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Otto Muehl
Otto Muehl
Información personal
Nacimiento 16 de junio de 1925
Grodnau, Austria
Nacionalidad Austríaca
Educación
Información profesional
Web
Referencias
1. ↑ Saltar a:a b http://www.archivesmuehl.org/bioen.html
2. Volver arriba↑ Frank Nordhausen and Liane von Billerbeck (1999): Psycho-Sekten - die
Praktiken der Seelenfänger. Fischer Verlag, ISBN 3596142407
3. Volver arriba↑ Kistler, Ralph: La modernidad y los territorios del ocio: el caso de El Cabrito
en La Gomera, Universidad de La Laguna, Tenerife,
2013. http://riull.ull.es/xmlui/bitstream/handle/915/102/Ralph%20Josef%20Kistler.pdf
Junto a Rudolf Schwartzkogler, Hermann Nitsch o Günter Brus, Muehl fue uno
de los exponentes del accionismo austriaco, vanguardia artística que tiene sus
raíces últimas en el devastado panorama de la posguerra centroeuropea. En su
rechazo al mundo burgués que había soltado a los perros de la guerra, los
accionistas aspiraban a quebrar cualquier código y convención, haciendo del
cuerpo del artista y sus funciones eje de sus composiciones. Con sus esculturas
de chatarra y collages a base de materiales de desecho, Muehl se hizo un lugar
destacado en el movimiento.
Pero el artista austriaco quiso dar una vuelta de tuerca más al rupturismo
accionista. En una antigua finca denominada Friedrichshof, junto a la frontera
con Austria, fundó en 1972 una comuna a la que bautizó como Organización de
Análisis de la Acción (AAO, por sus siglas alemanas).
En 1991, un tribunal vienés sentenció a Mühl a siete años de cárcel por abusos
sexuales, inducción al consumo de drogas y manipulación de testigos. En la
cárcel, impartió clases de pintura a un grupo de condenados por asesinato y
siguió creando obras cada vez más agresivas, presididas por explícitas escenas
sexuales y escatológicas, y en las que se lanzaba a la yugular de instituciones
como la Iglesia o cualquier tabú que se pusiera a tiro.
Muehl equiparaba el impacto erótico de sus pinturas con los frescos de Miguel
Ángel; le complacía compararse con artistas que habían caído en la locura, como
Van Gogh, o que hubieran sido estigmatizados socialmente, como Egon Schiele,
también acusado de pederastia. El mayor coleccionista privado de las obras de
este último, el vienés Rudolf Leopold, fue igualmente quien reunió el mayor
número de pinturas de Muehl.
El artista austríaco Otto Muehl, uno de los mayores exponentes del movimiento
'Accionismo Vienés', que escandalizó con sus prácticas sexuales en una comuna en la
isla española de La Gomera, murió hoy en Portugal, a los 87 años, informó la agencia
austríaca APA. La directora del Archivo de Muehl, Daniele Roussel, confirmó que el
iconoclasta artista "falleció en paz, entre sus amigos, en Portugal". Uno de los artistas
más controvertido de Austria, Muehl ha sido admirado y amado, pero también odiado y
acusado por sus transgresiones morales y sus prácticas sexuales. Junto a Hermann Nitsch
y Guenter Brus, fue uno de los representantes más conocidos del llamado movimiento
accionista vienés, en el que el cuerpo del artista y sus funciones hacían las veces de
material. A finales de la década de 1960, la protesta de esos artistas contra lo que
consideraban un limitado concepto burgués del arte en Austria se convirtió en un intento
de mezclar la vida y el arte. Con su rechazo al "cuadro", sus esculturas de trastos,
collages y acciones, Muehl ocupó una posición protagonista. En medio de ese movimiento,
en la década de 1970 dio un paso más en la idea de llevar "el arte a la vida" al fundar la
Comuna en Friedrichshof (Austria) bajo el nombre de Organización de Análisis Accionista.
En ella intentó experimentar la libertad sexual, la propiedad colectiva y el fomento de la
creatividad de cada uno de sus individuos. El colectivo llegó a contar con más de
quinientas personas de una docena de países y una red de empresas. A partir de 1988, la
comuna tuvo otra sede en la isla de La Gomera, en el archipiélago español de Canarias,
en una antigua plantación de plátanos llamada "El Cabrito". Se trataba del intento de crear
un arte "vivible" y un mundo sin represión política ni sexual, que resultó un rotundo
fracaso. Y es que años después salió a la luz la rígida estructura jerárquica, autoritaria y
represiva que reinaba en esas comunidades bajo la dirección de su arbitrario creador.
La libertad sexual se convirtió en obligación sexual, también para los menores de edad
y sus madres, que debían enviar a sus hijas a ser "liberadas" sexualmente por el gran
creador de esta idea. En 1991, Mühl fue condenado en Austria a siete años de
cárcel por atentado contra la moral, consumo de drogas y presión sobre testigos. En la
cárcel, impartió clases de pintura a diez condenados por asesinato, y siguió dibujando y
pintando al óleo y con acrílicos obras sobre todo figurativas que tratan los temas centrales
del polémico artista, como la sexualidad, la Iglesia y la sociedad. Tras abandonar la prisión
en 1997 se radicó en Portugal.
