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Guillermo Arroyo Jiménez perdió a María en el momento justo

de conocerla; de allí en adelante su obsesión por ella se convierte


en el único motor, sin esperanza, de su propia vida. Guillermo -
Memo- miembro rebelde de una generación en transición entre los
movimientos literarios zero-infra-nadaistas del siglo pasado y las
próximas generaciones de la cultura edupunk-tecno-internet parece
adoptar el camino del novelista Henry Miller al criticar el modo
de vida de su propia generación cuyo tono semi-auto-biográfico
suscitará seguramente controversias y resucitará el dilema del
porqué no utilizar nombres reales o ficticios en la obra literaria.
Los poetas salvajes, desheredados literariamente, rechazan lo que
afirman en sí mismos, deslumbrados por el oro, sin pasado ni
futuro, rehacen infinitamente el camino interminable de Kerouac,
la literatura salvaje, contrahecha en un rictus social, hipócrita en
algunos, se convierte en la literatura de la perdición, sin pasado, sin
Red de los poetas salvajes sentido y sin apuesta de futuro.
Olvidando a María, Guillermo Arroyo Jiménez Es ésta la virtud –y perdición- de algunos de estos jóvenes. Así fue
Diseño: Yaxkin Melchy igualmente la perdición de los estridentistas, estridentes pero sin
sentido, sin alma, sin vivencia. Conocí a los poetas salvajes en una
Impreso en México DF. 2010 noche oscura y el contacto me generó una especie de poema del
reddelospoetassalvajes@gmail.com horror. Me parecía una horda de búfalos que arrasaba con todo sin
sentido.
Esta obra está bajo una licencia Atribución-No comercial-No Derivadas 2.5 El hoyo Funky es la antítesis de la tesis, el rechazo de lo que se
México de Creative Commons. persigue, el delirio de persecución, la velocidad irracional, la
amalgama de realidades literarias, de fantasmas, de una vida que
parece seguir el estigma de vida de Mario Santiago Papasquiaro: sin
timón, y en el delirio. Es en este trance que Guillermo apuesta por
el relato. A ratos, las palabras lo dominan, la juventud lo traiciona,
Memo arriesga, se equivoca e insiste, se recrea y nos sorprende, nos
engaña con una película y luego la destroza para continuar con sus
delirios. Y así prosigue, las cosas iban bien cuando éramos jóvenes,
pero la juventud no es permanente, afortunadamente.
Guillermo inserta en sus relatos, ¿porqué no hacerlo? personas
reales, de carne y hueso con personajes de otras novelas como
Belano y aún, de películas. ¿Porqué no construir mundos universos
insertando personajes así como generamos un diálogo permanente
con nuestros semejantes en la era de Internet?
Con estos relatos, Memo apuesta por la imaginación, subvertir la
realidad, amalgamar lo virtual con lo real, inconformarse con las
generaciones literarias y con su propia generación, incorformarse Poética
contra sí mismo, rechazarse, renegarse, reconvertirse y partir en
la búsqueda de su propio estilo, el yo me niego, negando a los Esta forma, la más bella que los vicios, me hiere y escapa por el techo.
demás. Nunca lo hubiera sospechado de una forma que se llama María. Y es que
El escritor salvaje, hace honor a su apellido, escribe salvaje y crea no pensé en que jamás tomaba el ascensor, temía las escaleras como grave
polémica, se recrea en cada palabra, se reinventa cada día y hace cardíaca, y, sin embargo, subía a menudo hasta mi cuarto.
del consejo de Rimbaud, no habla de las flores, pero en lugar de Nos conocimos en el jardín de una postal. A mí, bigotes de miel y mejillas
hacerlas florecer, las destruye. El género elegido por Guillermo, comestibles, los chicos del pueblo me encargaban substituirlos en la
es difícil, abrupto, con obstáculos, competitivo, largo y agobiante, memoria de sus novias. Y llegué a ella paloma para ella de un mensaje que
y sin embargo, en este libro se vislumbra un futuro narrador cantaba: “Siempre estarás oliendo en mí.”
que nació perdido, derrotado, emparedado entre dos edificios Esta forma no les creía. Me prestaba sus orejas para que oyera el mar en
literarios, el pasado mítico, exagerado de los poetas salvajes y el un caracol, o su torso para que tocara la guitarra. Abría su mano como un
futuro, modernista, futurista, de los supuestos nativos digitales, abanico y todos los termómetros bajaban al cero. Para reírse de mí me dio a
multimedios, interconectados, escritores digitales. morder su seno, y el cristal me cortó la boca. Siempre andaba desnuda, pues
Es el futuro, en el que los libros no serán un monólogo entre el las telas se hacían aire sobre su cuerpo, y tenía esa grupa exagerada de los
escritor y el lector, sino una discusión entre lectores-escritores, una desnudos de Kisling, sólo corregida su voluptuosidad por llamarse María.
experiencia diferente cada encuentro con el libro, desafiante. Y en A veces la mataba y sólo me reprochaba mi gusto por la vida: “¡Qué
Guillermo Arroyo vislumbro ahora, atisbos de luz, de un futuro truculento tu realismo, hijo!” –Pero no la creáis, no era mi madre. Y hoy que
con apuesta de futuro. quise enseñarle la retórica, me hirió en el rostro y huyó por el techo.

Gilberto Owen
Edgar Artaud Jarry
Marzo de 2010

María, escribo para ganarme tu odio,


pues no me resigno a vivir sin ti.


Crack: El Hoyo Funky o acerca de los días de humo

A los poetas salvajes

La humanidad está condenada a la frustración.

Yukio Mishima

Yo soy el petróleo, yo soy el petróleo, yo soy el petróleo…

Victor Ibarra

Listen to the silence, let it right on...


Eyes, dark grey lenses frightened of the sun.
We would have a fine time living in the night,
left to blind destruction,
waiting for our sight.

Ian curts

Destruction!, ordenaba Joy Division desde las potentes bocinas. Todos


obedecíamos puntualmente chocando los pechos y elevando las manos
al aire dentro de aquel slam enardecido. Había una pelotita en cada
cráneo rebote y rebote, guiando nuestros cuerpos hacia la locura. Se
sudaba furor en medio de aquella trifulca, los brazos se confundían de
sus dueños, éramos un monstruo de mil manos, las cabelleras hacían
arcos-iris negros en el aire y la adrenalina era la sangre que alimentaba
los cerebros.
Allá, en el escenario, los Infras preparaban el sonido. Se oía
a intervalos el rasgueo de la guitarra eléctrica y el sonido metálico de
los platillos. Al parecer, no les faltaba mucho por arreglar, el toquín
empezaría en unos cuantos minutos. Aproveché ese lapsus para ir
a mear. Los baños de los hombres eran una reverenda porquería: la
marihuana y la mierda se confundían en el aire, la chis imantaba el suelo,
el gran mingitorio estaba repleto de colillas de cigarros y de chicles, ¡y
ni qué decir de las tazas…! Entré a descargar el agua de mi riñón y
enseguida fui a encerrarme tras una de las tres puertas que estaban a
espaldas del mingitorio. Menté madres al sentir el tufo nauseabundo

 
que se despedía en aquel espacio; a punto estuve de salir, pero mi seducido por la música al igual que una serpiente hipnotizada por la
mente no hizo caso ni al olfato ni a la vista y se engañó de la existencia flauta de un faquir. Aquello era tan excitante que me hubiera gustado
de aquel revoltijo. Saqué la grapa de mis jeans e inhalé su contenido rasgar con mis uñas el sudor de sus nalgas. La imaginé siendo exorcizada
hasta que sólo quedó el plástico. La sensación fue maravillosa, un gesto mientras alguien le daba por el culo. Me salieron tres barros de tan sólo
de furia se grabó en mi cara. Salí a lavarme las manos y a quitarme el verla.
polvillo sobrante de la nariz. Sonreí frente al espejo, la noche bailaba —¡Lástima que sea mi amiga! —exclamé en voz alta y
desnuda frente a mí. finalicé con una carcajada por demás estúpida, y Mané, atento a mis
Al salir, los ánimos de la danza juvenil se habían calmado, pensamientos y al panorama que se abría ante nosotros, me invitó a
sonaban The Creedence. El humo de los cigarrillos dibujaba serpientes chocar cervezas por aquella observación.
en el aire, serpientes que contenían el destino de los hombres y se El cuerpo de la Flaca Chávez se jugaba en la ruleta de la noche;
difuminaban por el universo, perdiendo sus formas entre los barandales sabía perfectamente que alguno de los cabrones apostados en los
del segundo piso. La burbujeante cebada mojaba las gargantas de todos muros se la cogería esa noche para después botarla como a una perra
y de todas. vieja e inservible. No me importaba, salvo por tener que soportar sus
Alguien preguntó, junto a los cartones apilados, si quería una lloriqueos de arrepentimiento. Me sentí hastiado, mi semblante cambió
cerveza. Era Mané que sujetaba una botella abierta entre sus manos. de tono.
En la punta flotaba un pequeño iceberg. Asentí por supuesto, y di el —Aunque a decir verdad, también estoy un poco cansado de
primer trago. El líquido pasó por mi garganta como hidrógeno en sus puterías, sabes, la próxima vez que me venga con sus cuentos yo-
punto de fusión. Luego, intercambiamos algunas opiniones acerca no-tuve-la-culpa la voy a mandar a la mierda —le comenté a Mané y
de las bandas que tocarían esa noche, Casasola también estaba con me respondió con esa sonrisa de prognato perverso que a veces se
nosotros. Parecían distantes los tiempos en los que sólo éramos unos grababa en su cara. En el fondo, Mané también estaba harto de ella,
cuantos, bajando en patineta por las calles del centro, tocando en pero aún no perdía la esperanza de venirse entre sus piernas.
los garajes de nuestras casas, acampando en la soledad del desierto Y mientras seguía observando el movimiento desenfrenado de
mientras que, en la distancia, las estrellas temblaban como pupilas de aquella posesa, el sudor de su piel morena brillando bajo su ombligo, y
dioses hambrientos. esa expresión de placer en su semblante como si estuviera siendo bañada
La música cesó de golpe y todos volteamos al escenario por el semen de Dios, Casasola empezó a contarme los problemas de
en espera de que comenzaran a tocar. Se escuchaban parloteos y la banda: los toquines fallidos, las canciones cada vez más bizarras del
chiflidos por doquier, la impaciencia era el brillo de todos los rostros. Tigrillo y la posible desintegración. Me limitaba a asentir, no porque
Los integrantes separaban los cables de sus pies y acomodaban los Los Salvajes no me importaran, sino porque ya no tenía nada que ver
instrumentos con paciencia de monjas. Mas de pronto, sin decir agua con ellos. Al menos eso creía, pero luego Mané soltó un rollo que
va, un acorde de guitarra marcó el inicio de la primara canción. A él, captó mi atención:
siguieron sonidos precipitados de la bataca, el bajo, y los aplausos de —¿Porqué no regresas a la banda?, las cosas con el Tigrillo no
unos cuantos loosers. Los Infras traían una onda entre surf y rock de los van muy bien y es posible que deje el grupo, por él te saliste, ¿no es así?
70´s; la imagen del escenario se convirtió de pronto en una película de —dijo y al punto volteé curioso de sus palabras.
hippies. Había buena onda en el ambiente, flotando junto al olor de Me había separado del grupo porque deseaba llevar a cabo
marihuana. proyectos individuales (que nunca hice), por lo que el Tigrillo no era
Mi vista fue atrapada por las chicas que comenzaron a bailar exactamente el culpable de mi separación; sin embargo, habíamos
seducidas por aquel ritmo chicloso, especialmente por la Flaca Chávez. tenido muchos problemas y no me gustaba su modo de hacer las cosas.
Su cuerpo flácido y flojo, de cabaretera barata, estaba completamente Esa proposición me atraía porque sin banda había dejado a un lado la

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música y quería volver a componer canciones; por otra parte, sin el apretando mis sienes, me puse a pensar en las parvadas de langostas
Tigrillo, todo sería más fácil para mí. Casi estrechaba la mano de Mané, que invaden el pueblo. Tenía que distraerme de algún modo. Miles de
pero decidí no precipitarme a los hechos, el Tigrillo aún no estaba insectos cruzando como navajas la vegetación esteparia, una y otra vez,
afuera y faltaba la aprobación del Wacho y los otros; además, yo no acabando con todo.
estaba del todo convencido, así que le dije que lo pensaría. Entonces, la Después de unos segundos, el ruido de los Infras me regresó
conversación giró a otros temas: lo nuevo del rock latino, el futuro de al bar. La coca que había esnifado ya no ejercía ningún efecto sobre mi
nuestras fiestas, las chicas… Y cuando menos lo esperaba, una estocada cuerpo; podía haber sido de mala calidad, o quizá había sido una dosis
me pinchó la espalda haciéndome caer de hinojos sobre el ruedo: muy pequeña, el chiste es que necesitaba otra cosa; no quería estar
—Mira nada más quien acaba de llegar chavo, ¡María! — sumergido en la depre lo que restaba de la fiesta.
comentó Mané, inconsciente del vendaval que acababa de invocar. Pensé que lo mejor era ir a buscar mota como había dicho a
María, me atreví a musitar. Su nombre resonaba dentro de Mané y Casasola, así que me levanté y fui a rondar por las destartaladas
mi cráneo más fuerte que el golpe de un mazo sobre un yunque. La mesas. En un rincón, los Devras rolaban un porro. Me acerqué a
impresión que tuve al verla es indescriptible. Su figura provocaba saludar.
excitación y miedo al mismo tiempo. Portaba un suéter azul que le —¿Qué hongo?, ¿después de quién tocan? —pregunté y en ese
quedaba grande de las mangas, pero realzaba notablemente su figura; momento los ojos de Danny Malpica brillaron a través de su melena;
su pelo recogido permitía ver el arrebol de sus pómulos, un arrebol incendiados e insolentes como portal del inframundo.
tan tenue que lucía el pirsin de su nariz y su cálida sonrisa. Mi corazón —Vamos después de esas locas —contestó señalando a un
daba tumbos, apenas podía contenerse dentro de mi caja torácica, tuve grupo de greñudas que estaban al otro lado de la barra, y me tendió
que apretarme el pecho con las manos y sujetarlo con fuerza para que el porro. Lo recibí cual chaman dejándose purificar por los dioses e
no saltara y se revolcara por el suelo como pez sacado del agua. Era inmediatamente lo llevé a mi boca. El calor que entraba de golpe me
increíble el poder y la fascinación que María ejercía sobre mis sentidos. hizo carraspear la garganta, pero al segundo y tercer jalón todo fue
Si ella me hubiera ordenado hacer algo por encima de mi voluntad, perfecto. El humo reposaba en mis anginas como vapor marino y las
incluso destruir mi cuerpo, lo hubiera hecho sin pensarlo. El amor calentaba.
cegaba mis sentidos, el amor y el odio. Sí, el odio, pues aunque María —El jueves iremos a dibujar a Jim Morrison por las calles
era una diosa para mí, ¿acaso por ello estaba salvada del odio? No, yo la del centro, ¿qué onda, te lanzas con nosotros? —preguntó Aurelio
odiaba con las ganas del que quiere darle paz a su espíritu; ¡con cuánto mientras su mano alargada esperaba el porro. Solté el humo haciendo
ímpetu había deseado su extinción de la faz de la tierra! Sin embargo, círculos concéntricos que formaban un cono en el vacío, y le pasé el
sabía que no era capaz de hacerle daño bajo ningún precio, de la misma cigarro.
manera que no era capaz de entregarme por completo al amor que le —Simón, ya sabes que esos desmadres sí me laten —contesté
profería. Era un cobarde. sin apartar la vista de sus ojos.
—Ahora vengo, tengo que ir a buscar mota —me excusé y —Ok. Te esperamos ahí en el Cementerio, lleva tus esténcils y
parecieron no molestarse, en sus ojos se leía la comprensión de los que un aerosol negro si puedes.
todo lo saben. Asentí.
Fui a sentarme a los escalones que daban al segundo piso para Me gustaba ver el grafiti en las calles, me gustaba todo lo
perderla de vista. La depresión hacía una topografía de mi cuerpo: que fuera en contra de mi padre, me gustaba ir en contra del orden
invadía el cerebro e iba bajando poco a poco, los ojos me ardían, y dejarme arrastrar por la corriente de la destrucción. Siempre que
miraban al suelo, la boca hizo un gesto de hastío, el cuello se encorvó mi padre veía las paredes de su negocio horriblemente pintarrajeadas
y sentí una flojedad insalvable en las extremidades. Con las manos me echaba una perorata casi eterna de esos vagos que no se dedican a

