You are on page 1of 94

NOTICIA PRELIMINAR

PO R EL

M A R Q U E S DE L A V E G A IN C L A N

S L A SIE R R A D E G R E D O S , U N A

E de las más preciadas y maravillosas


galas de la Naturaleza y «columna verte­
bral de la tierra castellana», como m u y
gráficamente la denomina el ilustre doctor
G oyan es. Huelgan aquí descripciones que
otros más competentes han hecho y harán
para que de día en día vayan enriqueciendo
la literatura y documentación de la Sierra,
pues ya es hora que se conceda interés y
atención sin tasa a lo que es venero de ri­
queza, fuente de salud, deleite de la vista y
regocijo del espíritu.
Con la Sierra de Guadarrama es y será la
i txvtim
X N oticia Preliminar xi i C^Ce/is
\JLf£X „

de Gredos el pulmón de la Corte y la ex­ de los primeros, consideró, con patriótica


pansión de las multitudes que en caravana clarividencia, que no tan sólo con ocasión
creciente, a Gredos acudirán de día en día de deportes, sino también desde otros mu­
en busca de reposo, de salud y de gratísi­ chos puntos de vista, debía ser esta re­
ma expansión. gión privilegiada objeto de grande aten­
Hace años publicó esta Comisaría excelen­ ción, de estudio y de intensa divulgación,
te trabajo, que aquí también reproducimos que llegara a los encumbrados y a los hu­
y ampliamos, de un entusiasta y cultísimo mildes, marcando rumbos bienhechores
alpinista. En aquellos momentos en que para que todos conozcan y disfruten de los
preparábamos la faena fundamentalmente encantos y beneficios de la Sierra y para
cultural para iniciar y más adelante desarro­ que paralelamente también se dé a cono­
llar aficiones al campo, a los viajes y a todo cer esta tierra castellana que vivieron nues­
lo que sea ejercicio y vida al aire libre, en­ tros mayores, que fué testigo de sus épicas
tonces también se plantearon los primeros luchas y que en sus bosques y en sus rocas
jalones de Turismo en Gredos creándose y en sus castillos y en sus monasterios y en
sucesivamente varios Sindicatos sobre la sus viviendas, que aún se conservan, con­
base ejemplar del precursor de todos ellos templemos estos recuerdos del solar caste­
iniciado en Hoyos delEspino. llano y los guardemos como respetuoso
S. M . el R ey Don Alfonso XIII dedicó homenaje a pasadas generaciones y para
preferente atención a Gredos, cuando muy deleite y contemplación de las que nos su­
pocos aun se habían ocupado de la Sierra cedan.
y desde las alturas a donde ascendió uno La misión de conservar y exhibir el so­
XII N oticia Prelim inar XIII

lar y el monumento patrio (que aun cuan­ A Instituciones meritísimas alpinas y a


do sin elementos ni autoridad ni colabora­ hombres que han practicado acción precur­
ción seria, está asignada a la Comisaría R e­ sora en favor de la Sierra de Gredos, debe
gia del Turismo), quien sabe si por ley del hoy seguir el esfuerzo y la colaboración de
oportunismo de los tiempos quizá ahora todos. La Comisaría Regia tiene el grato
puedan desenvolverse más eficazmente ac­ deber de continuar ejerciendo su acción,
tuaciones que en otros tiempos nos esta­ siempre modesta, pero perseverante, alen­
ban vedadas o eran estériles, para que sea­ tando con todos sus elementos, como así
mos asistidos de los Poderes y de la públi­ lo hace, tanto a las Sociedades Alpinas de
ca opinión. Y toda vez que hace años, ya Madrid como a las de la Sierra. También
señalamos rumbos y derroteros en favor de seguirá estimulando propagandas y practi­
la Sierra de Gredos, si es que estamos en cándolas personalmente, pero sobre todo es
el momento propicio, sin perder más tiem­ deber de la Comisaría atender a la mayor
po, podamos dedicar todos nuestros es­ facilidad de comunicaciones. Para esto mu­
fuerzos a esta obra en la que confiamos cho confiamos en la colaboración que nun­
estar asistidos por el estímulo y conven­ ca nos han negado los Ministros de Fom en­
cimiento de todos, de los que pueden, de to, especialmente nuestro querido amigo
los que razonan y de los que instintiva­ don Abilio Calderón. Aprovecham os esta
mente ven y sienten en Gredos algo que ocasión para enviarle una vez más toda
habla al espíritu y a la razón y a la conve­ nuestra gratitud por las nuevas rutas que
niencia. con gran eficacia otorgó últimamente a
nuestras solicitudes, que facilitarán grande»
XIV N oticia Prelim inar xv

mente todas las comunicaciones parciales en estos alojamientos más o menos m odes­
de la Sierra, así como la general entre M a ­ tos que, desde la cocina, que conserva las
drid y la s provincias d e Salamanca y Cá- tradiciones regionales, hasta los servicios
ceres. que prestan campesinas y muchachas de
la comarca, encuentran hospedaje cómodo
La construcción de alojamientos es otro y agradable los que a ellos acuden. A h o ­
de los puntos en que esta Comisaría debe ra bien: estas posadas, hospederías, casas
fijar toda su atención. Ciertamente son y albergues ya creados, conocidos y fre­
apreciables y merecen elogios, dentro'de cuentados, a los que el Estado debe es­
cierto límite, los alojamientos y albergues timular, cree el que suscribe que pueden
debidos al esfuerzo de los laboriosos habi­ ser base y punto de partida para fijar jalo­
tantes de las diferentes localidades. N u es­ nes de Turismo y que a su alrededor se
tro criterio es muy favorable a estos aloja­ desarrollen, mediante una prudente inter­
mientos de carácter regional. Y para su ma­ vención y eficaz propaganda, excursiones
yor perfeccionamiento en alguna enmienda y residencias, tanto de invierno, como de
parlamentaria hemos solicitado estímulos y verano, toda vez que la mayor parte de
subvenciones más o menos indirectas para estas residencias urbanas y de altura están
su creación y amparo. enclavadas en la proximidad de puntos que
«L a sobriedad y buen gusto de la raza deben ser visitados, ya por las bellezas na­
— decíamos en otra publicación sobre T u ­ turales del paisaje o por su riqueza artísti­
rismo— ha huido con frecuencia de decora­ ca y monumenta
ciones lujosas e inadecuadas, notándose

v
XVI Noticia Prelim inar XVII

Pero sobre todas las actuaciones que la prender en el seno de la Naturaleza, sin
Comisaría pueda y deba ejercer en la Sierra adaptarla teatralmente a una época determi-
de Gredos, a ninguna quizá más intere­ inada porque estimo que el verdadero in­
sante debe dedicar toda su atención que a terés de estas construcciones no pertenece
la conservación de los monumentos escul­ n’una época ni a un estilo concreto, sino que
pidos por la Naturaleza, así como aquellos consiste fundamentalmente en la severidad
labrados por la mano del hombre, para evi­ de sus líneas y en la armonía de los materia­
tar toda profanación y despojo con pretex­ les, a ser posible de la región, empleados
tos utilitarios que deben tener el límite en concordancia con la nota y el tono del
prudencial en lo que constituye tan gran conjunto.
herencia. En una memoria recientemen­ Esto que sentimos y pensamos con res­
te presentada al Gobierno expuse la con­ pecto a estos monumentos naturales hace­
veniencia de establecer clara y resuelta­ mos extensivo a los que labraron los hom­
mente el precepto de que augustos espec­ bres. En España, país donde su historia se
táculos no deben sufrir de aquí en adelante pierde en la lejanía de las primeras colonias,
profanación alguna ni admitir ningún reto­ el elemento primordial de toda obra de tu­
que, bueno o malo, técnico o inexperto, rismo es la conservación del monumento y
porque es irrespetuosa temeridad querer su exhibición sin disfraces ni restauraciones
mejorar la obra majestuosa de los siglos. que lo borren, lo desnaturalicen o lo envi­
Decía también que debe actuarse con la lezcan. Precisamente esta sinceridad es la
mayor sinceridad, suprema fórmula de arte, que legítimamente atrae y embelesa a las
en toda construcción que sea necesario em­ multitudes de países jóvenes, que sin tasa
XVIII N oticia Prelim inar XIX

pueden derrochar millonadas, que, aun para la estimación y discusión d e estos


siendo fabulosas, no alcanzan, ni valen, ni métodos o para su propaganda y mejora­
pueden improvisar ni sustituir la sublimidad miento,
aquilatada a través de los siglos en las na­
ciones de gloriosos solares y rancios abo­ La Sierra de Gredos, cubierta en otro tiem­
lengos, ennoblecidos con el privilegio del po de valiosas construcciones religiosas,
Arte, de la Tradición y de la Historia. Por civiles y militares, aun conserva algqnas, a
eso la conservación inteligente de los m o­ pesar de la huella de los años y de la no
numentos seguirá siendo tema de nuestros menos destructora de los hombres. M uy
esfuerzos y de nuestras campañas. próximo a Madrid, Cadalso de los Vidrios,
Con perseverancia tan incomprendida mansión señorial de belleza extrema, de­
como mezquinamente secundada, se ha de­ bida a la esplendidez de los Condes de
dicado la Comisaría Regia del Turismo des­ Oropesa; a no mucha distancia, el M onas­
de hace años a preconizar la conservación terio de Jerónimos de Guisando, que hoy
seria del monumento patrio, no sólo con se trata de conservar piadosamente para
teorías, sino principalmente con obras más deleite de propios y extraños; los castillos
o menos modestas, pero siempre bien in­ y residencias reales y señoriales, más o
tencionadas. En varios monumentos sal­ menos mutiladas, de Barco de Avila, Pie-
vados de su desaparición o de la ruina ha drahita y Arenas; las iglesias y conventos
sometido y somete práctica y ostensible­ de villas y lugares, y las románticas torres
mente su doctrina a los técnicos y profesio­ que en Arenas de San Pedro concedió un
nales, si no para su ejenplo, a lo menos ingrato monarca como limosna a la viuda
XX N oticia Prelim inar XXI

de su condestable, que ha dejado esculpi­ en este libro al Monasterio de Yuste. A lo ­


do en una de sus calles el romántico y dra­ jamiento y última morada del gran Em pe­
mático nombre de La Triste Condesa; los rador que, después de haber recorrido toda
toros de Guisando, el signo más represen­ Europa y admirado cuantas bellezas atesora
tativo del viejo solar hispano; los castillos la Naturaleza y el arte exquisito y refinado
de Mombeltrán y de Vadecorneja; y, una de aquel Renacimiento de su siglo, eligió la
vez salvado el Puerto del Pico, esbeltas, Sierra de Gredos y en esta Sierra, Yuste,
altivas y casi incólumes las torres y murallas para entregarse al relativo descanso de su
de la sin par Avila de los Caballeros. A q u í cuerpo más que de su espíritu. Los postreros
y a toda la tierra española, las nuevas gene­ momentos de su existencia, agitada quizá
raciones y la moderna cultura deben acudir como la de ningún hombre de su tiempo,
con entusiasmo, con su acción civilizadora aquí los dedicó a la comtemplación; y esta
y, si preciso fuera, con exigente clamoreo a reposada contemplación no fué en Alem a­
impedir nuevas mutilaciones, destrozos, dis­ nia, ni en Flandes, ni en los rincones de Ita­
fraces, atrevimientos y demasías contrarios lia, ni en ningún otro punto de aquel Impe­
a todo principio de estética, de sentido ar­ rio en donde no se ponía el sol: fué precisa­
tístico y de refinamiento espiritual. mente en Yuste. Preferentemente, pues,
Pero sobre todo, y en tanto podemos rea­ debe ostentarse su nombre en las primeras
lizar, si no nos falta la vida, homenaje y páginas de este libro como el monumento
obra de altísima finalidad para evitar su des­ más representativo de la Sierra de G re­
aparición y salvarlo de inminente ruina, de­ dos, asociado al recuerdo del Em perador
bem os conceder ahora preferente atención que dominó al mundo y que simboliza el
XXII N oticia Prelim inar XXIII

período de la mayor grandeza de España. bre todos los que fundimos con nuestra
Por eso también hemos creído que el paso admiración y ofrecemos con nuestro cariño
de su grandeza, mas grande cuanto más y con los réditos de nuestra propia salud
humildemente quería esconderse entre las al autor del «E lo gio M édico» que regala a
paredes de su celda, debía aquí quedar es­ Gredos en una hermosa estrofa en favor de
culpida por uno de nuestros más grandes la Sierra con enseñanzas y bienhechoras
escritores, el cual describió, la estancia del doctrinas que aprovecharán cuantos las
Em perador en Yuste, y Yuste mismo en su lean para salud del cuerpo y deleite de su
aspecto histórico, monumental y pintoresco. espíritu.
A l reiterar nuestra gratitud a la familia
de este gran novelista del siglo xix por la
generosidad de permitirnos reproducir aquí
ampliamente, sin tasa alguna, pues no ca­
be cercenar un solo renglón del deleitosísi­
mo trabajo «U n a visita al Monasterio de
Yuste», rendimos una vez más homenaje
I
de admiración y respeto a una de las glo­
rias de la literatura española y del habla
castellana: al autor del «Som brero de Tres
Picos», a Pedro Antonio de Alarcón.
En este público testimonio de gratitud,
de afectos y respetos, debe ostentarse so­
UNA V IS IT A

MONASTERIO DE YUSTE
D. PEDRO A N T O N IO DE A L A R C Ó N
( d e l a r e a l a c a d e m ia e s p a ñ o la )
UNA VISITA
AL

MONASTERIO DE YUSTE"»
DE

D. PEDRO A N T O N IO DE A L A R C O N

i sois algo jinete (condición sine qua non);


S si contáis además con cuatro días y treinta
duros de sobra, y tenéis, por último, en Naval-
moral de la Mata algún conocido que os pro­
porcione caballo y guía podéis hacer facilísi-
mamente un viaje de primer orden — que os
ofrecerá reunidos los múltiples goces de una
exploración geográfico-pintoresca, el grave in­
terés de una excursión historial y artística, y la
religiosa complacencia de aquellas romerías
verdaderamente patrióticas que, como todo de-

(1) Del libro «Viajes por España», con generosa y amplia


autorización de los herederos del autor.

t »
I
4 Una visita al Monasterio de Y usté Una visita al Monasterio de Yuste 5

ber cumplido, ufanan y alegran el alma de los — por Magueda, todavía monumental hoy,
que todavía respetan algo sobre la tierra...— cuanto poderosa en la antigüedad romana y en
Podéis, en suma, visitar el Monasterio de tiempos de nuestra doña Berenguela, — y, en
Yuste. fin, por Santa Olalla, patria del historiador Al­
Para ello... (suponemos que estáis en Ma­ var Gómez de Castro y del predicador Cristóbal
drid) empezaréis por tomar un billete, de berli­ Fonseca, ambos insignes varones y literatos;
na o de interior, hasta Navalmoral de la Mata, — con lo cual, al amanecer (dado que viajéis,
en la «Diligencia de Cáceres» (1) —que sale como os lo aconsejamos, en primavera o en
diariamente de la calle del Correo de ésta que otoño), os encontraréis en Talavera de 1a Rei­
fué corte, a las siete y media de la tarde. na, confirmada (supongo) recientemente con el
La carretera es buena por lo general, y en nombre de Talavera de la República federal.
ningún paraje peligrosa. Pasaréis sucesiva­ Dicho se está que en todo este trayecto no
mente por la Dehesa de los Carabancheles, habéis visto casi nada, a causa de la obscuridad
donde los Artilleros tenían establecida su muy de la noche y de haber ido proveyéndoos de
notable Escuela práctica; —por las Ventas de sueño, o bien de dormición o dormimiento
Alcorcón y por Alcorcón mismo, que es como si (como se decía antaño, para evitar confusiones
dijéramos por el Sévres de los actuales madri­ entre la gana y el acto de dormir), y en ello ha­
leños; —por Móstoles, donde os acordaréis de bréis hecho perfectamente, pues no os esperan
su órgano y de su célebre Alcalde del año de grandes bóteles, que digamos, en toda vuestra
1808; — por Navalcarnero, uno de los princi­ romería; —pero al llegar a Talavera, donde se
pales lagares que surten de peleón a Madrid; detiene el coche una hora y se toma chocolate,
— por Valmojado, que nada tiene de mojado ni despertaréis sin duda alguna, y podréis ver al
de valle, pues ocupa un terreno muy alto y ar­ paso muchas y muy buenas cosas...
cilloso; — por Santa Cruz del Retamar, abun­ Por ahorraros gastos, no presuponemos que
dante en fiebres intermitentes y en carbones; caéis en la tentación de pasar todo un día en
aquella ilustre villa, cuna del ínclito Padre Ma­
(1) Este viaje se hizo y fué escrito en 1873.—Hoy se va en
errocarril a Navalmoral de la Mata.
riana; rica de monumentos arquitectónicos; em­
( N ota de a presente edición.) porio de los opimos frutos y frutas de todo el
6 Una visita al Monasterio de Yuste Una visita al Monasterio de Yuste 7

país que vais a recorrer; renombrada por sus cuyos recuerdos habéis de encontrar íntima­
barros cocidos, que os indemnizan del bochor­ mente ligados con los del Monasterio de Vus­
no cerámico que pasasteis en Alcorcón, y veci­ té; y, cumplida esta obligación, pasaréis por la
na del memorable campo de batalla en que es­ Calzada de Oropesa, último pueblo de la pro­
pañoles e ingleses dimos tan buena cuenta de vincia de Toledo; entraréis poco después en Ex­
José Napoleón, de Sebastiani, de Víctor y de tremadura, y, en fin, a eso de las doce del día
otros generales del Imperio, con más de 50 .0 00 os hallaréis en Navalmoral de la Mata...
soldados vencedores de Europa...—En otro En aquella importante villa, perteneciente ya
caso viérais allí, además de las murallas, y la a la provincia de Cáceres, cabeza de partido ju ­
catedral, y los conventos, y los palacios, los dicial y distante de Madrid 172 kilómetros, es
celebérrimos jardines y alamedas que forman donde os esperan el caballo y el guía. Dejaréis,
un paseo público a la orilla del noble Tajo... por tanto, seguir a la Diligencia su rumbo al
—Pero ¡nada! vosotros váis a Yuste exclusiva­ Sudoeste, y vosotros tomaréis el sendero que
mente, y no podéis deteneros en parte al­ preferían siempre los Condes de Oropesa para
guna... dirigirse a Yuste desde su mencionada villa se­
Montaréis, pues, de nuevo en la Diligencia, ñorial, ora cuando el famoso Garci-Alvarez iba,
y, dejando a la izquierda el gran río y viendo a principios del siglo xv, a proteger la funda­
siempre a la derecha la cadena del Guadarra­ ción del Monasterio, ora cuando un descendien­
ma (que, con el nombre de Sierra de Gredos y te suyo acudía, ciento cincuenta años después,
otros, se extiende hasta Portugal), continuaréis a visitar a Carlos V o a asistir a sus exequias. —
vuestro camino y cruzaréis por delante de la Es decir, que os encaminaréis al lugarcillo de
imponente villa de Oropesa, de aspecto feu­ Talayuela (12 kilómetros); pasaréis por la bar­
dal, coronada por su viejo castillo y presidida ca del mismo nombre el caudaloso Tiétar, tan
por el magnífico palacio de los antiguos Con­ desprovisto de puentes; entraréis en la célebre
des de Oropesa, hoy Duques de Frías...— Como Vera de Plasencia, y, por Robledillo de la
sabéis a dónde vais, no dejaréis seguramente Vera, iréis a hacer noche a Jarandilla.
de saludar agradecidos aquella villa, ni de pen­ De este modo, habiendo andado unas diez y
sar con reverencia en los mencionados Condes, siete horas en coche y cosa de seis leguas a ca