28.05.2013 | 01:13
AGENCIAS Otto Muehl, uno de los artistas austriacos más provocativos, que fue
encarcelado por delito sexual contra menores en 1991, falleció el pasado domingo a los 87
años en la localidad portuguesa de Faro. El pintor era conocido principalmente por ser
cofundador del Accionismo Vienés, un movimiento de vanguardia que causó la indignación
por sus imágenes gráficas de sangre y de violencia. Muehl fundó en los 70 la comuna
Friedrichshof, en Viena, que atrajo a 600 residentes y que fue considerada una especie de
secta autoritaria. A partir de 1988, la comuna tuvo otra sede en La Gomera, en una antigua
plantación de plátanos llamada El Cabrito. Después de la condena, El Cabrito, se
reconvirtió en un próspero negocio y a través de un entramado mercantil pasó a llamarse
Lili Gomera S.A. La comuna quedó convertida en una finca de turismo rural. Para acceder
a la misma solo era posible hacerlo por mar. El pintor fue condenado a siete años por la
violación y abuso de algunos menores que vivían allí. Tras su puesta en libertad, en 1997,
se trasladó a Portugal, donde vivió hasta su muerte. Fue el testimonio de una adolescente
de 17 años, llamada Anna lo que permitió que fuera a prisión.
Hermann Nitsch
Hermann Nitsch
Información personal
Nacionalidad Austríaca
Información profesional
Referencias
1. Volver arriba↑ Destruction In art Symposium (DIAS), Londres, 1966.
Günter Brus
Günter Brus
Nacionalidad austriaco
Ocupación Pintor, artista del funcionamiento, artista gráfico,
por vienés
Referencias
1. ^ [1] Destrucción en el simposio del arte ( DIAS ), Londres, 1966.
2. ^ " Körperanalysen: Aktionen 1964-1970 " . Edición Kröthenhayn . 1 de enero de
2012 . Obtenido el 18 de agosto de 2014 .
Günter Brus: salvaje amor vienés
ÁNGELA MOLINA
29 OCT 2005
El austriaco Günter Brus es una de las figuras más radicales del arte de las
acciones y las performances. Visceral, antirromántico e intransigente, Brus
utilizó con frecuencia su propio cuerpo en prácticas sadomasoquistas,
autolesionándose y pintando con su sangre y excrementos. El Macba presenta
ahora la primera retrospectiva en España de este artista, con un amplio repaso a
su trayectoria desde los años sesenta hasta la actualidad.
GÜNTER BRUS
'Quietud nerviosa en el horizonte'
En la búsqueda de la acción
total, la obra de Günter Brus asocia los componentes pictóricos del
expresionismo abstracto y del informalismo con una gestualidad corporal
arraigada en las pulsiones sexuales masculinas. Importante señalar la cursiva, ya
que tales prácticas sádicas suelen universalizarse en la expresión
"comportamientos sexuales del ser humano", una frase que esconde la existencia
de prácticas humillantes hacia la mujer. Ejemplos que evidencian el marco gore y
agresivo de algunos "body-works" se pueden ver en las salas del museo,
fotografiados magníficamente por Khasaq -alias de Siegfrid Klein-. En la
"autopintura" tridimensional titulada Ana (1964), realizada en casa de Otto
Muehl, en Viena: el artista aparece envuelto en vendas mientras se mueve en una
habitación blanca; es un lienzo viviente que se deja salpicar por la pintura negra,
que también gotea sobre paredes y suelo. Brus se mueve entre los muebles y la
pared a un ritmo vertiginoso, entre los objetos dispuestos como en un bodegón,
un cubo de pintura tras otro sirven a la desmedida lujuria del dripping. El cuerpo
del artista aparece desenfocado, sus límites físicos se funden con el escenario
orgiástico, Khasaq es incapaz de seguirlo en todo su vértigo. Como un
efecto doppler, la masa humana se difumina.
En la última fase, el artista abandona "el lugar de los hechos", enfilado a una
escalera: es la pintura como acto de equilibrio. De nuevo, la acción, ahora la
pintura es la que maneja a Brus, a través de gestos que le llevan a revolcarse en el
magma negro y que conectarán más tarde con sus dibujos: el cuerpo de Anni, sus
extremidades pintadas de pequeña muerte, los perfiles del minotauro en su
reposo, son el eslabón que le unen a la historia de la pintura de su país.
Egon Schiele, Gustav Klimt, James Ensor, Fragonard, Füssli, William Blake,
Odilon Redon y Goya son también dos faros que alumbran la trayectoria de
Günter Brus. El propio autor solía decir que fue en El Prado donde sintió que su
actitud crítica ante las convenciones de la sociedad y el poder estaría ligada para
siempre a la innegable modernidad de Goya. Se puede ver en su homenaje
pictórico titulado Das Inquisit (El procesado por la Inquisición, 1977) o en sus
"cuadros-poema" descendientes de los Caprichos.
Fabiane Pianowski
Universidad de Barcelona
Texto originalmente publicado Rev. Educ. Fís. N° 122, Abril/Maio/Junho – 2011 e disponível
em
(https://www.dropbox.com/s/em5ifdsxl3aendp/Pianowski_Fabiane_el%20cuerpo%20como
%20arte_revista%20REF.pdf)
El arte relacionado directamente con el cuerpo es una fuerte vertiente del arte
contemporáneo. Según la teoría de Pere Salabert (2003), esto es resultado del proceso
“evolutivo” del arte que parte de la representación ilusoria y anímica del periodo
renacentista con el objetivo de alcanzar la presencia a través del uso de la materia misma
en la obra, intentando así aproximar arte y vida. Las obras de los artistas austríacos
Herman Nitsch, Otto Mühl, Rudolf Schwarzkogler y Günter Brus, del Accionismo Vienés,
son referenciales para pensar la referida teoría. Ese artículo tiene, por lo tanto, el objetivo
de demostrar la importancia del cuerpo en el arte contemporáneo, en especial en el
contexto del Accionismo Vienés (Aktionismus), y de explicar como la obra de Günter Brus,
en particular, presenta el carácter evolutivo que se encuadra en la teoría planteada por
Salabert.
Ese proceso «evolutivo» no sólo puede ser visto en el transcurrir de la Historia del arte,
también en el transcurrir de algunas trayectorias artísticas, como, por ejemplo, en el
desarrollo de la obra accionista de Günter Brus, en la cual se pueden constatar tres fases
del uso del cuerpo. En la primera, el cuerpo en su totalidad realiza la pintura gestual, en la
siguiente, el cuerpo se hace el propio soporte de la pintura y, finalmente, de soporte pasa a
ser la obra misma.
