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Comunicación para XII CILEC.

La voz de su amo: los medios de comunicación social y el poder.


(Sede madrileña de la UNED).

Walt Disney en el frente: propaganda bélica y animación.


Por Raquel Crisóstomo Gálvez
rcrisostomo@cir.uic.es / crisostomo.raquel@gmail.com
Universitat Internacional de Catalunya, Barcelona.

Durante la Segunda Guerra Mundial varias productoras de animación produjeron, por encargo del
gobierno americano, insignias, manuales ilustrados, y sobre todo cortometrajes de propaganda de
guerra, con un claro contenido anti-nazi. Entre estos estudios, uno de los más involucrados fue la
Disney Company, que llevó a cabo películas educativas y de formación militar, así como otras
encaminadas a levantar la moral en retaguardia. Entre los diferentes contratos que se firmaron,
destaca uno de especial interés, para la realización de varias producciones animadas con un mensaje
absolutamente anti-nazi, teniendo como máximo exponente el corto Der Fuehrer's Face (1943).
Conscientes del éxito que generaban las películas Disney, desde el frente nazi se intentó copiar el
planteamiento animado, produciendo cortos de gran carga ideológico-moral. De hecho, incluso
intentaron hacer una versión de la Blancanieves de Disney (Schneeweisschen, 1939) con escaso
éxito de taquilla.

En ambas narrativas visuales, tanto en la del Ministerio de propaganda nazi, como en la del frente
aliado, encontramos una marcada utilización de la animación con propósitos de propaganda bélica.
En esta comunicación se pretende analizar la clara lectura ideológica de estos productos; su
planteamiento gráfico; y sobre todo el papel de estos cortos animados en la configuración de
criterios, valores y actitudes sociales durante la Segunda Guerra Mundial.

Este tipo de propaganda bélica se explica por sí misma si observamos que los dibujos animados
disfrutaban de gran fama desde mucho antes del inicio de la guerra en Europa, concretamente los
de Walt Disney. Sus animaciones y las de otras productoras similares habían llegado a toda la
población, como por ejemplo el mundialmente conocido Felix the Cat, la serie Out of the Inkwell,
las Silly Symphonies, y sobre todo los cortos protagonizados por Mickey Mouse. En este contexto
era lógico que ante la situación bélica que se propiciaba se utilizara la popularidad de este material
para fines logísticos, desde ambas partes.
En 1939, un año después de la anexión de Austria al Tercer Reich (Anschluss), se produce un punto
de inflexión que cambiará el curso de la animación nazi: ante la llegada a Alemania de
Blancanieves, un film que había generado unos altísimos costes, Goebbels se niega a pagar los
derechos de reproducción de la película. Esta negativa será la primera piedra del camino hacia la
creación de la comisión para la creación de dibujos animados nazi, con sede en la Alexanderplatz de
Berlín y con más de un centenar de trabajadores bajo las órdenes del dibujante Karl Newmann
(Vidal González, 2006: 33.). Conscientes del éxito que generaban las películas Disney, desde este
organismo se intentó alcanzar la misma popularidad copiando el formato de sus historias, pero a
través de argumentos maniqueístas como el de la Armer Hans (1944), animación que cuenta la
historia de un canario ario que es perseguido por águilas judías. Estos cortometrajes nazis donde los
ciudadanos alemanes eran acosados por los judíos, estaban sobre todo pensados para ser difundidos
en los territorios ocupados del este y así fomentar el antisemitismo en estas zonas.

