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La vida de Lazarillo de Tormes

La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades (más conocida como Lazarillo de
Tormes) es una novela española anónima, escrita en primera persona y en estilo epistolar (como
una sola y larga carta), cuyas ediciones conocidas más antiguas datan de 1554. En ella se cuenta
de forma autobiográfica la vida de un niño, Lázaro de Tormes, en el siglo xvi, desde su nacimiento
y mísera infancia hasta su matrimonio, ya en la edad adulta. Es considerada precursora de la
novela picaresca por elementos como el realismo, la narración en primera persona, la estructura
itinerante, el servicio a varios amos y la ideología moralizante y pesimista.

Lazarillo de Tormes es un esbozo irónico y despiadado de la sociedad del momento, de la que se


muestran sus vicios y actitudes hipócritas, sobre todo las de los clérigos y religiosos. Hay
diferentes hipótesis sobre su autoría. Probablemente el autor fue simpatizante de las ideas
erasmistas. Esto motivó que la Inquisición la prohibiera y que, más tarde, permitiera su
publicación, una vez expurgada. La obra no volvió a ser publicada íntegramente hasta el siglo
xix.

Índice [ocultar]

1 Primeras ediciones

2 Autoría

3 Género

4 Temas

5 Fuentes

6 Valor y trascendencia

7 Argumento

8 Continuaciones

8.1 Segunda parte de Lazarillo de Tormes (anónima)

8.2 Segunda parte de la vida de Lazarillo de Tormes, de Juan de Luna

8.3 Otros Lazarillos

9 Véase también

10 Referencias

11 Bibliografía

12 Enlaces externos

12.1 Sobre el Lazarillo

12.2 Ediciones
Primeras ediciones[editar]

Se conservan cuatro primeras ediciones distintas de la obra, las cuatro del año 1554, impresas
respectivamente en Burgos, Amberes, Alcalá de Henares y Medina del Campo. Las más antiguas
parecen ser las de Burgos y Medina.

De la edición de Amberes se conservan siete ejemplares distintos, en tanto que solo hay uno de
cada una de las otras tres ediciones. El ejemplar más recientemente descubierto es el de la
edición de Medina del Campo, que apareció en 1992 emparedado en una casa de la Plaza de
Nuestra Señora de Soterraño de la localidad pacense de Barcarrota.

No obstante, es muy probable que existiese una edición más antigua, de 1553 o 1552, cuyo éxito
generase las cuatro simultáneas ediciones posteriores conservadas.

Ediciones príncipe de 1554 del Lazarillo de Tormes.

Burgos, Juan de Junta.

Medina, Hnos. Del Canto.

Alcalá, Salcedo.

Amberes, Martín Nucio.

Autoría[editar]

Históricamente se han postulado varios autores para el Lazarillo de Tormes. En 1605 el fraile
José de Sigüenza de la Orden de San Jerónimo atribuyó la autoría de esta obra al también
jerónimo fray Juan de Ortega:1
Dicen que siendo estudiante en Salamanca, mancebo, como tenía un ingenio tan galán y fresco,
hizo aquel librillo que anda por ahí, llamado Lazarillo de Tormes, mostrando en un sujeto tan
humilde la propiedad de la lengua castellana y el decoro de las personas que introduce con tan
singular artificio y donaire, que merece ser leído de los que tienen buen gusto. El indicio desto
fue haberle hallado el borrador en la celda, de su propia mano escrito.

F. José de Sigüenza, Historia de la Orden de San Jerónimo

Por la época en que se publicó Lazarillo, Juan de Ortega era General de los Jerónimos, lo cual
explicaría que el libro apareciese sin autor. La autoría de fray Juan de Ortega y la necesaria
discreción del anonimato por su condición de General de la Orden fue defendida con firmeza
por Marcel Bataillon2 con cuyos argumentos ha coincidido el periodista José Delfín Val.3

