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Conviene mencionar que la MT, también se conoce como: complementaria, alternativa, popular,
blanda, marginal, no oficial, no ortodoxa y no convencional.
Medicina tradicional
Medicina complementaria/alternativa
Medicamentos herbarios
Hierbas: comprenden materiales vegetales brutos, tales como hojas, flores, frutos, semillas, tallos,
madera, corteza, raíces, rizomas y otras partes de plantas, enteros, fragmentados o pulverizados.
Materiales herbarios: comprenden, además de hierbas, jugos frescos, gomas, aceites fijos, aceites
esenciales, resinas y polvos secos de hierbas. En algunos países esos productos se pueden elaborar
mediante diversos procedimientos locales, como el tratamiento con vapor, el tostado o el
rehogado con miel, bebidas alcohólicas u otros materiales.
Preparaciones herbarias: son la base de los productos herbarios acabados y pueden componerse
de materiales herbarios triturados o pulverizados, o extractos, tinturas y aceites grasos de
materiales herbarios. Se producen por extracción, fraccionamiento, purificación, concentración y
otros procesos biológicos o físicos. También comprenden preparaciones obtenidas macerando o
calentando materiales herbarios en bebidas alcohólicas o miel o en otros materiales.
Actividad terapéutica
Principio activo
Los principios activos son los ingredientes de los medicamentos herbarios que tienen actividad
terapéutica. En el caso de los medicamentos herbarios cuyos principios activos hayan sido
identificados, se debe normalizar su preparación, si se dispone de métodos analíticos adecuados,
para que contengan una cantidad determinada de ellos. Si no se logra identificar los principios
activos, se puede considerar que todo el medicamento herbario es un solo principio activo.
Dra. Xiaorui Zhang
Medicina tradicional, Medicamentos Esenciales y Política Farmacéutica (EDM)
OMS/Ginebra http://www.who.int/topics/traditional_medicine/definitions/es/
:: Introducción ::.
Los capítulos 17 y 26 del cuestionario de las Relaciones geográficas del siglo XVI (Instrucción y
Memoria de las relaciones que se han de hacer para la descripción de las Indias, que su majestad
manda hacer, para el buen gobierno y ennoblecimiento dellas) , que la corona española imprimió
en 1577 y distribuyó poco después entre gobernadores, corregidores o alcaldes mayores,
contienen las bases de lo que hoy podría considerarse el primer estudio a gran escala de la
medicina tradicional mexicana; también, el primer intento de recoger información epidemiológica
en la totalidad del suelo novohispano. Expresadas así, ambas afirmaciones constituyen una
exageración y un anacronismo: para el siglo XVI no existe lo que hoy denominamos la "medicina
tradicional mexicana" ni, mucho menos, la epidemiología. Pero, aceptado esto, es preciso
reconocer que una obra como La medicina tradicional de los pueblos indígenas de México
encuentra en las Relaciones geográficas su antecedente metodológico más directo. Recordemos el
contenido de lo que esos capítulos piden que se interrogue:
"17. Y si es tierra o puesto sano o enfermo, y, si enfermo, porqué causa (si se entendiere), y las
enfermedades que comúnmente suceden, y los remedios que se suelen hacer para ellas". (...)
"26. Las yerbas o plantas aromáticas con que se curan los indios, y las virtudes medicinales o
venenosas de ellas."
Un repaso a la bibliografía sobre la medicina de los pueblos indígenas de México nos convence de
que la nada despreciable cantidad de trabajos producidos en lo que va del siglo XX —obra, en
buena medida, de la etnografía— no contemplaba el propósito de obtener un panorama, a la vez
general y razonablemente exhaustivo, de las ideas, las prácticas y los recursos puestos en juego
para enfrentar las amenazas o los efectos de la enfermedad, el accidente, el desequilibrio o la
muerte, en los 56 grupos distinguidos lingüísticamente que habitan hoy en el territorio nacional.
La gran labor de los etnógrafos estuvo en general referida a grupos o comunidades específicas, y la
disparidad de los métodos aplicados y de los productos obtenidos haría imposible que una
antología de esos trabajos nos ofreciera ese cuadro de conjunto que es uno de los objetivos
pretendidos por nuestra obra. En este sentido, nuestro trabajo recoge una de las líneas
fundamentales establecidas en el siglo XVI (la otra, como afirmamos en la Introducción del
Diccionario enciclopédico de la medicina tradicional mexicana, que forma parte de esta misma
biblioteca, es la desarrollada por fray Bernardino de Sahagún), muy pocas veces retomada
después, salvo en casos como el del Ensayo de geografía médica y climatología de la República
Mexicana de Domingo de Orvañanos, publicada por la Secretaría de Fomento en 1889. Se trata, en
buena medida, del método de la encuesta directa que recoge opiniones de informantes clave, en
nuestro caso alrededor de 2 000 médicos tradicionales indígenas. En el caso del Ensayo de
geografía médica... ésta se originó en una iniciativa del general Carlos Pacheco, entonces
secretario de Fomento de Porfirio Díaz. Pacheco ordenó que se efectuara en toda el área nacional
una encuesta que respondiera a los siguientes puntos: 1) condiciones climatológicas en cada lugar
de la República; 2) estadística y distribución geográfica de las enfermedades; 3) flora peculiar de
cada enfermedad. El cuestionario —redactado por Gustavo Ruiz y Sandoval y Ramón Rodríguez
Rivera— fue enviado por el gobierno a las 2 863 municipalidades del territorio. Importa destacar el
tipo de informante escogido, pues se trató de una consulta a las autoridades políticas, a las
municipalidades, a las corporaciones científicas, a los médicos, a las personas de instrucción y de
buena voluntad de todos los lugares del país, lo que sabían de climatología, así como de geografía
médica (y de) aspectos relativos a razas. Por alguno de los aspectos temáticos y, sobre todo, por el
carácter abierto de la consulta, la obra escrita por Orvañanos —un texto y 43 cartas geográficas—
recupera el procedimiento básico desarrollado en la Instrucción y Memoria de las relaciones.