Mientrastanto, desde 1931 en Alemania ya se intenta prohibir una de las imágenes más
representativas de la animación estadounidense, la de Mickey Mouse, por ser un personaje político
representante de la decadencia judía, pero no se consigue debido a su gran popularidad. Cabe decir
que al ratón también se le intentará vetar en Yugoslavia de manera infructuosa por considerarlo una
figura revolucionaria demasiado atractiva. De hecho, se le intenta prohibir en diferentes contextos
históricos relacionados con regímenes autoritarios o dictatoriales en el poder. Por ejemplo, durante
el golpe fascista de Chile en septiembre de 1973 Mickey también fue censurado: “To the
amazement of his listeners he announced that Walt Disney is to be banned in Chile. The
government propaganda experts have come to the conclusion that Chilean children should not think,
feel, love or suffer through animals.” (Dorfman, 1975: 28)

Como una muestra más de la campaña de demonización del personaje Disney, no hay más que
recordar la siguiente editorial nazi de 1931:

Blond, free-minded youths of Germany on the leading strings of Jewish finance! [...] Youth, where is thy

pride? Mickey Mouse is a Young plan medicine to promote weakness. Healthy emotions tell ever

independent young man and every honorable youth that the dirty and filth-covered vermin, the greatest

bacteria carrier in the animal kingdom, cannot be the ideal type of animal. Have we nothing better to do
than foul our clothes with filthy cow droppings because American business Jews want to make money?

Away with Jewish brutalization of the people! Down with Mickey Mouse! Wear the swastika cross!.1

Vemos en este texto el sintomático campo semántico utilizado, que opone directamente la figura de
Mickey Mouse a la cruz esvástica. Hay una clara asociación del ratón con palabras como plaga o
bacteria, pero sobre todo con la idea de una conspiración judía-americana. Es en esta idea de
brutalidad, suciedad, plaga y conspiración que la imagen del ratón queda inevitablemente asociada
desde entonces a los judíos en la época nazi, tal como demuestran numerosos documentos
propagandísticos de la época. Este símil se reforzará con el contraataque ideológico que llevarán a
cabo los Estados Unidos a través de sus cortos animados, asumiendo esta carga judía como propia y
asociando un Mickey Mouse sobredimensionado al americanismo, de tal modo que todavía en la
actualidad la efigie del ratón es un símbolo americano en el imaginario colectivo. La figura del
ratón era tan omnipresente que se comercializó una máscara de gas Mickey Mouse, destinada a los
niños, producida por primera vez en 1942 como parte del programa de producción bélica. La Sun
Rubber Company produjo aproximadamente mil máscaras de este tipo durante el año 1944. Se
trataba de un producto muy exitoso y se produjeron en gran cantidad; se suponía que en caso de
ataque, los niños estarían menos asustados y se tomarían el hecho deponerse la máscara como si
fuera un juego.

Mientras, la propaganda animada destinada a combatir el nazismo fue numerosa desde Estados
Unidos. En total se produjeron durante la Segunda Guerra Mundial más de mil cortometrajes de
dibujos animados a través de los siete estudios más importantes de la industria: la Corporación de
Walt Disney, Warner Bros, la Metro-Goldwyn-Mayer, la Merrie Melodies, la Looney Tunes y la
RKO Radio Pictures. Estos cortometrajes parodiaban y criticaban de forma sangrienta el nazismo y
otros fascismos, así como sus líderes directos. Igualmente, estaban destinados a hacer propaganda
de guerra entre los civiles. Destacan entre otros The Ducktators de Looney Tunes (1942) o Blitz
Wolf de la Metro Goldwyn Mayer (1942). Hay que recordar que durante aquellos años, antes del
largometraje anunciado, se proyectaba un cortometraje de animación que servía como
entretenimiento y para promulgar diversas ideas y actitudes sociales, destinado por tanto, a todos los
públicos y no únicamente a un público infantil.

Pero concretamente, entre los diferentes contratos que se firmaron entre las industrias Disney y el
gobierno destaca uno de especial interés, para la realización de varias producciones animadas que

1
Esta editorial nazi se reimprimió en el número de octubre de 1931 de The Living Age (Boston), 183. La fuente que cita
es “uno de los diarios Nazis de Pomerania” (Shale, R, 1982: 141).
no tendrían una orientación educativa, sino de un mensaje principalmente y absolutamente anti-
nazi. En el contrato se llegaba al acuerdo de que Disney crearía una serie de cuatro películas, todas
ellas en 1943: Der Fuehrer’s Face; Reason and Emotion, Chicken Little y Education for Death. Las
más representativas por su fuerte y directo ataque contra el nazismo son Education for Death y Der
Fuehrer’s Face o Donald Duck in Nutzi Land.

