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Dos tipos de profesionales del libro

en la Atenas clásica: sofistas y órficos

MARCO ANTONIO SANTAMARÍA ÁLVAREZ


Universidad de Salamanca

Schreiben ist ein Mißbrauch der Sprache


(J. W. von Goethe, Dichtung und Wahrheit,  Buch, Schluß)

. LIBROS EN ATENAS EN LA ÉPOCA CLÁSICA

D URANTE LA SEGUNDA MITAD del s. V a. C. y sobre todo en el s. IV se produjo


en Atenas una considerable difusión de la escritura. Gracias a la
extensión de la escuela, la alfabetización se hace muy común, de modo
que cada vez más gente estaba en condiciones de leer e incluso de escribir. Los
principales usos de la escritura son legales: se redactan numerosos documentos
oficiales y proliferan las inscripciones con decretos y conmemoraciones de
todo tipo. Pero también empiezan a circular de manera progresiva libros para
uso privado, de lo que encontramos múltiples testimonios tanto en la cerámica
como en la literatura (tragedia, comedia, diálogos de Platón y obras socráticas

. Este trabajo se ha realizado en el marco de los proyectos de investigación Consolíder HUM


-/FILO y HUM -/FILO. Doy las gracias por sus útiles sugerencias y correcciones a
Alberto Bernabé, Raquel Martín Hernández, Irene Pajón y Ana Isabel Jiménez San Cristóbal.
. Sobre la extensión de la escritura en Atenas en los ss. V y IV, cf. HARRIS, , pp. -; THOMAS,
; sobre el alfabetismo en Atenas, cf. MORGAN, , que recoge la bibliografía anterior.
. Entre éstos había registros oficiales, cuentas de las finanzas públicas, documentos judiciales pri-
vados y públicos, así como contratos entre particulares. Cf. Ar. Au. . Cf. THOMAS, , pp. -.
. Son además muy comunes las inscripciones privadas votivas y funerarias. El uso masivo de ins-
cripciones de diversa clase se ha denominado «hábito epigráfico», cf. DE HOZ, , pp. -.
 MARCO ANTONIO SANTAMARÍA ÁLVAREZ

de Jenofonte, principalmente). El comercio de libros está ya muy extendido en


los últimos decenios del siglo. Este desarrollo del medio escrito marcará el futuro
de la cultura y la literatura griegas, en especial de la prosa, que con Tucídides,
los oradores áticos y Platón alcanzará su máximo esplendor.
Las fuentes escritas de época clásica asocian en especial los libros con dos
grupos: los sofistas y los órficos. Unos y otros son antitéticos en sus ideas, ya
que los primeros están interesados en cuestiones humanas (política, ética,
lenguaje) y se muestran críticos y escépticos hacia la religión, mientras que
los segundos se preocupan por el culto, la purificación y el destino post mortem
del alma. Frente al racionalismo de los sofistas, los órficos forman parte de los
que podríamos llamar «profesionales de lo irracional», de larga tradición, que
proliferaron en Atenas durante la Guerra del Peloponeso: adivinos (μάντεις),
recitadores y compiladores de oráculos (χρησμολόγοι), purificadores (καθαρταί),
iniciadores (τελεσταί), sacerdotes mendicantes (ἀγύρται), hechiceros (γόητες)
y magos (μάγοι), oficios que solían desempeñar las mismas personas. A
pesar de sus diferencias, sofistas y órficos se presentan como expertos en
unas doctrinas nuevas y alternativas a los valores tradicionales, las cuales
ofrecen a todo el que esté interesado, por lo general a cambio de dinero. Los
detentadores de estas enseñanzas, racionales o irracionales, son itinerantes,
provienen de fuera de Atenas y a ojos de muchos son un claro riesgo para la
polis y su cultura, que en gran medida basaba su cohesión en la religión cívica
y en la literatura tradicional de transmisión oral, como las recitaciones de
Homero, la lírica cantada en las fiestas y las tragedias y comedias de las repre-
sentaciones públicas. Puesto que entre sofistas y órficos era característico el
uso de libros, éstos acabarán suscitando desconfianza por ser símbolo de margi-
nalidad e innovación éticas y religiosas, como veremos.

. Sobre los libros en la Atenas clásica, cf. TURNER,  [], PFEIFFER,  [], pp. - y
JOHNE, , que habla de una «Buchkultur». En la cerámica aparecen representados libros en escuelas

, pp. -. Sobre los importantes testimonios de la comedia ἀρχαία acerca de la lectura en la
y en ámbitos dedicados a la composición y ejecución de poesía: cf. PFEIFFER, , pp. - y TURNER,

. La primera referencia a un mercado de libros en Atenas es de Éupolis (Fr.  K.-A.: οὗ τὰ βιβλί’
Atenas clásica, cf. el trabajo de Milagros QUIJADA en este volumen.

ὤνια). Los libreros (βιβλιοπῶλαι) se mencionan en varios fragmentos de comedia: Teopompo, Fr. ,
Aristómenes, Fr. , Nicofonte, Fr.  K.-A. La ciudad también exportaba libros: Jenofonte (An. VII .-
) dice que solía haber libros en los restos de los frecuentes naufragios cerca de Salmideso (Tracia).
. Esta observación se encuentra en BREMMER,  [], p. , que señala que ni los libros de
los órficos ni los de los sofistas estaban bien vistos.

«unlicensed religion». Sobre su estrecha relación con los μετεωρολόγοι, cf. GEMELLI, .
. Sobre estos especialistas de lo sagrado, cf. PARKER, , pp. -, que los encuadra en la

. También se caracterizaron por emplear libros, que circularon en Atenas, los χρησμολόγοι, que
. SCHOLTEN,  estudia el tema de los sofistas como amenaza para la religión y la política de la polis.

manejaban colecciones de oráculos (cf. Ar. Au. -, BAUMGARTEN, , pp. -, HENRICHS, a,
pp. -), así como los médicos y los filósofos naturalistas (como Anaxágoras y Demócrito; cf. DEAN-
JONES, ). Precisamente las primeras obras literarias destinadas a circular por escrito en libros (razón

de los investigadores jonios, tanto los cultivadores de la ἱστορίη como de la filosofía: Ferecides de Siro,
por la que estaban en prosa y no en verso, que favorecía la memorización y la difusión oral), fueron las
DOS TIPOS DE PROFESIONALES DEL LIBRO EN LA ATENAS CLÁSICA: SOFISTAS Y ÓRFICOS 

. LOS SOFISTAS Y LOS LIBROS

La democracia ateniense permitía triunfar a cualquiera que poseyera una


especial preparación para la política, lo cual estaba estrechamente unido a la
habilidad en el manejo de la palabra. Con ella, podría convencer a los miem-
bros de la Asamblea para que apoyaran sus tesis. Los sofistas entran en escena
aprovechando esta circunstancia. Alardeaban de su gran erudición y ofrecían
a las personas con ambiciones políticas, o simplemente con curiosidad inte-
lectual, una educación superior, teórica y práctica, en el campo de lo que hoy

persuasión o retórica (ῥητορικὴ τέχνη). Dado que reclamaban a cambio


llamaríamos ciencias sociales y humanidades, y sobre todo en el arte de la

altos honorarios, es lícito considerarlos como «profesionales de la sabiduría».


Además de ser maestros del discurso oral, los sofistas hicieron también uso
frecuente de la escritura y pusieron en circulación gran cantidad de escritos,
con lo que contribuyeron de manera decisiva a la difusión de los libros y la
escritura en Atenas durante el último tercio del s. v. De la abundancia de sus

autor de la que parece ser la primera obra griega en prosa, Anaximandro, Anaxímenes, Hecateo y
Heráclito, principalmente. Es posible que eligiesen la prosa para distinguirse claramente de los poe-
tas, que tenían una visión mítica del mundo. Sobre los presocráticos y la escritura, cf. KAHN, . Los
filósofos de la naturaleza y los médicos no sólo se asemejan a los sofistas en que componían tratados,
sino, más aún, en que ofrecían una alternativa al modelo mítico-religioso tradicional, en su caso
mediante un paradigma científico destinado a explicar cómo eran y se regían el cosmos y el cuerpo
humano. La obra de Anaxágoras y el tratado hipocrático Sobre la enfermedad sagrada son una clara

ta y filósofo natural o μετεωρολόγος, por ser figuras semejantes. Por otro lado, algunos textos hipo-
muestra de ello. Como es sabido, en las Nubes Aristófanes convirtió a Sócrates en prototipo de sofis-

cráticos parecen discursos epidícticos, muy próximos a las piezas de exhibición de Gorgias, por ejem-
plo. Cf. THOMAS, , pp. -. Está claro que cualquier ateniense aficionado a los libros quedaba
marcado como próximo a cualquiera de estos grupos (sofistas, filósofos, médicos, órficos, adivinos,