Ese artículo tiene, por lo tanto, el objetivo de demostrar la importancia del cuerpo en el arte
contemporáneo, en especial en el contexto del Accionismo Vienés (Aktionismus), y de
explicar como la obra de Brus tiene ese carácter evolutivo que se encuadra en la teoría
defendida por Salabert. Para eso, de entrada se expone el contexto posguerra como un
período fértil al surgimiento del arte corporal –y, en especial, del Accionismo Vienés– para
entonces contextualizar la trayectoria accionista de Brus y la humanización de su arte.
Una nueva Europa ha surgido de los horrores de esta guerra intentando comprender lo
efímero de la vida, la superación del dolor, el reconocimiento de la identidad y la violencia
de la represión. En ese sentido, la generación posguerra visó, sobre todo, obtener
explicaciones para esas cuestiones a través de la conquista de la libertad. El vacío dejado
por el violento ritual de la guerra colocó en jeque las concepciones cristianas y, en esa
crisis nihilista, la idea de alma como algo puro y eterno y la idea de carne como algo impuro
y degradable –elementos históricamente separados– originaria del concepto de cuerpo
como algo cargado de materia y de sentimientos y que, en esa nueva perspectiva, pasa a
ser considerado la única propiedad que tenemos y sobre la cual debemos tener total
dominio.
La libertad que se quiere conquistar es, por encima de todo, la libertad del propio cuerpo, la
libertad de ser-cuerpo. Ese deseo será inmediatamente asumido por aquellos que andan en
la vanguardia de la historia, es decir, los intelectuales y artistas que en sus producciones
van a evidenciar esa búsqueda. En ese sentido, surgirán los movimientos artísticos que
pasan a colocar el cuerpo y todas sus secreciones como zona artística, territorio de la
acción, de los fenómenos, de los procesos y de la propia obra de arte (como es el caso del
Accionismo Vienés), de la performance y del body art. Sin embargo, se debe tener claro
que:
“É evidente que a arte do pós-guerra não pode ser reduzida à performance ou às mais
variadas modalidades da “arte do corpo/da dor”; é evidente também que não se deve de
modo algum reduzir a arte ao nível da manifestação do retorno do recalcado. Também tem
sido comum uma leitura da arte a partir de um arsenal advindo da psicanálise sem a
necessária mediação com base na reflexão sobre os fenômenos da arte e da sua história.
Devemos ter em mente que tanto a psicanálise como a arte possuem um desenvolvimento
paralelo no século XX: e esse percurso paralelo não é nem harmônico nem epifenomênico.
Mas não há dúvidas quanto ao fato de que um movimento também traduz e ilumina o
outro.” (Seligmann-Silva, 2003, p. 35)
En el contexto de las prácticas artísticas dirigidas al cuerpo como la propia obra de arte,
Austria será el escenario del Accionismo Vienés, el movimiento más contundente en ese
contexto por su carácter pionero y por la violencia impactante de sus acciones. No será por
casualidad que ese movimiento –probablemente la más significativa contribución del país al
desarrollo del arte contemporáneo– haya surgido en la Austria de los años sesenta. Un país
que quedó con profundas cicatrices de los sucesivos conflictos que sufrió desde el inicio del
siglo, impregnándose de conservadurismo; pero que, al mismo tiempo, siempre demostró
una capacidad artística impresionante y muy comprometida. Como afirma Lórand Hegyi:
Para los accionistas el mejor medio para la expresión de sus contestaciones en relación al
poder represor del Estado y al comportamiento cínico de la sociedad ha sido el cuerpo, la
única cosa que realmente pertenece al hombre y sobre el cual se deposita la cultura de
forma más intensa, formando los comportamientos e ideologías. En ese sentido, al colocar
el cuerpo en destaque con el sentido del dolor y de la destrucción, los accionistas, por la vía
del repudio y del asco y señalando la relación de alteridad, intentaban movilizar el individuo
para que volviera su mirada a sí mismo y cuestionara su propia identidad y postura ética.
Los accionistas, pese a que poseían como eje común el énfasis en el y por el
cuerpo como acción artística, formaban un grupo de ideas heterogéneas en el cuál cada
artista actuaba de manera individual contando con la intensa colaboración de los demás.
La primera acción del grupo fue presentada, a finales de 1962, por Hermann Nitsch con la
colaboración de Otto Mühl, los dos eran pintores y pueden ser considerados los iniciadores
del movimiento. En esa acción, de treinta minutos de duración, Mühl vierte sangre de unos
pequeños recipientes sobre la cabeza de Nitsch, que estaba vestido con una túnica blanca
y atado a la pared a través de unas argollas, como un crucificado. Partiendo de la pintura,
el objetivo era demostrar las intenciones del “Teatro de Orgías y Misterios” de Nitsch, que
según el crítico de arte José Sarmiento (1999, p. 12), se define como “un teatro de la
crueldad sinestésica que invita a vivir de una manera intensa”, y que se caracteriza por salir
de la superficie del cuadro para tomar cuenta de un cuerpo vivo y en movimiento, en la
búsqueda de la obra de arte total.
