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PROGRAMA “LO PUBLICO, LO NUESTRO”

Wilson Arias al Senado

Cómo vemos la institucionalidad para la lucha social


En la conversación cotidiana, en las redes sociales y hasta en los púlpitos, están presentes
los comentarios sobre Odebrecht y el “cartel de la toga”. No es para menos, puesto que
los involucrados en estos hechos, van desde el presidente pasado hasta el actual, pasando
por el exfiscal anticorrupción, el fiscal, los Magistrados de las Altas Cortes y buena parte
de congresistas. Ninguna rama del poder público está exenta. Tampoco el sector privado,
que aunque presume de impoluto, oficia de agente corruptor al “pagar por la peca” y es
uno de los beneficiarios de la corrupción; empresarios como Luis Carlos Sarmiento Angulo
también han sido implicados en estos graves hechos de corrupción.
Esta situación, que ha generado un ambiente de indignación generalizado en la
ciudadanía, abona al escepticismo hacia la política y el abstencionismo electoral o induce
al voto en Blanco como respuesta despolitizada. Sin embargo, y como contraparte a lo
anterior, existe una ciudadanía políticamente activa, que se asume como co-responsable
de las decisiones políticas que toma y que, por lo tanto, ejerce y promueve el voto libre e
informado. Es, en este contexto pre-electoral de ciudadanos dispuestos a votar
informadamente, cuando la pregunta sobre qué debería hacer el Parlamentario y el rol
que jugaría en el Congreso se presenta con toda nitidez. A través de este documento
programático, que delinea lo que será nuestra actuación el Senado, consideramos que es
pertinente que se conozca lo que a nuestro juicio son los alcances y los límites del actuar
en el Parlamento, cuando se tiene en lo ideológico la perspectiva de transformaciones
profundas de la sociedad.
En primer lugar, pensamos que no es posible hacer transformaciones profundas de la
sociedad únicamente desde instancias institucionales sin participación protagónica del
movimiento social en conjunción con una ciudadanía políticamente activa y con todo el
entramado organizacional crítico de la sociedad que actúa por fuera del Estado; pensar lo
contrario lleva como corolario el alejamiento del parlamentario de las bases sociales que
lo respaldan, entrando así en una especie de autosuficiencia o autonomización que todo
lo pretende resolver por las alturas, muchas veces con la creencia de querer transformar
sustancialmente la sociedad desde la disciplina del derecho o peor, desde lo que dan en
llamar “labores de gestión” del congresista.
Creemos que el poder político institucional puede ser una herramienta para promover,
estimular, facilitar o impulsar el empoderamiento del movimiento social y la ciudadanía en
general, pero a la vez, tenemos claro que la conquista del poder de Estado, sobre todo en
su nivel ejecutivo, no garantiza los cambios sociales a profundidad como lo deseamos.
Simplemente creemos que la conquista del gobierno, siendo necesario, no es el inicio ni el
final del proceso de transformación social profundo que nos anima.
Y, en segundo lugar, nuestro sector político procede de todo ese movimiento de
resistencia y lucha que se gestó a finales del siglo pasado, cuando se empezaron a
evidenciar los estragos sociales de casi una década de implementación del neoliberal
consenso de Washington, y que determinó darse una proyección política. Entonces, en
nuestro sector político, hoy denominado Taller Político Estanislao Zuleta (TPEZ), converge
todo un historial de luchas, participación en procesos organizativos y elaboraciones
colectivas que nos han posibilitado proyectar una apuesta política de largo aliento en
donde el sentido de nuestro actuar lo da la idea-fuerza de la “articulación de lo social y lo
político” o “la socialización de la política y la politización de lo social”. De ahí venimos: de
una izquierda social que asume los escenarios electorales no como un fin en sí mismo.
La actuación parlamentaria propiamente dicha, expresada en ejercicio de control político
(citación a ministros y funcionarios, con la posibilidad de su remoción a través de la
moción de censura), la participación en la elaboración de leyes (propias, de otros o como
ponentes), la elección de dignatarios (Magistrados de la Corte y Procurador), la realización
de audiencias públicas y el uso de todas las atribuciones que al Senador le confiere el
artículo 173 de la Carta, sumada a la actuación extraparlamentaria de diálogo permanente
y acción conjunta que exige el movimiento social, la ciudadanía políticamente activa, los
partidos políticos que definamos como afines o aliados, sectores y personalidades
democráticas, son los instrumentos con los que contaremos para hacer posible estos
propósitos programáticos. En esto último, la realización continua de eventos públicos con
expertos, de carácter pedagógico y sobre temas de debate y actualidad parlamentaria,
dirigidos al público, tal como lo hicimos en el ejercicio parlamentario pasado cuando
fuimos Representantes por el Valle, es clave para el fortalecimiento de la ciudadanía
políticamente activa, contribuye al empoderamiento del movimiento social y cualifica
nuestras bases sociales y partidarias.

