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Sujeto

una categoría en disputa

Emmanuel Biset / Fernando Chávez Solca / Roque Farrán


Hernán García Romanutti / Daniel Groisman
Carolina Juaneda / Natalia Lorio / Natalia Martínez Prado
Manuel Ignacio Moyano / Juan Manuel Reynares
Aurora Romero / Sofía Soria / Mercedes Vargas
ÍNDICE
Biset, Emmanuel et. al.
Sujeto, una categoría en disputa.
- 1a ed. - Adrogué : Ediciones La Cebra 2015.
432 p. ; 21,5x14 cm.

ISBN 978-987-3621-16-1

1. Filosofía. I. Título.
CDD 190

Presentación7
Introducción9
Sujeto y metafísica 21
Emmanuel Biset
Sujeto y alteridad 65
Sofía Soria
Sujeto y soberanía 99
Natalia Lorio
Editor
Cristóbal Thayer Sujeto y potencia 131
Manuel Ignacio Moyano
© de los autores
Sujeto y Deseo 169
Imagen de tapa
Jacques Lezra, Burning city, 2015, óleo sobre lienzo 92x92 cms.
Natalia Lorio - Mercedes Vargas
Sujeto y nudo 203
edicioneslacebra@gmail.com
www.edicioneslacebra.com.ar
Roque Farrán
Sujeto y lengua 239
Esta primera edición de 500 ejemplares de Sujeto: una categoría
en disputa se terminó de imprimir en el mes de agosto de 2015 en Daniel Groisman
Mundo gráfico Srl., Zeballos 885, Avellaneda
Sujeto y poder 275
Queda hecho el depósito que dispone la ley 11.723 Hernán García Romanutti
Sujeto y performatividad 309
Natalia Martínez Prado
Sujeto y ciudadanía 341
Carolina Juaneda - María Aurora Romero
Sujeto y discurso 371
Juan Manuel Reynares
Sujeto y gesto 403
Fernando Chavez Solca
Presentación

Este libro se inscribe en un trabajo colectivo de investigación


emprendido en el Programa de Estudios en Teoría Política del
Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad
(CONICET y UNC). Atravesado por lecturas compartidas,
extensas conversaciones, discusiones acaloradas. Asimismo,
este libro fue posible gracias a una serie de subsidios otor-
gados por el CONICET, la Secretaría de Ciencia y Técnica de
la Universidad Nacional de Córdoba y por el Ministerio de
Ciencia y Técnica de la Provincia de Córdoba.

7
Introducción

1.

Quisiéramos partir acentuando que la serie de preocupaciones


que dan lugar a nuestras indagaciones teóricas no son extra-
ñas respecto de la misma pregunta por nuestra constitución
como grupo. Con ello nos referimos a pensar qué significa una
práctica de investigación sostenida en común. La noción de “lo
común” es relevante puesto que entendemos que no se trata
de articular una serie de investigaciones individuales, sino de
darle forma a una búsqueda que nos constituye como tales.
Para precisar la centralidad del término “constitución” re-
sulta oportuno dar cuenta de un trayecto recorrido. Trayecto
que se circunscribe desde una indagación por los modos con-
temporáneos del pensamiento político posfundacionalista.
En este sentido, nuestra investigación se ha dirigido no sólo a
desarrollar algunos de los autores inscriptos en esta tradición
(Foucault, Lacan, Deleuze, Derrida, Badiou, Rancière, Laclau,
Agamben, Butler, entre otros), sino a pensar cómo definir
desde una perspectiva posfundacionalista lo que se entiende
por pensamiento político. Acentuamos aquí el sintagma pen-
samiento político para diferenciarlo de otras expresiones como
teoría o filosofía política.
En el año 2011, nuestra indagación dio lugar a la publica-
ción del libro Ontologías políticas donde encontramos que la

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Sujeto. Una categoría en disputa Introducción

expresión “ontología política” servía para precisar un posi- Desde este recorrido, y ya desde sus comienzos, la preo-
cionamiento específico dentro de los modos de comprender cupación por el vínculo entre sujeto y política resulta central
el posfundacionalismo1. Ante todo, el acento en el término porque se juega allí la indagación por el lugar de la categoría
ontología supone un distanciamiento de aquellas perspectivas sujeto en el pensamiento político posfundacional, al mismo
que determinan la relación entre teoría y política desde una po- tiempo que es un modo de pensar nuestra propia constitución
sición epistemológica. Posición que muchas veces se construye como sujetos tramados en una práctica teórica. De este modo,
desde un esquema representativo donde la teoría ocupa el lu- el trabajo sobre y desde la categoría sujeto permite avanzar a
gar del sujeto que (se) representa un objeto particular llamado partir de las premisas que surgen de la noción de ontologías
política. Son conocidas las críticas a este esquema que señalan políticas. Se trata, entonces, de desarrollar las posibilidades
la subordinación o exclusión de la política a un orden del saber teóricas que el marco propuesto otorga para la redefinición de
preconcebido (la consabida hostilidad entre filosofía y política, la categoría sujeto.
la división teoría y práctica, entre otras).
Desde nuestra perspectiva, el término ontología permite 2.
indicar un singular modo de comprender el pensamiento bajo
la forma-pregunta, pues muestra un modo de trazar la relación La categoría de sujeto tiene un estatuto paradójico en el pen-
entre lenguaje y ser. Al preguntar se abre una brecha en lo exis- samiento contemporáneo al ser condenada a desaparecer y
tente, en lo dado, hacia sus condiciones de posibilidad, hacia rehabilitada en diversas oportunidades. Ya desde la moderni-
su modo contingente de configuración. Esta brecha no es sino dad tardía parece ser el concepto que con mayor fuerza puede
una apertura a lo dado como posibilidad, diferenciándose de caracterizar ese proceso histórico, político y filosófico llamado
posicionamientos esencialistas y constructivistas. En este sen- modernidad. Si bien esta definición resulta retrospectiva (posi-
tido, el pensamiento político no se entiende como una teoría blemente sea kantiana la invención del cogito cartesiano como
sobre un área específica de lo social denominada política, sino sujeto), una especie de sentido común filosófico indica que la
como la pregunta por los modos singulares de configuración modernidad se define como época del sujeto, donde desde un
del mundo. esquema de la representación, el sujeto se constituiría como el
fundamento capaz de ordenar racionalmente el mundo. Este
En este marco el término “constitución” tiene un estatuto lugar fundacional atribuido al sujeto nunca termina de esta-
cuasi-trascendental desde el cual la investigación siempre se bilizarse como tal, es decir, incluso allí donde se suele ubicar
repliega sobre sí, donde la rigurosidad no sólo está dirigida a su formulación más acabada, está constantemente sometido a
los textos abordados, sino a la problematización de la misma crítica. En cierto sentido, una y otra vez la modernidad socava
práctica de investigación. La constitución de una indagación los mismos supuestos con que funda la categoría de sujeto.
común no implica una pregunta colectiva sino el modo en que
la forma-pregunta da lugar a una comunidad específica de Algunas lecturas indican que será en este sometimiento
múltiples singularidades. La politicidad se juega, entonces, en a crisis de la categoría de sujeto que se constituye la ruptura
la misma constitución de lo común y en el modo de entender entre lo contemporáneo y lo moderno. De hecho, es posible re-
la práctica teórica. ferir dos indicios importantes al respecto: por un lado, el siglo
XIX condensa en un pensamiento de la sospecha una serie de
desplazamientos que harán imposible un sujeto autoconstitui-
do racionalmente. Sea por la historia en Marx, sea por el in-
1.  E. Biset, y R. Farrán (eds.), Ontologías políticas, Imago Mundi, Buenos
Aires, 2011.
consciente en Freud, sea por la voluntad en Nietzsche. Por otro

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Sujeto. Una categoría en disputa Introducción

lado, esta crítica no dejará de radicalizarse a lo largo del siglo al sujeto como efecto de fuerzas que pueden ser históricas,
XX en un movimiento que desde la ontología heideggeriana al inconscientes, estructurales, lingüísticas. Este desplazamien-
estructuralismo francés parece haber decretado finalmente la to parece hacer del sujeto una dimensión sólo pasiva donde
muerte del sujeto. se debe dar cuenta de los procedimientos por los cuales fue
La muerte del sujeto, como signo del pensamiento contem- constituido como tal. El problema que aparece tempranamen-
poráneo –allí donde el lenguaje muchas veces pareció ser su te desde este desplazamiento fue la reincidente pregunta por
sucedáneo–, no ha dejado de plantear problemas en diversos la libertad. De un lado, porque este acento en el sujeto como
ámbitos de pensamiento. Nos referimos a las múltiples líneas efecto parece volver imposible una explicación del cambio
de fuerza que habitan y exceden la semántica del sujeto, cru- histórico, observando sólo procesos de constitución sin pensar
zando aspectos ontológicos, epistemológicos, gramaticales, de la dimensión constituyente (el conocido problema de explicar
un lado, y aspectos éticos, políticos, jurídicos, del otro. De este la discontinuidad histórica). De otro lado, porque este acento
modo, se trata de pensar el punto de cruce entre el problema parece no dejar lugar a la acción, esto es, a prácticas éticas y
de la subjetividad y el problema de la sujeción. Si bien resulta políticas que no sean resultados o efectos de instancias previas.
posible reconstruir dos tradiciones semánticas, una ligada a la La crisis del sujeto posibilita así una apertura a pensar de
tradición alemana y una a la tradición francesa, para nosotros modo radical una serie de problemas éticos y políticos, e in-
los problemas más interesantes surgen donde ambas herencias cluso implica reformular las dimensiones ontológicas y epis-
se interceptan. temológicas de los mismos. O para decirlo de otro modo, la
Algunas de estas preguntas surgen del estatuto paradóji- ruptura con la seguridad epistemológica y normativa que otor-
co del sujeto en la modernidad política tal como supo señalar gaba un sujeto racional que funda sus acciones, abre una serie
Étienne Balibar en diversas oportunidades. Pues si la moder- de interrogantes en torno a los modos de pensar y actuar. Se
nidad puede ser entendida políticamente como la ruptura con habilitó de este modo un pensamiento político sin el reaseguro
una fundación trascendente del poder, el sujeto adquiere un del fundamento del sujeto moderno. Si el sujeto no es aquel
lugar central al ser, al mismo tiempo, aquel que funda la sobe- que funda en plena libertad racional el sentido de su acción, ni
ranía y aquel que es constituido por ella. Si bien ya Hobbes le por ende los procesos históricos adquieren plena racionalidad
otorga una dimensión estructural a la representación en la defi- por un sujeto que adquiere conciencia de sí, la política entra en
nición del sujeto político como autor y actor, será en Rousseau la más estricta contingencia. En este escenario, los interrogantes
donde esta paradoja adquiera mayor visibilidad al mostrar el del pensamiento político actual se han esgrimido entre un
modo en que el pueblo se constituye a la vez como súbdito y abandono definitivo de la categoría de sujeto y una profunda
soberano (el pueblo hace la ley pero su libertad se identifica reformulación.
con la más perfecta obediencia a ella). Dicho en otros términos,
la paradoja se encuentra en que el sujeto es constituido por un 3.
proceso político que al mismo tiempo constituye.
A la luz de los señalamientos efectuados, se puede indicar que
Esta paradoja será reformulada en la contemporaneidad cierta tradición dentro del pensamiento contemporáneo parece
con la destitución de la idea de sujeto racional supuesta en el enfrentarse a dos alternativas posibles, o bien apostar por un
contractualismo. Reformulación que en una primera instancia abandono de la categoría de sujeto, o bien apostar por su rede-
puede entenderse como un desplazamiento de la dimensión finición pensando un sujeto más acá-allá del Sujeto. En uno y
activa, pues al destituir la centralidad de la razón se acentúa otro caso es necesario atender a las apuestas teóricas y políticas

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Sujeto. Una categoría en disputa Introducción

en juego. Se trata de pensar, en concomitancia, la muerte y el de una alteridad determinada. La cuestión allí es quiénes no
retorno del sujeto político. Allí cuando, a su vez, parece ser una llegan a ser considerados sujetos, es decir, problematizar la
categoría en creciente expansión en análisis políticos, estudios necesaria barrera de exclusión y dominación que posibilita la
empíricos y discursos políticos; aunque no siempre pensada en misma definición de un sujeto como político. La categoría de
su complejidad. Este uso creciente demanda una clarificación sujeto es temporalizada y espacializada, abriendo una serie de
sistemática sobre los alcances y las apuestas que surgen de las discusiones sobre cómo pensar una política más acá-allá de las
múltiples definiciones posibles. Para ello, proponemos aquí coordenadas definidas por la modernidad. Sea en esta vertien-
provisionalmente una distinción entre tres modos de pensar la te, como en la anterior, el desafío de esta primera posición es
categoría de sujeto, no en vistas a construir un mapa acabado pensar una política más acá-allá del sujeto.
del asunto, sino en aras de iluminar una serie de interrogantes. El vacío estructural. Dentro de la tradición francesa uno de
El abandono metafísico. Como primera perspectiva posible los embates de mayor fuerza que sufrió la categoría de sujeto
surge aquella que postula una crítica radical a la categoría de se debió al estructuralismo. Los tempranos trabajos de la lin-
sujeto, sea como horizonte epistemológico, sea como lugar de güística, la antropología o la semiótica estructural dieron lugar
la práctica política. Esta crítica, si bien se puede remontar al a formas de pensar el sentido que prescinden de la noción de
pensamiento de la sospecha, encuentra su punto de conden- sujeto. Dicho de otro modo, se abandona la idea de un sujeto
sación en ciertas perspectivas originadas a finales del siglo XX constituyente de sentido que desde su origen kantiano terminó
que señalan en la categoría de sujeto una serie de supuestos formando el horizonte de la perspectiva fenomenológico-her-
irrebasables. Quisiéramos situar aquí dos posibilidades. menéutica. El dictum de Foucault indicando un rostro borrado
De una parte, desde cierta herencia heideggeriana autores en la arena llega a condensar esta perspectiva.
como Jean-Luc Nancy o Philippe Lacoue-Labarthe en textos de Sin embargo, será desde el interior del mismo estruc-
finales de los 70 y comienzos de los 80 indican que el desafío es turalismo que surge otro pensamiento posible del sujeto.
pensar el modo en que nuestros conceptos, categorías, teorías Indudablemente las obras de Louis Althusser y Jacques Lacan
políticas se encuentran constituidos por supuestos metafísicos. son señeras al respecto, pues al mismo tiempo que asumen los
La tarea, entonces, es someter a deconstrucción estas catego- desafíos del estructuralismo, entienden que la tarea es subver-
rías (algo similar señala Roberto Esposito). Ahora bien, lo re- tir la categoría de sujeto. No resulta menor que sean el psicoa-
levante para nosotros es que estos autores sitúan el problema nálisis, con su pregunta por el sujeto del deseo, y el marxismo,
en una política pensada o constituida desde la metafísica de la con su pregunta por el sujeto del cambio histórico, los lugares
subjetividad. Sujeto, entonces, viene a nombrar justamente el donde es redefinido el sujeto. Se trata de un sujeto que no es
modo en que lo político es constituido metafísicamente y por prescindente en la constitución formal del sentido, tampoco
ello necesita ser rebasado. mero efecto de estructura, sino justamente el hiato o hueco que
De otra parte, una de las improntas que ha redefinido el hace imposible la estructura como tal.
mapa del pensamiento político surge de la crítica a la moderni- En este sentido, se da lugar a un pensamiento que va más
dad europea articulada desde algunos planteos de los estudios allá de los supuestos del estructuralismo y que tendrá enorme
culturales, poscoloniales, decoloniales, subalternos y feminis- importancia en la reformulación de un pensamiento político
tas, entre otros. En estos casos, surge con fuerza el vínculo entre emancipatorio (con autores como Balibar, Badiou, Rancière,
sujeto y alteridad, donde la pregunta por la categoría de sujeto Laclau, Žižek, entre otros). De hecho, sin buscar agotar el hori-
nombra un proceso de constitución, subordinación y exclusión zonte, se produce una reformulación de la tradición marxista

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Sujeto. Una categoría en disputa Introducción

al ver en la categoría de sujeto, no el resultado de una determi- De otro lado, la ruptura con el paradigma de la soberanía
nación estructural, sino la historicidad de un sujeto de la eman- se realiza acentuando el carácter relacional del poder, esto es,
cipación y de su sobredeterminación compleja. El desafío es que la dominación nunca se da como producto unilateral de
justamente redefinir el sujeto como lugar de la emancipación sometimiento. Una relación de poder siempre supone resisten-
sometiendo a crítica los supuestos desde los cuales se había cia. Aún más, el poder no debe ser concebido sólo en términos
definido el lugar por excelencia del sujeto emancipatorio: el negativos, tal como propugna la tradición liberal desde la di-
proletariado. El sujeto político, sea o no pensado como prole- cotomía libertad/poder, sino en su carácter productivo: en el
tariado, surge del impasse de la estructura, constituyéndose así juego de poder-libertad se constituyen determinados sujetos.
como lugar privilegiado de la política. Incluso más, sujeto y Por ello mismo, cada entramado específico de relaciones de
política devienen categorías mutuamente determinadas: políti- poder y verdad aloja en el sujeto su potencial resistencia, esto
ca nombra la emergencia de un sujeto histórico singular. es, prácticas de libertad singulares que no son lo otro del poder
La paradoja radicalizada. En la modernidad misma, señalá- sino su contracara inmanente.
bamos, el sujeto se constituye en una paradoja irreductible Con estas tres perspectivas no buscamos reducir o simplifi-
al definirse como súbdito y soberano al mismo tiempo. Este car el problema del sujeto político, sino justamente lo contrario:
problema no dejará de habitar buena parte de los posiciona- dar lugar a las múltiples tonalidades que allí surgen. No por
mientos contemporáneos al pensar el sujeto en el pliegue de dar una muestra de mero pluralismo teórico sino para poner
subjetivación y sujeción, como si en su doble raíz semántica en evidencia ciertas coordenadas históricas concretas que limi-
ya estuvieran una serie de tensiones irresolubles. Posiblemente tan –como condiciones de posibilidad e imposibilidad– nues-
sea desde la obra de Foucault y su herencia donde la parado- tra propia intervención en el campo de producciones teóricas.
ja sea radicalizada en términos contemporáneos. Incluso esta Se trata de una distinción precaria, parcial, provisoria que
redefinición de la tensión moderna no deja de plantear interro- nos interesa arrojar a la discusión en un momento que parece
gantes al pensador francés y su herencia. permitir el abordaje de la cuestión con cierta distancia. Nos
De un lado, se radicaliza la idea de sujeto como súbdito. ubicamos en una situación histórica posterior a las sucesivas
Con ello nos referimos al modo en que se complejizan los pro- declaraciones de muerte y retorno del sujeto que surgieron en
cesos de sujeción que constituyen al sujeto. Esto significa, ante las últimas décadas. Esto quizá nos permita pensar las tensio-
todo, que se rompe con una teoría de la soberanía que aborda nes interiores a los diversos modos de concebir el sujeto, pero
dicha sujeción en relación a una ley exterior. Se trata entonces también las tensiones exteriores que muestran, como en toda
de dar lugar a nuevos modos de concebir el poder más allá de categoría política, sus potencialidades y límites ontológicos y
la soberanía, a partir de nociones como disciplina, biopolítica políticos.
y gubernamentalidad, que muestran cómo el sujeto se consti-
tuye en un entramado de relaciones de poder y veridicción. O 4.
mejor, resulta necesario abandonar la categoría de sujeto para
pensar los procesos de subjetivación que surgen de un entramado El pensamiento político, tal como lo entendemos, no deja de
de relaciones de poder y relaciones de verdad. Por ello, hay estar atravesado por una doble rigurosidad: atendiendo a la
que estudiar los procesos materiales por los cuales un sujeto necesidad de una lectura-escritura precisa y singular de la tra-
político es constituido como tal. dición en la que nos inscribimos pero también atendiendo a los
procesos políticos que vivimos de una y múltiples maneras.
Abordar el problema del sujeto político se ubica en esta doble

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Sujeto. Una categoría en disputa Introducción

impronta, tratar de entender qué abren y qué cierran las dis- doble estatuto señalado de la categoría de sujeto, esto es, como
cusiones en torno al sujeto en el pensamiento político posfun- subjetividad y/o como sujeción, se vuelve necesario especificar
dacional y tomar una posición en las transformaciones produ- de qué modo, bajo qué condiciones y en qué temporalidades la
cidas por los procesos políticos latinoamericanos. Indagando, categoría sujeto se desprende de su aura analítica para conver-
entonces, el doblez de sujeción y emancipación. tirse o no en una apuesta política de emancipación. Esto señala
Los modos afirmativos de pensar la relación sujeto - política a su vez la necesidad de una clara problematización del len-
parecieran dar lugar a dos posicionamientos, o bien el sujeto es guaje, en tanto mediación irreductible –ya sea bajo la forma de
entendido como ruptura acontecimental con un orden de cosas su exposición, ya sea bajo la forma de su declarado abandono–
dado, o bien es comprendido como efecto de dispositivos de en la constitución del sujeto. Quizás en este terreno se juegue
poder que alojan en sí la misma posibilidad de resistencia. Si precisamente el tercer desafío, es decir, la posibilidad de una
en la segunda variante la emancipación sólo puede darse en la alternativa des-dicotómica entre el sujeto político entendido
inmanencia de un proceso de subjetivación, en la primera se como ruptura o como efecto.
requiere un determinado quiebre con la inmanencia, su des-
totalización. Lo que nos interesa es que en uno u otro caso, la
Programa de Estudios en Teoría Política
categoría sujeto adquiere un estatuto ontológico, es decir, se
avanza más allá de la identificación del sujeto con individuos o
colectivos específicos, para pensar de qué modo se da un pro-
ceso de constitución allí.
Desde nuestra perspectiva se plantean entonces tres de-
safíos: primero, retomando algunos de los autores y autoras
citados, dar cuenta rigurosamente del sujeto como dimensión
ontológica; segundo, pensar cuáles son las tensiones y coinci-
dencias que surgen entre planteos de la ruptura o del efecto;
tercero, indagar si existen modos de pensar el sujeto político
que permitan exceder los dos planteos presentados. Respecto
del primero, podríamos afirmar la necesidad de una des-po-
larización entre ontología e historia. Esto significa que pensar
la constitución del sujeto implica introducirse en las tensiones
irreductibles entre los discursos referidos al ser y los modos
históricos que asumen los mismos, o mejor, introducirse en la
grieta donde la ontología se revela histórica, y viceversa. La
emergencia del sujeto es planteada en términos históricos y
ontológicos, sin reducir unos a los otros. En estrecha relación
a esto, y respecto del segundo desafío señalado, las posibles
tensiones entre el sujeto como ruptura y el sujeto como efecto
implican asumir de modo radical las consecuencias de las di-
versas ontologías, y extraer de allí las premisas que signarán
la pretendida constitución del sujeto político. Atendiendo al

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Sujeto y metafísica

Emmanuel Biset

1.

Ya en la década de 1920 Carl Schmitt sostenía que todos los


conceptos políticos son polémicos. Una polémica que hace de
cada concepto político un objeto de disputa: existe una lucha
por otorgarle uno u otro sentido. Esta afirmación de Schmitt
puede extenderse más allá de los conceptos propiamente po-
líticos hacia la conceptualidad en general. Pues la discusión
teórica es en gran medida el trabajo sobre un vocabulario. Lo
que significa no sólo que cada concepto es fruto de una sedi-
mentación histórica, atravesado por tradiciones diversas, sino
que da lugar a luchas en torno a su definición. En estas luchas
se juegan distintas posiciones teóricas, o mejor, es fruto de es-
tas polémicas que se configuran las posiciones teóricas.
En este marco, el concepto de sujeto ha dado lugar a di-
versas disputas contemporáneas que, al mismo tiempo, son
modos de apropiarse de la tradición y formas de posicionarse
ante un presente determinado. Claro que una cosa no es inde-
pendiente de la otra, esto es, el modo en que se reconstruye
la carga de sentido de un concepto, la manera de contar una
historia, se vincula estrechamente con la posición que es sos-
tenida en un presente teórico específico. Por ello no existe una
historia unívoca en torno al “sujeto”, sino múltiples modos de
narrar recorridos históricos que le otorgan diversos sentidos.
Es esto lo que se juega en un trabajo de lectura que constituye
una intervención específica.

21
Emmanuel Biset Sujeto y metafísica

El punto de partida desde el cual me interesa comenzar a –la oposición causa-efecto–, esta no es sino una forma de la
trazar un recorrido en torno a la relación entre sujeto y meta- distinción entre sujeto y predicado. Por ello cuestiona la noción
física tiene un nombre propio: Friedrich Nietzsche. Ante todo de causa como evidencia metafísica, es decir, el sujeto como
porque sus escritos siguen siendo un punto de inflexión en el agente del pensamiento: “La psicología más antigua y más
modo de tratar el concepto de sujeto al someterlo a una crítica prolongada actuaba aquí, no ha hecho ninguna otra cosa: todo
radical. Se puede señalar que el nombre propio Nietzsche sirve acontecimiento era para ella un acto, todo acto, consecuen-
como punto para el socavamiento de la noción moderna de su- cia de una voluntad, el mundo se convirtió para ella en una
jeto. No interesa aquí detenerse en los conceptos que la excede- pluralidad de agentes, a todo acontecimiento se le imputó un
rían (Übermensch, Wille zur Macht, etc.), sino en señalar aquellos agente (un ‘sujeto’)”3. Como señala en los Fragmentos póstumos
aspectos que dan lugar a una ruptura. Me interesa marcar tres la mitología del concepto de sujeto es considerarlo “causa”, y
dimensiones que aparecen en Nietzsche como punto de parti- así un “efecto cosificado”. Esto permite unir los dos motivos
da de una crítica a la metafísica del sujeto. señalados, que el sujeto sea causa es lo que lleva a que todo
En primer lugar, la crítica del concepto de sujeto surge lo que sucede se comporte como un predicado respecto de al-
mostrando cómo se encuentra atravesado por contenidos me- gún sujeto. Una creencia que supone que todo lo que acontece
tafísicos y por una moral platónico-cristiana. Uno de los seña- conlleva un agente, una intencionalidad, una voluntad: “[…]
lamientos clave al respecto tiene que ver con la existencia de la necesidad psicológica de creer en la causalidad radica en
una correlación entre gramática y metafísica: “¿Es que no está la imposibilidad de representar un acontecer sin intenciones”4. La
permitido ser ya un poco irónico contra el sujeto, así como con- imposibilidad de pensar un acontecer sin un autor o agente
tra el predicado y el complemento? ¿No le sería lícito al filósofo conlleva también la necesidad de encontrar un “responsable”
elevarse por encima de la credulidad en la gramática?”1. Con del acontecer. He aquí entonces cómo un esquema metafísico
ello se indica que la misma estructura gramatical que organi- supone una determinada moral5.
za una proposición desde las nociones de sujeto, predicado, Por esto, en tercer lugar, el sujeto es una creación para
complemento, supone un esquema metafísico. Esta crítica a un simplificar un conjunto de fuerzas: “Incluso ‘el sujeto’ es una
esquema gramatical-metafísico, rompe con el “yo pienso”, es creación de este tipo, una ‘cosa’, como todas las demás: una
decir, con el yo como sujeto al que se le atribuye el predicado simplificación para designar como tal la fuerza que pone, in-
pienso: “[…] un pensamiento viene cuando ‘él’ quiere, y no venta, piensa, a diferencia del poner, inventar, pensar mismo
cuando ‘yo’ quiero; de modo que es un falseamiento de la rea-
lidad efectiva decir: el sujeto ‘yo’ es la condición del predicado
‘pienso’”2.
En segundo lugar, Nietzsche muestra en diversos pasajes de 3.  F. Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos, trad. A. Sánchez Pascual, Madrid,
Alianza, 2002, p. 64.
qué modo el sujeto es considerado en distintas ocasiones como
una certeza inmediata o un dato evidente por sí mismo. Lo que 4.  F. Nietzsche, Fragmentos póstumos (1885-1889), trad. J.L. Vermal J.
da lugar a uno de los cuestionamientos más persistentes, pues B. Llinares, Madrid, Tecnos, 2008, p. 101. Este aspecto es central, pues
Nietzsche muestra de qué modo esto construye una especie de duplicidad
si recurrentemente se interpreta el mundo desde la causalidad de la interpretación que a un fenómeno lo divide en causa y efecto. Así, por
ejemplo, al decir “el relámpago resplandece” se pone al resplandecer a la
1.  F. Nietzsche, Mas allá del bien y del mal, trad. A. Sánchez Pascual, Madrid, vez como actividad y como sujeto, por lo que al acontecer se le atribuye un
Alianza, 1983, p. 60. ser que no es idéntico a ese acontecer.
2.  Ibíd., p. 38. 5.  F. Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos, op. cit., pp. 67-70.

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Emmanuel Biset Sujeto y metafísica

singular de cada caso”6. Esta afirmación es central, pues el su- 2.


jeto es una simplificación de una fuerza, es decir, la reducción
a la unidad de una multiplicidad: “Sujeto: es la terminología de Bajo el nombre de Martin Heidegger se produce una inflexión en
nuestra creencia en una unidad por debajo de todos los diferen- torno al concepto de sujeto que consiste en un doble movimien-
tes momentos de mayor sentimiento de realidad: comprende- to. Primero, se procede a una crítica radical del mismo a partir
mos esta creencia como el efecto de una causa, –creemos tanto de su ubicación en la tradición metafísica. En este sentido, con
en nuestra creencia que por su causa imaginamos la ‘verdad’, Heidegger el concepto de sujeto se inscribe específicamente en
la ‘realidad’, la ‘substancialidad’. El ‘sujeto’ es la ficción de que la metafísica de la modernidad bajo el esquema de la represen-
muchos estados iguales en nosotros serían el efecto de un único tación, en una tradición que va de Descartes a Nietzsche (pero
sustrato”7. que debería extenderse hasta el mismo Husserl). Segundo, con
la palabra “Dasein” se da lugar a un modo de pensamiento di-
Desde los tres aspectos señalados, interesa destacar que en ferente de aquello llamado sujeto, hombre, ser humano, etc.
Nietzsche hay elementos para una crítica radical del concepto En su misma conformación esta palabra supone una profunda
de sujeto en tanto supone determinada metafísica. Es a partir revisión de la tradición y una apertura hacia nuevos modos
de estos indicios que el presente artículo indaga en cómo se ha de indagación. Perspectiva que, sin embargo, quedará trunca
producido en cierta tradición una deconstrucción del concepto en el mismo desarrollo heideggeriano, como una cierta huella
de sujeto. Para ello, primero, se parte de la crítica de Martin de antropologismo que él mismo abandonará al desplazar el
Heidegger que muestra que el concepto de sujeto surge en la centro del Dasein al lenguaje.
modernidad a la luz de una metafísica de la representación.
Segundo, desde algunos textos de Jacques Derrida, interesa De modo que como punto de partida es necesario destacar
mostrar cómo es complejizado el esquema heideggeriano, no el modo en que Heidegger entiende que el concepto de sujeto
sólo allí donde se cuestiona un cierto esquema teleológico, supone una metafísica que es necesario destruir. Incluso por la
sino donde la crítica del sujeto adquiere nuevos matices como misma paradoja de no permitir pensar aquello que se denomi-
auto-afección. Por último, Jean-Luc Nancy permitirá mostrar na sujeto. El concepto de sujeto en su misma constitución ge-
cómo una deconstrucción del concepto de sujeto conlleva un nera un olvido de eso que el “sujeto” es. Este es un motivo que
desplazamiento del sujeto como supuesto al sujeto como sin- recorre los textos heideggerianos por varias décadas, como una
gularidad cualquiera. crítica que persiste más allá de los mismos desplazamientos
de su pensamiento. Este recorrido puede ser rastreado desde
aquellos cursos tempranos de la primera mitad de la década
del 20 hasta textos de la década del 70, donde resultan centrales
los cursos dedicados a Nietzsche. La persistencia de esta crítica
debe ser leída, a su vez, como uno de los lugares específicos en
los que se distancia de Husserl.
6.  F. Nietzsche, Fragmentos póstumos (1885-1889), op. cit., p. 123. Vale
destacar que la misma noción de fuerza no puede ser considerada un Tal como señala Jean-Luc Marion, ya en las lecciones de
sustrato último o una cosa en sí. Por el contrario, sólo es posible constatar Friburgo dictadas en 1921/1922 tituladas “Interpretaciones fe-
efectos de fuerza que son en cada caso traducciones en un lenguaje que le es nomenológicas de Aristóteles”, previas a la etapa de Marburgo,
extraño: “¿Se ha constatado jamás una fuerza? No, sólo efectos, traducidos
en un lenguaje completamente extraño”. F. Nietzsche, Fragmentos póstumos
Heidegger sostiene que Descartes privilegia la cuestión del
(1885-1889), op. cit., p. 124. “ego” desde una teoría del conocimiento silenciando la pregun-
7.  F. Nietzsche, Fragmentos póstumos (1885-1889), op. cit., p. 304.
ta por el “sum”, y ello es posible porque tiene una interpreta-

24 25
Emmanuel Biset Sujeto y metafísica

ción objetivante del “esse”8. De aquí surgen dos anotaciones y la definición del cogitare a su suerte para ocuparse del sum
centrales: el privilegio de una perspectiva epistemológica so- y de la caracterización del sum”10. El concepto de sujeto para
bre una ontológica y el olvido de la pregunta por el ser del ego Heidegger inevitablemente conduce a un ajuste de cuentas con
que se asume como algo indeterminado. El problema que está la figura de Descartes y, en perspectiva, a pensar eso llamado
viendo tempranamente es que al quedar indeterminado el ser modernidad. En este sentido, no hay concepto de sujeto sino
del sujeto se le da una interpretación objetivante, esto es, el ser en los marcos de la modernidad y según las características fi-
del sujeto no es sino el ser de los objetos. Si Descartes da inicio jadas por esta época, que al mismo tiempo que objetiva el ser
a la época moderna, lo hace fundando la certeza del sujeto, del sujeto oculta la pregunta por el ser, una cosa por la otra.
pero en ese mismo momento oblitera la pregunta ontológica Por esto mismo, la tarea de destrucción del sujeto cartesiano es
por el modo de ser de este ente (su diferencia con el mundo de también una apertura hacia el Dasein. Y así una restitución de
los objetos)9. la dignidad del ser del sujeto reducido a ente intramundado, a
En un texto del año 1925, Prolegómenos para una historia del cosa, por la modernidad.
concepto de tiempo, Heidegger señala sobre su distancia respecto En Ser y tiempo de 1927, Heidegger vuelve sobre estas obje-
de Descartes: “A modo de orientación histórica, se puede decir ciones a Descartes, pero acentuando un nuevo aspecto. Pues
(si bien aquí la comparación es ya bastante peligrosa) que el si los desarrollos existentes parecen privilegiar la crítica a la
cogito sum de Descartes, tal como se suele explicar, se refiere a res extensa (en oposición a la noción de “mundo”), la misma se
la característica del cogito y del cogitare y deja de lado el sum, dirige en el mismo sentido que los textos anteriores: la omisión
mientras que nuestro examen de entrada abandona el cogitare de la pregunta por el sentido del ser. Sin embargo, la cosa a
pensar es porqué la certeza epistémica del cogito como primer
8.  La confrontación con Descartes es desarrollada in extenso en el primer
principio lo exime a Descartes de preguntarse por el ser: “La
seminario de Marburgo (1923/1924) que, según el propio Heidegger, fue interpretación demostrará no sólo que Descartes no podía me-
una introducción a la filosofía moderna. Singularmente el texto lleva por nos que omitir la pregunta por el ser, sino también por qué
título Introducción a la investigación fenomenológica, lo que muestra hasta llegó a la opinión de que con el absoluto ‘estar cierto’ del cogito
qué punto se trata de comparar las perspectivas de Descartes y Husserl quedaba dispensado de la pregunta por el sentido del ser de
para la definición de la fenomenología. Cf. M. Heidegger, Introducción a la
este ente”11. En última instancia, la omisión de la pregunta por
investigación fenomenológica, trad. J.J. García Norro, Madrid, Síntesis, 2006 y
J.L. Marion, “El ego y el Dasein”, en Reducción y donación, trad. P. Corona, el ser (sea del cogito o de la res extensa), no es sino producto del
Buenos Aires, Prometeo, 2011. olvido de la diferencia ontológica (que se puede rastrear ante
9.  En este marco, la crítica a Descartes no es sino un ajuste de cuentas todo en la noción de substantia cartesiana). Y esto porque es la
con Husserl. Según Heidegger, la fenomenología husserliana no llega certeza del cogito, la certeza de su existencia, aquello que lo dis-
a ser plenamente fenomenológica por no haber abandonado supuestos pensa de preguntarse por su modo de ser, o mejor, le traslada
cartesianos. Al enfrentarse al ser de la conciencia, antes de enfrentarse a las una noción de ser propia de los entes intramundamos (la res
cosas mismas ha seguido los supuestos de una idea tradicional de la filosofía: extensa). Por lo que el ser del sujeto, como para el resto de los
“Así pues, la fenomenología, en la tarea fundamental de caracterizar su
campo más propio, ¡resulta ser no fenomenológica! Y esto, en un sentido aún
entes, no es sino comprendido bajo la modalidad de la presen-
más fundamental. No sólo el ser de lo intencional, esto es, el ser de cierto ente cia, como subsistencia permanente (Vorhandenheit).
determinado, queda sin determinar, sino que se dan divisiones originarias en lo
ente (conciencia y realidad) sin haberse aclarado, o al menos haberse cuestionado
10.  Ibíd., p. 196.
acerca de él, el sentido de aquello, precisamente el ser, con miras a lo cual se
distingue”. M. Heidegger, Prolegómenos para una historia del concepto de 11.  M. Heidegger, Ser y tiempo, trad. J.E. Rivera, Santiago de Chile, Editorial
tiempo, trad. J. Aspiunza, Madrid, Alianza, 2006, p. 163. Universitaria, 1997, p. 48.

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Emmanuel Biset Sujeto y metafísica

En la destrucción del concepto de sujeto resulta fundamen- jeto humano se traslada al ‘yo’, de manera tal que subjetividad
tal detenerse en textos posteriores, de la década del 30, puesto se torna equivalente a yoidad?”13
que muestran cómo este concepto sólo puede ser entendido en Para entender esto es necesario destacar que el desplaza-
la época moderna. Lo que significa que no se trata de discutir miento de la noción clásica de subjectum (para los clásicos dice
Descartes, sino mostrar cómo toda una tradición se encuentra Heidegger, subjectum son las plantas, las piedras, los animales),
atravesada por un concepto de sujeto que termina haciendo del sólo se comprende si se entiende la transformación de la pre-
mismo un objeto. En este mismo sentido, se puede comprender gunta por el ente hacia la búsqueda de algo incondicionado
cómo existen consecuencias políticas en su misma elaboración, y cierto: “La pregunta ‘¿qué es el ente?’ se transforma en pre-
esto es, no se trata de un simple error de comprensión que pue- gunta por el fundamentum absolutum incocussum veritatis, por el
da ser clarificado sino de un concepto que hace posible el domi- fundamento incondicional e inquebrantable de la verdad. Esta
nio del sujeto. Posiblemente el desarrollo más extenso en este transformación es el comienzo de un nuevo pensar por el que
sentido se encuentra en el Nietzsche (que recoge cursos entre el la época se vuelve una época nueva y la edad que le sigue se
1936 y el 1940), destacándose el texto “La época de la imagen vuelve edad moderna”14. De modo que la certeza, la verdad
del mundo” (1938). En estos escritos el concepto de sujeto sólo como certeza, es aquello que permite entender el desplaza-
se entiende desde un esquema metafísico de la representación. miento que da lugar a la modernidad, esto es, la búsqueda de
Para responder a la pregunta de cómo el hombre se con- un camino hacia un fundamento indubitable, incondicionado,
vierte en sujeto, es necesario entender en qué sentido la mo- absolutamente cierto. Lo importante es que será el hombre
dernidad es una época de la representación: “Esta objetivación quien se ponga en ese lugar de absoluta certeza y que por ello
de lo ente tiene lugar en una re-presentación cuya meta es funda la certeza del mundo como objetividad: desde sí mismo
colocar a todo lo ente ante sí de tal modo que el hombre que asegura el proceder de toda representación. Será el ego cogito
calcula pueda estar seguro de lo ente o, lo que es lo mismo, ese fundamento último, de conocimiento claro y distinto (in-
pueda tener certeza de él”12. Vale notar, de este modo, que el dubitable), que funda toda verdad.
ente aparece por primera vez como objetividad de la represen- La modernidad es la época en la que el hombre se convierte
tación y la verdad como certeza. La afirmación según la cual en ese fundamento: “Pero si el hombre se convierte en el pri-
la modernidad es una ruptura respecto del medioevo, o que mer y auténtico subjectum, esto significa que se convierte en
se trata de la época del subjetivismo, es superficial si no se aquel ente sobre el que se fundamenta todo ente en lo tocante a
comprende en qué sentido la esencia del hombre se transforma su modo de ser y su verdad. El hombre se convierte en centro
cuando se convierte en sujeto. Para ello, hay que comprender de la referencia de lo ente como tal. Pero esto sólo es posible si
que justamente el termino subjectum como traducción del grie- se modifica la concepción del ente en su totalidad”15. Se trata
go hypokeinemon, como fundamento, en su significado metafí- de pensar qué significa que el hombre se convierte en sujeto,
sico no estaba relacionado al hombre o al yo: “Con Descartes y es decir, como aquel ente que fundamenta el resto de los entes.
desde Descartes, el hombre, el ‘yo’ humano, se convierte en la Con ello, los entes se convierten en objetos en tanto son re-
metafísica de manera predominante en ‘sujeto’. ¿Cómo llega el presentados por un sujeto. El sujeto es fundamento en cuanto
hombre al papel de auténtico y único sujeto? ¿Por qué este su-
13.  M. Heidegger, Nietzsche, Vol. II, trad. J.L. Vermal, Barcelona, Destino,
2000, p. 119.
14.  Ibíd. P. 119.
12.  M. Heidegger, “La época de la imagen del mundo, en Caminos de bosque,
trad. Helena Cortés y A. Leyte, Madrid, Alianza, 1998, p. 72. 15.  M. Heidegger, “La época de la imagen del mundo, op. cit., p. 73.

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Emmanuel Biset Sujeto y metafísica

sitúa ante sí al mundo, y así el ser de lo ente se convierte en su un representar-‘se’”18. Esta nota es central, pues no hace falta
representabilidad. volver sobre un sí mismo, sino que en todo representar algo,
En este sentido, la esencia del hombre como sujeto sólo se cualquier objeto, me presenta en tanto es remitido al sujeto.
entiende desde la representación: “En este caso, representar Esto significa, en resumen, que la conciencia humana es siem-
quiere decir traer ante sí eso que está ahí delante en tanto que pre autoconciencia, no entendida como un replegarse, como
algo situado frente a nosotros, referirlo a sí mismo, al que se lo una auto-observación, sino como aquello co-representado en la
representa y, en esta relación consigo, obligarlo a retornar a sí conciencia de las cosas. El sí-mismo del hombre es lo que sub-
como ámbito que impone las normas. En donde ocurre esto, el yace como fundamento, como sujeto, es decir como aquel que
hombre se sitúa respecto a lo ente en la imagen”16. El mundo se aporta lo ente a la objetividad. El subjectum es el representar:
convierte en objeto en tanto es referido al sujeto que le impone “represento, luego soy”.
normas, pero por ello mismo el sujeto se pone a sí en aquello Si la esencia del sujeto es la representación, con ello se in-
representado. Esto no significa que lo objetivo se reduzca a un dica que la presencia de todo lo representado es decidida por
cierto perspectivismo, sino que su entidad depende de conver- esta remisión, es decir, decide sobre el ser del ente en cuanto
tirse en imagen. En esto se da cierta circularidad, pues la cons- objeto. Heidegger resume este movimiento: “El hombre es el
titución de lo ente como imagen representada por el sujeto, es fundamento eminente que yace a la base de todo re-presentar
posible desde que el mismo sujeto es representado: el hombre del ente y de su verdad, el fundamento sobre el cual se pone
se representa a sí mismo como la escena de la representación. y tiene que ponerse todo representar y lo en él representado si
Vale destacar, entonces, que la representación, de un lado, ha de tener un estar y una existencia consistente. El hombre es
no es sólo un remitir al sujeto, sino un remitir que funda un subjectum en ese sentido eminente”19. Sin embargo, Heidegger
dominio sobre la objetividad: “En el re-mitir hay algo deter- destaca que esto no es lo central, sino que lo decisivo es que
minante, la necesidad de señalar que lo re-presentado no está el hombre se pone a sí mismo en esta posición, dispone por sí
simplemente pre-dado sino que está re-mitido (zu-gestellt) mismo el modo de situarse respecto de lo ente como objetivo.
como disponible (verfügbar). Por lo tanto, algo sólo está re-mi- El hombre se dispone a conseguir desde sí mismo la certeza,
tido, representado, es cogitatum para el hombre, si está fijado y de aquí la centralidad de la noción de método para la moder-
asegurado para él como algo de lo que puede ser señor a par- nidad20. Lo que aparece es que el hombre es el ente cuyo ser
tir de sí mismo en entorno de su disponer, en todo momento posee con mayor certeza, y por ello se convierte en funda-
y con claridad, sin reparos ni dudas”17. Esto implica, de otro mento de toda certeza y verdad. El hombre se convierte así en
lado, que en la representación lo representado es llevado ha- espacio de medida y dominio de lo ente en su totalidad. Por el
cia el que representa, que lo asegura al disponer de él. En este
sentido, toda representación es recursiva, me represento algo 18.  Ibíd., p. 128.
sólo porque me represento en ese algo: […] todo ‘yo represento 19.  Ibíd., p. 140.
algo’ al mismo tiempo ‘me’ representa, a mí, el que representa 20.  La crítica al sujeto, a sus supuestos, y así al método es un motivo que
(delante de mí, en mi re-presentar). Con una expresión que permanece en Heidegger: “Pero en este método, es decir, en esto modo de
es fácilmente mal interpretable, todo re-presentar humano es fijación anticipada de la naturaleza en cuanto ámbito calculable de objetos
se halla ya una decisión de consecuencias imprevisibles, a saber: todo lo que
no muestre el carácter de objeto posible de determinación matemática es
suprimido como incierto, esto es, como no verídico, es decir, como no siendo
16.  Ibíd., p. 75.
verdadero”. M. Heidegger, Seminarios de Zollikon, trad. A.X. Yañez, México,
17.  M. Heidegger, Nietzsche, op. cit., p. 127. Morelia, 2007, p. 159.

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Emmanuel Biset Sujeto y metafísica

mismo proceso el hombre se convierte en sujeto y el mundo en mostrando en qué medida el concepto de sujeto pertenece a
imagen, esto es, lo ente adquiere estabilidad como objeto sólo la tradición metafísica), sino una dimensión afirmativa que en
porque el sujeto lo pone ante sí y lo trae ante sí. Esto significa una primera etapa se asienta en la noción de Dasein. No intere-
que se conquista el mundo como imagen, donde se explica y sa aquí desarrollar todas las implicancias del modo en que el
valora la totalidad de lo ente a partir y para el hombre: “En la Dasein deconstruye el concepto de sujeto, pues ameritaría de-
época subsiguiente la realidad de lo real se determina como tenerse en diversos aspectos, donde no sólo se trata del Dasein
objetividad, como aquello que es comprendido por medio del como aquel que pregunta por su ser (que no omite la pregun-
sujeto y para él como lo que está arrojado y mantenido enfrente ta por el sum cartesiano), sino que punto por punto excede
de él. La realidad de lo real es el ser representado por medio del la noción de sujeto: reemplazando la actitud teórica por una
sujeto representante y para éste”21. relación de preocupación, asumiéndose como incertidumbre
Se encuentra en Heidegger una crítica del concepto de suje- radical, considerando su existencia como posibilidad, abrién-
to que remite a la representación como su esencia, que no sólo dose como ser-en-el-mundo, etc. Más allá de un desarrollo del
ve allí la emergencia de la época moderna, sino de las formas Dasein, resta preguntarse si existe alguna dimensión por la que
de dominio de la naturaleza (el momento en que el hombre se podría considerarse que la cuestión del sujeto no es abandona-
convierte en amo y señor de la naturaleza). En este sentido, da por Heidegger.
es una perspectiva que muestra un entramado político en el
concepto de sujeto. Esta posición crítica que ya puede ser ras- 3.
treada a comienzos de la década del 20, llega hasta sus últimos
textos. De hecho, en el último seminario, Zähringen del año El nombre de Heidegger ha permitido trazar un recorrido don-
1974, escribe: “[…] la subjetividad misma no es cuestionada en de se anuda de modo singular el concepto de sujeto a la tradi-
cuanto a su ser; desde Descartes, en efecto, la subjetividad es ción metafísica. Desde su perspectiva se trata de un concepto
el fundamentum inconcussum. En todo el pensamiento moderno, propiamente moderno que surge a la luz de la representación
nacido de Descartes, la subjetividad constituye, en consecuen- como forma metafísica singular; pero no se trata de una sim-
cia, el obstáculo para poner en camino la pregunta por el ser”22. ple variación de sentido, o mejor, en esa variación se juega un
desplazamiento ontológico que le otorga un estatuto político
En este marco, desde una perspectiva heideggeriana la a la indagación. La cuestión política surge en esas dos dimen-
posibilidad de un nuevo pensamiento se asienta sobre la des- siones, en tanto el concepto de sujeto objetiviza al hombre, y
trucción del concepto de sujeto. Una destrucción que no sólo desde la preeminencia epistemológica clausura su estatuto
tiene una dimensión negativa, asentada en el desarrollo de ontológico, pero también porque sólo desde un esquema de la
los supuestos metafísicos del concepto (o, en última instancia, representación se entiende la manera singular del “dominio”
del hombre sobre la naturaleza y los otros. Es en esta discusión
21.  M. Heidegger, Nietzsche, op. cit., p. 109. Aquí también se encuentra un
que se introduce la perspectiva de Jacques Derrida, es decir,
modo de comprender el humanismo que, como se sabe, Heidegger rastrea
en el modo de apropiación latina de la filosofía griega. Sin embargo, se en una complejización del nexo entre sujeto y metafísica. Para
trata de pensar cómo el humanismo bajo la modernidad adquiere un nuevo ello, es necesario partir del modo en que cuestiona la epocali-
sentido cuando el hombre se convierte en medida de la objetividad. Cf. M. zación heideggeriana, pues tiene implicancias centrales para el
Heidegger, “Carta sobre el humanismo”, en Hitos, trad. H. Cortes y A. Leyte, tema abordado aquí. La intervención en este marco consistirá
Madrid, Alianza, 2000. en un movimiento doble que, al mismo tiempo, le otorga nue-
22.  M. Heidegger, Seminario de Zähringen, trad. A. Lorca, Santiago de Chile,
A parte Rei. Revista de filosofía, 2005, p. 7.

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Emmanuel Biset Sujeto y metafísica

vos rasgos a eso que denominamos metafísica y cuestiona su unidad de la historia de la metafísica. Es esto justamente lo
definición. que Derrida va a cuestionar: “[…] allí donde el envío del ser se
Como punto de partida vale detenerse en las consideracio- divide, desafía el legein, desbarata su destino, ¿no se hace, por
nes en torno a la epocalización heideggeriana y las consecuen- principio, discutible el esquema de lectura heideggeriano, no
cias de la misma en torno a la categoría de sujeto. Derrida va a queda historialmente deconstruido, y deconstruido en la his-
poner en cuestión la definición de la modernidad como época torialidad que sigue implicando ese esquema?”24 El problema
de la representación, no en vistas a encontrar una definición radica en una perspectiva histórica que piensa en términos de
más adecuada, sino analizando el esquema que subyace a la destinación, pero que también puede llevar a una especie de
perspectiva heideggeriana. Mostrando, en última instancia, rehabilitación de cierta presencia inmediata contra la represen-
que a pesar de sus propias precauciones Heidegger termina tación. No es esta crítica la que le interesa a Derrida, sino mos-
construyendo una cierta teleología de la historia, con etapas trar hasta qué punto la representación es irreductible. Siendo
que se suceden unas con otras haciendo de la metafísica una así, según lo desarrollado hasta aquí, si resulta problemático
totalidad que oblitera la posibilidad de mostrar los múltiples definir la modernidad como época de la representación resta
movimientos que se dan en cada época, en cada autor, en preguntar qué sucede con el sujeto. O mejor, de qué modo pen-
cada texto. Desde una lectura de “La época de la imagen del sar la metafísica más allá de esta perspectiva destinal.
mundo”, Derrida indica que se nombrarían por lo menos tres En sus primeros escritos donde la expresión “metafísica
épocas, mundo griego, medioevo y modernidad, para mostrar de la presencia” es recurrente, para no pensar una presencia
que sólo en ésta última surge algo como la representación. como tal, Derrida habla de un deseo de presencia. Con ello se
Recordando que lo que define la modernidad no es la simple indica un movimiento por el cual la presencia no sería sino un
representación, sino la “dominación general” de la misma. movimiento que intenta estabilizar una representación origi-
Ahora bien, este esquema supone que existen épocas que son naria. Esta lectura le permite a Derrida indicar que aquello que
sucesivas unas con otras, y así tiene que haber existido una épo- singulariza a la modernidad como época no es una noción de
ca de la presencia que de algún modo haya destinado, enviado, sujeto como fundamento cierto basado en la representación,
una época de la representación: “La determinación del ser del sino una modificación de la presencia ahora entendida como
ente como eidos no es todavía su determinación como Bild, pero presencia-a-sí. Con ello, se avanza en una definición del sujeto
el eidos (aspecto, vista, figura visible) sería la condición lejana,
el presupuesto, la mediación secreta para que un día el mundo
24.  Ibíd, p. 113. Es en este cuestionamiento de la epocalidad que Derrida
llegue a ser representación” 23. pregunta por el silencio ensordecedor de Heidegger sobre Spinoza: “¿Qué
Si el hombre griego no habitaba en un mundo dominado podría resistir a este orden de las épocas y, por consiguiente, a todo el
pensamiento heideggeriano de la epocalización? Quizá, por ejemplo, una
por la representación, sólo será posible ésta desde la anticipa-
afirmación de la razón (un racionalismo, si se quiere) que, en el mismo
ción o el presupuesto del platonismo que hace del mundo una momento (pero, entonces, ¿qué es un momento semejante?) 1.º no se plegase
imagen. Esta lógica del presupuesto funciona como una espe- al principio de razón en su forma leibniziana, es decir, inseparable de un
cie de envío desde la presencia a la representación. Para que finalismo o de un predominio absoluto de la causa final; 2.º no determinase la
la época de la representación tenga sentido debe tener cierta sustancia como sujeto; 3.º propusiese una determinación no-representativa
unidad como tal y pertenecer a un envío más originario: sólo de la idea. Acabo de nombrar a Spinoza. Heidegger habla de él muy rara
vez, muy brevemente y no lo hace jamás, que yo sepa, desde este punto de
se puede hablar de la representación como época si hay una vista y en este contexto”. J. Derrida, J., “Las pupilas de la Universidad”, en
Cómo no hablar y otros textos, trad. C. de Peretti, Barcelona, Anthropos, 1997,
23.  J. Derrida, “Envío”, trad. P. Peñalver, Madrid, Paidós, 1997, p. 96. p. 125.

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Emmanuel Biset Sujeto y metafísica

como auto-afección: “Esta objetividad toma en adelante la forma significante que emite y lo afecta al mismo tiempo. Tal es al me-
de la representación, de la idea como modificación de una sus- nos la experiencia –o conciencia– de la voz: del oírse-hablar”27.
tancia presente consigo, consciente y segura de sí en el instante He aquí una anotación clave: el sujeto como auto-afección se
de su relación consigo. […] La idealidad y la sustancialidad se comprende como oírse-hablar, donde la voz funciona desde
relacionan consigo mismas, dentro del elemento de la res cogi- su estructura recursiva, puesto que al mismo tiempo que es
tans, por un movimiento de pura auto-afección. La conciencia mediación lingüística, un significante, se borra para dar lugar
es experiencia de pura auto-afección”25. Por ello Derrida afirma al supuesto de una conciencia que tiene una relación inmediata
que más que en Descartes es en Rousseau donde es necesario consigo misma. Lo que lleva a la condena de la escritura, moti-
indagar la especificidad del concepto de sujeto. Justo allí en el vo que Derrida rastrea en distintos momentos históricos, como
autor que pondrá en crisis algunos motivos de la ilustración, materialidad o exterioridad accidental (en tanto justamente no
se evidencia un esquema que permite entender de otro modo posee un carácter evanescente, no se borra). Por lo que metafí-
el sujeto26. sica es al mismo tiempo logocentrismo y fonocentrismo.
Se entiende el sujeto como auto-afección si se avanza en El concepto de sujeto conlleva una modificación en la noción
el modo en que Derrida da una definición de metafísica que de presencia como presencia consigo en la conciencia. Donde
si bien retoma los presupuestos heideggerianos, los excede. adquiere todo su sentido la expresión “la voz de la conciencia”,
Como se sabe, es el motivo de la escritura el que permite este no como una voz moral, un imperativo, sino mostrando que
exceso, pues muestra que la presencia sólo se sostiene por la sólo es posible la conciencia desde la voz, como un oírse-ha-
mediación evanescente que es la voz. Dicho en otros térmi- blar: “[…] el sujeto puede oírse o hablarse, dejarse afectar por
nos, la inmediatez de las ideas en la conciencia de un sujeto el significante que produce, sin ningún rodeo por la instancia
necesita para su funcionamiento expulsar la mediación hacia de la exterioridad, del mundo o de lo no-propio en general”28.
el exterior, esto es, considerar al lenguaje como un medio de El sujeto es entonces un movimiento de re-apropiación, movi-
transmisión de ideas previas. Pero esto sólo funciona en tanto miento que niega el pliegue hacia el afuera apropiándolo y así
la voz posee una materialidad que se borra a sí misma, que restituyendo la ilusión de la presencia inmediata. Por ello mis-
desaparece luego de expresarse, restituyendo la ilusión de mo, el privilegio de la presencia es siempre segundo, no puede
presencia inmediata de las ideas: “Ahora bien, el logos no ser un origen simple que envía a la época de la representación,
puede ser infinito y presente consigo, no puede producirse como puesto que sólo en tanto existe una duplicidad originaria, una
auto-afección, sino a través de la voz: orden del significante por repetición (el “re” de la representación), es que se produce algo
medio del cual el sujeto sale de sí hacia sí, no toma fuera de él el así como un deseo de presencia. La voz es la conciencia, puesto
que evita cualquier hetero-afección al prescindir de cualquier
exterioridad, es decir, se da un dominio absoluto del signifi-
25.  J. Derrida, De la gramatología, trad. O. del Barco y C. Ceretti, México,
Siglo XXI, 1998, p. 129. cante en tanto es ideal, manifestando una proximidad absoluta
con el significado. De hecho, Derrida define la historia de la
26.  Si en Heidegger, Descartes era un modo de discutir a Husserl, en
Derrida Rousseau tendrá el mismo estatuto. Es cierto que la introducción de
Rousseau en De la gramatología sirve a los fines de discutir el estructuralismo
antropológico de Lévi-Strauss, sin embargo el esquema del oírse-hablar
encontrará en Husserl su figura privilegiada. Por lo mismo que señala que
27.  J. Derrida, De la gramatología, op. cit., p. 130.
la discusión de la fenomenología se entiende en una coyuntura francesa,
aquella de las década del 60, donde es puesta en cuestión cierta hegemonía 28.  J. Derrida, La voz y el fenómeno, trad. P. Peñalver, Valencia, Pre-Textos,
del sujeto. 1985, p. 136

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Emmanuel Biset Sujeto y metafísica

metafísica como este querer-oírse-hablar absoluto, donde la ces el Dasein como “el ser que somos nosotros mismos”, donde
conciencia es una voz sin diferencia29. si bien no del modo subjetivo como en la fenomenología, se
El desplazamiento de la representación a la auto-afección es reintroduce un presencia-a-sí bajo el modo de un nosotros. Es
lo que permitirá la pregunta de si la misma definición de Dasein este “nosotros” que permanece incuestionado, y que paradóji-
heideggeriano no puede ser inscripta en esa historia de la me- camente restituye el valor de la presencia, el que reúne en sí los
tafísica como oírse-hablar. No se trata en este caso de analizar motivos de la proximidad y la propiedad.
el estatuto de la escritura en Heidegger, sino de pensar hasta De hecho, Derrida señala que justamente este valor de pro-
qué punto el Dasein reconstituye el lugar del sujeto. Derrida piedad es el que vacila, esto es, la co-propiedad del nombre
tempranamente discute el privilegio del Dasein como una for- del hombre y del nombre del ser. En este cuestionamiento de
ma de humanismo subrepticio en Heidegger. Pues encuentra la proximidad se abre a un pensamiento más allá del hombre.
en su definición una recurrencia al motivo de la “proximidad”, Esto da lugar, entonces, a uno de los hilos conductores del pen-
y si con ese término se entiende la ilusión de la no-exterioridad samiento de Derrida: ¿cómo pensar, si es posible, un concepto
del significante-voz, en el Dasein la cuestión será la pregunta de sujeto que no reconstituye un nosotros supuesto como algo
por su proximidad con el ser, es decir, por el “privilegio” del dado? El problema para Derrida es que este “nosotros” que
Dasein como único ente que puede formularse la pregunta por permanece incuestionado no es posible sino desde una serie de
el ser: “Una vez que se ha renunciado a poner el nosotros en la exclusiones, pues la evidencia de la proximidad consigo o su
dimensión metafísica del ‘nosotros-los-hombres’, una vez que presencia a sí conlleva formas de diferenciación con aquellos
se ha renunciado a cargar el nosotros-hombres de las determi- entes que no serían parte de ese nosotros, que en un sentido
naciones metafísicas de lo propio del hombre (zoon logon ekon, heideggeriano no podrían formularse la pregunta por el ser.
etc.), resta que el hombre –y yo incluso diría, en un sentido Si ya tempranamente Derrida se pregunta por los límites de
que se aclarará en un instante, lo propio del hombre–, el pensa- ese nosotros, de un humanismo que insiste como posición que
miento de lo propio del hombre es inseparable de la cuestión o en sus fronteras con el otro no produce sino relaciones de ex-
de la verdad del ser”30. Si el hombre en Heidegger no es el suje- clusión y dominación, se trata de un motivo que persiste en
to de la metafísica, Derrida entiende que existe una recurrencia el tiempo. La pregunta es si es posible disociar el sintagma
del problema de lo “propio del hombre”, entendido a su vez “sujeto humano”, puesto que la noción de sujeto supuesta en
como proximidad a sí y proximidad al ser31. Se supone enton- la armazón institucional (ante todo en la historia del derecho),
produce una ligaón irreductible con lo humano, excluyendo lo
no-humano, lo animal como sujeto de derecho32.
29.  Husserl es el lugar privilegiado para pensar una definición metafísica
de sujeto como oírse-hablar. Esto se encuentra desde sus primeros textos,
como Le problème de la genèse dans la philosophie de Husserl o Introducción a ‘El
origen de la geometría’ de Husserl, pero ante todo en La voz y el fenómeno, “La
cit., p. 149. Sólo la posibilidad de declinar el ser en primera persona, en yo
forma y el querer-decir” y en “‘Génesis y estructura’ y la fenomenología”.
soy, es lo que le posibilita al Dasein que en la pregunta por el ser le vaya su
30.  J. Derrida, “Los fines del hombre”, en Márgenes de la filosofía, trad. C. propio ser. Subyace una cierta mismidad para que el sí mismo del Dasein se
González Marin, Madrid, Cátedra, 1989, p. 161. ponga en juega en la pregunta por el ser. La problematización del valor de
“propiedad” como aparece en Derrida y en Marion no es sino una discusión
31.  Esto mismo sugiere Jean-Luc Marion, pues si el Dasein es aquel que
sobre el carácter “propiamente mío” (Jemeiningkeit) del Dasein.
se pregunta por el ser, tiene que ser el suyo: “El Dasein, dado que pone en
juego en él el ser, no puede sino ponerse a sí mismo en juego, y por lo tanto 32.  J. Derrida, El animal que luego estoy siguiendo, trad. Cristina de Peretti,
no puede decirse sino ‘en persona’, así como no puede ponerse en juego sino Madrid, Trotta, 2008. Cuestión que ya surgía en J. Derrida, Del espíritu.
como un yo”. J.L. Marion, “El ego y el Dasein”, en Reducción y donación, op. Heidegger y la pregunta, trad. A. Madrid, Santiago de Chile, Arcis, 2002.

38 39
Emmanuel Biset Sujeto y metafísica

Si en el concepto de sujeto, tal como lo reformula Derrida, un afuera). En ambas dimensiones se juega la apuesta por una
se encuentra un esquema metafísico de la auto-afección como deconstrucción que es en cada caso una apuesta ético-política
presencia a sí, es en la “retórica de lo propio” donde se mues- que, a diferencia de Heidegger, no ve posible un abandono de
tran los alcances ético-políticos del concepto y de sus límites conceptos o un paso más allá, sino un trabajo inmanente a la
constitutivos. Un concepto de sujeto, que funda el concepto de tradición que encuentra instancias indecidibles.
sujeto de derecho, atravesado por el establecimiento de una Desde este marco se entiende, a su vez, que Derrida no
propiedad que excluye desde un límite simple a los no-sujetos. apueste simplemente por un abandono del concepto de sujeto,
He aquí el problema: si tal como Derrida muestra algo así como ni siquiera allí donde muestra una lógica de exclusión de lo
lo propio del hombre no existe, ese valor de propiedad no pue- no-sujeto. Como indica en diversas oportunidades, no se tra-
de ser sino un “devenir” sujeto, pero este devenir no es posible ta de disolver la diferencia entre humano y no-humano, sino
sino como diferenciación con un afuera cuyos límites estable- mostrar la complejidad de estrategias de diferenciación. Esto
cen también una relación de dominio: “¿Por qué yo raramente mismo da lugar a un pensamiento que introduce el problema
he hablado de ‘sujeto’ o de ‘subjetividad’, sino solamente, aquí de la justicia para pensar precisamente esos límites del con-
o allí, de ‘efecto de subjetividad’? Porque el discurso sobre el cepto de sujeto, o mejor, mostrar en qué sentido la apuesta éti-
sujeto, allí mismo donde reconoce la diferencia, la inadecua- co-política de la deconstrucción surge cuando el socavamiento
ción, la dehiscencia en la auto-afección, etc., continúa ligando de esos límites permiten una apertura hacia un otro radical:
la subjetividad al hombre”33. Si un no-sujeto es lo que posibilita “¿Se da hospitalidad a un sujeto?, ¿a un sujeto identificable?,
el devenir-sujeto, también es el límite exterior sobre el que se ¿a un sujeto identificable por su nombre?, ¿a un sujeto de de-
establece una superioridad. recho? ¿O bien la hospitalidad se ofrece, se da al otro antes de
Vale atender, en este marco, al doble movimiento de Derrida. que se identifique, antes incluso de que sea (propuesto como o
De un lado, la deconstrucción del concepto de sujeto comienza, supuesto) sujeto, sujeto de derecho y sujeto nombrable por su
a diferencia de la apuesta heideggeriana, cuando se pluraliza apellido, etcétera?”34 Esto no conlleva un abandono del con-
el mismo (“No ha habido jamás para nadie El Sujeto”). Esto es, cepto de sujeto, sino mostrar la doble necesidad de la justicia
antes que encontrar una raíz cartesiana que define toda una entendida como hospitalidad: en tanto apertura radical al otro
época, resulta necesario detenerse en cada texto, en cada autor, debe exceder los límites desde los que se constituye el concepto
en los impasses de sus mismas elaboraciones. Por este mismo de sujeto (incluso del sujeto de derecho), pero al mismo tiempo
motivo, Derrida recusa la posibilidad de hablar de una “muer- siempre se traduce en instancias concretas, decisiones políticas,
te del sujeto” o de un “retorno del sujeto”, pues la primera re- reconocimientos de derechos, que una y otra vez reconstruyen
serva sería del sujeto para quién, para qué tradición, para qué el concepto de sujeto.
autor, etc. La problemática del sujeto no se reduce a ninguna La pregunta es entonces qué posibilita y qué imposibilita el
homogeneidad. De otro lado, no deja de marcar una lógica de concepto de sujeto para la política. Si Derrida define, a fin de
constitución del concepto de sujeto atravesada por una cierta cuentas, el sujeto desde la tradición metafísica como “relación
circularidad: el círculo de la auto-afección (de la ilusión de una a sí y de reapropiación”, no deja de mostrar sus alcances para
conciencia transparente a sí) y el círculo de la reapropiación una cierta forma política. En su escrito dedicado específica-
(de algo propio del sujeto que establece un límite indivisible con mente a la cuestión del sujeto, “Hay que comer, o el cálculo del

33.  J. Derrida, “Hay que comer, o el cálculo del sujeto”, trad. V. Gallo y N. 34.  J. Derrida, La hospitalidad, trad. M. Segoviano, Buenos Aires, De la Flor,
Billi, Pensamiento de los Confines, Nº 17, 2005. 2000, p. 33.

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Emmanuel Biset Sujeto y metafísica

sujeto”, señala que el sujeto es un principio de calculabilidad, pliegue de lo incalculable sobre lo calculable. Para decirlo de
de ahí que se entienda en aquellas instancias que traducen lo otro modo, se trata de pensar una responsabilidad y una deci-
incalculable, por ello resulta problemático: “Es entonces más sión, una política sin más, que excede por principio el concepto
bien una cierta clausura –saturada o suturada– de la identidad de sujeto: que lo somete una y otra vez a una deconstrucción
a sí, una estructura todavía demasiado estrecha de la identi- radical. Es esto lo que Derrida tematiza, en un texto dedicado a
ficación a sí que confiere hoy al concepto de sujeto su efecto Lacoue-Labarthe, como la desistencia del sujeto (o una (de)cons-
dogmático”35. Esta calculabilidad del sujeto también supone titución del sujeto): “Desistencia traza mejor esta voz media
una politicidad respecto de la alteridad, pues Derrida indica Antes de toda decisión, antes de toda desition, se diría también
que lo indisociable que se vuelve el sintagma “sujeto humano” en inglés para designar a cessation of being, el sujeto es desistido
responde a un humanismo que da lugar a una estructura sacri- sin ser pasivo, el desiste sin desistir, antes incluso de ser sujeto
ficial: un matar no criminal de los no-humanos, es decir, una de una reflexión, de una decisión, de una acción o de una pa-
apropiación-asimilación del otro. Por ello, Derrida encuentra sión”37. Esto no significa que deba pensarse la desistencia como
que existe un esquema dominante en el concepto de sujeto que una negatividad que afecta una constitución originaria, sino
denomina “carno-falogocentrismo”: “La autoridad y la auto- que el sujeto no es otra cosa que el movimiento de desistencia.
nomía (porque aún si ésta se somete a la ley, esta sujeción es li- Se trata de la desistencia de lo propio, la esencia, lo mismo, que
bertad) son, por este esquema, más bien concedidas al hombre definen al sujeto38. Y así, cómo pensar una noción de sujeto que
(homo y vir) que a la mujer, y más bien a la mujer que al animal. suponga pero exceda la metafísica de la subjetividad tematiza-
Y, bien entendido, más bien al adulto que al niño. La fuerza da por Heidegger (sustrayendo el sujeto al yo, la conciencia, la
viril del varón adulto, padre, marido o hermano (el canon de representación). Sin embargo, Derrida nota que no se trata bajo
la amistad, lo mostraré en otra parte, privilegia el esquema el término desistencia pensar una especie de sujeto exterior a
fraternal) corresponde al esquema que domina el concepto de esa metafísica, sino nuevamente pensar su doblez: el sujeto
sujeto”36. lleva en sí inscripta la reducción al Uno al mismo tiempo que
Por ello mismo, si este es el esquema dominante en el con-
cepto de sujeto, una política de la deconstrucción tiene siempre 37.  J. Derrida, “Désistance”, en Psyché, Paris, Galilée, 1987, p. 205. El
problema de la (de)constitución del sujeto remite, ante todo, al libro de
una relación doble con él mismo. Si bien asume su necesidad,
Lacoue-Labarthe titulado Le sujet de la philosophie: “Lo que no interesa
“hay que calcular” indica Derrida, la deconstrucción es el re- aquí, ya no hay dudas sobre ello, no es ni el sujeto ni el autor. Tampoco
es el ‘otro’, que pone debajo, del sujeto o del autor. Sería más bien (para
35.  J. Derrida, “Hay que comer, o el cálculo del sujeto”, op. cit. quedarnos, provisoriamente, únicamente con la cuestión del sujeto) lo que
también está en juego en el sujeto, siendo absolutamente irreductible a un
36.  Ídem. En uno de sus últimos escritos, Derrida discute la definición de
alguna subjetividad (es decir a alguna objetividad cualquiera sea); lo que, en
democracia en tanto palabra compuesta por “demos” y “kratos”, indica que
el sujeto, deserta (ha siempre ya desertado) el sujeto mismo y que, anterior a
allí se juega una tensión irresoluble entre un principio crático definido por
toda ‘posesión de sí’ (y sobre otro modo que aquel de la desposesión), es la
la ipseidad y un demos que excede cualquier estabilización o limitación.
disolución, la falta del sujeto en el sujeto como sujeto: la (de)constitución del
Para Derrida bajo el término ipseidad se encuentran, al mismo tiempo, una
sujeto o la ‘pérdida’ del sujeto”. P. Lacoue-Labarthe, “L’obliteration”, en Le
referencia al sí mismo, al ser que es propiamente sí mismo y una referencia
sujet de la philosophie, Paris, Flammarion, 1979, p. 151. Desde la desistencia se
al poder, a la soberanía, a la potencia. En resumidas cuentas: a sí mismo
puede cruzar a Derrida con Agamben tal como analiza Manuel Moyano en
como señor. Por ello, la democracia puede definirse como la tensión entre un
su capítulo acentuando la potencia-de-no-no.
principio que define el demos desde esa ipseidad, que regula la apertura sólo
a los ciudadanos, a los hermanos y semejantes, y un principio de apertura a 38.  Es la misma cuestión de la desistencia aquella que ha permitido hablar
los desemejantes, a los otros, a todo excluido. Cf. J. Derrida, Canallas, trad. C. de un “psicoanálisis deconstructivo”. Cf. R. Major, Lacan con Derrida: análisis
de Peretti, Madrid, Trotta, 2002. desistencial, trad. B. Rajlin, Buenos Aires, Letra Viva, 1999.

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Emmanuel Biset Sujeto y metafísica

desiste una y otra vez de ello39. Esta noción de desistencia abre cos sobre lo político que dirigirán Nancy y Lacoue-Labarthe con
a otro pensamiento de la responsabilidad y la decisión, pues el aval de Derrida y donde intervienen Claude Lefort, Jacques
allí hay que pensar una responsabilidad infinita y una decisión Rancière, etc. Ahora bien, lo importante es que, con estos dos
como salto de locura. En otros términos, que no se encuentran autores van a señalar que la tarea es justamente proceder a una
aseguradas por un sujeto de la representación o de la volición: deconstrucción de un concepto dominante de política. Para
“La singularidad del ‘quién’ no consiste en la individualidad lo que interesa aquí, resulta importante destacar que en estos
de una cosa idéntica a sí misma, no es un átomo. Ella se disloca textos de fines de los 70 y comienzos de los 80 que escriben
o se divide al reunirse para responder al otro, cuya llamada Nancy y Lacoue-Labarthe en conjunto existe un fuerte acento
precede, por decirlo así, a su propia identificación consigo mis- heideggeriano para entender qué significa una deconstrucción
ma, porque a esta llamada no puedo sino responder, haber ya de lo político. Pues el punto de partida se encuentra no en la
respondido, incluso si creo responderle ‘no’”40. discusión de instituciones o prácticas políticas puntuales, sino
en cómo “lo político” se encuentra definido por una metafísica.
4. Si bien los textos parten de ciertas reservas, desde lo que ya
había señalado Derrida respecto de la noción de metafísica,
La determinación metafísica de un concepto de sujeto adquiere encuentran que existe una especie de totalitarismo contempo-
un nuevo matiz en el pensamiento de Jean-Luc Nancy. Este ráneo en la determinación metafísica de lo político. Frente a
matiz parece de particular importancia en cuanto se introduce ello, indican que se trata de realizar una deconstrucción de lo
de plano en el problema político. Nancy, conjuntamente con político que nombran específicamente una “retirada” (en su
Lacoue-Labarthe, organiza en el año 1978 un Coloquio destina- doble acepción francesa de abandonar y retrazar).
do al pensamiento de Jacques Derrida que lleva por título “Los Esta perspectiva se encuentra anunciada en las intervencio-
fines del hombre”. Se trata del mismo título que el texto de nes en ese Coloquio, pero explícitamente es desarrollada en los
Derrida donde no sólo traza un mapa de su generación filosó- dos volúmenes que compilan las intervenciones en el Centro.
fica, sino que vuelven a plantar la pregunta por el humanismo. Ambos autores señalarán que una concepción metafísica es
En ese marco explícitamente comienza una indagación en tor- aquella definida por la categoría de subjetividad: “Ahora bien,
no al vínculo entre deconstrucción y política, dando origen a para nosotros el desafío jamás ha sido desestimar o sublimar
una serie de intervenciones específicas al respecto. Aún más, se ni la lucha de clases, ni las luchas políticas: son los datos de la
puede encontrar allí el germen del Centro de estudios filosófi- época de la dominación de lo político y de la técnica, o de la
dominación de la economía política. Antes bien, el desafío po-
39.  Vale destacar que el problema del sujeto remite a la cuestión de la dría ser dejar de someter estas luchas, en su finalidad, a dicha
identificación. De hecho, señala Derrida el problema de la identificación es el
dominación. Y en consecuencia a la dominación arqueo-teleo-
problema mismo de la política. Y acá interviene la desistencia: “La condición
de posibilidad de la identificación no es otra que su imposibilidad, la una y lógica del Sujeto”41.
la otra inelectuables. Como la mimesis. El sujeto, que se desubjetiva así, no Se trata de pensar que existe una determinación de lo po-
podría identificarse sin la desistencia que le vuelve la identificación absoluta lítico por parte del sujeto, pues por ejemplo conceptos como
absolutamente inaccesible”. J. Derrrida, “Désistance”, op. cit., p. 227.
pueblo o soberanía se cierran desde el momento en que son
40.  J. Derrida, “Hay que comer, o el cálculo del sujeto”, op. cit. Esta reasignados como sujetos. Como si detrás de la evidencia
referencia a la responsabilidad permite cruzar con el capítulo de Natalia
Martínez Prado referido a Butler, donde se muestra no sólo el uso de una
noción de performatividad derridiana sino sus implicancias en los últimos 41.  J.L. Nancy y P. Lacoue-Labarthe, “Retrazar la político”, trad. N. Billi, en
textos de la autora norteamericana. Nombres, N° 26, 2012, p. 63.

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Emmanuel Biset Sujeto y metafísica

de lo político se encontrara la evidencia del sujeto, un sujeto que retomando a Heidegger y Bataille piensa fundamental-
supuesto como evidencia (una voluntad), que reconduce las mente una ontología de la relación44.
categorías no sólo en vistas a la unidad, sino que sólo da lugar Trabajar en una redefinición de la comunidad se entiende
a un pensamiento del lazo social como secundario (vincula- a partir de un diagnóstico de época que, de un lado, parte de
ción de individuos preconstituidos). El lazo social, o el ser-con, la extensión de un individualismo que tiende a disolver cual-
pensado desde un esquema metafísico se deduce o se deriva de quier dimensión de lo común y, de otro lado, como un intento
una subjetividad primera, que si no tiene la forma de un indi- de repensar el comunismo (lo común inscripto en su nombre)
viduo dado, es el sujeto final de un proceso. Escriben Nancy y más allá de su figura totalitaria. Frente al individualismo y
Lacoue-Labarthe: “[Totalitarismo] designaba el cumplimiento el totalitarismo, la comunidad es la ruptura con la autarquía
sin más de lo político, es decir, a la vez el reinado completo de de la inmanencia absoluta. Con ello, el cuestionamiento se
lo político (…) y, en ese reino o bajo esa dominación, el cum- dirige a aquellos pensamientos de la comunidad que la pien-
plimiento de lo filosófico, y de lo filosófico principalmente en san como una identidad constituida, o plenamente presente.
su figura moderna, la que delinearon las filosofías (o bien en Pensamientos que repiten un esquema, o bien una comunidad
rigor: la metafísica) del Sujeto”42. originaria perdida que debe ser restituida (vínculos sociales
Esta misma crítica, o deconstrucción, de lo político abre la auténticos que constituyen una especie de comunidad ideal),
redefinición de conceptos clausurados. En el caso de Jean-Luc o bien una comunidad en el horizonte como reconciliación fi-
Nancy comienza, desde principios de la década de 1980, una nal del hombre con el hombre. Para pensar esta comunidad,
reflexión en torno a la comunidad. Retomando el Mitsein hei- Nancy indica que es necesario reconsiderar el estatuto de la
deggeriano, es decir, tomando como punto de partida que el muerte, no allí cuando una comunidad pone en obra la muerte
Dasein es constitutivamente un ser-con, un ser con otros, inau- (gesto que siempre supone una comunidad de la inmanencia),
gura un pensamiento del lazo social que excede su reducción a sino la muerte como aquello que desgarra, que hace imposi-
un sujeto: “[…] la cuestión de la comunidad es la gran ausente ble una inmanencia plena, que muestra la finitud constitutiva.
de la metafísica del sujeto, vale decir —individuo o Estado Ahora bien, este primer esbozo de una comunidad inoperante
total— de la metafísica del para-sí absoluto: lo que también explícitamente se opone a una comunidad pensada desde una
significa la metafísica del absoluto en general, del ser como metafísica del sujeto: “La verdadera comunidad de los seres
ab-soluto, perfectamente desprendido, distinto y clausurado, mortales, o la muerte en cuanto comunidad, es su imposible
sin relación”43. Por ello, en La comunidad inoperante Nancy se- comunión. La comunidad ocupa luego este lugar singular: asu-
ñala que tanto el totalitarismo fascista como el individualismo me la imposibilidad de su propia inmanencia, la imposibilidad
liberal suponen una lógica de una totalidad autosuficiente, de de un ser comunitario en cuanto sujeto”45.
un absoluto, que prescinde de la relación. Esto se denomina en
este libro “inmanentismo”: la inmanencia del hombre al hom-
bre, seres que producen por esencia su propia esencia. Frente 44.  Esta intervención inaugura un largo debate en torno en lo que se ha
a ello, Nancy inaugura una reflexión en torno a la comunidad denominado “comunidad impolítica”. Donde cabría citar, por lo menos los
libros de Maurice Blanchot, La comunidad inconfesable, de Giorgio Agamben,
La comunidad que viene, de Roberto Esposito, Communitas, de Jacques
42.  J.L. Nancy y P. Lacoue-Labarthe, “La retirada de lo político”, trad. S. Rancière, El desacuerdo y de Jacques Derrida, Políticas de la amistad. Natalia
Mattoni, en Nombres, N° XV, 2000, p. 37. Lorio analiza exhaustivamente los alcances del pensamiento de Georges
Bataille para una crítica del sujeto en este libro.
43.  J.L. Nancy, La comunidad inoperante, trad. J.M. Garrido, Santiago de
Chile, Lom, 2000, p. 16. 45.  J.L. Nancy, La comunidad inoperante, op. cit., p. 26.

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Emmanuel Biset Sujeto y metafísica

Ya en este primer esbozo de un pensamiento de la comu- Sin embargo, esta crítica explicita a la metafísica del sujeto
nidad, aparece un concepto que deconstruye el concepto deja abierto un interrogante: ¿se trata de destruir el concepto
de sujeto y abre nuevas indagaciones: la singularidad. Una de sujeto o dar lugar a su reinvención? Aquello que aparece
singularidad es aquello que no puede ser una identidad ple- como una crítica radical en los primeros textos se empieza a
namente constituida, un absoluto, pero tampoco un sujeto complejizar con el tiempo. Esto sucede, a su vez, porque Nancy
metafísico. La singularidad rompe con aquel principio que se inscribe explícitamente en un debate que tiene lugar a fines
constituye la noción de individuo, así como el sujeto como de las década del ’80 sobre la muerte o el retorno del sujeto.
conciencia-de-sí, es decir, la indivisibilidad: “[…] tras el tema Se trata de una generación que empieza a revisar el modo en
del individuo, pero más allá de él, habría tal vez que desvelar que el sujeto parecía definitivamente abolido por cierto es-
la cuestión de la singularidad. ¿Qué es un cuerpo, un rostro, tructuralismo49. No interesa analizar aquí si este debate tiene
una voz, una muerte, una escritura –no indivisibles, sino singu- asidero, sino indicar que Nancy a partir de sus intervenciones
lares? ¿Cuál es la necesidad singular, en el reparto que divide en este marco comienza a esbozar una teoría del sujeto, una
y que hace comunicar los cuerpos, las voces, las escrituras en cierta política del sujeto, que reinventa sus posibilidades. Para
general en totalidad?”46. En este fragmento se encuentran una ello, resulta particularmente significativa la compilación que
serie de conceptos centrales para Nancy, pues no sólo esboza realiza para una revista norteamericana donde reúne a buena
la cuestión de la singularidad, sino del reparto (partage). Con parte de la filosofía francesa contemporánea para responder a
este término, se da cuenta de aquella ontología de la relación la pregunta por el sujeto. Esta compilación es precedida por
señalada, esto es, de un modo de pensar el ser-con, no como un texto de Nancy que lleva por título “¿Quién viene después
instancia segunda que vincula individuos preexistentes, sino del sujeto?”. El título conlleva ya una importante modulación,
como la pura diferencia que en tanto tal expone singularidad. pues no pregunta “qué” sino “quién”. En esta presentación
Es lo que se esboza justamente en el título de uno de sus libros: del año 1989, Nancy señala que es necesario un doble trabajo
ser singular plural47. Una ontología donde el ser es justamente el entonces. De un lado, la deconstrucción del sujeto: “Se tenía
reparto de las singularidades, que nunca pueden ser absolutas, que hacer la crítica o la deconstrucción (…) de la interioridad,
en cuanto se constituyen en la relación: “El estar-en-común, de la presencia-a-sí, de la consciencia, de la representación, del
allende el ser pensado como identidad, como estado o como dominio, de la propiedad individual o colectiva de una esen-
sujeto; el estar-en-común que afecta al ser mismo en lo más cia. Crítica o deconstrucción de la firmeza de un fundamento
profundo de su textura ontológica: ésa fue la tarea que salió (hypokeimenon, substantia, subjectum) y de la seguridad de una
a la luz y a la cual este libro intentó comenzar a responder”48.
incluso una ruptura del ser-con, un Otro justamente con el que no puedo
hacer comunidad; segundo, que por ello la crítica que esbozan contra el
46.  Ibíd., p. 18.
concepto de sujeto es radical, aún manteniendo diferencias entre ellos
47.  Escribe Nancy: “Ser singular plural quiere decir: la esencia del ser es, y (Levinas como un pensamiento de la “subjetividad del sujeto” y Blanchot
sólo es, como co-esencia. Pero una co-esencia, o el ser-con ‘el ser-con-varios’ como un pensamiento de la “subjetividad sin sujeto”). Cf. E. Levinas, Fuera
apunta a su vez a la esencia del co-, o incluso, y más bien, el co- (el cum) del sujeto, trad. R. Ranz Torrejón y C. Jarillot Rodal, Madrid, Caparros, 1997 y
mismo en posición o a la manera de esencia”. J.L. Nancy, Ser singular plural, M. Blanchot, La escritura del desastre, trad. P. de Place, Caracas, Monte Avila,
trad. A. Tudela Sancho, Madrid, Arena, 2006, p. 39. 1990.
48.  J.L. Nancy, La comunidad inoperante, op. cit., p. 8. Una posibilidad 49.  Aun cuando sea necesario complejizar el vínculo del estructuralismo
cercana, pero a la vez distante, respecto de este pensamiento del ser-con con el concepto de sujeto. Así, Hernán García muestra en su capítulo
aparece en Emmanuel Levinas y Maurice Blanchot. Dos notas al respecto: la complejidad del lugar del sujeto en Foucault, aquel autor que había
primero, ambos acentúan que un pensamiento de la alteridad conlleva decretado su desvanecimiento como un rostro dibujado en la arena.

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Emmanuel Biset Sujeto y metafísica

autoridad o de un valor (individuo, pueblo, Estado, historia, esta perspectiva: unas clases dictadas en el año 1992 tituladas
obra)”50. De otro lado, no se trata de una simple “liquidación”, “¿Un sujeto?” y el apartado “Alguno” (Quelqu’un) incluido en
sino de una apertura: “[…] este mismo pensamiento (jamás El sentido del mundo. En el primero, Nancy retoma el problema
simple, y así, jamás simplemente cerrado sobre sí) abre sobre estableciendo la oposición entre dos aspectos que habitan el
el pensamiento del quién del existir: sobre el pensamiento de concepto de sujeto: el sujeto como suposición y el sujeto como
un uno, de un alguien, de un singular existente que el sujeto unicidad. En la primera clase, “El supuesto sujeto”, se pregunta
anuncia, promete y oculta a la vez”51. en qué medida esa expresión es una tautología desde que por
Para comprender el desplazamiento entre los dos motivos, sujeto se entiende justamente un supuesto: “Esto es lo que hay
Nancy parte de un lugar concreto: Hegel. Si para Heidegger, que plantear desde el comienzo: sujeto o supuesto, el supuesto
el sujeto es ante todo el de Descartes, si para Derrida es el de o el sujeto, es la misma cosa. El subjectum está supuesto, está
Rousseau, para Nancy es el de Hegel. La mayor definición de puesto abajo, debajo, por debajo”54. Ahora bien, para abordar
sujeto, escribe, se comprende desde la frase hegeliana que dice qué se entiende por supuesto, es necesario despejar dos con-
“lo que es capaz de retener en sí su propia contradicción”, esto fusiones: primera, que aquello de lo que habla la filosofía y el
es, con Hegel aparece una definición de sujeto que supone su psicoanálisis cuando utilizan la palabra sujeto no es lo mismo
alienación, un ser-fuera-de-sí, pero que es reapropiado. El suje- y, segundo, que incluso aquella época que presupuso poder
to de la filosofía es este movimiento de reapropiación52. Frente señalar la muerte o el fin del sujeto, habla de diversos sujetos55.
a ello, Nancy reivindica volver sobre la pregunta “¿quién?”: Despejar ambas confusiones supone como punto de partida
“Allí donde no había nada (…), alguna ‘cosa’, algo uno viene. que la palabra sujeto comporta una multiplicidad de sentidos
Es ‘uno’ porque ‘viene’, y no por una unidad substancial: éste, que resulta irreductible.
ese o aquel que viene puede ser uno y único en su venida, pero Ahora bien, para no quedar atrapado en esa multiplicidad,
‘en sí’ múltiple y repetido”53. Nancy señala que en el uso del lenguaje se encuentran por lo
En esta cita aparece la noción que le permitirá a Nancy re- menos tres definiciones de sujeto: una, sujeto generalmente se
definir el sujeto: quelqu’un. Que vale dejar en francés porque refiere alguien que puede tener representaciones o voliciones;
si bien remite a alguno o alguien, lo importante como señala dos, sujeto se refiere al “estar sujeto a”, al ser súbdito como
la cita es la referencia a un “uno”. Esto aparece en dos textos estar encadenado a una ley; tres, en francés, el término suje-
posteriores en los que se desarrollan todas las implicancias de to también refiere a tema, a la materia de la que se trata. Sin
embargo, estas tres definiciones del lenguaje vulgar no dejan

50.  J.L., Nancy, “¿Quién viene después del sujeto?”, trad. E. Biset, en
Política Común, N° 6, University of Michigan, 2014. 54.  J.L. Nancy, ¿Un sujeto?, trad. L.F. Alarcón, Buenos Aires, La cebra, 2015,
p. 14.
51.  Ídem.
55.  Si en este caso Nancy parece acercar su definición de sujeto al
52.  La reapropiación también puede ser entendida bajo la forma del
psicoanálisis lacaniano, no será simple la relación con éste último. En un
“proyecto”: “En el proyecto, al contrario, el sujeto se apropia la presencia-
libro del año 1973, en conjunto con Lacoue-Labarthe, señalan que el sujeto
a-distancia del sentido en el modo de la proyección: las ideas, los valores, la
de Lacan todavía permanece como “presupuesto” construido desde una
idea y el valor del sujeto mismo, no pueden más ser más que proyectados
onto-semiología. J.L. Nancy y P. Lacoue-Labarthe, El título de la letra,
sobre la pantalla de la representación, puesto que su estatuto o su naturaleza
Barcelona, Editorial Buenos Aires, 1981. En el presente libro, los capítulos de
son del orden de la significación”. J.L. Nancy, El olvido de la filosofía, trad. P.
Roque Farrán, Daniel Groisman, Natalia Lorio y Mercedes Vargas muestran
Perera, Madrid, Arena, 2003.
diferentes aristas de los modos en que el psicoanálisis lacaniano supone una
53.  Ibíd. redefinición del concepto de sujeto.

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Emmanuel Biset Sujeto y metafísica

de comprender el sujeto como un supuesto, o mejor, el sujeto aquí la cuestión: desplazar la mirada desde la sustancia hacia
como retoño del suponer como gesto filosófico por excelen- la unidad. Esto es, como se señalaba, pasar a la cuestión de la
cia: “[…] el sujeto es de alguna manera, si oso decirlo así, la singularidad, donde lo singular no se define por una esencia de
figura cumplida, desarrollada, de un gesto de alguna manera lo singular sino comprender que la singularidad no requiere
pre-subjetivo. Ese es verdaderamente el gesto fundador occi- nada externo a su propia exposición para ser tal: “El verda-
dental, el gesto de la suposición y de la presuposición”56. Si es dero sujeto es el ser-sí mismo sin cualidades, que solamente
así, se puede cuestionar la ubicación heideggeriana del sujeto subsume bajo esta ausencia la presencia de su presuposición
como fruto de la modernidad, pues se trata de un gesto inscrip- en tanto presuposición de su presencia. […] La existencia, una
to desde sus orígenes en la tradición occidental como estructu- existencia cada vez singular, es la suposición de toda suposi-
ra de la suposición57. Para decirlo de otro modo, en la búsqueda ción, o la posición simple y absoluta que pone término a toda
del supuesto del supuesto, si no se quiere caer en un retroceso suposición, al sub- tanto como al pre-”59 El sujeto como singula-
al infinito, tiene que haber una instancia en la que se detiene la ridad conlleva, para Nancy, tres dimensiones: unicidad, cual-
cadena y funciona como supuesto sin supuesto. Es esto lo que quieridad y exposición.
define al sujeto como “suposición de sí mismo”, una sustancia En primer lugar, unicidad. La lógica de la presuposición
que no supone nada, que funciona como el asiento de acciden- como forma de la filosofía por excelencia conlleva una retro-
tes o cualidades: el sujeto es un proceso infinito de auto-consti- traerse al infinito hasta encontrar la sustancia primera y única
tución. Por ello, quien dice sujeto dice auto-presuposición. Esto que funda el resto. Sin embargo, Nancy indica que como ya
conlleva también el sentido de un suponer, el sujeto se supone, Hegel pudo señalar si al final se encuentra una única sustancia
es decir, es una instancia formal que debe suponerse. no habría nada más, es necesario que la primera sustancia se
Ahora bien, si este es el primer sentido que aloja la palabra divida para que exista algo. Por ello, la unicidad tal como es
sujeto, Nancy considera que se puede ir más allá de ella dando presentada aquí no remite a una lógica del Uno, sino justamen-
lugar a una subversión, preguntando qué es la sustancia si esta te a lo contrario: a que la singularidad se entiende desde su
ya no es una sustancia como presupuesto. A ello responde con multiplicidad. Hay múltiples y cada uno es singular. Lo que
el término “alguien”, que reemplaza la referencia al qué por el significa que cada singular no puede consistir por sí mismo,
quién: “Se trataría del sujeto deviniendo otro en el mismo sitio, sino que es relación: el ser expuesto los unos con los otros.
o bien del lugar del sujeto, o del lugar de la sustancia en tanto Escribe Nancy: “Sin dudas, el singular lo es per se: no se sin-
que un quis, un ‘quien’ que no estaría ya supuesto e incluso gulariza más que desde, o por, su singularidad. Pero esto no
menos suponiéndose. Pero, ¿entonces qué? Yo diría ‘expuesto’ quiere decir que su singularidad le sea propia: la unicidad sin-
o exponiéndose. Es decir, a la vez presente afuera, exhibido y gular es lo que lo reparte y lo que él reparte con la totalidad de
arriesgado, aventurado”58. De la suposición a la exposición, de la multiplicidad singular. Entonces lo singular no produce su
la pregunta por la sustancia a la pregunta por unicidad. He singularidad a partir de un recurso propio”60.
En segundo lugar, es cualquieridad. Y esto es así porque cada
56.  J.L. Nancy, ¿Un sujeto?, op. cit., p. 24. uno es tan singular como el otro: no hay ningún privilegio o
57.  En este marco, se entiende el trabajo de Nancy que da lugar a otra
primacía de unos sobre otros, pues la singularidad está repar-
interpretación de Descartes: el ego sum no es la presuposición última como
sustancia pensante sino sólo un alguien que dice que existe. Cf. J-L. Nancy, 59.  J. L. Nancy, El sentido del mundo, trad. J.M. Casas, Buenos Aires, La
Ego sum, trad. J.C. Moreno Romo, Madrid, Anthropos, 2007. Marca, 2002, p. 63.
58.  J.L. Nancy, ¿Un sujeto?, op. cit., p. 59. 60.  Ibíd., p. 65.

52 53
Emmanuel Biset Sujeto y metafísica

tida para todos por igual. Por ello mismo, la cualquieridad es nombro a eso el sentido. Alguien compromete cada vez el sen-
también el señalamiento de la inconmensurabilidad de cada tido de ser alguien, o atestigua, compromete el ‘ser alguien’
uno con cada uno. Lo que se tiene en común es justamente esta en tanto que sentido”63. Esto lleva a una nueva definición del
ausencia de algo en común. Los singulares comparten su sin- sentido, pues el sentido entendido como significación tiene
gularidad que a su vez los reparte, los particiona, los divide: una estructura del reenvío: para explicar el sentido de una cosa
“En un sentido, son infinitamente sustituibles los unos por los remito a otra y así hasta llegar a un fundamento último. Por
otros, in-diferentes y anónimos. […] Esto vuelve a considerar el contrario, para Nancy en ese lugar del fundamento está el
que lo que es común a los unos y a los otros, aquello en lo cual sujeto que testimonia de su singularidad: donde el sentido es
se comunican, es eso que los singulariza, y en consecuencia justamente esta exposición sin fundamento. Un sentido que
lo que los reparte. Lo que tienen de conmensurable es su in- cada singular remite a sí mismo, sin que este sí mismo sea una
conmensurabilidad”61. En este marco, se entiende nuevamente sustancia fundante: “El sentido, en lugar de ser lo que habría
la centralidad de la muerte: si la muerte es aquello que nadie que descubrir y lo que habría que suponer detrás o delante, se-
puede experimentar por mí, es también lo que se tiene en co- ría lo que singularmente se compromete, se garantiza, se pro-
mún. La muerte es absolutamente inconmensurable, es cada mete cada vez, a cada momento, no detrás ni delante sino aquí
vez única, pero absolutamente común. mismo, en el lugar de la exposición de una singularidad”64.
En tercer lugar, es exposición. Con este término Nancy tra- Ahora bien, en tanto algo-uno, esa singularidad que se ex-
baja el modo singular de presencia que tiene el sujeto, no como pone, rompe con la referencia a un sujeto humano. De hecho,
una sustancia estable en sí misma, sino siempre ya llegado o Nancy juega con la doble significación de “Pierre” en francés,
siempre por venir. De un lado, está presente como expuesto como Pedro o piedra: en ambos casos un sujeto, un alguien ex-
a cada instante, no expuesto a sí, sino a los otros, presente a puesto65. Se trata del sujeto como una singularidad a-personal:
sí como otro. De otro lado, no es una presencia a sí, sino un “Habría que entender aquí la ‘singularidad’ a la vez de acuer-
presente temporal como “cada vez”. El singular se singulari- do con el valor que le da Deleuze de ‘acontecimiento ideal’ o de
za en el acto de singularizarse, lo hace cada vez: “El singular puntualidad ‘esencialmente pre-individual, no personal, acon-
expone cada vez que se expone, y todo su sentido está allí. No ceptual’, y según el valor que la lengua da a la palabra cuando
hay ninguna otra cosa que esperar de un alguno más que su hace que ésta signifique ‘cosa extraña, anomalía’, e incluso se-
ser-alguno, ejemplarmente. Nada más, pero nada menos: cada gún el valor de la ‘sorpresa’”66. A su vez, “es la singularidad lo
vez, el acto de exceptuarse, y este acto, para ser en acto, no una que distingue al existente del sujeto: pues éste es esencialmente
propiedad que se conserva sino una existencia que existe y que lo que se apropia de sí mismo, según su propia proximidad y
así se ‘exime’, cada vez, hic et nunc”62.
63.  J.L. Nancy, ¿Un sujeto?, op. cit., p. 79.
A partir de estos tres elementos, Nancy indica que sujeto
64.  Ibíd., p. 82.
es entonces una singularidad expuesta, que cada vez que dice
“yo” testimonia de su singularidad. El testimonio ocupa el 65.  Nancy introduce un neologismo “expeausition” para dar cuenta de una
lugar del fundamento. Testimonia de su existencia singular: exposición que es siempre cuerpo, es piel expuesta: “[…] si el ser, en cuanto
sujeto, tiene por esencia la autoposición, aquí la autoposición es ella misma,
“Pero puede preguntarse uno por lo que alguien atestigua en tanto que tal, por esencia y por estructura, la exposición. Auto = ex =
o compromete, por lo que alguien como tal compromete. Yo cuerpo. El cuerpo es el ser-expuesto del ser”. J.L. Nancy, Corpus, trad. P.
Bulnes, Madrid, Arena, 2003.
61.  Ibíd., p. 65.
66.  J.L. Nancy, La experiencia de la libertad, trad. P. Peñalver, Madrid, Paidos,
62.  Ibíd., p. 67. 1996, p. 66.

54 55
Emmanuel Biset Sujeto y metafísica

según su propia ley. Pero el advenimiento de una subjetividad pensar los conceptos. No se trata de los conceptos como una
es a su vez una singularidad”67. En estas citas se encuentra la instancia específica o aquella dimensión propiamente teórica,
tensión que desarrolla Nancy: entre una definición metafísica sino de cómo la constitución del mundo supone determinados
de sujeto como reapropiación de sí en tanto supuesto y un su- sentidos sedimentados. Por ello, el concepto de sujeto funciona
jeto como singularidad, que en este caso aparece como “acon- allí: una forma de construir sentido. No sólo como sustancia-
tecimiento”, como algo extraño que muestra su unicidad. lización del hombre, sino de conformar las relaciones con uno
En esta tensión se juega un problema político, pues Nancy mismo, con los otros, con la naturaleza, con las cosas, etc. Por
señala que una “política del sujeto” conlleva siempre una apro- esto mismo se interviene no en vistas a clarificar un determi-
piación del sentido desde un sí mismo. En otros términos, una nado sentido, sino a posicionarse allí: precisando sus limita-
relación de apropiación con aquello que es exterior desde una ciones, abriéndolo en su pliegue interno, inventando nuevas
identidad sustancial: “El sujeto político –o la política según el definiciones. He aquí un modo de entender el trabajo teórico
sujeto– consiste en la apropiación de la exterioridad constituti- como política de los conceptos, o mejor, como una intervención
va de la ciudad (…). Al espacio de la ciudad se le pre-suponen en torno a los sentidos que configuran el mundo en tanto plexo
o se le pos-suponen, en cuanto su principio o en cuanto su fin, de significados.
una identidad y una sustancialidad […], y esta pre-suposición El trayecto recorrido muestra una de las posibilidades para
de sí misma (…) viene a cristalizar la identidad en una figura, intervenir en la disputa en torno al concepto de sujeto. Desde
un nombre, un mito”68. Frente a ello, una política de la singu- Heidegger, y en su herencia, el término metafísica adquiere
laridad es aquella que destituye esta lógica de la apropiación, una significación específica, no únicamente como delimitación
es decir, donde el sujeto como ciudadano es nada, ninguna de una época, sino como un modo de comprender el problema
propiedad, y por ello la democracia puede ser entendida como del ser. Más precisamente se trata de una época que olvida la
ser con otros cualquiera69. pregunta por el ser, y así la diferencia ontológica, al estabilizar
una noción de ser identificada con el ente como ser-presente.
5. En ese sentido, surge el trazado de un diagnóstico histórico o
el mapa de una época histórica, pero también una problema-
He comenzado este texto refiriendo un abordaje polémico de tización de las consecuencias a las que ha llevado este olvido.
la dimensión conceptual. Esto porque si algo aparece en el Para lo que interesa aquí, se ha mostrado hasta qué punto el
vínculo entre sujeto y metafísica es justamente un modo de concepto de sujeto se encuentra constituido por esta tradición.
Primero, ya tempranamente Heidegger se pregunta por
67.  Ídem. el estatuto del concepto de sujeto, pues encuentra que con
68.  J.L. Nancy, El sentido del mundo, op. cit., p. 90. Descartes se funda un concepto de sujeto que justamente obli-
69.  En La verdad de la democracia señala: “La política democrática es, pues, tera la pregunta por el ser, por el sum del cogito. Dando lugar
política alejada de la asunción. Pone término a oda especie de ‘teología a un recorrido teórico que muestra cómo el concepto de sujeto
política’, sea teocrática o secularizada. Postula en consecuencia como axioma de Descartes a Nietzsche, pero también hasta Husserl, termina
no todo (ni el todo) es política. Que todo (o el todo) es múltiple, singular- por reducir el estatuto ontológico del hombre al suponer su
plural, inscripción en fragmentos finitos de un infinito en acto”. J.L. Nancy, ser como el mismo que los entes presentes, como cosa. Incluso
La verdad de la democracia, trad. H. Pons, Buenos Aires, Amorrortu, 2009, p.
57. Cf. J.L. Nancy, “Ser-con y democracia”, La pléyade, Vol. 6, N° 1. En su
más, el concepto de sujeto es la figura moderna de la noción de
capítulo dedicado a Balibar, Carolina Juaneda y Aurora Romero muestran fundamento que, mediante la representación, funda la objeti-
cómo el concepto de ciudadanía permite redefinir al sujeto. vidad del mundo. En Heidegger, entonces, resulta importante

56 57
Emmanuel Biset Sujeto y metafísica

destacar, de un lado, que el concepto de sujeto imposibilita sujeto que se pierde a sí mismo. Esto singulariza la propuesta
comprender radicalmente el hombre, o aquello que llamará de Derrida: frente a quienes oponen al sujeto un afuera, una
Dasein, negando sus posibilidades (o negándolo como pura alteridad, apuesta por pensar los pliegues que vuelven impo-
posibilidad). De otro lado, esto permite también entender una sible el esquema de la auto-afección. En fin, el sujeto como el
cierta configuración del mundo, pues el sujeto como funda- movimiento perpetuo de expropiación-reapropiación.
mento funda la objetividad del mundo constituyéndose como Tercero, en Nancy se encuentra un desarrollo que de cierto
medida, como cálculo, lo que permite entender el modo espe- modo sistematiza lo precedente, acentuando la dimensión po-
cífico de sometimiento del ente en general a los designios del lítica que interesa aquí. Sin embargo, ante todo, es importante
hombre, pero también el sometimiento del hombre por el hom- indicar de qué modo su tematización del sujeto no es homo-
bre. Aquello que se empieza a problematizar es la constitución génea a lo largo del tiempo. Pues comienza con una crítica
de la modernidad como era de la técnica y las consecuencias radical, en términos heideggerianos considera que justamente
que esto tiene. la apuesta pasa por reinventar los conceptos políticos más allá
Segundo, con Derrida el vínculo entre sujeto y metafísica de una metafísica del sujeto. Avanzar en una redefinición de la
es complejizado. Ante todo, porque la definición de sujeto ya comunidad es quizá la apuesta más fuerte y de cierto modo es
no se contenta con su definición como fundamento, sino que un pensamiento del ser-con, una ontología del ser-con, aquello
lo piensa como auto-afección. Se trata de dar cuenta de la mo- que permite definir la perspectiva de Nancy. Pero esta primera
dalidad específica de “presencia” que supone el sujeto como crítica radical será abordada de modo diferente con el tiempo,
presencia-a-sí, es lo que denominará un esquema de reapro- trazando la frontera no entre sujeto y comunidad, sino entre
piación: sujeto no es sino la ilusión trascendental de un retorno dos modos de pensar el sujeto. Esto ya se encontraba en gér-
incontaminado de exterioridad sobre sí mismo, donde lo “pro- menes en su escritura temprana con el concepto de singulari-
pio” es ese retorno. En este desarrollo, cuestiona los supuestos dad. En textos posteriores será la noción de quelqu’un (alguien,
desde los que Heidegger piensa la epocalidad, encontrando alguno, algo uno), la que permitirá oponer dos comprensiones
una especie de “filosofía de la historia” que va de la presencia del sujeto: de un lado, aquella metafísica que lo define como
a la representación, suponiendo en última instancia una noción suposición que para Nancy encuentra en Hegel su figura más
de presencia no representable como posibilidad. Pero no es este preeminente; de otro lado, el sujeto como supuesto-sin-su-
el cuestionamiento mayor, pues Derrida se pregunta si incluso puesto encontrará tres características: unicidad, cualquieridad,
el mismo Dasein no comporta una estructura de reapropiación, exposición. Lo importante aquí es que cada definición conlleva
que si bien no del modo moderno, continúa reproduciendo cierta definición de lo político. Pues una política del “sujeto
una afirmación de hombre como ser privilegiado. En otros supuesto” es aquella que reafirma una identidad a sí que fun-
términos, es el problema del humanismo que persiste en el da las exclusiones o subordinaciones desde una lógica de la
concepto de sujeto suponiendo una y otra vez la diferenciación apropiación del uno y una política del “sujeto expuesto” es
con no-sujetos que configura el mundo y específicamente el aquella donde la libertad es un dejar ser, como el ser con otros
armazón político-jurídico occidental. Por ello, se trata de pen- cualquiera, de una radical igualdad de seres singulares.
sar cómo el concepto de sujeto opera en dispositivos políticos, En estos casos se encuentran tres posibilidades respecto al
jurídicos, éticos, siempre trazando fronteras con un afuera, de modo de trazar el vínculo entre sujeto y metafísica: abandono,
su humanidad, que restituyen un señorío del hombre. Es frente deconstrucción o reinvención. O bien una postura, que primó
a ello que Derrida trata de pensar en todas sus ambigüedades en buena parte del siglo XX, que entiende que justamente se
el concepto, apostando por una “desistencia” del sujeto, por un trata de abandonar el concepto de sujeto por sus implicancias

58 59
Emmanuel Biset Sujeto y metafísica

metafísicas y políticas (la articulación de la sustancia con la del mundo subjetivo no es sino su cosificación como un ente
soberanía). O bien una postura que cuestiona un abandono intramundano. Por otro lado, señalar el carácter ontológico del
simple, porque aun cuando se deje de hablar de sujeto segui- sujeto no es sino desmontar su estatuto metafísico, realizando
rá trabajando su lógica en otros conceptos, y por ello se trata en distintas dimensiones de lo fáctico este socavamiento.
de mostrar cómo en última instancia es un indecidible, o ese Respecto de la cuestión política, se plantea una dificultad
movimiento entre expropiación y reapropiación. O bien una específica respecto a su propio estatuto. Si la primera opera-
postura que trazando los límites entre dos conceptos, apuesta ción es suspender los significados dados del término política,
por una reinvención del mismo entendida como singularidad, su identificación con instituciones o prácticas específicas, se
como alguien, que abre nuevos horizontes políticos. En los reconduce la reflexión hacia lo político como instancia ontoló-
tres casos, entiendo importante clarificar dos aspectos que son gica. Esto lleva a un problema, pues parece que política se ter-
aquellos que están en cuestión acá: la dimensión ontológica y mina homologando con ontología. Para decirlo de otro modo,
la dimensión política. Para decirlo brevemente, son tres modos y desde el planteo de Nancy, si la redefinición de la noción
de pensar una articulación entre ambas dimensiones. de comunidad lleva a pensar el ser-con, se termina trazando
Respecto a la cuestión ontológica, la primera pregunta que una ontología relacional, pero esto sólo se puede calificar
surge es si este modo de trabajar una definición metafísica de como “política” si se efectúa una identificación entre ambas
sujeto no conlleva una especie de idealismo que entiende la dimensiones, lo que diluye en última instancia la política en
forma del mundo como derivada de transformaciones filosófi- una ontología general. Esto aparece justamente al pensar la
cas. Frente a ello, vale destacar que justamente un pensamiento cuestión del sujeto, pues el mismo Nancy cuando lo redefine
ontológico tal como el que inaugura Heidegger disloca esta como singularidad juega con el francés “pierre”, Pedro o pie-
perspectiva porque supone un dualismo entre una dimensión dra, que al mismo tiempo que diluye el vínculo entre el sujeto
teórica y una dimensión fáctica. Incluso el título de uno de sus y lo humano, lo convierte en un nombre del darse de cada cosa
libros tempranos ya da cuenta de este desplazamiento, cuando singular del mundo. Por ello la pregunta es en qué sentido un
indica que ontología no significa sino hermenéutica de la fac- trabajo sobre el concepto de sujeto supone cierta politicidad.
ticidad. Esto es, mostrar el modo en que el concepto de sujeto Esta disolución del concepto de sujeto en una ontología ge-
surge con Descartes como fundamento de la objetividad de lo neral no surge sino de la diversidad de sentidos inscripta en el
ente, no se dirige sólo a una discusión interna entre interpreta- mismo término sujeto que, a la vez, tiene una raíz semántica
ciones del filósofo francés, sino a pensar cómo en la facticidad vinculada a supuestos gramaticales y metafísicos (la lectura
existen una serie de sentidos sedimentados que suponen esa heideggeriana se dirige a mostrar en qué medida opera una
noción de sujeto. Metafísica es el modo de darse de la factici- traducción de la metafísica clásica) y una raíz semántica vin-
dad, o para decirlo de otro modo, una cierta configuración del culada a supuestos jurídicos, políticos, morales. Sin embargo,
mundo. De esto se derivan dos cosas: por un lado, que el con- esta doble raíz no debe llevar a una identificación simple, pues
cepto de sujeto conlleva una ambigüedad específica respecto se trata de pensar los modos específicos de articulación, o me-
de la ontología, es decir, este abordaje le otorga un carácter on- jor, cómo se producen sobredeterminaciones específicas entre
tológico al concepto, pero que sólo se entiende como negación ambos sentidos. Una indagación ontológica se dirige a pensar
de ese carácter ontológico. La metafísica no es sino la denega- para exceder la articulación particular entre determinaciones
ción del carácter ontológico del sujeto. Para decirlo brevemen- metafísicas y determinaciones políticas. Lo que supone en cada
te: si el concepto de sujeto tiene un estatuto constituyente de caso una atención específica a la serie de mediaciones que se
mundo, sólo funciona en tanto niega ese carácter, pues el darse dan en la articulación, de lo contrario se puede caer en una

60 61
Emmanuel Biset Sujeto y metafísica

generalización que explica una forma institucional o una prác- trar esto permite su exceso. En los autores analizados, esto se
tica política desde análisis metafísicos. Este es un riesgo que pone en juego con diversas estrategias, pues al mismo tiempo
surge de la misma tradición presentada, y que puede llevar que dan cuenta de una constitución histórica del concepto de
al absurdo de postular que una dislocación de los supuestos sujeto, abren a su exceso. El concepto de sujeto no es uno más
metafísicos del concepto de sujeto conlleva de modo inmediato en este aspecto, pues tiene una íntima ligazón con el desarrollo
consecuencias jurídicas, políticas o éticas. Lo que no sería sino de la noción de “método”. Para decirlo de otro modo, es corre-
repetir supuestos metafísicos: entender las dimensiones prác- lativa la constitución metafísica del concepto de sujeto con un
ticas como instancias derivadas de primeros principios meta- modo de entender la práctica teórica. Por ello, la crítica debe
físicos. Al mismo tiempo que se diluyen las contradicciones, entrelazar ambos motivos: mostrar una definición metafísica
ambigüedades, inestabilidades que atraviesan los conceptos de sujeto y dar cuenta de un modo de trabajo. Esto resulta rele-
para encontrar allí un mismo significado metafísico. vante porque “política” adquiere dos sentidos, se refiere a una
En este sentido, una perspectiva ontológica cuestiona la di- serie de prácticas, instituciones, luchas, pero también al mismo
visión teoría – práctica, y lo hace porque esta distinción supone modo de trabajar como política conceptual. He señalado que
una jerarquía donde lo teórico es universal y atemporal y lo esta política conceptual supone, sin entrar en las estrategias
práctico es una instancia secundaria contaminada por la his- empleadas en cada caso, por lo menos tres dimensiones: un
toricidad, el cambio, la particularidad. De hecho, esta misma trabajo histórico, una atención a las mediaciones y una apertu-
distinción es la que constituye el concepto de sujeto: Heidegger ra hacia nuevas posibilidades.
en su presentación del sujeto en el marco de un esquema de la Este trabajo sobre los conceptos, en la línea que va de
representación, problematiza el reduccionismo teoricista que Heidegger a Nancy, no deja de señalar que la constitución
ocluye la dimensión ontológica del Dasein. Por estas razones, metafísica del concepto de sujeto conlleva no sólo ciertas limi-
un trabajo sobre los conceptos no puede entenderse como algo taciones al reducir el hombre a sujeto (y el sujeto al hombre),
restringido a la dimensión teórica. Me interesa insistir sobre sino consecuencias políticas. Por ello, en un sentido restringi-
estos dos aspectos: de un lado, una indagación ontológica pre- do, acuerdan los autores en cuestionar estas consecuencias, en
gunta por los conceptos en tanto sentidos sedimentados en la cada caso en su especificidad: el dominio técnico del mundo,
facticidad, y pregunta no sólo por su constitución histórica sino la exclusión o subordinación de lo no-humano, la fijación de
por el “modo de ser” supuesto en los mismos. De otro lado, una identidad estable como sujeto supuesto. En un sentido
un trabajo sobre sentidos sedimentados, sobre los conceptos, amplio, cada uno de los autores supone posiciones diversas:
debe atender a cómo operan en cada práctica, institución, uso. para Heidegger sólo en la destrucción del sujeto se puede abrir
Reducir esto último a una supuesta metafísica reproduce como al Dasein, para Derrida resulta irreductible el sujeto como cál-
método la reducción a la unidad que se le endilga a la misma culo pero siempre en vistas a lo incalculable, para Nancy al
metafísica. reinventar el sujeto como alguien se da lugar a otra política.
De modo que la pregunta por el sujeto se dirige a mostrar En estos términos, se puede plantear la pregunta por la posi-
su constitución metafísica, pero por ello mismo se trata de po- bilidad o necesidad romper con el concepto de sujeto. Aún en
ner en práctica un modo singular de trabajar con los conceptos. sus redefiniciones, resta la tensión entre los autores abordados
O para decirlo de otro modo, el trabajo sobre el concepto de en la necesidad o no de una apuesta por la singularidad o la
sujeto evidencia un modo de entender la práctica teórica, o la unicidad. Pues si bien no bajo la figura del sujeto, la unicidad
filosofía a secas, que muestra cómo se han sedimentado ciertos puede llevar a una reinvención de lo propio o excepcional.
sentidos que atraviesan diversas instancias, pero que al mos-

62 63
Emmanuel Biset

En este sentido, el trabajo crítico no puede dejar de cues- Sujeto y alteridad


tionar una lógica de la excepcionalidad que conlleva una po-
lítica sacrificial, es decir, donde la fijación de lo propiamente
Problemas y desplazamientos desde una
humano establece una diferenciación con no-humanos sacrifi- perspectiva decolonial
cables70. Si no se quiere reinventar una lógica de la propiedad o
de la excepción, quizá todavía la noción de diferencia sirva para
comprender un concepto de sujeto que no es ni efecto ni acon-
tecimiento. Pues si la diferencia es también polemos se puede Sofía Soria
pensar la constitución material de los sujetos como procesos
de diferenciación. Sujeto que no es la ruptura acontecimental
con una situación o estructura dada, tampoco un efecto de la ¿Es que el pensante no se ha expuesto ya —más
misma, sino un pliegue: que abre y cierra cada vez. Sujetos, allá de la presencia del otro, iluminada sin ambages
individuales o colectivos, que al mismo tiempo que se piensan como visible— a la desnudez sin defensas del rostro,
constituidos por una serie de diferencias materiales, son ese patrimonio o miseria de lo humano? ¿No se ha
pliegue que requiere y recusa la referencia a lo uno. expuesto a la miseria de la desnudez, pero también
a la soledad del rostro y, por tanto, al imperativo
categórico de asumir la responsabilidad por esa
miseria?
Emmanuel Levinas

1. Introducción

Desde el momento en que la autoridad de la noción moderna


de sujeto fue puesta bajo sospecha y sometida a deconstruc-
ción, diversos proyectos intelectuales no han dejado de tema-
tizar las consecuencias teóricas y prácticas de su reducción a
diversas figuras de lo universal, lo abstracto, lo civilizatorio,
lo propiamente humano. De hecho, distintas elaboraciones
contemporáneas han indicado una y otra vez que allí donde
parece estar su verdad no hay más que la ficción de un funda-
mento que es preciso interrogar.
En este contexto, una perspectiva decolonial demarca el
problema del sujeto a partir de una singular crítica de la mo-
70.  La ruptura con el sujeto como excepción es también un cuestionamiento dernidad, pues en el señalamiento de la co-constitución entre
a su estatuto heroico, tal como analizan Juan Manuel Reynares y Fernando
modernidad y patrón de poder colonial, la cuestión del suje-
Chávez Solca en sus capítulos.

