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Dr. Jorge Horacio Gentile


Profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Nacional y de la Universidad Católica de
Córdoba

El "Derecho de la Constitución" en el
"Mundo Trialista"
EL “DERECHO DE LA CONSTITUCIÓN” EN EL “MUNDO
TRIALISTA”

SUMARIO: I. La “Teoría impura del derecho”. 1. Conducta. 2. Norma. 3.


Valor. II. El derecho natural. III. Contenido variable y progresivo. IV. La
Constitución Argentina.

V. Justicia, derecho y “mundo jurídico”. VI. La injusticia en el “mundo


jurídico”. VII. Conclusiones.

Germán J. Bidart Campos construyó su grandiosa obra de


Derecho Constitucional sobre bases firmes para lo que apeló a la Filosofía
del Derecho y a la Filosofía del Derecho Constitucional, porque consideró
que esta era y “(...)tendrá que ser, en lo sucesivo, la introducción al
Derecho Constitucional positivo y comparado(...)”[1]

El punto de partida de su pensamiento está en la teoría trialista del


mundo jurídico de Werner Goldschmidt que reemplazó en su formulación
la controvertida voz “derecho”; que, algunos como Hans Kelsen,
consideran que es norma y otros, como los de la escuela egológica, la
refieren a la conducta humana en interferencia intersubjetiva; por la
locución “mundo jurídico”donde se encuentra alojado el “(...)Derecho
Constitucional o el derecho de la constitución(...)”[2]

A su vez Goldschmidt, encuentra el origen de su teoría en el


“tridimensionalimo” del mundo jurídico, expuesto por pensadores de la
primera mitad del siglo XX en Alemania, como Emil Lask, que habla por
primera vez de la estructura tridimensional del mundo jurídico, y
Hermann Kantorowicz, que al comulgar con el “tridimensionalismo”
distingue realidad, sentido y valor; y en Francia donde François Gény
pone de relieve la necesidad de tener bien presente lo dado ( la realidad
social), lo construído (la norma) y el Derecho Natural (la Justicia). Cita
como defensores de esta “concepción tridimensional” a sus
contemporáneos de Alemania a Coing y Fechner, de España a Luis Legaz
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y Lacambra, de Norteamérica a Roscoe Pound y a Jerome Hall, de Méjico


a Luis Recacéns Siches y del Brasil a Miguel Reale.[3]

Este ilustre filósofo del derecho, que distingue como su discípulo en el


derecho constitucional a Bidart Campos, antes de arribar al trialismo había
publicado un libro sobre la “Doctrina de la Justicia” que llamaba
Dikelogía, “en imitación del modelo de la justicia divina”. “La dikelogía-
indicaba- pertenece a la filosofía del Derecho en sentido amplio. Tal
filosofía posee un aspecto triple. En primer lugar, contiene la aplicación
de la gnoseología, sistematología y metacrítica al Derecho(..) el análisis
de la estructura de la justicia (su axiología) pertenece a la sitematología,
mientras que el esbozo de su contenido (su axiosofía) forma parte de la
metacrítica.”[4]

Considera, en dicha obra, que “El Derecho Natural aristotélico-tomista es


idéntico a la justicia. Por ello, no hay inconveniente en afirmar que la
Dikelogía empieza con estos ilustres nombres” y agrega más adelante
que, “nuestra Dikelogía, tanto en su origen como teoría del valor
“justicia”, como en su división bipartita de Axiología y Axilogía
dikelógica, no es sino el intento de desenvolver con miras exclusivas a la
utilidad del jurista, los pensamientos incubados por Platón, Aristóteles y
Santo Tomás.” [5]

I. LA “TEORÍA IMPURA DEL DERECHO”

A Goldschmidt le tocó “La tarea más apremiante(que) consistía en


rehacer en un mundo descreído la ciencia de la justicia (dikelogía). A ella
se dedicó el autor y la organizó en su obra “La ciencia de la justicia
(dikelogía)” (Aguilar, Madrid, 1958). Esta obra constituye la “Teoría
impura del Derecho”; y es el verdadero Anti-Kelsen. En ella ya asoma la
Jurística normológica y sociológica;

pero lo que hacía falta era una exposición equilibrada de la imagen trialista
del mundo jurídico. Ella se encuentra en la “Introducción al Derecho” que
en su definitiva edición, la tercera, lleva el subtítulo “La teoría trialista del
mundo jurídico y sus horizontes” (Depalma, Buenos Aires, 1967)”

“La teoría trialista en su redacción definitiva cree haber acatado


la exigencia válida de Kelsen de la pureza del método sin haber incurrido
en la injustificada mutilación del mundo jurídico, su reducción de tres
dimensiones a una sola. La ciencias jurídica -jurística- analiza el mundo
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jurídico a través de la Jurística sociológica, morfológica y dikelógica sin


que estas tres jurísticas deban confundirse con sus sendos horizontes: la
Sociología jurídica, la Lógica deóntica y la Filosofía Moral.”[6]

El mundo trialista ubica al fenómeno jurídico en las conductas, o sea los


comportamientos humanos, en las normas, que son descripciones o
captaciones lógicas de las conductas, y en losvalores, que encabezados por
la justicia permiten valorar las conductas y las normas, que componen esta
triple dimensión.

Entendía Bidart Campos que “La tesis de Goldschmidt supera en


mucho a todas las perspectivas iusfilosóficas intentadas por otros autores,
tanto enrolados en la tridimensionalidad como la uni o en la
bidimensionalidad. Se trata de un iusnaturalismo moderno, compaginado
con la teoría de los valores, que sin apartarse de la línea tradicional del
derecho natural, lo fortalece y lo vivifica con un acercamiento a la
realidad, que llega a culminar en la inserción plena y cabal de la justicia
dentro del mundo jurídico. Diríamos que el derecho natural ha quedado
depurado del idealismo, y del racionalismo que fueron su descrédito, para
acoplarse al fenómeno jurídico tal como real y sociológicamente lo
vivimos, lo aprehendemos y lo deseamos.”[7]

En los últimos tiempo Fernando Martínez Paz ha agregado


también a este debate su visión multidimensional del derecho[8].

1. CONDUCTA

El orden de la conducta o de los comportamientos humanos alude a


la dimensión sociológica. La conducta lleva a cabo repartos y esto
significa que mediante los mismos se adjudica o distribuye potencia, que
significa acordar ventajas o beneficios, e impotencia, lo contrario o sea
atribuir carga o perjuicio. Lo primero se visualiza como derecho lo
segundo como deber.

Esta realidad fundamental determina un orden sociológico que implica:

1.1. Las conductas que interesan al derecho constitucional se


consideran modelo para ser imitadas o repetidas, o sea que son ejemplares
y son aptas para obtener seguimiento.

1.2. La vigencia sociológica de estas conductas modelos lo constituyen


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en derecho vigente.

1.3 El orden de las conductas tiene carácter temporal, y coincide con


el derecho vigente.

1.4.El derecho positivo equivale al vigente.

1.5. El derecho constitucional positivo es igual al vigente, que es el de la


constitución material o real.

2. NORMA

El orden normológico se compone, como es obvio, de normas y “La


norma es la captación lógica de un reparto por parte de un tercero
neutral(...) describe conductas y es un ente lógico.”[9]

Pueden ser formuladas expresamente, generalmente en forma


escrita, o no estarlo. Hay normas no escritas y no formuladas
llamadas consuetudinarias.

3. VALOR

El más importante valor objetivo y trascendente es la justicia,


que no se realiza solo ni hace repartos. Este valor señala un deber ser ideal
aunque no se realice, ya que vale por sí mismo. A esto lo denomina
aspecto dikelógico (“Dike” del griego justicia, la dikelogía es la ciencia
de la justicia).

