You are on page 1of 40

TEMA 1: LA EXPERIENCIA FILOSÓFICA Y SUS FORMAS:

LAS CONCEPCIONES DE LA FILOSOFÍA, José Sánchez-Cerezo de la Fuente

ÍNDICE

0. INTRODUCCIÓN

1. ¿QUÉ ES FILOSOFÍA?

1.1. Caracterización de la filosofía

1.2. Posible definición de la filosofía

1.3. Filosofía: nombre y concepto

1.4. Observaciones generales

1.5. Diversos enfoques ante la pregunta: "¿Qué es filosofía?"

2. LA EXPERIENCIA FILOSÓFICA

2.1. Sobre el concepto de "experiencia" en general.

2.2. Rasgos de la experiencia filosófica

2.3. Experiencia filosófica y problemas filosóficos

2.4. Principales problemas filosóficos

3. LAS FORMAS DE LA EXPERIENCIA FILOSÓFICA

4. LAS CONCEPCIONES DE LA FILOSOFÍA

5. OTRAS CONSIDERACIONES SOBRE LA FILOSOFÍA

5.1. Filosofía analítica y filosofía sintética

5.2. Tradiciones históricas y nacionales

5.3. Ramas de la filosofía

5.4. Un fenómeno actual: el "asesoramiento filosófico"

6. OBJETIVOS DE LA FILOSOFÍA

6.1. Búsqueda de la verdad, búsqueda de la certeza

6.2. Repercusiones éticas

7. CONCLUSIÓN
0. INTRODUCCIÓN

El objetivo del pequeño libro que el lector tiene en sus manos es, fundamentalmente,
dar una respuesta a la pregunta "¿Qué es la filosofía?" de la forma más clara pero a la vez más
amplia posible, examinando la cuestión en sus diversas facetas (qué caracteriza a la filosofía,
cómo, si es que es posible, podríamos definirla, cuáles son las ramas de la filosofía, etc.).
Haremos especial hincapié, conforme al título del tema que estamos tratando, en la
"experiencia filosófica" y sus distintas formas.

Tratar de explicar qué es la filosofía es una tarea amplia y compleja. Amplia porque
responderla supone tener que repasar la historia de la filosofía en busca de las distintas
respuestas que se han ido dando a lo largo del tiempo. Compleja porque la pregunta es
filosófica en sí misma y cada una de esas respuestas que nos hace ver el repaso histórico está
escrita desde una perspectiva determinada.

No hay respuestas sencillas ni definiciones precisas de lo que sea la filosofía. Es más,


en filosofía las definiciones inmutables o la pretensión de una objetividad absoluta son las
primeras cosas de las que hay que sospechar. Debido a la multitud de puntos de vista desde
los que se ha considerado la filosofía, debido a que la pregunta por la naturaleza de la filosofía
ha sido respondida de formas muy diversas a lo largo de los distintos períodos históricos
(siendo algunas de esas respuestas incompatibles entre sí), quien ya está familiarizado con la
filosofía al leer una definición de lo que sea la filosofía sin duda es fácil que su primera reacción
sea la de preguntar "¿y eso quién lo dice?" (desde qué perspectiva, en qué contexto, etc.). Es
por ello que uno de los capítulos más amplios de este tema es el dedicado a las "concepciones
de la filosofía" (capítulo nº. 4), donde se lleva a cabo ese repaso histórico que mencionábamos,
extrayendo de él un cierto número de textos en los que la filosofía del momento reflexiona
sobre sí misma. Consideramos que este capítulo es el más indicado para mostrar el grado de
diversidad y, por ello mismo, de riqueza, con el que los filósofos han valorado su propia
actividad.

Hechas estas aclaraciones previas, veamos cómo se distribuye el contenido del tema
en los diversos capítulos:

El capítulo nº 1 aborda explícitamente la cuestión fundamental sobre la naturaleza de


la filosofía teniendo en cuenta las observaciones con las que hemos abierto esta introducción,
la amplitud y complejidad del tema.

El segundo capítulo examina qué sea la "experiencia filosófica". Para ello señala en un
primer apartado los rasgos generales de dicha experiencia y posteriormente muestra la
relación que mantiene con los problemas filosóficos. Asimismo se señalan, de entre todos
estos problemas, algunos de los más importantes y representativos,

El capítulo nº 3, "las formas de la experiencia filosófica", pretende generalizar lo dicho


en el capítulo anterior sobre la experiencia filosófica y agrupar en grandes categorías los
distintos tipos de experiencias que se han dado históricamente así como mostrar el orden en
que han ido surgiendo.
Al capítulo nº 4, dedicado a las concepciones de la filosofía ya hemos hecho alusión
anteriormente. Se examinan las formas más relevantes de entender la filosofía a lo largo de la
historia.

El quinto capítulo aglutina diversos aspectos sobre la filosofía que complementan


cuanto se lleva dicho. Así, se muestra la distinción entre filosofía analítica y sintética, se
examinan las diversas tradiciones filosóficas y se analizan las distintas ramas en que la filosofía
se divide. Finalmente se comenta brevemente un fenómeno reciente en el mundo de la
filosofía, el "asesoramiento filosófico".

En el sexto capítulo, a partir de una consideración sobre los objetivos de la filosofía (o


más concretamente, de los filósofos) se examinan las repercusiones éticas que pueden tener
las distintas concepciones filosóficas. Los comentarios de éste capítulo, en contraste con los
anteriores, no pretenden hacer una exposición "neutral", sino que están conscientemente
expuestos desde una perspectiva propia más marcada (sujeta, naturalmente, a la crítica).

En la conclusión se resumen brevemente los principales puntos mencionados a lo largo


del tema y se hacen una serie de anotaciones sobre la importancia y la utilidad de la filosofía,
lo que, en cierta medida, es un anticipo de las cuestiones tratadas en el tema nº 2, con el que
pretende enlazarse.

Tras la bibliografía este libro contiene dos apéndices, dedicado el primero a la cuestión
en torno al sentido de la vida, así como las concepciones pesimistas y optimistas de la misma, y
a las grandes obras de la filosofía el segundo.

Confiamos en que este viaje por la filosofía le resulte provechoso al lector, tanto si se
aproxima a ella desde una perspectiva académica, con vistas a un examen, como si es la simple
curiosidad la que le conduce, en cualquier caso sean estas páginas una invitación a la filosofía,
una invitación a un viaje en el que el lector deberá recorrer su propio camino, pues, según la
famosa frase de Kant, "No se aprende filosofía, sólo se aprende a filosofar".
1. ¿QUÉ ES FILOSOFÍA?

1.1. Caracterización de la filosofía

La filosofía es uno de los diversos intentos del ser humano de comprender tanto la
realidad que le rodea como a sí mismo. También la ciencia o la religión pretenden dar una
respuesta a las preguntas que nos planteamos acerca de la vida, la muerte, el mundo, el ser
humano, el bien y el mal y cuestiones similares que nos afectan muy profundamente. Ahora
bien, existen diferencias notables que hacen de la filosofía un empeño peculiar en esa
búsqueda por comprender.

En primer lugar, y en contraposición a la religión, la filosofía es, o pretende ser, una


indagación racional de la realidad y del mundo. En la filosofía no hay lugar para dogmas o
revelaciones divinas y tampoco juega ningún papel la autoridad a la hora de dilucidar cuál
pueda ser la verdad sobre una cuestión. Asimismo, los mitos, las tradiciones o el sentido
común acrítico, son igualmente descartados en la medida en que no examinan en profundidad,
y por medio de la razón, las ideas que sostienen. No obstante, esto no quiere decir que la
filosofía no analice o que ignore por completo los presupuestos o afirmaciones de la religión o
de la tradición. Estas son también objeto de estudio de la filosofía, así como de la antropología,
psicología, etc. en su afán por conocer mejor al ser humano. La filosofía, por otra parte, en
muchas ocasiones pretende responder a las mismas cuestiones, como cuál sea el lugar del ser
humano en el mundo, o el sentido de la vida, pero lo importante, repetimos, es la manera en
que aborda los problemas, y esta es de una forma crítica , examinando cada afirmación sin dar
ninguna por supuesta o comprobada previamente (y en caso de que no se haya podido
examinar una afirmación, por la complejidad del tema o por otras circunstancias, no por ello se
acepta como dogma de fe, sino que sigue siendo considerada susceptible de un examen
crítico).

En segundo lugar, y ahora en relación a la ciencia, la filosofía pretende ser un saber


omniabarcante , referido a la totalidad de lo real, y no sólo a una rama particular de ésta,
como sucede en el caso de las ciencias, que a lo largo de la historia han ido fragmentándose en
diversas ramas o especialidades cada una de las cuales atiende sólo a un ámbito específico de
la realidad (así han ido surgiendo la astronomía, la biología, la geología, etc.). La filosofía es,
por lo tanto, un saber general, y como tal pone en cuestión cualquier tema y reflexiona sobre
el ser humano (¿Qué es el ser humano? ¿Qué significa ser "persona"?), sobre la ciencia (¿Es la
ciencia un conocimiento seguro? ¿Cómo se distingue la ciencia de otro tipo de conocimiento) o
sobre la propia filosofía (pues la pregunta "¿Qué es la filosofía?" es a su vez una pregunta
filosófica), entre otras cosas.

Esta concepción de la filosofía como un tipo de saber es resumida claramente por el


filósofo inglés Bertrand Russell (1872-1970):

"La filosofía es la tierra de nadie que se encuentra entre la teología y la ciencia y que
está expuesta a ataques de ambas partes. Como la teología, consiste en especulaciones sobre
temas a los que los conocimientos exactos no han podido llegar; como la ciencia, apela más a
la razón humana que a una autoridad, sea ésta de tradición o de revelación."
Existe, no obstante, otra concepción de la filosofía, la filosofía como actitud, que nos
remite a los orígenes de la filosofía en la antigua Grecia, en el siglo V a. C. Según esta
concepción lo verdaderamente significativo del filósofo es su capacidad de asombro ante el
mundo unida a la curiosidad por conocer cuanto le rodea. El filósofo, en este sentido, no es un
sabio, que ya conoce todas las respuestas, ni un ignorante, que las desconoce y ni siquiera
tiene interés en conocerlas, sino, tal y como nos dice el sentido etimológico del término
"filósofo" (filo-sophos), un amigo o amante de la sabiduría, aquel que aspira al saber, que es
consciente de su propia ignorancia y que no se conforma con aceptar sin poner en cuestión las
afirmaciones que le brinda el sentido común o las demás personas.

Esta actitud está perfectamente ejemplificada por el filósofo Sócrates (470-399 a. C.),
famoso por su sentencia "Sólo se que no se nada" y su modo de vida, en constante indagación,
inspirada en el lema del oráculo de Delfos "Conócete a ti mismo". La figura de Sócrates, para el
cual "una vida sin examen no merece la pena ser vivida ha llegado a representar a la propia
filosofía en el imaginario colectivo.

Estas dos formas de entender la filosofía, la filosofía como saber y la filosofía como
actitud son tan sólo dos maneras de comprender y practicar la filosofía; sin embargo, a lo largo
del tema veremos nuevos enfoques y concepciones de la filosofía.

1.2. Posible definición de la filosofía

Cuanto hemos dicho hasta ahora es una explicación y aclaración del tipo de indagación que
comúnmente denominamos filosófica y de la forma en la que pretende conocer al ser humano
y a la realidad. Pero hasta ahora no hemos ofrecido una definición en sentido estricto.
Encontrar una definición que fuese interesante y significativa, esto es, que no fuese algo
excesivamente general y vago, probablemente excluiría algunas o muchas de las corrientes
filosóficas que se han dado, puesto que lo que históricamente ha sido considerado filosofía ha
ido cambiando de tal forma a lo largo del tiempo que resulta muy difícil encontrar puntos en
común a todas las tendencias.

A pesar de todo, una de las definiciones que se han formulado es la que afirma que la
filosofía es pensar sobre el pensar, definición que tiene la virtud de mostrar el carácter de
"pensamiento de segundo grado" propio de la filosofía; es decir, si la ciencia y la política, por
poner dos ejemplos, son dos modos de pensar la realidad, la filosofía constituye un pensar
sobre ese pensar. Algunos autores consideran que el auténtico pensamiento de primer grado
es el sentido común, mientras que la ciencia y la filosofía supondrían reflexiones de segundo y
tercer grado respectivamente. Lo importante, por el momento, no es definir el número de
grados o categorías en las que podemos clasificar la reflexión, sino darse cuenta de la
existencia de esos niveles, cada uno de los cuales constituye una profundización con respecto
al anterior.
Este planteamiento puede muy fácilmente conducirnos a la pregunta: "¿qué sucede cuando
reflexionamos sobre la filosofía? ¿se trata acaso de un nuevo nivel de profundización más allá
de la filosofía?". La respuesta a esta pregunta es negativa. La meta-filosofía, o la reflexión
sobre la filosofía, es a su vez una cuestión filosófica. De hecho la filosofía es la única disciplina
que se estudia a sí misma. El motivo por el que esto es así se verá más claro al examinar los
rasgos de la reflexión filosófica

1.3. Filosofía: nombre y concepto

Ya hemos comentado que la filosofía, en su sentido etimológico quiere decir "amor a la


sabiduría". La atribución a Pitágoras de ser el primero en autonombrarse "filósofo" figura en
las Tusculanas de Cicerón, quien, a su vez, tomó este dato de un escrito de Heráclides Póntico.
En esta primera aparición del término "filósofo" se destaca el aspecto contemplativo de la
acción de filosofar. Burnet resume de esta manera la concepción pitagórica:

"En esta vida hay tres clases de hombres, lo mismo que hay tres clases de personas
que van a los juegos olímpicos. La más baja es la que va a comprar y vender, la segunda a
tomar parte en las competiciones. Pero los mejores son los que solamente van a contemplar el
espectáculo. La más grande purificación es, por lo tanto, la ciencia desinteresada, y el hombre
que se dedica a ella, el verdadero filósofo, se libra más eficazmente de la rueda del
nacimiento."

La aurora del pensamiento griego , Burnet.

Otro significado originario del término "filosofía" es el de indagación. Ahora bien, si


tomamos tal indagación en el sentido más general, el filósofo es también el sabio, el sofista
(nombre que recibieron, por ejemplo, los siete sabios de Grecia y que no tenía en un principio
el matiz despectivo que hoy se le atribuye), o incluso el mago o el sacerdote. Todos ellos llevan
a cabo algún tipo de indagación o investigación (y de esa forma incluso Tucídides hace decir a
Pericles de sí mismo y de los atenienses: "Nosotros amamos lo bello con sencillez y filosofamos
sin timidez"). Todas las ciencias caerían en este concepto de filosofía, si bien no conviene
olvidar que en la antigua Grecia, a la que ahora nos estamos refiriendo al buscar el origen del
término, la distinción que hoy marcamos entre lo científico y lo filosófico es prácticamente
inexistente.

