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¿Alguna vez has cuestionado tu fe? O te haz preguntado: ¿Será que en verdad Dios existe?, y
si existe ¿Es esta la vida que quiere que lleve?
Veamos hoy que tienen la historia y la palabra de Dios que decirnos sobre estas cuestiones
básicas de nuestra vida como cristianos, de nuestro andar en Cristo y de nuestros conflictos de
pensamientos:
Leamos 1 Corintios 2:14: Pero el hombre natural no acepta las cosas del Espíritu de Dios,
porque para él son necedad; y no las puede entender, porque se disciernen espiritualmente.
El hombre natural:
Salmos 51:5,10: En cambio, en maldad nací yo, y en pecado me concibió mi madre. Pero tú
amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me ayudas a reconocer la sabiduría. Purifícame
con hisopo, y seré limpio. Lávame, y seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría, y
se recrearán los huesos que abatiste. Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis
maldades. Oh Dios, crea en mí un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.
“Los hombres no tienen una inclinación natural a ser benevolentes, sino a ser sórdidos y
avaros, y a vivir para el yo”. (Consejos Sobre La Obra De La Escuela Sabática, 5T 382)
El hombre natural tiene por necedad las cosas del Espíritu de Dios, pero el que es nacido de
Dios y vive según el Espíritu, ese entiende y vive por el Espíritu, resultando necio a los que no.
1 Corintios 1:18: Porque la palabra de la cruz es necedad para los que se pierden, pero para
nosotros los salvos es poder de Dios.
¿Qué acciones del hombre nacido de Dios pueden resultar necias para el hombre
natural?
Ver video.
… Una multitud ansiosa se apiñaba a su alrededor, y voces amigas le advertían del propósito
de los romanistas. Algunos le decían: “Te harán morir en una hoguera y reducirán tu cuerpo a
cenizas como lo hicieron con Juan Hus”. Lutero contestaba: “Aun cuando encendiesen un
fuego que se extendiera desde Worms hasta Wittenberg, y sus llamas se elevaran hasta el
cielo, lo atravesaría en nombre del Señor; compareceré ante ellos; entraré en la boca de ese
Behemot, romperé sus dientes y confesaré a nuestro Señor Jesucristo”.
¿No te parece que pudo haber sido más sensato quedar callado y seguir predicando a
escondidas la verdad que conocía?
¡Muchos más vecinos suyos hubieran conocido quizá!
¡Muchas más personas que estuviesen dispuestas a escuchar hubieran aceptado la fe!
Pues no!...
20-21: Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo:
Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y
su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra
en el gozo de tu señor.
24-30: Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres
hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve
miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor,
le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no
esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido
lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos.
Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será
quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de
dientes.
La necedad de la verdad se manifiesta en los que son guiados por el espíritu de Dios:
Isaías 61:1,2: El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha
enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a
publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la
buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro.
Proclama con la vida que Dios te dio para administrar y con las palabras que ponga en tu boca,
que Él es el Señor.
"La mayor necesidad del mundo es la de hombres que no se vendan ni se compren; hombres
que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus almas; hombres que no teman dar al
pecado el nombre que le corresponde; hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la
brújula al polo; hombres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los
cielos". Ellen G. White.