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RACIONALISMO CARTESIANO:

La idea de que es necesario un método para


dirigir bien la razón y alcanzar el conocimiento
no es estrictamente hablando una elaboración
propia y exclusiva de Descartes. Al menos debe
compartir el mérito de tal creación con Bacon y
Galileo. No obstante, es tan particular el uso que
Descartes hace del método, y tal la influencia
que ejercerá en la constitución de su
pensamiento filosófico, que la asociación del
problema del método con la filosofía cartesiana
está plenamente justificada. A continuación se
exponen algunas características de la época,
necesarias para comprender la constitución de la filosofía cartesiana.
¿Cuál es la situación con la que se encuentra Descartes al comenzar a desarrollar su
pensamiento filosófico? Fueron numerosos los cambios sociales y políticos que se
produjeron en Europa hacia el final de la edad media y que han sido profusamente
estudiados hasta la actualidad. Entre ellos debemos señalar la emergencia de una nueva
clase social, la burguesía; el progresivo abandono del modo de producción feudal; la
constitución de los Estados nacionales; la renovación de las relaciones entre dichos
estados y la iglesia. Todos ellos contribuyeron a modificar sustancialmente el panorama
social y político de la Europa del siglo XVI, a finales del cual nace Descartes. Estos cambios
sociales y políticos hay que añadir los cambios culturales que se produjeron
correlativamente: el desarrollo del humanismo, el neoplatonismo, la aparición de una
nueva ciencia que se ocupa del estudio de la naturaleza, y la extensión del pirronismo que,
de una u otra manera, influirán en el desarrollo de la filosofía cartesiana.
El humanismo había conseguido imponer una nueva percepción del hombre asociada a la
necesidad de recuperar el saber clásico. Sin entrar en una confrontación frontal con la
iglesia, y sin desmarcarse de los principales elementos del dogma, había resaltado el papel
del hombre y la necesidad de considerarlo el objeto fundamental de la creación. Erasmo y
Tomás Moro, entre otros, como el español Luis Vives, difundieron estos ideales por toda
Europa. El renacimiento de saber clásico va acompañado de una gran efervescencia
filosófica y científica en Italia sobre todo, pero también en el resto de Europa; el
neoplatonismo de Marsilio Ficino y Pico de la Mirandola provocarían en Italia la
renovación de la filosofía a la que se sumaría posteriormente, pero desde una perspectiva
no ya platónica, Giordano Bruno; más importante, por lo que a Descartes respecta, será el
desarrollo de la nueva ciencia representada por los filósofos especulativos o
experimentales que, partiendo de una nueva concepción de la naturaleza, van a modificar
sustancialmente el panorama intelectual de la Europa del XVII. Especialmente los
científicos experimentalistas, quienes concebían la naturaleza como una realidad dinámica
de cuerpos en movimiento organizados según una estructura matemática. El desarrollo
del escepticismo representado fundamentalmente por Montaige, suscitará un debate
crítico en torno a la capacidad de investigación y de conocimiento de la Escolástica que
culminará en una crítica generalizada a todo saber, de la que también será un buen
exponente el español Francisco Sánchez en su obra "Que nada se sabe". Es conocida la
reacción de Descartes contra este escepticismo generalizado, y que estará en la base de la
elaboración de su método. A todo ello hay que sumar el hecho de que la filosofía
comienza a hacerse de un modo distinto. Frente a la a preeminencia de los teólogos nos
encontraremos con filósofos que no son teólogos en el sentido en que lo podían ser santo
Tomás o San Buenaventura; no porque desconozcan las cuestiones que plantea la teología
natural o revelada, o porque prescindan de la discusión del tema, sino por no ser
especialistas en teología. Si la filosofía medieval había sido ejercida fundamentalmente
por teólogos y profesores, tampoco los filósofos modernos serán fundamentalmente
profesores: ni Descartes, ni Galileo, ni Espinosa, ni Leibniz, ni Hume (aunque intentará
conseguir una cátedra hacia el final de su vida) serán profesores ni pertenecerán a las
estructuras académicas oficiales. Tampoco el modo de hacer filosofía es el mismo: frente
al comentario como forma de trabajo fundamental de la escolástica, nos encontramos
ahora con filósofos que realizan obras personales, mediante la actividad individual
(aunque sea compartida pública y colectivamente con otros filósofos o con el público
interesado en las cuestiones filosóficas), y no mediante una actividad o una reflexión
colectiva, como era el método propio de trabajo de la escolástica. A todo ello hay que
añadir la progresiva utilización de las lenguas vernáculas, frente a la preeminencia del latín
a lo largo de toda la edad media como vehículo de expresión cultural y filosófica.

Todos estos cambios son conocidos y asumidos por los filósofos de finales del XVI y
principios del XVII, de tal modo que hay una clara conciencia de ruptura con respecto a la
tradición medieval. Hablar de ruptura no significa necesariamente que el pensamiento
filosófico pretenda surgir de la nada; aunque no demasiado abundantes sí habrá
elementos propios del pensamiento medieval que serán asumidos y aceptados por los
filósofos modernos.
Por lo demás, ya desde Santo Tomás se había considerado necesario distinguir la fe de la
razón y atribuir a cada una de ellas un campo específico y limitado. Esta distinción inicial
que realiza santo Tomás será convertida en separación por Guillermo de Occam y, dada la
influencia que ejercerán los nominalistas en Europa, progresivamente aceptada como un
presupuesto indiscutible. Esta idea, asociada a los cambios anteriormente citados, prepara
el camino para la exigencia de una total autonomía de la razón, que será reclamada por
todos los filósofos modernos.
RENACIMIENTO
Se denomina renacimiento al
momento histórico que comprende
el movimiento cultural europeo
transcurrido desde fines del siglo
XIII durante la Edad Media y
finaliza en el siglo XVII con el
advenimiento de la Edad moderna.

Este movimiento que comenzó en


Italia y se expandió por toda Europa
en el siglo XV, impulsó un
renovado interés en el saber y los
valores clásicos. Inspirados en las antiguas culturas de Grecia y Roma, los artistas del
Renacimiento crearon sus obras basadas en la observación del mundo visible aplicando en
sus pinturas y esculturas los principios matemáticos de equilibrio, armonía y perspectiva.

En el ámbito de las letras, los humanistas rechazaron la ortodoxia religiosa, a favor del
estudio de la naturaleza humana y surgieron obras que pusieron en evidencia las
complejidades del carácter humano.

El Renacimiento fue una etapa brillante y renovadora que atravesaron la cultura, el arte y
las letras europeas principalmente desde 1450 hasta 1570 aproximadamente.

Se inició a partir del logro de cierta estabilidad política y expansión económica en las cortes
y repúblicas italianas como una combinación de tendencias y actitudes impulsadas por la
actividad de la burguesía y la existencia de una nueva coyuntura histórica, originada, entre
otros motivos, por el fin del cisma de Occidente, la toma de Constantinopla (1453) y el fin
del imperio Bizantino; los descubrimientos geográficos y las conquistas, los cismas
religiosos, el desarrollo de los nacionalismos y la invención de la imprenta con la
consecuente posibilidad de la difusión de la cultura.

