You are on page 1of 11

Universidad Simón Bolívar

Departamento de Ciencias Sociales


CSX-366 : Política Exterior de Venezuela
Autor: Georvic Tur 12-11402

Relaciones Bilaterales entre España y Venezuela hasta el Segundo Gobierno de


Carlos Andrés Pérez

Introducción

Antes de documentar los eventos más significativos de las relaciones entre los
gobiernos democráticos de Venezuela y España, resulta conveniente mencionar los
principios generales que terminarían rigiendo la política exterior de este último. En
primer lugar, la iberoamericanidad. Esta dimensión busca enfatizar las relaciones
culturales, lingüísticas y morales principalmente con las antiguas colonias españolas en
las Américas. Según Arenal (p. 3), la importancia de esta dimensión se hace patente al
notar que éste es el único país europeo con una política regional hacia América Latina,
tal como ha quedado demostrado en las Cumbres Iberoamericanas. En segundo lugar,
se tiene la dimensión del atlantismo y, en tercer lugar, el europeísmo. Éstas últimas, en
general, compiten con la primera, pues con cada cambio de gobierno se hará énfasis
en políticas distintas. De esta manera, la política exterior iberoamericana se puede
considerar como un intento de llenar el vacío de una política exterior europea al estilo
del dictador Francisco Franco, aunque también funge como política de presión frente a
los demás países europeos y los Estados Unidos y como política de legitimación
después de la caída del dictador, tal como lo menciona Arenal (p. 174).

Sin embargo, la iberoamericanidad fue durante el período examinado una


política, en general, continua, lo cual se puede explicar por la Corona. Según Arenal
(p. 4), la constitución de España le da a su rey la más alta representación de Estado
con las naciones de su comunidad histórica. De esto se deriva el protagonismo que ha
tenido la monarquía española en el mejoramiento de las relaciones iberoamericanas y
la continuidad que se le ha dado a esta dimensión frente a las otras mencionadas
arriba. Un ejemplo de esto, que se examinará a fondo más adelante, fueron las cuatro
visitas del rey Juan Carlos al territorio venezolano durante el período democrático de
ambos países.

Por esta razón, Arenal (p. 133) menciona que la política exterior española, al
menos durante el período estudiado, fue una política de Estado. Precisamente, sobre la
corona escribió lo siguiente:
El hecho de que sea precisamente la Corona, que está por encima de los
cambios gubernamentales y representa el elemento de continuidad, la
princi-pal valedora e impulsora de la política iberoamericana desde 1976 y
del pro-yecto de Comunidad Iberoamericana de Naciones ratifica
plenamente esta ca-racterística de política de Estado. (Arenal, p. 133)

Adicionalmente, se ha de mencionar la gran popularidad con la que contaba el


rey Juan Carlos entre los países latinoamericanos debido a su importancia en la
transición democrática española, tal como lo menciona Arenal (p. 136). Este factor, sin
duda alguna bien conocido por la Monarquía, fue explotado para que, a través del
Estado, el nuevo Gobierno de España ganase reconocimiento y popularidad en la
comunidad internacional, como se verá en el gobierno de Adolfo Suárez.

Dicho esto, las relaciones bilaterales entre Venezuela y España durante sus
períodos democráticos se han de enmarcar dentro de la diplomacia iberoamericana, en
primer lugar, dentro de las simpatías ideológicas de ambos Gobiernos y de los intentos
de ambas naciones, en determinados puntos de su historia en el caso venezolano, de
ejercer un rol importante en las relaciones internacionales. Como se verá, no sólamente
Venezuela se beneficiará de sus tratados de cooperación con España, sino que ambos
terminarán trabajando juntos para resolver problemas en la región, tal como lo fueron
los conflictos centroamericanos y los intentos de acercamiento al régimen cubano.

Contenido

La política exterior bilateral entre España y Venezuela cobraría su mayor


notoriedad a partir del primer Gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez, debido a la
caída de la dictadura. Sin embargo, hasta llegar a ese punto, se pueden mencionar
algunos hechos introductorios.