Para Nitsch, pintura, pigmento y sangre se mezclan formando un sólo cuerpo, un cuerpo
real, no pictórico: “cuando utilizo sangre, la vierto en la superficie del cuadro y la mezclo
con los pigmentos, no veo en ello un efecto pictórico sino una entidad real que tiene
consistencia física, color, olor…” (Nitsch citado por Solans, 2000, p. 33). Considerando
cada acción como un «acontecimiento real», Nitsch rompe con los límites entre el arte y la
realidad, entre las substancias orgánicas y los elementos artísticos a través de una actitud
repugnante, obscena y perversa que pretende motivar los sentidos del espectador sin que
ese participe activamente de la acción. Las acciones de Nitsch inicialmente se restringían a
pequeños espacios privados teniendo como espectadores un número reducido de amigos;
posteriormente, presenta su trabajo en espacios públicos como museos y galerías. A partir
de 1971, el artista compra y convierte el castillo de Prinzendorf en el Teatro de Orgías y
Misterios, en el cual ha presentado obras de larga duración como su acción nº 80, de
setenta y dos horas, o la fiesta de los seis días en 1998, que puede ser considerada el
punto culminante de su teatro.
Otto Mühl se inicia en la pintura a través del informalismo y de la action painting, sin
embargo, su búsqueda por un arte que se distancie de la superficie limitada de la tela le
conduce a la pintura matérica y a ldestrucción de la superficie pictórica. El artista denomina
su práctica artística de «acción material», que refleja su búsqueda obsesiva por “abolir la
superficie pictórica y palpar la experiencia vital, erótica, agresiva y tanática del acto
artístico” (Solans, 2000, p. 33). En sus primeras acciones, en la década de los sesenta,
denominadas Materialaktion, Mühl irá utilizando varios materiales orgánicos,
como todo tipo de comida, además del cuerpo y de sus propias secreciones, con el objetivo
de colocar hacia fuera toda la materialidad de la obra.
A partir de los años setenta, Mühl irá a desarrollar un nuevo concepto de acción sobre la
influencia de Wilhelm Reich1que él denominará «análisis accional». En las acciones de ese
periodo, trabajará con cuerpos desnudos en posturas corporales escandalosas y utilizando
frecuentemente objetos cargados de significaciones eróticas perversas, en un discurso que
objetiva la libertad sexual y la desaparición de la opresión. Mühl considera cada una de
esas acciones como un tratamiento corporal que tanto representa como permite revivir los
acontecimientos del pasado, en una especie de terapia.
Influenciado por Otto Mühl y Hermann Nitsch, Rudolf Schwarzkogler abandonará la pintura
y realizará, en 1965, su primera acción, que será su única acción pública y también la única
en la cual irá a utilizar el color (azul) y la que van a presenciar varios fotógrafos. Las cinco
posteriores serán realizadas en espacios privados, con un sólo fotógrafo y limitadas a los
colores negro y blanco. Ese accionista no realizará ninguna exposición de sus acciones o
de su obra plástica. Sus acciones ocurren en espacios blancos, con pocos elementos
(tijeras, láminas de afeitar, cuchillos, cabos eléctricos, jeringuillas, hilos etc.) y la cámara
fotográfica como testigo. Su obra será marcada por la alquimia física, alteración formal del
cuerpo, atmósfera hospitalaria, castración y violación.
Schwarzkogler pensaba el cuerpo no como algo natural y sí como algo cultural, siendo que
para él la cultura era el elemento determinante de las funciones, ciclos, ritmos y de la propia
forma del cuerpo a través de los procesos quirúrgicos, alquí-micos, eléctricos y clínicos, lo
que tenía como resultado un estado de apariencia, un estado imaginario. De acuerdo con el
propio artista, “todos los cuerpos son sólo apariencias, imágenes de la imaginación,
estados de la mente creados fuera de su propia volición” (Schwarzkogler citado por Solans,
2000, p. 36-7). En ese sentido, las imágenes fotográficas resultantes tienen una perfección
estética, reflejando con un refinamiento formal la angustia, opresión y el silencio. Para ese
accionista la imagen fotográfica, más que la acción tiene la plena capacidad de volver a
crear las formas de construcción imaginaria del cuerpo a través de la preservación
instantánea de los procesos que le conforman.
La fotografía se coloca, por lo tanto, como un elemento esencial de sus acciones, como el
propio artista afirma: “el acto mismo de pintar puede ser liberado de la obligación de
obtener reliquias como objetivo si se le coloca delante de un aparato reproductor que
retoma la información”
Günter Brus, por su parte, inicia su actividad artística realizando pintura gestual, siendo que
inmediatamente irá a romper con los límites del cuadro e iniciar sus acciones, en las cuáles
utilizará el cuerpo como elemento motor de sus investigaciones, como él mismo afirma: “Mi
cuerpo es la intención, mi cuerpo es el suceso, mi cuerpo es el resultado” (declaración de
Brus realizada en 1966 y publicada en Faber, 2005, p. 187). Su espíritu libertario y
contestador lo llevaría a arrancar de su propio cuerpo por medio de sus acciones todas las
amarras que el estado y la sociedad inculcaran en su piel y mente, en la tentativa de
conseguir un cuerpo y una mente limpios, puros. Realizará más de treinta acciones en el
periodo comprendido entre los años de 1964 y 1970, cuando entonces pasará a dedicarse
solamente al dibujo y a la escritura. Este artista, como enfoque del presente ensayo, tiene
su trayectoria más detallada posteriormente.
Una mirada rápida y distraída puede no percibir las diferencias entre las acciones de los
protagonistas del movimiento, produciéndose comentarios generalizadores y, por lo tanto,
muchas veces equivocados. Obviamente existe un hilo conductor común que aproxima los
trabajos: el cuerpo, como protagonista de las acciones y el objetivo de romper con las
represiones del Estado y de la sociedad a través del dolor, del sacrificio, del espectáculo,
del siniestro; ahora bien, cada uno de los artistas va a actuar de una manera particular y
por un periodo distinto. En ese sentido, Schwarzkogler y Brus fueron los primeros a
interrumpir las acciones, mientras Mühl y Nitsch continuaron con más unas décadas.