En 1607, en el catálogo de escritores españoles Catalogus Clarorum Hispaniae scriptorum, que


fue redactado por el flamenco Valerio Andrés Taxandro, se dice que Diego Hurtado de Mendoza
«compuso [...] el libro de entretenimiento llamado Lazarillo de Tormes». Otros autores del siglo
xvii, así como el Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española (1726-1739),
mencionan esta atribución, que alcanzó cierta fortuna, sobre todo en el siglo xix. En marzo de
2010 apareció en prensa que la paleógrafa Mercedes Agulló descubrió en unos papeles de Diego
Hurtado de Mendoza la frase «Un legajo de correcciones hechas para la impresión de Lazarillo y
Propaladia», lo cual le llevó a escribir un libro postulando «una hipótesis seria sobre la autoría
del Lazarillo, que fortalecida por otros hechos y circunstancias apunta sólidamente en la
dirección de don Diego».4

A finales del siglo xix un artículo del hispanista Alfred Morel-Fatio,5 cuya propuesta fue
desarrollada después por Manuel J. Asensio,6 relaciona al autor de Lazarillo con el círculo
erasmista de los hermanos Valdés. Siguiendo esta hipótesis se ha atribuido la obra a Juan de
Valdés o a su hermano Alfonso. Esta última atribución cobró fuerza en 2002 debido a las
investigaciones de la profesora Rosa Navarro Durán,7 que se basa sobre todo en el cotejo de la
obra con los diálogos conocidos de Alfonso de Valdés, el Diálogo de Mercurio y Carón y el Diálogo
de las cosas acaecidas en Roma.

La candidatura de Sebastián de Horozco —que postuló en el siglo xix José María Asensio y
Toledo, editor de su Cancionero—8 fue defendida en 1914 por Julio Cejador y Frauca en su
edición del Lazarillo,9 apoyándose en un pasaje de la obra de este autor en que aparece un mozo
de ciego llamado Lazarillo. Más adelante fue retomada y defendida por Francisco Márquez
Villanueva,10 quien encuentra importantes semejanzas de temas, ideas y vocabulario y llega a
afirmar que «apenas si hay en el Lazarillo un tema literario, un tópico, un pensamiento, un
recurso expresivo que no pueda encontrarse también en Horozco».
También han sido propuestos como autores del Lazarillo el dramaturgo Lope de Rueda (por
Fonger de Haan en 1903 alegando que fue, como el protagonista de la novela, pregonero en
Toledo en 1538, aunque esta hipótesis ha sido rechazada posteriormente),11 Pedro de Rúa,12
Hernán Núñez, el Comendador Griego13 y, más recientemente, Francisco Cervantes de Salazar,
defendida por José Luis Madrigal,1415 si bien este investigador abandonó esa hipótesis para
pasar en 2008 a defender la autoría de Juan Arce de Otálora, autor de los Coloquios de Palatino
y Pinciano.16 Por su uso exhaustivo del recurso a la autobiografía ficticia, entre otras razones,
Clark Colahan y Alfred Rodríguez pensaron que el Lazarillo fue escrito por el humanista
conquense Juan Maldonado.17 Otras atribuciones han recaído en Alejo Venegas,8 Bartolomé
Torres Naharro (postulado por Alberto M. Forcadas), Gonzalo Pérez, secretario real de Carlos I
(por Dalai Brenes Carrillo), e incluso Fernando de Rojas, el autor de La Celestina, cuya autoría
fue defendida por Howard Mancing,18 o el célebre humanista español Juan Luis Vives,
propuesta hecha pública por Francisco Calero en 2006.19

Género[editar]

Se trata de una novela de autoformación y picaresca, de estructura aparentemente simple, pero


en realidad muy compleja. Es epistolar en tanto se trata de una carta destinada a vuestra
merced, tratamiento que implica alguien con superior condición social, y está motivada por "el
caso", hecho del cual éste ha oído hablar, y cuya versión personal pide a Lázaro, parte implicada
en él, le explique ("escribe se le escriba y relate el caso muy por extenso"). Así figura ser una
especie de confesión y el personaje es un alto dignatario eclesiástico, quizá el Arzobispo de
Toledo, que habría oído los extraños rumores que circulan sobre la extraña conducta sexual del
Arcipreste de San Salvador, como llegamos a saber al fin del libro, según los cuales este
arcipreste estaría amancebado con la mujer de Lázaro.