I
8 Una visita ai Monasterio de Yuste na visita ai onasterio de Yuste 9

bailo, os hallaréis, a las veinticuatro horas de Cinco kilómetros más abajo de Talayuela, o
haber salido de Madrid, a legua y media de sea de su barca, hay una hermosa finca, deno­
Yuste, en una villa importante (Jarandilla es minada el Baldío , situada en majestuosa, pero
cabeza de otro partido judicial), perteneciente muy alegre soledad.
también a los Estados de Oropesa o Frías, El Baldío forma una especie de anfiteatro
cuyo palacio o casa solariega albergó algunos sobre el Tiétar, que es su límite al Norte. En
meses al nieto de los Reyes Católicos mientras medio de este anfiteatro se eleva el caserío, te­
acababan de disponerle sus habitaciones en el niendo al Sur un soberbio pinar y a los lados
convento. extensos bosques de robles o de encinas. Por
Nosotros os dejamos ahora allí — donde cree­ las ventanas de todas sus habitaciones, que
mos no os falte la necesaria industria para bus­ dan al septentrión, se descubre: primero, una
car la posada, cenar, acostaros y trasladaros a la faja de vega, de un kilómetro de ancho, que
mañana siguiente, muy tempranito, al lugar de va a morir en el río; luego el mismo río, orlado
Quecos, distante de Yuste un cuarto de legua, de pomposas arboledas, y, a su otra margen, un
y donde vive el administrador del Sr. Marqués segundo anfiteatro, que es ¡a Vera de Plasencia,
de Miravel, actual dueño del Monasterio (admi­ y que termina en las perpetuas nieves de las
nistrador que es muy amable y que os acompa­ Sierras de Jaranda y de Gredos.
ñará en vuestra visita, u os proporcionará los Las ventanas del Baldío dan, pues, frente al
medios de que lo veáis todo a vuestro sabor; Monasterio de Yuste, escondido en una leve
nosotros os dejamos en Jarandilla, repetimos, ondulación de la falda meridional de la Sierra
y, retrocediendo a las orillas del Tiétar, vamos de Jaranda, pero cuya situación y cercanías se
a exponeros cómo y por donde llevamos a cabo, divisan perfectamente.— Es decir, que el Baldío
por nuestra parte, hace poco tiempo, y arran­ y Yuste tienen un mismo horizonte y están in­
cando de otro lugar, esta misma excursión al cluidos en la misma cuenca general del terreno,
célebre retiro del que fué dueño del mundo. por cuyo fondo corre mansamente el Tiétar, na­
vegable en aquella región, y tan grandioso y
opulento como el propio Tajo, a quien poco
después rinde vasallaje.
Una visita al Monasterio de Yuste Una visita al Monasterio de Yuste 11
10

Tres leguas escasas (dos a vuelo de pájaro) La primavera estaba en todo su esplendor.—
dista Yuste del Baldío, y nosotros, que residía­ Primero caminamos por magníficas dehesas, so­
mos accidentalmente en este ultimo paraje, lle­ bre una llanísima alfombra de verdura y bajo
vábamos muchos días de contemplar a todas un dosel de magníficos robles, encinas, fresnos,
horas aquel otro solitario lugar, encerrado en­ sauces y almeces, a través de cuyos severos
tre una gran sierra y un gran río, sin más co­ troncos penetraba horizontalmente el alegre sol
municación con el mundo que unas poco fre­ de la mañana. Después salimos a un monte cu­
cuentadas veredas, y donde había pasado los bierto de jarales floridos, cuyas blancas flores
últimos dos años de su vida aquel que llenó el eran tantas, que parecía que el monte estaba
universo con su nombre y sus hazañas, y cu­ nevado. Luego pasamos el hondo río Jaranda,
yos dominios no dejaba nunca de alumbrar el por el tosco, sabio y gracioso Puente de la Cal­
va, y principiamos la ascensión a Jaraíz, risue­
sol.
Un porfiado temporal había ido retrasando la ña y populosa villa, por cuyos arrabales desfi­
visita que desde que llegamos al Baldío nos pro­ lamos a eso de las ocho.
pusimos hacer a Yuste, hasta que al fin serenó­ Estábamos a una legua de Yuste. Esta legua
se el tiempo, y el día 3 de Mayo (del presente recorre un país abrupto, selvático, atroz; pero
año de 1873) montamos a caballo; pasamos el pintoresco a sumo grado. Hay sobre todo un
Tiétar por otra barca, propiedad de nuestro paraje, llamado la Garganta de Pelochate, que
amable y querido huesped, penetramos en la es digno de los honores del pincel y de la foto­
Vera de Piasencia, y nos dirigimos al insigne grafía. A llí se despeña rapidísimo un espumo­
Monasterio por el camino de Jaraíz. so río por planos inclinados de formidables ro­
Ninguna estación más a propósito para apre­ cas, sobre las cuales se eleva a extraordinaria
ciar y admirar todos los encantos de la famosí­ altura cierto viejo y gastado puente de tablas,
sima Vera, país de la fertilidad y de la incomu­ atravesando el cual no puede uno menos de en­
nicación; especie de Alpujarra chica, en que el comendar el alma a Dios. Las orillas de esta
río hace las veces del mar, y Sierra de Jaranda semicatarata son de una rudeza y amenidad
y Sierra de Gredos suplen por la colosal Sierra imponderables, así como es muy celebrada, y
Nevada. ciertamente fresquísima y muy delgada y gus­
12 Una visita al Monasterio de Yuste Una visita al Monasterio de Yuste 13

tosa, el agua de la gran fuente que de una peña de Quacos, según nuestras noticias, se enorgu­
brota al otro lado de aquel abismo. llecen y ufanan de que sus mayores amargasen
Pasada la Garganta de Pelochate, podíamos los últimos días del César, por lo que siguen
escoger dos senderos para llegar a Yuste: el tradicionalmente la costumbre de escarnecer
uno va por Quacos, lugarcillo de 500 vecinos, el entusiasmo y devoción histórica que inspiran
que, como hemos apuntado, dista un cuarto de las ruinas de Yustef...
legua del Monasterio; el otro... no existe ver­ Alguien extrañará que Carlos V no declarase
daderamente, sino que lo abre cada viajero por la guerra a los habitantes de Quacos, pidiendo
donde mejor se le antoja, caminando a campo su hijo Felipe II veinte arcabuceros que les
travieso... ajustasen las cuentas... Pero ¡ah! el vencedor
Nosotros escogimos este último, a pesar de de Europa no había ido al convento en busca
todos sus inconvenientes.—Una aversión inven­ de guerra, sino de paz, y, por otra parte, si hu­
cible, una profunda repugnancia, una antipatía biese castigado a aquellos insolentes, el des­
que rayaba más en fastidio que en odio, nos acato y desamor de éstos se habrían hecho pú­
hacía evitar el paso por Quacos. blicos y dado margen a mil comentarios en
Y era que recordábamos haber leído que los toda Europa.— Los pequeños lo calculan muy
habitantes de este lugar se complacieron en bien todo cuando se atreven a insultar la mis­
desobedecer, humillar y contradecir a Carlos V ma grandeza a cuyos pies solían arrastrarse mi­
durante su permanencia en Yuste, llegando al serablemente...— El Emperador se hizo, pues,
extremo de apoderarse de sus amadas, vacas el desentendido, y devoró en silencio, como
suizas, porque casualmente se habían metido a una penitencia, aquellas mortificaciones de su
pastar en término del pueblo, y de interceptar orgullo.
y repartirse las truchas que iban destinadas a Conque decía q u e nosotros anduvimos a
la mesa del Emperador. Hay quien añade que campo travieso la última media legua que nos
un día apedrearon a D. Juan de Austria (en­ separaba de Yuste. Pronto nos sirvió de guía
tonces niño), porque lo hallaron cogiendo ce­ el propio Convento, que vimos aparecer allá a
rezas en un árbol perteneciente al lugarejo... lo lejos, al pie de una árida ladera de Sierra de
Pero ¿qué más? ¡Aún hoy mismo, los hijos Faranda, que los defiende de los vientos del
Una visita al Monasterio de Yuste 15
14 Una visita al Monasterio de Yuste

Finalmente, salimos al camino que vosotros


Norte. — Por la parte del Sur lo resguarda tam­
tendríais que seguir Dara llegar a Yuste, esto
bién de las miradas del mundo cierta suave
es, al que desde el pobre Quacos sube al M o­
colina, que forma con la dicha sierra una es­
nasterio...
pecie de vallecejo o cañada, cuya máxima
O , por mejor decir, nosotros ya estábamos
longitud descubríamos nosotros sin dificultad,
casi en el Monasterio mismo...
por ir entonces marchando de Poniente a L e ­
vante. * * *
El aspecto del Monasterio, a aquella distan­
Una enorme cruz de piedra y una alta cerca
cia, realizaba completamente el poético ideal
o tapia de cenicientos peñones nos decía que
que nos habíamos formado de él desde niños,
allí principiaba la s a g ra d a jurisdicción de
y que hace veinte años nos sugirió algunas pá­
Yuste.
ginas tituladas: Dos retratos (1). —Cercado de
Por aquel escabroso camino, en que sólo nos
robles y sombreado más intensamente a la par­
restaba que andar algunos pasos, llegó Car­
te del Sur por una verde cortina de corpulen­
los V a su final retiro el día 3 de Febrero
tos, piramideles olmos, aquel antiguo refugio de
de 1557, y por el propio sendero pasó su ca­
los desengañados de la tierra parecía como un
dáver, después de haber yacido allí algunos
oasis en medio del desierto, como una isla en
años, para ir a continuar su sueño eterno en el
un océano tormentoso. Tan rica vegetación,
panteón de El Escorial.— 7a veremos más ade­
tanta lujosa verdura, tan abrigada soledad y las
lante cómo este sueño ha sido también turbado
austeras líneas de la Santa Casa que destaca su
recientemente en el imperial sarcófago de San
mole, de un color gris de hoja seca, sobre la
Lorenzo, y cómo nosotros llegamos, por nues­
oscuridad del ramaje, contrastaban dulcemente
tra parte, a profanar asimismo con la inirada,
con el áspero y desordenado panorama que se
en pública y sacrilega exhibición, la momia del
veía en toíno, con los esquivos montes, con las
invicto César.
bruscas quebradas, con los rudos matorrales,
Detengámonos ahora a contemplar un in­
con la misma pedregosa tierra que cruzábamos.
menso Escudo de piedra que adorna la alta
(1) Este trabaj® figura en el tome 11 de N ovelas cortas del cerca de que hablamos antes.— Él resume y
autor.
16 Una visita al Monasterio de Yuste
Una visita al Monásterio de Yuste 17

compendia todo lo que hemos de ver y de pen­


Amuque, de Rosellón, de Aufania, Lantzgrave
sar dentro de Yuste.
de Alsacia; Marqués de Borgoña y del Sacro
Aquel Escudo , abrigado por las poderosas
Romano Imperio, de Oristán y de Gociano;
alas del águila de dos cabezas y encerrado entre
Príncipe de Cataluña y de Suevia; Señor de
las dos columnas de Hércules, con la leyenda
Frisa, y de la Marca, y de Labomo, de Puerta;
de Plus ultra, comprende en sus cuarteles las
Señor de Vizcaya, de Molina, de Salinas, de
armas de todos los Estados del augusto Monje. Tripol, etc.»
— De estas armas resulta que el hombre que
Encima del Escudo hay un Medallón con un
fué allí a abreviar voluntariamente su vida y a
busto de San Jerónimo en alto relieve.
anticipar su muerte, acabada de ser en el mun­
Debajo del Escudo se lee esta Inscripción,
do (1): «Emperador de los romanos, Rey de
casi borrada por la acción del tiempo sobre la
Alemania, de Castilla, de León, de Aragón, de mala calidad de la piedra:
las dos Sicilias, de Jerusalén, de Hungría, de
« En esta santa casa de San Jerónimo se re­
Dalmacia, de Navarra, de Granada, de Toledo, tiró a acabar su vida e l que toda la gastó en
de Valencia, de Galicia, de Sevilla, de Mallor­ defensa ere la P e y conservación de la Justi­
ca, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de cia, Carlos V, Emperador, Rey de las Espa-
Murcia, de Jaén, de los Algarbes, de Algeci- ñas, cristianísimo, invictísimo. Murió a 21 de
ras, de Gibraltar, de las islas de Canaria, de Septiembre cíe 7556.»
las Indias, Islas y Tierra firme del mar Océano; Acerca de esta misma vida, gastada toda
Archiduque de Austria, Duque de Borgoña, de efectivamente en una perpetua campaña, ocú-
Brabante, de Loteringia, de Corincia, de Car- rrenos copiar aquí algunas palabas del discur­
mola, de Luzaburque, de Luzemburque, de so en que Carlos V abdicó en su hijo los Esta­
Gueldres, de Athenas y Neopatria; Conde de dos de Flandes, pocos meses antes de retirarse
Brisna, de Flandes, del Tirol, de Abspurque, de a Yuste.
Artoes y de Borgoña; Palatino de Nao, de Ho­ «N u eve veces (dijo, a fin de justificar ante su
landa, de Zelanda, de Ferut, de Fribuque, de corte el cansancio y los achaques en que fun­
(1) Esta enumeración de los títulos del Emperador es lite­ daba su determinación), nueve veces fui a A le ­
ralmente la misma con que principia su testamento. mania la Alta, seis he pasado en España, siete
18 Una visita al Monasterio de Yuste
Una visita al Monasterio de Yuste 19

en Italia, diez he venido aquí, a Flandes, cua­


tractar rápidamente un preciosísimo infolio ma­
tro en tiempo de paz y guerra, he entrado en
nuscrito que guarda allí como oro en paño el
Francia, dos en Inglaterra, otras dos fui contra
Sr. Marquse de Miravel, actual propietario de
Africa las cuales todas son cuarenta, sin otros
aquellos que llegaron a ser bienes nacionales.
caminos de menos cuenta que por visitar mis
Dicho manuscrito, que constituye un abulta­
tierras tengo hechos. Y para esto he navegado
do tomo, pudiera llamarse la Crónica del Con­
ocho veces e l mar Mediterráneo, y tres el
vento, y fué redactado por uno de los últimos
Océano de España, y agora será la cuarta que
religiosos que habitaron aquella soledad — por
volveré a pasarle para sepultarme...»
el P. Fr. Luis de Santa María,— quien se valió
Pero nosotros no escribimos la historia de
para ellofdel Libro de Fur dación del Monas­
Carlos V , sino en todo caso la de Yuste. Bueno
terio, de jas Actas de profesión de sus indivi­
será, pues, que antes de penetrar en el Monas­
duos y de las Escrituras y Cuentas referentes a
terio digamos todo lo que se sabe acerca de su
los pingües bienes que llegó a poseer la Comu­
fundación y rápido desarrollo hasta el momen­ nidad.
to en que representó tan importante papel en el
Con este libro, y con las muchas noticias y
mundo, así como respecto de su lamentable
apuntes que nos ha suministrado una persona
ruina.
muy estudiosa y versada en todo la concer­
niente a la Vera de Plasencia — el Sr. D. F é­
II lix Montero Moralejo— hemos tenido lo bas­
tante para aprender en pocas horas cuanto
El breve bosquejo que vamos a hacer de la
puede saberse acerca de Yuste; como vosotros,
historia del Monasterio de Yuste desde su fun­
lectores, podréis aprenderlo también en un mo­
dación hasta los tiempos presentes, no supone
mento, si nos prestáis vuestra benévola aten­
de nuestra parte prolijas investigaciones ni de­ ción.
tenidos estudios. Significa tan sólo que, cuan­
do visitamos aquellas venerables ruinas, tuvi­
mos la fortuna de que el celoso empleado que
las custodia nos enseñase y nos permitiese ex­
20 Una visita al Monasterio de Yuste Una visita al Monasterio de Yuste 21

En el año de 1402, sobre una de las colinas de un jumento, portador de escasos y pobres
que se elevan al norte del actual convento, al­ enseres, después de una jornada de siete le­
zábase una pequeña ermita, llamada del Sal­ guas que dista la ciudad de Plasencia, llegaban
vador, a la cual iban anualmente, en alegre y al oscurecer al escabroso y elevado sitio que
devota romería, los pueblos comarcanos. Cer­ ocupaba la Ermita del Salvador, y, en ella ins­
ca de aquel modesto santuario había un rico talados, continuaron, como en la de San Cris­
manantial, c o n o c id o p o r la Fuente-Santa, tóbal, su vida cenobítica y penitente, a que se
nombre que'debió a la catástrofe ocurrida a ca­ prestaba más y más aquel solitario sitio.
torce Obispos que, refugiados en la dicha er­ »Sin embargo, la considerable altura a que
mita cuando la invasión de los árabes, fueron éste se encontraba, en la ladera misma de la
descubiertos por éstos y degollados bárbara­ sierra, y los augurios de algunas personas del
mente sobre el cristalino manantial, rojo luego inmediato pueblo de Quacos, hicieron pronto
con la sangre de aquellos ilustres mártires (1). temer a los ermitaños que les fuera imposible
»Sin duda alguna, a la celebridad de este habitar la Ermita del Salvador en la estación
acontecimiento y a la veneración en que los de las nieves y las aguas. Pero era tan majes­
naturales de la Vera tenían la Ermita del Sal­ tuosa, por lo deleitable y absoluta la soledad en
vador, debióse que por entonces resolvieran que allí vivían, que de manera alguna quisieron
trasladarse a ella y establecerse allí dos santos abandonarla por completo, y a fin de evitar el
anacoretas que moraban hacía tiempo en la peligro de helarse que podrían correr en las es­
ermita de San Cristóbal dePalencia. carpadas rocas donde moraban, bajaron a ins­
»E llo es que en una hermosa tarde del mes peccionar las faldas de aquella misma sierra en
de Junio de 1402 {la tradición así lo refiere), busca de un paraje lo más próximo posible al
Pedro Brales o Brañes y Domingo Castella­ Salvador, donde al abrigo de los elementos pu­
nos, con tosco sayal y larga barba, precedidos diesen continuar su vida de penitencia.
» A s í llegaron a un escondido barranco, por
(1) En este punto me atengo casi literalmente a la relación en medio del cual corría el cristalino arroyo
del Sr. Montero, más circunstanciada que la misma Crónica
de Fr. Luis de Santa Map¿a, por apoyarte, no sóle en ésta llamado Yuste, a cuyas orillas crecían algunos
sino en otros documentos y tradiciones. árboles, y donde toda la naturaleza se mostra-
22 Una visita al Monasterio de Yuste Una visita al Monasterio de Yuste 23

ba más benigna que en los alrederores. Pare­ sos que deseaban también consagrarse a una
cióles aquel punto muy a propósito para esta­ vida retirada y ascética, entre los cuales desco­
blecerse, y, sentándose bajo un árbol a descan­ llaron pronto Juan (de Robledillo) y Andrés
sar de su largo reconocimiento, proyectaban ya (de Plasencia), cuyos apellidos no dicen las cró­
bajar a Quacos al siguiente día a tratar de la nicas, designándolos únicamente con el de los
adquisición de aquel terreno, cuando apareció pueblos en que nacieron, y todos juntos dedi­
por allí un hombre, que se les acercó afable­ cáronse a construir sus celdas en el terreno
mente y trabó conversación con ellos como si donado por Sancho Martín, que es el que hoy
los conociera toda la vida. ocupan la Panadería, la Casa.del Obispo y las
«Pronto supieron por sus explicaciones que Caballerizas. Aquellas celdas fueron al princL
era un vecino de Quacos, llamado Sancho pió sumamente toscas y reducidas, cual conve­
Martín, propietario de todo aquel barranco, y nía al objeto de los fundadores, quienes no de­
que casualmente había subido aquella tarde a jaron de seguir cuidando también la Ermita
recorrerlo, cosa que no solía hacer. Enteróse del Salvador y de orar en ella diariamente.
por su parte el recién llegado campesino del »Cinco años de reposo, oración y penitencia
deseo de ambos cenobitas, y en aquel mismo pasaron allí aquellos solitarios; pero a fines
punto y hora hízoles donación del pedazo de de 1406 los oficiales de diezmos principiaron
terreno que necesitaban, asaz inculto por cier­ a fijar su atención en los Hermanos de la p o ­
to; donación que se confirmó en 24 de Agosto bre vida, nombre que habían adoptado los ana­
de aquel mismo año de 1402, ante el escriba­ coretas establecios a la orilla del arroyo Yuste.
no Martín Fernández de Plasencia.—Por eso el Negábanse éstos a pagar la contribución que
modesto labrador Sancho Martín ocupa el pri­ se les exigía, fundándose en la escasez de los
mer lugar en la Crónica de Fr. Luis de Santa productos de su huerta y artefactos, y, apre­
María, entre los protectores del Monasterio de miados por los oficiales, acudieron a D. Vicen­
Yuste; lista en que más adelante figuran po­ te Arias, Obispo de Plasencia, para que los exi­
tentados y monarcas. miese del diezmo. El Prelado denegó la solici­
»Poco tiempo después se unieron a los dos tud, y ordenó que pagasen incontinenti todo lo
citados cenobitas otros varios hombres piado­ que se les exigía.
24 Una visita al Monasterio de Yuste Una visita al Monasterio de Yuste 25