Schwarzkogler interrumpió sus acciones por el propio suicidio y Brus las interrumpió,
posiblemente, por la proximidad de la muerte, porque había llegado al límite del dolor y de
la violencia sobre su propio cuerpo en su última acción denominada “Prueba de resistencia”
(Zerreissprobe, 1970 – 1971). Como afirma Solans, “si ha habido un cuerpo al límite de la
muerte, ha sido el de Günter Brus: ello le confiere una autoridad para renunciar al arte –en
el sentido más sublime y más abyecto–, la admiración y la congruencia” (2001, p. 12).
Debido a la violencia chocante de sus acciones así como el modo particular y original en
que cada artista supo utilizar el cuerpo para colocar las cuestiones que los motivaban, el
Accionismo Vienés es una referencia a todos los que, de alguna forma, utilizan
directamente el cuerpo en la producción artística contemporánea.
Günter Brus nació en Ardning (Austria) en 1938. Probablemente, uno de los motivos que
impulsaron Brus a desarrollar sus aptitudes artísticas fue el hecho de que su padre,
comerciante, era también un aficionado en pintura y poesía, propiciando a él desde pronto
el contacto con el mundo del arte y de la literatura. Esos mundos serán para Brus un
refugio del ambiente extremadamente castrador y autoritario en que vivía, factores
responsables por una adolescencia tímida e insegura. De acuerdo con Brus, ese
comportamiento será respondido posteriormente con algunas de sus acciones más
violentas.
En 1957, inicia el curso de arte gráfico publicitario en la Escuela de Arte Industrial de Graz,
finalizándolo como el mejor alumno, por ese motivo será admitido directamente en la
Academia de Artes Aplicadas de Viena, en la cual rápidamente intercambiará las artes
gráficas por la pintura. Sin embargo, no permanecerá mucho tiempo en la academia,
abandonándola prematuramente. No obstante, su interés por el arte continúa y,
influenciado por las obras del modernismo austriaco y del expresionismo, comenzará a
realizar composiciones gestuales abstractas. En este periodo, se interesa también por la
música y sus recursos expresivos, elemento que le acompañarán desde entonces y que, de
acuerdo con Johanna Schwanberg (2005), desempeñará un papel importante en la
traducción del corporal para el visual de su pintura gestual y, posteriormente, de sus
acciones.
El viaje de trabajo para Mallorca que emprende con su compañero de la academia Alfons
Schilling, en 1960, será fundamental para que la pintura gestual se sedimente como una
práctica frecuente. En esta oportunidad entró en contacto con la artista norteamericana
Joan Merritt y su pintura expresionista abstracta y, además, verá por primera vez los
originales de Francisco de Goya en el Museo del Prado en Madrid, artista con quien Brus
cree tener un vínculo especial por compartir una actitud crítica frente a las convenciones de
la sociedad y del poder, tanto es así que, en 1997, le hace un homenaje con la obra “El
procesado por la Inquisición” (De las Inquisit). En el verano de este mismo año, también
conocerá las obras del informalismo internacional en la 30ª Bienal de Venecia.
A partir de esas influencias, Brus desarrollará sus pinturas gestuales, en las cuáles rompe
con cualquier efecto de profundidad –utilizando, por ese motivo, básicamente el negro
como color– y coloca la expresión corporal como el elemento desencadenador de sus
pinturas. Su principal objetivo, en ese momento, es traducir el movimiento en visualidad
para alcanzar la «pintura total», en la cual pintar como proceso corporal es más importante
que la estructuración de la superficie, que pasa a ser pensada como algo abierto y sin
centro. A partir de entonces, Brus entiende sus cuadros como «acontecimientos» que
forman parte del mundo y que aislados del mundo pierden su significado, como él mismo
afirma:
“Ante todo, lo que siempre me ha parecido extraño es que no se pinte con ambas manos a
la vez. Bien, si desde un punto de vista técnico he llegado tan lejos como para no poder
pintar con el pelo, la barriga o el trasero, ¿qué ocurre sin embargo con mi segunda mano?
Hay que vivir en la pintura. Que todo a mi alrededor sea pintura. Sin duda es por ello por lo
que el cuadro es una parte del mundo y en sí no tiene autonomía. Una incomprensibilidad
espacial (por lo menos no comprensible desde la tradición): eso es lo que yo exijo de mis
cuadros. El abandono absoluto de la visión según la cual el centro de la obra está en el
cuadro. Y no exactamente en el sentido de Pollock.“ (Declaración de Brus realizada en
1960 y publicada en Faber, 2005, p. 106)
En 1961, Brus enseña por primera vez sus trabajos al público, en una exposición que
realizará en asociación con Schiling. En ese mismo periodo, también conocerá a Otto Mühl
e inmediatamente después a Hermann Nitsch. Tendrá un contacto intenso con esos
artistas, hecho que, sumado sus propias investigaciones dentro de la pintura gestual,
conducirá Brus para sus acciones. En ese desarrollo de la pintura gestual, Brus se centra
cada vez más en su propio cuerpo y en su motricidad en la hora de pintar, al mismo tiempo
en que busca ampliar la pintura al espacio que le rodea. Como consecuencia de esas
investigaciones Brus realizará “Pintura en un espacio laberíntico” (Malerei in einem
labyrintischen Raum, 1963), en la cual pintó todas las paredes de un espacio reelaborado,
con la colocación de tiras de papel prendidos la cuerdas tirantes, con la intención de
“fabricar un laberinto que me ayudase a evitar que las ideas compositivas tomasen cuerpo
demasiado deprisa. Tenía en mente la idea de trabajar todas as paredes al mismo tiempo,
como si de un «cuadrocircular» se tratara; de realizar mediante el desplazamiento
constante por el laberinto una «descomposición» ideal” (declaración de Brus realizada en
1964 y publicada en Schwanberg, 2005, p. 54).
