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LAS ETAPAS DEL PENSAMIENTO SOCIAL EN MEXICO (Hugo Arturo Cardoso Vargas)

Resumen
La sociología como objeto de reflexión y de estudio en México parece no existir; en consecuencia,
a partir de ese vacío: en este trabajo se aborda la historia y las distintas etapas de desarrollo del
pensamiento social en México desde el siglo XVI hasta el siglo XX, a partir de dos propuestas
elaboradas una por Lucio Mendieta y Núñez -figura señera en la institucionalización de la
Sociología en México y la otra de Carlos A. Echánove Trujillo. Esto con la intención de ejemplificar
cómo se fue constituyendo el campo de estudio de la Sociología y el campo profesional del
sociólogo en México.

INTRODUCCIÓN.
La historia de las diferentes ciencias naturales permite explicar y conocer el proceso de su
desarrollo, pero ciertamente, no se puede confundir la historia de una ciencia con la ciencia
misma.

Consecuentemente, toda ciencia pasa -inexorablemente- por etapas distintas donde se pueden
conocer logros, avances, tropiezos y obstáculos. Conocer esta situación promueve el estudio de la
historia de la ciencia, pero también explica el desenvolvimiento de la misma ciencia.

Así, la historia de la Química, por ejemplo, nos permite saber que ésta salió de entre las cenizas
provocadas por los experimentos de los alquimistas de la Edad Media. A este inicio poco científico,
le suceden varias etapas, como la de la llamada química cuántica; y así en el presente siglo, se
reconocen las nuevas ramas -interdisciplinarias- del conocimiento a partir de un punto de vista de
la Química: la Fisicoquímica, la Bioquímica.

Todo esto es parte de la historia de la Química y desde luego, concomitantemente, es parte


esencial de la propia Química.
Así pues, es difícil separar el estudio de una disciplina científica de su aspecto histórico. Aunque,
debe subrayarse, que saber la historia de una ciencia no substituye el conocimiento propio de esa
ciencia. Lo cierto es que, sin duda, lo enriquece.

Y sí la relación entre la historia de una ciencia y el conjunto de conocimientos que les son
inherentes es esencial en el campo de las Ciencias Naturales, el descubrir y describir esa relación
tendrá mayor razón de ser en las Ciencias Sociales y las Humanidades.

Consecuentemente, el objetivo de este trabajo es describir las diferentes etapas del desarrollo del
pensamiento social -no sólo sociológico- en México.

Esto implica, desde luego, una primera tarea que es trazar los límites -permisibles o no- del
pensamiento social de lo que corresponde propiamente a la Sociología en un determinado
momento histórico de México. Otra tarea, muy distinta, sería el abordar y agotar en ese punto
todos los elementos de discusión en torno a la Sociología como ciencia y como profesión en
México.

Claro está que a partir de esta problemática relación entre Sociología y pensamiento social,
provoca que otro objetivo, secundario, de este trabajo sea promover el conocimiento y la reflexión
entre los sociólogos en torno a la historia de la Sociología en México.

Esto se considera de vital importancia porque la actual práctica sociológica, o mejor, la práctica
profesional del sociólogo se encuentra en una situación caótica y complicada para asumir una
respuesta única, orgánica y propositiva a los grandes problemas nacionales.

Por lo mismo, se espera que reconociendo este pasado, los sociólogos obtengan nuevos
elementos para hacer nítido y claro el propio quehacer profesional; pero que además tengan
capacidad de recuperar lo que otros mexicanos, en otros tiempos han propuesto para orientar el
rumbo de México.

Así que la Sociología -como el pensamiento social- en sus distintos momentos históricos, corren de
manera paralela a la historia del país. Por ende, al re-estudiar el pasado a partir de un criterio
sociológico se puede esperar que respuestas apropiadas a los grandes problemas nacionales
señaladas en otros tiempos puedan ser aplicables al México actual.

LOS PERIODOS SOCIOLÓGICOS.....


En este apartado vamos a delimitar y definir cada uno de los distintos períodos de la Sociología en
México. La temática, por sí misma, está plenamente justificada.

Al respecto, lo primero que vale recordar es que la referencia inmediata a la sociología mexicana la
debemos ubicar dentro de la difusión que de ella se ha realizado en los países latinoamericanos,
por razones no sólo geográficas sino históricas. Por ende, en su contexto latinoamericano la
Sociología en México sirve de ejemplo para la sociología practicada en el área. Así pues:

"Cuando nos referimos a la Sociología latinoamerica(na) no podemos dejar de referirnos a aquella


Sociología nacida y cultivada con tanto realce en aquel país maravilloso que es México: la
sociología mexicana" (1)

Son muchas las razones que hacen posible el florecimiento de la Sociología en México. Así lo
menciona Roberto Agramonte, por ejemplo:

"México es tierra propicia al florecimiento de sociólogos de raíz. Apenas el viajero pone pié en el
territorio que fue asiento de las grandes civilizaciones azteca y maya, el ámbito que tiene ante sí
se transforma en problemas sociológicos" (2)

¡Cómo no ha de ser objeto de cavilaciones sociológicas, un país que -como México- presenta
drásticos contrastes entre riqueza y pobreza; entre unidad nacional y diversidad étnica; entre
orden y caos; entre experiencia vivida y conocimiento sistematizado!

¡Cómo poder permanecer ausente a esta abigarrada combinación de elementos y factores propios
y ajenos; actuales y heredados de un pasado-presente sin clara diferenciación; los seres
observado(re)s y cuestionadores de esta -nuestra- realidad!
¡Cómo no -en novelas, cuentos, historias, reseñas, diarios y demás formas de expresión- se
pueden obtener conclusiones cercanas a la esencia del México histórico, el México de ayer, al
México de hoy y al México del mañana!

¡No importa que los nombres de sus autores nos saturen la memoria y algunos ni siquiera lleguen
en élla! ¡No importa que haya sido Sahagún, Palafox, Sigüenza, Barreda, León, Gamio o cualesquier
otro, el que en ese momento detuvo el tiempo para dejarnos un testimonio directo de un
determinado hecho histórico!

Y es que desde siempre en México ha habido una actividad permanente y constante preocupada
por llegar a conocer qué es México, cómo somos, qué somos, qué hacemos y cómo lo hacemos.

Aparece otro objetivo, no menos importante, reunir sólo algunos de estos trabajos de reflexión
sobre la mexicanidad, que en diferentes etapas y los diversos autores han dado. A todo el
conjunto de reflexiones, análisis, propuestas en torno a México y lo mexicano se agrupan con el
nombre genérico de pensamiento social. Porque con este término se destaca su cualidad esencial.

Así el pensamiento social, puede ser concebido tanto como actitud como actividad encaminada al
estudio de la sociedad a partir de los hechos sociales específicos y concretos de la realidad
nacional. Esto quiere decir, que el pensamiento social, sin ser propiamente Sociología, fue -y es-
una práctica central durante el pasado -y el presente- de México.

No puede resistirse a considerar el pensamiento social como la piedra angular para el desarrollo e
institucionalización de la Sociología en México, las pruebas son contundentes. En un determinado
momento histórico, en México se hacía investigación social aunque no existieran los sociólogos.

El pensamiento social fue durante largo tiempo una veta inagotable de información que fortalecía
el conocimiento del país y que, dada su efervescencia, ubicó a México como una nación
excepcional por la amplia y vasta información de que disponía que en torno a su población,
recursos e instituciones.

La manera más conveniente de obtener información -oficial o no- es a través de la investigación.


Además, la investigación social es reconocida formalmente como una profesión respetable; así
como una imagen correcta del sociólogo moderno. (3)
Pero no siempre fue de este modo.

El investigador social, al que se hace referencia, bien pudo ser un fraile que -como ciudadano del
mundo del siglo XVI- va en busca del hombre; encuentra al indígena y su pasado y lo reconstruye,
aunque no abandona su visión teológica ni menos aún europea.

Puede ser también un soldado, de los conquistadores, que se toma tiempo para empuñar la
espada o la ballesta para acabar con los infieles; pero también para ejercer la creación literaria
como un acto de purificación personal o de justificación terrenal.
Otro investigador es el estudioso que se mueve entre los estrechos círculos de la sociedad
novohispana a pesar de que busca ampliar sus conocimientos no le importa recurrir, en sus ratos
libres, a las ciencias consideradas heréticas.

En fin, la imagen del investigador social era - y es- muy variada. Desde luego, el pensamiento social
pueden identificarse con los investigadores; pero -en realidad- sus practicantes son personas
comunes como comerciantes, literatos, ensayistas -incluso- políticos.

Viene a colación, la sentencia de Donald Pierson, quien dice:

"Mucha confusión se evitaría si comprendiéramos que gran parte de los usualmente llamados
sociólogos entre los que se encuentran autores de libros de Sociología, son realmente si se
analizan sus fines y métodos, o pensadores sociales, o filósofos sociales, o moralistas sociales, o
trabajadores sociales, pero no sociólogos, al menos con la acepción en que este término viene
siendo empleado entre los científicos modernos". (4)

Evidentemente, si se buscan las diferencias entre los pensadores sociales se encontraría que son
autores de estudios e investigaciones que se colocarían en otras áreas de conocimiento; pero no
necesariamente como sociólogos. Pero por eso se agrupan en torno a lo común: el estudio de la
sociedad mexicana, a través del pensamiento social.

Por lo mismo no es intención hacer un análisis detallado de cada uno de estos pensadores sociales
(rebasaría los límites de este y muchos textos más); ni menos se les va a encajonarlos en alguna
categoría preconcebida a tan amplia gama de autores y asuntos.

Porque si se hiciera esto se actuaría en contra de la riqueza de su pensamiento; contra su práctica


e intereses y -finalmente- contra su trascendencia.

Así, insistiendo en que la mayoría de los autores aquí citados no son sociólogos, se procede a
recordar dos diferentes periodizaciones que de la historia del pensamiento social en México se
han realizado.

... EN CARLOS A. ECHANOVE TRUJILLO


El primero en ocuparse de establecer períodos para la historia de la Sociología en México fue
Carlos A. Echánove Trujillo (5).

