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la histOíia, la iingL1ística, la retórica
'/ la filo.soffa política. Entre sus libros
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metamorfosis

Dirigida por Carlos Altamirano


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Traducción de H ilda H. García

el discurso
social
los límites históricos
de lo pensable y lo decible

selección y presentación a cargo de


maría teresa dalmasso y norma fatala

~ siglo veintiuno
~ editores ·
Índice
siglo veintiuno editores argentina, s.a. .
Guatemala 4824 (c1425suP), Buenos Aires, Argenuna
siglo veintiuno editores, s.a. de c.v. . _ .
Cerro del Agua 248, Delegación Coyoacán (04310), .D.F., Mex1co
siglo veintiuno de españa editores, s.a.
Sector Forestanº 1, Tres Cantos (28760), Madrid, España

Presentación, María Teresa Dalmasso y Norma Fatala 9

Prefacio, Marc Angenot 13

EL DISCURSO SOCIAL

l. El discurso social: problemática de conjunto 2l


2. Retorno al método 5l
3. Funciones del discurso social 6l
4. Génesis de la modernidad 85
AnO'enot, Marc
El discurso social. - la ed. - Buenos Aires : Siglo XXI Editores
Argentina, 2010. . TRES RECORRIDOS POR LA TOPOLOGÍA GLOBAL
2 3 2 p . ; 2 1x1 4 cm . - (Metamorfosis / dir.: Carlos Altam1rano)

Traducido por: Hilda H. García 5. Representar al proletariado: doctrinas


ISBN 978-987-629-134-7 del arte social y prácticas pictóricas
95
1. Ensayo Sociológico. I. García, Hilda H., trad. II. Título
6. Gnosis, milenarismo e ideologías modernas 129
CDD 30 1 7. Nuevas propuestas para el estudio de
la argrunentación en la vida social 159
© Marc Angenot
© de la Presentación: María Teresa Dalmasso y Norma Fatala
© 20 lo, Siglo Veintiuno Editores S. A.
ITINERARIOS TEÓRICOS
Dise1'ío de cubierta: Pe ter Tjebbes
8. Diálogo entre Laurence Guellec
y Marc Angenot
Impreso en Artes Gráficas De!sur / / Alte . Solier 2450, Avellaneda,
enelmesdeagostode2010 A !211/:Sz Bibliografía 217
Hecho el depósito que marca la ley 11.723
Impreso en Argentina// Made in Argentina Nota sobre los textos 227
Pre§entación

María Teresa Dalmasso y Norma Fatala

El origen de este libro, no en su contenido teórico,


sino en tanto cosa impresa -y en cuanto hecho de traducción-,
tiene que ver con el deseo de superar las limitaciones que el
mercado global plantea a las producciones teóricas de comuni-
dades científicas en cierta medida excéntricas, ya sea por pro-
ducirse en áreas secundarias o marginales del canon mundial o
en un idioma que no oficia de lingua franca del tráfico transna-
cional.
Ese mercado que tan democrático se muestra en la prolifera-
ción -insensata, a veces- de publicaciones tiene como correlato
patrones bastante centralizados de difusión internacional, lo que
deriva, generalmente, en el escaso conocimiento mutuo entre in-
vestigadores que trabajan en latitudes otras.
La convocatoria de Carlos Altamirano para realizar una selec- 1

ción de los trabajos de Marc Angenot ·c on vistas a su publicación


en una editorial del prestigio y la difusión de Siglo XXI nos pro-
¡·
dujo la satisfacción de poder compartir con otros investigadores
de habla hispana el impacto que su obra representó para noso-
tras, hace ya varios años.

Para sus primeros lectores argentinos, la recepción de la teoría


del discurso social de Angenot se vio en parte facilitada por ciertas
coincidencias que presenta con el trabajo de Elíseo Verón: la con-
sideración de los discursos como hechos sociales (como lugar de
la producción social del sentido), la separación irreductible de es-
tudios del discurso y lingüística, la centralidad acordada a la pro-
ducción discursiva de la actualidad (distanciándose así de la fija-
ción semiológica con la producción literaria).
1 O EL DISCURSO SOCIAL PRESENTACIÓN 11

A dife rencia de Verón, sin embargo, Angenot postula la posibi- obra, ya que no existía versión castellana de sus trabajos, excepto
lidad de identificar -más allá de la diversidad de manifestaciones por una traducción que supervisó Nicolás Rosa, responsable de
que componen el vasto rumor social en un estado de discurso- un introducir a Angenot en las aulas argentinas. 2 Nos propusimos,
"conjunto de mecanismos unificadores y reguladores que aseguran entonces, traducir aquellas obras que nos parecían esenciales
a la vez la división del trabajo discursivo y un grado de homogenei- para comprender la teoría y su aplicabilidad. Se trataba, en aquel
zación de las retóricas, las tópicas y las doxas transdiscursivas" al momento, de traducciones de circulación interna. En 1998 se pro-
cual llama, siguiendo a Gramsci, hegemonía discursiva (Angenot, dujo un salto cualitativo, ya que la editorial de la Universidad Na-
1989: 22) . De las múltiples consecuencias que se derivan de esta cional de Córdoba publicó un conjunto de nueve trabajos, reuni-
afirmación, la fundamental es que la hegemonía establece los lími- dos bajo el título lnterdiscursividades. De hegemonías y disidencias (la
tes de lo decible y lo pensable en unas coordenadas sociohistóri- edición se agotó casi inmediatamente, y este año se reeditará una
cas, por cuanto es imposible comprender la significación de cual- versión revisada).
quier objeto si no es a la luz de la interacción simbólica global. Quedaba, no obstante, el proyecto de una difusión más amplia
En ese marco, la histo1icidad de la producción de los campos en la comunidad hispanohablante, orientada no sólo a los analis-
discursivos que componen la topología global sólo puede pen- tas del discurso, sino a los investigadores que, desde el dominio de
sarse en términos de una sincronía en tiempo real, de un estado la historia y de las ciencias sociales, intentan aproximarse al estu-
de discurso que los excede y que impone, en términos analíticos, dio de la discursividad social. Ése es el proyecto que este libro ha
su desclausuramiento. Este "giro discursivo" tiene la peculiaridad comenzado a realizar.
de ofrecer a las ciencias sociales herramientas más eficaces para el
procesamiento de sus objetos textuales que un giro lingüístico de- La selección fue concebida como un ingreso, aunque acotado,
masiado centrado en intencionalidades y en esquemas contrafác- sustancial, a los desarrollos teóricos y analíticos que definen la tra-
ticos que soslayan el funcionamiento efectivo de la discursividad yectoria del autor. La primera parte comprende el capítulo inicial
social; pero, a la vez, impone a los estudios del discurso un aban- y las conclusiones del libro que condensa los aspectos más impor-
dono definitivo de la inmanencia. Así como la sociosemiótica de tantes de su teoría del discurso: 1889. Un état de discours social.
Verón (su teoría de los discursos sociales) se reivindica translingüís- La segunda parte incluye tres textos independie ntes que abor-
tica, la pragmática sociohistórica concebida por Angenot es de vo- dan distintos campos, lenguajes y modalidades discursivas. Elegi-
cación transdisciplinar (como dice a menudo el autor, el analista dos fundamentalmente por sus diferencias, estos artículos testi-
del discurso debe ser un poco sociólogo y un poco historiador). monian las articulaciones teóricas que permiten al investigador
dar cuenta de los diversos objetos que construye en su vasta pro-
Por todo lo expuesto , no resulta sorprendente que Marc Angenot ducción. "Represe ntar al proletariado: doctrinas del arte social y
se transformara en una de las influencias fundamentales en el de- prácticas pictóricas" es una reflexión acerca de la aporética rela-
sarrollo de los estudios sociosemióticos en Córdoba. I Para ello, ción entre arte y política, a partir de un recorrido por la produc-
sin embargo, hubo que salvar el problema de la accesibilidad de la ción pictórica europea (1880-1940) y su recepción en círculos

2 El destacado se miólogo rosarino, profesor de la Universidad Nacional


1 Cátedra de Semiótica de la Escuela de Ciencias de la Información, de Rosario y de la Universidad de Buenos Aires, se doctoró en
Maestría en Sociosemiótica (CEA-UNC), Doctorado en Semiótica (CEA Literatura Comparada en la Universidad de Montreal, donde tomó
y FFyH-UNC), Programa de Investigación Discurso Social (CEA-UNC). contacto con la obra de Marc Angenot.
l 2 EL DISCURSO SOCIAL

progresistas. El análisis muestra cómo, más allá de sus conviccio- Prefacio


nes políticas, los artistas responden a las exigencias de un "arte so-
cial", emanadas de las vanguardias socialistas y anarquistas, me-
diante coartadas y desplazamientos que privilegian la gramática
de producción del propio campo.
"Gnosis, milenarismo e ideologías modernas" es una contribu-
ción crítica al debate planteado por una tradición intelectual que
a lo largo del siglo XX ha sostenido la religiosidad encubierta de
las ideas fundantes de la modernidad. El análisis de sus postulados
permite al autor problematizar las explicaciones genealógicas del Es sumamente grato para mí presentar al público ar-
surgimiento de las ideas, para desplazar la cuestión hacia las res- gentino, y al hispanohablante en general, un conjunto estructu-
tricciones que las condiciones sociohistóricas de inteligibilidad rado de estudios que he consagrado a la teoría del discurso so-
imponen a la producción discursiva del novum. cial y a cuestiones fundamentales de historia de las ideas, análisis
En "Nuevas propuestas para el estudio de la argumentación en del discurso y retórica de la argumentación. Hace más de veinte
la vida social", a su vez, el retorno de lo viejo, en este caso, la retó- años que trabajo en estos temas (remontándome a Mil huit cent
rica, ofrece otro ingreso al devenir de las ideas. En relación con la quatre-vingt-neuf un état du discours social [1889: un estado del dis-
pérdida de certezas definitivas, ya sean científicas o dogmáticas, el curso social], extensa obra publicada en 1989), y a lo largo de
renacimiento de la retórica, sostiene Angenot, sucede bajo el signo este tiempo he reflexionado mucho sobre las problemáticas,
de una resemantización radical: ya no se tratará del aprendizaje conceptos y métodos apropiados para esas disciplinas -que, se-
del arte de debatir, sino del "estudio del discurso en la sociedad gún creo, deben conformar un todo indisociable-, desárro-
desde el ángulo de la argumentación". Esta inversión del enfoque llando principalmente investigaciones en un sector específico: la
lo lleva a discutir, por una parte, las premisas de racionalidad pro- historia de las ideologías políticas y de los "grandes relatos" de la
venientes de la lógica natural y, por otra, la modelización que la ar- modernidad.
gumentación jurídica ejerció sobre los estudios retóricos, moti- Sé que América Latina -y especialmente la Argentina- alberga
vando la aplicación a todos los discursos argumentativos de pautas importantes y lúcidos investigadores, que se ocupan de proble-
que eran idiosincrásicas de ese campo, como la normatividad y la máticas cercanas a las mías, y espero que la publicación de esta
exclusión del pathos. obra sea la ocasión para una confrontación fructífera de nuestro
El "Diálogo" con Laurence Guellec derra el volumen . Allí, trabajo.
Marc Angenot hilvana su trayectoria intelectual, las investigacio- Esta confrontación se ve dificultada por una razón banal y muy
nes en curso y los proyectos inmediatos, lo cual tiene la doble vir- conocida. En el vasto campo, importante pero mal señalizado,
tud de poner en relación las indagaciones parciales y el desplaza- que trata las "ideas", los "discursos", las "representaciones" que
miento de los focos de interés con las tesis generales; a la vez que circulan en una determinada sociedad (así como las "mentalida-
ofrece referencias sobre líneas de trabajo que, confiamos, futuras des" y los "mitos sociales"), hay una abundancia de palabras-algu-
publicaciones se encargarán de difundir. nas se remontan a Aristóteles, como "lugar común", otras a Des-
tutt de Tracy, a través de Kad Marx, como "ideología"- que se
superponen confusamente, admitiendo variadas definiciones, y •'

los investigadores las emplean indistintamente . En efecto, en el


1 4 EL DISCURSO SOCIAL PREFACIO 15

c::impo e n el que trabajo y en e l que este libro se inscribe, encor.- cursivas son hechos sociales y, en consecuencia, hechos históricos. 1
tramos filósofos, historiadores, politólogos, gente que proviene de El analista ve en lo que se escribe y se difunde en una sociedad
diversas ciencias sociales, literatos, filólogos y lingüistas. Son inves- dispositivos que funcionan independientemente de los usos que
tigadores que navegan en barcos de diferentes banderas y que cada individuo les atribuye, que existen fuera de las conciencias
.¡ cuentan, a partir de la diversidad de su formación, con herra- individuales y que están dotados de un poder social en virtud del
mientas nocionales heterogéneas y lenguajes conceptuales que cual se imponen a una colectividad, con un margen de variacio-
parecen intraducibles entre sí. nes, y se interiorizan en las conciencias. Ésta es, aplicada a lo con-
Por mi parte, prefiero llamarme "analista del discurso". El histo- ceptual-discursivo, la definición misma de h~~ho socia.l según Émile
1iador de las ideas tradicional -con, sus individualidades creativas y Durkheim.
sus "diálogos en la cumbre", con sus encadenamientos de "in- Contrariamente a los manuales de retórica que abordan los ra-
fluencias" de un pensamiento individual a otro, con una especie zonamientos, deducción e inducción, como fenómenos intempo-
de biologismo ingenuo por el cual los pensamientos emergentes rales regulados por normas eternas, yo estudio especialmente la
aparecen como genotipos que encierran ab ovo su porvenir, su de- argumentación (que es inseparable de otros mecanismos de
sarrollo y su desenlace- no me satisface más que los partidarios de puesta en discurso) como un hecho histórico y social. La historia
una retórica intemporal y normativa que ha cumplido su ciclo. retórica es el estudio de la variación histórica y sociológica de los
Quien se dice analista del discurso, por formación lexicológica, tipos de argumentación, los medios de prueba, los métodos de
lingüística, narratológica, retórica, es lógicamente sensible a la persuasión. De allí que yo atribuya a la palabra "razonable" un
materialidad de aquello que se transmite a través del lenguaje oral sentido relativo: este término se refiere al conjunto de los esque-
o impreso (o cinemático, o digital) -a las palabras, a las figuras, a mas persuasivos que han sido aceptados en alguna parte y en un
los esquemas de argumentos, a los topoi y a los microrrelatos que mamen to dado o que son aceptados en un medio particular, en
dan cuerpo a las "ideas"-. En principio, el analista del discurso no una determinada comunidad ideológica, como sagaces y convin-
fantasea con un Sentido y una Intención que trasciendan las pala- centes, mientras que, al mismo tiempo, son considerados como
bras, los lenguajes y los esquemas argumentativos y narrativos, y "aberrantes" en otros sectores o en otros momentos.
tampoco atraviesa un archivo -como haría el historiador tradicio- Huelga decir que los discursos, las creencias vinculadas a ellos y
nal- como si éste fuera un vector transparente de informaciones las ideas aparecen y evolucionan con la historia como telón de
sobre el mundo empírico. fondo: la posibilidad misma de conferirles una significación, tanto
No creo que debamos afligirnos por la situación babélica evo- como su influencia, son historia. Las ideas que se estudian son las
cada, que es frecuente y sin duda insuperable en las ciencias hu- que los seres humanos se hacen de algo en un tiempo determi-
manas; sin embargo, es conveniente buscar un terreno de nado: por ejemplo, la locura, la enfermedad mental, la sexualidad
acuerdo sobre principios fundamentales. Presento aquí los míos. para Michel Foucault, ideas cambiantes que serán algún día deva-
El analista del discurs()/historiador de las ideas se ocupará de luadas y cuyo análisis no apunta a descubrir una cosa-en-sí trascen-
describir y explicar las regularidades en lo que se dice,. se esc1ibe, se
fija en imágenes y artefactos en una sociedad. En las:ésqÜeniáúza-
~io~es que narran y argumentan y que, en un deterrniñaao eifraé:lo 1 No me parece problemático adoptar, para el estudio del siglo XX, la
de la sociedad, están dotadas de inteligibilidad y aceptabilidad y categoría de "discurso" en un sentido amplio, capaz de incluir todos
los dispositivos y géneros semióticos -l a pintura, la iconografía, la
¡:>arecen esconder "encantos" particulares, el analista intentará fotografía , e l cine y los medios masivos- susceptibles de funcionar
;dentificar funciones y apuestas [enjeux] sociales. Las prácticas dis- como un vector de ideas, representaciones e ideologías.
16 EL DISCURSO SOCIAL PREFACIO 17

dente respecto de esas ideaciones sucesivas . Una idea siempre es a partir de pensadores aislados, a veces marginales y ridiculizados
histórica: no se puede tener cualquier idea, creencia u opinión, (como los socialistas utópicos que tanto hacen reír a las pequeñas
mantener cualquier '~pr_9grama de verdad" 2 en cualquier época y gacetas en tiempos del rey Luis Felipe), para luego difundirse y
en cualquier cultura. En cada época, la oferta se limita a un con- apoderarse de las masas que harán el "Acontecimiento".
junto restringido, con predominancias, conflictos y emergencias. Por cierto, el axioma que acabo de enunciar es el que distingue
Lm "espúitus audaces" siempre lo son a la manera de su tiempo. al grupo de investigadores que reivindico, cualquiera sea la etiqueta
Las ideas nuevas no provienen naturalmente de la Observación y con la que definan su actividad. Por el contrario, este axioma en-
de la Reflexión. Por cierto, no existe un misterioso espíritu de la frenta la hostilidad de muchos historiadores "comunes" para quie-
época que impregnaría a los seres humanos, sino que _h ay siempre nes lo que ellos llaman "ideas puras" no son algo suficientemente
líip._it~s aceptablemente rigurosos de lo pensable, límites invisibles, tangible y concreto y que, por ejemplo -ironiza por su parte el his-
i~perceptibles para aquellos que están adentro, a lo sumo con un toriador de las ideas-, sólo consienten en ver el comienzo del fas-
margen par<:5º-U!_Cciones y alteraciones. En todas las épocas cismo cuando éste se organiza alrededor de 1920 en squadre, incen-
reina u:g_a chegemonf; de lo pensable (no una coherencia, sino dia las casas del pueblo y hace reinar el terror, pero no ven nada
una .cointeligibilidad), burbuja invisible dentro de la cual los espí- que pueda dimensionarse históricamente cuando el movimiento
ritus curiosos y originales están encerrados al igual que los confor- está todavía en ideas en los escritos de Corradini, d'Annunzio, Gio-
mistas, situación en la que ninguno dispone de una estimación vanni Gentile, Maurice Barres o Georges Sorel.
del potencial futuro y de las mutaciones de los tópicos y de los pa- El analista que suscriba este axioma de la socialidad y de la his-
radigmas disponibles. toricidad arribará necesariamente a la vasta pregunta, ineludible
Éste es el axioma: no hay historia "material'', concreta, econó- y compleja, con la cual tropezaron historiadores y sociólogos a lo
mica, política o militar sin ideas inextricables puestas en discurso, largo de la modernidad: ¿qué papeljuegan, precisamente, las ideas
que informan las convicciones, las decisiones, las prácticas y las ins- y los discursos, ciertas ideas y discursos, en la "historia concreta"?
tituciones, a las que a menudo se subordinan los intereses "con- Las ideas y los discursos de ideas examinados por el historiador
cretos" y que procuran a la vez a los actores un mandato de vida y nunca son estudiados en tanto tales, fuera de su "rol", y a menudo
el sentido de sus acciones. A este respecto, "toda la historia es his- ese rol es muy posterior a su aparición. Por otra parte, no hay mo-
toria de las ideas", como postula el axioma de Robín C. Colling- vimientos sociales, ni práctica social, ni institución sin un discurso
wood, fundador inglés de la disciplina. (Lo cual no implica que de acompañamiento que les confiera sentido, que los legitime y que
las ideas, para poder desempeñar un determinado papel, no en- disimule parcialmente, en caso de que sea necesario, su función
cuentren disposiciones, intereses, pasiones ya exacerbadas, un "te- efectiva. Las ideas que predominan en un momento dado son, a
rreno" sin el cual no germinarían.) Todo historiador de las ideas la vez, el producto de una larga histoiia y -esta perspectiva corrige
supone, de alguna manera ingenua o sutil, mediada y matizada, el punto de vista genealógico- deben estar inscriptas en "contex-
que al comienzo de los grandes dramas históricos y de las grandes tos" sucesivos, en medios e instituciones que las adoptan, las adap-
rupturas de los dos siglos modernos (la Revolución Francesa es el tan y hacen algo con ellas. Michel Foucault (y otros) han trabajado
caso emblemático de un Acontecimiento largamente "preparado" especialmente la historia de los discursos eruditos puestos al servi-
por las ideas) hubo un movimiento de ideas que siempre se inició cio de poderes de control, es decir, en contacto con otras prácti-
cas que los instrumentalizan.
Por otra parte, en la medida en que los discursos son hechos
2 El concepto corresponde a Paul Veyne (1983). históricos, se los ve nacer, alterarse y descomponerse, devaluarse;
1. El discurso social: problemática
de conjunto

Hay cosas que todos dicen porque fueron


dichas alguna vez.
MONTESQUIEU, Consideraciones sobre las causas
de la grandeza de los romanos y de su decadencia

Al pensar en lo que se decía en su pueblo, y


que había hasta en las antípodas otros
Coulon, otros Marescot, otros Foureau,
sentían pesar sobre ellos la tierra entera.
FLAUBERT, Bouvard y Pécuchet

Una conducta le parece familiar: descubra


que es algo insólito. En lo cotidiano,
discierna lo inexplicable. Detrás de la regla
r establecida, descubra lo absurdo.
BRECHT, La excepción y la regla

EL DISCURSO SOCIAL

El discurso social: todo lo que se dice y se escribe en un


estado de sociedad, todo lo que se imprime, todo lo que se habla
públicamente o se representa hoy en los medios electrónicos.
Todo lo que se narra y argumenta, si se considera que nmTary ar-
gumentar son los dos grandes modos de puesta en discurso.
O más bien podemos llamar "discurso social" no a ese todo em-
pírico, cacofónico y redundante, sino a los sistemas genéricos, los
repertorios tópicos , las reglas de encadenamiento de enunciados
que, en una sociedad dada, organizan lo decible-lo narrable y opi-
; nable- y aseguran la división del trabajo discursivo . Se trata enton-
ces de hacer aparecer un sistema regulador global cuya naturaleza
1 8 EL DISCURSO SOCTAL

y con ellos, las grandes convicciones y los entusiasmos que suscita- PRIMERA PARTE
ban. El historiador de las ideas está constantemente confrontado
con la obsolescencia de lo convincente y de lo racional y con los
interrogantes y perplejidades que resultan de esta constatación. El El discurso social
pasado, lejano y reciente, es un vasto cementerio de ideas muertas
producidas por personas también muertas, ideas que fueron consi-
deradas, en otros tiempos, convincentes, demostradas, incluso evi-
dentes , y también importantes, admirables, movilizadoras ... Las
ideas con las que trabaja el historiador de las ideas han sido consi-
deradas como creíbles, bien fundadas, sólidas y, en el momento
en que se las estudia, están devaluadas o en vías de estarlo. Ideas
que también son consideradas bellas y nobles se han convertido
en sospechosas a posteriori (es el caso, según la doxacontemporá-
nea, de la idea comunista). Ideas en su tiempo efectivas, convin-
centes, estructurantes , que se volvieron vanas y estériles. Ideas
muertas o mustias, ideas que un día ya no son "más que palabras".
Éstas son las grandes cuestiones, inagotables y apasionantes, so-
bre las que trabajo, y que abordo al mismo tiempo que otros pro-
blemas de historia intelectual y cultural en los ensayos que aquí se
presentan.

MARC ANGENOT, mayo de 2010


22 EL DISCURSO SOCIAL EL DISCURSO SOCIAL: PROBLEMÁTICA DE CONJUNTO 23

no se ofrece inmediatamente a la observación, reglas de produc- tado presuntamente ha de ilustrar y justificar. Y supone en espe-
ción y circulación, así como un cuadro de productos. cial el hecho de llegar a dar una consistencia teórica a la noción
Lo que yo propongo es tomar en su totalidad la producción so- de "discurso social" ya mencionada.
cial del sentido y de la representación del mundo, producción Me parece pertinente, antes de comenzar con el análisis del dis-
que presupone el "sistema completo de los intereses de los cuales curso social en 1889, exponer primero la problemática de con-
una sociedad eslá cargada" (Fossaert, 1983a: 331). Así, pienso en junto, tarea que se anticipa, por cierto, al resto del texto, ya que
una operación radical de desclausuramiento que sumerja los cam- las nociones y las tesis que van a formularse se construyen a partir
pos discursivos tradicionalmente investigados como si existieran de la reflexión sobre el corpus estudiado, así como sobre los obs-
aislados y fueran autónomos (la literatura, la filosofía, los escritos táculos y las dificultades encontradas.
científicos) en la totalidad de lo que se imprime y se enuncia ins- Hablar de discurso social es abordar los discursos como hechos
titucionalmente. Tengo la intención de tratar de lleno, si puedo sociales y, a partir de allí, como hechos históricos. También es ver,
decirlo así, la enorme masa de los discursos que hablan, que ha- en aquello que se escribe y se dice en una sociedad, hechos que
cen hablar al socius y llegan al oído del hombre en sociedad. Me "funcionan independientemente" de los usos que cada individuo
propongo recorrer y balizar la totalidad de este vasto rumor les atribuye, que existen "fuera de las conciencias individuales" y
donde se encuentran los lugares comunes de la conversación y que tienen una "potencia" en virtud de la cual se imponen. En
las bromas de café, los espacios triviales de la prensa, del perio- consecuencia, mi perspectiva retoma lo que se narra y se argu-
dismo, de los doxógrafos de "la opinión pública", así como las for- menta, aislado de sus "manifestaciones individuales", y que sin
mas etéreas de la búsqueda estética, la especulación filosófica y la embargo, no es reducible a lo colectivo, a lo estadísticamente di-
formalización científica; donde existen tanto los eslóganes Y las fundido: se trata de extrapolar de esas "manifestaciones individua-
r doctrinas políticas que se enfrentan estruendosa1nente como los les" aquello que puede ser funcional en las "relaciones sociales",
murmullos periféricos de los grupúsculos disidentes. En un mo- en lo que se pone en juego en la sociedad y es vector de "fuerzas
mento dado, todos esos discursos están provistos de aceptabili- sociales" y que, en el plano de la observación, se identifica por la
dad y encanto: tienen eficacia social y públicos cautivos, cuyo ha- aparición de regularidades, de previsibilidades. En ese proyecto
bitus dóxico conlleva una permeabilidad particular a esas de un análisis de los discursos como productos sociales, el lector
influencias, una capacidad de apreciarlas y de renovar su necesi- habrá reconocido un eco de los p1incipios de Durkheim ( [ 1895],
dad de ellas. 1968).
Tomo como objeto concreto, a fin de ilustrar y validar esta refle- El discurso social -si acaso tiene alguna relación con la lengua
xión sobre el discurso social, la totalidad de la "cosa impresa" en ·normativa, la "lengua literaria" de una sociedad- no tiene relación
francés (o, al menos, un muestreo i:nuy extenso de ella) produ- con la "lengua" de los lingüistas. Si bien el discurso social es la me-
cida en el curso de un año: 1889. Se trata de establecer un corte diación necesaria para que el código lingüístico se concrete en
sincrónico arbitrario para describir y dar cuenta de lo escribible enunciados aceptables e inteligibles, la perspectiva sociodiscursiva
de esa época. Más adelante explicaré los motivos de esta elección. permanece heurísticamente alej~da del ámbito de la lingüística.
En todo caso, esta empresa no apunta solamente a producir Ambas perspectivas parecen irreconciliables, y el análisis de los
una descripción, un cuadro de los temas, los géneros y las doctri- lenguajes sociales es antagonista (como, según mi parecer, de-
nas de una época (aunque tal descripción presentaría en sí misma muestra toda la investigación contemporánea) de la descripción
cierto interés). Supone la construcción de un marco teórico y de de "la lengua" como un sistema cuyas funciones sociales deben
enfoques interpretativos que la organización del material recolec- ser, en cierto modo, neutralizadas, escotomizadas. Sin embargo, el
24 EL DISCURSO SOCIAL EL DISCURSO SOCIAL: PROBLEM •.\TICA DE CONJUNTO 25

discurso social, al igual que el "código" lingüístico, es aquello que propias tradiciones, que evolucionan según sus propias pautas in-
ya está allí, aquello que in-forma el enunciado particular y le con- ternas. Por eso, hablar del discurso social será describir un objeto
fiere un estatus inteligible. compuesto, formado por una serie de subconjuntos interactivos, de
migrantes elementos metafóricos, donde operan tendencias he-·
Porque todo discurso concreto (enunciado) descubre gemónicas y leyes tácitas.
siempre el objeto de su orientación como algo ya especi- Sin embargo, retendremos la tesis de Bajtín que sostiene una
ficado, cuestionado, evaluado, envuelto, si así pudiera interacción generalizada. Los géneros y los discursos no forman
decirse, por una bruma ligera que lo oscurece o, al con- complejos recíprocamente impermeables. Los enunciados no de-
trario, como algo esclarecido por palabras ajenas a su ben tratarse como "cosas", como mónadas, sino como "eslabones"
propósito. Está envuelto, penetrado por las ideas genera- de cadenas dialógicas; no se bastan a sí mismos, son reflejos unos
les, las perspectivas, las apreciaciones y las definiciones de otros, están "llenos de ecos y de recuerdos", penetrados por "vi-
de otros. (Bajtín, 1978: 100) siones del mundo, tendencias, teorías" de una época. Aquí se es-
bozan las nociones de intertex~U:!!.li~a.ef (como circulación y trans- -
formación de ideologemas, es decir, de pequeñas unidades
significantes dotadas de aceptabilidad difusa en una doxa dada) y
UNA INTERACCIÓN GENERALIZADA de interdiscursividad (como interacción e influencia mutua de las
axiomáticas del discurso). Estas nociones convocan a la investiga-
A primera vista, el vasto rumor de los discursos sociales da la im- ción de reglas o de tendencias, en absoluto universales, pero capa-
presión de barullo, de cacofonía, de una extrema diversidad de ces de definir e identificar un estado determinado del discurso so-
temas, opiniones, lenguajes, jergas y estilos; es en esa multiplici- cial. Ellas invitan a ver de qué manera, por ejemplo, ciertos
dad, en esa "heteroglosia" o "heterología" donde se ha detenido ideologemas deben su aceptabilidad a una gran capacidad de mu-
fundamentalmente el pensamiento de Bajtín. Este autor acentúa tación y reactivación, al pasar de la prensa de actualidad a la no-
unilateralmente la fluidez, la desviación creativa hacia una repre- vela, o al discurso médico y científico, o al ensayo de "filosofía so-
sentación de lo social como un lugar donde las conciencias ("res- cial", etc.
pondientes" y dialogizadas) están en constante interacción, un Mi proyecto busca sacar a la luz esta interdiscursividad genera-
lugar en el que las legitimidades, las jerarquías, las restricciones y lizada de fines del siglo XIX, y volver a poner en comunicación ló-
las dominantes sólo se consideran en la medida en que propor- gica y temática los espacios sublimes de la reflexión filosófica y la
cionan material a la heteroglosia y, en el orden estético, al texto literatura audaz e innovadora con el campo trivial del eslogan po-
polifónico. Nosotros no podemos seguir a Bajtín en este "mito lítico, la canción de café concert, y la comicidad de las revistas sa-
democrático" (Bessiere): lo que trataremos de hacer es exponer tíricas, de las bromas sobre los militares y de las "gacetillas" de la
las contradicciones y las funciones, no para describir un sistema prensa popular.
estático, sino aquello que llamaremos una he!Jemonía, entendida Lo que se enuncia en la vida social acusa estrategias por las que
como un conjunto complejo de reglas prescriptivas de diversifica- el enunciado "reconoce" su posicionamiento en la economía dis-
ción de lo decible y de cohesión, de coalescencia, de integración. i cursiva y opera según este reconocimiento; el discurso social,
El discurso social no es ni un espacio indeterminado donde las como unidad global, es la resultante de esas estrategias múltiples,
diversas tematizaciones se producen de manera aleatoria, ni una aunque no aleatorias.
yuxtaposición de sociolectos, géneros y estilos encerrados en sus
26 EL DISCURSO SOCIAL
EL DISCURSO SOCIAL: PROBLEMÁTICA DE CONJUNTO 27

ALEGORESIS, INTERLEGIBILIDAD
FORMAS Y CONTENIDOS

El efecto de "masa sincrónica" del discurso social sobredeter- La primera consecuencia de nuestro enfoque es no disociar ja-
mina la legibilidad de los textos particulares que forman esa más el "contenido" de la "forma", lo que se dice y la manera ade-
masa. A la lectura de un texto dado se superponen vagamente cuada de decirlo. El discurso social une "ideas" y "formas de ha-
otros textos que ocupan la memoria, por un fenómeno aná- blar" de manera que a menudo basta con abandonarse a una
logo al de la remanencia retiniana. Esta sobreimposición se fraseología para dejarse absorber por la ideología que le es inma-
llama, en los discursos sociales antiguos y clásicos, alegoresis: nente. Si cualquier enunciado, oral o escrito, comunica un "men-
proyección centrípeta de los textos de toda la red sobre un saje", la forma del enunciado es medio o realización parcial de
texto-tutor o un corpus fetichizado (Zumthor; Survin). Fenó- ese mensaje. Se puede pensar en las fraseologías de los lenguajes
menos análogos se produ_cen en los discursos modernos , por canónicos, en los clichés eufóricos ("Todos los franceses que se
una necesidad estructural que resulta de la organización topo- preocupan por la dignidad y el honor del país estarán de
lógica de los campos discursivos. acuerdo en ... ") .2 Los rasgos específicos de un enunciado son '
La interlegibilidad asegura una entropía hermenéutica que marcas de una condición de producción; de un efecto y de una
hace leer los textos de una época (y los de la memoria cultu- función. El uso para el cual un texto fue elaborado puede ser re-
ral) con cierta estrechez monosémica, que escotomiza la natu- conocido en su organización y en sus elecciones lingüísticas (Gri-
raleza heterológica de ciertos escritos, anula lo inesperado y re- vel, 1973: 7) .
duce lo nuevo a lo previsible. Las "nuevas ideas" corren el
riesgo de pasar inadvertidas porque se abord an en un marco
preconstruido que desdibuja aquello que se presta a una lec-
tura "diferente". 1 TODO ES IDEOLOGÍA

Como se ve claramente, ya no se trata de oponer "ciencia" y "lite-


ratura" a la ideología, impostora y engañosa. Porque la ideología ~
está en todas partes, en todo lugar, y la palabra misma "ideología"
deja de ser pertinente en el sentido de que, al seguir el camino
que guiaba la reflexión hacia una semiótica sociohistórica, mu-
1 Un ejemplo agradable de relectura, en coyuntura, de una obra del chos investigadores han llegado a hacer suya la proposición inau-
pasado: una obra de Dumas padre, en medio de Ja campaña electoral
de enero de 1889:
gural de Marxismo y filosofía del lenguaje (1929) : todo lenguaje es
El martes pasado entré en la Comédie Franraise. Todos los ideológico, todo lo que significa hace signo en la ideología. Cito a
abonados, en los palcos, sólo tenían una palabra en la boca: Baj tín/Volóshinov:
-¡Pero ésta es la historia del general y del presidente!
Y se manifestaban a favor o en contra del duque de Guisa y a
favor o en contra de Enrique III, según fueran o no partidarios de
Boulanger. Lo cómico era que los republicanos, en los entreactos,
se declaraban a favor del rey, mientras que los realistas apoyaban
al duque, jefe de la Liga . .. de los Patriotas. ¡Quién hubiera
imaginado que habría tantas alusiones en u n drama de Dumas
padre! (Ilustración, 12.1: 26)
2 Quinzaine lilléraire el polil., 628.
28 EL DISCURSO SOCIAL EL DISCURSO SOCIAL: PROBLEMÁTICA DE CONJUNTO 29

El ámbito de la ideología coincide con el de los signos: mará hegemonía. 3 La hegemonía completa, en el orden de la "ideo-
se corresponden mutuamente. Allí donde se encuentra logía", los sistemas de dominación política y de explotación econó-
el signo, se encuentra también la ideología. (Baj- mica que caracterizan una formación social. En relación dialéctica
tín/Volóshinov [1929], 1977: 27) con las diversificaciones del discurso (según sus destinatarios, sus
grados de distinción, su posición topológica ligada a un determi-
"Todo lo que se analiza como signo, lenguaje y discurso es ideoló- nado aparato), es posible postular que las prácticas significantes
gico" significa que todo lo que puede identificarse allí, como los que coexisten en una sociedad no están yuxtapuestas, sino que for-
tipos de enunciados, la verbalización de los temas, los modos de man un todo "orgánico" y son cointeligibles, no solamente porque
estructuración o de composición de los enunciados, la gnoseolo- allí se producen y se imponen temas recurrentes, ideas de moda,
gía subyacente en una forma significante, todo eso lleva la marca lugares comunes y efectos de evidencia, sino también porque, de
de maneras de conocer y de re-presentar lo conocido que no van manera más disimulada, más allá de las temáticas aparentes (e in-
de suyo, que no son necesarias ni universales, y que conllevan tegrándolas), el investigador podrá reconstituir reglas generales de
apuestas [enjeux] sociales, manifiestan intereses sociales y ocupan lo decible y de lo escribible, una tópica, una gnoseología, determi-
una posición (dominante o dominada, digamos, aunque la topo- nando, en conjunto, lo aceptable discursivo de un~ época. En cada
logía a describir sea más compleja) en la economía de los discur- sociedad -con el peso de su "memoria" discursiva, la acumulación
sos sociales. Todo lo que se dice en una sociedad realiza y altera de signos y modelos producidos en el pasado para estados anterio-
modelos, preconstructos (todo un ya-allí que es un producto so- res del orden social- la interacción de los discursos, los intereses
cial acumulado). Toda paradoja se inscribe en la esfera de in- que los sostienen y la necesidad de pensar colectivamente la nove-
fluencia de una doxa. Un debate sólo se desarrolla apoyándose en dad histórica producen la dominancia de ciertos hechos semióti-
una tópica común a los argumentos opuestos. En toda sociedad, cos -de "forma" y de "contenido"- que sobredeterminan global-
la masa de discursos -divergentes y antagónicos- engendra un de- mente lo enunciable y privan de medios de enunciación a lo
cible global más allá del cual sólo es posible percibir por anacro- impensable o lo "aún no dicho" (que no se corresponde' de nin-
nismo el "noch-nicht Gesagtes'', lo aún no-dicho (para citar aquí a gún modo con lo inexistente o lo quimérico).
Ernst Bloch). La hegemonía que abordaremos aquí es la que se establece en
el discurso social, es decir, en la manera en que una sociedad dada
se objetiva en textos, en escritos (y también en géneros orales).
No la consideraremos un mecanismo de dominio que abarcaría
HEGEMONÍA toda la cultura, que abarcaría no sólo los discursos y los mitos,
sino también los "rituales" (en un sentido amplio), la semantiza-
El solo hecho de hablar del discurso social en singular (y no evocar ción de los usos y las significaciones inmanentes a las diversas
simplemente el conjunto contingente de los discursos sociales) im- prácticas materiales y a las "creencias" que las movilizan. Sin duda,
plica que, más allá de la diversidad de los lenguajes, de la variedad la hegemonía discursiva sólo es un elemento de una hegemonía
de las prácticas significantes, de los estilos y de las opiniones, el in- cultural más abarcadora, que establece la legitimidad y el sentido
vestigador puede identificar las dominancias interdiscursivas las
maneras de conoc~y-d(;;ig~ifi~-;;_~~ -¡¿;-~;;~ocido q~~-~on io p;op.io
~~- ~násociedad,-y qüe regulan y trascienden la división de los dis-
cursos sociales: aquello que, siguiendo a Antonio Gramsci, se lla- 3 Sobre el singular de. "discurso social", véase Fossaert, l 983a: 111.
30 EL DISCURSO SOCIAL EL DISCURSO SOCIAL: PROBLEMÁTICA DE CONJUNTO 31

de los diversos "estilos de vida'', de las costumbres, actitudes y cortejo de "transgresiones" y "audacias". Porque a la hegemonía
"mentalidades" que parecen manifestar. Más adelante expongo se une la legibilidad, el interés-de-lectura, Catulle Mendes y Ra-
las razones por las cuales me parece pertinente aislar el análisis de childe, por más audaces que fueran, son tan "ilegibles" hoy como
los discursos sociales del resto de lo que en la cultura produce los trabajos llenos de autoridad del Dr. Garnier sobre las aberra-
sentido y por lo que la sociedad se manifiesta organizada y axiolo- ciones del instinto genésico. Podemos apreciar claramente por
gizada. qué estos escritores escandalosos permiten sólo una lectura "ar-
Hago una aclaración: no llamo "hegemonía" al conjunto de los queológica". Permeables a las ideas dominantes que su "perver-
esquemas discursivos, temas, ideas e ideologfas que prevalecen, sión" se complacía en transgredir, sólo podían operar cierto
predominan, o tienen el más alto grado de legitimidad en el dis- efecto significante y "significativo" en el interior de su propia
curso social global o en alguno de sus actores. La hegemonía es, hegemonJa. Se dirá que eran "de su tiempo". En virtud de una ilu-
más bien, el conjunto de los "repertorios" y reglas y la topología sión estética sin duda agradable, un aficionado curioso puede en-
de los "estatus" que confieren a esas entidades discursivas posicio- contrar todavía cierto encanto en Péladan, Rachilde o Jean Lo-
nes de influencia y prestigio, y les procuran estilos, formas, micro- , rrain, quienes nos dan la intuición fugaz del tipo "extraño" de
rrelatos y argumeritos que contribuyen a su aceptabilidad. Puede discurso social que alimentaba la dinámica de sus audacias de
suceder que, para abreviar, se diga que tal temática, tal fraseolo- pensamiento y sus búsquedas estéticas.
gía, t:il conjunto discursivo son "hegemónicos". Esto es manifestar
en términos simplificados el hecho de que esas entidades aprove-
chan la lógica hegemónica para imponerse y difundirse. La hege-
monía designa entonces un grado más elevado de abstracción que HEGEMONÍA, LEGITIMACIÓN Y ACEPTABILIDAD
la descripción de los discursos. Mutatis mutandis, ella es a las pro-
ducciones discursivas y dóxicas lo que los paradigmas (de Kuhn) La hegemonía no es sólo aquello que, en medio del vasto rumor
o las epistemes (de Foucault) son a las teorías y las doctrinas cien- de los discursos sociales, se manifiesta con más fuerza o se dice en
tíficas que prevalecen en una época dada: un sistema regulador ' varios lugares. Tampoco es esa dominancia cuantitativa que haría
, que predetermina la producción de formas discursivas concretas. , más "audibles" las banalidades del café concert o la broma burda
Decir que tal entidad cognitiva o discursiva es dominante en de los diarios populares frente a los sutiles debates de la R.evue des
una época dada no implica negar que está inserta en un juego en Deux Mondes. La hegemonía es, fundamentalmente, un coajunto
el que existen múltiples estrategias que la cuestionan y se oponen de mecanismos unificadores y reguladores que aseguran a la vez
a ella, alterando sus elementos. En este sentido -pongo un ejem- la división del trabajo discursivo y un grado de homogeneización
plo banal-, en 1889 hay una cierta censura sobre el sexo y sus re- de retóricas, tópicas y doxas transdiscursivas. Sin embargo, esos
presentaciones (aunque no puedo esbozar sus características en mecanismos imponen aceptabilidad sobre lo que se dice y se es-
pocas líneas). No obstante, esta misma censura permite que el li- cribe, y estratifican grados y formas de legitimidad. Por lo tanto, la
bertinaje "bien escrito" de Catulle Mendes, la apología de boule- hegemonía se compone de reglas canónicas de los géneros y los
vard de las cocottes y del París de los placeres, o las audacias oscura- discursos (incluido el margen de variaciones y desviaciones acep-
mente sublimadas de la innovadora novela naturalista o tables), de las precedencias y estatus de los diferentes discursos,
modernista se manifiesten, adquieran prestigio a los ojos de algu- de las normas del lenguaje correcto (incluyendo también el con-
nos y tematicen, en cierto modo, sus transgresiones. La hegemo- trol de los grados de distribución de la lengua, desde el alto estilo
nía es lo que engendra a la vez el sexo "victoriano" reprimido y su literario hasta el vale todo de la escritura periodística "popular") y
32 EL DISCURSO SOCIAL EL DISCURSO SOCIAL: PROBLEMÁTICA DE CONJUNTO 33

de las formas aceptables de la narración, de la argumentación y, rituales y, progresivamente, de todo lenguaje asociado a las prácti-
de manera más general, de la cognición discursiva, y un reperto- cas del grupo. De modo que, en efecto, para tratar esas sociedades,
rio de temas que se "imponen" a todos los espíritus, pero de tal el término mismo "hegemonía" es inútil, así como es inútil hablar
suerte que su trata1niento abre el campo de debates y disensos re- de una "norma lingüística" allí donde la lengua es homogénea,
gulados por convenciones de forma y de contenido. donde todos los sujetos hablantes utilizan la "misma" lengua. Sin
La hegemonía impone_d:_?gn:O:_s:_f~tichesy tabúes, hasta en una so- embargo, incluso en esta sociedad primitiva y típico ideal [Weber]
,ciedad "liberal" que se considera a sí misma emancipada de tales que evoco, desde que hay mediación (cuando el lenguaje de los T
imposiciones arbitrarias (a tal punto que uno de los "dogmas" mitos debe traducirse a los lenguajes rituales) y disimilación
de las sociedades modernas es la pretensión de la falta de ta- (cuando los chaman es usan una jerga que les está reservada), el
búes, la valorización del juicio crítico y la libre expresión de las concepto de hegemonía puede intervenir, estableciendo quién
"individualidades" que los componen). Entendemos entonces puede decir qué y en qué circunstancias, y cómo se instauran las re-
por hegemonía el conjunto complejo de las diversas normas e glas de transcodificación entre mitos, rituales y otras prácticas sig-
imposiciones que operan contra lo aleatorio, lo centrífugo y lo nificantes.
marginal, indican los temas aceptables e, indisociablemente, las En una sociedad compleja, estratificada en clases y roles socia-
maneras tolerables de tratarlos, e instituyen la jerarquía de las le- les, donde las funciones están diversificadas y los antagonistas son
gitimidades (de valor, distinción y prestigio) sobre un fondo de múltiples, la homogeneidad orgánica de los discursos es menos
relativa homogeneidad. La hegemonía debe describirse formal- evidente. Esas sociedades no dejan de legitimar e imponer formas
mente como un "canon de reglas" y de imposiciones legitimado- de expresión, principios cognitivos, reglas de lenguaje, inscri-
ras y, socialmente, como un instrumento de control social, como biendo en sus axiomas mismos la valorización de la "libertad de
una vasta sinergia de poderes, restricciones y medios de exclu- palabra", de la 01iginalidad personal, y el rechazo de las autorida-
sión ligados a arbitrarios formales y temáticos. des dogmáticas, como decíamos anteriormente.
Lo que llamamos hegemonía es, en un lenguaje no idealista, el Inscrita en el tiempo, la hegemonía discursiva propia de una
equivalente del Zeitgeist romántico-hegeliano; un Zeitgeist no con- coyuntura dada se compone de mecanismos reguladores que se
cebido como el "fenómeno" de una causa expresiva o una esencia han establecido en duraciones diferentes: lenta elaboración (a lo
histórica, ni como propio de una elite o un puñado de mentes es- largo de los siglos) de la lengua "nacional'', de sus fraseologías y
clarecidas, de grandes pensadores. (Sin embargo, es cierto que la de sus retóricas de prestigio; reordenamientos imperceptibles o
hegemonía produce, impone y legitima ciertos pensamientos - repentinos de la división de los campos, géneros y discursos canó-
corno "grandes pensamientos", y a ciertos pensadores corno "la nicos; aparición y obsolescencia rápida de temas e ideas "de
encarnación de su época".) Si bien la hegemonía está formada moda" y relatos de actualidad, interpretados según los signos de
por regularidades que hacen aceptable y eficaz lo que se dice y le los tiempos. Esas diferencias de temporalidades son también rela-
confieren un estatus determinado, aparece corno un sistema que tivamente armonizadas y reguladas, de modo que el conjunto evo-
se regula por sí mismo sin que haya detrás un Geist, un director de luciona como un todo.
orquesta, un Deus in machina, ni siquiera una seiie de relevos pro- La hegemonía no es, entonces, ni yuxtaposición ni coexisten-
vistos de una identidad, un rostro. •cia. A 9esar de muchos "puntos de fricción" y de conflicto, forma
En las sociedades llamadas "primitivas'', la hegemonía (si es que un conjunto que apunta a la estabilidad y a la horneostasis, mien-
este término tiene allí sentido) se identifica con la cohesión estruc- tras que ella misma está constantemente en vías de reparación, de
turada de los mitos cosmológicos y sociogónicos, de los lenguajes renovación. (La imagen que se impone aquí es la de una especie
34 EL DISCURSO SOCIAL EL DISCURSO SOCIAL: PROBLEMÁTICA DE CONJUNTO 35

de "palacio" de la cultura, donde una multitud de artesanos y lectual y necesidades de adaptación a la doxa. Hasta aquí, nada
obreros se encargarían de las reparaciones permanentes, bajo una misterioso. Y además, la hegemonía engendra hegemonía: de las
coordinación siempre problemática, para lograr un monumento rutinas a las convergencias, se refuerza con el solo efecto de masa.
grandioso, pero siempre inconcluso.) El equilibrio relativo de los A pesar de decir esto, es necesario reiterar que eso funciona por-
temas impuestos, de las normas y divisiones de las tareas no es el que no tiene necesidad de ser homogéneo ni "totalitario"; el sis-
resultado d e una ausencia de contradicciones: es la resultante de tema da cabida a todo tipo de fuerzas centrífugas, vectores de dis-
las relaciones de fuerza y de los intereses de todos los interlocuto- tinciones, de esoterismos, de especializaciones, de disidencias, de
res sociales. Los literatos "puros" estarían satisfechos con una so- paradojas.
ciedad en la que, como en Viaje al país de los Artícolas, de Maurois, La producción de la norma lingüística, de la lengua legítima
solamente la literatura tuviera derecho de ciudadanía y en la que que forma parte de esta hegemonía, implica también su escala de
la palabra literaria fuera el único lenguaje permitido. Los médicos distinciones, su disimilación en diversos idiolectos, más o menos
"puros", si es que existen, tal vez sueñen, como en Les Morticoles, canónicos, que se refieren al "tipo ideal'', al tiempo que señalan
de Léon Daudet, con una sociedad enteramente medicalizada identidades sociales. En busca del tiempo perdido se consagra a la
1 donde el discurso médico tuviera toda la autoridad y ocupara el identificación de esos lenguajes distinguidos: el señor de Norpois
lugar de la religión, el arte y la política. Las utopías satíricas de (que habla como se escribe en la Revue des Deux J\llondes) no se ex-
Daudet y Maurois existen para recordarnos que todo gran sector presa como Oriane de Guermantes, quien no comprende nada
discursivo (y no sólo el religioso) tiene un potencial "totalitario", del tipo de distinción burguesa de Madame Verdurin, o del estilo
y que sólo las condiciones sociales le p:rohíben persistir en su "esteticista" del joven Bloch ...
esencia hacia una extensión máxima. 4 A través de un movimiento constante, donde de la doxa se en-
Conjunto de reglas y de incitaciones, canon de legitimidades e gendra la paradoja, donde la originalidad se fabrica con lugares
instrumento de control, la hegemonía que "apunta" ciertamente comunes, donde las querellas políticas, científicas y estéticas sólo
a la homogeneidad, a la homeostasis, no sólo se presenta como se desarrollan con apuestas comunes y apoyándose en una tópica
un conjunto de contradicciones parciales, de tensiones entre fuer- oculta por la misma vivacidad de los debates; a través también de
zas centrífugas y centrípetas, sino que, más aún, logra imponerse las funciones "locales" de cada discurso (funciones de interpela-
justamente como resultado de todas esas tensiones y vectores de ción, legitimación, encantos y psicagogias diversas), median te esas
interacción. La hegemonía no corresponde a una "ideología do- diversificaciones y ese "movimiento" es que opera la regulación
minante" monolítica sino (este vocabulario es inadecuado) a una hegemónica. Todo esto es lo que hace que, para nosotros, con la
dominancia en eljuego de las ideologías. En la hegemonía inter- llamada "perspectiva del tiempo", la psicopatología de la histeria
vienen intereses estructurales, tradiciones (porque la hegemonía de Charcot, la literatura de boulevard y libertina de Catulle Men-
es siempre un momento de readaptación de un estado hegemó- des, el espíritu de Henri de Rochefort o el de Aurélien Scholl, las
nico anterior), posiciones adquiridas y defendidas, "pereza" in te- novelas de Émile Zola y las de Paul Bourget, los Jactums antisemi-
tas de Édouard Drumont y las canciones del café concert de Pau-
lus parezcan, tanto por su forma como por su contenido, pertene-
cientes,a la misma época, mientras que, superficialmente, todo los
distingue; esa época que los contemporáneos habían llamado con
4 Como se recordará, para Gramsci la hegemonía ideológica de las
sociedades modernas 1·eemplaza la "función unificadora" de la un matiz de angustia crepuscular "Fin de siecle" y que una gene-
religión en las formaciones sociales precapitalistas. ración más tarde se identificará, con involuntaria ironía, como la
36 EL DISCURSO SOCIAL EL DISCURSO SOCIAL: PROBLEMÁTICA DE CONJUNTO 37

Belle Époque, comienzo de esa Belle Époque que va, grosso modo, de producen en armonía con los modos de vida y el ethos de las clases
la presidencia de Sadi Carnot a la de Félix Faure. privilegiadas. De allí que los discursos más legíti~os encuentren
en los miembros de la clase dominante sus destinatarios "natura-
les", aquellos a quienes su modo de vida les permite con mucha
facilidad sentirlos como pertinentes y satisfactorios e integrarlos
HEGEMONÍA, ESTADO, CLASE DOMINANTE sin esfuerzo, mientras que requieren de las otras clases una
"buena voluntad cultural" siempre problemática (Bourdieu, 1979, · .i
La hegemonía discursiva no es algo que exista "en el aire". Su 1982). .
base es el Estado-nación que ha llegado ya a la madurez, el espa- Por lo demás, los discursos legítimos sirven menos para someter
cio social unificado por la expansión de una "esfera pública" ex- a los dominados (que se dejan dominar, nos recuerda Pierre
tendida. Hay una relación directa entre la realidad "inmaterial" Bourdieu, por la .fides implícita de su habitus servil) que para reu-
de una hegemonía sociodiscursiva y los aparatos del Estado, las nir, motivar y ocupar los espíritus de los dominadores, que necesi-
instituciones coordinadas de la sociedad civil, el comercio del li- tan ser convencidos para creer.
bro y del periódico, y el mercado "nacional" que se crea. Sin em- Sin embargo, se puede comprender también que la vulgata
bargo, las líneas que siguen no conducen a identificar la hegemo- marxista sobre la ideología dominante concluya en la tesis "de úl-
nía con una "ideología dominante", que sería la ideología de la tima instancia" según la cual, a través de todos los debates, de to-
clase dominante. La hegemonía es aquello que produce lo social dos los géneros discursivos, a fin de cuentas, la clase dominante (a
como discurso, es decir, establece entre las clases la dominación de pesar de los antagonismos de sus fracciones) siempre termina por
un orden de lo decible que mantiene un estrecho contacto con la promover una visión de las cosas e ideologías conformes a sus in-
clase dominante. Es conocida la fórmula de Marx, en La ideología tereses históricos. Esta proposición me parece indemostrable y
alemana, que dice: metafísica; sólo puede pasar por tautología y razonamiento circu-
lar. La hegemonía es "social" porque produce discursivamente a
Las ideas de la clase dominante son las ideas de la clase la sociedad como totalidad. No es propiedad de una clase. Pero
dominante de cada época; o dicho en otros términos, la ·como instituye preeminencias, legitimidades, intereses y valores,
clase que ejerce el poder material dominante en la socie- naturalmente favorece a quienes están mejor situados para reco-
dad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. nocerse en ella y sacar provecho.
(Marx y Engels [1932], 1971: 50)