. Hipias, paradigma del πολυμαθής, hacía gala de sus saberes enciclopédicos, que incluían astro-
magos) y por tanto resultaba sospechoso de outsider religioso.

nomía, geometría, aritmética, filología, música, mitología, historia y arqueología, así como conocimien-
tos técnicos gracias a los cuales podía fabricarse su propia ropa (X. Mem. IV ., cf. Pl. Prt. d). El

bre frase de Pericles en el Epitafio: λέγω τήν τε πᾶσαν πόλιν τῆς Ἑλλάδος παίδευσιν εἶναι (Th. II ).
florecimiento intelectual y educativo ateniense que promovieron sobre todo los sofistas explica la céle-

. Sobre los sofistas como educadores políticos, cf. Pl. Prt. e-a, Plu. Them. .

aplicó a sí mismo (Pl. Prt. a), deriva del verbo σοφίζομαι, ‘tener σοφία o habilidad’, y lleva el sufi-
. No en vano, su denominación como sofistas, que al parecer fue Protágoras el primero que se

jo -της de agente u oficio, por lo que σοφιστής designaría en principio al experto en una materia.
Sobre el término σοφιστής, cf. KERFERD, , pp. -; GUTHRIE, , pp. -, y pp. - sobre el

y a los tintes peyorativos que adquirió el término σοφιστής, equivalente a «charlatán», en oposición a
carácter profesional de los sofistas. El hecho de vender sus conocimientos contribuyó a su mala fama

los verdaderos sabios (σοφοί) y a los filósofos, preocupados seriamente por el conocimiento. Cf. X.
Cyn. .-; Mem. I .; Pl. Prt. cd, Sph. d; Arist. SE .a.
. Sobre la palabra hablada y escrita en la sofística, son excelentes O’SULLIVAN,  y THOMAS, .
. PFEIFFER, , p. : «Parece que los libros se hicieron de uso corriente durante el s. V, particu-
larmente como vehículo para los escritos sofísticos»; cf. p. , n. . Hace la interesante sugerencia (p. )
de que el alfabeto jonio alcanzó popularidad en Atenas a través de los escritos sofísticos, y que esto favo-
reció su adopción oficial en  bajo el arcontado de Euclides. THOMAS (, p. ) escribe: «they
[the sophists] were particularly associated with the book, popularized it, and used texts to confer autho-
rity and prestige on their works». Esta última afirmación es cuestionable, pues en muchos sectores
 MARCO ANTONIO SANTAMARÍA ÁLVAREZ

obras habla Jenofonte, que dice que Eutidemo reunió una biblioteca con
rollos de los más señalados poetas y sofistas (Mem. IV .). Será útil distinguir
los modos en que los sofistas se valen de la escritura y los libros:
a) como fuente para su propia formación en los más variados temas y
como base para sus estudios de crítica literaria y sobre el lenguaje;
b) para componer sus discursos, que luego aprendían de memoria, reci-
taban y difundían por escrito;
c) como parte de su enseñanza de la retórica;
d) para publicar tratados de retórica y otras obras.
a) Frente a los historiadores (ἵστορες) jonios, que viajan para aprender y

a sus informadores, la erudición o πολυμαθία de muchos de los sofistas implica


después ponen por escrito lo que han visto y lo que han averiguado gracias

una formación autodidacta y libresca, basada en noticias de otros autores.


Ellos no viajan para adquirir conocimientos, sino para difundirlos y jactarse de
ellos. Eurípides alude a esta forma de aprender en un fragmento del Palame-
des, en el que señala que, gracias a la escritura, sin viajar se puede conocer
lo que ocurre al otro lado del mar. Esta misma diferencia se observa en el
método historiográfico de Heródoto, que se sirve sobre todo de fuentes
orales, y el de Tucídides, que además emplea documentos (I .-). Hipias,
que pasa por ser el sofista con mayores conocimientos en materias muy diver-

Συναγωγή, que había extraído sus informaciones de Orfeo, Museo, Hesíodo,


sas, afirma en el comienzo de una obra cuyo título ignoramos, quizá la

Homero y otros poetas y prosistas, griegos y extranjeros. Por otro lado, los

de la población los libros no despertaban admiración, sino desconfianza. La misma autora dice más ade-
lante (p. ): «Their reputation and prestige did not primarily rely on the authority of a written text».
THOMAS advierte (p. ) contra la tendencia a exagerar la importancia de los sofistas en la extensión del
libro, que también fue utilizado por otros intelectuales de los que tenemos escasa información. Por su
parte, O’SULLIVAN (, p. ) señala que los sofistas tomaron el libro como su símbolo. Precisa con agu-
deza (, pp. -) que no todos los sofistas tuvieron la misma relación con los libros. Las fuentes
hablan sobre todo de libros de Protágoras y de Pródico, mientras que Gorgias era un maestro del dis-
curso improvisado, de acuerdo con la ocasión. También Hipias era capaz de decir siempre cosas nue-
vas (X. Mem. IV .). Cuando Gorgias, según Filóstrato (VS  proem. =  A  DK), se burlaba de Pródico
porque siempre ofrecía un producto rancio y a menudo repetido, quizá se refería a que solía leer su
mito sobre Heracles, como sostiene O’SULLIVAN (cf. Pl. Phdr. d). Seguirá la misma estela que Gorgias

. Es significativo que Heráclito (Fr.  B  DK) atribuya la πολυμαθίη, además de a Hesíodo, a
su discípulo Alcidamante, contrario a la práctica de escribir los discursos frente a la improvisación.

πολυμαθίη, que califica de κακοτεχνίη.


tres grandes viajeros: Pitágoras, Jenófanes y Hecateo. En el Fr.  achaca de nuevo a Pitágoras la

. E. Fr. .- Kannicht: ὥστ᾽ οὐ παρόντα ποντίας ὑπὲρ πλακὸς / τἀκεῖ κατ᾽ οἴκους πάντ᾽
ἐπίστασθαι καλῶς.
. Hippias Fr.  B  DK: τούτων ἴσως εἴρηται τὰ μὲν Ὀρφεῖ, τὰ δὲ Μουσαίῳ κατὰ βραχὺ ἄλλῳ
ἀλλαχοῦ, τὰ δὲ Ἡσιόδῳ τὰ δὲ Ὁμήρῳ, τὰ δὲ τοῖς ἄλλοις τῶν ποιητῶν, τὰ δὲ ἐν συγγραφαῖς τὰ μὲν
Ἕλλησι τὰ δὲ βαρβάροις· ἐγὼ δὲ ἐκ πάντων τούτων τὰ μέγιστα καὶ ὁμόφυλα συνθεὶς τοῦτον καινὸν
καὶ πολυειδῆ τὸν λόγον ποιήσομαι. La misma documentación libresca podemos suponer para sus
Nombres de pueblos (᾽Εθνῶν ὀνομασίαι) y para su lista de vencedores olímpicos (Ὀλυμπιονικῶν
ἀναγραφή), que precisa el uso de inscripciones y archivos locales.
DOS TIPOS DE PROFESIONALES DEL LIBRO EN LA ATENAS CLÁSICA: SOFISTAS Y ÓRFICOS 

sofistas necesitaron manejar cierto número de textos literarios, sobre todo de


épica y de lírica, para sus estudios sobre el lenguaje (Hipias se preocupó por la

dos últimos se interesaron por la ὀρθοέπεια) y para sus ejercicios de crítica lite-
ortografía, Protágoras por el género gramatical y Pródico por la sinonimia; estos

raria (de lo que ofrece una muestra Platón, que en el Protágoras presenta a éste,
a Pródico y a Sócrates comentando un poema de Simónides).
b) La principal actividad que los sofistas realizaban era la declamación de
discursos de exhibición (ἐπιδείξεις), ante grandes auditorios o en círculos priva-
dos. Tanto Gorgias como Hipias se ofrecían a hablar improvisadamente de
cualquier tema que se les pidiera. Frente a esto, se podía elaborar previa-
mente el discurso por escrito, lo que permitía trabajar con detalle el estilo y
la exposición, para luego aprenderlo de memoria o leerlo. Éste es el proce-
dimiento que seguirán los oradores desde finales del siglo. Los sofistas, por
tanto, podían actuar como los antiguos aedos, creando un texto nuevo por medio
de su habilidad compositiva, o bien como los rapsodos, declamando discur-
sos aprendidos. Muchas de estas piezas oratorias sin duda empezaron a circu-
lar en copias privadas por petición de sus discípulos y sus admiradores. Es de
suponer que los propios autores estarían interesados en cuidar estas copias,
lo que se acerca al concepto moderno de publicación. Con el tiempo, la
puesta por escrito de los discursos se extendió tanto que llegó a sustituir
a la pronunciación, el principal objetivo de la retórica. El punto álgido de esta
costumbre lo representa Isócrates, que escribe discursos destinados a la lectura
y no a la ejecución oral. Alcidamante censura esta costumbre, que considera

τῶν τοὺς γραπτοὺς λόγους γραφόντων ἢ περὶ σοφιστῶν), donde ataca a los
una perversión, en su tratado Sobre los que componen discursos escritos (Περὶ

. Pl. Prt. a-a. O’SULLIVAN (, pp. -) atribuye a esta atención al lenguaje y a la poe-
sía la elevación del libro a un nuevo estatus. Sobre las teorías lingüísticas y literarias de los sofistas,
cf. PFEIFFER, , pp. -; KERFERD, , pp. -.