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hacer nada, de esos rebeldes sin sentido… El día que sepa que andas mientras daba tamborazos que resonaban muy bien en mis oídos. Era
metido en algo así, te corro de la casa, ¿entiendes? Qué necesidad de una armonía fuerte y lúdica, como para anunciar el Apocalipsis del
andar rayando paredes a lo pendejo, decía. Si no tienen la oportunidad pueblo. Después, hubo acordes más suaves y el bajo amortiguó todos
de irse a estudiar a otro lado, pues que se pongan a trabajar, aquí hay los sonidos. I´m doll parts, bad skin, doll heart, it steads for knife, for the rest
mucho trabajo de jornalero… Además, ¿qué ganan con hacer eso?, of my life…, cantaba Yun, y mientras se hincaba y retorcía por el suelo,
me preguntaba, pero yo nunca respondía sino con una sonrisa en mi sus miembros se desmembraban como si en verdad fueran pedazos de
interior, ¿qué otra respuesta quería que aquellos esténcils que adornaban una muñeca tuerta e inservible, la boca era la única parte del cuerpo
sus muros, aquellos garabatos que con sumo placer y esmero dibujaba que seguía pegada al micrófono, un chicle rojo sobre la duela. Era
a la luz de la luna? una reencarnación de la diosa Coyolxauhqui, cayendo una y otra vez,
Los Infras terminaron de tocar y dejaron los instrumentos interminablemente, por las escaleras del Templo Mayor. El sentimiento
sin decir nada. El júbilo y el desmadre hicieron tronar los aplausos. con que interpretaba la canción era sincero, sentía la música dentro de
No necesitaron más que tres canciones para que les aplaudieran. No sí como se sienten los latigazos en medio de la espalda; me dieron
obstante, yo no quería seguir su camino, si llegaba a regresar con los ganas de abrazarme a su pecho hasta que el fuego nos convirtiera en
Salvajes, no tendría, ni de broma, un estilo como el suyo. Aunque por cenizas diseminadas por el viento, pero la distancia que había entre
otro lado, aquella negación era la prueba irrefutable de que habían nosotros era insalvable. Lo sabía de antemano, lo supe aquel día que
tenido influencia sobre mí. Marcar mi estilo a través de ir en su contra, nos mandamos a la mierda. Sabía también que terminaríamos tarde que
era afirmarlos. Me volvieron a pasar el cigarro; lo tomé, pero la verdad temprano, pero nunca imaginé cuánto me dolería su adiós. Sus palabras
es que ya no se me antojaba esa madre. Mis gustos cambiaban a cada de despedida acentuaron un odio que nunca supe contra quién dirigir.
minuto. Le di dos jalones más por no verme tan mamón con los Devras; Me había dicho perdón, no sabía que era lesbiana, me había dicho lo
cagaba la madre que alguien rechazara las cosas. Iban a organizar una siento, me había dicho seguiremos siendo amigos, pero en estas cosas
fiesta y querían que me aventara unas rolas con ellos. Por supuesto todas las palabras son crueles y la única redención posible es el olvido.
acepté. En sus fiestas siempre había un chingo de chupe y un buen Sin embargo; yo no olvidaba, desde entonces la había extrañado más
pedazo de alfombra en donde caerse muerto. que a mis tardes de soledad en la azotea. Ahora sé que su amor, el que
Le pedí a Aurelio me pasara otra cerveza. Me dieron unas nunca tuve, pudo haberme salvado del odio, pudo haberme curado
ganas increíbles de caerme de borracho, de perderme hasta no recordar las heridas de María, pudo… ¡Qué importa ya!, todo se ha ido por el
nada, de olvidar toda la desgracia de este mundo. Me pasó una chela retrete.
oscura, con espuma resbalando por el cuello de la botella. Le tomé Después de ver a Yun cantar sobre el escenario, mis
rápidamente y sentí esa alegría que a veces nos invade al contemplar pensamientos volvieron a María. ¿Porqué no me dejaba en paz?, siempre
la belleza de las putas. Era agradable volver a estar bien y recobrar los que encontraba un momento de calma venía a chocarme su imagen
ánimos. con la fuerza de un tren que se estrella contra las rocas. Pienso que si
El furor de las chicas se desbordó cuando el único grupo de alguna vez he tenido la imagen de lo eterno, ha sido el rostro de María.
chavas estaba a punto de comenzar a tocar; los gritos hacían temblar Al saborear la cebada de nueva cuenta, tuve el mismo sentimiento de
los cristales, tuvimos que taparnos los oídos y casi tirarnos al suelo. hastío que tuve al fumar marihuana. ¿Qué estaba pasando?, ¿dónde
Desarrapadas y locas, con mallas rotas y el lápiz labial corrido en las se habían quedado mis ganas de emborracharme hasta la perdición?
bocas, se atrevían a mostrar el frío de sus tetas tras la playera. Tocaban Necesitaba algo distinto de todo, ¿pero qué?, ¿podría conseguir algo
bien. De hecho, Mayté era la mejor baterista de todos los congregados realmente diferente a lo que estaba acostumbrado?, ¿ese sentimiento
aquella noche, y después de que Yun terminara la presentación del de búsqueda no era acaso la prueba de que quería olvidar a María a
grupo, comenzó a pegar con los palillos y a mover su cabellera cualquier costo?

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De nueva cuenta volteé al escenario, Yun se besaba con la —No chavos, yo me quedo aquí, en este pueblo de mierda —
guitarrista, enlazaban sus camaleónicas lenguas fuera de las bocas me negué moviendo la cabeza. Quizá hubiese sido una buena aventura,
en lo que parecía ser un ritual amoroso. Me sentí impotente, tener pero yo no tenía ganas de hacer nada, mucho menos en el otro lado,
en mi historia amorosa el recuerdo de una lesbiana era un trauma. mi vida seguiría igual que siempre: trabajando para mi padre, dejando
Más aún por el hecho de que todos sabían lo nuestro, sentía que las pasar el tiempo, viendo como el mundo se incendiaba desde mi bola de
miradas caían sobre mí. ¡No señor juez, yo no lo hice!, gritó mi pecho cristal... Me sentí bastante viejo, inservible incluso para desearles buena
desesperado. Afortunadamente, no estábamos en un juicio ni tampoco suerte. Las cosas que alguna vez eran comunes a nosotros, ahora nos
me condenaban a muerte. Eché un vistazo en derredor. En contra separaban irremediablemente.
de lo que creía, nadie me tomaba en cuenta, todos estaban en su El silencio que se posó entre nosotros era una vaca muerta y
desmadre, convencidos de que el Hoyo Funky era el centro del universo destripada: apestaba; no hubo más que decir. Se alejaron con sonrisas de
y de que el sol brillaba gracias a su existencia. Me sentía alejado de decepción. Quedé convencido de que mi presencia sólo contaminaba
aquel ambiente, como si no estuviera presente o como si mi presencia a las personas. Caía al precipicio y mi paracaídas rehusaba abrirse, en
fuera un fantasma en busca de materia; mi existencia se sustentaba cualquier momento mi jeta eclosionaría contra las rocas.
solamente por el deseo de que pasara algo. Pero nada, no pasaba nada. Todos en el pueblo tenían una vida más interesante que la mía,
Nada. podían contar cosas de la escuela, de sus sueños en gringolandia, de su
Regresé al escalón sin despedirme de nadie; al parecer la banda… Pero a mí sólo me quedaban reminiscencias del pasado, y para
depresión estaba dispuesta a vencerme. Tenía más armas. Era como si colmo, las quería desaparecer por completo.
con una simple honda pretendiera vencer a un ejército de tanques. Las luces de neón disparaban sus rayos a diestra y siniestra,
Itzcoatl y Arturo bajaban la escalera, me hice a un lado para regalando breve luminosidad a todos los rostros. Incluso aquella mesa
quitarme del paso. del segundo piso, la más alejada, disfrutaba de aquellas partículas.
—¡Qué onda!, ¿cómo estás? —dijeron mientras estrechábamos Aquel era un bonito rincón, a imitación del infierno. Subí a recibir
las manos. el calor de las llamas. Me recibieron sonrisas de mujeres y piernas
—Bien, ¿qué les pasa? Los veo muy animados, ¿qué se traen? cruzadas: el Wacho y el Koala Hernández tomaban cervezas. Estaban
—Casi nada —dijo Arturo—, nos vamos al otro lado, tan borrachos que sus hígados parecían competir frente a ellos para ver
a San Antonio, ya está decidido. Un tal Carver nos da chamba y cual recibía más alcohol, imaginé esos órganos escocerse como almejas
aprovecharemos la oportunidad; el trabajo no es gran cosa, pero pagan con limón al contacto de la cebada.
bien, iremos a probar suerte. —¿Aún piensas que el rock mexicano no es una mierda? —
—Suena muy cómodo, ¿no? ¿Cómo le van hacer para cruzar? preguntó el Koala con un toqué sarcástico. Su manera de chingar me
—Hay un coyote que pasó a mi tío el año pasado. Es seguro. producía rabia.
—Se los pueden chingar, esos pinches gringos no se andan —¿Qué dijiste, chileno hijo de puta? —respondí enseñándole
con mamadas, mira que si los llegan a agarrar, de una putiza no se el puño por encima de mis dientes.
salvan —dije y me dio la impresión de que trataba de detenerlos a Se hizo pendejo, como si nada estuviera pasando, su cara de
cualquier costo, la envidia manchaba mi alma como petróleo a un copo mustio siempre lo había salvado de las situaciones difíciles. Además de
de nieve. cobarde y traidor, era de lo más mamón que se pudiera uno encontrar
—No hay de qué preocuparse —dijo Itzcoatl—, lo peor que por esos lares. Se la pasaba mamándole la verga al cabrón que se dejara,
puede pasar es que nos retachen al pueblo. De lo contrario ganaremos viviendo a espaldas, y a la vez, a costa del Wacho.
una millonada y hasta tendremos una banda por allá. Es más, tú —No le hagas caso, ya sabes como es —dijo el Wacho para
deberías venir con nosotros. defender a su novio.

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Bajé el puño. El Wacho era el jefe de la banda, pero más en el rostro. Me quedé quieto, me alegraba saber que al menos el
que eso le guardaba especial respeto porque era el que más se había Tigrillo me respetaba. Estaba de acuerdo con él, había algo en común
chingado por el grupo. entre nosotros: el odio se había apoderado de nuestros corazones y
Sabía que tenía que largarme de ahí, mi regreso a los Salvajes buscábamos con ansía el fin de todo. Lo consideré digno de ser mi
estaba en juego, pero un rostro azulado, pútrido, emergió de las enemigo.
sombras. Los lentes eran la única cosa que parecía brillar en aquel Miré las pastillas detenidamente y me las eché en la faltriquera
conjunto. En la parte más oscura del bar, reinaba la sonrisa enferma del de mi chamarra. Cuando volteé no había nadie a mis espaldas, ni
Tigrillo. Nuestras miradas se desafiaron en silencio. Mis pasos fueron siquiera me di cuenta de que Yun, Mayté y las demás habían dejado
a su encuentro, lentamente. de tocar. Los del segundo piso habían bajado curiosos del ruido de
—¿Qué hay chavo?, quiero pedirte un favor —dijo sin borrar camionetas afuera del bar. Es Belano, adiviné y bajé lo más rápido que
esa sonrisa enferma que llevaba a todos lados. pude. Casi todos estaban afuera, los demás salían apresuradamente.
—Tú dirás, Tigrillo. Sí, lo más probable era que el causante de todo aquel alboroto fuera
—Voy a meterme químicos, necesito que alguien me cuide y Belano, el héroe de todos. Fue él quien empezó esto de los toquines,
me de un balazo por si no funcionan las cosas. Creo en los milagros. de las bandas de rock en el pueblo, quien traía la droga de Sinaloa, el
—Olvídalo, no cuentes conmigo, hacer eso sería como si yo te que nos enseñaba solos de guitarra que aprendió con los gringos en
matara y matarte sería convertirme en la misma mierda que tú. bares de San Francisco y California… Era un héroe; sin embargo, yo
—Bien, entonces me suicidaré sólo, pero quiero que hagas lo despreciaba más que a nadie en el mundo. María estaba enamorada
una canción sobre esto —confesó con una determinación propia de de él.
un desquiciado—. ¡Promételo! Me paré en las jambas de la entrada observando como los
Me puse a pensar sobre ello, a pesar de que el Tigrillo no era Devras desperdiciaban su turno en el escenario por hacer una fogata
la persona más grata del mundo, mis ganas de ponerle una madriza no para el héroe. Mis predicciones no habían fallado, la camioneta amarilla
llegaban al límite de desear su muerte. de Belano ocupaba la parte central del patio y él sonreía saludando
—No mames, ¿porqué no se lo pides a otro?, ¿qué ganaría a todo mundo. Papasquiaro venía con él, su chamarra de cuero lucía
yo con eso? —cuestioné para saber a dónde quería llegar. Mis manos una calavera igualita a la de su moto: con un paliacate y unas pistolas
tenían la distancia perfecta para soltar un golpe, por un momento cruzadas por detrás. Los vehículos estaban empolvados, seguramente
estuve tentado a desfigurarle el rostro. llegaban del norte, habían tomado el camino de terracería para evitarse
—Porqué tú eres el único que verdaderamente puede cualquier sorpresa con los judas. Hijos de la chingada.
comprenderme, nuestros sentimientos hacia el mundo son afines, Se escuchó un portazo en la parte de los baños, me asomé por
tienes esa mirada perdida de los perros, de los desvelados obedientes ver quién hacía tanto alboroto. Era María. Mi corazón sufrió un infarto
de Satán. Toma —me extendió unas pastillas de envoltura dudosa—, de tres segundos y me quedé convertido en piedra. María se acercaba
has estado buscando esto toda la noche, lo sé, he estado observando a mí y por cada paso que daba mi corazón latía diez veces más. Tuve
como nada te complace, a cambio harás mi canción. miedo.
Tomé las pastillas y me le quedé viendo fijamente a los ojos, —Hola —dijo con una gracia tan simple, propia solamente de
trataba de descubrir un posible engaño. El Tigrillo se mantuvo firme. una vedette, tocándome el hombro para saludarme de beso.
Había dicho todo lo que tenía que decir. Cuando posó sus labios sobre mi mejilla un torbellino de
—¡Lo prometo! —dije sin apartar la vista de sus ojos. sensaciones se sucedieron dentro de todo mi cuerpo, como una gran
Después pasó a mi lado con su caminar patético, burlándose máquina de hacer pan que se descompone a mitad del proceso y
del mundo con esa sonrisa de araña que, ¡puta madre!, siempre traía empieza a aventar humo y a adelantar o atrasar las cosas. No sé qué me

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pasó, me desplomé de hinojos a contemplar su belleza. María era una La mire a los ojos, esa ha sido mi forma de comprobar la sinceridad
Venus saliendo del mar, María brillaba coronada por una aureola divina de las personas. Nada. Un impulso repentino me hizo tomarla de la
a la que pedía piedad con los brazos abiertos. Por un momento pensé cintura y besar sus labios. No opuso resistencia, fue hasta que mis
que mi esperanza era más estable que un bebé sobre la cuerda floja, manos subieron a sus pechos que se apartó de mí.
que no había por qué temer una posible caída. Me equivoqué. Hizo —No carnalito, no chinges, se arruinaría todo entre
un mohín de horror al verme ahí como samaritano hambriento y salió nosotros.
huyendo moviendo la cabeza de un lado para otro. Un gesto que sólo —¿Por qué no?, lo haces con todos, ¿por qué no conmigo?
podía haber hecho un ser con corazón de plástico. —Porque eres mi amigo, terminaríamos mal.
—¡Gaby, Gaby! —escuché sus gritos al salir del bar—, ve a ver —¡Qué razonamiento tan estúpido! Eso no importa.
qué le pasa a Memo, creo que está enfermo. Se quedó cabizbaja por un momento, después tomó mi mano.
Enfermo, aquella palabra hizo eco en mis oídos. Mis rodillas Caminamos hasta la cabina de sonido. Las paredes estaban forradas
habían caído sobre el suelo, ahora mi frente caía sobre mis rodillas y de cartones de huevo para amortiguar los ruidos. Una vez adentro,
tapaba mis oídos para no escuchar sus palabras. Enfermo, enfermo, cerró la puerta. Sonreí. Gaby se hincó ante mí y se abrazó a mis nalgas.
enfermo…, sin embargo repetía mi cerebro. Sí, enfermo, ¿pero acaso Comencé a fabricar imágenes que excitaban mis sentidos, algunas
era culpable? No, la culpa era ese pinche sentimiento de amor que no pornstars se desnudaban en mi mente. La cabina era una celda en la cual
podía desterrar de mi ser. La culpa era del dolor que aplastaba mi alma me encerrarían de por vida, Gaby Chávez, la enfermera que curaba mis
con su pata de elefante. heridas. Mamaba vergas como una verdadera sex master. Me empujó
—Memo —dijeron a mis espaldas mientras sentía una mano hasta la silla que se encontraba pegada a la pared del fondo y caí sobre
frotar mi dorso—, ¿qué te pasa carnalito? Ven, levántate. ella. El placer que sentía era un arco-iris que diluía sus colores en el
Lo primero que se posó a mí vista al voltear fueron los ojos cielo, a pesar de existir en ese instante escapaba irremediablemente.
de la Flaca Chávez, eran ellos un campo grande e infinito de girasoles. Me sentí solo. Pasaron unos minutos antes de agarrarla de los cabellos
Me eché a su cuello, tratando de abrazarme al último resquicio de pretendiendo decirle que continuara, que no me abandonara. Cuando
vida. Nos abrazamos, mis lágrimas comenzaron a correr por su pelo supe que estaba pronto a venirme, busqué las pastillas del Tigrillo
y a resbalar por su blusa. Sobre mi espalda sentía la opresión de sus dentro de mi chamarra y sin pensármelo dos veces las comí completas;
manos, era un momento sublimemente triste que quería petrificar por aunque no sabía qué demonios contenían realmente tenía la esperanza
siempre, aquello me hubiera salvado de luchar contra el futuro, nunca de ver prolongado mi placer un poco más. Podrían ser, rogaba, muestras
había ganado una batalla, ¿por qué tendría que seguir en el combate? de Éxtasis o cualquier cosa por el estilo. No obstante, la Flaca Chávez
No obstante, me di cuenta que aquello no podía durar por siempre, la no paraba, así que contraje mis muslos lo más que pude y esperé hasta
felicidad le estaba vedada a mi pecho. el último momento. Antes de venirme, ella retiró sus labios, y el semen
—Gaby, he dicho que eras una puta, ¿no te importa? — salió disparado, caliente y viscoso al igual que aceite brincando de la
pregunté susurrándole al oído. Mi patetismo había dejado de tener sartén. Me desplomé sobre la silla, incluso el sexo dejaba su horrible
fronteras. Siempre lo arruinaba todo, y todo se iba de mis manos sin resaca en mi ánimo.
remedio. —¡Ya estarás contento! —dijo ella y aventó mi frente hacia
—¿Crees que no sabía lo que pensabas de mí? Todos aquí atrás con su índice derecho—, nos vemos carnalito —se despidió y
piensan lo mismo, hasta creo que tienen razón —respondió con una salió de la cabina sin cerrar la puerta. La enfermera había terminado de
sonrisa por demás fingida, de esas que cuesta trabajo hacer—. Pero tú curarme las heridas, ahora estaría preso de por vida.
eres mi carnalito, esa es la diferencia. El semen quedó pegado a mi ropa y a mi piel, pero en esos
El tono que imprimió a sus palabras era un poco solemne. momentos no tenía ganas de nada, estaba agotado, mis brazos flotaban