Este período filosófico principalmente crítico durante el cual se comienzan a cuestionar


el dogma predominante como fundamento de toda filosofía se produce debido a distintos
factores como por ejemplo una nueva interpretación de la filosofía griega, dando lugar a
una corriente neoestoica, Lipsius, otra neoepicúrea, Valla, y un platonismo que trata de
terminar con la tradición escolástica, sus métodos, el principio de autoridad y el modo de
razonar, Nicolás de Cusa, Bruno, Campanella.

Subsisten escuelas del escotismo, Dans Scoto y del occamismo, Guillermo de Occam y un
movimiento en España de renovación que coincide con la Contrarreforma.
Esta crítica se extiende también a las formas de vivir, a las costumbres, a las tradiciones, y a
la organización social y económica, Moro.

El impacto de los descubrimientos científicos de Copérnico y Kepler y Galileo produce un


nuevo concepto de la naturaleza basado en la ciencia y el resurgir de la magia y la alquimia
determinará el rumbo de la futura química.

Como reacción contra las estrictas bases morales y estéticas medievales el Renacimiento
afirmó el culto a la belleza y exaltó las facultades humanas, la vida terrena y la naturaleza;
y rehabilitó la mitología.

La búsqueda de la belleza constituye el principal objetivo del artista y centrándose las


expresiones culturales de este período en lo psicológico, lo biográfico y la individualidad
priorizando la autonomía por encima de la tradición, la doctrina y las reglas.

Los artistas tomaron conciencia como individuos con valor y personalidad propios, se
sintieron atraídos por el conocimientos y comenzaron a estudiar anatomía, técnicas del
claroscuro, leyes de perspectiva, modelos de la antigüedad clásica, etc.

Durante la segunda mitad del siglo XVI se inició la decadencia del Renacimiento cayendo
en un rígido formalismo dejando paso al estilo barroco en todas las áreas del arte.
ILUSTRACION:
La Ilustración fue un movimiento cultural e intelectual europeo (especialmente en
Francia e Inglaterra) que se desarrolló desde fines del siglo XVII hasta el inicio de la
Revolución francesa, aunque en algunos países se prolongó durante los primeros años
del siglo XIX. Fue denominado así por su declarada finalidad de disipar las tinieblas de
la humanidad mediante las luces de la razón. El siglo XVIII es conocido, por este
motivo, como el Siglo de las Luces.

Los pensadores de la Ilustración sostenían que la razón humana podía combatir la


ignorancia, la superstición y la tiranía para construir un mundo mejor. La Ilustración
tuvo una gran influencia en aspectos económicos, políticos y sociales de la época. La
expresión estética de este movimiento intelectual se denominará neoclasicismo.

La Ilustración (Lumières, en francés; Enlightenment, en inglés; Illuminismo, en italiano;


Aufklärung, en alemán),2 en frase de uno de sus más importantes representantes,
D'Alembert, «lo discutió, analizó y agitó todo, desde las ciencias profanas a los
fundamentos de la revelación, desde la metafísica a las materias del gusto, desde la música
hasta la moral, desde las disputas escolásticas de los teólogos hasta los objetos del
comercio, desde los derechos de los príncipes a los de los pueblos, desde la ley natural
hasta las leyes arbitrarias de las naciones, en una palabra, desde las cuestiones que más nos
atañen a las que nos interesan más débilmente». Esto mismo nos indica que, más que el
contenido mismo de sus doctrinas, lo original del movimiento fue la forma de pensamiento
y valoración.

Según el teórico marxista Lucien Goldmann, la Ilustración puede ser definida como «una
etapa histórica de la evolución global del pensamiento burgués». Como tal, insertaría su
filiación doctrinal en el Renacimiento y, especialmente, en las corrientes racionalistas y
empiristas del s. XVII (de Descartes, a Locke, pasando por Bacon, Bayle, Galileo, Grocio,
Hobbes, Leibniz, Newton, Spinoza, o los libertinos), y basa su posibilidad sociológica de
desarrollo en las revoluciones políticas neerlandesa e inglesa, en el empuje de la burguesía
y en las transformaciones económicas en gestación, apoyadas en una coyuntura en alza, que
desembocarán en la revolución francesa.

Características:
Retrato de cuerpo entero de Jovellanos, pintado por Francisco de Goya y Lucientes en
1798, considerado uno de los más emblemáticos personajes de la Ilustración española. Este
intelectual español accedió al cargo de ministro y emprendió reformas que no llegaron a
consolidarse. En el fondo se aprecia una estatua de Minerva, diosa de la sabiduría, que
parece estar "bendiciéndole". Desde Gran Bretaña, donde algunos de los rasgos esenciales
del movimiento se dieron antes que en otro lugar, la Ilustración se asentó en Francia, donde
la anglofilia fue difundida por Voltaire, y produjo aquí su cuerpo ideológico, el
enciclopedismo, y sus más representativas personalidades (Montesquieu, Diderot,
Rousseau, Buffon, etc); también dio sus frutos, en ocasiones más o menos autónomamente,
pero en la mayoría de casos dependientes de Gran Bretaña y, sobre todo, de Francia, en
otras zonas europeas (Países Bajos, la península italiana y la ibérica, el conglomerado
germánico, Polonia, Rusia, Suecia, etc.) o en sus colonias americanas; frutos condicionados
por el grado de desarrollo ideológico y sociopolítico adquirido en el momento de
lanzamiento de la nueva ideología y por el proceso interno seguido a lo largo de su
desenvolvimiento.

La Ilustración en España

Artículo principal: Ilustración en España

En España, la Ilustración coincidió con los reinados de Fernando VI y Carlos III. Si bien la
decadencia profunda en que se encontraba el país en el punto de partida obstaculizó una
posterior eclosión, el auge dinámico de algunas de sus zonas geográficas (especialmente
Cataluña) a lo largo del período y la actuación coadyuvante (aunque tímida) desde el poder
político facilitaron la aparición de un nutrido y valioso grupo de ilustrados (Cabarrús,
Cadalso, Campomanes, Capmany, Cavanilles, Feijoo, Hervás y Panduro, Jovellanos, Mutis,
etc.)3 condicionado, no obstante, por el arraigo y la preponderancia del pensamiento
teológico tradicional. La creación de las Reales Academias de la Lengua, de la Historia, de
la Medicina o del Real Gabinete de Historia Natural (actual Museo Nacional de Ciencias
Naturales), fueron algunos de los logros de la Ilustración española.

La Ilustración en Hispanoamérica

A Hispanoamérica llegaron las ideas de la Ilustración a través de la metrópoli.

En los ámbitos de la política y la economía, las reformas impulsadas por el despotismo


ilustrado a finales del reinado de Fernando VI y durante el de su sucesor Carlos III tenían
por objeto reafirmar el dominio efectivo del gobierno de Madrid sobre la sociedad colonial
y contener o frenar el ascenso de las elites criollas.

Las autoridades españolas procedían a una explotación más sistemática y profunda de las
colonias. Procuraban, además, fortalecer y aumentar la marina de guerra y establecer
unidades del ejército regular español en las diversas regiones de América.