Para algunos este valor supremo se completa con otros como la libertad,
la cooperación, lasolidaridad, el orden, la seguridad, la paz, el desarrollo,
el bien común y hasta el poder.

Estos valores jurídicos no son supremos ya que se subordinan o


propenden a un valorético, que es el valor personalidad, que es la base del
estado democrático, que respeta y promueve la dignidad del hombre.

El tema de los valores ha producido vacilaciones entre los


filósofos. Al respecto decía Octavio N. Derisi: “La confusión reinante en
la Filosofía actual acerca del tema de los valores, que les da por un lado
carácter objetivos, mientras por otro los reduce a la esfera de las esencias
ideales, hace el tema especialmente difícil para la investigación filosófica.
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Los valores no son, se dice, sino que simplemente valen.”

“Este punto de vista que tiene su origen en el formalismo apriorista


de Kant y que se desarrolla después con la doctrina de la intencionalidad
de Husserl, alcanza su punto cumbre en las axiologías de Scheler y
Hartmann.”

“Sin embargo, la teoría de los valores cobra nueva luz en la


doctrina tomista de la participación, donde aquellos cobran todo su sentido
ontológicos. Se descubren que los

valores tienen existencia real en cuanto participan del Sumo Bien, pero
también se explica de esta forma su carácter ideal como modo abstracto y
universal de aprehender su esencia por el hombre. Los valores aparecen
así ubicados como intermediarios entre Dios y el hombre(...)”.[10]

II. EL DERECHO NATURAL

El derecho natural aparece históricamente en la antigua Grecia


como una reflexión de lafilosofía estoica que predicaba un orden natural
impuesto por la Divinidad fundado en la dimensión moral del hombre, por
su carácter racional y libre. La filosofía cristiana, más adelante, lo vinculó
con los fundamentos de la teología. El racionalismo, en la edad moderna,
lo presenta como inmanente al cosmos pero lo autonomiza de la creación
divina, y lo considera fuente directa de la moral individual y social y del
derecho positivo. Los excesos racionalistas de considerar al derecho
natural como suceptible de engendrar un derecho positivo universal,
válido en toda circunstancia de tiempo y de espacio llevarán a la negación
del mismo por el positivismo que pretenderá reducir el concepto de
derecho a la norma dictada por el estado. Hans Kelsen, en su “Teoría pura
del Derecho” reduce el estado a derecho y priva a este de contenido ético,
cultural y político, definiendo al orden jurídico como un sistema de
normas a partir de una “norma hipotética fundamental”, detrás de la cual
no hay otra cosa que la decisión del poder político, lo que pudo servir de
fundamento de las normas contrarias a los derecho humanos que dictaron
y presidieron el perverso obrar de los regímenes totalitarios y autoritarios
del siglo XX..

El derecho natural de nuestra época esta vinculado al tomismo


y “(...)considera que la regla de derecho y la misma idea de derecho
cobran contenido ético y valorativo, no de la voluntad pura e irrestricta de
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la sociedad política sino de la ley natural.”[11]

Goldschmidt dice que “El derecho Natural, en su formulación


escolástica, y como instrumento de los moralistas, se interesa sobre todo
por el deber ser ideal aplicado personal. En esta forma, se podría afirmar
que el Derecho Natural es la justicia en pie de guerra.”[12]

Dios y el derecho natural estuvieron presentes en los primeros


documentos del constitucionalismo.

Los “padres fundadores” de los Estados Unidos explicaron al mundo las


razones de por qué fundaban este nuevo país, al Declarar la Independencia
el 4 de julio de 1776, diciendo:

“Cuando en el curso de los acontecimientos humanos, se hace necesario


para un pueblo disolver los lazos políticos que lo han unido con otro, y
asumir en medio de los poderes de la Tierra, una posición separada y
equivalente que el Derecho Natural y la Ley Divina lo facultan, el respeto
de las opiniones de la humanidad requiere que él deba declarar las causas
que le impulsan a esta separación. Nosotros sostenemos que estas
verdades son evidentes por sí mismas, que todos los hombres son creados
iguales, que ellos están dotados por el Creador con determinados derechos
inalienables, entre los cuales están la vida, la libertad, y la búsqueda de la
felicidad; que para asegurar estos derechos, los gobiernos son instituidos
entre los hombres, derivando sus justos poderes del consentimiento de los
gobernados; que siempre que cualquier forma de gobierno sea perniciosa
para esos fines, es derecho del pueblo alterarlo o abolirlo e instituir un
nuevo gobierno,(...)”

La Declaración de Derechos de Hombre y del Ciudadano de la


Revolución Francesa de 1789 no es otra cosa que una:

“(...)declaración solemne, de los derechos naturales, inalienables y


sagrados del hombre(...)” que “(...)”reconoce y declara”(...)”bajo los
auspicios del Ser Supremo, los siguientes derechos del hombre y del
ciudadano:

“a.1. Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos, las


distinciones sociales no pueden fundarse más que sobre la utilidad
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común.”

“a.2. El objeto de toda asociación política es la conservación de los


derechos naturales e imprescriptibles del hombre(...)”.

Los derechos naturales son la parte más importante de lo que en


nuestra Constitución es“(...)el alma o espíritu es la sustancia espiritual y
permanente, tanto como las cosas humanas pueden serlo, integrada por el
conjunto orgánico y sistemático de ideas, valores y principios históricos,
filosóficos, morales, sociológicos, jurídicos, políticos, económicos,
etcétera que hacen a la esencia inmanente e inmutable de la Nación y que
conforman la Doctrina constitucional de Mayo(...).[13]

El derecho natural, como ya hemos dicho, no está ausente tampoco


del trialismo que Bidart Campos predica, desde la elaboración de
Goldschmidt, ubicándolo en la dimensión de los valores, o más
concretamente en el valor justicia, que es el sinónimo clásico del derecho
natural, el que además de valer, valora y orienta la realización histórica
del ideal justicia. Bidart se inscribe entre los autores modernos que
intentan volver a prestigiar el derecho natural, después del descrédito a
que lo llevó el racionalismo, y ante la imperiosa necesidad de reencontrar
los fundamentos de un orden político fundado en la justicia y respetuoso
de los derechos humanos.

Al respecto entiende que “(...)del orden natural objetivo, de la onticidad


donde está proyectado potencialmente el deber ser del hombre, de la
sociedad y del estado, no decimos que sean “normas” naturales, porque
para nosotros la norma es un ente lógico que no manda ni prohibe, sino
que describe. El derecho natural no es norma; es otra cosa: es valor. La
norma aparecerá recién en el derecho positivo.”[14]

“La vieja idea de que la persona tiene derechos naturales, reconoce


como postulado previo que la persona situada social y políticamente en
una convivencia organizada despliega una dimensión jurídica(...) El
hombre-persona vive socialmente, convive; y esa convivencia se emplaza
en un orden político y jurídico; la juridicidad o el derecho pertenecen a la
esencia de la sociedad políticamente organizada." [15]

