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. Sobre los libros en la Atenas clásica, cf. TURNER, [], PFEIFFER, [], pp. - y
JOHNE, , que habla de una «Buchkultur». En la cerámica aparecen representados libros en escuelas
, pp. -. Sobre los importantes testimonios de la comedia ἀρχαία acerca de la lectura en la
y en ámbitos dedicados a la composición y ejecución de poesía: cf. PFEIFFER, , pp. - y TURNER,
. La primera referencia a un mercado de libros en Atenas es de Éupolis (Fr. K.-A.: οὗ τὰ βιβλί’
Atenas clásica, cf. el trabajo de Milagros QUIJADA en este volumen.
ὤνια). Los libreros (βιβλιοπῶλαι) se mencionan en varios fragmentos de comedia: Teopompo, Fr. ,
Aristómenes, Fr. , Nicofonte, Fr. K.-A. La ciudad también exportaba libros: Jenofonte (An. VII .-
) dice que solía haber libros en los restos de los frecuentes naufragios cerca de Salmideso (Tracia).
. Esta observación se encuentra en BREMMER, [], p. , que señala que ni los libros de
los órficos ni los de los sofistas estaban bien vistos.
«unlicensed religion». Sobre su estrecha relación con los μετεωρολόγοι, cf. GEMELLI, .
. Sobre estos especialistas de lo sagrado, cf. PARKER, , pp. -, que los encuadra en la
. También se caracterizaron por emplear libros, que circularon en Atenas, los χρησμολόγοι, que
. SCHOLTEN, estudia el tema de los sofistas como amenaza para la religión y la política de la polis.
manejaban colecciones de oráculos (cf. Ar. Au. -, BAUMGARTEN, , pp. -, HENRICHS, a,
pp. -), así como los médicos y los filósofos naturalistas (como Anaxágoras y Demócrito; cf. DEAN-
JONES, ). Precisamente las primeras obras literarias destinadas a circular por escrito en libros (razón
de los investigadores jonios, tanto los cultivadores de la ἱστορίη como de la filosofía: Ferecides de Siro,
por la que estaban en prosa y no en verso, que favorecía la memorización y la difusión oral), fueron las
DOS TIPOS DE PROFESIONALES DEL LIBRO EN LA ATENAS CLÁSICA: SOFISTAS Y ÓRFICOS
autor de la que parece ser la primera obra griega en prosa, Anaximandro, Anaxímenes, Hecateo y
Heráclito, principalmente. Es posible que eligiesen la prosa para distinguirse claramente de los poe-
tas, que tenían una visión mítica del mundo. Sobre los presocráticos y la escritura, cf. KAHN, . Los
filósofos de la naturaleza y los médicos no sólo se asemejan a los sofistas en que componían tratados,
sino, más aún, en que ofrecían una alternativa al modelo mítico-religioso tradicional, en su caso
mediante un paradigma científico destinado a explicar cómo eran y se regían el cosmos y el cuerpo
humano. La obra de Anaxágoras y el tratado hipocrático Sobre la enfermedad sagrada son una clara
ta y filósofo natural o μετεωρολόγος, por ser figuras semejantes. Por otro lado, algunos textos hipo-
muestra de ello. Como es sabido, en las Nubes Aristófanes convirtió a Sócrates en prototipo de sofis-
cráticos parecen discursos epidícticos, muy próximos a las piezas de exhibición de Gorgias, por ejem-
plo. Cf. THOMAS, , pp. -. Está claro que cualquier ateniense aficionado a los libros quedaba
marcado como próximo a cualquiera de estos grupos (sofistas, filósofos, médicos, órficos, adivinos,
. Hipias, paradigma del πολυμαθής, hacía gala de sus saberes enciclopédicos, que incluían astro-
magos) y por tanto resultaba sospechoso de outsider religioso.
nomía, geometría, aritmética, filología, música, mitología, historia y arqueología, así como conocimien-
tos técnicos gracias a los cuales podía fabricarse su propia ropa (X. Mem. IV ., cf. Pl. Prt. d). El
bre frase de Pericles en el Epitafio: λέγω τήν τε πᾶσαν πόλιν τῆς Ἑλλάδος παίδευσιν εἶναι (Th. II ).
florecimiento intelectual y educativo ateniense que promovieron sobre todo los sofistas explica la céle-
. Sobre los sofistas como educadores políticos, cf. Pl. Prt. e-a, Plu. Them. .
aplicó a sí mismo (Pl. Prt. a), deriva del verbo σοφίζομαι, ‘tener σοφία o habilidad’, y lleva el sufi-
. No en vano, su denominación como sofistas, que al parecer fue Protágoras el primero que se
jo -της de agente u oficio, por lo que σοφιστής designaría en principio al experto en una materia.
Sobre el término σοφιστής, cf. KERFERD, , pp. -; GUTHRIE, , pp. -, y pp. - sobre el
y a los tintes peyorativos que adquirió el término σοφιστής, equivalente a «charlatán», en oposición a
carácter profesional de los sofistas. El hecho de vender sus conocimientos contribuyó a su mala fama
los verdaderos sabios (σοφοί) y a los filósofos, preocupados seriamente por el conocimiento. Cf. X.
Cyn. .-; Mem. I .; Pl. Prt. cd, Sph. d; Arist. SE .a.
. Sobre la palabra hablada y escrita en la sofística, son excelentes O’SULLIVAN, y THOMAS, .