La originalidad del libro sin embargo trastoca cualquier molde y crea un subgénero literario
específico realista, la novela picaresca, mediante el recurso a la parodia de narraciones
caballerescas idealizantes del Renacimiento: a las rimbombantes epopeyas de gestas guerreras
y los libros de angélicos pastores y cortesanos enamorados se opone una epopeya del hambre,
que mira solamente a cuanto hay por debajo del cuello de golilla y se preocupa solamente de la
subsistencia, en línea con la tradición realista de la literatura española, revitalizada entonces por
La Celestina y sus continuaciones.

Temas[editar]

La temática del Lazarillo de Tormes es moral: una crítica acerba, incluso una denuncia, del falso
sentido del honor ("la negra que llaman honra") y de la hipocresía. La dignidad humana sale muy
malparada de la sombría visión que ofrece el autor, nihilista y anticlerical. La vida es dura y, tal
como aconseja el ciego a Lázaro en la obra, "más da el duro que el desnudo"; cada cual busca su
aprovechamiento sin pensar en los otros, por lo que, como se dice al principio de la obra,
arrimándose a los buenos "se será uno de ellos": esto es, para ser virtuoso hay que fingir ser
virtuoso, no serlo. Sin duda alguna, se trata de la visión de un humanista desencantado, acaso
judeoconverso y erasmiano[cita requerida], a pesar de que Marcel Bataillon niega el influjo
directo de Erasmo en la obra.
Como consecuencia, resultó la inclusión de esta obra en el Índice de libros prohibidos de la
Inquisición, la cual permitió al cabo la circulación de una versión expurgada de los pasajes
anticlericales. El Lazarillo fue, además, una obra muy traducida e imitada. Su influjo, profundo,
marcó tanto la literatura española que podría decirse que sin ella no habrían podido escribirse
ni Don Quijote de la Mancha ni la treintena de novelas picarescas españolas y extranjeras que
se han conservado[cita requerida].

Fuentes[editar]

Miniatura del siglo xiv que muestra cómo un mozo de ciego le hurta a este el vino de un jarrillo
mediante una larga paja. En este chascarrillo folclórico podría haberse inspirado un pasaje del
Lazarillo:

Usaba poner cabe sí un jarrillo de vino, cuando comíamos, y yo muy de presto le asía y daba un
par de besos callados y tornábale a su lugar. Mas turóme poco, que en los tragos conocía la falta
y, por reservar su vino a salvo, nunca después desamparaba el jarro, antes lo tenía por el asa
asido. Mas no había piedra imán que así trajese a sí como yo con una paja larga de centeno que
para aquel menester tenía hecha, la cual, metiéndola en la boca del jarro, chupando el vino lo
dejaba a buenas noches.

Lazarillo..., ed. cit. de F. Rico (199813), págs. 30-31.

El Lazarillo se ha relacionado con las siguientes obras:

El asno de oro: el Lazarillo responde a la estructura de la novela costumbrista de aventuras,


representada por la obra de Lucio Apuleyo. Esta influye en la organización del relato y en la
índole del protagonista: mozo de muchos amos; pero Lázaro no sufre la metamorfosis del
personaje de Apuleyo. Se publicó en Sevilla en 1513, traducida por Diego López de Cortegana.

Cuarto libro del esforzado caballero Reinaldos de Montalbán: esta obra, de 1542, era en realidad
una adaptación de Baldus o Baldo (1521), poema macarrónico (mezcla de palabras latinas y
vulgares con terminaciones latinas) del italiano Teófilo Folengo, que presentaba ya narración
autobiográfica, un héroe de baja extracción y la pareja del ciego y su mozo. Pero tanto en esta
obra como en el Lazarillo subyace el modelo de Apuleyo.

Proceso de cartas de amores: de esta novela sentimental de Juan de Segura (1548), el Lazarillo
toma el modelo epistolar, que había adquirido gran relevancia en el humanismo.

Cuentos folclóricos:20 actualmente, se tiende a no privilegiar en exceso las fuentes orales como
fundamento del Lazarillo y a tener en cuenta los textos escritos, máxime si su posible autor era
un hombre letrado.