Agrega, además, que: “El derecho natural es, pues, universal y


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permanente. No excluye a nadie, ni tiene paréntesis temporales, ni


eclipses, ni fin; pero esa dimensión eterna y general se explaya en la
holgura de una fenomenización histórica cuyas mudanzas historizan al
derecho natural en multiplicidad de derechos positivos, y por cuya causa
la misma esencia del deber ser ideal de la justicia queda abierta a una
pluralidad de aplicaciones positivas.”.Y agrega, luego, que “Nuestra
iusfilosofía no dice, entonces, que el derecho natural o el valor justicia
adjudican potencia o impotencia, ni que crean la realidad del orden de
repartos, y por ende, no habiendo reparto, tampoco dice que el derecho
natural o el valor justicia contienen normas descriptivas. Afirma, en
cambio, rotundamente, que el deber ser ideal de la justicia exige que los
repartos humanos atribuyan al hombre la potencia suficiente para
desarrollar su personalidad, su diagrama óntico natural; y tacha como
injustas todas las situaciones que, originariamente, impiden o dificultan
ese mismo desarrollo. Pero todo ello en necesario contacto histórico con
la realidad que el hombre protagoniza y en la cual se inserta mundanal y
existencialmente, según sea el conocimiento del valor y la perspectiva
posible de su aplicación positiva. Esa circunstancialidad histórica irá
dando cabida, en el deber ser ideal de la justicia, a la exigencia de otorgar
a la persona la potencia que las valoraciones y los criterios de valor
postulan, potencia que el orden de repartos deberá adjudicar positivamente
tomando en consideración la histórica realidad social, y que de no
adjudicar le merecerá el rótulo de injusticia.”[16]

En esto coincide con Arturo Ponsati cuando este dice que la idea
de derecho natural parte“(...)de la existencia de una naturaleza humana
caracterizada por la racionalidad y la libertad; el hombre esta dotado de
una estructura ontológica, que constituye un centro de necesidades
inteligibles y de fines correlativos. De allí puede pasarse aseverar la
presentación de un orden que la razón es capaz de descubrir para iluminar
los fines y enderezar hacia ello la voluntad.(...) Esencialmente, el derecho
natural es un orden ideal referido al obrar humano, una división entre lo
bueno y lo malo, lo adecuado y lo inadecuado, lo justo y lo injusto, lo
conveniente y lo inconveniente, que depende de la naturaleza humana y
de ciertas necesidades invariables que surgen de ella.”[17]

III. CONTENIDO VARIABLE Y PROGRESIVO

Esto implica que “(...)los derechos naturales no pueden emerger


de un derecho racional-ideal, igual, invariable para todos los tiempos en
todas las partes, sino de un derecho natural de contenido variable y
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progresivo que equivale al deber ideal del valor de justicia, cuyo


descubrimiento, cuyo conocimiento y cuya realización son históricos por
ser humanos.”[18] Pero el “contenido variable y progresivo del derecho
natural y de la historicidad en la realización del valor dentro de la órbita
de la vida humana” se dan teniendo en cuenta que:

1. 1. La esencia del hombre no cambia es inalterable, pero en lo que


es accesorio o noesencial sí tiene mudanzas, sin perder identidad.

En esto coincide con Jacques Maritain cuando expresa “(...)que en su


aspecto ontológico el derecho natural es un orden ideal relativo a las
acciones humanas, una división entre lo conveniente y lo inconveniente,
lo adecuando e inadecuado, que depende de la naturaleza humana o
esencia y de las necesidades inmutables en ella arraigadas.”

Agrega al respecto “(...)que el derecho natural es algo tanto ontológico


como ideal. Es algo ideal, porque se fundamenta en las esencias humanas
y en su estructura inmutable y en las necesidades ininteligibles que ello
involucra. El derecho natural es algo ontológico, porque la esencia
humana es una realidad ontológica, que además no existe separadamente
sino con el propio ser humano, de manera que por la misma prueba el
derecho natural mora como un orden ideal en el ser de todos los hombres
existentes.”[19]

2. Cada hombre al desplegar su existencia y contactarse con la realidad


y su historia hace que el propio derecho natural brinde naturalmente
diversas, mudables y progresivas soluciones, dando lugar a la evolución,
sin mengua de su transcendencia, objetividad y permanencia.

3. 3. Como el derecho natural tiende a fraguar en el derecho positivo


los contenidos históricos de la vida humana que demanden justicia, los
mismos entran en el deber ser ideal de este valor, lo que le permite hablar
de la naturalidad del derecho positivo y la positividad del derecho natural.

En esto coincide con Edgardo Fernandez Sabate quién expresa: “El


derecho positivo no es más que la expresión o la realización del derecho
natural y sin este se torna vacuo e insensato. A su vez el derecho natural
resulta impracticable si no se celebra en el positivo.

El derecho positivo tiene validez y vigencia mientras sea manifestación


del natural. Elnatural tiene regencia en la medida en que se positiviza. Por
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ello el derecho natural sólo alcanza perfección en el signo verbal y en la


conducta real. Un derecho natural que no tiende a positivizarse es menos
que una idea, quizás una fantasía utópica. Un derecho positivo no
informado por la ley natural es insostenible, pues sería como una escritura
sincontenido o una costumbre de nada.”[20]

4. El derecho natural contiene potencialmente soluciones diversas


para resolver situaciones históricas diferentes y aquí vuelve a coincidir
con Maritain cuando dice “Al mismo tiempo podemos comprender por
qué el derecho natural implica esencialmente un desarrollo dinámico, y
por qué la conciencia moral, o el conocimiento del derecho natural, ha
progresado desde la era de las cavernas de una doble manera: primero, con
respecto al modo con que la razón humana ha llegado a conocer de una
manera cada vez menos crepuscular, tosca y confusa, las reglas
primordiales del derecho natural; segundo, con respecto al modo con que
alcanzó a conocer -siempre por el conocimiento a través de la inclinación-
sus normas ulteriores y más elevadas. Y en ese conocimiento sigue
progresando todavía y continuará progresando mientras dure la historia de
la humanidad. Ese desarrollo de la conciencia moral es, sin discusión, la
mejor prueba del progreso humano.”[21]

5. La necesaria plasmación histórica del derecho natural habilita


el contenido variable y progresivo del mismo.

Esto también nos recuerda a Maritain cuando dice: ”(...)que la


inmutabilidad del derecho natural lo es con respecto a las cosas o al
derecho en sí ontológicamente considerado, pero no en cuanto al progreso
y relatividad de la conciencia humana en relación con ese derecho.(...) Por
eso en la historia humana no ha habido ningún derecho ‘nuevo’ -nuevo
en sentido de que la conciencia humana haya tenido al fin conocimiento
de él- que no se haya visto forzado a luchar e imponerse a los ‘derechos
viejo’.”[22]

Alfredo Fragueiro, por su parte, decía al respecto que “(...)el


Derecho Natural, progresa en cuanto es actividad que aproxima o que
eleva la relación humana a un ideal de justicia o equilibrio perfecto. La
progresividad del Derecho Natural, de este modo, no sólo es dirección
hacia un ideal inmutable, sino que ese ideal o justicia absoluta es su
presupuesto necesario. Las relaciones de hombre a hombre deben
modelarse de conformidad a este tipo ejemplar, resultando que la relación,
en cuanto es de Derecho Natural, es aspiración o tendencia a un equilibrio
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perfecto entre las voluntades.”[23]

La palabra progreso aunque es usada sólo una vez en el texto de


nuestra Constitución, en el artículo 75 inciso 19, fue muy cara a las
creencias de los hombres de la generación de los constituyentes. Para
Esteban Echeverría fue la segunda de sus quince palabras simbólicas que
sintetizan el ideario de Mayo .

