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Hermenéutica histórica

El concepto de comprensión, categoría metodológica cen-


tral en la investigación histórica del siglo XIX y comienzos del xx,
ha perdido prestigio en los últimos tiempos. Los historiadores
modernos, que tienden a acentuar la historia social, ya no dan
prioridad a las intenciones, motivos e ideas de los actores de la
historia. Buscan, más bien, determinar las tendencias y presio-
nes de las cuales éstos dependían. Así como se ha demostrado
que la interpretación de intenciones no basta para fundamen-
tar la historiografía, también debería resultar indiscutible la
necesidad de comprender el sentido de una acción para analizar
de manera causal o funcional las circunstancias en las cuales se
produjo.
La teoría de la comprensión histórica, tal como se desarro-
lló en el siglo XIX, partía de la idea explícita o implícita de un
diálogo imaginario sostenido por el historiador con los actores
de la historia, cuyos motivos y objetivos procuraba entender. Y
un diálogo que no degenere en charla ni se convierta en
interrogatorio o en un intercambio de monólogos exige ciertos
requisitos que no está de más mencionar, ya que a pesar -o
justamente a causa- de su trivialidad suelen pasarse por alto.
Ese diálogo supone un lenguaje común, el entendimiento sobre
una cosa determinada y ponerse en lugar del otro comopersona,
es decir, teniendo en cuenta que él también tiene una identidad
y no es un simple objeto de observación.
Las características constitutivas de un diálogo dependen
de una y otra parte, según el caso. Las dificultades que ofrece la
explicación de un término técnico, al exigir que uno demuestre,
al mismo tiempo, el manejo práctico de los asuntos en cuestión,
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revelan hasta qué punto la comprensión verbal está ligada a la un sospechoso se considera culpable hasta que no demuestre lo
práctica. A la inversa, un fragmento de realidad al que se contrario, es donde más crudamente se pone de manifiesto el
pretende acceder está ya premoldeado por el lenguaje en cuyas espíritu de la época.)
categorías se descubre y se interpreta. Por un lado, es difícil Noharía falta decir que la capacidad de ponerse en el lugar
aclarar a un oyente -en cuya cultura,Jas diferencias de fre- del otro y no permanecer encerrado en sí mismo y en los propios
cuencia se designan o perciben, en wimer lugar, como grados problemas forma parte del bagaje psíquico del historiador,
de luminosidad o como diferencias en el volumen de sonido- mientras que reviste poca importancia en el caso del filósofo. y
el concepto de altura de tono. Por otro lado, no es fácil para no haría falta mencionarlo si la exigencia de que el historiador
nosotros reconocer el fenómeno tonal más allá de las categorías se "coloque" en el lugar de los actores históricos de una época
que tenemos incorporadas, es decir hacer abstracción de la anterior -exigencia que hasta hace pocas décadas se conside-
relación metafórica en la cual nos hemos formado. raba lógica y natural- no se hubiera visto expuesta a dudas de
A veces existe una complicada dialéctica entre el acuerdo principio y a sospechas ideológicas. Los historiadores modernos
sobre el objeto y el ponerse en el lugar de la otra persona. Sería ya no creen en el "yogeneral" de la humanidad, del que hablaba
erróneo y hasta inhumano observar y analizar únicamente a la Droysen. Parten, más bien, del supuesto de que existe un
persona que se tiene frente a uno a través de sus manifestacio- abismo insalvable entre las épocas y entre los grupos étnicos y
nes acerca del asunto en cuestión. En otras palabras, no buscar sociales. Es dudosa la ingenuidad que cree reconocer, como
lo acertado o desacertado de las descripciones y argumentos, objeto de romántica empatía, "al hombre en sí" en todo actor de
sino atender exclusivamente a los indicios a través de los cuales la historia. Pero también es paralizante un escepticismo cuya
el que habla revela algo acerca de sí mismo. De la misma sensibilidad histórica sólo se tranquiliza cuando se ha destrui-
manera, puede ser indispensable colocarse en el lugar del otro do todo rastro de comprensión y lo pasado se presenta como
y reconstruir sus motivos para entender qué tiene que decir lejanía inabordable.
sobre el asunto en cuestión. La orientación objetiva y la perso- En una disciplina en la que el tema central es la música
nal constituyen una especie de CÍrculohermenéutica. A partir artificial, la controversia sobre la comprensión y la explicación,
de las manifestaciones sobre el tema, se extraen conclusiones sobre la interpretación interna y externa -ya concluida en par-
acerca de la persona que habla para luego, a su vez, entender te, pero de ninguna manera resuelta-, puede suavizarse si se
mejor las manifestaciones acerca del tema y estimar su conte- hacen conscientes las profundas transformaciones históricas
nido de verdad. La relación fin-medio entre el acuerdo acerca de que ha experimentado aquello que debe entenderse oexplicarse.
un objeto y el poner¡:¡een el lugar de una persona es reCÍproca, El discutido postulado según el cual un historiador debe compe-
y resulta decisivo mantener el equilibrio, sin permitir que se netrarse de las intenciones de los actores históricos para enten-
incline en una u otra dirección. der la historia desde adentro en lugar de describirla como cró-
En una época de desconfianza -como lo es, sin duda, el nica, desde afuera, presupone -en tanto máxima estética de la
presente en el que vivimos- no es fácil defender la tesis de que música- que la intención del compositor, surgida de inquietu-
la posibilidad de conocimiento brindada por la simpatía, es des individuales, es, en última instancia, la que decide la forma
decir, por la entrega a los demás, es mayor que la brindada por adoptada por la música y la importancia que adquiere. Pero la
la desconfianza. El disgusto como punto de partida de las premisa no es tan sencilla y lógica como podía parecerles a los
investigaciones históricas es tan característico de un positivis- historiadores formados en los principios estéticos del "período
mo que se orienta según el modelo del interrogatorio a testigos, del arte", una época que se extendió -dentro de la historia de la
como de una crítica de la ideología que no descansa hasta música- desde fines del siglo XVIII hasta comienzos del xx. El
reducir las nobles ideas a mezquinos intereses que, dicho sea de objeto de la comprensión o de la explicación (la creación sonora
paso, se mantienen latentes. (En aquellos tribunales en los que como objeto de un intercambio y de una percepción cuyos
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sistemas de referencia pertenecen por completo al "asunto puede entender y reconstruir. Es, más bien, un conjunto de
música") se ha acentuado y caracterizado de diferentes mane- reglas del género mediante el cumplimiento -y no mediante la
ras. Este cambio de acentuación se produjo incluso en la música vlolación- de las cuales un compositor procura demostrar su
artificial de la modernidad, para no hablar de lo remoto desde el ingenio. Para definido escuetamente, la historia de la música
punto de vista histórico, social y étnico. Tanto es así que uno está asume la forma de una transmisión de normas -y no la de un
tentado de equiparar el método hist~rico con los cambios expe- progreso de obra en obra- que regulan la relación entre la
rimentados por los fenómenos que éste debe abarcar. función y las técnicas de composición.
Para simplificar, puede establecerse una distinción entre Con la teoría de la imitación, aparece como estructura
las concepciones funcional, objetiva, personal y estructural de primaria la relación entre objeto y copia en lugar de la relación
lo que constituye la sustancia primaria de la música, es decir, fin-medios. La concepción objetiva de la música -que primero
lo que representa el objeto central de la historia de la música. se impuso en un género avanzado como el madrigal y, finalmen-
Esa distinción demuestra que en la historia de la música más te, alcanzó un género tan ligado a la tradición comoel de la "obra
reciente el acento se ha desplazado. No significa, sin embargo, sacra" (las cantatas de Bach no entran dentro del concepto de
que el enfoque más antiguo haya sido suprimido por los más música funcional)- considera la creación musical como exposi-
nuevos sin dejar su huella. El elemento funcional de la música ción, y las diferencias entre pintura tonal, descripción de
artificial del siglo XIX no perdió importancia bajo el predominio emociones y alegoría, que a fines del siglo XVIII se agudizaron
de la idea de originalidad. Sin embargo, fue relegado a la hasta convertirse en antítesis, eran totalmente secundarias
periferia (la música ligada a una función corrió el peligro de durante el predomino del principio de mímesis. (El concepto de
descender al nivel de música trivial). Tampoco el enfoque "hipotiposis" abarcaba una multiplicidad de fenómenos diver-
objetivo del sentido o contenido de la música desapareció en la gentes, de acuerdo con la concepción más nueva.) La poética
época regida por el principio de la expresión, aunque sí perdió musical, o teoría de la música, se orientaba más por la poesía y
el prestigio estético de que gozaba en el siglo XVIII. El "género la pintura que por la arquitectura. El elemento funcional perdió
pictórico" (que incluía, además de la pintura musical, la alego- importancia. Por otra parte, la descripción de emociones no
ría y la figura barroca) se volvió obsoleto. debe malinterpretarse como expresividad. Entender un pieza
El concepto funcional de la música que predominaba en el musical no significa interpretarla como documento biográfico,
siglo XVI y aun en el XVII (mientras se insinuaba una estética sino ponerse de acuerdo con el compositor acerca del contenido
objetiva basada en la teoría de la mímesis de la Antigüedad: de verdad de una exposición objetiva. El diálogo que el oyente
primero en el madrigal, y más tarde en la monodia y en el sostiene con el compositor apunta al objeto o al contenido de la
concierto) se manifestó en una poética musical que partía del música y no a la empatía con una persona que se expresa a sí
género como lo verdaderamente sustancial de la música. Por misma. Y un historiador que tomara en serio la máxima de que
género se entendía una firme relación entre el objetivo que una época debe entenderse por sí misma, debería extraer la
debía cumplir la música y los medios de composición adecuados consecuencia de que, en la historia de la música de comienzos
a ese objetivo. (La prima prattica era un estilo de música sacra; del siglo XVIII, es preciso partir de la relación entre los conteni-
la seconda prattica, un estilo de ópera.) De acuerdo con ello, la dos descubiertos en la música y los medios de exposición. Su
historia de la música es, por una parte, historia de las institu- procedimiento no sería la comprensión de las intenciones del
ciones y, por otra, historia de la técnica; y una metodología que compositor, sino la interpretación de los contenidos.
pone el acento en la comprensión, si bien no yerra el tiro, Desde la época de la sensibilidad, el interés objetivo por la
tampoco da en el blanco. Porque lo que sobrevive históricamen- música se fue alejando de lo personal. Así como durante el siglo
te y constituye la historia no es tanto la obra aislada y la XVII y comienzos del XVIII una emoción o un impulso ético
intención del compositor que la objetivó y conservó, algo que se constituían un objeto de exposición proporcionado por la natu-
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raleza, a fines del siglo XVIII y durante el XIX aparece el compo- el estado de conciencia del siglo xx,no es otra cosa que la relación
sitor como sujeto de la expresión musical. La interpretación del . forma-materia según una terminología "materialista". En lu-
contenido de la música es desplazada por una comprensión gar de una comprensión que saca conclusiones acerca del sujeto
empática de la personalidad del compositor. Quien describía que se encuentra detrás del fenómeno musical y cuya expresión
una emoción según la estética de la imitación, no hablaba de sí y autoexposición confiere sentido a la obra, en el siglo xx se
mismo; describía un fragmento dela realidad que era intersub- espera del análisis estructural información acerca de la raison
jetivo y repetible. El oyente no procuraba penetrar en la interio- d'étre de la música, por lo menos de la nueva música. (Hasta el
ridad del compositor por la vía de los sonidos; juzgaba la público que no entiende el análisis estructural respeta esa
semejanza o la desemejanza de la imitatio naturae. La autoex- actitud como instancia válida; prefiere apartarse de la música
posición sonora -idea que dominó la época de la sensibilidad y en sí a desconfiar del método de información.) Las relaciones
la romántica- encierra la paradoja de un hablar de cosas en que descubre un analista no tienen por qué haber sido plantea-
realidad indecibles: de un sentido oculto que no se abre al das por el compositor para ser aceptadas; lo decisivo es el texto
common sense, sino exclusivamente a la empatía. escrito por un autor, no la intención de la cual parte. La persona
Sin embargo, debe tenerse en cuenta que la teoría de las es una función de la composición musical y no -como en el siglo
emociones no excluye la autoexposición del compositor, desde el XIX-, la composición una. función de la persona.