. PFEIFFER, , p. : «Parece que los libros se hicieron de uso corriente durante el s. V, particu-
larmente como vehículo para los escritos sofísticos»; cf. p. , n. . Hace la interesante sugerencia (p. )
de que el alfabeto jonio alcanzó popularidad en Atenas a través de los escritos sofísticos, y que esto favo-
reció su adopción oficial en bajo el arcontado de Euclides. THOMAS (, p. ) escribe: «they
[the sophists] were particularly associated with the book, popularized it, and used texts to confer autho-
rity and prestige on their works». Esta última afirmación es cuestionable, pues en muchos sectores
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obras habla Jenofonte, que dice que Eutidemo reunió una biblioteca con
rollos de los más señalados poetas y sofistas (Mem. IV .). Será útil distinguir
los modos en que los sofistas se valen de la escritura y los libros:
a) como fuente para su propia formación en los más variados temas y
como base para sus estudios de crítica literaria y sobre el lenguaje;
b) para componer sus discursos, que luego aprendían de memoria, reci-
taban y difundían por escrito;
c) como parte de su enseñanza de la retórica;
d) para publicar tratados de retórica y otras obras.
a) Frente a los historiadores (ἵστορες) jonios, que viajan para aprender y
Homero y otros poetas y prosistas, griegos y extranjeros. Por otro lado, los
de la población los libros no despertaban admiración, sino desconfianza. La misma autora dice más ade-
lante (p. ): «Their reputation and prestige did not primarily rely on the authority of a written text».
THOMAS advierte (p. ) contra la tendencia a exagerar la importancia de los sofistas en la extensión del
libro, que también fue utilizado por otros intelectuales de los que tenemos escasa información. Por su
parte, O’SULLIVAN (, p. ) señala que los sofistas tomaron el libro como su símbolo. Precisa con agu-
deza (, pp. -) que no todos los sofistas tuvieron la misma relación con los libros. Las fuentes
hablan sobre todo de libros de Protágoras y de Pródico, mientras que Gorgias era un maestro del dis-
curso improvisado, de acuerdo con la ocasión. También Hipias era capaz de decir siempre cosas nue-
vas (X. Mem. IV .). Cuando Gorgias, según Filóstrato (VS proem. = A DK), se burlaba de Pródico
porque siempre ofrecía un producto rancio y a menudo repetido, quizá se refería a que solía leer su
mito sobre Heracles, como sostiene O’SULLIVAN (cf. Pl. Phdr. d). Seguirá la misma estela que Gorgias
. Es significativo que Heráclito (Fr. B DK) atribuya la πολυμαθίη, además de a Hesíodo, a
su discípulo Alcidamante, contrario a la práctica de escribir los discursos frente a la improvisación.
. E. Fr. .- Kannicht: ὥστ᾽ οὐ παρόντα ποντίας ὑπὲρ πλακὸς / τἀκεῖ κατ᾽ οἴκους πάντ᾽
ἐπίστασθαι καλῶς.
. Hippias Fr. B DK: τούτων ἴσως εἴρηται τὰ μὲν Ὀρφεῖ, τὰ δὲ Μουσαίῳ κατὰ βραχὺ ἄλλῳ
ἀλλαχοῦ, τὰ δὲ Ἡσιόδῳ τὰ δὲ Ὁμήρῳ, τὰ δὲ τοῖς ἄλλοις τῶν ποιητῶν, τὰ δὲ ἐν συγγραφαῖς τὰ μὲν
Ἕλλησι τὰ δὲ βαρβάροις· ἐγὼ δὲ ἐκ πάντων τούτων τὰ μέγιστα καὶ ὁμόφυλα συνθεὶς τοῦτον καινὸν
καὶ πολυειδῆ τὸν λόγον ποιήσομαι. La misma documentación libresca podemos suponer para sus
Nombres de pueblos (᾽Εθνῶν ὀνομασίαι) y para su lista de vencedores olímpicos (Ὀλυμπιονικῶν
ἀναγραφή), que precisa el uso de inscripciones y archivos locales.
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dos últimos se interesaron por la ὀρθοέπεια) y para sus ejercicios de crítica lite-
ortografía, Protágoras por el género gramatical y Pródico por la sinonimia; estos
raria (de lo que ofrece una muestra Platón, que en el Protágoras presenta a éste,
a Pródico y a Sócrates comentando un poema de Simónides).
b) La principal actividad que los sofistas realizaban era la declamación de
discursos de exhibición (ἐπιδείξεις), ante grandes auditorios o en círculos priva-
dos. Tanto Gorgias como Hipias se ofrecían a hablar improvisadamente de
cualquier tema que se les pidiera. Frente a esto, se podía elaborar previa-
mente el discurso por escrito, lo que permitía trabajar con detalle el estilo y
la exposición, para luego aprenderlo de memoria o leerlo. Éste es el proce-
dimiento que seguirán los oradores desde finales del siglo. Los sofistas, por
tanto, podían actuar como los antiguos aedos, creando un texto nuevo por medio
de su habilidad compositiva, o bien como los rapsodos, declamando discur-
sos aprendidos. Muchas de estas piezas oratorias sin duda empezaron a circu-
lar en copias privadas por petición de sus discípulos y sus admiradores. Es de
suponer que los propios autores estarían interesados en cuidar estas copias,
lo que se acerca al concepto moderno de publicación. Con el tiempo, la
puesta por escrito de los discursos se extendió tanto que llegó a sustituir
a la pronunciación, el principal objetivo de la retórica. El punto álgido de esta
costumbre lo representa Isócrates, que escribe discursos destinados a la lectura
y no a la ejecución oral. Alcidamante censura esta costumbre, que considera
τῶν τοὺς γραπτοὺς λόγους γραφόντων ἢ περὶ σοφιστῶν), donde ataca a los
una perversión, en su tratado Sobre los que componen discursos escritos (Περὶ
. Pl. Prt. a-a. O’SULLIVAN (, pp. -) atribuye a esta atención al lenguaje y a la poe-
sía la elevación del libro a un nuevo estatus. Sobre las teorías lingüísticas y literarias de los sofistas,
cf. PFEIFFER, , pp. -; KERFERD, , pp. -.
