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Respuestas Bíblicas a
las objeciones protestantes
La doctrina de la Iglesia es fruto de la Sagrada Escritura, de la Tradición viva y del Magisterio. Jesús de
Nazaret fundamentó la revelación de si mismo, el Hijo enviado por el Padre y trasmisor del Espíritu, como la
Palabra anunciada, revelada y trasmitida, Palabra de salvación y de santificación que desde el comienzo de la vida
religiosa de Israel había marcado el alma del pueblo escogido a la espera de la realización de las promesas que la
ley y los profetas habían testificado.
El mismo ser humano a la espera de su completa restauración estaba anhelando que el verbo se hiciera
carne, tomando cuerpo de la Virgen de Israel, y se hiciera como uno de nosotros menos que en el pecado y así
volver adquirir la gracia perdida en la desobediencia inicial. Jesús inauguró el camino que los discípulos recibieron
y a su vez trasmitieron a las comunidades cristianas: desde los relatos sobre Jesús hasta las profesiones de fe (1 Cor
15, 1ss), desde los formularios litúrgicos (1 Cor 11, 23ss; Mt 28, 19) hasta las oraciones comunes (Mt 6, 9-13) y
hasta los himnos cristianos (Flp 2, 6-11; Ef 5, 14; 1 Tm 3, 16; Ap 7, 12 etc.); desde las reglas de vida que provienen
de Jesús hasta los esquemas de homilías bautismales (1Pe 1, 13…).
Esta es la tradición apostólica y la tradición de la Iglesia donde quedó fijada la norma de la Iglesia en el
Nuevo Testamento: “Guarda el depósito” (1 Tm 6, 20; 2 Tm 1, 12.14). De allí los sucesores de los apóstoles, los
obispos, en especial el sucesor de Pedro, con los colaboradores de ellos los presbíteros y diáconos, han mantenido
la conservación de este deposito de la fe, con sus enseñanzas por el magisterio y con la catequesis, dentro de la
comunidad eclesial, el nuevo pueblo de Dios, que sigue peregrinando en la tierra para alcanzar el definitivo
encuentro de Cristo con la humanidad redimida.
Pero todo este gran trabajo doctrinal que ya lleva dos mil años, bajo la dirección del Espíritu Santo y de los
cuidadores de la fe que son los Pontífices, se ha ido continuamente adaptando, sin perder su originalidad, a las
necesidades históricas, culturales, sociales del mundo, de manera que siempre se ha podido encontrar la manera de
motivar a la fe, la esperanza y la caridad a todo hombre necesitado de descubrir la verdad.
Esta publicación es un esfuerzo sencillo, práctico, actualizado, con preguntas y respuestas de un laico, de
Vincenzo, esposo y papá feliz, que, acompañado por sus pastores, ha querido compartir su experiencia espiritual y
así motivar la confianza en los demás laicos en esa misma búsqueda interior que repite: “Donde está tu Dios?”.
Un dialogo en la fe y en la convicción que la Palabra no ha dejado de encarnarse en nosotros, como en
María-Iglesia viva, Palabra-Pan Diario, que se hace cada vez Eucaristía y Reconciliación en cada uno y entre
nosotros, Palabra motivo de liberación del pecado personal y social, Palabra compromiso eclesial de vida en la
caridad, y esperanza cierta que nos abre las puertas del miedo cuando nos hundimos bajo el peso de nosotros
mismos, de nuestro orgullo, soberbia materialista y tecnológica.
Es un aliciente para creer que todavía se puede vivir la fuerza del amor y no el amor a fuerza, frente a los
obstáculos y tropiezos que la razón y los sentimientos humanos nos propinan día a día.
Buena lectura!
Dado en Barquisimeto el día 15 de septiembre, del 2006, día de Nuestra Sra. de los dolores.
Capitulo I: Las Imágenes
Reflexionemos que imágenes se admiten en la Biblia y cuales se condena, ¿Cuales apreciamos? Y cual es su uso
más correcto. Las sectas critican no solamente las Imágenes que usamos los Católicos en nuestros templos, sino en
algunos casos, también las de nuestros próceres o héroes patrios, que tenemos en nuestras plazas o panteones, pero
la imagen de los mismos próceres que aparecen en las monedas y billetes, esas si las admiten y con gran aprecio en
algunos casos, como los mismos Fariseos (Mt 22,20-21; Lc 16, 13-15).
2. ¿El Templo de Dios del Antiguo Testamento tenía Imágenes y Cosas Sagradas?.
Si tenía y muchas, para inspirar reverencia y respeto, como símbolos sagrados, del lugar de Adoración a
Yahveh; todas las siguientes citas Bíblicas dan fe de eso: I Crónicas 26,20; I Reyes 6,22-29; II Reyes 19,15;
Ezequiel 41,18-25; Judit 8,24; y en el Nuevo Testamento en Hebreos 9,3-5 también describe las Imágenes del
Templo. "Dedíquense ahora de todo corazón y con toda su alma a buscar al Señor, su Dios. Prepárense a
edificar el Santuario del Señor, su Dios, a fin de trasladar a la Casa que se va a edificar para el Nombre del
Señor, el Arca de la Alianza del Señor y los utensilios consagrados a Dios." (I Crónicas, C 22, v 19). El Arca es
señal de la primera Alianza. Moisés la hizo construir mientras guiaba a los hebreos a través del desierto, con el fin
de que fuera morada de Dios en medio de su pueblo, ya que Dios había venido a habitarla. Exodo 25,10. Una nube
iluminaba y cubría la Carpa del Encuentro, que contenía el Arca de la Alianza y la Gloria del Señor llenaba la
morada. La nube que se hallaba por encima, significaba la trascendencia del Dios inaccesible y la Gloria que
emanaba por dentro, lo presentaba en su inmanencia, es decir, en su familiaridad, en su comunicación, haciendo
Alianza con su Pueblo. Una vez construida el Arca, Moisés la colocó bajo una carpa, semejante a la del pueblo
peregrino, para recordarles que los hombres necesitan de Dios y que Dios está con ellos, al alcance de sus vidas.
Finalmente se construyó el Templo de Jerusalén y fue llevada el Arca al interior del Templo. Dentro del mismo y
en torno al Arca, el pueblo judío actualizaba su Alianza con Dios.
El Rey Salomón, al edificar la Casa de Dios, el Santo Templo, y por medio de la Sabiduría de Dios: "Esculpió
todo en torno los muros de la Casa con grabados de escultura de querubines, palmeras, capullos abiertos, al
interior y al exterior" (I Reyes 6,29). "En el interior de la sala del Santo de los Santos hizo dos querubines,
de obra esculpida, que revistió de oro" (II Crónicas 3,10). Estas Imágenes de Ángeles y demás esculturas
sagradas, que estaban en el primer Templo de Dios (reflejo de su majestad y grandeza), y el segundo Templo o
reconstruido (Lee Ezequiel 41,18-19) son el modelo Bíblico para nuestros templos cristianos, que deben tener lo
mejor de nosotros mismos, de nuestro arte y cultura, para nuestro Dios.
El Arca de madera era un símbolo (Exodo 25, 10-16); la profecía se cumple en María. (Lucas 1:35). Ella se
convirtió en la nueva morada de Dios hecho hombre, para una Alianza Nueva, la Alianza de los últimos tiempos
(Apocalipsis 1,119). Se transformó así en el Arca de la Alianza viviente que es Jesús. El Arca de Moisés era tan
sólo un mueble de madera; María es un ser humano, que recibe a Dios como Madre amante y Santa, ya que el Hijo
de Dios es ahora su Hijo. Esta humilde y discreta presencia del Hijo de Dios, concebido y formado humanamente
por obra del Espíritu Santo en María, reemplaza la gloria luminosa que rodeaba el Arca primitiva. El Apocalipsis,
capítulo 12, la Mujer es el Arca de la Alianza, esta es la Iglesia y también es María, que hace batalla contra el
Dragón. Las referencias Bíblicas, hay que entenderlas en su conjunto, es decir revisando el contexto: todo lo que la
Santa Biblia dice respecto a un tema, para no equivocar o torcer, el sentido del Libro Sagrado, por eso la Iglesia
nos recomienda, tener el habito de leer con mucha frecuencia la Palabra de Dios, para evitar caer en el error de
apostatar (renegar) de la fe en Jesucristo. La apostasía es un horrible pecado que consiste en renegar del depósito
de la fe, de la Iglesia que Jesús fundó, después de haber pertenecido a la misma, por medio del Bautismo.
5. ¿Que es la Idolatría?
La Idolatría es un pecado, consiste en adorar falsos dioses, creer en el politeísmo; creer que "todo es dios"
sin distinción entre lo creado y el creador (panteísmo); creer que no existe un creador (ateísmo), que es negar la
existencia de Dios, o vivir como si Dios no existiera (paganismo), otra forma de idolatría que es el materialismo
practico, actualmente los mayores ídolos, que apartan a la humanidad de Dios son: El Dinero como único sentido
de la vida (Sir 31,5-7), el Aborto provocado, como culto máximo al libertinaje, al facilismo y a la vida inmoral, el
Hedonismo que es la búsqueda desordenada del Placer, por el placer mismo, y muchos otros como las Drogas, la
Eutanasia, la Superstición, el Espiritismo, la Astrología, y toda clase de esoterismo. Los apóstoles combatían el
politeísmo tan extendido en aquella época con palabras como estas: "Para nosotros no hay más que un solo
Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien
son todas las cosas y por el cual somos nosotros" (I Cor 8,6).
Dios se merece la prioridad en nuestras vidas, y nuestro amor sobre toda las cosas, y la idolatría es robarle
el primer puesto a Dios, y darle ese lugar a otras cosas o ídolos, es tener otra razón de vivir principal en nuestras
vidas, que nos separa del Dios verdadero. La Iglesia Católica siempre a combatido toda clase de idolatría, las sectas
nos acusan de ser idólatras por tener errados conceptos, y confusión de los términos.
El Primer Mandamiento referido a la adoración a Dios, prohíbe tener varios dioses (Ex 20,1-3), es decir
condena la Idolatría, sobre este mandamiento el Mesías nos explica: “Jesús le contestó: El primer mandamiento
es: Escucha Israel: El Señor nuestro Dios es un único Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,
con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas" (Marcos 12,29-30). Adorar según el
Maestro involucra nuestro Corazón: “Amarás al Señor tu Dios” sobre todas las cosas, nuestra Alma: aceptarlo
desde lo más profundo de nuestro interior como nuestro creador y salvador, nuestra Mente: el conocerle según se
nos ha revelado como creador, todopoderoso y eterno con toda nuestra inteligencia, y nuestras Fuerzas: es decir
vivir en función de servirlo y glorificarlo en espíritu y verdad. La idolatría rechaza el único Señorío de Dios, y el
amor y la fidelidad debidas a Él, es por tanto incompatible con la comunión divina. La Santa Biblia también
vincula la Idolatría con la perversión, inmoralidad sexual, la avaricia o el amor al dinero: “Por tanto, mortificad
vuestros miembros terrenos: fornicación, impureza, pasiones, malos deseos y la codicia, que es una idolatría
todo lo cual atrae la cólera de Dios sobre los rebeldes” (Col 3,5-6). De las anteriores citas podemos concluir
que: “La idolatría no se refiere sólo a los cultos falsos del paganismo. Es una tentación constante de la fe. Consiste
en divinizar lo que no es Dios...” (CIC N* 2113).
“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus
fuerzas”. Nuestro gran anhelo, nuestro mayor amor, nuestra adoración y fidelidad van dirigidas a la Santísima
Trinidad, Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; nuestro deseo, nuestro objetivo y nuestra principal ocupación, debe ser
formar a Jesús en nosotros y hacer que en nuestros corazones reine su espíritu, su devoción, sus afectos, sus deseos
y sus disposiciones. Toda nuestra vida de fe debe tender a eso. Tal es la tarea que Dios nos ha confiado para que
trabajemos en ella constantemente. “Pues en esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus
mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, Juan 5:3.
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Amor que ha de manifestarse en la misericordia con todos, en la
caridad, comprensión, sentimental y con obras concretas, “ Si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su
hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no
ve. , I Juan 4:20 Solo en Cristo, con su ayuda podemos amar, según las exigencias evangélicas, incluso a
quienes nos odian y calumnien, “y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros, como
oblación y víctima de suave aroma. Efesios 5:2. San Luis Griñon lo Resumen cuatro preposiciones: 1. Hacer
todo como Jesucristo, como esclavo de amor. 2 Realizar todo en Jesucristo, con su ayuda y fuerza. 3. Obrar
por Jesucristo, es decir por orden de Dios, cumpliendo su evangelio. 4. Hacerlo todo para Jesucristo, es decir
para su gloria y honra.
7. ¿Porque la Biblia resalta tanto que las Imágenes ni hablan ni ven ni oyen?
La Biblia lo hace en forma sumamente pedagógica, para educar y culturizar a los pueblos antiguos, que
eran sometidos por ideas politeístas y esotéricas, porque hace más de 2.000 años, cuando se escribió el Antiguo
Testamento, por lo primitivo de la cultura, ciencia y tecnología de esa época, los pueblos paganos fácilmente
atribuían a las imágenes las facultades de poder: comer, hablar, ver y oír, y realizaban toda clase de sacrificios ante
los dioses esotéricos, motivando a los súbditos por medio de la superstición, el temor, y la ignorancia. Por ejemplo,
en esos tiempos existía un Ídolo llamado "Moloc", representado con grandes ojos y una enorme boca, dentro de la
cual tenía un horno, y nos cuenta Jeremías 32,35, que en brasas ardientes sacrificaban a los niños recién nacidos,
dentro de la boca de ese terrible ídolo, para satisfacer el supuesto apetito de Moloc, y lograr sus favores. El Antiguo
Testamento, no prohíbe tener imágenes, sino la superstición, el fetichismo e idolatría que van asociada a las
imágenes de los dioses falsos o ajenos (Ex 20,2; Dt 12,29-30).
Otra prueba de lo que escribo, está en el capitulo 14 del Libro de Daniel, que narra: todo lo que tubo que
hacer el profeta (cuanto trabajo y ocurrencias), para convencer al pueblo Persa y a su rey, que la estatua de su ídolo
Bal que tenían, no consumía alimentos, ni bebía, vasta leer el maravilloso capitulo 14 de Daniel, para darnos cuenta
el grado de ingenuidad de los pueblos paganos, y la necesidad de luces e instrucción que tenían, por eso Dios por
medios de sus profetas, venia a sanar la ignorancia, develándoles la verdad.