Un sentido más restringido de tal investigación , más próximo a lo que comúnmente


entendemos hoy por filosofía, hace alusión a una investigación peculiar que se caracteriza por
ser fundamental para las demás, pues no es sino la investigación que es consciente de sí
misma, que opera en un nivel más profundo y que constituye la base para las demás. Esta
doble significación que encontramos en el origen del término "filosofía" puede verse
claramente en Platón y Aristóteles, y continuará después de éste en los filósofos del período
helenístico.
1.4. Observaciones generales

Antes de tratar en profundidad los principales puntos del tema, conviene señalar
varias cuestiones que, aunque muestren lo complejo que resulta el problema de dilucidar la
naturaleza de la filosofía, no pueden ser dejadas de lado.

Un aspecto importante es el hecho de que no hay una única "Filosofía", como el


nombre nos podría hacer creer, sino que es más correcto hablar de filosofías, de diferentes
modos de ver el mundo y de entenderlo. Por lo tanto no hay un marco común general al que
todos los filósofos se remitan cuando afirman que hacen filosofía. Ahora bien, sería incorrecto
pensar que cada una de estas filosofías es producto exclusivo de la originalidad de su creador y
que, por lo tanto, cada filosofía es un mundo aislado sin conexión con las demás. Por el
contrario, la filosofía de cada autor está en relación no sólo con las filosofías previas, frente a
las cuales reacciona (bien para criticarlas, bien para complementarlas), sino también en
relación con un momento histórico determinado, con sus peculiares características,
necesidades y problemas. Así pues, tanto a nivel histórico como a nivel teórico, toda filosofía
es una filosofía situada. Veamos con más detalle qué quiere decir esta expresión:

A) Decimos que una filosofía está situada históricamente porque se encuentra inmersa en el
devenir de los acontecimientos históricos como un momento más. Ninguna filosofía puede
salirse de la historia y juzgar a los demás "desde el exterior". Su situación en un momento
concreto de esa misma historia conlleva necesariamente un determinado punto de vista que
no ha sido libremente elegido.

B) A nivel teórico toda filosofía está situada en el sentido de que incorpora una serie de
prejuicios que condicionan su modo de pensar y que impiden, de esta forma, una supuesta
"neutralidad y objetividad". El filósofo H. G. Gadamer, en su obra Verdad y método , hace
hincapié sobre la presencia del prejuicio en toda filosofía, y la imposibilidad de su eliminación,
cuestionando también la presunta ventaja de la eliminación del prejuicio:

"Sólo este reconocimiento del carácter esencialmente prejuicioso de toda


comprensión confiere al problema hermenéutico (1) toda la agudeza de su dimensión. Medido
por este patrón se vuelve claro que el historicismo, pese a toda crítica al racionalismo y al
pensamiento iusnaturalista, se encuentra él mismo sobre el suelo de la moderna Ilustración y
comparte impensadamente sus prejuicios. Pues existe realmente un prejuicio de la Ilustración,
que es el que soporta y determina su esencia: este prejuicio básico de la Ilustración es el
prejuicio contra todo prejuicio y con ello la desvirtuación de la tradición. Un análisis de la
historia del concepto muestra que sólo en la Ilustración adquiere el concepto del prejuicio el
matiz negativo que ahora tiene. En sí mismo "prejuicio" quiere decir un juicio que se forma
antes de la convalidación definitiva de todos los momentos que son objetivamente
determinantes. "Prejuicio" no significa pues en modo alguno juicio falso, sino que está en su
concepto el que pueda ser valorado positivamente o negativamente."

Verdad y método , H. G. Gadamer

No obstante estas últimas observaciones sobre la filosofía y su "situación" en un


momento dado no deben llevarnos al extremo contrario, a la aceptación de un total
relativismo que haría a cada filosofía fruto exclusivo de las circunstancias en las que se
encuentra. La pretensión de universalidad y generalidad de las afirmaciones de cada filosofía
siguen siendo legítimas, pero sí debemos estar alertas sobre el peligro de pretender situarse
en una posición supuestamente neutral desde la que juzgar al resto de filosofías como si uno
mismo no tomase partido. En el momento en que lanzamos una pregunta ya hemos hecho una
elección, hemos abierto la puerta a un tipo de respuestas y probablemente la hayamos
cerrado para otras perspectivas. De ahí la importancia de cuestionarse la realidad de diversas
formas, de poder adoptar otros puntos de vista, de no dar nada por sentado y de, llegado el
caso, saber rectificar. Siendo como somos, imperfectos, es absurdo pretender que nuestro
conocimiento sea infalible. En el capítulo 6 volveremos sobre esta cuestión con más detalle
mostrando cómo la consecuencia lógica de la constatación de que nuestro conocimiento es
falible es, o debería ser, la tolerancia entre las diversas posturas. No obstante, sirva lo dicho
hasta ahora para este primer apartado introductorio.

1.5. Diversos enfoques ante la pregunta: "¿Qué es filosofía?"

Si antes comentábamos que las preguntas filosóficas no son neutrales, sino que
distintas preguntas, aparentemente similares, pueden encauzarnos hacia un determinado tipo
de respuesta de forma inadvertida, conviene señalar también que, ante una misma pregunta
caben distintos enfoques a la hora de dar una respuesta. Tales enfoques pueden determinar
qué aspectos son relevantes o qué datos hay que tener en cuenta a la hora de responder a la
pregunta que se ha planteado.

La pregunta "¿Qué es filosofía?" puede responderse desde diversos puntos de vista.


Así, encontramos lo que podríamos denominar la perspectiva histórica . Desde esta
perspectiva, si queremos saber qué sea la filosofía debemos fijarnos en su historia,
especialmente en sus orígenes, debemos fijarnos en la evolución de los distintos sistemas, las
corrientes históricas, aquellos temas que se repiten una y otra vez a lo largo del tiempo, las
influencias e interconexiones entre los distintos puntos de vista, etc. Por otro lado, lo que
podríamos denominar como la perspectiva de la actividad , fija su atención en el tipo de acción
que se desarrolla. La pregunta fundamental es, en este caso, ¿Qué es lo que hacen los filósofos
cuando están "trabajando"?. Ahora bien, en la medida en que la filosofía es una actividad
consciente, tiene un fin, por lo tanto, desde lo que denominaríamos la perspectiva pragmática
, podemos preguntarnos "¿cuál es el fin de la filosofía? ¿En qué medida se consigue o se
aproxima a él?" En función de lo que respondamos podemos plantearnos "¿es útil? ¿qué
sentido tiene?".

Queda patente de esta forma que la reconstrucción de la historia de la filosofía que


elaboremos puede ser muy distinta si elegimos unilateralmente uno de estos planteamientos.

NOTAS

(1) La hermenéutica es una corriente filosófica que surge a mediados del siglo XX. Afirma que
lo que denominamos verdad no es sino el resultado de una determinada interpretación. La
verdad tiene siempre, por lo tanto, un carácter relativo, parcial y transitorio, pero nunca
objetivo y sistemático.
2. LA EXPERIENCIA FILOSÓFICA

2.1. Sobre el concepto de "experiencia" en general.

Qué se entiende por "experiencia" es algo que no está claramente delimitado y que
tiene diversos significados en función de la corriente filosófica de la que partamos. Aquí tan
sólo pretendemos distinguir algunos modos de entender la experiencia para mostrar la
ambigüedad y apertura del término y tener esto presente cuando hagamos alusión a la forma
específica de experiencia denominada "experiencia filosófica".

La experiencia puede entenderse como:

• La aprehensión inmediata por parte de un sujeto de una realidad, sea del tipo que sea (un
dolor, alegría, etc.). Se trataría de un cierto modo de conocer previo a toda reflexión sobre
aquello que se conoce.

• La aprehensión inmediata por medio de los sentidos. En esta ocasión la experiencia, siendo
también individual e inmediata como en el caso anterior, se limita a lo ofrecido por los
sentidos.

• Aprendizaje, experiencia entendida como enseñanza adquirida con la práctica. Aquí tienen
cabida la experiencia de un oficio, o la experiencia de la vida

• Confirmación empírica de los juicios sobre el mundo por medio de la verificación a través de
los sentidos. Este tipo de experiencia es tomada como modelo en la investigación científica.

• Vivencia interna, experiencia que, de forma similar a la aprehensión inmediata, tiene lugar
para un sujeto individual, si bien, al no ceñirse a la inmediatez de forma estricta, alberga un
mayor número de experiencias (por ejemplo, la experiencia de la fe, o las vivencias místicas)

Existen otras formas adicionales de clasificar la experiencia, así se traten de


experiencias de carácter "interno" o "externo", individuales o colectivas o bien en función de
que exista la posibilidad de verificación de dichas experiencias o no.

Por otra parte no conviene olvidar que, además de poseer múltiples significados, el
término experiencia ha ido evolucionando con el tiempo. Autores como William James o John
Dewey han situado el concepto de experiencia en el centro de su filosofía y, conscientemente,
han propuesto un nuevo modelo más amplio y complejo, que diese cabida al mayor número de
acepciones como las propuestas anteriormente.

Un ejemplo que muestra hasta qué punto es problemático el concepto de experiencia


lo podemos ver en el siguiente problema, que, aunque es ya clásico, ha sido recientemente
popularizado por medio de la película Matrix, en base a la cual se ha creado en la dirección de
internet http://www.philosophers.co.uk/games/matrix_start.htm (1) un programa-simulación
que introduce al lector en el dilema siguiente (expresado ahora tal y como se expone en la
película)

"¿Alguna vez has tenido un sueño que pareciese muy real? ¿Qué ocurriría si no
pudieras despertar de ese sueño?, ¿cómo distinguirías el mundo de los sueños de la realidad?"
Un experimento mental como éste (cuya consideración ¿produce a su vez una
experiencia filosófica en el lector?) suele provocar ciertos ajustes en nuestra idea habitual de
experiencia y mostrar aspectos que habían pasado desapercibidos hasta entonces, como por
ejemplo la relación entre la experiencia y la realidad y los medios para relacionar una y otra,
así como cuestiones sobre la o las personas que tienen una experiencia y aquello que
experimentan ¿qué relaciones se establecen entre unas y otra? ¿Cuáles de las cinco formas de
entender la experiencia del apartado anterior son aplicables en esta ocasión?

2.2. Rasgos de la experiencia filosófica

Si anteriormente hemos caracterizado a la filosofía como un intento crítico de


comprender el mundo en su totalidad, por experiencia filosófica consideraremos el peculiar
estado mental en el que se realiza dicho intento y que se caracteriza fundamentalmente por la
admiración y la extrañeza. La admiración es un elemento fundamental para el filosofar porque
es lo que nos lleva a fijar nuestra mirada sobre el mundo, hace que éste nos interese y nos
resulte valioso. Así, lo bello, o lo bueno, son ejemplos de lo que nos llama la atención. El
filósofo que reflexiona en profundidad encuentra, debido a su admiración, que todo puede ser
digno de estudio y de examen, de contemplación y de sorpresa, en la medida en que la
reflexión le muestra nuevos aspectos de la realidad:

"Entramos solos en el mundo con los ojos del ánimo cerrados, y cuando los abrimos al
conocimiento ya la costumbre de ver las cosas, por maravillosas que sean, no deja lugar a la
admiración. Por eso los varones sabios se valieron siempre de la reflexión, imaginándose llegar
de nuevo al mundo, reparando en sus prodigios, que cada cosa lo es, admirando sus
perfecciones y filosofando artificiosamente.

El Criticón , Baltasar Gracián

"Que no se trata (la filosofía) de una ciencia productiva es evidente ya por los primeros
que filosofaron. Pues los hombres comienzan y comenzaron siempre a filosofar movidos por la
admiración; al principio admirados ante los fenómenos sorprendentes más comunes; luego
avanzando poco a poco y planteándose problemas mayores, como los cambios de la luna y los
relativos al sol y a las estrellas, y la generación del universo. Pero el que se plantea un
problema o se admira, reconoce su ignorancia. (Por eso también el que ama los mitos es en
cierto modo filósofo; pues el mito se compone de elementos maravillosos). De suerte que, si
filosofaron para huir de la ignorancia, es claro que buscaban el saber en vista del
conocimiento, y no por alguna utilidad. Y así lo atestigua lo ocurrido, pues esta disciplina
comenzó a buscarse cuando ya existían casi todas las cosas necesarias y las relativas al
descanso y al ornato de la vida. Es, pues, evidente que no la buscamos por ninguna otra
utilidad, sino que, así como llamamos hombre libre al que es para sí mismo y no para otro, así
consideramos a ésta como la única ciencia libre, pues ésta sola es para sí misma. Así, pues,
todas las ciencias son más necesarias que ésta; pero mejor, ninguna."

Metafísica , Aristóteles

El que filosofa, por lo tanto, siente admiración por cuanto le rodea. Pero la admiración
por sí sola no basta. Es necesaria la extrañeza, la duda , la incertidumbre, la sospecha, la
constatación de que esa realidad que nos llama tanto la atención, no se explica por sí misma.
No en vano el filósofo es alguien capaz de ver problemas donde muchos otros lo ven todo
claro, demasiado claro, en ocasiones. La filosofía no es un salir de dudas, sino al contrario, un
entrar en ellas, en palabras de Fernando Savater, quien critica una concepción muy extendida
de la filosofía según la cual su función debería ser indicar con claridad lo que debe hacerse o
no, o despejar los problemas, si es que no es capaz de solucionarlos. A continuación, y dejando
que el lector juzgue por sí mismo, figuran ambas posturas. En primer lugar leamos a Savater,
quien afirma:

"Todavía hay quien, de vez en cuando, expresa su añoranza por una filosofía "útil para
la vida"; esta postura me parece que encierra un malentendido: la sabiduría en lo que tiene de
lucidez y crítica va siempre contra la vida; vivimos a pesar de lo que sabemos, no gracias a ello.
No concibo que el pensamiento facilite la vida; la arriesga, la compromete, la zapa en la
mayoría de los casos; quizás por eso sea la forma más alta de la vida humana que conocemos,
porque es la más antivital, la que nos pone al borde de perderlo todo sin ofrecer nada a
cambio, salvo horror, soledad o locura."