Que la burguesía se "construya un mundo a su propia imagen"


(frase que en el Manifiesto comunista no designa sólo las ideologías, COMPONENTES
sino la estructura de un mundo material) puede comprenderse
en el siguiente sentido, si se aplica a los discursos y los lenguajes Es conveniente ahora enmnerar los elementos que c01nponen el
canónicos: con su norma lingüística "elevada" y su canon de géne- hecho hegemónico, o más bien (como esos elementos no son di-
ros y discursos, la hegemonía forma un dispositivo favorable a la sociables), los diferentes puntos de vista desde los que este hecho
clase dominante, a la imposición de su dominación, porque el puede ser abordado:
costo de adquisición de skills, de competencias de producción y
de recepción, es elevado, y las formas de "derroche ostentador" se
38 EL DISCURSO SOCIAL EL DISCURSO SOCIAL: PROBLEMÁTICA DE CONJUNTO 39

1. LA LENGUA LEGÍTIMA para fundar sus divergencias y desacuerdos, a veces violentos en


El lenguaje no es entendido aquí como código universal y sistema apariencia; es decir, a todos los presupuestos colectivos de los dis-
de reglas abstractas. Lo que habremos de considerar es ese. "fran- cursos argumentativos y narrativos. Péguy, en Nuestra Juventud, re-
cés literario" que se designa también como "lengua nacional'. Esta cuerda pertinentemente que esta tópica es la condición de la pro-
lengua es inseparable de los saberes de protocolo, expresiones ducción discursiva:
idiomáticas, fraseologías y tropos legitimadores (y de sus usos) .
La lengua oficial-literaria, tan naturalmente adquirida por los Unos y otros [dreyfusianos y antidreyfusianos], hasta
retoños de la clase dominante, está hecha de esas fuerzas que tras- donde recuerdo, teníamos un postulado común, un lu-
cienden el plurilingüismo (la heteroglosia) de una sociedad de gar común, era lo que hacía nuestra dignidad común, la
clases y "unifican y centralizan el pensamiento literario-ideoló- dignidad de toda la batalla [ ... ] y esta proposición co-
gico" (Bajtín). mún inicial, que era evidente, sobre la cual todo el
mundo estaba de acuerdo, de la que ni siquiera se ha-
No consideramos la lengua como un sistema de catego- blaba porque era tan evidente que se sobreentendía en
rías gramaticales abstractas, sino como un lenguaje ideo- todas partes [ ... ] era que no había que traicionar, que la
lógicamente saturado, como una concepción del mundo, traición, especialmente la traición militar, era un crimen
incluso con10 una opinión concreta, como lo que garan- monstruoso ...
tiza un maximum de comprensión mutua en todas las es-
feras de la vida ideológica. (Bajtín, 1978: 95) 5 [Sabemos que el drama ideológico de Péguy es que en
1905 son sus "amigos", la izquierda del Partido Socialista,
r, La lengua legítima determina, sin discriminar directamente, al quienes recusan ese topos y la evidencia de ese "lugar co-
enunciador aceptable, sobre todo "imprimible". Este francés literario mún". ]
no es un código homogéneo, sino una sutil estratificación de distin-
ciones donde los efectos de reconocimiento se deben al menor de- La tópica produce lo opinable, lo plausible, pero también está
talle. La Revue des Deux f\1ondes, que es la única que en 1889 man- presupuesta en toda secuencia narrativa, constituyendo el orden
tiene a pie jun tillas la ortografía "enfans" (por enfants, "niños"), de la ve1idicción consensual que es condición de toda discursivi-
jugemens (por Jugements, 'juicios"), etc., sabe hasta qué punto ese de- dad, y que sostiene la dinámica de encadenamiento de los enuncia-
talle halaga la delicadeza de sus lectores. dos de todo tipo. Ciertamente, estatópi~~i~pIÍ~-~ "lugares" trans-
.
históricos, cuasi universales: "hay que tratar de la misma manera
hechos semejantes" (regla de justicia), "el fin justifica los medios"
2. TÓPICA Y GNOSEOLOGÍA (topos proairético) ... Sin solución de continuidad, engloba implí-
Hay que remontarse a Aristóteles y llamar tópica al conjunto de citos y presupuestos propios de una determinada época y socie-
los "lugares" (topoi) o presupuestos irreductibles del verosímil so- dad. La retórica clásica ya describía en un continuum los lugares
cial, a los que todos los que intervienen en los debates se refieren comunes cuasi lógicos y las máximas generales del verosímil, rela-
tivos a temas sociales (el honor, el respeto, el amor maternal. .. ).
En efecto, no hay ruptura de continuidad entre todas las precons~ '
trucciones argumentativas, más o menos densas semánticamente,
5 Véase también Bajtín/Volóshinov [1929], 1977. que forman el repertorio de lo probable y que llamaremos la
40 EL DISCURSO SOCIAL
EL DISCURSO SOCIAL: PROBLEMÁTICA DE CONJUNTO 41

doxa. La doxa es lo que cae de maduro, lo que sólo se predica a los


conversos (pero a conversos ignorantes de los fundamentos de su los discursos como operaciones cognitivas. Esta gnoseología co-
creencia), lo que es impersonal y, sin embargo, necesario para po- rresponde a las maneras en que el "mundo" puede ser esquema-
der pensar lo que se piensa y decir lo que se tiene que decir. Esta tizado sobre un soporte de lenguaje (maneras cuyo fondo es la
doxaforma un sistema maleable en el cual un topos puede "escon- "lógica natural"), esquematizaciones que constituyen la precondi-
der otro'', de modo que los forjadores de paradojas quedan atra- ción de los juicios (de valor, de elección). Esta gnoseología, que
pados en la doxología de su tiempo. 6 postulamos como un hecho de discurso indisociable de la tó-
Se puede hablar de una doxa como común denominador social pica, corresponde a lo que se ha llamado a veces "estructuras
y como repertorio tópico ordinario de un estado de sociedad, mentales" de tal clase o de tal época o, de manera más vaga,
pero también se la puede abordar como algo estratificado, según "pensamientos" (pensamiento salvaje, pensamiento animista,
los conocimientos y los implícitos propios de una determinada pensamiento mítico-analógico, etc.). Podría hablarse también
cantidad y composición de capital cultural. Hay una doxa de alta de "episteme", con la salvedad de que ese término parece remi-
distinción para los "aristócratas del espíritu", como hay una doxa tir de inmediato a las ciencias, a los conocimientos instituidos, a
. subalterna para el periódko sensacionalista y, más abajo todavía, las "disciplinas". Si del .lado de las ciencias se puede identificar
una para los "pobres de espíritu'', entrevero de dichos y prover- una episteme dominante en 1889 (positivista-experimental-ana-
bios que contiene, por ~o demás, bastantes "alodoxias". También lítico-evolucionista), ésta podría no ser otra cosa que un avatar
se puede (en otro orden de estratificación) llamar doxa a los pre- de una gnoseología más general.
supuestos de los discursos exotéricos (de la opinión pública, del Trataremos entonces de identificar una gnoseología domi-
periodismo) por oposición a los fundamentos reflexivos de lo nante, con sus variaciones y sus esoterismos; las bases cognitivas
"probable" en los discursos esotéricos, que implican un costo ele- que permiten comprender sinópticamente los discursos de la
vado de especialización (ciencias, filosofías). Doxa denotaría en- prensa, ciertas prácticas literarias, ciertos procedimientos científi-
tonces el orden de lo implícito público, del trivium, del lenguaje cos y otras formas instituidas de la cognición discursiva. Yo identi-
de las tribunas. Estas tres acepciones ( doxa común, doxa estratifi- ficaría esta gnoseología dominante, que sirve de "manual de uso"
cada en distinciones y doxa versus presupuestos de los conocimien- a las tópicas, como lo "novelesco general".
tos) no deben conducir a la elección de una de ellas: se trata aquí
(como para los grados de la lengua literaria) de percibir simultá-
neamente las disimilaciones y los denominadores comunes. 3· FETICHES Y TABÚES

Si todo acto de discurso es también, necesariamente, un acto La configuración de los discursos so;iales está marcada por la pre-
de conocimiento, hay que ir más allá de un repertorio tópico sencia particularmente identificable (como la de una nova en me-
para abordar una gnoseología, es decir, un conjunto de reglas que dio de una galaxia) de objetos temáticos representados por las dos
determinan la función cognitiva de los discursos, que modelan ·formas del saa:r, de lo intocable: los fetiches y los tabúes. Estos "in-
tocables" son conocidos como tales: tientan a los transgresores y
los iconoclastas, pero los habita un maná del que son testimonio to-
das las vibraciones retóricas que los rodean. La Patria, el Ejército,
6 Aunque el término "doxología", en tanto estudio de la doxa, no la Ciencia están del lado de "los fetiches; el sexo, la locura, la per-
presente dificultades, este sentido no está corroborado por los
versión, del lado de los tabúes: un gran número de audaces levan-
diccionarios, que dicen: 1) Plegaria a la gloria de Dios, 2) Enunciado
que se limita a reproducir una opinión común. tan aquí el velo de Isis y atraen, con su innovador coraje, la aproba-
ción de los happyfew. Hay que señalar también que un tabú puede
42 EL DISCURSO SOCIAL EL DISCURSO SOCIAL: PROBLEMÁTICA DE CONJUNTO 43

ocultar otro: en efecto, a veces uno tiene ganas de decir, en espe- tien~n las mismas funciones: si para una doxa determinada lo que
cial a los libertinos literarios, "hagan un esfuerzo más si quieren ser se dice de los criminales, de los alcohólicos, de las mujeres, de los
de verdad audaces". Es importante analizar esos fetiches y tabúes y negros, de los obreros y de otros salvajes termina por adoptar un
su grado de intangibilidad, porque no sólo están representados en aire de familia, se debe a que tales enunciados se vuelven más efi-
el discurso social, sino que son esencialmente producidos por él. caces mediante la validación por analogía.

A este egocentrismo/etnocentrismo hay que agregar,


r
i 4. EGOCENTRISMO/ETNOCENTRISMO para Francia, un pariscentrismo que hace que nos pregun-
La hegemonía puede abordarse también como una norma pragmá- temos "¿cómo se puede no ser parisino?" y que lleva a la
tica que define en su centro a un enunciador legítimo, quien se prensa de Foix, Pamiers o Saint-Girons a ocuparse sola-
arroga el derecho de hablar sobre "alteridad.es'', determinadas en re- mente de aquello que sucede en París.
lación con él -francés, adulto, masculino, culto, urbanizado, en
completa armonía con el juego de las temáticas dominantes-. Los
géneros canónicos del discurso social hablan a un destinatario im- 5· TEMÁTICAS Y VISIÓN DEL MUNDO
plícito, también legitimado, y no hay mejor manera de legitimarlo Todo debate en un sector determinado, por más ásperos que sean
qu~ darle "derecho de fiscalización" [ droit de regard] sobre los que no los desacuerdos, supone un acuerdo anterior sobre el hecho de ,,, ._
tienen derecho a la palabra: los locos, los criminales, los niños, las que el tema que se trata "existe", merece ser debatido y hay un co-
mujeres, la plebe campesina y urbana, los salvajes y otros primitivos. mún denominador que sirve de base a la polémica. Lo que habi-
Desde el punto de vista de esta pragmática, puede verse cómo tualmente se llama "~ultura" se compone de contraseñas y temas
la hegemonía se presenta a la vez como discurso universal, de omni ~propiados, temas que permiten disertar, sobre los que hay que
re scibili, y como alocución distintiva, identitaria, selectiva, que pro- mformarse, y que se ofrecen a la literatura y a las ciencias como
f duce los medios de discriminación y de distinción, de legitimidad dignos de meditación y análisis.
y de ilegitimidad. La hegemonía se presenta entonces como una temática, con co- ,
La hegemonía es entonces un "ego-centrismo" y un etnocen- nacimientos de aparatos, "problemas" parcialmente preconstrui-
" trismo. Es decir que engendra ese Yo y ese Nosotros que se atribu- dos, intereses ligados a objetos cuya existencia y consistencia no
yen el "derecho de ciudadanía'', desarrollando ipso Jacto una vasta parecen ofrecer dudas, ya que el mundo entero habla de ellos.
empresa "xenófoba" (clasista, sexista, chauvinista, racista) alrede- Llegamos aquí a lo que es más perceptible en una coyuntura, a lo
dor de la confirmación permanente de un sujeto-norma que que sorprende o irrita más al lecWr de otra época: de todos esos
juzga, clasifica y asume sus derechos. Toda doxa .señala y rechaza "objetos" que se nombran, que se valorizan, se desc1iben y comen-
como extraños, a-normales e inferiores a ciertos seres y grupos. El tan, muchos ya no aparecen como objetos conocibles y determi-
tratamiento reservado a estas entidades forcluidas del doxocen- nados sino que, con la distancia del tiempo, se reducen al estatus
trismo, los racismos, chauvinismos, xenofobias, sexismos, y esa de "abolidos ornamentos de inanidad sonora".*
cosa sin nombre, por lo muy extendida, que es el desprecio y el
rechazo hacia los dominados, sólo son casos sectoriales de un me-
canismo fundamental. Se percibe aquí que la hegemonía resulta
de una presión lógica que lleva a armonizar, a hacer ca-pensables * Stéphane Mallarmé, "Abolido ornamento de inanidad sonora"
diversos ideologemas provenientes de lugares diferentes y que no
"So_netosTY"· en Blanco sobre negro, selección, traducción y pi·ói~go de
Raul Garc1a, Buenos Aires, Losada, 1997.
44 EL DISCURSO SOCIAL EL DISCURSO SOCIAL: PROBLEM ..\TJCA DE CONJUNTO 45
r
1
Estas temáticas no sólo forman un repertorio de temas obliga- Aristóteles y a su teoría del pathos en la Retórica. "Phobos" -el te-
dos, sino que se organizan paradigmáticamente; a pesar de las mor- es definido como ese efecto de discurso que engendra "un sen-
compartimentaciones, los géneros y las escuelas, de la multiplici- timiento doloroso difuso, suscitado por la figuración de un peli-
dad de los discursos autorizados se desprende una Weltans- gro inminente que causaría destrucción o desgracia". Hemos
" chauung. una visión del mundo, un cuadro-relato de la coyuntura hablado ya de "predicados anxiógenos" omnipresentes en 1889,
con un sistema de valores ad hoc, previsiones para el futuro e im- pero no por eso nos inclinamos a las psicologías profundas. Segui-
perativos inmanentes de acción (y reacción). Se tratará entonces mos siendo aristotélicos (y también weberianos) al ver en la angus-
de mostrar la génesis y los lineamientos de un paradigma socio- tia el gran efecto patético de la visión del mundo finisecular, un
he_rmenéutico g~neraL Veremos emerger, así, un;-serie de predi- dispositivo que ha tenido su funcionalidad y que se relaciona con
cados que supuestamente caracterizan todos Jos aspectos de la el concepto weberiano (de alcance histórico más amplio) de Ent-
vida social, y que se difunden con insistencia, tanto en los "lugares zauberung, desencanto. La angustia puede ser propedéutica, un
comunes" del periodismo como en las áreas distinguidas de lapa- me.dio parcialmente adecuado de adaptación al cambio, y ofrece
labra artística, filosófica o erudita, y que ocupan una posición do- en 1889 diversos "beneficios secundarios".
minante, rechazan los enunciados incompatibles y se construyen
los unos en relación con Jos otros como cointeligibles, parcial-
mente redundantes, isotópicos; es decir, constituyen una "visión 7. SISTEMA TOPOLÓGICO
del mundo". Se describirán, pues, esos axiomas explicativos que En contra de esos aspectos unificadores, la hegemonía se apre-
permiten disertar sobre todos los temas y que dominan, como "un hende finalmente, por disimilación, como un sistema de división de
bajo continuo", el rumor social. las tareas discursivas, es decir, un conjunto de discursos específicos,
Este paradigma no se manifiesta bajo Ja forma de una filosofía géneros, subgéneros, estilos e "ideologías" (en un sentido secto-
o una doctrina identificada; con ciertas capacidades de mutación, rial que se definirá más adelante), reagrupados en "regiones" o
está, a la vez, en todas partes y en ninguna; las ideologías del mo- campos, entre los cuales los dispositivos interdiscursivos aseguran
mento suministran versiones sucesivas o variantes. Para Ja época la migración de ideologemas variados y las adaptaciones de las
que me ocupa, creo distinguir esta visión del mundo difusa bajo la formas del lenguaje y tópicas comunes.
forma mínima de una doble correlación isotópica que identificaré En efecto, es necesario pensar la hegemonía como convergen- r
o .· ~ como paradigma de la desterri.torialización y visión crepuscular del cia de mecanismos unificadores y a la vez como diferenciación re- '··
mundo. Este paradigma reagrupa en isotopías sistemas de predi- _gulada, no anárquica; otra forma de armonía cuÚural que puede ¡
cados anxiógenos: disolución del yo, fin de una raza, fin de un compararse, por su lógica, con la división ecop.ómica del trabajo y
mundo, fin de un sexo (femenino), invasión de los bárbaros, y que, por otro lado, resulta de ella.
también, fin del sentido, fin de lo verdadero, fin de lo estable ...

6. DOMINANTES DE PATHOS LA HEGEMONÍA COMO DENEGACIÓN DE SÍ MISMA

La historia de las ideas tradicional tiende a transformar el pathos


dominante de los discursos de una época en "temperamentos" y En los discursos modernos hay un axioma metadiscursivo que
"estados de ánimo" súbitamente advenidos al conjunto de los consiste en que todo puede decirse (y termina por decirse) y que,
grandes pensadores y artistas de una "genera.ción". Volvamos a en su variedad, los discursos individuales cubren la totalidad de la
46 EL DISCURSO SOCIAL EL DISCURSO SOCIAL: PROBLEMATICA DE CONJUNTO 47

vida humana en toda su complejidad. En esta ideología compar- rreno". Para muchos historia dores, la confusión entre mapa y te-
tida por todos los participantes (salvo algunos malintencionados) rreno , ideas e ideologías, cambios en la vida cotidiana y costum-
existe la idea de que el discurso social no es más que una galaxia bres, ámbito político y económico, es algo omnipresente, así
de opiniones personales, de referencias a experiencias, de estilos como la confusión entre las prácticas sexuales y los discursos de
y formas idiosincrásicas y, sin embargo, que todo lo que tiene inte- control y de terror médico, entre los conflictos morales concretos
rés para la sociedad termina por recibir el tratamiento que corres- y los ideologemas de "fin de siglo", de la "decadencia'', de los fra-
ponde, es decir, que se habla de todo y de todas las maneras posi- casos. Nosotros sostenemos, por el contrario, que el análisis del
bles. Podríamos agregar a .esto la ideología "flaubertiana" de la discurso social no es válido como un análisis de la coyuntura glo-
palabra justa: como la vida humana es conocida en toda su varie- bal. El discurso social es un dispositivo para ocultar, para desviar la
dad, todo gira en torno al estilo pertinente para construir, a pro- mirada, ya que sirve para legitimar y para producir consenso.
pósito de ella, la formulación más expresiva. La extensión de la noción de "discurso social" puede variar, si
A quien está perdido en el discurso de su época, los árboles le bien hemos optado por identificarla con el hecho de lenguaje y
tapan el bosque. La presión de la hegemonía queda oculta por los con la cosa impresa (y con lo que puede transcribirse de la orali-
debates encarnizados en el campo de la política, por las confron- dad y de las retóricas de la interacción verbal). Sin embar:go, se
taciones de estéticas recíprocamente hostiles, por las especializa- podría - como hace, por ejemplo, Robert Fossaert- llamar "dis-
ciones y las especificidades, los talentos y las opiniones diversas. El curso social" a la totalidad de la significación cultural: no sola-
sistema subyacente permanece oculto, y es necesario que ese sis- mente los discursos, sino también los monumentos, las imágenes,
tema sea acallado para que los discursos desplieguen sus encantos los objetos plásticos, los espectáculos (desfiles militares, banquetes
y su potencial credibilidad. La hegemonía es como la rnagia ne- electorales, kermeses) y, sobre todo, la semantización de los usos
gra: los sortilegios "publicados" ya no funcionan. La verdadera crí- y las prácticas en su aspecto socialmente diferenciado (kinésico,
tica, el auténtico arte, sólo pueden conquistarse en contra del es- proxémico, vestimentario) y, por lo tanto, significan te. En la me-
píritu de los tiempos, y muy raras son, en este aspecto, las rupturas dida en que las prácticas y las costumbres no son homogéneas
radicales donde la lógica hegemónica se encuentra objetivada y - hay varias maneras de vestirse, de sentarse, de beber, de deambu-
deconstruida. lar-, producen paradigmas semióticos en los que un antropólogo
cultural vería tal vez lo esencial de la significación social. Los dis-
cursos, orales y escritos, están ambientados dentro de estas prác-
ticas significantes, de esta "semantización de los usos" (Prieto).
EL DISCURSO SOCIAL Y EL "RESTO" Desde Medvedev/Bajtín hasta Robert Fossaert, varios inv~stigado­
DE LA S IGNIFICACIÓN CULTURAL res han formulado el programa de un abordaje de la totalidad del
discurso, de la gestualidad, de la vestimenta y de todos los "inter-
Estudiar un estado del discurso social es aislar, de los hechos socia- cambios simbólicos". A título programático, esta proposición es
les globales, un conjunto de prácticas mediante las cuales la socie- seductora. Sin embargo, me parece que la relación que puede es-
,, dad se objetiva en textos y en lenguajes; prácticas que, sin em- tablecerse entre la significación objetivada en los textos y la signi-
bargo, permanecen ligadas a otras prácticas e instituciones. ficación inscrita sobre el cuerpo del hombre social, en sus gestos, sus
También es distinguir de entrada la manera en que una sociedad "maneras de ser", su habitus corporis, su vestimenta, es una de las
se conoce de la manera en que funciona, y no suponer que el relaciones más problemáticas para pensar e interpretar. Entre !o-
"mapa" discursivo transpone fielmente los accidentes del "te- que-se-dice-de-las-mujeres y la producción de la mujer como
48 EL DISCURSO SOCIAL EL DISCURSO SOCIAL: PROBLEMÁTICA DE CONJUNTO 49

cuerpo vestido (o no), sus manierismos gestuales, sus posiciona- considerar esas concomitancias (que son objeto de una historia de
mientos proxémicos, y la semantización de los espacios femeninos las costumbres), para concentrarme, en cambio, en un objeto más
y de las interacciones sociales, hay una relación evidente y al homogéneo y sistematizado. Sabemos que la manera en que una
mismo tiempo un abismo. A la vez, constatamos ritmos de evolu- sociedad se conoce y se habla determina parcialmente las acciones
ción de los discursos, por una parte, y modas vestimentarias y cam- concretas y las actitudes de los grupos sociales. Pero también debe-
bios de "costumbres", por otra, que no son de ningún modo con- mos reconocer que no es fáci(expficarTidlferencia entre la doxa
comitantes. y el curso de las cosas. Hacia 1889, los intelectuales están inmersos
Digamos que hay dos grandes modos de significancia social: la en una fase de "depresión" ideológica y de angustia crepuscular,
· histéresis de los cuerpos sociales, de los comportamientos, de los ha- mientras que el historiador constata que -a pesar de la crisis eco-
bitus (Bourdieu), y la semiosis de los textos y de los simulacros obje- nómica de 1885-1890- ese pesimismo decadentista se corresponde
tivados. Es verdad que los discursos resultan especialmente útiles muy poco con las catástrofes reales o con una crisis general. Para
para señalar, en general con angustia, las mutaciones de habitus tratar de "ver lo cotidiano'', historiadores como Guy Thuillier de-
(mujeres en bicicleta, mujeres con ropa militar, mujeres que fu- bieron trabajar contra las sugerencias provenientes del inmenso
man). Esto no impide que me parezca prematuro querer pensar la rumor de los discursos:
economía de esos dos modos de la significancia, histéresisy semiosis;
me limitaré a decir que lo que aquí se propone es un trabajo histó- Lo que no se dice, no se escribe, no se expresa, tiene
rico-crítico complejo, cuya problemática habría que plantear elimi- ciertamente tanta o más importancia que lo que se dice,
nando las apariencias de la evidencia y la coil1._teli~_~L~~~ -~rune­ se escribe y se manifiesta. (Thuillier, 1977: 342)
diata. La semantización de los usos -más allá de los discursos,
ii:=iseparable de las prácticas, restringida por el medio que enmarca Desde una perspectiva inversa a la suya, reconozco la legitimidad
1
la acción del individuo, formada en series que determinan el "rol'', y la importancia de una historia-más-allá-del-discurso, que una his- \
el modus operandi, la identidad del agente social- es, por cierto, toria de los discursos como tales puede contribuir, sin paradojas,
parte constitutiva de la hegemonía cultural en un sentido global. a enriquecer.
Los roles sociales (y sociosexuales), inseparables de las disposicio-
nes y de los gustos, sitúan automáticamente a cada uno en el
mundo de las prácticas significantes, y manifiestan su clase y su esta-
tus. Un lector del Petit Parisien, un aficionado al café concert de los
suburbios, es a menudo también un obrero que lleva un tupido bi-
gote y usa chaqueta y cinturón de lana roja, tiene gestos modela-
dos por su trabajo en el taller, y una familiaridad con los espacios
de los suburbios y las "mentalidades" que acompañan ese habitus.
Así se forman relaciones simbólicas sin pasar por la conciencia ver-
balizada y discursiva. En la hegemonía global (de 1889) existen re-
tóricas y visiones del mundo, un horario regulado por los relojes
de la estación de tren y de la municipalidad, y también la difusión
del pret-a.portery la homogeneización relativa de la vestimenta ur-
bana femenina. Limitándome a la semiosis discursiva, admito no
2. Retorno al método

Quisiera volver sobre la problemática de conjunto y las


cuestiones de método. Había, al comienzo de este trabajo, un
sentimiento personal que tiene que ver con el "abatimiento" ex-
perimentado por Bouvard y Pécuchet -citados en el epígrafe del
primer capítulo-y con la voluntad de "prohibirse incluso los últi-
mos vestigios de candor frente a los hábitos y tendencias del espí-
ritu de la época", como postulan Adorno y Horkheimer a modo
de principio ético y heurístico en su Dialéctica de la Ilustración. 1
Toda investigación supone cierta transformación de la mirada,
que intenta ver las cosas que "saltan a la vista", que enceguecen,
pero también las cosas realmente ocultas, no en profundidad,
pero a menudo en extensión, en mutabilidad, en "camaleonis-
mos". Ése fue entonces el principio heurístico: pensar histórica- ,
mente el discurso social y percibirlo en su totalidad, "hacer enu-
meraciones tan completas y revisiones tan generales que me
permitieran estar seguro de no haber omitido nada". Percibir el
poder de los discursos en su omnipresencia, difractado por todas
partes y, sin embargo, con contradicciones, desequilibrios y bre-
chas que las fuerzas homeostáticas tratan de colmar en forma
permanente. Conectar los campos literario, científico y filosófico,
el discurso político, el de la prensa y el de la publicidad; todo

1 Véase M. Horkheimer y T. W. Adorno ( [1974], 1994). "No hay que


temer estimular, contra una representación ingenua de la neutrai:dad
ética como benevolencia universal , la idea de atacar todas las ideas
recibidas de la moda y hacer de la rebelión contra el signo de los
tiempos una norma para la dirección del espíritu sociológico"
(Bourdieu, Chamboredon y Passeron [1973], 2008: 112) .
52 EL DISCURSO SOCIAL
RETORNO AL MÉTODO 53

aquello que parece inscribirse y difundirse en lugares particula- bre las literaturas "vulgares'', que carecen a la vez de prestigio y de
res. Y, sin despreciar las apuestas [enjeux] y las tradiciones propias encanto canallesco. Preguntarse qué hace reír a una sociedad, a tra-
de estos campos, examinar las fronteras reconocidas o disputa- vés de "los tribunales cómicos",* las bromas militares, la prensa sa-
das, los puntos de intercambio, los vectores interdiscursivos que tírica, ha llevado a explorar campos a menudo menospreciados.
los penetran, las reglas de transformación que conectan esos di- Al trabajar sobre el año 1889, he tomado una distancia de un si-
verso~ lugares y organizan la topografía global. glo. Esta distancia es, en principio, una comodidad que espero no
Todo análisis sectorial -ya sea el de la literatura o el de las cien- incite al anacronismo y al sofisma retroactivo (la reinterpretación
cias- se prohíbe percibir un potencial hermenéutico-político glo- del pasado por el futuro). Me parece, sin embargo, que ese tra-
bal. Por el contrario, me ha parecido que los rasgos del discurso bajo sobre fines del siglo XIX, que corresponde al momento de
médico sobre la histeria, por ejemplo, no están internamente con- emergencia de ciertas "modernidades" periodísticas, políticas, es-
dicionados ni son inteligibles en su inmanencia. La histe1ia (el téticas, sirve para recordar al lector, "mi semejante, mi hermano",
discurso de Charcot y otros sobre la histeria) habla de algo más que él también está inmerso en una hegemonía omnipresente del
que de un desorden neuropatológico, así como los discursos de la rumor social, con su mercado de la novedad ideológica~ Es desea-
truhanería de bulevar hablan de algo más que del Edén de la ble entonces que el lector lea, a través de este análisis de un es-
prostitución y las crónicas galantes. De este modo, el discurso del tado "superado" del sistema discursivo, un De te fabula narratur.
terror sobre la masturbación, orquestado por los médicos, se leerá
en un intertexto donde, por "desplazamiento y condensación'', se
hace homólogo de la gran angustia económica del despilfarro, de
la deuda pública, del déficit presupuestario, de la logorrea de las EL ESTUDIO EN CORTE SINCRÓNICO
estéticas decadentes, etc. Se ha podido constatar también que, en
general, no es en los textos aislados donde la lógica normaliza- En suma, todos esos años son muy parecidos entre sí,
dora y mistificadora de los discursos logra manifestarse. El interés ninguno es decididamente mejor o peor que otro. (Le
social desnudo o la hipocresía sabiamente cultivada surgen del Temps, 27-12-1888)
efecto de masa, de la sinergia interdiscursiva.
Trabajar sobre un muestreo extenso sin discriminar su valor a Mi tipo de investigación parte de una lógica que nada tiene de pa-
priori permite también formular nuevas preguntas; y es lo que ha radójica: la de una historia de las simultaneidades en un corte sincró- ~;

hecho Charles Grivel en Production de l'intérét romanesque (1973): nico corto, en este caso, el estudio de un año de la producción im-
¿qué cuenta la ficción en su conjunto, y qué funciones cumple la presa en lengua francesa. La noción de sincronía que postulo se
tópica novelesca? Eso es también lo que ha llevado a cabo C. Car- opone por completo a la de la lingüística estructural. La sincronía
bonnel en Histoire et historiens (1976): leer dos mil trabajos de his- saussuriana es una construcción ideal que forma un sistema ho- i
toriografía, de 1865 a 1885, permite arribar a un resultado muy meostático de unidades funcionales. La sincronía sobre la que yo
distinto que el estudio de las teorías .de los "grandes historiado- he trabajado corresponde a una contemporaneidad en tiempo real. <
res". Su trabajo conduce a rechazar todas las conclusiones que
pueden extraerse solamente de los textos prestigiosos.
Este tipo de investigación global conduce finalmente a abordar
* La obra en cinco volúmenes de J. Moinaux, Tribunaux comir¡ues
dominios vírgenes: sólo hay trabajos anecdóticos sobre el café (1881-1894), recopila en tono humorístico casos reales o
concert, pocas monografías sobre la prensa francesa, casi nada so- imaginarios que fueron "ventilados" en los tribunales. [N. de T.]
54 EL DISCURSO SOCIAL RETORNO AL MÉTODO 55

Si se admite que siempre existe cierto sistema virtual del discurso sos aspectos son "heterocrónicos"; por lo demás, no se podría datar
social, la perspectiva sincrónica también deja al descubierto pun- la emergencia o el cambio. Incluso las crisis coyunturales, ya sea la
tos de enfrentamiento y conflicto, y la competencia de formacio- de 1789 o la de 1968, sólo producen en el discurso social efectos
nes ideológicas emergentes y otras recesivas o atrasadas. En otras "reveladores" ampliamente anticipados y con persistentes rema-
palabras, la contemporaneidad de los discursos sociales debe per- nencias posteriores. Las coyunturas son configuraciones inestables
cibirse como una realidad evolutiva y parcialmente heterogénea. en las que los doxógrafos se afanan por descubrir los "signos de la
Si bien la investigación apuntaba sobre tocio a resaltar migracio- época" y por interpretar el presente como cargado de una cierta
nes y reescrituras sectoriales, complcmentariedacies entre prácticas identidad significativa. La elección de 1889 por encima de otros
discursivas, una cointeligibilidad de !:is temáticas y confrontacio- años de fines de siglo se debe, sin embargo, a la intuición de una
nes ritualizadas, debía igualmente (y dialécticamente) tomar en coyuntura )ic~": efecto conmemorativo del Centenario de la Re-
consideración las fallas del sistema, los deslizamientos, las incom- ~;luciÓn, Exposición Universal, acmé de la crisis boulangista,
patibilidades relativas entre formas establecidas y formas emer- irrupción de innovaciones estéticas (novela psicológica, "Teatro li-
gentes. Por lo tanto, sincronía no quiere decir estudio estático. En bre", proliferación de pequeñas revistas simbolistas, resurgimiento
· el momento sincrónico se inscribe la evolución misma de las nor- de espiritualismos y oéultismos diversos) y emergencia y legitima-
mas del lenguaje, de las tradiciones discursivas, de los temas colec- ción de nuevos paradigmas científicos, como la psicología experi-
tivos. Evidentemente, nuestro estudio abordó la sincronía de las mental, la criminología y la teoría de la sugestión.
producciones y no -salvo de manera accesoria- la recepción reno- En rigor, el estudió sincrónico no permite seguir los cambios o /
vada de los textos del pasado, la apropiación coyuntural quemo- las innovaciones ni evaluar lo que "llevaban en su seno". El histo-
difica su alcance y su referencia, los nuevos '"horizontes de expec- riador que identifica en la propaganda del republicano nacional
tativas" que favorece el flujo de la producción discursiva. En los de Boulanger la forma emergente del (proto)fascismo da un sen-
diferentes campos, la "memoria" discursiva es muy diversa: el pe- tido retroactivo sintético a los acontecimientos, a los lenguajes y a
riodismo moderno tiene un pasado breve,. mientras que se su- las tácticas que los agentes sólo han podido combinar a ciegas, y
pone que la filosofía o la literatura conservan la memoria acumu- de los cuales, al fin y al cabo, se les escapaba la identidad y el po- ,
lativa de todo su pasado, después del arbitraje del 'juicio de la tencial. Por el contrario, el estudio sincrónico permite aislar, lle-
posteridad". El momento histórico determina el rearmado del gado el caso, disidencias, cuestionamientos o desplazamientos
panteón oficial de los géneros y los discursos: la estrella de Sten- que, simplemente, no han tenido continuación ni desarrollo (al
dhal, transformado en precursor de la "novela psicológica", llega menos a mediano plazo): tales constataciones deben permitir al
a su cenit; en filosofía, Kant o Stuart Mill son una referencia ac- investigador escapar a una especie de hegelianismo sumario que
tual, mientras que Hegel no lo es tanto ... pretendería que todo lo que es crítico y "prometedor" termina
El objeto-año, desde un 1º de enero hasta un 31 de diciembre, siempre por encontrar un lenguaje e imponerse. 2
sólo es una entidad arbitraria, un corte en un flujo continuo. El
año 1889 constituye un primer muestreo que vale, mutatis mutan-
dis, para los años anteriores y posteriores . Sin embargo, desde un
2 No faltan investigaciones que estudian un año desde el punto de vista
punto de vista menos arbitrario, el año corresponde a una coyun- de la producción artística o de la coyuntura y la "actualidad". Se
··.1 tura, una configuración de tendencias y de emergencias reforzada puede pensar, en primer lugar, en el muy curioso capítulo de Los
miserables, de Victor Hugo (vol. 1), titulado "El año 1817".
por modos de corta duración, el impacto de los acontecimientos
Mencionaremos también la obra de P. Rétat y de]. Sgard, L'Année
de la actualidad cuya sensación se agota rápidamente. Estos diver- 1734 (examen informático de publicaciones periódicas). La obra de
RETORJ"JO AL MÉTODO 57
56 EL DISCURSO SOCIAL
cal, y a defenderla contra las invasiones y las usurpaciones . Esas
- A lo largo de los capítulos, esta obra trata de demostrar -a tra- ideologías son inseparables de la imposición de formas canóni-
vés de un collage razonado de lexias, de la yuxtaposición de temas cas que aseguran la identidad de los productos . Sin embargo,
y figuras , de la puesta al día de deslizamientos y de migraciones, esta identidad y sus funciones sólo tienen sentido en la división
de avatares donde se leen la identidad parcial y la diferencia- del trabajo discursivo, en la que cada sector opera a la vez como
.;- .~ .•
una cohesión intertextual global que forma la lógica unitaria de dispositivo particular de absorción-reemisión de los grandes te-
una cultura en lo que tiene de arbitrario, y la cooperación de las mas interdiscursivos y como organización de resistencia y de au-
:unciones a desempeñar. Pienso que este montaje total tiene tonomización, dinámica condicionada externamente incluso
como efecto esencial hacer percibir de mane1·a diferente la natu- cuando su lógica aparente es la ostentación de una esencia y una
raleza y la dinámica de aquello que aíslan las investigaciones par- necesidad propias.
ciales cuando se lo apropian. Pensar la propaganda boulangista El estudio del discurso social total hace aparecer la imposición
no solamente como una máquina de guerra contra la ideología masiva de regulaciones, restricciones, presupuestos, la poderosa
parlamentaria liberal, sino también como la expresión política entropía del ya-allí, el débil margen de maniobra de la innovación
de una temática hegemónica establecida en la sociedad civil y la ambigüedad de las novedades ostentadoras. En lo apretado de
equivale a invertir el orden de los cuestionamientos, así como, sus tramas, el discurso social es una túnica de Neso de la que es
desde una perspectiva diforente, la tesis de lo "novelesco gene- bastante difícil liberarse. Al retomar el análisis de sus funciones,
ral" conduce a deconstruir la perspectiva tradicional de la teoría podremos replantear la cuestión de la irrupción de la heterono-
de la novela. Todo trabajo histórico que aísla un campo cultural, mía, de la disidencia y del novum.
un género o un complejo discursivo -aunque sea reinscribiendo
en segundo plano el esbozo de una cultura global- produce un
artefacto cuya aparente cohesión resulta de una negación de los
flujos interdiscursivos que circulan y las reglas topográficas que REFERENCIAS TEÓRICAS
establecen, con diversas restricciones, una coexistencia general
de los escribibles. El análisis de determinados campos -literario, La expresión "discurso social" apareció en 1970 como el título de
filosófico, científico- ha conducido ciertamente a la expresión una revista publicada por R. Escarpit y el Instituto de Literatura y
de una ideología pro domo destinada a legitimar la producción lo- de Técnicas Artísticas de Masas (ILTAM) de Burdeos. No me pa-
rece que en esta revista, que ha publicado casi exclusivamente ma-
terial sobre sociología literaria, se haya tratado de explicitar teóri-
camente el potencial de ese título. La expresión "discurso social"
Charles Grivel Production de l'intérét romanesque.- un État du texle, 1870- apareció a continuación aquí y allá, como algo a la vez indefinido
1880 (1973) constituye una referencia privilegiada para la presente
y evidente . Michel Maffesoli ( 1976: 13) evoca en una frase "el dis-
investigación_ Citaremos también el libro de C.Jensen sobre el a1ío
1826 (1959), el trabajo de G. Gautier (1967) y el de H_ R-Jauss sobre curso social, entendido en su más amplia extensión'', pero no
el a1ío 1857 (cuando se publican Madame Bovary y Les jleurs du Mal), avanza más . Sin embargo, la idea de discurso social puede parecer
que se concentran en la literatura canónica; el estudio de H.
Mitterand sobre "L'Année 1875" (1980), los dos volúmenes de L.
cercana a diversas concepciones que se encuentran en pensadores
Brion-Guerry sobre L'Année 1913y las tendencias estéticas nuevas; y provenientes de diferentes horizontes; es ese "mundo cultural
un volumen colectivo sobre L'Année 1928 (1975).J.-F. Six publicó un existente" del que habla Antonio Gramsci, ese "texto social indi-
libro de historia coyuntural, 1886 (1986) , que es una clara muestra
del potencial que representa para la historiografía la perspectiva viso" que evoca Charles Grivel, esa "escritura de los signos sociales
sincrónica_
58 EL DISCURSO SOCIAL
RETOR.t'J'O AL MÉTODO 59
totales" a la que alude fugazmente Jean:Joseph Goux. 3 Por su-
dentes (que no implican fidelidad total) con Antonio Gramsci
puesto, es también la ideología en uno de los sentidos de esa pala-
Walter Benjamin y la Ideologiekritik de Fráncfort, con Mijaíl Bajtín:
bra, es decir, como el corJun to de la "materia ideológica propia
con Michel Foucault, con la tradición francesa de análisis del dis-
de una sociedad dada en un momento dado de su desarrollo".
curso (Michel Pecheux, Régine Robin, Eliseo Verón) y con el pen-
Esto es justamente lo que, en una obra publicada en 1983, Robert
samiento sociológico de Pierre Bourdieu.
Fossaert designa como "el discurso social total", inscribiendo en
una teoría elaborada una expresión que había surgido aquí y allá
sin ser definida (Fossaert, 1983a).
Si bien la expresión es relativamente nueva y su definición va-
riable (hemos visto por qué no creo que corresponda atribuirle la
extensión que propone Fossaert), la idea de considerar en blo-
que, en su totalidad, lo que dice una sociedad, sus decibles y sus
escribibles, sus "lugares comunes" y sus "ideas chics" es una aspira-
ción tan vieja como la modernidad. Una parte de los precursores
a los que puedo invocar está integrada por gente de letras: a lo
largo de la modernidad (la "era de la sospecha"), desde Flaubert
hasta Bloy, Musil, Sarraute y Pérec, se observa la recurrencia del
inventario y la interrogación agobiada de las "ideas recibidas"
[idées reques] y las empresas de "exégesis de los lugares comunes".
Ya se trate de Proust (Un amor de Swann es un episodio que se
puede datar en la presidencia de Jules Grévy) o de El hombre sin
atributos, o de Las frutas de oro, o de ¿Los oye usted?, son los novelis-
tas quienes han escuchado y transcrito, con mayor sutileza, el
vasto rumor heterológico de los lenguajes sociales .
Por lo demás, sería necesario hacer una enumeración de las di-
versas tradiciones del materialismo histórico, la epistemología, la
sociología del conocimiento, el análisis del discurso, la sociolin-
güística, la semió ti ca textual y la retórica. Como usuario ecléctico,
pero crítico, de tantas "lecturas", no pretendo dominar con pleni-
tud y soltura las múltiples tradiciones eruditas y teóricas. El inves-
tigador sólo puede disimular sus insuficiencias detrás de un muy
kantiano: "Debes, por lo tanto puedes". Puesto que hay que poner
las cartas sobre la mesa, me limitaré a señalar las deudas más evi-

3 Goux, Tel Que~ nº 33: 82.


3. Funciones del discurso social

SATURACIÓN Y EXPANSIÓN

1
"In ea movemuret sumus", dice San Pablo: en él evolucio-
namos y somos. El discurso social es el medio obligado de la co- 1
municación y de la racionalidad histórica, así como también es,
para algunos, un instrumento de prestigio social, del mismo ni-
vel que la fortuna y el poder. En él se formulan y difunden to-
dos los "temas impuestos" (Bourdieu) de una época dada. La
misma variedad de los discursos y de las posiciones dóxicas per-
mitidas parece saturar el campo de lo decible. El discurso social
tiene "respuesta para todo", parece permitir hablar de todo y de
múltiples maneras, transformando por eso mismo lo no decible
en impensable (absurdo, infame o quimérico). Para quien abre
la boca o toma una pluma, el discurso social está siempre ya allí
con sus géneros, sus temas y sus preconstructos. Será necesario í
hacerse escuchar a través de ese rumor, ese barullo, esa factici-
dad omnipresente. Nadie puede vanagloriarse de hablar en un
vacío, sino siempre en respuesta a algo . Pensemos en este "etr
ego" (yo también tengo algo que decir), tan perceptible en los
'jóvenes poetas", decididos a producir lo inaudito, cueste lo que
cueste .
La hegemonía puede percibirse como un proceso que tiene
efecto de "bola de nieve", que extiende su campo de temáticas y
de saberes aceptables imponiendo "ideas de moda" y parámetros
narrativos o argumentativos, de modo que los desacuerdos, los
cuestionamientos, las búsquedas de originalidad y las paradojas
se inscriben también en referencia a los elementos dominantes,
62 EL DISCURSO SOCIAL
FUNCIONES DEL DISCURSO SOCIAL 63

confirmando esa dominancia aun cuando traten de disociarse u guas y procedimientos anacrónicos, obsoletos, para dar la im-
oponerse a ella. En la hegemonía todo se tiene en cuenta. Al presión de disidencia e innovación. Tanto en el campo literario
igual que los caracteres dominantes del gén~ro novele~co, de la corno en la política, muchas de las aparentes innovaciones son,
narración literaria, de lo verosímil y de lo típico se han impuesto si se las examina con detenimiento, retornos de lo olvidado, in-
a través de la búsqueda misma de la innovación, de la originali- cluso de lo rechazado, o la reactivación de formas arcaicas, "re-
dad , de estilos y visiones del mundo "personales", de manera más configuradas" para hacer que parezcan nuevas, en suma, una
general los tipos discursivos y la batería de temas dominantes de manera de responder a la coyuntura cuestionando ciertas domi-
una época se imponen y se estabilizan tanto por el hecho de nantes, pero sin avanzar más allá de ellas. Por eso los contempo-
compartir "denominadores comunes" como por las fugas cons- ráneos se encuentran constantemente frente a señuelos que se
tantes y los ordenamientos que siguen en tensión dentro de la ló- les presentan como algo inusitado y nuevo . Quien pretenda
gica de lo que ellos mismos cuestionan o pretenden renovar. E_s 'juzgar su tiempo" y percibir las tendencias de la época debe
importante distinO"uir la emergencia ocasional de un novum radi- tratar de discriminar entre esos señuelos, esas reposiciones al
o .
cal y de verdaderos intentos de ruptura crítica, del pr.o ceso habi- gusto del momento, y la crítica "verdadera". Sólo puede hacerlo
tual por el cual los "debates" se instalan y se encarmzan ~o~fir­ superando las apariencias y recordando que las paradojas más
mando, con rodeos, una tópica disimulada, intereses, tacticas aparentes son las más aclamadas, puesto que la hegemonía pro-
discursivas comunes a los antagonistas, a partir de lo cual la origi- cura los medios para poder apreciar su encanto y su interés,
nalidad cognitiva, exegética o estilística sol amente se postula Y mientras que las innovaciones "prometedoras" - buscando un
adquiere valor por el homenaje implícito que hace a las maneras lenguaje y una lógica propias- corren el riesgo de producir me-
de ver y de decir impuestas. Desde el punto de vista de la hege- nos impresión, de no estar del todo separadas del resto de los
monía sociodiscursiva -sin introducir un juicio a priori, que sos- temas y formas establecidos; lo nuevo viene en el discurso social
tendría que todas las "rupturas" son buenas porque sacuden el "sobre patas de paloma".
peso de las convenciones y de las ideas preconcebidas- , conviene Inversamente, la novedad misma, cuando aparece, corre el
encontrar criterios que distinguirán las rupturas reales (que al fi- riesgo de ser interpretada en relación con el corpus disponible,
nal se revelan incompatibles con las ideas dominantes de la según las legibilidades recibidas y, por lo tanto, de no ser perci-
época) y las rupturas ostentadoras o superficiales que contribu- bida en absoluto. Si bien es verdad que, hacia 1889, en las filas
yen a la ideología misma de la originalidad. De modo tal que el del boulangismo se traman formas de propaganda y lenguajes de
novelista "escandaloso" sólo puede confirmar implícitamente las acción que el historiador, a un siglo de distancia, puede llamar
trivialidades y las evidencias más gastadas, y el cronista de parado- "protofascistas", es evidente que los contemporáneos carecen de L

.as el fouoso panfletista pueden, aun sin saberlo, seguir depen- las herramientas para percibir la novedad. La a ven tura boulan-
J 0 º , gista va a ser juzgada por ellos como algo "ya conocido": un "bo-
diendo de las ideas que ellos mismos atacan, y no ser mas que
una variante imprevista, pero fundamentalmente compatible con napartismo", un "neocesarismo", la alianza de los descontentos
el sistema establecido. alrededor de un "san Arnaud de café concert". Sus actitudes van
Solamente un análisis global del sistema sociodiscursivo, de a provenir de esta identificación retrospectiva, parcialmente ade-
sus equilibrios y fallas, permite contar con Jos elementos para cuada, que, sin embargo, les impide ver aquello que convierte al
identificar una ruptura "verdadera" o "falsa". "Ruptura", ade- jefe del Parüdo Republicano Nacional en alguien diferente de
más, que podría no ser otra cosa que la revitalización de arcaí~­ un moderno Napoleón III, y también les impide comprender la
mos, 0 la reactivación, con fines contestatarios, de ideas anti- alianza "contra natura" de los clericales con los blanquistas, y de
64 EL DISCURSO SOCIAL FUNCIONES DEL DISCURSO SOCIAL 65

los viejos radicales con los integrantes de las ligas patrióticas y erige monumentos y puebla su panteón. El discurso republicano
con la duquesa de Uzes. está eminentemente marcado por lo memorial:

Los republicanos han declarado que no querían repre-


sentar más a los Victor Hugo, Louis Blanc niJules Favre. 1
REPRESENTAR EL MUNDO
Pero hay otras formas del memorial: desde el mitologismo de la
El discurso social tiene el "monopolio de la representación de la gente culta (Leda, Europa, Hércules y Ganimedes) hasta la "me-
realidad" (Fossaert, l 983a: 336), representación de la realidad que moria del crimen" del folclore urbano (Fualdes, el Correo de
contribuye en buena medida a hacer la realidad ... y la historia. Y, Lyon, Madame Lafargue, Troppmann). Se reprochará simple-
justamente porque se trata de un monopolio, el discurso social pa- mente a los historiadores que trabajan sobre la "memoria" y los
rece adecuado como reflejo de lo real puesto que "todo el mundo" "lugares de memoria" el cándido uso de la palabra "memoria", de-
ve lo real, y a través de él el momento histórico, más o menos de la masiado (y falsamente) neurológico. Por eso nosotros hablamos
misma manera. Representar lo real es ordenarlo y homogenei- de conmemoración, de conservatorio conmemorativo, lo cual ins-
zarlo. Lo real no podría ser un caleidoscopio. La unidad relativa cribe el memorial en el campo de la ficción. El olvido debería ser
de la visión del mundo que se desprende del discurso social resulta el primer objeto de meditación de todo historiador. La conjura-
de esta cooperación fatal en el ordenamiento de imágenes y datos. ción del olvido es también el rol ontológico de la novela, en una
"Representación" implica también desde el comienzo ignorar, dejar sociedad en la que el hombre culto cree acordarse de Madame
en la sombra y legitimar este ocultamiento: vivencias de las clases Bovary y de Germinie Lacerteux porque ninguna pequeña bur-
inferiores, miserias sexuales y violencias íntimas, vida onírica de los guesa mal casada, ni ninguna sirvienta caída en ia prostitución ha
hombres o agitaciones políticas en Japón: el discurso social, a dejado huellas en la memoria de la sociedad. 2
fuerza de hablar "de todo'', distrae la mirada de aquello que no es
"interesante".