λόγους ἀναγινώσκοντες ἠρανίζοντο). Platón hace decir a Hipias que leyó su discurso Troyano a los
. Hay noticias de que Protágoras y Pródico ganaban dinero leyendo discursos (D. L. IX :
espartanos y que también lo recitará para los atenienses (Pl. Hip. Ma. ab).
. THOMAS, estudia con detalle la compleja cuestión del discurso declamado y de su puesta
por escrito. Puede ser paradigmático el caso del discurso atribuido a Lisias al comienzo del Fedro.
Sócrates cuenta que Fedro era gran admirador de Lisias y que tras oírle pronunciar un discurso, le
pedía que repitiera algunas partes y finalmente se hacía con una copia (ab). Así ocurrió con un dis-
curso sobre el amor, que Fedro lleva encima y lee para Sócrates (de, e-c). Hay en el pasaje
un juego sutil entre la oralidad y la escritura que anuncia la reflexión del final del diálogo sobre esta
cuestión.
cian en certámenes y exhibiciones: Εἰ μὲν ὅμοιος ἦν ὁ λόγος ὁ μέλλων ἀναγνωσθήσεσθαι τοῖς ἢ πρὸς
. La Antídosis comienza contraponiendo el discurso escrito para leerse con los que se pronun-
τοὺς ἀγῶνας ἢ πρὸς τὰς ἐπιδείξεις γιγνομένοις… Cf. Antid. , ad Phil. ss. En el Panatenaico (-
διοδοτέος τοῖς βουλομένοις λαμβάνειν. Cf. Antid. : λόγον διέδωκα γράψας. Entre los libreros cir-
) cuenta que dictó un discurso a su secretario; y que luego lo distribuía a quien lo quisiera:
que obtuvo mucha fama y discípulos (τούτων γὰρ γραφέντων καὶ διαδοθέντων καὶ δόξαν ἔσχον
cularon muchas copias de sus discursos (D. H. Isocr. ). Gracias a la publicación de sus obras dice
. Sobre la polémica entre Alcidamante e Isócrates, cf. O’SULLIVAN, , pp. -.
. Scriptasque fuisse et paratas a Protagora rerum inlustrium disputationes, qui nunc communes
appellantur loci; quod idem fecisse Gorgiam, quem singularum rerum laudes vituperationesque cons-
cripsisse …; huic Antiphontem Rhamnusium similia quaedam habuisse conscripta.
. También son de este tipo el discurso del Protágoras que Platón pone en boca de éste (c-
d), el Áyax y el Odiseo de Antístenes, y el Odiseo de Alcidamante. Pl. Smp. b señala que los sofis-
tas (entre los que cita a Pródico) escribían elogios en prosa de Heracles y de otros, e incluso de la sal
(en lo que parece haber una alusión al sofista de comienzos del s. IV Polícrates; este discurso también
lo cita Isócrates .). Platón alude aquí a las Horas de Pródico, que narraba la alegoría de Heracles
en la encrucijada, transmitida por Jenofonte (Mem. II .-).
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las lecciones presenciales. Con este fin compusieron tratados retóricos o τέχναι
perpetuar una intervención oral concreta y ampliar la educación más allá de
elaborar su Retórica.
de τέχναι no eran los mismos que los que publicaban sus discursos. Estos
Kennedy hizo la interesante observación de que, por lo general, los autores
segundo rango y estaban más bien dirigidas al gran público, a personas que
de cara a un juicio no podían costearse los servicios de un logógrafo ni una
formación retórica, pero deseaban conocer los principios básicos para compo-
. Cf. Pl. Phdr. c: οἱ νῦν γράφοντες... τέχνας λόγων. Aristóteles (SE ab) se lamenta de que
se haya escrito mucho sobre retórica antes que él, pero nada de lógica (περὶ μὲν τῶν ῥητορικῶν
ὑπῆρχε πολλὰ καὶ παλαιὰ τὰ λεγόμενα, περὶ δὲ τοῦ συλλογίζεσθαι παντελῶς οὐδὲν εἴχομεν πρότερον
λέγειν). Los sofistas no fueron los primeros en escribir tratados técnicos, sino que hay noticias de escri-
(cf. JOHNE, , p. ). A la pérdida de las τέχναι retóricas contribuyó el hecho de que se incluyeran
tos anteriores de este tipo sobre medicina, teatro, arquitectura, urbanismo y música, entre otros temas
cos, cf. KENNEDY, , que se centra en la τέχνη retórica en general y en Córax y Tisias.
de varias obras de sofistas hasta época imperial, cf. KERFERD, , pp. -. Para los manuales retóri-
. Phdr. d: καὶ μάλα που συχνά… τά γ᾽ ἐν τοῖς βιβλίοις τοῖς περὶ λόγων τέχνης γεγραμμένοις.
Que Platón alude a los discursos judiciales lo confirma Aristóteles (Rh. b ss.) cuando dice que
los autores de manuales antes de su época se centraban en las partes del discurso forense. Cf. Isoc.