20 21
en el respaldo de la silla. Mis ojos entreabiertos se quedaron viendo aquellas llamas apuntando a las estrellas tuvieran sentido.
fijamente hacia el umbral. Busqué a Belano. Lo encontré ahí justo donde suponía que
Pasaron unos minutos, todo empezó a dar vueltas, un torbellino estaba: recargado en su camioneta, platicando con María. Una ola de
se apoderaba de mí. Luego, gritos como de mono llegaron a mis oídos, furia me golpeó a la cara, el mar del odio me cubría con sus aguas.
el sonido se iba acercando cada vez más, percusiones y guitarras de Aventé la botella vacía con gran violencia hacia el cuerpo de Belano al
fondo lo acompañaban. Desperté de mi letargo cuando a unos veinte tiempo que le gritaba lo hijo de su puta madre que era. ¡Crash! Hizo
pasos de la puerta apareció un tipo demasiado flaco bailando con sus aquel big bang de vidrios rotos, pero desgraciadamente había errado el
manos en la cintura: Please allow me introduce mycelf, I´m a man of welth and tiro, la botella se estrelló contra el costado de la camioneta amarilla. Me
taste, I´ve been around for a long, long year, stole many man’s soul and faith… Se dio más coraje aún, y sin importar que todos me estuvieran viendo me
acercaba a mí moviendo las manos de manera por demás exagerada, fui contra él con los puños cerrados y firmes. Me convertí en un perro
extendiendo las palmas frente a sí y agitando los dedos daba vueltas de pelea; los músculos de mi cara se contrajeron en la parte alta de mi
mientras proseguía su andar. Mi cabeza zumbaba de tanto alboroto y nariz y mis dientes gruñían con toda la fuerza de la sangre que hervía
me reincorpore sacudiendo mi cabeza. Había algo extraño dentro de en mis venas. Desde una distancia más larga que mis brazos lancé el
mi cuerpo, la realidad mutaba de forma. Please to meet you, hope you guess primer golpe; apenas alcancé a rozar su chamarra. Inmediatamente,
my name, but what’s puzzling you, is the nature of my game… Cuando pude Papasquiaro y los otros se lanzaron contra mí y me tiraron al suelo.
ver su rostro, no pude creer lo que vi: era Mick Jagger en persona. Me Mané intento interponerse pero de un solo golpe lo mandaron al
froté los ojos por ver si era efecto de la droga, pero fuese como fuese suelo; Casasola se limitó a observar, pues de lo borracho, ni siquiera se
Mick estaba frente a mí, hablándome. podía mantener en pie. Las patadas llovieron sobre mi cara, las botas
—Take —dijo poniéndome una botella de cerveza en la se dejaban ir con fuerza sobre mi pecho y las manos no me alcanzaban
manos, una botella vacía—, you know what you have to do. para esquivarlas todas. Entre las patadas, alcancé a ver varios rostros,
Lo miré inquisitivamente, ¡qué demonios estaba pasando! evidentemente, Belano y Papasquiaro estaban ahí, los Infras todos y
En sus ojos fulguraban los más bajos instintos, algo me decía que algunos Devras a los que les caía mal desde hace tiempo pero que no se
mi voluntad ya no valía nada de ante aquellos ojos del infierno. Mick habían atrevido a decírmelo de frente, ahora se escondían tras el telón
salió del cuarto sin dejar de cantar y con el mismo baile hippie con de la cobardía. La risa enferma del Tigrillo llegaba a mis oídos y era
que había llegado. Todo era muy confuso. Abroché mi pantalón de tan molesta y dolorosa como la putiza que me estaban poniendo. Los
inmediato y le perseguí llevando conmigo la botella. De pronto me vi segundos eran violentos, todo sucedía con la velocidad del rayo.
contemplando el patio y a esos freakies bailando como drogos música —¡Ya cabrones, no mamen, déjenlo! —gritó la Flaca Chávez
de los Rolling Stones que sepa la madre quién había puesto. Hacían el desde algún lugar de aquel pandemónium. María la secundó en aquellas
arte de rodear el fuego, ese ritual para invocar lluvia de Tláloc, esa agua suplicas porque se calmaran los ánimos.
para calmar la sed de sus sentidos. A mí vista, los cuerpos y la fogata Que la Flaca Chávez me tuviera lástima era cosa de poca
se superponían en un solo plano dando la impresión que con aquellas importancia, pero que María la tuviera, no, hubiese preferido mil
sonrisas en las bocas se sacrificaban con gusto a los dioses: deidades veces su odio. Ser enemigos de muerte era una cosa que nos acercaría
viejas y encorvadas que con sus caras de barro contemplaban como irremediablemente, al menos con el pensamiento, la lástima que ella
su creación les rendía homenaje. Toda esta raza de occidentalismo sentía por mí era una inmensidad infranqueable, la prueba irrefutable
impuesto regresaba a su naturaleza salvaje y agresiva. Los dioses reían de que nunca me amaría. Esas cavilaciones me hicieron tomar fuerza
de oreja a oreja, supongo. Y yo también, pues aquella noche era de y aprovechar la debilidad que había de lado derecho de mis atacantes
sacrificios y yo inmolaría a mis dioses con un banquete de sangre. La para arrastrarme debajo de la camioneta. Incluso en mi huída sentí
idea me apareció ahí, una revelación de un segundo que hacía que todas unos patines en las piernas. Me acosté justo en el eje buscando algo

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que pudiera romper, alguna manguera, algo. llenos de lodo, pesaban, pero pesaban más mis ganas de venganza.
—Ábranse cabrones, voy a mover la camioneta —dijo Belano Lo primero que hice al entrar a casa fue ir al baño del espejo.
con la autoridad que ejercía sobre esas almas muertas, freakies sin Tenía dos heridas en la frente por las cuales se derramaba sangre que
sentido. calentaba la mitad de mi cara y manchaba mi ropa. Sin embargo, no
La camioneta arrancó antes de que pudiera madrear algo. sentía dolor, solamente había calor en mi cuerpo. Seguramente las
Rápidamente se echó de reversa y yo me quedé quieto, pegando todo lo pastillas del Tigrillo habían amortiguado los efectos de aquella madriza.
posible mi cuerpo sobre la tierra. Sin pensarlo, me paré inmediatamente Me pregunté qué especie de endemoniada anestesia serían para que no
apenas mis ojos contemplaron el cielo, la camioneta había dejado de sintiera nada, quizá anfetaminas, pero no estaba seguro de ello. Lo más
cubrirme. Las luces se encendieron detrás de mí y se disponían a impresionante eran mis ojos, inyectados de sangre y de ningún otro
acortar distancia, hice lo que pude por correr y alejarme de su alcance. sentimiento más que de odio. Sentía una especie de escozor alrededor
Belano pisó el acelerador hasta el fondo (lo supe por el ruido que hizo de ellos, como hormigas saliendo de esas cavidades, completando
el motor), y apenas alcancé a aventarme hacia los arbustos antes de ser la transformación de mi ser. Mi nariz se contrajo nuevamente y me
devorado por la defensa de su troca. Sus luces iluminaban el horizonte. enseñé los dientes como prueba de coraje.
Corrí por el camino de terracería a todo lo que daban mis piernas. A Fui a la bodega de la casa y saqué el rifle de mi padre, y una
cierta distancia volteé para ver si me seguían. Mis agresores subían a la daga.
camioneta de Belano, entre ellos pude distinguir las caras del Tigrillo —¿Qué haces? —escuché la voz de mi hermano detrás de
y del Koala. El fuego, símbolo de los dioses, seguía ascendiendo a los mí.
cielos. En aquellas volutas de humo, se encontraba mi misterioso y Cuando volteé, mi hermano se espantó al ver mi cara con la
fatídico destino. luz de la luna. La sangre cubría la mitad del rostro. Se reincorporó y
Corrí con más fuerza en dirección al río, la niebla en esa parte trató de quitarme el rifle de las manos.
era densa, los sauces que ahí crecían estaban cubiertos casi a totalidad. —¡Hazte a un lado, este no es asunto tuyo! —dije y le di un
No sé cómo en tan poco tiempo pude recorrer esa distancia, era la golpe con la punta del arma que lo tiró al suelo. Me sorprendí por un
noche de los imposibles, quizá había perdido la noción del tiempo. instante, pues en otras condiciones tirar a mi hermano, con el cuerpo
El motor de la camioneta se escuchaba perfectamente, sabían hacia de toro que tiene, me sería imposible.
donde me dirigía. Tomé una piedra de buen tamaño y esperé a que Ya sin obstáculos, caminé con paso firme hacia la puerta
mis oponentes acortaran distancia. Una vez en la mira, aventé la piedra trasera. No conforme con lo que ya llevaba, agarré un palo bastante
en dirección al parabrisas; esta vez no erré el tiro. Un ruido metálico grueso que descansaba junto a la puerta y desaté a mi perro para que
y seco se escuchó al contacto con el cofre y al rebotar contra el vidrio me acompañara. Sus ladridos eran el grito de guerra que nos guiaría en
del parabrisas. la batalla.
La camioneta se detuvo. Vi a Belano bajarse con su rifle y Tomé el rumbo por el mismo camino por el que había llegado.
me aventé de bruces a la orilla del río. O no pudo verme por la niebla Todo era clarividencia ante mis ojos, estaba agradecido con el demonio
o sólo quería espantarme: se escucharon dos disparos al cielo. El río de ponerme en un camino donde no había arrepentimientos, donde
estaba a dos pasos de mí, fui a él para cruzarle. El agua era lenta y fría todo fluyera como un cauce sin fin. Aquella noche, la hermosa sangre
como la sangre de un muerto, sentí un escalofrío sobre la espalda. de algún ser tendría que ser derramada. Tenía la certeza de ello. Corría
—¡Voy a regresar hijos de su puta madre! —les grité con todo por ese propósito, mis tenis levantaban polvo que en el aire le hacía
el aire de mis pulmones cuando estuve del otro lado. un velo a la luna. Tenía la esperanza de que Belano y los otros me
Me eché a correr nuevamente por aquellos pantanales. Las estuvieran esperando, mis ojos estaban rasgados por el odio.
luces de la colonia se dibujaron apenas salí de la niebla. Mis tenis estaban Con todos aquellos instrumentos, parecía un niño jugando a

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ser soldado; no tenía que ser así, aquella imagen no me agradaba en Eléctrico o alegoría del ámbar
lo más mínimo, el mundo no tendría que subestimarme más, ni yo
tampoco. Para remediar la situación llamé a mi perro, y tomé el grueso Creo que en ningún momento he sabido lo que es ser un alma
bastón entre mis manos. Descargué el primer golpe con furia y a él se perfectamente sosegada y llena de luz.
sucedieron los demás como olas de un mar inagotable. El cráneo de
mi perro crujía con cada golpe y se hundía más en el lodo. Me vinieron Yukio Mishima
recuerdos de cuando jugaba con él en el patio de la casa o cuando
No soy de aquellos que se dicen límpidos
salíamos a correr a campo traviesa, la idea que por mucho tiempo tuve y vierten la claridad con carretadas de palabras
de que era mi mejor amigo se disipaba junto con todo mi pasado. Ya habiendo luz en mi pensar secreto.
no había temores de nada, de nadie, por primera vez en mi vida me
sentía sublime y bello como un ángel de la destrucción. Tristán Tzara
Mi respiración era agitada, y después de haberme cubierto de
sangre de perro y de haber levantado las manos al cielo, me dirigí con Y allá de tarde en tarde,
todas mis armas hacia el río. La niebla era lenta e imponente, como por la calle planchada se desangra un eléctrico.
búfalos en la nieve corriendo a cámara lenta, y al atravesarla hubo un
momento de júbilo en mi pecho, pues fue en mí como atravesar el Maples Arce
umbral del infierno: la camioneta de Belano proyectaba sus luces a
través de la niebla.
¡Adiós!, dice Geum-ja apuntando al ojo derecho del maestro-secuestra-
niños. Instantes después, baja el arma. Una de sus mejillas despide
lágrimas de impotencia, ¿o serán de odio? Vuelve a apuntar y vuelve a
bajar el arma; parece que al momento más deseado de toda su vida le
tuviese miedo de pronto, quizá se ha dado cuenta que después de todo
desquitarse no será tan grato. Aquellos que buscan venganza fuera de
la imaginación están destinados a destruirse a sí mismos, ¿pero cómo
vivir con un dolor tan grande y sin consuelo? ¡Imposible! Apunta el
arma nuevamente sobre el secuestrador y hace presión sobre el cuello
hasta inclinar la silla donde está amarrado el hombre. Sin esperarlo,
suena la alarma: ¡Despierta, maestro, es hora de ir a trabajar! Ella le saca el
celular de la camisa y apaga la alarma. Son las 6:34 de la mañana. Se
acerca a la ventana para alejarse de la aparente oscuridad y observar
mejor los amuletos que cuelgan del aparato. Se asombra, la luz revela
los recuerdos de todos y cada uno de los niños secuestrados: unos
aretes, un muñequito, un botón, un anillo, y al final, una canica roja,
canica que Geum-ja ha soñado en innumerables ocasiones rodando
por el piso de su casa, canica por la cual fue puesta en prisión trece
eternos años. Sin deber nada a nadie pagó un crimen que no cometió:
matar a un niño, y a veces creyó en su culpa y trató de liberarse, a veces

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también, rezó a su manera por aquella alma. El valor sentimental de equivocado, creo lo inventó todo pues no sonaba muy convincente su
ese juguete significa mucho para ella, por eso arranca la canica y la explicación: según él, yo había comido algo contaminado, cosa por demás
guarda en el bolsillo de su gabardina. La ira no se detiene, va creciendo absurda, puesto que tengo un sexto sentido para detectar cualquier
dentro de su pecho, su mirada se ha hecho de lava: dura y a la vez anomalía de ese tipo. La verdad es que ni yo tengo una explicación
flameante. Muestra al maestro la prueba irrefutable de su culpa: los convincente, pero no es ninguna casualidad que se me haya hinchado
amuletos, y le quita la mordaza para que diga algo, mas él sólo pregunta cachete y brazo; si la memoria no me engaña, es María la causante de
estúpidamente: ¿Geum-ja, por qué esa sombra en tus ojos? Con eso todo. Trataré de ser claro. Fue hace tres días, por la fuente de Filosofía
se reaviva el coraje, ¿qué clase de persona es este hombre que cuando y Letras, yo buscaba una mesa cerca de las flores para desayunar, y ahí
le dan la oportunidad de pedir perdón ríe irónicamente? No puede la vi, nos vimos, puesto que su mirada me correspondió. Sentí que mi
más, le toma de la corbata, le tira al suelo, se monta encima de él y le corazón temblaba o temblaba mi estomago o temblaban mis piernas
ahorca apretando las mandíbulas con tanta fuerza que los cachetes le (¿pudo ser acaso un terremoto imperceptible para todos menos para
tiemblan. Después, le arrastra por el piso, le patea hasta desesperarse, mí?), en fin, quedé mudo, el viento se llevó las expresiones del rostro
lo pone boca abajo, le clava el tacón, una, otra vez, le vuelve a ahorcar, y del lenguaje. Ella se acercaba sonriendo, con esas playeras que gusta
¿cómo seguir torturando a este desgraciado?, parece preguntarse. Va usar y que resaltan sus pequeños senos frutales, a mis ojos, seguía siendo
hacia la ventana y arranca la gran cortina roja para que el cuarto se bella. La charola temblaba en mis manos, el caldo de la sopa saltaba
inunde de luz. Luego, incorpora al maestro nuevamente. ¿Sabes por del plato, no supe que hacer, y ella se acercaba, sonriente, sin vacilar
qué esos niños…?, intenta preguntar éste pero antes de que pueda sus pasos. Hola Memo, dijo al estar frente a mí, y yo me quedé callado
decir otra cosa ella vuelve a poner la mordaza en su lugar. Tengo miedo (más callado que el caminar de la hormiga); dentro de mí había terror
de lo que pueda pasar, presiento lo peor. Ella se agacha arma en mano. a su aparente bondad, los gritos inundaban mis arterias, el corazón
¡No, no lo hagas, detente!, grito. Geum-ja dispara el hermoso revolver. me explotaba en cada latido, fue entonces que me tomó del hombro
El dedo gordo del pie derecho ha quedado destrozado; un segundo y me besó en la mejilla (ahí es el momento en que enfermé (según mi
disparo destroza el otro dedo gordo. Los zapatos del maestro empiezan teoría, claro)); Quiero seguir siendo tu amiga, fue un error haber sido
a despedir sangre, dos charcos corren por la duela, la tiñen de rojo. Los novios, ¿no crees?, dijo y en ese momento imaginé que me enterraban
tacones negros salen de la habitación. en lo alto de un cerro, pero en lugar de aventarme paladas de tierra me
Me quedo atónito, aquella escena me ha impactado. ¿A dónde echaban rocas volcánicas que deformaban mi rostro, perdí el sentido
ha ido Geum-ja?, ¿qué pasará ahora? del espacio, todas las dimensiones parecían absurdas para mi existencia.
Bebo el té de la abuela con parsimonia, me sabe demasiado ¿No dices nada?, preguntó, Bueno, si cambias de opinión, ya sabes
dulce con las cuatro de azúcar, no importa, de todos modos llevo la donde encontrarme, terminó y me dejó pasmado viéndola subir, con
diabetes en la sangre, y de alguna manera tengo que endulzar la vida. su violín a cuestas, las escaleras de la cafetería. Desperté a los quince
Mi cachete derecho punza, tengo un tumor de los mil demonios. El minutos de mi letargo, la sopa y los frijoles se habían derramado sobre
doctor nos ha dicho que seguramente se trata una intoxicación, no hay la charola, todo estaba frío. Caminé a una de las mesas y me senté sin
signos de alguna enfermedad grave. Me ha recetado desinflamatorios, probar bocado. La palabra amigos punzaba en mis tímpanos, no sin
calmantes y una crema que no he utilizado porque simplemente no razón, pues ¿acaso hay amistad después del amor? Aquella tarde vi el
me gusta embadurnarme plastas en la cara. También tengo un tumor ocaso completamente, y no comí.
en el brazo izquierdo, muy similar: se hincha la piel en exceso y salen Sé que esta explicación escapa a toda ciencia; sin embargo, no
pequeños puntitos rojos. Ayer tuve fiebre, casi llegó a 40, la muerte pretendo encontrar términos científicos para mi caso, no soy el primero
estuvo a 2.5 grados Celsius de llevarme, pero gracias a las compresas en recurrir a lo místico para dar lógica a ciertas casualidades. ¿Acaso soy
de la abuela, no pasó nada. Tengo la sospecha de que el doctor está alérgico a María? No lo sé, quizá tenga su virus en la piel. Lo cierto es