64 65
Sofía Soria Sujeto y alteridad

to cobra forma a través de la problematización de una lógica go, en el reconocimiento de esa herencia, desde los últimos
de poder racializante y deshumanizante inaugurada por la veinte años viene consolidándose una perspectiva que busca
empresa colonial y continuada bajo diversas formas políti- dislocar, al tiempo que extender a otro territorio de pregun-
co-institucionales hasta nuestros días. La naturalización y tas y problemas, la crítica de la modernidad1. Conocida bajo
extensión de esa lógica, tematizada como el lado colonial de los nombres de modernidad/colonialidad, giro o inflexión
la modernidad, es la que hizo posible la conformación de una decolonial, esta perspectiva se caracteriza por un singular
subjetividad moderna fundada en la violencia y apropiación desplazamiento que supone la valoración del espacio como
del otro; esto es, la conformación de un sujeto moderno que, locus desde el cual emplazar un doble movimiento: por un
al autoafirmarse como encarnación de lo universal, da lugar lado, una operación crítica a través de la espacialización de la
al otro como simple diferencia destinada a existir bajo distin- modernidad; por otro lado, una recuperación de temas y pro-
tas modalidades de la inferioridad y dispensabilidad. Así, al blemas acallados por una modernidad entendida en sentido
tiempo que muestra la violencia constitutiva de la modernidad estrictamente temporal.
europeo-occidental y sus implicancias políticas, epistémicas Centrar el problema en la cuestión del espacio supone des-
y subjetivas, esta perspectiva avanza en una propuesta teóri- articular un discurso sobre la modernidad como temporalidad,
co-política orientada a un giro decolonial en el que la alteridad es decir, como momento particular dentro del desenvolvimien-
es una apuesta fundamental. to de la historia en el que resuenan promesas evolutivas, eman-
El recorrido que sigo en este texto se traza, entonces, desde cipatorias y redentoras, ya sea en términos religiosos, políticos
los núcleos problemáticos delineados por la perspectiva deco- o civilizatorios. De este modo, la operación crítica consiste en
lonial, particularmente aquellos que se desarrollan en torno al señalar que la modernidad ha resultado no sólo de la subor-
concepto de colonialidad del ser. Desde allí, presento el modo dinación del espacio en el discurso que la legitima como tem-
en que se problematiza la relación sujeto-otro en el marco de la poralidad, sino también de una débil presencia de la pregunta
modernidad y los desplazamientos que delinean una apertura por el espacio como signo e invisibilización de su violencia
decolonial. Finalmente, sugiero interrogantes con la intención constitutiva. El resultado de esta operación crítica es una visión
de escenificar algunas tensiones que creo preciso explorar, sobre la modernidad que sitúa su origen y condición de posi-
sobre todo aquellas que se desprenden de la vocación por ar-
ticular un nuevo humanismo fundado en la noción de damné. 1.  Para una apreciación detallada sobre las personas, trayectorias, eventos,
temas y espacios institucionales implicados en la conformación de este
proyecto intelectual, cf. S. Castro-Gómez y R. Grosfoguel, “Prólogo. Giro
2. Tiempo, espacio y crítica de la modernidad decolonial, teoría crítica y pensamiento heterárquico”, en: El giro decolonial.
Reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global, S.
La crítica de la modernidad y sus implicancias metafísicas, Castro-Gómez y R. Grosfoguel (eds.), Bogotá, Siglo del Hombre Editores,
epistémicas y políticas no es, por cierto, un asunto que haya Universidad Central, Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos
y Pontificia Universidad Javeriana, Instituto Pensar, 2007, pp. 9-23; W.
estado ausente en las principales matrices de pensamiento que
Mignolo, “El pensamiento decolonial: desprendimiento y apertura. Un
nutren la actual reflexión en las humanidades y las ciencias manifiesto”, en: El giro decolonial. Reflexiones para una diversidad epistémica
sociales. De hecho, muchas elaboraciones contemporáneas no más allá del capitalismo global, S. Castro-Gómez y R. Grosfoguel (eds.),
dejan de reconocer sus influencias más importantes en teori- Bogotá, Siglo del Hombre Editores, Universidad Central, Instituto de
zaciones nacidas hace más de un siglo, sobre todo aquellas Estudios Sociales Contemporáneos y Pontificia Universidad Javeriana,
que aun viviendo el auge de la promesa moderna supieron Instituto Pensar, 2007, pp. 25-46; E. Restrepo y A. Rojas, Inflexión decolonial:
fuentes, conceptos y cuestionamientos, Popayán, Universidad del Cauca, 2010,
trazar interesantes y perspicaces modulaciones. Sin embar- pp. 13-40.

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Sofía Soria Sujeto y alteridad

bilidad en la conquista de un espacio y su simbolización como la Historia Mundial. Es decir, nunca hubo empírica-
falta, destiempo e inferioridad. Lo que, en términos de hechos mente Historia Mundial hasta el 1492 (como fecha de
históricos, no es más que la conquista de América durante los iniciación del despliegue del Sistema-mundo)3.
siglos XV-XVI y su conformación como referencia espacial sub-
De lo que se trata es de recuperar conceptos tales como siste-
alterna dentro de una geopolítica global2.
ma-mundo, centro-periferia, geopolítica y eurocentrismo para,
En efecto, las categorías espaciales serán utilizadas no sólo desde allí, avanzar en la problematización de la modernidad
para desenmascarar el carácter provinciano de los eventos como proceso material y simbólico que no puede pensarse por
ocurridos en Italia, Francia, Alemania e Inglaterra que fueron fuera de su relación con prácticas políticas, culturales, econó-
erigidos como símbolo de emancipación humana mediante la micas y epistémicas que resultaron en la conformación de una
razón, sino también para mostrar cómo esa ficción ha sido fun- cartografía mundial que reservó lugares desiguales para dis-
damental para estructurar al viejo continente como centro del tintos países, regiones y poblaciones. Cuestión que conduce a
mundo y periferizar otras regiones del globo, dando lugar a lo mirar la modernidad desde su violencia constitutiva.
que se conoce como eurocentrismo. En este sentido, Enrique
Esta violencia constitutiva de la modernidad es lo que será
Dussel habla de dos conceptos de modernidad:
nombrado con el concepto de colonialidad. Partiendo del su-
El primero es eurocéntrico, provinciano, regional. La puesto de que no puede pensarse la modernidad sin la colonia-
modernidad es una emancipación, una ‘salida’ de la lidad, dando lugar a la expresión modernidad/colonialidad4,
inmadurez por un esfuerzo de la razón como proceso esta perspectiva trabaja sobre ese aspecto invisibilizado en
crítico, que abre la humanidad a un nuevo desarrollo vistas de habitar otros lugares desde los cuales formular pro-
del ser humano. Este proceso se cumplirá en Europa, blemas vinculados a la desigualdad, tanto a nivel global como
esencialmente en el siglo XVIII […] Proponemos regional. Así, la colonialidad es entendida como el “lado oscuro
una segunda visión de ‘Modernidad’, en un sentido de la modernidad”, es decir, como su reverso constitutivo, en
mundial, y consistiría en definir como determinación tanto no expresa una simple casualidad histórica sino condi-
fundamental del mundo moderno el hecho de ser (sus ción de posibilidad y emergente de una modernidad eurocen-
Estados, ejércitos, economía, filosofía, etc.) ‘centro’ de trada. Es sobre la base de esta idea que se plantea la distinción
entre colonialismo y colonialidad, ya que la conclusión del pri-
2.  Podría decirse que, en esta recuperación de la centralidad del problema
del espacio, el proyecto de modernidad/colonialidad se inscribe en lo que
3.  E. Dussel, “Europa, modernidad y eurocentrismo”, en: La colonialidad del
se conoce como “giro espacial” dentro de las ciencias sociales y humanas.
saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas, E. Lander
Si bien las lecturas enmarcadas en el eje moderno/colonial no pueden
(comp.), Buenos Aires, CLACSO, 2000, pp. 45-46.
reducirse fácilmente a los ejes problemáticos de los campos disciplinares
que han sido particularmente receptivos y productivos en relación a dicho 4.  En la reconstrucción que E. Restrepo y A. Rojas hacen de esta perspectiva,
giro, el denominador común es la preocupación por el espacio como forma este aspecto se clarifica del siguiente modo: “[L]a barra ‘/’ oblicua indica
de sensibilidad a la especificidad y la diferencia, como así también una precisamente esta relación de constitución mutua de los términos, así como
crítica radical a la cronopolítica de la modernidad basada en la negación de la jerarquización entre los mismos. La colonialidad no es conceptualizada
la coetaneidad en el tiempo y la negación de la coexistencia epistémica. Cf. como una contingencia histórica superable con la modernidad ni como
S. Castro-Gómez y R. Grosfoguel, “Prólogo. Giro decolonial, teoría crítica y ‘desafortunada desviación’. Al contrario, la colonialidad es inmanente a
pensamiento heterárquico”, op. cit.; W. Mignolo, “El pensamiento decolonial: la modernidad, es decir, la colonialidad es articulada como la exterioridad
desprendimiento y apertura. Un manifiesto”, op. cit.; A. Boyer, “Hacia una constitutiva de la modernidad”. E. Restrepo y A. Rojas, Inflexión decolonial:
crítica de la razón geográfica”, en: Universitas Philosophica, Año 24, N° 49, 2007; fuentes, conceptos y cuestionamientos, Popayán, Universidad del Cauca, 2010,
B. Warf y S. Arias, The espacial turn, Londres, Routledge, 2009. p. 17.

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Sofía Soria Sujeto y alteridad

mero en tanto modalidad de organización política, jurídica y poscoloniales). En diálogo directo con la perspectiva del siste-
económica no supone necesariamente la desaparición de la co- ma-mundo, la teoría de la dependencia y los poscolonial studies6,
lonialidad entendida como patrón de poder basado en un pro- el problema de la determinación de lo social es tematizado a
ceso de institución y naturalización de jerarquías en distintos través de la discusión sobre cuáles de sus dimensiones deben
niveles de la vida social. De allí que las formas de dominación visibilizarse para explicar el origen, reproducción y transfor-
que inauguró el periodo colonial (primero en América, luego mación del poder que constituye las relaciones sociales, lo que
en África y Asia) no concluyeran con las luchas independen- no es sino una manera de discutir la clásica metáfora estructu-
tistas ni con la conformación de los Estado-nación, pues una ra-superestructura7. Sin dejar de reconocer la acertada crítica
estructura más compleja de separación, jerarquización y natu- que tales perspectivas hicieron y hacen sobre las prácticas eco-
ralización persiste y se consolida, aun hoy, bajo lo que algunos nómicas y discursivas sobre las que se fundan desigualdades
autores entienden como lógica de colonialidad global5. De este y jerarquías, se señala cómo muchas de sus teorizaciones han
modo, más que la superación de formas de poder coloniales, quedado entrampadas ya sea en la determinación económica,
una compleja estructura del poder se extiende hasta nuestros ya sea en la determinación simbólico-cultural de la domina-
días bajo diversas formas de explotación económica y a través ción. De lo que se sigue un intento de salida a través de lo que
de procesos de subalterización en el plano epistémico, político podríamos enunciar como culturalización de la forma econó-
y experiencial. mica capitalista a partir de la noción de raza. Veamos la lectura
En el terreno que van delimitando estas asunciones teóri- que ofrecen Castro-Gómez y Grosfoguel:
co-políticas resuenan conceptos surgidos en otros campos del
Desde la perspectiva decolonial manejada por el gru-
pensamiento contemporáneo, pues la dominación, el poder, la po modernidad/colonialidad, la cultura está siempre
desigualdad y la jerarquización son problemas que desde hace entrelazada a (y no derivada de) los procesos de la econo-
tiempo vienen siendo cuestionados. Sin embargo, la perspec- mía-política. Al igual que los estudios culturales y pos-
tiva de la modernidad/colonialidad podría resumirse en tres coloniales, reconocemos la estrecha imbricación entre
rasgos que delinean una pretensión de especificidad: un lugar capitalismo y cultura. El lenguaje, como bien lo han
de enunciación vinculado a lo latinoamericano; una particular mostrado Arturo Escobar […] y Walter Mignolo […],
lectura del problema de la determinación de lo social mediante
una salida que busca esquivar tanto el economicismo como el 6.  Los poscolonial studies remiten directamente al desarrollo anglosajón
culturalismo y, por último, un compromiso con la alteridad de esta perspectiva, de allí que se mantenga su denominación en idioma
que toma forma en una vocación teórica y política des-colonial. original. De hecho, desde la perspectiva de Castro-Gómez y Grosfoguel,
esta distinción servirá para enunciar a la perspectiva de la modernidad/
A partir del suceso de la conquista de América Latina y el colonialidad como estudios poscoloniales latino/latinoamericanos. Ibíd., p.
Caribe como principal referencia de su campo analítico, el pro- 14.
yecto de modernidad/colonialidad se nutre de discusiones so- 7.  Estas no son las únicas corrientes de pensamiento con las que se mantiene
bre la determinación de lo social e introduce, al mismo tiempo, un diálogo crítico, simplemente las retomo para sintetizar los ejes centrales
diferencias que la desligan de otras corrientes de pensamiento de diferenciación. De hecho, existen intentos de distanciamiento con el
(desde el marxismo y su relectura postestructuralista, hasta marxismo, el postestructuralismo, los estudios culturales y los estudios
la teoría de la dependencia latinoamericana y los estudios de la subalternidad. Pero, siguiendo las indicaciones de E. Restrepo y A.
Rojas, a pesar de que los principales referentes del proyecto de modernidad/
colonialidad tracen diferencias a sus ojos fundamentales, queda por explorar
5.  S. Castro-Gómez y R. Grosfoguel, “Prólogo. Giro decolonial, teoría crítica cuán atravesados están sus planteos por tales perspectivas. E. Restrepo y A.
y pensamiento heterárquico”, op. cit., p.13. Rojas, Inflexión decolonial: fuentes, conceptos y cuestionamientos, op. cit., p. 26.

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“sobredetermina”, no sólo la economía sino la reali- En estos términos, la pretensión de articular una clave de lectu-
dad social en su conjunto. Sin embargo, los estudios ra que no caiga en dos determinismos igualmente estériles —
culturales y poscoloniales han pasado por alto que no economicismo y culturalismo— pasa por mostrar que la forma
es posible entender el capitalismo global sin tener en económica capitalista es co-constitutiva de divisiones raciales
cuenta el modo como los discursos raciales organizan vinculadas, a su vez, con otros criterios de división igualmente
a la población del mundo en una división internacio-
estructurantes de la situación colonial (epistémicos, políticos,
nal del trabajo que tiene directas implicaciones eco-
nómicas: las “razas superiores” ocupan las posiciones
sexuales, experienciales). Entonces, teniendo en cuenta el
mejor remuneradas, mientras que las “inferiores” desplazamiento que el proyecto de modernidad/colonialidad
ejercen los trabajos más coercitivos y peor remunera- intenta introducir en relación a otros campos de pensamien-
dos. Es decir que, al igual que los estudios culturales to, sus distintas expresiones encuentran en la relación entre
y poscoloniales, el grupo modernidad/colonialidad re- estructuración del capitalismo mundial y jerarquización social
conoce el papel fundamental de las epistemes, pero les mediante la idea de raza una de sus principales unidades de
otorga un estatuto económico, tal como lo propone el análisis para abordar las relaciones de poder contemporáneas
análisis del sistema-mundo […] Para la mayoría de los en diversos contextos. Esto no significa enmarcar los desarro-
dependentistas, la “economía” era la esfera privilegia- llos teóricos en el terreno de la economía política, sino más bien
da del análisis social. Categorías tales como “género” trabajar sobre la hipótesis según la cual el patrón de poder que
y “raza” eran frecuentemente ignoradas, y cuando se
aún nos atraviesa no puede pensarse por fuera de la conquista
usaban eran reducidas a la “clase” o a los “intereses
de América y la correlativa configuración del capitalismo mun-
económicos de la burguesía”. Las ideas de Aníbal
Quijano representaron una de las pocas excepciones a dial, colonial y eurocentrado.
este enfoque. Su teoría de la “colonialidad del poder”
busca integrar las múltiples jerarquías de poder del 3. La colonialidad del poder
capitalismo histórico como parte de un mismo proce-
so histórico-estructural heterogéneo. Al centro de la Uno de los conceptos que permitió abrir un vasto campo de
“colonialidad del poder” está el patrón de poder colo- discusión y producción es el de colonialidad del poder. Como
nial que constituye la complejidad de los procesos de se ha advertido anteriormente, este concepto remite al nombre
acumulación capitalista articulados en una jerarquía de Aníbal Quijano9 y ha resultado central para los planteos de
racial/étnica global y sus clasificaciones derivativas de
superior/inferior, desarrollo/subdesarrollo, y pueblos 9.  A. Quijano, “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”,
civilizados/bárbaros […] Para Quijano no existe una en: La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas
“pre” o un “pos” de la jerarquía racial/étnica a escala latinoamericanas, E. Lander (comp.), Buenos Aires, CLACSO, 2000; A.
mundial en relación con el proceso de acumulación ca- Quijano “Colonialidad del poder y clasificación social”, en: Journal of
pitalista. Desde la formación inicial del sistema-mun- World-Systems Research, VI, N° 2, 2000. Vale aclarar que si bien Quijano es
do capitalista, la incesante acumulación de capital se la referencia obligada en relación al concepto de colonialidad del poder y
mezcló de manera compleja con los discursos racistas, el antecedente más visibilizado por las principales producciones dentro del
proyecto de modernidad/colonialidad, I. Wallerstein es un intelectual que
homofóbicos y sexistas del patriarcado europeo.8
ha contribuido al desarrollo del concepto. Este tipo de invisibilizaciones que
muchas veces se hacen como gesto anti-eurocéntrico comportan en ocasiones
simplificaciones y omisiones significativas, en este sentido coincido con las
indicaciones de E. Restrepo y A. Rojas: “[A]ntes que pretender afirmar que
8.  S. Castro-Gómez y R. Grosfoguel, “Prólogo. Giro decolonial, teoría crítica es Wallerstein quien introduce el término (lo cual no dejaría de ser una
y pensamiento heterárquico”, op. cit., pp. 16-19. curiosidad de nota al pie de página), nos interesa invitar a densificar las

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la perspectiva de la modernidad/colonialidad, en tanto consti- mación de América como espacio geocultural. En este marco,
tuye una de las líneas centrales que organiza las argumentacio- en contra de las interpretaciones que pretenden conservar el
nes en torno al patrón de poder moderno/colonial. De acuerdo carácter descriptivo de la noción de raza y situar únicamente al
a la mirada de este autor, la conformación de América Latina racismo en el registro de las relaciones de poder, Quijano deja
como espacio-tiempo fue contemporánea a un nuevo patrón claro que la noción de raza sintetiza un patrón de clasificación
de poder articulado alrededor de dos ejes: por un lado, la co- social con singularidades de acuerdo al momento histórico:
dificación de la diferencia entre conquistadores-conquistados mientras en el siglo XVI expresó diferencias de naturaleza bio-
en términos de raza; por otro lado, la subsunción de todas las lógica asociadas a grados de desarrollo mental y cultural10, en
formas de control del trabajo y sus productos a la forma-capi- el siglo XVII dicha diferencia comenzó a interpretarse en tér-
tal. Este concepto permite, así, pensar el suceso de la conquista minos de escalas de desarrollo histórico y dio lugar al mito de
como condición de posibilidad, al tiempo que emergente, de la modernidad como devenir que avanza desde lo primitivo/
un patrón de poder que se caracteriza por la articulación en- natural hacia lo avanzado/civilizado, finalmente, la sistemati-
tre capitalismo y una codificación racial de las diferencias que zación teórica de la relación entre desarrollo histórico y raza se
opera en diversas escalas y dimensiones, materiales y simbó- dará en el siglo XIX. Sobre esta base, lo que debe quedar claro
licas, de la existencia cotidiana y social (lo que no es otra cosa es que la idea raza está centralmente articulada a la naturali-
que la colonialidad tematizada como aspecto constitutivo del zación de jerarquías, es decir, a un proceso de construcción de
capitalismo mundial). diferencias como expresión de la naturaleza.
Al ofrecer este encuadre de pensamiento, este autor dis- La dirección que toman estos conceptos conduce a la rela-
cute el patrón de poder del capitalismo mundial a través de ción entre capitalismo, modernidad y eurocentrismo, lo que
la tematización de las relaciones intersubjetivas derivadas de centralmente significa que el patrón de poder que emerge con
la codificación racial, relaciones que serán nombradas con la la estructuración mundial del capitalismo está relacionado con
categoría de modernidad y problematizadas con la categoría un proceso de racialización que resultó en relaciones intersub-
de eurocentrismo. Por supuesto que dicha codificación racial jetivas marcadas por la desigualdad entre las identidades que
expresa aquí una modulación particular porque, como bien se las conforman —“indios”, “negros”, “blancos”, “mestizos”,
sabe, la raza como concepto dentro de una teoría con preten- entre otras— y por la naturalización de las posiciones y expe-
sión de cientificidad se consolida recién en el siglo XIX. De este riencias que resultan de esa desigual distribución del poder.
modo, la raza expresa un criterio de clasificación social que da En otras palabras, la modernidad que va cobrando forma con
lugar al racismo como forma de relación social predominante la consolidación del capitalismo mundial refiere al universo de
y característica del colonialismo moderno vinculado a la for-
10.  Según Quijano, las diferencias de naturaleza biológica quedaron
contribuciones y redes intelectuales en las que emergen propuestas como cristalizadas en el conocido debate de Valladolid donde se discutió el
las que se atribuyen de plano a Quijano. Para la ‘retórica oficial’ de la carácter plenamente humano de los “indios”. Cf. A. Quijano, “¡Qué tal
colectividad de argumentación de la inflexión decolonial, en la emergencia raza!”, en: Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, Vol. 6, N° 1, 2000,
de la conceptualización de la colonialidad Wallerstein es marginal y Quijano pp. 37-45. Sobre este punto, es preciso dejar planteada cierta duda sobre la
es el indiscutido héroe cultural […] El trabajo de Wallerstein, como el de pertinencia de esta apreciación, en tanto “[L]o que resulta más problemático
tantos otros intelectuales ocupados en analizar las historias concretas en las es la afirmación contundente de que en el debate de Valladolid la discusión
que se instituye y legitima el poder (Gramsci y Foucault, por citar dos de los versaba en torno a las ‘diferencias de naturaleza biológica’, algo que, como
más obvios) bien podría representar aportes significativos para la inflexión sabemos implica un anacronismo; la biología y la idea de diferencias de
decolonial”. E. Restrepo y A. Rojas, Inflexión decolonial: fuentes, conceptos y naturaleza biológica sólo es posible hasta mucho después”. E. Restrepo y A.
cuestionamientos, op. cit., pp. 113-114. Rojas, Inflexión decolonial: fuentes, conceptos y cuestionamientos, op. cit., p. 121.

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relaciones intersubjetivas derivadas de la racialización, mien- señalado que el poder, en este enfoque, es una malla
tras el signo eurocéntrico de ese universo remite al proceso de de relaciones de explotación/dominación/conflicto
conformación y naturalización de Europa como centro de la que se configuran entre las gentes en la disputa por el
historia, el conocimiento, la racionalidad y la civilización. La control del trabajo, de la “naturaleza” del sexo, de la
idea que engloba tanto la jerarquización racial como su natura- subjetividad y de la autoridad. Por lo tanto, el poder
no se reduce a las “relaciones de producción,” ni al
lización es la de colonialidad.
“orden y autoridad,” separadas o juntas. Y la clasifi-
Entonces, si el objetivo es problematizar el modo singular cación social se refiere a los lugares y a los roles de las
en que se articula el poder a partir del suceso de la conquista y gentes en el control del trabajo, sus recursos (incluidos
la correlativa conformación del capitalismo, la noción de clasi- los de la “naturaleza”) y sus productos; del sexo y
ficación social resultará clave para comprender la colonialidad sus productos; de la subjetividad y de sus productos
del poder. En los desarrollos más sobresalientes de Quijano, (ante todo el imaginario y el conocimiento); y de la au-
esta categoría discute de modo directo con la categoría de clase toridad, sus recursos y sus productos. En ese sentido
específico, toda posible teoría de la clasificación social
social y el uso privilegiado que le dieron las versiones más em-
de las gentes, requiere necesariamente indagar por la
pobrecidas del marxismo, principalmente el materialismo his-
historia, las condiciones y las determinaciones de una
tórico. Así, con la introducción de la idea de clasificación social, dada distribución de relaciones de poder en una socie-
cobran sentido algunas preguntas que parecen no encontrar dad […] Porque es esa distribución del poder entre las
resolución satisfactoria desde el marxismo ortodoxo: ¿desde gentes de una sociedad lo que las clasifica socialmente,
qué lugar llegan los sujetos y grupos a ocupar una posición en determina sus recíprocas relaciones y genera sus di-
las relaciones de producción?, o mejor, ¿cuál es la estructura de ferencias sociales, ya que sus características empíri-
poder que configura lugares o roles desde los cuales sujetos y camente observables y diferenciables son resultados
grupos pueden disputar el control en diversos ámbitos de lo de esas relaciones de poder, sus señales y sus huellas.
social (desde el trabajo hasta la subjetividad)? De todo esto re- Se puede partir de éstas para un primer momento y
sultan cruciales dos cuestiones: la naturaleza (y naturalización) un primer nivel de aprehensión de las relaciones de
poder, pero no tiene sentido hacer residir en ellas la
de las clasificaciones sociales y su incidencia en la configura-
naturaleza de su lugar en la sociedad. Es decir, su clase
ción de posibilidades para disputar/controlar diversos ámbitos
social.11
de la vida social. Lo que no es sino una particular manera de
conceptualizar el poder en el marco del capitalismo a través de De acuerdo a esta interpretación, no son las relaciones de pro-
la noción de clasificación social: ducción las que estructuran de manera predeterminada las
relaciones de poder en el sistema capitalista, sino una clasifica-
Por todo eso, es pertinente salir de la eurocéntrica ción social histórica y heterogéneamente articulada. Entonces,
teoría de las clases sociales y avanzar hacia una teo-
la colonialidad del poder refiere a ese proceso de clasificación
ría histórica de la clasificación social. El concepto de
social a partir del cual, en todo caso, puede articularse una cla-
clasificación social, en esta propuesta, se refiere a los
procesos de largo plazo en los cuales las gentes dispu- se social como lugar que estructura la desigualdad en un espa-
tan por el control de los ámbitos básicos de existencia cio-tiempo particular, pero no puede afirmarse la prexistencia
social y de cuyos resultados se configura un patrón de de esa clase social como lugar que determina las relaciones de
distribución del poder centrado en relaciones de ex- desigualdad en una sociedad. De esto no se sigue, al menos en
plotación/dominación/conflicto entre la población de
una sociedad y en una historia determinadas. Fue ya 11.  Ibíd., pp. 367-368.

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los planteos de Quijano, que la cuestión de las clases sociales 4. Del Sujeto al Dasein, del Dasein al damné
y el capitalismo sean reconducidos, vía una culturalización, a
un plano subsidiario para pensar el poder. Se trata más bien Como dimensión específica del patrón instituido por la colo-
de una complejización de la cuestión que de ningún modo ol- nialidad del poder, la noción de colonialidad del ser13 proble-
vida el eje central de discusión, porque “con la cuestión de las matiza los efectos de ese patrón en la experiencia de los sujetos
clases sociales, lo que realmente está en juego y lo que estuvo implicados en la situación colonial (tanto de aquellos situados
desde el comienzo en el propósito de quienes introdujeron la del lado de los dominadores como de los dominados). Quien
idea, es algo radicalmente distinto: la cuestión del poder en la ha trabajado con más detalle este concepto es el portorriqueño
sociedad”12. Nelson Maldonado-Torres, son sus diálogos con Heidegger,
Levinas, Fanon y Dussel los que convocan una reflexión sobre
Ahora bien, el concepto de colonialidad del poder funciona- los límites de un pensamiento filosófico que, en la deconstruc-
rá como núcleo argumental de muchas elaboraciones dirigidas ción de la metafísica occidental, no logra salir de sus trampas,
a tematizar otras dimensiones de la colonialidad, ya sea las ficciones y omisiones.
problematizaciones que se enmarcan en el concepto de colo-
nialidad del saber (que remite al ámbito del conocimiento) o en La trayectoria que lleva al desarrollo de este concepto se
el de colonialidad del ser (que refiere al plano de la experiencia inicia con la referencia a la colonialidad del poder que, como
y la subjetividad). Aunque resulta difícil sostener que estos vimos, remite a la conformación y reproducción de un patrón
conceptos dialogan explícitamente con las teorías del sujeto de poder más allá de la dominación explícita y formal del colo-
nacidas de la ampliamente discutida metafísica occidental, se nialismo. En este sentido, la colonialidad como forma específi-
puede decir sin lugar a dudas que existe en esta perspectiva ca de dominación inaugurada por el llamado descubrimiento
una crítica a la noción de sujeto moderno. En el plano epis- de América es el punto de partida de Maldonado-Torres para
témico, la colonialidad del saber estará dirigida a revisitar la situar en la raza y el racismo uno de los ejes que estructuran
separación sujeto-objeto para mostrar que la misma se tradujo lo que luego llamará la experiencia del colonizado. Estas ca-
en la autoafirmación de un sujeto moderno eurocentrado y en tegorías funcionan como uno de los factores que explican el
la objetualización de una alteridad colonizada a través de la in- modo en que la empresa colonial iniciada en el siglo XV tuvo
feriorización de sus lenguas y saberes. En el plano experiencial implicancias no sólo materiales, sino también subjetivas y ex-
y subjetivo, la colonialidad del ser visibilizará el modo en que perienciales a través de un proceso de diferenciación, clasifi-
el mundo moderno/colonial ha resultado en la configuración cación y subalternización. De este modo, si bien la raza y el
de un no-ser como experiencia. Es, entonces, la categoría de racismo no pueden remitirse más allá del siglo XIX, una actitud
colonialidad del ser la que abre más directamente una discu- propia de los colonizadores del siglo XV-XVI se instituye como
sión en torno al sujeto y de la que derivan reflexiones sobre las antecedente y condición de posibilidad de un tipo de subjeti-
implicancias políticas, ontológicas y éticas de la colonialidad vidad moderna. A través de esta operación argumentativa se
del poder. pretende sostener una doble hipótesis: por un lado, que la mo-
dernidad surge con la conquista de América; por otro lado, que
el yo como sustancia pensante que da sustento a la identidad
moderna encuentra un antecedente en el carácter racista de las

13.  Concepto inicialmente sugerido por Walter Mignolo en el marco de los


intercambios mantenidos entre los integrantes del proyecto de modernidad/
12.  Ídem. colonialidad hacia fines de los noventa.

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actitudes del colonizador durante el periodo colonial. De lo un proceso de racialización que produce un sujeto racializado
que se trata es de mostrar la articulación inescindible entre un como sujeto inferior y, en tanto tal, es puesto bajo sospecha y
sujeto práctico y un sujeto epistémico, en tanto el ego conquiro arrojado al mundo de lo prescindible, de allí que la duda sobre
antecede al ego cogito cartesiano: su humanidad se convierta en fundamento de la certidumbre
de la empresa colonial (que va desde la inferiorización sim-
De algún modo, puede decirse que el racismo científico y bólica hasta el exterminio físico). La duda como antecedente
la idea misma de raza fueron las expresiones explícitas de de la certidumbre (que en Descartes es la duda metódica fun-
una actitud más general y difundida sobre la humanidad cionando como fundamento del yo y del mundo) es el movi-
de sujetos colonizados y esclavizados en las Américas
miento por medio del cual Lo Mismo se autoafirma a través de
y en África, a finales del siglo XV y en el siglo XVI. Yo
la apropiación del otro. Según la visión de Maldonado-Torres,
sugeriría que lo que surgió entonces fue algo sutil, pero
a la vez más penetrante que lo que transpira a primera un escepticismo maniqueo misantrópico16, definido como
instancia en el concepto de raza: se trata de una actitud duda que funda la separación entre ego conquistador y ego
caracterizada por una sospecha permanente. Enrique conquistado, es igualmente central en la conformación y cri-
Dussel […] propone que Hernán Cortés dio expresión sis de la modernidad europea, cuya fuerza se cristaliza en el
a un ideal de subjetividad moderna, que puede deno- funcionamiento de diversas formas dicotómicas: colonizador
minarse como ego conquiro, el cual antecede al ego cogito. y colonizado, europeo y no-europeo, civilización y barbarie,
Esto sugiere que el significado del cogito cartesiano, para blanco y negro, hombre y mujer, cultura y naturaleza. Es el
la identidad moderna europea, tiene que entenderse en modus operandi de este escepticismo maniqueo misantrópico el
relación con un ideal no cuestionado de subjetividad, ex- que demarca una actitud imperial que identifica a los sujetos
presado en la noción de ego conquiro. La certidumbre del colonizados y racializados como dispensables.
sujeto en su tarea de conquistador precedió la certidum-
bre de Descartes sobre el “yo” como sustancia pensante La dispensabilidad de determinados sujetos y poblaciones
(res cogitans), y proveyó una forma de interpretarlo.14 pone en escena otro aspecto central que se inicia con la em-
presa colonial y que más tarde cristalizará en la vigencia de
De acuerdo a esta hipótesis de lectura, una actitud racista de-
finida como sospecha sobre la humanidad de los otros no sólo
se tradujo en una apropiación y subsunción del otro a la lógica Enrique Dussel, cuyo diálogo crítico con el esquema hegeliano sirve de
plataforma para fundamentar una crítica de la modernidad y una filosofía
de Lo Mismo, sino que también fue la antesala de la constitu- de la liberación. En los términos del propio Dussel: “La ‘Conquista’ es un
ción del sujeto moderno como tipo de subjetividad fundada proceso militar, práctico, violento que incluye dialécticamente al otro como
en la separación entre cosa pensante (res cogitans) y materia ‘Lo Mismo’. El otro, en su distinción, es negado como otro y es obligado,
(res extensa)15. Lo que se inaugura con la empresa colonial es subsumido, alienado a incorporarse a la Totalidad dominadora como cosa,
como instrumento, como oprimido, como ‘encomendado’, como ‘asalariado’
(en las futuras haciendas), o como africano esclavo (en los ingenios del azúcar
14.  N. Maldonado-Torres, “Sobre la colonialidad del ser: contribuciones u otros productos tropicales […] El ‘Yo conquistador’ es la proto-historia
al desarrollo de un concepto”, en: El giro decolonial. Reflexiones para una de la constitución del ego cogito, se ha llegado a un momento decisivo en
diversidad epistémica más allá del capitalismo global, S. Castro-Gómez y R. su constitución como subjetividad, como ‘Voluntad-de-Poder’”. E. Dussel,
Grosfoguel (eds.), Bogotá, Siglo del Hombre Editores, Universidad Central, 1492: el encubrimiento del otro. Hacia el origen del mito de la modernidad, La Paz,
Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos y Pontificia Universidad UMSA, Plural Editores, 1994, pp. 41-47.
Javeriana, Instituto Pensar, 2007, p. 133.
16.  Este concepto se nutre de la idea de colonialismo como maniqueísmo
15.  En el señalamiento de esta violencia constitutiva que constituye a la planteada por Frantz Fanon y de la idea de maniqueísmo como misantropía
subjetividad moderna, la referencia principal es la producción teórica de o anti-humanismo de Lewis Gordon.

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la lógica de la colonialidad: la no-ética de la guerra. Pues si En efecto, fue Heidegger quien introdujo en el pensamiento
esa dispensabilidad deriva de un proceso de racialización que filosófico una inflexión fundamental al cuestionar el olvido del
permite justificar la inferiorización del otro, lo que define el ser en la oclusión de la diferencia ontológica. Según su mirada,
carácter moderno del colonialismo —y, por lo tanto, de la co- la filosofía ha clausurado la pregunta por el ser al concebir-
lonialidad— es la radicalización y naturalización de la no-ética lo como un ente más entre otros entes, de lo que se sigue la
de la guerra. La no-ética de la guerra es tal porque afirma al necesidad de recuperar filosóficamente la centralidad de la
Sujeto (con mayúscula) y expulsa a determinados tipos de diferencia ontológica como distinción entre ser y ente18. La di-
otros a un ámbito de lo exterminable que toma forma a través ferencia ontológica pretende no sólo discutir la vigencia de una
de un sinfín de prácticas que abarcan desde genocidio hasta metafísica occidental que ha olvidado la cuestión del ser, sino
la esclavización, desde la objetivación científica hasta el con- que también pretende fundar un tipo de indagación totalmente
trol sexual. Y lo que permite convertir la excepcionalidad de nueva en la que sea posible dilucidar su especificidad, es decir,
la guerra en normalidad cotidiana es precisamente un proceso aclarar en qué consiste el ser. Esto servirá de base para sostener
de racialización que, como operación de clasificación e inferio- que el único ser para quien la pregunta por el ser es significa-
rización, permite sostener a la modernidad como paradigma tiva es el ser humano, pero para no caer en la trampa de cierto
de guerra. humanismo que afirma la centralidad del Hombre, el concepto
A partir del desarrollo de estas hipótesis y observaciones, que intentará apresar la singularidad del ser es Dasein o ser-ahí.
Maldonado-Torres avanza en la reflexión sobre la colonialidad El Dasein existe, está-ahí, arrojado al mundo, se singulariza en
del ser recorriendo los núcleos argumentales que Heidegger el encuentro con la posibilidad de la muerte: reconocerse como
trazó en Ser y Tiempo, no porque su planteo sirva de piedra an- ser-para-la-muerte le permite alcanzar su propia posibilidad y
gular para pensar esa dimensión específica de la colonialidad, desarrollar su proyecto de existencia, que no es más que lograr
sino porque ofrece un punto de vista inescapable en la reflexión su autenticidad. Al anticipar la posibilidad de la muerte —que
sobre el ser17. En este sentido, la recuperación del filósofo ale- en última instancia es reconocer la imposibilidad— el Dasein se
mán servirá para reflexionar sobre aquello que singulariza al desconecta de la normatividad del mundo, despliega su posi-
ser para, a partir de allí, problematizar si dentro de sus límites bilidad y alcanza su autenticidad.
es posible enmarcar la experiencia de los sujetos racializados Ahora bien, desde la perspectiva de Maldonado-Torres, es
producidos por la situación colonial. La cuestión central será, preciso preguntarse si el Dasein sirve para pensar la experiencia
entonces, ver en qué medida el ser heideggeriano, en su apues- de sujetos colonizados y racializados, lo que en otros términos
ta por superar las derivas de la metafísica occidental, aporta significa cuestionar si el reconocimiento del ser-para-la-muerte
elementos para pensar el ser en relación a la colonialidad. que otorga la posibilidad de la autenticidad es factible, y en
qué medida, en el caso de los sujetos subalternizados por la
empresa colonial. De allí que cobre sentido una distinción que
17.  Al respecto, Maldonado-Torres sostiene: “No creo que la concepción podríamos enunciar como diferencia entre ser-para-la-muerte
heideggeriana de la ontología, ni la primacía que él le da a la pregunta
sobre el ser, provean necesariamente las mayores bases para entender la
y ser-en-la-muerte, porque el problema radica justamente en
colonialidad o la descolonización, pero sus análisis de ser-en-el-mundo sirven
como punto de partida para entender los elementos claves del pensamiento 18.  Para una presentación más extensa y detallada sobre cómo en la
existencial, una tradición que ha ofrecido reflexiones importantes sobre la modernidad el hombre se instituye en sujeto a través del movimiento de
experiencia vivida por sujetos colonizados y racializados”. N. Maldonado- convertirse en fundamento del mundo y de sí-mismo (ente que fundamenta
Torres, “Sobre la colonialidad del ser: contribuciones al desarrollo de un el resto de los entes), puede consultarse el capítulo de Emmanuel Biset en
concepto”, op. cit., p. 141. este mismo libro.

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ver si la pregunta por el ser es posible en quienes no luchan Estas observaciones en torno al planteo heideggeriano intentan
contra la normatividad del mundo sino con una muerte que trazar los aspectos problemáticos de la diferencia ontológica.
acecha cotidianamente: Si bien su potencialidad radica en haber desarticulado algu-
nos supuestos del pensamiento occidental (como sostener, por
[S]i el recuento previo sobre la colonialidad en rela- ejemplo, al Hombre como fundamento del sentido del mundo),
ción con la no-ética de la guerra es plausible, entonces la diferencia ontológica cae en el olvido del aspecto colonial de
debe admitirse que el encuentro con la muerte, lejos la modernidad al no considerar la especificidad de los sujetos
de ser un evento extraordinario para sujetos racializa-
colonizados y racializados, pues más que seres-para-la-muer-
dos y colonizados, más bien es parte de su existencia
te, son seres que viven acechados por ella, de lo que resulta la
cotidiana. El colonizado no es un Dasein cualquiera, y
el encuentro con la posibilidad de la muerte no tiene configuración de una experiencia que se caracteriza por evadir
el mismo impacto o resultados que para alguien alie- una y otra vez esa posibilidad. Que la muerte sea un evento
nado o despersonalizado por virtud del “uno” […] ordinario en la vida de los colonizados clausura la posibilidad
El encuentro con la muerte siempre viene de alguna de alcanzar la autenticidad, ya que la despersonalización y
forma muy tarde, ya que la muerte está siempre a su deshumanización que los constituye como tales hace de ellos
lado como amenaza continua. Por esta razón la desco- un tipo particular de Dasein o, más precisamente, damnés20.
lonización, la des-racialización y la des-gener-acción, De todo esto resulta una particular lectura de Heidegger que,
en fin, la des-colonialidad, emerge, no tanto a partir al tiempo que reconoce la fecundidad de la crítica a las deri-
de un encuentro con la propia muerte, sino a partir vas epistemológicas de la filosofía occidental, plantea serias
de un deseo por evadir la muerte (no sólo la de uno, dudas sobre si es posible hablar de Dasein cuando se trata de
sino más todavía la de otros), como rasgo constitutivo
seres humanos que han sido expropiados de la posibilidad de
de su experiencia vivida. […] Heidegger, sin embargo,
pierde de vista la condición particular de sujetos en el
ser-propios. ¿Se trata de una trampa que el Sujeto le ha tendido
lado más oscuro de la línea de color, y el significado de al Dasein a través de Heidegger? Más allá de los argumentos
su experiencia vivida para la teorización del ser y para que se puedan ofrecer al respecto, lo que pone en escena el con-
la comprensión de las patologías de la modernidad. cepto de colonialidad del ser es la pregunta por la posibilidad
Irónicamente, Heidegger […] reconoce la existencia de de quienes han sido condenados a una vida de infierno y si
lo que llama el Dasein primitivo, pero no lo logra co- esa pregunta ha sido abarcada por elaboraciones conceptuales
nectar con el Dasein colonizado. En vez de hacer esto, que, como la de diferencia ontológica, han estado orientadas a
toma al Hombre europeo como modelo de Dasein, y una crítica radical del pensamiento moderno-occidental21.
olvida las relaciones de poder que operan en la misma
definición de ser primitivo. Heidegger olvidó que si el Precisamente, Maldonado-Torres apunta que el problema
concepto de Hombre es problemático, no es sólo por- fundamental de la civilización moderna occidental no es el
que éste es un concepto metafísico, sino también por- olvido del ser, tal como lo apuntara Heidegger, sino el olvido
que deja de lado la idea de que en la modernidad uno
no encuentra un modelo singular de lo humano. Lo 20.  El damné es el condenado y su teorización remite al planteo de Frantz
que uno encuentra, más bien, son relaciones de poder Fanon.
que crean un mundo de amos y esclavos perpetuos.19 21.  Aunque centrada en otros aspectos del planteo heideggeriano, la
crítica de Derrida apuntará también al Dasein como forma de humanismo
subrepticio en la que un “nos otros” permanece incuestionado en tanto no
19.  N. Maldonado-Torres, “Sobre la colonialidad del ser: contribuciones al tematiza la serie de exclusiones sobre las que se funda. Sobre este punto,
desarrollo de un concepto”, op. cit., p. 143. puede consultarse una vez más el capítulo de Emmanuel Biset en este libro.

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de quienes no-están-ahí: el reverso del ser-ahí que expresa el del sujeto colonizado y racializado, expresa la responsabilidad
Dasein. Es este olvido el que da consistencia a algunas suge- de una respuesta. Entonces ¿por qué continuar?23:
rencias fanonianas que el portorriqueño retoma bajo el nombre
de diferencia sub-ontológica o diferencia ontológica colonial. Es una pregunta que ilumina la condición de los con-
Mientras la diferencia ontológica heideggeriana permitió denados de la tierra. “¿Por qué continuar?” La pregun-
distinguir entre ser y ente, la diferencia sub-ontológica o dife- ta sólo está precedida por una expresión que revela a
primera instancia la presencia de la colonialidad del
rencia ontológica colonial abre la discusión sobre la distinción
ser: el grito/llanto. El grito/llanto: no una palabra sino
entre el Dasein y un sub- otro (el damné): mientras el primero
una interjección, es una llamada de atención a la pro-
existe y puede proyectar sus posibilidades a partir de la antici- pia existencia de uno. El grito/llanto es una expresión
pación de su propia muerte, el segundo vive su vida como una preteórica de la pregunta “¿por qué continuar?” Es
muerte incompleta. El damné es para la colonialidad del ser lo el grito/llanto que anima el nacimiento de la teoría y
que el Dasein es para la ontología fundamental. De allí que la el pensamiento crítico del condenado. El grito/llanto
colonialidad del ser intente expresar cómo la normalización de apunta a la condición existencial del mismo […] La co-
la excepcionalidad de la guerra se legitima a través de una cla- lonialidad del ser indica esos aspectos que producen
sificación racial que produce sujetos cuya existencia se asemeja una excepción del orden del ser: es como si ésta fuera
a una condena permanente. el producto del exceso del ser que, en su gesta por
continuar siendo y por evitar la interrupción de lo que
La teorización sobre la colonialidad del ser expresa una reside más allá del ser, produce aquello que lo man-
preocupación por la dimensión experiencial de los seres hu- tendrá siendo, el no-ser humano y un mundo inhuma-
manos que han sido exiliados del ámbito del ser, lo que supone no. La colonialidad del ser no se refiere, pues, mera-
el análisis de los procesos de estructuración y naturalización mente, a la reducción de lo particular a la generalidad
de las clasificaciones sociales y la indagación sobre sus efectos del concepto o a un horizonte de sentido específico,
en términos de las modalidades existenciales del condenado o sino a la violación del sentido de la alteridad humana,
damné. Lo que no es sino una apuesta por articular ser, espacio hasta el punto donde el alter-ego queda transformado
e historia, en tanto uno de sus propósitos sería mostrar precisa- en un sub-alter. Tal realidad, que acontece con regu-
mente cómo la lógica de la colonialidad —en tanto forma espe- laridad en situaciones de guerra, es transformada en
un asunto ordinario a través de la idea de raza, que
cífica de una violencia constitutiva— es parte de la historia de la
juega un rol crucial en la naturalización de la no-ética
modernidad y tiene como uno de sus resultados la producción de la guerra a través de prácticas de colonialismo y es-
de sujetos que sienten el mundo como un infierno ineludible22. clavitud racial. La colonialidad del ser no es, pues, un
Es en este sentido que la tematización de la colonialidad del momento inevitable o consecuencia natural de las di-
ser persigue ampliar la cuestión del ser mediante el planteo de námicas de creación de sentido. Aunque siempre está
problemas que invitan desplazar la mirada desde el Dasein al presente como posibilidad, ésta se muestra claramente
damné, o lo que podríamos enunciar como desplazamiento des- cuando la preservación del ser (en cualquiera de sus
de el Sujeto hacia la Alteridad. Esta vocación se revela en una determinaciones: ontologías nacionales e identitarias,
pregunta que, al tiempo que pretende iluminar la condición etc.) toma primacía sobre escuchar los gritos/llantos de
aquellos cuya humanidad es negada. La colonialidad
22.  N. Maldonado-Torres, “La topología del ser y la geopolítica del saber.
Modernidad, imperio, colonialidad”, en: Des-colonialidad del ser y del saber 23.  Esta es una pregunta que Maldonado-Torres recupera del planteo que
(videos indígenas y los límites coloniales de la izquierda), W. Mignolo, N. Lewis Gordon hace en Existentia Africana: Understanding Africana Existential
Maldonado-Torres y F. Shiwy, Buenos Aires, Del Signo, 2006, pp. 103-106. Thought, Nueva York, Routledge, 2000.

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del ser aparece en proyectos históricos e ideas de ci- de Maldonado-Torres es una invitación a pensar qué le ha sido
vilización, que incluyen como parte intrínseca de los expropiado al damné para hacer imposible su encuadre en la
mismos gestas coloniales de diversos tipos, inspiradas dimensión del ser y la respuesta será una: el dar; pues el acto
o legitimadas por la idea de raza y por el escepticismo de donación como fundante de la subjetividad no encuentra
misantrópico que la funda24. espacio en las condiciones de vida inauguradas por la situa-
De lo que se trata es de producir un desplazamiento que in- ción colonial, ya que éstas han abierto una grieta entre el orden
vita a situar la mirada en cómo el ser o Dasein sólo es posible del discurso y el decir de una subjetividad generosa. De esto
a través de una indiferencia ante el llamado del otro, de una se sigue un particular estatuto del damné: en tanto subjetividad
autoafirmación que evita su interrupción y que no puede es- obturada por la colonialidad del ser, expresa una situación
cuchar la interjección de su llanto. Un ser que traiciona a la social y un concepto trascendental al mismo tiempo, en tanto
alteridad al tomarla como su simple diferencia, es decir, como es el otro concreto que sufre pero también el que encarna la
el término que siempre se entiende en relación al ser, pero que obliteración de las huellas de una dimensión trans-ontológica,
nunca parece tener posibilidad de interrumpir el orden del ser esto es, una dimensión de donación y receptividad del otro que
desde su irreductible particularidad. Como puede apreciarse, funda la subjetividad y permite la justicia. De allí la importan-
estamos ya en la frontera que une la dimensión colonial con cia de una inflexión conceptual que habilite el pasaje del sujeto
la dimensión des-colonial dentro de los límites del concepto al otro, lo que significa situar la dimensión trans-ontológica
de colonialidad del ser, porque si la crítica consiste en señalar como fundamento del ser, ya que de mantener la idea heide-
cómo la empresa colonial ha deshumanizado a determinados ggeriana de una ontología como prioridad del ser se estaría
sujetos y poblaciones, la cuestión es asimismo mostrar no sólo traicionando la relación con el otro como fundante de la subje-
el modo en que la lógica de la colonialidad obtura la consti- tividad y posibilidad de lo común25.
tución de un tipo de subjetividad, sino también articular una Dar prioridad a esa dimensión trans-ontológica para ana-
propuesta que permita su comprensión y despliegue. Desde lizar la colonialidad y avanzar en su transformación, supone
esta perspectiva, la cuestión del sujeto adquiere entonces sin- entonces una singular comprensión de la vida en común que
gularidad no a partir de la pregunta ontológica por el ser, sino ubica la posibilidad del lazo social en la resolución siempre
a partir de la suposición de existencia de no-seres que conmue- fallida entre lo trans-ontológico y formas políticas concretas.
ve la relación sujeto- otro. Pero lo importante aquí no es denunciar la distancia entre
ambas dimensiones, sino asumir que la responsabilidad con el
5. La justicia más allá del sujeto y el eterno retorno de “lo otro es un más allá que, a pesar de que siempre se escapa, debe
humano”
25.  Con esto queda claro cómo la apropiación de Levinas delinea una
En el gesto de emplazar el problema del ser en el ámbito de la explícita diferencia con la ontología heideggeriana y sugiere la prioridad de
la ética en relación a la política. En este sentido: “[E]ste mundo —loco, salido
alteridad resuena el nombre de Emmanuel Levinas y su recep-
de quicio— ha atestiguado la tragedia brutal de la política que, según el autor
ción latinoamericana bajo el sello de Enrique Dussel. Al tomar de Totalidad e Infinito, escindida de la ética la ha negado con vehemencia.
como referencia los núcleos argumentales de una metafísica de De aquí la lucha desatada en un ‘cuerpo a cuerpo’ contra Heidegger. Pues,
la alteridad, la colonialidad del ser vista desde la perspectiva pareciera que ante el resuelto enraizamiento en la facticidad, que no tolera
ya la distinción entre ‘vida’ y ‘situación efectiva’ (Da-sein), se abriera una
nueva unidad entre vida y política”. M.M. Quintana, “Entre nos otros. La
24.  N. Maldonado-Torres, “Sobre la colonialidad del ser: contribuciones al radicalización de la alteridad en Levinas. Nuevos apuntes para el hambre
desarrollo de un concepto”, op. cit., pp. 150-151. del cíclope”, en: A parte Rei, N° 47, 2006, p. 3.

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ser asumida como posibilidad de una justicia que no puede ser no en una estructura maniquea entre amos y esclavos.
reducida a una mera relación yo- otro como política de recono- El ego conquiro u hombre imperial y el damné o condena-
cimiento. En otras palabras, se trata de ir más allá de la idea de do son el resultado de esta gesta. La colonización y la
sujeto, de romper con Lo Mismo que, en tanto objetivación de racialización son los modos concretos y conceptuales
una moralidad social, integra al otro como simple diferencia en por medio de los cuales estas ideas y modos de ser son
iniciados. Aquellas [las huellas] no pueden ser inter-
relación a una identidad (es decir, en relación al sujeto)26. En este
pretadas como eventos contingentes, con significado
sentido, el horizonte delineado por la metafísica de la alteridad social solamente, ni como momentos necesarios de
abre una discusión en la que lenguaje político y filosófico son una lógica ineluctable, proveniente de los griegos, sino
inescindibles, en tanto se trata de pensar dinámicas sociales como las expresiones de seres humanos que apuestan
estructuradas por el olvido de la dimensión trans-ontológica por el ser en su dinámica ambigua de proximidad y
para, desde allí, imaginar alternativas en las que la donación alejamiento (siempre fallido) de lo trans-ontológico.
y la receptividad recobren el estatuto de aquello que funda y Las opciones individuales, las dinámicas sociales, la
perturba. Así: epistemología, la ontología y la metafísica ética están
ligadas o relacionadas entre sí en este proyecto. El fue-
Que el ser tiene un aspecto colonial significa que una go que las une y las lanza en una trayectoria negativa
nueva dinámica surgió con la modernidad, en la cual el es la no-ética de la guerra […] De aquí el significado
reclamo de autonomía del ser se convierte en la oblite- preciso de la colonialidad del ser: la traición radical de
ración radical de las huellas de lo trans-ontológico, en lo trans-ontológico en la formación de un mundo don-
un proyecto que intenta transformar el mundo huma- de la ética de la guerra es naturalizada por medio de la
idea de raza. El damné es el producto de este proceso.
Y por eso su agencia necesita estar definida por una
26.  Lo Mismo es una de las maneras de nombrar la preminencia del oposición constante al paradigma de la guerra27.
Sujeto, de una totalidad cerrada que expresa una objetividad social que se
ha desconectado de la singularidad que le dio origen, cristalizando de este Dirigir los esfuerzos hacia un movimiento de descolonización
modo una alienación. Desde la perspectiva de la modernidad/colonialidad, consiste, por lo tanto, en observar el modo en que formas so-
el uso de estos conceptos expresan una crítica directa a la modernidad y
a determinados pensadores que constituyen su más acabada expresión. Al
ciales y políticas derivadas de la empresa colonial encarnan la
respecto, Dussel sostiene: “El hombre moderno al negar al otro, absoluto, traición al momento trans-ontológico que permite fundar lo so-
el otro que en este caso es el Dios del medioevo, se queda solo con el ego; cial en términos de generosidad y receptividad. Esto configura
y al quedarse como ego lo más grave no es que se quede sin Dios, sino que la preminencia de una ética de responsabilidad en la que el
se instituya él mismo como totalidad. En el ego cogito cartesiano, aunque otro no se reduce ni a un concepto, ni a un cálculo, ni a una re-
hay una ‘idea de Dios’, el hombre se queda solo como un ego solipsista, y
presentación, ni a una conciencia, sino que es lo absolutamente
ahora, en lugar de llamar al ser fysis, se llama a ese ser lo constituido desde,
por y en el ego; de tal manera que ya no es una totalidad física sino una otro: extranjeridad radical que viene como acontecimiento in-
totalidad egótica, un sujeto. El sujeto es el que constituye el ser de las cosas; esperado28. Un otro ante el cual sólo cabe la entrega amorosa
el ego cogito es el comienzo del Ich denke de Kant y el Ich arbeite de Marx,
un homo faber; hay diferencias con el tiempo, pero, en realidad son ‘lo
27.  N. Maldonado-Torres, “Sobre la colonialidad del ser: contribuciones al
mismo’. Tanto el ‘yo pienso’, que constituye la idea, como el ‘yo trabajo’,
desarrollo de un concepto”, op. cit., pp. 154-155.
que constituye el objeto cultural con valor económico, son momentos de una
historia en cuyo centro, en el supremo lugar, se encuentra Hegel”. E. Dussel, 28.  Lo absolutamente otro es, según el planteo levinasiano, aquello que
“Para una fundamentación filosófica de la liberación latinoamericana”, en: resiste a la relación yo- otro en la que un yo-libre que va hacia una alteridad,
Liberación latinoamericana y Emanuel Levinas, E. Dussel y D. Guillot, Buenos en tanto: “Nunca hay similitud en la posición. La relación no parte del
Aires, Bonum, 1975, p. 20. sujeto hacia el otro, decidida desde mi libertad, sino que siempre viene

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entendida como suspensión teleológica de la identidad en vías La actitud des-colonial no parte del asombro ni busca la
de la descolonización29, una entrega que expone el cuerpo como verdad, parte del horror y busca revertir la situación de indi-
apertura radical al cuerpo deshumanizado del otro, llegando ferencia con el otro. Busca dislocar una dialéctica del recono-
incluso al límite de la propia muerte. La autenticidad entonces cimiento imperial que sitúa al hombre blanco como término
no viene dada por la anticipación de la propia muerte, sino por del cual depende el reconocimiento de un sujeto en tanto que
el escándalo frente a la muerte del otro y la opción preferencial humano para remplazarla por una paradoja de la donación
por el damné. esclavo-esclavo:
La vocación descolonizadora se orienta a tematizar el modo
[L]a actitud des-colonial nace no a partir del “asom-
en que el pensamiento moderno occidental se relaciona con la bro” ante la naturaleza o lo usual, sino a partir del
gesta colonial y, así, mostrar cómo determinadas constelacio- “horror” o espanto ante la muerte. El pensador en
nes conceptuales no sólo articulan teorías sobre ciertos proble- este caso no busca meramente hallar la verdad sobre
mas sino que también se sostienen sobre supuestos que no per- un mundo que se le aparece como extraño, sino deter-
miten problematizar la relación entre pensamiento e historia, minar los problemas de un mundo que se le aparece
entre modernidad y colonialismo/colonialidad. Contra esto, la como perverso y de hallar las vías posibles para su
apuesta es poner en escena un conjunto de preguntas que pare- superación. La búsqueda de la verdad aquí está ins-
cen no haber sido objeto de preocupación incluso por aquellos pirada no por el desinterés teórico, sino por la no-in-
pensadores que articularon las versiones más críticas de las diferencia ante el otro, expresado en la urgencia de
tramas de saber-poder que estructuraron tanto el surgimiento contrarrestar el mundo de la muerte y de acabar con la
relación naturalizada entre amo y esclavo en todas sus
como la crisis de la modernidad. Este desplazamiento marca
formas. La teoría surge en este caso con un telos o fina-
los contornos de una actitud des-colonial en la que la idea de
lidad definida: esta es la restauración de lo humano o
descolonización, tan vieja quizás como el mundo moderno-co- la construcción del mundo del Tú, tal y como Fanon
lonial, está precedida por un sentimiento y un sentido del lo plantea.30
horror ante las maquinarias de la muerte y el sufrimiento de
La actitud des-colonial (vis-à-vis la actitud imperial)
sujetos colonizados y racializados, por un grito de espanto de plantea el rompimiento con la actitud natural colonial
un sujeto que no puede dejar de escandalizarse ante la dispen- y la dialéctica de reconocimiento imperial, aquella
sabilidad de otros sujetos. Es este aspecto afectivo el elemento que presupone que todo sujeto debe obtener reco-
germinal de un pensamiento crítico, transición del horror a la nocimiento del hombre blanco para adquirir sentido
producción teórica que sintetiza actitud y pensamiento en un completo de su humanidad. En la actitud des-colonial,
mismo gesto. el sujeto en la posición de esclavo no simplemente
busca reconocimiento sino que ofrece algo. Y ese al-
guien a quien lo ofrece no es el “amo” sino otro escla-
vo. El movimiento ético de esclavo a esclavo plantea
inicialmente hacia mí. En este sentido, saca de su reducto a la filosofía de la
subjetividad que parte siempre de un ‘yo puedo’ o de un ‘yo pienso’, para
una paradoja, pues envuelve la suspensión radical de
situarla en la pasividad de quien sufre un acontecimiento inesperado”. D. la dialéctica de reconocimiento dominante y de los
Guillot, “Introducción”, en: Totalidad e Infinito, E. Levinas, trad. D. Guillot, intereses inmediatos de los sujetos en cuestión. Así,
Salamanca, Sígueme, 1999, p. 37. podríamos decir que la dialéctica de reconocimien-
29.  En este punto, Maldonado-Torres remite al concepto de “amor des-
colonial” que la teórica chicana Chela Sandoval desarrolla a partir del 30.  N. Maldonado-Torres, “La descolonización y el giro des-colonial”, en:
diálogo con la noción de “deseo metafísico del otro” de Levinas. Tabula Rasa, N° 9, 2008, p. 67.

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to de señor y siervo, o amo y esclavo, encuentra su Forzar los límites de lo pensable a partir del énfasis en cier-
oposición más radical en la paradoja de la donación tos problemas y preguntas es, sin dudas, uno de los aspectos
y el reconocimiento entre esclavos que caracteriza la más fecundos de esta perspectiva, particularmente aquella que
actitud descolonial […] El giro de-colonial es también se traza a través del concepto de colonialidad del ser. Postular
un giro humanístico, que aspira, en parte, a completar un humanismo más allá del hombre y el sujeto, recuperar la
aquello que Europa pudo haber hecho pero que el ego
figura de la alteridad en virtud de un lazo social fundado en
conquiro hizo imposible: el reconocimiento de todo
humano como miembro real de una misma especie,
la donación y receptividad es, también, una interesante ma-
más allá de todo escepticismo misantrópico. Se trata, nera de conmover los fundamentos que estructuran diversas
puesto de otra manera, de sobrepasar la dialéctica del narrativas del reconocimiento del otro. Quedan, sin embargo,
reconocimiento imperial, e instaurar la paradoja de la resonando algunas preguntas: ¿cuáles son las implicancias
donación. En esto consistiría un nuevo humanismo.31 teórico-prácticas de dislocar la dialéctica amo-esclavo bajo las
figuras de “agencia del condenado”, “restauración de lo huma-
Una actitud des-colonial como ruptura de la dialéctica de re- no” y reconocimiento de “todo humano como miembro real de
conocimiento amo-esclavo en virtud de la instauración de una una misma especie”?, ¿es esa agencia la que se proyecta hacia
paradoja de la donación esclavo-esclavo que busca suspender la recuperación de un paraíso perdido y persigue cerrar el cír-
esa dialéctica y anteponer el acto de donación más allá del pro- culo de la reconciliación de lo humano consigo mismo?, ¿es
pio interés dan forma, así, a un decir teórico-práctico que busca esa agencia la interrupción de un tiempo en el que la masa se
una des-colonización inspirada en la “necesidad de agencia” convierte en sujeto?, ¿cómo se implican en esta apuesta agen-
del damné, en la construcción del mundo del tú32 y en la “res- cia y temporalidad?, ¿qué relación se establece entre espacio,
tauración de lo humano” para dar rúbrica a un giro humanís- alteridad y humanidad?, ¿será que la modernidad sigue persis-
tico que reconoce a “todo humano como miembro real de una tiendo en el acto de creer en la agencia como tiempo del sujeto
misma especie”. Humanismo que admite lo mejor del pensa- y en la alteridad como espacio de lo humano?34.
miento moderno, pero que traza su cartografía fundamental a
Con estas preguntas pretendo poner al menos en escena
partir de otras fuentes, sobre todo aquellas que han planteado
algunas tensiones que se derivan de la apuesta decolonial. Si
incluso desde tiempos de la conquista movimientos de des-co-
la dimensión trans-ontológica como instancia de la pregunta
lonización en el plano epistémico, político y subjetivo33.
por el no-ser y del problema de la justicia es lo que motiva la
posibilidad de un nuevo humanismo, las precauciones tendrán
que estar dirigidas precisamente a evitar el retorno de ciertas
31.  N. Maldonado-Torres, “Sobre la colonialidad del ser: contribuciones al ficciones o reducciones. En este sentido, se trata de no redu-
desarrollo de un concepto”, op. cit., pp. 158-161. cir la potencia de un pensamiento del damné a determinadas
32.  Una vez más, es F. Fanon quien inspira esta idea: “¿Superioridad?, narrativas de la agencia de los condenados fundadas sobre
¿Inferioridad? ¿Por qué no intentar, sencillamente, la prueba de tocar al otro, el supuesto de la historia como proceso de emancipación, en
sentir al otro, revelarme al otro? ¿Acaso no me ha sido dada mi libertad para tanto ello implicaría el riesgo de seguir sosteniendo una teleo-
edificar el mundo del Tú?”, Ibíd., p. 155.
33.  Desde los diversos planteos de la perspectiva de modernidad/
colonialidad son muchos los proyectos político-intelectuales que se
recuperan para trazar una cartografía alternativa de pensamiento, tales
como la actitud cimarrona, la atitude quilombola, las elaboraciones teóricas 34.  Para una consideración de la relación sujeto-agencia, pueden consultarse
de Aimé Césaire, Frantz Fanon, Waman Poma de Ayala, entre muchos otros. en este mismo libro los capítulos de Manuel Moyano y Natalia Martínez.

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logía histórica35. Y aún más, sostener la agencia del condenado la restitución, no reposa en un parentesco previo ni se colma
como temporalidad específica del sujeto supondría no sólo la con el acortamiento de una distancia, se alimenta más bien de
reactualización de una teleología, sino también la consagración un alejamiento, porque lo absolutamente otro es lo invisible,
de la praxis descolonizadora como momento de cumplimiento aquello que siempre escapa, que no puede ser cifrado en las
de “lo humano”36 y, con ello, una operación de despolitiza- narrativas del sujeto37 y que no puede anticiparse dentro de los
ción que no permite situar esa praxis y ese cumplimiento en límites de “lo humano”, pues de ese modo estaría apresado ya
el registro de una serie infinita de exclusiones. Asimismo, se en un concepto y estaríamos asistiendo a su traición.
trata de estar advertidos del riesgo de defender un humanismo
como recuperación de “lo propiamente humano”, de lo verda-
dera y universalmente humano confirmado por la pertenencia
a una misma especie, pues esto no sería más que la negación
de la radical contingencia de los límites que separan aquello
que se considera humano de aquello que no lo es. De lo que
se sigue otra advertencia: no caer en la trampa de asumir la
alteridad como espacio en el que se alojaría la posibilidad de
una humanidad reconciliada consigo misma, ello no sería más
que aceptar que las distintas configuraciones histórico-políti-
cas de la alteridad son el locus de una verdad entendida como
ausencia de violencia.
Si se trata de la fidelidad con una metafísica de la alteri-
dad, éstos y otros problemas exigen al menos consideración,
porque el deseo metafísico del otro no aspira al retorno ni a

35.  Este es un problema que ha sido oportunamente señalado por S.


Villalobos al momento de reflexionar sobre lo que él llama “dignificación
del subalterno”, donde permanece incuestionada una precomprensión de
la historia como proceso de emancipación y lucha por la conversión de la
masa (multitud) en sujeto. Cf. S. Villalobos, “Negatividad, deconstrucción
y política en el pensamiento contemporáneo”, en: Exclusiones: reflexiones
críticas sobre subalternidad, hegemonía y biopolítica, F. Victoriano y J. Osorio
(eds.), México, Anthropos, 2011, pp. 179-218.
36.  Algo similar sostiene A. Moreiras cuando reflexiona críticamente en 37.  Al respecto, dice Levinas: “El deseo metafísico no aspira al retorno,
torno a la teoría del sujeto y de la temporalidad que subyacen en la utopía de puesto que es deseo de un país en el que no nacimos. De un país
“descolonización infinita”. Según su mirada, una teoría de la temporalidad completamente extraño, que no ha sido nuestra patria y al que no iremos
es co-constitutiva a la descolonización infinita como parte de un paradigma nunca. El deseo metafísico no reposa en ningún parentesco previo […]
de la subjetividad, ya que la distinción misma entre historia y presente que Generosidad alimentada por lo Deseado y, en este sentido, relación que no
permite hacer de éste el momento histórico que se dispone a recuperar es desaparición de la distancia, que no es acercamiento, o, para ajustar con
un legado antes silenciado permite sostener que “el derecho a una clara mayor aproximación la esencia de la generosidad y de la bondad, relación
distinción temporal, entre historia y presente, es tan verdadero como el cuya positividad proviene del alejamiento, de la separación, puesto que se
derecho a ser sujetos”. A. Moreiras, Línea de sombra. El no sujeto de lo político, nutre, podría decirse, de su hambre”. E. Levinas, Totalidad e Infinito, op. cit.,
Santiago de Chile, Palinodia, 2006, p. 42. p. 58.

96 97
Sujeto y soberanía

Natalia Lorio

El problema de la soberanía en Georges Bataille se incardina


a una problematización mayor acerca de la subjetividad y las
formas de su apertura a la comunidad, poniendo en crisis la
noción de soberanía política moderna. De allí que en la sobe-
ranía batailleana pueda reconocerse la ampliación, la crítica y
la revaloración de la subjetividad y la experiencia humana. En
los desarrollos de la Suma ateológica (escrita durante la Segunda
Guerra Mundial y que reúne La experiencia interior, El culpable
y Sobre Nietzsche), la propuesta de soberanía batailleana puede
leerse a partir de tres ángulos en los que la muerte de Dios que
configura la ateología, el sacrificio del sujeto en la experiencia
interior y la apertura a la comunicación y la comunidad impo-
nen la concepción de una subjetividad desgarrada.
Es sabida la influencia del pensamiento nietzscheano en el
de Bataille, influencia que comienza tempranamente y que va
dejando sus huellas a lo largo de todo su desarrollo. Sea en los
textos de los años `30 en que muestra que la muerte de Dios
proclamada por Nietzsche se identifica con la figuración del
hombre sin cabeza, sea en los últimos textos en que el mismo
Nietzsche es tomado como paradigma de un pensamiento so-
berano, la soberanía entrevista por Bataille en él está vinculada
a su oposición a la servidumbre.
En este sentido, la imagen y símbolo con la que Bataille co-
mienza una de sus aventuras intelectuales y comunitarias más
conocidas, Acéphale, se revela como índice de todo el desarro-
llo de su impugnación a la racionalidad y subordinación de
la existencia a la proyección de medios y fines utilitarios. El

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Natalia Lorio Sujeto y soberanía

acéfalo es ilustrativo en tanto permite figurar la existencia libre darán en torno al desarrollo nietzscheano de una aristocrática
que se opone a la servidumbre (identificada con la cabeza), que antropología al distinguir entre hombres superiores y hombres
ya no está apresada bajo el mando del principio racional o la inferiores -que supone a su vez la necesidad de que perezcan
identidad1. Y así como ni el acéfalo ni el superhombre están los inferiores para el que se logre el ideal que encarna el hom-
atados a una temporalidad que mide el tiempo en términos bre superior-. Si bien se trata de una superioridad difícil, im-
utilitarios o subordinado a un proceso teleológico, la pérdi- probable, nunca propia del gran número, “cuyas condiciones
da del principio rector supone que ambos “están unidos con de vida son delicadas, complejas y difícilmente calculables”,
igual brillo a la posición del tiempo como objeto imperativo y Bataille no la tomará sin realizar sus propios deslizamientos.
libertad explosiva de la vida. En uno y otro caso, el tiempo se La complejidad de este aristocratismo nietzscheano no sólo
convierte en objeto de éxtasis”2. El éxtasis como temporalidad expresa la critica a los “enfermos, degenerados, decrépitos,
kairológica que rompe la cadena de sucesión cronológica y que dolientes por necesidad”3, sino que delinea ese “pathos de la
establece rupturas e incomensurabilidad, se asume como el distancia” que es índice y factor de la sociedad aristocrática
estallido de intensidad en el que el tiempo es transfigurado: por él mentada en tanto sostiene una escala de jerarquía y de
ya no se trata del tiempo de un sujeto o una comunidad que diferencia de valor entre un hombre y otro hombre (que impli-
en su suceder establece los plazos del trabajo y el descanso, de ca asimismo la esclavitud). El pathos de la distancia, surge
la producción y el consumo productivo, de la reproducción,
crecimiento y expiración, sino de la exaltación del instante. La de la inveterada diferencia entre los estamentos, de
magnitud de la muerte de Dios que implica nuevas formas de la permanente mirada a lo lejos y hacia abajo dirigida
pensar y experimentar el tiempo, formas de la libertad atadas por la clase dominante sobre los súbditos e instrumen-
también a la tragedia que tan bien se revelan en la imagen del tos, y de su ejercitación, asimismo permanente, en el
hombre sin cabeza, señala la pérdida del arché y el desgarra- obedecer y el mandar, en el mantener a los otros sub-
miento del principium individuationis. yugados y distanciados, no podría surgir tampoco en
modo alguno aquel otro pathos misterioso, aquel deseo
Estas primeras indicaciones derivan en una propuesta de de ampliar constantemente la distancia dentro del
subjetividad en la que se da la transfiguración de la existencia alma misma, la elaboración de estados siempre más
redimida ya de la identidad que la separa y la encierra en su elevados, más raros, más lejanos, más amplios, más
separación y no limitada al tiempo de la duración y del proyec- abarcadores, en una palabra, justamente la elevación
to que la encadena al primado de la razón. La importancia de del tipo “hombre”, la continua “auto-superación del
Nietzsche a este respecto no es menor, en quien Bataille recono- hombre”, para emplear en sentido sobremoral una
ce un gran avance en este sendero de insubordinación aunque, fórmula moral4.
claro está, realiza a su vez una lectura singular sin continuar
La propuesta de soberanía y de una subjetividad soberana en
aquellos desarrollos que siguen estableciendo distancias y dis-
Bataille lejos de asumir la diferencia de estamentos o necesitar
tinciones entre los hombres. Una de las rupturas de Bataille se
de súbditos, supone la insubordinación generalizada y la inte-
1.  Frente a la cabeza de la comunidad unitaria, Bataille opone una sociedad,
riorización de la insumisión: si bien hace necesarios a los otros,
en la que se recorta impolíticamente la comunidad acéfala. Cf. G. Bataille, no es para establecer diferencias jerárquicas entre ellos, sino para
Acéphale. Religión, sociología, filosofía. 1936-1939, trad. M. Martínez, Bs. As.,
Caja negra, 2005 y R. Esposito, Categorías de lo impolítico, trad. R. Raschella, 3.  F. Nietzsche, Más allá del Bien y del Mal, trad. A. Sánchez Pascual, Madrid,
Buenos Aires, Katz, 2006. Alianza, 1983, p. 88.
2.  G. Bataille, Acéphale, op. cit., p. 67. 4.  Ibíd., p. 219.

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Natalia Lorio Sujeto y soberanía

poder reconocer la incompletud que atraviesa a unos y otros. Se pecto de la negatividad hegeliana para, en segundo lugar, con-
atiene a una elaboración casi azaroza de estados raros, pero no para siderar la centralidad del sacrificio en su interpretación de la
forjar un orden (jerárquico), sino para ponerlo en jaque. De allí negatividad. Luego interesa mostrar cómo la heterogeneidad
que no sean pocas las distancias y modulaciones que establece que Bataille asume de la socioantropología francesa le permite
Bataille respecto a los ideales de sujeto y de sociedad nietzschea- poner en cuestión la economía de la conservación y desde allí
nos, por lo que es menester señalar algunas de las diferencias en repensar el sentido de lo sagrado y la comunicación. Por últi-
tanto en ellas se juega la apuesta crítica de Bataille por una sub- mo, desarrollamos cómo la crítica al sujeto y a la ontoteología
jetividad soberana (no-aristocrática): primero, el “enemigo” de se anudan en el desarrollo de un pensamiento de la comunidad
Bataille no es necesariamente el cristianismo (ni el platonismo que implica la ampliación de la soberanía.
socrático), sino que es más bien la moral y la imagen de hombre
que se deriva de la reducción del hombre a la racionalidad y a 1. Negatividad
la utilidad, en síntesis, el burgués. En segundo lugar, Bataille da
lugar a lo bajo gracias a la vertiente gnóstica en su pensamiento, La antropología filosófica hegeliana nos ha puesto sobre avi-
que le permite dar cabida a lo bajo, defectuoso y no caer en cierto so que ser hombre es ponerse en valor más allá de la simple
aristocratismo. En tercer lugar, a partir de la importancia que le vida –principio que será sostenido y puesto en cuestión por
brinda a la noción de “heterogéneo”, puede pensar una suerte Bataille-. Ya en la antropogénesis hegeliana que retoma Kojève
de identidad entre lo elevado y lo bajo en tanto ambos se distan- la médula de este principio está presente: la negatividad de la
cian de la media, o de lo homogéneo. sustancia (identificable con el sujeto) hace que el nacimiento
Desde aquí la potencia de ese tipo de subjetividad que del hombre esté atado al riesgo de muerte, en tanto la negati-
entrevé en Nietzsche pero que despliega en otras direcciones vidad habita en el seno mismo de su vida: el hombre es aquel
bajo la impronta de lo heterogéneo, de lo maldito y del valor que no sólo pone en peligro su sostén natural, sino que tiene la
del inconsciente que Bataille incorpora a su crítica al sujeto. Si certeza subjetiva de ser un valor autónomo, enfrentándose al
bien el “hombre integral” nietzscheano es recuperado, no lo mundo (por medio de la acción y la transformación del mundo
será sin reconocer el valor la insubordinación monstruosa al por el trabajo) y a los otros (luchando por ser reconocido como
régimen de los placeres y lo bajo (con Sade), o el valor de las sujeto autónomo). Sin embargo, la puesta en riesgo tiene un
pulsiones eróticas y tanáticas y de las formas del inconscien- sentido ulterior al riesgo mismo: el fin de la lucha es ser re-
tes (con Freud), o reconociendo el valor de la negatividad y la conocido como sujeto, emerger como autoconciencia, emerger
nada (Hegel) y menos aún sin reconocer el valor de lo sagrado como sujeto autónomo y separado. Si bien Bataille retomará
en tanto heterogéneo a la razón y motor de lazos comunionales elementos de la antropogénesis hegeliana, pondrá en cuestión
(con Durkheim y Mauss). la forma que cobra la negatividad que la misma implica, en
tanto que allí no tiene cabida ningún resto (o negatividad sin
Para dar cuenta del vínculo estrecho entre la noción de so- empleo) que no desea “recuperar” para sí ni desencadena nin-
beranía y la cuestión del sujeto que propone Bataille – en el gún reconocimiento al estilo Amo/Esclavo.
que se conjugan la crítica al sujeto entendido en tanto sustrato/
sustancia y en tanto súbdito-, el presente texto desarrolla los En la carta a Kojève en la que polemiza el sentido de la ne-
corrimientos y deslizamientos que establece Bataille respecto gatividad5, Bataille establece el corrimiento respecto al modo
de nociones y tradiciones que le permiten dar cuenta de la
soberanía como subjetividad desgarrada. Para ello, en primer 5.  Carta de 1937 en la que se teje la polémica en torno al sentido de la
lugar partimos de los deslizamientos que establece Bataille res- negatividad en la historia, que ha vuelto a tener vigencia a partir de lecturas

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Natalia Lorio Sujeto y soberanía

de interpretar la negatividad, en cuyo deslizamiento es posible impronta nietzscheana-trágica que supone el rebasamiento de
entrever el motivo que recorre la relación sujeto-soberano, allí la existencia fragmentaria signada por la función, hacia lo he-
dice: “Por lo que a mi respecta, la negatividad que me perte- terogéneo a la razón (o sagrado o lo inconsciente o esos puntos
nece no ha renunciado a emplearse sino desde el momento en ciegos del entendimiento que hacen que la vida se deslice hacia lo
que ya no tenía empleo: es la negatividad de un hombre que ya desconocido). La apuesta que Bataille redobla frente a la nega-
no tiene nada que hacer”6. tividad de la acción (del trabajo, de la política, de la economía)
La negatividad a la que hace alusión Bataille se distingue de la cobra el signo – en los desarrollos de los años ´40- de la puesta
negatividad de la acción, es más bien la negatividad del arte o de la en cuestión. La negatividad como puesta en cuestión del sistema
religión, que pudiendo ser objetivada no es reconocida como tal. El hegeliano (cerrado), establece las rupturas o aberturas en esa
resto no reconocido ni asimilable al que hace alusión es el resto de homogeneidad por la risa, la poesía, el sacrificio, en suma, por
esa negatividad sin empleo desde la que surge como contrafigura las formas del gasto: “La negatividad es ese doble movimiento
(frente al amo y el esclavo) el soberano. El resto no asimilable, la de puesta en acción y de puesta en cuestión (…) El hombre es
negatividad a la que no le cabe un empleo fuera de sí misma hace este doble movimiento” 9.
alusión a lo sagrado que no refiere a una divinidad, sino a la inma- Desde aquí, en los planteos antropológicos que Bataille de-
nencia quebrada, desgarrada (déchirement) y aquellas experiencias sarrollará a partir del hegelianismo kojèviano, puede recono-
que desgarran al sujeto y lo ponen en comunicación con su herida cerse ese giro que dará en torno a las figuras de señor y siervo
(por lo que el sacrificio será central en su pensamiento). (Amo / Esclavo), al proponer la noción de soberanía como un
Desde esta economía de la negatividad, la existencia huma- modo de la subjetividad que escapa de la negatividad dialécti-
na se tensa entre la búsqueda de satisfacción y la necesidad de ca atada al proyecto: no sólo la acción, el proyecto y el trabajo
no estar fragmentada (aunque esto implique la insatisfacción), configuran al sujeto humano. La negatividad de la puesta en
pero en esa tensión Bataille será critico de esa renuncia o mu- cuestión (de esa negatividad positiva o edificante si es que es po-
tilación silenciosa que hace que un sujeto acceda sin violencia sible llamarla así) es el rasgo de la subjetividad insubordinada
a la “renuncia a convertirse en un hombre entero7, para no ser a los medios y fines del trabajo, el proyecto y la duración.
más que una de las funciones de la sociedad humana”8. En los artículos “Hegel, la muerte y el sacrificio” de 1955 y
Entonces ¿qué tipo de subjetividad se prefigura en el re- “Hegel, el hombre y la historia” de 1956 Bataille retoma en gran
verso de la existencia fragmentada?, ¿qué caracteres tiene la parte la antropogénesis que Kojève describirá en el seminario
existencia total, esa que responde a la necesidad del hombre de los años 33-39, pero volverá sobre Hegel, sobre aquello que
entero, a la subjetividad soberana? Se hace preciso ampliar la en Hegel hay de desgarrado, queriendo acentuar esa desgarra-
dura. La figuración que propone Bataille del sujeto está atrave-
como la de Agamben. En este volumen puede encontrarse la referencia a sada entonces por una negatividad negativa que no se cumple,
esta discusión en el texto de Manuel Moyano. que no puede acabarse, que se promete a su propia pérdida.
6.  G. Bataille, Escritos sobre Hegel, trad. I. Herrera, Madrid, Arena Libros, Se traza así la idea de una negatividad desgarrada, donde el
2005, p. 85. sentido no puede captarse “al final del tiempo (Hegel), [ni] fue-
7.  En Acéphale está presente la mención al hombre entero, que tanto Bataille
ra del tiempo (Platón)”, bajo el aspecto de algo necesario; sino
como Klossowski refieren al hombre integral de Sade (que se opone a servir,
se niega a funcionar).
8.  G. Bataille en D. Hollier, El colegio de sociología, trad. M. Armiño, Madrid, 9.  G. Bataille, El Culpable, seguido de El aleluya y fragmentos inéditos, trad.
Taurus, 1982, p. 29. F. Savater, Madrid, Taurus, 1981, p. 153.

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Natalia Lorio Sujeto y soberanía

que sólo resta la suerte, como ese efecto de la puesta en juego 2. Sacrificio
de fragmentos.
El sentido que cobra la comunicación como puesta en juego11
En esta suerte de ontología negativa, lejos de considerar en Bataille nos lleva a considerarla en tensión con la dialéctica
aisladamente los seres y el mundo como algo cerrado y sepa- del reconocimiento hegeliana: es allí donde se juega la novedad
rado, lejos de emerger el sujeto como fruto madurado de la del planteo batailleano respecto a la subjetividad soberana.
lucha, la acción y la producción, el sujeto aparece como una En este planteo de la soberanía en el que Bataille llevará a sus
improbablidad ligada a la suerte (chance) de encuentros asi- límites las figuras del amo y el esclavo hegelianos, se cruzan
mismo improbables. En este marco, el sujeto está atado a la planteos ligados a la muerte y la posición del hombre frente a
ambivalente situación en la que por un lado pretende su auto- ella, el tiempo, la acción, el trabajo, el prestigio y el sacrificio.
nomía, duración y conservación, pero a la vez constata que la
permanencia en ese régimen de postergación o de medianidad Será el sacrificio el fenómeno paradigmático para pensar la
( en la que los fines siempre son medios para otros fines y otros subversión de una subjetividad que no se configura ni como
medios y así indefinidamente) lo relega a una experiencia de amo ni como esclavo: da cuenta de la negatividad vinculada
su subjetividad en la que él es otro medio más. a la muerte, pero asumiendo la pérdida y destrucción que la
misma implica, es decir, llevando hasta las últimas consecuen-
Si la autonomía del sujeto moderno (racional y consciente cias aquello que en la Fenomenología del espíritu aparece como
de su valor autónomo) es el elemento central que brinda senti- puesta en escena: “No es Hegel aisladamente, es la humanidad
do a la distancia y las relaciones de unos hombres con otros y entera la que en todas partes y siempre ha querido captar me-
de la relación del hombre con el mundo, Bataille establecerá un diante un rodeo aquello que la muerte al mismo tiempo le daba
descentramiento respecto de la posición del sujeto al sostener y le sustraía”12. En este sentido, la diferencia del sacrificio está
que la médula de una subjetividad soberana o insubordinada en que señala un tipo de conocimiento sensible de la muerte, a
no es concebible sino desde la intermitencia bajo la que se da la vez que el discurso le falta, o se le hurta. Bataille apuntala esa
la comunicación, el contagio, “lo que pasa de uno a otros cuando dimensión emotiva que, podríamos decir, entraña una verdad
reímos, cuando nos amamos: imaginándolo, la inmensidad se no discursiva13: el horror sagrado ante el que se encuentra el
me abre y me pierdo en ella”10. El sujeto ya no se concibe desde hombre del sacrificio “abre como un telón de fondo hacia un
la autoconservación de su autonomía, sino desde el derroche y más allá de este mundo, transfigurando las cosas y destruyen-
la pérdida de aquello que se consideraba más propio. do su sentido limitado”14. La apertura del telón, lleva a poner
Lo impropio frente a lo propio atraviesa de parte a parte la
puesta en cuestión batailleana del sujeto moderno. La pérdida 11.  La comunicación debería ser considerada a la luz de una suerte de
de los límites, el temblor de los mismos es el que posibilita un ontología de la insuficiencia que abre a pensar en la comunicación en tanto
tipo de negatividad que no se subsume en una economía de la rasgadura de los seres.
conservación del sujeto en su individualidad: es su despilfarro, 12.  G. Bataille, Escritos sobre Hegel, op.cit., p. 25.
su pérdida lo que posibilita la experiencia de comunicación y 13.  Aunque luego esa verdad sea llevada al discurso y narrada, Bataille se
soberanía. distingue de Hegel en que esa verdad llevada a discurso no encuentra su
acabamiento en el mismo, se trataría de una verdad que excede el discurso
(acaso en esta consideración se comprende el exceso escriturario de Bataille,
exceso que no quiere encerrar la verdad o acabar de decirla, sino que en su
exceso muestra la imposibilidad de tal cosa).
10.  G. Bataille, El culpable, op.cit., p. 55. 14.  Ibíd., p. 26.

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Natalia Lorio Sujeto y soberanía

en tela de juicio la realidad bajo la que vive el hombre15. Frente Si no luchara a muerte contra sus semejantes, al no ser
al hombre de la lucha por el reconocimiento (Hegel), el hombre reconocida su soberanía, sería como si no existiera17.
del sacrificio es soberano ante la muerte, no le teme. Se man-
Teniendo en cuenta que “la soberanía humana es aquella ante
tiene en la angustia alegre frente a ella, se mantiene en tensión,
la cual se inclinan los otros hombres”18, Bataille destacará que
llevado al extremo en que su conservación deja de ser lo más
la soberanía del amo está agrietada: si bien el amo se libera de
importante.
las necesidades animales está atado a otro tipo de servilismo
Esta operación que realiza Bataille al incorporar el elemento al mantenerse ligado a las funciones religiosas y sociales que
sagrado vinculado a la soberanía, lo lleva a considerar que no cobró el amo bajo las formas (históricas) de soberanía militar
puede separarse el ser individual del hombre como conciencia y religiosa.
de las representaciones simbólicas que encarna en torno a lo so-
La soberanía deja de ser belleza impotente, para constituir-
cial y lo religioso16. En “Hegel, el hombre y la historia” Bataille
se como poder religioso o militar, (o, para pasar de la soberanía
sigue el desarrollo de Kojève respecto al movimiento decisivo
religiosa a la soberanía militar en tanto y en cuanto los sobera-
de distinción entre el animal y el hombre y la oposición entre
nos religiosos dejaron de asumir su soberanía para actuar: dejó
Amo y Esclavo, pero se distancia en el tratamiento que ofrece
de ser soberano por lo que es, y pasó a ser soberano por lo que
de esa dialéctica al incorporar “las funciones sociales y religio-
hace). En ese abandono de la soberanía-como fin en sí misma,
sas” a esa fenomenología de la lucha de las conciencias por el
Bataille verá la fisura de la figura del amo, ya que el riesgo de la
reconocimiento.
muerte que asumió el amo (asumiendo a su vez su soberanía)
Daré una interpretación personal de esas Lucha a sobre el esclavo en la lucha por el reconocimiento, se transfor-
muerte, que es el tema inicial de la dialéctica del Amo, ma en actividad útil, aun cuando esta utilidad o finalidad sea
al referirme a la forma similar del soberano. La actitud desviada hacia el prestigio19: los soberanos religiosos se entre-
del Amo implica la soberanía: y el riesgo de muerte garon a empresas guerreras pasando de la impotencia de lo sa-
aceptado sin razones biológicas es su efecto. Luchar grado y lo bello al juego de las fuerzas reales, al poder (incluso
sin tener como objeto la satisfacción de necesidades cuando, supone Bataille, los reyes rechazaron la muerte ritual
animales es ya por sí mismo ser soberano, es expresar - semejante al sacrificio- y propusieron una víctima sustituta).
una soberanía. Y todo hombre es inicialmente sobera- Ese paso del puro prestigio a la acción por el prestigio, es lo
no, pero esa soberanía es en rigor la del animal salvaje. que establece el tránsito que Bataille estima en esas empresas
militares o guerreras, que, aun arriesgando la vida en esas lu-
chas, buscaban una meta.
15.  No serán pocas las veces que Bataille hable de la farsa, de la comedia o Sin embargo, para Bataille, la soberanía pura no puede bus-
del fraude que muchas veces se sospecha y se deja ver en el aparentemente
carse. Si es buscada, se enmarca en el desarrollo de un proyecto:
incólume mundo del sentido. La verdad del desgarramiento no puede ser
alcanzada por medio del discurso. Justamente el discurso siempre es medio, se pospone el presente en pos de un (resultado) futuro o cae en
de ahí Bataille señala la impotencia del sabio para alcanzar la soberanía. la lógica propia de la esclavitud (ya que el esclavo no es sólo el
Cf. G. Bataille, Lo que entiendo por soberanía, trad. A. Campillo, P. Sánchez esclavo de la sociedad antigua, sino todo hombre que no hace
Orozco, Barcelona, Paidós, 1996.
16. Bataille asegura que integra elementos de la Fenomenología del Espíritu, 17.  G. Bataille, Escritos sobre Hegel, op.cit., p. 37-38.
aunque por supuesto le imprime un “tono heterogéneo” al hablar de
18.  Ibíd.., p. 38.
soberanía, que está impregnado de sus interpretaciones de lo sagrado a
través de Durkheim, Mauss, Dumézil, entre otros. 19.  Cf. Ibíd., p. 39.

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lo que le place y que, postergándose, hace que los productos diferenciar “el poder absoluto y la impotencia definitiva”23: en
de su trabajo pertenezcan a otros20. El desarrollo batailleano se- este sentido Bataille verá que el amo no puede dar cuenta de la
ñala que en la antropogénesis están imbricados la muerte y el soberanía, pues se inscribe en la historia trazada por el esclavo,
trabajo, pues por el trabajo el hombre se liberó parcialmente de bajo el sentido de la duración, la postergación y la atención al
la angustia que le provocaba la muerte, estableciendo un dife- futuro.
rimiento entre el objeto trabajado y su consumo. Esta distancia Desde aquí parece claro que en la conformación de la noción
entre la producción y el consumo es vislumbrada por Bataille de soberanía interviene el sacrificio (y la dimensión de lo sa-
como el fruto de una serie de prohibiciones del orden de lo grado) en tanto pone en jaque al señorío a través del quiebre de
religioso, prohibiciones que serían anteriores al dominio del la lógica servil: haciendo temblar la economía restringida de la
Amo. Al señalar esto Bataille establece su distancia respecto a conservación, adquisición y producción, la soberanía pone en
Hegel, ya que en la separación humana de la animalidad está movimiento la economía general en la que el sacrificio restitu-
la división del tiempo en tiempo sagrado y tiempo profano: ye lo que ha sido profanado y reducido a la servidumbre de lo
“Lo que el tiempo profano es para el tiempo sagrado, lo fue útil, desde la impotencia, donde “la soberanía no es NADA”24,
el esclavo para el Amo. Los hombres trabajan en el «tiempo siendo en todo caso “rebelión” y no ejercicio del poder 25.
profano», aseguran de esa manera la satisfacción de las nece-
sidades animales, al mismo tiempo amontonan los recursos
que los consumos masivos de la fiesta (del «tiempo sagrado») 3. Gasto
aniquilarán”21. Siguiendo a Leslie Hill, podemos decir que la cuestión del
Sin embargo, la trasposición de ese análisis temporal a la sacrificio es la cuestión más importante e inquietante del pen-
oposición Amo-Esclavo, lleva a señalar que el Amo introdu- samiento batailleano, en tanto el sacrificio implica un discurso
ce en el tiempo sagrado elementos del tiempo profano, pues, sobre el ser y “una metafísica que no tiene sentido si ignora los
como hemos mostrado el amo actúa, es decir introduce a la ins- juegos que la vida está obligada a jugar con la muerte”26. En La
tantaneidad sagrada un elemento que se le opone. Allí “donde noción de gasto (de 1933) verá Bataille que el sacrificio exige el
el futuro ya no cuenta, donde los recursos se dilapidan, don- gasto (improductivo, por cierto) de hombres y animales en la
de la víctima es destruida, aniquilada, donde ya sólo se trata producción de cosas sagradas27. Lo sagrado se constituye así en
de ser «soberanamente en la muerte» «para la muerte» (en la torno a la pérdida, a la operación improductiva que no quiere
aniquilación y la destrucción)”22, el Amo introduce el elemento conservar cosas, sino que sacrifica seres a la fulguración. Su
personal de su deseo de poder y duración. valor es heterogéneo en tanto vale-en-sí-mismo, o se opone al
El abordaje de la cuestión de la soberanía en sus diversos valor relativo de la duración de la comunidad y los sujetos.
registros (en “Hegel, la muerte y el sacrificio”, “Hegel, el hom-
bre y la historia” y en el texto inacabado La Souveraineté) señala 23.  G. Bataille, Lo que entiendo por soberanía, op.cit., p. 87.
el viraje que Bataille da a la dialéctica del reconocimiento en la 24.  Ibíd., p. 131.
postulación de la soberanía. La soberanía se caracteriza por in- 25.  Cf. G. Bataille, La Experiencia Interior seguido de Método de meditación y
post-scriptum, trad. F. Savater, Madrid, Taurus, 1986, p. 199.
26. L. Hill, Bataille, Klossowski, Blanchot: Writing at the Limit, Oxford OUP,
20.  Cf. Ibíd., p. 40.
2001, p. 36.
21.  Ibíd., p. 44.
27.  Cf. G. Bataille, La Conjuración Sagrada, trad. S. Mattoni, Bs. As. Adriana
22.  Ibíd., p. 45. Hidalgo editora, 2003.

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Es preciso en este punto pensar el fenómeno del sacrificio ser la mayor posible para que la actividad cobre su verdadero
situándolo en el marco del desarrollo de la economía heterogé- sentido).
nea que Bataille pensó en uno de los textos más importantes de A partir de un análisis simbólico de las actividades huma-
su producción, La noción de gasto, en los que desarrolla in nuce nas y sus productos, Bataille brinda algunos ejemplos del gasto
de alguna manera la economía general que presenta en La parte donde se empeña el consumo improductivo entre los que cuen-
maldita. Bataille establece una crítica al principio de utilidad ta los cultos que “exigen un derroche sangriento de hombres
clásica, y señala que su insuficiencia está dada en que si bien y de víctimas de sacrificio”29. El sacrificio, así, entre las formas
teóricamente el objeto de la utilidad es el placer, sólo lo es de del gasto improductivo, se caracteriza por ser una actividad
una forma moderada y limitado, en último término, no por el en la que se da la producción de cosas sagradas mediante una
placer mismo, sino por la posibilidad de nutrir la rueda de la operación de perdida.
adquisición, la producción o la conservación de los bienes por
una parte y por otra a la reproducción y a la conservación de Vale decir, lo sagrado, según hemos visto, es al mundo pro-
las vidas humanas. fano de la producción, lo perdido, la pérdida misma, aquello
que no puede someterse a sus reglas y leyes. Lo sagrado y el sa-
A partir de esto, Bataille señala la contradicción entre las crificio específicamente vienen a abrir en la economía de lo pro-
concepciones sociales corrientes (por ejemplo, el principio de fano, la singularidad de lo que se “produce para perderse, para
la utilidad clásica) y las necesidades reales de la sociedad: “A gastarse”. Pero la torsión que realiza Bataille en este texto -que
este respecto, es triste decir que la humanidad consciente ha se- es la torsión que se imprime en todo su pensamiento como una
guido siendo menor de edad: se otorga el derecho a adquirir, a marca propia- es aquella en la que se invierten las relaciones
conservar o a consumir racionalmente, pero excluye en princi- entre la economía de la producción y la economía del gasto: las
pio el gasto improductivo”28. Sin embargo, Bataille advierte que actividades productivas son entrevistas como meros medios
en la vida práctica la humanidad da rienda suelta a aquello que subordinados al gasto. El gasto es el fin, fin que la minoría de
se limita cuando se concibe la vida bajo el principio de utilidad. edad de la humanidad no puede ver en su preocupación por
Frente al principio de utilidad clásica, Bataille propone el la conservación y que conduce a situar la producción como un
“principio de pérdida”, bajo el cual los intercambios fruto de fin –prevaleciendo al gasto improductivo.
la actividad de los hombres permiten no reducir la actividad Allí donde la economía clásica concibió que el fin del inter-
humana a los procesos de producción y conservación, y bajo cambio es la adquisición, Bataille, vía Mauss30, acentúa que el
el cual el consumo aparece diferenciado en dos partes. Por un intercambio tenía como origen la necesidad de destrucción y
lado, un consumo o gasto reductible a la utilización de lo que pérdida. En este sentido, la diferencia entre la moderna economía
se requiere para la conservación de la vida de los individuos burguesa y las instituciones y prácticas económicas de las socie-
de una sociedad en pos de la recreación o continuación de la dades “arcaicas” está en la forma en que las diferentes culturas
actividad productiva. Por otro lado, se trata de aquellos “gas-
tos improductivos” que, siendo irreductibles a la utilidad para
la producción o conservación, son un fin en sí mismos. Para 29.  Ibíd., p. 115.
este tipo de consumo improductivo, Bataille reserva el nom- 30.  Bataille se apoya en los análisis de Mauss (El ensayo sobre el don) en
bre de gasto, acentuando así el elemento de pérdida (que debe torno a las instituciones primitivas para dar cuenta del carácter secundario
de la producción y la adquisición, dado que el intercambio aparece como
“pérdida suntuaria de objetos donados: se presenta así, básicamente,
como un proceso de gasto sobre el cual se ha desarrollado un proceso de
28.  G. Bataille, La Conjuración Sagrada, op. cit., p. 112. adquisición” G. Bataille, La Conjuración Sagrada, op. cit., p. 119.