Confesiones de Agustín de Hipona: toma la estructura autobiográfica, sobre todo al principio de


la obra.
Valor y trascendencia[editar]

El Lazarillo de Tormes es una obra artística de primer orden; lo es por su originalidad, su valor
humano, su trascendencia literaria y cultural, su estilo (el castellano equilibrado, preciso y oral
que preconizaba Juan de Valdés) y su lenguaje: un castellano clásico modélico, flexible y
expresivo, sutilmente irónico, donde abundan las geminaciones y los isocola y donde no se
desprecian y se ponen al mismo nivel el castizo refrán y la cita culta. La desproporción entre la
materia y su elaboración por parte del autor se inclina marcadamente en esta última, pero sin
denotar, y en eso consiste uno de sus méritos, el esfuerzo que debió suponer.

Gran parte del material e incluso de los personajes son de origen folclórico y tradicional; hay
cuentecillos y facecias tomados del rico acervo popular. La obra, sin embargo, crea sus propios
precedentes y contiene, asimismo, una variada panoplia de técnicas narrativas: la suspensión,
de la que hará un inteligente uso Cervantes, como en el episodio del buldero; o la gradatio
narrativa en ascensión hacia el anticlímax, como en el caso del ciego o el clérigo de Maqueda.21

El uso de la estructura anular, que acaba concluyendo con lo que se inicia, hace de la novela una
obra redonda; por otra parte es la primera novela polifónica de la literatura española: el
personaje de Lázaro evoluciona, no es plano ni arquetípico: cambia y evoluciona, y va pasando
de ser un ingenuo a un cínico redomado, aprendiendo de las lecciones que le da la vida. Tan es
así que el final, lejos de ser positivo, sin embargo, es vivido por el personaje como lo mejor que
le podía haber pasado teniendo en cuenta toda la trayectoria vital que le precede. La infidelidad
de su mujer, por tanto, no es nada comparado con las vejaciones que ya ha sufrido. Cada
personaje plano, por otra parte, se halla completamente individuado y caracterizado sin
maniqueísmo: la crueldad del ciego, que no es absoluta; el idealismo soñador y orgulloso del
escudero pobre, un personaje al parecer folclórico luego retomado por Cervantes; el diálogo
entre conciencias en el cual se atisba la humana comprensión que después será patrimonio casi
exclusivo de Cervantes, en el episodio del criado y el escudero; o la avaricia, mezquindad e
hipocresía del clérigo.

El valor psicológico y humano es patente en el tratado tercero, que se ha querido ver como el
anticipo de la novela polifónica moderna; por otra parte, el Lazarillo bosqueja ya los rasgos
fundamentales de un género de amplia trascendencia española y europea, la novela picaresca,
que se configurará definitivamente con el Guzmán de Alfarache (1599) de Mateo Alemán, más
moralizado y pesimista todavía.

Argumento[editar]

La obra es, en realidad, una larga epístola que el "autor" envía a un corresponsal anónimo (a
quien trata de "Vuestra Merced"). Está dividida en siete tratados y cuenta en primera persona
la historia de Lázaro, un niño de origen muy humilde; aunque sin honra, nació en un río de
Salamanca, el Tormes, como el gran héroe Amadís; quedó huérfano de su padre, un molinero
ladrón llamado Tomé González, y fue puesto al servicio de un ciego por su madre, Antona Pérez,
una mujer amancebada con un negro, Zaide, que le da a Lazarillo un bonito hermanastro mulato.
Lazarillo de Tormes visto por Francisco de Goya.

Entre "fortunas y adversidades", Lázaro evoluciona desde su ingenuidad inicial hasta desarrollar
un instinto de supervivencia. Es despertado a la maldad del mundo por la cornada de un toro de
piedra, embuste con el que el ciego le saca de su simpleza; después rivaliza en astucia con él en
diversos célebres episodios como el de las uvas o el jarro de vino (un modelo de narración
clásica) hasta que se venga devolviéndole la cornada de piedra con otro embuste, que le vale al
cruel ciego descalabrarse contra un pilar.

