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FILOSOFÍA DE LA RELIGIÓN

Objetivo: Comprender, a partir de argumentos, el problema de la naturaleza de


la religión, el problema de las relaciones entre filosofía y teología y el problema
de la relación entre fe y razón.

Duración: Tres horas (180 minutos)

Metodología: El docente dejará anticipadamente a los estudiantes una


consulta, que trate, entre otras cosas, el fenómeno del hecho religioso, del
ateísmo, de la fe, de la relación entre la filosofía y la teología, el problema del
alma, posiciones frente al tema de la creación y el fin del mundo, la relación
Dios-hombre, etc. y preparará a sus estudiantes para la participación en el
debate, el cual debe tener una duración de dos horas.

Los estudiantes pueden valerse de los conceptos que se presentan a


continuación e igualmente de las argumentaciones que hay en el tema de la
Ontología: Dios, del internet, de conceptos populares y cotidianos y en fin de
cuanto recuso se le ocurra.

Nota: El debate Consiste en un intercambio informal de ideas e información


sobre un tema, realizado por un grupo bajo la dirección del educador. Al
contrario de lo que ocurre en la discusión, en el debate se presentan posiciones
contrarias alrededor de un tema, debiendo cada participante, o grupo de ellos,
defender sus puntos de vista mediante la lógica, la reflexión y la argumentación
correctas. El tema debe analizarse en todos sus aspectos y las preguntas
deben seguir un orden lógico que mantenga el enlace entre las distintas partes.
Igualmente debe llegar a alguna conclusión precisa.

Evaluación: El docente puede tener en cuenta la participación y la capacidad


argumentativa, critica, lógica y expresiva del estudiante (y en general del
grupo).

Algunas preguntas del debate ( el orden puede ser alterado):

● Cuál es la principal inquietud que nos causa el tema del día de hoy?
● ¿Qué es religión?
● ¿La religión es necesaria para el ser humano?
● ¿Qué salva: la religión o la iglesia, juntas o ninguna de las dos?
● Hay filósofos que han estudiado el fenómeno religioso’ cuáles?
● ¿Qué es filosofía de la religión?
● ¿Qué es más importante la razón o la fe o son iguales?
● ¿Dónde nace la fe y donde el ateísmo?
● ¿Está de acuerdo con los filósofos que ven la religión como una
enfermedad o como una neurosis social? ¿por qué?
● Cuál es el papel de Dios en todo este asunto? ¿Existe o no existe, es
importante o no?
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FILOSOFÍA DE LA RELIGIÓN

Contenido
NOCIÓN DE RELIGIÓN
EL FENÓMENO RELIGIOSO
ORIGEN DE LO RELIGIOSO EN EL SER HUMANO
EL HECHO EMPÍRICO DE LA RELIGIÓN
LAS RELIGIONES MÍSTICAS
• El hinduismo
• El budismo
LAS RELIGIONES REVELADAS
• El judaísmo
• El cristianismo.
El islamismo.
PRINCIPALES REPRESENTANTES DE LA CRÍTICA DE LA RELIGIÓN
El origen de la religión
¡"Contar" con las creencias!
La religión empobrece al ser humano.
La religión es el opio del pueblo
La religión es una ilusión colectiva
Dios actúa por conductos humanos
La dialéctica fe-razón
PRUEBAS FILOSÓFICAS ACERCA DE LA EXISTENCIA DE DIOS

NOCIÓN DE RELIGIÓN
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Para explicar el hecho religioso, los filósofos han intentado definir la religión
etimológicamente, recurriendo a dos fuentes distintas:

• Cicerón deriva esta palabra de relego-ere, que significa "releer", "revisar".


Según este significado son hombres religiosos "los que tratan con diligencia,
repetidamente y como releyendo lo que pertenece al culto de los dioses".

• Para Lactancio, la palabra religión se deriva del verbo latino religo-are, que
significa "ligar", "sujetar". "Estamos obligados por este vínculo –dice- y atados
fuertemente con Dios".

Por tanto, en sentido estricto, "religión" sería el conjunto de prácticas en que se


reconoce la existencia de un ser superior.

Un elemento constante en las religiones es el hecho de que el ser humano


obedece a la fe y da a Dios una respuesta. Sin embargo, desde la antigüedad,
los seres humanos buscaron explicaciones racionales a las verdades que se
les había propuesto para creer. Es así como se generó una ciencia, paralela a
los contenidos de la fe, que pretendía dar una explicación racional a los datos
revelados: la teología.

Los filósofos griegos, sobre todo Platón y Aristóteles, iniciaron esta vía
teológica proponiendo una demostración de la existencia de Dios. Para Platón,
Dios es el creador bondadoso y amoroso de todo lo existente. Para Aristóteles,
Dios es el primer motor inmóvil, el principio y causa primera de movimiento.

En la Edad Media se siguió el mismo camino tratando de explicar la fe y


apelando al entendimiento humano: la fe buscaba la razón. Sin embargo,
mezclar fe y razón es una tarea delicada, como lo demuestra la historia de
Occidente. Al intentar explicaciones racionales de los contenidos de la fe,
puede suceder que se menosprecie bien sea a la razón o a la fe.

EL FENÓMENO RELIGIOSO
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La religión es un hecho evidente. Se trate de pueblos primitivos o de pueblos


modernos, de culturas rudimentarias; culturas tecnificadas, la religión aparece
siempre o un elemento nuclear. Incluso en naciones aconfesionales o
agnósticas, la religión persiste como sistema de creencias, como fuente de
moralidad y como elemento ritualizador.

El hecho religioso se ofrece al filósofo como un problema: ¿qué existe


universalmente la religión? ¿Es algo necesario para la explicación del sentido
de la existencia? ¿Es un mecanismo que sustituye explicaciones más
científicas? ¿Pueden coexistir la religión y la ciencia?

ORIGEN DE LO RELIGIOSO EN EL SER HUMANO

La religión es fruto de un proceso de maduración de la conciencia del ser


humano que parte de la prehistoria. Este proceso se dio en tres momentos: el
tabú, la magia y la religión.

El tabú. Se trataba de un rito de purificación que buscaba mantener apartado


todo aquello que era considerado anormal o impuro respecto de la realidad
superior. Y debido a que ante lo impuro lo mejor es alejarse, huir, evitarlo, era
preciso entonces establecer qué cosas no se podían tocar y qué acciones no
se podían realizar. A todas estas normas prohibitivas se les denominó tabúes
de prohibición.

Sucedía también que las mismas normas de los tabúes podían ser violadas y
que quien lo hacía quedaba contaminado. Para liberarse de esa impureza, era
preciso que la persona se sometiera a baños o aspersiones. Estos rituales
constituían los tabúes de purificación.

La magia. Posteriormente, el hombre primitivo quiso dominar las fuerzas del


bien y del mal para beneficio propio. Entonces produjo una serie de creencias y
prácticas según las cuales los individuos privilegiados, o magos, podían influir
sobre las cosas y manipularlas. Así apareció la magia.

De la magia podemos señalar las siguientes características:

— Es un acercamiento a la realidad superior, contrariamente al tabú, que


buscaba evitarla.

— Para comunicarse con la realidad superior, el mago no usaba mediaciones,


sino que lo hacía directamente.

El rito religioso. La religión, tal como la entendemos hoy, es superior al tabú y


a la magia, pues en este caso, el ser humano busca establecer relaciones
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efectivas con la divinidad sometiéndose a ella. Para lograr esa relación con la
divinidad, se hace uso de unas mediaciones que pueden ser simbólicas o
materiales. Al conjunto de ritos de una religión se les denomina culto.

La piedra alzada es el antepasado del monumento.

La esencia de la religión comprende provoca la respuesta personal del ser


humano reconocimiento vocación adhesión

EL HECHO EMPÍRICO DE LA RELIGIÓN

El ser humano de todos los tiempos ha dado muestras de comportamientos


religiosos más o menos profundos. Es una constante del ser humano su
referencia personal y comunitaria hacia un ser trascendente o supremo. Esto
demuestra que la religión ha existido siempre y que se extiende desde las
culturas más simples y primitivas hasta las más elevadas.

La religión en las antiguas civilizaciones de Grecia y Roma. La civilización


greco-romana divinizaba los símbolos celestes, los fenómenos naturales y a la
misma autoridad, aunque siempre existía la creencia en un dios principal que
trascendía a todas las demás "divinidades". En Grecia, la religión se
caracterizaba por un mundo organizado de dioses que tenían sus genealogías,
sus intrigas, sus luchas y sus respectivas competencias respecto de la
naturaleza y de los seres humanos. Los dioses principales eran los dioses
olímpicos, llamados así porque vivían en el monte Olimpo, presididos por el
más importante de todos, Zeus.

En Roma se adoptaron los dioses griegos cambiándoles el nombre. Júpiter,


que era el Zeus griego, era el padre de los dioses y uno, la Hera de los griegos,
su esposa. Los romanos añadieron el culto a los dioses domésticos o
familiares: los Manes o espíritus de los antepasados, los Lares o dioses del
hogar y los Penates o dioses de la despensa.

Uno de los elementos más constantes en las religiones es el hecho que el ser
humano obedece a la fe y da a Dios una respuesta. Sin embargo, desde la
antigüedad, los seres humanos buscaron explicaciones racionales a las
verdades que se les había propuesto para creer. Es así como se generó una
ciencia, paralela a los contenidos de la fe, que pretendía dar una explicación
racional a los datos revelados: la teología.