punto de vista psicológico; sólo la declara irrelevante desde el Explicación, interpretación, comprensión y análisis -la
punto de vista estético. Se trata de un asunto privado que al explicación de una obra a partir de las normas del género al que
público no le interesa. Por otra parte, el sujeto que se encuentra representa; la interpretación del contenido, cuya formulación
detrás de la música sensible y romántica no tiene por qué ser el sonora lo representa; la comprensión del autor que está por
propio compositor, sino que puede tratarse de un sujeto estéti- detrás; el análisis de las relaciones a través de las cuales las
camente imaginado. En la descripción objetivante de las emo- partes se reúnen en un texto- son métodos que corresponden a
ciones penetra, a veces, el elemento subjetivo. Por su parte la los diferentes principios por los cuales la música de esa mitad de
expresión de sí mismo suele ser expresión de alguien imaginado milenio ha adquirido un sentido y se ha constituido en arte~
y no de la propia personalidad. La estética no se agota en la Como ya lo señaláramos, los principios no se excluyen, pero se
psicología. suceden en cuanto al predominio. El hecho de que en el siglo XIX
La afirmación de que en el siglo xx la concepción personal se subrayara el factor personal, la comprensión del autor, no
de la sustancia de la música es reemplazada, paulatinamente, significa, de ninguna manera, que la función del género, la
por una concepción estructural puede ser exagerada en lo que densidad de la estructura o el sentido objetivo de la exposición
se refiere al público. Se justifica, sin embargo, si se parte de la de un texto o de un programa se hayan considerado con indife-
poética del compositor y de aquellos analistas cuyas premisas rencia. Significa que el elemento verdaderamente "poético"de la
estéticas se guían por el estado de conciencia en materia de música, la característica por la cual se constituye en arte, se
composición. En lugar de las categorías de esencia y apariencia, buscaba en la originalidad con que el compositor se expresaba a
de tinte platónico o neoplatónico, que constituían la base de la sí mismo y demostraba estar capacitado para enfrentar la pa-
metafísica de los artistas, elcentro de la moderna teoría del arte radójica exigencia de hacer sentir lo indeciblemente individual.
es ocupado por los conceptos aristotélicos, más sobrios, de forma Si bien es cierto que la comprensión es un método cuyo
y materia. (La relación forma-materia -elemento secundario privilegio respecto de otros procedimientos que competían con
en el siglo XIX, que se daba por sentado sin subrayarlo- se él se basó en la perplejidad del historicismo ante determinadas
convirtió en el principal objeto de reflexión estética e histórico- circunstancias de su época, la noción de que el método tiene
filosófica.) La "tendencia del material", que Theodor W. Adorno limitaciones históricas no debe inducir a exageraciones. Por
declara la principal categoría de una historiografÍa basada en ejemplo, no se debe considerar que la teoría de la comprensión,
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tal como se la desarrolló en el siglo XIX, es hoy un fragmento de que el conocimiento histórico se eleve al autoconocimiento de la
tradición que ha perdido toda validez y que debe ser soslayado razón. La racionalidad no se eleva como norma e instancia
por una teoría moderna de la historia. No será fácil aceptar, sin abstracta por encima de la historia ni -en tanto razón instru-
escrúpulos intelectuales, las soluciones a las cuales llegó la mental- es una simple herramienta de autoafirmación del
filosofía de la historia. Pero el problemade entender a otro, a un hombre en un transcurso histótico que, en su conjunto, es
desconocido, seguirá interesando a 1, estética y a la historia de irremediablemente irracional. "En nuestro idioma, la palabra
la música, siempre que la música romántica clásica -entre 'historia' reúne la parte objetiva y la subjetiva, y significa tanto
cuyas premisas se halla la idea de la originalidad y el principio la historiam rerum gestarum, como la misma res gestae ... No
de la expresión- siga conservando un lugar destacado tanto en debemos considerar la unificación de ambos significados como
la historiografía como en la práctica musical, lugar que hasta el una coincidencia externa: pensemos que la narración de la
momento no parece peligrar. historia aparece simultáneamente con los verdaderos hechos y
Las reflexiones sobre la comprensión histórica se caracte- circunstancias históricos; un fundamento interior común los
rizan, casi siempre, por el esfuerzo de eludir los extremos: la une ... El tiempo transcurrido ante los pueblos -podemos
imposición abstracta de normas racionales y la irracionalidad imaginar que han sido siglos o milenios- antes de que se
imposible de captar. La filosofía o teoría de la historia del siglo inciara la historiografía y colmado de revoluciones, migraciones
XIX buscó un criterio o un punto fijo más allá de la idea de una y los más profundos cambios, no tiene historia objetiva porque
razón universal e idéntica, en la cual ya no se creía, y de una carece de una historia subjetiva, no hay narración histórica"
intuición sólo legitimada por la empatía, en la cual se prefería (Hegel: Die Vernunft in der Geschichte [La razón en la historia]
no confiar sin reservas. compilado por Georg Lasson, Leipzig 1917,144-146). La histo-
"El requisito necesario para comprender una cosa es que ria no existe si no se tiene conciencia de ella; la propia historio-
quien entiende guarde cierta analogía con lo que luego se grafía puede considerarse como un hecho histórico. La tesis de
entenderá realmente. Debe existir una coincidencia previa, Hegel fue formulada en la época de la historiografía arqueoló-
original, entre el sujeto y el objeto. Comprender no es, de gica, basada en los restos y no en los informes; por eso puede
ninguna manera, un simple desarrollo a partir del sujeto; pero parecer curiosamente obsoleta. Pero no pretende expresar
tampoco una simple deducción a partir del objeto; es ambas desprecio hacia los pueblos "sin historia"; su intención es definir
cosas a la vez ... Para comprenderse, uno tiene que haberse lo que puede llamarse historia, a diferencia de los simples
entendido ya en otro sentido. En la historia, ese proceso funda- acontecimientos. Si la consideramos desde el punto de vista
mental de la comprensión es evidente, ya que todo lo que actúa metodológico y no desde el metafísico, la audaz idea de que en
en la historia universal se mueve también en el interior del la "historia universal se ha procedido racionalmente" -idea
hombre" (Wilhelm von Humboldt: Uber die Aufgabe des Ges- irritante para un historiador escéptico comoJacobBurckhardt-
chichtsschreibers, en Werke in fünf Béinden, Darmstadt 1960, señala una condición necesaria para que la historia se pueda
tomo 1, 596 s.). De acuerdo con Humboldt, en la comprensión conocer y no sólo se la anote a modo de crónica y se haga de ella
histórica desaparece la división entre sujeto y objeto, en la objeto de empatía o de contemplación estética. No se pretende
medida en que el sujeto que conoce se reconoce en el actor: este afirmar que todo lo sucedido haya sido racional, sino que sólo se
último -como actor histórico y no casual- engendra la razón puede hablar de historia cuando ha estado presente la razón. Y
en la historia y el sujeto que conoce, la reconstruye. Humboldt la razón incluye la reflexión sobre sí misma, así comola historia
traza una doble delimitación respecto de la racionalidad supone la conciencia de la razón.
ahistórica y de la historicidad irracional. De esa manera procu- "Por remoto que sea un suceso -en tanto se trate del
ra anclar la razón en la historia -no como algo dado y de género humano- nos resultará comprensible porque podemos
contornos fijos, sino como algo que surge y se crea-, de modo penetrar en él mediante el pensamiento ... aunque no con la
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totalidad de nuestras peculiaridades individuales, sino de una de la vida. Un texto es expresión de un "momento de la vida" y
manera determinada, general. Ya que no todo nuestro yo em- ese momento de la vida, objetivado en el texto, debe concebirse
pírico, sino sólo aquella parte que es lo esencial y perdurable, lo como parte de un todo, de una vida coherente. El método
no efímero, es capaz de moverse de ese modo fuera de sí biográfico que predominó en la historiografía del siglo XIX
mismo ... Cuanto más rico sea nuestro yo empírico, es decir, representa -en el caso de Schleiermacher y Dilthey- una
cuanto mayor sea la cantidad de eXperiencias que haya vivido consecuencia de la máxima hermenéutica según la cual todo lo
en todos los ámbitos morales, más amplio será, dentro de él, el que es único -una obra, una acción, una frase únicas- debe
yo genérico" (Johann Gustav Droysen: Texte zu Geschichts- interpretarse teniendo en cuenta el contexto del cual proviene
theorie, compilado por Günter Birtsch y Jom Rüsen, Gotinga y en el cual cumple una función. De modo que una creación
1972, 14). Los párrafos citados pueden despertar nuestra des- musical no queda en un aislamiento estético; a través de la
confianza. Porque parecería que la convicción de que cualquier hermenéutica, aparece como exteriorización de un momento de
hombre puede entender a otro,juzgarlo y aconsejarlo, fuera un la vida, y éste, como parte de un contexto de vida, como
prejuicio europeo nacido de la falta de respeto ante el extraño fragmento de la "obra de una vida", Por otra parte, en el enfoque
y el diferente. Ese prejuicio fue sustentado por el historicismo de la filosofía de la vida se verifica el esfuerzo por penetrar
y, a su vez, contribuyó a la afirmación de éste. Pero no debemos desde el ergon, la obra acabada, hasta la energeia oculta detrás
dejar de advertir que el "yo genérico" al cual se refiere Droysen de ella. Se procura dar fluidez a la creación sólida y remontarla
no es algo directamente dado -una sustancia común o un resto al elemento del cual proviene. En las últimas décadas, el
que queda luego de abstraer las diferencias históricas, étnicas "espíritu de la época" desconfía de una intuición histórica que
y sociales-, sino algo que debe ser adquirido. El "yo genérico", se considera empática, cuando, en realidad, está procediendo
más rico que el "empírico", se constituye por una progresiva con arbitrariedad. En cambio, es evidente la tendencia actual a
diferenciación, y no por la reducción a un common sense como partir de la realidad de una obra concluida, para remontarse a
supone la ingenuidad ahistórica. Además, el principio de com- las posibilidades que, en algún momento, estuvieron abiertas:
prensión concebido por Droysen no pretende que toda expresión la tendencia a partir de la forma dada, para remontarse a su
humana resulte comprensible al referirla a una interioridad génesis, y de los textos comprensibles, para remontarse a las
accesible a nosotros por semejanza. Droysen, a quien nadie estructuras de conciencia latentes o a los estados del incons-
puede tildar de ingenuo, no ignoraba la resistencia que ofrecen ciente. No se habla de filosofía de la vida, pero se la practica.