El origen de esta propuesta debe encontrarse primero en la exposición de libros de texto de


Sociología elaborados por autores latinoamericanos en el Centre D'Estudes Sociologiques; y
segundo gracias a la invitación de su director, el eminente sociólogo George Gurvith para que
entre el 3 y 6 de mayo de 1949 dictara Carlos A. Echánove Trujillo en el mismo Centro un ciclo de
conferencias sobre Sociología Latinoamericana.

En torno a este tema, la propuesta es:

"Haré la distinción entre períodos presociológicos, o sea el anterior a la fundación de la Sociología;


y el sociológico, que arranca con la creación de dicha ciencia". (6)

Para Echánove hay dos etapas de la Sociología en México y el punto de ruptura es la creación de la
Sociología. En este sentido, el autor, alerta: "...el comienzo de este último período resulta un tanto
borroso, dada la particular evolución del pensamiento que ha venido a concretarse en una
auténtica ciencia"

Y no agrega más. No indica cuándo se inició, a su criterio, la Ciencia de la Sociedad en México. De


ahí que esta propuesta sea endeble. Ahora bien, antes de describir cada período, señala que:

"De más está decir que quienes elucubraron sobre los fenómenos sociales durante el período
presociológico quedan catalogados automáticamente en la categoría de filósofos sociales, o si es
el caso, de precursores de la Sociología propiamente dicha" (7)

El aceptar esta última frase implicaría abordar un tema por demás polémico: los precursores. Al
respecto bien podría plantearse una interrogante en los siguientes términos ¿ Cómo afirmar que
había la intención, consciente, por parte de estos investigadores sociales para promover una
nueva ciencia? Quede ahí la duda.

En lo que corresponde al primer periodo, Echánove lo subdivide en dos etapas: la Etapa colonial y
la Etapa independiente. Por lo que toca a la primera indica que:

"El período presociológico en México, por lo que hace a la etapa colonial, está representado en un
principio por las observaciones de los primeros cronistas españoles sobre las características
sociales de los indígenas y un poco más tarde, también sobre el aspecto de las demás razas y
clases sociales que originó la dominación hispánica" (8)

Enseguida pasa lista de presentes a los frailes como Bernardino de Sahagún, Diego de Landa; del
arzobispo Juan de Palafox y Mendoza, del doctor Pedro Sánchez de Aguilar; se detiene en el
obispo de Michoacán don Manuel Abad y Queipo, al que no duda en considerar "como uno de los
más notables precursores, si es que no el más notable, de la Sociología mexicana durante la época
colonial".

Una vez apuntado lo anterior, pasa Echánove Trujillo al segundo período:

"El pensamiento social aparece vigorizado a partir de la independencia de España. En efecto, en las
discusiones de los primeros congresos nacionales hácense no escasas generalizaciones sobre el
aspecto social del pueblo mexicano, generalizaciones a las que habitualmente se yuxtapone el
parangón con los otros dos pueblos que por modo natural estaban presentes en la mentalidad de
nuestros compatriotas de entonces: el español y el yanqui. Aquel para atribuirle todos nuestros
defectos; éste, para pregonarlo como el más perfecto de los modelos" (9)

Aparecen, enseguida, nombres como Servando Teresa de Mier, Lorenzo de Zavala, José María Luis
Mora, Manuel Crescencio Rejón, Andrés Quintana Roo y José María Gutiérrez de Estrada. Aquí la
preferencia es hacia Lorenzo de Zavala porque desde 1945 consideraba - a través de una
ponencia- a "Lorenzo de Zavala, precursor de la Sociología".

Así mismo, señala algunos autores que realizaron observaciones sobre México desde una óptica
europea. Los investigadores son: Alejandro de Humboldt, Francés Erskine lnglís (la Marquesa
Calderón de la Barca) y Joel R. Poinsett. (primer representante de los Estados Unidos ante el
gobierno mexicano).

Recapitulando, se sostiene que el período presociológico abarca desde el siglo XVI al XIX y en él
participan tanto religiosos como civiles; extranjeros y pocos nacionales durante ese mismo siglo
XIX.

Desde luego que toda selección implica riesgos que deben correrse pero que obligan a que se
reconozcan; pues no son todos los que están ni están todos los que son en esta selección que
presenta Echánove Trujillo. Faltarían autores alemanes e ingleses como Sartorius, Ward, entre
muchos otros.

Por lo que corresponde a la etapa sociológica la figura principal es el doctor Antonio Caso; por
ende, Echánove subdivide este período en tres. El primero es el presociológico hasta Antonio Caso;
Caso y la Sociología es el segundo y -concluye con- el pensamiento social después de Antonio
Caso.

Con respecto al primer subperíodo nos dice:

"Seguramente uno de los primeros, si no el primero, que habló en México de la nueva ciencia
llamada Sociología, fue el médico Gabino Barreda, una de las figuras más interesantes de la
historia intelectual de nuestro país. Dotado de talento excepcional (...) El caso es que Barreda fue
llevado por su amigo (Pedro) Contreras (de Elizalde) a las clases del maestro (Augusto Comte), con
cuyas ideas se inflamó" (10)

Agregando que:

"Cuando Barreda regresó a México se doctoró en medicina y continuó estudiando la obra de


Comte, hasta constituirse en el más ilustre discípulo mexicano del creador de la Sociología.
Barreda no fue, empero, un sociólogo propiamente dicho, pero al propagar las ideas de su
maestro se ocupó a menudo de la 'ciencia de la sociedad', sobre todo durante los diez años en que
impartió su cátedra de lógica en la Escuela Nacional Preparatoria". (subrayado propio)

Y sin más, asegura que: "la Sociología, que debía impartirse y fue impartida en forma de
conferencias" (11)

Sin duda que esta información, es incompleta. Primero porque desde 1847, cuando emigró a
Francia, hasta 1897, cuando se creó el curso de Sociología, Gabino Barreda no fue la figura
destacada del pensamiento social mexicano, como se verá adelante. Además, no proporciona
datos en torno a la sociología ni dónde ni quién la impartió.

Pero sigamos. Antonio Caso es la figura central del período -propiamente-sociológico, porque
expone Echánove Trujillo: "Antonio Caso es el autor del primer tratado relativamente extenso de
Sociología General escrito en México".

Aunque debe recordarse que Caso fue designado, para substituir a don Carlos Pereyra, como
catedrático de Sociología en la Escuela de Derecho de la Universidad Nacional. Así que:

"El nuevo catedrático fijó como texto, durante varios años, la notable Sociología Generaldel
peruano Mariano Cornejo. Pero entre el filósofo espiritualista mexicano y el positivista autor
sudamericano no podían existir ligas muy duraderas. Así es que Caso, sin duda por un movimiento
perfectamente explicable, se sintió llevado a redactar por su parte un texto que con el nombre
de Sociología Genética y Sistemática apareció en 1928" (12)

Echánove Trujillo, enseguida, pasa revista a algunas de las partes del libro redactado por Caso;
pero finalmente indica que:

"En cierto modo puede decirse que con la gran figura de Antonio Caso se cierra para México el
período de la Sociología de gabinete y se abre el de la investigación de campo" (13)

Estas afirmaciones son bastante cuestionables, pero queden aquí por ahora.

Lo que no puede dejarse pasar es el grave error de señalar como 1902 la fecha de publicación de
una de las más importante e innovadora de las investigaciones sociales de México: La Población
del Valle de Teotihuacan. Puesto que el trabajo de campo (que cubrió todas las áreas del
conocimiento, hasta entonces factibles) se realizó durante 1917 aunque el año de 1920 fue
publicado el informe por la Secretaría de Agricultura. El responsable de este proyecto de
investigación integral fue don Manuel Gamio.

Ciertamente el nombre de Gamio aparece en esta última etapa junto a otros destacados
investigadores sociales mexicanos como Alfonso Villa Rojas, Ricardo Pozas Arciniegas, Lucio
Mendieta y Núñez y entre los extranjeros Robert Redfield. Se cierra, según Carlos A. Echánove
Trujillo, el ciclo histórico de la Sociología en México hasta 1951, cuando pasa lista a las principales
instituciones de educación media superior y superior que en México se imparten curso de
Sociología.

Echánove Trujillo cierra justamente el ciclo el mismo año en que se empieza a institucionalizar la
enseñanza no sólo de la Sociología sino de otras Ciencias Sociales, con la creación de la Escuela
Nacional de Ciencias Políticas y Sociales (14)

El texto de La Sociología en Hispanoamérica ha sido objeto de diferentes elogios, en donde se


destaca su valor informativo y el carácter precursor de la temática abordada, es decir, abordar la
historia de la Sociología en el llamado subcontinente.
Así, por ejemplo T. B. Bottomore afirma que el texto es: "sumamente interesante y muy útil para
esa sociedad, debido a que ofrece gran cantidad de información tocante al pensamiento y a la
pesquisa sociológica en la América Latina y por ello constituirá un auxilio para que dicho centro se
mantenga en contacto con la vida sociológica latinoamericana".

Otro autor, Kurt J. Forcat, adscrito al Departamento de Ciencias Sociales de la UNESCO en ese
entonces, opina que la obra "constituirá un excelente libro de referencia para postgraduados y
expertos que visitan a la América Latina en misión científica".

Desde luego, también los sociólogos latinoamericanos reconocen la importancia de este libro. Así
Carneiro Leao, decano de la Facultad de Filosofía de Río de Janeiro, escribe que "es otro servicio
que se hace no sólo al conocimiento de la sociología en Latinoamérica, sino asimismo a la obra de
amistosa colaboración entre los pensadores de nuestro continente".

Así pues, este texto de Carlos A. Echánove Trujillo se une a la lista de obras que abordan la historia
y desarrollo de la Sociología en la América Latina. Lista que encabeza el destacado profesor e
investigador argentino Alfredo Poviña, con su casi desconocida Historia de la Sociología
Latinoamericana.

... EN LUCIO MENDIETA Y NUÑEZ


Difícilmente se podría encontrar entre las décadas treinta a sesentas del presente siglo a otra
figura principalísima para la promoción, difusión e institucionalización de la Sociología en México
que don Lucio Mendieta y Núñez.

