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Título de la ponencia: HACIA UNA CRÍTICA HERMENÉUTICA DEL HORROR

COLOMBIANO
Miguel Ángel Castro Caballero1
No hay documento de cultura que no sea a la vez un documento de
barbarie. Y así como éste no está libre de barbarie, tampoco lo está el
proceso de la transmisión a través del cual los unos lo heredan de los otros.
Walter Benjamin - Tesis de filosofía de la historia

La sentencia de Benjamin, escrita en medio de la incertidumbre, quizás en una servilleta o en


la esquina de un periódico arrugado, marca una inflexión que revela la cara armoniosa de su
tiempo: la barbarie no es ajena a nuestra cultura, nace y se reproduce en su interior. Esos
intentos por catalogarla como irracional, demoniaca o malvada, es una exculpación ante un
fenómeno intrínseco de occidente. Benjamin lo supo muy bien y nos lo legó para que
reconozcamos al horror que precede y acompaña a los bienes de la cultura. Pensar el horror
es atreverse a ver los lados oscuros de la historia de occidente. La historia colombiana,
cargada de muerte y dolor, tristemente reproduce la barbarie que Benjamin observa en sus
últimos días. Es así que sesenta años de guerra, esos miles de muertos y miles de vidas
apagadas, lastimadas, aniquiladas, parecen una pesadilla colectiva, una muy lúcida, un sueño
negro que hizo presencia y parece no marcharse.
Si son ciertas las palabras de Benjamin, los documentos de nuestra cultura extrajeron ese
horror, para consignar en su interior una espesa oscuridad apenas visible en la realidad. Uno
de esos documentos es la literatura. En Colombia, la guerra es fuente del desarrollo de toda
una empresa literaria: la “novela de la Violencia”. Son cientos los textos literarios escritos
bajo esa espesa niebla, interpretando, exponiendo y traduciendo ese horror del que Benjamin
nos habla. ¿Qué hay en el fondo? ¿Qué nos dice ese horror de nuestra “nación”? En este
ensayo quiero tratar algunas reflexiones interpretativas sobre el horror y su relación con la
literatura. Mi propósito es ahondar en una tradición que toma como referencia al horror y, de
esta forma, interpretar esa “Violencia” que ha surgido en el conflicto armado colombiano,
fuente para la escritura de cuentos, poemas y novelas. Una pregunta que espero desarrollar:
¿Por qué los sentidos fijados por las representaciones literarias del horror poseen una relación
con la memoria de conflicto armado colombiano? Hablo de memoria y no de historia porque
en lugar de escribir sobre acontecimientos totalizadores y con pretensiones de verdad, la
memoria quiero pensarla como una voz ficcional, una voz –en relación con el horror– que
nos interpela, “nos mira, nos describe y nos prescribe”2, obligándonos a pensar en un futuro
donde la barbarie deje de inundar nuestras vidas.

1
Politólogo. Estudiante de la Maestría en Estudios Literarios de la Universidad Nacional de Colombia.
2 Derrida, Jacques, Mnemosyne, en Memorias para Paul de Man, Barcelona, Gedisa Editorial, 1989, pp. 38.

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