Si este texto se asocia de manera estrecha a los otros títulos que conforman la Biblioteca de la
medicina tradicional mexicana, no es menos directa su vinculación con un libro recientemente
aparecido —el Herbario medicinal del Instituto Mexicano del Seguro Social. Información
etnobotánica de Abigail Aguilar Contreras y colaboradores— y con otras obras a las que
aludiremos enseguida. Quizás no resulte aventurado afirmar que, en última instancia, su génesis
puede ubicarse en las preocupaciones de un grupo de investigadores que trabajaron juntos o
colaboraron frecuentemente a partir de los últimos años de la década de los setenta. Los
escenarios fueron el Instituto Mexicano para el Estudio de las Plantas Medicinales (IMEPLAM,
convertido más tarde en Unidad de Investigación en Medicina Tradicional y Herbolaria, y, más
tarde aún, en Unidad de Investigación en Medicina Tradicional y Desarrollo de Medicamentos,
ambas del IMSS), la Dirección General de Culturas Populares, diversas dependencias de la
Universidad Nacional Autónoma de México, el Departamento de Antropología Social del INAH y el
Instituto Nacional para la Investigación de los Recursos Bióticos (INIREB), principalmente. El
propósito de producir obras que sentaran las bases generales de la información sobre la medicina
tradicional y sus recursos exigía, por una parte, la organización de equipos de investigación y, por
otra, una comunidad de intereses convergentes que hiciera posible el desarrollo de los proyectos.
Las obras producidas resultaron, casi siempre, colectivas, independientemente del hecho de que
sean citadas bajo el nombre de su coordinador, director o autor principal. Esta lista incluye: Indice
y sinonimia de las plantas medicinales y Usos de las plantas medicinales de José Luis Díaz,
Bibliografía comentada de la medicina tradicional mexicana (1900-1978) de Axel Ramírez, Plantas
tóxicas de México de Abigail Aguilar Contreras y Carlos Zolla, Flora medicinal mexicana. I. Plantas
indígenas de Xavier Lozoya y Mariana Lozoya, los textos de Silvia del Amo y, sobre todo, el
pequeño volumen titulado La medicina tradicional en México. Experiencia del Programa IMSS-
COPLAMAR 1982-1987. Como se puede apreciar, todas estas obras recuperan la idea del
inventario extenso (el texto de Lozoya y Lozoya, que sólo estudia 14 plantas, formaba parte, en
realidad, de un programa de investigaciones más amplio), si bien es visible en ellas el predominio
de los trabajos etnobotánicos y, en menor medida, de la bibliografía antropológica.
En general, muchas de las obras etnográficas han recogido datos sobre la medicina tradicional
indígena sin que su estudio concreto constituyera el eje de los proyectos: así, es posible encontrar
información relativa a ella dentro de apartados dedicados al ciclo de vida, a los sistemas de
creencias, a los ritos y ceremonias o al uso de los recursos naturales. La antropología médica, por
su parte, aun interesándose en el proceso salud-enfermedad, en los mecanismos de la eficacia
simbólica o en los síndromes de filiación cultural —como los diversos estudios dedicados al
susto—, no ha producido una obra que dé cuenta de la labor histórica de los pueblos indígenas
para generar una respuesta sistemática ante las amenazas o los efectos de la enfermedad, el
accidente, el desequilibrio y la muerte, o, en otras palabras, un sistema médico.
En cuanto al procedimiento expositivo, nos pareció pertinente distinguir dos grupos de datos y
elaborar, en consecuencia, dos secciones, en lugar de cuatro: es decir, conservar separada la
información sobre los recursos humanos (edad y sexo, formas de aprendizaje y tipos y
denominaciones de los terapeutas, motivos de consulta o causas de demanda de atención según
las distintas profesiones médicas, etcétera) de aquella otra relativa a las causas de demanda de
atención, a propósito de la cual se articulan diagnósticos y terapias, y se emplean determinados
recursos materiales y simbólicos. En otras palabras, las causas de demanda de atención son el eje
conceptual y expositivo de toda la obra.
¿Por qué ahora se elabora este estudio? La razón, nos parece, hay que buscarla no sólo en la
maduración de tendencias académicas manifestadas desde hace casi dos décadas, sino también en
la importancia que en nuestros días han adquirido tanto la medicina tradicional como los pueblos
indígenas. Las investigaciones mencionadas anteriormente y los programas de extensión de
cobertura hacia las zonas rurales e indígenas han puesto en evidencia tanto las difíciles
condiciones de vida de estos grupos como la rica y compleja cultura médica existente. Nuestro
trabajo ha tratado, más allá de la aplicación de ciertos instrumentos metodológicos, de recuperar
la voz de los informantes, de compendiar la palabra de los terapeutas cuando expresan los
motivos por los que las poblaciones recurren a demandar sus servicios. El estudio no pretendió
determinar si esta medicina era efectiva o no, no verificó experimentalmente las propiedades
curativas atribuidas a los recursos terapéuticos tradicionales ni, menos aún, elaboró una
epidemiología sociocultural. Pero, incluso cuando los propósitos hubieran sido éstos, creímos
necesario contar con una base informativa previa que diera cuenta de la visión de los propios
médicos tradicionales sobre los padecimientos y las terapias, que fuera un instrumento para los
propios terapeutas indígenas, para quienes trabajan en salud con población indígena y para los
estudiosos del fenómeno de la medicina tradicional.