Entonces, este es el programa que ponemos a consideración de la ciudadanía en general y


al movimiento social en particular, no solo es lo que proponemos como agenda legislativa
prioritaria en esta coyuntura política, sino también el anuncio de lo que será el sentido
político de nuestra actuación parlamentaria y extraparlamentaria, la cual se circunscribirá
principalmente en seis ejes programáticos:

1) LO PÚBLICO, LO NUESTRO.
a) Lucha contra la corrupción.
“La corrupción en Colombia es sistémica”, aseguró el Fiscal en abril del año pasado
en nota periodística del Espectador, tal como lo había hecho unos meses antes al
calificar de sistémico a este fenómeno en la Guajira. Si leemos a reglón seguido lo
dicho por el fiscal en esa nota: "Es escalofriante: 100.848 investigaciones vigentes
por delitos contra la administración pública. Ha ganado una característica de
sistematicidad este fenómeno. Primero, porque no se trata de un comportamiento
aislado sino generalizado”, nos damos cuenta que se califica de “sistémica” a la
corrupción porque “se salió de madre”, o apelando a la frase cínica del inefable ex
presidente “se salió de las justas proporciones”, tanto, que el agente corruptor
penetró niveles institucionales y altos cargos de la administración pública. Esta
visión de la sistematicidad tiene un propósito perverso, al diluir las
responsabilidades políticas de los partidos y los liderazgos concretos que han
gobernado el país por décadas y, a la vez, instalar en la cabeza de la ciudadanía la
idea de que “aquí nadie se salva” o “nadie tiene moral para acusar de corrupto
a...”. Vargas Lleras en la publicitada auto entrevista de Caracol televisión con la
que empezó su campaña política, enfatizó que “la corrupción de cambio radical es
la de todos los partidos”.

Desde luego que la corrupción político-administrativa que se afinca en el soborno y


extorsión del funcionario público de medio y bajo nivel será objeto de nuestra
atención en la tarea de cuidar el erario, pero privilegiaremos un enfoque tipo
“corrupción estructural” que evidencie la actual captura del Estado por parte de
intereses corporativos transnacionales, de elites empresariales nacionales y redes
mafiosas que cooptaron el Estado so pretexto de la lucha contrainsurgente, todos
ellos en conjunción y connivencia, tal como afrontamos los debates en torno a la
apropiación ilegal de baldíos.

Nos opondremos a cualquier legislación anticorrupción de inspiración neoliberal


que escudada en su prejuicio anti estatal sitúe el problema única y exclusivamente
en el sector público, en donde “la transparencia del mercado” se impone como la
única fuente de reglas claras y sencillas que desenredan esa maraña de
regulaciones y códigos que, según esta visión, es la causante única de la
corrupción; exonerando así de toda responsabilidad y sanción a ese sector privado
que, a través de una clase política corrupta, ha cooptado el Estado para su
beneficio.
Es previsible que los episodios más grandes de corrupción de este último periodo
que involucra 16 años de Santo-Uribismo, terminen en la impunidad de sus
máximos responsables políticos (habrá lógicamente sacrificados que calmen a la
Galería), pues la falta de garantías que brinda un fiscal legal y moralmente
impedido para ejercer, así parece indicarlo. Por tal motivo, propondremos la
creación de un tipo de comisión independiente de alto nivel, procurando el apoyo
de la ONU, como la creada en Guatemala, que recupere la credibilidad de las
investigaciones en curso. También la auditoría de la deuda pública a alto nivel fue
un propósito programático nuestro al que, por falta del momento político
adecuado, no se le pudo dar el despliegue esperado en nuestro paso por la
cámara, pero que pensamos conserva su vigencia; la deuda pública ilegítima y
odiosa es una revelación adicional de la corrupción estructural, que involucra a
actores nacionales, el sector financiero y a la banca multilateral.
Se dice que la globalización se traduce en la globalización de todas las esferas de la
sociedad y de la vida; la corrupción no se escapa a esta tendencia y los paraísos
fiscales son la expresión de la corrupción supranacional. La aparición de
ciudadanos colombianos, algunos de reconocimiento público, en “los panamá
paper´s” son la punta del iceberg de un entramado organizacional que no solo
facilita enormemente la evasión fiscal en grandes proporciones, sino que esconde
y blanquea buena parte de la corrupción que se da en el país. En el control político
que ejerceremos a los dineros públicos, los paraísos fiscales estarán en la mira de
nuestras indagaciones.

