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Falcón R. Isaac
16/05/13
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Introducción:
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filiación étnica de la que no les era agradable a los españoles, que las calificaron como
prácticas bárbaras. (Groot, 1869)
Desarrollo
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por estatus no era una acción generalizada, sino más bien dedicada a altos rangos de
aquellas sociedades. Ningún hombre, mujer y niño normales habrían podido realizarse tal
deformación, lo que hace de la teoría de Cassells, una deformación excluyente a la
población. Cassells también aporta que además de ser solo para la alta sociedad, son
diferentes deformaciones porque establecen distintos roles. (Cassells, 1972)
Terminamos nuestras hipótesis con la opinión de Munizaga, la cual dicta que las
deformaciones craneales en América, fueron un marcador de pertenencia a un grupo social
o geográfico en específico. Se presentó como una excelente solución al querer marcar una
diferencia con las personas que no llevan mis costumbres y/o mis intereses. Entonces, la
deformación habría servido para rechazar o admitir personas dentro de un grupo social, es
decir, las deformaciones marcan, establecen y rechazan relaciones sociales. (Munizaga,
1987)
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hipótesis, los aparatos deformadores de los cuales hablaremos más tarde y la edad. Si nos
vamos por el camino práctico, las deformaciones craneales debieron realizarse a tempranos
años de un infante, tomando en cuenta la facilidad en la que los huesos de un niño son
fácilmente maleables; así la deformación alteraría el patrón de crecimiento de su cabeza,
afectando el normal desarrollo del cráneo. (Manríquez, 2006)
Para el correcto estudio del caso, Munizaga, señala dos clases de materiales que
ayudan a los especialistas del tema a realizar sus respectivos estudios. Como primero
material tenemos una “evidencia directa”, que vendrían a constituir lo restos óseos
humanos pertenecientes a las culturas precolombinas. Como segundo instrumento para el
estudio tenemos la “evidencia indirecta”, que la constituyen los relatos de viajeros y
información, que como ya mencionamos anteriormente, obtenida de las representaciones de
la figura humana en distintos sitios, es decir la precepción de la cultura. El lector se habrá
podido dar cuenta del alto grado de subjetividad que tiene esta “evidencia indirecta” y
señalaremos que la información proveniente de esta clase de evidencia solo podrá ser
utilizada en caso de que el investigador esté completamente seguro de que los datos
concuerden con los cráneos tratados. (Munizaga, 1987)
Con respecto a las técnicas que se utilizaron para realizar esta singular práctica,
hasta el momento solo estamos seguros de unas cuantas. Según los arqueólogos, la manera
de moldear cráneos pudo haber venido del moldeo con las manos natural, en el que la
madre (posiblemente), en los primeros días del infante, habría apretado el cráneo de su hijo.
El más típico, señalado también en el ejemplo de la introducción, me refiero a los vendajes
con los cuales en niño pasaba alrededor de un año. También se ha discutido de las tablas en
la cabeza ajustadas como si fueran las fauces de una bestia, moldeando así dos partes a la
vez. La última, y quizás una de las más probables, es la de las cunas de duras para los
niños. Ya hemos dicho que el cráneo de los niños es ampliamente accesible por lo cual las
madres posicionaban al infante en duras camas de manera las cuales, al estar en contacto
con la frente del niño, la deformaban. (Ordoñez, 2009)
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La antigüedad de las deformaciones se ha establecido durante el segundo milenio
antes de Cristo, principalmente en la costa sur del Ecuador y en la costa norte de Chile.
Refiriéndonos a la costa sur del Ecuador tenemos a las culturas formativas de la provincia
del Guayas, donde se ha encontrado evidencia craneal perteneciente a la cultura Valdivia de
tipo cuneiforme teniendo 4000 ap de antigüedad. Pasando al lado chileno tenemos las
primeras muestras de la deformación circular o anular perteneciente a la cultura Chinchorro
de hace 4000 ap. (Ordoñez, 2009)
Tipo Cuneiforme:
La deformación craneal tipo cuneiforme se caracteriza esencialmente por tener el
hueso occipital completamente aplanado, cóncavo y en dirección que oscila entre
perpendicular. No se conoce con exactitud el tratamiento para reproducir esta deformación,
aunque algunos especialistas sostienen que se produce gracias a la cuna de madera. Tiene
una antigüedad que va desde los 3000 a 4000 años y se han encontrado hallazgos de este
tipo en Estados Unidos, Perú y Ecuador. (Munizaga, 1987)
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Tipo Tubular:
Con respecto a la deformación de tipo tubular nos encontramos con dos tipos de
variaciones o consecuencias de esta práctica, tenemos al tubular erecto y al tubular oblicuo.