Adv. Soph. .
en primer lugar entre las obras de Protágoras una τέχνη ἐριστικῶν, seguramente los lugares comunes
tratados. Sólo Antifonte escribió a la vez discursos modelo y un tratado. Diógenes Laercio (IX ) cita
ἐπὶ τῷ ἑαυτῶν κέρδει. Por otro lado, algunos sofistas escribieron otro tipo de
tratados teóricos de mayor calado sobre diversos temas «humanísticos», que
leían en círculos reducidos y luego se difundían en copias.
Este interés comercial, unido a la búsqueda de notoriedad e influencia,
debió de resultar muy molesto para muchos atenienses de las viejas genera-
ciones. Los discursos políticos de los primeros decenios de la democracia
estaban centrados en el contenido y en la defensa de posturas concretas, y se
pronunciaban de forma más o menos improvisada, por lo que no se pusieron
por escrito ni antes ni después. Frente a estos usos, el arte retórico de los
sofistas daba gran importancia a la elaboración formal de los discursos y al
afinamiento de los métodos de convicción, por lo cual se escribían y se corre-
por corruptores de las buenas costumbres, sobre todo de los jóvenes, ávidos
de oírlos. A esto se unía su manejo de la palabra, que los hacía persuasivos
y seductores, sobre todo cuando pronunciaban discursos, pero también en
sus escritos, con los que podían extender su enseñanza en el espacio y el
tiempo. Dado que buena parte de los libros que circulaban en Atenas proce-
dían de los sofistas, no es de extrañar que cualquier libro despertara sospe-
chas, pues si contenía doctrinas sofísticas podía resultar tan peligroso como
. Diógenes Laercio (IX ) asegura que, según algunos, Protágoras leyó su tratado Sobre los dio-
ses en casa de Eurípides. Aulo Gelio (XV .) dice que siguió las lecciones de Pródico (auditor fuit
physici Anaxagorae et Prodici rhetoris), y Vit. Eur. Méridier, de ambos sofistas. Es significativo que
este trágico, en cuyas obras son palpables las huellas de las doctrinas sofísticas, fuera un gran aficio-
una fuente para conocer las historias míticas: ὅσοι μὲν οὖν γραφάς τε τῶν παλαιτέρων / ἔχουσιν… /
nado a los libros. En Hipp. - ofrece una visión positiva de los libros antiguos, al considerarlos como
ἴσασι μὲν Ζεὺς ὥς ποτ’... En las Ranas (), Aristófanes hace decir al propio trágico que la tradición
que recibió de Esquilo la aligeró y la mezcló con bagatelas librescas: χυλὸν διδοὺς στωμυλμάτων ἀπὸ
βιβλίων ἀπηθῶν, «añadió jugo de palabrerías extraídas de libros». Seguramente con esta alusión
Aristófanes quería sugerir que su conocimiento de la vida era de segunda mano, como señala TURNER
(, p. ). En una escena del agón entre Esquilo y Eurípides cada uno pone un verso en una balan-
en un platillo a sus hijos, su mujer y e incluso los libros (συλλαβὼν τὰ βιβλία, ), a los que él supe-
za a ver cuál pesa más (-). Siempre gana Esquilo, y éste llega a exhortar a su rival a que ponga
rará con sólo dos versos suyos. Ateneo (I a) cita a Eurípides entre otros famosos coleccionistas de
libros. En D. L. II leemos que dejó a Sócrates el tratado (σύγγραμμα) de Heráclito.
. Cf. p. ej. Phdr. e-a, ac; d-a. THOMAS, , p. : «There was considerable pre-
judice against written speeches in the fifth and fourth centuries, fuelled by a suspicion that someone
who had written out his speech carefully might neglect the truth in favor of artifice. It also seems to
be related to prejudice against the Sophists, who, from the later fifth century, both taught rhetorical
technique and (still worse) produced written handbooks».
νόμος-φύσις.
. Cf. KERFERD, , pp. - sobre la religión y pp. - sobre el relativismo y la polémica
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. El término, de ἁδέω y λέσχη, se aplicaba a menudo a los sofistas: Ar. N. , , Pl. Plt. b,
Eup. Fr. . K.-A. (sobre Sócrates), : ἀλλ’ ἀδολεσχεῖν αὐτὸν ἐκδίδαξον, ὦ σοφιστά. Era común
atribuirles la corrupción de sus discípulos: p. ej. Pl. Men. d: Πρωταγόρας …διαφθείρων τοὺς
συγγινομένους καὶ μοχθηροτέρους ἀποπέμπων ἢ παρελάμβανεν.
. ’´Eθελον δὲ τέφρην συγγράμματα θεῖναι, según Timón de Fliunte, citado por Sexto Empírico
. D. L. IX : διὰ ταύτην δὲ τὴν ἀρχὴν τοῦ συγγράμματος ἐξεβλήθη πρὸς Ἀθηναίων, καὶ τὰ
(M. IX -).
βιβλία αὐτοῦ κατέκαυσαν ἐν τῇ ἀγορᾷ ὑπὸ κήρυκι ἀναλεξάμενοι παρ᾽ ἑκάστου τῶν κεκτημένων. Cic.
busti. Hesych. ap. Schol. Pl. R. c: ἐκαύθη δὲ τὰ τούτου βιβλία ὑπ᾽ Ἀθηναίων. Euseb. Chron. Hier.