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que esa aparente bondad suya sólo me enferma más. Cada que veo su porque sea un héroe con problemas psicológicos, sino porque soy uno
rostro, veo un deseo reprimido, veo una derrota, y mi amor, un amor de ellos, un débil que no sabe aún lo que es el coraje, la furia.
caníbal, capaz de comérsela a pedacitos, de matar a cualquiera, un Espero ser valiente algún día.
perro fiel, lejano a toda cursilería, se convierte en un colibrí arrastrado Los muros tiemblan; la abuela llama a la puerta con estridente
por el fango, duele. Me dan ganas de odiarla, pero no puedo. E imagino fuerza. ¿Puedo pasar chaparrito?, pregunta y abre sin esperar respuesta;
escenas (comunes a todo el mundo) en donde la desprecio. La más Claro abue, contesto por decir algo. Ha llegado en plena tortura, espero
recurrente se desarrolla en la azotea de un rascacielos: yo estoy a punto no le tome mucha importancia. ¿Ya te acabaste el té?, pregunta, Ya
de aventarme al precipicio, mis manos extendidas rompen el viento, mero, me falta la mitad, Bueno, me dices por si quieres más, Sí abue,
María está detrás y ruega que me quede, me dice que me ama, que lo gracias, Voy a tener que dejarte solo un rato, tu abuelo también se
siente mucho, me jala del brazo, llora, y yo le digo: ¡no!, ¡ya no!, ¡aléjate!, enfermo, ¿Y eso?, ¿de qué?, Del estomago, vete tú a saber que comería
¡lárgate! Y después de eso la imagen desaparece, ya no sé más, pero en la calle, ¡Qué mal, parece que a todos nos dio por enfermarnos!, sí,
no me engaño, evidentemente, eso nunca pasará. También pienso en no te preocupes, voy a estar bien, como supongo que tardarán, tal vez
sus labios, en escenas donde toco sus senos... No sé qué pasa por mi pueda dormir un rato, digo fingiendo no sentir dolor en el cachete.
mente, pretendo rechazarla pero la deseo, no quiero aceptar la evidente El tumor me ha empezado a doler en demasía. La abuela no se ha
derrota, creo que soy un reprimido, eso es todo. Hay otra cuestión: dado cuenta de nada, va y corre las cortinas de la ventana. Mientras
¿por qué querrá ser mi amiga aún?, ¿qué culpa quiere limpiar?, ¿no la primavera de Coyoacán se despeña por el dintel y las jambas a mí
sé da cuenta que hace más daño? Le gusta verse como la víctima, lo me está llevando la chingada. El dolor en mi cachete se agudiza, me
disfruta, su subconsciente la traiciona muy seguido, ¿por qué mejor siento realmente incomodo. No abras las cortinas abue, por favor, no
no acepta que el desprecio fluye por sus venas, que hay hombres que podré dormir con tanta luz, suplico ocultando la verdadera causa de
le gustan y hombres que no, en verdad cree que podremos ser amigos mi capricho: me es insoportable ese azul tan puro del cielo. La abuela
nuevamente? No es posible, el día en que le vuelva a dirigir la palabra me mira extrañada; no obstante, vuelve a cerrar las cortinas. Mi cuarto
ya no habrá sentimiento entre nosotros, la perdería para siempre. Al está nuevamente opaco, me gusta su color, al menos no me deprime.
menos ahora, el odio puede germinar en nuestros corazones. Vuelvo a fijar la vista en Geum-ja, se encuentra agachada sobre la
Geum-ja regresa a la habitación, ha ido a buscar a los padres tumba del maestro dándole el disparo de gracia. Su venganza se ha
de los niños secuestrados. Su venganza va más allá de la tortura física consumado. De hinojos como está, empieza a reír; al mismo tiempo,
o psicológica: dejará que las familias que comparten un sentimiento lágrimas escurren por su mejilla. El placer y el dolor son sentimientos
parecido al de ella torturen al maestro. Se hace una fila para tal fin, encontrados pero no ajenos. ¿Qué será de ella? Me gustaría abrazarla
diferentes armas blancas tiemblan en las manos. El jefe de la policía con todas mis fuerzas, así, sin decir nada, que solamente sienta el calor
está ahí para presenciar todo, como si eso fuese un acto de justa de mi pecho, pero me es imposible atravesar el monitor, regresar el
justicia. Yo me quedo callado, las ideas se revuelcan en mi cabeza como tiempo y viajar no sé cuántos kilómetros para llegar al lugar de los hechos
en un mugroso charco, los 10 billones de neuronas emiten descargas (¿o no?). ¿Qué estás viendo?, pregunta la abuela inesperadamente. Me
eléctricas en mi cerebro. La escena me da nauseas; no obstante, ahora doy cuenta que ella también ha visto la escena. Señora Venganza abue, es
no intento detener a Geum-ja, incluso empiezan a despertarse en una película coreana, contesto señalando la caja que descansa sobre el
mí deseos de torturar al maestro. Busco en mi escritorio uno de los escritorio. La abuela la mira, la toma y le da vueltas haciendo un gesto
cuchillos con que la abuela unta mermelada a los panes, lo tomo y lo de desaprobación, los actos de violencia nunca le han gustado.
aprieto entre mis manos, si pudiese tal vez lo hundiría en el pecho del No dice nada. Va al escritorio, me sirve un vaso de agua y pone dos
secuestrador. La venganza de Geum-ja ahora empieza a cobrar sentido, pastillas al lado. Éstas te tocan a las tres, te las tomas, Sí abue, no
la comprendo. Además, siempre he estado de lado de los débiles, no te preocupes, ¿Ya te pusiste la crema?, No, aún no, pensaba hacerlo

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cuando termine la película, Bueno, confío en ti, sabes, me gustaría suerte hasta me perdonen algunos trabajos finales. Me siento cansado.
que no vieras ese tipo de películas hijo, Sí abue, descuida, sé que no Voy a la cama para acostarme, acaricio el edredón, me deslizo hasta
debo tomarme en serio todo eso, ahora lleva al abuelo con el médico, quedar a gusto sobre el colchón, me hago bolita y pongo cara de ver el
debe estar esperando, Sí, está en la sala, lo dejé tomándose el suero, infinito como si fuese un feto flotando en formol. Irremediablemente,
Ok. Imagino al abuelo sobándose el estomago, en estos momentos mis pensamientos dibujan a María. No quiero pensar en ella, deseo
tenemos una cosa más en común aparte de nuestra afición por París: que deje de existir en este mi universo, que pase a formar parte de un
estamos enfermos; sin esperar, lo comento con la abuela y ella me soba concepto más general, que sea parte de las personas por ejemplo, en fin,
la espalda como para que deje de decir tonterías. Ahora que lo pienso, que deje de ser María y todo lo que eso significa para mí. Cierro los ojos
nunca he visto a la abuela enferma, su fortaleza es admirable, no sé qué con intención de dormir, quiero desaparecer por un rato, olvidarme de
haríamos sin ella, el abuelo y yo sólo servimos para cazar ratas. todo…
¡Chata, ya vámonos!, grita el abuelo desde la sala, ¡Ya voy
Toto!, responde la abuela y me mira como diciendo: Bueno, te dejo, tengo Siento un frío terrible, ondas eléctricas bajan por mi cuerpo, lo
que irme. Me da un beso en la frente y me recomienda me ponga la calientan. Me levanto lentamente, una mansión se alza frente a mí. Hay
crema. Sale del cuarto y sus pasos resuenan por las escaleras hasta una mujer de rasgos indefinidos tras el cristal de la puerta. Me mira
mis oídos; luego, se oyen murmullos cuyo sentido no alcanzo a captar, triste, como si en el fondo de su alma quisiera protegerme/consolarme
tal vez estén hablando de mí… Cierran la puerta de la casa. Me he de algo. Sé que la conozco, pero no puedo precisar quién es. Me acerco
quedado solo. Casi solo: Geum-ja aplasta su cabeza contra un tofu dos pasos al frente, la asusto, su vestido blanco se aleja con el viento.
(especie de pastel blanco), símbolo de un pacto consigo misma que Esta mujer flota en el aire, es un fantasma que sube escaleras y mira
le impide volver a pecar. Aparecen los créditos y una tenora canta tiernamente. Me quedo inmóvil y ella se detiene, el tiempo nos congela
acompañada por música de violín. La película ha terminado. Me rasco por segundos. Luego la llamo, le prometo no hacerle daño, le pregunto
el cachete con fuerza, tengo una comezón sarnosa, leprosa, mis cinco su nombre. No contesta, se queda callada y no para de mirarme. Por
dedos rasgan mi piel, mis uñas arrancan millones de células que ya no más que le grito que responda, no lo hace. Me desespero, atravieso la
formarán parte de mí. Geum-ja se ha ido. Me paro con lentitud, lo más puerta y voy donde ella. Trata de alejarse, pero la acorralo en el pasillo
rápido que me permiten los huesos. Cierro todos programas abiertos de las escaleras, la tomo de los hombros y le grito que quién demonios
de la computadora. Se tardan mucho. La tecnología de esta casa es es. Su mirada sigue igual, no dice nada, la zarandeo de un lado a
raquítica para el mundo moderno. Espero para apagar el ordenador. otro por ver si reacciona. Nada. Mis dedos se enroscan en mi palma
Caigo en la cuenta de que tengo tarea que hacer, he faltado ya dos días y atraviesan su rostro; antes de golpearle, se desvanece dejándome
a la Facultad y aún faltaré más. Sobre el escritorio, descansan unos perplejo. Chispas ambarinas circundan mi puño, me siento fuerte.
libros de Sartre que saqué de la Biblioteca Central y unas hojas con Pienso en la mujer por algunos minutos; pronto, la echo al olvido. No
un ensayo a medias (medio terminado y medio entendible) acerca del sé dónde me encuentro, mi cuerpo se viste de piel solamente. Salgo
existencialismo en la actualidad. No haré nada. Ya no fingiré entender de la mansión. La neblina circunda el paisaje, hay una verja como de
algo que no comprendo, ¡aceptémoslo!, soy un retrasado para leer cementerio a tan sólo unos metros. Voy a ella. Alzo la vista, ante mis
libros, un filósofo que no hace filosofía, un filósofo que no piensa, ojos la Torre Eiffel se alza como un gigante. Sonrío al abrir la verja. El
eso o Heidegger es un completo imbécil que no sabe escribir, que se callejón está encharcado, mis pies conducen electricidad por el agua.
cree el muy snob pero es simplemente un ser-polvo en un cementerio Sorprendido por mi nueva condición eléctrica, empiezo a caminar, y
de Alemania. Es lo primero: soy un idiota. No me preocupo, la receta me hago invisible para pasar desapercibido. Después, extiendo mis
del doctor me permitirá poner cara de desahuciado en presencia de brazos, golpeo la tierra y me elevo hacia la punta de la Torre Eiffel. El
los profesores y contarles mi enfermedad exagerándola un poco. Con tenue y débil sol crepuscular proyecta mi sombra, cada vez más grande,

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cada vez más siniestra, sombría sombra que me acompaña en mi vuelo la fuerza de miles de cientos de tsunamis. El Campo Marte extiende su
aun siendo invisible. Mis manos por fin tocan el hierro, abrazo la torre alfombra verde para que pase, sus fuentes me dan la bienvenida. Soy
como si fuese una vieja amiga, la beso. Miro en derredor, la isla de Dios y sangra mi frente.
Francia se revela ante mis ojos, allá está la Torre de Montparnasse, acá En la avenida, cae sobre mí la verdad del mundo: somos bestias
el Arco del Triunfo. Tengo hambre, mucha, pero no sé de qué, ¿de en esta selva de sueños frustrados. Muevo la cabeza, pensar me hace
energía, de amor, de destrucción…? Me acerco a una de las antenas y daño. Me cruzo hacia La Escuela Militar sin fijarme de los carros, y
estudio su estructura por algunos segundos. Me gusta su forma. Hay estos atraviesan mi cuerpo como atravesar la nada. Trazo mi rumbo al
unos cables rojos que llaman mi atención, los tenso con las manos y norte, los círculos de adoquines en las calles son serpientes de una
hago un esfuerzo enorme para romperlos. Se desgarra el plástico pero misma cabeza. Allá, en la otra esquina, el letrero rojo del metro/tubo/
el cobre no cede, no importa, Con eso es suficiente, me digo. Mis Metropolitain llama mi atención. Me dejo llevar, al igual que un estambre
manos empiezan a recibir la energía de alto voltaje y siento como ésta de paja en el desierto, a las fauces de la tierra. Bajo entre la gente
recorre mi cuerpo todo, siento como hasta los átomos de mis uñas evitando hombros y manos. Por ahora mi espíritu se ha serenado, no
se vuelven locos, y giran y rebotan encerrados en sus células, siento quiero causar daño. Cruzo los torniquetes frente al policía. Voy a las
como algunos escapan y caen al suelo prendidos, chispeantes, como vías. Al llegar, levito en medio de ellas esperando el primer tren. Ahí
luciérnagas muertas. Mis arterias son cables conductores de mi nueva viene, extiendo las manos y me coloco justo enfrente de él. Su luz
sangre: la electricidad. Cuando mi cerebro empieza a temblar me digo: choca mi cara, y el tren crece y crece hasta mi cuerpo, atravieso el
Ya está bien, ya estoy satisfecho. Trato de zafarme, mas ahora son los cristal. Sombra y luz se suceden ante mí, luego sólo luz, hasta finalmente
cables los que me sujetan. De pronto, salgo disparado, soy un proyectil este topo de metal se detiene. No me ha pasado nada, creo que soy
humano. En mi trayectoria elíptica, contemplo las nubes, gordas y invencible (eso pienso). Las puertas se abren, entra la gente, las puertas
grises, que tapizan el cielo. Cierro los ojos. se cierran. El metro se pone en marcha. Antes de que vuelva a atravesar
Los abro. Siento extraño el paisaje que me rodea, estoy mi cuerpo, expando mis células por todo el tren, y éstas se pegan a sus
desorientado. Comprendo: perdí el conocimiento por algunos minutos, paredes. Siento como la aceleración aumenta, la siento rozar mi cuerpo,
mi cabeza golpeó contra el césped, y quedé desmayado con el cuello quiero viajar muy rápido, mas no me engaño, aunque soy de luz, nunca
torcido. Pese al golpe, me siento bien, tengo mucha energía (hablando podré ser tan veloz como ella, ¡es imposible! Esta cosa parece estar
literalmente). Me levanto y me estiro para que truenen mis fuertes y viva, escucho su corazón mientras viajamos por el túnel. Me gusta su
deformes huesos. Así lo hacen. Toco mi cabeza por ver si no está sonido, es música urbana. Frenamos lentamente, y tras esperar unos
rota, de alguna parte de la nuca escurre un líquido viscoso, también segundos, volvemos a la marcha. Me divierto. Un cosquilleo eléctrico
se hundió un poco mi frente. Nada grave, no pasó gran cosa, en esta me recorre, he empezado a absorber la energía de este transporte.
condición mutante puedo soportar mejor las desgracias. Escucho risas Llegamos a la siguiente estación. Nuevamente partimos. Sigo
a unos pasos, un grupo de turistas ríe acaloradamente, ¿de qué? El día alimentando mi insaciable hambre, y mientras absorbo luz, perdemos
de hoy todas las sonrisas del mundo deben apagarse ante mi presencia. velocidad. El tren viaja cada vez más lento hasta que finalmente se
Voy hacia ellos y una descarga eléctrica les hace caer desconcertados. detiene. Las luces todas y la energía cinética ya no son parte del metro.
Se miran perplejos, sin saber exactamente qué fue lo que pasó, lo Soy un vampiro de luz que ríe de todo. Y ya sin nada que comer, me
importante es que han dejado de sonreír. reintegro en uno de los vagones. La oscuridad reina. Entre ella hay
Una alegría Rimbaudniana invade mi corazón y lo destruye. Esta rostros impacientes, cuchicheos de alarma. Una niña adivina mi
noche no caminaré cabizbajo como siempre, caminaré en silencio, sí, presencia, le doy mi mejor sonrisa y la saludo con la mano. A cambio,
pero con la frente muy en alto. Esta noche disfrutaré mi dolor porque recibo un gesto de desprecio, un mohín de malestar, de miedo. Me
sé que cuando ría mis carcajadas se desbordaran como los mares, con pregunto por qué hace eso e instintivamente toco el tumor de mi