λόγους ἀναγινώσκοντες ἠρανίζοντο). Platón hace decir a Hipias que leyó su discurso Troyano a los
. Hay noticias de que Protágoras y Pródico ganaban dinero leyendo discursos (D. L. IX :

espartanos y que también lo recitará para los atenienses (Pl. Hip. Ma. ab).
. THOMAS,  estudia con detalle la compleja cuestión del discurso declamado y de su puesta
por escrito. Puede ser paradigmático el caso del discurso atribuido a Lisias al comienzo del Fedro.
Sócrates cuenta que Fedro era gran admirador de Lisias y que tras oírle pronunciar un discurso, le
pedía que repitiera algunas partes y finalmente se hacía con una copia (ab). Así ocurrió con un dis-
curso sobre el amor, que Fedro lleva encima y lee para Sócrates (de, e-c). Hay en el pasaje
un juego sutil entre la oralidad y la escritura que anuncia la reflexión del final del diálogo sobre esta
cuestión.

cian en certámenes y exhibiciones: Εἰ μὲν ὅμοιος ἦν ὁ λόγος ὁ μέλλων ἀναγνωσθήσεσθαι τοῖς ἢ πρὸς
. La Antídosis comienza contraponiendo el discurso escrito para leerse con los que se pronun-

τοὺς ἀγῶνας ἢ πρὸς τὰς ἐπιδείξεις γιγνομένοις… Cf. Antid. , ad Phil.  ss. En el Panatenaico (-

διοδοτέος τοῖς βουλομένοις λαμβάνειν. Cf. Antid. : λόγον διέδωκα γράψας. Entre los libreros cir-
) cuenta que dictó un discurso a su secretario; y que luego lo distribuía a quien lo quisiera:

que obtuvo mucha fama y discípulos (τούτων γὰρ γραφέντων καὶ διαδοθέντων καὶ δόξαν ἔσχον
cularon muchas copias de sus discursos (D. H. Isocr. ). Gracias a la publicación de sus obras dice

παρὰ πολλοῖς καὶ μαθητὰς πολλοὺς ἔλαβον, Antid. ).


 MARCO ANTONIO SANTAMARÍA ÁLVAREZ

sofistas que se enorgullecían de conocer la retórica sólo porque escribían discur-


sos, mientras que eran incapaces de improvisar.
c) La composición escrita de discursos formaba parte de la enseñanza retó-
rica, como asegura el mismo Alcidamante (Soph. ), que critica a quienes han
convertido esta parte en el todo:
γράφειν δὲ μεμελετηκότες λόγους καὶ δι᾽ ἀβεβαίων δεικνύντες τὴν αὑτῶν σοφίαν
σεμνύνονται καὶ μέγα φρονοῦσι, καὶ πολλοστὸν μέρος τῆς ῥητορικῆς κεκτημένοι
δυνάμεως ὅλης τῆς τέχνης ἀμφισβητοῦσι.
Se dedican a escribir discursos y por medios inciertos se ufanan dando mues-
tras de su sabiduría y están orgullosos, y habiendo adquirido una parte insig-
nificante de la competencia retórica reivindican el arte entero.

Gracias a la práctica de la escritura, los discípulos podían preocuparse por


seguir las reglas del arte retórico y tomar como modelo los discursos escritos
del maestro, de los que imitarían lugares comunes, el modo de ordenar lógi-
camente las ideas y los recursos de estilo (inventio, dispositio, elocutio). De
ello habla Alcidamante (Soph. ):
...παρεθέμενον τὰ τῶν προγεγονότων σοφιστῶν συγγράμματα πολλαχόθεν εἰς
ταὐτὸν ἐνθυμήματα συναγεῖραι καὶ μιμεῖσθαι τὰς τῶν εὖ λεγομένων ἐπιτυχίας...
καὶ τοῖς ἀπαιδεύτοις ῥᾴδιον πέφυκεν.
...tomar escritos de los sofistas precedentes y recopilar de diversos pasajes obser-
vaciones sobre el mismo tema e imitar los mejores aciertos estilísticos... incluso
para los que carecen de formación resulta fácil.

Cicerón (Brut. -), basándose en Aristóteles, asegura que Protágoras,


Gorgias y Antifonte dejaron por escrito lugares comunes en que se debatían
los pros y contras de determinados asuntos. Por otro lado, nos han llegado
dos discursos de exhibición de Gorgias, Helena y Palamedes, y tres tetralo-
gías de Antifonte, que a diferencia de los discursos de los demás oradores
áticos fueron compuestos como modelos de argumentación y no para una
ocasión concreta.
d) Uno de los vehículos que los sofistas eligen para propagar sus métodos
y sus doctrinas es el de la escritura. Igual que son conscientes del inmenso
poder de la palabra hablada para atraerse y convencer a las masas, descubren

. Sobre la polémica entre Alcidamante e Isócrates, cf. O’SULLIVAN, , pp. -.
. Scriptasque fuisse et paratas a Protagora rerum inlustrium disputationes, qui nunc communes
appellantur loci; quod idem fecisse Gorgiam, quem singularum rerum laudes vituperationesque cons-
cripsisse …; huic Antiphontem Rhamnusium similia quaedam habuisse conscripta.
. También son de este tipo el discurso del Protágoras que Platón pone en boca de éste (c-
d), el Áyax y el Odiseo de Antístenes, y el Odiseo de Alcidamante. Pl. Smp. b señala que los sofis-
tas (entre los que cita a Pródico) escribían elogios en prosa de Heracles y de otros, e incluso de la sal
(en lo que parece haber una alusión al sofista de comienzos del s. IV Polícrates; este discurso también
lo cita Isócrates .). Platón alude aquí a las Horas de Pródico, que narraba la alegoría de Heracles
en la encrucijada, transmitida por Jenofonte (Mem. II .-).
DOS TIPOS DE PROFESIONALES DEL LIBRO EN LA ATENAS CLÁSICA: SOFISTAS Y ÓRFICOS 

también las grandes posibilidades y la utilidad de la palabra escrita, que podía

las lecciones presenciales. Con este fin compusieron tratados retóricos o τέχναι
perpetuar una intervención oral concreta y ampliar la educación más allá de

donde recogían los principios y recursos básicos para manejar la palabra y


convencer del modo más eficaz. Es importante el testimonio de Platón al final
del Fedro, donde habla de los muchos preceptos contenidos en «los libros
escritos sobre el arte de los discursos» y enumera con sorna las partes de los
discursos judiciales, que varían según los autores: Teodoro de Bizancio, Eveno
de Paros, Gorgias, Tisias, Pródico, Hipias, Polo, Licimnio, Protágoras y Trasí-

escrito sus normas en forma de τέχναι. De la abundancia de estos tratados


maco (d-d). Hay que suponer que muchos de estos pusieron por

(Συναγωγὴ τεχνῶν), seguramente como fase de documentación previa para


nos habla el hecho de que Aristóteles efectuara un compendio de ellos

elaborar su Retórica.

de τέχναι no eran los mismos que los que publicaban sus discursos. Estos
Kennedy hizo la interesante observación de que, por lo general, los autores

a un grupo de alumnos. Por el contrario, las τέχναι eran obra de sofistas de


últimos eran más bien los grandes sofistas, que enseñaban durante un tiempo

segundo rango y estaban más bien dirigidas al gran público, a personas que
de cara a un juicio no podían costearse los servicios de un logógrafo ni una
formación retórica, pero deseaban conocer los principios básicos para compo-

blemente estas τέχναι no eran sino una serie de consejos e instrucciones


ner un discurso judicial correcto y defenderse. Dado su uso práctico, proba-

(ὑπομνήματα), no manuales elaborados. Es más que probable que el afán de

Jenofonte (Cyneg. .): οἱ σοφισταὶ δ’ ἐπὶ τῷ ἐξαπατᾶν λέγουσι καὶ γράφουσιν


lucro de los sofistas se extendiera también a estos textos, como testimonia

. Cf. Pl. Phdr. c: οἱ νῦν γράφοντες... τέχνας λόγων. Aristóteles (SE ab) se lamenta de que
se haya escrito mucho sobre retórica antes que él, pero nada de lógica (περὶ μὲν τῶν ῥητορικῶν
ὑπῆρχε πολλὰ καὶ παλαιὰ τὰ λεγόμενα, περὶ δὲ τοῦ συλλογίζεσθαι παντελῶς οὐδὲν εἴχομεν πρότερον
λέγειν). Los sofistas no fueron los primeros en escribir tratados técnicos, sino que hay noticias de escri-

