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Viernes: El abismo
El resultado del pecado en la vida personal
…
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También dijo: Un hombre tenía dos hijos; 12 y el menor de ellos dijo a su
padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió
los bienes.
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No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una
provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 14 Y
cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia,
y comenzó a faltarle.
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Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió
a su hacienda para que apacentase cerdos. 16 Y deseaba llenar su vientre de las
algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. 17 Y volviendo en sí,
dijo:
RVR60
INTRODUCCIÓN
Presentar una reseña del evangelio de Lucas sobre su contexto histórico, su autor, el posible
propósito del evangelio, la estructura de los relatos ahí descritos.
Luego hacer una presentación sobre qué es una parábola y como Jesús la usaba para
transmitir el mensaje del evangelio y del reino de Dios.
Posteriormente mostrar el contexto de la parábola del hijo prodigo dentro del evangelio de
Lucas y del ministerio de Jesús.
Objetivo: Llevar a la congregación a sentir la necesidad de buscar a Cristo para contrarrestar los
efectos del pecado en la naturaleza humana.
I. Introducción
A. Ilustración:
“Hay venenos que poseen apariencia engañosa, pues su aspecto que es
aparentemente agradable, atrae numerosas víctimas. Tenemos por ejemplo el caso
de una planta llamada “alojetón” que se encuentra en los pequeños desiertos.
Además de ser atractiva a la vista se le puede extraer agua. Al ganado le gusta
mucho esa planta, y le ocasiona la muerte segura. Para ilustrar este hecho se
recuerda un caso pasado con un estanciero norteamericano. John Ward, de Idaho,
dirigiéndose al campo para ver su rebaño, se encontró con un cuadro desolador:
Ochocientas setenta y seis de sus ovejas habían muerto víctimas del terrible
“alojetón”. Centenares todavía estaban vivas, pero estaban tambaleantes y a punto
de morir. Un veterinario de la localidad dijo que nada podría hacer, pues no había
antídotos para el “alojetón”. (Alfredo Lerín, 500 Ilustraciones, Editorial Mundo
Hispano 2003: Ilustración 237)
Parece irresistible, una enfermedad sin cura, un veneno sin antídoto, pero
¿realmente es así? ¿estamos condenados a vivir víctimas del mal y el pecado para
siempre? ¿o es que acaso existe una forma de contrarrestarlo? ¿hay un anti veneno?
B. Proposición:
Durante esta semana estudiaremos una de las parábolas más hermosas de Jesús que
fue registrada en Evangelio según San Lucas, es conocida como la parábola del
Hijo Pródigo; y descubriremos que, aunque parece que el ser humano siempre
vivirá condenado al mal y el pecado en este mundo no es así, existe una solución y
puedes comenzar a disfrutarla ahora.
C. Transición:
El capítulo 15 de San Lucas comienza así: Se acercaban a Jesús todos los
publicanos y pecadores para oírle (Sn. Luc. 15:1). Los publicanos eran hombres
que eran parte del pueblo judío, pero habían pagado concesiones o contratos al
imperio romano para a cobrar los impuestos requeridos por el imperio a todos los
habitantes de Judea.
Pero el texto bíblico también menciona “pecadores”, entre ellos podemos contar a
todo tipo de personas con muy mala moral, al menos en el registro bíblico tenemos
ejemplos de prostitutas que seguían a Jesús, de borrachos, ladrones y estafadores.
Todas estas personas a pesar de que vivieron en entre los años 30 y 35, hace más de
2000 años, no fueron muy diferentes a nosotros, tenían las mismas debilidades que
tú y yo, mintieron, robaron, lastimaron a sus familias y sus cuerpos, abusaron de los
demás, abandonaban a sus esposas e hijos, cometían adulterio, se equivocaban y
pecaban como lo hacemos nosotros en el 2017.
El problema del pecado y el mal, no es algo nuevo en este mundo, tiene al menos
5000 años de existencia. Hagamos un recuento histórico a través de la Biblia:
Pero “Dios desea de todas sus criaturas el servicio que nace del amor, de la
comprensión y del aprecio de su carácter. No halla placer en la obediencia forzada,
y otorga libre albedrío para que puedan servirle voluntariamente” (Elena G. White,
Historia de los Patriarcas y Profetas; pp. 12.4)
Por lo tanto, todos somos pecadores, tenemos la inclinación natural para pecar incluso antes
de nacer:
“He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” (Sal. 51:5)
Aún hasta el mismo apóstol Pablo fracasó en sus intentos de vivir una vida recta por sus
propias fuerzas. Al recordar sus frustraciones dijo:
“Lo que hago no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.
De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí…
miserable de mí ¿Quién me librar de este cuerpo de muerte?”. (Rom. 7:15,19,20,22-24)
V. Conclusión (llamado): Donde está la solución este dilema, ¿Dónde podemos encontrar
libertad de la condenación del pecado? ¿Quién puede darnos la fuerza que necesitamos para superar
nuestra inclinación natural al mal y poder guiarnos a una nueva vida? Pues al parecer las personas
del primer siglo de nuestra era encontraron la solución Se acercaban a Jesús todos los publicanos y
pecadores para oírle, (Lucas 15: 1).