Hoy día, la Santa Iglesia sigue condenando todas las formas de idolatría modernas, con la misma
insistencia y energía que la Biblia, defendiendo a los niños de toda raza, lengua y nación, desde el momento de su
concepción en el vientre materno, y condenando el sacrificio de los indefensos, el aborto provocado,
lamentablemente tan difundido, con el que asesinan millones de niños inocentes, para satisfacer al voraz apetito de
los ídolos de la Comodidad, el Facilismo, el dios Placer y al súper dios Dinero, tan adorados o mejor dicho tan
idolatrados hoy en día, en tiempos que se propaga el mal, la apostasía y el proceso de contestación al magisterio de
la Iglesia.
El Antiguo Testamento nos recuerda también que Dios ordenó hacer imágenes de ángeles, querubines,
arca, palmeras, bueyes de bronce y hasta una culebra, como señal, símbolo y recordatorio venerable de su santa
acción y enseñanza, demos en respuesta el justo valor, y el correcto uso a nuestras santas imágenes, y combatamos
toda superstición, idolatría y fetichismo, sobre todo con el buen ejemplo, como verdaderos cristianos debemos
mantenernos siempre en comunión con la Iglesia Católica, la única que nuestro Señor Jesús edificó, dóciles a la
pedagogía de Dios nuestro Padre, para que como su Palabra, seamos también nosotros Luz y Guía para todas las
naciones, por medio del Espíritu Santo, amén.
En la Encarnación de Jesús, explica San Juan: "Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros,
lleno de amor y verdad. Y hemos visto su gloria, la gloria que como Hijo único recibió del Padre." (1,14) Este
pasaje nos brinda la oportunidad de aclarar muchas dudas en cuanto a las imágenes: Si Dios se ha hecho hombre y
ha tomado carne realmente humana. Dios se ha hecho visible. Por lo tanto ha sido superada con Cristo la idea del
(Deuteronomio 4,15), pues Dios se ha hecho visible a través de Jesucristo.
8. ¿Debemos odiar la cruz porque ella fue el arma por la que murió Jesús?
Por su puesto que no, en primer lugar Jesús murió en una cruz, por nuestros pecados y rebeldías (Isaías
53,9-12; I Pedro 2,24), tenemos que repudiar al pecado y mas no a la cruz, que no fue la causante de la muerte.
Además debemos tener en alto estima la cruz, por ser un instrumento sagrado de Salvación: “Y reconciliar con
Dios a ambos en un solo Cuerpo, por medio de la cruz, dando en sí mismo muerte a la Enemistad” (Efesios
2,16). Para los Católicos la cruz de Cristo es motivo de orgullo y veneramos la cruz, imitando a San Pablo, que
expresa: “En cuanto a mí ¡Dios me libre gloriarme si nos es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la
cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo!” (Gálatas 6,14). La Cruz es
Señal de salvación: Jesús mismo comparó su crucifixión con una imagen de serpiente en bronce que realizó Moisés
como señal para recobrar la salud y la vida en Núm 21,8-9 para aquellos que habían estado expuestos a ataques de
serpientes: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea
levantado, para que todo el que en él cree no se pierda, más tenga vida eterna” (Juan 3, 14-15).
Claro que no debemos odiar la cruz, eso seria un gran pecado de irreverencia o profanación, que nos
conduciría a la perdición, como lo advierte el mismo San Pablo: “Hermanos, sed imitadores míos, y fijaos en los
que viven según el modelo que tenéis en nosotros. Porque muchos viven según os dije tantas veces, y ahora
os lo repito con lágrimas, como enemigos de la cruz de Cristo, cuyo final es la perdición, cuyo dios es el
vientre, y cuya gloria está en su vergüenza, que no piensan más que en las cosas de la tierra” (Filipenses
3,17-19). Por eso, debemos honrar la cruz, y regocijarnos por el misterio redentor, que en ella ocurrió: “Pues la
predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan, para nosotros,
es fuerza de Dios” (I Corintios 1,18).
Algunas Sectas nos objetan, diciendo que no debemos presentar a Cristo crucificado, porque está
resucitado, pero con la Biblia les respondemos: “Nosotros proclamamos un Mesías crucificado: para los judíos
¡qué escándalo! Y para los griegos ¡qué locura! Pero para los que Dios ha llamado, judíos o griegos, este
Mesías es fuerza de Dios y sabiduría de Dios” (I Cor 1,23-24). Además la predicación de la Iglesia al presentar a
Cristo crucificado, no quiere negar con eso que Cristo resucitó a tercer día según las Escrituras (cf I Cor 15,3-4)
como reza nuestro Credo Católico llamado “De los Apóstoles”, porque si el Mesías no a resucitado vana sería
nuestra fe (I Cor 15,17), la “predicación de la cruz” lo que quiere resaltar es que tanto amó Dios a la humanidad
que entrego a su Único Hijo a ese tormento, para rescatarnos del pecado y darnos la salvación eterna (Lee Juan
3,16-17; Rom 5,8).
Algunas sectas, no solo desprecian la cruz en el sentido material, sino en su dimensión más profunda,
viendo el sufrimiento humano como una maldición de la cual Dios está obligado a librarnos, en la fecha y hora de
sus cultos, sin tomar en cuenta el “Hágase tu Voluntad” que nos enseñó Jesús (cf Mt 6,10; Mc 14,36) y olvidando
que si hemos padecido con Cristo, gozaremos con Él en la gloría (cf Rom 8,17; II Cor 4,10-18), el cristiano no
puede odiar la cruz del sufrimiento, por el contrarío debe verla en un sentido redentor, gloriarnos en el sufrimiento
(cf Rom 5,1-5) como los Apóstoles que consideraron un privilegio poder padecer por Cristo (cf II Cor 12,10; Fil
1,29-30), no por masoquismo (lo cual sería un pecado), sino para unirse a la única obra redentora de Cristo, como
el mismo San Pablo, que dice: “Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo
en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia” (Col 1,24),
porque si padecemos juntamente con Jesús, es para ser junto con Él glorificado (Lee Rom 8,17; II Cor 4,17). Es
bueno pedirle a Dios para que nos sane, y por los méritos de Cristo somos sanados y liberado de todo mal, pero no
podemos despreciar en ningún modo, la Cruz de Cristo, en atención al Santo Evangelio que además de atribuirle
una Bienaventuranza (Mt 5,4) repetidas veces nos narra que: “Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en
pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mateo 16,24).
19. ¿Está la presencia real de Cristo en el Pan y el Vino consagrados en las Misas?
Claro que si, porque Jesucristo dio el poder y la misión a sus discípulos de repetir el milagro que el mismo
realizó en la ultima cena, trasformar las especies de pan y vino, en su cuerpo y sangre, porque para tener vida
eterna, es necesario comer el verdadero Cuerpo de Jesucristo y tomar su autentica Sangre. “Jesús les dijo: «En
verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida
en vosotros” (Juan 6,53). Por eso Dios proveo una forma de dar ese alimento espiritual mediante la Eucaristía,
donde se actualiza el sacrificio de la cruz, ya sin crueldad, pero similar en la ofrenda y en la entrega de Cristo a su
Padre Celestial, por nuestra redención.
Jesús proclamo: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de ese pan vivirá para
siempre. El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para vida del mundo” (Juan 6,51) y luego añade: “Quién
come mi Carne y bebe mi Sangre tiene vida eterna y yo le resucitaré en el último día” (Juan 6,54). ¿La vida
eterna es simbólica? ¿Acaso la resurrección es simbólica? Si Jesús se estaba hablando en parábolas como lo hacen
creer algunas sectas ¿Por qué deja que muchos de sus discípulos se volvieran atrás y dejaran de seguirle por no
aceptar este punto? “Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él”
(Juan 6:66), en vez de aclararles que se trataba de un parábola “Jesús preguntó a los doce ¿Quieren marcharse
ustedes?” (Juan 6,67) lo que demuestra el sentido doctrinal y no alegórico de estas palabras de Jesús, porque no
pueden seguir con Cristo los que no aceptan el sentido inmediato de estas palabras, por eso se van y Jesús nos los
retiene, ni cambia, ni rectifica el sentido literal que les dieron los oyentes a su discurso, sino que lo reafirma “Mi
sangre es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre
permanece en mí y yo en él” (Juan 6,55-56) y lo mantiene hasta el final (Lee Juan 6,58-70).
En el Pan y Vino consagrados en la Misa, está la presencia real de Cristo. El Pan y el Vino se trasforman
sin cambiar su aspecto en Cuerpo y Sangre del Señor. Lo respalda innumerables citas del Nuevo Testamento como
por ejemplo: Mateo 26,6; 26,26-28; Marcos 14,22-24; Lucas 22,19-20; Juan 6,28-70; 15,4; Pro 9,1; Is 55,1; Sir
24,19; Núm 11,18; I Cor 11,23-27. Confirman, esa presencia Real, las manifestaciones sobrenaturales que han
ocurrido en las Eucaristía, a través de los siglos, los milagros que acompañan a la Iglesia confirman su Palabra con
acción poderosa del Espíritu de Dios (cf Marcos 16,20). Estudiemos el contexto Bíblico: La Hostia y el Vino son
para nosotros los creyentes el Cuerpo y Sangre de Cristo, después de la Consagración, porque así lo proclamó el
mismo Jesús reunidos con sus seguidores, la noche que iba ser entregado: “Mientras estaban comiendo, tomó
Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo.»
Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: «Bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre
de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados” (Mateo 26,26-28). Los primeros
cristianos siempre expresaron su fe en estas palabras del Señor, por eso: "Acudían asiduamente a la enseñanza
de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones" (Hechos 2,42). "Pues fiel es Dios, por
quien habéis sido llamados a la comunión con su hijo Jesucristo, Señor nuestro". (I Cor 1,9).
San Pablo, no permite dudar en este punto tan trascendental, y reprende a sus discípulos, para que no
dudaran del milagro Eucarístico y les exhortaba con estás palabras: “La copa de bendición que bendecimos ¿no
es acaso comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos ¿no es comunión con el cuerpo de
Cristo?” (I Corintios 10,16), San Pablo nos hablas claramente de la comunión del Cuerpo y la Sangre del Señor,
no de simbolismos o parábolas, no deja lugar a dudas, y San Juan añade: "Lo que hemos visto y oído, os lo
anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión
con el Padre y con su Hijo Jesucristo" (I Juan 1,3).
Además para tener la Vida Abundante que Dios nos ofrece es requisito indispensable, que la Eucaristía sea
un milagro real en atención a las siguientes palabras de quién se presentó a si mismo como “El Pan de vida”:
“Jesús les dijo: "En verdad les digo que si no comen la carne del Hijo del hombre, y no beben su sangre, no
tienen vida en ustedes" (Juan 6,53). Dios no nos pudiera poner esta condición indispensable e ineludible, si no es
porque el mismo provee mediante el Milagro Eucarístico, la forma de que pudiéramos comer: la verdadera comida
y beber la verdadera bebida de Salvación, para la vida eterna.
24. ¿La Biblia nos manda a confesar los pecados solo directamente a Dios?
No, la Palabra de Dios nos indica que como un acto de humildad y una muestra exterior de nuestro
arrepentimiento y conversión interior, debemos confesar los pecados, ante aquellos que Jesús les encomendó la
misión de propagar su Reino, porque Cristo Jesús quiso dar a sus seguidores el Poder y la Misión de reconciliar la
humanidad con Dios, por medio de su Nombre (su presencia activa) en la Iglesia, por eso la Biblia nos manda en
Santiago 5,16: “Confesad pues vuestros pecados unos a otros y orad los unos por los otros, para que seáis
salvos: porque mucho vale la oración perseverante del justo”. El sacramento de la reconciliación o Confesión
no es un invento de la Iglesia, como lo hacen ver algunas sectas, es una practica Bíblica, como se lee en Hechos
19,18: “Y muchos de los que habían creído venían confesando y dando cuenta de sus hechos”. Esto tiene
antecedentes en el Antiguo Testamento que nos dice: “No te avergüences de confesar tus pecados, no te
opongas a la corriente del río”. (Eclesiástico 4,26). Pero su cumplimiento evangélico se inicia en Marcos 1,5 con
Juan el Bautista: “Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por
él en el río Jordán, confesando sus pecados”. “Y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus
pecados”. (Mateo 3,6).
Claro que debemos confesarnos ante Dios (Sal 32,5) porque no podemos ocultar nuestros pecados ante
Dios (Sal 139,2), de antemano los conoces nuestra condición (Sal 103,14), también la sinceridad de nuestro
arrepentimiento, y Dios no desprecia un corazón contrito y humillado (Sal 51,19), pero debemos reconocer
nuestras faltas ante los delegados de Cristo porque así Dios lo dispuso en su Santa Palabra: “Si decimos que no
tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no
hemos pecado le hacemos a él mentiroso, y su Palabra no está en nosotros” (I Juan 1,9-10).
En la Biblia vemos también otros casos donde todo el pueblo de la Antigua Alianza, se congregaba en
ceremonia de penitencia y confesión de pecados ante los profetas (cf Lv 16,21; Esdras 10,1; Nehemías 9,3; I
Samuel 7,6; Joel 1,14; 2,16; Jonás 3,7-10), para reconocer públicamente las faltas y pecados de la comunidad y
las de sus padres (cf Lv 26,40; Joel 2,17; Nehemías 1,4-7; I Mac 7,36; Mi 7,18-20; Sal 51,5-7; Jer 14,20). “El que
encubres sus pecados no prosperará; más el que confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Proverbios
28,13).
Veamos el caso del grave pecado del Rey David, el se arrepiente y pide perdón a Dios de todo corazón
como se lee en el Salmo 51, pero también confiesa su culpa ante un hombre, el Profeta Natán: “Entonces dijo
David a Natán: He pecado contra Yahaveh. Respondió Natán: También perdona Dios tu pecado; no
morirás” (II Samuel 12,13), el profeta Josué (sucesor de Moisés) también pide que se confiesen su pecado ante él
y lo hacen (Lee Josué 8,19-21), también el hijo prodigo confiesa a su padre, que ha pecado contra Dios y contra
él (cf Lucas 15,21), para obtener el perdón de ambos, y recobrar su dignidad de hijo, reconocer los pecados ante
otros hombres, según la Biblia, se puede y se debe hacer.
28. ¿Como los Apóstoles transfieren su Autoridad en la Iglesia hasta nuestros días?