El albacea del legado de la Revolución de Mayo, como lo calificó alguna


vez Alfredo Lorenzo Palacio, decía en el “Dogma Socialista de la
Asociación de Mayo”, recordando palabras de Blas Pascal, que “La
humanidad es como un hombre que vive siempre y progresa
constantemente” y agregaba, con sus propios términos, que “Ella con un
pie asentado en el presente y otro extendido hacia el porvenir, marcha sin
fatigarse, como impelida por el soplo de Dios, en busca del Edén
prometido a sus esperanzas”. Expresaba luego que “La revolución para
nosotros es el progreso.” Y concluía, más adelante, afirmando
que “Progresar es civilizarse, o encaminar la acción de todas sus fuerzas
al logro de su bienestar, o en otros términos, a la realización de la ley de
su ser.”[24]

Goldschmidt mientras tanto nos recuerda que “La Humanidad descubre


durante su vida histórica injusticia tras injusticia y obtiene lentamente,
mediante duras luchas, su disminución. Y aunque en cada generación
nueva la virtud de la justicia, considerada meramente como tal virtud, no
será más vigorosa que en la anterior, no obstante se conserva la condena
de determinada injusticia, pronunciada por la generación anterior y
sostenida por los individuos interesados en tal condena.”[25]

Bidart Campos considera, por otra parte, que el “principio


supremo de justicia señala la realización del hombre como persona, o sea,
dotar a la persona de una esfera de libertad tan amplia como necesaria para
desarrollar su personalidad” y sostiene con “Legaz y Lacambra, que el
primer derecho del hombre es el derecho a ser reconocido como persona
en el derecho positivo.”[26]

Respecto de la declaración de derechos dice que las mismas no son


un acto gracioso de otorgamiento; no crean esos derechos, “sino que
simplemente los comprueba y los reconoce, positivizándolos. Pero al
receptarlos en el derecho positivo escrito, no les hace perder su carácter
de naturales y primarios porque su fuente de origen está más allá de la
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constitución o la ley que los formulan: están en el derecho natural o en el


ideal de justicia.”[27]

Reniega del derecho natural racionalista o idealista que parte de la


idea del hombre abstracto y prefiere el realismo que lo hace desde
hombre situado o mundano cuya sociabilidad y politicidad naturales se
arraigan en una realidad histórica. Igualmente lo hace del positivismo que
se agota en la norma positiva y empobrece su idea del derecho al romper
con el derecho natural o con la justicia.

Nos parece también encontrar convergencia con el pensamiento de


Juan Bautista Alberdi quién afirmaba que: “Dios, en efecto, da a cada
pueblo su constitución o manera de ser normal, como la da a cada
hombre.” Y que “El Congreso Argentino constituyente no será llamado a
hacer la República Argentina, ni a crear las reglas o leyes de su organismo
normal;(...) El vendrá a estudiar y a escribir las leyes naturales en que todo
eso propende a combinarse y desarrollarse del modo más ventajoso a los
destinos providenciales de la República Argentina”. Dice después
que “Así, pues, los hechos, la realidad, que son obra de Dios y existen por
la acción del tiempo y de la historia anterior de nuestro país, serán los que
deban imponer la constitución que la República Argentina reciba de las
manos de sus legisladores constituyentes”. Supone, por fin, que “El
Congreso no podrá menos de llegar a ese resultado si, conducido por un
buen método de observación y experimentación, empieza por darse cuenta
de los hechos y clasificarlos convenientemente, para deducir de ellos el
conocimiento de su poder respectivo.”[28]

IV. LA CONSTITUCION ARGENTINA

Para Bidart Campos “la Constitución de 1853 hubo de ser un


proyecto y un programa”[29] y a su vez “La constitución adopta una
ideología, porque todo régimen político se sostiene y desarrolla en y desde
una ideología, que es algo así como su idea de derecho.”[30] Citando a
Burdeau expresa que “En el régimen político subyace una filosofía
política y toda filosofía política implica un juicio de valor(...)Una filosofía
política es, sin lugar a dudas, una ideología, como conjunto de doctrinas y
principios que inspiran, sustentan y movilizan al régimen. Una ideología
implica un sistema de ideas o postulados que se presenta lo
suficientemente completo como para servir de base a la totalidad de las
soluciones que requieren los problemas políticos.”[31]
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Considera cuales son “Los principios estructurales de la ideología


constitucional: la libertad, la justicia, la democracia, el federalismo, el
teísmo.Cada uno de estos elementos ideológicos plasma en soluciones
efectivas dentro de la constitución: una declaración de derechos
individuales que dan contenido a la dignidad y libertad de la persona; una
serie de galimatías para defender esos derechos; limitaciones al estado
para evitar la desorbitación de su poder; una división de funciones y
órganos del poder; una administración de justicia independiente; la
confesionalidad del estado cuyo gobierno federal sostiene el culto
católico, sin detrimento de la libertad religiosa; un reparto de
competencias entre el estado federal y las provincias, a las que se reconoce
autonomía política”

“Esta ideología no es una mera construcción teórica, ni responde


únicamente a motivaciones racionales; está condicionada por el pasado
histórico, en el que es conformando a través del proceso iniciado en 1810.
Cuando la constitución hace recepción de ella en 1853, se limita a
recogerla de la estructura social subyacente en que había surgido y en la
que se conservaba vigente.” [32]

Una síntesis de “(...)la constitución interna históricamente


legitimada cuyo cimiento es el ser tradicional.” que tiene que ver con “La
normación constitucional escrita debe recoger y articular a la constitución
interna(...)” y sus elementos que la constituyen que son:

“a) Que todo estado tiene una constitución, la suya, que lo hace ser el
estado que es, porque lo arma, lo ordena y lo constituye.

b) Esa constitución tiene vigencia. Y es vigente porque está allí, real y


eficazmente, ordenando al estado.

c) Esa constitución se llama la constitución material o real, porque real o


materialmente es la forma de ser -actual y presente- del estado.

d) Esa constitución puede o no estar escrita, pero es siempre normativa.

e) Puede contener elementos de tradición histórica que se conservan en la


vigencia actual.

f) En ese caso, responde al tipo de constitución tradicional-historicista.


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g) La estructura básica de una constitución tradicional-historicista


compone la constitución interna del estado, y equivale a un contenido
pétreo, que se confunde con la continuidad histórica del régimen y se
identifica con lo más típico de su estructura social subyancente.”[33]

Considera como contenidos (no cláusulas ya que el artículo 30 al


permitir la reforma del“todo” o de alguna de las partes de la Constitución
lo descarta) pétreos de la Constitución: a la democracia, al federalismo, a
la confesionalidad del estado y la forma republicana de gobierno.

En lo que hace a la futurización “La constitución invierte como


fuerza motriz de su plan político la idea de progreso, proveniente de
Alberdi”[34] o lo que hoy llamamos desarrollo, integración o crecimiento.
Jorge Reinaldo Vanossi nos recuerda que las constituciones tienes “una
faz de futuridad o proyección” porque son “(...)un cause normativo en
función del cambio y de la transformación evolutiva(...).[35]

Estima Bidart que “No parece caber duda de que la constitución


entraña, en su ideología, una posición jusnaturalista, que se define por la
creencia en un orden jurídico o derecho natural, preexistente al estado, del
cual orden o derecho natural derivan, precisamente, los derechos
individuales del hombre. En este punto, la constitución asimila la vieja
corriente doctrinaria de la tradición hispano-indiana y del jusnaturalismo
norteamericano de 1776 y 1767.”