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cachete y el de mi brazo también, se me habían olvidado por completo. alarma comienza a sonar, se escuchan pasos corriendo. La curiosidad
¡Pinche escuincla!, mi hígado empieza a fabricar cólera al por mayor. se despierta en mí, ¿qué habrá aquí para causar tanto alboroto? Recorro
Me lanzo a ella con deseos de destrozar su cara, pero no lo logro, un el edificio. En el pasillo, unos policías pasan a mi lado, no se percatan
fantasma se cruza en mi camino. Me paro de golpe. Es la misma mujer de mi presencia. En mis labios se posa un gesto de ironía. Paso a un
que vi en la mansión, me sigue mirando tiernamente, sus ojos tocan mi cuarto de vigilancia, dos policías atienden los monitores y hablan por
alma y hacen crecer mi ira. Tomo una decisión: contra ella dirigiré mi su radio. Gracias a uno de sus gafetes me doy cuenta que estoy en la
odio. Sale del vagón y voy tras ella, la persigo. Deja una estela embajada de Estados Unidos. Sin quererlo, la maldad estalla en mi
zigzagueante en su huída, quiere perderme tal vez, no importa, soy cerebro, la destrucción golpea mi cráneo. Toco los monitores y estos se
mucho más veloz, tarde o temprano la alcanzaré. Unas gárgolas planean empiezan a volver locos, prenden y apagan a cada segundo, las imágenes
por el techo, las rebasamos e imprimo fuerza a mi trayectoria. No que proyectan no tienen secuencia alguna. Doy vueltas en derredor, los
escaparás, no esta vez, me digo tratando de asir su vestido con mis papeles de la sala vuelan por todo el cuarto como mariposas blancas.
manos. Sin embargo, escapa de mí, varias veces. Me adelanto en un Los policías tienen cara de miedo. No estoy conforme, ¿es esto mi gran
esfuerzo para abrazarla y mis manos chocan fuertemente contra mi desmadre? ¡No, no lo es! Salgo del cuarto, atravieso puertas de metal y
pecho. Ha desaparecido. Grito de impotencia, doy vueltas en el aire, voy hasta el fondo. Entro en una sala llena de archiveros, hago explotar
golpeo los muros. Me cuesta tragarme la verdad: ha desaparecido. Veo sus seguros, los tiro al suelo, revuelvo los documentos. Saltan a mi vista
la luz de la estación al final del túnel y voy allá masticando el coraje que unas fotos que recojo y observo. En ellas hay jóvenes sujetando cárteles:
se acumula en mis dientes. La luz baña mi ser, da vida a mi sombra. ARRETE CETTE POLLUTION, ARRETE CETTE GUERRE,
Quiero salir de aquí, me siento sofocado, enfermo, terriblemente ¡ARRETE! Llevan la muerte pintada en sus caras, trajes de huesos
enfermo. Me elevo en ángulo agudo y traspaso el techo hasta que cubren su cuerpo, y resplandece sobre su frente la palabra WAR. Yo
respiro la noche. La plaza de la Concordia me da la bienvenida. Camino soy parte de esta Juventud que crece con la guerra, pero no llevo la
por ver si la tranquilidad se ofrece a llenar mi ser. Todo indica que no. palabra guerra escrita en la frente, la llevo en el corazón con filigrana
Sigo caminando, doy vueltas por la plaza, rodeo el obelisco de Luxor de plata. La violencia no me es ajena, sé que puedo mancharme de
como si fuese un pagano venerando a Amón. Le rezo a mi manera, un sangre. No me espanto, las próximas generaciones también vivirán lo
poco de paz es lo que pido, a él, a todos los dioses, y espero un poco a mismo, no me duele pensar que muchos de esos niños que veo sonreír
que la noche me responda. Nada. No importa. Voy a los Campos por las calles, ellos que son nuestro más tierno reflejo, serán los soldados
Elíseos. Sobre la avenida, una carroza con jinetes negros conduce del mañana. Y me asaltan preguntas: ¿por qué sigue habiendo guerras,
perversas sonrisas de reyes, una procesión de enhiestas lanzas se armas para matar, no a una, sino a millones de personas? Preguntas
extiende hasta el Arco del Triunfo y la luna brilla detrás de una cortina para las cuales casi nunca hay respuestas. Está bien, si proponen
de nubes. (Es un sueño dentro del sueño o el reflejo de un espejo destrucción, destruyamos entonces. Aprieto mis puños con fuerza y
fantástico (¿no es verdad mi querido Ockham?)). Desvío el rumbo, no coraje. Súbitamente, me empiezo a sentir mal, la imagen de María
quiero perturbar a estos seres oscuros. Vuelvo mis pasos, me escondo aparece en mi mente, una fuerte jaqueca me dobla, caigo de hinojos y
en los monumentos de los alrededores. Recorro grandes galerías, veo cubro las heridas de mi cerebro con las manos, mis tumores arden, un
pinturas de quién sabe qué siglo, sus ángeles me sonríen desde su cárcel dolor de ámbar se pega a mis huesos, lucho contra él apretando mis
de óleo mientras escucho el silencio pétreo de las salas. Sigo caminando, dientes con fuerza, pero miles de bombas explotan en mi cabeza, mis
atravesando y atravesando muros, edificios, hasta que me encuentro en heridas se abren… Cada segundo parece una nueva eternidad, ¡¿acaso
algo tan sofocante como una prisión. Hay cámaras grabando en cada moriré aquí?! El sentido de la realidad se hace intermitente, pierdo el
esquina. Tenso mi cuerpo y una descarga eléctrica de mil rayos las conocimiento por segundos y lo recupero a ratos. ¿Qué está pasando?
rompe; nunca me han gustado estas cosas, las detesto. Una estridente ¡¿En qué endemoniado infierno me encuentro?! Intento muchas cosas:

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golpeo mi frente, me arrastro por el suelo, pataleo, mejor sería morir se suicidan y caen al suelo en mil pedazos. Mis ojos son espejo del
en este instante… ¡Ya no soporto más! De pronto, mis células explotan infierno, mis dedos y uñas crecen en la palma de mi mano. Réveillez mes
sin que yo lo ordene y empiezo a flotar en el aire convertido en una créatures, cette nuit est à nous!, grito. Las piedras se agrietan, abren los ojos:
nebulosa eléctrica. Mi dolor se apaga. Ha sido un momento de felicidad las gárgolas extienden sus alas y elevan el vuelo alrededor de las torres.
en esta tortuosa vida. Floto cual sueño dentro de la habitación. Esperaré El coro de monjes canta Carmina Burana y su música parece guiar la
hasta recobrar la calma. Floto. Después de unos minutos, llegan los danza de las bestias. Las puertas del Infierno se abren y de ellas emergen
policías. El ruido de sus pasos me molesta. Quiero salir de aquí, ya diez mil demonios en cuatro patas, con espirales rojas grabadas en
estoy bien, ya no le veo sentido seguir en este lugar, además, no podré la espalda. Sortez tous pour détruire la ville!, ordeno. Mis carcajadas de
hacer nada grandioso encerrado en estas paredes. Quiero vengarme de maldad hacen eco en las paredes de estas bóvedas. Petróleo es el llanto
alguien, pienso en María, aunque tal vez no sea culpable de nada, pero de las vírgenes de piedra, los santos guillotinados sangran por el cuello.
alguien tiene que sentir el mismo dolor, alguien tiene que liberarme de Salgo con una sonrisa en el rostro. Algunas pequeñas y finas gotas
esta angustiosa angustia. Así, con estos propósitos, la densidad de mis golpean mi espalda, como agujas rompen en mi piel. En poco tiempo,
moléculas se aligera y escapo por el techo cruzando varios pisos antes caen más y más. Voy al este, busco una víctima allá abajo. Sin embargo,
de poder salir. Me reintegro en el aire buscando el Sena. ¡Allá está! En hago corto circuito antes de poder hacer algo, no puedo soportar tanta
sus orillas, unos románticos se besan; mi envidia apagará su llama. Me agua sobre mi cuerpo. Irremediablemente, caigo en tierra como un
abato sobre ellos. Mi mano extendida despide un rayo que los arroja al zopilote herido. Un fuerte golpe me rebota del suelo y me pega contra
agua. Ojalá los haya dejado inmóviles, o al menos, espero que nadar no el asfalto. Me da vértigo acostado como estoy, agarro el pavimento, aun
sepan. No me detengo a ver qué pasa, sigo mi camino sobrevolando el así, sigo cayendo, siento que hace falta la tierra bajo mi cuerpo. Caigo.
río. Mi vuelo cobra fuerza, mi corazón galopa sobre mi pecho, yo soy Tiemblo de miedo. Esta sensación es horrible. Nuevamente lucho
el jinete que con violencia le fustiga. Voy cada vez más rápido. Cual contra el dolor. Hago un esfuerzo enorme por incorporarme. La lluvia
acuático, rompo las aguas del Sena y éstas ríen a mi paso, extasiadas. El hiere mi pecho, lo abre con descargas eléctricas. Casi en la esquina,
río despierta de su letargo e incita a la maldad carcajeándose de todo. diviso un toldo que puede protegerme del agua. Mi caminar epiléptico
Cruzo varios puentes haciendo acrobacias en el aire; el viento se desgaja obedece. No puedo hablar, el cachete se me ha inflamado de tal forma
con mi cuerpo, las aguas chocan contra los muros. Una infinita que me es imposible pronunciar palabra. Al llegar al toldo me pego a
oscuridad reina esta noche. los cristales de la puerta. Mis manos tiemblan, no puedo controlarlas.
Diviso Notre Dame y hacia ella me dirijo. Al llegar frente a sus Un tic nervioso sincroniza mi cuello. ¡Maldita lluvia! Me agito como
torres, detengo mi vuelo, poso los pies en la tierra. Extrañamente, sus perro para secarme, mi cuerpo se calienta. Respiro profundo y siento
puertas se abren a mi paso. Al entrar, las notas de Toccata and fugue de que esta momentánea epilepsia desaparece. Respiro. A media cuadra,
Bach inundan mis oídos. Luego de un rato, toda música cesa. En el una chica de jeans apretados y botas negras sujeta su gran paraguas
silencio de la noche, las piedras de la Catedral hablan de lo eterno. mientras camina. Su cabello rubio es una ola de picos con gel; sus
Hay un ruido a mis espaldas. Volteo. Sentado en el banquillo del gran orejas aposento de seis aretes. Se detiene más adelante, en un edificio
órgano un monje jorobado me mira con fascinación. Nous l´attendions, de siete pisos. Abre la puerta y entra; yo, sonrío. Me doy prisa por
Son Excellence, dice y al punto muchos monjes con rostro de oscuridad alcanzarla, quiero evitar a toda costa la lluvia. Sin pensarlo, acometo
empiezan a salir de todas partes. Estoy complacido, mis dientes mi empresa: corro con fuerza, entro en el edificio y me quedo inmóvil.
brillan en una sonrisa de satisfacción. Me elevo lentamente a la cúpula Adivino su camino por el ruido de pasos. Subo disfrutando el frío de
principal, doy vueltas en mí y una risa malévola sale de mis labios. los escalones sobre las plantas de mis pies. Escucho placenteramente el
Poder y maldad se apoderan de mi cuerpo, tenso mis puños y acumulo abrir de una puerta de séptimo piso. Los ruidos me guían a mi destino:
energía que libero en un grito vitricida. Los grandes rosetones y vitrales el cerrar de un paraguas, de un cierre, un bostezo… Cada instante

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me llena de placer. Subo lentamente poniendo mucha atención en los fue real. Soy un asesino. Maté a una chica inocente pensando que era
sonidos. Al llegar me doy cuenta que la chica aún tiene la luz prendida. María. ¡¿Qué?!, ¿acaso también deseo matar a María? Nunca lo imaginé.
Acaricio las jambas de su puerta con lascivia. ¡María!, exclamo en Hasta ahora mi subconsciente no se me había revelado tan siniestro.
pensamientos, ¡María! Adentro, se llena un vaso de agua y se apagan Empiezo a temblar. ¿A quién confesarle este secreto?, aunque me
las luces todas. ¿Qué espero? No lo sé. Se ha metido en la cama, tal entregara a la policía no me creerían. Podría decirles que yo maté a
vez haya cerrado los ojos. Entro a la habitación y me acerco a ella, no una chica que vivía en un departamento de París, etcétera, etcétera…,
podrá verme ni escucharme (al menos por ahora). La observo, boca electrocutándola sin salir nunca de México. ¡Qué gran tontería! Me
arriba como está, su respiración es casi imperceptible. Parece un ángel tirarían de loco. Nunca me atraparán, ¿cómo podré vivir con esto?,
oscuro. Mi boca muestra una sonrisa de araña. Materializo mi cuerpo y ¿qué debo hacer ahora?
dejo de ser fantasma. En mis puños está mi venganza y toda la energía La abuela alza mi brazo y pone el termómetro en la axila. Me
de mi odio. ¡Debiste saber al menos que mi amor, al igual que mi odio, ayuda a incorporarme y me da pastillas que tomo con ayuda de un
merecen respeto!, digo entre dientes pero con furia. Hundo mis manos poco de agua. Me dejo caer sobre la almohada. Estoy deshecho. La
con fuerza sobre su pecho, y de golpe, la escucho exhalar poniendo abuela renueva las compresas.
tremendos ojos-platos sobre su cara. Le doy una descarga eléctrica Sin poder hacer nada, mis ojos llueven copiosamente. Todo
de pocos watts y voy aumentando el voltaje. Arrete, arrete!, me grita, parece tan absurdo, tan vacío, trágicamente sin sentido. ¡Abuela, soy un
pero no me detengo y sigo electrocutando su belleza, esa beldad que monstruo!, confieso en un arrebato de valor y cubro mis deformidades
me molesta y me asesina por el simple hecho de no tenerla, así, sin con las manos, ¡no merezco vivir!, grito. La abuela acaricia mis cabellos,
detenerme, sintiendo la energía bajar por mis brazos, sintiendo este escucho su apagado llanto mientras el mercurio del termómetro sube
cuerpo de mujer convulsionar de tristeza, hasta que poco a poco se y sube con el calor de mi cuerpo.
marchita como la flor que sabe que ya no volverá a comer del sol. Aun ¿Pero qué tiene que ver la abuela en todo esto?, ¿por qué la
con su muerte sobre mis manos, no me detengo y sigo aumentando torturo de ese modo? Abuela, perdóname…, suplico y ella tapa mi
el voltaje. La ventana se abre, y efusivamente, pétalos rojos llueven boca con sus manos. Las luciérnagas que vuelan en una esquina del
con cruenta gracia sobre su cuerpo, cuyo color es de un gris lunar, cuarto son la mejor representación del silencio. La abuela acaricia
casi blanco; el de su alma, debe ser negro. La muerte se agacha a besar mis cabellos y voltea mi cara para que la mire de frente. Mis palabras
su frente mientras brazos sin cuerpo recrean mi crimen con sangre han muerto, abuela, pero mis lágrimas hablaran por mí. Te diré todo,
en las paredes. Me exhausto, me doy cuenta de mi acto y separo mis en el fondo así lo quieres, ¿no es verdad?, me lo dicen tus ojos, tu
manos del hermoso cadáver. En contra de lo que yo pensaba, el dolor cálida mirada. Hablaré, sí, pero primero dime, abuela, si a pesar de no
no cesa sobre mi pecho. Miro la ventana, la mujer de la mansión flota haber conocido a mi madre puedo soñar con ella. Me ha perseguido
tras las cortinas. Su mirada me reprocha los crímenes de la humanidad en un sueño tratando de protegerme y me alejado de ella, es más, he
toda; a pesar de eso, la ternura no abandona su rostro. Camino hacia intentado golpearle, dime, ¿por qué nunca pudimos estar juntos? Ahora
ella y se desvanece. Me siento enormemente vacío en medio de esta estoy fluyendo por una corriente de luz, atravesando y atravesando
solitaria soledad. Caigo de hinojos. La ciudad de cobre escucha mi cables desde una planta nuclear y en un segundo desemboco en una
dolor ambarino con un grito que rompe los cristales. Llueve. silla eléctrica. Me materializo, ¡soy yo el sentenciado! La electricidad
que corre por mis venas es el dolor de mi pecho descomponiéndose
Despierto, ¿en dónde estoy? ¡Eureka! En mi cuarto nuevamente. Veo a cada segundo. Intento desesperadamente romper las amarras de
a la abuela poniéndome compresas y me doy cuenta que mi piel suda metal y escapar de la inminente muerte. Me van a matar por asesino,
fiebre. Ha sido una terrible pesadilla todo esto. ¿Pero qué digo?, ¿una las imágenes de mi conciencia hacen justicia a la humanidad. Pero
pesadilla? ¡No! Todo el tiempo he estado consciente de las cosas, todo antes quiero que me digas ¿quién fue mi madre, sin rodeos, por qué