La transfieren a sus primeros discípulos, por medio de la oración y la imposición de las manos, y así
se ha transferido todo el poder y autoridad delegado por Cristo a sus Apóstoles hasta hoy, a este gesto que se ha
repetido de generación en generación lo llamamos: Sacramento del Orden Sacerdotal, donde se transfiere el poder
de repetir el milagro Eucarístico (Marcos 14,22), el poder y la misión de predicar y bautizar (Mateo 28,18-19) de
juzgar para perdonar los pecados (Juan 20,21-23), el ministerio de la reconciliación (II Cor 5,18-20) y representar
a Cristo en todo hasta el fin del mundo (II Cor 6, 1-4; Mateo 28,20). Vemos por ejemplo como San Pablo
ordenando la Iglesia en sus inicios, le envía una carta a uno de sus discípulos, y le aclara: "El motivo de haberte
dejado en Creta, fue para que acabaras de organizar lo que faltaba y establecieras presbíteros en cada
ciudad, como yo te ordené" (Tito 1:5). De igual forma le escribe a Timoteo: "No descuides el carisma que
hay en ti, que se te comunicó por intervención profética mediante la imposición de las manos del colegio de
presbíteros" (I Timoteo 4,14). El Sacramento del Orden Sacerdotal ya está configurado en la Antigua Alianza
“… desde el día en que los presentó para ejercer el sacerdocio de Yahveh. Esto mandó Yahveh que los
israelitas les dieran el día en que los ungió, como decreto perpetuo de generación en generación”. (Levítico
7:35-6). Desde el Antiguo Testamento vemos la sucesión de los Patriarcas (Exodo 3:6) y de los Profetas: Moisés
ungiendo en Josué a sus sucesores (Números 27:18 Deuteronomio 3:28) Elías ungiendo por orden de Dios a Eliseo
(I Reyes 19:16- 21), para que continúen la misión de anunciar la Palabra de Dios de generación en generación. Y
en Nuevo Testamento, vemos la sucesión de los Apóstoles:”Entonces oraron así: «Tú, Señor, que conoces los
corazones de todos, muéstranos a cuál de estos dos has elegido, para ocupar en el ministerio del apostolado el
puesto del que Judas desertó para irse adonde le correspondía.» : Hechos 1:24 Vemos la sucesión en el Ministerio
Episcopal: “Porque el epíscopo, como administrador de Dios, debe ser irreprochable; no arrogante, no colérico,
no bebedor, no violento, no dado a negocios sucios” (Tito 1:7) y en el Ministerio Sacerdotal: “Llegados a Jerusalén
fueron recibidos por la Iglesia y por los apóstoles y presbíteros, y contaron cuanto Dios había hecho juntamente
con ellos. (Hechos 15:4), Se puede evidenciar la importancia de esta sucesión del ministerio apostólico en los
Obispos, Presbíteros y Diáconos en las siguientes citas: Hechos 14:23; Hechos 15:22; Hechos 16:4; Filipenses
1:1; I Timoteo 4:14; I Timoteo 3:8. Por eso los Católicos hablamos de los Obispos, como sucesores de los
apóstoles, porque somos herederos de la autoridad y el poder que Cristo dio a sus discípulos, en razón de la
duración de la misión de la Iglesia hasta el la consumación de los tiempos (Mateo 28,20), nosotros al igual que los
apóstoles reconocemos las autoridades delegadas por Cristo y las tomamos en alta consideración, por ejemplo
veamos como comienza la Carta a los Filipenses: “Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos que
están en Filipos, con los Obispos y Diáconos” (Filipenses 1,1).
29. ¿Cuándo Jesús instituye el sacramento de la Unción de los Enfermos?
Lo instituye primeramente con su ejemplo de vida: “Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas,
enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda
dolencia en el pueblo” (Mateo 9,35). “Cómo Dios, a Jesús de Nazaret , le ungió con el Espíritu Santo = y con
poder, y cómo él pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con él”
(Hechos 10,38).
Luego con un Mandato directo a sus discípulos: “Sanad a los enfermos, limpiad a los leprosos ...” (cf
Mateo 10,8), “Sanen a los enfermos y digan a su gente el reino de Dios ha venido a Ustedes” (Lucas 10,9).
También después de su resurrección les dice a sus apóstoles, que los acompañarán entre otros milagros que: “...
Pondrán las manos sobre los enfermos y quedarán éstos curados” (Marcos 16,18) y por ultimo vemos su
continuidad en la Iglesia después de su ascensión del Señor, ahora por manos de los apóstoles, que lo llevan a cabo
y nos mandan a continuarlo: "¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, oren
por él, ungiéndolo con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo y el Señor lo
aliviará: y si se halla con pecados, se le perdonarán. Confesad pues vuestros pecados unos a otros y orad los
unos por los otros, para que seáis salvos: porque mucho vale la oración perseverante del justo" (Santiago
5,14-16).
Aunque la Unción de los enfermos es un sacramento de sanación física y espiritual, no puede ser usado
como una búsqueda desesperada por huir del sufrimiento, sino como una muestra de solidaridad, compañía,
misericordia donde se encuentra el sentido al padecimiento unido al de Cristo (Lee Col 1,24; Fil 1,29) ya que si
hemos sufrido con Cristo, estaremos con Él en la Gloría (cf Rom 8,17) y en algunos casos de preparación para la
muerte, como la unción de Cristo en Betania (Juan 12,7), no podemos afanarnos por la salud al punto de llegar a
negar, la dimensión redentora del sufrimiento vivido en comunión con Cristo y su Cruz.
34. ¿Es correcto que los Católicos llamemos a María “Reina y Madre”?
Si San Pablo nos dice que todos creyentes recibiremos una corona incorruptible (Lee I Co 9,25) ¿Por qué
María no? Si Isabel (inspirada por el Espíritu Santo) le dice a María: “Bienaventurada tu por haber creído que
se cumplirían las promesas del Señor” (Lucas 1,45) ¿Acaso no fue creyente? Si Cristo prepara una nación santa,
un pueblo de Sacerdotes, Profetas y Reyes (Lee I Pe 2,9; Apocalipsis 5,10) ¿Que de extraño puede tener que
también su Madre, en ese pueblo, pueda recibir algunos de esos títulos?
Si es correcto que todo cristiano llame a María “Reina”: porque es la Madre de Jesucristo Rey de reyes y
Señor de señores, porque esta casada con José heredero legítimo al trono de la dinastía de David (según S. Mateo
1,6-16) y en Ap 12,1 aparece la Madre de Jesús coronada por doce estrellas, y esa corona es símbolo de su Reinado
en la Iglesia Católica y Apostólica del Señor; El cristiano católico debe tener claro que la adoración solo se debe a
Dios, pero a María hay que amarla y honrarla por ser quien es, la madre del Rey y Señor y por tanto la Reina.
Recordemos que en el reinado de David siempre la reina era la madre y tenía un trono al lado del rey: "Entró
Betsabé donde el rey Salomón para hablarle acerca de Adonías. Se levantó el rey, fue a su encuentro y se
postró ante ella, y se sentó después en su trono; pusieron un trono para la madre del rey y ella se sentó a su
diestra. Ella dijo: «Tengo que hacerte una pequeña petición, no me la niegues.» Dijo el rey: «Pide, madre mía,
porque no te la negaré.»" 1 Reyes 2,19-20.Tenía un título poderoso y prestigioso: GEBIRAH ("señora", "Gran
Dama") y hasta llevó una corona: "Di al rey y a la Gran Dama: Humillaos, sentaos, porque ha caído de vuestras
cabezas vuestra diadema preciosa." Jeremías 13,18 Y por eso la madre del rey ocupaba un lugar especial y su
nombre era asociado con la toma de poder de éste: "Roboam, hijo de Salomón, reinó en Judá; tenía 41 años
Roboam cuando comenzó a reinar y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que había elegido Yahveh de entre
todas las tribus de Israel para poner en ella su Nombre . El nombre de su madre era Naamá, ammonita." 1
Reyes 14,21 "El año dieciocho del rey Jeroboam, hijo de Nebat, comenzó a reinar Abiyyam sobre Judá. Reinó tres
años en Jerusalén; el nombres de su madre era Maaká, hija de Absalón." 1 Reyes 15,1-2 La "Gebirah" es
mencionada casi regularmente en las listas de los reyes de Judá (salvo Jorán, Acaz y Asá). Y Jesús es el legítimo
heredero del reinado de David, que trascendería el mundo terrenal: "El será grande y será llamado Hijo del
Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre;" Lucas 1,32 Y por eso estaba profetizado desde
el antiguo testamento que Jesús tomaría posesión de su reino, y a su lado, una reina vestida con oro de Ofir (lugar
que como hemos visto ocupa siempre la madre) "Tu trono es de Dios para siempre jamás; un cetro de equidad, el
cetro de tu reino; tú amas la justicia y odias la impiedad. Por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con óleo de alegría
más que a tus compañeros; mirra y áloe y casia son todos tus vestidos. Desde palacios de marfil laúdes te recrean.
Hijas de reyes hay entre tus preferidas; a tu diestra una reina, con el oro de Ofir" Salmo 45,7-10 Y la
concordancia entre el salmo 45 y las palabras de María es innegable: "Toda espléndida, la hija del rey, va adentro,
con vestidos en oro recamados; con sus brocados el llevada ante el rey. Vírgenes tras ella, compañeras suyas, donde
él son introducidas; entre alborozo y regocijo avanzan, al entrar en el palacio del rey. En lugar de tus padres,
tendrás hijos; príncipes los harás sobre toda la tierra .¡Logre yo hacer tu nombre memorable por todas las
generaciones, y los pueblos te alaben por los siglos de los siglos!" Salmo 45,14-18 y dice San Juan que María, la
Mujer vestida de Sol que aparece en el cielo coronada, se enfrenta en gran batalla contra el Dragón, y el cual
viendo su inminente derrota: “Entonces el Dragón se llenó de ira contra la Mujer, se fue a hacer la guerra al
resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús” (Ap
12,17) San Juan es claro en afirmar que los seguidores de Jesucristo sus validos testigo, somos descendencia de la
Mujer que dio a luz a Jesús (la Virgen María) la Madre de Aquel que: “fue arrebatado hasta Dios y hasta su
trono” es “María” por tanto ella es nuestra Madre (Lee Ap 12, 1-17). Y la llamamos “Madre” a la Santísima
Virgen, no porque somos dignos de tener una madre pura, santa e inmaculada, sino porque Jesús que si la
mereció, nos la regaló como madre nuestra en la cruz: “Luego dice al discípulo: "Ahí tienes a tu madre." Y
desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa” (Juan 19,27). Y desde esa hora del calvario, comenzó la
maternidad espiritual de la Virgen sobre todos los discípulos amados por Jesús. Además siendo la Virgen Madre de
Jesús que es la Cabeza de la Iglesia (Lee Efesios 1,22), es también madre de nosotros que somos su cuerpo místico
y mantenemos su testimonio, porque una madre no engendra solo a la cabeza, sino también el cuerpo de su hijo,
pues dice San Pablo en las cartas a los Corintios, que la Iglesia es el cuerpo místico de Cristo (Lee I Cor 12,27)
entonces necesariamente la Virgen María también es madre nuestra, si pertenecemos al Cuerpo Místico de Cristo la
verdadera Iglesia que Jesús edificó.
Aunque la Biblia especifica toda la familia de Jesús desde Abraham en adelante (Mateo 1,1-ss) y no
menciona que José y María, hayan tenido más hijos, las sectas afirman argumento de que Jesús tenía "hermanos",
que María tiene más hijos biológicos. Ciertamente la Biblia nos habla de los "hermanos de Jesús" (cf Mateo
12,46; Marcos 6,3; Juan 7,5; I Corintios 9,5) pero jamás menciona otros hijos de María y José sino solo a
Jesucristo. Es necesario entender que el arameo, lenguaje de Jesús y de los Apóstoles, utilizaba la misma palabra
para referirse a hermanos, como a parientes, primos, sobrinos, tíos y miembros del clan familiar. El Nuevo
Testamento fue escrito en griego pero sus autores eran de cultura hebrea. La palabra hebrea que significa
"hermanos" o "primos" fue traducida al texto original griego de la Biblia como "adelphos". A diferencia del hebreo
o el arameo, el griego tiene una palabra específica para primos: "anepsios", pero los traductores del Nuevo
Testamento, siendo de cultura hebrea, prefirieron usar "adelphos" para traducir la palabra aramea "hermanos" que,
como hemos dicho incluye primos y otras relaciones. Es decir, utilizaron la palabra griega pero en el sentido
original del lenguaje de Jesús. El mismo uso de "adelphos" ocurre en la Septuagésima, la traducción de las
Sagradas Escrituras (A.T.) al griego, hecha por los judíos poco antes de la venida de Cristo. Esta traducción es
importante porque es la que utilizaron los autores del N.T. para la mayoría de sus referencias al A.T.
Es así como vemos en la Biblia que Lot se le llama "hermano" de Abraham en Gen. 14,14, pero sabemos
por la misma Biblia que era su sobrino (Gen. 11,26-28), a Jacob le llaman "hermano" de Laban quien es en
realidad su tío (Gen. 29,15); en Crónicas 23,21-22: "Hijos de Majlí: Eleazar y Quis. Eleazar murió sin tener hijos;
sólo tuvo hijas, a las que los hijos de Quis, sus hermanos, tomaron por mujeres." Aquí son primos o parientes los
que se casan pero se les llama "hermanos", según la costumbre hebrea, ver también: 1 Sam. 9,13; 20,32; 2 Sam.
1,26; Amos 1,9.
Además la Biblia llama "Hermanos" no solo a los que eran familia cercana, por ejemplo: en
Deuteronomio 23,8: "No tendrás por abominable al idumeo, porque es tu hermano"; Los 42 "hermanos" del rey
Ocozías que bajaban a saludar a los hijos del mismo rey y de la reina. Cf. II Reyes 10,13-14; Nehemías 5,8: "y les
dije: «Nosotros hemos rescatado, en la medida de nuestras posibilidades, a nuestros hermanos judíos que habían
sido vendidos a las naciones. ¡Y ahora sois vosotros! vendéis a vuestros hermanos" ; en Jeremías 34,9: "en orden a
dejar cada uno a su siervo o esclava hebreos libres dándoles la libertad de suerte que ningún judío fuera siervo de
su hermano." (Mat. 13, 55-56).
En Mt. 13, 55-56 encontramos los nombres de cuatro «hermanos» de Jesús: Santiago (o Jacobo), José,
Simón y Judas. De estos cuatro hermanos de Jesús arriba mencionados, dos eran apóstoles: Santiago «el hermano
del Señor» (Gál. 1, 19) es el apóstol Santiago «el Menor» (Mc. 15, 40), y Judas, «servidor de Jesucristo y hermano
de Santiago». La madre del apóstol Santiago el Menor se llama María y esta María, madre de Santiago y José,
estaba junto a la cruz de Jesús (Mc. 15, 40) y era «hermana de María la Madre de Jesús» (Jn. 19, 25) y tía de Jesús.