Los filósofos griegos, sobre todo Platón y Aristóteles, iniciaron esta vía
teológica proponiendo una demostración de la existencia de Dios. Para Platón,
Dios es el creador bondadoso y amoroso de todo lo existente. Para Aristóteles,
Dios es el primer motor inmóvil, el principio y causa primera de movimiento.
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En la Edad Media se siguió el mismo camino tratando de explicar la apelando


al entendimiento humano: la fe buscaba la razón. Sin embargo, mezclar fe y
razón es una tarea delicada, como lo demuestra la historia de Occidente. Al
intentar explicaciones racionales de los contenidos de la fe, puede suceder que
se menosprecie bien sea a la razón o a la fe.

LAS RELIGIONES MÍSTICAS

Las grandes religiones místicas más extendidas en Oriente son el hinduismo y


el budismo.

• El hinduismo procede de una lenta evolución de las formas religiosas de los


vedas y del brahmanismo. Admite la existencia de un dios único y absoluto,
brahmán, que también adopta los nombres de Brahma, Visnú o Siva, según su
triple función de crear, conservar o destruir.

Para el hinduismo, los seres humanos son desiguales, según su procedencia


de Brahma, lo que origina las castas. Además, prescribe unas reglas de
conducta, en los aspectos que se refieren a la adoración de los dioses, al
matrimonio y a la alimentación.

• El budismo recibe su nombre de su fundador, Siddharta o Gautama Buda


(563-483 a.C). Más que una religión es un sistema filosófico-religioso, cuyo
principio fundamental es que la liberación de los sufrimientos inherentes a la
vida humana y al ciclo continuo de las reencarnaciones que sólo se puede
alcanzar mediante la iluminación, que se obtiene siguiendo el Noble Sendero
Óctuple que conduce al Nirvana.

En su sentido original, el budismo es practicado por unos doscientos millones


de personas, pero hay trescientos millones que siguen diversas variantes del
budismo en el mundo entero.

LAS RELIGIONES REVELADAS

Se conoce con el nombre de religiones reveladas al judaísmo, el cristianismo y


el islamismo. Son reveladas porque cada una de ellas fue fundada sobre la
creencia de una comunicación efectiva de Dios con personas escogidas.
Veamos algunas generalidades de estas religiones.

• El judaísmo. Esta es una religión monoteísta que afirma la absoluta unidad y


trascendencia de Dios, a quien se debe adorar en privado y en público. Los
judíos mantienen la conciencia viva de ser el pueblo elegido por Dios, no creen
que en Cristo se hayan cumplido de una manera definitiva las Escrituras y
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siguen esperando a un Mesías salvador.

Las creencias del judaísmo están fundamentadas en el Libro de la ley o Tora,


que corresponde a los cinco primeros libros de la Biblia. En este libro se
encuentran las leyes dadas por Moisés, que han sido explicadas y ampliadas
en el Talmud y otros comentarios autorizados.

El judaísmo es practicado por unos dieciocho millones de personas, que viven


en el Estado de Israel o dispersos por todo el mundo.

• El cristianismo. El cristianismo es la religión basada en la persona y en la


doctrina de Jesús de Nazaret y cuyo contenido es muy familiar para nosotros,
ya que está íntimamente ligado a nuestra civilización occidental.

La religión cristiana se caracteriza por el amor a Dios y el amor al prójimo, de


acuerdo con el mensaje de Jesús de Nazaret.

A lo largo de la historia, los cristianos, debido a ciertas diferencias en la


doctrina y en la disciplina, se dividieron en tres ramas principales: la Iglesia
católica, las iglesias ortodoxas orientales y las iglesias protestantes. Las
iglesias orientales, que se separaron de la Iglesia de Roma en el año 1054 con
Miguel Cerulario, no aceptan la autoridad del Papa.

Los cristianos constituyen el grupo más numeroso en el conjunto religioso de la


humanidad, teniendo actualmente unos mil quinientos millones de seguidores.

● El islamismo. Fue fundado por Mahoma (570-632), quien se consideraba


sucesor de Abraham y de Jesús. La predicación de Mahoma encontró en
los comienzos una fuerte oposición, lo que lo obligó huir a Yatrib,
actualmente Medina, en el año 622.
Esta huida se llama hégira, y con ella se inició la era islámica.

La doctrina predicada por Mahoma es el islam, que quiere decir "sumisión a


Dios". A sus seguidores se les llama musulmanes. El dogma principal del
islamismo es la llamada profesión de fe: "Sólo hay un dios, Alá, y Mahoma es
su profeta".

El libro sagrado de los musulmanes es el Corán. En él se establecen las cinco


obligaciones que todo musulmán debe cumplir: la oración, individual, cinco
veces al día, y pública, los viernes; el ayuno, durante el mes de Ramadán; la
limosna, para ayudar al necesitado; la peregrinación a La Meca, al menos una
vez en la vida y la guerra santa, contra los infieles.

PRINCIPALES REPRESENTANTES DE LA CRÍTICA DE LA RELIGIÓN


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Entre los siglos XIX y XX, algunos filósofos emprendieron una dura crítica a la
religión, que en general trae expresa la idea de que la religión obstaculiza la
realización del ser humano y de la sociedad. Veamos algunas de estas críticas.

Weber y Durkheim: la religión como producto social

Para Weber y Durkheim, la religión agota su contenido en una serie de


funciones sociales que realiza. Estas funciones son las siguientes:

• Integradora: que se produce para dar mayor cohesión social.

• Legitimadora: que está "inventada" para mantener el orden social y la


autoridad constituida.

• Crítica: que juzga y sanciona comportamientos según valores admitidos por


la comunidad.

Según lo anterior, para estos pensadores la religión sería un producto social


que ayuda a mantener el orden socio-político establecido.

Freud: la religión como neurosis colectiva

Freud analiza la religión desde el psicoanálisis. Desde esta perspectiva, define


al ser humano como un ser al que la realidad exterior y la cultura le impiden
desarrollar sus deseos. Esto da origen a conflictos internos, y los conflictos mal
resueltos, o no resueltos, son fuentes de neurosis que conducen a la persona a
una fuga de la realidad y a la búsqueda de soluciones fuera de sí mismo.

La solución más utilizada por el ser humano es el regreso a la infancia y a la


necesidad que siente de su padre. Pero como no lo halla en su entorno
inmediato, proyecta a su padre fuera de sí hacia un dios que le ofrece
seguridad y protección. Entonces, Dios es una pura ilusión del ser humano,
algo creado a imagen del padre al que, en su interior, ha matado. Al compartir
todos los seres humanos esta ilusión, se crea una neurosis colectiva que
satisface el deseo que tienen todos de seguridad y de evitar la culpabilidad.

Marx: la religión como opio del pueblo

Marx considera que toda religión inhibe al ser humano de su fuerza liberadora,
y acusa al cristianismo de haber dado soporte ideológico a la explotación de
una clase social por otra, y de haber suministrado a la burguesía una moral
dirigida directamente contra el pueblo. Esto se percibe, dice Marx, en ideas
tales como la pobreza evangélica y la resignación que mantienen al pueblo
sometido a las clases dominantes.

El ser humano hace la religión, la religión no hace al ser humano. En otras


palabras, la religión es la conciencia de sí mismo y el sentimiento de sí mismo,
que aún no se ha encontrado o que y a ha vuelto a perderse. Pero el ser
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humano no es un ser abstracto, agazapado fuera del mundo. El ser humano es


el mundo de los seres humanos. La miseria religiosa es, por una parte,
expresión de la miseria real. La religión es como una droga que adormece al
pueblo. El suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón,
carente de espíritu. Es el opio del pueblo.

Nietzsche: la religión como miedo a crecer

Para Nietzsche, los valores cristianos, y los de cualquier religión, son


elementos que reprimen los instintos vitales más puros. En nombre de la vida
hay que acabar con esos elementos, pues lo que promueven los valores de las
religiones es el miedo a crecer como seres humanos. Por tanto, se deben crear
valores nuevos sin ninguna referencia a Dios, porque "Dios ha muerto", lo que
hace posible la plena realización del ser humano. Seguir con las religiones, es
ir en contra del ser humano y de la vida.

Sartre: la religión es un suicidio

Sartre refleja en sus escritos la angustia del ser humano, su confusión, porque
no encuentra en nada ni en nadie la explicación de su existencia. "El ser
humano no es otra cosa que lo que él se hace, lo que él proyecta", y para
lograrlo debe ser completamente libre. Por tanto, admitir a Dios equivaldría a
una especie de suicidio ya que "Dios es la mayor amenaza para nuestra
libertad". Debe rechazarse la noción de Dios como algo irreconciliable con la
libertad humana.

L. Feuerbach: La religión empobrece al ser humano

"Para enriquecer a Dios debe empobrecerse el ser humano; para que Dios sea
algo, el ser humano debe ser nada. El ser humano afirma en Dios lo que niega
en sí mismo. Dios no es lo que es el ser humano; el ser humano no es lo que
es Dios. Dios es el ser infinito, el ser humano el ser finito. Dios es perfecto, el
ser humano es imperfecto. Dios es eterno, el ser humano es temporal. Dios es
omnipotente, el ser humano es impotente. Dios es santo, el ser humano es
pecaminoso. Dios y el ser humano son extremos.