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en el Internet aparece su nombre, por qué estuvo encerrada en una Metempsicosis, crónica de una mente dañada
cárcel gringa, qué hizo, dónde está, por qué aun en París la siguieron
persiguiendo? Su recuerdo siempre me ha invadido en cada momento Dejé de existir por un rato.
de angustia, y ahora tengo que saberlo todo, abuela, haz caer un trueno
que esparza todas las respuestas y revele todos los misterios. Voy a Bolaño
morir, ¿no comprendes?, el soldado está a punto de accionar la palanca
que controla las descargas para acabar conmigo. No te quedes callada, El cielo estaba como en esas películas donde no se termina de acabar el
por favor. El recuerdo de una chica a la cual amo también se aparece, mundo: las nubes, casi negras, revolucionaban velozmente sus formas,
se llama María, no podía faltar en el instante de mi muerte, ¿porqué anunciaban tormenta. Sin embargo, la luz que se filtraba —así lo
nunca hemos hablado de ello, abue, por qué estamos tan alejados el intuí—por los horizontes, me decía que aún no terminaba la mañana.
uno del otro, tan solos? Accionan la palanca, las descargas eléctricas Tampoco estaba del todo seguro que así fuera, hacía ya tiempo que
empiezan a erizar mi cuerpo al igual que un gato furioso. Aunque el perdía a intervalos la noción del tiempo y del espacio, revolviendo el
día de mañana abra los ojos estaré muerto, ¿comprendes? Es necesario porqué y el cuándo, los elementos del paisaje… ¡Tanta droga me estaba
morir para olvidarlo todo. Dónde está la bondad del mundo que volviendo idiota! Toda la mañana había estado fumando mota sobre el
siempre anhele, dime, abuela, tú lo sabes, lo sé, tú que con tu infinita pasto, contemplando el gran mural de Siqueiros de la Biblioteca Central
pureza cuidas de nosotros y tus canarios… Lucho desesperadamente, y viendo como algunos ingleses jugaban con un robot desnudo: tenía
mi cuerpo se carboniza, lo veo sufrir y apagarse fuera de mi cuerpo, se cables rojos y negros que se entrelazaban en su espalda. Era entretenido
retuerce de dolor y por dentro sólo soy cenizas, cenizas que terminarán ver como aquel aparato iba y venía cargando basura y tirándola en unos
en el bote de la basura, pero mi alma logra abandonar la materia, mi contenedores. El tiempo transcurría muy lento, el aire era una gelatina
cuerpo podrido por la electricidad que es el odio. Espero que hayas que impedía el movimiento de los cuerpos. Trataba de no pensar en
sabido leer mis ojos, abuela, ahora quiero que también veas mi alma, nada, de dejarme llevar por el placer de la pereza. Pero en un instante
mira como vuela fuera de esta celda, fuera de estos muros sin que nadie de lucidez me acordé que tenía tarea que hacer y que no había porqué
la detenga, mira como nazco esparcido por el universo, mírame, abue, seguir perdiendo el tiempo. Así que agarré mi mochila y eché andar.
aunque ya no respondas nada y todo quede en el olvido, siempre creí Ya de regresó a casa, me atrapó el pensamiento de María. Me
que sabías mucho más que el Internet y los archivos gubernamentales, sentí abatido al cruzar una de las avenidas de la ciudad, y no por el
no, me equivocaba o quizá te llevarás tus secretos a la tumba, ya no clima de mierda que pintaban las nubes; la razón de mi desdicha era el
importa, en estos momentos estoy olvidándolo todo, pero mírame recuerdo de sus ojos tristes, que aun sin llegar a la liquidez, mataban.
al menos, mírame abue, deja ese cuerpo muriendo en la cama de mi Las mujeres que sufren son ideales para el amor, María Antonieta era
cuarto y sal a la ventana con todas tus lágrimas, quiero verte por última una de ellas. El problema —es fácil de imaginar—era que no sufría por
vez y recordarte, alza la vista, y mira como desde las estrellas te digo mí, tampoco me despreciaba, creo le era indiferente. No quería aceptar
adiós. esa situación, me había hecho a la idea de que sería mía, la imaginaba
en varias situaciones, siempre compartiendo mi vida: acostados en un
parque, fumando en la azotea, contemplando una obra teatral, haciendo
el amor... María, hubiese querido decirle junto con una mirada de las
que tocan el alma, ¿acaso no ves que se nos acaba el tiempo para el
amor, que los huesos se nos agrietan a cada minuto? ¡No perdamos más
tiempo, huyamos de todos, de esta maldita soledad! Nunca dije nada,
la sentía muy alejada de mí, como si un anacronismo nos separara.

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Además —lo sé perfectamente—, no hubiese podido conseguir algo a respirar. Destapé una jeringa y vacié el contenido de una ampolleta
más que no fuera su desprecio. Después de todo, tenía razón, ella era de morfina en su interior. Tensando el brazo lo más que pude, me
elegante, rica, bella... Yo... Yo un pobre diablo. pinché la aguja y jalé el émbolo hasta que la disolución se pintó de rojo,
Caminando, le daba vueltas y más vueltas al asunto. Una cosa y luego, seguro de que la solución llegaría a su destino, me inyecté el
era segura: ella nunca me amaría. Me sentí impotente ante aquella sabroso contenido. Un líquido viscoso y extraño corría por mis venas,
certeza, lleno de rabia. Sabía que necesitaba relajarme, distraerme un los cambios se producían en mí lenta pero no imperceptiblemente.
poco, después podría aclarar mis ideas. Era una sensación agradable tener al Diablo en mi interior. Sonreímos,
Al llegar al departamento, aventé mis cosas en la sala y dejé el yo y todos mis demonios. Me recogí el brazo y lo levanté para detener
celular sobre la mesa. Una capa de sudor me cubría el rostro por lo que la hemorragia. Los truenos extendían su luz con estridente fuerza,
fui a lavarme la cara al baño. Me espantó mi semblante en el espejo: mis besaban la tierra; yo, pensaba en María.
ojos rojos me reprochaban no dormir o fumar demasiado, mis labios Me pregunté que hubiera sido de mí si no la hubiese conocido.
estaban secos, acompañados por un mohín de tristeza. Pensé en leer. Tal vez el destino había planeado previamente nuestro encuentro, en
Fui a mi cuarto y tomé la biografía de Arquímedes que descansaba sobre cualquiera de los futuros potencia de mis 18 años. Los había en los que
el buró. No pude concentrarme, las ideas se revolvían en mi cabeza, ella me despreciaba, otros en los que éramos felices, incluso podría
mientras trataba de entender el contexto histórico de la cuadratura ser que en alguno de ellos le desdeñara, desgraciadamente —pretendo
del círculo el nombre de María Antonieta se repetía. La única cosa inútil estoicismo al pensar en ello—en la mayoría de ellos era yo el
que quedaba por hacer se encontraba debajo de la cama, junto a mis desgraciado. También cabía la posibilidad de que ella no estuviera en
rompecabezas. Sí, efectivamente ahí estaba, esperando: era una cajita mi vida, en ese caso el azar jugaba su papel y tenía más posibilidades
de madera color caoba que guardaba con celo y cuidadosamente en de ganar al tirar los dados. De cualquier forma perdí y comprobé la
aquel rincón como algo que fuera parte de mi alma; dentro había todo sentencia tantas veces repetida por los románticos: el amor duele.
tipo de cosas para preparar cócteles exquisitos: una pipa, una cuchara, Sentí una euforia que contrastaba con la anterior pesadez, me
un encendedor, ligas, hierba seca, papel de arroz, hongos de varios dieron ganas de mover mi cuerpo, de brincar, de bailar… Comencé a
tamaños y diferentes formas, jeringas, ampolletas, polvos, pastillas… cantar lo más fuerte que pude para que oyera la ciudad entera; aquel
La tomé y me subí a la azotea junto con mi ¡pod. Deseaba una realidad regalo de Morfeo ya se había disuelto completamente en mi sangre.
diferente y aquella era una manera de cambiarla, al menos por un rato. Después de algunas canciones me paré a bailar, o como quiera que se
Además, estaba la posibilidad de que al regresar todo desapareciera, le llame a brincar como punketo maniático por toda la azotea. Estiraba
sin resacas, la esperanza de que la felicidad llegara. Si eso pasaba, yo los brazos al frente, hacia los lados y aventaba patadas a diestra y
aceptaría la nueva realidad sin decir nada, ahogando el recuerdo de siniestra. And I know it, but for chip and freedom I could die…, cantaba.
María en la nostalgia. Y como el loco que soy —que siempre he sido, que siempre quiero
Desde arriba, la ciudad se veía gris —pienso que un hijo de ser—empecé a girar con los brazos extendidos hasta marearme por
puta predispuso así el color del concreto para hacernos infelices— completo. Después de unas vueltas, caí de bruces sobre el asfalto. Mis
. Conecté mi ¡pod a las bocinas y puse la música de Franz Ferdinand. parpados temblaban, me era difícil mantener los ojos abiertos y apenas
A pesar del viento, la música sonaba fuerte, clara, perfecta para la y podía jalar aire. Esperé un poco hasta cobrar el sentido del equilibrio.
ocasión. Me recargué en uno de los muros que rodeaban la azotea Gateando, me acerqué a la cajita, tomé uno de los pequeños hongos,
y me deslicé hasta quedar sentado. Comencé a hurgar en la cajita, el más negro y esponjoso, y lo probé con la lengua. Pequeñas gotas de
revolviendo las cosas inútilmente, ¡¿qué se me antojaba en aquellos lluvia empezaron a golpearme y me acosté boca arriba. Aún sentía la
momentos?! Sin pensar demasiado, tomé una liga, me apreté el brazo, resaca del mareo, el cielo giraba o giraba yo —¿o girábamos los dos?—
e instantes después, las venas eran gusanos verdes que trataban de salir , no lo sé. It’s always better on holiday, it’s so much better on holiday, that’s

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why we only work when, we need the money…, repetí el coro de la canción clase de chingaderas al cuerpo?”, después alegué, ¿escuchaste lo que te
que terminaba y cerré mis ojos. Empecé a imaginar mi cara frente dije? Sí, pero no te creo ni una palabra, todos los de la prepa saben lo
a un espejo, ¿cómo era yo?, mejor aún, ¿quién era yo? Nunca había que has dicho, ¡déjame en paz!, no te conozco, es un simple parecido,
tenido una respuesta totalmente certera para estas cuestiones. Nunca dije y me di la vuelta para alejarme de mí. ¡Pinche Memo!, me maldije,
las tendría. Estaba en los baños de mi escuela preparatoria e hice un siempre queriendo llegar al fondo de las cosas, y con esa puta necedad
mohín de desagrado al recordar su olor a mierda tan característico. de no creer en nada, ¡espera!, grité, te daré pruebas: a los 12 nos dio
Salí de ahí, no sin antes verme multiplicar frente al espejo, 35 ‘yos’ se hepatitis B, de la que no mata pero apendeja, a los 13 dejamos de creer
repetían en ambos cristales del baño. Sonreí. Tomé mi patineta y fui en Dios y le mentamos la madre en una noche sin estrellas, a los 14 fue
a deslizarme por el ancho pasillo de la prepa, las faldas a cuadros se nuestro primer beso y hasta el día de hoy queremos olvidarlo, a los 15
bamboleaban a mi paso. Sus alas rojas se extendían para atraparme nos caímos de la bici y nos lastimamos la espalda, a los 16 lloramos al
en esos senos inaugurados apenas por el deseo. Escapé, el nombre de ver Bailando en la Oscuridad, ¿quieres más pruebas? Quedé asombrado
María fue más fuerte. Un rayo partió la tierra. Miré desde un segundo ante lo inconcebible, mi yo de 18 años se miraba asombrado en su
piso el agua que empezaba a brotar de las grietas. Dejé la patineta y eché yo de 23, nadie más que nosotros dos en el mundo sabíamos aquello.
a correr, la vida era demasiado valiosa como para morirse en un sueño. Ahora escucha, proseguí, quiero que te olvides de las matemáticas, irás
El piso temblaba. Al bajar las escaleras un joven subía. Era yo, con la a Inglaterra, serás un historiador famoso, consumirás lo mejor de lo mejor,
misma parsimonia de siempre. ¡Memo!, me grité, pero seguía subiendo. ya sabrás a que me refiero… Además a las europeas les gustan los
¡Memo!, volví a gritar, ¡¿acaso no sabes quién soy?! Ante tal interrogativa latinos —mentí por mi bien, tenía que convencerme de algún modo—
detuve mi caminar y volteé. Siempre he confiado en un desconocido así . ¡Ah, y no te enamores! En ese momento caímos en la cuenta de
que sucedió nuestro encuentro. ¿Adónde vas?, pregunté, ¿no ves que que el agua subía vertiginosamente por las escaleras, nos miramos y
nos está llevando la chingada?, ¡hay que salir de aquí! Voy a mi clase de de común acuerdo echamos a correr hacia el barandal, no teníamos
matemáticas, respondí, no puedo faltar. En ese momento tuve ganas escapatoria, teníamos que intentar llegar al dos veces más alto edificio
de golpearme, pero recordé que por aquel entonces era sumamente de enfrente; sin pensarlo, nos aventamos al agua. No logramos nuestro
responsable, al grado de ver en aquella “virtud” un ideal, así que me objetivo, el agua nos arrastraba con violencia, tratábamos de sujetarnos
contuve. La situación era bastante irónica. ¡¿Clase de matemáticas?, a algo, pero todo iba con la corriente. Casi inconsciente, mi yo de 18
déjate de pendejadas!, tú nunca serás un buen matemático, te lo digo años vio a los ángeles que hacían círculos rojos en el cielo y gritó:
yo que... ¿Tú?, interrumpí, ¿quién eres tú? ¿Qué quién soy?, yo soy tú, ¡Rocío, Jazmín, Paulina, sálvenme! Ellas bajaron y con suma facilidad
quiero decir soy uno de tus futuros potencia, ahora tengo 23 años, le sacaron del agua. Sus brazos colgaban en el aire y ellas le llenaban de
estoy enamorado de María Antonieta y ella no me quiere, o mejor dicho caricias. Yo también pedí auxilio, pero nadie me escuchó. Un torbellino
¡ella no nos quiere! No he pensado en el suicidio pero mi situación es me arrastraba a sus fauces, y mientras era devorado un gritó de terror
bastante desesperada. Si quieres escapar de esto, de lo que te traza el salió de mi garganta. El agua me cubrió por completo.
destino, haz lo que te digo: No estudies matemáticas, seamos sinceros, Cobré conciencia al sentir que me ahogaba. Me incorporé y tosí
sólo lo harás por dinero, serás infeliz. Mejor sigue tu otro plan, estudiar varias veces para recuperar el aliento. La lluvia seguía cayendo, recia,
Historia en Londres, la vida te gustará por allá, recuerda que el mejor impasible. Y así, empapado hasta la chingada, me di cuenta que había
rock del mundo es inglés, estoy seguro que aunque tengas que esperar estado bajo la lluvia largo rato, dos o tres horas creo; la tarde se había
un año te darán la beca, los exámenes… ¡¿Así de patético me veo a los convertido en noche.
23?!, interrumpí con una pregunta que no venía a cuento y con una Todo estaba arruinado, el ¡pod ya no sonaba, la cajita estaba llena
sonrisa en la cara. Sí, más o menos, respondí e hice un gesto como de agua y la mois flotaba en un charco. Lo que más me dolió fueron los
para decirme “¿y qué querías pedazo de idiota si te has metido toda hongos, no estaban por ningún lado. ¡Qué pendejo!, exclamé.