Es la que el Evangelista llama María de Cleofás (Jn. 19, 25) y si la Biblia nos menciona los el papa y mamá
(Cleofás y otra María) de estos hermanos de Jesús, porque seguir especulando en contra de la Palabra de Dios.
Los católicos creemos que Jesús tiene mas hermanos, profesamos que todos los cristianos somos hermanos
de Jesús en virtud de nuestro bautismo. Profesamos al mismo tiempo que Jesús no tuvo hermanos naturales
(Biológicos). La Santísima Virgen María fue siempre Virgen. Porque no existe una sola sugerencia en la Biblia de
que la Virgen tuviera otros hijos. Cuando la Sagrada Familia huye a Egipto, cuando se les pierde el niño en
Jerusalén (Lucas 2,41-51), siempre se refiere a un solo hijo. Los de Nazaret, aun cuando hablan de los "hermanos"
de Jesús, se refieren a Jesús, no como "un hijo de María" sino como "el hijo de María" (Mc 6,3).
Hay además otras razones culturales que indican que los "hermanos" de Jesús no eran de sangre. Entre los
judíos, los hermanos menores no podían aconsejar a los mayores. Por eso cuando en una cita un hermano aconseja
al otro se entiende que quien aconseja es el mayor. Sin embargo los "hermanos" de Jesús le aconsejan que se vaya a
Judea (Juan 7,3-4). En otra ocasión tratan de llevárselo (Marcos 3,21). Estos hermanos no pueden entonces ser
hermanos de sangre ya que Jesús es el primogénito (no tenía hermanos mayores -Cf. Lucas 2,7).
Veamos lo que ocurrió cuando Jesús moría en la cruz. Juan 19,26-27 "Jesús, viendo a su madre y junto a
ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo: «Ahí
tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa." El Evangelio nos da el nombre de
cuatro de sus "hermanos" de Jesús: Santiago, José, Simón y Judas. Si fueran sus hermanos de sangre serían hijos de
María. ¿Por qué entonces Jesús la entregó a Juan? Si ellos (los hermanos del Señor) hubiesen sido hijos de María,
ella nunca hubiese sido entregada en el momento de la pasión al apóstol Juan como su madre. Jesús establece una
relación de madre-hijo que no es por naturaleza sino por gracia. Como Juan, todos los bautizados somos hijos de
María, ella es nuestra Madre y somos hermanos de Jesús.
En el Apocalipsis vemos, en efecto, quienes son los otros hijos de María. Apocalipsis 12,17 "Entonces
despechado contra la Mujer, se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos
de Dios y mantienen el testimonio de Jesús." Es por eso una lástima que algunos cristianos renuncien a la Madre
que el mismo Jesús ha dado a los que han de mantenerse fieles en la batalla. Finalmente. ¿No es cierto que los
protestantes, como nosotros, suelen saludarse como "hermanos" y que sus predicadores se dirigen al pueblo con las
palabras "queridos hermanos"?. ¿Sería lógico entender que se trata hermanos de sangre?. Entonces, ¿Por qué no
utilizar también el buen juicio que Dios nos da para entender las Sagradas Escrituras? ¿Por qué no aceptar con
humildad la sabia interpretación que han tenido los cristianos desde los primeros siglos que es la enseñanza de la
Iglesia? Recemos pues para que los corazones se ablanden y podamos un día vivir todos en paz, como hermanos en
Cristo y con nuestra madre, María Santísima.
La Biblia nos habla de la virginidad Perpetua de María Santísima (cf Isaías 7,14; Lc 1,26-38), en la
Anunciación, el ángel dice a María que concebirá un hijo. María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto
que no conozco varón?» (Lucas 1,34) ¿Por qué María hace esta pregunta? "Conocer" para los hebreos significa
tener relaciones. Si ella tuviera planes de tener relaciones con José o con otro hombre, entonces la pregunta sería
absurda. Por eso, desde el principio (como se puede constatar al leer los Padres de la Iglesia), los cristianos han
entendido en este pasaje que María tenía un voto de virginidad que debía mantenerse aún en caso de matrimonio.
Sabemos que algunos judíos hacían este voto (Ej.: Números 6,2-ss). Además había mujeres consagradas vírgenes
para el servicio del Templo.
Muchos protestantes niegan la virginidad perpetua de María. Se basan en una mala interpretación de Mateo
1,24-25: "Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su
mujer. Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús". Hay muchos pasajes de
la Biblia en que la palabra "hasta que" no indica un cambio posterior de estado. Por ejemplo, 1 Corintios
15,25: "Porque debe él (Jesús) reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies". Obviamente Cristo
no dejará de reinar después de vencer a sus enemigos. Más bien será entonces cuando su reino se haga evidente a
todos, la Biblia nos dice que "Cristo reinará para siempre" (Lc 1, 32-33). Otros ejemplos del uso de la palabra
"hasta" sin cambio posterior de estado: A.T: Gen 8, 5y 49,10; Sam 20,3; Judit 12,14 y 16,23. En el N.T.: Mat 28,20;
1 Tim 4,13 y 6,14; Rom 8,22; Fil 1,5.
Mateo quiso especificar que el parto de Jesús fue virginal. Los protestantes contradiciendo la composición
de la familia de Jesús que describe el evangelio (cf Mateo 1,1-ss); deducen que Jesús al ser "el primogénito",
entonces otros hermanos vendrían después; en algunas traducciones del texto dice "dio a luz a su primer nacido"
o primogénito (la Biblia de Jerusalén traduce "un hijo"). El "primer nacido" era un título de privilegio, aunque no
tuviese hermanos. Una vez más vemos el error de traducir e interpretar sin conocer el lenguaje, la cultura y el
contexto de aquellos tiempos. Ejemplos: David es llamado el "primer nacido" (salmo 89,28) aunque es el octavo
hijo (1 Sam 16). Jesús es llamado el "primer nacido" de toda la creación (Col 1,15) aunque muchos nacieron en la
carne antes que El. San Pablo quiere indicar la primacía de Jesús. Según la ley del A.T., los varones primeros en
nacer debían ser consagrados y redimidos 40 días después del nacimiento (Ex 34,20). Estos eran "Primogénitos"
sin saberse si serían o no hijos únicos. La prueba que esta en el calvario, cuando: “Jesús, viendo a su madre y
junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al
discípulo: "Ahí tienes a tu madre." Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa” (Juan 19, 26-27).
Más sagrada que el Arca de la Alianza, del Antiguo Testamento, María se tiene en la Biblia como santísima e
incorrupta: ¿Qué era el Arca para los Israelitas? El Arca era una "caja" mandada hacer por Dios (Ex 25,10-22) con
el propósito de comunicarle a Israel sus oráculos desde el Arca (Ex 25,22). Este término es de uso muy antiguo y
de significación muy profunda. Lo utiliza Lucas en su relato de la visitación de María a su prima Isabel, y lo utiliza
Juan en el Apocalipsis. El Arca contenía lo más valioso para los judíos; las tablas de la ley (Ex 40,18-21), la vara
de Aarón (Núm 17,16-26) y el maná que con que Dios los alimentó en el desierto (Ex 16,32-34). En resumen, el
Arca era el signo de la presencia de Dios. Ahora bien, María lleva en el vientre algo mucho más valioso que todo
esto. María lleva en su seno al Autor de la Ley, lleva en sus entrañas al que colgó de un madero para salvar al
mundo; y de su ser tomo carne el Pan Vivo bajado del Cielo que da la Vida Eterna. Por esto María es el
Tabernáculo donde habita el Señor, y de aquí surgen varias letanías, vivas expresiones del pueblo cristiano a lo
largo de los siglos y que son propuestas por la Iglesia para instrucción nuestra.
Respaldados en las Cartas de San Pedro, para los Católicos, “...La interpretación de la Escritura, queda
sometido al juicio definitivo de la Iglesia, que recibió de Dios el encargo y el oficio de conservar e interpretar la
Palabra de Dios” (CIC # 119).
La Apostasía es abandonar la fe en Jesucristo dejar su Iglesia, dejar de creer en Dios, para ser ateo o para ser
politeísta, o para vivir como si Dios no existiera (paganismo) o para seguir falsas creencias, religiones, filosofías o
ideologías contrarias al Evangelio revelado por Jesucristo, quien nos dice: «No todo el que me diga: "Señor,
Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial" (Mateo 7,21).
“Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. (Lucas 21,19). El Amor a Dios, ha de manifestar plena
fidelidad, no tener falsos dioses, que nos desvíen del camino de la santidad, necesario es renunciar a todos ídolos;
superstición, hedonismo, vicios, codicia, indiferencia, lujuria, paganismo y a toda ocasión de pecado que nos
arrastre a la perdición eterna. Correspondemos al amor de Dios, profesando con el corazón y con las obras, las
verdades de fe, que la Santísima Trinidad nos ha revelado en Jesucristo, Dios encarnado, y en viviendo
dignamente, nuestra incorporación por el Bautismo, al Cuerpo Místico del Salvador, que es la Iglesia Católica.
En II Tesalonicenses 2:2-4 San Pablo revela la venida del anticristo (el Hijo de perdición) y la apostasía, que
preceden al retorno glorioso de Cristo Jesús. Sobre lo cual, personas por una imaginación exacerbada o movidos
por espíritus de engaño, han creado teorías conspirativas, fabulas para desprestigiar a las autoridades de la Iglesia
de Jesús, acusándolas y calumniándolas continua y sistemáticamente. Veamos el texto: “Que no os dejéis alterar
tan fácilmente en vuestro ánimo, ni os alarméis por alguna manifestación del Espíritu, por algunas palabras
o por alguna carta presentada como nuestra, que os haga suponer que está inminente el Día del Señor. Que
nadie os engañe de ninguna manera. Primero tiene que venir la apostasía y manifestarse el Hombre impío, el
Hijo de perdición el Adversario que, se eleva sobre todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de
culto, hasta el extremo de sentarse él mismo en el Santuario de Dios y proclamar que él mismo es Dios.”
(IITesalonicenses 2:2-4). Veamos el contexto: “Muchos seductores han salido al mundo, que no confiesan que
Jesucristo ha venido en carne. Ese es el Seductor y el Anticristo. (II Juan 0:7). Aclaremos El Impío pretende
sentarse en El Templo de Dios, no en la Cátedra de San Pedro, Jesucristo garantiza que las fuerzas del infierno no
prevalecerán contra Pedro y sus sucesores. El Templo de Dios es el corazón del hombre (I Corintios 6:19),
lamentablemente ya en muchos corazones reina la negación de la encarnación de Jesucristo, es decir la apostasía de
los anticristos.
50. ¿Qué decir ante las teóricas conspirativas y las leyendas en contra de la Iglesia?
La Palabra de Dios nos invita a formarnos para que sea capaz de exhortar con la sana doctrina y refutar a
los que contradicen a la Iglesia, perseverar para dar razones de nuestra fe católica: “Porque hay muchos rebeldes,
vanos habladores y embaucadores, sobre todo entre los de la circuncisión, a quienes es menester tapar la
boca; hombres que trastornan familias enteras, enseñando por torpe ganancia lo que no deben. Uno de ellos,
profeta suyo, dijo: «Los cretenses son siempre mentirosos, malas bestias, vientres perezosos.» Este
testimonio es verdadero. Por tanto repréndeles severamente, a fin de que conserven sana la fe, y no den
oídos a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad. Para los limpios todo
es limpio; mas para los contaminados e incrédulos nada hay limpio, pues su mente y conciencia están
contaminadas”. (Tito 1:10-15).
Algunos van tergiversando la historia, acusando a los miembros de la Iglesia involucrándolos en
confabulaciones, conspiraciones y pasajes terribles de la historia, creando be seller, películas, libros (muy
lucrativos), socavando la fe de muchos, y promoviendo desconfianza en los sucesores de los apóstoles, y en el
fondo promoviendo la rebelión y desobediencia a la Iglesia fundada por Jesucristo. “Los hijos de Agar, que andan
buscando la inteligencia en la tierra, los mercaderes de Madián y de Temán, los autores de fábulas y los
buscadores de inteligencia, no conocieron el camino de la sabiduría ni tuvieron memoria de sus senderos”.
(Baruc 3:23). Estos Mercaderes de Leyendas van criticando y persiguiendo a la Santa Iglesia y sus miembros,
como Caín persiguió a Abel. Como Esau persiguió a Jacobo, como el Dragón Rojo combaten sin éxito a la Mujer
Vestida de Sol y a sus Hijos. Cuando la Iglesia y el Sumo Pontífice son criticados recordemos que también
Jesucristo, fue llamado gloton, borracho, endemoniado y con calumnias fue llevado a la crucifixión, pero el mal no
tiene la última palabra, después de la cruz viene la resurrección, el cristiano se debe consolar en las Palabras del
Maestro: “Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal
contra vosotros por mi causa”. Mateo 5:11.
Debemos rechazar las teorías de conspiración, las fabulas y las leyendas que critican a la Iglesia y a su
jerarquía, Es una tradición protestante calumniar y criticar a los Sucesores de San Pedro: “Rechaza, en cambio,
las fábulas profanas y los cuentos de viejas. Ejercítate en la piedad”. (I Timoteo 4:7)
Dijo Jesús a sus discípulos: «Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien
vienen! Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a
uno de estos pequeños”. (Lucas 17:1). La Iglesia a lo largo de los siglos ha experimentado la realidad de la
Parábola del trigo y la cizaña, entre sus miembros grandes santos y empedernidos pecadores, en el tiempo indicado
corresponde únicamente a Jesucristo acabar con la cizaña: “El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que
recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad” Mateo 13:41 a nosotros no nos
corresponde juzgar ni señalar ni criticar, mucho menos promocionar los escándalos: “No juzguéis y no seréis
juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados·. Lucas 6:37
Así que, no juzguéis nada antes de tiempo hasta que venga el Señor. El iluminará los secretos de las tinieblas
y pondrá de manifiesto los designios de los corazones. Entonces recibirá cada cual del Señor la alabanza que le
corresponda. (I Corintios 4:5). Oremos mucho y purifiquemos nuestras conciencias “Los puros de corazón verán a
Dios” los impuros por tanto verán todo manchado, hagamos mucha reparación y penitencia por los pecados propios
y por los pecados de todos los creyentes, oremos por la santidad de todos los ministros de Dios y por todos los que
somos perseguidos por la fe. “Mas, aunque sufrierais a causa de la justicia, dichosos de vosotros. No les
tengáis ningún miedo ni os turbeis. Al contrario, dad culto al Señor, Cristo, en vuestros corazones, siempre
dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza. Pero hacedlo con dulzura y
respeto. Mantened una buena conciencia, para que aquello mismo que os echen en cara, sirva de confusión
a quienes critiquen vuestra buena conducta en Cristo”. (I Pedro 3:14).