En términos generales, la obra consta de tantos capítulos como grupos indígenas existen hoy. Para
elaborarla se tuvo en cuenta que en las fuentes oficiales (INEGI, INI, SEP) se reconocen 56 etnias
determinadas conforme a criterios lingüísticos. Algunas de ellas (nahuas, mayas, mixtecos,
zapotecos) son numerosas y habitan en extensas regiones del país; más aún, por efectos de la
migración, los lugares de residencia de muchos de estos grupos se han multiplicado. Otras, en
cambio, constituyen pequeñas poblaciones en las que la suma total de sus miembros llega a ser
inferior a los 500 habitantes. Para dar cuenta de manera general del estado de la medicina
tradicional en cada uno de los pueblos indígenas y, al mismo tiempo, recoger datos que
permitieran apreciar las particularidades de su cultura médica, era necesario disponer de una
infraestructura significativa, detectar a los grupos de informantes, organizar y entrenar a los
encuestadores y contar con la capacidad para el almacenamiento, procesamiento y análisis de la
información recogida. En esto resultó fundamental la colaboración de una gran cantidad de
Centros Coordinadores Indigenistas (CCI) del INI, distribuidos en regiones indígenas clave del país,
y los contactos con los médicos tradicionales de los diferentes pueblos indios, muchos de ellos
animadores de los procesos organizativos que se viven actualmente. También, por supuesto, la
constitución de un equipo central que debía no sólo organizar la aplicación de la encuesta, dar
seguimiento a las tareas, recoger, procesar, analizar y redactar la información, sino también cubrir
de manera directa aquellas zonas o pueblos en los cuales se careció del equipo institucional de los
CCI.
Como el lector podrá apreciar, la extensión de los capítulos difiere (a veces, sensiblemente). Las
razones son varias: en algunos casos, este hecho refleja la mayor o menor riqueza y complejidad
de las medicinas indígenas locales; en otros, la cantidad y calidad de la información recogida por
los encuestadores.
Si el lector compara esta obra con el Diccionario enciclopédico de la medicina tradicional
mexicana, notará inmediatamente que una está hecha exclusivamente con material de campo,
prescinde de bibliografía y omite las interpretaciones en beneficio de una exposición llana; el
Diccionario, en cambio, se elaboró exclusivamente con material bibliográfico, las interpretaciones
son abundantes y los cruces de los datos —que asocian términos, prácticas y conceptos de diversa
procedencia— es un elemento estructural de la obra. Hemos resistido a la tentación de completar
un dato débil, una información escueta —pero de primera mano—, con una fuente bibliográfica
confiable y mucho más exhaustiva, salvo en casos excepcionales donde la información de campo
reclamaba una precisión o aclaración específica. Confiamos que al haber distinguido nítidamente
estos dos procedimientos contribuyamos al trabajo de futuros estudiosos del tema, ofreciéndoles
un material original, desnudo de referencias secundarias, aunque importantes. Decida el lector si
esto constituyó un defecto o un acierto metodológico.
Aclaraciones.
Hemos señalado en la Introducción que el propósito inicial de la obra fue dedicar un capítulo a
cada uno de los 56 pueblos indígenas que habitan en el territorio nacional. Sin embargo, aparecen
agrupados mochos (motozintlecos), cakchiqueles y jacaltecos, tepehuanos del sur y mexicaneros,
cochimí, cucapá, kumiai, kiliwas y pai-pai, y tlahuicas (matlatzincas y ocuiltecos). Ello obedece a
que, en general, estos grupos comparten un mismo territorio, o bien a que sus respectivas
medicinas no presentan diferencias apreciables.
Cada uno de los capítulos se estructura distinguiendo tres secciones: la población, los recursos
humanos y las causas de demanda de atención. La primera sección fue elaborada con material
bibliográfico, y las fuentes respectivas se citan al final del libro. Las otras dos secciones exponen el
material de campo, y si intercalan enfermedades con procedimientos y métodos diagnósticos y
terapéuticos, es por que unas y otros constituyen motivos de demanda de atención. El lector
notará que la sección dedicada a los recursos humanos de la medicina tradicional lacandona ha
sido omitida, explicándose en el texto correspondiente los motivos que llevaron a tomar esta
decisión.
Los nombres indígenas que se consignan para designar a los diversos tipos de terapeutas, a las
causas de demanda de atención y a los recursos terapéuticos fueron reproducidos tal como los
señaló el informante o como estimó el encuestador que debían trascribirse. Seguramente los
lingüistas entrenados en la trascripción fonética de los alfabetos indígenas de México encontrarán
no pocos errores. Las consultas efectuadas en numerosos vocabularios, lejos de ayudarnos a
precisar los datos, multiplicaron las diferencias.
La medicina tradicional forma parte del sistema real de salud de los mexicanos, junto a la
académica (alópata, que se estudia en la Universidad, y homeópata, en el Instituto Politécnico
Nacional), la casera y las llamadas alternativas, o complementarias, dijo Carlos Zolla, coordinador
de Investigación del Programa Universitario México Nación Multicultural (PUMC), de la UNAM.
Es una de las más importantes del planeta. Por su flora medicinal, es la segunda o tercera en
diversidad de especies en el mundo, y en América Latina, ocupa el primer lugar, comentó
Se estima que nuestro territorio tiene entre cinco mil y 10 mil especies medicinales, o
potencialmente curativas. Sin embargo, afirmar que “medicina tradicional es igual a plantas
medicinales”, no es del todo cierto.
Más que herbolaria medicinal, sostuvo, es un sistema de conceptos, creencias, prácticas, recursos
materiales y simbólicos para la atención y tratamiento de diversos padecimientos o procesos
desequilibrantes.
Todo eso y más se muestra en la Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana, proyecto
de la UNAM coordinado por Zolla y Arturo Argueta (Centro Regional de Investigaciones
Multidisciplinarias). Se basa en la obra impresa dirigida también por ambos investigadores en el
entonces Instituto Nacional Indigenista (INI, hoy Comisión Nacional para el Desarrollo de los
Pueblos Indígenas). La enciclopedia digital se puede consultar en
www.medicinatradicionalmexicana.unam.mx
A través de los años, se ha nutrido de otras culturas médicas: la europea (la humoral, la
renacentista), la africana, y más tarde, por las llamadas medicinas modernas. Ha variado también
por los cambios en el perfil epidemiológico de las poblaciones, y por factores económicos,
ecológicos, culturales y religiosos.