ciertos fenómenos a la intervención del historiador. Más bien La explicación de Dilthey acerca de la comprensión histó-
sugiere que para no agotarse en el registro de los anales, la rica se basaba en el concepto de "vivencia". La vivencia como
investigación histórica debe partir, en principio, de una com- categoría sobria, nada enfática, apuntaba -en primer lugar-
prensión de lo que los hombres hacen y crean, aunque, ca- hacia el simple hecho de que, en las ciencias naturales, las
sualmente, algunas acciones y obras permanezcan incompren- experiencias directas, cotidianas, acuñadas por el "mundo de la
sibles. El "yo genérico" es una hipótesis antropológica para vida", son referidas a construcciones hipotéticas, a relaciones
apoyar un postulado metodológico. Droysen buscó refugio en entre espacio, tiempo, masa y movimiento. De modo que se
una "metafísica de las costumbres" porque se sentía obligado a puede imaginar una ciencia complementaria. Esa ciencia com-
definir las condiciones para que la investigación histórica sea plementaria recorrería el camino inverso y concebiría las expe-
posible. riencias ("vivencias") a partir del contexto vital al que pertene-
En Schleiermacher y, más tarde, en Dilthey, quien adhirió CÍanantes de ser enfocadas con el método de abstracción de las
a las teorías de aquél, la referencia de los hechos u obras a una ciencias naturales. Y Dilthey denominaba "comprensión" al
interioridad, a través de cuya exteriorización se hacen com- retorno de la "vivencia" a la "vida". Pero la vida, en cuyo
prensibles, adquiere un nuevo significado basado en la filosofía contexto cobran sentido las vivencias, un sentido que las hace
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comprensibles, lleva el cuño de lo histórico. La antropología se propio historiador sea quien fije los valores para estructurar la
convierte en investigación histórica. De modo que la compren- historia que narra. Simplemente afirma que el historiador
sión, tal como la concibe Dilthey, no debe considerarse un describe .hechos, parte de cuyo sentido es estar referidos a
proceso místico, una internalización directa e intuitiva de la valores. Sin relaciones axiológicas, los hechos que constituyen
sustancia de la vida. Se refiere, más bien, a una captación del el material de la historia serían simple escoria que ha dejado
sentido que se atribuye a un momen,o de la vida como parte de atrás el pasado: una caótica masa amorfa. Pero los valores que
un contexto vital. La hermenéutica surgió de la filología, no de transforman el caos de sucesos y situaciones en una historia
la mística. relatable y coherente, no están construidos por el historiador e
La controversia sobre la comprensión y la explicación impuestos desde fuera, sino que ya se hallaban presentes y son
puede parecer obsoleta. Sin embargo, subsiste en la disputa descubiertos. La estructura de valores que hace posible una
entre historiadores y sociólogos, acerca de las interpretaciones historia rerum gestarum ya se encuentra prefigurada en las res
intencionales, causales y funcionales. Los malentendidos, que gestae. (Pero parece ser que la diferenciación entre losjuicios de
tienen su origen en una mezcla de ardor polémico y de lectura valor en cuanto objetos y en cuanto premisas de la historiogra-
superficial, suelen desembocar en un diálogo entre sordos. fía no resulta tan clara en la práctica como en la teoría postu-
Característico de esta situación es el mal uso de las categorías lada por Rickert: construcción y reconstrucción no muestran
"nomotético" e "idiográfico". La distinción propuesta en 1894 límites precisos.)
por Wilhelm Windelband postula que el objetivo del conoci- Actuar -y, de manera análoga, producir obras- es, según
miento de la investigación histórica es describir y hacer com- Max Weber, una conducta que está ligada a un sentido subjeti-
prensibles sucesos y circunstancias irrepetibles; pero no impli- vo. y es al historiador a quien corresponde reconstruir el
ca, de ninguna manera, que las hipótesis sobre leyes económi- sentido de las acciones pretéritas. Por otra parte, nadie niega
cas, sociológicas opsicológicas deban excluirse de las explicacio- que la acción humana no sea exclusivamente intencional, sino
nes históricas. Por ende, es un gran error utilizar las categorías que siempre depende de condiciones que pueden explicarse por
de Windelband para privilegiar a priori un determinado méto- vía causal o funcional. Lo único discutible es si -y en qué
do en lo que respecta a un hecho cualquiera, por ejemplo un medida- las estructuras en las cuales se encuadra la acción
hecho musical. A qué disciplina corresponde un fenómeno -si intencional deben esbozarse superficialmente o constituirse en
a una disciplina nomotética o a una idiográfica- no depende centro y en verdadero objeto de la investigación histórica. Lo
del hecho como tal, sino del objetivo del conocimiento. "La controvertido entre los "historicistas" y los "sociologistas" no es
diferencia entre investigación de la naturaleza e historia sólo la dialéctica del acontecimiento y la estructura: el hecho eviden-
comienza allí donde se trata de valorar el hecho con fines de te de que las acciones son regidas por instituciones y, a la
conocimiento" (Windelband: "Geschichte und Naturwissen- inversa, que las instituciones se actualizan en acciones. Lo que
schaft", en: Priiludien 1I, 1924, 149). La intención de la diferen- está en discusión es el objetivo del conocimiento: el acento en el
cia es metodológica, no ontológica. proceso aislado, que da por sentado el sistema, o en el sistema,
Después de Windelband, Heinrich Rickert expuso la tesis que cobra forma en los procesos. Una interpretación intencional
de que el objeto de las "ciencias de la cultura", de las disciplinas -como descripción de motivos y objetivos conscientes- es una
filológicas, era "el ser de las cosas"... "en la medida en que esté explicación "de adentro hacia afuera"; una interpretación causal
determinado por valores" (Kulturwissenschaft und Natur- o funcional -es decir una reconstrucción de los mecanismos
wissenschaft, 1926, 78). La expresión "valor" -que suena económico-sociales, casi siempre inconscientes- es una obser-
extrañamente hueca, sobre todo en plural- puede resultar vación "desde afuera". Sería absurdo y dogmático afirmar que
irritante para los metodólogos que se aferran al principio de la uno de los métodos es prioritario en principio y rechazar al otro
"libertad de valores" de Max Weber. Pero no significa que el por desacertado y superfluo. Por otra parte, no es posible
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contentarse con la idea de que está permitido cambiar de
procedimiento según el interés del conocimiento. Más bien pocas veces es advertida por los historiadores que la practican.
. Por el momento, no se avizora un acuerdo básico, es decir,
cabría preguntarse en qué medida son adecuadas y diferencia-
das, o inadecuadas y confusas, las comprobaciones de los algo que vaya más allá de los esfuerzos casuales por salvar
fenómenos musicales a las que se llega~por uno u otro camino. diferencias. Por un lado, sería ·absurdo convertir en punto de
No hay por qué vacilar ante el arg-qmento de la teoría de la partida de un juicio histórico sobre fenómenos de la cultura
musical de la Antigüedad, por ejemplo la opinión del Iluminismo
ciencia según el cual el objeto de la investigación está consti-
(Aufkliirung) sobre el carácter ilusionista de la magia o la
tuido por el método (es decir, que la "música" es una cosa para
convicción de la física moderna de que las cifras ideales plató-

I
un "sociologista", que recurre a un procedimiento generalizador,
nico-pitagóricas representan una frágil construcción metafísi-
y otra, para un "historicista", que recurre a un procedimiento
ca. Por otro lado, al observar relaciones de sentido histórico
~ individualizador). Porque no se puede discutir seriamente la
descubiertas posteriormente, es difícil descartar que se trate de
existencia de un acervo básico que pertenece a la música y en el
cual debe demostrarse la eficacia de un método. A manera de relaciones reales, sólo porque la época investigada no tenía
experimento mental, podría imaginarse una controversia entre conciencia de ellas. Es casi imposible imaginar la evolución de
la teoría musical sin recurrir a argumentos que datan del siglo
un historiador, que sólo acepta como "música del siglo xx" las
xx y que arrojan dudas sobre la "fisicidad" de la armonía de los
obras esotéricas de la Nueva Música, que descifra mediante
siglos XVIII y XIX (al punto de que uno se siente impulsado a pasar

II análisis estructurales inmanentes, y un sociólogo que sólo


declara históricamente importantes y dignos de una investiga-
ción "nomotética" a los fenómenos que llegan a un público
masivo. Esa controversia sería un diálogo entre sordos en el
de la explicación interna de la historia de la armonía a una
explicación externa basada en la historia social, para que
resulte concebible esa extraña dependencia de unas ciencias
naturales mal entendidas).
cual ninguno de los dos se escucha, pero en nada alteraría el
Además, no se sabe a ciencia cierta dónde han de trazarse
acuerdo tácito sobre el hecho de que sólo una historiografía de
la música que tome en cuenta la dicotomía entre los ámbitos los límites dentro de los cuales una opinión históricamente
transmitida continúa siendo criticable "en las circunstancias de
tiene la posibilidad de ser la adecuada.
la época actual" (sin exponerse al reproche de estar cometiendo
Como ya se señaló, la relación entre comprensión histórica
una arbitrariedad anacrónica). ¿Es legítimo o criticable tildar,
"desde dentro" y observación "desde afuera" -es decir, entre
interpretación intencional y explicación causal o funcional- no sólo de errónea sino de históricamente inadecuada, la convic-
ción a la cual se aferraban algunos teóricos de la música, aún en
puede ser complementaria y, si hay una mutua tolerancia,
hasta puede constituir un recíproco apoyo. Sin embargo, tiende el siglo XVIII?Nos referimos a la creencia de que una cifra
a enturbiarse y a transformarse en desconfianza no bien se representaba un principio eficaz y la simplicidad de una propor-
ción era el motivo real del efecto de una consonancia. Repeti-
discute el postulado de que una época debe entenderse a partir
mos: ¿es legítimo formular esa crítica basándose en la metodo-
de sí misma si se la quiere captar en forma histórica y no
logía y en el grado de conocimiento de las ciencias naturales de
anacrónica. Considero oportuno aclarar que una explicación
funcional se distingue de la causal en que se limita a establecer esa época? ¿Dónde encontrar el "verdadero" espíritu de la época,
t~ cuando en ella reina un caos de opiniones que procuran impo-
~
una correlación entre dos hechos (por ejemplo un hecho psico-
lógico y un hecho sociológico), sin decidir cuál de los dos es nerse o se oponen entre sí? ¿Cuál es la conciencia "predominan-
t<l
fundamento y causa del otro. te" de la cual debe partir el historiador cuando quiere caracte-
rizar un período? ¿La conciencia más avanzada, la más difun-
La ironía que significa el reconocer a cualquier época
dida o la de los influyentes desde el punto de vista político y

I
~
pasada el derecho a interpretarsé a sí misma y la tendencia a
derivar y explicar el propio presente a partir de su prehistoria,
104
social? ¿Es misión del historiador el tomar partido a favor de
aquellos grupos que determinaron la perdurabilidad de una
105
~j
~.~

[1
época en la conciencia histórica, porque ellos dictaban lo que se
escribía?