«Atribulados cuanto sorprendidos los Her­ los bienes de los ermitaños, despidiéndolos
manos de la pobre vida con tan acre e inespe­ además de sus celdas.— A sí lo verificó el fraile,
rada resolución, acordaron elevar al Papa Be­ y los Hermanos de la pobre vida bajaron a
nedicto XIII una súplica pidiéndole autoriza­ Quacos, en donde la caridad pública Ies dio al­
ción para eregir una capilla a San Pablo, bergue y limosna.
primer ermitaño; y Juan de Robledillo y A n ­ »N o se desalentaron los cenobitas, ni eran
drés de Plasencia encargáronse de llevar a hombres fáciles de vencer los dos recién llega­
Roma la solicitud. Llegaron al fin éstos a la dos de Roma.—Muy por el contrario: estos in­
Ciudad Eterna, después de una larga y penosa fatigables varones, sin descansar de su larga y
marcha a pie y mendigando, y arrojáronse a penosa peregrinación, encamináronse a Torde-
los pies de Su Santidad, quien, no sólo les con­ sillas, residencia entonces del infante D . Fer­
cedió cuanto pedían, sino que por una Bula les nando, hermano del rey de Castilla D. Enri­
otorgó campanillas, campanas, cementerio y que III el Doliente, y le expusieron sus agra­
licencia para que celebrasen Misa en aquella vios, pidiéndole protección contra el Obispo de
soledad todos los ermitaños que fuesen sacer­ Plasencia. Favorable acogida alcanzaron los
dotes.— Esta concesión tuvo efecto en 1407. dos comisionados en el ánimo de aquel ilustre
«Extraordinario fué el júbilo que experimen­ Príncipe, quien comenzó, a fuer de prudente y
taron y con que fueron recibidos en Yuste los morigerado, por entregarles una carta para el
dos animosos comisionados, los cuales, dos mismo prelado Arias, en que le suplicaba de­
días después de su llegada, se presentaron con volviese los bienes a los Hermanos de la pobre
la Bula ante el Obispo de Plasencia, a fin de vida y les permitiera hacer uso de la concesión
que ordenase su ejecución. Pero el Prelado, del Sumo Pontífice. Pero el que había desobe­
creyéndose herido en su dignidad, cuando sólo decido al sucesor de San Pedro, no reparó tam­
podía estarlo en su amor propio, por aquel poco en desatender la respetuosa carta del
triunfo de los humildes cenobitas, negó teme­ hermano del Rey, y los dos religiosos tornaron
rariamente su obediencia al mandato pontificio, presto al lado del Infante con la noticia de que
y ordenó a cierto religioso llamado fray Her­ el Obispo no había hecho caso alguno de su
nando que pasase a Yuste y se incautase de respetuosa cuanto respetable recomendación.
Una visita al Monasterio de Yuste Una visita al Monasterio de Yuste 27
26

«Enojóse grandemente D. Fernando, y ma­ religiosos a Tordesillas, y se las mostraron al


ravillado de aquella tenaz rebeldía, al par que infante D. Fernando, el cual se complació mu­
decidido a vencerla, entregó a los monjes una cho en leerlas y les dió otra para el mismo Gar­
carta para D. Lope de Mendoza, Arzobispo de ci-Alvarez, recomendándole vivamente el nego­
Compostela, de quien era sufragáneo el obispo cio que le había cometido el ilustre Arzobispo
Arias, encargándoles volviesen a darle cuenta de Compostela.
de cómo los había recibido y de las disposicio­ «Veraneaba a la sazón en su palacio señorial
nes que había tomado. Partieron, pues, Juan de Jarandilla el poderoso señor de Oropesa
de Robledillo y Andrés de Plasencia a Medina Garcí-Alvarez, quien recibió a los dos cenobi­
del Campo, punto en que residía el Arzobispo, tas con extraordinaria benevolencia, y enterado
el cual, leído que hubo, con tanta indignación de los escritos de que eran portadores, les ma­
como asombro, la carta de D. Fernando, am­ nifestó que, siendo aquel día la festividad del
pliada con el relato de los dos humildes ermi­ Nacimiento de San Juan Bautista, dejaba para
taños, albergó cariñosamente a éstos en su el siguiente el pasar a Yuste, a donde podían
propia posada, y cuando los vió repuestos de ellos marchar desde luego (Yuste dista de Ja­
tan continuos viajes y sinsabores, dióles dos randilla poco más de una legua, como ya he­
cartas, una de ellas para el rebelado Obispo, mos indicado), a decir a sus hermanos que se
en que, bajo santa obediencia y pena de exco­ les haría cumplida justicia. Con esto; dirigié­
munión, le ordenaba cumplir lo mandado por ronse ambos comisionados a Quacos, donde
Su Santidad, y otra para Garci-Alvarez de To­ residía el resto de la Comunidad, caritativa­
ledo, señor de Oropesa, rogándole se encarga­ mente albergada por aquellos vecinos, enton­
se de la ejecución de lo preceptuado por el ces muy partidarios de todo lo que hacía rela­
Papa, a cuyo fin le autorizaba para que obli­ ción con el naciente Monasterio de Yuste; y,
gase al obispo Arias a devolver sus bienes a los llegado que hubieron Plasencia y Robledillo al
Hermanos de la pobre vida. puente situado a la entrada del lugar, fueron
»L a fecha de estas dos cartas es de 10 de Ju­ recibidos por unos y otros con abrazos y frater­
nal regocijo; con lo que, siendo la hora de vís­
nio de 1409.
«Provistos de ellas, pasaron otra vez los dos peras, trasladáronse todos a la iglesia a dar
28 Una visita al Monasterio de Yuste Una visita al Monasterio de Yuste 29

gracias al Señor por la victoria que les había solitarios. Desde luego pusierónse bajo la vo­
concedido. cación de San Jerónimo y protección de fray
»E n la mañana del siguiente día, 25 de Ju­ Velasco, prior de los Jerónimos de Guisando,
nio, cuando apenas alboreaba, el señor de Oro- hasta que en 1414 los vemos acudir a Guada­
pesa y un su amigo de Trujillo, que veraneaba lupe, asiento del Capítulo general de la Orden,
con él en Jarandilla, y cuyo nombre omiten las solicitando ingresar en ella y ser reconocidos
crónicas, caballeros en briosos corceles y se­ como verdadera comunidad. Algunas objecio­
guidos de brillante comitiva, pasaron por Qua- nes les opusieron los padres graves de Guada­
cos con dirección a Yuste. El concejo y veci­ lupe, alegando que los Hermanos de la pobre
nos de aquel lugar, y, por supuesto, todos los vida carecían de las fincas o elementos necesa­
despojados anacoretas, siguieron a pie al es­ rios para sostener con decoro la elevada Orden
clarecido magnate, entre grandes aclamacio­ Jerónima; pero Juan de Robledillo y Andrés de
nes, y de este modo llegaron al Monasterio, Plasencia acudieron a su protector Garci-Alva-
donde permanecía Fr. Hernando como admi­ rez, que por entonces residía en Oropesa, el
nistrador o encargado del Obispo de Plasencia. cual montó en seguida a caballo y se presentó
«A qu el religioso intentó al principio eludir el ante el Capítulo de Guadalupe, haciendo suya
cumplimiento de las órdenes que llevaba Garci- la solicitud de los anacoretas de Yuste. Repro­
Alvarez; pero éste mostró tal energía y asustó dujeron los Jerónimos las razones de su ante­
de tal manera al fraile intruso (así le llama el rior negativa, y oídas por el señor de Oropesa,
libro del convento), que Fr. Hernando acabó exclamó sin vacilar: «Pues bien: boy p e r mí,
por hacer entrega de todos los bienes de 7uste a »mañana p o r mis descendientes, me obligo a
los Hermanos de la pobre vida, a quienes do­ » cubrir todas las necesidades del Monasterio
naron por su parte gruesas sumas el de Oropesa »d e Yuste».
y el caballero trujillano, ofreciéndoles al despe­ »A n te esta arrogante y caballeresca dona­
dirse constante protección para cuanto se les ción, tan propia del sujeto que la hacía, el Ca­
ocurriese en lo sucesivo. pítulo declaró Jerónimos a los Hermanos de la
»Pero de aquí en adelante todo fué ya favo­ pobre vida, quedando así fundado definitiva­
rable a la santa empresa de aquellos animosos mente el convento que había de ser orgullo de
30 Una visita al Monasterio de Yuste Una visita al Monasterio de Yuste 31

la Orden.— Su primer prior fué Fr. Francisco Monasterio (todo de piedra y en el soberbio or­
de Madrid, ignorándose las razones por qué no den arquitectónico del Renacimiento), dejando
recayó este cargo ni en Robledillo ni en Plasen­ para Noviciado el adyacente primitivo edificio.
cia. —Finó con ello el año de 1414». La nueva obra, que había de vivir menos que
la antigua, fué terminada en 1554.
* * * Cuando Carlos V concibió la primera idea de
retirarse del mundo, fijó desde luego su aten­
Tal es la historia de la fundación de Yuste.— ción, como en lugar muy a propósito para aca­
La de su rápido crecimiento, esplendorosa mag­ bar tranquilamente su vida, en el Monasterio
nificencia y lamentable ruina nos detendrá tam­ de Yuste, cuya fama llenabaya el orbe cristiano,
bién muy poco, pues ni ofrece tanto interés no sólo por la grandiosidad de su fábrica y por
dramático como la porfiada lucha que acabamos la riqueza de la Comunidad, sino también por
de reseñar, ni creemos oportuno diferir dema­ lo ameno, sosegado y saludable de aquel soli­
siado la narración de nuestra visita a los vene­ tario sitio. Así es que algunos años antes de
rables restos de aquella santa casa. su abdicación, hallándose el César en los Paí­
Diremos, pues, sucintamente, que D. Juan II, ses Bajos, encargó a su hijo D. Felipe que,
D. Enrique IV y los Reyes Católicos heredaron antes de partir a casarse con la Reina de Ingla­
del piadoso hermano de D. Enrique III el deci­ terra, fuese al célebre convento y plantease en
dido empeño de proteger el Monasterio de él las habitaciones que debían construirse para
Yuste; y que, del propio modo, los Condes de recibirlo y albergarlo en su día.
Oropesa siguieron en estos reinados la tradi­ El que pronto había de llamarse Felipe II
ción de Garci-Alvarez de Toledo y consagraron cumplió la orden paterna, y muy luego empe­
al propio fin gran parte de sus rentas. zaron las obras del apellidado Palacio del Em­
A l principio se edificó, además de la magní­ perador, palacio modestísimo, reducido a cua­
fica iglesia que ya describiremos, un extenso y tro grandes celdas, cuyo destino fué al princi­
cómodo convento, a la verdad nada suntuoso; pio un secreto para los mismos religiosos que
pero, a mediados del siglo xvi, los mismos Con­ allí vivían, excepción hecha del Prior y de al­
des de Oropesa costearon casi solos otro grau gún otro.
Una visita al Monasterio de Yuste Una visita al Monasterio de Yuste 33
32

Más adelante veremos cómo Felipe II volvió mia, que habían ido a despedirle, y de una bri­
algún tiempo después a Yuste. Ahora nos toca llante comitiva de flamencos y españoles.— A l
decir, con la misma fórmula que emplea el pasar por Gante no pudo menos de enterne­
mencionado cronista de la casa, que Carlos V cerse, contemplando la casa en que nació, los
se estableció definitivamente en ella e l día de lugares y objetos que le recordaban los bellos
San Blas de 1557, y murió e l día de San Ma­ días de la infancia, y que visitaba por última
teo de 1558, de modo que permaneció allí, ha­ vez para no volver a verlos jamás.
ciendo hasta cierto punto vida de anacoreta, un «Despidióse tiernamente de sus hijos, abrazó
año, siete meses y diez y ocho días. a Felipe, le dió algunos consejos para su go­
Pero no adelantemos los sucesos, pues su bierno y conducta, y se hizo a la vela (17 de
viaje desde Flandes al Monasterio ofreció algu­ Septiembre), trayendo consigo a sus dos her­
nas particularidades dignas de mención, que manas D:a Leonor y D.° María, reinas viudas
ambas, que después de tantos años volvían a
merecen párrafo aparte.
su patria y suelo natal. El 28 de Septiembre
* * * arribó la flota al puerto de Laredo.— « Yo te sa-
»Iudo, madre común de los hombres, exclamó
«Renunciadas así una tras otra las coronas «Carlos al tomar tierra. Desnudo salí del vien-
— dice la Historia (1 )— determinó ya Carlos su y>tre de m i madre: desnudó volveré o entrar en
viaje a España... La flota en que había de y>tu seno». —A pesar de esta abnegación, toda­
venir, que se componía de sesenta naves gui- vía se incomodó mucho por no haber hallado
puzcoanas, vizcaínas, asturianas y flamencas, allí el recibimiento que esperaba, y no haber
se reunió en Zuitburgo, en Zelanda, donde se llegado aún la remesa de 4.00 0 ducados que
dirigió Carlos (28 de A gosto), acompañado del preventivamente había pedido a la Goberna­
rey D. Felipe, su hijo, de sus hermanas las dora de Castilla, su hija, la princesa D.“ Juana,
reinas viudas de Francia y Hungría, de su hija ni el Condestable, los capellanes y médicos
María y su yerno Maximiliano, Rey de Bohe- que necesitaba, pues los más de los capellanes
y criados venían enfermos y algunos habían
(1) Lafuente.
muerto en la navegación. El mismo Luis 4ui-
3
34 Una visita al Monasteiio de Yuste Una visita al Monasterio de Yuste 35

jada, mayordomo de la Princesa regente, no desde Burgos a Valladolid. Alojóse en la casa


pudo llegar hasta unos días después, por el fa­ de Rui Gómez de Silva, dejando el palacio para
tal estado de los caminos; todo lo cual puso al las reinas sus hermanas, que entraron después.
Emperador de malísimo humor y le hacía pro­ Ocupóse el Emperador en Valladolid en el
rrumpir en desabridas quejas, no pudiendo su­ arreglo de ayudas de costa y mercedes que ha­
frir verse en tal especie de desamparo el que bía de dejar a los que hasta entonces le habían
tan acostumbrado estaba a mandar y ser ser­ servido, en lo de la paga que se había de dar a
vido. los que con él habían venido de Flandes, y en
«Partió el 6 de Octubre de Laredo para M e­ lo que había de quedar para el gasto de su casa.
dina de Pomar, acompañado del alcalde de Du- Con esto partió de Valladolid (4 de Noviembre),
rango, de la Chancillería de Valladolid, con con tiempo lluvioso y frío, caminando en litera.
cinco alguaciles, disgustado y como avergon­ »Siguió su marcha por Valdestillas, Medina
zado de verse entre tantas varas de justicia, del Campo, Horcajo de las Torres, Alaraz y
que parecía le llevaban preso. N o quería que Tornavacas, y para franquear el áspero y fra­
le hablaran de negocios; huía de que le toca­ goso puerto que separa este pueblo del de Ja-
ran asuntos políticos, y mostraba no tener otro randilla (1), fué conducido en hombros de la­
anhelo que sepultarse cuanto antes en Yuste. bradores, porque a caballo no le permitían sus
A l fin le llegaron los 4.000 ducados, con lo achaques caminar sin gran molestia, y en la
cual prosiguió ya más contento a Burgos, donde litera no podía ir sin grave riesgo de que las
llegó el 13 y permaneció hasta el 16, no que­ acémilas se despeñasen. El mismo Luis Qui­
riendo que el Condestable de Navarra le hiciese jada anduvo a pie al lado del Emperador las
ningún recibimiento. Las dos reinas hermanas tres leguas que dura el mal camino. Por for­
marchaban una jornada detrás por falta de me­ tuna encontraron en Jarandina (14 de N o­
dios de transporte, que esto le sucedía en su viembre) magnífico alojamiento en casa del
antiguo reino de Castilla al mismo que tantas
veces y con tanta rapidez y tanto aparato ha­ (1) Y eso que previamente se había trabajado mucho en
bía cruzado y atravesado la Europa. Marchaba aquel puerto para hacerlo transitable, p|or lo,cu a l se le
denominó Puerto N uevo o del Enperador, cuyo nombre
tan lentamente, que empleó cerca de seis días lleva hoy.
36 Una visita al Monasterio de Yuste
Una visita al Monasterio de Yuste 37

Conde de Oropesa, bien provisto de todo, y


»Seguía reteniendo al Emperador en Jaran-
con bellos jardines poblados de naranjos, ci­
dilla la falta de dinero para pagar y despedir
dras y limoneros. Detuviéronse allí todos bas­
la gente que había traído consigo, y aun para
tante tiempo, por las malas noticias que co­
menzaron a correr acerca de la temperatura de los precisos gastos de manutención, hasta que,
habiendo llegado el dinero que tenía pedido a
Yuste. En el invierno era castigado de fre­
cuentes lluvias y de frías y densísimas nieblas, Sevilla (16 de Enero de 1557), fué dando or­
y en el verano le bañaba un sol abrasador. Pro­ den en la paga de los criados que más impa­
clamaban a una voz sus criados que los mon­ cientes se mostraban por marchar. Con esto
jes habían cuidado bien de hacer sus viviendas apresuró ya los preparativos para su entrada
al Norte y defendidas del calor por la iglesia, en Yuste, cosa que apetecían vivamente los
monjes, tanto como la repugnaban y sentían
mientras la morada del Emperador y de sus
sirvientes se había hecho al Mediodía y tenía cada vez más cuantos componían su casa y ser­
vicio.
que ser insufrible en la estación del estío. Con
«Entró, pues, el emperador Carlos V en el
esto todos estaban disgustados y todos acon­
Monasterio de Yuste el 3 de Febrero de 1557.
sejaban al Emperador, incluso su hermana la
Su primera visita fué a la iglesia, donde le reci­
Reina de Hungría, que desistiera de su empeño
bió la Comunidad con cruz, cantando el Te
de ir a Yuste y buscase otro lugar más favora­
ble para su salud. Deum laudamus, y colocado después S. M. en
»O b ligó esto al Emperador a ir un día (23 de una silla, fueron todos los monjes por su orden
besándole la mano, y el Prior le dirigió una
Noviembre) a visitar personalmente su futura
breve arenga, felicitando a la Comunidad por
morada, y cuando todos esperaban que regre­
haberse ido a vivir entre ellos (1 ).»
saría disgustado, volvió diciendo que le había
parecido todo bien, y aun mucho mejor que se
lo pintaban; que en todos los puntos de España * * *
hacía calor en el verano y frío en el invierno,
y que no desistiría de su propósito de vivir en (1) El Prior (dice Gaztelu) llamó al Emperador Vuestra Pa­
Yuste, aunque se juntase el cielo con la tierra. ternidad, de lo cual luego fué advertido por otro fraile que e s ­
taba a su lado, y le acudió con Majestad.
Una visita al Monasterio de Yuste Una visita al Monasterio de Yuste 39
38