En la Nueva España (México), en el ámbito de los colegios de la Compañía de Jesús,


vemos surgir un importante grupo de científicos y filósofos ilustrados, encabezados por
José Rafael Campoy (1723-1777), que defienden una clara separación entre la filosofía y
las ciencias naturales, una mayor especialización en el estudio científico y una
simplificación en el método de la enseñanza filosófica, evitando las sutilezas silogísticas,
así como la sumisión incondicional a las autoridades. En este grupo de pensadores que
trabaja principalmente en la Ciudad de México, Tepotzotlán, Guadalajara y Valladolid
(Morelia), destacan el historiador Francisco Javier Clavijero (1731-1787), que emplea un
método histórico sistemático y sorprendentemente moderno; el filósofo Andrés de Guevara
En el sur del continente, el pensamiento ilustrado tuvo un primer gran empuje en la Real
Audiencia de Quito mediante la llamada Escuela de la Concordia, fundada en la ciudad de Quito
por el Dr. Eugenio Espejo en 1791, y a la cual pertenecían nobles de la élite criolla y profesionales
mestizos. Los pensamientos y debates surgidos en la Escuela de la Concordia plantaron las
primeras semillas de nacionalismo e independencia de Sudamérica, ya que de a partir de varios
sucesos ocurridos con sus diferentes miembros, la ilustración se propagaría hacia el resto de
territorios de los virreinatos de Nueva Granada y Perú.y Basoazábal (1748-1801), que se basa
en Bacon, Descartes y los sensistas para plantear la necesidad de una filosofía moderna,
justificar el método inductivo y experimental, y denunciar el abuso del método deductivo; y
principalmente Juan Benito Díaz de Gamarra y Dávalos (1745-1783), crítico de la
escolástica y defensor de la ciencia y de la modernidad, cuyo eclecticismo ilustrado está
principalmente regido por los valores del buen sentido, la racionalidad, la tolerancia y la
utilidad para el hombre.

Introducción

El término Ilustración se refiere específicamente a un movimiento intelectual histórico.


Existen precedentes de la Ilustración en Inglaterra y Escocia a finales del siglo XVII, pero
el movimiento se considera originalmente francés. La Ilustración tuvo también una
expresión estética, denominada Neoclasicismo. Desde Francia, donde madura, se extendió
por toda Europa y América y renovó especialmente las ciencias, la filosofía,la política y la
sociedad; sus aportes han sido más discutidos en el terreno de las Artes y la Literatura.

Siglo XVII: la era de la Razón

Estatua de Newton en Trinity College, Cambridge.


Según muchos historiadores, los límites de la Ilustración han alcanzado la mayor parte del
siglo XVII, aunque otros prefieren llamar a esta época la Era de la Razón. Ambos períodos
se encuentran en cualquier caso, unidos y emparentados, e incluso es igualmente aceptable
hablar de ambos períodos como de uno solo.

A lo largo del siglo XVI y siglo XVII, Europa se encontraba envuelta en guerras de
religión. Cuando la situación política se estabilizó tras la Paz de Westfalia (acuerdo entre
católicos y protestantes, 1648) y el final de la guerra civil en Inglaterra, existía un ambiente
de agitación que tendía a centrar las nociones de fe y misticismo en las revelaciones
"divinas", captadas de forma individual como la fuente principal de conocimiento y
sabiduría (Iluminismo). En lugar de esto, la Era de la Razón trató entonces de establecer
una filosofía basada en el axioma y el absolutismo como bases para el conocimiento y la
estabilidad.

Este objetivo de la Era de la Razón, que estaba construido sobre axiomas, alcanzó su
madurez con la Ética de Baruch Spinoza, que exponía una visión panteísta del universo
donde Dios y la Naturaleza eran uno. Esta idea se convirtió en el fundamento para la
Ilustración, desde Isaac Newton hasta Thomas Jefferson.

La Ilustración estaba influida en muchos sentidos por las ideas de Blaise Pascal, Gottfried
Leibniz, Galileo Galilei y otros filósofos del período anterior. El pensamiento europeo
atravesaba por una ola de cambios, ejemplificados por la filosofía natural de Sir Isaac
Newton, un matemático y físico brillante. Las ideas de Newton, que combinaban su
habilidad de fusionar las pruebas axiomáticas con las observaciones físicas en sistemas
coherentes de predicciones verificables, proporcionaron el sentido de la mayor parte de lo
que sobrevendría en el siglo posterior tras la publicación de sus Philosophiae Naturalis
Principia Mathematica. Pero Newton no estaba solo en su revolución sistemática
pensadora, sino que era simplemente el más famoso y visible de sus ejemplos. Las ideas de
leyes uniformes para los fenómenos naturales se reflejaron en una mayor sistematización de
una variedad de estudios.

Si el período anterior fue la era del razonamiento sobre los principios básicos, la Ilustración
se dedicó a buscar la mente de Dios mediante el estudio de la creación y por la deducción
de las verdades básicas del mundo. Esta visión de algún modo puede haber llegado hasta
nuestros días, en los que la creencia de los individuos en las verdades es más provisional,
pero en aquel momento, la verdad era una noción poderosa, que contenía las nociones
básicas sobre la fuente de la legitimidad de las cosas.

Siglo XVIII: el inicio de las revoluciones


Portada de Elementos de la filosofía de Newton (1738), que Voltaire y Émilie du Châtelet
publicaron con gran éxito. En ella, explicaron de forma sencilla los principios básicos de
los descubrimientos de Newton en matemáticas, astronomía y óptica, haciendo accesible la
nueva física para el público francés.

El siglo XVIII constituye, en general, una época de progreso de los conocimientos


racionales y de perfeccionamiento de las técnicas de la ciencia. Fue un período de
enriquecimiento que potenció a la nueva burguesía, si bien se mantuvieron los derechos
tradicionales de los órdenes privilegiados dentro del sistema monárquico absolutista. Sin
embargo, la historia del siglo XVIII consta de dos etapas diferenciadas: la primera supone
una continuidad del Antiguo Régimen (hasta la década de 1770), y la segunda, de cambios
profundos, culmina con la Revolución estadounidense, la Revolución francesa y
Revolución industrial en Inglaterra.

Esta corriente abogaba por la razón como la forma de establecer un sistema autoritario
ético. Entre 1751 y 1765 se publicó en Francia la primera Enciclopedia, de Denis Diderot y
Jean Le Rond D'Alembert, que pretendía recoger el pensamiento ilustrado. Querían educar
a la sociedad, porque una sociedad culta que piensa por sí misma era la mejor manera de
asegurar el fin del Antiguo Régimen (el absolutismo y las dictaduras se basan en la
ignorancia del pueblo para dominarlo). En su redacción colaboraron otros pensadores
ilustrados como Montesquieu, Rousseau y Voltaire.

Los líderes intelectuales de este movimiento se consideraban a sí mismos como la élite de


la sociedad, cuyo principal propósito era liderar al mundo hacia el progreso, sacándolo del
largo periodo de tradiciones, superstición, irracionalidad y tiranía (periodo que ellos creían
iniciado durante la llamada Edad Oscura). Este movimiento trajo consigo el marco
intelectual en el que se producirían las revoluciones Guerra de la Independencia de los
Estados Unidos y Revolución francesa, así como el auge del capitalismo y el nacimiento
del socialismo. En la música estaba acompañado por el movimiento barroco y en las artes
por el movimiento neoclásico.
Kant en su madurez.