Según parece, la problemática es laberíntica y casi sin 7
salida. Para no ser víctima de ella, la historiografía apenas si
,
puede hacer algo más que convertirtíJ. éh tema.
El juicio de valor como objeto
y como premisa

Una de las contradicciones en las cuales caen, indefecti-


blemente, los historiadores según la opinión de sus críticos
filosóficos podría reducirse a una fórmula: en la misma medida
en que un historiador se esfuerce por lograr una exposición
objetiva de un fragmento del pasado, recaerá en juicios subje-
tivos. Por un lado, intenta reconstruir "lo que sucedió realmen-
te", sin apasionamientos y tomando distancia de su propio
partidismo. Por otro lado, se verá en la obligación de distinguir
lo esencial, lo que "corresponde a la historia", de lo no esencial,
lo que puede omitirse. Para eso se basará en criterios comple-
tamente subjetivos, cuyo fundamento está en su origen y papel
social, en sus convicciones y experiencias. (El supuesto de que
el sujeto de la historiografía es colectivo y no individual poco
altera el problema.)
Pero las formulaciones que expresan las dudas filosóficas
acerca de la idea de la objetividad histórica oscilan entre dos
extremos. Un extremo es la burda sospecha de un resentimiento
y el otro es un sutil escepticismo llevado a sus últimas conse-
cuencias. El escepticismo deja abierta, por lo menos, la posibi-
lidad de que la dialéctica de "conocimiento e interés" -la
dificultad de que un momento subjetivo insuperable constituya
tanto una condición para el conocimiento histórico como una
barrera para éste- sea salvada por una reflexión progresiva,
una reflexión que mantenga en jaque el problema, al tomar
cada vez más conciencia de él.
Quien no confunda la idea de la objetividad con la ceguera
ante los problemas, no podrá negar que la decisión a favor de un
tema, la elección de un punto de vista y la selección de los
materiales están ligadas a intereses que echan raíces en la vida
107
106
práctica del historiador. Pero la conclusión de que una afirma- En la controversia sobre el partidismo -en la cual los
ción en materia de historia se puede reducir, sin más, a una marxistas y los no marxistas parecen inconciliable s y con
postura dogmática vinculada con intereses, es errónea. Porque frecuencia ni siquiera tratan de entenderse- habría que bus-
el hecho de que una exposición histórica pueda o no considerar- car, por lo menos, un punto de acuerdo para no caer en un
se científica, no depende tanto de los valores de los cuales parte, diálogo de sordos, en el que todos hablan y nadie escucha. Sería
como de los métodos mediante los c~les establece relaciones preciso admitir que los descubrimientos históricos siempre se
entre los hechos, en un campo minado de relaciones axiológicas. encuentran vinculados a intereses ptecientíficos (sin que por
La forma más burda -y, por ende, la más popular- de eso permanezcan ligados a ellos en el transcurso de la investi-
crítica ideológica es el irreflexivo procedimiento de cuestionar gación). Esos intereses ejercen influencia en el planteamiento
losjuicios históricos echando en cara al historiador su pertenen- del problema y en la selección de los materiales que se conside-
cia a un grupo social incapaz de llegar a la conclusión de "cómo ran "importantes". Quien esté convencido de que los hechos
sucedió realmente". Quien reconozca, por ejemplo, tener opinio- históricos hablan por sí mismos, sin que los motiven preguntas
nes reaccionarias, se estará negando a priori la posibilidad de que encierran una parte de subjetividad del historiador, quien
captar la realidad histórica y de adueñarse de ella en sus crea, pues, que basta con tomar nota de lo que se muestra lisa
pensamientos. Los fanáticos que se sienten seguros y satisfe- y llanamente comohecho, no logra ser objetivo sino simplemen-
chos en poder de la verdad miden el acierto ola fragilidad de una te ingenuo, yeso significa estar comprometido sin saberlo.
afirmación científica únicamente por las inclinaciones políticas Una polémica sobre métodos, fértil desde el punto de vista
de quien las formula. Insisten, además, en que el conocimiento de la teoría científica -en lugar de agotarse en un intercambio
coincide con los lemas del propio partido, que se considera de lemas ideológicos-, sólo comienza en el punto en el cual es
"universalmente objetivo". Se niegan así a admitir la posibili- preciso decidirse por una de las consecuencias que pueden
dad de que se pueda llegar al conocimiento por otras vías y en extraerse de la dialéctica de "conocimiento e interés", para
el interés de todos. decirlo con palabras de Jürgen Habermas. Un historiador-y
Ante este tipo de crítica ideológica cabe insistir en la a eso apunta, en la comunicación racional, la afirmación de que
distinción -un pocoolvidada, pero útil comopunto de partida- éste se aferra a la idea de la objetividad y de imparcialidad-
entre génesis y validez, entre el origen de una cosa y su esencia. puede convertir el propio interés y el propio partidismo en
El hecho de que un argumento haya surgido del resentimiento objeto de reflexión histórica (porque la investigación histórica,
no quiere decir que sea inválido y que deba dejarse de lado a como la filosofía, son disciplinas autorreflexivas, que pueden
causa de ese oscuro origen. (La noble opinión de que el verdadero objetivar sus premisas y convertirlas en tema de investigación
entendimiento sólosurge de la simpatía es un prejuicio idealista, recurriendo a sus propios medios). El propósito es el de actua-
que comenzó a desdibujarse a partir de Nietzsche.) La recons- lizar el elemento subjetivo -individual o colectivo- y así
trucción de las circunstancias en las cuales surgió una afirma- disminuir su influencia. El grado en que es posible una aproxi-
ción no basta para fundamentar si ésta es acertada o no. Y una mación a la idea de objetividad, y la medida en que el historiador
investigación basada en dudosas relaciones de valores -por es capaz de alcanzarla -sin exponerse al peligro de la aridez de
ejemplo una historia de la música del siglo XIX que partiera de la un registro- no pueden fijarse por normas; quedan librados al
idea del nacionalismo como criterio para separar lo esencial de sentido de lo apropiado. Lo único cierto es que no llegamos a la
lo no esencial- puede llegar, sin embargo, a comprobaciones precisión que está a nuestro alcance "excluyéndonos" a nosotros
"objetivas", en la medida en que coincida, en grado aceptable, mismos, a los observadores. Sólo la alcanzamos si utilizamos
con el material cuya coherencia interna pretende reconstruir y nuestra posición de observadores para lograr un acuerdo sobre
con el estado de conocimiento de la:historiografía que representa el proceso de conocimiento y sus resultados, y tomamos concien-
el punto de partida de la exposición. cia del alcance de su influencia.
108 109
La consecuencia opuesta a la estrecha vinculación entre consiste en un entendimiento dentro de la seientifie eommunity,
conocimiento e interés es la decisión de los marxistas de seguir una "república de sabios" entre cuyos principios figura el de
aferrándose al propio partidismo, después de haber actualiza- mantenerse ajena a las inmediatas preocupaciones en torno a
do -como los historiadores no marxistas- sus condiciones e la práctica política y económica.
implicaciones por medio de una refleXóÍónhistórica. En otras Si se prescinde de las controversias surgidas por malen-
palabras: agudizan y llevan a un ext:rymoesa dependencia de la tendidos, la disputa sobre el "juicio de valor" -desencadenada
cual no pueden prescindir por completo. Eso desconcierta a los por Max Weber y que pasó de la sociología a la investigación
no marxistas; pero el reproche de que los historiadores mar- histórica- gira, en primer lugar, en torno al problema de si la
xistas ni siquiera se esfuerzan por lograr la objetividad, porque distinción entre "valoraciones" y "relaciones de valores", esta-
la consideran sólo parcialmente alcanzable, no basta para blecida por Weber, basta para mantener alejada de dogmas
enfocar el problema en todo su alcance. Lo decisivo es la tesis de normativos a una ciencia que procura proceder de manera
que la historiografía marxista es objetiva, justamente por ser estrictamente empírica y, al mismo tiempo, evitar que el mate-
partidista, pues el partido que la sostiene pone en práctica lo rial histórico aparezca como un caos de hechos, en el cual se
prescrito por la ley del movimiento de la historia. pueden señalar relaciones arbitrarias, sin que éstas sean obli-
Por lo visto, la prédica en favor del partidismo -que gatorias. Una "relación de valores" proyectada o reconstruida
continúa ejerciendo atractivo- se basa en un círculo vicioso (y por un historiador, para separar los hechos esenciales y carac-
es poco probable que se lo pueda justificar como círculo herme- terísticos de una época pasada de aquellos que no lo son, difiere
néutico). La verdad histórica tiene que ser conocida antes de de una "valoración", porque representa una norma objetiva,
iniciarse la investigación; de lo contrario, el historiador marxis- cuya validez determina el historiador, y no una norma subjetiva
ta no podría saber que el partidismo del cual parte, coincide con a la cual él mismo se somete. Alguien puede llegar a la convic-
la objetividad que él pretende alcanzar. De acuerdo con eso, su ción de que la historia de la música de fines del siglo XVIII y del
trabajo se agota en el esfuerzo subalterno de reproducir y siglo XIX sólo puede entenderse si se la refiere al postulado de la
añadir detalles a lo ya contenido -al menos, a grandes rasgos- originalidad, que esperaba del compositor de música artificial,
en la conciencia de la clase cuya práctica política representa la por un lado, novedad de medios artísticos y, por otro lado,
verdad histórica. (La polémica marxista contra los no marxis- expresividad, es decir, expresión de sí mismo. Pero no por haber
tas es ambigua: en primera instancia niega la posibilidad de un llegado a esa idea está obligado a compartir dicha convicción
distanciamiento respecto de los propios intereses -tal cual lo estética y a basarse en ella para intentar orientarse en el medio
postula la teoría de la historia no marxista-; pero, en realidad, musical. Lo que hace es reconocer una "relación de valores", sin
lo que quiere decir no es que no se pueda superar el partidismo, compartir la "valoración" que ella contiene (aunque, por su-
sino que no se lo debe superar.) puesto, le esté permitido aceptarla).