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manejan el plusvalor de la labor humana31. Mauss comprendió el Volver sobre las instituciones y las prácticas de las socie-
potlacht como esa institución arcaica del intercambio atravesada dades llamadas arcaicas no tiene otro sentido más que señalar
por la obligación de dar y recibir en una agonística de la pérdida el modo agonal propio del gasto, en el que el sacrificio es una
o del don, donde se juega el prestigio32. Bataille entenderá que la forma privilegiada de pérdida. El olvido de estas dimensiones
usura del potlacht no sólo se manifiesta como don, sino también del gasto, marcan también el olvido del sacrificio como ritual
como destrucción ostentosa, de allí su ligazón con el sacrificio. religioso en donde se produce lo sagrado, donde se produce lo
La destrucción y la pérdida cambian de signo, o mejor, son separado de lo profano y el uso. Ahora bien, este recurso a la
valoradas positivamente, pues de ellas se derivan el honor, la recuperación de las instituciones y modalidades de lo sagrado
nobleza, el rango. Como en la dialéctica amo-esclavo, quien se en las sociedades arcaicas –recurso tan ligado por otra parte
pone más en riesgo es quien gana en prestigio. El principio de a la búsqueda vanguardista de lo primitivo e inconsciente y
pérdida, opuesto al principio de conservación, torsiona el valor su ponderación- no deja de reflejar la imposibilidad o extrema
de la riqueza o la fortuna que rige en el potlacht. improbabilidad de la vida soberana en la modernidad signada
por la chatura de la vida burguesa.
La manera en que Bataille interpreta que el gasto se abor-
da en la sociedad burguesa, le permite establecer una crítica La agonística que se pone en juego aquí a partir del gasto
respecto de la época moderna: si el gasto (lo heterogéneo o lo bien puede tomarse como el punto de contacto entre Kojève
sagrado) se da en ella sólo es a condición de ser llevado a cabo y Mauss, punto de contacto a su vez de la filosofía y la an-
con hipocresía y vergüenza y la mayor de las veces poniendo tropología: a la confrontación agonística en la que surgen las
en juego sólo la rivalidad individual. Este costado racionalizan- subjetividades del amo y el esclavo, se suma el enfrentamiento
te, homogéneo, individualista, profano, servil prevaleciendo agonístico en la interacción social que da lugar al prestigio
sobre los rasgos excesivos, dionisíacos, comunitarios o sobe- atravesado por la posibilidad del don. La confrontación del
ranos dan cuenta de aquellos caracteres de la modernidad que amo y el esclavo es tomado como una fábula antropológica
Bataille no dejará de señalar y criticar desde distintos abordajes
pero que en La noción de gasto (y en su continuación en La parte
maldita) apunta claramente a las concepciones económicas ra- comprender el alcance de la crítica llevada a cabo por Bataille, teniendo
en cuenta tres axiomas: 1. La Economía Política consiste en suponer que
cionalistas de la Economía Política33.
las relaciones sociales básicas son relaciones económicas, por las que los
hombres aseguran su supervivencia, obligados a relacionarse entre sí (bajo
31.  L. Hill, Bataille, Klossowski, Blanchot: Writing at the Limit, op. cit., p. 44. la forma de la colaboración, el intercambio o sus derivados). 2. El segundo
axioma de la Economía Política moderna, consiste en interpretar que la
32.  Mauss en el Ensayo sobre el don estudia los caracteres de la usura en
historia de las sociedades humanas es un proceso evolutivo ilimitado y
las prácticas y prestaciones en las que el intercambio le posibilitó reconocer
unidireccional, con crecimiento acumulativo y generalizado de la riqueza
las ambigüedades del don.: las mismas, en apariencia tienen un carácter
material disponible. (estos dos primeros principios son compartidos tanto
voluntario y gratuito, sin embargo se encuentra forzado por intereses ligado
por el liberalismo como por el marxismo) 3. Las reglas sociales básicas que
al prestigio. Mauss asume que todavía intervienen en las transacciones de
rigen tanto la organización económica de la sociedad como el movimiento
nuestras sociedades elementos de la moral y la economía, por lo que el
general de la historia humana, deben ser consideradas como leyes naturales
sistema de prestaciones totales que estudia permiten reconocer que lo que
que rigen en todo tiempo y lugar, más allá de las diferencias entre
se intercambia no son sólo bienes y riquezas, sino también cortesias, ritos,
culturas y entre épocas, que se imponen inexorablemente a todos los seres
fiestas. Cf. M. Mauss, El ensayo sobre el don. Forma y función del intercambio en
humanos, al margen de su voluntad y de sus intenciones conscientes: las
las sociedades arcaicas, trad. J. Bucce, Buenos Aires, Katz, 2009.
leyes del mercado para el liberalismo; las leyes de desarrollo de las fuerzas
33. Antonio Campillo en Contra la economía. Ensayos sobre Bataille, expone productivas para el marxismo. Cf. A. Campillo, Contra la Economía, Ensayos
los supuestos básicos de la Economía Política, a partir de los que se podría sobre Bataille, Granada, Comares, 2001, p. 64-69.

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que encuentra su soporte empírico en las obras de Mauss34 y la continuidad de los seres. Sin embargo no es comunicación con
violencia puesta en marcha es el resorte ineludible entre estos lo divino o la trascendencia (Mauss), sino comunicación inma-
dos enfoques. nente (entre los seres) lo que el sacrificio, según Bataille, pone
La violencia está presente tanto en el gasto improductivo en marcha: “El sacrificio consagra por la aniquilación a un ser
(que no es usado para la reproducción de la vida humana, sino vivo que es apartado del mundo profano, lo arranca de la es-
que está investido de rango cultural y religioso) como en la fera del trabajo, del cálculo y de la economía y lo devuelve a
lucha (como actividad dilapidadoras que, a la vez, expresa el una consumación susceptible de restablecer entre la víctima,
pasaje al límite de la muerte o la comunicación por la herida el sacrificante y la divinidad una continuidad que había sido
de seres expuestos a su propia nada), y la figura del sacrificio suprimida”36.
posibilita poner en el centro de la escena a la violencia, sea re- Lo sagrado es lo otro de los sujetos atados al trabajo y la
ligiosa (social), o sea la violencia que destituye a los sujetos de postergación, lo otro del orden social que debe ser mantenido.
su posición separada. Se trata en todo caso de una economía Lo sagrado es lo otro de la separación y la distancia, es antes
de la violencia que se inscribe dentro de lo que el autor llamó bien, la esfera “de comunicación o de contagio, donde nada
economía general, en la que el sacrificio es fundamental para está separado, donde precisamente es necesario un esfuerzo
comprender la apertura del sujeto autónomo y racional hacia para oponerse a la fusión indefinida”37. En esa esfera la sub-
una subjetividad atravesada no por la producción o adquisi- jetividad aparece atravesada no por la sustancia, sino por la
ción, sino por la pérdida y la destrucción35. herida. Es clave en este punto aclarar que no se trata desde el
punto de vista de Bataille de un sacrificio ofrecido a un Dios,
4. Lo sagrado y la comunicación sino que el sacrificio es una suerte de operador comunitario
para dar lugar a lo sagrado, a la comunicación y la comunidad
En esta tanatología bajo la que puede leerse el intento deses- que lo sagrado posibilita.
perado de hallar lo sagrado, se encuentra también el sentido Esta lectura de lo sagrado, allende las influencias de la so-
de la continuidad del ser. La revelación en la que se participa cioantropología francesa, se apoya asimismo en la proclamada
por la violencia (y el silencio de la palabra imposible) implica muerte de Dios: la extinción de Dios como garante del yo sos-
dos planos: el de la subjetividad que se fascina en la violencia tiene y supone el desgarrón de la subjetividad. Como analiza
(el sacrificio en tanto experiencia interior), y el plano social en Foucault a partir de Bataille, la muerte de Dios no debiera ser
el acceso a las formas de comunicación intensa entre los seres. entendida como el final histórico, ni como la comprobación de
Pero aquí hay que subrayar que la disolución de las formas inexistencia, sino como el espacio a partir de ahora constante en
socialmente establecidas y la experiencia interior, son vías que el que se juega la experiencia humana, arrojada a su ausencia:
no sólo hieren la cerrazón de los seres y su seguridad regla-
da y medida, sino que además implican la participación en/ La muerte de Dios, al suprimir de nuestra existencia
con lo otro, que aquí se nombra bajo el nombre fulgurante de el límite de lo Ilimitado, la reconduce a una existen-
cia en la que nada puede anunciar y a la exterioridad

34.  L. Hill, Bataille, Klossowski, Blanchot: Writing at the Limit, op. cit., p. 41.
36.  F. De Fontenay, Le silence du bêtes. La philosophie à l’éprueve de l’animalité,
35.  La idea que subyace es que en la interioridad del hombre como en
Paris, Fayard, 2009, p. 211.
su actividad social no pueden limitarse a lo razonable y al cálculo. Si el
hombre, en relación al gasto cósmico es un ser señalado que presenta como 37.  G. Bataille, La Felicidad, el Erotismo y la Literatura, trad. S. Mattoni, Bs.
su característica principal tomar a cargo esa dilapidación en sí mismo. As., Adriana Hidalgo editora, 2003, p. 158.

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del ser, a una experiencia interior y soberana. Pero una No es a la individualidad subjetiva hacia la que apunta
experiencia así, en la que estalla la muerte de Dios, Bataille, sino que está atravesada por su quiebre como centro
descubre como su secreto y su luz, su propia finitud, el de identidad. Nutrida por la temporalidad del instante, de
reino ilimitado del Límite, el vacío de ese salto donde la búsqueda dionisiaca de destrucción del principio de indi-
desfallece y se ausenta38. viduación nietzscheano y en confrontación con la impronta
No es una sustancia lo que está puesto en juego, sino sus des- hegeliana en la que el sujeto es capaz de atravesar un pro-
garramientos, no la contemplación de una plenitud, sino los ceso de formación que se da en el tiempo, se configura una
movimientos de contagio y comunicación que dan cuenta de experiencia de lo sagrado en la que tiene lugar una suerte de
la insuficiencia de los seres, su pasaje al límite. El disolución de “actualización” batailleana de la experiencia de Nietzsche. En
los límites (en el sacrificio, en la risa, en la violencia) involucran ella Bataille involucra lo sensible (donde el erotismo, la risa, la
a la disolución del sujeto (no es una nada que sigue siendo un embriaguez, y el éxtasis, la poesía, son formas bajo las que se
todo, sino una nada que es la nada –rien- de la insignificancia)39. da la experiencia de desgarramiento del sujeto individual, de
comunicación).
La puesta en cuestión batailleana refiere asimismo al des-
cubrimiento de los límites angostos del hombre, y de la impo- Sin embargo, lo que es comunicado no es un saber, no es
sibilidad de satisfacción de la negatividad que lo constituye. una verdad, no es una sustancia; lo que es comunicado es una
Bataille expresa ese descubrimiento en La experiencia interior pérdida fulgurante: “La necesidad de perderse es la verdad
con las fórmulas “no serlo todo”, “no querer serlo todo”, si- más íntima y la más lejana, verdad ardiente, movida, sin nada
guiendo de allí que ese gesto impone a su vez ponerlo todo que ver con la sustancia supuesta”41. Si tiene algún valor la
en cuestión40. A la evidencia de la muerte de Dios se suma la individualidad, la particularidad dirá Bataille, es que es ne-
evidencia de la muerte del hombre; al fin de lo teológico, se cesaria para la pérdida, es necesaria para ser destruida, para
suma el fin del humanismo. No querer serlo todo, hace que la fusión, el sacrificio la requiere. Es en este sentido que “la
la experiencia de esta subjetividad atravesada por la pérdida diferencia entre el sacrificio (lo sagrado) y la sustancia divina
se sitúe en las cercanías del fracaso. El principio de pérdida –teológica- es fácil de discernir. Lo sagrado es lo contrario de la
prevalece sobre el principio de conservación, pero en los desa- sustancia. El pecado mortal del cristianismo es asociar lo sagra-
rrollos de la Suma ateológica se desliza este principio desde lo do a lo «general creador de lo particular». Nada es sagrado que
social-antropológico hacia lo ontológico: es el ser en sus límites no haya sido particular (aunque dejando de serlo)”42.
es lo que se pierde, lo que se expone en su pérdida a la comu- Vemos así que si la experiencia de lo sagrado batailleana se
nicación, de allí la importancia de la comunidad. resiste a ser localizada en un ego43, señala hacia una ampliación

38.  M. Foucault, Entre filosofía y literatura - Obras Esenciales Vol.I, trad. M. de


Morey, Barcelona., Paidós, 1999, p. 125. 41.  G. Bataille, El culpable, op.cit., p. 44.
39.  Cf. R Sasso, Georges Bataille: Le système du non-savoir. Une ontologie du 42.  G. Bataille, El culpable, op.cit., p. 44.
jeu”, Paris, Éditions de Minuit, 1978.
43.  Se trata de hacer un experimento radical de la vida, pero es preciso
40.  “No querer serlo todo es ponerlo todo en cuestión. Cualquiera subrepticiamente, señalar que si de allí se deriva una “versión de la redención”, no puede
queriendo evitar sufrir, se confunde con el todo del universo, juzga cada cosa como ser inscripta en lo que Bataille llama una economía de la salvación. Es decir,
si la fuese, del mismo modo imagina, en el fondo que jamás morirá. Estas ilusiones la redención no es un remedio, un recurso ni un refugio, es más bien la
nubosas las recibimos con la vida como un narcótico necesario para soportarla: pero, posibilidad de huir de la esclavitud o servidumbre a la que está atada la
¿qué es de nosotros cuando, desintoxicados, nos enteramos de lo que somos?”. G. vida humana (homogénea): redención que en todo caso supone liberarse del
Bataille, La Experiencia Interior, op. cit., p. 10. aislamiento particular.

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de la soberanía subjetiva, una ampliación de la soberanía que mación compuesta, de equilibrio provisorio, de inestabilidades
tiende la hacia la comunidad. La soberanía no remite ya a la que devienen, y que así como es preciso que lleguen a cobrar
ponderación de un sujeto, sus prerrogativas particulares y rea- cierta formalización, es preciso poner en cuestión esas formas
les, sino a la posibilidad de una comunidad que destituya los provisorias. No puede haber sustancia aislable, si bien la sus-
privilegios de una subjetividad aislada. Una comunidad en la tancia (o el equilibro que hace que los múltiples movimientos
que lo que se comunica es el valor heterogéneo de la soberanía parezcan tal cosa) puede ser concebido como unidad o mejor,
(que ya no se reserva a unos pocos). “He hablado de la comunidad tendiendo a la unidad, es preciso incorporar la variable de la
como existente: Nietzsche refirió a ella sus afirmaciones, pero perma- fragilidad, de la inestabilidad y precariedad de esa unidad que
neció solo. (…) Es de un sentimiento de comunidad que me une a no puede ser duradera:
Nietzsche de donde nace en mí el deseo de comunicarme, no de una
originalidad aislada”44. La posición de los hombres es insostenible.
La crítica a la subjetividad cerrada a través de la noción de Deben ‘comunicar’ (tanto con la existencia indefinida
como entre ellos): la ausencia de ‘comunicación’ (el
soberanía supone un sutil trabajo en torno a la ontología que va
repliegue egoísta sobre sí mismo) es evidentemente lo
royendo la estructura monolítica bajo la que se pensó el ser y la más condenable. Pero la ‘comunicación’, al no poderse
relación entre los seres. En múltiples desarrollos de la obra de hacer sin herir o mancillar a los seres, es ella misma
Bataille puede notarse el desenvolvimiento de una ontología culpable45.
desgarrada, de la herida o de la incompletud que rompe con
la tradición filosófica para pensar desde allí aquello obturado,
reprimido, olvidado por la racionalidad moderna. En esa on- 5. Comunidad
tología, la suficiencia de la sustancia y de los seres es puesta en Al establecer una suerte de genealogía de la comunidad en tér-
cuestión, dando cuenta que la insuficiencia, la incompletud, la minos de comunidad desustancializada46, vale tener en cuenta
falta está en la base de todo ser. En ella se entrama la amplia- que uno de los primeros en señalar hacia esta perspectiva en la
ción de la soberanía hacía una comunidad no sustancializada, que la comunidad no es pensada desde rasgos identitarios ni
una ampliación abierta por la experiencia en pos de quebrar la sustancialistas fue Bataille47. Pero la relevancia del pensamien-
coraza y seguridades del sujeto y el ser. to de Bataille no sólo estaría dada por su posibilidad temprana,
Llevado este principio de insuficiencia hacia la comunica- sino por la premura y la lucidez que encierran. La comunidad a
ción, impone señalar que si Bataille busca la comunicación, la que alude Bataille en la suma ateológica no es una comunidad
esta nunca es plena, no puede-decir-todo. La comunicación no que pueda pensarse en términos políticos, ni siquiera en los
es plena, ni un estado permanente, no la comunicación con un términos de una comunidad (antipolítica) en franca oposición
todo sustancial, sino con una ausencia, con la sustracción de la al Estado (como sí puede entenderse la comunidad electiva de
sustancia. La comunicación es más bien el movimiento que se la época de Acéphale y el Colegio de sociología). Es más bien una
da entre los estados de equilibrio relativo (que llamamos sus-
tancia), pero es el movimiento que se da entre la acumulación 45.  G. Bataille, Sobre Nietzsche, trad. F. Savater, Madrid, Taurus, 1972, p. 49.
y pérdida de fuerza. La sustancia es sólo es un momento, un 46.  Como sostiene Surya, es a Nancy a quien le debemos que el motivo, la
estado provisorio de equilibrio entre las tensiones del ser. El palabra, el tema “comunidad” haya recobrado fuerza en el pensamiento,
ser, como la vida, como la sociedad, no es más que una confor- haya forzado al pensamiento a ese retorno. (Surya, 2012: 183)
47.  Cf. R. Esposito, C. Galli, V. Vitiello, Nihilismo y política, trad. G. Prósperi,
44.  G. Bataille, La Experiencia Interior, op. cit., p. 37. Bs. As. Manantial, 2008.

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comunidad de experiencia, que atraviesa a los seres en cuanto ladas, dirigiendo su mirada hacia una forma de la experiencia
tales, que constituye lo que Bataille, retomando el léxico feno- que no está atada al proyecto del saber ni de la acción. Se trata
menológico-existencialista de Heidegger (o mejor, la forma de una comunidad, pero no una comunidad que se ampara en
en que fue traducido al francés por H. Corbin) llega a llamar el saber, en la autoridad del conocimiento. Volver a situar a la
“realidad-humana”. razón en el lugar de la autoridad, creer en las respuestas de la
Pero, ¿cómo debemos entender la “realidad-humana” a razón es volver a darle autoridad, volverla divina, de modo
la que alude Bataille? ¿Por qué retomar así, diríamos casi que sus respuestas tengan la función de calcar las respuestas
fuera de contexto, esta terminología que en parte le es ajena? de la revelación. En estos desplazamientos, la realidad humana
Permítasenos citar en extensión la referencia a Heidegger, para se piensa como comunicación (y la comunicación es pensada
dar cuenta de las distinciones que traza Bataille respecto a como herida).
Heidegger y que remiten al problema de la comunidad: La ontoteología aparece puesta en cuestión, el sujeto está
herido, desgarrado y la “comunidad sin comunidad”. No
Una frase de Was ist Metaphysík? me ha impresiona- querer serlo todo aparece aquí como el dictum de la soberanía,
do ‘Nuestra realidad-humana (unseres Dasein) -dice de la experiencia soberana. Por ello no es posible reducir la
Heidegger- en nuestra comunidad de investigadores, de experiencia interior soberana a la experiencia de un sujeto, sino
profesores y de estudiantes, está determinada por el cono-
antes bien una “experiencia soberana ampliada”, soberanía
cimiento’. Indudablemente tropieza de esta manera una
ampliada que no se circunscribe al sujeto individual.
filosofía cuyo sentido debería unirse a una realidad-humana
determinada por la experiencia interior (estando la vida más El ser no es lo cumplido y, por cumplido, cerrado en sí
allá de las operaciones separadas). Esto menos para señalar mismo: el ser coincide con la herida que desgarra todo cierre
el límite de mi interés por Heidegger que para introducir un y todo cumplimiento. El ser es originariamente faltante a sí
principio: no puede haber conocimiento sin una comunidad mismo y el hombre (ser) puede asomarse a su propia nada, su
de investigadores, ni experiencia interior sin comunidad de propio límite y allí comunicar, ya que el fondo de las cosas no
los que la viven. Comunidad se entiende en un sentido di-
está constituido por una sustancia, sino por una apertura ori-
ferente de Iglesia, de orden. Los sanyasin de la India tienen
ginaria. En este sentido, la experiencia interior es experiencia
entre ellos menos lazos formales que los ‘investigadores’ de
Heidegger. La realidad humana que el yoga determina en de exposición, como ya señalaba Derrida49, o, para decirlo de
ellos no por eso deja de ser la de una comunidad; la comuni- otro modo, la experiencia que desagarra al sujeto es la dimen-
cación es un hecho que no se sobreañade en modo alguno a la sión subjetiva de la ausencia de ser. Desde aquí es posible decir
realidad-humana, sino que la constituye48. que la comunidad por tanto está atravesada por esa ausencia
o vacío de ser.
Remontarse a Heidegger aquí es parte de un desplazamiento
Se da así un extraño movimiento en el que el sujeto no es más
que Bataille realiza respecto a la manera de concebir la realidad
que el lugar de la falta de sustancia, sacrificio del sujeto que era
humana allende el conocimiento, allende las operaciones asi-
antaño su propio sustrato. Pero entonces, ¿cómo pensar un su-
jeto inasimilable al saber y al discurso y a la negatividad de la
48. G. Bataille, La Experiencia Interior, op. cit., p. 34-35 (El texto sigue así) “Me
es preciso ahora desplazar el interés. La comunicación de una «realidad-humana»
acción, ni amo, ni esclavo, sino soberano? ¿Cómo se configura
dada supone entre los que se comunican, no lazos formales, sino condiciones el soberano? El soberano, aparece así, contorneado por la figu-
generales, Condiciones históricas, actuales, pero actuando en un cierto sentido. Digo
esto en un intento de alcanzar lo decisivo. Cuando, por otra parte, he inferido la 49.  J. Derrida, La escritura y la diferencia, trad. P. Peñalver, Anthropos,
herida y después he abierto la llaga”. Barcelona, 1989, p. 275.

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ra de un sujeto desgarrado que se sumerge en la experiencia rivalidad, buscando una salida satisfactoria, sino que se inscri-
interior negativa. La subjetividad aparece en el pensamiento be como la herida que da cuenta del inacabamiento de aquello
de Bataille como una presencia ausente, una presencia que se que llamamos humano. El sacrificio del sujeto moderno da lu-
muestra como lo imposible de asir simplemente porque ya no gar al soberano que puede hacer experiencia de lo sagrado, de
está. Vale decir, ya no está intacta en tanto que esa presencia las efusiones de lo sagrado en las que no hay ni un resultado
encarnaba la totalidad, la completud, el cierre. esperado de su acción, ni un conocimiento acabado logrado
Sin embargo, por momentos pareciera que la noción de por él. La soberanía señala hacia ese espacio despejado por la
soberanía viene a reparar esa subjetividad lacerada. Y aquí el experiencia que marca la apertura del sujeto, liberado de la ser-
juego irónico al que invita Bataille al tomar conceptos caros al vidumbre al mundo de la acción y del trabajo (o de la ciencia
pensamiento occidental para transgredir su tradición, para lle- que trabaja). En este sentido, desarmado el complejo del cum-
varlos hasta el límite de su comprensión: hablar del soberano, es plimiento servil en la esfera homogénea (en el que el proyecto
tensionar esa posible comprensión para decir que aquel ya no se desarma a su vez negándose, fracasando), no hay autoridad
es más que pura impotencia, o, mejor, potencia de negatividad que irradie luz, más que la propia consumación, más que la
sin empleo. El soberano, la soberanía, para hablar del sujeto allí propia pérdida, sólo queda la experiencia de pérdida que el
donde de éste ya no queda nada más que jirones. El soberano hombre puede hacer yendo hasta el límite de lo posible. Sólo
que ya no será una figura autoevidente, pues “no es el sujeto queda la soberanía (aunque, para ser tal la soberanía no pueda
pleno y homogéneo de la auto representación moderna”50 sino ser buscada ni forjada como proyecto).
la sombra de una experiencia que deja destrozada toda posible La subjetividad es entendida aquí como el lugar de “un
identidad segura de sí, de su dentro y de su afuera, de sus lími- combate”51 donde la interioridad expuesta, la conciencia des-
tes y posibilidades. hecha que se reconoce siendo el lugar de la negatividad sin
Parece entonces que esta conciencia propia del antropomor- empleo no gana esa pelea. Soberanía sin majestad, sin privile-
fismo desgarrado, opone al sujeto productor, cerrado, conoce- gios y sin jerarquía (pues ya no hay Quien lo garantice): “¿Qué
dor de la verdad, una pregunta, un tropiezo “con la cuerda significa, además, la soberanía que no reina, desconocida por
de la verdad”, un rumbo interrumpido. La soberanía, en este todos, ante el ser y empero ocultándose, sin nada que no sea
punto, podría ser tomada como un concepto que ilumina la ridículo o inconfesable?” La respuesta, lejos de apuntar hacia
apertura del ser a una experiencia de desposesión: el conjunto la majestad o autonomía, celebra su ausencia. Celebra incluso
de la obra de Bataille podría revelarse en un profundo empeño la extinción del sujeto como propiedad: “La soberanía verda-
por delinear un nuevo concepto de soberanía, subversivo de dera es un darse la muerte, una «ejecución» tan concienzuda
su contenido tradicional, extranjero al mismo. En esta distancia de sí misma que no puede, en ningún instante, plantearse la
fundamental, la gravedad de la noción de soberanía se descu- cuestión de esa ejecución”52.
bre como apertura de una profunda reflexión sobre la subjeti- Vale tomar el señalamiento de Jay al sostener que Bataille
vidad, y de una obstinada revuelta contra el humanismo. no colocó al Dios creador como la pre-forma del soberano: la
Frente al hombre liberado de cualquier alteridad, seguro de pre-forma del soberano es el dios desmembrado, o mejor, lo
sí mismo y de su obra cumplida, Bataille señala una peculiar sagrado del instante que el sacrificio abre en el desmembra-
revuelta, decimos, ya que no se compromete en el juego de la miento. Por tanto, la soberanía está atravesada de parte a parte

51.  Cf. G. Bataille, El culpable, op.cit., p. 24.


50.  R. Esposito, Confines de lo Político, trad. P. L. Ladrón de Guevara Mellado,
Ed. Trotta, Madrid, 1991, p. 84. 52.  G. Bataille, Sobre Nietzsche, op. cit., p. 131.

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por la matriz de la heterogeneidad extática, y por tanto la deci- infundada, “solo transformando en oportunidad (chance) su
sión no apunta de ningún modo a fortalecer el poder53, sino a la necesidad puede el sujeto soberano dejar de ser un momento
intensidad del instante y lo sagrado. El soberano no responde más dentro de la razón y la historia universales”55.
por una figura divina trascendente, sino por lo in-forme sagra-
do. Así, como señala Jay “la noción de soberanía ofrecida por Aporías
Bataille se opone a la expectativa de que pueda fundarse algún
fundamento positivo o arché en la voluntad no racional de un La soberanía en Bataille no señala ni hacia la excepcionalidad
soberano indiviso”54. de un sujeto individual soberano, ni hacia una jerarquía que
Deseoso de mostrar la falla de las formalizaciones y de des- sustenta esta excepcionalidad. Fuera de la estructura jerárqui-
montar la apariencia de las estructuras y la sustancia, Bataille ca y más allá de la excepcionalidad, la soberanía de la que da
propone una forma de la soberanía en la que lejos de forjar cuenta Bataille (que se asume desde lo que llama experiencia
o querer mantener un orden determinado, la soberanía es un interior, punto extremo de lo posible u operación soberana)
ejercicio de puesta en cuestión: esa propensión al exceso, al supone el “continuum [en tanto] un medio continuo que es el
éxtasis en Bataille hace que la soberanía este esencialmente conjunto humano, que se opone a una representación rudimen-
taria de individuos insecables y decididamente separados”56.
53.  El texto de Martin Jay “La reafirmación de la soberanía en época de El estallido de la noción de soberanía en Bataille se añade al
crisis: Carl Schmitt y Georges Bataille” pone en relación el tratamiento sobre estallido de la noción de sujeto. Como observa Balibar, en torno
la soberanía en Bataille y Schmitt, tomando en cuenta que ambos tan distintos a la construcción y uso de la noción de “sujeto” se superponen
y ajenos entre sí, dan cuenta de uno de los “fenómenos intelectuales más los sentidos de subjectum (como la traducción del hypokeimenon
interesantes de la época que les tocó vivir: la revalorización del concepto
de soberanía, un objetivo perseguido con igual fervor en ambos casos,
griego) y, subjectus (que remite al subditus medieval)57: si de la
aparentemente muy distintos”. Si bien Jay sostiene que los conceptos de primera se derivan las significaciones lógico-gramaticales y
soberanía que proponían eran a todas luces diferentes, en ciertos aspectos ontológico-trascendentales; de la segunda, las significaciones
eran complementarios en tanto los dos reflejaban la importante influencia de jurídicas, políticas y teológicas. La sobredeterminación de estos
una noción residual de religión secularizada. Jay señala que el problema de sentidos se hace presente en la cuestión de la subjetividad. Sin
la soberanía no fue para Schmitt sólo un problema teorético, sino el elemento
fundamental de su pensamiento acerca de los problemas políticos del
embargo, tal como hemos desarrollado, Bataille hace estallar
periodo de Weimar, donde se destacan: la importancia de la revalorización ambos sentidos en la modalidad de un sujeto soberano: impro-
de un concepto fuerte de soberanía que suponía la capacidad de tomar
decisiones políticas esenciales que se dan en el contexto de suspensión del
55.  A. Weiss, “Impossible sovereignty: Between “The Will to Power” and
orden constitucional (o “estado de excepción), que el poder que asume el
“The Will to Chance” en October-Georges Bataille: writings on Laughter,
soberano es indivisible y que sus actos están determinados por su voluntad y
Sacrifice, Nietzsche, Vol. 36., Un-Knowing, The MIT Press, 1986, p. 141.
no se ajustan a ningún principio trascendental (racional o ley natural). Si bien
estos elementos definen las antípodas entre Bataille-Schmitt, sin embargo, 56.  G. Bataille, La Experiencia Interior, op. cit., p. 177.
el paralelismo que traza Jay, se apoya, primero en que ambos buscaron Bataille reconoce la separación de los seres, pero en lugar de hacer
detrás de la fachada racional de la ley, una base anterior de la soberanía: en prevalecer la aparente discontinuidad (entre el tú y el yo) enfoca su atención
ambos las decisiones eran existenciales y se tomaban sin atenerse a criterios; en la continuidad, en el continuum “que define al ser humano”. Para
segundo, que tanto Schmitt como Bataille invocaron la soberanía como profundizar en esta caracterización ver el abordaje sobre la discontinuidad y
“antídoto contra la circulación y el intercambio interminables de mercancías la continuidad que desarrolla en amplitud Bataille en El erotismo, Barcelona
y de ideas que, para ellos, constituían lo esencial del mundo moderno” M. Tusquets, 1997.
Jay, Campos de Fuerza, trad. A. Bixio, Bs. As., Paidós, 2003, pp. 100- 109.
57.  Cf. E. Balibar, Ciudadano sujeto Vol I., trad. C. Marchesino, Buenos Aires,
54.  Ibíd., p. 114. Prometeo, 2012, p. 73.

126 127
Natalia Lorio Sujeto y soberanía

bable, sin fundamento sustancial y abierto en su exposición; la política misma. La crítica de la soberanía estatal moderna
de otro lado, sin un Garante, sin autoridad ni jerarquía en la que asume supone en todo caso la ampliación de la soberanía
que fundar la misma, sin encerrarse en el juego de la rivalidad subjetiva, la posibilidad virtual de la comunidad, o un “co-
social-externa58. munitarismo impolítico”62 en la que la resistencia frente a la
Sujeto y soberanía, desde la tergiversación (con la) que pro- soberanía de la teología política remite a la “reivindicación de
voca Bataille, instan a reconocer el fondo de insubordinación la prioridad e in-obrabilidad de la comunitariedad humana”63,
que se da entre los sujetos, en su exposición a la comunicación, es decir, más allá de la política y de la acción eficaz.
a la comunidad, pero sin subordinarse a ella. Dice Bataille: “La Otro punto problemático, aporético de la soberanía batai-
costumbre de los soberanos al decir: ‘mis súbditos’ (mes sujets) lleana se apoya en la propuesta de una subjetividad atravesada
introduce un equívoco que me resulta imposible de evitar: el por la comunicación, que se sabe expuesta a las formas de la
sujeto para mí es el soberano. El sujeto del que hablo no está en violencia (que la destituyen en su cerrazón, que la destruyen
absoluto sometido (assujetti)”59. en su estabilidad y la exponen en su apertura), pero que supo-
El sujeto-soberano en Bataille indica un tipo de subjetividad ne a su vez la insubordinación general o del conjunto. Siendo
que conjuga inseparablemente la interioridad y la exterioridad, necesarios los otros – no en pos de la rivalidad para el reco-
el aspecto interior y el social haciéndolos inseparables. Hay un nocimiento- sino en el reconocimiento de soberanía conjun-
valor soberano, no sometido, compartido por todos los hom- ta, ¿cómo se presentan esos otros sujetos/semejantes si no es
bres60, tramando una suerte de soberanía general en la que desde la exterioridad? ¿Cómo ir más allá del paradigma de la
todo sujeto podría virtualmente reconocerse y comunicarse (no dialéctica amo/esclavo, del paradigma del miedo y la utilidad
discursivamente, sino por el contacto sensible de la pérdida de cuando –como hemos desarrollado- esta puesta en juego la vio-
los límites acotados que se abren con la emoción, la risa que se lencia irreductible en la comunicación?
comparte, las lágrimas que se contagian, y en la tumultuosa
efervescencia de lo social).
A la hora de pensar la politicidad de este planteo de sobera-
nía, es preciso decir que al no estar subordinada a un proyecto
ni a las demoras de la acción política ni a una política de lo
posible61, es indócil a las categorías de la filosofía política y a

58.  Balibar lo reconoce como el primero de los autores franceses


contemporáneos que “explota conscientemente la posibilidad de inscribir
rechazo radical de lo político y ruptura de los grupos por la radicalidad
una antinomia dialéctica (o mística) en el corazón de la antropología,
que él mismo imponía, de la comunidad al aislamiento, en todo caso parece
definiendo el sujeto por su «soberanía»”, es decir, su no-sujeción”. Ibíd., p.
haberse jugado allí, en la compenetración o el rechazo, la afirmación de su
76).
propia soberanía. Para dar cuenta de esto remitimos a la correspondencia con
59.  G. Bataille, Lo que entiendo por soberanía, op. cit., p. 97. Breton, Mascolo, Blanchot entre otros en G. Bataille, Choix de Lettres 1917-
1962, Paris, Gallimard, 1997. Ver también la biografía de M. Surya, Bataille.
60.  Cf. Ibíd., p. 98.
La mort a l’oeuvre, Paris, Librairie Séguier, 1987.
61.  Desde el sentido de impugnación de “una política de lo posible” pueden
62.  A. Hervas, La soberanía. De la teología política al comunitarismo impolítico,
acaso interpretarse los vaivenes de Bataille respecto al dominio político:
Madrid, Res Publica,. 2008, p. 19.
que van de momentos de adhesión a causas políticas y conformación de
grupos con intereses revolucionarios -como Contra-Attaque- a momentos de 63. Ibíd., p. 120.

128 129
Sujeto y potencia
La des-creación del sujeto en
Giorgio Agamben

Manuel Ignacio Moyano

…nunca concluiré, pues, de ansiarme una vida.


Samuel Beckett

1.

En una conferencia dictada en Porto Alegre, Brasil, Sandro


Chignola1 retoma la problemática noción de “dispositivo” en
Foucault, Deleuze y Agamben2. En pocas palabras, la estrate-
gia del italiano consiste en acoplar a los dos primeros contra el
tercero. Para ello, rastrea la importancia que posee el término
en el pensamiento foucaulteano, y lo hace de un modo bastante
diferente al de Agamben expuesto en su conferencia del 2005
en la UNLP llamada “¿Qué es un dispositivo?”3. Así, retoman-
do una sugerencia de Judith Revel, plantea como alternativa
que el término esté en correspondencia y, quizás funcionando
como sustituto de aquel presente en Las palabras y las cosas,

1.  S. Chignola. “Sobre el dispositivo. Foucault, Deleuze, Agamben”,


Conferencia dictada el 25 de septiembre de 2014 en UNISINOS, Porto
Alegre. Existe una versión en portugués: “Sobre o dispositivo. Foucault,
Deleuze, Agamben.” En Cuadernos IHU Ideias, Instituto Humanitas Unisinos,
año 12, N° 214, vol. 12, 2014. En: https://www.academia.edu/8544924/
Sobre_o_dispositivo._Foucault_Agamben_Deleuze
2.  Cabe aclarar que lo retoma a partir de las lecturas específicas de los dos
últimos respecto del primero.
3.  Actualmente publicado en español en G. Agamben, ¿Qué es un dispositivo?,
Incluye “El amigo” y “La Iglesia y el Reino”, trad. M. Ruvituso, Buenos Aires,
Adriana Hidalgo, 2014.

131
Manuel Ignacio Moyano Sujeto y potencia

esto es, la noción de “episteme”. Con esta noción, Foucault, tos del poder6. Pero no sólo ello, sino que esa posición señala
como se sabe, refería a las “condiciones de posibilidad” en la también la dirección que el poder debe retomar una y otra vez,
que los conocimientos y análisis se tornan visibles, es decir, al la línea de fuga –término acuñado por Deleuze en sus lecturas
“campo epistemológico” que agota lo decible y lo enunciable de Foucault– que debe perseguir en todas sus variaciones his-
de una época4. Sin embargo, esta noción, señala Chignola, era tóricas. Podemos sostener que en esta lectura, el sujeto para
insuficiente para dar cuenta de los “juegos de poder” –ejerci- Foucault sería un efecto del dispositivo en el que se encuentra
dos sobre y entre sujetos libres, a diferencia de los estados de inserto, pero un efecto que excede al mismo dispositivo consti-
dominio– que imponían esos conocimientos y de los cuales se tuyendo nuevos campos de resistencia y de subjetivación que
alimentaban los mismos. Así, el término “dispositivo” señala- redefinirán la entera gramática del poder. Así, en una asunción
ría no sólo el orden epistémico-discursivo que indica el saber lógica del futuro anterior, lo que Chignola realiza con su lectu-
de una época, sino también la relación de fuerzas que posibilita, ra foucaulteana es una ontologización de la resistencia y de la
sostiene y se alimenta de ese saber. Tenemos aquí el paso del subjetividad política no ya como una antesala natural que los
Foucault del saber, o de la arqueología, al del poder, o de la dispositivos de poder intentan doblegar, sino como un efecto
genealogía, y de allí la importancia fundamental del término excesivo, esto es, como un borde que se pliega sobre sí mismo
“dispositivo”. y se fuga constantemente respecto del orden imperante. Una
Ahora bien, este poder es, como se ha repetido hasta el verdadera ontología de la fuga constituyente7, que señala una
hartazgo, una relación, una red de elementos heterogéneos subjetividad inventiva que se opondría totalmente a la (de)
que produce efectos que el mismo poder no logra controlar subjetivación agambeniana ya que esta implicaría un “someti-
acabadamente. Las líneas que se tejen en ese mapa, recuerda miento” y una “pasivización”8 del sujeto.
Chignola en referencia a la lectura de Deleuze sobre el dis-
positivo5, abren y dan cuenta de un efecto que incluso puede 2.
asimilarse al mismo dispositivo, esto es, el sujeto.
En la conferencia criticada por Chignola, Agamben postula
De este modo, esta tríada de saber-poder-sujeto que en de- que la impronta del término “dispositivo” habría de buscarse
finitiva constituye lo que Foucault refiere con el término dis- en cambio en la noción de “positividad”, presente principal-
positivo, se hace visible –y esto es lo que fundamentalmente mente en La arqueología del saber, que retomaría un viejo ensayo
interesa a Chignola y que parecería perderse, según él, en el
pensamiento agambeniano– sólo en la resistencia, en la línea de 6.  Posición que se hace por demás evidente en Foucault, Michel. Historia
fuga que se opone o sustrae al poder y hacia la cual éste debe de la sexualidad I. La voluntad del saber, trad. U. Guiñazú, Siglo XXI, Buenos
obstinadamente dirigirse y desplegarse. Por lo tanto, en todo Aires, 2005 y en Foucault, Michel. Seguridad, Territorio, Población. Curso en el
dispositivo no sólo verificamos relaciones de poder sino tam- Collège de France (1977-1978), Trad. H. Pons, Fondo de Cultura Económica,
Buenos Aires, 2006.
bién y en la misma medida relaciones de libertad, lo cual sitúa
a la filosofía de Foucault, según Chignola, en la posición de 7.  De allí su filiación a las tesis de Antonio Negri, como veremos.
una invención subjetiva que siempre excede los propios efec- 8.  Respetamos la traducción del italiano “passivazione” que realiza el mismo
Chignola con este término, dado que la alternativa española de “pacificación”
no respeta la solidaridad conceptual que existe entre la pasividad (eje de la
4.  Cf. M. Foucault, Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias
crítica de Chignola a Agamben) y la potencia de a-pasionarse (lo que pierde
humanas, trad. E. C. Frost, Buenos Aires, Siglo XXI, 1968.
de vista la crítica de Chignola), sobre la que volveremos para comprender
5.  Cf. G. Deleuze. “¿Qué es un dispositivo?”, en: AA. VV., Michel Foucault la paradoja de la subjetivación/desubjetivación donde el autor de Homo sacer
Filósofo, Madrid, Gedisa, 1990. piensa al sujeto.

132 133
Manuel Ignacio Moyano Sujeto y potencia

de Jean Hyppolite sobre el análisis hegeliano de la religión no permanece puramente excluida de los ordenamientos
cristiana, donde la positividad refería al elemento histórico en jurídicos y técnicos, sino que está al mismo tiempo incluida
oposición al natural. en el corazón de los mismos por medio de un mecanismo
de excepción, esto es, por medio de una inclusión-excluyen-
La ‘positividad’ –afirma Agamben– es el nombre que, te que se resuelve en una sacralización y aislamiento de la
según Hyppolite, el joven Hegel le da al elemento his- misma. Esto implica que la vida desnuda ocupa el espacio
tórico, con toda la carga de reglas, ritos e instituciones topológico de la soberanía, en tanto ésta es quien decide en
que un poder externo le impone a los individuos pero
el estado de excepción. Así, toda vida apresada y capturada
que, por así decir, estos internalizan en un sistemas
en un dispositivo da cuenta de la lógica de la soberanía.10
de creencias y de sentimientos. Entonces, tomando en
préstamo este término (que más tarde se volverá ‘dis- 2. Esa vida desnuda en cuanto tal no posee ninguna vocación
positivo’), Foucault se posiciona frente a un problema específica, ninguna obra propia, ningún destino histórico
decisivo que es también su problema más propio: la sino que se revela como lo absolutamente inoperante. En
relación entre los individuos como seres vivientes y este sentido, toda vida atrapada y producida en la red de
el elemento histórico, entendiendo con este término el
los dispositivos biopolíticos es conminada a la producción y
conjunto de instituciones, procesos de subjetivación y
administrada técnicamente en una oikonomía gubernamen-
reglas en que se concretan las relaciones de poder9.
tal que al no poseer ya destino histórico alguno, se vuelca
En este sentido, lo que interesa para Agamben es retener la sobre la misma biología de esa vida para hacer de ella su
particularidad histórica del término como un modo en que la destino inexorable.11
misma historia se refiere al elemento pretendidamente natural,
Ahora bien, en ambos casos, esta vida desnuda e inoperante
esto es, la vida. Para el italiano, dispositivo será, entonces, lo que
es un efecto de los dispositivos de poder pero también su exceso
captura y modela a la vida de los seres vivientes. Y lo que resta
interno, cuestión que Chignola parece perder de vista en su
de ese cruce será para él lo que denominamos “sujeto”. Por lo
crítica a Agamben. En el primer caso, porque la vida desnuda
tanto, la centralidad del término está dada en cuanto refiere a
es la producción de un afuera interno al poder bajo la lógica
un proceso esencialmente biopolítico, ya que en última instancia
de la excepción, y en el segundo porque la vida inoperosa es
la subjetividad que allí es producida se define por la captura
lo que excede a cualquier forma de vida particular, a cualquier
histórica en una esfera separada de la vida. De este modo, la
obra que defina la especificidad de la misma. En este sentido,
importancia del término “dispositivo” no viene dada tanto por
en ambas situaciones, hay un exceso de vida incluso respecto
su poder analítico formal sino más bien porque se implica de
manera decisiva con la historicidad del término “biopolítica”,
10.  Esta es la tesis sostenida por Agamben en uno de los dos grandes polos
central en la indagación agambeniana de Foucault. Desde de su crítica a Occidente en la saga homo sacer, esto es, el polo de la soberanía.
esta perspectiva, entonces, dos consecuencias radicales se Cf. G. Agamben, Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, trad. A. G.
desprenden: Cuspinera, Valencia, Pre-textos y G. Agamben, Estado de excepción. Homo
sacer II, 1, trad. Flavia Costa e Ivana Costa, Buenos Aires, Adriana Hidalgo,
1. Todo dispositivo de poder implica una exclusión y una pro- 2005.
ducción de lo viviente en cuanto tal, esto es, de una “vida 11.  Esta es la tesis sostenida por Agamben en el otro gran polo de su crítica
desnuda”. Sin embargo, en nuestras sociedades, la misma a Occidente desarrollada en la saga homo sacer, esto es, el polo de la oikonomía
y de la administración, cf. G. Agamben, El reino y la gloria. Una genealogía
teológica de la economía y del gobierno, trad. F. Costa, E. Castro y M. Ruvitoso,
9.  G. Agamben, ¿Qué es un dispositivo?, op. cit., p. 11. Buenos Aires, Adriana Hidalgo.

134 135
Manuel Ignacio Moyano Sujeto y potencia

de la misma biología, ya que ninguna medicalización jurídica les seguidores como también los detractores más ardorosos, el
como tampoco ninguna gestión económica pueden agotar- término “potencia” aparece en dos ocasiones fundamentales.
la. Es precisamente por esto que todo poder se transforma En primer lugar, en el capítulo 3 titulado “Potencia y derecho”,
obstinadamente en biopoder, siguiendo la polémica tesis de capítulo que puede ser asumido como el centro no-dicho del
Agamben criticada por Derrida,12 porque intenta precisamente cual se desprenderán los ulteriores desarrollos del autor; y, en
agotar esa vida desnuda e inoperosa que parece siempre exce- segundo lugar, hacia el final de la última apostilla del capí-
der cualquier dispositivo. Como vemos, no estamos tan lejos tulo 4 llamado “Forma de ley”. En el primer caso, Agamben
de la lectura de Chignola sobre la subjetividad foucaulteana: retrotrae la cuestión de la potencia al problema de la compleja
también en Agamben hay un exceso interno producido por los relación entre el poder constituyente y el poder constituido
dispositivos que no sólo señala cierta oposición a los mismos en el marco de la problemática de la excepción soberana, para
sino que también les marca la dirección que indefectiblemen- realizar una crítica de las tesis sobre el poder constituyente de
te han de perseguir. Claro que según el primero, este exceso Antonio Negri.14 De este modo, Agamben plantea el problema
en Agamben sería una “pasivización” subjetiva que impedi- sobre la dificultad de discernir claramente el poder consti-
ría cualquier resistencia constituyente que abra una línea de tuyente del poder soberano, ya que si éste se define como la
fuga respecto del dispositivo imperante. Sin embargo, es lícito interiorización de un exterior, como una excepción, lo constitu-
preguntarnos, ¿cuál es el estatuto de esta “pasivización” que yente (el afuera que resiste) y lo constituido (el interior que ha
define el exceso de vida en Agamben? Y, en esta línea, ¿en qué apresado el afuera) tienden a confundirse indefectiblemente.
difiere éste respecto del exceso del círculo negriano, al que per- En sus tesis sobre el poder constituyente, Negri refiere a un
tenece Sandro Chignola? poder que no nace de los órganos constituidos pero tampoco
tiende a una constitución de éstos como su fin último, sino a
3. una praxis creadora que no se agota en las condiciones de su
creación. Sin embargo, para Agamben dicho concepto no deja
Para responder estos interrogantes, es necesario adentrarse en de estar incluido en los tentáculos de la soberanía por cuanto
lo que puede considerarse el corazón de la filosofía agambenia- ella se define estrictamente por la cooptación instituyente de su
na y con ello en el corazón de la misma metafísica: el problema propio afuera, digamos de su propia creación que no se reduce
de la potencia en Aristóteles.13 a sus organismos creados. Es aquí cuando se emparenta dicha
En su libro emblemático, Homo sacer. El poder soberano y la problemática con el problema ontológico de la relación entre
nuda vida, piedra conceptual del que han surgido sus más fie- potencia y acto, avizorando que sólo a través de un análisis del
mismo es posible pensar una estrategia que permita cortar el
nudo que solidariza al poder constituyente con la soberanía.
12.  Cf. J. Derrida, Seminario La bestia y el soberano, Volumen I (2001-2002), Para ello, Agamben emplea su ya clásica y singular lectura del
trad. C. de Peretti y D. Rocha, Buenos Aires, Manantial, 2010, duodécima problema en Aristóteles.15
sesión del 20 de marzo de 2002.
13.  Es mérito de Leland de la Durantaye haber aclarado de una vez por
14.  A. Negri, El poder constituyente. Ensayos sobre las alternativas de la
todas la centralidad de este problema ontológico en cada una de las múltiples
Modernidad, trad. C. de Marco, Madrid, Libertarias/Prodhufi, 1994.
vías de indagación desarrolladas por Agamben a lo largo de sus numerosos
escritos, con lo cual podemos afirmar que la cuestión de la potencia se torna 15.  Los textos fundamentales donde se edifica dicha lectura, por sólo citar
el lugar siempre obligado por el cual ha de pasar cualquier lectura que se los principales, son G. Agamben, “La potencia del pensamiento”, en: La
haga de la obra agambeniana. Cf. L. de la Durantaye, Giorgio Agamben. A potencia del pensamiento, trad. F. Costa y E. Castro, Buenos Aires, Adriana
critical introduction, California, Standford University Press, 2009. Hidalgo, pp. 351-368; G. Agamben, “Pardes. La escritura de la potencia”,

136 137
Manuel Ignacio Moyano Sujeto y potencia

Sólo con fines de brevedad, nos permitimos cierto esquema- mentales de la Metafísica del siguiente modo: “Es potente
tismo bruto de esta lectura para avanzar en nuestra interroga- aquello para lo cual, si sucede el acto del que es dicho, nada
ción. Es posible sostener que en ella habría algo así como una tendrá de impotente” (Mét. 1047 a 24-25). Esto significa que
triple modalidad del darse de la potencia: el pasaje al acto no anula la potencia, sino que se desprende
de su impotencia lo cual, afirma Agamben en Homo sacer.
1. En primer lugar, una potencia que tiende al acto, es decir,
El poder soberano y la nuda vida, “no significa su destrucción,
una potencia de ser o realizar un acto u obra que una vez
sino, por el contrario, su cumplimiento, el volverse de la
dados, inmediatamente se desvanece y queda subordinada
potencia sobre sí misma para darse a sí misma.”16 En otras
al mismo. Según Aristóteles, esta es una potencia genérica
palabras, la potencia-de-no sobrevive incluso en la realiza-
como la de los niños que pueden, en potencia, devenir es-
ción del acto, pero sobrevive como una potencia-de-no-no-
cribientes o citaristas sin serlo todavía. Llamaremos a esta
ser. Para dar mayor inteligibilidad a esta tercera modalidad
“potencia-de-sí”.
que llamaremos “potencia-de-no-no”, es necesario referir al
2. Sin embargo, dicha potencia pareciera quedar subordinada primer ensayo en que el autor trabaja esta problemática de
al acto y así devenir inexistente por ello mismo. Por lo tan- forma explícita, esto es, la conferencia de 1987 dictada en
to, señala Agamben, para Aristóteles será necesario pensar Lisboa titulada La potencia del pensamiento. Allí se afirma:
la posibilidad de otra potencia que no se redujera al mero
darse en acto, y para ello el estagirita habría identificado El pasaje al acto no anula ni agota la potencia, sino
una potencia de no, esto es, la potencia de no ser o realizar que ella se conserva en el acto como tal y, marcada-
un acto u obra necesariamente. Esta modalidad de la po- mente en su forma eminente de potencia de no (ser o
tencia se presenta, en cambio, como una potencia específica, hacer). […] La potencia (la sola potencia que interesa
a Aristóteles, la que surge de una héxis [de un tener])
como la de los escribientes o citaristas en el momento en
no pasa al acto sufriendo una destrucción o una alte-
que no escriben o no hacen sonar su cítara, es decir, en el
ración; su páschein, su pasividad consiste más bien en
momento en que no ejercitan la misma y continúan siendo una conservación y en un perfeccionamiento de sí […]
escribientes o citaristas. En este caso, esta forma de la po- Debemos ahora medir todas las consecuencias de esta
tencia introduce una privación respecto del acto, pero una figura de la potencia que, donándose a sí misma, se
afirmación respecto de la potencia misma. Llamaremos a salva y acrecienta en el acto.17
esta “potencia-de-no”.
Ahora bien, habíamos referido que en Homo sacer. El poder so-
3. Ahora bien, el problema de esta segunda modalidad de la berano y la nuda vida, el tema de la potencia aparecía en dos
potencia es que deja sin explicitación la realización del acto. ocasiones. En la segunda, la misma es presentada como la
Para ello, Agamben retraduce uno de los pasajes funda- clave para comprender cabalmente otra de las preocupaciones
agambenianas, que hereda de la filosofía francesa de Maurice
en: La potencia del pensamiento, op. cit.; G. Agamben, “Bartleby o de la Blanchot y Jean-Luc Nancy y de las tesis de Alexander Kojève
contingencia”, en: Preferiría no hacerlo, trad. J. L. Pardo, Valencia, Pre-textos, sobre el fin de la historia, esto es, el problema de la désoeuvre-
2011, pp. 93-136; G. Agamben, Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, op. ment, comúnmente traducido al español con el término “inope-
cit., pp. 56-67; G. Agamben, La comunidad que viene, trad. J. L. Villacañas y C.
La Rocca, Valencia, Pre-textos, 1996, pp. 26-28; G. Agamben, “Sobre lo que
16.  G. Agamben, Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, op. cit., p. 64.
podemos no hacer”, en Desnudez, trad. M Ruvitoso y M. T. D’Meza, Buenos
Aires, Adriana Hidalgo, 2011, pp. 63-65; G. Agamben, L’uso dei corpi, Roma, 17.  G. Agamben, “La potencia del pensamiento” en La potencia del
Neri Pozza, 2014. pensamiento, op. cit., pp. 367-368.

138 139
Manuel Ignacio Moyano Sujeto y potencia

rosidad”. Allí afirma: “La única forma coherente de entender la porque esta potencia no está exenta de cualquier relación con
inoperosidad sería pensarla como un modo de existencia gené- el acto o con la obra, es que se presenta como aquello que resta
rica de la potencia, que no se agota […] en un transitus de poten- como lo “nunca sido” en cualquier acto y en cualquier obra.21 De este
tia ad actum.”18 Por lo tanto, la manera correcta de comprender modo, dejándose impactar de lleno por el averroísmo que ha
esta noción, nos indica Agamben, es precisamente a partir de acompañado de forma espectral cada enfrentamiento de una
esta tercera modalidad de la potencia, esto es, como la poten- época con Aristótoles, para Agamben esta potencia que resta
cia-de-no-no-ser, la cual se conserva y acrecienta en todo acto u inoperosa en cualquier acto u obra es precisamente la patencia
obra y no se agota en ellos. Como afirma Andrea Cavalletti, en inoperante que acompaña indefectiblemente a todo acto, a toda obra.
última instancia esto muestra que “la relación potencia-acto no En otros términos, esa potencia negativa no es otra cosa que
es más que la misma relación interna de la potencia; y el pleno la “capacidad” de “recepción” que manifiesta la potencia en
pasaje al acto será una potencia de no-no pasar al acto.”19 cuanto medio absoluto. Éste es precisamente su pathos. Esta
Por lo tanto, la categoría de désoeuvrement, término que patencia que se define como una actividad pero también como
Agamben traduce al italiano por inoperosità, pieza fundamen- una pasividad, donde agente y paciente coinciden sin residuos,
tal de su arquitectura crítica y de su apuesta política, está dia- refiere a eso que puede recibir cualquier forma pero que sin
gramada a partir de su lectura de la potencia en Aristóteles. embargo no se reduce a ellas.22
Sin embargo, ella no se refiere a la ausencia radical de obra, En este sentido, la ontología agambeniana sacude al ser para
sino a una obra que no se agota en sus efectos, a una opera- transformarlo en un tener, en una héxis¸ un habitus ya que “eso
ción inoperosa que retrotrae todo acto y obra al punto de su
potencia o más bien de su potencia de no-no.20 Precisamente ontología de las singularidades en-común”, en: Eikasia. Revista de filosofía, N°
61, marzo 2013.
18.  G. Agamben, Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, op. cit., p. 83.
21.  Lo “nunca sido” es el sintagma con el cual Agamben piensa en uno
Traducción corregida.
de sus primeros libros una negatividad alternativa a la de Hegel y/o de
19.  A. Cavalletti, “El filósofo inoperoso”, en: Deus mortalis. Cuaderno de Heidegger, a partir del problema de la voz en relación al lenguaje y a la
filosofía política, Dossier: Giorgio Agamben. pp. 51 a 71. Asimismo, consideramos muerte. Cf. G. Agamben, El lenguaje y la muerte. Un seminario sobre el lugar de
que esta tercera modulación de la potencia (de-no-no) se corresponde con lo la negatividad, trad. T. Segovia, Valencia, Pre-textos, 2008. Con lo cual, vemos
que Deleuze, a partir de Bergson, ha llamado “imagen-cristal” ya que ella no que la problemática de la potencia tiene una presencia importante en aquellos
es sino “el punto de indiscernibilidad de las dos imágenes distintas, la actual primeros libros a partir del problema de la negatividad, problema que si
y la virtual, […] un poco de tiempo en estado puro.” G. Deleuze, La imagen- bien no es retomado nuevamente por Agamben, queda indefectiblemente
tiempo. Estudios sobre cine 2, Buenos Aires, Paidós, 2014, p. 114. empapado en la figuración de la potencia-de-no-no. Quizás podamos ver
en este “no-no” una redefinición de la negatividad en los términos de una
20.  Tal como J.-L. Nancy afirma respecto del “comunismo literario” en La
des-dicotomización que impide cualquier dialéctica.
comunidad inoperante, trad. J. M. Garrido Wainer, Santiago de Chile, Arcis,
2000, pp. 50-51: “Vale decir que supone también necesariamente, obras 22.  Retomamos aquí la lectura temprana de Stefano Franchi sobre la
(literarias, políticas, etc.): mas lo que se inscribe, e inscribiéndose transita política pasiva de Agamben, donde se expone de forma clara y directa
por el límite, se expone y se comunica (en lugar de querer, como el habla, cómo la cuestión de la inoperosidad en el autor de Homo sacer implica una
realizar un sentido); lo que se reparte, es la inoperancia de las obras.” A engarce entre un problema hegeliano-kojeviano como es la cuestión de la
pesar de la cercanía que comparten los proyectos filosóficos de Nancy y negatividad y el fin de la historia y uno aristótelico como es el de la potencia
Agamben, es importante señalar sus diferencias, sobre todo en la figura de y su supervivencia a su actualización. Sin embargo, la lectura de Franchi
la inoperosidad, ya que el primero la sigue concibiendo bajo un esquema tiende a equilibrar la balanza para el lado de la inacción y la desocupación,
relacional mientras que el segundo busca desplegarla en una figuración olvidando que la inoperosidad no deja de ser una obra que se teje en medio de
de la política más allá de cualquier esquema relacional. Cf. M. L. Saidel, las obras. Cf. S. Franchi, “Passive politics”, en Contretemps, N° 5, diciembre
“Deconstrucción del sujeto metafísico en Nancy y Agamben: hacia una 2004, pp. 30-41.

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Manuel Ignacio Moyano Sujeto y potencia

es, a saber –afirma Agamben en uno de sus libros más recien- vuelve lo más extraño y, como tal, una de las experiencias más
tes– el punto en el cual el ser se transforma en un tener.”23 En políticas que existen.
este espacio, en el “tener”, es donde por un momento ontología Por otra parte, y a los fines de retomar el problema que
y política coinciden24, ya que allí se trata de una modalidad nos propusimos, cabe recordar que en múltiples ocasiones,
del ser en un hacer específico: la inoperosidad de la potencia, la Agamben ha llamado la atención sobre este punto, afirmando
cual disuelve cualquier dicotomía entre colectivo e individuo, que dicho “habitus” o “modo en que se tiene una potencia” es
ya que la misma no puede ser sino común. En otras palabras, el punto exacto donde construir algo así como una teoría de la
tener una potencia es una experiencia de lo común dado que la subjetividad.26 Esto supone que la tradicional definición meta-
misma es inapropiable, ya que atraviesa continuamente toda física del hombre como zoon logon echon, el viviente que tiene el
identidad (individual y/o colectiva) sin pertenecerle a ningu- lenguaje, debe ser revisitada con especial atención a ese “tener”
na en específico.25 Esto significa que el “tener” que define a la del logos, del lenguaje, ya que allí se juega de forma decisiva
potencia no es una propiedad de un individuo o de un grupo, el lugar de la potencia, esto es, el lugar de la comunidad. Por
sino una impropiedad que, como veremos, desubjetiva a todo lo tanto, ese lugar que no es sino la pura capacidad de recep-
sujeto. Por lo tanto, la potencia en cuanto tal no puede poseer- ción27, supondrá definir al sujeto como un receptor puro. A partir
se sino sólo usarse, esta es precisamente la hexis, es decir, el de su estudio pormenorizado sobre el averroísmo, Emmanuele
tener una potencia como relación ética y política primordial Coccia, discípulo de Agamben, ha señalado dos características
que plantea el pensamiento agambeniano. Por lo tanto, entrar
en relación con una potencia que sobrevive en su actualización
implica entrar en relación con un inapropiable que se traspasa
del plano del ser al del hacer, ya que implica no simplemente 26.  Cf. G. Agamben, “La potencia del pensamiento”, en: La potencia del
un modo de ser sino también y principalmente un modo de pensamiento, op. cit., p. 363; G. Agamben, Opus dei. Archeollogia dell’ufficio,
op. cit., p. ; G. Agamben, “Oeuvrer/desoeuvrer: en quête d’un nouveau
hacer con eso que se es. Y ese modo de hacer es el punto en que
paradigme. Entretien avec Giorgio Agamben”, en: Agenda de la pensée
la potencia ontológica se transforma en una obra de inopero- contemporaine, N°16, printemps, 2010.
sidad, esto es, en una política específica: la de una obra que en
27.  Pureza acá no significa simplemente algo incontaminado, exterior a los
su darse se deshace internamente, como en un beso que se da dispositivos y juegos de poder, como tampoco al puro resultado de la fricción
para deshacerse de su corporeidad. Y así como la potencia y la entre ellos. Lo puro no es anterior ni posterior al entramado del dispositivo,
inoperosidad, el beso es la experiencia en que lo más íntimo se así como tampoco lo es la vida ni la potencia. Lo puro (la vida, la potencia)
es la emergencia de una transparencia que como tal no es sino lo más opaco,
una energía que se disipa en su misma brillantez. Inclusive en el más antiguo
palimpsesto que pudiera encontrarse, inclusive en la archi-huella de una
23.  G. Agamben, Opus dei. Archeollogia dell’ufficio, Torino, Bollati Boringhieri, escritura infinita que allí habría, inclusive allí podría seguirse escribiendo
p. 111. pero, fundamentalmente, podría no escribirse. Y esta ínfima posibilidad,
que se expondría incluso en cada nueva escritura, esa virtualidad sería
24.  Para una explicitación del vínculo entre ontología y política en
pura no porque hiciera primar una alternativa por sobre las otras (la raza, la
Agamben, cf. M. I. Moyano, “Ontología de la inoperancia. La política en el
nación, la clase) sino porque en una disyunción inclusiva abrazaría a todas
pensamiento de Giorgio Agamben”, en: E. Biset y R. Farrán eds., Ontologías
las alternativas sin realizarlas. Es esa no-realización, o esa des-creación, lo
políticas, Buenos Aires, Imago Mundi, 2011.
que brilla en medio de los trazos y sus fricciones, en medio de los abecedarios
25.  En L’uso dei corpi, el italiano piensa ese inapropiable a partir de tres y las marcas, en medio de la escritura y la tabula rasa. Ese en medio no es sino
ejemplos –el cuerpo, la lengua y el paisaje– que parecieran lo más propio la escritura de la tabula rasa: “una tabula rasa que es impresionada por su
pero que se revelan como lo absolutamente impropio. Cf. G. Agamben, L’uso misma receptividad y puede, así, no no-escribirse” G. Agamben, “Pardes: la
dei corpi, op. cit., pp. 116 y ss. escritura de la potencia”, en: La potencia del pensamiento, op. cit., p. 460.

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Manuel Ignacio Moyano Sujeto y potencia

centrales sobre todo receptor.28 En primer lugar, que es un me- un pasaje del De anima (430 a 1), Agamben señala una bella
dio puro, y como tal no tiene más propiedad de sí que la de comparación de Aristóteles entre lo más alto de la aspiración
funcionar como suplemento de lo otro de sí, tal como un espejo metafísica, esto es, el pensamiento del pensamiento y una tabli-
que sólo vive de los otros que lo enfrentan y le dan su forma lla de cera para escribir.30 Se trata, siguiendo a Agamben, de la
sin por ello confundirse con el mismo espejo. En este sentido, potencia del pensamiento en cuanto tal, es decir, no del pensar
un medio es, en el latín medieval citado por Coccia, passio sine éste o aquel pensamiento, sino de la capacidad de pensar en
transformasione, una pasión sin transformación, lo cual implica cuanto tal. Y dado que es esta potencia de pensar lo que puede
sobre todas las cosas que un receptor como tal no sufre altera- ser pensado, ella se presenta como un acto absoluto de potencia.
ciones, sino que acoge y se afecta de cualquier forma, acto u Tal como la tablilla de cera, que puede ser escrita, es decir, que
obra pero sin reducirse jamás a ellas. La capacidad de recepción puede padecer la escritura (y precisamente eso es la escritura
excede infinitamente a lo recibido. Esto significa, y aquí la segunda invisible que la define, poder ser escrita o mejor, poder no-no
característica señalada por Coccia, que todo receptor es necesa- ser escrita), el pensamiento en cuanto tal es potentia potentiae.
riamente potencia, es decir, necesariamente contingente ya que “La potencia, –dice Agamben– que se dirige a sí misma, es una
puede recibir como también puede no recibir, y sin embargo escritura absoluta, que nadie escribe: una potencia que se es-
ello no le quita un ápice a su potencia de recepción, porque ello cribe por su propia potencia de no ser escrita, una tabula rasa
es lo que resta, lo que sobra una y otra vez. que es impresionada por su misma receptividad y puede, así,
Y si esta potencia precisamente no puede ser afincada en no-no escribirse.”31
ningún acto, en ninguna obra, a pesar de que se produzca Si extraemos todas las consecuencias de esta “compara-
internamente en ellas, esto implica sobre todo que ella es in- ción”, podemos afirmar cabalmente que lo “más alto”, esto es,
asignable y como tal impropia para cualquier subjetividad, el pensamiento del pensamiento, se identifica punto a punto
o más bien, se muestra como una línea de desapropiación y con lo “más bajo”, es decir, con la pura receptividad de la ma-
desubjetivación de todo sujeto, como un logos imposible de teria. La filosofía más alta es así el empirismo más bruto, el pensa-
asumir por un sujeto.29 De este modo, se puede decir de ella miento es así una tabula rasa. Pero esta potencia en el modo de la
que le pertenece precisamente al juego de lo común, ya que ex- patencia no es una nada, sino un padecer la propia pasividad,
cediendo todo cuerpo y lenguaje los reúne en una región sin la propia capacidad de recepción, lo que define la especificidad
propiedades ni desigualdades, esto es, en una región propia- de la contingencia.32 Radicalizando aún más las consecuencias
mente política. Por lo tanto, ontología y política en Agamben de esta reflexión agambeniana, podemos afirmar que el pen-
se inmiscuyen mutuamente en la pasión, en la afirmación de samiento en cuanto tal no difiere de la cosa, sino que ella se
la potencia de padecer, en lo que resta inoperoso en todo acto revela como la estructura fundamental del pensar donde sen-
u obra, en la zona de indiferencia radical entre agente y pa- sible e inteligible parecen coincidir sin residuos. Esto supone
ciente, en la concomitancia perfecta de un proceso inagotable
de subjetivación y otro igual de desubjetivación. A partir de
30.  Cf. Especialmente los ensayos G. Agamben, “Bartleby, o de la
contingencia”, en: Preferiría no hacerlo, op. cit.; y G. Agamben, “Pardes: la
escritura de la potencia”, en: La potencia del pensamiento, op. cit.
28.  E. Coccia, Filosofía de la imaginación. Averroes y el averroísmo, trad. M. T.
D’Meza, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2008. 31.  G. Agamben, “La potencia del pensamiento”, en: La potencia del
pensamiento, op. cit., p. 460.
29.  Por ello, para el averroísmo del que forma parte la lectura agambeniana
de Aristóteles, el logos en cuanto tal no pertenece a nadie en particular, sino 32.  Cf. G. Agamben, “Bartleby, o de la contingencia”, en: Preferiría no
que es único y separado en tanto potencia. hacerlo, op. cit.

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Manuel Ignacio Moyano Sujeto y potencia

un gesto de trascendentalización de la potencia-de-no-no, mas,35 lo cual implica que en cada forma de vida va junto a ella
esto es, de la contingencia en cuanto tal, lo cual implica que de forma inseparable la potencia pasiva que la define, que en
dicha trascendentalización –tan criticada por los detractores de cada bios va junto a su zoé de manera indefectible, esa que una
Agamben– no es una hipérbole trans-histórica sino un gesto y otra vez la máquina gubernamental busca expropiar en una
inmanente de historización radical del ser, en otras palabras, esfera separada bajo el mecanismo de la excepción soberana y
en Agamben la potencia que es el pensamiento es nada más y tornar productiva, esto es, convertirla en trabajo bajo la disposi-
nada menos que la realidad empírica, la materia bruta que es ción de una oikonomía gubernamental.
la misma historia.33 En este sentido, no es tan distinta la estrategia ontoló-
gico-política de su amigo-enemigo Antonio Negri. En éste,
4. combinando el conatus de Spinoza con el trabajo vivo de Marx,
hay también una expresa equiparación entre potencia y vida
Ahora bien, es posible traer a colación una cita más que mues- que va a definir las coordenadas de la subjetividad.36 En otras
tra de modo cabal quizás toda la estrategia ontológico-política palabras, tanto en Negri como en Agamben hay una analogía
de Agamben. Hacia el final de la conferencia de 1987, afirma: entre ontología y política37 que se sitúa específicamente en una
“Pero es toda la comprensión del viviente la que debe ser
cuestionada, si es verdad que la vida debe ser pensada como una 35.  G. Agamben, “Forma-de-vida”, en: Medios sin fin, trad. A. G. Cuspinera,
potencia que incesantemente excede sus formas y sus realiza- Valencia, Pre-textos, 2001, p. 18. Otro nombre a esa forma-de-vida es el de
ciones.”34 En resumidas cuentas, esto implica que ante la conti- cualquiera, qualunque, que define el estatuto de la comunidad en cuanto
nua y perpetua biologización de la vida que la biopolítica asume conjunto de seres dispuestos tal cual son, en su radical ser-así. Consideramos
importante esta aclaración porque con ella queremos mostrar el rechazo
como destino histórico en nuestros días, la propuesta política constante por parte de Agamben a todo utopismo, que muchas veces le es
agambeniana intenta hacer de dicha vida un factum ontológico injustamente adjudicado. Cf. G. Agamben, La comunità che viene, Torino,
imposible de apropiar. Y esta ontologización de la vida opera- Bollati Boringhieri, 2001. Por otra parte, singularizar a la potencia de recibir
da a través de la disquisición sobre la potencia inoperosa no como una amorfia constitutiva y mostrar cómo ella define la forma-de-vida
es otra cosa que devolverla a su amorfia constitutiva, es decir, agambeniana, explicita, creemos, el uso de los guiones en el sintagma. No
se trata de una forma de vida, como algo que le viene de fuera, sino de una
a su pura materialidad, a una situación inasignable, imposi- vida que se va formando en su vivir y por lo tanto no puede dejar de ser en
ble de identificar en un sujeto concreto, que impida cualquier todo momento de esa formación tan amorfa como lo es su ser pasible de
apropiación de ella. Ello es precisamente lo que Agamben formar-se.
denomina forma-de-vida en tanto vida inseparable de sus for- 36.  Una comparación de forma clara y concisa de ambas propuestas,
puede encontrarse en los trabajos de Katja Diefenbach. Cf. K. Diefenbach,
“Im/Potential Politics. Poitical Ontologies of Negri, Agamben and
33.  Sin embargo, en numerosas ocasiones esa potencia es afincada en una Deleuze”, Translated by Aileen Derieg, in http://eipcp.net/transversal/0811/
figura concreta y así domesticada: el Hombre. Cf. Especialmente el excursus diefenbach/en y K. Diefenbach, “To bring about the real state of excepction.
crítico de R. Karmy, “Potentia Pasiva. Giorgio Agamben lector de Averroes”, The power of exception in Agamben, the power of potentiality in Negri”,
en: R. Karmy ed., Políticas de la interrupción. Ensayos sobre Giorgio Agamben, Trnaslated by Benjamin Carter in http://translate.eipcp.net/strands/02/
Santiago de Chile, Escaparate, 2011. Allí, Karmy señala certeramente algún diefenbach-strands01en#redir.
humanismo en la figuración de la potencia y de la inoperosidad agambeniana
37.  De hecho, es precisamente esto lo que Agamben remarca como el mérito
que no sería consecuente con la desubjetivación/deshumanización que
del libro de Negri sobre el poder constituyente, es decir, el haber expuesto
define a dicha potencia inoperosa.
de forma clara la necesaria contaminación entre política y ontología. Cf. G.
34.  G. Agamben, “La potencia del pensamiento”, en: La potencia del Agamben, Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, op. cit., pp. 61-62: “El
pensamiento, op. cit., p. 368. interés del libro de Negri reside más bien en la perspectiva última que abre,

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Manuel Ignacio Moyano Sujeto y potencia

analogía no menos importante entre potencia (categoría pro- Más allá de las implicancias conceptuales de este pasaje en
piamente ontológica) y vida (categoría propiamente política). relación al propio pensamiento de Negri, lo que importa acá
Pero esa coincidencia es también el punto del más profundo es que el mismo señala de forma concreta un punto de coin-
desacuerdo, ya que a partir de ella dos teorías de la subjeti- cidencia respecto de Agamben en relación a la politicidad de
vidad se desarrollan de forma antagónica. Si en Agamben se sus pensamientos: aquí no hay redención ni salvación como
trata de una potencia pasiva y destituyente (o impotencia), una estructura secundaria de emancipación sino que la praxis mis-
inoperosidad corrosiva y una descreación constante del suje- ma de los sujetos ya es emancipatoria per se.39 Sin embargo,
to, para Negri y el postoperaismo italiano en general se trata en esta “práctica comunista” que es anterior no se da sino en el
cambio de una potencia activa y constituyente, una actividad contexto de una absolutización de la subsunción real, esto es,
continua (la lucha) y una diferencia creativa que es el sujeto de la más extrema ocupación del capital de cada esfera de la
mismo. Como el mismo Negri declarara sobre sí mismo, en su vida misma como lo es el biopoder.40 La paradoja a la que se
trayectoria hubo todo un giro ontológico en los ’80 para redefi- enfrenta Negri y el postoperaismo en general es el de pensar
nir el sujeto político: una praxis común dentro de la total apropiación de la vida por

En el esquema filosófico tradicional que padecía, la 39.  El caso más palpable de esta condición ontológicamente anterior de la
crítica indicaba la trascendencia del valor en vez de potencia y la política agambeniana, se encuentra en G. Agamben, “Creación
asumir la posibilidad radical de desarrollar la potencia y salvación” en Desnudez, Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2008. Allí, en la
ontológica del sujeto. […] De la autovalorización de los figura paradojal de lo “insalvable”, coinciden la potencia de la creación junto
sujetos a la autoorganización del partido, se decía, de a la de la salvación, lo cual configura a la praxis inoperante que propone a
Agamben como una producción interna a los dispositivos de poder que los
la riqueza de la espontaneidad a la autodeterminación
excede y por ello buscan reapropiarla continuamente. Con esto queremos
de los sujetos, a lo político y luego al comunismo. Es
indicar que, al igual que Negri, hay en Agamben una afirmación radical
un error. Dentro de estos trámites, la autodetermina- de la contingencia, que es “anterior” a cualquier apropiación por parte del
ción se torna en trascendencia. Es una transfiguración biopoder pero también “posterior”. Sin embargo, ésta no es una esencia
analítica de la práctica del valor, una subrepticia recu- prístina de la cual ha de apropiarse el poder, al modo de una sustancia
peración de la mistificación trascendental de la razón que lo antecede y lo sucede, sino que crece en el interior de este como el
mecánica. No, la autodeterminacióin llega antes, es el combustible que lo pone a funcionar pero también como el flujo parasitario
preámbulo. La ética nace de la revolución como preámbulo. que no deja de erosionarlo. En otras palabras, tanto Negri como Agamben
El comunismo llega antes, como práctica.38 piensan y emplean las líneas de fuga deleuzeanas cuando realizan la
analogía entre vida y potencia para dar cuenta de la subjetividad.
40.  Cf. M. Hardt y A. Negri, Imperio, trad. A. Bixio, Buenos Aires, Paidós,
2012 y M. Hardt y A. Negri, Common wealth. El proyecto de una revolución del
en la medida en que muestra cómo el poder constituyente, una vez pensado
común, trad. R. Sánchez Cedillo, Madrid, Akal. Cabe aclarar que Hardt y
en toda su radicalidad, deja de ser un concepto político en sentido estricto y
Negri establecen una diferencia conceptual entre biopoder y biopolítica, que
se presenta necesariamente como una categoría de la ontología. El problema
no se sostiene en ninguna consideración propiamente foucaulteana, donde
del poder constituyente pasa a ser, pues, el de la ‘constitución de la potencia’
el biopoder sería la represión y contestación del imperio a una biopolítica
y la dialéctica no resuelta entre poder constituyente y poder constituido deja
esencialmente constructiva y liberadora. En esta distinción, mucho más
lugar a una nueva relación entre potencia y acto, lo que exige nada menos
propositiva que conceptual, Hardt y Negri sucumben a un “esencialismo”
que repensar las categorías ontológicas de la modalidad en su conjunto. El
de la potencia y la vida que ha sido fuertemente criticado por su ingenuidad
problema se desplaza así de la filosofía política a la filosofía primera (o, si se
vitalista. Las críticas, muchas veces injustas de más, no dejan de remarcar
prefiere, la política es restituida a su rango ontológico).”
algo cierto, esto es, que la posición de una potencia inagotable de la vida se
38.  A. Negri, Fábricas del sujeto/ontología de la subversión, trad. M. Malo de difumina en una indeterminación conceptual que socaba el eje de la crítica
Molina Bodelón y R. Sánchez Cedillo, Akal, Madrid, 2006, pp. 199-200. y se vuelve un programa de militancia antes que un proyecto conceptual.

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Manuel Ignacio Moyano Sujeto y potencia

parte del capital, esto es, dentro de los dispositivos del biopoder propias instituciones. “La indicación lingüística –aclara Negri
que ocupan todas las áreas de lo social, lo corporal y lo afectivo al respecto– ‘expresión de potencia’ no puede significar en nin-
en que se desenvuelve la vida común. Es esa la misma paradoja gún caso ‘institución de poder’. En el mismo momento en que
a la que se enfrenta Agamben, la de una vida inoperosa que la potencia se instituye, deja de ser potencia, declara pues no
se encuentra reducida a ser nuda vida en el mundo biopolíti- haberlo sido nunca.”42 Y ello supone una total superación del
co contemporáneo que hace coincidir el estado de excepción problema de la soberanía, ya que –continúa Negri:
con la regla, dentro de la cual ha de ser pensada una potencia
inoperante que la pueda desvincular de la soberanía y la oiko- Aquí hay una sola condición correcta –y paradójica–
nomía para abrirla a nuevos usos y formas. Esto implica asumir para la definición de un concepto de soberanía ligado
una politicidad radical de la contingencia del ser histórico, que al de poder constituyente, y es que exista como praxis
de un acto constitutivo, renovado en la libertad, or-
nada tiene que ver con una “escatología” del nuevo día,41 sino
ganizado en la continuidad de una praxis libre. Pero
con una asunción radical del presente y su devenir.
esto va contra toda la tradición del concepto de sobe-
Ahora bien, en el caso de Agamben, esa desactivación de la ranía y contra la totalidad de sus posibilidades pre-
biopolítica es un agotamiento por parte de la potencia de todo dicativas. En consecuencia, el concepto de soberanía
acto u obra, esto es, una erosión de todas las jerarquías estable- y el de poder constituyente representan una absoluta
cidas, una redefinición no de las cosas sino de sus límites. En contradicción.43
cambio, para Negri, el trabajo muerto en que queda reducido
Por lo tanto, del mismo modo en que mostrábamos que en
todo hombre en la época de la subsunción real contiene una
Agamben la capacidad de recepción no se agota en lo recibido
fuerza productiva que es inagotable –“el trabajo vivo [que] en-
y ello era excesivo respecto de la misma soberanía, en Negri la
carna el poder constituyente”, que una y otra vez escapa a los
capacidad de creación no se agota en lo creado y ello también
procesos de subjetivación del capital y los obliga a redefinirse.
excedería cualquier fijación soberana de lo constituyente. Sin
En otras palabras, mientras la forma-de-vida agambeniana
embargo aquí hay una diferencia sutil pero enorme.
agota toda división biopolítica de la vida desnuda y la abre a
nuevos usos, la multitud negriana se escapa una y otra vez a
toda domesticación por parte del imperio. En el caso del pri- 5.
mero, se trata de salvar y emancipar la potencia de lo que no
En un libro fundamental, Cecilia Abdo Ferez ha realizado una
sucedió para erosionar y desactivar los dispositivos actuales de
apreciación muy certera a partir de la relación entre potestas y
dominación, mientras que en el segundo la potencia del trabajo
potentia en Spinoza:
vivo emancipa a los sujetos de los dispositivos de dominación
abriendo y constituyendo nuevos mundos y subjetividades. Es Reificar la potestas –afirma Abdo Ferez apuntando a
importante recordar que Negri identifica al poder constituyen- Negri– como mero gobierno-parásito de la potentia
te de la multitud y del trabajo vivo con una praxis que no se conduce a estrechar los marcos de lo posible: esto es,
agota en la institución, es decir, que no tiene como fin último la a ontologizar una relación que es dinámica, ambi-
institucionalización de sí, sino que excede continuamente sus valente, paradójica, a veces de contrapunto, a veces
de fusión, a veces reversible. Conduce a eternizar la

41.  Contrariamente a la injusta interpretación de sus concepciones de la


42.  A. Negri, El poder constituyente, op. cit., p. 42.
potencia que realiza Katja Diefenbach, cf. K. Diefenbach, “To bring about
real state of exception”, op. cit. 43.  Ídem, pp. 42-43.

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Manuel Ignacio Moyano Sujeto y potencia

condición históricamente mudable de nuestra imagi- se contradice a sí mismo, ya que el sujeto pasa a ser una fuerza
nación y sus entramados corporales […] Y conduce a anterior a toda la subsunción real del capitalismo contempo-
hacer de la filosofía política de Spinoza una filosofía ráneo y no ya un efecto que lo excede abriendo el comunismo.
exclusivamente de la resistencia, cuando es –antes, y En otras palabras, lo inagotable de una potencia que “se forma
eso es lo riesgoso– una filosofía de la expansividad del como poder constituyente, no por buscar institucionalidad
ser.44
sino por construir más ser”47, queda afincado en una actividad
En otras palabras, el problema que nos interesa remarcar a par- constante de expansión y construcción que siempre está más
tir de esta indicación de Abdo Ferez es el vínculo tan directo allá de sí misma y de sus efectos, siempre presuponiéndose en
que Negri establece, en su filiación spinoziana, entre fuerza una mismidad expansiva. Esto hace del sujeto no sólo potencia
expansiva/productiva y resistencia. Si la capacidad productiva y vida, sino sobre todo acción creativa.48 Pero acción creativa y
del trabajo vivo45 no se puede agotar en ninguna instancia con- plenitud del ser, al quedar identificados en una “potencia subs-
creta e instituida, y tampoco depende de ellas, ¿acaso no tien- tancializada de trabajo vivo”49 –del que se nutre el capitalismo
de en última instancia a una teología negativa que sólo puede contemporáneo en su constante expropiación de las “poten-
decirse “el poder consituyente siempre está más allá”? ¿No cias de la multitud” como son el habla, la improvisación, la
sucumbe esta expansión infinita al nihilismo epocal? A pesar cooperación, la invención–, lleva a una superposición entre ser y
del coraje con que Negri diagrama su pensamiento, que hace subjetividad en un mismo principio, que más allá de estar diseminado
palpitar su escritura al ritmo de los tambores callejeros, no capilarmente en una multitud, se define por una única actividad for-
puede dejar de reconocerse cierta rapidez –aunque físicamente mal y supuesta: producir. Es esta raíz performática del ser-sujeto
impactante para los corazones militantes, no necesariamen- lo que torna problemática la concepción negriana de la subjeti-
te lúcida ni estratégica– que se resuelve en un voluntarismo vidad ya que con ella se simplifica la relación entre ontología y
que socaba sus propias tesis antiesencialistas. Sin embargo, el subjetividad: en primer lugar, como dijimos, porque se supone
problema no está en estos deslices de una multitud ignota, tan –en el sentido de lo que se pone por debajo y sostiene– al sujeto
bien ironizada por Agamben,46 sino en que la subjetividad deja en vez de concebirlo como producto o efecto que excede los
de ser un efecto excesivo para convertirse en un supuesto. Es decir, límites de su producción y de ese modo se lo absolutiza;50 pero,
en segundo lugar y más importante, se reinserta una figura
44.  C. Abdo Ferez, Crimen y sí mismo. La conformación del individuo en la de la mediación y de la negatividad en la noción de sujeto ya
temprana modernidad occidental, Buenos Aires, Gorla, 2013, pp. 218-219. que éste no es sino una acción que para construir más ser tiene
45.  Que en definitiva es el Hombre-productor marxista, lo cual sigue
apresando en algún punto al pensamiento de Negri en un humanismo 47.  A. Negri, El poder constituyente, op. cit., p. 44.
decimonónico, que choca en más de una ocasión con la filosofía spinoziana
48.  Cf. Ídem, p. 50.
que alimenta su pensamiento.
49.  K. Diefenbach, Im/potential Politics, op. cit., p 4.
46.  En El reino y la gloria, Agamben compara la propuesta de Hardt y
Negri sobre la enigmática fuerza de la multitud en el Imperio global 50.  Es necesario recalcar que vía Maquiavelo, Spinoza y Marx, el
contemporáneo con las posiciones del peluquero y teólogo de la corte de pensamiento de Negri reivindica la figura de lo absoluto en oposición a la
Constantino, Eusebio, quien postulaba que con el advenimiento de un único de totalidad. Cf. A. Negri, El poder constituyente, op. cit., pp. 51-52. El punto
imperio y el fin de la poliarquía llegaría el advenimiento del verdadero crítico de este procedimiento es que el sujeto también se vuelve absoluto,
Dios, con lo que argumentaba estratégicamente la alianza del Imperio y la ya que es siempre él quien porta la potencia de ser. Por otro lado, asumir
iglesia, mientras que para Agamben las tesis de Hardt y Negri claramente no al sujeto como presupuesto es la operación par excellence de la metafísica
pueden ser entendidas en esa estrategia, con lo cual aparecen cuanto menos tradicional, basada en el hypokeimenon griego como lo que subyace a todo
enigmáticas. Cf. G. Agamben, El reino y la gloria, op. cit., pp. 30-31. predicado. Cf. G. Agamben, L’uso dei corpi, op. cit., pp. 151 y ss.

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Manuel Ignacio Moyano Sujeto y potencia

que negar las fuerzas que detienen su expansión, ya que si el Esta situación epocal, que luego se llamará Imperio, implica que
sujeto o la constitución que lo define no puede asimilarse a lo la contingencia ha invadido de modo indefectible la totalidad
constituido, la única aprehensión del mismo es por su negación/ del terreno del ser, poniendo en peligro su existencia y dando
mediación de lo ya constituido. la posibilidad de su destrucción total, su poder no-ser. Pero que
Esto ataca los propósitos de Negri dado que la potencia, el ser pueda ser destruido implica que tiene “una naturaleza éti-
destilada por la presencia de una subjetividad absoluta que la ca: para existir, está sometido a la voluntad, a la subjetividad, a
crea, sólo persevera en sí y se acrecienta por medio de la inter- la ética.”52 Esta cita tiene una importancia fundamental porque
vención/mediación del sujeto y su producción. De este modo, ella muestra cómo Negri funda la ética en la siguiente consta-
la única forma coherente de entender la potencia, y su propul- tación: el sujeto, más bien su acción, puede destruir al ser, pero
sión expansiva, es como un acto del sujeto que paradójicamen- también reconstruirlo. Nuevamente, a pesar de que el ser haya
te nunca puede agotarse en un fin determinado. Sin embargo, sido puesto en cuestión, es la acción del sujeto lo que de nin-
el sujeto deviene así una operación continua de actualización gún modo se pone en duda. Incluso lo que Negri denomina el
de la potencia que lo define, con lo cual tiene asegurada su “terror” de nuestra época, el hecho de que el ser pueda no-ser,
inmanencia pero en la misma medida se trascedentaliza en una que pueda ser destruido en su totalidad, no cuestiona ni por un
finalidad productiva. En otras palabras, se inscribe una instan- instante la primacía de la acción del sujeto –en último término
cia trascendental (la acción del sujeto) en un campo de inma- es ella la que lo destruirá. Así, esa acción subjetiva (creativa,
nencia (la potencia y su autoconservación) que se resuelve en trans-individual, múltiple, etc.) parece poseer un plus ontológi-
una dialéctica donde el sujeto crea más potencia a condición de co que la vuelve incluso primaria respecto del ser mismo. Es decir,
mediarla y la potencia se recrea en cada mediación del suje- tratando de dar una base ontológica a la subjetividad, Negri
to. El problema acá es la necesidad ontológica de la acción del inscribe una primacía del sujeto por sobre el ser que la crisis
sujeto, con lo cual el pensamiento de Negri deviene un pensa- del capitalismo contemporáneo no puede bajo ningún aspecto
miento de la necesidad y no de la contingencia. Efectivamente, derrocar, a pesar de sí poder hacerlo con el mismo ser. Es nece-
en torno a esta problemática modal de la ontología (necesidad, sario comprender que aquí crisis y contingencia son sinónimos
contingencia, imposibilidad, posibilidad), el autor afirmaba en y afectan al orden del ser. Pero al tratar de afincar la vida del
1987: sujeto en el suelo de una potencia ontológica al modo de una
co-constitución de ambos, Negri parece dar una vuelta de tuer-
Por contingencia entiendo el hecho de que el ser puede ca de más y posicionar al sujeto incluso más allá del ser, abrién-
ser y/o no puede ser, efectivamente. O bien el ser en su dole así una posición trascendental que coincide con su acción
totalidad. El pensamiento clásico, cuando ha conside- productiva. Lo que se resguarda es el sujeto como acción, que
rado la contingencia, nunca ha desprendido a ésta de en estos trámites termina parándose más allá de su base on-
lo particular. Los dos pares, universal y particular, ne- tológica e incluso de su realidad históricamente determinada.
cesario y contingente, establecían entre sí una relación
unívoca. Lo necesario con lo universal, lo contingente Es posible que todo este forzamiento ontológico para man-
con lo particular. Aquí vivimos una situación en la tener al sujeto como acción, para fijar su necesidad ontológica,
que, por primera vez, todo el ser puede ser destrui- se deba a una búsqueda mucho más militante que analítica de
do. La universalidad del ser puede ser prácticamente un lugar que asegure la resistencia y la emancipación como
puesta en tela de juicio. El ser puede ser destruido.51 mostrábamos más arriba con la cita de Abdo Ferez. Sin em-

51.  A. Negri, Fábricas del sujeto/Ontología de la subversión, op. cit., p. 213. 52.  Ídem, p. 214.

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Manuel Ignacio Moyano Sujeto y potencia

bargo, al sostener al sujeto pura y exclusivamente como acción Por lo tanto, la cuestión de la “capacidad de recepción” –que
productiva, esta se autonomiza y se desprende de su base apunta y define, como veremos, la noción de sujeto– se abre
ontológica para elevarse en un vuelo trascendental que poco a partir de una ontología modal que debería “radicalizar las
o nada tiene que ver con los propósitos iniciales de su teoría tesis spinozianas según las cuales sólo hay ser (substancia) y
sobre la subjetividad y con un pensamiento de la resistencia. sus modos y modificaciones.”55 Si bien Negri habría ido en esa
Todo el ser, y su inevitable contingencia, dependen ahora del dirección, el problema de encontrar esos modos y modificacio-
accionar subjetivo. Lo que era determinado en una ontología nes del ser en la acción del sujeto o en el sujeto como acción, como
de la inmanencia, queda ahora desprendido y solitario en un hemos mostrado, termina por aislar al sujeto en una acción
vuelo trascendental que gira continuamente sobre su propio constante siempre más allá de sí misma e incluso más allá de la
accionar, ahora, en un vacío de ontología. Aquí sujeto e impe- sustancia-ser que lo sustenta cayendo en el formalismo de una
rio, en tanto carentes de ontología, coinciden.53 acción constantemente productiva. Por lo tanto, y por paradó-
jico que parezca, la forma de radicalizar las tesis de Spinoza,
6. para Agamben, sería más bien postulando al sujeto como una
des-creación o como una obra inoperante. Si en Negri, siguiendo
Es contra esta soledad del sujeto y su acción que se han levan- a Deleuze y a Spinoza, se trataba de mostrar el vínculo indiso-
tado precisamente los pensadores de la comunidad y de la luble entre creación y resistencia, Agamben inscribe allí una
désoeuvrement como Georges Bataille, Maurice Blanchot, Jean- pequeña reserva:
Luc Nancy y Giorgio Agamben. Ahora bien, y particularmente
en el caso de este último, se trata de erigir una teoría del sujeto Spinoza ha definido –señala Agamben en un ensayo
con una base ontológica destituyente. En otras palabras, para reciente– la esencia de cada cosa como el deseo, el co-
Agamben, entre sujeto y potencia hay una relación destituyen- natus de perseverar en el propio ser. Si es posible esgri-
mir una pequeña reserva respecto a un gran pensador,
te, o mejor, una destitución de su misma relación. Veamos esto
diría que me parece que también en esta idea spinozia-
a partir de lo dicho sobre la potencia en Agamben y sus tesis na ocurre, como hemos visto para el acto de creación,
sobre la subjetividad desarrolladas en Lo que queda de Auschwitz. insinuar una pequeña resistencia. Ciertamente, cada
El archivo y el testigo.54 cosa desea y se esfuerza para perseverar en su ser;
Habíamos mostrado cómo en definitiva la potencia agam- pero, también, ella resiste a este deseo, al menos por
beniana, que no se opone al acto sin mantener ninguna relación un momento lo vuelve inoperoso y lo contempla. Se
con éste, sino que engloba toda la relación entre acto y poten- trata, una vez más, de una resistencia interna al deseo,
de una inoperosidad interna a la operación. Pero sola-
cia, se podía definir en última instancia como pura “capacidad
mente ella confiere al conatus su justicia y su verdad.
de recepción”, donde actividad y pasividad se indiferencian En una palabra –y esto es, al menos en el arte, el ele-
constantemente en el acto/potencia de recibir. Esto refería pre- mento decisivo– su gracia.56
cisamente, para Agamben, al modo en que se tiene una potencia.

53.  Recordemos que Hardt y Negri han afirmado que el imperio tiene una
“carencia propiamente ontológica.” M. Hardt y A. Negri, Imperio, op. cit., 55.  G. Agamben, “What is a destituent power?”, translated by S. Wakefield,
p. 118. Enviroment and Planning D: Society and Space 2014, Vol. 32, pp. 65-74, p. 73.
54.  G. Agamben, Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo, trad. A. G. 56.  G. Agamben, “Che cos’è l’atto di creazione”, en: Il fuoco e il racconto,
Cuspinera, Valencia, Pre-textos, 2010. Roma, Nottetempo, 2015, p. 60.

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Y esto no es otra cosa que la vida misma: “La inoperancia no es no puede hablar porque ha perdido toda posibilidad de habla.
otra obra que les aparece al resto de las obras desde el afuera El sentimiento primero de este desfase, que se produce de ma-
de ningún lugar para desactivarlas y deponerlas: ella coincide nera general y grotesca en los sobrevivientes, y que Agamben
completa y constitutivamente con su destitución, con vivir una indaga para dar cuenta de la subjetividad, es la vergüenza. Lo
vida.”57 Hay en el vivir una vida una fuerza de freno al deseo característico de ella es que señala en la mismidad del sujeto
puro de perseverancia y expansión: aquí está el punto en que algo inasumible, una extrañeza que lo excede y no puede ocul-
se juega una teoría del sujeto pensado desde su más extrema tar, pero que le es tan íntima, que no puede sino reflejarse en el
desubjetivación, esto es, desde Auschwitz y sus restos que, qui- rubor de sus mejillas.
zás irónicamente, se pretende como una teoría que radicaliza
las tesis del conatus spinoziana.58 El yo, en consecuencia –señala Agamben a partir de
un ensayo de Emmanuel Levinas sobre la vergüenza–,
Lo que importa remarcar es que lo que se resiste a la crea- está aquí desarmado y superado por su misma pasivi-
ción, y precisamente se resiste a la creación del sujeto o al su- dad, por su sensibilidad más propia; y, sin embargo,
jeto como creación, es algo que necesariamente tiene la forma este ser expropiado y desubjetivado es también una
de una desubjetivación. En el libro en que Agamben se dedica extrema e irreductible presencia del yo a sí mismo. […]
de forma explícita a este problema, la cuestión del sujeto se En la vergüenza el sujeto no tiene, en consecuencia,
elabora a partir de la paradoja que se inscribe entre quienes otro contenido que la propia desubjetivación, se con-
testimonian de Auschwitz, los supervivientes, y los que per- vierte en testigo del propio perderse como sujeto. Este
dieron allí todo atisbo de subjetividad, los musulmanes.59 Dicha doble movimiento, a la vez de subjetivación y desubje-
paradoja, llamada por el italiano “paradoja de Levi” ya que en tivación, es la vergüenza.60
base al testimonio de este último y el de otros sobrevivientes Ese doble movimiento es precisamente la “capacidad de recep-
diagrama su teoría de la subjetividad, está dada por cuanto el ción” que define a la potencia, esto es, la actividad por medio
sobreviviente tiene la posibilidad de hablar y contar lo suce- de la cual el sujeto recibe algo es tan propia como impropia,
dido, pero todo lo que diga no alcanza a dar cuenta de lo que le pertenece y define todo aquello que está dentro de él, pero
allí verdaderamente aconteció; mientras que el musulmán, el a su vez lo excede infinitamente ya que lo mantiene abierto
“testigo integral” según Primo Levi, tiene todo para decir, pero precisamente a todo lo extraño a sí mismo. No se trata de una
mera receptividad, sino de una afección de la propia capacidad
57.  G. Agamben, “What is a destituent power?”, op. cit., p. 74. de recepción, un apasionarse por la propia pasividad, como en
el caso extremo de tener un placer en el sufrimiento de una vio-
58.  El italiano ha realizado una lectura de Spinoza bastante peculiar, a
partir de la cual ha extraído principalmente la indeterminación entre agente lencia; precisamente allí está la vergüenza. Aquí, agente y pa-
y paciente que implica toda potencia. Cf. “La inmanencia absoluta”, en La ciente coinciden en un mismo sujeto, y la coincidencia de dos
potencia del pensamiento, op. cit. R. Farrán, en su capítulo “Sujeto y nudo” polos opuestos no es sino un punto imposible. Agamben sitúa
en el presente libro, ha trabajado sobre la misma en relación al sujeto del en ese punto imposible al resto, esto es, el residuo que queda
psicoanálisis.
de la concomitancia entre una subjetivación y una desubjetiva-
59.  Agamben emplea allí el término “musulmán” con que en la jerga ción –y es fundamental entender que no se trata de un proceso
del campo de concentración se designaba a quienes habían abandonado
donde primero se da la subjetivación y luego la desubjetiva-
cualquier rasgo de humanidad y “flotaban”, por así decirlo, en un estadio
entre la vida y la muerte, entre el hombre y el no-hombre, entre la vida de ción, para volver a plantear una nueva subjetivación y así ad
relación y la vida vegetativa, incluso más allá de estas oposiciones. Cf. G.
Agamben, Lo que queda de Ausxhwitz, op. cit., pp. 48-49. 60.  Ídem, p. 110.

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infinitum, sino que se trata de un mismo proceso que como tal Coda
no es sino una tensión bi-polar.61 Todo sujeto es, en esta medida
y pensado desde esta figuración de la potencia, un no-sujeto. La de- 1.
mostración más clara al respecto es que si un sujeto quisiera
aferrarse a su pasividad, a su pura capacidad de recepción, a En L’uso dei corpi, libro con el que Agamben “abandona”63 la
su pasión, se encontraría con que ya no es un sujeto sino que saga Homo sacer, la cuestión del sujeto es abordada a partir de
estaría –como suele indicarse en estos casos– fuera de sí. una categoría que condensa en sí la contracción o el repliegue
Más allá de que Agamben haya desarrollado toda esta teo- entre ontología y política y ética que el italiano ha desarrolla-
rización sobre la subjetividad para comprender “el significado do a lo largo de su obra. Esta categoría es, precisamente, la de
ético y político del exterminio”62, el gesto más radical que defi- “uso”, en tanto modo del sujeto para relacionarse consigo, con
ne la grandeza del libro es que en ella hay también una teoría los otros y con el mundo más allá de los confines de la propie-
de la resistencia escondida. Y la misma nos viene presentada dad y la utilidad. No obstante, es posible sostener que la apues-
desde la teoría de la potencia aquí desarrollada. Pues bien, ta central del libro no es tanto un desarrollo de dicha categoría
como todos los conceptos agambenianos, la noción de sujeto al per se sino para trazar los contornos de una verdadera ontología
ser puesta a fuego bajo la ontología modal de la potencia y de del sujeto. Si esto es así, se abre un gran problema al interior del
la politicidad de la vida queda mantenida y abandonada a la pensamiento agambeniano, ya que en una perspectiva heideg-
vez, esto es, des-creada, fijada en su descreación. El sujeto como geriana, podría inferirse que el problema ontológico se termina
descreación no significa otra cosa más que vivir una vida, pero reduciendo a una perspectiva subjetivista, esto es, la pregunta
no como un conjunto de hechos posibles de reconstruir por por los modos de ser del ente es afincada en la presencia del
una biografía, sino como una suma de posibilidades que agota sujeto (subjectum, como lo que subyace y es presupuesto).64 Con
todos los hechos. En otras palabras, vivir una vida no significa lo cual, una ontología del sujeto como la que Agamben diagra-
sino estar sujeto –en el sentido de anudado– al propio padeci- ma en dicho libro, quedaría así apresada en una ambigüedad
miento, a la capacidad de recepción, a la autoafección. Y esto esencial, ya que no cortaría su vínculo con una “metafísica de
significa que la potencia que define a la vida, como hemos vis- la presencia”, en palabras de Derrida, y conllevaría el mismo
to, no hace otra cosa más que destituir al sujeto de su creación, peligro que señalábamos en la propuesta de Negri, esto es, ele-
volverlo inoperante e inscribir en cada uno de sus actos y obras var al sujeto incluso por sobre su estatuto ontológico.
la posibilidad radical de que no sean suyas, esto es, de que és- Sin embargo, si atendemos a la formación gramatical del
tas se le resistan en un campo de inmanencia trascendental hasta sintagma “ontología del sujeto”, observamos que el mismo es un
agotarlo. La política que se abre allí es la de una comunidad genitivo solamente posesivo y subjetivo, esto es, solo una ontolo-
pensada fuera de la figura de la articulación, pensada, mejor, gía que le pertenece al sujeto, lo cual no implica una consistencia
en la pasión.

61.  Podría emplearse la distinción entre “sujeción” y “subjetivación” 63.  El italiano toma esta expresión del fallecido escultor y pintor suizo
como sinónimo de la que emplea Agamben entre “subjetivación” y Alberto Giacometti, para quien las obras de arte nunca se terminan sino que
“desubjetivación” ya que ambas apuntan en última instancia a la misma se abandonan.
tensión irresoluble en la categoría de sujeto, esto es, la tensión entre el sujeto
64.  Para un desarrollo sustancial de la crítica heideggeriana a la noción de
como agente y el sujeto como paciente.
sujeto, y sus derivas en Jacques Derrida y Jean-Luc Nancy, ver en este libro
62.  Ibíd., p. 7. el capítulo de E. Biset, “Sujeto y metafísica”.

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subjetiva de toda ontología.65 Por lo tanto, la formulación del sin- 2.


tagma implica que el sujeto es al mismo tiempo su propio objeto,
ya que es tanto el sujeto de la acción como el objeto de la misma, En un texto de 1978, donde Agamben se preguntaba por la de-
lo cual significa que una ontología del sujeto designa la relación cisión de Dante de titular “Comedia” a su reconocido poema,
de éste consigo mismo. Esta relación con sí mismo del sujeto es lo se nos recuerda de pasada la crítica estoica a la tragedia bajo la
que Agamben llama precisamente uso, pero como es una relación metáfora del actor. Así, para los estoicos, la situación trágica
que inmiscuye en un mismo movimiento al sujeto y al objeto, no quedaría ejemplificada de manera perfecta en la confusión entre
puede haber un dominio del primero sobre el segundo como en actor y personaje, mientras que la anti-trágica implicaría afir-
el caso de una utilización donde el sujeto manipula a un objeto mar y sostener una distancia entre ambos. Sobre esa distancia,
externo de acuerdo a su voluntad. Ahora, hay una intimidad tan en un texto más reciente, Agamben muestra cómo Epícteto fun-
particular entre ambos que los hace estallar en una zona de indi- daba a partir de la “persona” teatral (el término griego prósopon
ferencia e imposibilita cualquier volición subjetiva, como en el sa- significaba “máscara” en el sentido teatral de la palabra, esto
domasoquismo, donde no sólo pasivo y activo intercambian sus es, la ficción que el actor adopta en su ejecución del persona-
papeles continuamente, sino también sujeto y objeto del placer je) la ética estoica, ya que la “personalidad” moral significaba
entran en una zona de verdadera indiscernibilidad.66 aceptar el personaje o máscara que a cada uno le había sido
asignado por el autor y lograr mantener una distancia crítica
Y es por esta razón que toda subjetivación no es sino en la respecto de la misma, ahora devenida social.68 Esta ética estoi-
misma medida y en la misma y exacta temporalidad una desub- ca sería hoy imposible porque, en la perspectiva biopolítica de
jetivación. En otras palabras, el enjuague del sujeto a través Agamben, ya no habría una persona moral posible desde que
de la ontología es lo que una y otra vez lo confirma como un las máscaras parecen diluirse en el gran embudo de la biología.
no-sujeto, porque su posesión de un inapropiable (la potencia) En otras palabras, hoy ya no hay personas sino puros datos
no puede sino desubjetivarlo. Toda su presencia, entendida biológicos que determinan en última instancia la identidad de
simplemente como pura capacidad de recepción, está atrave- cada individuo –como el caso del ADN, las huellas dactilares,
sada por su continuo vaciamiento ontológico, esto es, por el el estudio del genoma humano, entre muchos otros ejemplos
exceso que en los términos de esa capacidad excede a cualquier biométricos. Con lo cual, en los términos teatrales en que se
contenido recibido en particular. Y que la ontología de la po- ejemplifica el problema, en la era biopolítica habría actores sin
tencia agambeniana sea subjetiva, y por ello no-subjetiva según personajes.
el particular movimiento que hemos registrado en la confor-
mación del mismo, significa que el sujeto jamás puede reducirse a Si la apuesta sería, precisamente, pensar ontológicamente
una noción de hombre ya que, como la potencia y como la vida, excede más allá de esta impersonalidad biopolítica, sin recaer en la
cualquier figura concreta de la misma, incluso aquella que el italiano distancia estoica –hoy imposible– entre ambos, debemos tratar
ha identificado en la experiencia liminar de la antropogénesis.67 de repensar este problema entre el actor y el personaje en la
perspectiva que hemos abierto y desarrollado entre la potencia
y el sujeto. En este sentido, cuando desarrollamos la triparti-
65.  Cuestión que, por lo demás, Agamben critica en Aristóteles y su ción que de la potencia hacía Agamben, ejemplificábamos la
ontología presupositiva. Cf. G. Agamben, L’uso dei corpi, op. cit., pp. 179 y ss. potencia-de-sí en los niños que pueden en principio devenir
66.  Cf. Ibid, pp. 51 y ss. y asumir cualquier técnica y función, como ser escribientes
67.  Con esto, llevamos esta noción de potencia como también la de sujeto
más allá de su domesticación antropogenética en el pensamiento del italiano. 68.  Cf. G. Agamben, “Identidad sin persona”, en: Desnudez, op. cit., pp.
Cf. supra pie de página 30. 68-71.

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o citaristas sin por eso ya serlo. También desarrollábamos la embargo, lo que aquí importa de dicho libro es que nos ayuda
potencia-de-no en el ejemplo concreto de un escribiente o un a resolver el interrogante que nos habíamos planteado, esto es,
citarista en el momento en que no escribe o no hace sonar su cí- ¿cómo es posible exponer la potencia en la realización de un
tara, pero que sin embargo no por ello deja de ser un escribien- acto del que es dicho que se tiene una potencia?
te o un citarista. Ahora es tiempo de pensar un ejemplo de la A partir de la primera carta a los Corintios de Pablo,
potencia-de-no-no. Pues bien, si ésta en última instancia, como Agamben identifica el modo de la vida mesiánica en una fór-
no nos hemos cansado de repetir, implica una pura capacidad mula particular: el “como (si) no” (hos me). Allí, Pablo indicaba
de recepción, y si también ella define la estructura del sujeto y lo siguiente (1 Cor 7, 29-32):
su concomitante devenir no-sujeto, quedará ejemplificada en
cada escribiente o citarista que en el acto de su escritura o de Lo que quiero decir, hermanos, es esto: queda poco
su música expone al mismo tiempo su potencia de no escribir y tiempo. Mientras tanto, los que tienen mujer vivan
de no hacer sonar su cítara, esto es, su potencia de recibir su como si no la tuvieran; los que lloran, como si no llora-
propia acción. Pero, ¿cómo es esto posible? ran; los que se alegran, como si no se alegraran; los que
compran, como si no poseyeran; los que disfrutan del
mundo, como si no disfrutaran. Porque la apariencia
3. de este mundo es pasajera.71
En el año 2000, Giorgio Agamben recolecta las notas de una Lo central de la fórmula es que abre un terreno que no impli-
serie de seminarios impartidos en diferentes universidades y ca un cambio radical de la realidad fáctica en la que uno se
publica un libro capital para su pensamiento y el desarrollo encuentra, sino que la tensa sobre sí misma hasta disolverla,
de la pars costruens del mismo, especialmente en lo que se ha esto es, hasta volverla inoperante. Para Agamben, es precisamen-
llamado su mesianismo. El título del mismo, El tiempo que resta. te esta fórmula mesiánica la que define la noción de uso: “Ser
Un comentario a la carta a los romanos69, contiene la noción cen- mesiánico, vivir en el mesías, significa la expropiación, en la
tral del libro en que había trabajado el problema del sujeto de forma del como no, de toda propiedad jurídico-fáctica (circun-
forma específica, esto es, Lo que resta de Auschwitz. El archivo ciso/no circunciso; libre/esclavo; hombre/mujer). Pero esta ex-
y el testigo.70 Así, a partir de las cartas del apóstol Pablo y de propiación no funda una nueva identidad; la ‘nueva creatura’
la peculiar lectura que de las mismas hiciera Jacob Taubes, el no es más que el uso y la vocación mesiánica de la vieja.”72 Es
italiano recupera una tradición que situaba la condición me- que sólo de este modo el mundo, el cuerpo, los otros y uno
siánica no en un tiempo futuro, sino en un pliegue particular mismo son objetos de uso y no de propiedad, ya que allí toda
del mismo que separando el trascurso temporal de su repre- condición facticia queda revocada sobre sí misma y así impo-
sentación abre el presente que resta entre medio de ambos. Sin sible de apropiar.73
Si probamos implicar esta fórmula en lo que hemos di-
69.  G. Agamben, El tiempo que resta. Un comentario a la carta a los romanos, cho sobre la potencia-de-no-no, vemos que si ésta se trata de
trad. A. Piñero, Madrid, Trotta, 2006.
70.  Cf. G. Agamben, Lo que queda de Auschwitz, op. cit. La traducción de la 71.  Cabe aclarar que utilizamos una versión bíblica distinta a la traducción
edición de Pre-textos elige, equivocadamente desde nuestro punto de vista, que ofrece Agamben en su libro.
la sonoridad del “queda” por sobre la importancia conceptual del “resta”.
72.  G. Agamben, El tiempo que resta, op. cit., pp. 35-36.
De ese modo, dicha traducción pierde de vista el vínculo esencial que une
ambos libros y el vínculo esencial que une los análisis sobre el campo de 73.  Cf. Ídem. Un comentario similar se encuentra en G. Agamben, L’uso dei
concentración con el mesianismo agambeniano. corpi, op. cit., pp. 86-87.