b) No más privatizaciones, ni mercantilización de la educación,


de la salud y de los servicios públicos.
En los Gobiernos de Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos se profundizó la
política de privatización de las empresas estatales y la mercantilización de la
educación, de la salud y de los servicios públicos esenciales. Durante este largo
periodo naufragaron ante la ola privatizadora empresas públicas de sectores
estratégicos, como TELECOM, ISAGEN y ECOPETROL a través de su capitalización.
En estos casos se contó con la anuencia de las mayorías en el Congreso de la
República.

Bajo este mismo dogma del mercado, las entidades públicas que constituyen
“salario social” o contribuyen en general al bienestar de la población, como el
Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), el Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar (ICBF), las universidades y los hospitales públicos, se han visto afectadas
por la constante desfinanciación presupuestal, los nocivos efectos de las reformas
tributarias regresivas establecidas por Uribe y Santos, la profundización de
programas de subsidios a la demanda (como “ser pilo paga”, los créditos del
ICETEX, entre otros), la privatización de la gestión y la tercerización laboral.

Esta problemática tendrá una especial atención de nuestra actuación


parlamentaria. Por lo tanto, continuaremos con la férrea defensa del SENA, del
ICBF, de las universidades y de los hospitales públicos. Desde el congreso
lucharemos para que se destine el presupuesto suficiente y necesario para su
adecuado funcionamiento. Adicionalmente, mediante el ejercicio de control
político, haremos seguimiento para que estos recursos no se embolaten en las
redes clientelistas y mafiosas que han capturado el Estado.
Igualmente seguiremos acompañando solidariamente la lucha de los trabajadores,
estudiantes y ciudadanía para lograr la formalización de la planta de cargos en el
SENA y de esta manera garantizar la calidad en la formación.
En el Congreso nos opondremos a los procesos de enajenación de la participación
del Estado en empresas de sectores estratégicos, como ECOPETROL, ETB, EEB, EAB,
EPM, EMCALI, ACUAVALLE, ERT entre otras. Acompañaremos las iniciativas para
revertir los procesos de privatización, en este sentido lucharemos para acabar con
el flagelo generado en la Costa Atlántica por la multinacional española Gas Natural
Fenosa y promoveremos que una empresa pública retome el servicio de energía
eléctrica. Por último, en el marco normativo de los servicios públicos y las
Tecnologías de la Información de la Comunicación (TIC), propondremos siempre
alternativas para el fortalecimiento de las empresas públicas.

2) TIERRAS PARA LA PAZ, SOBERANIA ALIMENTARIA Y LA


PRODUCCION NACIONAL
a) Para restituir y afianzar la terminación del conflicto armado.
El telón de fondo del conflicto armado que se ha desarrollado fundamentalmente
en la ruralidad colombiana ha sido, sin lugar a dudas, la tenencia de la tierra. El
despojo de tierras y el desplazamiento de millones de campesinos ha sido la
consecuencia de esta lucha fratricida. Todos los actores armados han participado
de este festín, unos en mayor grado que otros y respondiendo a diferentes
motivaciones, pero sin duda, el paramilitarismo se erige, según estadísticas
oficiales y no oficiales, como el mayor despojador: tras el arrasamiento y terror
paramilitar venían los compradores de buena fe.
Sobre la magnitud del despojo existe una discrepancia en torno a las hectáreas a
restituir: mientras estudios de la Universidad de los Andes y de la Comisión de
seguimiento a la política de atención al desplazado, lo estiman en dos millones de
hectáreas, organizaciones defensoras de DD.HH. y la Encuesta Nacional de
Víctimas de la Contraloría General de la República (2013), señalan que como
mínimo fue tres veces mayor1.
Después de 10, 15, 20 o más años de desarraigo, sumado a que los victimarios aún
tienen presencia, bajo otras siglas, en los territorios despojados (Bacrim, rastrojos,
ejércitos anti-restitución, etc.) y el asesinato de reclamantes de tierras aún
persiste, es previsible que buena parte de los despojados hayan optado por no
reclamar. Por esta razón, el trabajo parlamentario orientado a esclarecer la

1 https://www.elespectador.com/noticias/nacional/va-restitucion-de-tierras-articulo-565495
magnitud del despojo de tierras es vital para consolidar, en términos de justicia, la
terminación del conflicto armado. Esto será parte de nuestras preocupaciones a la
que le dedicaremos un esfuerzo.

b) Para la soberanía alimentaria.