Otro destacado movimiento filosófico del siglo XVIII, íntimamente relacionado con la
Ilustración, se caracterizaba por centrar su interés en la fe y la piedad. Sus partidarios
trataban de usar el racionalismo como vía para demostrar la existencia de un ser supremo.
En este periodo, la fe y la piedad eran parte integral en la exploración de la filosofía natural
y la ética, además de las teorías políticas del momento. Sin embargo, prominentes filósofos
ilustrados como Voltaire y Jean-Jacques Rousseau cuestionaron y criticaron la misma
existencia de instituciones como la Iglesia y el Estado.

El siglo XVIII vio también el continuo auge de las ideas empíricas en la filosofía, ideas que
eran aplicadas a la política económica, al gobierno y a ciencias como la física, la química y
la biología.

En la historia nada es casual, un hecho es la consecuencia inevitable de otros que lo


precedieron. La Revolución francesa, si bien tuvo otras causas, no hubiera sido posible sin
la presencia del iluminismo que, poniendo luz sobre el oscurantismo de la Edad Media,
época en que se impedía pensar libremente, se alejó de los dogmas religiosos para explicar
el mundo y sus acontecimientos, para hacerlos a la luz de la razón.

El iluminismo tampoco hubiera existido de no haberlo precedido un debilitamiento del


poder de la Iglesia a causa de la reforma protestante, que dividió al mundo cristiano; y del
humanismo, movimiento filosófico que centró en el hombre el objeto de las preocupaciones
terrenales, quitando a la religión ese privilegio y desechando el teocentrismo.

Características
David Hume, retrato de Allan Ramsay (1766).

Voltaire, a la izquierda, en la corte de Federico II de Prusia. Fue éste último quien


pronunció la famosa frase «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo», cita que resume el
despotismo ilustrado.

En la segunda mitad del siglo XVIII, pese a que más del 70% de los europeos eran
analfabetos, la intelectualidad y los grupos sociales más relevantes descubrieron el papel
que podría desempeñar la razón, íntimamente unida a las leyes sencillas y naturales, en la
transformación y mejora de todos los aspectos de la vida humana.

Para entender correctamente el fenómeno de la Ilustración hay que recurrir a sus fuentes de
inspiración fundamentales: la filosofía de Descartes -basada en la duda metódica para
admitir sólo las verdades claras y evidentes- y la revolución científica de Newton, apoyada
en unas sencillas leyes generales de tipo físico. Los ilustrados pensaban que estas leyes
podían ser descubiertas por el método cartesiano y aplicadas universalmente al gobierno y a
las sociedades humanas. Por ello, la élite de esta época sentía enormes deseos de aprender y
de enseñar lo aprendido, siendo fundamental la labor desarrollada por Diderot y
D'Alembert cuando publicaron la Encyclopédie raisonée des Sciences et des Arts entre
1751 y 1765, completada en 1764 con el Dictionnaire philosophique, de Voltaire.
Como característica común hay que señalar una extraordinaria fe en el progreso y en las
posibilidades de los hombres y mujeres, para dominar y transformar el mundo. Los
ilustrados exaltaron la capacidad de la razón para descubrir las leyes naturales y la tomaron
como guía en sus análisis e investigaciones científicas. Defendían la posesión de una serie
de derechos naturales inviolables, así como la libertad frente al abuso de poder del
absolutismo y la rigidez de la sociedad estamental del Antiguo Régimen. Criticó la
intolerancia en materia de religión, las formas religiosas tradicionales y al Dios castigador
de la Biblia, y rechazó toda creencia que no estuviera fundamentada en una concepción
naturalista de la religión. Estos planteamientos, relacionados íntimamente con las
aspiraciones de la burguesía ascendente, penetraron en otras capas sociales potenciando un
ánimo crítico hacia el sistema económico, social y político establecido, que culminó en la
Revolución francesa.

Antropocentrismo: Hay un nuevo Renacimiento en que todo gira en torno al ser humano;
alrededor de su razón material y sensible al mundo que en torno a su espíritu sensible hacia
Dios, de forma aún más pronunciada, particularmente, que en el siglo XVI; si bien el papel
que entonces jugó Italia lo desempeña esta vez Francia. La fe se traslada de Dios al
hombre: hay confianza en lo que éste puede hacer, y se piensa en que el progreso (surge en
este siglo la palabra) humano es continuo e indefinido, (Condorcet) y los autores modernos
son mejores que los antiguos y los pueden perfeccionar. Se formuló la filosofía del
optimismo (Leibniz) frente al pesimismo característico de la Edad Media y el Barroco. La
sociedad se seculariza y la noción de Dios y la religión empieza a perder, ya
definitivamente, la importancia que en todos los órdenes había tenido hasta ahora; se
desarrolla una cultura exclusivamente laica e incluso antirreligiosa y anticlerical. Empiezan
a formularse las expresiones más tolerantes de espiritualidad: nihilismo libertario
(Casanova, Pierre Choderlos de Laclos), Masonería, deísmo (Voltaire), agnosticismo;
incluso se formulan ya claramente las propuestas del ateísmo (Pierre Bayle, Baruch
Spinoza, Paul Henri Dietrich) y el satanismo, expuesto por algunos personajes de novelas
escandalosas de la época (Marqués de Sade, etc.). La atención a los aspectos más oscuros
del hombre constituye lo que se ha venido a llamar "la cara oscura del siglo de las luces".

Racionalismo: Todo se reduce a la razón y la experiencia sensible, y lo que ella no admite


no puede ser creído. Durante la Revolución francesa, incluso se rindió culto a la «diosa
Razón», que se asocia con la luz y el progreso del espíritu humano (Condorcet). Las
pasiones y sentimientos son un mal en sí mismos. Todo lo desprovisto de armonía, todo lo
desequilibrado y asimétrico, todo lo desproporcionado y exagerado se considera
monstruoso en estética.

Hipercriticismo: Los ilustrados no asumen sin crítica la tradición del pasado y por ello
desdeñan toda superstición y superchería, (incluyendo a menudo a la religión),
considerándolos signos de oscurantismo: es preciso depurar el pasado de todo lo que es
oscuro y poco racional. La historia se empieza a documentar con rigor; las ciencias se
vuelven empíricas y experimentales; la sociedad misma y sus formas de gobierno
comienzan a ser sometidas a la crítica social, lo que culmina en las revoluciones al fin del
periodo.
Charles Louis de Secondat, Barón de Montesquieu.

Pragmatismo: Sólo lo útil merece hacerse; se desarrolla la filosofía del Utilitarismo


preconizada por Jeremías Bentham, que halla un principio ético general en la felicidad
preconizada por Epicuro, bajo la fórmula de "la mayor felicidad para el mayor número de
gente". Las literaturas y las artes en general han de tener un fin útil, que puede ser didáctico
(enseñanza), moral (depurar de las insanas pasiones) o social (sátira de las malas
costumbres, para corregirlas). De ahí que entren en crisis géneros como la novela o que se
cultiven las novelas de aprendizaje y que se pongan de moda las fábulas, las enciclopedias,
los ensayos, las sátiras, los informes. El teatro pretende corregir las costumbres con la
comedia y limpiar de pasiones el alma con la tragedia.