LEGITIMAR Y CONTROLAR

EL MEMORIAL Y LA CONJURACIÓN DEL OLVIDO La función más importante de los discursos sociales, afín asumo-
nopolio de la representación, es producir y ftjar legitimidades, va-
Frente a la realidad del olvido, que hace que del pasado no quede lidaciones, publicidades (hacer públicos gustos, opiniones e infor-
casi nada -más que Plutarco y la biografía de los héroes, las logias maciones) . Todo discurso legítimo contribuye a legitimar prácticas
recogidas de boca de los sabios, el epitafio de las tumbas de la y maneras de ver, a asegurar beneficios simbólicos (y no hay bene-
gente común: "Sta viator, amabilem conjugem calcas ... •e_, todo el dis- ficios ni poderes sociales que no estén acompañados por lo simbó-
curso social se presenta como conjuración ficcional de ese olvido,
como una conmemoración ostentadora de un pasado reconsti-
tuido en una sutil película narrativa. El discm-so político a la fran-
cesa está saturado de efectos de memoria: 14 de julio, 4 de agosto, 1 Partido Obrero, 11.12:2.
18 Brumario, 2 de diciembre, 4 de septiembre ... La República 2 Véase Pierre Nora (1984).
66 EL DISCURSO SOCIAL
FUNCIONES DEL DISCURSO SOCIAL 5
7
~' .......
lico). La cosa impresa misma es un instrumento de legitimación en cas feministas o socialistas parecieron afirmar que la "mama ; l"
d 1 d. .s• soc.a
un tiempo en el que los espí:-itus simples creen sin reservas en "lo . e o~ 1scursos sería el elemento esencial en la producción de las
que está escrito en el diario". El poder legitimador del discurso so- identidades de sexo y clase; les asignan una función que no tienen
cial es también la resultante de una infinidad de micropoderes, de en modo alguno (incluso cuando cienos discursos didácticos éti-
"arbitrarios" formales y temáticos. La hegemonía funciona como cos o p~lí:i~os se las atribuyan). Los discursos sociales, más all~ de
censura y autocensura: dice quién puede hablar, de qué y cómo. l.a :nultiphcidad de sus funciones, construyen el mundo social, lo ob-
Roland Barthes lo dijo en su Lección inaugural en el College de ;etzvan y, al permitir comunicar esas representaciones, determinan
France, y sin duda demasiado hiperbólicamente, pero recordando esa buena convivencia lingüística que es el factor esencial de la
con razón que la censura no es interdicción sino, sobre todo, com- co~esión social. Al .hacer esto, rutinizan y naturalizan Jos procesos
pulsión, constricción a hablar según la doxa: "la lengua es, simple- SOC!ales. La doxa sirve para hacer rutinaria la novedad: huelaas
mente, fascista; porque el fascismo no es impedir decir, es obligar obreras, muje_res en bicicleta o suicidios de parejas ... Funcio<::>na
a decir" (Barthes, 1978). Michel Foucault ha sistematizado la refle- co~~ una enzima encargada de fagocitar lo nuevo para hacerlo in-
xión sobre el poder de los discursos, sobre la función de control, lite- t~lig1~le, a~nque sea con la angustia de declararlo patológico. Los
ralmente el rol de "encarcelamiento" del cuérpo y de sus deseos discursos tienen su parte en la sociedad panóptica: vieilar a los
por parte de los discursos del saber y de la auto1idad. Con una es- o~reros (por mie~o a la. locura socialista), a los cole;ales (por
pecie de euforia pesimista, Foucault llegó a ver toda comunicación miedo a la neurosis onanista), a las mujeres (por miedo a los "d _
a 1 " l h. . es
social sólo como un epiciclo de la Máquina del Poder.Jürgen Ha- rr.eg ~s Y a as is tenas emancipatorias). Sin embargo, no debe
bermas, con su modelo "contrafactual" (postulado como quimé- ª.tnbuirse a los discursos toda la magia de la servidumbre volunta-
rico) del diálogo democrático participativo (derecho de todos a na ~de la re.presión so~ial. En sí mismo, ningún discurso es perfor-
entrar en los discursos , discutir sus reglas , dejar que la experiencia ~ativo. El d.iscurso soc1~l actúa, en su coajunto, formando los espí-
práctica regule los discursos), formula una alternativa voluntarista, ritus y desviando la mirada de ciertas "cosas" El d. ·
. iscurso social
con un pesimismo análogo frente a la omnipotencia norrnaliza- siempre está allí, como mediación, interposición de una forma de
dora y controladora de la razón instrumental. Ciertamente, los dis- lo colectivo inerte, en las relaciones entre los humanos. Eso es lo
cursos de control son indispensables para que lo social funcione, que Flaubert quiso mostrar al narrar el primer encuentro de
es decir, para que funcionen la explotación y la dominación. La Em~~ Bovary YLéon en el albergue de la abadía de Yonville: la in-
coerción material más desnuda va acompañada de símbolos, esló- mers10n total de los sentimientos, de las voliciones, de los deseos
ganes y justificaciones. Sin embargo, desde un punto de vista in- en la alienación de la doxa, del cliché y de las "ideas chics". Émil~
verso, los discursos no constituyen la totalidad de la reproducción Durkheim sugería lo mismo al escribir:
social. La sociedad no produce obreros agrícolas, amas de casa, ni si-
quiera pequeños burgueses intelectuales, con palabras y discursos. Digan si no son Édouard Drumont o Paul de Cassaanac
Se trata de rest1icciones económicas y también de semantizaciones quienes hablan por boca de este buen burgués 0 de<:>este
primarias inscritas en el cuerpo del hombre social, que interioriza excelente sacerdote. (Durkheim [1895], 1968: 11)
en habitus, disposiciones y gustos el medio, lo práctico inerte y el
destino "objetivo". Las palabras y los discursos no tienen nada que ~olv~rer_n~s más tarde sobre esta conformación/información del su-
ver en esto, y su eficacia ulte1ior y sus influencias están determina- jeto md1v1dual. Una interpretación radical sostendría que Madame
das por las primeras disposiciones, que hacen que cada discurso ~ovary es solament~ ~na marioneta del discurso social, el loro repe-
encuentre "naturalmente" su destinatario predispuesto. Las críti- tidor de un romanticismo de pacotilla, y que, por otra parte, no po-
68 EL DISCURSO SOCIAL
FUNCIONES DEL DISC U RSO SOCIAL 6
9
dría ser otra cosa, del mismo modo que nosotros no podemos escapar
rales, lo que significa que tiene que ser fecundo. El análisis sistemá-
a ese "poder difractado", ineluctable "y que sólo deja espacio a muta-
tico del discurso social no conduce, por cierto, a ver mutaciones
ciones infinitesimales" (Baudrillard, 1977: 46). De la red de control y
exte~~idas Yfrecuentes: en la innovación hay, sobre todo, variantes
leo-itimación del discurso social (y de su incansable reproducción)
~ , pre~IS!bles, lo viejo/nuevo, la originalidad ostentadora. Las ruptu-
no se sale, repite una corriente de pensadores contemporaneos; los
ras innovadoras se producen, pero son siempre efectos en cadena
contradiscursos, las disidencias, siguen estando penetradas por las
Y probablemente nunca algo propio de un solo momento 0 de un
formas hegemónicas de las que creen ser antagonistas; la libertad de
solo individuo. Sólo se realizan a destiempo, cuando se reinter-
pensamiento es una ilusión sin futuro.
preta un des':"ío ambiguo, se lo transforma y se termina por estable-
Hay, en el pensamiento contemporáneo, una especie de deter- cer un espac10 de credibilidad nuevo.
minismo nihilista para el cual, de lo que se agita [bouge] en la hege-
monía, no resulta otra cosa que hegemonía reforzada. Debemos
entonces hablar de aquello que se agita. De hecho, en el discurso
social hay agitación por todas partes: se distingue, se diferencia, in- SUGERIR Y HACER HACER
venta nuevas combinaciones. Algunos sectores se hunden, a veces
se desmoronan. Hay "pregnancias" que aparecen allí donde había
Los discursos sobre la historia, las historiosofías, las socioa-onías
cha tura y homogeneida'd . Pero si bien existen arreglos frecuentes
las sociomaquias y demagogias diversas, al proporcionar a l~s gru~
y nuevas 'jugadas", casi no se producen rupturas "fecundas", sobre
pos humanos exégesis "totales" de la coyuntura, objetos de vaio ~
todo no en forma repentina ni de manera clara e irrevocable. No
mandatos y esperanzas, contribuyen ampliamente a "hacer la his-
1
podría haber creación crítica ex nihilo. Cuando hablamos de "agita-
toria", haciéndola conocer de un modo determinado. De esta ma-
ción", pensamos en desvíos prometedores y "significativos", es de-
~era, el discurso social puede abordarse como vectorialmente ón-
cir, rupturas cuyo potencial sólo puede mostrarse ex post Jacto. De
tico (rep_r~sentar e identificar), axiológico (valorizar y legitimar)
esto se desprenden muchas preguntas: ¿no hay acaso otras "agita-
Y pragmat1co o proairético (sugerir, producir reacción). En este
ciones" con potencial crítico que se esfuerzan en decirse pero per-
punto Marx está de acuerdo con Aristóteles: la ideología no sólo
manecen imperceptibles porque carecen de posteridad? ¿Hablar
produce re~resentaciones, sino también modelos de prácticas y
de lo que se agita remitiría siempre a una validación histórica, Welt-
comportamientos. La manera en que las dominancias discursivas
geschichte ist Weltgericht? A falta de criterio·, ¿no deberían ponerse en
Y las ideologías operan como "self-Julfilling prophecies", de suerte
el mismo plano las novedades críticas y los delirios de los locos lite-
que_ el fantasma discursivo termina por encarnarse en lo real, ha
rarios y extravagantes, mencionados en 1982 por André Blavier
fascmado a los historiadores, en especial a los del antisemitismo v
(Les fous littéraires)? Tal vez habría que hablar de utopismos para ca-
el fascismo. Una parte de la obra de J.-P. Faye consiste en mostra;·
lificar aquello que emerge pero carece de topos, de una técnica de
cómo la acción se engendra a partir del relato, fenómeno que él
expresión sólida y de credibilidad. En esas condiciones se atribui-
llama "el efecto Mably". Faye no ha dejado de prea-untarse de qué
ría cierta validez al desvío productivo sin referirse a "lo que tiene " d b
maneras ca enas de enunciados y cadenas de acción" se articu-
futuro", porque en el futuro están también "los tiempos desgracia-
lan entre sí, cómo los acontecimientos se derivan de las narracio-
dos", las entropías, los fracasos de lo inaudito. Este desvío debe ser
nes o có1no, retrospectivamente, un relato vuelve "aceptable" un
crítico respecto de un elemento de la hegemonía: no meramente hecho brutal (el asesinato de Matteotti).
Los ~ruditos de 1889 perciben bien, aunque lo expresan en el
discordante, sino discordante de modo preciso, en el lugar co-
rrecto y con potencial en relación con apuestas [enjeux] más gene-
lengu~e de su época, algo que era nuevo para ellos: cómo Ja
FUNCIONES DEL DISCURSO SOCIAL 7l
70 EL DISCURSO SOCIAL

- l 1 publicidad las doctrinas políticas y sociales Varias veces, a lo largo de esta obra, se han encontrado ideologe-
prensa en gene1 a , a ' . , " . . , ,,
producían no sólo creencias y valores, sino tamb1en sugesnon , mas que parecen funcionar como dice el viejo proverbio: "Tanto
"hipnosis" social: se llama al lobo, que al final aparece"; hay suicidios de a dos ,
amantes decadentistas, un "fin de la raza" y ... es Meyerling. "Un
¿Acaso el periodista que dirige la opinión p~blica no pr~- judío del Estado Mayor traicionará a Francia, porque la traición es
or su<Yestión? ¿Acaso su rol no consiste en servir propia de su raza" (es el tema de la obra de G . Corneilhan,jui[s et
ce de P o · d
cada mañana a sus abonados el plato de. un~ sene e opportimistes), y, poco después, se producirá el caso Dreyfus ...
ideas que están preparadas, ideas hechas, cliches que pro-
ducen efectos, que se convierten así en el alimento _nece-
sario para todos los que se nutren de su prosa, que siguen
sus ideas y que, al momento de votar, se orientan en el PRODUCIR LA SOCIEDAD Y SUS IDENTIDADES
sentido que él les marca? Los afiches multicolore~ que se
despliegan en los muros, los prospectos ele todo upo :u~ A fin de cuentas, el discurso social. entraña "un principio de co-
nos anuncian, bajo las formas más cautelosas, los maraVI- munión" (Fossaert) y de buena convivencia. Re-presenta la socie-
llosos productos de tal o cual industria, las.panaceas que dad como unidad, como convivium dóxico al que incluso los en-
curan todos los males,·esos programas admirables de c~n­ frentamientos y los disensos contribuyen. El discurso social y las
didatos dirigidos a sus electores, ¿no son acaso sug~stJo­ grandes "ideologías" que abriga son dispositivos de integración,
nes re p etidas que se dirigen en primer ~t~ga~ a la vista y mientras que la economía, las instituciones y la vida civil separan,
terminan fatalmente por p ene trar el esp1ntu. . dividen, aíslan. El discurso social construye una coexistencia y
Por todas partes se encontrarán las huellas de sug~suo~es también eniaza en un consentimiento mudo a aquellos a quienes
dadas y recibidas, ya se trate de cosas ~ientíficas, hter~nas niega el derecho a la palabra. 4 La lógica de la hegemonía dóxica
y artísticas; en todo campo de la acnvidad humana, siem- es el consenso, e l sentido común, la opinión pública, el espíritu cí-
re hay individualidades más fuertes, un maestro, como se vico. Los grandes ideologemas políticos (el Progreso, la Patria, el
~ice, que tiene ide as propias y que sugestiona a aquellos Enemigo exterior) realizan con estridencia esta unanimidad. El
que no las tienen. La actividad del cerebro _de e_se maes- discurso social produce cierta interpretación común de la coyun-
tro, que tiene una irradiación más potente, ilumm~ la os- tura, le confiere un sentido debatido por los doxógrafos . Crea la
curidad del cerebro de quienes cautiva, y le comurnca sus ilusión de las generaciones literarias o filosóficas. Esta producción
propias vibraciones. Dicen a quienes los escuchan lo que de la sociedad como un todo visible sigue siendo dialécticamente
hay que aceptar o rechazar. Dan el ~ono al car:ipo que compatible con las identidades, las distinciones, las jerarquías, los
ellos han creado y fascinan a sus segmdores. y a~1 hace~ y prestigios que los diferentes discursos legitiman.
deshacen las reputaciones y dirigen a las masas ciegas e in-
conscientes, incapaces de reflexionar.3

4 La función de reagrupamiento del discurso social es particularmente


, b. - l f a obra de G. de
3 Di-. Luys, L' hyfmotisme, 135-6. Vease tam ie1;, a amos . . "bl " de las visible en las periferias, donde pequei1os microconjuntos doctrinarios
Tarde, Les lois de l'imitation (1890). sobre el contagio mVJSI e y des,~ados compensan su carácte r de grupúsculos y su repliegue
ideas y de las opiniones. esotérico con una solidaridad dóxica a toda prueba.
FUNCIONES DEL DISCURSO SOCIAL 73
72 EL DISCURSO SOCIAL
qu~ere ocultar? ¿De qué quiere desviar la mirada? ¿Qué prejuicio
El discurso social está sometido a dos lógicas concomitantes, y he qmere evocar?"
. .(Nietzsche [1881] , 1996) . Algu nos d.inan
' que esto
agrupado las reglas predominantes de esas dos tendencias bajo el es lo e~encial de la opresión hegemónica: sumir todo lo p~sible el
único nombre de hegemonía: una reúne los factores de cohesión, no:h. nzch (Emst Bloch) en lo impensable, lo extravagante, lo qui-
repetición metonímica de recurrencia, cointeligibilidad; la otra, m~nco. ~a hegemonía impone temas y estrategias cognitivas, al
los factores de especialización, disimilación, migración por avata- mismo tiempo que rechaza y escotomiza la emergencia de los
res, distinción gradual, y también confrontaciones reguladas y par- otros. ¡Eso es lo que un lacaniano probablemente llamaría "los
ticularismos. Esta doble lógica no es percibida por quienes sólo encub~imientos ~e l~ experiencia"! Sin embargo, sólo se puede
buscan en la cultura la imposición de una "ideología dominante". enunciar esta tesis dandole un aire finalista que presta a la herre-
, b
Pero pasa todavía más inadvertida si sólo se pretende reconocer la moma una suerte de intención mistificadora y disimuladora. y es
diversidad de las instituciones, la fluidez de los posicionamientos que, retroactivamente, el observador es en principio sorprendido
permitidos, la multiplicidad de los antagonistas. El discurso social por el hecho de que lo que para su generación se ha convertido
de hoy, que se presenta como algo fragmentado, centrífugo, "plura- ~n ~robable ~ _evi~ente parece literalmente inforrnulable para los
lista~', hostil a las ideologías con pretensión explicativa total, pro- mejores espintus de la generación pasada, que ante ciertos pro-
duce claramente esa ilusión de la diversidad innovadora que se blemas dan prueba de una ceguera colectiva que puede parecer
dice "posmoderna"; ese sipriulacro de lo diverso no hace más que ~rotesca. ~l observador queda atrapado aquí en la ilusión de un
disimular mejor su monopolio de representación y de legitima- ~r.ogreso ideológico" cuyos obstáculos objetivos son las ideas re-
ción. Amplía, según la lógica de las "grandes superficies" comer- c~b~das del pas_ado. Estos tabúes universales, por definición no per-
ciales, la variedad seductora de las identidades que existen en el ~1b1d_os, ~an sido distinguidos de los tabúes de alguna manera
mercado. Por lo tanto, hay que decir que la lógica unificadora del oficiales , que un puñado de audaces se empeña en subvertir. Es
discurso social resulta de esa misma diversidad, de ese abigarrado probable que esta misma actividad iconoclasta movilice derna-
tornasol de imágenes y fórmulas. ¡Podríamos aplicar a esta doble siado las energ·ías y oculte a los espíritus subversivos las censu~~as
lógica la divisa de los Estados Unidos: e pluribus unum! n:ás opa_cas. "Con el hecho en bruto, nada se puede hacer", de-
La paradoja fundamental es que el discurso social produce su cian Galileo YBacon: es necesario un lenguaje, una escritura para
cohesión "monopolista" con un solo movimiento en el que selec- pod~r pensarlo: Entre lo que sucede en la sociedad y lo que ella
ciona y, al mismo tiempo, excluye, comenzando por su imposición percibe Y temat1za hay a menudo una gran distancia. Al describir
de la norma lingüística, de la lengua "oficial". Separa a los hom- l~~ años 1880-1900, T. Zeldin constata con razón que "la revolu-
bres según su grado de sofisticación cultural y les procura "identi- C!On tecnológica y las transformaciones de los modos de vida se
dades" cuasi totémicas. Más adelante abordaremos esta función desarrollan sin que ninguna discusión pueda tener 1ugar en e!
iden titaría. seno
, .del proceso democrático" (Zeldin , 1979-1982 , 4·. 11) . ._,e
e: po _
dna establecer una larga lista de esas "cosas" que no han sido di-
chas ni debatidas. En última instancia, el inmenso rumor del dis-
curso social funciona como el organillo que apagaba los c;ritos de
BLOQUEAR LO INDECIBLE Fualdes mientras lo degollaban. Es el manto de Noé, que ~culta la
obscenidad del mundo. .
El conjunto de funciones desempeñadas por el discurso social . Diversos dispositivos de censura contribuyen a esas discordan-
puede ser abordado según su contrapartida negativa; "frente a C1as, en especial la reticencia tan "meritoria" frente a ideas llec;adas
b
todo aquello que el hombre deja ver, se podría preguntar: ¿qué
74 EL DISCURSO SOCIAL

FUNCIONES DEL DISCURSO SOCIAL 75


del extranjero. Pero, con mayor profundidad, se encuentra la axio-
mática misma de la hegemonía discursiva, con los límites de su los poderes coercitivos. Por lo tanto, en el discurso social se identi-
gnoseología y los obstáculos de sus estructuraciones temáúcas. fican las formas "suaves" de la dominación (de las clases, los sexos
los privilegios y los poderes establecidos). Es poco decir que los tex'.
to~ aparec~n "sobre el fondo de la historia"; su misma significación
e influencia son historia. A partir de allí, no se puede disociar lo
UNA PRAGMÁTICA SOCIOHISTÓRICA q~e se dice de la manera en que se lo dice, el lugar desde el que se ¡0
dice, !.os fines ~iversos que persigue, los públicos a los cuales se dirige.
Desde hace unos veinte años reina, al menos en la búsqueda litera- Est~diar los discursos sociales es tratar de conocer las disposiciones
ria, un fetichismo del Texto, una suerte de solipsismo textual: Verba acuvas Y los gustos receptivos frente a esos discursos. Es tratar de
et voces pratereaque nihil. No faltan los sofismas para justificar ese lo- medir la energía invertida, el propósito, y lo que está en juego en
gocentrismo, ese pandiscursivismo, ni para descalificar cualquier cada texto. Por lo tanto, se trata de hablar no solamente de 2Tamá-
voluntad de conocer lo que se pone en juego (no solamente en los ticas, de retóricas, de organizaciones temáticas, sino de evalu:r si es
discursos, sino también en el espacio y el tiempo de las prácticas posible la aceptabilidad de dichos elementos. Esta aceptabilidad co-
materiales y las relaciones sociales) y confrontar los discursos con rresponde en parte a aquello que los viejos retóricos llamaban ¡0
esas materialidades: "el desciframiento de los textos hace surgir "opinable" Yle "verosímil", siempre y cuando concibamos esos esta-
cuestiones que sólo pueden ser resueltas por el análisis de las con- tus pragmáticos como realidades históricas transitorias, producidas
diciones sociales en las cuales han sido producidos e, inversa- en el efecto de masa del discurso social mismo. Por lo tanto, discur-
mente, el análisis de las características sociales de los productores sos Y enunciados tienen una cierta aceptabilidad que conviene des-
y de los lugares de producción introduce permanentemente nue- cribir: eligen un destinatario socialmente identificable, confirman
vas interrogaciones sobre los textos" (Bourdieu, 1976: 10). sus "mentalidades" y sus saberes; lo que se dice en una sociedad no
Sin duda el investigador está en un principio confrontado con sólo tiene sentido (sentido que puede ser objeto de interpretacio-
textos (y con artefactos semióticos). Los formal.is tas concluyen, de nes ~ntagónicas), sino también encantos, una eficacia más que infor-
modo un poco prematuro, que es conveniente encerrarse en la in- mauva o comunicacional (en el sentido de las arrotadas axiomáticas
b '
manencia de las estructuras y de sus "significaciones". El solo he- seudológicas, de "la" comunicación).
cho de haber considerado aquí los textos dentro de la red global La crítica del discurso social engloba entonces la descripción
de su intertextualidad nos aleja de esta ilusión de inmanencia. No - que nosotros hemos intentado llevar a cabo en forma perma-
solamente porque textos y discursos coexisten, interfieren, se po- nente- de los habitus de producción y de consumo lio-ados a tales
sicionan unos en relación con otros y sólo cobran significado en discursos y tales temas, las disposiciones y los gustos :nte el texto
ese contexto, sino también porque una problemática sociohistó- de ~all~rmé como ante el de Franc;:ois Coppée, o la propaganda
rica sólo puede concebir las representaciones que comunican tex- anuclencal de La Lanterne y los panfletos de Drumont. Hablar del
tos si no se disocian los medios semióticos de las funciones desempe- "encanto" de los discursos es tratar de teorizar la intuición de cual-
ñadas: el sentido de un texto es inseparable del hecho de que quier investigador que trabaja con cierta retrospección histórica.
tenga una función social y de que sea el vector de fuerzas sociales. No se le escapa el s.entido ~itera! de los textos, pero sus encantos,
La sociedad funciona "con el discurso", parafraseando a Louis Al- curiosamente, se han evaporado: los "chistes" de los diarios ya no
th usser, un poco como los automóviles funcionan con nafta. El po- hacen reír, mientras que las grandes escenas patéticas del quinto
der de los discursos, mientras opera, permite ahorrar el recurso a acto de los dramas exitosos provocan una sonrisa. Las grandes pa-
rrafadas argumentales de los doctrinarios, de los pensadores y de
76 EL DISCURSO SOCIAL FUNCIONES DEL DISCURSO SOCIAL 77

los fil,)sofos parecen apoyarse en argumentos sofísticos, engañosos; "lectura correcta" requerida por el texto en el momento de su
se aprecia bien la estructura demostrativa que poseen, pero ya no aparición.
convencen. Los pasajes de novelas que se supone pretenden provo- Los discursos exitosos del pasado, de prestigio vulgar o letrado,
car una impresión de realismo audaz sólo dejan ver su trama ideo- hacen pensar que la magia o la creencia perdida para nosotros
lógica y el artificio de sus procedimientos. En otras palabras, con la dejaría al des_nudo la imitación de los rituales. Desde sus prime-
distancia de una o dos generaciones, el discurso social en su con- ros trabajos, Emile Durkheim se muestra fascinado por esta capa-
junto ya no funciona; su eficacia dóxica, estética y ética parece ha- cidad de los discursos del periodismo y de la política para "im-
berse evaporado. El lector actual se percibe como una especie de pregnar un alma", a tal punto que decía que "el lector habitual se
espíritu malintencionado, que no se emociona por lo que se consi- convierte en hombre de su periódico" (Durkheim [ 1895], 1968,
6
dera patético, no se excita con lo que es libertino, no se divierte Il). No hay discurso que no sea enunciado, comunicado y actua-
con lo que tiene por función regocijar. Ese lector percibe con cla- lizado en circunstancias socialmente específicas. No sólo es nece-
ridad que esta pérdida de eficacia perlocutoria no se explica por la sado describir, por un lado, las instituciones, los campos de pro-
inmanencia de un texto o de un pasaje. ducción, los tipos de agentes, y por el otro, públicos, gustos,
Debemos trabajar, entonces, sobre hipótesis que induyan la disposiciones, sujetos que perciben dotados de esas disposiciones
identificación de los tipos ~aciales productores y destinatarios, así diacríticas que permiten hacer distinciones entre maneras de decir
corno las condiciones de lectura y de "felicidad" en el descifra- ligeramente diferentes, artes de hablar distintivos (Bourdieu,
miento pertinente. Se ha recurrido a las nociones de aceptabili- 1982: 15). También hay que tratar de insuflar en la descripción
dad, legitimidad, r:ompetencia (nociones a las que hacía falta resti- de las redes de comunicación la energía que los participantes in-
tuir una dimensión histórica relativista), de interés, gusto, creencia, vierten en ellas, y los placeres y los beneficios de toda clase que
disposición, habitus (nociones éstas que han sido trabajadas socio- obtienen de ellas.
lógicamente), de encanto de los discursos. El encanto es algo dife- Un rasgo fundamental de la pragmática de los discursos socia-
rente de la aceptabilidad y las competencias (de producción y de des- les es la discordancia, la "relación desigual" establecida entre el
ciframiento) que el texto requiere. El ejemplo de los "chistes" es productor y el destinata1io. El dicasterio tiene un estatus, un "de-
el más elocuente. El lector actual percibe con claridad dónde es- recho a la palabra" que no tienen los fieles del catolicismo ro-
taba la gracia, pero él mismo, hoy, no se ríe: los presupuestos de mano. El novelista está muy por encima de un lector o una lec-
esas bromas le parecen demasiado tontos o demasiado odiosos, tora de novelas. El periodista que se ha hecho un nombre se
algo bloquea la estimulación cómica, aunque la capacidad de impone al hombre común. Sin embargo, hay algunos pocos sec-
descifrar su lógica ya no presenta inconvenientes. El encanto dis- tores que funcionan entre pares: el texto médico se dirige en
cursivo puede ser la "resonancia", el "prestigio" tanto como la principio a los médicos (y a los estudiantes de medicina). En las
"emoción"; el encanto de los discursos es inseparable de su valor pequeñas revistas simbolistas hay una fórmula distinta: poetas
-ético, informativo, estético-, fijado en un momento dado en el consagrados ofrecen sus obras a futuros poetas, lectores que espe-
mercado sociodiscursivo. 5 Este valor es, a su vez, inseparable de la ran ser publicados.

5 También hablaremos de la eficacia de un discurso, resignificando de


este modo un viejo término de ·la ideología en cuanto a la naturaleza 6 Y para Bourdieu (1980: 9), el "discurso común, que sólo es bien
de la gracia divina que opera sobre las almas. . comprendido porque dice a su público lo que éste quiere escuchar".
FUNCIONES DEL DISCURSO SOCIAL 79
78 EL DISCURSO SOCIAL

los especuladores a plazo: la novela rusa, el teatro escandinavo, la


La relación destinador/ destinatario está igualmente inscrita en
criminología de Lombroso ... Los textos y las ideologías circulan y
un desfase temporal, en cuanto aparece una lógica de la innova-
se aprecian, del mismo modo que los objetos materiales que les
ción permanente. El lector no siempre está al corriente del último
sirven de soporte, libros y periódicos, se fabrican y se venden en el
"grito'', del último estadio alcanzado por el código genérico.
mercado comercial. El mercado discursivo provee a los ideologe-
Puede pensarse en el caso del aficionado provinciano a la poesía
mas un valor de cambio. Los objetos ideológicos encuentran ni-
que se ha quedado en la época de los parnasianos y se escandaliza
chos ~e difusión y se esfuerzan por captar públicos fieles, cuyas
con las "prosas" de los poetas decadentes. Lo mismo sucede con
necesidades modelan según la naturaleza de la oferta. Contar con
quien presume de tener mentalidad parisina: hay que conocer las
sus aficionados, sus partidarios, sus "fieles lectores" es la exigencia
"palabras" nuevas, la complicidad del Boulevard y, en esos casos,
de toda empresa discursiva.
un atraso de veinticuatro horas en relación con la actualidad en-
El mercado de los discursos no es pues sinónimo del mercado de la
traña descalificación ... La relación destinador /destinatario/ ob-
cosa impresa, aunque ésta pueda dar indicaciones sobre aquél. En ·
jeto es aún más desigual: los locos, los enfermos, las mujeres, los
esta perspectiva los discursos tienen un precio, se demandan, se
niños, los plebeyos y los salvajes son raramente los destinatarios
ofrecen y se intercambian. Aquí es donde se puede hablar de
y nunca los destinadores de los discursos canónicos que disertan
competencias y novedades, de turn-out y de obsolescencia, de ni-
a su costa. Dejaré en un estado de bricolaje empírico los proble-
chos de venta y de engineering aj consent, de durabilidad y de efec-
mas de información y de archivos que comporta la reconstruc-
tos de moda, de cracs y de reposiciones al gusto del momento, de
ción de datos sociológicos, retroactivamente, sobre los escritores,
renovación de los stocks y de ven tas. Economía de las ideas, de los
los diversos públicos y sus gustos. En ese campo, el investigador
temas y de los géneros cuyas exigencias entran en conflicto con el
debe inclinarse por cierto grado de conjetura y conformarse con
principio de preservación de las hegemonías y de control de los lí-
identificaciones a menudo confusas e imprecisas. Los rasgos so-
mites de lo pensable. De allí la formación del compromiso más
ciales de los productores y de sus "competencias" son siempre
clásico de cualquier mercado de consumo moderno: la novedad
más identificables que los públicos y las idiosincrasias de sus gus-
pr~visible, o el arte de hacer algo nuevo con lo viejo. Puesto que
tos e intereses. Por ejemplo, a propósito de quien lee con placer la ideología envejece rápido, la aceleración de los ritmos de mar-
la Revue des Deux Mondes, ¿hasta dónde llegan normalmente sus
keting dóxico es uno de los puntos esenciales de una crítica de la
inclinaciones y sus competencias conexas en política, en litera-
modernidad para la cual Walter Benjamín oficia como referencia
tura, etc.? privilegiada con su concepto de "mercantilización" de la obra de
arte.
Los ritmos de emergencia, de éxitos y obsolescencia de la nove-
dad literaria, filosófica, científica, periodística o política respon-
EL DISCURSO SOCIAL COMO MERCADO
den a reglas específicas y tienen algo esencial para enseñarnos so-
bre el "malestar del discurso social" al que parece responder su
Abordar la pragmática del discurso social en términos de una eco- multiplicación descontrolada. El apetito de la novedad y la in-
nomía de mercado no es algo forzado. Los precios culturales va- fluencia de modas ideológicas entran en conflicto con lo que sa-
rían como en la Bolsa: en 1889, el naturalismo está en baja, la no- bemos de la hegemonía: su función es mantener una estabilidad
vela psicológica está en alza, el drama burgués de Dumas hijo se de lo decible hecha de recetas probadas, que a costa de un reci-
mantiene estable; el boulangismo es especulativo, con altas y ba- claje se puede hacer "durar" todavía un tiempo. Al acelerar y di-
jas, y un crac lo amenaza en octubre. Nuevos valores interesan a
80 EL DISCURSO SOCIAL
FUNCIONES DEL DISCURSO SOCIAL 81

versificar la producción, el discurso social moderno corre el


especial, de aquellas de más alto coeficiente de
riesgo de perder su poder legitimador al infhtjo de la competen- originalidad aparente;
cia, competencia que sólo se daría entre objetos fundamental-
mente parecidos. En el último tercio del siglo XIX se asiste a esta
• sucesión estocástica de las modas (naturalismo,
aceleración, a este rápido desgaste de las fórmulas ideológicas o
decadentismo, stendhalismo, pesimismo, novela rusa,
estéticas; se trata de una aceleración competitiva cuyo carácter tolstoismo, wagnerismo, ocultismo ... );
desestabilizador iba a ser compensado por procesos de recupera-
ción cuya implementación no se ha realizado sin problemas.
• tendencia a la especialización de los ideólogos y a su
El año 1889 es un buen momento para observar este malestar en
acantonamiento tras almenas bien defendidas;
los discursos sociales, puesto que todos los esc1itores, pensadores y
eruditos de moda han padecido colectivamente un crac póstumo
• doble movimiento: búsqueda desenfrenada de la
que ellos mismos ya intuían. Se trata de un efecto de hegemonía:
distinción, producción de ideologías cada vez más
no importa dónde me ubique en la topología, la posteridad nunca
etéreas y, simultáneamente, multiplicación de formas
me dará la razón. Ese quiebre debía reproducirse, ulterionnente,
vulgarizadas, de ersatz susceptibles de ser asimilados con
cada diez años, hundiendo en la nada de lo "ilegible" a legiones de
un bagaje cultural mínimo; aparición en todos los
literntos y filósofos. Mi o~eto no es meditar sobre este sic transit glo-
campos de lo que se lee rápido y de lo que se
ria mundi. Esos quiebres son el síntoma de algo: a partir de ese mo- comprende rápido ( catch-al[);
mento, las ideologías y las estéticas se saben mortales. Los escrito-
res que siguen soñando con dejar una Obra deben avenirse a
• fenómeno de Ja falsa novedad y de la revolución
variaciones dóxicas cuya pertinencia sólo es contingente y momen-
previsible como formaciones de compromiso;
tánea. El éxito mundano es un consuelo: E. de Vogue y Henry Meil-
hac inrrresan a la Academia Francesa el mismo año en que Nietzs-
º • exceso de competencia, en cuyo marco la victoria
che y Van Gogh entran en un asilo de alienados. Se ha demostrado
pertenece al poseedor de una fórmula-tipo más
que la década de 1890 fue testigo de una grave crisis comercial de
hiperbólica: victoria total de Henry Rochefort en la
la edición francesa a la que han correspondido, en el orden simbó-
polémica difamatoria; brillante avance de Joséphin
lico, toda suerte de estrategias de "contención", de renovación, tác-
Péladan en el decadentismo abstruso en el que será
ticas de escándalo y provocación. El escrito-mercadería -sustituto
rápidamente sobrepasado por René Ghil y Gustave
del reino majestuoso de las viejas doctrinas, venerables y sacraliza- Kahn,y
das- hace aparecer en el discurso social leyes cuasi económicas,
procesos que constituyen una especie de avatar del marketing. .. • reciclaje de lo pasado-de-moda dirigido a los
Esas tendencias pueden enumerarse del siguiente modo:
consumidores más desprevenidos (proletarios,
provincianos) . 7
• fuerte competencia en el interior de los campos
discursivos y usurpaciones interdiscursivas crisis de
7 El profesor Josef Schmidt trabaja en una sociología de los géneros
superproducción ideológica; .(para)lneranos en términos de estadios de marketing-. estadio
mn~~ativo, es.tadio_del éxito de venta, "peak" y relanzamiento por la
ad1c10n_ del rlz~tznctwe feature (que puede deberse al paclwgi.ng, el
" obsolescencia rápida de las fórmulas ideológicas y, en embalaje), bap tendencia! y flujo.
FUNCIONES DEL DISCURSO SOCIAL 83
82 EL DISCURSO SOCIAL

Todo el campo político es una máquina de producir identidades


PRODUCCIÓN DE LAS INDIVIDUALIDADES
. que se parecen a clases tribales o totémicas que serían asumidas "li-
y DE LAS IDENTIDADES bremente": bonapartista, legitimista, orleanista, liberal, moderado,
. ial no retendíamos sólo identificar de- oportunista, radical, boulangista, socialista ... En la hegemonía dis-
Al partir del discurso soc ' p l. dos o hechos colectivos; cursiva la sociedad produce "intereses sociales" múltiples y diferen-
es temas rrenera iza
nominadores comun , . t> - .b. - también la producción tes de los intereses "objetivos" de los grupos y de los individuos y,
. d 1 d. curso sooal hace per c1 11
el es tu dio e is . 1. ci· o' n la competencia, el por ende, de su "conciencia posible".
. . . d r d d la especia ¡za ,
social de la md1v1 ua i a , d 1 aducción social de las así Decir que, en su efecto de masa, en la hegemonía que lo orga-
· · lidad· se trata e a pr -
talento y 1a ongrna , ,, . , ""ndividual". Lo que invo- niza o en la dist1ibución de sus formas y de sus públicos, el discurso
. · , "personal y creac10n 1
llamadas opm1on ., d vista clásico de los proce- social mistifica y aliena es acercarse, mediante un juicio de valor in-
, es la invers10n del punto e . .
ca1nos aqm . 1 s escr1"tores o los pubhc1s- mediato, a la función del discurso social en cualquier sociedad
, · -0· l' ucos· no son o
dimientos histonco ia ec .. n los discursos los que los donde existan la explotación y los intereses antagónicos. Pero, para
. h discursos smo que so
tas qmenes acen . , "d d e resulta de su papel en la hablar de funciones alienantes, hay que tratar de decir quién está
hasta en su 1dent1 a , qu .
hacen a e 11os, . . .d . talentos sus disposioones alienado y con respecto a qué (no se podría alienar a todos a la vez
. · Los 1nd 1v1 uos, sus '
escena d iscurs1va. , nónima· son específica- y del mismo modo). Después de haber intentado describir las fun-
. o- tes en una hegemoma a ,
no son cont1n"en . . d ue en otras partes se produ- ciones propias de los discursos en la reproducción social, hay que
mente producidos, del m1sn_i~ mo o q
diversificar las apreciaciones: hombres y mujeres están dispuestos ha-
· lo vulo-ar lo tnv1al. .
cen lo o b vio, " , . 1 l mente produce objetos, cia la doxa, las ideologías y los géneros discursivos de distintas mane-
. 1 d. rso soCia no so a .
Destinatarios: e iscu . d bietos identificándolos ras; el discurso social se organiza para llegar a ellos e involucrarlos
. . destinatanos e esos o J '
sino que instituye . . bién suietos para objetos). de diferente modo, para estimular o para objetivar de manera varia-
'l b" t s para sujetos, sino tam :J
(no so o o ~e o . o cualqu ier otra práctica so- ble sus simbolizaciones primarias. Así, globalmente, para la clase
Al hacerlo, los discursos ~peran ,co_m ue no se instituya sin el dominante, los discursos y las palabras estilizadas son uno de los
ue no existe pracuca q
cial, excepto q . hable de ella legitimándola. medios de esta identidad de clase que pasa por la producción de un
- · to de un discurso que .
acompanam1en .b a producir el sujeto sooa1 "estilo de vida".
de los discursos contn uye , . d"
El mercad o "d " ·ntelectuales y arusucos, is- Sin duda, debemos señalar, con toda la tradición sociológica,
p iedades· ones 1
con todas sus pro . . ustos femeninos, sentido de que los seres humanos en general subestiman las oscuras restric-
. . , " atural" gustos masculmos/g El d.
tmc1on n , . ntido de los valores. .. is- ciones que pesan sobre sus elecciones, sus preferencias, su liber-
f do de los mauces, se ,
la lengua, sen 1 . (· el sentido de la filosofia tad, y por eso somos víctimas de una "ilusión que nos hace creer
. 1 ..- f ·roa" a los sujetos ¡en
curso sooa in- o1 ., . 1 manera en que los informa que hemos elaborado nosotros mismos lo que se nos ha impuesto
, . proporcwn inversa a a .
escolasuca, en . f · ón 1) Las emoc10nes desde afuera" (Durkheim[l895], 1968: 10) . Sin embargo, la pers-
. d d la teoría de la m ormac1 . .
en el sen u o _e . das or diferentes discursos. Quienes se pectiva sociológica no invita a reducir al individuo a una ma1ioneta
identitarias son mfluenoa P . . los f1·ancesesl" podían ex- cuyos hilos movería el discurso social. La hegemonía resultante de
1 f "·Franoa pa1a ·
comnovieron con a rase 1 • l . cord·ar los versos de Albert las numerosas y en parte contradictorias restricciones deja un
moción muy viva a 1e ·
perimentar una e . B - , pudo haber sido un ejem- margen y la posibilidad, al menos, de "dominar la dominación"
. S . e un Maunce arres ,
Samam. ug1ero qu . . ·mbolista. La hegemorna mediante un trabajo crítico. Es verdad que comunicar es actuali-
· 'na la vez patnote1a y s1
plo de esta emocw . _ a (adulto-varón-ins- zar un juego de roles cuya lógica no es percibida en toda su clari-
misma produce globalmente u~ suyto-norm
dad, que lo decible es restringido y preinterpretado. Antes hemos
tn.n. d o-m en talmente sano-frances-etc.).
84 EL DISCURSO SOCIAL

" - . da" en la doxa con sus necesi- 4. Génesis de la modernidad


hablado de Emma Bov~ry, ~ui~~rgis·n embargo los capítulos de
d s y su imaITTnano. i '
dades, sus eseo . "' d 1 también desde otra pers-
. Yonv1lle pue en eerse
los comienzos en d · , de la heroína como Nosotros, que somos modernos, seremos anti-
. 1 acimiento la autopro ucoon
pecuva: son e ~ , d ' d oniada de valores auténticos en guos en algunos siglos .
. eto de una busque a en em , d , LA BRUYERE
SUJ . d d d ,, (Lukács) . Incluso si esta busque a esta
una sociedad egra ª ª · sub-
constituida por un bric~laje de lugares_ cor:ne~np:::t:~::~::s~ove-
. , unto de vista (que es en ngo1
sis te aun un P . " -d d" Quizá solamen te
lesco) en el que Emma manifiesta su ver a . . tiem o las No cambiaremos in extremis de perspectiva para tratar de
en la ficción literaria sea posible mostrar al m1s:no la ~ario­ inscribir el momento sociodiscursivo de 1889 en una continuidad,
"mentiras románticas" en las que el sujeto no es mas ~ue -
para asignarle un lugar en una evolución de las dinámicas hege-
d 1 "verdad novelesca" de la heroma, que tras
neta de la oxa y a e sus deseos son socialmente manipulados mónicas y de la división de los sistemas discursivos que habría
cien de el hecho de ~~ . b l mandato a partir de la lectura atravesado el siglo XIX. Sin embargo, no resistiremos la tentación
· d) D Quuote reo e e ' de exponer algunas hipótesis generales. En el rearmado cons-
(R. Girar . on d b 11 , de asumir el rol de caballero
del fárrago de novelas ~ - ca a ena, l d Mme Cottin de tante y evanescente de las axiomáticas de discurso, de los esque-
M Bovary extrae de la ectura e . '
andante, Y me. d las sentimentales la posibi- mas dominantes, de las ideas de moda, en el "eterno retorno" de
d G r y otras autoras e nove ciertas formas ideológicas que se presentan con nuevos oropeles,
Mme. e en is ., . do or el discurso social, el
lidad de buscar el amor-pasion. Aliena p . d 1 el momento de 1889 presenta una cierta identidad, hecha de la co-
, d l busca su "verdad" contra el orden impuesto e
he roe . e nove a d . po- existencia arbitrada de formas recesivas, dominantes y emergen-
do Quien ve solamente la alienación y los po eres omm l
mun . . . ve esta dialéctica, del mismo modo que aque tes, aunque solamente a posteriori puedan justificarse esas caracte-
tentes e l:::~:~:;qoue las necesidades, búsquedas y rupturas per- rísticas, y con reservas. En una coexistencia sincrónica, aquello
que no q . . d l palabra que "ya" pertenece al pasado y aquello que está lleno de futuro
"11.bres" en el sentido idea1ista e a .
sona1es no son interactúan en el presente en la cacofonía y el compromiso. Por
otro lado, los rasgos de arcaísmo y de innovación "prometedora"
están a menudo presentes en el mismo obJeto. Las rupturas dóxicas,
artísticas, epistemológicas -como ya hemos dicho- nunca son
completas ni adquiridas irrevocablemente. El boulangismo es, a la
vez, una nueva versión del cesarismo y la fo1ma emergente de un
(proto)fascismo, y las diferentes "sectas" socialistas trabajan una
historiosofía y un lenguaje de acción que para ellas tienen futuro,
pero su gran Relato escatológico, argumentado por una "ciencia"
de la evolución social, está en el siglo XIX como pez en el agua.
Toda interpretación del pasado por el futuro consumado escoto-
miza potenciales "ucrónicos" en nombre del error de método que
reduce el sentido de una coyuntura a lo que los azares del futuro
van a preservar y avalar.
GÉNESIS DE LA MODERNIDAD 8?

86 EL DISCURSO SOCIAL
~ible para los sociólogos y los economistas "burgueses"- secruirá

Sin embargo, es posible ver bien instaladas en el régimen de los siendo rechazad~ en su potencial crítico , apto para decon:truir
discursos de 1889 las concreciones, las características generales los relatos expresivos y finalistas, incluyendo el del ma .
gar· del · rxismo vul-
que persistirán como constantes hasta bien entrado el siglo XX, ' mismo .modo que se puede decir, con Patrick Tort ue el
pero que se disuelven en otras lógicas actuales. El discurso social elemento
• ·
propiamente científico de los trabaios ::i
de Darwin . , qera e 1
mejor mstru~ento de deconstrucción de los darwinistas sociales
d~
de 1889 abriga en su seno un vasto dispositivo narrativo-expresivo
las poste:10res antroposociologías y sociobiologías . El ens:
.mc~nsciente, has~a
que procura una hermenéutica global del "mal de la época", una
sociogonía trabajada por la angustia y el resentimiento, produ- miento del del que es bueno recordar ué
cida por un st~eto denegador que extrae su identidad de una punto trabaF ciertos recodos de la filosofía y de la ps· 1 , q
teriores a F d f ico ogia an-
protesta crepuscular ante los procesos de la desterritorialización. reu ' o rece lineamientos de una gnose 1 .-
antaa · d o ogia nueva
Los agentes culturales de 1889 se sienten y se declaran modernos u ºomsta d · -e todas las formas narrativas de l a mtenc10nahdad . . . '
(epíteto "ideológico" por excelencia, vacío de un contenido de- q e· no 1 , epran de obstaculizar su recepción · Del m·s i mo mo o a
d i'
terminado), puesto que a sus ojos la modernidad es el espectá- socio
los he h ogia, por el
· lado de Durkheim y luego de W b
e er, va a pensar . '
culo de una alteridad amenazante, parcialmente ininteligible, a , . c os socia1es despojándose de modelos "morfoló . cos"
lo que algunos se esfuerzan en oponer, resistiéndose a la ansie- etico-voluntaristas, . buscando ' al menos, d esembarazarsegide esay
dad, la defensa de algum1s estabilidades axiológicas; una alteridad pesad a h erencia.
que se trata de conocer; en su perversidad misma, aplicándole a No pretendo esbozar en dos páginas una historia de las ruptu
cualquier precio esquemas gnoseológicos " novelescos", expresi- ras ~crnoseológicas,. fut uras, m· un h.istonal. de los "héroes" del en--
vos y teleológicos, que son los únicos a los que se puede recurrir samiento
torial cntico a
· - lo largo del sialo
0
(h b na
, que prolongar elphis-
ª
. con antiheroes literarios, como Proust Kafk ]
en este caso. Musil ) Sola . ' a, ayee,
La problemática de la desterritorialización y el pathos crepuscu- . . ... . mente qmero lograr que se perciba cómo los dispo
lar siguen siendo los rasgos fundamentales del discurso social en ,
sitivos º
heaemón· icos, d e l os cuales el estado de cosas de 1889 -
solo un mom en to, h an conservado una capacidad inaaotable de es
la cultura francesa durante los dos primeros tercios del siglo XX.
Con sucesivos avatares, se trata de un dispositivo de una gran per- re ·chazo, deb represión, · así como los señuelos de los di·sºc ursas d o-
manencia donde se inscribirán tanto los fascismos como los diver- mmantes,
1 , . analizados
. . hoy en e1 omnipresente
. fárracro narrativo
sos "rearmes morales'', y las provocaciones "perversas" de las letras e ~ctromco, sirven indefinidamente para maltrataºr al
"lºb " D pensa-
y las artes. El pensamiento jerárquico y autoritario, y los mandatos mient o i re . esde ese punto d e vista,
1 · se podría sostener que
cientistas de control social, se incorporan en la hermenéutica an- as promesas . de la "modernidad" no siempre . se han cumplido
siosa de las descomposiciones progresivas del orden simbólico. que e 1 siglo XIX todavía está entre nosotros y mezclando a Ri '
Sin duda, el siglo siguiente no podría ser descrito como un b aud con D onauen · d e Sade, decir a los contemporáneo- ' · "· U m-
f
uerzo más s·
1 qmeren ser absolutamente modernos!" N 1 n es-
· "'·
tiempo que conduce una y otra vez, con avatares que sólo serían solamente de la d d , . · · o se trata
un retorno de lo mismo, a la hegemonía de "fin de siglo" (un fin .- . nove a cnnca que aparece aquí y allá (aun ue
de siglo que habría perdurado durante buena parte del ulterior). sea i:pidamente fagocitada, bastardeada y negada)' y que la h!.e-
Otros dispositivos cognitivos que permanecen en principio subli- ;oma n_º. cesa de contener; es también, sin duda, el racionalis;o
minales, acantonados en las penumbras sectoriales, ya están allí, a . ernocraticod de las Luces ' del que to d o el pensamiento de 1889
resguardo de confrontaciones ideológicas estruendosas y bien va- intenta
, . eshacerse,,' ta rea que 1as l.d eologías tecnocráticas de la "ra-
lidadas en la coyuntura. La dialéctica materialista de Karl Marx zon instrumental retomarán hasta nuestros d1'as con creciente
-reducida al dogmatismo cientista dejules Guesde, y poco inteli-
88 EL DISCURSO SOCIAL

GÉNESIS DE LA MODERNIDAD 89
fi cia. Conclusión desencantada: la modernidad, percibida en
e 1ca b · d e
sus dominantes culturales activas, es el retorno o suna o, aunqu circulan un tiempo, ocupan los espíritus, y sin embargo están des-
metamorfoseado, de las mismas resistencias, con toda sue1~te de tinadas al golpe fatal al cual ya nos refe1imos. "Nosotras, las ideolo-
formaciones de compromiso que neutralizan al no~um fingiendo gías, estéticas, teorías y conjeturas sabemos que de aquí en más so-
darle espacio. El discurso social "moderno" sigu: siendo una ~e­ mos mortales." Los valores dóxicos sólo duran un tiempo porque
negación del mundo moderno, un manto de Noe lleno d_e agi.~e­ conviene que la hegemonía se adapte y que, a la vez, nada cambie.
ros que disimula a cualquier precio la amenazante obscenidad del Nostálgico de las grandes construcciones susceptibles de soste-
mundo tal cual es. · . nerse durante siglos, monumentum aere perennium, el mercado dis-
El año 1889 presenta un orden hegemónico con may~: se~,n­ cursivo utiliza sus innovaciones aparentes cada vez con más rapi-
dad de estabilidad a mediano plazo -por una colaborac1on smer- dez; ya nada "se impone", y todo cansa. En las angustias de 1889,
gica de los diferentes sectores-y mayor homogeneidad ~e la que esta inquietud tiene al menos como característica propia el hecho
nosotros podemos percibir en el mundo actual. Las tens1on~s,_ e~­ de ser perspicaz:
tre las cuales la ostensible disidencia con respecto a la v~ngu.ª'. d1a li-
teraria es un simpie pródromo, van a aumentar. El d1spos1uvo ~e De los miles de libros que saturan el último cuarto de si-
medicalización de la exégesis social, bien sustentado en,:ª heg~mom~ glo, ¿cuáles son los que se leerán otra vez y se reimprimi-
de 1889, no tiene un futuro prometedor, pero otras _autondades rán en 1989?
tecnocráticas serán su relevo. Sin embargo, el trabajo de fuerzas
centrífugas, de disidencias en apariencia autóno~as, va a acen- Félicien Champsaur, autor sin ninguna duda "modernista'', es cer-
tuarse. En la descripción que hemos hecho del ª~º. 1889, apenas tero en sus apreciaciones, y podemos entendernos con él para ad-
pueden percibirse movimientos o alteraciones de logicas, en. ~rden judicarnos a fortiori la misma sospecha. Ésta es, sin duda, una refle-
disperso. La hegemonía les impide alcanzar la m~s.ª, de acrec1on. La xión que el lector desengañado habrá extraído de esta obra. De
sinergia hegemónica tiene un po~er de impos1c10n de~ que sola- aquellos escritores que parecían muy prometedores en 1889 (Paul
mente algunos espíritus malvados escapan, de manera s1,em~re fu- Bourget, Maurice Barres, Paul Adam, Abe! Hermant. .. ), de esos
gaz y parcial. En un futuro será necesario integrar a la maqum~ he- pensadores audaces (Henri Bergson, Gustave Le Bon, E.M. de Va-
O'emónica la ostentación misma del pluralismo, de la ~mdez gue, Charles Secrétan, Georges Sorel. .. ), de esos jóvenes eruditos
;eductora, del "revolucionarismo", para reducir ~~n más los nesgos (Janet, Guyau, Bertillon, la escuela criminológica ... ) y de esos sa-
que hace correr el trabajo subterráneo de las cnucas verdaderas. bios confirmados en su audacia intelectual (por ejemplo, Char-
Es cierto que, hacia 1889, surge al mismo tiempo tod~ ~quello cot), ¿qué queda? La "mortalidad" de los pensamientos, el golpe
contra lo cual los discursos más establecidos deb~n re~1stirse: la póstumo, señala una c~-isis estructural del mercado discursivo, cri-
propaganda obrera, colectivista, anarquista, el nan~~ahsmo b~~­ sis que llega hasta nuestros días. La temática dominante sirve para
langista, así como las literaturas herméticas, los relat!V!s~os y mh1- decir esta crisis y todas las otras, para instaurar las desestabilizacio-
lismos filosóficos, diversas tesis científicas que, aun siendo pro- nes como Relato de la Crisis, para ocultarlas al representarlas, en-
ducto del espíritu positivista-evolucionista, socavan s~, fundame~to. volviéndolas en glosas; ella hace del discurso sobre las crisis un
Es por eso que, con el fin de asegurar su reproducc10n,_la reonen- modo nuevo de regulación cultural, de adaptación parcial, que
tación de su eficacia y el mantenimiento de su monopolio de lo de- toma el lugar de lo que en los viejos regímenes culturales era la
cible, la hegemonía va a funcionar cada vez más con la ob~olescen­ reverencia que se debía a la Tradición y a sus valores.
cia rápida de fórmulas periodísticas, estéticas y eruditas que Hay "cosas" que solamente se inscriben en el discurso social por
síntomas y denegaciones: el fin de los órdenes convalidados por la
GÉNESIS DE LA MODERt'\l!DAD 91