Dios es lo absolutamente positivo, la suma de todas las realidades; el ser


humano es absolutamente negativo, la suma de todas las negaciones".

La justificación de la religión

Del mismo modo que existen críticas a la religión, también existen pensadores
que la justifican. Los más destacados son Gabriel Marcel y Víctor Frankl.

Gabriel Marcel: la religión como misterio


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Marcel advierte que el fenómeno religioso no se puede reducir a la experiencia


empírica de los seres humanos, pues es también trascendente, es decir,
supera los límites del mundo físico y se ubica en el plano del misterio. Ese
misterio es algo que está frente a mí y que me supera, pero al cual puedo
acceder no de manera racional sino desde el plano espiritual.

Víctor Frankl: la religión como sentido de ser

Este psicoanalista austríaco hace ver que la religión es una dimensión natural
del ser humano que le convierte en un ser religioso ya que esa dimensión
abarca todos los estratos del psiquismo.

Investigando el psiquismo humano, Frankl descubrió en el fondo del ser


humano un subconsciente espiritual que se alimenta de la idea primaria de
Dios, que se encuentra en lo más profundo del ser, en su interioridad. "Hay
siempre, en nosotros, una tendencia inconsciente pero intencional hacia Dios",
afirma Frankl en su libro Lo presencia ignorada de Dios.

Lo que mejor define al ser humano, según Frankl, es la pregunta y la búsqueda


de sentido, que constituye una fuerza primaria auténtica y no una
racionalización secundaria de sus impulsos instintivos. El ser humano es un ser
en busca de sentido, y la religión aporta sentido a la vida y hunde sus raíces en
el nivel inconsciente de la persona apareciendo como una dimensión natural de
ésta.

Juan Martín Velasco: La Fe De Los Intelectuales

"Son muchas las situaciones humanas que obstaculizan la realización de la fe


en alguno de sus aspectos, pero el talante propio del intelectual parece
hacerlos más difíciles todos. Así, el uso permanente de la razón crítica
sumerge su vida en un clima de frialdad poco propicio para el cultivo de esas
razones del corazón entre las que suelen situarse las razones para creer.

Las pruebas religiosas son eficaces para quien recurre a ellas en actitud
suplicante, pero no prueban nada para quienes las examinan como jueces. A
un intelectual le parecerá demasiado estrecha la puerta de un Reino que tiene
como ciudadanos modelos a los que se han hecho como niños. Y no es
extraño que el intelectual se sienta incómodo en un banquete al que han sido
invitados los más sencillos, sin que se les exija para entrar ni título ni examen
alguno. Por último, el intelectual es un hombre de ideas; importantes, valiosas,
pero ideas al cabo"1.(Pasaje tomado del libro cristo hoy de Juan Martín Velasco). cfr. Santillana 2 pág. 116.

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En este texto, Juan Martín Velasco, crítica a todos aquellos autores que buscan explicar la existencia de Dios por
medios racionales.
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El origen de la religión
"La religión no es otra cosa que el reflejo fantástico que proyectan en la cabeza
de los seres humanos aquellas fuerzas externas que gobiernan su vida diaria,
un reflejo en que las fuerzas terrenales revisten la forma de poderes
sobrenaturales. En los comienzos de la historia empiezan siendo las potencias
de la naturaleza los objetos que así se reflejan en la cabeza de los seres
humanos, y con los diferentes pueblos, las más diversas y abigarradas
personificaciones. La mitología comparada nos permite seguir este proceso, a
lo menos en los pueblos indoeuropeos, hasta remontarnos a sus orígenes en
los "vedas" indios; en su desarrollo posterior está detalladamente comprobado
entre los indios, los persas, los griegos, los romanos y los germanos.

Pero pronto, al lado de las potencias naturales, entran en acción los poderes
sociales, poderes que se enfrentan al ser humano y que al principio son para él
tan extraños e inexplicables como las fuerzas de la naturaleza, y que, al igual
que éstas, le dominan con la misma aparente necesidad natural. Ahora, las
figuras de la fantasía, en las que al principio sólo se reflejaban las fuerzas
misteriosas de la naturaleza, cobran atributos sociales, se convierten en
representantes de poderes históricos. Al llegar a una etapa más avanzada de
desarrollo, todos los atributos naturales y sociales de los numerosos dioses se
concentran en un solo dios omnipotente, que a su vez no es más que un reflejo
abstracto. Y así surge el monoteísmo, que fue históricamente el último producto
de la posterior filosofía vulgar de los griegos, que encontró su encarnación en
jehová, el dios nacional y exclusivo de los hebreos". (Friedrich Engels, Anti-
Dührin cfr. Santillana 2 pág. 105

¡"Contar" con las creencias!


"Cuando intentamos determinar cuáles son las ideas de un hombre o de una
época, solemos confundir dos cosas radicalmente distintas: sus creencias y sus
ocurrencias o "pensamientos". En rigor, sólo estas últimas deben llamarse
ideas.

Las creencias constituyen la base de nuestras vidas, porque ellas nos ponen
delante lo que para nosotros es la realidad misma. Toda nuestra conducta,
incluso la intelectual, depende de cuál sea el sistema de nuestras creencias
auténticas. En ellas "vivimos, nos movemos y somos". Por lo mismo, no
solemos tener conciencia expresa de ellas, no las pensamos, sino que actúan
latentes, como implicaciones de cuanto expresamente hacemos o pensamos.
Cuando creemos de verdad en una cosa, no tenemos la "idea" de esa cosa,
sino que simplemente "contamos con ella". En cambio las ideas, es decir, los
pensamientos que tenemos sobre las cosas, sean originales o recibidos, no
poseen en nuestra vida valor de realidad. Actúan en ella precisamente como
pensamientos nuestros y sólo como tales. Esto significa que toda nuestra "vida
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intelectual" es secundaria a nuestra vida real o auténtica y representa a ésta


sólo una dimensión virtual o imaginaria". (Ortega y Gasset, Ideas y creencias).
Cfr. Santillana 2 pág. 109

La religión empobrece al ser humano.


"Para enriquecer a Dios debe empobrecerse el ser humano; para que Dios sea
algo, el ser humano debe ser nada. El ser humano afirma en Dios lo que niega
en sí mismo. Dios no es lo que es el ser humano; el ser humano no es lo que
es Dios. Dios es el ser infinito, el ser humano el ser finito. Dios es perfecto, el
ser humano es imperfecto. Dios es eterno, el ser humano es temporal. Dios es
omnipotente, el ser humano es impotente. Dios es santo, el ser humano es
pecaminoso. Dios y el ser humano son extremos.

Dios es lo absolutamente positivo, la suma de todas las realidades; el ser


humano es absolutamente negativo, la suma de todas las negaciones". (L.
Feuerbach, La esencia del cristianismo). Cfr. Santillana 2 pág. 112

La religión es el opio del pueblo


El fundamento de la crítica irreligiosa es: el ser humano hace la religión, la
religión no hace al ser humano. En otras palabras, la religión es la conciencia
de sí mismo y el sentimiento de sí mismo, que aún no se ha encontrado o que
ya ha vuelto a perderse. Pero el ser humano no es un ser abstracto, agazapado
fuera del mundo. El ser humano es el mundo de los seres humanos. La miseria
religiosa es, por una parte, expresión de la miseria real. La religión es el suspiro
de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, carente de
espíritu. Es el opio del pueblo. (Karl Marx, Contribución a la crítica de la
filosofía del derecho de Hegel). Cfr. Santillana 2 pág. 112

La religión es una ilusión colectiva


Recapitulando nuestro examen de la génesis psíquica de las ideas religiosas,
podemos decir que tales ideas no son producidas por la experiencia ni tampoco
son conclusiones del pensamiento: son ilusiones, realizaciones de los deseos
más antiguos, intensos y apremiantes de la humanidad. El secreto de su fuerza
está en la fuerza de estos deseos.

Sabemos ya que la penosa sensación de impotencia experimentada en la niñez


fue lo que despertó la necesidad de una protección amorosa, satisfecha en tal
época por el padre, y que debido a que tal indefensión persiste toda la vida,
llevó al ser humano a crear la existencia de un padre inmortal mucho más
poderoso. Ese padre, que gobierna bondadoso mitiga en los seres humanos el
miedo a los peligros de la vida.

Bajo las premisas de este sistema se formulan respuestas a enigmas tales


como la creación del mundo y la relación entre cuerpo y alma. Para la psique
individual supone un gran alivio ser descargada de los conflictos engendrados
en la infancia por el complejo paternal, jamás superados". (PASAJE TOMADO DEL
13

LIBRO El porvenir de una ilusión DE SIGMUND FREUD). Cfr. Santillana 2 pág. 116

Dios actúa por conductos humanos


"Ahora bien, el análisis existencial descubre dentro de la espiritualidad
inconsciente del ser humano algo así como una religiosidad inconsciente, en el
sentido de un estado inconsciente de relación a Dios. Esta religiosidad se
manifiesta como una realidad trascendental inmanente al propio ser humano,
aunque a menudo latente a él. De este modo, la existencia de la religiosidad
inconsciente se hace visible: detrás del yo inmanente existe un tú trascendente.

