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DICTAMEN DE LA NUEVA LEY UNIVERSITARIA EN PERÚ

El dictamen de la nueva Ley Universitaria está en la mitad de su aprobatoria y al centro de una


borrasca de rechazo solo comparable con el cúmulo de protestas encendidas por la Ley del Servicio
Civil durante las dos últimas semanas. De los 142 artículos -con 14 disposiciones complementarias
transitorias y cinco disposiciones complementarias finales- que contempla el proyecto de ley,
la Comisión de Educación, que preside el general (r)Daniel Mora, hasta hoy ha dado el visto bueno a
74. Cada capítulo en deliberación ha sido una historia distinta de imprecaciones entre el grupo del
peruposibilista y sectores que lo sindican de promover el control del Ejecutivo en las universidades
mediante la Superintendencia Nacional de la Universidad Peruana (Sunau). Rectorados, la asamblea
nacional que los agrupa, federaciones estudiantiles y hasta la Confiep han remarcado la
inconveniencia de crear tal instancia dentro del Estado para “manejar” un rubro académico superior
que podría mejorar de manera autónoma. Estos son los capítulos hasta ahora refrendados en
comisión.

1. DISPOSICIONES GENERALES. En seis días de discusiones la comisión Mora estableció que el


proyecto de ley en cuestión acogerá como fin supremo el mejoramiento de la calidad educativa. Para
ello es imprescindible normar la creación, funcionamiento, supervisión y cierre de las universidades.
Toda autonomía en esos recintos académicos, se puntualiza, será inviolable. Sin embargo, se
instaurará la Superintendencia Nacional de la Universidad Peruana para asumir, entre otras,
funciones que antes concentraban la Asamblea Nacional de Rectores y el Consejo Nacional de
Autorización y Funcionamiento de Universidades (Conafu).

2. LA SUPERINTENDENCIA. Sesenta días después de una eventual promulgación de la ley, deberá


instituirse la Superintendencia Nacional de la Universidad Peruana. Este organismo, adscrito al
Ministerio de Educación, tendrá funciones normativas y reguladoras en poder de nueve miembros
que conformarán su junta directiva. Así, un representante de la citada cartera, uno del Centro
Nacional de Planeamiento Estratégico (Ceplan), el presidente del Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología (Concytec), tres sugeridos por las ocho universidades públicas más antiguas y tres
propuestos por las ocho universidades privadas más antiguas, más uno que designarán los colegios
profesionales y otro proveniente del sector empresarial, supervisarán la calidad de educación que se
imparta. Además, ese directorio fiscalizará el uso de los recursos de las universidades y tendrá
potestad para cancelar la acreditación de cualquiera de aquellas casas de estudio, públicas o privadas,
incluidas sus facultades o escuelas profesionales. La junta actuará como filtro para evitar que se
admita en las planas docentes a condenados por terrorismo, violación sexual o tráfico de drogas.
Quienes constituyan la superintendencia deben contar con el grado de doctor, una experiencia en el
ámbito universitario no menor de 20 años y publicaciones acreditadas. La gestión por integrante será
de siete años.
Cada universidad se mantendrá bajo sus propios estatutos de gobierno, ha asegurado Daniel Mora,
pero el punto es advertido como una “señal inequívoca” de riesgo. En entrevista con elcomercio.pe,
el presidente de la Asamblea Nacional de Rectores (ANR), Orlando Velásquez, retrucó que la
creación del referido organismo significaría condenar a las universidades a un permanente manoseo
político del Ejecutivo. En la medida que las casas de estudio superior dependan del Ministerio de
Educación, afirmó, se estará gestando un colapso irreversible. “El intervencionismo ocasionará que
el Ejecutivo direccione currículas e imponga lo que deba o no deba hacerse. La autonomía es un
derecho constitucional que podría quedar violado”.
3. FUNCIONAMIENTO. Si ya los roles de control que concentraría la superintendencia generaban
furibundas réplicas, lo que terminó por gestar las protestas programadas para hoy desde distintos
frentes universitarios es la facultad que esta nueva entidad tendría para autorizar la creación y
funcionamiento de universidades públicas o privadas. De esta manera la Sunau asumirá una tarea que
antes ejercía exclusiva e íntegramente el Consejo Nacional de Autorización y Funcionamiento de
Universidades (Conafu). Es decir, antes de la constitución de universidad alguna, la superintendencia
debe dar el visto bueno al cumplimiento de distintos requisitos. Entre estos, contar con al menos dos
facultades cuyas carreras profesionales propuestas satisfagan las demandas que arroje un estudio de
mercado previamente realizado, acreditar un plan de desarrollo institucional así como capacidad de
inversión y/o financiamiento. En caso se trate de una universidad pública, tres miembros designados
por la superintendencia harán las veces de Comisión Organizadora de la nueva sede de estudios ya
aprobada. Si fuera una privada, la comisión será integrada por tres personas que elegirá la
superintendencia entre cinco propuestas por los potenciales fundadores. La autorización provisional
para el funcionamiento es otorgada en un plazo no mayor de cinco años.
Cifras emitidas por la ANR dan cuenta de que hasta febrero del año pasado había en el país 133
universidades. Entre estas, 50 estatales, que agrupan a unos 309,175 alumnos, y 82 particulares, cuya
población asciende a 473,795 estudiantes. En suma, el Perú tiene 782,970 universitarios y más de 39
mil catedráticos. De acuerdo con el contexto universitario actual, Velásquez espetó: “Quieren hacer
de la Sunau un órgano todopoderoso que creará universidades y que cerrará otras. El Ministerio de
Educación no puede ni con la educación inicial y va a tomar una función así, es imposible. Las
universidades, con todos los problemas que tienen, están dentro de redes y convenios internacionales
por su propia autonomía. Imagínese que la Católica o la UNI deban tener la venia del Ministerio de
Educación para su operatividad. Es realmente absurdo”.