Pasa luego a servir a un tacaño clérigo de Maqueda que lo mata de hambre, y al que sisa algo
de pan de un arca que tiene; el clérigo lo confunde a oscuras (en su boca silba accidentalmente
la llave del arca, escondida mientras duerme) y, tomándolo por culebra, descubre el engaño, le
da una tremenda paliza y lo despide.

Después entra a servir a un hidalgo arruinado cuyo único tesoro son sus recuerdos de hidalguía
y de dignidad; Lazarillo simpatiza con él, ya que aunque no tiene nada que darle, por lo menos
le trata bien, si bien recurre a esa simpatía que despierta para conseguir que le dé parte de los
mendrugos que consigue el muchacho al pedir limosna, ya que él no posee la dignidad de la
hidalguía. El patético escudero termina por abandonar la ciudad y Lazarillo se encuentra de
nuevo solo en el mundo.

Más adelante sirve Lázaro a un sospechoso fraile mercedario, tan amante del mundo que apenas
para en su convento y le hace reventar los zapatos. Según Aldo Ruffinato, habría una alusión a
las reformas monásticas por entonces de moda, en el sentido de "descalzar" o hacer más
rigurosos los estatutos del clero regular, o quizás alusión a actividades sexuales hetero u
homoeróticas.22 Sin embargo, Francisco Rico asegura que «no hay el menor inidicio para
suponer tal escabrosidad», pues el sentido del texto es una simple abbreviatio o reticencia,
procedimiento abundantemente usado antes, como cuando relatando sus aventuras con el
ciego, Lázaro dice «por no ser prolijo, dejo de contar muchas cosas [...]», en elipsis que era
común para terminar las cartas, teniendo en cuenta que todo el Lazarillo una larga epístola.23

El tratado quinto es más extenso: narra una estafa realizada por parte de un vendedor de bulas
o buldero. Lazarillo sirve al buldero y asiste como espectador, sin opinar, al desarrollo del timo,
en el cual finge el buldero que alguien que piensa que las bulas no sirven para nada está poseso
por el diablo, cuando en realidad está compinchado o conchabado con él; esto se descubre a
posteriori, con una hábil técnica de suspensión. También este tratado sufrió la poda de la
censura.

Los restantes y breves tratados narran cómo Lázaro se asienta con otros amos, un capellán, un
maestro de hacer panderos y un alguacil y se hace aguador. Por último consigue el cargo de
pregonero gracias al arcipreste de la iglesia toledana de San Salvador, quien además le ofrece
una casa y la oportunidad de casarse con una de sus criadas, con la finalidad de disipar los
rumores que se ciernen sobre él, ya que era acusado de mantener una relación con su criada.
Sin embargo, tras la boda los rumores no desaparecen y Lázaro comienza a ser objeto de burla
por parte del pueblo. Lázaro sufre la infidelidad con paciencia, después de toda una vida de ver
qué es el honor y la hipocresía que encubre la dignidad realmente, ya que eso al menos le
permite vivir, y con ello termina la carta, un cínico alegato autojustificativo que ridiculiza la
literatura idealista del momento. Lázaro afirma que ha alcanzado la felicidad, pero para ello ha
debido perder su honra, pues los rumores afirman que su mujer es la amante del arcipreste.
Para mantener su posición, Lázaro hace oídos sordos a dichos rumores.

Continuaciones[editar]

Segunda parte de Lazarillo de Tormes (anónima)[editar]

Publicada por primera vez en Amberes en 1555, sin nombre de autor. Nicolás Antonio cita a
Cardoso para atribuirla a un tal fray Manuel de Oporto. Tuvo escasa acogida entre los lectores,
ya que en vez de mantener la línea realista y picaresca del libro original, convirtió la historia de
Lázaro en una fantasía alegórica lucianesca, en la que el protagonista se convierte en atún, se
casa con una atuna y tiene hijos tan peces como el padre y la madre, sosteniendo en la Corte de
los atunes todo tipo de guerras como jefe de los mismos contra otros pescados. Posiblemente,
el desconocido autor, que quizá era un español establecido en Flandes, quiso aludir en estos
episodios a personajes y circunstancias de la vida española de la época, pero la sátira tuvo poco
éxito, y solamente se reimprimió en Milán en 1587 y 1615, junto con el primer Lazarillo.

