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LA GUERRA INTERIOR
Estos pasajes a través de la historia han generado mucha controversia la cual gira
alrededor de que si:
¿Describen estos versículos la experiencia del apóstol antes de
hacerse cristiano?
¿Describen, más bien, lo que está experimentando como creyente?
¿O se refieren a la manera en que la mayoría trata de vivir cuando
intenta alcanzar la justicia por sus propios medios sin dar
intervención al Espíritu Santo?
¿Describen una vida cristiana carnal, mediocre?
¿Qué indicación dan estos versículos, si es que la dan, de que aluden
a algo más que a la sola experiencia de Pablo?
Realmente es loable la inspiración del Espíritu Santo al apóstol para escribir este juego
de palabras que casi parecen trabalenguas y aun así, llevar un mensaje de aliento y
esperanza para el pecador.
Los versículos 7 al 13 están en tiempo pasado; Pablo mira hacia el pasado, no hacia
adelante o hacia el presente, como ocurre en los versículos 14 al 25. ¿Podría esto indicar
que los versículos 7–13 se refieren al tiempo en que Pablo era un fariseo incrédulo y que
los versículos 14–25 se relacionan con su experiencia como cristiano?
¿Con qué, exactamente, lucha Pablo? ¿Entre qué fuerzas hay conflicto? (vv. 15–23)
San Pablo fue una vez fariseo, ignorante de la espiritualidad de la ley, que tenía cierto
carácter correcto sin conocer su depravación interior. Cuando el mandamiento llego a su
conciencia por la convicción del Espíritu Santo, y vió lo que se exigía, halló que su mente
pecaminosa se levantaba en contra. Sin embargo, aunque el principio del mal en el corazón
humano, produce malas motivaciones y mas aún, tomando ocasión por el mandamiento,
santo, justo y bueno.
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Sin embargo, como descubriremos si estudiamos Romanos 8, esta es sólo la primera parte
de la respuesta. Somos realmente libres del dominio del pecado, pero no podemos disfrutar
de esa libertad por nuestras propias fuerzas. Necesitamos ayuda. ¿Quién vendrá en nuestro
auxilio? Dios lo hará. Pero, ¿cómo? Ese es el interrogante al que Pablo responde en el
capítulo 8 del 1 al 11
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Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no
andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu, 2porque la ley del Espíritu de vida en
Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. 3Lo que era imposible para
la Ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne
de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne, 4para que la justicia de la
Ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu.
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Los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del
Espíritu, en las cosas del Espíritu. 6El ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del
Espíritu es vida y paz, 7por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios,
porque no se sujetan a la Ley de Dios, ni tampoco pueden; 8y los que viven según la carne
no pueden agradar a Dios.
9
Pero vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios
está en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. 10Pero si Cristo está
en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, pero el espíritu vive a
causa de la justicia. 11Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús está en
vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos
mortales por su Espíritu que está en vosotros.2
En los versículos del 18 al 22, el apóstol encuentra que, mientras mas puro y santo
sea el corazón, será mas sensible al pecado que permanece en él. El creyente ve
mas la belleza de la santidad y la excelencia de la ley. Sus deseos fervientes de
obedecer aumenta a medida que crece en la gracia. Pero no hace todo el bien al
cual se inclina plenamente su voluntad; el pecado siempre brota en él a través de
los vestigios de corrupción, y a menudo, hace el mal aunque contra la decidida
determinación de su voluntad. Si por la lucha de la carne contra el Espíritu, quiso
decir que él no podía hacer ni cumplir como sugería el Espíritu, así también por la
eficaz oposición del Espíritu, no podía hacer aquello a lo cual la carne lo empuja.
En los versículos del 23 al 25, no se presenta al apóstol como uno que anduviera en
pos de la carne, sino uno que se disponía de todo corazón a no andar así. Es cierto
que hay creyentes que abusan de este pasaje para su propia destrucción, los
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cristianos serios, mas bien encontramos una causa de bendecir a Dios por haberlo
provisto así para sostenimiento y consuelo.
Finalmente podemos afirmar que es la gracia divina de Dios por medio de su Santo
Espíritu, que nos libra de estar pecando y por medio del cual podemos vivir vidas
victoriosas sobre los deseos de la carne, al final el apóstol podía exclamar en
Filipenses 4:13 TODO LO PUEDO EN CRISTO, QUIEN ES MI FORTALEZA.
Bibliografía.