Oremos por la conversión de los que critican y combaten nuestra Iglesia católica, perseveremos en
nuestra practicas de piedad, para vivir conforme al modelo de Jesús: “Bienaventurados seréis cuando los
hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del
Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo. Pues de
ese modo trataban sus padres a los profetas”. (Lucas 6:22).
El Diablo todo lo perdió por su soberbia, desobediencia y rebeldía, por eso los cristianos debemos cultivar
la humidad y la obediencia a Dios y a su santa Iglesia; atendiendo las palabras de nuestros apóstoles: “Os ruego,
hermanos, que os guardéis de los que suscitan divisiones y escándalos contra la doctrina que habéis
aprendido; apartaos de ellos” (Romanos 16:17). “Así que, no juzguéis nada antes de tiempo hasta que venga
el Señor. El iluminará los secretos de las tinieblas y pondrá de manifiesto los designios de los corazones.
Entonces recibirá cada cual del Señor la alabanza que le corresponda”. (I Corintios 4:5)
51. ¿Está próximo el retorno glorioso del Señor Jesús y el fin de los tiempos?
La venida del Señor es inminente, “nadie sabe el día ni la hora” (Mateo 24:36), y ciertamente para esa
hora, debe el alma del cristiano prepararse. «Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre".
Mateo 24:37. Hermanos el fin es inminente, según dice San Juan Bautista (Lucas 3:7) desde hace 2000 años,
porque cada alma tiene un tiempo muy limitado, en esta tierra, después del tiempo de Noé, cada persona tiene
hasta 120 años (Génesis 6:3; Salmos 90:10) para alcanzar la salvación los méritos y gracias eternas en Cristo
Nuestro Redentor, por eso siempre el mensaje de Dios es inminente, y nos apremia hacer caso lo mas
presurosamente posible, sin entretenernos en tantas cosas, ni siquiera en cosas aparentemente buenas, ni siquiera
entretenernos en las profecías en sí mismas, sino dediquemos a agradar a Dios, que nos envía mensajeros y
mensajes, no para que nos quedemos adictos entre mensajes y mensajes, sino para que amemos de verdad sobre
todas las cosas a Dios, le rindamos toda nuestra adoración a la Santa Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo; y
amemos de palabra y obra al prójimo como a nosotros mismos. Recibamos el mensaje de Dios, con un deseo
verdadero de conversión y salvación para el alma, traducido en la realización de obras de misericordia concretas:
Ante las alarmas de las sectas, sobre el fin del mundo San Pablo nos advierte: “Que vuestra mesura sea
conocida de todos los hombres. El Señor está cerca”. (Filipenses 4:5) pero aclara “Que no os dejéis alterar
tan fácilmente en vuestro ánimo, ni os alarméis por alguna manifestación del Espíritu, por algunas palabras
o por alguna carta presentada como nuestra, que os haga suponer que está inminente el Día del Señor. Que
nadie os engañe de ninguna manera” (II Tesalonicenses 2:2). Jesucristo ha dispuesto para este tiempo, un Arca
más eficaz que la de Noé, el refugio seguro del Inmaculado Corazón de María, ante los mares de perversión,
lujuria, apostasía y pecado que nos rodean y tratan de ahogarnos, tenemos un refugio lleno de gracia, en este
tiempo. "Por la fe, Noé, advertido por Dios de lo que aún no se veía, con religioso temor construyó un arca
para salvar a su familia; por la fe, condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia según la fe".
(Hebreos 11:7). La Virgen es el Arca de la Nueva Alianza, María el Arca de Salvación, en cuyo misterio nos
muestra las maravillas de la Gloria del Padre, y como la Mujer Vestida de Sol del Apocalipsis. Dios funda una
Nueva Alianza con su Pueblo en Jesucristo, por medio de María. Ella es el Arca de la Alianza, es decir la morada
de Dios en medio de los hombres. Encuentra su realización histórica propia en la plenitud de los tiempos (Gálatas
4:4).. En efecto, en la primera venida de Cristo, se inauguró el último período de la historia de la humanidad
(Efesios 1:10) e inició, la espera de la segunda venida de Cristo Jesús. Por María y con María realizó el Señor Su
Encarnación y quiso su presencia al pie de la Cruz, donde le encomendó la misión de ser Madre de los discípulos.
54. ¿Porque el Antiguo Testamento para los Católicos tiene siete libros más que las versiones de las Sectas
Protestantes?
Porque los mismos concilios de Obispos de Cristo de todas la naciones, que canonizaron (nombraron
santo) a los libros del Nuevo Testamento, también con toda autoridad canonizaron esos siete libros (Tobías, Judith,
Baruc, Eclesiástico, I Macabeos, II Macabeos, Sabiduría) dentro los 46 libros Antiguo Testamento, además estos
libros se encuentra en la versión griega del Antiguo Testamento llamada de los “Setenta”, la cual los apóstoles citan
textualmente unas trescientas veces en el Nuevo Testamento, y cuando Jesús de Nazaret cita el Antiguo
Testamento lo hace en más del 90% de las veces de la versión en idioma griego llamada de los Setenta, por ejemplo
lo leemos en Lucas 4,18-19 cuando proclama: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para
anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los
ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor” y si Jesús para citar a
Isaías 61,1-2 lo hace con la versión de los Setenta, es porque Jesús utiliza y aprueba esta versión que contiene
entre sus 46 Libros Sagrados los libros Tobías, Judith, Baruc, Eclesiástico, I Macabeos, II Macabeos, Sabiduría y
además los fragmentos de los libros de Ester (10,4-16,24) y Daniel (2,24-30;13;14), que entre algunos Judíos del
Siglo Primero después de Cristo, trataron de eliminar, pero los cristianos le damos su justo valor, porque sabemos
que son importante (cf Isaías 46,9).
Para los Católicos no tiene validez el protocanon donde los Judíos legalistas de Jamnia eliminaron las
partes en idioma griego del Antiguo Testamento (único que ellos reconocen como Palabra de Dios), porque los
Judíos que rechazaron a Cristo, perdieron la autoridad sobre la viña del Señor (cf Mateo 21,43; Marcos 12,9;
Lucas 20,9-19). Los Judíos en el siglo I después de Cristo, realizaron un Canon, de las sagradas Escrituras, y
trataron de eliminar de ellas los escritos que se tratasen de la resurrección y la vida eterna, para negar a Cristo en
quién ellos no creyeron, y encontraron que en los libros de los Macabeos se mencionaba directamente cinco veces
la “resurrección” y tres veces “la vida eterna” e indirectamente hace referencia otras muchas veces más, y como
los Macabeos estaban escrito en griego, eliminaron todos los libros que estaban en griego, pero este canon de estos
Judío no es valido para los cristianos, porque ellos no admiten a Cristo, y la excusa del idioma griego tampoco es
valido, porque los Evangelios y todo el Nuevo Testamento fue escrito en griego, y son palabra divinamente
inspirada. Ni siquiera, todos los apegados a la religión Judia aceptaron esa mutilación a las antiguas Escrituras, de
hecho los Judíos de la dispersión (Diásopora) en Alejandría realizaron un segundo canon, declarando que se
mantenían aceptando como inspirados los libros en idioma griego del Antiguo Testamento, devolviendo entre ellos,
el carácter de sagrado a estos libros.
Lo que más corrobora la Santidad de estos libros es que en el Nuevo testamento se cita unas trescientos
cincuenta veces al Antiguo Testamento, de las cuales los expertos bíblicos de todas las denominaciones han
comprobado que unas trescientas concuerdan literalmente, palabra por palabra, con el Texto griego de los Setenta
“LXX”, lo que comprueba que los apóstoles se servían de la versión griega de los Setenta, como texto sagrado por
excelencia, y además demuestra que los libros Deuterocanónicos que ella contiene eran aprobados por los
Apóstoles. Aparte hay que decir que ya muchas de las Sectas o Iglesias protestantes ya incluyen de nuevo estos
libros en sus Biblias, lastima que en Latinoamérica casi no la distribuya así, pero la Iglesia Católica si difunde la
versión Ecuménica “Dios Habla Hoy” que trae la aprobación de la mayoría de la totalidad de las autoridades de las
distintas denominaciones cristianas, que es una traducción directa de la Vulgata, y contiene estos siete libros
llamados Deuterocanónicos. Para los verdaderos cristianos católicos, lo que tiene validez y es el mandato divino:
Examinar, discernir y canonizar las profecías, responsabilidad que recae sobre los discípulos de Jesús y sus
sucesores: “No extingáis el Espíritu; no despreciéis las profecías; examinadlo todo y quedaos con lo bueno,
absteneos de todo genero de mal” (I Tesalonicenses 5,19-22).
55. ¿Que otras evidencia tenemos que son revelados los Libros Deuterocanónicos?
Se pudiera mencionar muchas otras evidencias teológicas, históricas o arqueológicas a favor de cada uno
de estos libros, pero nos referirnos solamente a las evidencias Bíblicas:
1° - Los dirigentes de la religión Judía perdieron su poder sobres las cosas de Dios: “¿Qué, pues, hará el
Señor de la viña? Vendrá, y destruirá a los labradores y dará a otros su viña” (Marcos 12,9). Por tanto, el
canon que realizan en el siglo I después de Cristo, donde eliminan siete libros sagrados, no tiene valides.
2° - Que Cristo dio toda autoridad a su Iglesia “Convocando a los Doce, les dio autoridad y poder sobre
todos los demonios, y para curar enfermedades” (Lucas 9,1). “Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra
quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo” (Mateo 18,18). Y
la Iglesia ejerciendo su autoridad desde el tiempo de los apóstoles, recibió completa la colección del Antiguo
Testamento, sin hacer distinción entre protocanónicos o deuterocanónicos.
3° - Que la Iglesia tiene el poder y la misión de discernir las Profecías (cf I Juan 4,1; Hechos 17,11), y debe
examinar las revelaciones, con la ayuda del Espíritu Santo, para su perfecta edificación: “No extingáis el Espíritu
de Dios; no despreciéis las profecías; examinadlo todo y quedaos con lo bueno, absteneos de todo genero de
mal” (I Tesalonicenses 5,19-22). Y cumpliendo esta misión realizó estudios y concilios, y con su poder la Iglesia
canonizó la colección de 46 libros del Antiguo Testamento y 27 libros del Nuevo en los primeros siglos de la
cristiandad.
4° - El Nuevo Testamento cita unas 300 veces la versión griega “Los Setenta” y casi todas la veces que
Jesús cita las antiguas Escrituras también lo hace usando la versión que contiene los 46 libros, lo cual demuestra
que los libros Deuterocanónicos que ella contiene eran aprobados por Jesús y los Apóstoles escritores del Nuevo
Testamento.
5° - A él Profeta Baruc, el libro de Neemias nombra tres veces, y el libro de Jeremías lo menciona veinte
veces, y dice que además su discípulo Barun escribe en un Libro los mensajes recibidos de Dios (Lee Jeremías
56,5-8).
56. ¿Quiso Cristo que una sola persona dirigiera su Iglesia a nivel mundia l?
Si, por eso Jesucristo designó a San Pedro, para dirigir su única Iglesia, a la que prometió asistir hasta el
fin de los tiempos, un ministerio de dirección que existirá mientras exista la Iglesia, desde que el Señor encontró
este discípulo lo predestinó: “... Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te
llamarás Cefas» que quiere decir, Piedra". (Juan 1,42).
Y luego ante una pregunta de Jesús y frente a las diferentes opiniones sobre su personalidad, Simón fue el
único discípulo que dio su personal opinión: “Tu eres el Mesías” y ante su primera respuesta infalible por
revelación de Dios Padre, Jesús otorga ese rango especial: “Y yo a mi vez te digo que tú eres (Cefas) Pedro, y
sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella A ti te daré las llaves
del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra
quedará desatado en los cielos”. (Mateo 16,18-19). “Y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena
Nueva a toda la creación” ( Marcos 16,15).
El nombre de Pedro antes de encontrarse con Jesús era Simón Bar-Jona hijo de Jonás, era un rudo y
sencillo pescador del lago de Genesaret, que vivía con su mujer y su suegra en la aldea de Betsaida en la región de
Galilea. Pedro junto con su hermano Andrés seguidor de Juan el Bautista, y sus amigos y compañeros de trabajo
Santiago el mayor y Juan el discípulo amado, se encontraron entre los primeros apóstoles de Cristo Jesús, quien le
cambió su nombre por Pedro, Kefa en arameo o Cefas en griego, que quiere decir "piedra" o "roca" (Juan 1,40-42);
invitándolo a hacer desde entonces "pescador de hombres"(Lucas 5,10).
Pedro siempre encabeza la lista de los doce apóstoles del Señor (cf Mateo 10,2; Marcos 3,16; Lucas 6,14;
Hechos 1,13), él mismo se nombra como "siervo y apóstol de Jesucristo" (2Pedro 1,1) "testigo de los sufrimientos
de Cristo" (1Pedro 5,1), aparece como el portavoz de los apóstoles ( Mateo 18,21-22; Marcos 10,28), A él lo
interrogan los que cobraban impuestos para el templo (Mateo 17,24-27); además Pedro, al lado de Santiago y Juan,
fueron los tres discípulos más cercanos al Salvador, y estuvieron presentes en la resurrección de la hija de Jairo
(Marcos 5,37), en la transfiguración en el monte Tabor (Marcos 9,2); ellos tres con Andrés lo interrogan en el
monte de los Olivos, sobre las señales antes del fin (Marcos 13,3-4). Son también Pedro y Juan los encargados de
preparar la "Ultima Cena" (Lucas 22,7-8), y nuevamente los tres son llamados por el Mesías a permanecer
vigilantes, mientras él hace oración en el Getsemaní (Marcos 14,32-33). "Por eso, Santiago, Pedro y Juan...eran
tenidos como columnas de la Iglesia…" (Gálatas 2,9).