El interés por Venezuela con España se limitó durante el Gobierno de Eleazar


López Contreras y Marcos Pérez Jiménez a su importancia para la inmigración. Esto se
enmarca en lo que Pérez Jiménez llamaba “política de puertas abiertas” [5]. Sin
embargo, también se puede mencionar la mutua afinidad del Gobierno de Pérez
Jiménez y de Franco. [5] menciona en su artículo publicado en la revista Política
Exterior que el dictador venezolano contrató a un escritor franquista para promocionar
su ideología en Venezuela y así hacerle frente a la popularidad de Rómulo Gallegos.

Durante esta época, el dictador Francisco Franco promocionó la idea de la


hispanidad y la Comunidad Hispánica de Naciones. Si bien estas ideas son precursoras
de la política exterior iberoamericana, éstas fueron vistas con recelo en Latinoamérica
por su énfasis en lo étnico, lo religioso y sus tonos imperialistas (Arenal, p. 2 & p. 31).

Después de la Segunda Guerra Mundial, las relaciones con Latinoamérica,


enmarcadas ahora en la idea de la Comunidad Hispánica de Naciones, empieza a
perder sus tonos más fascistas. Paulatinamente, esta idea irá adoptando posturas más
neutrales y tecnocráticas (Arenal, p. 42). Sin embargo, después de la caída del dictador
Marcos Pérez Jiménez, se instauraría la doctrina Betancourt, con lo cual se excluían
las relaciones con un régimen como el de Franco. Esto seguiría así, aunque en menor
medida, hasta la presidencia de Carlos Andrés Pérez.

Luego de la transición democrática en España, durante el Gobierno en


Venezuela de Pérez, se produjeron varios encuentros de carácter oficial entre figuras
del Estado venezolano y el rey Juan Carlos del 8 al 10 de septiembre de 1977. La
motivación aducida para dichas visitas fue la celebración junto a Venezuela del
Bicentenario de la creación de la Capitanía General de Venezuela por parte de la
corona en el año 1777. Durante su estadía, el monarca visitó al Congreso Nacional, al
Centro Asturiano de Caracas, a la Plaza Bolívar de Caracas, a la residencia
presidencial de la Casona, a la Hermandad Gallega y al Hogar Canario [2].

Estando en el Congreso Nacional de Venezuela, el rey afirmó:

Las relaciones de España con Iberoamérica exigen una armonía de todos


sus elementos, basada en un «principio de interdependencia», por lo cual,
los diversos aspectos —el político, el económico, el cultural o el de
cooperación—se entrelazarán y coordinarán de tal forma que, el refuerzo
de uno, automáticamente irá acompañado de una similar y simultánea
potenciación de los demás. [2]

Esta declaración del Rey describe la importancia que cobró la dimensión


iberoamericana para una España que recién abandonaba la dictadura y buscaba
reconocimiento.

Desde el punto de vista venezolano, y especialmente teniendo en cuenta el


proyecto nacional del presidente Pérez, las relaciones con españa buscaban tenderle
un puente al país latinoamericano hacia el desarrollo. Esto fue notado por el monarca y
se hace patente en una de sus declaraciones durante su visita a la Casona, en donde
afirmó:

En este sentido, la ciencia, la tecnología, las realizaciones industriales y


las manifestaciones culturales de mi país están prestas a articularse en
planes de mutua colaboración. A ellos prestaremos nuestro más firme
apoyo, dotándolos de los recursos necesarios. Mi Gobierno entiende
que la acción de cooperación, conjunta y en plano de igualdad, con
los países de Iberoamérica, es tarea prioritaria, a la que no cabe regatear
medios. [2]