Contra la afirmación marxista de que la teoría, en acción Existe, sin embargo, una dificultad: un historiador sólo
recíproca con la práctica -una determinada práctica-, permi- "encuentra" parcialmente las "relaciones de valores" por las
te llegar al grado de verdad alcanzable, la investigación histó- cuales se guía para representar una época pasada y, en gran
rica no marxista insiste en su convicción de que -justamente parte, debe "fabricarlas". De más está decir que es necesario
a la inversa- el distanciamiento respecto de la práctica repre- demostrarlas empíricamente, para que no queden en la catego-
senta, por 10 menos, una posibilidad de acercarse a la idea de ría de determinaciones arbitrarias. Tomemos por ejemplo la
objetividad. La objetividad realmente posible -y no la abstrac- tesis de que la evolución musical en el siglo XIX puede entender-
ta y utópica- es definida, operativamente, como intersubjeti- se, en gran parte, en función de los esfuerzos en torno a la música
vidad. La intersubjetividad, de la cual se espera una neutrali- como lenguaje. A pesar de que la estética de la época giraba
zación del compromiso subjetivo del historiador individual, alrededor del concepto de lo musicalmente bello y el contraste
110 111
entre música absoluta y música programática, esa tesis tendría podría ser que el juicio sobre El anillo del nibelungo coincida lo
grandes posibilidades de reunir los hechos históricos en un suficiente con las ideas estéticas en materia de ópera imperantes
esquema que sería esclarecedor, sin ser superficial. Pero, en la en Alemania durante el siglo XIX, como para constituir la expre-
práctica científica cotidiana se ponen de manifiesto dos cosas. sión representativa de una "relación de valores" de la cual puede
En primer lugar, "los" hechos tienden a~adaptarse, con igual partir un historiador de la ópera alemana, sin exponerse al
docilidad, a "relaciones de valores" e~ oposición. En segundo reproche de una ciega parcialidad. Finalmente -en un cuarto
lugar, las "relaciones de valores" establecidas por un historia- nivel de reflexión-, la "relación de valores" cuyo alcance histó-
dor, con referencia a un fragmento del pasado, están estrecha- rico se investiga puede ser sometida, a su vez, a una "valoración"
mente vinculadas con las "valoraciones" que él acepta. Aunque de las premisas a las cuales adhiere el historiador en cuestión.
se las pueda separar desde el punto de vista de la lógica El hecho de que los juicios de valor deban separarse
científica, permanecen unidas en el aspecto psicológicoy en el de lógicamente de los juicios fácticos no excluye que los juicios
la práctica científica. Esto ocurre, justamente, porque "los" prácticos de valor estén fundados parcialmente en juicios fácti-
hechos históricos toleran, con sorprendente indiferencia, "rela- cos y que, a su vez, los juicios fácticos estén influidos por juicios
ciones de valores" distintas y recíprocamente excluyentes (por de valor. Hasta las afirmaciones causales pueden depender de
añadidura, las "valoraciones" se filtran siempre en los juicios convicciones morales y estéticas. Para decidir si la "causa" de
acerca de qué hechos son "históricos", es decir, que "pertenecen que la tonalidad tradicional se derrumbara alrededor de 1910
a la historia"). De modo que la distinción de Max Weber significa -por lo menos en la música artificial, que demostró ser decisiva
más un motivo de inquietud que de tranquilidad para el histo- históricamente- fue el "desgaste" del propio sistema formal o
riador. Para no desorientarse y hartarse a causa de las contro- la "agresión" de algunos compositores, es necesario juzgar si en
versias, confusas y hasta torturantes, acerca de "valoraciones" el terreno de la música es adecuado avanzar lo más posible en
y "relaciones de valores", es necesario tener presente que -como la lógica y en la expresividad musical o si sería más "razonable"
ya se señaló-la investigación histórica es una ciencia reflexiva -en pro de la inteligibilidad- no sacrificar una institución
en sí misma. En otras palabras, hay que recordar que las mientras sea posible mantenerla, aunque ya se haya producido
premisas de las cuales parte pueden convertirse, a su vez, en un vaciamiento parcial.
objeto de una investigación histórica que no supere los límites de Pero eso no significa que el juicio estético y moral, al cual
la propia disciplina. se ve inesperadamente forzado el historiador, quede al margen
La trivial afirmación de que el El anillo del nibelungo de de una discusión racional. Sobre todo, no debería olvidarse que
Wagner es una de las obras destacadas del siglo XIX se puede las proposiciones normativas, si bien no pueden deducirse
fundamentar mediante una exposición de la historia del efecto lógicamente de los hechos, experimentan la influencia de éstos
sin necesidad de recurrir a normas estéticas. Dicho de otra desde un punto de vista empírico. La división entre enunciados
manera: la tesis es aceptable por medios empíricos. En cambio, normativos y descriptivos propuesta por la filosofía de la ciencia
la afirmación de que en dicha tetralogía se convierte en realidad suele hacer olvidar que, en la vida cotidiana, las decisiones
histórica la idea del drama musical-que a veces se insinuaba acerca de los valores son permanentemente rectificadas por los
en la historia de la ópera, pero que siempre se volvía a hundir- hechos a los que se tiene acceso. Pero si se tiene en cuenta la
incluye una premisa normativa que nadie tiene por qué compar- recíproca influencia de normas y hechos, puede considerarse
tir. Pero no se debe dejar librada al arbitrio la decisión de un legítimo incluso que una norma aceptada en el pasado no sólo
historiador de aceptada ono. Se puede investigar empíricamen- sea considerada por el historiador como válida para ese tiempo
te -con los medios de la investigación histórica, y no con los de y ese grupo social, sino que la mida según conocimientos y
la estética- si la supuesta norma cabe en la historia de las ideas hechos accesibles para esa época, que podrían haber tenido un
sobre el drama musical. Y, aunque no es probable, el resultado efecto rectificador.
112 113
Las "relaciones de valores" descubiertas por un historiador preciso distinguir entre el canon que se elige y el canon del cual
en la música y en la cultura musi~al de una época pasada, y las se elige. El hecho de que ciertos historiadores de la música no
"valoraciones" a las cuales él mismo tiende, ya están relaciona- se sientan tan atraídos por Handel, Haydn, Mendelssohn o
das entre sí por la tradición, por la perduración del pasado en Stravinsky, comopor Bach, Beethoven, Schumann oSchonberg,
el presente. Nunca se emite un juició' no condicionado, en puede ejercer una influencia sobre la elección científica de los
relación directa y primaria con el objJto. Se juzga aceptando o temas o puede manifestarse en juicios estéticos aislados; pero
rechazando -en forma consciente o inconsciente- opiniones influye poco y nada en el canon del cual parte la historiografía
recibidas por tradición. Para formular esta idea con más preci- de la música, aun la de los detractores de Handel o de Stravin-
sión: los juicios están más vinculados conjuicios anteriores que sky. Es muy improbable que un historiador de la música que no
con un estado de cosas. experimenta la menor afinidad hacia la música de Gluck y
Pero si se parte de un punto intermedio entre "valoracio- tiende a hacer suyo el juicio adverso de Handel, excluya al
nes" y "relaciones de valores", suministrado por la tradición, se compositor de Orfeo y de Ifigenia in Tauride de la historia de la
pone de manifiesto que el problema de la selección de lo que música, tal cual él la entiende, olo desplace hacia sus márgenes.
"corresponde a la historia", es decir la distinción entre lo El canon por el cual se decide, desde el punto de vista estético,
esencial y lo no esencial, con el cual el historiador tropieza a la selección subjetiva, casi no modifica el canon que siempre ha
diario en su práctica científica, se diferencia mucho del dilema constituido el fundamento de su decisión y elección. Y sólo el
construido por los teóricos de la historia, para tormento de los canon primario, el preexistente, y no el secundario, subjetivo,
historiadores. Los críticos filosóficos ven a los historiadores representa una premisa de la historiografía de la música.
envueltos en una dialéctica sin salida. A su juicio, el historiador
se ve forzado a adoptar decisiones de fundamento exclusiva- Precisemos más aún la distinción: en principio, ni siquiera
mente subjetivo, para estructurar el caos de los hechos hasta una "relación de valores", de la cual resulta una selección
lograr una historia narrable. Eso significa que el camino a la realmente unilateral, pone en peligro el carácter científico de
"objetivación" del difuso material, para convertido en un objeto una narración histórica. Nada impide que el historiador escoja
captable, tiene que pasar por una "subjetivación" del juicio. y establezca una relación entre obras de la historia de la ópera
Estas reflexiones se basan en una descripción de la actividad cuya ley formal se puede hacer entender a partir de la idea del
historiográfica difícilmente aceptable. drama musical, en tanto no afirme abarcar con su procedimien-
La investigación de la historia de la música opera con un to la historia de la ópera "en su totalidad" o "en su parte
canon de obras musicales que, según la convicción de los esencial". La "unilateralidad" es perfectamente compatible con
historiadores, "pertenecen a la historia". Eso no sólo significa la "objetividad". Sin embargo, existe el peligro de que un
que han existido en el pasado y han ejercido influencia, sino historiador de la ópera que tome a Wagner como orientación,
también que se han elevado por encima de los escombros del pase del silencio acerca de Rossini a un menosprecio ilegítimo
pasado. "La historia" a la que pertenece una obra -o de la cual desde el punto de vista científico. En otras palabras: corre el
permanece eXcluida- no es la suma de lo acontecido, lo que ya riesgo de confundir, involuntariamente, una "relación de valo-
de por sí sería imposible. Es la esencia de aquello que el res" objetiva, que estructura un material histórico, con una
presente ve como una tradición a la que se siente ligado o por la "valoración" subjetiva, que es cosa privada.
que se siente impulsado, sea por interés en la propia prehistoria Las fundamentaciones del canon de obras musicales que
o bien por un afán de distanciamiento de sí mismo, a través de "pertenecen a la historia" parten, por lo general, de distinciones
la apropiación de lo extraño y distante. entre criterios estéticos e históricos. El rango estético corres-
Pero el concepto de canon musical no es tan simple. Para ponde a la calidad de la obra en sí misma; la importancia
no desorientarse y sucumbir a conclusiones engañosas, es histórica, en cambio, al papel que la obra desempeña dentro de
114 115
un contexto histórico. Una obra puede representar con particu- _que fue pobre- ni con un análisis de la obra como síntoma de
lar claridad el "espíritu de la época", puede definir un nivel un momento estructural del tipo "gran ópera". En esencia, el
decisivo en la evolución de un género, de una forma o de una resultado depende del tipo de enfoque histórico, es decir, de que
técnica, o puede constituir una condición para el surgimiento de se aíslen los géneros drama musical y gran ópera entre sí, o de
obras incorporadas por sí mismas al mtlseo imaginario de la que se los vincule estrechamente y se los trate como fenómenos
historia de la música. De modo que ~ hecho de que una obra paralelos. En un caso, Rienzi aparece como señal de una "etapa
"pase a la historia", como se suele decir, sejustifica directamen- previa superada" en el camino al drama musical-como docu-
te por lo que es o, indirectamente, por lo que está marcando. mento de importancia más biográfica que historiográfica-; en
Pero el concepto de importancia histórica es ambivalente el otro caso, en cambio, se lo ve como el evidente testimonio de
y se presta a confusiones. Porque, por un lado, apunta hacia los una relación estética e históricamente objetiva entre los gé-
efectos en el tiempo y en el espacio, que se pueden medir o, por neros.)