Esa búsqueda por una pintura que ocupara todo el espacio y que estuviera en íntima
relación con la expresión corporal sumada a las influencias de Mühl y Nitsch, que ya habían
realizado algunas acciones anteriormente, llevarían Brus a realizar su primera acción,
denominada “Ana”, el año de 1964, esta acción contó en su elaboración con la participación
del cineasta experimental Kurt Kren, lo que la ha caracterizado como una «acción
cinematográfica». En esa acción, Brus envuelto en trapos blancos se movía por un cuarto
blanco para inmediatamente comenzar a actuar con el negro, manchando las paredes y el
propio cuerpo; enseguida hizo lo mismo con su mujer Anni, todo ocurriendo en una
dinámica bastante espontánea en un proceso de creación de una pintura «viva», dando
inicio, de esa forma, a sus «autopinturas».
La documentación cinematográfica y fotográfica, que formaban parte del proyecto de la
acción, fue fundamental como registro de lo que se puede calificar como el inicio del «arte
corporal» o «body art»(Faber, 2005). Otros documentos importantes en ese sentido son los
proyectos de las acciones, una vez que Brus en la mayoría de las veces hacía textos y
dibujos preparatorios. Se puede afirmar, por lo tanto, que Günter Brus, en el contexto del
Accionismo Vienés, probablemente ha sido el artista que demostró un trabajo más
contundente en relación al cuerpo en el contexto artístico y con eso alcanzó una gran
repercusión internacional, haciéndose un referente para el «arte corporal», como afirma
Peter Wiebel:
“En la autopintura, el cuerpo [del artista] se introduce por primera vez en el arte, y se inicia
el arte sobre el cuerpo. Dado que Nitsch trabaja con animales muertos y Mühl (como
también posteriormente Schwarzkogler) con los cuerpos de los modelos, la acción corporal,
que hoy se considera el momento más importante del Accionismo Vienés, es la auténtica
parcela de Brus. Günter Brus es el auténtico fundador del body-art, porque es el primero
que en sus autopinturas sitúa a su própio cuerpo en el centro de la acción. Por lo tanto, si
hace falta señalar dónde se encarna el cambio de paradigma ocurrido en los años sesenta,
de la pintura a la acción, de la pintura sobre lienzo al cuerpo, de la ilusión a la realidad, es
la autopintura de Brus.” (Wiebel, 1986, citado por Schwanberg, 2005, p. 55)
Su octava acción “Paseo Vienés” (Weiner Spaziergang, 1965) será su primera acción
pública. Esa acción se caracteriza por el polémico paseo de Günter Brus por el centro de
Viena todo pintado de blanco y aparentemente partido en dos mitades por una línea negra,
como una «pintura viva», “convertido por la pintura en objeto de arte de aspecto vulnerable”
(Schwanberg, 2005, p. 56). Esa acción también marca su primer conflicto directo con el
poder, una vez que es interrumpido por la policía y tiene que pagar una multa por tumultuar
el orden público.
“Los viejos géneros artísticos tratan de reconstruir la realidad, la acción total se efectúa en
la realidad. La acción total es un proceso directo (arte directo), no la reproducción de un
proceso, el encuentro directo del inconsciente y la realidad (material). El actor actúa y se
torna él mismo material: tartamudear, balbucir, mascullar, gemir, resollar, gritar, chillar, reír,
escupir, morder, arrastrarse, cubrirse de material.” (Declaración de BRUS realizada en
1966/1972 y publicada en FABER, 2005, p. 166)
La fase de las «acciones totales» serán determinantes para sus acciones denominadas
«Análisis corporal» en las cuáles abandonará cualquier tipo de material pictórico,
centrándose directamente en su cuerpo, sus funciones y secreciones. En esas acciones,
plantea centrarse en ámbitos especialmente tabúes de la sociedad: procesos de excreción,
secreciones y excrementos” (Schwanberg, 2005, p. 60). Günter Brus al colocar las
cuestiones existenciales como la vida, el dolor y las funciones fisiológicas en evidencia ya
no necesita ni del pincel ni de la tinta para crear un trazo, para eso se autolesiona. De igual
manera, el color vendrá de las substancias que él mismo produce: sangre, secreciones y
excrementos. “El análisis corporal no necesita símbolos, desde ahora es el propio cuerpo,
sus funciones, reacciones y excrementos los que constituyen el médium” (Schwanberg,
2005, p. 60). Por lo tanto, en las actuaciones relativas a los «Análisis corporales», Brus no
utiliza ningún elemento simbólico que pueda alienar el público de su acción, como ocurría
anteriormente en las “Autopinturas” en que utilizaba tinta sobre el propio cuerpo. Según
Solans:
En la fase «Análisis corporal», el último ciclo de acciones de Brus, dos de sus acciones
merecen especial destaque. La primera se refiere a su trigésima tercera acción, realizada
en el acto “Arte y Revolución” (Kunst und Revolution) promovido por la Asociación de
alumnos socialistas austriacos en 1968, acto en el cual también participaron Otto Mühl,
Peter Weibel, Oswald Wiener y el Direct Art Group. Para un público de aproximadamente
cuatrocientas personas, Brus quitó la ropa, se cortó con una lámina de afeitar, bebió su
propia orina, provocó el propio vómito, defecó y se frotó en sus excrementos y, finalmente,
se masturbó al sonido del himno nacional austriaco. Ese acto se ha configurado como un
gran escándalo para la sociedad austriaca y tuvo como consecuencia la detención de sus
participantes por dos meses de prisión preventiva, con la justificación de que los mismos
habían degradado los emblemas de la nación austriaca y habían atentado contra el orden
público. Bajo una condena de seis meses de prisión y del lema mediático que le colocaba
como “el austriaco más odiado”, Brus huye con su familia hacía Berlín, ahí permaneciendo
hasta 1976, cuando Anni consigue convertir su prisión en el pago de una multa y él puede
finalmente retornar a Austria. En Berlín, juntamente con Nitsch, Weiner, Rühm y Bauer,
Brus creará el “Gobierno Austriaco en el exilio”, con el objetivo de protestar contra la
represión de Viena. La revista “Die Schstrommel”, con sus diecisiete números, será el
perió-dico del grupo y se caracterizará como el vehículo céntrico de expresión de la
vanguardia austriaca en el exilio.