“Y aún más: ese derecho natural es un derecho natural teísta, proveniente


de Dios.”[36]

Luego de una revisión histórico-filosófica termina concluyendo que: “la


historia de la constitución argentina se ha desarrollado alrededor de la
libertad, y la filosofía de la constitución es la filosofía de la libertad. Acá
entendemos por libertad no el estado sicológico del agente que está exento
de coacciones sobre su voluntad, sino el estado del hombre y de la
convivencia que está exento de la arbitrariedad y de la injusticia política.
Tal estado de libertad es una situación histórica(...) que realiza el principio
supremo de justicia, consistente en organizar la convivencia de modo tal
que los hombres dispongan de un espacio en el que sea posible el
desarrollo de su personalidad.”[37]

El derecho constitucional debe ocuparse de los textos


constitucionales, ha de atender a la realidad y “no puede echar de lado los
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criterios de la justicia para valorar el orden normativo y el orden de la


realidad, so pena de incurrir en la apostasía del positivismo y de atrofiar
los ideales de reivindicación, de progreso y de perfección”[38]

En otra parte dice que “El constitucionalismo perdería su hilo


conductor si desatara su ligamen con la justicia. La naturaleza humana no
admite atropellos impunes y, a la corta o a la larga, reacciona por sus
fueros contra la injusticia. El régimen político que no constitucionaliza
históricamente lo justo natural se cava, por eso, su propia sepultura. La
naturaleza de las cosas se impone objetivamente a la recta razón.” Y nos
recuerda el aforismo romano “omne ius hominum causa constitutum est”
todo derecho está constituido por causa del hombre.”[39]

V. JUSTICIA, DERECHO Y “MUNDO JURÍDICO”

Al partir de la premisa que “ningún sector del mundo jurídico tanto


como el constitucional está destinado, como mejor vocación, a realizar la
justicia.”[40] el maestro Bidart Campos nos indica que: “Si hay naturaleza
humana, hay cosas que para el hombre son naturales, o conforme a su
naturaleza. Y hay otras cosas que son opuestas a esa naturaleza o que la
estropean, o que no la favorecen.”

“Podemos aventurarnos a decir -continúa Bidart- que lo que es o


está conforme a la naturaleza humana es bueno, y lo que es o está en
desacuerdo o en oposición es malo. Eso será un punto de vista ético,
porque lo bueno y lo malo son categorías morales. Podemos también decir
que lo bueno es justo y lo malo es injusto. Eso será un punto de vista
jurídico, porque lo justo y lo injusto son categorías jurídicas.”[41]

“Aristóteles – continúa Bidart- no hablaba de derecho natural;


hablaba -sí- de lo justo natural, lo justo por naturaleza.”(...)”Entonces ¿lo
justo natural y lo injusto natural son subjetivos? Parece que no, porque
desde que los hombres discutimos acerca de si tal cosa es justa o no lo es,
estamos presuponiendo que lo sea objetivamente, no para mí o para ti o
para otro, sino para todos, en virtud de la naturaleza.”[42]

Pregunta, más delante, ¿Y quién se atrevería a decir que no aspira


a un derecho justo, a un régimen justo, a una constitución justa? ¿Quedaría
alguien que negara dar al hombre lo que su naturaleza exige como debido?
¿Habría díscolos y renuentes en la tarea de “constituir” regímenes
políticos donde los hombres convivan tal y como la naturaleza humana
16 | P á g i n a

señala que deben vivir para desarrollar la plenitud de su ser y promoverse


hasta lo que debe ser? Seguramente, no.”[43]

“Aun quién no quiera comulgar con el iusnaturalismo habrá de


acatar ese vínculo entre el derecho constitucional y la justicia, y aunque
acaso relegue a la última a la esfera de lo metajurídico o al reino de las
valoraciones subjetivas y de la relatividad, tendrá que conservar el nexo
si no se resigna a santificar lo empírico, si no se conforma con afirmar que
lo que “es” es –por mero hecho de ser- tal como “debe ser”.”[44]

En resumen y conclusión, sobre todo esto Bidart Campos afirma:

1. “Es el valor justicia el que, desde su deber-ser ideal o puro, señala


lo debido idealmente al hombre conforme a su naturaleza.”

2. “Lo debido idealmente al hombre es lo justo natural.”

3. “El derecho positivo es el encargado de adjudicar al hombre la


potencia valorada como justa.”

4. “El derecho constitucional halla su palanca en el valor justicia, y su


campo exhibe los criterios de valor fundamentales para proyectar y
realizar en el régimen político la idea de derecho que se representa como
deseable y como debida.”

5. “Nos daremos por satisfechos si nuestras reflexiones logran


intensificar la aspiración y el esfuerzo para que el derecho constitucional
universal sea cada vez y mejor un derecho justo”.

Y termina exhortando: “A los colegas y a alumnos deseamos infundirle


esa convicción y ese propósito.”[45] Esta demás decir que compartimos
los conceptos, la convicción y declaramos que este trabajo está en el
camino que abre este propósito.

VI. LA INJUSTICIA EN EL “MUNDO JURÍDICO”

En la presentación de “La estructura trialista del derecho constitucional”


de la primera edición del Tomo I del “Manual de Derecho Constitucional
Argentino” (Ediar, 1972) hay una redacción distinta de la que luce en el
Tomo I del “Manual de la Constitución Reformada” (Ediar, 1996) ya que,
en primer lugar, en este a la expresión derecho constitucional le agrega
17 | P á g i n a

como sinónimo la muy feliz de “derecho de la constitución”, que no


estaba en la Manual anterior, y que, por ser muy acertada y fuerte, como
expresión, nos sirvió para titular este estudio.

La segunda diferencia, es que mientras en la antigua edición decía


que: “La palabra derecho origina, muchas veces, polémica según la
posición iusfilosófica que se adopte; así, por ejemplo: como derecho alude
a lo que es recto o justo, son muchos los autores que niega la posibilidad
de un derecho injusto, cuya injusticia lo destruiría, por eso mismo, de la
esencia del derecho. Con la locución mundo jurídico designamos,
esquivando esa discusión, al fenómeno jurídico que nos resulta real y
perceptible.” (pág.9); en la edición de 1996, en cambio, afirma que “La
palabra “derecho” origina, muchas veces, polémica, según la posición
iusfilosófica que se adopte. En primer lugar, el debate se traba entre
quienes dicen que el orden jurídico que no es justo, no es derecho; en tanto
otros decimos que hay –o puede haber- un derecho que sea injusto, sin
perder por eso su juridicidad(...)”(pág.269).

No queremos señalar en esto una contradicción pero advertimos una


diferencia que reconocemos no se inicia el último texto, ya que la hemos
encontrados otros anteriores en que ya se sostenía la misma posición
como, por ejemplo, cuando dijo: “Si el derecho lo llamamos mejor
“mundo jurídico”(...), y si dentro del mundo jurídico observamos
empíricamente que hay repartos y normas injustos(...), no hallamos
inconveniente alguno en admitir la existencia de un derecho injusto
(siendo, por consecuencia, también injusta las normas que los describen),
o donde se llevan a cabo repartos aislados injustos que no adquieren
ejemplaridad. El fenómeno de la injusticia de un reparto (y de su norma
descriptiva) no está fuera del mundo jurídico. Es un fenómeno jurídico.
Así, la esclavitud, el totalitarismo, etc. El derecho constitucional no
puede desentenderse de tales fenómenos, bien que los descalifique como
injustos. Hay entonces, constituciones injustas, a las que también estudia
y analiza el derecho constitucional. Y esas constituciones son jurídicas,
son partes del mundo jurídico, realidades sectoriales con ámbito espacial
y personal de vigencia. Sólo que sin validez, precisamente porque la
validez es cualidad del derecho positivo justo(...).”[46]

En otro de sus libros expresó: “Nosotros hemos reconocido la posibilidad


de que un derecho injusto sea realmente derecho. En esto coincidimos
con el positivismo, sobre todo con el que se apoda “metodológico”.
Discrepamos en cuanto el positivismo hace una caracterización
18 | P á g i n a

valorativamente neutra del derecho, es decir, en cuanto no admite que es


esencial al derecho, no el ser derecho justo, sino el tener un “sentido
direccional” hacia el valor justicia (que puede ser con signo positivo –
justo- o negativo –disvalioso o injusto-). De ahí en más, el positivismo
metodológico acepta principios “extrajurídicos” de índole “moral”, que el
poder debe observar. Nuestra disidencia está en contra de situar lo que el
positivismo llama “principios” en el campo de lo “extrajurídico” o
“metajurídico” de la moral; y acaso en la oposición a los positivistas que
niegan la posibilidad de conocimiento racional de ese campo por el
intelecto humano. El trialismo que profesamos aparte de acoger la ética
en sus aplicaciones específicas al derecho y a la política, integra el derecho
o mundo jurídico con tres dimensiones: la de las conductas, la de las
normas, y la del valor. Con ello, lo que en el positivismo es “extrajurídico”
(o sea, fuera del derecho), en el trialismo ingresa al derecho para integrarse
a su composición tridimensional en la dimensión u órbita del valor.” [47]