lo menos, calcular. Por otro lado, señala que determinadas En primer lugar es necesario plantear los interrogante s
obras -u otros hechos históricos- adquieren importancia que surgen dentro del marco de la investigación. De esa mane-
sintomática en un contexto estructural o en un "tipo ideal" ra, las respuestas implícitas o esbozadas en los hechos históri-
proyectado por un historiador. El hecho de que las sinfonías de cos pueden registrarse con un grado de objetividad -de rela-
Johann Stamitz hayan irradiado un amplio efecto histórico es ción con el objeto y de validez intersubjetiva- que no dista
-para decirlo con palabras de Max Weber- una "base real" tanto de las exigencias de las ciencias exactas, como creen
para la aceptación de las obras en la historia de la música algunos historiadores amedrentados por la física. De modo que
(independientemente de cuál sea el juicio sobre su rango esté- la crítica sobre la apreciación de la importancia histórica de
tico). En cambio, el repertorio de una soirée musical a la que determinados hechos debería dirigirse, en primer lugar, a las
asistió el señor van Uffenback en su viaje a París en 1715, sólo preguntas formuladas por los historiadores y, sólo en segundo
pertenece a la historia musical por ser característica de la lugar, a las respuestas que les fueron dadas. (Por ejemplo, el
estructura de un concierto a comienzos del siglo XVIII. De modo papel histórico que se le confiera a Johann Caspar Ferdinand
que es preciso distinguir la importancia histórica como "efecto", Fischer depende de la importancia que se le atribuya a la idea
de la importancia histórica como "síntoma" (o como "medio de de un ciclo de fugas ordenado por tonalidades, dentro de la
conocimiento", según lo define Max Weber). historia de la fuga y, por otra parte, de la importancia otorgada
Por eso, el que una obra musical demuestre tener o no a la propia tonalidad. Si, a pesar de El clave bien temperado,
importancia histórica depende -en gran parte, si no exclusiva- uno adhiere a las tesis de que, en primer lugar, el principio
mente- de los puntos de vista escogidos por el historiador y de cíclicoes de poca importancia para la estética y la historia de la
los problemas que procura solucionar. Los problemas, por su fuga y, en segundo lugar, lo importante del desarrollo de la
parte, están sometidos al juicio sobre su "relevancia" o tonalidad reside en la variedad y amplitud armónicas dentro
"irrelevancia". En última instancia, ese juicio tiene un funda- del movimiento y no entre los movimientos, la Ariadne musica
mento normativo; pero, en la práctica científica, está determi- de Fischer es una nada histórica, además de la nada estética
nado por factores empíricos. (Las situaciones con las que se que ya es.)
maneja habitualmente el historiador están a mitad de camino La separación entre los criterios estéticos y los históricos,
entre los extremos bosquejados: entre el de un efecto histórico la estricta diferenciación entre lo que es una obra musical en sí
que perdura, y una importancia puramente sintomática, que se misma y lo que es en sus relaciones históricas, sería abstracta
destaca sólo al construirse un "tipo ideal". Si se intenta, por y forzada, pues algunas categorías estéticas comprenden ele-
ejemplo, determinar el papel de Rienzi en la historia de la gran mentos históricos. En lo referente a conceptos como los de
ópera, no basta con la descripción de la historia de los efectos novedad y originalidad o epígono y trivialización, se puede
116 117
afirmar que su uso en la teoría del arte se basa en la transfor- ordenaban en una historia narrable de acuerdo con la norma de
mación de juicios históricos enjuicias estéticos. El postulado de un género que se destacaba en una obra paradigmática.
la originalidad lleva el sello de una estética de la época de la La diferencia entre factores estéticos e históricos y su
conciencia histórica. En segundo lugar, tanto los juicios estéti- dialéctica sólo se hizo consciente más tarde, mientras que la
cos como los criterios que les sirven",de fundamento están verdadera formación del canon musical se basó en una confu-
sujetos a cambios históricos. Sería~ un dudoso anacronismo sión de las categorías, característica del concepto de "clásico" y
hablar de epígonos en la música del siglo XVI, aunque la produc- de "clasicismo". Esto demuestra, nada menos, que el canon ya
ción de motete s del siglo invite a hacerla. (La imitación de un estaba fijado cuando se comenzó a reflexionar sobre su signifi-
estilo, que en el siglo XIX se habría considerado un signo de cado como armazón de la historia de la música y a reconocer un
debilidad, en el siglo XVI se podía considerar como testimonio de problema en la relación entre los juicios estéticos que incluía y
una piedad que se entregaba plenamente a una tradición la función historiográfica que debía cumplir. Originariamente,
sustancial, en lugar de pensar en los riesgos del "manierismo".) no corresponde a una conciencia histórica, sino a una prehistó-
Por otra parte, la distinción entre importancia estética e rica. Y el concepto de lo clásico constituye una herencia de la
importancia histórica dista mucho de ser inútil, en tanto se cual se alimenta la historia de la música, porque sin una idea de
tenga conciencia de su indefinición y de su transitoriedad, y no lo que "pertenece a la historia" se vería paralizada. Por otra
se trate de endurecerla hasta convertirla en una dicotomía, sino parte, la historia de la música destruye esa herencia al neutra-
de comprender la dialéctica que surge de ella. Como se demos- lizar el concepto de norma, convirtiéndolo en etiqueta de una
trará, el canon de "lo que pertenece a la historia" le es dado al época sin implicaciones normativas.
historiador fundamentalmente "desde afuera". Para caracteri- De acuerdo con esto, el canon de obras musicales que
zar la "relación hacia afuera" -en tanto concepto que marca el pertenecen a la historia ya está siempre prescrito para el
acuerdo sobre aquello que siempre está dado de antemano en historiador, por lo menos en primera instancia y en sus rasgos
una investigación histórica-, el término "estético", a diferencia básicos. Por un lado lo encuentra como museo imaginario en el
del término "histórico", es una etiqueta muy útil, a pesar de que cual puede efectuar una selección subjetiva, sin alterar el acervo
no todos los factores que influyen en la fundamentación de un del museo. Por otro lado lo encuentra como armazón del que
canon musical sean de naturaleza estética. El "clasicismo" de parte y debe partir en su intento de escribir historia. En la
los compositores cuyas obras constituyen el armazón de la práctica musical, resulta poco realista una idea recurrente que
historia de la cultura -Palestrina, Bach, Handel, Gluck, Haydn, aparece en las reflexiones metodológicas: la idea de que la labor
Mozart y Beethoven- no se basaba exclusivamente en el rango del historiador se basa en una selección de obras musicales
estético ocupado por las obras, de acuerdo con los conceptos del efectuada por él mismo. En otras palabras, que, en primer lugar,
siglo XIX, es decir, de la época en que fue formulado el canon. Un debe fijar, por propia valoración, una nómina básica de lo que se
clásico era siempre un autor modelo, el classicus auctor de un destaca en el pasado, para luego tejer una red de relaciones
determinado género musical (así como Sófocles era el clásico de históricas entre las obras que él considera importantes. (Parece
la tragedia y Homero, el de la epopeya). Y la tesis de que como si la reflexión de la teoría del conocimiento -uno de cuyos
Palestrina representaba, comoclásico, la música sacra católica; triunfos es el de haber descubierto la ingenuidad de los simples
Bach, la protestante; Handel, el oratorio; Gluck, la ópera seria; empiristas- se viera afectada, ella misma, por un tipo de
Mozart, la ópera buffa; Haydn, el cuarteto de cuerda, y Beetho- ingenuidad que le es propio.) Da la impresión de que es poco
ven, la sinfonía, era un juicio estético normativo e histórico práctico, si no errado, que la discusión epistemológica sobre los
descriptivo a la vez. Según la concepción del siglo XlX, la juicios de valor en la historiografía musical se guíe por un
evolución de un género musical se constituía sobre la base de la enfoque que no coincide con lo que el historiador realmente hace.
dependencia respecto de un modelo. Los hechos dispersos se La recepción del canon preexistente -una recepción que
118 119
y qué no. La categoría del efecto histórico, que en la historia
de ninguna manera excluye la crítica- significa, por una parte,
política permite destacar lo esencial, no basta para la investiga-
que el historiador reconstruye las "relaciones de valores" por las
ción musi<;al -en la cual también tiene cabida-, pues la
cuales una obra fue admitida en el museo imaginario, y por otra
grandeza musical, a diferencia. de la política, es posible en
parte, que hace suyas, en tanto historiador (no como oyenté de principio sin efectos históricos. La historia musical no está
música), algunas "valoraciones" que le.aporta la tradición, para
emancipada de la estética en la misma medida en que la
apoyarse en ellas al estructurar la hisfforia que procura relatar. historia política está emancipada de la moral. Si se le concedie-
Por ejemplo, la decisión de que La Creación, de Haydn, es una
ra validez política, la grandeza moral-al igual que la estéti-
de las obras que constituyen el armazón de la historia de la ca- no podría dejar de tener un efecto histórico. (A diferencia
música, es completamente distinta tanto del conocimiento
de lo que ocurre con El clave bien temperado, no se puede hablar
histórico de las condiciones que cimentaron la fama de la obra
de un efecto histórico de las cantatas bachianas; la convicción
o que la hicieron posible, como de la aceptación estética del de la grandeza de las cantata s de Bach no se basa en su
historiador, una aceptación que él puede dar o negar. Se trata
significación histórica, que es modesta -casi podría hablarse
de una valoración sui generis que no se identifica por completo
de un callejón sin salida en la evolución histórica-, sino en un
con una "relación de valores" reconstruida por el historiador, ni
juicio estético musical e inmanente. El sofisma de que la
con una "valoración" actual efectuada por él.
grandeza musical tendrá que descubrirse tarde o temprano y
El canon del cual parte la historiografía musical -un
que, por tardío que sea el descubrimiento, no dejará de ejercer
canon que ella no fija sino que ya encuentra prefigurado- fue un efecto histórico, puede dejarse de lado.)
transmitido por la tradición. Y parece característico de la
tradición ese estado de fluctuación entre una "relación de La investigación musical necesita, pues, de un canon
estético prefijado por la tradición para ser historia de la música,
valores", que es un objeto, y una "valoración" que representa
es decir una narración estructura da de lo que fue. Pero el hecho
una acción. El canon constituye, por una parte, una resistencia
de que, en principio, dependa de la tradición no significa que la
contra la cual se desgasta en vano la crítica histórica y, por otra,
investigación acepte ciegamente lo que se le brinda como canon
un sostén del cual no puede prescindir. (Un historicismo que
musical. La relación entre investigación histórica y canon
lograra penetrar por completo en la tradición se privaría de la
tradicional-que es premisa y también objeto- podría descri-
sustancia de la cual se alimenta.) La historiografía de la música
birse como una relación dialéctica. En primer lugar, un histo-
es, de por sí, incapaz de fundamentar juicios estéticos que
riador puede analizar las formas y bases de la constitución
hagan posible la separación entre lo esencial y lo no esencial.
primaria de un canon; es decir, que puede convertir en objeto de
Para no ahogarse en el caos de hechos y de relacion'es arbitra-
investigación las condiciones que determinan su propia activi-
riamente construibles, el historiador necesita una norma im-
dad. La investigación histórica es reflexiva en sí misma, como
puesta "desde afuera". (Además de la imposibilidad lógica de
ya se señaló en otro contexto. (El círculo que así se genera es
derivar principios normativos de principios descriptivos, la
inofensivo: es un círculo hermenéutica y no "vicioso". Y la
diferencia entre la esencia estética de la música como obra, y la
opinión de que un canon estético queda invalidado por el
existencia histórica como "documento", impide que el historia-
esclarecimiento histórico, es un dudoso prejuicio. Admitir la
dor-mientras permanezca dentro de los límites de su métier-
historicidad de un criterio no siempre significa cuestionario o
emita juicios surgidos de la experiencia musical en la situación
anularIo, Afirmar que las normas están sujetas a una tradición
estética de quien se olvida del mundo y de sí mismo al sumer-
-si se tiene conciencia de los límites-, en lugar de atribuir
girse en una obra. Puede, y debe, establecer "relaciones de
todo a la naturaleza imperecedera de las cosas o del hombre, no
valores"; pero justificar "valoraciones" no es de su incumben-
es un argumento débil que necesite de epígonos. En los comien-
cia.) Por otra parte, la historiografía depende de diferenciacio-
zos de un historicismo que se concebía como iluminismo
nes estéticas para poder determinar qué pertenece a la historia
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(Aufkliirung) -en el siglo XVIII- la deducción histórica de la música-, lo esencial reside en los detalles.) La reflexión más
normas se centraba en su validez, una validez fundamentada superficial nos basta para comprender que no se alcanza el
en su "intemporalidad". En cambio, ahora la tesis -en un rango de clásico por simple acumulación de éxitos en las
tiempo paradójica y desafiante- de que las normas estéticas presentaciones. Por compleja y plagada de dificultades en la
eran "históricas de punta a punta" se ha convertido en un lugar recopilación del material que resultara una investigación ex-
común que ya a nadie asusta. La c,stumbre de aferrarse a lo haustiva, no deberían surgir discusiones en lo referente a
"intemporal" ha dado paso a la convIcción de que para que una algunos de los puntos de vista a considerar.