El amor y la confianza de Pedro a su Divino Maestro, se vio probado cuando empieza a caminar sobre las agua
para salir a su encuentro (Mateo 14,25-31); ante el abandono de los judíos que no creían que Cristo era el
verdadero "pan bajado del cielo", es Pedro quien reconoce que solo él tiene "palabras de vida eterna" (cf Juan
6,68); en un acto de valor momentáneo tiene el coraje de decir que iría por su Señor a la cárcel y hasta la muerte
(Lucas 22,33); el arrojo al cortarle la oreja a Malco, cuando lo van a apresar en la noche del Jueves Santo (Juan
18,10). Asimismo, después de la resurrección se encontraba pescando en el lago de Tiberias, en compañía de otros
apóstoles, y aparece Jesús en la orilla, entonces “Apenas oyó Simón Pedro que era el Señor, se vistió, porque
estaba sin ropa, y se tiró al agua” (Juan 21,7) Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón
de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta
mis corderos.». Vuelve a decirle por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me amas?» Le dice él: «Sí, Señor, tú
sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas.» Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me
quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo
sabes todo; tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas. (Juan 21:15-17)
El pasaje bíblico más contundente que demuestra la importancia de Pedro, lo encontramos en Mateo 16,13-
19; cuando el Unigénito de Dios en la región de Cesarea de Filipo, les pregunta a sus discípulos: "¿Quién dice la
gente que es el Hijo del hombre?"; ante la confusión de los demás, Pedro contesta acertadamente "Tú eres el
Mesías, el Hijo de Dios viviente" (comparar con Marcos 8,27-29; Lucas 9,18-20). No obstante, no era la primera
vez que uno de los doce reconocía la naturaleza y misión divina de Jesucristo; pues al principio de su ministerio,
Natanael (o Bartolomé) también le dijo: "Maestro ¡tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel!" (Juan
1,49). Igual respuesta encontramos en otra ocasión de los demás discípulos: "!En verdad tú eres el Hijo de
Dios!" (Mateo14,33). Pero solamente a Simón Pedro, Cristo Jesús le dice que su declaración no viene de los
hombres sino de Dios Padre que está en el cielo (Mateo 16,17). Seguidamente Jesús agrega: "Y yo te digo que tú
eres Pedro, y sobre esta piedra voy a construir mi iglesia; y ni siquiera el poder de la muerte podrá
vencerla"(Mateo 18). En este punto hay que aclarar que la Iglesia Católica no es la Iglesia de Pedro, sino de
Cristo representado en el apóstol, ya que el Santo de Dios es el "pastor principal" (1Pedro 5,4). Por último, el
Mesías le da plena autoridad, bajo el símbolo de las "llaves del reino de los cielos" (cf Mateo 16,19; Apocalipsis
3,7), de "atar y desatar en la tierra y en el cielo". Es decir, que Dios da por bueno y aprobado lo que Pedro haga
con su Iglesia en el mundo.
57. ¿Existe alguna profecía en el Antiguo Testamento que confirme, la Misión del Universal de San Pedro y
sus Sucesores?
Si, la Biblia confirma las tareas y todos los Títulos que se le dan a los sucesores de Pedro, en el Primado
Universal del verdadero Nuevo Pueblo de Dios, las siguientes citas sirven de contexto a las Palabras de Jesús sobre
Pedro en el evangelio. "Le revestiré de tu túnica, con tu fajín le sujetaré, tu autoridad pondré en su mano, y
será él un Padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá. Pondré la llave de la casa de David
sobre su hombro; abrirá, y nadie cerrará, cerrará, y nadie abrirá” (Isaías 22,21-22). “Y vosotros seréis
llamados «Sacerdotes de Yahveh», «Ministros de nuestro Dios» se os llamará. La riqueza de las naciones
comeréis y en su gloria les sucederéis” (Isaías 61,6). “Pues desde el sol levante hasta el poniente, grande es mi
Nombre entre las naciones, y en todo lugar se ofrece a mi Nombre un sacrificio de incienso y una oblación
pura. Pues grande es mi Nombre entre las naciones, dice Yahveh Sebaot.” (Malaquías 1, 11).
59. ¿Porque la Iglesia Católica llama “Santo Padre” o “Papa” al Obispo de Roma ?
Porque Simón llamado Cefas que quiere decir, "Piedra", a quien Jesús designó como primer Papa de su
Iglesia, instituyó en Roma su sede (1 Pe 5,13), siendo el primer Obispo de Roma, desde donde dirigió la Iglesia
Católica, que significa Universal, hasta que fue crucificado en la misma ciudad de Roma, como lo había
profetizado Cristo (cf Juan 21,18-19) y donde fue sepultado, en el lugar que el Imperio Romano denominaba el
“Colina Vaticano”, donde los primeros discípulos de Cristo, edificaron años después la Basílica de “San Pedro”, y
desde donde se ha dirigido la Iglesia de Cristo, pues ininterrumpidamente el Obispo de Roma, desde hace 2000
años ha sucedido en el cargo y en sus funciones a Pedro, como cabeza visible de la Iglesia en el tierra. Los
Católicos lo llamamos: Padre, porque reconocemos en el Papa, el cumplimiento de la profecía de Isaías, que dijo
que a quién se le entregaran las llaves del reino, sería llamado “Padre” (cf Isaías 22,21-22). Además llamamos
Padre a nuestros Sacerdotes, porque son representantes de Dios ante nosotros, y como decía San Pablo a Filemón,
ellos nos engendran a una vida en Cristo (cf Flm 0,10), y a los mismos apóstoles en el Nuevo Testamento hablan
muchas veces de su paternidad espiritual sobre sus discípulos, y en las cartas muchas veces llaman hijos a sus
seguidores (cf 1Jn 3,18; Tito 1,4; 1Ti 1,2; 2Ti 1,2).
60. ¿Pedro dejó de ser Pasto Universal al negar tres veces a Cristo en su Pasión?
Jesús desde antes de su pasión, predijo estas negaciones de Pedro, y sin embargo le encarga la tarea de
confirmar en la fe al resto de los discípulos, con la asistencia especial de su oración: "Dijo también el Señor: -
Simón, Simón, mira que Satanás los ha pedido a ustedes para sacudirlos como si fueran trigo; pero yo he
rogado por ti, para que no te falte la fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, ayuda a tus hermanos a
permanecer firmes" (Lucas 22,31-32). Pedro quien es el único del grupo de los apóstoles que niega "tres veces" a
su Maestro, en el patio de la casa del sumo sacerdote (Lucas 22,34. 54-62); sigue siendo su elegido, y a pesar de
que el Señor conocía de antemano su debilidad humana (Lucas 5,8), al confirmarle por "tres veces" que él será el
"pastor de sus corderos y de sus ovejas" (cf Juan 21,15-17).
Pedro no perdió su rango, porque el Apóstol Pedro se arrepintió de corazón, y Cristo Resucitado le impuso
de penitencia una confesión de amor y lealtad, y junto con el perdón le ratifica ese magisterio pastoral, este lo
vemos relatado en el evangelio según San Juan, después de su Resurrección: “Después de haber comido, dice
Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te
quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos». Vuelve a decirle por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me
amas?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas.» Le dice por
tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: “¿Me
quieres?” y le dijo: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero”. Le dice Jesús: “Apacienta mis ovejas”.
(Juan 21,15-17).
Porque Cristo al darle la misión de confirmar la fe de toda la Iglesia, le promete, interceder por él, para que su fe no
desfallezca, por eso el Papa es infalible en los asuntos de fe, porque cuenta con la ayuda especial de Dios, para
cumplir su magisterio de interpretar y difundir las Escritura a la luz del Espíritu Santo y guiarnos por camino
seguro: «¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado
por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.» (Lucas 22,31-32).
Como vemos entre los apóstoles solo a Pedro se le da el poder y la misión de confirmar en la fe a los creyentes en
Cristo, y por eso Cristo ruega por él, para que no equivoque nunca en los asuntos referentes a la fe. "El Romano
Pontífice, Cabeza del Colegio episcopal, goza de esta infalibilidad en virtud de su ministerio cuando, como Pastor
y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos, proclama por un acto definitivo la
doctrina en cuestiones de fe y moral... La infalibilidad prometida a la Iglesia reside también en el Cuerpo episcopal
cuando ejerce el magisterio supremo con el sucesor de Pedro", sobre todo en un Concilio ecuménico (LG 25; cf.
Vaticano I: DS 3074). Cuando la Iglesia propone por medio de su Magisterio supremo que algo se debe aceptar
"como revelado por Dios para ser creído" (DV 10) y como enseñanza de Cristo, "hay que aceptar sus definiciones
con la obediencia de la fe" (LG 25). Esta infalibilidad abarca todo el depósito de la Revelación divina (cf. LG 25).
La asistencia divina es también concedida a los sucesores de los apóstoles, cuando enseñan en comunión con el
sucesor de Pedro (y, de una manera particular, al obispo de Roma, Pastor de toda la Iglesia), aunque, sin llegar a
una definición infalible y sin pronunciarse de una "manera definitiva", proponen, en el ejercicio del magisterio
ordinario, una enseñanza que conduce a una mejor inteligencia de la Revelación en materia de fe y de costumbres.
A esta enseñanza ordinaria, los fieles deben "adherirse...con espíritu de obediencia religiosa" (LG 25) que, aunque
distinto del asentimiento de la fe, es una prolongación de él.
“Seguid todos al obispo como Jesucristo (sigue) a su Padre, y al presbiterio como a los apóstoles; en cuanto a los
diáconos, respetadlos como a la ley de Dios. Que nadie haga al margen del obispo nada en lo que atañe a la Iglesia”
(San Ignacio de Antioquía, Smyrn. 8,1).
Pedro y los demás Papas siguen siendo hombres, con defectos, virtudes y con necesidad de la misericordia
divina, porque a pesar de su investidura y misión están en un proceso de perfección al igual que todo cristiano,
recurren frecuentemente al sacramento de la confesión ante otros sacerdotes, pero cuando obran en Nombre de
Cristo como Piedra de la Iglesia, para dirigirla son infalibles en los aspectos de Fe por la garantía de Cristo, que le
encomienda confirmar la fe de sus hermanos y por eso el Primer Papa empieza una de sus cartas de esta forma:
"Simeón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo
les ha cabido en suerte una fe tan preciosa como la nuestra” (II Pedro 1,1).
64. ¿Por qué hay que obedecer al Papa y a los Obispos, puesto que Dios se puede comunicar directamente
con cada Persona?
Hay que obedecer, porque ellos son los sucesores de los Apóstoles a los que Jesús les ungió con poder, y les
dijo: “El que los recibe a ustedes a mí me recibe, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió”. (Mateo
10,40). “Yo les digo: todo lo que atén en la tierra, el cielo lo considerará atado, y todo lo que desaten en la
tierra, será tenido por desatado en el Cielo” (Mateo 18,18).
Algunos sectarios proclaman que la Iglesia no importa, solo Cristo, pasando por alto que Jesucristo la
edificó (Mt 16,18), le delegó su poder(Mt 18, 18), le prometió su asistencia hasta la consumación de los tiempos
(cf Mateo 16,18; 28,20; Juan 17,20-21), la Iglesia es el amada por Cristo (cf Efesios 5,25-27), y al hablarnos de la
corrección fraterna, nos dice: “Por tanto, si tu hermano pecare contra ti, ve, y redargúyele entre ti y Él solo: si te
oyere, has ganado á tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo uno ó dos, para que en boca de dos ó de
tres testigos conste toda palabra. Y si no oyere á ellos, dilo á la Iglesia: y si no oyere á la Iglesia, tenle por étnico
y publicano. (Mateo 18,15-17).
Además El Papa, y los Obispos, como sucesores de los Apóstoles, son garante del deposito de la fe, la
tradición escrita y oral, porque reciben de Jesucristo el poder y la misión de pastorear a la Iglesia Católica, que
significa universal (Juan 21,15-17; Efesios 5,25-27), para mantenerla firme en la fe, integra en la esperanza y unida
en la caridad. La Biblia nos dice: “Expresen su respeto a Cristo siendo sumisos unos a otros” (Efesios 5,21), por
eso quienes obedecemos a la Biblia tenemos que obedecer a la Iglesia y sus ministros (Cf Hebreos 13,17;
Eclesiástico. 7,30-31) en razón que es el cuerpo místico de Cristo (Efesios 5,23).
68. ¿Algunas Sectas dicen que Jesús prohibió tener rangos porque quiso todos nos llamemos Hermanos?
Lo dirán por criticarnos o quizás por hipocresía, ya que ellos se auto proclaman con distintos títulos como
Pastores, Evangelistas, Conferencistas y etc., sin tener muchas veces ningún grado de instrucción, ni la
preparación bíblica, filosófica y teológica que tienen nuestros Sacerdotes Católicos, que se preparan por más de
siete años de estudios académicos. Es por eso que no debemos caer en el error de tomar literalmente una frase de
Jesús en Mateo 23,8: "y vosotros sois todos hermanos", porque sabemos que una cita sin contexto es un simple
pretexto, y según el Nuevo Testamento, Jesús estructuró a su única y Santa Iglesia con rangos y funciones
especificas, para el mejor cumplimiento de nuestra misión aquí en la tierra, puedes verificarlo en la Primera Carta
de San Pablo a los Corintios en los capítulos 12 y 13 completos, para no caer en caprichosos pretextos. Donde por
ejemplo en el verso (12,28) se lee: “Y a unos puso Dios en la Iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas;
lo tercero maestros; luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran,
los que tienen el don de lenguas”
69. ¿Quiso Jesucristo que tengan rango o jerarquías sus discípulos?
Si, en todo el Nuevo testamento se nota, que Cristo ordenó su Iglesia, para que respetando sus dirigentes se
mantenga unida, dando testimonio de su evangelio, hasta que Él vuelva en gloría, colocando una Piedra, o Papa
que la mantenga firme en la fe: “El mismo dio a unos el ser apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelizadores; a otros, pastores y maestros, para el recto ordenamiento de los santos en orden a las
funciones del ministerio, para edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que lleguemos todos a la unidad de la
fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de
Cristo”. (Efesios 4,11-13).
74. ¿Son Iguales las Biblias de las Sectas a la Biblia de la Iglesia del Señor?
