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El Centro Cultural General San Martín (CCGSM) y El Teatro Municipal General San

Martín (TGSM) de la ciudad de Buenos Aires son un referente para la ciudad y la vida cultural
del Argentina desde 1970.

El complejo teatral y cultural ha sabido mantener unos servicios y una programación artística
casi ininterrumpida desde su creación. El aspecto más destacado a resaltar de su gestión y
éxito continuado, tanto de la oferta variada como de la alta calidad de sus representaciones
que sellan su filosofía estética, es ofrecer una posibilidad de acceso abierto a toda la
comunidad. Esta apertura no solo es económica, también lo es por su heterogénea oferta
cultural y experimentación en teatro, música, fotografía, artes plásticas, etc.

El motivo por el cual elijo esta institución como ejemplo de liderazgo se remonta a una serie de
experiencias que pude comprobar personalmente hacia finales de los años noventa y principios
de nuevo siglo.

En la más honda y dramática crisis económica que vivió el país hacia esos años de
institucionalización del déficit y la desazón social, la sociedad argentina supo destacar desde
una capacidad creativa y popular de extraordinario empuje y originalidad.

El teatro concretamente emergió desde sus propias cenizas y se pudieron ver obras
extraordinarias, tanto en dramaturgia, puesta en escena, caracterización y dirección, con
presupuestos en demasía inexistentes. Está claro que la necesidad despierta la búsqueda y
desboca la originalidad creativa por desesperación y especialmente por necesidad de
distracción.

¿Cómo se explica el hecho de que grandes artistas, actores, directores, etc., de gran
trayectoria y consolidada ubicación en medios de gran difusión, pudieran verse en esos años y
posteriores, trabajando en obras casi sin presupuesto, limitando sus salarios al mínimo,
prácticamente con cachet de artistas emergentes?

Lo único que queda después de la hecatombe es la dignidad y el prestigio, cosa que esta
institución no supo perder en tal situación, limitó su presupuesto al mínimo o a cero, sin
embargo mantuvo la calidad y la oferta con la complicidad y generosidad de sus trabajadores,
creadores y técnicos. Lo prioritario fue el servicio cultural, el prestigio institucional y la dignidad
de mantener la más alta calidad posible.

Corrupciones, gestiones tendenciosas, mediocridades esporádicas y/o episodios artísticos no


muy felices, fueron matizando mi visión optimista de la institución, pero se deja entrever una
linealidad casi constante y una dirección muy clara y efectiva: su función social, y una
ejemplaridad que se adecúa a la exigente sociedad de la que emana.

http://elculturalsanmartin.org/

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