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EL PROTOCOLO

Ramón Chanqueo
0.5
“¿Mizuki? ¿Estás todavía aquí o no?” lanzó Thien mientras los golpeteos a la
puerta del departamento aumentaban en intensidad y frecuencia; ella nunca
había sido demasiado paciente, y haber recorrido buena parte de la ciudad sólo
para esto ya le estaba molestando.
“¡Mizukiii!”, volvió a llamarla, con el exacto silencio de los últimos minutos
como respuesta.

Entonces la puerta del departamento que daba directamente al frente del hogar
de su amiga se abrió tímidamente. Un chico regular, ni alto ni flaco, ni gordo o
bajo, hizo aparecer su silueta sin salirse del umbral de su puerta. Su cara estaba
algo húmeda, parecía haberse dado un baño hacía muy poco, sin haberse secado
el rostro como corresponde. Con un hilo de voz, preguntó.
“¿…buscas a Mizuki-san?”
“Pues sí, se suponía que tendría que estar aquí, igual que Ishiko”, dijo Thien al
rato que reflexionó, “¿Eres el muchacho que arrienda desde hace poco aquí,
verdad?”
“Sí, mi nombre es Kenta, mucho gusto”, respondió casi instantáneamente el
aparecido, tan rápido que Thien soltó una risita para llenar el silencio posterior
a tan mínima presentación.
“Thien, el gusto es mío. Si ninguna de las dos está…pues significa que
probablemente salieron juntas, ¡Confiaron en que me quedaría dormida de
nuevo!” expresó la muchacha con el enfado característico de quien es
subestimado. “Pero ya verán, me adelantaré y llegaré antes a la exhibición de
robótica de la universidad”.
“…¿Te refieres a la muestra que harán hoy a las 5?”
“¡Siii! La Corporación Prisma presentará diferentes modelos de nuevos robots
en los que han estado trabajando. Deberías venir Kenta, Mizuki será premiada
por un diseño que enviamos las tres al concurso por correo electrónico que
realizó la Corporación hace dos meses. Nos pareció un poco extraño en su
momento, pero al parecer a ellos les encantó”.
“Me encantaría pero…” y Kenta sonrió con pesimismo, “mi madre vuelve a la
ciudad hoy en la tarde y prometí que tendría la casa limpia para entonces. No
pienses mal, no es que sea un cerdo, pero las manchas del piso no se quitan
fácilmente después de tres años”.
“¡Te entiendo tanto!” soltó Thien y sus ojos se tornaron pensativos, “mi padre
siempre ha sido esquivo de la limpieza, pero cuando le dan sus ataques
maníacos de dejar todo brillante, nos arrastra a todos en el proceso”.
Thien le dio una ligera patada a la puerta en un último acto de enfado, y se
despidió de Kenta deseándole suerte con lo de su madre. Se colocó sus
audífonos para escuchar desde su teléfono, mientras el muchacho vio que ella
se retiraba hasta quedar fuera de su vista. Se entró de nuevo y pasó al baño, a
lavarse la cara y las manos por segunda vez.

“…Universidad CEK, a las cinco de la tarde…” repitió Kenta, con una voz fría
que en nada se parecía al frágil pero cálido joven que se había presentado ante
Thien. “¿No crees que habría sido más sencillo decírmelo desde el principio…
Ishiko-san?”
Abrió de golpe la cortina de la ducha, y sentada dentro de la tina, Ishiko se
encontraba maniatada, sollozando, con gran parte de su cara morada por los
golpes que le había propinado Kenta, hace sólo un par de horas. El calcetín que
impedía que hablase fue retirado bruscamente, mientras el muchacho intenta
sacarle más información.
“…Haz memoria, Ishiko-san, ¿Qué otros planes tenía Mizuki este día? ¿Qué
ideas había pensado para este día que haya compartido contigo? ¿Te habló
acerca del Protocolo?”
“¡No sé de qué me hablas, infeliz!, no entiendo qué tiene que ver Mizuki-chan
contigo!”
“Oh, tiene mucho que ver, porque verás…”, y comenzó a sacar una memoria
USB de su ojo izquierdo entre muecas de extraordinario dolor, “…Mizuki-
sensei fue quien me construyó aquella vez…y me dejó a mi suerte”.
Ishiko quedó pasmada de la sorpresa y del terror. Kenta, si es que ese era su
nombre, sonrió aliviado mientras la memoria brillaba débilmente sobre sus
manos. Dejó el subproducto de su ojo a un lado, y volvió su mirada a la joven
temerosa que ya no podía producir palabra alguna.
“Suficiente, ya no me sirves” soltó Kenta de pronto, y nada más se volvió a
escuchar de la ducha del baño del departamento del frente de Mizuki
Hashimoto.

CONTINUARÁ

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