La Biblia protestante es diferente de la católica. Como ya mencionamos en las respuestas anteriores,
algunas sectas le han quitado, hasta siete libros de Antiguo Testamentos a sus Biblias, estos Libros Sagrados son:
Tobías, Judith, Baruc, Eclesiástico, I Macabeos, II Macabeos, Sabiduría y fragmentos de los libros de Ester y
Daniel, además sus traducciones no son muy confiables, por ejemplo, los auto proclamados "Testigos de Jehová",
utilizan una versión con muy graves errores de traducción, introduciendo cambios y adulteración a la Palabra de
Dios, agravando el error de darles interpretaciones torcidas, contradictorias y fuera de contexto. Mirando el índice
de libros que contiene la Biblia contamos 66 libros, mientras que la Biblia católica y la Biblia ortodoxa contienen
siete libros más. En la Biblia protestante faltan 1 y 2 Macabeos, Tobías (o Tobít), Judit, Baruc, Sabiduría, y
Eclesiástico (o Sirácides) conocidos como "deuterocanónicos". Los hermanos no católicos llaman a los siete libros
deuterocanónicos "Apócrifos", aunque no es un término muy exacto para lo que se quiere señalar, ya que
"apócrifo" significa etimológicamente "escondido", haciendo alusión al autor, que es "desconocido" y suele
"esconderse" tras un pseudónimo. En este sentido hay otros libros "apócrifos" que sin embargo forman parte de los
libros inspirados (como la carta a los Hebreos, que no fue escrita directamente por Pablo, pero que lleva su
nombre). Como sea, la realidad es que los protestantes no admiten estos libros como inspirados.
Además hay sectas que le añaden libros a la Revelación de Dios, como el casos de los Mormones, y otros
que también idolatran los escritos y tradiciones de sus fundadores; olvidando la severa sentencia de Bíblica: "Yo
advierto a todo el que escuche las palabras proféticas de este libro: «Si alguno añade algo sobre esto, Dios
echará sobre él las plagas que se describen en este libro. Y si alguno quita algo a las palabras de este libro
profético, Dios le quitará su parte en el árbol de la Vida y en la Ciudad Santa, que se describen en este
libro.» (Apocalipsis 22,19). Nota: Existen traducciones de la Biblia que son ecuménicas, es decir que son
aceptadas, tanto por la Santa Iglesia Católica, como por la mayoría de todas las otras denominaciones cristianas,
que aún no están en plena comunión con la Iglesia. Por ejemplo: la versión "Dios habla hoy".
75. ¿Porque los Católicos creemos en el Purgatorio, si en la Biblia no se menciona esa palabra?
Ciertamente en la Biblia no se menciona la palabra "Purgatorio", y de hecho esa palabra quizás ni existía
para ese entonces, pero si se menciona en la Biblia: un lugar de los muertos llamado en hebreo “Seol” (cf Génesis
37,35) y en griego “Hades” (Mateo 11,23), este lugar de los muertos no lo podemos ignorar que existe y es otro
diferente al Cielo y al Infierno, el Seol es distinto al lugar de tormento de los condenados llamado Genema, lago
de azufre o abismo del Infierno y este lugar de los muertos es también diferente al Paraíso o Cielo de los
redimidos. “Si hasta los cielos subo, allí estás tú, si en el seol me acuesto, allí te encuentras” (Salmos 139,8).
En las Sagradas Escrituras están todas las bases teológicas de esta tradición oral, de los que el Señor y sus
primeros seguidores predicaron a viva Voz. “Pues también Cristo, para llevarnos a Dios, murió una sola vez
por los pecados, el justo por los injustos, muerto en la carne, vivificado en el espíritu En el espíritu fue
también a predicar a los espíritus encarcelados en otro tiempo incrédulos, cuando les esperaba la paciencia
de Dios, en los días en que Noé construía el Arca, en la que unos pocos, es decir ocho personas, fueron
salvados a través del agua; a ésta corresponde ahora el bautismo que os salva y que no consiste en quitar la
suciedad del cuerpo, sino en pedir a Dios una buena conciencia por medio de la Resurrección de Jesucristo,
que, habiendo ido al cielo, está a la diestra de Dios, y le están sometidos los Ángeles, las Dominaciones y las
Potestades.” (I Pedro 3,18).
El Purgatorio es un estado de vida de purificación, intermedio entre la muerte y el cielo, no es un estado
definitivo, sino una antesala a la vida en el cielo, para las almas de aquellos personas que mueren en amistad con
Dios, pero no estaban completamente purificados, de algunos pecados veniales, entonces para el paso al Cielo,
vienen al gran salón de belleza, para revestirse por los méritos de Cristo, de la pureza total necesaria, para entrar a
la gran celebración del Cielo Las Bodas del Cordero(cf ).
Veamos que escribe San Pablo sobre ese proceso de purificación al que llamamos Purgatorio: “Conforme a
la gracia de Dios que me fue dada, yo, como buen arquitecto, puse el cimiento, y otro construye encima.
¡Mire cada cual cómo construye! Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo. Y si uno
construye sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada cual
quedará al descubierto; la manifestará el Día, que ha de revelarse por el fuego. Y la calidad de la obra de
cada cual, la probará el fuego. Aquél, cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la
recompensa. Mas aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá el daño. El, no obstante, quedará a salvo, pero
como quien pasa a través del fuego” (I Corintios 3,10-15). El nombre que le demos al proceso de purificación de
nuestras almas, es lo de menos, el hecho es que creámoslo o dudemos existe ese paso purificador que llamamos:
“Purgatorio”. “Dijo Dios: «Yo meteré en el fuego este tercio: los purgaré como se purga la plata y los probaré
como se prueba el oro. Invocará él mi nombre y yo le responderé; diré: «¡El es mi pueblo!» y él dirá:
«¡Yahveh es mi Dios!»” (Zacarías 13,9).
En el Santo Evangelio leemos: “El que insulte al Hijo del Hombre será perdonado; en cambio, el que
insulte al Espíritu Santo no será perdonado, ni en esta vida ni en la otra” (Mateo 12,32). Y como enseñanza
sobre Reino de los Cielos, nos aconseja “Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino
arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en
la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo” (Lucas 12,58-59).
Las almas de los condenados no pasa por el purgatorio, solo tienen entrada en la purificación: las almas
que están seguras de ser admitidas a la bienaventuranza, el alma sabe que no está preparada para la comunión
intima, con Dios, porque debe quitar las escorias de su tibieza, debe despertarse para un amor total, sin
desviaciones. “Por eso, nosotros que recibimos un reino inconmovible, hemos de mantener la gracia y,
mediante ella, ofrecer a Dios un culto que le sea grato, con religiosa piedad y reverencia, porque nuestro
Dios es fuego consumidor" (Hebreos 12,28-27).
“Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad de Dios vivo, la Jerusalén
celestial, y a miríadas de ángeles, reunión solemne y asamblea de los primogénitos inscritos en los cielos, y a
Dios, juez universal, y a los espíritus de los justos llegados ya a su consumación, y a Jesús, mediador de una
nueva Alianza, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel” (Hebreos 12,22-
24).
77. ¿Es Posible Recibir una Purificación total en la vida aquí en la Tierra?
Por supuesto que si, y en la Iglesia hay infinidad de testimonios, de personas Santas, que han resaltado en el
cumplimiento heroico de virtudes cristianas, y entran directo al Cielo, claro está también, todas aquellas personas,
que han recibido el Sacramento de la Reconciliación, en su agonía, y se han purificado totalmente, antes de morir,
como el caso del Ladro que murió en el Calvario crucificado, y arrepentido de todo sus pecados, al lado de Jesús
de Nazaret, y como lo narra Lucas 23,43: "Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso".
Es el caso que en el Cielo, estaremos en presencia de Dios y no podremos mantenernos de pie, ante su santa
presencia, por más Siervos suyos que nos creamos, si no estamos totalmente purificados, como dice Efesios 1,4
que debemos presentarnos: santos inmaculados e irreprochable ante la Suprema Presencia de Dios, para eso Él
mismo nos purga. Pongamos el ejemplo del Profeta Isaías, que siendo un siervo de Dios, en el templo, recibe la
visita de Dios (y su purificación), leamos reacción de Isaías, su confesión y la purificación: "Y dije: «¡Ay de mí,
que estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros, y entre un pueblo de labios impuros habito: que
al rey Yahveh Sebaot han visto mis ojos!» Entonces voló hacia mí uno de los serafines con una brasa en la
mano, que con las tenazas había tomado de sobre el altar, y tocó mi boca y dijo: «He aquí que esto ha tocado
tus labios: se ha retirado tu culpa, tu pecado está expiado.» Y percibí la voz del Señor que decía: «¿A quién
enviaré? ¿y quién irá de parte nuestra»? Dije: «Heme aquí: envíame»" (Isaías 6,5-8). Sí el Profeta Isaías,
necesitó esa purificación para estar frente a la Gloría de Dios, cuanto más nosotros la necesitaremos, que quizás
habitamos entre una humanidad mucho más impura que la de aquella época. Por eso debemos frecuentar los
sacramentos, especialmente el de la Confesión o Penitencia, y ofrecer la Eucaristía y obras de misericordias, en
reparación por nuestros pecados, para renovar las gracias recibidas en el bautismo, y estar preparados porque no
sabemos ni el día ni la hora, en que nos llamará el Señor, a su santa gloría del Cielo.
Que Dios nos conceda la pureza necesaria para gozar de su presencia y poder proclamar junto con San
Pablo: "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de
bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del
mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor" (Efesios 1,3-4).
Los protestantes frecuentemente niegan que las penas temporales permanezcan luego del perdón de los
pecados, pero en la práctica lo reconocen; por ejemplo, cuando insisten en que la gente devuelva las cosas robadas.
Los ladrones pueden ser perdonados, pero deben ocuparse de la restitución. Los protestantes se dan cuenta de que,
si bien Jesús pagó ante Dios el precio por nuestros pecados, no nos relevó de nuestra obligación de reparar lo que
hemos hecho. Admiten totalmente que si usted robó el automóvil de alguien, debe devolverlo; no basta
simplemente con arrepentirse. El perdón de Dios (¡y el del hombre!) no incluye el permitirle quedarse con el auto
robado.Los méritos de Cristo, siendo infinitos, aplicándolos a los creyentes, la Iglesia actúa como servidora de
Cristo en la aplicación de lo que él ha hecho por nosotros, y sabemos por la Escritura que la obra de Cristo se
aplica a nosotros a través del tiempo y no de una sola vez. (Filipenses 2, 12; 1 Pedro 1, 9). La iglesia en atención al
poder y la misión de la remisión de los pecados, que Cristo le delega en Juan 20,21-23, distribuye el perdón de los
pecados mediante el bautismo y el sacramento de la confesión, y el perdón de las penas temporales, mediante las
indulgencias que concede, bajo ciertas condiciones que nos impulsan a una conversión mas profunda. Si Cristo dio
a sus ministros la capacidad de perdonar las penas eternas del pecado, ¡cuánto más tendrían la capacidad de remitir
las penas temporales del pecado! Cristo también prometió a su Iglesia el poder para atar y desatar en la tierra,
diciendo: "Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la
tierra quedará desatado en el cielo" (Mateo 18, 18). Como queda claro por el contexto, el atar y desatar cubren
la disciplina de la Iglesia, y la disciplina de la Iglesia involucra el administrar y remover penas temporales (tales
como separar de y readmitir a los sacramentos). Por lo tanto, el poder de atar y desatar incluye la administración de
las penas temporales. San Pablo advierte, a quién no recurre a esta fuente de gracia, que: “Por la dureza y la
impenitencia de tu corazón vas atesorando contra ti cólera para el día de la cólera y de la revelación del
justo juicio de Dios, el cual, dará a cada cual según sus obras” (Romanos 2,5). Debemos recurrir a la
misericordia divina, obteniendo indulgencias, para que como San Pablo podamos expresar: “Bienaventurados
aquellos cuyas maldades fueron perdonadas, y cubiertos sus pecados. Dichoso el hombre a quien el Señor no
imputa culpa alguna” (Romanos 4,7-8).
81. ¿Las fiestas, el baile, comer cerdo o el vestir nos llevan al Infierno?
El bailar no es pecado, siempre y cuando no esté acompañado con otros actos impuros, contrarios a la
moral y las buenas costumbres. En la Santa Biblia, no está prohibido el danzar, incluso se nos aconseja hacerlo
para rendirle culto a Dios: “Alabadle con pandero y danza; Alabadle con cuerda y flautas” (Salmo 150,4). En el
Antiguo Testamento, se narran celebraciones con baile por motivos religiosos, por ejemplo, en primera de
Crónicas capítulo trece, durante la procesión con el Arca: “David y todo Israel bailaba delante de Dios con todas
sus fuerzas cantando y tocando cítaras, salterios y panderos, címbalos y trompetas” (1 Cro 13,8). El mismo
Salmista David nos dice: “Alaben su Nombre con danza; Con pandero y arpa a él canten”(Salmo 149,3). En la
Biblia la celebraciones nacionales se acompañan con baile: “Aún te edificaré, y serás edificada, oh Virgen de
Israel; todavía serás adornada con tus palmeros y saldrás en alegres danzas” (Jeremías 31,4). En el evangelio
también se asocia el baile con las celebraciones familiares, como una modo sano de festejo: “El hijo mayor estaba
en el campo; Cuando al volver llegó cerca de la casa, oyó música y baile” (Lucas 15,25). Y en el capítulo tres
de Sofonías, vemos que Dios, Nuestro Padre, también danzará de alegría por la salvación de cada uno de nosotros
llamados a la bienaventuranza eterna: “Yahveh tu Dios está en medio de ti, ¡un poderoso Salvador! Él exulta de
gozo por ti, te renueva por su amor; danza por ti con gritos de júbilo, como en los días de fiezta” (So 3,17).
En muchas las sectas se coacciona a las mujeres a usar falda, inculcándoles que la Biblia prohíbe los
pantalones, cuando esa prenda de vestir no existía en tiempos bíblicos, dando una mala interpretación a
Deuteronomio 22,5 “La mujer no llevará ropa de hombre ni el hombre se pondrá vestidos de mujer, porque
el que hace esto es una abominación para Yahveh tu Dios” donde se nos advierte en un leguaje todo público,
sobre lo negativo de la homosexualidad a los ojos de Dios.
Por eso con San Pablo les respondemos “Que el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y
paz y gozo en el Espíritu Santo” (Romanos 14,17) “Por tanto, que nadie os critique por cuestiones de comida
o bebida, o a propósito de fiestas, de novilunios o sábados. Todo esto es sombra de lo venidero; pero la
realidad es el cuerpo de Cristo” (Colosenses 2,16).
83. ¿Al declarar a Cristo como nuestro Señor, ya tenemos asegurada la Salvación?