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Manuel Ignacio Moyano Sujeto y potencia

pasar al acto o realizar una obra exponiendo allí mismo la la ética, hay un principio teatral ineludible.75 Si todas las identi-
potencia de no hacerlo, podemos afirmar que de lo que se dades fácticas (escribientes, citaristas, etc.) han de desarrollar
trataría para un escribiente o para un citarista es de escri- sus obras bajo el modo del “como si no”, para exponer y hacer
bir como si no escribieran, hacer sonar la cítara como si no lo pasar la potencia que les da su fuego, pareciera reinscribirse
hicieran. Esto abre una práctica de ignoscencia74, esto es, de aquella distancia estoica entre el actor y el personaje que hoy
ignorancia e inocencia que desactiva y vuelve inoperosa toda en día sería imposible. Sin embargo, no se trata simplemente
especialidad y técnica aprendida ya que las revoca y reenvía de una regresión a un estoicismo moral que separa al actor
a su punto cero, es decir, a su potencia de no pasar al acto. De de su máscara. Las máscaras han desaparecido, ahora hay
este modo, tenemos un acto que se desrealiza en su misma un anonimato jurídico-biológico con el cual es tan imposible
actualización (la escritura deviene así no-escritura, la música identificarse como tomar distancia. Por lo tanto, la fórmula
deviene así no-música). Pero esto significa esencialmente que mesiánica inscribe una nueva forma de la teatralidad, más
en todo acto de potencia o en toda obra de inoperosidad, que allá de aquella estoica, ya que repite el gesto de la biopolítica
para Agamben, como hemos mostrado, definirá la política y contemporánea, esto es, licúa y desactiva todas los “personajes”
fácticos, pero lo hace sin producir un cuerpo biopolítico al modo de
la soberanía, sino exponiéndolo como lo más (im)propio. Esa expo-
sición no es sino su misma revocación.
74.  En el último capítulo de L’aperto. L’uommo e l’animale, Agamben
diagrama los pilares de lo que será su búsqueda filosófica primordial,
El principio teatral de la potencia agambeniana corre más
esto es, pensar la ontología, la política y la ética más allá de la diferencia allá del clásico simulacro teatral, esto es, más allá del “como
ontológica heideggeriana, por lo tanto, “fuera del ser” (como se titula, si”. Si en la escena tradicional, el actor Pedro actúa “como
precisamente, dicho capítulo). Allí, a partir de una pequeña reflexión del si” fuera Hamlet; ahora, en la escena contemporánea, el actor
gnóstico Basílides sobre la gran ignorancia que cubrirá el cosmos una vez Pedro no sólo actúa “como si no fuera” Hamlet sino también
que todos los elementos materiales y naturales queden abandonados por
“como si no” fuera Pedro. No sólo no hay personajes, sino
Dios al fin de la historia, Agamben se pregunta por la forma que tendrá
la vida natural allí. Se plantea como escenario pensable una situación que también, y fundamentalmente, no hay actores: lo que resta son
no puede definirse ni como humana, ya que la capacidad racional queda sujetos desubjetivados; éste es el nuevo teatro ejemplarmente desa-
definitivamente congelada por ese gran velo de ignorancia, ni tampoco rrollado en las obras de Samuel Beckett. Si bien pareciera haber
como animal, ya que la vida tampoco permanece cerrada sobre sí. Tal aquí todavía un principio volitivo que supone una intención
como se había perfilado en un texto bellísimo titulado “El último capítulo
subjetiva de actuar u obrar “como si no”, en el momento en
de la historia del mundo” (en Desnudez, op. cit., pp. 167-169), esa vida que
resta abandonada al fin de la historia se da articulando una “zona de no- que nos preguntamos qué puede significar “actuar como si no
conocimiento”. Y esta “zona de no conocimiento –o, mejor, de ignoscencia– se actuara” comprendemos que nos vemos cubiertos por un
significa en este sentido no simplemente dejar ser, sino dejar fuera del ser, velo de ignorancia tan propio que nos imposibilita cualquier
volver insalvable. […] La zona de no conocimiento –o de ignoscencia– que
está en cuestión aquí se encuentra más allá tanto del conocer que del no
conocer, tanto de develar que del velar, tanto del ser que de la nada. Pero lo 75.  Así, toda actuación adquiere su sentido más genuino en la falsificación.
que queda así dejado fuera del ser no es, por esto, negado o removido, no El sujeto que se implica en ese “como si no”, demuestra que él no es más
es, por esto, inexistente. Es un existente, un real, que ha quedado fuera de la que un falsario que abre el mundo de todas las posibilidades como lugares
diferencia entre ser y ente.” Agamben, Giorgio. L’aperto. L’uomo e l’animale, donde la disyunción entre ellas no necesariamente las vuelve excluyentes
Bollati Boringhieri, Torino, 2010, pp. 93-94. Sobre la crítica a la diferencia sino que pueden con-vivir en términos incluyentes. Sobre las potencias de lo
ontológica de Martin Heidegger de dicho libro, cf. Moyano, Manuel. “Fuera falso, cf. G. Deleuze, La imagen-tiempo, op. cit., pp. 177 y ss. En este sentido,
del ser. Comunidad, humanidad y animalidad en el pensamiento de Giorgio la pureza de la potencia está contenida en su misma falsedad, en el como si
Agamben”, en: Paralaje. Revista electrónica de filosofía, www.paralaje.cl no que la expone.

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Manuel Ignacio Moyano

intento de volición. Ese velo no pertenece a nadie en particu- Sujeto y Deseo


lar, y sin embargo se vuelve ahora la esencia inoperosa de la
posthistoria que es tarea de nuestro tiempo, la única posible, Notas sobre una dialéctica paradojal
exponer.

Natalia Lorio - Mercedes Vargas

1. Introducción: descentrando al sujeto de la razón cartesiana

Pensar las diferentes coordenadas bajo las que puede pensar-


se el sujeto de la negatividad, remiten aquí a señalar ese otro
modo de pensar el sujeto más allá del estatuto moderno en
donde se autorepresenta cerrado y autosuficiente y se enmar-
cada en una economía racional y teleológica. La cuestión del
sujeto entonces, lejos de ser una cuestión perimida, retorna una
y otra vez aún bajo figuras que lo muestran descentrado de
sí, enajenado o extrañado respecto de su mismidad. Acaso se
trata de un trastorno1 del sujeto que se asemeja cada vez más a
aquello que lo interrumpe, lo desgarra, lo abre a su posibilidad
e imposibilidad.
La mayor parte de las matrices del pensamiento social y
político, han edificado sus cimientos teóricos en torno a la idea
de un individuo indiviso y autoconsciente. El sujeto histórico
(podríamos decir que tanto desde el marxismo, como desde
las teorías del desarrollo histórico y la modernización) ha sido
reflejado desde el paradigma racionalista inaugurado por el
cogito ergo sum cartesiano que fundaba al individuo en la medi-
da en que era capaz de autoconsciencia y reflexión. Será desde
el campo del saber médico y psiquiátrico, más precisamente

1.  Aprovechamos el término psicopatológico para mostrar cómo ese


sujeto del inconsciente emerge primero como desviación de una norma, de
un parámetro de racionalidad que el descubrimiento freudiano viene a
cuestionar.

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Natalia Lorio - Mercedes Vargas Sujeto y Deseo

desde los estudios sobre la histeria realizados por Freud2 durante ‘estructurado como un lenguaje’7 muestra sus efectos; por otro
fines del siglo XIX, que la psicopatología del sujeto permitirá fi- lado, y más precisamente a partir de desplazar las fronteras del
gurar su paradójica experiencia de constitución, socavando así propio esquema estructuralista, llevando éste a su desborde, el
los postulados onto-epistémicos del sujeto moderno, centrado giro retórico habilitará pensar el sujeto más allá de la estructura,
sobre sí mismo y su representación del mundo3. y a ésta como el fundamento en última instancia de un sujeto
El valor de este ‘giro copernicano’ realizado por Freud en determinado por fuerzas en correlación (sociales, políticas, cul-
torno al sujeto4, que expone la relación de extrañeza entre ser y turales, históricas).
mismidad y destierra a la conciencia del campo de la certeza y La pregunta por la estructura será en cambio por aquello
la verdad, va ser recuperado por la recepción lacaniana a tra- que la causa en tanto estructura. El descentramiento expuesto
vés del giro lingüístico y los soportes para el pensamiento que por el sujeto del inconsciente habilitará un pensamiento que
éste viraje epistémico habilita. El paradigmático giro realizado socava los fundamentos de un estructuralismo cerrado, cohe-
desde la lógica diferencial del significante, acentuada a partir rente, totalizante. En cambio, pensar en la estructuralidad o el
del estructuralismo, permitió pensar de un modo radicalmente juego de la estructura8, o la acción de la estructura9 aquello que
diferente la relación entre sujeto y lenguaje, entre el enunciado causa su ordenamiento, que le da origen, o movimiento, termi-
y la función enunciativa produciendo importantes quiebres nará por desfundar al ser de propiedades que lo arraiguen en
onto-epistémicos para pensar la subjetividad5. un esencialismo de sustancias cambiantes.
Saussure y Jakobson asoman allí como nombres que brin- El centro, o la causa inicial (de la fórmula acción-reacción)
dan una ciencia piloto para pensar los mecanismos fundantes han funcionado como aquella presencia tranquilizadora a la
de una dinámica subjetiva, atribuidos por Freud6. El juego que remitirá, desde el pensamiento occidental, todo origen o
retórico que se desprende de esta formalización del lenguaje todo fin que logre explicar el juego en el que se constituye el
permitirá dos cosas: por un lado, mostrar la lógica de combina- ser.
ciones metafóricas y metonímicas (condensaciones y desplaza- El centro recibe, sucesivamente y de manera
mientos, dirá Freud), mediante las que el inconsciente, en tanto regulada, formas o nombres diferentes. La
historia de la metafísica, como la historia de
2.  El trabajo de Freud junto a Joseph Breuer, y Jean-Martin Charcot, con Occidente, sería la historia de esas metáforas y
quienes trabajó al respecto, puede ser revisado en sus obras: S. Freud, de esas metonimias. Su forma matriz sería, (…) la
Publicaciones psicoanalíticas y manuscritos inéditos en vida de Freud (1886-1899),
Trad. J. L. Etcheverry, Obras Completas, Tomo I, Buenos Aires, Amorrortu,
determinación del ser como presencia en todos los
1982; S. Freud, Estudios sobre la histeria (1893-1895), Trad. J. L. Etcheverry, sentidos de esa palabra. Se podría mostrar que
Obras Completas, Tomo II, Buenos Aires, Amorrortu, 1978. todos los nombres del fundamento, del principio
3.  Para un interesante recorrido sobre cómo la noción de sujeto se o del centro han designado siempre lo invariante
configuró en la historicidad del proceso moderno y su privilegio puesto en
la representación del mundo, derivando en conceptos metafísicos en torno
7.  J. Lacan, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Seminario XI,
al ser (verdad, certeza, pensamiento-sustancia), ver en éste mismo volumen
Trad. J. L. Delmont Mauri y J. Sucre, México, Paidós, 1987, p. 211.
Biset, E. “Sujeto y metafísica”.
8.  J. Derrida, “La estructura, el signo y el juego en el discurso de las Ciencias
4.  J. Lacan, Escritos 2, Trad. T. Segovia, Buenos Aires, Siglo XXI, 2014, p.758.
Humanas”, en La escritura y la diferencia, Trad. P. Peñalver, Barcelona,
5.  G. Le Gufey, “La función enunciativa”, El sujeto según Lacan, Trad. M.A. Anthropos, 1989, p. 384.
Castañola y M. T. Arcos, Buenos Aires, El cuenco de Plata, 2010
9.  J. A. Miller, “Acción de la estructura”, en Matemas I, Trad. C. de Santos,
6.  J. Lacan, Escritos 2.op. cit., p.760 Buenos Aires, Manantial, 1987.

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Natalia Lorio - Mercedes Vargas Sujeto y Deseo

de una presencia (eidos, arché, telos, energeia, ousía gencia del sujeto, es en tanto mítico que sólo adquiere su razón,
[esencia, existencia, sustancia, sujeto], alethia, en tanto relato ficticio, cuyos efectos de veracidad no son por
trascendentalidad, consciencia, Dios, hombre, ello menos eficaces. Mientras tanto, el desliz en la enunciación,
etc.)10 que socava la coherencia del enunciado, que perturba su uni-
dad, denuncia una otredad. Allí donde el Yo del cogito cartesia-
Origen trascendental o telos evolutivo serán las figuras a las no, indica la presencia de una unidad pensante, el psicoanálisis
que remitirán la mayor parte de las matrices interpretativas. encuentra la ranura por donde el ser se muestra en una tem-
Centro, origen y determinación en última instancia, han marca- poralidad evanescente, parpadeante, y aparece en la fugacidad
do las gramáticas analíticas del campo de las ciencias humanas del yerro, arrebatado e intermitente para enredarse de nuevo
y sociales y por lo tanto han logrado poner en el lugar del ser e inmediatamente en la trama del discurso. Temporalidad
al ente que lo designa, olvidando la pregunta por sus modos de retroactiva, en tanto expone un ser que es (se presenta) en un
constitución, por sus movimientos estructurantes en tanto ser. siendo (futuro anterior), en la medida en que su presencia viene
a ocupar un lugar siempre a posteriori, el sujeto adviene en el
Ahora bien, el sujeto del psicoanálisis, en primera instan-
diferir de su presencia13. La estructuralidad del ser, el juego que
cia desde sus formaciones psicopatológicas, ha mostrado que
configura un sujeto, no es entonces más que efecto de una au-
sólo hay causa de lo que no anda, de un intervalo dentro de un
sencia, de “un hueco y algo que vacila en el intervalo” entre un
continuum que expone su interrupción. Allí, en ese corte de la
significante y su encadenamiento a otro14.
serie significativa (discursiva en tanto se trata de quien habla),
el psicoanálisis encuentra al sujeto de la significación; no ya en Así pues la causa, ya no lo es en tanto origen o causalidad
lo que enuncia, o en el Yo quien dice enunciar, sino en lo que primera, sino en tanto efecto de un hueco que causa el movimien-
desliza, intermitente, su enunciación. En la falla de su discurso, to, el juego estructural lenguajero, de tropos retóricos que lo en-
el psicoanálisis verifica una falta o carencia, donde algo se pro- cadenan en una posición a priori indeterminada. Este desborde
duce, se cuela por el sentido y se articula (la función del sujeto estructural es el cuestionamiento a un fundamento finalmente
no puede concebirse sino como “efecto del significante” dirá sustancial o metafísico del ser que expone el movimiento im-
Lacan en 196411). La estructura del lenguaje viene allí a mostrar plicado en un sujeto descentrado de sí-mismo, extrañado de su
lo que la ontología del ser tiene de salto, corte, intervalo antes que conciencia.
de sustancia indivisible: “Ahora, a estas alturas, en mi época, División, escisión, fisura serán, en cambio, los signos de una
estoy ciertamente en posición de introducir en el dominio de ontología de un ser nunca idéntico a sí mismo, diferido en su
la causa la ley del significante, en el lugar donde esta hiancia presentación, perforado en su esencia, fisurado en su integri-
se produce”12. dad. El pensamiento del sujeto en el psicoanálisis viene a mos-
¿Qué causa un sujeto? Ausencia, agujero, vacío o falta serán trar que allí donde Descartes descubrió una sustancia pensan-
figuras que el viraje onto-epistémico del psicoanálisis opondrá te, una consciencia plena y autorreflexiva que daría cuenta de
al origen o fundamento último para pensar al Sujeto. Si algo un sujeto, su interrupción, el intervalo de su duda, muestra la
respecto de un origen puede ser concebido para pensar la emer- extrañeza que socava su mismidad. El sujeto aparece allí como

13.  J. L. Nancy, “¿Quién viene después del sujeto?”, Trad. E. Biset, en


10.  J. Derrida, “La estructura, el signo…”, op. cit., p. 385.
Revista Política Común, vol. 6, 2014, online: http://dx.doi.org/10.3998/
11.  J. Lacan, Los cuatro conceptos…op. cit., p. 215. pc.12322227.0006.002.
12.  J. Lacan, Ibíd. p. 31. 14.  J. Lacan, Los cuatro conceptos…op cit., p.30.

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Natalia Lorio - Mercedes Vargas Sujeto y Deseo

efecto de algo que cojea, que se presenta como desarreglo, como ciente introduce es el uno de la ranura, del rasgo, de
efecto de una estructura escandida, errática que configura su la ruptura16.
acontecer. El sujeto deviene signo articulado de un impasse en
Un irreductible escapa a todo intento de formalización del
una serie ordenada de sentidos que se interrumpe, donde apa-
lenguaje, de enunciación, y que allí en esa interrupción una
rece algo para inmediatamente desaparecer o figurarse bajo
presencia pulsa por realizarse: un sujeto. Si Descartes tomaba
formaciones percibidas como impropias, extrañas al sí mismo.
al ser a partir del enunciado como un ente verdadero y pleno
La crisis del sujeto moderno convoca más que a su muer- de existencia, a ese “Yo” de un pensamiento que “designa al
te, al retorno por la pregunta de su causa, que en tanto ausente sujeto en cuanto que habla actualmente. Es decir que designa
cuestiona la idea de un sujeto cartesiano, total y pleno, capaz de al sujeto de la enunciación, pero que no lo significa” (Lacan,
integridad identitaria. Cuestiona y destierra su ser sustanciali- 1960:761), el sujeto del psicoanálisis pone a prueba el proceso
zado a un pensamiento indivisible, autoconsciente y reflexivo de enunciación, manifestando el carácter evanescente y preca-
cuya capacidad de representación (presentación para sí de un rio que adquiere el proceso en que ese ‘Yo’ se afirma y afirma
objeto) puede ser concebida como transparente y fundamento aquello que percibe como verdadero. El sujeto aquí propuesto
de certeza. El sujeto, como amo de su propia casa, pierde sus expone, en aquel instante en el que el sujeto cartesiano se borra,
potestades sobre sí15. se tacha, se anula o muestra su desconocimiento, su duda. El vira-
Desde allí que el sujeto se exhibe en el momento de su im- je onto-epistémico del sujeto del psicoanálisis como reverso del
passe (suspendido), impaciente (inquieto), en espera de algo no sujeto de la certeza cartesiana, pone en cuestión el intento de
realizado, no (del todo) nacido, que expone la ranura, la división, su totalización estructural o formalización absoluta, develando
la fisura ontológica del ser, su límite como unidad plena. en una ontología de la inconsistencia el valor de un ser abierto a
la posibilidad, a su constitución a priori indeterminada. “Se trata
La discontinuidad es, pues, la forma esencial en que siempre del sujeto en tanto que indeterminado”17.
se nos aparece en primer lugar el inconsciente como
Desde estas reflexiones se polemiza sobre una lógica de
fenómeno –la discontinuidad en la que algo se ma-
nifiesta como vacilación. (…) ¿Es el uno anterior a la constitución subjetiva que antes que en lo que el sujeto es, acen-
discontinuidad? No lo creo, y todo lo que he enseñado túa en los atolladeros de los juegos relacionales entre sujeto
estos años tendía a cambiar el rumbo de esta exigencia y Otro, mostrando sus ambages, paradojas y ambigüedades
de un uno cerrado, espejismo al que se aferra la refe- fundantes de una subjetividad atravesada por la pérdida, por
rencia a un psiquismo de envoltura, suerte de doble un irreductible. El sujeto descentrado de un origen estructural
del organismo donde residiría esa falsa unidad. Me o esencialista que diera lugar a su determinación como ser, per-
concederán que el uno que la experiencia del incons- mitirá mostrar sus movimientos de constitución ya no como
producto de una fuerza vectora progresiva que lo orienta ha-
cia una teleología en la que se realiza finalmente. En cambio,
15.  Le Gaufey sostiene que la tematización del sujeto es casi inexistente en el sujeto del deseo que el psicoanálisis trae a colación, se forja
Freud, mientras que en Lacan su tematización se convierte en apuesta, ¿de en los meandros de un motor inquietante, que lo saca de su
qué se trata esa apuesta o qué se juega en ella? Al hacer coincidir sujeto e
quietud y lo expone a los callejones de una decisión forzada.
inconsciente, el sujeto no se afirma en su autorepresentación, sino que busca
en el Otro el significante que lo representaría como tal, sin embargo - señala
Le Gaufey- , esto determina una suerte de tragedia común, ya que el Otro
16.  J. Lacan, Los cuatro conceptos…op. cit., p. 33
también es un sujeto y no puede brindar un significante estable. Ver: G. Le
Gaufey, op. cit. 17.  Ibid, p. 34.

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Natalia Lorio - Mercedes Vargas Sujeto y Deseo

Decisión forzada no exenta de politicidad en la medida en que que enfatiza en la paradójica naturaleza que adquiere aquel
su propensión a la nada, al abismo del vacío que lo constituye resto irreductible que de allí resulta: el sujeto deseante.
lo implica en un espacio relacional no sin Otro, esto es, en el El sujeto de antemano está signado por la posibilidad e im-
que sólo en su alienante reconocimiento se constituye sujeto posibilidad de su emergencia desde el campo del Otro y es en
atravesado por la disyuntiva alternativas que indefectiblemen- este sentido que dos movimientos concomitantes ciñen su pa-
te acarrean la pérdida. radoja constitutiva: Alienación-Separación. Respecto al primer
A continuación, recorreremos los términos que desde el término, se trata de una alienación que no implica tanto pensar
psicoanálisis, nos permiten preguntarnos en torno a un sujeto la constitución subjetiva como enajenada a otro, sino en el seno
modulado por las contingencias de un encuentro fallado en- de una dinámica circular atravesada por un cortocircuito, un
tre-dos, de un encuentro que nunca es tal plenamente. malentendido fundamental sobre la que se edifica la relación
entre dos. En la dinámica de una asimetría letal y alienante con
2. Sujeto y Otro: alienación, separación, deseo un semejante, en la que se juega la vida, se traza la ontología
del deseo ruin y glorioso, cuya precariedad inquieta y mueve
“Para nosotros lo importante es que en esto vemos el nivel don- al sujeto a la búsqueda de una plenitud que, lejos de una pro-
de –antes de toda formación del sujeto, de un sujeto que pien- gresión teleológica, corre el riesgo de orientarse al fracaso19.
sa, que se sitúa en él- algo cuenta, es contado, y en ese contado El sujeto del deseo emerge entonces en la medida en que,
ya está el contador. Sólo después el sujeto ha de reconocerse en para asumirse tal no basta la conciencia-de-sí, sino su desliza-
él, y ha de reconocerse como contador”18. miento significante alrededor de un campo (otro) que expone
Desterrando el fundamento último del origen del ser, el la quimera de un yo transparente. El sujeto deseante del psicoa-
sujeto no preexiste, no se sostiene por sí mismo, es, en este nálisis, se configura y soporta en la dialéctica de un sitio entre
sentido un término relativo, eslabón de una cadena significan-
te de la que surge, primero, en el campo del Otro. Alienación 19.  El carácter no teleológico del deseo fue desarrollado por Freud en Más
fundante a partir de la cual el ser es hablado y nombrado sujeto allá del principio del placer en 1920 a partir de las experiencias clínicas que
desde la enajenante relación con el lenguaje que lo instituye. La echaron por tierra la hipótesis del sueño como cumplimiento de deseo, y
del deseo como principio del placer y motor de satisfacción. La recaída
ontología diferencial desde la que Lacan en su retorno a Freud de los pacientes en el tratamiento (abandonar cuando presentaba mejoría
(1964) recupera al sujeto del psicoanálisis, muestra el carácter o repetir aquello de lo que se buscaba sanar), la recurrencia de sueños de
constitutivo de la dimensión relacional con otro término que angustia que revivían experiencias traumáticas vividas anteriormente por
configura el locus de la emergencia subjetiva. Esta lógica dife- los sujetos, e incluso desde la temprana experiencia del juego en el niño
rencial del significante lleva a entender el movimiento entre que atraviesa la separación de su madre, Freud pudo detectar el paradójico
movimiento que orienta la vida anímica del sujeto, en el que un más allá de la
sujeto y otredad no en tanto fondo de totalidad, de una exterio-
vida y del placer empuja, tensa, insiste y hace existir a un sujeto desgarrado.
ridad plenamente constituida y de cuya injerencia resulta un La tópica freudiana de las pulsiones se define así entre la pulsión de vida
movimiento de síntesis que lo re-absorbe, sino más bien como y la pulsión de muerte, en la que se juega el estatuto del sujeto. En este
signo de su propia carencia, de cuyo encuentro resulta posible trabajo no nos detendremos a exponer el concepto de pulsión desarrollado
un sujeto. Desde este carácter relacional entre sujeto y otro, el por Freud ni las variaciones introducidas por Lacan en este sentido. Nos
interesa únicamente con esta referencia mostrar el movimiento paradójico
psicoanálisis en su ‘giro’ lacaniano ha considerado el carácter
y no lineal ni necesariamente progresivo que sigue la moción subjetiva sino
alienante de esta primera operación de constitución, al tiempo socavado constantemente por sí mismo. Ver: S. Freud, Más allá del principio
del placer, Psicología de las masas y análisis del yo, Trad. J.L. Etcheverry, Obras
18.  Ibíd. p. 28 Completas, Tomo XVIII, Buenos Aires, Amorrortu, 1990.

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Natalia Lorio - Mercedes Vargas Sujeto y Deseo

(intersticio) que lo suspende como constituido (y opaco), y no verdadero. Se trata, en cambio, del valor que adquiere la falla,
constituido (librado a su ser). la división, en tanto ontología paradójica que constituye al ser,
Llevada a su límite, la lógica del significante a partir de porque falta existe y es por ésta negatividad constitutiva que
la cual se otorga un nuevo estatuto a la constitución subjeti- el sujeto se constituye en su articulación significante con cierta
va conduce a la apelación de un más allá de la estructura que exterioridad no re-absorbible, es a partir de su precariedad y
opere paradójicamente como exterior-constitutivo del sujeto, su relación extrañada que se configura su identidad como tal
relación con una alteridad que no se configura como lugar de sobre cimientos inestables que le otorgan consistencia pero
ninguna verdad última o razón suficiente. La ontología de este constantemente amenazado por su inconsistencia fundante.
sujeto faltado, se cimienta sobre la imposibilidad de remitirse a Las figuras ambiguas y paradójicas, nos sirven aquí para ex-
un origen primero, a la negatividad de una esencia definitoria poner la temporalidad de un sujeto que no es, pero se mues-
de su ser. Falta de un fundamento último que, sin embargo, tra siendo allí donde su saber aparece perturbado. Falta que le
se constituye en el motor de búsqueda de procesos producti- pre-existe, nada o ausencia que se constituye en pre-ontológica
vos por suturar la nada de la cual emerge y su fatal encuentro. en la medida en que habilita la emergencia de un sujeto en su
Asimismo, la lógica diferencial con otro, una alteridad, en la inscripción intermitente, escurridiza, por los desfiladeros y en-
que se configura el sujeto en su identidad, permiten pensar el cadenamientos significantes, en sus parciales y precarios pro-
terreno de su dinámica sobre el telón de la contingencia más cesos de identificación y reconocimiento en relación al Otro.
que de la determinación de una historia progresiva. No es en su decir que el sujeto se encuentra o se reconoce, sino
en su interrupción, en sus intradichos, en sus dichos inter-dic-
El sujeto no es (del todo) capturable ni medible como tal tos, lo no dicho (del todo) lo dicho en un sitio ambiguo, en un
en su capacidad de introspección autorreflexiva, ni de su ca- entre-dos-sujetos22.
pacidad de elaboración formal a través del lenguaje. El sujeto
se manifiesta y percibe allí donde su articulación significante Paradoja y ambigüedad, duda y no certeza, señalan el es-
a una diversidad de sentidos múltiples muestra su límite, su cenario donde tiene lugar el advenimiento subjetivo que asu-
borde, su corte, su carácter contingente y arbitrario, su acierto me una dialéctica no recíproca pero solidaria entre el sujeto y
anticipado ante la insuficiencia y precariedad de su biología20. el Otro. Desde aquí, la ontología perforada del lenguaje, sus
El límite de la formalización del lenguaje expone entonces su intervalos entre significantes, abre a un encadenamiento no li-
borde estructural, lo contornea y así lo muestra constitutiva- neal por el que se desliza la significación, en esa relación meto-
mente inesperado. La dimensión de la sorpresa y el hallazgo21, nímica se escabulle y desliza el sujeto deseante23. La ontología
adquieren desde estas formulaciones un estatuto ontológico perforada del ser supone que el deseo se forja en el encuentro
ineludible en la medida en que marca el encuentro con la con- entre-dos-faltas, la del ser y la del Otro, y se desliza “allende o
tingencia y sus efectos inesperados. aquende” de los dichos de este otro, en la medida en que el dis-

El corolario de estas elaboraciones onto-epistémicas del su-


jeto supuesto por el psicoanálisis, no es tanto el inconsciente como
ente sustancializado u oculto, o la tarea hermenéutica que 22.  J. Lacan, Escritos 2, op. cit., p. 762
se orienta a descentrar el sentido en lo que tiene de último y 23.  “Este intervalo que corta los significantes, que forma parte de la propia
estructura del significante, es la guarida de lo que, en otros registros de
mi desarrollo, he llamado metonimia. Allí se arrastra, allí se desliza, allí se
20.  J. Lacan, Escritos 1, Trad. T. Segovia, México, Siglo XXI, 2000
escabulle, como el anillo del juego, eso que llamamos el deseo”, J. Lacan, Los
21.  J. Lacan, Los cuatro conceptos…op. cit., p. 33. cuatro conceptos…op.cit., p. 222.

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curso se presenta como intimación cuyo sentido se desconoce, no se satisface ni con el objeto, ni busca el goce ni el placer”28.
allí en esa extimidad24 se constituye el deseo25. Al estar en relación siempre con el lenguaje, hay algo del or-
El eclipsamiento del sujeto o su reducción a no ser más que den del ser puesto allí en juego, por lo que quien se eclipsa en
un significante, es también el llamado a funcionar, a hablar, Lacan es el sujeto, no el deseo.
como sujeto. De allí que su manifestación está absolutamente No es el miedo hacia el otro lo que otorga su reconocimiento
ligada a su división (afanisis). “Para Lacan, entonces, el deseo (como sí será en Kojève como veremos más adelante) y lleva a
viene a significar la imposibilidad de un sujeto coherente, en- ceder en su deseo al sujeto, para Lacan será más bien la agresi-
tendido el ‘sujeto’ como una agencia consciente y autónoma. vidad especular lo que desequilibra la relación entre semejan-
Esta agencia, sin embargo, siempre se encuentra significada ya tes para inaugurar la servidumbre hacia otro que le garantiza
por un significante anterior y más eficaz: el inconsciente”26. El su supervivencia en una elección forzada no sin pérdida ni
deseo se muestra insatisfecho, imposible o satisfecho siempre costo. “La lucha que la instaura es llamada con razón de puro
a medias, pues su plenitud alcanzada supondría la disolución prestigio, y lo que está en juego, va en ello la vida, apropiado
(imaginaria) del propio sujeto. para hacer eco a ese peligro de la prematuración genérica del
Lacan formula esta paradójica constitución subjetiva esta- nacimiento y del que hemos hecho el resorte dinámico de la
bleciendo la dialéctica del advenimiento del sujeto a su propio captura especular”29. Concomitante y paradójicamente, allí la
ser en la relación con el Otro, es decir, atravesado por dos faltas: emergencia subjetiva se produce en el reconocimiento primero
la falta real que es lo que pierde el ser viviente en la reproduc- que opera el Otro desde su campo de sentidos. Allí donde ese
ción sexuada, que revela la incompletud o inconsistencia del otro reconoce en el grito de un cachorro humano, de su insu-
sujeto y la falta-en-ser (simbólica) en la que el significante está ficiencia biológica, una demanda, un llamado. En ese exceso
primero en el campo del Otro, es decir, en donde el sujeto llega de sentido que va del grito de un ser prematuro a la injerencia
a un campo que ya lo cuenta, llega al lenguaje que ya lo cuenta, simbólica del Otro con su bagaje discursivo, la demanda da
y surge incluso en la inscripción de un código que desconoce. forma a un motor de búsqueda indestructible y nunca plena
“El Otro es el lugar donde se sitúa la cadena del significante a alcanzar: un deseo que anticipa un sujeto y no a la inversa30.
que rige todo lo que del sujeto podrá hacerse presente, es el Búsqueda de un sujeto cercenado por su ingreso al lenguaje,
campo de ese ser viviente donde el sujeto tiene que aparecer”27. cuya triunfo sólo conocerá la forma de lo parcial, de la incom-
pletud (no-todo).
En el giro lacaniano, el advenimiento del sujeto está atado
a la relación del sujeto con el Otro, es decir, está atado a su Para Lacan este anhelo imposible ratifica al sujeto
engendramiento en un proceso de hiancia. “El deseo en Lacan como el límite de la satisfacción, puesto que el ideal
de la satisfacción requiere la disolución imaginaria del
24.  La extimidad, desde el psicoanálisis, refiere a un pliegue donde lo exterior
se muestra como lo más íntimo o lo íntimo como exterioridad. Esta noción
28.  O. Masotta, Ensayos lacanianos, Buenos Aires, Eterna Cadencia, 2011, p.
refiere al desborde de la estructura subjetiva, en donde la frontera entre lo
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exterior-interior, adentro-afuera se figura más que como separación clara y
definida, como un doblez donde el trazo divisorio se tornan indistinguible. 29.  Lacan, Escritos 2, op. cit., p. 770.
25.  Ibíd. p. 227 30.  “Pues lejos de ceder a una reducción logicizante, allí donde se trata
del deseo, encontramos en su irreductibilidad a la demanda el resorte
26.  J. Butler, Sujetos del deseo. Reflexiones hegelianas en la Francia del siglo XX,
mismo de lo que impide igualmente reducirlo a la necesidad. Para decirlo
Trad. E. Luján Odriozola, Buenos Aires, Amorrortu, 2012, p. 264.
elípticamente: que el deseo articulado, es precisamente la razón de que no
27.  J. Lacan, Ibíd. p. 212 sea articulable”, J. Lacan, Ibíd. p.765

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propio sujeto. Ya no es posible concebir a este como la El deseo del sujeto se constituye en la medida que el
agencia de su deseo ni como la estructura del deseo: el deseo de la madre esté allende o aquende de lo que
sujeto del deseo se presenta ahora como una contradic- dice, intima, de lo que hace surgir como sentido, en la
ción interna. Fundado como defensa necesaria contra medida en que el deseo de la madre es desconocido,
la fusión libidinal con el cuerpo materno, el sujeto se allí en ese punto de carencia se constituye. El sujeto
concibe como producto de una prohibición. El deseo –mediante un proceso no carente de engaño no de esa
es el residuo de aquella unión primigenia, el recuer- torsión fundamental por la cual lo que el sujeto vuel-
do afectivo de un placer anterior a la individuación. ve a encontrar no es lo que anima su movimiento de
Así, el deseo es ya un intento de disolver al sujeto que re-hallazgo- vuelve entonces al punto inicial, el de su
obstaculiza el camino hacia aquel placer, ya la prueba falta como tal, el de la falta de su afanisis34
contemporánea de la imposibilidad de recuperar tal
placer.31 Los procesos de constitución subjetiva tienen estructura de len-
guaje, en la medida en que allí se muestra la relación desfasada,
Alienación fundante y separación que debe encontrar un modo no lineal, escandida, que instituye al sujeto como tal, esto es, la
de hacer, de arreglárselas con su tragedia constitutiva, el hecho relación entre Sujeto y Otro35.
de que sus amarras, al tiempo que lo condenan lo instituyen
Si el sujeto es efecto de una escansión en la relación diferen-
sujeto. La pregunta desde el psicoanálisis en torno al sujeto no
cial con otro que lo signa, lo nomina, lo ubica en una trama de
es tanto por cómo hacer para surgir emancipado, liberado de
sentidos a descifrar, no es para dar cuenta de un sentido últi-
toda atadura del campo de otro, sino por cómo hacer con éstas
mo. Se trata en todo caso de mostrar las redes y articulaciones,
algo singular, que lo implique y que desplace al ser del dilema
a priori indefinidas, que se hilvanan en ese locus constitutivo
sujeción o nada, para pensar aquello singular y común, propio
donde historicidad y contingencia, azar y sobredeterminación
e impropio que lo constituye, aquel carácter maldito de un em-
se articulan en puntos indeterminados. El intervalo que tiene
puje que puede llevarlo más allá del placer.
lugar entre sujeto y Otro, entre un significante y otro signifi-
Es preciso rescatar la centralidad de la pérdida en la consti- cante36, desfundan el lenguaje como estructura cerrada, como
tución subjetiva: “el sujeto aprehende el deseo del Otro en lo totalidad plena y expone su más allá, sus desbordes, el indeci-
que no encaja, en las fallas del discurso del Otro (…)32. Pero dible donde una dimensión trágica se inscribe, el dilema en el
una falta cubre a la otra. Se da una suerte de juntura en la dia-
léctica: del deseo del sujeto con el deseo del Otro en la que no
hay respuesta directa, sino siempre deslizamientos33. Las dos 34.  J. Lacan, Ibid, p. 227.
operaciones lógicas que resalta Lacan en torno al sujeto y el 35.  Este corrimiento operado por Lacan a partir de la lógica diferencial
deseo son la no reciprocidad y la torsión (pliegue) en el retorno del significante resulta fundamental para distanciar el pensamiento que
y es en este marco que en torno a la madre -como figura para propone el psicoanálisis en torno al sujeto y el otro, de cualquier teoría
de la información o la comunicación que se sostenga en la posibilidad de
dar cuenta del Otro o del primer Otro- se estructura el deseo concebir un proceso lineal, directo o de correspondencia entre sujeto y Otro,
del sujeto. entre emisor y receptor, y en definitiva, de pensar al primero desde la pura
manipulación jerárquica del mensaje, y al segundo como pura positividad
dada de recepción. Sujeto y Otro se instituyen en momentos simultáneos a la
vera de una relación perforada por una escansión, diferimiento, cortocircuito
31.  J. Butler, Sujetos del deseo… op. cit., p. 264.
fundante.
32.  J. Lacan, Los cuatro conceptos…op.cit., p. 222.
36.  Este supuesto es admisible en la medida en que se piensa la relación
33.  J. Lacan, Ibid, p. 223. desde la lógica diferencial, diferida del significante.

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que la subjetividad sólo emerge y se preserva en la alienación riencias clínicas y las hipótesis suscitadas en torno a la estruc-
a Otro que, al tiempo que arriesga su ser lo constituye sujeto. turación de la subjetividad. El eterno retorno del malestar en el
Por otro lado, esta dimensión dramática muestra la paradóji- sujeto, los que fracasan al triunfar, la tendencia a mostrar nue-
ca configuración deseante de un sujeto perforado, más allá del vas recaídas en aquellos pacientes que mostraban firmes avan-
principio del placer, de la vida y de la muerte (Freud). ces en el tratamiento, la repetición de los sueños de angustia,
En su necesaria relación diferencial con otro, el psicoanálisis mostrarán un irreductible que atraviesa la relación del sujeto
y particularmente Lacan, encontrará en Hegel la figura a través consigo mismo, con su deseo: su ambivalencia primigenia, su
de la cual es posible pensar su radical alienación, el irreversible radical precariedad estructural, la división que lo enajena y funda
carácter enajenado de su subjetivación. En este señalamiento al mismo tiempo en tanto ser. Algo persiste y pulsa por su reali-
nos detendremos para dar lugar a nuestro próximo movimien- zación, su manifestación, y no admite resistencias aunque se le
to de exposición en la que intentamos mostrar cómo es sobre impongan, y por ello se figura en múltiples superficies. Freud
el trasfondo de un vacío, de una falta, y no de una reabsorción en la elaboración conceptual de su hipótesis en torno al incons-
sintética entre partes, lo que lo configura deseante. ciente como nueva tópica para pensar la subjetividad muestra
la compleja relación del sujeto en los desfiladeros del lenguaje,
en los que trama su experiencia subjetiva. Neologismos, con-
3. Dialécticas del deseo: el corrimiento lacaniano respecto a densaciones, desplazamientos, figuraciones lingüísticas diver-
Kojève sas38 tejen su experiencia subjetiva en direcciones múltiples, y
Al pensar el sujeto-efecto como intervalo en la estructura, de a priori indefinibles.
una falta en la que éste se muestra como interrupción y como En este apartado nos proponemos abordar el sujeto desde
presencia intermitente, se hace patente una ontología en la que una ontología del deseo (más allá de su satisfacción) que supo-
cobra centralidad el lenguaje y el inconsciente. El movimiento ne poner en entredicho la completud del sujeto (poniendo en
que revela al sujeto en esta ontología toma diversas figuracio- crisis la representación del sujeto moderno). Ahora bien, ¿en
nes: inquietud, desliz, incoherencia, agudeza del sentido (Witz) qué marco es posible pensar ese deseo sin caer en la idea de un
que lo delata y que expone su ser en la evanescente temporali- sujeto sustancializado u orientado por alguna fuerza que lo de-
dad de un diferir. Esa impureza que aparece como error y des-
arreglo en el lenguaje revela además una impureza que toma
38.  Las formaciones del inconsciente expresan, desde el psicoanálisis tales
forma de deseo. Palabra maldita si las hay dentro de la tradición
figuraciones significantes: actos fallidos, síntomas, lapsus, chistes y, en
filosófica y en la tradición del pensamiento, su carácter maldi- particular, los sueños han sido tomados como ejemplares que exponen aquello
to dado justamente porque echa por tierra aquellos caracteres que marca los límites de la racionalidad del pensamiento autoconsciente
que es posible adjudicar a algo que se pretende estable, fijo, y reflexivo. Lacan ubica allí el descubrimiento freudiano: “¿Qué es lo que
inmutable como un sustrato o una sustancia37. impresiona, de entrada, en el sueño, en el acto fallido, en la agudeza? El
aspecto de tropiezo bajo el cual se presentan. Tropiezo, falla, fisura. En
En este marco, el carácter maldito de aquello que adviene una frase pronunciada, escrita, algo viene a tropezar. Estos fenómenos
como lo más propio del sujeto, esto es, del deseo del sujeto freu- operan como un imán sobre Freud, y allí va a buscar el inconsciente” ver
diano, mostrará su paradójica naturaleza a la luz de las expe- J. Lacan, Los cuatro conceptos…op. cit., p. 32. De allí que Freud, le otorgue
a su postulación hipotética, es decir al inconsciente, un carácter necesario y
legítimo para entender el acontecer de la experiencia subjetiva. Ver: S. Freud,
37.  Sobre las connotaciones del sujeto y su vínculo con la sustancia y el “Lo inconsciente”, en Trabajos sobre metapsicología, y otras obras (1914-1916),
supuesto, ver J.-L. Nancy, ¿Un sujeto?, Trad. L. F. Alarcón, Buenos Aires, La Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico, Trad. J. L. Etcheverry,
Cebra, 2014. Obras Completas, Tomo XIV, Buenos Aires, Amorrortu, 1990.

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termine?, ¿en qué sentidos es posible tomarlo aquí? ¿Qué senti- señalar cómo pueden ser pensado los movimientos de consti-
dos abrirá el despliegue de una ontología del sujeto del deseo? tución de un sujeto, o mejor, de una subjetividad, en tanto ésta
A los desarrollos freudianos sobre el inconsciente como for- señala su carácter anudado y nunca plenamente determinado
maciones del lenguaje que “en algún sitio (otro escenario, dirá ni acabado de una vez y para siempre, sino en el entre de su
Freud)”39 insisten y se repiten para denostar el pensamiento que propensión a la nada y las estabilizaciones precarias de su “ser
ese Yo cartesiano informa, el pensamiento francés introduce un sujetos”. De allí la centralidad del atravesamiento de la cuestión
diálogo con Hegel en el que sus implicancias se radicalizan. En del deseo en tanto que es lo que inquieta al sujeto –Kojève-, que
este sentido, es imposible no reconocer la gran influencia de lo pone en falta y lo divide –Lacan-. Recogemos entonces dos
las lecturas de Hegel realizados por Kojève y la importancia modos bajo los que puede pensarse la dialéctica del deseo en
de su interpretación de la dialéctica del deseo- Butler sostiene la constitución del sujeto: primero, la cuestión del deseo desde
que “[e]s posible leer la recepción francesa de Hegel como una el hegelianismo de Kojève – allí el deseo aparece como deseo
sucesión de críticas contra el sujeto del deseo”40 -; es central se- de Otro Deseo, o como el deseo de un yo de otro yo (y la nega-
ñalar que Lacan realiza su propio corrimiento, lo que conlleva tividad del deseo encarna un sentido teleológico en el trabajo
a nuevos sentidos a la hora de pensar la finitud, la temporali- y la acción). Segundo, el deslizamiento que establece Lacan
dad, la historia y la libertad. respecto de esa dialéctica del deseo al subrayar la centralidad
Asumida la estructura precaria y escandida del lenguaje del inconsciente (haciéndolo coincidir con el sujeto), donde
sobre la que se soporta aquello que adviene, que viene a ocu- el deseo aparece como “pulsación de la ranura”, establecien-
par un lugar “¿qué clase de sujeto podemos concebirle?”41. do la función ontológica de la falta al franquear la economía
Abordar una crítica al sujeto del deseo desde una ontología homoestática del principio del placer y de allí su orientación
fisurada implica, siguiendo la lógica diferencial del significan- nunca progresiva ni teleológica. Su carácter maldito está en
te, sostener: que no hay coincidencia del ser con lo lleno, el que a riesgo de morir siendo nada (o no siendo), arriesga su ser
ser no coincide con lo completo y estático, o con la sustancia, amputándolo en un campo enajenado de sentido que le lleva
con el alcance pleno del objeto deseado (no hay relación uno a la vida en la sujeción de lo siempre por alcanzar y nunca pleno
uno, de correspondencia, entre un significante y su significado (la libertad, p.e.). Ser o no-ser, sujeto o muerte, pero “Se trata
sino que es pura arbitrariedad lo que anuda el sentido); pero además de saber qué muerte, la que la vida lleva o la que lleva
implica además, admitir el carácter necesario de la dimensión a ésta”43.
relacional o dialéctica que atraviesa la emergencia del sujeto y 1. El deseo tal como aparece en la antropología hegeliana
lo inaugura como deseante. Relación con una alteridad, con un propuesta por Kojève está atravesado por la negatividad, que
irreductible que en el mismo momento que positiviza el ser, asume la forma de la diferencia y el movimiento: “Ser hom-
“funciona como significante reduciendo al sujeto en instancia bre no es ser retenido por ninguna existencia determinada. El
a no ser más que un significante, petrificándolo con el mismo hombre tiene la posibilidad de negar la Naturaleza, y su propia
movimiento con que lo llama a funcionar, a hablar, como suje- naturaleza, cualquiera que sea. Puede negar su naturaleza ani-
to”42. Este abordaje afronta la posibilidad (o potencialidad) de mal empírica, puede querer su muerte, arriesgar su vida. Tal es
su ser negativo”44.
39.  J. Lacan, Escritos 2, op. cit., p. 760.
40.  J. Butler, Sujetos del deseo… op. cit., p. 24
43.  J. Lacan, Escritos 2, op. cit., p. 771.
41.  J. Lacan, Ibid, p. 761
44.  A. Kojeve, La dialéctica del amo y del esclavo en Hegel, Trad. J.J. Sebrelli y
42.  J. Lacan, Los cuatro conceptos fundamentales…op. cit., p. 215. A. Llanos, Buenos Aires, Leviatán , 1996, p. 56

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Del sentimiento de sí (animal) a la Autoconciencia (el hom- de morir. En la escena48 de la antropogénesis hegeliana que
bre), el protagonismo del deseo (y no de la contemplación pu- Kojève retoma, hacerse reconocer implica un peligro mortal,
ramente cognitiva y pasiva de la Autoconciencia) es el motor una lucha a muerte por el “reconocimiento”, lucha por puro
que determina el paso a la subjetividad humana que se alza prestigio49 allí donde “[e]l hombre arriesga su vida biológica
como yo sólo por el deseo de otro. “El Yo (humano) es el Yo de para satisfacer su Deseo no-biológico”50.
un Deseo o del Deseo”45. Pero no se trata del deseo de un objeto En la escena, los que se enfrentan en la lucha por el mismo
dado, lo dado es justamente lo negado: el deseo que configura Deseo están dispuestos a llegar hasta el fin en la búsqueda de
la humanidad será, según Kojève, el deseo de una nada, de un su satisfacción, arriesgar su vida y la vida del otro. Pero para-
devenir, una libertad, es deseo de Deseo que “in-quieta al hom- dójicamente, la lucha no puede culminar en la muerte de uno o
bre y lo empuja a la acción”46. Naciendo del deseo, toda acción de los dos, puesto que en este esquema eso haría imposible la
es negatriz de lo dado, de la realidad objetiva, dando lugar así revelación del ser humano. La posibilidad del reconocimiento
a una realidad subjetiva. Sin embargo, esa realidad subjetiva supone otro que puede reconocer. Más allá de la multiplicidad
no tiene un contenido concreto, el Yo del deseo es vacío, no de Deseos, la necesidad de la puesta en riesgo de la vida impli-
recibe contenido positivo real sino porque es deseo de deseo, ca no sólo la puesta en riesgo del valor de la vida animal, sino
de otro deseo (en la revelación de la Autoconciencia es preciso también que haya dos comportamientos antropógenos dife-
que el deseo se fije en un objeto no-natural, y lo único que su- rentes. Siendo necesario que ambos sobrevivan a la lucha, uno
pera lo dado es el deseo mismo). En este sentido, el deseo no es de ellos debe tener miedo del otro (debe negar el riesgo de su
idéntico a sí mismo, es inquietud y negación. El hombre como vida), abandonando su deseo, para satisfacer el deseo del otro:
sujeto del deseo: “El hombre debe ser un vacío, una nada, que debe “reconocerlo”, sin ser reconocido por él: “uno de los dos
no es nada pura, reines Nichts, sino algo que es en la medida en adversarios cede ante el otro y se somete a él, reconociéndolo
que aniquila el Ser, para realizarse a sus expensas y nihilizarse sin ser reconocido por él”51. El vencedor es reconocido como
en el ser (…) El hombre sólo es lo que es en la medida en que Amo. Esto quiere decir que en un estado naciente el hombre
deviene; su ser deviene”47. nunca es simplemente hombre, sino que o es Amo o Esclavo.
En esta lectura singular de Hegel en la que lo trágico y la De la lucha por el reconocimiento del deseo surge la ver-
dialéctica permiten pensar la existencia humana atravesada dad del hombre, su estar tensado entre la vida, la muerte y el
por la temporalidad y la finitud, se pone en juego asimismo reconocimiento de su libertad: “al poner en riesgo la vida es
la negatividad implicada en la relación con los otros, con otras
finitudes. Si el deseo humano se dirige a otro Deseo, que huye
de sí todo el tiempo, que es inacabado, que es y no es, que 48.  Decimos escena sin querer que pase por alto el sentido teatral de este
es devenir, revela la necesidad de la multiplicidad de deseos. término: escena, montaje, puesta en escena o dramatización que de alguna
manera establece las posiciones en las que los sujetos quedan fijados. Bataille
Esto entabla una suerte de agonística en la que se hace pa-
ha señalado el elemento de la comedia en esta puesta en escena de la lucha
tente la necesariedad del reconocimiento -como deseo, como por el reconocimiento, ya que es tan necesaria la presencia absoluta de la
Autoconciencia autónoma que niega lo dado, aun a riesgo muerte como factor de lucha y como índice de las posiciones amo/esclavo,
pero a la vez la muerte nunca debe darse en acto, ninguno debe morir. Ver:
G. Bataille, Escritos sobre Hegel, Trad. I. Herrera, Madrid, Arena Libros, 2005.
45.  Ibíd. p. 177. 49.  Hegel no habla de lucha por prestigio, esto es algo propio de Kojève.
46.  Ibíd. p. 12. 50.  A. Kojève, La dialéctica del amo…op. cit., p. 181
47.  Ibíd. p. 178. 51.  Ídem.

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que se reconoce la libertad, el hecho de ser otra cosa que un El desmarcamiento que realiza Lacan está vinculado a un
ser-dado, no estar sumergido en la extensión de la vida ani- corrimiento en relación al sujeto y un corrimiento en relación
mal” (Kojève, 1996: 20). Lo desconcertante de esta dialéctica al deseo. En el primer deslizamiento, es preciso señalar que en
del deseo es aquello que remite a la necesariedad y reciprocidad la apuesta lacaniana en torno al sujeto se trata de hacer coin-
entre las figuras del amo y el esclavo, donde surge que si bien cidir sujeto e inconsciente, es decir, mostrar que el sujeto no
el amo es la figura emancipada, el esclavo es tan necesario al es identificable con la conciencia, con el Yo del indicativo del
amo en tanto es quien puede reconocerlo (reconocer ese plus que habla, sino que aloja en su noción su ignorancia, un no
que se juega como prestigio). saber que lo coloca extrañado respecto de su misma constitu-
Para Lacan mientras que en el juego dialéctico el Otro ex- ción. Tampoco podrá ser identificable con la autosuficiencia ni
pone al sujeto a su propia muerte y éste espera la muerte del remitir a la representación de lo completo54, ni constituirse por
Amo, se trata más bien de lo que tiene de mítico este dilema completo en ese par sujeto-objeto pues la división en que se
cuya eficacia del riesgo sólo se realiza en un ‘como sí’. La muer- funda, la fisura de la que emerge como significación lo ubica en
te de cualquiera de los dos términos acaba con la relación que la intermitencia de ser sujeto y objeto de su enunciación (pues
hace posible la existencia, la subjetivación, pues “es desde el el sujeto, en la división [afanisis] se hace objeto sin dejar de ser
lugar del Otro donde se instala, de donde sigue el juego, ha- sujeto).
ciendo inoperante todo riesgo, (…) en una ‘conciencia-de-sí’ Antes que de la antropogénesis, la dialéctica de Lacan
para la cual sólo está muerto de mentiritas”. El Amo juega todo parte de pensar la elisión, lo que se fuga o aparece dividido,
su rol allí donde, para la dialéctica hegeliana y el pensamiento como soporte alusivo de una presencia evanescente, dudosa,
cartesiano de una conciencia-de-sí pareciera esclavizar al ser a incierta, “que se asombra uno de que la caza del Dasein no
no ser más que servidumbre. El pensamiento del psicoanálisis la haya aprovechado más”55. Presencia que surge en tanto se
viene a dislocar la oposición dialéctica mostrando el irreductible interroga como ser, de su existencia, en el momento en que
que socava cualquier resolución acabada, por uno u otro lado, se presenta extraño a sí mismo. Lacan no refuerza la idea de
de una relación entre contrarios. un sujeto consciente y reflexivo sino su discontinuidad, como
2. Concentrándonos en el segundo momento de la dialéc- producto de una escansión en la serie. El sujeto lacaniano es el
tica de la constitución del sujeto y el deseo, es preciso señalar sujeto atravesado por un yerro, el sujeto más allá (o más acá)
que la influencia de Kojève sobre Lacan es notable52, sin que
la misma desmienta los corrimientos que Lacan establecerá 54.  Le Gaufey establece un recorrido en el que el sujeto pasa del sujeto
“mentiroso” (que se encuentra en los desarrollos que van desde 1953 a 1959
en torno a esta dialéctica del deseo y cómo repercuten sobre
y al que es posible atribuirle reflexividad y conciencia) al sujeto entre dos
el sujeto propuesto por el psicoanálisis. “La obra de Jacques significantes (despojado de esos caracteres). Si bien este parece ser la deriva
Lacan no sólo se apropia del discurso hegeliano sobre el deseo, del sujeto en Lacan, Le Gaufrey muestra que Lacan concibe al sujeto como en
sino que además limita de manera radical el alcance y el signi- un entre, vaciado de los atributos de reflexividad y conciencia absolutos, pero
ficado de la noción de deseo, trasponiendo ciertos temas de la como un destello, una emergencia : “ La “tragedia común” del sujeto y del
Fenomenología a un marco psicoanalítico y estructuralista”53. Otro –expresión que al inicio parecía excesiva- se justifica ahora al revelarse
hasta qué punto es cierto que ese condenado sujeto, que perseguimos aquí
desde todos los sesgos posibles, no se fabrica sólo alineando de manera
52.  Oyente de Kojève desde 1933, Lacan lo reconoce como su maestro. Ver, trabajosa los significantes que la lengua trae con profusión, sino que brilla
D. Aufrett, Alexandre Kojève. La filosofía, el estado y el fin de la historia, Trad. en ese destello en el que se desvanece por el solo hecho de aparecer”. G. Le
C. Gilman, Buenos Aires, Letra Gramma, 2009, p. 366. Gufey, El sujeto según…op. cit., pp.145-146.
53.  J. Butler, Sujetos del deseo… op. cit., p. 263 55.  J. Lacan, Escritos 2, op.cit., p.761

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del sujeto. Si en Kojève el sujeto del deseo se expone a la nada, ella sutura. Allí, frente a la presencia de aquello que fisura la
en Lacan el ser, que es nada, se expone al Otro que lo haga plenitud de una conciencia, frente a la interrupción centellean-
surgir. Allí, el inconsciente, lenguaje del sujeto, aparece como te de un elemento desconocido, no puede suponerse ninguna
figura de una alienación fundante que configura la experiencia orientación progresiva ni teleológica del deseo.
subjetiva en lo que tiene de exterior-interior. Desde esta caracterización del deseo, el sentido teleológico
de la dialéctica de la satisfacción es trastocado por una dialécti-
El Otro como sede previa del puro sujeto del signifi-
cante ocupa allí la posición maestra, incluso antes de
ca en suspenso en la que las contradicciones no son soportadas
venir allí a la existencia, para decirlo con Hegel y con- por una conciencia-de-sí. En este punto, el primer y el segundo
tra él, como Amo absoluto. Pues lo que se omite en la deslizamiento mencionado en Lacan, entre sujeto y deseo, se
chatura de la moderna teoría de la información es que anudan para pensar las co-junturas en que se forja la subjeti-
no se puede ni siquiera hablar de código si no es ya el vidad. Lacan señala “la razón del error” hegeliano, quien no
código del Otro, pero es ciertamente de otra cosa de lo reconoce que lo que opaca la transparencia del Yo es justamen-
que se trata en el mensaje, puesto que es por él como el te el significante que al nombrarlo como unidad indivisible, lo
sujeto se constituye, por lo cual es del Otro de quien el constituye dividido, opacado. Ser que es nombrado, sujeto que
sujeto recibe incluso el mensaje que emite.56 se constituye en su ignorancia y signa desde esta lógica una
relación extrañada, alienada con el saber. Lacan se distancia
En el segundo deslizamiento que quisiéramos señalar, el deseo
reconociendo allí, un sujeto efecto de su desconocimiento, en el
no está identificado con la reflexividad de la conciencia ni con
que “Yo [Je] puedo venir al ser desapareciendo de mi dicho”58.
la estructura de la racionalidad humana. No es la antropogé-
nesis el hilo del que se guiará, ni asumirá de lleno el desarrollo Esta desarreglo entre sujeto y saber, su relación extrañada,
hegeliano de Kojève para hablar de la Autoconciencia, ni su- separa para Lacan al sujeto de Freud con el de Hegel y, agre-
pone la progresión teleológica. Si en el marco de la filosofía gamos, con el que está pensando Kojève en su dialéctica del
hegeliana, el sujeto se instaura como autoconciencia en tanto deseo. En la ‘astucia de la razón’ de Hegel, se trata de un sujeto
puede asumirse como conciencia para sí, soportando en si sus que “desde el origen y hasta el final sabe lo que quiere”59. Allí
contradicciones, el deseo del sujeto del psicoanálisis no se hace el deseo, se constituye en el nexo que le permite conservar su
patente en la asunción de sus contradicciones, ni en soportar- antiguo conocimiento “para que la verdad sea inmanente a la
las57. El inconsciente freudiano muestra que la negación, la realización del saber”60. En cambio, el psicoanálisis encuentra
censura, es anterior y entonces los yerros del sujeto exponen en su reverso en la asunción de un ser que emerge en su ig-
una conciencia agrietada por un vacío, una negatividad que norancia, en su extrañamiento, en la medida en que no es sino
a través de una relación enajenada con Otro. Famoso dilema
56.  Ibíd. p. 767. del sujeto y su politicidad, la alienación atraviesa el vínculo
57.  J. L. Nancy ha afirmado en relación a las contradicciones que soporta del sujeto con lo social pero que en Lacan adquiere un carácter
el sujeto hegeliano: “La definición mayor del sujeto filosófico es para mí fundante.
la de Hegel: “lo que es capaz de retener en sí su propia contradicción”.
Que la contradicción sea propia (se reconoce la ley dialéctica), es decir,
que la alienación o extrañamiento [extranéation] sea propia, y que la
subjetividad consista en re-apropiar este propio ser-fuera-de-sí, he aquí lo 58.  J. Lacan, Escritos 2, op. cit., p. 763.
que compromete la definición”, ver J.L. Nancy, “¿Quién viene después del
59.  Ídem.
sujeto?”, Trad. E. Biset, en Revista Política Común, vol. 6, 2014, online: http://
dx.doi.org/10.3998/pc.12322227.0006.002 60.  Ídem.

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De allí que desde el giro lacaniano la dialéctica del deseo ante la impotencia del pensamiento, el artificio). Señala así que
versa no tanto en un Deseo de Otro Deseo, como en Kojève, la disyunción (el vel) de la alienación es una suerte de “borde
sino en el Deseo del Otro, en cuyo impasse emerge la subjeti- funcionando”, para dar cuenta de que la alienación condena al
vidad. “El deseo del hombre es el deseo del Otro”61. Al mismo sujeto a aparecer en esa división en que si aparece de un lado
tiempo, si desde Kojève se trata de un campo de lucha por como sentido producido por el significante, del otro aparece
el reconocimiento y el prestigio, y una pulseada en donde el desapareciendo, eclipsado (como afanisis)62 .
miedo a la muerte gana la batalla (y entonces el esclavo cede El deseo se juega en esa pulsación en la que la elección entre
al deseo del Amo, lo reconoce como tal), en Lacan se trata de dos elementos reunidos implican la pérdida o un ni lo uno ni lo
una operación inversa. No se trata de totalidades que en su otro, “La elección consiste en saber si uno se propone conservar
dialéctica se sintetizan o re-absorben, sino de incompletudes una de las partes, ya que la otra desaparece de todas formas”63.
que se co-implican para su constitución mutua. En esta dialéctica un reconocimiento se juega, pero ya no por el
Si el sujeto deseante se instituye en la dialéctica irreductible puro prestigio del otro ante el cual uno cede su deseo, sino del
de un entre-dos-sujetos (faltas), en donde el Otro le otorga un reconocimiento de una falta en el Otro, de su incompletud, de
lenguaje desde el cual el sujeto habla, la pregunta es por cómo su Deseo de Otro, que instala en el sujeto la dimensión de la
pensar en el marco de una decisión forzada que habilite su pérdida. Pérdida del objeto-sujeto del deseo que motoriza su
despliegue subjetivo hacia múltiples posibles. Allí, su ontolo- búsqueda hacia lo perdido, evanescente, nunca plenamente
gía fisurada, incompleta, permite pensar el carácter parcial de encontrado. El sujeto encuentra una falta en el Otro, algo más
toda apuesta que se implique en la pregunta por los modos de que sus meros dichos –“en la propia intimación que ejerce so-
constitución de una subjetividad política. bre él el Otro con su discurso”, “me dice, eso, pero ¿qué quiere?”64,
y reconoce en este movimiento que no es en el Otro en el que
4. Sujeto, alienación y deseo: algunas derivas de su pueda cumplirse o encontrar correspondencia plena su deseo.
politicidad. Lacan acentúa entonces que el surgimiento del sujeto ‘suje-
tado’ al sentido que, al tiempo que lo cercena lo hace aparecer
En este marco, el sujeto no puede pensarse sin alienación, y como tal, sólo se da en su desaparición [fading], el movimiento
la negatividad aparece allí pero de un modo diferente a como concomitante de separación del campo del Otro, en donde su
aparece en Hegel. En este sentido vale decir, como afirma mirada díscola respecto a lo que dice, lo distingue y distancia
Miller, que la oposición de Lacan con Hegel se da en torno a de éste. En tanto “el deseo del hombre es el deseo del Otro”, hay
la alienación: en Lacan el sujeto está alienado en tanto nace en un elemento de alienación en el fundamento del sujeto como
un campo externo a él, mientras que la alienación hegeliana es tal. “el deseo del sujeto se constituye cuando ve el juego de una
la de la conciencia de sí, que podrá asumirse eventualmente y cadena significante a nivel del deseo del Otro”65, pero ese deseo
continuar su camino negativo en nuevos movimientos. Ahora no podrá ser satisfecho por cuanto el Otro no es transparente,
bien, ¿cómo dar cuenta de la alienación no dialectizable? Los y la ontología ambigua sobre la que se sostiene impide una
artificios del pensamiento lacaniano, como la figura de la dia-
léctica entre el amo y el esclavo, permiten pensar la subjetivi-
dad desde la relación diferencial y no recíproca con el signifi- 62.  Ibid, p. 226
cante, su vínculo con el Otro y el deseo (o como llega a afirmar: 63.  Ibid, p. 219
64.  Ibíd. p. 222
61.  J. Lacan, Los cuatro conceptos…op. cit., p. 243. 65.  Ibíd. p. 243

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Natalia Lorio - Mercedes Vargas Sujeto y Deseo

respuesta directa, se sostiene sobre un cortocircuito. “El deseo que puede un sujeto advenir sólo desde un código impropio.
sólo aparece como aquello que no puede aparecer, como una Aquí otro corrimiento fundamental de la dialéctica del deseo
discrepancia, como un significado ausente, el deseo no se ex- en Lacan: un irreductible, no dialectizble, ni sintetizable por
presa en la materialidad del lenguaje, no se hace transparente, ningún movimiento es posible en esta elección forzada de ser
sino aparece en los intersticios del lenguaje”66. En la hendija en su emergencia subjetiva. ¿Qué valor adquiere este resto, esta
que deja el Otro con su mirada intimidante, el sujeto se escabu- pérdida irreductible, no dialéctica para pensar el deseo y su
lle en búsqueda de lo que allí se muestra como enigma, como ontología? En el corrimiento operado por el psiconanálisis de
distancia, como diferencia respecto a este Otro67. un deseo no teleológico, no progresivo y ceñido por una elisión
Reconocer el valor de la alienación es reconocer la aliena- constitutiva, discrepancia de la que resulta posible, se aloja una
ción en la posición que estructura al sujeto. No hay mediación politicidad. Esta ontología de un deseo que excede toda posibi-
alguna que derive en una síntesis que cierre la abertura hiante lidad de resolución satisfactoria, final y progresiva alerta sobre
en el seno del sujeto, la escansión que empuja su existencia. La una dimensión polémica igualmente paradójica, que requiere al
diferencia entre Hegel y Lacan se juega en esta diferencia: si menos preguntarse sobre las posibilidades que reivindica y las
Hegel – y Kojève con él- reconoció la alienación presente en el imposibilidades que la socavan.
amo y el esclavo, la falla del idealismo filosófico según Lacan La oquedad del sujeto y la opacidad del deseo a los que
es que “No hay sujeto sin que haya, en alguna parte, afanisis del hemos referido en los apartados que anteceden determinan
sujeto, y en esa alienación, en esa división fundamental, se ins- una concepción en la que el significante lejos de ser coherente
tituye la dialéctica del sujeto”68. En otros términos, reaparece y permitir la coherencia en la expresión, interfiere en ella. En
la dialéctica hegeliana, pero debido a la disyunción (vel) como esta ontología, el sujeto del psicoanálisis aparece entorpecien-
punto sensible y de equilibrio, el surgimiento del sujeto está do toda posibilidad de sentido o de teleología, y es desde aquí
atravesado por la pérdida: si en Hegel se hace pasar la aliena- que es posible pensar los meandros paradójicos que recorre el
ción por la disyunción “la libertad o la vida” que estructura la deseo, su dimensión decisiva y activa. Como advierte Butler,
posición del esclavo y la posición del amo, es imprescindible desde la concepción lacaniana del deseo “estar en el lenguaje
dar cuenta de que eligiendo una u otra- alienándose a una u significa ser desplazado infinitamente del sentido original. Y
otra- ambas se pierden, en tanto la elección por alguna implica dado que el deseo se constituye dentro de ese campo lingüísti-
asumirla amputada, cercenada, por la necesaria pérdida que co, siempre va tras aquello que en realidad no quiere y siempre
ésta exige. La alienación cuenta entonces con ese factor letal de quiere aquello que finalmente no puede tener”69.
la disyunción. Elección forzada en la que la decisión apuesta Estos caracteres del deseo se asientan en la salida de una
una renuncia por una ganancia insondable, sin garantías, en la concepción del sujeto monádica, monológico- tan atravesada
por la subversión de la dialéctica del deseo hegeliana como
66.  J. Butler, Sujetos del deseo…op. cit., p. 272.
por la pulsión freudiana-, en la que es preciso repensar las
67.  “(…) para responder a esta captura, el sujeto, (…) responde con la falta implicancias radicales de entender la constitución del sujeto
antecedente, con su propia desaparición, que aquí sitúa en el punto de la en un marco relacional, atravesado por el Otro. De este modo
falta percibida en el Otro. El primer objeto que propone a ese deseo parental
cuyo objeto no conoce, es su propia pérdida -¿Puede perderme? El fantasma
encontramos que se abren perspectivas y derivas para pensar
de su muerte, de su desaparición, es el primer objeto que el sujeto tiene para la politicidad de este sujeto efecto del intervalo, del corte, en los
poner en juego en esta dialéctica y, en efecto, lo hace (…)” en J. Lacan, Los siguientes sentidos: primero, desde la alienación fundante del
cuatro conceptos…op cit., p. 222.
68.  Ibíd. p. 229 69.  J. Butler, Sujetos del deseo…op. cit., p. 278.

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Natalia Lorio - Mercedes Vargas Sujeto y Deseo

sujeto; segundo, desde el atravesamiento del sujeto por el Otro; asimétrico inaugura la posibilidad de un sujeto abierto a la vida
tercero, desde las paradojas de la dialéctica del deseo; cuarto, y su multiplicidad, no tanto por su posición de jerarquía como
desde la asunción de la pérdida en el marco del poder. de desfasaje. Esta lectura habilita pensar de otro modo el lugar
Primero: la alienación fundante del sujeto no sólo remite del poder soberano, tanto desde el lugar de Amo, como del
entonces a su alienación fundamental sino que está atravesado esclavo. Se trata de forjar el deseo, la búsqueda, el motor de
por el límite y la pérdida, no pudiendo sino constituirse en rela- la movilización subjetiva en el encuentro entre faltas que se
ción al Otro, es decir, atravesado por el Otro en tanto deseante. co-constituyen en su encuentro contingente. En la medida en
Desde esta ontología del sujeto de la falta, la negatividad de que la disposición a dar lugar a la demanda en la necesidad del
la alienación es el punto de partida (y no el de llegada), hay otro, puede emerger el sujeto del deseo situado en un ser-con
sujeto en la medida en que hay relación posible entre sujeto (ya sea de uno u otro lado de los términos de una relación,
y Otro, porque de otro modo no habría nada sino vacío, pura que en todo caso se forja en un siendo). Lenguaje, Otro y ley se
sustancia o simple cachorro humano sin ingreso al orden del configuran así no tanto en dispositivos de un poder omnímo-
discurso, simbólico. En la medida en que hay un Otro que do y envolvente, sino como superficies de emergencia de una
designa un sujeto, éste es capaz de hacerse-presente bajo un subjetividad que se forja en sus intersticios y vericuetos a priori
lenguaje siempre expropiado; esto supone, que la precariedad indefinibles. Hemos señalado que en esta ontología fisurada, el
del espacio relacional, del lazo entre términos no idénticos es Otro también está atravesado por la falta, no es un absoluto in-
constitutiva y que no hay allí nada que asegure la identidad del quebrantable y estable, aunque pueda asumir para el sujeto ese
sujeto bajo una propiedad o esencia. En cambio, esta dinámica valor (retomaremos esto en breve). En el reconocimiento de su
expone el sujeto encadenado al aparato lenguajero en el que propia falta y en el reconocimiento de la falta en el otro, en esa
puede ser sólo a partir de lo que desde otro lugar se le asigna, superposición o intersección de faltas, se produce y configura
exigiendo sin embargo una decisión forzada de su parte. Al un sujeto deseante. El Gran Otro también debe ceder en su de-
mismo tiempo esta ontología exige pensar que los límites y las seo, hacia el reconocimiento del otro, y es en esa temporalidad
fronteras identitarias no son posible de consensuar entre dos concomitante que Amo-Esclavo, Sujeto-Otro, Soberano-Pueblo
entes pre-constituidos, sino en la pugna en que lo propio y lo se constituyen como tal. Esta operación de reconocimiento alo-
del otro se inventan una relación posible. Desde la perspectiva ja su temporalidad en su efecto retroactivo que no es sino en la
de la alienación fundante del deseo, la alienación es al campo posterioridad de lo que causa, subvirtiendo así toda lógica de
del Otro, al discurso, a eso que Lacan en Escritos 2 señala como una acción causal primera de una segunda determinada por al
el aporte freudiano del lenguaje, como ese plus de vida en el anterior.
que se juega el ser en un vacío pre-ontológico, que atravesado Tercero, desde las paradojas de la dialéctica del deseo; el
por la ley, habla y se desconoce a sí mismo y al Otro. Se trata en deseo del sujeto no es identificable a la demanda ni a la necesi-
este marco de una lucha por el reconocimiento que se da en el dad, el deseo se desliza en el campo del Otro, atravesado por la
campo del Otro, en una relación violenta, asimétrica que asu- asimétrica relación con el Otro, y por ello mismo el deseo no se
me la alienación como necesaria y una salida posible a la sub- manifiesta de forma lineal y consciente, muestra su inquietud
jetivación como un hacer con este malestar o desarreglo fundante. atravesado por el vacío y la inquietud en la que coloca al suje-
Segundo. La perspectiva del atravesamiento del sujeto por to en los meandros de un saber que desconoce. La politicidad
el Otro se deriva, además de la alienación fundante, de una de esta concepción del deseo está implicada en estos mismos
dialéctica en la que, desde Lacan, pueden situarse el Sujeto y el corrimientos y deslizamientos: la inquietud del deseo, su mo-
Otro y sus figuras. En este sentido, el reconocimiento de otro vimiento señala la potencialidad –ambivalente y paradójica-

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Natalia Lorio - Mercedes Vargas Sujeto y Deseo

de su propia dialéctica y la potencialidad de un sujeto que se su precariedad, su fijación transitoria y a la vez la identidad
define en una polémica insondable. parcial del sujeto del deseo, su heterogeneidad como sujeto
Por un lado, en la dialéctica del deseo se juega la tensión singular relacional y evanescente. En este sentido, la centrali-
vida-muerte, libertad-vida, libertad-muerte en la que Lacan no dad del reconocimiento del límite y de la Ley, la asunción de la
sólo advierte su ambivalencia, sino su falso eje en la alienación alienación estructural y la intermitencia del deseo despliegan
a una u otra, en tanto siempre algo se pierde, un irreductible una serie de consecuencias para pensar la politicidad de esta
la socava como operación sin costo. Por otro lado, la dialéctica propuesta: la libertad no se da sin alienación, la vida no sin
del deseo pone en juego la tensión entre el lazo y el solipsismo, muerte, el poder no sin lucha ni pérdida. El deseo se juega no
dicho de otro modo, la tensión que se da entre la relación del sin desconocimiento: en la pulseada del deseo no se sabe – ni el
sujeto con el Otro y los lazos con los otros (lazo político) y la que lucha- qué puede.
fijación de su deseo a un significante que lo vuelve a cerrar Cuarto señalamiento. Asumir la pérdida en el marco del
en el solipsismo, que lo cierra en un narcisismo que lo lleva a poder, en el marco de la politicidad de esta ontología relacio-
identificar deseo con pulsión de muerte, que lo lleva a cumplir nal del deseo y del sujeto de la falta, impone reconocer una
con la pulsión de muerte. trampa en la lógica del reconocimiento y la satisfacción, pues
Esta paradójica relación del sujeto con su deseo puede ser allí el poder aparece siempre bajo las figuras de una totalidad
figurada en una posible lectura de la posición del sujeto “Ante sin partición, como si sólo estuviera en un solo lugar y mar-
la Ley” en el cuento de Franz Kafka. En esta relación se ex- chara hacia el alcance de una satisfacción plena (la libertad, la
pone la politicidad inscripta en toda modulación del deseo: el emancipación). A la reabsorción de la dialéctica hegeliana en
campesino sumido a la ley (el Otro), a una ley imposible en su su propio movimiento negativo pero tranquilizador, se opone
acceso para él, que lo mantiene en la espera, y se expone la tem- la dialéctica relacional asimétrica o no recíproca (que no se re-
poralidad desesperante de ese esperar, pero que más allá de su absorbe) del psicoanálisis, en tanto el deseo se sigue jugando
(no) satisfacción (¿o su mortificante insatisfacción?), se sostiene en torno al poder pero asumiendo la dinámica quebrada, fisu-
y sostiene al sujeto en el suspenso de aquello que nunca se con- rada del mismo y asumiendo un irreductible con la cual tiene
creta hasta llevarlo a su muerte. El relato se detiene justamente que vérsela el deseo.
en ese punto de impasse del sujeto impaciente pero pasivo e Como en el relato kafkiano, el deseo no es un vector que se
insatisfecho, es decir, que juega con la dimensión mortificante juega en un solo sentido: allí es posible ver que el deseo posibi-
del deseo, atado a nada o a eso como un todo, una plenitud, y lita e imposibilita, concomitantemente, un sujeto, en la medida
suspendido ahí, en una espera que, sin pena ni gloria (la nada), en que tiende a su subjetivación (elección singular dentro de
lo lleva a su muerte. Incluso más podría pensarse que es justa- lo múltiple posible) o a su caída en el ser-sinsentido-la nada.
mente el mismo acto del guardián de cerrar la puerta lo que lo La politicidad de esta perspectiva se aloja en la posibilidad
lleva a su caída como sujeto (a su muerte). Allí no hay riesgo del sujeto o no de inquietarse en la dinámica relacional con
porque el campesino se aloja en ese impasse que mencionamos un otro, del que no hay liberación posible, autonomía plena,
donde se juega el combate existencial de la dialéctica entre pero sí la posibilidad de construir allí una alternativa que no se
Amo y Esclavo, Sujeto y Otro, en el que decide nada pero para afinque en una esencia determinada ni en la pura suspensión,
quedarse con ésta como impotencia, imposibilidad. sino más bien apueste por el desliz respecto de lo dado, donde
La heterogeneidad en la que queda inscripto el deseo en el psi- se inventa algo pero sin garantías.
coanálisis, su carácter no integrado ni re-absorbible, determina

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Sujeto y nudo
Atravesamiento del vacío y anudamiento
en Lacan, Badiou y algunos otros

Roque Farrán

1. Introducción

El concepto de sujeto, su producción efectiva, soporta una


triple determinación que, en ciertos puntos nodales, consiste
más bien en una sobredeterminación sistemática o anudamien-
to complejo entre lo ontológico, lo político y lo filosófico. Las
indagaciones respectivas tienen pues su grado de autonomía
relativa, pero se atraviesan inexorablemente y encuentran, por
momentos, algunos puntos de calce1. Hemos abordado en otros
trabajos cada una de estas tres dimensiones aunque no en to-
dos sus aspectos. Lo ontológico implica el ser, la naturaleza, lo
uno y lo múltiple, el vacío y el infinito, el intelecto posible y
el intelecto agente, etc. Lo político implica el acontecimiento,
la intervención, la fidelidad, la ley, el estado, etc. Lo filosófico
implica interrogarse sobre la propia práctica, los géneros de
conocimiento, el método, la producción de ideas y conceptos a
partir de desplazamientos y cambios de terreno, decisiones de
pensamiento y trazado de nuevas demarcaciones, etc. La mutua
implicación entre estos diversos abordajes exige que ninguno
dirija la investigación en su conjunto, múltiple y variado, sino
que cada uno suponga a los otros alternativamente (principio
nodal por excelencia: la alternancia de cruces, por arriba y por
abajo, hace a la consistencia real del trenzado conceptual). En

1.  El punto de calce en la topología del nudo borromeo es donde el tercer


cordel intercepta a los otros dos impidiendo su deslizamiento; cada uno
hace de tercero en relación a los otros.

203
Roque Farrán Sujeto y nudo

pos de ello es necesario un recorrido singular por distintas tra- la cuestión epistémica se desplaza y se complejiza: ya no es-
diciones de pensamiento. Aquí nos limitaremos, en principio, a tructuras autocontenidas versus instancias trascendentales,
una tradición que se ha dado en llamar “posfundacionalismo” sino la tensión desplazada entre la causa ausente, la estática
y, en particular, a algunos autores pertenecientes a la misma del vacío estructural, y una operación suplementaria de nomi-
(sobre todo Badiou y Lacan). nación (acto, forzamiento, nominación performativa, etc.).
En este contexto de producción teórica, la problemática re- Recordemos que Lacan, en los Escritos, planteaba su dife-
ferida al concepto de sujeto en tanto afectado por lo real resulta de rencia con Lévi-Strauss respecto de la existencia o no de un
extrema importancia, sea para rechazarlo o para reformularlo2. “símbolo cero”: “Sin duda Claude Lévi-Strauss, comentando
La cuestión fundamental que se nos plantea no es sólo que en la a Mauss, ha querido reconocer en él el efecto de un símbolo
actualidad haya que pensar nuevamente el concepto de sujeto, cero. Pero en nuestro caso nos parece que se trata más bien del
en su singularidad epocal (como insisten muchos autores), sino significante de la falta de ese símbolo cero”3.
que la misma posición desde la cual hoy se piensa está puesta Por lo tanto, si bien Lacan tuvo cierta aproximación epocal
en juego (mostraremos con Lacan que es un juego de estricta al estructuralismo, el mismo concepto de sujeto que él postu-
alternancia posicional). Debido a la radical contingencia de laba le impedía cerrar su problemática posición en torno a una
todo orden discursivo, a la que arribamos, no hay neutralidad estructura última (o primera) y, por lo tanto, tributar a una fal-
posible. Es decir que el investigador mismo resulta implicado ta determinada: un símbolo cero. El sujeto responde más bien
materialmente en su toma de posición teórica, lo asuma de a una falta y a un exceso que no pueden identificarse bajo un
modo explícito o no. En tal sentido, partimos de la concepción símbolo determinado como preexistente. La operación-sujeto
althusseriana de la filosofía entendida como práctica teórica. En recomienza así incesantemente, en tanto le afecta una implica-
términos de una arqueología del saber digamos que, en el or- ción irreductible4.
den discursivo en que nos encontramos, el arqueólogo forma
parte de los restos estudiados. Y esto mismo es lo que deseamos
presentar junto a Badiou, Lacan y algunos otros, en el cruce 3.  J. Lacan, Escritos 2, trad. T. Segovia, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003, p. 801.
entre saberes (o estructuras) y verdades (o acontecimientos): la 4.  Históricamente, se puede apreciar este viraje epistémico en Lacan al
implicación subjetiva (incluso si teórico-conceptual). El sujeto comparar sus formulaciones de la Tesis de psiquiatría (1932) y las de su
no puede ser considerado ni un efecto pasivo de la estructura primer Seminario (1953), tal como lo hace B. Ogilvie en Lacan. La formación
del concepto de sujeto (1932-1949), trad. I. Agoff, Buenos Aires, Nueva Visión,
ni una instancia trascendental externa que se eximiría de los
2000, p. 35: “‘Consideremos ahora ― dice Lacan ― la noción de sujeto.
efectos de la estructura (la ley o lo simbólico). Más acá de esta Cuando se la introduce, se introduce el sí mismo. El hombre que les habla
oposición clásica entre estructuralismo y fenomenología, re- es un hombre como los demás: hace uso del mal lenguaje. El sí mismo está
plicada cada vez que se ignora la complejidad del asunto, el entonces cuestionado. Así, Freud sabe desde el comienzo que sólo si se analiza
concepto de sujeto implica (al menos en Badiou y Lacan) tanto progresará en el análisis de los neuróticos’ (S I, 8) [13]. Esta vuelta sobre sí,
la dislocación estructural como la formación de una nueva con- inhabitual en el marco de una psicología cientificista, no estaba aún en el
programa de la Tesis: en 1932, se concedía importancia a las perturbaciones
sistencia (o repetición del Acto) en que se imbrican mutuamen- del sujeto y al sentido que éste les daba, pero lo que se hallaba en cuestión
te la hiancia estructural y el suplemento evanescente que resiste era solamente el sujeto enfermo. En 1953, el psicoanálisis pasa a ser la
el cierre discursivo (vacío y exceso son correlativos). Entonces referencia principal, y quien queda también en entredicho es el terapeuta”.
Lo que se profundizará cada vez más, por ejemplo en el Seminario XI (1964),
donde Lacan se interrogará por el objeto del psicoanálisis (el sujeto) y el
2.  Tal como se muestra en la introducción del libro se abren distintas deseo del analista (el objeto) en confrontación con una versión reductivista
variantes. (cientificista) del concepto. De allí que se puedan practicar distintas entradas

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Roque Farrán Sujeto y nudo

Para nosotros, la clave de la articulación entre oposiciones en torno al concepto de sujeto que tuvieron lugar, no siempre
típicas como estructura y acontecimiento, vida y racionalidad, de manera explícita, en los 60 y 70 entre Lacan, Althusser,
afecto y pensamiento, permanencia y cambio, es el concepto Sartre y Lévi-Strauss (habría que agregar además a Foucault
de sujeto entendido como anudamiento borromeo de los tres a dicha serie). La tesis fuerte de de Ípola afirma que “el poses-
registros lacanianos: real, simbólico e imaginario. Es decir, tructuralismo no haría otra cosa que repetir lo que el estructu-
un nudo solidario donde cada uno de los términos sostiene ralismo ‘a secas’ de Lévi-Strauss había planteado una década
al conjunto en su rigurosa alternancia posicional, sin remitir antes punto por punto y con toda claridad”7. Sin embargo,
a jerarquías estructurales fijas ni a instancias primigenias da- como veíamos anteriormente Lacan planteaba una diferencia
doras de sentido. Ahora bien, el concepto de sujeto pensado crucial con Lévi-Strauss; e incluso Deleuze muestra la plasti-
como nudo borromeo no es propiedad exclusiva de Lacan (si cidad y complejidad que pueden alcanzar estas nociones en la
bien allí tenemos los antecedentes circunscriptos a la práctica invención conceptual filosófica, al desarrollar ejemplarmente
psicoanalítica), pues encontramos dicha matriz funcionando la dislocación estructural y el acontecimiento en su ya clásico
de manera implícita en varios autores del género posfunda- Lógica del sentido. El punto clave a señalar de nuestra parte,
cionalista que exceden el marco propiamente psicoanalítico; entonces, no es tanto que sintomática y sospechosamente esto
junto a Badiou, podemos señalar además a Foucault, Deleuze, se olvide ―como sugiere de Ípola― sino que se trata del sín-
Agamben, y tantos otros. Por eso sostenemos que la clave de toma por excelencia: el sujeto. Afirmamos que es justamente lo
inteligibilidad de nuestra episteme actual es el nuevo concepto que da que pensar y sobre lo cual cada pensador intenta cada
de sujeto5, en tanto permite pensar una articulación solidaria vez, a su modo, elaborar algo al respecto. Porque si bien Lévi-
entre discursos o registros múltiples de la experiencia que evi- Strauss, como decía Lacan, ya había planteado la dislocación
ta, por una parte, la totalización hegeliana o la determinación estructural, en la Introducción a la Obra de Marcel Mauss, como la
estructuralista, como, por otra parte, la dispersión relativista imposible conjunción del significante cero (maná, orenda, etc.)
posmoderna. Sostiene la irreductibilidad entre discursos y, a la y un plus de significación inasignable, el problema así esbo-
vez, su precaria articulación contingente6. zado nos da una idea más bien estática de la estructura, y es
Asimismo, de Ípola en su libro Althusser, el infinito adiós por eso que allí no puede haber sujeto (sólo simple sujeción:
trae a colación una serie de debates prácticamente olvidados lugar asignado en un orden dado); salvo que se retorne a la
metafísica al presuponer un término clave excluido, flotante,
trascendental, etc., instituido de una vez y para siempre, y no
al pensamiento de J. Lacan, según los seminarios o escritos que se elijan, tal una operación contingente efectiva, a ser recomenzada cada vez
como se puede apreciar en varios de los capítulos de este libro (véanse los en distintos lugares no prefijados del espacio social. Para que
capítulos de M. Vargas y N. Lorio, M. Llaó, D. Groisman).
el concepto de sujeto emerja desprendido de cualquier idea de
5.  Como dice Le Gaufey: “[…] ninguna episteme de envergadura se sustancia (pre-spinozista) es necesario desnaturalizar la forma
construyó sin volver a poner en su plan de trabajo una nueva acepción (óntica) en que se presenta recurrentemente la falla estructural
del término y del concepto [sujeto] que es considerado como haciendo el
nexus de un nuevo saber”. G. Le Gaufey, El sujeto según Lacan, trads. M. A.
y abrir así el espacio reglado a la irrupción de temporalidades
Castañola – M. T. Arcos, Buenos Aires, El cuenco de plata, 2010, p. 78. singulares, es decir, al acontecimiento como suplemento azaroso
6.  Pues, como se sabe, la propiedad básica del nudo borromeo es que si
contingente y, por tanto, a las múltiples formas de encontrar la
se corta uno cualquiera de los redondeles de cuerda que lo conforman se
produce inmediatamente el desanudamiento de todo el entramado (que
puede contar desde tres a infinitos cordeles). Este es nuestro modo de pensar 7.  E. de Ípola, Althusser, el infinito adiós, Buenos Aires, Siglo XXI, 2007, p.
la fragilidad del sujeto. 107.

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Roque Farrán Sujeto y nudo

dislocación estructural manifestada sintomáticamente8. Para Teoría del sujeto, se abren dos perspectivas divergentes: una que
ello hace falta dar cuenta de nuevas nominaciones e invenciones enfatiza la idea de causalidad estructural estática, y por tanto la
contingentes de lo real, en exceso, producidas en otras prácticas importancia de la ausencia de un elemento excluido para el
discursivas y no sólo en el ámbito científico normativo o filosó- sostenimiento del todo complejo estructurado; y otra que enfa-
fico especulativo. De allí se desprende la politicidad inherente tiza el proceso de división constituyente que destruye la totalidad
al concepto y una práctica diferente de la filosofía. misma al volver lo determinado sobre la propia determinación
Así vemos que para Foucault el sujeto es una función va- estructural10.
riable y compleja del discurso; para Lacan un operador vacío entre Podemos decir que a partir de los mismos problemas, de la
significantes; y para Althusser un lugar vacío en la estructura que misma matriz genérica o episteme, los autores posfundaciona-
interpela al individuo a ocuparlo. Es decir que en lo que se deno- listas acentúan diferentes aspectos, conceptos y/o dispositivos
minó “estructuralismo” el sujeto no estaba determinado posi- de pensamiento. Así, por ejemplo Palti trabaja desde la historia
tivamente por la estructura (fuera ésta de índole económica, conceptual la cuestión netamente epistémica, es decir, el orde-
social, cultural o inconsciente) sino que ocupaba el lugar de namiento estratigráfico y temporal cronológico de los saberes.
una ausencia o vacío siempre sobredeterminado, de allí el exceso En cambio otros, como Laclau o Marchart, enfatizan la sobre-
o la apertura constitutiva, que es lo que con el post-estructu- determinación política actual de la contingencia discursiva,
ralismo se acentuará cada vez más en términos de una dislo- por lo tanto el momento de la decisión sobre un trasfondo de
cación irreductible propia de la estructura (lo real en términos indecidibilidad estructural. Foucault y Agamben, al contrario,
lacanianos)9. Respecto a lo cual, como ha señalado Badiou en no sólo interrogan la dimensión gnoseológica del sujeto sino al
mismo tiempo sus dimensiones ontológicas, éticas y políticas
8.  Sobre todo, veremos, en el cruce mismo y articulación compleja de estas
(mutua interrogación que constituye, para el último Foucault,
formas irreductibles entre sí, lo que nos trae más acá de la “Época de las la especificidad de la praxis filosófica). Por último, Badiou dis-
Formas” que señala E. Palti en “El retorno del sujeto: subjetividad, historia
y contingencia en el pensamiento moderno”, Prismas: revista de historia de coagulación imaginaria; donde lo real es imposible y no por eso menos
intelectual, v. 7, n. 7, 2003, pp. 27-49. ineludible. Sin embargo, no es tan simple como operar una mera inversión
de lo activo a lo pasivo, de lo imaginario a lo simbólico, pues en tanto los
9.  Lo real en términos lacanianos no se define tan simplemente como
tres registros se hallan entrelazados (a nivel de la pulsión, que es lo que
aquello que resiste a lo simbólico. Lo real no es un punto fijo de referencia,
importa), lo activo, pasivo y reflexivo se resuelven en un “hacerse hacer”
tampoco una construcción subjetiva; lo real es lo que desplaza hacia el
tal cosa. Hacerse representar, por ejemplo, o hacerse hacer representante.
futuro anterior los puntos de referencia y divide en acto la esfera subjetiva.
Es allí mismo donde el sujeto del inconsciente y el sujeto político se anudan
De este modo lo real es causa material del sujeto, quien sólo se vuelve activo
(“el inconsciente es la política”, según el dictum lacaniano). Ya no hay
de ese padecimiento cuando sabe aplicarse allí, en el momento oportuno.
representación directa de la cosa o el cuerpo político, sólo representantes
Así, el sujeto se hace responsable por aquello que lo excede y no controla,
de la representación imposible que entran en el juego de la contingencia
pero lo hace de una manera rigurosa y precisa: circunscribe el punto exacto
absoluta (delegación, suplencia, transferencia, etc.). Lo real ahora no pasa
donde se desvanece, al devenir indiscernible entre la posición de agente y
entonces por la representación y el dominio, sino por la apertura simbólica
paciente del acto, allí donde apenas alcanza a enunciarse como lo que habrá
a un imaginario de partes irreductibles que, no obstante, pueden anudarse
sido para lo que está llegando a ser. Es conocida la historia heideggeriana
entre sí de manera tan inexorable como solidaria (la necesidad y la fidelidad
que hace del sujeto moderno una instancia de representación de objetos,
se encuentran en el camino, no son reglas o principios a priori). El afecto
él mismo representable y por eso capaz de dominio de todo aquello
inviste a los representantes de la representación imposible, sin producir
que reduce a simple imagen (véase aquí mismo el capítulo de E. Biset).
estragos, cuando el nudo político ha sido bien tramado. Volveremos sobre
Quizás es menos conocida la historia lacaniana que hace del sujeto efecto
esto más adelante.
de representación significante, donde es más bien “representado por un
significante para otro significante”; donde el yo y el todo caen como efectos 10.  A. Badiou, Teoría del sujeto, J. M. Spinelli, Buenos Aires, Prometeo, 2009.

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Roque Farrán Sujeto y nudo

tribuye la problemática del sujeto en torno a cuatro procedi- le son propios? Si no, antes bien, plantear estas pregun-
mientos de producción de verdad, heterogéneos e irreductibles tas: ¿cómo, según qué condiciones y bajo qué formas
entre sí: arte, política, ciencia y amor (donde la ética es rede- algo como un sujeto puede aparecer en el orden de los
finida en función de la fidelidad a estos cuatro procedimien- discursos? ¿Qué sitio puede ocupar en cada tipo de
tos). La especificidad de la praxis filosófica consiste en circular discurso, qué funciones puede ejercer y obedeciendo
a qué reglas? En resumen, se trata de quitarle al sujeto (o
transversalmente entre ellos problematizando sus fronteras y
a su sustituto) su rol de fundamento originario, y analizarlo
articulándolos contingentemente; Badiou le llama composibili- como una función variable y compleja del discurso14.
dad a tal tarea11. Desde nuestro punto de vista se juega allí algo
del orden de lo transpolítico, que atraviesa como un fino y sutil En su último texto, dado a publicar antes de morir, La vida: la ex-
hilo la diversidad de prácticas12. periencia y la ciencia, Foucault afirma enfáticamente que si no se
tienen en cuenta las formulaciones teóricas de Canguilhem no
2. Las dos corrientes de la filosofía francesa contemporánea se entenderá toda una serie de debates producidos en Francia
durante los 60 y 70 entre marxistas, psicoanalistas y sociólo-
Tanto Foucault como Badiou plantean la misma pregunta, con gos. Tal revalorización del historiador de la ciencia le permite
el objeto de invertir el kantismo recurrente en filosofía. Pese a Foucault reconfigurar el campo intelectual y sus divisiones
a las diferencias obvias de lenguaje y ámbitos de indagación, típicas en función de una alteridad filosófica más básica:
ambos autores tienen en común el confrontar la racionalidad
a sus propios impasses. Escribe Badiou, en El ser y el aconte- Sin desconocer las fracturas que durante estos últimos
cimiento: “Invirtiendo la pregunta kantiana, no se trataba ya años y desde el fin de la guerra opusieron a marxistas
de preguntar: ‘¿Cómo es posible la matemática pura?’ y res- y no marxistas, freudianos y no freudianos, especia-
listas de una disciplina y filósofos, universitarios y
ponder: gracias al sujeto trascendental, sino más exactamente:
no universitarios, teóricos y políticos, me parece que
siendo la matemática pura la ciencia del ser, ¿cómo es posible
podría encontrarse otra línea divisoria que atraviesa
un sujeto?”13. Y Foucault, en ¿Qué es un autor?: estas oposiciones. Se trata de la línea que separa una filo-
sofía de la experiencia, el sentido y el sujeto, de una filosofía
Se trata de dar vuelta el problema tradicional. Ya no
del saber, la racionalidad y el concepto15.
plantear la pregunta: ¿cómo puede la libertad de un
sujeto insertarse en el espesor de las cosas y darle sen- Esta distinción, cuya genealogía apenas esboza Foucault, será
tido, cómo puede animar desde el interior las reglas de retomada tanto por Ogilvie, para situar a Lacan en una posición
un lenguaje y hacer así que funcione con objetivos que
problemática entre las dos corrientes, como por Badiou, para
brindar un mapeo general de las principales operaciones de la
11.  A. Badiou, Manifiesto por la filosofía, V. Alcantud Serrano, Buenos Aires,
Nueva Visión, 2007.
filosofía francesa contemporánea16. Sin embargo, los nombres
12.  Asumir el axioma “no todo es política” implica sostener al mismo tiempo
14.  M. Foucault, ¿Qué es un autor?, trad. S. Mattoni, Buenos Aires, Cuenco
que “no hay nada que se exceptúe de la política”; de este modo la política
de Plata, 2010, p. 41 [el remarcado nos pertenece].
atraviesa y contamina cualquier práctica (incluso conceptual), sólo que no
hay modo de totalizar, definir o especificar a priori en qué consiste dicha 15.  M. Foucault. “La vida: la experiencia y la ciencia” en AA. VV. Ensayos
politicidad. Al contrario, la lógica del todo suponía un exterior constitutivo sobre biopolítica. Excesos de vida, trad. F. Rodríguez, Buenos Aires, Paidós,
al mismo que lo definía y cerraba sobre sí mismo. 2009, p. 42 [el remarcado nos pertenece].
13.  A. Badiou, El ser y el acontecimiento, trads. R. Cerdeiras - A. Cerletti - N. 16.  A. Badiou, “Panorama de la filosofía francesa contemporánea” en M.
Prados, Buenos Aires, Manantial, 1999, p. 14. Abensour et al, Voces de la filosofía francesa contemporánea, Buenos Aires,

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invocados en cada caso no coincidirán plenamente con la lista dirigir a una racionalidad que pretende ser universal mientras
ofrecida por Foucault, y es quizá en esas mismas diferencias se desarrolla en la contingencia, que afirma su unidad y sin
donde podremos rastrear la originalidad del concepto de suje- embargo sólo procede por medio de modificaciones parciales,
to en Lacan y también en Badiou. que se legitima a sí misma a través de su propia soberanía pero
Foucault anota como pertenecientes a la filosofía de la expe- que en su historia no puede disociarse de la inercia, el peso o
riencia, el sentido y el sujeto a Sartre y Merleau Ponty; mien- las coerciones que la subyugan”18. Si bien las investigaciones de
tras que a la filosofía del saber, la racionalidad y el concepto Foucault sobre la actualidad y la vida no apuntan directamente
pertenecen Cavaillès, Bachelard, Koyré y Canguilhem. Incluso al concepto de sujeto, sí comienza a mencionar cada vez más
ensaya posibles antecedentes de esta división en el siglo XIX: la necesidad de su reformulación en torno al triplete saber-po-
Maine de Biran, Lachelier y Bergson por la primera; Comte, der-cuidado y, sobre todo, aparecen algunos tópicos esenciales
Couturat y Poincaré por la segunda. Es interesante recalcar que elabora Lacan y retoma Badiou en torno a aquél concepto:
aquí que Lacan recurre tanto a Maine de Biran como al cogito contingencia, parcialidad, soberanía subyugada19.
cartesiano para formular el concepto de sujeto que requiere el En este sentido, Lacan planteaba un “retorno a Freud” que
psicoanálisis, cruzando así las dos orientaciones divergentes. en gran medida se inscribía sobre la actualidad del Aufklärung
Y lo mismo, dice Foucault, hace de algún modo Canguilhem promocionada por Foucault20 (como figura en la solapa de los
al pensar la vida desde la racionalidad como “lo que es capaz Escritos). Así pues, de un modo que resuena bastante con la pro-
de error”. En cualquier caso, veremos que lo que está en juego blemática freudiana retomada por Lacan, Foucault escribe so-
para Foucault ―y sigue hoy presente en sus interrogantes― bre los límites de la razón: “Dos siglos después de su aparición,
es “la naturaleza del pensamiento racional, sus fundamentos el Aufklärung retorna: no sólo como un modo para Occidente
y derechos”, o sea, la problemática que introdujo la filosofía de tomar conciencia de sus posibilidades actuales y de las li-
a partir del siglo XVIII. Por ello Foucault retoma también el bertades a las que pudo haber accedido, sino también como un
texto de Kant, ¿Qué es la Ilustración?, para pensar la pregunta modo de interrogación sobre sus límites y los poderes de los
por la actualidad: “¿en qué medida este ‘presente’ depende de cuales se ha servido. La razón como despotismo y como ilumi-
un proceso histórico general y en qué medida la filosofía es el
punto en que la historia misma debe descifrarse a partir de sus
condiciones?”17. 18.  Ibíd., p. 46 [el remarcado nos pertenece].

Por lo tanto, los interrogantes que se plantearon en la 19.  En este sentido, hay que tener en cuenta una advertencia metodológica
básica de la historia conceptual: la palabra no identifica directamente el
Ilustración siguen siendo fundamentales para la filosofía con-
concepto. Esto quiere decir que una misma palabra puede poseer múltiples
temporánea, desde la teoría crítica alemana hasta la historia de significados, incluso antagónicos entre sí, en distintos contextos; mientras
la ciencia francesa, en tanto “son los interrogantes que hay que que, a la inversa, un mismo significado puede ser portado por diversas
palabras. Es por ello que sólo en este doble cruce, no necesariamente
Colihue, 2005, p. 74. También encontramos una historización semejante en coincidente, entre significantes y significados es donde se puede intentar
el ya clásico libro de V. Descombes, Lo mismo y lo otro: cuarenta y cinco años de circunscribir rigurosamente un concepto. Dicha advertencia, como veremos,
filosofía francesa (1933-1978), Madrid, Cátedra, 1998; donde el autor menciona es aún más pertinente en lo que atañe al sujeto.
la búsqueda de los filósofos franceses de una conciliación entre existencia
20.  También en ¿Qué es un autor? Lacan, invitado a la Conferencia, se
y concepto, sobre todo a partir de la generación de las “3 H” (por Hegel,
pronuncia de acuerdo con la revalorización dada por Foucault a los
Husserl, Heidegger): Sartre, Merleau-Ponty, Koyré, etc.
“instauradores de discursividad” como Marx y Freud y las operaciones
17.  M. Foucault. ¿Qué es la Ilustración?, trad. S. Mattoni, Madrid, La piqueta, de “retorno a” (cuyos “operadores” no nombrados pero conocidos eran
1996, p. 44. Althusser y el mismo Lacan).

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Roque Farrán Sujeto y nudo

nismo”21. Por otra parte, como bien señala Ogilvie, Lacan no Es decir que hay una “racionalidad de lo ilusorio”, una ra-
sólo intenta retomar el legado freudiano de un “determinismo cionalidad del sentido, como remarca Ogilvie; por lo tanto,
psíquico” depurado de cualquier “psicologismo”, “finalismo” racionalidad-saber-concepto no tienen por qué ser antagó-
o “antropomorfismo” sino que ―y aquí reside lo original de su nicos, al menos en todos los puntos, del tándem correlativo
empresa según Ogilvie― “aborda la cuestión por el sesgo de la experiencia-sentido-sujeto.
apuesta filosófica que representa, orden de problemas del que Y así, ya en su tesis de psiquiatría Lacan comenzaba a for-
Freud, por el contrario, se mantuvo siempre cuidadosamente mular este nuevo concepto de sujeto, situado en el cruce de
a distancia. Este punto de vista ―continúa Ogilvie― dará sus razón y sentido (o saber y verdad), que él encontraba ínsito en
rasgos específicos a toda la obra de Lacan, indisolublemente el psicoanálisis:
‘técnica’ y filosófica, por cuanto jamás elabora conceptos desti-
nados a la dirección de la cura y a la comprensión de lo que en El mérito de esta disciplina nueva que es el psicoa-
ella sucede sin despejar, al mismo tiempo, las repercusiones de nálisis consiste en habernos enseñado a conocer esas
estas elaboraciones en el campo filosófico”22. Esto es lo que con leyes, o sea las que definen la relación entre el sentido
Badiou podríamos llamar el “principio de compatibilidad”23: subjetivo de un fenómeno de conciencia y el fenómeno
sin que las elaboraciones de un campo discursivo sean deduci- objetivo al cual responde: positiva, negativa, mediata o
das necesariamente de otro, ni tampoco sean simplemente ho- inmediata, esa relación está, en efecto, siempre deter-
mologadas, al menos se intenta sostener cierta compatibilidad minada. Gracias al conocimiento de esas leyes hemos
podido devolver así su valor objetivo hasta a aquellos
con sus intuiciones fundamentales. Por ello Lacan menciona,
fenómenos de consciencia que muchos, de manera tan
al igual que Foucault, la confrontación entre dos corrientes
poco científica, se habían propuesto despreciar, por
filosóficas antagónicas para circunscribir, justo en su cruce, la ejemplo los sueños, cuya riqueza de sentido, con ser
interrogación psicoanalítica: tan impresionante, se consideraba como puramente
‘imaginaria’, o asimismo esos ‘actos fallidos’ cuya
Las intenciones conscientes han sido desde hace mu- eficacia, con ser tan evidente, se consideraba como
cho el objeto de la crítica convergente de los ‘físicos’ ‘carente de sentido’25.
y de los moralistas, los cuales han mostrado todo su
carácter ilusorio. Es ésa la razón principal de la duda Por ello, Lacan ocupa una posición anómala en esta distribu-
metódica que la ciencia ha arrojado sobre el sentido de ción de las dos corrientes principales de la filosofía francesa
todos los fenómenos psicológicos. Pero, por ilusorio aunque, por supuesto, sin desconocerla. Escribe Ogilvie: “La
que sea, este sentido, al igual que cualquier fenómeno,
posición de Lacan, lejos de ser conciliadora, introduce un
no carece de ley24.
desequilibrio radical en el antagonismo establecido (escisión
‘tan constituida’) entre ambas filiaciones, por cuanto hace de
una el campo de investigación privilegiada de la otra”26. En
definitiva, Lacan elaboraba ya en su tesis de psiquiatría una
21.  M. Foucault, ¿Qué es la Ilustración?, op. cit., p. 47. conceptualización racional de la experiencia-sentido-sujeto.
22.  B. Ogilvie, Lacan, op. cit., p. 29.
23.  A. Badiou, Lógicas de los mundos, trad. M. Rodríguez, Buenos Aires,
Manantial, 2008, p. 572.
25.  Ídem.
24.  J. Lacan, De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad, trad.
A. Alatorre, México, Siglo XXI, 1976, p. 247. 26.  B. Ogilvie, Lacan, op. cit., p. 31.

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Pero es Freud, según remarca el mismo Lacan en su lectura, a los siguientes pensadores: Bachelard, Merleau-Ponty, Lévi-
“quien reintroduce en la racionalidad el campo del sentido”27: Strauss, Althusser, Foucault, Derrida y Lacan, además de los
No basta con hacer historia, historia del pensamiento, y de- ya mencionados. Al trazar los antecedentes de tal “momento”
cir que Freud surgió en un siglo de cientificismo. En efecto, con Badiou se remonta a principios de siglo XX y la división allí
La interpretación de los sueños, es reintroducido algo de natura- suscitada entre las dos corrientes de pensamiento que señalá-
leza diferente, de una densidad psicológica concreta, a saber el bamos antes con Foucault. Tenemos así dispuesta, con Bergson
sentido. Desde el punto de vista del cientificista, Freud pareció por un lado, una filosofía de la “interioridad vital”, de la identi-
entonces coincidir con el más arcaico pensar: leer algo en los dad entre el ser y el cambio, del devenir, que continuará inclu-
sueños. Retornó luego a la explicación causal. Pero, cuando se so hasta Deleuze; y por otro lado una filosofía orientada sobre
interpreta un sueño, estamos siempre de lleno en el sentido. Es el concepto, el formalismo, lo simbólico, que comenzará con
la subjetividad del sujeto, sus deseos, su relación con el medio, Brunschvicg y continuará con Lacan, Althusser, Lévi-Strauss
con los otros, con la vida misma, lo aquí cuestionado. Nuestra hasta llegar al mismo Badiou. Notamos que Badiou no se ubica
tarea, aquí, es reintroducir el registro del sentido, éste que debe él mismo, ni tampoco a Lacan, en una tensión problemática
ser reintegrado a su nivel propio28. entre ambas corrientes, como sí lo hacía Ogilvie respecto a este
último; al menos no lo hace en cuanto a los antecedentes his-
Así, vemos la importancia que tiene el pensamiento de tóricos inmediatos, pero sí lo hará luego cuando especifique
Lacan y su “retorno a Freud” para pensar un concepto de su- las operaciones conceptuales que le permiten circunscribir el
jeto escindido, a-sustancial y descentrado (como se presenta momento filosófico francés. Pues de lo que se trata en este mo-
en los sueños, lapsus y síntomas) en lugar de situarlo en el mento es, sobre todo, de articular vida y concepto: “Con una dis-
campo de la conciencia, la acción intencional o algún que otro cusión sobre vida y concepto, se da finalmente una discusión
espacio trascendental. De allí partirá Badiou para extender este sobre la cuestión del sujeto, que organiza todo el período. ¿Por
concepto sobre otros campos de pensamiento que exceden el qué? Porque un sujeto humano es a la vez un cuerpo viviente
ámbito clínico y filosófico. y un creador de conceptos. El sujeto es la parte común de las
Por su parte, Badiou también reconoce esta división de la dos orientaciones: es interrogado en cuanto a su vida, su vida
filosofía francesa contemporánea. No obstante, es importante subjetiva, su vida animal, su vida orgánica; y es también inte-
recalcar que para él existe además un “momento filosófico rrogado en cuanto a su pensamiento, en cuanto a su capacidad
francés” que se podría situar entre la publicación de El ser y creadora, en cuanto a su capacidad de abstracción”30.
la nada de Sartre, en la década del 40, y ¿Qué es la filosofía? de
Deleuze-Guattari, publicado en la década del 90. Este momen- 3. La diferencia en torno al vacío
to, en el cual él mismo se incluye de manera problemática,
constituye “un momento filosófico nuevo, creador, singular La histórica diferencia entre Badiou y Lacan se sitúa, según la
y al mismo tiempo universal”29 que comprende, entre otros, versión del primero repetida luego por otros, en función del
lugar que ocupa el vacío en cada teoría. Dicha diferencia nos
permite apreciar cómo cada cual sitúa al sujeto. Mientras el pri-
27.  J. Lacan, De la psicosis paranoica, op. cit., p. 33.
mero piensa al vacío del lado del ser, hasta el punto que es su
28.  J. Lacan, El seminario: libro 1: los escritos técnicos de Freud, trads. E. nombre propio, el segundo lo colocaría del lado del sujeto: un
Berenger – M. Bassols, Barcelona, Paidós, 1981, pp. 11-12.
29.  A. Badiou, “Panorama de la filosofía francesa contemporánea”, op. cit.,
p. 74. 30.  Ibíd., p. 75.

