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Negociación:
En este aspecto, debe primar el concepto de que el cliente siempre tiene la razón. En
la realidad no es así, por que puede ocurrir que algún cliente asuma una falla en el
servicio para exigir una compensación excesiva. La experiencia nos dice que en
turismo receptivo, el porcentaje de clientes tramposos es mínimo o casi nulo. Por lo
tanto aún compensando al tramposo sin discutir su procedencia, nos evitamos el
riesgo de dejar in satisfechos a los que son realmente damnificados por una falla del
servicio. La peor respuesta frente a un reclamo por mal servicio de un cliente es
decirle “Voy a investigar que pasó…”, que equivale a decirle, “voy a comprobar si
usted no es un mentiroso”.
Es por eso que, por mucha confianza que nos inspire el proveedor seleccionado, es
mejor formalizar detalladamente las políticas de compensación con el proveedor y
si es necesario firmar un acuerdo entre ambas partes para evitar los malos
entendidos. Debemos tener presente que la primera persona a la que enfrenta el
cliente frente a un mal servicio es al proveedor. Por lo tanto, este, debe responder de
acuerdo a las políticas pactadas, no de acuerdo a sus criterios que muchas veces no
son tan estrictos como nosotros deseamos.
Esas compensaciones no tienen por qué ser siempre económicas, sino que muchas
veces consisten en proporcionar satisfacción moral al cliente y conseguir cambiar su
actitud negativa hacia la organización. De modo que estas técnicas incluirían
reembolsos, compensaciones, disculpas y excusas, así como corregir lo que estuvo
mal y/o volver aprestar el servicio. Una regla para estos casos es que la
compensación, nunca debe ser sólo devolverle el dinero por el servicio mal otorgado
sino darle algo mas por las molestias experimentadas.
Un caso crítico que se presenta es en las rutas del tren en el Sur del Perú: de Puno a
Cusco (o viceversa) o en la ruta de Machu Picchu. Estos servicios algunas veces son
cancelados por huelgas, paros o manifestaciones. ¿qué hacer en esos casos? Algunos
de estos sucesos se conocen con anticipación, en tal caso, lo mínimo que debe hacer
el proveedor es informarnos oportunamente para evitar programar el servicio a
nuestro cliente en esos días. Si el suceso se produce a última hora y sin previo aviso,
el proveedor debe estar también en la capacidad de salir del problema de la mejor
manera o de minimizarlo a tal punto que el cliente comprenda y valore nuestros
esfuerzos frente a una circunstancia totalmente ajena a nuestra responsabilidad.