Don Lucio Mendieta y Núñez, a pesar de su constitución física aparentemente débil, encerraba una
inagotable fuerza que le permitió ser creador de instituciones en torno a la Sociología, cuyos
ejemplos son la Cuadernos de Sociología, Biblioteca de Ensayos Sociológico, la Revista Mexicana
de Sociología y el proyecto de creación de la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales de la
UNAM. Sin olvidar la Revista Latinoamericana de Sociología de la que también fue director
fundador.

Estos son los mejores ejemplos de su quehacer en torno a la institucionalización de la Sociología.


Ahora bien, podemos estar o no de acuerdo con sus aseveraciones, marcos conceptuales, sus
métodos; pero no podemos ni debemos olvidar su valioso aporte en beneficio de la Sociología
como disciplina y como profesión en México.

Mendieta y Núñez desde su llegada a la dirección le imprimió un nuevo estilo en lo administrativo


pero también en lo académico al lnstituto de lnvestigaciones Sociales de la Universidad Nacional
Autónoma de México.

Esto se ejemplifica porque ya no basta con la observación ni con la investigación de campo. Era
necesario -así lo entendía Mendieta y Núñez- constituir a la Sociología como una disciplina
científica por lo cual era imprescindible abordar las cuestiones relativas a sus marcos teóricos, sus
modelos, sus conceptos, sus métodos, sus técnicas de obtención de datos.

Todo esto fue abordado por distintos especialistas en las páginas de la Revista Mexicana de
Sociología y después con los Cuadernos de Sociología, Biblioteca de Ensayos Sociológico. Pero
basta de elogios, todos justificables; y centremos la cuestión de la periodicidad de la Sociología en
México conforme establece Mendieta y Núñez.

Lucio Mendieta y Núñez, a través de su productiva vida promotora de la Sociología en México,


abordó en varias ocasiones la cuestión de la historia de la ciencia fundada por Augusto Comte.

Así por ejemplo, la primera es un texto publicado en la Revista Mexicana de Sociología (15) y en
otra ocasión, en un ensayo que fue parte del libro intitulado "Valor Sociológico del Folklore y otros
ensayos" (16). Ambos textos con el mismo título: La Sociología en México. En otra ocasión se
refiere el autor al Origen y Desarrollo de la Sociología Académica en México como parte del
libro Temas sociológicos de actualidad.

En los dos primeros artículos hace un recuento histórico del desarrollo e historia de la Sociología
en México. En el segundo aborda la consolidación de la Sociología universitaria en México, desde
las propuestas iniciales de crear cursos de Sociología en la Escuela Nacional Preparatoria y la
Escuela de Altos Estudios hasta llegar a mencionar las instituciones de educación superior con
áreas de conocimiento en la Sociología como El Colegio de México y la Escuela Nacional (hoy
Facultad) de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Por lo que respecta a la propuesta de Mendieta y Núñez en torno a las distintas etapas que
conforman la periodización del pensamiento social en México tenemos que,

"La Sociología en México se ha desarrollado a través de tres etapas definidas que corresponden al
proceso de sus transformaciones políticas y sociales. La primera corresponde a la época colonial; la
segunda al período comprendido entre la independencia y la caída del Presidente Porfirio Díaz y la
tercera a la época actual que se inicia con la revolución de 1910".

Aunque enseguida aclara que:


"No puede hablarse propiamente de Sociología en los tiempos de la colonia porque entonces no
se conocía esta disciplina. Sin embargo, a la luz de los conocimientos actuales es indudable que
muchas obras escritas en la época colonial tienen carácter sociológico, por ejemplo, las de los
insignes cronistas e historiadores que mediante sus investigaciones, descripciones y
especulaciones penetraron en la realidad social de los grupos aborígenes que habitaron la Nueva
España" (17)

De entrada reconoce que no se puede concebir al pensamiento social, como aquí se le designa,
como sujeto o dependiente de los postulados de la Sociología o de cualesquiera otra ciencia.
Por eso, afirma que:
"En realidad los insignes cronistas e historiadores de la época colonial fueron nuestros primeros
sociólogos porque mediante sus investigaciones, descripciones y especulaciones penetraron en la
realidad social de los grupos aborígenes habitantes de Anáhuac" (18)

Pero aún así, se intuye en los autores comprendidos en esta etapa que su pensamiento social no
puede evitar ser plagado de adjetivos calificativos que parecen echar por tierra cualquier intento
de objetividad conforme a los cánones de la ciencia.

Así que Mendieta y Núñez cita autores de la época colonial: "Los libros de fray Bernardino de
Sahagún, del oidor Zurita, del padre Motolinia, de fray Gerónimo (?) de Mendieta, de Cogolludo,
Landa entre muchos otros autores que sería prolijo enumerar, son acabadas muestras de estudios
sociales pues se refieren a la organización de los cacicazgos y reinos indígenas, a su religión, a su
economía, a la familia, a las costumbres y a otros muchos aspectos de la vida colectiva de aquellos
pueblos que conocieron y entre los que vivieron durante los primeros años de la dominación
española"

Aunque enseguida señala:

"Más tarde, una vez organizada la colonia con la categoría de Virreynato, algunos informes de los
virreyes y hacia fines de la época colonial ciertos trabajos del Obispo de Michoacán, Abad y
Queipo y del Barón de Humboldt, son certeros análisis sobre la situación política de la Nueva
España y las condiciones y las peculiaridades de su población" (19)

Casi con las mismas palabras se expresa el autor en el texto de 1949 donde indica que:

"Durante el virreynato, algunos informes de los virreyes, ciertos trabajos del obispo de Michoacán
Abad y Queipo y el magistral ensayo del Barón de Humboldt, analizan la organización política de la
Nueva España, las condiciones y as peculiaridades de su población, señalando sus defectos y sus
cualidades" (20)

Y eso es todo para la etapa colonial. Tal vez la falta de espacio no permitió, al autor, presentar la
totalidad de autores ni mayores referencias. Pero es suficiente con esa muestra para coincidir en
que estos son algunos de los investigadores sociales del período colonial en México.

Lucio Mendieta señala las cualidades del siguiente ciclo; es decir la "Epoca lndependiente. A partir
de la independencia, la literatura social de carácter político, científico y artístico es abundante.
Sería en extremo difícil ensayar siquiera la formación de una bibliografía sobre el particular; pero
seguramente que se destacan, entre los libros más importantes, las Obras sueltas y México y sus
revoluciones del doctor Mora y hacia los últimos años del siglo XIX, dos trabajos colectivos
monumentales: México a través de los siglos en que se hacen profundas consideraciones
sociológicas respecto a las diferentes épocas históricas del pueblo mexicano y México y su
evolución social, verdadero tratado de sociología nacional".

Pero insiste en que durante este lapso existen otras formas de expresión, como son
"Las novela costumbristas, las novelas sociales, los libros, los ensayos y los artículos periodísticos
de esta etapa histórica de México que contienen observaciones y especulaciones a propósito de
problemas de integración nacional y de diversas cuestiones relacionadas con la organización del
país y la vida y costumbres de su población, son tan numerosas, que cualquier intento de
ejemplificar nos llevaría a cometer omisiones injustas" (21)

Con este argumento no toma partido, no señala a los que hicieron en estos espacios reflexiones de
tipo sociológico, durante el siglo XIX. Curioso resulta que en este texto, se omita la preclara figura
del doctor Gabino Barreda.

Pero Mendieta caracteriza el período con una aclaración relativa a la época independiente, al
indicar que:

"En toda la literatura social a que nos referimos en el capítulo anterior, no se menciona la palabra
Sociología porque la nueva ciencia era desconocida en México; pero las obras que hemos citado y
en general cuanto se escribió hacia la segunda mitad del siglo XIX sobre cuestiones sociales y
políticas, pueden considerarse de carácter sociológico por su contenido".

Por lo que respecta la época actual, el autor pasa revista a la labor docente en torno a la
Sociología, aunque reconoce que "es de suponerse que las cátedras de Sociología eran
elementales".

Ahora bien, respecto a la Sociología en México señala que:

"Parece que los estudios de Sociología se inician en México desde el año de 1875, pues en el plan
de estudios de la escuela preparatoria de la ciudad de México, figura una materia en el 5o. año
con el título de ldeología, que debe haber sido una mezcla de filosofía y cuestiones sociales. De
una manera clara con el nombre de 'Cursillos de sociología general' en el 8o semestre del mismo
plantel educativo el año de 1896 y en 1901 bajo el rubro de Sociología y Moral" (22)

A pesar de estos datos, Mendieta y Núñez, concluye que la Sociología Académica "llega a México a
través de las escuelas de Jurisprudencia"; aunque demuestre lo contrario. Lo que sí es cierto es
que "en México la Sociología propiamente dicha, tiene en un principio y hacia los años
mencionados, un carácter docente"

A la tercera etapa, que se inicia con la Revolución de 1910, Mendieta y Núñez le dedica mayor
espacio en su texto. En él indica las más importantes instituciones de investigación social como
son el Museo Nacional, la Dirección de Antropología, el Departamento de Asuntos lndígenas, el
lnstituto Nacional lndigenista, entre otros. El autor no olvida señalar los objetivos así como los
logros alcanzados por estas instituciones.

En este trabajo de Mendieta y Núñez además de definir y caracterizar cada etapa del pensamiento
sociológico, se aborda otra cuestión vital: ¿Qué es la producción sociológica propiamente dicha? Al
respecto el autor se contesta que:
"Consideramos producción sociológica propiamente dicha aquella que se refiere concretamente a
la sociología como disciplina autónoma. En este sentido, empieza en México bajo el poderoso
impulso del positivismo" (23)

Esta noción invita a la reflexión. La Sociología era una disciplina autónoma o una simple
especulación personal. Porque si es lo primero entonces la Sociología viene cobijada con la
concepción social denominada Positivismo. Ahora bien, por qué no buscar en ese contexto los
orígenes de la producción sociológica y -por ende- de la propia Sociología.

Si la Sociología es lo segundo -una especulación personal- entonces no era necesario insertar su


nacimiento durante el positivismo.

Pero sigamos. En el texto, Lucio Mendieta, una vez enlistadas las instituciones se detiene en una
en particular: El lnstituto de lnvestigaciones Sociales de la Universidad Nacional. Se describen las
actividades del lnstituto, en especial, a partir de cuando llega el mismo Mendieta y Núñez a la
dirección en 1939.

