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Ángelus del Papa Francisco, domingo 24 diciembre 2017

“Mientras admiramos a nuestra Madre por su respuesta a la llamada y a la misión de Dios,


pidámosle a ella ayudarnos a cada uno de nosotros a acoger el proyecto de Dios en nuestra
vida, con sincera humildad y valerosa generosidad”, lo dijo el Papa Francisco antes de rezar
la oración mariana del Ángelus del quinto domingo de diciembre.

Contraste entre promesa y respuesta

En su alocución del Cuarto Domingo de Adviento, domingo que precede la Navidad, el Santo
Padre señaló que, en el Evangelio de la Anunciación narrado por San Lucas, podemos notar
un contraste entre las promesas del ángel y la respuesta de María. “Este contraste – afirmó
el Pontífice – se manifiesta en la dimensión y en el contenido de las expresiones de los
dos protagonistas. El ángel dice a María: ‘No temas, María, porque Dios te ha
favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será
grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su
padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin’ (vv. 30-
33)”.

Es una larga revelación, precisó el Papa, que abre perspectivas inauditas. El niño que nacerá
de esta humilde joven de Nazaret será llamado Hijo del Altísimo. No es posible concebir una
dignidad más alta que esta, agregó el Pontífice, y después de la pregunta de María, con la
cual pide explicaciones, la revelación del ángel se hace aún más detallada y sorprendente.

La respuesta de María: disponibilidad y servicio

En cambio, la respuesta de María, precisó el Papa, es una frase breve, que no habla de gloria
o de privilegio, sino sólo de disponibilidad y de servicio: «Yo soy la servidora del Señor, que
se cumpla en mí lo que has dicho» (v. 38). “También el contenido es diferente. María –
afirmó el Santo Padre – no se exalta ante la perspectiva de convertirse en la madre del
Mesías, sino permanece modesta y expresa su propia adhesión al proyecto del Señor”.

Este contraste, precisó el Obispo de Roma, es significativo. Nos hace entender que María es
verdaderamente humilde y no busca figurar. “Reconoce ser pequeña ante Dios, y está
contenta de ser así. Al mismo tiempo, es consciente que de su respuesta depende la
realización del proyecto de Dios, y que ella está llamada a adherir con todo su ser”.

La actitud de María: colaborar con el proyecto de Dios

En esta circunstancia, señaló el Papa Francisco, María se presenta con una actitud que
corresponde perfectamente a aquel del Hijo de Dios cuando viene en el mundo: Él quiere
convertirse en Siervo del Señor, ponerse al servicio de la humanidad para realizar el proyecto
del Padre. “La actitud de María – precisó el Pontífice – refleja plenamente esta
declaración del Hijo de Dios, que se hace también hijo de María. Así la Virgen se revela
como colaboradora perfecta del proyecto de Dios, y en el Magníficat podrá proclamar
que “Dios ha elevado a los humildes”, porque con su respuesta humilde y generosa ha
obtenido una gloria altísima”.

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