Apología del sofista , Fernando Savater

Quien busca seguridades en la filosofía probablemente se sentirá decepcionado ante


este hecho. Sin embargo la fertilidad y el valor de la filosofía es un resultado, esta vez en
palabras de Kart Popper, "de la capacidad de ver nuevos problemas allí donde nadie los había
visto antes y de encontrar nuevos modos de resolverlos". Curiosamente, en palabras de
Bochenski, es éste mirar con mayor profundidad lo que facilita, aunque no sea de un modo
inmediato, un modo de vida más humano:

"Nada es más desatinado que negar el valor de la filosofía para la vida. Cierto que el
filósofo no siempre importa mucho para la realidad cotidiana. Su destino, por lo general, ha
consistido en no ser comprendido sino después de su muerte... El filósofo no cuenta para las
exigencias de la hora y las necesidades del día. Pero ¿será esto un defecto? ¿Es que el hombre,
cuando es realmente hombre, no perfora la pura existencia momentáneaa? En la medida en
que convertimos la actividad del momento en objeto del saber ¿no corremos el peligro de
rebajar al hombre al nivel del animal? Quien vive la vida del espíritu, cualesquiera que sean sus
convicciones filosóficas, sabe que las cosas son de otro modo: la filosofía, por lo mismo que no
se refiere al aquí y al ahora del momemnto, ni alberga ninguna intención de inmediata utilidad
para la vida, representa una de las potencias espirituales mayores que nos preservan de
sumirnos en la barbarie y nos ayudan a seguir siendo hombres y a serlo cada vez en mayor
grado... Por insignificante que parezca, la filosofía constituye, sin embargo, una poderosa
fuerza histórica."

La filosofía actual, Bochenski

En cualquiera de los casos seguimos contando con la admiración y la extrañeza, que


implica duda e incertidumbre (una incertidumbre que no tiene por qué ser negativa mientras
no convirtamos la certeza absoluta en nuestro objetivo fundamental). Ahora bien, ¿todo lo
que nos rodea nos produce, o produce en el filósofo, esas sensaciones? Sin duda no es así, y
para explicar el por qué deberemos distinguir entre la "experiencia filosófica" y el "problema
filosófico".

2.3. Experiencia filosófica y problemas filosóficos

Tal y como hemos hablado de la experiencia filosófica es claro que se trata de una
vivencia personal, subjetiva y que puede variar en función del sujeto que la experimente. Los
problemas filosóficos, por el contrario, podrían ser calificados de "objetivos", en el sentido de
que son "independientes" de cada uno de los filósofos particulares (la cuestión de la
objetividad o independencia de dichos problemas es una cuestión filosófica en la que no
vamos a entrar en este momento). De esta forma, los problemas filosóficos sobreviven a lo
largo del tiempo y algunos de ellos perviven desde el comienzo de la filosofía.

Toda experiencia filosófica, como, por ejemplo, la angustia ante la muerte, supone un
problema filosófico; sin embargo, no todo problema filosófico conlleva una experiencia
filosófica en quien lo escucha, lo lee o incluso en quien intenta resolverlo. Si un árbol produce
algún sonido cuando cae en medio de un bosque aunque nadie lo esté viendo, o si la mesa
sigue existiendo cuando uno sale de la habitación, por no hablar de la cuestión de si existen
juicios sintéticos a priori o si el número de verdades de razón es mayor que el de verdades de
hecho (todos ellos problemas filosóficos técnicos en los que no es necesario entrar en este
momento), son problemas que no suscitarán la más mínima experiencia filosófica en muchas
personas.

La experiencia filosófica, por lo tanto, consiste en problemas filosóficos que hemos


interiorizado, que hemos hecho nuestros y ante los cuales debemos dar una respuesta. Las
experiencias filosóficas suelen darse en lo que se ha denominado, en palabras de Kart Jaspers,
"situaciones límite", incógnitas cuya solución exacta está más allá de nuestro alcance, pero
frente a las cuales debemos responder de una manera u otra. Anteriormente mencionamos lo
bello y lo bueno como ejemplos de objetos de admiración, como situaciones límite ante las
que nos planteamos ¿cuál es su naturaleza? ¿qué debo hacer ante ellas? Es el caso asimismo
de la muerte, el dolor, la culpa, la necesidad y el anhelo de comunicación. La pregunta por la
naturaleza de la filosofía es igualmente una pregunta que nos sitúa en el límite de nuestro
conocimiento. Es por ello que dicha pregunta es filosófica a su vez.

A pesar de la subjetividad de la experiencia, sin embargo, hay un rasgo común en las


experiencias filosóficas que parece darnos la clave para distinguirlas, y un término griego,
aletheia , expresa adecuadamente esa característica común. Aletheia significa "verdad", ahora
bien, esa verdad no se entiende como una correspondencia entre nuestras teorías y la
realidad, sino como un "desvelamiento", y es aquí donde está la clave. El desvelamiento
supone un darse cuenta de un aspecto de la realidad que es fundamental o más básico que el
que hasta el momento habíamos considerado, supone, en definitiva, constatar que las cosas
no son como habíamos pensado (bien porque por medio de la experiencia filosófica hemos
descubierto un orden subyacente del que no éramos conscientes o bien, por el contrario,
porque hemos constatado la falsedad del orden que hasta el momento creíamos ver en la
realidad).

El siguiente texto de F. Waismann se sitúa en esa misma línea de pensamiento:


"Preguntar "¿Qué pretende usted en filosofía?" y responder "Enseñar al ratón al salir
del laberinto" es. Bueno, honor a quien lo merece, me callo lo que iba a decir. Excepto quizá
esto: hay algo profundamente emocionante en filosofía, un hecho que no se entiende con una
explicación negativa. No se trata de "clarificar los pensamientos", del "uso correcto del
lenguaje" ni cualquier otra condenada cosa por el estilo. ¿Qué es? La filosofía es muchas cosas
y no hay fórmula que las abarque todas. Pero si tuviera que decir con una sola palabra cuál es
el aspecto más esencial, diría sin ninguna duda: visión. En el corazón de cualquier filosofía
digna de ese nombre se encuentra una visión a partir de la cual surge y toma forma. Cuando
digo "visión" quiero decir eso precisamente, no hago literatura. Lo característico de la filosofía
es horadar esa costra muerta de tradición y convención, romper esos grilletes que nos
encadenan a los prejuicios heredados, así como acceder a un modo de ver las cosas nuevo y
más amplio. Siempre se ha tenido la sensación de que la filosofía debería descubrirnos lo
oculto. (No soy insensible a los peligros de tal opinión.) Sin embargo, de Platón a Moore y
Wittgenstein, todo gran filósofo se ha orientado por el sentido de la visión. Sin él nadie habría
impreso una nueva dirección al pensamiento humano o abierto ventanas sobre lo aún-no-
visto. Aunque pudiese haber sido un buen técnico, no habría dejado huella en la historia de las
ideas. Lo decisivo es un nuevo modo de ver, y su secuela, el deseo de transformar totalmente
el escenario intelectual. Esto es lo esencial, y todo lo demás es subsidiario.

Al argumentar a favor de su punto de vista, el filósofo tendrá que socavar, casi contra
su voluntad, las categorías y clichés mentales ordinarios, exponiendo las falacias que subyacen
a los puntos de vista ya establecidos que están atacando. Y no sólo esto, tiene que ir tan lejos
como sea necesario para poner en tela de juicio incluso cánones de lo que es satisfactorio. En
este sentido la filosofía es volver a poner a prueba las normas. En cada filósofo hay algo de
reformador. Por esta razón, cualquier avance científico que afecta a las normas se considera
con significado filosófico, desde Galileo o Einstein o Heisenberg"

La concepción de la filosofía , Freidrich Waismann

Por último, para ejemplificar más claramente si cabe la diferencia entre experiencia
filosófica y problema filosófico (aunque no olvidemos que no hay experiencia sin problema)
compárense los libros "101 experiencias filosóficas de la vida cotidiana", de Roger-Pol Droit, y
"101 problemas de filosofía", de Martin Cohen.

En el primero de ellos lo que se propone son ejercicios que el lector puede realizar
para que le lleven a un estado mental determinado en cada caso en el que la realidad deja de
ser lo que era hasta el momento para descubrir nuevos aspectos insospechados. Su autor nos
propone, por ejemplo, repetir una palabra muchísimas veces hasta hacer que pierda su
significado o rezar las páginas de un listín telefónico, experiencias con el sentido, con el propio
cuerpo o con las propias emociones.

El segundo de los libros presenta una serie de problemas, tanto clásicos como
recientes, agrupados en categorías: problemas lógicos, dilemas morales, imágenes paradójicas,
etc. (incluido un capítulo titulado "Doce problemas filosóficos que no le importan a nadie", en
el que figura, por ejemplo, el problemas planteado por la afirmación "el actual rey de Francia
es calvo"). Este libro, a diferencia del primero, nos ofrece enigmas tales como las paradojas de
Zenón, la compatibilidad entre la bondad de Dios y el mal en el mundo o la posibilidad de
distinguir o no entre el sueño y la vigilia.

Dependerá de las inquietudes de cada uno y de las circunstancias en las que se


encuentre el que estos problemas den pie a la experiencia filosófica. No todo problema
filosófico da lugar a una experiencia filosófica, al igual que no siempre que dormimos,
soñamos, pero sin lo primero es imposible lo segundo. Siguiendo con la metáfora del sueño,
podríamos decir de la filosofía algo parecido. No siempre filosofamos en todo momento, pero
al igual que soñamos cuando estamos profundamente dormidos, quizá filosofamos cuando
estamos profundamente despiertos.

2.4. Principales problemas filosóficos

A lo largo de la historia algunos filósofos han considerado que ciertos problemas


filosóficos eran en algún sentido o en otro fundamentales, y que a partir de ellos se derivaban
los demás. Sirva como ejemplo de esto Kant, quien afirma:

"El campo de la filosofía puede reducirse a las siguientes preguntas: 1) ¿Qué puedo
saber? 2) ¿Qué debo hacer? 3) ¿Qué me está permitido esperar? 4) ¿Qué es el hombre? A la
primera pregunta responde la Metafísica; a la segunda, la Moral; a la tercera, la Religión, y a la
cuarta, la Antropología. Pero, en el fondo, se podría considerar todo ello como perteneciente a
la Antropología, pues las tres primeras preguntas se refieren a la última."

Crítica de la Razón Pura , Inmanuel Kant

Este texto muestra la estrecha relación entre los problemas fundamentales y las
distintas ramas de la filosofía así como la interrelación de los problemas entre sí. Otros autores
elaboran distintas listas de problemas, y, en ocasiones, como hace Kant, remiten todos ellos a
un único problema fundamental.

La serie de problemas filosóficos que presentamos aquí pretende ser sólo una muestra
de las cuestiones que han sido tratadas por la filosofía a lo largo de los siglos. Se trata de
problemas "clásicos" frente a los cuales ya los griegos dieron sus propias respuestas (El orden
de presentación, es conveniente aclarar, no responde a un orden de importancia lógica o de
ningún tipo).

- El problema del conocimiento. La verdad y la falsedad:

¿Qué queremos decir cuando decimos que sabemos algo? ¿Hay distintos tipos de
conocimiento? ¿Cuáles son, si existen, las fuentes del conocimiento? ¿Qué es la verdad? (y, en
oposición, ¿qué es la falsedad?) ¿Existe un método determinado que nos permita conocer?
¿Qué relación guardan nuestras teorías con la realidad?

- El ser humano y el problema del libre albedrío:

¿Qué se entiende por "persona"? ¿Existe una "naturaleza humana"? ¿En qué medida
somos fruto de la educación y de factores externos a nosotros? ¿Qué se entiende por
"dignidad humana"? ¿Somos libres para actuar o estamos determinados de alguna forma? ¿Es
compatible el determinismo con la libertad? ¿Hay distintos tipos de libertad? Si es así, ¿cuáles
son? En caso de no ser libres ¿somos responsables de nuestros actos?

- La existencia de Dios y el problema del mal:

Consideración de los diversos argumentos a favor de la existencia de Dios (argumento


de la primera causa, ontológico, argumento del diseño, etc.) o en contra (factores psicológicos,
sociales.etc.). En caso de aceptar la existencia de Dios (al que se le supone todopoderoso,
omnisciente y bondadoso) ¿cómo se explica el mal en el mundo? ¿Es atribuible en su totalidad
al ser humano?

- Problemas en torno a la realidad:

¿En qué consiste aquello que llamamos "real"? ¿Cuál es su origen? ¿Qué es lo que
conocemos de la realidad? ¿Cómo nos relacionamos con la realidad?

- Cuestiones éticas y morales

¿Qué es el bien o el mal? ¿Qué es la justicia y lo justo? ¿A qué debe aspirar el ser
humano? ¿Por qué? ¿Existe un fundamento de la acción moral? Si es así ¿cuál pudiera ser?
¿Cuál es el origen de la conciencia moral? ¿Cómo se relaciona la moral con otras leyes? ¿Qué
papel tienen o deberían tener a la hora de juzgar una acción factores como las emociones, los
motivos, los fines, las intenciones, las consecuencias o las circunstancias?

NOTAS

(1) Recomendamos encarecidamente que se visite esta página para hacerse una mejor
idea del tipo de experimento mental al que nos referimos. Asimismo, en la página
http://filomatrix.webcindario.com/lafilosofiaymatrix.html se muestran algunas de las
implicaciones filosóficas de la cuestión y los autores que las han tratado en el pasado,
como Platón, en el famoso mito de la caverna, Descartes y su duda absoluta o Hilary
Putnam y su hipótesis de los cerebros en cubetas.
3. LAS FORMAS DE LA EXPERIENCIA FILOSÓFICA

A partir de los distintos problemas filosóficos, como hemos dicho, se han generado
distintos tipos de experiencia filosófica. La siguiente ordenación sigue un orden cronológico,
pues pretende mostrar, por un lado, que las sucesivas experiencias filosóficas ante el mundo
constituyen una progresiva profundización en el conocimiento de la realidad y, por otro lado,
que existe una relación entre unas y otras que no conviene olvidar.