En ese año se realizan cambios sustanciales en la organización interna y académica del lnstituto;
cuyos frutos visibles son -hay que insistir- como más importantes, la Revista Mexicana de
Sociología -publicación pionera y atalaya del quehacer sociológico en México- y la no menos
importante colección Cuadernos de Sociología. Biblioteca de Ensayos Sociológicos.

El autor también hace referencia a los 16 Congresos Nacionales de Sociología, las memorias
aparecieron como Estudios Sociológicos, encuentros académicos de gran altura porque los
asistentes no sólo eran especialistas nacionales sino que se invitaban a profesores e investigadores
extranjeros.

Así aparecen tanto en la Revista como en los Cuadernos y -aún- en los Estudios Sociológicos
nombres como René Barragán, Lucio Mendieta y Núñez, Carlos A. Echánove Trujillo, Pablo
González Casanova y Oscar Uribe Villegas que junto a muchos otros contribuyeron a constituir y
consolidar la Sociología en México.

No puede omitirse la valiosa fuerza renovadora que representaron los exiliados españoles como:
José Medina Echeverría, Francisco Carmona Nenclares y la señera figura de Luis Recásens-Siches.

Todos ellos, bajo el cobijo del lnstituto, conjuntaron sus esfuerzos en bien de una actividad, de un
hacer y cuyo resultado fue la creación -tiempo después- de un conjunto de profesiones que, como
la Sociología, no existían. Es decir, la creación de la Escuela -hoy Facultad- de Ciencias Políticas y
Sociales.

Así pues, la producción sociológica propiamente dicha no es sino la etapa superior del período
actual de la historia de la Sociología en México, según Mendieta y Núñez.
RECAPITULACION.
Podría decirse, resumiendo lo hasta aquí presentado, que la historia de la Sociología en México
consta de dos -no únicas- diferentes interpretaciones

La primera -elaborada por Carlos A. Echánove Trujillo- identifica dos períodos: presociológico y
sociológico. Aunque el autor no aclara, explícitamente, cuál es el momento de ruptura. Por
consiguiente se establecen dos etapas relativas al período presociológico a partir de un hecho
histórico particular, a saber, la independencia de México.

Por lo que respecta a la etapa propiamente sociológica la figura predominante es don Antonio
Caso y así se habla de antes, durante y después de Caso. Lo anterior se puede ilustrarse así:

PERIODO_________________SUBPERIODO___________________CARACTERÍSTICAS
PRESOCIÓLOGICO__________COLONIAL________________ FILOSÓFOS SOCIALES
______________________INDEPENDIENTE__________________ PRECURSORES
___________RUPTURA: CREACIÓN DE LA SOCIOLOGÍA (?)____________________
___________________HASTA ANTES DE A. CASO___________________________
SOCIOLÓGICO___________ANTONIO CASO__________________SOCIÓLOGOS (?)
_____________________DESPUES DE A. CASO____________________________

Por lo que respecta a la segunda propuesta, de Mendieta y Núñez, se hace evidente la similitud
con la periodicidad que se ha propuesto para la historia del país. Así pues, son tres los períodos
claramente diferenciados que se establecen; a saber: la colonia, el siglo XIX y el siglo XX.

De este último se destaca la producción sociológica propiamente dicha para intentar -poco
afortunadamente- diferenciarla de la producción no sociológica.

Gráficamente esta proposición sería así:

PERIODO_____________________ACTIVIDAD_______________________OBJETIVOS
Época colonial______________Investigación personal,________Conocer la
_________________________informes institucionales,________población.
_________________________observaciones de viajeros______Describir el país.
_________________________y sus recursos. ______________________________
Época independiente________Investigación personal, ________Detectar problemas
_________________________observaciones de nacionales____de integracion.___
_________________________y extranjeros________________Describir la vida___
____________________________________________________cotidiana._______
____________________________________________________Describir realidad
____________________________________________________nacional._______
Época actual_______________Docencia____________________Promover sociología
_________________________Investigación personal_________Fundar sociología
_________________________e institucional________________Conocer científicam.
____________________________________________________la realidad nacional
____________________________________________________social.________

Con esto se concluye la presentación de las propuestas relativas a la periodización del desarrollo
del pensamiento social en México que elaboraron en su momento, dos destacados investigadores
y divulgadores de la historia de la Sociología en México.

Pero no concluye ahí este trabajo. Se hace necesaria elaborar una propia proposición en torno a la
historia y desarrollo de la Sociología en México, enmarcada en el proceso de producción del
pensamiento social en nuestro país.

lndudablemente esta periodización, no podría ser de otro modo, está íntimamente ligada a la
historia de México. La relación que existe entre los grandes acontecimientos históricos con las
reflexiones que en el nivel individual, colectivo o institucional se producen es estrecha. Así por
ejemplo, hoy en el inicio del siglo XIX se siguen planteando interrogantes en torno al llamado
Descubrimiento de América.

Ciertamente no sólo los grandes hechos históricos invitan e incita a la reflexión. La vida cotidiana,
la práctica social de un espacio y un tiempo determinado es única e irrepetible. Y es gracias a la
labor de los estudiosos, en las distintas ramas del saber, que es posible conservar, recrear e
interpretar ese momento histórico. Momento que puede ser, nuevamente, reconstruido hasta
hacer evidente su unicidad, su valor como referente histórico, de su presencia en un tiempo y
espacio concretos.

Las prácticas sociales cotidianas, el diario quehacer del mexicano conforma una experiencia que
sin ser generalizable, permite destacar al detalle las modificaciones y los cambios que la evolución
social, en su devenir, introducen. Así se pueden tener, al mismo tiempo, lo único y lo general; lo
universal y lo particular del entorno del mexicano.

Esta presentación sirve para externar que si bien es cierto la historia es una ciencia; pero además,
es una práctica social concreta. Así pues, debe señalarse que también la propia práctica social
concreta se convierte en objeto de estudio de otra ciencia: la Sociología (24)

Este es el marco que permite contextualizar la propuesta en torno a la periodización del desarrollo
del pensamiento social en México; con especial énfasis en la Sociología.

... NUESTRA PROPUESTA


El primer riesgo al intentar un trabajo de estas características, es hacer aparecer una ciencia
"nacional" como si fuera tal: pero lo que sucede es que se estudia ese desarrollo a partir de otras
latitudes. El ejemplo más evidente es el estudio de Gino Germani respecto a la Sociología científica
latinoamericana, aunque sea conforme a los criterios operables en la Sociología cultivada por los
norteamericanos.

En este sentido se puede interpretar el razonamiento de Alan Touraine:


"No se puede decir que existan escuelas nacionales de sociología, sobre todo si se consideran los
principales productores de sociología, pero nos debemos esforzar por reconocer las relaciones, no
de una obra individual, sino de un conjunto de análisis con una situación definida, no histórica ni
geográficamente, sino como una cierta relación entre la experiencia y el pensamiento social".

La esencia de la sociología nacional es la capacidad de conjuntar tanto la experiencia socialmente


realizada con el conjunto de pensamientos teórico-conceptuales. Concepciones que permiten
hacer especulaciones sobre la cotidianidad y cuyas conclusiones se consideran válidas para ese
momento histórico.

Parte de ese conocimiento podrá formar parte del corpus teórico conceptual de la Sociología.
Pero, continua Touraine:

"Este trabajo de extensión de la sociología conduce a cuestionar algunos de los puntos de vista (...)
pero no se lo debe hacer nunca rompiendo con ella, a riesgo de caer en un pluralismo destructor, y
sobre todo encubriendo mal la resistencia de las tradiciones presociológicas, madre de los
chauvinismos nacionales" (25)

Nada más lejos de nuestra intención, el intentar fomentar en nuestra disciplina una actitud de
xenofobia con respecto a Europa o Estados Unidos. Al contrario, el rescate de esta tradición
promueve estudios sobre el pasado mediato e inmediato de la Sociología como profesión;
además, obliga a un mejor conocimiento del pasado común y así obtener mejores enseñanzas.

Así, no se rehusa ni la crítica ni el análisis enriquecedor; porque ese es el objetivo: promover el


estudio de la historia de la Sociología entre los especialistas, aunque no necesariamente deberían
ser sociólogos o preferentemente historiadores.

Aunque se pueda tomar como pretexto el recuperar el pasado histórico de la investigación y el


pensamiento sociales en México, como actividad de otras disciplinas, más allá de la Sociología o de
la Historia.

Para señalar las etapas que ha pasado el pensamiento social en México no pueden omitirse tomar
más que la historia, las condiciones sociales de la producción de la especulación. Para ella se han
considerado tres factores:
1.- La experiencia vivida
2.- La práctica investigadora y
3.- El apoyo (personal y/o institucional) a la investigación.

Estos tres factores afectan e interactúan de manera constante pero desigual en la producción,
promoción, difusión y consolidación del pensamiento social, incluida la sociología. Desde luego,
hay que reconocer que no es este ni el lugar ni el momento para entrar en minuciosas
descripciones de cada uno de ellos.
Cada una de las etapas que se proponen dependen de ciertas relaciones que se dan entre estos
tres factores y cuyo resultado se manifiesta en -promover o retardar- la producción sociológica.

ETAPA DE LA EXPERIENCIA CONTRADICTORIA


Si bien no ocupa todo el siglo XVI, es en él donde se ubica la primera etapa. Su característica es
que la experiencia vivida es contradictoria; puesto que los indígenas ya no son sólo indígenas y los
españoles ya no so sólo españoles. Ese encuentro físico e intelectual entre dos culturas tan
diferentes impactó, definitivamente, a ambas.

Ya el mundo no era igual después de la irrupción de América y menos lo fue con las fabulosas
riquezas que se le atribuyeron. Riquezas que fueron la fuerza motriz para atraer población
europea hacia el Nuevo Mundo y que promovieron las riquezas del Viejo Continente.

Las concepciones de cada una de las culturas -hispana e indígena- se modificaron. De ahí surge
una reciproca necesidad de conocerse. El hispano recupera su glorioso pasado nacional; la
importante misión evangelizadora, e irremediablemente compara las tierras americanas con los
sitios ya conocidos de la península.