90 EL DISCURSO SOCIAL
hegemonía se realiza otra vez sinérgicamente en los campos dis-
tradición, es decir, por la fidelidad de los vivos hacia los muertos; cursivos legítimos que, por complementariedad, señalan su desti-
el ascenso de los imperialismos, cuyas figuras sustitutivas son el natario elegido como: hombre, adulto, burgués, cultivado y con el
danvinismo social, el "modernismo". El paradigma de la desterri- mandato de meditar sobre el mundo y practicar el cuidado de sí.
torialización, la hermenéutica ansiosa de la decadencia son los El sistema sociodiscursivo contemporáneo, por el predominio
modos de hablar de la "modernidad'', con un lenguaje que es en de las industrias mediáticas, ha engendrado esa "sociedad del va-
todo su contrario, para mantener la ficción de un Sujeto dotado cío'', ese desfile de "simulacros'', esos lenguajes huecos y esa "cul-
de una razón narrativa, expresiva y teleológica, protegida por fe- tura hecha trizas" que es diametralmente opuesta a una forma de
hegemonía como hermenéutica global del mundo y sumisión a
tiches intangibles.
Por otra parte, el fin de siglo había puesto en juego nuevos fe- las Autoridades. La hegemonía contemporánea se instaura en la
tiches, que sustituyeron a los de las religiones en decad~,ncia: la multiplicación de las "anomias", de complicidades grupusculares,
Ciencia, "religión del fu tu ro", y la Patria, objeto de un "culto". A por el desgajamiento de grandes sinergias productivas d~ Weltans-
pesar de los múltiples esfuerzos para asegurar esta sacralizació~, chauung, los grandes dispositivos doctrinarios "solidarios".
esos fetiches ya no suscitarán la estable unanimidad de los antr- Tal vez se diga, a fin de cuentas, que he elegido un año un poco
prematuro. "Ni leídos ni entendidos" en 1889, Marx ha muerto,
guos ídolos.
En los sectores discuqivos "populares'', opera desde hace ya un Nietzsche está loco. Freud, Durkheim, Simmel, Weber, Williamja-
siglo una lógica distinta, la del catch-all transocial qu.e busca pro- mes, Wittgenstein -y esto sin contar a Gide,Jarry, Proust, Pirande-
ducir seaún una dinámica industrial "ciega" (pero bien regulada llo o Joyce- todavía no han llegado. Pienso, por el contrario, que
por ~na ~ógica de la oferta y la demanda, de la rentabilidad ma~e­ las rupturas parciales con las que se relacionan estos nombres sólo
rial y simbólica), denominadores comunes de gustos (ellos mis- cobran sentido en función de la reorientación indefinida de la ló-
mos artificialmente estimulados), de intereses y de valores buenos gica dominante de 1889. Este estudio de un estado del discurso
para el consumidor "medio". La lógica de lo mediático y de _la cul- social, por su carácter sistemático, podrá servir como jalón en una
tura de masas se encuentra en distintos lug·ares: de~de los generas historia de los órdenes discursivos, que por cierto está llena de la- ·
menores de gran difusión (como la "novela judicial") hasta el sen- gunas. Es necesario entonces dejar este trabajo abierto en sus últi-
sacionalismo del nuevo periodismo y la superproducción de nece- mas hipótesis y en las observaciones referidas a las coexistencias,
dades de la canción comercial. Al expandirse, esta lógica realizará las cointeligibilidades, las funciones desempeñadas, sacrificando
la sutura de los sectores "dóxicamente débiles" y absorberá una una reflexión sobre los devenires históricos al examen de esta otra
gran parte de los discursos de la esfera pública. Las indus~rias rr:e- realidad histórica que es la de la comunidad -a la vez opresiva e
diáticas, armonizando de manera progresiva sus producc10nes in- iluso1ia- de aquellos que tienen por tarea pensar y escribir en una
formativas, estéticas y políticas, terminarán por establecer un dis- misma sociedad.
positivo hegemónico propio, técnicamente asegu~ado__por una
eficacia psicagógica óptima, garantizándose Ja dommac1on, de. los
espíritus por medio de una idolatría banalizada. Las hipertecm.cas
contemporáneas de influencia y de persuasión han ap:end1d~
mucho a contrario de Ja fragilidad a mediano plazo y de la mestab1-
lidad de las grandes visiones del mundo de las generaciones bur-
guesas "clásicas'', que funcionaban en base al fetichismo, la angus-
tia, el resentimiento y la denegación sublimadora. En 1889, la
SEGUNDA PARTE

Tres recorridos por la topología global


5. Representar al proletariado:
doctrinas del arte social y prácticas
pictóricas

El objeto de este estudio es exponer una reflexión sobre


la pintura en relación con las exigencias de un "arte social'', que
emanan de los medios socialistas y anarquistas, y que comienzan a
plasmarse en doctrina alrededor de 1880. Formularé aquí comen-
tarios e hipótesis de conjunto, sin poder ilustrarlas (por,catacresis
y en sentido propio) como sería conveniente,

EL ARTE SOCIAL

La cuestión que propongo tiene algo de acto incumplido, de fra-


caso estético y de tesis que han soportado la constante desmen-
tida de la evolución del campo artístico. Se trata del fracaso de
un arte social, que ha "impactado" al o a los modernismos suce-
sivos desde 1880 hasta los años sesenta del siglo pasado. Mi pre-
gunta puede parecer ingenua, en la medida en que la respuesta
parece evidente: todas las escuelas y las fórmulas estéticas moder-
nas -especialmente en el campo al que voy a referirme, el de la
pintura- y todos los logros que el juicio de la posteridad aprecia
en ellas parecen tener como fin inmanente la demostración d el
filisteísmo del proyecto mismo de "arte social", el absurdo de las
críticas formuladas por los intelectuales de partido coritra las ten-
dencias del arte declarado (por ellos) "burgués'', la falsedad de
juicio de sus diatribas, no tanto contra el academicismo ,pompier*

* El arte "pompier"
(cuya traducción literal sería "arte bombero") es
una denominación peyorativa para referirse al academicismo francés
96 EL DISCURSO SOCIAL
REPRESENTAR AL PROLETARIADO: DOCTRINAS DEL ARTE .. . 97

como contra }o que entonces y ahora se legitima como la van- clase revolucionaria y renunciar a crear "para exclusivo provecho
guardia (según dicen, tomada de rehén por 1os "hastiados" y los de algunos privilegiados'', sometidos a sus gustos. 1
"esnobs", halagadora de sus gustos "corruptos" y "decadentes'', Resumo aquí centenares de páginas de tesis recurrentes en los
desprovista "de utilidad social" e inaccesible para las "grandes cuadernillos, las revistas de doctrina y los cursos de las universida-
masas" tanto por las "chinoiseries formales" en las que esta van- des populares. Esta doctrina del arte social se presenta como el
guardia se complacía como por la estrechez de los temas y los programa doble de una especulación. También indica lo que será
motivos representados). el arte después de la Revolución proletaria. Y, del mismo modo, pa-
En un primer momento, la doctrina del arte social se presenta, rece a menudo predecir con enojosa justeza lo que serán, en
en efecto, como una acusación global y a la vez se ofrece como un efecto, los cánones de la estética estalinista del realismo socialista.
simple remedio -como una alternativa a una decadencia y como No es difícil, por ejemplo, encontrar en L'Humanité, desde su
una reconciliación necesaria e inevitable-, reconciliación del arte creación, una crítica de arte que, a menudo acogedora, tolerante
nuevo, del arte que se hace y se hará, y de las "grandes masas", con el impresionismo, sólo profesa una admiración total por po-
proclamadas como ávidas de "gozos estéticos" que el modernismo quísimas obras que anticipan en treinta años la pura legibilidad
formalista les niega, remedio para la neurosis "individualista" del militante del realismo socialista. Veamos un ejemplo en una crí-
arte moderno, "egoísta" y tutelado por los "esnobs'', cerrado a la tica del Salón de los Independientes de 1907, que manifiesta ad-
verdadera modernidad histórica y a "lo universal". Con un mate- miración por la obra de un cierto Roseman, Oiseaux de passage
rialismo excesivo, probablemente deliberado, los socialistas repi- [Aves de paso]:
ten sin cesar que el arte no debe disociarse de las "otras formas"
de la actividad productiva humana, de las otras realizaciones de lo El cuadro representa uno de esos sencillos interiores de
que se caracteriza como el "esfuerzo muscular, nervioso y cere- estudiantes rusos, que abundan en París. En primer
bral" del hombre social; sin duda, el arte está necesariamente con- plano, una joven de ojos pensativos, ftjos en el lejano
dicionado por "la época y el medio social" -lo cual significa que "a sueño de un recuerdo, sostiene entre sus manos
época burguesa, arte burgués", y entonces no hay sorpresa res- L'Humanité, y las noticias que aparecen allí son: lamenta-
pecto del mal camino que tomó la pintura después de 1880-, blemente, malas [ ... ] En segundo plano, un hombre jo-
pero en una época que se juzga igualmente prerrevolucionaria, ven cuya fisonomía se difumina bajo los retratos de Marx
una época de aumento del poder del proletariado consciente y y Gorki lee un diario ruso cuya lectura no es menos des-
organizado, época en la que el artista siente el peso intolerable corazonadora. De esta composición, a la vez sobria y de
del yugo de la explotación burguesa sobre su trabajo, ese artista una intensa emoción, emana una extraordinaria impre-
sólo puede tomar conciencia del hecho de que "la fase capitalista sión de melancolía. 2
de la evolución humana ha desviado al arte de su destino lógico'',
y los mejores artistas solamente podrán sumarse a la causa de la Mi reflexión forma un codicilo, una confirmación ligeramente co-
rrectiva de los análisis esenciales formulados en los trabajos de Ré-

de la segunda mitad del siglo XIX, bajo la influencia de la Academia


de Bellas Artes. La expresión refiere todavía hoy al arte académico
1 Todas las citas fueron tomadas de: "P.G.", Le Socialisme, n º 14, 16 de
oficial y adicto al poder, que, aunque utilice técnicas magistrales, feb1·ern de 1908, p. 2.
resulta a menudo falso y vacío de contenido. [N. de T.] 2 L'Humanité, 15 de abril de 1907, p. 2 ..
g8 EL DISCURSO SOCIAL
REPRESENTAR AL PROLETARIADO: DOCTRINAS DEL ARTE... 99

gine Robin (1936) (y también del notable análisis que hace Paul se imponen en el campo socialista como evidencias. Por otra
Aron [1985] de las relaciones entre socialismo y campo literario parte, ¿"tienen los socialistas el derecho de dejar en manos d el
en Bélgica en esta época de fin de siglo): lo que espontáneamente en~~igo un arma que les pertenece"? 4 Desde el principio, en esta
se in\'entan (entre 1880 y 1900, en Europa) algunos oscuros "cír- retonca el arte es, en efecto, un "arma", una herramienta de la lu-
culos de arte social'', que reunían a artistas menores y militantes cha de clases. El proletariado debe luchar por la justicia y la icrual-
obreros "cerebrales"; lo que será confirmado (con el aplomo de la dad y, al mismo tiempo, debe salvar el arte y devolverlo a su"fün-
evidencia) por las resoluciones de los congresos de los partidos y ción histórica. El arte muere con la burguesía que lo monopoliza:
de los sindicatos preocupados por dedicar un párrafo al "arte una parte se "industrializa" y la otra, de un individualismo mal-
emancipado" y mostrar que el Proletariado tenía reivindicaciones sano, se "acurruca" en los cenáculos. "El arte ha seguido los pasos
en el campo de las "necesidades espirituales", y que este arte ha- de la decadencia de la burguesía'', dirá Plejanov, pero todos los
blaba también en nornbre de los "obreros del espíritu". Todas esas propagandistas del movimiento obrero lo dicen antes que él.
tesis y doctrinas prefiguran, proposición tras proposición, la esté- El socialismo triunfante devolverá entonces al arte su función
tica realista-socialista, ¡incluso con la posibilidad de apelar al social verdadera: "Hasta el momento inútil para la clase obrera,
brazo secular del Estado para obtener la realización de los artistas que lo considera solamente como un argumento de lucha, el arte
mismos! El realismo socialista soviético-estalinista se dedicó sola- se convertirá entonces en uno de sus más grandes recursos. El
mente a recuperar o a f'~tomar tesis y esperanzas que se habían ~te será beneficiado por la Revolución [ ... ]. El talento individua-
desarrollado de manera espontánea a lo largo de la Segunda In- lista desaparecerá.[ ... ]. El arte del futuro será para y por el pue-
ternacional y, sobre todo, en Europa Occidental. 3 blo".5 Por lo tanto, se trata a la vez de concebir un arte que prefi-
La búsqueda de una estética y la esperanza de una producción gure el de la humanidad emancipada, conforme al gusto sano del
literaria y artística confonnes a las exigencias y las presuntas nece- pueblo trabajador, y un arte que, lejos de satisfacer a los "ociosos"
sidades del proletariado consciente y organizado, que marcha ha- sea útil y estimulante en las luchas. Algunos reclamarán entonce~
cia la emancipación y la abolición de la sociedad burguesa capita- exigencias de subordinación directa: un arte que respalde la pro-
lista, como dije, ha comenzado a ocupar a algunos espíritus p~ganda, que muestre y denuncie la explotación, y que tome por
militantes en Francia a fines de los años ochenta del siglo XIX. Así ~eroes a los revolucionarios, los hombres y las mujeres que traba-
oponen, al arte "corrupto" y "decadente" de la burguesía, una po- jan para la emancipación colectiva.
tencial estética del Pueblo, estimulante para la lucha emancipa- Desde 1848, entre las sombrías profecías de los profesionales
dora. Es necesario alejar al arte de las búsquedas "estériles" de los del antisocialismo figuraba en un lugar de privilegio· el argumento
estetas burgueses y restituir lo "bello" y lo "ideal" a los trabajado- de la Muerte del Arte: el colectivismo, si algún día habría de ins-
res desposeídos. Semejante mandato, y eljuicio que condena el taurarse, vería el triunfo del "materialismo más grosero". La tira-
arte "inútil " y "degradado" canonizado por la sociedad burguesa, nía del Estado socialista se extendería fatalmente hasta las con-
ciencias, las ideas y la creación artística, sometidas al control del

3 Todo esto, que comienza a racionalizarse y a pensarse desde 1870, y


de lo cual Plejanov da una versión rusa un poco más tardía, es a lo
que Lukács, durante toda su vida, se esforzará por conferir una 4 "C.B ", Revuerouge, nº 1, 1890.
legitimidad filosófica, de la cual, sin duda, esta doctrina emergente
5 ~bíd.
Hay abundantes ~atos sobre esas doctrinas en el capítulo 14,
estaba totalmente desprovista.
Les Arts et les Lettres ', de mi Utopie collectiviste (1994) .
100 EL DISCURSO SOCIAL
REPRESENTAR AL PROLETARIADO: DOCTRINAS DEL ARTE ... 101
régimen. En todos los teatros se representarían obras que glo1ifi-
caran la revolución social (Richter, 1892: 41). El arte no sería más IJ_1~tido a la explotación patronal, es alienado de su auténtica f
cion. Esto supone que el arte auténtico tiene una m· . , un-
que un monótono instrumento de adoct1inarniento. La propa- esencia se relaciona con la ele . , d . 1s10n, y que su
ganda socialista, al contrario, predecía un "nuevo Renacimiento" d . ccwn e su destmatario· "O 1 b
e arte se dirige al pueblo y a la humanida . . . a o ra
después de la revolución proletaria, la emancipación de las artes y
las letras liberadas del cornercialismo y el avasallamiento del gusto
restringid~ y se.vuelve egoísta" (Lazare, 18~~~ ;~. dmge a una clase
de los esnobs y los hastiados, y libradas al goce estético de las . E.1 arte. part1cu]~'r" es, entonces, una perversiÓn moral esté-
"grandes masas".
tica. se cierra a lo universal" s d a - d
aísla .
" . .
' e e"ra a en un pnv1leo-10" se
!'
y se prostituye en el goce de los "h . d " . o '
Por otra parte, había que convencer a los militantes de que la c d -· astia os , Y disfraza de
"vida superior de la humanidad" no podía ser indiferente a los so- re o estet1co su neurosis narcisista y "omb!iauista" B -
zare afirma en un texto que Proust recordarẠe -o . ~rna~d ~a­
cialistas; perseguir las mejoras materiales era primordial, pero eso
selo, irónicamente, al señor de No . . "P - ' p r par a atnbuir-
no podía ser todo. Los socialistas debían convencerse del "poder escritor no es tocar la flauta b rpo1s. a1a nosotros, el rol del
y de la utilidad suprema del arte, una de las más nobles fuerzas so- bl" . so re una torre mirándose el
igo. El artista no es un solitario ni tiene or ob"ef om-
ciales" (Destree, 1896: 9), y liberar esta fuerza permitiéndole po-
y elarte debe ser social" (Lazare, 1896: 8) PE! ~ . ivo entret~n~r,
nerse al servicio del pueblo. nes que le ofrece el . . . arte, en las cond1c10-
Si bien en los folletos aprobados por los partidos las artes y las le- ., . cap1tahsmo, no aporta nada a] pueblo. "El in-
n_ienso ejercito de trabajadores, fuente de todo b. ,
tras eran proclamadas como emancipadoras por esencia y no c1be del ArtP b . 1enestar, solo re-
- que su venc10na la bu 1 ~ .
como medios de la emancipación obrera, el socialismo mostraba explotadores" (G d. r a poscenor de los
hasta qué punto el arte de la burguesía se había degradado y alie- es desposeído de ::~;ouan, 19_0~). Doble despojo: el proletario
nado. Por otro lado, eso podía explicarse. "Manifestación superior exigencias envilecedor:;~: ~:t1'~~1co y el _artista es sometido a las
del trabajo'', el arte, como el trabajo, se encontraba sometido a "la jouan 1908) Ah b. " urguesia que digiere" (Grand-
ley brutal de la oferta y la demanda". Al igual que el obrero de la ' . ora ien, el arte debe
es de todos"· L'H . , ser para todos puesto que
fábrica, el artista se estancaba "en la disciplina envilecida y esterili- · umanzte encaraa a An 1 F
Revolución la me . , d " . ato e rance, convertido a la
zan te de la prisión intelectual del capitalismo". 6 ¡Obreros y artistas ]etarios tie~en nec:~~~:de: este ax1oz_na en ~~ editorial. g Los pro-
en un mismo combate! Emancipar el arte quería decir favorecer la no 1 d y un sentido estet1cos en cieno modo
exp ota os en los dos a .
eclosión de un arte y una literatura diametralmente opuestos a los q ue u no se 1os representa "Sspectos, sufnmiento y triunfo en los
'
que imponía el gusto burgués. "La fase capitalista ha desviado al d · u naturaleza sana, inaenua está a _
arte de su destino lógico." 7 El socialismo lo devolvería a su rol so- ::da ~ara la com?rensión instintiva de la belleza ~e las ~osas.";
cial al restituirlo al pueblo, al obrero, "privado de su inteligencia y e a perspectiva ncascendente de su misió h. , . "
mente el prolet · d n 1stonca, sola-
de sus esfuerzos, hacia lo bello, hacia lo ideal, hacia el arte". 8 Lo ana o es capaz de capta t d 1
vida'' ( Cabannes, 1908: 1). r o os os matices de la
que resumo es el topos clave de los folletos, que hace ver una dobl,e
desposesión concomitante. el pueblo es despojado del arte, y éste, so-

6 "P.G.", Le Sociaisme, París, 16 de febrero de 1908, p. 2.


7 Ibíd.
8 Le Prolélanal, París, FTST /POSR, 22 de febrero de 1890, p. l.
9 6 de abril de 1908, p. l.
REPRESENTAR AL PROLETARIADO: DOCTRINAS DEL ARTE... 103
102 EL DISCURSO SOCIAL

ple fracaso: l. Fracaso en entender hacia qué o cómo se hacía la


" IAL"
AXIOMÁTICA DE UNA ESTÉTICA SOC evolución del arte "moderno" y la naturaleza de lo que éste hacía
· d en las teorías de y re-presentaba; 2. Fracaso, más concreto, en lograr que los artis-
. tres aspectos to o 1o· que, .
Creo poder re d ucrr a . 1 emana de la ev1- tas de renombre adhirieran no sólo por sus simpatías, sino con sus
. . d la Seaunda Internaciona'
arte social a parur e ol . 1 ta' cti' ca de las amabilidades creaciones, al llamado "arte social", y 3. Fracaso de varios artistas
· d ( no de a s1mp e , ·
ciencia compartl ª Y . .
, . s frente a ciertos artistas simpa
tizantes de las concesio-
,
de grande, mediana y pequeña envergadura, que han intentado
estrategica producir un modernismo "social'', para representar aquello que la
nes a la coyuntura): doctrina les instaba a mostrar en la evidencia de su "significación
'bl 1 " ·g randes masas. No histórica": el proletario, la clase obrera, las masas y el trabajo.
· d d de un arte acces1 e a ª·'
• N eces1 a tenidas en la Me detendré, pues, en este último fracaso. Es interesante, por-
las urandes masas fatigadas, agotadas, ma~ . e
que muestra la separación entre una buena voluntad subjetiva (a
·an~rancia alienadas, sino las masas en s1 m1sm~s, qu
~; Historia,transformará en Proletariad~-e~anc1pado. menudo demostrada) y la dinámica del campo pictórico. Sin em-
bargo, aquí la evidencia era más fuerte y más simple: era necesa-
'dad de un arte de la representac10n. ,
o N eces1 . l (aqm la rio, cualesquiera fueran los medios estéticos, representar la indus-
. , '" usra" y completa de 1o rea
repremseennttaacc1i~: ~ra -a la vez por completo evidente para tria moderna y el proletariado allí donde el arte de los "Salones",
argu . 'd ) tipificado por William Bouguereau, sólo representaba cocottes ves-
. dores y por completo retoro a ,
sus enuncia tidas de odaliscas, orientalismo de la "forma" que disimula el ca-
. , - ni más ni menos que los aspectos
repr_esen~acrodn l " . d moderna" - de la clase obrera, rácter "malsano" del tema, y allí donde el modernismo sólo lo-
sigmficauvos e a v1 a b con graba, como en Degas, representar las bambalinas de la Ópera
del trabajo y de las luchas, y no (se agrega a . ) l
moralidad proletana a cómica o, como en Toulouse-Lautrec, la escena del Moulin Rouge
· smo en un rap to de o las "casas de mala fama" de Montmartre, mientras que habría
entus1a " . ,, los holgazanes y
mera representación de los ocrosos '
sido necesario, repito, representar la fábrica y la mina, el obrero,
las mujeres fáciles. el minero, el trabajo y las "luchas". Las e::.téticas de la representa-
• Necesidad de un arte que ofrezca u~ Sentido que se
ción, a pesar de que el realismo se mezcla cada vez más con lo gro-
. 'b también en una historia onentada a una
mscn ª 1 ncipación y tesco y lo morboso, renuevan sus fórmulas hasta el expresionismo
. , de las contradicciones, a a ema
superac1on fi re entonces el y el dadaísmo "verista" de los años veinte en Alemania, con Otto
la armonía humanas; un arte que pre igu
Dix, Grosz y Beckman . Durante el período que se extiende entre
d . l' . histórica que se cumple fien l"
Presente ' esa ia ectica. . · d la "Lucha ma · el apogeo de la Internacional hasta las postrimerías de la revolu-
concomitancia con la mmmencra e
ción bolchevique abundan las ideologías socialistas, como la de la
. bloque aunque la Hermana Ana,* que reclama, espera y presiente, con entusiasmo
(Estas tres evidencias forman un , '. , .
voluntarista, el inminente advenimiento de un "arte moderno" de
tercera sea la más especulativa y la mas d1fic:l de
veras realista y que "encontraría su inspiración" en la totalidad de
traducir en exigencias estético-doctrinales simples.)
la "vida moderna" que, sin embargo, no se reduce a las bambali-
, en su relación de correlato
Mi reflexión no aborda estasSte~nl~st sino en la dimensión y la
, . ,, 1 Gran Relato ocra is a, .
"log1co con e .d posibles de las doctn- * En el original, "Soeur Anne", que hace referencia a un personaje del
1 f caso en todos los sentl os
naturaleza d e ra . ue éstas existieron. Tri- cuento "Barba Azul", de Charles Perrault. [N. de T.]
nas y las prácticas del arte social, puesto q
104 EL DISCURSO SOCIAL
REPRESENTAR AL PROLETARIADO: DOCTRINAS DEL ARTE ...
105

nas del Moulin Rouge y tampoco se subsume en flores silvestres y pintores~ como Constantin Meunier, era uno de esos raros artistas
crepúsculos sobre los ríos. Esta vida moderna, sostenían, con una que_ h~bian hecho ~xplícita su fideiidad a las ideas revolucionarias).
moderación que parecía surgir del más simple sentido común, S1 bien las doctrinas ~el proleta1iado concentran su decepcio-
implica también fábricas y construcciones, obreros, productores nada esperanza en esos pintores, los artistas, que no se interesan en
explotados y luchadores. El arte "verdadero" debe sugerir una este planteo, expresan su esperanza en una conversión de la mirada
hermenéutica de lo moderno, expresarse en sus "tendencias his- de'. pueblo, conversión que, finalmente, tampoco tuvo lucrar. Vuelvo
tóricas" significativas . Ahora bien, la pintura moderna parecía dis- ª Cltar, a Signac: "Cuando el ojo se eduque, el pueblo ver: otra cosa,
puesta a "representar" casi todo lo que se quería:. una escena de ademas del terna en los cuadros . .. " (en Reberioux, 1985b: 156).
cabaret, bañistas y gente de circo, el Sena y el Mame, las catedra- Ya se sabe lo que sucede entonces, aunque resulte extraño: la
les y el trabajo de la tierra; todo excepto el trabajo industrial, el represent~ción del proletariado industrial ha sido imposible, salvo
cuerpo obrero y el proletariado en marcha. para el artista que aceptó "caer", por ejemplo, en las artes menores
Asistimos entonces, entre 1890 y 1920 (antes del auge del volun- de _la litopraffa Yel afiche. Ese mandato social traicionado por los
tarismo soviético), al desarrollo de doct1inas aprobadas por los doc- artistas (mcluso los de buena voluntad) y esos fracasos a todo ni-
tores ·y los militantes de la socialdemocracia, por los partidos y sin~ vel avalan la ev_idenc_ia de l~s tesis que he señalado más arriba, y
dicatos que, a medida qµe se vuelven más concretos, reciben del cr:o que su ev1denc1a proviene, en cierto modo, de un razona-
canon pictórico en evolución y del circuito restringido del mundo miento ~orzado sobre el optimismo cognitivo e histórico. Si se
artístico continuas y masivas desmentidas, que reprimen rigurosa- llam~ e_v1dente toda proposición que sólo se demuestra por vía
mente esas doctrinas en la alodoxia y profundizan en ellas el error apagog1ca ( · ·, .
, .
propos1c10n cuyo contrano, reconstituido térm·In O
de juicio. De esta manera, crece cada vez más la brecha entre lo que p:r termm~'. sería absu~do, o más bien insoportable para el espíritu),
se crea en la vanguardia y el axioma de los progresistas, según el h ~que p~1 tir de las tesis contrarias a las que he reproducido más
cual el arte moderno sería realista y socialista o no sería nada. arnba, ~es1s ~bsurdas que los socialistas veían, con desolación y dis-
Los socialistas, en el fondo, habían comprendido al pie de la le- gusto, I el_ac10nadas con las tendencias y las realizaciones de las
tra la paradoja de Pascal, que afirma: "¡Cuánta vanidad en la pin- vanguardias "burguesas" desde el impresionismo:
tura que atrae la admiración por su parecido con las cosas cuyos
originales no se admiran!" (Pensamientos). Ellos, que admiraban l. El arte debe ser inaccesible a las masas y desinteresarse
de buena gana el gran productivismo indust1ial, el mundo del tra- de su vida y sus luchas.
bajo y el proletario sudoroso o luchador, reclamaban al pintor 2. El arte no debe representar lo real (o más bien, lo real
moderno al menos "el parecido con las cosas" cuyos originales ad- es obsceno o imposible de conocer, se sustrae tanto a la
miraban. Eran lógicos, y eso los perdió. r:presentación como a la totalización y por ende el arte
La esperanza de ver la eclosión de un modernismo realista y pro- solo puede expresar de manera cada vez más explícita
leta1io se manifiesta en la prensa socialista con la fuerza de las gran- esta sustracción).
des certezas en ese momento crucial del siglo XIX en el que los pin- 3.La historia no tiene sentido ni dirección ni significación
tores de vanguardia renuncian abiertamente a pintar almeas y y, por lo tanto, no hay que buscar un horizonte de
pachás, gente del pueblo, espigadoras o prostitutas, aunque lo ha- rec~~ciliac~ón_ de la estética, de lo cívico y de la ética; la
cen para suprimir el "tema", para proclamar, como un nuevo artí- estet1ca sena siempre el reconocimiento de la
culo estético: "¡El tema no es nada!" (tal como declara Signac en imposibilidad de la idea de sublime comunitario del
una conferencia de 1902, quien, junto con Pissarro y algunos otros sentido común, el reconocimiento de la falta de ~ivismo
REPRESENTAR AL PROLETARIADO : DOCTRINAS DEL ARTE... 107
106 EL DISCURSO SOCIAL

pompierista de los "Salones" y de las "vanas" búsquedas de los es-


y de la amoralidad, ya fuera que este reconocimiento se
tetas descarriados, cerrados a esta realidad histórica, el arte mo-
inscriba en el ethos de la fanfarronería o en el de la
derno iba a evolucionar, debía evolucionar sobre una asíntota:
desesperanza.
siempre más realismo y más representación 'justa" de lo "social".
Remontémonos a 1830, origen de esta perspectiva que no es
Por haber concebido con demasiada claridad este razonamiento,
globalmente falsa en su aspecto retrospectivo, salvo en múltiples
por haber elegido, como es evidente, la rama positiva de la alter-
detalles, como siempre sucede con las evidencias fuertes. En los
nativa formulada y haberse encerrado en ella, por haber juzgado
cuadros de "historia inmediata" de Delacroix y de sus émulos, se
intolerables los términos de este dilema, por haber formulado
pinta al Pueblo, es decir, las clases no aristocráticas, las masas de-
una sospecha reprobadora y radical frente a todas las tendencias del
mocráticas que abarcan a la pequeña burguesía, la juventud de las
arte burgués, desde el academicismo hasta la vanguardia, por ha-
escuelas y las clases "trabajadoras" (La Liberté guidant le peuple [La
ber partido de todas esas "evidencias" es que el llamado "arte so-
Libertad guiando al pueblo], 1831). La burguesía del período
cial" no ha dejado de repetir su fracaso. El germen de ese fracaso
Guizot reconoce en seguida en esta Libertad que guía al pueblo
se aprecia ya en 1880, entre una estética "imposible", según los
no a una burguesía -y con razón- ni a una figura "ideal", sino a
términos de Régine Robín, y ciertas realizaciones "insoportables",
una 'joven del pueblo de carne marchita" (y no, como nosotros
según el calificativo de J.-P. More!.
pensamos hoy, una Mt~er alegórica y desindividuada en medio de
un grupo de hombres vestidos, 10 expresivos y realistas, anticipa-
ción cívico-progresista del contraste buscado y deseado por Manet
en Déjeuner sur l'herbe [Desayuno sobre la hierba]), mientras que la
EVOLUCIÓN DEL REALISMO
prensa de sensibilidad republicana cree ver, en esta escena de ba-
Lejos de postular a priori, y de manera poco inteligente, que la no
nicadas tan alegórica y teatral pintada por Delacroix, la imagen
representación del proletariado estaba inscrita en la lógica del
misma de lo "real", "la escena tal como sucedió". En todo caso, ese
realismo, voy a tratar de seguir la lógica histórica que opera en
este ocultamiento. Alrededor de la no representación del trabajo realismo republicano sintoniza a la perfección con las claras in-
tenciones y funciones de la propaganda cívica, a veces explícita-
"moderno", del proletario explotado o combativo, se desarrollan
mente dirigidas contra los "demócratas socialistas", "rojos" de
en el campo artístico una serie de estrategias que concluyen en un
1848 y sus excesos: se volverá a ver la enorme tela Lamartine reje-
desclasamiento del artista, o en la ftjación de su obra en una temá-
tant le drapeau rouge [Lamartine rechazando la bandera roja] (i.e.,
tica contigua o metonímica.
Ahora bien, una tesis "evolucionista", fundada en una síntesis L'Hotel de ville en frevrier 1848 [Ayuntamiento en febrero de 1848])
probablemente ingenua de las tendencias reconocidas, permitía a de Henri Félix Philippoteaux, expuesta en el Petit Palais.
Si bien Delacroix y Daumier pintan en franca reacción contra la
los socialistas sostener su pronóstico sobre la eclosión fatal de un
arte moderno que iba a ser un "arte social", incluso socialista; su pintura oficial, filistea y banal de la Monarquía de Julio, es Dau-
expectativa puede reducirse a una extrapolación sobre el vector mier quien va a inscribir en su obra un contraste, en el interior
Delacroix - Courbet - XXX: realismo romántico-republicano
de Delacroix, realismo popular y partidario de la Comuna de
Courbet y, tercera etapa anunciada (y plenitud), realismo proleta- 10 Véase también en Delacroix la mujer del pecho desnudo como
rio, correspondiente a la fase de completo desarrollo del movi- alegoría de lucha, La Crece sur les ruines de 1wi,solonghi [Grecia
expiran te entre las ruinas de Missolonghi]. 1829.
miento obrero. Por lo tanto, a pesar de la decadencia académica y
108 EL DISCURSO SOCIAL REPRESENTAR AL PROLETARIADO: DOCTRINAS DEL ARTE . .. 109

del pueblo indivisible de antaño, entre las fealdades de la burgue- un realismo chocante". El criterio del realismo no es exactamente
sía y las miserias del "pueblo", es decir, aquello que no es todavía el encuentro de una temática y una técnica, sino un efecto prag-
proletariado sino pueblo y gente simple (véase Le wagon de 111"'" mático, un efecto de shock. El realismo se evidencia y se demuestra
classe [El vagón de tercera clase], 1862, en el Museo de Ottawa) y, por la indignación que suscita en los bienpensantes y la gente de
a veces, los miserables, las clases miserables, en el límite entre las "buen gusto"; es demasiado verdadero como para no ser algo inso-
clases trabajadoras y las clases peligrosas. portable para los filisteos . El topos periodístico recurrente pro-
Entre 1830 (con Courbet, Millet y los otros realistas) hasta el clama que se está "espiritualmente" asqueado: ¡Es suficiente con
nacimiento de la Tercera República, entre la novedad y la audacia ver lo real en la calle sin necesidad de reproducirlo en el Arte!12
pictórica y la verdad cívica e histórica -que se está revelando-, la Y, por cierto, tanto Courbet como Millet se convierten en pinto-
conexión se mantiene en apariencia constante. En otras palabras, res "de la historia contemporánea" (como proclama el primero):
la izquierda lee con satisfacción, a lo largo del siglo XIX, una con- brutales, duros, crueles en su verismo, y a veces incluso vulgares
comitancia y una cointeligibilidad de la audacia política (abundan- por la exactitud que buscaban, desdeñosos de las idealizaciones y
temente probada y confirmada por el odio estético-social cuya crí- convenciones (en el sentido de la composición "armoniosa"), evo-
tica a Luis Felipe y luego a Napoleón persigue a los llamados cadores de los clásicos, chocantes, en todo caso, en relación con un
realistas) y la innovación estética: ha existido un realismo republi- estado restringido de tolerancia del gusto oficial o dominante, estado
cano y "popular" que "se, mantuvo" en posición de vanguardia que ellos conocían y del cual se burlaban. (La lección será reto-
hasta 1870 -si bien nunca hubo, como habría sido lógico, un rea- mada en ese punto por los expresionistas de fines del siglo XIX o
lismo "socialista" ulterior, la convergencia entre la evolución esté- por los modernistas rusos de los años veinte del siglo pasado.)
tica y la evolución llamada social se desvaneció con el tiempo- y Constatando la legitimidad de todo esto, los socialistas doctrina-
que constituye el objeto de este estudio. rios concluirán, con bastante simpleza, que el indignado horror
La palabra "realismo" aparece hacia 1830 en la crítica parisina de los burgueses del Segundo Imperio por el llamado realismo ga-
para calificar el estilo de Delacroix, y se ftja, o vuelve a ftjarse, ha- rantizaba para siempre el carácter subversivo - en la forma y en el
cia 1850 para especificar el estilo de Courbet (por ejemplo, con el fondo- de ese estilo pictórico. Para los socialistas, Delacroix y
escándalo, en el Salón de 1851, de L'Enterrement a Ornans [El en- Courbet son la prueba retroactiva y el argumento decisivo de lo
tierro en Ornans], tela que no muestra en modo alguno al prole- que debía suceder, porque ofrecen dos realizaciones satisfactorias
tariado, sino a la pequeña y mediana burguesía "tan fea como la sucesivas del "realismo" de su tiempo: satisfactorias para quien
naturaleza'', mal vestida y banal, de la Francia rural, como señala, postula que el arte debe tener por objetivo la verdad cívica.
asombrada, la prensa) y para aplicarse a Millet y a su realismo Sin embargo, he de expresar las reservas y salvedades que sus-
campesino, y esa palabra se cargará más tarde de sentidos diversos cita el detalle de esta perspectiva histórica. Los realistas de los
y referencias heterogéneas. años 1850-1860 siguen sin pintar a la clase obrera; pintan algo que
El calificativo de realismo fue en un principio, según creo, un forma un objeto temático metonímico, contiguo: pintan, según
término para la polémica, una forma de desaprobación necia con creo, lo que habría que designar como los oficios: tejedores, criba-
respecto a Courbet, 11 junto al adjetivo de rigor de los críticos: "de dores, marineros, carniceros, lavanderas, vendedores de mercado,
mineros, estibadores ... , con todo el trabajo de bosquejos al aire li-

11 Antes de convertirse en el título reivindicado del Manifiesto de


Courbet para su exposición privada de 1855. 12 L'!lluslralion, XVII, 1851, p. 72 sobre Courbet.
11 O EL DISCURSO SOCIAL REPRESENTAR AL PROLETARI ADO: DOCTRINAS DEL ARTE... 111

bre y de elaboración en el taller que este tipo de temática re- Desde Millet hasta Gauguin y Pissarro, lo que persiste en la pin-
quiere. En este punto hay que volver a ver esas obras, que están re- tura de circuito restringido (contra cualquier desmentida socioló-
producidas en todas partes: Les Scieurs de long [Aserradores] de Mi- gica Y contra el propio discurso de los publicistas establecidos, al
llet o Les Niariniers [Los Marineros] de Corman, o más tarde -en menos desde 1840, sobre la deserción de la vida en el campo) es
1895- los muy minuciosos y tan típicos Livreurs de farine [Vendedo- el imaginario rural lírico. Esta persistencia denegadora, que sólo
res de harina] de Carrier-Belleuse. A menudo, el realismo de los quebrará el primer expresionismo alemán, hace que existan en la
oficios no tiene reparos, es un arte de pura exactitud, que no su- pintura francesa hasta principios de este siglo centenares de espi-
giere ni intención de sentidos: podemos pensar aquí en Frotteurs gadores y herreros, vendimiadores, carpinteros y pastoras, que
de parquet [Los reparadores de parqué] de Caillebotte, en el Mu- ocupan el lugar que habría pertenecido al proletariado industrial.
seo de Orsay. La pintura francesa, desde el academismo (pero en lo que dire-
¿Qué oficios agregaría a esta lista? Si se observa bien, se trata de mos más adelante sobre el academismo también hay sorpresas . .. )
oficios de antaño, es decir, de representaciones nostálgicas de un trabajo an- hasta la vanguardia, pinta a menudo el trabajo, pero se trata del
tiguo y de las viejas formas del esfuerzo: el modelo son los célebres Cas- trabajo rural, con su aura naturalista. El pintor se atribuye como
seurs de pierre [Picadores de piedra] de Courbet (obra destruida "gran tema" los trabajos agrícolas (al respecto, recomiendo ver un
junto con el Museo de Dresde, que la albergaba). De perfil, un viejo cuadro de 1874, de Léon Lhermitte, típico y grandioso, La Mois-
en una postura rígida, y también un joven ... El arte de Courbet, en son [La cosecha]: al final de la tarde, en Beauce, en un campo de
el arcaísmo de sus temas, logra hacer ver, al menos aquí, sin pathos ni trigo, cuatro campesinas, cada una con su hoz, agotadas por el ca-
anécdota, el trabajo alienado y su perpetuación a través de las gene- lor y el cansancio).
raciones. (Pero Courbet no aclara que su arte está ligado a intencio- Y antes de Lhermitte, podemos citar a Rosa Bonheur -son co-
nes de crítica social y que el propio término "realismo", que él rei- nocidas sus obras típicas: aire puro y vibrante, yugos de bueyes y
vindicó, sirve en el fondo para negar esta evidencia.) campesinos- y, por supuesto, a Millet y aJules Breton, con su fa-
Ésta es, entonces, la gran objeción a la tesis que hace de Cour- mosa obra Le rappel des glaneuses [El llamado de las espigadoras] ,
bet el precursor de un realismo conforme a las expectativas de de 1859.
una modernidad militante: el trabajo pintado por él - y por todos También debemos señalar, en la segunda mitad d el siglo, b
sus contemporáneos, llamados realistas sin excepción- es siempre existencia de otro caso de no realismo por nostalgia -una verda-
un trabajo preindustrial. Eso justificará más tarde,. en la lógica de dera escuela, constituida por pintores sin voluntad de crítica so-
los socialistas, el siguiente y "lógico" reclamo: "señores pintores, cial-: el realismo bretón, realismo poco ofensivo para la crítica
¡hagan otro esfuerzo -a pesar del gran talento de Courbet y de tradicionalista (mencionaremos aquí a Alfred Guillou, Le retour du
otros-, puesto que vuestro realismo puede reflejar plenamente el pardon de Sainte-Anne de Fouesnant [El regreso del perdón ele
mundo moderno!". "Historia contemporánea", decía Courbet al Sainte-Anne de Fouesnant], de 1880, o Les Joueurs de boul,e, environs
hablar de su arte ... Pero no es así, no en verdad, e incluso no en de Concarneau [Los jugadores de bochas, alrededores de Concar-
absoluto: realismo preindustrial, rural-campesino-naturalista, to- neau], de Th. Deyrolle) (Ritzenthaler, 1987).
davía alejado de la ciudad y de las industrias que habían nacido Durante la primera mitad del siglo no se pinta al obrero mo-
con el siglo. (Es recomendable ver también la obra de realismo derno, pero no por delicadeza ante el horror de la explotación.
agrícola y rural, contemporánea de la de Courbet, dejules Breton La pintura de la miseria y de la extrema indigencia se difundió a
-Bénédiction des bles en Artois [Bendición del trigo en Artois], por lo largo del siglo y con escenas en verdad horribles; por ejemplo,
ejemplo-.) La famine en lrlande [La hambruna en Irlanda], de George Frede-
REPRESENTAR AL PROLETARIADO: DOCTRINAS DEL ARTE ... 113
l l 2 EL DISCURSO SOCIAL

rik Watts (1849), o la lúgubre Famille indigente [Familia indigente] Es sin duda contra esta etnografía de la alienación urbana que
de Bouguereau, de 1865. Por otra parte, la temática de la indigen- Ford Maddox Brown pintará, con un espíritu de armoniosa idea-
cia continúa en el arte expresivo de relativo prestigio de fines de lización racional, su famosa composición Work.
sido incluso en la obra pictórica de Raffaelli, Tattegrain o Stein-
"' '
len, que abordaremos más adelante.

ACADEMICISMO POMPIER Y "CUESTIÓN SOCIAL"

Si se quisiera encontrar una pintura sociológico-dramática, pero


EN INGLATERRA: EL REALISMO VICTORIANO
precisa y exacta, "informada", de la plaza de Greve* y de otros mo-
En el mismo período de mediados de siglo, en Inglaterra nace lo mentos críticos de lucha social de los últimos años del siofo
1:l
XIX '
que puede llamarse un realismo victoriano, que exalta de manera concomitante con la formación y el progreso de los partidos obre-
explícita el punto de vista de clase que es inseparable de su punto ros, habría que buscar -y podría hacerse una hermosa exposición
de vista estético. El período verista de la Inglaterra victoriana se en el Museo de Orsay, puesto que todas esas telas existen ... y fue-
había entusiasmado con la pintura de las masas abigarradas de las ron adquiridas por el Estado y las grandes ciudades- entre los más
grandes estaciones de treri.es londinenses y del correo, transfor- modernos de aquellos que la vanguardia había llamado pompiers.
mando al artista en un etnógrafo urbano, un fisonomista de la vesti- Estos artistas, aunque a menudo este dato se olvida, no pintaron
menta, los habitusy los rostros de todas las clases reunidas y "seria- la guerra del fuego o las orgías de Sardanápalo; muchos sentían
das", desde el telegrafista hasta el gentleman sumamente elegante, un deber de crónica, de tipicidad histórica que englobaba lo con-
desde la gran dama hasta la costurera (Cowling, 1989). Este pinto- temporáneo cuando podía ofrecer, como hacía tan generosa-
resco contraste de los rasgos elegantes y de los estigmas de las cla- mente el pasado (incluso hasta la prehistoria), un "bello tema",
ses bajas era lo contrario a aquello que desde el punto de vista so- del cual se podía extraer el máximo de significación patética,
cialista se quería adoptar para una estética social: sólo existía en acompañado (como exigencia técnica) de la necesidad, para el ar-
esta pintura un voyeurismo de diletantes aplicado a la realidad so- tista, de armonizar los planos, equilibrar las masas, contrastar los
cial (combinado con el sadismo del aficionado a las mujeres, in- colores y hacer circular la luz.
cluso las incontables 'jóvenes mendigas"). Ahora bien, una huelga en Creusot** ofrecía en potencia todo
El realismo victoriano inglés es, por lo tanto, un realismo, a me- eso ... ¡del mismo modo que el bautismo de Clodoveo o un mer-
nudo ciertamente urbano, de etnografía multiclases: recomiendo cado d e esclavos en Arabia! Ver a los pompiers (o a los que hoy se
ver la célebre obra de G. E. Hicks, General Post Office, de 1860, o R.ail- considera, demasiado sistemáticamente, como tales) como neo-
way Station, de W. P. Frith, de 1862 -quien también pintó el famoso clásicos o neo bárbaros.o erótico-perversos polimorfos es una gran
Derby Day en 1858-: una multitud de usuarios caminan entrecruzán- injusticia. El arte pompier ha representado abundantemente al
dose, pero cada uno se concentra en sus asuntos. Allí las clases bajas
13
se reconocen por el prognatismo y la estructura occipital maciza.

* Se refiere a los acontecimientos de la caída de Napoleón III y de la


Comuna de París. [N. de T.]
13 Véase el es tupendo estudio de Mary Cowling (1989) sobre esta pin- ** Comuna de la región de Borgoña, en el departamento de Saona y
Loira. [N. de T.]
tura inglesa de mediados del siglo XIX.
114 EL DISCURSO SOCIAL
REPRESENTAR AL PROLETARIADO: DOCTRI NAS DEL ARTE... i 15

obrero, y no sólo como elemento alegórico-laborioso de compo-


hijo en primer plano, sobre un fondo de banderas rojas, y un ho-
siciones académicas para los grandes salones de las prefecturas. Yo
rizonte con un sol que atraviesa las nubes y el humo de las chime-
diría que es más bie~ lo contrario. Desde siempre, l~ propagand_a neas.14
socialista había denunciado el filisteísmo de esta pmtura acade-
mica del Trabajo: el trabajo mostrado como comunión naturalista
y como puro idilio (el estilo de Rosa Bonheur hacia 1~50) y el tra-
bajo como noble sufrimiento épico: estas dos categonas de sobre-
LOS IMPRESIONISTAS Y LA ANARQ.UÍA
significación "burguesa" patética que conforman toda el aura del
trabajo pintado por cierto arte~pompier tardío no revelan en
Pero ¿qué sucedía por el lado de la vanguardia, es decir, en esa
modo alguno al proletariado .. . Ni la "Gloria al trabajo" del en-
época, los impresionistas? ¿Qué lógica preside su alejamiento
cargo oficial de las Prefecturas republicanas, ni lo pintoresco de
respecto de los temas "sociales" y de la clase trabajadora? U na
las "Costumbres de los suburbios" de ciertos pintores menores
(como Raffaelli), ni lo que iba a constituir la est~tica cubista d: táctica de aceptar ciertas pérdidas con el fin de salvar lo que
creen importante se instala entre los impresionistas, aunque al-
bulones y viguetas, ninguno de estos objetos paroales o perverti-
gunos fueran -vigorosamente- partidarios de la anarquía. Las
dos podía ser considerado como el anuncio de un realismo del
cosas podrían resumirse así: eran puramente impresionistas en
proletariado.
la pintura (que es lo que cuenta), pero eran anarquistas y revo-
Pero, por otra parte, es justo afirmar que los verdaderos y decla-
lucionarios, como deseaba el camaradaJean Grave,* ... en la lito-
rados artistas socializan tes, desde 1880 y hasta 1914, fueron pmto- grafía.
res considerados pompiers, es decir, pintores de mediana reputa-
Conscientemente o no, se dedican al arte en su obra pictórica
oon pompierista, con una técnica minuciosa y académic.a:
y a la crítica social anarquista cuando practican artes "menores":
"Representan con respeto [ ... ] el coraje en la huelga, el trabajo
dibujo (lápiz o pluma) y litografía. Esto es lo que constata Jl;lade-
en la fábrica" (Bouguereau, 1984: 34). Y el presentador de la ex-
leine Reberioux (l985b: 14), sin sacar mayores conclusiones. "Dos
posición Bouguereau,jurado del Salón durante la Tercera Rep~­
modos de expresión plástica'', uno mayor, el otro menor; dos vi-
blica, lejos de censurarlos, admira con una gran "amplitud de mi-
siones del mundo, la visión crítico-política reservada al arte me-
ras" La Greve des mineurs [La huelga de los mineros], de Rol!, La
nor. .. Los "camaradas impresionistas" -cuya amistad invoca jean
Greve du Creusot [La huelga en Creusot], de Jules Adler, la proce-
Grave-, Luce, Signac y Pissarro en primer lugar, dan un mensaje
sión de los Mineurs [Mineros], de Laurens. Lo que llama la aten-
de compromiso en el fondo enigmático y decepcionante. En Paro-
ción a los integrantes de los jurados con respecto a los pintores
les d'un révolté (París, 1885) , Kropotkine había hecho un llamado
pompiers de fines del siglo XIX es el muy sugestivo erotismo qu~
a los pintores y los escultores presentándoles el anarquismo revo-
emana, por ejemplo, de la languidez de Rolla, el cuadro de Henn
lucionario como algo conforme a su "verdadera misión" y a los
Gervex, quien sin embargo termina siendo miembro del Instituto.
propios "intereses del arte" (Reberioux, 1985 b: 66). Muchos im-
El Estado, consciente de la "cuestión social" y dando pruebas de
su amplitud de miras, compra sin pestañear todas esas telas real~s­
tas socializantes. Ahora bien, al menos en alguna de ellas estan
presentes todos los elementos de la visión socialista del mundo. El
14 Existe otro "realismo", que florece desde el Imperio hasta la
caso que me parece más representativo es Greve a Saint-Ouen [~a República: el realismo militar de Detaille y Meissonnier, donde se
huelga en Saint-Ouen], de P. De lance: una mujer con su pequeno plasma hasta el detalle más insignificante.
* Activista del movimiento anarquista en Francia. [N. de T.]
REPRESENTAR AL PROLETARIADO: DOCTRINAS DEL ARTE ... . 117 r
l 1 5 EL DISCURSO SOCIAL
\