Imitación: La originalidad se considera un defecto, y se estima que se pueden lograr obras


maestras «con receta», imitando lo mejor de los autores grecorromanos, que se constituyen
en modelos para la arquitectura, la escultura, la pintura y la literatura. El academicismo
impera en el terreno artístico y sofoca toda creatividad. El buen gusto es el criterio principal
y se excluye lo imperfecto, lo feo, lo decadente, lo supersticioso y oscuro, la violencia, la
noche, las pasiones desatadas y la muerte. El teatro debe someterse a las reglas de las tres
unidades estatuidas por Aristóteles: unidad de acción, lugar y tiempo; es más, los franceses
añaden la unidad de estilo.

Idealismo: El buen gusto exige rechazar lo vulgar: no se cuenta con los criterios estéticos
del pueblo y la realidad que ofrece la literatura es mejor de lo que la realidad es, es
estilizada, neoclásica. El lenguaje no admite groserías ni insultos, no se presentan crímenes,
y todo es amable y elevado. Se excluye lo temporal y lo histórico, el cambio, de la
cosmovisión ilustrada.

Universalismo: Los ilustrados asumen una tradición cultural cosmopolita y todo tipo de
tradiciones en la horma grecorromana que les sirve de fuente principal. Sienten interés por
lo exótico, pero no lo asumen. Todo lo francés se pone de moda y poseer la lengua francesa
se transforma en un signo de distinción: el arte y la cultura francesa influye en Alemania,
España y Rusia.
La filosofía ilustrada

Immanuel Kant

La Ilustración se nutrirá filosóficamente de varios movimientos y corrientes del


pensamiento, empezando por el moderno del siglo XVII. Entre ellos, cabe destacar el
Antropocentrismo, el Racionalismo (René Descartes, Blaise Pascal, Nicolas Malebranche,
Baruch Spinoza, Gottfried Wilhelm Leibniz), el Empirismo (Francis Bacon, John Locke y
David Hume), el Materialismo (La Mettrie, D'Holbach), el Hipercriticismo, el
Pragmatismo, el Idealismo (George Berkeley e Immanuel Kant) y el Universalismo. En los
campos de la filosofía, metafísica, geometría, astronomía, astrofísica, geografía, lógica,
ética, derecho, estética, deontología, religión, ciencia, política cabe destacar la obra de
Immanuel Kant, que sigue teniendo sobrada vigencia, en esos temas, hoy en día.

Todo el movimiento filosófico tiene su expresión en el resto de los órdenes de la vida social
nacional y europea.

La política en la Ilustración
«La guerra es el arte de destruir hombres, la política es el arte de engañarlos», frase
atribuida a Jean Le Rond d'Alembert (1717-1783). Científico y pensador francés de la
Ilustración, promotor de la Enciclopedia junto con Diderot.

En política surge el despotismo ilustrado que llevará pronto, aún a su pesar, a la teoría de la
separación de poderes. Se subordina el poder religioso al civil (secularización) y dentro del
religioso aparecen las primeras señales de independencia de las iglesias nacionales respecto
al absolutismo del papa (regalismo) y aparece el concepto de contrato social que se hará
fuerte con Rousseau y el socialismo utópico.

Para los ilustrados, el destino del hombre es la epicúrea felicidad, y la propia Constitución
de los Estados Unidos acogerá este propósito como uno de los derechos de los ciudadanos.
Hacia el final del siglo el liberalismo, con la Revolución francesa a partir de 1789 aunque
iniciado en Gran Bretaña de forma menos traumática con las ideas de John Locke, Adam
Smith, Jeremías Bentham y John Stuart Mill, expande las conquistas sociales de la
Ilustración por Europa y Norteamérica, dándose fin al Antiguo Régimen.

Acaba progresivamente la sociedad estamental que se viene arrastrando desde el


feudalismo y emerge una nueva clase social, la burguesía, que adquiere conciencia de su
poder económico y su impotencia política, de forma que conquistará el gobierno de su
destino a lo largo del siglo siguiente a través de diversas revoluciones (1820, 1830, 1848)
en que va ampliando su presencia en los órganos políticos del estado relegando a la
aristocracia a un papel subalterno.

La religión en la Ilustración

Véase también: Ateísmo en la Ilustración

En la religión se realizan las primeras formulaciones del deísmo, el ateísmo y el satanismo


y se estudia la naturaleza desde el punto de vista científico, abandonando las viejas
concepciones. Para la mayoría de los filósofos, la ilustración incluía el rechazo del
cristianismo tradicional. La aparición en el seno de la Ilustración de estas tendencias
religiosas se terminó de desarrollar en la Revolución francesa.

Se tenía una concepción espiritual de la iglesia. La religión se convierte en un compromiso


personal con Dios, abandonando las imposiciones de esta institución, que según los
ilustrados ocupaban el lugar de Dios. La Ilustración se caracterizaba por la pluralidad y la
tolerancia. Convivirán ortodoxos, católicos y protestantes; deístas y partidarios de la
religión natural. Pero también había ateos.

La Iglesia estaba sometida al Estado absoluto, lo cual generó conflictos en los países
católicos, ya que dependían a su vez de las decisiones del pontífice en Roma.

Las artes y las ciencias en la Ilustración


En geografía se termina de cartografiar todo el globo, a excepción de los círculos polares y
algunas regiones de África. En el arte se abre paso el Neoclasicismo tras el que surgirá
como rebelión el Romanticismo del siglo XIX. En física, óptica y matemáticas, los avances
son impresionantes gracias a las contribuciones de sir Isaac Newton y otros estudiosos.
Surge la economía política como ciencia moderna gracias a las aportaciones de los
fisiócratas y sobre todo del liberalismo de Adam Smith y su monumental obra La riqueza
de las naciones.

Neoplatonismo
Neoplatonismo es la denominación historiográfica de diferentes momentos de la historia
de la filosofía en que se produjo una revitalización del platonismo (Platón, Academia de
Atenas).

En la Alejandría del siglo III, en el contexto intelectual del helenismo tardío de la época
romana, se definió un sistema filosófico que fue enseñado en diferentes escuelas hasta el
siglo VI (Amonio Saccas, Plotino). Es la última manifestación en la Antigüedad del
platonismo, y constituye una síntesis de elementos muy distintos además de los platónicos,
con aportes de las doctrinas filosóficas de Pitágoras, Aristóteles o Zenón, unidas a las
aspiraciones místicas de origen oriental (hinduista o judío).1

En la Italia del siglo XV (especialmente en la Florencia de los Medici), en el contexto


intelectual del humanismo renacentista, se recuperó la tradición del platonismo, frente al
aristotelismo (o neoaristotelismo) dominante en el escolasticismo de la Baja Edad Media y
comienzos de la Edad Moderna. Un hecho fundamental fue el contacto con los intelectuales
bizantinos (como Pletón o Juan Argiropoulos2 ) que acudieron al Concilio de Ferrara-
Florencia de 1438-1455. Las figuras más destacada de la Academia platónica florentina
fundada entonces fueron Marsilio Ficino y su discípulo Giovanni Pico della Mirandola (el
Princeps Concordiae, más ecléctico, pues, reaccionando contra el humanismo extremo,
defendía la mejor tradición de los comentaristas aristotélicos medievales, como Avicena y
Averroes -carta a Ermolao Barbaro, 1485-). La difusión de los escritos atribuidos a Hermes
Trimegisto tuvo también un importante papel.