La salvación es un regalo que Dios da a quien quiere, pero es también un compromiso, Jesús afirmó en
Mateo 7,21 “No todo el que me diga: «Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la
voluntad de mi Padre celestial” La Biblia es muy clara los solos gestos externos no son suficientes: “Poned por
obra la Palabra y no os contentéis sólo con oírla, engañándoos a vosotros mismos” (Santiago 1,22). La
salvación es un don gratuito que recibimos de parte de Dios por Jesucristo en el Espíritu Santo (ver Hechos 4,12,
2Tes 2,13, 2Tim 2,10 entre otros muchos pasajes); no es un premio a nuestras buenas obras, sino un don de Dios
misericordioso. Ahora bien, en lo que está de nuestra parte, sin duda que debemos recibir esa salvación, estar
dispuestos y totalmente abiertos a ella, buscarla, luchar perseverantemente por ella (cf Mateo 10,22), y estar atentos
a las asechanzas del diablo que, "como león rugiente, ronda buscando a quien devorar" (1Pe 5:8).
Algunos hermanos muy lamentablemente afirman de la salvación; que se trata de algo que, una vez
recibido, no se puede perder más, hagamos lo que hagamos; contradiciendo lo que enseña toda la Sagrada
Escritura, por ejemplo: Fil 2:12 "De modo que, amados míos, así como habéis obedecido siempre (…) ocupaos
en vuestra salvación con temor y temblor" si la salvación no pudiese perderse por nuestra negligencia, el
mandamiento de "ocuparnos en nuestra salvación con temor y temblor" sería superfluo. El mismo San Pablo
veía que era posible que él fuese descalificado: “Más bien, pongo mi cuerpo bajo disciplina y lo hago obedecer;
no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo venga a ser descalificado” (1Cor 9,27).
Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva (Ezequiel 18,23; I Tes 5:9), por la
salvación de la humanidad, murió Jesús en la cruz (cf Hebreos 2,10), y Él nos advierte: “Pero el que persevere
hasta el fin, ése se salvará” (Mateo 24,13), “Por eso, hermanos, procurad aun con mayor empeño hacer firme
vuestro llamamiento y elección, porque haciendo estas cosas no tropezaréis jamás” (2 Pe 1,10) “Así que, el
que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Cor 10,12).
La sola proclamación de una fe no es suficiente: ¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga:
«Tengo fe», si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarle la fe? (Santiago 2,14) Por eso Pablo, en concordancia con
el evangelio (Mateo 3,8) nos dice: “…he predicado que se convirtieran y que se volvieran a Dios haciendo
obras dignas de conversión (Hechos 26,20). “Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta”
(Santiago 2,17). Nuestra fe en el Señor, debe estar acompañada de obras dignas de la vocación a la que hemos sido
llamados (cf Efesios 4,1), “Porque así como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está
muerta” (Santiago 2,26). Debemos permanecer fieles a la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo (Efesios 5,24-ss) y
perseverar en el bien hasta el final: “Porque hemos llegado a ser participantes de Cristo, si de veras retenemos
el principio de nuestra confianza hasta el fin” (Heb 3,14). Ya que Dios “…dará a cada cual según sus obras:
a los que, por la perseverancia en el bien busquen gloria, honor e inmortalidad: vida eterna” (Romanos 2,6).
El Antigua Testamento (Éxodo 3,15) dice que es “YHWH” palabra hebrea sin vocales que se
pronuncia Yavé, significa "Yo Soy el que Soy", Jesús se identifica a sí mismo, en el Nuevo
Testamento más de siete veces como “Yo Soy”, por ejemplo dice: “Yo Soy la resurrección y la
vida...” “Yo Soy el camino la verdad y la vida...”, etc. La palabra Jehová surgió muchos siglos
después de Cristo, mezclando las consonantes del nombre de Yahweh, con las vocales de la
palabra Adonais que significa “Señor” resultando Yahowah, de la que se derivó Jëhowah y luego
Jehová, por tanto es un sincretismo incorrecto del nombre de Dios, y en las versiones de la Biblia,
que usan los protestante, aunque traducen YHWH como Jehová, en sus glosarios o notas
complementarias, reconocen que el modo más correcto de traducirlo es Yahveh. De todos modos
Jesús nos enseñó a llamarlo “Padre Nuestro” (cf Mateo 6,8-9) “Padre del Cielo” (Mateo 23,9;
Lucas 10,21) o “Padre Santo” (cf Juan 17,6 y 17,11), porque un hijo no llama a un padre por su
nombre (Efesios 1,17), simplemente lo llamamos Padre o Dios Padre (cf I Pedro1,2).
En el Nuevo Testamento, el Nombre de Dios es “Padre, Hijo y Espíritu Santo” (cf Mt 28,19; Jn
15,26; 16,12-15; II Cor 13,13; Gal 4,6; I Pe 1,2), y como miembros de la Nueva Alianza, el la
Sangre de Cristo debemos llamarlo de este modo: “Porque son tres los que dan testimonio en el
cielo: el Padre, el Verbo, y el Espíritu Santo; estos tres son una misma cosa” (I Juan 5,7).
94. ¿Qué dice la Biblia acerca de los que dividen la Iglesia creando Sectas?
La Palabra dice en Gálatas 5,20 que aquellos que causan división no heredarán el Reino de Dios, San Judas
Tadeo, dedicó su carta bíblica a alertarnos sobre el problema de los sectarios y dice entre otras cosas importantes,
que debemos luchar por la fe que Dios entregó de una vez y para siempre: "Porque se han introducido
solapadamente algunos que hace tiempo la Escritura señaló ya para esta sentencia. Son impíos, que
conviertan en libertinaje la gracia de nuestro Dios y niegan al único Dueño y Señor nuestro Jesucristo"
(Judas 0,4), “Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla
cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho” (Judas 0,16), y revela que los que causan
divisiones son burladores que se guían por las bajas pasiones y no por el Espíritu de Dios (cf Judas 0,18-19), de los
cuales hay que tener mucho cuidado porque quieren contaminarnos (cf Judas 0,20), es por eso debemos estar
alertas y preparados para defender la única fe revelada por Dios (Judas 0,3).
También San Pablo nos ruega que luchemos por la unidad y acuerdo dentro de la Iglesia para que hayan
divisiones, rivalidades o sectas (cf I Cor 1,10-11) y reprende a los pretendían crear sectas, con estas palabras: "Me
refiero a que cada uno de vosotros dice: «Yo soy de Pablo», «Yo de Apolo», «Yo de Cefas», «Yo de Cristo».
¿Esta dividido Cristo? ¿Acaso fue Pablo crucificado por vosotros? ¿O habéis sido bautizados en el nombre
de Pablo?" (I Cor 1,12-13), luego acusa a los sectarios de ser carnales, o movidos por los bajos instintos y añade:
"Cuando dice uno «Yo soy de Pablo», y otro «Yo soy de Apolo», ¿no procedéis al modo humano? ¿Qué es,
pues Apolo? ¿Qué es Pablo?... ¡Servidores, por medio de los cuales habéis creído!, y cada uno según lo que el
Señor le dio" (I Cor 3,4-5).
El deseo de Dios expresado en Juan 17,21 es que todos sus seguidores sean unidos, vivan en comunión
perfecta, y no existan divisiones o contiendas entre los cristianos, por eso leemos está grave sentencia en el Nuevo
Testamento: "Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría,
hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y
cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no
heredarán el Reino de Dios" (Gálatas 5,19-21). Debemos estar muy pendientes, y no dejarnos embaucar, y
recordar siempre la advertencia de Jesús: «No todo el que me diga: “Señor, Señor, entrará en el Reino de los
Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial” (Mateo 7,21).
96. ¿Se Pueden combinar la fe en Jesucristo con las prácticas de otras religiones?
La fe cristiana es incompatible con las otras creencias como: ateismo (negar la existencia de Dios),
politeísmo (tener múltiples divinidades) panteísmo (negar la existencia del creador, todo es dios) gnosticismo (de
conocimiento oculto no intelectual), y toda forma de paganismo porque van en contraposición de la revelación del
evangelio de Jesucristo, Dios hecho hombre para redimirnos; a la adoración que le debemos a nuestro Dios uno y
trino; pero lamentablemente surgen algunas sectas con doctrinas y prácticas de esoterismo, reencarnación,
superstición e hinduismo mezclado y presentado con un lenguaje aparentemente cristiano, contraviniendo los
concejos de San Pablo: ¡No unciros en yugo desigual con los infieles! Pues ¿qué relación hay entre la justicia y
la iniquidad? ¿Qué unión entre la luz y las tinieblas? ¿Qué armonía entre Cristo y Beliar? ¿Qué
participación entre el fiel y el infiel? ¿Qué conformidad entre el santuario de Dios y el de los ídolos? Porque
nosotros somos santuario de Dios vivo, como dijo Dios: Habitaré en medio de ellos y andaré entre ellos; yo
seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Por tanto, salid de entre ellos y apartaos, dice el Señor. No toquéis cosa
impura, y yo os acogeré. (II Corintios 6,14-17).
La Iglesia católica participa y propicia el dialogo interreligioso, procurando el bien, ante todos los
hombres: “En lo posible, y en cuanto de vosotros dependa, en paz con todos los hombres” (Romanos 12,18).
Pero no tolera el sincretismo o mezcla de creencias, en atención a la Escritura: “Pero si lo que inmolan los
gentiles, ¡lo inmolan a los demonios y no a Dios! Y yo no quiero que entréis en comunión con los demonios.
No podéis beber de la copa del Señor y de la copa de los demonios. No podéis participar de la mesa del Señor
y de la mesa de los demonios”(I Corintios 10,20-21) ¿Acaso la fuente mana por el mismo caño agua dulce y
amarga? ¿Acaso, hermanos míos, puede la higuera producir aceitunas y la vid higos? Tampoco el agua
salada puede producir agua dulce. (Santiago 3,11).
Entre las señales del fin de los tiempos la Biblia menciona: la Apostasía (renegar de la enseñanza de
Jesucristo, despotricar de la fe católica) y la venida del Anticristo. Para muchos se dice que estamos al principio de
la Apostasía, es decir, que aún no hemos llegado al culmen, techo o culminación de esa apostasía. “Hijos míos, es
la última hora. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por
lo cual nos damos cuenta que es ya la última hora. (I Juan 2,18) La Biblia habla de Anticristos o de precursores
del Anticristo: que son los movimientos esotéricos tan de moda hoy en día, astrólogos, futurólogos, canalización,
energías, Feng-shui, panteísmo, etc, de la New Age, que tiene tanta fuerza, con sus practicas ocultistas condenadas
desde antiguo por la Escritura: “… No practiquéis encantamiento ni astrología”. (Levítico 19,26) “No ha de
haber en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, que practique adivinación, astrología,
hechicería o magia, ningún encantador ni consultor de espectros o adivinos, ni evocador de muertos”.
(Deuteronomio 18,10). También como precursores del Anticristo se entienden los teólogos desviados de la sana
doctrina, sociedades secretas y de los falsos profetas “Porque vendrá un tiempo en que los hombres no
soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por su propias pasiones, se harán con un montón de
maestros por el prurito de oír novedades” (II Timoteo 4,3).
98. ¿Hay todos los medios para obtener La Salvación en las Sectas?
En la Iglesia que Jesús edificó, podemos estar seguros que Él la sostendrá hasta la consumación de los
tiempos, y que las fuerzas del mal no la podrán vencer, ni hacer caer nunca en el error, ni en la apostasía, en ningún
tiempo, pues Jesús prometió: Que ni las puertas del infierno podrían vencer su Iglesia, “...Y he aquí que yo estoy
con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mateo 28,20). Jesucristo, nos alerta que si no estamos
unidos a él en su Iglesia, corremos el riesgo de la perdición eterna, porque las otras denominaciones niegan
muchas verdades de fe que Dios nos ha revelado: “El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge
conmigo, desparrama. «Por eso os digo: Todo pecado y blasfemia se perdonará a los hombres, pero la
blasfemia contra el Espíritu no será perdonada” (Mateo 12,30-31). Las Sectas desprecian el Magisterio de San
Pedro garante de la unidad tan requerida por el evangelio, por tanto, siempre tendrán dudas de cómo interpretar las
escrituras, pues ellas no cuentan con autoridades ungidas con el poder y la misión de dirigir, corregir y exhortar al
Pueblo de Dios, y a sus representantes regionales, porque están separados del tronco original (La Iglesia que Jesús
fundó), y están separadas entre ellas mismas, sobre lo cual, nos aclara estás palabras de Jesús: "Yo soy la vid;
vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no
podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los
recogen, los echan al fuego y arden" (Juan 15,5-6). San Pablo añade: “Un solo miembro no basta para formar
un cuerpo, sin que hace falta muchos” (I Cor 12,14), para mayor aclaratoria aconsejo leer completo el capítulo
quince de San Juan y sus concordancias.
Sabemos que solo en la Iglesia Católica contamos con todos los medios que Dios nos regaló en Jesucristo
para salvarnos, con la totalidad de Sacramentos, y la sana doctrina guardada de generación en generación, por eso
no podemos arriesgarnos con las sectas, que no cuentan con todos los medios de salvación y niegan verdades
fundamentales que Dios ha revelado desde antiguo, sustituyéndolos por novedosas interpretaciones de su
fundadores, debemos estar alerta y recordar la sentencia de Jesucristo: "No todo el que me diga: "Señor, Señor,
entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial" (Mateo 7,21).
99. ¿Es correcto seguir formando barreras que dividan a los cristianos?
Claro que no es bueno, porque es el anhelo de Dios, es congregarnos en un solo rebaño, bajo la guía del
único Pastor, por eso nos dice su palabra: "Os conjuro, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a
que tengáis todos un mismo hablar, y no haya entre vosotros divisiones; antes bien, estéis unidos en una
misma mentalidad y un mismo juicio" (I Corintios 1,10). Los verdaderos cristianos debemos distinguir en el
amor mutuo y al prójimo según la orden de Jesús: "Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los
otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros" (Juan 13,34) por tanto
San Pablo, nos pide que nos soportemos unos a otros por amor: “Poniendo empeño en conservar la unidad de
Espíritu con el vinculo de paz. Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a que habéis
sido llamados (Efesios 4,3-4), compara la Iglesia con el cuerpo, explicando las razones de la unión: “Las partes
del cuerpo son muchas, pero el cuerpo es uno; por muchas que sean las partes, todas forman un solo cuerpo. Así
también Cristo. Hemos sido bautizados en el único Espíritu para que formáramos un solo Cuerpo, ya fuéramos
judíos o griegos, esclavos o libres. Y todos hemos bebido del único Espíritu” (I Corintios 12,12-13) y nos pide que
todos los creyentes permanezcamos unánimes en un mismo sentir: "Para que no hubiera división alguna en el
cuerpo, sino que todos los miembros se preocuparan lo mismo los unos de los otros" (I Corintios 12,25).