(cf. JOHNE, , p. ). A la pérdida de las τέχναι retóricas contribuyó el hecho de que se incluyeran
tos anteriores de este tipo sobre medicina, teatro, arquitectura, urbanismo y música, entre otros temas

resumidas en la Συναγωγὴ τεχνῶν de Aristóteles y en la Retórica a Alejandro. Sobre la supervivencia

cos, cf. KENNEDY, , que se centra en la τέχνη retórica en general y en Córax y Tisias.
de varias obras de sofistas hasta época imperial, cf. KERFERD, , pp. -. Para los manuales retóri-

. Phdr. d: καὶ μάλα που συχνά… τά γ᾽ ἐν τοῖς βιβλίοις τοῖς περὶ λόγων τέχνης γεγραμμένοις.
Que Platón alude a los discursos judiciales lo confirma Aristóteles (Rh. b  ss.) cuando dice que
los autores de manuales antes de su época se centraban en las partes del discurso forense. Cf. Isoc.
Adv. Soph. .

la información de Aristóteles, seguramente de la Συναγωγὴ τεχνῶν. Los testimonios y fragmentos de


. Cf. Cic. Brut. : artem et preacepta Siculos Coracem et Tisiam concripsisse. Dice haber extraído

estos manuales fueron recopilados por RADERMACHER, .


. KENNEDY, , pp. -. Isócrates (Adv. Soph.) distingue entre maestros de retórica (-),
maestros del discurso político (-), que enseñan mediante lugares comunes; y los que escribieron

en primer lugar entre las obras de Protágoras una τέχνη ἐριστικῶν, seguramente los lugares comunes
tratados. Sólo Antifonte escribió a la vez discursos modelo y un tratado. Diógenes Laercio (IX ) cita

de los que habla Cicerón (cf. nota ).


 MARCO ANTONIO SANTAMARÍA ÁLVAREZ

ἐπὶ τῷ ἑαυτῶν κέρδει. Por otro lado, algunos sofistas escribieron otro tipo de
tratados teóricos de mayor calado sobre diversos temas «humanísticos», que
leían en círculos reducidos y luego se difundían en copias.
Este interés comercial, unido a la búsqueda de notoriedad e influencia,
debió de resultar muy molesto para muchos atenienses de las viejas genera-
ciones. Los discursos políticos de los primeros decenios de la democracia
estaban centrados en el contenido y en la defensa de posturas concretas, y se
pronunciaban de forma más o menos improvisada, por lo que no se pusieron
por escrito ni antes ni después. Frente a estos usos, el arte retórico de los
sofistas daba gran importancia a la elaboración formal de los discursos y al
afinamiento de los métodos de convicción, por lo cual se escribían y se corre-

(τὸ εἰκός), debió de ser considerada una enemiga de la verdad, y de hecho


gían concienzudamente. Ya que la retórica promovía ante todo lo verosímil

Platón la critica por quedarse en el terreno de la δόξα. Los sofistas, junto a


los filósofos naturalistas como Anaxágoras, presentaban ideas novedosas, como
el escepticismo religioso, que hacía innecesario el culto, o el relativismo

universal de la φύσις, que encumbraba al más fuerte. Para muchos pasaron


moral, que cuestionaba las leyes como meras convenciones frente al poder

por corruptores de las buenas costumbres, sobre todo de los jóvenes, ávidos
de oírlos. A esto se unía su manejo de la palabra, que los hacía persuasivos
y seductores, sobre todo cuando pronunciaban discursos, pero también en
sus escritos, con los que podían extender su enseñanza en el espacio y el
tiempo. Dado que buena parte de los libros que circulaban en Atenas proce-
dían de los sofistas, no es de extrañar que cualquier libro despertara sospe-
chas, pues si contenía doctrinas sofísticas podía resultar tan peligroso como

. Diógenes Laercio (IX ) asegura que, según algunos, Protágoras leyó su tratado Sobre los dio-
ses en casa de Eurípides. Aulo Gelio (XV .) dice que siguió las lecciones de Pródico (auditor fuit
physici Anaxagorae et Prodici rhetoris), y Vit. Eur.  Méridier, de ambos sofistas. Es significativo que
este trágico, en cuyas obras son palpables las huellas de las doctrinas sofísticas, fuera un gran aficio-

una fuente para conocer las historias míticas: ὅσοι μὲν οὖν γραφάς τε τῶν παλαιτέρων / ἔχουσιν… /
nado a los libros. En Hipp. - ofrece una visión positiva de los libros antiguos, al considerarlos como

ἴσασι μὲν Ζεὺς ὥς ποτ’... En las Ranas (), Aristófanes hace decir al propio trágico que la tradición
que recibió de Esquilo la aligeró y la mezcló con bagatelas librescas: χυλὸν διδοὺς στωμυλμάτων ἀπὸ
βιβλίων ἀπηθῶν, «añadió jugo de palabrerías extraídas de libros». Seguramente con esta alusión
Aristófanes quería sugerir que su conocimiento de la vida era de segunda mano, como señala TURNER
(, p. ). En una escena del agón entre Esquilo y Eurípides cada uno pone un verso en una balan-

en un platillo a sus hijos, su mujer y e incluso los libros (συλλαβὼν τὰ βιβλία, ), a los que él supe-
za a ver cuál pesa más (-). Siempre gana Esquilo, y éste llega a exhortar a su rival a que ponga

rará con sólo dos versos suyos. Ateneo (I a) cita a Eurípides entre otros famosos coleccionistas de
libros. En D. L. II  leemos que dejó a Sócrates el tratado (σύγγραμμα) de Heráclito.
. Cf. p. ej. Phdr. e-a, ac; d-a. THOMAS, , p. : «There was considerable pre-
judice against written speeches in the fifth and fourth centuries, fuelled by a suspicion that someone
who had written out his speech carefully might neglect the truth in favor of artifice. It also seems to
be related to prejudice against the Sophists, who, from the later fifth century, both taught rhetorical
technique and (still worse) produced written handbooks».

νόμος-φύσις.
. Cf. KERFERD, , pp. - sobre la religión y pp. - sobre el relativismo y la polémica
DOS TIPOS DE PROFESIONALES DEL LIBRO EN LA ATENAS CLÁSICA: SOFISTAS Y ÓRFICOS 

su autor en persona. Un fragmento de los Freidores (Ταγηνισταί) de Aristófa-


nes (Fr.  K.-A.) es elocuente en extremo:
τοῦτον τὸν ἄνδρ’ ἢ βιβλίον διέφθορεν
ἢ Πρόδικος ἢ τῶν ἀδολεσχῶν εἷς γέ τις.
A este hombre lo ha echado a perder un libro
o Pródico o alguno de los charlatanes.

Algo parecido dirá Teogneto, un comediógrafo del s. III a. C., de un converso


a la filosofía:
ἀνέστροφέν σου τὸν βίον τὰ βιβλία (Fr. . K.-A.)
Han trastocado su vida los libros.

La sospecha hacia los libros podía desembocar en aversión y persecu-


ción, y así ocurrió de hecho. La deriva extremista alentada por la crisis moral
de la Guerra del Peloponeso y de la derrota de Atenas en , y que se
manifestó en la caza de brujas a través de procesos de impiedad (ἀσέβεια)
que encontraron en muchos intelectuales sus chivos expiatorios, convierte
la primera desconfianza hacia los libros de sofistas y filósofos en un odio
acerado que clama por su destrucción. Es paradigmático el juicio contra
Protágoras por impiedad (- a. C.?). Por no pronunciarse sobre si había
o no dioses, fue acusado y «quisieron convertir sus escritos en ceniza».
Según varios autores antiguos, los atenienses lo acabaron expulsando y
quemaron en la asamblea todas las copias de sus libros que pudieron reunir,
una acción hasta el momento inimaginable y que apenas si encuentra paran-
gón en la historia de Grecia.

. El término, de ἁδέω y λέσχη, se aplicaba a menudo a los sofistas: Ar. N. , , Pl. Plt. b,
Eup. Fr. . K.-A. (sobre Sócrates), : ἀλλ’ ἀδολεσχεῖν αὐτὸν ἐκδίδαξον, ὦ σοφιστά. Era común
atribuirles la corrupción de sus discípulos: p. ej. Pl. Men. d: Πρωταγόρας …διαφθείρων τοὺς
συγγινομένους καὶ μοχθηροτέρους ἀποπέμπων ἢ παρελάμβανεν.
. ’´Eθελον δὲ τέφρην συγγράμματα θεῖναι, según Timón de Fliunte, citado por Sexto Empírico

. D. L. IX : διὰ ταύτην δὲ τὴν ἀρχὴν τοῦ συγγράμματος ἐξεβλήθη πρὸς Ἀθηναίων, καὶ τὰ
(M. IX -).