Nat. Deor. I .: Atheniensium iussu urbe atque agro est exterminatus librique eius in contione com-
Ol. : …Protagoras sophista cuius libros decreto publico combusserunt. Si es verdad lo que dice
Diógenes Laercio, sería un indicio de la difusión del libro de Protágoras entre los atenienses. DOVER
(, pp. -) ha cuestionado la historicidad de la quema de los libros de este sofista y cree que
es una exageración basada en el verso de Timón de Fliunte, que sólo habla de la intención de que-
marlos que tenían algunos. O’SULLIVAN (, p. ), que no lo considera un argumento de peso, indi-
ca certeramente que el simple hecho de que algunos desearan quemar los libros es ya significativo y
no tiene precedente. Sobre los procesos de impiedad y la persecución a Protágoras y su obra, cf. GIL,
, pp. -.
. En Roma hubo varios casos de quema pública de libros: cf. CRAMER, .
MARCO ANTONIO SANTAMARÍA ÁLVAREZ
rario, cf. BERNABÉ, . Cf. BAUMGARTEN, y HENRICHS, a sobre los ἱεροὶ λόγοι, denominación
. Sobre los libros del ritual órfico, cf. JIMÉNEZ SAN CRISTÓBAL, . Sobre Orfeo como autor lite-
que los autores antiguos suelen dar a los poemas órficos, pero también a otros textos sagrados atri-
buidos a Pitágoras, así como a colecciones de oráculos. Sobre la relación entre escritura y religión en
Grecia, cf. HENRICHS, b, con amplia bibliografía. Es muy llamativo que ni tan siquiera mencionen
los libros de los órficos quienes han investigado el uso y circulación de libros en la Atenas clásica,
como TURNER, , PFEIFFER, , JOHNE, o THOMAS, y . HARRIS (, p. , n. ) señala tan
sólo de pasada la alusión que hay en el Hipólito. Se trata de un ejemplo más de la indiferencia y escep-
ticismo injustificados que se han tenido hacia el fenómeno órfico durante décadas y que aún perdu-
ran entre muchos estudiosos.
. OF (cito los fragmentos órficos por la edición de A. BERNABÉ, I-III, , y ).
Hipólito es un cazador y por ello en modo alguno es vegetariano: Teseo no lo acusa de órfico, sino
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encantamiento de Orfeo (ἀλλ᾽ οἶδ᾽ ἐπῳδὴν Ὀρφέως ἀγαθὴν πάνυ) para que
cegar a Polifemo con una estaca ardiente, señala que conoce un estupendo
de ser un hipócrita como ellos, pues para él es un lujurioso disfrazado de casto. Por eso le exhorta iró-
nicamente a que adopte sus modos, el vegetarianismo, el éxtasis báquico, el uso de libros, y salga a ven-
nadie. Κάπηλος designa al chamarilero que sólo puede vender su vil género engañando mediante la
der este modo de vida que infringe notoriamente, para que quede claro que no puede convencer a
so que para Teseo es Hipólito presuma de castidad. Puesto que τιμῶν depende de βάκχευε podemos
charlatanería. Que un cazador predique el vegetarianismo órfico es tan absurdo como que el incestuo-
pensar que el hecho de venerar los libros conducía al delirio, como si contuvieran indicaciones para ello
(pues la veneración y la obediencia están próximas: Il. XVI ; hi. Ap. -; Isoc. Ad Demon. ; Pl. Cri.
c; Plu. Comp. Lyc. et Num. .), o como si durante el momento de exaltación báquica se usaran libros,
Ar. Au. ) llamó Καπνός a un tal Teágenes por fanfarronear de riquezas inexistentes. Cf. Ar. V. , ,
quizá para recitar himnos. El humo alude a la vacuidad de tales textos. Éupolis (Fr. K.-A. ap. Schol.
Schol. Ar. Au. . También es posible que al mencionar el humo Eurípides hiciera alusión a su conte-
nido ritual, que incluiría indicaciones sobre cómo llevar a cabo los sacrificios no cruentos propios de los
órficos, y que se basarían sobre todo en la combustión de ofrendas y de inciensos de diverso tipo. En
la colección de Himnos órficos se indica antes de cada himno qué tipo de aromas se deben quemar
en honor de cada dios; cf. RICCIARDELLI, , pp. XXXVII-XL; MORAND, , pp. -.
. Alc. - (OF ). Varios escolios a este pasaje y a otro de la Hécuba () afirman que
estas tablillas de Orfeo se conservaban en un templo de Dioniso en Hemón o en Pangeo, en Tracia
(OF ).
. Cyc. - (OF ).
MARCO ANTONIO SANTAMARÍA ÁLVAREZ
. OF I, que incluye también el pasaje que cito a continuación (e). Sobre Platón y el orfis-
mo, cf. el completo estudio de BERNABÉ en prensa.
nombre de Orfeo, pero los paralelos con Eurípides y la unión de θυσίαι y ἐπῳδαί en b hace probable
. Para ser precisos, hay que señalar que Platón no vincula explícitamente la práctica mágica con el
que las mismas personas, u otras muy similares, llevaran a cabo estos rituales purificatorios y mágicos.
. Así traduzco el matiz de beneficio que implica la voz media. En su traducción de la República
(México, , p. ) A. GÓMEZ ROBLEDO escribe: «con apoyo en el montón de libros que presentan». El
común la expresión μάρτυρας o τεκμήρια παρέχειν, cf. Pl. Ap. d, LSJ B. II). El propio Platón en el
verbo implica la exhibición de estos libros, según parece como testimonio de sus enseñanzas (es muy
primer texto citado alude a que recurren al testimonio de los poetas. Cf. d: οἱ δὲ (sc. ποιηταὶ) τῆς
τῶν θεῶν ὑπ᾽ ἀνθρώπων παραγωγῆς τὸν ‘´Oμηρον μαρτύρονται.