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operador vacío entre significantes. “El lugar donde la filosofía lo tanto, si bien un sujeto es una “configuración local finita de
localiza el vacío como condición del pensamiento es el ser, en un procedimiento genérico de verdad”, los modos de trazar
tanto que ser. El lugar donde el psicoanálisis localiza el vacío y pensar las distintas configuraciones singulares pueden ser
es el Sujeto, su sujeto, tal como es desvanecido en la separación múltiples infinitos. Por otro lado, en Lacan si bien el objeto a
de los significantes donde procede la metonimia de su ser”31. presenta cuatro modos distintos de aparecer (semblantes): voz,
Sin embargo, esta simple distinción no basta para pensar la di- mirada, heces y pecho, los modos de circunscribirlo (los trayec-
ferencia entre uno y otro (Lacan/Badiou, Sujeto/Ser). Hace falta tos pulsionales) son infinitos. Así vemos cómo finito e infinito
extraer otras consecuencias de ella remitiéndola al conjunto se articulan en ambos pensadores y, a su vez, cómo la inver-
complejo, esto es: al nudo de conceptos, entre ambos autores. sión de los términos no deja de presentar una curiosa simetría.
En principio, si bien en Badiou el nombre propio del ser es La “diferencia” pasa más bien por los modos de circulación
el conjunto vacío, el ser-en-tanto-ser en su generalidad ante- entre dispositivos de pensamiento que habilitan ambos discur-
predicativa es múltiple puro, es decir, múltiple de múltiples, sos: mientras Lacan convoca al arte, la filosofía, la lingüística,
múltiple inconsistente enunciable sólo mediante axiomas ma- las matemáticas, etc., para circunscribir el impasse sexual en
temáticos. División incesante, no regulada, de partes en más tanto real, Badiou articula de manera equivalencial distintos
partes. Pensado de manera aproximada, por fuera del discurso procedimientos genéricos sin que ninguno de ellos subsuma al
ontológico, sería la pura dispersión sin límite. Por lo tanto, otro completamente, pues cada problemática singular es irre-
en Badiou es la operación de sujeto la que fija parcialmente ductible (y por eso real) lo cual no impide el cruce productivo
―ya que es una “configuración local finita de un proceso de (transferencial) de conceptos.
verdad”― la dispersión absoluta de los términos-múltiples al Marqués Rodilla también parte de la típica oposición seña-
forzar la estructura a contar lo incontado ―su verdad― por la lada entre Badiou y Lacan en torno al estatuto del vacío:
infinitud espuria. En Lacan, este proceso se encuentra inver-
tido. Es el sujeto la instancia que encarna la división infinita Y el conflicto no reside tanto en la amplitud del vacío
entre significantes, figura evanescente que emerge siempre en dado que podría concederse que el vacío del que habla
eclipse, mientras que la fijación parcial y el índice de la finitud Lacan es un vacío regional que en nada entorpecería
un vacío generalizado. El conflicto reside en que el va-
caen del lado de ese ser parcial que es propiamente el objeto a.
cío de Lacan es un vacío con bordes, un intervalo per-
Es decir que si pretendemos forzar alguna ontología en Lacan
fectamente localizado que se dice como el trayecto que
ésta sería del orden del objeto parcial finito, de cuyo estatuto, va desde un resto corporal a un objeto topológico32.
imposible de aprehender, los movimientos infinitos de subjeti-
vación intentarán dar cuenta (fallida por definición). Podemos decir que en Badiou el vacío no tiene bordes depen-
Es justo en este punto donde ambas posiciones, la de Lacan diendo del punto de vista que se escoja. Claro que en el marco
y la de Badiou, pese a la inversión se acercan en una suerte de de la ontología matemática estricta el múltiple vacío está sutu-
quiasmo irreductible. Sucede que el sujeto del que habla Badiou rado a la axiomática conjuntista que impide cualquier norma-
no es uno sino “múltiple” y “cualificado”, pues existen al me- tiva del Uno, por lo tanto jamás se podría decir que el vacío se
nos cuatro: el artístico, el político, el amante, el científico; más encuentra entre dos significantes. Pero, como hemos visto, esto
un (no) sujeto: el filosófico que los piensa conjuntamente. Por no es tan simple. En el caso de Badiou, tendríamos que exceder

31.  A. Badiou, Condiciones, trad. E. Molina y Vedia, Buenos Aires, Siglo XXI, 32.  C. Marqués Rodilla, “Sobre el sujeto: ¿Deleuze versus Badiou?” en
2002, p. 264. ÉNDOXA: Series Filosóficas, n. 22, 2007, p. 330.

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el dispositivo ontológico matemático para captar que la vacui- 4. Una episteme (en) común35
dad general, implicada en el mismo, resulta delimitada o aco-
tada de algún modo por la materialidad de los demás disposi- En El sujeto según Lacan Guy Le Gaufey ensaya una aproxi-
tivos de pensamiento, entre los cuales circula la filosofía (que mación entre el psicoanalista mencionado y Foucault (junto a
postula la Verdad como operador vacío). Es decir que lo que otros autores como Maine de Biran y los averroístas latinos) a
en verdad tenemos, de uno a otro, es un cambio en la amplitud partir de ciertos complejos-preguntas-respuestas (Collingood)
de miras y el régimen de circulación. Formulado de manera compartidos en torno al sujeto, que se circunscriben sobre todo
simple: en Lacan el sujeto se halla bordeado por los significan- a la posibilidad de pensarlo desde la carencia de dos cualida-
tes de la lengua materna aislados por el dispositivo analítico, des típicas del mentado concepto: reflexividad y consciencia.
mientras que en Badiou el sujeto se encuentra bordeado por los De este modo, se propone situar la novedad del concepto
significantes-de-más producidos en el ámbito de la cultura. Lo aportado por Lacan en contigüidad con otras formulaciones
que desde el dispositivo psicoanalítico puede ser captado del teóricas, formalmente próximas, que no coinciden necesaria-
sujeto como corte evanescente entre significantes, en el disposi- mente en sus contenidos y referencias temáticas. Le Gaufey
tivo filosófico es captado en cambio entre dispositivos. No tiene nos permite situar de manera ejemplar, a través de diversos
sentido, pues, analizar un concepto aislado del conjunto de itinerarios conceptuales, el sujeto clivado, dividido o sujetado:
dispositivos del que forma parte, ni, por consiguiente, de los el sujeto “doble faz” o doble función propio del estructuralis-
distintos desplazamientos y (trans)valoraciones que efectúan mo. Sin embargo en su recorrido no alcanza a captar, según
sobre aquéllos Badiou y Lacan.33 Marqués Rodilla, no obstante, nuestro parecer, el último movimiento efectuado por Foucault
anticipa nuestra tesis sobre el modo de disposición conceptual: y por Lacan36 (realizado también por Badiou) que reformula el
“La interconexión entre el acontecimiento, la verdad y el sujeto concepto de sujeto a través del anudamiento. Por eso no llega
constituye un nudo borromeo. El nombre del acontecimiento a evitar la crítica temprana de Badiou, expuesta en Teoría del
es el resto que ocupa el vacío central del nudo”34. Con la sal- sujeto, a cierto lacanismo centrado en la exclusiva referencia
vedad de que, para nosotros, es el sujeto quien ocupa el vacío simbólica a lo real entendido como causa ausente37. De seguir
central del nudo, es el nudo mismo, mientras que el nombre estos complejos movimientos conceptuales podríamos circuns-
del acontecimiento o intervención es uno más de sus compo- cribir entonces otro viraje epistémico que transfigura al mismo
nentes (pues son múltiples los procedimientos). post-estructuralismo: ya no sólo considerar la dislocación es-
tructural, el vacío central de todo discurso o el exterior cons-
En el último apartado expondremos la lectura que hace Le titutivo heterogéneo al mismo (conceptos todos que remiten
Gaufey del sujeto lacaniano en clave arqueológica foucaultiana a la lógica del espaciamiento y/o la diferenciación significan-
para mostrar, de nuestra parte, cómo se traza una episteme co- te), sino la articulación efectiva, afectiva y solidaria, de partes
mún entre autores cuyas formulaciones conceptuales exceden
las del propio Lacan (p.e. Agamben o Badiou). Lo cual también
nos permitirá mostrar las tensiones y compatibilidades entre el 35.  Empleamos el término episteme en un sentido amplio que implica
dispositivo filosófico y el psicoanalítico de manera más amplia. dimensiones ontológicas, políticas y, sobre todo, subjetivas.
Y, en consecuencia, el sujeto transpolítico allí implicado. 36.  Movimiento que por ejemplo sí sitúa Milner en La obra clara, bajo la
denominación de segundo clasicismo: el matema y de deconstrucción: el nudo
borromeo. Véase J.-C. Milner, La obra clara: Lacan, la ciencia, la filosofía, trad.
33.  Véase R. Farrán, Badiou y Lacan: el anudamiento del sujeto, Buenos Aires, D. Rabinovich, Buenos Aires, Manantial, 1996.
Prometeo, 2014.
37.  Esto lo trabaja Bruno Bosteels en Badiou o el recomienzo del materialismo
34.  C. Marqués Rodilla, “Sobre el sujeto…”, op. cit., p. 348. dialéctico, trads. I. Fenoglio – R. Mier, Santiago de Chile, Palinodia, 2007.

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Roque Farrán Sujeto y nudo

irreductibles entre sí que implican temporalidades, espacios y jeto necesita del afecto, de la capacidad de afectar y ser afecta-
singularidades varias. Ya no la tensión suscitada entre dos sino do, de dejarse afectar. Lo real del sujeto es el afecto. ¿Dónde está
la articulación distensa de al menos tres, cuya heterogeneidad el afecto, por dónde pasa? Pasa entre las palabras y las cosas,
obstaculiza cualquier totalización o dominio. entre las suposiciones y los mandatos. Pasa, circula o se estan-
Se trata de producir una teoría del sujeto que implique al ca (y se pudre, de allí la “pestilencia”38). No hay pensamiento
sujeto mismo de la teoría, para que no se presuponga ninguna sin afecto, aunque algunos se mueren por excluirlo. Hay que
superioridad ni eminencia ni antecedencia, para que se piense darle paso. Un significante, luego otro. Un antecedente, luego
junto a otros ―sujetos― su producción. Eso le daría, a nuestro su consecuente. Un estado, luego otro estado. Sí. Pero entre
entender, una tonalidad transpolítica al mentado sujeto. No se medio el afecto, que pasa. Hay que dejarlo pasar, dejarse pasar,
trataría de un sujeto universal válido para todos pero tampoco hacerse pasar, ser activo en esa pasividad esencial, material,
de la singularidad irreductible propia del caso por caso. Para irreductible. Y entonces, al hacer pasar entre dos un tercero,
evitar ambos extremos lógicos es necesario reconsiderar la im- y luego a cada término haciéndolo pasar como tercero entre
plicación material tal como hacen Lacan o Deleuze, por ejemplo los otros dos, algo en efecto pasa (acontece): en una serie de
(el primero para pensar el sinthome y el segundo la lógica del gestos entrecruzados, alternados, cuando queremos acordar se
sentido). Como vimos, Badiou califica a los sujetos singulares anuda, porque ya no es ‘algo’ a suponer o develar, sino la trama
de ‘políticos’, ‘artísticos’, ‘científicos’ o ‘amorosos’, según el misma de la cosa: el nudo material (afecto y pensamiento)39.
procedimiento genérico de verdad al cual se incorporen. En Otra cuestión clave que se nos presenta así, llegados a este
principio, no estaríamos en desacuerdo con esa calificación punto de inflexión crítica, es la de no producir la desmentida
porque nos parece más ajustada que la denegación de cualquier (denegación) de la imposibilidad de articulación total median-
sujeto o el retorno a la figura clásica de excepción; sin embar- te un nuevo punto nodal privilegiado (por ejemplo la política,
go, al pensar los procedimientos conjuntamente, al anudarlos tal como hacen Laclau, Marchart o Bosteels). Pues, ahora, la
entre sí filosóficamente se producen zonas de solapamiento, articulación entre heterogeneidades irreductibles no sólo invo-
intersecciones y conjunciones que no permiten distinguirlos a lucra conceptos, sino también, de manera aún más compleja,
priori (no es tan fácil determinar si tal intervención artística no dispositivos de pensamiento entrelazados de tal manera que
es más bien política, o si tal procedimiento científico no es en ninguno determine una estructura jerárquica de dominación
realidad artístico, etc.). La implicación material resulta crucial exclusiva (ni ontología, ni política, ni filosofía, ni psicoanálisis
aquí, pues se trata en verdad de una co-implicancia entre proce- tienen la última palabra). Para ello resulta necesario entender
dimientos heterogéneos, en la cual nunca se sabe de antemano
por dónde pasará lo real del anudamiento: entre antecedente y
38.  Véase sobre la pestilencia del sujeto, en este mismo libro, el capítulo de
consecuente hay que dar lugar a una vacilación, una escansión
D. Groisman.
o un hiato (tiempo lógico) que es lo que produce la consistencia
material del sujeto. La implicación material que responde al 39.  Para ver cómo se aborda esta compleja disposición afectiva desde una
perspectiva próxima a la misma, como lo es la filosofía de G. Agamben, véase
anudamiento no es meramente reflexiva u omnisciente (no se el capítulo de M. Moyano. Aquí y allá no se trata tanto de un pasaje del Sujeto
desprende de un compromiso voluntarista); se trata de la po- al Otro (tal es la propuesta decolonial levinasiana presente en el capítulo
tencia de afectar y ser afectado en cruces imprevistos. de S. Soria) como de pensar al sujeto descentrado (destituido e instituido)
en esos mismos pasajes y cruces entreverados de otredades irreductibles; el
Así como mencionábamos anteriormente que el sujeto arti- afecto tampoco responde sólo al grito o al llanto, exclusivamente, sino a una
cula vida y concepto, también anuda pensamiento y afecto. Por amplia variedad entre las que se encuentra, por ejemplo, la beatitud a la que
eso, ante todo, el pensamiento filosófico gestado en torno al su- aludía Spinoza.

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Roque Farrán Sujeto y nudo

la lógica solidaria del anudamiento borromeo y su compleja el agotamiento significante. Sin embargo Le Gaufey no cita el
modalidad escritural. célebre párrafo de “Subversión del sujeto y dialéctica del de-
Le Gaufey menciona la modalidad de trabajo conceptual seo” donde Lacan dice justamente: “Es lo que falta al sujeto
que ensaya Lacan a través de sus dispositivos de escritura: para pensarse agotado por su cogito…”42. Se detiene en cambio
“El esquema óptico, el grafo del deseo, los cuatro discursos, a considerar esa frágil reflexividad gramatical que Lacan uti-
el nudo borromeo constituyen, en tal o cual momento, redes liza, en términos teórico-prácticos, para remarcar la imposibi-
sobre las cuales Lacan va escribiendo cada vez más relaciones lidad estructural de la reflexividad, aunque resulta claro que
entre los términos que ha redefinido a partir de Freud, o bien aun así, de manera ineludible, debe acudir a ella para sostener
inventado”40. lo que quiere decir:

En definitiva, se trata de “reagrupar y articular conjunta- Hago alusión a lo que Maine de Biran nos aporta en su
mente” conceptos provenientes de las más diversas disciplinas finísimo análisis del papel del sentimiento de esfuer-
(lingüística, etología, lógica, topología, literatura). Desde nues- zo. El sentimiento de esfuerzo, en la medida en que es
tro punto de vista, esto resulta clave: configurar redes o dis- empuje, aprehendido por el sujeto de los dos lados a
positivos que atraviesen oblicuamente los saberes instituidos la vez, en tanto es el autor del empuje, pero es también
y sus rígidas compartimentaciones. En este sentido, el nudo el autor de lo que lo contiene, […] he aquí lo que, al
borromeo es ejemplar. Pero además, el concepto de sujeto en aproximarlo a esta experiencia de la tumescencia, nos
hace darnos cuenta claramente hasta dónde puede si-
Lacan no debería estudiarse separado de otros conceptos, así
tuarse allí, y entrar en función a ese mismo nivel de la
lo expone Le Gaufey:
experiencia, aquello por lo cual el sujeto se experimenta sin
nunca por eso poderse aprehender43.
En el momento en que la cuestión del sujeto se pone
sobre el tapete, ese sujeto ya ha encontrado, en el curso Es decir, hay una irreductibilidad real entre la falta simbólica
de esta construcción del grafo, muchas de sus determi- (significante) y el suplemento imaginario (reflexivo) que viene
naciones y de sus lazos constitutivos con las escrituras
a responder allí; es lo que intentan escribir siempre fallidamen-
del fantasma ($ ◊ a), de la pulsión ($ ◊ D), sin que, sin
embargo, éstas den lugar al cambio de rumbo al que
te ―o parcialmente― las fórmulas lacanianas.
dentro de poco vamos a asistir [se refiere a la defini- El cogito biraniano, dice:
ción canónica del sujeto por el significante]41.
Para comprender la noción de ‘esfuerzo’ (que nada
Es decir, no hay linealidad ni sucesión cronológica que alcance tiene de mecánico), es necesario plantear al mismo tiem-
a explicar el movimiento de invención conceptual lacaniana, po, por un lado un sujeto que anime una voluntad y
pues éste opera siempre mediante anticipaciones parciales y por otro lado una resistencia que esta voluntad revela
retroacciones significativas que otorgan una densidad única a sin que en ningún momento la anticipe de ninguna
su escritura-pensamiento. manera.
[…]
Tanto el cogito biraniano como el cogito cartesiano le sirven a
Lacan para mostrar cómo emerge el sujeto en un punto límite:

40.  G. Le Gaufey, op. cit., p. 13. 42.  J. Lacan, Escritos 2, op. cit., p. 799.
41.  Ibíd., pp. 13-14. 43.  Lacan en G. Le Gaufey, op. cit., p. 20 [las cursivas nos pertenecen].

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Roque Farrán Sujeto y nudo

Con esta noción de esfuerzo, que le habrá tomado simbólico en Lacan, así como el enunciado resulta análogo al
tiempo aislar en su valor fundador, Maine de Biran significante, y la función enunciativa al vacío del sujeto entre los
tiene un elemento de la vida psíquica que no es más significantes que lo representan para otros significantes47. Sin
que una relación entre dos términos de los cuales nin- embargo, su lectura del último Foucault no llega a dar cuenta
guno es reflexivo44. que bajo la consigna del cuidado de sí no se trata tanto de un
Así lo expone el mismo Maine de Biran: retorno a la reflexividad y a la identidad clásica, sino que lo
interesante de esta nueva indagación, relanzada por Foucault
No hay más que un solo hecho compuesto de dos ele- en torno al tema de la verdad y la ontología crítica del presente,
mentos, una sola relación con dos términos, de los cua- es situar la especificidad de la interrogación filosófica parre-
les uno no puede ser aislado del otro sin cambiar de siástica en un nudo irreductible del ethos, la politeia y la ale-
naturaleza, sin pasar de lo concreto a lo abstracto, de theia48. Pues observamos una progresión, tanto en Lacan como
lo relativo a lo absoluto. […] Afirmando una conexión, en Foucault, en torno al concepto de sujeto. De la duplicidad
no digo entre dos hechos, sino entre dos elementos del sujeto clivado, simbólico/imaginario (Lacan) y enunciado/
necesarios de un mismo hecho, no hacemos más que función enunciativa (Foucault), se acentúa cada vez más su
expresar el hecho primitivo de consciencia, no vamos
irreductibilidad, lo que implica ya el registro de lo real y hace
en absoluto más allá45.
del sujeto, su indagación, tríplice. Y a su vez, repetir esta ope-
Es decir, lo mismo que Biran plantea como “hecho primitivo ración variando los términos y conceptos, sitúa ya un cuarto re-
de consciencia”, Lacan lo piensa en términos de la cadena sig- gistro suplementario: el sinthome. Con Badiou también diremos
nificante que constituye al sujeto del inconsciente: “suspensión que hay al menos cuatro tipos subjetivos, irreductibles entre
simbólica” y “coagulación imaginaria”. Ambas instancias o sí, pero sostenemos que es el nudo filosófico (o transpolítico)
términos primitivos no se dan sucesivamente sino en simulta- el que efectúa su composibilidad conjunta, siempre precaria y
neidad, se solicitan mutuamente (voluntad/resistencia, simbó- sujeta a re-comienzo.
lico/imaginario), así sucede pues con el concepto de fantasma: No obstante, Bertrand Ogilvie nos muestra que se produce
“el fantasma constituye un rodeo que impide que bloqueemos cierto malentendido, entre Foucault y Lacan, en torno al con-
al sujeto, ya sea en su valor simbólico, ya sea en su valor imagi- cepto de sujeto. Hay una declaración de Foucault que explicita
nario, porque uno no es nada sin el otro”46. Y lo real, podemos bien esto:
agregar, es justamente esa conjunción/disyunción imposible
y necesaria a la vez (mínimamente escrita y extensamente La importancia de Lacan proviene de haber mostra-
comentada). do cómo, a través del discurso del enfermo y de los
síntomas de sus neurosis, son la estructuras, el sis-
Le Gaufey nos brinda también una excelente lectura del tema mismo del lenguaje ―y no el sujeto― los que
Foucault de La arqueología del saber, mostrando de manera in- hablan…antes de cualquier existencia humana, habría
usual las convergencias con el concepto lacaniano de sujeto. El ya un saber, un sistema que nosotros redescubrimos…
orden del discurso en general (dislocada ya toda referencia a ¿Qué es este sistema anónimo sin sujeto, qué es lo que
fronteras disciplinares de los saberes) se aproxima al registro
47.  Ibíd., pp. 79-105.
44.  G. Le Gaufey, op. cit., pp. 22-24.
48.  Para más detalles véase R. Farrán, “Verdad y praxis filosófica en
45.  Ídem.
Foucault y Badiou”, en El Banquete de los Dioses. Revista de Filosofía y Teoría
46.  Ibíd., pp. 27-28. Política contemporánea, vol. 2, n° 2, Mayo a Noviembre de 2014, pp. 144-161.

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piensa? El ‘sujeto’ ha estallado (fíjense en la literatura en virtud de las exigencias propias de su praxis. Por ello cabría
moderna). Es el descubrimiento del ‘hay’. Hay un se denominarlo, más que estructuralista o incluso post-estructu-
[on]49. ralista, un “hiper-estructuralista”. Pues, si bien compartía al-
gunos presupuestos del estructuralismo como el minimalismo
Esta idea del ‘hay’ impersonal se sigue repitiendo aún hoy, ya
del objeto y el minimalismo de las propiedades (“comprender
no desde el estructuralismo, sino desde cierta tradición pos-
el inconsciente considerando el funcionamiento de un siste-
theideggeriana (Nancy, Lacoue-Labarthe, Agamben) o incluso
ma al que se le supone el mínimo de propiedades posibles”,
spinozista-deleuziana (Balibar, Morfino, Negri), sin haber to-
o “entender que no hay más propiedades que las inducidas
mado nota que se ha puesto en juego mientras tanto, a partir
por el sistema es entender, cuando se define el sistema como
del psicoanálisis, otro concepto de sujeto. Se trata de tradiciones
estructura, que toda propiedad es tan sólo efecto de la estruc-
filosóficas donde el “sujeto” es más bien reemplazado por térmi-
tura”51), Lacan fue quizá el único que precisó de una conjetura
nos como “singularidad” o “transindividualidad”. Cualidades
hiper-estructural: ‘la estructura cualquiera tiene propiedades
que bien podrían ser las del sujeto lacaniano (lo veremos más
no cualesquiera’52. Ya que para los llamados estructuralistas
adelante), en tanto carece de las más clásicas propiedades de
―siempre según Milner― se abrían dos posibilidades: o bien
reflexividad e identidad señaladas. Pero, como dice Ogilvie,
aplicar, en una suerte de escolástica, el método estructural a
Lacan no sustituye un sujeto por otro sino que trabaja distintos objetos (entre ellos, uno más, el inconsciente); o bien
precisamente sobre la relación entre ‘el sujeto verda- elaborar la teoría de una estructura cualquiera y, por ende,
dero, es decir el sujeto del inconsciente’ (E, 372) [E1, diferenciarla de lo que no lo es, para lo cual era necesario cir-
356] y la representación errónea, aunque inevitable, cunscribir las propiedades no cualesquiera de dicha estructura
que se hace de sí mismo: el sujeto en el sentido corrien- (simbólica). Y aquí es donde encontramos el aporte clave de la
te, ‘popular y metafísico’50. lectura de Milner:
Este es justamente el doble estatuto del sujeto (simbólico/ima- Uno de los teoremas de esta teoría es que, entre las
ginario) que también señalaba Le Gaufey: el sujeto mentiroso propiedades no cualesquiera de la estructura cualquie-
y a la vez el operador vacío ligado a la cadena significante. Lo ra, al menos en tanto se la considera únicamente como
cual implica al mismo teórico en cuestión (más que creerles o estructura y en tanto se la reduce a sus propiedades
no, sujetarse a sus envíos significantes). mínimas, está la emergencia del sujeto. Es necesario
y suficiente, recíprocamente, para construir una teoría
En el presente marco de discusión, resulta interesante
del sujeto, enumerar las propiedades que le confiere la
confrontar la lectura de Lacan que hace Le Gaufey con la de estructura cualquiera53.
Milner, ya que éste último recurre a tesis más estructurales que
históricas para circunscribir la especificidad del sujeto laca- Una de esas propiedades clave resulta de circunscribir la ex-
niano. En primer lugar, porque sitúa la perspectiva lacaniana traña topología del sujeto, al formular un teorema decisivo:
dentro de un conjunto más vasto de disciplinas que exceden “la estructura mínima cualquiera contiene en inclusión externa
el denominado “estructuralismo”. Aunque afín a algunas tesis
estructuralistas, según Milner, Lacan radicalizó sus posiciones
51.  J.-C. Milner, La obra clara, op. cit., pp. 105-107.
49.  Foucault en B. Ogilvie, La formación del concepto de sujeto, op. cit., p. 43. 52.  Ibíd., p. 109.
50.  Ibíd., p. 44. 53.  Ídem.

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cierto existente distinguido, al que se llamará el sujeto”54. Así, los mismos recursos conceptuales para deconstruir la lógica
reencontramos al sujeto en las tensiones delimitadas por el es- de la identidad y el par correlativo sujeto/objeto. Como vimos,
tructuralismo y la radicalización lacaniana de algunas de sus Le Gaufey sostiene que el concepto de sujeto, tanto en Lacan
tesis principales. como en Foucault, carece de identidad y de reflexividad. Para
Sin embargo, lo que deja en suspenso Milner es la vincu- mostrarlo acude a una distinción filosófico-gramatical propor-
lación del sujeto (en el último Lacan) con el nudo borromeo, cionada por Tesnière y Descombes. Allí, en lugar de centrarse
sus infinitas variaciones y escrituras. Es lo que de nuestra parte en la típica distinción sujeto/objeto, el análisis recae sobre el
hemos señalado en otro trabajo55 más extenso y aquí apenas verbo y su número variable de “actantes”; por ejemplo: llover
mencionaremos. Entre vida y concepto, afecto y pensamiento, tiene un solo actante (sujeto neutro), comer tiene dos (yo como
pulsión de muerte y pulsión de vida lo que se anuda es el sujeto. algo), dar tiene tres (yo doy algo a alguien), transmitir cuatro
Llegar a darse cuenta que antes de contar se es contado (“Dios (yo transmito algo a alguien por medio de algo)57. Con esta
mueve al jugador, y éste a la pieza, ¿qué Dios detrás de Dios la nueva disposición de los actantes en torno al verbo, Le Gaufey
trama empieza...?”) implica, no obstante cualquier presuposi- intenta circunscribir una modalidad gramatical que distingue
ción, un mínimo de reflexividad. La conciencia reflexiva es lo una “voz causativa” y una “voz recesiva”; y que, en vez de
que menos importa, efecto secundario, a lo sumo; la reflexivi- identificar claramente al sujeto y al objeto, como lo hace la voz
dad gramatical y ontológica que implica la pulsión consiste en reflexiva, muestra su radical indistinción o coincidencia, pues
un ‘hacerse hacer x’: combinación singular de actividad, pasi- el sujeto en dichas voces deviene a la vez agente y paciente
vidad y reflexividad, hasta el punto de devenir indiscernibles. del acto, sin que se sepa bien por ello qué parte ocupa cada
posición. Ejemplo de voz causativa: “¡bien que me la comería
Para entender la complejidad pulsional y afectiva que atañe a esa costillita de cerdo!”. Ese “me” que se agrega suplemen-
al sujeto vamos a recurrir a un ejemplo gramatical y ontológico tariamente a la forma más habitual de la frase (“bien que co-
común a dos tradiciones que suelen oponerse. Veremos que mería esa costilla”) introduce cierta complejidad en la posición
pensar al sujeto en estos movimientos de inversión pulsional subjetiva. Allí no se trata, como en la voz reflexiva, de que el
tiene consecuencias políticas directas. sujeto se coma a sí mismo; y sin embargo, notamos, se come
Así como Agamben, en “La inmanencia absoluta”56, inda- algo de más ―que lo implica― junto a esa costilla. Aunque
ga de la mano de Spinoza, Deleuze y Foucault qué significa Le Gaufey no menciona explícitamente el acto enigmático de
la causalidad inmanente, el deseo, una vida; Le Gaufey, en el suplementación, ligado por cierto a un plus-de-goce, sí dice que
texto comentado, indaga con Descartes, los averroístas latinos, ése es el efecto mismo que produce el agregado de un actante
Lacan y también Foucault la especificidad del sujeto del psi- al verbo. Lo sorprendente, advierte Le Gaufey, es que se logre
coanálisis, sujeto del deseo, sujeto de la falta. Ambos acuden a similar efecto mediante la sustracción de un actante al verbo. El
una gramática filosófica para situar la singularidad de su inda- ejemplo de la voz recesiva, dado por el psicoanalista francés,
gatoria: inmanencia en un caso, sujeto en el otro. Y utilizan casi es el de un conscripto que envía una carta a su familia anun-
ciando: “Yo repatrío esta noche”. No dice: “Yo me repatrío”
ni tampoco “Yo soy repatriado”. Por lo cual, dice Le Gaufey:
54.  Ídem. [las cursivas nos pertenecen] “se sitúa en el medio de la voz pasiva y reflexiva excluyendo a
55.  R. Farrán, Badiou y Lacan: el anudamiento del sujeto, Buenos Aires, ambas al practicarlas conjuntamente, e instala a su sujeto a la
Prometeo, 2014.
56.  G. Agamben, “La inmanencia absoluta” en AA. VV. Ensayos sobre
biopolítica, trad. F. Costa, op. cit, pp. 59-92. 57.  G. Le Gaufey, El sujeto según Lacan, op. cit., p. 30.

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vez como paciente y como agente, así desdoblado sin que, sin pensar así, hic et nunc, la paradójica relación del sujeto con el
embargo, esta dualidad esté marcada morfológicamente por el poder y la política. Más específicamente, con el biopoder: el po-
empleo de palabras distintas yo/mí, yo/me”58. der que regula la vida. Se trata de la “ambivalencia del conflicto
Luego, al leer el cogito cartesiano desde esta nueva perspec- biopolítico”, dice Agamben, “en el que la libertad y la felicidad
tiva gramatical, se torna inteligible cómo la sustracción de un de los hombres se juegan sobre el mismo terreno ―la vida des-
actante produce algo inusual en el sujeto del verbo: “él actúa nuda― que señala su sumisión al poder”61. Hay que proceder
su acto al mismo tiempo que lo padece”59. El yo pienso, al igual que con suma cautela, pues que se juegue en el “mismo terreno” no
el yo repatrío, no refiere entonces a un reflexivo yo me pienso quiere decir que sean lo mismo (libertad y sumisión), es decir,
ni tampoco al duplicado yo pienso que pienso, sino, ipso facto, no se trata de servidumbres voluntarias.
al sujeto del acto que padece el verbo. Lo interesante aquí es Luego, en El sacramento del lenguaje, donde ensaya una
esa simultaneidad señalada (“al mismo tiempo”) en que se arqueología del juramento, Agamben dirá algo similar sobre
in-distinguen el sujeto y el objeto. O más bien: la indistinción la relación ética que liga al sujeto con su lengua: “El hombre
sujeto/objeto simultánea a la feliz coincidencia acontecimental es aquel viviente que, para hablar, debe decir ‘yo’, o sea debe
agente/paciente. ‘tomar la palabra’, asumirla y hacerla propia”62. Pues se trata
Este mismo juego de indistinción gramatical entre sujeto de que el sujeto, en el juramento, se implique en su palabra, se
y objeto es retomado por Agamben para explicar el texto “La ponga en juego allí:
inmanencia: una vida…” de Deleuze. Se sirve para ello de un
Para que pueda tener lugar algo así como un juramen-
ejemplo gramatical utilizado por Spinoza para explicar la cau- to, es necesario, en efecto, poder distinguir y articular
salidad inmanente: de algún modo, a la vez, vida y lenguaje, acciones y
palabras. Es precisamente esto lo que el animal, para
Pasear, en ladino (es decir, en el español que los sefa- el cual el lenguaje todavía es una parte integrante de
raditas hablaban en el momento de su expulsión de su praxis vital, no puede hacer. La primera promesa,
España), se dice pasearse (pasearse, en español moder- la primera ―por así decirlo, trascendental― sacratio se
no, se diría más bien: pasear o dar un paseo). Como equi- produce a través de esta escisión, en la que el hombre,
valente a una causa inmanente, es decir, a una acción oponiendo su lengua a sus acciones, puede ponerse en
referida al agente mismo, el término ladino es particu- juego en ella, puede prometerse al lógos63.
larmente feliz. En efecto, presenta una acción en la que
el agente y el paciente han entrado en un umbral de Por lo tanto el sujeto, al constituirse como tal, no se somete a
absoluta indistinción: el paseo como pasearse60. una forma determinada de poder (leyes, mandatos, jerarquías),
sino a la potencia misma de toda forma posible: el lenguaje, la
Del mismo modo que en el ejemplo anterior, en este caso no se
palabra o el lógos64.
trata de un sujeto que se saca a pasear a sí mismo como si fuera
un objeto, tal sería la lectura efectuada desde la voz reflexi-
va, sino de una acción donde agente y paciente coinciden, sin 61.  Ibíd., p. 80.
distinguirse claramente ni identificarse plenamente. Podemos 62.  G. Agamben, El sacramento del lenguaje, trad. M. Ruvituso, Buenos Aires,
Adriana Hidalgo, 2010, p. 110.
58.  Ibíd., p. 37.
63.  Ibíd., p. 107.
59.  Ibíd., p. 38.
64.  Para un desarrollo extenso y preciso de la potencia en Agamben véase
60.  G. Agamben, “La inmanencia absoluta”, op. cit., p. 84. el capítulo ya mencionado de M. Moyano.

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Llegados a este punto, pareciera que siempre estamos pivo- pensamiento de Badiou, de ahí que se encuentre al final de El
teando sobre las mismas fórmulas, entre lo reflexivo y lo im- ser y el acontecimiento resignificando todo lo anterior: los ca-
personal, la sumisión y la libertad, en el juego de las múltiples pítulos destinados al discurso del ser en tanto ser (ontología)
voces, al estilo del célebre dictum freudiano: allí donde ello era, y los capítulos orientados por los acontecimientos políticos,
yo debo advenir. El sujeto se hace agente del acto al mismo tiempo artísticos, científicos o amorosos (historia). Es más, se podría
que lo padece. Sin embargo, el sí mismo de la causa inmanente decir apelando a los tres registros lacanianos que el sujeto ex-
(o del sujeto) no es un Yo o un Nosotros, claramente identifica- pone lo real en el sistema filosófico badiouano, mientras que el
dos por un rasgo (predicado o atributo) y opuestos a un Otro discurso sobre el ser-en-tanto-ser es lo simbólico y el discurso
o a un Ellos. Dice “yo” (imaginario) sobre un exceso irreduc- sobre los acontecimientos representa lo imaginario. La ontolo-
tible (real) en una falla del discurso (simbólico). El sujeto es gía se identifica claramente a lo simbólico por su estabilidad
coincidencia acontecimental feliz (singular) y proceso genérico y reordenamiento topológico del conjunto. En cambio que
abierto de fidelidad (universal), estructuralmente inacabado; el los acontecimientos sean considerados como imaginarios y el
sujeto es un nudo: inmanencia de inmanencia, deseo de deseo, sujeto como real, nos exige plantearnos la siguiente pregunta:
multiplicidad de multiplicidades. No de Algo o de Alguien. El ¿Cómo puede emerger de una cuádruple ficción un real? Se
“yo” no estaba antes de advenir a ese lugar vacío y tomar la trata, sostenemos, del anudamiento del sujeto.
palabra, cuyo exceso padece a causa de su entrada en el len- Badiou suele dar por sentado que los acontecimientos y
guaje. Así pues, la identificación puntual y evanescente del los procedimientos genéricos de verdad determinan lo real
sujeto es tríplice y no unívoca, ya que reúne tres dit-mensiones (véase por ejemplo su texto sobre la hipótesis comunista); sin
irreductibles (como escribe Lacan) pero anudadas entre sí: real, embargo nadie puede ignorar que, por más logradas que estén
simbólico e imaginario. bajo su pluma, las condiciones de la filosofía que ella presenta
En Badiou es también el sujeto aquel que anuda las dimen- y composibilita no son esos mismos procedimientos en tanto
siones relativas al ser y al acontecimiento a partir de un múlti- reales. En otras palabras, en el momento que Badiou escribe
ple indiscernible de la situación. Por eso mismo la complejidad sus tratados filosóficos no hace exactamente matemáticas,
de su pensamiento no se resuelve en un simple dualismo entre ni poesía, ni política, ni tampoco el amor, sino que en efecto
ambos términos (como se empeñan en atacar la mayoría de hace filosofía. Y no obstante, al crear ficciones conceptuales
sus críticos)65. Así pues, la teoría del sujeto resulta clave en el para pensar y composibilitar en simultáneo estos cuatro pro-
cedimientos heterogéneos, hace algo (de) más: crea un nuevo
65.  El sujeto articula ser y acontecimiento, no sólo teóricamente. En cada
situación concreta, el sujeto padece activamente la discordancia entre el ser
múltiple-uno de la situación y el ser múltiple genérico in-contado que
permite, no obstante, contar el acontecimiento: una verdad cuyo sub- encuentra su dislocación y anudamiento el sujeto (entre conexiones y
múltiple situacional tiene por única propiedad pertenecer a la situación desconexiones, conjunciones y disyunciones, puntos y contrapuntos). Los
sin más. No hay sujeto puro, el sujeto trabaja sobre puntos sintomáticos afectos que lo traman son variables para cada procedimiento de verdad:
irreductibles en situación. Lo que se pasa por alto casi siempre en las críticas felicidad para el amor, alegría para la ciencia, placer para el arte, entusiasmo
dualistas a El ser y el acontecimiento es justamente esta mutua imbricación para la política.  La filosofía, o más precisamente: el sujeto filosófico, su
entre el orden del ser y el acontecimiento, captada en anticipaciones y operación de incesante recomienzo, consiste en captar esas verdades y sus
retroacciones del orden expositivo: el sitio del acontecimiento es un múltiple afectos concomitantes. De allí que Badiou diga que la captación (saisi) es un
singular  de  la situación, los múltiples indagados en un procedimiento fiel sobrecogimiento (saisissement); por ejemplo en Condiciones, op. cit., p. 61. La
son múltiples de  la situación, y, en fin, la misma cuenta situacional (ley captura o captación de verdades exigen tanto la actividad como la pasividad
o estructura) es forzada a contar lo incontable: su verdad genérica; allí del sujeto (al que Badiou llama Verdad).

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Roque Farrán Sujeto y nudo

“existente singular”66 abierto a la generación de las verdades y a su reconfiguración incesante; sujeto expuesto y ofrecido a
que lo exceden, esto es, el sujeto filosófico. Sujeto, por supuesto, la consideración de cualquiera. De ahí que no se identifique
en extremo precario; sujeto al azar de nuevos acontecimientos con una persona ni remita tampoco a lo impersonal; de ahí
que remita más bien a una operación de anudamiento singular
66.  Nancy logra mostrar muy bien que el “existente singular” en su advenir ensayada en nombre propio, que asume cada vez el riesgo y la
es el “sujeto”: “…Yo diría hoy que eso a lo que estamos constreñidos a apuesta del pensamiento.
llamar ‘sujeto’, a falta de otro término para designar a un existente singular
expuesto al mundo, no ‘es’ nada que pueda tratarse como el sujeto de El sujeto filosófico que recomienza de este modo no es, por
atribuciones posibles (X es grande, moreno, erudito, orgulloso…) sino que ende, sólo una suposición o presuposición (como, sostiene
‘es’ solamente en el movimiento que lo expone al mundo, es decir, a las Nancy, ha sido pensado clásicamente), no se identifica tampo-
posibilidades de sentido […] Dicho de otro modo, lo que adviene es que co con el vacío ontológico (nombre propio del ser) ni con el
el existente se deshace de toda pertenencia, asignación y propiedad para infinito genérico de las verdades (artísticas, políticas, científi-
enviarse, dirigirse, dedicarse a…nada distinto al hecho mismo de existir, de
estar expuesto a rencuentros, a sacudidas, a encadenamientos de sentido.
cas, amorosas); resulta más bien del anudamiento borromeo
Cada vez es un ‘advenir’, un ‘producirse’ y un ‘jugarse’ en el que seguramente de ficciones conceptuales, tramadas entre el vacío y el infinito,
puede reconocerse un ‘si mismo’ pero solo reconociendo al mismo tiempo que vuelven composibles los diversos procedimientos reales.
que ese ‘si mismo’ (ese sujeto) se encuentra infinitamente alejado, arrojado Esto señala, a nuestro parecer, el recomienzo de una nueva
detrás y delante, por el choque mismo del ‘advenir’…” (J.-L. Nancy, ¿Un episteme, que enlaza a su vez dimensiones ontológicas, éticas
sujeto?, trad. F. Alarcón, Adrogué, La Cebra, 2014, p. 9). Es justo Nancy
-quizás a pesar suyo- al decir “a falta de otro término”, no podría designarse
y políticas; que no remite pues a estructuras impersonales úl-
mejor la función del sujeto tal como se lee desde el registro simbólico (en timas ni tampoco a una pura voluntad de creación o remisión
tanto suplencia contingente de una falta irreductible). Sin embargo, para a un sentido primario. ¿Qué o quién, entonces, viene después
nosotros, la producción del concepto de sujeto es más compleja que su “ser” del sujeto? Otra vez el sujeto. Es así, son las vueltas de la his-
en el “movimiento que lo expone al mundo”. Pues la claridad del concepto, toria, la cual no llega jamás a su término sino que recomienza
tanto en su producción como transmisión, depende exclusivamente de la
incesantemente; he allí su eternidad captada retroactivamente:
posición del sujeto; esto es, de su posición efectiva en una trama compleja que
implica lo real, lo simbólico y lo imaginario, y no de la su-posición sustancial la historización es inmanente. Cada vuelta de la historia puede
o trascendental, ni del llamado a una simple presencia. Lo cual quiere decir cerrarse sobre sí misma en un círculo pulsional mortífero, o
que la posición del sujeto no está por debajo, detrás, delante o arriba de escindirse de manera tal que se abra a otros círculos que se en-
lo dicho, del otro o del objeto aludidos. No se trata de una competencia garcen de la manera conveniente: la que no excluye a nadie por
propia del productor-autor-transmisor, ni del consumidor-lector-receptor,
principio. He allí la política expuesta en su máxima expresión,
ni de ninguna supuesta superioridad o profundidad (moral, cognitiva o
afectiva), sino de lo que en efecto sucede entre ellos: el proceso concreto de he aquí lo que motiva al sujeto transpolítico.
anudamiento que requiere la alternancia de posiciones y el entrecruzamiento
de los materiales puestos en juego. En breve, se puede decir que el sujeto
es una respuesta ante la falta del Otro (en sentido subjetivo y objetivo del
genitivo). En tanto respuesta es siempre singular; en tanto lo es a la falta del
Otro es impropia, común o genérica. Como se trata de una respuesta, no
es algo dado sino a producir; lo dado en todo caso -pero hay que dar con
ello y por eso depende de la lógica fortuita del encuentro- es la falta del
Otro. Esta última no se soporta muy bien –otra vez en doble sentido: por el
lado de quien ha de asumirla, y por el lado de la inestabilidad supuesta. En
las inconsistencias apoyarse, decía Celan. Sigue siendo la respuesta común,
genérica, impropia, pero cada quien debe encontrar el sitio justo donde se
juega la falta y responder allí mediante un anudamiento singular.

236 237
Sujeto y lengua
O la imposibilidad de relación entre Alain
Badiou y Jacques Lacan

Daniel Groisman

No es del lado de la lógica articulada, aunque en este


caso me deslizo en ella, no es del lado de la lógica
articulada que hay que sentir el alcance de nuestro
decir.
J. Lacan

Es posible, en primera instancia, verificar una convergencia


entre Badiou y Lacan en relación a su oposición al sustancialis-
mo filosófico o psicológico. Es decir, en su rechazo de atributos
metafísicos, psicológicos, sociológicos, biológicos o anatómi-
cos1 para dar cuenta del sujeto. Un sujeto que para ambos,
desde un punto de vista global, es una falla o punto ciego en la
estructura. Así como la verdad que le atañe es mucho más una
operación que un juicio o un saber adecuado.
Las diferencias, sin embargo, saltan a la vista en la medida
en que comienzan a sopesarse los matices del estilo, el lugar
de enunciación y el objeto de cada discurso. De allí que una
no complementariedad y discontinuidad entre ambos sea la

1.  Un fragmento finito o comprobación local de una verdad infinita en el


caso del primero o, por ejemplo, el vacío central en la figura topológica del
toro en el caso del segundo.

239
Daniel Groisman Sujeto y lengua

segunda instancia hacia la que aquí queremos dirigirnos. No De modo que la etiqueta “filósofo poslacaniano” buscaría
porque se trate de una evidencia que fuéramos a constatar, dar cuenta de aquel que procesa críticas gnoseológicas y onto-
sino porque entendemos que producir ese deshacimiento de la lógicas de Lacan a la filosofía, pero que se inmuniza respecto al
relación, como lo hace Lacan con el dispositivo de la antifilo- carácter eminentemente subversivo del sujeto del psicoanálisis
sofía siempre en ida y vuelta con la clínica, permite visibilizar y, siempre en el caso de Alain Badiou, se aboca a la construc-
matices del sujeto del inconsciente que no son ni pueden ser ción conceptual y sistemática de un sujeto más o menos mono-
tenidos en cuenta por la filosofía de Badiou. cromático, despojado de vicisitudes pulsionales (consideradas
La composibilidad entre la filosofía y el psicoanálisis a la prepolíticas) y de las paradojas que allí pueda introducir la
que apela Badiou, “una filosofía es hoy posible, por tener que experiencia.
ser composible con Lacan”2, buscará entonces ser remitida aquí Se trata, en cambio, para un psicoanálisis cuyas consecuen-
sobre todo al punto de su imposibilidad y ya no a un principio cias se pueden extender al campo de la política, de escuchar
de conciliación dialéctica. El fracaso esta composibilidad es, a el “rasguido en la propia lengua de uno”. Algo que una ética
nuestro criterio, un mejor indicador de lo real que la búsqueda de las verdades eternas vuelta hacia la militancia del comunis-
de su consumación. Ni teoría del inconsciente, ni visión del mo por venir5 no puede, por razones estructurales, escuchar e
mundo, ni corpus acabado, el psicoanálisis (que como toda incluir. Ese rasguido consiste, dice Horacio González en una
diversidad se resiste al artículo que tiende a imaginarlo con- reflexión sobre la lengua, en “una revelación laica, que dice por
junto cerrado) abre en el no saber de su objeto el campo que lo el reverso lo que el militante, en su seno obligatorio de acción,
distancia del Saber Absoluto, es decir, del fantasma que según no atina a desplegar. [Ya que] el tiempo del militante en acción
Lacan merodeaba en la filosofía. De allí que pasar por esta dis- es imaginado sin humillaciones, como un tiempo lineal que
tancia, acentuarla, indagarla, permita apreciar de un modo más oculta lo disperso, por tanto repleto de incidencias”6.
preciso cómo se juega para cada uno la cuestión del sujeto3. Interesa, por ello, anudar política y psicoanálisis en una len-
El ápice del distanciamiento puede situarse sobre todo a gua más permeable al inconsciente, más frágil, menos ampara-
partir del modo en el que cada uno aborda el problema del da en la deducción lógica. Donde la escritura que la ponga en
lenguaje y lo real, o para decirlo con los términos de la intro- juego advenga como posibilidad de capturar algo del no saber
ducción a este libro, ser y lenguaje. Problema que nos remitirá, (trozos de lo real) y no como instancia secundaria respecto a un
de algún modo, a la inscripción que hace Bárbara Cassin4 del pensamiento que ya estaría consumado o, dicho de otro modo,
psicoanálisis, guiada por las propias palabras de Lacan en como deducción de una axiomática que delimita, antes de la
1965, como una subespecie de la sofística o una neosofística, es contingencia de los encuentros, el camino del pensamiento.
decir una figura de enunciación que ocupa el lugar de lo “otro” Si el psicoanálisis aporta en este sentido, es porque busca
en la filosofía de Badiou. en el lenguaje los restos de un mutismo que lo horada. Como
dice Bersani respecto al descubrimiento freudiano, se trata del
intento más radical de tender un puente entre los símbolos y
2.  A. Badiou, El ser y el acontecimiento, trad. R. J. Cerdeiras, A. Cerletti y N. la biología, “de forzarla a entrar dentro del discurso, de insistir
Prados, Buenos Aires, Manantial, 2007, p.55, [1988].
3.  Aun si tomamos elaboraciones de Lacan de los años 70, no introducimos 5.  Cfr. Alain Badiou et al., Sobre la idea del comunismo, Buenos Aires, Paidós,
aquí su neologismo parlêtre. Utilizaremos siempre la palabra sujeto. 2010.
4.  B. Cassin, Jacques el sofista, Lacan, logos y psicoanálisis , trad. I. Agoff, 6.  Horacio González, “Sabiduría de la celda”, Página12, 3 de mayo de 2014.
Buenos Aires, Manantial, 2013. Web: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-245407-2014-05-03.html

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Daniel Groisman Sujeto y lengua

en que el lenguaje puede ser ‘tocado por’ o que puede ‘reco- sino más bien por su incorporación en un proceso de verdad
ger’ ciertas vibraciones del ser que nos apartan de cualquier que usualmente separa una parte que está inscrita en la nor-
conciencia del ser”7. Probablemente por ese motivo, por esa malidad (el individuo mortal o el animal humano) de la parte
simbolización imposible pero que se vuelve a intentar cada vez militante que está implicada en la elaboración de la verdad
es que Lacan considera que los filósofos son mentirosos, ya que misma (lo inmortal)”9. He ahí la cuestión: el del acontecimiento
omiten por todos los medios ser “tocados” por los restos no es un sujeto que, para Badiou, no está sujeto a la ley del signi-
simbolizables de su propio goce: ficante, sino que, por participar en un procedimiento genérico
de verdad logra separarse de su mortificación. Si el significante
En el fondo Lacan considera que los filósofos son inscribe la marca del goce en el sujeto10, la multiplicidad ge-
mentirosos. Ciertamente, ellos buscan decir la verdad nérica del acontecimiento, por el contrario, permite pesquisar
y de una cierta manera la dicen. Pero esta verdad es aquello que se presenta como novedad sin límites (a-priori) en
sin embargo mentirosa en lo esencial, es decir respecto
una situación.
al goce: mienten en lo que hay de más íntimo en el
pensamiento. En lo que concierne al goce, el discurso Esta separación que, de algún modo, subyace al edificio filo-
filosófico bloquea  el acceso a esto de lo que se trata sófico de Badiou, debe ser remitida a su ética de las verdades,
para cada uno: ¿dónde ubicar justamente este goce la cual le exige al individuo elegir entre la vida eterna de las
que no encuentra jamás exactamente su lugar?8 verdades o la futilidad de la muerte o el goce. Así lo esgrime:
“Es preciso escoger entre el Hombre como sostén posible del
Toda posición en el discurso implica un modo de gozar de la
azar de las verdades o el Hombre como ser-para-la-muerte (o
lengua, un modo de padecerla. El problema de invisibilizarlo,
para-la-felicidad: es lo mismo)”11. O, de manera análoga y a
de no “estar en lucha con uno mismo” respecto a ese padecer,
la luz del matema: “Podría decir que, respecto del paradigma
es que produce una completud imaginaria del pensamiento. Ya
matemático, la filosofía se propone mostrar que existen formas
que son esas hendiduras de lo no dicho que busca ser, de algún
de la existencia que son coherentes y justificadas y otras que
difícil modo, dicho, las que descompletan la teoría, la vuelven
no lo son. Lo que está en juego en la cuestión del universal no
sobre su imposibilidad de autofundación y consumación.
es sino intentar definir, por medios discursivos singulares, un
formalismo de la existencia que sea tal que a partir de él se pueda
distinguir lo que es una vida realmente subjetiva y realizada
**** tanto como puede serlo y una vida que se reduce a la persisten-
cia de la animalidad”12.

Bruno Bosteels señala el punto nodal en el que Badiou y 9.  B. Bosteels en AA.VV., Política y acontecimiento, Santiago de Chile, FCE,
Lacan convergen, para luego divergir: “Para Badiou, como 2011, p. 345.
para Lacan, el sujeto está fundamentalmente escindido. Sin 10.  El significante, dice Lacan en su seminario Aun, es la causa material del
embargo, no lo está por su sujeción a la ley del significante, goce. “¿Cómo sin el significante centrar ese algo que es la causa material del
goce?”. Trad. D. Rabinovich, D.-Mauri y J. Sucre, Buenos Aires, Paidós, 1995,
p.33, [1972-73].
7.  Leo Bersani, El cuerpo freudiano, psicoanálisis y arte, trad. M. Iturriza, 11.  A. Badiou, La ética, ensayo sobre la conciencia del mal, trad. R. Cerdeiras,
Buenos Aires, Cuenco de plata, 2011, p.58. México, Herder, 2004, p. 63, [1993].
8.  J. A. Miller, “Filosofía ◊ Psicoanálisis”, trad. M. Negri, 2001, s/p. Web: 12.  A. Badiou, El concepto de modelo, Introducción a una epistemología
http://virtualia.eol.org.ar/012/default.asp?notas/miller-01.html#refe materialista de las matemáticas, trad. V. Waksman, Buenos Aires, La bestia

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Daniel Groisman Sujeto y lengua

Así, esa posibilidad de elegir voluntariamente entre la el avance del discurso analítico, y por allí es como determina
verdad o el goce, borra de un plumazo la escena inconsciente, cuál es realmente el estatuto de todos los demás discursos15.
siempre más compleja y entreverada que cualquier dicotomía De qué manera y hasta qué punto la filosofía de Badiou aborda
que da lugar a un conflicto de estatuas y restituye una nueva las consecuencias lingüísticas y conceptuales de esta relación
plenitud imaginaria, una nueva armonía13. Como dice Zizek14, sexual informulable es lo que aquí está en cuestión.
con estos gestos, Badiou sustituye cualquier tipo de mediación Que no haya relación sexual en un sentido amplio implica,
dialéctica entre la vida y la muerte por la idea de una emergen- entre otras cosas, padecer el desorden primordial de las pala-
cia radical de un nuevo comienzo. Por lo que, si parodiáramos bras y las cosas, la imposibilidad manifiesta de que la lengua
nosotros mismos una dicotomía que maximice el punto de in- pueda responder de manera unilateral a parámetros de orden
composibilidad entre Badiou y Lacan, podríamos transfigurar y organización racional, es decir, no multiformes y heterócli-
la del filósofo francés en su reverso: “es preciso escoger entre tos. Como lo refiere Bárbara Cassin16, el principio de no contra-
la via di levare del sujeto del inconsciente o la via di porre de dicción es un tapaagujeros del lenguaje, el enmascaramiento
una fidelidad consciente al acontecimiento”. Nuestra posición, por vía de la lógica de que no hay relación sexual17. De allí que
no obstante, es que a la dicotomía se vuelve necesario mediar- J.C. Milner, en su Controversia con Badiou, donde expone late-
la, oponerle una lectura que dé cuenta no sólo del sujeto del ralmente su “ontología dispersiva”, le replique a este último
inconsciente, por un lado, y del yo acontecimiental liberado en relación a su postulación de una tercera etapa histórica de
del inconsciente, por el otro, sino de un sujeto (individual o la hipótesis comunista: “Admito que veo el rumbo del mundo
colectivo) que no participa sino sintomáticamente de cualquier condenado a un desorden indefinido, pero la equiparación del
acontecimiento. desorden y el Mal es platonismo. Pues bien, yo no soy plató-
Aquí, sin embargo, nos concentraremos en dar cuenta de la nico”18. Se trata de una afirmación de Milner que sintetiza de
grieta que separa ambos discursos, ya que tal es la insistencia alguna manera la problemática en juego19.
de Lacan y aquello a partir de lo cual es plausible situar la di-
ferencia con el ethos filosófico de Badiou: “el discurso analítico
15.  J. Lacan, Aun, op.cit., p.16.
no se sostiene sino con el enunciado de que no hay relación
sexual, de que es imposible formularla. Eso es lo que sostiene 16.  B.Cassin, Jacques el sofista, Lacan, logos y psicoanálisis, op.cit., p.93.
17.  Freud, por su parte, en una carta a Fliess de diciembre de 1899, se refería
a la facilidad con la que el filósofo busca organizar lógicamente aquello
equilátera, 2009, p. 20, [2007]. que carece de toda lógica: “la inteligencia [intelligenz] siempre es débil y
al filósofo le resulta fácil transformar en contradicción lógica la resistencia
13.  Precisamente Freud, en su texto "Las resistencias contra el psicoanálisis"
interna”, citado en L. Cornaz, “La ‘transformación silenciosa’ del doctor
de 1924, se refiere a la doctrina darwiniana de la descendencia como un
Freud”, Me cayó el veinte, Revista de psicoanálisis, año XV, número 29, verano,
descentramiento o ruptura de “la barrera separatoria que la arrogancia
2014, p.26.
había erigido entre el hombre y el animal”, en Obras completas, trad.
J.L.Echeverry, Buenos Aires, Amorrortu, 1986, p. 23. Lo mismo puede 18.  A.Badiou, J.C.Milner, Controversia, Diálogo sobre la política y la filosofía de
decirse del psicoanálisis repecto a una barrera separatoria entre el Hombre nuestro tiempo, trad. H. Pons, Buenos Aires, Edhasa, 2014, p.285, [2012].
de las verdades y el Hombre para-la-muerte. Establecer ese binarismo de un
19.  Esta es, valga el excursus, la conclusión a la que llega Ernesto Laclau
modo rígido, invisibiliza los puentes, los matices, las vicisitudes…el sujeto
con su ontología discursiva o retórica generalizada enfrentándose a aquellos
del inconsciente.
abordajes teóricos que denigran al populismo como una “vaguedad”
14.  “Psychoanalysis and post-marxism, The case of Alain Badiou”, The irracional y multiforme o, dicho de otro modo, un desorden indefinido.
South Atlantic Quarterly, Durham, Spring, 1998, s/n, Disponible en: http:// Dice: “la ‘vaguedad’ de los discursos populistas, ¿no es consecuencia, en
www.lacan.com/zizek-badiou.htm algunas situaciones, de la vaguedad e indeterminación de la misma realidad

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Daniel Groisman Sujeto y lengua

La evitación de la sujeción del sujeto al significante (es decir, el nexo de la sofística con el psicoanálisis reformulando el ac-
la indeterminación e inestabilidad constitutiva de todo proceso ceso a la antigüedad griega a través de una lectura que busca
de significación en el que se encuentra) y la sustancia gozante no limitarse a la canónica interpretación heideggeriana de los
del cuerpo, por parte de Badiou, puede inscribirse como un filósofos presocráticos. Dice Cassin, “el campo compartido
elemento de su estrategia global de separación de la sofística por la sofística y el psicoanálisis lacaniano es el discurso en su
y, nolen volens, del psicoanálisis. Mientras que la primera sería relación rebelde con el sentido, relación que pasa por el signi-
la reducción de la lengua a una superficie lúdica20, este último ficante y la performance, y por su distancia con la verdad de la
nos provee sólo una mirada de la relación obscena del deseo filosofía”22. Precisamente porque la verdad en el psicoanálisis,
con la ley del significante, es decir con el mundo simbólico despojada de su peso filosófico “eterno”, es una partitura in-
“previo” al advenimiento del acontecimiento. Ya que el suje- consciente que viene necesariamente leída sobre una superficie
to del inconsciente es aquel que está dividido sólo por la ley lúdica. El juego es un medio insustituible para una escucha que
simbólica mientras que el del acontecimiento lo está por esa busca separarse de la seriedad del sentido. Ya que el corte inter-
ley (que regula el orden del ser) y por la fidelidad a un suple- pretativo del analista interrumpe la serie de la significación y
mento sin inscripción legal. Y ese suplemento sin ley que es el aísla el significante.
acontecimiento es aquello que precisamente vuelve triviales o Para llevar las cosas a esa intersección y contaminación en-
pre-políticas las leyes del inconsciente21. tre sofística y psicoanálisis, Cassin se vuelve sobre un énfasis
El punto en el que aquí apelamos a la sofística como una en el significante que habría sido desdeñado por las formas
posición discursiva que informa al psicoanálisis, está mediado más normativas de la filosofía. El logos griego lo puede todo,
por la lectura que de ésta hace Bárbara Cassin, quien realiza dice Cassin ilustrándolo con una cita de Nietzsche: “‘La pre-
tensión más ilimitada de poderlo todo, como rétores o como
estilistas, atraviesa toda la Antigüedad de una manera para
social?”, La razón populista, trad. S. Laclau, Buenos Aires, FCE, 2014, p. 32. Si nosotros inconcebible’”, y prosigue:
se acepta la existencia del significante (vacío), parece decir Laclau, se acepta
la existencia de la vaguedad.
‘sofística’ es el nombre de esta pretensión. Afirmo por
20.  A.Badiou, Condiciones, trad. E.L.Molina y Vedia, Buenos Aires, Siglo mi parte que los sofistas, de quienes Lacan se sirve
XXI, 2012, p.294, [1992]. muy poco en forma directa, prisionero como está de la
21.  Ahora bien, huelga aclarar que en lo que podemos llamar con J.A.Miller, etiqueta platónica pese a tomarla a contrapelo, son los
el “ultimísimo” Lacan, hay por cierto un giro respecto al sujeto del presocráticos-maestros en cuanto a la inteligibilidad
inconsciente, al sujeto a las leyes significantes del inconsciente (El ultimísimo de los presocráticos no heideggerianos. La discursi-
Lacan, trad. S. Verley, Buenos Aires, Paidós, 2013, p.211). En tanto habría vidad que practican permite esclarecer (no digamos
algo así como una desestructuración de lo simbólico en la que el agujero comprender) la de Lacan, o ciertos rasgos decisivos de
de la no relación sexual lo infectaría por completo (cfr.Schejtman, Sinthome,
la de Lacan. Ella esclarece simultáneamente el sentido
Ensayos de clínica psicoanalítica nodal, Buenos Aires, Grama, 2013, p.139), y
del largo rodeo aristotélico y la manera en que Lacan
eso conllevaría la eliminación de la gramática y la lógica del inconsciente.
Donde lo que queda es sobre todo la relación poética entre el significante lo tramita23.
y sus efectos (pulsionales) en el cuerpo, “el eco del decir en el cuerpo”. No
obstante, como el mismo Miller advierte (ibíd, p. 43) y resulta evidente, si
es que pensamos la enseñanza de Lacan de manera borromeica, la última
enseñanza no descalifica ni echa por la borda a la primera. Los distintos
22.  B.Cassin, Jacques el sofista, Lacan, logos y psicoanálisis, op.cit. , pp. 44-45.
énfasis (histéricos, “históricos”, poéticos) conviven como diversas
sobredeterminaciones que operan singularmente en cada sujeto o parlêtre. 23.  Ibíd, pp. 43-44.

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Daniel Groisman Sujeto y lengua

La distancia de la “sofística lacaniana” respecto a la verdad de contada desde la óptica de una puta que toma Cassin de Walter
la filosofía es una distancia que Badiou busca achicar al situar Benjamin para caracterizar de algún modo el logos sofístico26.
en el psicoanalista francés, sobre todo, su anti-filosofía, y no “Historia” contada desde una óptica marginal que, en
tanto su sofística. Sin embargo, a partir de la lectura de Cassin Lacan, será leída en los efectos del decir que la desarticulan
podemos poner en cuestión la separación entre sofística y an- (rasgo sofístico) y no en el relato coherente y pleno de sentido
ti-filosofía como una separación que sólo serviría, en todo caso, que la vuelven un conjunto más o menos ordenado de sucesos:
a los propósitos de la filosofía. Ya que si lo que congloba la
enunciación sofística para Badiou es el enunciado “no existe Algo que es completamente evidente en el más míni-
ninguna verdad”, Cassin objeta que éste sea su enunciado prin- mo camino de esa cosa que detesto, y que detesto por
ceps24. Son los mismos filósofos, dice, desde Sexto Empírico las mejores razones, es decir, la historia. La historia
hasta Heidegger, los que lo hacen pasar por un escepticismo precisamente está hecha para darnos la idea de que
inconsecuente. Cuando, en realidad, el énfasis más importante tiene un sentido cualquiera, cuando lo primero que
de la sofística, o de lo que ella ficciona como tal, está puesto en tendríamos que hacer a partir del momento en que
el discurso y en los efectos del decir. La operación de Cassin tenemos eso enfrente, un decir que es el decir de otro,
que nos cuenta sus estupideces, sus molestias, sus im-
es, por lo tanto, organizar su lectura a través del enunciado “el
pedimentos, sus emociones, y que eso es lo que se trata
que dice, dice un decir” y ya no a través de su forma caricatu-
de leer. Se trata de leer, ¿qué se trata de leer? Se trata
resca: “no existe ninguna verdad”. de leer nada más que los efectos de esos decires.27
Hay referencias explícitas de Lacan al problema del énfasis
desmedido y al sobrepeso de la verdad. Así les decía, por ejem-
plo, a los estudiantes universitarios de Vincennes el 17 de junio
de 1970: “Avergonzarse por no morir de vergüenza tal vez da-
ría un tono distinto, el tono de que lo real está concernido. He 26.  B. Cassin, Jacques el sofista, Lacan, logos y psicoanálisis, op.cit, p. 51.
dicho lo real y no la verdad, ya que, tal y como se los expliqué Se trata también de aquello que reclama Allouch para el psicoanálisis, el
la última vez, es tentador sorber la leche de la verdad, pero es cual corre el riesgo de solidificarse en distintos puntos de garantía como
la nosografía, una “ética” homóloga a la religión o una antropología.
tóxica. Adormece, y eso es todo lo que se espera de ustedes”25.
Dice: “Fácil de romperse, de ser alterada, deteriorada, destruida, débil de
En efecto, se trata de lo real, de cómo la sofística y el psi- constitución, sin solidez, la fragilidad no tiene buena prensa. Sin embargo,
coanálisis ― en su relación rebelde con el sentido y en su des- no habrá paradoja alguna si consagramos las siguientes observaciones a un
elogio de la fragilidad del analista y del análisis mismo. Sobre todo porque
nutrición de la ubre de la verdad ― tejen una malla discursiva
el análisis ha adquirido, al filo del tiempo, lo que puede llamarse una falsa
más permeable a su carácter irreverente, paradójico, incom- o supuesta solidez debida a un exceso en su valoración, la cual, lejos de
pleto, sorpresivo. O de cómo (pre)disponen su discurso para convenirle, inhibe su eficiencia, la desvía incluso de su meta”, “Fragilidades
que emerja algo de esa imposibilidad, no como un noúmeno del análisis”, Me cayó el veinte, Revista de psicoanálisis, trad. R. M. Turnbull,
al cual adecuarse intelectivamente sino como una forma de año XV, número 29, verano, 2014, p.9.
escucha. Dando lugar, entonces, a una sensibilidad más cerca- 27.  J. Lacan, citado en Allouch, Prisioneros del gran Otro, Injerencia divina
na a la fragilidad y la marginalidad, algo así como la historia I, trad. S. Mattoni, Buenos Aires, Cuenco del plata, 2013, p.35. Una idea
totalmente opuesta al Lacan de los comienzos, quien consideraba la cura
analítica bajo la forma de la historia. Definiendo el inconsciente “como un
24.  Ibíd, p. 61.
capítulo tachado, censurado, faltante, reprimido, de la historia del sujeto, y
25.  J.Lacan, El reverso del psicoanálisis, trad. E. Berenguer y M. Bassols, que dicho sujeto tenía que aprender a descifrar”, Miller, El ultimísimo Lacan,
Buenos Aires, Paidós, 2009, p.198 [1969-1970]. op.cit., 149.

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Daniel Groisman Sujeto y lengua

Se trata, en el decir y en su escucha, de diseccionar el modo en para que la verdad esté a salvo, le hace falta nada menos que
el cual la sintaxis crea la semántica28. Ya que, si la sintaxis crea la radical trascendencia del Gran Otro, en cuya suma todo el
la semántica, o las determinaciones inconscientes crean la rea- deseo humano participa, encontrar a la vez, como pertenecién-
lidad (noción, por ello, siempre inestable), lo real no aparecerá dole, los significados que la articulan, y como ente ahí incluido,
abordado de la misma manera en un discurso que en otro. Sino al objeto que la causa”30.
que, dependerá, precisamente de cómo se predisponga o escuche Que esa no sea la vía por la que Lacan se compromete es de-
a la primera para que emerja la segunda. cir demasiado, ya que mirado globalmente hay múltiples acer-
La sintaxis en torno al no-ser en el que la sofística apoya su camientos de éste a la cuestión de la verdad. Y así, por ejemplo,
saber-hacer la vuelve una compañera privilegiada del estatuto la radical trascendencia del Gran Otro que la salvaría, viene a
evanescente del inconsciente, el cual era declarado por Lacan ser puesta en cuestión con el matema S ( ) de la incompletud
en su seminario de 1964 Los cuatro conceptos fundamentales del de lo simbólico en el seminario Las formaciones del inconsciente
psicoanálisis como pre-ontológico, es decir imposible de ser sa- (1958); algo que ya había sido anticipado en el seminario de
turado conceptualmente como una totalidad y pasible de ser Las psicosis (1955-56) con la forclusión del nombre del padre31,
aprehendido en el lenguaje sólo a través de sus efectos. Efectos y radicalizado cada vez más con la dimensión real del “objeto
(¿sofísticos?) que mueven a desconfiar de la retórica del pen- a” a partir del seminario de la angustia (1962/1963)32. En 1968,
samiento consciente, esa que se complace en la historia de los de hecho, hace de su cuestionamiento del Otro y su relación al
contenidos y poco puede decir de un discurso que se define saber, el punto clave de separación respecto a la filosofía: “al
como sonido, que “hace zumbar el significante”29. O de un dis- cuestionar la función del Otro desde el principio mismo de su
curso que, en lugar de estar signado por un logos que refuerza topología, hago temblar propiamente lo que Pascal llamaba el
su presencia lógico-argumentativa, aparece como logoi o “habla Dios de los filósofos”33.
sometida a su evanescente condición temporal” y que impide Por otro lado, dice Badiou, la filosofía es diagonal a los cua-
calcular un sentido, hacer de su existencia una presencia. tro discursos pergeñados por Lacan, retiene al mismo tiempo
Badiou, en su texto más conocido sobre la antifilosofía de la conminación del amo, la interrupción proferidora de la his-
Lacan recopilado en Condiciones, donde discute algunas in- térica, el raciocinio científico de la universidad y la sustracción
terpretaciones que el mismo Lacan hace de Platón en los 50 y del analista34. Esta atopía del discurso filosófico es la que lo
los 60 y rescata al filósofo griego de las ingentes críticas a las acerca a una plasticidad que le permite enseñar mediante el
que el siglo XX lo ha sometido, intenta por su parte despegar impasse, como el de las aporías platónicas. Y, por ello, Badiou
al psicoanalista parisino de la vía del efecto significante para
rescatar aquello que, si se cede por completo a una posición 30.  A. Badiou, Condiciones, op.cit., p. 298.
tal, pudiera perderse de la verdad en el discurso. Dice: “Es co- 31.  Cf. Schejtman, Sinthome, Ensayos de clínica psicoanalítica nodal, op.cit., 37.
nocida la historia de ese cínico que decía que él veía al caballo
32.  Aún más, en los últimos seminarios de Lacan, lo simbólico se muestra
pero nunca la caballeidad. No se va lejos por esta vía y no es completamente desperdigado, ya sin posibilidad alguna de hacer “jardines
ciertamente la vía donde Lacan se compromete. Puesto que a la francesa”. El significante nos pierde, lo simbólico es una maleza, el reino
mismo de la inadecuación y la confusión (cfr. Miller, El ultimísimo Lacan,
op.cit.).
28.  B.Cassin, “Who’s Afraid of the Sophists?, Against Ethical Correctness”,
Hypatia, vol.15, número 4, Otoño, 2000. Disponible en: http://es.scribd.com/ 33.  J. Lacan, De un Otro al otro, trad. N. González, Buenos Aires, Paidós,
word/removal/160389844 2008, p. 64, [1968].
29.  B. Cassin, Jacques el sofista, Lacan, logos y psicoanálisis, op.cit, p. 60. 34.  A. Badiou, Ibíd, p. 302.

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arguye que el psicoanalista sería también una especie de filó- la idea de que por más inenarrable que sea éste, hay estilos y
sofo o, como decía el propio Lacan en su seminario sobre La lógicas muy diferentes de ponerlo en juego37. Ya que “Decir
transferencia (1960-1961), que en Sócrates y su deseo estaría el por otra parte que lo real es lo imposible es también enunciar
enigma intacto del psicoanalista. Lo cual presupondría, por que es sólo el estrechamiento más extremo del decir, en la me-
cierto, que la filosofía antigua ligada a una praxis de cuidado dida en que el decir introduce lo imposible y no simplemente
y transformación de sí, no ha sido fagocitada por el discurso lo enuncia”38.
universitario o, dicho de otro modo, un discurso autopoiético Lo que podríamos llamar la política de “poubellication” la-
y endogámico35. caniana apunta, en este sentido, a una noción de texto como
Pero, además, no sólo el camino de la verdad es puesto en resto del pensamiento o, en todo caso, como escalera que, a
duda por Lacan, sino el pensamiento mismo. Hasta el punto de diferencia de la escalera Wittgensteiniana, no sube a ningún
equiparar el discurso analítico con una necedad de la que otros lado. Sino que está ahí como testigo de un intento irrepetible
discursos huyen para no escucharla. “El sujeto no es el que por conmover lo que del sujeto se repite.
piensa. El sujeto es propiamente aquel a quien compromete-
mos, no a decirlo todo, que es lo que decimos para complacerlo Nunca se tomará demasiado en serio el concepto la-
― no se puede decir todo ― sino a decir necedades, ahí está el caniano de poubellication [de basura y publicación].
asunto. Con estas necedades vamos a hacer el análisis, y entra- La muerte perfecta les ofrece a los lacanianos nada
menos que una política para el psicoanálisis. ¿Cómo?
mos en el nuevo sujeto que es el del inconsciente. Justamente
Proponiéndoles que asuman una continuación de
en la medida en que nuestro hombre consienta en no pensar,
Lacan de tal modo que, lejos de aferrarse a una esta-
podremos, a lo mejor, saber algo un poquito más preciso, po- bilización de la obra (…) estén ellos también, como
dremos sacar algunas consecuencias de los dichos”36. Sólo así su maestro y por su instigación, consagrados a nunca
se podrá alcanzar algún real, prosigue Lacan. Lo cual abona poder ni deber exponer sino interpretaciones desti-
nadas a su propia disolución (la de ellos y la de esas
35.  Aquí es donde las consideraciones de Foucault sobre la espiritualidad interpretaciones)39.
se tornan claves para demarcar la diferencia entre una filosofía que busca
modificar al sujeto a través de un trabajo y un costo para que éste sea capaz Se trata de algo insinuado por Wittgenstein en el prólogo a sus
de acceso a la “verdad” y una filosofía que, simplemente, propone las investigaciones filosóficas: los pensamientos desfallecen tan
condiciones intelectuales apriori para que suceda. “¿Qué precio debo pagar
pronto se intenta obligarlos a proseguir, contra su inclinación,
para tener acceso a la verdad? Precio situado en el sujeto mismo con la forma
de: ¿cuál es entonces el trabajo que debo efectuar sobre mí mismo, cuál es en una sola dirección. Los pensamientos que buscan apresar
la elaboración que debo hacer conmigo mismo, qué modificación debo
realizar en mi ser para poder tener acceso a la verdad? Me parece que es un
37.  En un sentido amplio, aquí procede la diferencia entre una ontología
tema fundamental del platonismo, pero lo es igualmente del pitagorismo,
discursiva retórica y una ontología discursiva con énfasis en la lógica. Si
etcétera; puede decirse, creo: de toda la filosofía antigua, con la enigmática
la primera asume el carácter contingente e inestable de las connotaciones
excepción de Aristóteles, que de todas maneras siempre constituye una
asociativas (impidiendo la posibilidad de un significado puramente
excepción cuando se estudia la filosofía antigua. Un rasgo general, un
denotativo), la segunda busca remitirlas a una suerte de nomenclatura que
principio fundamental es que el sujeto en tanto tal, tal como se da a sí mismo,
organiza la correspondencia uno a uno entre significante y significado. Cfr.
no es capaz de verdad. Y no es capaz de verdad salvo si opera, si efectúa en
Laclau, op. cit., p. 41.
sí mismo una cantidad de operaciones, una cantidad de transformaciones
y modificaciones que lo harán capaz de verdad”, La hermenéutica del sujeto, 38.  J. Lacan, De un Otro al otro, op.cit., p. 60.
trad. H. Pons, Buenos Aires, FCE, 2006, p. 189.
39.  J. Allouch, Contra la eternidad, Ogawa, Mallarmé, Lacan, trad. S. Mattoni,
36.  J. Lacan, Aun, op.cit., p. 31. Buenos Aires, Cuenco del plata, 2009, p. 45.

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un real, muestran así el principio de su defección cuanto más percepción; el filósofo, que lo mide con el rasero de su propio
obligados están a unificarse e hipostasiarse en el sentido. Es sistema, construido en forma artificiosa, halla que parte de
necesaria, al menos en el discurso analítico, una tolerancia a premisas imposibles y le reprocha que sus conceptos básicos
la contradicción, al sinsentido, a la necedad y a la superficie (todavía en desarrollo) carecen de claridad y precisión”42.
lúdica en la que el lenguaje da muestras de la falta de seriedad Lo cual podría decirse de este otro modo: para la medicina,
de la seriedad. el psicoanálisis resulta metafísico por alejarse de la estructura
Si la sofística y el psicoanálisis no se escriben en la misma anatómica y fisiológica del ser humano, para la filosofía resulta
proporción que la filosofía es precisamente porque el intento demasiado “terapéutico”, en tanto organiza su indagación en
de captura de lo real en los primeros tiende al minimalismo. torno al padecimiento y la experiencia y no así en torno a los
Así lo dice el propio Badiou: “La verdadera medida que hay supuestos metafísicos considerados en abstracto y conforme a
que tomar, y que en algo esclarece la antifilosofía en general, la lógica.
es la de la relación entre la masa galáctica de las glosas y la Único modo, el de la inestabilidad teórica suscitada por la
delgadez del texto”40. El anti-filósofo o sofista, entonces, engro- experiencia, por cierto, el de la falla en la formulación e incluso
sa sobre todo la obra escrita de otros, porque la suya, como lo en la falla del nexo entre la teoría y la práxis, de acercarse al
real de la relación sexual, tiende a no cesar de no escribirse. Es asunto (sujet).
decir, se trata de una medida (fálica), para tomar las palabras de
Badiou, que declina hacia el cero, como sucede con la topolo-
gía, es decir la ciencia que se desentiende de la medida. El acontecimiento como verdad o su razonancia43
“Todo lo que está escrito parte del hecho de que será siem- Sólo hay inconscientes particulares, en la medida en
pre imposible escribir como tal la relación sexual. A eso se debe que cada uno, a cada instante, da un retoquecito a la
que haya cierto efecto de discurso que se llama escritura”41. La lengua que habla.
escritura no es entonces el motivo para el psicoanálisis, es el
efecto y la precipitación de una relación sexual imposible. Así Jacques Lacan
como un saber que se acumula sobre sus certezas tampoco es el
motivo sino, más bien, la imposibilidad de escuchar lo que tal El múltiple sobre el que se funda la idea del acontecimiento
saber, para constituirse como tal, ha de no saber. en Badiou es un múltiple singular porque es el único que tiene
Freud mismo ponía, aunque con otros términos y cir- la propiedad de que su pertenencia a la situación sea indeci-
cunstancias, esto en juego al diferenciar al psicoanálisis de la dible desde el punto de vista de la situación44. Así, en tanto
medicina y de la filosofía: “(…) la posición del psicoanálisis, el acontecimiento sólo remite a sí mismo, no hay posibilidad
intermedia entre medicina y filosofía, sólo le deparó desventa- de afirmarlo y nominarlo si no es estando o poniéndose bajo
jas. El médico lo considera un sistema especulativo y no quiere su condición. Condición a partir de la cual, cualquier saber o
creer que descansa, como cualquier otra ciencia natural, en una
elaboración paciente y empeñosa de hechos del mundo de la 42.  S. Freud, Las resistencias contra el psicoanálisis, op. cit., pp. 230-231.
43.  En francés, la razón (raison) y la resonancia (résonance) producen una
cuasi-homofonía que en castellano se pierde. Véase la referencia de Lacan
40.  A. Badiou, La antifilosofía de Wittgenstein, M del C. Rodriguez, Buenos al neologismo de Francis Ponge “réson” (“razonancia”) que surge de la
Aires: Capital Intelectual, 2013, p. 88 [2009]. condensación entre raison y résonance en Función y campo de la palabra.
41.  J. Lacan, Aun, op.cit., p. 46. 44.  A. Badiou, El ser y el acontecimiento, op.cit., p.204.

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discurso que lo niegue puede ser remitido a su ceguera para un pacto (…) para consagrar cada uno su vida a la búsqueda de
captar aquello que, desde el punto de vista de la estructura, no la verdad. Marc François se atuvo al pacto; en cuanto a Jacques,
puede ser captado. a quien Marc François califica de ‘testigo de la verdad’, sigue
Aparece allí con claridad esta dimensión “afectiva” en el siendo una pregunta…”46.
edificio teórico de Badiou, una circularidad entre la subjeti- En principio, no hay tal estado de claridad y diferencia entre
vación y el acontecimiento a la que sólo se accede mediante lo viejo y lo nuevo ya que el saber de la lengua recibe en cada
un acto de fe incontrastable o una “bendición”, y no bajo una reactivación del discurso otro estatuto y otra problematicidad.
constatación epistemológica de la causa del acontecimiento. Si El saber psicoanalítico, su discurso, pareciera recomenzar en
no hay metalenguaje, no hay un garante objetivo donde asegu- cada sesión de seminario. Como anota Miller, sobre todo en
rar el acto de nominación del acontecimiento. Este sucede en la última enseñanza, “(…) se ven nuevos comienzos internos:
un vacío legal.45 el punto de vista se desplaza, se vuelve a empezar cada vez,
La verdad, entonces, mirada acontecimentalmente, poco cada semana. Por momentos celebramos que no sea un saber
tiene que ver con la lengua disponible para los sujetos, es más cerrado sobre sí mismo. Un saber abierto es un saber que recién
bien lo que, irrumpiendo y mostrando el agujero en el Saber, empieza. Por eso, acerca del psicoanálisis, se puede perfecta-
hace que ésta no alcance a decir nada. O que lo que alcance a mente decir: aún no vieron nada”47. Eternizar a Lacan, es decir,
decir sea en términos de veracidad (representación), pero no privarlo de una segunda muerte (simbólica) para conducirlo
de verdad. Ya que la veracidad es la posibilidad de correspon- hacia un saber cerrado que lo consagre en algún panteón o que
dencia de la lengua con los referentes del dominio positivo del lo cristalice en fórmulas siempre iguales a sí mismas, es contra-
Ser/Saber, mientras que la verdad sólo puede ser “poco dicha” rio al espíritu de ese saber que aún no vio nada.
en una lengua-sujeto, una lengua que habla en la ausencia de La imposibilidad de establecer una separación clara y distin-
referente (decimos ausencia porque no hay un referente del ta de una lengua vieja (ser) y una nueva (acontecimiento) está
acontecimiento escondido, primigenio o “profundo” sobre el ligada, además, a que el lenguaje no es una entidad separada
cual haya finalmente que volverse). Cualquier apelación a una del mundo pulsional del sujeto sino que viene “guionado” por
caracterización última del mismo es una tentación fascista. sus vicisitudes desestabilizantes y su carácter sustractivo.48 El
La relación de Lacan al problema de la verdad, sin embar-
go, permanece sensiblemente más oscura y compleja que la de 46.  J. Allouch, Prisioneros del gran Otro, Injerencia divina I, op.cit., p.57.
Badiou en tanto resulta, como dijimos, entreverada al sujeto 47.  J. A. Miller, El ultimísimo Lacan, op.cit., p. 158.
del inconsciente. En este sentido, Allouch, quien traza un para-
48.  Incluso el dispositivo del pase no implica un deshacimiento total del
lelo entre Jacques y Marc François (el hermano cura de Lacan), síntoma, la disolución de éste como si fuera una verdad metaforizada ahora
dice al respecto: “los dos hermanos, en su juventud, hicieron conocida y que cae de una vez y para siempre. Hay en éste un cariz real
irreductible, un padecimiento indescifrable que no hace distingo entre una
45.  Al mismo tiempo, esto puede ser pensado con los términos de la “vieja” o una “nueva” lengua. Así lo refiere Miller: “Los análisis duran ahora
discusión entre el descriptivismo y el antidescriptivismo. La idea del mucho más tiempo que en la época de Freud, donde se podía verlo algunas
acontecimiento bajo una lupa descriptivista, implicaría que haya una relación veces, como con Gustav Malher una tarde de 1912, por ejemplo. En esa
de significación previa entre el nombre del acontecimiento y un conjunto época, se hacía un paseo con Freud por el jardín, se tenía una conversación
de rasgos descriptivos. La misma idea en términos antidescriptivistas, en un poco sincera con él, y después, ya está. Hoy eso dura. Al final de todo,
cambio, al acentuar el carácter bautismal del nombre, supone una fundación ustedes están quizás ante una contingencia que no se trata más de hacer
retoractiva de tales rasgos descriptivos (Cfr. Laclau, La razón populista, significar. Es la razón por la cual el fin del análisis da cuenta más de la
op.cit., pp. 131-32). cuestión del pase que de la verdad. Las verdades sucesivas por las que el

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lenguaje, dice Lacan, “está hecho de lalengua. Es una elucu- propia historia, no contando en la primera persona del
bración de saber sobre lalengua (…) Lalengua sirve para otras singular, sino a través de recuerdos organizados temá-
cosas muy diferentes de la comunicación. Nos lo ha mostrado ticamente: por ejemplo, recuerdos y transformaciones
la experiencia del inconsciente, en cuanto está hecho de lalen- de los lugares donde había vivido, ennumeración de
gua, esta lalengua que escribo en una sola palabra, como saben, las habitaciones en las que había vivido, historia de
los objetos que hay o que ha habido en mi mesa de
para designar lo que es el asunto de cada quien, lalengua lla-
trabajo, historia de mis gatos y de su descendencia,
mada, y no en balde, materna”49. Una lalengua que le impone etc., como si, al lado de esas autobiografías limítrofes y
siempre un carácter hipotético al lenguaje en el que se intentan fragmentarias, mis relatos de sueños hubiesen podido
discernir los acontecimientos y que por lo tanto jamás permite construir lo que yo llamaba entonces una autobiogra-
un concepto de verdad que no sea remitido, antes o después, al fía nocturna.
carácter precario de su formulación. Más adelante, en mayo de 1971, comencé a analizarme
En el libro Nací, el cual es parte de un proyecto autobio- y se me hizo claro que esa fiebre de la transcripción
gráfico, el escritor parisino Georges Perec hace una reflexión había sido el signo precursor, el aliciente, el pretexto.
respecto al pasaje del lenguaje inconsciente de los sueños a la Tal vez, yo esperaba, como todo el mundo, que esos
lengua consciente del relato que resulta ilustrativa de lo que sueños me contaran, me explicaran y quizá incluso
que me transformaran. Pero mi analista no tomó en
allí se pierde. Vale la pena citar el fragmento entero, aun si se
consideración esos relatos: habían sido demasiado
trata de un texto sin pretensiones conceptuales (o precisamente cuidadosamente empaquetados, eran demasiado pro-
por eso): lijos, demasiado nítidos, demasiado claros en su rare-
za misma, y creo que hoy puedo decir que mi análisis
Durante varios años anoté lo que soñaba. Esa activi- sólo empezó cuando logré expulsar de la terapia esos
dad de escritura fue, en principio, esporádica y, luego, sueños-caparazón.
cada vez más invasora: en 1968, transcribí cinco sue-
ños, en 1969, 7, en 1970, 25, en 1971, ¡70! No voy hablar entonces del contenido de mis sueños;
si un día fueron descifrables, ocurrió cuando pudieron
Yo no sé muy bien lo que creía esperar, al comienzo, convertirse en término balbuciente, palabras larga-
de una experiencia tal: de una manera más bien confu- mente buscadas, titubeos, sensaciones opresivas y no
sa, me parecía que venía a inscribirse en un proyecto ya frases demasiado relamidas, textos demasiado bien
autobiográfico indirecto, emprendido desde hacía al- puntuados en los que no faltaban nunca el título ni la
gún tiempo ya y por el cual intentaba circunscribir mi fecha50.

sujeto pasa, desembocan en una fatiga por la verdad o sobre temas reales no Con este ejemplo-contraste, digamos que Badiou, al rechazar
negociables: darse cuenta que hay para sí algo imposible de soportar, o a qué la dimensión “pre-ontológica” de la pulsión como una “mor-
uno está fijado para siempre y consentir a ello con el menos pathos posible”, bosidad”, se adhiere a una lengua de la seguridad afirmativa
“Filosofía ◊ Psicoanálisis”, op.cit., s/p. (sin balbuceo), una lengua a la altura del sobrevuelo eterno del
49.  Aun, op.cit., p.166. Versión original: “Seulement, une chose est claire, le porvenir de la Idea51, y en la que su filosofía deviene una es-
langage n’est que ce qu’élabore le discours scientifique pour rendre compte de ce que
j’appelle lalangue (...) Lalangue sert à de toutes autres choses qu’à la communication.
50.  G. Perec, Nací, trad. J. Fondebrider, Buenos Aires, Eterna Cadencia,
C’est ce que l’expérience de l’inconscient nous a montré, en tant qu’il est fait de
2012, pp. 74-75.
lalangue, cette lalangue dont vous savez que je l’écris en un seul mot, pour désigner
ce qui est notre affaire à chacun, lalangue dite maternelle, et pas pour rien dite 51.  “De Espartaco a Mao (no el Mao del Estado, que también existe, sino
ainsi”. el Mao rebelde, extremo, complicado), desde las sediciones democráticas

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Daniel Groisman Sujeto y lengua

pecie de reverso del discurso analítico, aquel que Lacan ubica Interponer la pulsión en la relación circular y esférica en-
más bien del lado de la viscosidad, la pestilencia: “El analista tre el sujeto y el acontecimiento, esa relación que decimos que
es el fuego fatuo. Es una metáfora que por su parte no hace está necesariamente mediada por lalengua de cada uno, es una
un fiat lux. […] el fuego fatuo no ilumina nada, incluso surge forma de pasar del individuo de las adhesiones conscientes al
usualmente de una pestilencia. Esa es su fuerza”52. sujeto que, en la marcha, no sólo cojea a causa de la negativi-
El psicoanálisis, precisamente, da cuenta de cómo “la razón dad sino que se ve comprometido, en parte, en la causa de un
está ya tejida en el dinamismo más opaco en el sujeto”, por- no saber que resulta el reverso ineludible de cualquier fidelidad
que, a modo de ejemplo y después de todo, “es privilegio del voluntaria. En otras palabras, predisponer los “textos” ―polí-
análisis en la historia del pensamiento haber hecho emerger la ticos, artísticos, psicoanalíticos, etc.― a los efectos del incons-
función determinante de este objeto displaciente [la mierda] en ciente es volver a problematizar una y otra vez lo que (d)el
la economía del deseo”53. Negar la morbosidad, la mierda, la sujeto no (se) sabe:
pestilencia, es negar, entonces, lo que introduce la razón psi-
El inconsciente es testimonio de un saber en tanto que
coanalítica, sus razonancias en el lenguaje. en gran parte escapa al ser que habla. Este ser per-
Por otro lado, como apunta Žižek, “no es sólo el ‘milagro’ de mite dar cuenta de hasta dónde llegan los efectos de
un encuentro traumático con el Acontecimiento lo que separa a lalengua por el hecho de que presenta toda suerte de
un sujeto humano de su animalidad: su libido ya está en sí mis- afectos que permanecen enigmáticos. Estos afectos son
ma separada”54. Por lo que, hacerle lugar al mundo pulsional el resultado de la presencia de lalengua en tanto que
inconsciente en la constitución del sujeto no es sólo considerar articula cosas de saber que van mucho más allá de lo
que el ser que habla soporta de saber enunciado55.
las “bajezas morbosas” sino la politicidad del punto real en el
que la animalidad se encuentra con el desfiladero de la lengua. La enunciación, entonces, guarda un enigma (“l’énigme, c’est
Ese punto inasible que, como lalengua, se sustrae a cualquier probablement cela, une énonciation…?”)56 que adquiere una rele-
pretensión de estabilidad por el lado de los enunciados. vancia fundamental en la transmisión del psicoanálisis, donde
el auditorio que escucha “discrecionalmente” a Lacan permite
griegas al decenio mundial 1966-1976, son, en este sentido, una cuestión que se despliegue con la contundencia de una voz que siempre
de comunismo. Será siempre cuestión de comunismo, aun si la palabra, excede a las palabras en las que se vuelve más o menos inteli-
manchada, deja lugar a cualquier otra designación del concepto que recubre. gible. Donde, además, el “hablar a”, el discurrir dirigido a los
Concepto filosófico, en consecuencia eterno, de la subjetividad rebelde”, A. psicoanalistas, a diferencia del “hablar de” dirigido a todos,
Badiou, “Acerca de un desastre oscuro”, Acontecimiento: revista para pensar la
política, número 3, 1992, p. 16.
predispone de otro modo la aparición enigmática de una enun-
52.  Citado en J. Allouch, Contra la eternidad, Ogawa, Mallarmé, Lacan, op.cit.,
p. 31.
55.  J. Lacan, Aun, op.cit., p. 167. Versión original: “L’inconscient est le
53.  J. Lacan, La angustia, trad. E. Berenguer, Buenos Aires, Paidós, 2007, témoignage d’un savoir en tant que pour une grande part il échappe à
p.318, [1962-63]. l’être parlant. Cet être donne l’occasion de s’apercevoir jusqu’où vont les
effets de lalangue, par ceci, qu’il présente toutes sortes d’affects qui restent
54.  Citado en F. Vighi, “Dall’evento al sintomo: Badiou e l’ontologia
énigmatiques. Ces affects sont ce qui résulte de la présence de lalangue en
lacaniana”, Badiou Studies, Volumen 3, número 1, 2014, p.42, Disponible
tant que, de savoir, elle articule des choses qui vont beaucoup plus loin que
en: http://badioustudiesorg.ipower.com/cgi-bin/ojs-2.3.6/index.php/ijbs/
ce que l’être parlant supporte de savoir énoncé”.
article/view/65/full%20text , traducción propia. En el original: “Non è solo
il ‘miracolo’ di un incontro traumatico con l’Evento a staccare un soggeto umano 56.  Lacan citado en B. Cassin, Jacques el sofista, Lacan, logos y psicoanálisis,
dalla sua animalità: la sua libido è già in se stessa staccata”. op.cit., p. 115.

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ciación. Enigmática porque es aquello que se desvanece en la lenguaje, ella implica entonces algo así como una retó-
avidez con la que el sentido usurpa lo que se escucha: “que se rica del tiempo, por diferencia de la retórica filosófica
diga queda olvidado tras lo que se dice en lo que se escucha”57. del espacio59.

Hay una temporalidad única del acto analítico y del dis- La dimensión de la temporalidad de la enunciación es algo que
curso de su transmisión que se despega de la espacialidad que Badiou no focaliza en tanto el suyo es un sujeto siempre ya
necesita el sentido para amarrarse en los vocablos. Se trata de subjetivado en una verdad “eterna” que resulta indiferente a la
un rasgo que la sofística ponía en juego con el kairos. Una de vacilación del ahora. Como dice Vighi:
las palabras griegas más intraducibles, en tanto conjunta la
dimensión creadora de la poiesis y la dimensión concreta de la El sujeto badiouiano está desde siempre subjetivado,
tekhne en un solo acto, un instante de peligro en el que éste no implicado en el proceso de subjetivación en relación
se ampara en un saber teleológico y deviene su propia finali- al acontecimiento. Este asunto debe ser entendido en
dad, sin tender hacia ninguna meta que lo anticipe. Es la “pre- su sentido más radical: el acontecimiento existe, y es
cipitación en el caso”, la pura singularidad58. Se trata de una reconocido en su potencialidad revolucionaria sólo
por un sujeto engagé, militante, fulgurado “en la vía de
temporalidad única que, a partir de la apreciación que hace la
Damasco” por la urgencia y el carácter indispensable
filosofía clásica de la retórica (Badiou, platónico sin Uno, esta- de la fidelidad al mismo. Para todos los otros sujetos,
ría allí incluido), se domestica en una espacialización. incapaces de reconocerlo, el acontecimiento no existe.
La relación entre sujeto y acontecimiento es entonces
A partir del Gorgias de Platón, el tiempo se ve redu- circular: el acontecimiento presupone el punto de vis-
cido al espacio: un discurso es un organismo que se ta de una subjetividad engagé, que en sí es legitimada
despliega (tiene un ‘plano’) y se articula (hay que sa- sólo por su fidelidad al acontecimiento60.
ber, dice Platón, ‘recortarlo’). La retórica es adosada
en Aristóteles a toda la física (el tiempo como imagen La problematicidad del devenir sujeto está en Badiou, de
del movimiento) y a todo el organon que organiza los esta forma, saldada, o se reduce a un esquema de conductas
logoi según el hama, ‘al mismo tiempo’, del principio (¿más o menos clínicas?) respecto a lo acontecido (fidelidad,
de no-contradicción, con todos los syn (sin-taxis, oscuridad o reacción). Y la complejidad arquitectónica de su
sil-logismo) requeridos para ponerlo en visibilidad. filosofía resulta así inversamente proporcional a la facilidad
Se trata siempre de hacer pasar de la consideración con la que ésta vuelve invisible el modo en que la lengua y
de la enunciación a la de los enunciados, de la cadena
significante y la captación del kairos, punta del tiempo,
al topos y a los topoi, lugares del bien hablar. Si existe
una particularidad sofístico-analítica de la práctica del 59.  B. Cassin, Jacques el sofista, Lacan, logos y psicoanálisis, op.cit., pp. 130-131.
60.  F. Vighi, “Dall’evento al sintomo: Badiou e l’ontologia lacaniana”,
op.cit., pp. 33-34. Traducción propia. Aquí el original: “Il soggetto badiouiano
57.  J. Lacan, Aun, op.cit., p. 24.
è da sempre soggettivato, implicato nel processo di soggettivazione in relazione
58.  B. Cassin, Jacques el sofista, Lacan, logos y psicoanálisis, op.cit., p. 129. En all‘evento. Questo assunto dev‘essere inteso nel suo senso più radicale: l‘evento
su elogio de la fragilidad como condición para el psicoanálisis, Allouch esiste, ed è riconosciuto nella sua potenzialità rivoluzionaria, solo da un soggetto
también se refiere al kairos como un relámpago que da acceso a lo diverso por engagé, militante, folgorato “sulla via di Damasco” dall‘urgenza e imprescindibilità
lo diverso. “Una obertura eminentemente puntual en cada ocasión debida della fedeltà ad esso. Per tutti gli altri soggetti, incapaci di riconoscerlo, l‘evento non
al relámpago, y sobre la que el analista no tiene dominio: fragilidad. La esiste. La relazione tra soggetto e evento è dunque circolare: l‘evento presuppone il
temporalidad aquí es la del kairos, la de la oportunidad de pescar al vuelvo, punto di vista di una soggettività engagé, che da parte sua è legittimata solo dalla
y que puede fallar”, J. Allouch, “Fragilidades del análisis”, op.cit., p. 15. sua fedeltà all‘evento”.

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sus mundos heredados se anteponen a cualquier recomienzo aparecer. Por ello decimos que una demostración lógica de la
político colectivo. imposibilidad del todo, como ocurre en Lógicas de los mundos,
Es que el lenguaje, a diferencia del matema, está dotado no detiene su retorno por la vía del lenguaje.
de una “inercia considerable” que vuelve cojitranco todo el Se trata de algo que, como sugiere Lacan, capta de manera
asunto de la transmisión: “Dicho lenguaje ― toda la novedad privilegiada el discurso analítico desde su praxis clínica: “Y
del término estructura es esa, los demás harán con él lo que vuelvo al sentido a fin de recordar el esfuerzo que necesita la
quieran, pero yo señalo eso― dicho lenguaje está dotado de filosofía (...) para percibir aquello que, del analista, es recurso
una inercia considerable, cosa que se percibe comparando su cada día: que nada esconde tanto como lo que revela, que la
funcionamiento con los signos llamados matemáticos, mate- verdad, Άλήθεια = Verborgenheit”64. Verborgenheit que signifi-
mas, únicamente porque se transmiten íntegramente”61. ca ocultación, clandestinidad y disimulo y que se suma a toda
Así, si “una lengua no es nada más que la integral de los la serie freudiana de la negatividad: Verneinung, Verdrängung,
equívocos que su historia ha dejado persistir en ella”62 es por- Verwerfung, Verleugnung, Verdichtung, Verschiebung. Negatividad
que lo verdaderamente problemático y político no es lo que que, por cierto, al no ser total, logra encontrar la vía de su ma-
logra comunicarse integralmente sino aquello que persiste en nifestación por el discurso. Ya que, como dice Mladen Dólar,
el equívoco del deseo o en el deseo de equívoco: el significan- en todas estas formas de negación, se “produce algo que en
te63. Por lo que el barroco de Lacan es un rasgo de politicidad sí mismo no puede ser negado. Hay una persistencia de la
extrema en su enseñanza, allí donde hace convergir, al mismo negatividad en la falla misma de la negatividad”65. Es decir,
tiempo, la heterogeneidad de las referencias eruditas y los com- sólo accedemos a un saber de la negación porque ésta no logra
plejos problemas lógicos y topológicos con un registro obsceno negarse del todo a sí misma. O algo de su no-ser se inscribe en
de la cotidianidad. Todo mezclado y sin visos de superar el el ser.
equívoco, sino más bien de saber de qué modo se está enreda- A propósito del ser, dice Lacan, éste no tiene ningún senti-
do en él. do fuera del lenguaje. Aseveración con la que también Badiou
Al no estar tematizada la enunciación sustractiva o, dicho estaría de acuerdo, ya que su postulación de las matemáticas
de otro modo, la negatividad del lenguaje en Badiou, la con- como ontología es, se encarga de aclararlo, una tesis sobre el
sideración de la “cosa” tiende indefectiblemente a la transpa- discurso y no sobre el mundo. Pero el significante, la inciden-
rencia, a la arquitectura del enunciado. Y la transparencia es cia del significante y su ambigüedad en la constitución de ese
aquello que queda dispuesto en su totalidad a la mirada, lo que mundo, hecho que la práctica psicoanalítica pone en evidencia
provoca un efecto de totalidad. Se trata de una afirmatividad de manera privilegiada, es algo de lo que Badiou debe, de uno
manifiesta que no se vuelve sobre el “no” que la hace (des) u otro modo, abjurar. Su incidencia, por cierto, no sólo permite
aseverar que el mundo es una construcción de símbolos sino
que, allí, cada quien se ve a sí mismo interpelado de una ma-
61.  J. Lacan, Aun, op.cit., p.134.
nera sintomática.
62.  J. Lacan, “El atolondradicho”, en Otros escritos, trad. G. Esperanza y
otros, Buenos Aires: Paidós, 2012, p.514, [1972].
64.  J. Lacan, “El atolondradicho”, op.cit., p.476.
63.  Cuando Lacan presenta las fórmulas de la sexuación en su seminario
Aun, confiesa que no las tenía escritas de antemano en ninguna parte así 65.  M. Dolar, “Hegel and Freud”, revista electrónica e-flux, 2012, s/n.
como tampoco las había preparado. Ya que, como de costumbre, dice, Disponible en: http://www.e-flux.com/journal/hegel-and-freud la traducción
les parecen ejemplares para producir malentendidos (op.cit., p. 96). El es nuestra. Original: “something that it cannot itself negate. There is a persistence
malentendido no es la piedra en el zapato de la que habría que despojarse. of negativity in the very failure of negativity”.

264 265
Daniel Groisman Sujeto y lengua

Así se refiere Lacan a la incidencia del significante, por que se derivan de una determinada axiomática asumida desde
ejemplo, en Milán el 12 de mayo de 1972: un comienzo y que de forma repetida dan el mismo resultado
(sólo hay que saber reconstruir los elementos de la paradoja).
Es cierto que hay un animal sobre quien el lenguaje
ha descendido, si yo puedo decir, y que este animal
Ganando consistencia en la universalidad (matemática), se
está verdaderamente marcado por esto. Está marcado corre el riesgo de velar todo lo que el significante esconde, en
al punto que no sé hasta dónde puedo ir para decirlo tanto se lo pone bajo condición del matema. O, mejor dicho, se
bien. No es solamente que la lengua forma parte de su diluye la idea de un posible homeomorfismo del equívoco con
mundo, es que sostiene su mundo de punta a punta el carácter contingente de un real, un real situado que le habla
(…) Pero es un hecho que el psicoanálisis, la práctica a una lengua determinada.67De allí que dijéramos anteriormen-
psicoanalítica nos ha mostrado el carácter radical de la te68 que la utilización de la topología matemática por parte de
incidencia significante en esta constitución del mun- Lacan iba acompañada de calambures y retruécanos y no de
do. No digo para el ser que habla, porque lo que he la pretensión de haber atrapado de una vez y para siempre la
llamado hace un rato ese derrapaje, este deslizamiento estructura de lo dado (la imposibilidad de dominar realmente
que se hace con el aparato significante... es eso que de-
los nudos es la mejor prueba de ello).
termina el ser de quien habla. La palabra “ser” no tiene
ningún sentido fuera del lenguaje66. El real sintomático del psicoanálisis es un real rebelde,
contaminado, incompatible con la univocidad matemática.
Ahora bien, si la idea de la matemática como ontología es En ese sentido es que podemos leer la intervención de Fabian
una tesis sobre el discurso, quiere decir no sólo que no hay Ludueña, quien en una disquisición estético-política, aunque
un ser extra-lingüístico para ser aprehendido, sino que el ser también ontológica, sugiere que la utilización de la noción
mismo es mediado lingüísticamente. Por lo cual no se justifica de Idea por parte de Badiou “resulta quizá inapropiada dado
su abordaje matemático en filosofía o en psicoanálisis si no es que está ligada con una metafísica del matema y con una cier-
para mostrar sus impasses y el sinsentido de sus operatorias, ta rasgadura del ser en dos dimensiones irreductibles”69, la
lo cual también puede hacerse por vía del equívoco o del ab- dimensión de la multivocidad empírica y la dimensión de la
surdo. Con la diferencia de que en las matemáticas o, mejor, en univocidad trascendental.
la teoría de conjuntos, la falla queda capturada en paradojas
La lengua, como el objeto voz, es inagotable en un mensaje
y su articulación lingüística, de allí su homeomorfismo con el
66.  Traducción tomada del sitio http://www.elsigma.com/historia- inconsciente, a quien Lacan define en Aun como el saber-hacer
viva/traduccion-de-la-conferencia-de-lacan-en-milan-del-12-de-mayo-
de esta:
de-1972/9506. Aquí la versión original en francés: “il est certain qu’il y a un
animal sur qui le langage est descendu, si je puis dire, et que cet animal en est
vraiment marqué. Il en est marqué au point que je ne sais pas jusq’où je peux aller
pour bien le dire. C’est pas seulement que la langue fasse partie de son monde, c’est
que c’est ça qui soutient son monde de bout en bout (…) Mais c’est un fait que 67.  No se trata aquí, por supuesto, de minusvalorar a las matemáticas y su
la psychanalyse, la pratique psychanalytique nous a montré le caractère radical de posible uso en filosofía. Sólo pretendemos dar cuenta de la diferencia que
l’incidence signifiante dans cette constitution du monde. Je ne dis pas pour l’être éstas adquieren en cada uno de los dispositivos de enunciación en cuestión.
qui parle, parce que ce que j’ai appelé tout à l’heure ce dérapage, cette glissade qui se
68.  Cf. D. Groisman, “Entre filosofía badiouiana y sofística lacaniana: el
fait avec l’appareil du signifiant... c’est ça qui détermine l’être chez celui qui parle.
sujeto más acá del fratricidio”, Nombres, Número 27, 2013, pp. 303-323.
Le mot d‘être n‘a aucun sens au dehors du langage.”, J. Lacan, «Conférence à
l’université de Milan, le 12 mai 1972», s/n, disponible en: http://espace.freud. 69.  En A. Badiou, Pequeño manual de inestética, trad. A. Cerletti, Buenos
pagesperso-orange.fr/topos/psycha/psysem/italie.htm Aires, Prometeo libros, 2009, p. 37, [1998].

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Daniel Groisman Sujeto y lengua

La lengua, finalmente, toca lo real; porque no la agotan de enunciación, apoyada en el pensamiento y orientada por
ni los efectos de la comunicación ni los espaciamien- la lógica o la matemática: “el pensamiento, para aprehender
tos de lo discernible. El síntoma más inmediato es un lo real y no caer en disputas terminológicas fomentadas por
imposible: por multiplicados que estén los dichos, la diferencia enunciativa radical (que responde a la posición
literalmente excéntrico a lo que en ellos se representa sexuada inconsciente), debería poder orientarse por la lectu-
o se distingue, siempre permanece en ellos algo que
ra y la escritura matemática, excediendo incluso sus propios
no se dice. Las palabras faltan, se dirá, indicando así el
síntoma de lo real bajo las especies de la carencia. Pero
límites epistemológicos”72. Pero, es que ¿acaso lo real esquivo
conviene añadir de inmediato que algo también se del psicoanálisis estaría en un más allá de la posición sexuada
dice siempre en demasía, que no fue demandado: de lo inconsciente?, ¿de qué real se habla allí? ¿Las disputas termino-
cual se demandó no decirlo. Tal es el efecto necesario lógicas fomentadas por la diferencia enunciativa radical no son
de las homofonías que hay y del metalenguaje que no acaso la manifestación más patente del carácter inerradicable
hay: ningún ser hablante puede jactarse de dominar del equívoco? Considerar la posibilidad de exceder el equívoco
los ecos multiplicados de su decir70. con la escritura matemática es plantear una separación dema-
siado rígida y estable entre lo real (lo que no engaña) y el sem-
Mostrar el exceso de lalengua respecto a la comunicación y a blante (lo que engaña). Algo que puede resultar atinado para
lo discernible, su razonancia, es mostrar el movimiento del in- construir la vía militante de las verdades eternas pero que, en
consciente, sustraído a la posibilidad de ser capturado más que la inmanencia de cualquier lengua viva, pierde densidad.
en un instante fugaz que vuelve a perderse. Por ello, si la mate-
mática (y aun la teoría de conjuntos o la teoría de los múltiples Por otro lado, si el síntoma es aquello que viene de lo real
puros como la llama Badiou) es el entendimiento racional en y si una de las formas en que lo real es pensado, es la ausencia
su expresión máxima, es en tanto congela de algún modo el de sentido (ab-sens), lalangue es una de las vías regias que tiene
movimiento (a diferencia de la topología). Ya que el entendi- el psicoanálisis para hacer confluir el lenguaje hacia esa zona.
miento “siempre tiende a fijar su objeto en un tiempo actual Porque, como dice Lacan, la voluntad de sentido, la presencia
que pretende presentar de manera cabal la realidad completa del sentido, consiste en eliminar el doble sentido73.
del objeto de que se trate”71. Traigamos un ejemplo, entre innumerables, que da cuen-
Nuestra tesis, entonces, es la siguiente: sólo la sorpresa ta del lugar del doble sentido y el equívoco en la clínica. El
significante, la posibilidad de fisurar la malla unidimensional mismo aparece en la película que Gerard Miller hiciera sobre
de la comunicación, da cuenta de la relación equívoca entre el Lacan (“Cita con Lacan”). Allí, una sobreviviente del nazismo
sentido y nuestras posiciones enunciativas sexuadas, es decir que quedó aterrada por la Gestapo, y que cada noche a una
inconscientes y por añadidura políticas. La filosofía, aun la así determinada hora se desvelaba porque era el momento en el
llamada “poslacaniana” que busca atravesar la enseñanza de que la policía secreta (encargada de combatir e investigar las
Lacan sin desfallecerla, necesita rebasar esta posición enun- tendencias peligrosas para el Estado) entraba a las casas de
ciativa irreductible para construir la universalidad. Así, por
ejemplo, vemos en Farrán la idea de buscar una Forma clara 72.  R. Farrán, “Notas sobre el pensamiento de lo político en el cruce del
psicoanálisis y la filosofía post-marxista”, Psikeba, número X, 2009, s/n.
70.  J.C. Milner, Los nombres indistintos, trad. I. Agoff, Buenos Aires,
73.  J. Lacan, El fracaso del Un-desliz es el amor, México, Artefactos, Cuaderno
Manantial, 1999, p.41.
de notas, trad. A. Dilon, 2008, [1976-77]. “Il n’en reste pas moin que la volonté
71.  J. Butler, Sujetos del deseo. Reflexiones hegelianas en la Francia del siglo XX, d’sens consiste à éliminer l’double sens” (versión bilingüe disponible en el sitio
trad. E. Luján, Buenos Aires, Amorrortu, 2012, p.62. de la École lacanienne).