Al referirnos en esta ocasión a las experiencias filosóficas que se han dado a lo largo de
la historia abandonaremos el enfoque individual del anterior apartado para pasar a hablar de
los intereses y problemas, las incógnitas y las preocupaciones de épocas o pueblos enteros (si
bien es cierto que los textos de los que nos valemos para ejemplificar cada experiencia, son,
naturalmente, fruto de un solo autor, no por ello dejan de ser representativos de la manera de
experimentar o de ver el mundo de un grupo social en un momento dado). Hablar de la
experiencias "colectivas" presenta sin duda más problemas de análisis, pero es indudable que
tales distinciones por épocas (filosofía griega o filosofía romana, por ejemplo) o incluso por
países (filosofía inglesa y filosofía alemana) suponen una inestimable ayuda a la hora de
aglutinar y agrupar las diversas formas de entender el mundo y la propia filosofía (más
adelante examinaremos esta cuestión con cierto detenimiento).

La primera experiencia que aparece en la historia de la filosofía es la que podríamos


denominar experiencia físico-natural , y hace su aparición de la mano del problema de la
Physis o Naturaleza, esto es, la búsqueda de un principio básico que constituya la realidad
originaria de todas las cosas (las respuestas a este problema por parte de algunos
presocráticos, fueron los diversos elementos, o una cierta combinación de ellos). No obstante
no transcurre mucho tiempo hasta que aparece una genuina experiencia metafísica con el
problema del Ser planteado por Parménides. La experiencia metafísica supone la preocupación
por el fundamento último de esa realidad. Con Sócrates se tratan de lleno las cuestiones
acerca de la virtud y la moral, con lo que irrumpe la experiencia ética o axiológica (en torno a
los valores), tratada igualmente por los sofistas, quienes a su vez reflexionan sobre el lenguaje
y la política así como el problema del conocimiento. Podríamos denominar a cada una de las
maneras de enfrentarse a estos problemas experiencia lingüística, política , etc. pero el
término no es adecuado en todos los casos (los más oportunos tal vez sean los de experiencia
metafísica y ética, ejemplificada esta última por los dilemas éticos o por los casos de conductas
ejemplares). En cualquier caso lo importante es constatar que cada tipo de problema se vive
de una determinada forma, da lugar a distintas actitudes y tiene como consecuencia distintas
soluciones. ¿Bajo qué nombre calificaríamos, por ejemplo, la siguiente experiencia que recoge
Demócrito?:

"Hay que reconocer que la vida humana es frágil, que dura poco y que constantemente
se ve sacudida por los golpes y las dificultades del destino; por lo tanto, no debe preocuparse
uno por poseer, más que moderadamente, y medir la miserias según lo que es necesario."

Demócrito de Abdera
Platón es el primer gran sistematizador de la historia de la filosofía, y no hay problema
filosófico que no reciba cierta atención de su parte. La famosa afirmación de A. N. Whitehead,
"la historia de la filosofía occidental es una serie de notas a pie de página de la filosofía de
Platón", puede parecer exagerada en cuanto al contenido se refiere, pero en lo que respecta a
nuevos enfoques, problemas y experiencias no resulta tan descabellada. Todos los temas
mencionados anteriormente, así como la experiencia estética, el amor, la muerte, la historia, la
naturaleza humana, la matemática, el placer y cuantas cuestiones pueden ser objeto de la
filosofía, tuvieron cabida en su filosofía (probablemente la lógica formal sea la única
excepción)

El siguiente ejemplo muestra las reflexiones de Platón con motivo de su experiencia


política. Si bien su experiencia es individual y exclusivamente suya, representa, como ya hemos
dicho, un modo de sentir que sin duda compartirán muchas otras personas, no solamente en
su tiempo, sino en otras épocas y lugares:

Al ver esto y al ver a los hombres que llevaban la política, cuanto más consideraba yo
las leyes y las costumbres, y más iba avanzando en edad, tanto más difícil me fue pareciendo
administrar bien los asuntos del Estado. La legislación y la moralidad estaban corrompidas
hasta tal punto que yo, lleno de ardor al principio para trabajar por el bien público,
considerando esta situación y de qué manera iba todo a la deriva, acabé por quedar aturdido.
Finalmente, llegué a comprender que todos los Estados actuales están mal gobernados, pues
su legislación es prácticamente incurable sin unir unos preparativos enérgicos a unas
circunstancias felices. Entonces me sentí irresistiblemente movido a alabar la verdadera
filosofía, y a proclamar que sólo con su luz se puede reconocer dónde está la justicia en la vida
pública y en la vida privada. Así pues, no acabarán los males para el hombre hasta que llegue la
raza de los puros y auténticos filósofos al poder, o hasta que los jefes de las ciudades, por una
especial gracia de la divinidad, no se pongan verdaderamente a filosofar"

Carta VII, Platón

Aristóteles, considerado el iniciador de la lógica formal clásica (aunque muy limitada


en comparación con los desarrollos de la lógica contemporánea) tiene como experiencia
fundamental la metafísica y la búsqueda de los principios de todos los seres. Como todos los
grandes sistematizadotes que se han dado a lo largo de la historia de la filosofía, su gran
preocupación fue la del orden y armonía interna de su sistema. En su caso se vio influido en
gran medida por el estudio de la naturaleza y de la biología, lo que le llevó a estudiar la
realidad buscando su origen, constitución y finalidad.

Con la filosofía helenística, que responde directamente a una época de inestabilidad e


inseguridad política, la filosofía se convierte en una útil herramienta para alcanzar la felicidad.
La reflexión, y la actitud que debe derivar de ella, tienen una finalidad práctica y una
importancia fundamental, hasta el punto de convertirse en un "modo de vida". Las
especulaciones abstractas, especialmente en la etapa final del período helenístico, son
olvidadas o rechazadas en la medida en que no proporcionan un modelo de conducta
satisfactorio. El estado de ánimo del sabio, según esta forma de entender la filosofía, se
caracteriza por ser independiente, justo y ecuánime. Es un modelo que ha calado en el
imaginario colectivo hasta el punto de conformar la figura del sabio por excelencia.
La experiencia religiosa no es, estrictamente hablando, una experiencia filosófica
(aunque puede tener elementos metafísicos). Sin embargo, no por ello es ignorada por los
filósofos, para los cuales las cuestiones relativas a la fe o a la relación entre ciencia y religión
han ocupado un lugar central, especialmente en la época medieval a partir de la difusión e
implantación del cristianismo en occidente. San Agustín o Santo Tomás son ejemplos de este
modo de experimentar la filosofía. Ahora bien, dado que la experiencia religiosa está
íntimamente vinculada a otras experiencias que sí pueden considerarse genuinamente
filosóficas, como la experiencia de la mortalidad, de la finitud del ser humano o del sentido de
la vida, abundan a lo largo de la historia de la filosofía ejemplos de este modo de vivir y sentir:

"El hombre no es más que una caña, la más debil de la naturaleza; pero es una caña
pensante. No es necesario que todo el universo se arme para destrozarlo: un vapor, una gota
de agua es suficiente para matarlo. Pero aunque el universo lo destrozase, el hombre sería aún
más noble que el que lo mata, porque sabe que muere y sabe la superioridad del universo
sobre él; en cambio, el universo no sabe nada de ello. Toda nuestra dignidad consiste, pues, en
el pensamiento. Es con éste como debemos ennoblecernos, y no con el espacio y el tiempo
que podamos ocupar"

"Navegamos en un vasto mar, siempre inseguros e inestables, arrojados de un extremo


a otro. Cuando vislumbramos alguna roca que nos permita acercarnos a ella y ponernos a
salvo, desaparece y nos abandona, y si la perseguimos, se desliza y se nos escurre de las
manos, huyendo en una fuga eterna. Nada se detiene por nosotros. Ésta es nuestra condición
natural, que sin embargo es lo más contrario a nuestra inclinación; deseamos con ardor el
hallar un orden estable y una base última para edificar en ella una torre que se alce hasta el
infinito; pero todo nuestro fundamento se agrieta y la tierra se abre en un abismo."

Pensamientos , Blaise Pascal

El curso posterior de la historia de la filosofía profundizará en estas experiencias, las


vivirá de otra manera, pero no llegarán a crearse formas completamente nuevas. Lo que si
sufrirá un gran desarrollo será la reflexión filosófica con respecto a otras áreas del
conocimiento. De esta forma harán su aparición, por poner algunos ejemplos, la filosofía de la
acción, filosofía de la historia, filosofía de la matemática, filosofía de la ciencia, filosofía de la
historia, etc.

Como hemos podido comprobar, lo que llamamos experiencia filosófica es una síntesis
de factores personales tales como el carácter individual y la historia personal y de factores
sociales. Adolfo Sánchez Vázquez lo plantea de la siguiente forma:

"¿Podría afirmarse como afirman Nietzsche y Wittgenstein que toda filosofía es una
autobiografía, como decía mi maestro Gaos, "confesión personal"? No; la obra es irreductible a
la existencia individual de su creador, incluso en la poesía lírica, pues la subjetividad no es
absoluta. Menos reductible aún es la filosofía, ya que en ella se hacen presentes la sociedad, la
época, la clase, la tradición, elementos todos que trascienden al individuo, aunque el filósofo
se nutra de todos ellos."

Filosofía y circunstancias, Adolfo Sánchez Vázquez


Para distinguir en qué medida la experiencia filosófica de un autor concreto está
influida por su carácter o por el momento histórico en el que se encuentra resulta muy
práctico e ilustrativo compararlo con otro autor que haya abordado el mismo problema. Por
ejemplo, parece claro que las diferencias en el modo de experimentar las paradojas lógicas por
parte de Wittgenstein, para quien suponían un verdadero tormento y fuente de angustia, con
la manera como las vivía Lewis Carroll, para el cual eran fuente de diversión y entretenimiento,
se debe fundamentalmente a la diferencia de caracteres de uno y otro. Por el contrario, en el
modo de aproximarse a las cuestiones religiosas de los filósofos medievales, pongamos por
caso, y de Kierkegaard, no se puede olvidar el momento histórico de cada uno y la tradición de
pensamiento con la que cada uno cuenta.

4. LAS CONCEPCIONES DE LA FILOSOFÍA

Una de las mejores formas de comprender la multitud de concepciones y de formas de


entender la filosofía que existen es llevar a cabo un repaso de aquellos puntos de vista más
conocidos y destacados que han tenido lugar a lo largo de la historia. De esta manera se podrá
entender fácilmente que no es correcto hablar de "Filosofía", sino de "filosofías", en plural.

Esta exposición de modos de ver la filosofía no se ajusta a un orden cronológico


estricto, aunque este tampoco debe ser pasado por alto en la medida en que algunas
concepciones filosóficas han surgido como respuesta a otras ya existentes, bien para
complementarlas o bien para derrumbarlas. Comenzaremos examinando con más detalle los
dos modos de ver la filosofía presentados en la introducción, filosofía como un tipo de saber y
filosofía como actitud:

La filosofía como un tipo de saber, como un tipo de conocimiento especial, es una de


las concepciones clásicas de la filosofía, así como una de las más antiguas. Este modo de
entender la filosofía, que vemos ejemplificado en Platón y Aristóteles no excluye el aspecto
práctico del pensamiento, antes al contrario, la filosofía es condición previa para el progreso y
la mejora tanto del individuo como de la ciudad. Pero si esto es así es debido a que se trata de
un tipo de conocimiento más verdadero o más profundo que los demás. En el siguiente texto
de Aristóteles podemos apreciar esa jerarquía de conocimientos y la constatación de la
necesidad de dedicarse al conocimiento superior.

"Partiendo del supuesto de que el saber es una de las cosas más valiosas y dignas de
estima y que ciertos saberes son superiores a otros bien por su rigor bien por ocuparse de
objetos mejores y más admirables, por uno y otro motivo deberíamos con justicia colocar
entre las primeras las investigaciones en torno al alma. Más aún, parece que el conocimiento
de ésta contribuye notablemente al conjunto del saber y muy especialmente al que se refiere a
la Naturaleza."

De anima , Aristóteles

La filosofía como actitud supone una visión mucho más amplia y por ello difusa de lo
que pueda ser filosofía. Esta es vista como un querer ir más allá del conocimiento del
momento, un continuo preguntarse en un intento de superar los límites presentes. Ante esta
concepción de la filosofía cualquier conocimiento, objeto, acción o actitud puede ser objeto de
la reflexión filosófica, que se caracterizaría precisamente por su flexibilidad y su apertura a
todo lo ya conocido con vistas a superarlo (o a fundamentarlo con mayor profundidad, si
cabe). La concepción de la filosofía propia del período helenístico (que comienza en el año 323
a. C., fecha de la muerte de Aristóteles y que llega hasta el siglo II d. C., y en el que se incluyen
filósofos como Epicuro o corrientes como el estoicismo y el escepticismo) podriá ser
considerada un ejemplo de este punto de vista en la medida en que la filosofía es un modo de
vida y como tal, impregna cada aspecto de la existencia

Tan antigua como las dos posturas anteriores es la consideración de la filosofía como
una actividad inútil e incluso perniciosa, válida en todo caso como una distracción infantil o
mero pasatiempo, pero en ningún caso como algo productivo o de valor, o que reporte algún
beneficio para la sociedad. Platón, por medio del personaje de Calicles, reproduce este modo
de pensar:

"Ciertamente, viendo la filosofía en un joven me complazco, me parece adecuado y


considero que este hombre es un ser libre; por el contrario, el que no filosofa me parece servil
e incapaz de estimarse jamás digno de algo bello y generoso. Pero, en cambio, cuando veo a
un hombre de edad que aún filosofa y que no renuncia a ello, creo, Sócrates, que este hombre
debe ser azotado. Pues, como acabo de decir, le sucede a éste, por bien dotado que esté, que
pierde su condición de hombre al huir de los lugares frecuentados de la ciudad, y de "las
asambleas donde, como dijo el poeta, los hombres se hacen ilustres", y al vivir el resto de su
vida oculto en un rincón, susurrando con tres o cuatro jovenzuelos sin producir jamás nada
noble, grande y conveniente. "

Gorgias , Platón

Muy pronto en la historia del pensamiento occidental, pero especialmente en el


periodo medieval, se considera la filosofía en relación con la fe, bien como un sustitutivo de
ésta, o bien como un complemento de la misma, o en ocasiones se la considera incluso como
algo negativo, al menos eso es fácilmente deducible de la famosa expresión "Credo quia
absurdum" (creo porque es absurdo), que en el siglo II d. C. recoge el pensamiento de
Tertuliano. Esto último, no obstante, no será muy frecuente. A menudo encontramos que la
filosofía y la razón juegan un papel, si bien inferior, en su relación con la fe. Se considera que la
razón no es capaz de alcanzar la verdad por sí misma. Esta visión de la filosofía es recogida por
Santo Tomás, entre otros.