norma se legitime basta con que se cree, en torno a ella, un Es preciso distinguir entre el éxito de las presentaciones,
consenso que perdure por algunos decenios.) En segundo lugar, que en principio puede contarse y medirse -aunque a veces
sería conveniente hacer conscientes, confrontar entre sí y resulte difícil o imposible concretado en cifras-, y el prestigio
someter a un intento de sistematización, las categorías, crite- que puede lograr una obra sin necesidad de ser ejecutada. El
rios y formas de pensar -en parte explícitas y en parte implí- descubrimiento de La Pasión según San Mateo, gracias a
citas- que sirven de base al canon tradicional. Por ejemplo la Mendelssohn, puede considerarse la transformación de un
idea de lo clásico y su historia. Ese intento de sistematización prestigio ya vigente entre los iniciados en un éxito de público.
puede ser útil aunque no se trate de algo acabado. (Incluso la Nunca se puso en duda el rango de la obra, sino la posibilidad
prueba de que hay discrepancias en la red de categorías estéti- de exponer públicamente lo esotéricamente conocidoy de lograr
cas de una época y el intento de explicar las contradicciones que se entendiera. Y en El arte de la fuga, hasta el día de hoy,
internas, sería un resultado más que aceptable para un intento las ejecuciones parecen demostraciones secundarias de una
de sistematización. Para expresado en forma paradójica: hasta fama que está más allá de la práctica musical y no necesita de
el fracaso constituiría un logro.) En tercer lugar, la investiga- ella para ser transmitida.
ción histórica puede convertirse en crítica de la tradición sin El que la recepción de las obras musicales deba ser apoya-
superar sus límites. Para ello podría modificarse un canon de da institucionalmente para no quedar en algo casual y, por lo
normas estéticas, no sólo introduciendo contranormas, sino tanto, transitorio, es un lugar común de la sociología de la
investigando hechos históricos que se opongan a las premisas música. (Las piezas que no entran en el sistema de las institu-
del canon o las destruyan. La investigación histórica modifica ciones quedan a la sombra -como los lieder para varios solis-
la tradición de la cual depende. (El que las normas no puedan tas- o deben adaptarse a las circunstancias, comoen el caso de
deducirse de los hechos no quiere decir que no estén expuestas los madrigales cantados por coros.) El apoyo institucional, que
a su influencia. Y así como, por lógica, uno no puede verse mantiene vivos una obra o un género, es eficaz en diversas
obligado a aceptar una norma, también es útil, desde el punto formas y en diversos grados. Y el hecho de que en la teoría se
de vista empírico, tener presentes sus condiciones y consecuen- establezca una separación entre la fundamentación institucio-
cias, a fin de pasar de la rigidez "decisionista" a un sentido nal de la fama musical y la fundamentación estética -es decir,
común, que consiste en el sentido de lo apropiado.) que se distingan las condiciones externas de las internas-
1. Por interesante que sea el tema, aún no se cuenta con tiene un sentido heurístico y sirve para fijar un marco categorial
una exposición de las formas y bases de la constitución primaria en la descripción de las mezclas que constituyen la realidad
de un canon en la historia de la música; una reconstrucción de histórica. La posición de las sinfonías de Beethoven en los
los caminos por los cuales Schütz y Gluck, Weber, Debussy y repertorios de concierto es -en menor medida y en otro senti-
Schonberg alcanzaron una celebridad que hasta el momento do- una institucionalización, como la elevación de la polifonía
parece casi indiscutible. (Aunque se conozcan los problemas en vocal de fines del siglo XVI a la categoría de paradigma de la
líneas generales -Schütz y la música sacra protestante, Gluck "música sacra pura" ola canonización de los moldes gregorianos.
y la idea del drama musical, Weber y el "espíritu nacional" en La estructura del concierto -que luego recibió el nombre de
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"concierto sinfonía"- fue moldeada y constituida por las exi- aisladas -estratos sociales, por un lado, y musicales, por el
gencias estéticas de las sinfonías de Beethoven, que no admi- otro- sino que sería necesario hacerlo con grupos de estratos,
tían ser utilizadas o mal utilizadas como piezas introductorias con sectores relativamente amplios de la jerarquía.
o como marco (un movimiento al comienzo y otro al final del 2. La palabra "dogmatismo" suele ser usada con un sentido
concierto) de un programa. El factor estético obligó -no direc- peyorativo por historiadores que no se han preocupado mucho
tamente, pero poco a poco- a una rEforma de la institución. En por el dogmatismo jurídico o por el dogmatismo teológico. Es
la música sacra, en cambio, se impone institucionalmente, como si se tratara de un terreno prohibido, en el cual no puede
"desde fuera", tanto la función litúrgica como la orientación del internarse un científico sin perder su calidad de tal y pasar a
estilo más adecuado a la finalidad prevista -representación figurar entre los profetas (como le reprocha Wilamowitz a
musical de la palabra-, y la exigencia estética aparece como Nietzsche). De acuerdo con una propuesta de Eric Rothacker, es
atributo que no debe faltar, pero que se añade a la sustancia, en preciso distinguir entre la fijación primaria de dogmas o nor-
lugar de surgir de ella. mas -que, indudablemente, no es asunto de la ciencia- y la
La gloria musical está siempre ligada a uno o varios de los elaboración secundaria de una relación sistemática entre los
estratos sustentadores que coexisten en una forma de sociedad. principios establecidos desde fuera. Esa elaboración puede
(Por estrato sustentador se entiende un público que se puede figurar entre las actividades científicas y -pese a su carácter
determinar por características comunes que están más allá del secundario- no tiene nada de subalterna. (La pretensión de la
interés musical; no tendría sentido hablar de estrato sustenta- jurisprudencia de ser considerada como ciencia no tendría
dor de la nueva -o de la antigua- música, cuando los grupos mayor asidero si la explicación de condiciones, consecuencias e
reunidos en torno a la música electrónica o de laúd sólo están implicaciones de determinados principios quedara excluida del
socialmente unidos por un entusiasmo musical vinculado con lo concepto de ciencia.)
estrafalario.) Incluso dentro de una época con una estructura Las normas estéticas en materia de técnica de la composi-
social casi invariable y un concepto firme acerca de la música ción representan, por una parte, premisas de la musicología
artificial, no siempre es el mismo estrato sustentador el que -en tanto condición para seleccionar las obras "que pertenecen
decide si la obra de un compositor ha de ser o no incorporada al a la historia"- y, por otra, son objeto de la musicología. Son
museo imaginario. La fama de Anton Webern -a diferencia de objeto de una estética musical histórica o de una poética
la de Richard Strauss- fue establecida por círculos herméticos, musical que se considera a sí misma dogmática -en el sentido
no por el público de repertorio de conciertos. Pero se trataba de no peyorativo de la palabra-, por tratarse de una sistematiza-
círculos que adquirieron influencia sobre la prensa, en lugar de ción de ideas, categorías, máximas y criterios, que sirven de
quedar condenados al sectarismo como los admiradores de base a los juicios y decisiones de una época -o de una de las
Matthias Hauer. Y para mencionar un caso que se sitúa en el "tendencias" de una época-, explícita o implícitamente. No
extremo opuesto, el hecho de que Jacques Offenbach figure en basta con recopilar las declaraciones sobre música y sobre obras
el Panteón es una consecuencia de la conjura de intelectuales musicales transmitidas por una época y conformar con ellas un
versados en literatura e inofensivos amantes de la música mosaico de la historia de la recepción. Además, es preciso tratar
popular, en contra del público que se considera como lo único de reconstruir las condiciones y circunstancias en que se basó
serio. El ordenamiento de los compositores o de los géneros la decisión de incorporar algunas obras musicales en el reper-
musicales se ve dificultado por el hecho de que, en general, un torio -o en la memoria- y excluir otras. La idea de un dogma
estrato sustentador, socialmente definible, participa en varios estético musical-es decir, de la codificación y sistematización
géneros musicales y, a su vez, un género musical tiene partici- de las normas estéticas en materia de técnica de la composición
pación en varios estratos sustentadores. Dicho en forma abs- de un estilo o "tendencia" de una determinada época- incluye
tracta, no se puede establecer una correlación entre capas una expectativa: la de que la selección de las obras que constitu-
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yen el museo imaginario no haya sido fruto de una acumulación Si se considera la idea de un dogma estético -de una
de casualidades y de actos arbitrarios, sino que se haya basado codificación y sistematización de estilos de estética musical y de
en juicios y decisiones entre los cuales existía cierta relación. técnicas de composición de una época- como programa cientí-
Quizá los contemporáneos apenas tuvieron conciencia de esa ficoválido, se verá desde otro enfoque el problema del relativis-
relación que, sin embargo, incidió en su eonducta. De acuerdo mo histórico, que muchos historiadores viven comoinquietante
con esto, el objetivo de un dogma est~tico sería descubrir, en o martirizante. Porque, dentro de los límites de una estética
documentos aislados, las huellas de una forma de pensar. En esa dogmática, losjuicios y selecciones no se refieren exclusivamen-
forma de pensar, que calificaremos de "estructura profunda", te al sujeto, o sea al arbitrio y al estado de ánimo casual del
están contenidos los juicios y decisiones de una época, tanto los individuo. Tienen un fundamento intersubjetivo, son "dispu-
formulados en palabras como los adoptados sin una fundamen- tables", en el sentido escolástico de la palabra que se encuentra
tación explícita. Así, por ejemplo, un intento de explicar el tras la frase, siempre mal interpretada, "de gustibus non est
surgimiento de la fama musical en el siglo XIX podría partir de disputandum". (Un dogma jurídico permite deducir con preci-
una hipótesis sin mayor fundamento en la estética de la época, sión las decisiones, en lugar de dejarlas libradas al simple
moldeada por la filosofía del sistema. Según esa hipótesis, la sentimiento de justicia.) En la medida en que se demuestre la
fundamentación exotérica y la esotérica siempre se penetraron posibilidad de reconstruir las condiciones que confieren impul-
mutuamente y, a pesar de la idea de una música absoluta, el so a un sistema de estética musical, aumentará la seguridad con
éxito casi nunca fue exclusivamente musical, sino que se en- la cual se declaran adecuados o inadecuados para su tiempo los
contraba ligado a tendencias extramusicales, sin que por ello la juicios o decisiones aislados emitidos en una determinada
música misma estuviera forzosamente modelada por el "espí- época, en lugar de tomar todo lo dicho como documento del
ritu de la época". De acuerdo con eso, habría que determinar "espíritu de la época" y registrarlo con indiferencia.