En este orden de ideas, debemos advertir que si Freud afirmaba que "la religión
es una neurosis obsesiva común al género humano", nosotros nos sentimos
tentados a dar la vuelta a estas palabras atreviéndonos más bien a afirmar: la
neurosis obsesiva es la religiosidad psíquicamente enferma". (Pasaje tomado del libro la
presencia ignorada de dios de v. Frankl). cfr. Santillana 2 pág. 116

El uso permanente de la razón crítica sumerge la vida en un clima de frialdad e


incredulidad tal que hasta el más desapercibido lo notaría

La dialéctica fe-razón
Desde los mismos inicios del cristianismo, se dio una confrontación entre los
contenidos de la fe y las explicaciones racionales de los filósofos. Esto obedece
a que los dominios de la fe y de la razón son distintos: la razón postula libertad,
la fe exige obediencia; la razón quiere construir una sabiduría explicando y
demostrando sus opiniones, la fe construye su conocimiento a partir del dogma
que no admite crítica.

Esta división de pareceres entre la fe y la razón suscitó un debate que se


extendió desde los primeros siglos después de Cristo hasta la Ilustración en el
siglo XVIII. Veamos los principales eventos de este debate:

Durante los tres primeros siglos del cristianismo, junto con las persecuciones
políticas, la fe se vio confrontada por la razón, en especial por la filosofía
platónica. La primera reacción de los padres de la Iglesia fue defender la fe y
atacar la razón. Luego, hacia el siglo IV, San Agustín intentó conciliar fe y razón
demostrando que la filosofía platónica no contradecía las verdades reveladas
en la Biblia y que, al contrario, juntas se complementaban. Sin embargo, y a
juzgar por las explicaciones contenidas en su libro La Ciudad de Dios, Agustín
utilizó la razón como un instrumento de la fe. Posteriormente, hacia el siglo IX,
con la introducción de las obras aristotélicas a Europa, se suscitó nuevamente
el debate entre la fe y la razón. Hacia el siglo XIII, Tomás de Aquino hizo un
nuevo intento de conciliar la fe y la razón; para ello, procuró armonizar la
filosofía aristotélica con los contenidos de la Biblia, llegando incluso a
demostrar racionalmente la existencia de Dios. Sin embargo, a partir del
Renacimiento, entre los siglos XV y XVI, los filósofos se decidieron a separar la
fe de la razón, cosa que se logró en el siglo XVIII, durante la Ilustración.
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LA REVELACIÓN Y LA RAZÓN

Para probar la existencia de Dios hay dos clases de argumentos: los


argumentos teológicos fundados en la Revelación y los filosóficos fundados en
la Razón.

1. Argumentos teológicos.

Estos son los que se basan en la palabra de Dios (la Revelación) contenida en
la Biblia. Leyendo los libros Sagrados notamos cómo Dios nos revela
personalmente que El existe y cuál es su esencia: un Dios en tres Personas,
necesario, inmutable, infinito, único y eterno. Dios es eterno en cuanto a la
duración e infinito en sus perfecciones.

La Teología nos lleva al conocimiento de un Dios a quien se puede determinar


con precisión y a quien podemos llamar con su nombre y apellido: Dios Uno y
Trino. Por eso decimos que la revelación nos presenta a un Dios personal, que
es el verdadero, el inconfundible y único Dios, y de quien podríamos relatar
toda su historia porque Él nos la ha dictado.

El estudio de la Teología está en relación directa con la salvación del alma.

Dios nos ha hablado con el fin de que, conociéndolo a Él y acatando sus


preceptos, salvemos nuestras almas.

2. Argumentos filosóficos.

Estos son los que se estudian en la Teodicea o teología natural y que


descansan en la sola razón humana. Aquí no es Dios quien llega hasta
nosotros con su palabra, sino que somos nosotros los que tratamos de ir hasta
El con el solo auxilio de la lógica (del razonamiento).

Mas la razón humana no puede comprender por sí sola las cosas que
pertenecen al reino de la metafísica, es decir de las cosas que están fuera y
por encima del alcance de nuestros sentidos externos. Por lo mismo el hombre,
si no se prende de las cosas sensibles, jamás podrá conocer la existencia de
los seres metafísicos, ni mucho menos la existencia de Dios.

En efecto, un ciego de nacimiento no tiene idea de los colores. Tener idea de


una cosa equivale a conocer esa cosa. Lo mismo un sordo de nacimiento. De
por vida ignorará él qué clase de seres son esos que nosotros llamamos
sonidos.

Pero si el ciego y el sordo de nacimiento llegasen a cobrar sus facultades,


conocerían a través de la percepción adecuada (la vista y el oído) los colores y
los sonidos.
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Entonces, resumiendo, podemos afirmar que la mente, llenados ciertos


requisitos (uno de los cuales es el empleo adecuado de los sentidos), sí es
capaz de saber (de conocer) que Dios existe.

La teología natural tiene relación indirecta con la salvación del alma, por cuanto
apenas si siembra la inquietud del Más Allá en los hombres de buena voluntad.

LA TEODICEA O TEOLOGÍA NATURAL

Teodicea (del griego Theós = Dios, y dike = justicia) es la ciencia que prueba la
existencia de Dios por medio de la Razón y significa: Justificación de Dios,
proclamación de la existencia de Dios.

Es una ciencia metafísica que, a través de argumentos fundados en la


observación de las cosas físicas, llega a esta conclusión: que no se puede
explicar la existencia de las cosas visibles sin antes admitir la de un Ser que es
anterior a ellas y de Quien ellas han recibido el nacimiento.

Por el hecho de que la Teodicea parte de la razón para llegar a Dios, se llama
también Teología natural, la que nos lleva al conocimiento de un Dios que,
aunque no lo podamos llamar (mientras tanto) con su verdadero nombre, sí lo
podemos presentar al mundo creyente y al no creyente como un ser necesario
y absoluto, único, etc. Ese Dios así concebido, y a quien los que no creen en la
Revelación llaman vagamente Ser Supremo, Alá o Gran Arquitecto del
Universo, es un Dios impersonal.

Salta a la vista, entonces, cuánta importancia tiene este estudio. En efecto


¿qué interés pueden ofrecernos las cosas si no sabemos de dónde vienen ellas
(ni a dónde van)?

Además, conociendo a Dios objeto supremo de nuestro entendimiento, con


más facilidad podremos estudiar al mundo y a las leyes que lo rigen, como
también al hombre y a la ética que lo ha de guiar.

PRUEBAS FILOSÓFICAS DE LA EXISTENCIA DE DIOS

INTRODUCCIÓN

Hay dos clases de pruebas filosóficas: las pruebas metafísicas y las pruebas
morales. Aquellas se podrían llamar también físicas, pues la razón, para llegar
a Dios, necesita apoyarse en las cosas materiales (las que se perciben por los
sentidos).

Tratándose, en cambio, de las pruebas morales, la razón no se funda en las


16

cosas sensibles sino en los sentimientos del hombre, en su conciencia, en sus


inclinaciones espirituales, sus pensamientos y su voluntad.

En cuanto a las pruebas metafísicas, presentaremos las propuestas por el


Doctor Angélico. Cada una de sus cinco demostraciones es suficiente, por sí
sola, para enrumbar al hombre hacia Dios.

1. Pruebas metafísicas de la existencia de Dios

1. Prueba por el movimiento de las cosas. (Dios es inmutable).


2. Prueba por la causa eficiente. (Dios es causa incausada).
3. Prueba por lo contingente y lo necesario. (Dios es el ser necesario).
4. Prueba por los grados de perfección en las cosas. (Dios es el ser
perfectísimo).
5. Prueba por el orden que rige el universo. (Dios es único).
6. Dios en la concepción de Alberto Einstein.

1. Prueba por el movimiento de las cosas (Dios es inmutable)

No necesitamos hacer mucho esfuerzo para convencernos de que todo cambia


a nuestro alrededor. Los colores se destiñen, los vestidos envejecen y con ellos
las personas. Las hojas se secan, caen de los árboles y se vuelven abono. La
madera se corrompe con la humedad permanente, etc. Y, sin que ello implique
aceptar ni remotamente la doctrina de Heráclito, el Oscuro de Éfeso, acerca del
"devenir" (que las cosas viven en el tiempo por venir), podemos afirmar que no
hay nada en este mundo que permanezca estable un solo momento. Mientras
uno dice: "qué cuadro tan bien hecho", esa tela se ha movido, porque sin dejar
de ser la misma, ha cambiado con relación a su edad. Tiene ahora tres
segundos más de vida; precisamente el tiempo que yo empleé en decir: "qué
cuadro tan bien hecho".

Ese cuadro, pues, se ha movido en el tiempo, que es sucesión de instantes


anteriores y posteriores.

Si todo se mueve es porque hay alguien que imprime el movimiento. La misma


vida que es propiedad de los seres que se mueven sin la ayuda aparente de
nadie y merced a un movimiento que está dentro de ellos mismos (que es
inmanente, dicen los filósofos), recibe el impulso inicial de un agente exterior y
que es anterior a ella.

Ahí tenemos la existencia transmitida de padre a hijo.

Nadie ni nada se da la vida a sí mismo, por tanto nadie ni nada se imprime a sí


mismo el movimiento.

Admitido que lo que se mueve es movido por otro, réstanos indagar quién es el
17

primer motor que imprimió e imprime todavía el movimiento de las cosas. Ese
motor debe ser inmóvil naturalmente, de lo contrario no sería el primer motor.

A ese primer Motor Inmóvil y por lo tanto "Inmutable" lo llamamos Dios.