El indígena, por su parte, busca conservar su tradición aunque recurra para ello a los conceptos y
cosmovisión europeos.

El hispano asume el papel de guardián de la cultura aborigen porque debe conocer al habitante
del territorio del cual es dueño, por la fuerza de la conquista. Al indígena le correspondió, por su
propio beneficio, preservar su civilización; que aunque vencida no perdió su riqueza.

Por ende, ambos, españoles e indígenas coinciden en su labor de rescate de la memoria histórica
de los pueblos que vieron cerrado un ciclo con la caída de la Ciudad de México-Tenochtitlán.

Evidentemente la práctica investigadora es realizada tanto por soldados, clero (secular y regular) y
funcionarios de las distintas instancias de autoridad en Española y en Nueva España; pero también
los indígenas (al menos ciertos grupos ilustrados) se preocupan por recuperar su pasado
inmediato.

Ambas grupos raciales estudian a los habitantes indígenas para conocer su pasado, su presente, en
fin su historia.

Tanto la Corona española como la lglesia se desentendieron de apoyar a la investigación; salvo la


que por razones de política interna o externa se requería por parte de las autoridades, aunque las
razones que argumentaban en la carencia de apoyo al estudio y difusión de la vida de los grupos
americanos eran de índole muy distintas.

Hubo sí, no hay que olvidar, algunas disposiciones reales tendientes a obtener información directa
de la tierra recién ganada. Pero la responsabilidad de obtenerla recayó, invariablemente, en los
funcionarios públicos de distintos niveles de autoridad y con una formación profesional distinta
pero con escasa experiencia en el campo de la investigación social.

No se sabe a ciencia cierta qué pasó con mucha de esa información, No se puede afirmar cuáles
fueron los usos dados a esos datos por la Corte española, ni el impacto que provocaron en las
disposiciones reales en torno a la administración de la Nueva España.

Por eso, sabedores del nulo apoyo institucional se puede revalorar la obra emprendida por laicos y
legos no sólo por las dimensiones en número de hojas manuscritas. Es evidente que en algunos
casos se hicieron innovaciones que hoy la Ciencia Social apenas empieza a explotar.

Así pues, debe recordarse y reconocerse que los frailes y soldados, en estas condiciones de
penuria, realizaron importantísimos trabajos de investigación. Ahora bien, en lo relativo al ámbito
del apoyo personal o institucional que permitiera tanto la investigación como la publicación de los
estudios sociológicos o no, salvo raras excepciones, se sabe fue nula. Ni los españoles
conquistadores o expedicionarios, ni sus frailes evangelizador ni los laicos contaron con el apoyo
de institución alguna.

Pero no sólo en términos de producción la investigación social se vio seriamente obstaculizada. La


censura, la crítica y la envidia estaban presentes entre los jefes jerárquicos superiores de los
investigadores quienes recurrieron a la labor destructiva del tiempo ya que almacenaron -entre las
peores condiciones- en archiveros y bibliotecas los textos creados a costa de desvelos, desafíos y
esfuerzos por los investigadores individuales.

Así pues, no se difundieron muchas de esas obras clásicas por la manera de abordar la
problemática social, sino muchos años o -incluso- siglos después. Seguramente, hay aún otras
investigaciones en espera de salir del ostracismo, Aunque no puede negarse que tal vez otras
producciones hayan sido destruidas para siempre: sin posibilidad de, al menos, mencionar su
existencia.

Así que la intención inicial del investigador no pudo lograrse porque no se dieron las condiciones
tanto de apoyo en la producción como en la difusión de las especulaciones producidas por
investigadores españoles e indígenas.

Esta primera etapa tiene su razón de ser en una práctica investigadora que logra superar,
individualmente, las adversas condiciones para la producción social y sociológica. Se puede ubicar
este periodo como correspondiente al siglo XVI aunque estas características se localizan en los tres
siglos de la Colonia; la búsqueda de información de investigadores individuales no decayó ni se
suspendió.

ETAPA DE LA EXPERIENCIA CONTROLADA


Este nombre se deriva porque las diferentes prácticas sociales -entre ellas la investigadora-
estaban sometidas a un estricto control por parte de las autoridades civiles y religiosas durante el
ciclo 1521-1821.

La existencia de instituciones encargadas de vigilar el orden social existente eran numerosas y


variadas, la institución empleada en último extremo era el Santo Oficio. Por ende, existían pocas
oportunidades de romper los estrechos marcos sociales de la época.

Como consecuencia de lo anterior, la producción social era escasa y se cuentan con raras
excepciones de individuos que -sin olvidar los riesgos a que personalmente se exponían,- se
enfrentan a las autoridades. Esta actitud rebelde obedecía a los valores de honestidad intelectual y
desde luego de valentía y audacia -ahora se diría de compromiso social- que sólo algunos pocos
intelectuales pudieron manifestar tanto en su vida como en su obra.

Desafortunadamente las instituciones y autoridades sociales se encargaron de minimizar la labor e


importancia de estos hombres intelectuales y rebeldes. Por eso, muchos nombres se escapan al
conocimiento de la historia.

En todo caso, la investigación social se realizó -durante la Colonia- gracias a un precario apoyo
proveniente de particulares quienes se encargaron de subvencionar la publicación de las obras y
textos que los pensadores americanos (españoles, criollos o indígenas) les dedican.

Así gracias a la labor de mecenas que estos personajes desempeñaron fue posible sacar del olvido
algunos escritos. Así, pues las autoridades civiles y religiosas no tuvieron, durante esta época,
ningún interés en promover la actividad investigadora.

Por lo que respecta a la Universidad -concebida como Real y Pontificia- su situación no le permitía
facilitar, promover, apoyar y difundir la investigación social. Porque la educación era su fin único.
Los profesores y menos aún los doctores, como se conocían a sus egresados, esporádicamente se
dedicaban a actividades de investigación social.

Todo esto hace caracterizar a este período, que cubre los años 1521-1821, como sujeto a un
estricto control civil y religioso que sólo permitió un precario desarrollo del pensamiento social.
Aunque no puede olvidarse que después de la expulsión de los jesuitas en el gobierno de Carlos III,
se produjeron importantes reformas que propiciaron otras opciones educativas aunque poco
tenían que proporcionar a la actividad investigadora en el campo de lo social.

Aunque ahora también se formaban nuevas generaciones de intelectuales, en las instituciones


educativas recién creadas.

LA ETAPA DE LA EXPERIENCIA EN ECLOSIÓN


Una vez alcanzada la independencia política y económica de España, en México se dio una
verdadera explosión, una frenética búsqueda de la nueva nación. Por eso, se hicieron públicas
cuestiones como los nuevos y viejos problemas de la naciente nación; su pasado, su porvenir, su
desarrollo; en fin, su potencialidad.
En esa explosión se explotaron todos los medios de comunicación, todas las manifestaciones,
todos los medios que ayudarían a indagar qué era el país.

Las diferentes opiniones se plasman en novelas, ensayos, libros, periódicos e, incluso, la tribuna
parlamentaria. En este caso también era importante la celebración del 16 de septiembre en
especial a través de la llamada oración cívica (26). Predomina así en la primera mitad del siglo XIX
una constante reflexión de carácter social -antes que sociológico- en, sobre y para el país

Ignacio Manuel Altamirano, uno de los protagonistas, lo señala así:

"En México han florecido, durante el corto período de nuestra existencia autonómica, los géneros
literarios que son, o bien productos naturales del movimiento político, o bien sus principales
impulsores o sus medios eficaces de existencia, y han florecido en sus formas consagradas por el
uso, por ejemplo, en el periódico que trata las cuestiones del momento, en el folleto que
condensa una monografía los asuntos políticos que se describen, en el libro en que el publicista
expone sus teorías o contrapone las ajenas, hasta el discurso, manifestación suprema del
movimiento político en la tribuna cívica o en la parlamentaria.
Es decir, se ha escrito sobre los sucesos diarios, sobre filosofía del Derecho, sobre legislación civil y
penal, sobre teorías económicas y sociales, sobre administración, sobre todas las cuestiones
especulativas prácticas que se relacionan con la vida política; y para ello se ha hecho uso
naturalmente del estilo grave y sereno de la ciencia y de la demostración, del vehemente de la
controversia, del violento y apasionado de la invectiva y a veces del innoble y deshonesto de la
diatriba y de la personalidad, y eso, con una libertad. con una amplitud, con una abundancia, de
que presentan pocos ejemplos aún naciones más adelantadas que la nuestra, en la práctica de las
instituciones liberales"

Concluye afirmando que:

"En este terreno todo lo hemos explorado en poco tiempo, todo lo hemos revuelto y
experimentado, las verdades y los absurdos, la ciencia pura y la insana mezcla de las pasiones, el
oro y fango de l literatura política, y podemos vanagloriarnos de haber sido fecundísimos en esta
especie de manifestación literaria" (27).

La experiencia social, una vez rotos los diques que alguna vez la contuvieron, fue tan abrupta e
intempestiva que se desbordó. El estudio y la investigación eran los elementos obligados a
contestar las interrogantes que se planteaban en torno a las causas, los orígenes y aún de las
explicaciones que derivaban de las dudas en torno al ser y posibilidad de ser de México y lo
mexicano.

Así pues, sí en la Colonia las instituciones políticas no promovieron estas actividades; ahora era el
compromiso partidista, la posición política, la convicción del carácter, el entusiasmo de la
movilización y el optimismo en el futuro del país los impulsores de las actividades de estudio e
investigación entre algunos círculos sociales de mexicanos.
Pero, además, fueron muchos otros los motivos para esta irrupción.

En este caso la Universidad, con todos sus contratiempos, rupturas y clausuras, fue incapaz de
formular una política consistente en investigación social; igual situación enfrentaron las endebles
instituciones de educación superior de la época.

Los distintos gobiernos de 1821 a 1867 -dos imperios, una república centralista y dos federales-
por su cualidad volátil, no requirieron ni promovieron la investigación social, ni como programa de
trabajo ni como insumo para dictar políticas.

