuego como para abrir las puertas esas, a no
ser en las condiciones que hemos dicho.

Firmes defienden su plan en contra del corifeo, de entrada, amenazan con golpes, hasta que
llegan a vaciar un cántaro lleno de agua en contra de los ancianos.
EL CORIFEO. ¿Qué pasa si te hago cenizas con
mis puños? ¿Qué cosa espantosa me vas a
hacer?
LA CORIFEO. A mordiscos te voy a arrancarlos
pulmones y los intestinos.

Tal parece que Ovidio las hubiese reprobado. El poeta Romano, siguiendo la doctrina de la vieja
escuela, en su tercer libro de El arte de amar, refuta la abstinencia de la mujer hacia el acto
sexual. Al fin y al cabo, siguió a los antiguos no sólo en la literatura, también en las costumbres e
infortunios.
Imitad, jóvenes mortales, el ejemplo de las diosas, y no neguéis
los placeres que solicitan vuestros ardientes adoradores. […] El hierro y el
pedernal se desgastan con el uso; aquella parte de vosotras resiste a
todo y no tiene que temer ningún daño. ¿Pierde una antorcha su luz por
prestarla a otra? ¿Quién os impedirá que toméis agua en la vasta extensión
del mar? Sin embargo, afirmas no ser decoroso que la mujer se
entregue así al varón y respóndeme, ¿qué pierdes sino el agua que
puedes tomar en cualquiera fuente?

No obstante, las mujeres también son castigadas al no recibir placer sexual. En la obra se les
muestra bastante golosas, pensando además en la guerra y el cipote. Sin disimular en su
vocabulario la necesidad que tenían por éste, se niegan, en principio, por esta alternativa:
LISÍSTRATA. Pues bien, tenemos que abstenernos del cipote […]
CALONICA. Yo no puedo hacerlo: que siga la guerra.
MÍRRINA. Ni yo tampoco, por Zeus: que siga la
Guerra.

Lo que pasa con los hombres no es diferente, de hecho, es más evidente en ellos la necesidad
sexual que incluso deben cubrir su falo para simular la erección: “PRÍTANIS. ¿Y te vienes con
una lanza debajo del brazo?”, refiriéndose al órgano sexual.

Ambos sexos evitan otras alternativas como acudir con prostitutas o bien, tener relaciones los
hombres con los hombres y las mujeres con las mujeres. Aunque, el género femenino
difícilmente podía acudir a esto, pues si el marido la llegara a descubrir podía exponerla a ella y
al amante, en este caso un prostituto.
El marido que sorprendiera a su mujer en fragante delito de adulterio en compañía de su
amante tenía derecho a matar a éste sin incurrir en culpabilidad. Sin embargo, la mayoría de las
veces las cosas no iban tan lejos y se llegaba a un arreglo ante testigos. […] En cuanto a la
mujer adúltera era severamente castigada, además, desde ese momento era excluida de toda
participación en los cultos de la ciudad.

Por otro lado, es evidente la abstinencia de los hombres, pues tanto los atenienses como los
espartanos se ven orillados a aceptar las condiciones de sus mujeres. Véase a Cinecias en busca
de Mirrina, al corifeo deseando un beso de la corifeo y a los espartanos acudiendo a la paz.

° El cambio de rol

En el teatro de Aristófanes la participación de los coros, el corifeo y la corifeo forman una parte
esencial, Lisístrata se muestra a través de éstos el comportamiento de los viejos y viejas de
Atenas, es incluso con el corifeo donde se pueden apreciar las obediencias de la mujer, como:
callar si el marido así lo ordena, no hablar de política, portar un velo para poder salir de casa,
siempre y cuando lo hiciera por cuestiones domésticas, aplicar colorete en su rostro, entre otras
cosas:
COMISARIO. ¿Callarme yo porque tú lo digas,

hija de perra, y eso que tú llevas un velo en

la cabeza? Primero me muero.

LISÍSTRATA. Pues si eso te sirve de obstáculo,

coge este velo mío, tenlo y póntelo en la

cabeza, y después cállate.

(Le da el velo.)

MUJER 3.ª También este canastillo. (Se lo

entrega.)

La mujer en Esparta

A comparación de las atenienses, las espartanas vivían de una manera más libre: se les permitía
no sólo salir con libertad de su hogar, sino también participar en deportes y política, además
podían mantener relaciones con otros hombres.
La posición de la mujer en Esparta, contra lo que sucedía en otros estados griegos, era
relativamente libre. Aristóteles comentaba este rasgo muy desfavorable. La libertad de las
mujeres espartanas era proverbial en Grecia, el marido daba su consentimiento a las relaciones
extramaritales de su esposa y de hecho no apareció el adulterio en sentido legal, y no era
castigado por la ley como en otros estados.

En Lisístrata, Lampito es la prueba de ello, por medio de su escultural cuerpo da a conocer su


participación en el deporte: “Lampito: Seguro que sí, así lo creo yo, por los dos dioses, pues me
entreno en el gimnasio y salto dándome en el culo con los talones”. Asimismo, parece a ver
convencido antes a los espartanos de terminar con la guerra.

° Lo cíclico
El desenlace de la obra termina tal y como las mujeres lo pidieron: Se termina la guerra y regresa
el sexo, las mujeres regresan a sus labores domésticos, mas esta vez el hombre regresa con ellas.
No obstante, los roles propios de las atenienses vuelven a ser los ya antes establecidos.
“La heroína Lisístrata es inteligente y triunfadora, pero admite que sus conocimientos los logró
escuchando hablar a su padre y a otros hombres mayores”.

Bibliografía

Aristófanes. “Discurso sobre la comedia: antigua y moderna”, El Pluto, Madrid, Presbitero.

Aristófanes. Lisístrata, CDMX, Universidad Nacional de Educación a Distancia, UNED, 2006.

Bremejo, José. “Hombre y mujer: roles sexuales y sociales en la ideología griega antigua”, Los
orígenes de la mitología griega, Madrid, Akal, 1996.

Mosse, Claude. “La mujer Ateniense”, La mujer en la Grecia Clásica, Madrid, Nerea, 1991,

Oliva, Pavel. Esparta y sus problemas sociales, Madrid, Akal, 1983.

Ovidio. El arte de amar: libro lll, El Aleph, 1999.

Pomeroy, Sara. “Las mujeres en Aristófanes”, Diosas, ramera, esposas y esclavas, Madrid, Akal.

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