En este sentido, el comunicado conjunto de los cancilleres de Venezuela y


España [2] menciona varios puntos de cooperación que, generalmente, favorecieron en
gran medida a Venezuela. Entre ellos se puede mencionar la estimulación de contactos
entre el Consejo Nacional para el Desarrollo de Energía Nuclear de Venezuela y la
Junta de Energía Nuclear de España. También destacan elementos de cooperación por
parte de España en materia de programas educativos y técnicas de educación a
distancia, petroquímica, zoología, ecología y transporte aéreo y marítimo. Entre los
acuerdos suscritos y mencionados en la declaración conjunta se encuentran:

● Acuerdo entre los Ministerios de Industria y Energía de España y de Transporte


y Comunicaciones de Venezuela, para la realización de la línea ferroviaria del
Este a ser ejecutada por el Consorcio Venezolano-Hispano-Canadiense [2].
● Convenio de Asociación entre el Fondo de Inversiones de Venezuela y Astilleros
Españoles, S. A., para el establecimiento de un astillero de construcción y
reparación de buques y Documento Constitutivo y Estatutos Sociales de la
Empresa Astilleros Navales Venezolanos (ASTINAVE), en los Taques, Estado
Falcón [2].
● Contrato entre el Ministerio de Fomento de Venezuela y la Empresa Nacional de
Autocamiones (ENASA), de España, para el establecimiento en Cumaná, Estado
Sucre, de una planta de fabricación de motores diesel para camiones y
autobuses, así como una planta de ensamblaje [2].
● Contrato entre la Empresa española Ramón Vizcaíno, S. A., y la Corporación
Venezolana de Fomento (C. V. F.) para realizar el diseño y la construcción de
cinco almacenes frigoríficos para la conservación de alimentos y productos
perecederos, así como la constitución de una empresa mixta hispano-
venezolana para su explotación y gerencia [2].

Así como el desarrollo acelerado era parte del proyecto nacional de Pérez lo era
también el establecimiento de Venezuela como un país de gran importancia
internacional. En el primer caso, Venezuela podía extraer beneficios de su relación con
España. En el segundo, ambos países persiguieron políticas exteriores similares, no
sólo por sus objetivos, sino también por su carácter errático. Esto se puede notar en los
intentos en conjunto por parte de Pérez y Suárez de hacer negociar a Somoza con el
Frente Sandinista en el año 1978, mientras por otro lado, España todavía le enviaba
armas al primero (Arenal, p. 176). Posteriormente, el Gobierno Español ayudó a
financiar a los sandinistas con el fin de evitar que cayeran bajo la zona de influencia
soviética.

Otro evento diplomático de gran influencia que se hizo en conjunto por los jefes
de Gobierno venezolano y español fue la aproximación política y económica para con
Cuba. En 1978, Suárez visita a la isla y se plantea el tema de las indemnizaciones a
los españoles víctimas de expropiaciones. También se concretó una operación
petrolera entre Venezuela, Cuba y España (Arenal, p. 178).

En general, hubo un gran incremento de las relaciones políticas, institucionales y


comerciales entre los países latinoamericanos y España, especialmente con
Venezuela, México y Argentina. Venezuela, por su parte, propuso en el año 1979 la
incorporación de España en la CEPAL. Previamente, Pérez ya había recomendado que
se aceptara al país ibérico en el comité directivo para el área norte de américa latina
del FMI (Arenal, p. 179).

Terminado el Gobierno de Pérez, entra al poder Luis Herrera Campins. Una de


las manifestaciones del cambio en la política exterior post franquista se vio reflejada
durante la toma de posesión de este presidente el 12 de marzo de 1979. En esa
ocasión, se firmó la Declaración de Caracas por los jefes de Estado de varios países
latinoamericanos, incluida Venezuela así como por el jefe de Gobierno español, Adolfo
Suárez. En dicha declaración se afirmaba el carácter negativo para los países en vías
de desarrollo del alza en los precios del petróleo y se planteaba rutas de cooperación
económica. Asimismo, se reconocía la importancia de las instituciones democráticas y
el respeto a los derechos humanos (Arenal, p. 175). Esto resulta interesante debido al
carácter petrolero de Venezuela. En este caso, se puede notar como tanto Venezuela
como España tratan de usar el enfoque tercermundista para ganar influencia y
reconocimiento en la región. Por esto, ambos países demuestran intereses similares en
estos aspectos.