2. Prueba por la causa eficiente (Dios es causa incausada)

Para probar la existencia de la primera causa eficiente hay que partir de las
cosas creadas que son su efecto. Más propiamente, y para emplear el lenguaje
filosófico, hay que recurrir al encadenamiento del efecto con su causa.

Para llegar a la causa primera de todas las cosas nosotros vamos a partir de un
efecto cualquiera.

Tomemos como ejemplo un árbol. Ese es el efecto. ¿Su causa? La semilla.


Pero la semilla es efecto de otra causa: otro árbol.

Así nos vamos remontando, siguiendo un camino ininterrumpido, de efecto a


causa hasta encontrar el primer árbol (o la primera semilla que da lo mismo).
¿Cuál es la causa de ese primer vegetal?

La encuesta se quedaría sin respuesta si no admitiéramos la existencia de una


causa primera y absoluta.

Es absurdo suponer la existencia de dos causas primeras. Si eso fuera posible,


una de ellas sería al mismo tiempo causa primera y efecto primero.

Y como tal cosa por contradictoria repugna a la razón, no queda otro camino
que admitir la existencia de un Ser que no nació de nadie (que no es efecto) y
que por tanto se hizo a sí mismo (que es causa de sí mismo).

A esa Causa Primera e Incausada (no causada) la llamamos Dios.

3. Prueba por lo contingente y lo necesario (Dios es el ser necesario).

Las cosas creadas no nacen por sí solas. En lenguaje filosófico se dice que
ellas no tienen la razón de ser en sí mismas sino en otro: en el ser que las
produjo. Y se dice que no son necesarias porque pueden existir o no existir al
conjuro (consciente o ciego) de otro ser.

El nacimiento de las cosas creadas es un hecho nuevo, un acontecimiento, una


contingencia. Por eso las cosas creadas se llaman contingentes (del latín
contíngere = acontecer).

Mas, si bien ellas son indiferentes para nacer o no nacer, están naturalmente
sujetas a una serie de contingencias que vienen de atrás hacia adelante con
respecto a nosotros y que deben empezar necesariamente en un ser que no ha
recibido la existencia de nadie. Porque toda serie empieza por la unidad, y ese
uno, por ser tal, debe tener forzosamente la razón de su existencia en sí mismo
18

y no en otro.

Ese ser así concebido y que no se puede dejar de admitir se llama Ser
necesario y es uno solo: Dios.

4. Prueba por los grados de perfección en las cosas (Dios es el ser


perfectísimo)

La belleza es aquello que agrada a la vista, según Santo Tomás, o el equilibrio


de las ¡armas, según San Agustín. Es una perfección que da el acabado (el
último toque) a una cosa.

Un vestido cualquiera no es sino un vestido. Mas si él está bien hecho, si es


agradable a la vista y proporcionado (equilibrado), decimos que es bello. La
cualidad de bello le agrega a ese traje una perfección que acaso no tiene el del
vecino por mal confeccionado. Mas esa perfección no es de ninguna manera
inherente (necesaria) a su ser, porque hay vestidos que no son bellos.

Además notamos cómo hay cosas más perfectas que otras. Ello indica que la
perfección no tiene límite en su umbral superior. En las regiones más elevadas
de lo bello siempre hay campo para mayor belleza. Más aún. La experiencia
demuestra que no hay cosa absolutamente perfecta en la tierra. Siempre hay
posibilidad de hacer algo mejor. De ahí el afán constante de superarse uno a sí
mismo.

Hemos visto hasta ahora cómo las cosas creadas tienen distintos grados de
perfección y cómo ninguna de ellas posee la perfección absoluta. Entonces
decimos: si hay perfecciones relativas debe necesariamente existir una de tal
manera absoluta que sin ella no puede haber bellezas ni perfecciones posibles.

Esa perfección, principio absoluto de todas las demás, es el Ser Supremo,


Perfecto, Único, Verdadero, Bueno, Inteligente y Sabio en grado sumo. Es
Dios.

5. Prueba por el orden que rige en el universo (Dios es único)

Todas las cosas tienden a un fin. El universo entero tiene un compromiso serio
con el Creador: cumplir las leyes que le han sido impuestas. Recordemos que
para eso fue creado el mundo: Para que cumpla con las leyes que le han sido
impuestas. Ese cumplimiento es consciente en los hombres, instintivo en los
brutos, sensitivo y ciego en las plantas, y completamente ciego en los
minerales.

Más, ¿quién impuso esa ley que hace "marchar" todo lo creado dentro de un
orden admirable?

Los planetas describen fielmente una órbita que ellos no se han trazado. La luz
se riega a pesar suyo y los sonidos se propagan en el espacio, llegan al oído
19

humano: aisladamente en forma de melodía o en tropel esparciendo armonías.


Y sin embargo esas ondas no se mueven por su cuenta, no se han propuesto
jamás un fin en sus actividades de conjunto ni en las particulares de los
distintos reinos de la naturaleza.

Este complicado mecanismo, polarizado (dirigido) todo él hacia un fin, reclama


necesariamente una inteligencia única, superior, infinitamente organizadora.
Pide un solo legislador de las leyes cósmicas, una sola causa sabia y
competente, inteligente e inmortal. Pide a Dios.

Se llaman leyes cósmicas las que rigen el universo.

6. Dios en la concepción de Albert Einstein

Las cinco pruebas anteriores son las propuestas por Santo Tomás en su "Suma
teológica".

Todos los tratadistas se acogen a ellas y las califican como clásicas e


irrefutables.

Réstanos consignar aquí una que no es de ningún santo, ni mucho menos de


un católico. Es la prueba de la existencia de Dios según la mente de Alberto
Einstein (1879-1955), el célebre inventor y expositor de la Teoría de la
Relatividad.

Einstein fue tachado en ocasiones de ateo por cuanto en sus investigaciones


científicas y concretamente en su estudio sobre la luz como forma de energía
(estudio que le valió el premio Nobel) no se refiere explícitamente a Dios.

Este hecho, que no es raro entre los cosmólogos, no denota de ninguna


manera falta de religiosidad, sino simplemente demuestra que los sabios se
dedican a los problemas meramente científicos y dejan el problema religioso
(en este caso los orígenes y el autor de las leyes ocultas en la naturaleza) a los
filósofos y teólogos.

Sin embargo Einstein incursiona en los campos de la filosofía de la ciencia


cuando afirma: "La emoción más hermosa y profunda que podemos
experimentar es la sensación de lo místico. Es la semilla de toda ciencia
verdadera. Aquel que es ajeno a esta emoción, que no puede maravillarse ni
quedar sobrecogido de terror, está de hecho muerto. Es saber que lo que es
impenetrable a nosotros existe realmente y se manifiesta como la mayor
sabiduría y la más radiante belleza que nuestras obtusas facultades pueden
conocer solamente en sus formas más primitivas; saber esto, sentirlo, es
colocarse en el centro de la verdadera religiosidad".

Al hablar luego de los motivos que impelen a los sabios, dice: "La experiencia
religiosa cósmica es el resorte más fuerte y noble de la investigación científica".
20

Finalmente declara explícitamente la existencia de Dios en esta afirmación: "Mi


religión consiste en una humilde admiración por el infinito espíritu superior que
se revela a sí mismo en los pequeños detalles que podemos percibir con
nuestras mentes frágiles y débiles. Esa profunda convicción emotiva de la
presencia de un poder razonador superior que se revela en el incomprensible
universo, forma mi idea de Dios".

Pruebas morales de la existencia de un dios eterno e infinito

1. Prueba por la conciencia humana.


2. Prueba por el consentimiento universal.
3. Dios es eterno e infinito.

1. Prueba por la conciencia humana.

No hay ser humano que no busque afanosamente la felicidad. Mas está visto
que los hombres son incapaces de proporcionarla tal como uno la quisiera:
plena, total, sin reticencias.

Luego hay que admitir la existencia de un Ser que no solo trascienda nuestra
naturaleza (que esté por encima de ella) sino que, después de haber puesto en
la conciencia del hombre ese deseo tan grande de felicidad, sea capaz de
satisfacerlo plenamente. Ese Ser es Dios.

2. Prueba por el consentimiento universal

Todo hombre, por ignorante que sea en las ciencias y en las artes, ya more en
ciudades populosas o en los rincones más apartados del globo, sea él rico o
pobre, distinguido o humilde, siente la necesidad de dirigirse a un ser superior
que él supone existente sin saber por qué. La historia de la humanidad así lo
demuestra. Ya lo dijo Cicerón: "No hay pueblo que no eleve templos a los
dioses".

Las mismas religiones falsas vienen a demostrar la existencia de un Ser


Supremo. En efecto, no hay agrupación étnica que no profese algún culto.
Unas adoran al sol o al alma del río, otras elevan tótems (monumentos
simbólicos) representativos de sus dioses tutelares (en figura de animales), y
hasta hay tribus que proveen a sus muertos con "avíos" en la creencia de que
el viaje hacia los espíritus es largo y fatigoso.

Todo esto indica que la idea de Dios es universalmente aceptada, por estar
metida muy honda en la conciencia de la humanidad.

Además este consentimiento universal demuestra que todos los pueblos


21

ofrecen razones poderosísimas en favor de la existencia de Dios. Mientras no


se destruyan estas razones, es forzoso admitir que la idea de un Ser Supremo
no es patrimonio de unos pocos sino de todos los seres racionales. Y es
moralmente imposible que la humanidad se haya equivocado a través de todos
los siglos y de todas las civilizaciones.