Humildemente me quedo con la primera versión porque no estoy


de acuerdo con la categórica afirmación del Manual de 1996 y las citas
anteriores, “(...)que hay -o puede haber- un derecho injusto, sin perder por
eso su juridicidad(...)”, que no se identifica con la conducta o la norma
que produce y conduce a lo recto, a lo directo, a lo bueno, algo que no se
compadece con el sentido que desde siempre ha tenido el vocablo derecho.
Admitir que la conducta torcida es también derecho nos pone en las
antípodas, incluso, del principio lógico de no contradicción. No negamos,
con esto, que la injusticia existe y opera en nuestra vida social, porque es
una realidad incontrastable, pero ella es la negación del derecho, de lo
recto y del “mundo jurídico”, que no puede ser otra cosa que el mundo de
la justicia, donde imperan los principios que Ulpiano inmortalizó, en las
fórmulas: “neminem laedere”(no lesionar a nadie); “suum uique
tribuere” (a cada uno atribuirle lo suyo) y el de “honeste vivere” (vivir
honestamente).

Héctor A. Zucchi dice que el “El iusnaturalismo, veía lo


antijurídico en el delito o en el entuerto, entendiendo por antijurídico la
negación del derecho y, en esto, algo que no era derecho.”

No nos convence, sin embargo, cuando agrega: “Pero la realidad


muestra lo contrario: los jueces, los abogados y los ciudadanos en general
se interesan sobre todo por la ilicitud. y a la inversa, lo lícito o
19 | P á g i n a

cumplimiento espontáneo del derecho carece mayormente de interés dado


que no debe realizarse en tal caso ninguna consecuencia jurídica de la
norma con respecto a la conducta concreta que encuentra en su tipo
legal.”[48]

La justicia, que es la esencia del derecho, y la injusticia, no tienen la


misma entidad, no pueden equipararse ni ser alojados con igual rango en
el “mundo jurídico”. Si a este lo equiparamos con el derecho no puede
haber lugar entonces en el mismo para la conducta que no es recta, para
el obrar injusto, para lo que no se ajusta a derecho; ni, tampoco, para las
leyes injustas, ya que como decía bien Santo Tomás de Aquino, por ser
tales no son leyes. Tampoco lo puede ser el delito o la conducta ilícita,
que es la negación de lo lícito, que es lo justo y que permite la realización
del derecho. La pena cuando es justa y lícita no tiene por que estar fuera
del “mundo jurídico” porque su propósito es restablecer el desequilibrio
creado por la injusticia, el delito o la ilicitud.

Sí, por un momento, admitiéramos la convivencia de lo justo y de lo


injusto en el campo del derecho, que el trialismo de Bidart Campos
identifica con el “mundo jurídico”, nos alejaríamos del “jus” que es la
marca y la esencia de lo “jurídico”, por lo que este “mundo” dejaría de ser
el ámbito natural de lo justo, y nos veríamos obligados a calificarlo de otra
manera. La circunstancia de tener, en la esencia del derecho, un sentido
direccional de justicia con signo positivo –justo- o negativo –injusto- no
suplen la falta de personería de la injusticia en el mundo del derecho, como
tampoco la tiene el pecado en el orden moral.

Bidart Campos afirma, consecuente con su pensamiento, que “los


regímenes (políticos)injustos son también constitucionales”[49], como
ocurre con aquellos que contrarían el valor justicia y no acogen los
postulados “del derecho constitucional de la libertad” y llega a admitir que
haya “(...)constituciones injustas, a las que también estudia y analiza el
derecho constitucional, y estas constituciones son jurídicas, son partes del
mundo jurídico, realidades sectoriales con ámbito espacial y personal de
vigencia. Sólo que sin validez, precisamente porque la validez es cualidad
del derecho positivo justo.” Aunque más adelante lo atempera al decir
que “Una constitución nunca es injusta en su totalidad.” [50] Prefiero la
condena del artículo 16 de la Declaración de los Derechos del Hombre y
del Ciudadano de la Revolución Francesa cuando afirmaba que carecen
20 | P á g i n a

de constitución los países que no garantizan los derechos del hombre y


que no limitan el poder.

Me gusta más decir con Karl Loewnstein, cuando hace su


clasificación “ontológica” de las constituciones según su carácter
normativo, nominal y semántico, descalifica (agrego por injustas) a estas
dos últimas que pecan; las nominales, porque “(...)la dinámica del proceso
político no se adapta a sus normas, la constitución carece de realidad
existencial.” y las semánticas porque formalizan el “(...)poder político en
beneficio exclusivo de los detentadores del poder fáctico, que disponen
del aparato coactivo del Estado.”[51]

El mismo Goldschmidt decía, en otro contexto histórico, que “El


primer requisito de la responsabilidad por un régimen consiste en la
condena del régimen como injusto. Tal condena ha de inspirarse, claro
está, en el principio supremo de la justicia. Un régimen resulta injusto si
disminuye el libre desenvolvimiento de las personas.”[52]

Me cuesta cree, y me costaría afirmar, que las actas instituciones


y los estatutos revolucionarios de los dos últimos gobiernos militares que
suplieron en gran parte la vigencia de la Constitución Nacional y la de las
provincias, sean “derecho” o sean “ley”. Me resisto a pensar que el
autoritarismo, la disolución de los órganos parlamentarios, la desaparición
de personas, la corrupción, la impunidad, la discriminación, la
confiscación de bienes y tantas otras injusticias de nuestro tiempo sean
“derecho” o sean parte del “mundo jurídico”. Me quedo, mejor, con la
afirmación de nuestro maestro, que “(...)la condenación de los
despotismos se podrá hacer gracias al orden de justicia que nos mostrará
su perversidad, su alejamiento de la justicia.”[53]

Recuerda Juan Bautista Alberdi, al referirse a la etiología de la


palabra “Derecho”, que “Jubere y dirigere son dos palabras latinas que
tienen un mismo significado: mandar, ordenar, dirigir. De ahí la
sinonimidad de la palabra jus, que deriva de la primera; con la palabra
directum, que deriva de la segunda. Una y otra se resumen en la palabra
española derecho, que significa,consecuentemente, mandado, ordenado,
reglado.”[54]

“(...)El derecho no es más que la regla moral de la conducta


humana, el conocimiento del derecho quiere ser precedido del
conocimiento del fin de la conducta humana; porque trazar una regla para
21 | P á g i n a

la conducta humana es trazar la ruta que el hombre tiene que seguir, y es


cosa imposible trazar el camino que el hombre tiene que seguir si no se
sabe adónde va el hombre(...)este destino del hombre, como todo ser
creado, es el bien: el bien y el fin de un ser son, pues, idéntica cosa.”[55]

Pero esto lo lleva a interrogarse “Pero ¿qué es lo bueno? Lo que


es moral, esto es, lo que es conforme al orden absoluto, lo que es justo,
¿por qué? Porque este orden es el bien en sí, es la vida del universo, es la
expresión del espíritu divino, es Dios.”[56] Nuestra Constitución habla de
este “bien” y de esta “justicia” cuando en el artículo numerado
actualmente como 112 dice que los jueces de la primera instalación de la
Corte Suprema de Justicia prestan juramento de desempeñar sus
obligaciones, “administrando justicia bien y legalmente”, como lo había
hecho ya en el preámbulo cuando establece como objeto y propósito de la
Ley Fundamental el “promover el bienestar general” y “afianzar la
justicia”, lo que reitera y le da una proyección trascendente a esta virtud y
valor al invocar a “Dios fuente de toda razón y justicia”. Nos parece,
entonces, que cuando habla de “afianzar la justicia” nuestra Constitución
lo hace en la inteligencia que se trata de una justicia análoga y que trata
de imitar o remedar a la divina.