Por ende, en este período el apoyo personal e institucional para apoyar, promover y publicar las
investigaciones en torno a México y los mexicanos fue escaso aunque los factores políticos
incrementaron el interés en la investigación.

Además, la precaria difusión fue otra razón de la escasa efervescencia de la Ciencia Social.

LA ETAPA DEL POSITIVISMO


Entre esa frenética búsqueda por explicar el pasado, el presente y vislumbrar el futuro, los
tratadistas recurrieron a los más diversos medios, a las más contradictorias teorías, a los más
descabellados argumentos. Y, desde luego, se acudió a las más novedosas corrientes del
pensamiento.

¿Cuál era la teoría más reciente?

Ni que decir: el positivismo.


El positivismo, era la teoría social que agrupaba otras áreas del conocimiento, fue iniciado por
Francia por Augusto Comte. Con la nueva concepción del mundo que suponía el positivismo, su
autor establecía vías para un nuevo orden social; lo que suponía la existencia de nuevas formas de
organización para la sociedad. Y tal vez, más allá de esto, Comte encontró la formula de crear un
novedoso mapa social (28)

El positivismo, -que entre otras de sus consecuencias consideraba la aparición de la sociología- era
el punto culminante del desarrollo tanto en el ámbito individual como social porque superaba las
etapas teológica y metafísica de la explicación; en consecuencia, lo racional adquiría el predominio
absoluto.

El positivismo hacía de la Sociología una disciplina que estudia los dos distintos aspectos de la
sociedad; la Dinámica y la Estática Social. Ámbitos que siguen siendo objeto de estudio de esta
disciplina, pero además la Sociología se ha complementado y en su desarrollo -actualmente-
aborda su objeto de estudio con una mayor precisión.

El positivismo comteano se transformó paradójicamente según algunos autores, más tarde, en la


Religión de la Humanidad; aunque Comte nunca dejó de considerar como la meta de su
construcción teórica, conciliar el orden con el progreso mediante el amor.

El positivismo que aprendió -directamente de su fundador- el doctor Gabino Barreda durante su


estancia en París, ese positivismo fue el punto de partida para realizar un importante análisis de la
sociedad mexicana desde la óptica de la Ley de los Tres Estados, conforme a los postulados de
Augusto Comte.

El resultado: un discurso que revolucionó, definitivamente, no sólo la historia intelectual del país;
sino además, la vida institucional y política de la nación.

Véase en detalle, Gabino Barreda, médico cirujano de profesión, fue designado por los
organizadores de los festejos del inicio de la lndependencia para expresar, mediante una
alocución, sus reflexiones en torno al magno evento de 1810.

En estas condiciones surge la Oración Cívica del 16 de septiembre de 1867 pronunciada por el
médico Gabino Barreda en la ciudad de Guanajuato.

Es el 16 de septiembre de 1867 la fecha en que se inicia la etapa sociológica en México. Porque a


partir de ese momento las reflexiones, investigaciones, estudios y demás obras se caracterizan por
una referencia a la Sociología, aunque como es el caso del texto de Alejandro Sánchez de Tagle
: Ensayos de Sociología aplicada al país (México), el contenido poca o nula referencia tenga con la
Sociología (29)

En estas condiciones surge la Oración Cívica del 16 de septiembre de 1867 pronunciada por
Barreda en la ciudad de Guanajuato.

Es el 16 de septiembre de 1867 la fecha en que se inicia la etapa sociológica en México. Porque a


partir de ese momento las reflexiones, investigaciones, estudios y demás obras se caracterizan por
una referencia a la Sociología.

En ese discurso, consecuente con las enseñanzas de su maestro, Barreda efectúa un análisis de la
sociedad mexicana conforme a los postulados del Positivismo y en menor medida de la Sociología.
En el texto, Barreda concluye que las tres emancipaciones que propiciaron el movimiento
insurgente, nuevamente confluyen en 1867.

Las emancipaciones que se indican son la religiosa (mediante el libre examen, contra el principio
de autoridad religiosa); la científica (gracias a la paulatina substitución de la superstición por el
conocimiento positivo) y la política (iniciada en la guerra de lndependencia en 1810 y continuada y
consolidada en la guerra contra el lmperio de Maximiliano en 1867).

Para conocer más en detalle este análisis sociológico de la sociedad mexicana y en particular la
analogía entre la situación en 1810 y 1867 consúltese mi texto ya citado de La Oración cívica de
Barreda: el primer análisis sociológico de la sociedad mexicana.
A resueltas de este discurso, Barreda fue incorporado -se supone por órdenes directas del
presidente Juárez- a la Comisión responsable de crear la Ley Orgánica de lnstrucción Pública. La
Comisión decidió reordenar el sistema educativo y, consecuentemente, propuso la creación de
otras instituciones educativas como la Escuela Nacional Preparatoria.

La Escuela Nacional Preparatoria fue la institución que organizaba su plan de estudios, conforme a
la jerarquización de las ciencias que formuló Comte, aunque con la evidente omisión de la
Sociología.

En realidad la Nacional Preparatoria sólo tenía existencia -como institución escolar- en el Distrito
Federal y al principio no se dieron intentos de imitar su creación por otros gobiernos de la
federación, hasta que Riva Palacio gobernador del Estado de México intercambio cartas con el
propio Barreda para conocer de la pertinencia del plan de estudios de la Escuela Nacional
Preparatoria.

La Escuela Nacional Preparatoria se convirtió, en poco tiempo, en un centro educativo de gran


importancia; al mismo tiempo que -según algunos críticos- un destacado foco promotor del
positivismo.

Esta etapa del pensamiento social ha sido (mal) estudiada por diferentes especialistas, aunque
destaca la investigación sobre la Preparatoria; por ende, no se puede reiterar sus contenidos ni
conclusiones. Salvo la observación de que tal vez fue más promotora del positivismo la Sociedad
Metodófila Gabino Barreda que la propia Preparatoria.

En esta época y con el amparo del positivismo, surgieron propuestas importantes para la
investigación y el pensamiento sociológico; y se podrían citar sólo dos casos: Justo Sierra México y
su evolución social y Andrés Molina Enríquez Los Grandes Problemas Nacionales.

También en esta etapa de la historia de México, coinciden en el tiempo aunque no con la disciplina
social, trabajos realizados por los que Pablo González Casanova llamó "Los clásicos de la otra
sociología". Esto porque no estaban adscritos a la doctrina social predominante, el positivismo.

En este período la práctica investigadora así como el apoyo institucional tienen el mismo común
denominador: la Escuela Nacional Preparatoria. Desde luego que la experiencia social está
percibida -esencialmente- desde la perspectiva del positivismo según Augusto Comte.

El ciclo positivista, iniciado por Gabino Barreda en 1867, finalizó cuando se decidió dar por
terminada su preeminencia en 1913.

En esta labor fue importante el papel desempeñado por el Ateneo de la Juventud y


particularmente dos de sus más destacados integrantes: Antonio Caso y Pedro Henríquez Ureña.
LA ETAPA DE LA SOCIOLOGÍA ACADÉMICA
Con la Escuela Nacional Preparatoria como punta de lanza de una ofensiva para promover el
pensamiento de Augusto Comte, Herbert Spencer y en general de los positivistas, se generó una
etapa de intensa actividad intelectual. A manera de ejemplo puede citarse el caso de la ya citada
Sociedad Metodófila fundada por el mismo Gabino Barreda.

Ahora bien, como se dijo antes, en el plan de estudios de la Preparatoria en su fundación no existía
la cátedra de Sociología. Por ende, fue hasta 1897 cuando se creó esta cátedra. Al respecto debe
recordarse que:

"La Sociología -enseñada en la universidad de Boston desde 1883 e introducida en la de Buenos


Aires en 1896 -marca su presencia en la Escuela Preparatoria de México, en donde el general de
brigada Alberto Escobar, desde 1897, presenta los elementos de unos Apuntes para un curso de
Sociología general" (30).

Razones podrían darse muchas en torno a esta cuestión; pero resulta que entre estos años se
crean los cursos de Sociología en Estados Unidos y Argentina; aunque se cita a González Prada
como responsable de un curso de Sociología en 1888.

De la Nacional Preparatoria, la sociología salió, en una rápida expansión, a las escuelas de


Jurisprudencia tanto de la capital como del interior de la República.

A esta etapa de la Sociología, que se denomina Académica, se puede concebir como el momento
en el cual la disciplina alcanzó un impulso evidente promovido por la labor -esencial- de docentes,
quienes desde las aulas difundieron el saber sociológico.

En este contexto se desprende el mérito del doctor Antonio Caso como el autor del primer tratado
de Sociología en México que alcanzó reconocimiento de los especialistas en poco tiempo. El éxito
del texto -Sociología Genética y Sistemática o simplemente Sociología- fue el reconocimiento y la
incorporación de todas las tendencias clásicas y modernas de la Sociología hasta ese momento
(!928).

Lo anterior no puede entenderse como la afirmación de que no existían libros de texto sobre
sociología antes del volumen de Caso. Antes se mencionó al peruano Mariano Cornejo autor del
texto usado en la Preparatoria en su etapa inicial. Pero también el maestro Lazzo de la Escuela
Libre de Derecho publicó sus Apuntes de Sociología (haría falta una búsqueda en torno a la
bibliografía sociológica mexicana y ahí aparecerían textos como los de Escobar y otros publicados
el siglo XIX).

No está de más señalar que durante el último tercio del mismo siglo X!X, aparecieron algunos
textos con la palabra Sociología en el título; aunque en realidad era escasa la participación de esta
ciencia en la actividad científica del país. (31) .

Por otro lado, la rápida difusión de la Sociología, gracias a las escuelas de Jurisprudencia, le
permitió acrecentar su importancia y -por ende- la búsqueda de nuevos espacios de expresión. De
tal forma, que la Sociología, sin dejar de ser académica (en el aula), poco a poco se extendió a
otros campos como la investigación y la difusión. Por ejemplo, en el año de 1917, se inician las
actividades de importantes organismos de distinta índole que en el sector público tienen por
objetivo común posibilitar la aplicación de las teorías, métodos y técnicas de la investigación
social.

Al mismo tiempo la docencia facilitaba el acercamiento a las nuevas corrientes de Europa y


Estados Unidos en el campo sociológico.