Los médicos tradicionales son conocidos popularmente como curanderos, parteras, hueseros,
hierberos, rezanderos, sobadores o graniceros. En algunas lenguas indígenas se les llama h’men
(mayas), mara’akáme (huicholes), e h’ilol (tzeltales, tzotziles).
Hace unos 10 años ejercían 13 mil médicos rurales y tres mil 25 alópatas en territorio nacional, sin
contar Nuevo León, Tamaulipas y Zacatecas. No se incluyeron porque el INI no tenía entonces
infraestructura en esos sitios.
¿Cómo diagnostican, cómo generan apoyo psicológico, psicosomático en sus pacientes? Además
de compartir claves culturales (misma lengua, creencia en santos y en lugares peligrosos o
benéficos), el médico tradicional usa sus sentidos: palpa, mira, huele, platica, utiliza el sueño (del
paciente o de él) y, naturalmente, dialoga con el paciente o con un acompañante.
Aunque las plantas son uno de sus recursos materiales y simbólicos más conocidos, tiene también
animales y minerales medicinales, así como la hidroterapia (temazcal, toritos, baños de tina, de
asiento, termales).
Para la medicina tradicional, explicó Zolla, nos movemos permanentemente entre el frío y el calor,
de modo que hay estados corporales, enfermedades, plantas, alimentos, bebidas y medicinas frías
y calientes.
El embarazo es un estado transitorio de calor. Al momento del parto, la mujer pierde temperatura,
y para que este proceso no sea abrupto, se recomienda caldo de pollo o guajolote, que son
calientes; no comida de cerdo, que es fría, indicó el universitario.
La hidropesía y los males reumáticos son fríos. Están asociados al mundo de Tláloc (a la lluvia, la
humedad, la parte inferior del mundo). En cambio, el sarampión, que trajeron los españoles, es
considerado caliente.
Campo ritual
La medicina tradicional participa también en un campo ritual que va desde ceremonias en la milpa
para obtener buena cosecha para la sobrevivencia, hasta rituales de limpia de personas y lugares
(la casa de los recién casados para una vida feliz en pareja).
Hay, asimismo, mitos instalados en relación a un consejo terapéutico. Zolla refiere un caso: en
Chiapas, después de una sudorosa jornada de trabajo, es mejor pasar por un puente, aunque esté
más alejado de la población, y no cruzar el río, porque “los chaneques te pueden dañar y
enfermarte”. El mito juega, propicia una conducta preventiva.
La primera es “de bajísima tecnología” frente a la que se ejerce en cualquier hospital, que cuenta
con tomografía, resonancia magnética nuclear, espectrometría de masas y pruebas de ADN.
El temazcal, ejemplificó, tiene una serie de méritos terapéuticos pero es bastante sencillo
tecnológicamente. “Dentro de una pequeña habitación se calientan piedras y se les echa agua
para producir vapor”.
No hay “buenas estadísticas” sobre cuántos mexicanos recurren a la medicina tradicional (utilizan
plantas para curarse o consultan al curandero). Sin embargo, para dar una idea, se refirió a dos
encuestas que realizó por encargo del ISSSTE a fines de la década de los 80 en Magdalena
Contreras y Coyoacán.
Más del 50 por ciento de los derechohabientes que concurrían a la consulta de medicina familiar,
tenía algún tipo de contacto con la tradicional. Además, en áreas rurales el médico más
importante era el curandero o la partera; en zonas urbanas, el curandero-huesero. Las mujeres se
atendían del parto en las unidades hospitalarias alopáticas.
Finalmente, apuntó que debido a los fenómenos migratorios que ha tenido México, el sistema real
de salud de los chilangos tiene una fuerte influencia de la medicina tradicional, que trae la gente
del campo a la ciudad.
Nosotros, los mismos médicos tradicionales quienes apoyamos al Sector Salud para que los
pueblos aceptaran a los médicos y sus medicamentos.
El Instituto Nacional Iindigenista (ahora Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos
Indígenas) apoyó con estudios de diagnóstico para que se construyeran las unidades médicas
rurales, en las zonas mas necesitadas en la primera y segunda etapa y el IMSS-COPLAMAR con la
parte técnica de construcción y equipamiento de las clínicas rurales.
La medicina tradicional es el conocimiento que tenemos los médicos tradicionales de una gran
cantidad de plantas, animales, agua y minerales con propiedades curativas, . Es saber, es
conocimiento, es un privilegio que no esta escrito, es el Don que Dios nos da para curar.
Es un Don especial que Dios da a las parteras, que con sus manos acomodan y ordenan el cuerpo
de las mujeres, para esperar y recibir a nuevas vidas.
SALUD.
Nosotros como indígenas Mixtecos consideramos a la salud como IOOBA'AI. Significa estar sano,
significa que la persona se siente bien, tiene ánimo de trabajar, le dan ganas de comer y salir, esta
contento se siente libre del organismo, su corazón palpita bien, su pulso esta bien, esta chapeado
y no tiene problemas con familiares o con amigos.
Es un buen estado y funcionamiento del cuerpo, alma y espíritu, que son uno solo que nosotros
debemos de cuidar con una alimentación adecuada, aseo espiritual y material.
La enfermedad la consideramos con el nombre de CUE'E y es lo contrario a estar sano.
NUESTRO CUERPO.
Para la medicina tradicional (EL CUERPO) es una caja compuesta con diferentes órganos internos,
huesos, carne, líquidos, cuerdas y nervios que son movidos por medio de la sangre de la cabeza a
los pies.