Concepción filosófica

Según los neoplatónicos, el principio de todo lo existente es la unidad absoluta, lo Uno,


llamada realidad suprema o gran vacuidad, de la que surgen todas las demás realidades por
emanación. El primer ser emanado del Uno es el Logos, llamado también Verbo, o
Inteligencia, que contiene las ideas de las cosas posibles. Después, la Inteligencia engendra
el Alma como idea, principio del movimiento y de la materia. El Uno, la Inteligencia y el
Alma son las tres hipóstasis de la Trinidad neoplatónica.

La doctrina central de Plotino es su teoría de la existencia de tres hipóstasis o realidades


primordiales: el Uno, el nous y el alma. En realidad, el principio básico es siempre el Uno,
mientras que las otras dos hipóstasis y el resto de realidades son derivadas.

El Uno de la teoría de Plotino es indescriptible, ya que es la unidad, lo más grande, hasta tal
punto que a veces le denomina el propio autor como Dios, único, infinito. Plotino antes de
querer corregir, prefiere guardar silencio que decir algo. Como principio y última realidad,
esta absoluta trascendencia hace que no existan términos para referirla. Se trata entonces de
la Unidad que funda la existencia de todas las cosas. Es ése el centro de toda su doctrina. El
Uno está más allá del Ser y, por lo tanto, no hay ninguna definición que describa
positivamente al Uno y opta por la vía negativa. Elude su comprensión porque la considera
imposible según la modalidad humana de conocer.

La siguiente realidad o hipóstasis es el "nous". No hay una traducción adecuada pero


algunos autores lo identifican con espíritu, mientras que otros prefieren hablar de
Inteligencia, más esta vez no con un sentido místico sino intelectual. La explicación del
"nous" por Plotino parte de la semejanza entre el Sol y la Luz. El Uno sería como el Sol y
la Luz como el nous. La función del nous como luz es la de que el Uno pueda verse a sí
mismo, pero como es imagen del Uno, es la puerta por la que nosotros podemos ver al Uno.
Plotino afirma que el nous es observable simplemente aplicando nuestras mentes en
dirección opuesta a nuestros sentidos.

Este concepto está tomado de la noción de dialéctica de La República donde un proceso


similar se dice que conduce a la visión de la forma del Bien, no del Bien mismo.

El "nous" se puede, y muy probablemente se debe, entender como "la inteligencia pura". El
"nous" procede de "lo uno" no a voluntad porque "lo uno" es tan "más que perfecto" que no
puede tener voluntad, está mucho más allá; y todo lo que procede de "lo uno" es un especie
de "escurrirse", de "desparramarse", en el acto de hacerse a sí mismo que es "lo uno"; por
tanto la analogía del sol y la luz deben entenderse como una mera imagen para dar una idea
de como "emana la luz" del sol; resulta más ilustrativo pensar "el despliegue de un círculo a
partir de su centro".

La tercera realidad o hipóstasis es el alma la cual es de naturaleza doble. En un extremo


está ligada al nous y tira de él. En el otro extremo se asocia con el mundo de los sentidos,
del cual es creadora (o, mejor, plasmadora). Por tanto Plotino considera a la Naturaleza
como el resultado de una procesión que va "hacia abajo" desde el alma.

Para adquirir la Gnosis (conocimiento) el ser engendrado se esfuerza en ascender hacia la


perfección de que emana. Todo viene del Bien y tiende hacia el Bien. Para que el Alma se
una al primer principio es preciso que supere el pensamiento y que, por el éxtasis, se
confunda con Dios y pierda toda consciencia de sí misma. Plotino estaba convencido de
haber llegado, dos o tres veces en su vida, a esta unión íntima con la más alta hipóstasis.
Declive e influencia histórica posterior

El neoplatonismo, con Porfirio y Jámblico, luchó contra el cristianismo, y atribuyó cada vez
más importancia a los procedimientos prácticos destinados a provocar el éxtasis. Influyó en
la patrística cristiana (Pseudo Dionisio Areopagita, Agustín de Hipona) y también, a través
de ella, en el pensamiento medieval y en la escolástica, hasta llegar al Renacimiento (el
platonismo humanista de Marsilio Ficino y Giovanni Pico della Mirandola).

Posthumanismo
El término posthumanismo es utilizado, por una parte, como forma de designar las
corrientes de pensamiento que aspiran a una superación del humanismo en el sentido de las
ideas y las imágenes provenientes del Renacimiento clásico. Así se pretende actualizar
dichas concepciones al siglo XXI implicando frecuentemente una asunción de las
limitaciones de la inteligencia humana.

Otro uso del término posthumanismo es el que suele asimilarse como sinónimo del
transhumanismo, designando un futurible estado en el que la especie humana es capaz de
superar sus limitaciones intelectuales y físicas mediante el control tecnológico de su propia
evolución biológica (véase Ingeniería genética humana).

Posthumano o post-humano es un concepto notablemente originado en los campos de la


ciencia ficción, futurología, arte contemporáneo, y filosofía. Esos múltiples orígenes
interactuantes han contribuido a la profunda confusión en torno a las similitudes y
diferencias entre el posthumano del "posmodernismo" y el posthumano del
"transhumanismo".

El posthumanismo y la tecnología han ido avanzando de la mano ya que actualmente es una


forma de poder acceder al conocimiento. Redes sociales, teléfonos inteligentes y demás son
instrumentos que nos facilitan el acceso al conocimiento. El conocimiento relativista y el
cuántico han sido diferentes tipos de conocimiento con el cual hemos ido desarrollando la
tecnología debido a que estos surgen propiamente de la física moderna.

Además de que el posthumanismo toma cuerpo de naturaleza en la sociedad, las hipótesis


sobre el surgimiento de un nuevo prototipo humano abren un período de reflexión sobre las
promesas de la tecnología. La humanidad está a las puertas de un nuevo salto evolutivo de
la tecnología, lo que ha dado origen a diversos escenarios de evolución que, por un lado,
asustan, y por otro son motivo de esperanza. Al final todo dependerá del uso que los
humanos demos a la tecnología.
Immanuel Kant
[ɪˈmaːnu̯eːl ˈkant]; Königsberg, Prusia, 22 de abril de
1724-ibídem, 12 de febrero de 1804) fue un filósofo
prusiano de la Ilustración. Es el primero y más
importante representante del criticismo y precursor del
idealismo alemán y está considerado como uno de los
pensadores más influyentes de la Europa moderna y de
la filosofía universal.

Entre sus escritos más destacados se encuentra la


Crítica de la razón pura (Kritik der reinen Vernunft),
calificada generalmente como un punto de inflexión en
la historia de la filosofía y el inicio de la filosofía
contemporánea. En ella se investiga la estructura
misma de la razón. Asimismo se propone que la
metafísica tradicional se puede reinterpretar a través de
la epistemología, ya que podemos encarar problemas
metafísicos cuando entendemos y relacionamos la
fuente con los límites del conocimiento.