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Encabronado, bajé al depa con todas mis cosas. mi trabajo, bajé del Internet algunas fotos de pinturas en donde mis
¡Mierda, se hace tarde!, dije al ver que el reloj marcaba las 8:23. personajes tenían poses bastante ridículas. No obstante, perdí algunos
Dejé las cosas en la sala y fui a la cocina. Puse agua para té en la estufa, minutos en la contemplación de María Antonieta, me pareció esbelta,
regresé a la sala y prendí la computadora que descansaba sobre la mesa hermosa. Imaginé que en alguna otra vida, ella y yo teníamos algo que
de centro. Después salí corriendo al baño para tomar una ducha. No ver. Sonreí.
me preocupé de prender el boiler, el agua fría es mejor para evitar Imprimí el trabajo y lo metí en un fólder. Apagué la
enfermarse de la gripe; tampoco me preocupé de la ropa mojada que computadora y bebí el té de un solo trago para celebrar. Sonó el
traía puesta, la dejé tirada en el baño. celular. Era el viejo, hablaba para saber cómo estaba. Preguntó que
Salí a los 8 minutos, desnudo y con una toalla secándome el si necesitaba dinero, le di las gracias por el ofrecimiento pero para la
cabello. Tiritaba de frío, y por un momento me pasó por la cabeza desgracia de su orgullo la beca me alcanzaba perfectamente. Me dijo
que aquello se debía a la dosis de morfina, pero olvidé el asunto poco que mi hermano había pasado el examen para la facultad de ciencias
después. Por inverosímil que parezca, mi cuerpo y mi mente resistían de la UNAM y que todos estaban muy contentos. Recordé de pronto
heroicamente los embates de los efectos secundarios —me cuidaba la voz de mi hermano diciendo las ganas que tenía de entrar a estudiar
de no sentir una desbordante pasión por las drogas, las dosis eran las matemáticas. Quedé callado, el silencio se prolongó del otro lado del
justas y no me metía cosas fuertes muy seguido, tenía que ser inteligente auricular. Felicítalo de mi parte y salúdame a todos, corté la conversación
para no perderme en un viaje—. Fui hacia el closet y me vestí con antes de que empezáramos a hablar del clima de la Ciudad de México
lo primero que vi moviéndome rápidamente para calentar mi cuerpo. como a menudo ocurría. Me eché el celular en la faltriquera izquierda
Además, trataba de ahorrar tiempo. El agua que había puesto a calentar del pantalón y fui al cuarto. Agarré la chamarra que dormía en la cama
hervía, la vacíe en una taza con 4 de azúcar y 2 bolsitas de manzanilla. y mi mirada se posó en la biografía de Arquímedes. Aún tenía trabajo
Quería evitar a toda costa el enfermarme. que hacer, ¡otro puto ensayo! ¡Vete a la mierda pinche Arquímedes!, lo
Me llevé el té a la sala. La computadora también estaba lista. maldije, si no hubiese existido tal vez no tendría tanta tarea. Apagué las
Abrí el trabajo sobre la Revolución Francesa que estaba inconcluso. luces y salí del departamento.
Tenía que entregarlo para revisión al día siguiente. Escribí como un Las calles mojadas de Londres reflejaban la luna. Tenía tiempo
poseso, se hacía tarde y aún había cosas por hacer. de pasar a una farmacia por pastillas con ácido cítrico y reanudar la
Aproveché un lapsus de lucidez —poco común en mí— y marcha a su casa. Había quedado de pasar por ella a las 10; el concierto
argumenté que la psicología de Luis XVI no le ayudó mucho con empezaba a las 11 y media. Iríamos a ver a The Music en el Brixton
la situación que enfrentó —para mi gusto, era un niño idiota y sin Academy. Sí, iríamos y fuimos: yo, y Julia.
carácter—, además le había tocado ser Rey en mal momento: los
franceses hicieron la Revolución no por la situación económica que
enfrentaban —habían tenido épocas peores—, sino por la inspiración
venida de los ilustres enciclopedistas. Terminé mi ensayo evocando
a los inocentes, que como en toda tragedia, siempre los hay. Uno de
ellos fue María Antonieta, que sin saber nada del mundo fue arrojada
—sí, arrojada, no hay otra palabra—a un reino que se derrumbaría
irremediablemente. Cuando miró la afilada cuchilla en el patíbulo,
no cambió su semblante, ni siquiera dirigió la mirada a la plebe que
gritaba enardecida su muerte, siguió altiva y dentro de sí sonreía a la
eternidad: moriría como lo que era: una reina. Para complementar

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Obsesión Roja cefalópodos de tres corazones o como el Limulus (cangrejo herradura)
de aspecto temible. No me convencía, lo que veía era rojo, sí, ¡rojo!
Quizá algunos me califiquen de exagerado. Deben saber que
Me levanté de golpe tratando de escapar de aquella pesadilla, mi la maldad se esconde tras diversas y mutables formas, una de ellas, es
respiración era forzada y casi por instinto busqué el inhalador por el el amor de María.
suelo. Revolviendo unas chamarras encontré lo que buscaba, me erguí Con las manos en la sien temblaba. Me di cuenta de lo absurdo de mi
y apreté el dispersor, la vida mojó mis anginas, poco a poco recuperé acto: no me tenía que cuidar de algo tan sincero como un espejo, sino
la respiración. El sodio salía con agua de mis poros, resbalaba en de esas imágenes que distorsiona la mente. En todo caso yo reflejaba el
gruesas gotas por mi frente, mi boca hacía un sonido grave al respirar. rojo, en todo caso yo era María.
Más calmado, comprendí todo, traté de recordar escenas del sueño. Caminé a la cocina por un vaso de agua, me iba sacudiendo
Sólo aparecían en mi mente fragmentos de imágenes sin secuencia, pedacitos de vidrio de la frente. Me serví del garrafón y permití que
como plastas de pintura dispersas sobre tela; tenía que encontrarles el el líquido dejara su frialdad en mi tráquea. Por la ventana de la sala
sentido. En un cuarto una luz violeta titilaba, había un simio color rosa entraba la voz de mi vecino, cantaba salsa.
comiendo sandía, se escuchaba música de violín, suave y aterradora, —¡Ya cállate hijo de la chingada, son las 3 de la mañana! —le
había risas volando por el cuarto, tragándose el silencio, después, grité esperando el silencio habitual de la noche.
María con sus labios rojos y su vestido rojo también. Se acercaba a No se calló.
mí jugando con sus pasos, sonreía dulcemente, con sonrisa de diva a —¿Te vas a callar o voy y te reviento la madre?, siempre es lo
media noche. De repente, un destelló de luz ofuscó mis ojos; su mano mismo —insistí. Su canto se elevó de tono.
derecha portaba un cuchillo... Ante aquel desafío salí del departamento dispuesto a golpearle.
¿Qué significaba aquello, el simio, el cuchillo, el rojo…? Con el puño cerrado toqué tres veces en su puerta. Se escucharon
¡María!, ahí estaba la clave de todo, un rictus de terror se pasos.
esculpió en mi rostro, ¿acaso no estaba muerta? La velé por tres días —Qué quieres, en mi departamento yo hago lo que... —en
en una cantina de mala muerte, cavé su tumba en el cementerio de ese momento su frase se vio interrumpida, había girado la chapa y le
mis neuronas y al momento de aventarla en su último lecho le corté aventé la puerta en la cara.
la cabeza para que nunca regresara. Volvió. Sentí una desesperación —Pero qué... —alcanzó a balbucear y ya no dijo más, de
agobiante, apreté ropa y la mordí, buscaba algo que me alejara de un madrazo lo hice perder el equilibrio. Me abalancé sobre él y ya
aquellos pensamientos. Y entre más trataba de evadirlos más me en el suelo mis puños moldeaban su rostro. Mi brazo estaba tenso:
atormentaban. Tratar de olvidarla era recordarla más. María, María, descargaba golpes con todas sus fuerzas. De pronto comenzó a brotar
María, un vértigo me mareaba, fui al baño y traté de vomitar, tal vez así sangre, de los labios, de las mejillas… Me aparté rápidamente, el terror
sacaría aquella enfermedad que me pudría el cuerpo. No pasó nada, el me invadió. Di una vuelta como tratando de buscar salvación en el aire,
asco se quedó en mi garganta. Me lavé la boca con bastante pasta y miré no valió de nada, mis pensamientos volvieron al rojo. Salí seguro de
el espejo tratando de encontrar el Pez que habita en él (en todos los no haber cometido un crimen; mi vecino respiraba dificultosamente
espejos). Ahí estaba, nadando en ese estanque de mercurio, dibujando mientras musitaba palabras incomprensibles y escupía gotitas de
una rápida silueta hacia mi presencia, y sus ojos crecían y crecían sangre.
mientras sus dientes se mostraban al abrir de su hocico, ¡hasta que ¿Qué estaba pasando?, ¿acaso el amor de María era el causante
el rojo invadió el cristal! Estrellé mi cabeza contra el reflejo, pedazos de aquel trastorno? No lo descartaba. El amor de María era un mar
de vidrio se regaron por el suelo. Toqué mi frente y mis manos se en el que uno se sumergía y quedaba atrapado como en sueños,
llenaron de sangre. Traté de imaginar que tenía sangre azul, como esos embelesado por el sonido suave y armónico de su oleaje, engañado

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por el azul y la templanza de sus aguas. Lo que nadie sabía era que en pisos sin paracaídas, y ¡Oh fortuna!, mis piernas también se congelaron;
sus profundidades vivía un monstruo de sangre verde (tiene que ser el calor del cuarto era tan pobre como para deshacer el hielo, en
verde, ¡Dios mío!, temo al pensar que sea del color de mi tormento), un lugar de calentar, enfriaba. Los policías habían llegado hasta mí, me
monstruo tan terrible como el Leviatán que vio la luz en el quinto día apuntaban.
de la Creación o como el que habita en el lago Ness, del que escurren —¡Tire la pistola, tire la pistola! —ladraban dos voces al
mucosidades en un glu glu interminable y espera ansioso el mejor unísono.
momento para acabar con el mundo. Así de terrible era el amor de El brazo que aún se mantenía fiel a mí les mentó la madre. Los
María. perros se abalanzaron contra mí, escupiendo rabia y mostrando sus
Busqué el botiquín, algunos calmantes tal vez me ayudarían. colmillos me tiraron al suelo. Ofrecí toda la resistencia que pude por
Lo encontré en el segundo cajón de mi closet, empecé a revisar las escapar de sus garras y en el ajetreo rodó la pistola unos tres metros.
pastillas, no podía concentrarme en leer las etiquetas. Llamó mi atención —¡Suéltenme perros, suéltenme, tengo que matar a María!,
un frasco sin nombre y vacié su contenido de cápsulas blancas en el ¿acaso no comprenden? —grité en el paroxismo de mi euforia. Los
embudo de mi boca, mi paladar no protestó. La locura me invadía, dedos que aún quedaban sin paralizar se extendían hacia el revólver
azoté mi cabeza contra la pared varias veces al mismo tiempo que mientras seguía vociferando: ¡María, María!
repetía palabras: yo soy el simio, María toca el violín, me gusta la sandía,
su sonrisa es de burla, me va a matar...
Aquello no funcionaba, tenía que intentar otra cosa.
Desesperado, saqué el revólver que guardaba bajo llave, dentro de
una maletilla. Estaba cargado y el metal transmitía frío a mis manos.
Nervioso, toqué el gatillo y puse el cañón contra mi sien, con la otra
mano volví a usar el inhalador. Una sirena de policía se escuchó fuera
del edificio, y en lugar de asomarme por la ventana traté de reflexionar
por última vez, pero en ese instante vi la sangre que bajaba por mi
frente, ¡vi el rojo! Necesitaba deshacerme de aquel pensamiento de
una vez por todas. Sentía miedo; sin embargo, me sabía más perverso
que María, no me quedaría sin venganza, poseía plena conciencia de
que al apretar el gatillo ella también moriría. Pero el plomo no salía
del revólver, mi mano parecía de piedra y no obedecía órdenes, se
negaba rotundamente a manchar el piso de plasma. El ruido de pasos
precipitados inundó el pasillo, alguien entraba por la puerta que había
dejado sin seguro.
—¡Salga con las manos en alto! —se oyó una orden estridente
y clara.
—¡Váyanse a la mierda! —les contesté, me dije que ya no
podía esperar más tiempo para matar a María, sólo tenía unos instantes
para acabar con su existencia. Mi brazo seguía sin responder, era una
escultura de bronce sobre mi hombro, las pastillas blancas habían
surtido efecto. Volteé hacia la ventana, María no podría soportar tres

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Libación la polis, los murales grafiti se sucedían unos a otros con motivos que
iban desde Jim Morrison hasta la incubación de fetos artificiales. Mayki
Now we grieve because now it is gone, sabía perfectamente que la puerta oxidada que tenía en frente, era una
things were good when we were young. fuente de infinito misterio, que ni siquiera él, a pesar de haber vivido
orgías y borracheras interminables en su interior, podía develar. Se
The von bondies acercó con pasos temblorosos, sí, pero sin retroceder, era evidente
que después de abandonar al dios éste estaría enojado por aquella
Esa noche, The Von Bondies sonaban como nunca en aquel viejo actitud; sin embargo, Mayki ya había aceptado todas las posibles
estéreo, la marihuana circulaba de boca en boca, y el alcohol fluía ya en las consecuencias, estaba decidido a pedirle perdón, a contarle todo de
venas. En aquel recinto pagano reinaban las risas, los siete Adoradores los Adoradores, y de ser posible, pedirle venganza. Llamó a la puerta y
de Baco —como se hacían llamar los ingenuos—celebraban con una un silencio eterno de ocho segundos cayó sobre la atmósfera. El dios
luna que, aún sin saberlo, jamás volvería. Bailaron, amaron, y apenas abrió la puerta y pronunció el nombre de Mayki lenta y enfáticamente
tuvieron tiempo de morir con miedo en los ojos. como una voz interior. En contra de lo esperado, el dios le abrazó y
El único que no disfrutó la noche fue Mayki que no podía le hizo pasar. Incienso de hierba verde purificaba el cuarto, botellas de
olvidar las caricias que María le había dado días antes, por amor, por caguamas dormían en el suelo, y como si nada hubiese cambiado, los
locura, ¡¿importaba?! En esos momentos sólo pensaba en hacerla suya libros de doctrinas paganas descansaban apilados sobre un tapiz de
de nuevo. Sentado sobre el mármol pegajoso evocó sus palabras: seré cartón, ahí estaba la bella Safo, ahí el temible Ovidio… Se sentaron en
tuya por siempre; su piel naranja con olor a jazmín también le vino a la el mullido y destartalado sillón, con cervezas en las manos para que las
mente, de esas que sólo se dan en la vieja Toscana. Lloró, no soportó palabras fluyeran. Mayki contó todo lo que había pasado después de
el peso de la realidad, ¿o sería por el alcohol? que traicionaran al dios los Adoradores —sí, desobedecer la maldad
En un rincón, ella, lasciva, disfrutaba de las caricias de Poncho siendo maldito, también es traición—. Cuando hubo terminado el dios
y se dejaba llevar por el amargo de la cerveza. No le importaba que le abordó: “Lo sé todo, el libro del destino ya fue visto por mis ojos.
él la mirara, ni siquiera su llanto la conmovía. Y así, apretados los En estos momentos están entretenidos con el bacanal;
dientes, los ojos rojos del coraje y los puños cerrados, sufría celos y la entregados a los placeres de Venus, beben hasta la saciedad en mi
indiferencia de su bien amada. ¿Cómo no quererla?, fue la única con honor sin saber que después me darán su alma. María aún está con él,
que había hecho el amor más de una vez, en la azotea de su casa, en los si pudieras verla ahora, derrama su esplendor como el loto, si pudieras
baños de su escuela... Trató de no creer lo que veía, trató de evaporar escuchar sus evohés de bacante enardecida por el deseo, amarías más
su existencia, hasta que no soportó más, aquella indiferencia —por su beldad.
parte de todos, no solamente de ella— le hizo sentirse demasiado solo. En la antigüedad, los humanos me adoraban por ser el dador
Salió de aquella casa preso de una ira pocas veces experimentada y de la vid, por ende del placer: panacea inigualable para cualquier
echó a caminar lo más rápido que le permitía el mareo. Caminando, tristeza, olvido convertido en sensación. Organizaban orgías en mi
recordaba las palabras del que consideraba su maestro, su dios, esas honor y no eran pocas las ménades que me ofrecían dulce vino como
que en momentos de aflicción como ese podrían serle útiles: Ya no eres libamen para saciar mi sed. Esto duró mucho tiempo hasta que dejaron
un niño, por qué no te metes un ácido, y deseó invocarle. de creer en mí. ¡Malditos! —Dijo pegando con fuerza sobre uno de
los muros—. Si tuvieran que estar encerrados en el olvido por siglos y
Al llegar al templo, un olor a mierda se confundía con la neblina de siglos se volverían locos. Yo no, soy un dios, soporté permanecer en la
la noche, ratas de tres kilos daban su paseo nocturno mientras los mitología hasta que llegara la hora de despertar, y ese momento llegó
perros-ojos-de-lobo revolvían bolsas de basura. En aquella parte de contigo, Mayki. Los espíritus débiles como tú me permitirán tomar la