De la vida que el César hizo en Yuste, algo A sí llegó, sin novedad alguna digna de men­
nos dirá, aunque tan ruinoso, el propio Mo­ cionarse, el año de 1809. — Era el 12 de Agos­
nasterio, cuando penetremos en él....; y para to, quince días después de la victoria obtenida
que esto no se retarde ya mucho, terminaremos por españoles e ingleses sobre los ejércitos de
rápidamente el extracto que vamos haciendo Napoleón delante de Talavera de la Reina. Una
columna francesa, parece que fugitiva o cor­
de los anales del edificio.
En 1570, doce años después de la muerte tada, estuvo merodeando en la V era, espe­
del Emperador, fué a visitar su sepultura el rey rando a saber cómo podría reunirse al grueso
D. Felipe II, al paso que se dirigía a Córdoba del ejército derrotado. Los frailes de Yuste hu­
con motivo de la rebelión de los moriscos de yeron a su aproximación, y los soldados fran­
Granada. Dos días permaneció el severo M o­ ceses profanaron la iglesia, robaron cuanto hu­
narca en la que había sido última mansión de bieron a mano, penetraron en el convento, sa­
su augusto padre; pero, «.por respeto (dice ej quearon su rica despensa y vaciaron su bien
fraile cronista), no durmió en e l dormitorio de provista bodega, de cuyas resultas estaban to­
éste, sino en un retrete del mesmo aposento, dos ebrios cuando les llegó la orden de evacuar
que apenas cabe una cama pequeña ». nmediatamente aquella comarca y salir a jun­
7a veremos nosotros todas estas habitacio­ tarse a las tropas del mariscal Víctor. Marcha­
ron, pues, como Dios les dió a entender; pero
nes, que existen todavía.
Cuatro años más tarde, terminado ya el Pan­ no pudieron hacerlo diez o doce, cuya embria­
teón de El Escorial, fué trasladado a su gran guez era absoluta, por lo que se quedaron en el
cripta el cadáver de Carlos V , con harto senti­ Monasterio durmiendo la borrachera. Sabe­
miento de los PP. Jerónimos de Yuste. Sin em­ dores de esta circunstancia los colonos y cria­
bargo, los Reyes que sucedieron a Felipe II, lo dos de la casa, que tan maltratados habían sido
mismo los de su dinastía que los de la de Bor- aquellos días por la soldadesca invasora, toma­
bón, continuaron dispensando al Monasterio ron una horrible venganza en aquellos diez o
grandes mercedes y muy decidida protección, doce hombres dormidos, a los cuales dieron
con lo que siguió siendo uno de los más ricos y muerte a mansalva. Dos días después fueron
echados de menos por sus camaradas, quienes,
florecientes de la Orden'jerónima.

/
40 Una visita al Monasterio de Yuste Una visita al Monasterio de Yuste

sospechando lo ocurrido, enviaron en su busca de un sentimiento patriótico, reuniéronse algu­


úna sección de caballería. Estos expediciona­ nos títulos de Castilla, y acordaron comprar a
rios no hallaron a nadie en el convento ni en Yuste, costare lo que costare. Pero este pro­
sus alrededores, pero sí grandes manchas de yecto, como todos aquellos en que intervienen
sangre en el lugar en que dejaron dormidos a muchos, iba quedando en conversación, cuan­
sus compañeros...; y apelando a su vez a las do el señor Marqués de Miravel, uno de los
represalias, pusieron fuego al Monasterio, cuya asociados, viendo que no se hacía nada de lo
parte más monumental y preciosa quedó com­ convenido, lo compró por sí sólo en la cantidad
pletamente destruida, salvándose la iglesia, el de 4 0 0 .0 0 0 reales.
Noviciado y las habitaciones que se construye­ Más adelante veremos que el histórico M o­
ron para albergue de Carlos V . —Es decir, que nasterio no ha podido caer en mejores manos.
pereció todo el Convento Nuevo, edificado, El señor Marqués de Miravel se ha consagra­
como dijimos, a mitad del siglo xvi. da con incesante afán, y a costa de grandes sa­
Desde entonces volvieron los frailes a habi­ crificios, a salvar a Yuste de la total ruina que
tar el Convento Viejo, o sea el Noviciado. le amenazaba. Ya ha reedificado mucho de lo
En 1820 fueron expulsados por la revolu­ derruido; ya ha contenido en todas partes la
ción, y vendióse el Monasterio a un Sr. Tarríus, destrucción, y de esperar es que algún día aca­
que lo poseyó hasta 1823. be de restaurar lo que yace en pedazos por el
En 1823 se anuló la venta por la reacción. suelo. — Sólo con lo que ha hecho hasta hoy,
En 1834 la expulsión volvió a tener efecto, ya ha merecido bien de la patria y de cuantos
y la compra del Sr. Tarríus fué revalidada por aman sus antiguas glorias.
el Gobierno. Conque penetremos en Yuste.
Hace algunos años el Sr. Tarríus sacó el M o­
nasterio a pública subasta. Napoleón III quiso
adquirirlo; pero los periódicos hablaron mucho III
sobre el particular, lamentando que la cámara
mortuoria del vencedor de Pavía pudiese ir a Delante de la actual entrada, que es la anti­
parar a manos francesas. Entonces, animados gua de la Huerta del Monasterio, y por la que
42 Una visita al Monasterio de Yuste Una visita a! Monasterio de Yuste 43

se regía el Emperador cuando salía a caballo Agradabilísima emoción nos produjo el no­
elévase un añoso y corpulento nogal, tenido en ble cuanto gracioso aspecto del primer cuadro
gran veneración histórica, y del que no hay que apareció a nuestros ojos. — Gigantescos
viajero que no se lleve algunas hojas como re­ naranjos seculares, cuajados de rojas naranjas,
cuerdo de su peregrinación a Yuste. sombreaban la especie de atrio o compás en
Es que aquel nogal data de un tiempo muy * que habíamos entrado. Sus ramas subían has­
anterior a la fundación del convento; es que a ta los arcos de un elegante mirador que tenía­
su sombra fué donde, según la tradición, se mos enfrente y que sirve de fachada al único
sentaron los anacoretas Bralles y Castellanos piso alto de un modesto aunque decoroso edi­
la tarde que eligieron aquel sitio, entonces de­ ficio. A aquel mirador o salón abierto, cuyo in­
sierto, como el más a propósito para estable­ terior descúbrese completamente por los am­
cerse, y es que el mismo César, en tiempo de plios arcos que constituyen dos de sus lados,
verano, solía pasar largas horas bajo su espesí­ se sube, no por escaleras, sino por una suave
simo ramaje, viendo correr el agua del arroyo rampa, construida sobre otros arcos de progre­
que fluye a su pie y respirando el fresco am­ siva elevación. Debajo del salón-mirador ven-
biente de un lugar tan umbroso, ameno y de­ se también al descubierto los pilares, arcos y bó­
leitable. vedas que lo sustentan, de modo que la tal mo­
Después de rendir el debido acatamiento a rada aparecía a nuestros ojos en una forma aé­
aquel árbol, cuya edad no bajará de seis siglos, rea, calada, abierta, luminosa, sin otra defensa
llamamos a la mencionada puerta del Monas­ contra el sol y el viento que el verdor de los
terio, o sea a la puerta rústica del que fué Pa­ próximos árboles o de las enredaderas y rosa­
lacio del Emperador. Un campesino acudió a les que trepaban pe/ pilastras, balaustres y co­
abrirnos, y como ya se hubiese recibido allí re­ lumnas.
cado del Administrador (que reside en Quacos) Aquel risueño edificio era el Palacio del Em­
avisando nuestra visita y anunciando que él lle­ perador, al cual servía de vestíbulo el descu­
garía inmediatamente a hacernos los honores bierto y alegre aposento que estábamos miran­
de aquella mansión de los recuerdos, dejóse- do, aposento restaurado recientemente por el
nos pasar adelante. señor Marqués de Miravel, mediante costosísi-
Una visita ai Monasterio de Yuste 45
44 Una visita ai Monasterio de Yuste

muerte que ha sucedido en aquella soledad al


mas obras, en que se ha respetado religiosa­
antiguo esplendor y movimiento, recordábamos
mente la primitiva forma y disposición de la estos hermosos versos con que nuestro inmor­
parte arruinada. tal Quevedo acaba un soneto titulado: A Roma
La extensa rampa que teníamos delante, y sepultada en sus ruinas:
por la cual se sube a dicho vestíbulo, es la mis­
ma que se construyó para que el valetudinario «Sólo el Tibre quedó, cuya corriente,
si ciudad la regó, ya sepultura
Carlos V pudiese montar a caballo a la puerta
la llora con funesto son doliente.
de sus habitaciones, o sea en el propio piso
jOh Roma! En tu grandeza, en tu hermosura,
alto, librándose así de la incomodidad de las huyó lo que era firme, y solamente
escaleras, que le eran ya insoportable. — Tam­ lo fugitivo permanece y dura.»
bién han sido reforzados sus arcos en estos úl­
Atado que hubimos núestros caballos a los
timos tiempos con tal arte y habilidad, que no
recios troncos de los naranjos susodichos, em­
falta ni una sola piedra del sitio que ocupaba
prendimos la subida por la rampa, que nos con­
hace trescientos años.
dujo al salón-mirador, estancia verdaderamen­
Viejísimas hiedras, contemporáneas, sin duda,
te deliciosa, más propia de una villa italiana o
del primer convento, visten por completo las
de un carmen granadino que de un monasterio
recias tapias que forman el compás o atrio en
oculto en los repliegues y derivaciones de una
que nosotros echamos pie a tierra, y desde
sierra de Extremadura.
donde contemplábamos la morada del César.
Cuatro son los grandes arcos que ponen el
—De una de estas tapias sale un brazo de agua
mirador en relación directa con el rico ambien­
sonora y reluciente, que con su eterno murmu­
te y esplendorosa vegetación de aquel amenísi­
llo presta no se qué plácida melancolía a aquel
mo barranco. Dos de ellos dan a la parte don­
sosegado recinto. La hiedra y el agua, con su
de subíamos, sirviendo el uno de entrada a la
perdurable existencia, parecían encargadas de
rampa, y el otro como de balcón, desde el cual
perpetuar las huérfanas memorias de tantas
se tocan con la mano los bermejos frutos de
grandezas extinguidas. El agua, sobre todo,
los naranjos del compás, y se descubre, al tra­
fluyendo y charlando hoy como fluía y charla­
vés de sus ramas, un elegantísimo ángulo de la
ba en 1558, sin respetar ahora el silencio de
46 Una visita al Monasterio de Yuste Una visita al Monasterio de Yuste 47

contigua iglesia, de perfecto estilo gótico, cu­ por consiguiente, a macetas, era la autora del
yas gentiles ojivas, esbeltos juncos y erguidas milagro de que continuasen consagrados a Flo­
agujas, todo ello de una resistente piedra dora­ ra los dos arriates que cuidó en otro tiempo Car­
da por los siglos, infunden en el ánimo, en me­ los de Austria.
dio de aquellas abandonadas ruinas, arrogantes Llevo descritos dos lados del salón-mirador,
ideas de inmortalidad. bien que aún me falte decir que, entre el arco
Los otros dos arcos miran al Mediodía, y que comunica con a rampa y el otro contiguo,
desde ellos se goza de la apacible contempla­ hay un poyo de piedra, de dos cuerpos, mucho
ción de la Huerta y del bosque de olmos y de más ancho el de abajo que el de arriba, que se
todos los suaves encantos de aquel breve y pa­ construyó allí para que Carlos V montase a ca­
cífico horizonte. De dicha Huerta trepan, como ballo más cómodamente...
hemos apuntado, hasta penetrar por los arcos Por cierto que, según refiere Fr. Prudencio
dentro de aquel salón, rosales parietarios y es­ Sandoval en su Historia del Emperador, las
caladoras enredaderas con sus elegantes cam­ cabalgaduras que éste usaba en Yuste no tenían
panillas, que todavía no se habían cerrado nada de cesáreas ni de marciales, pues consis­
aquella mañana: además, los dos grandes bal­ tían en una jaquilla bien pequeña y una muía
cones determinados por ambos arcos tienen el vieja.— jTan acabado de fuerzas estaba aquel
antepecho en la parte o cara interna del recio que tantas veces había recorrido la Europa a
muro, dejando destinado todo el ancho de éste caballo!
a dos extensos arriates o pensiles que cultivaba Pero ya que de esto hemos venido a hablar,
Carlos V , y que hoy se cultivan también cui­ oigamos describir al mismo historiador la ma­
dadosamente. Geranios, rosales de pitiminí y nera cómo montó a caballo por última vez el
clavellinas, todo florido, pues ya he dicho que protagonista del siglo de los héroes, el vence­
estábamos en Mayo, vimos nosotros en aque­ dor de mil combates, el hombre de hierro.
llos dos jardinillos tan graciosamente imagina­ «... Puesto en la jaquilla, apenas dió tres o
dos y dispuestos.— Cuando al poco rato llega­ cuatro pasos cuando comenzó a dar voces que
ron el Administrador y su señora, supimos que le bajasen, que se desvanecía, y como iba ro­
ésta, madrileña de pura raza, aficionadísima, deado de sus criados, le quitaron luego, y

■ • a jL #
é Tm
48 Una visita al Monasterio de Yuste Una visita al Monasterio de Yuste 49

desde entonces nunca más se puso en cabalga­ nosotros la probamos también, aunque llevába­
dura alguna.» mos a bordo un vino de primer orden.
Considerad ahora cuántas reflexiones no Porque debemos advertir que, mientras lle­
acudirán a la mente al contemplar aquel poyo gaba o no llegaba el Sr. Administrador, nos
de piedra, terrible monumento que acredita permitimos desplegar las provisiones que ha­
toda la flaqueza y rápida caducidad de esta bíamos sacado del Baldío y almorzar como
nuestra máquina humana, tan temeraria, im­ unos... jerónimos, haciendo mesa del poyo de
petuosa y presumida en las breves horas de piedra en que se encaramaba el Emperador
la juventud, si por acaso le presta sus alas para montar en la jaquilla o en la muía...—
la fortuna...— Mas sigamos nuestra descrip­ Pero, volviendo a la fuente, diré que del libro
ción. de Fr. Luis de Santa María (que después leí
La pared que da al Norte, sólo es notable mos) consta que «se la regaló a Carlos V e l
por lindar con el muro de la iglesia y porque ilustre Ayuntamiento de la ciudad de Pla­
en aquel lado del salón-mirador hay una pe­ sencia».
queña y preciosa fuente, labrada en la forma y Vamos a la cuarta pared.— En ella está la
estilo de las que adornan los paseos públicos o puerta de entrada al Palacio, y a su lado existe
los jardines de los palacios. hoy un banco muy viejo de madera (en e
Esta fuente tendrá unas dos varas y media mismo lugar que había antes un asiento de
de altura, y se compone de un pilar redondo,
piedra), sobre el cual se lee la siguiente ins­
del centro del cual sale un recio fuste o árbol, cripción, pintada en la pared en caracteres del
que luego se convierte en gracioso grupo de siglo xvi muchas veces retocados:
niños, muy bien esculpido; todo ello de una
sola pieza y de piedra bastante parecida al
«S u Mag.a e l Emper.or D. Carlos
mármol, aunque de la especie granítica. El
Quinto nro. Señor en este lugar
grupo de niños sostiene una taza redonda, de
estaua asentado quando le di ó
la cual fluye por cuatro caños un agua crista­
el mal a los treynta y uno
lina, sumamente celebrada por sus virtudes
de Agosto a las quatro de Ja
higiénicas.— El Emperador no bebía otra, y
tarde.—Fallesció a los veinte
50 Una visita al Monasteiio de Yuste Una visita ai Monasterio de Yuste 51

y uno de Septiembre a las dos equivocada, y donde dice 31 de Agosto debe


y media de la mañana. Año leerse 30 de Agosto.
del S.or Sobre ella se ven las armas imperiales, pin­
de 1558.» tadas en la pared; obra, sin duda, del mismo
autor de aquella leyenda conmemorativa.
El mal a que alude la precedente inscripción Con lo cual terminan todas las cosas que hay
consistió en que, habiendo comido al sol Car­ que notar en el salón-miradoi o vestíbulo del
los V , en aquel propio salón-mirador, sintióse humilde Palacio de Yuste.
acometido de frío, no bien dejó la mesa, y
luego le entró calentura.— «Pónenos en cui­ * * *
dado (escribía dos días después su mayordomo
Luis Quijada a Juan Vázquez de Molina) (1), Entramos, pues, en el Palacio.
porque ha muchos años que a S. M. no le ha Ya he dicho que se compone de cuatro gran­
acudido calentura con frío sin accidente de des celdas, situadas dos a cada lado de un pa­
gota. El frío casi lo tuvo delante de mí todo: sillo o galería que atraviesa el edificio de
mas no fué grande, puesto que tembló algún Oeste a Este y al cual dan las puertas de las
tanto; duró casi tres horas la calentura: no es cuatro.
mucha, aunque en todo me remito al doctor, Las dos celdas de la izquierda, entrando, es­
que escribirá más largo .—Yo temo que este taban destinadas en tiempo del Emperador, la
accidente sobrevino de comer antier en un una a Recibo, y la otra a Dormitorio, y se co­
terrado cubierto, y hacía sol, y reverberaba munican entre sí. Las dos de la derecha, que
allí mucho, y estuvo en él hasta las cuatro de también tienen comunicación por dentro, eran
la tarde, y de allí se levantó con un poco do­ el Comedor y la Cocina.
lor de cabeza y aquella noche durmió mal.» Y a esto se reducía el alojamiento del
Esta carta es de 1.° de Septiembre.—Por César.
consiguiente, la inscripción preinserta está Su servidumbre, compuesta de sesenta per­
sonas, habitaba el piso inferior de aquel lla­
(1) Archivo de Simancas, Estado, leg-. núm. 128.—Esta
cita es del historiador D. Modesto Lafuente. mado Palacio, o varias dependencias del con­
Una visita al Monasterio de Yuste Una visita al Monasterio de Yuste 53

vento, residiendo en Quacos los empleados Pero no seguiré adelante sin hacer una ad­
que no t e n í a n que a s i st i r continuamente vertencia de gran importancia...
a S. M. Si yo me hubiese propuesto referir la Vida
En la actualidad no hay ni un solo mueble de Car/os V en Yuste (escrita ya con suma mi­
en dichas celdas; y como por otra parte, care­ nuciosidad y conciencia en un notable capí­
cieron siempre de toda ornamentación arqui­ tulo y en un apéndice muy curioso de la His­
tectónica sus lisas paredes, blanqueadas con toria de España por D. Modesto Lafuente), po­
cal a la antigua española, la revista que nos­ dría enumerar aquí, sin más trabajo que copiar
otros les pasamos había sido muy corta, si algunos documentos del Archivo de Simancas,
recuerdos históricos y consideraciones de una insertos en la obra de aquel historiador, los
mansa y cristiana filosofía no nos hubieran de­ muebles, los cuadros, las alhajas y hasta las
tenido largo tiempo en cada estancia. ropas que tenía el Emperador en su retiro, así
Nuestra visita principió por el Recibo , donde como sus hábitos, entretenimientos y conver­
sólo había que ver una gran chimenea, digna saciones; pero, no siendo ni pudiendo ser, tal
de competir con las llamadas de campana: tan mi propósito, sino meramente fotografiar, por
enormes eran su tragante y sü fogón. Entre decirlo así, el estado actual del Monasterio,
la puerta de entrada, la de comunicación con me limitaré a remitiros a la obra mencionada
el Dorm itorio, la reja que da paso a la luz del y aconsejaros que no deis crédito a lo que otros
solón-mirador y otra puertecilla de que ha­ historiadores cuentan acerca de los actos del
blaré luego, no quedaba más que un puesto Emperador en Yuste.
resguardado del aire, o sea un único rincón Desconfiad, sobre todo, de las noticias de
que ocupar cerca de la chimenea. N o podía­ Fr. Prudencio Sandobal y de Mr. Robertson,
mos, pues, equivocarnos respecto de cuál sería quienes, en esta parte íntima de sus célebres
el sitio que ocuparía el Emperador en aquella historias, fueron sin duda mal informados, o
sala, durante la estación del invierno, cuando fantasearon a medida de su deseo. A sí lo de­
iban a visitarlo San Francisco de Borja, el muestra el Sr. Lafuente con irrebatibles razo­
Conde de Oropesa, el Arzobispo de Toledo y nes y documentos originales de primera fuer­
otros antiguos amigos suyos. za.— Es falso, por ejemplo, que Carlos hiciese