Esta segunda parte se divide en 18 capítulos:

Capítulo I. En que da cuenta Lázaro de la amistad que tuvo en Toledo con unos tudescos, y lo
que con ellos pasaba.

Capítulo II. Cómo Lázaro, por importunación de amigos, se fue a embarcar para la guerra de
Argel, y lo que allá le acaeció.

Capítulo III. Cómo Lázaro de Tormes hecho atún salió de la cueva, y cómo le tomaron los
centinelas de los atunes y lo llevaron ante el general.

Capítulo IV. Cómo, después de haber Lázaro con todos los atunes entrado en la cueva, y no
hallando a Lázaro sino a los vestidos, entraron tantos que se pensaron ahogar, y el remedio que
Lázaro dio.

Capítulo V. En que cuenta Lázaro el ruin pago que le dio el general de los atunes por su servicio,
y de su amistad con el capitán Licio.

Capítulo VI. En que cuenta Lázaro lo que al capitán Licio, su amigo, le acaeció en la corte con el
gran capitán.

Capítulo VII. Cómo, sabido por Lázaro la prisión de su amigo Licio, le lloró mucho él y los demás,
y lo que sobre ello se hizo.
Capítulo VIII. De cómo Lázaro y sus atunes, puestos en orden, van a la corte con voluntad de
libertar a Licio.

Capítulo IX. Que contiene cómo libró de la muerte a Licio, su amigo, y lo que más por él hizo.

Capítulo X. Cómo recogiendo Lázaro todos los atunes, entraron en casa del traidor don Paver y
allí le mataron.

Capítulo XI. Cómo, pasado el alboroto del capitán Licio, Lázaro con sus atunes entraron en su
cosnejo para ver lo que harían, y cómo enviaron su embajada al rey de los atunes.

Capítulo XII. Cómo la señora capitana volvió otra vez al rey, y de la buena respuesta que trajo.

Capítulo XIII. Cómo Lázaro asentó con el rey, y cómo fue muy su privado.

Capítulo XIV. Cómo el rey y Licio determinaron de casar a Lázaro con la linda Luna, y se hizo el
casamiento.

Capítulo XV. Cómo andando Lázaro a caza en un bosque, perdido de los suyos, halló la Verdad.

Capítulo XVI. Cómo, despedido Lázaro de la Verdad, yendo con las atunas a desovar, fue tomado
en las redes, y volvió a ser hombre.

Capítulo XVII. Que cuenta la conversión hecha en Sevilla, en un cadahalso, de Lázaro atún.

Capítulo XVIII. Cómo Lázaro se vino a Salamanca, y la amistad y disputa que tuvo con el rector,
y cómo se hubo con los estudiantes.

Segunda parte de la vida de Lazarillo de Tormes, de Juan de Luna[editar]

Esta obra, mucho más cercana que la anterior a la naturaleza realista del primer Lazarillo de
Tormes, fue publicada por primera vez en París en 1620. Su autor, Juan de Luna, era un toledano
protestante que vivió enseñando el idioma en París y Londres, donde compuso y editó bastantes
obras sobre esta materia. Al leer la Segunda parte del Lazarillo se enfureció tanto que decidió
escribir otra mejor; lo cuenta en el prólogo de la suya: Segunda parte de la vida de Lazarillo de
Tormes (París, 1620), reimpresa en Zaragoza (pero París) en 1652 con variantes textuales, una
de ellas, por ejemplo, no prometer ya una tercera parte. La obra va a continuación de la obra
original que le sirve de inspiración y que Luna, su admirador, editó también. El autor justifica su
obra en la escasa calidad de la primera continuación, lo que le impulsó como toledano y
conocedor del ambiente de la obra a elaborar otra más digna y realista:

La ocasión, amigo lector, de haber hecho imprimir la Segunda parte de Lazarillo de Tormes ha
sido por haberme venido a las manos un librillo que toca algo de su vida, sin rastro de verdad.
La mayor parte dél se emplea en contar cómo Lázaro cayó en la mar, donde se convirtió en un
pescado llamado atún, y vivió en ella muchos años, casándose con una atuna, de quien tuvo
hijos tan peces como el padre y madre. Cuenta también las guerras que los atunes hacían, siendo
Lázaro el capitán, y otros disparates tan ridículos como mentirosos y tan mal fundados como
necios. Sin duda que el que lo compuso quiso contar un sueño necio o una necedad soñada. Este
libro, digo, ha sido el primer motivo que me ha movido a sacar a la luz esta Segunda parte, al pie
de la letra, sin quitar ni añadir, como la vi escrita en unos cartapacios en el archivo de la
jacarandina de Toledo, que se conformaba con lo que había oído contar cien veces a mi abuela
y tías, al fuego, las noches de invierno y con lo que me destetó mi ama.
La obra conoció un gran éxito en su época: cuatro ediciones en castellano y siete traducciones
francesas, todo ello antes de acabar el siglo xvii. Pero en España no se publicó hasta 1835,
significativamente al año siguiente de ser abolida para siempre la Inquisición. Desde esa fecha
se ha reimpreso más de veinte veces.

El autor demuestra conocer la obra de Cervantes, Mateo Alemán, Quevedo y Vicente Espinel, y
parodia la disparatada segunda parte del Lazarillo (Amberes, 1555) en buena parte de su obra.
Retoma el anticlericalismo y la misoginia del Lazarillo original convirtiendo a su protagonista en
marido «cartujo».

El argumento de la obra es el siguiente. Lázaro abandona Toledo dejando a su hijo "injerto a


canutillo" y a su mujer cuidados por el Arcipreste, que lo hace "como si propios fueran". Se
reencuentra con el escudero, que le refiere una aventura que tuvo con una dama non sancta.
Embarca después en la armada contra el moro y naufraga, salvándose solamente los capitanes,
gente de consideración y "dos clérigos que había" en el esquife y que ni siquiera se ocuparon en
confesar a los futuros ahogados porque sólo pensaban en salvarse como fuera; como él estaba
completamente lleno de vino, borracho perdido, el agua no puede entrar en él y sobrevive
salvado por dos pescadores que deciden exhibirlo como una especie de monstruo marino o pece
Nicolao dentro de una cuba de agua; escapa vertiendo el agua de la cuba, que se filtra al piso
inferior y moja a una dama en su cama que "movida de caridad, había acogido en ella a un clérigo
que por su contemplación había venido a aposentarse allí aquella noche", de forma que
aparecen desnudos él y ella "como Cupido con la flecha y Venus con la aljaba". De regreso a
Toledo con el arcipreste, este le muestra los nuevos hijos que su mujer ha tenido de él (de
Lázaro) durante su larga ausencia, desvergüenza que al fin obliga a Lázaro a pleitear contra él,
perdiéndolo. Decide entonces marchar a Madrid a trabajar como ganapán; allí sirve primero a
una meretriz sevillana y luego transporta el hato de un franciscano; ambos amos le dan por único
pago palos y golpes. Antes de abandonar la corte se encuentra metido en los amores entre Clara,
doncella repolluda, y un galán pisaverde al que se encarga de transportar a casa de la moza
escondido en un cofre que se desfonda descubriendo toda la treta, con nuevo saldo de palos y
golpes a Lázaro, quien sin embargo logra pasar el castigo al escudero; conoce a unos gitanos y
se vuelve a tropezar con la repolluda y el pisaverde en una venta a las afueras de Valladolid,
donde el Santo Oficio arremete contra los hermanos que quieren vengar a la dama. Entre los
gitanos figuran el clérigo y la chica que fueron mojados cuando se escapó del tonel. Un viejo
gitano afirma que en España

Todos eran clérigos, frailes, monjas o ladrones, pero que entre todos los mayores bellacos eran
los que habían salido de los monasterios mudando la vida especulativa en activa.

