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¿Qué es el patriarcado?1
Este artículo ha sido publicado en el "Diccionario de estudios de Género y Feminismos".
Editorial Biblos 2008.
TEXTO DE MARTA FONTENLA

En su sentido literal significa gobierno de los padres. Históricamente el término ha sido


utilizado para designar un tipo de organización social en el que la autoridad la ejerce el
varón jefe de familia, dueño del patrimonio, del que formaban parte los hijos, la esposa, los
esclavos y los bienes. La familia es, claro está, una de las instituciones básicas de este
orden social.

Los debates sobre el patriarcado tuvieron lugar en distintas épocas históricas, y fueron
retomados en el siglo XX por el movimiento feminista de los años sesenta en la búsqueda
de una explicación que diera cuenta de la situación de opresión y dominación de las
mujeres y posibilitaran su liberación.

Las feministas han analizado y teorizado sobre las diferentes expresiones que ha ido
adoptando a largo de la HISTORIA y las distintas geografías, estructurándose en
instituciones de la vida pública y privada, desde la familia al conjunto de la social. También
fueron definiendo los contenidos ideológicos, económicos y políticos del concepto que,
conforme a Carol Pateman (1988), es el único que se refiere específicamente a la sujeción
de las mujeres y singulariza la forma del derecho político que los varones ejercen en virtud
de ser varones.

En los relatos sobre el origen o la creación de los sistemas de organización social y política,
del mundo público y privado, hallamos historias conjeturales, considerando algunas que la
sociedad emerge de la FAMILIA patriarcal, o las más actuales, que se origina en el
contrato. El PODER en el patriarcado puede tener origen divino, familiar o fundarse en el
acuerdo de voluntades, pero en todos estos modelos, el dominio de los varones sobre las
mujeres se mantiene.

Gerda Lerner (1986) lo ha definido en sentido amplio, como “la manifestación e


institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y niños/as de la familia y la
ampliación de ese dominio sobre las mujeres en la sociedad en general”. Sus
investigaciones se remontan a la Mesopotamia, entre los años 6.000 y 3.000 A.C. “En la
sociedad mesopotámica, como en otras partes, el dominio patriarcal sobre la familia adoptó
multiplicidad de formas: la autoridad absoluta del hombre sobre los niños, la autoridad
sobre la esposa y el concubinato”.

María Milagros Rivera Garretas, señala como estructuras fundamentales del patriarcado las
relaciones sociales de parentesco y dos instituciones muy importantes para la vida de las
mujeres, la heterosexualidad obligatoria y el contrato sexual.
La institución de la heterosexualidad obligatoria es necesaria para la continuidad del
patriarcado, ya que expresa la obligatoriedad de la convivencia entre varones y mujeres en
tasas de masculinidad/feminidad numéricamente equilibradas. Junto con estas dos
categorías se encuentra la política sexual o relaciones de poder que se han establecido entre
varones y mujeres, sin más razón que el sexo y que regulan todas las relaciones.
En el patriarcado no todas las relaciones son familiares, por tanto no se puede entenderlo
literalmente sino a riesgo de dejar fuera las demás instituciones sociales que realmente
comprende.

La forma de entenderlo como poder de los padres, llega hasta la modernidad, donde el
ascenso de una nueva clase, la burguesía, necesita dar otro fundamento al ejercicio del
poder para adaptarlo a los cambios producidos. Este nuevo fundamento es el pacto o
acuerdo social, mediante el cual se organiza el patriarcado moderno.
Algunas autoras consideran que en la constitución del patriarcado moderno, los varones
también pactan su poder como hermanos. Los ideales de igualdad, libertad y fraternidad
remiten a este pacto entre fraters.

Celia Amorós, citada por Rosa Cobo (1995), apunta a la constitución de la fratria como un
grupo juramentado, aquel constituido bajo la presión de una amenaza exterior de
disolución, donde el propio grupo se percibe como condición del mantenimiento de la
identidad, intereses y objetivos de sus miembros.

Con la formación de los Estados modernos, el poder de vida y muerte sobre los demás
miembros de su familia pasa de manos del pater familias al Estado, que garantiza
principalmente a través de la ley y la economía, la sujeción de las mujeres al padre, al
marido y a los varones en general, impidiendo su constitución como sujetos políticos.