Es ampliamente conocido que el modelo agroindustrial de vocación
agroexportadora que implica consolidar grandes extensiones de tierra se ha ido
profundizando en los sucesivos gobiernos desde César Gaviria. En este marco, el
criterio general para afrontar el problema del hambre y la malnutrición en el país
ha sido el de la “seguridad alimentaria” que se garantizaría con el crecimiento de
las exportaciones, que generarían las divisas necesarias para comprar en mercados
externos los alimentos requeridos por la población. La verdad monda y lironda, es
que se están importando algo más 11 millones de toneladas anuales de alimentos 2
que antes producíamos; al respecto “…en años recientes la producción doméstica
de granos básicos, como maíz y trigo, ha disminuido drásticamente. Esta reducción
en la producción, con el consecuente aumento de las importaciones de grano, ha
sido tan abrupto que aunque 80% de todos los granos consumidos en Colombia
durante 1990 eran producidos domésticamente, actualmente casi todo el trigo, y
entre 80 y 85% del maíz que consumen los colombianos, se importa de Norte
América. En otras palabras, Colombia es incapaz de producir hoy suficientes
alimentos para cubrir las demandas de su población y es dependiente de los
EE.UU. y Canadá para alimentarse”3
Los resultados de las políticas públicas guiadas por este criterio de seguridad
alimentaria, no han sido las esperadas. Según el Programa de Alimentación
Mundial, el 43% de los colombianos no tiene seguridad alimentaria. En otras
palabras, casi la mitad de la población “carece de acceso diario a suficiente comida
nutritiva y asequible”. En un país de más de 47 millones de personas, esto significa
que casi 20 millones sufren por hambre o malnutrición” 4.
En las circunstancias descritas, donde la prioridad del comercio internacional de
alimentos por encima de la producción-consumo local de las comunidades y
pueblos, no han contribuido en la erradicación del hambre y la malnutrición, sino,

2 https://www.elheraldo.co/economia/colombia-importa-30-de-los-alimentos-que-consume-273145

http://campusvirtual.contraloria.gov.co/campus/memorias16/postconflicto/Encuesta_Juan%20Carlos%20Vi
llamizar.pdf
3http://www.ambienteysociedad.org.co/wp-content/uploads/2017/02/Seguridad-Alimentaria-leyes-
Colombia.pdf
4 Ibíd.
que por el contrario, han incrementado la dependencia de las importaciones
agrícolas por parte de los pueblos, es cuando el llamado a revisar la legislación
vigente sobre el tema, se hace necesario. Y, el criterio que debe prevalecer para
tal fin debe ser el de la “soberanía alimentaria”, entendida como el derecho de los
pueblos, comunidades y países a definir sus propias políticas alimentarias que sean
ecológica, social, económica y culturalmente apropiadas a sus circunstancias,
reclamando la alimentación como un derecho 5. Así, la idea general a defender en
el congreso es que la soberanía alimentaria es el piso firme, sin el cual no es
posible construir el edificio de la seguridad alimentaria de manera estable y
duradera.

c) Para dinamizar la producción nacional.


Según estudio del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC), en Colombia hay
alrededor de 22 millones de hectáreas aptas para la agricultura, pero solo se están
utilizando 5,3 millones. Mientras tanto, hay unos 15 millones de hectáreas con
vocación para la ganadería y se están utilizando 35 millones. El mismo estudio, dice
que “…hay cerca de 18 millones de hectáreas sobre-utilizadas (se emplean para lo
que no es adecuado o se están sometiendo a desgaste por el excesivo uso) y 16
millones subutilizadas (que no se están trabajando o que se emplean por debajo
del potencial real de producción que tienen)” 6

Si lo anterior se cruza con la desigualdad en la tenencia de la tierra que reporta un


Gini de 0.88, o el grado de concentración de la propiedad de la tierra con uso
agropecuario en Colombia, que según metodología empleada en el censo nacional
agropecuario del 2015, sería de 0.902 7, se puede deducir que buena parte de la
tierra que está concentrada en pocas manos, se le está dando, por parte de unos
pocos poseedores, un uso especulativo o inadecuado que difícilmente el mercado
puede corregir, pues aquí anidan y se entrecruzan intereses poderosos del
latifundio improductivo, de multinacionales mineras y de los agronegocios, de
mafias asociadas al narcotráfico y al paramilitarismo.