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venganza que tanto he anhelado. La Ciudad de la Furia
Los matarás a todos, tú, único culpable de este festín de sangre,
derramando su plasma por el suelo, saciando mi sed de juventud. Tú Jamás te has preguntado lo que eres
los matarás. ¡¿Lloras?!, me haces reír con tu llanto, aun así te diré que en este instante que no sabría esperar tu respuesta y huye.
habrá más como ellos después de mil centurias, siempre también, uno
como tú. Recuerda que a ella la inmolarás al final con una herida en el Tristán Tzara
pecho, después haz lo que quieras; te dejaré libre.”
Después de esto, el dios le dio unas pastillas sin empaque y un Los caballeros negros dibujaban su presencia en el horizonte, sus
revólver con exactamente seis balas. Le llevó a la entrada del templo, sombras eran símbolo del diablo; el relincho de corceles, el golpear
y una vez ahí, lo despidió con una patada en el culo. De un portazo de truenos, y el llanto de mujeres invisibles, ahogaban el silencio.
cerró la puerta. Me arrastré como pude a la calzada, las cruces de los mártires casi
formaban un bosque. Eso me alegro. Yo sabía que en aquel paisaje
Luego de besar el pecho ensangrentado de la joven, una lágrima de de muerte hallaría vida, por lo menos algo que me permitiera seguir
arrepentimiento rodó por su mejilla, pero ya era demasiado tarde, vio alimentando mi lepra. Fui allá, bajo mis manos sentí el correr de la
su tirso tirado en el suelo y se dio cuenta que el dios le había convertido sangre, no pude resistir besar la tierra. Mi pecho crecía con aquel vino,
en sátiro. Salió a las calles, con la boca escurriéndole sangre, a llorar me sentí inundado de dicha. Un rayo proyectó una sombra hacia mí,
su desgracia, repitiendo la última canción que alcanzó a escuchar del alcé la cara: un hombre sin miedo me regalaba su mirada. Por primera
viejo estéreo: vez, después de mucho tiempo, alguien no temía a mi aspecto ni a
mi condición; había soportado todas las humillaciones imaginables
I’m a creep, I’m a weirdo, pero nunca me miraban a los ojos. Esa mirada era penetrante y pura,
what the hell I’m doing here? quise poseerla, hacerla mía. Me arrastré hacia la cruz, con un esfuerzo
I don’t belong here... sorprendente me incorporé apoyado en la madera, toqué sus pies y
jalé con todas mis fuerzas. No cedía. Algunos gemidos escaparon
de su boca, su cuerpo se deshacía, mas los clavos no terminaban
de desgarrarle. Con ayuda de su cuerpo subí a la cruz para beber su
mirada, sus extremidades sangraban y abrí más las heridas. Al verle
me sentí nuevamente humano, algo latía dentro de mí, era él, me decía
vive, toma mi vida para ti. Le abrace fraternamente y nuestros pechos
fueron una misma piel, mis labios besaron su frente en agradecimiento.
Mordí su pecho y le arranqué la piel, comí la carne hasta sentir los
huesos (hasta sentir su muerte), fue entonces que mi mano rompió sus
frágiles costillas; le saqué el corazón. Aquel órgano temblaba entre mis
manos y proyectaba su magnífica luz en las tinieblas, era un corazón de
hombre, un verdadero corazón de hombre. Me lo acerqué a la boca y
abrí mi mandíbula…

Mis ojos se abrieron, un vivo deseo de sangre se apoderó de mí. Me


incorporé rápidamente mordiendo mi mano derecha y hundí los
 Creep by Radiohead

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colmillos con fuerza hasta que las primeras gotas empezaron a resbalar, experimentado, tuve ganas de vomitar. Aún sabiendo que el terrorismo
bufaba. Me di cuenta de lo que hacía al sentir dolor, tuve vergüenza es una respuesta a la opresión de las culturas, no pude evitar ponerme
de ello; dada mi condición de vampiro aquel era un acto innoble. Más mal. ¿Y vos querés ser humano, Ferre?, me pregunté, Mira lo que
calmado, me vendé el brazo para detener la hemorragia. Me vestí con hacen, destruyéndose los unos a los otros sin que a nadie le importe.
un pantalón que encontré en el suelo y una camisa del closet. Prendí El aire de la calle me calmó un poco, la vida nocturna de la ciudad
un cigarrillo, me tiré nuevamente en la cama. Aquella noche vería a hablaba por aquellas luces que viajaban en un sentido y otro por la
Gustavo y no quería, me estaba hartando de esa vida que no llevaba avenida 9 de Julio. No caminé mucho, el hotel estaba cerca. Pregunté
a ningún lado, me dieron ganas de ser como todo el mundo es, me por la habitación 356 y me indicaron que se encontraba en el 3er piso
dieron ganas de ser otro. Tomé el móvil del buró y marqué: a la izquierda. Llamó mi atención el piso de mármol: ramas negras se
—Gustavo, soy yo, Ferre. ¿Dónde nos vemos? entrelazaban en un fondo blanco, en seguida, en el segundo salón, un
—¡¿Ferre?! Creí que habías muerto. Estoy en el cuarto 356 del tablero de ajedrez se repetía. Subí por el ascensor y toqué la puerta del
Hotel Panamericano, calle Pellegrini, ya sabes, frente al obelisco. cuarto. Abrió Carlitos.
—De acuerdo, voy para allá. —Qué hay pibe, ¿me dejás pasar?
Apagué el cigarrillo en la madera del buró, calcé zapatos y tomé una —¿Buscás a Gustavo?
gabardina. Una luz tenue entraba por la persiana, fui a cerrarla; había —Sí.
luna llena, enmarcada por unas cuantas nubes. Hice un rictus de placer, —Está en el spa, vamos.
la noche era mía y yo de ella. Salí del departamento sin cerrarlo, nunca Subimos hasta el piso 23 y efectivamente ahí estaba, nadando
me ha importado que entre alguien a robar, me da lo mismo si me en el pool junto a dos bellas chicas.
dejan sin nada. Caminé por la vereda las cuatro calles que son de Díaz —¡Ferre, amigo! —exclamó Gustavo al verme—, ¿dónde
Vélez a la estación Gardel, y al ver la vieja estación de trenes Santa diablos te habías metido? Te he estado buscando como loco.
Lucía (ahora Once de Septiembre), prendí otro cigarro. Hacía frío, las —Necesito dinero.
calles eran azules, mojadas por una lluvia apenas acabada. —Eh, boludo, ¿pero qué te crees vos? Aparecés después de un
Bajé al Subte y compré un boleto de 7 centavos. Esperé justo mes y querés dinero, boludo.
en el borde de las vías, imaginando como siempre la muerte de un Me le quedé viendo fijamente a los ojos, aquella actitud no me
golpe de primer vagón, y entre más pensaba en ello más ganas me gustaba y me empezaba a sacar de mis casillas.
daban de aventarme a las vías. Una luz me chocó a la izquierda, era —Calmáte Ferre, amigo, tu dinero ya está en el banco, a tu
el Supte que me volvía a la realidad, retrocedí un poco. ¿Qué pasa cuenta, como te gusta. Carlitos te dará el comprobante cuando bajen,
Ferre?, me dije, ¿Olvidás que sos inmortal? Antes de subir tiré la colilla pero antes dejá que te muestre mi mejor y más reciente negocio. Pibe
del cigarro, luego me senté. La publicidad del Supte invadía mis ojos: muéstrale las fotos —ordenó.
cremas milagrosas, universidades, el jabón que lo limpia todo... Las Carlitos sacó unas fotos instantáneas de su bolsillo y me las tendió.
lámparas prendían y apagaban, nos detuvimos en Uruguay y quedé —¿Un huevo? —pregunté al verlas en tono irónico.
frente al mural de Breccia y Solano. La TV seguía funcionando, daban las —¿Un huevo decís? Sí, ¡un huevo de ocho millones de dólares!
noticias internacionales: Coche bomba explota en Bagdad, hay nueve muertos... Un fósil de tiranosaurio genuino, ocho kilos de peso. Lo encontraron
Imágenes de soldados americanos y de civiles iraquíes se sucedieron en la pampa unos universitarios y lo compré a precio de regalado. Lo
en la pantalla mientras que unos chicos detrás de mí platicaban del mandamos a un cliente inglés en un carguero hace veinte días como
último partido del Boca y una señora contaba a su hija los chismes de mercancía de ganado, ¿podés creerlo?
un taller de costura. En breves minutos, el tren reanudó su marcha y —¿Por puerto Madero?
pronto llegamos a la estación Pellegrini. Me bajé con un asco jamás —¿Y por dónde más va ser? ¿En Rosario? Ahí no entran los

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cargueros. ¿De qué te sirve leer tantos libros de historia Ferre? Veo que hacedor de milagros; el que saca energía del sol, del agua, del viento y
no sabes nada. Por cierto, dentro de quince días llegan unas pinturas de las piedras, el que construye aparatos para volar, memorias de un
coloniales a la bodega, necesito que las cotices y las coloques, ya sabes, gramo, el que manda robots a conquistar planetas y busca curas contra
el quince por ciento es tuyo. el sida, el que devela los secretos del universo… ¿Qué seguirá después?
—Está bien —respondí y tendí las fotos a Carlitos para que Parece que no hay obstáculos.
las guardara de nuevo, Gustavo miraba mi mano derecha. Se me ocurrió ir a un Pub irlandés. Bajé por Bolívar hasta
—¿Otra vez mordiéndote la mano?, ¿pero vos estás loco? Un Humberto Primero y doblé a la derecha hasta encontrarme con el
día de estos te vas a matar. No matas una mosca pero lo que es a ti conocido bar Mitos. Pagué el cover y entré después de que me registraran.
Ferre... ¿Sabes cuál es tu problema? Sos demasiado bueno para querer Al fondo, estaban los de la banda, tocaban a Soda, las luces de neón
ser un hijo de puta. Mejor buscáte una novia, salí con los amigos, viajá, bañaban el lugar. Me senté en un rincón y pedí una cerveza alemana de
ganas tanto dinero que... elaboración tradicional. Los techos altos me molestan en ese tipo de
—Gustavo —interrumpí—, no te metas en mi vida, entre vos lugares, pero en aquella ocasión pareció no incomodarme. En el centro
y yo sólo hay negocios. dos chicas bailaban y cantaban a coro, la de la derecha era esbelta y su
Hice una señal a Carlitos para largarnos de ahí. Las chicas se pelo se movía armónicamente, me gustó. Después de un rato, su amiga
quitaban el sujetador, Gustavo sonreía. Le di la espalda y caminamos se dio cuenta que la miraba y se lo dijo, voltearon entonces hacia mi
hacia la entrada. Es increíble el valor que dan las personas a las cosas, mesa, traté de hacerme el disimulado. Después, sonriendo, se dijeron
pensaba. ¡Ocho millones de dólares por un huevo!, parece mentira, algo al oído y siguieron bailando. Con la sed que tenía desapareció
cuando mucha gente de aquí no gana ni una milésima parte de eso. la primera cerveza, pedí otra igual. La música era buena pero estaba
—Espera —pedí al pibe antes de salir y fui hacia las ventanas más concentrado en aquella chica. Luego de unas cuantas canciones
que daban a la avenida 9 de Julio. Una potente luz iluminaba al obelisco tomaron sus cosas y pagaron la cuenta. Antes de que salieran cruzamos
desde su base, lucía magnífico, me dieron ganas de echar a caminar. las miradas, alcé la mano para despedirme pero fue en vano mi gesto,
Regresé con Carlitos y bajamos al tercer piso donde lo dejé. entraron en el pasillo de salida. Me sentí decepcionado. Ahora sólo
—¿No venís por el comprobante? —preguntó cuando vio que quedaba terminarme la cerveza y largarme de ahí.
no salía del ascensor. Para mi sorpresa, ella regresó a los cinco minutos, sola. Supuse que
—No hace falta pibe, y ya salíte de esta mierda, vos no merecés había acompañado a su amiga a la entrada. Vino hacia mí.
esa vida. —Hola, ¿me invitás una cerveza? —preguntó. Está por demás
Las puertas del elevador se cerraron. decir que mi respuesta fue afirmativa.
Afuera hacía mucho frío, me cerré por completo la gabardina Se sentó en mí mesa. Trató de presentarse pero antes de que
y metí las manos en los bolsillos. La noche aún era joven, un vals de pudiera decir algo tapé su boca con el índice. Pareció entender; tal vez
estrellas empezaba. Hubiese podido convertirme en niebla, fundirme lo nuestro era de una noche y era mejor no sufrir nombres. Además
en la oscuridad, encontrar a la víctima perfecta y morderle el cuello qué le hubiera dicho: Soy Ferre, traficante de antigüedades y elegante
hasta dejarla insomne, pero no, tenía ganas de algo diferente, tenía vampiro. No, fue mejor así.
ganas de sentir el amor, de aventurarme en el mundo de los humanos, Platicamos de los paseos por Río de la Plata, de su gusto por
de ser como ellos. ¿Por dónde empezar?, ¿qué se necesita para ser los chocolates suizos y de mi afición a las revistas de Historia. Trató
realmente humano?, ¿acaso con nacer hombre basta? de adivinar luego lo que me había pasado en la mano y cuando se le
A paso rápido, me dirigí a Plaza de Mayo, que a esas horas bullía acabó la imaginación le conté una historia falsa: me había caído un
de chavales con frescura en el rostro. Los edificios se levantaban mueble, un pesado mueble. Cantó para mí: Me verás volar por la Ciudad
imponentes, exhibiendo su bella arquitectura. Creí en el hombre, ese de la Furia, donde nadie sabe de mí y yo soy parte de todos... Después dirigió

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la plática a terrenos del arte. Comentamos los desnudos rojos de Jean La vida era demasiado hermosa en aquel instante, sí, pero en la vida
Puy y rostros verdes de Matisse, ahí fue que con éxito, me explicó su de un hombre también hay odio. Comprendí que los humanos sufren
teoría del color y el efecto que puede causar éste sobre los sentimientos y a veces están solos. Tiré el cigarrillo al suelo y describió una media
humanos. A veces el silencio platicaba con nosotros, a veces también parábola, terminó por apagarse. Me vestí tratando de no hacer ruido.
yo acariciaba mi barbilla, la noche corría como yegua cuarto de milla. Ya listo, besé su frente y fui hacia la entrada.
—Se hace tarde, tengo que irme —dijo como una cenicienta Al lado de la puerta había un caballete con cuadro. Una mujer
americana, y al ver mi cara de estúpido-no-sé-qué-hacer preguntó—: fauvezca se acariciaba el vientre, su semblante era de tristeza. Unas
¿venís? flores se marchitaban en un plato. El cuadro era bestial, pero me
Pagué la cuenta y nos fuimos caminando por Perú, abrazados agradó, lo sentí muy mío.
por el frío y abrazados, hasta topar con la calle México. Me dispuse a salir.
—Por aquí —indicó. —¡Me llamo María! —gritó antes de que cerrara la puerta
Le seguí los pasos. haciendo que me detuviera un instante. María, repetí el nombre, ¡Adiós!
—Ahí vivía Borges, ¿no es así? —dije señalando la Biblioteca Al igual que todos no quería ser olvidada. Se necesitan los unos a los
Nacional. otros para existir. En cambio, los vampiros hemos aprendido a vivir
—No vivía, trabajaba ahí —corrigió—, lo vi muchas veces de solos, sobre nosotros no pesa ya la opresión del tiempo, el mundo
niña, “Ese señor es Borges”, decía mi madre cuando pasaba junto a de la riqueza nos es indiferente, vivimos por los instantes sublimes.
nosotras. Murió cuando cumplí los siete. Sin embargo, los humanos tienen algo que nosotros deseamos con
Sentí nostalgia por el enigmático Borges, en esos momentos tal vez toda el alma, los sentimientos. El hombre es ante todo un sentimiento.
estuviera vagando por las calles de Ginebra como lo deseó en alguno Esos instantes de pasión y de sorpresa no se comparan con nada del
de sus cuentos. mundo.
Seguimos caminando. Sentir su cuerpo cerca de mí me llenaba Salí rumbo al departamento pensando en el día que me
de una felicidad pocas veces experimentada. Quise abrazarla por atrevería a dejar atrás mi piel de vampiro, en ese día en que mi corazón
siempre, deseé que el tiempo se detuviera, se vaciara; imaginé un reloj se abriría a los hombres y les amaría con todos sus defectos, en ese
dalíano en medio de la calle, invitándonos a dejarlo todo. Caminábamos día que lloraría por una mujer llamada María y sufriría por ella, en ese
y no importaba ya más nada. Pronto llegamos a una casa bastante vieja, día que el deseo de ser padre inundaría mis venas… De golpe, me dio
de las primeras de la ciudad. Abrió la puerta. vueltas la cabeza, me sentí perdido. El deseo de regresar con María era
—Aquí vivo —dijo mientras yo buscaba con la mirada una más fuerte que mi indómita libertad, que todo el deseo de sangre que
invitación a pasar. corría por mis venas, que esa maldad acallando todas las voces y todos
Recibí una sonrisa por respuesta y un ¿querés pasar? confirmó la los ecos, pensé en volver, pero no se me ocurría nada qué decir, ningún
invitación. Me condujo por un estrecho pasillo, entre cuartos de pintura pretexto para regresar a ese mundo de humanos. Y sin saber qué hacer,
resquebrajada, a una pequeña habitación de la parte posterior. Supuse sin saber a dónde ir, me quedé parado a mitad de la calle, recibiendo
que no vivía sola, pero era libre, con esa libertad con que vuelan los renovada la lluvia.
albatros sobre mar. Sonreí. Antes de entrar al cuarto ya nos quitábamos
la ropa, la besaba en cada paso que dábamos, y casi desnudos, nos
tiramos en la cama...
Desperté antes que la luz entrara al cuarto y aparecieran ellas,
las silenciosas sombras; ella dormía, su cabello se extendía por la
almohada y la sábana tenía la forma de sus senos. Encendí un cigarrillo.

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Esta obra se terminó de imprimir
en el año 2010, en México.

Se utilizó tipografía
Garamond 12 , 11, 10

GUILLERMO . ARROYO
(Ciudad de México 1986)

Estudió actuaría en la facultad de ciencias de la UNAM. Recibió una mención


de honor en el concurso Juan Rulfo 2007 y fue becario del Programa
Intercambio México-Francia 2009-2010. Junto con Víctor Ibarra es promotor
del “exageracionismo”, vanguardia que considera lo psicológico y onírico
como parte de la realidad física del hombre. Es miembro activo del grupo
literario los poetas salvajes y de la revista trifulca.

CIUDAD DE MÉXICO
http://reddelospoetassalvajes.blogspot.com

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