Entre 1917 hasta 1951 la Sociología fortalece su status académico porque nuevos nombres (como
los exilados españoles) se agregan a la labor docente del área. Este auge en la docencia propició
que la investigación social tomara en sus manos las nuevas tendencias imperantes en la
Sociología.

Además los trabajos de investigación de esta época estaban orientados a conocer los problemas
propios del país a partir de una concepción social.

Otro aspecto esencial en esta labor de institucionalización, como la denominan algunos autores,
de la Sociología fue la existencia de importantes medios de difusión universitarios (como la Revista
Mexicana de Sociología del lnstituto de lnvestigaciones Sociales de la UNAM) o de trascendentales
firmas editoriales (como el Fondo de Cultura Económica).

Estos órganos propagaron en México y en algunos casos en América Latina el desarrollo de la


investigación sociológica, su difusión y los textos empleados en la docencia.

La consolidación de la investigación sociológica, se logró mediante las nuevas instituciones


públicas; puesto que, habían sido creadas para organizar, sistematizar y conformar el
conocimiento de la nueva sociedad que surgía de la triunfante revolución armada.

Aunque, también se edificaron instancias destinadas a conocer y -en la medida de lo posible-


solucionar los viejos y eternos grandes problemas nacionales (como fue el caso de la labor de
Departamento de Arqueología a cargo del doctor Manuel Gamio y promotor -entre otras tareas-
de la monumental investigación integral (como le llamó): La población del Valle de Teotihuacan.

Así la naciente ciencia social proporcionó conocimientos a los nuevos gobiernos que esperaban
cumplir las demandas que dieron origen a la revolución.

Se pasó, intempestivamente, de una etapa del conocer por conocer a otra en donde el
conocimiento era la herramienta para promover cambios. Así el saber se convirtió en una ayuda
para satisfacer carencias a una población en constante crecimiento.

Nuevamente, el ejemplo más claro de esta simbiosis entre ciencia y política es


la investigación (interdisciplinaria se le calificaría ahora) integral realizada por don Manuel Gamio.
En élla la ciencia y la política se daban ayuda mutua. (32)

La ciencia señalaba las carencias, las necesidades; la política movía los recursos y las voluntades
para ayudar a promover entre la población, acciones tendientes a solucionar sus problemas.

Este fue de los pocos intentos, en que ciencia y política cooperaron para solucionar parte medular
de los problemas no de un sitio, sino de una región.

Las instituciones que se dedicaron a realizar y promover la investigación social fueron, entre otras,
el Departamento de Antropología de la Secretaría de Fomento, con Gamio como cicerone; el
lnstituto de lnvestigaciones Sociales de la UNAM con su baluarte y guía imprescindible: Lucio
Mendieta y Núñez; el lnstituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales del Partido de la
Revolución Mexicana; el lnstituto Nacional Indigenista y la Casa de España en México,
transformada en El Colegio de México.

Todas ellas promovieron la investigación sociológica y emplearon sus propios canales de difusión y
los que estaban a su disposición para dar a conocer sus resultados.

Con base a lo anterior, se supone válido concebir este período como el de la institucionalización de
la sociología en México; porque este ciclo entre 1917 y 1951 es el momento en que se genera la
infraestructura ocupacional e institucional necesaria para el desarrollo sociológico en México.

En esta etapa se destaca una cualidad especial, la experiencia vivida se convierte en una
preocupación central de los investigadores; aunque las actividades de los estudiosos se
extendieron hasta penetrar en los detalles íntimos de la vida cotidiana (en especial de la población
indígena).

Claro que para este desarrollo de la indagación sociológica se contó con el decisivo apoyo de las
instituciones promotoras tanto de la investigación como de la difusión sociológicas ya citadas.

ETAPA DE LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LA SOCIOLOGIA


Al revisar los nombres de los más destacados investigadores y académicos participantes en la
época de auge de la Sociología, previo a 1951; no se encuentran en esa lista de protagonistas a
ningún sociólogo, existen es cierto abogados el propio Lucio Mendieta y Nuñez, antropólogo como
Rojas González, en fin la lista es extensa. Pero los sociólogos, como sociólogos no existían.

La razón es obvia: no había sociólogos hasta ese momento en México. El tipo que correspondiera
al sociólogo, al menos en su formación académica o profesional, no existía.

Por ende, la conclusión es evidente: los promotores de la Sociología en México, hasta 1951, eran
profesionistas de otras áreas de las Ciencias Sociales, como abogados, antropólogos y etnólogos.
Ellos fueron los que realizaron las importantes labores de investigación, docencia y difusión en la
Sociología, en el período inmediato.
Por lo anterior, es fundamental para la historia de la Sociología el año 1951.

En ese tiempo fue cuando se creó la Escuela Nacional -hoy Facultad- de Ciencias Políticas y
Sociales de la UNAM (33). En la Escuela Nacional se impartieron las licenciaturas en Ciencias
Sociales (hoy Sociología), en Ciencias Políticas y Administración Pública, en Ciencias Diplomáticas
(hoy Relaciones lnternacionales) y en Ciencias de la Comunicación (hoy Periodismo y
Comunicación Colectiva).

No es este el mejor espacio para reseñar los avatares que enfrentó la flamante escuela para iniciar
sus actividades, ni tampoco para describir paso a paso las diferentes aventuras académico-
administrativas de esta institución.

Así pues, este intento por profesionalizar tanto a los docentes como a los investigadores sociales
se enfrentó con muy diversos obstáculos. Tal vez, la falta de preparación de la planta docente
inicial fue el inconveniente de mayor peso e importancia; por ende, los alumnos de las primeras
generaciones debieron buscar complementar su formación con otros cursos en otras
dependencias de la Universidad.

A pesar de todos los problemas surgen las primeras filas de egresados en el campo de la Sociología
que se incorporaron a un mercado laboral que no esperaba -de manera masiva- a estos
profesionistas.

Esto, antes que provocar desaliento; infundió ánimos a los egresados. Los egresados poco a poco
fueron ocupando diferentes cargos no sólo como docente o como investigador en los sectores
públicos y privados; sino, incluso, dentro de la administración pública como funcionarios.

Todos ellos intentaron dar credibilidad a esta, nuestra, profesión.

Sin duda, los sociólogos pioneros en México abrieron una gran diversidad de ámbitos para el
desarrollo profesional de la Sociología (falta revisar las aspiraciones ocupacionales de los
egresados con las oportunidades reales de la oferta de trabajo).

Así, hay que señalar el momento preciso en que se inicia la profesionalización de la Sociología en
México. Este dato es el mayor indicador de su institucionalización.

Desde luego se debería intentar realizar, en el futuro próximo, un estudio detallado sobre el
desarrollo de esta etapa de la Sociología.

LA ETAPA DEL BOOM


La creación de la Sociología, como una disciplina universitaria, aparte de llegar a constituirse en un
hecho fundamental en la vida institucional de la UNAM que más tarde se extendió mediante otras
instituciones de educación superior por todo el país, se caracteriza por su carácter peculiar.
Esto es, que e 1951 se inició la carrera con dos alumnos como matricula. Según la frialdad de los
números se incrementa, constantemente, los estudiantes de la disciplina hasta llegar a la cifra
récord de 25 (1964 y 1965); en 1966 la cifra se contrae a 19 alumnos.

De ahí en adelante, sin poder sustentarlo en datos precisos, se da una verdadera explosión de la
Sociología como profesión.

El incremento, el boom de la Sociología fue producto de factores tanto internos como externos de
la carrera como de las Universidades que contaban con la carrera, e incluso del país.

Entre los primeros, los más destacables son la aparición de un libro fundamental para la historia
de la Ciencia Social en el país: La Democracia en México del doctor Pablo González Casanova.

Además, aparece en el mercado laboral una apertura para el sociólogo. Esto último promueve la
redefinición del carácter eminentemente analítico del profesionista.

En lo que se refiere a lo externo, sin duda la Revolución Cubana en primerísimo lugar y después el
intenso intercambio académico de la UNAM con las instituciones nacionales del área; sin olvidar,
el trueque a través de las organizaciones académicas -como ALAS- ubicadas en el vasto territorio
latinoamericano.

Estas condiciones permitieron perfeccionar el perfil del egresado de Sociología. No como una
decisión unilateral y arbitraria; sino como la confluencia de intereses y necesidades de varias
dependencias incluidas en el proceso de formación de sociólogos.

Ser sociólogos fue, así, una moda. Una moda identificada por el profundo sentido revolucionario
de la Sociología. Este fue el resultado y el punto culminante de esta etapa.

Por otro lado, no era extraño que la sociología, por esta conjunción de factores, viviera una etapa
de bonanza, de auge. La llamada apertura democrática y los diversos proyectos gubernamentales
derivados de ella requirieron del concurso de sociólogos, como nunca antes.

Así pues, durante los años 60 y 70's la Sociología vivió su mejor época. Aunque sea bajo esta
apariencia del sociólogo revolucionario.

LA ETAPA DE LA CONTRACCIÓN
Ese auge productor de experiencias sociales concretas y particulares del país se vio -al igual que
toda la vida nacional- repentinamente roto. Las expectativas puestas en el petróleo habían
concluido abruptamente.

De la ilusión y las grandes promesas que empezaba a cumplir la Sociología se pasó a la época de la
contracción, del realismo económico de los indicadores bursátiles. Poco a poco, los institutos de
investigación social, que tuvieron su apogeo durante el período anterior, vieron reducirse hasta lo
esencial sus presupuestos. El resultado era predecible: la muerte por estrangulamiento.

Las universidades, por su parte, han debido de enfrentar el mismo problema de la falta de dineros;
aunque no puede olvidarse el peso de una burocracia que afecta la asignación programática del
capital.

La actividad investigadora, reducida a unos cuantos proyectos institucionales, promovieron la


subsistencia de una Sociología escondida, agazapada. Los planes de los investigadores individuales
lograban subsistir no por su carácter propositivo; sino por los compromisos políticos o
académicos.

La experiencia vivida ahora -como nunca- más intensa, más dramática, más inaplazable llegaba a
un olvido consciente, premeditado; ante el auge de la cuantofrenia.