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Daniel Groisman Sujeto y lengua

los judíos, comenta el momento de una intervención de Lacan Tengo la sensación (…) de que el lenguaje es en ver-
que si bien no disolvió ese síntoma, al menos sí le introdujo un dad lo que no puede avanzar sin torcerse y enrollarse,
sentido accesorio que morigeró su peso. Mientras le relataba sin contorsionarse de una manera de la que no puedo
a Lacan un sueño repetitivo en el que la Gestapo entraba a su decir que yo no dé aquí el ejemplo. No crean que al
casa, el psicoanalista se aproximó desde atrás y en el momento recoger el guante por él, al señalar en todo cuanto nos
incumbe hasta qué punto dependemos de él, no crean,
en el que ella pronunció ese nombre, Lacan le hizo un “gest à
insisto, que lo hago con agrado. Preferiría que fuera
peau” (homófono a Gestapo en francés), es decir, una caricia menos tortuoso75.
dulce sobre la piel. Ella relata que cuarenta años después, to-
davía recuerda ese gest à peau. Inescindible ahora del terror de En su seminario de 1976-1977 (L’insu que sait de l’une bévue s’aile
la policía para-estatal. a mourre) Lacan introduce esta contorsión del lenguaje en la re-
Se trata, en la interpretación analítica, de escuchar el sig- lación de “el consciente y el inconsciente” a partir de la figura
nificante por fuera del significado con el que viene investido topológica del toro y la banda de Mœbius.
libidinalmente. Es decir, vaciar el sentido con el que una fra-
Aquí está la cinta de Mœbius tal como ella se redo-
se aparece en la lengua del analizante. Un ejemplo de Oscar
bla…tal como se redobla (regresa) y como se muestra
Massota: compatible con el toro. [Gráfico] Es por esto que me he
atenido a considerar el toro en tanto que capaz de ser
Hay diálogo psicoanalítico cuando en la palabra del
recortado (se aleja) a semejanza de una cinta de Mœbius
paciente se escucha la emergencia del significante.
(regresa) con eso basta, con eso basta (se aleja)…he ahí
Para hacerlo no hay que escuchar lo que el paciente
el toro, basta con que uno recorte allí no una cinta
dice […] Un ejemplo: “papá, me siento mal”. La acti-
de Mœbius sino (regresa) una cinta de Mœbius doble
tud no analítica sería tratar de comprender qué le su-
(vuelve a alejarse). Es precisamente lo que va a darnos
cede para ayudarle. Lo analítico sería decir: “Siéntate
la imagen de lo que esto conlleva del vínculo (regresa)
bien”. La interpretación, si ustedes quieren, por decir
del consciente con el inconsciente. El consciente y el
algo, tiene que ver con el trasero, con el erotismo anal.
inconsciente se comunican y están sostenidos ambos
En este punto se ve el desvío por el doble significado
por un mundo tórico76.
de la palabra74.
Es la relación topológica compleja entre consciente e incons-
Sin embargo, porque hay emergencia del significante es que,
ciente la que Lacan pone en acto, haciendo insostenible un
precisamente, no habría diálogo en sentido estricto. Ya que el
lenguaje representativo que venga a dar cuenta de manera
diálogo supondría la posición de un emisor y un receptor que
transparente del objeto en cuestión. De hecho, si algo hace que
intercambian mensajes para entenderse mutuamente. Cuando,
su disciplina lo penetre y lo contenga como un dique del idea-
en realidad, hay trabajo inconsciente si en lo que se dice apare-
lismo, dice Lacan refiriéndose al analista, es que lo real no esté
ce un hilo de no saber para el analizante.
de entrada para ser sabido77. Exclusión del saber de lo real que
Así, Lacan, por su parte, hace una política explícita de los
embrollos del lenguaje, del equívoco, buscando una fidelidad
entre la opacidad inconsciente y la forma de dar cuenta de él. 75.  J. Lacan, citado en B. Cassin, El efecto sofístico, Buenos Aires, FCE, 2008,
p. 230.
76.  J. Lacan, El fracaso del Un-desliz es el amor, op.cit.,p. 43.
74.  O. Massota citado en J. Premat, “Lacan con Macedonio”, Y todo el resto es
literatura: ensayos sobre Osvaldo Lamborguini, Interzona, 2008, p.129. 77.  J. Lacan, El reverso del psicoanálisis, op.cit., p. 201.

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Daniel Groisman Sujeto y lengua

se pone en juego no como una advertencia epistemológica sino rente”80. Así es, entonces, cómo lacan debe explicitar también
como una praxis respecto al discurso mismo. la “lacanidad” del nudo borromeo:

En esta perspectiva, es preferible advertir a quienquie- El único nombre propio en todo esto es…es el mío, la
ra que fuese que no debe creer demasiado en aquello extensión de Lacan al simbólico al imaginario y al real
que puede comprender. Aquí es ciertamente donde es lo que les permite a estos tres términos consistir •
adquieren su importancia los elementos significantes no estoy especialmente orgulloso de ello pero después
que introduzco para ustedes. Desprovistos al máximo de todo me di cuenta de que consistir, eso quería decir
de contenido comprensible, tal como me esfuerzo por algo, a saber que, que había…que había que hablar de
hacerlos aparecer, mediante su notación en la relación cuerpo, que hay un cuerpo del imaginario, un cuerpo del
estructural, son el medio con el que trato de mantener simbólico • es lalengua •y un cuerpo del real del que
el nivel necesario para que la comprensión no sea en- no se sabe cómo se sale. (Suspira) No es simple, no es
gañosa, a la vez que dejo localizables los términos di- que la complicación provenga de mí sino que está en
versamente significativos en los que nos adentramos. aquello de lo que se trata81.
Esto debe subrayarse especialmente cuando se trata de
un afecto, ya que no me he negado a este elemento de En esta cita se conjuntan, entonces, dos dimensiones que es
clasificación. La angustia es un afecto78. posible separar analíticamente pero que allí donde eso habla,
resulta imposible. Nos referimos, por un lado, al nombre pro-
La lengua que Lacan despliega para transmitir el psicoanálisis, pio Lacan y, por otro, a “aquello de lo que se trata”, es decir
entonces, no es algo así como la mejor lengua disponible para el sujeto del inconsciente. Si bien, entonces, la complicación
enseñar los tópicos fundamentales del sujeto del inconsciente. proviene de la opacidad inconsciente, el nombre propio de
No es una lengua que Lacan, como individuo, elija porque sim- Lacan es quien hace consistir singularmente esa complicación.
plemente se ha dado cuenta de que es la mejor forma que existe Sin Lacan y una lengua que pone en juego su deseo inconscien-
para una transmisión tal. La cuestión fundamental es que él te, ninguna transmisión rigurosa del sujeto se volvería posible.
mismo está implicado sintomáticamente en esa lengua. Y por
Lacan hace una separación del inconsciente freudiano y el
lo tanto, si bien es cierto que en un punto la elige para su trans-
suyo (él dice “el nuestro”), tratando de localizar de qué ma-
misión también es necesario dar cuenta de que es “elegido”
nera el deseo de Freud y sus sobredeterminaciones epocales
por ella. De allí que se refiera a sí mismo como el efecto de su
están afectando la transmisión del sujeto del inconsciente. No
enseñanza79.
porque sea posible separar completamente el inconsciente de
Si esto no fuera así, pasaríamos de una transmisión de la quien lo transmite (el giro copernicano del inconsciente en la
experiencia clínica del sujeto del inconsciente a una teoría más modernidad tiene un sello freudiano indeleble) sino porque en
o menos transparente, en el sentido de un saber que “cubriría
por completo algo que en un momento dado se volvería apa-
80.  J. Lacan, De un Otro al otro, op.cit., p. 42. En la siguiente clase, 4 de
diciembre de 1968, del mismo seminario, Lacan vuelve a referirse a la
exclusión de una teoría del inconsciente: “Que haya teoría de la práctica
psicoanalítica, seguramente. Del inconsciente, no, salvo si se quiere
extender lo que ocurre con esta teoría de la práctica psicoanalítica que, del
inconsciente, nos da lo que puede captarse en el campo de esta práctica, y
78.  J. Lacan, La angustia, op.cit., p. 27. nada más”, pp. 59-60.
79.  J. Lacan, Aun, op.cit., p. 38. 81.  J. Lacan, El fracaso del Un-desliz es el amor, op.cit., p.23.

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Daniel Groisman

el “retorno a Freud” que se propone Lacan hay una torsión Sujeto y poder
novedosa que lo introduce como nombre propio. De lo contra-
rio, el inconsciente no daría cuenta de una singularidad sino La deriva foucaulteana entre
de una universalidad abstracta y la problemática de la lengua sujeción y subjetivación
estaría resuelta de una vez y para siempre.
Dar cuenta de la relación entre inconsciente y lenguaje,
en la transmisión del psicoanálisis, implica entonces una vía
performática en la que se busca llevar al mínimo la diferencia
Hernán García Romanutti
entre el objeto del discurso y el discurso mismo. Y es allí donde
lalangue hace su entrada como una lanza que los “atraviesa”.
Por último, así como dijimos que el “objeto voz” es un medio
para el encuentro entre deseo y pulsión82, medio de fisura de la
1. Introducción
representación, lalangue es la marea que desdibuja la frontera
de las significaciones compartidas de la lengua. Ya que, cada Si a Kant le debemos la representación filosófica que asocia
uno, a cada instante, da un retoquecito a la lengua que habla. modernidad y subjetividad, le debemos a Nietzsche la primera
crítica radical de la noción de sujeto. A partir de su interpre-
tación retrospectiva del cogito cartesiano, la filosofía kantiana
se despliega como una teoría del sujeto constituyente consi-
derado como el a priori del conocimiento y la moral. La crítica
nietzscheana consistirá en entender esa pretendida subjetivi-
dad trascendental como un mero efecto de superficie que se
disuelve al historizar el surgimiento de la propia categoría de
sujeto a partir de análisis que complican sus derivas gramati-
cales, metafísicas y epistemológicas con sus derivas morales,
jurídicas y políticas.1
Desde esta perspectiva histórica la metafísica del sujeto se
deshace en el enfrentamiento de las fuerzas que buscan pre-
valecer sobre otras fuerzas. No hay pensamiento, sentimiento,
volición o acto que no sea resultado de un complejo y proviso-
rio equilibrio de fuerzas que luchan por expresarse. El sujeto
mismo –tanto el sujeto del pensar como el sujeto agente– es
una ficción producto de la ilusión gramatical del “yo” y de su
absolutización por la alquimia metafísica que pretende dotar
de unidad a esa multiplicidad de fenómenos psíquicos. Detrás
de esa apariencia sólo existiría una realidad caótica y cambian-
82.  Cfr. D. Groisman, “Fisuras de la representación: acontecimiento
(Badiou), noción pura (Mallarmé) y objeto voz (Lacan). Revista Affectio
Societatis, Vol. 11, Número 21, 2014, pp. 110-128. 1.  Cf. el capítulo de Emmanuel Biset, “Sujeto y metafísica” en el presente.

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Hernán García Romanutti Sujeto y poder

te que Nietzsche llama voluntad de poder. “En lo que respecta a en relación con los otros, a través de la mediación constituida
la superstición de los lógicos: no me cansaré de subrayar una objetivamente por esas relaciones –que nunca son simplemen-
y otra vez un hecho pequeño y exiguo, que esos supersticiosos te relaciones intersubjetivas entre conciencias sino que, por
confiesan a disgusto, –a saber, que un pensamiento viene cuan- el contrario, siempre están mediadas por las normas sociales
do «él» quiere, y no cuando «yo» quiero; de modo que es un que rigen esas relaciones.4 Como lo apunta Judith Butler: “el
falseamiento de la realidad efectiva decir: el sujeto «yo» es la yo no tiene una historia propia que no sea también la historia
condición del predicado «pienso»”.2 de una relación –o un conjunto de relaciones– con una serie de
En la perspectiva de una genealogía de la moral, esa ilu- normas”.5
sión psicológica aparece como el resultado de la obligación En la huella de las investigaciones nietzscheanas, Michel
de rendir cuentas impuesta por un sistema de adjudicación Foucault desarrollará gran parte de su trabajo intelectual como
de responsabilidades y castigos, tras una larga historia que una crítica de la categoría de sujeto, rehusándose a concebirlo
consistió en “hacer al hombre hasta cierto punto necesario, uni- como una instancia de fundación del conocimiento y de la ac-
forme, igual en iguales circunstancias, regular y por lo tanto ción, analizándolo, en cambio, como el efecto de una constitu-
calculable”.3 Al principio de ese largo proceso antropotécnico, ción histórica de las prácticas. Así, en unas conferencias de 1973
el hombre aparece constreñido por la eticidad de las costumbres publicadas bajo el nombre de La verdad y las formas jurídicas,
y la camisa de fuerza social, que encuentran en el castigo una Foucault presenta su tentativa de articular una serie de investi-
fuerza eficaz para grabar a fuego en la memoria las exigencias gaciones previamente desarrolladas en torno a tres cuestiones.
primitivas de la convivencia social. Al final de dicho proceso, En primer lugar, una investigación histórica sobre la formación
encontramos el individuo soberano, –en apariencia– autónomo de distintos dominios de saber a partir de prácticas sociales
y liberado del constreñimiento de las costumbres a fuerza de que definen dominios de objetos y formas de subjetividad,
un trabajo de ascesis obligada que, gracias al dominio de sí, lo perspectiva desde la cual se afirmará que “la verdad misma
hacen dominador también de las circunstancias y de los seres tiene una historia”. En segundo lugar, una investigación me-
de voluntad más corta. El resultado es aquello que la moral lla- todológica acerca del modo en que se puede practicar el aná-
ma “responsabilidad”, entendida como la capacidad de hacer lisis de los discursos concibiéndolos como juegos estratégicos
promesas y responder de sí mismo, y la “conciencia” que se de acción y reacción, de dominación y retracción, es decir, de
arraiga en nosotros y se vuelve un instinto dominante. lucha. Por último, el tercer tema de investigación que se arti-
Una perspectiva como esta implica plantear el problema cularía con los dos anteriores: la reelaboración de una teoría
de la subjetividad, necesariamente, en relación al conjunto de del sujeto, concebido ya no como fundamento intemporal del
normas que constriñen a ese sujeto a la vez que lo constituyen conocimiento y de la acción –a la manera moderna que va de
como tal. Lo que implica también que en una ontología de la Descartes a Kant y más acá– ni como aquello a partir de lo cual
subjetividad no se puede tomar la conciencia como supuesto la verdad se da en la historia, sino más bien como un sujeto que
y punto de partida sino que se trata, por el contrario, de dar se constituye históricamente y que “a cada instante es fundado
cuenta del proceso por el que devenimos sujetos en situación, y vuelto a fundar por ella”. En suma, lo que debe estudiarse es,
según Foucault, la constitución histórica de un sujeto del cono-
2.  F. Nietzsche, Más allá del bien y del mal, trad. A. Sánchez Pascual, Madrid,
Alianza, 1987, p. 38 4.  P. Macherey, Le sujet des normes, París, Ed. Amsterdam, 2014, p. 9
3.  F. Nietzsche, La genealogía de la moral, trad. J. Mardomingo Sierra, Madrid, 5.  J. Butler, Dar cuenta de sí mismo. Violencia ética y responsabilidad, trad. H.
Edaf, 2000, p. 97 Pons, Buenos Aires, Amorrortu, 2009, p. 19

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Hernán García Romanutti Sujeto y poder

cimiento a través de un discurso tomado como un conjunto de de un entramado de normas: ese complicado trabajo crítico de
estrategias que forman parte de las prácticas sociales”.6 nosotros con nosotros mismos –individual y colectivo, siempre
El presente artículo pretende señalar algunos puntos para político– quizás se deje señalar por la elaboración conceptual
pensar la relación problemática y productiva entre el sujeto que coimplica los términos de sujeción y subjetivación.
y las normas, especialmente a partir de lo que podríamos lla-
mar la deriva foucaulteana, entendida como una historización 2. Formas de objetivación/subjetivación
de la categoría de “sujeto” conjugada en un sentido a la vez
epistemológico y político. Para ello se tratará de presentar es- Hacia el final de su producción intelectual, encontramos dos
quemáticamente esa deriva a través de una interpretación re- textos de Foucault en los que hace una interpretación retros-
trospectiva de su pensamiento que hiciera el propio Foucault, pectiva de toda su obra en términos de una historia de lo que
para precisar luego la lectura de una oscilación entre una denomina modos de subjetivación y objetivación. En una
doble forma de comprender y problematizar la subjetividad entrevista de 1983, declara que el verdadero problema que
como sujeción (assujettissement) y como subjetivación (subjeti- vertebra los diversos trabajos de los últimos veinte años no es
vation). Con ello, se intentará elucidar el complejo tratamiento la cuestión del poder por sí misma, sino el intento de “forjar
que Foucault hiciera de la noción a la vez que se presentarán una historia de los diferentes modos por los que, en nuestra
una serie de señalamientos que dan lugar a algunos modos de cultura, los seres humanos son transformados en sujetos”7. Allí
pensar al sujeto que serán desarrollados por otros autores y denomina “modos de objetivación” a estas diversas formas
autoras en la estela foucaulteana. de devenir sujeto y especifica tres campos en los que habría
desplegado el análisis de las mismas. En primer término, la
En ese sentido, quizás estemos retomando aquí el punto en objetivación del sujeto que realizan las formas del saber que
donde concluía el primer capítulo de este libro. Ahí donde la se legitiman con el estatuto de ciencias –entre ellas, Foucault
precaución de evitar diluir la política en una ontología general dedicó especialmente sus investigaciones arqueológicas a las
remite a una ontología desplegada a partir del modo en que el ciencias humanas: aquellas que hacen del hombre un objeto
concepto de sujeto opera en aparatos jurídicos, fijación de dere- del conocimiento (en la forma objetivada de un sujeto hablan-
chos, prácticas políticas, estructuras institucionales: quizás sea te, productivo o viviente, según lo analiza en Las palabras y las
precisamente ése el sentido de lo que Foucault denominó una cosas). En segundo término, la objetivación del sujeto en las
ontología crítica de nosotros mismos, desplegada en diversas prácticas disociativas, particiones normativas por las cuales el
investigaciones históricas. Ahí, también, donde se propone la sujeto es disociado de sí mismo o de los demás sujetos –y se
noción de diferencia para lograr una conceptualización del llega a producir así también un cierto conocimiento de los su-
sujeto a partir de su constitución material y polémica que, elu- jetos en cuanto “locos”, “enfermos” o “delincuentes” a través
diendo la opción dicotómica entre la ruptura acontecimental de ciertas prácticas como la psiquiatría, la medicina clínica o
o el efecto estructural, se presenta como un pliegue al interior la penalidad (tal como fuera analizado en Historia de la locura,
Nacimiento de la clínica, Vigilar y castigar). En tercer término, la
6.  M. Foucault, La verdad y las formas jurídicas, trad. E. Lynch, Barcelona,
forma en que el ser humano se transforma él mismo en un su-
Gedisa, 2003, pp. 11-15. Un poco más adelante, en la misma conferencia,
Foucault confiesa: “Lo más honesto habría sido, quizás, citar apenas un jeto –por ejemplo, el modo en que los humanos han aprendido
nombre, el de Nietzsche, puesto que lo que aquí digo solo tiene sentido si se
lo relaciona con su obra que, en mi opinión, es el mejor, más eficaz y actual 7.  M. Foucault, “Por qué estudiar el poder: la cuestión del sujeto” en
de los modelos que tenemos a mano para llevar a cabo las investigaciones H. Dreyfus y P. Rabinow; Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la
que propongo”, p.18 hermenéutica, Buenos Aires, Nueva visión, 2001, pp. 241-259

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Hernán García Romanutti Sujeto y poder

a reconocerse como sujetos de una “sexualidad” (tal como es A pesar de esta nueva inscripción filosófica –que implica
analizado en Historia de la sexualidad, especialmente en sus últi- desprender de un cierto Kant marginal el proyecto de una on-
mos dos volúmenes). tología crítica del presente9– sigue quedando clara la diferencia
Respecto a esta interpretación retrospectiva de sí mismo con el proyecto kantiano, pues no se trata aquí de analizar
(o, al menos, de su propia obra: esta objetivación de su trabajo las condiciones formales de una relación con el objeto o las
crítico) cabría plantear un par de cuestiones. En primer lugar, condiciones empíricas en las que un sujeto puede inteligir un
destacar que, si bien la reordenación de sus diversas investi- objeto dado en la realidad. La perspectiva foucaulteana –que
gaciones se hace a partir de tres modos de objetivación que tanto debe a Nietzsche– implica una historia de las prácticas en
transforman a los humanos en sujetos, la idea de una objeti- las que el sujeto aparece no como instancia de fundación del
vación –que se repite y acentúa al referir los dos primeros– no conocimiento y la historia, sino él mismo como efecto de una
vuelve a aparecer en el último campo de análisis: allí se trata constitución histórica. En esa historia de las prácticas, precisa-
de los modos en que el ser humano “se transforma él mismo mente, aparecen como correlativos los modos de subjetivación
en sujeto” a través de las prácticas de sí que son estudiadas y de objetivación.
en la denominada obra ética de Foucault. Esto nos lleva a una Los modos de subjetivación, por un lado, estarían dados
segunda cuestión: ¿por qué hablar de modos de objetivación por las condiciones a las que está sometido el sujeto, la po-
cuando aquello de lo que se trata es de convertir a los seres sición que debe ocupar en el contexto de los discursos y las
humanos en sujetos? ¿Cómo es entendida en este contexto la prácticas institucionales para llegar a ser sujeto legítimo de
subjetividad y cuál es la estrategia para analizarla a partir de cierto tipo de conocimiento. Los modos de objetivación, por
los discursos y las prácticas que la definen como el objeto de su parte, refieren las condiciones según las cuales algo puede
un conocimiento posible? ¿Cuál es la relación entre los modos llegar a ser objeto para un conocimiento posible, los métodos
de objetivación y lo que en otras ocasiones Foucault denomina de análisis y las estrategias de problematización de un objeto a
también modos de subjetivación? conocer. La correlación entre modos de subjetivación y modos
En efecto, en un segundo texto Foucault vuelve a hablar de de objetivación determina el análisis de los distintos juegos de
los modos de objetivación al hacer una nueva interpretación, po- verdad que permiten realizar una historia de las veredicciones:
niéndolos en relación con lo que entonces denomina los modos un análisis de las formas según las cuales los discursos que son
de subjetivación. Si los textos de los tempranos años ´70 se colo- susceptibles de ser considerados verdaderos (o falsos) se arti-
caban bajo el influjo de Nietzsche para criticar el sujeto trascen- culan en un campo particular. De esta manera se podría trazar
dental kantiano, en este texto de 1984 Foucault inscribe su obra una historia de lo que Foucault llama “la política de la verdad”:
en la tradición crítica de Kant, bajo el proyecto de realizar una los mecanismos y las instancias que permiten distinguir los
“historia crítica del pensamiento”: “[s]i por pensamiento se en- enunciados verdaderos o falsos y la manera en que se sanciona
tiende el acto que plantea, en sus diversas relaciones posibles, unos y otros a través de diversas técnicas y procedimientos que
un sujeto y un objeto, una historia crítica del pensamiento sería son valorados para la obtención de la verdad; el estatuto de
un análisis de las condiciones en las que se han formado o mo-
dificado ciertas relaciones entre sujeto y objeto, en la medida
en que éstas constituyen un saber posible.”8

8.  M. Foucault, “Foucault”, en: Estética, ética y hermenéutica, trad. A. 9.  M. Foucault, ¿Qué es la Ilustración?, trad. S. Mattoni, Córdoba, Alción,
Gabilondo, Barcelona, Paidós, 1999, pp. 363-368 1996.

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Hernán García Romanutti Sujeto y poder

aquellos que tienen la función de decir lo que funciona como de Kant, en contra de una analítica de la verdad realizada en
verdadero.10 términos trascendentales-metafísicos tal como puede leerse
En principio, parece haber resonancias heideggerianas en las tres grandes Críticas, el ethos de una modernidad como
en el señalamiento de una cierta correlatividad entre modos pregunta por el presente histórico bajo la forma de un trabajo
de subjetivación y modos de objetivación. Para Heidegger la crítico de nosotros sobre nosotros mismos a la luz del aconteci-
modernidad es precisamente aquella época en que el hombre miento histórico de la propia actualidad.13
se convierte en sujeto a partir de una determinación, bajo el Foucault considera que los juegos de verdad, aquellos que
esquema de la representación, del mundo en términos de obje- determinan las condiciones de lo que puede ser reputado
tualidad. La verdad del ser aparece entonces, en este capítulo verdadero y lo falso, constituyen al ser como experiencia.14
de la historia de la metafísica, asegurada en los términos de Pero esa experiencia es entendida y analizada en el contexto
una certeza indubitable por el sujeto fundante de todo conoci- de prácticas históricas concretas: el discurso psiquiátrico y las
miento y todo programa de acción.11 Foucault despliega sus in- prácticas asilares en relación a la locura, el discurso y las prácti-
vestigaciones históricas –que, por otra parte, se retrotraen más cas médicas en relación a la enfermedad, el discurso criminoló-
allá de la modernidad– dentro de una correlación entre modos gico y las prácticas disciplinarias en relación a la penalidad, los
de subjetivación y modos de objetivación según la cual los discursos y las prácticas que hacen de la sexualidad el objeto
hombres devienen en sujetos para un conocimiento posible. Si de una problematización posible. Como puede observarse en
bien la crítica al humanismo está presente tanto en Heidegger esa rápida enumeración, la problematización foucaulteana no
como en Foucault y en ambos se trata de pensar una historia se plantea, en principio, respecto del conocimiento en general
de la verdad que dé cuenta de la historicidad de la categoría sino, muy especialmente, para interrogar aquellos juegos de
de sujeto, los objetivos de ambos proyectos filosóficos son bien verdad en los que el sujeto mismo aparece como objeto de
dispares e implican dos apuestas políticas bien diferentes: un saber posible. Es por eso que la correlación entre modos
si para Heidegger se trata de despejar la posibilidad de una de subjetivación y modos de objetivación, inherentes a la con-
pregunta por el ser desbrozándola de todo antropologismo, formación de cualquier saber, es estudiada específicamente en
para Foucault se trata de hacer la experiencia teórico-práctica aquellos procesos que hacen que el sujeto pueda llegar a ser, en
de nuestros límites históricamente constituidos para intentar cuanto sujeto, objeto de conocimiento.15
también su franqueamiento allí donde sea posible y hacia Sin embargo, rechazar el recurso filosófico a un sujeto cons-
donde sea deseable.12 Precisamente por eso Foucault rescatará tituyente no implica negar la existencia del sujeto en provecho
de una objetividad pura o según una determinación estructu-
10.  M. Foucault, “Verdad y poder”, en: Microfísica del poder, trad. J Varela y ral inexorable. Por el contrario, se trata de hacer aparecer los
F. Alvarez-Uría, Barcelona, La Piqueta, 1994, p. 187. La primera alusión de procesos propios de una experiencia en la que el sujeto y el ob-
Foucault a una “historia política de la verdad” se encuentra en las ya citadas
conferencias de 1973, M. Foucault, La verdad y las formas jurídicas, op cit, p. 29
caracterizan”; citado por Frédéric Gros en: M. Foucault, Hermenéutica del
11.  M. Heidegger, “La época de la imagen del mundo” en Caminos de bosque, sujeto, trad. H. Pons, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2009, p.
trad. H. Cortés y A. Leyte, Madrid, Alianza, 2010, pp. 63-90 495
12.  En los papeles preparatorios de una conferencia que dictaría en 13.  M. Foucault, ¿Qué es la Ilustración?, op cit
1981, Foucault escribe: “Para Heidegger el conocimiento del objeto selló
14.  M. Foucault, Historia de la sexualidad II. El uso de los placeres, trad. M.
el olvido del Ser a partir de la tekhne occidental. Demos vuelta la cuestión
Soler, Méjico, Siglo XXI, 1999, p. 10
y preguntémonos a partir de qué tekhnai se formó el sujeto occidental
y se iniciaron los juegos de verdad y error, libertad y coacción que los 15.  M. Foucault, “Foucault”, op cit, pp. 364-365

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Hernán García Romanutti Sujeto y poder

jeto “se forman y se transforman” uno en relación con el otro, como producción de una serie de fuerzas que se encuentran
abriendo un campo de experiencia donde el sujeto y el objeto en disputa, a través de una serie de “luchas, victorias, heridas,
se constituyen en relación bajo ciertas condiciones: así no de- dominaciones, servidumbres” que se sospechan por debajo de
jan de modificarse uno en relación con el otro transformando la proliferación y el control de los discursos. La herencia niet-
también el propio campo de experiencia posible.16 Una histo- zscheana, ya clara en esa lección inaugural, se haría aún más
ria del pensamiento tal como la concibe y la practica Foucault explícita un año más tarde, en el texto Nietzsche, la genealogía,
implica analizar la constitución de este campo de experiencias la historia. Aquí se delinea la tarea del genealogista como una
a partir de la correlación entre regímenes de saber, tipos de detección de los “comienzos” (Herkunft) y las “emergencias”
normatividad y formas de subjetividad.17 Si ese juego es impo- (Entstehung) históricas por oposición al origen (Ursprung) su-
sible de clausurar y queda estructuralmente abierto –necesa- prahistórico que la metafísica pretende buscar en su modo de
ria apertura de la que vive la historia y el complicado trabajo pensar la historia: mientras los comienzos están asociados a
histórico-crítico que da consistencia a la libertad– es porque todo lo atinente a la materialidad del cuerpo, las emergencias
las condiciones estructurales que hacen del sujeto un objeto de históricas se opondrían a toda idea de teleología histórica, ha-
saber y de regulaciones normativas no impiden la transforma- ciendo aparecer “los diversos sistemas de sumisión: no tanto el
ción de ese campo por parte de los propios sujetos así consti- poder anticipador de un sentido cuanto el juego azaroso de las
tuidos. Por eso mismo este panorama nos permite rastrear en dominaciones”.19
la deriva foucaulteana alrededor de la subjetividad elementos En la articulación entre los análisis arqueológicos de las for-
para pensar cierta relación entre sujeción y subjetivación. maciones discursivas y la genealogía que explica la constitución
del sujeto de conocimiento y los dominios de objetos por recur-
3. Sujeción so a las prácticas sociales históricas, el poder se vuelve un pro-
blema de primer orden para Foucault y su análisis se hará bajo
A partir de su enseñanza en el Collège de France, desde 1970, la forma de lo que más tarde llamaría “la hipótesis Nietzsche”:
Foucault reorientará sus análisis de los discursos de saber una concepción del poder en términos de enfrentamiento de
hacia un análisis de las relaciones de poder en su articulación fuerzas, de la dominación y el sometimiento. El sujeto aparece
con los regímenes de producción de la verdad. Se plantea, ya entonces como una instancia al interior del campo del saber
desde la lección inaugural en la que presenta el marco general constituido históricamente (a la vez: posiciones de sujeto en
de las investigaciones por venir, la cuestión de saber cuál ha las formaciones discursivas y objeto del conocimiento en el
sido y cuál es a través de nuestros discursos la voluntad de caso particular de las ciencias humanas) pero también como
verdad que ha atravesado tantos siglos de nuestra historia, un efecto político de prácticas de dominación. Tras la huella
voluntad de saber detrás de la cual “se ve dibujarse algo así de Nietzsche –pero también de Marx– se trata de determinar,
como un sistema de exclusión (sistema histórico, modificable, entonces, el modo en que los individuos son sometidos a cier-
institucionalmente coactivo).”18 Es la verdad pensada no como tas tecnologías de poder que los producen e intentan extraer
desciframiento de un sentido o develamiento de un origen sino de ellos un máximo de fuerzas productivas asegurándose un
mínimo de desobediencia. El sujeto es, desde esta perspectiva,
16.  Ibíd., p. 366 a la vez un efecto de la objetivación del discurso de las ciencias
17.  M. Foucault, Historia de la sexualidad II, op cit, p. 8
18.  M. Foucault, El orden del discurso, trad. A. González Troyano, Buenos 19.  M. Foucault, “Nietzsche, la genealogía, la historia”, en: Microfísica del
Aires, Tusquets, 1992, pp. 15-16 poder, op cit, pág 15

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Hernán García Romanutti Sujeto y poder

humanas y el resultado de las técnicas del poder disciplinario pado en un sistema de vigilancia y sometido a procedimientos
que procuran asegurar sutilmente la sujeción política. de normalización”.23 El resultado es un reenvío constante entre
Al estudiar el poder disciplinario, Foucault sostiene que el el discurso de las ciencias humanas y el discurso humanista,
individuo es el resultado de todo un conjunto de mecanismos en beneficio de la sujeción de los individuos al poder normali-
y procedimientos que fijan el poder político al cuerpo: debido zador de las disciplinas.24 Frente al modelo jurídico-político de
a que el cuerpo fue “subjetivizado” –esto es, la función sujeto la soberanía, que intenta legitimar el poder (o ponerle límites
se fijó en él–, gracias a que fue psicologizado y normalizado, cuando ese poder sea considerado ilegítimo) por medio del
resultó posible la emergencia del individuo. “La disciplina derecho se trataría, en cambio, de analizar el hecho desnudo
‘fabrica’ individuos: es la técnica específica de un poder que de la dominación.25
toma a los individuos a la vez por objetos y por instrumen- Desde esta perspectiva, el sujeto es pensado bajo la forma de
tos de su ejercicio”20. Las ciencias del hombre, consideradas la sujeción (assujettissement): un mero efecto de los dispositivos
en todo caso como ciencias del individuo, no son más que el del poder disciplinario que constituyen su subjetividad dócil y
resultado de toda esta serie de procedimientos.21 Existe, según sometida a través de una serie de constantes intervenciones en
Foucault, toda una técnica destinada a construir efectivamente el cuerpo, con la consiguiente psicologización o fabricación del
los individuos como elementos correlativos de un poder y de alma individual. En ese sentido, Vigilar y castigar podría leerse
un saber. Por eso mismo, hay que dejar de describir los efectos como una extensa y compleja nota al pie de aquel parágrafo
de poder en términos puramente negativos, como si se tratara de La genealogía de la moral que reconstruíamos en la primera
de la represión o la censura de una libertad, o la ocultación sección: la conciencia como una producción del sistema de ad-
o enmascaramiento de una verdad. El poder es productivo, judicación de la responsabilidad y de las técnicas del castigo.
produce lo real, produce dominios de objetos y rituales de ver- El sujeto, entonces, como aquello que está sujeto a un conjunto
dad: el individuo y el conocimiento que se puede obtener de él de técnicas y saberes que hacen de él un individuo sometido:
revelan esta producción.22 una fuerza vencida, calculada, orientada, doblegada, produci-
Desde este mismo punto de vista, Foucault criticará tam- da por otras fuerzas a las que se acopla y que extraen de ese
bién el discurso jurídico-político encarnado en la filosofía del acoplamiento el doble rédito de la producción económica y la
contractualismo que va de Hobbes a la Revolución Francesa. obediencia política.
Habría “una especie de tenaza jurídico-disciplinaria del indi- Este modo de entender las relaciones de poder y sus efec-
vidualismo” en la que el individuo aparece, por un lado, como tos de sujeción parece reducir la subjetividad a una dimensión
sujeto abstracto definido por derechos individuales, al que nin- meramente pasiva, de la que sólo cabría dar cuenta a través
gún poder puede limitar salvo si él lo acepta por contrato, y, a
la misma vez, el desarrollo de toda una tecnología disciplina- 23.  M. Foucault, El poder psiquiátrico, op cit, p. 79
ria que puso de manifiesto al individuo como elemento de las 24.  Ibíd., pp. 79-80
fuerzas productivas y políticas; “como un cuerpo sujeto, atra- 25.  “Más que orientar la investigación sobre el poder por el lado del edificio
jurídico de la soberanía, por el lado de los aparatos de Estado y de las
20.  M. Foucault, Vigilar y castigar, trad. A. Garzón del Camino, Buenos ideologías que lo acompañan, creo que el análisis del poder debe encauzarse
Aires, Siglo XXI, 2004, p.172 hacia la dominación (y no hacia la soberanía), los operadores materiales,
las formas de sometimiento, las conexiones y utilizaciones de los sistemas
21.  M. Foucault, El poder psiquiátrico, trad. H. Pons, Buenos Aires, Fondo de
locales de ese sometimiento y, por fin, hacia los dispositivos de saber”, M.
Cultura Económica, 2007, p.78
Foucault, Defender la sociedad, trad. H. Pons, Buenos Aires, Fondo de Cultura
22.  M. Foucault, Vigilar y castigar, op cit, pp. 195-196 Económica, 2008, p. 42

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Hernán García Romanutti Sujeto y poder

de un análisis de los procedimientos por los cuales el sujeto es Si en la primera mitad de los años ´70 oponía el modelo
constituido como tal. Sin embargo, tan pronto como Foucault jurídico (el poder como ley, prohibición, institución) al modelo
esclarece su noción de poder como relación de fuerzas ya está bélico (estrategias en términos de relaciones de fuerza) para
presente la invocación de la posibilidad de resistencia que es optar por el segundo y desplegar el análisis de las relaciones
inherente a esa forma relacional. de poder en términos de dominación, hacia 1978 esa concepción
En el primer volumen de Historia de la sexualidad, publicado entraría en crisis y sería reformulada dando lugar a una con-
en 1976, Foucault aclarará que las relaciones de poder “sólo cepción estratégica del poder como gobierno de las conductas.
existen en función de una multiplicidad de puntos de resis- Esa transformación puede entenderse como una respuesta de
tencia; aquellas que juegan, en la relación de poder, el rol de Foucault a las críticas de las que fuera objeto el modelo bélico
adversario, de blanco, de apoyo, de monta para una aprehen- por su incapacidad para dar cuenta cabalmente de las prácticas
sión”26. De lo que se trata, entonces, es de negar la idea de un de resistencia inherentes a toda relación de poder.
lugar privilegiado, un único ámbito de rechazo al poder, para La noción de gobierno implica concebir las relaciones de
identificar los innumerables puntos de resistencia dispersos poder ya no como tecnologías de dominación, intervención
por todos los espacios donde se ejercen las relaciones de po- directa e inmediata sobre el cuerpo de los otros, sino a partir
der: “es sin dudas la codificación estratégica de esos puntos de la regulación de la conducta de los sujetos, por medio de
de resistencia la que vuelve posible una revolución, un poco unas tecnologías específicas que intervienen, presuponiendo la
como el Estado reposa sobre la integración institucional de las libertad de aquellos, sobre el campo posible de sus acciones. Se
relaciones de poder”27. trata de “guiar” a los sujetos interviniendo en su medio, en sus
Ahora bien, una de las consideraciones de método que hace representaciones y sus cálculos antes que de producirlos disci-
allí Foucault sostiene que las relaciones de poder son “a la vez plinariamente haciendo que esas fuerzas anónimas que según
intencionales y no subjetivas”28, lo que significa que si bien no el modelo bélico aparecían azarosamente en la historia sean
hay ejercicio de poder que no tienda a uno o varios objetivos vistas ahora como prácticas que se ejercen siempre conforme
específicos esto no implica que sea un sujeto quien guíe su ra- una cierta racionalidad.
cionalidad. Pero entonces, si se trata de estudiar el poder como Al suponer las prácticas de libertad como reverso necesario
una relación asimétrica y es precisamente el carácter relacional de las relaciones de poder, los cursos de 1978 y 1979 introdu-
lo que mantiene siempre abierta la posibilidad de revertir esa cirán la noción de gubernamentalidad como una grilla de inteli-
situación: ¿cómo sustraerse a las mallas del poder? ¿Cómo ha gibilidad para analizar el campo estratégico de las relaciones
de ejercerse la resistencia, el rechazo, la insumisión? Desplegar de poder en cuyo seno se establecen los tipos de conducta que
estas preguntas implica plantear, a un tiempo, el problema caracterizan al gobierno. Foucault define este término según
de la subjetividad como sujeción y como desujeción. Foucault tres sentidos: en primer lugar, “el conjunto constituido por las
rearticulará esta cuestión a través de un desplazamiento de la instituciones, los procedimientos, los análisis y las reflexio-
idea de poder como dominación y sometimiento a la idea de nes, los cálculos y las tácticas que permiten ejercer esa forma
gobierno como regulación de la libertad. bien específica, aunque muy compleja de poder, que tiene
por blanco principal la población, por forma mayor de saber
26.  M. Foucault, Historia de la sexualidad vol I. La voluntad de saber, trad. U. la economía política y por instrumento técnico esencial los
Guiñazú, Buenos Aires, Siglo XXI, 2002, p. 126 dispositivos de seguridad”. En segundo lugar, “la tendencia,
27.  Ibid, p. 127 la línea de fuerza que en todo Occidente no dejó de conducir,
28.  Ibid, p. 124 y desde hace mucho, hacia la preeminencia del tipo de poder

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Hernán García Romanutti Sujeto y poder

que podemos llamar gobierno sobre todos los demás: soberanía como campo estratégico, retrazar la cuestión del sujeto en rela-
y disciplina, que indujo, por un lado, el desarrollo de toda una ción al poder y a la verdad implica una apuesta ontológica: una
serie de aparatos específicos de gobierno y, por otro, el desa- historia crítica del modo en que llegamos a ser lo que somos, a
rrollo de toda una serie de saberes”. Por último, “el resultado constituirnos en sujetos del pensamiento y la acción. De todas
del proceso, por el cual el Estado de justicia de la Edad Media maneras, para esclarecer ese punto aún debemos volver a la
convertido en el Estado administrativo durante los siglos XV y pregunta sobre lo que Foucault, sobre el final de su decurso
XVI, se gubernamentalizó poco a poco”29. intelectual, denominaría “modos de subjetivación”.
En el contexto de esos dos cursos, en mayo de 1978, Foucault
pronunciará una conferencia donde presenta una idea de crítica 4. Subjetivación
como “el arte de no ser gobernados de determinada manera”30,
lo que consistirá un marco conceptual para explicar las prác- Con la idea de crítica, la noción de resistencia inscripta a toda
ticas de resistencia más consistentemente que con el anterior relación de poder se torna más reflexiva: la de-sujeción implica
modelo de la guerra y la dominación. La crítica como un ethos, una cierta interrupción producto de un movimiento del sujeto
como una actitud de cuestionadora libertad, implica retrazar el en relación a los regímenes de verdad y los dispositivos de po-
problema del poder-saber en términos del conjunto de relacio- der que lo capturaban. Así como en los cursos de 1978 y 1979
nes entre el poder, el sujeto y la verdad. “Si la gubernamenta- se producía un desplazamiento desde el poder al gobierno, en
lización es ese movimiento por el cual se trataba en la realidad el curso de 1980 asistimos a un desplazamiento desde el saber
misma de una práctica social de sujetar a los individuos a tra- a la verdad, haciendo lugar a la pregunta por los modos de
vés de esos mecanismos de poder que apelan a una verdad, subjetivación.
pues bien, yo diría que la crítica, es el movimiento por el cual Allí ya no se hablará del gobierno de las poblaciones a tra-
el sujeto se atribuye el derecho de interrogar la verdad por sus vés de una serie de dispositivos de seguridad que se apoyan en
efectos de poder y al poder por sus discursos de verdad”31. La determinadas racionalidades políticas, sino del gobierno de los
crítica es, entonces, el arte de la inservidumbre voluntaria, o hombres por la verdad: se trata, precisamente, de pensar el su-
la indocilidad reflexiva: “tendría esencialmente por función jeto en su relación con lo verdadero. En ese contexto aparecerá
la desujeción en el juego de lo que se podría denominar, en por primera vez la noción de subjetivación, en relación con lo
una palabra, la política de la verdad”. La crítica es la efectua- que Foucault llama aleturgia: el conjunto de los procedimientos
ción de un movimiento por el cual el sujeto se vuelve hacia por los cuales los individuos son convocados a manifestar lo
las condiciones de su sujeción a un cierto régimen de verdad que ellos mismos son. La subjetivación aparece entonces como
para interrumpirlas y desasirse de sus efectos normativizan- la inscripción del “yo” en esos procedimientos aletúrgicos,
tes. Desde la perspectiva de la gubernamentalidad concebida la manifestación de la verdad del sujeto por el sujeto mismo.
La vieja pregunta por las relaciones de poder-saber se ve así
desplazada por esta otra: “¿por qué, en nuestra sociedad, el
29.  M. Foucault, Seguridad, territorio, población, trad. H. Pons, Buenos Aires,
ejercicio del poder como gobierno de los hombres exige no solo
Fondo de Cultura Económica, 2006, p. 136
actos de obediencia y sumisión sino además actos de verdad
30.  Michel Foucault “¿Qué es la crítica? (Crítica y Aufklärung)”, en: Daimon.
en los que los individuos, que son sujetos de la relación de po-
Revista de Filosofía, N° 11, 1995, pp 5-25. Esta conferencia, dictada en 1978,
debe ser leída en relación, especialmente, a la clase del 1° de marzo de ese der, son también sujetos como actores, espectadores, testigos
mismo año, del curso Seguridad, territorio, población.
31.  Ídem

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Hernán García Romanutti Sujeto y poder

en el procedimiento de manifestación de la verdad?”32. En el Si bien la idea de “régimen de verdad” implica la existencia


curso de ese año el problema histórico de la relación entre el de obligatoriedad de ciertos actos de verdad en la aleturgia de
gobierno de los hombres y los actos reflexivos de verdad es la manifestación de sí, la relación que el sujeto puede entablar
investigado en el acto de la confesión y la remisión de las faltas con esos actos es de distanciamiento, valiéndose de un cierto
en la tradición cristiana a través de las prácticas del bautismo, movimiento que resulta de un acto de “mi voluntad, decisión
la penitencia y la dirección de conciencia. y esfuerzo de desatar el lazo que me liga al poder”. Cuando
Podemos percibir, en la distancia que media entre la formu- Michel Senellnart se pregunta por el significado de “régimen
lación de la pregunta y los actos aletúrgicos en los que se des- de verdad” en la obra de Foucault, señala cierta variación en
pliega históricamente, una cierta oscilación entre un sentido de ese concepto entre su aparición, en el curso de 1979 (Nacimiento
sujeción y otro de desujeción: ¿es la subjetivación aletúrgica un de la biopolítica) y en el curso de 1980 (El gobierno de los vivos).
acto de libertad o de sometimiento? ¿Cuáles son los procedi- Mientras que en 1979 significaba un conjunto de reglas que
mientos y las formas, cuáles las prescripciones y las reglas a las permiten determinar, respecto de un discurso dado, qué tipo
que se ajusta ese decir veraz sobre uno mismo y cuáles pueden de enunciados serán susceptibles de funcionar como verda-
ser, por tanto, los efectos liberadores –o captores– que regulan deros, al año siguiente apunta a la relación entre los proce-
esa manifestación del sujeto sobre sí mismo? dimientos de manifestación de lo verdadero (aleturgia) y las
formas de participación del sujeto (operador, testigo, objeto).
En ese sentido, en otra clase del mismo curso Foucault se- “Al hablar de régimen no se designa un sistema de coacciones
ñala sus críticas hacia un modo de plantear las relaciones entre que se ejercen desde fuera sobre el individuo (sujeto en sentido
verdad y poder en cierta tradición de la filosofía política: éste pasivo); pero tampoco la actividad por la que ese individuo,
consistiría en preguntarse, presuponiendo el lazo voluntario en relación con la verdad dada, se constituye como sujeto (en
que liga al sujeto con la verdad, qué puedo decir sobre el lazo sentido activo). El régimen designa el tipo de obligaciones es-
involuntario que nos somete al poder –es el modo que supone pecíficas a las cuales se somete el individuo en el acto por el
la teoría de la ideología que opone la verdad a la distorsión del cual se erige en agente de una manifestación de la verdad”.34
poder. Frente a él, se trataría de preguntar, en cambio: Al sustituir el esquema poder-saber por el análisis del gobierno
por la verdad, se logra salir de un esquema por el cual el sujeto
[H]abida cuenta de mi voluntad, decisión y esfuerzo
quedaba puramente objetivado, haciendo lugar a las prácticas
de desatar el lazo que me liga al poder, ¿qué pasa
entonces con el sujeto del conocimiento y la verdad? de subjetivación por medio de las cuales los sujetos pueden
No es la crítica de las representaciones en términos transformarse a sí mismos; pero esas prácticas –y aquí se trata
de verdad y falsedad, o de ideología y ciencia, la que de la confesión– son estudiadas en referencia al tipo de obliga-
debe servir de indicador para definir la legitimidad ciones que las rigen y, de algún modo, compelen y constriñen
o ilegitimidad del poder. Es el movimiento para des- al sujeto que manifiesta la verdad de sí mismo en los términos.
prenderse del poder el que debe servir de revelador
Habrá que esperar hasta el curso del año siguiente para que
a las transformaciones del sujeto y de la relación que
el análisis aletúrgico acentúe esa dimensión activa de la auto-
este mantiene con la verdad.33
producción subjetiva, en el contexto del estudio sobre las artes
de la existencia en la antigüedad grecolatina. En las prácticas
32.  M. Foucault, El gobierno de los vivos, trad. H. Pons, Buenos Aires, Fondo
de Cultura Económica, 2014, pp. 105-106
34.  “Situación del curso” en M. Foucault, El gobierno de los vivos, op cit, pp.
33.  Ibid, pp. 98-99 388-389

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cristianas de la confesión el sujeto estaba bajo obligación de de- Ese sentido activo de la subjetivación, en el anudamiento
cir la verdad sobre sí mismo y bajo el imperativo de obediencia entre verdad y sujeto, se acentuará aún más en los últimos dos
a otro, que justificaba esa renuncia de sí en pos de la salva- cursos dictados por Foucault en los años 1983 (El gobierno de sí
ción del alma. En el curso de 1981 –sugerentemente titulado y de los otros) y 1984 (El coraje de la verdad), dedicados a la no-
Subjetividad y verdad– el objeto de las investigaciones foucaul- ción de parrhesía. Ésta, que había aparecido en el curso de 1982
teanas serán las “tecnologías del yo” o “prácticas de sí”: una como una cualidad necesaria para las técnicas de dirección de
reflexión sobre los modos de vida, las elecciones de existencia, conciencia (como hablar franco que establece la relación entre
el modo de regular la conducta y de fijarse uno mismo fines y maestro de existencia y quien lo elige en la búsqueda de consti-
medios.35 Estas tecnologías del yo (en el sentido del francés soi tuir una relación adecuada consigo mismo) será retomada como
o del inglés self: el sí mismo como objeto reflexivo) representan motivo principal en un análisis de su dimensión ético-política,
una matriz de la razón práctica junto con las tecnologías de inscripta en la encrucijada de la obligación de decir la verdad,
producción de objetos, las tecnologías de sistemas de signos las técnicas de la gubernamentalidad y la constitución de la
que posibilitan la significación y la comunicación, y las tecno- relación consigo mismo.38 De esta manera se desplegará una
logías de poder que determinan la conducta de los individuos, ontología de las veredicciones que no plantea a los discursos
los someten a cierto tipo de fines o de dominación, y producen verdaderos la cuestión de las formas intrínsecas que los hacen
una determinada objetivación del sujeto. A diferencia de las válidos sino la de los modos de ser que ellos implican para el
tecnologías de producción, de significación y de dominación, sujeto que los utiliza39.
las tecnologías del yo “permiten a los individuos efectuar, por En ese sentido, el curso de 1983 se dedicará especialmente
cuenta propia o con la ayuda de otros, cierto número de ope- al estudio de la parrhesía política, en su doble vertiente demo-
raciones sobre su cuerpo y su alma, pensamientos, conducta, crática (como palabra pública dirigida al conjunto de los ciuda-
o cualquier forma de ser, obteniendo así una transformación danos por un individuo que pretende imponer su concepción
de sí mismos con el fin de alcanzar cierto estado de felicidad, de interés general) y autocrática (como palabra privada que
pureza, sabiduría o inmortalidad”.36 A través del estudio de el filósofo dirige al alma del príncipe para incitarlo a dirigirse
estas “técnicas de sí” –estudio que tendrá su prolongación en bien a sí mismo y a sus gobernados). El curso del año siguiente
el curso Hermenéutica del sujeto, dictado en 1982 y dedicado a señalará la diferenciación ética de los sujetos como una puesta
las prácticas del cuidado de sí– la noción de subjetivación, que a prueba de la vida, la propia y la del otro, por una palabra de
había sido introducida para problematizar el modo de relación verdad –diferenciación ética clave para la democracia atenien-
entre el sujeto y la verdad, ya no es concebida a partir de la se, extremada luego en el estilo de vida cínico.
obediencia a un poder exterior sino a partir de la constitución
ética del sujeto por medio de un conjunto de prácticas que, si
bien también se encuentran reguladas, son objeto de una elec- existencia de la tradición filosófica grecolatina y del director de conciencia
ción existencial.37 cristiano. Mientras que el primero es quien habla dirigiéndose a su
interlocutor para instruirlo en un modo de existencia que el sujeto elegía
35.  M. Foucault, Subjectivité et verité, Paris, Gallimard, 2014 libremente, el segundo escucha para arrancar la confesión del sujeto con
vistas al necesario renunciamiento de sí que en la hermenéutica cristiana se
36.  M. Foucault, “Les techniques de soi” en: Dits et écrits II, Paris, Gallimard,
exige para asegurar la salvación del alma.
2001, p. 1604. Versión en castellano en: Tecnologías del yo y otros textos afines,
trad. M. Allendesalazar, Barcelona, Paidós, 1996, p.49 38.  M. Foucault, El gobierno de sí y de los otros, trad. H. Pons, Buenos Aires,
Fondo de Cultura Económica, 2009, pp.58-61
37.  Allí, Foucault estudia muy especialmente las técnicas de dirección
de conciencia de la antigüedad y contrapone las figuras del maestro de 39.  Ibid, p. 316

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Hernán García Romanutti Sujeto y poder

Lo definitorio de la idea parrhesía es el riesgo cierto que se maciones subjetivas en las costumbres del paganismo y del
corre al establecer una relación de la propia subjetividad con la cristianismo primitivo. La cuestión de las prácticas de sí por
verdad: así como Sócrates –cuya muerte da origen al conflicto las que los sujetos se transforman a sí mismos en relación a un
entre filosofía y política– es la figura emblemática de la parrhesía conjunto de prescripciones desplaza al interés exclusivo en el
ética, la escena matricial de la parrhesía política será el encuen- fenómeno de la sexualidad: el conjunto de los consejos, pres-
tro de Platón con el tirano Dionisio que configura una relación cripciones y regulaciones en torno a ésta sería sólo un ejemplo
riesgosa del decir veraz del filósofo ante el poder. Pensada de dentro de las diversas prácticas de autoconstitución subjetiva.
esta manera, la filosofía no se reduce a un sistema de conoci- Desde esta perspectiva, en la introducción al segundo vo-
mientos sino que constituye una práctica de sí en relación a la lumen (en donde intenta dar cuenta de las modificaciones res-
verdad que debe someter a la prueba de la confrontación acti- pecto del proyecto original) Foucault despliega los supuestos
va con el poder. En esta invocación de “lo real” de la filosofía conceptuales de una historia de las formas de subjetivación en
podemos leer el mismo impulso que Foucault traducía en su relación al modo en que las prácticas son reguladas normativa-
noción de crítica en 1978 o en su indicación del movimiento mente. Allí se especifica que por moral puede entenderse, en
para desprenderse del poder como un índice revelador de las primer término, el código moral: “un conjunto de valores y de
transformaciones del sujeto y de la relación que este mantiene reglas de acción que se proponen a los individuos y a los gru-
con la verdad, tal como la planteaba en el curso de 1980.40 pos por medio de aparatos prescriptivos diversos, como pue-
Del conjunto complejo de todas esas investigaciones en tor- den serlo la familia, las instituciones educativas, las iglesias”,
no a las “prácticas de sí” o “tecnologías del yo”, finalmente se- bajo la forma de una doctrina coherente y explícita, o bien bajo
rán publicadas sólo algunas en los volúmenes segundo y terce- la forma de una transmisión difusa y no completamente sis-
ro de la Historia de la sexualidad, en 1984 –el año de la muerte de tematizada, en la forma de “un juego complejo de elementos
Michel Foucault. Después de ocho años de aparecido el primer que se compensan, se corrigen y se anulan en ciertos puntos,
volumen, publicado en 1976, el plan original (que proyectaba permitiendo así compromisos y escapatorias”. Pero por moral
seis volúmenes) había sido marcadamente modificado por el también puede entenderse la moralidad de los comportamientos,
resultado de los cursos dictados mientras tanto en el Collège de es decir, la relación de las prácticas con el sistema de prescrip-
France. Sin embargo, una idea fuerza se mantendrá en el pro- ciones, “el comportamiento real de los individuos en su rela-
yecto de una historia de la sexualidad, aunque reformulada ción con las reglas y valores que se les proponen, la forma en
en otros términos: no se trata de estudiar la evolución de los que se someten más o menos completamente a un principio
comportamientos sexuales ni las representaciones que rigen de conducta, en que obedecen una prohibición o prescripción
la sexualidad humana sino más bien de realizar una historia o se resisten a ella”. A estos dos aspectos Foucault agrega un
de las relaciones entre la obligación de decir la verdad y las tercero, el estudio de las prácticas de sí: “la manera en que debe
prohibiciones sobre la sexualidad, bajo la siguiente pregunta: constituirse uno mismo como sujeto moral que actúa en refe-
¿cómo se obligó al sujeto a descifrarse a sí mismo respecto a lo rencia a los elementos prescriptivos que conforman el código”.
que estaba prohibido?41 Así como la moral puede estudiarse en la objetividad del códi-
En ese sentido, la Historia de la sexualidad vira hacia una go de prescripciones y de los comportamientos que se ajustan
genealogía de la ética en donde se analizan las diferentes for- o no a las mismas, también puede ser analizada desde el punto
de vista del sujeto que se constituye a sí mismo a través de
40.  Cfr. supra, nota 33 un conjunto de prácticas y problematizaciones. Precisamente
41.  M. Foucault, “Les techniques de soi”, op. cit. 1604
porque el código moral nunca es acabadamente explícito, ex-

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Hernán García Romanutti Sujeto y poder

haustivo, coherente y completo es que se da lugar a “compro- sujeto sobre sí mismo, movimiento que siempre está mediado
misos y escapatorias”, desajustes más o menos significativos, necesariamente por la relación que ese sujeto entabla con las
incluso resistencias y rechazos por parte de los sujetos para los normas, constituyéndose a través de ciertas prácticas en un
cuales rige.42 Esa distancia entre la instancia normativa y los cierto pliegue de ese plexo normativo. De hecho, al estudiar la
comportamientos efectivos de los sujetos de las normas abre manera en la que un sujeto se constituye como sujeto moral,
un campo de problematización en las prácticas a través de las Foucault distingue cuatro elementos: la sustancia ética; los mo-
cuales el sujeto se constituye según cierto modo de relación con dos de sujeción; las formas de elaboración del trabajo ético; la
las normas que lo rigen. teleología del sujeto moral. En relación a los otros tres elemen-
Emprendiendo el estudio de esos distintos modos de sub- tos –pues “no hay acción moral que no se refiera a la unidad
jetivación, Foucault encuentra que el conjunto de las prescrip- de una conducta moral”44– el modo de sujeción es definido como
ciones en torno a la sexualidad (menciona puntualmente la “la forma en que el individuo establece su relación con la regla
valoración del acto sexual, la fidelidad monogámica, las rela- y se reconoce como vinculado con la obligación de observarla”
ciones homosexuales, el elogio de la castidad) se han mante- de acuerdo a distintas modalidades.45
nido relativamente estables, incluso a través de la antigüedad
44.  Ibid, p. 29. Allí se dice: “En suma, para que se califique de “moral”
pagana y del cristianismo primitivo. Es, precisamente, en la una acción no debe reducirse a un acto o a una serie de actos conformes a
dimensión subjetiva de las prácticas de sí en donde se encuen- una regla, una ley y un valor. Es cierto que toda acción moral implica una
tra la modificación más significativa entre la moral orientada relación con la realidad en la que ella se lleva a cabo, y una relación con el
hacia el código, propia de cierta tradición cristiana, y una mo- código al que se refiere, pero también implica una determinada relación con
ral orientada hacia la ética, desarrollada por algunas escuelas uno mismo; ésta no es simplemente “conciencia de sí”, sino constitución
de sí como “sujeto moral”, en la que el individuo circunscribe la parte de
filosóficas grecolatinas. Si bien toda moral implica una cierta sí mismo que constituye el objeto de esta práctica moral [sustancia ética],
relación entre los códigos de comportamiento y las formas de define su posición en relación con el precepto que sigue [modo de sujeción],
subjetivación, que nunca pueden disociarse del todo, en algu- se fija un determinado modo de ser que valdrá como cumplimiento moral
nas formas morales el modo de subjetivación adquiere una de sí mismo [teleología], y para ello actúa sobre sí mismo, busca conocerse,
forma fuertemente juridizada (el sujeto se somete a la ley, cuya se controla, se prueba, se perfecciona, se transforma [elaboración del trabajo
ético]. No hay acción moral particular que no se refiera a la unidad de una
infracción implica un castigo) mientras que en otras el sistema
conducta moral; ni conducta moral que no reclame la constitución de sí
de reglas de comportamiento deja más lugar a una elaboración misma como sujeto moral, ni constitución del sujeto moral sin “modos de
que acentúa el elemento dinámico de los modos de subjetiva- subjetivación” y sin una “ascética” o “prácticas de sí” que los apoyen. La
ción: las formas de relación consigo mismo, los procedimientos acción moral es indisociable de estas formas introducción de actividad sobre
y las técnicas mediante las cuales se elabora esta relación, los sí que no son menos diferentes de una a otra moral que el sistema de valores,
de reglas y de interdicciones.”
ejercicios mediante los cuales el sujeto se da a sí mismo como
objeto de conocimiento, las prácticas que le permiten al sujeto 45.  “Por ejemplo [continúa diciendo Foucault] podemos practicar la
transformar su propio modo de ser.43 fidelidad conyugal y someternos al precepto que la impone porque nos
reconocemos como parte formal del grupo social que lo acepta, que se
La subjetivación implica, pues, una elaboración activa a envanece de ella en voz alta y que silenciosamente conserva su costumbre;
partir del código normativo que rige o intenta regir nuestra pero podemos practicarla igualmente porque nos consideremos herederos de
conducta. Esa elaboración implica un movimiento reflexivo del una tradición espiritual de la que tenemos la responsabilidad de mantenerla
o de hacerla revivir; también podemos ejercer esta fidelidad respondiendo a
una llamada, proponiéndonos como ejemplo o buscando dar a nuestra vida
42.  M. Foucault, Historia de la sexualidad volumen II, op cit, pp. 26-27
personal una forma que responda a criterios de gloria, de belleza, de nobleza
43.  Ídem, pp. 30-31 o de perfección.” M. Foucault, Historia de la sexualidad vol II, op cit, pp. 27-28

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Hernán García Romanutti Sujeto y poder

No hay subjetivación que no parta de una cierta sujeción a constitución histórica de un sujeto, entendiendo la subjetivi-
las normas. Sin embargo, esa sujeción no es unívoca y deter- dad como sujeción en la perspectiva de inteligibilidad del po-
minante, ni posee la fuerza aplastante de la dominación. Por el der como dominación, debió efectuar cierto desplazamiento,
contrario, podría definirse la subjetivación como el proceso por recuperando la figura de cierto Kant. Al distinguir una doble
el cual el sujeto se produce a sí mismo en la lenta e inacabable tradición kantiana, una que se interroga por la propia actuali-
tarea de producir su relación con el conjunto de prescripciones dad en oposición a otra que realiza una analítica trascendental
y valoraciones que funcionan o pretenden funcionar en su cul- de la verdad, esa historia de la constitución de un sujeto adopta
tura. Al menos en lo que hace a la dimensión de la ética –pero en Foucault la forma de una ontología crítica de nosotros mismos.46
también podría pensarse en estos términos la parrhesía filosófi- “Caracterizaría pues al ethos filosófico propio de la ontología
ca en su conflictiva relación con el poder– el modo de sujeción a crítica de nosotros mismos como una prueba histórico-práctica
la regla es parte crucial del modo de subjetivación. de los límites que podemos franquear, y por ende como trabajo
de nosotros con nosotros mismos en tanto seres libres.”47 Esa
5. En la deriva foucaulteana idea fuerza, que sirve a Foucault para resumir el sentido de su
intervención política en otra mirada retrospectiva a su deriva
En los distintos modos de devenir sujetos en una cierta distan- intelectual, recupera la noción de crítica que ya estaba presente
cia crítica con las normas, la relación entre sujeción y subjetiva- en la conferencia de 1978 como movimiento de interrogación
ción se vuelve problemática y productiva. Productiva, porque del poder por sus efectos de verdad y a la verdad por sus efec-
el poder mismo –tal como propone pensarlo Foucault– lo es: tos de poder.48
incluso en la idea de sujeción hay la formación de un sujeto por Judith Butler se ha encargado de señalar esa deriva foucaul-
la operación de diversos dispositivos que ponen en relación sa- teana que en algún sentido se desmarca de Nietzsche a la vez
beres y técnicas, un sujeto que es producido en relación a cierto que arraiga, a través del problema de la constitución del sujeto
modo de regulación de sus prácticas. Y ahí mismo reside el en relación a las normas, con la noción de crítica. En Dar cuenta
punto de una problematización posible de esa relación: la na- de sí mismo, luego de plantear la insuficiencia del esquema niet-
turaleza relacional del poder siempre implica resistencia y toda zscheano que piensa la constitución del sujeto como sujeción a
resistencia puede derivar en una variación, una reversibilidad, partir del esquema punitivo de La genealogía de la moral, Butler
una transformación. Problemática, entonces, como el modo de señala que Foucault intentó alejarse de ese marco interpretati-
practicar la resistencia de las subjetividades así producidas, vo cuando decidió problematizar la cuestión ética y analizar
resistencia a las normas que las constriñen, en el punto en que cómo ciertos códigos prescriptivos establecidos históricamente
esas normas pueden ser rechazadas, desobedecidas, negocia- determinaron diferentes tipos de formaciones de sujeto como
das, resignificadas: son los “compromisos y escapatorias” que efecto de constitución de un trabajo del sujeto sobre sí mismo.49
habilita la distancia entre la instancia normativa del código
–más o menos sistemático, más o menos difuso, nunca absolu-
46.  M. Foucault, ¿Qué es la Ilustración?, op cit, pp. 81-82 y p. 106
tamente determinado ni determinante– y los comportamientos
efectivos de los sujetos. En este campo de problematización el 47.  Ibid, p.106
sujeto se constituye a sí mismo según cierto modo de relación 48.  M. Foucault, ¿Qué es la crítica?, op cit. Cfr supra, nota 31
con las normas que lo rigen o pretenden regirlo. 49.  J. Butler, Dar cuenta de sí mismo, op cit, pp.28-30. Con ello, Butler se
Para llegar a una formulación como ésta, la genealogía fou- desmarca de la posición que ella misma había adoptado en Mecanismos
psíquicos del poder, en donde adscribía al modelo nietzscheano del castigo
caulteana que se remontaba a Nietzsche en su estudio de la para pensar, también con Foucault, el problema de la sujeción. Ver: J.

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Hernán García Romanutti Sujeto y poder

Desde esta perspectiva no hay formación del sujeto que no se requerir el movimiento de resistencia o insubordinación: en
dé en el contexto de un conjunto de normas que lo preceden y ese sentido la sublevación es el modo en que la subjetividad se
que lo exceden, no hay creación de uno mismo (poiesis) al mar- introduce en la historia. Reflexiva, porque el sujeto se vuelve
gen de un proceso de sujeción (assujettissement) ni al margen de sobre las propias condiciones ontológicas de su constitución
las normas que configuran las formas posibles que un sujeto para abrir desde allí la posibilidad misma de la desujeción.
puede adoptar. En ese contexto “la práctica de la crítica expo- Lo que comparten ambas intervenciones, tanto la confe-
ne los límites del esquema histórico de las cosas, el horizonte rencia de 1978 (¿Qué es la crítica?) como la de 1984 (¿Qué es la
epistemológico y ontológico dentro del cual pueden nacer los Ilustración?), además de una recuperación de cierta tradición
sujetos”50. crítica que se desprende de Kant, es la idea de definir la ope-
Precisamente en esto consiste, según Foucault, la doble ta- ración crítica a partir de un cierto ethos que consiste en una
rea de la crítica: por un lado, mostrar cómo el saber y el poder reflexión de nosotros sobre nosotros mismos que adopta la for-
operan para constituir un modo más o menos sistemático de ma de un análisis y una puesta a prueba de los propios límites.
ordenar el mundo con sus propias “condiciones de aceptabi- “La crítica ya no se va a ejercer en la búsqueda de estructuras
lidad” –un campo de inteligibilidad que, a la vez, implica una formales que tengan un valor universal, sino como investiga-
cierta regulación de las conductas y los modos de ser. Pero, ción histórica de los acontecimientos que nos condujeron a
por otro lado –o quizás en el mismo movimiento y a través de constituirnos, a reconocernos como sujetos de lo que hacemos,
él– para seguir los puntos de ruptura de ese sistema, sus mo- pensamos, decimos”, en vistas al franqueamiento posible de
mentos de discontinuidad, los lugares en los que no logra cons- los límites de nuestra experiencia actual.52
tituir la inteligibilidad que pretende representar. El análisis de Definir la crítica como una actitud límite o un ethos supone,
las condiciones mediante la cuales ese campo es constituido se justamente, ponerla en relación con la ética entendida como la
hace en vistas a encontrar los límites de esas condiciones, los constitución problemática de sí en el marco de un conjunto de
momentos en los que esos límites señalan su contingencia y la normas que intentan regular la vida. Por eso, una vez realizado
posibilidad de ser transformados.51 el desplazamiento de la armazón conceptual del saber-poder al
La crítica se coloca, entonces, en el mismo límite que los triple anudamiento del sujeto con la verdad bajo la idea de go-
regímenes de verdad y los dispositivos de poder encuentran en bierno, Foucault podrá plantear la cuestión de la crítica como
sus intentos de racionalización y regulación de la vida. Desde un movimiento de desujeción que resulta de “un acto de mi
ese límite, el movimiento de la crítica se muestra como una voluntad, decisión y esfuerzo por desatar el lazo que me liga al
“indocilidad reflexiva”. Indocilidad, porque Foucault parece poder”.53 En ese triple anudamiento de sujeto-gobierno-verdad
(“¿cómo los sujetos son gobernados por la verdad?”) se puede
Butler, Mecanismos psíquicos del poder, trad. J. Cruz, Madrid, Cátedra, introducir el movimiento reflexivo, la toma de distancia crítica
2001, especialmente el capítulo 3 titulado “Sometimiento, resistencia,
y la transformación de los propios modos de ser del sujeto gra-
resignificación. Entre Freud y Foucault”. Cf. el capítulo de Natalia Martínez
Prado “Sujeto y performatividad”, en eeste mismo libro. cias a cierto hiato o imposible clausura en la trabazón existente
entre unos y otros registros. En ese sentido, en un lenguaje
50.  J. Butler, Dar cuenta de sí mismo, op cit, p.31
que todavía era el de 1978, el sujeto se arroga el derecho de
51.  J. Butler, ¿Qué es la crítica? Un ensayo sobre la virtud de Foucault, trad. interrogar al saber por sus efectos de poder y al poder por sus
M. Expósito y J. Barrientos, en http://transform.eipcp.net/transversal/0806/
butler/es. Versión original: “What is Critique? An essay on Foucault’s
52.  M. Foucault, ¿Qué es la Ilustración?, op cit, p. 104
Virtue” en: http://www.law.berkeley.edu/cenpro/kadish/what%20is%20
critique%20J%20Butler.pdf 53.  M. Foucault, El gobierno de los vivos, op cit. Cfr. supra, nota 33

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Hernán García Romanutti Sujeto y poder

discursos de saber, entendiendo la crítica como desujeción en En la deriva foucaulteana posterior al propio Foucault se
el marco de una política de la verdad. En ese mismo sentido, ha establecido cierta dialéctica entre sujeción y subjetivación
en el lenguaje con que se declinan los dos últimos cursos del a la hora de pensar la(s) subjetividad(es) –especialmente polí-
Collège de France, Foucault hablará de la parrhesía como una tica(s). Etienne Balibar ha encontrado en la oscilante relación
subjetividad puesta en juego en la relación riesgosa que man- entre las categorías de sujeción y subjetivación el impulso de
tiene la verdad al someterse a una confrontación activa con el la historia del sujeto desde la antigüedad tardía hasta nuestros
poder –y la práctica de sí que resulta de esa puesta en juego días pasando, especialmente, por las revoluciones democráti-
sería la propia filosofía. cas de la modernidad y su escisión entre el ciudadano que es
Por eso mismo, de todo movimiento de desujeción resulta a la vez súbdito y soberano.56 De igual manera, para Sandro
la producción de una subjetivación distinta: si el modo de su- Chignola y Sandro Mezzadra plantear el problema del sujeto
jeción consiste en una cierta relación del sujeto con la norma, político significa, en una línea claramente foucaulteana, plan-
relación que era elaborada como modo de subjetivación en la tear el problema de la sujeción y de la subjetivación en relación
constitución de sí a través de ciertas prácticas, la desujeción al Estado y el capital, porque es allí donde se inscriben los pro-
implicará entablar un nuevo modo de relación con la norma cesos de constitución material de los sujetos.57
a través de la toma de una nueva distancia y posicionamiento
críticos. La subjetivación puede ser definida entonces como 56.  E. Balibar, “Sujeción y subjetivación”, trad. C. Juaneda, en: Política
un movimiento de pliegue de las normas en la subjetividad de común, N°6, 2014. Allí se dice, por ejemplo: “Insisto que este histórico juego
quien se transforma a sí mismo en relación crítica a ellas. de palabras [sujeto, es tanto la noción impersonal de un subjectum, esto es, de
una sustancia individual o de un sustrato material de propiedades, como la
Como puede verse, esto no significa la desaparición de noción personal de un subjectus: un término jurídico y político que refiere a
todo horizonte normativo –como parece sugerir Giorgio la sujeción o sumisión] es completamente objetivo. Se viene desarrollando
Agamben54– sino el establecimiento de una cierta relación con a través de la historia occidental por más de dos mil años y lo conocemos
las normas: relaciones, incluso, de resistencia, desobediencia, perfectamente bien, en el sentido de que somos capaces de comprender
inmediatamente el mecanismo lingüístico y, sin embargo, lo negamos al
impugnación, sublevación y rechazo. Especialmente importan-
menos como filósofos o historiadores de la filosofía. Lo cual resulta todavía
te son, en ese sentido, las indeterminaciones y contradicciones más sorprendente ya que podría proveernos una clave para aclarar el
que Foucault señala en todo código moral, más la idea de las siguiente enigma: ¿por qué es que el mismo nombre que le permite a la
resistencias o rechazos de los comportamientos morales, junto filosofía moderna pensar y designar la libertad originaria del ser humano
a la tercera dimensión de las prácticas de sí por las cuales uno – el nombre del “sujeto”– es precisamente el nombre que históricamente
significa: supresión de la libertad o por lo menos la limitación intrínseca de
se constituye no sólo como agente sino como sujeto moral de
la libertad, en otros términos, la sujeción? En otras palabras, si la libertad
que actúa en referencia a los elementos prescriptivos que cons- significa libertad del sujeto, o de los sujetos, esto no es porque hay en la
tituyen el código.55 “subjetividad” una fuente originaria de espontaneidad y autonomía, algo
irreductible a constreñimientos y determinaciones objetivas, sino porque la
“libertad” sólo puede ser el resultado y la contraparte de una liberación, una
54.  “¿Cómo pensar una forma-de-vida, es decir, una vida humana que emancipación o de un devenir libre: una trayectoria inscripta en la propia
se sustraiga por completo a ser capturada por el derecho, y un uso de los textura de lo individual, con todas sus contradicciones, las cuáles comienzan
cuerpos y del mundo que no se sustancie jamás en una apropiación?” G. con la subjetivación y con la que siempre mantienen una relación interior
Agamben, Altísima pobreza. Reglas monásticas y forma de vida, trad. F. Costa y o exterior con ella”. Cf. el capítulo de Carolina Juaneda y Aurora Romero.
M.T.D´Meza, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2013, p.10 “Sujeto y ciudadanía”.
55.  M. Foucault, Historia de la sexualidad volumen II, op cit, pp. 26-27. Cfr. 57.  S. Chignola y S. Mezzadra, “Fuera de la política pura: Laboratorios globales
supra, nota 42. de la subjetividad”, trad. S. Soria y E. Biset, en: Política común, N°6, 2014

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Hernán García Romanutti Sujeto y poder

Esa misma relación se ha tensado de diversas maneras en viviente y el devenir viviente del hablante.59 Roberto Espósito,
la deriva biopolítica italiana de Antonio Negri y Maurizio a su vez, analiza el dispositivo de la persona para proponer una
Lazzarato, quienes –Deleuze de por medio– retoman los aná- filosofía de lo impersonal que debería ser desarrollada en clave
lisis foucaulteanos y hablan de la resistencia de los movimien- foucaulteano-deleuzeana como biopolítica afirmativa, partien-
tos sociales, de su invención de otras formas de vida y de la do de una concepción de la vida como sustrato presubjetivo.60
producción de nuevas subjetividades como estrategias para
resistir a los modos de expropiación y control de las sujeciones 59.  “Debemos dejar de considerar los procesos de subjetivación y
imperiales.58 Agamben, por su parte, en el horizonte de su pre- desubjetivación, el hacerse hablante del viviente y el devenir viviente del
gunta por una forma-de-vida que no se deje capturar por el de- hablante –y, más en general, los procesos históricos– como si ellos tuvieran
recho, señala el sujeto como un resto que resiste a los procesos un telos apocalíptico o profano, en que viviente y hablante, no-hombre y
de subjetivación y desubjetivación en el devenir hablante del hombre –o los términos de un proceso histórico, cualesquiera sean– como si
su desenlace fuera a ser una humanidad cumplida y consumada, conciliada
en una identidad realizada. […] Si no tienen un fin, tienen un resto; no hay
en ellos, o subyacente a ellos, fundamento alguno, sino entre ellos, en su
58.  “Hoy, los aportes de los especialistas de la historia de las ideas, revistos a
centro mismo, una separación irreductible, en que cada uno de los términos
la luz de las intuiciones de Foucault y de Deleuze, nos permiten recuperar el
puede situarse en posición de resto, puede testimoniar” G. Agamben, Lo que
esquema de las tres épocas de la constitución de la política moderna, para los
queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. Homo sacer III, trad. A. G. Cuspinera,
fines de nuestro trabajo. La primera época es aquella de la “política clásica”,
Valencia, Pre-textos, 2002
propia del Antiguo Régimen, donde la definición de poder es todavía
También: “Si aplicamos también aquí la transformación de las dicotomías
entendida como dominio: de las formas constitutivas en un orden social
en bipolaridades, podemos decir que el sujeto se presenta como un campo
clasista y rígido. La segunda época, inaugurada por la Revolución Francesa,
de fuerzas recorrido por dos tensiones que se oponen: una que va hacia
es aquella de la “representación política” y de las “técnicas disciplinarias”.
la subjetivación y otra que procede en dirección opuesta. El sujeto no es
El poder se presenta al mismo tiempo como poder jurídico y representativo
otra cosa más que el resto, la no-coincidencia de estos dos procesos. Está
de los sujetos del derecho y como sujeción del cuerpo singular, esto es, como
claro que serán consideraciones estratégicas las que decidirán en cada
interiorización generalizada de la función normativa. Pero la ley y la norma
oportunidad sobre cuál polo hacer palanca para desactivar las relaciones de
tienen como fundamento el trabajo. Durante toda esa época, el ejercicio del
poder, de qué modo hacer jugar la desubjetivación contra la subjetivación y
poder encontraba su legitimación en el trabajo tratándose de la burguesía
viceversa”. G. Agamben, Estado de excepción. Homo sacer II, 1., trad. F. Costa
(imposición del orden de la organización del trabajo), del capitalismo (como
e I. Costa, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2004, p. 17. Cf. el capítulo de
organización de la condición de la producción) o del socialismo (como
Manuel Moyano “Sujeto y potencia. La des-creación del sujeto en Giorgio
emancipación del trabajo). Se abre ahora un tercer periodo de organización
Agamben” en el presente libro.
del poder: aquel de la política de la comunicación o, también de la lucha por
el control o la liberación del sujeto de la comunicación. La transformación 60.  “Queda aquí al descubierto la dialéctica, analíticamente elaborada
de las condiciones generales de la producción, que ahora incluyen la sobre todo por Michel Foucault, entre subjetvación y sometimiento, que nos
participación activa de los sujetos, considera al General Intellect como capital lleva por otro camino a aquello que hemos definido como el dispositivo de la
fijo sujetado a la producción y toma como base objetiva la sociedad entera y persona. Es como si ésta, en cierto punto, incorporara la diferencia, e incluso
su orden, determinando una modificación de las formas de poder […] De la el contraste, entre el tradicional significado pasivo de subiectum y el naciente
misma manera que, en el periodo clásico, la crítica radical era representada significado activo de subiectus. Se podría decir que, dentro de cada ser vivo,
por la revuelta, y en la época de la representación por la reapropiación, la persona es el sujeto destinado a someter a la parte de sí misma no dotada
hoy, en la época de la política comunicacional, ella se manifiesta como de características racionales, es decir, corpórea o animal” R. Espósito, El
potencia autónoma y constitutiva de los sujetos. El tornarse revolucionario dispositivo de la persona, trad. H. Cardoso, Buenos Aires, Amorrortu, 2011,
de los sujetos es el antagonismo constitutivo de la comunicación contra pp. 25-26
la dimensión controlada de la propia constitución, esto es, que libera las “La vida, podría decirse, es para Foucault el estrato biológico que nunca
máquinas de subjetivación de lo real está hoy constituidas.” M. Lazzarato y coincide con la subjetividad porque es siempre presa de un proceso, doble y
A. Negri, Trabajo inmaterial. Formas de vida y producción de la subjetividad, trad. simultáneo, de sometimiento y subjetivación: el espacio que el poder embiste
J González, Río de Janeiro, DP&A, 2001, pp.17-18 sin llegar a ocuparlo nunca en su totalidad, e incluso, generando formas

306 307
Hernán García Romanutti

Estas páginas han intentado señalar algunos puntos para Sujeto y performatividad1
pensar esa misma relación entre sujeción y subjetivación como
una manera de trazar una relación posible entre sujeto y nor-
mas. En ese sentido se dijo, por un lado, que no hay historia
del sujeto que no sea también una historia de su relación con
las normas. Por otro lado, se argumentó que todo movimien-
to de desujeción implica la elaboración de nuevos modos de Natalia Martínez Prado
subjetivación por los que el sujeto se modifica a sí mismo al
transformar críticamente la relación que entabla con las nor-
mas que lo constituyen. Por lo tanto, se trata aquí de pensar
el modo de –no diremos desactivar sino más bien– desbordar Si desestimamos la sustanciación o positividad plena del suje-
desde dentro esa dialéctica por el lado de la subjetivación. to, de un sujeto dotado de atributos pre-existentes a la instan-
Esto implica, en primer lugar, abandonar la idea de una vida cia de representación, su emergencia estará irremediablemente
no regulada y aceptar que toda subjetivación está destinada atada a sus condiciones de posibilidad. Desde aquí ya no habrá
a permanecer dentro del campo normativo de las reglas que posibilidades de auto-constitución soberana, ni de libre albe-
rigen nuestras prácticas, nuestro modo de relacionarnos con drío, sólo instancias de actuación condicionadas por un tiempo
los otros, con el mundo y con nosotros mismos. En segundo y un espacio determinados.
lugar, aceptando esto, se trata de producir subjetividades –
individuales y colectivas– en relación más o menos pacífica, Desde el pensamiento político posfundacional, diversas
más o menos resistente, más o menos creativa, con las normas teorías han procurado atender la complejidad de esas instan-
sociales existentes que pretenden regular nuestras prácticas. A cias: reconociendo los límites de una emergencia condicionada
partir de las normas que nos producen como sujetos de ciertas con tendencias a reproducir o conservar los lineamientos de
prácticas, efectuar el movimiento de desujeción por medio de la una estructuralidad dada, como mero efecto; pero también
operación de la crítica de esas normas y de las relaciones –de habilitando la posibilidad del desplazamiento, fuera éste de
nosotros con los otros y con nosotros mismos– que ellas instau- ruptura o novedad. En este marco, la obra de Judith Butler
ran, en un constante proceso de subjetivación. atiende minuciosamente las tensiones subyacentes a este
abordaje, devenidas del planteamiento paradojal del sujeto en
términos de súbdito y soberano, centrándose en una particular
noción de performatividad. Aún cuando su reflexión sobre el
sujeto en estos términos no es uniforme y se nutre de tradi-
ciones de pensamiento que entrecruzan diversas dimensiones
de análisis, nuestra lectura sugiere que la categoría de perfor-
matividad sostiene su utilidad “para entender las oblicuida-

siempre renovadas de resistencia. De este lado se bosquejan los contornos de


una biopolítica afirmativa, esto es, una biopolítica que, en vez de recortarse 1.  Quiero agradecer especialmente los aportes y comentarios de quienes
en negativo respecto de los dispositivos de saber/poder moderno, se sitúa generosamente atendieron versiones anteriores del texto así como el
en la línea de tensión que los obstruye y los desplaza” R. Espósito, Tercera trabajo colectivo del grupo de investigación nucleado en torno al proyecto
persona. Política de la vida y filosofía de lo impersonal, Buenos Aires, Amorrortu, “Vulnerabilidad, desposesión y violencia normativa: El ‘giro ético’ de Judith
2009, pp. 31-32. Butler”, dirigido por el Dr. Eduardo Mattio y radicado en el CIFFyH, UNC.

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Natalia Martínez Prado Sujeto y performatividad

des entre significar, ser y hacer”2, acentuando la inerradicable Reconociendo, junto a Foucault, que “el sujeto” es un producto
ambivalencia del sujeto como un devenir condicionado en un de los sistemas jurídicos de poder que posteriormente dicen
tiempo que no es suyo y cuya “agencia comienza allí donde la representar, Butler señaló que la categoría de “las mujeres”
soberanía declina”3. En este sentido, a diferencia de las lecturas era “una formación discursiva (…) resultado de una versión
que acentúan cierto “giro ético” en sus obras recientes, como específica de la política de representación”4. Esa versión repre-
un desplazamiento o incluso un desdeñamiento de su trabajo sentativa no sólo habilitaba un reconocimiento limitado, sino
inicial, procuraremos señalar a lo largo de este capítulo una que lo hacía a costa de la exclusión de otras alternativas dispo-
continuidad marcada en torno a la performatividad y su vín- nibles. Rechazó en este sentido, las premisas fundacionales del
culo inextricable con los procesos de sujeción y subjetivación a liberalismo clásico que formulan la integridad del sujeto antes
partir de una específica noción de agencia. Entendida en parte de la ley para luego reconocer sus intereses en un anhelo de
como una performance, desde la tradición fenomenológica, la representación plena. Debatiendo con las feministas que bajo
antropología, así como un acto lingüístico performativo, indicare- esas premisas sostuvieron la opresión común de “las mujeres”,
mos cómo la noción de un sujeto performativo aparece en sus como un centro constitutivo del sujeto político emancipatorio,
últimos trabajos vinculada a las categorías de precariedad-pre- propuso la necesidad de una política representativa que acepte
caridad. La primera, como condición ontológica devenida de el carácter esencialmente incompleto de toda categoría identi-
nuestra radical interdependencia; la segunda, para aludir a taria. Porque, desde su perspectiva, el
esas condiciones políticamente inducidas que asignan diferen-
cialmente la exposición a la violencia. Hacia el final del capítulo género no es un sustantivo (…) el efecto sustantivo del
sugerimos cómo su propuesta acerca de una ontología corporal, género se produce performativamente y es impuesto por
ineludiblemente social, implica una reformulación de la emer- las prácticas reguladoras de la coherencia de género.
Así, dentro del discurso legado por la metafísica de la
gencia paradojal del sujeto en términos de una particular no-
sustancia, el género resulta ser performativo, es decir,
ción de vulnerabilidad: la exposición al poder de los demás es
conforma la identidad que se supone que es. En este
también lo que nos habilita a su resistencia performativa como sentido, el género es siempre un hacer, aunque no un
un acto político y corporal. hacer por parte de un sujeto que se pueda considerar
preexistente a la acción5.
1. Performance, interpelación e iterabilidad
Butler retomó la afirmación nietzscheana de que no existe una
Las primeras referencias a la categoría de sujeto en la obra de agente detrás del hacer para señalar que lo que se considera
Judith Butler fueron indisociables a la disputa sobre el sujeto como la esencia del género es en realidad “un conjunto sostenido
político al interior de los feminismos. Trataba de cuestionar de actos”; lo que usualmente tomamos como un rasgo previo e
que “las mujeres”, definidas en términos heterosexistas, fue- interno a nosotras-os mismos es “algo que anticipamos y pro-
ran necesariamente el sujeto emancipatorio del feminismo,
como un fundamento identitario de la representación política.

2.  E. Kosofsky Sedgwick, “Performatividad queer. The art of the novel de 4.  J. Butler, El Género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad,
Henry James”, trad. Víctor Manuel Rodríguez, en Nómadas, núm. 10, abril, trad. Ma. Antonia Muñoz, Barcelona, Paidós, 2007, p. 47. Sobre la perspectiva
1999, pp. 198-214, p. 199. foucaltiana al respecto, véase el tercer apartado del capítulo de García
Romanutti, “Sujeto y Poder”.
3.  J. Butler, Lenguaje, poder e identidad, trad. Javier Saéz y Beatriz Preciado,
Madrid, Síntesis, 2004, p. 37. 5.  Ibid, p. 84. Énfasis agregado.

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Natalia Martínez Prado Sujeto y performatividad

ducimos a través de ciertos actos corporales”6. Esta concepción los actos que realizamos nunca son del todo originales, “el acto
es deudora de la lectura derrideana de “Ante la Ley” de Kafka que uno ejecuta es, en cierto sentido, un acto que ya fue llevado
en tanto afirma una realidad que de hecho se produce retroac- a cabo antes de que uno llegue al escenario”10. Butler retoma la
tivamente como un efecto de su propia operación. Aunque, en obra del antropólogo Victor Turner para sostener que la repe-
particular, se trata de una apropiación feminista de la perspec- tición de la performance, como acción social, “es a la vez reac-
tiva fenomenológica del cuerpo a partir de la obra de Merleau- tuación y reexperimentación de un conjunto de significados ya
Ponty y Simone De Beauvoir. Butler radicalizó la afirmación de socialmente establecidos; es la forma mundana y ritualizada
Beauvoir de que “no se nace mujer” sino que “se llega a serlo” de su legitimación (…) son acciones con dimensiones tempora-
para establecer que el género no se desprende directamente de les y colectivas”11. El proceso de “llegar a ser” un sujeto, en este
cierta configuración biológica del cuerpo sexuado –esto es, el sentido, antes que un acontecer original y singular en términos
género mujer no deviene necesariamente del sexo femenino, ni de su autenticidad supone para Butler una actuación guionada
el género masculino del sexo masculino- sino que es “un térmi- desde un libreto configurado histórica y socialmente.
no en procedimiento, un convertirse, un construirse del que no En segundo lugar, la concepción social del acto habilita una
se puede afirmar tajantemente que tenga un inicio o un final”7. manera de comprender cómo se corporeiza y actúa una con-
Esta formulación reposa sobre presupuestos fenomenológicos vención cultural abriendo la posibilidad de atender la relación
pero privilegiando una concepción amplia del “acto”, entendi- entre los actos y sus condiciones de posibilidad. Desde este
do no como un “acto individual” sino social e históricamente enfoque, la actuación no es sólo repetición, también da cuenta
constituido8. Crítica a la concepción individualista subyacente de las configuraciones de poder existentes, “la performance hace
en algunos enfoques de los actos constitutivos en el discurso explícitas las leyes sociales”12, pone de manifiesto la configura-
fenomenológico, Butler insistió que los actos forman parte de ción del género en términos normativos. Por último, si el géne-
una performance como una experiencia compartida, una acción ro no es algo que una tiene, ni tampoco es algo que una es, sino
con/para otras-os. Como una representación performativa, que es parte de un ir siendo, temporal y socialmente condicio-
desde este enfoque, el yo interior generizado está constituido nado, sin orígenes-originales de partida, pero tampoco metas
socialmente y la noción misma de interioridad “es ella misma de llegada, los límites del recorrido no pueden ser definidos
una forma de fabricación de la esencia, públicamente regulada a priori. Admiten la repetición consuetudinaria de un camino
y sancionada”9. establecido, así como el desplazamiento hacia bordes inespera-
Este abordaje tiene importantes implicancias para com- dos. Sólo que los desplazamientos no son del todo soberanos.
prender, no una noción de sujeto sustantivo, sino más bien el Desde un abordaje constitutivamente social de la agencia, la
proceso de subjetivación en tanto performance, en tanto repeti- transformación es “más una cuestión de transformación de
ción estilizada de actos: en primer lugar, porque se afirma que las condiciones sociales hegemónicas que de transformación
de los actos individuales que generan esas condiciones”13 por
6.  J. Butler, “Prefacio”, en: El Género en disputa. El feminismo y la subversión
de la identidad, op. cit. p. 17.
7.  J. Butler, El Género en Disputa, op. cit. p. 98.
10.  Ibid, p. 306.
8.  J. Butler, “Actos performativos y constitución del género: un ensayo
11.  Ibid, p. 307.
sobre fenomenología y teoría feminista”, en: Debate Feminista, Año 9, Vol. 18,
Octubre, 1998, pp. 296-314, p. 313. 12.  Ibid, p. 305.
9.  Ibid, p. 310. 13.  Ibid, p. 306.

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Natalia Martínez Prado Sujeto y performatividad

lo que “la agencia es siempre y solamente una prerrogativa performa), y por tanto se teatraliza, así como el discurso “no
política”14. es exclusivo ni de la presencia corpórea ni del lenguaje, y su
Antes de abordar las implicancias de este enfoque, pode- condición de palabra y obra es ciertamente ambigua”16.
mos concluir provisoriamente que la noción de género per- Lo que distingue la dimensión discursiva de la escénica
formativo plantea una reformulación de la vieja paradoja del es que somos “seres lingüísticos”, “formados en el lengua-
sujeto en términos de súbdito-soberano: por un lado, porque je” como un “poder constitutivo [que] precede y condiciona
el sujeto generizado no emerge de una elección individual cualquier decisión que pudiéramos tomar sobre él”17. En este
prescindente de las normas sociales, sino que se constituye a sentido, el lenguaje tiene una historia que nos precede y que
partir de una repetición estilizada de actos concebidos pública además condiciona el uso que le damos, por eso la teatralidad
y socialmente. Por el otro, porque las convenciones sociales y del acto discursivo sólo “se produce en la medida en que per-
los códigos culturales no se imponen ni determinan al sujeto manezca disimulada su historicidad”18. Es esta historicidad
sexuado como un receptor pasivo. Como señala Butler, aunque la que deshabilita los presupuestos soberanos sobre el sujeto
no exista un yo dado previo a esa inscripción cultural, el sujeto como origen o portador racional de un lenguaje a su servicio.
actúa para inscribirse en ese marco de inteligibilidad; repite un No hay primero un “yo” que habla, que actúa a través del dis-
guión culturalmente restringido, pero lo hace interpretándolo. curso sino es gracias a un lenguaje que lo precede y lo habilita
Sin menospreciar la importancia de la dimensión escénica condicionando los posibles efectos de sus palabras.
de la performatividad, entendida como performance, como un La emergencia del “yo”, destaca Butler, no se produce hasta
cuerpo que se subjetiviza y se hace inteligible a partir de la que es inaugurado por el lenguaje por medio de un nombre,
actuación de un guión establecido, la obra de Butler también una interpelación o llamada que lo hace inteligible social-
ha insistido, incluso más detenidamente, en la dimensión dis- mente. Sólo llegamos a ser merced a nuestra vulnerabilidad
cursiva de la performatividad15. Aunque ambas interpretacio- lingüística, dependientes de la llamada de un otro para poder
nes están relacionadas porque un acto discursivo se ejecuta (se existir. Butler reformula, en este sentido, la hipótesis hegeliana
así como freudiana según la cual una llega a “ser” gracias a
14.  J. Butler, “Fundamentos Contingentes: el feminismo y la cuestión del la dependencia con respecto a un Otro atendiendo a los mo-
“postmodernismo”, trad. Moisés Silva, en: La Ventana, N.13, 2001, pp. 7-41, dos en los que esa dependencia se formula como una interpe-
p. 28. lación19. La recuperación de esta noción de Althusser, en este
15.  La dimensión de actuación de la performatividad adquirió particular
relevancia en las referencias que Butler realizó en torno a la parodia femenina 16.  J. Butler, El Género en Disputa, op. cit. p. 31.
de la drag queen como ejemplares para exponer la dimensión construida y 17.  J. Butler, Lenguaje, poder e identidad, op. cit. p. 16.
performativa del género, así como la violencia de las normas de género que
18.  J. Butler, Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos
pretenden establecer los límites de lo “natural” y/o “normal”. Aunque es
del ‘sexo’, trad. Alcira Bixio, Buenos Aires, Paidós, 2008, p. 34. Sobre la
necesario señalar que la propia Butler sigue insistiendo que nunca quiso
historicidad del relato teatral, se puede señalar en palabras de Butler que
prescribir “qué performances de género eran correctas, o más subversivas,
“la narración funciona como una alegoría, al tratar de hacer una descripción
y cuáles eran incorrectas o reaccionarias. La cuestión era precisamente
secuencial de algo que, en definitiva, es imposible aprehender en términos
relajar la presión coercitiva de las normas de género sobre la vida –que no
secuenciales y tiene un temporalidad o una especialidad que sólo puede
es lo mismo que trascender todas las normas- con el fin de vivir una vida
negarse, desplazarse o transmutarse cuando ese algo adopta una forma
más vivible”. J. Butler, “Repensar la vulnerabilidad y la resistencia”, en:
narrativa”. J. Butler, Dar cuenta de sí mismo. Violencia ética y responsabilidad,
Conferencia en el XV Simposio de la Asociación Internacional de Filósofas,
trad. Horacio Pons, Buenos Aires, Amorrortu, pp. 57-58.
2014, Disponible en: http://paroledequeer.blogspot.com.es/2014/06/
repensar-la-vulnerabilidad-por-judith.html 19.  J. Butler, Lenguaje, poder e identidad, op. cit., p. 52.

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Natalia Martínez Prado Sujeto y performatividad

sentido, acentúa para Butler no sólo que el “sujeto nace como términos ofensivos, con nombres que nos hacen daño. Sobre
consecuencia del lenguaje” sino que siempre lo hace “dentro este punto, Butler ha atendido cómo ciertos “enunciados del
de sus parámetros”20. Para Althusser, esos parámetros son lenguaje de odio” resultan ser paradigmáticos al evidenciar
ideológicos y Butler considera que ésa es una de las mayores cómo nos constituimos por medio de un continuo proceso de
contribuciones de su obra: superar “el dualismo ontológico im- sujeción (assujetissement), entendido en términos de interpela-
plícito” en la distinción marxista entre infraestructura material ción: la llamada que nos trae al mundo no siempre se produ-
y superestructura ideológica21, al considerar que lo ideológico ce en sentidos valorados socialmente, a veces se produce en
es tan material como las fuerzas productivas y las relaciones de términos ofensivos. En cualquiera de los casos, los términos
producción. Destaca que en Althusser la ideología es material de reconocimiento son siempre convencionales, frutos de “un
en tanto se configura por medio de prácticas, de rituales que ritual social que decide, a menudo a través de la violencia y la
tienen una capacidad productiva específica: producen al sujeto. exclusión, las condiciones lingüísticas de los sujetos aptos para
No solicitamos entonces la llamada que nos habilita como la supervivencia”23. ¿Se está sugiriendo de este modo que no
seres en el mundo, ni elegimos los nombres, pero los términos hay manera de evadir o combatir el reconocimiento que se pro-
en los que esa interpelación se produce nos constituyen como duce tras la interpelación? ¿Aún si se nos reconoce en términos
sujetos. La sujeción se establece en y por el lenguaje, como un ofensivos? ¿Es el llamado interpelante el inicio de una sujeción
circuito de reconocimiento que hace accesible un cuerpo que an- a la que estamos condenadas-os, al precio de poder existir en
tes no lo era. Como afirma Butler, “paradójicamente, la condi- los términos que establece la sociedad en la que vivimos?
ción discursiva del reconocimiento social precede y condiciona la Según Butler, si nos apegamos a la concepción althusseria-
formación del sujeto: no es que se le confiera reconocimiento a na se anularían las posibilidades de responder críticamente a
un sujeto; el reconocimiento forma a ese sujeto”22. Ahora bien, la interpelación. El problema radica en el “carácter ejemplar de
este reconocimiento no tiene una connotación necesariamente la autoridad religiosa”, que Althusser homologa al de la auto-
positiva. La obra de Butler se nutre de la tradición hegeliana y ridad estatal, y la consecuente presunción no explicitada de la
afirma que la constitución del ser social se produce siempre a conciencia como un precedente necesario para la formación del
través del reconocimiento, que el deseo es siempre un deseo de sujeto24. Al ilustrar el poder constituyente de la ideología con
reconocimiento. Pero también sostiene que es vital atender los el ejemplo de la voz divina que da nombre, Althusser estaría
términos con los que se nos reconoce dado que esos términos equiparando la interpelación con el performativo divino. Y esta
son variables y se configuran socialmente. Ello implica que analogía implicaría que la formación del sujeto está ligada a un
no todas-os somos reconocidas-os de igual modo o que algu- reconocimiento condicionado por el temor a la condenación.
nas-os ni siquiera llegan a serlo. Más precisamente, no sólo hay En el gesto de la media vuelta que resulta tras la interpelación
múltiples maneras de ser reconocida-o, sino que el reconoci- -como un llamado en dirección a la ley, hacia la autoridad esta-
miento de unas-os excluye la posibilidad del reconocimiento tal en el caso del “Eh, usted” del policía- se estaría producien-
de otras-os. Asimismo, el reconocimiento se puede producir en do una media vuelta sobre una misma, como un movimiento
de la conciencia que pre-existe al llamado y predispone a la
20.  J. Butler, Mecanismos psíquicos del poder. Teorías sobre la sujeción, trad.
respuesta. Para Butler la concepción althusseriana de la inter-
Jacqueline Cruz, Valencia, Cátedra, 2001, p. 119.
21.  Ibid, p. 136. 23.  J. Butler, Lenguaje, poder e identidad, op. cit. p. 22.
22.  J. Butler, Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del 24.  J. Butler, Mecanismos psíquicos del poder. Teorías sobre la sujeción, op. cit.,
‘sexo’, op. cit., p. 317. p. 124.

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Natalia Martínez Prado Sujeto y performatividad

pelación sugiere, de este modo, que “la existencia como sujeto ría de la agencia lingüística”29. Aunque claramente se trata de
sólo puede comprarse mediante una adhesión culpable a la una noción alternativa de agencia, desligada del sujeto sobera-
ley”25. En otras palabras, si la propia existencia sólo es posible no. Poniendo en cuestión la pre-existencia del sujeto que habla
mediante los términos de sujeción que establece la ley, “de ma- en la teoría de Austin, Butler asume la fuerza performativa de
nera perversa, uno/a puede (siempre desde antes) rendirse a los actos lingüísticos, el reconocimiento de cómo se pueden hacer
la ley con el fin de seguir asegurándose la propia existencia”26. cosas con palabras. También destaca cómo Austin relaciona la
Este abordaje imposibilita no sólo un cuestionamiento crítico fuerza o eficacia del proceso performativo o realizativo de las
de la ley, dado que no sería posible cuestionar las condiciones palabras a su inscripción convencional, aunque no concuerda
que garantizan nuestra existencia, sino que tampoco da lugar a con su manera de abordarla. Recordemos que para que un
alternativas ontológicas fuera de la ley. performativo sea exitoso, según Austin, “tiene que existir un
Para contrarrestar estas limitaciones Butler sugiere “tender procedimiento convencional aceptado, que posea cierto efecto
un puente” entre la teoría de Althusser y la teoría de los ac- convencional”, y que incluya “la expresión de ciertas palabras
tos de habla de John Austin con el propósito de comprender por ciertas personas en ciertas circunstancias”, lo que para el
el proceso por el que un sujeto interpelado es habilitado para autor equivale a inscribir el enunciado en una “situación de
tomar la palabra y dirigirse a los demás27. En particular, la habla total” 30. De todas las críticas que esta concepción ha sus-
teoría de Austin se hace necesaria, según Butler, para atender citado, Butler asume el cuestionamiento de Derrida, particular-
lo que las palabras también pueden llegar a hacer, como una mente en lo que atañe a la dimensión temporal que constituye
gama de desobediencias hacia la ley interpelante, alternativas a toda convención y que excede la posibilidad de su delimita-
que Althusser no llegó a considerar. Porque, ción. Lo que asegura el éxito de los performativos no es una
eventualidad signada exclusivamente por circunstancias apro-
[e]l sujeto no sólo podría rechazar la ley, sino también piadas, intenciones explícitas y contextos definidos -requisitos
quebrarla, obligarla a una rearticulación que ponga necesarios para Austin- sino es más bien la repetición de una
en tela de juicio la fuerza monoteísta de su propia convención que precede y condiciona que lo que se diga ten-
operación unilateral (…) podría producirse el repu- ga un sentido definido. La fuerza de los actos performativos
dio de la ley en la forma de un acatamiento paródico radica en la citacionalidad o iterabilidad que presupone la invo-
que cuestione sutilmente la legitimidad del mandato, cación de una fórmula convencional; esto es lo que le otorga la
una repetición de la ley en forma de hipérbole, una cualidad de acto al habla. En este sentido, la dimensión produc-
rearticulación de la ley contra la autoridad de quien
tiva del enunciado performativo nunca llega a ser un aconte-
la impone28.
cimiento en términos singulares, presentes, únicos; su eficacia
Cualquiera de estos desacatos al llamado interpelante poseen reside en su estructura citacional. Como señala Butler, el sujeto
para Butler implicaciones prometedoras: inauguran “una teo- austiniano “habla de una forma convencional, es decir, habla
con una voz que nunca es completamente singular”31.

25.  Ibíd. p. 126.


26.  Ídem. 29.  J. Butler, Lenguaje, poder e identidad, op. cit., p. 36.
27.  J. Butler, Lenguaje, poder e identidad, op. cit., p. 51. 30.  J. Austin, Cómo hacer cosas con palabras, trad. Genaro R. Carrió y Eduardo
A. Rabossi, Buenos Aires, Paidós, 2008, p. 67.
28.  J. Butler, Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del
‘sexo’, op. cit. p. 180. 31.  J. Butler, Lenguaje, poder e identidad, op. cit., Pp. 50-51.

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Natalia Martínez Prado Sujeto y performatividad

Y es este énfasis de la dimensión temporal en la figuración Ahora bien, esta sujeción es paradójica en tanto la restricción
de un sujeto convencional, que Butler compara con la defini- constitutiva de las normas, la necesidad de reproducirlas como
ción de la ideología en Althusser que, como ya hemos señalado, una condición de la existencia, es asimismo la que habilita la
también tiene efectos materiales específicos en la producción posibilidad de la acción, la emergencia del sujeto. Esta posibi-
del sujeto. En particular, Butler subraya cómo complementan- lidad de agencia no surge a partir de una relación de oposición
do ambas teorías, se podría comprender mejor el hecho de que externa al poder de la restricción; ésta es una condición de la
el sujeto hablante no está completamente subyugado al lengua- performatividad. La restricción es una práctica reiterativa que
je, así como tampoco es un agente que lo instrumentaliza para también puede ser rearticulada, en tanto existe la posibilidad
expresar sus intenciones. La dimensión temporal del ritual de cambiar el curso de la repetición. El intervalo que se abre
presente en ambas perspectivas habilita a comprender que el en el proceso de repetición o reproducción de una norma es el
presente del acto de habla, y por ende también del sujeto, sólo que habilita la contingencia radical, el que pone en riesgo su
adquiere sentido y fuerza merced a un tiempo, pasado o futu- carácter determinado y difumina su poder de sujeción.
ro, que lo excede. Complementando ambas teorías se puede De esta manera, lo que para Austin era una exposición al
vislumbrar cómo el lenguaje que constituye al sujeto (sujetado “fracaso” en los actos convencionales, para la lectura derridea-
por una interpelación que no espera) es al mismo tiempo su na que Butler considera, es el efecto indisociable de su iterabi-
condición de posibilidad (como un sujeto que habla). lidad. Tal y como la formación ritual del sujeto en Althusser
La particularidad de este planteo, entonces, no es sólo que podría ser “susceptible a un cambio de rumbo o un lapso, en
habilita el pasaje de un modelo sustancial del sujeto hacia un virtud de esta necesidad de repetirse y reinstalarse”34, se pue-
abordaje que reconoce su emergencia desde una “temporali- de producir un desvío durante el proceso formativo del sujeto
dad social constituida”32, como un proceso performativo, sino constituido temporalmente en una repetición incesante de
también que posibilita comprender cómo es en esa misma tem- normas sociales. Así, para Butler es la misma noción de repro-
poralidad donde subyace su ambivalencia constitutiva, como ducción de un sistema de dominación, en términos marxistas,
un sujeto sujetado. La sujeción se comprende en la medida en la que se resignifica bajo la noción de iterabilidad35. La misma
que la performatividad atañe a un proceso de iteración, de re- fórmula que reproduce las relaciones de dominación se expone
petición regularizada y obligada de convenciones culturales, al fracaso cada vez que requiere ser repetida; habilita la posibi-
lo que Butler usualmente define como “normas sociales”. Es lidad de efectos no previstos. Tal y como puede suceder en el
la repetición de esas normas la que confiere inteligibilidad o caso de una llamada ofensiva: ésta puede inaugurar al sujeto
reconocimiento al sujeto y constituye su condición temporal.
Esto significa que el sujeto no está formado por las normas 34.  J. Butler, E. Laclau, “Los Usos de la Igualdad”, trad. Mónica Mansour,
en: Debate Feminista, 19, abril 1999, pp. 115-139, p. 127.
que rigen la inteligibilidad, como si la significación fuese un
acto fundador. Antes bien, se trata de un proceso normalizado 35.  J. Butler, “Performatividad, precariedad y políticas sexuales”, en:
de repetición que tiene éxito en la medida en que se encubre AIBR, Revista de Antropología Iberoamericana, Vol. 4, Núm. 3. Septiembre-
Diciembre, 2009, pp. 321-336, pp. 323-4. Desde esta perspectiva marxista,
“y dicta sus reglas precisamente mediante la producción de Butler también señala cómo los efectos performativos pueden llegar a ser
efectos sustancializadores”33. Esos efectos se logran por la “efectos materiales” al mismo tiempo que son parte del mismo proceso de
historicidad acumulada y disimulada de las normas sociales. materialización. En este sentido, la performatividad puede “entrañar un
cambio de la metafísica a la ontología y ofrecer una explicación de los efectos
ontológicos que nos permita repensar la materialidad”. J. Butler, Marcos de
32.  J. Butler, El Género en Disputa, op. cit p. 297.
Guerra. Las vidas lloradas, trad. Bernardo Moreno Castillo, Buenos Aires,
33.  Ibid, p. 282. Paidós, 2010, p. 231.