. ‘´Oμαδος es un término poético que quiere decir estruendo, y a menudo se aplica al provoca-
do por un grupo de voces que impide que se distinga cada una de ellas (Il. XXIII ; Od. X ; ὁμαδεύω:
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ción» (τῇ μητρὶ τελούσῃ τὰς βίβλους ἀνεγίγνωσκες). Como Platón, lo primero
llado, comienza así: «leías los libros a tu madre mientras celebraba la inicia-
Od. I ). Ello es indicio del gran número de poemas atribuidos a Orfeo que debían de circular en
liasta ( Greene = OF II = OF ) dice: βίβλων] περὶ ἐπῳδῶν καὶ καταδέσμων καὶ καθαρσίων
Atenas: teogonías, himnos, catábasis, obras rituales y de purificación, ensalmos curativos, etc. El esco-
bir la mediación de Orfeo ante los dioses infernales y lleva un libro, quizá un ἱερὸς λόγος con textos
tocando la lira. Posiblemente sea una escena de ultratumba en la que un iniciado se dispone a reci-
rituales y/o escatológicos a modo de salvoconducto, con la misma función que las laminillas áureas
. D. XVIII (OF I). Demóstenes repite el mismo dato en XIX (OF II): οὐκ ἴσασιν
encontradas en tumbas.
uso ritual de escritos tiene connotaciones muy negativas para los atenienses
del s. IV, hecho que Demóstenes explota para denigrar a Esquines.
Sin salir de Atenas, también en el s. IV, el comediógrafo Alexis en su obra
Lino presenta a éste educando al bruto Heracles, al que en un momento dado
pide que lea algún libro (βυβλίον) de los que tiene en la escuela, entre los
que están Orfeo, Hesíodo, tragedia, Quérilo, Homero, Epicarmo y todo tipo
de escritos.
El componente libresco del orfismo es tan característico que Pausanias llega
a afirmar que un tabú mistérico (en concreto el hecho de que Deméter no descu-
brió las habas) se puede conocer gracias a la contemplación en los Misterios de
en buena medida por los textos, leídos en el ritual o fuera de él. La asociación
de Orfeo con lo escrito provocó que incluso se le atribuyera la invención de las
letras, que según (Pseudo-)Alcidamante habría aprendido de las Musas.
orador dice que él tuvo la suerte de frecuentar una escuela adecuada (τὰ προσήκοντα διδασκαλεῖα),
. Son significativas las alusiones previas de Demóstenes a la formación infantil de Esquines. El
τῷ πατρὶ πρὸς τῷ διδασκαλείῳ προσεδρεύων, τὸ μέλαν τρίβων καὶ τὰ βάθρα σπογγίζων καὶ τὸ
mientras que Esquines para lo único que acudió a la escuela fue para limpiarla, como un esclavo (ἅμα
παιδαγωγεῖον κορῶν, οἰκέτου τάξιν, οὐκ ἐλευθέρου παιδὸς ἔχων). Como a renglón seguido pasa a
hablar de su edad adulta (sin mencionar ningún otro tipo de educación, que sin duda tuvo) y lo pri-
mero que dice es que leía libros a su madre en la iniciación, el oyente no podría sino preguntarse
asombrado: ¿un analfabeto leyendo libros? Queda clara la connotación de que estos libros son pro-
pios de gente cuasi-iletrada. Al presentar a Esquines leyendo para su madre, Demóstenes quizá insi-
núa que ésta ni siquiera sabía leer. El padre de Esquines era maestro de escuela (D. XIX ), si bien
en Sobre la Corona Demóstenes lo rebaja a esclavo de un maestro. Este ataque parece servir de mode-
lo a los estoicos Nicolás y Soción, discípulos de Posidonio, para desprestigiar a Epicuro, al que des-
sueldo mísero, lo que recuerda las actividades de Esquines (D. L. X : σὺν τῇ μητρὶ περιιόντα αὐτὸν
criben de niño leyendo libros de purificaciones y ayudando a su padre a enseñar las letras por un
ἐς τὰ οἰκίδια καθαρμοὺς ἀναγινώσκειν, καὶ σὺν τῷ πατρὶ γράμματα διδάσκειν λυπροῦ τινος
μισθαρίου). Este testimonio indica que el prejuicio social contra los libros rituales seguía arraigado
incluso en el s. I a. C.
. Paus. I .: ὅστις δὲ ἤδη τελετὴν Ἐλευσῖνι εἶδεν ἢ τὰ καλούμενα Ὀρφικὰ ἐπελέξατο, οἶδεν ὃ λέγω.
. Alexis Fr. .- K.-A. (OF ).
. Hay dos testimonios muy ilustrativos de época imperial sobre la correspondencia de conteni-
Diodoro (III .: σύμφωνα δὲ τούτοις εἶναι τά τε δηλούμενα διὰ τῶν Ὀρφικῶν ποιημάτων καὶ τὰ
dos entre libros y rituales órficos. En ambos se contaba el mito de Dioniso y los Titanes, según
παρεισαγόμενα κατὰ τὰς τελετάς). De manera más general habla Plutarco (Quaest. Conv. II .DE),
que pone en paralelo τὸν Ὀρφικὸν καὶ ἱερὸν λόγον y τοῖς περὶ τὸν Διόνυσον ὀργιασμοῖς.