βιβλία αὐτοῦ κατέκαυσαν ἐν τῇ ἀγορᾷ ὑπὸ κήρυκι ἀναλεξάμενοι παρ᾽ ἑκάστου τῶν κεκτημένων. Cic.

busti. Hesych. ap. Schol. Pl. R. c: ἐκαύθη δὲ τὰ τούτου βιβλία ὑπ᾽ Ἀθηναίων. Euseb. Chron. Hier.
Nat. Deor. I .: Atheniensium iussu urbe atque agro est exterminatus librique eius in contione com-

Ol. : …Protagoras sophista cuius libros decreto publico combusserunt. Si es verdad lo que dice
Diógenes Laercio, sería un indicio de la difusión del libro de Protágoras entre los atenienses. DOVER
(, pp. -) ha cuestionado la historicidad de la quema de los libros de este sofista y cree que
es una exageración basada en el verso de Timón de Fliunte, que sólo habla de la intención de que-
marlos que tenían algunos. O’SULLIVAN (, p. ), que no lo considera un argumento de peso, indi-
ca certeramente que el simple hecho de que algunos desearan quemar los libros es ya significativo y
no tiene precedente. Sobre los procesos de impiedad y la persecución a Protágoras y su obra, cf. GIL,
, pp. -.
. En Roma hubo varios casos de quema pública de libros: cf. CRAMER, .
 MARCO ANTONIO SANTAMARÍA ÁLVAREZ

3. USO DE LIBROS POR PARTE DE LOS ÓRFICOS

Varios testimonios de época clásica manifiestan una forma similar de recelo


hacia los libros, en este caso los empleados por los órficos, sobre todo por
los sacerdotes, pero también por los fieles. Todos éstos practicaban una reli-
giosidad novedosa y alternativa, con ritos consistentes en iniciaciones y puri-
ficaciones privadas, al margen de los cultos cívicos y de la iniciación «oficial»,
los Misterios de Eleusis, controlados por el Estado ateniense. Los órficos
pusieron por escrito sus creencias en forma de poemas que atribuyeron a Orfeo
(sobre todo Teogonías, pero también Himnos y al menos una Catábasis al
Hades, entre otros) y que usaban en sus rituales, como afirman las fuentes.
Un indicio de la difusión y disponibilidad de los escritos órficos en la Atenas
clásica lo ofrece un fragmento ya citado de Hipias (Fr.  B  DK), en el que
dice haber empleado como fuentes los poemas de Orfeo, Museo (que viene
a ser su alter ego ático), Hesíodo y Homero. Más interesante es el testimonio
del Hipólito de Eurípides ( a. C.). Después de que Fedra haya dejado
escrita su terrible acusación contra su hijastro Hipólito antes de quitarse la vida,
Teseo recrimina a éste su hipocresía, por enmascarar bajo su intensa devoción
y su castidad un corazón perverso. Por este motivo compara a Teseo con los
órficos, un grupo religioso extravagante a sus ojos (-):
ἤδη νυν αὔχει καὶ δι’ ἀψύχου βορᾶς
σίτοις καπήλευ’, Ὀρφέα τ’ ἄνακτ’ ἔχων
βάκχευε πολλῶν γραμμάτων τιμῶν καπνούς·
ἐπεί γ’ ἐλήφθης. τοὺς δὲ τοιούτους ἐγὼ
φεύγειν προφωνῶ πᾶσι· θηρεύουσι γὰρ
σεμνοῖς λόγοισιν, αἰσχρὰ μηχανώμενοι.
Ahora jáctate y sal a vender tu régimen
a base de vegetales, y teniendo a Orfeo como tu señor
haz el baco, honrando el humo de sus muchos escritos;
porque estás atrapado, y yo prevengo a todos
para que huyan de gente como tú, pues salen de caza
con palabras solemnes, aunque maquinan obras vergonzosas.

rario, cf. BERNABÉ, . Cf. BAUMGARTEN,  y HENRICHS, a sobre los ἱεροὶ λόγοι, denominación
. Sobre los libros del ritual órfico, cf. JIMÉNEZ SAN CRISTÓBAL, . Sobre Orfeo como autor lite-

que los autores antiguos suelen dar a los poemas órficos, pero también a otros textos sagrados atri-
buidos a Pitágoras, así como a colecciones de oráculos. Sobre la relación entre escritura y religión en
Grecia, cf. HENRICHS, b, con amplia bibliografía. Es muy llamativo que ni tan siquiera mencionen
los libros de los órficos quienes han investigado el uso y circulación de libros en la Atenas clásica,
como TURNER, , PFEIFFER, , JOHNE,  o THOMAS,  y . HARRIS (, p. , n. ) señala tan
sólo de pasada la alusión que hay en el Hipólito. Se trata de un ejemplo más de la indiferencia y escep-
ticismo injustificados que se han tenido hacia el fenómeno órfico durante décadas y que aún perdu-
ran entre muchos estudiosos.
. OF  (cito los fragmentos órficos por la edición de A. BERNABÉ, I-III, ,  y ).
Hipólito es un cazador y por ello en modo alguno es vegetariano: Teseo no lo acusa de órfico, sino
DOS TIPOS DE PROFESIONALES DEL LIBRO EN LA ATENAS CLÁSICA: SOFISTAS Y ÓRFICOS 

El vegetarianismo, la βακχεία o delirio báquico y los libros, abundantes y


vanos, son los rasgos visibles que caracterizan a un órfico, según Teseo. Otros
dos pasajes de Eurípides, de Alcestis ( a. C.) y del Cíclope (ca.  a. C.),
mencionan el uso de encantamientos atribuidos a Orfeo, en el primer caso sin
duda escritos:
πλείστων ἁψάμενος λόγων
κρεῖσσον οὐδὲν Ἀνάγκας
ηὗρον, οὐδέ τι φάρμακον
Θρῄσσαις ἐν σανίσιν, τὰς
Ὀρφεία κατέγραψεν
γῆρυς
Tras recurrir a muchísimos discursos,
nada más poderoso que la Necesidad
encontré, ni siquiera un remedio
en las tablillas tracias, que
escribió la voz de Orfeo.

Como a continuación se mencionan los remedios (φάρμακα) de los Ascle-


píadas, esto es, de médicos profesionales, hemos de pensar que se trata de
conjuros de tipo mágico contra enfermedades o contrariedades. Un testimo-
nio similar lo aporta el drama satírico Cíclope, cuando el corifeo de los sátiros,
para justificar su cobardía ante la exhortación de Odiseo a que lo ayuden a

encantamiento de Orfeo (ἀλλ᾽ οἶδ᾽ ἐπῳδὴν Ὀρφέως ἀγαθὴν πάνυ) para que
cegar a Polifemo con una estaca ardiente, señala que conoce un estupendo

el tizón se clave por sí mismo en la cabeza de Polifemo y ellos no tengan


que moverse. Hay sin duda una alusión a los árboles que el tracio movía con
su música prodigiosa, pero en este caso la magia de Orfeo actuaría a través

de ser un hipócrita como ellos, pues para él es un lujurioso disfrazado de casto. Por eso le exhorta iró-
nicamente a que adopte sus modos, el vegetarianismo, el éxtasis báquico, el uso de libros, y salga a ven-

nadie. Κάπηλος designa al chamarilero que sólo puede vender su vil género engañando mediante la
der este modo de vida que infringe notoriamente, para que quede claro que no puede convencer a

so que para Teseo es Hipólito presuma de castidad. Puesto que τιμῶν depende de βάκχευε podemos
charlatanería. Que un cazador predique el vegetarianismo órfico es tan absurdo como que el incestuo-

pensar que el hecho de venerar los libros conducía al delirio, como si contuvieran indicaciones para ello
(pues la veneración y la obediencia están próximas: Il. XVI ; hi. Ap. -; Isoc. Ad Demon. ; Pl. Cri.
c; Plu. Comp. Lyc. et Num. .), o como si durante el momento de exaltación báquica se usaran libros,

Ar. Au. ) llamó Καπνός a un tal Teágenes por fanfarronear de riquezas inexistentes. Cf. Ar. V. , ,
quizá para recitar himnos. El humo alude a la vacuidad de tales textos. Éupolis (Fr.  K.-A. ap. Schol.