• m
54 Una visita aI Monasterio de Yuste Una visita al Monasterio de Yuste 55

sus exequias en vida; falso que estuviese su­ de Carlos de Gante.—Pero la historia ignora
jeto a la misma regla que los frailes de la casa; siempre las mejores cosas.
falso que se flagelase hasta teñir de sangre las Del Recibo volvimos a salir al pasillo o ga­
disciplinas; falso que no atendiese a las cosas lería, dejando para lo último la visita al Dormi­
políticas de España y del resto de Europa, y torio, y pasamos al Comedor del más comilón
falso que se dedicase a la construcción de ju ­ de los emperadores habidos y por haber..., ex­
guetes automáticos y otras puerilidades con su cepto Heliogábalo.
relojero de cámara y famoso mecánico Juanelo Carlos V era más flamenco que español, so­
Túrriano.—Leed a Lafuente, repetimos, y allí bre todo en la mesa. Maravilla leer (pues todo
veréis, auténticamente probado, Jque Carlos V consta) el ingenio, verdaderamente propio de
en Yuste, fué el hombre de siempre, con sus un gran jefe de Estado mayor militar, con que
cualidades y sus defectos y con la sabida ori­ resolvía la gran cuestión de vituallas, propor­
ginalidad de su condición, festiva y grave a ún cionándose en aquella soledad de Yuste los
tiempo mismo, dominante, vehemente, volun­ más raros y exóticos manjares. Sus cartas y las
tariosa, y a la par llana y sencilla, como la de de sus servidores están llenas de instrucciones,
Julio César. quejas y demandas, en virtud de las cuales
Sigamos nuestra exploración. nunca faltaban en la despensa y cueva de
La ya mencionada puertecilla de la sala de aquel modesto palacio los pescados de todos
Recibo conduce a%un diminuto e irregular los mares, las aves más renombradas de Eu­
aposento, que es aquel retrete o gabinetillo de ropa, las carnes, frutos y conservas de todo el
que ya he hablado también, en que apenas universa. Con decir que comía ostras frescas
cabe una cama, y donde durmió Felipe II la en el centro de España, cuando en España no
úitima vez que estuvo en Yuste, en señal de había ni siquiera caminos carreteros, bastará
respeto... o miedo a las habitaciones que ha­ para comprender las artes de que se valdría a
bían sido de su difunto padre.— ¡Curioso fuera fin de hacer llegar en buen estado a la sierra
saber lo que pensó allí al hombre del Escorial de Jaranda sus alimentos favoritos.
durante las dos noches que pasó, como quien Pero nos metemos sin querer en honduras
dice emparedado cerca de la cámara mortuoria pasadas, olvidando que aquí no se trata sino

• .
56 Una visita ai Monasterio de Yuste Una visita al Monasterio de Yuste 57

de lo presente. Pues bien: en el Comedor sólo N o cabe ni puede caber duda respecto del
hay de notable otra chimenea como la suso­ sitio que ocupaba el lecho de S. M. y en que
dicha; un gran balcón-cierre, o tribuna volada, lanzó el último suspiro, puesto que lo indica
que da a la huerta y mira al Mediodía, donde matemáticamente la puerta de comunicación
el viejo Emperador tomaba en invierno los últi­ con la iglesia, que se rasgó frente por frente a
mos rayos del sol de sus victorias..., y una la cama del César, a fin de que, acostado y
puerta de comunicación con la Cocina. todo, pudiese ver el altar mayor y oir Misa
La Cocina es digna del imperial glotón, pro­ cuando sus achaques le impedían dejar el le­
pia de un convento de Jerónimos y adecuada cho. Trazóse, pues, dicha puerta, oblicuamen­
a los grandes fríos que reinan en aquel país te, sobre el recio muro del templo, en el ángu­
durante el rigor del invierno. En torno del lo opuesto a aquel en que dormía y había de
monumental fogón, que ocupa casi la mitad morir Carlos V , y allí sigue, y desde ella se de­
de aquel vasto aposento, bien pudieron calen­ termina fijamente tan histórico paraje.
tarse simultáneamente con holgura los sesenta A mayor abundamiento, en aquel rincón del
servidores de S. M. En cuanto a las hornillas, Dorm itorio hay un cuadro que representa a
puede asegurarse que infundirían verdadera ve­ San Jerónimo viendo llegar a Carlos V a la g lo ­
neración cuando estaban en ejercicio, así como ria eterna y arrodillarse a los pies de la Santí­
hoy su yerta desnudez y triste arrumbamiento sima Trinidad. —Debajo de este cuadro se ve
infunden melancólicas reflexiones. un tarjetón dorado que dice lo siguiente: «Su
Pero estas reflexiones nos llevan como por Alteza Real el Infante Duque de Montpensier
la mano al Dormitorio del Emperador, o sea a regaló al Monasterio de Yuste este cuadro, sa­
su cámara mortuoria. cado del original que a la muerte del Empera­
Es una pieza del mismo tamaño que las tres dor Carlos V , su glorioso abuelo, se hallaba a
mencionadas, con otra enorme chimenea. Una la cabecera de su cama.»
alta reja le da luz por la parte de Levante, y Decir los pensamientos que acudieron a mi
tiene además tres puertas, de las cuales una mente en aquel sitio, donde expiró (en hora ig­
da a la iglesia, otra al Recibo y otra a la ga­ norada por sus propios hijos durante algunos
lería. días) el que tantas veces desafió la muerte a la
58 Una visita al Monasterio de Yuste , Una visita a! Monasterio de Yuste 59

faz del universo en los campos de batalla, fuera Estando estas bóvedas en ruinas, se constru­
traducir pálidamente lo que el lector se imagi­ yeron p o r José Campal, año de 1860.
nará sin esfuerzo alguno. ♦
Hágole, pues, gracia de mis reflexiones y le Pero dirá el lector: ¿quién es José Campal?
invito a que me siga a la iglesia y a las ruinas ¿Son éstos el nombre y el apellido del esplén­
del convento, donde todo hablará aún más alto dido Marqués que costeó la obra, o los de al­
y más claro el severo lenguaje de aquellas v e r ­ gún insigne arquitecto, émulo de la gloria de
dades eternas: Verumtamem, universa vani- los Brunelleschi y Miguel Angel?
tas... Verumtamen, in imagine pertransit N i lo uno ni lo otro.
homo. José Campal es un humilde albañil de Jaran­
dilla, que se atrevió a cometer tan ardua em­
presa, y la llevó a feliz término, cuando maes­
IV
tros llevados de Madrid con tal propósito la ha­
bían considerado irrealizable.—Admirado en­
La iglesia se reduce a una nave gótica, larga tonces el Marqués del arrojo y la inteligencia
y altísima, digna de una catedral de primer or­ de Campal, mandó poner dicha inscripción en
den. Esta nave se conserva íntegra: según una el coro.
tradición, porque los incendiarios franceses de La nave de la iglesia y sus altares están hoy
1809 procuraron que el fuego no llegase a completamente desnudos de todo cuadro, de
ella; según otra tradición, porque no había en toda imagen, de toda señal de culto. Los úni­
todo aquel edificio madera alguna en que pu­ cos accidentes que interrumpen la escueta mo­
diesen prender las llamas. notonía de aquellos blanqueados muros, son las
Sin embargo sus bóvedas ojivales amenaza­ Armas Imperiales que campean allá arriba, en
ban desplomarse cuando compró el Monasterio el centro del embovedado, y un negro ataúd
el Sr. Marqués de Miravel, quien procedió in­ depositado a gran altura, en un nicho u horna­
mediatamente a repararlas.— Así lo indica la cina de la pared de la derecha.
siguiente modestísima inscripción, que se lee Este ataúd es de madera de castaño, y estu­
en el testero posterior del coro: vo forrado de terciopelo negro. Hoy no contie­


I

fe m
60 Una visita al Monasterio de Yuste Una visita al Monasterio de Yuste 61

ne nada; pero en un tiempo contuvo otra caja A consecuencia de esta reforma, el altar ma­
de plomo, dentro de la cual fué depositado el yor quedó en la extraña disposición que hoy
cadáver del Emperador... se advierte; esto es, sumamente estrecho de
«Púsose el cuerpo del Emperador (dice la presbiterio, y muy alto en proporción del esca­
historia) en una caja de plomo, la cual se ence­ so desarrollo de su escalinata cuyos peldaños
rró en otra de madera de castaño, forrada de son tan pinos, que cuesta fatiga y peligro su­
terciopelo negro. Hiciéronsele solemnes exe­ birlos o bajarlos.
quias por tres días, celebrando el Arzobispo de Fué, pues, depositado el cadáver del César
Toledo, Fr. Bartolomé de Carranza, a quien sir­ dentro de las dos cajas mencionadas, detrás
vieron de ministros el confesor del Emperador, del retablo de Yuste, hasta que, quince años y
Fr. Juan Regla, y el prior Fr. Martín de Angu­ medio después, el 4 de Febrero de 1574, veri­
lo, y predicando sucesivamente el P. Villalva y ficóse su traslación al Escorial, en la caja de
los priores de Granada y Santa Engracia de Za­ plomo, revestida de otra nueva que se constru­
ragoza. yó al intento, quedando en la bóveda de Yuste,
»Una de las cláusulas del codicilo de Car­ como recuerdo, la caja de castaño. Pero como
los V era que se le enterrara debajo del altar todos los viajeros que visitaban la tal bóveda
mayor del Monasterio, quedando fuera del ara hubiesen dado en la flor de cortar pedazos del
la mitad del cuerpo, del pecho a la cabeza, en viejísimo ataúd, a fin de guardarlos como reli­
el sitio que pisaba el Sacerdote al decir la misa, quias históricas, el Marqués de Miravel dispuso
de manera que pusiese los pies sobre él. Para colocarlo en el inaccesible nicho que hoy ocu­
cumplir del modo posible este mandato, se de­ pa, y desde donde produce terrible y fantástica
rribó el altar mayor y se sacó hacia fuera, con impresión.
objeto de depositar detrás de él el cadáver, I *
pues debajo no podía estar, por ser lugar exclu­ * * *
sivo de los Santos que la Iglesia tiene canoni­
zados (1)».
Dijimos más atrás que el sueño eterno de
Carlos V ha sido turbado también en el Monas­
(1) El P. Sigüenza, Ilist. de la Orden de S*n Jerónim o.
terio del Escorial, y que nosotros mismos no
62 Una visita al Monasterio de Yuste Una visita ai Monasterio de Yuste 63

hemos sabido librarnos de la tentación de asis­ En las primeras exposiciones no había tal
tir a una de las sacrilegas exhibiciones que se cristal, o si lo había, se levantaba, de cuyas
han hecho de„su momia en estos últimos años... resultas no faltó quien pasase su mano por la
Cometimos esta impiedad, o cuando menos renegrida faz del cadáver... jLa pasó el men­
esta irreverencia, en Septiembre de 1872, po­ cionado prohombre revolucionario, en muestra
cos meses antes de ir a Yuste.—Nos hallába­ de familiaridad y compañerismo!...
mos en el fúnebre Real Sitio, descansando del A través del cristal vimos la corpulenta y re­
calor y las fatigas de Madrid, cuando una ma­ cia momia del nieto de los Reyes Católicos, de
ñana supimos que había pública exposición del la cabeza a los pies, completamente desnuda,
cadáver del César, a petición de las bellas da­ perfectamente conservada, un poco enjuta, es
mas madrileñas que estaban allí de veraneo.— cierto, pero acusando todas las formas, de tal
Era ya la vigésima de estas exposiciones, des­ manera, que aún sin saber que eran los despo­
de que las inauguró cierto temerario y famoso jo s mortales de Carlos V , hubiéralos reconoci­
prohomhre de la situación política creada en do cualquiera que hubiese visto los retratos que
1868.— Nosotros (lo repetimos) no tuvimos al de él hicieron Ticiano y Pantoja.
cabo suficiente valor para rehusarnos la feroz La especial contextura de aquel infatigable
complacencia de aquella profanación, que de guerrero, su alta y amplísima cavidad torácica;
todas maneras había de verificarse... sus anchos y elevados hombros; sus cargadas
Acudimos, pues, al panteón de los Reyes de espaldas; su cráneo característico; su ángulo
España, a la hora de la cita.—¿Y qué vimos allí? facial, típico en la casa de Austria; la depresión
¿Qué vieron las tímidas jóvenes y los atolon­ de la boca; la prominencia de la barba por el
drados niños y los zafios mozuelos que nos pre­ descompasado avance de las mandíbulas: todo
cedieron o siguieron en tan espantoso atenta­ se apreciaba exactamente, y no en esqueleto,
do?—Vieron, y vimos nosotros, la tumba de sino vestido de carne y cubierto de una piel ce­
Carlos V abierta, y delante de ella, sobre un nicienta, o más bien parda, en que aún se man­
andamio construido ad hoc, un ataúd, cuya tapa tenían algunos raros pelos de pestañas, barbas
había sido sustituida por un cristal de todo el y cejas y del siempre atusado cabello...
tamaño de la caja. ¡Era, sí, el Emperador mismo! ¡Parecía su
64 Una visita al Monasterio de Yuste Una visita al Monasterio de Yuste 65

estatua vaciada en bronce y roída por los siglos, destino, de las antiguas fuentes, suena debajo
como las que aparecen entre las cenizas de de los escombros, como enterrado vivo que se
Pompeyal queja en demanda de socorro, o como recor­
N o infundía asco ni fúnebre pavor, sino ve­ dando y llamando a los antiguos frailes para
neración y respeto. que reedifiquen aquel edificio monumental. Y
L o que infundía pavor y asco era nuestra im­ por todas partes, entre la hiedra y el musgo, o
pía ferocidad, era nuestra desventurada época, entre las flores silvestres y las altas matas con
era aquella escena repugnante, era aquel sacri­ que adornaba Mayo aquellos montones de la­
lego recreo, era la risa imbécil o el estúpido co­ brados mármoles, veíamos los escudos de ar­
mentario de tal o cual señorita o mancebo, que mas de la casa de Oropesa, esculpidos en las
escogía semejante ocasión para aventurar un piedras que sirvieron de claves o de capiteles a
conato de chiste... las arcadas hoy derruidas.
¡Siquiera nosotros (dicho sea en nuestro des­ Las cuatro paredes del refectorio siguen de
cargo) callábamos y padecíamos, sintiendo al pie; pero el techo que se hundió de resultas del
par, y en igual medida, reverencia hacia lo que incendio, ha formado una alta masa de escom­
veíamos y remordimientos por verlo! ¡Siquiera bros dentro de la estancia. Hoy se trabaja en
nosotros teníamos conciencia de nuestro pe­ sacar aquel cascajo, y ya van apareciendo los
cado! alicatados de azulejos que revestían el zócalo
de los muros.
* * * El Convento de Novicios subsiste, aunque
en muy mal estado. — A llí, como ya sabéis, vi­
De mi visita a las ruinas de los claustros de vieron los últimos frailes desde la catástrofe del
Yuste guardo recuerdos indelebles. Edificio , ocurrida en 1809, hasta la catástrofe
La naturaleza se ha encargado de hermosear de la Comunidad, ocurrida en 1835.
aquel teatro de desolación. Los trozos de co­ Nosotros penetramos en algunas celdas.
lumnas y las piedras de arcos, que yacen sobre Reinaba en ellas la misma muda soledad que
el suelo de los que fueron patios y crujías, en las del Palacio de Carlos V . N i gente ni
vense vestidos de lujosa hiedra. El agua, ya sin muebles quedaban allí... Las desnudas paredes
5
66 Una visita al Monasteiio de Yuste
Una visita al Monasterio de Yuste 67

hablaban el patético lenguaje de la orfandad y


hornacina de un Santo que probablemente ha­
de la viudez.
brían derribado a pedradas otros liberales de la
Aquello era más melancólico que las ruinas
Vera de Plasencia...
del otro gran convento hacinadas entre la hie­
¡Y todo así! ¡Todo así! — Dondequiera que el
dra. — Una celda habitable y deshabitada re­
atribulado espectro imperial fijase la vista, ha­
presenta, en efecto, algo más funesto y pavo­
llaría igual dislocación, el mismo trastorno, la
roso que la destrucción. Los pedazos de már­
propia devastación y miseria, como si el mundo
mol que acabábamos de ver parecían tumbas
hubiese llegado al día del Juicio final...
cerradas: las celdas del noviciado eran como
Ya no había Monasterio de Yuste; ya no ha­
lechos mortuorios o ataúdes vacíos, de donde
bía en España Comunidades religiosas; ya no
acababan de sacar los cadáveres.
había Monarquía; ¡casi ya no había Patria!—
Sí; ¡todo vacío! ¡todo expoliadol ¡todo sa­
Los tiempos del cataclismo habían llegado, y,
queado!... —Tal aparecía aquella mañana a
sobre las ruinas de la obra de Fernando V y de
nuestros ojos cuanto contemplábamos, cuanto
Isabel I, oíanse más pujantes que nunca en
recordábamos, cuanto acudía a nuestra imagi­
aquellos mismos días (los primeros días de
nación por asociación de ideas.
Mayo de este primer año de la República), así
En Yuste..., una tumba abierta, de donde ha-
en Extremadura como en el resto de la Penín­
bia sido sacado Carlos V. — En El Escorial...,
sula española, gritos de muerte contra la Uni­
otra tumba vacía, de donde también se le había
dad nacional, contra la Propiedad, contra la
desalojado temporalmente... —Y si se nos ocu­
Autoridad, contra la Familia, contra todo culto
rría la fantástica ilusión de que la exhumada y
a Dios, contra la sociedad humana, en fin, tal
escarnecida momia del César, avergonzada de
y como la habían constituido los afanes de cien
su pública desnudez, pudiese salvar el Guada­
generaciones.
rrama, en medio de las sombras de la noche,
Illic sedimus et flevimus..., al modo de los
para ir a buscar a Yuste su primitiva sepultura,
hebreos junto a los ríos de Babilonia.
considerábamos temblando que tampoco en­
contraría en su sitio el ataúd de madera, sino
que lo vería encaramado en aquella antigua
68 Una visita ai Monasterio de Yuste Una visita ai Monasterio de Yuste 69