Caídas, susto, golpes, espanto, mal de ojo, empacho, enfermedades de las cuerdas, caída de
mollera, atención de partos, anginas, enfermedad del huesito, daño, dolo, resbalón, dolor de
cuerpo, dolor de cabeza, mal aire.
• Con la adivinación
• Viendo a la persona
Como organizaciones empezamos a caminar hace 15 años, con los primeros encuentros entre
médicos tradicionales como un elemento importante para atender las enfermedades y dar salud.
1984
1986
1987
1988
El Tercer Encuentro de la Medicina Indígena de la mixteca y de la costa la sede del encuentro fue
en San Agustín Chayuco del distrito de Jamiltepec.
1989
Se formó en la comunidad de Cuauhtemoc Tayata Tlaxiaco la Organización de Médicos Indígenas
Tradicionales de la Región Mixteca Alta el día 12 de Marzo de 1989. En el primer encuentro local
de la medicina indígena tradicional, el grupo decidió constituirse como la primera organización de
médicos indígenas tradicionales en el estado.
1991
2001
2003
Nuestros avances son que ya contamos con 2 centros de desarrollo de medicina tradicional, uno
en Nochixtlán y uno en Tlaxiaco, tenemos 14 farmacias de medicina tradicional, 2 herbarios, 3
jardines botánicos, 11 baños de temascal y dos invernaderos.
Estamos integrados al CEMITO para que a través de este consejo, lograr la coordinación y unidad
fraternal con las instituciones de salud. Así como el reconocimiento para la legalización de la
Medicina Tradicional , a pesar de los convenios, acuerdos y solicitudes celebrados con diferentes
instancias seguimos con algunos problemas como el estilo particular del personal de algunas
clínicas de salud, que no conciben ni aceptan nuestro trabajo.
PROBLEMAS.
A partir de la desaparición del programa de medicina tradicional del entonces Instituto Nacional
Indigenista (INI), ya no se cuenta con presupuesto para la operación y ejecución de proyectos
encaminados al fortalecimiento de la medicina indígena tradicional, sin embargo nosotros como
médicos indígenas tradicionales continuamos fortaleciendo nuestra medicina con nuestros propios
recursos.
La medicina indígena tradicional no ha sido reconocida ni respetada por el Sector Salud, ya que se
continúa con la discriminación y rechazo de los tratamientos que brindamos los médicos indígenas
tradicionales a los pacientes de acuerdo con los conocimientos, usos y costumbres de los pueblos
indígenas.
No se ha dado una difusión amplia del Decreto 346, ni mucho menos se ha respetado dentro del
estado de Oaxaca.
Los charlatanes se han aprovechado del conocimiento y difusión de la medicina tradicional para su
beneficio personal.
Saqueo de las plantas medicinales y conocimiento de los médicos indígenas tradicionales por parte
de investigadores mexicanos y extranjeros para beneficio particular.
Destrucción e invención de los lugares sagrados por parte de los líderes y caciques comunitarios.
Algunas plantas medicinales se encuentran en peligro de extinción por el uso excesivo de
fertilizantes y pesticidas.
El sector salud ha utilizado a las compañeras parteras para cubrir metas de planificación familiar.
Los médicos institucionales desconocen y no respetan los usos y costumbres que tienen nuestros
pueblos indígenas en la forma de curarse.
Los médicos tradicionales no hemos sido tomados en cuenta para la elaboración de proyectos,
propuestas y planes de trabajo a nivel local, regional, estatal y nacional de acuerdos al Plan
Nacional de Desarrollo de los Pueblos Indígenas.
En la mixteca tenemos muchos años de trabajo apoyando a la salud quisiéramos haber avanzado
mas con nuestros proyectos, a veces sentimos, que a pesar del tiempo todavía estamos
empezando. Requerimos de mucho apoyo para avanzar en el trabajo colectivo y humano, en
apoyo de la salud, ya que para la medicina tradicional no existe limite de atención, territorio o
condición social.
En muchos lugares del mundo el gasto en MT/ MCA no es sólo importante, sino que está
creciendo rápidamente. En Malasia, se estima se gastan anualmente 500 millones de dólares
estadounidenses en este tipo de cuidado de la salud, comparado con unos 300 millones de dólares
estadounidenses en medicina alopática. En EE UU, el gasto total en 1997 en MCA se estima fue de
2700 millones de dólares estadounidenses. En Australia, Canadá y el Reino Unido el gasto anual en
MCA se estima en 80 millones, 2400 millones y 2300 millones de dólares estadounidenses
respectivamente. ¿Por qué un uso tan amplio? Accesible y asequible en los países en vías de
desarrollo En los países en vías de desarrollo, el amplio uso de la Medicina Tradicional se atribuye
a su accesibilidad y asequibilidad. En Uganda, por ejemplo, la proporción de personas que
practican la Medicina Tradicional frente a la población es de 1:200 y 1:499. Esto contrasta
drásticamente con la disponibilidad de personas que practican la medicina alopática, para la cual
la proporción es de 1:20.000 o menos. Incluso la distribución de dicho personal es desigual, la
mayor parte se encuentran en ciudades u otras zonas urbanas y por lo tanto es difícil que las
poblaciones rurales tengan acceso. La Medicina Tradicional es a veces la única fuente asequible de
atención sanitaria, especialmente para los pacientes más pobres del mundo. En Ghana, Kenia y
Malí, la investigación ha demostrado que una serie de medicamentos antimaláricos de
pirimetamina/ sulfadoxina puede costar mucho dinero. El gasto sanitario per cápita en Ghana y
Kenia contabiliza tan sólo 6 dólares estadounidenses al año. Por el contrario, la medicina con
hierbas para el tratamiento de la malaria es considerablemente más barato y muchas veces
incluso se paga en especias y/o de acuerdo con la “riqueza” del cliente. La Medicina Tradicional es
también muy popular en muchos países en vías de desarrollo puesto que está firmemente
arraigada en los sistemas de creencias.