El cortometraje Education for Death narra la historia de Hans, un niño nacido y criado en la
Alemania nazi, educado para convertirse en un despiadado soldado. El narrador explica que los
nazis controlan a los niños alemanes desde el momento en que nacen. Se muestra como una pareja
va a registrar el nacimiento de su hijo Hans, y como sólo después de mostrar los papeles que
acreditan su raza aria, el registro es finalizado exitosamente, acompañado de inmediato por la
entrega de un ejemplar del Mein Kamp. El corto prosigue ejemplificando la educación de los niños
alemanes a través de la versión que se les enseña del cuento de la bella durmiente: en el que en este
caso, la malvada bruja es llamada Democracia; la doncella que espera dormida es Alemania; y el
príncipe azul es Hitler.

La idea que plantea el corto no es casual, ya que esta imagen de Hitler como caballero medieval
proviene de su autoidentificación con Lohengrin, el protagonista de la exitosa ópera romántica de
Wagner (1850). Esta historia narra un pasaje de la vida de Lohengrin, caballero del Grial e hijo de
Parsifal, que viaja al reino de Brabante para defender la princesa Elsa, acusada de un crimen que no
cometió por la bruja Ortrud y su marido, el usurpador Telramund. Recordemos por ejemplo como
se hacía ya esta identificación en la célebre pintura que muestra a Hitler como caballero andante
encontrada por el ejército norteamericano en su intervención en las postrimerías de la Segunda
Guerra Mundial; y como la música de Lohengrin acompañaba el baile con la bola del mundo en El
gran dictador de Charles Chaplin (1940).

El cortometraje termina con Hans marchando vestido como un soldado nazi, a lo que el narrador
sentencia: “Ahora, es un buen nazi. Ve sólo lo que el partido quiere que vea, dice sólo lo que el
partido quiere que diga, y hace sólo lo que el partido quiere que haga”.

En el caso de Der Fuehrer's Face se trata de un cortometraje de animación protagonizado por el


Pato Donald, de carácter propagandístico antinazi y dirigido a alentar a la población civil durante la
Segunda Guerra Mundial. El corto ganó un Oscar a mejor corto de animación (short subjects) en
1942. Se trata de una parodia crítica contra el nazismo y sus preceptos, que originariamente se
llamaba Donald Duck in Nutzi Land, en un juego de palabras humorístico basado en la semejanza
sonora entre nazi y nutzi (que en inglés significa tonto). En el film podemos ver como una banda
musical alemana, compuesta por los líderes del Eje, Hiro hito al saxofón, Göring al flautín,
Goebbels al trombón y Mussolini de bombo, marchan a través de un pequeño pueblo alemán, donde
todo, incluso las nubes y los árboles, tienen forma o están decorados con la cruz gamada, mientras
van cantando las virtudes de la doctrina nazi. Al pasar por la casa del Pato Donald, unas bayonetas
lo despiertan para ir a trabajar. Debido a la guerra y el racionamiento, su desayuno se compone de
sucedáneo de pan, café colado de un solo grano, y un spray con perfume de bacon y huevos. A
continuación, la banda le pone obliga a leer el Mein Kampf rápidamente y, a continuación, le
escoltan hacia el trabajo en una fábrica.

Al llegar a la fábrica (a punta de bayoneta), Donald comienza su jornada laboral de veinticuatro


horas diarias enroscando tapas de obús en una cinta de montaje. Mezclado con los proyectiles pasan
retratos del Führer, teniendo que hacer, para su disgusto, el saludo nazi cada vez que aparece un
retrato, a la vez que no puede dejar de atornillar las tapas en los proyectiles. Cada nuevo lote de
proyectiles es de un tamaño diferente, que van desde munición diminuta hasta los enormes
proyectiles, tanto o más grandes que Donald. El ritmo de la cadena de montaje se intensifica (como
en la comedia clásica Tiempos Modernos de Chaplin) y Donald encuentra cada vez más dificultades
para completar todas las tareas. Al mismo tiempo, es bombardeado con mensajes de propaganda
que hablan de la superioridad de la raza aria y de la gloria de trabajar para el Führer.