En general la práctica tubular se la realizaba por el uso de la cuna de madera donde las
madres tenían fija la cabeza del bebé contra la mesa.
El tipo tubular erecto consiste en tener la parte superior de la escama del occipital y el
cuarto posterior de los parietales aplanado. Se la conoce hace unos 3500 años, su práctica
se centra en la cultura Machalilla en Ecuador.
El tipo tubular oblicuo se caracteriza por el aplanamiento frontal y el desplazamiento
posterior de la bóveda craneana. Se lo logra a partir del uso de tablas libres sobre los huesos
frontal y occipital y se amarraban sus extremos. Tiene una antigüedad de unos 2800 años.
(Munizaga, 1987)
Tipo Nazca
La deformación craneal tipo nazca tiene como característica el hueso frontal muy
aplanado y el occipital redondo. Se producía ejerciendo una fuerte presión sobre el hueso
frontal apoyando en una superficie rígida. Tiene su antigüedad en los comienzos de la era
cristiana y es común encontrarla al sur del Perú. (Munizaga, 1987)
(Munizaga, 1987)
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Posible origen de la deformación craneal
Conclusiones
Como primera conclusión puedo decir que hay que tomar muy en cuenta las tres
hipótesis referentes a el por qué se realizaban estas prácticas. Como vimos antes pudo haber
sido consecuencia de una normativa de belleza para una determinada sociedad, es decir, la
deformación craneal pudo haber constituido uno de los estándares de presentación para un
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determinado rol a cumplir. Así tendremos distintas deformaciones craneales, como los
distintos roles que se cumplían en aquellos días. Dijimos también que la práctica pudo
haberse relacionado con el estatus social de una persona, para marcar una diferenciación
notablemente visible entre las clases altas en una sociedad, y la última hipótesis un poco
más incluyente nos decía que la deformación craneal fue necesaria para la diferenciación
entre grupos ya sean éstos, sociales, geográficos o religiosos. La deformación craneal
habría regido sobre las relaciones sociales existentes en el pasado. Aportaré además
diciendo que un amplio estudio y el hallazgo de nuevo material arqueológico nos traerán
ideas más claras sobre el objetivo de la práctica.
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Quisiera terminar las conclusiones señalando las incontables hipótesis, que por falta
de información, datos y evidencia, tiene el tema; pero deseo destacar la importancia de la
antropología en la arqueología. Sean cuales sean las hipótesis que rodean nuestro tema es
necesario, no solo quedarse en la descripción del objeto encontrado, o formar colecciones
sino, la verdadera responsabilidad del arqueólogo es poder descifrar el pasado, interpretar
las acciones y reconstruir lo que alguna vez fue. Habíamos ya señalado el pensamiento de
la nueva arqueología instaurada en el presente trabajo.
Bibliografía
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Cassells, E. S. (1972). A test concerning artificial cranial deformation and status from the
Grasshopper site, East-Central Arizona. En E. S. Cassells, A test concerning
artificial cranial deformation and status from the Grasshopper site, East-Central
Arizona. (págs. 84-92). Arizona: The Kiva.
Gerszten, P., & Gerszten, E. (1995). Intentional cranial deformation: a disappearing form of
self-mutilation. En Intentional cranial deformation: a disappearing form of self-
mutilation. (págs. 374-382). Neurosurgery.
Groot, J. M. (1869). Historia eclesiástica y civil de Nueva Granada (Vol. 2). . F. Mantilla.
Manríquez, G. G.-B. (2006). DEFORMACIÓN INTENCIONAL DEL CRÁNEO EN
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Munizaga, J. R. (1987). Deformación craneana intencional en América. Revista Chilena de
Antropología, 6, , 113-147.
Ordoñez, M. P. (2009). La deformación craneana intencional como práctica cultural en la
sierra norte del Ecuador. Quito: Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
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