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LA NUEVA RECONQUISTA

Por HERMANN TERTSCH


ABC Domingo, 07.01.18

Los españoles tienen que poder volver a poder vivir, trabajar y estudiar en español en todos los rincones de España

HOY clausura la Fundación Mapfre la preciosa exposición de Ignacio de Zuloaga con algunos de sus cuadros «más españoles». Algún
amigo suyo dijo del pintor eibarrés que era más profundamente español que Velázquez. Como lo era Darío de Regoyos, pintor
asturiano del tiempo de Zuloaga. Mi favorita entre sus obras es «Toros en Pasajes». Muestra la aldea guipuzcoana de Pasajes de San
Juan vista desde el alto al otro lado de la ría. En la plaza del pueblo, una corrida de toros reúne a una gran multitud. Pequeñas
embarcaciones se mecen en unas aguas tranquilas en un día sonriente. Y todos los balcones de la plaza engalanada lucen orgullosos
la bandera rojigualda. Regoyos lo pintó en 1898. Habrá quien crea que fue bajo presiones de Franco. Nunca servirá para un cartel de
las fiestas en el siglo XXI. Porque revela el profundo apego del pueblo vasco entonces hacia la bandera española en un Pasajes en el
que no existía la ikurriña. Además, Pasajes ya no existe. Hoy es Pasai. Como Villarreal de Alava, fundada por Alfonso XI, que hoy
oficialmente no existe y se llama, agárrense, Legutio. Que es como pasar de ser excelentísimo a que te llamen pichi.
La guerra contra la toponimia española comenzó muy pronto en la democracia. Viví mi juventud entre carteles con los nombres
históricos tachados con pintura en los pueblos. Así se abrió la ofensiva de la hispanofobia que nos ha traído a la guerra contra España
del separatismo catalán. Los nacionalismos asumieron la lengua como su principal arma contra España. La izquierda se unió a ellos
contra la idea nacional de España que identificaron, en terrible y trágico error histórico, con el régimen de Franco. La derecha, con su
mala conciencia y cobardía proverbial, no se atrevió a hacerles frente para no ser acusada de franquista. Así llegamos a la indignidad
y postración de la lengua común, perseguida impunemente en muchas regiones. Ante la estupefacción de cualquier visitante
extranjero, no solo de los 500 millones de hispanohablantes. Leyes de vergüenza aprobadas en las Cortes españolas obligan a usar en
documentos españoles los nombres no españoles de ciudades españolas. Ahí están esos carteles ridículos de Girona o Lleida o A
Coruña. El BOE publica grotescos nombres inventados solo para hacer olvidar los auténticos nombres españoles.

Pero 2017 ha traído conciencia. Sabemos a dónde lleva el cobarde abandono. Sabemos que la enmienda es necesaria. Porque ellos
quieren erradicar lengua, toponimia y hasta las lápidas, para negar a nuevas generaciones la propia existencia allí de España. Ha
llegado el momento de la reconquista de España para la lengua española. Ya hay varias iniciativas a las que que unirse. Con acciones
legales, protestas puntuales, exigencias particulares en administración, comercios, empresas e instituciones. Los españoles tenemos
que poder volver a vivir, trabajar y estudiar en español en todos los rincones de España. Es un soberbio objetivo patriótico. Es más
que lógico. Nos va la vida de España en ello.

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