El mismo Signac escribe, en 1902, lo que se decía desde hacía


· · t s habían raptado el mensaje, pero a su manera ... Entre
pres1oms a ~ d tiempo en los talleres: "Un tema no es nada o, al menos, es sola-
1885 y 191 o dan (en el sen ti do propio del verbo) al buen.~ e
mente una de las partes de la obra de arte, pero no es más impor-
Grave y a sus Temps nouveaux muchos dibujos de rebehon Y
ean
Jodio .. tante que los otros elementos como el color, el dib1uo y la compo-
social, pero no le ofrecen, ni a él ni al mov1m1ento a_nar-
sición" (citado en Reberioux, 1985b: 156). La tesis sostenida aquí
. t su obra esencial. Producen al margen de esta obra una ima-
qms a, , . · d ya está, en el fondo, alineada con lo que sucede en el impresio-
· ri'a revolucionaria de propaganda explicita y denuncia ora.
gme d 1 1 " nismo tardío puesto que allí. .. ¡la figura humana desaparece!
Ése es su aporte, sin duda una suerte de "suplemento e ama
Por lo demás, la prensa socialista, c1iticando los Salones y las ex-
militante. . posiciones de pintura, debe aprobar calurosamente algunas telas
Aunque se podría invertir la perspectiva, y lo hago sm dudar:
que parecen aproximarse a lo que ella espera, aunque a menudo
los artistas no hacen una obra litográfica para poner su_ talento al
esa aprobación sólo se sostenga en un malentendido. Los críticos
servicio de la anarquía, ¡sino que probablemente trabajan de ma-
de arte militantes aprueban, por ejemplo, a esos impresionistas,
nera vigorosa y comprometida los temas de propaganda para pro-
no muy numerosos, que eligen a veces un tema ligado al mundo
bar la técnica litográfica! industrial: fábricas que funcionan a gas, depósitos, estaciones de
Por otra parte, al ponerse al servicio de Temps nouveaux, anar-
clasificación ... No ven, o fingen no ver, que esos tres "temas" tie-
quistas y no anarquistas de L' Humanité socialista se ahorran l~ ta-
nen algo en común: no la lucha de clases, sino el vapor, los efectos
rea, decididamente imposible, de tener que representa_r al. P1 ole-
tariado obrero: lo que representan -véanse los d1bUJ~S de
de bruma, de nubes, de fanales y de contraluz que ahogan el pai-
. es por una parte el burgués satisfecho y repulsivo, y, saje, y los proletarios que, por casualidad, se encuentran en medio
P issarro- , ' .. del desorden, en las formas borrosas e indecisas. Véanse L' usine a
por otra, el necesitado, el harapiento, el vag~bundo, e; obrero Itl-
gaz a Courcelle [La usina a gas de Courcelle], de J. E. Delahaye
nerante, el ferroviario, el miserable, el margmal (segun la_ expre-
sión de z0 d' A.xa) . El proletariado es evitado y, una vez mas, se lo (1884), y The Docks of Cardiff, de Lionel Walden (1894), que figu-
ran en todas las monografías sobre la representación del trabajo,
sustituye por la figura del miserable. . .
En lo que constituye una excepción absoluta, S1gnac pmta en pero donde el trabajo y los trabajadores se pierden justamente en
1894 una famosa tela, Les Démolisseurs [Los demoledores], una un difuminado brumoso y en lo indiscernible ...
gran pintura puntillista que representa expr~sar:ien~e a un prole-
tariado portador de un mensaje revolucionano hmp1do, p_ero esta
tela es única en su obra, y toda la evolución ulterior de S1gnac lo
. 15 UN PINTOR SOCIALISTA: MAXIMILIEN LUCE
muestra lejos de ese intento.
El caso _d e Maximilien Luce, entre todos los pintores que recuerda
la poste1idad, merece ser examinado desde la perspectiva que pre-
15 Me gustaría mencionar aquí el muy extraño, ú_nico e inspirado sento. Luce había participado en la fundación del Club de Arte So-
· cuadro de J. E. Laboureur (de principios del siglo XIX), Per~o~nage cial junto a Adolphe Tabarant y Léon Cladel en 1889. Es un buen
assis devant un paysage cl'v.sine [Personaje sentado ante un paisaje de
ejemplo de la imposibilidad para un "verdadero pintor" de pintar
fábrica], que pone de manifiesto un curioso anarquismo
antiindustrial: un único personaje de espaldas, con sombrero Y (tal como esperaba vanamente la Henriana Ana) aquello que el
abri"o sentado en la cima de una colina, co11 un paisaje en "veduta" arte social postulaba. Luce es el único pintor de esta época que si-
de u~;s veinte chimeneas y edificios industriales que llega hasta el
gue siendo catalogado como un pintor bastante bueno, que se
horizonte, bañado en un sol velado.
REPRESENTAR AL PROLETARIADO: DOCTRINAS DEL ARTE... 119
i 18 EL DISCURSO SOCIAL

dición pictórica como Bélgica haya engendrado algunos pintores


ubica en el circuito restringido y que se vio a sí mismo oficialmente
~stéticamente innovadores que, a la vez, responden a las expecta-
como socialista y fue reconocido como tal. uvas de los socialistas indica, en todo caso, que no es posible a con-
Ahora bien, ¿qué pinta Luce, además de cuatro mil telas? Mues-
trario "explicar", por una evolución estética fatal, el hecho de sos-
tra (y sólo muestra) la ciudad en construcción. Sus únicos objetos
layar la industria y el proletario.
pictóricos son la excavación, los andamios y la maquinaria; y en el
Constantin Meunier, admirador y continuador de Millet, reem-
medio de esos panoramas obsesivos de ciudades en
plaza, de alguna manera, al campesino de este último por el
(de/re)construcción se ven las siluetas de los proletarios ... ¡que
obrero. También admira a Rodin (Meunier comienza su propia
sólo parecen estar allí para que se pueda apreciar la .esca!~ de .la
obra escultórica en 1885) , pero se dedica con más resolución y ex-
composición! Esas siluetas no permiten descifrar habitus, m e_sug-
clusividad a la apoteosis del trabajo industrial. Prodttjo una obra
mas, ni historicidad, ni reivindicaciones. En Luce, el proletanado
inmensa, muy reconocida en su tiempo, cuya inspiración parece
sufre, pero está totalmente detrás del objeto de su penas, la perma-
adaptarse sin esfuerzo a la idea de arte social, obra en intertexto o
nente obra en construcción de la cual el pintor nunca mostrará la
en intersemiosis con el naturalismo belga, el de Camille Lemon-
culminación ni el progreso. El de Luce es un mundo productivista-
nier en Happe-Chair, Un Male, etc. Meunier pinta sobre todo las mi-
. constructivista, imagen o reflejo de la doctrina predominante de la
nas (de Lieja y del sobreindustrializado Hainaut), con tonalidades
Secrunda Internacional. Algo se construye pero ni los agentes ni el
b oscuras y afiebradas (fuego, humo, carbón, efectos de luz y de con-
resultado son visibles. ··· traluz), y a los mineros, pero también a los martilladores, los obre-
Luce nunca pinta muchedumbres, ni masas, ni momentos de
ros metalúrgicos; cuerpos encadenados al trabajo, poderosos y
luchas; nunca pinta lo que se denomina "lo social" como acti-
quebrados, miserables y resueltos representan la ambivalencia de
vismo y sublevación. Su gran tema anticipa, en el fondo, el de los
una clase que la propaganda socialista debía representar como su-
años treinta: los constructores. Este artista prefigura, en varios as-
friente, militante y triunfante a la vez. El desgaste del trabajador,
pectos , la pintura de grandes masas de los soviéticos y el .futuris~o
en efecto, ha mutado en Meunier en un objeto estético y herme-
italiano. En Francia, su posteridad, combinada con la mfluencia
néutico (véase, por ejemplo, Femme du peuple [Mttjer de pueblo],
del constructivismo flotante de la Neue Sa.chlichkeit, son André
que alabó Lucien Descaves) (véase Reberioux, 1985a: 14).
Lhote 16 y Fen1and Léger. Los literatos socialistas de la época aplauden esta pintura, en la
cual se reconocen y reconocen su ideal, una obra que revela a los
ojos de todos, según Eugene Demolder ( 1901 : 9), "la gran alma del
proletariado, oscura como una fragua, angustian te como un volcán,
CONSTANTIN MEUNIER Y LOS PINTORES REALISTAS BELGAS
con cuyos fuegos ha modelado sus estatuas". La pintura de Meunier
está habitada por "un pueblo formidable y oscuro que parece ves-
Finalmente, en lo que respecta a la Europa de fines del siglo XIX,
tido de carbón y humo, que parece poseer un alma de tinieblas y al
sólo en Bélgica existe un arte social producido por varias figuras
que grandes fuegos de cólera, en los días de rebelión, iluminan con
de primera línea, un realismo que figura y problematiza al traba-
la inmediatez de golpes de grisú" (véase Reberioux, 1985a: 14).
jador industrial y sus luchas. El hecho de que un país de larga tra-
En estas palabras -que se repiten en todas las monografías con-
sagradas a Constantin Meunier- se reconoce el tipo de legi,bilidad
expresiva que los literatos de principios de ese siglo esperaban de
la pintura. Una especie de nacionalismo belga fundado y justifi-
16 Véase , de Lhote, Caz [Gas] (óleo, tres paneles, 1937).
120 EL DISCURSO SOCIAL REPRESENTAR AL PROLETARIADO: DOCTRINAS DEL ARTE... 121

cado en la estética hace de Meunier la culminación de un rea- sea consciente o desafortunadamente, una estrategia de autodeva-
lismo nacional acorde con las evoluciones históricas: los primiti- luación de su producción en un rango de arte menor.
vos flamencos pintaron a los humildes, Teniers pintó a la gente Detengámonos en este arte menor del dibujo y del grabado
tosca, Breughel a los lisiados y miserables, Frans Hals pintó retra- que se puso al servicio del socialismo revolucionario. Notemos
tos de harapientos, y así llegamos a Meunier, que sobrepasó a los que con Willette, Forain y Poulbot, el dibujo de sátira social de fi-
campesinos y artesanos preindustriales de Courbet, de Millet Yde nes de siglo no apoya en absoluto a la izquierda en Francia. Los
sus émulos belgas. "Meunier glorificó al Proletario actual caracte- tres artistas citados se identifican con la extrema derecha, por su
rizándolo, a la vez, corno humilde y enérgico [ .. . ] e imprimió a postura personal, y también por la inspiración y la temática (anti-
esos esclavos la belleza de los gladiadores." (Demolder, 1901: 9) semitas en los tres casos). Lo mismo sucede en el caso de Caran
Meunier no ha sido el único que jugó el papel de garante belga D'Ache.
del modernismo social y proletario: mencionaremos también aJo- Pero también han existido, en la extrema izquierda de la
seph y Alfred Stevens, la pintura de mensaje explícito de Charles prensa satírica, que alberga muchos talentos a principios de siglo,
Hermans (Á. l'aube[Al alba], 1875), ysobre todo laobradeEugene los artistas de L'assiette au beurre, entre los que se encuentran Stein-
Laermans -de una factura muy personal, que anuncia el expresio- len, Delannoi, Grandjouan -de los cuales hablaremos- y donde
nismo y la Neue Sachlichkeit con su intemporalidad, su luminosidad debutanJuan Gris, Kupka yVillon, que ocupan un lugar esencial
lunar, su simplismo místico y su aura unheimlich-: Un Soir de greve, Le de creatividad -subestimado en Francia-, de reorientación de la
drapeu rouge [Una noche de huelga, La bandera roja], de 1893, Les inspiración modernista, partiendo de las formas llamadas meno-
politiques du village, Les Émigrants [Los políticos del pueblo, Los emi- res y propagandísticas, inspiración que aprovecharán muchísimo,
grantes], de 1894. 17 Con su gran originalidad de colores, su pintura por ejemplo, el arte alemán y el ruso, pero que no resultará pro-
de Flandes, sus pueblos y sus angustian tes suburbios, sus multitudes vechosa para el modernismo francés, que desde 1900 da la es-
harapientas y extraviadas, Laerrnans inventa un estilo original que, palda a los temas de la amargura y la denuncia.
en el fondo, cuestiona extrañamente la concordancia entre repre- Verdaderos inventores del arte del afiche y, a partir de ahí, de
sentación de las masas obreras y p1imado del realismo heroico pos- una estética de la ciudad, Steinlen y Grandjouan son, para Fran-
tulada como un axioma por la doctrina. A la vez lunar y reticente, cia, los únicos que pueden ser llamados artistas comprometidos,
errante y enigmático ... ¡no se puede decir, en verdad, que la clase al servicio de los diarios de partidos y sindicatos, al servicio, en sín-
de proletariado alucinado representado por el pintor se encamine tesis, de la Revolución.
hacia la conciencia de partido y la organización colectivista! Obra menor por la fuerza del campo sociológico del arte y no
obstante llena de fuerza y de innovación, la producción de Stein-
len también es una reinvención del trabajo con tinta y mina de
plomo, la elección de un arte nuevo en simbiosis con el perio-
LITOGRAFÍA Y GRABADO DE LUCHAS SOCIALES dismo, desde la información general hasta la propaganda y la
"canción social" . 18
Al contrario, los raros artistas jóvenes que hacia 1890 van a organi-
zar su obra sobre una temática realista de crítica social eligen, ya

18 Steinlen ilustra las recopilaciones de Aristide Bruant, Dans la rue [En


17 Todas estas obras están en el Museo de Bellas Artes de Bruselas. la calle], etc.
12 2 EL DISCURSO SOCIAL REPRESENTAR AL PROLETARIADO: DOCTRINAS DEL ARTE ... 123

Sin embargo, puesto que mi tesis en este ensayo consiste en cesas (Kathe Kollwitz , pintora de aguafuertes berlinesa del 1900
mostrar una tarea imposible, se podía, hacia 1900, tener cierta re- y, seguramente, Grosz y los expresionistas dadaístas de los año~
ticencia militante frente al mundo obrero mostrado por Steinlen. veinte de la Alemania de Weimar le deben mucho), estuvo ex-
Podemos recordar algunos de sus grabados de huelgas, con sus presa Y directamente al servicio de las organizaciones revoluciona-
obreros de rostros juveniles y duros, de perfil, con bigotes, cami- rias. Grandjouan publicará más de dos mil dibujos y litografías en-
sas de trabajo, cinturones de franela, amplios pantalones de pana, tre 1900 Y 1914. Los procedimientos de provocación formal
zapatones, cabellos tupidos y miradas sombrías. Steinlen es dema- pue.stos en marcha por él serán simplemente exasperados-si puedo
siado etnógrafo, incluso en su pintura de las luchas sociales, y decirlo- por el expresionismo antiburgués, antimilitar y antior-
cuando observa a los huelguistas los ve y los representa, muy so- den moral de los años veinte alemanes. Su arte no sólo es vio-
ciológicamente, más a menudo en el café que frente a la gendar- lento, sino que Grandjouan concibe la función y el efecto del arte
mería o en la fábrica; el huelguista, con la gorra en la cabeza, el c~mo un llamado permanente a la violencia, y presenta una esté-
bigote largo, el cigarrillo en la comisura de los labios, hablando, tica de la violencia en simbiosis con los temas del herveísmo y del
ligeramente iluminado y con gesto épico. Esta ''verdad" de pinto- anarco-sindicalismo.
resquismo etnográfico y un poco burlón no es agradable para las
efusiones militantes.
En resumen, Steinlen há .pintado o dibujado a los proletarios,
¡no al proletariado consciente y organizado! 19 ITALIA, ALEMANIA
Además, ese proletario se convierte a menudo en miserable, en
carne de cañón, de trabajo y de placer, según la tríada expresiva Tal vez la pintura francesa -al igual que la inglesa- es el sector na-
de la propaganda cara al Pere Peinard (de Pouget), a La Voix du cion_al menos propicio de la evolución modernista -habría que
peuple, a La Guerre sociale y otros órganos del sindicalismo revolu- avenguar por qué- para identificar algunas obras de valor que se
cionario y el antimilitarismo. Steinlen se corresponde bastante en aproximen a la desiderata del Arte Social. Sin embaro-o en Italia
las artes plásticas con la poesía de los pobres y de los menesterosos en Alemania, Yen especial en Rusia, los intentos de arte "' ' social su-'
de Richepin o de Jehan Rictus. fren rápida_1~e~te la interferencia de una evolución sui generis que
Saca lo mejor de su estética de la violencia social. Por un lado, en se puede d1v1d1r en etapas: expresionismo de Die Brücke 1905 fu-
una poderosa amalgama, los militares, los guardianes, los sacerdo- turismo de Marinetti y otros, alrededor de 1907, prim;ras o~ras
tes, los proxenetas, los jueces, los notables, los accionistas de abstractas de V. Kandinsky, alrededor de 1910, y "suprematismo"
bolsa, los gendarmes, los patrones, los detractores de la cultura, abstracto de Malevitch a partir de 1915.
los padres de niños mártires; por el otro, las víctimas (en tanto Mencionemos algunos nombres y algunos hechos. Entre 1900 y
ellas son mucho más explotadas que los revoltosos, en el presidio, 1914, e~ Italia, ~arra representa la vida urbana industrial y a los
en un burdel y en la fábrica) . pr~letanos perdidos entre los reflejos rojizos y las sombras, en un
Jules Grandjouan (Nantes, 1875-1968), cuya influencia inme- estilo futurista, con masas oscuras y confusas y humo. Pero lo
diata y cuya posteridad, como mencioné más arriba, no son fran- cierto es que Carra pondrá su pincel al servicio del realismo fas-
cista después ~e la primera guerra. Es por todos conocida -puesto
que Bertolucc1 la muestra en una secuencia central de su filme
19 Steinlen ha litografiado con precisión el proletariado industrial: Novecentrr- la manifestación de obreros agrícolas pintada por Giu-
véanse sus Clwrpenliers de fer [Herreros]. seppe Pelliza da Volpedo , Il Quarto Stato, de 1901, que es para Ita-
REPRESENTAR AL PROLETARIADO: DOCTRINAS DEL ARTE ... 125
l 24 EL DISCURSO SOCIAL

lía un raro ejemplo de pintura cercana a los cánones del arte so- Neue Sachlichkeit, oponiendo a lo anterior un arte sereno de lo
cial.20 E. Longoni, expresionista de la luz y del color, representa fluctuante, lo contemplativo, lo idílico, lo que está fuera de
austosamente a la multitud que manifiesta, y es común ver repro- lo real. 22
º
ducida su tela de 1891, L'oratore dello sciopero.
Italia demuestra, según creo, que la reafirmación tardía por
parte de los grupos de artistas del realismo como un "orden clá-
sico nuevo" es acompañada por un apoyo político que nada tiene LOOKING FORWARD: LOS AÑOS TREINTA

de socialista. El realismo se combina con "el patriotismo pictó-


rico", y ésa será la doctrina del Novecento de 1922, estética que se No me extenderé más allá de los años veinte o treinta. A pesar de
adaptará bien al· fascismo. Todo esto produce famosas obras Léger, de Boutet de Monvel o de Gromaire, las perspectivas del
épico-viriles en contrapicado: el Duce, la Gioventu fascista, atletas arte social emparentado con la exigencia de un realismo del
musculosos, madres fecundas y campesinas que siembran trigo. mundo contemporáneo (que nunca acabaron de imponerse) des-
Mencionaré rápidamente el caso de Alemania, cuya evolución aparecen de toda la problemática de vanguardia en los años
no es comparable a la de Italia, pero a la que, mutatis mutandis, se treinta, mientras que exactamente en esa época, la prensa cultu-
le puede aplicar lo esencial de mi tesis. Hacia 1900, Edvard ral comunista se compromete a fondo con tesis que existían desde
Munch, cuyo nombre podría invocarse para objetar mis teorías, 1890, y niega de modo brutal (no puede hacer otra cosa) todo
muestra muchos más asalariados miserables, vagabundos y miem- aquello que marca la evolución estética de Europa desde princi-
bros del Lumpenproletariat que proletarios. Los primeros expresio- pios de siglo, reinstaurando dogmáticamente las exigencias de
nistas berlineses (Kathe Kollwitz, H. Baluschek) ven la ciudad, y realismo y preguntando, con aplomo doctrinario, "¿Hacia dónde
más aún los suburbios, reparan en los rostros pálidos, y muestran va la pintura?".23
mal a la clase obrera tal y como la concebía la doctrina socia- Cuando no condenan en bloque, los comunistas desarrollan la
lista. 21 hipótesis de las dos vanguardias, dos "progresismos" pictó1icos
Un pathos del horror social total, del agobio de la fealdad rei- que compiten por el título de vanguardia auténtica, sin ver que,
nante se pone en evidencia en el expresionismo alemán, que hi- de hecho, la existencia de una de las dos se funda sólo en su vo-
perboliza el brutal dadaísmo verista de la posguerra (Otto Dix, luntarismo:
Grosz, Max Beckrnan) con rostros descompuestos, inválidos redu-
cidos a la mendicidad, mujeres de desocupados, prostitutas en de- por una parte, los artistas, preocupados por un cierto
cadencia, y especuladores de la guerra con monóculos y nucas ra- realismo de expresión, y para quienes la Revolución es
padas. Contra esa patética desolación social y contra el hecho un tema, seleccionan motivos y buscan alcanzar la emo-
mismo de un arte de interpelación (que se convierte verdadera- ción eligiendo obras violentamente dramáticas [Ray-
mente en algo de mal gusto) se desarrolla, a partir de 1923, la mond Coignat las aprueba]. Por otra parte, los creado-
res poco preocupados por esa cuestión. (Coignat, 1934)

20 Es el cuadro que se reproduce en los afiches del filme Novecento.


21 Véase /Víujeres proletarias, de Hans Baluschek: salida de una fábrica, 22 La influencia de De Chirico en esta reacción "metafísica" es evidente.
rostros pálidos y miradas fijas, enfrentadas al espectador. 23 Véase la encuesta en Commune ( 1935: 21 y 22), que lleva ese título.
REPRESENTAR AL PROLETARIADO: DOCTRINAS DEL ARTE ... 127
126 EL DISCURSO SOCIAL

Los pocos pintores que participan en este debate sostienen sobre puro y simple oxímoron, se vuelve evidente (y así se ha razonado
el "tema" -sobre su carácter secundario o carente de importan- desde hace un siglo) el hecho de que no era posible proponer
cia, sobre el hecho de que eso, retomando las tesis de Signac de otra lógica y otra perspectiva, si bien se podían matizar y diluir los
1902, no les importa esencialmente- algunas ideas que son total- Grandes Principios. 24
mente incomprensibles para los doctrinarios comunistas, Y que Cuando Apollinaire alaba la obra de De Chirico en el Salón de
les provocan consternación y les demuestran que la mayoría de 1912, lo hace siguiendo una lógica de "progreso " estético y una
los artistas necesitan reeducación social y, de hecho, se trata de definición de lo "moderno" que ha dejado de ser cointeligible
artistas que ellos tratan con paciencia de corregir en un diálogo con los entusiasmos de Proudhon cuando alababa la obra de
de sordos integral. Cuando Raoul Dufy es entrevistado por los co- Courbet en 1855. La evolución de la pintura innovadora, puesto
munistas, dice lo siguiente, que puede provocar indignación o que hubo una evolución, se produjo entre esos dos momentos
-1855 y 1912- según la lógica del avance permanente, lógica de la
consternación:
imposibilidad sucesiva de "continuar" lo que hacían los predece-
La influencia de lo social sobre la inspiración. Cero. sores, lógica que es ininteligible para cualquier crítico decidido a
reclamar a la pintura de cualquier época una legibilidad social y
[Pero, ¿y el hitlerismo?]
Si yo estuviera en prisión, sería un pintor de prisiones. Si el esfuerzo por mantenerse dentro de ella. Los ambientes de la
fuera alemán y hubieta tenido que pintar el triunfo del vanguardia legitiman desde hace un siglo su búsqueda innova-
hitlerismo, lo haría como otros antes han pintado sin fe dora con un "hay que salir de ... ". Salir, según sea el momento, de
sobre temas religiosos. ( Coignat, 1934: 251) la naturaleza muerta, salir del desnudo, salir de la reminiscencia
neoclásica, salir del retrato, salir del paisaje ... Salir, finalmente, de
Por fortuna, el campo de la revolución disponía de dos o tres ar- la representación.
tistas -nunca de más- que dicen lo que se quiere escuchar. Es el Sin embargo, estas "salidas" fueron falsos mutis de comedia y fal-
caso de Gromaire, que afirma sin ambages: sos alejamientos: Picasso vuelve al desnudo con L es Baif;neuses [Las
bañistas] en 1921, Derain vuelve a la naturaleza muerta desde
Decir que el tema carece de importancia equivale a decir 1910, la Neue Sachlichkeit y el Novecento se reconcilian ostentosa-
que el arte es un juego, un divertimento para los espíri- mente con reminiscencias clásicas, y Derain y Juan Gris vuelven al
tus delicados. Siempre pensé que en esta postura había retrato alrededor de 1920 ... En la búsqueda aporética de una pin-
una renuncia bastante vil y que, siendo el verdadero tura "que nació sin madre", que nada debería al pasado, ni a Le
tema del arte el hombre en el universo, habría que tener Nain ni a Ingres ni a Cóurbet, se ven constantes retornos a un arte
la necedad de un esnob para ver en ello un juego. (cit. que tiene una deuda ostensible (y a veces paródica) con un pa~
en Fauchereau, 1987: 266) sado reinventado y reconstituido, desde los prerrafaelitas hasta los
posmodernos.
Gromaire expresa, para satisfacer al Partido Comunista Francés Y
también para legitimar su propia manera de proceder, la eviden-
cia de la cual yo mismo he partido, y que he definido como una
24 En la misma época, por otra parte, la extrema derech a (véanse los
tesis cuyo contrario es indefendible. Esta evidencia permanece in- numer~sos panfletos de Camille Maucl a ir) denuncia la vanguardia y
mutable desde 1880 hasta 1940, y también más tarde. Desde el las tekne modernistas en bloque, es decir, en su jerga: "el arte de
momento en que se considera que el sintagma arte social no es un metecos y judíos".
128 EL DISCURSO SOCIAL

Para resumir, los mismos artistas que se convirtieron expresa- 6. Gnosis, milenarismo
mente a las causas del arte social y, antes, a la escuela realista, ter- e ideologías modernas
minaron siempre pintando otra cosa, no lo social: otra clase (la de
los campesinos, el Lumpen y el proletariado bajo, el miserable, el
pobre) de objetos metonímicos, el desorden de las construccio-
nes, el brumoso paisaje industrial, y escondieron al obrero detrás
de transposiciones alegóricas (el Esfuerzo, el Trabajo) o, como hi-
cieron Pissarro y Signac luego de algunos intentos de pintar algo
parecido a la clase obrera revolucionaria, terminaron por renun-
Consagro el presente estudio a una tradición bien iden-
ciar a la preeminencia del tema "realista".
tificada dei::tro del vasto conjunto polémico que atraviesa el siglo
Lo que es cierto es que todo el arte, "realista" o no, moderno
XX sobre el reciclaje del hecho religioso en la modernidad política.
(después de Courbet y hasta la actualidad) está signado por la im-
Este movimiento abarca una reflexión sobre el desarrollo de las fi-
posibilidad de conciliar el arte con alguna aserción de verdad cívica
losofías de la historia desde Condorcet y sobre los movimientos de
e histórica: 25 la imposibilidad para el arte moderno de representar
masas de los siglos XIX y XX. También pone en el centro de la ca-
el "mundo moderno" tal como el capitalismo lo hizo a su imagen.
racterización de la modernidad occidental dos conceptos que
La evolución histórica, después de Hegel y su Estética, ha decidido
provienen de la historia religiosa y se consideran reveladores de la
que el goce estético estaría legitimado y satisfecho en la medida
esencia disimulada del espíritu político moderno: las nociones re-
en que fuera necesariamente antisocial, incívico y amoral.
lacionadas de gnosis y milenarismo.
Todo esto, producto del dilema de base, puede conducir a una
El siglo XX, que según los buenos espíritus racionalistas del si-
especie de confirmación invertida y perversa del simplista deter-
glo XIX iba a ver "el fin de las religiones", habría sido, de hecho,
minismo marxista. Baudrillard y otros antidoctrinarios posmoder-
esencialmente religioso y mentiroso consigo mismo al negar con
nos no han cesado de formular esta perversa antítesis, negando
énfasis en el campo de los progresistas (¡aunque menos en el de
siempre su alcance. Si la historia es un torbellino en el que la hu-
los fascistas!) su religiosidad. . A partir de ahí, habría sido un sia-Io
o
manidad y el sentido del mundo se pierden incesantemente, si no
de catástrofes humanas, masacres y carnicerías, guerras y genoci-
"hay un salvador supremo" ni reconciliación posible, entonces las
dios, porque fue un siglo de religiones nuevas confrontadas, en-
realizaciones del arte moderno y sus etapas contrapuestas "refle-
jan" muy adecuadamente esta única verdad del mundo, esta im- carnizadas en su destrucción recíproca, así como en la destruc-
ción del mundo anterior. De modo que la "sacralización de lo
posibilidad de conciliar sen ti do y valores.
político", el concepto de "religiones políticas", se transforma para
algunos en un instrumento explicativo de los horrores del siglo
pasado. Las religiones políticas (roja, negra o parda) habrían
sido, como en otros tiempos las religiones reveladas, portadoras
de fanatismos y odios que fueron responsables de masacres y crí-
menes cometidos, como siempre, en nombre del Soberano Bien.

25 Esto es especialmente evidente no tanto en la literatura, que siempre


se ha manejado con astucia en ese terreno, sino en las artes plásticas,
cuyo valor fija la historia del arte.
i 30 EL DISCURSO SOCIAL

GNOSIS, MILENARISMO E IDEOLOGÍAS MODERNAS i3 i


ERIC VOEGELIN Y LA GNOSIS MODERNA
logías bolchevique y nazi, esencialmente parecidas, son análogas a
E ne· "Y''oegelin es el autor de una obra de filosofía política que "la más antigua religión política", aquella "religión intrarnun-
• , 1
comprende treinta y cuatro volúmenes pu~licados en mg1e.s, dana" del culto al Sol inventada e impuesta a los egipcios por
2
obra traducida sólo en parte y ampliamente ignorada por los ~n­ Amenofis N-Akenatón. Las ideologías de masas, socialistas y anti-
vestigadores de lengua francesa, si bien los estudios y coloqu~os socialistas (que el converso al catolicismo Waldemar Gurian había
sobre el pensamiento de Voegelin se cuentan por ~ecenas en m- confundido, ocho años antes, e n el neologismo común de "religio-
glés y en alemán. El trabajo que este pensador h~ depdo sobre lo.s nes totalitaiias"), son consideradas por Voegelin un retomo inopi-
conceptos de religión política y luego (un camb10 de conceptuali- nado a las religiones antiguas en las que el Príncipe es un dios y
zación decisivo para él) de gnosis sólo conforma una parte d~ su donde religión y poder se encuentran unidos.
pensamiento . Eric Voegelin, filósofo difícil d.e ca:~l~g~r, ha sido "Cuando los símbolos de la religiosidad supramundana son
etiquetado como platónico, aristotélico, t~mist~, ~nstiano a~te­ abolidos, nuevos símbolos, nacidos del lenguaje científico intra-
rior a la contrarreforma" (según sus prop10s termmos) perdido mundano, toman su lugar'', sostiene Voegelin ([1938], 1994: 87).
en el siglo XX, pensador cuyos primeros _i ntereses fueron las lla- U na sacralización perversa invade la inmanencia de la vida en so-
madas "religiones políticas" nazi y comunista, pero cuyo proyect~ ciedad, que ya no puede ser delimitada "como una esfera en la
filosófico a contracon:ien te fue la crítica radical de la .moderni- que nosotros intervendríamos solamente en las cuestiones de or-
dad, percibida como vana rebelión espiritual cont~a la u.nperfec- ganización del derecho y del poder" (1994: 107) . Las religiones
ción humana y vano exorcismo sofístico frente a la incertidumbre políticas desplazan lo sagrado en una jerarquía inmanente del ser.
del devenir. . Según Voegelin, instalan en el mundo un Fetiche más-que-real,
Por ello, quizás, toda una escuela neoconsei:vadora angloamen- un R.ealissimum. Y ponen ipso Jacto al hombre a su servicio: "El
cana de ciencias políticas y de historia de las ideas proclama hoy hombre [ ... ] se considera a sí mismo como una herramienta,
dos grandes axiomas de Voegelin: "La modernidad s: basa en u~a como un engranaje hegeliano de la gran totalidad, y se somete vo-
deformación de las concepciones cristianas de la socieda~ y la ~is­ luntariamente a los medios técnicos con los cuales la organización
toria [ ... ] El pensamiento moderno comparte experiencias y_sim- de lo colectivo lo incorpora" (1994: 94). El Ser-más-real "se eleva
bolos fundamentales con la antigua religión gnóstica" (McKmght, al lugar de Dios y oculta así todo lo demás" (1994: 37). Puesto que
1989: 4). el R.ealissimum -Plan Quinquenal, Industrialización, Salvación de
Uno de sus primeros libros, publicado en Viena .algunas sema- la Volksgemeinschaft, Hegemonía del R.eich- lo es todo, es necesario
nas antes del AnschlujJ (e inmediatamente decom.1sado y censu- que el individuo no sea nada, que no tenga ningún valor. El R.ealis-
rado por los nazis), lleva por título Die Politische J?.e_Zigwnen (V~ege- simum exige, y siempre obtiene, más sacrificios humanos. Al me-
1.in, 1938). Y fue traducido mucho tiempo despues .al frances. La nos sobre ese punto, y sobre lo que eso prometía al mundo, Voe-
tesis altamente erudita de este libro (que pocos pudieron co~ocer gelin no tenía ninguna duda en 1938.
entonces) era sorprendente. El nudo del planteo es que las ideo- Dentro del grupo de los filósofos cristianos de corte tomista
(para caracterizarlos en forma somera) en el que se inscribe Voe-

1 En el sello editorial U niversity of Missou ri Pre~s pueden _encontrarse


los textos originales y las traducciones de sus h bros y amculos en 2 Esta idea de la religión inmanentista de Akenatón corno precursora
alemán. de los totalitarismos será retomada por Maxime Rodinson en De
Pythagore a Lénine. Des activismes idéologiques ( 1993: 46).
GNOSIS, MILENARISMO E IDEOLOGÍAS MODERNAS 133
132 EL DISCURSO SOCIAL
una fuerza Y una dinámica nuevas, que la relanzarán a los sio-los
gelin, la idea de que las ideologías modernas de ~asa, en prime~ .
postenores y hasta nuestros días. Lo que Voeo-elin califica de "o-no-
b

.,, o b
luo-ar el socialismo, no son en modo alguno doctrinas seculares, m s1~ m~~er~a encuentra, en efecto, su fuente principal en la teolo-
at:as ni materialistas como se pretenden, sino avatares "heréticos" g1a tnmtana del Abate calabrés (a quien Voegelin considera el
de la revelación cristiana, esta idea que, vista desde afuera, podría pensa~or más original y con más pregnancia de la modernidad),
parecer absurda, lejos de ser nueva era, de hecho, un lugar común teolog1a que otras historias califican, también con razón, de "mile-
que se difundía y se reelaboraba desde mediados del siglo xr_x narista". "En su escatología trinitaria, Joaquín de Fiore ha creado
(una intuición, 0 punto de partida, de las conjeturas que Voegelm un co~unto de símbolos que gobiernan la autointerpretación de
volverá a encontrar en los pensadores católicos franceses, como el la sociedad política moderna hasta hoy" (Voegelin [1951], 1952:
Padre Henri de Lubac y Jacques Maritain, cuyo pensamiento ali- 112). Joaquín no pretendía haber recibido una revelación divina
mentará su reflexión ulterior). sino que había sido favorecido con el descubrimiento de un mé~
Durante la guerra, exiliado en los Estados Unidos y ahondando todo hermenéutico que le permitía comprender el sentido de las
en su reflexión, Eric Voegelin abandonará el sintagma-oxímoron escrituras, al que llama lntellectus spiritualis. 3 Este método le reveló
de "religiones políticas". En efecto, el trabajo que elaboró ª,par- . el sentido último de la historia de ·la salvación. Habrá tres Reinos
tir del concepto de gnosis-concebida como una forma eqmvo~a -clise~ta el abate-: el del Padre (el reino de la Cólera), el del Hijo
de visión del mundo, qu~ no es ni propiamente religiosa, es decir, · (:l .remo de la Redención y de la Gracia, que se acaba), y el del Es-
trascendental, ni inman.e nte y sobriamente profana- va a permi- pmtu, del que ya se identifican los intersignos, se sienten los eflu-
tirle, después de 1945, llevar a cabo una profundización teórica vios; Espíritu que va a reinar en la tierra antes de que los Tiempos
decisiva. En su autobiografía (2004) ,Voegelin expone que, a lo se cumplan. Esta teología de la historia proyecta el misterio de la
largo de los años 1949-1959, fue "tomando coi:c~en~ia grad:-1al- Trinidad sobre el misterio del Fin Último (De Lubac, 1961: 456).4
mente" de que junto a la filosofía clásica y el cnstiamsmo ex1:te, La historia refleja en sus estadios la Unidad trina. Ante crratiam lex
. b '
en la larua duración de la historia occidental, un tercer gran upo m_osaz~~- Sub gratia, lex evangelica. Sub ampliori gratia, tempus sub spi-
b
de lo que se podría llamar epistemologías existenciales o, en otras pa- ntuali zntellectu. La historia, dicho de otra manera, lleva la marca
labras: "simbolizaciones de creencias fundamentales que los ex- de la revelación progresiva de la Trinidad, ya que el estadio 0 esta-
pertos ( ... ] califican de gnósticas". El espíritu gnóstico trad~ce tus del Espíritu está todavía por venir.
una forma de rebelión contra la condición humana que atraviesa Todo el pensamiento moderno, desde el más filosófico hasta la
las civilizaciones y los siglos. Según Voegelin, esta visión gnóstica má~ baja Yvulgar propaganda, proviene para Voegelin de ese pa-
se vuelve hegemónica en occidente con las Luces, por lo que "los radigma escatológico ternario nacido en la tardía Edad Media: la
ti'empos modernos deberían ser llamados con más justicia Tiem- idea de progreso en Turgot y luego en Condorcet; Auuuste Cornte
pos Gnósticos". En 1951 Voegelin publica en al_emán _La ~ueva Ysu f amosa "l ey de los tres estados"; la dialéctica de tresb
términos
ciencia de la política. Una introducción, luego traduodo al mgles. En de Hegel; '1a dialéctica marxiana .de los tres estadios del comu-
ese libro desarrolla el concepto de gnosis que retomará luego en
Ciencia, política y gnosticismo (1959). .
La representación material y concreta del Segundo Adve~1-
miento había sido considerada como "ridícula" por las generaoo-
nes de teóloo-os católicos desde la Antigüedad agustiniana, pero 3 En oposición al Carnalis intellectus.
ciertos discí;ulos del místico calabrésJoaqi.ün de Fiore, en e.l sig~o
4 Los p~ncipales .tratados de Joaquín ( 1132-1202) son Concordia novi et
vetens Testamentz, Enchiridion super Apoca(ypsim y Exposilio in Apocalypsim.
XIII, darán entonces a esta representación del Fin de la H1stona
GNOSIS, MILEN ARISMO E ÍD EOLOGÍAS MODERl'IAS 135
134 EL DISCURSO SOCIAL

creado por un Demiurgo ignorante y malo. El Dios justo, el Dios


nismo primitivo, la sociedad de clases y, finalmente, el comu-
salvador, está ausente de este mundo desalmado y no es responsa-
nismo ". .. y el eslogan nazi d el Tercer Reich. ble del mal que en él reina. Semejante etiología del mal forma
Los escritos del Padre Henri de Lubac, historiador del pensa-
una "revelación'', y procura un conocimiento soteriológico,
miento medieval activo en la posguerra, fueron revalorizados po_r
yvwoLi;. El verdadero Dios es un dios desconocido; la "buena vida" es
Voegelin en tanto confirmaban sus tesis y sus categorías. Sus teon-
extraña al orden actual del mundo. El resultado de esto es que la
zaciones se emparentan también con las tesis de Norman Cohn,
condición terrestre no sólo es insoportable, sino que está sepa-
que abordaré más adelante, al hacer surgi~ la genealogía de las
rada de un Orden verdadero por venir. Los Justos comulgan en
ideologías revolucionarias modernas en el siglo XII~. En numer~­
medio del escándalo de este mundo inicuo y en la búsqueda de
sos trabajos, que Lubac sintetiza en La posteridad espintu~~ de ¿oaq~z~
los medios para salvar su alma, aportando así a su destrucción y a
de Fiare, el sabio jesuita aportaba su contribución a la c_n tica espm-
la espera del advenimiento del Reino del Bien. Los hombres o
más precisamente, un puñado de Justos y conocedores, puede~
tualista" del marxismo, haciendo también del Abate Fiare el punto
de partida de una "desviación" del cristianismo que i:Uplicaba
contribuir de manera activa a la destrucción y a la liberación del
"concebir una escatología en la tierra y transformar as1 la espe-
mal, y así logran salvarse, en cierta medida, por sus propios me-
ranza en utopía" (De Lubac, 1961: 437). Partiendo de las doctrinas
dios (Voegelin habla de self salvation). Esta certeza salvadora que
de Joaquín, invenciones de un iluminado de genio Y "fenómeno
puede alcanzar la conciencia de una minoría elegida está en el
de extraordinario alcance" (De Lubac, 1978-1980: 435), el padre
seno del conocimiento gnóstico, un conocimiento que permite a
jesuita pretendía, a su vez, hacer aparecer una. conti~uidad histó-
la vez liberarse del mal y conocer la vía de la salvación. La gnosis
rica que iba desde el misticismo calabrés h~sta Schelling~ Marx.
desemboca así en una certeza irracional, mientras que la fe , si-
·Cuál es la relación entre esta escatolog1a y la categona de gno-
guiendo el contraste de Tomás de Aquino, es incertidumbre ra-
sis~ El punto de partida especulativo de la visión gn~stica d~l cional y esperanza. Al dejar de lado la distinción entre la Ciudad
mundo es una aporía con la que choca todo pensamiento reli-
de Dios y la Ciudad de los hombres , la gnosis inspira los movi-
gioso: ¿cuál es la explicación del mal omnipresente en un ~undo
mientos milenaristas de la Edad Media tardía, y desemboca, a fin
que se supone fue creado por un Dios todop~deroso, ~usto Y
de cuentas, para Voegelin, pero también para Norman Cohn y
bueno? y ¿cómo es que Dios ha permitido y deja que _exista un
otros pensadores e historiadores a los que aludiré pronto, en los
mundo en el que triunfan los malvados, en el que los inocentes
totalitarismos del siglo XX.
son oprimidos y los villanos siempre son los ve~ced_ores? Tanto ~a
idea de cosmos para los griegos como la de providencia para los cris-
tianos chocan, como bien sabemos, con el escándalo del mal. A
ese escándalo inicial, al que la teodicea cristiana se esfuerza secu-
MESIANISMO, ESCATOLOGÍA, MILENARISMO, MANIQUEÍSMO
larmente por responder recurriendo a veces a sofismas demasiado
sutiles, la gnosis antigua, que era dualista, le había encontrado
, · [' · si es que puede hablarse El concepto típico ideal [Weber] de "gnosis" que Voegelin cons-
otra respuesta, l a un1ca respuesta ogica. .. . truye se acerca a otros términos que tienen la misma visión sinté-
de lógica en materia metafísica: ¡quien ha creado este mundo es-
tica, términos deliberadamente anacrónicos aplicados a la moder-
candaloso no es el verdadero Dios! El Dios creador de este
nidad y, en especial, a sus ideologías radicales. Jacques Maritain
mundo malvado y el Dios que decidirá en el fin de los tiempos su
(1925 : 4) enunciaba el axioma y el programa de estas clases de
destrucción Uunto con la de todo el mal que conlleva) no pue~en
problemáticas genealógicas cuando escribía: "Es conveniente ir a
ser lóaicamentéla misma "persona". Por ende, este mundo ha sido
b
i 36 EL DISCURSO SOCIAL
GNOSIS, MILENARISMO E IDEOLOGÍAS MODERJ
NAS 137
buscar bastante lejos en el pasado las raíces y la primera virtud
germinativa de las ideas que gobiernan el mundo hoy". los conducirá hasta la victoria final sobre el Hiio de 1 T. . bl
Debo confrontar entonces, aunque demasiado rápidamente, la
El mil · ·· :.i
enansmo o quzlzasmo narra el episodio central del E t,
as m1e as
i
conceptualización elaborada por Voegelin con ciertas nociones Segundo Advenimiento, cuando, una vez desencadens:~~n,l:s
introducidas en los años cincuenta y sesenta por otros historiado- f~erzas del mal, el Salvador reinará mil años (nl..w~= m ·1)
res y filósofos. Estas nociones tienen en común lo siguiente: alu- d10 de los elegidos, en un clima de igualdad y abu d I. ~n me-
La t · , n anc1a.
den a las ideologías de cambio radical del siglo XX, y alegan la gé- . es1s que reune a las modernas filosofías de la historia el
sam1ento del . . , pen-
nesis religiosa y la permanencia denegada de esta persistencia progreso y 1as 1deolorrías que de él d .
suerte de " 1 . .- ;:, envan como un a
estructurante. Me limitaré a evocar las conceptualizaciones si- secu anzac10n de la escatología cristiana" ha sido des-
guientes, que convergen a pesar de que el vocabulario varía de un arrollada sobre todo por Karl L.. . h
H. . owit en su monumental síntesis
autor a otro: escatología occidental (Jakob Taubes, 1947, 1984, zstona del mundo y salvación (1953) S -
f . . · egun este au tor, una pro-
1985-1987; Lübbe y Bartoszewki, 1995), milenarismo (Norman unda ruptura cogrntiva aconteció por única vez en O .d
la q · ·b CCI ente y es
Cohn (1993, 1975, 1957] y algunos otros), mesianismo político ue se mscn e entre el tiempo cíclico de los d , .
g uos 1 pensa ores an t1-
(Jacob Talmon, 1952, 1960), escatología t1initaria (Henri de Lu- y a temporalidad lineal-escatolórrica de 1 -· . .
cu! · · - . '"' os c11st1anos. La se-
bac, 1961, 1978-1980), herejías utópicas (Thomas Molnar, 1967) y, . anzac1on de la historia de· la salvación en historicismo h
finalmente, los presupuestO-s teológicos de los pensamientos de la hano y después en "materialismo histórico" es por el . ege-
tanto supe fi . 1 ' contrano, un
historia, theologische Voraussetzungen der Geschichtsphilosophie (el con- . r 1c1a' puesto que en estas teorías las "ideas" d fi d
cepto clave de Karl Lowith [1949, 1953)) . los tiempos y de salvación de los justos perviven Son 1 e .m e
ideas b · as mismas
Además de los grandes pensadores que acabamos de citar, otros que reco ran fuerza al secularizarse.
investigadores han aplicado las nociones de "milenarismo'', "gno- " Porl l~ ta~~o, es necesario comprender el sentido paradóiico de
secu anzacwn" L ·· · h J
sis" y otras semejantes a ciertas ideologías específicas del siglo pa- T - en ow1t (y hay que destacar que la palabra que
sado, como por ejemplo James M. Rhodes a la ideología nazi en uti iza con mas frecuencia es Verweltlichung ... . .- -
' mmanentizacwn "): la
The Hitler Movement: A Modern Millenarian Revolution (1980). Del
mismo modo, otro historiador del nazismo, Klaus Vondung, ex-
puso el origen de la génesis en términos de pregnancia particular
5 Deberíamos abordar también a los pensadores que acabamos d
del "apocaliptismo" en la cultura de Alemania en Die Apokalypse in mencionar desde ot
(h. . .
.
ra perspectiva, la del concepto de historicism
e
Deutschland (l 988; cf. también 2000 y 1971) . istonc1smo)' desarrollado en la misma época or Kar! R
partir de su pensamiento defino el h. . . p . Popper. A
La gnosis conlleva una revelación escatológica puesto que con- ;ermenéutico que se utiliza durante t;:odnoc:::~o~º;:,ºd ui? dispositivo
tiene el relato profético del fin de los tiempos y el de un combate ue predominante en ciertos momentos fundabd lei ~os y que
· · • o en e axioma de
místico que opondrá un mundo malvado a un puñado de justos a que la 111stona avanza en una direcci, 11 d . .-

quienes se ha prometido la victoria final. El dualismo gnóstico,


~?es '."~ientíficas") que trascienden ~a v ~~~=~:dl:~ ~:~~ome~1ª ª
0
1stonc1smo es Visto entonces como un res.
heteronomía de la p .d . L " pro~eso que transpone la
como demuestra la historia de las religiones antiguas, tiene fuer- rov1 encia. a seculanzac·, "d 1 .
no alcanza a postular con de .. , 10n e pensamiento
tes afinidades con el maniqueísmo, en el que el mal de este mundo acción de los h b cision una autonomía racional de la
om res, con su gran cuota de inde . .,
no proviene del verdadero Dios sino de un Malvado Demiurgo y parece acoplarse a algo irreductiblemente ambiS!Ut~~mmacion, pero
de sus secuaces. En este contexto, el mesianismo profetiza la inmi- heteronomía inmanente llamad h. . o · una suene de
a istona a 1a que d
nente llegada de un Salvador, de un Emperador de los últimos ~º::;~res estarían sometidos. Ésta, a p~rtir des~ ~~;~t:st~e~'.~º:ura
q oca y parcial, preservará y reciclará las ideas d 1 .- p
días (como pretendían, por ejemplo, las plebes medievales), que lucha entre just 1vados, de fin de los tiempos esa vacion, de
"el· .d
11 1c1 a
d os y ma y de ulterior
terrestre.
GNOSIS, MILENARISMO 'E IDEOLOGÍAS MODERNAS i39
i38 EL DISCURSO SOCIAL

modernas constituyen, para el historiador inglés, el retorno de vie-


secularización no se concibe como una ruptura cualquiera con res-
jas quimeras a las que el socializante siglo XIX simplemente ha
pecto a creencias rechazadas y devaluadas, ni como la sustitución
agregado un "barniz" de cientificidad y racionalidad evolucionista.
de una anticuada visión religiosa por una nueva concepción del
~ueran socialistas o facistas, estas ideologías en e xtremo opuestas
mundo, sino como la persistencia estructurante de lo religi.osoy su trans-
tienen no obstante algo en común: "la tensa expectativa de una lu-
misión adaptativa. Las filosofías de la historia son una "inmanenti-
cha final decisiva, en virtud de la cual la tiranía d e l mundo será de-
zación" de las teologías de la Salvación. Los distintos pensamientos
rribada por un 'pueblo elegido', y a través de la cual el mundo se
del progreso son, para algunos, seculares (en su retórica superfi-
renovará y la historia será llevada a su consumación" (Cohn, 1957:
cial), aunque serían "incomprensibles'', sostiene el autor, si no se
309). Comunistas y nazis se han obsesionado con la visión de una
consideraran sus antecedentes escatológicos y mesiánicos. La inma-
inminente lucha final que iba a erradicar a los Malvados. En ese
nentización parcial del escatón es un fenómeno significativo, pero
contexto, Cohn sugiere una aproximación directa del fanatismo
que no puede enmascarar la continuidad cognitiva ni los "presu-
milenarista de antaño con la ideología antisemita: "La fantasía nazi
puestos teológicos" que siguen siendo preservados en ese proceso.
de una gran conspiración judía de destrucción mundial se vincula
Norman Cohn (1957), el gran historiador británico fallecido en
con las fantasías que inspiraron la demonología medieval" (1957:
2007, estudió a los milenaristas y a los gnósticos de los siglos XIII 310). El antiguo milenarismo se seculariza de este modo en totali-
al XV, discípulos (cada vez más heterodoxos y a menudo anticleri- tarismo: "Cuanto más se compara el estallido del milenarismo so-
cales) de Joaquín de Fiore, a los fanáticos flagelantes, los liberti-
cial militante durante la tardía Edad Media con los movimientos
nos espirituales o los hermanos del libre espíritu, para concluir
totalitarios modernos, más claramente surgen las similitudes"
(pasando por los milenaristas husitas) en los anabaptistas y en la
(1957: xiii).
trágica teocracia de Jean de Leyde en Münster. Al final de su fa- La aplicación genealógica a las doctrinas políticas modernas de
mosa obra, Cohn esboza (sin tratarlo muy a fondo) el tema de la
la noción de "mesianismo" también ha sido objeto de la investiga-
aproximación de esos milenarismos de antaño con el comunismo,
ción d_el gran historiador israelíJacob L. Talmon. Su primer libro,
el marxismo y también con el nazismo, ideologías "diferentes en
Los ongenes de la democracia totalitaria ( 1952) , está consagrado en
muchos aspectos", según admite, pero que tienen en común su
parte al babeuvismo y a la Conspiración de los Iguales, que el au-
"pesada deuda" con respecto a la leyenda apocalíptica popular
tor presenta como la matriz de las ideologías "totalitarias" del si-
medieval, "the popular apocalyptic !ore ofEurope" (Cohn, 1957:
glo XX. Sin embargo, su obra parte de Jean:Jacques Rousseau
309; véase también Barkun, 1974: 31). para llegar hasta Babeuf. Quiere mostrar en las ideas y las cadenas
Karl Marx es considerado un punto de partida de esta recupera-
de razonamientos del autor del Contrato social la matriz original de
ción/ persistencia denegada: su pensamiento, según Cohn, está
todas las ideologías ulteriores, que Talmon agrupa bajo el con-
construido sobre "una fantasía cuasi apocalíptica, que había asimi-
cepto de "democracia totalitaria". Una vez más, Talmon presenta
lado durante su juventud, casi de manera inconsciente y sin cues-
el "mesianismo secular" que nace en el siglo XVIII como un ava-
tionarla, en contacto con una multitud de oscuros escritores y pe-
tar modernizado del milenarismo cristiano, separado de la tras-
riodistas" (1957: 311) . (Por su parte, Voegelin también señalaba a
6 cendencia (Talmon, 1952: 10).
Karl Marx como el origen del socialismo gnóstico. ) Las ideologías
En 1947 Jakob Tau bes escribe una monumental escatoloofa oc-
cidental, Abendliindische Eschatologi,e, en la que pretende esta~lecer
una continuidad de pensamiento sobre los fines últimos desde el
6 Título del capítulo sobre Marx en From Enlightenmenl lo Revolution Libro de Daniel hasta el marxismo, pasando por San juan, Agus-
(Voegelin, 1975).
140 EL DISCURSO SOCIAL
GNOSIS, MILENARISMO E IDEOLOGÍAS MODER.t~AS 141

tín, Joaquín, Thomas Münzer, Lessing y Hegel. Tau bes dirigirá al sus criterios; la autocrítica como reaprendizaje del sistema interpre-
final de su vida un volumen colectivo, Gnosis und Politik ( 1984), en tativo [e tc.] " (1977: 21). Para Besarn;:on, precursor de la noción de
el que los principales pensadores alemanes de las "religiones polí- "ideocracia" (desarrollada por el recientemente desaparecido Mar-
ticas" trabajan de manera concertada sobre lo que se ha conver- tin Malia), es la ideología la que determina toda la evolución de la
tido en ese país en un concepto indiviso de la investigación en his- Unión Soviética, que es el producto de una "actitud de pensa-
toria de las ideas.
miento" cuya génesis se encuentra en la. historia reli2iosa
b
rusa "sin
Podríamos mencionar también otra decena de pensadores bas-
que haya habido", según admite el propio Besarn;:on, "ni memoria,
tan te conocidos cuyas concepciones y análisis de tal a tal mo- ni conciencia de una continuidad" (1977: 26).7
mento de la modernidad parecen converger. Desde Karl Mann-
Termino aquí esta evocación general de pensamientos comple-
heim hasta nuestros días, los historiadores del movimiento obrero jos y elaborados sobre las bases de una vasta erudición. Me bastan
de múltiples tendencias han aplicado a los Grandes Relatos Mo- para lograr que se aprecie una plena convergencia y un nudo de
dernos el concepto de "quiliasmo". Las ideologías políticas mo- problemas comunes. ¿Cuáles, específicamente?
dernas "solamente retoman, de modo más o menos secularizado,
el escenario milenarista'', dice J.-P. Sironneau (1993: 221). Tanto
para Roger Payot (1978) como para Talmon, el proceso de re-
torno masivo de un gnosticismo imperfectamente racionalizado SECULARIZACIÓN, DOS PARADIGMAS OPUESTOS
se remonta también a l autor del Contrato social. El hombre vive
bajo el reino del mal aunque sea bueno en su origen y perma- Dos paradigmas de la secularización se oponen diametralmente
nezca bueno en su esencia. Pero puede emanciparse de este en la reflexión histórica:
rnundo malvado y encontrar colectivamente la vía de la reden-
ción. Si el hombre es víctima de un Malvado demiurgo y de una l. El de la secularización como una acumulación de retrocesos
sociedad inicua, entonces puede tener la esperanza de cambiar su
con respecto a lo religioso, una secuencia de rechazos y devalua-
vida destruyendo esta sociedad.
ciones, de sustitución de lo religioso por lo secular; paradigma
En Los orígenes intelectuales del leninismo ( 1977), el historiador fran-
calcado de la ruptura científica "galileica" o generalizado a partir
cés del leninismo Alain Besan<;:on ha estudiado los orígenes ruso-or-
de ella. La secularización política, jurídica, social y moral se ha-
todoxos de esta ideología colocando en el centro de su esquema la
bría producido de la misma manera que la química reemplazó a
idea de que el leninismo es una "gnosis" o, mejor aún, que la ideo-
la alquimia, que se vio integralmente devaluada y desdeñada, pro-
logía revo!uciona1ia es la forma que "adopta la actitud gnóstica en
ceso en el que se sustituyeron las doctrinas quiméricas e irraciona-
presencia de la ciencia moderna" (Besan<;:on, 1977: 24). Es cono- les por la racionalidad experimental.
cida su famosa fórmula: "Lenin no sabe que cree. Cree que sabe
(1977: 15)". En el corazón de las religiones reveladas hay un no sa-
bido consciente; en el seno de las gnosis modernas habría entonces
una perpetua mala fe, una creencia obstinadamente maquillada de 7 A esta genealogía presentada por Besan~on como esencialmente rusa
pseudoconocimiento. ¿Cuáles son los puntos en común entre gno- se puede objetar que nada o muy poca cosa (y sólo en términos de
rigidez dogmática) distingue al leninismo de los marxistas ortodoxos
sis y leninismo? Alain Besan<;:on los detalla: "El bloqueo de una cos- no menos "dogmáticos" de la Segunda Inte rnacion al en Et1;-opa
mología enciclopédica y de una soteriología; la sobreinterpretación occ1den tal. Ju les Guesde, sobre quien escribí un libro, o Au guste
de la historia; la moral que se deduce de la doctrina y toma de ella Bebe! no fueron menos "gnósticos" que Lenin si nos atenemos a los
criterios del mismo Besani;:on p a ra sondear la ideología bolchevique.
142 EL DISCURSO SOCIAL GNOSIS, MILENARISMO E IDEOLOGÍAS MODERNAS 143