"Aunque la citada verdad de la fe cristiana exceda la capacidad de la razón humana, no


por eso las verdades racionales son contrarias a las verdades de la fe. Lo naturalmente innato
en la razón es tan verdadero, que no hay posibilidad de pensar en su falsedad. Y menos aún es
lícito creer falso lo que poseemos por la fe, ya que ha sido confirmado tan evidentemente por
Dios."

Suma contra los gentiles , Santo Tomás de Aquino

A partir de la modernidad va cobrando fuerza una nueva forma de entender la filosofía


que hace hincapié en el análisis de los límites y posibilidades del entendimiento humano .
Desde diferentes perspectivas, el empirismo inglés de filósofos como Hume, Locke o
Berkeley, o el racionalismo propio de Descartes, la razón hace examen de sí misma como
condición previa de todo conocer. Esta concepción de la filosofía alcanza su cumbre en la obra
de Kant. El siguiente texto pertenece a dicho autor, y aunque excede en longitud a los
fragmentos que hasta ahora han servido de ilustración, consideramos que merece la pena
incluirlo pues nos muestra la situación en la que se encontraba la filosofía de su tiempo y cómo
la crítica de la razón, el análisis de los límites del entendimiento, pretende dar respuesta a los
problemas con los que la filosofía se había estado enfrentando.

"La razón humana tiene el destino singular, en uno de sus campos de conocimiento, de
hallarse acosada por cuestiones que no puede rechazar por ser planteadas por la misma
naturaleza de la razón, pero a las que tampoco puede responder por sobrepasar todas sus
facultades.

La perplejidad en la que cae la razón no es debida a culpa suya alguna. Comienza con
principios cuyo uso es inevitable en el curso de la experiencia, uso que se halla, a la vez,
suficientemente justificado por esta misma experiencia. Con tales principios la razón se eleva
cada vez más (como exige su propia naturaleza), llegando a condiciones progresivamente más
remotas. Pero advirtiendo que de esta forma su tarea ha de quedar inacabada, ya que las
cuestiones nunca se agotan, se ve obligada a recurrir a principios que sobrepasan todo posible
uso empírico y que parecen, no obstante, tan libres de sospecha, que la misma razón ordinaria
se halla de acuerdo con ellos. Es así como incurre en oscuridades y contradicciones. Y, aunque
puede deducir que éstas se deben necesariamente a errores ocultos en algún lugar, no es
capaz de detectarlos, ya que los principios que utiliza no reconocen contrastación empírica
alguna por sobrepasar los límites de toda experiencia. El campo de batalla de estas inacabables
disputas se llama metafísica.

Hubo un tiempo en que la metafísica recibía el nombre de reina de todas las ciencias y,
si se toma el deseo por la realidad, bien merecía ese honroso título, dada la importancia
prioritaria de su objeto. La moda actual, por el contrario, consiste en manifestar ante ella todo
su desprecio. La matrona, rechazada y abandonada, se lamenta como Hécuba: modo maxima
rerum, tot generis natisque potents -nunc trahor exul, inops-. (1)

Su dominio, bajo la administración de los dogmáticos, empezó siendo despótico. Pero,


dado que la legislación llevaba todavía la huella de la antigua barbarie, tal dominio fue
progresivamente degenerando, a consecuencia de guerras intestinas, en una completa
anarquía; los escépticos, especie de nómadas que aborrecen todo asentamiento duradero,
destruían de vez en cuando la unión social. Afortunadamente, su número era reducido. Por
ello no pudieron impedir que los dogmáticos intentaran reconstruir una vez más dicha unión,
aunque sin concordar entre sí mismos sobre ningún proyecto. Más recientemente pareció, por
un momento, que una cierta fisiología del entendimiento humano (la del conocido Locke) iba a
terminar con todas esas disputas y que se iba a resolver definitivamente la legitimidad de
aquellas pretensiones. Ahora bien, aunque el origen de la supuesta reina se encontró en la
plebeya experiencia común y se debió, por ello mismo, sospechar con fundamento de su
arrogancia, el hecho de habérsele atribuido falsamente tal genealogía hizo que ella siguiera
sosteniendo sus pretensiones. Por eso ha recaído todo, una vez más, en el anticuado y
carcomido dogmatismo y, a consecuencia de ello, en el desprestigio del que se pretendía
haber rescatado la ciencia. Ahora, tras haber ensayado en vano todos los métodos --según se
piensa--, reina el hastío y el indiferentismo total, que engendran el caos y la noche en las
ciencias, pero que constituyen, a la vez, el origen, o al menos el preludio, de una próxima
transformación y clarificación de las mismas, después de que un celo mal aplicado las ha
convertido en oscuras, confusas e inservibles

Es inútil la pretensión de fingir indiferencia frente a investigaciones cuyo objeto no


puede ser indiferente a la naturaleza humana. Incluso esos supuestos indiferentistas, por
mucho que se esfuercen en disfrazarse transformando el lenguaje de la escuela en habla
popular, recaen inevitablemente, así que se ponen a pensar algo, en las afirmaciones
metafísicas frente a las cuales ostentaban tanto desprecio. De todas formas, esa indiferencia,
que se da en medio del florecimiento de todas las ciencias y que afecta precisamente a
aquéllas cuyos conocimientos --de ser alcanzables por el hombre-- serían los últimos a los que
éste renunciaría, representa un fenómeno digno de atención y reflexión. Es obvio que tal
indiferencia no es efecto de la ligereza, sino del Juicio maduro de una época que no se
contenta ya con un saber aparente; es, por una parte, un llamamiento a la razón para que de
nuevo emprenda la más difícil de todas sus tareas, a saber, la del autoconocimiento y, por
otra, para que instituya un tribunal que garantice sus pretensiones legítimas y que sea capaz
de terminar con todas las arrogancias infundadas, no con afirmaciones de autoridad, sino con
las leyes eternas e invariables que la razón posee. Semejante tribunal no es otro que la misma
crítica de la razón pura.

No entiendo por tal crítica la de libros y sistemas, sino la de la facultad de la razón en


general, en relación con los conocimientos a los que puede aspirar prescindiendo de toda
experiencia. Se trata, pues, de decidir la posibilidad o imposibilidad de una metafísica en
general y de señalar tanto las fuentes como la extensión y límites de la misma, todo ello a
partir de principios.

Crítica de la Razón Pura (Prólogo a la primera edición), Inmanuel Kant

Más adelante surgirá con Hegel la concepción de la filosofía como racionalización y


sistematización de una determinada época y de todas sus distintas manifestaciones, ya sea a
nivel social, cultural, artístico, político, etc. La filosofía de un determinado momento de la
historia es, en palabras de Hegel, "el reflejo de su tiempo expresado en pensamientos". En esta
concepción la filosofía es algo desligado de la vida activa, su labor es la correcta y sistemática
formulación de los acontecimientos una vez que estos han tenido lugar. Su propia filosofía es
analizada en estos términos.

"La filosofía, porque es el sondeo de lo racional, justamente es la aprehensión de lo


presente y de lo real, y no la indagación de un más allá que sabe Dios dónde estará. Así pues,
este tratado, en cuanto contiene la ciencia del Estado, no debe ser otra cosa sino la tentativa
de comprender y presentar al Estado como algo racional en sí. Como obra filosófica, está muy
lejos de pretender estructurar un Estado tal y como "debe ser". Comprender lo que es, ésa es
la tarea de la filosofía; porque lo que es, es la razón. Por lo que concierne al individuo, cada
uno es, sin más, hijo de su tiempo; y, también, la filosofía es el propio tiempo aprehendido en
el concepto. Es insensato pensar que alguna filosofía pueda anticiparse a su mundo presente.
Al decir una palabra acerca de la teoría de cómo debe ser el mundo, surge en el tiempo,
después de que la realidad ha cumplido su proceso de formación y está realizada. Cuando la
filosofía pinta al claroscuro, ya un aspecto de la vida ha envejecido, y en la penumbra no se lo
puede rejuvenecer, sino sólo reconocer; el búho de Minerva inicia su vuelo al caer el
crepúsculo".

Fundamentos de la filosofía del derecho , Hegel

Como clara reacción a esta última postura surge la filosofía entendida esencialmente
como un saber transformador , conforme con la famosa expresión de Marx "Los filósofos se
han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de
transformarlo", tal y como figura en sus Tesis sobre Feuerbach. Esta concepción,
efectivamente, encuentra en Marx su máxima expresión. Por supuesto, y como ya se ha
comentado, la influencia de la reflexión filosófica sobre la vida y el ámbito práctico quedó
constatada ya en la antigua Grecia; nos referimos ahora a un modo de entender la filosofía que
considera intrínseca a la misma la labor transformadora de la sociedad. Directamente ligada a
esta concepción encontramos también la consideración de la filosofía como reflejo de la lucha
política en el plano de la teoría.

Fruto de los acontecimientos históricos, así como de la evolución de la ciencia o de


otros campos tales como el artístico, y debido también a los cambios internos en el propio
desarrollo de la filosofía, el siglo XX conocerá una diversificación asombrosa de las distintas
formas de entender la filosofía.

La experiencia del fracaso por parte de la filosofía para transformar la realidad lleva a
la Escuela de Frankurt, por ejemplo, a considerar que la única labor legítima de la filosofía es la
crítica. Filosofía como crítica de la cultura , debiendo permanecer alejada de la construcción de
sistemas omniabarcantes al estilo hegeliano puesto que terminan por ser totalitarios en la
imposición de su punto de vista, al cual todo debe reducirse.

"Si la filosofía es necesaria todavía, lo es entonces más que nunca como crítica, como
resistencia contra la heteronomía que se extiende, como si fuese impotente intento del
pensamiento permanecer dueño de sí mismo y convencer de error a la trama mitológica...
Propio de ella sería, mientras no se la declare prohibida como en la Atenas cristianizadaa de la
antgüedad tardía, crear asilo para la libertad."

Filosofía y superstición , Theodor Adorno

La filosofía de Nietzsche, por otro lado, en la medida en que gran parte de ella está
dedicada a la crítica de la cultura de occidente, cuya crisis contribuye a acelerar, también
podría incluirse en esta categoría; especialmente por su crítica de la moral o de la metafísica
tradicional. Ya en Nietzsche, por lo tanto ya en el siglo XIX, aparece también una crítica del
lenguaje con lo que enlazamos la siguiente concepción de la filosofía, que merece un punto
propio.

La filosofía como análisis del lenguaje . Hasta el siglo XX, salvo en contadas ocasiones,
la reflexión filosófica no se ha ocupado en profundidad del medio por el cual lleva a cabo su
tarea: el lenguaje. Autores como Wittgenstein pasarán a considerar que los enigmas filosóficos
no son sino enredos lingüístico, y que la única labor legítima de la filosofía es mostrar cómo se
han producido tales enredos, aunque ello suponga su propia eliminación (en el sentido de que,
una vez aclarados todos los malentendidos, la filosofía desaparecería). Esta manera de ver la
filosofía afirma que los denominados generalmente "problemas filosóficos" son
pseudoproblemas, callejones sin salida a los que lleva la falta de rigor de los que es necesario
salir.

"El objeto de la filosofía es la aclaración lógica de pensamiento. Filosofía no es una


teoría, sino una actividad. Una obra filosófica consiste esencialmente en elucidaciones. El
resultado de la filosofía no son "proposiciones filosóficas", sino el esclarecerse de las
proposiciones. La filosofía debe esclarecer y delimitar con precisión los pensamientos que de
otro modo serían, por así decirlo, opacos o confusos".

"El verdadero método de la filosofía sería propiamente éste: no decir nada, sino
aquello que se puede decir: es decir, las proposiciones de la ciencia natural -algo, pues, que no
tiene nada que ver con la filosofía-; y siempre que alguien quisiera decir algo de carácter
metafísico, demostrarle que no ha dado significado a ciertos signos de sus proposiciones"

Tractatus Logico-philosophicus , Ludwig Wittgenstein

Henri Bergson, por su parte, entiende la filosofía como actividad intuitiva de la vida
interior , que es un tipo de realidad a la que el método científico no tiene acceso. Esta realidad
se presenta fundamentalmente como duración. En esta concepción de la filosofía no puede
haber mayor separación con respecto al objeto y al método científico. Su crítica del
materialismo se acompañaba de una crítica premonitoria de la mecanización del espíritu que
acompañaría, según afirmaba, al progreso tecnológico, lo cual dificultaría, en último término,
el desarrollo de los seres humanos como seres sociales

"¿Qué clase de mundo tendríamos si este mecanismo se apoderase de la raza humana,


y si los pueblos, en lugar de avanzar hacia una diversidad más rica y armoniosa, como hacen las
personas, se confundieran en la uniformidad?"

Henri Bergson

Otra perspectiva distinta es aquella que define la filosofía en relación con la ciencia.
Aquí encontramos muchas valoraciones distintas, de las cuales sólo podemos esbozar algunas
de ellas (en cualquiera de ellas lo determinante será cómo es entendida y valorada la ciencia):

En primer lugar podemos considerar el punto de vista que, observando el gran


desarrollo de las ciencias particulares, afirma que éstas deben sustituir a la filosofía, convertida
hoy en un mero jugo de palabras inútil. La filosofía, siguiendo esta línea, cumplió su labor en el
pasado y, como madre de las ramas del saber que hoy se han convertido en disciplinas
científicas, debe ser valorada y apreciada, pero en ningún caso debe pretender continuar sus
pretensiones de conocer la realidad, puesto que sólo la ciencia está capacitada para ello.

El filósofo Ayer, por su parte, también considera que la filosofía no es una ciencia,
argumentando que lo que caracteriza a una ciencia es la capacidad de predecir y la conexión
con la experiencia, rasgos que no siempre se han encontrado en la filosofía. Sin embargo, no
por ello la filosofía se convierte en una labor inútil.

Dadas las pretensiones de generalidad y de totalidad propias de la filosofía que ya


mencionamos en la introducción, ha sido frecuente a lo largo de la historia asignar a la filosofía
la labor de coordinadora o unificadora de las ciencias particulares, bien ordenando los
resultados de estas o bien proporcionándoles un método de análisis. Francis Bacon, Fichte
(para quien la filosofía es la "ciencia de las ciencias"), Auguste Comte y el Círculo de Viena,
cuyo propósito explícito era lograr una "ciencia unificada", son ejemplos de esta forma de
entender la filosofía.

Husserl, sin embargo, aunque afirma explícitamente que pretende construir una
filosofía como ciencia estricta (por lo que podríamos situarlo en el punto anterior), merece una
mención independiente pues él será el introductor del método fenomenológico, de amplia
repercusión en la filosofía.