Con el fin de su fase accionista en 1970, Brus consideraba que había agotado todas las
posibilidades estéticas relacionadas al propio cuerpo y, en la intención de dar a su
pensamiento y a sus sensaciones la posibilidad de expresión a través de medios
convencionales, pasa a dedicarse intensamente al dibujo y a la escritura, manteniendo, sin
embargo, la misma temática del obsceno, del dolor, de la crueldad, de las violaciones, de
los tabúes y de la crítica al poder, a través de una expresión gráfica agresiva y provocadora
y al mismo tiempo hiperrealista y fantástica.
El arte, en especial la pintura, según la teoría desarrollada por Pere Salabert, debe ser vista
bajo una perspectiva triple: representación, significación y presentación. La representación
está de acuerdo con la forma en el arte y tiende a evitar la carga material de las imágenes
en provecho de una función más ilusoria, la significación es relativa al proceso que lleva a
significar algo en concreto y la presencia se queda a cargo de la materialidad.
Se observa, por lo tanto, que en la medida en que la Historia del Arte avanza, la
racionalización del real y la desusbstancialización de la materia van deshaciéndose poco a
poco para llegar al retorno de la realidad misma a través del uso de la materia en sí, como
nos muestra el arte contemporáneo. Eso se da por el juego que ocurre entre la
representación del signo y presentación (presencia) del signo que resultan en una mayor o
menor significación del signo, como resultado tenemos que un Rembrandt parecerá más
real que un Caravaggio (1571-1610), que parecerá más real que un Mantegna (1431-1506)
y así sucesivamente. Lo que no debe ser olvidado es que siempre toda forma artística está
integrada por signos y estos tienen una presencia, sin embargo, en algunos casos esa
presencia quiere pasar desapercibida como en el Renacimiento
(ilusoria), o sea, como si no hubiera alguien por detrás de la producción de las obras y en
otros, al contrario, la presencia es la propia justificación de la obra, como en el Accionismo
Vienés o en el body art,en los cuáles la materia misma se hace presente; más que eso, el
propio cuerpo del artista y sus secreciones (sangre, sudor, lágrimas, orina, semen, heces
etc.) son la obra de arte.
Esa relación es contradictoria a lo que sostiene el filósofo español José Ortega y Gasset
(1967), para quien el arte moderno se alejaba de la realidad, al perder su forma como
elemento reconocible al dejar de lado los temas tradicionales de la vida cotidiana que hasta
entonces formaban parte del arsenal artístico. Para este pensador, como sugiere el título de
su libro, el arte se deshumaniza, pues acredita que los artistas tienden a desconsiderar el
aspecto de la realidad vivida y de su cotidiano. No obstante, para Salabert el arte se
aproxima de la realidad justamente por el énfasis en la materia misma, su presencia se
hace mucho más «viva» que su representación.
En la fase de las pinturas gestuales, Brus todavía actúa con materiales pictóricos sobre la
superficie bidimensional. No obstante, su cuerpo de manera indirecta ya está presente en
sus pinturas, una vez que aprovecha toda su gestualidad y expresión corporal para realizar
las obras, con el objetivo de traducir el movimiento en visualidad. Incluso en sus primeros
trabajos, hechos con lápiz sobre papel, la necesidad de colocarse en la obra era tanta que
Brus rompía el papel, mostrando la organicidad de la superficie en que actuaba,
enmarcando su presencia en la obra realizada. En sus pinturas, la presencia del cuerpo del
artista va paulatinamente asumiéndose como elemento céntrico de la obra y la pintura ya
no se limita la una tela, al contrario, se expande al espacio como uno todo, como puede ser
verificado en su obra intitulada “Pintura para un espacio laberíntico” (1963).
A partir de esa obra, como ya dicto anteriormente, Brus se encamina hacia sus acciones,
en las cuáles el cuerpo ya no se enuncia, como en las pinturas gestuales, pero, al contrario,
pasa a ser la propia obra. Sin embargo, aún en su trayectoria accionista es posible verificar
una intensificación de la presencia del cuerpo en el transcurrir de las distinguidas fases que
compone esa trayectoria. En su primera acción, denominada “Ana” (1964), Brus se cubre
con tiras de tejido en la intención de mostrar que el cuerpo asume el papel de «tela» y que,
por lo tanto, la pintura se dará sobre él y sobre el espacio en que se encuentra, como si la
clásica tela blanca se ampliara a la tercera dimensión. Como en sus pinturas gestuales, el
negro será el color usado para pintar su propio cuerpo, el espacio y el cuerpo de Anni, de
manera a concretizar su «pintura viva». Nótese, sin embargo, que Brus todavía se utiliza de
material pictórico (tinta blanca y negra) y el cuerpo es utilizado solamente como soporte de
la pintura, no protagonizando la acción, una vez que el cuerpo tiene la misma importancia
que los elementos que le rodean y el espacio en que se encuentra.
En la última fase de sus acciones, Brus abandonará totalmente los materiales pictóricos
para colocar el cuerpo en total evidencia. A partir de entonces el cuerpo, y solamente él,
será el protagonista de la obra. El color será el resultado de las secreciones que él produce:
sangre, orina, semen, excrementos etc., y el movimiento será la reacción del cuerpo a los
procesos por los cuáles es sometido. En ese momento, los instrumentos, antes con su
acción enunciada, ahora son efectivamente utilizados. El cuerpo pasa entonces a ser la
propia obra de arte, pura materia, presencia viva, la realidad en sí misma. En la trayectoria
artística de Brus, la presencia pura del cuerpo como obra de arte encontrará su ápice en su
última acción “Prueba de resistencia” (1970), en la cual su propio cuerpo fue sometido a
varias mutilaciones que lo llevaron al límite del dolor y de la autosuperación.