. Ulix. (OF , I): γράμματα μὲν δὴ πρῶτος Ὀρφεὺς ἐξήνεγκε, παρὰ Μουσῶν μαθών
… vv. -: ὃς (sc. Ὀρφεύς) Ἡρακλῆν ἐδίδαξεν, / εὑρὼν ἀνθρώποις γράμματα καὶ σοφίην. En el
Prometeo encadenado, el Titán enumera la escritura (pp. -) entre los dones que concedió a los
ser el inventor de las letras (Ephor. FGrHist F c; Suda s. v. Κάδμος; para Heródoto V , es su
hombres para que vivieran civilizadamente (pp. -). Por supuesto, también Cadmo pasaba por
transmisor), lo que no es sino la expresión mítica del hecho histórico de la adopción del alfabeto feni-
cio por parte de los griegos. Para algunos historiadores, Dánao llevó las letras a Grecia antes de Cadmo
(Hecateo: FGrHist ; Anaximandro: FGrHist ; Dionisio: FGrHist ). También Palamedes pasó
por creador del alfabeto: Gorg. Pal. , E. Fr. Kannicht; D. Chr. XIII . Platón atribuye el invento
de las letras al dios egipcio Teut (Tot) en un célebre mito (Phdr. cd). Cf. Plu. Quaest. Conv. E,
que lo identifica con Hermes.
DOS TIPOS DE PROFESIONALES DEL LIBRO EN LA ATENAS CLÁSICA: SOFISTAS Y ÓRFICOS
En vista del papel central que los libros, atribuidos a Orfeo, desempeñan
en el orfismo, se ha llegado a calificarlo de «religión del libro». La afirmación
es algo excesiva, puesto que el orfismo no constituye una religión, sino que
es una corriente dentro de la religión griega, y además, los libros de Orfeo no
llegaron a formar un canon invariable, ni dieron lugar a una ortodoxia, ni
fueron venerados con la misma intensidad que los libros sagrados en las grandes
religiones. Si bien esta vinculación del orfismo con los libros se ha señalado
a menudo, pocas veces se ha indicado que los autores que mencionan estos
escritos órficos, sobre todo en la Atenas clásica, como hemos visto, lo hacen
con una marcada intención despectiva.
Esta valoración negativa de los libros de los órficos no puede deberse a
que en sus teogonías expusieran mitos peculiares, como el antropogónico de
Dioniso y los Titanes: la mitología y la religión griegas son por definición multi-
formes y abiertas, ajenas por completo a la idea de ortodoxia. Lo que es mal
visto de estos escritos, como dicen explícitamente Platón y Demóstenes, es su
empleo en unas ceremonias ocultas, a menudo nocturnas, extrañas y difíciles
de entender para los no iniciados, rasgos todos ellos que generaban sospe-
chas y rechazo entre los bienpensantes. Los sacerdotes órficos dispensaban
escritos con oraciones, ensalmos, instrucciones rituales y purificatorias, y
seguramente también con preceptos y tabúes dietéticos para mantener la pureza
(de ahí que en el Hipólito se vincule el vegetarianismo y el delirio báquico
con los libros). Por otra parte, los propios iniciadores se servían de libros en
rían contenidos los λεγόμενα, sino también los δρώμενα, el guión de la litur-
sus ceremonias, como aseguran Platón y Demóstenes, en los que no sólo esta-
gia. Nos ha llegado un texto de este tipo en un papiro del s. III a. C. procedente
ciones precisas para realizar durante la τελετή, a todas luces órfica. La mera
de Gurôb, que contiene fórmulas e invocaciones hexamétricas al lado de instruc-
. BIANCHI, , p. (= , p. ), que defiende la realidad del orfismo como práctica religio-
sa y no sólo literaria, señala con prevención (p. ): «Celui-ci n’est pas seulement un style ou une tradi-
tion poétique, mais bien un complexe solidaire de forme et de contenu, une idéologie et une concep-
tion: une espèce de “religion du livre”». Sobre el uso de libros de oráculos en el s. V, cf. n. . Es sig-
el santuario de su libro (ἐκ τοῦ ἀδύτου τῆς βίβλου ἐφθέγξατο), lo que muestra que para él los libros
nificativo que Platón (Tht. a), en referencia al libro de Protágoras, diga que éste ha hablado desde
son igualmente característicos de los sofistas y de los autores de oráculos. Cf. O’SULLIVAN, , p. .
. No todas las llamadas «religiones del libro» veneran sus libros sagrados del mismo modo: la
Biblia hebrea y el Corán son sagrados hasta en su literalidad y en su materialidad. La Biblia cristiana,
con ser importante, no lo es en tan gran medida, pues en el cristianismo el verdadero Logos del Padre
es Cristo. Por eso el Nuevo Testamento está por encima del Antiguo. Por otro lado, no todas las Iglesias
valoran igual la Escritura: en las Iglesias reformadas (como expresa el eslogan sola Scriptura) la Biblia
tiene un peso mayor que en la Iglesia Ortodoxa o en la Católica, para las que la Biblia es un pilar más
de la fe junto a la tradición y el magisterio. La Iglesia Católica ha enfatizado el valor de la Biblia a raíz
del Concilio Vaticano II (Dei Verbum nn. y ). Las religiones griega y romana no contaban con
libros sagrados ni con enseñanzas reveladas. Es cierto que en Roma tuvieron gran autoridad los Libros
Sibilinos, profecías que se consultaban en momentos de grandes crisis, pero que en ningún momen-
. Habla de esta ceremonia la línea : διὰ τὴν τελετήν. Véase la edición y estudio del papiro
to fundamentaron la práctica religiosa de la comunidad, como ocurre por ejemplo con el Corán.
de Gurôb de HORDERN, , así como las observaciones y bibliografía en OF . RIEDWEG, ha
MARCO ANTONIO SANTAMARÍA ÁLVAREZ
venta o circulación de estos libros que promovían una nueva forma de reli-
giosidad (individual, oculta cuando no secreta y marginal respecto al culto y
las fiestas cívicas), y que inducían a formas de vida extrañas, como el vegeta-
rianismo, fue vista por muchos como un claro peligro para las costumbres
sociales arraigadas y las formas religiosas tradicionales, todas ellas necesarias
para la cohesión y conservación de la polis. No en vano los mayores críticos
de esta religiosidad son Platón y Demóstenes, ambos con hondas preocupa-
ciones políticas.