La inclusión -forzosa, inexorable- de México a la economía mundial en una situación siempre


desventajosa tanto por lo que toca a su intercambio comercial como en lo relativo a su relación
con la banca acreedora, ha provocado que todos los gastos de inversión en el ámbito nacional
destinados al rubro de seguridad y bienestar social (educación, salud, vivienda) se vieron
dramáticamente reducidos.

Como esto sucede en la administración central, se produce la preocupación por la falta de


presupuestos para financiar proyectos de investigación -institucional o individual- en todas las
áreas del conocimiento. Pero esto se hace más evidente en el caso de los planes en donde se
tocan aspectos relativos a la sociedad y a la problemática social.

Porque, desde la óptica de la lógica del mercado internacional obliga a desatender los problemas
sociales de cada país. No es fortuito ese "olvido".

Esta problemática implica un ejercicio de la Sociología en tareas tanto docentes como de tipo
administrativo. Se pierde así el gran potencial de la investigación de carácter sociológica.

Esta etapa de contracción abarca la década de los 80's donde se pasó de un proyecto faraónico a
un período de reordenación económica. El impacto de esta situación promovió la existencia de
una versión según la cual los sociólogos eran -ya- una especie destinada al museo, eran una
especie en extinción.

LA ETAPA .... (DEL RETO)


Ahora más que nunca la Sociología enfrenta un gran reto. Está en una disyuntiva en la cual tanto
alumnos, maestros y egresados deben asumir una actitud de gran responsabilidad.

El futuro inmediato de la Sociología puede ser, por un lado, de una mayor pérdida de credibilidad y
confianza para sus profesionistas por parte de la sociedad con lo cual se conseguiría su
desaparición; por la otra, que los sociólogos asuman su responsabilidad no sólo profesional sino
personal y acepten el reto que hace de la Sociología una forma de conocimiento, al tiempo que
una toma de conciencia para sacudirse la inercia y encarar el futuro.

Si bien es cierto, no faltará quien presuma de que "desde que obtuve el título de Sociólogo no me
ha faltado, ni un sólo día, trabajo". Esta situación es verdaderamente extraordinaria entre los
sociólogos; puesto que, el número de titulados es bajo. Esto supone reconocer que el campo
laboral para el sociólogo está restringido, aunque formalmente no se exige el título profesional.

Por otro lado, no se puede cerrar los ojos ante la grave contracción de la matricula, de los
estudiantes de Sociología en la UNAM; empero existen otras instituciones donde, al contrario, se
ha incrementado.

En este mismo sentido, se insistía en llamar la atención en el peligro que representaba el concebir
al sociólogo como una pieza de museo con el lacónico letrero "Sociólogo: especie en extinción".

Este futuro pero, pesimista que se pinta aquí, no supone que así deba ser.

Así podría ser. De ahí el que los sociólogos, como gremio, deben enfrenta r el reto de recuperar y
ampliar sus espacios para el ejercicio profesional.

Pero la sociedad mexicana cambia y seguirá cambiando a un ritmo cada vez mayor. Aunque sea
necesario para ello superar toda nuestra capacidad de asombro.

Ante esto, si no se quiere desaparecer, como sociólogo, se deben enfrentar las implicaciones de
esta situación. Las armas, para estar en condiciones de conocer e investigar a la sociedad
mexicana actual, tendrán que ser -en ese orden- las teorías sociológicas clásicas o
contemporáneas, los métodos y las técnicas de investigación . (34)

Además, al sociólogo lo debe caracterizar una visión integral totalizadora de la realidad social y
concomitantemente la capacidad de análisis y de síntesis de esa realidad; todo a partir de una
visión cada vez más interdisciplinaria.

En este esfuerzo de reintegración, los sociólogos no podemos ni debemos estar solos. Para esto es
necesario fortalecer primero la construcción del sociólogo y después experimentar nuevas formas
de experiencia profesional tanto en la investigación como en la docencia. (35)

Ahí está la interdisciplina en donde se materializa la conjunción de esfuerzos de Ciencias Naturales


y Sociales -incluidas las Humanísticas. Otra opción está en el diálogo entre distintos profesionistas
como una muestra de que los científicos del país están comprometidos con el modelo de
desarrollo nacional.

Como conclusión, se podría afirmar que mediante esta revisión histórica del pensamiento social
que se ha producido en México desde el siglo XVI, se hace evidente la sólida tradición en este
campo; así mismo, se puede entender que la sociología mexicana no puede -ni debe- renunciar a
ese pasado y, finalmente, la necesidad de construir nuevos conocimientos .En esta labor el
sociólogo estará contribuyendo con su trabajo -de recuperación histórica con una perspectiva
sociológica- a la edificación de un nuevo México, el México del tercer milenio.

Notas
1.- Pires Ponto, Ordorico: Lucio Mendieta y Núñez, Sociólogo de México (en) Agramonte, Roberto:
Lucio Mendieta y Núñez y su magisterio sociológico, p 35.
2.- Agramonte, Roberto: op. cit. p. 7.
3.- Cfr. Cardoso Vargas, Hugo A. : La sociología de pasatiempo a toma de conciencia 4.- Pierson,
Donald: cit. (en) Echánove Trujillo, Carlos A. : La Sociología en Hispanoamérica. La Habana, Cuba
1953 Imprenta Universitaria, pp. 9-10.
5.- Eechánove Trujillo, Carlos A. op. cit. p. 11
6.- Ibídem
7.- Ídem, pp. 11-12
8.- Ibídem.
9.- Ídem, pp. 18-19
10.- Ídem, pp. 34-35
11.- Ídem, p. 35
12.- Ídem, p. 52
13.- Ídem, p. 58
14.- Cfr.. Cardoso Vargas Hugo A. La fundación de la ENCPyS
15.- Mendieta y Núñez, Lucio: La Sociología en México (en) Revista Mexicana de Sociología vol.
XXVII núm. 2 año 1963, pp. 373 y ss.
16.-Mendieta y Núñez, Lucio: La Sociología en México (en) Mendieta y Núñez, Lucio: Valor
Sociológico del Folklore y otros ensayos. Cuadernos de Sociología, Biblioteca de Ensayos
Sociológicos México 1949. Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional, 152
pp.
17.- Mendieta y Núñez, Lucio: La Sociología en México (en) Revista Mexicana de Sociología p. 373
18.- Mendieta y Núñez, Lucio: La Sociología en México (en) Mendieta y Núñez, Lucio: Valor
Sociológico del Folklore y otros ensayos p. 133
19.- Mendieta y Núñez, Lucio: La Sociología en México (en) Revista Mexicana de Sociología pp.
373-374
20.- Mendieta y Núñez, Lucio: La Sociología en México (en) Mendieta Núñez, Lucio: Valor
Sociológico del Folklore y otros ensayos pp. 133-134
21.- Ibídem.
22.- Mendieta y Núñez, Lucio: La Sociología en México (en) Revista Mexicana de Sociología p. 374
23.- Ídem, p. 377
24.- Cfr. Cardoso Vargas, Hugo A.: Entre la Sociología y la historia: Más allá de la sociología
histórica y de la historia sociológica
25.- TOURAINE, Alan: Verdad y diversidad de la Sociología (en) Varios: Ciencias Sociales: ideología
y realidad nacional. Argentina 1974. Editorial tiempo contemporáneo. 2a. ed. Biblioteca de
Ciencias Sociales Col. Análisis y perspectivas, p. 24.
26.- Cfr. Cardoso Vargas Hugo A.: La Oración Cívica de Gabino Barreda. Primer análisis sociológico
de la sociedad mexicana
27.- ALTAMIRANO, IGNACIO M.: prólogo (en) Castera, Pedro: Las minas y los mineros/ Querens.
México 1986. UNAM Col. Biblioteca del Estudiante Universitario # 104, pp. 33-34.
28.- Cfr. Cardoso Vargas, Hugo A.: La Oración cívica de Barreda: el primer análisis sociológico de la
sociedad mexicana
29.- Cfr. Cardoso Vargas, Hugo A: El primer texto de Sociología
30.- LENOIR, Raymond: La Sociología en México, p. 95.
31.- Cfr. Cardoso Vargas, Hugo A.: El primer texto de sociología en México
32.- Cfr. Cardoso Vargas, Hugo A.: Manuel Gamio y Teotihuacan (en) El Sol de Toluca en la Cultura,
número 312; 19 de febrero de 1989, pp 4-5.
33.- Cfr. Cardoso Vargas, Hugo A.: La Fundación de la ENCPyS
34.- Cfr. Cardoso Vargas, Hugo A.: Hacia una nuevo plan de estudios de Sociología 35.- Cfr. Cardoso
Vargas Hugo A.: El decálogo del sociólogo

REFERENCIAS
ALTAMIRANO, Ignacio M.: prólogo (en) Castera, Pedro: Las minas y los mineros/ Querens. México
1986. UNAM Col. Biblioteca del Estudiante Universitario # 104

CARDOSO VARGAS, Hugo A.: El decálogo del sociólogo (en) Espacios Públicos de Facultad de
Ciencias Políticas y Administración Pública UAEM Año 2, no 4, Julio 1999, pp. 74 y ss.

CARDOSO VARGAS Hugo A.: El primer texto de sociología en México (inédito)

CARDOSO VARGAS, Hugo A.: Entre la Sociología y la historia: Más allá de la sociología histórica y de
la historia sociológica (en prensa).

CARDOSO VARGAS, Hugo A.: Hacia una nuevo plan de estudios de Sociología (inédito)

CARDOSO VARGAS Hugo A.: La fundación de la ENCPyS) (en) Acta Sociológica de Coordinación de
Sociología de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Vol. IV núms. 2-3. Mayo-
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CARDOSO VARGAS, Hugo A: La sociología de pasatiempo a toma de conciencia (inédita)

CARDOSO VARGAS Hugo A.: La Oración Cívica de Barreda. Primer análisis sociológico de la
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CARDOSO VARGAS, Hugo A.: Manuel Gamio y Teotihuacan (en) El Sol de Toluca en la Cultura,
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ECHÁNOVE TRUJILLO, Carlos A. : La Sociología en Hispanoamérica. La Habana, Cuba 1953 Imprenta


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