Schol. Ar. Au. . También es posible que al mencionar el humo Eurípides hiciera alusión a su conte-
nido ritual, que incluiría indicaciones sobre cómo llevar a cabo los sacrificios no cruentos propios de los
órficos, y que se basarían sobre todo en la combustión de ofrendas y de inciensos de diverso tipo. En
la colección de Himnos órficos se indica antes de cada himno qué tipo de aromas se deben quemar
en honor de cada dios; cf. RICCIARDELLI, , pp. XXXVII-XL; MORAND, , pp. -.
. Alc. - (OF ). Varios escolios a este pasaje y a otro de la Hécuba () afirman que
estas tablillas de Orfeo se conservaban en un templo de Dioniso en Hemón o en Pangeo, en Tracia
(OF ).
. Cyc. - (OF ).
 MARCO ANTONIO SANTAMARÍA ÁLVAREZ

de ensalmos que él compuso y que circulaban en Atenas, algunos de ellos


destinados a hacer daño a enemigos. También Platón, en boca de Adimanto,
hace referencia en R. bc a estos conjuros lesivos, que formaban parte de
la gama de servicios purificatorios y mágicos que ofrecían los iniciadores y
adivinos que pululaban por la ciudad:
ἀγύρται δὲ καὶ μάντεις ἐπὶ πλουσίων θύρας ἰόντες πείθουσιν ὡς ἔστι παρὰ σφίσι
δύναμις ἐκ θεῶν ποριζομένη θυσίαις τε καὶ ἐπῳδαῖς, εἴτε τι ἀδίκημά του γέγονεν
αὐτοῦ ἢ προγόνων, ἀκεῖσθαι μεθ’ ἡδονῶν τε καὶ ἑορτῶν, ἐάν τέ τινα ἐχθρὸν
πημῆναι ἐθέλῃ, μετὰ σμικρῶν δαπανῶν ὁμοίως δίκαιον ἀδίκῳ βλάψει ἐπαγωγαῖς
τισιν καὶ καταδέσμοις, τοὺς θεούς, ὥς φασιν, πείθοντές σφισιν ὑπηρετεῖν. Τούτοις
δὲ πᾶσιν τοῖς λόγοις μάρτυρας ποιητὰς ἐπάγονται.
Sacerdotes mendicantes y adivinos acuden a las puertas de los ricos y les conven-
cen de que tienen un poder que han recibido de los dioses para reparar, mediante
sacrificios y ensalmos, y en medio de diversiones y fiestas, la injusticia que uno
mismo o sus antepasados haya contraído, y si quisiera hacer daño a un enemigo,
al justo igual que al injusto, a cambio de unos pequeños desembolsos le dañarán
mediante encantamientos y ataduras, convenciendo a los dioses, según dicen,
de que se pongan a su servicio. En todos estos discursos recurren a poetas como
testigos.

Estos ensalmos, que necesariamente constaban de texto, han de ser los


mismos que cita Eurípides en los pasajes de la Alcestis y del Cíclope. Más abajo
(e) el propio Platón lo confirma, al señalar que estos charlatanes (o al menos
una parte de ellos) recurrían a un cúmulo de libros de Orfeo y Museo para
llevar a cabo sus rituales:
βίβλων δὲ ὅμαδον παρέχονται Μουσαίου καὶ Ὀρφέως, Σελήνης τε καὶ Μουσῶν
ἐκγόνων, ὥς φασι, καθ’ ἃς θυηπολοῦσιν, πείθοντες οὐ μόνον ἰδιώτας ἀλλὰ καὶ
πόλεις, ὡς ἄρα λύσεις τε καὶ καθαρμοὶ ἀδικημάτων διὰ θυσιῶν καὶ παιδιᾶς
ἡδονῶν εἰσι μὲν ἔτι ζῶσιν, εἰσὶ δὲ καὶ τελευτήσασιν, ἃς δὴ τελετὰς καλοῦσιν,
αἳ τῶν ἐκεῖ κακῶν ἀπολύουσιν ἡμᾶς, μὴ θύσαντας δὲ δεινὰ περιμένει.
Presentan en su apoyo una algarabía de libros de Museo y de Orfeo, descen-
dientes de la Luna y de las Musas, como dicen ellos, según los cuales llevan a

. OF  I, que incluye también el pasaje que cito a continuación (e). Sobre Platón y el orfis-
mo, cf. el completo estudio de BERNABÉ en prensa.

nombre de Orfeo, pero los paralelos con Eurípides y la unión de θυσίαι y ἐπῳδαί en b hace probable
. Para ser precisos, hay que señalar que Platón no vincula explícitamente la práctica mágica con el

que las mismas personas, u otras muy similares, llevaran a cabo estos rituales purificatorios y mágicos.
. Así traduzco el matiz de beneficio que implica la voz media. En su traducción de la República
(México, , p. ) A. GÓMEZ ROBLEDO escribe: «con apoyo en el montón de libros que presentan». El

común la expresión μάρτυρας o τεκμήρια παρέχειν, cf. Pl. Ap. d, LSJ B. II). El propio Platón en el
verbo implica la exhibición de estos libros, según parece como testimonio de sus enseñanzas (es muy

primer texto citado alude a que recurren al testimonio de los poetas. Cf. d: οἱ δὲ (sc. ποιηταὶ) τῆς
τῶν θεῶν ὑπ᾽ ἀνθρώπων παραγωγῆς τὸν ‘´Oμηρον μαρτύρονται.
. ‘´Oμαδος es un término poético que quiere decir estruendo, y a menudo se aplica al provoca-
do por un grupo de voces que impide que se distinga cada una de ellas (Il. XXIII ; Od. X ; ὁμαδεύω:
DOS TIPOS DE PROFESIONALES DEL LIBRO EN LA ATENAS CLÁSICA: SOFISTAS Y ÓRFICOS 

cabo sus sacrificios y convencen no sólo a particulares, sino incluso a ciudades,


de que hay liberaciones y purificaciones de las injusticias por medio de sacrifi-
cios y de los placeres de la danza, para cuando aún se está vivo e incluso para
cuando se ha muerto, a los cuales llaman iniciaciones, que nos liberarán de los
males terrenos, si bien a los que no sacrifiquen les aguardan cosas terribles.

Platón los presenta como un auténtico peligro, ya que son capaces de


convencer (y por tanto corromper) a ciudades enteras. Es elocuente que el
primer rasgo negativo que señala es la abundancia de libros que usaban en
sus ritos y que seguramente también ofrecían como mercancía para un uso
privado encaminado a la purificación de faltas contraídas. Un dato signifi-
cativo es que Platón critica a estos «profesionales de lo irracional» por utili-
zar a los poetas en su provecho, como justificación de conductas malvadas,
falseando a su albedrío el sentido de los versos. Entre estos poetas están
Hesíodo (que no se nombra), Homero, Orfeo y Museo. Platón asegura que
citaban de memoria versos de los dos primeros (Hes. Op. -; Il. IX -
), mientras que de los dos segundos presentaban los libros. Ello es indicio
de que los versos de Hesíodo y de Homero se memorizaban y se difundían
oralmente, mientras que las obras de Orfeo y de Museo circulaban sobre
todo por escrito, de modo que para aludir a sus doctrinas había que llevar
consigo los poemas, para que al leerlos dieran testimonio, como si hablasen
los propios autores.
Contamos con varios testimonios posteriores del empleo de libros en los
ritos órficos. En el célebre discurso Sobre la Corona, Demóstenes describe a
su rival Esquines como oficiante de un ritual extraño, en el que subraya sus
componentes irracionales (animales casi), bárbaros, femeninos, nocturnos, y
alejados por completo del culto oficial. El cuadro de actividades, muy deta-

ción» (τῇ μητρὶ τελούσῃ τὰς βίβλους ἀνεγίγνωσκες). Como Platón, lo primero
llado, comienza así: «leías los libros a tu madre mientras celebraba la inicia-

el orador designa con un verbo personal, ἀνεγίγνωσκες, y luego la prepara-


que menciona Demóstenes es el empleo de libros. Primero está la lectura, que

ción de todo lo demás (τἄλλα συνεσκευωροῦ), que se concreta en activida-


des descritas por medio de hasta doce participios. El texto demuestra que el

Od. I ). Ello es indicio del gran número de poemas atribuidos a Orfeo que debían de circular en

liasta ( Greene = OF  II = OF ) dice: βίβλων] περὶ ἐπῳδῶν καὶ καταδέσμων καὶ καθαρσίων
Atenas: teogonías, himnos, catábasis, obras rituales y de purificación, ensalmos curativos, etc. El esco-

καὶ μειλιγμάτων καὶ τῶν ὁμοίων.


. En un ánfora apulia conservada en Basilea (LIMC s. v. «Orpheus», n. ) están representados un
hombre dentro de un templete, sentado y con un rollo de papiro en la mano, y Orfeo delante de él

bir la mediación de Orfeo ante los dioses infernales y lleva un libro, quizá un ἱερὸς λόγος con textos
tocando la lira. Posiblemente sea una escena de ultratumba en la que un iniciado se dispone a reci-

rituales y/o escatológicos a modo de salvoconducto, con la misma función que las laminillas áureas

. D. XVIII  (OF  I). Demóstenes repite el mismo dato en XIX  (OF  II): οὐκ ἴσασιν
encontradas en tumbas.