"Esta filosofía fenomenológica sería, no una ciencia de hechos, sino una "ciencia de
esencias" (como una ciencia eidética); como una ciencia que quiere exclusivamente fijar
"conocimiento de esencias", y no en absoluto hechos”.

Ideas para una fenomenología pura, Edmund Husserl

La filosofía de Husserl influyó notablemente en los denominados filósofos


existencialistas, que entendían la filosofía como análisis y examen de la propia existencia , que
se va realizando en dependencia del tiempo y del mundo. Autores como Kierkegaard, Sartre,
Jaspers, Marcel, etc. se enmarcan en esta corriente y exigen la participación consciente de la
persona en el proceso de su propia realización.

"Dostoievsky escribe: "Si Dios no existiera, todo estaría permitido". Este es el punto de
partida del existencialismo. En efecto, todo está permitido si Dios no existe y, en consecuencia,
el hombre está abandonado, porque no encuentra ni en sí ni fuera de sí una posibilidad de
aferrarse. No encuentra ante todo excusas. Si, en efecto, la existencia precede a la esencia, no
se podrá jamás explicar la referencia a una naturaleza humana dada y fija; dicho de otro modo,
no hay determinismo, el hombre es libre, el hombre es libertad. Si, por otra parte, Dios no
existe, no encontramos frente a nosotros valores u órdenes que legitimen nuestra conducta.
Así, no tenemos ni detrás ni delante de nosotros, en el dominio luminoso de los valores,
justificaciones o excusas. Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el
hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin
embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo
que hace (...)

El existencialista no cree en el poder de la pasión. No pensará nunca que una bella


pasión es un torrente devastador que conduce fatalmente al hombre a ciertos actos y que por
consecuencia es una excusa; piensa que el hombre es responsable de su pasión. El
existencialista tampoco pensará que el hombre puede encontrar socorro en un signo dado
sobre la tierra que lo oriente; porque piensa que el hombre descifra por sí mismo el signo
como prefiere. Piensa, pues, que el hombre, sin ningún apoyo ni socorro, está condenado a
cada instante a inventar al hombre. Ponge ha dicho, en un artículo muy hermoso: "el hombre
es el porvenir del hombre". Es perfectamente exacto. Sólo que si se entiende por esto que ese
porvenir está inscrito en el cielo, que Dios lo ve, entonces es falso, pues ya no sería ni siquiera
un porvenir. Si se entiende que, sea cual fuere el hombre que aparece, hay un porvenir por
hacer, un porvenir virgen que lo espera, entonces es exacto".

El existencialismo es un humanismo , Jean Paul Sartre

La filosofía de Heidegger es también una filosofía existencialista, pero en lugar de


pretender un análisis por parte del sujeto sobre sí mismo, la filosofía es entendida como
búsqueda de las estructuras objetivas o las condiciones que hacen posible todo lo existente .
Dado que lo que existe son entes, Heidegger comienza su estudio en torno al Ser,
pretendiendo continuar de esa forma la búsqueda originaria que la filosofía tradicional griega
comenzó y que había sido "olvidada" por los sistemas filosóficos posteriores durante la mayor
parte de la historia.

Una última perspectiva es la que considera a la filosofía como una actividad cercana al
arte o a la poesía , cuya misión sería la de representar o legitimar simbólicamente las creencias
de una sociedad determinada en un momento dado. Se trata de una postura que hace muy
problemática la cuestión de la verdad o el conocimiento, pues la filosofía, desde este punto de
vista, no sería sino el producto de factores externos a ella y a los cuales pone voz.

Todas estas formas de entender la filosofía que hemos mencionado son sólo una
muestra de las más significativas, pero existen muchas otras posibilidades: para Marcuse la
filosofía es la cabeza en la lucha por la emancipación humana, el filósofo M. H. Fisch hace
hincapié en la filosofía entendida como crítica de las instituciones, mientras que A. Watts
considera que la filosofía debe ir en la dirección de un misticismo contemplativo.

Conviene recordar aquí lo que ya mencionamos en las "observaciones generales",


pertenecientes al apartado "¿Qué es filosofía?": las múltiples concepciones de la filosofía no
implican que cada una sea resultado del capricho personal de su creador. Existe una ligazón
entre cada una de las concepciones filosóficas así como entre la filosofía y la sociedad y el
momento histórico en el que aparece. En cada uno de los temas dedicados al pensamiento de
un filósofo o de una corriente filosófica se mostrará esa relación.

NOTAS

(1) "Hasta hace poco la mayor de todas, poderosa entre tantos yernos e hijos, y ahora soy
desterrada como una miserable", Ovidio, Metamorfosis (XIII, 508-510).
5. OTRAS CONSIDERACIONES SOBRE LA FILOSOFÍA

5.1. Filosofía analítica y filosofía sintética

Habiendo considerado la filosofía desde diferentes puntos de vista, sus características


fundamentales, su objeto de estudio, etc. Existen, sin embargo, diversas clasificaciones de la
filosofía que agrupan a las distintas corrientes en dos o tres categorías fundamentales. Una de
tales clasificaciones, fijando su atención en el modo en que la filosofía se elabora, divide a ésta
en sintética y analítica.

La filosofía sintética, o especulativa, pretende responder a las grandes preguntas por


medio de la construcción de complejos y vastos sistemas omniabarcantes mientras que la
filosofía analítica o crítica pone en cuestión o examina las categorías y conceptos con los que
reflexionamos o de los que se valen las distintas disciplinas, desde la científica hasta la ética o
religiosa.

Esta división de la filosofía en sintética y analítica guarda cierto paralelo con los
dogmáticos y los escépticos que Kant mencionaba en el Prólogo a la Crítica de la Razón Pura.

El representante por excelencia del primer tipo de filosofía es Hegel, mientras que en
la filosofía analítica encontramos diversas corrientes que podrían servir de modelo, tales como
el empirismo lógico, la filosofía del lenguaje cotidiano, la filosofía de Wittgenstein o la de
Strawson. Característico de estas últimas es su clara tendencia antimetafísica y la importancia
que conceden al lenguaje. Ambas tendencias, no obstante, pueden incluso situarse
geográficamente, pues lo que hemos denominado filosofía sintética ha predominado en la
Europa continental, teniendo su foco en Alemania, mientras que la filosofía analítica se ha
desarrollado particularmente en Inglaterra. Este hecho nos lleva a plantearnos el análisis de
ciertas tradiciones filosóficas que se corresponden con determinados países.

5.2. Tradiciones históricas y nacionales

Teniendo la filosofía pretensión de universalidad, tal y como hemos señalado, ¿qué


sentido puede tener hablar de "filosofía inglesa" o "filosofía española"? ¿Hasta qué punto es
esto posible? Si esto es así se debe sin duda al hecho de que la filosofía no es una actividad que
se realice al margen de la vida cultural, política, económica, científica y social del lugar en el
que surge. Muy al contrario, se encuentra en estrecha relación de interdependencia con tales
factores. La explicación del carácter de una filosofía nacional, como el de una música nacional,
por mencionar otro ejemplo, se encuentran más allá de la filosofía, o de la música, en cada
caso.

Asimismo también están más allá de la filosofía los motivos por los cuales ésta florece
en unas regiones más que en otras, o, tratándose del mismo lugar, en unos momentos
históricos en mayor medida que en otros. Esto se debe a que existen una serie de condiciones
socio-económicas que favorecen el surgimiento de la actividad y creatividad intelectual,
Veamos, para comprenderlo mejor, el caso de la antigua Grecia, modelo insuperable de
florecimiento cultural en todos sus aspectos, artístico, político, filosófico, etc.
En la antigua Grecia se dan una serie de circunstancias muy peculiares que, en
conjunto, explican el por qué de la explosión cultural cuya influencia dura hasta nuestros días
(es más, no se trata de una "influencia" entre otras, sino que constituye una de las bases sobre
la que hemos construido nuestra civilización). Estas circunstancias son la influencia de la
ciencia egipcia y babilónica, el papel de la religión en el mundo griego y las condiciones
socioeconómicas del momento. Con respecto a la primera cabe decir que supuso una base
para el posterior desarrollo de las matemáticas y la astronomía griega. Acerca de la religión
cabe decir algo más; la ausencia de una casta sacerdotal oficial así como de textos revelados
facilitó la instalación de excesivos dogmas irracionales que hubiesen podido frenar la libre
discusión. Finalmente, las condiciones socioeconómicas resultan determinantes para entender
el mundo griego en todo su esplendor. En éste último apartado debemos señalar la ciudad
como lugar de encuentro y cohesión de la comunidad; la existencia de esclavos que permitían
a los hombres libres desentenderse de las tareas manuales (que estaban mal vistas) y
dedicarse a especular, dialogar, etc. y, especialmente, el comercio y el intercambio con otros
pueblos y zonas, puesto que, por un lado la prosperidad económica propicia el desarrollo de la
sociedad en todos los sentidos y, por otra parte, el contacto con pueblos y culturas distintas
fomenta el espíritu crítico y la supresión de dogmas y prejuicios. No en vano, muchos de los
primeros filósofos fueron, por gusto o por necesidad, viajeros.

Como vemos, una tradición filosófica (la griega, en este caso) es resultado de un
conjunto más amplio de elementos. A la hora de explicar una filosofía "nacional", deberemos
atender a la idiosincrasia de la nación en cuestión (factores como la distribución del poder, las
clases sociales, los conflictos políticos o religiosos, etc). La Holanda del siglo XVII, por poner
otro ejemplo (podríamos mencionar también la Italia del Renacimiento), dio cobijo al
racionalismo y a la tolerancia religiosa y se convirtió en un modelo de libertad, pues, como la
antigua Grecia, mantenía un intenso comercio y contacto con otras tierra, otras ideas y, en
definitiva, otras formas de entender el mundo y la vida. Así queda plasmado en El Quijote, por
ejemplo, en boca del personaje Ricote: "Pasé a Italia y llegué a Alemania, y allí me pareció que
se podía vivir con más libertad, porque sus habitadores no miran en muchas delicadezas; cada
uno vive como quiere, porque en la mayor parte della se vive con libertad de conciencia." (1)

5.3. Ramas de la filosofía

"Toda la filosofía es como un árbol, cuyas raíces son la metafísica, el tronco es la física,
y las ramas que salen de este tronco son todas las demás ciencias, las cuales se pueden reducir
a tres principales: la medicina, la mecánica y la moral quiero decir la más elevada y perfecta
moral, que, al presuponer un completo conocimiento de las otras ciencias, es el último grado
de sabiduría

Los principios de la filosofía, Rene Descartes

La división en ramas de la filosofía ha sido un proceso gradual que ha tenido lugar a lo


largo de la historia de ésta, como ejemplifica el texto de Descartes (proceso que sigue en
curso). Tal parcelación del saber filosófico resulte tal vez algo contradictorio tratándose de la
disciplina que busca la universalidad y unidad del conocimiento. La necesidad o conveniencia
de dicha parcelación ha sido objeto de debate, afirmando unos que constituía la muerte del
carácter genuino de la filosofía mientras que otros la han aceptado, bien con resignación o de
forma entusiasta, como un modo de análisis de la propia filosofía sobre sí misma.

En estas líneas nos limitaremos a ofrecer una clasificación de las diversas áreas de la
filosofía en función de distintos criterios. En primer lugar incluimos un "mapa" de la filosofía
que agrupa a las distintas disciplinas atendiendo a un orden lógico. (2)

En el interior del diagrama se sitúan las ramas fundamentales de la filosofía de las


cuales dependen las restantes (por ello son también las que han recibido más atención a lo
largo de la historia, siendo el diagrama, en cierta medida, una clasificación de las ramas de la
filosofía en función de su popularidad). Conforme nos alejamos del núcleo central cada una de
las disciplinas es más concreta y abarca un área más claramente delimitado. No obstante, no
hay que olvidar que las relaciones entre las diversas áreas no son tan definidas y que en la
realidad muchas de ellas se superponen entre sí (y en algunos casos encontramos casos de
regiones difíciles de encajar en el esquema general, como puede ser la filosofía de la acción o
las teorías en torno a la relación mente-cuerpo).

MAPA DE LA FILOSOFÍA

En segundo lugar podríamos agrupar cada una de las ramas de la filosofía en función
de las relaciones entre las mismas, obteniendo así cinco grupos o subconjuntos:

1. Epistemología y filosofía de la ciencia, que estudian los modos y maneras de conocer las
cosas.

2. Metafísica, filosofía de la mente y filosofía de la religión, que se ocupa, de manera muy


general, de lo que hay.

3. Estética, filosofía moral y filosofía política, que giran en torno a cuestiones sobre el valor.

4. Lógica, filosofía del lenguaje y filosofía de la matemática, que analiza estructuras lingüísticas
y abstractas, examinando su uso, su función y práctica o su coherencia interna.

5. Filosofía de la educación, filosofía de la historia, filosofía del derecho y filosofía social, que
examinan diversas facetas de la vida humana en la medida en que es vida social y común. Sus
normas, desarrollo, estructuras, etc.

Finalmente, a riesgo de ser repetitivo, ofrecemos otra lista de las distintas áreas de la
filosofía. En esta ocasión se trata de aquellas ramas que los planes de estudios permiten
desarrollar como especialidades:

- Antropología - Filosofía Moral y Política

- Estética - Gnoseología y Lenguaje

- Ética y Sociología - Lógica y Epistemología

- Filosofía de los valores y de la Cultura - Historia de la Filosofía


- Historia de la Filosofía de la Ciencia - H. de la Filosofía Moderna y Contemporánea

- Historia de los Sistemas de Pensamiento - Lógica y Teoría de la Ciencia (Metodología)

- Metafísica - Ontología y Gnoseología

5.4. Un fenómeno actual: el "asesoramiento filosófico"

Si nos valiésemos de uno de los filósofos clásicos para definir la concepción de la


filosofía del asesoramiento filosófico éstas serian las de Epicuro: "Vana es la palabra del
filósofo que no cura". En España la popularidad de este movimiento ha venido de la mano de
Lou Marinoff y su obra "Más Platón y menos Prozac". Esta libro, subtitulado "Filosofía para la
vida cotidiana", parece haberse convertido en el primero que ha conseguido divulgar la idea
del asesoramiento filosófico a gran escala. Su autor es uno de los primeros en llevar a la
práctica esta manera de entender la filosofía en Estados Unidos.