2. A ese paradigma clásico, y a menudo un tanto triunfalista, se Éste es también el axioma que estructura el pensamiento de Leo
opone frontalmente el de la secularización como otra cosa o, me- Strauss, que pretende analizar "la preservación de pensamientos,
jor dicho, como el exacto contrario de algo a partir de los mis- sentimientos o costumbres de 01igen bíblico después de la pér-
mos datos, aunque invertidos: la secularización como una persis- dida de la fe bíblica" (cit. en Tanguay, 2003). Finalmente, y sólo
tencia-perpetuación, con transferencia parcial y desplazamiento para citar algunos nombres conocidos, mencionaremos también a
(que se llamarán, por ejemplo, inmanentización o politización) y la Car! Becker, Ernest Kantorowicz, Michael Walzer (1965), entre
aplicación de un "barniz" racionalizador con nociones y esque- otros muchos historiadores que trabajan sobre diversas épocas,
mas religiosos no eliminados sino superficialmente maquillados pero que aplican el mismo tipo de paradigma, el de la persistencia
y disimulados. Según esta segunda concepción, el concepto se denegada.
construye como una esencia perpetuada y envuelta en cambios Todos ellos, Schmitt, Lowith y los otros, pero también, antes y
superficiales. "El carácter mundano de la modernidad quizá no cada uno a su manera, Max Weber y Edmund Husserl, muestran
sea más que un velo superficial" (Brient, 2002: 15). Este para- la conciencia moderna como una falsa conciencia, como el involun-
digma engloba todas las teorías de la perpetuación de la gnosis y tario retorno del rechazo heteronómico, como denegación de
de los milenarismos/mesianismos. una deuda contraída con un pensamiento religioso que se consi-
1
La inversión hermenéutica a la que aludo se encuentra tam- dera menospreciado, denegación de la perpetuación alterada de
bién , y en primer lugar, en el pensamiento de Carl Schmitt, con algo muy antiguo, y como olvido de un "mal camino" que se ha se-
su famosa "teología política". A pesar del olor a azufre que rodea guido en el pasado y del cual las contradicciones de la moderni-
la imagen de este autor como filósofo nazi (o quizás a causa de la dad constituyen el impasse. "La modernidad está sospechada de
perversa atracción que esta imagen ejerce sobre los adversarios, desgastar una lengua que le es extraña y de la que no domina ni
de derecha y de extrema izquierda, así como del liberalismo de- el origen ni la sintaxis" (Foessel y otros, 2007: 13). La pretendida
mocrático), Schmitt el antisemita, Schmitt el filósofo que ha justi- "Edad de la razón" se fundaría sobre algo diferente a la razón de-
ficado jurídicamente el Führerprinzip, es el pensador por excelen- sencantada, y esto entraña la cuestión de la "legitimidad". 8 En
cia de la "teología política" cuyo teorema de base se enseña en efecto, la tesis de la persistencia postula esto como un axioma: todo
todas partes: lo que apareció en los últimos dos siglos modernos contra la reli-
gión -los filósofos del progreso (coajetura expresamente anticris-
Todos los conceptos pregnantes de la teoría moderna del tiana cuando encuentra su primera expresión en Condorcet), las
Estado son conceptos teológicos secularizados. Y no sola- ideas democráticas e igualitarias, los socialismos revolucionarios,
mente es verdad en su desarrollo histó1ico, porque han la idea nacional (y sus avatares "palingenésicos" totalitarios de
sido transferidos de la teología a la teoría del Estado -con- corte fascista), y la o las teorías jurídicas sucesivas del Estado y del
secuencia, por ejemplo, del hecho de que el Dios todopo- derecho público moderno-, todo procede integralmente de la re-
deroso se ha convertido en legislador omnipotente-, sino ligión (cristiana).
también en su estructura sistemática, cuyo conocimiento
es necesario para un análisis sociológico de esos concep-
tos. La omnipotencia del legislador moderno no consiste
solamente en retomar al pie de la letra la teologia. Incluso 8 Elizabeth Brient, en The Immanence of the fnjinite (2002), sostiene: "El
carácter mundano de la modernidad no es quizá más que un velo
en el detalle de la argumentación se reconocen reminis- superficial que cubre y oculta un significado primordial, alienado"
cencias teológicas. (Schmitt [1970], 1988: 46) (pp. 14 y 15 ).
GNOSIS, MILENARISMO E IDEOLOGÍAS MODER.t"IAS 145
144 EL DISCURSO SOCIAL

La formulación del paradigma puede tener una enunciación y no sabe que cree". Cuanto más los modernos se mostraron milena-
simple: B no es otra cosa que A secularizado. El Sujeto trascenden- ristas, maniqueos y gnósticos, más se proclamaron racionales y "cien-
tal proviene de la idea de un Dios omnisciente. La igualdad de- tíficos". El pensador original que fue Voegelin percibió con claridad
mocrática es producto de la igualdad de las almas ante Dios, etc. la extrañeza de una modernidad considerada como asentada y sere-
La tesis de la persistencia, que yo llamo asimismo tesis "genealó- namente postreligiosa y, sin embargo, ocupada en recuperar el en-
gica", no consiste simplemente en proponer que B proviene de A canto de la historia y en sacralizar la política.
(no hay idea, antigua o moderna, que no provenga en cierta me- La pregunta que formulan las teorías genealógicas es decisiva:
dida de algo anterior y se refiera a ello), sino que el A reli_?ioso, ¿los tiempos modernos, época de combates antirreligiosos y de re-
por su lógica, su estructura y su función, sigue afectando a B. Esta es trocesos de las iglesias, constituyen también una época de retro-
la tesis de Carl Schmitt sobre la teología política, y es también la ceso, de borramiento de la religión como cosa estructurante, de
de Lowith sobre el hegelianismo como escatología historizada. eliminación de sus valores y de autoafirmación de un hombre so-
Ésta es la formulación elemental en los términos de Jean-Claude briamente racional? "¿O bien la pretensión de fundar la sociedad
Monod en La querelle de la sécularisation: théologi,e politique et philoso- y la idea de la condición humana sobre bases nuevas no es más
phies de l'histoire, de Hegel aBlumenberg "Las filosofías modernas de que una ilusión contradicha por la transferencia de contenidos
la historia retoman, sin saberlo, en otra lengua (la del derecho religiosos al centro mismo de las elaboraciones de la razón mo-
para Kant, la de la economía para Marx) la escatología" (2002: derna?" (Monod, 2002: 23). Estas teorías tienen al menos el mérito
216). "Sin saberlo" es el sintagma importante: in cauda venenum: heurístico de invitar a formular todas las preguntas incómodas so-
hay, como he sugerido, una intención polémica explícita en las te- bre la génesis de las ideas modernas. Contradicen la visión banal
orías a las que aludo, una intención de denigración de una moder- de una modernidad caracterizada por el reflujo inexorable de las
nidad representada como falaz y negadora. Los modernos han religiones reveladas y el retroceso de las Iglesias, por la pérdida de
sido impostores, o tontos y ciegos que no han visto o no han admi- su influencia sobre la vida cívica y sobre los "espíritus", por el he-
tido ver lo que devela la hermenéutica genealógica: su deuda con . cho de despedir al pasado, y por los progresos sucesivos del único
la relicrión v su incapacidad de salir de los esquemas religiosos. Pre- pensamiento racional, en especial el científico, donde una cosa
"' ,
tendieron romper con el mundo y los valores cristianos, pero no explica la otra. Cuestionan el derecho que el pensamiento mo-
han podido y no han sabido cambiar verdaderamente de para- derno se habría arrogado con demasiado aplomo en cuanto a su
digma, han transpuesto y reciclado en forma solapada las concep- autosuficiencia y sus "conquistas'', y contradicen la pretensión de
ciones, en apariencia insuperables, de ese mundo rechazado. Po- la modernidad de ser pura ruptura y autogestación, puesto que en
drá concluirse que hay una parte de mala fe colectiva en esta falsa realidad sería una persistencia degradada. 9
ruptura. Para resumir, diremos que, en tiempos de Joaquín de
Fiore, en el siglo XIII, un milenarista es un milenarista, en tanto
que, en el siglo XX, se presenta con los rasgos maquillados y fala-
9 La fuente primera de la hermenéutica de la secularización como
ces de un "socialista científico". pe.rsistencia denegada de esquemas y de una axiologia cristiana es
La modernidad, intrínsecamente patógena para Voegelin, ha sido eVJdentemente Nietzsche. Sin embargo, los filósofos e historiadores
una negadora constante de su irracionalidad y su morbilidad intrín- que retoman, reinterpretan y desarrollan en el siglo XX su
procedimiento "genealógico" no comparten, y con razón, el odio
seca. Si se pudiera recurrir en el contexto actual a un concepto mar- nietzscheano por el cristianismo y su transmutación de valores. Al
xista, diríamos que está llena de "falsa conciencia". Para generalizar contrario, como hemos visto, varios son cristianos "de derecha" una
las palabras de Alain Besanc;on, toda la modernidad "cree que sabe derecha clásicamente (y etimológicamente) reaccionaria. '
146 EL DISCURSO SOCIAL
GNOSIS , MILENARISMO E IDEOLOGÍAS MODER.i"\!AS i47

OBJECIONES AL PARADIGMA GENEALÓGICO


las ~~carnizadas luchas históricas alre dedor de su afirmación? Los
catolicos que denunciaron en los Derechos del Hombre de 1789
No se trata, a mi entender, de rechazar o refutar por completo una "inepta d eclaración de guerra a los Derechos de Dios" ·ha-
este paradigma de la persistencia. Por el contrario, es perspicaz b' . , e'.
ian entendido todo al revés desde su punto de vista reaccionario
a largo plazo, en ciertos planos y en diversos aspectos tiene capa- Yhabrían debido recibir la proclamación Con toda serenidad?
cidad explicativa, una fuerza heurística que opera justamente
Hay una vieja imagen d e crítica metodológica para desirrnar ese
modelo de invariancia: la del "cuchillo dejeannot". En s~ niñez,
allí donde el espíritu "progresista" parece dar pruebas de ce-
guera frente a su propia lógica. Se tratará, sin embargo, de hacer
J~annot ha recibido como regalo un cuchillo, que utilizará para
percibir lo que este paradigma tiene de unilateral y de estático
d1ferent_e s tareas a lo largo de su vida. Cuando la hoja se desgasta,
la cam~ia; lo mismo sucede luego con el mango. No obstante ha-
frente a la historia concreta, e incluso más allá de las conviccio-
nes antimodernas que animaban a la mayoría de quienes lo pro- ber depdo de ser un campesino para convertirse en un hombre
ponen, es importante discernir algunos presupuestos cognitivos dis-
rico, Jeannot lleva siempre su cuchillo en el bolsillo .. . La pre-
cutibles que son inherentes a él. Primero es necesario ponerse gunta es: ¿se trata siempre del mismo cuchillo? Frente a esta pre-
de acuerdo sobre la tesis precisa que, aunque no se refute, al
gunta, no estoy seguro de que exista una respuesta indiscutible,
rnenos se cuestiona y -en detrimento de quienes quisieran que
porq_ue los hechos históricos (en e l presente caso, biográficos) no
la transmisión de las ideas fuera "extricable", lineal y límpida- se
proviene~ de una identidad intemporal... Mientras que para el
problematiza considerablemente. Esa tesis es la siguiente: que genealogista, desde Voegelin a Lowith, no hay duda posible: el as-
las grandes filosofías de la historia y las ideologías radicales mo- pecto Yel material actuales, así como el uso que J eannot le da en
dernas se explican por su génesis, por el hecho de que son trans- su adultez a su famoso cuchillo, son omisibles.
Todo e~ debate se basa en distinguir aquello que persiste de lo
posiciones-persistencias de esquemas religiosos , cristianos, ya sea
que provengan de la teología ortodoxa o de esos márgenes gnós-
que cambia, se altera o se desplaza; y en decidir si es uno u otro as-
ticos-milenaristas considerados en otros tiempos por la Iglesia
~ect~, admitiendo que ambos puntos de vista sobre el mismo ob-
como "heréticos".
jeto ideal son posibles, el que será decisivo. Para Karl Lowith He-
g e l YMarx s'.guen siendo demasiado "escatológicos", y eso se ~ebe
Es necesario preguntar, en primer lugar, si ese paradigma no
tiene como efecto automático el hecho de desatender eventuales
a la desgracia de la modernidad. Por el contrario, para Hans Blu-
cismas y rupturas cualitativas, y de escotomizar elementos pregnan-
menberg ([1966], 1988), Turgot y Condorcet, al esbozar la idea
tes de la transmisión histórica. Al pretender d e mostrar de dónde
de progreso mientras "ocupaban" el terreno antiguamente escato-
proviene una concepción, un valor, un proyecto modernos, y supo-
ló~c.o, Hegel Y Marx operan ya una ruptura radical. El esquema
niendo que su origen es a la vez fundador, insuperable e intrínse-
rehg10so que tomaron, en lo que tiene de persistente y de formal-
camente homogéneo, parecería que todo está dicho y sólo restaría
~~nte p~olongado , es contingente en re lación con la ruptura cog-
dar el asunto por te1minado. Pero esto es muy discutible: tal vez en
nitiva (e mciuso existencial) que representa el pensamiento emer-
este punto el trabajo de reflexión, lejos de tenninar, esté apenas gente del progreso humano.
comenzando. En efecto, la primera objeción consiste en cuestio-
Admito, junto con Blumenberg, quien lo expresa abiertamente
I).ar el alcance limitado de la explicación genealógica al mismo
que H egel YMarx son "impensables " sin Joaquín de Fiore, si bie~
tiempo que su carácter no falsable. ¿Los Derechos del Hombre y
yo no sos:engo a partir d e esta formulación que las especulaciones
del Ciudadano son de origen cristiano? Cuando se postuló esto,
d~ Joaqum muestre~n la fuente auté ntica, exclusiva e insupe rable ,
que sin duda no es falso, ¿qué se dijo de interesante para explicar
ni que la genealog1a baste y permita separar como continrrente
. o
GNOSIS, MILENARISMO E IDEOLOGÍAS MODERNAS 149
i48 EL D ISCURSO SOCIAL

turas en esos pensamientos modernos. El otro ángulo de ataque que sostiene esta objeción primordial
aquello que provoque rup 1 de "reocupación": hay en es operar por el absurdo: preguntar a los genealogistas cuál sería,
1 v,,, de Blumenberg es e
El concepto c ª ~ . . de esquemas premodernos, en el orden de las concepciones morales, cívicas y sociales (y no
. d · rta persistenoa
la moderrnda una cie . . ue un pensamiento nuevo de los paradigmas científicos), una idea que no cayera bajo la sos-
d os de permitir q
pero esto suce e en p rminado obliterado, para pecha de una transmisión y una persistencia cristianas. Objeción
tome el lugar de un modo de pensar e i . . , apagógica de la no-falsabilidad: una explicación que funcione en
. d vino nuevo en odres vieyos.
echar, en oerto mo o, , 1 l la conciencia histórica de los casi toda circunstancia no es válida.
. L.. · h egun a cua
La tesis de owit ' s . , "" nte" de la idea cristiana He dicho antes que los partidarios de la persistencia genealó-
vendna integra1me
tiempos modernos pro 1 fisma anacrónico. Condor- gica toman sus ideas de Nietzsche, pero, al acordar importancia
., cuanto ta , un so
de la salvaoon es, e~ 1 d y la firme intención de romper solamente a las ideas de progreso y de justicia social, evitan el pe-
. t tema lavo unta . . ligro que representa para ellos la radicalidad nietzscheana. Para
cet,Justamene, . . d 1 di"ciónhumanaysusutrnr-
. cnsuanas e a con
con las concepciones (por lo que sus con tempo- Nietzsche, todas las ideas y los valores democráticos, el socia-
.. , r completo nueva
las por una v1sion po , . . , n violentamente anticris- lismo, el naciente feminismo, el Estado providencial son, de he-
. en el una conv1coo
ráneos pudieron 1eer , . d Condorcet consideraba que la cho, avatares, falazmente seculares, persistentes, de una moral
h temporaneo e '
tiana). Ma1t us, con " e ,, El cristiano puritano que era cristiana fundada en el Umwertung der Werte y en el "resenti-
. d . ·eso era blas1ema · , miento". Pero, como es evidente, no todos los hombres del siglo
sola idea e p1og1 . .: d zaniar el tema, y lo haoa
b b. posiciona o para ~
Malthus esta a ien . ,, or el solo esfuerzo de los XIX y los del siglo XX fueron nihilistas ni inmoralistas. ¿Podría
, · · , " rogres1va , P
con razon. La realizaoon . Pd d ·or-es la posibilidad vislum- decirse que, en este aspecto, siguen siendo cristianos, aunque
·d n sooe a es meJ •
hombres, d e v1 as e d . tos males endémicos sin es- sean los hombres más positivistas, menos religiosos y más "huma-
r . de este mun o c1er
brada de e immar . . . , uede ser más anticristiano? El nitarios"? Esto es así y, por lo demás, es lo que piensa Nietzsche.
perar nada de la Prov1denc1a, é.que p pr·imer lugar y ante todo, el Los hombres del siglo XIX, los racionalistas declarados, veían cla-
lt Condorcet es, en
progreso que exa a . . contra los doQTIIas. Si los su- ramente que hay un sentido de la palabra "razón" que es en rigor
1 b 1 de las cienoas "'
progreso de sa er, e bren una parte de creencia instrumental y amoral, hedonista y cínico . "¿Cuál es el deber ra-
. · modernos encu
puestos milenansm~s d una creencia excesiva en el po- zonable de quien sólo es llamado a vivir un tiempo más o menos
"" ,, tratajustamente e largo? Pasar ese tiempo de la mejor manera posible [ ... ] satisfa-
ingenua 'se lºd "dad de intereses entre 1os
, h mana y en la so i an
der de la razon u . ºd d teo'ri·ca" de los humanos). En ciéndose en todo y en todo momento" (Potter, -1848: 27). El
n la "cunos1 a
hombres (en suma, e 1 tro de la ruptura de paradigma hombre de bien postreligioso, según todas las apariencias racio-
Bl b rg pone en e cen .
efecto, umen e d ,, la leaitimación de la curios1-
, · orno "mo erna "'
que el caractenza c , . . , permanente de lo cono-
,.· 1 valoracion de la superacion
dad teonca, a l d "tido legitimación que va en
"d d l tradicional Y de 0 ª mi ' d
c1 o, e o . . l tivo de una verdad revela a, estrictamente impensables antes de la modernidad. El dominio de la
tra del espíiitu cnsuano contemp a naturaleza al servicio del hombre es un proyecto extrat1o a cualquier
C On . . · d· 10
. espíritu que condena la libido scien i. pensamiento religioso tradicional. El proyecto socialista, en líneas
generales, pretende partir de una constatación sobre el mundo
empírico, que implica una irracionalidad y una injusticia corregibles y
reformables: la contradicción entre el potencial de productividad
. ar ue las ideas de abundancia alcanzado por el modo de producción capitalista y el derroche y la
10 Casi no hay necesidad_ de agr~g pr;ductivismo/planificación que "anarquía" que le son inherentes, los recursos mal explotados, las
material siempre crec1e1'.te y e ramas socialistas desde 1830 son riquezas mal utilizadas, mal distribuidas, en contra del interés común.
están en el seno de los diversos prog
150 EL DISCURSO SOCIAL
GNOSIS , MILENARISMO E IDEOLoc'
!AS MODER.t'<AS lSl

nales, es sin duda un ingenuo y un creyente que no se acepta


los antiguos maniqueos hasta los totalitario . .
como tal, y además es más inconsecuente que los creyentes de an- convenirse en un gua a' t d E s modernos, y hende a
tes, puesto que ya no cree en una retribución póstuma ni en una Voecrelin es un "h
r,
. 'l
ª o o. n efecto e 1
"
d.
' n a me ida en que
t> eres10 ogo de la moder .d .
justicia inmanente. No es "razonable" luchar por el improbable cepto con tanta am l. d . m ad, aplrca el con-
p Hu que termma p b
advenimiento de una sociedad justa. La impunidad del malvado miento moderno· a los . . ora arcar todo el pensa-
. puritanos, los Irber 1 1 h .
y del explotador es la regla en este mundo. El vano sufrimiento positivistas, los marxista . ªes, os egehanos, los
s, 1os anarquistas ¡ f ·
del inocente también está comprendido en el orden de las cosas. mativo para quien ha 1 'd , , os ascrstas ... Nada lla-
El reino de la fuerza, con o sin oropeles democráticos, se perpe- en quienes él se inspr.ro' ~11·bº a ll~s teoJogos católicos del siglo XIX
1
tuará indefinidamente ... "Sin embargo, ¿cómo concebir bajo tor de e·zencza, - · y ·gn era
· polztzca t· ·
ismo y total·t
.
·
1 ansmo son ' para el au-
esta noción de sociedad un coajunto de seres humanos, enemi- rentes de una misma p t los z~zsmo, . s'.mples variantes apenas dife-
gos naturales unos de otros, ocupados sin cesar en dañarse mu- - a o og1a espmtual.
Otra lmea de objeciones 1 .
tuamente?" (Lamennais, cit. en NoeI, 1907: 13) He aquí un La- esencialmente relieios d 1 a p~radrg~a cuestiona Ja calidad
mennais convertido del catolicismo al socialismo. ¿Se me dirá como jons et origo ·~e dª, de a~ mismas ideas religiosas alegadas
·é on e vienen y cuál ¡ ,
que sólo ha cambiado de retórica, y que Félicité de Lamennais de .estas ideas "relieio " . es son as motivaciones
1:> sas , maniqueas me~; - · , .
sólo habría demostrado una ruptura en verdad secularizadora ticas etc de las cu l . , ianrcas, gnost1cas, aseé-
' ., a es Ciertos pensamie t d
con la fe católica (que pretendía haber abandonado) al aceptar continuación:> s· . n os mo ernos serían la
. r no se conciben (com h ..
"racionalmente" la única ley del más fuerte y al suscribir una como verdades orio-i l . o acen Jos esprntualistas)
1:>-na es impenetrables h ·d .
é tica del cálculo instrumental? de su emergencr·a y d d ' an tenr o, en tiempos
. e su pre omr·n·
10, una razon de ser .
, ·-
Podemos destacar el carácter intemporal, unilateral y falaz de pue d e decrr que esta razo' d . ' cY quien
las concepciones genealógicas criticando el concepto clave trans- n e ser era "relrgi ";> S b
habría respondido un racionalista del si Jo osa . ª. emos lo que
histórico de Voegelin del que he partido: el de gnosis. La objeción de Carl Schmitt hub· . g XIX a quien las teorías
1eran con tranado t ¡
que se ha hech9 a este autor es que su categoría de "gnosis" es de- habría hecho una réplica . 1 . ' o a vez desconcertado;
m asiado imprecisa y, sobre todo, que su tipo ideal no corresponde . . srmp e, anticuada pe ¡
tanstas de hoy parecen h b l .d ' ro que os comen-
. a er o v1 ado y a 1 .
a ninguna secta o doctrina constatada en la Antigüedad, y que su nr siquiera para descarta1·Ja· l ' a que no consideran
aplicación desordenada a todo aquello que él odia del mundo · que as categor' l' ·
son de oricren teolo' . . l ias po rtrcas modernas
1:> grco srmp emente p
moderno no lo ilumina en absoluto. Si hay algo semejante a una gicas de antaño e orque 1as categorías teoló-
ran ya en ese momento cate - I' .
gnosis en la Antigüedad, es un sentimiento religioso, común a va- guna manera "encubiert " e 1 gonas po rtrcas, de al-
as , 1a azmen te tran
rias sectas, de profundo horror ante el mundo carnal, de sed ab- predecesores, que creían en una . , . spuestas por nuestros
soluta de perfección extraterrestre, un sentimiento que asocia el político de esa época ad d qurmenca trascendencia; eran lo
orna o con un "b · " ..
devenir y el mal: ¡entonces la sacralización moderna de la política esfumaba con sólo ras E ar~rz re 1rg1oso que se
es su contrario absoluto! El gnóstico del siglo XX sería más bien del "barniz"· la 1 . . pa~. n efecto, puede mvenirse la fórmula
. s egrt1mac10nes relirriosas d - . .
un Cioran, con su abúlica máxima de que "todo lo que el hombre echar un barniz reliaioso sob 1 " e antano se l!maaban a
o re o que ya era t _.
emprende se vuelve contra él". Se ha podido reprochar a Voege- detrás de la T _ . errestre y polrt1co ·
s rerras p1omet1das y de los Pueblos . . '
lin que "la ciencia es gnóstica y la superstición es gnóstica. Hegel pre hubo grupos sociales f . . elegidos, srem-
es gnóstico y Marx es gnóstico; cada cosa, y su contrario, es gnós- - , unciones e mteres d
m1sticos 0 etéreos. es en mo o alguno
tica" (Culianu, cit. en Taubes, 1984: 290) . La gnosis de Voegelin se Si los hombres del pasado no ha d . . .
vuelve una suerte de tipo ideal de geometrfa variable que va desde temporal, la omnipotencia de Dio: (q1~'.n~1.do)lo teológico de lo
imenco y el poder abso-
GNOSIS, MILENARISMO E IDEOLOGÍAS MODERNAS i s3
is2 EL DISCURSO SOCIAL
. Contra el c~rácter unilateral, esencialista y estático del para-
luto del Rey (un poder deseado por sus juristas, y completamente digma genealogico, lo que incita a la reflexión es la heteroo-enei-
concreto), si los han confundido al punto de legitimar uno con dad co~nitiva de lo~ pensamientos modernos, su "margen ~e ma-
otra por no poseer nuestras ideas claras y distintas sobre esos pun- rnobr~ entre sobnedad empírica, aceptación de lo ignorado y
tos, entonces, simplemente, es el pensamiento político moderno ~e l~ !~cognoscible y hybris metafísica, voluntad de hiperlucidez
el que al final manifiesta "en verdad" lo que el pensamiento del _ irresistiblemente tentada de reactivar lo religioso siempre subya-
pasado manifestaba, oscuramente, "en símbo1os" . cente. Las leyes de la histoiia no son siempre la Providencia: esas
Para hablar de una secularización inducida y abusiva de concep- supuestas leyes pueden no ser más que la extrapolación razona-
ciones religiosas, es necesario que las concepciones que muestran ble, aunque en verdad bastante azarosa, de tendencias constata- 1
persistencia hayan sido integral y esencialmente religiosas. Un~ r·e-li- das en el pasado y en el presente, pero nada impedía, en efecto,
gión es la sacralización del lazo social: si aceptamos la definmo~ que s~ tr~ans!ormaran para algunos "entusiastas" en promesa de
1
de Durkheim, todo lo religioso ya es funcionalmente secular, si parusia mmmente. El progreso puede ser una historia relativa-
bien no en la "superficie", en su legitimación espiritualista tras- mente discreta en la que los hombres hacen poco a poco, con su
cendental, al menos en sus usos, su función y su génesis psicoló- esfuerzo, su ciencia y su industria, una tierra más feliz o, al me-
gica.11 De este modo, y al cabo de un proceso de secularización, se nos, no tan miserable. Esto puede pensarse sin teología ni pro-
encuentra aquello que es esencia, o más bien función concreta de n:esa de un fin de los tiempos, pero tal vez la tentación de prede-
lo religioso: los valores ~ívicamente útiles y las reglas sociales (ex- cir esto Y prometer mucho sea demasiado grande. "La idea de
plicitados y fuera de su "caparazón"); en síntesis, un contrato so- progres~ nunca se sustentó en primer lugar en la promesa de
cial. Émile Durkheim procede de Feuerbach, a cuyas conjeturas fi- una soCiedad ideal", afirma Christopher Lasch ([1991], 2002:
losóficas busca dar sustancia: el hombre ha creado a Dios 46). En líneas generales tiene razón, pero se equivoca en un de-
proyectando sobre un ser quimérico lo mejor de sí mismo. En la talle : si descifro los entusiasmos de los primeros "socialistas utó-
etapa de la secularización, se rea propia de esas cualidades y esos picos", veo que en la mayoría de ellos esta "idea" se identifica
proyectos humanos, en otros tiempos "alienados". El hombre m~­ con la promesa de un moderno Millenium. En la medida en que
derno se libera de la ilusión religiosa recuperando lo que hab1a e~ fut~~,º es presentado como algo "abierto", el "progreso de la
puesto en ella de sí mismo. Marx, que conocía a los clásicos, cali- c1enc1a co_mo mejoramiento acumulativo, adaptación óptima, y
fica a este acto de reapropiación como "prometeico". En efecto, en la medida en que la necesidad sólo ingresa en la reflexión
se trata del esquema de Feuerbach: la antropología secular es una como algo del orden de las causalidades probables entre fenó-
reapropiación de lo que las religiones han expresado de manera fic- menos s~cesivos, no hay nada escatológico en la "idea" de pro-
ticia en términos "espiritualistas", pero con una diferencia que greso. Mientras que el progreso incierto, producto del esfuerzo
afirma la ruptura: ninguna teología presentaba a la humanidad de los hombres o de algunos hombres, no excluya doo-m á tica-
como capaz de perfeccionarse y hacer su morada sobre la tierra mente regresi~nes posibles y, como todas las cosas huma~as, per-
más agradable sólo por obra de sus fuerzas. manezca ambiguo, ambivalente y progresivo, no hay, de nuevo,
nada_ escatológico. Pero todo está en el "mientras que ... ": en los
dos ~iglo~ modernos siempre ha sido posible, por un subrepticio
deslizamiento, no considerar el progreso como la obra de los
11 Intuición de base de toda la sociología. La religión, señalaj.-M.
Guyau mucho antes que Durkheirn, es "una explicación sociológica hombres, sino como el efecto de las leyes superiores y fatales a
universal ·con forma mítica" y la sociabilidad "es el fondo durable del las que ellos estarían sujetos.
sen tirniento religioso".
i 54 EL DISCURSO SOCIAL
GNOSIS, MILENARISMO E IDEOLOGÍAS MODERNAS 155

Hans Blumenberg admite que una escatología hipe rlúcida, con


La contratesis de este autor es que el pensamiento moderno no
la "fe" depositada en un cambio decisivo, inminente y último, es
es persiste.n~ia de viejas categorías, sino que está en ruptura radical
susceptible de legitimar la tesis de la secularización-prórroga reli-
con .lo rehg10so anterior, que es legítimo en su pretensión de au-
giosa que, por otra parte, rechaza. Es lo mismo que admitir que
tentlC!~ad Y de rupturas fecundas, y que las nociones de gnosis,
Voegelin y Lowith tenían en parte razón en lo que respecta, al me-
teologra transpuesta Y otras por el estilo son artefactos anacrónicos
nos ' a las ideoloofas totales o totalitarias del siglo XX, que apare-
b que subrayan en forma abusiva ciertas continuidades efü~iendo no
cieron, con su determinismo riguroso y sus promisorios resultados ver o no t b
'" . ,, ener en cuenta rupturas decisivas, y que por ello resultan
científicos, en el siglo XIX. Esto significaría, y esta constatación lJ'BUStas en relación con la modernidad.
me parece fructífera, que hubo varias maneras divergentes de ser
. La modernidad es "legítima" (nueva, efectiva y buena) en la me-
postreligioso en la modernidad. El paradigma de la seculariza-
dida en que es rehabilitación de la "curiosidad" teórica -que pro-
ción-persistencia aplica al pensamiento moderno en bloque un es-
duc~ u.n corte con respecto al ethos religioso- como proyecto de co-
quema que sólo parece ilustrado por ejemplos extraídos de cier-
nocimiento Y dominio por parte del hombre sobre la naturaleza
que lo r~;dea. El nominalismo medieval ha suscitado, en "legítima
tos .sectores delimitados de este pensamiento, aquellos que,
justamente, son designados por la palabra "ideología" que Marx
defensa , un humanismo reacctivo. En el fondo, Blumenberg
funda el c.~rte moderno sobre la divisa de Kant: Sapere aude!La "au-
tomó de Destutt de Tracy. El rasgo común a la mayoría de los par-
tidarios de la tesis de la persistencia es haber puesto bajo la lupa la
toafirmacr~n del hombre", actitud existencial nueva, engendra Jos
visión del mundo socialista, o bien, como Voegelin, haber tratado
cara:teres mnovadores del saber moderno: el mundo aparece a
de pensar la convergencia del socialismo y del fascismo subsumidos
part1.r d~ ahora como _algo que debe ser dominado y como algo
en "religiones políticas".
considerablemente mas desconocido (y en parte incognoscible) ,
de suerte que la m~~ernidad cognitiva es, a la vez, nuevo orgullo
humano pero tambren nueva humildad respecto del conocimiento
"revelado". El mundo no es un estado de cosas que se pueden con-
LEGITIMIDAD DE LA MODERNIDAD SEGÚN BLUMENBERG
templar, desde los orígenes hasta el escatón, sino un problema que
se propone a la razón humana, poderosa, todavía no explotada
(pero n~, todo-poderos~). Así se elaboran una experiencia y una
Si todo es un avatar maquillado de la gnosis, de la redención, de la
salvación y del Mil!.enium, ¿entonces en qué es legítima la modernidad?
concepc10n nuevas. del trempo, cuyo eje es el futuro y la capacidad
del h~rnb~e-en-soc1edad de trabajar para lograrlo. La hipótesis, la
Ésta es la pregunta que formula Hans Blumenberg (1920-1996), el
único filósofo que procedió a realizar una refutación sistemática de
expe~~encra, las teorías y sus aplicaciones van a permitir un "pro-
las tesis genealógicas. Su Die Legitimat der Neuzeit, de 1966 (tardía-
gres~ en cuanto al dominio del mundo, progreso "indefinido"
mente traducido al francés como La légitimité des temps modemes, en
(segun palabras de Condorcet) que no concluye precisamente en
1999), refuta, en efecto, las teorías "deslegitimadoras" de Lowith, un estado final ni en un Soberano Bien. 12
Schmitt, Voegelin y Gadamer, que han hecho de la modernidad el
producto degradado de una tradición desvirtuada, y la han decretado
ilegítima en su misma pretensión de ser moderna, es decir, promo-
tora de rupturas e innovadora. (Este libro desatará en Alemania una 12 La noc'.ón blumenberiana de "ruptura legítima" se acerca a la
de esas polémicas eruditas que escandalizan la vida intelectual más r;flex1on filosófica de Marce! Gauchet en La révolution des droits de
allá del Rin: el Blumenberg-Debatte.) l homme, .derechos Interpretados como un repudio global a las
concepciones antropológicas cristianas.
i 56 EL DISCURSO SOCIAL
GNOSIS, MILENARISMO E IDEOLOGÍAS MODER.i.'IAS 157
Lo que Blumenberg rechaza, en términos de método, es qu~ la .
rada en la naciente codicología medieval, presenta su propia crí-
demostración de la secularización de X en Y haga de X la explica-
tica del idealismo especulativo como una "interpolación", un bo-
ción de Y, y convierta a Y en algo "derivado" y, en ese sentido, más
rrado y una reinscripción. I 3
0 menos sucedáneo y falaz. El autor no acepta que esto lleve a
Sin embargo, Blumenberg termina La légitimitécon un "Adiós a
concluir que los Y de la modernidad sean otra cosa de la que
las filosofías de la historia". Si bien no son una simple escatoloofa
"creen" ser. Desde luego, se puede hacer una aproximación entre • b
encubierta, fueron demasiado especulativas y se revelaron peligro-
creencia en el progreso y milenarismo, entre la igualdad garanti-
sas en su hybrisy su denegación de lo humano.
zada por las cartas de derechos y la igualdad de las almas ante
La modernidad, por más "legítima" y fructífera que sea la rup-
Dios, pero éljuzga "pobre" el contenido de la comparación, que
tura que establece con respecto al pensamiento religioso, tiene
no conduce a nada interesante y no debería servir más que para
problemas a la hora de procurarse una legitimación tan poderosa
abrir la reflexión. La tesis de la persistencia es también inaceptable
como la quimérica legitimación que procura la heteronomía de
para Blumenberg por razones epistemológicas, ya que supone
una Revelación: una revelación a la vez inmanente al mundo, a un
una concepción ontológico-sustancial de la historia de las ideas.
mundo ampliamente in-cognoscible e im-previsible, que sería in-
En efecto, si la cuestión se remitiera a las influencias lejanas Y
discutible, ¡es la cuadratura del círculo! Frente a esta aporía con-
los préstamos retocados y adaptados, la tesis sería a la vez indiscu-
creta (que es constitutiva de la modernidad), muchos modernos
tible y banal, sin consecuencias para la "legitimidad" del pensa-
se esforzarán por jugar en los dos planos y por encontrar aquí
miento moderno. Pero la tesis común a los pensadores que Blu-
abajo la ley, lo absoluto, el sentido definitivo, lo eterno.
menberg ataca pretende afirmar mucho más: asegura que el
contenido religioso original está preservado, que los paradigmas
que se pretenden modernos perpetúan una misma esencia ideal,
adornada de avatares camuflados y superficiales.
Hans Blumenberg introduce aquí un concepto que pretende a
la vez explicar y contradecir las supuestas persistencias modernas
de ciertos esquemas religiosos: el concepto de reocupación. El pen-
samiento racional, no metafísico, aparte de la ciencia, el pensa-
miento que se dirige al orden antropológico (social, histórico y
moral), no cambia de terreno, pero ocupa el terreno "conquis-
tado" reconstruyendo uno nuevo sobre las mismas bases. En la lucha
misma contra la representación religiosa del mundo, los moder-
nos no vienen a "cambiar de terreno" y a sustituir los mitos anti-
guos, como se hace en las ciencias, con concepciones por com-
pleto diferentes, inconmensurables, sino que vienen a ocu~a: el
terreno que antes correspondía a lo religioso y a rechazar la logica 13 En el Manifiesto comunista se lee lo siguiente: "Se sabe que los monjes
fideísta obliterándola, inscribiendo sobre ella, superponiendo sus recubrían con insípidas hagiografías católicas los manuscritos donde
concepciones nuevas con vistas a hacer ilegible el texto religioso estaban transcritas las obras clásicas de la antigüedad pagana. Los
autores alemanes hicieron lo contrario con la literatura francesa
subyacente. Karl Marx había recurrido en ese sentido a una ima- profa.na. Inscribieron su mensaje filosófico debajo del original francés.
gen notable, la del palimpsesto, en la que, con una metáfora inspi- Por ejemplo, detrás de la ci-ítica francesa de las relaciones monetarias
escribieron: 'Alienación del ser humano', etc.". '
7 º Nuevas propuestas para
el estudio de la argumentación
en la vida social

La historia de la retórica y de su enseñanza, desde la


Época Clásica hasta mediados del siglo XX, es la de una intermi-
nable decadencia, una extensa supervivencia escolar esclerosada
en medio de una desconsideración general. A principios del siglo
XIX, el obispo escocés Richard Whately publica Ewments of Rheto-
ric (1828), el gran manual sobre este arte que fuera reeditado más
de veinte veces en Inglaterra. Al comienzo del libro, el autor con-
fiesa que ha dudado mucho en emplear la palabra retórica en el tí-
tulo, palabra "capaz de sugerir a muchos la asociación con la idea
de declamación vacua o de artificio deshonesto".
Ni el romanticismo (en nombre de la Sinceridad) ni el espí-
ritu científico (en nombre de la Positividad) han consentido en
dar lugar a la retórica, que sólo sobrevivía de manera anodina
como una enseñanza caduca, herencia de la educación liberal de
los griegos y los romanos, enseñanza que, por otra parte, se vol-
vió clerical: los espíritus modernos y laicos, ligados al razona-
miento científico, se habían alejado decididamente de esas técni-
cas "oratorias" imprecisas, falaces y pertenecientes al campo de
la locuacidad. En 1902, la misma palabra "retórica" dejó de de-
signar en Franciá (no así en Bélgica) una de las etapas de la es-
cuela secundaria.
Sin embargo, hay algo que justificaría este descrédito, "buenas
razones" que nosotros, analistas de los discursos e historiadores de
las ideas, debernos aceptar. En la actualidad, "retórica", en el dis-
curso habitual, es una palabra peyorativa, siempre cercana a una
locuacidad vana, a la propaganda, la demagogia y la manipula-
ción. Los periódicos utilizan siempre "retórica" de manera peyora-
tiva. Esto se constata cada día en la prensa escrita en inglés. Leo
i 60 EL DISC URSO SOCIAL NUEVAS PROPUESTAS PARA EL ESTUDIO DE LA ARGUMENTACIÓN ... 161

en el New York Times: "El discurso del presidente Bush fue pródigo a las que llamaban, se gún el caso, "ideas", "pensamientos" y, para
en r e tórica pero pobre en sustancia" (Booth, 2004: ix) . "Rheto- el pueblo y las masas, "mentalidades", "representaciones", "actitu-
ric'', para la prensa, no quiere decir otra cosa que bla bla bla, decla- des" (ustedes conocen los conceptos irremediablemente impre ci-
mación, engaño, mentira. Se afirma "esto es retó1ica" y está t~do sos de los historiadores del pasado), sin ver ni descifrar palabras,
dicho. Del mismo modo, decir "dialéctica sutil" no es prec1sa- fras es, encadenamientos de ideas , ni maneras de sostener una
men te un elogio. Y muchas otras palabras relacionadas, todas pro- proposición y de comunicar, o más bien pasando a través d e ellos
ve nientes de Aristóteles, han cobrado también un sentido nega- como si, en efecto, fueran transparentes y unívoc os y no pre senta-
tivo. Pathos, desborde emocional falto de sinceridad. Topos, lugar ran problemas.
común, banalidad y cosa sin importancia.
El descrédito moderno parecería total si no existiera la eviden-
cia de que, no obstante, la reflexión sobre la argumentación pú-
blica y sobre el discurso persuasivo no desaparece por completo, Y CHAIM PERELMAN
que los grandes libros que hablan de ello en el siglo XIX no so~
asunto de retóricos y autores de manuales, sino de hombres poh- En 1958, con dos obras pioneras, Tratado de la argumentación.
tícos como Jeremy Bentham, cuya obra Handbook of Fallacies, de Nueva retórica, de Cha!m Perelman y Lucie Olbrechts-Tyteca, y Los
1824, es penetrante, muy divertida y siempre interesante. Pode- usos de la argumentación, de Stephen Toulmin, y un poco más tarde
mos mencionar también la obra de un filósofo como John Stuart con el tratado de Charles Hamblin sobre las falacias (Fallacies,
Mili, cuyo System aj Logic, ~e 1843, es muy pertinente (en particu- 1970), que se proponía sustituir la vieja taxonomía de los sofismas
lar el apartado sobre los sofismas) . Se dice ~~e la ~lo~ofía ~o­ por una teoría moderna de los errores de razonamiento y que
derna se ha alejado de la retórica. Esto tamb1en sena cierto s1 la ejercerá gran influencia en el mundo anglosajón, la retórica reco-
retórica no fuera concebida como la esencia misma de la filosofía bró fuerzas. El papel de Perelman fue decisivo en ese cambio de
por Nietzsche, quien comienza su curso de retórica en Basilea con situación.
la banal constatación de que "en los tiempos modernos este arte Sería complejo comparar las perspectivas y las concepciones de
es objeto de un desprecio general" y no obstante la ~oloca en el Perelman con las de Stephen Toulmin, puesto que sus recorridos
centro de su reflexión filosófica. Su Darstellung der antiken Rhetonk, intelectuales son diferentes. Sin embargo, ambos tenían un punto
que se anticipa a nuestra época, formula en una proposició_n c~ave de partida común, que era una gran insatisfacción frente a la ló-
la fecunda transposición de la reflexión sobre el lenguaje: No gica formal : querían liberar la lógica, sacarla de la "pura" lógica,
existe la naturalidad no retórica del lenguaje" (Nietzsche, 1971) . acercarla a la argumentación corriente: querían hacer de la lógica
De cualquier modo, tras este prolongado desmerecimiento ligada a la retórica una ciencia práctica cercana a la realidad so-
(que como hemos visto presenta excepciones), después de un cial. Así, Perelman rompe con el positivismo lógico que le habían
eclipse de casi dos siglos, la retórica retornó con fuerza renov~da enseñado en su juventud y se inclina hacia otra forma de raciona-
en la filosofía, las ciencias sociales y las ciencias del lenguaje a lidad que le parece más merecedora de la atención filosófica, la
mediados del siglo XX. Mientras tanto, el estudio del razona- del discurso corriente, la del jurista, el político, el ensayista, etc.,
miento se había vuelto entre los filósofos una actividad estricta- que él llamaba, según señala Michel Meyer, "el campo de lo razo-
mente formal y casi algebraica. En cuanto a las ciencias sociales e nable", en oposición al campo de lo racional (Meyer, 2004: 10).
históricas, atravesaban "el archivo" y la mate1ialidad del discurso Con este renacimiento a mediados de siglo, la retó1ica, junto
sin verlo. Estas disciplinas sólo identificaban cosas desencarnadas, con las ciencias del lenguaje y de la comunicación que se encuen-
i 62 EL DISCURSO SOCIAL
NUEVAS PROPUESTAS PARA EL E~TUDIO DE LA ARGUMENTACIÓN ... 163
tran en plena expansión, deja d e ser lo que había sido tradicional-
EL RETORNO TRIUNFAL DE LA RETÓ R ICA
mente , un aprendizaje del arte de debatir y de discurrir c~n elo-
cuencia, para convertirse en lo que es hoy: el estudio del discurso
en la sociedad desde el ángulo de la argumentación. Cabe detenerse un instante para cortjeturar las causas de ese "re-
En ese contexto, la importancia de la obra de Perelman no ha torno a la retórica". Es evidente que este resurgimiento se rela-
dejado de aumentar. Es mucho más citado, estudiado~ disc~tido ciona con el hecho de que el pensamiento moderno se ha dejado
ha.y que en los tiempos en que yo era su alumno. Test1momo de erosionar, y finalmente ha rechaza:do las ideas de fundación abso-
esto son los libros de Michel Meyer, Alain Lempereur, Bosco luta del conocimiento, del saber como correspondencia unívoca
entre los discursos y las cosas, de verdad irrefutable y adquirida en
( 1983), Koren y Amossy (2002), Maneli (1994), Va~nier ( 2?01) _Y
las numerosas y constantes referencias a su pensamiento en ingles forma irreversible (científica, positiva), de razón trascendental, to-
y alemán. Todo lo que se hace en retórica en el mundo francó- das aquellas concepciones que habían contribuido al declive de la
retórica. La concepción central de la racionalidad se desplaza de
fono desde hace medio siglo parte de Perelman y saca provecho
la ciencia (paradigma del siglo XIX) a la vida pública y a la cul-
tanto de sus avances como de la crítica de algunos de sus procedi-
tura cognitiva y discursiva del mundo corriente. Al mismo tiempo,
mientos.
En el campo francés, los encomiables trabajos de Georges Vi_g- los Grandes Relatos de la historia y las certidumbres historicistas
naux (1976 y 1988) , Ruth Amossy (2000) y Christian Plan~1~ han sufrido una pérdida de credibilidad irreversible, al igual que
los dogmas y los grandes principios de otros tiempos: todo es (de
( 1990, 1993 y 1996), diferentes en sus modalidades ~problema~­
nuevo) argumentable. "La retórica renace cuando los sistemas
cas, pero portadores de sugerentes reflexiones, despiertan ~l ~as
ideológicos se derrumban'', señala Michel Meyer (1986: 7). "La
vivo interés. Tai vez sean todavía poco conocidos por el publico
acadé mico, en la medida en que la retórica ele la argumentación voluntad de someter los asuntos humanos a una escatología cien-
viene a sacudir las barreras disciplinarias que, especialmente en tífica ha fracasado", queda para los posmodernos la tarea de bús-
queda negociada de coexistencia y de consenso (Buffon, 2002:
Francia, tienen una notable capacidad de resistencia pas~va.
73). Los discursos y la discusión son los fundamentos siempre in-
Por otro lado, es evidente que, al menos por su cantidad, lo_s
estables de la Ciudad, y esto explica la fuerza del retorno de la re-
trabajos publicados en francés están muy lejos de la ~norme bi-
tórica. Dado que por todas partes las certezas absolutas se han des-
bliografía que se ha publicado desde hace cuarenta anos en ale-
vanecido con las Grandes Esperanzas históricas, la cuestión de lo
mán y en inglés norteamericano. . ,
probable ha vuelto a instalarse en el centro de los debates con-
Con toda objetividad, sin adulación, debemos decu aqm lo que
temporáneos sobre el riesgo y el manejo de lo incierto . Así, la
ustedes rio ignoran, pero que su modestia les impide procl~ma~, a
saber una fuerte evidencia de geopolítica intelectual: en el amb1to nueva retórica es contemporánea del Segundo Desencanto, el de
franc,ófono Bruselas se encuentra en el centro del renacimiento las religiones seculares o políticas; se aleja de lo unívoco, de lo
del pensam~ento y de la investigación sobre la retóri_c~. Como dije
apodíctico, de las verdades definitivas, científicas o dogmáticas.
La nueva retórica representa una tercera vía filosófica entre el
antes, todo parte de Perelman . La obra poderosa, ongma~ Yfunda-
mental de Michel Meyer, y los libros de Alain Lempereur, Emma- relativismo absoluto - en boga en algunos campus- y el raciona-
lismo dogmático y el logicismo. Ni siquiera hay en Perelman en
nuelle Danblon y otros autores dan testimonio de ello. La israelita 0
Meyer el esbozo de una filosofía consensual de la verdad 0 una
Ruth A.mossy es origina1ia de Bruselas, como yo mismo: dejo ~ara_
los aficionados a las hipótesis el trabajo de explicar ese no se que moral democrática postkantiana de la discusión, y algunos -como
yo mismo- reticentes en lo que respecta a Habermas, están de
que impregna retóricamente la atmósfera de esa ciudad.
acuerdo. Para Manuel Carrilho, la retó1ica ha vuelto al ámbito de
NUEVAS PROPUESTAS PARA EL ESTUDIO DE LA ARGUMENTACIÓN ... i65
i 64 EL DISCURSO SOCIAL
Desde los tiempos de Corax y Tisias, el mundo del derecho
. . oner fin a la crisis del sltjeto y de la
forma, en la larga duración, una suerte de superyó dialéctico
la filosofía para instalarse alli ylp . 1 XX crisis que se empeñó en
- entado a s1cr o , ideal que contradice desde todo punto de vista la práctica de los
razón que ha atonn t:> del proceder filosófico la
fundamentos humanos en las circunstancias corrientes de la vida. El mundo
tratar de estable cer corn_0 b. arruinar ese fundamento
. . salidad o ien en . del derecho ha :ftjado, con un trabajo secular de marcado con-
necesidad y la umve~ ' l de filosofía) en un esceptl-
al "caer" (como decian los manua es vencionalismo, todos aquellos elementos qu e están ausentes en
cismo sin fondo. las condiciones corrientes de discusión, diferendos y litigios: un
código de procedimiento, una lógica fundada en la coherencia
jurídica, y ha instituido a alguien, en este caso el juez, con la fun-
ción de decantar los alegatos del pathos para extraer de ellos el la-
RETÓRICA y PRAGMÁTICA ARGUMENTATIVA EN DERECHO gos y, a partir de abí, zanjar las cuestiones.
Hago al pasar un pequeño comentario para no parecer ingenua-
-de manera forzosamente sumaria- una
Me propongo desplegar . . s concernientes al es tu- mente ignorante de la práctica profesional concreta de los juristas:
. . so contrapropos1cione mi hija menor es abogada y sé bien que el abogado, como el juez,
serie de propos1c10ne. , de los debates en la vida social, en es_pe-
dio de la argumentaclOn Y , i campo de invesuga- pasan hoy en día mucho más tiempo en conciliaciones, arbitrajes y
cial en la esfera pública, puesto que ese es 1'.1d "arreglos extrajudiciales" que en situación de litigio, haciendo y es-
. d h Quiero partir de esta l ea. cuchando alegatos. Sin embargo, quiero señalar que existe, en la
ción, y no el erec o. . d ·ado patente, dema-
. , . denc1a tal vez emas1 larga duración, una especie de tipo ideal de la pragmática del liti-
Mencionare una evi . d que haya provocado
.d ara ser profundiza a, aun . gio y de la clase particular de persuasión judicial que contribuye a
siado conoc1 a p . f ctos perversos: la teoriza-
. d · · s que tienen e e velar, a interponerse como una pantalla entre el analista y la obser-
consecuencias ec1siva . . os de Corax y Tisias, pa-
, . d sde los lejanos nemp . d l vación de la argumentación corriente en la vida pública.
ción retorica, e . , 1os tratados clásicos . e.
l cuente C1ceron, por Este tipo normativo ha incitado a algunos analistas de la vida
sando por e1 e o Ch .. Perelrnan ha sido pnnc1-
·11 otros hasta a1m ' pública a tratar de normar y normativizar la argumentación co-
abate Brettev1 e Y ' . . d echo personas para
d los especialistas en er , rriente, aunque habría hecho falta, sobre todo, escuchar las dispu-
palmen te un tema e . · , de los litigios
, . . 'dica y la argumentacion tas y los intercambios y tratar de comprender las div.ergencias de
las cuales la logica JUfl f ban objetos centrales de
arina de otro costal- con orma procedimiento y los interminables dissensus sobre esas mismas
. -que es h
normas . Los teóricos de la pragma-dialéctica de inspiración ha-
reflexión. to porJ·uristas y filósofos
, · 'presente compues bermasiana se esfuerzan por ftjar estas normas de debate como un
Ante el publico aqm , ( . . tención de provoca-
.1 f del Derecho Ysm in conjunto finito, claro y distinto, indiscutible, apodíctico. Como si
del Centro de F1 oso ia . . . es y métodos que es-
. 1fi d uaenr aprox1macion los derechos y deberes de los argumentadores dependieran de la
ción, sino con e in e s <::> , ) • • ra ahondar la idea co-
. y fruct1feros , qu1s1e evidencia (mi parecer, como se verá, es totalmente contrario a
pero sean pertinentes . . , . . la tradicional como la
mát1caJundica, tanto . esta idea).
mún de que l a pra g ' .d l típico ideal, no es d1fe-
. l ente en su forma i ea y d. A.hora bien, sabemos que Perelman, a quien debemos conside-
actual, especia m d 1 acrmática habitual de la is-
. l xacto opuesto e a pr t:> rar ante todo como un filósofo de !ajusticia y el derecho, ha con-
rente, smo e e . .. d d f rma un superyó social cuyos re-
, desde la Anticrue a o tribuido también a hacer salir de su letargo a esta lógica jurídica,
cusion, y que t:> fi . 'n persuasiva contrastan con
d. · tos y cuya icc10 a la que ha consagrado un libro reeditado en numerosas ocasio-
gulados proce im1en d . dos y los fracasos de la argumen-
las vías tortuosas, los malenten 1 nes, Logique juridique (1979).
tación "corriente"
. UDIO DE LA ARGUMENTACIÓN . ..
NUEVAS PROPUESTAS PARA EL EST l~

i66 EL DISCURSO SOCIAL


verdad es que filosofar es ar
embargo, así como hay u .dg.urr~entar_ (Cohen, 2004: 25).1 Sin
Suele admitirse que existe un arsenal de razonamientos pro- ., na 1 10s1ncras1a ret' · · - .
tamb1en una retórica fil 'fi oncojundica, existe
pios deljurista, un sistema secular que contiene muchas conven- I oso ica muy particul

ciones y est~ fundado en axiomas-ficciones de los que todo lo que


competente exterior fue t - 1 . ar, que opone al in-
r es r eg as mternas ff d
razonamientos e inter . bl . ip as por siglos de
puede decirse es que están apoyados en "buenas razones", es de- roma es disputas e t fil,
mos que los filósofos P d n re i osofos. (Sabe-
cir, que se encu adran en lo razonable, pero ciertamente no en lo
mucho más tiempo y co
ue en man ten e -
, b . ~se en sus posiciones por
racional (por ejemplo, que la ley es clara, no es contradictoria, . n mas o stmación q 1
seres humanos.) ue a mayoría de los
que todo lo que puede suceder en el mundo sublunar está pre-
Si yo, humilde mortal rete d.
visto por ella, etc.). Leibniz - "Todo es p b'. p n iera refutar la formulación de
. . ~or e os mundos posibles"-
No es un reproche: Chaim Perelman, apasionado por la justi- . ara ien en el me· d 1
mvocando las guerr 1
cia, amaba el espíritu del derecho, y justificó las convenciones del ra- , as, os genocidios y las h b ,
na demostrar que no soy fil, e am runas, solo logra-
zonamiento jurídico, del razonamiento jurisprudencia!, con sus i oso10 y que haría .
oca. Quien no es filósofo . . mejor en cerrar la
"precedentes" (suerte de razonamiento que sería absolutamente b"hechos" nunca pueda 's_i_qmere, e~contrará divertido que los
excluido en las ciencias y sería juzgado corno débil en la vida co- n venn a enturbiar la se ºd d d
mas de pensamiento p 1 rem a e los sis te-
. , ero es c aro que s , 1
tidiana). sistema filosófico desd . . o o puede criticarse un
e su mtenor y qu 1 fil,
se cuidan de invocar d t , e os I osofos enfrentados
d a os extraidos del mund , .
es me preguntarán entonces . 1 fil , o emp1nco. Uste-
ripsista.
· Dos pesadas pal b si a i osofra es 1
una ogomaquia so-
CAMPOS ARGUMENTATIVOS E IDIOSINCRASIAS
a ras para sucrerir qu 1 fil ,
er esa especie de · l . "' e a i osofia hace va-
l smgu andad que 1 _ . ·
e-:cclusión argumentativ a car actenza por la regla de
Menciono ahora otra evidencia: la razón, la racionalidad, puede H ª
que prevalece en ella
considerarse (o es) la cosa más expandida en el mundo, pero ay muchas otras reglas de discusión :
que son defendibles e , . propias de los filósofos
nuestras tácticas y prácticas de razonamiento varían según los n si mismas pero que r '
mundo corriente deb· d '. no iorman parte del
campos en los que operamos. Y, sin siquiera advertirlo, los va- I o a su excesivo costo· 1 •-h h, , .
uda cartesiana apr d . a eroc e escepuca o la
mos cambiando a lo largo del día. Cualquiera que observe un d -. ' ica as a una discusión l' ·
espmtus rápidamente , po ltlca, alterarían los
campo de prácticas desde el exterior de sus convenciones argu- . . y con razon La recnc . d .
jec1ón por la recrresio'n al . fi . . ::o.essio a mfinitum, la ob-
mentativas se sorprenderá ante ciertos razonamientos retorci- "' 1n mito que
aparece en las discusiones de e- 'p - se remonta a Platón, no
dos que jamás se le habrían ocurrido. Y cualquiera que sale de , ca1e. or otra part h
que a gun otro filósofo h e, no ay filosofía
su campo profesional cambia de manera inconsciente de táctica 1
Ahora bien lo m· no aya encontrado aporética.
l ógica: un jurista que -puede suceder- discute con su mujer, ha- . . ' ismo sucede con el de - h
mismo y desde el interior . . . , r ec o, no abordado en sí
ría bien en no apelar a argumentos típicamente jurídicos como . ' sino en relacwn c 1
ico : al observador e on e mundo extrajurí-
los que ha utilizado ese mismo día en el Palacio de Justicia, si d xterno puede sorp - d 1 .
encierro del razonamiento e 1 . . len er o, por ejemplo, el
1 no desea que una disputa doméstica se convierta en un cata- n a posit1vidad de la ley· LOSJUnstas . .

clismo conyugal.
Vayamos al caso del campo filosófico y el no filosófico. Diga-
mos, en primer lugar, que el discurso filosófico se encuadra (en Cohen dice que en pnnc1p10
· . . se argurnent
cada filósofo surge un guerre , . a con cortesía, pero que en
general y en particular) en la persuasión -cualesquiera sean las ro enst1co en cuanto se siente "atacado".
pretensiones de algunos filósofos en cuanto a "demostrar"- ; la
NUEVAS PROPUESTAS PARA EL ESTUDIO DE LA ARGUMENTACIÓN

i 68 EL DISCURSO SOCIAL
mente convencido de que en última . . .
que ha declarado ha ,1 d instancia, por las razones
ingleses (hago este comentario a partir de un manual de lógica ju- , resue to el modo m - d
rídica británica) recuerdan que el juez Hale formuló, en 1676, un que tiene ante sí" A 1 , . as a ecuado el caso
. . unque e publico alterad 1 .. , ,
memorable y docto razonamiento que a nosotros, legos, nos hace blica cuestionen su ve d. . o y a opmion pu-
re icto y despotr·
sonreír, mientras que el jurista razona exactamente como él. Este sentirse satisfecho de haber d ·¿·d iquen en su contra, debe
eo i o en pos de la razónjurídica.
razonamiento partía del presüpuesto: "Las brujas deben existir
puesto que hay leyes en su contra" (Palmer, 1985).

