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Granada, 1936.

Suena el himno de la República e inmediatamente suena la voz de Queipo de Llano


por la Radio. La situación política en España está cambiando, la República se
tambalea y el general Franco inicia un golpe de Estado. De todo ello están muy
pendientes nuestros protagonistas. Son cuatro jóvenes, cuatro artistas, de los cuales
tres están ensayando una obra de teatro, obra de Federico García Lorca que al
momento entra en escena. Son el grupo teatral de La Barraca. Federico duda si incluir
en el repertorio de este grupo su obra titulada La casa de Bernarda Alba. <<No es
uno de los grandes clásicos del teatro español>>, dice, <<no es lo que el pueblo
quiere ver y necesita>>. Sin embargo sus compañeros no están de acuerdo y así se lo
hacen saber.

Los ensayos siguen hasta que de repente entra en escena nuestro quinto personaje,
Juan. Un chico con aires muy modernos, muy actuales, que sin saber cómo ni por qué
se ve de inmediato atado a una silla y siendo interrogado por los actores. Algo
extraño ha sucedido, parece que no son de la misma época; Juan habla de teléfonos
móviles, YouTube o reggaetón, mientras que el resto piensa en la República o en
obras de Calderón de la Barca. Juan trae consigo una carta encontrada en el buzón
en la que citan a Lorca para esa misma noche en las instancias de la Guardia Civil.
¿Será todo una trampa? Puede ser, pero parece que al menos este chico no tiene
nada que ver, sobre todo porque como descubrirán efectivamente viene de otra
época, del año 2020 en concreto.
Todos parecen animados y entusiasmados con la conversación y lo que van
conociendo unos de otros, hasta que entre verdad y verdad llega el jarro de agua fría:
Lorca va a ser asesinado, y así se lo dice Juan. Silencio en el teatro, tristeza en los
actores, conmoción en el público. ¿Qué ocurrirá?

No queremos desvelarlo porque es algo sorprendente, nuevo e inspirador. Es la


historia de una noche, la última noche de Federico, como lo llaman sus compañeros,
una historia que nunca se contó y que sólo en el teatro se puede conocer. El teatro,
su teatro, su medio de comunicación, su pasión y su amor. Lorca vivió libre y murió
libre, dio su vida por la libertad y por defender ésta ante aquellos que sólo buscaban
oprimirla. Juan, un chico del siglo XXI nos hace recordar las grandes cosas que ha
hecho el hombre desde aquel momento hasta hoy, tanto buenas como malas, y nos
deja una sensación en el interior de temor pero también de esperanza. Temor porque
la historia se repita, porque volvamos a cometer los mismos errores que nos llevaron
durante una época a avergonzarnos de nuestra condición de seres humanos, pero
también esperanza, una fuerte esperanza de que las cosas no tienen porque ser
iguales, de que juntos podemos crear un futuro mejor en el que la libertad y la
tolerancia aplaste a la opresión.

El mundo está lleno de dolor, pero a la vez de belleza, unos sentimientos que Lorca
supo transmitirnos a la perfección. ¿Te atreves a compartir estos sentimientos con
nosotros? Nos vemos en el teatro ;-)

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