Dado el carácter estratégico que tiene la tierra, este eje tendrá especial atención
en nuestro ejercicio parlamentario, pues no solo nos permitirá darle continuidad a
lo desarrollado en nuestro paso por la Cámara de Representantes en relación con

5 https://viacampesina.org/es/seguridad-soberania-alimentaria/
6 http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-16424314
7https://www.razonpublica.com/index.php/economia-y-sociedad/10243-la-escandalosa-desigualdad-de-la-
propiedad-rural-en-colombia.html
las tierras baldías, sino que el propósito fundamental es de más largo aliento:
contribuir decididamente, desde la acción parlamentaria y extraparlamentaria
fundamentalmente, a la consolidación y afianzamiento del movimiento agrario y
de la organización campesina, que de seguro retomara un nuevo aliento después
de terminado el conflicto armado, que apretaba como tenaza, impidiendo su
desarrollo. Esto en la perspectiva de romper el desequilibrio productivo que el
modelo agroindustrial de vocación agroexportadora instauro a favor de
transnacionales, los grandes capitales nacionales y los hacendados latifundistas,
que excluye y conduce a la extinción a los pequeños y medianos productores,
excluye y destruye a la economía campesina y esclaviza a los trabajadores del
campo.

3) ADAPTACION AL CAMBIO CLIMATICO Y SUPERAR EL


EXTRACTIVISMO
La locomotora minero-energética impulsada por Juan Manuel Santos es el corolario de
un proceso de vuelta a economías primario-exportadoras (reprimarización económica)
en condiciones de modernidad y expresa la renuncia de las élites político-
empresariales a impulsar cualquier proyecto de reconversión industrial o de
renovación de matriz productiva, que posibilitará enfrentar con relativa autonomía los
poderes transnacionales de la globalización neoliberal. Esta apuesta extractiva deja
muy poco en términos de creación de empleo, mucho daño medioambiental y
permanente violación a los D.D. H.H. de las comunidades asentadas en los territorios
donde han emergido intereses mineros. Por lo tanto, esta curul será una tribuna
abierta a las denuncias del movimiento social y de las comunidades afectadas por la
actividad extractivista.

a) Paremos el desplazamiento y arrasamiento medio-ambiental


de la minería.
En Colombia la minería, el agronegocio y grandes proyectos de infraestructura, en
efecto han actuado como locomotoras que han atropellado los derechos de las
comunidades, a la vez que han arrasado con el medio ambiente. Al respecto, el
Centro de Memoria Histórica y el investigador social Luis Jorge Garay explican que:

“En Colombia los actores armados vinculados a proyectos económicos se han


servido del desplazamiento forzado para despojar y apropiarse de tierras
productivas o estratégicamente ubicadas para el desarrollo de megaproyectos de
infraestructura, minería extractiva, agroindustria, hidrocarburos, pesca, turismo y
explotación de recursos forestales destinados a rentabilizar la inversión. (…) En
efecto, en varias regiones el abandono de las tierras anteriormente ocupadas por
las personas desplazadas fue seguido por la implantación y expansión de
inversiones agroempresariales, proyectos de gran minería, hidrocarburos o de
infraestructuras. (…) Al analizar la información de la Agencia Nacional de Minería,
se puede observar la coincidencia en regiones altamente expulsoras de población,
con extensiones importantes de tierras y territorios abandonados y despojados, y
la adjudicación de títulos para la explotación de carbón y oro. Este es el caso de
regiones como Alto Sinú y San Jorge, Catatumbo, Montes de María, Magdalena
Medio, Serranía del Perijá, Sur de Bolívar, la Sierra y la Ciénaga Grande de Santa
Marta”8.
Según un informe de la contraloría dirigido por Luis Jorge Garay “…en 2011, el 80%
de las violaciones a los derechos humanos que ocurrieron en Colombia se
presentaron en los municipios mineros-petroleros (el 35% del total nacional); el
87% del desplazamiento forzado provenía de estos municipios y de quienes
reciben regalías por producción minero-energética, mientras el 78% de los
crímenes contra sindicalistas, el 89% contra indígenas y el 90% contra
afrodescendientes se cometieron en las áreas donde el agro y la pesca se
cambiaron, a las buenas o a las malas, por oro y petróleo”9.

b) El control social es imprescindible.


