You are on page 1of 1

A través de su evangelio, Jesús nos enseña y nos pide más de una vez que perdonemos a quienes

nos ofenden. Hoy nos invita a que hagamos de verdad un proceso de conversión para que
aprendamos a perdonar. Con pedagogía nos pregunta a cada uno de nosotros: “¿No debías tú
también compadecerte de tu compañero, como yo me compadecí de ti?”. Es que el hecho de
perdonar es una señal que confirma nuestra identidad como cristianos, nos identifica como hijos
del Dios de la misericordia y hermanos entre todos nosotros. Y por eso, él nos enseña que el amor
a los demás se expresa especialmente en nuestra capacidad de perdonarlos cuando sentimos que
nos dañan, perdonar sin límite alguno.

Para demostrarnos esto nos pone como ejemplo ni más ni menos la misericordia del Padre, esa
que todos hemos experimentado incansablemente en nuestras propias vidas. Y es que la práctica
de perdonar a los demás y de recibir también su perdón es para nosotros, los seres humanos, una
necesidad indispensable. Sin el perdón nuestras relaciones sociales serían insoportables, más aún
en nuestras propias familias. Jesús nos muestra que el amor infinito e incondicional es el que debe
predominar en nuestros sentimientos y en nuestras relaciones con los demás, con todos.

You might also like