οὗτοι τὸ μὲν ἐξ ἀρχῆς τὰς βίβλους ἀναγιγνώσκοντά σε τῇ μητρὶ τελούσῃ...;


 MARCO ANTONIO SANTAMARÍA ÁLVAREZ

uso ritual de escritos tiene connotaciones muy negativas para los atenienses
del s. IV, hecho que Demóstenes explota para denigrar a Esquines.
Sin salir de Atenas, también en el s. IV, el comediógrafo Alexis en su obra
Lino presenta a éste educando al bruto Heracles, al que en un momento dado
pide que lea algún libro (βυβλίον) de los que tiene en la escuela, entre los
que están Orfeo, Hesíodo, tragedia, Quérilo, Homero, Epicarmo y todo tipo
de escritos.
El componente libresco del orfismo es tan característico que Pausanias llega
a afirmar que un tabú mistérico (en concreto el hecho de que Deméter no descu-
brió las habas) se puede conocer gracias a la contemplación en los Misterios de

(τὰ δεικνύμενα), absolutamente central en Eleusis, es reemplazado en el orfismo


Eleusis o bien a través de la lectura de un libro de Orfeo. El elemento visual

en buena medida por los textos, leídos en el ritual o fuera de él. La asociación
de Orfeo con lo escrito provocó que incluso se le atribuyera la invención de las
letras, que según (Pseudo-)Alcidamante habría aprendido de las Musas.

orador dice que él tuvo la suerte de frecuentar una escuela adecuada (τὰ προσήκοντα διδασκαλεῖα),
. Son significativas las alusiones previas de Demóstenes a la formación infantil de Esquines. El

τῷ πατρὶ πρὸς τῷ διδασκαλείῳ προσεδρεύων, τὸ μέλαν τρίβων καὶ τὰ βάθρα σπογγίζων καὶ τὸ
mientras que Esquines para lo único que acudió a la escuela fue para limpiarla, como un esclavo (ἅμα

παιδαγωγεῖον κορῶν, οἰκέτου τάξιν, οὐκ ἐλευθέρου παιδὸς ἔχων). Como a renglón seguido pasa a
hablar de su edad adulta (sin mencionar ningún otro tipo de educación, que sin duda tuvo) y lo pri-
mero que dice es que leía libros a su madre en la iniciación, el oyente no podría sino preguntarse
asombrado: ¿un analfabeto leyendo libros? Queda clara la connotación de que estos libros son pro-
pios de gente cuasi-iletrada. Al presentar a Esquines leyendo para su madre, Demóstenes quizá insi-
núa que ésta ni siquiera sabía leer. El padre de Esquines era maestro de escuela (D. XIX ), si bien
en Sobre la Corona Demóstenes lo rebaja a esclavo de un maestro. Este ataque parece servir de mode-
lo a los estoicos Nicolás y Soción, discípulos de Posidonio, para desprestigiar a Epicuro, al que des-

sueldo mísero, lo que recuerda las actividades de Esquines (D. L. X : σὺν τῇ μητρὶ περιιόντα αὐτὸν
criben de niño leyendo libros de purificaciones y ayudando a su padre a enseñar las letras por un

ἐς τὰ οἰκίδια καθαρμοὺς ἀναγινώσκειν, καὶ σὺν τῷ πατρὶ γράμματα διδάσκειν λυπροῦ τινος
μισθαρίου). Este testimonio indica que el prejuicio social contra los libros rituales seguía arraigado
incluso en el s. I a. C.

. Paus. I .: ὅστις δὲ ἤδη τελετὴν Ἐλευσῖνι εἶδεν ἢ τὰ καλούμενα Ὀρφικὰ ἐπελέξατο, οἶδεν ὃ λέγω.
. Alexis Fr. .- K.-A. (OF ).

. Hay dos testimonios muy ilustrativos de época imperial sobre la correspondencia de conteni-

Diodoro (III .: σύμφωνα δὲ τούτοις εἶναι τά τε δηλούμενα διὰ τῶν Ὀρφικῶν ποιημάτων καὶ τὰ
dos entre libros y rituales órficos. En ambos se contaba el mito de Dioniso y los Titanes, según

παρεισαγόμενα κατὰ τὰς τελετάς). De manera más general habla Plutarco (Quaest. Conv. II .DE),
que pone en paralelo τὸν Ὀρφικὸν καὶ ἱερὸν λόγον y τοῖς περὶ τὸν Διόνυσον ὀργιασμοῖς.
. Ulix.  (OF ,  I): γράμματα μὲν δὴ πρῶτος Ὀρφεὺς ἐξήνεγκε, παρὰ Μουσῶν μαθών
… vv. -: ὃς (sc. Ὀρφεύς) Ἡρακλῆν ἐδίδαξεν, / εὑρὼν ἀνθρώποις γράμματα καὶ σοφίην. En el
Prometeo encadenado, el Titán enumera la escritura (pp. -) entre los dones que concedió a los

ser el inventor de las letras (Ephor. FGrHist  F c; Suda s. v. Κάδμος; para Heródoto V , es su
hombres para que vivieran civilizadamente (pp. -). Por supuesto, también Cadmo pasaba por

transmisor), lo que no es sino la expresión mítica del hecho histórico de la adopción del alfabeto feni-
cio por parte de los griegos. Para algunos historiadores, Dánao llevó las letras a Grecia antes de Cadmo
(Hecateo:  FGrHist ; Anaximandro:  FGrHist ; Dionisio:  FGrHist ). También Palamedes pasó
por creador del alfabeto: Gorg. Pal. , E. Fr.  Kannicht; D. Chr. XIII . Platón atribuye el invento
de las letras al dios egipcio Teut (Tot) en un célebre mito (Phdr. cd). Cf. Plu. Quaest. Conv. E,
que lo identifica con Hermes.
DOS TIPOS DE PROFESIONALES DEL LIBRO EN LA ATENAS CLÁSICA: SOFISTAS Y ÓRFICOS 

En vista del papel central que los libros, atribuidos a Orfeo, desempeñan
en el orfismo, se ha llegado a calificarlo de «religión del libro». La afirmación
es algo excesiva, puesto que el orfismo no constituye una religión, sino que
es una corriente dentro de la religión griega, y además, los libros de Orfeo no
llegaron a formar un canon invariable, ni dieron lugar a una ortodoxia, ni
fueron venerados con la misma intensidad que los libros sagrados en las grandes
religiones. Si bien esta vinculación del orfismo con los libros se ha señalado
a menudo, pocas veces se ha indicado que los autores que mencionan estos
escritos órficos, sobre todo en la Atenas clásica, como hemos visto, lo hacen
con una marcada intención despectiva.
Esta valoración negativa de los libros de los órficos no puede deberse a
que en sus teogonías expusieran mitos peculiares, como el antropogónico de
Dioniso y los Titanes: la mitología y la religión griegas son por definición multi-
formes y abiertas, ajenas por completo a la idea de ortodoxia. Lo que es mal
visto de estos escritos, como dicen explícitamente Platón y Demóstenes, es su
empleo en unas ceremonias ocultas, a menudo nocturnas, extrañas y difíciles
de entender para los no iniciados, rasgos todos ellos que generaban sospe-
chas y rechazo entre los bienpensantes. Los sacerdotes órficos dispensaban
escritos con oraciones, ensalmos, instrucciones rituales y purificatorias, y
seguramente también con preceptos y tabúes dietéticos para mantener la pureza
(de ahí que en el Hipólito se vincule el vegetarianismo y el delirio báquico
con los libros). Por otra parte, los propios iniciadores se servían de libros en

rían contenidos los λεγόμενα, sino también los δρώμενα, el guión de la litur-
sus ceremonias, como aseguran Platón y Demóstenes, en los que no sólo esta-

gia. Nos ha llegado un texto de este tipo en un papiro del s. III a. C. procedente

ciones precisas para realizar durante la τελετή, a todas luces órfica. La mera
de Gurôb, que contiene fórmulas e invocaciones hexamétricas al lado de instruc-