4. EVALUACIÓN, ACREDITACIÓN Y CERTIFICACIÓN. Tal como ocurre desde el año 2006, el


Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa (Sineace)
estará a cargo de los procesos que corresponden para el mejoramiento de la calidad educativa. En
este acápite, el proyecto de ley puntualiza que la ‘Acreditación’ está referida al reconocimiento
público y temporal de la institución educativa, área o carrera profesional que ha participado de un
proceso evaluatorio. Mientras que la ‘Certificación’ es el reconocimiento público y temporal de las
competencias adquiridas para ejercer funciones profesionales o laborales. La Superintendencia
supervisará los resultados que el Sineace emita y si la calidad de una determinada universidad o
facultad no fuera la adecuada durante, por ejemplo, tres veces consecutivas (que podrían ser en 7
años),también tendrá la potestad de ejecutar los cierres respectivos. O sea, clausurar y disolver.
Pero ¿es necesario el veredicto de una superintendencia aun cuando, por lógica, la universidad no
acreditada tendría obligatoriamente que cerrar? Mora ha declarado que si bien la Comisión de
Educación busca que el Sineace sea un ente con autonomía presupuestal y administrativa, este “no
puede establecerse como juez y parte del proceso”. “No puede fiscalizar la calidad y luego cerrar.
Hay otras normas para mejorar la educación. Sineace informará a la Superintendencia qué pasa con
determinadas universidades y cómo va la evaluación de calidad, porque ahora va a ser obligatoria”.

5. BACHILLERATO Y LICENCIATURA El proyecto de ley que hoy resiste otra masiva


movilización de protesta tiene en la anulación del bachillerato automático, así como en las
modificatorias para alcanzar una licenciatura, sus mayores puntos de inflexión para la población
universitaria. El artículo 43 del capítulo consignado a la “Organización Académica” precisa que para
obtener el grado de Bachiller, un estudiante deberá ser aprobado en la presentación de una tesis. Ello
se sumará al pago que cada universidad indica por este proceso. Daniel Mora ha remarcado que esa
propuesta no será de ejecución inmediata, tomando en cuenta una eventual aprobación de la norma.
Para ello, la comisión que encabeza el parlamentario chacano dictará disposiciones complementarias
para la adecuación de las universidades al nuevo orden en el tiempo que sea necesario. “Todo va a
tener una transición. A los alumnos que les faltan un ciclo o dos para acabar es imposible que les
impongamos la tesis ahora. La forma de dar leyes no es irracional”. ¿Será necesaria la preparación y
presentación de una segunda tesis para el Titulo Profesional? El artículo 43 así lo consigna, no
obstante el general Mora ha subrayado que el estudiante también podrá presentar un trabajo de
“suficiencia profesional” o acceder al curso de actualización actualmente sucede. A este nivel, otro
requisito de carácter obligatorio es el conocimiento de un idioma extranjero o una lengua nativa.