Las teorizaciones sobre el patriarcado fueron esenciales para el desarrollo de las distintas
corrientes del feminismo, en sus versiones radical, marxista y materialista, entre otras.
Desde los primeros trabajos de Kate Millet (1969), para el feminismo radical la sexualidad
de las mujeres se considera prioritaria en la constitución del patriarcado. La autora con el
término, se refiere a las relaciones sexuales como relaciones políticas, a través de las cuales
los varones dominan a las mujeres. ShulamitFirestone (1976) postula como base de la
opresión social de las mujeres, su capacidad reproductiva.

Anna Jonásdottir plantea el problema básico de este sistema como: “una cuestión de lucha
de poder socio–sexual específica, una lucha sobre las condiciones políticas del amor
sexual”. Sigue a Millet y a Firestone al centrarse en la sexualidad y el amor al “cuestionar
la forma presente de heterosexualidad dominada por el hombre y las articulaciones del
poder sexista en la sociedad moderna en general” (Jonásdottir 1993).
Otras corrientes consideran que las relaciones de reproducción generan un sistema de clases
sexual, que se basa en la apropiación y el control de la capacidad reproductiva de las
mujeres, y que existe paralelamente al sistema de clases económico basado en las
relaciones de producción

Dentro del denominado feminismo materialista, Lidia Falcón considera a las mujeres como
clase social y económica, siendo los padres–maridos quienes controlan el cuerpo femenino
y se apropian del trabajo productivo y reproductivo de aquellas. Por su parte, Christine
Delphy afirma la existencia de una “relación de producción entre marido y mujer en la
familia nuclear moderna, consistente en la relación de una persona o jefe, cuya producción
se integra al circuito mercantil, con otra que le está subordinada, porque su producción, que
no se integra a ese circuito, es convertida en algo invisible”. En virtud del matrimonio y del
trabajo doméstico gratuito, las mujeres comparten una posición común de clase social de
género.

En la línea del feminismo marxista, una de sus exponentes más importantes, Heidi
Hartmann (1981) sostiene la teoría de los sistemas duales definiendo el patriarcado “como
un conjunto de relaciones sociales entre los hombres que tienen una base material, y aunque
son jerárquicas, crean o establecen interdependencia y solidaridad entre ellos que los
capacitan para dominar a las mujeres”. No es sólo el sistema, sino los varones como tales
quienes oprimen a las mujeres. La restricción de su sexualidad, junto al matrimonio
heterosexual, como formas de control sobre la fuerza de trabajo de las mujeres son
elementos cruciales del patriarcado, que no descansa sólo en la en la familia, sino en todas
las estructuras que posibilitan este control.

Para Audre Lorde (2003) las mujeres están expuestas a distintos grados y tipos de opresión
patriarcal, algunas comunes a todas y otras no.
En la América conquistada por los españoles, la subordinación de las mujeres se consolida
especialmente a través de las Leyes de Partidas, la familia patriarcal y la influencia y poder
de la Iglesia católica, continuándose en las leyes de los Estados–Nación que se van
constituyendo a lo largo del siglo XIX.

En términos generales el patriarcado puede definirse como un sistema de relaciones


sociales sexo–politicas basadas en diferentes instituciones públicas y privadas y en la
solidaridad interclases e intragénero instaurado por los varones, quienes como grupo social
y en forma individual y colectiva, oprimen a las mujeres también en forma individual y
colectiva y se apropian de su fuerza productiva y reproductiva, de sus cuerpos y sus
productos, ya sea con medios pacíficos o mediante el uso de la violencia.

Los estudios feministas sobre el patriarcado, y la constatación de que se trata de una


construcción histórica y social, señalan las posibilidades de cambiarlo por un modelo social
justo e igualitario.
BIBLIOGRAFÍA
Rivera Garretas: “Nombrar el mundo en femenino” Editorial Icaria, 1994 Jonásdottir, Anna
G.:”El poder del amor –Le importa el sexo a la democracia?” Ed. Cátedra, 1993.
Pateman, Carole: “El contrato sexual” Editorial Anthopos, 1995
Cobo, Rosa: “Fundamentos del patriarcado moderno” Ediciones Cátedra, 1995
Lerner, Gerda “La creación del patriarcado” Editorial Crítica, 1990
Heidi Hartmann: “El infeliz matrimonio entre marxismo y feminismo (“Cuadernos del Sur
Nº 5, 1987)
AudreLorde: “La hermana, la extranjera” Editorial horas y HORAS. 2003
Millet, Kate:Política sexual” 1975. Editoral Aguilar. Historia de la Mujer Argentina. Tº III

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