La obra accionista de Günter Brus se presenta, por lo tanto, en una creciente presencia del
cuerpo como centro de la obra de arte, que es posible de ser vislumbrada como una línea
evolutiva, teniendo bien marcados sus puntos de inicio, medio y fin. De ese modo, su
trayectoria accionista corrobora, con la idea de un arte suculento, que para Salabert
significa: “este arte que interroga nuevamente el cuerpo, que recupera la materia, impulsa
su retorno al tiempo y la mundanidad y por tanto indaga la corrupción. Arte suculento:
substancialidad de la carne, presencia copiosa, cuerpo opulento” (2003, p. 37). Brus, de
ese modo, humaniza el arte y hace que la búsqueda vanguardista, de unir arte y vida, si
concretice.
NOTAS FINALES
1 Wilhelm REICH (1897-1957), médico e investigador austriaco, que ha dado grande
énfasis e importancia al desarrollo de una libre expresión de los sentimientos sexuales y
emocionales dentro de una relación amorosa madura. Reich ha enfatizado la naturaleza
esencialmente sexual de las energías con las cuales trabajaba y ha llegado a creer que la
meta de la terapia debería se la liberación de los bloqueos del cuerpo y la obtención de la
plena capacidad para el orgasmo sexual. (Informaciones retiradas de
http://www.psiqweb.med.br/persona/reich.html)
BIBLIOGRAFíA
Amezcua Bravo, José & Sanz Merino, Noemí (2005). Accionismo Vienés: ¿Arte o violencia
real? Círculo Hermenéutico, Revista CH,5. Recuperado en abril de 2011 de:
http://www.circulohermeneutico.com/RevistaCH/revistach.htm#ch5
Faber, Monika (Ed.) (2005). Günter Brus: Quietud nerviosa en el horizonte. Catálogo de
exposición. Barcelona: MACBA.
Hegyi, Lóránd (Ed.) (1998). La visión austríaca: posiciones del arte contemporaneo/ The
austrian vision: positions of contemporany art. Catálogo de exposición. Viena: Museum
moderner Kunst Stiftung Ludwig Wien.
Ortega y Gasset, José (1967). La deshumanización del arte. Madrid: Revista de Occidente.
Sarmiento, José Antonio (1999). El arte de la acción: Nitsch, Mühl, Brus, Schwarzkogler.
Catálogo de exposición. Canarias: Viceconsejeria de Cultura y Desportes/Gobierno de
Canarias/D.L.
Solans, Piedad (2001). Günter Brus: el corte del lenguaje (prólogo). En Brus, Günter (Ed.).
Veda abierta a los exterminadores. León: Universidad.
Schwanberg, Johanna (2005). “No soy yo quien vive, sino mi arte” – Günter Brus: del
accionista al pintor-poeta. En Faber, Monika (Ed.). Günter Brus: Quietud nerviosa en el
horizonte (pp. 51-93). Catálogo de exposición. Barcelona: MACBA.
31 diciembre 2001
Rudolf Schwarzkogler
Referencias [ editar ]
1. ^ "AKTIONISMUS AKTUELL: Lebt de Schwarzkogler" . Falter 9/02 (en alemán). Falter
Verlagsgesellschaft mbH. 2002-02-27 . Obtenido 2008-11-22 . (Lo más probable es que el
artículo que Burden estaba recordando es Robert Hughes, "The Decline and Fall of the
Avant-Garde" , Time, 18 de diciembre de 1972)
2. ^ Seidl, Claudius (1993-02-15). "Fegefeuer der Sinnlichkeit". Der Spiegel (7/1993): 234 -
237.
EL ARTE, A VECES, PERJUDICA
SERIAMENTE LA SALUD
El factor común de todos los artistas que se incluyen en esta selección es que
se hayan autolesionado, pero Tony Conrad dio un paso más y concibió una obra
que produjera daños en el público. No es extraño pensar que un vídeo pueda
herir la sensibilidad, sin embargo, Conrad se propuso rodar una película que
provocara daños más físicos que emocionales. Lo consiguió en 1966 con The
Flicker, una obra enferma que parece ser producto de una mente enferma. Su
objetivo es hacer que el espectador experimente una profunda sensación de
esquizofrenia a través de una especie de LSD visual. ¿En qué consiste la
película? Solo son fotogramas completamente blancos o completamente negros
que van parpadeando. Cuando la proyectó por primera vez se produjeron varios
ataques de epilepsia en la sala.
Chris Burden jugó con la polémica desde sus comienzos en el arte. Para su
tesis de 1971 presentó la obra Five Day Locker Piece, una performance en la
que se encerró durante cinco días en su taquilla. Aunque su reputación como
artista no se consolidó hasta 1971, año en el que realizó su obra Shoot, en la
que un asistente le dispara al brazo izquierdo desde una distancia de cinco
metros. Otras hazañas llevadas a cabo por Burden han sido crucificarse sobre
un coche o gatear sobre cristales rotos o permanecer varios días sin moverse ni
ingerir ningún tipo de alimento o bebida.
Tampoco se queda atrás Gina Pane. Tanto en Acción corporal de 1973 como
en Cuerpo presente de 1975, se corta partes de su cuerpo y deja que la sangre
mane. En esta última se corta lentamente la parte superior del pie con una
cuchilla de afeitar y empieza a caminar dejando un rastro de sangre. También
camina sobre brasas. En The Conditioning, first action of Self-Portrait(s) se
permanece tumbada durante treinta minutos en una superficie metálica al rojo
vivo mientras el público observa su sufrimiento.
Orlán, transformada
Performance de Pinoncelli