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La USAC está en crisis… ¡pero no por los estudiantes!

Por María del Carmen Culajay - Guatemala, 20 de agosto de 2010


mculajay621@gmail.com

No cabe la más mínima duda que la Universidad de San Carlos de Guatemala está
en una severa crisis. Ahora bien: los medios de información la presentan poniendo
al grupo de estudiantes que se tomó las instalaciones (el EPA: Estudiantes por la
Autonomía) como los causantes de ello. ¡¡Absolutamente falso!! La tricentenaria
está en crisis por otros motivos, mucho más complejos, profundos y perversos;
este grupo estudiantil, en todo caso, no es sino una reacción a la situación.

Los jóvenes, con el desenfado que los caracteriza, dicen sin pelos en la lengua lo
que muchos saben dentro de la universidad pero prefieren callar (léase: “la
necesidad tiene cara de chucho”…, o peor aún, mucho peor: la apatía que se
apoderó del ámbito universitario, el miedo por lo político, el vaciamiento ideológico
generado años atrás y que ahora alcanza niveles insospechados).

Nuestra alma mater fue, por años, un semillero de ideas y debates políticos, un
verdadero escenario para pensar, discutir, debatir los problemas nacionales. Por
años se hizo honor a lo que fija la Constitución de la República para la universidad
pública; es decir: “cooperará al estudio y solución de los problemas nacionales”
[elevando] “el nivel espiritual de los habitantes de la República, promoviendo,
conservando, difundiendo y transmitiendo la cultura”. Pero a partir de su
vaciamiento y desarticulación en los más tenebrosos años de la represión, su
cometido institucional fue esfumándose. Hoy tiende a ser una formadora de
profesionales (en muchos casos de discutible calidad) alejada de su tarea de aporte
a los verdaderos problemas nacionales, difundiendo una ideología de profesional
apolítico, pensando sólo en la salida económica individual y desinteresado de su
entorno. ¿Dónde queda la idea de “universitas”, de llamado a la discusión universal,
al debate abierto que tiene que caracterizar a una universidad?

En estos últimos años la universidad pasó a ser en muy buena medida un “hueso”
para muchos docentes y autoridades. Aunque algunos salgan despotricando contra
esa afirmación, es la más triste verdad: el vaciamiento de años atrás al que nos
referimos permitió eso. O más aún: estuvo perversamente encaminado a eso. La
universidad pública pasó a tener una ideología cada vez más “privada”, o privatista,
mejor dicho. El neoliberalismo (léase: individualismo más rampante) no es
patrimonio exclusivo de las casas de estudio privadas, ¡de ningún modo!

“La Universidad es pública cuando además de ser financiada por el Estado, está
abierta con carácter de servicio público a todos los estratos sociales, y los
beneficios de esa educación superior son para toda la sociedad”, dijo
acertadamente Deiby Ramírez.
La Universidad de San Carlos, producto de estas políticas privatistas e
individualistas que venimos sufriendo desde hace ya más de 20 años, fue perdiendo
su carácter de institución de nivel, comprometida con los problemas nacionales,
foco de pensamiento crítico y promotora de debates genuinos. No está muerta…,
claro. Pero está en cuidados intensivos.

Esa política fue la que ha ido permitiendo que se llegara a esta situación: la
universidad se fue descomponiendo académica, ética y políticamente. No es ningún
secreto, aunque nadie lo diga en voz alta (quizá los jóvenes de la EPA sí), que en la
otrora prestigiosa casa de estudios hay feudos (en los post grados es
bochornosamente evidente). En más de una ocasión las mafias que controlan
buenos sectores de la vida académica venden favores: exámenes, títulos,
nombramientos. La investigación, que debería ser una arista fundamental del
quehacer universitario, no está a la altura de las circunstancias. Y la extensión a la
comunidad no cumple su cometido.

¿Son los estudiantes ahora movilizados los causantes de todo ello?


Mal o bien, este grupo ha salido en defensa de los principios básicos de lo que
debería ser una universidad pública de calidad. Si la prensa los presenta como
“revoltosos” indisciplinados es porque ese discurso conservador que permitió vaciar
la universidad es el que domina todos los ámbitos, por supuesto también el de los
medios de comunicación.

Las mafias están en la tricentenaria, eso es un hecho. Si no se dice claramente, si


las elecciones de Rector o en cierta forma la Huelga de Dolores son decadentes
espectáculos que recuerdan más las películas de mafiosos que un sano ejercicio
democrático y un pensamiento crítico… ¿son acaso los estudiantes que ahora están
protestando los causantes?

Aunque nadie se atreva a decirlo en voz alta, se sabe que la AEU, la legendaria
Asociación de Estudiantes Universitarios que ofrendara tantos mártires a las luchas
populares del país en otros momentos, es hoy el principal vendedor de drogas
dentro del campus. ¿Son los estudiantes que ahora se movilizaron los responsables
de eso? ¿Son estos jóvenes los que les proveen las armas?

El presente artículo no pretende ser una irrestricta loa al movimiento de EPA. Sin
dudas que mantener cerrada las instalaciones complica las actividades, eso es
obvio. Pero la prensa nos está malinformando, pues no son estos jóvenes con sus
medidas de hecho el verdadero problema que aqueja a la Universidad de San
Carlos.
La confusa situación con respecto a la forma de elección de representantes
estudiantiles en el gobierno de la institución fue el detonante de la actual medida
de hecho. Pero eso es sólo el detonante: lo que está en juego, cosa de la que la
prensa no habla y de lo que la población no se entera, es qué políticas reales se
juegan respecto al papel de la universidad pública. ¿Por qué este grupo estudiantil
insiste tanto en la defensa de la autonomía universitaria y levanta banderas por la
no privatización? Ahí están las verdaderas cuestiones de fondo de las que poco o
nada se dice. ¿Necesita Guatemala, un país con alrededor del 25% de su población
analfabeta y un escaso 2% de la misma matriculada en casas de estudios
superiores, necesita realmente 12 universidades privadas? ¿Acaso eso mejora la
situación real de la sociedad?

Por supuesto que hay crisis en la San Carlos. Pero la crisis fundamental pasa por
las políticas que la impulsan hoy día, por la posibilidad que su Ley Orgánica pueda
entrar al Congreso y sea modificada abriendo paso a cualquier cosa, por la actual
apatía política que reina en sus claustros, por la posibilidad de privatización que la
aqueja, por la actitud mafiosa y politiquera con que se mueven muchas autoridades
y docentes en su interior. Todo eso, ¿lo crearon los muchachos que ahora se
tomaron la universidad, o hay que entender esa medida como una reacción a todo
lo anterior?

Que los árboles no nos impidan ver el bosque.

mculajay621@gmail.com

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