Después de unas „vacaciones pagadas‟, que consisten en hacer gimnasia imitando la forma de la
esvástica con su cuerpo durante unos segundos ante un paisaje alpino, a Donald se le obliga a
trabajar horas extraordinarias. El Pato termina teniendo un colapso nervioso que deriva en
alucinaciones de proyectiles de artillería por todas partes, algunos de los cuales cantan y tienen la
misma forma de la banda de música del principio, con música y todo. Cuando las alucinaciones
terminan, el Pato se encuentra en su cama -en Estados Unidos- y se da cuenta de que toda la
experiencia ha sido una pesadilla. Al levantarse, Donald abraza emocionado una miniatura de la
Estatua de la Libertad, dando gracias por su ciudadanía estadounidense. La última escena es una
caricatura de Hitler a la que se le lanza un tomate. La salsa de tomate escribe las palabras „The
End‟.

La película en todo momento envía claramente un mensaje contra el dictador alemán y se hizo muy
popular en Estados Unidos. Sobre todo su canción protagonista, que se convirtió en otra gran arma
por propagandistas además del propio corto, traduciéndose en numerosos idiomas, y que llegó a ser
incluso más poderosa que el propio film: de hecho, incluso se lanzaron copias detrás de las líneas
alemanas para que las usaran los grupos de resistencia.

Antes del estreno de la película, la popular banda de Spike Jones and His City Slickers, conocidos
por sus parodias de canciones populares de la época, dio a conocer una versión del tema musical
Oliver Wallace Der Fuehrer’s Face. A diferencia de la versión en dibujos animados, la versión de
Spike Jones era aún más paródica, ya que contenía el efecto sonoro de un instrumento llamado
birdaphone, que en cada Heil! sonaba para mostrar el desprecio de Hitler, en vez de la tuba que se
utilizó en la película. El éxito de Jones hizo que la Disney le pidiera cambiar el título del corto,
originalmente llamado Donald Duck in Nutzi Land. Ya que el título de Jones era mucho más acorde
al tono paródico de la película y de la canción, tal y como se puede observar en su letra:

DER FUEHRER'S FACE, Spike Jones & His City Slickers.

When der fuehrer says we is de master race

We heil heil right in der fueher's face

Not to love der fuehrer is a great disgrace

So we heil heil right in der fuehrer's face

When Herr Goebbels says we own the world and space

We heil heil right in Herr Goebbels' face

When Herr Goring says they'll never bomb dis place

We heil heil right in Herr Goring's face

Are we not he supermen Aryan pure supermen

Ja we are the supermen (super duper supermen)

Is this Nutsy land so good

Would you leave it if you could

Ja this Nutsy land is good

We would leave it if we could

We bring the world to order

Heil Hitler's world to order

Everyone of foreign race

Will love der fuehrer's face


When we bring to the world dis order»

Vemos como bajo una canción aparentemente pro-nazi se encuentra una fuerte burla contra su
sistema. Se hacen alusiones directas al propio Hitler y a otros hombres fuertes del nazismo, todo
ello expresado en un inglés mal conjugado imitando unos hablantes alemanes.

Éste y otros cortometrajes contribuyeron mucho a extender una imagen paródica del nazismo.
Como se comentaba en la prensa de la época: “No other weapon of propaganda can ridicule the
Axis, expose its absurdities, as deftly as Disney animation” (Brode, 2005: 105-106). Debido a la
naturaleza propagandística del corto, y la representación del Pato Donald como un nazi, Disney
mantuvo la cinta fuera de la circulación general después de su lanzamiento original. Hasta el 2004
Der Führer’s Face no volvió a ser revisado, incluida ahora en el DVD de edición limitada Walt
Disney Treasures y en un segundo volumen posterior, en 2005.