Como hemos visto, tanto los órficos y asimilados como los sofistas, los
físicos y otros profesionales, sobre todo los médicos, utilizaron los libros para
difundir sus nuevas enseñanzas, relativas a los dioses, los hombres o el cosmos.
Sus posturas cuestionaban las creencias, valores y usos transmitidos desde
antiguo y ya en crisis en el último tercio del s. V. Muchas personas desconfia-
ron de estas innovaciones, como Aristófanes o Platón, o el personaje de Teseo
en el Hipólito (imagen indudable de los conservadores atenienses aferrados a
los viejos valores) y las criticaron. Platón considera llena de riesgos la educa-
ción y la difusión de ideas a través de la escritura, y ello parece deberse en
gran medida, aparte de a las deficiencias intrínsecas del medio escrito, a que
observaba que gracias a los libros grupos peligrosos, como los órficos y los
sofistas, ganaron mucha influencia. A diferencia de ellos, Sócrates renunció a
escribir y prefirió enseñar únicamente con la palabra viva del diálogo. Ésta
es la línea que sigue Platón. Al final del Fedro desarrolla una dura crítica contra
el uso de la escritura para la obtención y transmisión del conocimiento,
como era propio de la instrucción de los sofistas y de la predicación de los
órficos. El ataque más grave que dirige a los libros es que su circulación es
indiscriminada: están al alcance de todo el mundo, como ocurría con la
propuesto como arquetipo para las laminillas órficas de oro un ἱερὸς λόγος similar en parte al de
Gurôb, pues combinaría hexámetros con fórmulas rituales en prosa.
. Sobre las actitudes de Sócrates hacia los libros, cf. el trabajo de Máximo BRIOSO en este volumen.
aprender de los escritos de los sofistas la virtud y la justicia como una τέχνη o ciencia más (entre las que
Según Jenofonte (Mem. IV .-), Sócrates desconfió de que Eutidemo, coleccionista de libros, pudiera
cita la medicina, la arquitectura, la geometría o el arte rapsódico, lo cual indica que estaban recogidas
saben (cd; d: ἑαυτῷ τε ὑπομνήματα θησαυριζόμενος, a: εἰδότων ὑπόμνησιν). La enseñanza
en libros). Para Platón la escritura no sirve para enseñar, sino sólo como recordatorio para los que ya
hay que escribirla en el alma del alumno (a). Antístenes (D. L. VI ) dijo a un discípulo, que lamen-
tó haber perdido sus apuntes (ὑπομνμήματα), que debía haberlos escrito en su alma.
. b-e. La bibliografía sobre este pasaje es ingente. Señalemos LLEDÓ, , SZLEZÁK, ,
cap. XII, y KÜHN, (con bibliografía). La desconfianza de Platón frente al libro descansa en que
éste siempre dice lo mismo, no puede contestar a preguntas; circula de forma libre, habla a todos, y
no puede guardar silencio ante ciertos lectores; tampoco puede defenderse si es atacado injustamen-
te (de). Por todo ello es claramente inferior a la enseñanza oral.
. Platón repite la idea en Ep. VII c-a, a y ae, donde dice que nunca pondrá por escri-
to sus reflexiones más importantes y considera insensato a quien corriera el riesgo de hacerlo.
DOS TIPOS DE PROFESIONALES DEL LIBRO EN LA ATENAS CLÁSICA: SOFISTAS Y ÓRFICOS
provecho, como las τέχναι sofísticas y los textos rituales y mágicos de los
está orientado a la comprensión de la verdad y el bien, no a la utilidad y el
. e-a, e-a. SZLEZÁK, , pp. -: «la actitud sistemática de secreto» en Platón es
un «indicio de que sólo el verdadero filósofo es capaz de una reserva con sentido, es decir, de una
responsable comunicación del ser sintonizada con el receptor». A esta actitud se opone la de los sofis-
tas: «...llevar el propio saber al mercado como un tratante que encarece a veces la mercancía tratan-
do de vender lo más posible, sin tener en cuenta las necesidades y el grado de cultura de los oyen-
tes, es, para Platón, la actitud propia de los sofistas. El sofista por esencia es antiesotérico».
. Por otro lado, para expresar sus ideas sobre el alma, la reencarnación y el Más Allá, semejan-
tes a las que profesaban los órficos, Platón se decanta por la forma del mito, ornamentado con imá-
frente al ἱερὸς λόγος órfico en verso, rico en alusiones e implicaciones rituales y dietéticas que Platón
genes poéticas (piénsese en los mitos escatológicos que cierran el Gorgias, el Fedón y la República),
rechaza.
. GIL, y ofrece un completo y sugestivo panorama de las valoraciones positivas y nega-
tivas de la escritura a lo largo de la Antigüedad.
MARCO ANTONIO SANTAMARÍA ÁLVAREZ
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