Durante su estancia en Valladolid sirve simultáneamente a siete mujeres, una de ellas beata
hipócrita y aficionada al trato erótico con frailes. A poco, tras una orgía acaecida entre doce
varones y seis mujeres, decide hacerse ermitaño y convive con uno que a la postre resulta tener
una despensa repleta y está amancebado con otra mujer, y no sólo eso, sino que la suegra del
eremita había conocido a la dicha buscona y a sus dos hermanas a raíz de sus relaciones "con un
monje, un abad y un cura, porque siempre he sido devota de la iglesia". La vieja refiere a Lázaro
cómo ella misma inició en el oficio a sus hijas con eclesiásticos "por ser gente secreta, casera,
rica y paciente". Tras esto es burlado y secuestrado por unas mujeres que le atan desnudo a una
cama mientras le vejan y maltratan, curiosa escena cómica y sadomasoquista que la crítica no
suele mencionar; le echan a la calle en cueros y ensabanado y es perseguido por la chiquillería,
escondiéndose en una iglesia, donde es confundido con un fantasma y espanta a toda la
concurrencia. Con este apogeo de la humillación concluye la obra. ¿Didáctica moralidad en este
escrito?.

La industria de los hombres es vana, su saber ignorancia y su poder flaqueza cuando Dios no
fortalece, enseña y guía

Capítulo VI

El protestantismo del autor se manifiesta en su anticlericalismo, constante y sin ambages,


durante todas las páginas de la obra, donde también se pinta una España inmoral e hipócrita,
sumida en todo tipo de depravaciones sexuales, acaso como contraste al puritano rigor de los
protestantes. El Lazarillo de Luna fue dedicado a la princesa Marqueta de Rohan y se divide en
16 capítulos:

Capítulo I. Donde Lázaro cuenta la partida de Toledo para ir a la guerra de Argel.

Capítulo II. Cómo Lázaro se embarcó en Cartagena.

Capítulo III. Cómo Lázaro salió de la mar.

Capítulo IV. Cómo llevaron a Lázaro por España.

Capítulo V. Cómo llevaron a Lázaro a la corte.

Capítulo VI. Cómo llevaron a Lázaro a Toledo.

Capítulo VII. De lo que le sucedió a Lázaro en el camino del río Tajo.

Capítulo VIII. Cómo Lázaro pleiteó contra su mujer.

Capítulo IX. Cómo Lázaro se hizo gana-pan.

Capítulo X. De lo que sucedió a Lázaro con una vieja alcahueta.

Capítulo XI. Cómo Lázaro se partió para su tierra, y de lo que en el camino le sucedió.

Capítulo XII. De lo que le sucedió a Lázaro en una venta, una legua antes de Valladolid.

Capítulo XIII. Cómo Lázaro sirvió de escudero a siete mujeres juntas.

Capítulo XIV. Donde Lázaro cuenta lo que le pasó en un convite.

Capítulo XV. Cómo Lázaro se hizo ermitaño.

Capítulo XVI. Cómo Lázaro se quiso casar otra vez.


Otros Lazarillos[editar]

En 1617 Juan Cortés de Tolosa publicó su Lazarillo de Manzanares, que se parece más al Buscón
de Quevedo que a la obra de que toma nombre. El libro es de lectura poco ágil a causa del gran
número de anécdotas intercaladas. En 1688 apareció en Londres un The life and death of young
Lazarillo, anónimo. En 1742 se imprimió en Barcelona un Lazarillo de Badalona escrito en verso
con la intención de servir de guía de la ciudad que le da nombre. Calixto Bustamante Carlos,
"Concolorcorvo", por otra parte, hizo circular en 1773 un Lazarillo de ciegos caminantes que
describe los itinerarios de Buenos Aires a Lima reflejando usos, costumbres, vida social y trabajos
de las ciudades y zonas que recorre. El Lazarillo del Duero de Joaquín del Barco está escrito en
verso y aparece en 1898 para enaltecer la historia de Zamora con intención pedagógica. El
Lazarillo español de Ciro Bayo (1911) y las Nuevas andanzas y desventuras de Lazarillo de Tormes
de Camilo José Cela cierran el capítulo de continuaciones modernas de la obra.

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