MANTENERSE AL MARGEN DEL PATHOS

LA SITUACIÓN EN LOS TRIBUNALES Muchos han señalado antes de mí ue Ch ..


de la nueva retórica ha d . d . q aim Perelman, filósofo
razonamiento emo~v ep o simple~ente de lado el pathosy el
El convencionalismo jurídico, como dije antes, está presente desde o, que no se mencionan . , .
hace siglos en la reflexión sobre la retórica, y complica en más de su famoso tratado Es en en nzngun pasaje de
. este punto cuand , .
un aspecto el análisis de las situaciones corrientes. Esto es en es- mente concreta que fue Ar" , 1 o mas se aleja de esa
rstote es Perelma b
cencia cierto para lo que podemos llamar "la situación de los tribu- tificada, aunque fuer _ .· n ama a -y sen tía jus-
a en su propia esfe - 1 fi . , .
nales". Eljuez, por su función trascendente, debe escuchar a am- dice que el juez debe re ri . . ia- a. iccIOnJurídica que
modo que d b . p mrr sus pas10nes e intereses del mismo
bas partes y debe mostrarse, al final del proceso, convencido de la s· e e ignorar las pasiones de las partes 2
superioridad de la argumentación de una de ellas. Por otro lado, 1 queremos encontrar el me·or unt 0 . .
mientras que abogados y fiscales abusan de las gesticulaciones, al analizar el discurso so . '.l P de vista para observar y
un filósofo olvidado decila ,BprlolpE~ngo exhumar el pensamiento de
1
pronunciar el veredicto el juez tiene que abstraerse del hecho, y de a e e poque Th, d 1 Ri
sus propias emociones, así como "sopesar" con sangre fría las razo- una sutil L · . ' eo u e bot, autor de
ogique des sentzments q · .
de la lóo-ica de lo l' . , uien, prensamente, desconfiaba
nes, esas razones que se dicen jurídicas, que confirman y apoyan
a ret~nca normativa. "Al leer los
o- s ogrcos y de 1 - ·
unajurisprudencia, del mismo modo que ha de aplicar una "ley tratados de lóo-ica -se- 1 b
o· na a a- parecena 1 .
pareja para todos". También debe alejarse del pathos que destilan lar, exento de contrad· . , . . que e razonamiento regu-
1cc10n, es mnato en el h b
los alegatos; "el juez que aplica la ley debe convertirse en razón mas viciosas no adapt d , om re, Y que las for-
a as so 1o se produ .
pura", exigía Condorcet. Todo esto, por supuesto, es ficción, pero anomalías. Es una hip 't . . r; cen como desviaciones o
o eszs szn Jundamento" (Ribot , 1905·. vui ... ).. Las
activa la superioridad del lagos sobre el pathos y de la convicción so-
bre la persuasión.
El abogado argumenta y, por la lógica de su función, argu-
2 E~ este contexto, podemos recordar ue
menta unilateralmente y trata de persuadir aljuez. Pero la situa- clasico por haber sostenid l . q hay, al menos, un filósofo
deseable de la razón al o ~tesis contraria, la de la subordinación
ción de los tribunales se basa en la no reciprocidad del intercambio: -r: as pasiones humanas E H
':atado de la naturaleza humana escribió· "N . s ume, que en su
l1I ~losóficamente cuando habla1
cuando el juez pronuncia su veredicto, no apunta a persuadir a su . o hablamos con propiedad
vez al abogado, al fiscal, a las partes, al público, a la policía o a los razon. La razón es y deb ¡nos del combate entre la pasión y la
. , e ser ese ava de las P .
periodistas. Apunta a justificar su decisión, en la sala de audien- Jamas aspirar a otra función ue . as1ones, y no puede
Cuando me inclino por q no sea servtrlas y obedecerlas [ ... ].
cias, ante el Auditorio Universal del derecho . Apunta a justificarla un s1ste1na de ar .
otro, sólo estoy decid" d . ?'1mentos en detnmento de
sosteniendo que es razonable; cito a un jurista: "El juez debe creer superioridad d _1flen o a partir de mis sentimientos la
e su 1n uencia".
en la validez de su proceso de razonamiento. Debe estar honesta-
170 EL DISCURSO SOCIAL NUEVAS PROPUESTAS PARA EL ESTUDIO DE LA ARGUMENTACIÓN

motivaciones del pathos, las "verdades del sentimiento" no forman cambios, a menudo desafortunados y frustrantes de "bu
,, , enas razo-
una categoría aparte ni aislable, ni pueden separarse de los esque- nes -~ue se producen por fuera de ese marco . La pragmática de
mas cognitivos y de las sucesiones de razonarnientos, que siempre los t1 i~unales hace aparecer el universo jurídico no sólo como
tienen (además del puro espüitu de geometría y la pura lógica ju- algo ~1ferente a la m anera en que suceden las cosas, desde el de-
rídica) una "dimensión" afectiva. ba,te _ideológico hasta la disputa doméstica, y desde la disputa do-
No es casual que la lógica del resentimiento, sobre la cual he pu- mestica hasta la polémica filosófica o teol, · ·
ogica, sino como el exacto
blicado un estudio, ese resentimiento que designa en el lenguaje contrajactual de esta manera, con frecuencia desafortunada, en la
corriente un estado de ánimo cercano al "encono" o al "rencor'', q~e se desarrollan los debates y los esfuerzos de persuasión en los
se transforme, o más bien se analice, en Nietzsche y en Max Sche- diferentes mundos y campos extraj udiciales.
ler, como un tipo argumentativo, fundador de una "moral" y mo-
tor de ideologías políticas. Esa "lógica de los sentimientos", inse-
parable de la lógica de los intereses, en la vida social y desde
entonces para el análisis histórico y sociológico, es toda la lógica. CONTRAPROPOSICIONES
La pasión en la retórica de los debates públicos no se evidencia
solamente en las "escenas enfervorizadas", en los simulacros Me limitaré a esbozar algunas proposiciones que creo fundamen-
emocionales hechos discurso, que muestran la efusión del orador tales para poder abordar los debates de ideas en la vida pública.
(haciendo un espectáculo de ella) y estimulan de manera his trió- En el tratado de retórica que he intitulado Dialogues de sourds
nica las pasiones surgidas en el auditorio. Se trata de la pasión en (2008) me he opuesto -en la problemática, los conceptos y los mé-
tanto origen de toda construcción retórica, un origen en parte re- todos- a lo ~ue se ha escrito desde siempre en materia de discurso
primido y "racionalizado" de los argumentos y de las tesis en las a~gume_ntao_vo. Considero, a título de observador del discurso so-
que se cree. c~al e h1stonador de las ideas, y examinando con atención en la
Persuadir psico-lógicamente o convencer racionalmente es una Vida Y en la historia moderna el intercambio caótico de "b
,, . . uenas ra-
alternativa forzada y no arbitrable. Pero atraviesa con su sospecha zon:s , conv1cc10nes y opiniones, debates y disputas, que las cate-
toda la historia de la retórica. Pascal manifiesta una ambivalencia
. ,, Y el marco general de lo que durante sig·los se llam,o "re t'o_
gonas
clásica que se combina con una sanción moral: "Sólo deberíamos nea . son b~stante in~decuados. También considero que para
avenirnos a las verdades demostradas", señala, pero agrega que analizar el discurso soCial es conveniente, en la mayoría de los ca-
"muchos hombres están casi siempre empujados a creer, no por la sos, hacer lo contrario de lo que suele hacerse, e introducir nocio-
prueba, sino por la aprobación". De manera que el arte de persua- nes Yprocedimientos que los manuales ignoran.
dir "consiste tanto en buscar la aprobación como en convencer". Mi libro _elabora, en contra de la tradición, una retórica de los
Si bien realiza esta constatación, al mismo tiempo la condena por- malentend1d~~ alrededor de la hipótesis -que profundizo- de las
que nadie lo admite abiertamente: "Esta vía es baja, indigna y rup~uras _co~ztzvas y argumentativas identificables en la doxa (como
ajena, por eso todos la niegan. La gente cree, e incluso ama, sólo deciaA.nstoteles), en los discursos de la esfera pública.
lo que sabe que merece" (Pascal, 1864). Los m_anua]es definen clásicamente la retórica como "el arte d
Resumiré este punto. La situación en un tribunal es, en la vida p~rsuadir",_y esta definición se acepta porque nadie se ha dete~
social, diametralmente opuesta a la manera en que "suceden las nido a analizarla. Dialogues de sourds parte -creo que con acierto-
cosas" a diario, ya que es una situación por completo conve ncio- del asombro que produ~e esta definición en general aceptada,
nal que contradice en todo sentido el curso habitual de los inter- aunque sea a todas luces msostenible.
NUEVAS PROPUESTAS PARA EL ESTUDIO DE LA ARGUMENTACIÓN . .. 173
17 2 EL DISCURSO SOCIAL

Haré algunas objeciones elementales: es cierto que los seres tesis, no puede seguirse el hilo del razonamiento. Los argumentos
humanos argumentan todo el tiempo y en toda circunstancia, del interlocutor no son desdeñados porque se los juzgue "débiles"
pero resulta claro que se persuaden muy poco (o casi nunca) en- o "interesados" (lo que supondría que se los comprende), sino que
tre sí. Ésa es la impresión constante que causan desde el debate se los descarta por encontrarlos engañosos e inválidos es decir
' '
político hasta la disputa doméstica, y de ésta a la polémica filosó- "ilógicos", "absurdos", "irracionales", "locos" (considerando que
fica, y supongo que ustedes coincidirán conmigo . Esta constata- en general la validez argumentativa está refrendada por la "lógica"
ción instala una cuestión a dirimir dentro de la ciencia secular de y la "razón").
la retórica: no puede construirse una ciencia partiendo de una Ahora bien, bajo el peso de la situación jurídica, la retórica de
eficacia ideal -la persuasión- que sólo se presenta de manera ex- la argumentación persiste en considerar como su nonna el debate
entre personas que comparten una misma racionalidad y -si uno
cepcional.
U na vez formulada esta objeción, surgen Yarias preguntas: ¿por es racionalmente optimista y, sobre todo, paciente- cuyas diver-
qué, a pesar de lograr persuadirse mutuamente en tan pocas oca~ gencias más ásperas no surgen de una "sordera" cognitiva, sino
siones, los seres humanos no se desaniman y persisten en argu- del mal-entendido.
mentar? ¿A qué se deben estos fracasos reiterados? ¿Qué es aque- En suma, si la retórica quiere observar el mundo social y dar
llo que no funciona en el razonamiento organizado en discurso, razón de él, en vez de ser esa "ciencia" idealizada, irénica, con-
en el intercambio de "buenas razones"? ¿Qué debemos aprender trafáctica y, sobre todo, vanamente normativa de debates bien
de una práctica que todo el tiempo fracasa y que, sin embargo, se regulados y elocuencia eficaz, debe abandonar el estudio de los
desacuerdos nacidos del incesante intercambio de "buenas ra-
repite sin cesar?
Cuando los sttjetos hablantes están comprometidos en una si- zones" para abocarse al análisis de los malentendidos de la co-
tuación de comunicación, tratan de alcanzar su objetivo, que es municación argumentada y al estudio de las divergencias y con-
comunicar. Pero cuando la gente, más específicamente, se pone a tra?icciones de las estrategias argumentativas y de las rupturas
argumentar -lo cual es una de las principales subcategorías de la cognitivas.
comunicación-, la transmisión del "mensaje" rara vez se realiza
bien: en seguida se piensa que la parte contraria no coincide en
las conclusiones y permanece extrañamente inaccesible a las
DIVERGENCIA DE LÓGICAS
pruebas que se le presentan, y también que razona equivocada-
menteo no respeta ciertas reglas fundamentales que hacen posible
En el centro de mi reflexión sobre los intercambios de "razones ",
el debate.
Por lo tanto, existe la impresión -y ésta es la gran cuestión que las tomas de posición, los debates y las polémicas en la vida p ú-
abordo en mi libro- de que cuando la persuasión fracasa, cuando blica, sobre las dificultades de la comunicación aro-umentativa
t> , la

el debate se convierte en un diálogo de sordos, no puede hablarse diversidad de maneras de encararla, y los fracasos de la persua-
sólo del contenido de los argumentos, sino de la manera de exponer- sión, sobre sus tipos y causas, y sobre el sentimiento, manifestado
los, la manera de proceder y seguir las reglas de la "lógica" . con frecuencia, de que el adversario delira, desarrollo una hipóte-
Mi objeto no es el simple desacuerdo. No me detengo en los ca- sis radical: la de la existencia, en toda sociedad, de cortes de lógfras
sos en que los interlocutores, a pesar de todo, persisten en su desa- argumentativas.
cuerdo sobre una proposición determinada, sino en aquellos en Si la incomprensión argumentativa se relacionara simplemente
los qu~ no puede aceptarse una manera adversa de sostener una con el malentendido -mal entendido-, bastaría con destaparse los
174 EL DISCURSO SOCIAL NUEVAS PROPUESTAS PARA EL ESTUDIO DE LA ARGUMENTACIÓN . . . 175

oídos, ser paciente y benévolo, y prestar atención. ¿Pero no es ver- cias y las opiniones públicas. Sugiero no tomar como punto de
dad que en ciertos casos, que Jean-Franc;ois Lyotard llama "diferen- partida, para contradecirlos después durante los análisis, los para-
dos" ,3 los seres humanos no comprenden sus razonamientos recí- digmas de la racionalidad unificada, del debate bien regulado, de
procos porque no emplean (o casi no emp lean) el mismo código o los litigios que pueden ser racionalmente superados. Propongo
el mismo repertorio de medios argumentativos? Esos términos ("reperto- corno tarea primordial de la retórica el estudio de las divergencias
rio" y "código") suponen que, para hacerse comprender por me- en las maneras de razonar y de los cortes argumentativos en toda
dio de argumentos (y para comprender a un interlocutor), hay su diversidad. No se trata de una cuestión especulativa, sino de un
que disponer, entre las competencias que se movilizan, de reglas co- problema empírico que reclama una gran cantidad de estudios de
munes de lo argumentable, de lo conocible, de lo debatible Yde lo campo y evaluaciones concretas de las desviaciones y los grados de
persuasible. Y que surge un problema si esas reglas no están regu- malentendido. En la retórica, a mi entender, es necesario objeti-
ladas por una razón universal, trascendental y ahistórica, si esas re- var e interpretar las heterogeneidades "mentalitarias" y los diálo-
glas no son las mismas en todas partes y no se imponen a todos. gos de sordos constatados, y caracterizar y clasificar las lógicas di-
Las normas argumentativas que se encuentran en los tratados Y verge ntes que sostienen las así llamadas ideologías.
los manuales están (y siempre han estado) sometidas a discusión;
son válidas para unos pero no para otros, lo cual no impide a los
seres humanos discutir sin estar siempre en todo de acuerdo con
ellas, pero vuelve vana la voluntad de fijar normativamente o sólo FIN DE LAS RETÓRICAS INTEMPORALES
revela una especie de angu_stia pedagógica frente a la confusión
irreductible de la dialéctica. Estos cortes argumentativos y cognitivos deben observarse y com-
Ningún argumento dialéctico, ni siquiera los que Chairn Perel- prenderse antes de pretender dar la última palabra. Frente a una
man clasificaba corno "cuasi lógicos", es lógicamente riguroso, ni determinada polémica (actual o pasada), el retórico no puede as-
necesario en sus conclusiones, ni aplicable en cualquier circuns- pirar a ser una especie de dios descendido de los cielos para zan-
tancia. Nos conformamos con discutir y debatir la articulación d e jar la cuestión, al estilo de: tú te equivocabas; en cambio, tu adver-
lo probable con lo probable, no porque nos guste permanecer en sario razonaba en forma correcta y tenía razón.
la duda sino porque pensamos que los razonamientos imperfectos Los cortes a los que me refiero son aún más patentes cuando
y la duda parcial valen más que la ignorancia total. abordamos una argumentación con la distancia que da el
Mi proposición fundamental es invertir el procedimiento heu- tiempo, aunque esta distancia sea corta. Los tratados intempora-
rístico habitual de los estudios retóricos, estudios sobre las creen- les de retórica ya no tienen vigencia. El objeto de investigación
que me impuse a lo largo de los años -y no soy el único- es el es-
tudio de los discursos que se cruzan en un momento dado de la
3 Jean-Fran~ois Lyotard distingue, junto a los litigios en los cuales la sociedad, de los discursos como hechos históricos, variables por
gente no se entiende pero en los que acepta ciertas premisas la naturaleza de las cosas. Evidentemente, la retórica e·s una parte
comunes y funda su desacuerdo en e llas (así, dreyfusianos y
esencial de esto.
an tidreyfusianos aceptaban la premisa de que la trai ción militar era
un crimen supremo) , la situación en la que se establece un diferendo, De hecho, nada es más específico de ciertos estados de una so-
donde ni siquiera es posible hablar de desacuerdo entre las partes, ya ciedad y de los grupos sociales en conflicto que lo argumentable que
que no subsiste ningún fundamento común (que permitiría
moderarlo) y ninguna regla arbitral admitida por ambos campos
allí predomina. Es en particular revelador para el estudio de las so-
trasciende su querella. ciedades, de sus contradicciones y de su evolución, la investigación
NUEVAS PROPUESTAS PARA EL ESTUDIO DE LA ARGUMENTACIÓN .. . i77
i 76 EL DISCURSO SOCIAL

mana y no como individuo singular) : que los dioses son héroes di-
sobre las formas de lo decible y de lo susceptible de ser persuasivo,
vi.~izados es argumentable, incluso, y sobre todo, si no es la opi-
í
los uéneros y los topoi que allí se legitiman, circulan, compiten,
mon del vulgo; que los dioses y los mitos son puras ficciones, en
em:rgen, se marginan y desaparecen. El retórico y el analista del
cambio, está más allá de lo históricamente determinado como
discurso deben convertirse, en este aspecto, en historiadores Yso-
concebible.
ciólogos, desde luego con sus objetos y procedimientos particula-
La cuestión de la creencia no es arqueológica y no es necesario
res, pero cercanos a los del historiador de las i.deas y a los del soció-
remontarse en el tiempo. En cuanto el historiador de lo contem-
loCTO de la opinión, de las creencias, a los del crítico de las
poráneo se pr~gun ta (en la línea de Paul Veyne) si Jean J aures,
id:ologías políticas y los del politólogo. Lo que se dice y se escribe
Karl Kausky o Emile Vandervelde antes de 1914 han "creído en su
nunca es aleatorio ni "inocente". Una disputa doméstica tiene sus
mito", el mito que ellos mismos sostuvieron con argumentos a ¡0
reglas y sus roles , su tópica, su retórica, su pragmática, y esas reglas,
largo de cientos de páginas (es decir, la socialización de los me-
con seguridad, no son las mismas que las de un mandamiento epis-
dios de producción, remedio para todos los males de la sociedad,
copal, un editorial de prensa financiera o el programa de un can-
que es pro~ucto de la revolución proletaria inminente y concluye
didato a diputado. Estas reglas no derivan del código lingüístico.
en una fehz Democracia del Trabajo), nos encontramos frente a
No son intemporales. Forman un objeto particular, autónomo,
una serie de dificultades que hay que mencionar. En todo caso es
esencial para el estudio del hombre en sociedad. Este objeto es la
imposible dar una respuesta unívoca y simple. '
manera en que las sociedades se conocen hablando y escribiendo,
El gran historiador estadounidense Car! L. Becker ha desarro-
Ja manera en la que, en una coyuntura determinada, el hombre en
llado hace tiempo el concepto de "climas de opiniones" sucesivos,
sociedad se narra y se argumenta. que deben situarse en la historia de las ideas y entre los cuales.la
Aún está pendiente elaborar una historia retórica; ella se abocaría
incomprensión es radical (Becker, 2004). Él analiza un pasaje de
a estudiar la variación histórica y cultural, la historicidad de los ti-
Tomás de Aquino sobre el derecho natural y desarrolla el signifi- 1
pos de argumentación, de los medios de prueba, de los métodos
cado de la monarquía en Dante. Una evidencia se impone: el lec-
de persuasión. Esta historia ni siquiera ha sido esbozada, pero se
tor moderno no está en desacuerdo con ellos, no piensa de ma- 1
encuentra en germen aquí y allá. nera diferente sobre esos temas, suponiendo que piense algo; lo
Cito en este punto un pequeño libro sobre la variación histó- 1
que sucede, según Becker, es que este lector moderno se encuen-
rica de lo razonable y de aquello que el autor, discípulo y amigo
tra ante una manera de razonar radicalmente diferente, una manera
de Michel Foucault, llama "programas de verdad": hablo del en-
que él sólo puede percibir, de principio a fin, como aberrante:
1
sayo de Paul Veyne ¿Creyeron los griegos en sus mitos? ( 1983). Ex-
"~o que me llama la atención -escribe Becker- es que no se con-
traigo de él un ejemplo sumario. Cicerón, por cierto, no creía,
sidera a Dante o a Santo Tomás como gente poco inteligente. No
como la plebe romana, que Júpiter se hubiera transformado en
podemos atribuir el hecho de que sus argumentaciones son inin-
cisne para seducir a Leda, pero no es verdad que su falta de creen-
teligibles para nosotros a una probable falta de inteligenc;ia de su
cia en ese hecho sea exactamente idéntica a la nuestra. Cicerón es
parte. Que una argumentación nos invite o no a apoyarla no de- 1
un evhemerista: racionaliza en parte a los dioses, considerándolos
pende entonces tanto de la lógica que la sostiene, sino del clima
héroes divinizados. Sin embargo, esta distancia respecto de las
de opiniones en el que está inmersa" (2004: 5). 1
creencias populares queda encerrada en un "programa de ver-
. Que las razones persuasivas del pasado ya no nos parezcan ra-
dad" imposible de comparar con aquellos que se proponen en
c10nales no permite descartarlas, puesto que no es razonable pen-
r
nuestro tiempo. Se podría hablar de límite de "conciencia posi-
sar que el presente sea el juez inapelable del pasado. Y es intere-
ble" de parte de Cicerón (tomado como ejemplo de doxaculta ro- 1
i 78 EL DISCURSO SOCIAL
NUEVAS PROPUESTAS PARA EL ESTUDIO DE LA ARGUMENT .
ACION ... 179
sante ver que, en el pasado, ciertas ideas y tesis fueron producto batorio o reticente y que debe d
de un esfuerzo sostenido de racionalidad y d emostración, mien- ' emostrar que ¡0
propone son universahnent ·1·d s argumentos que
tras que esos mismos razonamientos se volvieron para nosotros e va I os para d. .
que pueden y debe _ un au !tono universal
más aberrantes que poco convincentes. n provocar la adhe · - d . '
esclarecido por Jarazo' d 1 d s10n e c ualquier hombre
n e erecho
Si la razón corriente varía en consi. .
cualidad del discurso . l stencra y en grados, si es una
' y sr es a go hecho 1 fi
cado mediante argum . . con e rn de ser comuni-
¿RELATIVISMO? ¡EN ABSOLUTO!
entaciones· s1 tod ¡
establecerse para no . . .' as as reglas que tratan d e
rmat1v1zarla son d. ·bl .
sus fronteras son po rscut1 es y discutidas, y si
Al hacer esto, ¿estoy cuestionando, como lo haría cualquier rela- rosas, entonces hay 1u .
propia de esta razón múlti 1 . gar para una c1encia
tivista, la racionalidad humana, indisociable de la dignidad del nalistas more geometrico. p e, que por cierto no es la de los racio-
hombre? De ningún modo. Quiero considerar a los hombres
Fuera de la experiencia de laboratorio
iguales en espíritu, y a la razón humana como su bien común y los tribunales nadr·e e 1 " .d . y de las convenciones de
el único vínculo que puede unirlos. Admito que el hecho de ' n a v1 a real" tren · .
pertinentes ni el cuid d d . e siempre todos los datos
considerar al cuerpo político como dotado de razón es también '
los y evaluarlos de m 0 d
ª o e reunirlos · ¡ ·
' ni e tiempo de verificar-
un valor democrático o, en todo caso, una ficción razonable. Ad- ' o que es razonabl t ·
gro sobre blanco encont C e ornar atajos, poner ne-
mito que la razón "comunicacional" merece ser defendida en ' rar una ausa a ¡ d .
pos, dejar de lado Ja c 1 .. d . a es gracia de los tiem-
tanto única alternativa conocida a la violencia en las relaciones omp ej1 ad mmane· bl
generalizar habilita . Jª e, extrapolar y
sociales y al autismo "identitario" (Popper, cit. en Adorno y ' rse a enunciar conclusi
datos, que soslayen lo. d . ones que excedan los
otros, 1976: "292). Todo esto no disminuye la pertinencia de la esconoc1do y lo · rr d
más firmes que pued r"nora o, conclusiones
an sostener una d · · - ·
constatación que desarrollo: existen diversas maneras de admi- La mayoría de las meca· . ec1s10n que no es "lógica".
nistrar el potencial de la razón y de orientar los razonamientos, meas expuestas e 1
mentables "sofismas" d h n os manuales como Ja-
y la capacidad práctica de razonar en voz alta y de argumentar son, e echo razo bl
pensamiento y como medio '. na_ es como atajos del
sólo tiene una relación lejana con la idea de la razón como ins- s· - s para salir de la rncertidu b
1 a1gumento sobre el futuro cercano , m re.
trumento del verdadero conocimiento. fuera de lo conocible- . . - -que esta ampliamente
Todos los trabajos -a menudo normativos y en cierto modo ., , ecorno puedo, al hacerlo d . .
saCion de precariedad d . . ' ominar mi sen-
"idealizados"- que, desde Toulmin y Perelman, se ocupan de la ra- . ' e impotencia de a · ;i ,
c1zar, razonándolas la ' ngust1a. ¿Como exor-
zón retórica y de la lógica informal, muestran que invocaI" una ra- ' s amenazas y las ·bl d
sería una teoría que est d. 1 posr es esgracias? ¿Cómo
zón trascendente o postular la Lógica como un ideal y un abso- . u iara os razona1n. .
antrcipatorios, deiando d 1 d d " . ientos co~eturales y
luto (del que la "razón corriente" no sería más que un mero :; e a o to o lo ps ¡ · · ,,
modernidad (en los siglos XIX XX tuv ico ~~co ? La primera
avatar degradado) carece de interés y conduce a pistas falsas. Al futuro y disputarse el sentºd 1 0 d e ly" prorrreso"
) o pas1on por razonar el
menos sé lo que esta razón corriente no es. No es una sorite, una ha percibido que en pr1·m l h "- ' pero muy raramente
er ucrar abna h h 0 f; 1
cadena de proposiciones deducidas con rigor y recíprocamente la posibilidad de co nocer o. D
1
ec ª ta debatir sobre
verificadas; no tiene la forma de un manual de geometría, con
Una t~oría de Ja racionalidad retórica u . .
axiomas, teoremas y correlatos; no está orientada hacia un juicio como objeto importante los d b b. . q e no se impusiera
que zanje considerandos desprovistos de las "pasiones" y del har- - e ates 1zantmo b
angeles sería parcial en . s so re e1 sexo de los
tazgo de las partes enfrentadas y de un público delimitado, apro- · sus premisas Los h
los siglos, han debatid . . umanos, a lo largo de
o y argumentado mucho más sob l
re e sexo
180 EL DISCURSO SOCIAL

de los ángeles (y sobre la soberanía del pueblo, Ja revolución pro-


letaria y las leyes de la historia) que sobre lo concreto y conocible.
TERCERA PARTE
Toda teoría del razonamiento debe distinguir con precisión entre
argumentatividad y relación razonable con la empiria. He compro-
bado que los teóricos de la lógica natural se cuidan de hacerlo
Itinerarios teóricos
porque eso arruinaría su procedimiento, y que introducen su-
brepticiamente, en sus banales e inocentes ejemplos, un sesgo sis-
temático del cual no puede creer que no sean conscientes. Como
toda filosofía normativa, la lógica natural se atribuye en primer lu-
gar "una situación normal" de razonamientos sobre lo concreto,
que no es en absoluto normal. Desde el teólogo hasta el para-
noico, el hombre no argumenta jamás tanto y tan bien como
cuando ha perdido toda relación con lo real. En retórica, la de-
mostración funciona muy bien en el vacío.
Al escribir mi libro leía los periódicos de mediados de julio de
2005. Decían que, en la Iglesia católica, el debate sobre los bebés
muertos antes de ser bautizados volvía con fuerza: ¿iban o no, a
fin de cuentas, al limbo? ·El periódico decía que varios teólogos
contemporáneos dudaban de que los limbos fueran compatibles
con la justicia de Dios. Pues bien, eso es lo que se llama, precisa-
mente, un buen argumento. Es sorprendente, de todas maneras,
que haya tardado veinte siglos para ser persuasivo.
8º Diálogo entre Lau:rence Guellec
y Marc Angenot*

Laurence Guellec: En su última obra, Dialogues de sourds:


traité de rhétorique antilogi,que (2008), usted nos invita a compartir su
asombro. En general, la retórica es definida como "el arte de per-
suadir por el discurso". Ahora bien, en los hechos, y a pesar de sus
reiteradas tentativas por persuadirse entre sí, los hombres rara vez
lo logran, aunque sean muy hábiles en la práctica de la argumen-
tación. Usted cita como ejemplos de impasse de discursos, de "diá-
logos de sordos", las confrontaciones ideológicas, las grandes con-
troversias filosóficas y los debates teológicos. Estas oposiciones de
puntos de vista, opiniones y razonamientos siguen siendo insalva-
b les, ya que cada quien permanece estancado en su posición, pre-
tendiendo poseer la verdad y actuar en su nombre. Si la retórica
se presenta como un método para convencer, ¿sería ésa, en defini-
tiva, la primera de sus mentiras?

Marc Angenot: En efecto, contrariando la tradición, mi libro ela-


bora una retó1ica de malentendidos alrededor de la h ipó tesis, que
profundizo, de cortes cognitivos y argumentativos identificables en la
doxa, en los discursos de la esfera pública. Dialogues de sourds parte
-como creo que debería ser la regla- del asombro frente a una de-
finición que se repite por rutina pero que se revela insostenible.
Los manuales definen de manera clásica a la retórica como "el arte

* Reproducimos la entrevista que Laurence Guell ec realizara a Marc


Angenot. Guellec es profesor de literatura francesa del siglo xix en la
Universidad de Poitiers. Integra e l comité editor de la revista La
Licome y es secretario de redacción de Revue Tocqueville.
DIALOGO ENTRE LAURENCE GUELLEC Y MARC ANGENOT i 85
1 84 EL DISCURSO SOCIAL
LG: Novela, teatro, poesía y... ¿Literatura de ideas? ¿Prosa inte-
de persuadir'', pero esa definición sólo es aceptada p~r~ue nadie lectual? ¿Textos argumentativos? En La Parole pamphlétaire (1982)
se ha dedicado a rebatirla. Yo propongo algunas objeciones ele- usted proponía retomar el término alemán "ensayística" para ca-
mentales: es cierto que los humanos argumentan todo el tiempo Y lificar los discursos de ideas de carácter persuasivo (ilustrados
en toda circunstancia, pero resulta evidente que rara vez se persua-
por el género del panfleto). En su último libro usted apunta
den recíprocamente. Una vez formulada esta objeción, se me ,ocu-
nuevamente a esas dificultades terminológicas. Menciona lo que
rren varias preguntas: ¿por qué, si se persuaden tan poco reopro-
Wolf Lepenies en Las tres culturas llama "la tercera cultura": en-
camente, los humanos no se desaniman y persisten en la
tre la literatura y las llamadas ciencias "duras" surgen la filosofía
argumentación? ¿Por qué esos repetidos fracasos? ¿Qué es l~ que
Y las ciencias del hombre y de la sociedad, que se vuelven autó-
no funciona en el razonamiento puesto en discurso, en el inter-
nomas en el siglo XIX. Usted dice que esta tercera cultura "es
cambio de "buenas razones"? ¿Qué hay que aprender de una prác-
precisa e irreductiblemente de naturaleza retórica, aun cuando
tica con tanta frecuencia condenada al fracaso y, sin embargo,
se esfuerce en profundizar una distancia crítica con respecto a la
repetida sin cesar? Cuando los sujetos hablantes están comprorr:e-
doxa".
tidos en una situación de comunicación intentan lograr su obje-
tivo, que es comunicar. Pero cuando las personas comi~nzan a ar-
MA: Sí, si continuamos refiriéndonos a la fraseología alemana, lo
gumentar -lo cual es una subcategoría primordial de _la
que quise hacer con La Parole pamphlétaire era una Gattungsfors-
comunicación-, la transmisión del "mensaje" pocas veces se realiza
chung. contribuir a una tipología de los "géneros" de la literatura
sin problemas: en seguida una parte se da cuenta de que no sólo la
de ideas que, por lo menos en lo que respecta al francés, era un
parte contraria no llega a las mismas conclusiones que ella (y ade-
terreno virgen. Wolf Lepenies tiene completa razón en Las tres cul-
más permanece extrañamente inaccesible a las pruebas_ expues-
turas, a~í como Jean-Claude Passeron en su excelente (y comple-
tas), sino que 0 bien razona de otro modo o no respeta ciertas re-
m~ntano) ensayo Raisonnement sociologique, l'espace non-poppérien du
o-las fundamentales que hacen posible el debate. Entonces
razsonnement naturel. Diré las cosas a mi modo: es necesario volver
~enemos la impresión -y ésta es la gran cuestión que profundizo a Aristóteles, a la distinción primera de dos órdenes del logos-. lo·
en el libro del que estamos hablando- de que la falla de la pe:sua-
apodíctico y lo "probable" dóxico, y es necesario elaborar una te-
sión no se debe únicamente al contenido de los argumentos smo a
oría de los discursos de la esfera pública y de los debates sociales
la manera de exponerlos, a la manera de proceder y de seguir las
sin referirse a las reglas de la lógica formal y la epistemología
reglas de la "lógica". El objeto de mi libro no es el simpl,e des-
como un ideal inalcanzable. Esta última, en tanto teoría de reglas
acuerdo. No me detengo en los casos en los que los interlocutores
elaboradas y legitimadas en las disciplinas científicas, remite a un
permanecen en desacuerdo, una vez sopesados los argumentos, so-
tipo de actividad humana muy diferente, tanto en sus principios
bre una determinada proposición, sino en aquellos en los que no
como en su modo de vigilar lo que es aceptable, del sector, más o
se puede aceptar la manera del otro de sostener ~u tesis, en los que
menos abierto a todos, de la vida intelectual, de la reflexión sobre
no se puede seguir el hilo. Los argumentos del interlocutor no se
el hombre en sociedad, de la opinión "pública'', que es el ámbito
desestiman porque se los juzgue "débiles" o "interesados" ~o cual
del que me ocupo.
supondría que se los comprende); se desestiman por enganosos e
Puedo reformular la hipótesis fundamental de mi libro como
inválidos, es decir como "ilógicos", "absurdos", "irracionales" o "lo-
"cortes argumentativos que atraviesan la topografía del mercado de
cos" (cuando, por el contrario, la denominación habitual de la va-
las ideas públicas, políticas y sociales, y causas probables de diálo-
lidez argumentativa es "lógica" y "racional"). gos de sordos". En efecto, trato de hacer aparecer estos cortes en el
i86 EL DISCURSO SOCIAL
DIÁLOGO ENTRE LAURENCE GUELLEC Y MARC A NGENOT i 87
discurso social, y de evaluar su naturaleza, su razón de ser, su
grado de profundidad y radicalidad. bles de dar cuenta de la totalidad de lo que se escribe, se imprime
y se difunde en un momento dado de la sociedad. Quería consi-
LG: Desde La Parole pamphlétaire, su corpus de investigación está derar en su totalidad el inmenso rumor de lo que se dice y se es-
constituido en parte por la literatura de ideas del siglo xrx_ e~ cribe, abarcando todos los sectores, todas las disciplinas, todos los
Francia la "historiosofía" decimonónica, los grandes textos utop1- "campos" discursivos. Quería dar una consistencia teórica a un ob-
cos la r~tórica del antisocialismo, la cólera finisecular, las polémi- jeto intuitivo, la "cultura" de una época, el Zeitgeist, la manera en
cas 'políticas, los escritos antisemitas, el pensamie~t~ positivista, la que las sociedades se conocen hablando y escribiendo.
psicología. ¿Atribuye usted una significación heunstica a esta elec- Por supuesto que el objeto que he tratado de sintetizar no es el
ción, a lo que podríamos llamar el corpus que usted recorta, o el todo empírico superficial, cacofónico y redundante, sino las reglas
siofo XIX francés es para usted el terreno donde se ponen a de producción y de organización de los enunciados, las tipologías
p;ueba sus hipótesis teóricas sobre los discursos sociales? y topografías, los repertorios tópicos y los presupuestos cognitivos,
las reglas de división del trabajo discursivo que, para una determi-
MA: Me gustaría señalar, aunque sea un rasgo de vanida_d de au- nada sociedad, organizan y delimitan lo decible, lo narrable y lo
tor, que he publicado también algunos libros sobre los. discursos, argumenta ble, si se admite que narrar y argumentar son los dos
las ideologías y los debates públicos d el siglo XX. Por ejemplo, ~a modos predominantes del discurso. En otras palabras, he inten-
critique au service de la révolution (2000) analiza. ~a crítica !iteran~ tado buscar invariantes, "lugares comunes", dominancias y recu-
comunista de los años treinta, en tanto que Cntzque de la razson se- rrencias, lo homogéneo y lo regulado en medio de la diversidad y
miotique. Fragment avec pin up apunta a una critica sistemática de las cacofonías aparentes, principios de cohesión, restricciones y
las teorías semióticas del siglo XX, desde Charles S. Peirce hasta coalescencias que hacen que el discurso social no sea una yuxta-
Umbe rto Eco, que en distinta medida desdeñan el hecho socia:. posición de "formaciones discursivas" autónomas, cerradas en sus
Les Jdéologies du ressentiment (1996) es un estudio, ciertam~n~e reto- propias tradiciones, sino un espacio de inte racciones donde las
rico, de Jos nacionalismos, de los comunitarismos y demas ideolo- imposiciones de temas interdiscursivos y de "formas" aportan al
gías "victimistas" de la actualidad. Finalmente, D'oit venons-nous, ou Zeitgeist una especie de unificación "orgánica'', y ftjan los límites
allons-nous ? (2001) es un ensayo sobre la descomposición de la de lo que se puede argumentar, narrar o escribir.
. idea de progreso y sobre las transformaciones del ~aisaje ideoló- La elaboración de esta teoría se apoyó sobre un "trabajo de
gico en Occidente desde la caída del Muro de Berlm. . . campo", el análisis sistemático de lo que se imprimió en lengua
Pero también es cierto que he trabajado mu.cho sobre distintos francesa a lo largo de un año que yo había elegido por algunas
momentos del siglo XIX. En mis libros he intentado entrar de buenas razones contingentes: 1889. Este proyecto fue la base de
Heno en el problema de los dos siglos de la modernidad, remon- un libro de 1200 páginas, 1\t[il huit cent quatre-vingt-neuf un état du
discours social, de 1989. l
tándome en algunos de ellos hasta los orígenes romántico~ de las
ideas de los pequeños y grandes relatos y de los grandes tipos ar-
aumentativos
0
modernos.
l A la obra p1incipal se le han agregado cuatro libros que desarrollan
Ya que me formula Ja pregunta voy a tratar de explicar de modo cienos aspectos del llamado "discurso soc ial": Le cru. et le faisandé: sexe,
breve cómo transité este camino. En los años ochenta me propuse discours social et littérature, de 1986; Le centenaire de¡,, Réuolution, de 1989;
Ce que l'on dit des Ju ifs en 1889, antisémitisme et discours social, de 1989
elaborar una teoría del discurso social. Se trataba, a mi entende r, de
(trabajo que continúa en Un Juif trahira: le théme ,[e la trahison militaire
construir una problemática y una batería de conceptos suscepti- dans la propagande antisémite, de 1995), y finalmente, sobre la publicidad
de fines de siglo: L 'amvre poétique du Savon du Congo, d e 1992.
I 88 EL DISCURSO SOCIAL DIÁLOGO ENTRE LAURENCE GUELLEC Y MARC ANGENOT r8g

A lo largo de los años noventa_me orienté hacia la historia de las hasta los profetas románticos fundadores de "relio-iones de la hu-
militancias "progresistas" y de lo que llamé Grandes Relatos. El pri- º
manidad". En este coajunto ideológico de larga duración incluyo
mer libro que publiqué sobre ese tema es Topographie du socialisme de algún modo al marxismo, y pienso que así coloco el problema
Jranr;ais, 1889-1890, de 1990. 2 L'Utopie collectiviste, publicado en en una nueva perspectiva.
1993, trata sobre las representaciones de la sociedad que, se su- La démocratie, c'est /,e mal (2004) examina, como indica el título,
pone, surgirá de la inminente revolución proletaria, visión del por- un siglo de argumentación antidemocrática por parte de la_ex-
venir que no es vislumbrada por los literatos sino "barruntada" por trema izquierda. Lo que analizo en este ensayo es, en efecto, un
los grandes líderes y los propagandistas oficiales de la Segunda In- fenómeno diferente del persistente escepticismo y el desencanto
ternacional entre 1880 y 1914. Mi pregunta era simple y (falsa- democráticos y de los debates entre notables, a lo largo de dos si-
mente) ingenua: ¿qué debía ser el "socialismo" llegado al poder en glos, sobre los reajustes deseables con vistas al sufragio universal y
los programas oficiales de los partidos obreros europeos y en los la democracia representativa, de los cuales habla, por ejemplo,
escritos de los líderes, de los doctrinarios, de los propagandistas re- Pierre Rosanvallon. Es la hostilidad de principio, fundada en la doc-
conocidos del movimiento socialista antes de la Revolución bolche- trina socialista (y libertaria), con respecto a la democracia, tal y
vique, antes de que los regímenes que reivindicaban la revolución como se manifestó continuamente en la extrema izquierda de la
social se establecieran y pasaran a representar, para algunos, la hu- época romántica durante la Primera Guerra Mundial.
manidad en marcha hacia su emancipación y, para otros, meros es- Por último, editado también en 2004, Rhétorique de l'anti-socia-
tados oligárquicos esclavistas, "totalitarios", caricaturas sangrientas lisme, 1830-1917trata sobre un siglo de polémicas en Europa con-
del "verdadero socialismo"? tra las ideas y los proyectos socialistas. Como es de esperar, lapo-
Después de la publicación de esta obra creí necesario extender lémica contra el socialismo ha sido, en la modernidad política,
mi reflexión en el tiempo, y me remonté hasta la crítica social ro- una de las más sostenidas, ásperas y persistentes. De 1830 a 1917
mántica y los llamados "socialistas utópicos". De esta inmersión en (y desde 1917 hasta nuestros días) hemos podido ver una coali-
la modernidad política "progresista" surgieron cuatro obras: Co- ción de impugnadores de todo tipo. Sin embargo, en la larga du-
lins et le socialisme rationnel, de 1999, que trata sobre el más olvi- ración histórica, lo que aparece es el eterno retorno de un nú-
dado de los hacedores de grandes "sistemas" del siglo XIX y sus mero finito de tácticas, tesis y argumentos que forman una suerte
discípulos, los "logócratas" o "socialistas racionales". Les Grandsré- de arsenal donde encuentran material las sucesivas generaciones
cits militants des XJXéme et xx<me siecles: Religi,ons de l'humanité et scien- de polemistas. En cuanto aparecieron las primeras escuelas, que .
ces de l'histoire, publicado en 2000, analiza los modos sucesivos de un neologismo (que data de 1832) iba a llamar "socialistas" -por
legitimación de las ideologías del progreso "?n la modernidad se- más contradictorios que pudieran ser los sistemas de Fourier,
cular. En este ensayo intento repensar la cuestión del "socialismo Owen, Saint-Simon y otros "profetas" románticos- , una parte de la
científico", reconstituyendo la historia de la legi,timación de los re- opinión se levantó contra los programas y las doctrinas que pro-
medios últimos a los males sociales, y con ese fin me remonto metían poner término a los males de la sociedad, pero que ella
juzgó absurdos, quiméricos, impíos, peligrosos, malvados. Una
multitud de ensayistas se consagró a demostrar al público la false-
dad y la nocividad de estas ideas.
2 Reeditado en 2006. Puede consultarse también una recopilación de
artículos sobre la propaganda de la Segunda Internacional, publicada
Hace poco he llegado a una síntesis de todo esto, titulada Le
un poco más tarde: La Propagande socia/is te: six essais d 'analyse du marxisme dans les Grands récits (2005), que no es un estudio del
discours, de 1997. pensamiento de Karl Marx, quien está decididamente puesto en-
190 El:: DISCURSO SOCIAL DIÁLOGO ENTRE LAURENCE GUELLEC Y MARC ANGENOT 191

tre paréntesis, sino del "socialismo científico" en tanto ortodoxia la argumentación. Según dice usted, queda por hacer una historia
ideológica y objeto de "fe" (absoluta, para algunos), entre la Co- de los modos de persuasión, de lo "argumentable", que consistiría
muna y la Primera Guerra Mundial. En lugar de preguntarse, -por ser distinta de la historia de la retórica- en seriar tipos de ar-
como se hacía en otra época, cuál es la deuda del marxismo de los gumentación, medios de prueba, modelos de razonamientos pro-
partidos obreros hacia Karl Marx y en qué han podido traicionarlo, pios de una época o de un momento.
me parecía más conve niente tratar de saber -algo que se ha inten-
tado muy poco- qué fue esta ideología, qué "ideas" la componían, MA: Sí, a mi entender, los tratados de retórica intemporales ya no
cuál fue su fuerza de persuasión y movilización, para lo cual era tienen sentido . El objeto de investigación que me propuse a lo
conveniente descifrarla en su lógi,ca. Se puede apreciar con facili- largo de los años es el estudio de los discursos como hechos his-
dad la relación que hay entre todo esto y mi tratado de retórica. tóricos, variables por la naturaleza de las cosas. Es evidente que la
En este último libro examino e interpreto en su papel histórico retórica ocupa allí un lugar esencial, central. Nada es más especí-
uno de los "marxismos imaginarios", el primero en aparecer, lla- fico de los estados de una sociedad y de los grupos sociales en
mado "marxismo ortodoxo", tal como se d efinió ante las masas conflicto que lo que predomina en ellos como argumentable. Alg·o
entre la época de la Comuna y la Primera Guerra Mundial. Luego particularmente revelador para el estudio de las sociedades, de
expongo de dónde viene y con qué se relaciona, aunque sin foca- sus contradicciones y de su evolución, es el análisis de lo decible
lizar ia atención sobre los escritos de Marx y Engels sino, más Y de lo persuasible, de los géneros y los topoi que allí se legitiman,
bie n, situando este sistema en la historia global de las ideologías circulan, compiten, emergen o se marginan y desaparecen. El re-
de crítica social desde el romanticismo. Realizo entonces un vasto tórico, como el analista del discurso, debe convertirse, respecto a
travelling retrospectivo sobre el período que va desde la Restaura- este tema, en historiador y sociólogo a un tiempo, por cierto que
ción hasta la Revolución bolchevique, para mostrar en el denomi- con sus objetos y procedimientos específicos pero a la vez cerca-
nado marxismo la imagen completa de una lógica particular de la nos a los del historiador de las ideas, el sociólogo de la opinión y
modernidad, que ya aparece armada en tiempos de la Restaura- las creencias, el crítico de las ideologías políticas y el politólogo.
ción: la lógica de los Grandes Relatos. El largo siglo XIX, de 1815 Lo que se dice y se escribe jamás es aleatorio ni "inocente". Una
a 1917, ha sido el laboratorio de un a abundante invención ideoló- discusión doméstica tiene sus reglas, sus roles, su tópica, su retó-
gica que, sin embargo, permanece contenida en un "marco de rica y su pragmática. Y seguramente estas reglas no son las mis-
pensamiento" específico y en un esquema argumentativo indefini- mas que las de un mandamiento episcopal, un editorial de pren-
damente reutilizado. sa financiera o la plataforma de un candidato a diputado. Esas
Como puede verse, se trata, de una investigación a otra, de una reglas no derivan del código lingüístico. No son intemporales.
especie de navegación costera, un bricol;;~e de problemáticas Forman un objeto particular, autónomo, esencial al estudio del
donde las preguntas generadas por el estudio de una época llevan hombre en sociedad. Este objeto es la manera en que las socieda-
a avanzar o a retroceder en el tiempo. des se conocen al hablar o escribir; la manera en la que, en una
coyuntura dada, el hombre-en-sociedad se narra y se argumenta.
LG: En contra de la quimera teórica de una retórica intemporal Mi proposición de base es invertirel procedimiento heurístico
(difundida por los tratados clásicos o por los manuales), usted in- típico de los estudios retóricos, y no atribuirles de entrada -para
siste mucho en la variación histórica de los métodos de persua- contradecirlos a lo largo de los análisis- paradigmas de racionali-
sión. Demuestra cómo Albert O. Hirschman, en The Rhetoric of R.e- dad unificada, debate bien regulado, litigios susceptibles ele ser
action (1991) , fue pionero en la reflexión sobre la historicidad de superados racionalmente. Corno tarea primordial de la retórica
192 EL DISCURSO SOCIAL DIÁLOGO ENTRE LAURENCE GUELLEC Y MARC ANGENOT 193

propongo el estudio de las divergencias y cortes gnoseológicos y masónica (o tal vezjudeomasónica) de fines de siglo y, por último,
argumentativos en toda su diversidad. En efecto, creo que no se la conspiración de los "Sabios de Sión", la explicación conspirativa
trata aquí de una cuestión especulativa, sino de un problema em- del curso de las cosas que anima a largo plazo ideologías contra-
pírico que reclama una multitud de estudios de campo y evalua- dictorias debe ser examinada de modo global en la confrontación
ciones concretas de las diferencias y el alcance de los malentendi- de esas diferentes ideologías y la recurrencia de ciertas maneras
dos. Corresponde a la retórica objetivar e interpretar las de razonar. En efecto, esta lógica conspirativa se remonta a una
heterogeneidades "mentalitarias" y los diálogos de sordos consta- obra precisa que "como por casualidad" (para hablar como pro-
tados, así como caracterizar y clasificar las lógicas divergentes que pone esta lógica) está datada en los orígenes mismos de las grandes
implican las llamadas ideologías. Los razonamientos y, más am- confrontaciones modernas: el libro del abate Barruel, Memorias
pliamente, las maneras de esquematizar el mundo en discursos para servir a la historia del jacobinismo, editado en Hamburgo en
son cosas que pueden observarse en sus emergencias, sus recu- 1798-1799. El abate presentaba así la desgracia de esos tiempos y
rrencias, sus dominantes y sus "eficacias" (para hablar como los te- su explicación:
ólogos); pueden describirse, situarse en el tiempo y el espacio, dis-
tinguirse y clasificarse. Con el nombre desastroso de jacobinos, una secta ha apa-
recido en los primeros días de la Revolución Francesa,
LG: En esta perspectiva, ¿se puede hablar de lógicas discursivas, enseñando que todos los hombres son iguales y libres. ¿Qué
de tipos de argumentación propios del siglo XIX? O mejor, para son esos hombres, salidos de golpe, por decirlo de algún
quedarnos cerca de las problemáticas que usted propone, ¿qué modo, de las entrañas de la Tierra, con sus dogmas y su
antilogías, qué diferendos, qué "diálogos de sordos" entran en es- ira, con todos sus proyectos, todos sus medios y toda la
cena? resolución de su ferocidad? (!, 6)