Es factor común dentro de las Medicinas Tradicionales comprender las enfermedades del cuerpo
en conexión con enfermedades de la mente y problemas del entorno.
'Existe riqueza de conocimientos de los médicos locales tanto en los Andes como en la Amazonía y
el reto es reconocer y valorar formas distintas de conocimientos y saberes en el campo de la salud,
e incorporarlos de manera gradual a los sistemas de salud 'oficiales'. Porque existe una concepción
distinta de la salud entre la población indigena, y la comprensión de la enfermedad no se basa
únicamente en patologías o aspectos biológicos que denoten algún desequilibrio, sino que
considera otros factores de ordens social, ambiental y espiritual que también inciden en el
padecimiento.'4
Desde el punto de vista occidental se comprendería esta dialéctica entre cuerpo y mente de la
siguiente manera. El cuerpo humano es un sistema perfecto y, salvo la vejez como factor natural
de la muerte, las enfermedades provienen de agentes externos. Estos agentes externos en la
Medicina Natural se comprenden como desbalances de la dinámica natural del cuerpo. Hasta este
punto la cuestión no varía significativamente de la Medicina Occidental pero es cuando se toma en
cuenta la importancia de la mente dentro de la enfermedad que la Medicina Tradicional toma otro
giro.
La Medicina Occidental trata los síntomas de las enfermedades con medicamentos eficaces
haciendo énfasis en la enfermedad física ya que es inminente y la amenaza de muerte, inmediata.
La Medicina Tradicional, aunque tiene repertorios de medicamentos de origen herbal y animal, se
centra también en los hábitos del enfermo. Los hábitos del paciente son algo que desde la
Medicina Occidental se busca corregir desde la Promoción de Salud, mostrando los correctos
hábitos de vida para prevenir la enfermedad. Promocionar la salud puede sugerir la corrección de
los hábitos, o crear buenos hábitos en las generaciones emergentes, pero en individuos donde los
malos hábitos se han cristalizado debido a que los han tenido por mucho tiempo, se vuelve difícil
combatir estas costumbres con mensajes.
Los malos hábitos de toda índole tales como los alimenticios o las adicciones, están
profundamente arraigados en la estructura psicológica del individuo. Cualquier acción que se lleve
a cabo prolongadamente deja de requerir voluntad consciente y se convierte en un proceso
automático el cual puede ser un buen hábito o un mal hábito. Estos automatismos son creaciones
naturales de la mente (y no solo la humana) para promover la adaptación a una situación
recurrente5. Lastimosamente esta adaptación no tiene siempre una connotación positiva y cuando
el acto repetitivo es dañino, en muchos casos puede asimilarse hacia los procesos involuntarios de
la mente, generando de esta manera un automatismo de un mal hábito.
Cualquier persona que haya sufrido enfermedades a causa de un mal hábito sabe lo difícil que es
acabar con estos hábitos automáticos de la mente, los cuales con el tiempo se vuelven adicciones
dentro del balance químico del cuerpo. En la Medicina Occidental hay un amplio repertorio de
medicamentos para atacar los productos de estos automatismos dañinos (los síntomas) pero
difícilmente se trata el origen del problema que es la mala costumbre arraigada en el inconsciente
del individuo. El médico le sugiere, y en casos es imperante con el paciente en cuanto a los malos
hábitos que debe dejar, pero se requiere más que una amonestación para acabar con los
automatismos del cerebro humano.
Es aquí donde entra en juego el factor característico y único de la Medicina Tradicional que es el
proceso ritual. Los procesos rituales de muchas Medicinas Tradicionales y Alternativas, si son
llevados a cabo correctamente- son los únicos que pueden, mediante la sugestión, afectar
directamente los procesos inconscientes del cerebro en donde se encuentran arraigados los
automatismos. Toda acción que se hace por segunda naturaleza deja de ser hecha por la
consciencia y se transforma en un proceso inconsciente de manera que el inconsciente es el
blanco de los procesos rituales, los cuales con música y otros procesos de sugestión afectan
directamente estas zonas. Claro está que es supremamente complicado saber qué tipo de
sugestión ritual estimula cuál parte del cerebro en donde se encuentra tal o cual automatismo
responsable de un mal hábito que a su vez causa una enfermedad, pero precisamente ha sido este
conocimiento el que los Pueblos Indígenas han perfeccionado a través de los siglos.
Este conocimiento debe ser protegido y estimulado para que los rituales que desde siglos atrás
han sido capaces de corregir los automatismos de malos hábitos (los cuales en occidente son
responsables de muchas enfermedades) no pasen a ser solamente rituales de índole cultural y de
identidad. Es necesario salvar la esencia de este aspecto de la Medicina Tradicional así como las
plantas y animales que usan para apoyar estos procesos.
Las definiciones pueden diferir de las que figuran en las reglamentaciones de los países donde se
utiliza la medicina tradicional, por lo que deben servir exclusivamente como referencia.
Hierbas
Las hierbas comprenden materiales vegetales brutos, tales como hojas, flores, frutos, semillas,
tallos, madera, corteza, raíces, rizomas y otras partes de plantas, enteras, fragmentadas o
pulverizadas.
Materiales herbarios
Los materiales herbarios comprenden, además de hierbas, jugos frescos, gomas, esencias
estabilizadas, aceites esenciales, resinas y polvos secos de hierbas. En algunos países, se pueden
elaborar dichos materiales mediante diversos procedimientos locales, como el tratamiento con
vapor, el tostado o el rehogado con miel, bebidas alcohólicas u otros materiales.
Preparaciones herbarias
Las preparaciones herbarias son la base de los productos herbarios acabados y pueden
componerse de materiales herbarios triturados o pulverizados, o extractos, tinturas y aceites
grasos de materiales herbarios. Se producen por extracción, fraccionamiento, purificación,
concentración y otros procesos biológicos o físicos. También comprenden preparaciones
obtenidas macerando o calentando materiales herbarios en bebidas alcohólicas o miel o en otros
materiales.
