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La palabra maldición como tal significa 'decir mal de...', al llevarla al contexto experiencial
de la herencia 'generacional', hace referencia a que aquellas situaciones ocultas o conflictos
no resueltos por los antecesores que trascienden o pasan a los sucesores como legado
familiar: culpas, vergüenzas, mentiras, secretos, tendencias, repeticiones de
comportamientos autodestructivos, hábitos negativos y se quedan tan inconscientemente
arraigados manifestándose en costumbres viciadas que espiritualmente adquieren un poder
negativo al que se le atribuyen perdidas, fracasos, quiebras, rupturas, enfermedades,
confrontaciones, impasibilidad, insomnio, problemas de orden mental, dificultades de
adaptación a la vida, crisis depresivas crónicas, entre muchas otras.
En particular, con respecto a los llamados ‘pactos oscuros’, una situación en particular que
ocurrió al consultante cuando cumplió 40 años de edad, inicia con una sensación
esporádica de melancolía que fue aumentando paulatinamente, hasta desencadenar en un
lapso de pocos meses una crisis que terminó por afectar simultáneamente todos sus
espacios vinculares: emocional, afectivo, laboral, económico, social. Se retiró un día
abruptamente de su trabajo, terminó con su matrimonio, se va de su casa sin explicación,
liquidó sus cuentas bancarias y huyó a una ciudad diferente, inicia allí irracionalmente una
cotidianidad de excesos con alcohol, apuestas, prostitución y poco a poco va minando sus
recursos hasta terminar viviendo en la miseria absoluta en menos de un año, consumiendo
habitualmente solo alcohol destilado artesanalmente y comiendo de la caridad.
Accidentalmente es reconocido por un antiguo compañero quien lo reporta con su familia.
Es sometido a un proceso de desintoxicación y recuperación a nivel médico. Tiempo
después trata de reincorporarse a la vida cotidiana pero comienza a experimentar
situaciones desde el punto de vista médico, llamadas ‘parálisis del sueño’. Estas se
describen como un trastorno del sueño en el que la persona siente que es incapaz de poder
moverse, lo cual implica que, por un periodo de tiempo, quien lo experimenta pasa por un
estado simultáneo de impotencia física entre sueño y estar despierto y ver todo lo que
ocurre a su alrededor, sin lograr ninguna acción física ni pedir ayuda.
Es importante que la persona o la familia comprenda que consultar con el deseo de resolver
éstas situaciones, no es un acto mágico, sino que implica un compromiso personal o
familiar, lo cual conlleva un proceso de acompañamiento, orientación espiritual y
terapéutica, acorde a cada situación en particular. No hay fórmulas generalizadas, pues
cada grupo familiar es único, así como su historia y sus circunstancias. Tampoco es
recomendable recurrir a buscar y realizar rituales mágicos, pues la experiencia nos ha
demostrado que las personas con ‘buena intención’, se ponen a probar cosas en las cuales
no alcanzan a dimensionar espiritualmente la magnitud que ello puede tener y terminan
agravando, implicando a otros y complejizando su dificultad.
A quién acudir?