6. INVESTIGACIÓN. Hace 11 días quedó aprobado y resaltado que todas las universidades del país
tienen en la Investigación una misión sustancial, prioritaria y obligatoria. En el esfuerzo por
impulsarla, universidades públicas y privadas deben generar proyectos de investigación y desarrollo
que serán evaluados y seleccionados. La Autoridad Nacional Universitaria y el Consejo Nacional de
Ciencia y Tecnología financiarán y ejecutarán los trabajos. Además, las sedes universitarias tienen
que ser parte del Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. El proyecto de ley también
contempla que los gobiernos regionales destinen el 20% de los recursos percibidos por canon a las
universidades públicas de su jurisdicción. El dinero entrante tendrá como única finalidad la inversión
en investigación científica y no el uso para pagos salariales u otros. En medio de la turbulencia que
generó la instauración de la Superintendencia Nacional de la Universidad Peruana, comprendida en
los primeros capítulos, este punto del proyecto de ley prácticamente pasó desapercibido y no ha
registrado mayores sobresaltos.

7. ELECCIÓN DE AUTORIDADES. Catedráticos, estudiantes matriculados y graduados elegirán


mediante “voto universal”, y para un periodo de cinco años, a los rectores y vicerrectores
(académicos y de investigación) de sus respectivas casas de estudio. Los candidatos a ambos cargos
deben conformar una sola plancha y postularán en lista única. Así, las votaciones de los docentes
ordinarios serán los dos tercios del total de sufragios. A los alumnos en carrera y graduados
corresponderá el tercio restante. Este proceso electoral será válido en una universidad solo si
participa más del 60% de maestros y más del 40% de los estudiantes matriculados. La lista ganadora
será aquella que registre el 50% más uno de los votos válidos. Tal como se realiza en los comicios
generales del país, si ninguna lista obtiene el mínimo establecido, será convocada una segunda vuelta
electoral entre las dos candidaturas con mayor votación. Esto en un plazo que no exceda los 60 días.
La misma forma tendrá la elección de decanos. El proyecto de ley no incluye la reelección inmediata
de alguna autoridad universitaria, en ningún caso. Para tentar el cargo de rector, el postulante debe
tener grado académico de doctor y no haber sido condenado por los delitos de terrorismo,
violación contra la libertad sexual o narcotráfico.
El presidente de la Comisión de Educación ha definido a esta modalidad como “un cambio drástico
de sistema”, pues sustituiría la tarea que ahora tienen las asambleas universitarias mediante un
Comité Electoral Universitario. Actualmente, los miembros de este comité – tres profesores
principales, dos asociados y un auxiliar, y tres estudiantes- organizan un proceso electoral para que
los representantes de los docentes ordinarios, estudiantes matriculados y graduados sean elegidos.
Quienes resultan favorecidos en esos comicios más los integrantes de la Asamblea Universitaria y los
Consejos de Facultad votan por el nombramiento de rectores, vicerrectores y decanos.

El titular de la ANR refirió a elcomercio.pe que el colegiado no tendrá una posición intransigente si
es que el pleno del Congreso refrenda esta parte del proyecto. Sin embargo, lanzó una advertencia:
“Con una votación universal se politizarán las universidades y estas quedarán al servicio del
clientelismo y populismo. Imagínese en provincias. Sendero Luminoso debe aplaudir esa medida,
porque tendrá el vehículo para llevar a las aulas sus prédicas permanentes en las campañas”.
Fuente: Diario el Comercio

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