3. Dios es eterno e infinito

Faltaría algo a este breve ensayo si, después de probar la existencia de Dios,
pasáramos por alto estos dos atributos suyos: la eternidad y la infinitud. La
eternidad de Dios se desprende de su propia esencia. Para probarlo hay que
recurrir a la noción del tiempo.

El tiempo es la sucesión de un antes y un después. Todo lo que existe es


porque permanece en su ser, así sea un instante. Permanecer una cosa en su
ser significa seguir siendo lo que es, aun cuando envejezca.

Las cosas creadas duran en su ser mientras no cambie su esencia. Un pedazo


de madera (cuya esencia es ser madera) dura en su ser mientras no se le
destruya quemándolo, para convertirlo en carbón.

Al quemar esa madera desaparece la esencia de madera y aparece una nueva


que se llama carbón. Ese cambio de esencia se efectúa en un tiempo
determinado. Por eso decimos que todas aquellas cosas que nacen y mueren
(que cambian de esencia) viven en el tiempo. A esos seres los llamamos finitos
precisamente porque nacen en el tiempo y mueren en él.

Pero hay también seres creados cuya esencia no cambia nunca. Son los
ángeles y el alma humana. Nacen, pero no mueren. Empiezan en el tiempo,
pero no terminan en él. Son independientes de las sucesiones constantes del
antes y el después.

Los filósofos emplean una palabra especial para indicar la duración de esos
seres. Dicen que ellos viven en el evo y que por lo tanto son infinitos,

Si las cosas creadas nacen en el tiempo y después de nacidas unas mueren y


otras no, se hace imprescindible una pregunta: ¿quién las hizo nacer?

Para contestar es absolutamente indispensable suponer la existencia de un ser


que no vive ni en el tiempo ni en el evo: Un ser inmutable cuya existencia está
juera de toda duración cronométrica y dentro de otra que no admite sucesión
de instantes anteriores y posteriores; que no tuvo principio ni tendrá fin.

El único ser que vive en esa duración es eterno, y nosotros lo llamamos Dios. F
por ser eterno, Dios es también infinito. Eterno en su ser e infinito, en sus
perfecciones.

Ser "eterno" es aquel que no ha tenido principio ni tendrá fin: Y ser "infinito" es
22

todo aquel que ha tenido principio y no tendrá fin: los ángeles y el alma
humana.

Pero podemos considerar como infinitos también a todos aquellos seres que
han tenido principio y tendrán fin: un libro, una casa, el árbol, la lluvia, etc.

¿En qué forma?

Los filósofos sostienen generalmente dos cosas:

1. Ser infinito es aquel que puede perfeccionarse (aumentar) en su ser. Así


una manzana se va perfeccionando a medida que va madurando.

2. Ser infinito es también aquello que, aun cuando no adquiere ninguna


perfección en su ser, sí la adquiere en algunos de sus atributos. Una piedra
es una piedra. Y es finita porque la piedra tarde o temprano dejará de ser
piedra para volverse polvo. Sin embargo en cierto sentido esa piedra es
infinita en sus atributos. Piedra pulida; piedra más pulida; piedra sumamente
pulida, etc. La piedra se va perfeccionando; por lo mismo procede hacia lo
infinito.

Llegará, naturalmente, un momento en que esa piedra ya no será


susceptible de más perfección. Porque sabemos que las cosas creadas
tienen un límite hasta en sus perfecciones. Un día en que ya no se
encuentre más belleza que agregarle. Ese día se acabó la infinitud de esa
piedra.

Lo infinito así considerado se llama "infinito relativo", distinto del "infinito


absoluto", de que vamos a hablar en seguida y que constituye el objeto de
nuestra preocupación actual.

Dios es eterno en su ser e "infinito" en sus perfecciones. ¿Cuáles


perfecciones? ¿Las que son inherentes a su ser? ¿Acaso la bondad de Dios, el
amor que Dios nos tiene, su justicia, su misericordia? No, señor. Los atributos
que pertenecen a la esencia de Dios son eternos como El y no infinitos.

Y, sin embargo Dios es eterno en su ser e infinito en sus perfecciones.


¿Cuáles?

Dios creó al mundo y permitió que se fuese adornando de perfecciones. Creó al


hombre y le infundió el anhelo de progresar, de cantar alabanzas a su Creador,
de hacer obras buenas por amor a Dios, etc. Pues bien, cada vez que las
cosas se revisten de nueva belleza (que van hacia lo infinito), contribuyen a la
"infinitud" de Dios en sus atributos eternos: porque las cosas se vuelven más
perfectas, Dios recibe alabanza y perfeccionamiento eternos no en su ser sino
en los atributos de sus creaturas.

Cuando la humanidad alaba a Dios, se aumenta (va hacia lo infinito) la gloria


23

externa de Dios. Y como esta alabanza es ininterrumpida, la gloria externa de


Dios es infinita.

Pero los hombres se acabarán, lo que significa que cesarán las alabanzas.
Luego esas alabanzas son finitas y Dios deja de ser infinito bajo ese aspecto.

No, señor. Porque se acabará la humanidad, mas no la creación. La creación


se muda: no se acaba. La creación sigue perfeccionándose continuamente. El
hombre muere, pero quedan dos cosas: el alma viva y la materia muerta. Esta
sigue alabando a Dios con su sola presencia o con una posible adquisición de
perfecciones. Una calavera puede servir de sobre mueble, una canilla ayuda al
perfeccionamiento de un estudiante de medicina, etc. Y el alma seguirá
proclamando las grandezas de su creador para siempre porque el alma no
muere.

En este sentido Dios es infinito. Y esta infinitud ya no es relativa sino absoluta.

NUESTRA POSICIÓN FRENTE A DIOS

SE CONTESTAN ALGUNAS OBJECIONES

Dios creó el mundo de la nada. Luego primero fue la nada y después el


mundo.

Respuesta. La palabra "nada" tiene dos significados.

Unas veces llamamos "nada" a una cosa que sí existe, pero que no está
presente en el momento. Es la "nada" común y vulgar que indica ausencia, que
nosotros llamamos nada relativa.

Ejemplo: Cuando una partida de fútbol cierra a cero puntos, decimos y con
razón: los jugadores no hicieron nada. Como quien dice: existen (aunque sea
en mi mente) unos seres que se llaman puntos o goles, más los jugadores no
se dieron maña de hacerlos efectivos, de hacerlos presentes.

Otras veces llamamos "nada" a una cosa que no existe. La "nada" así
concebida la llamamos nada absoluta. Ejemplo: Dios creó el mundo de la nada.
La "nada", en este caso, es la "no existencia del mundo".

La "nada", en consecuencia, no existía cuando Dios creó el mundo.

Lo que es perfectísimo no es susceptible de más perfección. Luego es


erróneo afirmar que la Máxima Perfección es infinita. ¿En qué sentido una
perfección máxima es infinita?

Respuesta. La perfección máxima es Dios. Y esa perfección, por ser excelente


24

en grado sumo, no puede recibir más atributos en su esencia. En otras


palabras, Dios no es susceptible de más perfección. Las» posee todas desde
que Dios es Dios, es decir desde siempre. Sin embargo la Perfección Máxima
es infinita no en sí misma, sino con relación a las cosas creadas. Las cosas
creadas son todas susceptibles de más y más perfección. Por eso, esa
perfección es infinita en ellas.

Ahora, como toda perfección que reciben las creaturas redunda en gloria
externa de Dios, Dios en cierto modo recibe para sí esa perfección a través de
sus criaturas. Pero no la recibe en su ser, internamente, esencialmente, porque
la esencia de Dios no varía, sino la recibe en sus atributos externos, a través
de los aumentos estéticos, cuantitativos, cuantitativos, etc., de las cosas por El
creadas. ,

En este sentido la Perfección Máxima es infinita.

En cambio las cosas creadas sí tienen una perfección máxima; por eso
decimos que las perfecciones de las cosas tienen un límite. Así una manzana,
una vez llegada a su madurez, ya no es susceptible de más perfección. De ahí
en adelante empieza más bien a des-perfeccionarse.

Dios no hace nada inútilmente, luego las cosas creadas son necesarias.

Respuesta. Sólo Dios tiene la razón de ser en sí mismo, porque sólo Él se hizo
a sí mismo. Por tanto sólo Dios es el único ser necesario, el único ser que no
puede no existir, porque su esencia implica inevitablemente su existencia. Dios
es y existe al mismo tiempo.

En cambio todo lo que es creado: las cosas materiales y las espirituales que
alguna vez comenzaron a figurar en el mundo, no tienen la razón de ser en sí
mismas sino en Aquel que les dio el ser. No son, pues, necesarias. Pudieron
ser creadas o no creadas.

No sobra agregar que las cosas existen, o porque Dios las hizo directamente
(como es el caso del primer núcleo que echó a rodar en el espacio), o porque
las mandó y aun las manda hacer por medio de las causas segundas, como
sucede con el fruto engendrado por el árbol y su flor. El árbol puede dar flores.
Pero a veces, por cualquier circunstancia, no las da. Esto quiere decir que el
fruto puede ser creado, o no. Por eso decimos que el árbol y el fruto no son
seres necesarios.

Si los seres creados no son necesarios, las cosas nuevas que vemos
constantemente, tanto en lo material como en el orden intelectual, son
innecesarias, puesto que la humanidad ha vivido mucho tiempo sin ellas.