Los productos herbarios acabados se componen de preparaciones herbarias hechas a partir de una
o más hierbas. Si se utiliza más de una hierba, se puede utilizar también la expresión «mezcla de
productos herbarios». Los productos herbarios acabados y las mezclas de productos herbarios
pueden contener excipientes además de los principios activos. Sin embargo, no se consideran
herbarios los productos acabados o en forma de mezcla a los que se hayan añadido sustancias
activas químicamente definidas, incluidos compuestos sintéticos o constituyentes aislados de
materiales herbarios.
Actividad terapéutica
Principios activos
Los principios activos son los ingredientes de los medicamentos herbarios que tie-nen actividad
terapéutica. En el caso de los medicamentos herbarios cuyos princi-pios activos hayan sido
identificados, se debe normalizar su preparación, si se dis-pone de métodos analíticos adecuados,
para que contengan una cantidad determi-nada de ellos. En los casos en que no se puedan
identificar los principios activos, se puede considerar que todo el medicamento herbario es un solo
principio activo.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
http://pueblosindigenas.bvsp.org.bo/php/level.php?lang=es&component=50&item=3
Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha hecho uso de los diferentes recursos materiales,
mágicos y religiosos que tenía a la mano para poder afrontar los padecimientos a los que estaba
expuesto en el entorno en el que vivía. Dicho comportamiento fue organizándose con base en las
normas y cosmovisiones que los pueblos instituían, al grado de formar sistemas particulares de
atención a la salud. Dichos sistemas evolucionaron hasta la actualidad para delinear tres grandes
categorías en las que las prácticas médicas se fueron consolidando: la medicina científica, la
medicina alternativa y/o complementaria y la medicina tradicional.
La medicina tradicional, ha sido objeto de estudio de diferentes áreas de las ciencias básicas
intentando obtener evidencia empírica sobre su eficacia. Otras áreas de estudio como la
antropología y la sociología, han aportado elementos para comprender mejor este tipo de
prácticas de salud en torno a la eficacia simbólica y representacional. No obstante, la psicología,
desde la perspectiva psicosocial, ha visto pocos frutos de investigación con respecto a este tema
que aborda perspectivas diferentes a los ya tradicionales sistemas de salud oficiales.
Ante esto, el presente ensayo pretende dar una aproximación a la medicina tradicional mexicana
desde la perspectiva psicológica social y cultural, a fin de explorar teóricamente, por qué las
personas, a pesar de tener al alcance los servicios de salud oficiales, acuden a este tipo de
prácticas médicas.
Cavazos y Carrillo [2] dividen el estudio de la historia de la medicina en tres grandes períodos:
2. Etapa racional de la medicina. En la que destacan los avances filosóficos griegos, romanos
y árabes en el desarrollo de los conocimientos médicos.
No obstante, al paso del tiempo algunas de prácticas llamadas hoy alternativas, complementarias
o tradicionales, se han logrado mantener a la par de la medicina científica, con un importante
papel en la vida de las personas que integran una sociedad. Actualmente, la investigación científica
en torno a las terapias alternativas y complementarias, ha focalizado sus esfuerzos en obtener
evidencia empírica sobre la eficacia de éstas prácticas en padecimientos que usualmente son
tratados desde la medicina científica, así como su impacto en la calidad de vida de las personas [3].
Claro está que también hay quienes someten a crítica dicha efectividad buscando sustentar una
relación entre la reducción de la calidad de vida y el uso de las terapias alternativas y
complementarias [4]. Otros estudios más, plantean la posibilidad de relación de éstas prácticas
con fenómenos como el efecto placebo [5], sin embargo, ninguna corriente ha logrado
establecerse fehacientemente y la controversia sigue.
En el presente no se procura discutir la eficacia de dichas terapias; más bien retomarlas para
identificar la importancia de las prácticas médicas en la sociedad respecto del mantenimiento o la
mejora de la salud como un pilar para la calidad de vida de las personas, así como para
comprender cuál es la implicación de lo biopsicosociocultural en las prácticas médicas, en
específico de la llamada medicina tradicional.
En América, una de las prácticas médicas más difundida y oficializada es la medicina científica u
occidental. Es también llamada medicina alópata, convencional, oficial, cosmopolita, entre otras
acepciones. Este tipo de medicina, se ha concretado como un sistema médico de atención a la
salud a través de una serie de procesos sociopolíticos y económicos que la ha ordenado bajo los
lineamientos de políticas de salud pública en cada uno de los países que la oficializan. Al ser parte
de este sistema, se le ha tomado como referencia para clasificar otras formas de atención a la
salud que no se han alineado en su totalidad en torno a las políticas públicas de sanidad o a los
criterios científico-académicos, como las medicinas alternativas, complementarias o tradicionales
[6].
Dados los progresos en la ciencia en general y los constantes movimientos sociales en diversos
países de Europa y América, así como el inicio de la revolución industrial a inicios del siglo XX, se
genera la expansión de la medicina hacia otros ámbitos distintos de la clínica o el hospital, tal
como al campo sociopolítico, en la que su oficialización en los estados, se da por asumir como
responsabilidad de éstos, la salud de los ciudadanos, permitiendo así la incursión de la medicina
en distintos ámbitos de la vida cotidiana, entre ellos la industria, ya vista en el periodo de la
revolución industrial, dando así como resultado la caracterización de “la medicina como una
institución social”. [7] De ésta manera se ha hecho considerar a la medicina como un pilar para la
salud de la población y de gran importancia para la vida de los pueblos.
La medicina plantea tres objetivos sobre los cuales gira su campo de acción como profesión: 1)
Conservar la salud, 2) Curar o aliviar las enfermedades y 3) Evitar la muerte prematura o
innecesaria [8], además de aumentar la esperanza de vida y generar mejores condiciones de salud
[9].