En este contexto, en que las dinámicas del modelo socio-político fundado en el
neoliberalismo han llegado al extremo de amenazar los fundamentos de la vida
misma de comunidades enteras al alterar su entorno biofísico y cultural, es que se
hace imperioso, como obligación democrática, defender y fortalecer los
mecanismos de participación ciudadana establecidos en la normatividad vigente. Y
es que los intereses económicos que están detrás de las actividades extractivas son
tan poderosos que el lobby legislativo que ejercen las compañías mineras ya se
siente con fuerza. La nueva reglamentación que promueve el gobierno de la
consulta previa a través de un proyecto de ley que ya fue radicado y las voces
pidiendo se revise regresivamente las consultas populares, con las cuales se le dijo
NO a la megamineria en varios municipios, así lo evidencia.
Al respecto, el criterio legislativo con el que actuaremos ante la ofensiva regresiva
que en términos de derecho se viene en esta materia, será el principio de
progresividad: cualquier desarrollo normativo respecto de los derechos de los
Pueblos Indígenas u otras comunidades étnicas, en ningún caso se podrá ir en
detrimento de los derechos conquistados y de los avances jurisprudenciales.

8Una nación desplazada. Informe nacional del desplazamiento forzado en Colombia. Informe del Centro
Nacional de Memoria Histórica.
9https://www.elespectador.com/noticias/nacional/80-de-violaciones-ddhh-2011-fue-municipios-mineros-
articulo-420511
Además, y también como criterio de actuación, rechazamos todo intento de
estigmatización que de este derecho fundamental a la consulta previa y de las
consultas populares se está haciendo para hacerlas aparecer ante la opinión
pública como un obstáculo al desarrollo y al bienestar general del país.

4) DERECHO A LA CIUDAD.
a) Ciudades para la gente, no para los negocios
A la par de la reprimarización de la economía y la destrucción del aparato
productivo industrial, las ciudades con mayor densidad poblacional están en un
proceso avanzado de reconfiguración hacia el sector terciario de la economía. Se
trata de convertirlas en grandes plataformas de negocios, en donde la "belleza
urbanística" y los servicios asociados al turismo de negocios, se vuelven prioritarios
frente a otras necesidades sociales más urgentes, todo con el fin de logras los altos
estándares que las “ciudades competitivas” imponen para atraer la inversión
extranjera. Este proceso ha implicado, el despojo de la población de sus territorios,
el sometimiento del patrimonio público al interés privado y la precarización
laboral.
En las zonas céntricas de estas ciudades es una constante la ejecución de proyectos
de renovación urbana que se imponen por encima de los derechos de la población
que habita en esos territorios. Adicionalmente a través de los Planes de
Ordenamiento Territorial (POT) se “corre la cerca urbana” en beneficio de los
dueños de la tierra, de los sectores inmobiliario y financiero, sin que a estos se les
cobre la plusvalía correspondiente.

b) Ciudades sin agua, ciudades sin vida.


Es un hecho la riqueza hídrica del país, que decirlo ya es un lugar común; ocupar el
lugar 16 entre 179 países con cerca de 50.000 m3 de agua por habitante al año10,
ya de por si es un privilegio cuando se habla de la crisis global del agua asociada a
la acción combinada del cambio climático y la crisis ecológica global. Sin embargo,
el suministro de agua potable, que no es un privilegio, sino que es un derecho
humano vital, no es una realidad para miles de habitantes, muchos de ellos
pobladores de zonas urbanas empobrecidas.

Aunque en la problemática del agua incide fundamentalmente elementos que


serán parte de nuestra atención como parte integrantes del eje 3 de este
programa, tales como el progresivo deterioro de ecosistemas como los páramos y

10http://sostenibilidad.semana.com/opinion/articulo/las-contradicciones-de-la-abundancia-de-agua-en-
colombia/38783
los humedales, los primeros amenazados por los intereses de multinacionales
mineras y a la minería ilegal asociada al narcotráfico y al paramilitarismo y, los
segundos, por capitales inmobiliarios, en esta parte programática, el agua está
asociada a un tema de gestión municipal de los acueductos que garantice la oferta
publica del agua potable de calidad a toda la población al menos en su
requerimiento mínimo vital y blinde las empresas municipales de los tentáculos
privatizadores que permanentemente les ronda.