MA: Sin duda, se puede hablar de esas lógicas discursivas a las que Tras haber demostrado que la Revolución había sido urdida en su
usted se refiere en la pregunta. Pero, en primer lugar, diría con totalidad por las sociedades secretas iluministas, concluía el abate:
sinceridad que ese trabajo de conjunto todavía no está hecho, y "Todo el mal que ha hecho [la Revolución] debía hacerlo; todas
que yo me he limitado a seguir y trazar algunas pistas a través del sus fechorías y todas sus atrocidades son sólo el resultado necesa-
largo siglo XIX. Creo que, durante dos siglos, existen "lógicas" ar- rio de sus principios y sus sistemas" (!,XII) .
gumentativas que emergen a comienzos del siglo XIX, luego do-· Al principio el razonamiento conspirativo que aquí aparece
n1inan en ciertos sectores y se vuelven hegemónicas en ciertas parte de algo lógico, en el sentido corriente de la palabra: al iden-
épocas, y más tarde, eventualmente, se retraen. Este hecho es sin tificar una serie de acontecimientos desagradables, busquemos las
duda sugestivo, y reclama observación e interpretación. causas o, lo que sería mejor, más simple y más claro, la Causa. Y
En Dialogues de sourds abordo un caso bien identificado, que to- para hacer eso alejemos las "cortinas de humo". El Complot des-
maré aquí como ejemplo: el de la argumentación conspirativa, cubierto permitirá "hacer entrar en lo racional" 3 y explicable
que articulo con una lógica del resentimiento . Desde la conspira-
ción iluminista descubierta (o más bien, inventada) en la Emigra-
ción por el abate Barruel para explicar la totalidad de la Revolu-
ción Francesa, hasta la conspiración jesuítica, despreciada por los 3 Como precisa Pierre A. Taguieff en La Joire aux illuminés. Ésolérisme,
liberales en tiempos de la Restauración, y luego la conspiración théorie du complot, extrémisme (2005: 29).
DIÁLOGO ENTRE LAURENCE GUELLEC Y MARC ANGENOT 195
194 EL DISCURSO SOCIAL

aquello que, justamente, aparece en primer término co~o deso- cuenta con ningún "remedio" que proponerles, encuentra una de
lador e inexplicable: no puede negarse que, por esa razon, es el sus primeras expresiones en Sismondi. Los reformadores románti-
producto de un esfuerzo de racionalidad y tiene, aunque viciada, cos opondrán a la impostura de los economistas una verdadera
ciencia, que llamarán "Ciencia Social".
una "función cognitiva".
A la inversa, y para quien estaba Juera, los "sistemas" socialistas
LG: Usted reúne, por ejemplo, las antinomias estructurantes, los aparecieron, de entrada, no como "ciencias" sino como simples
antagonismos discursivos de uno de los diálogos de sordos más re- "tejidos de sofismas". Esto se dijo y se repitió en los escritos de los
sonantes del siglo: el que opone en varios actos, en la época de la ensayistas liberales a partir del reinado de Luis Felipe. Los econo-
monarquía constitucional de 1848, bajo la Tercera República, a los mistas se vanagloriaban del simple razonamiento que iba a hacer
doctrinarios socialistas con sus adversarios liberales. Usted sostiene justicia con los "sofismas groseros" que abundaban en la argumen-
que ese conflicto entre dos maneras de razonar sobre la socie~~d, tación socialista. En todo caso, lo importante era denunciar públi-
que estalla en la monarquía de julio y polarizará el debate po_huco camente sus teorías pretenciosas y los "sofismas que excitan la pie-
en 1848 y después de 1870, configura también dos concepciones dad y sublevan al simple sentido común" (Fourteau, 1852: 196).
opuestas de la ciencia, del discurso científico y del ethos erudito. Cincuenta años más tarde, en tiempos de la Segunda Internacio-
nal, el repudio a una sofística quimérica revestida como falsa cien-
MA: En efecto, ése es un buen ejemplo de diálogo de sordos, que cia perdura en el "campo" liberal. El pretendido socialismo cien-
también remite al origen de las confrontaciones políticas moder- tífico "se derrumbó a su vez bajo el vacío de sus fórmulas", asegura
nas y al sentimiento, que se_afirma con claridad en 1848 Yque tam- el economista Eugene d'Eichthal hacia 1900. Por otra parte, el
bién tiene una larga historia, de que la sociedad moderna se di- tema único de sus libros a comienzos del siglo es Marx ha muerto.
vide en dos "campos" entre los cuales no hay entendimiento El marxismo "se demuele a sí mismo a manos de los que quieren
posible. Por el hecho de que la sociedad se percibe dividida en d~s explicarlo o interpretarlo" (D'Eichthal, 1899).
campos habrá también dos ciencias en conflicto que se opondran Acabamos de hacer un esbozo muy somero de un caso de diá-
como la impostura a la verdad. ¡Y esto sucede mucho antes de que logo de sordos en el que la dimensión histórica es incontestable.
la Unión Soviética de Stalin opusiera ideología burguesa a ciencia De esto, por otra parte, se desprende una simple pregunta de
proletaria! Para todos los ensayistas socializantes de la mona:quía buena fe metodológica: ¿qué debe hacer el investigador, ese ter-
de julio, la "falsa ciencia", la ciencia criminal, era la econom1a po- cero que, beneficiándose de la "perspectiva del tiempo'', ha escu-
lítica que no buscaba la desaparición de la pobreza sino que se chado con cuidado las dos "antilogías"? ¡No pretenderá ser una
acomodaba, que "dejaba hacer y dejaba pasar" . "Los economistas especie de dios que desciende de los cielos para zanjar la cuestión
[ ... ] enarbolan la bandera del laissez Jaire, laissez passer. Sí: dejen y decir: tú estabas equivocado y tú tenías razón! Puede medir la parte
pasar el robo, el agio, la bancarrota, dejen saquear, destruir, arrui- de "verdad humana" de cada campo y explicarse el punto de vista
nar, dejen expoliar al cuerpo social entero", se indigna el líder con el que cada uno apreció y manifestó las cosas. No elige una ló-
fourierista Víctor Considerant (1847: I, 61 ). La economía política, gica contra la otra sino, tal vez, como el escéptico Pirro, decidirá
esa impostura que pretendía estudiar sólo "los hechos observa- no decidir porque eso es lo más sabio. Yo elegí como epígrafe de
bles" y no tener otro objetivo que "el beneficio" y las "riquezas'', ¡se mi libro uno de los raros fragmentos que nos quedan de Protágo-
vanagloriaba de ser amoral para Juzgar· y sacar conc 1us10nes.
. t L
a ras (citado por Diógenes Laercio). Dice: "En primer lugar, en to-
crítica de esta economía que se ocupa solamente de la "riqueza de das las cuestiones dos discursos se oponen cuando se contradicen
las naciones", es indiferente _ala desgracia de los explotados Y no en todos los puntos". Una de las obras de Protágoras se llamaba
i 96 EL DISCURSO SOCIAL DIÁLOGO ENTRE LAURENCE GUELLEC Y MARC ANGENOT 197

Antilogiai, las Antilogías, y yo tomo prestado el subtítulo. La tare~ El espiritualista heterodoxo Edouard Schuré define de manera
de la sofística. era controlar las antilogías o razones opuestas ( antz- excelente ese discurso católico oficial, "e ncerrado en su dogma
légein= contradecir). Como el Sofista parece decir más o menos lo como en una casa sin ventanas" (Schuré, 1889). Este contradis-
que yo mismo pienso sobre las grandes controversias .moderna~ , curso era un hijo respetuoso del Syllabus de Pío IX, que había con-
filosóficas, políticas y sociales, polarizadas en razonamientos anu- denado "todos los principios sobre los que reposa la sociedad
lógicos, opacos uno para el otro porque son ilógicos uno para el francesa", como decían con indignación los republicanos (Loc-
otro, parto de Protágoras y trato de entenderlo. kroy, 1889: 1326). Por supuesto, los católicos lo entendían de un
modo completamente distinto: "El Syllabus brilla sobre los cristia-
LG: El diálogo de sordos entre los que tienen fe y los partidarios nos como un faro que les muestra los escollos, y su luz no cesa de
de la razón no data del siglo XIX, pero es en ese momento importunar a los hijos de la noche y las tinieblas" (Les Études,
cuando toma un giro singular. Usted insiste en especial sobre la 1889: 355).
requisitoria contra la modernidad en la que parece resumirse el
discurso clerical después del Syllabus de Pío IX en 1864. Durante LG: Usted ha dedicado varias obras importantes a la retórica an-
la Tercera República la elocuencia religiosa se convirtió en una. re- tisemita. Y en Dialogues de sourds vuelve a abordar el tema. Dice
tórica de la aniquilación contra el "siglo". que el antisemitismo es "una clave del modo de producción ideo-
lógico moderno". En esos componentes esenciales -imaginario
MA: Así es. Trabajé varias veces sobre el discurso y el razona- del complot, modalidad erística del discurso, argumentación au-
miento "clericales" del siglo XIX tratando.justamente, de no juz- torreferencial, repetición discursiva, recurso al pathos de la víctima
gar desde afuera. En un capítulo de Mil huit cent quatre-vingt-neuf y razonamiento esotérico ... - la retórica antisemita es emblemá-
comencé a analizar el discurso católico desde el punto de vista de tica de lo que usted define como "lógica del resentimiento".
su no contemporaneidad -en cierta medida, deliberada- con el
discurso laico . El discurso de los católicos, encerrado en la lógica MA: Sí, pienso que la palabra "clave" es la correcta: el antisemita
antimodernista del Syllabus errorum de Pío IX, considera pecami- doctrinario que aparecía de repente en la escena política fran-
nosas a la prensa, la literatura y la ciencia laicas, y por eso es un cesa hacia 1880 (a pesar de algunos "precursores") es, ante
excelente ejemplo y, probablemente, el modelo histórico de lo todo, un polemista de un tipo especial, relativamente nuevo. El an-
que Ernst Bloch, en tiempos de ascenso del nazismo, llamará Un- tisemita no es sólo alguien que tiene convicciones políticas odio-
gleichzeitigkeit, la no contemporaneidad (Bloch, 1977). Este contra- sas, una visión obsesiva y rencorosa de ciertos grupos sociales; es
discurso que se dio durante la Tercera República, apoyado en una alguien que, en sus panfletos y folletos, se ha puesto a razonar y
historiosofía providencial y diabólica, en una mística puntillosa y razona muchísimo, pero de una manera extraña ... Como el en-
dogmática, pretendidamente santurrón y reaccionario, que se vana- fermo en lo que los psiquiatras de otros tiempos llamaban simple-
gloria de un.retraso mental mantenido con meticulosidad, no era mente "locura razonadora".4 El antisemita es alguien que se per-
"no conte~poráneo" en el sentido de una supervivencia (como
podría decirse de ciertas "mentalidades" campesinas); represen-
taba un arcaísmo de combate cuya visión apocalíptica del mundo
moderno no dejaba de interferir con las angustias de la desestabi- 4 Menciono en mi libro que la categoría extrapsiquiátrica paranoia ha
lización simbólica y de la desterrito1ialización que se manifiestan tomado, en la politología estadounidense, un sentido establecido,
enseiiado en las escuelas, para designar ciertas ideologías de derecha
en todas partes y que pronto alimentarán la reacción fascista. y ciertaS tendencias culturales racionales. Todo esto se encuentra en
i 98 EL DISCURSO SOCIAL
DIÁLOGO ENTRE LAURENCE GUELLEC Y MARC ANGENOT 199
suade a sí mismo y se embarca en una cruzada para persuadir a
la opinión burguesa durante el reinado del Rey Ciudadano, los
los demás sobre el papel nefasto de los judíos, mediante razona-
pequeños periódicos y los grandes espíritus de la época sólo tuvie-
mientos que él y sus pares encuentran convincentes, en tanto que
ron una palabra: "utopías"; "funestas utopías", según p~ntualiza­
son, para otros, retorcidos y engañosos.
ron muy pronto en tono gruñón. "Utopías" o (sinónimos polémi-
Así he estudiado en dos libros el desarrollo de la propaganda
cos de ese término) "ensoñaciones", "quimeras" y "novelas". De
antis:mita en Francia durante los ocho años que preceden al caso
hecho, utopía cambia de sentido hacia 1830. La palabra no de-
Dreyfus, y traté de abordar el problema que plantea esta escalada
signa más un género filosófico menor de conjetura contrafactual.
del antisemitismo con un planteo diferente (en algunos aspectos)
La utopía es un proyecto social que se desplaza fuera de lo posi-
del de los historiadores (véase Angenot, 1989a, 1994). Mi planteo
ble, porque está fuera de la "naturaleza humana". El "socialismo'',
era el siguiente: intentaba no sólo descifrar a los "profesionales"
en todas sus variantes, era por esa razón utópico en su misma
del panfleto antisemita -y menos aún limitan_ne a los escritos de
esencia. Son "las quimeras de un cierto socialismo", como dice
quien fue el gran profesional en la materia, Edouard Dru~ont­
Victor Hugo en la tribuna de la Asamblea Legislativa de 1849
sino también comprender una diseminación general de enunciados
(Hugo, 1875). Pero agregaba lo siguiente -y esta pose profético-
recelosos y argumentos hostiles hacia los judíos, de estereotipos y
meditativa podía ser apreciada por los espíritus abiertos-: ¿había
de "mitos" dispersados en el sistema global de lo que se imprime
que concluir que en este "cúmulo de nociones confusas, de aspi-
y se lee en esa época, tanto en la prensa de las diversas tendenci~s,
raciones oscuras", no había "nada verdadero", ninguna percep-
desde los clericales hasta los socialistas, como en las grandes revis-
ción sobre lo que encerraba el porvenir? Él mismo admitía que
tas "políticas y literarias" de los ilustrados, en los grandes géneros
no: el futuro haría una selección. Así, hay dos usos connotados de
literarios, las obras científicas, etc.
f ·~utopía" en el siglo XIX: el uso predominante, nuevo y peyora-
tivo, conlleva la sanción hacia las "ensoñaciones de los sueños va-
LG: Refutar la lógica del adversario implica a veces negar a sus
cíos", excluidas para siempre de lo posible concreto por la natura-
discursos la condición misma de la lógica, descalificar sus argu-
leza de las cosas y por el sentido común, "ensoñaciones" que, al
mentos como irracionales, calificarlos de desatinados. Usted
apropiarse de los espíritus simples y llenos de rencor, sólo podían
muestra cómo el término "utopía" adopta un sentido netamente
evolucionar hacia la "pesadilla" social; y el uso matizado o ambiva-
peyorativo en el discurso de la polémica antisocialista a par~ir de
lente, conforme a la actitud meditativa: aun cuando ignoren las
la monarquía de julio. Se trata de deslegitimar, de desacreditar, a
realidades presentes y se revelen equivocadas sobre lo que puede
los ojos de la opinión "razonable", los "sueüos" y las "quimeras"
ser realizable, "prematuras", las utopías son útiles al progreso de
políticas de la extrema izquierda. En este ejemplo de revisión no-
la humanidad. Es un topos distinguido, que atraviesa el siglo y que
cional se ve que, en efecto, "el choque de los espíritus sanos y de
será repetido por Anatole France, convertido en compañero de
los locos que sostienen una ideología tiene una historia" ...
ruta del socialismo, a principios del siglo XX: "Sin las utopías de
otros tiempos los hombres todavía vivirían miserables y desnudos
MA: Frente a las "sectas" de los sansimonianos, falansterianos, ica-
en las cavernas. [ ... ]. De los sueños generosos nacen las realida-
rianos y otros, que llamaban la atención burlona y reprobadora de des de mañana".5

la obra (ya clásica) de Richard Hofstadter, The Paranoid Style in


American Politics, 1965.
5 Texto citado en Almanach de la révoution, 1903, p. 47.
DIÁLOGO ENTRE LAURENCE GUELLEC Y MARC ANGENOT 201
200 EL DISCURSO SOCIAL
., 7 .
x10n). Antenormente, todo sucedía como si, a lo largo de los si-
LG: Dialogues de sourds es también un tratado de retórica que se r_e-
glos, los filósofos y los retóricos nunca se hubieran percatado de
vela sumamente útil para el análisis del discurso y el comentario
de textos. En la segunda parte de este libro, usted pasa revista a esas maneras de argumentar, tan frecuentes y poco -aceptables, tan
los tipos de argumentos legados por la tradición. Se interesa tam- difíciles de integrar a la lógica aristotélica. Entre los retóricos clá-
bién, y sus explicaciones en este punto son muy esclarecedoras, sicos, sólo Balthasar Gibert, en el siglo XVIII, alude brevemente al
en los aspectos argumentativos relegados por la retórica aristoté- tema, y no parece ver que haya un gran problema entre el pasaje
lica y, más ampliamente, por las lógicas clásicas, centradas, desde de Cicerón que él mismo cita con admiración y el razonamiento
La retórica, en el entimema y la inducción: son el razonamiento
por ficción que conlleva:
por alternativa ("o bien ... o bien"), el razonamiento abductivo
(todo sucede como si ... ), el razonamiento anticipatorio (lo que Hay argurnentos que sólo están fundados en algunas fic-
ciones y que son de una gran belleza, como el siguiente :
ha sido, será . .. ), apagógico (por el absurdo), e incluso los contra-
"Si yo hiciera revivir a Claudia, ustedes se enfadarían,
fácticos, en los que usted insiste especialmente ("Si la nariz de
por lo cual deben estar contentos por su muerte" (Gi-
Cleopatra hubiera sido más corta ... "). ¿Puede darnos algunas
bert [1730], 2004: I, 75) .
aplicaciones de ello en el siglo XIX?
Los contrafácticos son "condicionales contrarios a los hechos". De
MA: Muchos autores de manuales de retórica de otros tiempos se
parecen a esos médicos de Moliere que se negaban a tratar la sífi- hecho, los diversos razonamientos que llamamos contrafácticos,
covariacionales, con trafácticos-absurdos o quiméricos ("Si Durk-
lis porque Hipócrates y Galeno no habían hablado ~e ella. Es ver-
heim renaciera, qué diría de la situación . ..") difieren mucho en-
dad que Aristóteles no aborda en absoluto los razonamientos con-
tre sí, y la apreciación de su validez varía en gran proporción.
trafácticos, tan frecuentes en la discusión corriente como en el
Pero todos hacen intervenir una ficción contraria a los h echos (y
discurso de los doctos, que serían, en la actualidad, los especialistas
en "ciencias humanas". 6 Con ellos penetramos en un terreno ig- no la imaginación hipotética sobre lo real, como en ila abducción).
Finalmente se ha admitido que el razonamiento contrafáctico -no
norado por la tradición, pero que han abierto los estudiosos de la
menos que el abductivo- juega un papel de importancia en el des-
lógica y los cognitivistas contemporáneos con sus "teorías de los
mundos posibles". Bastaría con leer a esos contemporáneos. Los cubrimiento científico. Galileo, Newton, Einstein o Niels Bohr de-
razonamientos que trabajan sobre "mundos posibles" o que se re- bieron hacer muchas Denkexperimenten, experiencias mentales, ra-
fieren al mundo empírico a partir de mundos alternativos, a par- zonamientos sobre mundos posibles y situaciones imaginarias,
para alcanzar sus teorías.
tir de imaginaciones contrarias a la experiencia, comenzaron a
Lo que me interesa en particular del recurso a los contrafácti-
atormentar a los estudiosos de la lógica recién en los años setenta
cos en el análisis del discurso social es el rol, ampliamente deba-
(Lewis Carroll, lógico ante todo, es un precursor de esta refle-
tido, de lo contrafáctico en historiografía. Recomiendo en este
punto la obra del brillante historiador angloamericano Niall Fer-

6 Agrego que los llamados "mitos" de Platón son siempre, fu~d_amental


y funcionalmente, los gérmenes de razonamientos contrafact1cos,
como el del Anillo de Giges que funda, como se sabe, la moral
7 Bradley, 1979. Véase también Lewis, 2001. El desarrollo de la teoría
platónica. Como si los razonamientos filosóficos decisivos y los de
de lo~ mundos posibles está asociado al nombre de Sau! Kripka y,
alcance más concreto sólo pudieran encontrar su punto de apoyo en
antenormente, al de Carnap.
el vacío de la ficción.
1 1

202 EL DISCURSO SOCIAL


DIÁLOGO ENTRE LAURENCE GUELLEC Y MARC ANGENOT 203
,1 1

o-uson
b , Virtual History: Altematives and Counterfactuals (1999). ¿Y si Époque, en Gustave Le Bon o en Vilfredo Pareto en Italia la vi-
j ' la fuo-a de Varennes hubiera tenido éxito? ¿Y si Napoleón hu- sión de las masas guiadas por su inconsciente e inaccesibl~s a la
biera" o-anado
o en Waterloo? ¿Y si los nazis hubieran ganado la razón desemboca en el antidemocratismo de ambos sociólogos. y
guerra? ¿Y sijohn F. Kennedy hubiera sobrevivido al atentado en explica su atracción por los regímenes autoritarios . ..
Dallas? ¿Qué se puede concluir, a partir de esta premisa contra-
fáctica y de la inferencia que ella produce, que sea interesante y MA: Así es, hay una argumentación antirretórica que tiene su lu-
pertinente al mundo real donde Napoleón ha sido vencido, al gar en la historia moderna y que debemos examinar. Una 0 va-
igual que Hitler? rias, que acabarán por converger a comienzos del siglo pasado.
Lo contrafáctico es constante en el intercambio conversacional, He estudiado su desarrollo en la Belle Époque. Le Bon y Pareto
en los medios de comunicación, en los mismos libros eruditos, pasan con razón por ser inspiradores directos del pensamiento
pero, cuanto más se va hacia esos discursos regulados e institui- fascista (se admite finalmente que este pensamiento ha existido
dos, más sospechoso se vuelve y, si bien no está prohibido enun- con su coherencia propia), en la medida en que "las masas" son
ciarlo, o enunciar conclusiones a través de él, no se admite que se para ellos incapaces de razonamiento y racionalidad. Tanto para
pueda "extraer" gran cosa de él. Sin erribargo, no podemos dejar Le Bon como para Pare to, la credulidad eterna de las "masas" era
de imaginar "guiones" alternativos y elucubrar sobre ellos antes un artículo de fe cientista y el socialismo ipso Jacto era, ante todo
de descender de nuestras nubes y poner los pies sobre la tierra. -decían ellos- una creencia irracional. "Los viejos credos religiosos
En la conversación cotidiana ("Si mi pobre madre viviera, tendría que esclavizaban en otros tiempos a las masas son reemplazados
más de cien años"), la gente recurre todo el tiempo a lo contrafác- por credos socialistas o anarquistas tan imperiosos y tan poco ra-
tico, incluso en cosas disparatadas, de lo cual sacan conclusiones cionales como aquellos, y que dominan con la misma intensidad
prácticas a contrario con una acrobacia mental extraña. Pero los 8
las almas." Los socialistas que renegaban de los dogmas cristia-
pensadores y los doctos lo utilizan con reservas , sabiendo que es nos Y se creían a mil leguas de ellos no dejaban de ser espíritus
un procedimiento acrobático. Al menos se cuidan de ir hasta el fi- religiosos a los ojos del "psicólogo". Los sociólogos y filósofos mo-
nal, porque sienten que no hay final. Yo puedo intentar razonar dernos recusaban la esclavitud religiosa de las multitudes igno-
contrafactualmente sobre los atentados del 11 de septiembre de rantes, no en nombre de la Revelación negada, sino en el de la
2001: "Si los islamistas hubieran reducido a cenizas la Casa Racionalidad burlada. Una consecuencia práctica resultaba de
Blanca ... " o "Si el FBI y la CIA hubieran descubierto a tiempo el esta calificación religiosa: "la inutilidad de toda discusión con los
complot . . . ". Bien, queda claro lo que se quiere decir, pero ... ¿des- defensores del nuevo dogma" (Le Bon, 1899). Una cosa es cons-
pués qué? tatar, como pretendía hacer Le Bon, que una creencia religiosa
como el socialismo reposa sobre bases psicológicas fuertes, y otra
LG: La ofensiva del siglo XIX contra la retórica es bien conocida: es discutir sobre sus "dogmas" y someterlos a la prueba de la rea-
exasperaciones y risas del artista y del escritor ante las ideas recibi- l~dad: El he~ho mismo de que el "dogma" sea extraño a la expe-
das, desprecio del estudioso ante los juicios de opinión. Usted se nenna y al simple razonamiento es lo que conforma su éxito; en-
interesa menos -y eso es lo que confiere originalidad a su obra-
en las razones de ese rechazo que en sus razonamientos. Revela
una tópica paradójica, una retórica de la antirr etórica cuyo pri-
mer principio es no pensar y, por lo tanto, hablar como "todo el
8 Monnier (1907: 5-6), y Le Bon (1911: 8). Véase también Leroy-Beaulieu
mundo". Usted observa que en el discurso científico de la Belle (1881: 16): "ese carácter de tono religioso de las creencias socialistas".
(
1

204 EL DISCURSO SOCIAL DIÁLOGO ENTRE LAURENCE GUELLEC Y MARC ANGENOT 205

tonces, no es mediante el razonamiento que podrá ser comba- seculares; lo son en su retórica superficial, aunque resulten "in-
tido. comprensibles" si no se establece su relación con los esquemas mi-
Por su parte, Vilfredo Pare to dedica, a finales de siglo, dos gran- lenaristas y mesiánicos que persisten disimulados bajo un "barniz"
des volúmenes -compuestos, como señala el íncipit, con un obje- cientista-moderno. Toda una tradición de pensamiento sobre la
tivo "exclusivamente científico"- a descomponer las irracionalida- modernidad va a inscribirse aquí, y con ella se relacionan nom-
des y los sofismas que él identificaba en los diversos Sistemas bres muy conocidos, como Eric Voegelin,Jakob Taubes, Norrnan
socialistas (Pareto [1902-1903], 1965). Formula una presuposición Cohn, Jacob Talmon, Henri de Lubac, Thomas Molnar, Carl
que terminaría por hacerse notar: el hecho de que el socialismo Schmitt, Karl Lówith y algunos otros historiadores. 9
esté más emparentado con la creencia religiosa que con la "cien- Acabo de esquematizar en un solo párrafo (y sin la intención de
cia" no lo reduce a ser sólo una impostura criptoclerical superada. poner a todos esos pensadores "en la misma bolsa") un caso de ló-
Y señala: hoy como ayer, una forma de religión es indispensable gica argumentativa de larga duración, lógica polémicamente bien
para las sociedades. El socialismo, como religión nueva y parcial- posicionada contra una hermenéutica de la modernidad por com-
mente secularizada -en cierto sentido con razón o, al menos, pleto opuesta.
inevitablemente-, viene entonces a sustituir las revelaciones obso-
letas y las leyes dadas por Dios a los guías de los pueblos sobre el LG: Entre las grandes lógicas de la modernidad, las cuatro "fa-
Sinaí. El sociólogo, constatando esta permanencia de función milias de pensamiento" cuyas idiosincrasias argumenta ti vas us-
transhistórica, va a establecer un paralelo entre los antiguos pan- ted estudia le interesan sobre todo en su radicalidad, por lama-
teones y las modernas ideologías, y a legitimar con altura las ideo- nera en la que van a crear la ruptura en el debate, el disenso de
logías-religiones como imposturas útiks. "La religión es en realidad opinión más que el consenso. Ahora bien, el pensamiento reac-
el cimiento indispensable de toda sociedad. Por otra parte, im- cionario, las lógicas del resentimiento, la racionalidad instru-
porta poco en ciertas condiciones [ ... ] que se hagan sacrificios a mental y el corpus utópico-gnóstico, según los cuatro "tipos
Jupiter Optimus Maximus o que se reemplacen esos dioses por abs- ideales" que usted distingue, tienen en común el hecho de recu-
tracciones tales como la 'Humanidad' o el 'Progreso Socialista'" sar o refutar tanto la creencia democrática en el axioma carte-
(Pareto [1902-1903], 1965: I, 302). siano de una razón compartida en el mundo entero (como us-
En efecto, se ve emerger hace un siglo un esquema de razona- ted señala en varias oportunidades) como las reglas del juego
rnien to que tenía futuro y que, refiriéndose a las ideologías de institucional propias de las repúblicas representativas (por ejem-
cambio radical del siglo XX, reconoce su génesis religiosa y la per-· plo, el principio mayoritario, el sistema electoral, la alternancia
manencia denegada de esta persistencia estructurante. La seculari- en las posiciones de poder, el procedimiento jurídico, etc.). En
zación no es concebida como una ruptura con las creencias dese- Francia, el siglo XIX es además el siglo de la invención o de la
chadas, como la sustitución de una antigua visión religiosa por fundación republicana, el de una lenta -y conflictiva- institucio-
una concepción nueva del mundo sino, por er contrario, como la
persistencia estructural de lo religi,oso y su transmisión moderna bajo
un "barniz" racionalizador. Las filosofías de la historia son una "in-
rnanentización" de las teologías de la Salvación. La visión marxista 9 Esta tradición fue a su vez rechazada radicalmente por Hans
del derrumbamiento fatal del modo de producción capitalista y Blumenberg. Véase Die Legilimital der Neuzeil ( [1966), 1988),
de la revolución es un "seudomorfo" de la escatología cristiana. reeditado en alemán en 1996, con el título Sakularisierung und
Selbstbehauptung. Erweiterte und überarbeitete Neuausgabe von "Die
Las diversas ideas acerca del progTeso son, para ciertas miradas, Legitimat des Neuzeit ", 1er und 2er TeiL
DIÁLOGO ENTRE LAURENCE GUELLEC Y MARC ANGEN OT 207
206 EL DISCURSO SOCIAL

nalización de la democracia. En la cultura política de los libera- y la consolidación de un pensamiento de derechos y de un pensa-
les, en la tradición republicana, el apego o la adhesión a las ins- miento democrático y pluralista, y se podría extraer de esto un re-
tituciones representativas se justifica por el deseo de organizar la pertorio de argumentos típicos que fueron a la vez recurrentes y
soberanía del pueblo, por encontrar "las reglas de juego" técni- convincentes hace más de un siglo. Pero, en realidad, el pensa-
camente eficaces, pero también aceptables, en el plano de los miento democrático tal como aparece, se estructura y se organiza
principios, para la mayoría del cuerpo político. Esas posiciones en el siglo XIX es, ante todo, un sincretismo de posicionamientosra-
moderadas se argumentan, producen un discurso de compro- zonantes y modos de descifrar el mundo social muy diversos y he-
miso que usted menciona poco. terogéneos. He abordado el problema de la convergencia sincré-
tica de los fundamentos de la sociedad moderna en mi ensayo La
MA: En la síntesis que propongo en Dialogues de sourds sugiero, a démocrat'ie, c'est le mal, y luego en Rhétorique de l'anti-socialisme.
título de constatación empírica, que la historia de las ideas moder- La democracia, no como noción abstracta, como "tipo ideal'',
nas (políticas y sociales) se esclarece si uno muestra que la inesta- sino como esa gran dinámica político-histórica que se desarrolla y
ble topografía que la divide, siempre en proceso de reparación, produce efectos concretos acumulativos durante los dos siglos
de rectificaciones fronterizas y de reordenamientos, es, en la larga modernos, no se presta más a una evaluación maniquea que a
duración, el lugar de confrontación de "razones" mutuamente in- conjeturas teleológicas, historicistas e incluso éticas.
aceptables. Por otra parte, cuatro grandes tipos ideales descritos El triángulo democrático sufragio universal-redistribución y solida-
con otros nombres por varios investigadores anteriores permiten ridad-protección de los derechos individuales está compuesto por térmi-
operar reagrupamientos significativos sin agotar el problema. Son nos que se encuentran indefinidamente en conflicto y tensión. La
pregnancias que captan la atención pero, insisto, su caracteriza- democracia empírica siempre está "en crisis", porque decepciona
ción no agota la investigación -de alguna manera topográfica- una y otra vez el ideal democrático. No es una cosa ni un con-
que habría que realizar sobre los arsenales argumentativos propios cepto, confiere una identidad y un sentido a una nebulosa de cam-
de un determinado campo de la esfera pública. Mis cuatro tipos bios institucionales y morales, una sucesión de oleadas de 'justicia
se distinguen por exigencias variables en cuanto a las reglas de la social" donde predominan las ideas surgidas de las utopías moder-
.r
argumentación, por la economía diferente de los esquf"mas pre- nas: subsidios familiares, seguros por enfermedad (ideas que apa-
dominantes, por la separación o la no separación de los razona- recen con el nombre de "garantismo" en Charles Fourier), el con-
mientos factuales y conjeturales o contrafácticos, de los juicios de trol de la natalidad (neomalthusianismo), el carácter mixto de la
hecho y de valor, objetivos y axiológicos, directos y por alternativa. escuela (una idea en principio anarquista, considerada como una
En Le probable, le possible et le virtuel (1995), Gilles Granger ha de- infamia por los espíritus moderados) .
mostrado con claridad que el papel de lo no empírico en el razo- La heterogeneidad de las argumentaciones democráticas pro-
namiento es -y sigue siendo a través de los siglos- una manzana viene de estas constataciones. En la argumentación democrática
de la discordia entre los lógicos mismos. . hay, en primer lugar, iusnaturalismo y una especie de antropolo-
Dicho esto, debo reconocer que su pregunta es muy pertinente gía, de axiomática de la "naturaleza humana" que se supone fun-
y sumamente estimulante. ¿Hubo una lógica de la argumentación dadora.10 Hay también una lógica instrumental consumada, legiti-
democrática? A esta pregunta responderé que nunca la he encon-
trado en tanto tal, y creo saber por qué. La respuesta está esbozada
en la pregunta que usted me formuló: es cierto que los trabajos de
Pierre Rosanvallon y de Marce! Gauchet esclarecen la emergencia 10 Véase el capítulo 2 de Rhétorique de l'anti-socialisme.
208 EL DISCURSO SOCIAL DIÁLOGO ENTRE LAURENCE GUELLEC Y MARC ANGENOT 209

mada y ftjada en el razonamiento liberal de la economía política sociedad será juzgada tomando como referencia este elemento
clásica. Hay también (contradictoriamente) algo de utopía deter- salvador y todavía ausente. La "crítica social" demuestra, por el fu-
minista y de "milenarismo" historizado, por ejemplo, con Auguste turo previsible, que el mundo empírico no es bueno y que podrá
Comte: recordemos la considerable influencia de las doctrinas po- transformarse en otro muy distinto. Sólo depende de los hombres
sitivistas sobre los demócratas franceses (y británicos, como Stuart organizarlo de otra manera. El razonamiento de la democracia re-
Mill) del siglo XIX. Es cierto que, con el paso del tiempo, el filó- formista, en síntesis, apoya sus demostraciones en quimeras: esto
sofo va a transformar su positivismo en "Religión de la humani- es, al menos , lo que los espíritus "positivos" y escépticos repiten a
dad", sacralizando un Gran Relato histórico, que concluye en un los reformadores desde hace dos siglos.
"fin de la historia", en la muy positiva y última Sociocracia. Comte Sería necesario entonces despejar los esquemas recurrentes y la
en primer lugar, y luego muchos pensadores de su tiempo consi- difusión de los razonamientos de la crítica social, argumentacio-
derados democráticos, han querido preparar y predecir una socie- nes que han producido efectos apreciables pero que hasta el mo-
dad futura sin conflicto ni división. Si el mal social está en los con- mento han sido desdeñadas en favor de razonamientos "revolu-
flictos, en la anarquía de las costumbres, el bien futuro radicará cionarios" más llamativos y, supuestamente, más grandiosos. En el
e n la unidad, y la unidad de creencias compartidas es necesaria mundo universitario francófono entre 1890 y 1900 había, por
para la armonía común . He aquí un tipo de conjetura muy propia ejemplo, profesores que, en un calco del alemán, se denomina-
de la especulación democrática de hace un siglo y medio, que no ban "socialistas de la cátedra", Kathedersozialisten. Se trata de pen-
estaba exenta de peligros, digamos, totalitarios; que podía condu- sadores antiliberales que justificaban y reclamaban reformas legis-
cir a los espíritus por la pendiente de una "democracia totalitaria" lativas amplias para atenuar la miseria, salvar la democracia y
(Talmon, 1952; 1960) . · evitar la revolución y el "colectivismo". Es necesario "subordinar la
También habría que considerar de cerca, entre los "ingredien- economía política a la moral", pensaban y proclamaban estos so-
tes" esenciales, una gran lógica proteica de los razonamientos po- ciólogos y economistas, entre ellos Charles Gide, Hector Denis,
líticos, la lógica de algo que emerge y se establece en su forma Guillaume De Greefy Émile de Laveleye, herederos de románti-
moderna a comienzos del siglo XIX: la crítica social. 11 "Todo pro- cos como Sismondi, Villeneuve-Bargemont y otros denunciantes
greso comienza por una abolición, toda reforma se apoya en la de la pobreza, hostiles a las doctrinas económicas dominantes, al
denuncia de un abuso", sostenía P.·:J. Proudhon, articulando crí- laissez f aire, laissez passer:
tica de la sociedad, historiosofía del progresismo e ideología del Como ve , su pregunta me ha dado la oportunidad de esbozar
cambio. Los razonamientos de esta crítica social del siglo XIX son un vasto programa de investigaciones, que proviene también del
extraños, porque provie nen de una prueba por el "no todavía" (el procedimiento que he desarrollado en Dialogues de sourds. Mitra-
noch nicht de Bloch) : en la presente sociedad falta algo -la "verda- tado es, en gran medida, programático, y sugiere investigaciones
d e ra" justicia, la igualdad, la solidaridad, la racionalidad-, y esta pendientes y reflexiones que se pueden profundizar. Yusted com-
prenderá, por los ejemplos que acabo de citar, que hay material
de sobra para hacerlo.

11 Casi no hay síntesis en francés sobre este "objeto discursivo " clave, la LG: Entre los modos de razonar, ¿las lógicas de pensamiento pro-
crítica social. Remito al lector a los párrafos del c apítulo 3 de mi libro pias del siglo XIX se han transformado para nosotros en algo in-
Marxisme dans les Grands récits, así como al libro de Michael Walzer,
Company of Critics, Social Criticism and Political Commitment in the 2(J" comprensible, inaudible, "racionalmente intraducible" según su
Century, 1988. expresión?
21 O EL DISCURSO SOCIAL DIÁLOGO ENTRE LAURENCE GUELLEC Y MARC ANGENOT 2 1 1

MA: Vuelvo a mi respuesta anterior al decir que la democracia, lo tos terrestres . "Sólo se destruye aquello que se reemplaza" son pa-
que hoy conocemos con ese nombre, sólo es aceptada sin retos labras que se atribuyen a Danton y que fundamentan muchos ra-
como los que tuvo en masa durante el siglo XX; sólo es rutinizada zonamientos modernos. Yes que los hombres contemporáneos se
y "operativa" porque ya nadie. cree en los principios y los razona- encuentran ahora, y por un plazo indefinido, inmovilizados entre
mientos que la fundaron, como la infalibilidad del pueblo sobe- dos imposibles, disonancia (en el sentido de Leon Festinger) que
ran o, tan cara a Rousseau, o la bondad natural del hombre. habrá que profundizar, ya que no se la puede superar. El hombre
No pretendo tratar de adivinar y decidir si la ideología del cre- (post)moderno se encuentra atrapado "para siempre" entre la im-
cimiento a cualquier precio, el triunfo del mercado, podrá más posibilidad de un retomo al encantamiento de la trascendencia y
que una dinámica democrática que ha perdido sus "ilusiones de la imposibilidad de mirar de frente la inmanencia inerte de lasco-
progreso" y ha agotado su inventiva militante. Pero es evidente sas y asumir "el absurdo" del mundo.
que todos los proyectos sociales clásicos se esclerosaron o se frac- Sólo le queda continuar la búsqueda de modos residuales de ra-
turaron, y que las fuertes argumentaciones que los acompañaban cionalizar su presencia en el mundo e ilusionarse.
han perdido su virtud persuasiva; los grandes principios cívicos se
han hundido y sus residuos se descomponen ante nuestros ojos. LG: Para terminar esta entrevista quisiera preguntarle en qué sen-
Nuestras sociedades han llegado a un estado de desdiviniza- tido se orientan sus investigaciones actuales.
ción, de desacralización, de derelicción y de anomia12 que durante
mucho tiempo ha sido frenado, resistido, mantenido a distancia MA: Se interrogan, en primer lugar, sobre una vasta cuestión, la
por formaciones de compromiso. Sobre todo durante el siglo XX del régimen de memoria y olvido (y borramiento activo) del pa-
había quedado disimulado como un desenlace probable por las sado en las sociedades contemporáneas.
ruidosas religiones de salvación política; estado en verdad postre- Junto con Régine Robín he organizado, en noviembre de 2007,
ligioso que es por completo nuevo e inusitado (aunque percibido un primer coloquio internacional sobre La ley, la memoria y la histo-
con perplejidad por algunos pensadores de otros tiempos), y que ria, que he presidido y que tuvo lugar en Montreal. Sabemos que
llama a la reflexión. no sólo en Francia, sino en varios países de Europa occidental y
En el mundo moderno hay un sector -globalmente, el de "la oriental, así como en otras partes del mundo (América del Sur,
ciencia"- que dice que el universo es neutro e indiferente a los África del Sur), desde hace un cuarto de siglo hay legislaciones
hombres, que la vida es un simple azar galáctico y que la concien- que proclaman y establecen hechos históricos o prohíben negar-
cia humana es un epifenómeno. Pero, como resulta evidente, no los. Se trata de un fenómeno nuevo, que se da en varios países y se
hay - y hasta que aparezca una prueba en sentido contrario, no origina, por cierto, en motivaciones diversas. En Francia se habla
podría haber- una sociedad establecida sobre ese desolador cono- de "leyes memoriales", porque Francia presenta la singularidad de
cimiento. Desde Rousseau, que había teorizado esa necesidad haber multiplicado las leyes de este tipo. En Europa, las primeras
para sostener el contrato social, los modernos han propuesto "re- leyes de este tipo han sido reacciones -con bastante lógica, sobre
ligiones cívicas'', y algunas escatologías revolucionarias han pro- todo en Alemania- a la propaganda perversa de un puñado de ne-
porcionado argumentos y pruebas de una sacralización de absolu- gacionistas que alarmaba a la población. Éste es el caso de la Ley
Gayssot ( 1990) en Francia, seguida por la ley sobre el genocidio ar-
menio, después por un artículo de ley (retirado luego bajo la pre-
12 Ésta es la noción clave, desarrollada por primera vez por el olvidado
sión de los lobbies que se oponían indignados) que apreciaba el ca-
sociólogo Jean-Marie Guyau, en su libro Irréligion de l'auenir, de 1887. rácter "positivo" de las empresas coloniales, y luego por la Ley
2 l 2 EL DISCURSO SOCIAL DIÁLOGO ENTRE LAURENCE GUELLEC Y MARC ANGENOT 213

Taubira sobre el carácter de crimen contra la humanidad de la términos de regímenes de memorabilidad que son ipso Jacto, y tal
trata de negros y de la esclavitud. Desde el comienzo, esas legisla- vez ante todo, regímenes de borramiento y olvido. Del mito de
ciones, aclamadas por algunos, han provocado malestar. Si bien la memoria perfecta de Dios a las Vidas paralelas de Plutarco
podía parecer legítimo prohibir la negación sofística de las cáma- (que sólo retiene la memoria de los hombres ilustres), pasando
ras de gas, no era menos cierto que se cuestionaba el principio de por la epigrafía funeraria antigua, las placas oficiales y los monu-
libertad de expresión y de opinión, fundador de la democracia. En mentos y memoriales de hoy, las inscripciones de los cemente-
cuanto a la opinión de los historiadores, fue casi unánime al expre- rios modernos, los álbumes de familia y los diarios íntimos, con
sar su malestar ante un texto, seguido por varios más, que presupo- los que los seres humanos se proyectan hacia los que vivirán des-
nía que existe una verdad histórica que sería ilegal cuestionar. pués de ellos: todos son objetos que sólo en el último tiempo
Estoy terminando -siempre con la colaboración de la historia- han llamado la atención del historiador y del sociólogo en su sin-
dora y socióloga Régine Robín, 13 a quien me unen largos años de gularidad.
investigación compartida- un programa en este campo: se trata Tenemos la impresión de que la sociedad occidental de comien-
de "La instrumentalización del pasado. La ideología contemporá- zos del siglo XXI (incluso si ciertos fenómenos que identificamos
nea reñida con el siglo XX". Y estoy comenzando un proyecto que parecen persistir en la larga duración) funciona con dinámicas de
continuaría el primero: "Desapariciones y obliteraciones: investi- amnesia/desrnemorización bastante nuevas y acentuadas.
gación sobre los regímenes de amnesia y de reparación del pa- Estoy trabajando junto con Régine Robín en un amplio releva-
sado de las sociedades contemporáneas". La problemática de este miento de las formas, mecanismos y lógicas de borramiento me-
nuevo proyecto abre, a mi entender, una vía de reflexión poco ex- morial en las sociedades contemporáneas y, tomando una distan-
plorada, en particular en sociedades como las nuestras, que sólo cia propicia para la periodización y la teorización, en los dos siglos
pretenden valerse de aquello que se llama "deber de la memoria" modernos.
y parecen funcionar en la conmemoración perpetua. Sin em- Se trata, para nosotros, de abordar desde una perspectiva glo-
bargo, estas sociedades parecen estar caracterizadas, a su vez, por bal los hechos, sumamente diversos, por los cuales las sociedades
prácticas onmipresentes, nuevas o adaptadas al gusto en boga, de producen olvido o se adaptan a él, por los cuales funcionan a
amnesia colectiva, de borramiento de ciertas huellas, de censuras partir de la amnesia o del rechazo, y (cuando se aborda el fenó-
y supresiones más o menos consensuadas de cierto pasado inopor- meno como algo deliberado y voluntario) a partir de la desapa-
tuno , así como de ajustes retroactivos, de reescrituras en palimp- rición y la obliteración del pasado. Será conveniente demostrar
sestos y retoques de la historia narrada con anterioridad, sobre en toda la diversidad del fenómeno cómo las sociedades moder-
todo de la historia del siglo pasado. nas han padecido erosiones parciales y sucesivas de su material
Para retomar y completar a Fram;:ois Hartog (2003), las cultu- memorial, 14 pero también cómo y por qué borran de modo ac-
ras de las sociedades occidentales pueden ser periodizadas en

14 En primer lugar, trataremos el impacto de la destrucción física del


13 Régine Robin ha publicado recientemente: La mémoiresalurée (2003), material memorial moderno y contemporáneo: la memoria
una reedición de Deuilde /'origine (2003), Berlin Chantiers . Essai sur les parcialmente demolida de las sociedades del viejo mundo es
paséesfragiles (2001), Le Golem de l'écriture. Fiction, autoficlion et cybersoi especialmente tributaria de guerras, bombardeos, vandalismos y
(1998), y su última obra editada es Cybennirances. Traversée des identités revoluciones. Se destruyen ciudades y monumentos venerables, pero
(2004). también archivos irreemplazables.
214 EL DISCURSO SOCIAL
DIÁLOGO ENTRE LAURENCE GUELLEC Y MARC ANGENOT 215

tivo ciertas huellas de su pasado,? al menos se esfuerzan conti- tica". La bibliografía de casi 300 páginas que presento 16 demues-
nuamente en hacerlo, por qué aniquilan recuerdos y suprimen tra que en cientos de obras en todas las le nguas aparecen las no-
archivos, rechazan de manera constante los "malos recuerdos" ciones de Political Religi,ons, politische &ligionen, religiones seculares
de pasados-que-no-pasan, 15 y reescriben sin descanso su historia o religiones políticas .. . 17 De hecho, se trata de una suerte de espec-
para acomodar los mitos nacionales o la rectitud política comu- tro conceptual que pesa sobre varias grandes teorías sin terminar
nitarista, incluso los "consensos" transitorios. de tomar cuerpo como una noción estable, aceptada y compar-
Tr2.taremos de dar un espacio considerable -aunque sabiendo tida por el cortjunto de los investigadores. Me propongo hacer el
que ese sector puede esclarecerse mediante el análisis de con- recorrido histórico y el análisis crítico de la caracterización de
junto de los fenómenos de rechazo y refección m emorial citados- los Grandes Relatos de la historia, del "progreso" de la humani-
ª la historiografía contemporánea y a la historia de las reescrituras dad y de las militancias de masa de los siglos XIX y XX -en pri-
históricas, de las amnistías Uurídicas e históricas, que renuncian a mer lugar, el (los) socialismo(s), pero también las ideologías to-
"enjuiciar" crímenes prescritos y relegan a víctimas y verdugos a la talitarias fascista y nazi y los nacionalismos "palingenésicos" -, así
noche de un pasado en el que todo da lo mismo), del aggforna- como de las "religiones políticas", aparecidas e implantadas a lo
mento historiográfico continuo, función de las instrumentalizacio- largo del siglo XIX y que "pasaron al acto" en el siglo siguiente.
nes del momento, de las correcciones del pasado según los cam- Abordo este trabajo desde una perspectiva heurística y metodo-
biantes "mitos" nacionales, las modas ideológicas y las coyunturas. lógica que apunta a la naturaleza y al buen uso de los conceptos
Una de nuestras hipótesis será que el gran factor contemporá- y de los tipos ideales históricos, y a la racionalidad de las polémi-
neo-paradoja! de obliteración del pasado es la ftjación memorial cas interminables que los acompañan.
presente, la conmemoración compulsiva de una especie de "re-
f cuerdo encubridor" y la "saturación" que produce al sellar el ol-
Enero de 2009
vido del "resto", la hipermnesia que. favorece, paradójicamente, la
amnesia.
Finalmente, y por mi lado, estoy trabajando en la prolongación
del programa que acabo de exponer sobre "La instrumentaliza-
ción del pasado", en un estudio crítico historiográfico y de filoso-
fía política que podría llevar por título, cuando esté terminado,
Religi,ones seculares y totalitarismo: conceptos para el siglo XX. Tengo
previsto terminar en breve una primera parte, que podría publi-
carse en los cuadernos de "Discurso Social" bajo el título de ''Fas-
cismo": ensayo de semántica polémica.
¿De qué se trata en términos generales? Como usted sabe, hay
un concepto que pesa en el pensamiento histórico y politológico
del siglo XX: el concepto de "religión secular" o "religión polí-
16 Religions séculieres, lotalitarisme, fascisme: des concepts pour le XX' siecle. Y
además, Le Mal: mal moral, mal politique, mal social. Les intellectuels. Les
intellectuels de parti/Intellectuels et role politique. Syntheses du vingtieine
sii!cle. Publicado en la colección "Discours social" .
17 Desde hace unos años se publica: en Londres una revista trimestral:
15 La expresión es de Ernst Nolte.
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turale": incluido en Mi che! Biron y P. Popovic (dirs.), Écrire la pau-
verté, Toronto, Gref, 1996.
228 EL DISCURSO SOCIAL

6. GNOSIS, MILENARISMO E IDEOLOGÍAS MODERNAS


"Gnose, millénarisme et idéologies modernes": texto de una con-
ferencia que es, a su vez, la versión resumida de Gnose et milléna-
risme, deux concepts pour le 2Cftme siecle, seguido de Modernité et séculari-
sation, Montreal, Presses de l'Université McGill, 2008, colección
"Discours social", vol. XXIX. I
1

7. NUEVAS PROPUESTAS PARA EL ESTUDIO DE LA ARGUMENTACIÓN


EN LA VIDA SOCIAL
"Nouvelles propositions pour l'étude de l'argumentation dans la
vie sociale": incluido en Texte, 45-46 (número temático "Carre-
fours de la sociocritique", dirigido por Anthony Glinoer), To-
ronto, Trinity College, 2009, pp. 47-66.
¡
8. DIÁLOGO ENTRE LAURENCE GUELLEC Y MARC ANGENOT
"Dialogue entre Laurence Guellec et Marc Angenot": entrevista
r
incluida en Rhétorique, théorie du discours social, histoire des idées, dix-
neuvieme siecle, Montreal, Presses de l'Université McGill, 2009, co-
lección "Discours social", vol. XXXIII. \
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22 81

Otros títulos publicados


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Prensa, lectorss y vida mcc!erna
Peter Fritzsche

Historia da ia:; i.:k:s.-;;


en la A:genti:na
Diez lecciones iniciales, 18 ·¡ 0-1980
Osear Terán

Para un programa
de historia intelectual
y otros ensayos
Carlos Altamirano

www.sigloxxieditores.com.ar
lectores@sigloxxiedltores.com.ar ·
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La píi:nera parte de esta oiJ,-a clespliega la teoría clel discurso social


v, corno un ejemplo de su productividad, la segunda parte aborda
distintas mocle.lidacles c!iscursivas: ia.s doctrinas socialistas ace rea
cls un E·.• -L3 p m!st:,;·io, ei s 1.1rgimient::i c!e la.s ideologías modernas 1/ \
21rat:0:s: -:!'2 los
1 es·~;_! clics rst:)¡"icos. El ~dorna que at(aviesa es1a
enfoqua ss qi.:8 las idsas y los ciis.::;ursos son hechos históricos: r
no se puede tener cualquier creencia u opinión en cualquier
momsnto y en cualquier cultura. :=n cada época reina una
hsgernonía ele lo pe,·,sc,'Jie y una serie de regias que establecen
rnoclos !e9ítirno.s c!a srgumente.r y nan--arl de psl'suacnr y protia(.

,-; i 0toí~z::1,· k:'-3 cliscursc•s, cornprencle1· clentm de qué ímites


pisns2. y :03cric:; una s.::•:iec!2cl cleterminada, resulta un
¡::,aso insosiayao1e no sólo p;;i.ra ei analista del discurrn sino
t ambién para el historiador de las icleas y el imestigador
en ciencias sociales. Esta selección de trabajos se propone
-.:01T:o un2. :;-imejornble vía ele acceso a la obre. de un autor
tan piolifico con:o poco traclucic!o, y constituye una orientación
fundernente.I pa1·a quisnes estudian !a discursividad social.
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ISBN 978-987-629-134-7
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