Pasó aquel momento de emoción, disimu- blo, y entonces Luis Quijada, mayordomo del
lable en tan aciaga fecha, y desde el convento César, y el único que sabía quién era aquel
nos dirigimos a una ermitilla, llamada de Be­ niño, se lo llevó a Villagarcía, de donde era
lén, que dista de él medio kilómetro, y a donde Señor, y lo confió a su mujer, sin revelarle el
solían encaminar los frailes su paseo de in­ secreto; por lo que esta ejemplarísima señora
vierno — costumbre que adquirió también Car­ llegó a concebir tristes sospechas, que amarga­
los V . ron su vida hasta que, muerto ya el Empera­
El camino de la ermita es una llana y hermo­ dor, hizo pública la verdad el rey D. Felipe II,
sa calle de árboles, con prolongados asientos, reconociendo como príncipe y hermano suyo
en que cabía toda la Comunidad. al que había de ser el primer guerrero de su
A l principio de este paseo hay un viejísimo tiempo.
ciprés, a cuyo pie, y recostado en su tronco, es «Cuando Carlos V vino a encerrarse en el
fama estaba sentado Carlos V la primera vez Monasterio de Yuste (dice un historiador) érale
que vio en Yuste a su hijo D. Juan de Austria, presentado muchas veces su hijo en calidad de
ya casi mozo, después de muchos años de se­ paje de Luis Quijada, gozando mucho en ver
paración. la gentileza que ya mostraba, aun no entrado
El hijo de Bárbara Blomberg había nacido en la pubertad. Tuvo, no obstante, el Empera­
en Ratisbona, donde pasó la infancia con su dor la suficiente entereza para reprimir o disi­
madre. A la edad de ocho años lo habían traí­ mular las afectuosas demostraciones de padre,
do a España, sin que nadie adivinase su condi­ y continuó guardando el secreto...»
ción, y vivió primero en Leganés, a cargo del En la Crónica manuscrita del convento men­
clérigo Bautista Vela y de una tal Ana Medina, ciona también el P. Luis de Santa María la es­
casada con un flamenco llamado Francisco, tancia de D. Juan de Austria en Yuste, y, ade­
que vino en la comitiva de Carlos V la primera más, la tradición cuenta algunas de sus trave­
vez que visitó estos reinos el coronado nieto suras de adolescente, como las que referimos
de Isabel la Católica. Pero el bastardo impe­ al hablar de Quacos...
rial hacía en Leganés una vida demasiado vi­
llana, confundido con los otros chicos del pue­ Por aquí íbamos en nuestra visita a Yuste,
70 Una visita al Monasterio de Yuste

cuando principió a encapotarse el cielo. Cono­


cimos que amenazaba una de aquellas tormen­
tas que tan formidables son en las sierras de
Gredos y de Jaranda, y como teníamos que
andar tres leguas para regresar al Baldío, y ya
no nos quedaba más que ver, aunque sí mucho
que meditar en aquellas ruinas, nos apresura­
mos a montar a caballo, henchida el alma de
mil confusas ideas, que he procurado ir fijando
y desenvolviendo en los humildes artículos a E L O G I O MÉDI CO
que doy aquí remate.
DE L A
Pero no soltaré la cansada pluma sin recor­
dar unos versos que el insigne poeta, mi amigo
D. Adelardo López de Ayala, pone en boca de
SIERRA DE GREDOS
D. Rodrigo Calderón, y que repetí muchas ve­ PO R

ces al alejarme de Yuste: G. M A R A Ñ Ó N

«]Nunca el dueño del mundo Carlos quinto


hubiera reducido su persona
de una celda al humilde apartamiento,
si no hubiera tenido una corona
que arrojar a las puertas del convento!»

De resultas de lo cual, o sea de la falta de


cualquier especie de corona, algunos días des­
pués me veía yo obligado a dejar la pacífica
soledad del Baldío por la turbulenta villa de
Madrid, donde fecho hoy este relato a 9 de O c­
tubre de 1873.
»

EL OGI O MÉDICO
DE LA

SIERRA DE GREDOS
por
G. M A R A Ñ Ó N

D e cuantos españoles visitan la Sie­


rra de Gredos, tal vez sea el médico
quien más intensam ente sienta la im­
portancia de la incomparable región.
C ausa asombro el pensar que haya sido
hasta ahora desaprovechado el tesoro
que para la salud pública y para la hi­
giene ciudadana representa el gran m a­
cizo ingente.
A m edida que la vida se concentra
y se intensifica en las ciudades, se hace
más perentoria la necesidad de contra­
rrestar la forzada tensión de los días
74 Elogio médico de la Sierra de Gredos Elogio médico de la Sierra de Gredos 75

sin tregua, de lucha enconada por la Por estas razones, ocurre que el tan­
existencia, con bruscas paradas del tra ­ to por ciento de muertos que la ciencia
bajo, con fugas del medio cotidiano a actual arranca a las infecciones, que an­
otro completamente distinto. Y a no es tes constituían la causa más frecuente de
posible el racional reposo que debe co­ la m ortalidad en las ciudades, queda
menzar al caer el sol y durar hasta la compensado, y aun superado, con el au­
m añana siguiente. E l trabajo, para la mento aterrador de las víctimas de la
mayor parte de los hombres, y singular­ vida excesivamente rá p id a : los enfer­
mente para la clase media y para los que mos del sistema nervioso, los locos, los
se mueven en el medio intelectual re­ arterioescloróticos, los debilitados : todo
basa mucho esas ocho horas que el pro­ un inmenso número de seres que m ue­
letario ha conseguido y a : muchas ve­ ren antes de tiempo y, además, engen­
ces son diez y seis o más, verdaderas dran una prole mísera.
jornadas dobles, las que han de cumplir L a higiene actual exige, por esto, una
estos forzados de la civilización ; y cuan­ inm ediata derivación de los ciudadanos
do, al fin, llega la hora del descanso, hacia el campo. D e poco vale la preten­
han de tener muy equilibrado el espíri­ dida higiene individual y doméstica
tu para que el sueño sea tranquilo, para dentro de la cloaca inmensa de la ciu­
que los resortes en tensión se aflojen re­ dad. Se engañan los que se creen a cu­
pentinam ente y compensen con la pro­ bierto de los miasmas urbanos por te­
fundidad del sueño lo que le falta en ner una casa amplia, con las ventanas
duración. anchas y todos los recursos de la arqui­
76 Elogio médico de la Sierra de Gredos Elogio médico de la Sierra de Gredos 77

tectura y la ingeniería sanitarias. Con­ perpetua dentro del vaho espantoso en


templemos una gran ciudad, al caer de que se condensan todas las emanaciones
la tarde, desde una altura próxima : B ar­ de miles y miles de organismos.
celona desde el Tibidabo, Bilbao desde L a ciudad m oderna tiende, por fortu­
Archanda, M adrid desde el modesto p e­ na, a desparram arse por el campo. Con­
ro insigne Cerro de los A ngeles y sen­ serva el inevitable acumulo, desgracia­
tiremos todo el horror de la densa y lívi­ dam ente necesario para la vida, en el
da neblina en que se agita la vida de núcleo comercial, donde sólo van que­
tantos hombres, de los pobres hijos nues­ dando las oficinas, las fábricas y las
tros, de los enfermos que ponemos tanto tiendas. Pero el hombre ya va com­
empeño en curar, de los viejos con su prendiendo que no se puede pasear, o
caudal ya tan limitado de vitalidad. Los estudiar, o meditar, ni sobre todo dormir,
pobres y los ricos, allá abajo están todos, en el mismo sitio en que el cuerpo en
revueltos en la misma atm ósfera insana actividad llenó el ambiente de excrecio­
que igualm ente penetra en las guardillas nes ; es preciso, al sonar una hora, coger
mezquinas, que en los palacios ; y que es el tranvía, el tren o el automóvil y a le ­
más temible por lo mismo que nos pasa jarse de prisa, con la presa o sin ella,
desapercibida. Luchamos contra el agua como el buzo que después de buscar su
impura, contra los alimentos adulterados teso ro , con la respiración contenida,
o viejos, con tantos otros enemigos del sale de nuevo a la superficie, ávido de
habitante urbano ; y olvidamos el daño aire.
mucho mayor que supone la perm anencia Los higienistas y, en general la gente,
78 Elogio médico de la Sierra de Gredos Elogio médico de la Sierra de Gredos 79

no han parado mientes en la utilidad de exige una expectación de los sentidos


este pequeño viaje, tan común en las que sólo se consigue a costa de una úti­
grandes ciu d ad es, intermedio preciso lísim a inhibición de la inteligencia. E s
entre el hogar y el sitio del trabajo y, a difícil pensar en cosas graves cuando se
la tarde, entre éste y el hogar. Se toma corre m u ch o ; y las grandes penas — el
como una molestia inevitable y no se re­ vulgo lo sabe por experiencia y por ins­
para en la m ultiplicidad de sus venta­ tinto— se suavizan así mejor que de nin­
jas. Representa, en prim er lugar un en­ gún otro modo. A lgo he escrito sobre
sayo diario de p u n tu a lid a d ; el exceso esta tem planza del espíritu, sobre esta
del trabajo lleva al desorden ; las ocupa­ agudeza sensorial, sobre esta norm ali­
ciones imprevistas turban, casi todos los d ad de las funciones circulatorias y ner­
días, el plan previam ente trazado ; y todo viosas que se puede comprobar después
se atropella y acumula, aumentando el de un corto y rápido viaje ; así como so­
afán de la jornada. Pero el que vive fue­ bre su saludable influjo y posible apro­
ra de la ciudad, en medio del desorden, vechamiento en la vida moderna. Claro
tiene en su cronología dos puntos fijos es que el máximum de ventajas se con­
de referencia, que vuelven a su ritmo a sigue con el automóvil, sobre todo cuan­
la vida : los dos pequeños viajes que le do es personalm ente conducido; y es
traen y le llevan del hogar. sabido que en algunos grandes centros
Pero, además, la media hora o la hora industriales, sobre todo en América, el
de tren o de automóvil, obliga a una tre­ automóvil está, precisamente para este
gua al trajín del espíritu. La velocidad fin del traslado al foco de trabajo, tan
80 Elogio médico de la Sierra de Gredos Elogio médico de la Sierra de Gredos 81

difundido entre las clases modestas, co­ de su vivienda habitual durante un


mo las bicicletas en nuestros países. tiempo largo y arbitrariam ente fijado
E s este también el momento propicio por la moda, que es la que también p re­
para la lectura del periódico, que, dentro side la elección del punto de veraneo,
de la ligereza de atención que exige, por lo general sin más elementos de ju i­
cumple el higiénico fin de dar una nota cio que el número de concurrentes, de
de universalidad al espíritu demasiado casinos, de teatros, de sitios de reunión,
atado a su círculo cotidiano. e tcé te ra ; esto es, de elementos que le
Las viviendas, para una o muy pocas hagan una simple continuación de la re­
familias, se extienden por el campo, ro­ sidencia in v e rn a l; mucho más sano y
deadas de árboles y de flores y sin veci­ racional, repito, que esto, es elegir du­
nos ; verdaderam ente propicias al reposo rante el año pequeñas tem poradas para
m ental y al descanso del organismo, víc­ huir de la población, cuando el cansan­
tima, hasta en los más sanos de los hom ­ cio sea mayor, cuando las ocupaciones
bres modernos, del terrible veneno de la disminuyan, cuando el tiempo sea más
prisa. hermoso y, en fin, cuando la propia con­
Pero aun en las ciudades en que todo veniencia y no la vanidad colectiva lo
esto va siendo una realidad, son necesa­ aconsejen. Cuantos han vivido en el ex­
rias, sin embargo, las excursiones perió­ tranjero saben y han saboreado el en­
dicas a la montaña. Mucho más sano y canto de estas frecuentes, breves y poco
racional que el sistema clásico del vera­ costosas escapadas de las gentes traba­
neo en el que la fam ilia se traslada lejos jadoras, que los sábados ingurgitan las
6
82 Elogio médico de la Sierra de Gredos
Elogio médico de la Sierra de Gredos 83

estaciones, para retornar el lunes y a ve­


tancias habituales como bajo los azotes
ces varios días después, con el cuerpo y
epidémicos, se deben en gran parte a la
el alm a tonificados y prestos de nuevo
proxim idad de las dos grandes sierras,
p m :; la '4udhap*nuq lab aóioaala bI obíz
G uadarram a y Gredos, que como p u l­
La necesidad de este descanso cam ­
mones colosales purifican sin cesar el aire
pestre es mayor aun cuando se trata de
que respiramos los habitantes de la ciu­
poblaciones como nuestro M adrid que
dad, supliendo con la fuerza de su püre-
sin playas, ni orillas frescas de un río
za y bien ayudado por el sol, las faltas
caudaloso, ni grandes bosques públicos,
de higiene, la escasa alimentación, los
no anima a la vida en las afueras. E s
defectos’ del subsuelo y todas las cir­
precisa la magnífica sanidad de su am­
cunstancias que serían desastrosas en
biente, tan certeramente adivinada por otra ciudad lóbrega y mal aireada.
el rey Felipe', que, a despecho de todos
Pero rio hay que contentarse cort qué
los defectos topográficos, llevó la corte
la montaña, en forma d e salud, vengk a
a M adrid, p^ira que, a pesar de todo, esta
nosotros ; hemos de ser nosotros los que
ciudad colocada en un desierto sea tan
vayamos a ella. E l G uadarram a, por ser
sana y tan alegre. i.í n m
más accesible, es ya un centro considera­
Precisam ente —-y a esto conducían
ble d e este «pequeño turism o » 1tan impor-'
tantos preliminares*— las excepcionales
tante para el porvenir de nuestra raza.
condiciones sanitarias naturales d e M a­
G tedos todavía no lo es y,,;sin embargo,
drid, q u e 1todos los médicos hemos po­ Gré&b£L ‘“Ií£!nn6í ¿asoutoofo 8b! v zoo
dido comprobar tanto en las circuns­
Gredos es' algo extraordinario ; es lá‘
84 Elogio médico de la Sierra de Gredos
Elogio médico de la Sierra de Gredos 85

suma de todas las cosas sanas y adm i­


para los enfermos nerviosos! ¡ Y qué
rables que encierra el clima de montaña,
incom parable retiro para los sanos, que
en todos sus aspectos y en todas sus al­
buscan una tregua en la lucha de la vida
titudes. E n ninguna parte del m undo se
o, simplemente el encanto de una ascen­
dan, reunidos bajo un cielo tan m aravi­
sión, como en ninguna parte llena de
llosamente azul, con un sol tan constan­
rincones encantadores, de cimas sober­
te y hermoso, la dulzura de los valles
bias y de augustas perspectivas !
tem plados de A renas de San Pedro, los
T odo eso llegará y espero que nos­
climas, aun suaves, pero más tónicos y
otros lo veamos. P or de pronto es útilí­
fuertes de las regiones de Piedrahita y
sima esta propaganda que con su gran
Barco de Avila, y, por fin, toda la g ra­
autoridad em prende la Comisaría Regia
dación de alturas, con toda la gradación
del Turism o. E s preciso que sepamos
de floras, que term ina en las regiones em­
los madrileños cómo es este tesoro y qué
penachadas por las nieves perpetuas.
cerca está de nosotros. A un ahora, sin
¡ Qué sanatorios para tuberculosos, en
medios de comunicación fáciles, bastan
sus distintas fases y según las épocas del
dos horas de automóvil para llegar a los
año, se podían escalonar en el gran maci­
lugares de Guisando, sagrados para los
zo castellano ! ¡ Qué instalaciones helio-
españoles, donde empieza la bravia re­
terápicas ! ¡ Q ué lugares para la reposi­
gión ; poco más allá, está la comarca
ción sanguínea del ejército de los anémi­
del Tietar, de tan inm ejorable clima y
cos y las cloróticas, tan nutrido en nues­
vegetación, que causa verdadera sorpre­
tro país ! ¡ Qué adm irables sitios de cura
sa a los que por prim era vez la visitan.
86 E logio médico de b Sierra de Gredos Elogio médico de la Sierra de Gredos 87

Y desde 'allí, pueden empezar las adm i­ trascendencia social, hemos podido com*
rables ascensiones. Con un ferrocarril; probar ya la influencia beneficiosa del
y un funicular, en cuatro horas se podrá progreso sobre los estados patológicos
pasar de la Puerta del Sol a una plani- colectivos; en la lenta desaparición de
SW t ó filff % lo s n e vero s p e fp e fu o s , . ,',j8 la endem ia bociúsa, que en otros tiem+
pos tuvo gran importancia en la región
por Gredos con nuestro amigo el gran de Gredos, como en la mayor parte de
cirujano y biólogo Goyanes, autor d e im ­ los paises m ontañosos de nuestra P en­
portantes estudios sobre la región, ho­ ínsula y del mundo. N uestras pesquisas
rnos podido convencernos de las excep­ denunciar* la atenuac'ón de la endemia }
cionales condiciones sanitarias de la Sie- cada vez se ven menos hombres y muí
rra y sus valles, por su orientación, sus jeijes con bocio y, lo que es más impor­
condiciones climatológicas, su hidrolo- tante, menos cretinos. T odavía en algui
ayp y olor; =
;ía, sus alimentos, etc. T odo es allí sa-
f udabíe y lo será más cada día, a medi-
no de los pueblecillos escondidos en la
montaña hemos su frid o ra triste im pre­
daj gue se - ^multipliquen los medios de sión de entrar en la escuela y contem­
comunicación y con ello mejoren las con­ plar, casi con lágrim as en los ojos, los
diciones de vida de los pequeños pue­ bancos llenos de esas pobres criaturas,
blos serranos,
-El muchos dec£mellosOJviJ
casi {total- retrasados del Cuerpo y del espíritu, en
m ente.aislados hasta hace poco tiempo. los que la máscara de la imbecilidad es
aun más dolorosa, por ser niños los que
.nsíiaiv el ssv siam nq lo q sup eoí g ca la llevan. Para nosotros no tiene duda
88 Elogio médico de la Sierra de Giedos Eiogio médico de la Sierra de Gredos 89

que la lesión de las glándulas llama­ tigó regiones enteras de E spaña, el beri-
das de secreción interna, que origina el beri de los asiáticos, etc.
bocio y el cretinismo endémicos, está Con arregló a estas ideas no tiene d u ­
muy relacionada con circunstancias es­ da que una higiene doméstica y alim en­
peciales de vida antihigiénica y de ali­ ticia bien dirigida, en unión de los rem e­
mentación defectuosa. No sabemos en dios hasta hoy puestos en práctica con
qué consisten esas circunstancias, pero los que se trata de corregir las deficien­
estudios modernos, coincidentes con cias de las glándulas ya enfermas, se ha
nuestras observaciones, nos hacen sos­ de lograr,y quizá esté ya próximo este
pechar que bien pudiera tratarse de una día, la total desaparición de la triste
deficiencia en la ingestión de vitaminas, enferm edad, que bien cerca de allí, en
^sto es, de unas substancias de natura­ las célebres H urdes, alcanza proporcio­
leza desconocida que llevan en si los ali­ nes de catástrofe, muchas veces lam enta­
mentos frescos y cuya ingestión es p re­ da, muchas veces recordada pintoresca­
cisa para la vida. Podría, por lo tanto, mente, pero nunca acometida, con un
equipararse la endem ia bociosa y creti- criterio científico, para intentar hacerla
nica a los demás estados anormales oca­ desaparecer. •
sionados por esa deficiencia de vitaminas No es, en resumen, sino un sueño p er­
( estados avitaminósicos), tales como el fectam ente realizable el pensar que de­
escorbuto, tan conocido y temido por rive hacia la extensa, varia y siempre
los antiguos navegantes, la pelagra o magnífica región de Gredos la afición y
mal de la rosa, que en otros tiempos cas­ la necesidad del campo, que ya se sien-
90 Elogm jnédico de Ja Sierra de Gredos Elogio médico de la Sierra de Gredos 91

je, con la luz y la obscuridad, con el


de crecer con rapidez. Casas de campo, cambio de los días y el paso de las esta­
fondas cómodas, facijidades para las ciones, endulzaba el alma de los comba­
ascensiones, transporte rápido desde la tientes y acababa por hacer im posible el
ciudad : pensemos en todo esto, y en rencor contra los herm anos de las trin­
^eguida se nos representan, al cabo , de cheras enemigas, encendido por los
unos años, unas generaciones nuevas, hombres de la ciudad. U n proverbio
libres del cansancio moral e intelectual antiguo de la India — de donde tantas
¿supone el exceso de espectáculos veces nos ha venido la luz— dice que
urbanqs; .fuertes, de color recio, de ma­ «es una m uerte absoluta irse de la vida
yor resistencia, más inteligentes y m e­ sin haberse compenetrado con la verdad
jores.,. '; I esid o lj) afll eterna de la vida». Y esa verdad no ha
M ejores también ¿quién lo duda? La de bucarse en el trajín de las ciudades,
pedagogía moderna se da cuenta de todo sino en el pleno campo, donde la propia
que, ha perdido en bondad el hombre vida se incorpora al ritmo de la vida uni­
al apartarse de la N aturaleza. E n ella versal y donde, sin imágenes y sin tem ­
está, no sólo la salud del cuerpo, sino la plos, se encuentra en todas partes a Dios.
del corazón. D uhamel, Barbusse y otros
que por ser tam bién grandes poetas
son los mejores psicólogos, han descrito,
durante esta últim a y terrible guerra, có-
con e* sol, con el paisa­
L A SIERRA DE GREDOS
NOTAS PARA EXCURSIONES
DE