-tanto en Wagner y Liszt, como en Schumannn o Brahms-la Un historiador que medite acerca de los juicios de valor, en
configuración en la cual se reunían los rasgos manifiestamente lugar de emitirlos o aceptarlos, para después perderse en consi-
populares de las obras con los rasgos latentes de los cuales deraciones acerca del relativismo histórico, enfrentará el proble-
dependía el carácter artificial. Sin duda alguna y contradiciendo ma con medios científicos. El problema lo ayudará a determinar
una difundida simplificación, la música de Wagner no se hizo la estructura lógica, por un lado, y por otro, el alcance histórico
célebre sólo por su influencia sobre los sentimientos del oyente -es decir, los límites temporales, sociales y étnico-regionales-
ya pesar del "rico mecanismo artístico" escondido en el interior de un sistema de normas estéticas. Sin dejarse irritar por el
de las obras. Se hizo famosa por la íntima relación entre el hecho de que los sistemas normativos históricos sean, a su vez,
pathos -que habría perdido rápidamente fuerza sin un funda- "relativos", se puede intentar, por una parte, entender su com-
mento artificial, y habría pasado a ser una mera cáscara vacía- posición interna y, por la otra, localizarlos desde el punto de
y la riqueza de los medios artísticos, que sin la finalidad que vista histórico y sociológico.Una vez trazados los límites, uno se
cumplió de manera tan triunfal, apenas si habría despertado podrá mover por ese distrito con una seguridad que no se verá
interés. Aun aquel oyente que se abandonaba a la música alterada por los problemas -en última instancia siempre recu-
wagneriana sin reflexionar, en el fondo tenía conciencia de que rrentes- del relativismo. No se trata de desplazar dificultades
el efecto incluso plástico que experimentaba se debía a un arte metafísicas por medio de un empirismo ingenuo. Sólose procura
de la pintura miniaturista que no podía ser más sutil. En el caso señalar que no se debe caer en la tentación de apartarse de los
de Brahms sería preciso desarrollar, sobre la base de la configu- fines más inmediatos y alcanzables, por las paradojas filosófi-
ración del trabajo temático y la melodía dellied, una dialéctica cas. Es un mal criterio científico el de quitar importancia a lo
de las condiciones que exigía la fama en el siglo XIX, semejante accesible, poniendo permanentemente a la vista de quienes lo
en la estructura fundamental. buscan lo inalcanzable de los últimos objetivos.
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El intento de reconstruir sistemas estéticos normativos escepticismo respecto de las narraciones de historias. Pero la
del pasado no significa adherir a la máxima histórica según la
forma se aparta del procedimiento habitual de la investigación
cual cada época tiene derecho a ser medida con su propia vara, histórica: la crítica histórica al canon musical es indirecta; no
una máxima que la costumbre hace ver como natural, pero cuyo ataca normas y criterios estéticos con argumentos estéticos. Se
sentido no es del todo claro. Se la pueªe fundamentar -como
dirige a elementos vinculados con las normas; pero que no
Ranke- desde un punto de vista teol,Dgico(ante Dios, una época constituyen normas en sí. No obstante, como se señaló, justa-
no existe comomedio para el fin de ot~a, sino por sí misma); pero mente en la reflexión histórica sobre las condiciones y conse-
también puede tener una interpretación cínicamente
cuencias de una norma reside la posibilidad de una discusión
funcionalista (lo decisivo no es que un sistema de normas
racional de las opiniones, que de otra manera quedarían libra-
parezca bárbaro a los ojos de una época esclarecida, sino que sea das a un decisionismo irracional.
coherente en sí y haya cumplido la función integradora para la Obras que deben su prestigio estético y su validez como
cual fue pensada). Aún no es claro si la tesis histórica es una
paradigma de un género al éxito de una leyenda histórica,
prohibición de emitir juicios "desde afuera" o si, simplemente, pierden su gloria cuando la leyenda sucumbe a la crítica histó-
delimita el métier del historiador. Es decir, si significa que el rica. La Missa Papae Marcelli de Palestrina puede ser -tomada
historiador debe entender los sistemas de normas ajenos de
en sí- una obra de indudable clasicismo. Pero el rango norma-
adentro hacia afuera, en lugar de juzgarlos desde afuera (y tivo que asumió por considerársela la misa que convenció al
hacia eso apunta, precisamente, el concepto de un dogma reticente Concilio de Trento del carácter litúrgico de la música
sistematizador de los estilos de cada época), o si además postula sacra polifónica, desapareció -o, por lo menos, palideció- al
que una "valoración" que vaya más allá de la reconstrucción de
comprobarse que se trataba de una leyenda.
una "relación de valores" histórica es, en principio, ilegítima y
errónea. Y no sólo para un historiador que se mantiene dentro El efecto histórico de las obras musicales, demostrado por
las investigaciones históricas (no nos referimos a la permanen-
de los límites de lo alcanzable por métodos empíricos y analíti- cia en el repertorio o en la memoria, sino a la influencia sobre
cos, sino para todos. Para decirlo a grandes rasgos, en el uso
obras posteriores), no es un factor estético sino una instancia
cotidiano, la máxima historicista encierra algo de lugar común
y algo de ideología y el paso que conduce de uno a otra casi que -junto con los fundamentos para un juicio estético-
siempre pasa inadvertido. contribuye a la formación del canon en el cual se apoya la his-
toriografía. Las óperas de la Camerata Fiorentina no figuran
3. La investigación histórica, en tanto ciencia, es también,
en gran parte, crítica de la tradición. No inicia su labor directa- en la historia por propio mérito -en tanto obras de arte que se
han mantenido vigentes desde el punto de vista estético-, sino
mente, como mera investigación de fuentes primarias, sino en
forma de refutaciones, modificaciones o confirmaciones de rela- por sus consecuencias: señalan el "comienzo de la ópera". De no
ser por las consecuencias extraídas por Monteverdi -lo decisi-
tos tradicionales sobre situaciones o sucesos del pasado. De la
desconfianza hacia los informes tradicionales, convertida en vo era lo que ocurría en Venecia, no en Mantua-, el experimen-
to florentino apenas si se habría destacado más allá de un
método, surgen interrogante s cuyas respuestas se buscan en
círculo apasionado por la Antigüedad clásica, que abarcaba
las fuentes primarias. El impulso para la investigación históri-
desde la oda humanista hasta el cromatismo y la enarmonía de
ca parte de investigaciones anteriores, y los hechos constituyen Vicentino. Pero que una obra merezca un lugar destacado en la
simplemente el material necesario para poder seguir el impulso
pnmano. historia, sólo por ser la primera de un género de larga e
importante evolución, es un principio que, lejos de haberse
Si se somete la formación estética de cánones -que figura confirmado, es muy discutible. Además, la fijación de una fecha
entre las premisas de la historiografía- a una crítica histórica, para el "comienzo de la ópera" es dudosa, pues las característi-
se verá que es una crítica de la tradición, al igual que el
cas estilísticas musicales, dramatúrgicas y sociales del género,
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que hacen a su esencia, sólo se fueron reuniendo poco a poco.Por el punto de vista de la técnica de la composición. Esas renova-
eso, no sería absurdo colocar a la ópera florentina en el contexto ciones habrían surgido como consecuencias de renovaciones
de los experimentos periféricos. Probablemente no habría sali- anteriores y no, por ejemplo, como sucesión de estados en los
do de él si la antigua historiografía no hubiera sustentado el cuales lo antiguo, junto con lo nuevo, forma parte del acervo de
prejuicio de que existía un "origen de la ópera", que coincidía con una música litúrgica que representa un sistema ton al.
la muerte de Palestrina y Lasso. Pero s\ se acepta la enmienda, Uno de los medios por los cuales los historiadores penetran
eso significa que una obra pierde el rango que le atribuyó la en un canon musical tradicional es la deducción analógica. Si se
historiografía y lo pierde por acción de la crítica histórica. Esta demuestra que las características por las cuales se destacaba
contiene un cambio de principios historiográficos, una descon- una determinada obra reaparecen en otra obra, el rango de una
fianza hacia el concepto de "origen". disminuye o el de la otra se eleva. Pero es inevitable el cambio
Como ya se señaló, el concepto de novedad implica -en en la constitución del museo imaginario, y la cantidad de obras
cuanto criterio estético- un factor histórico, un factor que, por que pertenecen a una norma jerárquica corresponde, paradóji-
lo tanto, puede someterse a la crítica histórica. Si un examen camente, a la calidad.
detenido demuestra que la novedad en la cual se basa el El hecho de que el presente en el cual viven los historiado-
prestigio de una obra es una simple ficción, también la calidad res incida sobre la historiografía es un lugar común del cual
estética de la obra experimenta un cambio, sin que se haya nadie duda. Sin embargo, eso no quiere decir que el pasado sea
cambiado de lugar una sola nota del texto. El juicio de valor distorsionado y sufra un cambio de matiz. También puede
estético sucumbe a un juicio histórico fáctico; el principio significar que no todo enfoque corresponde a cualquier frag-
normativo es víctima de un principio de origen empírico. (El mento del pasado, en cualquier momento. (Lo que afirmó
empecinamiento con el cual Matthias Hauer insistía en haber Wülfflin sobre el arte tiene validez en lo que se refiere a la
sido el primer compositor dodecafónico, evidentemente, se historia del arte). Es indudable que el presente guarda una
basaba en la convicción de que el dodecafonismo no era un especial afinidad con determinadas épocas. Es una afinidad
invento sino un descubrimiento, lo cual concedía mayor impor- condicionada por el sentido y la relación interna entre sucesos,
tancia a la prioridad, según el modelo de las ciencias naturales. estados y obras (a pesar de que la simpatía, como ya se señaló,
Pero también se basaba en el sentimiento de que el factor está lejos de ser la única posibilidad de comprensión). No por
histórico del "por primera vez" -como lo definió Adorno- casualidad, el reconocimiento de que el manierismo es un estilo
formaba parte de la calidad estética y de que una obra perdía su con sus propios derechos estéticos se produjo en la época del
autenticidad estética cuando se desplazaba su posición expresionismo. Pero no debemos exagerar la dependencia o la
cronológica. ) afinidad entre el "espíritu de la época" y la posibilidad de
Pero una categoría como la de novedad es también objeto conocimiento histórico. El hecho de que en la década de 1930,
de crítica histórica, en otro sentido. Puede ser reducida en su plena de efervescencia política, el estudio de la cultura alemana
ámbito de validez temporal y social merced al conocimiento se volviera justamente hacia el Biedermeier -algo en aparien-
histórico. La máxima de que la música debe ser nueva, para ser cia contradictorio- demuestra, sin lugar a dudas, que la
auténtica, está más allá de toda duda para la música artificial ciencia del arte, al igual que el arte, suele no retratar lo que la
del siglo XVIII. En cambio, para la de los siglos XII o XIII -sin rodea sino que se refugia en la imagen contraria.
mencionar la música usual- es por completo dudosa, aunque
hasta el momento se la ha considerado fundamental en la
imagen que se tenía de la historia musical del Medioevo. Para
Friedrich Ludwig, quien sentó lasbases de la evolución musical
del siglo XIII, ésta representa una cadena de renovaciones desde
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