Respuesta. En realidad todos los días vemos algo nuevo.


25

Y esas cosas nuevas, por serlas no son necesarias, ya que "la humanidad ha
vivido mucho tiempo sin ellas".

Esto a lo sumo, prueba que la creación es progresiva. La creación es


permanente.

Las cosas nuevas son necesarias, y la creación progresiva, que se viene


efectuando gracias a las causas segundas, sí es necesaria. ¿Por qué? Porque
cuando Dios echó a rodar el mundo, le imprimió al mismo tiempo unas cuantas
leyes según las cuales la masa seguiría evolucionando y creando. Creando, ya
no de la nada absoluta como lo hizo Dios, sino de la nada relativa, es decir de
algo que ya existía en la masa y en las leyes que la regían. Estas leyes están
en las cosas en un estado de espera, de expectativa, en potencia, esperando el
momento de aparecer en acto apenas se cumpla el tiempo de actuar. Si la ley
no ha sido descubierta todavía, se debe a múltiples motivos como son la
ignorancia de los hombres, su entendimiento limitado, el desarrollo lento de los
acontecimientos con base en lo conocido, la maduración de una idea que viene
flotando en los siglos, la no presencia actual en los seres animados e
inanimados de las leyes que determinan un cambio de situación, etc., etc. Pero,
cuando se descubre una ley que se sabe va a determinar un cambio, cada vez
que (esa ley) se aplique, ese cambio, ese nuevo producido no es creado al
acaso, sino necesariamente, porque las leyes de la naturaleza son inexorables.

Siendo Dios la bondad suma, fue injurio cuando castigó a nuestros


primeros padres.

Respuesta, No, señor. Habría sido injusto si Él no hubiese dado la ley: "De este
fruto no comeréis".

Donde entra la ley, cesa la libertad del individuo. Adán y Eva, después de*
recibir la orden, ya no fueron libres de comer o no comer. Estaban obligados a
no comer. Debían obedecer, que eso es justicia.

De manera que el pecado original no es el fruto de una injusticia, sino de la


justicia de Dios. Dios está en lo justo cuando da una orden, como cuando da
condigna remuneración a los que la ejecutan o la desobedecen.

Nadie ha visto a Dios. Luego Dios es fruto de nuestra imaginación.

Respuesta. Dios no es un ser que se percibe con los sentidos directamente.


Dios se ve con la mente. Y en este sentido es una realidad para la creatura
pensante, quien al contemplar el universo se pregunta si éste (el universo) se
haya podido hacer a sí mismo, o si más bien habrá habido alguien que lo haya
hecho.

Nadie ha visto a Dios, pero todos lo vemos a través de sus obras. Desde ^1
momento que existe el mundo, debe existir su hacedor, a la manera que si
26

existe un reloj debe existir el relojero.

Dios no es un concepto abstracto. Es un ser que existe realmente, como existe


realmente cualquier otro ser que se pueda percibir con los sentidos o conocer
con la mente. Pero hay más. Para nosotros espiritualistas y, más que eso,
cristianos, Dios es un ser personal, es decir, un ser que conocemos por su
nombre. Recuérdese el diálogo del Monte Sinaí—¿Quién eres?

Voz desde la hoguera: Yo soy el que soy = el que no puede no ser = el que
siempre ha sido y no puede dejar de ser = el que existe de por sí (de quien su
esencia implica la existencia) = el que existe porque sí, y punto.

Todas las cosas existen en Dios, como una estatua existe en (la cabeza
de) su escultor. Luego también el mal existe en Dios.

Respuesta. Todas las cosas existen en Dios. Es cierto. Inclusive el mal. Pero...
¿de qué manera existen las cosas en Dios? Aquí está el problema.

a) Las cosas no son una prolongación de la esencia de Dios. Si así fuera,


todas las cosas serían Dios (panteísmo), lo que de ninguna manera puede ser
cierto. Porque las cosas están plagadas de defectos, unas más que otras. Y,
siendo defectuosas, no pueden ser la Perfección Máxima.

Pero supongamos que las cosas no tuvieran defectos. ¿Qué pasaría? Que
todas ellas serían perfectísimas al mismo tiempo, y todas serían eternas (ya
que la eternidad es la máxima perfección); y todas serían creadoras de las
demás, etc.

b) Las cosas existen en Dios eminentemente, es decir por lo alto, por fuera
de la esencia de Él; de una manera superior, sobresaliente. Existen en Dios,
pero no son Dios.

Ejemplo: Primera parte.

Supongamos un anillo limpio y pulido. El anillo tiene 'brillo. Es brillante.

¿El brillo está en el anillo? Sí, señor.

¿El brillo es el anillo? No, señor. El brillo está juera de la esencia del anillo.

El brillo está en el anillo "eminentemente". Fuera, por encima, a pesar del


anillo.

Segunda parte, que es nuestro caso.

El anillo tiene una abolladura, que es un mal. ¿Podemos pensar por un sólo
momento que el joyero le desee al anillo ese mal? De ninguna manera. El
artista siempre busca para su obra la mayor perfección. El pintor resguarda su
cuadro de la humedad y lo favorece contra el calor, el robo, las raspaduras, los
27

golpes, etc.

Más volvamos al anillo abollado.

La abolladura (ese mal) ¿es el anillo) No.

¿Pero está en el anillo? Sí.

¿De qué manera? Eminentemente, por lo alto. De una manera superior, es


decir, por encima, muy lejos de la esencia del anillo. La abolladura es un ser
distinto del anillo, a pesar de residir en él.

El anillo no es la causa directa de la abolladura, sino apenas indirecta, en


cuanto que él ha sido la ocasión de que otra creatura lo haya abollado. Si no
hay anillo, no habrá abolladura anular.

Se ve claro entonces que, a pesar de que el mal existe porque hay Dios, Dios
no es la causa directa del mal. Es apenas una causa indirecta, en cuanto que
ha creado la persona o la cosa que produce el mal.

Dios es causa directa únicamente del primer núcleo del cual resultó el universo.
Por eso decimos que, después de la creación, Dios deja obrar a las causas
segundas.

Dios es injusto cuando hace sufrir a un inocente.

Respuesta. Todo sucede por encadenamiento de causa v efecto. El sufrimiento


del inocente es un efecto producido por causas segundas.

El mal tiene lugar:

a) Porque procede inmediatamente de otro ser que es su causa. Una herida


procede de un golpe, de una hoja punzante, de un proyectil, etc.

b) O porque el inocente ha recibido una tara fisiológica o síquica.

c) O porque no ha querido (el inocente) o no ha podido forjarse un carácter


que le permita hacer frente a las dificultades.

d) Porque es víctima de una calumnia, que es la causa directa del mal.

e) O porque la justicia humana, que es tan injusta a veces, le ha infligido un


castigo que no le corresponde, etc., etc.

Todas estas causas se llaman segundas. Y Dios interviene en ellas sólo


indirectamente, únicamente porque fue la causa primera de la primera
creación.

En cuanto al problema de si hubo dos creaciones, una para el núcleo material


incluyendo el cuerpo humano, y otra para las cosas espirituales (los ángeles y
28

el alma humana), no es el caso de discutirlo aquí. Para dirimir la dificultad que


nos ocupa bástenos considerar que todos los acontecimientos que estamos
presenciando en la actualidad, inclusive el sufrimiento del inocente, son frutos
de causas segundas.

La verdadera justicia reside en Dios y se cumple en la otra vida. Las injusticias


que vemos a diario en la actual son fruto de la ignorancia, de la mala fe, del
odio, de la maldad, etc., de aquellos que intervienen en los escabrosos dramas
delictivos, y que, para nuestro caso, no son otra cosa que causas segundas.

Dios conoce nuestro futuro. ¿Por qué, entonces, no nos evita las
desgracias?

Respuesta. Dios conoce nuestro futuro, es cierto. Pero Dios no determina


nuestros actos. No guía directamente nuestra voluntad.

Dios nos hizo libres. Por tanto deja a cada uno de nosotros la responsabilidad
de sus actos.

Si Dios interviniera directamente en nuestros procederes, al ganar yo una


competencia ciclística, pongamos, habría que asignarle el primer premio a
Dios. Y si yo robara, a la cárcel con mi Dios.

Lo que pasa es que Dios ve de antemano lo que va a suceder. Y no le


podemos negar a Dios esa pre-videncia, esa omnisciencia, puesto que su
inteligencia no tiene limitaciones.

Ejemplo:

Me encuentro en el cerro de Monserrate, a donde conduce una carretera que


viene de Bogotá. La carretera, supongamos, es de una sola vía. Por la mañana
es de subida; por la tarde de bajada.

Es de mañanita.

Acaba de emprender la subida un Ford. Yo me doy cuenta de que eso es


perfectamente lícito.

A los cinco minutos un taxista, que acaba de dejar un peregrino al pie del
Santuario, resuelve regresar a la ciudad e inicia la «bajada, desatendiendo la
prohibición consignada en un gigantesco aviso. Yo también le recuerdo que no
puede bajar. Que debe esperar a la tarde. Mis palabras son sofocadas por el
estruendo del motor en marcha.

Entonces me pongo a observar, mientras digo para mis adentros: si se


encuentran en una curva, habrá choque.

Dicho y hecho.
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Ahora me pregunto: ¿los automóviles chocaron porque yo previ la colisión?