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Natalia Martínez Prado Sujeto y performatividad

en el lenguaje, pero también puede habilitarlo para hacerle para sobrevivir. Por eso antes que referirse al sujeto, como un
frente36. término sustantivo, semánticamente independiente de lo que
Esta inevitabilidad del fracaso en la formación del sujeto es lo hace posible, Butler optó por atender las condiciones que
lo que para Butler, de hecho, se configura como su condición habilitan sus actos y el vínculo existente entre ambos. Si antes
universal. Frente a la disparidad de procesos performativos de que actuemos actuaron sobre nosotros, si nuestros actos no
que presupone la reproducción constitutiva de normas socia- son autosuficientes sino dependientes de los demás, ¿cómo po-
les, la autora destaca que “siempre estamos constituidos solo demos pensar nuestra agencia sin reconocer esa dependencia
parcialmente como nosotros mismos”, por lo que sería impor- fundamental?, ¿qué puedo hacer desde y con las condiciones
tante analizar en qué medida “la limitación de la constitución que me forman?, ¿tengo alternativas?, ¿qué posibilidades ten-
del sujeto” se puede concebir como “una nueva fuente de co- go para transformar esas condiciones?
munidad o una supuesta condición de universalidad”37. Atender a estos interrogantes devino fundamentalmente en
una reflexión centrada en la alteridad. Y es que el fracaso de la
2. Vidas precarias. En busca de nuevos universales performatividad discursiva atañe a la incapacidad de establecer
de una vez por todas quiénes somos en tanto nos constituimos
Comprender que la constitución del sujeto ineludiblemente en un proceso incesante de iter-abilidad, que como ha estable-
deviene en fracaso, no sólo porque la performatividad se sos- cido Derrida (iter de itara significa “otro” en sánscrito) alude a
tiene como una repetición constrictiva de normas sociales que una lógica que liga la repetición a la alteridad40. Para Butler, este
nos constituye de forma parcial, sino porque aún los efectos no sentido de la alteridad alude a la implicación con una tempo-
previstos pueden llegar a ser imprevisibles, fuera de nuestro ralidad social que excede nuestra propia historia, una historia
control, habilitó a que Butler comenzara a cuestionarse cada que en realidad nunca llega a ser del todo propia en tanto está
vez con más insistencia sobre las condiciones que posibilitan ligada inescindiblemente a normas sociales que no elegimos;
su emergencia. La referencia al “sujeto” sin más se hizo res- pero también apunta a esas “zonas invivibles o inhabitables de
trictiva en la medida en que refiere a “un modelo de praxis e la vida social (…) densamente pobladas por quienes no gozan
inteligibilidad basado a menudo en nociones de poder sobera- de la jerarquía de los sujetos, pero cuya condición de vivir bajo
no”38. Y para Butler “somos seres sociales hasta el más íntimo el signo de lo ‘invivible’ es necesaria para circunscribir la esfera
de los niveles”39; existimos merced a un llamado interpelante de los sujetos”41. Como un exterior constitutivo, esa zona de
que no elegimos, condicionados por normas sociales que nos inhabitabilidad constituye para Butler tanto el límite del sujeto
trascienden pero de las que somos trágicamente dependientes como su condición de posibilidad, provocando la impugnación
y/o la indiferencia así como la pretensión de un terreno seguro
y autónomo de su injerencia42. En cualquier caso, este “repudio
36.  Butler señala al respecto que la “división producida por el
entrecruzamiento entre los llamados interpelantes y el “yo” que es su
40.  J. Derrida, Márgenes de la Filosofía, trad. Carmen González Marín,
sitio, es invasivo, pero también capacitador, es lo que Gayatri Spivak llama
Madrid, Cátedra, 1994, p. 356.
“una violación habilitante”. J. Butler, Cuerpos que importan. Sobre los límites
materiales y discursivos del ‘sexo’, op. cit. p. 181. 41.  J. Butler, Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del
‘sexo’, op. cit. p. 20.
37.  J. Butler, E. Laclau, “Los Usos de la Igualdad”, op. cit. p. 127.
42.  A diferencia del psicoanálisis, la construcción de ese “exterior” en
38.  J. Butler, Vida Precaria. El poder del duelo y la violencia, trad. Fermín
Butler impugna su equivalencia al trauma de castración. Según la autora,
Rodríguez, Buenos Aires, Paidós, 2006, p. 73.
existen diversos mecanismos de forclusión que operan “para producir lo no
39.  Ibíd. simbolizable en cualquier régimen discursivo dado”; los mecanismos de esa

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Natalia Martínez Prado Sujeto y performatividad

fundacional” implica para Butler la irremediable necesidad de sociales en su formación no es otra que la de “las formas de
lo impropio para existir, nuestra condición fundamentalmente racionalidad mediante las cuales nos hacemos inteligibles, nos
relacional43. conocemos y nos ofrecemos a los otros”47. Estas formas no han
De esta suerte, el anhelo por reconocerse como sujeto y dar sido homogéneas sino que se establecen históricamente y a cier-
cuenta de una misma, de una historia propia, se enfrenta con to precio. Porque aunque son las que habilitan la posibilidad
cierta desposesión constitutiva que para Butler, como ya hemos de reflexionar sobre una-o misma, no precisan explícitamen-
advertido con anterioridad, se modula de diversos modos. En te su contingencia ni la exclusión de sus alternativas. En este
primer término, porque lo que decimos no se funda únicamen- sentido, corremos el riesgo de naturalizarlas o considerarlas
te en nosotros, se sostiene en una temporalidad y una socia- “fundacionales y necesarias” 48 al precio de suspender la “re-
lidad que nos excede. El ‘yo’ que pretende contar su historia lación crítica con el régimen de verdad en que vivimos”49. Por
sólo puede hacerlo en base a un discurso que no le pertenece: otra parte, sin embargo, decir que nuestra existencia depende
“mis palabras desaparecen tan pronto como las pronuncio, in- de normas sociales que la exceden no implica que esas normas
terrumpidas por el tiempo de un discurso que no es el mismo sean determinantes, ni que seamos su efecto necesario. Aunque
que el tiempo de mi vida”44. Nuestra historia, además, se es- no hay un margen de libertad para ignorarlas, sí existe la po-
tructura a partir de “normas reconocibles de narración de una sibilidad de entablar cierta lucha con esas condiciones que nos
vida”45 y aunque esas normas son la condición de posibilidad forjaron. En esa lucha puedo llegar a desafiar las convenciones
de nuestro discurso, no puedo aprehenderlas ni tematizar so- sociales o hasta poner en riesgo mi inteligibilidad, pero aún en
bre ellas por completo desde mi propio discurso. Sobre este ese caso sólo actúo o influyo sobre un horizonte histórico-so-
punto, Butler recupera las últimas apreciaciones de Foucault cial definido. Como señala Butler: “Si en esa lucha hay algún
sobre el sujeto46 para señalar cómo el vínculo de las normas acto de agencia o, incluso de libertad, se da en el contexto de
un campo facilitador y limitante de coacciones”50. Además, no
producción “son y siempre han sido el resultado de modalidades específicas deja de ser “un movimiento ex-tático, que me lleva fuera de mí
del discurso y el poder”. Ibid, p. 290. Esta explicación también se adecua a misma para trasladarme a una esfera en la cual quedo despoja-
la hora de abordar la imposibilidad de cualquier significante para producir da de mí y constituida al mismo tiempo como sujeto”51.
la unidad que promete. Desde su perspectiva, “no es el resultado de un
vacío existencial, sino que es el resultado de esa incapacidad del término La desposesión constitutiva también se inscribe en ese mo-
de incluir las relaciones sociales que estabiliza provisoriamente mediante vimiento ex-tático que presupone que la reflexividad sobre
una serie de exclusiones contingentes (…) El hecho de que sea imposible una-o misma-o sólo puede ser incitada a través de una interpe-
lograr una inclusión final o completa es pues una función de la complejidad lación. Nuevamente nos encontramos con esta categoría, aun-
y la historicidad de un campo social que nunca puede resumirse mediante
que a diferencia de la noción de interpelación althusseriana, de
ninguna descripción dada y que, por razones democráticas, nunca debería
resumirse, de ese modo”, Ibid, p. 310. la que Butler enfatizó su carácter subyugante, de sujeción en
términos ideológicos, lo que aquí se destaca es su dimensión
43.  Ibid, p. 20.
44.  J. Butler, Dar cuenta de sí mismo. Violencia ética y responsabilidad, op. cit.
p. 55. 47.  Ibid, p. 165.
45.  Ibid, p. 76. 48.  Ibid, p. 164.
46.  Butler analiza las conferencias de comienzos de la década del ochenta, en 49.  Ibid, p. 165.
particular la titulada en español: “Estructuralismo y postestructuralismo”,
50.  Ibid, p. 33.
en M. Foucault, trad. Ángel Gabilondo, Estética, ética y hermenéutica, Obras
esenciales III, Barcelona, Paidós, 1999. 51.  Ibid, p. 157.

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Natalia Martínez Prado Sujeto y performatividad

relacional y sus implicancias para una respuesta ética así como Para explicar ese modo por el que somos interpelados
para una teoría de la responsabilidad52. Desde este enfoque se re- moralmente, Butler se centra particularmente en la obra de
formulan los vínculos entre el sujeto y sus actos dado que “un Emmanuel Levinas, sobre todo en torno a cómo su noción del
acto no se corresponde completamente con ser un sujeto que “rostro” se vincula a “la extrema precariedad del otro”57. Según
actúa”53, ni las condiciones que actúan sobre nosotros pueden lo entiende Butler, esta vinculación implica que “responder por
ser responsables de lo que hacemos en última instancia. De lo el rostro, comprender lo que quiere decir, significa despertarse
que se trata, arguye Butler, es de comprender cómo nuestra a lo que es precario de otra vida o, más bien, a la precariedad
responsabilidad descansa precisamente sobre la articulación de la vida misma”58. Desde aquí, el sentido de la responsabili-
entre las condiciones y nuestros actos. Y aunque puede resultar dad emerge “como consecuencia del sometimiento a la inter-
paradójico que nuestra agencia y responsabilidad emerjan pre- pelación no querida del otro”59. Lo que nos obliga moralmente
cisamente de nuestra vulnerabilidad a una interpelación que descansa en la manera en la que el otro nos interpela, una ma-
no demandamos, que nos constituye como sujetos escindidos, nera que no siempre podemos advertir o eludir. Esa demanda
para Butler es precisamente en esa “extranjeridad” donde se puede constituirnos incluso en contra de nuestra voluntad o
“origina nuestra conexión ética con los demás”54. La aparente más específicamente, “antes de la formación de nuestra vo-
pasividad presupuesta en la interpelación se abre para Butler luntad”60. Se trata de una “susceptibilidad a otros no querida
como una condición para la propia existencia así como para ni elegida, que es una condición de nuestra receptividad a los
ser responsables en tanto podemos dar una respuesta cediendo otros e incluso de nuestra responsabilidad por ellos”61. De esta
nuestras palabras a los demás55. La relacionalidad que condi- manera, somos responsables, no por nuestras acciones ni por
ciona y presupone la interpelación es indispensable para la el cultivo de una voluntad o conciencia presupuestas, libres
ética dado que “en el comienzo soy mi relación contigo, ambi- de toda sujeción; nuestra responsabilidad descansa en la ambi-
guamente interpelada e interpelante, entregada a un ‘tú’ sin el valente relación con el otro devenida de una interpelación no
cual no puedo ser y del cual dependo para sobrevivir”56.
57.  Ibid, p. 169. Énfasis añadido. Butler señala que la escena y las implicancias
52. Es necesario destacar que aunque la traducción al español de Dar de la interpelación también pueden entenderse desde el psicoanálisis, en
cuenta de uno mismo, op. cit. se refiere específicamente en términos de particular en el contexto de la transferencia psiconanalítica. En sus términos,
interpelación, originalmente Butler habla en términos de “address”. La “el sentido de la transferencia y la contratransferencia no sólo es construir o
categoría en inglés, “interpelation” no es usada en esta obra. Agradezco esta reconstruir la historia de nuestra vida, sino también estatuir el inconsciente
observación a Alberto Canseco. tal como se lo revive en la escena misma de la interpelación. Si la escena
recapitula el inconsciente, sufro de una desposesión de mí misma en la
53.  J. Butler, Vida Precaria. El poder del duelo y la violencia, op. cit. p. 41.
escena de interpelación”. Porque en otras palabras, entender el inconsciente
54.  J. Butler, Dar cuenta de sí mismo. Violencia ética y responsabilidad, op. cit. “es entender lo que no puede, hablando con propiedad, pertenecerme,
p. 118. justamente porque desafía la retórica de la pertenencia; es una manera de
55.  La desposesión presupuesta en la interpelación como condición para quedar desposeído desde el comienzo como resultado de la interpelación
nuestra responsabilidad, también se encuentra para Butler en nuestra del otro”. J. Butler, Dar cuenta de sí mismo. Violencia ética y responsabilidad, op.
“ontología corporal”. Desde su perspectiva, el cuerpo como fenómeno social, cit., pp. 79, 78.
expuesto y vulnerable a la “alteridad obstrusiva” también es un punto de 58.  Ídem.
partida para reformular las concepciones individualistas y liberales sobre
59.  Ibid, p. 119.
la responsabilidad. En J. Butler, Marcos de Guerra. Las vidas lloradas, op. cit.
p. 58. 60.  J. Butler, Vida Precaria. El poder del duelo y la violencia, op. cit. pp. 164-5.
56.  J. Butler, Dar cuenta de sí mismo. Violencia ética y responsabilidad, op. cit., 61.  J. Butler, Dar cuenta de sí mismo. Violencia ética y responsabilidad, op. cit. p.
p. 113. Énfasis original. 123. Énfasis original.

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Natalia Martínez Prado Sujeto y performatividad

deseada, como una “susceptibilidad primaria” que al mismo Esta es una situación que no elegimos. Constituye el horizonte
tiempo que me expone a una demanda, me habilita para dar de la elección y funda nuestra responsabilidad”64.
una respuesta62. A partir del diálogo con la obra de Levinas el enfoque but-
Ahora bien, esta escena de desposesión y exposición que leriano vuelve a desplazar la centralidad del sujeto quien pasa
presupone la interpelación no es obra de dos, como un vín- de ser el fundamento de la ética a constituir un problema par-
culo bilateral sin condiciones. Para Levinas el Otro se dirige ticular para la ética. En particular, Butler procura centralizar el
a nosotros por medio del lenguaje, que no es equivalente a lo análisis en las normas que rigen los principios éticos no sólo
que decimos o lo decible. Como señala Butler, en la perspectiva “como guías de conducta, [sino] también como baremo para
levinasiana “la situación discursiva consiste en el hecho de que definir quién y qué es un sujeto humano”65. Las normas pasan
el lenguaje arriba como una demanda que no deseamos, de la a entenderse como marcos de referencia no sólo en términos
que quedamos cautivos en un sentido original”63. De allí que, epistemológicos sino como operaciones de poder que huma-
según Butler el lenguaje en Levinas comunica la precariedad nizan y deshumanizan el rostro. Se trata de marcos culturales
de la vida. Nuestro ingreso al mundo del lenguaje se produce que delimitan y normativizan el campo visual habilitando el
a partir de una interpelación no deseada en la modalidad de reconocimiento y la respuesta ética a algunas-os y deshabili-
un nombre que no elegimos ni controlamos, sobre la base de tándola a otras-os. En otras palabras, Butler procura atender
cierta violencia que nos expone a las imposiciones y exigencias el vínculo entre los procesos ontológicos y epistemológicos en
de la alteridad. Pero esa alteridad no es restringida, apela a una la producción del sujeto llamando la atención sobre los mar-
vulnerabilidad común devenida de esa exposición primaria al cos normativos que preceden al reconocimiento de una vida
lenguaje. En este sentido, “ninguno de nosotros está delimita- como “sujeto”; de allí que su interés también devenga en un
do por completo, separado del todo”, antes bien estamos “en- problema ético, en tanto implica atender qué y quiénes hay que
tregados, cada uno en las manos del otro, a merced del otro. reconocer y en qué términos nos hacemos responsables de ese
reconocimiento, de qué recursos disponemos a la hora de dar
una respuesta a quienes nos interpelan.
Este interés fomentó la atención de Butler en el problema
62.  Al referirse a la susceptibilidad o impresión primarias, Butler no del encuadre, cómo las normas sociales y culturales que delimi-
sólo atañe, junto a Levinas, a que el Otro se imprime a nosotros desde un tan quiénes pueden llegar a ser sujetos y quiénes no, se estruc-
comienzo, también acuerda con Laplanche en que la vida humana empieza turan en marcos más o menos estables que organizan el campo
específicamente en la infancia, período en que “no hay Otro en un sentido
visual y, más importante aún, “generan ontologías específicas
simbólico [sino] sólo hay diversos otros representados por los adultos que
cuidan al niño en su mundo”. J. Butler, Dar cuenta de sí mismo. Violencia del sujeto”66. Asimismo, habilitó ciertas distinciones concep-
ética y responsabilidad, op, cit. p. 99. Como explica Butler, “el bebé no puede tuales para dar cuenta de esa variabilidad epistémico-onto-
manejar lo que Laplanche llama ‘mensajes’ del mundo adulto. Los reprime lógica. Específicamente, Butler distingue entre aprehender y
en la forma de ‘representaciones-cosa’ (…), que luego surgen de manera reconocer una vida. La “aprehensión” hace referencia a cierto
enigmática para el sujeto (…) Este origen irrecuperable y no temático del registro, como una manera de conocer que aún no es conoci-
afecto no puede recobrarse a través de la articulación propiamente dicha, sea
en forma narrativa o por cualquier otro medio. En términos metateóricos,
64.  J. Butler, Dar cuenta de sí mismo. Violencia ética y responsabilidad, op. cit.
podemos reconstruir el escenario de la represión primaria, pero ningún
p. 139.
sujeto es capaz de contar la historia de una represión primaria que constituye
la base irrecuperable de su propia formación”. Ibid, p. 102. 65.  Ibid, p. 151.
63.  J. Butler, Vida Precaria. El poder del duelo y la violencia, op. cit. p. 175. 66.  J. Butler, Marcos de Guerra. Las vidas lloradas, op. cit. p. 17.

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Natalia Martínez Prado Sujeto y performatividad

miento, “asociada con el sentir y el percibir”67. Precedente al mente los recursos y la exposición a la violencia a determinadas
reconocimiento, aunque no de una manera vinculante, puede poblaciones. Así, es sólo a partir de una desigual distribución
ser la base de un cuestionamiento a las normas prevalecien- de la precaridad que se puede comprender cómo hay sujetos
tes de reconocer. También diferencia el acto o la práctica del que no llegan a ser del todo reconocidos como sujetos, así
reconocimiento de las condiciones previas y generales de reco- como hay vidas que ni llegan a ser aprehensibles como vidas.
nocibilidad, las “que preparan o modelan a un sujeto para el La distancia entre la aprehensión y el reconocimiento, por su
reconocimiento”68. Esas normas de reconocibilidad, a su vez, parte, es lo que da cuenta de cierto exceso de vida que escapa
están producidas y condicionadas por esquemas de inteligi- a la normativización del sujeto, aunque no necesariamente
bilidad entendidos como los campos históricos generales que implique su potencial de resistencia. Para Butler, ese exceso
delimitan lo cognoscible. Lo que distingue a cada una de estas en realidad alude a las limitaciones de la propia normatividad
categorías, entonces, invita a diferenciar en qué condiciones como resultado de su “iterabilidad y heterogeneidad”70. Como
una vida llega a ser aprehensible y si tiene posibilidades de ya hemos señalado anteriormente, la concepción butleriana
llegar al reconocimiento, cuáles son las condiciones de recono- entiende que las normas, en tanto condición de posibilidad de
cibilidad que delimitan esas posibilidades y en qué esquemas los sujetos, requieren ser reproducidas y es ese mismo proceso
históricos de inteligibilidad se enmarcan. de reiteración el que habilita la posibilidad del intervalo, como
Ahora bien, ¿qué es una vida si no tiene posibilidades de ser exceso y eventualmente también como posibilidad de trans-
aprehendida?, ¿tiene posibilidades de llegar a ser reconocida formación. Nos constituimos mediante normas sociales que
como un sujeto?, ¿cuál es el vínculo entre una vida no reco- restringen y condicionan nuestro estatus de “sujetos”, aunque
nocida y un sujeto? Antes que erigir cierta noción de “vida” es la misma performatividad de las normas, en términos de ite-
como un estandarte invaluable y universal, restituyente de la rabilidad, la que puede habilitar una ruptura con los términos
esencia perdida del sujeto, Butler opta por articular al sujeto y de reconocibilidad establecidos. Para que un marco se torne
la vida en términos de su precariedad, y distinguirlos en razón hegemónico debe circular, es decir, debe reiterarse por el espa-
de su precaridad69. A diferencia de la precariedad, que alude a cio y el tiempo, desplazarse y romper con el contexto que le dio
una condición ontológica compartida, la precaridad atañe a las origen. Pero eso mismo que le otorga su fuerza es lo que pone
condiciones políticamente inducidas que asignan diferencial- en evidencia su vulnerabilidad. Si todo marco inevitablemente
tiene que romper consigo mismo para sostenerse y circular, se
67.  Ibid, p. 18. Como dimensión perceptiva, sensorial, la aprehensión alude a abre la posibilidad de que se instale de una manera diferente y
todos los sentidos: “diferenciando los gritos que podemos oír de los que no que se habiliten otros modos de aprehensión. En este sentido,
podemos oír, las visiones que podemos ver de las que no podemos ver, y lo el cuestionamiento crítico de los marcos no pasa tanto por la
mismo al nivel del tacto e incluso del olfato”. Ibid, p. 81.
inclusión de nuevos marcos, sino por la visibilización de sus
68.  Ibid, op. cit. p. 19. propios límites radicados en su necesidad de reiteración. De
69.  Se trata de una traducción del neologismo inglés “precarity” que se la misma forma que la solución no pasa por incluir a más per-
diferencia del “precariousness” traducido como precariedad. En relación al sonas en las normas sociales prevalecientes, sino en denunciar
concepto de “vida”, Butler procura pensar cómo se presupone y gestiona cómo esas normas asignan diferencialmente el reconocimiento
la precariedad en el discurso de la vida. Cuestiona los presupuestos
antropocéntricos, individualistas y liberales que prevalecen en estos
y la precaridad.
discursos y procura descentrar el enfoque desde la pregunta por la vida y/o
la persona hacia las condiciones sociales que posibilitan o no la persistencia
y prosperidad de esas vidas. Véase, J. Butler, Marcos de Guerra. Las vidas
lloradas, op. cit. pp. 33-43. 70.  Ibid, p. 17.

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Natalia Martínez Prado Sujeto y performatividad

De esta manera, se puede comprender cómo se vinculan la normas sociales vigentes no se constituye como su oposición
performatividad y la precariedad da cuenta “del ‘resto de ‘vida’ permanente, como una vida “condenada al pathos del eterno
(…) que describe y habita cada caso de vida normativa”, resto fracaso”; antes bien, se trata de “un recurso crítico en la lucha
que se habilita en la producción siempre parcial de las normas por rearticular los términos mismos de la legitimidad simbó-
que habilitan inteligibilidad”71. Mientras la ontología del sujeto lica y la inteligibilidad”75. Butler procura la deconstrucción de
no puede erradicar su precariedad, como una condición uni- los marcos de inteligibilidad atendiendo a la posibilidad de
versal que excede cualquier intento de socavarla, la precaridad invertir las jerarquías construidas a su interior así como visi-
da cuenta del fracaso de la performatividad de las normas bilizando su carácter fundamentalmente excluyente, lo que la
sociales que habilitan la inteligibilidad. Así, si la performativi- construcción de esos marcos ocultó o excluyó, lo que tuvo que
dad está ligada a la producción de un “sujeto reconocible (…) reprimir para constituirse como tal. Porque en definitiva, “los
cuya vida, cuando se pierde, vale la pena añorar (...) la vida sujetos desautorizados, presujetos, figuras abyectas, pobla-
precarizada caracteriza a quienes no llegan a ser reconocibles ciones borradas de la vista”76 son quienes irremediablemente
o dignas-os de duelo”72. La asignación desigual de la precari- retornan para desestabilizar la reproducción armoniosa de los
dad, en este sentido, aludiría al fracaso irremediable de la per- mismos términos de reconocimiento por los que fueron exclui-
formatividad de las normas, aunque no entendido como “un das-os. Porque es desde esa inestabilidad de donde surge la
problema que ha de gestionar la normatividad”, sino como “lo posibilidad destituyente del propio proceso performativo de
que la normatividad está obligada a reproducir”73: Una vida las normas sociales que conceden existencia, la posibilidad de
que no se alberga en las normas que regulan la vida, que está que entre en una crisis productiva generadora de modos alter-
visiblemente excluida de esas normas pero que aún así sigue nativos de aprehensión y reconocimiento.
estando viva, potencialmente aprehensible y eventualmente La particularidad del planteo butleriano radica, entonces,
susceptible de reconocimiento. en la politización de las ontologías específicas del sujeto en tér-
Pero, ¿cómo llega esta vida a acceder a la reconocibilidad?, minos de una asignación diferencial de la precaridad. Política
¿cómo puede ser inteligible una vida que es explícitamente re- y normativamente, este planteamiento además procura la
chazada por las normas que otorgan inteligibilidad? En primer radicalización de la democracia a partir del reconocimiento y
término, reconociendo la necesidad de “evaluar políticamente revaluación de nuestra condición compartida y generalizada
cómo la producción de la ininteligibilidad cultural se movili- de precariedad en términos de igualdad. Desde su perspecti-
za de maneras variables a fin de regular el campo político”74; va, el reconocimiento de la precariedad compartida habilita el
visibilizando y denunciando políticamente los términos por compromiso normativo hacia la igualdad desde una ontología
los que se produce la delimitación de quién puede llegar a corporal de carácter ineludiblemente social, interdependiente,
ser reconocida-o como un sujeto, de quién no. En segundo lu- una ontología que pone en jaque los abordajes individualistas
gar, entendiendo que una vida expuesta a la exclusión de las del ideario liberal. Asimismo, posibilita una reformulación y
superación de las figuras universales emancipatorias que se
71. J. Butler, Marcos de Guerra. Las vidas lloradas, op. cit., p. 22. sostienen sobre categorías identitarias. Para Butler, el reconoci-
72.  J. Butler, “Performatividad, precariedad y políticas sexuales”, op. cit,
miento de la precariedad de la ontología corporal abre, de esta
p. 335.
73.  J. Butler, Marcos de Guerra. Las vidas lloradas, op. cit., p. 22. 75.  Ibid, p. 21.
74.  J. Butler, Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del 76.  J. Butler, “Fundamentos Contingentes: el feminismo y la cuestión del
‘sexo’, op. cit. 293. “postmodernismo”, op. cit. p. 29.

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Natalia Martínez Prado Sujeto y performatividad

manera, una oportunidad para la política progresista y de iz- Partiendo desde la concepción de Hannah Arendt, Butler
quierdas en la ampliación de reivindicaciones y la generación considera cómo toda acción política requiere de un “espacio
de nuevas alianzas. de aparición”. Se trata de un espacio que no precisa de loca-
lización, sino que se instituye desde el discurso y la actuación
3. La paradoja se redefine. Vulnerabilidad y Resistencia conjuntas. La política no deviene de la Polis como un espacio fí-
sicamente delimitado sino del propio espacio de aparición que,
Desplazar la obstinación por el sujeto hacia una ontología cor- en palabras de Arendt, es aquél “donde yo aparezco ante otros
poral que dé cuenta de nuestra condición precaria compartida como otros aparecen ante mí”, como un espacio que se crea
también es una oportunidad, desde el enfoque de Butler, para “entre los participantes que puede encontrar su propia ubica-
comprender los modos básicos de dependencia que nos vincu- ción en todo tiempo y lugar”80. De esta perspectiva se deriva
lan tanto en nuestra vulnerabilidad como en nuestra resisten- que actuar y hablar políticamente se corresponde con aparecer
cia política colectiva. El hecho de que el cuerpo sea vulnerable a los demás, lo que en otras palabras significa que para existir
a cierta “alteridad obstrusiva” que lo enfrenta a su socialidad políticamente debemos asumir nuestra dimensión social. Este
ineludible no es un impedimento, incluso suele ser un motivo, planteo sería completamente articulable con el de Butler sino
para que ese cuerpo inste a tener una respuesta. La exposición fuera porque no llega a aprehender cómo esa posibilidad de
a los demás, en este sentido, no justifica que la vulnerabilidad aparición a los demás está mediada por marcos normativos
sea siempre reducible a la dañabilidad, “si este estatus preca- y entornos materiales, topográficos que condicionan de an-
rio puede convertirse en condición de sufrimiento, también temano quién y cómo se puede aparecer. Por eso sobre este
sirve a la condición de la capacidad de respuesta”77. Como en planteamiento Butler asiente en que la política requiere de un
el caso del lenguaje ofensivo, que pone al descubierto cómo espacio de aparición, pero disiente en delimitar la política a la
siempre estamos sujetos a cierta vulnerabilidad lingüística así generación de ese espacio de aparición. Esto es, una cuestión es
como también nos confirma que es esa misma sujeción la que aceptar la dimensión performativa y social de la aparición, ad-
nos inaugura en el lenguaje y nos habilita a responder. Esa mitir que “espacio y localización se crean a partir de la acción
exposición habilitante, a su vez, no sólo atañe a la dimensión plural”81; pero otra muy distinta es restringir la política a ese
del lenguaje dado que “el acto discursivo afecta y nos anima espacio evadiendo una consideración sobre los condicionantes
de un modo corporal: de hecho, el campo de susceptibilidad y de esa aparición, sobre quienes quedaron excluidas-os en su
afecto ya es una cuestión de registro corporal de algún tipo”78. institución. ¿Estamos todas-os igualmente habilitadas-os para
En cualquiera de los dos casos, lo relevante para Butler es la aparecer ante las-os demás?, ¿cuáles son los límites y condicio-
consideración de cómo la vulnerabilidad y la agresión llegan nes para formar parte de ese espacio de aparición?, ¿cómo se
a constituirse “como puntos de partida de la vida política”79, definen las fronteras de ese espacio?, ¿no hay política detrás y
o en otros términos, cuáles son las condiciones de posibilidad por fuera de esa delimitación? Arendt especifica con claridad
para la actuación política bajo el presupuesto de nuestra preca- que el espacio de aparición no es siempre posible porque “aun-
riedad constitutiva. que todos los hombres (sic) son capaces de actos y palabras, la
mayoría de ellos –como el esclavo, el extranjero (…) [las mu-

80.  H. Arendt, La condición Humana, trad. Ramón Gil Novales, Buenos


77.  J. Butler, Marcos de Guerra. Las vidas lloradas, op. cit. p. 93.
Aires, Paidós, 2007, p. 221. Énfasis agregado.
78.  J. Butler, “Repensar la vulnerabilidad y la resistencia”, op. cit.
81.  J.Butler, “Cuerpos en Alianza y la política de la calle”, trad. Patricia
79.  J. Butler, Vida Precaria. El poder del duelo y la violencia, op. cit, p. 13. Soley-Beltrán, en: Traversales, nº 26, nº 103, junio 2012, pp. 11-27, p. 12.

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Natalia Martínez Prado Sujeto y performatividad

jeres] no viven en él (…) Estar privado de esto significa estar sin llegar a ser del todo consecuente con su planteamiento so-
privado de realidad, que humana y políticamente hablando, es bre la política brevemente presentado con anterioridad, Arendt
lo mismo que aparición”82. Butler toma distancia de este plan- también fue quien sostuvo, en obras anteriores, el derecho a
teamiento, entonces, porque de esa manera “no tendríamos tener derechos. Desde esta perspectiva, el “derecho nace cuan-
ni podríamos usar un lenguaje capaz de referirse a las formas do se ejerce” y ese ejercicio es colectivo85. Butler retoma esta
de agencia y resistencia que se centran en la política de exclu- noción como un tipo de “ejercicio performativo”, reconocido
sión en sí misma”83. Si la constitución del espacio político se en otras obras como una “contradicción performativa”86, dado
produce a partir del encuentro entre quienes están habilitados que es un derecho que no descansa en ningún precedente, sea
para hablar y actuar, y esa misma constitución espacial es lo éste legal o relativo a la pertenencia estado-territorial de quien
que define a la política, no hay manera de politizar a quienes lo ejerce; se trata de una reivindicación que se ejerce como un
quedan fuera de él; de hecho para Arendt estas personas no derecho a partir de la propia reivindicación 87. De esta manera,
llegan ni a ser percibidas como reales. A su vez, la despolitiza- en sus propios términos Butler recurre y resiste a Arendt para
ción de las-os excluidas-os del espacio de aparición implicaría comprender cómo quiénes están excluidos de la posibilidad de
una legitimación de los límites ya establecidos de lo político, aparecer en la política, como sujetos reconocidos de la esfera
inhabilitando comprender su precaria fijación así como una de la política, no dejan de formar parte de esa “pluralidad crea-
eventual transformación. dora del espacio de aparición (…) La acción plural y pública es
A diferencia de este enfoque, Butler procura llamar la el ejercicio del derecho a tener lugar y pertenencia, y a través
atención sobre cómo quienes quedan afuera de los límites es- de ese ejercicio se presupone y crea el espacio de aparición”.
tablecidos de la política actúan de todos modos, existen, se mo- El ejercicio de hablar y actuar en conjunto no sólo es un po-
vilizan y aparecen aunque no queramos verlas-os, aunque no tencial de quienes están presumiblemente reconocidas-os para
sean formalmente reconocidos como “sujetos”, porque “sólo hacerlo, también es potestad de quienes se exponen al poder
pueden ser vistos como ‘irreales’ por aquellos que pretenden delimitante de los marcos de reconocibilidad.
monopolizar las condiciones de realidad”84. En ese sentido, De esta manera, Butler procura señalar cómo la vulnera-
propone reformular el enfoque arendtiano para dar cuenta no bilidad, entendida como una “exposición deliberada ante el
sólo cómo la política configura un espacio de aparición, sino poder, es parte del mismo significado de la resistencia política
también cómo la politicidad de esa configuración reside en la como acto corporal”88. Intenta trascender la oposición entre
operación de poder que delimita un adentro y un afuera de
ese espacio produciendo el reconocimiento de ciertos sujetos 85.  Ídem.
aptos para la política, sujetos que aparecen y pueden ser vistos 86.  Este término suele ser utilizado por Butler para dar cuenta cierta
y escuchados, y el desconocimiento e impugnación de quienes proclamación de universalidad por quienes han sido formalmente excluidos
son invisibles e inaudibles. De todas formas, Butler vuelve a re- de esa universalidad, como en el caso de “los sujetos que han sido excluidos
tomar a Arendt a la hora de comprender cómo quienes quedan de los derechos civiles por las convenciones existentes (…) usan ese lenguaje
afuera de las esferas legitimadas de aparición aún son capaces de los derechos civiles y activan una “contradicción performativa”, al
afirmar que están cubiertos por aquel universal, exponiendo con ello el
de actuar en conjunto y reclamar ser vistos y oídos. Dado que, carácter contradictorio de las anteriores formulaciones convencionales de lo
universal”. J, Butler, Lenguaje, poder e identidad, op. cit. p. 151.
82.  H. Arendt, La condición Humana, op. cit. pp. 221-222.
87.  J. Butler, “Performatividad, precariedad y políticas sexuales”, op. cit,
83.  J.Butler, “Cuerpos en Alianza y la política de la calle”, op. cit. p. 15. pp. 327-8.
84.  Ibid, p. 16. 88.  J. Butler, “Repensar la vulnerabilidad y la resistencia”, op. cit.

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Natalia Martínez Prado Sujeto y performatividad

vulnerabilidad y agencia marcando su vínculo particular: aun- aquello que se expone y moviliza en nuestra propia resistencia
que existe cierta tendencia a resistirse al reconocimiento de la al poder que nos somete. Pero sobre esta aproximación puede
vulnerabilidad en aras de instalar una comprensión soberana emerger un cuestionamiento a las implicancias de una concep-
de la agencia individual, es la misma vulnerabilidad la que se ción de agencia –en términos de respuesta, pero también de re-
moviliza en la resistencia política. A diferencia de un sujeto sistencia- que se vincula a la responsabilidad, lo que en inglés
político que actúa solo venciendo a su vulnerabilidad, Butler usualmente se define como responsiveness90. En particular, ca-
propone una ontología corporal y social que descansa en una bría preguntarse si ese vínculo no responde a presuponer que
comprensión relacional de la vulnerabilidad, como un “tipo de en la fuerza de un acto performativo, que reside en la iterabili-
relación que pertenece a esa ambigua región en que la recep- dad de las normas, no habría cierta prevalencia de la alteridad
tividad y la capacidad de respuesta no son claramente separa- frente la repetición lo cual nos instaría a tener una respuesta
bles una de otra y no se distinguen como momentos separados particular –no violenta- de atenderla. Como si la condición on-
de una secuencia”89. Es la propia vulnerabilidad corporal la tológica de la precariedad compartida limitase los modos de
que se moviliza como resistencia. De aquí que el planteamiento responder a la desigual distribución de la precaridad. ¿Cuáles
butleriano termina ofreciendo una particular reformulación de son las implicancias de una ontología social sobre la agencia?,
la ontología paradójica del sujeto en términos de súbdito y so- ¿cómo incide el vínculo relacional de la precariedad constitu-
berano: su sujeción, entendida como exposición, dependencia tiva en nuestros modos de agencia? ¿Existe un privilegio ético,
y vulnerabilidad hacia los demás no sólo es la que le otorga o más específicamente una motivación ética, antes que política
existencia, también es lo que le otorga la posibilidad de resistir en la obra reciente de Butler como condición de posibilidad
performativamente a esa misma sujeción, aunque sólo sea para para la agencia?, ¿cómo se combate la desigual distribución de
aparecer como una vida inerradicablemente precaria, aunque la precaridad atendiendo a esa dimensión inerradicablemente
viva al fin. violenta de la política? Desde nuestra perspectiva, las dudas
Esta particular formulación óntica-ontológica del sujeto sobre cierta prevalencia ética en la obra reciente de Butler se
reconoce su potencialidad para trascender las limitaciones asoman si atendemos a cómo la desposesión se significa a veces
de ciertas aproximaciones que sucumben en uno de los la- como una “apertura al mundo” que condiciona nuestro modo
dos opuestos de la paradoja fundacional: el sujeto butleriano de responder a la alteridad, un modo no violento que Butler
emerge condicionado por un lenguaje normativizado que no prefiere como una alternativa para negociar el antagonismo so-
elige ni controla, pero al mismo tiempo son esas mismas con- cial91. Aunque también, es necesario reconocer que esas dudas
diciones de las que adquiere su posibilidad para responder. Se
trata de un sujeto que no está irremediablemente determinado 90. Butler dedica un apartado sobre esta noción en la obra escrita
recientemente junto a Athena Athanasiou: Dispossession. The Performative
por su sujeción a las normas sociales, aunque tampoco goza
in the Political, Malden: Polity Press, 2013, pp. 104-125.
de una libertad soberana para evadirse de esa sujeción; de
hecho cualquier intento por socavar esa restricción parte del 91. J. Butler, A. Athanasiou, Dispossession. The Performative in the Political,
op. cit, p. 109. Sobre el llamado a la “no violencia”, véase el último capítulo
potencial performativo de los mismos términos que lo limitan. de Marcos de Guerra. Las vidas lloradas, op. cit, pp. 227-252. Allí, Butler
En este sentido, la vulnerabilidad del sujeto en Butler no sólo postula “una proscripción ética contra la práctica de la violencia” aún
concierne a esa “alteridad obstrusiva” que es imposible evadir, cuándo “no deslegitima ni rechaza la violencia que pueda estar operando
incluso cuando ni siquiera se llega a advertir, también apunta a en la producción del sujeto”. Ídem, pp. 233. Esto es, aún cuando Butler
reconoce que estamos parcialmente formados por la violencia, por normas
sociales que no elegimos y que se reproducen incluso en contra de nuestra
89.  Ídem. voluntad, cuestiona que la violencia sea “un hecho social presupuesto” y

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Natalia Martínez Prado

se disipan si atendemos a su continua insistencia en la posi- Sujeto y ciudadanía


bilidad de problematizar los fundamentos ontológicos de las
normas sociales a partir de una práctica política performativa. El ciudadano como pliegue de
Si es cierto que su concepción sobre una ontología corporal, sujeción y subjetivación
eminentemente social, habilita un gesto desmedido hacia la
precariedad del otro, gesto por el cual reconocemos nuestra
propia precariedad, también es cierto que esa concepción po-
sibilita reconocer y poner en cuestión la desigual distribución
de la precaridad como una condición de esa ontología social. Carolina Juaneda - María Aurora Romero
Su obra no ha dejado de vincular la resistencia a la posibilidad
destituyente que se abre en el propio proceso performativo de
las normas sociales y los marcos de reconocibilidad que las
comprende, en todos los modos posibles, aún poniendo en
riesgo la seguridad ontológica de quienes se reconocen como 1. Introducción
sujetos.
La emergencia de la cuestión del sujeto, desde su destitución
estructuralista hasta su radicalización paradójica en el postes-
tructuralismo, marcan las coordenadas de pensamiento don-
de surge la interrogación por el estatuto del ciudadano en su
ambivalente tensión entre sujeción y subjetivación. Será en la
tradición francesa donde inscribamos una emergencia singu-
lar del problema del sujeto, desde la proclama de Foucault de
muerte del hombre hasta el devenir ciudadano de Balibar, y
allí buscaremos hacer mella en la constitución de una subje-
tividad como pliegue de sujeción y subjetivación. El sujeto y
el ciudadano serán situados en esta paradoja irreductible de
súbdito y soberano, para indagar allí en sus límites y fronteras
las posibilidades históricas de resistencia y emancipación.
Balibar expone de una manera muy acertada que el mar-
co de pensamiento donde se inscribe el problema del sujeto,
en la academia francesa, se circunscribe a la emergencia y las
disputas en torno del estructuralismo, y de lo que después se
llamará como postestructuralismo. En su texto “El estructuralis-
mo: ¿Una destitución del sujeto?” nos dice que el surgimiento
y la cristalización del movimiento estructuralista a fin de los
que la normatividad se funde necesariamente en la violencia. Ídem, p. 229. A años 50 debe ser comprendido como el episodio francés de la
cambio, atiende la posibilidad de no repetir la violencia que nos constituye
como una responsabilidad, como un dilema ético que nos insta a realizar
modificaciones y eventuales inversiones en su reiteración

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Carolina Juaneda - María Aurora Romero Sujeto y ciudadanía

cuestión de la antropología filosófica.1 A este movimiento lo nom- tajante, en expresiones como “[n]o he sido nunca freudiano, ni
brará como aventura estructuralista, con el fin de mostrar allí he sido nunca marxista, ni he sido nunca estructuralista”.5Sin
justamente su carácter polémico, su desenvolvimiento a través embargo, el carácter notoriamente polémico del estructuralis-
de puntos de herejía, que lo configuran como una multiplicidad mo, y su lugar en aquellas disputas, es claramente reconocido
radical de interpretaciones. Tal aventura estructuralista debe por el pensador cuando frente a la pregunta de qué pasaría
ser comprendida para Balibar como un movimiento propiamente si “interrogan a Lévi-Strauss, Lacan, Althusser y a mí mismo
filosófico, que se dirime sobre el problema de la antropología [Foucault], cada uno declarará que no tiene nada en común con
filosófica, en las disputas en torno a la cuestión del humanismo los otros tres y que los otros tres no tienen nada en común entre
y del anti-humanismo.2 Así, comprenderá que la problemática ellos”.6 Sin embargo, aquí añade algo que ya estipulaba Balibar
del sujeto dispone de una prioridad para abordar la emergen- como distintivo del movimiento filosófico estructuralista, y que
cia del estructuralismo y su inflexión, respecto de los debates en palabras de Foucault se traduce como que “ante todo, desde
concernientes a la antropología filosófica.3 un punto de vista negativo, […] lo que distingue esencialmente
La inscripción de Foucault en el marco de la historia del al estructuralismo es que problematiza la importancia del su-
estructuralismo se ha configurado claramente como una po- jeto humano, la conciencia humana, la existencia humana”.7 El
lémica en la que, si atendemos a sus propias declaraciones, problema del sujeto será el punto de inflexión del pensamiento
es posible encontrar algunas veces su clara inscripción en el estructuralista, y en las palabras de Foucault “el estructura-
estructuralismo4, pero otras, tal vez la mayoría, su negación lismo se inscribe […] dentro de una gran transformación del
saber de las ciencias humanas, que esta transformación tiene
1.  E. Balibar, “El estructuralismo: ¿una destitución del sujeto?”, trad., F. como cima no tanto el análisis de las estructuras cuanto el cues-
Gómez y J. Ferreyra, Instantes y Azares: Escrituras Nietzscheanas, Nº. 4-5, 2007, tionamiento del estatuto antropológico, del estatuto del sujeto,
p. 161. del privilegio del hombre”.8
2.  “O incluso por qué el estructuralismo mismo, de un momento a otro, En la misma línea, el sujeto puesto en cuestión para Balibar
y de un autor a otro, oscila entre diversas posibilidades de negación del
es el que se da en el horizonte teleológico de una coincidencia “en-
humanismo clásico, ya sea de la esencia o de la existencia, pasando del anti-
humanismo teórico al humanismo de la alteridad, incluso de la alteración tre la individualidad (particular o colectiva) y la conciencia (o la
de lo humano (que a mi parecer no es lo mismo que «el humanismo del otro presencia a sí mismo que actualiza efectivamente las signifi-
hombre»)” Ibíd, p. 161. caciones)”.9 Y será contra este sujeto que el estructuralismo en
3.  “Pareciera que por necesidad de síntesis pudiéramos sugerir que el dos movimientos construye su singularidad. En primer lugar,
estructuralismo se constituye de manera polémica, o que es atacado de un movimiento de destitución como de deconstrucción de la
golpe, […] como un nuevo cuestionamiento de una ecuación generativa,
susceptible de desarrollarse más o menos largamente a partir de su propia
abstracción especulativa, en la que la humanidad del hombre (entendida de 5.  M. Foucault, “Struturalism and Post-struturalism”, Dits et Ecrits II 1976-
manera esencialista […]) es identificada con el sujeto (o con la subjetividad)”. 1988, Éditions Gallimard, Paris, 2001, p. 1254. (Traducción propia).
Ibíd, pp. 162-3. 6.  M. Foucault, “En intervue med Michel Foucault” Dits et Ecrits I…, op. cit.,
4. “Lo que trate de hacer fue introducir los análisis de estilo estructuralista p. 681. (Traducción propia).
en dominios en los que no habían penetrado hasta el presente, es decir, en el 7.  Ídem. (Traducción propia).
dominio de la historia de las ideas, la historia del conocimiento, la historia
8.  M. Foucault, “Michel Foucault explique son dernier livre”, Dits et Ecrits
de la teoría. En este sentido fui llevado analizar en términos de estructura el
I…, op. cit., p. 807. (Traducción propia).
nacimiento del estructuralismo mismo”. Michel Foucault, “La philosophie
struturaliste permet de diagnotiquer ce qu’est “aujourd’hui””, Dits et Ecrits I 9.  E. Balibar, “El estructuralismo: ¿una destitución del sujeto?”, op. cit., p.
1954-1975, Éditions Gallimard, Paris, p. 611. (Traducción propia). 163.

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Carolina Juaneda - María Aurora Romero Sujeto y ciudadanía

ecuación “humanista” del sujeto. El estructuralismo destituye objetividad constituida, de la fenomenalidad, aunque en un
radicalmente una forma de subjetividad, aboliendo los presu- sentido sea más y sea menos”.14 Así, mientras que se vuelve
puestos de autonomía que sostienen la función teleológica de visible cómo los “estructuralismos” son fundamentalmente
las grandes identidades clásicas del yo, como de su devenir sí heréticos unos en relación a otros, la pregunta por la destitución
mismo. Pero en segundo lugar, Balibar dirá que “el movimiento y reconstitución derivada del sujeto ha sido el interrogante que
típico del estructuralismo reside en una operación simultánea ha configurado el pensamiento filosófico francés de la segunda
de deconstrucción y reconstrucción del sujeto, o de deconstrucción mitad del siglo XX.
del sujeto como arché (causa, principio, origen) y de recons- De un modo muy similar a las apreciaciones de Balibar,
trucción de la subjetividad como efecto, es decir de pasaje de Foucault si bien tiene sus recaudos respecto de la etiqueta de
la subjetividad constituyente a la subjetividad constituida”.10 estructuralista, más aún negará explícitamente la existencia
Y será este segundo movimiento considerado comúnmente del movimiento posestructuralista. En una entrevista titulada
como postestructuralista, el que lo sobredetermina y rectifica Estructuralismo y postestructuralismo, dirá que “detrás de lo que
como una alteración de la subjetividad bajo las diferentes mo- se ha llamado el estructuralismo veo claramente que había un
dalidades de una desnaturalización, de un exceso o de un determinado problema que era, a grandes rasgos, el del sujeto
suplemento. De este modo, el estructuralismo para Balibar será y el de la reestructuración del sujeto, sin embargo no veo en
el “dispositivo de inversión del sujeto constituyente en sujeto consti- aquellos a los que se llama posmodernos o postestructuralistas,
tuido”, y el post-estructuralismo, el “momento de reinscripción de cuál el tipo de problemas que tienen en común”.15 No obstante,
su límite a partir de su propia impresentabilidad”.11 Así se vuelve más allá de que hoy aceptemos o no como distintiva de una
fundamental mostrar para Balibar cómo en el estructuralismo singularidad de pensamiento la categoría de postestructuralis-
la cuestión del sujeto, no sólo siempre ha estado presente, sino mo, es importante remarcar cómo en la disputa, en la aventura
que ha definido su orientación, lo ha nombrado, lo ha situado, y estructuralista, se da la emergencia problemática de una forma
lo ha pensado en el marco de estas dos operaciones.12 de sujeto sobre la que aún hoy nos encontramos pensando. Será
Balibar llega a la conclusión de que todo estructuralismo allí donde inscribimos también el presente trabajo, en tanto se
es ya un postestructuralismo, en tanto que este segundo mo- pregunta por la tensión inherente entre sujeción y subjetiva-
vimiento le es inherente, ya que sin él no podría haber ningún ción propia de todo proceso de (des)constitución subjetiva.
“uso de estructuras constitutivo de efectos de subjetividad De este modo, del recorrido que parte de la aventura estruc-
constituida, derivada”.13 Si acaso esto no fuera así, plantea turalista como apertura al problema del sujeto, se abordará a
Balibar, “¿de qué hablamos cuando decimos que el sujeto no continuación el trabajo de Balibar respecto del devenir ciuda-
se constituye sin dividirse, y sobre todo sin encontrarse separado dano del sujeto en su ambivalencia con el devenir sujeto del
de sí mismo por el significante, la forma de enunciación o la ciudadano. Luego, se volverá sobre ciertos desplazamientos
variación de la que es huella? No es de otro sujeto, doble del de la perspectiva foucaultiana respecto del problema de las
sujeto mismo, no es tampoco de un objeto en el sentido de la formas de subjetividad, en tanto que allí se posibilita poner
en tensión las implicaciones del devenir sujeto del ciudadano
a través del problema de las diferencias antropológicas. Tal
10.  Ibíd, p. 164.
11.  Ibíd, p. 165.
14.  Ídem.
12.  Ídem.
15.  M. Foucault, “Struturalism and Post-structuralism”, Dits et Ecrits II…,
13.  Ibíd, p. 169. op. cit., p. 1266. (Traducción propia).

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Carolina Juaneda - María Aurora Romero Sujeto y ciudadanía

cruce, nos posibilitará comprender cómo en los pliegues subje- histórico como analítico, de las nociones de hombre, de sujeto y
tivos de poder, en la inmanencia de las relaciones de sujeción de ciudadano que, juntas, “configuran el orden ambivalente de
y subjetivación, se signan las posibilidades de resistencia y sujeción y subjetivación”17. Allí plantea cómo toda la historia
ejercicio de prácticas de libertad. Por último, se volverá sobre de la categoría filosófica de sujeto en el pensamiento occidental
la posibilidad de pensar las fronteras de la ciudadanía, para está gobernada por un juego de palabras, materialmente inscripto
disputarle allí a la concepción liberal su propiedad respecto a en nuestras lenguas e instituciones.18 Tal juego, será el de tra-
dicha categoría. Será nuestro objetivo apropiase y radicalizar ducir por sujeto tanto la noción impersonal de un subjectum,
el concepto de ciudadanía, para abrir nuevos espacios teóricos es decir, de una sustancia individual o de un sustrato/soporte
y políticos, para pensar nuevas prácticas emancipadoras en el material de propiedades, como la noción personal de un sub-
marco de una comprensión de las ciudadanías que subrayen su jectus, término político-jurídico que connota sujeción o sumisión,
naturaleza aporética, ambigua y paradojal. es decir, el hecho de que una persona humana está sometida a la
autoridad de un poder superior. Así este juego se daba entre
2. El devenir ciudadano del sujeto dos etimologías distintas, una derivaba de la función metafísi-
ca de una ontología y de una gramática, que era el subjectum; y
Nuestro trabajo se detendrá ahora en el pensamiento de Balibar la otra que se relacionaba con la extensa historia de la relación
para ver allí la forma que adquiere la ciudadanía en sus contin- de soberanía, a saber, el subjectus.
gentes devenires históricos. Balibar en su texto “Citoyen-Sujet” En primer lugar, el autor discutirá con toda la tradición fi-
de 1989, responde de manera casi inmediata a la pregunta rea- losófica que ubica “el nacimiento” del sujeto como conciencia
lizada por Jean-Luc Nancy ¿Quién viene después del sujeto? trascendental con Descartes. Balibar dirá que el “único «sujeto»
que “después del sujeto viene el ciudadano”. De este modo, busca que Descartes y los metafísicos clásicos conocían estaba conte-
recuperar el juego de palabras subjectus y subjectum actualizado nido en la noción escolástica de subjectum proveniente de la
por la mediación del ciudadano: tradición aristotélica” que debe ser entendido como el soporte
individual de las propiedades de la sustancia, pero que no era
[…] el subjectus cuya subjetivación vertical es puesta en
subjectus.19 Balibar atribuye, el nacimiento de tal sujeto a Kant.
cuestión por la ciudadanía de los ciudadanos, no cesa
de “volver” a su seno, no solamente por el hecho de Dirá que “el «sujeto» fue inventado por Kant en un proceso que
que las modalidades de sujeción son múltiples, tena- se desarrolla en las tres Críticas”20. En sus palabras, “es Kant, y
ces, plásticas, irreductibles a un modelo o institución nadie más que él, quien llama «sujeto» (Subjekt) a ese aspecto
única, sino por el hecho de que la ciudadanía es una universal de la conciencia y la consciencia humana […] que
“relación doble” en la cual los ciudadanos se relacio- proporciona su fundamento y su medida a toda filosofía”.21
nan entre ellos según modalidades simultáneas de las
cuales una afirma su soberanía colectiva, mientras que 17.  E. Balibar, “Sujeción y Subjectivación”, trad, C. Juaneda, en Política
la otra individualiza su obediencia a la norma del po- Común, N° 6, University of Michigan, 2014. DOI: http://dx.doi.org/10.3998/
der político.16 pc.12322227.0006.004.
18.  E. Balibar, B. Cassin y A. de Libera Vocabulaire européen des philosophies:
Balibar en su trabajo respecto de la antropología filosófica con-
Dictionnaire des intraduisibles, Le Robert, Seuil, Paris, 2004.
sidera necesario realizar un análisis crítico, de carácter tanto
19.  E. Balibar, “Sujeción y Subjetivación” op. cit., 2014.
20.  Íbid, 2014.
16.  E. Balibar, Ciudadano Sujeto: volumen 1: el sujeto ciudadano, trad, C.
Marchesino, Prometeo, Buenos Aires, 2013, p. 15. 21.  Ídem.

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En segundo lugar, la argumentación prosigue para mostrar los Derechos del Hombre y del Ciudadano proclamada en 1789 por
que en la historia del problema del Hombre, como ciudadano y los constituyentes franceses. Será allí donde el devenir ciuda-
como sujeto, se destacan dos grandes rupturas que representan dano del sujeto emerge, en tanto “el hombre deja de ser un
umbrales de irreversibilidad histórica. Allí, la reflexión filosófi- subjectus, un sujeto, y por consiguiente su relación con la ley
ca, en un nivel onto-político, sigue siendo tributaria de esas dos […] se invierte radicalmente: ya no es ése que es llamado ante la
rupturas o umbrales históricos.22 El primer umbral será para ley, […] sino aquel que, al menos virtualmente, «hace la ley»,
Balibar aquel que coincide con la declinación del mundo anti- es decir, la constituye, la declara válida”.25 En el sujeto que estos
guo, y que en la reflexión filosófica coincide con la transición revolucionarios comenzaron a pensar identificaban libertad y
teórica que se inscribe entre Aristóteles y San Agustín, que subjetividad, gracias a la abolición del principio de su sujeción.
marca el surgimiento de una categoría unificada de la sujeción Allí, para Balibar, ya no “podía haber algo así como una «ser-
o subjectus. Es allí donde se incluyen todas las categorías de vidumbre voluntaria»”, la ciudadanía es la subjetividad como
dependencia personal, y que identifica la sujeción del sujeto tal, la forma de subjetividad que ya “nadie identificaría con la
como una obediencia voluntaria que no es la de los cuerpos sino sujeción”.26
la del alma, una obediencia interior. Y esta obediencia será aso- Volviendo a los efectos del texto de la Declaración de los
ciada con un destino superior, terrestre o celestial, real o ficticio, Derechos del Hombre y del Ciudadano, Balibar destaca que aque-
dónde por primera vez, por un lado, el nombre sujeto se lleva lla paradoja irreductible de dos de los conceptos fundamen-
al campo político para ser sujeto al soberano, al Señor, o bien, al tales de la teoría política, como son la libertad y la igualdad,
Señor Dios; y que, por otro lado, necesariamente en el campo que habiendo sido entendidos como categorías mutuamente
de la metafísica se sujeta a sí mismo.23 excluyentes, comienzan a ser radicalmente transformados.
El segundo umbral histórico irreversible será para Balibar La Declaración introduce una ruptura y produce dos quiebres
la Revolución Francesa. Éste será el punto de partida que sirve teóricos-conceptuales que pueden ser comprendidos como una
a Balibar para dar cuenta del movimiento en el que el sujeto de- contradicción intrínseca del momento revolucionario. Una
viene ciudadano. Para dicho autor, el proceso de “sustitución del primera innovación con respecto a la restauración del sujeto po-
sujeto al ciudadano” no es un devenir histórico y no acaba en lítico se da a nivel de enunciación teórico-jurídico: los hombres
este hecho puntual, es sólo un comienzo que marca una ruptura ya no son más subditus sino que nacen libres e iguales en dere-
irreversible con respecto a los tiempos del absolutismo, aclaran- chos. En oposición a la forma de la monarquía absoluta donde
do siempre, junto a su irreversibilidad, el carácter incompleto, el sujeto es un súbdito y, como tal, está sujeto a una relación
inacabado, precario e insuficiente de este gran revelo.24 El pun- de obediencia con respecto al príncipe (su voluntad absoluta
to de referencia fundamental será el texto de la Declaración de está expresada en su ley), la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano viene a enunciar que los hombres
22.  Ídem. nacen y permanecen libres e iguales y así destruye la figura del
23.  Ídem. príncipe como voluntad absoluta y creadora de la ley. En este
24.  E. Balibar, Ciudadano Sujeto…, op. cit., p. 14. Balibar dirá; “¿Por qué
sentido, a nivel de la enunciación, el texto tiene efectos polí-
es este acontecimiento irreversible, no sólo en el orden de la política sino ticos concretos, rompe con la idea de sumisión al soberano y
también en el orden de la ontología? Con certeza porque, por su mismo título, emerge un ciudadano paradójico que crea la ley, la constituye;
la Déclaration plantea una ecuación universal, sin verdadero precedente en
la historia, del Hombre como tal y de un nuevo ciudadano definido por sus
25.  Ibíd, p. 191.
derechos, o mejor aún: definido por la conquista y el ejercicio colectivo de
sus derechos, sin ninguna limitación preestablecida”. 26.  Ibíd, p. 192.

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Carolina Juaneda - María Aurora Romero Sujeto y ciudadanía

pero sigue obedeciendo en tanto sujeto constituído por la ley. sión con la autoridad deviene ciudadano, libre e igual a los otros
Será aquí donde Balibar argumente que la diferencia radical se hombres, y que goza de derechos naturales, configurando una
halla en que ahora es el hombre él que se obedece a sí mismo en noción de ciudadanía que debe ser pensada ahora en relación
tanto que es su propio legislador. Este giro señala el estatuto al Estado Nación moderno. Sin embargo, como un movimien-
paradójico del sujeto en la modernidad, que hace mella en la to contrario aunque simultaneo, este ciudadano va a devenir
concepción de la fundación trascendental del poder. Ahora se constantemente sujeto. El ciudadano deviene sujeto, es decir, “el
pasa de un súbdito, es decir, sujeto constituido por la ley del ciudadano es el sujeto, el ciudadano siempre es sujeto presu-
soberano absoluto al sujeto-ciudadano, es decir, el sujeto que puesto (sujeto legal, sujeto psicológico, trascendental)”.29 Así
constituye la ley y se obedece a sí mismo. para Balibar en “la Declaración de los Derechos y, en todos los
Una segunda innovación del texto de 1789 se inscribe en discursos y prácticas que reiteran sus efectos, debemos leer a la
el problema de la soberanía. Se transforma radicalmente el vez la presentación del ciudadano y las señales de su devenir
concepto de soberanía asociado a la jerarquía por una soberanía en sujeto”.30
del ciudadano. La Declaración subvierte el concepto monárqui- La segunda identificación concierne a la relación entre
co e irrumpe con el concepto de soberanía igualitaria.27 Será el igualdad y libertad que Balibar sintetiza en la provocativa
ciudadano aquel que, al mismo tiempo, funda la soberanía y fórmula proposición igualibertad. Así, la fórmula genérica do-
es constituido por ella, donde aparece la paradoja de un su- blemente negativa de que “no hay libertad sin igualdad ni
jeto constituido por un proceso político que al mismo tiempo igualdad sin libertad” se inscribe en una potencialidad polí-
él constituye. Aunque esta noción de soberanía igualitaria no tica productiva en tanto posibilita pensar la constitución de
deja de ser contradictoria en sus términos, condensa sobre sí una comunidad que entiende la libertad como no constricción
el quiebre radical que disloca el significado trascendente del e igualdad como no discriminación.31 La proposición igualiber-
sujeto, tratando de inscribir el orden político y social en una tad se constituye como “una verdad irreversible, descubierta
instancia de inmanencia, es decir, en auto-constitución del en la lucha revolucionaria”.32 Entonces, si aunamos las dos
pueblo28. Aquí se ilumina de alguna manera el problema de la identificaciones, por un lado, la ecuación hombre=ciudada-
subjetividad y la sujeción donde el sujeto mismo se constituye no que afirma un derecho universal a la política; y por otro,
en una paradoja irreductible, como un pliegue de subjetivación la proposición igualibertad, se advierte como necesaria la
y sujeción. irreversibilidad de la Declaración, en tanto que inscribe
Por otra parte, Balibar destaca en el texto revolucionario
la producción de una doble-identificación, entre el hombre y el 29.  E. Balibar, Ciudadano Sujeto…, op. cit., p. 58.
ciudadano, por un lado, y entre la libertad e igualdad, por otro, 30.  Ibíd, p. 59.
que le da al mismo su fuerza revolucionaria. La primera que 31.  E. Balibar, Masses, Classes, Ideas: studies on politics and philosophy before
se da entre el hombre y el ciudadano, identifica los derechos del and after Marx, op. cit., p. 47. Balibar dirá que “[p]or debajo de la ecuación del
hombre con los derechos políticos constituyendo, por tanto, al hombre y del ciudadano, o más bien dentro de ella, como una razón de su
hombre (individual o colectivo) como miembro de una sociedad universalidad –como su presuposición- yace la proposición de igualibertad
[…] Para que la libertad y la igualdad sean pensadas como idénticas, se
política. Es allí donde el súbdito sujeto a una relación de sumi- debe reducir una diferencia inicial, una diferencia inscripta en las historias
relativamente distintas de las palabras ‘libertad’ e ‘igualdad’ antes que
27.  E. Balibar, Ciudadano Sujeto…, op. cit. el texto de 1789, anterior a este punto de encuentro que cambia todo el
panorama de un simple golpe”.
28.  E. Balibar, Masses, Classes, Ideas: studies on politics and philosophy before
and after Marx, Routledge, New York, 1994. 32.  Ibíd, p. 48.

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onto-políticamente el intersticio para una esfera infinita de cie un acceso igual y libre a la política, donde los individuos
politización de los derechos, que se reivindican en el acceso crean colectivamente la ley o formas de poder constituyente,
a una plena ciudadanía. Esto implica que “la humanidad de se reinstalan lo que Balibar llama diferencias antropológicas.36
los individuos humanos se define por el carácter inalienable En última instancia, se hace manifiesta la tensión permanen-
de sus «derechos», y que éstos, […] se conquistan colectivamen- te entre las condiciones que históricamente configuran las
te, esto es, políticamente”.33 Esto nos lleva a una proposición instituciones y las prácticas, conflictos y luchas que, cons-
ontológica donde un elemento constitutivo del hombre es “su truyen una política de derechos del hombre. Por diferencias
capacidad para construir colectivamente o interindividualmente antropológicas se comprende las diferencias de sexo o géne-
su autonomía individual”.34 La ecuación que identifica la hu- ro, edad, salud, capacidades intelectuales, raza, moralidad,
manidad del hombre con la práctica y la tarea de emanciparse cultura, etc. que sirven como criterio para institucionalizar,
a sí mismos de toda forma de dominación y sujeción a través legalizar y justificar metafísicamente el acceso desigual a
de un acceso colectivo y universal a la política, deriva en una la ciudadanía. Es posible así ver como existirá siempre una
proposición ética: “el valor de la acción humana reside en que tensión permanente entre las condiciones que históricamente
nadie puede ser liberado o emancipado por otros, aunque na- determinan la configuración de instituciones, es decir, las
die pueda liberarse sin los otros”.35 prácticas, conflictos, luchas que construyen una política de
De lo anterior, se pueden derivar dos consecuencias efecti- derechos del hombre y la universalidad simbólica del enuncia-
vas y reales para pensar la política, por un lado, la proposición do de derechos del hombre. Aquí aparece la contradicción más
introduce algo incondicionado en el ámbito de la política ya aguda entre la emancipación del hombre en tanto portador
que los resultados del acto de enunciación son en sí mismos de derechos que él mismo puede constituir y la sujeción que
contingentes e indeterminados y dependen de las relaciones deviene a partir de la idea que todo ciudadano está determi-
de poder así como de la coyuntura temporo-espacial. Por otro nado por su devenir sujeto.
lado, si los derechos son conquistados de manera colectiva, se La modernidad política instaura un doble movimiento an-
deriva que la lucha por la supresión de la segregación y opre- titético que, en palabras de Balibar, no dejan de “sucederse”,
sión es asimismo un proceso netamente colectivo. se preceden y condicionan mutuamente: por un lado, crea e
Sin embargo, si bien las revoluciones proclamaron que inventa la noción de “ciudadano” que posibilita el acceso formal
“todos los hombres nacen y permanecen libres e iguales”, los ilimitado a la política y a un sistema de derechos del cual ningún
órdenes sociales, las constituciones políticas que surgieron humano puede ser legalmente excluido. Por otro lado, la mo-
de esa proclama abundaron en restricciones, discriminacio- dernidad ha permitido también la clasificación de los hombres
nes, instituciones autoritarias, la exclusión de las mujeres, en función de sus diferencias que han generado exclusiones y
la exclusión de los trabajadores asalariados de la ciudadanía un acceso diferenciado a estos derechos. Es decir, que ha deve-
activa. Así, ellas mismas engendraron la negación de sus
propios principios. Llegados a este punto, es importante re- 36.  “Se trata en general de lo que llamo por mi parte diferencias antropológicas,
marcar que aun cuando la emergencia del ciudadano enun- que son siempre una oportunidad para la sujeción, al menos pueden
transformarse en ella, pero que no dejan de molestarnos porque, a pesar
de que su existencia es indisociable de la representación que nos hacemos
33.  E. Balibar, “Sujeción y subjetivación” op. cit., 2014. de lo humano (y sin representación de lo humano no hay humanidad, “la
humanidad es su representación”), el lugar o el punto de su diferencia
34.  Ídem.
permanece irrepresentable –salvo si se exhiben fetiches”. E. Balibar, “El
35.  Ídem. estructuralismo…, op. cit., p. 171.

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nido el medio para privar al hombre de derechos, sujetándolo a 3. El problema del gobierno y la resistencia: entre
diversas normativas, instituciones y reglas normalizadoras que sujeción y subjetivación
terminan negando su acceso a la ciudadanía.
Balibar dirá que el problema del sujeto y la sujeción, y todo ese
Sin embargo, dirá Balibar que ahora se ponen en jaque tales juego de palabras, “se torna justamente la característica estilística,
diferencias, las “diferencias antropológicas son a la vez des- o retórica, más evidentemente común a toda la filosofía fran-
calificadas en tanto que justificaciones de la discriminación cesa que busca encontrar los efectos de poder en los elementos
a nivel de los derechos fundamentales de los seres humanos de la estructura, o mejor aún que busca el punto de quiebre
[…] y descalificantes como medio privilegiado para legitimar del poder que podría ser interpretado como resistencia”.39 Así,
las segregaciones o las exclusiones interiores que privan de la arguye que son los estructuralistas quienes pensaron incansa-
ciudadanía plena y completa, a una parte de los seres huma- blemente contra la crítica de que habían llevado al sujeto a las
nos formalmente «iguales en derechos»”.37 Aquí aparece una estructuras para sumergirlo en la esclavitud. Sin embargo, y
función central del universal “irreversible”, en tanto que opera asume Balibar “no hay sujeto sin sujeción”, y frente a la pregunta
en las democracias reales como el pivote de las reivindicacio- de qué es la sujeción del sujeto, dirá: “[u]n diferencial de la
nes de las categorías excluidas u oprimidas, que se encuentran esclavitud y la subjetivación, es decir de la pasividad y la acti-
reclamando su inclusión en el nombre del universal que las vidad, tal vez de la vida y la muerte, o de la metamorfosis y la
discrimina y que están denunciando. Emerge entonces la apo- destrucción”.40
ría irresoluble entre sujeción y subjetivación, donde se da la
posibilidad de que el hombre devenga ciudadano y que, en el No hay sujeto sin sujeción, será sobre esta cuestión, sobre
proceso, los arreglos institucionales que canalizan sus dere- sus reveses, desplazamientos y subversiones que ha de girar
chos lo excluyan a partir de diversas formas de sujeción, sin el problema de Foucault. En sus últimos escritos, Foucault en
que allí se nieguen las resistencias que se cristalizan en estos respuesta a las críticas de la omnipotencia del poder y de la
ejercicios de poder. imposibilidad de un actuar libre en las mallas del poder, se ve
obligado a decir que el tema general de sus investigaciones ha
[La] modernidad es el momento de los dos procesos sido el sujeto, y no el poder.41 Una y otra vez considera inelu-
del devenir-ciudadano del sujeto y devenir- sujeto del dible la interpretación retrospectiva de todo su trabajo a partir
ciudadano, en que estos se superponen y contradicen de la cuestión del sujeto, donde la subjetividad puesta en el
[…] es el ‘momento’ donde el vínculo de lo común con intersticio de sujeción y subjetivación, en la yuxtaposición de
lo universal no puede definirse más ni como inclusión relaciones de poder y de resistencia, emerge como la apertu-
de lo común en lo universal, ni como extensión univer- ra a una forma de ejercicio de libertad. Y es posible ver hoy,
sal de la comunidad, sino que deviene separación en el sin no menores desplazamientos, que la inquietud central de
seno de lo universal político mismo.38
Foucault ha girado siempre alrededor de la problemática del

39.  E. Balibar, “El estructuralismo…, op. cit., p. 171.


40.  Ídem.
41.  “No es el poder, sino el sujeto, el tema general de mis investigaciones”.
H. L. Dreyfus y P. Rabinow, “El sujeto y el poder. Por qué estudiar el
poder: la cuestión del sujeto”, Michel Foucault: más allá del estructuralismo y
37.  E. Balibar, Ciudadano Sujeto…, op. cit., p. 37.
la hermenéutica, trad. Rogelio C. Paredes, Nueva Visión, Buenos Aires, 2001,
38.  Ibíd, p. 39. p. 242.

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sujeto, ya sea que se trate de la experiencia de la locura, de la en las que el sujeto aparece ya no como una instancia de funda-
arqueología de las ciencias humanas, de la historia del castigo, ción, sino como efecto de una constitución.44
de las disciplinas o de la sexualidad. Retrospectivamente Foucault concibe su trabajo como una
En primer lugar, desde sus análisis arqueológicos el pro- historia de los modos de subjetivación/objetivación del ser
blema de la subjetividad toma un lugar central. Esto se ve cla- humano en nuestra cultura.45 Los modos de subjetivación son
ramente en la constante polémica de Foucault contra el huma- precisamente las prácticas de constitución del sujeto. Estos mo-
nismo, “la muerte del hombre” y la premisa metodológica de dos de subjetivación se encuentran relacionados en inmanen-
desantropologizar la historia introduciendo en ella la categoría cia con los modos de objetivación del sujeto, es decir, modos en
de discontinuidad.42 Aunque en repetidas ocasiones la recep- que el sujeto aparece como objeto de una determinada relación
ción de estos trabajos fueron interpretados como un desinterés de conocimiento y de poder. De esta manera, los modos de
por el problema del sujeto, en realidad la crítica foucaultiana subjetivación y de objetivación no son independientes los unos
se dirigía contra la forma de una conciencia trascendental que de los otros, sino que es en su desarrollo mutuo donde se cons-
invisibilizaba bajo su universalización esencialista los mecanis- tituye una forma de subjetividad.46 Y finalmente, esto devendrá
mos de sujeción. en una historia de los juegos de verdad en los cuales el sujeto,
Entonces, por un lado, para comprender el desenvolvi- en cuanto sujeto, puede convertirse en objeto de conocimiento.
miento de la problemática del sujeto en las investigaciones de Por lo tanto, en esta historia es posible distinguir tres modos
Foucault, se debe tener presente que se trata de un abordaje de subjetivación/objetivación. En primer lugar, las formas de
histórico de la cuestión de la subjetividad. En oposición a la saber que pretenden acceder al estatuto de ciencia, analizados
tradición cartesiana, para Foucault el sujeto “no es una sustan- especialmente en Las palabras y las cosas respecto de la objetiva-
cia” sino que es una forma, y nunca será idéntica a sí misma.43 ción del sujeto hablante en la gramática o en la lingüística, la
De este modo, el objetivo de sus investigaciones será realizar objetivación del sujeto productivo en el análisis de las riquezas
una historia de la forma-sujeto, o bien de los distintos modos y la economía, y la objetivación del sujeto que vive en la his-
de subjetivación. Por otro lado, es necesario tener presente que toria natural y en la biología. En segundo lugar, se encuentran
esta historia del sujeto fue sufriendo sucesivos desplazamien- los modos de objetivación del sujeto a través de las prácticas
tos, desde distintos objetos y metodologías. Así como bien lo divisorias, donde el sujeto es dividido en sí mismo o dividido
entiende Balibar, Foucault realiza una historia de las prácticas respecto de los otros. A este problema responden obras como
Vigilar y castigar, El nacimiento de la clínica, Historia de la Locura,
donde se trabajan los procesos históricos que llevaron a la sepa-
42.  “La historia continua es el correlato indispensable de la función
fundadora del sujeto” Michel Foucault, Las palabras y las cosas. Una arqueología ración entre el sujeto loco o enfermo y el sujeto sano, el criminal
de las ciencias humanas, trad. A. Garzón del Camino, Siglo XXI, Buenos Aires,
2005, p. 22. Como lo explica Foulkes “[l]a historia continua es el correlativa
44.  E. Balibar, “El estructuralismo…, op. cit.
de un sujeto fundante, es la garantía de que todo lo que se ha escapado le
puede ser devuelto, la certidumbre de que el tiempo no descompondrá la 45.  Al respecto es posible encontrar un amplio desarrollo de esta
unidad, la promesa de que algún día el sujeto podrá reapropiarse de todas lectura retrospectiva en el capítulo de Hernán García, dónde indaga en
las cosas que se han mantenido lejanas por la diferencia”. M. M. Foulkes, la complejidad de los procesos de sujeción y subjetivación presente en el
Metáfora y nuevos posicionamientos subjetivos. El giro metafórico etho-poiético, pensamiento foucaultiano y sus derivas. Hernán García, “Sujeto y poder, la
Prometeo, Buenos Aires, 2013, p. 227. deriva foucaulteana entre sujeción y subjetivación” del presente libro.
43.  M. Foucault, “La ética del cuidado de sí como práctica de libertad”, 46.  M. Foucault, “Estética, ética y hermenéutica”, Obras Esenciales, op. cit.,
Obras Esenciales, Paidós, España, 2010, p. 1036. p. 1000.

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y el individuo bueno, etc. Y, en tercer lugar, podemos encontrar tea justamente que “la sujeción es, literalmente, el hacerse de
las prácticas sobre sí mismos a través de las cuales los sujetos un sujeto” es decir, que actúa como el principio de regulación
se constituyen como tales, como por ejemplo la manera en que conforme al cual se produce un sujeto.49 Y como vimos, esto
el sujeto se reconoce como sujeto de una sexualidad, trabajado refuerza la idea de que el poder no sólo actúa unilateralmente
fundamentalmente en los tres tomos de Historia de la sexualidad. sobre el individuo determinado como forma de dominación,
Sin embargo, en un segundo momento, tal como lo plan- sino que también activa o forma al sujeto. De ahí que la sujeción
tea Revel, parece realizar una inversión, en tanto que si los designa cierta restricción en la producción de un sujeto, pero es
modos de subjetivación producen, a partir de la objetivación, una restricción tal que sin ella no puede tener lugar la produc-
sujetos, “¿cómo esos sujetos se refieren a sí mismos? ¿Qué ción. Sin embargo dirá Butler, y aquí se destaca la singularidad
procedimientos pone en obra un individuo para apropiarse de su lectura, la posibilidad de subversión o resistencia aparece
o reapropiarse de su propia relación consigo mismo?”.47 De en los desbordes de los fines normalizadores de un proceso de
este modo, el problema de la producción de las subjetividades subjetivación, o bien cuando se produce la convergencia con
pertenece al mismo tiempo a la descripción arqueológica de la otros regímenes discursivos, es decir, cuando una complejidad
constitución de ciertos saberes respecto del sujeto, al análisis discursiva involuntaria socava los fines teleológicos de la nor-
genealógico de los ejercicios de poder y de las estrategias de malización.50 De allí que la resistencia como efecto del poder
gobierno entre sujetos, y por último, al análisis de las técnicas a debe ser comprendida como autosubversión. En sus palabras:
través de los cuales los hombres, trabajando la relación que los
[E]l sujeto foucaultiano nunca se constituye plena-
une a ellos mismos, se producen y se transforman. De allí que mente en el sometimiento, sino que se constituye
en las palabras de Foucault “a lo largo de la historia, los hom- repetidamente en él, y es en la posibilidad de una
bres jamás dejaron de constituirse a ellos mismos, vale decir, repetición que repita en contra de su origen donde el
de desplazar continuamente su subjetividad, de constituirse en sometimiento puede adquirir su involuntario poder
una serie infinita y múltiple de subjetividades diferentes y que habilitador.51
nunca tendrán fin y nunca nos pondrán frente a algo que sería
el hombre”.48 De allí que para Revel este lugar de la subjetivi- 49.  J. Butler, Mecanismos psíquicos del poder: teorías sobre la sujeción, Cátedra,
dad en movimiento se constituye como un lugar inasignable, Madrid, 2010, p. 96.
un lugar de un perpetuo desposeimiento, que es producto de Balibar curiosamente realiza una referencia estas lectura de Butler diciendo
las determinaciones históricas y del trabajo sobre sí mismo (cu- que “[a] esta dialéctica por definición radicalmente aporética de la “sujeción”
(subjection) como diferencial de la esclavitud y la subjetivación sin simetría
yas modalidades son también de naturaleza histórica) y es en
ni inversión, de la que hace un análisis notable en The Psychic Life of Power,
este doble anclaje donde se anuda el problema de la resistencia Judith Butler agrega una paradoja suplementaria, a la que no sin malicia
subjetiva de las singularidades. da el nombre de discursive turn (o return), situada a la vez en la escena de
la subjetivación y constitutiva de esta escena. […] No hay constitución
Llegados a este punto, y en consonancia, se vuelve im-
estructural del sujeto que no sea, si no –como el sujeto metafísico– a imagen
portante prestar atención a la lectura que Butler realiza sobre y semejanza del Creador, al menos performance o enactment de una causa
Foucault, en tanto que recupera la productividad de los me- sui lingüística. Lo que llamaba más arriba, aunque para señalar la aporía,
canismos del poder para problematizar la constitución de los presentación o reinscripción del límite a partir de su propia impresentabilidad”.
sujetos y su posibilidad inmanente de resistencia. Butler plan- E. Balibar, “El estructuralismo…, op. cit., p. 171.
50.  J. Butler, op. cit. p. 106.
47.  J. Revel, El vocabulario de Foucault, Atuel, Buenos Aires, 2008, p. 84.
51.  Ibíd, p. 107. Un desarrollo exhaustivo de la cuestión de iterabilidad
48.  M. Foucault, Dits et Ecrits II…, op. cit., p. 625. derrideana en Butler se encuentra en el capítulo de Natalia Martínez Prado,

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Estas indicaciones al menos nos llevan a realizar una serie de de Balibar que plantea que “cualquier forma de sujeción es in-
preguntas a la construcción teórica de Balibar respecto del ciu- compatible con la ciudadanía”.53 El problema sería no ver allí,
dadano-sujeto. En primer lugar, sería pertinente considerar en en la inmanencia del pliegue subjetivo del poder, la ambivalen-
qué medida la forma ciudadano no es ya en sí misma una forma cia constitutiva de sujeción-subjetivación que desde su cons-
sujeto, una forma de subjetivación que posee en sí misma todas titución misma ya opera bajo sus peligros y potencialidades
las posibilidades de producción como de restricción, es decir, intrínsecas. La perspectiva foucaultiana comprende que hasta
que no es en su devenir que la sujeción aparece a través de di- “el lugar de la invención de sí mismo no está en el exterior del
ferencias antropológicas, sino que esta sujeción ya se encuentra cuadro de saber/poder sino en su torsión intima”.54 Por lo que
presente en su constitución de ciudadano, como legislador, o nuestra lectura podría aportar al menos una pregunta a la cons-
incluso gobernante de sí mismo. En segundo lugar, sin negar trucción de Balibar respecto de restringir el concepto de ciuda-
las irreversibles posibilidades de ampliación de nuestros espa- danía sólo a su dimensión afirmativa. Aun cuando Balibar nos
cios de libertad que el acceso a la posibilidad de una demanda permite comprender, como veremos a continuación, la consti-
universal a los derechos conlleva, ¿no es ya en sí mismo esta tución de ciudadanías ambiguas, no estaría exponiendo cómo la
constitución subjetiva de la ciudadanía la forma de sujeción ciudadanía debe comprenderse desde su constitución misma
propia de las tecnologías liberales de gobierno? Es decir, ¿no como un pliegue de sujeción y subjetivación, nunca privado de
se estaría acaso negando allí su inscripción dentro de las tec- los riesgos y potencialidades que conlleva, y configurado como
nologías liberales de gobierno? Y en tercer lugar, aun cuando todo concepto político en su inherente polémica.
bajo la constitución de ciudadanos que colectivamente luchan
y legislan en nombre de sus derechos naturales, ¿no se encuen- 4. Las fronteras del ciudadano y su devenir libre
tran acaso ellos inherentemente bajo el peligro de que su ley se
vuelva en contra de sí mismos? En las palabras de Butler: ¿Cómo es que el mismo nombre con el cual la filosofía
moderna ha llegado a pensar la libertad originaría del
Para Foucault, por consiguiente, el aparato discipli- ser humano -el nombre «sujeto»- es justamente el nom-
nario produce sujetos pero, como consecuencia de esa bre cuya significación histórica connota la privación de
producción, introduce en el discurso las condiciones la libertad, o cuando menos la limitación intrínseca
para subvertirlo. En otras palabras, la ley se vuel- de la libertad, la sujeción? Pero esto se puede decir de
ve contra sí misma y genera versiones de sí misma otra manera: si la libertad se piensa como libertad del
que se oponen a los propósitos que la animan y los sujeto, o de los sujetos, no es porque, metafísicamente,
multiplican.52 haya en la «subjetividad» una reserva originaria de
espontaneidad y autonomía, algo irreductible a la
Aquí la pregunta sería en qué medida los ciudadanos podrían coacción y determinación objetivas, sino porque la li-
estar exentos de este peligro. En otras palabras, se podría suge- bertad sólo puede ser la contraparte de una liberación,
rir que lo que sería problemático para Foucault es comprender una emancipación o un devenir libre: la inscripción en
el devenir ciudadano del sujeto como un fenómeno de emancipación, o el individuo mismo, con todas sus contradicciones,
de liberación intrínseca de una sujeción. Foucault podría aler- de una trayectoria que comienza con la sujeción y
tarnos respeto de aceptar como verdadera la proposición política

“Sujeto y performatividad” del presente libro. 53.  E. Balibar, “Sujeción y subjetivación” op. cit., 2014.
52.  Ibíd, p. 113. 54.  J. Revel, op. cit., p. 87.

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que debe siempre estar en relación con ella, interior o bertad del sujeto, otorgada por derechos, a las relaciones de po-
exteriormente.55 der que sólo lo constreñirían en su actuar, la ciudadanía como
pliegue de sujeción y subjetivación, muestra en sus fronteras
Estas palabras de Balibar encierran la cuestión del sujeto en la todas sus posibilidades y constricciones. Tras las enseñanzas
ambivalencia constitutiva de sujeción-subjetivación que hemos de Foucault, hemos aprendido que la constitución política de
buscado cartografiar. Será una impaciencia por la libertad, aque- subjetividades se inscribe en relaciones de poder, que no son
llo que liga profundamente las reflexiones tanto de Foucault más que relaciones entre libertades.58 Y es justamente el juego
como de Balibar.56 Ambos considerarán la relación entre poder político que define nuestro presente aquel que se despliega en
y libertad, ya no desde su oposición, sino en la co-pertenen- relaciones de poder y resistencia que, en un plano de inma-
cia en la que se constituyen mutuamente. En el pensamiento nencia, constituyen formas de ciudadanía. Frente la herencia
foucaultiano, libertad, poder y resistencia lejos de oponerse, se humanista del concepto de ciudadanía, será incluso Foucault
imbrican en la posibilidad de crear prácticas de sí y con otros, quién responda que “esto no significa que debamos rechazar
que nos hagan más libres. En el marco de la reflexión, ambos lo que denominamos ‘derechos del hombre’ y ‘libertad’, pero
autores coinciden en un principio de libertad como poder, y por sí implica la imposibilidad de decir que la libertad o los dere-
tanto, como una capacidad de hacer, como práctica que abre la chos del hombre deben quedar encerrados dentro de ciertas
posibilidad de resistencia y lucha. fronteras”.59
Aquí, se vuelve importante destacar cómo ambos pensado- Será sobre estas fronteras y su franqueamiento posible que
res parten del problema del sujeto como el problema político el trabajo crítico se debe desplegar. Pensar en la frontera, en
que los interpela a buscar formas de resistencia, estrategias los límites que abren y/o cierran posibilidades, que incluyen
de transformación y prácticas de ejercicio de libertad. Para y/o excluyen. Pensar sobre los límites que se dibujan como una
Foucault de lo que se trata es de deslindar posibilidades de marca muy precisa o bien como una sutil línea que pretende
ruptura y cambio de la contingencia histórica que nos hace ser creer difuminarse pero no lo hace totalmente. Las fronteras
lo que somos, para desde allí extraer “la posibilidad de ya no vacilan, no son situables de manera unívoca sino que dibujan
ser, hacer o pensar lo que somos, hacemos o pensamos”.57 y esbozan contornos. La idea de fronteras de la ciudadanía nos
En este punto, comprendemos que el concepto de ciuda- sirve para dar cuenta de una noción de ciudadano entendida
danía como pliegue de sujeción y subjetivación posibilita dis- como un concepto liminar, como una categoría que se dibuja y
putarle al liberalismo la categoría, desmarcándola y compleji- desdibuja constantemente y, en el proceso de delinear límites
zando su constitución política, e impidiendo ver allí la simple
reducción del pensamiento jurídico a un sujeto de derechos (y 58.  “Hay que subrayar también que no puede haber relaciones de poder
obligaciones). Frente a una concepción liberal que opone la li- más que en la medida en que los sujetos son libres. […] Para que se ejerza
una relación de poder hace falta, por tanto, que exista siempre cierta forma
de libertad por ambos lados. […] Eso quiere decir que, en las relaciones
55.  E. Balibar, “Sujeción y subjetivación” op. cit., 2014.
de poder, existe necesariamente la posibilidad de resistencia, pues si no
56.  “No sé si hace falta decir hoy que el trabajo crítico todavía implica la existiera tal posibilidad -de resistencia violenta, de huida, de engaño, de
fe en la Ilustración; pienso que sigue necesitando el trabajo sobre nuestros estrategias que inviertan la solución-, no existirían en absoluto las relaciones
límites, es decir, una labor paciente que le dé forma a la impaciencia por la de poder”. Michel Foucault, “La ética del cuidado de sí como práctica de
libertad”. M. Foucault, ¿Qué es la Ilustración?, trad. Silvio Mattoni, Alción libertad”, Obras Esenciales, op. cit., p. 1037.
Editora, Córdoba, 2002, p. 93.
59.  Michel Foucault, La inquietud por la verdad, Trad. Horacio Pons, Siglo
57.  Ibíd, p. 102. XXI Editores, Buenos Aires, 2013, p. 237.

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crea fronteras, demarcaciones más o menos completas, más o sigue siendo el eje para reivindicar la pertenencia a una de-
menos seguras. terminada comunidad política, ante los diversos mecanismos
En este sentido, la noción de Balibar de ciudadanía ambigua de segregación y la exclusión existentes en sociedades como
nos aproxima a los bordes de ese desconocido, comprendemos las nuestras. Aun envuelta en la violencia de ese doble juego
aquél lugar o no-lugar donde se da el juego de emergencia del antitético devenir ciudadano del sujeto y devenir sujeto del
ciudadano o del no-ciudadano, en este juego fronterizo que se ciudadano, la ciudadanía sigue marcando las coordenadas de
da entre sujeción y subjetivación. Será en la irreversibilidad múltiples formas de luchas por la reivindicación de derechos
histórica de aquel momento determinado donde se subvierte el y de formas de resistencia a ser gobernados de tal manera. En
vínculo establecido tradicionalmente entre sujeción y ciudada- este sentido, Balibar abre su pensamiento a la posibilidad de
nía, aquel momento sobre el que aún hoy nos paramos para de- comprender una política inmersa en sujetos que están colecti-
mandar la difusión universal de los derechos políticos o cívicos vamente enfrentados a los límites de su propio poder, lo que
bajo la necesariedad de una igualdad y libertad indisociables e implica dar cuenta de cómo las identidades son fijadas par-
idénticas. Sera este momento el que hoy signa nuestro presente cialmente o transformadas, esfumando constantemente el con-
a través de sus efectos teóricos y políticos determinantes y que, torno que intenta definirlas, el cual nunca puede ser dibujado
hasta el día de hoy, nos siguen interrogando. de forma total por los tres elementos constitutivos que, según
Balibar, hacen a la identidad. En primer lugar, toda identidad
En sus múltiples contradicciones, la ciudadanía ha servido es transinvidivual, es decir, no es ni totalmente individual ni
tanto de objeto de una lucha interminable por la inclusión y totalmente colectiva. El sí mismo viviendo en un sistema de re-
la igualibertad así como de medio eficaz para excluir y nor- laciones sociales, reales o simbólicas en el límite de un nosotros
malizar, en otras palabras, ha sido el espacio para luchas de perteneciente a una comunidad. En segundo lugar, se vuelve
emancipación pero también el sitio de otras que buscan man- necesario hablar de identificaciones y procesos de identificación
tener el statu quo60. De hecho, la universalidad de igualibertad ya que ninguna identidad está dada de una vez y para siem-
desaparece en cuanto adquiere una forma positiva, instituida y pre, sino es el resultado de un proceso siempre inconcluso de
deviene inevitablemente una parte más del sistema de normas construcciones más o menos fuertes. De allí se deriva la tercera
que busca ordenar y moldear sujetos, incluir algunos a partir tesis, que toda identidad es ambigua ya que siempre está sobre-
de la subordinación y la exclusión de otros. Tal como lo dice determinada y en tránsito entre una y otra referencia simbóli-
Balibar: “nada más particularista que las pretensiones de uni- ca62. De aquí, surgen al menos dos peligros para Balibar, dentro
versalidad institucionales; esto es, el discurso de lo universal”.61 del dilema del absolutismo y el relativismo: la posibilidad de
Entonces, pese a toda crisis de representación posible en las caer en una identidad única, unívoca y total, y la posibilidad
democracias actuales, consideramos que es necesario continuar no ser nadie, flotar libremente entre todos los roles posibles.
pensando que la ciudadanía, aunque envuelta en esas crisis,
Es ineludible entonces suponer que el rol de las ins-
tituciones es precisamente reducir, sin suprimirla,
60.  James D. Ingram, “Democracy and Its Conditions: Étienne Balibar and la multiplicidad, complejidad y conflictividad de las
the Contribution of Marxism to Radical Democracy” en Thinking Radical
identificaciones y las pertenencias, según el caso, me-
Democracy: The Return to Politics in Postwar France, ed. Martin Breaugh, Paul
Mazzocchi, Rachel Magnusson, and Devin Penner, Toronto, University of
diante la aplicación de una violencia preventiva, o de
Toronto Press, 2005, p. 222. una contraviolencia organizada, simbólica y material
61.  E. Balibar, Violencias, Identidades y Civilidad: Para una Cultura Política
Global, trad, L. Padilla, Gedisa, Barcelona, 2005, p. 169. 62.  Ibíd., p. 39

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Carolina Juaneda - María Aurora Romero Sujeto y ciudadanía

corporal. Por ello no hay sociedad viable y soportable, ideas y vueltas de la subjetividad política.66 Aun cuando en el
sin instituciones y contra-instituciones, con las opre- concepto de ciudadanía habiten múltiples contradicciones, es
siones que legitiman o las revueltas que introducen.63 necesario radicalizarlo para devolverlo a su sentido revolucio-
narlo. Incluso en la propuesta teórica de Kymlicka y Norman
Para resolver (siempre parcialmente) este conflicto entre las
en El Retorno del Ciudadano, aun cuando la reivindicación de
identificaciones y sus límites, Balibar propone el concepto
los derechos multiculturales, de autogobierno y especiales de
civilidad, “no es ciertamente una política que suprima toda la
representación plantea un problema al concepto ciudadanía
violencia, pero sí rechaza sus extremos con el objeto de dar es-
diferenciada que ellos formulan; parece ser difícil escapar a la
pacio (público, privado) a la política y permitir la historización
noción de ciudadano, en especial dentro de la lógica del Estado
de la violencia misma”.64 Aunque no exenta de problemáticas,
Nación.
esta noción permite pensar un lugar alejado de los extremos y,
al mismo tiempo, nos habilita un espacio posible donde pensar En este punto, consideramos que negarlo significaría tam-
el juego que se da entre sujeción-subjetivación y devenir suje- bién renunciar a pensar nuevas formas de autonomía colectiva,
to-ciudadano devenir ciudadano-sujeto. y por tanto, ceder frente a la posibilidad histórica de un espacio
de lucha y transformación. Para Balibar, la ciudadanía man-
Será sobre estas torsiones dónde creemos posible disputarle
tiene una relación antinómica con la democracia, es decir, la
a la concepción liberal65 el término ciudadanía, y apropiárselo,
supuesta relación ‘natural’ de la relación entre ciudadanía y
radicalizarlo, abrir nuevos espacios teóricos y políticos para
democracia nunca fue tal y, en muchas ocasiones, son concep-
volver a pensar nuevas prácticas emancipadoras y para pensar
tos contradictorios entre sí. En estos términos, Balibar plantea
al ciudadano como una noción ambivalente, paradojal, siem-
que la ciudadanía democrática es un problema, una apuesta,
pre en disputa, nunca definida y contingente…¿quién es el ciu-
un enigma, una invención, un objeto perdido que tiene que vol-
dadano? ¿Cuál es su frontera de demarcación? El ciudadano
ver a ser conquistado nuevamente67
moderno está atravesado de lado a lado por diversos axiomas,
luchas, conflictos que lo hacen sumamente ambiguo y para- Hay circunstancias en las que la antinomia se hace
dójico, el desafío está en seguir reinventando la ciudadanía. particularmente aparente, cuando la doble imposibi-
El mismo Balibar, debido a su activismo por los inmigrantes lidad de abandonar la noción ciudadanía y el simple
y minorías en Francia decide volver a pensar teóricamente el mantenimiento de su construcción establecida toma la
concepto de ciudadanía a los fines de poner en cuestión la no- forma precisamente de una aguda crisis de la demo-
ción de ciudadano en su dimensión clásica y pensar en una ciu- cracia: las prácticas y normas democráticas, el común
dadanía ambigua, paradójica, aporética que ayude a captar las entendimiento del significado de la palabra democra-
cia en sí misma, las consecuencias de su uso dominan-

66.  “[L]a cuestión del derecho de ciudad, en todas sus dimensiones


63.  Ibíd., p. 40
interdependientes, no podrá ser examinada, por lo tanto sin que esté
64.  Ídem. presente, o al menos evocada, la individualidad de aquellos que son los más
obstinadamente excluidos de su ejercicio, y que por esta razón nos obligan
65.  El liberalismo pretendió hacer del concepto de ciudadanía algo unívoco
a poner en práctica innovaciones institucionales, innovaciones en las que
y pensando en una comunidad de consenso absoluto. Precisamente, el
se teja, la ciudadanía de mañana”. E. Balibar, Derecho de ciudad. Cultura y
liberalismo revolucionario que fue protagonista de la Revolución Francesa e
política en democracia, Nueva Visión, Buenos Aires, 2004., p.23.
introdujo al ciudadano en el centro de la escena política, vació de contenido
emancipador a este concepto, en ese sentido, hablamos de reapropiarnos del 67.  E. Balibar, “The Antinomies of Citizenship”, en: Journal of Romance
concepto, disputarlo y devolverse su origen revolucionario. Studies, n° 2, volume 10, verano 2012, pp. 1-20.

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Carolina Juaneda - María Aurora Romero Sujeto y ciudadanía

te, ya sea intencionalmente pervertida o ingenuamente plejiza aún más el juego sujeción-subjetivación y el proceso de
tradicional.68 democratizar la ciudadanía. Pero, al mismo tiempo, estas resis-
tencias hacen posible imaginar nuevas formas de construcción
En las diversas formas en que se ha pensado la ciudadanía
de ciudadanía en las sociedades contemporáneas combinado
en los Estados-Nación, ya sea en la denominación tradicional
formas poder instituyente y poder instituido.
del concepto de ciudadanía de posguerra de T.H Marshall69, o
en el concepto de ciudadanía diferenciada de W. Kymlicka70
se pierde la dimensión de sujeción inscripta en el planteo de
Balibar donde ciudadano es ser súbdito-soberano tensado en
una relación de ambigüedad a partir del pliegue sujeción-sub-
jetivación. En este sentido, volvemos a plantear que la ciuda-
danía se redefine dentro de la contradicción no resuelta entre la
vocación universal de los principios y dispositivos que regulan
una comunidad política. Una ciudadanía que puede ser fuerte
como principio político pero es frágil en tanto institución po-
lítica, que se construye y reconstruye constantemente desde la
ciudad-estado hasta el Estado Nación, “la ciudadanía en tanto
constitución es amenazada, deslegitimizada por el mismo po-
der democrático que forma su poder constituyente (o el poder
constituido que representa), principalmente el poder ‘insurrec-
cional’ de los movimientos cívicos universalistas reclamando
derechos inexistentes o ampliación de derechos o una reali-
zación efectiva de la igualibertad”.71 En última instancia, a
pesar de que la ciudadanía fue y es utilizada para demandar
inclusión, en su misma fragilidad, es constantemente puesta en
cuestión por los movimientos que la reivindican, lo que com-

68. Íbid, p. 2.
69.  Un concepto de ciudadanía pautado en una serie de derechos
establecidos históricamente, pactados socialmente y pautados legalmente.
La ciudadanía social del Marshall requiere de un Estado de Bienestar
Keynesiano que, a partir de un acuerdo interclases instituido políticamente,
habilita a que los derechos puedan ser reclamados jurídicamente. En este
sentido, el ciudadano es visto como acreedor de derechos que le permite
acceder a un estatus jurídico básico.
70.  El concepto de ciudadanía diferenciada no implica sólo un estatus
legal definido por derechos y responsabilidades, es también identidad y
expresión de pertenencia a un grupo político. En otras palabras, el goce de
los derechos está dado por la pertenencia a un grupo.
71.  E. Balibar, “Antonimies of Citizenship”, op. cit., p. 5.

368 369
Sujeto y discurso
Algunas notas sobre instituciones,
retórica e identificación para pensar
el cambio político

Juan Manuel Reynares

1. Introducción

En la reflexión política actual, se extiende un hilo de Ariadna


entre la pregunta por el sujeto y el problema del cambio: un
vínculo que relaciona, al interior de los diversos lenguajes po-
líticos, el lugar que ocupa una dimensión subjetiva —y sobre
todo el modo en que se despliega— con la capacidad para
explicar las transformaciones históricas en las redefiniciones
del orden social. En este capítulo nos interesa plantear algunas
notas sobre dicha relación y nos sostendremos para ello en dos
movimientos. El primero consistirá en una crítica del lenguaje
politológico neo-institucionalista que, lejos de explicar el cam-
bio, posterga su comprensión en torno de una noción de histo-
ria como campo de objetividad plena, en que el sujeto se diluye
o bien como efecto de restricciones institucionales, o bien como
derivado de cierta racionalidad universal. Rastrearemos en
una mirada general sobre este lenguaje los presupuestos on-
tológicos que ocluyen la dimensión subjetiva y pretenden dar
cuenta del cambio político como una adaptación, más o menos
exitosa, de transformaciones acaecidas en otros registros de la
vida social, cuyas dinámicas se mantienen así en un cono de
sombra. Frente a ello, el segundo movimiento presentará una
ontología política discursiva, donde el sujeto adquiere relevan-
cia a partir de las nociones de hegemonía e identificación. Allí

371
Juan Manuel Reynares Sujeto y discurso

el cambio puede ser tematizado al interior de una dinámica considere al cambio como un fenómeno exógeno o puramente
hegemónica conflictiva, donde su historicidad es puesta en eventual, sino más bien como una posibilidad inserta en la bre-
relieve.1 cha abierta por la misma práctica político-institucional.
El recorrido a lo largo de ambas revisiones seguirá la senda
de una tesis, inicial y básica, que considera al sujeto y la cues- 2. El problema del cambio y la oclusión del sujeto
tión del cambio político como una intersección privilegiada
donde se vuelve posible observar las implicancias analíticas En términos generales, los análisis políticos centrados en el rol
de estos horizontes onto-epistémicos. Las formas de (in)com- de las instituciones, aun teniendo en cuenta las diferencias que
prensión institucionalista del cambio político son deudoras existen entre sus vertientes, permiten explicar por qué ciertas
teóricas de una noción de sujeto político, y con ella de un modo prácticas se mantienen en el tiempo, haciendo hincapié en la
de pensar la agencia política, posible a partir de un horizonte estabilidad de los intercambios políticos. Sin embargo, es dife-
onto-epistémico esencialista que supone una objetividad social rente la situación cuando se pretende dar cuenta de las razones
indiscutida, determinada por alguna instancia privilegiada de para las transformaciones del escenario político.2 Dentro de los
lo social o cierta noción universal de racionalidad. Allí cada acercamientos puntuales a una sistematización de la variedad
uno de los elementos ya está plenamente constituido antes de de análisis sobre las instituciones, es posible identificar algu-
entrar en cualquier relación social. De esta forma, el cambio nos términos comunes a la gramática institucional, para desde
es contextual, relegado a la condición de dato, y el sujeto sólo allí volver explícitas algunas de las condiciones de posibilidad
aparece así reducido a una reacción objetiva frente a una trans- de su enunciación.
formación exógena. Partiendo de una definición básica y amplia, es posible
No obstante, al discutir dicha objetividad en tanto plena, asumir que “… parece haber un acuerdo general según el cual
es posible asumir una noción de sujeto dinámico y conflicti- las instituciones son básicamente las ‘reglas del juego’. La pre-
vo, donde el cambio pasa a ser un elemento constitutivo de gunta es, sin embargo, qué incluir en el concepto de reglas.”3
la política. En esta línea, en el resto del capítulo plantearemos En ese marco general, una manera de indagar las presunciones
cómo la perspectiva post-estructuralista, más específicamente ontológicas de este lenguaje es detenernos en la relación que se
en la obra de Ernesto Laclau, habilita el estudio de una dimen- establece en algunas de sus perspectivas entre las instituciones
sión subjetiva bajo las categorías de discurso, retórica e iden- y los individuos involucrados.4 Desde el enfoque de la elección
tificación, sobre la asunción de una ontología discursiva. Por
último, profundizaremos algunas posibles interpretaciones de 2.  Rothstein, en una revisión de la bibliografía institucionalista, nos dice
las nociones de sujeto al interior de ciertos aportes laclauianos que “… es un hecho admitido que éste [la relación entre las instituciones y el
para rastrear allí la configuración de un análisis político que no cambio] es uno de los aspectos más difíciles para el análisis institucional y,
por lo tanto, su mayor debilidad” B. Rothstein. “Las instituciones políticas:
una visión general”, en Nuevo Manual de Ciencia Política, trad. N. Lagares, F.
1.  Este trabajo se nutre en gran medida y se desprende de las discusiones Jiménez, A. Losada y P. González, Madrid, Itsmo, 2001, p. 227.
llevadas adelante en el Proyecto de Investigación “El problema de las
3.  B. Rothstein, Ibíd., p. 215. Cursivas agregadas.
instituciones y de la comparación en el Análisis Político: hacia una gramática
analítica posfundacionalista” del que soy parte, y cuyos primeros avances se 4.  El lenguaje neo-institucionalista abarca múltiples acercamientos,
encuentran en la ponencia de G. Aznarez Carini, F. Chávez Solca, A. Daín, frente a los que han surgido diversas taxonomías para ordenarlo, que
J. M. Reynares y M. Vargas, “El problema de las instituciones en el Análisis suelen distinguir cuatro variantes básicas: de elección racional, histórico,
Político: hacia una gramática posfundacionalista”, presentada en las V organizacional y discursivo. Cabe aclarar que no pretendemos una
Jornadas de Estudios Políticos de la UNGS, 2014. descripción exhaustiva del lenguaje neo-institucional aquí, sino rastrear

372 373
Juan Manuel Reynares Sujeto y discurso

racional, se plantea que los individuos utilizan a las institu- Por su parte, las perspectivas organizacionales o socioló-
ciones como medios para alcanzar la mejor relación costo-be- gicas plantean que son las instituciones las que establecen el
neficio en un cálculo estratégico en que la estructuración de rango de preferencias, intereses y actitudes que tomarán los
las interacciones a través de distintos mecanismos institucio- individuos. Las instituciones son consideradas capaces de
nales ―reduciendo los cursos de acción posibles, proveyendo proveer paradigmas positivos sobre cómo hacer algo, en la
información o coacción― facilita la actividad del individuo, forma de modelos, esquemas, o guiones para la interpreta-
pero éste determina sus intereses y rango de preferencias fue- ción y acción,7 por lo que su perdurabilidad estará marcada
ra y antes de la interacción institucional.5 De esta manera, las por la socialización, interacción, o legitimación, de manera tal
instituciones como entidades externas inciden limitando las que cualquier idea alternativa sea planteada como imposible.8
posibilidades de acción de los individuos. Su perdurabilidad Como podemos ver, de cualquier forma que se suponga la re-
se sostiene hasta el grado en que no son interrumpidas por lación causal, la institución se presenta como un polo distinto
eventos exógenos como una guerra, o mientras los cambios tanto de las prácticas del actor como del entorno. Todas estas
en oportunidades alternativas no lleven a actores individuales entidades se presentan homogéneas, acabadas y en relaciones
y coaliciones a defeccionar de ciertos arreglos institucionales ya sea de cálculo estratégico, o de ubicación cognitiva o moral;
por otros. De esta manera, una modificación del contexto de en términos restrictivos o positivos con respecto al individuo.
acción de los individuos puede ocasionar una adaptación en La relación de exterioridad que existe en el tratamiento de
los patrones de interacción regulada. De allí que sólo apelando las instituciones y su contexto o entorno muestra la imposibi-
a una instancia no explicada, supuesta o meramente descripta, lidad de pensar al sujeto en tanto articulador conflictivo del
se puede introducir alguna dimensión de transformación en sentido de sus prácticas. Así el cambio en las instituciones es
esta perspectiva.6 siempre catalogado como del orden de lo accesorio o acciden-
tal, que viene adecuarse a lo ya ocurrido fuera de su ámbito
sus principales asunciones onto-epistémicas. Para una visión más detallada de influencia. Al plantear las reglas de juego en una instancia
de estas perspectivas del neo-institucionalismo, véase J. Campbell y O.
separada del orden de la práctica, la presencia plena de la ins-
Pedersen, The rise of neoliberalism and institutional analysis, Princeton,
Princeton University Press, 2001, pp. 8-14; P. Hall y R. Taylor “Los tres titución se ve modificada accidentalmente por aquellas sucesi-
nuevos institucionalismos y la ciencia política” en Political Studies, 1996, vas puestas en práctica de sus principios, siempre a posteriori.
pp. 936 – 957.; E. Clemens, y J. Cook, Politics and institutionalism: explaining En este esquema, entonces, la transformación se relega a un
durability and change, en Annual Review of Sociology, vol. 25, 1999, pp. 441 – entorno determinado por otras instancias de lo social, donde
466; B. Rothstein “Las instituciones políticas: una visión general”, op. cit; G.
Peters, El nuevo institucionalismo. La teoría institucional en Ciencia Política, trad.
V. Tirotta, Barcelona, Gedisa, 2003; V. Schmidt “Discursive institutionalism:
scope, dynamics and philosophical underpinnig”, en The argumentative “Institutionalization and peronism”, en Party Politics, Sage Publications,
Turn Revised: Public Policy as Communicative Practice, Durham, NC, Duke Vol. 4, N° 1, 1998, pp. 77-92.
University Press, 2011.
7.  P. Hall y R. Taylor, Ibíd., p. 940.
5.  B Rothstein, Ibíd., p. 218.
8.  Cf. E. Clemens, y J. Cook, Ibíd., pp. 445 – 446. En este punto, March y
6.  Los partidos políticos en general, por ejemplo, son vistos como Olsen dieron gran importancia a los aspectos simbólicos y culturales que
organizaciones que deben adaptarse a distintos ambientes políticos o informan a las instituciones en la estabilización del conflicto, rescatando la
electorales. De ese modo, el entorno incide sobre la institución y ésta, especificidad de las instituciones en la construcción social de sentido. Véase
en función de su mayor o menor grado de institucionalización se ve J. March y J. Olsen, “Neo-Institucionalismo: fatores organizacionais na vida
transformada por esa influencia exterior, volviéndose más o menos capaz política”, en Revista Sociologia Política, trad. G. Rinaldi Althoff, Curitiba, Vol.
de reaccionar ante esa transformación de manera efectiva. Véase S. Levitsky, 16, N° 31, 2008, p. 131. Cursivas agregadas.