Nos parece válido, sin embargo, señalar, con las palabras de quién
fuera mi profesor de Filosofía del Derecho, Alfredo Fragueiro, la
diferencia que apreciamos entre justicia y derecho“(...)la justicia como
esencia de la conducta jurídica no es el derecho normativo porque este
último presupone la acción determinante, el derecho, en cambio, alude ya
una voluntad determinada.”

“La noción de justicia es, por tanto, el potencial determinante,


preexistente a la relación jurídica. Justicia es criterio supremo que dirige
y regula la conducta.Derecho, en cambio, es la actualización de dicho
criterio en cada relación, en cada acuerdo de voluntades. La Justicia es la
razón de ser del derecho, su fundamento; el derecho, es la facultad
subjetiva, o la norma objetiva o la relación jurídica o la sentencia del juez
que participan de aquella razón por análoga atribución.”[57]

En cambio “(...)la ley como causa eficiente del Derecho está


preordenada para actualizar la voluntad justa; luego la causa eficiente, con
la material y formal (principios intrínsecos del ser) constituyen un
principio metafísico que define a la Ley con los caracteres de todo
conocimiento científico causal, o sea con los caracteres anteriormente
22 | P á g i n a

aludidos de objetividad y soberanía. Por ello que la Ley no puede ser sino
justa puesto que está preordenada para actualizar lo potencialmente justo;
la ley injusta, el derecho injusto, constituyen aberraciones lógicas
(...).”[58]

Las constituciones y las leyes, que indican el derecho que se


realiza en la voluntad de los hombres que conviven en sociedad, son
innovativas . “Esto ha sido siempre utópico” -decía Ortega-. “El derecho
no es mero reflejo de una realidad preexistentes, porque entonces sería
superfluo; el derecho o la ley son siempre algo que añadimos a una
espontaneidad insuficiente. Es la corrección de lo roto. Son un estímulo a
lo que no es aún pleno. Son pues incitaciones, y si queréis, también
aparatos ortopédicos, olvidando que el mundo está lleno de tullidos, de
cojos y de herniados. La ley tiene que suscitar nuevas realidades. La ley
ha sido antes, y lo será cada vez más, creadora. La ley es siempre más o
menos reforma, y por tanto, incitadora de nuevas realidades.” [59]

César Enrique Romero, agregaba, con la lucidez que lo


caracterizaba: “en nuestra disciplina operan creencias y las mismas tienen
irrefragable vigencia(...) Es cierto que la Constitución argentina no hace,
de modo expreso como las Constituciones modernas, una manifestación
de fe política. Pero una fe satura sus cláusulas(...)”Cree en Dios –en el
Dios del catolicismo-, y el jusnaturalismo filosófico promueve su esquema
ideológico. Considera y cree que el hombre tiene derechos y libertades
anejas a su propia naturaleza que ningún poder puede abrogar". Y termina
sentenciando “que flote su espíritu, como el de Dios sobre las aguas.”[60]

VII. CONCLUSIONES

A modo de síntesis, puedo decir que para mi:

La Justicia: como virtud, es la esencia del derecho y según decía Cicerón


ella es “el hábito del espíritu mantenido por utilidad común que atribuye
a cada uno lo suyo” o según la frase de Ulpiano que dicía que es
la “constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo”.

El Derecho: es, si aplicamos a este concepto -como hace Alfredo


Fragueiro-, las causas del ser ( las intrísecas: material y formal, y las
extrísecas: eficiente, ejemplar, y final):

“la relación humana (causa material – potencia) justa (causa formal –


23 | P á g i n a

acto), que tiene su origen en el ley (causa eficiente), de naturaleza ética o


moral (causa ejemplar) y dirigida al bien común (causa final)”.

La Ley: es, en base a la definición de Santo Tomás de Aquino, “El


ordenamiento de la razón y mandato, según agregan Francisco Suárez y
Domingo Soto[61], nuevo o novedoso, como bien exige Bidart
Campos[62], dirigido al bien común y promulgado por quien tiene a su
cargo y representa (esto lo agrego pensando en la legitimidad
democrática) a la comunidad y a la sociedad política (esto último también
lo agrego en base a la distinción que hace Maritain en el primer capítulo
del “El hombre y el Estado”)”

La elección de este tema dentro de la vastedad del pensamiento de Bidart


Campos, en un momento de grave crisis como la que vive nuestro país, no
ha sido casual. Creo que es bueno hacer hoy una revisión de nuestra
conducta como sociedad política desde el comienzo de nuestra historia, a
partir de los principios liminares, que adoptamos cuando decidimos fundar
esto que aspiraba a ser y, en algunas épocas de su historia fue, una gran
Nación. Seguramente algo nos pasa que en estos momentos no tenemos
un proyecto actualizado de sociedad, que hemos dejado de creer en la ley,
en las institucionales, en nuestros dirigentes, en la Justicia y hasta en
nosotros mismo. De este largo recorrido por el pensamiento de Bidart
Campos y los autores que lo precedieron y los que lo acompañan en sus
convicciones y formulaciones fundamentales surge más que claro que
quizás lo que hemos olvidado son los valores, lo que alguna vez he
denominado“Las primeras razones”[63] o como decía Alberdi el “Punto
de partida”[64] o lo que significan los “Conceptos básicos”[65].

Si el mundo del derecho se edificó para el hombre, y la persona lleva en


su propia naturaleza los principios de su buen obrar, seguramente entre
nuestras fallas está el no haber indagado suficientemente en nosotros
mismos cuales son estos principios y valores, y no haberlo sabido plasmar
en leyes, en políticas gubernamentales, en la organización o
reorganización de nuestras instituciones, o, por fin, en las conducta de
nuestros dirigentes y de nuestro pueblo. No basta con saber que debemos
actuar de acuerdo a derecho, a la justicia y que debemos respetar nuestros
derechos naturales, es necesario que investiguemos como podemos
desarrollar y respetar en esta parte de nuestra historia, en nuestro territorio,
en nuestra sociedad, enfrentada hoy al mundo globalizado, estos
postulados. Lo peor que podríamos hacer ahora sería renegar de estos
principios y lo mejor sería profundizarlos, transmitirlos mejor a las nuevas
24 | P á g i n a

generaciones y tratar de interpretarlos para nuestro tiempo.

De todas las crisis se sale, en poco o en mucho tiempo, con mucho o con
poco dolor, y de la actual espero que salgamos habiendo asumido estos
valores que hemos estudiado en este trabajo, que pertenece a nuestro
pasado, y que, además, tomando como punto de partida a dichos valores
nos pongamos de acuerdo en el proyecto de vida en común, que tendremos
que realizar en el futuro, que no tiene porqué no ser promisorio.

Más allá de la preferencia antes señalada, de una redacción por otra, de


que lo injusto este dentro o fuera del mundo jurídico, de que el derecho
tenga o no dimensiones y cuantas sean ellas, estoy de acuerdo con Bidart
Campos, y con los “padres fundadores” del constitucionalismo, en que
el“punto de partida”, las “primeras razones”, o los “conceptos
básicos” son Dios, el hombre –como realidad personal conciente y libre-
por Él creado, el orden moral o ético y el orden jurídico natural y el
positivo que indican el camino recto de la conducta humana, el
del derecho, en su pretensión de hacer realidad la justicia, y alcanzar así
el fin, que es su bien, el bien comúnde la sociedad.