RAM ÓN GONZÁLEZ Y D O M ÍN G U E Z
DE L A S

SOCIEDADES PEÑALARA, GREDOS, TORMES


Y EL EXCURSIONISTA DE GREDOS
zobavD sb sxxsñt ai. 9Q

-oiq asi ioq iu2 la abarí ogenl gsobnsignib ,am


Í9 na i6U'3623b sisq ^obaloT x bhbsM ob aatoniv

,e!l9ímoT sinsul si n?P%osn ‘iup , 29/moí oh


., > R A M Ó N G O N Z A LE Z Y DOMINGUEZ
ab o:ns8 ioq BÜniíriOD ,sn9¡3 el 9b fibnobgnav

a a ah í; l\y¿ a j sta Sierra forma parte del sistema cen-4

g g M O i? .a u 3 x a
aa
asasl 8a to /.
E '
tral de España, llamado cbrdi'llera Car-i
petana o Carpeto Vetónica; separa la
cuenca del rio Duero de la del Tajo y constitu­
ye tina especié de muralla gigantesca entré las
vs a u o M l M o a y xh jáx ’/í o d m ó m á #
dos mesetas castellanas. Se extiende por todo
«ÍA-l Ha
el Siir de Iá provincia de Avila, desde el ángulo
2 3 M S I0 T , 8O 0 H flp g H O A a H ID O a

S O O E tííO H<l A ‘f 3 I ^ . O I 25l l i 3 X H .1 3 \


forrtiadó por las de Salamanca y Cáceres hasta
él éXtíemo oriental, limitado por las de Madrid
y fef^ l^ fjru oT sb ohou1! [3 na aoen sup ,9)i9l gb
El sistema hidrográficó que determina está
Sierra está constituido: por el Norte, en dirtty
ción del centro al Este, el río Alberche, que
nace en la fuente de su nombre, situada en la
parte occidéiítal de las Lomas de Cañada ( Alta,
próximo a Sari Méhín de la V ega; separa el ma*
cízo de Grédos de los de Malagón y Gaadarra*
96 La Sierra de Gredos
La Sierra de Gredos 97
ma, dirigiéndose luego hacia el Sur por las pro­
Sierra de los Baldíos, con La Serrota; de aquí la
vincias de Madrid y Toledo, para desaguar en el
divisoria principal de la Cordillera, se dirige por
Tajo, junto a Talevera de la Reina. Por el Norte,
un ramal que va de Norte a Sur, a la Sierra de
también, en dirección del Centro al O este, el
Gredos, continúa por las cumbres de ésta en di­
río Tormes, que nace en la fuente Tormella,
rección Oeste, por la cuerda de la Sillita, a la
que brota en el prado Tormejón, término de Na-
plaza del Moro Almanzor, y de aquí, por Sierra
varredonda de la Sierra, continúa por Barco de
Llana y puerto de Torna-Vacas, al pico Calvi-
A vila y penetra en la provincia de Salamanca tero; en este tuerce al Norte y por el Trampal
para desaguar en el Duero. continúa a la Sierra de Santibáñez. En esta
La vertiente Sur lanza sus aguas al río Tiétar,
región lanza dos poderosos contrafuertes en di­
afluente del Tajo, que forma el límite del partido
rección Suroeste, que toman los nombres de
de Arenas de San Pedro con la provincia de Cá- Sierras de Hervas y de Baños.
ceres.
El límite Occidental está cerrado por el río
Desde el punto de vista del excursionismo,
Alagón, que separa esta Sierra de la de Peña
conviene dividir el recorrido total de la Sierra
de Francia; éste, aumentado su caudal con el de Gredos en tres porciones;
de Jerte, que nace en el Puerto de Torna-Vacas,
1.a El macizo oriental, desde la depresión
lleva sus aguas al Tajo, al cual se une en A l­
formada por el Puerto del Pico, hacia el Este,
cántara. hasta los cerros Cabezola parra y Guisando, al
' . \

Sureste y Picos de Cenicientos y Peña de Ca­


La Sierra de Gredos toma su divisoria princi­ dalso, al Sursureste. En este macizo se desta­
pal en la dirección de la Sierra de Malagón, que can, siguiendo la dirección indicada, el Risco
se une por la Cuerda de los Polvisos a la Para­ de Villarejo de cuya faceta Oeste surge otro
mera de Avila, que a su vez empalma, por la risco aún más afilado, que es el que da el nom-
7
La Sierra de Gredos La Sierra de Gredos 99
98
Mira sigue hacia el Norte los riscos de las Ye­
bre al Puerto del Pico, Cumbre Alta o la V e -
guas y hacia el Oeste una extensa meseta se­
guelina (2.09 0 ms.) el Cerro de Cabeza A gu ­
guida de una pequeña depresión que forma el
da, el de Rojamarite (2.061 ms.); el Cabezo de
Mijares, (2.052 metros); la Serradilla, Cerro de Puerto de Candeleda (2.129 ms.). Por Regajos
Pajonales, sobre el pueblo de Piedralabes, C e­ Llanos hacia el Norte el grandioso Circo de Gre­
rro Escusa (1.959 ms.); Cerro Casillas (1.761 dos, el Circo de las Cinco Lagunas y después

metross); Picos de Cenicientos (1.187 ms.) y de la muralla que forma el Asperón, la llamada

Peña de Cadalso (1.182 ms.). Sierra Llana que termina en el Puerto de Torna-
2.a El macizo central, el más importante por vacas.
su grandiosa belleza y alturas considerables, 3.a El macizo Occidental, llamado también
desde el Puerto de Tornavacas hasta el del Pico. Sierra de Béjar, desde el Puerto de Tornavacas
Desde este puerto hacia el Oeste sube el Risco hasta el de Béjar, cerrado al Oeste por el río
del Protro, la Peña de Arenas y la Cabrilla, vie­ Alagón. En este macizo culminan las mesetas
ne una depresión, el Puerto del Arenal, ascien­ del Trampal y Peña negra y al Sursuroeste el
de nuevamente con Las Quebradas (1.807 m e­ Pico Calvitero (2.400 ms.).
tros); una nueva depresión forma el Puerto de
Peón y continúa después las Lomas de Cañada La impresión del límite Oriental de Sierra de
Alta, hacia el Norte, que forman la divisoria de Gredos puede obtenerse en una sencilla excur­
Duero y Tajo, hacia el Sur La Cuerda de la sión en la que al propio tiempo hay ocasión de
Sillita que remata en La Mira (2.417 ms.) que conocer algunas curiosidades de interés artísti­
salvo a su lanza a Sur la Cuerda del Am ealito, co e histórico. Para realizarla puede formarse un
divisoria de las gargantas de Candeleda y Gui­ circuito que puede tener por base Cebreros o
sando, que ésta a su vez se cierrra al Este por San Martín de Valdeiglesias.
el enorme paredón de Los Galayos. Desde la Partiendo de Madrid por la línea del Norte se
La Sierra de Gredos 101
■jqO La Sierra de Gredos %
censo cinco kilómetros más hasta el pueblo de
deja el tren en la estación de Navalperal; desde
Sotillo de la Adrada ya en el valle del Tietar.
aquí por carretera a H oyo de Pinares (17 ks.) y
Bordeando la Sierra va la carretera a Ceni­
a Cebreros (5 ks.). Es Cebreros una importante
cientos que descansa al pie de los picos de su
villa, cabeza de partido de la provincia de A v i­
nombre y que desde la iglesia, situada a alguna
la; en ella merecen visitarse la Iglesia obra de
distancia del pueblo, ofrece un bonito pano­
Juan de Herrera, las ruinas de la antigua iglesia
rama.
(hoy cementerio) y algunos edificios particula­
Dejamos esta carretera para tomar la que en
res, por sus fachadas de gran interés. Por la ca­
suaves pendientes nos lleva al pueblo de Cadal­
rretera del Barraco se llega a los 11 kilómetros
so de los Vidrios; durante el trayecto se obser­
al puente del Burguillo, de la época romana o
va la peña de Cadalso y el cerro sobre el que
tal vez anterior, interesante no tan sólo por sí,
descansa el pueblo; al penetrar en él se nos
sino también por el lugar en que está situado,
presentan, en una amplia plazoleta, los restos
es donde el Alberche corta y separa la Sierra de
del suntuoso palacio del duque de Frias, en los
Gredos de la Paramera de Avila, precipitándose
que aún se conservan preciosos detalles de la
por el fondo de estrechos barrancos y forman­
época del Renacimiento. De igual época y esti­
do sinuosas hoces de salvaje belleza. Desde el
lo existen en el pueblo algunas casas particula­
mismo puente arranca un camino en dirección
res, muy típicas y bien conservadas, entre las
al puerto de Casillas (1.500 ms.) de un paisaje
delicioso sobre todo en sus primeros seis kiló­ que merece citarse la que llaman en el pueblo

metros hasta la casa forestal llamada de las Jun­ la Casa de los Salvajes, aludiendo sin duda a
los dos figurones que sostienen el escudo herál­
tas, después el camino toma una fortísima pen­
dico que, tallado en piedra y a gran tamaño, os­
diente hasta el puerto y quizá con más pendien-
nte aún desciende hasta el pueblo de Casillas, tenta sobre la puerta.

a los 11 kilómetros. Continúa el camino en des­ Bajamos de Cadalso, en dirección al Tiemblo,


La Sierra de Gredos 103
102 La Sierra de Gredos

por un camino de rápida y violenta pendiente hasta atravesarlo por el puente de Valsordo, de
la época romana, muy bien conservado. Conti­
hasta cruzar el arroyo Tortoles, afluente del
Alberche, de este mismo camino y frente el núa el camino hacia Cebreros y al poca distan­

arranque del que conduce a San Martín de Val- cia del puente, a la izquierda del camino, un

deiglesias parte otro elevándose a media ladera humilladero hace de avanzada a la ermita de

del cerro, que lleva al caminante al Monasterio Valsordo, de fines del siglo xv, a la que da som­

de Guisando. Este fué morada de monjes Jeró­ bra el famoso pino de la Virgen, curioso ejem­

nimos y su antigüedad data del siglo xiv, pues plar de enormes proporciones. Continuamos el

en 19 de Septiembre de 1468 los nobles coali­ camino para penetrar nuevamente en Cebreros

gados contra Enrique IV juraron heredera del por la llamada Subida de los Enrollados, a la

trono a la infanta D.a Isabel. A cortísima dis­ derecha se eleva sobre una floración granítica

tancia del Monasterio se encuentra la cueva de desde la que se comtempla un hermoso panora­

San Patricio y más arriba las ruinas de la ermita ma, una interesante picota o rollo (signo an­
tiguo de villa). Desde Cebreros tomamos el ca­
de San Miguel.
Volvemos al camino que habíamos dejado y mino del Quejigar, para visitar el Convento y el

en la misma dirección que llevamos, antes de hermoso panorama de la Sierra de las Cabreras-

llegar a la Venta de la Tablada que se divisa a y emprendemos el regreso por Hoyo de Pinares

distancia, encontramos en un prado cercado, nuevamente a Navalperal, estación de la línea

a la derecha del camino, los famosos toros de del Norte.

Guisando, restos de un célebre monumento de


época muy remota en uno de los cuales, el del El macizo central es el más interesante espe­
cialmente desde el punto de vista del alpinismo-
extremo oriental, se lee una inscripción romana.
Seguimos por el camino hasta el pueblo del El grandioso Circo de Gredos es de una belleza
tan intensa que quien lo contempla por primera
Tiemblo y paralelo al Alberche continuamos
104 La Sierra de Gredos La Sierra de Gredos 105

vez experimenta la verdadera sensación de lo querazo; Portilla de los Machos; Cuchillar de


sublime; la naturaleza presenta en él la expre­ las Navajas; Portilla Bermeja (2.545 ms.); Al-
sión más perfecta de lo trágico; es la manifesta­ manzor (2.600 ms.); Cuchillar del Almanzor;
ción gráfica del drama de los siglos; es tan ca­ al terminar éste, una meseta avanza hacia la
racterístico, tan suyo que en su género no hay laguna rompiendo la armonía de la curva gene­
nada que le supere ni quizás tan solo que le ral, y esta especie de muro coronado por el AI-
iguale. Asombra por su grandeza y la belleza meal de Pablo (2.570 ms.) Risco Moreno y
de sus abruptas crestas, todas dibujadas con Cerro de los Huertos, que encierra en su centro
perfiles muy distintos formando masas defini­ al Cerro del Sagrario, forma lo que algunos
das, separadas por depresiones bien marcadas consideran el verdedero Circo; la curva gene­
que dan lugar a una completa nomenclatura. ral sigue formada por el Risco de las Cinco
A partir del barranco por donde desagua en Lagunas, en cuya vertiente opuesta se encuen­
impetuoso torrente la laguna, y mirando hacia tran: Riscos de la Galana, Cuchillar del Gile-
el interior del circo, lo forman de izquierda a de­ tre y Mogota del CervunaI o Cabeza Pelada,
recha: Alto de los Barrerones (2.500 metros) cuya base forma la pared derecha del torrente
(entrada natural); Altos del Morezón (2.525), por donde desagua la laguna grande; estos úl­
depresión marcada entre estos y el Risco de/ timos riscos forman, a su vez, un pequeño circo
Fraile (2.545 ms.) (otra entrada, aunque más en cuyo centro emergen las cinco lagunas.
difícil que la anterior); otra depresión de la que Otra pequeña parte no menos interesante,
arranca una preciosa cresta, llamada Cuchillar también por su trágica belleza, es el llamado
del Enano y de la Ventana, terminada en tres Los Galayos, enorme paredón que arrancando
picos característicos llamados Los Hermanitos de la divisoria general próximo a La Mira
de Gredos; depresión conocida con el nombre (2.417 ms.), se dirige hacia el Sur, paralelo a la
de Portilla de los Hermanitos; Riscos del Cas- Cuerda del Almealito.
106 La Sierra de Gredos La Sierra de Gredos 107

De esta breve reseña se deduce que son tres lo recomendamos sino que además aconsejamos
las excursiones a realizar con carácter indepen­ que no se adopte nunca para subir; es el de Ca-
diente, que pudiéramos decir, ya que cada una deleda al puerto de su nombre. Con sólo decir
por sí bien lo merece y casi lo requiere: al Cir­ que el pueblo de Candeleda, de donde arranca
co, a Las Cinco Lagunas, y a Los Galayos. el camino, está a 438 metros y que el Puerto
N o obstante hallarse todo ello dentro de un está a 2.129 metros y que tal desnivel se salva
perímetro relativamente pequeño, cada una tie­ en unos siete u ocho kilómetros de recorrido,
ne su itinerario propio, tratándose de hacerlo basta para comprender lo fatigoso de la subida,
con la mayor facilidad y comodidades posibles, y si a esto se añade que el camino tallado en un
pues desde luego que puede formarse también, paredón orientado al sur, en una enorme con­
y ya lo indicaremos en su momento oportuno, cavidad que los naturales del país llaman el Hor­
un itinerario general que recorra todos ellos, no de Candeleda, es de una fortísima pendiente
así como excursiones circulares de que también y abrumadora fatiga, se comprenderá que hay
nos ocuparemos. que desecharlo desde luego, si bien lo conside­
Para el Circo de Gredos es indiscutible que ramos útil como punto de salida en itinerario
la entrada fácil, cómoda y que mejor nos mues­ circular. El punto de arranque para este itinera­
tra su impresión de conjunto es la vertiente nor­ rio es Oropesa, estación del ferrocarril en la lí­
te, especialmente por el Alto de Los Barrerones nea de Madrid-Cáceres-Portugal. (Madrid esta­
o por Majada Somera (en cuyas proximidades ción de las Delicias) desde este pueblo a Can­
está construido el refugio de S. M. el R ey) al deleda hay 25 kilómetros de carretera para cuyo
Morezón. Primeramente, y con mucha breve­ recorrido hay un servicio público de coche. Pue­
dad indicaremos un itinerario al Circo por la de hacerse por carretera; la de Extremadura, de
vertiente sur, que no queremos omitirlo por ser Madrid a Talavera de la Reina, Oropesa y Can­
bastante conocido., pero que no solamente 110 deleda, 184 kilómetros en total.
108 La Sierra de Gredos La Sierra de Credos 109

Para la entrada al Circo por el alto de los Ba- los coches de Arenas, en donde se toma el bi­
rrerones, por donde va la senda mandada a llete para la Venta del Obispo, se llega próxi­
construir para el cazadero Real, el itinerario mamente a las ocho de la mañana; de allí mis­
más breve, fácil y como es el de Hoyos del Es­ mo parte el coche para Hoyos del Espino en
pino (1.584 ms.); este pueblo, que es el primero donde se está de diez y media a once de la ma­
que se esforzó en dar todo género de facilida­ ñana.
des hasta sentir verdadero entusiasmo por auxi­ Para hacer la excursión en automóvil o mo­
liar al excursionista, poseídos de la misión que tocicleta hay un bonito recorrido, todo él por
su situación estratégica les confiaba, es el que muy buena carretera, de Madrid a Avila por el
se halla más próximo y de más fácil acceso al Puerto de Guadarrama y Villacastín, 113 kiló­
referido punto. Tiene además, un camino muy metros, Avila Venta del Obispo, por la carre­
bien construido, de unos 15 a 16 kilómetros tera de Arenas, 47 kilómetros, y Venta del
cuyo recorrido se hace muy fácilmente y sin la Obispo a Hoyos del Espino, por su carretera
menor fatiga en cuatro horas a pie, o tres a ca­ 22 kilómetros en total 182 kilómetios. Esta ca­
ballo. rretera de la Venta del Obispo a Hoyos del
El itinerario a Hoyos del Espino es: línea del Espino, es un trozo de la carretera en proyecto
Norte, Madrid, Avila, servicio de automóviles (ya hoy realizado puede decirse pues solo falta
de Arenas de San Pedro hasta Venta del Obis­ dos pequeños trozos, entre Hoyos y Navalperal
po, coche correo servicio diario de Venta del de Tormes y Barraco Navalmoral), que uniré
Obispo a Hoyos del Espino. 7 la forma de Barco de Avila con Cebreros, recorriendo toda
efectuar el viaje es la siguiente: salida de Ma­ la vertiente norte de la Sierra de Gredos y será
drid en el Correo (a las 22,30), en la estación la carretera ideal partiendo de Madrid, por
de Avila se toma el coche de la Fonda del Jar­ San Martín de Valdeiglesias, Cebreros, Venta
dín, al lado de ésta está la Administración de del Obispo, Barco de Avila y Béjar, para reco­

* # #
♦ #
¿a Sierra de Gredos La Sierra de Gredos III

rrer la Sierra de Gredos, a la vista siempre de ganta de las Pozas y se toma el camino perfec­

espléndidos panoramas y de los bellos paisajes tamente marcado que sube al alto de los Barre-

que forman las riberas del Alberche y el Tor- rones dejando el Morezón a la izquierda; al do­
minar la altura se coincide con el camino del ca­
mes.
El itinerario desde Hoyos del Espino al Circo zadero Real que baja a la laguna en dirección

es fácil y cómodo por la suavidad con que van al Gargantón. El golpe de vista que ofrece el

ganándose las alturas; se sale del pueblo (m e­ Circo, al dominar la altura de los Colgadizos,

tros 1.584) en dirección al llamado Puente del es de lo más grande que puede citarse como es-

Duque, sobre el río Tormes; pasado éste, y si­ espcetáculo de la naturaleza; a todo aquel que

guiendo el camino ya trazado y bien visible, se visite por vez primera la Sierra de Gredos le

cruza el llamado Pontón de ¡a Isla; sigue el aconsejamos que haga su entrada por esta par­

camino bordeando el hermoso pinar hasta em­ te, en la seguridad de que el recuerdo de este

pezar la subida a los Altos del Durano (1 .6 0 0 momento no se le borrará jamás.

metros); se atraviesa el Prado de las Exco­ Para la entrada al Circo por el de las Cinco

muniones, desde donde se da vista al sitio Lagunas aconsejamos como más fácil y rápido

Junta de las Gargantas, se vadea la llamada de el itinerario de Bohoyo. Este pueblo, también

la Covacha, primero, luego la del Prado de la con un gran sentido práctico, sigue las orienta­

Casa y por último la del torrente de Prado ciones del de Hoyos del Espino y al igual, tra­

Puerto, llamada también de las Escálemelas; baja y se esfuerza en dar facilidades al excur­

ya a la derecha del torrente se va ganando al­ sionista y proporcionarle cuantas comodidades

tura, y terminado el paso emocionante de Las le son factibles, interesándose en la construc­

Escálemeles (1.700 ms.) se domina, en una pe­ ción de caminos y refugios y de todo cuanto

queña vuelta sobre la derecha, la entrada en el pueda ser un atractivo para el excursionista.