Una de las definiciones más difundidas y relativamente aceptadas sobre la salud, es la empleada
por la Organización Mundial de la Salud, que lleva plasmada en el preámbulo de su constitución
desde 1946, y que la define como un estado de completo bienestar físico, mental y social y no
solamente la ausencia de afecciones o enfermedades [10]. Ésta definición ha sido objeto de crítica
debido a la ambigüedad del término “completo bienestar”, pues varios autores refieren que dicho
término alude a aspectos subjetivos del sujeto y no a características directamente observables,
medibles y objetivas.
Otros autores conciben a la salud como un continuo, un proceso dinámico en constante equilibrio,
en el que la salud y la enfermedad coexisten reflejando distintos momentos o grados de éste,
siendo así una “actualización permanente de los procesos vitales humanos […] determinada por
las condiciones de vida de las personas y las sociedades en las cuales se desarrollan” [12]. En este
sentido hay quienes consideran que la salud es el nivel más alto de bienestar físico, social, mental
y de capacidad funcional, que permitan los factores sociales en los que vive inmerso el individuo y
la colectividad [13].
Debido a lo anterior, han surgido diversos modelos explicativos del proceso de salud-enfermedad
que se tornan importantes para la comprensión del proceso en sus diferentes dimensiones y
manifestaciones.
Algunos consideran que una parte de la historia de la medicina, sigue vigente en poblaciones que,
sujetas al margen de un sistema sociopolítico hegemónico, han logrado conservar sus prácticas
médicas basadas en sus propias creencias, como los Tzotziles y Tzetales en México [14]. Incluso la
salud y la enfermedad, en algunos lugares, aún son entendidas desde el enfoque mágico-religioso,
pues este aun prevalece en las sociedades occidentales.
Otras poblaciones han incorporado a sus sistemas sanitarios, elementos de prácticas médicas
extranjeras como resultado de un proceso de transculturación. De ésta manera se entiende que
todas éstas prácticas médicas alternativas se encuentran disponibles para todos los sectores de la
sociedad. Así, una persona puede acudir con un médico y a su vez consultar con un curandero.
Otra de las características por las cuales se distingue a la medicina alternativa y complementaria
de la medicina tradicional, es por su implicación socioeconómica, ya que la medicina alternativa y
complementaria está presente en países con un alto nivel de desarrollo socioeconómico. Por otra
parte, es su identificación en países con un desarrollo económico en vías de desarrollo lo que
caracteriza a la medicina tradicional. Así, se ha hecho también otra distinción de las prácticas
alternativas o complementarias y de la medicina tradicional por regiones geográficas. Se habla
entonces de Medicina Alternativa y Complementaria en países europeos y norteamericanos, en
tanto que se habla de Medicina Tradicional en países como África, Latinoamérica y Australia. Pese
a estas distinciones y por su relación, se ha hecho uso del término “Medicina Alternativa y
Complementaria/Medicina Tradicional” cuando se hace referencia en un sentido global a todas
esas características socioculturales, económicas y políticas en las prácticas médicas.
Por lo tanto la medicina, como la salud, se identifican como productos del ser humano en un
contexto determinado influenciados por una serie de aspectos socioculturales, en conjunto con
otros factores como lo económico y lo político, permitiendo la identificación de la medicina
tradicional, como una categoría más de clasificación de las prácticas médicas.
Los elementos que utiliza son plantas, minerales, animales u objetos asociados a rituales, técnicas
manuales y/o espirituales.
Se puede observar así, que la medicina científica como institución social dotada de un tinte
político social, ha llevado a los miembros de un pueblo a aceptarla como verdadera por simple
proceso institucional.
Es importante aclarar que muchas de las personas que acuden a estos servicios de medicina
tradicional o medicina alternativa no siempre son ignorantes o de bajo nivel educativo o cultural.
Muchas de las personas que hacen uso de este tipo de prácticas médicas tradicionales se debe a
que consideran que la ciencia médica ha fallado. Son frecuentes en las personas que padecen
enfermedades como el cáncer, SIDA, trastornos congénitos, etc [19].
Tanto el proceso de salud-enfermedad como las prácticas médicas tradicionales están permeadas
por un efecto de eficacia simbólica, en los que tanto la práctica como las representaciones se han
tornado como medios de interacción y desarrollo social. La gente no solo tiene creencias
personales, sino que también comparte unas más generales respecto de su contexto, incluso con
otras sociedades o culturas. Estos puntos en común pueden llegar a crear sistemas de creencias
paralelos a los institucionales, que permiten a las culturas diversidad y flexibilidad con respecto al
pensamiento hegemónico.
Por lo tanto, uno de los problemas más importantes es el abordaje de la salud, la enfermedad y la
medicina desde diferentes perspectivas, entendiendo el comportamiento de salud, prevención de
enfermedad y atención como el resultado de una serie de esquemas a los que se apegan los
individuos. Esta perspectiva abarca también la necesidad de un enfoque multidisciplinario
científico y tecnológico en el estudio de fenómenos bio-psico-socio-culturales relacionados con la
salud y la enfermedad.
Es lamentable, que siendo la salud una de las prioridades básicas de cualquier cultura, no existan
estudios desde la psicología respecto de las creencias, valores y actitudes e intenciones hacia la
medicina tradicional en México.
Un matiz de integración puede ser una forma de compensar los efectos perjudiciales hacia la
salud. Ya que incluso, se ha propuesto que este fenómeno se debe a la decepción generada por la
idea de que la medicina científica ha fallado, por ejemplo ante una enfermedad terminal, así como
del mayor conocimiento sobre las consecuencias del uso de fármacos, etc. Sin embargo, estas
posturas siguen siendo meras hipótesis, que en el presente intentan tener una fundamentación en
lo que se considera la implicación de factores biopsicosocioculturales en el comportamiento de las
personas hacia el uso de este tipo de prácticas médicas.