El asesoramiento filosófico surge como respuesta a los problemas cotidianos de las


personas en las peculiares circunstancias en las que se desarrolla la vida de cada uno y se
presenta, como ya indica el título, como una alternativa a otro tipo de tratamientos
psicológicos, en base a que muchas personas "lo que necesitan es un diálogo, no un
diagnóstico".

Basándose en dos hechos fundamentales, que ya hemos mencionado en diversas


ocasiones, a saber, que todas las personas tienen ciertas ideas filosóficas aunque las hayan
absorbido del entorno o del ambiente sin ser consciente de ello, y que existe una necesidad
fundamental de encontrar un mínimo de sentido y de coherencia a la realidad, el
asesoramiento filosófico pretende satisfacer la necesidad completando el esquema mental
que cada persona tiene del mundo pero de forma fragmentaria. Para ello el asesor filosófico
usa o recomienda al cliente (no olvidemos que el asesoramiento filosófico es un negocio, lo
cual constatamos como un hecho sin pretender por ello realizar juicios de valor) el filósofo más
acorde con su forma de entender la vida.

El asesoramiento filosófico puede realizarse individualmente o en grupo, y junto a su


difusión han surgido también los "cafés filosóficos", cuya finalidad "terapéutica" es menor,
potenciando el valor del diálogo y del aprendizaje así como de la puesta en común de la propia
perspectiva.

Como toda innovación, esta manera de practicar la filosofía ha encontrado defensores


y detractores y ha suscitado cierta polémica por parte de los interesados en la filosofía, cada
uno desde su campo respectivo. Por alejarse del academicismo ha sido considerado como una
vulgarización de las obras de los grandes filósofos que, en definitiva, traicionan el espíritu y el
contenido de éstas. Asimismo se ha afirmado que el asesoramiento filosófico parte de una
concepción de la filosofía muy limitada, de una visión excesivamente pragmática en la que
toda filosofía es aceptada en la medida en que es útil para lograr los objetivos propuestos,
dejando de lado cuestiones fundamentales en cualquier planteamiento filosófico como
puedan ser la verdad o falsedad de lo expuesto, o su integración en un contexto determinado
en el cual cobraría pleno sentido. Por otro lado, sus defensores afirman que el asesoramiento
filosófico, y los cafés filosóficos, cubren una necesidad vital de una manera legítima (que cada
uno, en la medida de sus conocimientos, lleva a cabo con o sin asesoramiento), que es una
forma de extender la filosofía y llevarla a la gran mayoría eliminando cuanto de elitismo
injustificado y academicismo dogmático pueda tener y que, especialmente por lo que a los
cafés filosóficos se refiere, es una excelente forma de poner en práctica el diálogo y de
fomentar con él las virtudes de la tolerancia, el respeto, y de aprender a comunicarse de una
forma creativa.

Como era de esperar, a "Más Platón y menos Prozac" le han seguido otras obras. Por
parte del propio Marinoff podemos continuar con "Pregúntale a Platón". En esta línea se
encuentran también obras como "Cómo elegir a su filósofo", de Oreste Saint-Drôme, entre
otros ejemplos.

(1) MIGUEL DE CERVANTES, Don Quijote de la mancha , Segunda parte, capítulo 54.

(2) Para la elaboración de este apartado nos hemos servido de los Apéndices de la Enciclopedia
Oxford de Filosofía, especialmente a partir de la página 1555 en adelante (ver bibliografía).
6. OBJETIVOS DE LA FILOSOFÍA

6.1. Búsqueda de la verdad, búsqueda de la certeza

A la hora de examinar la situación del ser humano en el mundo para entender así sus
acciones, debemos partir de un hecho incuestionable. El mundo no se explica por sí mismo ni
está hecho a nuestro gusto. En ocasiones puede incluso sernos hostil o, al menos, indiferente a
nuestros deseos. Por otro lado no somos omnipotentes; somos conscientes de que tenemos
límites (aunque quizá no sepamos muy bien dónde están) y lo que es más importante todavía,
somos conscientes de nuestra mortalidad. Cada ser humano es arrojado al mundo y, al
contrario de lo que sucede con los animales, no está exclusivamente regido por unos instintos
que le digan lo que tiene que hacer en cada momento, que le marquen una pauta de acción
fija. Por el contrario el ser humano debe elegir, debe ir construyendo su mundo y tomar
decisiones en función de lo que considere valioso o digno de ser buscado.

Ortega y Gasset expresa la situación vital del ser humano, entre la fatalidad y la
libertad, con el siguiente ejemplo:

"No nos hemos dado a nosotros la vida, sino que nos la encontramos justamente al
encontrarnos con nosotros. Un símil esclarecedor fuera el de alguien que, dormido, es llevado
a los bastidores de un teatro y allí, de un empujón que le despierta, es lanzado a las baterías,
delante del público. Al hallarse allí, ¿qué es lo que halla ese personaje? Pues se halla sumido en
un situación difícil sin saber cómo ni por qué, en una peripecia: la situación difícil consiste en
resolver de algún modo decoroso aquella exposición ante el público, que él no ha buscado ni
preparado ni previsto. En sus líneas radicales, la vida es siempre imprevista. No nos ha
anunciado antes de entrar en ella -en su escenario, que es siempre uno concreto y
determinado-; no nos han preparado. "

¿Qué es filosofía? José Ortega y Gasset

Estas elecciones que se ve obligado a realizar, esta capacidad de decidir, que


constituye su privilegio, constituyen también una carga, pues toda elección conlleva
responsabilidad. Por último, hay que señalar que esta situación de desamparo debe afrontarla
cada ser humano por sí mismo. Juntos hemos construido ciudades, sociedades y naciones,
pero en la esencia de lo que somos cada uno nos reconocemos solos y aislados. Esta
conciencia de la soledad en la que nos encontramos produce generalmente angustia, y ante
ella el ser humano ha buscado diversas soluciones para superarla o para ignorarla. Así, la
búsqueda de poder, la religión, las drogas, el ascetismo, la contemplación de la belleza, la
participación en actos colectivos donde el individuo se funde con la masa, etc. son todos
ejemplos de esas alternativas. La filosofía y las actividades intelectuales en general no lo son
menos. En la búsqueda de la verdad también ha pretendido el ser humano encontrar una
salida, si bien la virtud que pueda tener la filosofía sea que no pretende superar la situación
humana ni ignorarla, sino aprender a vivir con ella.
Hasta el momento, y en líneas generales, así hemos tratado a la filosofía, como una
búsqueda de la verdad, o una búsqueda del conocimiento. Incluso en aquellas filosofías que
concluyen que la tarea del filósofo es inútil, o bien que los conceptos tales como verdad o
falsedad no son sino construcciones sociales de las que debemos desembarazarnos, incluso en
las filosofías más "destructivas" hay un interés por aproximarse a la realidad de una forma más
auténtica. La filosofía puede ser un viaje que no nos aporta muchos más conocimientos de los
que teníamos al iniciarlo. Todavía más, es posible que, por medio de la filosofía, hayamos
destruido parte del conocimiento que hasta ahora habíamos adquirido al mostrar su falta de
fundamentos o los prejuicios en los que se basaba, por lo que puede que terminemos el viaje
sabiendo menos de lo que sabíamos al iniciarlo. Sin embargo, en cualquier caso, en todo viaje
filosófico se termina por saber algunas cosas nuevas que antes no se sabían.

Este aprender cosas nuevas responde al anhelo de comprender algo mejor la realidad
con el que caracterizábamos la filosofía. Ahora bien, la filosofía, o mejor dicho, los filósofos, no
siempre han buscado la verdad, o no exclusivamente, sino que también han buscado la
certeza, un conocimiento del que no se pudiese dudar, una seguridad absoluta que pusiese fin
a la incertidumbre y a la duda.

La certeza absoluta está fuera del alcance de los seres humanos. El espíritu crítico, otro
de los rasgos característicos de la filosofía, ha ido desmontando con el paso del tiempo todos
aquellos sistemas filosóficos que han pretendido ser inmutables e imperecederos. Pero la
búsqueda de la certeza, que en muchas ocasiones no responde a la curiosidad sino a la
búsqueda de la seguridad, ha seguido siendo un impulso hacia la reflexión y ha llevado a
menudo a la renuncia del espíritu crítico y al dogmatismo, con lo que la filosofía, o los filósofos,
que son quienes desean, anhelas y quieren, se ha traicionado a sí mismos.

"La metafísica -afirma en tono de humor F.H. Bradley- es la búsqueda de falsas


explicaciones para lo que creemos por instinto". Este comentario, que no por estar escrito en
tono de humor deja de señalar un punto importante, nos lleva a la cuestión de la creación de
las ideas filosóficas. En un primer momento, cuando leemos los textos originales, podríamos
pensar que los filósofos llevan a cabo una serie de razonamientos lógicos o de distinto tipo,
que finalmente desembocan en tal o cual conclusión (que no habían concebido de antemano).
Esta imagen, en gran medida, es falsa, pues en muchas ocasiones los argumentos filosóficos
son los modos que tenemos de defender las ideas o sentimientos que ya teníamos
previamente. Tales ideas pueden estar tan profundamente arraigadas por la educación
recibida en la infancia o por el peso de la tradición, que no sólo puede favorecer una visión del
mundo explícita, sino también muchas otras consideraciones, juicios de valor y afirmaciones
implícitas que en ocasiones es difícil desenmascarar. Cuando el objetivo del filósofo es
justificar sus más íntimas convicciones guiado por la necesidad de seguridad, que, considera,
obtendrá con tal justificación, en ese momento es probable que el espíritu crítico quede a un
lado.

Dos ejemplos de este proceso pueden ilustrar la cuestión. El primero de ellos no es


estrictamente filosófico, pero es adecuado para lo que queremos mostrar. Contamos además
con los testimonios de pensadores como Sigmund Freud, Karl Popper y Bertrand Russell sobre
el mismo y nos remonta a la Primera Guerra Mundial. Veamos concretamente los comentarios
de Popper al respecto:

"Antes de la guerra, muchos miembros de nuestro círculo habían discutido sobre


teorías políticas que eran decididamente pacifistas y, por lo menos, críticas en sumo grado del
orden existente; y habían desaprobado la alianza entre Austria y Alemania y la política
expansionista de Austria en los Balcanes, especialmente en Serbia. Quedé asombrado por el
hecho de que pudieran convertirse de repente en partidarios de esa misma política.

Hoy entiendo un poco esas cosas. No sólo era la presión de la opinión política; era el
problema de división de lealtades. Y estaba también el miedo -el miedo a las violentas medidas
que han de tener en guerra las autoridades contra los disidentes, pues entonces no es posible
trazar una línea neta entre disentimiento y traición-. Pero en aquel tiempo yo me sentía
verdaderamente perplejo."

Búsqueda sin término , Karl R. Popper

El segundo ejemplo es un comentario relativo a la filosofía de Descartes:

"Descartes, el padre de la filosofía moderna, ilustra a la perfección esta peculiar


disposición mental. Jamás habría llegado a construir su filosofía -así nos lo asegura- si hubiese
tenido un solo maestro, porque entonces habría creído en lo que se le decia; pero, al descubrir
que sus profesores no estaban de acuerdo los unos con los otros, se vio obligado a sacar en
conclusión que ninguna de las doctrinas existentes era cierta. Como tenía un apasionado
deseo de certidumbre, se puso a trabajar a fin de descubrir un nuevo método para alcanzarla.
Como primer paso, decidió rechazar todo aquello de lo cual podía llegar a dudar. Los objetos
cotidianos (sus relaciones, las calles, el sol y la luna, y así sucesivamente) podían ser ilusiones,
porque veía cosas similares en sus sueños y no podía estar seguro de no estar siempre
soñando. Las demostraciones matemáticas podían ser erróneas, puesto que los matemáticos
algunas veces comenten errores. Pero no podía dudar de su propia existencia, puesto que si no
existía no podía dudar. Por fin, pues, tenía ahí una premisa indudable para la reconstrucción de
los edificios intelectuales que su anterior escepticismo le había derribado.

Hasta este momento, todo iba bien. Pero desde ese instante su obra pierde toda su
perspicacia crítica, y acepta un sinfín de máximas escolásticas a favor de las cuales no se puede
alegar más que la tradición de las escuelas. Cree que existe, dice, porque eso lo ve muy clara y
muy distintamente; saca en conclusión, pues, "que puedo tomar por regla general que las
cosas que concebimos con suma claridad y muy distintamente son todas ciertas". Comienza
entonces a concebir toda clase de cosas "con suma claridad y muy distintamente", tales como
que un efecto no puede tener mayor perfección que su causa. Puesto que puede formarse una
idea de Dios (es decir, de un ser más perfecto que él), esta idea debe de haber tenido otra
causa más perfecta que él, causa que sólo puede ser Dios; por lo tanto, Dios existe. Puesto que
Dios es bueno, Él no engañaría perpetuamente a Descartes; entonces, los objetos que
Descartes ve cuando está despierto deben de existir realmente. Y así sucesivamente. Toda la
cautela intelectual es arrojada por los aires (.).
En un hombre cuyos poderes de razonamiento son buenos, los argumentos falaces son
prueba de inclinación tendenciosa. Cuando Descartes se encuentra escéptico, todo lo que dice
es agudo y convincente, y hasta su primer paso constructivo, la prueba de su propia existencia,
tiene mucho en su favor. Pero todo lo que sigue es flojo, descuidado y apresurado, revelando
de este modo la deformante influencia del deseo."

Ensayos impopulares , Bertrand Russell

Con estos dos ejemplos queremos llamar la atención sobre la tendencia, que en mayor
o menor medida se dará en todas las personas, a olvidarse de ciertas virtudes intelectuales de
la mayor importancia, la de la imparcialidad, en la medida en que esto sea posible, y la de la
honestidad intelectual. El afán por lograr la certeza puede llevar en ocasiones a caer en
falacias, a no ser riguroso, o a revestir el pensamiento con unos términos tan complicados que
su sólo manejo requiere ya de una formación especializada aun cuando no es necesario tal
disfraz.