¿No fue, más bien, por culpa del taxista que, a sabiendas, se puso fuera de la
ley?

Dios promulga la ley (la promulgó en el Sinaí), y los hombres se encargan de


labrarse su desgracia, infringiéndola.

¿Cree Ud. que puede haber ateos?

Ateo es el que dice no creer en Dios. Que afirma que Dios no existe.

San Anselmo toca el problema cuando dice que desde que uno. Nombra a Dios
o piensa en El, afirma implícitamente que existe un ser superior cuyas
características son las de creador de todas las cosas, de sustancia eterna e
inmutable, providente, justo, bueno, santo, amable, misericordioso, etc., en
grado sumo.

Sin detenernos a estudiar el pensamiento del obispo de Aosta (1033-1109)


podemos afirmar que los ateos, desde el momento que combaten a Dios, creen
en el Ser que pretenden destronar. Hay dos clases de ateísmo: el teórico y el
práctico.

El ateísmo teórico es el de aquellos que dicen que Dios no existe y, sin


embargo, lo combaten. ¿Cómo se puede perseguir a un ser inexistente?

Francamente, los ateos caen en una contradicción sólo explicable en el terreno


de la mala fe.

El ateísmo, entonces, es una doctrina calculada, no espontánea, estudiada. Se


es ateo porque sí. Por novelería o por no faltar a compromisos adquiridos. Se
es ateo por respeto humano, por amor propio, o por temor de "qué dirán si me
vuelvo creyente".

El descreído es a veces traicionado por el subconsciente: "Doy gracias a Dios


porque me ha hecho ateo".

El ateísmo práctico es el de aquellos que sí creen en Dios, pero viven como si


Dios no existiera. No obedecen sus leyes y dan mal ejemplo, incluso a los
ateos teóricos.

Que es el alma humana?

El alma humana es una sustancia simple y espiritual, principio de la vida, los


sentimientos, los conocimientos y movimientos del hombre.

El alma es:

a) simple porque no está compuesta de partes, y


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b) espiritual porque ni es materia, ni depende de ella; vale decir que el alma


es capaz de existir separada del cuerpo.

Su independencia de la materia es intrínseca y extrínseca a la vez.

El alma goza de independencia intrínseca en cuanto que no necesita de la


materia para subsistir. En este sentido los ángeles y el alma humana separada
del cuerpo gozan de independencia intrínseca y son sustancias completas,
subsistentes (que pueden existir por sí mismas, sin adherirse a otra sustancia)
e inmortales.

La independencia extrínseca consiste en que el alma, si bien está unida al


cuerpo, ejerce sus funciones independientemente.

En este caso tanto el cuerpo como el alma son sustancias incompletas, y por lo
mismo insubsistentes, que se han unido para formar una sustancia nueva —
esa sí completa— que se llama hombre. El cuerpo es la materia prima y el
alma es su forma sustancial.

En los animales irracionales el alma no puede vivir separada del cuerpo. En


ellos no sólo no puede haber cuerpo sin alma, lo que es común a todos los
seres vivientes, sino que no puede haber alma sin cuerpo. El alma de los
animales, pues, es insubsistente.

El alma existe (pruebas)

El alma es un principio vital y no una actividad propiamente dicha.

Cuando movemos un brazo, ejercemos una actividad cuyo principio vital es el


alma.

La existencia del alma se prueba cabalmente partiendo del hecho de que ella
es un principio vital.

a) Primera prueba.

Los cuerpos vivientes se mueven con un movimiento espontáneo (es decir sin
intermediarios extraños) e inmanente (que reside dentro de ella). Esto se
registra en los tres grados de la vida: el vegetativo (la vida de las plantas), el
sensitivo (de los animales) y el racional (del hombre).

A la fuente de este movimiento le damos el nombre de alma. b) Segunda


prueba.

La materia es inerte. Según el vulgo esto quiere decir que la materia no se


mueve. Filosóficamente se dice que la materia no se puede imprimir a sí misma
un movimiento distinto del que le imprimió el Creador. Por tanto el cuerpo
humano (que es materia), el de los brutos y las plantas en general son
incapaces de darse a sí mismos el movimiento.
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Pero a todos nos consta cómo el hombre, el ave y el lirio se mueven: ¡el
vegetal sólo en cuanto a su crecimiento (que crecer es moverse), el irracional,
además, en cuanto a su movimiento de traslación (de una parte a otra) y el
hombre, además, se mueve con movimientos espirituales (que pensar,
recordar, decidirse son movimientos del espíritu, del alma).

En la base de todos esos movimientos debe haber, como la hay, una fuente de
energía.

A esa fuente de energía la llamamos alma.

Quienes niegan la existencia del alma?

No todos admiten la existencia del alma como sustancia simple y espiritual.

Veamos cuáles:

a. Los materialistas, que todo lo reducen a materia. Según ellos el alma es


un compuesto material dotado de movimiento (materialismo mecánico).
Son materialistas los atomistas antiguos como Leucipo, Demócrito y
Epicuro, muchos enciclopedistas del siglo XVIII y los materialistas
dinámicos del siglo XIX, entre los que se cuentan Brüchner y Haeckel.
b. Los marxistas, que consideran las masas humanas desde un punto de
vista netamente material y ateo.

c. Los fenomenistas. Los fenomenistas no admiten sino el "yo" en general,


es decir lo que los sentidos alcanzan a percibir.
El "yo", según, ellos, es sinónimo de "sensación", o sea de
pensamientos, deseos, afectos, etc., expresados por los sentidos
externos.
Es la escuela de los sicólogos experimentales como Hume, Wundt,
Taine y James.

d. Los sensistas. Estos profesan un materialismo disimulado.


Dicen ellos: ¿Cómo nos damos cuenta de los sentimientos de una
persona? Por medio de los sentidos externos. En consecuencia esos
sentidos (que son los que producen las sensaciones) son al mismo
tiempo la fuente de los sentimientos.

Contestamos: nosotros admitimos que los sentidos manifiestan las


sensaciones, porque ellos son el único medio de que dispone el hombre para
manifestar sus sentimientos. Pero rechazamos el que los .sentidos sean
principio de las sensaciones.

El alma es inmortal (pruebas)

Sólo Dios es eterno. No tuvo principio ni tendrá fin. Todos los demás seres
tienen principio y mueren, a excepción de los ángeles y del alma humana. Los
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ángeles y el alma humana tienen principio pero no tendrán fin.

El alma humana es inmortal primero porque es simple, segundo porque es


responsable, y tercero porque no alcanza la plena felicidad mientras está unida
al cuerpo.

El alma es capaz de ejercer sus funciones sin la colaboración del cuerpo. Así
por ejemplo, el solo deseo de dar una limosna es de suyo un acto meritorio,
aunque la mano no se mueva para entregar la moneda. El cuerpo, en cambio,
es incapaz de ejercer sus funciones de por sí. Un cadáver no se mueve.

El alma es inmortal porque es simple (argumento metafísico). Una sustancia


muere directa o indirectamente.

El cuerpo humano muere directamente cuando el alma se separa de él.

El alma de los animales muere indirectamente, al acabarse el cuerpo que es


condición indispensable de su existencia. Como el alma de los animales no es
apta para ejercer actividades independientemente del cuerpo, (no tiene deseos)
tampoco es capaz de vivir sola, separada del cuerpo. Ahora bien: el alma
humana no puede morir directamente porque, por ser de naturaleza simple, no
puede corromperse. Ni puede morir indirectamente como muere el alma de los
irracionales, porque no necesita indispensablemente del cuerpo para ejercer
sus funciones.

El alma humana es inmortal porque es responsable (argumento moral).

Dios es justo remunerador. Otorga premio condigno a la virtud y justo castigo al


vicio.

Mas en esta vida pasa a menudo que el vicio es premiado y la virtud


despreciada.

Desde que Dios promete premios y castigos apropiados, debe cumplir


necesariamente su ofrecimiento. Necesariamente y en todos los casos.

Mas como aquí en la tierra hay injusticias debido a la natural flaqueza humana,
debe necesariamente existir un lugar en donde se haga siempre justicia y en
donde el hombre sea premiado o castigado debidamente.

En consecuencia, al morir el cuerpo, lógicamente debe sobrevivir "algo" que


reciba en nombre de él el premio o el castigo que se merece.

Ese "algo" es el alma.

El alma es inmortal porque tiende a la felicidad (argumento sicológico).

Todos aspiramos a la felicidad. No hay un solo ser humano que no quiera ser
feliz. Y es precisamente el alma la que desea ardientemente esa felicidad. Pero
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nadie logra ser plenamente feliz en este mundo. Entonces debemos suponer
lógicamente otra región en donde el alma pueda alcanzar esa felicidad. En
donde el vivir feliz no sea menguado por ninguna contrariedad. Y como
felicidad que se acaba ya no es felicidad, debemos convenir en que ella debe
ser eterna, necesariamente.

Luego, el alma que la va a gozar eternamente, es inmortal.

Anotemos, por último, que el alma humana es inmortal por querer de Dios, es
decir que el alma goza de inmortalidad extrínseca.

Extrínseca quiere decir que esa inmortalidad no le pertenece al alma por su


naturaleza. En otras palabras, el alma no es inmortal porque ella se da a sí
misma esa inmortalidad.

Si el alma pudiera hacerse inmortal por sí sola, sin la ayuda de Dios, esa
inmortalidad se llamaría intrínseca.

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