Sus otras obras principales son la Crítica de la razón


práctica, centrada en la ética; la Crítica del juicio, en la que investiga acerca de la estética y
la teleología y La metafísica de las costumbres que tiene dos partes, una centrada en la
ética, la doctrina de la virtud, y la otra centrada en el ius, la doctrina del derecho.1

Kant adelantó importantes trabajos en los campos de la ciencia, el derecho, la moral, la


religión y la historia creyendo haber logrado, inclusive, un compromiso entre el empirismo
y el racionalismo. Aceptando que todo nuestro conocimiento empieza con la experiencia,
no todo procede de ésta,2 dando a entender que la razón juega un papel importante.

Kant argumentaba que la experiencia, los valores y el significado mismo de la vida serían
completamente subjetivos si no hubiesen sido subsumidos por la razón pura, y que usar la
razón sin aplicarla a la experiencia, nos llevaría inevitablemente a ilusiones teóricas.

El pensamiento kantiano fue muy influyente en la Alemania de su tiempo, puesto que


proyectó la filosofía más allá del debate entre el empirismo y el racionalismo. Fichte,
Schelling, Hegel y Schopenhauer se vieron a sí mismos expandiendo y complementando el
sistema kantiano de modo que con él justificaban el idealismo alemán. Hoy en día, Kant
continúa teniendo una gran influencia en la filosofía analítica y continental.
Georg Wilhelm Friedrich Hegel

Georg Wilhelm Friedrich Hegel


(Stuttgart, 27 de agosto de 1770 –
Berlín, 14 de noviembre de 1831) fue
un filósofo alemán. Recibió su
formación en el Tübinger Stift
(seminario de la Iglesia Protestante en
Wurtemberg), donde trabó amistad
con el futuro filósofo Friedrich
Schelling y el poeta Friedrich
Hölderlin. Le fascinaron las obras de
Platón, Aristóteles, Descartes,
Spinoza, Kant, Rousseau, así como la
Revolución Francesa, la cual acabó
rechazando cuando esta cayó en
manos del terror jacobino. Murió
víctima de una epidemia de cólera, que
hizo estragos durante el verano y el otoño de 1831.

Considerado por la historia clásica de la filosofía como el representante de «la cumbre del
movimiento decimonónico alemán del idealismo filosófico» y como un revolucionario de la
dialéctica, habría de tener un impacto profundo en el materialismo histórico de Karl Marx.
La relación intelectual entre Marx y Hegel ha sido una gran fuente de interés por la obra de
Hegel. Hegel es célebre como un filósofo muy oscuro, pero muy original, trascendente
para la historia de la filosofía y que sorprende a cada nueva generación[cita requerida]. La
prueba está en que la profundidad de su pensamiento generó una serie de reacciones y
revoluciones que inauguraron toda una nueva visión de hacer filosofía[cita requerida]; que van
desde la explicación del materialismo Marxista, el pre-existencialismo de Søren
Kierkegaard, el escape de la Metafísica de Friedrich Nietzsche, la crítica a la Ontología de
Martin Heidegger, el pensamiento de Jean-Paul Sartre, la filosofía nietzscheana de Georges
Bataille, la dialéctica negativa de Theodor W. Adorno y la teoría de la deconstrucción de
Jacques Derrida, entre otros. Desde sus principios hasta nuestros días, sus escritos siguen
teniendo gran repercusión, en parte debido a las múltiples interpretaciones posibles que
tienen sus textos.
Karl Marx
Karl Marx,nota 1 conocido también en
castellano como Carlos Marx (Tréveris, Reino
de Prusia, 5 de mayo de 1818 - Londres, Reino
Unido, 14 de marzo de 1883), fue un filósofo,
intelectual y militante comunista alemán de
origen judío.1 En su vasta e influyente obra,
abarca diferentes campos del pensamiento en la
filosofía, la historia, la ciencia política, la
sociología y la economía; aunque no limitó su
trabajo solamente a la investigación, pues
además incursionó en la práctica del
periodismo y la política, proponiendo siempre
en su pensamiento una unión entre teoría y
praxis. Junto a Friedrich Engels, es el padre del
socialismo científico, del comunismo moderno,
del marxismo y del materialismo histórico. Sus
escritos más conocidos son el Manifiesto del
Partido Comunista (en coautoría con Engels) y
El Capital.

Marx es normalmente citado, junto a Émile Durkheim y a Max Weber, como uno de los
tres principales arquitectos de la ciencia social moderna,2 y ha sido descrito como una de
las figuras más influyentes en la historia de la humanidad, en 1999 una encuesta de la BBC
fue votado como el "mayor pensador del Milenio" por personas de todo el mundo.3 4

Nacido en una familia de clase media acomodada en Tréveris, Reino de Prusia, fue a
estudiar en la Universidad de Bonn y en la Universidad Humboldt de Berlín, donde se
interesó en las ideas filosóficas de los jóvenes hegelianos. En 1836, se comprometió con
Jenny von Westphalen, casándose con ella en 1843. Tras la finalización de sus estudios,
escribió para un diario radical, la Gaceta Renana (Rheinische Zeitung), donde comenzó a
utilizar conceptos hegelianos de la dialéctica para influir en sus ideas sobre el socialismo.
Se trasladó a París en 1843 y comenzó a colaborar con otros periódicos radicales, como los
Anales Franco-Alemanes (Deutsch-französische Jahrbücher) y Vorwärts!, así como una
serie de libros, algunos de ellos coescritos con Engels. Fue exiliado a Bruselas en Bélgica
en 1845, donde se convirtió en una figura importante de la Liga de los Comunistas, antes de
regresar a Colonia, donde fundó su propio periódico, la Nueva Gaceta Renana (Neue
Rheinische Zeitung). Se exilió una vez más, en 1849 se trasladó a Londres junto con su
esposa Jenny y sus hijos. En Londres, la familia se redujo a la pobreza, pero Marx siguió
escribiendo y formulando sus teorías sobre la naturaleza de la sociedad y cómo creía que
podría mejorarse, así como una campaña por el socialismo y convirtiéndose en una figura
destacada de la Primera Internacional.