Por estas razones, proponemos transformar el ordenamiento del territorio


municipal, urbano, principalmente en torno al agua y no únicamente en función de
los negocios, esto implica volcarnos hacia el cuidado de los nacimientos de agua y
los ríos de los que las ciudades se surten, el fortalecimiento de los acueductos
comunitarios. De igual manera nos propondremos auditar la deuda en que han
incurrido las empresas municipales del país.

En este contexto se hace imperioso seguir apelando a la alternativa del “Derecho a


la Ciudad”, aquella que sustentamos a través del programa de gobierno en las
elecciones de 2015 y que hoy, una de sus propuestas, la filtración del lecho del rio
Cauca, ante la fuerza argumental, será implantada por un gobierno al que hemos
controvertido. En síntesis, este derecho a la ciudad implica “…avanzar en la
defensa de lo público, en la ampliación y profundización de la democracia, en la
realización de los derechos humanos fundamentales y en la consolidación de la
organización social como fundamento de un vivir solidario construido por
ciudadanías activas”11. Desde el Congreso acompañaremos al movimiento social
urbano, en la búsqueda de ciudades en las que se garantice la vida, los derechos y
la dignidad de la población.

5) INGRESO Y BIENESTAR PARA TRABAJADORES Y PENSIONADOS.


a) Por condiciones dignas para trabajadores y pensionados
Las consecuencias de la destrucción del aparato productivo nacional a través de la
implementación de políticas neoliberales, han sido soportadas sobre los hombros
de los de abajo, quienes están viviendo los efectos del desempleo, la precarización
laboral y la pérdida de capacidad adquisitiva. Antes de corregir, los sucesivos
gobiernos se han empeñado en continuar con la pulverización de los derechos, a
través de regresivas reformas laborales, pensionales y tributarias que siempre
contaron con la mayorías en el Congreso.

11 Ver: http://wilsonarias.com/images/Documentos/Cartilla%20WA.pdf
Las entidades del Estado que deberían estar orientadas a la protección de los
trabajadores, se han convertido en focos de menoscabo de los derechos laborales
a través de la figura de la contratación por prestación del servicio, que a pesar de
ser un instrumento excepcional como lo ha establecido en su jurisprudencia la
Corte Constitucional, se ha constituido en regla en la vinculación de personal a las
instituciones estatales.
Siguiendo los lineamientos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económica (OCDE) y atendiendo las exigencias de la Asociación Nacional de
Instituciones Financieras (ANIF), se está generando el ambiente para una nueva
reforma pensional, con el único propósito de continuar menoscabando los
derechos de los jubilados y los pensionados, además de proteger los intereses
rentistas de los fondos privados de pensiones. Reforma que contará con nuestra
oposición en el Congreso y en las calles.
Es tal el afán del gobierno de Juan Manuel Santos por hacer parte del “selecto club
de la OCDE” que, en atención a lineamientos sobre sostenibilidad fiscal, se está
planteando la reforma al Sistema General de Participaciones (SGP) lo cual puede
significar la disminución de las trasferencias del gobierno central a los entes
territoriales, y por ende la disminución de recursos esenciales para la garantía de
derechos como la educación, la salud y el saneamiento básico.
Nuestra apuesta estará enfocada en la búsqueda de una salida estructural a las
problemáticas del desempleo, la informalidad y tercerización laboral. Para lo cual
se hace necesario la superación de la actual orientación económica basada en la
reprimarización, en los Tratados de Libre Comercio (TLC) y de la destrucción del
aparato de producción nacional, es menester la recuperación del mercado y la
demanda interna, la asignación de salarios dignos que incentiven el consumo.
Adicionalmente propenderemos por una regulación más estricta que impida la
precarización laboral en sus diferentes formas.

b) Garantías para las organizaciones sindicales


Desde el Congreso seguiremos apelando por el respeto de los derechos de
asociación, libertad y autonomía sindical, que de manera permanente son
transgredidos por el empresariado y el Estado. En los debates de control político
realizaremos seguimiento al cumplimiento de los Convenios de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) ratificados por el Estado colombiano. Exigiremos las
garantías para el ejercicio sindical que sigue siendo estigmatizado y asediado por
diferentes actores institucionales y paraestatales.