Sin embargo, Arenal menciona los efectos del personalismo de Suárez en su


relación con Venezuela, pues éste había apoyado públicamente, poco antes de que
éste perdiera las elecciones, al oponente electoral de Campins. Como consecuencia,
se afectaron las relaciones políticas y financieras entre ambos países (Arenal, p. 176).
Luego terminaría el Gobierno de Suárez.

A diferencia de su antecesor, el Gobierno de Calvo-Sotelo hizo énfasis en su


relación con la comunidad europea y los Estados Unidos. De hecho, durante su período
España se convertiría en miembro de la OTAN (Arenal, p. 185). El objetivo aparente de
esta última acción fue prevenir el relapso del país hacia la dictadura, así como la
resolución del conflicto por Gibraltar en términos favorables para España (Arenal, p.
186).

En general, a pesar de que los lineamientos de la política exterior de España


hacia iberoamérica se mantienen, como su defensa de la democracia, estos resultan de
bajo perfil (Arenal, p. 188). Por su parte, el conflicto centroamericano perdería el interés
de su Gobierno, pues simplemente afirmaba la postura del Gobierno estadounidense
de apoyar a Napoleón Duarte (Arenal, p. 189). De esta manera terminaría el Gobierno
de Calvo-Sotelo.

En su discurso de investidura de 1982, Felipe González afirmó:

En todo caso, para nosotros, tanto por cohe-rencia histórica como por las
realidades de hoy, existe un compromiso de pre-sencia y de actuación
decidida en el continente iberoamericano. Con este conjunto de naciones
reforzaremos nuestros lazos de cooperación en todos los campos, con la
convicción de que una parte importante de nuestro futuro pasa por esta
operación histórica de aproximación. (Arenal, p. 233)

El Gobierno español de González fue el que completaría la transición desde los


hábitos con tintes franquistas a una política exterior realista y respetuosa de los
derechos humanos en las Américas (Arenal, pp. 194-195 & p. 234). A diferencia del
Sotelo, este Gobierno buscaría tener un rol protagónico en las relaciones
internacionales, al mismo tiempo que deseaba balancear sus dimensión atlántica,
europea, mediterránea e iberoamericana. Con este objetivo, se plantearon reformas del
ministerio de asuntos exteriores (Arenal, p. 198). De esta manera, se retomarán los
trabajos empezados por el Gobierno de Suárez y se eliminarían sus contradicciones. A
pesar de que su política exterior tuvo un carácter personalista, ésta perdió en gran
medida el factor ideológico, tal como lo menciona Arenal (p. 202).

Una de las contribuciones de su Gobierno para con la política exterior de España


fue la creación de la Secretaría de Estado para la Cooperación Internacional y para
Iberoamérica. Esto daría pie a la fundación de otros entes que luego fomentarán la
cooperación económica para el desarrollo. Entre los países beneficiarios de los
ulteriores tratados de cooperación se encontró Venezuela (Arenal, p. 226)

En materia estrictamente diplomática se puede mencionar la declaración de


apoyo de España hacia el Grupo de Contadora en 1983, constituido por México,
Panamá, Colombia y Venezuela (Arena, p. 252). Dicho grupo trataba de auspiciar la
resolución pacífica de los conflictos centroamericanos. Los problemas que buscaba
aliviar dicho grupo se pueden notar en el punto segundo del Acta de Contadora para la
Paz y la Cooperación en Centroamérica, publicada en 1986:

2. PREOCUPADOS por la situación prevaleciente en Centroamérica,


caracterizada por un grave deterioro de la confianza política, por
incidentes fronterizos, la carrera armamentista, el tráfico de armas, la
presencia de asesores extranjeros y otras formas de presencia militar
foráneas, así como el uso, por parte de fuerzas irregulares, del territorio
de algunos Estados para realizar acciones de desestabilización en contra
de otros Estados de la región; [3]

Desde el punto de vista venezolano, el presidente Campins buscaba mantener


su política de paz y seguridad internacional. En cambio, el Gobierno español, al darle
su apoyo al grupo Contadora, mostraba su preocupación por una posible intervención
directa de los Estados Unidos en la región. Esto hubiese significado una tensión
irreconciliable entre la dimensión atlántica de su política exterior, representada por la
OTAN junto a su relación con los Estado Unidos y la dimensión iberoamericana, que
hacía énfasis en el principio de no intervención (Arenal, p. 254).

Empieza el Gobierno de Jaime Lusinchi. El Gobierno de España había notado


previamente los recelos de Venezuela y México por la participación de este país en los
intentos de resolución del conflicto. Por esta razón, fueron rechazadas algunas
propuestas del país ibérico, tal como lo menciona Arenal en una nota a pie de página
(pp. 252-253). Por esta razón, de ahora en adelante, España se limitará en apoyar las
iniciativas surgidas de la región (Arenal, p. 254).

Nuevamente, fue durante un Gobierno de Carlos Andrés Pérez que las


relaciones con España volverían a ganar notoriedad para Venezuela. Sin embargo, no
se volvería a ver el protagonismo de antes. A medida que se resolvía el conflicto
centroamericano, España iba reduciendo el perfil de sus relaciones diplomáticas con
iberoamérica, limitándose generalmente a declaraciones y sugerencias. Esto se puede
constatar en 1990, cuando el presidente Carlos Andrés Pérez acompañaba al
presidente Felipe González en una entrevista con Fidel Castro durante la toma de
posesión del nuevo presidente de Brasil. En esa ocasión, Castro rechaza públicamente
las invitaciones por parte del español para emprender reformas democráticas. Tanto el
rey como el jefe de Gobierno insistirían en este punto durante otras ocasiones (Arenal,
p. 275). Estas negativas traerán como consecuencia más adelante la suspensión de las
negociaciones para el tratado de cooperación con Cuba durante el Gobierno de José
María Aznar.

En 1992 se firmó el Acuerdo de Paz de El Salvador, entre el Gobierno y el


FMLN, promovido por Colombia, México, España y Venezuela. Felipe González estuvo
presente en el acto y fue testigo de paz. Más adelante. España enviaría policías y
militares españoles junto a una misión de observadores de la ONU a cargo de un
general Español para garantizar el cumplimiento del acuerdo (Arenal, pp. 260-261).

Luego de cada intento de golpe de estado ocurrido en Venezuela en 1992,


España demostró su total apoyo al Gobierno de Carlos Andrés Pérez y su cabal
rechazo a los golpistas. En efecto, ese año entró en vigor el Tratado General de
Cooperación y Paz suscrito en 1990, tal como se ve en la guía de tratados bilaterales
de España [4] y en [1] (p. 266).

Este mismo año de 1992 se realizaría la Cumbre Iberoamericana de Madrid. Sin


embargo, por la difícil situación generada por este intento de golpe, Venezuela sólo
envió a su canciller. Lo mismo hicieron otros países de Latinoamérica por motivos bien
justificados (Arenal, p. 295). En dicha cumbre, se reafirmó la importancia de los
valores democráticos y el principio de la no extraterritorialidad de las leyes. También se
sentaron las bases de mecanismos de cooperación y concertación política dentro de la
comunidad (Arenal, p. 297).
Finalmente, luego de la salida de Carlos Andrés Pérez, se puede notar como las
relaciones bilaterales adquieren a paulatinamente un tono más tecnocrático al examinar
los convenios y tratados suscritos.
En este sentido, se pueden mencionar los siguientes:

● Convenio sobre ejecución de sentencias penales, firmado en 1994 y en vigor


desde 1995. ([4], p. 330)
● Acuerdo para la promoción y protección recíproca de inversiones, firmado en
1995 y en vigor desde 1997. ([4], p. 330)
● Acuerdo de coproducción cinematográfica, firmado en 1996 y en vigor desde
1997. ([4], p. 330)
● Acuerdo sobre cooperación en materia de prevención del consumo y represión
del tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias psicotrópicas, firmado en 1996
y en vigor desde 1998. ([4], p. 330)

Es decir, ya no se volvería a usar ningún nombre de tratado como se


caracterizaron los acuerdos generales de cooperación y amistad.

Conclusiones

Las relaciones bilaterales entre España y Venezuela se enmarcaron dentro de


las relaciones Iberoamericanas. Estas fueron llevadas, en primer lugar, con el objetivo
de aumentar la importancia internacional de ambos países. Sin embargo, en este punto
España tenía el mayor interés, pues acababa de salir de una dictadura.
Adicionalmente, se desprendía de una política de aislamiento que había durado un
tiempo considerable. Para Venezuela, este factor de la política exterior se vería más
afectado por las preferencias de cada uno de sus Gobernantes. Aunque también
ocurría lo mismo con las preferencia de los gobernantes españoles, el rey fungía como
el estabilizador de la política exterior de Estado de España, dándole gran importancia a
sus relaciones con Iberoamérica.

Otro aspecto que marcó las relaciones entre Venezuela y España, y que también
fue común con otros estados, fue la cooperación económica y Técnica. Como hemos
visto, España se comprometió en diversos momentos a suscribir tratados de
cooperación con Venezuela, principalmente durante los Gobiernos de Carlos Andrés
Pérez. En este punto, fue Venezuela la que recibió los mayores beneficios, pues el
Estado español reconocía no tener mayores intereses económicos en la región, más
allá de ganar reconocimiento internacional.

Finalmente, más allá de las relaciones diplomáticas entre ambos países, se


puede mencionar la importancia personal de las mismas. Tal como lo menciona [5] en
su artículo, debido a la gran inmigración española a Venezuela durante la dictadura de
Pérez Jiménez, y durante tres Gobiernos democráticos posteriores, vinieron al país una
gran cantidad de inmigrantes bien capacitados y que terminarían muchos enseñando
en liceos privados y públicos. Fernández menciona [5] que prácticamente hubo toda
una generación de venezolanos educados en su totalidad por españoles.

En la actualidad se ha querido negar las raíces de las relaciones con España.


Sin embargo, más allá de aquellas surgidas durante la época de la conquista, estas
cobran importancia por los vínculos surgidos por esta gran inmigración y su influencia
en la política venezolana.

Bibliografía

[1] Arenal, Celestino del. (2011). Polit́ ica Exterior De España Y Relaciones Con América
Latina. 1° ed. Tres Cantos: Siglo XXI.

[2] Los Reyes en América. (1977) (1° ed.). Madrid. Disponible en


http://www.mpr.gob.es/servicios2/publicaciones/vol16/descarga/Coleccion-Informe-16-
Los-Reyes-en-America-3.pdf

[3] ACTA DE CONTADORA PARA LA PAZ Y LA COOPERACIÓN EN


CENTROAMÉRICA (1986). Disponible en
https://revistadigital.sre.gob.mx/images/stories/numeros/n12/actadecontadora.pdf

[4] GUÍA DE TRATADOS BILATERALES CON ESTADOS. (2016). Ministerio de


Asuntos Exteriores y Cooperación - Gobierno de España. Disponible en
http://www.exteriores.gob.es/Portal/es/SalaDePrensa/Multimedia/Publicaciones/Docum
ents/GUIA%20TRATADOS%20CON%20PAISES.PDF.

[5] Fernández, C. (2016). Venezuela y España en historias entrelazadas; por Carmen


Beatriz Fernández. Política Exterior, 30(171), 116-126.

You might also like