Las teorías de Marx sobre la sociedad, la economía y la política, que se conocen


colectivamente como el marxismo, sostienen que todas las sociedades avanzan a través de
la dialéctica de la lucha de clases. Fue muy crítico de la forma socioeconómica vigente de
la sociedad, el capitalismo, al que llamó la "dictadura de la burguesía", afirmando que se
llevaba a cabo por las acaudaladas clases dueñas de los medios de producción, para su
propio beneficio. Y teorizó que, como los anteriores sistemas socioeconómicos,
inevitablemente se producirían tensiones internas, producidas por las leyes dialécticas, que
lo llevarían a su reemplazo por un nuevo sistema a cargo de una nueva clase social, el
proletariado.5 Sostuvo que la sociedad bajo el socialismo, sería regida por la clase obrera en
lo que llamó la "dictadura del proletariado", el "Estado obrero" o "democracia obrera".6 7
Creía que el socialismo sería, a su vez, eventualmente reemplazado por una sociedad sin
Estado y sin clases llamada comunismo puro. Junto con la creencia en la inevitabilidad del
socialismo y del comunismo, Marx luchó activamente para la implementación del primero
(el socialismo), argumentando que los teóricos sociales y las personas desfavorecidas
debían realizar una acción revolucionaria organizada para derrocar el capitalismo y lograr
un cambio socioeconómico.8 9

Aunque Marx se mantuvo como una figura relativamente desconocida durante su vida, sus
ideas y la ideología del marxismo comenzaron a ejercer una gran influencia sobre los
movimientos socialistas poco después de su muerte. Lenin fue el primer teórico-práctico
que intentó desarrollar el pensamiento de Marx en la práctica. Los llamados gobiernos
revolucionarios socialistas, tomaron el poder en una variedad de países a lo largo del siglo
XX, llevando a la formación de Estados como la Unión Soviética en 1922 y la República
Popular China en 1949, con diversas variantes teóricas desarrolladas, tales como el
leninismo y el maoísmo.

Herbert Marcuse
Herbert Marcuse (Berlín, 19 de julio de 1898 –
Starnberg, Alemania, 29 de julio de 1979) fue un
filósofo y sociólogo judío de nacionalidad alemana y
estadounidense, una de las principales figuras de la
primera generación de la Escuela de Frankfurt.

Las críticas de Marcuse a la sociedad capitalista


(especialmente en su síntesis de Marx y Freud,
Eros y la civilización, publicado en 1955, y su
libro El hombre unidimensional, publicado en
1964) resonaron con las preocupaciones del
movimiento izquierdista estudiantil de los 60. Debido a su apertura a hablar en las protestas
estudiantiles, Marcuse pronto vino a ser conocido como «El padre de la Nueva Izquierda»
(término que él rechazaba).

La crítica fundamental que realiza Marcuse a la sociedad moderna, desarrollada en El


hombre unidimensional, es que el sujeto unidimensional es víctima de su propia impotencia
y de la opresión continua de un método de dominación más complicado de lo que Adorno y
Horkheimer imaginaron. Esta es la concepción del poder por la que Marcuse se considera
como puente entre la primera y la segunda generación de la escuela de Frankfurt. Este
hecho se contrasta fundamentalmente con el capitalismo temprano, en que el movimiento
proletario era una fuerza con el potencial efectivo de derribar al régimen. El capitalismo
avanzado que describe Marcuse, en cambio, ha generado a través de los estados de
bienestar una mejora en el nivel de vida de los obreros, que es insignificante a nivel real,
pero contundente en sus efectos: el movimiento proletario ha desaparecido, y aún los
movimientos antisistémicos más emblemáticos han sido asimilados por la sociedad y
orientados a operar para los fines que la sociedad coactiva reconoce como válidos.

El motivo de esta asimilación, según Marcuse, consiste en que el contenido mismo de la


conciencia humana ha sido fetichizado (en términos marxistas) y que las necesidades
mismas que el hombre inmerso en esta sociedad reconoce, son necesidades ficticias,
producidas por la sociedad industrial moderna, y orientadas a los fines del modelo. En este
contexto, Marcuse distingue entre las necesidades reales (las que provienen de la naturaleza
misma del hombre) y las necesidades ficticias (aquellas que provienen de la conciencia
alienada, y son producidas por la sociedad industrial). La distinción entre ambos tipos de
necesidades sólo puede ser juzgada por el mismo hombre, puesto que sus necesidades
reales sólo él las conoce en su fuero más íntimo; sin embargo, como la misma conciencia
está alienada, el hombre ya no puede realizar la distinción.

La principal necesidad real que Marcuse descubre es la libertad, entendida como el instinto
libidinal no sublimado (en términos freudianos). Para Marcuse, lo que la sociedad industrial
moderna ha hecho con el instinto libidinal del hombre es desublimarlo, y reducirlo al
exclusivo ámbito de la genitalidad, cuando en realidad el cuerpo mismo del hombre es sólo
ansia de libertad. La desublimación del instinto libidinal y su encasillamiento en su
genitalidad permiten a la sociedad industrial moderna disponer del resto del cuerpo humano
para la producción capitalista, así como de todas las energías de los hombres.

Lo que Marcuse quería destacar era una culturalización de la teoría de la felicidad de Freud:
principio de realidad y principio de placer no tienen por qué ser opuestos si se consigue
revelar las causas de la infelicidad. Marcuse se opone a lo abstracto del pensamiento
racionalista cartesiano, que entiende al individuo como sujeto ideal, descartando el valor de
lo corporal y de lo erótico.Y precisamente estos dos factores son imprescindibles para
analizar el paso del ser al deber ser en lo cotidiano del ser humano. Esto coloca a Marcuse
en una posición de vitalismo integral, entendiéndolo como una actitud de liberación tanto
individual como colectiva, sacar a la luz lo más alejado de las convenciones, entendido por
Freud como el "ello".

Para Marcuse, la instancia fundamental de formación de la conciencia humana está en la


niñez, tal como se vive en el interior de la familia. En esta etapa, el hombre que se está
formando adquiere sus categorías normativas y todo su marco de referencia para enfrentar
el mundo. Lo que la sociedad industrial moderna ha trasmutado es precisamente ese ámbito
familiar, en que la sociedad misma alienante se ha introducido a través de los medios de
comunicación de masas, reemplazando a la familia, y formando a los hombres con
categorías que no salen de él mismo, sino del capitalismo. Las necesidades del hombre, así
como sus anhelos, sueños y valores, todo ha sido producido por la sociedad, y de esa
manera se ha asimilado cualquier forma de oposición o movimiento antisistémico. En este
punto está la principal diferencia entre la forma de alienación que describe Marx y la que
describe Marcuse. Mientras en Marx la alienación está focalizada en el ámbito de la
producción material, donde al hombre se le arrebata el valor producido con su trabajo (y
por tanto su condición humana), en Marcuse la alienación está enfocada en la conciencia
misma del hombre moderno, y por tanto no hay forma alguna de escapar a la coacción.

A pesar de identificar en el hombre una forma de sumisión mucho más desarrollada y


difícil de penetrar, Marcuse remarca los valores de la vanguardia en el arte cuando habla de
Bertolt Brecht o dice por ejemplo: "La lucha por hallar este medio, o más bien dicho la
lucha contra su absorción en la unidimensionalidad predominante, se muestra en los
esfuerzos de la vanguardia por crear un distanciamiento que haría la verdad artística
comunicable otra vez" (Hebert Marcuse, “El hombre unidimensional”, pág 96). Este
distanciamiento que pretende realizar Marcuse está marcado por la intencionalidad de alejar
al ser humano del dominio que está impuesto en toda la sociedad. Y pretende reorientar el
rumbo de la cultura hacia el arte, hacia lo estético.

Carl Rogers

Carl Ransom Rogers (8 de enero de 1902, Oak Park, Illinois, Estados Unidos - 4 de febrero de 1987,
San Diego, California, Estados Unidos) influyente psicólogo en la historia estadounidense, quien
junto a Abraham Maslow llegaría a fundar el enfoque humanista en psicología.

Jeans

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