6) ACOMPAÑAMIENTO AL MOVIMIENTO SOCIAL Y


EMPODERAMIENTO DE LA CIUDADANÍA
Como ya lo dijimos, la profundidad del cambio social al que aspiramos solo es
posible con un movimiento social organizativamente robusto en donde sus
demandas y reivindicaciones propias, que le dan identidad, lejos de desaparecer,
se integren en una proyección política que le permita articularse con los demás
actores sociales, entre ellos la ciudadanía políticamente activa, en la perspectiva
de construir el sujeto social transformador pluridiverso que aglutine a las mayorías
del país. En este sentido, las demandas sociales y políticas de los diversos
feminismos, de los diversos ecologismos, de las que plantea la diversidad étnico-
cultural (Afros, Indios, Rom, etc.) y sexual (LGTBI), más las que exige los nuevos
movimientos urbanos en pos del derecho a la ciudad, no serán indiferentes a
nuestro actuar parlamentario y extraparlamentario, serán parte de nuestra
especial atención, al igual que el movimiento social clásico (obrero, campesino,
estudiantil).
Sin embargo, la crisis social que agobia el país y que se profundiza cada día, ha
desatado una reacción ultraconservadora sin precedentes que amerita una
atención programática especial; esto es…

a) …¡Ni una menos!!


El boletín epidemiológico del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses alerta sobre los altos índices de violencia de género hacia las mujeres. En
el 2016, se registraron 731 mujeres asesinadas de las cuales 101 casos fueron
perpetrados por la pareja o la ex pareja y 23 casos por un familiar. La Organización
Mundial de la Salud sostiene que “una de las formas más recurrentes de violencia
contra la mujer es la infligida por su marido o pareja masculina.” Se calcula que un
38% de los homicidios de mujeres son cometidos por su pareja de sexo masculino.
En el 2016, se presentaron 15 082 casos de mujeres víctimas de violencia sexual,
siendo las niñas desde los 0 hasta los 17 años las de mayor riesgo ya que
representaron el 85,5% de las víctimas de violencia sexual.
El secuestro, la violación sexual y el homicidio de Yuliana Samboni, tristemente, no
constituye un hecho aislado en el país. Por el contrario, refleja la sistematicidad de
la violencia machista hacia las mujeres que se encarna, no solamente en la
violencia física y sexual, sino también en las representaciones e imaginarios
discriminativos que tienen las mujeres. Frente a estas históricas manifestaciones
de violencia y discriminación sexual presenciamos el surgimiento en Colombia, en
América Latina y en el mundo, un movimiento feminista que busca visibilizar y
combatir las diferentes formas de violencia de género. Como TPEZ nos hemos
sumamos a esa lucha en la calle y desde el congreso apoyaremos todas las
iniciativas que dignifiquen la vida humana en todos sus aspectos, como esta.
Reconocemos de igual manera, que el modelo socio-económico vigente conjuga
una exclusión que no es solo de naturaleza económica o social, pero que además
abarca diferentes tipos de discriminación en razón de su etnia, de su raza, de su
orientación sexual y de su género -entre otros-. Entendemos que la lucha por la
equidad de género pasa también por las reivindicaciones previamente
mencionadas.
Según datos oficiales de la última encuesta del DANE, las mujeres tienen mayores
índices de desempleo, tienen mayor representación en el sector laboral informal o
en el “rebusque” y siguen ganando menos que los hombres. Para las mujeres
trabajadoras, quienes en algunas ocasiones son madres solteras y representan el
único sustento económico de sus familias, la lucha por mejores condiciones
laborales (eje 5) es una prioridad en la búsqueda por la equidad de género. De
igual forma, la defensa de las instituciones públicas como el ICBF (eje 1) constituye
para los niños y niñas, adolescentes y familias víctimas de la violencia de género,
una importante reivindicación en sus procesos de resiliencia. En síntesis, el
programa presentado, en cada uno de sus puntos, significan mejorías para las
mujeres y para las poblaciones históricamente excluidas.

b) Garantías a la protesta social pacífica


Garantizar los derechos establecidos constitucionalmente muchas veces exige
trascender, para su solución, los procedimientos jurídicos rutinarios, siendo
necesario el recurso de la protesta social pacifica, amparada constitucionalmente
como un derecho ciudadano. Los paros cívicos de Choco y Buenaventura
expresaron esta necesidad.

Desde el congreso, no solo nos seguiremos oponiendo y denunciando la


criminalización de la protesta social, que los grandes medios atizan
interesadamente y que tiene asiento jurídico en la ley 1453 de seguridad
ciudadana, sino que esta curul será de puertas abiertas a las denuncias informadas
y responsables sobre el accionar ilegal Esmad en el control de las protestas
ciudadanas que rayan en la brutalidad; gracias a la denuncia valerosa de activistas
de derechos humanos se ha logrado la destitución de varios de sus integrantes por
el uso excesivo de la fuerza.

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