374 375
Juan Manuel Reynares Sujeto y discurso

el sujeto, si es que no se ocluye por completo, se reduce a la ca- Así como se han ampliado los usos de categorías como “ideas”
pacidad de adaptación al nuevo escenario o a su desaparición. o “discursos” en la explicación de fenómenos políticos – insti-
Esta presunción de objetividad y plenitud de la realidad so- tucionales, así también han sido estos usos muy distintos entre
cial, donde el sujeto se diluye, se puede encontrar, aunque de sí. No obstante, se considera ―en general críticamente― que
una manera diferente, en el modo en que la perspectiva institu- las perspectivas que hablan de cambios ideacionales, utilizan
cionalista histórica analiza la incidencia del conflicto y el poder una noción de idea que es cerrada y exterior a los fenómenos
en los marcos institucionales. En este caso, el conflicto surge en políticos, lo que hace que “las ideas sólo puedan proveer un su-
el enfrentamiento de intereses entre diversas facciones, por lo plemento a explicaciones racionales o estructurales más conven-
que el poder se asume como una mera derivación de la pose- cionales del cambio”11. Surge, en línea con lo que pretendemos
sión de bienes o factores básicos. Allí las instituciones surgen plantear en esta intervención, como necesaria entonces una
con el propósito de perpetuar esas condiciones asimétricas de complejización del enfoque discursivo que permita dar cuenta
distribución, o bien son modificadas para asegurar una más del carácter relacional, y por ende nunca totalmente pleno, de
conveniente disposición de los recursos para nuevos grupos las instituciones. Allí, la dimensión discursiva no se agota en
poderosos9. Este tratamiento empírico de la disputa supone así los relatos circulantes de los individuos en ciertas ubicaciones
que esa conflictividad deviene de un problema económico, en institucionales, sino que posee implicancias ontológicas de ma-
tanto afecta a la distribución de recursos escasos en circuns- yor profundidad, en que el sujeto emerge precisamente en la
tancias específicas. De esta forma, esta variante del institucio- dinámica simbólica.
nalismo que reconoce la asimetría de poder y la existencia del
conflicto, lo hace verificándolo en alguna instancia privilegiada 3. En busca del sujeto: contingencia y objetividad fallada
de lo social, que las instituciones sólo reflejan o contribuyen a
reforzar. Como vemos, en los presupuestos de una objetividad plena
dentro del lenguaje institucionalista, hay también una presun-
Por otro lado, existen diversas investigaciones, multiplica- ción de perfecta coincidencia entre el orden de la práctica y el
das a partir de los noventa, que han planteado la importancia orden del sentido, es decir, de las dimensiones performativas
de analizar la incidencia de los factores simbólicos o “ideacio- y simbólicas de la realidad social. Bajo esa perspectiva, el su-
nales” en la legitimación y transformación de las instituciones, jeto se ocluye en dos direcciones. En primer lugar, cualquier
por ejemplo en los procesos de diseño e implementación de incidencia sobre lo ya definido institucionalmente se vuelve
políticas públicas, y más en general en las circunstancias de imposible, obturando el espacio para la emergencia de una
cambio de regímenes políticos o de paradigmas de políticas.10 dimensión subjetiva dentro de la actividad política más allá de
lo constituido. Los únicos márgenes de acción son aquellos que
9.  B. Rothstein, Ibíd., p. 226; P. Hall y R. Taylor, Ibíd., p. 941; J. Campbell y
O. Pedersen, Ibíd., p. 11.
en Revista Latin American Politics and Society, vol. 46, N° 3, 2004; F. Panizza
10.  P. Hall, “Policy paradigms, social learning and the State. The case of
y R. Miorelli “Taking discourse seriously: Discursive Institutionalism and
economic policymaking in Britain”, en Comparative politics, vol. 25, N° 3, 1996;
Post- structuralist Discourse Theory”, en Revista Political Studies, Vol. 61 (2),
J. March y J. Olsen, Ibíd.; P. Kjaer y O. Pedersen “Translating liberalization:
2013; V. Schmidt “Taking ideas and discourse seriously: explaining change
Neoliberalism in the Danish Negotiated Economy” en The rise of neoliberalism
through discursive institutionalism as the fourth ‘new institutionalism’”,
and Institutional analisys, op. cit..; F. Panizza “Discurso e instituciones en la
en European Political Science Review, Vol. 2, N° 1, European Consortium for
reforma de la administración pública uruguaya” en Revista Uruguaya de
Political Research, 2010.
Ciencia Política, Vol. 13. Montevideo: ICP, 2002; F. Panizza “A reform without
losers: the symbolic economy of civil service reform in Uruguay, 1995 – 96”, 11.  P. Kjaer y O. Pedersen, Ibíd., p. 223.

376 377
Juan Manuel Reynares Sujeto y discurso

permiten considerar una buena o apropiada aplicación de la La historia se vuelve entonces un proceso más o menos
norma, del código, en contraste con un baremo racional y pre- ordenado en función de algún principio trascendente que la
viamente establecido. Dicha práctica dejaría intacta la norma, regula. En ese sentido, al remitir el cambio a la adaptación a
y sólo podría redundar en un efecto de sujeción racional so- contextos epocales de diverso tipo, se desconoce la posibilidad
bre el individuo en función de su repetición. Las implicancias de que haya un factor contingente en la historia. De este modo,
sociales de las instituciones radican así en la constricción de cierta necesidad subyacente a la historia negaría el cambio
las conductas de los individuos, tanto por un cálculo racional como irrupción contingente, para subsumirlo como un epi-
como por un proceso de socialización más o menos apropiada, fenómeno. El sentido del cambio se agotaría, entonces, en la
donde no obstante el cambio institucional aparece como una adaptación a hechos consumados por una racionalidad univer-
incógnita al interior de ese lenguaje analítico. sal y plenamente constituida.
Esto nos lleva al segundo aspecto de la oclusión del suje- En este punto, la caracterización de la historia como una
to en el lenguaje institucionalista, que es concomitante con la sucesión de hechos en torno a cierta necesidad trascendental
dilución de toda capacidad performativa en la puesta en acto se entronca con la presunción de una objetividad plena en que
del orden simbólico. El énfasis en la capacidad reguladora de la institución es aplicada más o menos racionalmente por los
las instituciones, hemos visto, relega el momento de cambio individuos.13 La posibilidad de una historia objetiva precisa
a un factor exógeno. Son transformaciones en algún registro de una definición ontológica fundacional que defina de modo
natural, cultural o económico ―tan variados como la globali- racional todo orden simbólico, relegando en el terreno de lo
zación, el avance tecnológico, conflictos armados o catástrofes patológico a aquello que se desvía de su trayecto.14 Allí no sólo
climáticas― los que modifican el escenario al que los actores la contingencia es rechazada desde un principio, también lo
políticos deben adaptarse o desaparecer. Sin embargo, no hay es el carácter constitutivo de la conflictividad social. En otras
mediación subjetiva en dichos cambios, que son analizados palabras, una versión de la historia como despliegue de una
como datos contextuales, o estructurales, del que se despren- necesidad, fundada en cierto fundamento trascendente, uni-
de el fenómeno político. En última instancia, la mera sucesión versal y ahistórico, desconoce otra característica ontológica
histórica sería la responsable de tales cambios, de un modo tal que permite dar cuenta del cambio como factor intrínseco a la
que ésta se ubicaría radicalmente fuera del campo político-ins-
titucional. Esta apelación del lenguaje institucionalista al relato “Contingencia, forma y justicia. Notas sobre un problema del pensamiento
histórico contextual como una dinámica sin sujeto explícito político contemporáneo”, en Andamios. Revista de Investigación Social, vol. 7,
núm. 13, México, mayo-agosto, 2010, pp. 185-216.
desconoce en última instancia el carácter histórico de la polí-
tica. En otras palabras, al diluir en la Historia el origen de los 13.  Al referirnos a la objetividad hacemos alusión a un presupuesto
onto-epistemológico por el cual el orden social se comprende como un
cambios que observamos luego en la arena política, desconoce-
conjunto cerrado en el que cada uno de sus elementos posee un significado
mos la inerradicable historicidad de los fenómenos políticos, y establecido, y que logra dicho cierre a causa de algún principio trascendente
al mismo tiempo la politicidad inherente a cualquier noción de ―sea éste un criterio de racionalidad universal o bien el privilegio de algún
historia.12 registro de lo social, como la estructura económica― cuya dinámica implica
la determinación del resto de la sociedad.
12.  El debate sobre los vínculos entre historia y política excede los límites 14.  Los planteos de Ernesto Laclau sobre la caracterización del populismo
de esta intervención. Por lo pronto, enfocados en la problemática de la en la primera parte de La Razón Populista (trad. S. Laclau, Buenos Aires,
historia conptual, sirven como una vía de entrada a dicha discusión, E. Fondo de Cultura Económica, 2005), entre otros, muestran esta dimensión
Palti, “Temporalidad y refutabilidad de los conceptos políticos” en Revista normalizadora de la historia pensada como sucesión objetiva y racional de
Prismas, N° 9, Universidad Nacional de Quilmes, 2005, pp. 19-34; y E. Biset, los fenómenos sociales.

378 379
Juan Manuel Reynares Sujeto y discurso

historia, la negatividad que habita toda objetividad. A fin de …Estas ilusiones fueron el referente, el fenómeno y el
cuentas, su carácter conflictivo. signo, y fueron el punto de partida de las tres tradi-
ciones de la filosofía analítica, la fenomenología y el
La definición de antagonismo que propone E. Laclau es útil estructuralismo… en algún momento, en las tres, la
para mostrar este punto.15 Al plantear este autor que su noción ilusión de inmediatez se desintegra y da paso a una u
de antagonismo no supone ni una oposición real, ni una con- otra forma de pensamiento en el que la mediación dis-
tradicción dialéctica de cuño hegeliano, equivale ambas en su cursiva se hace primaria y constitutiva.17
caracterización como relaciones objetivas, ya sea entre objetos
conceptuales como entre entidades reales. En ellas, el factor Los efectos que este giro lingüístico tuvo en la filosofía occi-
conflictivo se inscribe: dental permiten discutir la relación unívoca y exterior entre el
lenguaje y la realidad, por lo que ésta pierde su carácter auto-
...en un espacio de representación más amplio, en el rreferencial para pasar a ser siempre mediada por una configu-
que los antagonismos son un momento transitorio, un ración simbólica.18 Dicha pérdida supone rechazar la presencia
componente evanescente que irrumpe en el horizonte plena, en sí, de los signos al interior del lenguaje, y más en
de lo visible sólo para ser inmediatamente trascendido general de todo fenómeno social, de toda institución, y consi-
(…) toda contingencia está presente como la superficie derar que toda esencia se reduce a una imposible plenitud que
fenoménica a través de la cual se afirma una necesidad
no obstante siempre se pretende como tal, como una presencia
subyacente. 16
que se muestra en su ausencia.
De este modo, el cambio no puede ser visto como parte in- Así, dar cuenta del cambio implica situarnos en una on-
trínseca de la historia para una perspectiva ontológica que no tología que abre lugar para la contingencia, la negatividad y
asuma la contingencia y la negatividad ―es decir el carácter la pregunta por el sujeto, en tanto mediación discursiva de lo
conflictivo del antagonismo― como constitutivas de la rea- objetivo. Más precisamente, nos ubicamos al interior de una
lidad social. No obstante, al hacerlo, una implicancia central ontología donde la objetividad no se rechaza de plano, sino
se deduce de ello, la imposibilidad de la objetividad como re-
lación entre elementos plenos. En otros términos, para que el
17.  E. Laclau, “Identidad y hegemonía: el rol de la universalidad en la
cambio político tenga sentido más allá de su caracterización
constitución de lógicas políticas”, en Contingencia, hegemonía y universalidad.
como mero epifenómeno, es necesario discutir la posibilidad Diálogos contemporáneos desde la izquierda, trad. C. Sardoy y G. Homs, Fondo
de una sociedad objetivamente constituida. Ésta sería posible de Cultura Económica, Buenos Aires, 2000, p. 80. Cursivas agregadas.
si supusiéramos la inmediatez de todos sus elementos, el ac- 18.  El horizonte epistémico denominado post-estructuralismo abarca
ceso a las “cosas mismas”. No obstante, dicha ilusión ha sido múltiples trayectorias de investigación y reflexión desde la obra de
ya ampliamente criticada en otros terrenos de la “trayectoria Heidegger, Wittgenstein, Derrida, entre otros. En ellas, es común la crítica
intelectual del siglo XX”. Sostiene Laclau: a la exterioridad entre entidades consideradas cerradas y por lo tanto
plenas. Ya se encuentra presente, bajo diversas modalidades, cuando
Heidegger discute la metafísica occidental y sostiene la relación de mutua
constitutividad entre lenguaje y mundo, o entre conciencia y mundo, como
también de Wittgenstein, y su tratamiento sobre el seeing – as y el amanecer
de aspectos. Para una mirada general sobre esta corriente, véase E. Biset y
15.  E. Laclau, “Antagonismo, subjetividad y política”, en Los fundamentos
R. Farrán (eds.), Ontologías Políticas, Buenos Aires, Imago Mundi, 2011; O.
retóricos de la sociedad, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2014, pp.
Marchart, El pensamiento político posfundacional, trad. M. D. Álvarez, Buenos
127 - 154.
Aires, Fondo de Cultura Económica, 2009; y D. Scavino, La filosofía actual.
16.  E. Laclau, Ibíd., p. 138. Pensar sin certezas, Buenos Aires, Paidós, 2010, entre otros.

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Juan Manuel Reynares Sujeto y discurso

que se plantea como siempre mediada en un discurso, lo que Dicha negatividad ha sido pensada en la obra de Laclau y
implica la relación conflictiva con un antagonismo que impide Mouffe bajo la categoría ya mencionada de “antagonismo”,
la plenitud de esa objetividad, pero al mismo tiempo la vuelve que señala los límites de toda formación discursiva, donde “el
posible en su precariedad. límite de lo social debe darse en el interior mismo de lo social
Por lo tanto, ser capaz de dar cuenta del cambio como una como algo que lo subvierte, es decir, como algo que destru-
dimensión constitutiva de la política, y no como un mero ye su aspiración a constituir una presencia plena”.20 De esta
evento accesorio y exterior a ella nos dirige a cuestionarnos manera, el antagonismo no puede ser aprehendido como tal,
las nociones de realidad e historia con que los análisis institu- “sino sólo puesto de manifiesto bajo la forma de una interrup-
cionalistas lidian. En pos de cuestionar el carácter inmediato ción o quiebre del proceso de significación”,21 que se entiende
de la primera, y el sustento autoevidente de la segunda, en lo como dislocación. Efectivamente, Laclau propone comprender
que sigue presentamos las principales características de una a ésta última como “el nivel ontológico primario de constitu-
ontología discursiva, y el sujeto que adquiere sentido a partir ción de lo social”.22 La dislocación es condición de posibilidad
de ella. e imposibilidad de los intentos de sutura plena de la falla en
la estructura. Ella se sitúa en el desajuste que la estructura no
puede representar.
4. El sujeto en los pliegues del discurso: retórica e
identificación Ahora bien, y en segundo lugar, al estar habitada por una
falla estructural, ninguna estructura de sentido es autoeviden-
Una ontología discursiva implica, en pocas palabras, que la rea- te, centrada en algún principio trascendente. En el supuesto
lidad social se estructura como un discurso, esto es, como un de la objetividad plena de lo social, y por ende, del puntual
conjunto relacional de diferencias. Esta primera caracterización solapamiento de la práctica a la norma, la relación entre los ele-
conlleva dos implicancias significativas para el análisis, que se mentos en el discurso sería estrictamente literal, en un orden
concentran en la definición de los límites de ese conjunto. En dado por alguna instancia transcendente, donde el acceso a las
primer lugar, necesariamente hay una de esas diferencias al in- cosas mismas sería finalmente posible. Trayendo a colación las
terior de la estructura discursiva que ocupa un lugar ambiguo, distinciones de la lingüística estructural, sólo habría vínculos
el de aquella que sirve para delimitarla. Ella está entonces afue- sintagmáticos, donde cualquier operación retórica, como un
ra de esa articulación, pero es al mismo tiempo interior, ya que añadido a la simbolización, podría ser reconducida, aclarada,
de otra manera sería parte de otro conjunto relacional, el que en una disposición conceptual plena. En términos laclauianos,
se forma entre el discurso primero y su diferencia habilitante. habría un primado de la lógica de la diferencia, que regula
Ello supone entonces que ese límite es el producto de una ex- las relaciones entre los elementos del sistema en lo que, en un
clusión frente a la que todos los elementos se equivalen, y que extremo lógico pero en última instancia imposible, permitiría
si bien impide suturar absolutamente el conjunto relacional, lo una distribución saturada de esas diferencias como mónadas
vuelve posible de manera precaria. Toda estructura de sentido dentro de la sociedad. No obstante, al partir de la negatividad
estará habitada por una negatividad que es constitutiva, al ser
necesaria esa exclusión de la diferencia que al mismo tiempo Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2005 [1987].
vuelve imposibles señalar de manera precisa sus límites.19 20.  E. Laclau y C. Mouffe, Ibíd., p. 170.
21.  O. Marchart, Ibíd., p. 187.
19.  El grueso de esta definición se desarrolla en E. Laclau y C. Mouffe, 22.  Ernesto Laclau, Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo,
Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia. Buenos Aires, Nueva Visión, 2000, p. 61.

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Juan Manuel Reynares Sujeto y discurso

constitutiva de cualquier orden de sentido, dicha totalización ya que ésta supone un cambio de perspectiva ontológica radi-
prueba ser ilusoria, pero necesaria. La totalidad de sentido se cal. Sin tener esto en cuenta se corre el riesgo de continuar en
constituye mediante algo más que la mera disposición relacio- la senda de la oclusión subjetiva, ya que en ese caso lo dicho
nal de las diferencias, y es en ese registro que “opera” la lógica se caracterizaría como una idea epifenomenal derivada de un
hegemónica. nivel institucional que depende de alguna instancia previa, sea
Como hemos visto, la exclusión constituyente del antago- la racionalidad del agente, las características de la estructura
nismo se vuelve posible si todas las diferencias se equivalen económica, o un contexto cultural laxamente delimitado. 24
entre sí en tanto opuestas a él. Esta lógica de la equivalencia El horizonte onto-epistémico discursivo permite redefi-
viene a transgredir la pura diferencia del polo sintagmático nir de manera dinámica a la ideología, más allá de una mera
al subvertir la particularidad de cada elemento en relación al enumeración de ideas y valores, abarcando así el espacio de
elemento antagónico que es excluido del conjunto como con- emergencia del sujeto y constituyendo la base del vínculo so-
dición necesaria para la delimitación del espacio simbólico. De cial. Y ello supone entonces no considerar a lo simbólico como
esa manera, nunca habrá pura diferencia entre los elementos conjunto cerrado de significados, sino como una dimensión
del conjunto discursivo, como tampoco la mera equivalencia, constitutiva de lo social que está habitada por una falla estruc-
que ocasionaría la pérdida de las diferencias en cuanto tales. tural. En este sentido, la ideología se asume, en los trabajos de
En ese juego entre extremos imposibles, mediante la articula- Laclau, como otro nombre para la hegemonía.25 Precisamente
ción de cadenas de equivalencias entre las particularidades, se la dimensión ideológica, constitutiva de la realidad social, vie-
produce un tendencial vaciamiento de uno de esos significan- ne a desplegarse mediante la construcción de equivalencias al
tes, que pasa a representar de manera transitoria y nunca ple- interior del campo de lo simbólico. Como plantea el autor, “…
na el lugar de la universalidad ―una trascendencia, por ende, entender el trabajo de lo ideológico dentro del campo de las re-
siempre contaminada por la particularidad.23 presentaciones colectivas es lo mismo que entender esta lógica
Antes de avanzar, precisemos que el carácter intrínseco
del orden del significante en la realidad social muestra que la
24.  En las palabras del propio Laclau: “… ningún modelo en el que lo
ontología discursiva no supone sólo agregar al análisis cierta económico (la estructura) determine que un primer nivel institucional
dimensión simbólica de un fenómeno político, entendiéndola (políticas, instituciones) vaya seguido de un mundo de ideas epifenomenales
como aquello que se decía por parte de cierto actor en cierto habrá de funcionar, dado que la sociedad está configurada como un espacio
momento. La presunción discursiva supone, en cambio, plan- ético-político y que éste presupone articulaciones contingentes.” E. Laclau,
“Identidad y hegemonía: el rol de la universalidad en la constitución de
tear el lugar de la voluntad colectiva, el lugar del sujeto, en
lógicas políticas”, op. cit., pp. 55 y 56.
el terreno de la constitución de los sentidos legítimos, en la
25.  Para evitar cualquier reificación, podríamos hablar aquí de la “dimensión
tensión entre particularidades incompletas y la universalidad
ideológica” o de “lo ideológico”, como cuando Laclau plantea que “La
como lugar ausente. El mero agregado de lo dicho en cualquier ideología es una dimensión que pertenece a toda experiencia posible”
análisis político no agota la dimensión discursiva de lo social, Ernesto Laclau, “Muerte y resurrección de la teoría de la ideología”, en Los
fundamentos retóricos de la sociedad, op. cit., p. 38. Esta analogía entre ideología
23.  Escribe Laclau: “¿Cuáles son los medios posibles de esta representación y hegemonía, lejos de reducir el potencial analítico de la segunda, apunta a
distorsionada? Sólo las diferencias particulares internas al sistema. complejizar el tratamiento de la primera. No es un agregado “ideacional” a
Ahora bien, esta relación por la que una diferencia particular asume la una realidad estructurada en torno a cierto principio universal y objetivo, sino
representación de una totalidad imposible y enteramente inconmesurable una dimensión simbólica fallada ―y suturada mediante la representación
con ella es lo que llamo una relación hegemónica.” E. Laclau, “Política de la distorsionada de una universalidad imposible― que completa el sentido de
retórica” en Los fundamentos retóricos de la sociedad, op. cit., p. 106. la realidad social de manera precaria, contingente y conflictiva.

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Juan Manuel Reynares Sujeto y discurso

de la simplificación el terreno social que hemos denominado plica la sustitución de significantes por analogía, de modo que
equivalencia…”. 26 está presente en la lógica hegemónica cuando la plenitud im-
De este modo, se vuelve imposible delimitar de manera pre- posible de la sociedad es sustituida por un nombre, el del signi-
cisa el terreno de la significación y el de la práctica significante, ficante vacío, que la representa de manera distorsionada. Dicho
ya que la primera requiere, como su complemento necesario y vaciamiento implica que el significante sustituye, metafórica-
al mismo tiempo subversivo, de su dimensión performativa. mente, al punto de cierre del discurso. En efecto, para dicho
De manera análoga, pierde sentido la distinción radical entre nombre no existe un referente en el orden de los significados,
literalidad y retórica: la primera sólo puede existir como una ya que sustituye a una ausencia radical de sentido, por lo que
presencia ausente a partir de la expansión del funcionamiento se evidencia otra característica de la retórica, la constitución
de la segunda.27 Este carácter fallado y abierto al completa- de una catacresis.29 De esta manera, la hegemonía requiere de
miento hegemónico de la estructura de sentido abre la posibi- desplazamientos metonímicos y sustituciones metafóricas que
lidad para una interrogación sistemática por el despliegue del irrumpen cualquier literalidad y linealidad en la constitución
sujeto hegemónico. de sentido, de un modo similar al que la sobredeterminación
implica “un tipo de fusión muy preciso, que supone formas de
Como veíamos, el espacio simbólico adquiere sus límites de reenvío simbólico y una pluralidad de sentidos”.30
manera transitoria y conflictiva mediante un triple y concomi-
tante proceso de articulación, vaciamiento y sobredetermina- De ese modo, la estructura discursiva sólo puede estabili-
ción que subvierten la relación diferencial entre sus elementos. zarse precaria y contingentemente cuando uno de los elemen-
Precisamente, la metonimia y la metáfora son giros retóricos tos diferenciales pierde parte de su sentido específico y “con-
que transgreden el principio de la pura lógica diferencial tamina” a una serie cada vez más extendida de elementos de
asociada al eje sintagmático del sistema de significación. La la cadena discursiva. En este proceso, el sentido de estas dife-
primera implica la combinación desplazada de elementos por rencias se desplaza metonímicamente, de manera contingente,
contigüidad, por lo que está en la base del proceso de articula- en el marco de una re-totalización metafórica. En un mismo
ción hegemónica, cuando las diferencias se relacionan por una movimiento, los procesos de articulación son el terreno en que
proximidad novedosa entre sí. La imposibilidad de definición se verifica el vaciamiento del significante, mediante el cual los
literal de sus vínculos las desplaza en nuevos encadenamien- elementos articulados ven modificados sus particularidades a
tos de significantes, reinaugurando nuevas combinaciones partir de la sobredeterminación hegemónica. De esa forma, la
posibles de sentido. 28 fluidez de la cadena de significantes sin un centro ordenador
a priori se ve reducida a partir de la relación hegemónica que
No obstante, esa contingencia del proceso metonímico nun- “fija” de manera parcial y precaria los sentidos de cada uno de
ca es puro flujo de desplazamientos significantes, sino que se
encuentra en un espacio simbólico parcialmente estructurado
29.  Escribe Laclau que “… si la representación de algo irrepresentable
por re-totalizaciones metafóricas. El tropo de la metáfora im-
es la condición misma de la representación como tal, esto significa que la
representación (distorsionada) de esta condición supone una sustitución,
26.  E. Laclau, “Muerte y resurrección de la teoría de la ideología”, op. cit.,
esto es, sólo puede ser tropológica por naturaleza… y como cualquier
p. 32.
movimiento figural implica decir algo más de lo que puede ser dicho a
27.  E. Laclau, “Articulación y los límites de la metáfora”, trad. D. Groisman, través de un término literal, la catacresis es inherente a lo figural como tal,
en Revista Studia Politicae, N° 20, Córdoba, EDUCC, otoño de 2010, pp. 18-38. se vuelve la marca registrada de la ‘retoricidad’ como tal” en “Articulación y
los límites de la metáfora”, op. cit., p. 24-25.
28.  “… La hegemonía es siempre metonímica…”, E. Laclau, “Política de la
retórica”, op. cit., p. 110. 30.  E. Laclau y C. Mouffe, Hegemonía y Estrategia Socialista…, op. cit., p. 164.

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Juan Manuel Reynares Sujeto y discurso

los eslabones de esa cadena. Las metonimias de la articulación donde es posible comprender la construcción, consolidación
hegemónica son posibles en tanto una metáfora catacrética su- y dilución de las superficies hegemónicas de inscripción. En
ture el sentido de la estructura, pero ésta última no puede tener otros términos, lo que esta categoría permite es detenernos en
lugar fuera de ese proceso articulador. Así, la pura metonimia los pliegues retóricos que completan lo simbólico en la obra de
y la pura metáfora son extremos lógicos de un “continuum” Laclau. La complejidad al interior de la identificación de cada
donde no existen en tanto tales, sino como dimensiones com- particularidad con un horizonte ideológico permite observar
plementarias de toda construcción de sentido: la constitución subjetiva, en el juego nunca acabado del des-
plazamiento metonímico y la re-totalización metafórica. La ar-
…la metáfora es el telos de la metonimia, el momento ticulación transgrede las relaciones entre elementos al dar pie
en que la transgresión de las reglas de combinación ha a nuevos sentidos contingentes entre estos. No obstante, está
alcanzado su punto de no retorno… aunque sin esas limitada por una fijación parcial del flujo de diferencias que es
prácticas transgresivas, esencialmente metonímicas,
la sustitución distorsionada de la universalidad fallida por una
la nueva entidad metafórica no podría haber emer-
particularidad, en un tropo metafórico catacrético. En efecto,
gido… el nombre ―de un movimiento social, de una
ideología, de una institución política―es siempre la cada desplazamiento metonímico presupone cierta metafori-
cristalización metafórica de contenidos cuyos vínculos zación que cierra el sentido de la estructura simbólica, de un
analógicos resultan de ocultar la contigüidad contin- modo similar en que Wittgenstein planteaba que entender una
gente de sus orígenes metonímicos.31 oración, una combinación contingente de elementos diferen-
ciales en nuestro caso, suponía la comprensión de un lenguaje,
La dinámica entre metonimia y metáfora al interior de la lógica o sea una re-totalización metafórica del sistema de significa-
hegemónica permite observar que la construcción de sentido dos.33 La metonimia, el desplazamiento de sentido presente en
no es lineal sino más bien recursiva, y que es en ese juego de la articulación, es efecto de la metáfora al mismo tiempo que la
re-envíos simbólicos, atravesados por una retoricidad constitu- vuelve posible, y es en la identificación política donde ambos
tiva, donde se despliega el sujeto. Así escribe Laclau que “…el tropos se entrelazan, mostrando al mismo tiempo cuál es el
espacio de ese movimiento tropológico que subvierte el orden campo de emergencia del sujeto hegemónico.
simbólico es el lugar de emergencia del sujeto”32.
Como hemos visto al analizar el carácter co-constitutivo
Dichos giros retóricos pueden observarse en su dinámica de la metonimia y la metáfora, la re-totalización metafórica
aporética a través de los procesos de identificación política, sólo puede observarse en las operaciones metonímicas a cuyo
interior se verifican. En otras palabras, la hegemonía sólo pue-
31.  E. Laclau, “Articulación y los límites de la metáfora”, op. cit., pp. 23-24. de observarse en los efectos de identificación que promueve,
32.  E. Laclau, “Identidad y hegemonía: el rol de la universalidad en la mas no como procesos racionales de aplicación de principios
constitución de lógicas políticas”, op. cit., p. 85. Dicha definición del sujeto trascendentales ―lo que supondría entonces una objetividad
supone un giro retórico a la caracterización ya esbozada por el autor como
el sujeto de la decisión: “… el sujeto no es otra cosa que esta distancia entre
la estructura indecidible y la decisión”, E. Laclau, Nuevas reflexiones sobre 33.  La cita más extensa dice: “No puede haber sólo una única vez en que
la revolución de nuestro tiempo, op. cit., p. 47. Antes de negar esta definición, un hombre siga una regla. No puede haber sólo una única vez en que
la caracterización retórica del sujeto permite detenernos en la complejidad se haga un informe, se dé una orden, o se la entienda, etc. — Seguir una
que guarda esa distancia entre falla y sutura. Profundizaremos en esto más regla, hacer un informe, dar una orden, jugar una partida de ajedrez son
adelante, al revisar críticamente la noción de “sujeto heroico” como una costumbres (usos, instituciones). Entender una oración significa entender un
interpretación posible de un puro sujeto de la decisión ética en la obra de lenguaje” L. Wittgenstein, Investigaciones filosóficas, trad. A. García Suárez y
Laclau. U. Moulines, Barcelona, Altaya, 1999, p. 71.

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Juan Manuel Reynares Sujeto y discurso

completa―, sino como expresiones de poder en una estructura distinción entre Estado y Sociedad Civil.35 El carácter ambiguo
de sentido atravesada por el conflicto. con que el pensador italiano menta a estos significantes en sus
¿Qué supone esto? Que la ideología nunca puede alcanzar aportes teóricos presentes en Cuadernos de la cárcel se sostie-
el status de un conjunto definido de significados, sino que ne, en palabras de Laclau, en la incapacidad para distinguir
es un juego constante ―por lo conflictivo e incompleto― de precisa y sustancialmente una topografía estatal de otra social
identificaciones en pugna, que se dan en la subversión de la como lugar privilegiado de emergencia y consolidación de una
distribución saturada de posiciones diferenciales, entre la sus- ‘voluntad colectiva’.
titución y combinación de elementos diferenciales. Como lo Con ese interrogante, Laclau, a través de la obra de Gramsci,
simbólico no se agota en sí mismo, sino que requiere de una se desplaza hacia la pregunta más general por la constitución
dimensión performativa, de la acción y de la práctica signi- de un “sujeto activo de la historia” que se distinga de la visión
ficante, el sujeto emerge en esa no plenitud de la estructura, hegeliana del sujeto como desarrollo dialéctico, necesario y
precisamente en su intento por completarla al subvertirla, 34 pleno de la racionalidad. En este punto la alusión a este sujeto
mediante la articulación y la sobredeterminación hegemóni- gramsciano ―mas no hegeliano― activo y contingente, nos
cas. Al analizar la hegemonía en sus identificaciones, es decir permite plantear un punto importante de nuestro argumento.
a través de los tropos retóricos que intentan completar la falla Ese sujeto, como representación de una voluntad colectiva,
estructural de lo simbólico, analizamos al sujeto, que es carac- no radica ni en el Estado ni en la Sociedad, porque no puede
terizado a través de sus efectos de identificación. Y como éstos residir en ninguna instancia delimitada de lo social como si se
están tensionados por la negatividad inherente a lo social, se tratara de un mapa con diversas regiones. Ese sujeto se consti-
encuentran inmersos en un proceso conflictivo y precario que tuye mediante la lógica hegemónica, por la que un sector social
nunca es el mismo. particular presenta, a través del juego de metonimia y metáfo-
Además de la caracterización constitutiva de la ideología, ra, sus propios objetivos como los que posibilitan la realización
la caracterización del sujeto político dentro de la perspectiva universal de la comunidad.
discursiva permite comprender al cambio político en su histo- En este marco, el sujeto no posee un lugar predeterminado
ricidad y no como mera reacción a transformaciones acaecidas dentro de la estructura social. La historia no supone entonces
en algún “más allá” de la política. Ello puede rastrearse, en el devenir de una dinámica cuyas reglas puedan aprehenderse
sus términos más generales, en el modo en que Laclau estudia de una vez y para siempre, sino un campo conflictivo de pro-
algunas nociones del vocabulario gramsciano, sobre todo su yectos hegemónicos. La relación del sujeto gramsciano, y por
ende también del laclauiano, no posee ningún vínculo necesa-
rio con alguna racionalidad subyacente y de raíz teleológica:

… ya no se trata de una objetividad que necesariamen-


34.  Aunque no sea el interés de nuestra intervención el realizar un rastreo
te impone sus propios diktats porque las intervencio-
de la noción de sujeto en la obra de Laclau y Mouffe, quizás sea pertinente
notar que ha sido una categoría que ha variado desde Hegemonía y Estrategia nes contingentes de los actores sociales determinan en
Socialista en los escritos de ambos autores en las décadas precedentes. En forma parcial esa objetividad estructural. Lo máximo
pocas palabras, dicha categoría pasó de estar circunscripta a “posiciones de que podríamos llegar a tener es la objetividad transito-
sujeto”, a ocupar un lugar central de su argumento en tanto se complejizaba ria de un ‘bloque histórico’ que estabiliza parcialmente
la caracterización de la falla estructural de todo orden social. Véase, entre
otros, E. Laclau y L. Zac “Minding the gap. The subject of politics” en The 35.  E. Laclau, “Identidad y hegemonía: el rol de la universalidad en la
making of political identities, Londres, Verso, 1994. constitución de lógicas políticas”, op. cit.

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Juan Manuel Reynares Sujeto y discurso

el flujo social, pero no hay ninguna ‘necesidad’ cuya 5. Más acá del héroe: el sujeto en sus identificaciones
conciencia agote nuestra subjetividad… 36
Hasta aquí hemos discutido la dificultad del lenguaje institu-
La historia objetiva se ve radicalmente descentrada, consti- cionalista para desarrollar una explicación endógena del cam-
tuyéndose en un campo surcado por heterogéneas líneas de bio político, planteando que son sus presunciones ontológicas
disputa. En este punto, sin embargo, Laclau ―recuperando de una objetividad plena e inmediatamente accesible a los
a Gramsci― no rechaza una noción de totalidad, sino que la individuos las que ocluyen de su reflexión al sujeto político,
subsume bajo la mediación discursiva que impide su completa sustrayendo así de historicidad a los fenómenos políticos. El
cristalización. De allí que lo máximo a obtener es una objetivi- planteo de una ontología discursiva, por el contrario, pone en
dad transitoria, pero contingente, que no puede ir más allá de primer plano al sujeto político, en una mirada contingente y
la estabilización parcial del flujo significante que hace a lo so- conflictiva de la realidad social. Sin embargo, también en su in-
cial. La hegemonía es el nombre, como también lo es el de ideo- terior es necesario deslindar algunas interpretaciones posibles
logía, para dar cuenta de esa totalidad fallada. Sin embargo, de ese sujeto que implicarían otros obstáculos para dar cuenta
hemos visto que la re-totalización metafórica de la hegemonía del cambio político.
sólo es posible en el terreno de desplazamientos metonímicos
En este sentido, algunos trabajos recientes, si bien con inte-
contingentes. Es por ello que el cambio en la historia pueda
reses analíticos distintos, se detienen en este punto y agregan
comprenderse si damos lugar a la metonimia, tal como escribe
una significativa complejidad a la dimensión subjetiva dentro
Laclau en una nueva referencia a Gramsci:
de una ontología discursiva como la que venimos presentando.
… es porque hay hegemonía (y metonimia) que hay his- Teniendo en mente la experiencia sudafricana post-apartheid,
toria… la noción gramsciana de guerra de posición, de Norval38 se interroga sobre la posibilidad y los alcances de una
un desplazamiento político-narrativo gobernado por identificación democrática. Plantea que algunos de los apor-
una lógica del puro evento que trasciende toda identi- tes de la filosofía de Wittgenstein, en particular las nociones
dad preconstituida, anuncia el comienzo de una nueva de “cambio” y “amanecer de aspecto”, contribuyen a tener
visión de la historicidad dominada por la tensión —im- en cuenta el rol y la transformación de las gramáticas políti-
posible de erradicar— entre metonimia… y metáfora.37 cas en los momentos inaugurales de una formación subjetiva
democrática y las prácticas que la sostienen. Además, Norval
sostiene que estas figuras wittgensteinianas habilitan a “dar
cuenta de la cuestión sobre cómo normas y valores democráti-
cos logran enganchar [grip] sujetos-ciudadanos” sin caer en las
“fallas tanto del modelo deliberativo como del post-estructura-
36.  E. Laclau, Ibíd., p. 54. lista de democracia”. 39
37.  E. Laclau, “Política de la retórica”, op. cit., p. 115 y 116. Cursivas agregadas.
Aludiendo al juego entre metáfora y metonimia en Proust, Laclau retoma un
fragmento de G. Genette: “Sin la metáfora, dice (aproximadamente) Proust,
38.  Aletta Norval, “Democratic identification. A Wittgensteinian approach”,
no hay verdaderas memorias; nosotros agregamos por él (y por todos): sin
en Political Theory, Vol. 34, N° 2, Sage Publications, 2006, pp. 229 – 255. Para
metonimia, no hay encadenamiento de memorias, no hay historia, no hay
un análisis crítico en una dirección análoga sobre una noción de sujeto
novela… sólo aquí —a través de la metáfora pero en la metonimia—, es
heroico en la obra de Jacques Rancière, véase F. Chávez Solca, “Sujeto y
aquí que la Narración [Récit] comienza” G. Genette, “Metonimia en Proust”,
gesto. Una lectura desde Jacques Rancière” en este mismo libro.
en Figuras III, Barcelona, Lumen, 1989, citado en E. Laclau, “Política de la
retórica”, op. cit., p. 116. 39.  A. Norval, Ibíd., p. 230.

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Juan Manuel Reynares Sujeto y discurso

Deteniéndose en este último paradigma, Norval considera son la condición para la agencia política”.42 Ello implica que los
que los problemas que provoca se deben a la noción de sujeto análisis de la TPD dejan de lado la “política cotidiana”, aquella
que tanto las obras de Laclau como Zizek sostienen, esto es que se extiende en órdenes institucionalizados, instanciando
una figura “heroica” del sujeto, cuyo despliegue sólo en casos un hiato absoluto entre las lógicas de la equivalencia y dife-
de “un quiebre radical, un acto ético, o una profunda dislo- rencia. Al igual que en Norval, esta interpretación del sujeto al
cación”40 no permite comprender, para la autora, las trans- interior de la TPD como una instancia extraordinaria supone la
formaciones de gramática que involucra toda identificación limitación del cambio al resultado de una ruptura radical con
democrática. Ello se debería a, por un lado, la falta de atención el orden precedente.
sobre los momentos de consolidación permanente del sujeto No obstante, al mismo tiempo Panizza y Miorelli retoman el
democrático,41 y por otro, a la exclusión de la novedad que su- planteo laclauiano que imposibilita pensar a la diferencia y la
pone la identificación democrática en un marco parcialmente equivalencia como lógicas intrínsecamente distintas, sostenién-
estructurado de sentido. El carácter radical de la dislocación dose sobre la definición ontológica del carácter constitutivo de
supondría diluir todo trasfondo de sentido en la emergencia de la negatividad en la configuración de la realidad social. En ese
una nueva subjetividad, que se caracterizaría entonces como sentido, los autores plantean que aquella noción de sujeto he-
extraordinaria, como un puro sujeto de la decisión ética sin roico, al dejar de lado la mediación discursiva al interior de un
relación con ningún contenido previo. Ello profundizaría la marco plenamente institucionalizado, es:
escisión entre las dimensiones performativa y simbólica de lo
social, de un modo tal que la historia pasaría a configurarse ...incongruente con su argumento [de la TPD] de que
como una sucesión, si bien contingente, de períodos de una es- las estructuras sociales nunca son sistemas de diferen-
tabilidad inexplicada por un lado, y de momentos eventuales cias totalmente cerrados, sino más bien construcciones
de cambios abruptos por el otro, que no guardarían relación humanas temporalmente suturadas. Visto de este modo,
entre sí. la política no puede ser más que esencial [integral] a
las instituciones, tanto en tiempos de crisis como en
Esta crítica al “sujeto heroico” es retomada por Panizza tiempos de relativa estabilidad política.43
y Miorelli para mostrar las limitaciones de la Teoría Post-
estructuralista del Discurso (TPD) en la explicación de los De este modo, al situarnos en el terreno del sujeto de la on-
procesos de cambio institucional. Según los autores, este sujeto tología discursiva nos movemos en torno a diversas interpre-
adquiere sentido en función de la caracterización de la política taciones sobre éste que no se evalúan a partir de una medida
como “basada en relaciones de antagonismo que subvierten trascendente, sino que al subrayar ciertas conexiones argu-
el espacio institucional y preparan las fronteras políticas que mentales permiten problematizar ciertos procesos mientras
desconocen otros, tales como la identificación democrática en
el argumento de Norval, o la dinámica de cambio institucio-
40.  A. Norval, Ibíd., p. 246. En el caso de S. Zizek, la autora refiere a la
noción de sujeto que puede encontrarse en S. Žižek, Porque no saben lo que 42.  F. Panizza, y R. Miorelli, “Taking discourse seriously” op. cit.. En este
hacen. El goce como factor político, trad. J. Piatigorsky, Buenos Aires, Paidos, caso la Teoría Post-estructuralista del Discurso alude a los desarrollos
1998. teóricos y análisis de casos que surgieron a partir de los trabajos de Laclau
y Mouffe, tanto en conjunto como por separado, y que se han extendido
41.  Escribe Norval que “… la institución de un ethos democrático…
más allá de la Universidad de Essex, en ámbitos político-académicos de la
puede incluir momentos de ruptura, y la necesidad, de manera regular, de
Argentina, Grecia, México o los países escandinavos, entre otros.
reactivarlo y volverse [to become] sujetos democráticos nuevamente”, A.
Norval, Ídem. 43.  F. Panizza y R. Miorelli, Ibíd., p. 308. Cursivas agregadas.

394 395
Juan Manuel Reynares Sujeto y discurso

nal en Panizza y Miorelli. Precisamente la doble lectura que este sentido, Panizza y Miorelli consideran que la TPD abre
realizan estos últimos ―donde, por un lado, el planteo de un entonces el espacio para una lectura matizada, gradada de la
sujeto heroico implicaría la no mediación discursiva del marco dislocación que piense al cambio ya no en torno a un quiebre
institucional establecido, mientras que, por el otro, el carácter radical, sino en “el ‘espacio’ o ‘brecha’ en las estructuras y la
integral de la política atravesaría la puesta en acto de la institu- falla de las instituciones para conferir identidades plenas… es
cionalidad cotidiana― remarca que nos encontramos aquí en el carácter político de las articulaciones discursivas la que vuel-
un espacio de miradas parcialmente divergentes, al interior de ve posible el cambio también en la toma de decisiones políticas
la obra laclauiana. cotidianas”.46
La lectura del sujeto heroico se sustenta en algunos textos de De este modo, la concepción de sujeto que problematiza-
Laclau que introducen una distancia aparentemente irreduc- mos aquí discute la posibilidad de distinguir nítidamente, en
tible entre lo instituido y lo instituyente, lo que en ocasiones función de algún parámetro trascendente, entre lo ordinario y
se prolonga a la distinción entre lo social y lo político: “la or- extraordinario de la emergencia del sujeto. Esta concepción no
ganización social no es, sin embargo, exclusivamente política; introduce un hiato insalvable entre su emergencia y la parcial
en buena parte consiste en posiciones diferenciales que no son estructuralidad que afecta a la dinámica hegemónica, sino que
desafiadas por ninguna confrontación entre grupos. Sólo es a se verifica precisamente en el proceso de heterogéneas identifi-
través de esta confrontación que despliega el momento específi- caciones, a partir de reconocer la presencia inerradicable de la
camente político, ya que muestra la naturaleza contingente de falla estructural que caracteriza a la objetividad social.
las articulaciones”.44 Este enfoque supone comprender a los tropos retóricos en
Ahora bien, gran parte de la politicidad de una situación de- que emerge el sujeto no como la emergencia de una hegemonía
pende entonces de lo que se entienda por “confrontación”, que sobre los restos posteriores a una dislocación, sino en los diver-
a su vez no parece ser una cuestión de delimitaciones estancas, sos procesos de identificación que constituyen y consolidan un
sino de grados de transgresión de los vínculos sintagmáticos relato ideológico. De ahí que el sujeto hegemónico no pueda
entre los elementos. Así Laclau plantea que “cuando más esta- observarse en la propia cadena equivalencial, sino en los des-
ble e indiscutible sea el orden social, las formas institucionales plazamientos que constituyen la articulación de elementos di-
prevalecerán y se organizarán a sí mismas… cuanto más sean las ferenciales, a través de los cuales heterogéneas identificaciones
confrontaciones entre grupos las que definan la escena social, habitan esa superficie de inscripción ideológica.
más dividida estará la sociedad en dos campos. Llevado al ex- Ello a su vez implica una mirada novedosa sobre la diná-
tremo, habrá una total dicotomización del espacio social…”.45 mica entre institución y sujeto, ya que la ontología discursiva
De este modo, aún en una presentación esquemática sobre
las distancias que guardan la lógica de la diferencia y de la
46.  F. Panizza y R. Miorelli, Ibíd., p. 310. Lo que quizás nos distancie de la
equivalencia, éstas no pueden pensarse como situaciones esen- interpretación de los autores es el carácter de ese matiz sobre la negatividad
cialmente distintas, sino como dimensiones co-constitutivas y de lo social. Pensamos que la mismo noción de dislocación, como la de
presentes en diverso grado en la constitución de la realidad antagonismo, en los textos laclauianos opera a nivel ontológico y por ende
social. De allí que la instancia de confrontación pueda acaecer no debe ser identificada de manera privilegiada con una ruptura óntica
en lo social, aún sin los alcances de una irrupción abrupta. En más o menos abrupta, lo que supondría entonces la necesidad de matizarla
a posteriori. Lejos de ello, es ese registro ontológico en que se ubica el
antagonismo el que nos permite reconocer en las brechas abiertas por la
44.  E. Laclau, “Articulación y los límites de la metáfora”, op. cit. p. 20.
práctica institucional, aun las más sutiles, la posibilidad de la identificación
45.  E. Laclau, Ídem. Cursivas agregadas. política, y por ende de la emergencia del sujeto.

396 397
Juan Manuel Reynares Sujeto y discurso

permite comprender a las prácticas como constitutivas de las En este punto, conviene citar in extenso al mismo Laclau:
reglas que ponen en acto, al señalar la falla estructural que ha-
bita todo marco de sentido. Así, Laclau plantea que … la dimensión performativa ayuda a hacer más visible
un aspecto de toda acción significativa que una noción
…si lo simbólico fuera todo lo que existe en la vida puramente logicista del lenguaje habría mantenido de
social, las lógicas sociales y las prácticas sociales esta- otro modo en la oscuridad: es un hecho que la puesta
rían exactamente superpuestas. Pero sabemos que en en práctica de una regla estricta a través de una ac-
las prácticas sociales hay algo más que la puesta en acto tuación [performance] institucionalizada es en última
de lo simbólico a través de actuaciones [performances] instancia imposible. La aplicación de una regla implica
institucionalizadas. Allí es donde reside, en nuestro desde el comienzo su propia subversión. Pensemos en
análisis, el momento del antagonismo, el que… no es la noción de iteración en Derrida: algo, para ser repeti-
parte de la objetividad social, sino el límite que la obje- ble, debe ser diferente de sí mismo. O la concepción de
tividad encuentra para constituirse….47 Wittgenstein con respecto a la aplicación de una regla:
necesito una segunda regla para saber cómo aplicar
La práctica excede el registro de las actuaciones institucio- la primera, una tercera para saber cómo aplicar la se-
nalizadas porque lo simbólico está constituido en torno al gunda, y así sucesivamente… de modo que la única
completamiento precario que habilita la ausencia presente del conclusión posible es que la instancia de aplicación es
antagonismo. Y ello no acontece exclusivamente mediante una interna a la regla misma y constantemente desplaza a
confrontación abrupta, sino en el espacio abierto por el pro- ésta última. La importancia de esta noción de continuidad
que opera a través de discontinuidades parciales es obvia
pio desplazamiento – ese “algo más” allá o acá del orden de
para la teoría de la hegemonía. 48
la significación literal― que habilita cualquier puesta en acto
institucional. La continuidad de la institución prueba así ser ilusoria, pero
Situándonos en un horizonte ontoepistémico atravesado de un modo análogo al de la función de la universalidad en la
por una negatividad constitutiva, se vuelve imposible entonces lógica hegemónica. Es decir no como un espejismo ficticio que
encontrar el origen puro de la institución como presencia plena, se aprehende como tal sobre un trasfondo objetivo, sino como
como significación primera y última. Por el contrario, siempre la ilusión ideológica de algo necesario pero en última instancia
estará sujeta a re-significaciones, desplazamientos contingen- imposible. Retomando la categoría de “performance paródica”
tes en cuyo entramado dinámico se expande la política. De este de la obra de J. Butler, Laclau agrega: “… toda acción política…
modo, toda práctica institucional implica una posible metoni- tiene un componente paródico, en tanto un cierto significado
mización del vínculo entre los elementos relacionados. Como que estaba fijado dentro del horizonte de un conjunto de prác-
ya hemos visto, dicha combinación contingente emerge en el ticas institucionalizadas es desplazado hacia nuevos usos que
transfondo distorsionado de una re-totalización metafórica. subvierten su literalidad”. 49 La distancia entre la institución y
Por ello, una práctica institucional no puede reducirse a cierta la práctica ―análoga a la que establecía Wittgenstein entre un
aplicación mecánica de la norma, sino que se constituye en una significado y su uso― se vuelve el lugar de un desplazamiento
instancia de identificación que hace mella en la estructuración
del terreno simbólico. 48.  E. Laclau, “Identidad y hegemonía…”, op. cit., p. 84. Cursivas agregadas.
49.  E. Laclau, Ibíd., p. 85. Para un análisis de los aportes teóricos sobre la
categoría de sujeto al interior del post-estructuralismo en la obra de J. Butler,
47.  E. Laclau, “Identidad y hegemonía: el rol de la universalidad en la véase N. Martínez Prado, “Sujetos performativos, sujetos precarios”, en este
constitución de lógicas políticas”, op. cit., p. 83. mismo volumen.

398 399
Juan Manuel Reynares Sujeto y discurso

parcial donde el sujeto emerge, aún en situaciones de una rela- neo-institucionalista de la ciencia política contemporánea, para
tiva regularidad institucional. De ese modo, la noción de dislo- observar que ese rasgo problemático es deudor de una serie
cación, si bien plenamente vigente en términos ontológicos, no de presunciones ontológicas y epistemológicas centradas en
se agota en la caracterización disruptiva radical que puede ser el carácter objetivo de la historia, y en la exterioridad que ca-
remarcada en algunas interpretaciones. racteriza la interacción entre instituciones y prácticas. Subsiste
Precisamente, en estos pasajes de la obra de Laclau el sujeto allí una lectura sesgada de la política, como orden y regulación
no aparece como un héroe, sino más bien como un desplie- de la conducta de los individuos, ya sea por mecanismos ins-
gue performativo en los desplazamientos parciales del sentido trumentales, de socialización o de adecuación histórica, donde
de todo espacio simbólico, como ya hemos visto, a través de la dimensión subjetiva está ocluida bajo una doble clave. En
una serie de movimientos tropológicos. La retoricidad gene- primer lugar, por el carácter accesorio de la práctica respec-
ralizada que subrayaron los últimos escritos de Laclau mina to de la norma, y en el segundo, por la dilución histórica de
la posibilidad de pensar el sujeto en su propuesta como un los fenómenos políticos, al considerarlos como reacciones de
sujeto extraordinario. Apunta en cambio a una modulación transformaciones autoevidentes en distintos registros de lo
subjetiva abierta por la brecha entre práctica e institución, que social, lo económico o lo cultural.
se representa en los desplazamientos significantes al interior En ese sentido, la propuesta de un desplazamiento ontoló-
de un horizonte relativamente sedimentado de inscripción, y gico ― tanto por el movimiento hacia unos presupuestos otros,
que es deudora teóricamente de aquella dislocación constituti- como por la propuesta de una ontología que bascula sobre el
va que se mantiene entonces considerada en todos sus efectos. descentramiento de cualquier fundamento― nos enfrenta con
La historia se muestra como el terreno de disputa de proyectos una comprensión de la realidad social que pone de relieve su
hegemónicos, donde el cambio no es exclusivo de una inter- carácter contingente, conflictivo y discursivamente mediado.
vención extraordinaria,50 sino que su emergencia y dilución se Al mismo tiempo, el sujeto adquiere allí privilegio analítico,
puede jugar en los desplazamientos contingentes donde se re- ya que la historia no se asume como un despliegue fundado
presenta el sujeto en una tensión irresoluble de la continuidad en alguna dinámica trascendente, y por ende, necesaria, sino
de un orden sólo posible por medio de las discontinuidades de como campo de disputa de proyectos hegemónicos. El carácter
rupturas parciales. descentrado y sobredeterminado de todo relato histórico abre
el espacio para la pregunta por el sujeto en el locus de emer-
6. Algunas notas para concluir gencia y consolidación de “voluntades colectivas”, al decir de
Gramsci, que es lo ideológico. El sujeto entonces se expresa
La interrogación por el sujeto y por el carácter del cambio han ideológicamente, aunque ello no agota la respuesta que una
ocupado un lugar preponderante en esa tradición de discurso ontología discursiva puede dar respecto del cambio político.
que podemos denominar teoría política, debido a la intimidad En efecto, en esa puesta de relieve de la dimensión subjetiva
que existe entre ambas preguntas y que rodea su dimensión es necesario advertir que una noción heroica o extraordinaria
ontológica. En una inquietud mucho más acotada, aquí hemos de sujeto, una interpretación posible en algunos fragmentos de
intentado acercarnos al problema del cambio en el lenguaje la obra de Laclau, impide una comprensión de la política como
basculante entre orden y conflicto, para subrayar el hiato insal-
50.  En última instancia, un sujeto extraordinario supondría la posibilidad
de distinguirlo absolutamente de un orden ya dado, que constituiría así la
vable que inviste toda estructura de sentido. Por ello, hemos
dimensión ordinaria de la política. Al subrayar el carácter co-constitutivo de profundizado en la categoría de identificación, que permite
la metonimia y la metáfora, esa distinción en sí misma se pone en discusión. introducirnos en los pliegues de la descentrada estructura sim-

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Juan Manuel Reynares

bólica sin instaurar allí una ruptura absoluta, sino sosteniendo Sujeto y gesto
la distancia inerradicable entre las dimensiones del significante
y del significado, mostrando cómo los tropos retóricos preten- Una lectura desde Jacques Rancière
den suturar la falla constitutiva en lo simbólico. El énfasis con
que los últimos escritos de Laclau remarcaron la importancia
de la retórica en la constitución de lo social apunta en este
sentido. Los tropos de la metáfora y la metonimia ofrecen una
vía de entrada al estudio de las lógicas de la equivalencia y Fernando Chavez Solca
la diferencia a través de las cuales se produce toda identifi-
cación. Y muestran un camino a emprender para una posible
profundización sobre esta categoría, y de ese modo sobre una
noción de sujeto que dé cuenta de los cambios políticos más
allá de rupturas radicales, eventos exógenos o racionalidades 1. Introducción
presupuestas.
La historia de la filosofía política puede ser pensada como la
La pregunta por el sujeto en el marco de los diversos len-
historia de la pregunta por la constitución del (buen) orden
guajes analíticos dentro de la Ciencia Política contemporánea
y del lugar que ocupa el sujeto en la construcción y mante-
no deja de tener ―como resulta evidente para toda mirada
nimiento de ese orden, siendo a lo largo del tiempo diversas
ontológica, siempre a su vez epistemológica― implicancias en
las respuestas que se han propuesto a esos interrogantes.
el modo de pensar la política. El institucionalismo, en mayor
Puntualmente, nos interesa aquí mostrar una de las respuestas
o menor grado en función de sus variantes, tiende a reducir
ofrecidas al interior de una tradición como es el pensamiento
la política a su componente de orden y sujeción, ocluyendo la
político posfundacional. Dicha corriente parte de sostener que
emergencia del sujeto y haciendo así del cambio un problema
la construcción del orden social resulta una tarea necesaria
para su propio vocabulario. Por su parte, una ontología dis-
pero a su vez imposible. Opuesta a los modelos esencialistas
cursiva abre la posibilidad de una lectura aporética sobre ese
que defienden la existencia de un elemento último o esencial
orden político, en tanto ordenamiento necesario pero imposi-
que explicaría el ordenamiento de lo social, estas miradas pos-
ble de serlo plenamente. No obstante, en esa aporía se dispone
tulan que su configuración no puede ser sino el resultado de
el espacio para la interrogación por el sujeto y sus dinámicas
una puja entre actores por imprimirle una forma particular (y
de identificación. Al hacerlo, subraya la historicidad, contin-
siempre precaria) a lo que ocurre. La fijación del sentido de
gencia y conflictividad que habitan la construcción de sentidos
las prácticas resulta entonces de una disputa de poder en la
colectivos, el vivir en común. Si la política se despliega entre
que una visión termina por imponerse a las demás opciones
la contingencia de los desplazamientos metonímicos y la nece-
existentes, pero siendo siempre susceptible de ser puesta en
sariedad de las suturas metafóricas, se abre el terreno para la
tensión en nuevos escenarios. En consecuencia, esa ausencia
apuesta por una política de la metonimia, que esté en la bús-
de fundamento último es la que hace que todo orden social
queda constante de nuevas prácticas emancipadoras más allá,
se encuentre constitutivamente abierto y expuesto a ser sub-
y más acá, de relatos que pretendan agotar en sí mismos la
vertido, mostrando que las cosas siempre pueden ser de otro
imposible plenitud de lo social.
modo. La política aparece en este marco como esa doble ope-
ración de cuestionamiento de toda fundación, como momento

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Fernando Chavez Solca Sujeto y gesto

desfundante, pero también como momento instituyente, como para la dinámica del orden policial. Finalmente, en la cuarta
fijación. y última sección del trabajo, nos abocaremos a acentuar las
Dicho esto, lo que emerge con potencia como elemento re- implicancias que dicha forma de abordar la cuestión tiene al
levante para entender la lucha política por la configuración del momento de pensar y analizar lo político en tanto nos abre una
orden, es la categoría de sujeto. Aquí, la aparición del mismo serie de aspectos y dimensiones antes forcluidos.
no se encuentra atada o determinada por su posición en la es-
tructura social sino que se configura como el locus de la deci- 2. La distorsión: Política y policía como lógicas
sión que posibilita mostrar la contingencia, develar el carácter co-constitutivas
histórico del orden y establecer nuevos fundamentos, suturas
y cierres que no están determinados a priori. Sin embargo, a Para introducirnos con claridad a la propuesta rancièreana so-
pesar de los puntos de partida compartidos, hacia el interior bre el sujeto será necesario en primera instancia presentar de
del posfundacionalismo lejos está de tenerse una visión única manera muy breve la división que este autor traza entre policía
del sujeto. Por ello, en las siguientes páginas buscaremos trazar y política. Esto se debe no solo a que en torno a esa distinción
algunas coordenadas para pensarlo a partir de la propuesta de pivotea buena parte de su obra, sino que la misma tiene im-
un autor puntual como es Jacques Rancière, pero además, plan- plicancias directas sobre el abordaje que nuestro autor efectúa
tearemos una lectura singular de este autor que discrepa con lo sobre el tema que aquí nos convoca.
que usualmente se ha sostenido acerca de su pensamiento. Posiblemente uno de los aspectos más difundidos de la obra
A partir de lo dicho, el presente escrito se propone un doble de Rancière es la distinción que realiza entre las dos lógicas o
objetivo. Por un lado, uno expositivo consistente en presentar procesos mencionados, política y policía. La última refiere a
el modo en que el filósofo Jacques Rancière ha tendido a pensar una tecnología de gobierno, es el modo en que se cuentan las
la cuestión del sujeto. Por otro, uno propositivo que parte de partes y es el proceso de distribución de lugares y estableci-
distanciarnos de las miradas que leen en Rancière una lógica miento de un orden. En otras palabras, son todos y cada uno
heroica, acontecimental o eventual del sujeto; para proponer de los procedimientos de gobierno mediante los cuales se pre-
en contrapartida una subjetividad como gesto permanente. En tende ordenar la vida comunitaria, estableciendo jerarquías,
base a ello, el trabajo estará estructurado en cuatro apartados. funciones y roles a los actores intervinientes. En sus propias
En la primera parte del texto, a modo de introducción en el palabras:
pensamiento rancièreano, ofreceremos un fugaz paso por al-
La policía es primeramente un orden de los cuerpos
gunas de las categorías principales del autor (política-policía)
que define las divisiones entre los modos del hacer,
que tienen implicancias en el modo de pensar el sujeto. En el los modos del ser y los modos del decir, que hace que
segundo apartado, expondremos la concepción sostenida por tales cuerpos sean asignados por su nombre a tal lugar
el autor franco-argelino acerca del sujeto como intervalo en- y a tal tarea; es un orden de lo visible y lo decible que
tre dos identidades. A partir de ello, en un tercer momento, hace que tal actividad sea visible y que tal otra no lo
intentaremos mostrar -en contra de muchas lecturas que co- sea, que tal palabra sea entendida como perteneciente
múnmente se efectúan sobre su reflexión- que la emergencia al discurso y tal otra al ruido1.
del mismo no se juega (ni exclusiva, ni necesariamente) en
momentos puntuales o sucesos de radicalidad manifiesta, sino
también en pequeños desplazamientos y gestos de subversión 1.  J. Rancière, El desacuerdo. Política y Filosofía, trad. Horacio Pons, Buenos
permanentes que resultan (en muchos casos) irreconocibles Aires, Nueva Visión, 2010, pp. 44-45.

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Fernando Chavez Solca Sujeto y gesto

Por su lado, la política es justamente la actividad que rompe una multitud de relaciones igualitarias”3. A partir de ello, ese
con dicha configuración de lo sensible, haciendo emerger a la principio de la igualdad no deja de horadar una y otra vez toda
esfera pública a aquellos que no tienen parte, volviendo pa- configuración policial que pretende mostrarse como natural,
labra lo que hasta entonces era solo ruido, obligando a hacer intentando determinar quiénes cuentan y quiénes no, quiénes
nuevamente la cuenta. Es decir, la política es toda práctica tienen palabra y quiénes no, quiénes son visibles y quiénes no.
que pone en marcha e intenta verificar el presupuesto de la La política en tanto acto de composición, de creación de nuevos
igualdad cuestionando toda división producida por el orden órdenes de decibilidad y visibilidad, y como cuestionamiento
policial. Así, la política emerge para reparar un daño que toda de todo ordenamiento estético de la realidad, revela la contin-
ficción de desigualdad efectúa sobre aquellos participantes gencia de todo orden anterior y la ausencia de arkhé o principio
a los que no se les reconoce su lugar como pares, muestra el ordenador fundante, mostrando la arbitrariedad del orden y la
desacuerdo que está a la base de toda distribución de lugares, distorsión sobre la que siempre se funda. Dicho de otro modo,
evidenciando la fragilidad y precariedad de cualquier forma la distorsión entonces es un cuestionamiento del vínculo entre
de orden, exponiendo que la cuenta siempre es errónea. política y verdad, “la composición de la esthesis de la comuni-
Para arribar a ello, el punto de partida de la política, como dad es una entre varias, y es justamente esto lo que posibilita
señalamos al pasar, es el presupuesto de la igualdad desde la existencia de la política”4, “no hay la apariencia de un lado
el que se sitúa Rancière al entender que la multiplicidad de y la realidad del otro. La apariencia no es una máscara de la
relaciones desiguales que existen en toda sociedad están es- realidad. Es una configuración efectiva de lo dado.”5
tructuradas sobre una base igualitaria. Esto es así ya que para Llegado a este punto quizás valga la pena aclarar que
que alguien “superior” ordene, necesita que su inferior, en aunque se reconozca que todo lo que hay es una sucesión
primer lugar, entienda lo que se le está ordenando y, en se- de ordenamientos policiales siempre atravesados de manera
gundo lugar, comprenda que ello es una orden y, en cuanto constitutiva por la irrupción de la lógica igualitaria que lo pone
tal, debe ser cumplida. Ese doble gesto de entendimiento mu- en cuestión, sin que esto pueda conducir a una resolución o
tuo demuestra la igualdad de las inteligencias de cualquiera superación definitiva, de ninguna forma puede derivarse que
con cualquiera y trae como consecuencia la imposibilidad de cualquier ordenamiento policial sea lo mismo. Queremos de-
sostener un fundamento natural o último de la desigualdad cir, Rancière está lejos de indicar que el orden policial sea “la
en las relaciones sociales que legitime el reparto desigual de noche en que todo lo vale”6, por el contrario puede distinguirse
lugares en la sociedad2. Esto es solamente posible mediante la entre órdenes mejores y peores. Es evidente que el Estado de
generación de ficciones. Así, cuando una de las partes asume Bienestar es preferible al Estado absolutista o que la democra-
la capacidad de decirle a la otra lo que debe hacer, esa asun- cia procedimental resulta más deseable que la lógica de poder
ción es arrogada sin un sustento trascendental que lo habilite o vigente en la edad media. Sin embargo, no es menos evidente
permita fijarlo de una vez y para siempre. El mandato supone
“una igualdad entre el que manda y el que es mandado (…) 3.  J. Rancière, El odio a la democracia, trad. I. Agoff., Buenos Aires, Amorrortu,
la sociedad desigualitaria no puede funcionar sino gracias a 2007, pp. 72-73.
4.  M. Escudero, “La práctica artística como generadora de sujetos políticos”,
en: Revista Argumentos, vol. 22, nº 16, mayo-agosto 2009, pp. 27-38.
5.  J. Rancière, El uso de las distinciones, 2004. Disponible en: http://www.
ddooss.org/articulos/otros/Jacques_Ranciere.htm.
2.  J. Rancière, El maestro ignorante, trad. N. Estrach, Buenos Aires: Libros
del Zorzal, 2007. 6.  J. Rancière, El desacuerdo. Política y filosofía, op. cit., p. 46.

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Fernando Chavez Solca Sujeto y gesto

que todos ellos no dejan de ser formas que asume la policía en han sido llevadas a cabo, entre otros, por Slavoj Žižek, quien
distintos momentos a lo largo de la historia y que de manera argumenta que en la perspectiva rancièrana existe una “brecha
más o menos sutil, o más o menos directa no dejan de efectuar- entre el orden global positivo (…) y las intervenciones políticas
le un daño a la parte excluida al desconocer la igualdad entre que perturban ese orden”9. Pero no solo por él, sino también
todos los seres parlantes. otros lectores de Rancière incurren en la misma interpretación,
A partir de lo señalado, la política muestra el radical des- por ejemplo, Javier Franzé sostiene que:
acuerdo por el modo en que se hace la cuenta pero no como
La política y la policía se diferencian también por su
una mera disputa de intereses entre partes que se reconocen duración o estabilidad. La policía, en tanto momento
como tales y que a través de la negociación racional pueden lle- de reproducción del orden basado en unos esquemas
gar a un acuerdo. El desacuerdo, por decirlo de algún modo, es perceptivos-cognitivos, tiende a ser -sobre todo en
anterior, es una disputa por las partes mismas que están legiti- comparación con la política- lo relativamente más con-
madas a sentarse en la mesa, por el reconocimiento igualitario, solidado y duradero. La política, en cambio, es sólo el
por el derecho a ser contados como partes. En la misma línea, episodio durante el cual se rompe la lógica de la parti-
no es un desacuerdo por hacer una cosa u otra, entre quienes ción policial y se propone una nueva. Como momentá-
dicen blanco y quienes dicen negro, es una disputa por el sen- nea y contingente que es, la política está condenada a
tido mismo de lo negro, un desacuerdo por el significado de desaparecer como tal, a disolverse en la policía10.
los términos, una lucha por establecer lo común en sí mismo:
Del mismo modo, se dice que “el momento de la política, el
hay política porque quienes no tienen derecho a ser instante de emergencia del litigio y de propuesta de un nue-
contados como seres parlantes se hacen contar entre vo reparto, es fugaz y eventual, propone un reordenamiento
éstos e instituyen una comunidad por el hecho de po- que, una vez puesto en escena, pierde la condición de acto
ner en común la distorsión, que no es otra cosa que político”11, se agrega que “la práctica política, y la práctica es-
el enfrentamiento mismo, la contradicción de dos tética como forma de práctica política, son momentos fugaces,
mundos alojados en uno solo: el mundo en que son y instantáneas que cuestionan un modo determinado de ver y
aquel en que no son, el mundo donde hay algo ‘entre’ decir, pero que conforme toman la palabra, muestran y dicen,
ellos y quienes no los conocen como seres parlantes y no hacen otra cosa que fijar otro modo de experiencia, lo cual,
contables, y el mundo donde no hay nada.7 en sí mismo, deja de ser político”12. De igual forma, se señala
que aun reconociendo la precariedad de toda lógica policial
Ahora bien, esta diferenciación entre política y policía efectua-
da por Rancière ha inducido en múltiples lecturas a la creencia
de que son dos polos opuestos y que la última configura una
en: Ontologías políticas, Buenos Aires, Imago Mundi, 2011, pp. 101-122.
especie de orden positivo que se ve interrumpido (muy) de
9.  S. Žižek, El espinoso sujeto. El centro ausente de la ontología política, trad. J.
vez en cuando por la política, que adquiere en consecuencia
Piatigorsky, Buenos Aires, Paidós, 2005, p. 185.
un carácter acontecimental, de exterioridad, incluso accidental,
10.  J. Franzé, “La política como proceso de subjetivación. Un estudio de
que sólo alcanza para criticar lo dado8. Este tipo de lecturas
caso sobre los inmigrantes latinoamericanos en Madrid”, en: Migración y
política: latinoamericanos en la Comunidad de Madrid, Madrid, Trama, 2010,
pp., 83-102.
7.  J. Rancière, El desacuerdo. Política y filosofía, op. cit., p. 42.
11.  M. Escudero, “La práctica…”, op. cit., p. 29.
8.  Retomamos aquí la crítica sagaz y detallada a este tipo de lecturas sobre
Rancière que realiza Reynares en: J. Reynares, “Ontología de la distorsión” 12.  Ibíd. p. 15

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Fernando Chavez Solca Sujeto y gesto

“puede existir un orden social sin que haga aparición en nin- Este señalamiento tiene implicancias directas sobre el modo de
gún momento la política”13. pensar el sujeto, tal como veremos en el próximo apartado.
Contra esta visión creemos que la propuesta de Rancière -tal Antes de dar lugar al tema del sujeto, que es lo que aquí nos
como él mismo ha intentado dejar en claro en varias circuns- interesa, permítasenos señalar una cuestión más. El modo de
tancias recientes- no pretende marcar tal escisión, sino mostrar abordar la cuestión que estamos planteando nos permite, por
a la política y la policía como instancias co-constitutivas de un un lado, corrernos del lugar en donde lo que la literatura ha de-
proceso complejo: nominado la “diferencia política” entre la política (en Rancière
la policía) y lo político (en Rancière la política) tiende a caer al
no hay de un lado la esfera de las instituciones policia- pensar a la política como pura administración de lo dado, como
les, y del otro las formas de manifestación puras de la un ámbito puntual entre otros, como gestión, reproducción y
subjetividad igualitaria auténtica… La distinción de la cristalización de un orden; y lo político como acto fundacio-
política y de la policía opera en una realidad que con-
nal, creador, rupturista, instituyente de lo nuevo por otro. Lo
serva siempre una parte de indistinción. Es una ma-
que intentamos acentuar con la distorsión constitutiva de todo
nera de pensar la mezcla. No hay un mundo político
puro y un mundo de la mezcla. Hay una distribución orden (o en términos de Ernesto Laclau la dislocación estructu-
y una redistribución.14 ral de toda estructura) es que tanto ese momento de primacía
de lo policial, de ordenación o gobierno, como ese momento
Esto permite poner de manifiesto el carácter siempre fallido de de primacía de lo político, de creación, de transformación,
todo orden social que se encuentra signado por una distorsión están presentes y operando todo el tiempo, son simultáneos
constitutiva, interior a sí mismo, que se pone en evidencia una y y se afectan mutuamente. Para decirlo mediante un juego de
otra vez ante la verificación de la lógica igualitaria (política) que palabras, siempre hay algo de político en lo policial y algo de
viene a reparar “el daño” en la escena pública. Así, la política no es policial en lo político. Esto es, nunca hay sin más repetición y
sólo una práctica esporádica que irrumpe sobre una positividad reproducción de un orden (volveremos sobre este punto en lo
plena, sino una espectralidad permanente que socava el orden que sigue) y todo orden siempre es político; y toda reivindica-
social. Es decir, no hay una dicotomía entre momentos policiales ción igualitaria que emerge no solo pretende hegemonizarse
puros y momentos políticos puros, que se intercalan a lo largo como nuevo orden policial sino que inevitablemente excluye
del tiempo. Creemos que ambas lógicas heterogéneas conviven a alguien configurando un nuevo daño. Esto nos lleva a tener
en la cotidianeidad y su encuentro (a eso Rancière denomina lo que reconocer al conflicto como un elemento central de la insti-
político) no refiere a un momento cronológico determinado y tución del orden en la vida comunitaria. Es justamente la inten-
puntual sino conceptual, así el “momento de lo político” tiene ción de la policía borrar ese componente conflictivo, o lo que
una dimensión fantasmal que es coexistente al orden instituido15. es lo mismo, despolitizar su origen, con el fin de naturalizar su
modo de distribuir y hacer la cuenta. Pero eso no implica, que
el conflicto pueda ser eliminado, o lo que es lo mismo, que el
13.  M. Muñoz, “Laclau y Rancière: Algunas coordenadas para la lectura momento de lo político pueda superarse, sino que re-emerge
de lo político”, en: Revista Andamios, Volumen 2, número 4, junio 2006, pp.
119-144.
una y otra vez exigiendo un nuevo arreglo de cuentas.
14.  J. Rancière, El uso de las distinciones, op. cit.
15.  M. Retamozzo, “Lo político y la política: los sujetos políticos,
conformación y disputa por el orden social” en: Revista Mexicana de Ciencias
Políticas y Sociales, nº206, 2009, pp. 69-91.

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Fernando Chavez Solca Sujeto y gesto

3. El sujeto como intervalo ción de posibilidad de emergencia del sujeto. En sus palabras,
“la política implica un proceso de subjetivación, que supone
Intentemos ahora hacer algunas derivas para pensar el sujeto la posibilidad de ordenar de otro modo los espacios de expe-
a partir de lo dicho en las líneas precedentes. La tradición mo- riencia común; es, en este punto, en que se articulan estética y
derna trajo consigo un determinado modo de concebir al sujeto política, ya que ellas no son otra cosa que modos de la expe-
consistente en pensarlo como auto-centrado, pleno, consciente riencia sensible que implican un ordenamiento de partes, entre
de sí mismo, autosuficiente, dotado de una identidad definida otros”19. Retomando los términos en que veníamos planteando
que garantiza una respuesta cierta a la pregunta por quién soy la cuestión en el apartado anterior, podríamos decir que la
o quién es el otro16. Es justamente, contra todo ese esencialis- policía es la gestión de unos sujetos concebidos como dados,
mo que fija identidades, estableciendo los lugares que cada a los que se les asigna una función y un lugar en virtud de
uno debe ocupar, con intereses, ideas y demandas definidas y ese ser que se les presupone, organizando la comunidad según
contornos claros; y contra un mundo dividido en clases, razas, identidades. Por oposición, la política no es el tratamiento de
tareas, capacidades, culturas, que deciden de antemano el des- sujetos ya dados, sino la creación misma de sujetos en tanto
tino de cada individuo que no se interroga por esas divisiones tales a partir del presupuesto de la igualdad de cualquiera con
porque parecen estar ahí desde siempre, que Rancière hace su cualquiera20. Por ello, ante la pregunta ¿quién puede cambiar la
intervención. configuración de lo sensible ya dada y construir las formas de
Nuestro autor se distancia de pensar a través de esas cate- otro mundo a partir de lo existente? Rancière nos responde que
gorías en tanto esencias y sostiene que el sujeto emerge desdi- es simplemente aquel que toma parte, que toma la palabra. El
bujando cualquier modo en que se configuraba el mundo, dan- sujeto político como tal no existe antes de su acción, antes de su
do lugar a algo que parecía no tener lugar, que no se esperaba, levantamiento que produce ruptura. No hay una temporalidad
abriendo un intervalo entre lo que se le dice que es y lo que primera en que se constituye como sujeto y luego se introduce
reivindica ser. Por lo tanto, no hay sujeto con intereses pre- en lo político. Es en el mismo acto en que se arranca del lugar
existentes, sino creación de lo nuevo en una relación paradojal impuesto obligando a rehacer la cuenta que se constituye en
de un sujeto consigo mismo, quien es al mismo tiempo agente tanto tal. Así, la subjetivación hace posible aquello que es de-
de una acción y la materia sobre la cual se ejerce esa acción17. clarado imposible, y en esto yace la clave de la política.
Vayamos más despacio para darle algo más de claridad a la Sin embargo, es importante aclarar que el proceso de sub-
cuestión. jetivación no se hace en medio del vacío, sino que se efectúa,
Para Rancière, tanto la estética18 como la política suponen
un desacuerdo, una distorsión que se configura como la condi- existencia de un común y las delimitaciones que definen sus lugares y partes
respectivas (...) La división de lo sensible muestra quién puede tomar parte
16.  Para una complejización de este tema véase el riguroso trabajo de E. en lo común en función de lo que hace, del tiempo y del espacio en los que
Biset en este mismo libro. se ejerce dicha actividad (...) Esto define el hecho de ser o no visible en un
espacio común, estar dotado de una palabra común (...) Hay por lo tanto,
17.  J. Rancière, En los bordes de lo político, trad. A. Madrid, Buenos Aires, La
en la base de la política, una “estética” como el sistema de las formas que a
Cebra, 2007.
priori determinan lo que se va a experimentar”. J. Rancière, El reparto de lo
18.  Introducimos aquí la noción de estética, de gran relevancia en los sensible. Estética y política, trad. C. Durán, Santiago, LOM Ediciones, 2009,
últimos trabajos de Rancière, pero no nos detendremos en ella en este pp. 9-10.
trabajo. Solo para expresar el estatuto que adquiere en su trabajo citaremos
19.  M. Escudero, “La práctica…”, op. cit., p.31.
al propio autor cuando se refiere a la partición de lo sensible como “ese
sistema de evidencias sensibles que pone al descubierto al mismo tiempo la 20.  J. Franzé, La política como proceso de subjetivación… op. cit., p. 63.

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como dijimos, a partir de la presuposición de la igualdad y de movimiento el que vuelve visible lo hasta entonces invisible,
la apropiación de los instrumentos disponibles para afirmarla, que hace aparecer el daño hasta entonces ignorado que el sis-
“tomando las frases del otro, las frases por las cuales ese otro tema le efectuaba a la parte excluida24. La subjetivación política
constituye su relación consigo, para deshacer finalmente la re- es la puesta en acto de la igualdad –o el tratamiento de un per-
lación de identidad en la que el otro lo encerraba”21. juicio- llevado a cabo por la gente que está junta y que, por lo
A partir de ello, Rancière nos propone pensar al sujeto como tanto, está entre.
un entremedio, como un in between entre dos identidades que Para graficar este punto ha sido recurrentemente utilizado
pugnan por estabilizarse y darle sentido a las acciones de los el ejemplo brindado por el propio Rancière en Política, identi-
individuos. Es justamente en ese intervalo que, según el autor ficación y subjetivación (2000) sobre la experiencia de Auguste
franco-argelino, puede emerger el sujeto político. Así, éste se- Blanqui. Este revolucionario francés del siglo XIX en ocasión
ría la consecuencia de dos procesos o momentos que se produ- de un juicio en su contra, ante la pregunta del fiscal sobre su
cen simultáneamente, esto es, por un lado, la desidentificación profesión decide responder “proletario”. La réplica policial fue
frente al lugar asignado, la desclasificación en relación a lo “esa no es una profesión”. Ante lo que Blanqui devolvió “es la
esperable desde la mirada del orden imperante, correrse o no profesión de la mayoría de nuestro pueblo a la que se la ha pri-
asumir los roles impuestos por lo dado (o lo que es igual, por la vado de derechos políticos”25. Ese pequeño gesto de Blanqui,
lógica policial). Queremos decir, en tanto el orden policial trata que podría pasar desapercibido, o ser leído como una simple
de fijar, reproducir e identificar visibilidades y decibilidades, fanfarroneada, muestra para Rancière la aparición del sujeto
el momento de la política o de la emergencia del sujeto implica político de manera muy evidente. Por un lado, se sustrae del
introducir un litigio, un cuestionamiento de esas formas22; y lugar asignado por el orden policial, de las respuestas espera-
por otro, implica comenzar a constituir un nuevo polo de (re) bles, de los nombres que le eran propios. Por otro, comienza a
identificación, que no se puede asumir como tal porque toda- configurar una identidad imposible, ya que Blanqui no era un
vía no existe23. Es decir, significa asumir un nombre impropio, proletario y el proletariado como tal es una identidad que no
polémico, que no tiene lugar dentro del orden policial y que en existe en sentido sociológico, es el nombre (metafórico podría-
última instancia resulta imposible de constituir a menos de pa- mos decir, es el significante vacío en términos de Laclau26) de
gar el precio de ser sometido nuevamente a un orden policial
(diferente, pero tan policial como el anterior) que le asigne un 24.  Según Franzé, ese modo de visibilizar el daño puede asumir dos formas:
lugar en la cuenta, que lo cristalice en una identidad nueva. De la primera es una exteriorización de un “sí mismo” invisibilizado, víctima
de un daño; la segunda responde a una interiorización de otro invisibilizado
este modo, el sujeto no es ninguno de los dos elementos que
que luego implica una exteriorización de ello, sería la manifestación de un
acabamos de marcar, no es ni pura desidentificación, ni pura daño sobre otro que considero un daño sobre mí mismo y me hace rechazar
identidad nueva (imposible), es precisamente en el intervalo, la cuenta en la que estaba incluido. La expresión típica del primer camino
en esa mitad de camino entre ambos que emerge. Es ese doble de subjetivación sería “¿una francesa es un francés?”. Mientras que la de la
segunda sería “todos somos judíos alemanes”. J. Franzé, La política como
proceso de subjetivación… op. cit., p. 65.
21.  C. Ruby, Rancière y lo político, trad. M. Gajdowski, Buenos Aires,
25.  J. Rancière, “Política, identificación… op. cit., p. 148.
Prometeo Libros, 2011, pp. 100.
26.  Esta analogía que estamos enunciando, nos permitiría sugerir la
22.  J. Rancière, En los bordes de lo político, op. cit.
presencia de una dimensión retórica en Rancière. Si bien el autor nunca lo
23.  J. Rancière, “Política, identificación, subjetivación”, en: El reverso de la ha explicitado de este modo, siguiendo algunos desarrollos de Laclau por
diferencia. Identidad y política, trad. Nora López, Caracas, Nueva Sociedad, ejemplo, podríamos decir que la desidentificación es el desplazamiento
2000, pp. 145-152. metonímico, y la reidentificación apunta a la retotalización metafórica. A lo

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todos aquellos a los que se les niega su parte, su identidad, sus dad y pone en juego nuevas visibilidades, potenciando la cons-
derechos. trucción de otros modos de distribución y reparto. En otras
De esta manera, Rancière sostiene que “la lógica de la subje- palabras, el sujeto es una apuesta perpetua por la verificación
tivación es una heterología, una lógica del otro”, ya que el suje- y reconocimiento en todo momento y lugar de la igualdad.
to no afirma simplemente una identidad, abriendo un espacio
novedoso, sino que esa constitución del sujeto siempre está 4. Contra el sujeto heroico: La gestualidad
en relación a un otro, incluso ante el rechazo de este último, permanente del sujeto
instituyendo así una comunidad basada en el litigio. El sujeto
siempre se dirige a otro, porque siempre implica una identi- Ahora bien, enunciado como acabamos de hacerlo nos en-
ficación imposible, alude a una posición cuya manifestación contramos con un escenario bastante similar al que trazamos
rompe la distribución jerárquica vigente. En el mismo texto en el primer apartado de este trabajo sobre la relación entre
antes mencionado, Rancière esgrime tres razones para sostener política y policía. Nos referimos a que, tal como muchos han
a la subjetivación de este modo: a- porque es un rechazo de una interpretado, para Rancière el sujeto asumiría la forma de una
identidad asignada por un otro, por el orden policial; b- por- aparición esporádica, fugaz, puntual, simultánea al momento
que la construcción del lugar de enunciación como puesta en de irrupción de la política y su lógica igualitaria en el escenario
juego de un litigo por el lugar implica una demostración que público. Ese episodio dislocador dejaría espacio para que rápi-
requiere necesariamente la existencia de un otro, y; c- porque damente una reconfiguración policial se produjera conforman-
propone una identificación imposible en el orden de lo dado do un nuevo orden y distribución de lugares y partes en donde
entre un ser con un ser que no lo es todavía, pero que demanda la política se habría desvanecido y con ella el sujeto que la en-
una nueva composición estética que subvierte los nombres, carnaba. Así, las interpretaciones acontecimentales de Rancière
lugares y regímenes de identificación dados en el campo de entienden que la política y su sujeto representan un evento o
experiencia. momento acotado en el tiempo durante el cual la lógica de la
partición jerárquica policial se interrumpe para luego dar lugar
Por lo que acabamos de señalar, el espacio de la política no a la consolidación y estabilidad de un nuevo régimen policial
puede pensarse como un espacio de consensos o de integración que absorbe al sujeto que reclamaba (asignándole un lugar) y
de la totalidad de las partes, ya que siempre habrá una parte disuelve a la política en la pura administración y gestión.
dañada que quedará excluida del reparto. En oposición, la po-
lítica es la puesta en escena del litigio que cuestiona el orden de Este tipo de lecturas de Rancière son susceptibles de ser
las distribuciones, forzando la construcción de un sujeto que se criticadas bajo la misma premisa que Aletta Norval emplea-
desidentifica del papel de víctima y no propone ser parte del ba para mostrar las limitaciones de la concepción de sujeto en
orden de experiencia existente, sino que muestra su arbitrarie- Laclau. Esta autora señala que el intelectual argentino desarro-
lla una “concepción heroica del sujeto” al sostener que existen
por un lado “posiciones de sujeto”, es decir, identidades sedi-
que cabría agregar que, el desplazamiento emancipatorio se vuelve posible
por el reclamo igualitario. Dejamos este aspecto aquí solamente sugerido mentadas al interior del discurso hegemónico vigente, como
para futuras líneas de trabajo que permitirán explorarlo de manera más resultado de la participación en la vida social cotidiana, y el
detallada. Para un desarrollo de una mirada retórica de la política véase: E. “sujeto” en sentido estricto como un agente político autóno-
Laclau, “Política de la retórica” en: Misticismo, retórica y política, Buenos mo, por otro. Con esta distinción lo que Norval intenta poner
Aires, 2006, pp. 57-100. en evidencia es que, desde la perspectiva de Laclau, el sujeto
Lo que JR permite agregar es que donde la alusión a Laclau sea más fundada
porque creo que tiene potencia.
sólo aparecería en esas excepcionales oportunidades en las que

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nuevos discursos logran instituirse y configurar identidades Retomemos entonces ahora nuestro argumento sobre
populares a partir del antagonismo, es decir, solo un quiebre Rancière. Decíamos que nuestro autor ha sido leído mayori-
radical o una dislocación profunda posibilitarían la aparición tariamente bajo la lógica heroica del sujeto que emerge en un
del sujeto27. La consecuencia de ello es que habría una suerte momento esporádico mostrando el daño efectuado a la presu-
de despolitización de la vida cotidiana, que se convierte en la posición de la igualdad para luego someterse al orden policial
mera reproducción de lo dado y frente a la cual sólo queda siguiendo sus determinaciones de modo acrítico, reproducien-
esperar la llegada del momento extraordinario de irrupción y do lo establecido. A distancia de ese conjunto de interpretacio-
redención de lo político que habilitaría la aparición del sujeto. nes y siguiendo la misma línea argumental sostenida en el pri-
En base a lo dicho, no habría a nivel micro y en la coti- mer apartado, juzgamos que Rancière y su propuesta del sujeto
dianeidad la posibilidad de un sujeto político y de la acción como intervalo no nos conduce necesariamente a entenderlo
desnaturalizadora de la política que queda reservada a los de ese modo, sino que también es posible sostener, desde este
grandes acontecimientos. El énfasis en una ruptura radical con pensador, que el sujeto irrumpe mucho más frecuentemente
los arreglos institucionales existentes deja lo político fuera de y de modo mucho más sutil de lo que estas miradas estarían
la política de todos los días (la policía rancièreana) en los órde- dispuestas a asumir. Creemos en consecuencia que es factible
nes políticos altamente institucionalizados en que los sujetos entender a nuestro autor como un intelectual del gesto más
parecen ser sólo seguidores ciegos de racionalidades-adminis- que del acontecimiento. La política y con ella la aparición del
trativas limitadas. De esta manera, insistimos, el énfasis en que sujeto pareciera tener en Rancière más que ver con lo cotidiano
la constitución de subjetividades políticas exige una ruptura o con escenas ordinarias que con grandes gestas revoluciona-
radical con los arreglos institucionales existentes desdibuja la rias o importantes decisiones gubernamentales. Nos apoyamos
importancia de la política cotidiana para hacer posible no sólo para tal interpretación en los múltiples ejemplos de los proce-
el mantenimiento, sino también la reactivación y redefinición sos de subjetivación que Rancière desarrolla a lo largo de su
del momento inicial de identificación política28. Pero si toda obra, los cuales nunca están planteados como grandes sucesos
estructura está inevitablemente abierta y configurada de modo o trascendentes actos de individuos de renombre o recorda-
contingente, y como dijimos política y policía no dejan de con- dos por la historia tradicional sino más bien como pequeños
jugarse nunca, la política no puede ser otra cosa más que parte gestos y momentos que pueden juzgarse como secundarios o
integrante de las instituciones tanto en tiempos de crisis como parecer no tener relevancia pero que encierran una ruptura o
en épocas de estabilidad. Aunque esto no significa desconocer subversión ante el modo en que se cuentan las partes. Estamos
que la política juega un papel más autónomo cuando los siste- pensando en el ejemplo ya antes citado de Blanqui, pero tam-
mas institucionales están en crisis y la acción humana puede bién en los casos de las mujeres francesas del siglo XIX que en
liberarse de las restricciones institucionales29. nombre de la igualdad reclamaron la posibilidad de ser candi-
datas a cargos políticos; en la disputa entre plebeyos y patricios
en el Aventino y el reconocimiento de los primeros como seres
27.  A. Norval, “Democratic identifications. A Wittgenstenian approach” en: de lenguaje y por tanto iguales a los segundos; en los relatos
Political Theory, Vol. 34, nº 2, 2006, pp. 229-255. de La Noche de los Proletarios30 de las actividades culturales rea-
28.  Ibíd. lizadas por los trabajadores franceses durante las noches para
29.  Para una lectura acerca del sujeto, las dinámicas de identificación y recuperar las horas que el trabajo les impedía aprovechar; en el
su relación con las instituciones, véase en este mismo libro el capítulo de
J. Reynares, “Discurso, ideología y sujeto. Algunas notas sobre retórica e 30.  J. Rancière, La noche de los proletarios, trad. E. Bernini y E. Biondini,
identificación para pensar el cambio político”. Buenos Aires, Tinta Limón Ediciones, 2010.

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reclamo de los trabajadores franceses del siglo XIX que deman- den incalculables más allá de ella misma. Por otro, la ruptura
daron ser tratados como iguales a sus empleadores a los que sí de la lógica explicadora tampoco expuso una invalidación total
se les permite agremiarse; en la desidentificación de algunos del orden que nos conduzca a comenzar de cero, sino una mo-
intelectuales franceses frente al bombardeo del gobierno de ese dificación hacia el interior de la práctica pedagógica a partir de
país a Argelia efectuado en nombre “del pueblo de Francia”; en los usos (políticos) que se le da a recursos ya disponibles en el
la experiencia docente de Jacotot y la subversión del maestro orden de lo dado que permiten la emergencia de nuevos suje-
explicador que pone en marcha el círculo de la potencia, entre tos antes negados. Nos encontramos de este modo en el sutil
muchos otros casos brindados por el propio autor. terreno de la gestualidad permanente del sujeto que irrumpe
Detengámonos un instante en el último caso mencionado en la realidad policial apenas una vez que un “grano de arena
para graficar el punto que nos resulta relevante. La aventura se introduce por azar en la maquinaria” policial32.
intelectual del profesor francés mostró la imposibilidad de sos- Todos los ejemplos referenciados por nuestro autor resul-
tener la división del mundo, que efectúa el mito pedagógico de tan casos mínimos, subterráneos, que alguien hasta podría
la explicación entre quienes tienen una inteligencia inferior que juzgar de insignificantes, pero que dan cuenta que la aparición
requiere de esa explicación y quienes poseen una inteligencia del sujeto de la que nos habla no requiere de una Revolución
superior que transmite los conocimientos adaptándolos a las (en el sentido tradicional del término) o de transformaciones
capacidades intelectuales de esos inferiores. Ese presupuesto radicales que arrastren consigo la desigualdad policial. Por el
de la desigualdad es el que frena el uso de la propia inteligencia contrario son pequeños desplazamientos que ocurren a veces
y conduce a la dependencia del maestro explicador generando de modo imperceptible incluso en el interior del mismo orden
la ficción de la incapacidad. Por oposición a ese modo de orde- policial pero que reactualizan indudablemente la tensión sobre
nar el mundo Jacotot descubrió, en buena medida por acción la que éste se construye evidenciando el daño que causa. Dicho
del azar, que sus alumnos habían aprendido sin su ayuda, sin de otro modo, el sujeto se asemeja más a un proceso siempre
necesidad de sus explicaciones, solo poniendo en acción sus incompleto de desplazamientos tal vez mínimos antes que a
capacidades y su voluntad de aprender. Ese gesto de apren- identidades fijas, rechazadas, añoradas u obtenidas de forma
dizaje por uno mismo es el que nuestro autor reconoce como acabada de una vez y para siempre. El sujeto es una frágil
un gesto emancipatorio y productor de subjetividades31. Ahora transformación de la experiencia de lo sensible que va siempre
bien, este descubrimiento que trastoca radicalmente los modos más allá de un “sí mismo” otorgado a priori por el mundo que
de enseñanza fue puesto en evidencia a partir de la experiencia lo recibe y constituye con determinadas aptitudes en un lugar
concreta, precisa, finita, de Joseph Jacotot en su tarea docente y tiempo.
en una escuela puntual de Lovaina a comienzos del siglo XIX. Lo que estamos señalando nos lleva nuevamente a recordar
Queremos insistir con esto en tanto que entendemos implica que política y policía no pueden ser pensados como dos enti-
poner en evidencia un doble movimiento sutil sugerido en dades positivas puras de carácter dicotómico, sino como dos
Rancière. Por un lado, lo sucedido no es más que una pequeña lógicas que se implican mutuamente y que es en esa tensión
experiencia espacialmente situada, sin un correlato estructural permanente que el sujeto político (y lo político) emerge una y
inmediato, sin gran resonancia necesaria o a priori, pero con otra vez desplazando los sentidos y roles fijados. A partir de
efectos transformadores, emancipadores, dislocadores del or- ello es que nunca hay simple repetición o subordinación ante la

31.  J. Rancière, El maestro ignorante. Cinco lecciones sobre la emancipación


intelectual, trad. N. Estrach, Barcelona, Laertes Ediciones, 2003. 32.  Ibíd. p. 7.

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distribución impuesta, sino iteración33 que produce corrimien- social. En tanto todo ordenamiento policial puede cuestionarse
tos sutiles (insistimos, a menudo imperceptibles) que afectan en nombre del daño que le produce a los que no cuentan en la
y modifican el orden establecido. Evidentemente ante “crisis cuenta, ese ordenamiento siempre será susceptible de resignifi-
orgánicas” la aparición del sujeto (y de lo político) se hace más caciones y desplazamientos contingentes a través de los cuales
palpable, la ampliación de la dislocación genera espacios de se filtra la política. Si todo orden policial está erigido sobre
libertad donde la estructura ejerce menor presión al desesta- una distorsión (o en términos de Laclau, está estructuralmen-
bilizar sus horizontes de sentido y, por lo tanto, se amplían te dislocado) no puede haber una reproducción exacta de sus
instancias de acción y construcción de subjetividades. Pero eso disposiciones sino que ese horizonte de sentido previamente
no implica que en momentos de (supuesta) estabilidad institu- fijado es desplazado hacia otros usos que subvierten su senti-
cional/policial no se produzca ese entremedio entre la desiden- do literal, original y estratégico. De este modo, habrá siempre
tificación y la reinscripción en una nueva identidad. Porque si una distancia entre el orden policial en cuanto tal y el modo
decimos que la política está siempre operando, entonces el su- en que éste se traduce en la práctica o los usos que se hacen de
jeto también resulta un cuestionamiento incesante que parte de sus disposiciones; es precisamente esa distancia la que habili-
lo dado y se apropia no para reproducirlo sino para subvertir- ta a desplazamientos parciales, cotidianos en donde el sujeto
lo. Se produce así una indistinción entre lo policial y la política, emerge, aún en situaciones de una supuesta continuidad de la
al hacer uso el sujeto los discursos y dispositivos (policiales) lógica policial, produciendo una suerte de microrupturas.
que no le pertenecen, rompiendo con la lógica excluyente y Pero el sujeto que lleva a cabo ese trabajo, no es un sujeto
desestabilizando toda división y distribución de lo dado. con una identidad ya preconstituida sino una articulación con-
La emergencia del sujeto viene a denunciar que todo repar- tingente que cuestiona los lugares legítimos y que se configura
to del común es consecuencia de un principio arbitrario que es- en cuanto tal en el propio acto de nombrarse y hacerse contar,
tablece la frontera entre lo visible y lo invisible, construyendo provocando una nueva distribución de los lugares igualmente
un régimen de lo que resulta legítimo en el modo de ordenar surcada por el litigio. Como señala Rancière “No hay política
los cuerpos. Pone en evidencia la ausencia de fundamentos simplemente porque los pobres se opongan a los ricos. Antes
últimos para legitimar el reparto del común, verificando la bien, hay que decir sin duda que es la política —esto es, la inte-
igualdad de cualquiera con cualquiera que manifiesta como rrupción de los meros efectos de la dominación de los ricos— la
posibles otros modos de repartir el común, otros modos de que hace existir a los pobres como entidad”34. Existe la política
componer y repartir el sensible y por tanto otras formas de cuando el orden policial es frenado y reconfigurado, cuando
hacer visible la vida política de la comunidad. Esa denuncia no una parte de los que no cuentan se rebela contra los nombres y
se produce entonces necesariamente como un quiebre abrupto, lugares asignados, produciendo una interrupción de la domi-
sino que también puede ocurrir mediante desplazamientos nación y develando la contingencia, es decir, el carácter ficcio-
que se dan durante la vigencia del propio orden policial que nal, arbitrario del orden. Así, es simplemente un movimiento,
al no ser nunca acabado y estar atravesado por la lógica de la un gesto de subjetivación, un acto de decisión, por mínimo
igualdad tampoco puede ser nunca igual a sí mismo. Esto es así que pudiera parecer, desde cualquier espacio el que pone en
ya que partimos junto con Rancière, como vimos, de una crítica marcha todo el proceso que aspira a la transformación de la
al fundamento y de la imposibilidad de clausura de todo orden distribución de lugares, un corrimiento que crea nuevos luga-
res de enunciación y produce el desacuerdo, tornando al orden
33.  Sobre esta noción, desarrollada por J. Butler, véase el capítulo sobre
sujetos performativos en este mismo trabajo escrito por N. Martínez. 34.  J. Rancière, El desacuerdo… op. cit., p. 27.

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policial una copia siempre inexacta de sí mismo que se torna y limites a lo dicho y señalar también la apertura de preguntas
disruptiva y amenaza su estabilidad para posibles intervenciones futuras desde este mismo marco.
En base a lo señalado, creemos que pensar la subjetivación En primer lugar, dos implicancias que se desprenden de
como momento exclusivo de los grandes eventos induce a este modo de entender la cuestión. Primero, partiendo de la
tres problemas. En primer lugar, tiende a desconocer, como imposibilidad de que cualquier orden policial se funde en un
mencionamos, los esfuerzos cotidianos, a menudo silencia- principio ordenador que reparta las partes de modo incuestio-
dos de diferentes luchas por su consideración en el espacio nable, Rancière nos conduce a pensar la política y al sujeto liga-
público en tanto iguales y como movimiento de resistencia al do a la transformación, o más precisamente a la emancipación.
nombre y lugar asignado. En segundo lugar, lleva a ignorar Pero es precisamente por lo que intentamos dejar en claro a lo
las transformaciones milimétricas que esas resistencias produ- largo de este escrito que esa emancipación llevada adelante por
cen en el seno mismo del orden policial, produciendo ajustes la conformación de nuevos sujetos demandantes no debe ser
y modificaciones que no son otra cosa que el reconocimiento buscada de manera enfática y exclusiva en aquellos grandes
de la desigualdad sin la irrupción de ningún quiebre radical momentos de la historia o quiebres radicales de las estructuras
que desestabilice todo el sistema. Tercero, conduce a evaluar la de un momento. Más bien, se trata de un trabajo minucioso
emergencia del sujeto según los resultados obtenidos, en tanto de rastreo durante aquellas etapas de superficial estabilidad y
que si solo una ruptura estructural del orden trae consigo la continuismo. Este corrimiento nos obliga a redefinir el objeto
constitución de un sujeto, se desconocen todas aquellas accio- de lo político al menos en cuatro dimensiones, en tanto que,
nes (menores) que impugnan la distribución operante y que como ya resultará obvio, el modo de mirar configura el objeto
pueden no surtir efecto en su denuncia de lo dado, pero que y no simplemente refleja algo que ya estaba allí de modo au-
conforman un reclamo (siempre desplazado) por la igualdad toevidente. En primer lugar, nos hace notar el atravesamiento
y por hacerse contar. Por contrapartida, pensar al sujeto como mutuo entre los procesos policiales por los cuales se gobierna y
gesto, que socava de manera incesante la distribución policial, aquellos en que opera una disrupción, donde aparecen sujetos
que es lo que hemos intentado sugerir nos invita Rancière, políticos que disienten con el statu quo. Segundo, la perspectiva
permite darle visibilidad a un conjunto de prácticas que están de Rancière nos corre el énfasis no solo de las prácticas pre-
poniendo en constante tensión toda configuración social sin dominantemente policiales, sino también de la espera de los
implicar necesariamente su ruptura abrupta, reconociendo grandes sucesos de quiebre y reconfiguración de la vida comu-
la co-constitutividad de política y policía y la presencia per- nitaria. Tercero, abre al análisis de una multiplicidad de prácti-
manente del sujeto en ese espacio que no asume lo dado de cas a priori ignoradas, pasadas por alto o consideradas ajenas
manera acrítica sino que lo traduce a su modo y lo disputa en al campo de los objetos tradicionales de lo político. Cualquier
la cotidianeidad. práctica se vuelve así susceptible de pensarse en términos de
una potencial politización que desnaturaliza lo dado, que se
5. Hacia un pensamiento político gestual resiste a ser encasillada en la distribución asignada, asumiendo
así su carácter subversivo. Cuarto y último, nos conmina a ver
Finalmente, queremos dedicar estas últimas líneas a indicar y a estar atentos a que en lugar de una completa repetición y
algunas implicancias que se desprenden de lo que hemos se- reproducción de lo dado lo que ocurre en la cotidianeidad es
ñalado hasta aquí al momento de pensar la política y el sujeto. un uso particular, (in)apropiado, a partir de los elementos dis-
Conjuntamente intentaremos marcar algunas posibles críticas ponibles por parte de los sujetos, que trastoca la lógica policial
produciendo su corrimiento y puesta en tensión permanente

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Fernando Chavez Solca Sujeto y gesto

haciendo emerger una y otra vez el reclamo por la igualdad de aquellos sujetos que reclaman una nueva configuración de la
los incontados (siempre de manera desplazada y sobredeter- vida comunitaria justamente opuesta al reconocimiento de la
minada). En este sentido, desde una perspectiva como la que igualdad de las inteligencias? ¿Acaso no existen sujetos que
aquí presentamos, un abordaje de lo político debe asumir la no operan sobre la verificación del principio de la igualdad y
tarea de indagar tanto las formas de dominación que asume la que a la vez provocan una interrupción en el régimen de lo
lógica policial, como así también los movimientos que se pro- sensible? El caso paradigmático de lo que intentamos enunciar
ducen a su interior que conducen a la constitución de sujetos aquí lo compone la aparición de un movimiento que al sentirse
políticos y la modificación del orden social. dañado o perjudicado por un determinado orden de lo común,
La segunda implicancia de esta aproximación es que el reivindique un aumento en los niveles de represión policial,
sujeto de la emancipación deja de ser la clase, el proletariado, demande la implementación de políticas de privilegios raciales
o cualquier otra identidad fijada de antemano por cualquier y una mayor concentración de las decisiones en los represen-
teoría. A contrapelo, de esas tradiciones de pensamiento que tantes políticos. Éste, sin dudas podría irrumpir en un orden
tienden a esencializar el sujeto emancipatorio, ese sujeto puede policial desestabilizando los lugares y las posiciones, abriendo
ser encarnado, según Rancière, por cualquier agente que con la posibilidad a otro modo de hacer las cosas. Una respuesta
un gesto se proponga modificar lo existente en favor de una posible acorde al planteo de las preguntas precedentes sería
redistribución de las partes que cuente a los incontados. Es en reconocer una suerte de esencialismo “democrático-popular”35
este sentido que las vanguardias artísticas o muchas corrien- en la propuesta de Rancière que sólo reconoce lo político en
tes de arte contemporáneo pueden pensarse -y Rancière efec- ese tipo específico de luchas en que los sujetos reclaman su
tivamente lo hace- como sujetos políticos, en tanto ponen en condición de ser reconocidos como iguales. Sin embargo, de la
marcha en su espacio acciones que impulsan otros modos de mano con lo que dijimos en el párrafo precedente, creemos que
partición y visibilidad de los cuerpos y lugares, lo que pone en para Rancière la igualdad tiene un carácter universal, que no
cuestión la partición sensible vigente (por ejemplo entre actor y preexiste a las prácticas, sino que debe verificarse en las mis-
espectador o la división entre escenario y platea). De lo que es- mas, demostrando el daño e instituyendo el litigio, pero que no
tamos señalando se desprende la contingencia de toda acción asume un contenido óntico definido. Puede pensarse más bien
política, que significa la ausencia de toda necesariedad para como un operador lógico puesto a jugar en cada escenario. Es
que ocurra. Así, no hay leyes del desarrollo histórico ni teleolo- antes que un valor dado o un fundamento de toda persona, la
gía alguna que muevan las fuerzas de la política, volviéndola demostración de un daño que se pone a prueba y es susceptible
una lógica susceptible de ser encarnada por diversos actores en de ser apropiado en cada coyuntura por sujetos diversos sin
condiciones específicas. importar su carga ideológica. La posibilidad de una ruptura

Ahora bien, dado esto, en tanto nos encontramos en el te-


35.  Rancière se refiere a la democracia como una apertura a lo azaroso, un
rreno del antiesencialismo, alguien podría sugerir que en la desafío a quienes creen tener las virtudes y el poder para decidir por sobre el
propuesta de Rancière parece colarse por la ventana un ves- resto, un ejercicio desmesurado que muestra la ausencia de fundamento de
tigio de esencialismo, o carga normativa, al ligar toda lucha todo ordenamiento. Esto la constituye en un escándalo para el pensamiento
política a la lucha por la igualdad. Se vuelve así legítima la en tanto que representa la igualdad de cualquiera con cualquiera, la perdida
pregunta en torno a ¿cómo pensar aquellos movimientos po- de privilegios y distinciones, la posibilidad de que cualquier sujeto sin
ningún tipo de título o atributo que lo distinga reclame y se arrogue la
líticos que irrumpen en la escena policial no bajo la lógica de capacidad como un par de participar en la esfera pública, de hacerse contar
la igualdad, pero que sin embargo visibilizan y reclaman un y tomar la palabra en el proceso de toma de decisiones colectivamente
orden policial diferente? O más explícitamente ¿cómo pensar vinculantes. J. Rancière, El odio a la democracia, op. cit.

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creativa, en tanto reconocimiento de ese daño no puede limi- términos de una heteroautonomía del sujeto. Esto significa que
tarse a priori, ya que “aquello que distingue a la política de la el Estado con sus decisiones gubernamentales no solo discipli-
policía, no es la especificidad de un contenido reivindicativo, na y reproduce sino que los ciudadanos receptan esas políticas
sino la forma misma de la acción”36. Entonces, de lograr erigirse y desplazan mediante esos pequeños gestos, exigiendo ir más
de ese modo, por perturbador que pueda sonar, queda abierta allá, y allí puede vislumbrarse la emergencia del sujeto, que
la puerta así a un sujeto político restaurador o conservador. imposibilita el completo cierre de todo orden policial/institu-
Por último, quisiéramos solamente enunciar un aspecto cional37. Esto nos lleva a tener que indagar sobre el Estado y
que se abre a partir de lo dicho para futuras indagaciones. Si los modos de aprehenderlo, pero eso ya forma parte de otra
política y policía son lógicas que se co-constituyen, el Estado historia…
no puede pensarse como reducido a un mero reproductor del
orden sino que es también (y la experiencia latinoamericana
lo ratifica), un espacio desde el cual hacer emerger la política,
demandar en nombre del daño que se les hace a los exclui-
dos y un configurador de sujetos que reclaman ser tenidos en
cuenta. Lo que es más, el Estado a contramano de lo que se
ha difundido desde cierta tradición anti-estatalista, puede ser
pensado él mismo como un sujeto político en el sentido que
venimos sosteniendo, es decir como un intervalo que demanda
y produce la restructuración de la configuración establecida.
El Estado emerge así como el locus de la conjugación inaca-
bable entre policía y política que hemos destacado. De igual
forma, si pensamos por ejemplo en los derechos adquiridos en
los últimos años por los ciudadanos de los diferentes países
de América Latina, los mismos no pueden traducirse de ma-
nera lineal como la distribución de lugares y la asignación de
nuevos roles por parte de un orden policial. Son también la 37.  Tomemos un ejemplo breve para graficar lo que marcamos. La
institución del matrimonio igualitario en Argentina, difícilmente pueda
reparación de un daño que los sujetos no asumen de manera
leerse como una metamorfosis del orden policial/estatal por continuar
acrítica y manipulable, sino que incorporan y reclaman ir por con la distribución sensible vigente. Más bien, puede entenderse como su
más. La ciudadanía también aparece entonces como espacio opuesto, como una ruptura política impulsada desde el Estado que implica
intervalar entre el reconocimiento de un lugar y la disputa por la obtención de derechos y la subsiguiente visibilización de lo hasta entonces
otros posibles. Esto nos permite corrernos de las miradas que borrado por la partición sensible. Pero además de ello, esta aparición de lo
suponen una lógica clientelar de intercambio entre demandas político no implica la posterior desaparición del sujeto, sino un permanente
desplazamiento, ampliación y habilitación de las prácticas e instituciones
y políticas públicas, que conduce a la subordinación ante el establecidas. Así, es posible entender por ejemplo que los mismos colectivos
orden establecido y su reproducción, y comenzar a pensar en comprometidos con el matrimonio igualitario, que ahora se hacen contar
como parte en el orden comunitario, no se han transformado al seguidismo
36.  J. Rancière, Et tant pis pour le gens fatigués. Entretiens, Éditions del gobierno nacional sino que desde sus lugares hacen propia la posibilidad
Amsterdam, París, 2009, p. 194. Citado en: L. Álvarez, “Representaciones de casarse y afectando a otras prácticas, exigiendo ir más allá, impulsando
identitarias e igualdad: el potencial político de la hibridación”, en: Revista luchas y demandas contiguas como la despenalización del aborto, las leyes
Res publica, nº 26, 2011, pp. 143-149. de educación sexual, las leyes de fertilización asistida, entre otras.

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Esta primera edición de 500 ejemplares de Sujeto,
una categoría en disputa se terminó de imprimir en
el mes de agosto de 2015 en Mundo Gráfico Srl.,
Zeballos 885, Avellaneda

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