Acerca de la filosofía que apela a este tipo de recursos, Russell afirma:

"La filosofía es un estadio del desarrollo intelectual, y no es compatible con la madurez


mental. A fin de que pueda florecer, debe seguirse creyendo en las doctrinas tradicionales,
pero no tan incuestionablemente que no se busquen argumentos en apoyo de ellas; también
tiene que existir la creencia de que las verdades importantes pueden ser descubiertas por el
simple pensamiento, sin la ayuda de la observación. Esta creencia es verdadera en el campo de
las matemáticas puras, que ha inspirado a muchos de los grandes filósofos. Es cierto en las
matemáticas porque ese estudio es esencialmente verbal, no es cierta en ningún otro campo,
porque el pensamiento, por sí sólo, no puede establecer ningún hecho no verbal. Los salvajes y
los bárbaros creen en la existencia de una conexión mágica entre sus personas y sus nombres,
cosa que hace que resulte peligroso permitir que un enemigo sepa cómo se llaman. La
distinción entre palabras y lo que ellas designan es difícil de recordar siempre; los metafísicos,
como los salvajes, tienen tendencia a imaginar una relación mágica entre las palabras y las
cosas, o por lo menos entre la sintaxis y la estructura del mundo. "

Ensayos impopulares , Bertarnd Russell

Es posible que la alusión al pensamiento de los salvajes pueda parecer exagerada, pero
no lo considero así. Cuando buscamos una teoría que explique el mundo esperamos encontrar
en ella la anhelada seguridad (pues recordemos que el punto de partida es que este mundo no
se explica "por sí mismo", siendo además indiferente a nuestros deseos, un mundo al que cada
uno ha sido arrojado y en el que cada uno, en un nivel profundo, es consciente de que se
encuentra solo). Buscamos en las teorías, en la filosofía, en la religión o en la adhesión
dogmática a una causa, un sentido, algo fijo e inmutable que sirva como apoyo sólido e
indestructible. Pero tal búsqueda de la certeza no sólo es inútil sino absurda e innecesaria (al
menos por lo que a la seguridad se refiere, en otros sentido puede ser muy fructífera). Es inútil
porque, como hemos dicho, la certeza está fuera de nuestro alcance. Es absurda porque es un
error pensar que nuestra seguridad o la estabilidad del mundo depende de nuestras teorías. A
este respecto me permito introducir una anécdota personal que considero muy apropiada: En
cierta ocasión, durante una discusión en torno a las teorías de Newton y Einstein, exclamé "¡La
teoría de la gravedad es errónea!", ante lo cual mi interlocutor exclamó todavía más
sorprendido, "¡¡Eso es imposible!! ¿Cómo es que entonces los objetos, las mesas y las sillas, no
salen flotando?". Mi interlocutor, como cualquiera de nosotros en muchas ocasiones, estaba
confundiendo la teoría con la realidad. Aunque la teoría de la gravedad sea errónea los objetos
seguirán cayendo hacia el suelo sin verse afectados en lo más mínimo. De hecho, aunque
nunca se hubiese formulado la teoría de la gravedad, o aunque Newton no hubiese existido,
los objetos habrían continuado atrayéndose unos a otros. El orden del mundo no existe gracias
a nuestras teorías, sino que éstas son reflexiones elaboradas una vez que ese orden existe y
que pretenden dar cuenta de él. Al igual que sucede con la gravedad y la caída de los cuerpos,
sucede con muchas otras cosas. Quien considera, por ejemplo, como consecuencia de diversas
reflexiones, que la gente es buena por naturaleza, puede sentirse decepcionada y
apesadumbrada si encuentra un argumento contrario más convincente. Pero tal sentimiento
es absurdo, porque la gente seguirá comportándose tan bien o tan mal como lo ha hecho
hasta el momento.

Es nuestra aceptación de una teoría lo que nos proporciona seguridad, no la realidad,


que sigue su curso independientemente de lo que pensemos los humanos de ella. Cuanto más
dogmáticamente se acepta una teoría, tanta más seguridad cree tener quien se aferra a ella.
Pero pensar que se está en lo cierto no es garantía para estarlo.

Todas estas observaciones son importantes porque la aceptación de un punto de vista


u otro tiene repercusiones éticas, como veremos en el siguiente punto, repercusiones
especialmente nefastas en el caso de que el punto de vista propio sea aceptado y defendido
dogmáticamente.

La filosofía no es una labor exclusivamente individual. En la medida en que se basa o


debería basarse en el espíritu crítico las ideas están expuestas a la consideración de todos.
Ante el otro presento mi postura, dialogo, examino, critico y comparto. La filosofía es siempre
un diálogo, la mayoría de las veces con los pensadores del pasado o con uno mismo, pero
cuando el diálogo es real entre dos personas, no deberían olvidarse el valor del respeto y la
tolerancia mutua. Estas observaciones pueden parecerles a algunos innecesarias, pero no está
mal recordar que en la historia de la filosofía no escasean los casos en los que el diálogo ha
brillado por su ausencia. Basta recordar ahora la triste visión de dos de los más grandes genios
de la filosofía y la ciencia, Newton y Leibniz, disputandose con descalificaciones fuera de tono
la autoría del cálculo infinitesimal, que cada uno había descubierto independientemente del
otro, y que supuso una separación de la matemática inglesa y la continental por dos siglos. Y
en caso de que no bastase ese ejemplo, recuérdese las disputas entre creyentes y no
creyentes, políticos o partidarios de políticas de distinto signo, filósofos, psicólogos, sociólogos
y todos aquellos dedicados a la actividad intelectual, disputas en las cuales las cuestiones de
prestigio, poder o imagen tienen más importancia que el asunto en cuestión

No considero, por lo tanto, fuera de lugar, recordar el "decálogo liberal" con el que
Bertrand Russell, filósofo de espíritu volteriano, pretendía evitar en lo posible el dogmatismo,
que es, en definitiva, lo más alejado del verdadero espíritu filosófico:
"Quizá la esencia de la visión liberal pueda resumirse en un nuevo decálogo, que no pretende
reemplazar al antiguo, sino sólo complementarlo. Como docente, los Diez Mandamientos que
quisiera promulgar podrían enunciarse del siguiente modo:

1. No te sientas completamente seguro de nada.

2. No creas que merece la pena ocultar la prueba, pues ésta es seguro que saldrá a la luz.

3. No te desaliente nunca pensar que no vas a tener éxito.

4. Cuando encuentres oposición, aun cuando sea de tu esposa o de tus hijos, esfuérzate por
vencerla con argumentos y no por la autoridad, pues la victoria basada en la autoridad es
ficticia e ilusoria.

5. No tengas respeto a la autoridad de otros, pues siempre se encuentran autoridades que


opinan lo contrario.

6. No utilices el poder para reprimir opiniones que creas perniciosas, pues si lo haces, las
opiniones te reprimirán a ti.

7. No temas parecer excéntrico al opinar, pues todas las opiniones ahora admitidas fueron
antes excéntricas.

8. Mira con más agrado la discrepancia inteligente que el asentimiento pasivo, pues si valoras
como es debido la inteligencia, lo primero supone un asentimiento más profundo que lo
segundo.

9. Sé escrupulosamente veraz, aun cuando la verdad sea inconveniente, pues será aún más
inconveniente si tratas de ocultarla.

10. No sientas envidia por la felicidad de otros que viven en un paraíso de necios, pues sólo un
necio puede creer que eso es la felicidad."

Bertrand Russell

Una forma más sencilla incluso de tener en mente la actitud crítica bien podrían ser las
siguientes palabras:

"Tal vez tú tengas razón, tal vez la tenga yo.

Probablemente estemos ambos equivocados.

Busquemos, juntos, cuál pueda ser la verdad".

Como si de una medicina se tratase, díganse antes de comenzar a dialogar, o en el


momento en el que el debate se acalore demasiado. De esta forma eliminamos el insaciable
afán de certeza, pero se consuela la razonable necesidad de la seguridad, no porque la garantía
es estar en posesión de la verdad, sino porque, al menos, en la búsqueda de ésta no estamos
completamente solos.
De forma parecida lo expresó Antonio Machado:

"¿Tu verdad? No, la Verdad,

y ven conmigo a buscarla.

La tuya, guárdatela"

6.2. Repercusiones éticas

Las reflexiones del anterior apartado no han tratado de quitar importancia a los
resultados de la reflexión y del debate, no se ha pretendido introducir la idea de que no
importa lo que sea dicho, creído o aceptado, sino que se ha buscado poner de manifiesto que
lo verdaderamente valioso y digno de respeto son las personas con las que debatimos, y
posteriormente, las ideas. Por lo demás no concibo límites para el diálogo. Sentado esto, hay
un aspecto de las reflexiones filosóficas que sí es importante.

Como última observación de este apartado quisiera mostrar que existe una relación
entre la constatación de nuestra imperfección a la hora de conocer el mundo y la realidad, y
cierta actitud ética para con los demás y para con nosotros mismos, la de la tolerancia. En
palabras de Voltaire: "Tolerancia es la consecuencia necesaria de la comprensión de que
somos personas falibles: equivocarse es humano, y todos nosotros cometemos continuos
errores. Por tanto, dejémonos perdonar unos a otros nuestras necedades".

De nuevo es posible que esta alusión a la tolerancia mutua pueda parecer fuera de
lugar en un texto que simplemente trata de explicar qué sea la filosofía, pero debemos tener
en cuenta varios factores: por una parte, que el intento de comprender la realidad y a nosotros
mismos, como afirmábamos al comenzar este apartado, no es un intento individual sino
colectivo, en el que el papel de la crítica, la contrastación de ideas y el continuo examen y
valoración de las distintas propuestas no puede ser pasado por alto, y en el momento en que
otro u otros seres humanos distintos a mi hacen su aparición, lo hace también la ética, la
reflexión sobre el modo en que voy a tratar a esa persona. Por otra parte ya mencionamos que
el anhelo de seguridad ha llevado en ocasiones al dogmatismo. Las propuestas filosóficas,
como hemos comentado, no son neutrales, y el peligro de que los intereses subyacentes
determinen nuestras indagaciones está siempre presente. La labor del intelectual a lo largo de
la historia, desgraciadamente, ha sido en muchas ocasiones la de estar al servicio del poder y
legitimarlo a cualquier precio. Las ideas de "ortodoxia", por no decir la de "herejía", han
llevado a justificar la persecución, la crueldad y el terror, y los intelectuales han jugado su
parte en ello. A lo largo de la historia, igualmente, la educación ha sido concebida para
perpetuar el sistema de valores existente. Todo ello está fuertemente inspirado por el miedo,
que tiene puestas sus miras en el pasado y su conservación antes que en el mundo que es
posible crear. La responsabilidad del filósofo, así como la del intelectual y el educador en
general, es enorme, y su tarea consiste, de una manera muy general, en abrir nuevas puertas,
nuevas posibilidades para que el ser humano explote la diversidad y variedad en la que radica
uno de sus más valiosos tesoros, así como mostrar y denunciar los límites que nos hemos
puesto a nosotros mismos o que aceptamos injustificadamente.
Stuart Mill -afirma Isaiah Berlin- critica a los "progresistas" que pretenden modificar la
opinión social para hacerla más favorable a este o a aquel plan de reforma, en lugar de atacar
el principio según el cual la opinión social debería ser ley para los individuos. En un mundo en
el que existen fuerzas inmensas que pretenden por medios diversos, a menudo no explícitos,
moldear a la población por un mismo patrón de tal forma que la individualidad y el criterio
personal queden suprimidos, la simple diferencia, la resistencia y mucho más la protesta,
constituyen un valor tanto más necesario cuanto mayores son los poderes que pretenden
hacerlas desaparecer. Mill lo expresa de forma más sencilla, pero no por ello menos
significativa: "La humanidad gana más consintiendo a cada cual vivir a su manera que
obligándole a vivir a la manera de los demás."

7. CONCLUSIÓN

La filosofía ha consistido a lo largo de su historia en una reflexión del ser humano en


torno a la realidad y a sí mismo. Una reflexión que se pretendía crítica y totalizadora y cuya
fuente de vida han sido las experiencias filosóficas de cada uno de los pensadores,
entendiendo estas experiencias como la íntima necesidad de dar respuesta a un problema
situado en el límite de los conocimientos o de las experiencias conocidas hasta el momento.

La filosofía puede entenderse de muy diversas maneras, siendo algunas de ellas


incompatibles entre sí. No obstante, en cualquier caso se pretende profundizar en la realidad y
alcanzar un conocimiento antes ignorado (aunque eso suponga eliminar cualquiero otro
conocimiento).

La cuestión de la utilidad de la filosofía ha sido planteada desde sus mismos


comienzos. Hasta el momento tan sólo hemos mencionado su capacidad para enseñarnos a
vivir con nuestras dudas, no ignorándolas ni pretendiendo hallar respuestas para todas, sino
proporcionando un equilibrio entre ambas, conscientes de los peligros de cada uno de los
extremos.

"Desde que el hombre ha sido capaz de la especulación libre, sus actos -en muchos
aspectos importantes- dependen de sus teorías respecto al mundo y a la vida humana, al bien
y al mal (...). Para comprender una época o una nación, debemos comprender su filosofía (...).
Hay una conexión casual recíproca. Las circunstancias de las vidas humanas influyen mucho en
su filosofía y, viceversa, la filosofía determina las circunstancias.

Sin embargo, hay una respuesta más personal. La ciencia nos refiere lo que podemos
saber, mas lo que podemos saber es poco, y si olvidamos cuánto nos es imposible saber, nos
hacemos insensibles a muchas cosas de la mayor importancia. La teología, por su parte, aporta
una fe dogmática, según la cual poseemos conocimientos en los que, en realidad, somos
ignorantes, y con ello crea una especie de atrevida insolencia respecto al universo. La
incertidumbre, frente a las vehementes esperanzas y temores, es dolorosa, pero hay que
soportarla si deseamos vivir sin tener que apoyarnos en consoladores cuentos de hadas.
Tampoco conviene olvidar las cuestiones que plantea la filosofía, ni persuadirnos de que
hemos encontrado respuestas definitivas a ellas. Enseñar a vivir sin esta seguridad y, con todo,
no sentirse paralizado por la duda, tal vez sea el mayor beneficio que la filosofía puede aún
proporcionar en nuestra época al que la estudia."

Bertrand Russell

El debate en torno a la utilidad de la filosofía, sin embargo, ha recibido mucha más


atención de la que aquí hemos sugerido. Incluso dentro de la propia filosofía se ha abierto una
polémica sobre la utilidad de la misma tanto en el plano teórico como en el plano social,
político, etc. Para desarrollar estos aspectos resulta fundamental conocer los restantes
conocimientos con los cuales la filosofía se compara y frente a los cuales puede ser tachada de
útil o inútil. Remitimos, pues, al lector, al siguiente número de los Cuadernos de filosofía , que
tratará el tema "La función de la filosofía en el conjunto de la cultura. La relación entre el saber
filosófico y el saber científico y otros saberes".

You might also like