. BIANCHI, , p.  (= , p. ), que defiende la realidad del orfismo como práctica religio-
sa y no sólo literaria, señala con prevención (p. ): «Celui-ci n’est pas seulement un style ou une tradi-
tion poétique, mais bien un complexe solidaire de forme et de contenu, une idéologie et une concep-
tion: une espèce de “religion du livre”». Sobre el uso de libros de oráculos en el s. V, cf. n. . Es sig-

el santuario de su libro (ἐκ τοῦ ἀδύτου τῆς βίβλου ἐφθέγξατο), lo que muestra que para él los libros
nificativo que Platón (Tht. a), en referencia al libro de Protágoras, diga que éste ha hablado desde

son igualmente característicos de los sofistas y de los autores de oráculos. Cf. O’SULLIVAN, , p. .
. No todas las llamadas «religiones del libro» veneran sus libros sagrados del mismo modo: la
Biblia hebrea y el Corán son sagrados hasta en su literalidad y en su materialidad. La Biblia cristiana,
con ser importante, no lo es en tan gran medida, pues en el cristianismo el verdadero Logos del Padre
es Cristo. Por eso el Nuevo Testamento está por encima del Antiguo. Por otro lado, no todas las Iglesias
valoran igual la Escritura: en las Iglesias reformadas (como expresa el eslogan sola Scriptura) la Biblia
tiene un peso mayor que en la Iglesia Ortodoxa o en la Católica, para las que la Biblia es un pilar más
de la fe junto a la tradición y el magisterio. La Iglesia Católica ha enfatizado el valor de la Biblia a raíz
del Concilio Vaticano II (Dei Verbum nn.  y ). Las religiones griega y romana no contaban con
libros sagrados ni con enseñanzas reveladas. Es cierto que en Roma tuvieron gran autoridad los Libros
Sibilinos, profecías que se consultaban en momentos de grandes crisis, pero que en ningún momen-

. Habla de esta ceremonia la línea : διὰ τὴν τελετήν. Véase la edición y estudio del papiro
to fundamentaron la práctica religiosa de la comunidad, como ocurre por ejemplo con el Corán.

de Gurôb de HORDERN, , así como las observaciones y bibliografía en OF . RIEDWEG,  ha
 MARCO ANTONIO SANTAMARÍA ÁLVAREZ

venta o circulación de estos libros que promovían una nueva forma de reli-
giosidad (individual, oculta cuando no secreta y marginal respecto al culto y
las fiestas cívicas), y que inducían a formas de vida extrañas, como el vegeta-
rianismo, fue vista por muchos como un claro peligro para las costumbres
sociales arraigadas y las formas religiosas tradicionales, todas ellas necesarias
para la cohesión y conservación de la polis. No en vano los mayores críticos
de esta religiosidad son Platón y Demóstenes, ambos con hondas preocupa-
ciones políticas.

4. CONCLUSIONES Y CODA SOBRE PLATÓN

Como hemos visto, tanto los órficos y asimilados como los sofistas, los
físicos y otros profesionales, sobre todo los médicos, utilizaron los libros para
difundir sus nuevas enseñanzas, relativas a los dioses, los hombres o el cosmos.
Sus posturas cuestionaban las creencias, valores y usos transmitidos desde
antiguo y ya en crisis en el último tercio del s. V. Muchas personas desconfia-
ron de estas innovaciones, como Aristófanes o Platón, o el personaje de Teseo
en el Hipólito (imagen indudable de los conservadores atenienses aferrados a
los viejos valores) y las criticaron. Platón considera llena de riesgos la educa-
ción y la difusión de ideas a través de la escritura, y ello parece deberse en
gran medida, aparte de a las deficiencias intrínsecas del medio escrito, a que
observaba que gracias a los libros grupos peligrosos, como los órficos y los
sofistas, ganaron mucha influencia. A diferencia de ellos, Sócrates renunció a
escribir y prefirió enseñar únicamente con la palabra viva del diálogo. Ésta
es la línea que sigue Platón. Al final del Fedro desarrolla una dura crítica contra
el uso de la escritura para la obtención y transmisión del conocimiento,
como era propio de la instrucción de los sofistas y de la predicación de los
órficos. El ataque más grave que dirige a los libros es que su circulación es
indiscriminada: están al alcance de todo el mundo, como ocurría con la

propuesto como arquetipo para las laminillas órficas de oro un ἱερὸς λόγος similar en parte al de
Gurôb, pues combinaría hexámetros con fórmulas rituales en prosa.
. Sobre las actitudes de Sócrates hacia los libros, cf. el trabajo de Máximo BRIOSO en este volumen.

aprender de los escritos de los sofistas la virtud y la justicia como una τέχνη o ciencia más (entre las que
Según Jenofonte (Mem. IV .-), Sócrates desconfió de que Eutidemo, coleccionista de libros, pudiera

cita la medicina, la arquitectura, la geometría o el arte rapsódico, lo cual indica que estaban recogidas

saben (cd; d: ἑαυτῷ τε ὑπομνήματα θησαυριζόμενος, a: εἰδότων ὑπόμνησιν). La enseñanza
en libros). Para Platón la escritura no sirve para enseñar, sino sólo como recordatorio para los que ya

hay que escribirla en el alma del alumno (a). Antístenes (D. L. VI ) dijo a un discípulo, que lamen-
tó haber perdido sus apuntes (ὑπομνμήματα), que debía haberlos escrito en su alma.
. b-e. La bibliografía sobre este pasaje es ingente. Señalemos LLEDÓ, , SZLEZÁK, ,
cap. XII, y KÜHN,  (con bibliografía). La desconfianza de Platón frente al libro descansa en que
éste siempre dice lo mismo, no puede contestar a preguntas; circula de forma libre, habla a todos, y
no puede guardar silencio ante ciertos lectores; tampoco puede defenderse si es atacado injustamen-
te (de). Por todo ello es claramente inferior a la enseñanza oral.
. Platón repite la idea en Ep. VII c-a, a y ae, donde dice que nunca pondrá por escri-
to sus reflexiones más importantes y considera insensato a quien corriera el riesgo de hacerlo.
DOS TIPOS DE PROFESIONALES DEL LIBRO EN LA ATENAS CLÁSICA: SOFISTAS Y ÓRFICOS 

enseñanza sofística. Cualquiera podía oír sus declamaciones públicas, o bien


recibir en privado sus lecciones, con tal de que pudiera pagarlas, sin mayores
requisitos. Es lo que Szlezák ha llamado «antiesoterismo» de los sofistas. El
conocimiento es para ellos un producto, que confinarán por completo en un
libro en forma de tratado, con la pretensión de abarcar toda una materia,
sobre todo la retórica, y que pondrán a la venta. El escándalo de Platón ante
esta idea se debe a que para él el conocimiento es arduo, inexpresable en sus
máximas honduras y sólo reservado a los pocos que hayan ido superando, en
un prolongado esfuerzo y guiados por un maestro, los diferentes estadios de
la sabiduría.
Resulta, por tanto, paradójico que él mismo no renuncie al gran poder de
la palabra escrita y caiga, con plena consciencia, bajo su atracción. Sin embargo,
con el fin de distanciarse hasta el extremo de los sofistas y de los órficos y
aproximarse lo más posible a Sócrates, no sólo elige a éste como protagonista
de sus obras, sino que rechaza como formas literarias el discurso escrito
(ἐπίδειξις) y el tratado (τέχνη), característicos de sus odiados sofistas, y del
modo más coherente se decanta por un género incipiente, el del diálogo. Éste

provecho, como las τέχναι sofísticas y los textos rituales y mágicos de los
está orientado a la comprensión de la verdad y el bien, no a la utilidad y el

órficos. Frente a los discursos acabados y monolíticos de los sofistas, que


imponen sus conclusiones fundamentándose en la autoridad vacua de su
prestigio, su arte y su erudición, el diálogo es dinámico y abierto, ya que
invita a la reflexión y a la discusión. Además, es personal y no indiscriminado.
A pesar de quedar escrito, equivale casi a la oralidad, a la palabra viva, y hace
posible la interacción entre discípulo y maestro, las interpelaciones y los monó-
logos, las derivas y los retornos, y hasta las bromas y las ironías, como si refle-
jara el discurso mismo de la realidad.

. e-a, e-a. SZLEZÁK, , pp. -: «la actitud sistemática de secreto» en Platón es
un «indicio de que sólo el verdadero filósofo es capaz de una reserva con sentido, es decir, de una
responsable comunicación del ser sintonizada con el receptor». A esta actitud se opone la de los sofis-
tas: «...llevar el propio saber al mercado como un tratante que encarece a veces la mercancía tratan-
do de vender lo más posible, sin tener en cuenta las necesidades y el grado de cultura de los oyen-
tes, es, para Platón, la actitud propia de los sofistas. El sofista por esencia es antiesotérico».
. Por otro lado, para expresar sus ideas sobre el alma, la reencarnación y el Más Allá, semejan-
tes a las que profesaban los órficos, Platón se decanta por la forma del mito, ornamentado con imá-

frente al ἱερὸς λόγος órfico en verso, rico en alusiones e implicaciones rituales y dietéticas que Platón
genes poéticas (piénsese en los mitos escatológicos que cierran el Gorgias, el Fedón y la República),

rechaza.
. GIL,  y  ofrece un completo y sugestivo panorama de las valoraciones positivas y nega-
tivas de la escritura a lo largo de la Antigüedad.
 MARCO ANTONIO SANTAMARÍA ÁLVAREZ

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