Para terminar, confieso que profeso por Germán, como lo llamamos


amistosamente cuando lo tratamos personalmente, una profunda
admiración, por el afecto con que nos distingue a quienes aspiramos a ser
sus discípulos, por la grandiosidad de su obra, por lo elevado de su
pensamiento, por la facilidad y la generosidad con que lo transmite y, muy
especialmente, por la solidez de sus fundamentos. Hoy por hoy, me animo
a afirmar, que nuestro querido maestro se ha erigido, con su extensa obra
y la doctrina elaborada en la misma, en uno de los faros que con mayor
claridad alumbran el “derecho de las constituciones”, en la comunidad
jurídica Argentina, de Latinoamérica y, en general, del mundo de habla
hispana. Le agradezco muy particularmente el importante aporte que ha
hecho en este difícil tema, que hace a los fundamentos de nuestro derecho
constitucional, y que desgraciadamente no todos se animan a abordar,
pero que hoy, me parece, no podemos soslayar.

Termino con el consejo que nuestro homenajeado recuerda; de las


Primeras Jornadas Nacionales de Ética de la Abogacía, realizadas en
Rosario en octubre de 1967, en su conclusión X del Tema 1º; que reza
así: “El deber ético del profesor de derecho de impartir a sus alumnos una
noción auténtica de su disciplina, supone una enseñanza dinámica que
tome en cuenta no sólo la norma jurídica, sino también su inserción y
25 | P á g i n a

perspectivas vitales, que se mantenga actualizada, que muestre a los


alumnos la problemática del acontecer jurídico, que forme en ellos un
agudo sentido crítico para descubrir la solución justa con base jurídico-
científica y ética, y, en fin, que les inculque una honda fe en el derecho,
en suma, el verdadero maestro de derecho enseñará no sólo normas, sino
también experiencias y valores.”[66]

Córdoba, abril de 2.002

(*) Es profesor de Derecho Constitucional de las Universidades Nacional


y Católica de

Córdoba.

[1] Bidart Campos, Germán J. “Filosofía del Derecho Constitucional”,


página 1º, Ediar, 1976.

[2] Bidart Campos “Manual de la Constitución Reformada” Tomo I


pág.269, Ediar, 1996.

[3] “Introducción al Derecho” pág. 19 Tercera edición, Depalma, 1967.

[4] Goldschmidt, Werner “La Ciencia de la Justicia (Dikelogía)” págs. 9


y 12, Aguilar, 1958.

[5] O.c. pág. 356 y siguiente.

[6] Werner Goldschmidt “Derecho Internacional Privado (basado en el


teoría trialista del mundo jurídico)”, pág. IV Editorial El Derecho SACIFI,
1970.
26 | P á g i n a

[7] O.c. “Filosofía” pág. 21.

[8] “El Mundo Jurídico Multidimensional”, Advocatus, 1996.

[9] O.c. “Manual” pág. 271.

[10] “Santo Tomás de Aquino y la filosofía actual” pág. 465, Universidad


Católica Argentina, 1975.

[11] PONSATI, Arturo “Lecciones de política” pág. 126 Ediciones El


Graduado, 1993.

[12] O.C. “Introducción al Derecho” pág. 373.

[13] Linares Quintana, Segundo V. “Tratado de Interpretación


Constitucional” pág. 289 y siguiente, Abeledo-Perrot, 1998.

[14] Bidart Campos, Germán J. “Los Derechos del Hombre” pág. 57 y


siguiente, Ediar 1974.

[15] O.c. pág. 51.


27 | P á g i n a

[16] O.c. pág. 74 y siguiente.

[17] “Lecciones de Política” pág. 127.

[18] O.c. “Los derechos del hombre” pág. 67

[19] “El hombre y el Estado” págs. 106 y 107 Editorial Guillermo Kraft
Ltda. Segunda Edición 1952.

[20] “Los grados del saber Jurídico” pág.96, Facultad de Derecho y


Ciencias Sociales de la

Universidad Nacional de Tucumán., 1968

[21] “El hombre y el Estado” págs. 112 y siguiente.

[22] O. c. “El hombre y el Estado” pág. 123.

[23] “De las causas del Derecho Ensayo Metafísico” pág. 322 Editorial
Assandri, 1949.

[24] “Dogma Socialista de la Asociación de Mayo” págs. 133 y siguiente


28 | P á g i n a

Editorial Perrot, 1970.

[25] “O.c. “La ciencia de la Justicia (Dikelogía)” pág. 11.

[26] O.c. “Los derechos del hombre” pág. 65.

[27] O.c. pág. 48.

[28] “Bases y punto de partida para la organización política de la


República Argentina” págs. 81, 82 y

83. Obras Escogidas, Editorial “Luz del día”, Buenos Aires, 1952.

[29] Bidart Campos Germán J. “Historia e Ideología de la Constitución


Argentina”, pág. 127, Ediar, 1969.

[30] O.c. pág 140.

[31] O.c. pág. 141 y siguiente.

[32] O.c. pág. 145.


29 | P á g i n a

[33] O.c. pág.152.

[34] O.c. pág. 154.

[35] “El Estado de Derecho en el constitucionalismo social”, pág.50,


EUDEBA, 1982.

[36] O.c. “Historia e ideología” pág. 158.

[37] O.c. pág.165.

[38] Bidart Campos, Germán J. “Derecho Constitucional”, pág. 16, Ediar


S.A. 1963.

[39] O.c. “Marxismo” pág.139 y siguiente.

[40] Bidart Campos, Germán J. “Marxismo y Derecho Constitucional”


pág.130, Ediar S.A., 1979.

[41] O.c. pág. 112.

[42] O.c. págs. 112 y 113.


30 | P á g i n a

[43] O.c. pág. 128.

[44] O.c. pág. 140.

[45] O.c. págs. 143 y siguiente.

[46] “Filosofía” pág. 298.

[47] Bidart Campos Germán J. “El Poder” pág.251, Ediar S.A., 1985.

[48] “El Derecho como objeto Tridimensional” pág.173, Academia


Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, 2001.

[49] “El régimen político de la “Politeia” a la “Res Pública” pág. 262,


Ediar, 1979.

[50] O. c. “Filosofía” pág. 298.

[51] “Tedoría de lña Constitución” pág. 218 Colección Demos Editorial


Ariel, 1976.
31 | P á g i n a

[52] O.c. “La Ciencia del derecho(Dikelogía)” pág. 342.

[53] O. c. “Derecho Constitucional” tomo I pág. 13.

[54] Juan Bautista Alberdi “Fragmento Preliminar al Estudio del


Derecho” pág. 59, Ciudad Argentina,

1998

[55] O. c. pág. 60.

[56] O. c. pág. 72.

[57] Fragueiro, Alfredo o. c. pág. 91.

[58] O.c. págs. 94 y siguiente.

[59] Vanossi, Jorge Reinaldo “El pensamiento vivo de la Constitución”,


pág. 13, Losada, 1983.

[60] “Derecho Constitucional” Tomo I págs. 57 y siguiente,.


32 | P á g i n a

[61] Fragueiro, Alfredo “Las causas del Derecho” págs. 95 y siguiente.

[62] “Manual de la Constitución Reformada” Tomo III págs.141 y


siguiente.

[63] Gentile, Jorge Horacio “Las Primeras razones” pág. 2, El Derecho


19 de febrero de 2002 y www.profesorgentile.com.ar/ link: Fundamentos
del constitucionalismo.

[64] www.profesorgentile.com.ar/ link: Fundamentos del


constitucionalismo.

[65] www.profesorgentile.com.ar/ link: Fundamentos del


constitucionalismo.

[66] O. c. “Filosofía” pág. 21 y siguiente.

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