Prado de las Pozas (1.920 ms.); se pasa la gar­ El itinerario a Bohoyo tiene mucha analogía
La Sierra de Gredos 113
112 La Sierra de Gredos

ms.), en el que se invierten de tres a cuatro


con el de Hoyos del Espino; se sale igualmente
horas, sitio indicado para acampar y en donde
en el correo de Avila para empalmar con el co­
hay ya construido un refugio; desde este punto
che de servicio público que hace el recorrido a
ya la excursión es alpina, dirigiéndose ya hacia
Barco de Avila, pasando por Piedrahita; llega a
el SE. para buscar la portilla de las Cinco L a ­
Barco próximamente a las ocho de la mañana.
gunas, o ya faldear el Risco de la Galana por
Aquí se toma la carretera, hoy interrumpida en
su vertiente N O . para llegar al Venteadero y
Navalperal de Tormes, que paralela al Tormes
penetrar en el Circo. El golpe de vista que pre­
empalma con la de Avila a Arenas para conti­
senta el Circo desde el Venteadero es también
nuar a Cebreros paralela al Alberche y de la que
estupendo, y aunque no es tan completo como
ya hemos hablado antes; por esta carretera se
el que antes decíamos (desde los Colgadizos),
andan siete kilómetros para llegar al sitio deno­
es grandioso porque se hallan más próximas
minado El Carrascal; de aquí parte una carrete­
las grandes masas del Almeal de Pablso y Risco
ra para Bohoyo, con dos kilómetros de reco­
Moreno, Almanzor y su cuchillar, que asom­
rrido, e igualmente que a Hoyos se llega aquí
bran con sus ciclópeas proporciones.
entre diez y once de la mañana.
Para la excursión a los Galayos es el itinera­
Para hacer el recorrido en automóvil o mo­
rio indicado el de Arenas de San Pedro. Este
tocicleta hay también un bonito itinerario, casi
punto es asequible por tres vías; la más emplea­
el mismo que para Hoyos: Madrid-Avila por Vi-
da es: Madrid-Avila, para tomar el automóvil
llacastín, 113 ks.; Avila Piedrahita, 50 ks.; a
de servicio público; Madrid-Talavera de la Rei­
Barco, 20 ks., y Bohoyo, 9. ks. En total, 192
na, y desde este punto coche hasta Arenas;
kilómetros.
Madrid-Almoróx, para tomar el automóvil de
El itinerario de Bohoyo al Circo es también
servicio público que va por el valle del Tietar
fácil y cómodo, y hoy disponen de un bonito
hasta Arenas.
camino para la Fuente de los Serranos (2 .30 0
1T4 La Sierra de Gredos La Sierra de Gredos 115

Para el recorrido en automóvil o motocicleta nes hay un magnífico refugio a 2.320 ms.; con­
hay también dos itinerarios igualmente reco­ tinuar por la vertiente N . en dirección al Este
mendables: Madrid-Avila, 113 ks.; A vila-Are- hasta el Puerto del Peón (1.801 ms.) y bajar
nas, por el Puerto del Pico, 78 ks. En total, por sendero hasta la casa forestal, en donde ya
191 ks. Madrid-San Martín de Valdeiglesias, 70 hay buen camino, al pueblo E l Hornillo y ca­
kilómetros; a Escarabajosa, 10; a Sotillo, 6 ; a rretera hasta Arenas. Si se prescinde de llegar
la Adrada, 5; a Piedralabes, 5; a Casavieja, 10; a la Mira, se puede hacer la excursión aún más
a Lanzahita, 18; a Ramacastaftas, 10; a A re­ alpina pasando de Puerta Falsa a buscar una
nas, 6. En total, 140 ks. especie de sendero que va por lo alto de la cara
La excursión a los Galayos y la Mira desde
E. del paredón de los Galayos, llamado Trocha
Arenas es interesantísima, fácil por lo bien que
Palomo, y por unas Hambrías que llaman E l
allí puede organizarse, los medios que propor­
Espaldar bajar en dirección de la casa forestal
ciona aquella gente, también interesadísima en hasta El Hornillo; este itinerario es muy emo­
atraer al excursionista y la brillantez de su pai­
cionante, pero haciéndolo sin precipitación y
saje, que en toda época es una bella nota de buscando los pasos fáciles que hay, no ofrece
color. el menor peligro. Yo lo he realizado con un
El itinerario más recomendable, aunque es un compañero que iba por primera vez a la sierra
poco fuerte, para formar una perfecta idea de y no tuvimos la menor dificultad.
aquello, es el siguiente: de Arenas al pueblo Antes de terminar lo relativo al macizo cen­
de Guisando, por camino bueno; de Guisando, tral, conviene anotar que es de mucho interés
por sendero, ya en plena ascensión, a la Apre­ para el excursionista saber que en los tres pun­
tura, entrando por Puerta Falsa, quedándose tos que recomendamos como base de itinera­
por la misma vertiente S. para pasar al arran­ rios radican sociedades legalmente constituidas
que de la falda de la Mira; en sus inmediacio­ para el fomento del excursionismo y alpinismo
116 La Sierra de Gredos
La Sierra de Gredos 117
en la Sierra de Gredos, con una perfecta orga­
Poco tiempo después se constituyó en Barco
nización, y que facilitan cuantos medios y útiles
de Avila la Sociedad «Sindicato de Turismo»,
sean necesarios para el mejor éxito de la expe­
presidida por D. Joaquín Manceñido, gran en­
dición, con una ventaja extraordinaria como es
tusiasta de la idea; figura entre sus miembros
la unific ación de tarifas para guías, morraleros,
D. Pedro Canalejo, uno de los más amantes de
caballerías, hospedajes, alquiler de tiendas de la región, hoy Presidente.
campaña y cuanto sea preciso y no quiera su­
En el año 1912 se fundó en Arenas de San
frirse las molestias del transporte o suponga un
Pedro la Sociedad Arenas-Gredos, presidida por
gasto excesivo para una excursión.
D. Bernardo Chinarro; en su Junta directiva des­
La primera que se fundó de estas sociedades
cuella por su celo en la propaganda D. Luciano
fué la «Gredos-Tormes», en Hoyos del Espino,
Jaraiz, persona altamente simpática y amable.
en 1911, haciéndolo con tal fe y entusiasmo
Hoy la preside D. Juan Torres. Esta Sociedad
que mereció el alto honor de que S. M. el
dispone de un hermoso local, en forma de ca­
Rey Don Alfonso XIII aceptara la presidencia
sino, en Arenas, muy bien decorado, que sirve
de honor; preside la Junta directiva D. Hilario
de centro de reunión y punto de partida para
Tamés, notable periodista que ha hecho popu­
las excursiones. Ultimamente, en Junio de
lar en A vila el pseudónimo de Vega Alberche;
1918, se fundó en Bohoyo la sociedad E l E x­
forma parte de la Junta directiva D. Justo Mu­
cursionista de Gredos, presidida por don Sin-
ñoz, persona inteligentísima, experto conoce­
foriano Moreno, persona inteligente y activísi­
dor de la Sierra de Gredos y habilísimo y prác­
ma que ha logrado en tan poco tiempo poner a
tico en la disposición de excursiones, dirige con
esta naciente sociedad a la altura de las demás.
una perfecta organización la Comisaría de la
Todas ellas trabajan con celo y actividad
sociedad, hospedería y punto de salida de las
asombrosos, al extremo de merecer la atención
expediciones.
de cuantos buenos patriotas sienten entusiasmo
118 La Sierra de Gredos La Sierra de Gredos 119

por la propaganda de las bellezas de su suelo, y Para las excusiones al macizo occidental debe
una prueba de su recto proceder es que, la Co­ tomarse como base la población de Béjar, en
misaría Regia del Turismo, atiende sus solicitu­ extremo simpática y rodeada de bellos pai­
des y estimula con toda su colaboración a esta sajes.
obra de la región y de la Patria, lo cual cons­ Puede hacerse el viaje directo en ferrocarril,
tituye la mejor garantía de la formalidad de es­ línea M. C. P. (estación de las Delicias). Para

tas Sociedades. automóvil o motocicleta el itinerario es: Madrid-


Valiéndose de cuantos medios tienen a su al­ Avila-Piedrahita. 163 kilómetros; Piedrahita-Bé-
cance, han construido caminos, arreglado fuen­ ar, 46 ks. En total, 209 ks.
tes y construido refugios de montaña, algunos Muchas son las excursiones que desde Béjar
de ellos, como el de la Mira, por la sociedad pueden realizarse, interesantes unas por la be­
«Arena-Gredos», muy sólido y perfectamente lleza de sus paisajes y otras desde el punto de
orientado. La sociedad «Sindicato de Turismo», vista del alpinismo. En el mismo Béjar, reco­
de Barco, dispone de otro en término de La A li­ mendamos que no deje de hacerse la de la E r­
seda, a 1.780 ms. de altitud, y uno desmonta­ mita del Castañar, Paseo de Santa Ana y Fuen­
ble que instala sobre el Asperón a pocos pasos te del Lobo, y a la magnífica posesión E l Bos­
del Venteadero y Portilla de las Cinco Lagu­ que. A muy corta distancia y por una hermosa
nas. La sociedad «Gredos-Tormes» administra carretera de buen piso y a presencia siempre de
el del C. A . E., situado en el Prado de las Po­ muy bellos paisajes, está el pueblo de Cande­
zas, a 1.980 ms. de altitud. Y, por último, la so­ lario, interesantísimo por todos conceptos y
ciedad «E l Excursionista», de Gredos, inaugura muy especialmente por conservar la indumenta­
recientemente dos, uno próximo a Portilla Ber­ ria típica del país, graciosa de línea, brillante
meja, la de las Cinco Lagunas, que ha de ser de colorido y que revela una poderosa intuición

de gran utilidad. artística.


120 La Sierra de Gredos La Sierra de Gredos 121

Las excursiones alpinas que merecen espe­ puntos de acceso recomendables para cada una
cial mención, son: muy próxima, a la gargan­ de las excursiones principales en los respectivos
ta denominada E l Tranco del Diablo; por Can­ macizos central, oriental y occidental, indicare­
delario, a las lagunas del Trampal, a la Peña mos dos o tres de las excursiones circulares que
de la Cruz, a Peña Negra y al Pico Calvitero estimamos más recomendables, al extremo de
(2.400 ms.), el de mayor altura de este macizo. aconsejar que, a ser posible, se hagan siempre
También merece la pena de realizarse las ex­ en esta forma, por ser mucho más agradable ir
cursiones al Puerto de Béjar y al Valle de Her- por terreno desconocido que volver por los que
vás, anfiteatro formado por elevadas montañas, ya conocemos, como no sea aquellos de nues­
en cuyo fondo radican los célebres baños de tra predilección y que por ello lejos de cansar­
Montemayor. nos cada vez nos interesa más. Estas excursio­
También existe en Béjar una importante so­ nes se refieren al macizo central que es el de
ciedad llamada «Sindicato de Iniciativas», pre­ mayor extensión y por lo tanto el susceptible
sidida por D. Lino R. Arias, gran aficionado a de poder recorrerse en formas distintas.
la montaña y entusiasta propagandista de las El primero: Avila, Barco, Bohoyo, Fuente de
bellezas del país. los Serranos; asomarse al Veteadero, continuar
El actual ministro de Fomento ha prometido por la vertiente exterior del Circo (N . O .) hasta
al marqués de la Vega Inclán que en brevísimo Portilla Berméja, penetrar por ella en el interior
plazo estarán terminados los trozos que faltan del Circo; bordear la Laguna Grande y subir
de la carretera que pondrá en comunicación di­ por la falda del Morezón en dirección del A lto
recta a Madrid con Bejar, recorriendo la Sierra de los Barrerones hasta encontrar la senda del
por su vertiente Norte, a través de los más be­ cazadero real; continuar por los Colgadizos,
llos panoramas. bajar para atravesar la Garganta de las Pozas
Expuestos ya los itinerarios parciales con os y por el prado de este nombre a buscar la
122 La Sierra de Gredos La Sierra de Gredos 123

b a ja d a de las Escaleruelas y continuar el nuar por el A lto del Morezón, (vertiente N. E.)
sendero-camino a Hoyos del Espino para re­ a Majada Somera, Regajos Llanos, Puerto de
gresar por la Venta del Obispo aAvila. Candeleda, por la Cuerda a la Mira, Puerta
El segundo: Avila, Venta del Obispo, Hoyos Falsa, Paredón de los Galayos (por su base)
del Espino, Prado de las Pozas y Majada Somera hasta Las Rebolleras, subir la Portilla de su
al Morezón, penetrar en el Circo, subir a la Por­ nombre, pasar a la vertiente E. del Paredón,
tilla de los Hermanitos y continuar por el exte­ bajar por el Espaldar al Hornillo y de aquí a
rior del Circo (vertiente S. O .) por la cornisa Arenas de San Pedro; por la carretera del Valle
del Cuchillar del Enano o de la Ventana a Ma­ del Tiétar (en el auto de servicio público) hasta
jada Somera, continuar por Regajos Llanos al Cenicientos, Cadalso de los Vidrios, Monaste­
Puerto de Candeleda y por la cuerda seguir a la rio de Guisando, El Tiemblo, Puente de Val-
Mira, para bajar por la Apretura a Guisando, o sordo, Cebreros; por la carretera del Barraco
por el Puerto del Peón al Hornillo y continuar, al Puente de Burguillo, Puerto de Casillas, So-
desde uno u otro punto, a Arenas de San Pedro tillo de la Adrada; tomar el auto a Almorox
y por la Venta del Obispo regresar a Avila. y regresar a Madrid por este ferrocarril.
Y por último; el que pudiéramos llamar ge­ Antes de dar por terminadas estas notas he
neral porque en una excursión puede verse todo mos de llamar la atención del excursionista
ello. Madrid, Béjar, Candelario, Trampal, Peña acerca de algunos puntos que, sin desviarle de
Negra, Calvitero; Puerto de Tornavacas, Béjar; su itinerario merecen un paréntesis y que, en
por Becedas y Puerto de la Hoya a Barco, Bo- relación con sus aficiones, han de proporcio­
hoyo, Fuente de los Serranos, Portilla de las narle ratos agradables que seguramente agrade­
Cinco Lagunas entrar al Circo, por la M ogota cerán; es uno de ellos el patinadero natural de
del Cervunal, pasar el Torrente de la Laguna la Serrota, a la derecha del Puerto de Menga ,
Grande, subir al A lto de los Barrerones, conti­ lugar excelente para el deporte del Ski y que al
124 La Sierra de Gredos La Sierra de Gredos 125

propio tiempo domina un extenso y bello pano­ este pueblo, atravesando el Tieiar, al de Jaraíz
rama, especialmente desde el Pico del Santo. y de aquí al de Cuacos, en donde arranca un
Para ello debe hacerse un alto en el pueblo de sendero que conduce en poco tiempo al M o­
Menga Muñoz en donde su alcalde D. Juan José nasterio. La distancia total son unos 25 kiló­
Nieto, se excede en atender y obsequiar a los metros aproximadamente, que en dos etapas
excursionistas. pueden hacerse con comodidad, una Casateja-
Otra visita interesantísima es al Monasterio da, Jaraiz y otra Jaraíz, Cuacos, Monasterio.
de Yuste: en las últimas estribaciones de la ver­ Además de éstos, especialmente menciona­
tiente sur de Sierra de Gredos, próximo a Pla­ dos, el excursionista que recorra los distintos iti­
sencia, apoyado en la falda del Cerro de San nerarios aquí indicados, encontrará infinitos rin­
Simón, junto al barranco de Jaranda y dando cones, unos de plácida belleza, otros de gran­
vista a la hermosa Vera, duerme el sueño de diosidad salvaje, poéticos santuarios, pueblos
los siglos el histórico Monasterio, en que acabó interesantísimos por sus construcciones e indu­
sus días el Emperador Carlos V . Lugar de me­ mentaria típicas; y mil cosas que atraerán su
lancólica poesía, rodeado de los más bellos y atención y que aquí no es posible detallar, dado
pintorescos paisajes en que se agrupan con ex­ el espacio de que disponemos y que de otra
traño consorcio los picachos ásperos y abruptos suerte resultaría de una extensión impropia del
de la Sierra, que surgen sobre mesetas siempre objeto que nos proponemos que es el de pre~
cubiertas de nieve, con la pujante vegetación de sentar, en el más reducido espacio la manera
la Vera y la cálida exuberancia de aquellos de alcanzar la impresión más concisa y com­
huertos siempre floridos, es una visita que pro­ pleta de la Sierra de Gredos, adusta, valiente y
duce muy honda impresión en el excursionista. trágica en sus elevadas crestas; suave, poética
El itinerario más breve desde Madrid es a Casa- y sencilla en sus floridos valles; parece repre-
tejada, estación en la línea de M. C. P.: desde
PLANOS
DE

R A M O N G O N ZALE Z 7 DOMINGUEZ

FOTOGRAFIAS
DE

R A M O N G O N Z A L E Z , M. M O R E N O ,
J. L A U R E N T y K U R T HIELSCHER

You might also like