Cabe decir que la propaganda que el gobierno encargó a Disney estaba dirigida sobre todo a
combatir el nazismo en Europa, pero también en su propia casa y en la de los vecinos. En este
contexto de guerra, el Coordinador de Asuntos Interamericano, Nelson Rockefeller, en el marco de
la llamada política de buena vecindad y temiendo por posibles influencias nazis en países de
América del Sur como Bolivia, Argentina o Chile, contrató a Disney para que elaborara una serie de
producciones donde se reflejaran las buenas relaciones y usos y costumbres americanos, intentando
prevenir así una posible expansión de las ideas nazis.

En ese momento Walt Disney se encontraba en medio de una importante huelga en sus estudios,
que le tocó muy de cerca a nivel personal, dado el tono paternal que siempre había mostrado hacia
su productora. Esta oportunidad, pues, representa de alguna forma un cierto escape de las presiones
sindicales y Walt decide aceptar el contrato, que lo lleva a él ya varios de sus mejores hombres en
diferentes viajes por América Latina, en una iniciativa conocida como Walt & el Grupo. El objetivo
principal era empaparse de las costumbres locales y tomar apuntes que luego les permitan elaborar
lo que serían varios cortometrajes mostrando las fiestas, bailes e idiosincrasias propias de los
vecinos latinoamericanos, aunque en algunas ocasiones, se trataban de cortos casi documentales de
tipo didáctico, y a veces de un marcado tono paternalista, destinados a la „buena enseñanza‟ de los
autóctonos. Finalmente, destacarían dos filmes animados: Saludos Amigos (1943) y The Three
Caballeros (1944) (Vidal González, 2006: 350).
Como vemos, la Segunda Guerra Mundial no se ganó tan sólo en el frente, sinó a través de un
instrumento tan importante como la propaganda, pilar básico del nazismo, pero que en el caso del
cine de animación, tan popular en su esencia, representaba una clara desventaja para las recién
nacidas productoras nazis. En cuanto a la Disney, su participación de este proyecto durante la
guerra se tradujo en ganancias económicas y obviamente en una consolidación empresarial, pero
sobre todo en algo del todo impagable: en la asociación de la marca Disney (y de Mickey Mouse
por extensión) al espíritu americano de libertad dentro del imaginario colectivo de la población de
la época, pero que de hecho, llega hasta nuestros días.

Referencias bibliográficas

Barrier, Michael (1999). Hollywood Cartoons: American Animation in Its Golden Age. Nova York:
Oxford University Press.
Brode, Douglas (2005). Multiculturalism and the mouse. Race and sex in Disney Entertainment.
Austin, Texas: University of Texas Press.
Dorfman, Ariel (1975). How to read Donald Duck. Imperialist Ideology in the Disney Comic. Nova
York: International General.
Giroux, Henry A. (2001). The mouse that roared. Disney and the end of innocence. Lanham:
Rowman & Littlefield Publishers, Inc.
Laqua, Carsten (1992) Wie Micky unter die Nazis fiel: Walt Disney und Deutschland (Rororo
Sachbuch). Hamburg: Rowohlt Taschenbuch Verlag.
Maltin, Leonard (1987). Of Mice and Magic: A History of American Animated Cartoons. Nova
York: Plume.
Sammond, Nicholas (2005). Babes in Tomorrowland. Walt Disney and the making of the american
child, 1930-1960. Durham i London: Duke University Press.
Shale, Richard (1982). Donald Duck Joins up: The Walt Disney Studio During World War II. Ann
Arbor: UMI Research Press.
Thomas, Bob (1994). Walt Disney, An American Original. Nova York: Disney Editions.
Vidal González, Rodolfo (2006). La Actividad propagandística de Walt Disney durante la Segunda
Guerra Mundial. Salamanca: Servicio de Publicaciones de la Universidad Pontificia de
Salamanca.

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